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#climateemergency #climateaction #climatecrisis #emotionalintelligence #climatejustice
https://lnkd.in/drYcvsG
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Están ustedes de acuerdo? Que piensan?
I don’t care if you choose to work from home or not.
I don’t care if you work from the garage while they fix your car.
I hired you for a job and I trust you to get it done. Just let me know what you need from me to be successful in your role. And I will show up for you.
Life happens!
You don’t need to justify to me why you need a day off.
You don’t need to explain how sick your child is to leave early.
You don’t need to apologize for having a personal life.
Yes, I care about results but I also care about you. We are all human and we are all adults. I lead people. I don’t run an adult day care center.
My advice for anyone hiring:
1. Select the right people.
2. Agree on deliverables (be crystal clear).
3. Provide proper tools and support.
4. Get out of their way.
Agree?
Brigette Hyacinth
#Leadership #Management #Humanresources #hr
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Hace unos años decidí empezar con mi primer #emprendimiento, mi primer ''bebé''.
El camino es muy largo, y me he encontrado de todo, desde personas que te empujan a perseguir todo aquello que te llena el alma, hasta personas que te invitan a que busques un trabajo "seguro" y que dejes de soñar.
Ser el máximo responsable de tu empresa, CEO o accionista mayoritario no es fácil. Muchos dicen que trabajan para ellos mismos o que son sus propios jefes, pero casi nunca es así.
Para mi emprender es trabajar por aprender, aportar valor, hacer felices a los clientes y al equipo de trabajo. Emprender no es ser más que nadie, no es mejor ni peor que trabajar para alguien. Emprender es tener un propósito que aporte valor, que el equipo sienta que la empresa es suya (porque sin ellos no existiría tal empresa) y entender que sin la felicidad laboral, no hay felicidad final. No puedes hacer feliz al cliente si tu equipo no es feliz. Emprender no es cosa de uno solo, emprender es trabajar en equipo alegres, felices y al unísono.
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How does this relate to purpose?
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Great reminder that "onboarding" is not time bound or a pre-defined process...it's determined by the user/member/customer experience and value delivered.
Tomer Cohen Daniel Roth
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Cambia la nitidez y las curvas de tu miedo por un desenfoque y un mal contraste.
Satura esos colores que te dan energía y baja la opacidad de todo lo que te frena.
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¡¡ HAY UN COMITÉ PROLETARIO INTERNACIONALISTA,...MADE INSPAIN,...Y YO/NOS SIN ENTERARNOS NI NÁ, TAMPOCO, DE INFORMARNOS,...PERO QUE CARADURA, POR LOCK-CHABÓS,....¡¡¡¡. AHÍ,...¡¡, CON DOS, COYON´S,...¡¡¡¡.
http://www.marx2mao.com/Mao/Index.html
https://es.wikipedia.org/wiki/Mao%C3%ADsmo#El_mao%C3%ADsmo_y_la_Uni%C3%B3n_Sovi%C3%A9tica
--------------------------------------------------- ----------------------------------------- : RESPUESTA DE HORIZONTE COMUNISTA AL PARTIDO COMUNISTA MAOÍSTA DE ITALIA, EN TORNO A LA CUESTIÓN DEL MANIFIESTO DEL COMITÉ PROLETARIO INTERNACIONALISTA
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PRIMERO: SOBRE LA SUPUESTA “SOLIDARIDAD” POR EMPATÍA CON REVOLUCIONES “ACOTADAS” A UNA ALTERIDAD. Deseamos hacerles notar a ustedes que nosotros no somos una especie de “peña de apoyo” porque creamos que “en India el pueblo debiera emanciparse respecto de la opresión imperialista” como si se tratara de una cuestión separada respecto de lanzar al proletariado bajo el Estado Español contra “su” burguesía nacional y contra los poderes “supranacionales” de que ésta se muestra socia/subordinada/beneficiaria/sirviente. Ese razonamiento de apoyo externo se lo dejamos a las ONGs (y entiéndase la ironía, pues obviamente conocemos las funciones que las ONGs cumplen y sabemos a qué orden de clase prestan su famoso “apoyo”).
Marx y Engels apremiaban al proletariado británico a solidarizarse con el proletariado y masas oprimidas irlandesas, no por una utópica, irreal y reaccionaria falsa cuestión de llegar a “la igualdad entre naciones”, o a “la igualdad de relación entre los pueblos” bajo el capitalismo, ni a “la libertad de la nación” en abstracto, irlandesa para el caso (postulado que sería una contradicción en sí misma, ya que la libertad nacional implica lucha de clases en el seno de la propia nación, por ejemplo contra los jefes de determinados clanes, convertidos por Inglaterra desde la Edad Media en rentistas protegidos a cambio de entregar los rebaños ovinos, o contra dueños de tierras que ejecutaban las directrices metropolitanas sobre extensión de monocultivos, como la patata).
Sino que Marx y Engels apremiaban a este abrir las miras, a esta asunción de perspectiva internacionalista, porque la sensibilidad y la solidaridad, al poner en marcha la confraternización subjetiva, ayudaban a conducir al proletariado hacia la fraternidad objetiva; no de “ánimo”, sino de consciencia verdadera: a saber, que bajo el más delgado o más recio baño de oro que cubre las cadenas de una parte del proletariado del país imperialista, hay una capa de sangre, sudor y dolor “extranjero”, con idéntico origen al de las cadenas pesando en pierna propia.
De modo que la supuesta “alteridad” resultaba ser, para el proletariado, un buen espejo ante el que adquirir auto-conciencia, al comprender éste, además, que la opresión y explotación “ajena”, y la reproducción de la condición de clase propia, son procesos fundidos en una unidad. Porque quienes más ponían el grito en el cielo “alertando” al proletariado británico de cómo aquellos “gañanes muertos de hambre” llegados en bote a la Isla de Gran Bretaña les menguaban los salarios y les “presionaban a competir” trabajando más duro, eran precisamente (1) quienes, capitalizando la desposesión del pueblo oprimido, generaban las condiciones materiales para ampliar y ampliar la explotación industrial sobre los proletarios de una y otra nación (tuviera ella lugar en GB o en territorio irlandés). Y (2), quienes arrebañaban parte de ese saldo (capataces, contra-maestres, contables/asesores de fábrica, vigilantes, intermediarios contratistas, ciertos oficiales especializados con control sobre Fuerza de Trabajo tercera en procesos fabriles, apoltronados de las viejas trade-unions social-chovinistas) mientras se esmeraban por aglutinar tras de sí a proletarios tan conservadores respecto de mantener o de blindar ciertas condiciones laborales diferenciales como orgullosos de su pedigree “diferencial” nacional.
