Ocho muertos, más de cuatro mil detenidos, 12 estados norteamericanos en situación de emergencia y toque de queda. Esto sí que es un estado de alarma, y no lo que decretó Pedro Sánchez. Los disturbios en Estados Unidos tras el cruel asesinato de George Floyd a manos de un policía de Mineápolis van camino de auténtica rebelión popular. El país, primera potencia del mundo y paradigma del imperio, se tambalea tras varias noches de febril ambiente revolucionario. El Ejército patrulla las calles, una escena que solo se había visto en las malas películas de Bruce Willis. El crimen racista ha desencadenado una ola de indignación popular y violentas protestas callejeras en numerosas ciudades del país. Donald Trump está contra las cuerdas. Se dice que el presidente, asustado al ver cómo el pueblo escalaba los jardines de Lafayette Square, ha decidido hacer caso a sus asesores y se ha cobijado en el búnker nuclear. El miedo es el último refugio del cobarde. Al igual que Nerón se aferró a su lira y corrió a esconderse en la Domus Aurea tras el gran incendio de Roma, Trump se ha bunkerizado con su móvil de un millón de dólares y sigue lanzando mensajes de odio al mundo.
La pasada noche fue la más tensa. Por primera vez desde 1889, la Casa Blanca apagaba sus lámparas, una metáfora perfecta del apagón democrático que sufre el país. El fascismo tecnológico de Trump ha enterrado el Siglo de las Luces, las ideas de la Ilustración que alumbraron la independencia de Estados Unidos son hoy recuerdos del pasado y las enmiendas de la Constitución han quedado tan viejas y polvorientas como la fastuosa estatua del Memorial Lincoln. El tonto de Twitter, el clown, el payaso, ha conseguido lo que se proponía como buen populista de extrema derecha: resucitar el fantasma de la guerra civil, incendiar el país, achicharrar la democracia a fuerza de tuits incendiarios. Su mensaje estúpido y provocador (“cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”) ha sido la gota que ha colmado el vaso y miles de estadounidenses han perdido la paciencia. Ya no aguantan más injusticias, más supremacismo blanco, más racismo. Mientras tanto, lejos de apaciguar a los manifestantes, Trump amenaza con desplegar “cientos, cientos y cientos de soldados” en todo el país para restablecer la ley y el orden. El tirano siempre lleva sus excesos hasta el final.
La imagen de la cabeza del pobre George Floyd machacada bajo la rodilla estulta de un matón con placa de policía ha removido conciencias. Hay imágenes que se convierten en icónicas hasta cambiar por completo la historia de la humanidad: la niña rociada con napalm en la guerra de Vietnam, el minúsculo hombre del tanque de la plaza de Tiananmén, las Torres Gemelas desmoronándose como un cohete despegando al revés. Los testigos ya no son los periodistas, ahora es la gente de la calle, los ojos del pueblo los que captan el crimen de Estado y lo convierten en viral en las redes sociales. Cabría preguntarse qué habría ocurrido de no haber estado allí ese transeúnte accidental que grabó la horrible escena y la colgó en Facebook Live. Todo hubiese quedado enterrado, otro fundido a negro, otro homicidio silencioso y racial impune en la América profunda. En Estados Unidos el virus del racismo se extiende más rápido que la pandemia de coronavirus, de la que se ríe a diario el millonario rubio gordo y flatulento. Las últimas palabras de Floyd antes de morir fueron: “No puedo respirar, no puedo respirar…” Los americanos se han dado cuenta, de repente, de que tampoco pueden. Necesitan aire, oxígeno, libertad. La agónica frase del hombre ejecutado a la vista del mundo se ha convertido en un grito revolucionario. Miles de indignados la profieren al viento, puño en alto, por las calles de todo el país, desde California a Nueva York. Si el verdugo Derek Chauvin apretó su gatillo-rodilla contra el cuello de su víctima hasta dejarla sin respiración, Trump está haciendo lo mismo con el pueblo norteamericano: asfixiarlo con sus políticas crueles, desalmadas, racistas. Pero el odio se revuelve contra quien lo siembra y ahora Trump tiene un serio problema. A cinco meses para las elecciones presidenciales, con medio país contagiado por el virus, con miles de ciudadanos abandonados a su suerte y sin poder acceder a un hospital público, con la amenaza de un crack aún peor que el del 29, la gente empieza a despertar de la pesadilla trumpista y acaricia el sueño pacífico de Martin Luther KingI have a dream… Los panteras negras se multiplican y pululan por doquier, los Antifas salen de debajo de las piedras, los policías arrojan sus cascos y se unen a los manifestantes y los caballeros andantes de la NBA hincan sus rodillas majestuosas en tierra, juramentándose antes de la sagrada cruzada contra el Ku Klux Klan. Es preciso acabar con el rubio vendedor de aguardiente, ya lo escribió premonitoriamente nuestro Federico en Poeta en Nueva York.
La anarquía y el socialismo se extienden por América, santuario del capitalismo salvaje. Quién nos lo iba decir. Otra guerra civil se cuece al otro lado del charco. Norte contra Sur, negros contra blancos, esclavos contra aristócratas. Lo mismo de siempre. La anarquía libertaria y el comunismo antisistema trepan ya por las barbas del Tío Sam. De tanto repetir la mentira goebelsiana, el necio populista ha terminado haciéndola realidad y ahora se esconde como un conejo asustado en los sótanos del Despacho Oval. Qué razón tenía García Lorca: “Los negros lloran confundidos entre paraguas y soles de oro”. Ay, Harlem, Harlem, no hay angustia comparable a tus rojos oprimidos. )).....


