miércoles, 20 de enero de 2021

HUMANIDAD SOBRANTE ( 3.- ) .-- : vi. Los jóvenes sobrantes La participación de los jóvenes en la fuerza de trabajo se mantuvo baja en las décadas anteriores al régimen militar.

 

vi. Los jóvenes sobrantes La participación de los jóvenes en la fuerza de trabajo se mantuvo baja en las décadas anteriores al régimen militar. 

Ello se atribuía a la expansión de la educación gratuita, en el nivel medio y superior, y al mejoramiento de los ingresos de hogares modestos que permitían mantener a los jóvenes, gracias al trabajo estable de los padres. En los ochenta, la situación cambió radicalmente. Por una parte los estratos juveniles aumentaron como parte del fenómeno mundial del “baby-boom” de los sesenta. Por otra, “la cesantía y el empobrecimiento de las familias populares ha provocado una presión de los jóvenes por incorporarse al trabajo” (García-Huidobro, 1986). Esta afirmación quedó corroborada en una investigación del PET, según la cual los jóvenes de las comunas populares se incorporaban tempranamente al trabajo, mientras los de las comunas ricas lo hacían más tarde (Schkolnik & Teitelboim, 1987). En los barrios pobres, la cesantía juvenil era visible. Son los jóvenes parados en las esquinas, los que “patean piedras”, los invitados al “baile de los que sobran”, según el título de una canción. No cabía duda que este dramático cuadro, componente esencial de una miseria generalizada alimentó la rebelión juvenil desatada en enfrentamientos con la policía y los militares por esa época. La desocupación entre los jóvenes puso de relieve el contraste entre el sistema educacional y la estructura productiva. Mientras aquél arrojaba al mercado del trabajo más y más jóvenes con mayor nivel educacional, la estructura productiva se mostraba incapaz de proporcionarles empleos apropiados a sus mayores conocimientos. Esta contradicción, manifestada ya en la segunda mitad de los setenta no fue resuelta mediante una intensificación del crecimiento económico y de puestos de trabajo remunerativos, sino que se optó por limitar el acceso a la educación superior; se dictaminó que las universidades preparaban un “exceso” absoluto de profesionales, contrasentido sorprendente para un país en vías de desarrollo. Entretanto se operó un brusco cambio en la composición de los jóvenes cesantes: los desocupados con diez o 208 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo más años de estudios aumentaron más de quince veces en un decenio (García-Huidobro, 1986). 

vii. De la casa... a la cesantía Paradojalmente la incorporación femenina al trabajo remunerado tiene lugar con mayor intensidad en los períodos de crisis y depresión. La entrada al mercado del trabajo se ha efectuado fundamentalmente a cuenta de tres grandes grupos de oficios, a saber: 

1) vendedoras, comerciantes callejeras y dependientes de tiendas; 


3) servicios domésticos y similares. Prácticamente sin variación quedaron las proporciones de mujeres profesionales y técnicas, artesanas y obreras permanentes (Parada, 1988). La característica del primer y tercer grupo de empleos es la baja remuneración y la inestabilidad. Como más de la mitad de las mujeres se encontraban en estos trabajos, he ahí un factor de discriminación, derivado del escaso acceso de las mujeres a la educación calificada. Pero, esta diferencia subsiste en empleos calificados. La investigación ya citada encontró que en la capital, las mujeres ganaban entre un 15 por ciento y un 45 por ciento menos que los hombres a igual nivel de escolaridad (Schkolnik & Teitelboim, 1987). Aumentó la demanda de las empresas por personal femenino en trabajos temporales en la fruticultura, ganadería, pesca y servicios. Aquí proliferan las jornadas excesivas, malas condiciones de salubridad y seguridad de acuerdo a las necesidades femeninas, incumplimiento de imposiciones previsionales, asignación familiar y otros derechos. En la encuesta citada se registró que entre las mujeres de hasta 19 años, el 60 por ciento carecía de contrato de trabajo (Schkolnik & Teitelboim, 1987). La desocupación entre las mujeres se incrementó fuertemente en los años ochenta. El estudio mencionado también señala que, al menos en la capital, la tasa de desocupación era casi el doble más alta entre las mujeres que entre los hombres. Las más afectadas eran las que buscaban trabajo por primera vez: aquí la proporción con respecto a los varones era cuatro veces mayor. 209 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal Las cifras oficiales sobre desocupación ignoran la situación de las mujeres que no están buscando trabajo activamente. Es el caso de la pobladora rural que dice: “Ahora quiero encontrar trabajo en cualquier cosa; no he salido a buscar, pero es porque él no me ha dejado... porque no hay quien se quede en la casa” (Cruz & Rivera, 1984). M. Schkolnik y B. Teitelboim revelan en su encuesta que una de cada cuatro mujeres inactivas deseaba trabajar. De ellas, la gran mayoría estaba dispuesta a laborar por una jornada completa. viii. Trabajo infantil Una investigación realizada en Quinta Normal, comuna de Santiago, reveló que el 36,4 por ciento de niños estudiaban y trabajaban al mismo tiempo (Cariola & Cerri, 1986). Proporción preocupante, si se considera que el fenómeno no era relevante en los años sesenta. 