Contra estas campañas divisionistas que culpabilizaban de la miseria a un “otro” más miserable todavía, así en cambio, mostrando el espejo donde el ser social propio se reflejaba siendo cimentado por el ser social “ajeno” mientras tras esa imagen titilaba la siniestra figura del enemigo común, era promovida por los comunistas la lucha de clases entre el proletariado británico, en una espiral de compenetración más y más perfecta dentro de una sola lógica unitaria. Esa intención de, en palabras de Marx, “hacer la vergüenza aún más vergonzosa” (de la miseria “propia”) a través de plantearla en su unicidad de causación y de salida histórica, anima nuestra actividad. La revolución comunista, en última instancia, es un proceso tendencialmente mundial o no será.
SEGUNDO: SOBRE EL SUPUESTO ECLECTICISMO. Denunciar su declaración separatista respecto de las fuerzas generales del comunismo. Si por ustedes fuera, no es ya que solamente quedarían legitimados movimientos que estén “puramente” cuadrados dentro de la corriente específica a la que ustedes pertenecen; sino que ustedes hacen pasar por ese mismo tamiz a los apoyos internacionales a dichos movimientos. Esto es anti-materialista; es un nominalismo “filosófico” liquidacionista de la solidaridad, del fortalecimiento y del camino hacia la unificación. Porque la idealización de una contribución concreta (por valiosa que ésta sea) a modo de absoluto universal (aunque sí posea ella valiosas e insoslayables aportaciones y premisas de carácter universal), se convierte en embudo para el movimiento real histórico comunista, cuya forma de expresión y acogimiento a una u otra tradición en realidad depende de múltiples factores que en sí mismos, ellos, no son universales. Y (factores) que, participando de la substancia y conteniendo substancia, la expresan a ésta -son una objetivación, o una “alienación” suya en el sentido hegeliano-, pero no son la substancia.
El movimiento real, tras haber hallado la ciencia de su ser y de su hacer revolucionario con Marx, Engels y Lenin, es impulsado, forjado en la historia y elevado sucesivamente a través de las aportaciones en que va encarnándose (Luxemburgo, Liebknecht, Bordiga, Gorter, Lukács, Stalin, Mao...), pero estas últimas en modo alguno pueden ser transfiguradas en “ideal” que tomara el lugar del movimiento real. En 1918, por cuestiones históricas que dan como resultante a una fuerza que tiene la hegemonía en ese momento en Alemania, se produce un proceso revolucionario dirigido por los llamados “espartaquistas”, con sus grandezas y sus limitaciones, exactamente igual que ahora el maoísmo abandera el movimiento real en India, también con sus limitaciones. Imaginémonos entonces a Rosa Luxemburgo escribiendo que la solidaridad internacional con tal proceso no es aportativa a menos que se la invista de sus propios tintes “espartaquistas” (insurreccionalismo, “democracia comunista”, cierta visión de que los proletarios, ejerciendo su “democracia de clase” sobre los mecanismos institucionales del Estado capitalista, van cambiando su carácter de clase, es decir, oscilación y ambigüedad entre el marxismo y el Kautskismo puro y duro...). E imaginemos simultáneamente a Lenin arrodillándose y llamando a “la conversión” a la ideología implícita al espartaquismo, porque él representaba el último proceso revolucionario en curso: ¡como si la forma y sus aportaciones, que en efecto enriquecen el contenido y lo llevan a auto-afirmarse, estuvieran suplantando al contenido!.
¡No, señores absolutistas de una dimensión del movimiento real!: aunque esta dimensión constituya la cumbre más alta que ha alcanzado el comunismo precisamente como eso; como movimiento histórico, ningún -ismo subsume en sí al comunismo, porque, al revés de como lo plantea el PC maoísta de Italia, es ese -ismo, con otros (aunque no equiparables entre sí en valor), expresión del comunismo. ¿Por qué no podemos apoyar el proceso revolucionario en India, reconociendo en el maoísmo, al mando del proceso, que sus líneas básicas son básicamente correctas y que por ello se muestran movilizadoras, dirigiéndolo en el sentido del comunismo, sobre una “materia prima” histórica?. ¿Por ello nos tenemos que hacer “maoístas”?. ¿Es que somos “eclécticos”, como nos llama el PC maoísta de Italia, por trabajar en la senda de la integración ordenada, de esas expresiones sucesivas que se producen sobre la base de principios marxista-leninista general y válida para toda la época del imperialismo, potenciando de este modo a la Totalidad de la que surgen (materialismo dialéctico, materialismo histórico, crítica de la Economía Política, socialismo científico), y afilando con ellas las armas teóricas del comunismo?. ¡Vayan, señores sectarios, con sus querellas y sus anhelos supremacistas de capilla santoral, reflejo de la descomposición ideológica en que se encuentra el comunismo, al que tendremos que re-armar echando mano de todas esas herramientas forjadas para él, en uno y otro contexto, en una y otra realidad concreta, por unos y otros grandes revolucionarios de nuestra clase!. ¡Refúgiense en su dimensión-talismán, y dejen a los comunistas apoyar a los movimientos históricos que van objetivamente en la dirección del comunismo, más allá de las limitaciones con que caminan empuñando sus faros ideológicos imperfectos y al tiempo reveladores y enderezadores!. ¡Y déjennos criticar esas limitaciones a fin de incorporarlas, superadas, en la síntesis superior del comunismo, que trabajamos por reconstituir!.
TERCERO: SOBRE LA FALSA CUESTIÓN DE SER O NO SER REPRESENTATIVOS DEL PCI (MAOÍSTA) “EN SUS POSICIONES REALES Y CONCRETAS”. Sabemos que todo proceso revolucionario es una unidad dialéctica de co-producción/co-transformación mutua entre dos polos. El polo objetivo vendría a ser “la energía” y el polo subjetivo sería “el orden”. El polo objetivo sin el subjetivo, literalmente “no tiene sentido”. O bien lo perderá, se degradará, “enloquecerá”. A su vez, el polo objetivo es universal y necesario, y marcha al son de un tiempo que no aguarda a que “lo subjetivo se ponga al compás”.
El lado de lo objetivo pueden ser estrellas de fuego e ira iluminando la gélida noche de la banlieu parisina. Pero también puede ser una tormenta interior, que sacude las entrañas del proletario cosificado en “apacible ciudadano”, quemado, hirviente en kaos bajo gruesas capas de “identidad”; de pavimento. “El proletariado posee ya el sueño de un tiempo del que ha de poseer ahora la consciencia, para vivirlo realmente” (Guy Debord).
