miércoles, 20 de enero de 2021

¡¡ LA HUMANIDAD SOBRANTE ( -1ª.- ) -- Una Indagación sobre el Desempleo // 117 Capítulo III: El desempleo en Latinoamérica CAPÍTULO III: EL DESEMPLEO EN LATINOAMÉRICA I. El panorama en los años setenta. En los decenios previos, América Latina aplicó políticas de sustitución de importaciones, fomento industrial, expansión educacional, nacionalizaciones y regulaciones a sus sectores exportadores estratégicos e integración interna. También aprovechó en alguna medida el crecimiento económico de Europa, Japón y Estados Unidos posterior a la Segunda Guerra Mundial.

¡¡ LA HUMANIDAD SOBRANTE ( -1ª.- ) -- Una Indagación sobre el Desempleo // 117 Capítulo III: El desempleo en Latinoamérica CAPÍTULO III: EL DESEMPLEO EN LATINOAMÉRICA I. El panorama en los años setenta. En los decenios previos, América Latina aplicó políticas de sustitución de importaciones, fomento industrial, expansión educacional, nacionalizaciones y regulaciones a sus sectores exportadores estratégicos e integración interna. También aprovechó en alguna medida el  crecimiento económico de  Europa, Japón y Estados Unidos posterior a la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de lo anterior, entre 1950 y 1980, América Latina creció económicamente a una tasa media de 5,5 por ciento pro-medio al año, cifra inferior a las  economías  del Sudeste asiático pero superior a la de los países industrializados. Desde mediados de los años sesenta la tasa de formación de capital inició un ascenso sostenido, que se aceleró en el decenio de los setenta (Ffrench-Davis, 1999, págs. 22-23).


LA HUMANIDAD SOBRANTE Una Indagación sobre el Desempleo 

 LA HUMANIDAD SOBRANTE Una Indagación sobre el Desempleo 

José Cademartori Invernizzi Felipe Correa Mautz Jan José Cademartori Dujisin © Editorial Universidad de Santiago de Chile Av. Libertador Bernardo O'Higgins Nº 2229 Santiago de Chile Tel.: 56-2-27180080 www.editorial.usach.cl editor@usach.cl © José Cademartori Invernizzi © Felipe Correa Mautz © Jan José Cademartori Dujisin Inscripción Nº 231.801 I.S.B.N.: 978-956-303-196-6 Diagramación y diseño: Andrea Meza Vergara Primera edición, mayo de 2014 Impreso en Gráfica LOM Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico o mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo de la Editorial. Impreso en Chile. 7 

Introducción 

ÍNDICE 

INTRODUCCIÓN 13 

CAPÍTULO I: TEORÍAS SOBRE EL DESEMPLEO .............21 

I. Siglos XVII-XIX ..............21

 i. Las teorías tempranas ................21 

ii. Smith y Ricardo: Los clásicos .................22 

iii. Malthus: La población sobrante y el consumo suntuario ................24 

iv. Postricardianos y los primeros socialistas .....................25 

v. La ley de Say .......................26 

vi. Engels: El Ejército de Reserva ................27 

vii. Marx: La acumulación del capital y la población excedente ..................29 

viii. Del valor trabajo a la teoría subjetiva ....................33 

II. Los desarrollos del siglo XX ................35 

i. John Hobson: La reaparición y actualización del subconsumo ..................35 

ii. La Gran Depresión y los neoclásicos de la época .....................36 

iii. Keynes: La crítica a los neoclásicos ...................................37 

iv. Kalecki: la dimensión política del desempleo 39 

v. La Curva de Phillips: ¿Inflación y/o desempleo? 41 

vi. Friedman: El triunfo de los neoliberales 44 

vii. La tasa natural de desempleo 45 

viii. La síntesis neoclásica y sus variantes 46 

ix. Teorías sobre el empleo en los países subdesarrollados 49 

CAPÍTULO II: EN EL CAPITALISMO MADURO 57 

I. ¿Cuánto desempleo es peligroso? 57 

i. Antecedentes históricos 57 

ii. Las economías con mayores índices crónicos de cesantía 61 8 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

iii. Países “promedio” 68 

iv. Las economías con menores índices crónicos de cesantía 74 

II. Las víctimas favoritas 79 

i. El desempleo de larga duración 79 

ii. Empleo parcial y desocupación 81 

iii. Jóvenes sin porvenir 84 iv. La mujer en busca de trabajo 87 

v. Ausländer raus, Nègres dehors 88 III. Tendencias de largo plazo en el empleo 91 

i. Cambios tecnológicos en la agricultura 91 

ii. Restructuraciones en la industria 92 

iii. Traslado de plantas al exterior y cierres en el interior 93 

iv. Las multinacionales alientan la desindustrialización 93 

v. Las nuevas tecnologías 94 

vi. Los robots invaden las fábricas 96 

vii. Los servicios crean y reducen empleos 97 

viii. Crisis cíclicas y estructurales 98 

IV. ¿Adiós al proletariado? 103 i

. Los trabajadores se movilizan 103 

ii. ¿Qué propone el movimiento sindical? 108 

iii. La crisis del sindicalismo 112 

CAPÍTULO III: EL DESEMPLEO EN LATINOAMÉRICA 117 

I. El panorama en los años setenta 117 

II. La década perdida de los años ochenta 122 

III. La década de los noventa 128 

IV. La década de la crisis financiera mundial: 2000-2011 135 

V. La economía de los gobiernos progresistas latinoamericanos 139 

CAPÍTULO IV: EL EMPLEO EN EL MUNDO SOCIALISTA 145 

I. Europa Oriental, antes y después del derrumbe 145 

i. El grupo de los más desarrollados 145 

ii. Los menos desarrollados 153 

iii. La desintegración de Yugoslavia 158 

II. Los desintegrados de la Unión Soviética 161 

i. La fragilidad de los “tigres” bálticos 161 

ii. Ucrania, entre Oriente y Occidente 163 9 Introducción 

iii. Bielorrusia, la excepción 164 

III. Rusia de regreso al capitalismo 166 

i. Estancamiento y Perestroika 167 

i. La discusión sobre la cesantía y el derecho al trabajo 169 

iii. El fin del pleno empleo 171 

IV. China desde Mao a Deng 174 

i. Seis décadas de transición al socialismo 174 

ii. Primeros pasos del socialismo mercantil planificado 176 

iii. El desempleo y la regulación demográfica 180 

V. Otras experiencias en Asia 184 

i. Vietnam, el difícil despegue 185 

VI. Cuba: El desafío socialista en América Latina 187 

i. Comercio exterior y desempleo 188 

ii. El “periodo especial” y los noventa 190 

CAPÍTULO V: CHILE Y EL EXPERIMENTO NEOLIBERAL 195 

I. Modelos económicos hasta 1973 195 

i. El desempleo en el modelo hacia afuera 195 

ii. Resultados del desarrollo hacia adentro 197 

iii. Los mil días de Allende 200 

II. Dictadura y neoliberalismo 202 

i. Las crisis del Petróleo (1974-75) y de la Deuda Externa (1982-85) 202 ii. La magnitud del desempleo abierto 204 iii. Los oficios de supervivencia 205 v. Los temporeros del campo 206 vi. Los jóvenes sobrantes 207 vii. De la casa... a la cesantía 208 viii. Trabajo infantil 209 ix. Migrantes políticos y económicos 210 x. La suerte de los ocupados 210 xi. La pobreza se expande, la riqueza se concentra 212 xii. Efectos sobre la salud mental 213 xiii. Las soluciones neoliberales al desempleo 214 xv. Luchas por las fuentes de trabajo 215 10 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo III. Retorno a la democracia y consolidación del modelo 217 i. Panorama general 217 ii. Divergencia en las mediciones 220 iii. Cambios legislativos 223 iv. El comportamiento de la fuerza de trabajo 225 v. La situación de la mujer 227 vi. La situación de los jóvenes 231 vii. La desigualdad como característica nacional 234 viii. El fenómeno del subempleo 237 

IV. Aplicación de algunas teorías sobre el desempleo en Chile 241 

i. Desempleo tecnológico 241 

ii. El efecto del crecimiento y la acumulación de capital 245 

iii. El gasto público como mecanismo estabilizador 248 

CAPÍTULO VI: LAS POLÍTICAS CONTRA LA CESANTÍA 251 

I. Las recetas neoliberales 251 

i. Flexibilidad del mercado laboral 251 

ii. Reducir los beneficios a los cesantes 252 

iii. Mujeres y extranjeros, de vuelta a casa 253 

iv. Empleos mínimos 253 

v. Las Zonas Francas Industriales 254 

vi. Autoempleo y micro empresas 254 

II. Fórmulas de compromiso 257 

i. Jubilaciones prematuras 257 

ii. Capacitación y reciclaje 257 

iii. Mejorar la información en el mercado del trabajo 258 

iv. Abaratar cotizaciones previsionales 258 

III. Las propuestas desde la izquierda 259 

i. El seguro de cesantía 259 

ii. Limitar los despidos 260 

iii. Sobretiempo y normalización de la jornada de trabajo 260 

iv. Apoyo a industrias en dificultades 262 

v. Fomento a nuevas industrias 262 

vi. Reducción de las desigualdades económicas y sociales 264 

vii. La reforma agraria 265 

viii. Inversión privada e inversión social 265 

11 Introducción 

IV. Una mirada al futuro 266

i. Auto empleo y emprendimiento 266 

ii. Hacia la expansión del tiempo libre 267 

iii. El empleo de por vida 269 

iv. Ingreso Social Garantizado 270 

v. Aprendizaje y empleo “a la carta” 273 

ix. Prever y planificar el trabajo social 275 

x. Economía en el Nuevo Orden Mundial 277 

xi. Recursos públicos para la ocupación plena 280 

xii. Nuevas perspectivas para el movimiento sindical 284 


Bibliografía 287 13 

Introducción 

INTRODUCCIÓN 

“Nosotros somos aquellos números estadísticos que estamos sin trabajo y sin beneficios sociales. Somos los que estamos perdiendo nuestras viviendas, desahuciados de nuestros departamentos, obligados a devolverlos. Nos están cortando la luz eléctrica, nuestros niños se acuestan con hambre y a la escuela van en invierno sin botas. Nos quedamos en la noche despiertos pensando qué sucederá si uno de nuestros familiares se enferman o tienen un accidente”. Frank Lumkin Presidente del Comité “Salvemos Nuestros Trabajos” de Obreros Siderúrgicos de Wisconsin Estados Unidos, Julio 1983 

¿Quiénes son los desempleados? 

¿Cómo se determina su número? 

¿Son reales las cifras de los gobiernos o subestiman la magnitud del problema? 

Los estadísticos del trabajo, bajo el patrocinio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se reunieron en 1982 y en su 13a Conferencia Internacional adoptaron algunas definiciones que se aplican en la mayor parte de los países que compilan estadísticas de desempleo. Según este acuerdo, los desempleados son personas que tienen más de cierta edad especificada y que durante un período determinado se hallan sin empleo, disponibles para trabajar y en busca de ocupación (OIT, 1984). Tanto los desocupados como los ocupados forman parte del término población económicamente activa, que deja afuera al sector pasivo, el cual no está buscando empleo (gráfico 0.I.1). Se desprende de esta definición, que no se consideran desocupados aquellos que no pudieron buscar empleo en el período usado como referencia, aunque sea por razones ajenas a su voluntad. Tampoco a quienes debieron aceptar unas pocas horas mientras encuentran un,... 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,.... trabajo definitivo. Estos y otros problemas serán analizados a continuación. Primero, hay que determinar los límites de edad por debajo del cual toda la población es considerada pasiva. Algunos países fijan este límite en 10 y otros en 15 años. La edad adoptada es importante pues tiene que ver con la existencia del trabajo infantil remunerado. Allí donde el trabajo infantil sea significativo, un límite de edad alto, puede oscurecer o no registrar adecuadamente el trabajo infantil y su correlato, el desempleo de los adolescentes. gráfico 0.I.1. Clasificación del Empleo y Desempleo fuente: Elaboración propia. 15 Introducción El segundo problema es el tiempo mínimo de trabajo que se considera necesario para incluir al individuo en la calidad de “ocupado”, o para darle la categoría de desocupado. Muchos gobiernos adoptan el criterio del mínimo de una hora en la semana de la encuesta. Este criterio es muy discutible. Quienes lo defienden sostienen que el trabajo reducido es una realidad creciente en muchos países. Quienes lo rebaten afirman que los trabajadores a tiempo parcial, obligados a laborar en jornadas reducidas y con remuneraciones insuficientes para subsistir, deben ser registrados como desempleados parciales. Así, el fenómeno del subempleo, como se califica esta situación, es una variedad del desempleo. Una hora de trabajo a la semana, cuatro mensuales, pagadas a nivel de ingresos bajos, es demasiado poco para considerar a una persona en esta situación, como “empleada”. ¿Qué ocurre con las cifras del paro si se incluye a los trabajadores con jornada reducida? Es lo que se intenta dilucidar, con un ejemplo hipotético en la tabla

0.I.1. Aquí se ha considerado en el caso A, un 10% de desempleo “oficial”, cifra que no incluye a los trabajadores a jornada parcial, los cuales representan un 20% del total de ocupados, de los cuales una mitad desea laborar de manera normal. Estos supuestos pueden modificarse investigando la situación concreta de cada país, responden en todo caso a lo que está ocurriendo en muchos países industrializados. En la columna B, estos porcentajes se ajustan a la situación chilena como promedio para el 2011. Se llega a la conclusión que al incorporar los parciales involuntarios, la tasa extraoficial sube de 10% al 19% (caso A) y para Chile (caso B) como promedio de 2011, más del doble de la cifra oficial. Detalles sobre el caso chileno se entregarán más adelante. Dentro de la categoría de desempleo disfrazado, podría incluirse también a quienes trabajando a tiempo completo, lo hacen en ocupaciones para las cuales están sobre-calificados, teniendo en cuenta los estudios que realizaron, la experiencia acumulada o los cargos de responsabilidad anteriores. Este tipo de ocupados está a la espera de encontrar un trabajo de mayor productividad. 

16 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Tabla 0.I.1 Corrección Tasa de Desempleo con Trabajo Parcial (porcentajes) Clasificación A B Población Activa 100 100 Ocupados 90 92.8 a) Jornada Completa 72 73.9 b) Jornada Parcial 18 18.9 

i. Voluntarios 9 10.1 

ii. Involuntarios 9 8.8 Desocupados 10 7.2 Tasa de desempleo “oficial” 10 7.2 Tasa de desempleo “extraoficial” 19 16 

Fuente: Elaboración propia. El tercer problema tiene que ver con la definición “disponible para trabajar en busca de ocupación”. Aquí hay sin duda, elementos subjetivos a tomar en cuenta. Los estadísticos llegaron a la conclusión de que será necesario definir de modo objetivo las acciones en busca de trabajo. En caso de no cumplirse estas gestiones, la persona debería ser encuestada como “pasiva” o sea, fuera de la fuerza de trabajo. Este criterio ha sido muy discutido. Se sabe que una masa elevada de trabajadores dejan de buscar trabajo aunque lo necesitan y desean, porque por experiencia propia saben que no lo encontrarán. Aunque no los consideran desempleados, algunos países efectúan encuestas y así es posible cuantificar su número. Este es el fenómeno de los trabajadores “desalentados”. Esto refleja frecuentemente largos periodos de desocupación. En EE.UU.N., una vez que una persona cumple un año sin encontrar trabajo, es excluido de las cifras de desempleo oficial. Según las estadísticas para el 2011, y si la Oficina de Estadísticas Laborales (BSL) contabilizara el paro como lo hacía antes de 1994, el desempleo real en el país del norte ascendería a un 22,2 por ciento, en vez del 9 por ciento que informan los medios de comunicación corporativos (Hunter, 2011). 17 Introducción Muchos países calculan la cifra de desocupados sobre la base de los inscritos en las bolsas de trabajo o en las instituciones que otorgan subsidios de cesantía. Precisamente los desalentados son los que ya no renuevan sus inscripciones en las bolsas y por eso ya no figuran en las estadísticas. Por otra parte, no todos los desocupados están recibiendo los subsidios. A comienzos de los noventa, en muchos países el período máximo a que se tiene derecho a recibir el subsidio es de 26 semanas. En los Estados Unidos en 1987, solo una minoría de las diversas categorías de cesantes los estaba recibiendo. En la R.F.A., por la misma época, según la Federación Alemana de Sindicatos, un millón de cesantes había agotado sus derechos. Para tener acceso al seguro de cesantía en muchos países se exige haber tenido un primer empleo por un mínimo de tiempo. Muchos jóvenes que no han conseguido su primer trabajo quedan marginados y tampoco figurarán en las estadísticas oficiales de los desempleados. De la misma forma, en España al 2009, una considerable cantidad de parados no eran contabilizados en las cifras de desempleo debido a que algunos demandaban un trabajo de jornada parcial y no completa, otros se encontraban realizando cursos de formación para encontrar un empleo, o bien se encontraban en Expedientes de Regulación del Empleo1 temporal. Situación similar enfrentan quienes son presionados a renunciar con la compensación de una jubilación anticipada. 

La experiencia les dice que, aunque por su edad tienen capacidad para seguir en su profesión u oficio, difícilmente los empleadores los preferirán en lugar de trabajadores jóvenes. Mientras los anteriores grupos carecen en absoluto de ingresos o agotaron sus posibilidades legales de acceder a subsidios, los jubilados prematuros son considerados parte de la población pasiva, aunque consigan empleos precarios. Sin embargo sería más propio asimilarlos a los desocupados, como semi-cesantes en la medida que, por su capacidad laboral, sus bajas jubilaciones y su disposición a trabajar constituyen también una reserva de fuerza de trabajo social no utilizada. 1 Procedimiento contemplado en la legislación española mediante la cual cierta empresa obtiene un permiso de parte de la autoridad para “suspender” o despedir trabajadores, manteniendo éstos algunos derechos como seguros o capacitación. 18 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Se ha calculado que en Holanda en 1978, los beneficiarios de la ley sobre incapacidad profesional representaban un 3 por ciento de la mano de obra (OIT, 1984). No pocos de ellos podrían trabajar, aunque en condiciones limitadas, si hubiera puestos disponibles. Si se los computara como desocupados, éstos aumentarían en más de un tercio las cifras oficiales. Otra complicación es qué debe entenderse por actividad económica. La definición convencionalmente adoptada es actividad remunerada monetariamente y registrada en las estadísticas del ingreso nacional. ¿Qué hay con las actividades ilícitas, prostitución, juego, drogas? En las encuestas, las personas involucradas no dirán obviamente que trabajan en estas actividades. Contestarán que están ocupadas –haciendo referencia a actividades lícitas– o que son desocupados, o bien que no son ni lo uno ni lo otro y quedan registrados como pasivos. Este problema no es baladí, puesto que las actividades ilícitas, incluido el trabajo de los indocumentados, cubre una gama amplia de actividades que ha adquirido importancia en muchos países. 

Otras tres categorías de personas presentan dificultades de clasificación. Los jóvenes que están en el servicio militar, los que se encuentran en las cárceles por delitos menores y los que siguen cursos de capacitación subvencionados. En el primer caso, algunos países los incluyen en la fuerza de trabajo, otros los excluyen. Según se trate de uno u otro procedimiento, cambiará el total de la población activa. El número de desempleados no se modifica, pero sí el índice que resulta de compararlos con la población activa. Con el primer criterio, el índice será menor y con el segundo mayor. En el caso de los que siguen cursos de capacitación, algunos gobiernos los consideran ocupados, otros desocupados. En muchos países la población carcelaria es elevada y creciente. Gran número por delitos menores, jóvenes pertenecientes a minorías raciales. En EE.UU., en el año 2000 había más de 2 millones de presos, cuatro veces más que en 1972 (Levitt & Dubner, 2006, págs. 128- 129). Si bien existen para los internos programas de trabajo remune- 19 Introducción rado, aunque con características de forzado y abusivo, ellos alcanzan a una proporción menor de los reclusos. Como consecuencia de estas deficiencias en las estadísticas oficiales, expertos independientes y los sindicatos elaboran sus propios cálculos que difieren considerablemente de las cifras gubernamentales. Así por ejemplo cuando Washington presentó la cifra oficial para abril de 1987 de 7,5 millones de desocupados, economistas independientes estimaron la cifra real en 14,5 millones. La AFL-CIO aseguró que los sin trabajo llegaban a los 18 millones. La fuente principal de la diferencia en este caso proviene de la estimación de los subempleados a jornada parcial y de los desalentados. Tal como vemos, el concepto de desempleo utilizado en los años 70 y 80 ya no es útil para analizar los problemas sociales que tienen los países desarrollados. Es por esto que ha surgido un nuevo concepto en las definiciones y mediciones de la OCDE. Es el “no empleo” (Gago, 2004). Esta idea hace referencia a los que no tienen un empleo, independientemente de si se encuentren dentro o fuera de la población económicamente activa. En esta categoría se incluyen tanto los desocupados, como las amas de casa y los jóvenes sin empleo, y es útil para analizar los movimientos del desempleo sin algunos de los sesgos aquí presentados. 21 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo 

CAPÍTULO I: TEORÍAS SOBRE EL DESEMPLEO

“Durante los últimos treinta años, la mayoría de las teorías macroeconómicas han sido en el mejor de los casos espectacularmente inútiles, y en el peor de los casos, posiblemente dañinas”. Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, julio de 2009. 

I. Siglos XVII-XIX 

i. Las teorías tempranas Las teorías sobre el desempleo fueron apareciendo, a medida que el problema adquiría carácter recurrente y mayores dimensiones sociales. Ni en la Antigüedad ni en la Edad Media los pensadores se ocuparon mayormente del tema porque en su forma involuntaria y masiva solo aparecía en épocas de trastorno, como secuela de guerras o de calamidades naturales. En el año 1692, en Inglaterra surge la primera Comisión Gubernamental destinada a abordar el asunto. El Informe que produjo atribuyó las paralizaciones del trabajo a diversos factores circunstanciales. Por primera vez se abordaban problemas propiamente económicos, entre ellos el comercio exterior y el papel del dinero (Whittaker, 1948, pág. 760). Poco antes aparecieron los escritos de William Petty (1623-1687) considerado uno de los fundadores de la ciencia económica. El autor de La Aritmética Política valoraba en tan alto grado la capacidad laboral humana que llegó a decir que “sería mejor quemar el producto del trabajo de mil hombres que permitir que la desocupación haga perder a ese millar de hombres sus facultades de trabajo” (Whittaker, 1948, pág. 327). 22 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

En Francia, durante la Gran Revolución de 1789, fue creado el Comité denominado “La Rochefoucauld”, destinado a proponer remedios a la mendicidad que se había extendido enormemente a raíz de la crisis del Antiguo Régimen. El Comité llegó a la conclusión que la pobreza era el resultado de la desproporción entre el número de personas en ocio forzado y la demanda de trabajadores. Sus autores estaban convencidos que la Revolución Industrial crearía más puestos de trabajo, aunque no serían estables, pues “ciudades enteras vivían en continuo ciclo de gran actividad y total inercia”. La Rochefoucauld seguía la doctrina de Rousseau, para quien “cada uno tiene un derecho natural a lo que le es necesario” por lo cual la sociedad debía proveer de subsistencia a los que carecían de empleo. La Comisión proponía fomentar nuevas fuentes de trabajo. Una de las medidas era la repartición entre los campesinos de las tierras de la Iglesia (Garraty, 1977, pág. 61). 

ii. Smith y Ricardo: Los clásicos En Inglaterra, mientras tanto, se vivían otras condiciones políticas y económicas. Adam Smith (1723-1790) se adentró en el estudio de las relaciones entre la demanda y la oferta de trabajadores, aunque defendió el trabajo como fuente creadora de todo valor económico, algo que los pensadores anteriores no aceptaban. Para el autor de La Riqueza de las Naciones, igual que para otros pensadores de mediados del siglo XVIII, la desocupación y la pobreza eran una misma cosa. Lo que ellos trataban de explicar eran las causas que determinaban la existencia de la población pobre y sus fluctuaciones: “la demanda de trabajadores, así como la demanda de cualquier artículo –escribía Adam Smith– regula la producción de trabajadores, la cantidad de hombres engendrados; acelera esta producción si ella marcha lentamente; la afloja si crece con demasiada rapidez” (Engels, 1976). Esta concepción va ser más desarrollada por David Ricardo (1772-1823), el siguiente gran economista clásico después de Adam 23 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo Smith. En sus primeras obras tampoco dejó espacio para el estudio del desempleo; igual que su antecesor lo consideraba pasajero. En efecto, aparte de los trastornos causados por las guerras, en tiempos de paz la desocupación podía ser el resultado de cambios en los gustos de los consumidores o de impuestos, todo lo cual afectaba transitoriamente la producción y el empleo en ciertas actividades (Roll, 1976, pág. 189). Ricardo aceptó la teoría de Say, que se explica más adelante, según la cual no podía existir una sobreproducción general o un exceso masivo de capital en la economía. Pero Ricardo fue más lejos que Smith y Say. A pesar de que también era un ardiente defensor del capitalismo industrial, reconoció que la llamada “mano invisible” del mercado no repartía los frutos a todos por igual. Las ganancias del capital podían aumentar aunque simultáneamente la producción social estuviera disminuyendo. El beneficio de los capitalistas no coincidía, a menudo, con el de los trabajadores. De esta manera, Ricardo definió que el objeto de estudio de la economía era la distribución de la riqueza entre las clases sociales, lo cual a su vez determinaba la producción. Proporcionó los primeros argumentos para estudiar las fluctuaciones de la producción en su conjunto partiendo de la acumulación de la riqueza y de su repartición entre las diversas clases sociales. Al final de su vida, Ricardo se interesó además por las consecuencias de la maquinización en la industria. Observó que el capital podía crecer, pero que la demanda de trabajo no aumentaría en la misma medida. 