La encuesta reveló que se trataba de familias numerosas (entre cuatro y cinco hijos en promedio) en las que los ingresos totales percibidos eran inferiores al mínimo necesario para la subsistencia. La pobreza arroja a estos niños al mercado; el resultado, una sobrecarga física y psíquica sobre seres humanos que todavía no están aptos para el trabajo. Tales niños conocerán también la cesantía prematuramente. En las áreas rurales, la ocupación infantil se ha generalizado. En la zona carbonífera, los niños de los mineros cesantes eran sacados de las escuelas por sus padres para que fueran a “perrear”, o sea, ir a los cerros en busca del carbón de desecho que botan los vagones; o bien a “chinchorrear” al mar. Los niños van con sus padres y abuelos a la recolección de la rosa mosqueta, hoja de eucaliptus y otros productos silvestres del bosque; algas marinas en las playas; todos, trabajos de breves temporadas, pero de largas y agotadoras jornadas. En definitiva el trabajo asalariado de los niños es consecuencia de la cesantía de sus padres y a vez contribuye a consolidarla. 210 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo ix. Migrantes políticos y económicos Hasta 1973, eran pocos los chilenos que abandonaban el territorio en busca de mejores perspectivas. Existía una corriente temporal o cíclica hacia Argentina, principalmente de las provincias al sur de Concepción hasta Magallanes, para ocuparse en las cosechas de cereales, la esquila de la lana, faenas carboníferas o de construcción. Pero, hasta entonces, Chile era considerado un país de inmigrantes. Desde el golpe militar, decenas de miles huyeron a causa de las persecuciones políticas; unos con decretos de expulsión, o como alternativa a la cárcel; otros, despedidos de sus empleos y por falta de fuentes de trabajo. Si los emigrantes activos se agregaran a los desocupados de 1986 éstos habría aumentado al doble de la cantidad registrada. En otras palabras, hay que imaginarse hasta qué punto habría llegado la catástrofe económica y social si los que abandonaron el país se hubieran quedado. Según una fuente, a fines de 1986, más de 500 jóvenes estaban iniciando todos los días los trámites para salir de Chile. El sacerdote Miguel Ortega describe la situación así: 2) dactilógrafas y empleadas de oficinas y 

“Sin horizontes, estímulos, ni oportunidades tienen cerradas las puertas del futuro”. 

Un trabajador, de 29 años, casado y con tres hijos explica: 

“No tengo futuro, en el trabajo me contratan por diez meses y me vuelven a echar. Con esta inseguridad, llevo tres años”. 

Un obrero calificado despedido, después de fracasar como “pequeño empresario” fabricando bolsas de basura, concluye: 

“En este momento, el único salvavidas que tengo es irme a Canadá, olvidar todo lo que me ha tocado vivir aquí, para que mi hijo tenga mayores posibilidades…” (Benavente, 1985). 

x. La suerte de los ocupados El explosivo incremento del desempleo plantea la interrogante de si los que lograron salvarse de los despidos y permanecieron en sus puestos obtuvieron mayores beneficios que antes, en términos de remuneraciones, condiciones laborales o estabilidad en el trabajo. La respuesta es negativa. 211 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal 

La evolución de los sueldos y salarios reales durante el período 1973-1988 exhibe fuertes fluctuaciones, ellas han seguido la misma línea de otras variables macroeconómicas. Cuando ha disminuido la ocupación, o inversamente, cuando la desocupación ha sido más alta, los salarios y sueldos han sido más bajos (Cortázar, 1983). En otras palabras, contrariamente a lo que postula la teoría liberal, desempleo y malos salarios anduvieron juntos, así como van unidos la mejoría del empleo y los salarios. Los niveles salariales de 1970-71 no fueron recuperados a lo menos hasta 1989. En otras palabras, después de veinte años, el fondo total de salarios y sueldos era el mismo. Es fácil sacar una conclusión. Toda la mayor producción alcanzada en los años de recuperación fueron, entonces, a incrementar las ganancias. Al considerar el ingreso por asalariado, la evolución tenía que ser negativa, pues el número de trabajadores se incrementó. En efecto, la remuneración promedio por asalariado, entre 1974 y 1985, disminuyó en un 19 por ciento (Rosales, 1988). La situación se prolongó sin variaciones hasta 1988 (PET, 1988). La jornada laboral se hizo más larga. Esto se tradujo en que las horas extraordinarias pasaron a ser, para muchos obreros y empleados, “horas ordinarias”, de las cuales no se podía prescindir, tanto para suplir los bajos jornales, como porque muchas empresas las exigieron como condición para tener trabajo permanente. La legislación diseñada según el modelo neoliberal contribuyó al deterioro de las condiciones de trabajo y de vida de la gran masa de los asalariados. El llamado Plan Laboral tendió a facilitar los despidos arbitrarios, a debilitar el poder sindical en las negociaciones colectivas, redujo el fuero de los dirigentes sindicales, fomentó el paralelismo y la atomización de los sindicatos, redujo al mínimo la organización de los obreros agrícolas, favoreció la subcontratación y el empleo temporal, limitó drásticamente el derecho a huelga y colocó al asalariado en condición de indefensión frente al capital. Junto con ello hubo una disminución general de beneficios ganados en convenios colectivos anteriores. A la vez se estimuló el incumplimiento de los derechos laborales debido,...    212 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,...  a la ineficacia de las inspecciones y la inoperancia de los tribunales del trabajo. 