Las relaciones y fecundaciones recíprocas que circulan entre lo objetivo y lo subjetivo, son complejas, y no vamos a esbozarlas aquí. El caso es que, en India, “de un lado” tierra y semilla, y, “del otro lado”, sol, lluvia y minerales de subsuelo, se han ido sintetizando y continúan sintetizándose en una forma más compleja, superior, de lo objetivo: en un proceso revolucionario. Nosotros, ya de entrada, por principio materialista, apoyamos la GP en India por aquello que es, más allá y al margen de aquello que ese ser se cuente de sí mismo y se auto-represente a través de la dirección subjetiva. La planta de la revolución está desarrollándose. Los cordeles y fustas que le dan forma, le dan orientación, enderezan su crecimiento y la sustentan, deciden su destino. Por tanto, ante esa cuestión, nosotros, lejos de ser indiferentes, intervenimos donándonos como materia contributiva a esa actividad de enderezamiento y de sostén (co)rrecto. Ello comporta colisión, o colisión potencial, con el timón del proceso, y esa disposición a colisionar es nuestro mejor servicio a ambos. Flaco favor le hacen ustedes al PCI (maoísta) ni a la revolución que dirige, exigiendo salvoconductos de maoísmo integral como requisito para poder hacer el viaje a la realidad en movimiento con las alforjas de las ideas.
Esta inversión que ustedes hacen, respecto de la jerarquía dialéctica objetivo-subjetivo, donde, en última instancia, lo subjetivo se da a lo objetivo, a la realidad en proceso de producción, de la que lo subjetivo es Fuerza Productiva, resulta ser, en el fondo, una inversión anti-maoísta. Pues, la cuestión de la realidad, y de cómo fundirla más elevadamente con su brújula y faro, de modo que el Partido se encarne efectivamente en las masas y éstas pasen a quedar posesas de éste, ustedes la reducen a una mera cuestión de “actores políticos”, en torno a la que solamente cabría, bien beber y bañarse integralmente en el Ganges de una dirección ya pre-hecha, o “por el contrario” asumir “tu lugar” como “supporter desde fuera”.
Partiendo de las bases epistemológicas al fin y al cabo coherentes con esa “división del trabajo político” que ustedes se representan, alienante para el Movimiento Comunista Internacional, no es extraño que acaben ustedes distribuyendo cierto reparto de papeles vindicativos o condenatorios entre “actores”. A la carpeta de la dirección existente, la sancionan ustedes con el sello de la falacia ad vericundiam: “Lo objetivo se reduce a lo subjetivo, así que apoyar incondicional e integralmente el proceso real es confluir en río grande con el sistema de bases y principios de su dirección”. Para quienes no nos tragamos esa píldora, tienen ustedes en el botiquín reservada otra falacia; la falacia ad hominem: usurparíamos la verdad a la revolución en India, porque no pertenecemos “al club de la buena tradición”, así que deberíamos asumir y aplicarnos el zapatero a tus zapatos en lugar de militar como parte nuclear internacional de esa realidad.
El operar con la realidad fetichizando lo subjetivo, donde los actores cobran la entidad de la realidad que ciertamente contribuyen a forjar, y exigirían adscripción a ellos ante quienes están adscritos a esa realidad en curso, es un operar que imprime una involución no ya hacia el idealismo subjetivista burgués, sino hasta el Principio de Autoridad clerical-feudal e incluso hasta el pensamiento mitológico.
Contra la presunción de ustedes, reflejo mecánico de la actual disgregación que sufrimos el campo comunista, y reproductora de tal separación, que identifica una “línea correcta” ya hecha y ya patrimonio “del maoísmo integral”, exigente de carta de pertenencia para quienes apoyamos críticamente aquellos cursos -aquellos trazos- del “movimiento real supresor de las relaciones sociales existentes” a recaudo de los camaradas maoístas, nosotros defendemos el aufheben hegeliano entre el precioso abanico de “Escuelas” parciales: incorporación/superación sintética futura que pasa por el encuentro conflictivo comunista. Encuentro para la solidaridad, para la lucha de ideas, y lucha de ideas para re-situarnos en una cumbre más alta de encuentro no ya formal, intencional o procedimental, sino identidad/unicidad substantiva comunista.
CUARTO: SOBRE LA REVOLUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA COMO PREMISA Y OBJETIVO ENARBOLADOS POR EL PCI (MAOÍSTA). En lo que a esto se refiere, no vamos a explicar aquí pormenorizadamente nuestra posición. Solamente decir lo siguiente (que, por supuesto, no lo dice el CPI, sino Horizonte Comunista, organización que, recordado sea de paso, no integra el CPI, sino que cuenta con un camarada allí, a título de “individualidad”, sin ser por ello menos ni más digno que un miembro colectivo X; ¿o es que vamos a reproducir en nuestras consideraciones, el antagonismo capitalista individuo-sociedad?). Nosotros, Horizonte Comunista, asumimos desde ya la premisa que fundamenta “el pleno desarrollo de la comunidad, en el pleno desarrollo de cada uno”.
Decimos, pues: nosotros, con la señora Nueva Democracia, nos fumamos un puro, pero no la queremos para India. Tenemos a proponerle a su pueblo nuestro propio pretendiente: el socialismo, o Dictadura del Proletariado. No es que Nueva Democracia nos caiga antipática. Vemos con buenos ojos el papel que puede desempeñar en clave estratégica hacia el comunismo, pero nada más: una vez batido el enemigo principal, las orejas del lobo que la burguesía “productiva” nacional es, se volverán más visibles a ojos de las masas populares, pues, ya sin parapetos, coartadas ni sujeciones de dependencia, ella tendrá que responder de sí misma.
La burguesía “productiva” nacional no es en India ningún ente “progresivo” que estuviera bajo una bota oligárquica asfixiante respecto a su papel portador de desarrollo de las Fuerzas Productivas y alumbrador del proletariado. Esa burguesía a día de hoy hace el agosto incorporando Capital Fijo extranjero al tejido industrial de su propiedad, y ella misma exporta capitales al exterior fragmentando su estructura productiva a fin de maximizar inversiones y seguir en la brecha de la competencia. La acumulación capitalista nacional tiene por supuesto sus contradicciones con el hueco reservado a India en el puzzle imperialista; pero tales relaciones tirantes no constituyen un antagonismo que el proletariado deba “desarrollar” históricamente. La producción en India se revoluciona de la mano del padrinazgo yankee a ése su Estado gendarme regional. La estrategia yankee de armar un territorio-competencia frente a China se traduce en una inundación de capitales que a su continuo bombeo enloquece, haciéndolos brincar, los contadores de esos señores “locales” del algodón y de la seda. La producción y acumulación capitalistas ya están en India en proceso de super-desarrollo, lo que, hoy -en el paroxismo de la decadencia capitalista, es decir, siendo mundial la competencia por hegemonizar los mercados de capitales y teniendo la burguesía industrial y financiera indias que manejar/organizar Fuerzas Productivas ligándolas a una división del trabajo más allá de India-, es un super-desarrollo que va inextricablemente ensamblado a imperialismo, belicismo, expansionismo, auto-inmersión en un bloque, totalitarismo de Estado y desarrollo en consonancia de su clase-vástago la Aristocracia obrera, co-finanzas en fusión finanzas indias y extranjeras, inmersión de más y más tierras en la lógica de la agro-industria, etc.