CARTA A LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA DEL ESTADO ESPAÑOL

Avancemos en dar pasos hacia un partido unificado de la izquierda revolucionaria, la clase trabajadora, las mujeres y la juventud

Hacemos pública nuestra propuesta de abrir la discusión para avanzar hacia la construcción de un partido unificado de la izquierda socialista revolucionaria, de las trabajadoras y los trabajadores.



CRT Estado Español
Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras | @CRTorg
Jueves 14 de mayo | 14:38


A las direcciones de Izquierda Revolucionaria, Corriente Roja, Lluita Internacionalista, IZAR y otras organizaciones que se reclaman de la izquierda obrera, anticapitalista y socialista;

A las luchadoras y luchadores de la clase trabajadora, del movimiento estudiantil y del movimiento de mujeres;
Hacemos pública nuestra propuesta de abrir la discusión para avanzar hacia la construcción de un partido unificado de la izquierda socialista revolucionaria, de las trabajadoras y los trabajadores.

Un mundo convulsionado

Esta propuesta se apoya, en primer lugar, en una situación política que se vuelve más convulsiva en el terreno internacional, acicateada por la crisis socio-sanitaria del coronavirus. Las tendencias a la recesión con las que comenzó la economía mundial 2020 amenazan con transformarse en una depresión económica sin precedentes desde la década de los 30. Esto ya se está haciendo notar en un aumento descomunal del desempleo en países centrales de la UE y en los EE.UU., en el hundimiento en la pobreza de millones que subsistían en la economía sumergida o informal y en la agudización de otras crisis humanitarias, como las hambrunas en Haití y distintos países de África, que no salen en los grandes medios pero que se agravan todavía más en este marco.
El capitalismo nos lleva de nuevo a una catástrofe económica que vendrá acompañada de nuevas crisis políticas, mayores tensiones entre los Estados, guerras comerciales y nuevos conflictos bélicos. Las tendencias al proteccionismo, que vienen escalando desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, se disparan a la vez que se achica el mercado mundial, recrudeciendo por tanto la competencia, y ya se empieza a hablar en términos de “refuerzo de la economía y la producción nacional”.
La crisis de la UE es parte de esta crisis de la globalización neoliberal y muestra el carácter reaccionario de esta institución. Los países del eje norte, con Alemania y Holanda, quieren aprovechar la ocasión para mejorar su posición frente al resto -como ya hicieron tras la crisis del 2008-. Pero los países del eje sur, como Italia o el Estado español, que claman por “más Europa” y medidas como la mutualización de la deuda, no lo hacen en favor de sus pueblos sino del rescate de sus respectivos capitalismos nacionales decadentes. Lo que sigue uniendo a unos y a otros es la defensa de los intereses de las grandes multinacionales europeas, así como el mantenimiento de las políticas de reformas laborales y precariedad contra la clase obrera de todos los países, junto con las políticas racistas que han dejado más de 20.000 muertos en el Mediterráneo, miles de refugiados encerrados en campos o CIEs y millones de inmigrantes como ciudadanos de segunda y mano de obra ultraexplotada.
En las degradadas democracias capitalistas, las tendencias bonapartistas de los Estados y fenómenos populistas de la extrema derecha nacionalista ganan terreno al amparo de las medidas excepcionales contra la pandemia y el refuerzo de la vuelta a lo nacional ante el “sálvese quien pueda” instalado por todos los gobiernos capitalistas. Los intentos de represtigiar a las fuerzas policiales y militares y limitar derechos, anticipan la mano dura que se querrá imponer desde los Estados para hacernos pasar una caída histórica de las condiciones de vida y de trabajo.