xi. La pobreza se expande, la riqueza se concentra 

Según estudios de CEPAL efectuados en 1970, un 10 por ciento de la población se hallaba en condiciones de indigencia. Sus ingresos no les alcanzaban para adquirir los alimentos necesarios, en calorías y proteínas, para su normal desarrollo. En 1983, el Instituto Latinoamericano de Doctrinas y Estudios Sociales (ILADES) realizó una encuesta para todo el país. Sus resultados demostraron que la indigencia afectaba al 32 por ciento de la población (Rodríguez J. , 1986). Más allá de los indigentes está el estrato de los que no pueden satisfacer normalmente sus otras necesidades elementales. En términos monetarios, los ingresos inferiores al doble del mínimo para adquirir la canasta alimenticia quedan catalogados como “ingresos de pobreza”. Los estudios de CEPAL e ILADES muestran que la proporción total de pobres había aumentado desde un tercio a cerca de la mitad de toda la población. Un estudio de PREALC sobre la población del Gran Santiago llegó a conclusiones similares (Pollack & Uthoff, 1985). La proporción de pobres era de 28,5 por ciento en 1969 y de 45,4 por ciento en 1985. Que la extensión de la pobreza se presenta simultáneamente con el incremento de la riqueza es una importante comprobación que no pocos autores pasan por alto; ella viene a desmentir la creencia de que vincular ambas sería un enfoque anticuado, propio del siglo XIX. Las investigaciones sobre distribución de los ingresos entre los distintos segmentos de la población revelaron que la disminución de los ingresos en los estratos más pobres de la sociedad corrió a parejas con el incremento de los ingresos de los grupos más acomodados. El ya citado Arístides Torche, al examinar los efectos de la recesión 1982/83, calculó el coeficiente de Gini y encontró que había un empeoramiento de la desigualdad. Lo mismo sucedía con otro indicador, el de Sen, que mide la intensidad de la extrema pobreza (Torche, 1988). Similar conclusión se obtiene al considerar el consumo de los distintos estratos sobre la base 213 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal de la encuesta ILADES. La comparación entre los años 1969 y 1978 arrojó una fuerte disminución del consumo de los grupos más pobres y un aumento significativo del consumo en los grupos más ricos (Molina, 1985). El decil más rico de la población acrecentó su participación en el ingreso nacional desde un 37 por ciento en el primer año hasta un 47 por ciento en el último. Las encuestas de gastos de los distintos estratos, realizadas por el Instituto Nacional de Estadísticas reveló, además que, de los diez deciles que componen la muestra, nueve de ellos había perdido participación, en beneficio del 10 por ciento más rico. A mayor abundamiento, la evolución de los sueldos y salarios dentro del ingreso nacional confirma que se amplió la distancia entre capital y trabajo. En comparación con los años de la Unidad Popular en que esa participación llegó al máximo, los años siguientes fueron testigos de una baja espectacular. Incluso este descenso hizo retroceder dicha participación a niveles inferiores a los ya alcanzados en la década de los sesenta (Rosales, 1988). Es cierto que este descenso fue un reflejo del shock a que fue sometida la población: la reducción relativa del trabajo asalariado en favor del trabajo por cuenta propia. 

Pero también la disminución de la participación de los asalariados fue un resultado del menor ingreso real que debió soportar la gran mayoría de los que viven de un sueldo o un salario, en aras de la rentabilidad del capital. En términos de Marx, se diría que la tasa de plusvalía histórica de la economía chilena se elevó bruscamente, como consecuencia del conjunto de las reestructuraciones políticas y económicas que soportó el país. En los años finales de la década de los ochenta, el capital invertido en Chile mostraba el rendimiento más alto del continente. xii. Efectos sobre la salud mental También en Chile se han efectuado investigaciones sobre los efectos de la cesantía prolongada sobre la salud mental de los afectados y de sus familiares. Entre ellos, los de Lira y Weinstein (1981) y el de Acuña y Reyes (1982). En ellos se comprueba claramente la vinculación entre la falta de trabajo y la drogadicción, la prostitución infantil y la delincuencia, fenómenos que se han expandido en forma alarmante. Un 214 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo efecto extremo sobre la salud mental, al cual conduce la falta de trabajo es la autodestrucción. Con alguna frecuencia la prensa registró suicidios de personas que padecían una cesantía prolongada. El cesante pobre no tiene dónde estar, no puede salir porque no tiene para el autobús, no puede permanecer en casa, por la estrechez de las viviendas y el hacinamiento con los otros familiares. Los conflictos domésticos se multiplican y culminan con el abandono del hogar por uno de los cónyuges. La esposa presenta, en esta situación, el cuadro psíquico de la neurastenia; durante esos años álgidos fue uno de los principales motivos de consulta en los policlínicos de los barrios pobres de la capital. Los niños de los hogares cesantes sufren desnutrición, los efectos de las tensiones nerviosas de los padres, la deserción obligada de la escuela, la vulnerabilidad ante las enfermedades. Los jóvenes, a veces, cesantes ellos mismo, o con trabajos ocasionales, ven limitados sus proyectos de vida, sin poder pagarse los estudios, postergadas sus aspiraciones de independencia o, de un hogar propio. Si forman pareja e hijos inesperados no tienen más que vivir en casa de sus padres. Así es como se extendió un nuevo movimiento de “sin casa”, los allegados. xiii. Las soluciones neoliberales al desempleo Bajo la tutela del Ministro Cauas en 1975 se lleva a cabo la llamada “política de shock”. Su autor, conforme a la doctrina, sabía que iba a provocar un gran aumento de la cesantía, pero lo consideraba un mal necesario. Esperaba que el desempleo no fuera demasiado grande y que, sin intervención gubernamental fuera absorbido por las fuerzas naturales del mercado. La realidad fue diferente. A poco andar el régimen se vio obligado a implementar un plan especial por temor a los efectos sociales y políticos, el Programa del Empleo Mínimo (PEM) pensado como una solución transitoria, hubo de mantenerse durante 13 años. Vino a continuación el “Plan de Recuperación Económica”, destinado a reducir la inflación y expandir las exportaciones. Si bien el desempleo había disminuido, comparado con las cifras records de 1975-76, seguía siendo muy alto. Para abatirlo, se presentó el “Plan Kelly”; puesto en práctica a partir de 1978, contempló la derogación 215 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal parcial del salario mínimo para los menores de 23 años y los mayores de 65; 