“La misma causa que hace que aumente la renta neta de un país, puede engendrar simultáneamente, de otra parte, un exceso de población y empeorar la situación del obrero” (Marx K., 1975, pág. 534). Ricardo dio un argumento al movimiento obrero afirmando que “el empleo de maquinarias redunda frecuentemente en detrimento de sus intereses...” Tal conclusión –afirmaba– “está conforme con los principios correctos de la Economía Política” (Roll, 1976, pág. 191). La discusión sobre la mecanización apareció en el contexto de la revolución industrial, como causa del desempleo involuntario. El problema consistía en el desplazamiento de trabajadores, producto de la 24 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo introducción de nueva tecnología. El capital invertido en la maquinaria vendría de aquellos capitalistas que dejaban de proporcionar el salario a los trabajadores, dejando sin trabajo a una parte de la mano de obra anteriormente utilizada (Rodríguez J. C., pág. 100). John McCulloch en su artículo The opinions of Messrs. Say, Sismondi, and Malthus, on the effects of Machinery and Accumulation, publicado por esos años, le replicó que este desplazamiento de obreros tendría un carácter puramente transitorio, pues la reabsorción de la mano de obra sobrante provendría de la demanda generada por la mayor producción gracias a la utilización de maquinarias. En resumen, si bien los autores clásicos pensaban que las leyes del mercado eliminarían el desempleo, Ricardo esboza las contradicciones del sistema capitalista. iii. Malthus: La población sobrante y el consumo suntuario En la Inglaterra de la Revolución Industrial era notoria la presencia creciente de los pobres. Dentro de ellos no era fácil diferenciar a los mendigos de los cesantes temporales o los ocupados en los oficios más duros y mal pagados. A esta deprimente masa humana se la llamó “población excedente”. En este tema adquirió notoriedad R. T. Malthus (1766-1834) por su aceptación de la miseria y su defensa de los privilegios de clase. Sostuvo que la pobreza era un fenómeno natural, eterno y necesario. Ningún progreso económico podría eliminarla. El número de pobres podría extenderse a límites monstruosos, sobrepasando la disponibilidad de alimentos, si no fuera porque la misma naturaleza limitaba la población sobrante. Malthus describió el crecimiento de la población como una serie de progresión geométrica acicateada por el deseo sexual, mientras la producción de alimentos crecería a una razón aritmética debido a la escasez creciente de tierras agrícolas, es decir a una tasa muy inferior a aquélla. Más tarde el propio Malthus abandonó esta formulación al reconocer su inconsistencia científica. No obstante, continuó sosteniendo 25 

Capítulo I: Teorías sobre el desempleo la tesis de la sobrepoblación y el rol contrarrestante de las guerras, las epidemias y las hambrunas, a lo cual agregó como recomendación la abstinencia sexual y la reducción del número de los matrimonios. El aumento de la pobreza era un candente problema político, el cual se institucionalizó mediante las llamadas Leyes de Pobres2 . El debate de las primeras décadas del siglo desembocó en la reforma de 1834, frente a la cual Malthus fue partidario de derogarla o al menos, reducir los subsidios que otorgaba. Refiriéndose al cesante afirmaba: “Si la sociedad no necesita de su trabajo entonces no tiene derecho ni siquiera a la más pequeña porción de alimentos” (Whittaker, 1948, pág. 383). 

En su larga controversia con Ricardo, Malthus sostuvo que el desempleo se podía reducir gracias al consumo suntuario, el lujo y el derroche de la aristocracia. Esto permitía dar trabajo a una multitud de trabajadores. En cambio el ahorro y la frugalidad de los pequeños capitalistas eran negativos, no fomentaban la riqueza. Al contrario de lo sostenido por Smith y Ricardo quienes consideraban clases improductivas a la nobleza, el clero y los propietarios feudales. 

iv. Postricardianos y los primeros socialistas Al iniciarse el siglo XIX el sistema fabril estaba mostrando resultados contradictorios. La industria engendraba riquezas para unos, pero aumentaba la miseria para otros. Las crisis de la producción provocaban despidos y el consiguiente aumento de los pobres. Aparecieron los primeros economistas críticos del capitalismo. Uno de ellos, Richard Jones observaba en 1833: “Pueden hacerse más frecuentes las grandes oscilaciones en la cifra de obreros ocupados y las grandes penurias, a medida que el capital se hace más abundante” (Marx K., 1975, pág. 534). Por la misma época George Ramsay afirmaba que “todo aumento del capital nacional...tendrá una influencia cada vez menor sobre la situación del obrero” (Marx K., 1975, pág. 2 Estas leyes se habían dictado desde 1601 hasta 1795 con diversas justificaciones, como “suprimir el vagabundeo”, castigar a los que no querían trabajar, o subsidiar a los incapacitados. 26 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 534). Estos escritores no eran los únicos disidentes. Estaban también W. Thompson., J. Gray, F. Bray y T. Hodgskin. A todos ellos se les denominó socialistas ricardianos. En el continente aparecieron las obras críticas de J. Sismondi, E. Brunet, Proudhon y Blanc que aportaron al conocimiento de las fallas del capitalismo y presentaron propuestas de cambios del sistema productivo. Sismondi fue uno de los críticos más agudos de su época. Tuvo el mérito de formular una teoría acerca de la tendencia innata del sistema económico a las crisis. Sostuvo que el progreso industrial y la maquinización conducían a la desocupación periódica. Las causas últimas eran el carácter competitivo de la producción que hace imposible conocer el mercado, el hecho que fuera el capital y no la satisfacción de necesidades humanas lo que determinaba la producción y finalmente, la separación entre el trabajo y la propiedad, lo cual limitaba el poder de compra de la gran masa de los trabajadores. Respecto a esto último, la demanda de los capitalistas no sería suficiente para compensar la caída del consumo de los trabajadores. La concentración del capital agravaba esta disparidad. Junto a los anteriores autores críticos, corresponde situar a los llamados “socialistas utópicos”, R. Owen, C. Saint-Simon y Ch. Fourier. Todos ellos denunciaban el paro forzoso, entre otros males del sistema capitalista. Sin limitarse a una mera condena moral formulaban críticas fundadas a las teorías liberales sobre la supuesta armonía social del sistema. Partiendo del principio expuesto por los clásicos sobre el trabajo como fuente de valor veían en los ingresos de la propiedad privada o del capital sustracciones a lo que producía el obrero y proponían nuevos sistemas de organización, aunque al margen de la lucha de clases. Atribuían al capitalismo liberal una de las causas últimas de la desocupación, la miseria y las crisis. En particular, Fourier enfatizaba el derecho al trabajo afirmando: “Nos hemos entregado durante los siglos pasados a discutir sobre los derechos del hombre, sin soñar en reconocer el más esencial de ellos, el derecho al trabajo, sin el cual los otros no son nada”. 27 

Capítulo I: Teorías sobre el desempleo v. La ley de Say 

El economista francés Jean Baptiste Say (1767-1832) desarrolló la doctrina de su maestro Adam Smith acerca de la armonía natural de las distintas partes del sistema económico burgués. 

Sostenía que el desempleo y el retroceso de la producción no podían mantenerse en el largo plazo. Sus admiradores denominaron “ley de Say” a su discutida tesis de que “toda oferta genera su propia demanda”3 , es decir, que los recursos productivos no se mantienen ociosos por falta de demanda agregada. En Inglaterra James Mill adhirió al argumento de Say, agregando que el valor de la producción debía igualarse en todo momento al poder de compra de las personas. En cambio, John Stuart Mill, su hijo, reconocía que demanda y oferta no tenían por qué ser iguales en todo momento ya que existía la posibilidad de que el dinero quedara inutilizado durante cierto tiempo antes de efectuarse nuevas transacciones (Rodríguez J. C., 2003). vi. Engels: El Ejército de Reserva Federico Engels (1820-1895), empresario por necesidad y revolucionario por convicción, fue uno de los primeros autores en estudiar a fondo el problema de la población sobrante, basándose en la observación directa de la realidad inglesa como en el análisis de las teorías. Polemizando con Malthus, afirmó que la población sobrante no era consecuencia de aumentos insuficientes de la producción de los alimentos frente a una reproducción excesiva de la población. Argumentó que este desequilibrio, lejos de ser un fenómeno de la naturaleza, invariable y eterno, es consecuencia de “la competencia industrial y las crisis comerciales que surgen de ella”. Para Engels, “en un sistema no regulado en el que la producción y la distribución no se rigen directamente por las necesidades de la población, sino por la ganancia, las turbulencias surgen inevitablemente a cada momento”. El autor explicaba que cuando cae la demanda de trabajadores, un número de ellos no son vendibles, quedan en depósito, a la espera. La industria necesita tener en todos los 3 La exposición de Say se encuentra en su obra Traité d’èconomie politique publicada por primera vez en 1803, y como última versión en 1826. 28 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo tiempos un ejército de reserva de obreros desocupados (Engels, 1976, págs. 111-123). En su obra La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra el amigo de Marx traza un exhaustivo cuadro de las condiciones de trabajo y de vida del proletariado en las primeras décadas del siglo XIX. Revela la extensa jornada laboral, los efectos del trabajo nocturno, el abuso con las mujeres y los niños, los accidentes en las fábricas, las enfermedades contraídas por las condiciones de trabajo, la vejez prematura, la insalubridad, el hacinamiento familiar, la desnutrición. Denuncia los efectos de las condiciones de producción en el desarrollo físico e intelectual de los trabajadores, la alteración en las relaciones de la pareja, la degradación de la familia y su relación con el alcoholismo y la delincuencia. Engels sigue paso a paso cómo los obreros, por resultado del mismo sistema fabril que surgía, adquieren la convicción de constituir parte de una misma clase social, concluyen en la necesidad de unirse, de constituir sus propias organizaciones para superar el aislamiento individual y su debilidad en el mercado del trabajo. Engels es testigo y estudioso del movimiento cartista y de las ideas socialistas que comenzaron a adoptar los obreros ingleses. 

Engels observa de cerca la vida de los cesantes. Describe la indefensión en que se encuentra el desocupado forzoso y de sus esfuerzos, a menudo infructuosos, en busca de nuevo empleo. Observa cómo muchos de ellos se ven obligados a pedir limosna, a robar o a padecer de hambre, como últimas alternativas. Concluye que los desocupados forman una “reserva de obreros” para cuando la industria los requiere en épocas de mayor actividad: reserva que, en los tiempos de crisis constituye una inmensa multitud y en los tiempos intermedios, es bastante numerosa; seres que viven de la mendicidad y de los hurtos o también de trabajos ocasionales como la limpieza de calles, la recolección de estiércol, la ejecución de servicios menores. El autor describe los barrios obreros donde pululan los vendedores de cintas, bebidas caseras, fósforos, lacre y otras baratijas. Estas páginas parecen muy actuales. La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra adelanta algunos de los análisis de El Capital. Expone la trayectoria de los ciclos comerciales y la regularidad con que se presentan las crisis de sobreproducción; re- 29 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo vela la conexión entre las variaciones de la ocupación y las fluctuaciones de los salarios. El concepto mismo de “ejército de reserva” era ya utilizado por Eugenio Buret, un discípulo de Sismondi: “…esa población flotante en las grandes ciudades, masa de hombres que la industria colecciona, pero que no puede ocupar, que mantiene siempre en reserva”. Buret la comparó con un ejército cuyos soldados se afanan para escapar del hambre y que son para sus jefes solo instrumentos de producción que deben producir mucho y consumir poco, siendo llamados cuando se les necesita y abandonados cuando se puede prescindir de ellos (Garraty, 1977, pág. 99). vii. Marx: La acumulación del capital y la población excedente Retomando los argumentos de Engels, Marx concluyó que la población excedente no era una presión de la población sobre los medios de existencia, sino una presión sobre los medios de empleo, los medios de producción. Por lo tanto, la población sobrante no era absoluta sino relativa a las necesidades del capital. Dependía de la acumulación de capital, de su ritmo “es la acumulación capitalista en sí misma la que constantemente produce y en directa proporción, a su propia energía y extensión, una población de trabajadores sobrantes, es decir, una población mayor que la que basta para las necesidades normales de la auto-expansión del capital; de aquí, población excedente” (Marx K., pág. 533). Aún más. La desocupación permanente no es solo un producto necesario de la acumulación de riqueza para el propietario del capital: es, además, condición de existencia del propio modo capitalista de producción. Esta reserva de seres humanos sirve a las necesidades variables del capital y se tiene que alimentar por su cuenta para ser reclutada en épocas de auge. Marx estudió los ciclos económicos, sus distintas fases y sus momentos de crisis. Entre éstas, las crisis financieras, el rol del dinero y del crédito bancario. Contribuyó a demostrar su carácter endógeno, es decir, propio del sistema capitalista, y no exógeno, derivado de causas 30 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo naturales o sociales fuera del campo de la economía. Sacó además otras conclusiones. La división de los trabajadores entre activos y en reserva, permitía al capital intensificar el trabajo de los que han logrado emplearse, aumentar su explotación, so pena de ser despedidos. El exceso de trabajo de unos es la condición de la carencia de trabajo de otros. Los cesantes constituyen el basamento sobre el cual funciona la ley de la oferta y demanda de trabajo. Es la magnitud de la población desocupada la que determina las fluctuaciones del salario y no al revés como quieren hacer creer los capitalistas y sus ideólogos, concluye Marx (1975, pág. 540). Tampoco es el capitalista el que da trabajo al obrero, sino al revés, es el obrero el que da su trabajo al capitalista, a cambio de un salario que siempre será inferior al valor agregado por el trabajador, cuya diferencia, la plusvalía, va a parar al capitalista. El autor de El Capital encontró cuatro formas de manifestación de la población excedente: 

1) La población flotante que gira en los centros de la industria moderna, tan pronto despedidos, como contratados de nuevo, pero, en este caso, en proporción decreciente a la nueva y mayor escala de producción; 

2) La población latente, consistente en una parte de la población agraria que va sobrando a medida que mejora la productividad de la tierra; 

3) La población estancada que solo consigue empleos irregulares con los más bajos niveles de vida y jornada de trabajo más larga y, 

4) La población paupérrima, el sedimento más bajo de la población excedente; aquí están los vagabundos, los huérfanos y niños abandonados, prostitutas, delincuentes; aquí llegan los que sobrepasan la edad normal de trabajo, las víctimas de accidentes y enfermedades (Marx K., 1975, pág. 544). En El Capital se encuentra un estudio a fondo de la maquinaria y sus efectos sobre la población trabajadora. El autor demuestra la tendencia histórica hacia la mecanización y vislumbra la automatización; presta atención a la desvalorización de la fuerza de trabajo del padre de familia, al distribuirse entre la mujer y los hijos el trabajo del padre; muestra cómo la jornada de trabajo tiende a prolongarse, al quedar el operario supeditado al funcionamiento y al ritmo de la máquina, lo que a la vez intensifica el esfuerzo del obrero. Alerta cómo se afecta el 31 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo sistema nervioso, el desarrollo físico y espiritual del trabajador. Concluye que, por lo general, los obreros expulsados por la maquinaria solo consiguen volver a ocuparse, pero en puestos peor remunerados, eso en el mejor de los casos; otra parte de los expulsados cae en la población estancada o en la población paupérrima. Tales serían los resultados del empleo capitalista de las máquinas (Marx K., 1975, págs. 323, 363). En síntesis, la investigación marxiana del desempleo llega a la conclusión de que el régimen capitalista genera como un resultado necesario, una población obrera sobrante, la cual se expande o se contrae periódicamente, según las fases por la que atraviesa el ciclo. En todo caso, el término medio del número de desocupados iría en aumento, pues la acumulación del capital se realiza en mayor proporción, a cuenta del capital constante –maquinarias, materias primas, otros medios auxiliares– y en desmedro del capital variable destinado al pago de los trabajadores productivos. Así pues, el crecimiento de los desocupados, como parte del total del proletariado es una consecuencia inevitable del sistema capitalista de producción. La desocupación trae consigo el aumento de uno de sus componentes, “el pauperismo oficial”, es decir, el número oficialmente reconocido de pobres, a los que hay que sostener o dejar morir de hambre (Marx K., 1975, pág. 546). Las conclusiones de Marx fueron en un comienzo ignoradas o bien rechazadas de plano por sus contemporáneos. Unas décadas después de la primera publicación de El Capital y ante la difusión que comenzó a adquirir en el movimiento obrero, fueron objeto de atención y apasionado debate. Los ataques a Marx se centraron en su teoría del valor, de la plusvalía y la tendencia a la polarización entre burguesía y proletariado. Pero, conforme al criterio predominante en los círculos oficiales, la teoría del ejército de reserva fue apenas mencionada:

La desocupación era solo un problema transitorio, del cual no valía la pena preocuparse. Los críticos de Marx interpretaron la ley general de la acumulación como de aplicación inmediata a la práctica, en todo momento y lugar. Como si Marx hubiera pronosticado una evolución lineal y no dialéctica, de los acontecimientos económicos e históricos. Se le atribuyó que la miseria sería un proceso ininterrumpido y creciente. Ade,...---- 

32 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,... lantándose a este tipo de objeciones, escribió, inmediatamente después de formulada su discutida ley de la acumulación y de la pobreza: “Una ley que, como todas las demás, se ve modificada en su aplicación por una serie de circunstancias que no interesa analizar aquí”. En cambio, aquella matización la hace detalladamente en relación con la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (Marx K., 1975, pág. 546). El estudio de Marx no ha cesado de ser altamente polémico debido a sus conclusiones revolucionarias. Sin embargo, prestigiosos estudiosos de su obra admiten su notable vigencia, a medida que se agravan las contradicciones del capitalismo. Conocidos historiadores del pensamiento económico como E. Roll, J. Schumpeter y M. Blaug valoran sus aciertos sobre el funcionamiento de los ciclos económicos, las crisis y el creciente desempleo, la formación del mercado mundial, las tendencias a la concentración y centralización del capital, las crisis financieras y otros tópicos actuales. Un experto de la OIT reconoce que sus teorías constituyen una crítica útil del capitalismo y que su contribución al debate económico es relevante (Hopkins, 1981). Un investigador de la Universidad de Sussex sostiene que la definiciones marxianas de la desocupación y sus diferentes categorías no han sido refutadas, son útiles y de amplia aplicación actual (Godfrey, 1986, págs. 49-50). Guy Standing (1984, pág. 159), entre los estudiosos del tema, reconoce la contribución de Marx, “el autor que más se interesó por el desempleo tecnológico”. Jeremy Rifkin, en su obra El Fin del Trabajo (1996, págs. 38-39) recuerda que Marx predijo la automatización de la producción y la tendencia histórica hacia la reducción del empleo industrial en los países desarrollados, en muchos casos acompañadas de baja o estancamiento de los salarios reales. Precisamente Rifkin documenta ampliamente este fenómeno que se ha acentuado en las últimas décadas del siglo XX y comienzos del XXI y que se amplía también a los servicios. Un historiador contemporáneo de la desocupación concluyó en forma categórica: Marx estaba en lo correcto. La desocupación es inevitable en el capitalismo, lo único que cabe es aliviarla (Garraty, 1977, pág. 110). 

En resumen, los llamados socialistas pre-marxistas, Engels y sobre todo Marx, asociaron desempleo, pobreza al sistema capitalista. Primero, por la apropiación y el robo de tierras a los campesinos que quedan 33 

Capítulo I: Teorías sobre el desempleo sin empleo. 

Segundo, debido a la tendencia a largo plazo a reemplazar trabajadores por maquinaria. 

Tercero, por los ciclos depresivos. La Gran Recesión iniciada en 2008 y que ha golpeado duramente al mundo más industrializado en su sistema financiero, comercial y productivo, ha vuelto a poner de actualidad los profundos análisis marxianos. Sus obras se reeditan, sus reflexiones son citadas. En encuestas públicas se le reconoce como uno de los más grandes pensadores de la humanidad. 

viii. Del valor trabajo a la teoría subjetiva Ya en los años treinta del siglo XIX aparecen en Gran Bretaña economistas que rechazan la hasta entonces predominante teoría del valor-trabajo sostenida por Smith y Ricardo. En palabras de Nassau Senior: 

“una teoría que erige el trabajo en fuente única de la riqueza es tan peligrosa como falsa, ya que ofrece un asidero a quienes sostienen que toda la propiedad pertenece a la clase obrera y que las clases dirigentes le roban una parte de ella” (Torres & Montero, 2005, pág. 7). 

Decenios más tarde William Jevons en Inglaterra, Carl Menger en Austria y León Walras en Suiza, fundan la teoría subjetiva del valor, naciendo de este modo la llamada escuela neoclásica, dentro de la cual predominan los defensores más dogmáticos del sistema capitalista. Este cambio de paradigma trae consecuencias para el análisis del mercado del trabajo y en particular en la forma en que se entiende el desempleo. En el nuevo planteamiento, la anterior centralidad del trabajo se desvanece, pasando a considerarse el mercado del trabajo como un mercado más que debe ser analizado separadamente, solo mediante el examen de las fuerzas de la oferta y la demanda, dejando de lado su relación con el conjunto de la economía. Es así como el funcionamiento de este mercado, en un ambiente de competencia tendría como consecuencia, de por sí un resultado de pleno empleo (Torres & Montero, 2005, pág. 8). La desocupación es reflejo de situaciones de desequilibrios en el mercado del trabajo, por lo que solo sería necesario identificar los factores que podrían estar causando este desajuste. 34 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Del trabajo realizado por Jevons en 18714 , se desprende el modelo de ocio-consumo que hasta nuestros días utiliza la ortodoxia para analizar los determinantes de la oferta de trabajo por parte de los obreros. Se supone que el trabajador calcula subjetivamente cuantas horas trabaja, comparando la utilidad del dinero que proporciona el salario, como recompensa al “dolor” del trabajo, contra la utilidad que entrega el tiempo dedicado al “ocio”. Se concluye de lo anterior que el trabajador desempleado es alguien que ha estimado libremente que el salario de mercado no compensa su sacrificio. Por el lado de la demanda de trabajo, ésta dependerá de forma directa de la productividad marginal del trabajo, es decir, cuán productivos son los trabajadores. Mayor productividad de los trabajadores, mayor interés por contratarlos por parte del capitalista. Una vez determinadas oferta y demanda de trabajo, habría un salario que haría coincidir ambas, impidiendo el desempleo involuntario. Este podría ser solamente transitorio ya que el mismo mercado corregiría el exceso o escasez de trabajadores. Por ejemplo, en caso que la oferta de brazos llegase a superar su demanda, habrá mano de obra no utilizada, los trabajadores que deseen laborar, aceptarían menores salarios hasta absorber esta fuerza de trabajo desempleada. Por el contrario, si hay mayor demanda por trabajadores que oferta, la escasez de mano de obra obligaría a los empresarios a aumentar el salario hasta igualar ambas. De esta manera, en el enfoque subjetivo, la libre fluctuación del salario garantiza el pleno empleo. Si para un trabajador el salario de mercado no es suficiente, su decisión de no trabajar sería “voluntaria”, los responsables, serían los mismos trabajadores que valoran subjetivamente más el ocio que el salario de mercado. En resumen esta teoría describe a la desocupación como un desacuerdo coyuntural entre oferta y demanda en un mercado específico, el mercado del trabajo. Se le llama también teoría neo-clásica del trabajo en cuanto recoge de los clásicos la idea de un mercado que permite resolver el problema del desempleo sin intervención del Estado. Sin 4 Planteado en su obra “The theory of polítical economy”. 35 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo embargo, a diferencia del mundo clásico, especialmente de Ricardo, se analiza separadamente este mercado del resto de la economía. Distinto al análisis de nuestros siguientes autores. II. Los desarrollos del siglo XX i. John Hobson: La reaparición y actualización del subconsumo A fines del siglo XIX la frecuencia e intensidad de las crisis cíclicas obligó a los economistas a centrar su atención en el paro forzoso, tema subestimado o ignorado en las décadas anteriores. Aparecieron artículos y libros. La Enciclopedia Británica incorporó entre sus nuevos conceptos el término Unemployment, en su edición de 1911. La corriente heterodoxa iniciada por los socialistas ricardianos y otros reformadores sociales resurgió a fines del siglo XIX. Uno de sus exponentes más destacados fue el británico John Hobson. Abordó diversas ramas de la economía y durante decenios se dedicó a rebatir el pensamiento ortodoxo dominante. Fue un crítico constante e incisivo de la teoría del salario basada en la productividad marginal. En su libro The Problem of the Unemployed (1896) sostuvo que la cesantía no era un expresión de ocio voluntario sino que un desperdicio social de fuerza de trabajo colectiva. La desocupación masiva era un resultado natural y necesario de la mala distribución del poder de compra de la población. 

