jueves, 30 de julio de 2020

LOS NENES Y BAMBINAS Y-DE LOS DIGITALES DE LAS ""IZQUIERDAS RADICALES"" EN HISPÁNICUS; MÁS DE LO MESMO,...NO SE REVOLUCIONAN,...AL VERRÉS ¡¡.


PERO TIENEN PODERÍO,...LOS SUBVENCIONAN EL PAPI-ESTADO PROGRE PSOUNIDAS HISPÁNICUS Y DE AHÍ, VIENE : 

LA PROFILERACIÓN DE DIARIOS DIGITALES DE LA IZQUIERDA RADICAL VARIADAS,...PONE DE MANIFIESTO,...EN PRINCIPIO, LA DIVISIÓN POLÍT-IDEOLÓG EN EL ESTADO ESPAÑOL Y A NIVEL INTERNACIONAL,...NO SABEN EN EL MUNDO POLÍTICO-SOCIAL EN QUE VIVEN Y CREEN QUE VIVEN EN 1.915,...MÁS-MENOS,..¡¡¡. AUNQUE HABLARAN DE GOLBALIZACIÓN ECONÓMICA,...HACE  UNOS AÑOS,...YA HABLAN DE FRACASO DEL NEOLIBERALISMO,...¡¡¡¡. NO SABEN POR DONDE CAGA LA BURRA,...ASÍ, NOS VA A LA SOCIEDAD HUMANA-HUMANIDAD,...¡¡¡¡.

ASÍ,...TRANQUI POR PARTE DEL IMPERICAPITALISMO DEL CAPITAL INTERPLANETARIO,...LOS ""RADICALES DE IZQUIERDAS VARIADAS"",...VAN DE BAMBINAS Y NENES POLITIQUEROS,...HACEN JUEGO DE NIÑOS ALTANEROS, CON MUCHAS BRONCAS, CASI A DIARIO,...Y DESPES,...LES GRITAN ALA HUMANA-HUMANIDAD DE QUE SON ELLAS LAS CULPABLES DE SU PROBE SITUACIÓN POLÍT-SOCIAL,...¡¡¡¡. ESAS TENEMOS,...DESDE HACE UN SIGLO Y MEDIO,.....¡¡¡¡¡. LINEA POLÍTICA-ECONÓMICA-IDEOLÓGICA DEL SOCIAL-SINDICALISMO,...PURO PERONISMO,...Y NACIONALISMO FALANGISTA JOSEANTONIANO DEL SIGLO XXI,...



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¿El Obrero?, ¿un diario digital que se llama “El Obrero”? Sí, el obrero, o sea el trabajador, treballador, trabalhador, traballador, obrer, worker, arbeiter, ouvrier, operaio, langilea, “currante” o “currelante”.
Pero, ¿cómo puede editarse un periódico que se llame “El Obrero”, en la España posmoderna? Si parece un nombre del siglo XIX o como mucho de la primera mitad del XX. Como publicación evoca la época de la prensa clandestina, las huelgas contra la dictadura, las luchas de los trabajadores aún de más atrás; los primeros sindicatos, las internacionales obreras…
Hoy nadie habla de obreros; los políticos más radicales hablan de la clase media, pero de los obreros nadie habla, quizá ¿porque ya no existen? Si todo viene de China…, pero que China sea la fábrica del mundo no elimina los obreros de otras latitudes. Con la expansión del capitalismo a escala planetaria los obreros no han desaparecido del mundo, sino al contrario, ni tampoco de España.
En medio de la ola de neoliberalismo que nos invade y de sus aparentemente incuestionables verdades, como el carácter científico de la economía y la pretensión de ser la teoría más ajustada a la naturaleza humana y, por ende, la mejor forma de gobernar el planeta, así como la presunta racionalidad del “homo economicus”, la competencia en todas los niveles como medio y el éxito personal -medido en dinero, fama o poder, o mejor las tres cosas- como meta, la exaltación del individuo insolidario, la defensa de lo privado y excluyente y el desprecio por lo público y compartido, el exagerado tamaño del Estado mínimo y las ventajas del mercado máximo y el culto a los empresarios como únicos creadores de riqueza, el nombre de “El Obrero” viene a incomodar, pues evoca situaciones injustas, desigualdad, propuestas colectivas, clases sociales y, al fin, el viejo y persistente conflicto entre el capital y el trabajo -¡maldito Marx!, que no acaba de morir-, la tensión entre los intereses empresariales y las necesidades sociales y la pugna, siempre presente, entre salarios y beneficios. O sea, algo de mal gusto; una grosería que viene a desmentir el mantra de que todos estamos unidos por un interés común, que es producir riqueza por el bien del país, pero sin atender a cómo se produce ni cómo se reparte, ni a la renta de cada cual y a las condiciones en que la percibe.
El trabajo rudo, ingrato, peligroso, la obligación rutinaria y alienante, la sujeción disciplinaria a la máquina, al ritmo establecido y a la productividad prescrita no han desaparecido, ni tampoco los contratos leoninos, las largas jornadas, los bajos salarios y los obreros parados. Esos son los rasgos del proletariado de hoy día, de los proletarios sin prole, porque España es un país disuasorio para tener, criar y educar hijos. Eso, y el color de la piel, porque el proletariado moderno, también en España, es multicolor.
No hay personas negras, mulatas ni mestizas en los círculos directivos de la economía y las finanzas, ni en los consejos de administración de las empresas del Ibex 35. Mujeres hay pocas -se quejan con razón-, pero ningún hombre que no sea blanco (y rico).
La acogida de los inmigrados, la integración social y cultural se hace por abajo, por la base de la sociedad, trabajando juntos y compartiendo fatigas, no cobrando dividendos. A eso añádase la proletarización de las profesiones, la general salarización, y veremos que todo, absolutamente todo, está producido, generado, creado por trabajadores, por obreros, por asalariados en un proceso creciente.
Por eso, sacar a la luz sus condiciones de vida y trabajo, sus necesidades, sus sueños y sus aspiraciones es una labor que parece pasada de moda, pero hoy absolutamente necesaria si se quiere dar a conocer cómo es este país y entender un poco mejor cómo anda el mundo.
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