Las formas no deben desorientarnos: la relación de producción puede ser de servidumbre en muchos contextos agrarios, pero inserta en una racionalidad de acumulación capitalista. Esta acumulación se ha tragado el viejo antagonismo terratenientes rentistas-capitalistas. A día de hoy, el terrateniente opera muy a gusto con su propiedad meramente jurídica y la exprime con suculencia, pues arrendándola a la agro-industria está sembrando valorización de su gallina de los huevos de oro. Por lo demás, invierte al menos parte de la renta en finanzas industriales, o en las cotizaciones de la misma agro-industria, que el terrateniente contribuye a capitalizar. “Paralelamente”, para el capitalista agrícola sostener con un “peaje” esa propiedad jurídica, constituye una formalidad: una inversión más, como otra cualquiera, plenamente concorde con la lógica capitalista de sostener Fuerzas Productivas en la medida en que eso da una rentabilidad que no solamente reproduce el Capital en posesión al dividirse en fondo de acumulación, masa de inversión, etc., sino que lo amplía.
En resumidas cuentas, el único antagonismo que el proletariado debe desarrollar en India, es el suyo propio con el Capital nacional indio y, más allá, con la estructura imperialista de bloque que lo contiene dentro de esa relación no antagónica descrita. Tal desarrollo de clase implica incorporar a su propio torrente histórico y tras el horizonte del comunismo, al campesinado pobre, al campesinado sin tierra y a franjas del campesinado pequeño-propietario ajenos a detentar posición burguesa y carentes de cualquier perspectiva respecto de ser proto-burguesía. Esta composición poli-clasista en la base social de la fuerza revolucionaria -que no en su carácter de clase: proletario-, ha de traducirse en particularidades de funcionamiento político y de atención a problemas durante el ejercicio de la Dictadura del proletariado, que reflejan y reflejarán la complejidad de esa realidad concreta.
Pero estas concreciones estructurales y de priorizaciones políticas no significan en modo alguno que el socialismo -esto es, el interés histórico del Pueblo de India, embarcado tras la perspectiva proletaria- quede “postergado” o falsificado en la nebulosa de una entente política popular representativa de clases populares en alianza en lo que ellas entrañan de intereses inmediatos como clases con intereses distintivos bajo el capitalismo. Pues el proletariado sólo tiene sus cadenas que perder. Y puesto que el Estado, o es la Dictadura del Capital o es la Dictadura del Proletariado, y éste es el antagonismo que nos ocupa en tanto que comunistas, antagonismo al que no vamos a dar resolución histórica combinando de mil formas bien-sonantes la palabra “Estado” con la palabra “Pueblo”. India no es la China de antes de la revolución, así que nuestras expectativas puestas en -y nuestra lucha junto a- el movimiento naxalita no pasan por el Estado de Nueva Democracia. Si en ello contradecimos al Partido Comunista de India (maoísta), como si contradecimos a Mao. Estamos convencidos de que él, practicando el análisis concreto de la realidad concreta, nos daría la razón para el caso.
QUINTO: SOBRE “EL EJEMPLO” INDIO. Ustedes nos acusan de subjetivismo y se agarran a esa acusación, en que nosotros planteamos cómo el desarrollo -y no digamos ya el triunfo y totalización del Nuevo Poder en todo el territorio- del movimiento naxalita significa un salto cualitativo tanto para la asunción de perspectiva entre las masas, como entre las propias minorías de Vanguardia. En el diagnóstico de ese salto cualitativo hipotético nos reafirmamos aquí, y esto, de nuevo, recordamos que lo dice Horizonte Comunista (y esperamos que el CPI concuerde).
¿Porqué?: pues porque lo que impera entre amplias franjas de las masas hoy es ya el descrédito del orden establecido -su “crisis de legitimidad”- que corre a borbotones fundida sin embargo con el cauce turbio de la gran confusión. Como ocurre, siempre, que la salida a un problema está dialécticamente conectada a la definición -a la caracterización- de la esencia del problema mismo, las masas, puestas por el sujeto político reconstituido, con las miras hacia la negación del capitalismo hecha proceso vivo (Dictadura del Proletariado; todavía no negación de la negación), van discerniendo mejor el negro sobre blanco y eso ayuda a deshacer la confusión de que hoy es presa nuestra clase. Al tiempo, las propias minorías de Vanguardia aprenden del proceso, lo piensan a la luz de la ciencia comunista, lo interiorizan, lo hacen suyo en sus principios de común validez, y lo comunican con el proletariado. De esos vasos comunicantes, resulta por Ley física aplicada a las relaciones sociales, que las masas se elevan y el patrimonio -cognitivo, de perspectiva- de Vanguardia se masifica, avanzándose con ello hacia la cristalización, de ese nuevo nivel de consciencia, en Partido Comunista. A grandezas como ésta, de curso potencial felizmente abierto por los camaradas naxalitas, se refería Marx cuando hablaba de que un solo paso en el movimiento real -es decir, en el comunismo como movimiento histórico- es más valioso en cuanto se refiere a la producción de consciencia, que una docena de programas.
En este razonamiento no hay subjetivismo alguno ni vasallaje contemplativo al curso en India, y para comprender que vuestra acusación es una entelequia me remito no ya a la dialéctica, sino a la lógica formal: que nosotros declaremos “Si el movimiento en India prospera ello nos catapulta hacia una posición histórica cualitativamente más elevada”, esta premisa no significa “Si no prospera, no acuñamos esta posición más elevada”. Pues conectar lo condicionado con el condicionante no significa que el condicionante sea condición necesaria, sino que lo define a este último como condición suficiente. Así: ni dependemos de este proceso, ni nos exime él de nada, pues contemplarlo a modo de curso autonomizado respecto del proceso latente mundial total en que se inserta y es hoy locomotora, significaría haber caído en una perspectiva objetivista -¡no objetiva!- ajena a la dialéctica. Nosotros no lo hacemos. Pero, dicho sea de paso, sí apreciamos tal perspectiva en ustedes, cuando con-socian ustedes el apoyo a una realidad objetiva, con auto-alienarse en las premisas postuladas por su dirección subjetiva y organizativa.