Hobson renovó la escuela del sub-consumo que destaca la falta de poder de consumo de los trabajadores como causante de la depresión económica y el desempleo, aunque también admitía las crisis de sobreproducción. Proponía gravar con impuestos el ahorro excesivo de los ricos para destinarlo a finalidades sociales. Se manifestaba partidario de salarios más altos y la reducción de la jornada de trabajo (Garraty, 1977, pág. 127). Hobson también hizo su aporte a la teoría del imperialismo que Lenin reconoció como una de sus fuentes. Keynes lo valoró como uno de sus antecesores en el examen del papel del ahorro, la demanda y el consumo. Por sus críticas a los dogmas imperantes fue discriminado en 36 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo los círculos académicos, atacado por la prensa oficial, pero muy apreciado en los círculos progresistas y en el movimiento obrero. ii. La Gran Depresión y los neoclásicos de la época Entretanto los neoclásicos continuaban adhiriendo a nuevas versiones de la ley de Say o a los análisis marginalistas y subjetivistas del mercado del trabajo. A fines del siglo XIX ya no se podía ignorar los ciclos de auge y retroceso y las crisis consiguientes, pero se consideraban casos particulares, atribuibles a diversos factores económicos fortuitos, desajustes temporales de los mercados que éstos mismos se encargarían de corregir. Después de la Primera Guerra Mundial, las crisis periódicas continuaban haciendo estragos en numerosos países. En la década de los veinte en EE.UU. se vivía un ambiente de auge y euforia, cuando sorpresivamente la crisis y el pánico estallaron en 1929. La debacle de Wall Street fue el inicio de la Gran Depresión que se mantuvo a lo largo de los años treinta y que se propagó a la mayoría de los Estados en todos los continentes. El desempleo masivo y prolongado y el aumento de la miseria eran difíciles de explicar mediante las teorías liberales dominantes. Los economistas consagrados las utilizaron para criticar las medidas paliativas que muchos gobiernos se vieron obligados a adoptar para frenar el descontento social. Así el francés Roueff afirmó en 1931 que “el seguro de desempleo era la causa que provocaba la cesantía”. El austríaco von Mises aseguró que el mal era “resultante de los esfuerzos por mantener los salarios por encima del libre mercado”. El inglés Pigou sentenció en 1933 que “todos los que restringen la libre competencia –sindicatos, gobiernos, empleadores– e impiden que bajen los salarios, son culpables del desempleo” (Garraty, 1977, págs. 196-198). F. A. Hayek, decenios después de la Gran Depresión, reafirmaba que el desempleo se debía a “desviaciones de los precios y salarios de equilibrio que serían establecidos por ellos mismos con libre mercado y una moneda estable” (Von Hayek, 1975), a pesar de que nunca seríamos capaces de conocer la medida de esta desviación. En cuanto a la llamada “objeción inflacionaria”, argumentaba que si un gobierno 37 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo se proponía una política monetaria de pleno empleo, los sindicatos no tendrían razón para criticar el desempleo que “causarían” debido a los aumentos salariales. En este caso, cualquier aumento de salarios que supere la productividad, debería hacer aumentar la demanda efectiva. La masa monetaria adicional para solventar este aumento en la demanda causaría un continuo aumento del nivel de precios. Y el cambio en los precios creado por la mayor demanda, determinaría que estos sectores productivos dependieran de una creciente inflación, a riesgo de quebrar si la inflación detuviera su curso. iii. Keynes: La crítica a los neoclásicos Desde la Universidad de Cambridge, surgió una nueva corriente de pensamiento, crítica de las doctrinas y las políticas dominantes. John Maynard Keynes fue la figura descollante, pero pronto se le unieron un grupo de discípulos destacados (Joan Robinson, Nicholas Kaldor, Harrod, Meade, etc.). La obra cumbre de esta nueva escuela publicada en medio de la Gran Depresión se tituló significativamente, Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero. Keynes en 1919 ya había advertido el efecto negativo para la producción y el empleo en Alemania por las exorbitantes reparaciones de guerra que exigían los vencedores de la Primera Guerra Mundial. Su conjetura se cumplió. En 1933, entre otras causas, el descontento de la población empobrecida y sin trabajo, llevó a Hitler al poder. Su política industrial de rearme y la construcción de modernas infraestructuras le permitieron superar en pocos años la grave desocupación del país. 

En el otro extremo político, la joven Unión Soviética, gracias al restablecimiento de la paz interior, la recuperación de la producción agropecuaria y el comienzo de la industrialización planificada, había acabado con el gigantesco desempleo, la anarquía y el hambre, herencias de las guerras zaristas y la invasión de las grandes potencias. En los años veinte, Keynes criticó a los gobiernos conservadores por abordar las recesiones mediante recortes en los gastos públicos. Al suprimir empleos y reducir salarios, disminuían aún más la alicaída de- 38 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo manda por lo cual las empresas se veían forzadas a despedir más trabajadores; Keynes por el contrario recomendaba planes de obras públicas para generar puestos de trabajo. En su Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero argumentó que, si bien los mercados tendían al equilibrio entre la oferta y la demanda globales, éste podría quedar establecido a un nivel inferior a la plena ocupación de todos los recursos, incluida la fuerza de trabajo. Consideró la rebaja de salarios como contraproducente y agravatoria de la cesantía. El modelo keynesiano gradualmente conquistó la aprobación del mundo académico. Fue la pieza central de la nueva rama de la macroeconomía, que incorporó nuevos conceptos y métodos estadísticos como el cálculo del Producto Interno Bruto, las mediciones del consumo, del ahorro y la inversión, de la desocupación y el sistema de cuentas nacionales. En el enfoque keynesiano, la estimación del PIB parte de la demanda agregada. La demanda agregada, es la suma de la demanda por bienes y servicios y determina la producción de las empresas en respuesta a ella. A su vez esta demanda agregada y la producción que la satisface, genera el volumen de empleo contratado. De esta manera, a diferencia del pensamiento neo-clásico, en Keynes, el desempleo y el mercado del trabajo no pueden ser aislados del resto de la economía nacional. La teoría keynesiana después de la Segunda Guerra Mundial se convirtió en doctrina incontrarrestable de la gran mayoría de los Estados. Los gobiernos norteamericanos demócratas de Roosevelt, Truman, Kennedy y Johnson, los socialistas o socialdemócratas europeos y algunos conservadores adoptaron sus tesis en sus programas. Nixon llegó a admitir que “hoy todos somos keynesianos”. Se legitimó la intervención del gobierno en la economía con el fin de detener las recesiones de la producción y el empleo, particularmente a través del gasto y la inversión pública, aunque fueran financiadas con empréstitos. Se aceptó el déficit fiscal, como recurso transitorio, así como la utilización de políticas monetarias y crediticias expansivas y algunas formas de proteccionismo. La “ocupación plena” llegó a ser uno de los objetivos oficiales de la política económica en EE.UU., Gran Bretaña y estados europeos. 39 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo Según Keynes el equilibrio fiscal debía entenderse a plazo medio y no necesariamente en períodos anuales. El mayor gasto público podía destinarse a obras públicas o a compensaciones sociales como el seguro de desempleo o los subsidios para la salud o la educación. De cualquier modo ayudarían a reducir la cesantía, recuperar la demanda global efectiva y aumentar la producción. Keynes era reacio a reducir los salarios nominales, no por afinidad política con los asalariados, sino porque prefería mantener a raya los ingresos reales, mediante una inflación moderada. En sus reflexiones de largo plazo condicionó el futuro del régimen capitalista, a que se efectuaran reformas estructurales y regulaciones estatales para evitar las crisis periódicas. Formuló duras críticas al capital financiero y a sus tendencias especulativas. Sugirió la “eutanasia del rentista” y alguna forma de coordinación tanto de la inversión pública como la privada, estimando que era un asunto clave en la creación de fuentes de trabajo y en el funcionamiento estable del capitalismo, del cual, de todos modos, era su defensor. iv. Kalecki: la dimensión política del desempleo Lejos de Cambridge y de manera independiente, en Polonia, Michal Kalecki, inspirado en los esquemas de Marx y Rosa Luxemburgo, elaboraba los conceptos y análisis claves, similares a los que constituyeron el modelo keynesiano. Los publicó tres años antes que el economista británico. 

De esta manera, Kalecki se consagró como uno de los fundadores de la macroeconomía. El conjunto de su obra es particularmente importante para entender el ciclo económico y su relación con el cuadro político, el impacto de los mercados imperfectos, los monopolios y la distribución de los ingresos en el conjunto de la economía. Hizo aportes teóricos para mejorar el funcionamiento de las economías socialistas y acelerar el crecimiento de los países en desarrollo. Al igual que Keynes, destacó la importancia de la demanda agregada en el análisis de los ciclos, en las causas del desempleo y de las depresiones en una economía capitalista. Para Kalecki, los modelos neoclásicos eran incapaces de explicar estos problemas. Así por ejemplo, 40 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo considerar como mecanismo de ajuste la disminución de los salarios, trae aparejado inevitablemente una baja del poder de consumo de los trabajadores, lo que conduce a una caída en la demanda efectiva. Una reducción de los salarios generaría, según Kalecki, dos principales consecuencias: por un lado, un aumento en la rentabilidad que perciben los capitalistas (pues la mano de obra es un costo de la producción), y por otro, un aumento en los inventarios generado por productos no vendidos ante la disminución de la demanda provocada por la baja de salarios. La situación de exceso de inventario llevaría a una disminución general en los precios para que los bienes pudieran venderse, cayendo de esta manera los beneficios que se ganaron con la reducción de los salarios, haciendo resurgir una situación de depresión y elevado desempleo, con capacidad instalada inutilizada. En una recesión, los capitalistas acumularían más riqueza debido a las reducciones salariales, pero estos beneficios adicionales se mantendrían solo como un aumento en los saldos bancarios, no aplicándose inmediatamente a la inversión privada y manteniendo el consumo deprimido. La solución sería aumentar la inversión pública. Haciendo un balance de las políticas en Occidente durante la Depresión, Kalecki observó que solo el gasto en armamentos había sido aceptado por las clases gobernantes para superar la desocupación. En cambio, la inversión pública o los subsidios al consumo eran resistidos. Advirtió que “el “bloque de las grandes empresas y los rentistas” aceptaban el gasto público como medida transitoria, pero en ningún caso para mantener la ocupación plena de forma permanente. En su artículo “Aspectos Políticos del Pleno Empleo” (1943), Kalecki responde a los críticos que sostenían que el pleno empleo conducía necesariamente a la inflación: “si la intervención gubernamental trata de lograr el pleno empleo pero no llega a aumentar la demanda efectiva más allá de la marca del pleno empleo, no hay por qué temer la inflación”. La razón de la oposición de los líderes patronales y sus asesores económicos al pleno empleo, vendría dado por tres factores: i) resistencia a la interferencia gubernamental, por temor a que ella se extienda a otras esferas que limiten el poder del capital; ii) resistencia a la dirección del gasto gubernamental, destinado a objetivos que compitan con 41 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo la empresa privada; y iii) resistencia a los cambios sociales y políticos resultantes del mantenimiento del pleno empleo, pues el “despido “dejaría de desempeñar su papel esencial como medida disciplinaria. Los dirigentes empresariales aprecian más la disciplina “en las fábricas” y la “estabilidad política” que los beneficios. Su instinto de clase les dice que el pleno empleo duradero es poco conveniente desde su punto de vista y que el desempleo forma parte integral del sistema capitalista “normal”. Por lo tanto la disyuntiva era: “Si el capitalismo puede ajustarse al pleno empleo, habrá incorporado una reforma fundamental. De lo contrario demostrará que es un sistema obsoleto que debe ser abandonado” (Kalecki, 1943). v. La Curva de Phillips: ¿Inflación y/o desempleo? Cuando el neozelandés A. W Philips publicó en 1958 su famoso estudio estadístico, probablemente no sospechó el revuelo que provocaría en las dos décadas siguientes. Se trataba de una comparación entre salarios y desocupación en el Reino Unido para el período 1861-1917. Philips relacionó dos variables: la tasa de desocupados y la tasa de variación de los salarios nominales, es decir de los salarios sin corregir por la inflación. Encontró una relación inversa entre ellos; o sea a tasas crecientes de desempleo correspondían incrementos inferiores de salarios; y viceversa, menores coeficientes de desocupación venían aparejados con tasas de salarios más altas. Simplificando: 

A mayor desempleo, menor salario y a menor desempleo, mayor salario. Esto habría llenado de satisfacción a los sindicalistas pues correspondía plenamente a su experiencia en carne propia. Marx habría dicho que Phillips le daba la razón: el desempleo era una forma de presionar a los trabajadores para mantener salarios paupérrimos. 42 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo gráfi co I.II.1 Gráfi co original usado por A.W. Phillips en 1958. fuente: Phillips (1958). Nota: Los datos utilizados van de 1913 a 1948. Las relaciones estadísticas de Phillips no agradaron a los neoclásicos. Era una herejía, puesto que contradecía su arraigada afi rmación de que la magnitud de la desocupación dependía exclusivamente del nivel de los salarios en el sentido que la imposición de salarios altos y rígidos 43 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo a la baja, era causal de desempleo pues impedían el ajuste entre oferta y demanda por trabajo. Algunos se lanzaron al asalto contra su autor, otros prefirieron presentar distintas variantes (Blaug, 1997, pág. 676). La tasa de variación de los salarios monetarios fue remplazada por la tasa de inflación, como si ambas fueran la misma cosa. Este remplazo servía también a quienes culpaban al aumento de los salarios nominales de ser el causante de la inflación. Se pasó así a buscar una relación entre el desempleo y la inflación, remplazo que el autor aceptó, pero que otros economistas rechazaron. La curva original de Phillips se transformó en una relación de incompatibilidad entre inflación y desempleo, o entre estabilidad de precios y ocupación plena. Relación muy útil para notificar a los sindicatos que no tenían otra alternativa que escoger entre dos males. La relación entre desempleo e inflación desató una intensa controversia. En los países anglosajones los neoclásicos pasaron a la ofensiva. Declararon que la inflación tenía prioridad sobre el desempleo como problema económico y político. A mediados de los setenta numerosos ministros de hacienda, adoptaron la nueva Curva de Phillips para justificar políticas anti-inflacionistas, denominadas de austeridad o de ajuste, fundadas en la promoción consciente de un mayor grado de desempleo. Los neoclásicos más extremistas que se encontraban arrinconados, después de medio siglo se tomaban la revancha. Siempre criticaron a Keynes sosteniendo que su propuesta de mantener el pleno empleo conducía infaliblemente a la inflación. Los keynesianos contestaron que las estadísticas de ninguna manera confirmaban la existencia de una relación estable o permanente entre ambas variables. Fue lo que argumentaban A. Rees y M. Hamilton (1967), R. Gordon (1969) y los estudios publicados por la revista del National Economic Institute de Gran Bretaña. Por su parte los economistas de la OCDE de esos años tampoco aceptaron las primeras conclusiones de los anti-keynesianos. Sobre la base de estadísticas de siete países altamente industrializados sostuvieron que la suma cero de la variación de los índices de costo de vida y desempleo no se comportaba de acuerdo con la versión modificada de la Curva de Phillips. Según ésta, si el primer índice sube el otro baja: la suma debería ser aproximadamente constante. Las cifras mostraban que en lugar de tal constancia 44 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo había una tendencia al crecimiento de ambas variables (OCDE, 1981). Los economistas de la OCDE estaban apuntando a un nuevo problema: la estanflación. El aumento simultáneo de inflación y desempleo que apareció en diversos países en los setenta fue considerado como un fenómeno nuevo, extraño, inexplicable según las teorías keynesianas. El modelo macroeconómico de Keynes sufrió duras críticas. La Curva de Phillips se mostró bastante errática en las mediciones estadísticas. En el mejor de los casos podría decirse que en el corto plazo sí hay una relación, no así en el mediano y largo plazo. A la larga influyen otros factores que pueden desplazarla hacia la derecha. 

vi. Friedman: 

El triunfo de los neoliberales El fenómeno inflacionista que afectó a las principales potencias industriales desde la segunda mitad de los sesenta hasta mediados de los ochenta tenía otras causas, entre ellas el alza de los combustibles, y en EE.UU. los aumentos en los gastos militares causados por la guerra de Vietnam, los déficits gubernamentales y la devaluación del dólar. De todos modos las recetas keynesianas fueron consideradas inflacionistas. Los neoliberales contemporáneos terminaron recomendando medidas pro-cíclicas que aumentaban la desocupación. Tal fue el punto de vista de Milton Friedman. El jefe de la Escuela de Chicago puso en circulación el concepto de la tasa “natural” de desempleo. La definió como aquella en la que las expectativas inflacionarias que se forjan los empresarios se cumplen en la realidad. En cambio, cuando son mayores que lo que finalmente resulta, el desempleo será menor porque los empresarios creerán que hay oportunidad para vender y producir más productos, pero habrá presiones inflacionarias reales pues la mano de obra se hará escasa y aumentaran salarios y precios. Si el ritmo de la inflación se mantiene estable, el paro dejará de aumentar. Uno de los primeros estudios de Friedman que lo destacaron entre sus colegas fue un análisis de la actuación de la Reserva Federal durante la Depresión. Concluyó que su política restrictiva había sido una causa de la larga depresión y el elevado paro forzoso. Sentó la tesis 45 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo que la política monetaria y crediticia mediante la regulación del dinero y de la tasa de interés era más eficaz y debía sustituir al gasto fiscal para abordar las recesiones y la desocupación. De allí nació la corriente monetarista, surgió la “independencia” del Banco Central del gobierno de turno para atender su principal o único objetivo, mantener la estabilidad de los precios. 

Enemigo del gasto público y la intervención gubernamental y crítico de los sindicatos, Friedman se convirtió en el principal vocero del neoliberalismo. Fue postulado y obtuvo el Nobel de Economía, aunque recibió fuertes críticas por elogiar a Pinochet que se declaró su discípulo. Auspiciado por poderosas corporaciones transnacionales pasó a ser estrella de la televisión y best-seller, especialmente con su publicitado libro La Libertad de Elegir. La libertad de Friedman era, en esencia el poder del capital, sin restricciones gubernamentales o legales. Lograr la estabilidad en los precios sería solo posible permitiendo un cierto y significativo número de cesantes. Era indispensable que los empresarios tuvieran plenas facultades para despedir a sus empleados. La “movilidad”, la “flexibilidad” salarial pasaron a formar parte de las consignas de asesores económicos, políticos y gobernantes de diferentes tendencias, que repudiando a Keynes se convirtieron a la nueva ortodoxia. 

vii. La tasa natural de desempleo La tasa natural de desempleo (TND)5 fue definida como aquélla que no acelera el ritmo de la inflación. Numerosos estudios han tratado de medirla estadísticamente, pero no ha habido acuerdo en la metodología. Para un mismo país se dan cifras diferentes. Por ejemplo, en Gran Bretaña se dan resultado que varían entre 4% y 7% de la población activa; para otros, entre 5% y 7%. En todo caso cada experto utiliza sus propios métodos para establecer la tasa mínima aceptable. Si en la práctica la tasa de desocupación es inferior a la TND se proponen medidas de ajuste ant-inflacionario, aunque se sabe que la desocupación aumentará. Solo si ésta supera a la TND, entonces se buscarán paliativos al desempleo. 5 NAIRU según sus siglas en inglés (Non-Accelarating Inflation Rate of Unemployment). 46 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Diversos economistas han criticado la TND, basándose en que podría pretender justificar la imposibilidad del pleno empleo. Entre quienes la aceptan, se sostiene que la tasa natural de desempleo no es invariable en el tiempo y se pueden implementar políticas económicas estructurales para disminuirla. Otra crítica mayor apunta a la inexistencia de la TND. Estudios desarrollados por Eisner (1995) indican que no existe evidencia que apoye la idea de una tasa natural de desempleo. Karanassou (2003) concluye en su estudio sobre Europa, que “la TND debe ser removida del kit de herramientas de los hacedores de política monetaria. Nuestras investigaciones empíricas indican que no existe la TND (...) el desafío de la política monetaria no es mantener el desempleo cercano a la TND a tasas de inflación moderadas, sino el mantener la inflación bajo control en un mundo en que la política monetaria tiene repercusiones de larga duración en la actividad macroeconómica real”. Por otro lado, el enfoque de la TND omite las causas estructurales de la inflación. En los países pobres, es consecuencia del mayor costo de importar, asociado al alza del precio de la divisas, provocada por el déficit crónico de divisas, debido a la vulnerabilidad de las exportaciones que dependen de pocas materias primas, o aquella causada por su dependencia financiera y tecnológica. Tampoco se considera que la inflación resulte de la concentración económica, por ejemplo, del poder de monopolio de las grandes empresas para aumentar precios básicos. También de la incapacidad para responder a la demanda con más capacidad productiva, debido al agotamiento de los recursos naturales, la concentración de las tierras improductivas por las oligarquías agrarias, etc. viii. La síntesis neoclásica y sus variantes “La síntesis neoclásica” había nacido en los años 50, corriente que fue descalificada como “keynesianismo bastardo” por los seguidores ortodoxos de Keynes. A éstos se les denominó postkeynesianos (Joan Robinson, Kaldor, Klein, Davidson y entre los posteriores, Okun, Tobin, Minsky) mientras los partidarios de la síntesis fueron denominados 47 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo neokeynesianos. Economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) se propusieron reformular la teoría de Keynes, incorporando a sus modelos una base microeconómica, rama de la teoría económica desarrollada por la escuela neoclásica del valor subjetivo. Algunos de sus primeros exponentes fueron John Hicks en Inglaterra y Paul Samuelson, Modigliani y Solow en EE.UU. La síntesis neoclásica sobre el desempleo abandona ciertas premisas de la tradición keynesiana, según las cuales las variables nominales como el nivel de precios, los salarios, la masa de dinero, no tenían efectos en los determinantes del desempleo. La causa del desempleo tiende a centrarse en las rigideces de los salarios reales y en el desajuste entre oferta y demanda, fallas del mercado que según los postkeynesianos deben ser afrontadas mediante la acción del Estado. En cambio los neokeynesianos buscan una explicación de porqué los salarios no caen hasta igualar la oferta con la demanda por empleo. En particular, Solow (1980) propone los “salarios de eficiencia”, salarios imposibles de reducir pues existe necesidad de motivar a los obreros para que sean eficientes. Esta teoría se basa en que a mayor salario, los trabajadores se verán más comprometidos con su trabajo –o más temerosos de perderlo–, lo que los hará aumentar su esfuerzo y ser más productivos. Basado en lo anterior, Shapiro y Stiglitz (1984) exploran un concepto de desempleo “de equilibrio” como un dispositivo que disciplina a los trabajadores. Según este planteamiento los empleados deciden cuánto esfuerzo aportar dependiendo de la probabilidad que tengan de ser sorprendidos “holgazaneando”. Una última visión de los partidarios de la síntesis keynesiananeoclásica es la desarrollada por Diamond, Mortensen y Pissarides, Premios Nobel de Economía 2010 por sus estudios enfocados en el mercado laboral, particularmente en modelos de desempleo en mercados de búsqueda con fricciones, es decir, falta de información laboral. Los modelos matemáticos para analizar los mercados de búsqueda (donde la oferta y la demanda no se encuentran inmediatamente) aparecen en 1971 cuando Diamond estudia la formación de precios y el rol de las fricciones. Los tres galardonados aplican esta construcción teórica para analizar el mercado del trabajo, donde el foco se centra en la creación,... 