Ante un nuevo saqueo histórico contra el pueblo trabajador en el Estado español

En ese marco internacional, en el Estado español, estamos ante un nuevo saqueo histórico contra la clase trabajadora y los sectores populares, que hace más urgente la necesidad de construir un fuerte partido revolucionario de la clase trabajadora. Con la crisis sanitaria, los empresarios encontraron la excusa para despedir solo en el mes de marzo a un millón de personas, disparando el desempleo a 4 millones. Otros 4 millones han sido suspendidos con ERTEs, 1 millón y medio de autónomos se ha quedado en cese de actividad y otros 2 millones sin ningún tipo de ingreso. La recesión en curso promete profundizar y cronificar un escenario de paro de masas y aumento drástico de la pobreza, en proporciones muy superiores a la crisis del 2008.
El gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos está aplicando un plan con el objetivo de salvaguardar los beneficios e intereses de las grandes empresas. Ha autorizado un rescate preventivo de la banca con la concesión de 100 mil millones en avales, no ha grabado ni un euro a los beneficios del IBEX o las grandes fortunas y las medidas de contención que ha otorgado mantienen a millones en una situación de pobreza o precariedad extrema (como su ingreso mínimo vital de 500 euros), mientras se hipoteca el futuro de las siguientes generaciones emitiendo más deuda.
Lo hace además con un refuerzo del aparato coercitivo, a base de militarizar las calles, Ley Mordaza y una recentralización administrativa que avanza en las competencias autonómicas en general y contra Catalunya y el movimiento independentista especialmente.
Pero, el gobierno no podría llevar adelante este saqueo solo. La oposición de las derechas exige más ajustes y quieren preservarse como relevo para continuar esta ofensiva. Los partidos vascos y catalanes defienden los intereses particulares de sus patronales, como hizo el PNV oponiéndose a la paralización de las actividades no esenciales o el Govern catalán y su defensa del negocio de la patronal sanitaria.
También cuenta con la complicidad de la burocracia sindical de CCOO y UGT, que han avalado todas las medidas tomadas hasta ahora y se ofrecen a pactar un ajuste histórico como el que se propone en la mesa de reconstrucción o nuevos pactos de la Moncloa. Nada podemos esperar de estos agentes del régimen. La salida a esta crisis no tiene un punto intermedio. Son ellos o nosotros. Nos saquearon en 2008 con recortes, contrarreformas y precarización, y ahora quieren que paguemos esta crisis con más deuda, desempleo de masas y aumento de la pobreza y la explotación.