la reducción de la indemnización por despidos, desde un mes, hasta una semana de pago, por año trabajado; la puesta en práctica de la reforma previsional para disminuir la cotización patronal y otras medidas. Según la vieja doctrina, disminuyendo los costos de contratar trabajadores, aumentaría el empleo. El Plan Kelly aseguraba que, con todas estas medidas, el PEM sería innecesario. Sin embargo, no pudo eliminarse. En el año 1981, uno de los de mayor éxito, había en el país más de 400.000 desocupados. El PEM hubo de absorber otros 170.000 desempleados adicionales. La tasa de desocupación subía de 11,3 por ciento a 16 por ciento si se agregaban los trabajadores del PEM (De Vylder, 1985). A partir de 1982 la cesantía vuelve a alcanzar niveles dramáticos. Los miembros del equipo económico hablaban de una pequeña recesión que se superaría en cuestión de meses. En vista de que “la pequeña recesión” se estaba transformando en un gran derrumbe, con serias repercusiones políticas, los economistas plantearon nuevamente la rebaja de los salarios como la solución más radical. Los hechos demostraron que aunque los salarios cayeron, la cesantía aumentó. La práctica, una vez más hizo trizas la teoría. Desde el punto de vista de la doctrina, y de la política seguida, los años finales de la dictadura se caracterizaron por el abandono de los más dogmáticos postulados del neoliberalismo. Prevaleció cierto pragmatismo, aunque las bases del modelo permanecieron intocadas. El desempleo se redujo apreciablemente hasta llegar a menos de 8 por ciento según las estadísticas oficiales. Según las encuestas de opinión pública, para 1988 la desocupación dejó de ser el problema número uno, para ceder su paso al problema de las bajas remuneraciones. Sin embargo, siguió como una de las preocupaciones mayores de los chilenos. xv. Luchas por las fuentes de trabajo Desde el primer momento, la Junta Militar se lanzó contra las organizaciones de trabajadores, mientras sostenía deferentes relaciones con el empresariado. Canceló la personalidad jurídica de la Central Única de Trabajadores, con cerca de un millón de asalariados, ordenó su disolución y la incautación de sus bienes. Sus dirigentes fueron al exilio, 216 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo otros ejecutados, encarcelados o desaparecidos. Del mismo modo fueron reprimidos grandes contingentes de obreros y campesinos. 

A continuación, suspendió la presentación de pliegos de peticiones, la negociación colectiva y los convenios vigentes, limitó las reuniones sindicales y prohibió las elecciones de dirigentes. Así lo denunció una Comisión Especial de la OIT que visitó el país (OIT, 1975). Los despidos masivos de los años 75 y 76, luego de un primer período de terror, fueron provocando respuestas de los trabajadores. Las principales formas de reacción fueron las apelaciones ante organismos gubernamentales; demandas ante los tribunales de justicia; denuncias en la prensa; creación de “ollas comunes” y bolsas de cesantes. Puesto en marcha el Plan Laboral, las actividades sindicales fueron permitidas dentro de estrechos límites. Los derechos de los trabajadores quedaron enmarcados en una legislación que mereció el repudio de las organizaciones laborales. Con todo, a partir de 1978 hubo cierta reanimación de la actividad sindical: elecciones, asambleas, presentación de pliegos, convenios colectivos y huelgas; sin embargo, los resultados, en términos de beneficios pecuniarios, fueron magros. La nueva depresión de los ochenta y la pavorosa cesantía que provocó establecieron un contexto negativo para las negociaciones colectivas. Los sindicatos se vieron obligados a refrenar sus demandas, a la vez que oponían resistencia a los despidos. Los despedidos formaron comités de cesantes o se integraban a “las bolsas”, “los talleres” y otras entidades surgidas en poblaciones marginales. Las nuevas agrupaciones obtenían condonación de deudas de agua y luz, entrega de alimentos y nuevas plazas de Empleo Mínimo. Los talleres laborales –artesanías, manufacturas, servicios– se organizaron como empresas autónomas y autogestionadas. Durante varios años proporcionaron una fuente de trabajo e ingresos para varios miles de mujeres de escasa calificación. En ellos, el ingreso promedio por hora era superior al de programas oficiales de empleo o al de trabajos domésticos (Hardy, 1989). A partir de 1983, el movimiento sindical, con dirección democrática única, se alza como el animador de las grandes jornadas nacionales de oposición al régimen. A ellas se suman los partidos democráticos, gremios, colegios profesionales, los desocupados y subempleados 217 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal de las poblaciones pobres de las grandes ciudades. Entre las principales demandas estaba la reducción de la cesantía, el fin de los despidos, la estabilidad en el empleo. En este contexto, diversas huelgas sectoriales obtuvieron algunos éxitos, como en el caso de los mineros del cobre y del carbón. El paro de los trabajadores portuarios de fines de 1985 que alcanzó notoriedad internacional por la represión de que fue objeto y la combatividad de los huelguistas, logró diversos beneficios, entre ellos el pago de un subsidio de cesantía (Ruiz-Tagle, 1986). Las mujeres comenzaron a participar organizadamente en todas estas luchas; en la Segunda Conferencia Nacional de la Mujer Trabajadora, realizada en 1987, las delegadas denunciaron la cesantía como una forma de “obtención de mano de obra barata” y al contrato temporal como atentatorio a la estabilidad laboral y fuente de atropello a la legislación social. Exigieron el respeto a la jornada de ocho horas, el fuero maternal, el fin de los contratos de trabajo a plazo fijo y el término de los despidos masivos (Coordinadora Nacional Sindical, 1987). Por su parte, la reconstituida Central Unitaria de Trabajadores (CUT), en su Propuesta para la Transición a la Democracia, publicada en 1989, estableció, como una de las exigencias fundamentales “el derecho al empleo”. Allí se consigna la necesidad de una política de inversiones que promueva la ocupación; programas especiales de trabajo en actividades productivas y de beneficio social, contratos permanentes y acceso a la seguridad social; el seguro de desempleo; cumplimiento de la jornada máxima de ocho horas, sin disminución de remuneraciones; normas de inamovilidad; fin a los despidos sin causa justificada y derecho a indemnización, según el tiempo trabajado; capacitación a los trabajadores para las nuevas calificaciones (Central Unitaria de Trabajadores, 1989). III. Retorno a la democracia y consolidación del modelo i. Panorama general El término del gobierno militar y el regreso a las elecciones democráticas hacían vislumbrar, a fines de los 80 y con fundada razón, un mejor panorama en términos del empleo. La economía venía, desde un par de años, remontando el paso, y la crisis del 82, con sus miles de 218 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo desempleados, había quedado atrás, abriendo las puertas al crecimiento y el comercio internacional. Ya no existiría la muralla que impedía la sindicalización libre de los trabajadores, los niveles de desempleo mejoraban al tiempo que la economía crecía, la pobreza presentaba una tendencia decreciente según las estadísticas oficiales y el empleo presentaba novedosas formas de trabajo y de contrato, acorde a las nuevas eras de globalización. El esperanzador panorama no demoró en diluirse. Las condiciones de trabajo cambiaron bruscamente hacia la flexibilización laboral que en el marco de un nulo sistema de seguridad social, representó una creciente inestabilidad para los asalariados. Las reformas al Código del Trabajo implementaron formas legales que hacían más fácil el despido, el seguro de cesantía se mantuvo inexistente por muchos años y solo en niveles precarios durante todo el decenio del 2000. Las tasas de desempleo disminuían a un ritmo demasiado lento comparado al ritmo en que se disparaba en épocas de crisis. gráfico 