SEXTO: SOBRE LA DELIMITACIÓN DE CAMPO DE CLASE CON ARREGLO AL APOYO A LA GP EN INDIA. Volvemos a invitarles a aplicar a este punto la lógica formal. Nosotros afirmamos que el presunto “indiferentismo” mostrado hacia el proceso en India, por parte de las organizaciones revisionistas y reformistas, es un desentendimiento -cuando no una condena social-pacifista- con la que ellas sin duda se auto-identifican y se auto-ubican. En ningún momento afirmamos que el apoyo a la GP en India sea “la prueba del algodón” con que quienes se solidarizan quedaran “libres de toda mancha”. Por ejemplo, la GP en India está interesando a ciertos sectores anarquistas, lo que les contrapone, una vez más y de principio, al pacifismo, pues los anarquistas tienen clara la necesidad de destruir el Estado capitalista, “operación” en la que no cabe el pacifismo. ¿Significa esto que, a través de esa postura suya, los anarquistas asumen la lección contra el revisionismo?: evidentemente, no, pues asumirla comportaría asumir la cuestión del poder, cosa que no hacen cuando, indistintamente, también apoyan movimientos como el zapatista en Chiapas, al que lanzan sus brindis “por la auto-gestión” sin percatarse de que esa presumida “virtud” de “desentenderse del poder” y de “vaciar de poder los territorios liberados” es el error de fundamento que ha determinado la ya hoy total degeneración de ese movimiento en un lobby armado al servicio de las fracciones burguesas y pequeñoburguesas, quienes se sirven de su presión con vistas a conquistar cuotas políticas y económicas dentro de la matriz de poder existente, es decir, dentro del Estado capitalista y sus relaciones entre actores políticos (enpowerment).
En resumidas cuentas: quienes se muestran hostiles a la GP en India al son de su cantinela presuntamente “demonizadora” (“maoístas”, “Pol Pot”, “dictadores sobre los campesinos” (¿sobre qué clase de campesinos?), etc.), ¿son los voceros humanos de la ideología-tapón que despliega la burguesía a fin de aseptizarse de la potencialidad revolucionaria del proletariado?: rotundamente sí. Ahora bien: ¿la hostilidad hacia esa posición hostil es en sí y por sí revolucionaria?: obviamente no, pues en dialéctica -en la realidad- negar la negación de la revolución no significa ser revolucionario, a diferencia de lo que plantea la irreal lógica metafísica, según la que -(-A) = A.
SÉPTIMO: SOBRE NUESTRO SUPUESTO REDUCCIONISMO MILITARISTA EN NUESTRA ATENCIÓN AL PROCESO REVOLUCIONARIO EN INDIA, Y EN NUESTRA CONCEPCIÓN NORMATIVA DEL MISMO. Antes de nada, decirles a ustedes que su crítica a tenor de una alucinante desviación “militarista” nuestra, bien podría haber sido vertida por movimientos como el zapatista, quienes, desde su gestionismo, circunscriben la violencia a la cuestión de trazar una ilusoria zona franca que pusiera “la emancipación” a resguardo, mientras se ocupan en dar un segundo uso a la violencia: hacerse oír y obedecer, paradógicamente, por ese mismo Estado al que se lo pretende más o menos expulsado “de la vida”. Así puede llegar estruendosa “la voz de los sinvoz”, apoyada por el fusil, planeando sobre la ciudad y arrancando, al Estado que en ella tiene sus nidos institucionales, “dignidades”, reconocimientos, proyectos de desarrollo, presupuesto, inyecciones a “iniciativas económicas”, porciones de consumo democrático en los entramados decisorios de ese Estado, etc. Todo esto adquiere plena lógica si se piensa que burguesía y pequeña burguesía indígenas están interesadas en conservar el Estado capitalista -más allá de palabrería libertaria en torno a acometer su destrucción final en día D como colofón de haber ganado la vida económica del país al cooperativismo-, pretendiendo todo lo más conquistar presencia en democracia mientras consiguen que esa misma democracia “general nacional” en la que entran a tomar parte, les garantice su coto particular gubernativo.
Nosotros, por contra, y en consonancia con los fines del movimiento comunista, planteamos la cuestión de la violencia armada, inserta en la cuestión del poder. Esta cuestión implica necesariamente no posponer la producción de comunismo a la liquidación total del viejo poder y a la consecuente totalización del Nuevo Poder. Pero esto no por tendencia gestionista alguna y ni siquiera fundamentalmente por una preferencia “de línea”. Sino, primero, porque el Nuevo Poder va erigiéndose necesariamente sobre una base material. Y, segundo, porque solamente si el Nuevo Poder va siendo proyectado a subvertir las relaciones materiales de existencia, su significado cobra rostro y ojos para “los nada de hoy”, que “todo han de ser”, auto-comprendiéndose estos en su nuevo ser, que avanza rumbo al nuevo destino de la humanidad en la Tierra, a la vez que más y más franjas de masas apoyan o directamente entran en ese germen, ya echado en brotes, de nuevo mundo que ganar, tanto porque esas masas necesitan imperiosamente tomar parte en una alternativa de existencia, como también porque esa práctica está definiendo materialmente parámetros de relación y de vida, que de otro modo, postergados, permanecerían incomprensibles, incognoscibles e indiferentes para mentes que a priori piensan e idean fundamentalmente bajo una u otra dimensión de la matriz ideológica dominante.
Así mismo, únicamente decirles con brevedad que esa presumible concepción militarista, que reduciría el proceso revolucionario a poco más o menos que a un “enfrentamiento militar”, es un error. Pero no porque lo pensemos nosotros, o porque no fuera “la línea correcta”, sino porque es irreal: materialmente está determinada a no poder llegar a darse; ni tan siquiera llega jamás a constituirse en línea. La banlieu francesa, Londres, Estocolmo, Los Angeles..., lo atestiguan. Cuando la violencia echa a rodar sin perspectiva y el sujeto político-ideológico no está pre-constituido y fluyendo ya en la violencia como sus ojos, esa violencia siempre es más o menos fugaz. No cristaliza en un hábito de masas. No arraiga en el ser, porque tal ser proletario no atesora la idea de su negación ni los parámetros en que tal negación ha de consumarse. Esa violencia es como una ola: flujo que con su inercia no puede hacer más que servirse a sí mismo su reflujo y repliegue. No hay movimiento militar sostenido en el tiempo que no sea movimiento político-militar. La postura “militarista” es solamente un mal entendido: no se da en realidad. La realidad, o bien ya ha superado de entrada a tal postura, por el hecho mismo material formativo de concretarse en proceso revolucionario. O bien no es realidad, sino fábula militarista. Las masas, o tienen ilusión (literalmente: o “entran en juego”) de futuro y van auto-descubriendo su ser alienado al ritmo en que van objetivándolo como práctica, concepciones, relaciones, organización nueva de la subsistencia y de la vida...; o se cansan de destruir, tan pronto como presienten que el medio está imposturando el fin y así se sienten vacías del fin. Fin que ha quedado indefinido, sepultado bajo las insuficiencias de la labor ideológica comunista. El canal de expresión, cuando usurpa el lugar del horizonte, acaba desmovilizando.