Hacia un nuevo ciclo de lucha de clases

Ante esta nueva crisis histórica, sin embargo, no estamos condenados a seguir los derroteros de la crisis anterior. La posibilidad real de que sobrevengan nuevas oleadas de la lucha de clases está inscrita en la situación. Por eso, nuestra propuesta parte también de las primeras reacciones de la clase trabajadora que hemos visto en esta crisis, como las huelgas de diferentes sectores en Italia y EE.UU., o los parones aquí en fábricas importantes, como Mercedes o Airbus, al comienzo de la cuarentena. Pero también del nuevo ciclo de la lucha de clases abierto a nivel mundial antes de la pandemia.
Desde la irrupción de los chalecos amarillos en Francia, hasta el proceso prerrevolucionario en Chile, la resistencia al golpe de Estado en Bolivia, las movilizaciones en El Líbano, Iraq, Argelia o Hong Kong, el “otoño catalán” con las protestas contra la sentencia del Supremo al Procés o, de nuevo más recientemente en Francia, con la huelga general del transporte contra la reforma de las pensiones. Una oleada que, aunque se haya visto interrumpida por los confinamientos obligatorios, en ningún caso ha sido derrotada.
Por el contrario, la nueva crisis económica generada por la pandemia, los ataques que preparan los capitalistas y sus gobiernos y los sufrimientos que impondrán nuevamente a las masas trabajadoras, pueden inicialmente generar parálisis en sectores de la clase obrera, pero también crear las condiciones para nuevos estallidos de la lucha de clases en el mundo y en el Estado español.
La clase trabajadora y los sectores populares tenemos fuerzas para enfrentar y derrotar los planes de austeridad con los que los capitalistas quieren que seamos quienes paguemos esta crisis. Que empiece a plantar cara en esta dirección es además el único cortafuegos real para frenar los avances de las ideas reaccionarias y proyectos de la extrema derecha en nuestra clase y otros sectores populares arruinados.
Para ello, hay que imponerle a la burocracia sindical un verdadero plan de lucha que empiece por que los propios trabajadores y trabajadoras puedan deliberar en sus centros de trabajo, o por medio de asambleas virtuales cuando no haya otra posibilidad, qué medidas tomar para enfrentar las faltas de condiciones de seguridad e higiene, los despidos, ERTEs o rebajas de salarios, y preparar una respuesta global de la clase trabajadora ante esta ofensiva. La lucha por recuperar las secciones sindicales, comités de empresa y sindicatos en manos de esta burocracia que ha aceptado todas y cada una de las medidas del gobierno y la patronal para descargar sobre nosotros la crisis, es una tarea crucial junto al desarrollo de organismos de autoorganización que permitan la unidad de todas las filas obreras.
Pero con impulsar la lucha de clases combativa no alcanza. Para intervenir en el próximo ciclo de lucha de clases que se abrirá es necesario superar también los límites de las burocracias políticas y los experimentos neorreformistas.

La bancarrota del neorreformismo

En todos los procesos que mencionamos anteriormente hemos visto actuar a las “nuevas izquierdas” surgidas del ciclo posterior a la crisis del 2008 como históricamente lo ha hecho la socialdemocracia: salvavidas de los Estados y verdaderos médicos de cabecera el capital. Así han demostrado su miserable papel como aplicadores de los planes de austeridad que reclamaba la Troika contra el pueblo griego, como Syriza; o haciendo suyos discursos soberanistas mientras se fortalece la derecha racista en Francia, como La France Insoumise de Mélenchon; o sosteniendo gobiernos del SPD en Alemania como hace Die Linke; o lavándole la cara al sanguinario e imperialista Partido Demócrata norteamericano para terminar haciendo campaña por Joe Biden, el candidato del establishment yanki, como ha hecho Sanders.
Y exactamente este mismo rol es el que ha cumplido en el Estado español Unidas Podemos, que se ha terminado de integrar plenamente en la gestión del estado imperialista, como socio del neoliberal PSOE. Una deriva que no fue sorpresa, sino el resultado esperado de un proceso de acelerada moderación, que comenzó con la gestión capitalista de los llamados “Ayuntamientos del cambio” y algunas comunidades pactando con el PSOE y culminó con su vergonzosa posición ante el otoño catalán, cuando Unidas Podemos decidió sumarse al bloque constitucionalista acatando la sentencia contra el procés, solidarizándose con la policía que reprimía las manifestaciones y sumándose al coro criminalizador del movimiento democrático catalán.
Quienes surgieron cuestionando el Régimen del 78 y los planes de ajuste de Zapatero y Rajoy, son hoy defensores de su Constitución e instituciones y aplicadores de un nuevo rescate a los capitalistas. Lo hacen junto a Izquierda Unida y el PCE, el viejo reformismo de izquierda que fue pieza fundacional de este régimen y lleva décadas jugando el papel de socio de los gobiernos social-liberales, desarmando política y moralmente a la clase trabajadora y amplios sectores que se consideran genuinamente de izquierdas, mientras ha ayudado a reforzar la hegemonía política y cultural de las clases dominantes.
Una vez más, la izquierda reformista en sus distintas variantes y las políticas de conciliación de clases, se demuestran como un callejón sin salida para la clase trabajadora, los sectores populares y los pueblos que luchan por su autodeterminación. Además su bancarrota sin una alternativa de la izquierda revolucionaria, deja el terreno abonado para que sea la derecha y la extrema derecha las que capitalicen el desgate del gobierno “progresista” y desnuda toda ilusión en el “mal menor” como freno a las tendencias reaccionarias.
Esto hace aún más urgente la necesidad de dar pasos hacia la unificación de quienes nos reclamamos de la izquierda obrera y socialista. Todas las fuerzas de la izquierda obrera, anticapitalista y revolucionaria somos aun pequeños grupos, pero tenemos la responsabilidad de ponernos en la primera fila del combate por construir una alternativa revolucionaria que supere la bancarrota de la izquierda reformista.