V.III.1 Tasa de Desempleo Nacional 1990-2010 (serie desestacionalizada, porcentajes) fuente: Elaboración propia a partir del Banco Central de Chile, en base a datos del INE. 219 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal Según las estadísticas del INE, la tasa de desempleo en todo el periodo 1990-2009 promedió un 8,2 por ciento, lejos de los niveles de pleno empleo alcanzados y mantenidos por otros países antes revisados. Lejos también nos encontramos de los anteriores niveles históricos en Chile, de 2 por ciento alcanzados en 1972 y 1973. En todo este periodo la tasa de desempleo no ha descendido nunca por debajo del nivel de 5 por ciento. Más aún, un desempleo mínimo de 5 por ciento implica que existe en Chile un desempleo “estructural”, más allá del llamado friccional, que en otros países puede alcanzar niveles máximos de 3 por ciento. Entre 1990 y 1998, la situación presenta una tendencia a mejorar (gráfico V.III.1), con algunos deterioros atribuibles a los “ajustes de corto plazo” orientados, en 1990 y 1994 a reducir la inflación persistente. Un informe de la OIT (1998) argumenta que, “en ausencia de empujes de política antiinflacionaria, la economía chilena tiende a situarse en una tasa de desempleo del orden del 6 por ciento”. Tuvieron que pasar más de diez años para alcanzar nuevamente estos bajos niveles de desocupación. La llegada de la crisis asiática en 1998, con una cada vez mayor integración al comercio internacional y a los flujos de capitales, sumado a factores internos como el reajuste trianual del salario mínimo, se combinan para disparar el desempleo a un máximo de 11,9 por ciento en el invierno de 1999, con un brusco aumento de casi un 5 por ciento en tan solo un año. Los niveles se mantienen hasta el año 2005, aun cuando la economía ya se venía recuperando. Esto ha llevado a los expertos a intuir un desempleo estructural causado por cambios en el nivel de empleos que las empresas demandan para producir, aun cuando la evidencia parece apuntar en otra dirección (Cowan, Micco, Mizala, Pagés, & Romaguera, 2004). Después de una recuperación transitoria entre el 2005 y el 2007, el desempleo vuelve a subir con el impacto de la crisis sub-prime en Chile, llegando nuevamente a los dos dígitos durante el 2009, según la Nueva Encuesta Nacional de Empleo (NENE), para bajar lentamente situándose en alrededor del 6 por ciento a partir del 2012. 220 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

ii. Divergencia en las mediciones Es interesante analizar además las divergencias entre las distintas mediciones sobre el desempleo. En particular, las diferencias son importantes si comparamos las mediciones oficiales del INE, con las que realiza la Universidad de Chile a través de su Encuesta de Ocupación y Desocupación, vigente desde 1957 hasta el día de hoy. gráfico V.III.2 Tasa de Desempleo para la Región Metropolitana y el Gran Santiago 1990-2010 (serie original, porcentajes) fuente: Elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Universidad de Chile. Nota: Serie empalmada del Instituto Nacional de Estadísticas para la Región Metropolitana, con 2002 como referencia poblacional. Datos de la Universidad de Chile para el Gran Santiago consideran solo personas de 15 años de edad en adelante. El comportamiento de las diferencias en las mediciones del INE para la Región Metropolitana, y de la Universidad de Chile para el Gran Santiago, presentan dos patrones diferentes dependiendo de la época: 221 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal antes y después de 1998. 