Por eso mismo el esquema revisionista que sueña con estallidos en bruto a los que acudir los comunistas como forasteros que se posan sobre el curso salvaje del proletariado, y lo dirigen, es sólo sueño. La ideología es previa a la violencia revolucionaria. Le da sentido, horizonte, y, con ellos, continuidad, consistencia, potencia, resolución. También la política es previa: le da organización. Al tiempo, los tres polos llegan a centrifugar en una retro-alimentación mutua; en una sinergia. Sin el sujeto político inyectado en el sujeto de clase, la violencia jamás se auto-supera más que marginalmente; no pasa de la quema, del incendio. No toma un arma, pues ese acto implica que quien decide ser su portador piensa en lo que se juega, así que ha de ver clara la magnitud de la jugada: un mundo nuevo que ganar. Además el arma es también defensiva, pero el violento como ente ajeno a la práctica colectiva de la construcción de una nueva organización social de la producción, es alguien que por lo mismo no tiene nada que defender.
Por tanto, la dimensión productiva domina a la destructiva. A la vez que esa dimensión productiva es quimera sin violencia: jamás deviene. No se hace con un lugar ni materia. Y, al no practicarse, no va a la consciencia de esos (no)practicantes, quienes si pueden pensarse como seres nuevos con poder es porque van haciéndose seres nuevos a golpes de su ruptura con la vida capitalista; a golpes de comunización, que, dialécticamente, engendra ilusión de comunismo así como perspectiva y conocimientos para pensar comunismo y continuar pre-figurándolo, haciéndolo ya. A la cara interna del Nuevo Poder que va desplegándose en India, ya late vivo el comunismo, que objetivamente, de hecho, está ya superando los límites inherentes a cualquier proyecto de Nueva Democracia, y gritando, para ser advertido y oído, cómo el proletariado y campesinado pobre practicando su Nuevo Poder y edificando producción comunista, superan hoy a ese otro antojado “futuro intermedio” de Nueva Democracia que presuntamente habría de precederle a él.
HORIZONTE COMUNISTA,...)))....
El maoísmo o pensamiento Mao Zedong (en chino simplificado, 毛泽东思想; en chino tradicional, 毛澤東思想; pinyin, Máo Zédōng Sīxiǎng) es la teoría desarrollada por Mao Zedong (1893-1976).
En la República Popular China es la doctrina oficial del Partido Comunista de China. Sin embargo, tras las reformas iniciadas por Deng Xiaoping en 1978, tendientes a una economía de mercado, el socialismo con características chinas ha sido la política aplicada en el país, y la definición oficial y el rol del Pensamiento de Mao Zedong en este país ha sido radicalmente modificado, aunque su imagen todavía preside la Plaza de Tiananmen de Pekín.
El término maoísmo nunca ha sido empleado oficialmente por el Partido Comunista de China, excepto como palabra derivada. El término preferido ha sido siempre Pensamiento de Mao Zedong. De la misma forma, algunos partidos maoístas fuera de China se denominan en ocasiones a sí mismos como marxistas-leninistas, lo cual refleja su idea de que Mao no modificó sustancialmente los planteamientos de Lenin, sino que los desarrolló y adaptó a la Revolución China.
Sin embargo, otros partidos maoístas consideran que Mao realizó aportes teóricos y prácticos que significaron un desarrollo sustancial del leninismo, por lo que se denominan marxistas-leninistas-maoístas o simplemente maoístas. Por ejemplo, el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) se diferencia de otras organizaciones, como el Partido Comunista de Nepal (Marxista-Leninista Unificado), con dicho adjetivo. Hay partidos maoístas que sostienen que hoy es imposible defender la teoría de Marx y de Lenin sin estudiar los aportes de Mao y la experiencia de la Revolución China en cuanto a la continuación de la lucha de clases, bajo nuevas formas, en el marco de la construcción de la sociedad socialista.
Fuera de China, el término maoísta fue usado desde la década de 1960, generalmente de manera hostil, para describir a los partidos y personas que apoyaban a Mao Zedong y su forma de comunismo, como opuesta a la forma aplicada en la URSS (considerados, a partir de la muerte de Iósif Stalin, revisionistas por los maoístas).
Mao y el campesinado[editar código · editar]
Mao defendió la idea de que el campesinado era una fuerza revolucionaria que podría ser movilizada por el Partido Comunista con su conocimiento y liderazgo. Partía del hecho de que China era un país donde subsistían relaciones semifeudales, con una inmensa masa campesina oprimida por el latifundio, y que esa era la fuerza motriz de la revolución, mientras que la fuerza directriz seguía siendo el proletariado. Por eso la Revolución China fue del campo a la ciudad. El modelo para esto fue la lucha armada con bases agrarias, la cual llevó al Partido Comunista de China al poder.
Estrategia militar[editar código · editar]
El maoísmo contiene una doctrina militar integral, la cual conecta explícitamente a la ideología política con la estrategia militar. Para el maoísmo, el poder nace del fusil (cita de Mao), y el campesinado puede ser movilizado para participar en la guerra popular de la lucha armada a través de una guerra de guerrillas en tres fases.
La primera fase consiste en la movilización del campesinado y el establecimiento de la organización. La segunda fase consiste en el establecimiento de bases rurales y el incremento de la coordinación entre las guerrillas. La tercera fase consiste en la transición a una guerra convencional.
El maoísmo se centra en la movilización masiva revolucionaria con industrias independientes creadas a lo largo del país, que provean a la población china de los recursos necesarios para vivir y de armas. La organización militar de las masas y el poder económico es necesario para defender el área revolucionaria de los ataques exteriores, mientras la centralización previene la corrupción a través de la supervisión y el control.