La izquierda revolucionaria y anticapitalista en el Estado español

Ante la crisis actual y la integración de Unidas Podemos en el gobierno con el PSOE, diferentes organizaciones estamos defendiendo un programa común en múltiples aspectos. Por nombrar solo algunos de ellos, levantamos la nacionalización sin indemnización de la sanidad pública y las empresas estratégicas; organismos de control obrero para garantizar la seguridad, la reconversión de la industria para enfrentar la pandemia, la prohibición de los despidos y el reparto de horas sin reducción salarial; la nacionalización de la banca e impuestos a las grandes fortunas y beneficios empresariales; la ocupación y puesta a producir bajo control de sus plantillas de aquellas empresas que cierren o despidan; el establecimiento de una renta de cuarentena para todos aquellos que se han quedado sin ingresos; la prohibición de desahucios, suspensión de alquileres y expropiación de los pisos en manos de grandes tenedores y especuladores. Estos puntos de acuerdo, junto con la perspectiva de que para imponerlos es fundamental combatir con la burocracia sindical y desarrollar la autoorganización, son una base muy importante para la conformación de un programa claramente antiimperialista, anticapitalista y socialista, que tendría que tener el partido que queremos construir.
Esta base programática común que compartimos las distintas organizaciones a las que hacemos este llamamiento, junto con la reivindicación de del legado teórico y político del marxismo revolucionario, de Lenin, Trotsky y la revolución de octubre, así como el combate contra la monstruosa degeneración burocrática de la URSS en manos del estalinismo y la tradición de la Cuarta Internacional, son elementos fundamentales para avanzar en el debate.
Al mismo tiempo, entre nuestras organizaciones y militancia compartimos diversos espacios de intervención en el movimiento sindical, juvenil, de mujeres o el movimiento democrático catalán, donde levantamos un programa con muchos elementos comunes y una perspectiva general de independencia de clase. Somos parte de una izquierda que se dispone a combatir a todas las variantes patronales, y que luchamos por la perspectiva de imponer un gobierno de la clase trabajadora de ruptura con el capitalismo, la única salida de fondo que puede evitar que la crisis la paguen nuevamente los trabajadores y el pueblo pobre.
Incluso en Argentina, la organización hermana de Lluita Internacionalista (Izquierda Socialista) junto a la nuestra (Partido de Trabajadores Socialistas) impulsamos con otros partidos de la izquierda revolucionaria el Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad desde el 2011. Un frente electoral por la independencia de clases, que levanta un programa anticapitalista y la perspectiva de luchar por un gobierno de trabajadores. Recientemente desde el FIT-U impulsamos en común una Conferencia Latinoamericana -que se tuvo que posponer por la pandemia- de la izquierda revolucionaria en base a una declaración política que recoge importantes acuerdos sobre las conclusiones de las rebeliones que vienen sacudiendo a la región, así como el programa a levantar, sin ocultar las áreas de diferencias.
Todo esto no significa que no existan diferencias entre nuestras organizaciones. Con todas ellas mantenemos distintos niveles de diferencias, tanto en cuestiones programáticas de índole estatal o internacional, como teóricas y estratégicas, en algunos casos muy profundas, las cuales explican la existencia de distintos grupos y corrientes. Sin embargo, creemos que el fracaso de la estrategia neorreformista, así como la debilidad de los diversos grupos de la izquierda anticapitalista y revolucionaria ante la nueva etapa que se ha abierto, nos plantea a quienes nos revindicamos anticapitalistas y revolucionarios la responsabilidad de abrir el debate sobre la necesidad de construir un partido revolucionario a la altura de las circunstancias históricas rompiendo con toda mezquindad, conformismo o autocomplacencia.
Durante estos años, cada una de nuestras organizaciones por separado hemos ido logrando un modesto pero firme apoyo entre sectores de vanguardia del movimiento sindical, la juventud precaria, el movimiento de mujeres o la juventud estudiantil. Es evidente que estos avances son completamente insuficientes y que ninguna de nuestras organizaciones pude considerarse a sí misma como una alternativa política viable al neorreformismo. Pero cada una de las pequeñas posiciones conquistadas son un punto de apoyo para constituir un polo de la izquierda revolucionaria que pueda levantar una alternativa a la bancarrota política de estos proyectos reformistas.
Necesitamos sumar a miles a la construcción consciente de la herramienta política que nos permita vencer, un gran partido de la izquierda clasista y revolucionaria. Porque no basta con luchar y movilizarse por las reivindicaciones propias, ya sea de los trabajadores, de los estudiantes o del movimiento de mujeres. Es imperioso que demos pasos en común para la construcción de un gran partido de los trabajadores y las trabajadoras, anticapitalista y socialista, que se ponga al frente de la lucha por una salida obrera a la crisis y tenga como objetivo la conquista de repúblicas de las y los trabajadores, con total reconocimiento a la libre autodeterminación, que termine con la dominación imperialista y la explotación capitalista. Un partido internacionalista que pelee consecuentemente contra el imperialismo y, por la unidad socialista de Europa.