 48 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,...  y destrucción de empleos y la rapidez con que estos procesos se llevan a cabo. Estudian las “fricciones” institucionales y otras, lo que es una parte menor del desempleo macroeconómico cíclico. Los teóricos de los flujos de empleo se centran en la ineficiencia causada por la poca flexibilidad del mercado laboral. De esta forma, se aboga por el aumento en las tasas de rotación de empleo, mayores índices de creación y destrucción de empleo que den dinamismo al mercado del trabajo. Esto aumentaría los niveles de productividad, pues la capacidad de destruir puestos de trabajo facilita el proceso de destrucción creadora, permitiendo a su vez una mayor creación de puestos de trabajo de mayor productividad, tanto entre diferentes sectores económicos como entre empresas con distintos niveles de productividad. Uno de los aspectos novedosos del estudio del empleo y el desempleo desde esta perspectiva, es que las cifras agregadas de empleo impiden un acercamiento más detallado a la complejidad que implican los movimientos dentro de la fuerza de trabajo. Es así como la mantención de un mismo nivel de desocupación de un mes a otro puede esconder una intensa rotación de puestos de trabajo, que implican consecuencias tanto para la marcha de la economía como para el bienestar de los trabajadores. Los neo-keynesianos sostienen que el mercado no puede regular por sí solo la economía para lograr mayores niveles estables de crecimiento y equidad, hecho demostrado en las sucesivas crisis que el sistema ha debido afrontar. No obstante su diferencia con el neoliberalismo puro, su crítica deja intactas las formas de producción y distribución capitalistas. No hay una refutación sistemática al neoliberalismo, legitimando en cierta forma sus bases fundamentales. Como aseveró John K. Galbraith “la economía neoclásica o neokeynesiana tiene una falla decisiva (...). No presenta soluciones útiles a los problemas económicos que confronta la sociedad moderna” (Galbraith, 1973). Surgen a su vez, posiciones más críticas, algunas desde sectores del mismo neokeynesianismo, que abogan por reformas para regular el sistema económico capitalista. 49 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo 

ix. Teorías sobre el empleo en los países subdesarrollados a. La primera generación Al término de la Segunda Guerra Mundial surge la preocupación teórica y práctica por el vasto mundo de los países atrasados, muchos de los cuales acababan de conseguir su independencia estatal. Toman cuerpo las teorías sobre los factores determinantes del (sub) desarrollo económico que afectan el desempleo y los bajos salarios. La Secretaría General de las Naciones Unidas con su departamento de estudios económicos, además de la OIT, FMI, Banco Mundial, las secretarías regionales (América Latina, Europa, Asia, África) y otros organismos internacionales contribuyen a la formación de economistas y estudios especializados en el subdesarrollo y su relación con la desocupación. Entre los primeros estudiosos cabe mencionar a Ragnar Nurkse con su obra “Problemas de la Formación de Capital en los Países Subdesarrollados”; H.W. Singer por su ensayo The Distribution of Gains between Borrowing and Investing Countries; G. Myrdal por Economic Theory and Undeveloped Regions; y W. A Lewis por Economic Development with Unlimited Supplies of Labor. Estas obras escritas en la década del cincuenta expresaron un genuino interés por explicar aspectos comunes al mundo retrasado y diseñar políticas para sacarlos del atraso. Singer reveló las contradicciones entre la inversión extranjera directa y el desarrollo de los países pobres. Nurkse introdujo el concepto de “desempleo disfrazado” para referirse a la condición de grandes masas de trabajadores en las zonas agrarias. Lewis estudió los efectos de esta masa de campesinos sobrantes para explicar los bajos salarios a pesar de la industrialización; Rosentein-Rodan abordó las dificultades objetivas y los métodos para la industrialización. Myrdal puso de relieve mostró los obstáculos sociales y políticos estructurales que condicionaban el atraso, definiendo los círculos viciosos de la pobreza. b. Prebisch y el desarrollo “hacia adentro” De los economistas nombrados, sólo Singer abordó las relaciones desiguales entre las economías de los países desarrollados y los atra- 50 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo sados, al punto que sus teorías fueron consideradas como similares a las propuestas por Raúl Prebish, por la misma época. Prebisch, quien puede ser considerado como uno de los más destacados economistas del Tercer Mundo, en su clásico Estudio Económico de América Latina de 1949, junto a sus primeros colaboradores (C. Furtado. J. Noyola y R. Botti) expusieron sus tesis originales: Las relaciones desiguales entre el centro y la periferia, la tendencia al deterioro de los términos de intercambio en desmedro de la periferia, sus consecuencias sobre el atraso. El economista argentino criticó la inconsistencia de la teoría ortodoxa dominante de las ventajas comparativas, según la cual las naciones de la periferia debían limitarse a la producción de materias primas de exportación. Sostuvo que aquello provocaba recurrentemente “una relativa abundancia de mano de obra descalificada en las actividades primarias que tiende a perpetuar los bajos salarios e impedía así a la periferia compartir con los centros industriales el fruto del progreso técnico logrado por éstos” (CEPAL, 1969, pág. 51). En el sobrante de población, en la desocupación latente y en su efecto a la baja de los salarios y de los precios de los productos primarios, veía Prebisch una de las principales causas de la tendencia al retraso de los precios relativos de las materias primas en comparación con los artículos manufacturados. A la vez, consideró la tendencia a la disminución de la demanda de productos primarios en los centros industrializados, sea por la competencia de nuevos productos sintéticos o por el proteccionismo a la producción propia. 

La conclusión era un fuerte alegato en favor de la industrialización y del crecimiento del mercado interno a través de activas políticas estatales que permitieran sacar a la periferia de su especialización internacional en la exportación de materias primas. Además para mejorar los ingresos de los trabajadores y disminuir el desempleo, proponía la redistribución de las tierras a favor de los campesinos desposeídos. Prebisch esperaba por esta vía eliminar el sobrante de población trabajadora en las zonas rurales. Se trataba de una estrategia de desarrollo para estos países, distinta de la recomendada por los gobiernos de las grandes potencias que propiciaban el desarrollo hacia “afuera”, basado en exportaciones de materias primas. 51 Capítulo I: Teorías sobre el desempleo c. La corriente radical Por otra parte, Paul Baran, uno de los fundadores junto con Paul Sweezy, de la Escuela de la Monthly Review de EE.UU. sostenía que en los países pobres había fuentes de financiamiento interno para su desarrollo. Mediante su teoría del “excedente” (una variante de la plusvalía marxista) acumulado y despilfarrado por las elites dominantes, Baran puso de relieve las posibilidades ocultas de acumulación de capital en los países dependientes, negando la supuesta necesidad absoluta del capital extranjero para superar el subdesarrollo. En su argumentación destacó el alto crecimiento de la economía soviética entre los años treinta y sesenta y los rápidos avances de la China maoísta en el primer decenio desde su revolución. Baran reconoció la existencia del desempleo “estructural” o “disfrazado”, para referirse a la situación en la agricultura de los países atrasados. Analizó también la desocupación en las ciudades, a la que consideró como un fenómeno distinto de los “desempleados keynesianos”, es decir, de los obreros despedidos en las crisis cíclicas. Se trata, escribió, de “gente que ha llegado a las ciudades en busca de trabajo y, al no encontrarlo, se ha quedado en ellas como desempleados disfrazados que vegetan al margen de la sociedad y sobreviven gracias a algunos ingresos ocasionales” (Baran, 1959, pág. 219). La década de los sesenta, marcada por la emergencia de la revolución cubana y el derrumbe del colonialismo en África y Asia, estimuló un auge del pensamiento y las soluciones radicales en el Tercer Mundo, entrelazadas con la búsqueda de nuevos modelos de socialismo. Aparecieron nuevos autores inspirados en Marx, Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Bujarin, o el sistema yugoeslavo. En América Latina, la difusión de los estudios económicos y sociales animó el debate público sobre distintas vías del desarrollo, capitalista, no capitalista, socialista, etc. En este ambiente surgió la Teoría de la Dependencia, de la cual Baran había sido un precursor. Sus diversos contribuyentes retomaron explícitamente la temática del imperialismo, pero su novedad radicaba en que lo analizaban en una época de mayor industrialización a través de la instalación de las empresas multinacionales en países de menor 52 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo desarrollo. Los autores de la dependencia, en general eran críticos del modelo cepalino de Prebisch y de sus seguidores de la escuela estructuralista,en cuanto señalaban que la industrialización estaba creando nuevas formas de dependencia hacia el capital extranjero que bloqueaban el desarrollo de la periferia. Entre estas formas se cuenta la importación de insumos industriales, el pago de onerosas patentes por tecnología estadounidense, tasas de interés exageradas sobre los créditos internacionales, préstamos amarrados a la compra de tecnología inadecuada y lo que es más grave, dependencia intelectual, militar y política. Expresaban desconfianza en “la burguesía latinoamericana”, más proclive a aliarse con el capital extranjero que a defender un proyecto nacionalista, de que fuera capaz de promover la industrialización, incluso con apoyo del Estado. Veían en esta clase una fuerte tendencia al consumo suntuario y a las ganancias a corto plazo. Pronto quedó de manifiesto la existencia de diversas variantes dentro de la teoría de la dependencia, entre cuyos autores se destacan Theotonio dos Santos, Ruy Mauro Marini, y Enzo Faletto. Algunos autores, como Gunder Frank pronosticaban que el subdesarrollo sería cada vez mayor. Otros, como Henrique Cardoso, estimaban que la dependencia generaría cierto tipo de crecimiento capitalista en la medida que el capital extranjero instalado desarrolle las manufacturas y el Estado juegue algún rol regulador y promotor de la inversión en infraestructura. De todas formas, la escuela de la dependencia sostiene que el grueso de las ganancias de la exportación son remitidas al exterior por el capital extranjero, a lo cual se añade la sangría de divisas que implica la dependencia de insumos importados. Respecto a la parte del excedente que se retiene en el país, se usa en exceso para sostener el consumo de lujo de una burguesía rentista y para financiar el pesado aparato represivo del Estado. Esta utilización improductiva del excedente creado en el sector moderno de la economía, determina la incapacidad de la producción para crecer al ritmo de la población y disminuir el desempleo creado en el sector tradicional de la economía, por la propia implantación capitalista en la agricultura, la tasa de crecimiento demográfico y el agotamiento de los recursos naturales. 53 

Capítulo I: Teorías sobre el desempleo 

d. Los neoliberales sobre el subdesarrollo 

A partir de los sesenta diversos economistas neoliberales consideraron que las nuevas experiencias de crecimiento encarnadas en los enclaves de Hong Kong y Singapur, y, con reservas, en las de Taiwán y Corea del Sur les proporcionaban material para promover sus postulados. De acuerdo a ellos, los países pobres podían superar sus niveles de desarrollo en pocos años con ayuda del libre mercado y la inversión extranjera. Sin embargo, la discusión continúa pues el modelo de desarrollo de estos países parece haber seguido más las recomendaciones de los estructuralistas latinoamericanos que las de los partidarios del libre mercado. En efecto, el Estado tuvo una fuerte intervención protegiendo durante los primeros años de la competencia externa a la naciente industria manufacturera y otorgándole cuantiosos créditos en base a una planificación dirigida, de una importante reforma agraria que atacó la distribución feudal de la tierra. Crecimiento rápido basado en las exportaciones, rol principal del capital extranjero, mercado del trabajo sin regulaciones, mínima intervención del estado (al menos en algunos casos) y una firme vocación pro capitalista. Friedman elogió a Hong Kong, como la economía ideal, por carecer de un Estado, aunque todavía era una colonia del Reino Unido. Se enfatizaba el libre comercio exterior y el rol de las exportaciones que se contraponía a la sustitución de importaciones, atribuido como parte principal del modelo de la CEPAL. En cuanto al desempleo, el aumento rápido constante de la producción podía reducirlo a un mínimo aunque las crisis y recesiones internacionales volvían a aumentarlo. Ya no rechazaban la industrialización, impulsada por la burguesía gobernante a través del estado, como en los casos Taiwán y Corea del Sur, siempre que formara parte de la cadena creado por las transnacionales en sus fases de utilización masiva de trabajadores sin calificación y con bajos salarios. Por otra parte, Paul Streeten, destacado exponente del Banco Mundial en los años ochenta, se concentró en las áreas más pobres de Asia y África. Sostuvo que la desocupación era un concepto occidental que presupone un mercado de trabajadores asalariados. Ciertamente en los países más atrasados este sector era secundario o irrelevante. Sería,...

  54 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,... una ilusión que estos trabajadores minoritarios y sus sindicatos reclamaran el derecho al trabajo como en Occidente, pues “para un largo período no hay perspectivas de lograr el pleno empleo en la mayoría de los países en desarrollo” (Streeten, 1981, pág. 372). 

El autor condenó “la antigua falacia de que la industrialización es el remedio para el subdesarrollo” (Streeten, 1981, pág. 120). Si bien aquélla crea más oportunidades de empleo, no reduce la cesantía, por el contrario, la fomenta. Ella estimula la presión migratoria a las ciudades y la formación de las poblaciones marginales. En todo caso, la cesantía que se forma en las ciudades de las áreas subdesarrolladas, se debería a “las excesivas aspiraciones de los que no aceptan los sucios trabajos manuales” (Streeten, 1981, pág. 327). Se apoya en el hecho que en África quienes acceden a la educación primaria rechazan permanecer en el campo y prefieren ocupaciones transitorias o permanecer desempleados en las ciudades. Streeten establece una drástica diferencia entre desempleo y pobreza. El primero es irrelevante. La segunda es la que interesa resolver. La pobreza no proviene de la desocupación, sino del trabajo improductivo y no remunerativo en el que están entrampados tanto los pobres de la ciudad como los campesinos, incluidas las mujeres. En definitiva hay que atender las necesidades básicas de los pobres, entre ellas, la educación y la salud y proporcionarles herramientas y materias primas para que produzcan con mayor rendimiento. Se trataba de formar pequeños empresarios en gran escala como una vía para absorber el desempleo. De aquí nacieron las propuestas del microcrédito para mujeres campesinas, iniciadas por Muhammad Yunus y su Banco Grameen, en Bangladesh y extendida a otros países, experiencia que después de unos años aparentemente exitosos, ha sido objeto de fuertes críticas en razón de sus pobres resultados (Chang, 2011). Detrás de esos enfoques se ha tendido a subestimar el número y la pobreza de los asalariados en el mundo en desarrollo, ante los cambios que ha introducido la globalización. En realidad, en numerosos países de América Latina, Asia y Medio Oriente, la proporción de los asalariados ha crecido desde uno hasta dos tercios de la población activa. La evolución capitalista de los países más atrasados, haría imposible transformar a todos los pobres, o a una mayoría, en pequeños empresarios 55 

Capítulo I: Teorías sobre el desempleo eficientes, sin contratar cada vez un mayor número de asalariados. Y, a partir de allí, la misma competencia conduciría a la concentración del capital, la formación de corporaciones transnacionales y la constitución de grandes conglomerados de obreros y empleados, subordinados a ellas. Es, por lo demás lo que ha sucedido con los nuevos industrializados de Asia, América Latina y el Medio Oriente. Esto ha dado origen precisamente al mismo tipo de desempleo de Occidente, sin ver que era propio del desarrollo capitalista.,.../////.......



CAPÍTULO II: 