Mao es considerado un brillante estratega militar incluso por aquellos que se oponen a otras de sus ideas. Sus escritos sobre la guerra de guerrillas y la noción de guerra popular son ahora consideradas generalmente como lectura esencial para aquellos que desean conducir operaciones de guerrilla y para los que se oponen a la misma.[cita requerida]
Las ideas militares maoístas parecen haber adquirido más relevancia al comienzo del siglo XXI en el exterior de China que dentro. Hay un consenso tanto dentro como fuera del Partido Comunista de China en torno a que las condiciones del país son muy diferentes a las de la década de 1930, por lo que existe un debate en torno a cómo podría ser aplicada la doctrina militar de Mao a las ideas militares del siglo XXI, especialmente la idea de revolución en asuntos militares.
La lucha de clases en el socialismo[editar código · editar]
Un concepto clave que distingue al maoísmo de otras ideologías comunistas es la afirmación de que tras la toma del poder subsisten las clases sociales y por lo tanto continúa la lucha de clases durante el gobierno socialista (como resultado de la contradicción antagonista fundamental entre el camino capitalista y el comunista). Incluso cuando el proletariado ha alcanzado el poder estatal a través de una revolución socialista, la burguesía tiene la capacidad potencial de restaurar el capitalismo.
Según el análisis maoísta, la experiencia soviética mostraba cómo la burocracia enquistada en el aparato estatal podía convertirse en una burguesía de nuevo tipo y restaurar el capitalismo. Evitar que esto sucediese en China fue la principal razón por la que se organizó la Revolución Cultural, en la cual Mao llamó a profundizar en el socialismo y desenmascarar a los revisionistas que se encontraban dentro del partido. Para los maoístas, fue una enorme lucha por el poder en las condiciones de la dictadura del proletariado, una lucha entre el camino socialista y el camino capitalista.
El maoísmo y la Unión Soviética[editar código · editar]
Mao analizó los cambios producidos en la Unión Soviética tras la muerte de Stalin, y afirmó que tras el XX Congreso del PCUS se habían abandonado no solo las banderas de Stalin, sino las de Lenin y Marx, comenzando así el proceso de restauración capitalista en lo que había sido la patria del socialismo. Mao afirmó que la Unión Soviética se había transformado en un país “socialfascista” hacia adentro (es decir: socialista de palabra pero fascista de hecho) y socialimperialista hacia fuera (socialista de palabra, imperialista de hecho); y que el PCUS y todos los partidos comunistas alineados a él se habían convertido en revisionistas e instrumentos de la dominación imperialista por parte de la Unión Soviética. Así comenzó una larga historia de tensión entre China y la Unión Soviética que desembocaría en la ruptura sino-soviética.
Mao y la valoración de Stalin[editar código · editar]
Para Mao, Stalin fue un defensor del leninismo, y logró grandes avances en la construcción del socialismo. No obstante, consideró que este había cometido errores. Tal valoración de Stalin chocó tanto con las opiniones del PCUS y los Partidos Comunistas que de él dependían, como con las del trotskismo y del liberalismo y la socialdemocracia capitalistas, dividiendo aguas en la izquierda internacional.
Maoísmo en China[editar código · editar]
Desde la muerte de Mao en 1976 y las reformas de Deng Xiaoping en 1978, el gobierno de la República Popular China ha abandonado en la práctica el maoísmo, aunque el Pensamiento Mao Zedong sigue siendo nominalmente la ideología estatal. Los estatutos del partido han sido reescritos para dar a las ideas de Deng Xiaoping una mayor prominencia que a las de Mao. En dicho país está permitido cuestionar acciones particulares de Mao y criticarlas, pero existe la prohibición de cuestionar públicamente la validez del maoísmo y de las acciones presentes realizadas por el Partido Comunista de China en nombre del maoísmo.
El Partido ahora dice que el maoísmo fue necesario para romper con el pasado feudal del país, pero se considera que las acciones de Mao llevaron a excesos durante la Revolución Cultural. El punto de vista oficial es que China ha superado una fase económica y política, conocida como primera fase del socialismo, en la que el país se enfrenta a problemas nuevos y completamente diferentes a los que lo hizo Mao, por lo que las soluciones aplicadas por Mao ya no resultan operativas. Grupos maoístas, tanto en el mismo Partido Comunista de China como en el exterior, consideran que esta reescritura de la definición del maoísmo es una justificación ideológica para la restauración del capitalismo por Deng y sus sucesores.[cita requerida]
Mao es oficialmente reconocido por el Partido Comunista como un gran líder revolucionario por su papel en la lucha contra los japoneses y la creación de la República Popular China, pero el maoísmo es considerado actualmente por el Partido como un desastre económico y político. En los días de Deng, el apoyo al maoísmo ortodoxo era considerado una forma de desviación de izquierdas y una manifestación de culto a la personalidad, aunque dichas manifestaciones son atribuidas a la Banda de los Cuatro más que al propio Mao, quien las combatió.
Aunque estas categorías ideológicas y disputas son vistas como poco relevantes en la actualidad en China, dichas distinciones fueron muy importantes a comienzos de los años 1980, cuando el gobierno chino reflexionaba sobre cómo permitir reformas económicas sin destruir su propia legitimidad, y hay quienes argumentaron que el éxito de Deng en la reforma económica china fue en parte debido a su capacidad para justificar dichas reformas con una terminología maoísta.
Mucha gente en China continúa defendiendo el maoísmo revolucionario u ortodoxo, en contraste con la corrupción, desigualdades e injusticias del capitalismo que padece en la sociedad china actual.[cita requerida]. Algunos también consideran que la erosión y precariedad del trabajo, educación, salud, vivienda y otros derechos conquistados en la revolución son derivados de los nuevos planteamientos económicos capitalistas. El 24 de diciembre de 2004 cuatro manifestantes chinos fueron condenados a prisión por distribución panfletos titulados Mao siempre nuestro líder. Dichos panfletos atacaban a los líderes actuales considerándolos revisionistas imperialistas y llamaban a cambiar la línea [del Partido] y volver al camino socialista. Este incidente fue una de las primeras manifestaciones públicas del maoísmo chino difundidas por la prensa internacional, aunque es difícil determinar hasta qué punto se extiende ese sentimiento en la población china.