Más allá de la volatilidad de cada medición41, se comprueba que antes de la crisis asiática ambas mediciones seguían un patrón relativamente similar. En este periodo las diferencias entre ambas encuestas no superan el 3,1 por ciento (junio de 1994). La segunda fase identificable es a partir de 1998, es decir, desde que estalla la crisis asiática. En este periodo la cifra obtenida por el INE es claramente inferior a la obtenida por la Universidad de Chile. La diferencia máxima entre ambas se alcanza en junio de 2001. Mientras la Universidad de Chile reportaba una tasa de desempleo de 16,1 por ciento, el INE cifraba la desocupación en un 8,9 por ciento, teniendo una discrepancia por tanto de un 7,3 por ciento. Esto no es dato menor, ya que la diferencia es considerable y tiene efectos prácticos en el análisis y el diseño de políticas. Por mucho, este periodo de crisis y post-crisis es el de mayor discrepancia entre ambas encuestas. Este fenómeno descrito sucede a pesar de una contra-tendencia importante en la definición del desempleado y por tanto de la incorporación a la población económicamente activa. Mientras que la encuesta de la Universidad de Chile utiliza una semana como periodo de referencia para la búsqueda de empleo, el INE considera un tiempo de dos meses. En palabras simples, si una persona buscó empleo en algún momento durante los dos últimos meses pero no durante la última semana, figuraría en la medición del INE como desempleada, mientras que en la encuesta de la Universidad de Chile figuraría como inactiva, y por lo tanto se clasificaría fuera de la población económicamente activa. Esto determina por tanto que el INE considera como desempleadas a algunas personas que la Universidad de Chile clasifica como inactiva, haciendo elevar la tasa de desempleo del INE por sobre la de la Universidad de Chile. Paradójicamente, el efecto es por amplio margen contrario, sobre todo en periodos de crisis económica. 41 La mayor volatilidad de las mediciones del INE puede deberse a que este levantamiento se hace en trimestres móviles (por ejemplo, la medición de marzo de 2000 corresponde a una medición del desempleo en el trimestre febrero-marzo-abril de 2000), mientras que el desempleo registrado por la Universidad de Chile corresponde a datos mensuales que se recogen 4 veces al año, y por lo tanto pueden presentar menor variación por estar las muestras más distribuidas de forma más alejada en el tiempo. 222 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Cabe destacar que tanto la metodología del INE como la de la Universidad de Chile son utilizadas internacionalmente, teniendo ambas sus pro y sus contras. Bravo, Ramos y Urzúa (2003) evalúan esta diferencia y tratan de dar explicaciones frente a la disparidad de resultados entre ambas encuestas, tanto en la tasa de desempleo donde la diferencia es de más de 4 puntos porcentuales, como en la evolución misma de la desocupación. Además de las diferencias en la forma en que es levantada la encuesta, Bravo y otros encuentran que la principal diferencia está en el cuestionario utilizado. Mientras que el INE desarrolla una encuesta más “objetiva” al incluir mayor número de preguntas, la de la Universidad de Chile es más “subjetiva”, en cuanto deja más al arbitrio del encuestado su clasificación ocupacional. Un asunto que surge es la real medición del problema social que es y genera el desempleo. Por ejemplo, alguien que lleva 4 meses buscando trabajo podría considerarse a sí mismo como cesante, pese a que la última semana en particular se encontró haciendo algo, aunque pasajero. Esta persona contestaría que estuvo cesante buscando trabajo en la encuesta de la Universidad de Chile, pero en el INE sería reclasificado como ocupado. Como sostienen los autores, en periodos de turbulencia, “gran cantidad de gente ha terminado trabajando en lo que se les presente, con tal de sobrevivir, mientras encuentran un empleo (…) La verdad es que están altamente subocupados”. De esta forma, el costo de la mayor “objetividad” es que “tiende a minimizar el problema social real (desempleo o subempleo grave) y de suavizar periodos de inflexión económica, lo que resta utilidad para el análisis de los ciclos y de la determinación de la política macroeconómica”. Cabe destacar que si se hacen comparaciones con las encuestas CASEN y el Censo de población, las cercanías de la encuesta de la Universidad de Chile son mucho mayores que las del INE, como lo muestra la tabla 

V.III.1. 223 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal 

Tabla V.III.1. Tasa de desempleo en la Región Metropolitana (Región Metropolitana) Encuesta Tasa de Desempleo U. de Chile, marzo 2002 13,3% INE, febrero-abril 2002 9,0% Censo, marzo 2002 12,4% Fuente: Bravo, Ramos y Urzúa (2003). Si a la Encuesta de la Universidad de Chile se le aplicara, en vez de un periodo de referencia de una semana para la búsqueda de empleo, un periodo de referencia de dos meses, como lo hace la metodología del INE, lo más probable es que en la primera encuesta los inactivos disminuyan, y pasen a engrosar las filas de los cesantes en busca de empleo, elevando de esta manera la tasa de desempleo reconocida. Por su parte, la OIT no proporciona un criterio uniforme para la medición del desempleo, dejando a discreción de cada país la definición del periodo de referencia para la búsqueda de empleo. iii. Cambios legislativos Con el término del régimen militar, hubo una serie de reformas en materia de institucionalidad laboral. El ya mencionado Plan Laboral había sido ampliamente cuestionado por diversos sectores sociales, en razón de las inequidades que había producido en los distintos niveles de las relaciones laborales. De esta manera, el Programa de Gobierno de la Concertación de Partidos por la Democracia proponía en 1989 “introducir cambios profundos en la institucionalidad laboral, de modo que esta cautele los derechos fundamentales de los trabajadores y permita el fortalecimiento de las organizaciones sindicales (…)” En esta línea, en 1990 se establece la presunción de duración indefinida cuando un trabajador ha prestado servicios discontinuos en virtud de 2 o más contratos a plazo, durante 12 meses o más en un pe- 224 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo ríodo de 15 contados de la primera contratación. Esta reforma procura evitar que el trabajador sea despedido y re-contratado varias veces para eludir las responsabilidades patronales del contrato a tiempo indefinido. Además, en noviembre de 1990, se eliminó el desahucio como causal en la que el trabajador desconoce los motivos del despido. Se restablece sin embargo un amplio rango por “necesidades de la empresa” tales como: la racionalización, modernización o bajas en la productividad de la empresa, cambios en las condiciones del mercado y de la economía, y de falta de adecuación laboral o técnica del trabajador. Si el empleador pone término a la relación laboral invocando la causal de necesidades de la empresa, y el contrato hubiera sido indefinido, el empleador deberá pagar una indemnización por cada año de servicio pero con un límite de once meses Los juicios laborales van a ser asimismo largos y costosos para los trabajadores vulnerados. Los efectos económicos de las legislaciones laborales y las regulaciones es uno de los tópicos más discutidos en la literatura económica. Uno de los temas recientemente más estudiados es la hipótesis de que “la destrucción creativa de empleo es central para el crecimiento económico”. 