EN EL CAPITALISMO MADURO 

“También creo que el capitalismo o el sistema de libre empresa, que es como deberíamos decir, demostrará ser incapaz de contener el desempleo el cual se hará más y más crónico por causa del progreso tecnológico e incapaz de asegurar un equilibrio sano entre la producción y el poder adquisitivo de la gente“. Albert Einstein, 1948. I. ¿Cuánto desempleo es peligroso? i. Antecedentes históricos El decenio de los treinta del siglo pasado pasó a la historia como uno de los más turbulentos y conflictivos de Occidente. La economía capitalista cayó en una profunda y violenta crisis, uno de cuyos efectos principales fue el desempleo en masa. Así en Alemania, en vísperas del nazismo, un trabajador de cada tres estaba cesante. En los EE.UU. en el momento álgido, la cuarta parte de toda la fuerza de trabajo carecía de empleo. Hasta en los países más ricos se hizo presente la miseria y el hambre. Todavía en 1939 al momento de estallar la guerra mundial, los desocupados sumaban decenas de millones en toda Europa y Norteamérica. La depresión económica y el paro forzoso masivo derivaron a menudo, en crisis políticas. En Alemania cayó la República de Weimar, Hitler llegó al poder prometiendo dar trabajo, lo que consiguió transformando toda la economía en una máquina de guerra, bajo férrea dirección del Estado. En varios países europeos se instalaron regímenes dictatoriales. En Francia y España se establecieron los gobiernos de Frentes Populares con programas reformistas, pero en España se desató la guerra civil. En los EE.UU., Roosevelt implantó el New Deal, en el cual recogió algunas de las reivindicaciones más sentidas de los 58 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo desempleados y los nuevos planteamientos keynesianos sobre el rol del gobierno. Entretanto la crisis económica se extendió por todos los continentes y las contradicciones entre las potencias capitalistas volvieron a agudizarse hasta transformarse en la Segunda Guerra Mundial. Después del conflicto bélico, la adopción de un conjunto de medidas pro empleo y las fuertes inversiones del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa bajaron la magnitud del problema. A pesar de que no pudo ser erradicado por completo, los bajos índices llevaron a los economistas oficiales y a los gobernantes de Occidente a darlo por resuelto. En muchos países la proporción de los desocupados en la población activa llegó al mínimo del 3 por ciento, cifra bajo la cual se consideraba la existencia inevitable de desempleo “friccional”, lo que se estimó una virtual ocupación plena. Así transcurrieron treinta años. En 1974 los economistas se encontraron con una nueva realidad. Se había producido el primer shock del petróleo. El alza de los hidrocarburos afectó los precios de numerosas mercancías. Se desató una inflación en muchos países. Se aplicó una política restrictiva y su consecuencia fue un frenazo al crecimiento económico. El paro forzoso empezó a subir rápidamente en muchos países, alcanzando niveles alarmantes. En 1981 estalló el segundo shock y la economía mundial volvió a sufrir una conmoción aún más severa y con múltiples repercusiones. Desde entonces, la desocupación volvió a situarse en uno de los primeros puestos entre los problemas crónicos y más sentidos según las encuestas de opinión. Sin embargo el piso del 3 por ciento se consideró excesivo y los neoliberales lograron remplazarlo por otro de 6 por ciento a 7 por ciento límite, justificado por la teoría de la tasa “natural” del sistema. La OCDE calculó que en el verano de 1983 el desempleo estaba afectando a unos 35 millones de personas. Era la cifra cumbre. Aunque al año siguiente comenzó la recuperación en Estados Unidos y en otros países anglosajones, al terminar la década de los ochenta, el número de afectados todavía superaba los 25 millones, con clara tendencia a aumentar. El decenio de los 90 introdujo cambios en la economía mundial que contribuyeron a mantener el desempleo en altos niveles. Entre los 59 Capítulo II: En el capitalismo maduro factores más importantes se consideran i) el paso hacia la sustitución de la mano de obra por nuevos sistemas automatizados; ii) el crecimiento e influencia de las transnacionales que modifica la división internacional del trabajo y el comercio mundial trasladando operaciones productivas desde los países industriales hacia el este asiático y otras regiones subdesarrolladas; iii) cambios en el comercio internacional con las nuevas reglas de la OMC que favorecen el libre desplazamiento de las mercancías, los capitales reales y financieros y iv) el derrumbe de las economías de la URSS y Europa Oriental que generan desempleo masivo y emigración, entre otros efectos (Eatwell, 1996). A lo anterior hay que agregar la privatización de empresas y servicios públicos, que al pasar al sector privado eliminan a parte de los empleados, mientras que a los restantes son sometidos a extensas jornadas de trabajo. Estos procesos reflejan la ofensiva ideológica del neoliberalismo que se despliega arrasante por todas partes, desde las universidades hasta los medios de comunicación, partidos políticos, sindicatos, etc. y que prepara a la opinión pública para aceptar los fuertes cambios institucionales y de políticas públicas que a continuación se imponen. Otro factor que influye sobre el desempleo en el período 1980- 2010, son los ciclos y crisis económicos del sistema capitalista que se suceden con más amplitud y frecuencia. En algunos casos afectan gravemente a países determinados, como fueron los casos de México, Rusia, Japón y Argentina. En otros abarcan a grupos de estados o regiones. Y finalmente están las recesiones que se proyectan hacia todos los continentes, aunque en distinto grado. Esta última situación se manifestó en las recesiones de comienzos de los 80, en los noventa y en la Gran Recesión de 2008 que hasta el 2012 no tenía visos de recuperación. Según un informe de la OIT, para el 2003 el desempleo mundial ya había alcanzado un nivel excepcionalmente alto: 185,9 millones de personas, cinco veces más que en 1983, representando un 6,2 por ciento de la fuerza de trabajo mundial (OIT, 2004). Este aumento se produce en un contexto de leve recuperación económica después de dos años de bajo crecimiento. 60 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Hacia el 2010 el panorama se había deteriorado aún más. Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU, expresaba en una presentación pública que “hoy, el desempleo en el mundo es el mayor registrado en la historia”. En efecto, un reporte de la ONU develaba que el desempleo en el mundo había alcanzado un máximo histórico, a la vez que la generación de nuevos puestos de trabajo se había estancado desde hacía más de una década. El año 2011 comenzaba con 1.100 millones de personas –1 de cada 3 de la fuerza de trabajo mundial– desempleadas pobres con ingresos inferiores a los 3 dólares diarios. Gráfico II.I.1 Tasa de desempleo promedio en países de la OCDE 1980-2010 (tasa de desempleo anual en población activa entre 15 y 64 años) Fuente: Elaboración propia a partir de OCDE Stats. Si la cifra total del gráfico II.I.1 se compara con 1973, último año de todo un ciclo histórico con el que se cierra la postguerra, se verá que la desocupación alcanzó en promedio de los treinta años considerados, niveles que más que duplican las cifras precedentes. El gráfico II.I.1 muestra también que del total de estos 24 países integrantes de la OCDE, en 16 de ellos el índice supera el 6 por ciento considerado un piso aceptable, por encima del cual se enciende la luz 61 Capítulo II: En el capitalismo maduro roja, que demanda la formulación de políticas especiales para frenar su aumento. La cifra es un consenso tácito entre quienes aceptan la existencia de la tasa “natural”. Está relacionado con la preocupación política por el descontento social que puede conducir a crisis gubernamentales. A continuación se describirán las experiencias de países seleccionados, dentro de los más desarrollados, donde la situación del empleo tiene particularidades útiles para entender el fenómeno dentro del capitalismo avanzado. ii. Las economías con mayores índices crónicos de cesantía a. El caso de España España encabeza la lista de los que presentan la situación más grave durante el largo período de treinta años (1980-2010). Este nivel refleja extremas tasa de desocupación de más del 20 por ciento (24 por ciento en 1994, 27 por ciento en 2013) que se han repetido durante las crisis más agudas, evidenciando la incapacidad para mantenerse en niveles de un dígito aun en los períodos de auge y crecimiento económico. Las causas han sido una acumulando de factores que se arrastra desde hace décadas. La integración a la Comunidad Europea bajo el Tratado de Maastricht y luego al área del euro, dejó a España un escaso margen para desarrollar y modernizar su estructura productiva e industrial. La restructuración industrial y los programas de austeridad de la década de los 80 significaron el cierre de plantas con sus consecuentes despidos que en 1987 dieron pie a masivas huelgas. Sucesivas reformas legales orientadas a la flexibilización laboral, tanto en los gobiernos del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como en los de la derecha representada en el Partido Popular (PP), dejaron a los asalariados en una débil posición para poder defender sus empleos y sus salarios previos (Marimón, 1997). La recesión de 1993, considerada la peor en España hasta entonces contribuyó a destruir setecientos mil puestos de trabajo netos entre 1991 y 1993. 62 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Los gobiernos del PP de Aznar (1996-2004) dieron impulso al crecimiento del PIB y redujeron la tasa del paro forzoso. Para ello aprovecharon los cuantiosos subsidios de la UE y los ingresos transitorios por las ventas de los activos públicos. Aun así, la tasa de desempleo no bajó de un elevado 11 por ciento. Las facilidades para la entrada de 2,5 millones de inmigrantes contribuyeron a la baja de los salarios relativos, los cuales, como costo laboral, aumentaron 3,7 por ciento entre 1999 y 2005, mientras las ganancias del capital subieron en 73 por ciento en el mismo periodo (Navarro, 2009). Se rebajaron los gastos sociales y los impuestos a los altos ingresos. Se fijaron reducidas tasas de interés y se amplió la oferta crediticia para impulsar el consumo y la construcción habitacional, sin importar que se acrecentara peligrosamente el endeudamiento de las familias y de los propios bancos. Retornado al poder en 2004, el PSOE impulsó algunas mejoras en las políticas de bienestar social, como las leyes de Dependencia e Igualdad, aunque limitadas por falta de financiamiento, pero en lo fundamental mantuvo el carácter neoliberal del modelo económico y social. A pesar de aumentos en el ingreso promedio por habitante, España continuó muy rezagada de sus pares europeos en indicadores como el tamaño del sector público, en servicios sociales, en empleos públicos, en impuestos pagados por los más ricos, en desigualdad de ingresos y en niveles de sindicalización (Garzón, Torres, & Navarro, 2011). La Gran Recesión invadió España, a pesar de que el gobierno de Rodríguez Zapatero aseguraba que el país no sería alcanzado por la crisis financiera iniciada en EE.UU. por la supuesta solidez de bancos españoles. Su profundo error le costó la derrota electoral. El gobierno se demostró impotente para impedir el estallido de la burbuja hipotecaria, evitar la restricción del crédito y la oleada de despidos. El regreso del Partido Popular significó un giro brutal hacia los recortes de la seguridad social. Las perspectivas de los desempleados son sombrías para varios años. Por primera vez desde el franquismo, muchos españoles han emprendido el camino de la migración. 63 Capítulo II: En el capitalismo maduro b. Otros casos críticos en la periferia europea Algunas de las debilidades características de España se reproducen también en otros países mediterráneos como Grecia, Italia y Portugal: períodos de largas dictaduras (Mussolini, Franco, Salazar, Los Coroneles en Grecia) concentración del poder de grandes capitalistas y banqueros, retraso industrial y arraigados prejuicios conservadores. Desde la implantación de las políticas neoliberales, el ingreso a la Comunidad Europea y la adopción del euro, sus economías han quedado muy vulnerables a las periódicas crisis cíclicas del capitalismo, susceptibles de generar altos niveles de cesantía. Entre los países con alto desempleo figura Grecia. Durante la Gran Recesión, la “tragedia griega” se agravó por la reducción de los ingresos y el consumo, la caída de la producción y el enorme endeudamiento del Estado, los bancos, las familias y empresas. Las cifras de desocupación han traspasado el record del 25 por ciento de la población activa. La crisis económica ha evolucionado hacia una crisis política, con dos gobiernos caídos, ante la generalizada resistencia ciudadana a las exigencias de la Troika de sacrificar aún más los bajos niveles de vida de la población. En grado similar, Portugal también sufre conmociones sociales y políticas. Por otra parte, en la periferia norte europea, Islandia e Irlanda también son golpeadas por el descalabro financiero; pero mientras la primera es capaz de salir de la crisis “sacrificando” a banqueros y especuladores, Irlanda cede a las exigencias de Bruselas y ofrenda sus ingresos y derechos laborales. Sufriendo uno de los niveles europeos más altos de desempleo crónico, pareció durante un período breve que “el tigre irlandés” había superado definitivamente a los demás países. Apertura privilegiada a las multinacionales norteamericanas que buscan el mercado europeo y otras medidas del recetario neoliberal elevaron el ritmo de acumulación y producción. En el 2008, la reducción de la demanda externa, la súbita detención y caída de la producción y la crisis financiera contagiaron a Irlanda, llevando al país a un marcado retroceso. Italia se encuentra también en el poco envidiable grupo de los países con el más alto desempleo. Hasta los años setenta, el país crecía a 64 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo buen ritmo, aunque persistía en el sur el retraso económico y social, el desempleo crónico y las mafias. Los shocks petroleros afectaron al país y crearon desequilibrios e inestabilidad. Se acentuaron las pugnas sociales y regionales, y las crisis políticas. La derecha, apuntalada por movimientos de extrema derecha separatistas, volvió al gobierno en 1994 con el magnate Silvio Berlusconi, después de decenios de hegemonía de los grandes partidos democristiano, comunista y socialista. Berlusconi y sus aliados, con la complicidad del nuevo centro, emprendió las reformas neoliberales ya conocidas. El país quedó debilitado ante las crisis europeas y mundiales, sometido a la fuerte competencia exterior, mientras la modernización de su economía se hacía igualmente a costa de los asalariados y sus conquistas, abusando de los contratos temporales. El año 2007, el último antes de la Gran Recesión, el desempleo había bajado a un promedio anual de 6,2 por ciento. Pero volvió a subir con la gran crisis financiera, llegando a un promedio de 8,5 por ciento el 2010, año en el cual fueron convocadas huelgas contra el desempleo. Mientras tanto, la Comunidad Europea exigía recortes presupuestarios y reformas laborales para facilitar el despido de trabajadores. En los años siguientes, la crisis económica se transformó en política. c. Las potencias centroeuropeas Por su parte, Francia enfrentó en los 80 un escenario donde perdió posiciones en la competencia internacional. En vez de modernizar las industrias importantes, ellas fueron abandonadas. Disminuyeron las inversiones en investigación científica y técnica y en educación profesional. Se intentó abatir el desempleo con la expulsión de trabajadores extranjeros particularmente de procedencia árabe, cediendo al racismo y la xenofobia. Después de llegar a un desempleo máximo de 12,7 por ciento en 1994, la cesantía empieza a descender a partir de 1997 para situarse el 2008 en un promedio de 7,9 por ciento. En 1998 y bajo el gobierno socialista de Lionel Jospin, se aprobó la ley que disminuía la jornada de trabajo de 40 a 35 horas, sin reducción de salario. Sin embargo, a pesar de un aumento en la generación de 65 Capítulo II: En el capitalismo maduro empleo (Askenazy, Bloch-London, & Roger, 2005), los resultados no llegaron a ser los esperados (Gubian, Jugnot, Lerais, & Passeron, 2005), y sucesivas flexibilizaciones a la ley tuvieron curso desde el cambio de gobierno en 2002. En 2005 durante el gobierno de Jacques Chirac, la jornada laboral de 35 horas se modificó permitiendo a los empleadores negociar con sus empleados el trabajo de horas extra e incluso laborar en tiempo de vacaciones. El 2008 y durante el gobierno de Sarkozy se aprueba la denominada “Ley sobre la renovación de la democracia social”, con lo que se le permitió al empleador negociar directamente la jornada laboral con los trabajadores. De este modo, se pone fin en la práctica a la ley de 35 horas. El retraso de la edad de jubilación causada por la reforma de las pensiones contribuye a agravar la situación. Al estallar la crisis financiera, y siguiendo el patrón de los países desarrollados, el desempleo aumenta llegando a un promedio de 9,3 por ciento el 2010. A este deterioro también contribuye el progresivo desmantelamiento del sistema de bienestar que utiliza progresivamente menos fuerza de trabajo para entregar sus servicios. En marzo de 2013, la estadística oficial registró 5,7 millones de personas sin empleo, tanto parcial como completo. Esta cifra superó el récord histórico anterior de enero de 1997. Según el periódico Le Monde6 , “el desempleo masivo que gangrena la sociedad francesa desde hace más de 30 años demuestra cruelmente el fracaso de las políticas de empleo, tanto de la izquierda [Partido Socialista] como de la derecha”. En el grupo con índices relativamente elevados en la década de los 80, figuraba Alemania. El elevado desempleo en la R.F.A. anterior a la reunificación contrastaba con su fuerte posición competitiva en el mercado mundial. Más aún, esa posición se trataba de reforzar impulsando la liquidación de una serie de sectores productivos, con la promesa de que se crearían nuevos puestos con las industrias de punta. Pero, quedaba de manifiesto que los despidos no se compensaban con la creación de nuevos puestos. 6 Le Monde, “Chômage de masse, impuissance française”, editorial, 26 de abril de 2013. 66 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo El ritmo de crecimiento acelerado que en décadas anteriores tuvo el país pasó a la historia y cedió su lugar a un movimiento lento, frenado a menudo por las políticas anti-inflacionarias. Aunque la anexión de los territorios de la ex-RDA despertó cierto entusiasmo entre los empresarios, se tradujo a poco andar en una pesada carga fiscal que amenazó con romper los equilibrios macroeconómicos. Previo a la crisis de 2008, Alemania junto a los países nórdicos, se configuraba como un espacio donde el mantenimiento de una importante actividad industrial se correspondía con la persistencia de un sistema de empleo dominado por una fuerte implantación sindical, el predominio de la negociación colectiva sectorial a escala nacional, sistemas muy desarrollados de formación y reconocimiento profesional, y estructuras salariales más igualitarias que el resto (Recio & Banyuls, 2011). Así, se presenta este modelo como ejemplo a seguir en Europa. A esto ha ayudado un alto grado de regulación institucional y políticas de mantenimiento del empleo. La actividad industrial alemana se vio severamente afectada con la llegada de la crisis. Sin embargo, esto no se vio reflejado en un aumento de la tasa de desocupación, debido a los viejos mecanismos de protección del empleo, especialmente la reducción subsidiada de la jornada laboral. De esta manera, las cifras sobre la tasa de desempleo ocultan el estado de situación real del mercado laboral. Uno de estos mecanismos son contratos temporales de salario reducido, conocidos como minijobs, provenientes de la liberalización de los años 90, y principalmente de las llamadas reformas “Hartz IV”7 . Los sindicatos alemanes le han atribuido a este sistema un papel clave dentro de la precariedad y el subempleo. Para el 2011, una de cada cuatro relaciones laborales8 entran en la categoría general de “trabajadores con bajos salarios”. Donde antes trabajaba uno en condiciones dignas, ahora trabajan cuatro en condiciones muchas veces precarias. De este modo, podríamos decir que en Alemania prima la máxima “mejor precario que parado”. 7 Reforma laboral alemana del año 2003 que recibe el nombre de Peter Hartz, jefe de personal de Volkswagen (empresa que propuso la reforma), y que recorta el alcance del seguro de desempleo. Después de 12 meses de subsidio, el parado empieza a recibir una suma equivalente a la ayuda social, y solo para quienes no posean ingresos de otras fuentes, como familiares con empleo o ahorros previos. 8 Rafael Poch, “Alemania tiene 7,3 millones de trabajadores precarios”. La Vanguardia, 13 de diciembre de 2011. 67 Capítulo II: En el capitalismo maduro d. La periferia en el Norte de África y en el Medio Oriente. El caso de Turquía Las regiones que la OIT identifica como Norte de África y Medio Oriente exhibían en conjunto en 2012 una tasa de desempleo general que excedía el 10%. Cerca de la mitad de los desocupados eran jóvenes. Este era el escenario que predominaba cuando tuvieron lugar los levantamientos populares en Túnez, Marruecos, Libia y Egipto, denominados La Primavera Árabe. Elevadas tasas de desocupación juvenil se registraron en Jordania Territorios Palestinos Ocupados, Arabia Saudita e Irán. Un caso especial es el de Turquía. Siendo socio fundador de la OCDE, Turquía ha tenido una historia de crecimiento destacable en las últimas décadas, con difíciles periodos de conflictos derivados de las luchas entre musulmanes y laicos. Tras el golpe de estado de 1980, la economía turca se ha orientado fuertemente hacia el mercado, llevando a cabo numerosas reformas y haciendo esfuerzos por fortalecer los lazos económicos con Europa. El desempleo oscila en torno a un promedio de 8 por ciento entre 1988 y 1999, alcanzando el año 2000 un promedio de 6,7 por ciento, su cifra oficial más baja desde que se toma registro de este indicador. Pero la crisis financiera del 2001 –la peor de la historia desde 1945 según el ministro de economía turco9 – hizo subir el desempleo cuatro puntos en dos años. En este contexto de crisis social es elegido para gobernar el partido conservador del islamismo moderado AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), teniendo en programa amplias privatizaciones, desindustrialización, y fomento de los agro negocios de la mano de la corporación Monsanto. Junto al crecimiento de las flexibilizaciones laborales, el desempleo se mantuvo entre 10 y 11 por ciento, entre 2002 y 2007, año en que arremete la crisis financiera. Según el Banco Mundial, para 2009, el desempleo en Turquía había crecido un 60 por ciento, alcanzando en este año un promedio de 14,3 por ciento. Al 2010, la empresa privada A&G aseguraba que las 9 BBC News, ‘Worst over’ for Turkey, 4 de febrero de 2002. 68 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo cifras reales de desempleo podían ser el doble de las oficiales10. Dentro de esta cifra, el paro juvenil ocupa un lugar importante, contribuyendo la estructura demográfica a mantener la situación. La Unión Europea, en el informe para la adhesión de Turquía, señala que “la pequeña capacidad de creación de empleo está claramente vinculada con el desfase existente entre las cualificaciones de la oferta y la demanda de mano de obra” (Comisión Europea, 2010). Ya en 2011, los “indignados de Estambul” protestan en las plazas con pancartas en las que se lee en español “España, mira, Estambul también se anima”. iii. Países “promedio” a. La desocupación en el Reino Unido De los países más industrializados, el Reino Unido es uno de los que durante más tiempo ha conservado una elevada tasa de desempleo. Se trata de uno de los ejemplos más relevantes de los resultados de las políticas neoliberales aplicadas durante el mandato de Margaret Thatcher entre 1979 y 1990. No es una casualidad que desde 1960 hasta 1975 el desempleo en este país no haya superado nunca un promedio de 4 por ciento anual, manteniéndose por debajo del umbral del 6 por ciento hasta 1980. Para las autoridades del periodo de Thatcher, el paro forzoso fue considerado como un mal inevitable de la restructuración económica. El desmantelamiento de importantes ramas tradicionales significó pérdidas apreciable de puestos de trabajo. El auge de las actividades financieras, de nuevos servicios y de los negocios suntuarios de Londres no compensó la pérdida de puestos industriales. A esto se sumó la privatización o cierre de empresas públicas, y el retiro de subsidios. Todo esto determinó que en 1984 se promediara un 11,9 por ciento de desocupación anual, la tasa más alta desde que se tiene registro. Hacia 1990 el desempleo había bajado a un promedio de 6,8 por ciento, para retomar prontamente un nuevo máximo de 10,4 por ciento por ciento en 1993. 10 Terra (EFE), El desempleo en Turquía se elevó hasta el 14 por ciento en 2009, 2 de marzo de 2010. 69 Capítulo II: En el capitalismo maduro Las reformas de flexibilización del mercado laboral contribuyen a que el ciclo económico determine el desempleo en cada periodo, dejando el destino de los puestos de trabajo en manos de las fluctuaciones del mercado y, en particular, a la tendencia seguida por EE.UU. Las reformas laborales relacionadas con el seguro de desempleo impulsadas por el Partido Laborista contribuyen desde la década de los noventa a hacer descender el paro forzoso, llegando en 2004 a un mínimo de 4,7 por ciento, no superando la barrera del 6 por ciento entre 1999 y 2008. Como uno de los países más golpeado por la crisis sub-prime, el Reino Unido pasó de un desempleo promedio de 5,4 por ciento el 2008, a uno de 7,8 por ciento el 2009. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, el 2009 se estaba oficialmente en recesión por primera vez desde 1991. Vuelven entonces los brotes de xenofobia, y se escucha a los obreros de la energía gritar “UK jobs for British workers” (empleos británicos para trabajadores británicos). Con la llegada del conservador David Cameron en 2009 regresan las políticas neoliberales de Thatcher. A éstas se contraponen voces advirtiendo que reducciones del gasto público amenazan con “resultados económicos catastróficos”11. Contrariamente a lo esperado, ésta visión es compartida por el FMI. Ya el 2011 el desempleo juvenil es el más alto desde que se toma registro (1992), avivando temores de una “generación perdida”. Las protestas no se han dejado esperar, viéndose multitudes de jóvenes en las calles. Este mismo año y a raíz de esta situación se empieza a implementar para jóvenes la obligación de trabajar durante un máximo de dos meses en diferentes empresas, sin retribución de salario, bajo la amenaza de no recibir las ayudas sociales de desempleo si no se cumplen las disposiciones del gobierno12. 11 Joseph Stiglitz, “Fiscal conservatism may be good for one nation, but threatens collective disaster”. The Independent, 15 de junio de 2010. 12 Shiv Malik, “Young jobseekers told to work without pay or lose unemployment benefits”. The Guardian, 16 de noviembre de 2011. 70 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo b. Dinamarca: La flexiseguridad Siendo parte del llamado “modelo escandinavo”, Dinamarca se ha caracterizado por ser un país que ofrece amplias prestaciones sociales bajo un reconocido Estado de Bienestar. Tras la II Guerra Mundial, la socialdemocracia consiguió implantar un sistema de seguridad social, diferente a los establecidos por el modelo de bienestar “liberal” como los de EE.UU. y Gran Bretaña, o como el de países centro-europeos (Esping-Andersen, 1990). El modelo nórdico se articula alrededor del principio de “universalismo”, que pretende ofrecer los mismos servicios a todos los ciudadanos, estén empleados o desempleados, sean nacionales o extranjeros. La característica de este sistema es que solo una estructura social plenamente empleada puede proporcionar los recursos para soportar el costo de los programas sociales (Pivotti, 2010). Con respecto al desempleo, el periodo comprendido entre 1983 y 1993 se caracterizó por un una tasa que no descendió nunca bajo el 6 por ciento, siendo la centro-derecha la coalición gobernante en esta época. Aunque sí hubo logros como el término de la inflación y del déficit en la balanza de pagos. Pero un desempleo promedio superior al 10 por ciento amenazaba en 1993. Es en 1994, con la vuelta de la socialdemocracia al gobierno, que se implementa la llamada “flexiseguridad”. Este neologismo caracteriza un sistema que combina la flexibilidad en el mercado laboral, con protección social y generosas prestaciones por cesantía. Esta política logra hacer bajar el paro a un promedio de 4,2 por ciento anual para el 2001. Luego de subir hasta el año 2004, se vuelve a bajar para llegar a un mínimo de 3,4 por ciento promedio el 2008, no alcanzando el 2 por ciento en el verano de ese mismo año. Algunas condiciones sociales y económicas como un bajo nivel de desigualdad y una buena formación y capacitación inicial, han ayudado a mantener este esquema, que además del seguro de desempleo incluye jubilaciones “anticipadas”, subsidio a la contratación, ayudas en la formación, entre otras políticas activas. Es interesante la comparación en términos de gasto del Estado. Por ejemplo, mientras Dinamarca gastaba entre un 3 y 4 por ciento del 71 Capítulo II: En el capitalismo maduro PIB en estas políticas antes del 2008, EE.UU. dedicaba en promedio apenas un 0,4 por ciento de su PIB. Esto se sustenta a su vez con una presión fiscal –porcentaje de impuestos en relación al PIB– del 49 por ciento para el año 2010, siendo el país con mayores niveles impositivos dentro de la Unión Europea. De todas maneras, como las exportaciones representan cerca de la mitad de la economía danesa, la crisis tuvo fuertes efectos en los niveles de cesantía, subiendo a un promedio de 7,6 por ciento anual para el 2010. En este caso, la alta flexibilidad es un factor que perjudica fuertemente en tiempo de crisis. Es por esto que Holger Nielsen, presidente del Socialistisk Folkparti (partido más a la izquierda que la socialdemocracia) argumentaba que una de las razones del éxito de la llamada flexiseguridad había sido el desarrollarse en un periodo de expansión (Séréni, 2009). c. El desempleo en EE.UU. Como la economía capitalista más representativa, EE.UU. sufrió 17 recesiones a lo largo del siglo XX. Esto es, una crisis cada seis años (5,9), según el reconocido National Bureau of Economic Research. Algunas, breves, como en 1990 y 2001, pero otras tan devastadoras, largas y profundas como la de los años 30 y la última, 2007 …cuyo término, en 2013 aún no se divisaba. El índice oficial de la desocupación parece estancado, no se crean suficientes nuevos empleos en territorio norteamericano. Las grandes compañías que integran el índice Standard and Poors 500 han aumentado en el mismo período de crisis, (2007-2011) el ingreso por trabajador ocupado, han reducido sus deudas y tienen en caja más efectivo que antes de la crisis. Sin embargo prefieren jugar a la especulación antes que contratar a nuevos empleados. Bajo el marco de la política keynesiana, Estados Unidos mantuvo un bajo nivel de desempleo desde su entrada a la guerra contra las potencias fascistas (1941) hasta fines de los años 60, pero con la crisis petrolera de 1973-1974 y la inflación interna, la economía se frenó, el paro forzoso se elevó y se mantuvo alto durante la mayor parte de los años 70. La administración Reagan, mediante un fuerte programa de 72 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo rearme, sacó al país de la recesión de los primeros años ochenta. La desocupación empezó a menguar con una economía en auge. Un nuevo programa de capacitación laboral que se encargó de dar ocupación a los desempleados, ayudó a “enmascarar” las cifras de desocupación general. Según el economista Gordon Lafer de la Universidad de Oregon, estos programas de capacitación fueron “una estrategia política muy útil para evadir la responsabilidad de lo que realmente debe hacerse. Y eso es darle empleo a los desempleados” (Lafer, 2002). En los años ochenta, los gastos militares sirvieron como estimulantes de la economía y, a pesar de los recortes en el gasto social, el crecimiento, financiado con el aumento de la deuda externa redujo la inflación y el desempleo. Con todo, el número de cesantes seguía siendo superior en más de un 40 por ciento al existente antes de la primera crisis del petróleo. La desocupación se alimentaba con los despidos a causa de la intensa automatización de los procesos productivos, del desplazamiento de producción nacional por la importada, y el desvío de inversiones hacia el exterior. Estas tendencias se intensifican en la década de los 80 y se mantienen hasta 30 años después lo que el economista de Princeton Alan Blinder en 2005 definió como la Tercera Revolución Industrial. En 2011, un número considerable de consorcios estadounidenses continuaban creando puestos de trabajo a través de filiales o contratistas locales en países con mano de obra especializada y barata en Asia, particularmente en China. En cambio dentro del territorio las inversiones se destinaban a sectores altamente apalancados, como el financiero o el mercado inmobiliario con una deliberada política de expansión monetaria, particularmente mediante la ampliación del crédito hipotecario y de consumo. Esta misma línea continuó durante la administración de Clinton y Bush. Una vez que la burbuja inmobiliaria estalló el 2008, Estados Unidos se encontró falto de capacitación, de educación, y de maniobra para detener la avalancha de despidos masivos. Las nuevas actividades de servicios privados demandan escasa y más bien calificada fuerza de trabajo, dejando poco espacio para el personal desplazado de las fábricas. 73 Capítulo II: En el capitalismo maduro La reducción de los ítems sociales del presupuesto federal y el aumento espectacular de los gastos militares tuvieron en balance neto un efecto negativo en la ocupación. Para limitarlo se ofrecieron nuevos incentivos económicos a los jóvenes reclutas para las FF.AA. destinados a servir como tropas de ocupación en las guerras de Irak y Afganistán. Desde los ochenta se pueden contar tres ciclos cortos de desempleo, con sus máximos en los años 1992, 2003 y 2011. El primer máximo de 7,6 por ciento toma lugar después de la recesión de 1990, en medio de la guerra de Kuwait. El segundo máximo de 6,1 por ciento se produce dos años después del atentado al World Trade Center, en medio de la crisis general de la llamada Nueva Economía13. El tercer máximo escapa de los niveles históricos recientes y se da en un contexto posterior al estallido de la crisis sub-prime. De un promedio de 4,7 por ciento el 2007, saltó al doble el 2009, llegando a un promedio de 9,4 por ciento. Para el 2011, el desempleo superaba los dos dígitos. Desde 1939 que no se perdían tantos puestos de trabajo en Estados Unidos como los destruidos tras la crisis de 2008. Debido a un incremento en el tiempo de duración de la cesantía, hubo de extenderse a cuatro años el plazo máximo para clasificar como desempleado. Si se considera además el subempleo, las tasas llegaron alrededor de 17 por ciento, siendo los grupos más afectados los afroamericanos y los latinos. En los años siguientes al momento álgido de la crisis, la desocupación comenzó a descender lentamente. A pesar de los síntomas de recuperación gradual, las esperanzas de recuperar los niveles de empleo anterior a la crisis son escasas, según economistas norteamericanos, dado que en las últimas décadas se ha estado alargando el plazo de recuperación desde 20 meses en los años ochenta, hasta más de cinco años en la recesión iniciada en 2008. 13 Expresión acuñada por el economista estadounidense Brian Arthur a fines de los 90, relacionado al uso de las nuevas tecnologías, el internet, y las consecuencias en la posición de mercado de las nuevas empresas dedicadas a este mercado. La Nueva Economía tuvo un auge con el primario desarrollo de internet, pero decayó con la crisis de las punto com, contradiciendo la tesis de un crecimiento infinito y permanente de estos bienes de información. 74 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo iv. Las economías con menores índices crónicos de cesantía a. Casos en Europa Dentro de los más industrializados se puede formar un grupo de países con muy bajo nivel de desempleo. Entre ellos destacan Suecia y Noruega de un lado, y Austria y Suiza del otro. Japón es un caso aparte. Suecia tenía una cierta tradición de décadas en políticas para evitar el desempleo masivo. Durante los años treinta los gobernantes suecos estuvieron entre los primeros que aplicaron medidas compensatorias que mantuvieron el nivel del empleo y la demanda de consumo. El sistema de seguridad social estaba más desarrollado que en otros países. Algunas formas de protección contra los despidos quedaron legalizadas. El sector público tenía un amplio campo de maniobra financiero y productivo. La neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial también favoreció a Suecia. Bien administrados sus recursos, los gobernantes impulsaron el desarrollo científico y tecnológico y lograron modernizar su economía. Se podría decir que a partir del asesinato en 1986 de Olaf Palme, Primer Ministro y líder del Partido Socialdemócrata y de su ala izquierdista, que se comienza a desarmar el Estado de Bienestar sueco. Pero la crisis fiscal de principios de los 90, que justificó las primeras privatizaciones, más la reducción del gasto público y los beneficios sociales, marcaron un punto de inflexión en cuanto a los niveles de desocupación. Desde 1980 a 1990, el promedio anual de la tasa de desempleo fue de 2,7 por ciento, contra un promedio de 1,9 por ciento entre el 1963 y 1980. Desde 1991 hasta el 2010, el promedio anual se sitúa en 7,3 por ciento. La diferencia salta a la vista. El viraje de la socialdemocracia en el gobierno desde los 90 y la creciente presión de las fuerzas derechistas sustentaron las reformas económicas que dieron paso a la incorporación de Suecia a la Unión Europea. La integración económica y la necesidad de competir en el mercado internacional, fue el argumento neoliberal para conseguir una reducción en el gasto fiscal y en el tamaño del Estado de Bienestar. A esto se agrega un aumento en las votaciones de la ultraderecha sueca, seguido de un creciente ola de racismo dirigido contra los inmigrantes. 75 Capítulo II: En el capitalismo maduro Sucesivas disminuciones en los recursos para el seguro de desempleo se suman a este nuevo escenario. En cuanto a Noruega, la explotación de petróleo del Mar del Norte y sus altos precios le permitieron disponer de cuantiosos recursos para una economía pequeña, cambiando diametralmente la situación en la que se encontraba antes de los 80. La buena administración pública de esta riqueza, su reinversión en nuevas industrias modernas y la formación de fondos soberanos de ahorro, sumado al control de la cuenta de capitales, permitió evitar la llamada “enfermedad holandesa”14. Todo esto permitió que entre 1980 y 1988, la tasa de desempleo no pasara de un promedio anual de 2,6 por ciento. Entre 1988 y 1992, azotó al país nórdico una crisis bancaria de proporciones, incrementando el desempleo a un promedio de 5,5 por ciento. Hacia el 2005 y por la abierta acción de los sindicatos, se conformó por primera vez una alianza de los laboristas con el partido de la izquierda socialista y con el partido de centro, cesando la tendencia de la socialdemocracia para identificarse con políticas neoliberales, como los recortes sociales y fiscales o las privatizaciones. Esta alianza comprometió un incremento moderado de la presión fiscal y la creación de 10.000 nuevos empleos en cuidado de ancianos15. La tasa de desempleo bajó a 3,1 por ciento entre el 2006 y el 2010, contra un promedio de 4,6 por ciento entre 1989 y el 2005. Una jornada laboral de 35 horas, una alta y permanente productividad, la propiedad estatal de la industria petrolera, una alta carga fiscal, un banco público que garantiza el crédito, fuerte implantación sindical y tradición de negociación colectiva, son algunas de las características que hacen de este país el de menor tasa de desocupación en Europa, aún después de la crisis financiera. Un fondo soberano creado en 1996 que reúne las ganancias obtenidas por la industria del petróleo, ha per14 Expresión acuñada por The Economist en los años 70. Se refiere a una brusca apreciación de la moneda vinculada a una entrada masiva de capitales, muchas veces asociado al descubrimiento de yacimientos de recursos naturales como el gas, el petróleo o el cobre. Esta apreciación resta competitividad internacional a la moneda local a través de las exportaciones, y debilita el sector transable. 15 Odd Anders, “Noruega: de cómo el pueblo recobró la voz y la socialdemocracia tuvo que virar a la izquierda”. Revista Sin Permiso, 8 de julio de 2007. 76 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo mitido disponer de recursos que se utilizan en épocas de crisis para la creación de empleos. Austria y Suiza mantienen bajos índices de desocupación. Son países duros en materia de inmigración. Reciben mano de obra importada, pero en estricta medida de sus necesidades. Cuando ya no la requieren por baja en la coyuntura, cierran sus puertas sin contemplaciones. Durante los años álgidos, además, repatriaron, a un gran número de trabajadores extranjeros. Por su parte, Austria se ha caracterizado por mantener un nivel de desocupación muy estable, oscilando hasta el 2012 entre un promedio mínimo de 3,5 por ciento alcanzado el 2000, y un máximo de 5,2 por ciento el 2005. Una de sus fortalezas es el sistema de indemnización por despido, basado en la capitalización individual. Además, según Eurostat, Austria es el país con el mayor gasto público como porcentaje del PIB dentro de la Unión Europea para el año 2006. Con la crisis, el trabajo a tiempo parcial y la reducción del promedio de horas trabajadas, ha compensado de alguna manera la desocupación real, impidiendo que se eleve como consecuencia de las repercusiones de la crisis sub prime. Por su lado, Suiza presenta las menores tasas de desocupación europeas en el promedio de los últimos 30 años. La economía suiza se beneficia de su vecindad con el mercado alemán, se caracteriza por una alta actividad financiera, reconocida como paraíso fiscal, pero a la vez posee una industria tecnológicamente desarrollada; paralelamente posee un amplio sistema de protección social, incluido un generoso seguro de desempleo. Exhibe uno de los mayores niveles de ingreso por persona, siendo también su Índice de Desarrollo Humano uno de los más altos del mundo. b. Japón: Del empleo vitalicio al trabajo precarizado Japón exhibe índices que fluctúan alrededor del 3%, durante los tres decenios considerados. La estadística oficial sugiere que la ocupación plena es un logro consolidado del capitalismo japonés. No obstan- 77 Capítulo II: En el capitalismo maduro te, una serie de fenómenos negativos que ocurrieron a fines del siglo XX y comienzos del XXI deterioraron la economía japonesa y afectaron la estabilidad en el empleo y demás condiciones laborales y de vida. El notable crecimiento de la economía japonesa en la postguerra sufrió un duro impacto a partir del acuerdo del Hotel Plaza (1985), impulsado por EE.UU. y las potencias europeas. Japón aceptó revalorizar el yen, provocando una seria reducción de los márgenes de ganancias de sus exportaciones y favoreciendo importaciones que afectaron su producción interna, particularmente su agricultura y su mediana y pequeña industria. En 1986, las autoridades japonesas admitieron la existencia de un millón 660 mil desocupados. El índice era el doble del prevaleciente a comienzos de los setenta. El alto crecimiento del PIB de las décadas anteriores se transformó en estancamiento. Las medidas para superarlo, con escasos resultados, se concentraron en una baja inédita a niveles de cero en la tasa de interés del Banco Central con una amplia oferta de dinero a los bancos. Grandes capitales en búsqueda de ganancias especulativas generaron una burbuja en los precios de los activos, terrenos, inmuebles, acciones y otros, la que, al estallar, convirtió a los años 90 en una década perdida. Bajo la presión oficial norteamericana, los gobiernos japoneses emprendieron reformas neoliberales que tendieron a reducir el rol orientador cumplido por el Estado, a eliminar regulaciones, disminuir los beneficios sociales, elevar los impuestos al consumo popular y liberalizar el mercado del trabajo. En Japón prevalecen arraigados prejuicios racistas que mantienen cerradas las puertas a la inmigración. Para reducir los salarios y otros costos laborales y prevenir la eventual escasez de mano de obra por la baja de la natalidad, Japón intensificó la automatización del trabajo, la robotización, la reingeniería, la innovación continua en la organización empresarial y la digitalización en todas las áreas. Cuando esto fue insuficiente para afrontar la competencia de las transnacionales norteamericanas y europeas, sus grandes corporaciones trasladaron o construyeron nuevas plantas operativas en países de Asia de bajos salarios. Con todo, subsiste el problema de la disminución de la población y el déficit de fuerza de trabajo. 78 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Una particularidad japonesa es el sistema del empleo vitalicio (Morishima, 1984). Introducido a comienzos del siglo XX, fue la fórmula de los capitalistas para asegurarse una disponibilidad estable de mano de obra. Usando a menudo el encierro y otros métodos forzados, impedían que los obreros emigraran en busca de mejores salarios. Los clanes familiares llamados Zaibatzu, controlaron multitud de empresas, grandes y pequeñas. Cuando decidían reducir la producción, acortaban las jornadas de trabajo y suspendían las nuevas contrataciones. Sin embargo, la estabilidad en el empleo se ha deteriorado al paso de las últimas crisis y al empeño de gobernantes y grandes empresas de aplicar las recetas neoliberales, suprimiendo o rebajando los derechos laborales, aumentando los impuestos que gravan a los trabajadores, rebajando los subsidios de salud y ampliando la proporción de empleos inestables, a costa de los permanentes. Los acogidos al empleo vitalicio disminuyen y las nuevas contrataciones son, mayoritariamente temporales, a jornada parcial, a subcontrato u otras formas precarias de trabajo. Este cambio no se refleja en las cifras del desempleo absoluto. La Gran Recesión redujo la economía japonesa en el 2009 en 5,3%, la mayor caída entre los países industrializados, según la OECD. El desempleo absoluto aumentó en una cuarta parte entre 2006 y 2010. Los salarios y sus beneficios suplementarios que años antes se situaban por debajo de los patrones europeos occidentales (OIT, 1984, pág. 62) en 2010 habían retrocedido a los niveles de 1992. Según la OECD, Japón se encuentra entre los cuatro países miembros de la OECD que tenían en el 2010 los peores índices de pobreza relativa. Además, las jornadas laborales eran más extensas e intensas que en los demás industrializados, con menores días de vacaciones anuales. Adquirió carácter de epidemia, el karoshi, la muerte por agotamiento en el trabajo, debido a las exigencias del ritmo fabril y a la extensión de la jornada. Los suicidios por causas económicas se incrementaron. 79 Capítulo II: En el capitalismo maduro II. Las víctimas favoritas i. El desempleo de larga duración Los desempleados de larga duración, definidos como aquéllos que llevan más de un año como desocupados, estaban reduciendo sus filas y convergiendo a niveles similares a lo largo de los treinta años considerados. Sin embargo, una observación más atenta revela que la tendencia empeoraba en los períodos de recesión (1980-87, 1992-97 y 2008-2010). El fenómeno se expresa más acentuado a partir de los comienzos de la Gran Recesión (2008-2009). En España, en 1977 existía solo un 15,6 por ciento de desempleo de larga duración, el que subió a un 31,7 por ciento para 1984, en tanto en 1988 el porcentaje superaba largamente el 40 por ciento de los desocupados. En Europa, en 1985 en doce países cerca del 46 por ciento estaban sin trabajo por un año o más. Algunos como Bélgica, Holanda o España tenían registros peores. Para fines del 2011, un 49,3 por ciento de los desempleados en España eran de larga duración. De estos, un 25 por ciento llevaban dos años o más sin trabajo siendo la mitad de ellos cabeza de familia. La desocupación prolongada acarrea una serie de consecuencias para los afectados. Trae consigo la pérdida del derecho al seguro de cesantía, dejando a las víctimas y sus familias en una situación crítica. En los EE.UU., solo el 34 por ciento de los desempleados se encontraba recibiendo subsidios en 1985, comparado con el 76 por ciento de diez años antes. Según ciertas investigaciones (Banks, Ullah, & Warr, 1984) el deterioro psicológico que provoca estar sin trabajo se transforma en patológico, después del sexto mes de estar desempleado. El Dr. R. Liem, psicólogo del Boston College observó que a los pocos meses de la pérdida del empleo, las esposas de los cesantes se hicieron más depresivas, ansiosas, fóbicas y sensitivas que las de los trabajadores ocupados. Otros autores (Brenner & Mooney, 1983) encontraron alta correlación entre los índices de mortalidad y el desempleo de larga duración, observados en EE.UU., Inglaterra, Gales y Escocia. El mismo Brenner demostró años más tarde una asociación inversa entre el ciclo económico (tendencia a la baja) y la tasa de mortalidad (tendencia al aumento). Mathers y Schofield (1998) encontraron una mortalidad de 30 por ciento a 50 por ciento más alta entre los cesantes en comparación con los ocupados. 80 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Para el 2009, en EE.UU., la expectativa de vida de un alto ejecutivo superaba en 15 años a la de un desempleado de larga duración (Moriche, 2010). Entre las personas que están cesantes por más de un año y los suicidios efectivos o frustrados se han establecido relaciones estadísticas muy estrechas (Platt & Kreitman, 1985). Los problemas de salud más comunes entre los desempleados son los padecimientos cardiovasculares y psiquiátricos, mientras que los trabajadores precarizados padecen de fatiga crónica y alto nivel de estrés. En Grecia los suicidios se incrementaron un 17 por ciento entre 2007 y 2009 y un 40 por ciento entre 2010 y 2011, coincidiendo con las duras crisis vividas por este país en estos años (Kentikelenis, y otros, 2011). El fenómeno de los “desalentados” es una consecuencia del desempleo prolongado. En los Estados Unidos, según datos oficiales, en los años setenta este grupo no superaba las 700 mil personas (Condon, 1986). En abril del 86, había crecido a un millón cien mil. Si se los hubiera incluido entre los desempleados, el total subiría en un 13 por ciento. Es claro que los métodos estadísticos no atienden toda la gama de situaciones. En agosto de 2010, se estima que 1,1 millones de norteamericanos abandonaron la busca de trabajo, dejando así de ser parte de las estadísticas de desocupación16. Dentro de este contingente había dueñas de casa, jóvenes y viejos, matriculados en cursos de aprendizaje; mujeres inscritas en las oficinas de Bienestar Social, porque aunque lo desean y necesitan, no pueden encontrar un puesto adecuado que les permita dejar a sus hijos a un cuidado pagado; personas con limitaciones físicas, mentales o sociales que requieren funciones adecuadas a esas limitaciones; reclusos a los cuales se les niega el acceso a trabajo remunerado; adultos mayores que se quedan en casa porque saben que nadie los va a contratar; y otros que deseaban cambiar sus actividades ilícitas o ilegales. El desempleo de larga duración y el aumento de los desalentados sugieren que la crisis de la ocupación es cada vez más un fenómeno estructural del capitalismo contemporáneo y no un fenómeno pasajero. 16 Andy Kroll, “En la estacada: desempleados orillados por la crisis”. Revista Sin Permiso, 5 de octubre de 2010. 81 Capítulo II: En el capitalismo maduro Antes de la Gran Depresión el desempleo seguía fielmente las curvas de los ciclos económicos; aumentaba bruscamente en los años de crisis pero se reducía a un mínimo en el auge o en la recuperación. En cambio en los años de la Gran Depresión la marca fue rebasada 12 años ininterrumpidamente. Desde 1970 hasta 1986, el índice se superó cada año (Baran & Sweezy, 1968). En otras palabras, el alto nivel de cesantía de fines del siglo XX se prolongó por más tiempo, desde los años treinta, independientemente de los ciclos de auge y recesión. Pero el desempleo de larga duración no solo afecta a los trabajadores sin calificación. Según Jared Bernstein del Instituto de Política Económica en Washington, un 44 por ciento de los parados de larga duración son empleados “de cuello blanco”: gerentes y representantes comerciales, publicistas, relacionadores públicos, programadores y secretarias ejecutivas17. Los programas de ayuda gubernamental en tiempos de crisis, priorizan a los desempleados recientes, argumentando que los antiguos “han tenido más tiempo para encontrar trabajo”18, consolidando de esta forma un sector social totalmente excluido y condenado a una existencia degradada. Según la OIT, “la categoría más expuesta a la exclusión son los desempleados de larga duración”19. ii. Empleo parcial y desocupación Los puestos disponibles a jornada parcial o a plazo fijo han venido aumentando en casi todos los países desarrollados, mientras se reducen los contratos a tiempo indefinido. Con su acrecentada importancia se intensifica la discusión acerca de si puede considerarse “empleo”, o más bien debe conceptuarse como una forma de “desempleo”. Cabe 17 Andy Robinson, “La imposible búsqueda del sueño americano. Sobre el último libro de Barbara Ehrenreich”. Sin Permiso, 9 de octubre de 2005. 18 Bernat García, “Entrevista a Javier Orduña, Director general del Servicio Público Estatal de Empleo”. El País, 19 de agosto de 2009. 19 KOBE (Noticias de la OIT), “La OIT hace un llamamiento a luchar contra el desempleo de los jóvenes y otras formas de exclusión social”, Comunicado de prensa. 28 de noviembre de 1997. 82 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo hacerse la pregunta; ¿Alguien que trabaja dos días a la semana, pero desea hacerlo cinco, debe ser considerado empleado o desempleado? Según hemos visto, las normas estadísticas generalmente consideran como ocupados a toda persona que realice a lo menos un trabajo de una hora a la semana. Algunos economistas y sociólogos consideran la jornada parcial como un signo positivo de la sociedad post-industrial. Aducen que las grandes tiendas, compañías financieras y las fábricas necesitan adaptarse a los vaivenes del mercado. Lo que no ven estos autores es que esta inclinación patronal no tiene que ver con cambios tecnológicos progresivos, sino que son producto de la creciente inestabilidad del capitalismo. Es consecuencia, ante todo, de la gran disponibilidad de desocupados que están dispuestos a trabajar por unas horas antes que no tener ningún empleo. Los que consiguen una segunda media jornada terminan extenuados con diez o más horas al día, considerando los tiempos de traslado. No cabe duda que una parte de los trabajadores a tiempo parcial están satisfechos con la jornada reducida. Puede tratarse de jubilados prematuros o minusválidos que, con jornada parcial, pueden mejorar sus ingresos; esposas cuyos maridos tienen empleos fijos e ingresos aceptables y que desean este tipo de jornada para compatibilizar las tareas familiares con ingresos fuera del hogar; jóvenes que estudian y a quienes la jornada parcial les proporciona ingresos para enfrentar los costos de la educación. No es excepcional que haya desempleados que lo están por que no encuentran trabajos de acuerdo con su profesión o reciben ofertas con salarios equivalentes al subsidio o seguro de desempleo. O bien no faltan los dispuestos a aceptar un “trabajo negro” en que se arriesga la pérdida del subsidio o penas aún más duras. Por otra parte, como hemos visto, algunos autores califican de desempleados voluntarios a quienes rechazan empleos que no tienen nada que ver con su vocación o con sus estudios; o bien con ofertas de salarios tan bajos que no les compensa perder el subsidio. En verdad es una situación forzada. En tal situación el subsidio se convierte en un salario mínimo garantizado, aun cuando esté por debajo del mínimo vital. El que estos desocupados busquen completar el subsidio del paro 83 Capítulo II: En el capitalismo maduro con alguna jornada parcial para satisfacer sus necesidades normales no les quita el verdadero carácter de desempleado. Una buena parte de las jornadas parciales son directamente forzadas y no voluntarias. “La mayor parte del incremento de los trabajadores a jornada reducida, ha ocurrido entre aquellos cuyas horas les han sido cortadas”, declaraba Janet L. Norwood, encargada de estadísticas laborales de la Secretaría del Trabajo de los Estados Unidos, en abril de 1986 (International Herald Tribune, 1986). Lo consideraba, por cierto, como algo preocupante. Los sindicatos a menudo se ven obligados a aceptar el empleo a jornada parcial para evitar males mayores como los despidos colectivos o el cierre indefinido de la empresa. La comparación internacional se hace difícil debido a las distintas metodologías que utilizan los países para medir el subempleo por deficiencia de horas. Por ejemplo, mientras Australia utiliza como criterio el haber trabajado menos de 35 horas semanales, Canadá fija la jornada en 30 horas, y República Checa en 40 horas semanales. Hay países como Japón que consideran también las duraciones estándar de distintos acuerdos colectivos de trabajo. Por otro lado Austria y Bélgica utilizan preguntas directas que auto-clasifican a las personas en jornada parcial o completa, que es el criterio más usual utilizado por los países de la OCDE. Hay también países como España que mezclan ambos criterios; sin embargo se cuestiona este razonamiento observando el caso de Chile, en el que muchos ocupados que declaran trabajar “jornada completa” en realidad trabajan mucho menos de 30 horas semanales. Para los efectos de comparación internacional, se toma la proporción de empleos involuntarios de tiempo parcial en el empleo total, en las estadísticas recopiladas por la OCDE para sus países miembros. El gráfico II.II.1 ofrece una comparación entre las economías de la OCDE (incluido Chile), verificando una alarmante evolución del problema en varios de estos países. 84 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo gráfi co II.II.1 Trabajo parcial involuntario en países OCDE (porcentaje, empleados parciales involuntarios sobre empleados totales) fuente: Elaboración propia a partir de OCDE. Stats y la Nueva Encuesta Nacional de Empleo, INE. Nota: Para Suiza se consideran cifras de 2010 en vez de 2011. Para Chile se calcula sobre la base del auto-reporte de la pregunta de tipo de jornada (parcial o completa), sin considerar las horas trabajadas, pero considerando la voluntad de querer trabajar más horas (jornada parcial involuntaria). iii. Jóvenes sin porvenir “En todos los países occidentales el desempleo entre los jóvenes se ha convertido en una preocupación mayor”, escribía Le Monde en octubre del 84. Dos años más tarde, los adolescentes franceses protagonizaban las más masivas y violentas manifestaciones desde Mayo de 1968. La intranquilidad se extendió a Bélgica, Italia, España, Noruega y otros países. Aunque los problemas que agitaban a los estudiantes parecían reducirse a los planes de estudios, costos de la enseñanza y presupuestos, nadie dudaba que las movilizaciones estuvieran relacionadas con las sombrías perspectivas de trabajo al término de sus estudios. En 1985, doce países de la OCDE registraban unos 10 millones de jóvenes desempleados. Estos doce países incluían a EE.UU., Japón, Australia, Canadá, la R.F.A., Francia, Gran Bretaña, Italia, España, Sue- 85 Capítulo II: En el capitalismo maduro cia, Noruega y Finlandia Si se considera solamente a alemanes, franceses, británicos e italianos, la cifra alcanzó a 4 millones y medio. En estos cuatro países, “desocupación” equivale en gran medida a “juventud”, puesto que en ella se encontraba un gran número de los parados; el 42 por ciento del total. Sobre la juventud recaía desmedidamente el peso del desempleo. Su proporción era muy superior al estrato juvenil en la población total. A partir de los años de la Gran Recesión, la situación laboral de la juventud volvió a tornarse insostenible. Según la OIT a fines del 2009 había 81 millones de jóvenes desempleados. En el Reino Unido, a fines del 2011, la tasa de desempleo juvenil era más del doble de la tasa general (20 por ciento contra 8 por ciento). En la suma de España, Italia, Grecia, Portugal e Irlanda, la población juvenil cesante subió al 30 por ciento. En España, al 50 por ciento. En Italia, la tasa de desempleo juvenil llegó al 28 por ciento contra el 9 por ciento para toda la población. Un caso dramático en EE.UU. es el de los veteranos más jóvenes de las últimas guerras de Irak y Afganistán; se trata de unos 2,2 millones de ex soldados. Entre ellos la desocupación es un 50 por ciento mayor que en el caso general y uno de cada diez solo consiguió trabajo parcial, a pesar de que una tercera parte completó estudios universitarios. 100.000 de estos veteranos vivían en la calle. Los millones de jóvenes europeos y norteamericanos que no encuentran ocupación son en su casi totalidad egresados de las escuelas medias o institutos técnicos, tienen cuando menos diez o doce años de estudios. Mientras no consigan el primer empleo no tienen acceso a subsidios. A diferencia de la Gran Depresión del siglo pasado, a comienzos del siglo XXI la cesantía golpea también a los graduados universitarios, incluidos quienes alcanzaron un doctorado. Entre los profesionales más afectados se encuentran pedagogos de todos los niveles, ingenieros, arquitectos, médicos, psicólogos, graduados en ciencias sociales. Una gran decepción se difunde entre los jóvenes respecto al valor de la educación superior. A las universidades las llaman “fábricas de desempleados”. La falta de puestos de trabajo para la juventud acarrea otras consecuencias personales y sociales, además de dificultar las 86 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo necesidades materiales. Se aplazan los proyectos matrimoniales, se frena el deseo de tener hijos. En la RFA, desde 1980 a 1985, si la desocupación general se elevó 2,6 veces, el número de cesantes con título universitario aumentó 2,9 veces (Marx J., 1987). La falta de puestos de trabajo para la juventud acarrea otras consecuencias personales y sociales, además de dificultar las necesidades materiales. Se aplazan los proyectos matrimoniales, se frena el deseo de tener hijos. Las estadísticas registran una baja vertical de los casamientos y de la natalidad. Durante la actual Gran Recesión, luego de su tercer año, en España, Grecia y Portugal se registró la emigración de miles de jóvenes científicos o altamente calificados. El cierre de fábricas, la decadencia de las zonas industriales plantea a las nuevas generaciones otra dramática alternativa: permanecer en su medio ambiente natural sin porvenir o abandonarlo y emigrar hacia la incertidumbre. Al reducirse drásticamente los puestos de trabajo en las usinas, los hijos de los obreros tienen que emigrar. El desempleo juvenil está asociado al incremento de la delincuencia. Se sabe que hay un camino directo del desempleo al consumo y al tráfico de drogas. Para obtenerlas o para venderlas, se recurre al robo con violencia y al crimen. En Italia, en los ochenta los jóvenes drogadictos amenazaban con trasmitir el SIDA jeringa en mano, a los transeúntes que no les entregaban dinero. La prolongada falta de trabajo produce en el joven un profundo sentimiento de frustración. Para explicar el caso de un joven desempleado que se arrojó al río en la ciudad industrial de Johnstown, en USA, un amigo suyo comentó a la prensa: “Uno está leyendo todo el tiempo sobre los jóvenes que se suicidan. Es lo que pasa cuando no se tiene futuro. Todo comienza cuando uno se va a la cama en la noche y sabe que no tiene nada que hacer a la mañana siguiente”. En los países desarrollados los jóvenes negros, latinos, árabes y asiáticos son los que se llevan la peor parte en la crisis del empleo. En los Estados Unidos, las estadísticas oficiales mostraban para 1983 que entre 16 y 19 años frente al 21 por ciento de cesantes entre los blancos, había un 30 por ciento entre los de origen hispano y un 51 por ciento entre 87 Capítulo II: En el capitalismo maduro los afroamericanos (Boorstein, 1984, pág. 202). Después de más de dos decenios las proporciones no han cambiado. Resultados similares se encuentran entre los jóvenes inmigrantes o entre la segunda generación, nacidos en Europa Occidental. iv. La mujer en busca de trabajo Desde la crisis petrolera de 1974-75 se registró un intenso movimiento de las mujeres desde los hogares a los mercados de trabajo. “El cambio que probablemente tenga el mayor impacto en nuestra sociedad es el incremento explosivo en el número de mujeres trabajadoras”, decía un informe especial de la Oficina de la Mujer del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos. Se calcula que dos tercios de los nuevos puestos de trabajo creados entre 1973 y 1983 fueron ocupados por mujeres, con menores salarios que los hombres. Para 1995 se preveía que el 80 por ciento de todas las mujeres norteamericanas mayores de 20 años estarían trabajando por una remuneración. Al ingresar al mercado del trabajo las mujeres se encuentran con los mismos problemas de los hombres, pero agravados. En Italia, en 1985, mientras los hombres tenían un índice de desocupación de 10,4 por ciento, las mujeres tenían el 17,7 por ciento. Entre los quince países del mundo con mayor IDH, según el PNUD 2006, nueve de ellos mostraban un desempleo más alto entre las mujeres que entre los hombres. En el 2011, según el economista Vicenç Navarro (2012) esa cifra había aumentado a 3 millones. Una razón importante: La falta de escuelas de infancia y servicios domiciliarios, debido a la insuficiente prioridad que los gobiernos fijan para estos servicios sociales. Las ocupaciones disponibles para las mujeres a menudo son a jornada reducida, por temporada o por suplencia. Cuando la mujer consigue este tipo de trabajo, con su pareja en empleo estable y bien remunerado, se puede decir que el trabajo parcial o temporal es una opción voluntaria. En tanto esposa o madre puede, aunque no sin tensiones, combinar sus tareas domésticas con una ocupación que le signifique un aporte al ingreso familiar. 88 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo La situación es distinta cuando la pareja está cesante, o con baja remuneración, o bien se trata de madres solteras, separadas o divorciadas que deben asumir como jefes de hogar. En tales casos la ocupación a tiempo parcial o por temporada, es claramente insuficiente para sostenerse a sí misma y a los hijos. Muchas madres deben recurrir forzosamente a la ayuda social. Las nuevas tecnologías, tal como se están imponiendo, amenazan a las mujeres de quedar sin trabajo. Ellas tienen actualmente la parte predominante de los puestos en los servicios. En las oficinas, la producción, procesamiento, almacenamiento y transmisión de datos son cada vez más computarizados y automatizados.,..../////.......