La CUP y Anticapitalistas

En el último período, desde la CRT hemos hecho una serie de propuestas a la CUP y Anticapitalistas, dos de las principales organizaciones que se reivindican anticapitalistas en el Estado español, con el objetivo de abrir el debate sobre la construcción de un reagrupamiento de la izquierda rupturista por fuera del régimen. Pensamos que esta tarea sigue planteada y que de avanzar permitiría el surgimiento de un posible reagrupamiento progresivo.
Si la izquierda independentista vasca o gallega han acompañado el curso integrador al régimen de Unidas Podemos, ubicándose como socios críticos del gobierno de Pedro Sánchez, la izquierda independentista catalana, con la CUP como referencia, ha mantenido una posición distinta ubicándose correctamente en la oposición al gobierno “progresista” y con una posición de ruptura con el régimen. Esta actitud, por la cual en las elecciones del 10N desde la CRT llamamos a votar críticamente a la CUP en Catalunya y al voto nulo en todo el Estado, sin embargo sigue oscilando entre un discurso anticapitalista y crítico con el procesismo por un lado, y su estrategia de “unidad popular” junto a sectores de la burguesía independentista por el otro, con algunos sectores importantes de la izquierda independentista que defienden directamente el proyecto de construir una República catalana con “dimensión social” en ruptura con el gobierno central y el Régimen del 78 pero de la mano de los partidos representantes de la burguesía catalana. Es necesario de manera imperiosa sacar las lecciones de los “otoños calientes” hasta el final del fracaso de esta estrategia de conciliación de clases.
En el caso de Anticapitalistas, fueron parte esencial para el surgimiento de Podemos. Recientemente anunciaban su salida del partido de Iglesias tras su integración en el gobierno. Sin embargo, todavía mantienen una estrategia que contempla la gestión del Estado capitalista como parte de su estrategia y, consecuentemente, apuntan a reconstruir un proyecto político junto a otros sectores de la izquierda reformista que puedan ser críticos con el gobierno.
La CRT y las organizaciones a las que está dirigida esta propuesta de partido revolucionario unificado rechazamos estas falsas ilusiones. Por eso nuestro llamamiento no es a conformar un nuevo un partido en común de “reformistas y revolucionarios” o de los “anticapitalistas” en general, sino de quienes compartimos la estrategia de construir un partido revolucionario de la clase trabajadora. Una necesidad objetiva cuando los de arriba nos han declarado la guerra y el avance de Vox es una dura advertencia para los trabajadores y el pueblo pobre de las salidas a las que apuestan las clases dominantes para imponer sus planes. Tenemos que prepararnos para un escenario de mayor lucha de clases, a escala local, regional e internacional, en el que la inexistencia o no de una organización revolucionaria de este tipo volverá a ser la pluma que incline la balanza entre la victoria y la derrota.
Queremos un partido que rechace tanto los acuerdos oportunistas con la izquierda reformista que quiere mantener este sistema, como toda alianza con sectores de la burguesía independentista. Para construir otra izquierda, una que conquiste fuerza propia, militancia real, en el movimiento obrero y estudiantil, y no pretenda reemplazar esto a través de acuerdos oportunistas con sectores reformistas o burocráticos.
Al mismo tiempo que un polo revolucionario como el que proponemos construir, permitiría también emplazar a estas otras organizaciones a la izquierda del neorreformismo, como a los compañeros y compañeras de Anticapitalistas, para que rompan definitivamente con las ilusiones en la gestión del Estado capitalista y en el proyecto de reeditar proyectos de unidad con sectores del reformismo de izquierda. O la militancia de la izquierda independentista vasca, catalana y galega, que se nuclean en torno a EH-Bildu, la CUP o el BNG, para que abandonen toda ilusión en recrear frentes democráticos o nacionales con los partidos burgueses independentistas y la separación en etapas la lucha democrática y por la transformación social.