El maoísmo en el mundo[editar código · editar]
Desde 1962 la crítica a la política soviética realizada por el Partido Comunista de China provocó varias divisiones en los partidos comunistas a lo largo del mundo. En un primer momento, el Partido del Trabajo de Albania apoyó a China, como también hicieron muchos partidos comunistas en el Sudeste Asiático, como el Partido Comunista de Tailandia, el Partido Comunista de Indonesia, etc. Algunos partidos asiáticos, como el Partido Comunista de Vietnam y el Partido de los Trabajadores de Corea intentaron tomar una posición intermedia. En Occidente y el Sur, un buen número de partidos y organizaciones mantenían contactos con el Partido Comunista de China, tomando nombres como Partido Comunista (Marxista-Leninista) o Partido Comunista Revolucionario para distinguirse de los partidos comunistas prosoviéticos tradicionales. Los movimientos maoístas estaban, en la mayoría de los casos, formados principalmente por las oleadas del radicalismo estudiantil durante los años 1960 y 1970. Bajo el liderazgo del Partido Comunista de China surgió un movimiento comunista internacional paralelo, aunque nunca fue tan homogéneo y formalizado como la tendencia proclive a Moscú.
Tras la muerte de Mao en 1976 y la detención de la Banda de los Cuatro, el movimiento maoísta pasó a denunciar el nuevo liderazgo como traición a la causa del marxismo-leninismo Pensamiento Mao Zedong.
El movimiento maoísta internacional actual agrupa a los que se enfrentaron a Deng, y consideraban que este se distanciaba del maoísmo, y otros más modernos. Si bien, no son muchos los partidos que se reivindican estrictamente maoístas, en numerosos países de casi todos los continentes se encuentran partidos que defienden los aportes de Mao al marxismo-leninismo, ya considerándose maoístas o “Pensamiento Mao”.
Durante los años 1980 surgieron dos movimientos de reagrupación paralelos, uno en el que participaba el Partido Comunista de Filipinas (que dio nacimiento a la Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxistas-Leninistas (Unidad y Lucha)), y el Movimiento Internacionalista Revolucionario (en el que participa el Partido Comunista del Perú-SL). Ambas tendencias reivindicaban el marxismo-leninismo-Pensamiento Mao Zedong, aunque el Movimiento Internacionalista Revolucionario pasó después a emplear el término marxismo-leninismo-maoísmo.
Hoy las organizaciones maoístas, agrupadas en el Movimiento Internacionalista Revolucionario, tienen sus principales focos en el sur de Asia, con luchas armadas desarrolladas en Nepal, India y Bangladés. Paralelamente a esta internacional se ha fundado una estructura regional, el Comité de Coordinación de los Partidos y Organizaciones Maoístas del Sur de Asia.
En todos los países de América del Sur hay partidos maoístas o marxistas-leninistas-pensamiento Mao Tse Tung.
Algunos de los partidos u organizaciones que se consideran maoístas o pensamiento Mao en América del Sur y en Europa, son los siguientes:
- Partido Comunista Revolucionario de la Argentina
- Partido Marxista Leninista Maoísta de la Argentina
- Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria)
- Partido Comunista Revolucionario (Chile)
- Partido Comunista de Bolivia (Marxista-Leninista-Maoísta)
- Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) (Colombia)
- Partido Comunista de Colombia - Marxista Leninista
- Partido del Trabajo de Colombia
- Movimiento Popular Revolucionario Paraguay Piahurá
- Partido Comunista del Perú - Patria Roja
- Partido Comunista Peruano - Avanzada Octubre
- Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso
- Partido Comunista Revolucionario del Uruguay
- Sector Agrícola y Maoísta
- Unión Obrera Comunista-Marxista Leninista Maoísta (Colombia)
- Partido Comunista de España (reconstituido)
- Partido Comunista de los Trabajadores Portugueses / Movimiento Reorganizativo del Partido del Proletariado
- Partido de la Liberación / EX Vanguardia Comunista
- Unificación Comunista de España
Existe un grupo maoísta, el Movimiento Internacionalista Maoísta (MIM), radicado en Estados Unidos, con sus propias interpretaciones del maoísmo. Se opone al Movimiento Internacionalista Revolucionario, principalmente por el liderazgo que sobre él ejerce el Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos, partido con el que ha polemizado dura y repetidamente el MIM.
Entre los teóricos maoístas occidentales destaca el francés Charles Bettelheim, quien influyó en los movimientos rebeldes de Francia de los años 1960 y 1970, y publicó ensayos sobre la transición a la fase socialista.
Bibliografía[editar código · editar]
- Acevedo Tarazona, Álvaro (2016). «Ideología revolucionaria y sociabilidad política en los grupos universitarios maoístas de los años 60 y 70 en Colombia». Historia Caribe, 9, 28.
- Hernández Ortiz, Rodolfo Antonio (2012). «El Davis, génesis del maoísmo en Colombia: incidencia del pensamiento Mao Tsé-Tung en el sur del Tolima». Goliardos, 16.
- Molano Camargo, Frank (2017). «El campo es leña seca lista para arder. La Liga Marxista Leninista de Colombia, 1971-1982». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 44, 2.
- Puma Crespo, Jorge Iván (2016). «Los maoístas del norte de México: breve historia de Política Popular-Línea Proletaria, 1969-1979». Izquierdas, 27.
- Rupar, Brenda (2017). «El partido Vanguardia Comunista: elementos para avanzar en una caracterización del maoísmo argentino (1965-1971)». Izquierdas, 36.
- Rupar, Brenda (2017). «El rol de la Revolución Cultural China en el maoísmo argentino. Las interpretaciones en las visiones oficiales de Vanguardia Comunista y el Partido Comunista Revolucionario». Leste Vermelho, 3, 1.
- Santos Silva, Alejandro (2014). «El papel del Partido del Trabajo de España en la lucha por la autonomía de Andalucía». Historia del Presente, 24.
- Santos Silva, Alejandro (2015). «Los ayuntamientos desde la perspectiva de la Organización Revolucionaria de Trabajadores». VI Congreso de Historia de la Transición en España.
- Treglia, Emanuele (2013). «Izquierda comunista y cambio político: el caso de la ORT». Ayer, 92, 4.
- Urrego, Miguel Ángel (2017). «Historia del maoísmo en América Latina: entre la lucha armada y servir al pueblo». Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, 44, 2.
Véase también[editar código · editar]
- Portal:Marxismo. Contenido relacionado con Marxismo.
Enlaces externos[editar código · editar]
- Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre maoísmo.
- Guiding thought of revolution: the heart of Maoism international project
- Marx2Mao.org Mao Internet Library
- The Encyclopedia of Marxism Mao Zedong Thought.
- The Encyclopedia of Marxism Mao's life.
- Monthly Review January 2005 Text of the leaflets distributed by the Zhengzhou Four.
- World Revolution Media Maoist revolutionary film, music, and art archive
- Batchelor, J. Maoism and Classical Marxism, Clio History Journal, 2009.
- [1] El Libro Negro del Comunismo