v. Ausländer raus, Nègres dehors20 Las minorías raciales y nacionales y los trabajadores extranjeros inmigrantes están entre los más afectados por la cesantía. Por ejemplo, en España cuando la tasa general del paro en abril de 2009 era de 15 por ciento, entre los inmigrantes alcanzó al 28 por ciento. Además son acusados de ser culpables del alto desempleo que afecta a los locales. A comienzos de los años 80 no menos de 20 millones de trabajadores laboraban en países distintos de su nacionalidad. Las cifras de migrantes han continuado creciendo a un ritmo elevado. Según datos del PNUD (2009), entre los países industriales receptores, los mayores incrementos se registraron en Australia, EE.UU. y Canadá, seguidos por los de Europa Occidental. Entre las cinco ciudades del mundo con mayor número de residentes extranjeros están: Miami, Los Ángeles, Nueva York y las canadienses Vancouver y Toronto. Londres y París con el 28 por ciento y el 23 por ciento respectivamente figuran en el 9º y 10º lugar. En Europa Occidental, ya en los años sesenta, Suiza y Austria, presionados por una notoria falta de mano de obra no calificada, fueron pioneros en aceptar considerables flujos de trabajadores extranjeros. En los EE.UU. la desocupación ha sido mayor entre los afroamericanos que en los blancos especialmente en las épocas de recesión. 20 “Extranjeros fuera” (expresión alemana), y “Negros fuera” (expresión francesa). 89 Capítulo II: En el capitalismo maduro Dentro de los de más edad se encuentra una proporción elevada de desalentados. Entre los jóvenes, el desempleo era más del doble que entre los blancos (OIT, 1984). Entre los de origen hispano –mexicanos, puertorriqueños, cubanos, centroamericanos y otros– la tasa era alrededor de un 50 por ciento mayor que el promedio general (US Department of Labor, 1984). Las minorías viven en las zonas donde la desocupación golpea más fuerte: industrias en declinación, ciudades afectadas por cierre de plantas, trabajos menos calificados. Negros, chicanos, puertorriqueños, dominicanos forman altos contingentes de las familias de más bajos ingresos. Así el incremento del desempleo ha aumentado el número de pobres. Entre los afectados por los despidos, los negros y otras minorías fueron los primeros. Se argumenta que son los que tienen menos antigüedad y calificación. Por otro lado a ellos les cuesta más que a los blancos volver a conseguir trabajo, son los que permanecen más tiempo en la cesantía o en mayor proporción pasan a las filas de los desalentados. En Europa Occidental, a comienzos de los 80 se encontraban unos 6,3 millones de trabajadores extranjeros. 