Por un partido unificado de la izquierda revolucionaria, la clase trabajadora, las mujeres y la juventud

Avanzar en la discusión sobre las condiciones para construir un partido de revolucionario unificado enraizado en la clase trabajadora y la juventud explotada y oprimida, de todas y todos los que reivindicamos un programa de independencia de clase para que la crisis la paguen los capitalistas, es hoy una necesidad objetiva.
Nuestro planteamiento también está dirigido a los miles y miles de trabajadores y trabajadoras que ya miran con desconfianza a este gobierno y su complicidad con las grandes empresas, y se rebelan contra la burocracia sindical; a la juventud indignada con una “izquierda” en el gobierno que no revierte ni la precariedad, ni los recortes educativos y rinde pleitesía a la monarquía; a los sectores del movimiento de mujeres que no aceptan políticas de gestos y discurso y pelean por la derogación de las reformas laborales, las leyes de extranjería o la separación efectiva de la Iglesia y el Estado; o a los sectores del movimiento democrático catalán que quieren seguir luchando por el derecho de autodeterminación sin ninguna confianza en reeditar acuerdos con el viejo procesismo.
Está claro que hay puntos en los que no pensamos todos igual y que muchas veces entre las distintas fuerzas de izquierda tenemos respuestas programáticas, prácticas políticas y tácticas distintas. Es parte de lo que tenemos que discutir. Pero, como decimos antes, partiendo de los acuerdos generales de programa que todos defendemos, ¿por qué no podemos discutir las diferencias existentes en una organización común junto a miles de nuevas compañeras y nuevos compañeros que se incorporen a la militancia entusiasmados por la perspectiva de un partido unificado de la izquierda obrera y socialista? Un partido donde podamos debatir franca y fraternalmente nuestras diferencias y logremos una disciplina común en la acción para golpear con un solo puño en la lucha de clases.
Sabemos que no lo lograremos de un día para el otro, pero cuantos más seamos lo que nos propongamos llevar adelante esta pelea, más cerca estaremos en poner en pie este partido unificado de la izquierda y de los trabajadores, en las fábricas, en las empresas, en los barrios, institutos y facultades para evitar que la lucha de millones termine en una nueva frustración, como la que hoy representa Unidas Podemos. Hoy más que nunca, necesitamos un partido que cuente con la fuerza, con la estrategia y el programa para vencer. Si tenemos acuerdo en esta perspectiva no será muy difícil ponernos de acuerdo en los pasos a dar para comenzar a materializarla.
Sabemos que esta propuesta implica avanzar en debates y la acción común, en un nivel muy superior. Como primeros pasos, proponemos empezar por acordar un plan común de acción frente a la crisis, compartir la agitación política del programa y la perspectiva en la que acordamos, así como buscar espacios para el debate de esta propuesta, con actos en común y mesas de debate en redes y en todo el Estado.))....


Luciano Medianero Morales
2 horas
Nota mandada a resistencia antifascista en ee.uu. del n. :
RECUERDA, EL 19 DE JULIO, FUNERAL COMUNISTA REVOLUCIONARIO PROLETARIO POPULAR EN TODO EL PLANETA POR EL GENOCIDIO CAPITCOVID-19 ¡¡, HAZ Y ORGANÍZALO ENTRE COMBATIENTES,...¿¿.¡¡¡¡.
NOTA AMPLIADA A RESISTENCIA ANTIFASCISTA EN EE.UU. DEL NORTE : desde málaga, españa, lukyrh.blogspot.com PROPUESTA DE FUNERAL COMUNAL Y COMBATIVO POR GENOCIADOS COVID-19,...¡¡ : RECUERDA, EL 19 DE JULIO, FUNERAL COMUNISTA REVOLUCIONARIO P...
Ver más
2 comentarios
Me gusta
Comentar
Compartir
Comentarios