Una de las implicancias principales de esta hipótesis es que para incentivar el crecimiento económico, se requiere una reasignación continua de trabajadores desde los sectores menos productivos a los más productivos. Sin embargo, esta reasignación de trabajadores y empleos tiene un costo significativamente alto en términos de bienestar para los trabajadores (Cowan & Micco, 2005). En este sentido, como señala Agacino (1995), “el marco institucional que sanciona la desregulación, tanto del acto mismo de compra y venta de fuerza de trabajo como de aquél que permite realizar su valor de uso, aparece como condición del crecimiento en el contexto de apertura de la economía chilena”. Así, estas reformas van a mantener la esencia del Código Laboral dictado en dictadura, sin restablecer una serie de conquistas previas al año 1973 tales como: afiliación obligatoria al sindicato, carácter obligatorio de las cuotas sindicales, extensión del contrato colectivo al nuevo trabajador, prohibición de sustituir a los huelguistas durante la paralización legal, extensión automática del reajuste del sector público al sector privado, negociación por rama de actividad. 225 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal En este contexto, la sindicalización disminuye desde el 14,5 por ciento en 1991, al 10,5 por ciento en el año 2001, contra un 40 por ciento en la época de la Unidad Popular. El porcentaje de la fuerza de trabajo sin contrato de trabajo pasó de un 18 por ciento en 1990 a un 23 por ciento en 2000 y la parte que puede negociar colectivamente sus contratos cayó en un 5 por ciento (Pizarro, 2005). iv. El comportamiento de la fuerza de trabajo Entrando más a fondo en las estadísticas y las conclusiones que se pueden extraer de ellas, debiéramos considerar que analizar solo la tasa de desempleo pudiera constituir un error. Existen también cambios importantes en la población económicamente activa que subyacen en las fluctuaciones del empleo. Como muestran los datos de otros países, puede suceder que al mismo tiempo que baja la tasa de desempleo, baje el nivel de empleo en la economía, pues los que ofrecen su fuerza de trabajo en el mercado son también menos. 

Gráfico V.III.3 Tasa de Desempleo y Tasa de Participación (serie original, porcentajes) 

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Instituto Nacional de Estadísticas. 226 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Desde 1986 se evidencia un aumento sostenido en la tasa de participación, llegando a un máximo de 56,5 por ciento en enero de 1994. Según la OIT, esto debiera vincularse, en parte, a una reducción del “desempleo oculto” generado en la década de los 80. El efecto de la entrada de las mujeres al mercado del trabajo también es importante, debido al proceso de ajuste estructural de la economía. Un ejemplo es la aparición de los “packing” de frutas que emplean predominante mujeres (OIT, 1998). Como se ve en el gráfico V.III.3, la tasa de participación presenta una correlación negativa con la tasa de desempleo, aunque esta relación no sea estable en todos los periodos. Es decir, que cuando baja la tasa de desempleo, la participación en la fuerza de trabajo tiende a aumentar. Y cuando el ciclo repercute de forma negativa en el empleo, hay trabajadores que salen de la fuerza de trabajo, ya sea por el hecho de no encontrar trabajo (los llamados “desalentados”), como por la dedicación a otras labores, como las domésticas, o la capacitación. Cuando la economía se recupera, y existen posibilidades reales de encontrar un empleo, este “ejército de reserva” vuelve a formar parte de la fuerza de trabajo. En la práctica, los movimientos en la tasa de participación contribuyen a suavizar los incrementos y descensos en la tasa de desempleo. Cowan y otros (2004) argumentan que el brusco incremento en la tasa de desempleo a partir de 1998 se produce por una caída del empleo no compensada por otra de similar magnitud en la tasa de crecimiento de la fuerza de trabajo. Según los autores, es importante destacar que “la caída en la tasa de empleo fue de gran magnitud pero su efecto en el desempleo fue suavizado por los cambios en la participación. Si la tasa de participación no hubiese caído entre 1998 y 2002, la tasa de desempleo en 2002 habría sido casi cuatro puntos mayor” (Cowan, Micco, Mizala, Pagés, & Romaguera, 2004). En una comparación internacional, Chile sigue presentando una proporción de población económicamente activa considerablemente menor que los países pertenecientes a la OCDE. En efecto, la tasa promedio de participación de la OCDE alcanzó el año 2006 un 70,5 por ciento, mientras que a igual medición, Chile presentó una tasa de participación de 62,6 por ciento (Jélvez & Alvarado, 2009). 227 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal 

v. La situación de la mujer El entender el desempleo como un fenómeno estructural y agregado dentro de cierto contexto no implica visualizarlo omitiendo las importantes diferencias que se dan dentro de ciertos sub-grupos de la sociedad. Es un hecho común en el mundo –ya presentado en el capítulo II– que no da lo mismo el cómo analizar el fenómeno de la desocupación, si se hace en términos agregados, o tomando en un caso la dimensión de género. El problema del empleo en Chile desde el punto de vista de la mujer tiene importantes particularidades que no se observan al compararlo con la situación del hombre, y que se repiten en la gran mayoría de los países antes analizados. gráfico V.III.4 Tasa de desempleo por género (serie original, porcentajes) fuente: Elaboración propia a partir de datos del Instituto Nacional de Estadísticas Como se observa en el gráfico V

.III.4, las mujeres presentan sistemáticamente una mayor tasa de desempleo dentro del total de mujeres que componen la fuerza de trabajo, en comparación con los hombres. El panorama era especialmente negativo durante toda la década del 90. 228 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