La mayor parte provenía del sur y este de Europa o del norte de África. Alrededor de un tercio venía de otros continentes. Los turcos radicados en la R.F.A. constituían el principal contingente, le seguían yugoeslavos e italianos; en Francia los argelinos; en Suiza, los italianos (OIT, 2004, pág. 106). En la década de los noventa se desencadenó una verdadera avalancha de polacos, rusos, ucranianos, rumanos, búlgaros y de otras naciones de Europa Oriental huyendo, no del comunismo sino del desempleo y el deterioro del nivel de vida, originados por el restablecimiento del capitalismo. Se calculaba en unos 500 mil estos trabajadores extranjeros, remunerados con una fracción de los salarios vigentes, habitando en cuartos atestados y trabajando largas horas extras sin ningún derecho legal. La mano de obra extranjera ha llegado a ser insustituible para la economía de diversos países industrializados. Según los datos PNUD (2009) en Suiza, el 22 por ciento de toda la población es inmigrante; en Austria alcanza al 14 por ciento; en EE.UU. el 13 por ciento; en Alemania el 12,9 por ciento, en Suecia el 12,3 por ciento. Varios más superan el 10 por ciento, entre ellos Francia, Holanda y España. 90 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Según el cuidadoso estudio presentado por el PNUD en 2009, los inmigrantes contribuyen a aumentar el empleo, no a disminuirlo ni a desplazar a los nacionales, puesto que son nuevos consumidores masivos que expanden el mercado interno. Esto explica que la publicidad en EE.UU. dirigida al mercado latino haya tenido un gran crecimiento. Los autores del Informe concluyeron que los inmigrantes afectan muy poco a los niveles de salarios. Los poco calificados llenan puestos de trabajo que los nacionales rechazan, como son el cuidado de niños o ancianos, hoteles, restoranes, además de trabajos pesados y prolongados en la construcción, minería e industria pesada. En EE.UU., incluso los inmigrantes irregulares, aportan miles de millones de dólares al Tesoro, por impuestos a sus consumos y a sus ingresos y otro tanto a los capitalistas por la diferencia de salario respecto a un nacional. Los demagogos y las corrientes ultranacionalistas, para desviar la atención de los trabajadores de las causas estructurales de las crisis económicas y el desempleo, culpan a los inmigrantes de todos los males económicos además de la delincuencia y hasta de enfermedades contagiosas. Como resultado de las intensas campañas racistas, las encuestas encargadas por el PNUD 2009 muestran que menos del 10 por ciento de los consultados está dispuesto a permitir el ingreso de los inmigrantes sin condiciones mayores; alrededor de un 45 por ciento se inclinan por autorizar la entrada, a condición de que haya disponibilidades de trabajo; y otra proporción similar se pronuncia por restringir o prohibir lisa y llanamente el ingreso de trabajadores extranjeros o devolverlos a su país de origen. Y, esto a pesar de que, según lo prueban las estadísticas, son los inmigrantes los primeros y los que más sufren el desempleo. En una parte de la población arraiga la idea errónea de que la solución al paro forzoso pasa por expulsar a los extranjeros o dificultarles al máximo su permanencia. Del aumento de la desocupación y la pobreza y de prejuicios racistas se alimentan los partidos europeos de extrema derecha que han incrementado su peso político hasta alcanzar fuertes posiciones gubernamentales o parlamentarias en unos ocho países. Entre éstos llama la atención los casos de Austria, Suiza y Noruega, donde el desempleo es bajo e imperan duras restricciones a la residencia permanente de extranjeros, a pesar de lo cual la xenofobia atrae a parte 91 

Capítulo II: 

En el capitalismo maduro no menor del electorado. Las medidas policiales o restrictivas generales se justifican como parte del combate al “terrorismo” o a los que profesan otras religiones y practican costumbres diferentes a las nacionales. Lo cierto es que a pesar de que en algunos países la inmigración de trabajadores está suspendida y en otros se procede a repatriaciones masivas, los índices de desempleo siguen siendo graves. III. Tendencias de largo plazo en el empleo i. Cambios tecnológicos en la agricultura En lo tocante a la agricultura, la tendencia de largo plazo ha sido la disminución de las fuentes de empleo. Cuando, en los años sesenta, después de la Revolución Verde se creía agotadas las posibilidades, nuevas revoluciones tecnológicas han seguido incrementando aún con mayor intensidad la productividad del trabajo, de la tierra y de otros recursos, aun cuando algunas de sus aplicaciones han causado graves trastornos ecológicos. Solo en la década de los ochenta, la productividad del trabajo agrícola creció más de un 28 por ciento (Rifkin, 1996). La mecanización de las faenas desde la preparación de las tierras, la fumigación, el riego, la siembra, las nuevas variedades de semillas, la cosecha, la guarda y el transporte, avanzó transformando incluso la calidad y variedad de los frutos. A fines del siglo XX se inició una nueva etapa con la utilización de métodos y equipos automáticos o semiautomáticos que remplazan o reducen aún más el trabajo humano. La aplicación de las nuevas tecnologías en desarrollo pretende desplazar no solo recursos humanos sino también las tierras de labranza, fertilizantes y la utilización de muchas materias primas agrícolas naturales, lo cual ha de afectar a agricultores en todo el mundo, como ha sucedido ya en el caso del azúcar natural remplazada por endulzantes o saborizantes artificiales. Las tecnologías contemporáneas orientadas por las grandes transnacionales van asociadas al control de grandes extensiones de tierra, de agua, de fuertes inversiones de capital, para lo cual se proponen desalojar de sus tierras a campesinos y granjeros. Los pequeños agricultores se 92 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo ven cada vez más incapacitados para competir con los grandes terratenientes o poderosos consorcios arrendatarios. Endeudados o arruinados deben abandonar el campo, sin saber cómo vivir fuera de su hábitat. Los precios a nivel de los predios de la producción agropecuaria tienden a la baja ante el incremento de las cosechas y la reducción de los costos que logran los grandes cultivadores, baja que no se traslada a los precios que paga el consumidor final. El Tratado Internacional que creó la Organización Mundial del Comercio (OMC) favoreció las exportaciones de los grandes productores de alimentos hacia los países donde los pequeños productores locales no podían competir con estas nuevas importaciones, como lo ilustra el caso de los campesinos mexicanos frente a la importación de maíz norteamericano. En resumen, como ya lo había advertido Karl Marx, “la producción capitalista al desarrollar la tecnología y al agrupar en un conjunto social la acción de procesos diversos, agota las fuentes primigenias de cualquier riqueza: la tierra y los trabajadores” (Marx K., 1975). 

ii. Restructuraciones en la industria En las diversas ramas industriales –las manufacturas, la minería, la construcción–, también se ha registrado una tendencia decreciente en la creación de empleos. En el total de estas actividades y para el conjunto de los países de la OCDE, el descenso de la ocupación, tanto absoluto como relativo, ha sido pronunciado. Tal ha sucedido, por ejemplo en ramas como textiles, maquinaria eléctrica y astilleros. En los EE.UU. desde 1979 a 1983, los puestos de trabajo disminuyeron en textiles, astilleros y plantas automovilísticas en 419.000. En Gran Bretaña en los mismos años la reducción alcanzó a 557.000 considerando las tres ramas anteriores, más maquinaria eléctrica y carbón. Según los datos de la OIT, la proporción de trabajadores industriales en la población activa disminuyó entre los años 1973 y 1981 en 17 países desarrollados. Por otra parte, las estadísticas de la OCDE revelan que entre 1970 y 1984 la proporción de empleos industriales en el total nacional bajó de 34 a 28 por ciento en Estados Unidos y Canadá, mientras en Europa Occidental se redujo de 39 a 32 por ciento. Entre 1997 y 2010 el empleo 93 Capítulo II: En el capitalismo maduro manufacturero en EE.UU. se redujo en 6 millones de puestos. Entre 1998 y 2010 el número de empleos cayó en 35 por ciento. iii. Traslado de plantas al exterior y cierres en el interior El argumento de que la competencia extranjera es la causa del desempleo se utiliza a menudo con dos objetivos: culpar a los sindicatos por su defensa de los “altos” salarios o bien culpar a China de exportar a precios de dumping. Como solución se aboga por medidas proteccionistas, pero a estas últimas se oponen las propias transnacionales norteamericanas que son las principales importadoras y fabricantes por medio de filiales o por encargo. Las filiales operan fábricas que fueron virtualmente trasladadas al exterior. En 1977, el Congreso Norteamericano sobre Latinoamérica (NACAL) identificó la transferencia de 680 fábricas electrónicas, de ellas 193 a México, 140 a Puerto Rico, 120 al sudoeste asiático (Hong Kong, Taiwán, Singapur) y el resto a otros países de Asia, el Caribe y la periferia de Europa (Boorstein, 1984). Un ejemplo típico: General Electric disminuyó su personal en los Estados Unidos en un 18 por ciento mientras lo incrementaba en el exterior en un 27 por ciento. iv. Las multinacionales alientan la desindustrialización El traspaso de fábricas al exterior no es la única causante de la decadencia de la industria estadounidense como fuente de empleos en los países desarrollados. Una razón importante es también el cierre de plantas que se dejan morir porque las ganancias y los fondos de amortización resultan ser más rentables colocados en otros negocios. Estos pueden ser inversiones financieras, compra y venta de empresas completas, transacciones bursátiles, operaciones en moneda extranjera, seguros, bienes raíces. La adquisición de otras empresas o la fusión entre ellas se convirtió en una verdadera fiebre que generó enormes beneficios para los especuladores por concepto de diferencias en las cotizaciones de acciones, comisiones, elevación de las tasas medias de ganancia o simplemente para asegurarse las ventajas de la concentración de capi- 94 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo tal y del control de los mercados. Las fusiones y las compraventas de grandes paquetes de acciones volvieron a experimentar un auge en la crisis financiera y la gran recesión de fines del primer decenio del nuevo siglo. Sus principales compradores son los multimillonarios árabes del petróleo, los nuevos magnates de Asia y América Latina y los Fondos Soberanos de China y de otros países. Año tras año más compañías se transforman en “conglomerados” multinacionales. Se trata de grandes consorcios que explotan negocios de la más variada índole y no necesariamente relacionados productivamente entre sí. Los conglomerados están estrechamente relacionados con los bancos y compañías financieras. Su especialidad es comprar y vender empresas, transferir capital de una rama a otra en busca de las máximas y más rápidas ganancias. Las multinacionales se encuentran en óptima posición para lidiar con los sindicatos, pues cada uno de éstos cubre solo una parte pequeña de los trabajadores que operan para un conglomerado y a menudo, se encuentran totalmente ignorantes unos de otros aunque trabajen para el mismo patrón. Cada sindicato puede estar en huelga mucho tiempo, pero eso afectará una parte reducida de la actividad total y de las ganancias de un conglomerado. 

El cierre de empresas y despidos de personal se ve facilitado cuando se trata de conglomerados. Estos pueden tomar decisiones que afectarán a miles de personas, ciudades y regiones, no necesariamente porque estén perdiendo dinero, sino porque pueden ganar más, colocando capital en otras empresas o efectuando inversiones en acciones o bonos. v. Las nuevas tecnologías Las tecnologías asociadas a la electrónica, la informática, las telecomunicaciones o la ingeniería genética, a las que se agregan la nanotecnología y las nuevas energías, están en el centro del debate sobre la automatización y el futuro del trabajo humano. Los nuevos métodos productivos se refieren también al remplazo de materias primas tradicionales por materiales artificiales o sintéticos, más baratos, eficientes y mejor aprovechados. La ingeniería genética comenzó a provocar efectos 95 Capítulo II: En el capitalismo maduro negativos no solo en los empleos de la agricultura y ganadería, sino también en la industria alimenticia, la farmacéutica y la química. Como consecuencia de la automatización, la computación y la tendencia a crear procesos integrados, surgió la reingeniería de todos los procesos productivos integrados con la administración, las finanzas y la venta. Un resultado inesperado fue la brusca reducción del número de niveles jerárquicos y el despido de gran número de mandos medios. Una característica general de la automatización computarizada es que además de reducir el costo total del trabajo humano, incrementa de manera notable la capacidad instalada de producción. Esto es debido al funcionamiento mucho más rápido de la cadena integrada que en los viejos equipos. En algunos casos una máquina computarizada sustituye a varias de las antiguas; en otros casos, una nueva unidad eleva la capacidad anterior de la firma. Pero el principal objetivo de reducir los costos laborales no va tanto en bajar los precios al consumidor, sino en incrementar las ganancias por trabajador. En no pocos casos, una baja de 50 por ciento en esos costos, condujo a triplicar el nivel de las ganancias. A menudo se afirmaba en los 80 que los sistemas computarizados debían dar origen a abundantes puestos de trabajo en las industrias productoras de nuevos equipos. “Las industrias de alta tecnología lo están haciendo bien, pero ellas abarcan una parte pequeña de la demanda de trabajo”, afirmó en contrario, el Labor Department. Un cálculo arrojó que si la producción de estas ramas llegara a aumentar en un 87 por ciento, el número de obreros a ocupar solo aumentaría en un 29 por ciento (Forester, 1989, pág. 393). Por otro lado, hay que tener en cuenta que transnacionales de alta tecnología del hardware, como Intel, Hewlett-Packard, Mitsubishi, Samsung y los más recientes gigantes del software, como Microsoft, Apple, Google, también estaban trasladando o creando plantas o laboratorios en países de bajos salarios. Pero no se trata siempre de los bajos salarios, hay otras razones. El propio Steve Jobs reconoció ante el Presidente Obama que Apple contaba con 700.000 trabajadores en fábricas chinas subcontratadas y que eso se debía a que en China había disponibles los más de 30.000 ingenieros necesarios para asistir a esos operarios, que en EE.UU. no existían en cantidad suficiente (Isaacson, 2011, pág. 679). 96 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo vi. Los robots invaden las fábricas “Un manipulador reprogramable, multifuncional, cuyo cometido consiste en desplazar de un sitio a otro materiales o piezas sueltas, herramientas o equipos especializados, mediante movimientos variables programados a fin de efectuar diversos trabajos”. Así define a los robots industriales el Instituto Estadounidense de Automática (OIT, 1984, pág. 194). Derivada de la palabra checa “robota” (esclavo), popularizada por el escritor Karel Capek, las patentes más antiguas registradas de robots en EE.UU. datan de 1954, pero el primer robot controlado por minicomputador fue vendido en 1974 (Ayres & Miller, 1989, pág. 275). 

Fueron los japoneses los primeros en utilizarlos masivamente en la industria; en 1977, la primera generación estaba operando en Japón, eran muy primitivos, pues solo registraban tres movimientos, dos lineales y uno circular. Vienen luego los “inteligentes” que mediante sus órganos de percepción pueden detectar cambios en el entorno de trabajo y actuar tomando decisiones, en un ámbito determinado (Hudson, 1989, pág. 267). En estos autómatas se encontrará la inteligencia de un niño de tres años; podrán reconocer objetos, tomarlos y desplazarlos. La tercera generación mejora notablemente sus órganos sensoriales de visión y retroalimentación, que les permite actuar según las variaciones del medio. Los robots “inteligentes” pueden comunicarse entre sí por medio de la voz, el lenguaje programado, tienen visión tridimensional, son sensibles al color, procesan datos y resuelven problemas. Un robot inteligente remplaza cuatro puestos humanos de trabajo, funciona las 24 horas del día y su costo se amortiza en un año (Rifkin, 1996). Amenazando con los robots, el presidente de la General Motors afirmó: “Por cada aumento de un dólar en el costo de un hora de trabajo, conviene introducir 1.000 nuevos robots” (Boorstein, 1984, pág. 105). Lo que ocultó el señor Smith es que aunque los obreros no reclamen un centavo de aumento, igual amenaza se cierne sobre ellos con la baja previsible de los precios de los robots. Tampoco dijo que los autó- 97 Capítulo II: En el capitalismo maduro matas no se cansan, pueden trabajar las veinticuatro horas del día, no reclaman, no hacen huelgas, ni pertenecen a sindicato alguno... Para las diferentes operaciones y ramas industriales las estimaciones del desplazamiento del trabajo vivo varían considerablemente. Algunos cálculos conservadores insisten en que la pérdida de empleos será en promedio de 1 a 2 personas, por cada robot, y que esto se compensaría con las plazas de supervisión, control y mantenimiento. Pero según estudios realizados en el Reino Unido y Alemania por expertos independientes, se estima un mínimo de 0.8 hasta 6.2 trabajadores desplazados por unidad de autómatas, frente a una relación de 0.25 hasta 1 por unidad, la creación de nuevos puestos. La fabricación y utilización de robots se ha expandido en Alemania. Desde 1993 hasta 1996 se calcula que el número de robots aumentó 60 por ciento en la industria. Como consecuencia, un millón de obreros calificados y 60.000 ingenieros fueron desplazados (Gortz, 1997). vii. Los servicios crean y reducen empleos Desde mediados del siglo XX, las ramas económicas definidas como servicios se convirtieron en grandes receptoras de nuevos empleos en la misma medida que se reducían los puestos de trabajo en la agricultura y en la industria. Hay consenso de que el enorme crecimiento de la productividad del trabajo en las ramas de la producción material ha permitido a su vez satisfacer nuevas necesidades, deseos o nuevas costumbres de una masa creciente de consumidores en todo el mundo. Se han expandido y diversificado las demandas de educación, salud, viajes, comunicaciones, recreaciones, servicios comerciales, seguros, crédito, etc. Desde el punto de vista del empleo, los servicios han llegado a concentrar hasta cuatro quintas partes de los puestos de trabajo existentes en los países desarrollados. Es lo que se ha denominado la economía postindustrial. Sin embargo la misma inestabilidad cíclica en los puestos de trabajo que sufren los trabajadores manuales del campo y de las fábricas y el mismo impacto asociado a la mecanización, la automatización y 98 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo otras tecnologías, se han extendido a los asalariados no manuales de los servicios, sin importar su grado de calificación, técnica o profesional. En los países de la OCDE los puestos de trabajo en los servicios comenzaron a expandirse en los años sesenta. Entre 1973 y 1984, la parte de la población laboral que les correspondía pasó del 51,5 por ciento al 59,9 por ciento (OCDE, 1986). Según los datos de esta misma fuente, dentro del sector terciario, al desglosarse las cifras de crecimiento por grupos, se encontró que los servicios públicos –estatales o locales– aumentaron más rápidamente que los privados. En el sector de servicios de mercado, a medida que las tecnologías electrónicas iban penetrando, el efecto de ahorro de personal era igual o más fuerte que el efecto “expansión” de los servicios. Por ejemplo, se calculó que cuando los bancos británicos introdujeran cajeros automáticos el empleo total se reduciría en 12 por ciento del existente en 1983 (Ayres & Miller, 1989). Los servicios públicos, durante los años setenta fueron grandes receptores de fuerza de trabajo, pero la tendencia menguó en los ochenta. En algunos países alrededor de la mitad de la fuerza de trabajo estaba concentrada en la enseñanza, la salud y otros servicios sociales públicos. Estos sectores han sido el blanco predilecto de las políticas de austeridad de los gobiernos. Recortes presupuestarios debilitaron la cantidad y calidad de los servicios, reduciendo el personal. 

En su remplazo se han promovido servicios privados pagados. Las privatizaciones significaron hacer el mismo trabajo con menos gente. El secreto no estuvo tanto en las nuevas tecnologías o mejor organización, sino en la reducción de las remuneraciones y la extensión de la jornada de trabajo, aprovechando la abundante mano de obra sobrante. viii. Crisis cíclicas y estructurales Junto al proceso de restructuración industrial y al impacto de las nuevas tecnologías, el ciclo económico, es un factor altamente influyente en los niveles de desempleo de los países capitalistas desarrollados. 99 Capítulo II: En el capitalismo maduro El crecimiento global de las economías desarrolladas ha tenido fuertes altibajos cíclicos. En las dos primeras décadas de postguerra (1948-68) estas oscilaciones se manifestaban en forma atenuada, gracias al papel activo de los gobiernos con sus políticas anti-cíclicas. En las dos siguientes se hicieron más pronunciadas. Se experimentaron dos graves recesiones –1974-75 y 1980-83– hasta entonces, las más agudas desde los años treinta. A continuación tuvo lugar la llamada Crisis Asiática (1997-1999) que comenzó como colapso de crédito y endeudamiento y se extendió a la esfera productiva. Pero la más grave de todas desde la Gran Depresión de los años treinta, fue la llamada Gran Recesión iniciada en 2007, como derrumbe financiero en EE.UU. y Europa la que, tras breve respiro en 2010, continuaba en 2011 y 2012 con claras señales de estancamiento en EE.UU. y un segundo retroceso más grave en diez miembros de la Unión Europea (Navarro, 2012). En todo el período de cuatro años desde el comienzo de la crisis financiero en 2007, la economía norteamericana creció apenas un 9%, mientras Latinoamérica lo hizo en 35% y China en 77%. Esta considerable disminución de la tasa de expansión del PIB norteamericano explica el alto desempleo que mantenía EE.UU. –12,5 millones de desocupados en agosto 2012–, más de 8% de la población activa, mientras la Europa del euro, afectada con una segunda recesión, contabilizaba 18 millones de desempleados en la misma fecha. En 2012 continuaban los anuncios de despidos masivos: En el Reino Unido, 25.000 nuevas desvinculaciones solo en el sector financiero de Londres; En EE.UU., Hewlett-Packard comunicó que 30.000 empleados serían dados de baja; el Servicio Postal notificó de despido a 13.000 de sus trabajadores. En España, la Federación de Empresarios de Instalaciones Deportivas advirtió que el alza del IVA causaría el cierre de 800 gimnasios y la pérdida de 4.000 empleos21. La Gran Recesión está confirmando otro fenómeno. La curva de los ciclos tiende a modificarse: descensos más abruptos y profundos se combinan con recuperaciones más lentas. Estos rasgos han dado origen a la denominación de “economías reptantes”, que se aplica al capitalis21 Noticias del periódico El Mercurio, 10, 18, 19 de mayo de 2012 y 4 de septiembre de 2012. 100 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo mo más antiguo, en notorio contraste con algunas naciones emergentes de Asia, América Latina y África que están mostrando ritmos de crecimiento muy superiores a las del capitalismo maduro. La Gran Recesión está entonces modificando el ranking del PIB de las naciones. Japón bajó del 2º al 3º lugar, y se calcula que el Reino Unido bajará del 5º al 7º, Italia, del 7º al 10º, Canadá del 9º al 11º, Corea del Sur del 13º al 14º; en cambio China ya pasó del 3º al 2º lugar y se espera que Brasil suba del 10º al 5º, Rusia del 11º al 8º, India, del 10º al 9º y Australia, del 15º al 12º lugar. Es lo que según el FMI ocurrirá entre 2007 y 2017. Durante las recesiones y depresiones, mientras millones de personas no cuentan con suficientes medios de vida para subsistir, paradojalmente se considera que la capacidad es excesiva. Hay complejos fabriles, maquinarias y equipos paralizados, tierras sin cultivar, mientras las bodegas están repletas de mercancías sin vender. 

El ocio forzado de millones de trabajadores representa de por sí una inmensa fuerza productiva desaprovechada. Las multinacionales y los multimillonarios de todos los continentes admiten que cuentan con enormes sobrantes de dinero efectivo que no están disponibles para ampliar el empleo ni aportar con impuestos para financiar la ayuda social. Sin embargo estos fondos frecuentemente se destinan a distribuir dividendos entre sus accionistas, a otorgar premios entre sus ejecutivos, a apoderarse de compañías debilitadas o en quiebra, a acrecentar sus cuotas de mercado o para apostar a ganancias aún mayores mediante la especulación con títulos financieros. La insuficiente demanda por bienes que deja recursos productivos ociosos tiene entre sus causas últimas las desigualdades sociales que se van arrastrando desde hace décadas. La distribución de los ingresos entre los diferentes estratos de la población es otro factor estructural En el gráfico siguiente se muestra cómo los trabajadores han venido perdiendo en la repartición de los ingresos en Europa. 101 Capítulo II: En el capitalismo maduro gráfi co II.III.1. Participación de los salarios en el valor agregado de la economía en UE-15 (porcentaje) fuente: Cassiers (2009). Ello se evidencia también en los EE.UU. donde los salarios reales han mejorado poco a lo largo de los últimos decenios. En cambio, en 1936-39, la remuneración media anual de los presidentes ejecutivos de las corporaciones que fue de 1,1 millón de dólares, se mantuvo estable hasta 1970-79, pero en 2000-2005 había subido a 9,2 millones (Jenter & Frydman, 2010). Por su parte Robert Reich, ex Secretario del Trabajo anotó que en 1928 el 1% más rico de EE.UU. concentraba el 23% de la riqueza nacional cifra que en la década del 70 estaba por debajo del 10%, mientras que en 2007 volvió a superar el 23%. “No es casualidad –comenta Reich– que los dos grandes crashes hayan ocurrido inmediatamente después de alcanzar la mayor cota de desigualdad” (Reich, 2010). La desigualdad, junto con ser una de las causas de fondo de la crisis, se agrava con la misma. La actual crisis puso al descubierto las notorias diferencias en la recuperación de las grandes compañías estadounidenses, en comparación con la gran mayoría del resto de la economía. 102 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Los ingresos por empleado, las ventas, ganancias y saldos en efectivo de las compañías del índice Standard & Poor’s 500 aumentaron entre el 2007 y el 2011 en 11,4%, 17,1%, 22,7% y 49,4% respectivamente. En cambio, la contratación de empleados sólo aumentó en 5,1%. Una parte del millón y cien mil nuevos empleos de que se jacta Obama, en verdad se reclutaron en el exterior por las filiales y subsidiarias de las 500 grandes (Thurm, 2012). A pesar de la interdependencia creciente entre las economías nacionales, se acentúa la rivalidad competitiva, el proteccionismo, la inestabilidad monetaria y financiera. El enorme gasto armamentista del Pentágono distrae recursos para atender las necesidades colectivas y preludia nuevas guerras de intervención –como en el caso de Libia– por la posesión de las riquezas naturales. La acumulación de las deudas exteriores y los enormes recursos públicos destinados a rescatar a los bancos se financian a cuenta de los que sufren los recortes sociales, a los cuales se les acusa de vivir por encima de sus posibilidades. Las políticas impuestas por el gobierno Merkel de Alemania y sus aliados europeos, en conjunto con el Banco Europeo y el FMI sobre Grecia, España y otros países de la zona euro, han reducido los salarios, las pensiones y los beneficios sociales, han aumentado los impuestos al consumo, sin importarles la explosión de los niveles de desempleo a niveles records. La incertidumbre posterga las decisiones de largo plazo que son determinantes para las inversiones productivas, las innovaciones, las nuevas tecnologías. Mientras tanto, los desequilibrios internacionales e internos incuban nuevas recesiones, convulsiones sociales e inestabilidad política. 

Las crisis cíclicas se agravan por otras contradicciones estructurales que también se arrastran hace décadas y en algún momento explotan. Como se ha mencionado el déficit fiscal provocado por la carrera armamentista es un ejemplo. Además, la OCDE en un informe sobre EE.UU. considera que el desempleo de larga data, especialmente de los jóvenes, es estructural, por lo cual su solución requiere una profunda reforma educacional. Otro problema estructural es el encarecimiento explosivo del petróleo y sus derivados, resultado de una crisis energética que anticipa el 103 Capítulo II: En el capitalismo maduro agotamiento de otros recursos naturales no renovables. Ello se inscribe dentro de un problema más amplio: los daños que ocasiona la irracional explotación capitalista de las fuentes de agua, los bosques, la tierra, los yacimientos minerales y la atmósfera. A lo anterior se agregan los efectos desastrosos que se proyectan por el calentamiento global, causado por la acción humana sobre el medio ambiente, la contaminación tóxica, la desertificación creciente, la desaparición de especies, todo lo cual nos enfrenta a una catástrofe ecológica que pone en peligro la vida sobre el planeta. Además, ella presiona los costos de producción de las empresas, causando una inflación general de precios que se atribuye erróneamente a los salarios de los trabajadores. El “pleno empleo” ya no figura más entre las prioridades de las cúpulas gobernantes, a pesar de los llamados insistentes de la OIT, académicos y organismos de estudios. Un 6 por ciento de desocupación es considerado como pleno empleo, en circunstancias que no pocas economías muestran que es posible tasas muy inferiores. La prioridad es la “flexibilidad laboral”, destinada a eliminar los resguardos que poseen aún los asalariados, para conservar sus puestos. Se trata de reducir los costos del trabajo, por todos los medios, para aumentar las ganancias del capital. Los despidos masivos y rápidos, son parte de esta estrategia, ayudan a mantener los salarios a raya y debilitan la resistencia de los trabajadores, por el temor a los despidos. IV. ¿Adiós al proletariado? i. Los trabajadores se movilizan “John no tiene calificación. Está demasiado viejo para reentrenarse en otro trabajo. Está deprimido. Pasa sentado la mayor parte del día sin saber qué hacer. Aún no se decide si tendrá derecho a una pensión. En todo caso si la recibimos, eso nos dará sólo para cubrir la mitad de nuestras necesidades. No tenemos tampoco seguro médico. Si nos enfermamos o nos accidentamos no tendríamos para pagar un hospital. Y eso cuando estamos en una edad en que el cuidado médico es vital para nosotros.” Testimonio de Nora Beight en el Congressional Subcommitte on Employment Opportunities, Warren, Ohio, Estados Unidos, 3 de Marzo 1986. 104 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo La lucha por el derecho al trabajo ha sido una constante y ha adoptado los más variados métodos. Principalmente se ha dirigido contra los despidos y por la estabilidad en los puestos de trabajo; pero también en demanda de más amplias compensaciones o indemnizaciones, seguro y protección a los desempleados; contra la introducción de tecnologías que provocan pérdidas de empleos o, al menos, por reubicar a los desplazados en otros puestos; por jubilaciones anticipadas, por la creación de nuevas y duraderas fuentes de trabajo. Las campañas por la reducción de la jornada laboral, por el aumento del descanso y las vacaciones y por el acortamiento de la edad para jubilar, tienen además de su valor en sí mismas, la proyección de crear nuevos puestos. En los setenta y ochenta, la batalla contra la cesantía se llevó a cabo en medio de una gran revolución tecnológica que debilitó al movimiento obrero organizado en sus bases tradicionales, los grandes centros fabriles. A fines de los setenta, los trabajadores comenzaron a enfrentar las consecuencias de la introducción de la electrónica en sus puestos de trabajo. En mayo de 1984, el gobierno británico anunció el cierre de veinte minas de carbón y el despido de 20.000 trabajadores. Se inició así uno de los conflictos más dramáticos de la historia sindical de Gran Bretaña. La huelga duró un año y paralizó las tres cuartas partes de la producción del país. 

El gobierno Thatcher se empleó a fondo para quebrar la resistencia de los mineros. Hubo frecuentes y violentos choques con la policía. Con todo, la huelga no logró impedir las exoneraciones. El movimiento sindical se dividió frente al conflicto, igual que la opinión pública. La derrota de los mineros del carbón fue un duro golpe a todo el movimiento sindical británico, del cual le ha costado reponerse. En las huelgas contra el cierre se movilizaban no sólo los obreros. En el conflicto de los mineros británicos, las esposas y los hijos participaban en las movilizaciones callejeras, en los choques con la policía y la recolección de ayuda. En numerosas localidades, ciudades y regiones, la solidaridad se extendió a otros sindicatos, partidos políticos, iglesias, pequeños empresarios, jubilados, municipios y gobiernos regionales, todos los cuales se sentían perjudicados por los cierres de industrias. 105 Capítulo II: En el capitalismo maduro La solidaridad entre los obreros asumió nuevas formas. A pesar de que en muchos países las leyes las prohíben, las huelgas de solidaridad se llevaban a cabo con mayor frecuencia. Los mineros del carbón de Gran Bretaña recibieron apoyo eficaz de los ferroviarios y portuarios, quienes se negaron a transportar mineral procedente de ultramar. Otro tanto sucedió con los metalúrgicos y gráficos de la R.F.A. que recibieron ayuda inesperada de parte de otros sindicatos y organizaciones sociales. Durante la ocupación de la fábrica de tractores Caterpillar de Escocia, las colectas públicas en apoyo a los ocupantes se realizaron con éxito incluso entre los espectadores de encuentros deportivos. Católicos y protestantes, laboristas y conservadores solidarizaron con los obreros. Numerosas expresiones de solidaridad internacional se manifestaron en varios casos. Durante la huelga de los gráficos británicos contra el consorcio Times, en un momento los empresarios trataron de quebrar el conflicto mediante la edición del periódico vía satélite en Frankfurt (R.F.A.). La medida fue frustrada gracias a la intervención de los sindicatos de la R.F.A. En el largo enfrentamiento de los mineros británicos, los portuarios de Australia se negaron a cargar carbón para Gran Bretaña. Los mineros soviéticos entregaron un día de trabajo para sus colegas. Se hicieron colectas en las calles de Estocolmo. Los sindicatos franceses acogieron en sus campamentos de vacaciones a los hijos de los mineros. La ocupación por los obreros de Caterpillar en Escocia promovió expresiones de apoyo en otras plantas, como en Grenoble (Francia); Charleroi (Bélgica) y Davenport (EE.UU.); los sindicatos rehusaron producir los tractores que Caterpillar (Escocia) dejó de fabricar. Los obreros de Grenoble efectuaron un paro de dos horas (Bechtel, 1987). Con todo, desde los años ochenta hasta la mayor parte de la primera década del nuevo siglo, la implantación del modelo neoliberal con ayuda de las nuevas tecnologías, logró debilitar la lucha de los asalariados. En condiciones de inestabilidad en los puestos de trabajo, prácticas antisindicales de los empresarios y alto número de desempleados, la movilización de los asalariados se volvió más difícil. El número de huelgas, la cantidad de participantes y los días no trabajados por estas causas muestran cifras muy inferiores a las registradas en los años 106 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo sesenta y principios de los setenta. Un estudio del profesor Bordogna, de la Universidad de Milán, dio cuenta de un declive de la actividad huelguística en los noventa, con respecto a las décadas precedentes. Este continuó durante la primera década del nuevo milenio (Bordogna & Cella, 2002). Sin embargo, dentro de este cuadro general hubo excepciones significativas. Una de ellas fue la gran huelga en 1997 de los camioneros (Teamsters) de la United Parcel Services; con sede en Atlanta, EE.UU., la huelga tuvo lugar durante 15 días y su organización y dirección sindical fue tan efectiva que obtuvo un triunfo notable en el logro de sus demandas; entre ellas cabe mencionar el traspaso al empleo fijo de 10.000 trabajadores temporales. Fue una primera gran victoria contra la subcontratación y las discriminaciones que genera, también un triunfo de los trabajadores contra la corrupción de los dirigentes sindicales apatronados. 

La valiosa experiencia de los teamster de la UPS contribuyó a un viraje que se venía gestando en el accionar de la cúpula y las bases de la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO). Después de décadas de sometimiento a las posiciones del gran capital norteamericano y a sus intereses mundiales, los líderes de la AFL-CIO mostraron un cierto grado de independencia frente a las posiciones de las transnacionales y de los gobiernos. La AFLCIO se opuso a los Tratados de Libre Comercio, tales como el NAFTA (EE.UU., Canadá y México), el ALCA (EE.UU. con América del Sur). Una prueba de este rechazo fue “la batalla de Seattle”, en noviembre de 1999, donde destacó en las calles la participación organizada de los siderúrgicos y de otros sindicatos nacionales y su rudo enfrentamiento con la policía. Esa organizada y masiva presencia sindical junto a otros grupos opositores significó una dura derrota para Clinton y los promotores de la globalización neoliberal. La disminución de las huelgas legales en el sector industrial en comparación con épocas pasadas, contrastó con el aumento de las movilizaciones de los trabajadores de los servicios, particularmente en sectores estratégicos como el transporte –aéreo, subterráneo, ferroviario, camionero–, las telecomunicaciones y en ramas del sector públi- 107 Capítulo II: En el capitalismo maduro co, como la enseñanza, la salud, correos, la administración municipal, incluido servicios claves como el retiro de basura. Los conflictos han desembocado en huelgas generales de servicios vitales, o huelgas “salvajes” pasando por encima de leyes represivas y prohibiciones. Estas paralizaciones y otras formas agudas de lucha que han generado fuertes enfrentamientos con las fuerzas policiales, no dejan indiferentes a los ciudadanos y constituyen un abierto desafío a los gobiernos y su orden público. Por su masividad estas movilizaciones adquieren un carácter político, de mayor proyección que las confrontaciones al interior de las empresas o en ramas industriales determinadas. A partir de la Gran Recesión de 2008 los trabajadores del sector público, además de los sindicatos más conscientes del sector privado, vieron que la solución neoliberal a la crisis del sistema se descargaba sobre ellos, en la forma de drásticas reducciones de sus puestos de trabajo, recortes o congelaciones salariales, reducción de derechos y beneficios sociales. En el Reino Unido, ante el anuncio del gobierno conservador de eliminar 700.000 cargos públicos se realizó una de las mayores huelgas de su historia, la que protagonizaron dos millones de trabajadores. En Francia, la huelga general de marzo del 2009 convocó a tres millones de adherentes. En Italia, la huelga general de 2011 contra Berlusconi marcó el comienzo de su caída. Las masivas, reiteradas y combativas paralizaciones generales en Grecia durante más de un año ocuparon las primeras planas de los periódicos del mundo. En Francia, después de la derrota de Sarkozy, las organizaciones populares criticaron las vacilaciones y el incumplimiento de las promesas del gobierno socialista de Holland. Durante la Gran Recesión de fines del primer decenio y comienzos del segundo, nuevos movimientos populares espontáneos e inorgánicos surgieron en Europa y Norteamérica. Los “Indignados” de España u “Ocupemos Wall Street”, expresiones de una directa protesta contra los causantes de la crisis económica simbolizados en los directivos de los bancos e instituciones financieras, rechazan las políticas de austeridad que significa recortes de empleos y ayudas sociales o a la impunidad ante los fraudes financieros. En la heterogénea composición de estos movimientos es notoria la participación de jóvenes desempleados, profesio- 108 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo nales y técnicos que se entremezclan con obreros sindicalizados y otros sectores. Aunque sin una clara orientación política y con indefiniciones sobre su futuro, estos movimientos revelan una profunda insatisfacción por la miseria y la desigualdad social, una creciente desconfianza en las instituciones gubernativas y en el rumbo de la política económica. ii. ¿Qué propone el movimiento sindical? Desde fines del decenio de los 70, los sindicatos lograron algunos éxitos en la lucha contra el desempleo. Uno de los puntos principales colocados en los pliegos de peticiones fue la estabilidad en el puesto de trabajo. Es interesante el caso de los trabajadores postales de los EE.UU. Ellos tenían una cláusula contraria a los despidos en su convenio colectivo firmado en 1971. Durante las negociaciones para 1978-81, los empleadores trataron de eliminarla, pero finalmente se allanaron a mantenerla. La cláusula establecía los requisitos que debía cumplir la gerencia antes de que el despido se materializara: reducción al mínimo de la jornada de sobre-tiempo, derecho a jubilación para el afectado, si tenía la edad, noventa días de aviso al sindicato y otras medidas (OIT, 1982, pág. 164). En Estados Unidos, a finales de los ochenta, los sindicatos de Ford y General Motors habían logrado en las negociaciones compromisos para la seguridad en el empleo. Entre ellos la estabilidad en el trabajo en caso de nuevas tecnologías o traslado de inversiones al exterior, comisiones paritarias para administrar fondos de readaptación profesional y la ubicación de trabajadores sobrantes a otros frentes de trabajo. En el caso de la fábrica Saturno, la más automatizada de la General Motors, los trabajadores obtuvieron garantías contra los despidos y el derecho del sindicato a avalar tales casos, sólo en condiciones de fuerza mayor. A medida que avanzaba el decenio de los ochenta la estabilidad en el trabajo era lo que preocupaba a los sindicatos. En muchos casos las cláusulas transitorias de no despidos se hizo a costa de concesiones en materia de salarios y otras reivindicaciones. Los resultados de las ne,...  - 

109 Capítulo II: En el capitalismo maduro 

,...  gociaciones bilaterales entre patrones y empleados, en general, fueron pobres. De allí que el movimiento sindical empezó a buscar soluciones por la vía legislativa. Al finalizar los ochenta esas soluciones tampoco se habían realizado. Frente a las nuevas tecnologías ahorradoras de mano de obra, los sindicatos demandaban que se les avisara con suficiente anticipación. Querían tener derecho a intervenir en la toma de decisiones ya en la etapa del diseño de las racionalizaciones y proponer soluciones alternativas que minimizaran el efecto sobre los despidos. Como paliativos, los trabajadores plantearon las jubilaciones anticipadas, sin pérdida de ingresos, y el financiamiento por cuenta de los empleadores de los cursos de reciclaje. A menudo se lograron indemnizaciones extraordinarias para los desempleados. Algunos progresos se obtuvieron en la reducción de la jornada semanal. En diversas ramas y países se lograron reducciones a 38 y hasta 35 horas semanales. Se impuso la tendencia a la contratación por la jornada anual, ganándose una ampliación de las vacaciones pagadas. En la reducción de las jornadas, los trabajadores ven beneficios también para los cesantes y los jóvenes que buscan su primer contrato. El Sindicato Metalúrgico de la RFA aseguró que al haber logrado la reducción de la jornada, permitió la creación de 100 mil nuevos puestos de trabajo en la industria (Hull, 1987, pág. 3). En general, los sindicatos de los distintos países desarrollados propugnan que se eleven las asignaciones para la educación general y profesional, con vista al dominio de las nuevas tecnologías; construir o subsidiar la adquisición de viviendas y la reparación de las viejas. Reclaman el mejoramiento de los servicios públicos de salud; la reconstitución de la infraestructura de los transportes públicos, carreteras, calles, puentes, alcantarillado; favorecen también la inversión para el mejoramiento del medio ambiente. Insisten en que se trata de necesidades urgentes, a la vez que su realización crearía abundantes fuentes de trabajo. En los años 80 el movimiento sindical europeo estuvo participando en forma activa en las campañas contra los gastos militares. Consignas como “Empleo en lugar de Cohetes” y “Pan en vez de Bombas” 110 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo menudeaban en los desfiles obreros y pacifistas. Medidas efectivas para reducir la carrera armamentista figuraban en los programas de las centrales sindicales de muchos países. Se perfilaba un movimiento hacia una mayor colaboración internacional entre sindicatos, se buscaban formas de coordinación en la lucha por reivindicaciones comunes entre sindicatos de distintas sucursales internacionales. “Nuestro rol en la Federación Internacional de Trabajadores Metalúrgicos –puntualizó su presidente Hermán Rebhan– es reconciliar el choque de intereses de los distintos sindicatos nacionales, porque, a largo plazo, sólo hay una respuesta al poder internacional de las corporaciones y éste es el poder internacional de los sindicatos”. A similar conclusión llegó un Congreso de los Siderúrgicos Norteamericanos: “Ha llegado el momento de que el movimiento sindical forme un poderoso frente mundial unido para tratar con las multinacionales. Para enfrentar este desafío nuestro sindicato llama a una coordinación internacional de la contratación colectiva”. El estallido de la burbuja de la subprime en EE.UU., en 2007, cogió de sorpresa a la clase trabajadora, tanto como a la mayoría de los economistas, hombres de negocios y funcionarios de Washington. El abrupto aumento de los despidos que vino a continuación en Norteamérica como en Europa, obligó a los sindicalistas a revisar sus opiniones sobre la economía y la desmedrada posición en que se encontraban los trabajadores, particularmente en los países más ricos. La Confederación Internacional de Sindicatos (Internacional Trade Union Confederation, ITUC), creada un año antes, y que asegura representar a 175 millones de asalariados en 153 países, emitió en 2009 la Global Union London Declaration en la cual denunció la supuesta autorregulación de los mercados financieros como un fraude en contra de la economía real. Esta organización global, ante el Encuentro Anual de 2012 del FMI y el Banco Mundial acusó a los gobiernos de causar el retroceso de 2012 debido “al giro prematuro hacia la contracción fiscal y las políticas de austeridad que cortan la demanda global y el crecimiento”. También culpó a los gobiernos y las instituciones interna,...

- 111 Capítulo II: En el capitalismo maduro 

,...  cionales de fracasar en la reforma del sistema financiero, “disfuncional e insuficientemente regulado”. Reconoció que las desregulaciones del mercado laboral contribuían a prolongar las recesiones. En relación con la desocupación, la ITUC propuso un paquete de siete medidas: 

1) Postergar los recortes fiscales, 

2) Generar ingresos en vez de reducir gastos, 

3) Impuestos progresivos a las rentas, impuestos financieros y control de la evasión, 

4) Restructurar las deudas hipotecarias de los hogares y la deuda soberana para aliviar su carga, 

5) Proteger y promover los servicios de salud y educación, 

6) Incrementar las inversiones públicas, especialmente en la “economía verde” para contrarrestar el cambio climático y 

) Regular el sistema financiero global, especialmente las remuneraciones excesivas de sus altos ejecutivos, controlar las “áreas en la sombra” donde operan los hegde funds y la evasión tributaria; controlar a las agencias de rating y los paraísos fiscales; poner fin a los oligopolios, implantar el Impuesto a las Transacciones Financieras y apoyar a la banca cooperativa y otros servicios públicos de apoyo a la economía real. La Confederación Europea de Sindicatos, por primera vez desde su fundación, manifestó su rechazo a un nuevo tratado europeo. Se refería al discutido intento de obligar a los gobiernos más débiles a someterse a los funcionarios de la Unión, quienes tendrían capacidad de revisión y veto en materias presupuestarias y fiscales internas. La Federación Sindical Mundial que afirma contar con la adhesión de 82 millones de trabajadores en 120 países presentó en 2009 un plan anticrisis consistente en los siguientes puntos: 

1) detener los programas de armamentos, reducir el gasto militar, poner fin a las invasiones y a las guerras de agresión contra otros países, 

2) Ejecutar inversiones públicas y abrir puestos de trabajo con plenos derechos laborales, 

3) Aumento de salarios y pensiones, aumento de recursos para protección social, salud, educación y reducción de la jornada laboral, sin pérdida de derechos 

4) Prohibir los despidos y otorgar ayuda a los desempleados, 

5) Detener las privatizaciones de sectores estratégicos, 

6) Respetar los derechos laborales de los jóvenes, mujeres e inmigrantes y 

7) Cancelar la Deuda Externa del Tercer Mundo.


¡¡ LA HUMANIDAD SOBRANTE ( -1ª.- ) -- Una Indagación sobre el Desempleo // 117 Capítulo III: El desempleo en Latinoamérica CAPÍTULO III: EL DESEMPLEO EN LATINOAMÉRICA I. El panorama en los años setenta. En los decenios previos, América Latina aplicó políticas de sustitución de importaciones, fomento industrial, expansión educacional, nacionalizaciones y regulaciones a sus sectores exportadores estratégicos e integración interna. También aprovechó en alguna medida el  crecimiento económico de  Europa, Japón y Estados Unidos posterior a la Segunda Guerra Mundial. 

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