La mayor diferencia se produce en enero de 1994, donde mientras la tasa de desempleo en los hombres era de un 5,4 por ciento, la de las mujeres era de un 10,5 por ciento, es decir casi el doble. En el periodo post-crisis la situación tiende a equilibrarse, inclinándose nuevamente a la separación cuando el empleo comienza a reactivarse. Por otro lado, además de tener una mayor tasa de desempleo, las mujeres presentan periodos de búsqueda de empleo más largos (OIT, 1998). A esto se suma la desigualdad de trato con hombres y mujeres. Es un hecho que las mujeres necesitan “credenciales educativas” signifi cativamente superiores a las de los hombres para que se les abran las mismas oportunidades de empleo (Abramo, 2003). Sin embargo, no nos podemos quedar solo con este panorama. En el análisis de género ocurren otros fenómenos de igual o mayor relevancia que la disparidad de situación en torno a la tasa de desempleo y la igualdad de oportunidades. gráfico 

V.III.5 Tasa de participación por género en Chile 1989-2010 (serie original, porcentajes) fuente: Elaboración propia a partir de datos del Instituto Nacional de Estadísticas. 229 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal 

Las variaciones en empleo y desempleo pueden eventualmente ser explicadas en alguna medida por los cambios en la composición de la población económicamente activa, tanto de hombres como de mujeres. 

El gráfico 

V.III.5 muestra la tasa de participación en hombres y mujeres. En abril de 1991, la fuerza de trabajo femenina era equivalente a un 41 por ciento de la fuerza de trabajo masculina, es decir, el número de mujeres dentro de la PEA representaban menos de la mitad del número de hombres en la PEA. Este escenario ha tenido una evolución radical en los últimos decenios, llegando en diciembre de 2009 a representar un 62,1 por ciento de la fuerza de trabajo masculina. Esta tendencia es un proceso continuo y es de esperar que prosiga en el tiempo, hasta alcanzar la igualdad de situación con el género masculino, equiparando a su vez la tasa de participación femenina a los niveles de países desarrollados. La tasa de participación femenina sobre el total de la población femenina en edad de trabajar se sitúa levemente sobre el 40 por ciento desde el 2008 en adelante, mientras este mismo indicador en países como Suiza o Dinamarca representa cerca de un 78 por ciento. Vemos que aún queda mucho por recorrer en esta dirección, considerando el incentivo que formulan las políticas públicas para que las mujeres ingresen a la fuerza de trabajo. Los programas destinados a la habilitación de salas cuna y jardines infantiles son un ejemplo de ello. La idea es entonces dejar atrás la producción de valores de uso que implicaban las labores domésticas no remuneradas, ingresando de lleno al flujo de valores que implica integrarse al mercado en el actual modo de producción. Como señala Riesco (Riesco, 2012, pág. 48), 

“el impacto económico de este fenómeno sólo es comparable al de la migración campesina. Ambos constituyen las dos grandes canteras de la acumulación originaria de la fuerza laboral, sobre cuya base han emergido las modernas sociedades”. 

Una creación de valor en aumento, en la economía clásica, puede provenir de tres fuentes: una mayor intensidad del trabajo manteniendo constante la jornada laboral, una mayor complejidad del trabajo (educación, capacitación, habilidades, etc.), o mayor tiempo dedicado al trabajo. Un ingreso de la mujer al mercado implica un aumento de las horas totales trabajadas en el total de la economía, contribuyendo de este modo a la creación de valor nuevo. 230 

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Otro aspecto relevante es la comparación en la variación del crecimiento de la población económicamente activa, o en otras palabras, la fluctuación en el proceso de ingreso y salida de la fuerza de trabajo. 

gráfico V.III.6 Variación anual de la Fuerza de Trabajo por género (serie original, variación anual respecto a mismo mes del año anterior) fuente: Elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadísticas. 

El gráfico V.III.6 nos muestra cómo fluctúa el crecimiento trimestral de la fuerza de trabajo, por género. En el caso de los hombres, las desviaciones desde el promedio de crecimiento no son muy acentuadas. En cambio, si vemos cómo se comporta la variación en la fuerza de trabajo femenina, podemos ver que las fluctuaciones son mucho más marcadas en todos los periodos, desviándose en un rango mucho mayor de su promedio de crecimiento. La composición de la fuerza laboral femenina responde de forma mucha más marcada al ciclo económico (variación anual), presenta niveles de estacionalidad también mucho más marcados (variaciones trimestrales). Es concluyente el hecho de que los hombres disminuyeron su fuerza de trabajo trimestral en 59 de estos 239 meses, mientras que en el mismo periodo las mujeres la dis- 231 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal minuyeron en 92 meses. A esto se suma que las variaciones negativas y positivas son mucho mayores en magnitud en las mujeres. Ante los ciclos económicos de ambas naturalezas, las mujeres responden entrando y saliendo de la fuerza de trabajo de forma mucho más marcada que los hombres, constituyendo la parte principal de lo que Agacino (1995) denomina un stock de fuerza de trabajo, o “ejército de reserva”, listo para entrar o salir de la población económicamente activa según lo requiera el mercado. vi. La situación de los jóvenes En una situación similar al de las mujeres, pero con rasgos y características distintivas, es la que presentan los jóvenes del país, siguiendo en buena medida la situación de los jóvenes del resto del mundo. Si bien las mujeres presentan una tasa de desempleo más alta que la de los hombres, en el caso de una comparación del desempleo joven (15-24 años según la definición de Naciones Unidas) con el desempleo adulto (25 años o más), la diferencia se va acrecentando a través del tiempo. Si en 1990, la tasa de desempleo juvenil promediaba un 12 por ciento, en agosto de 1999 alcanzaba un máximo de 26 por ciento, nivel que fue cercano al 25 por ciento alcanzado en julio del 2009. Se observa que en épocas de crisis, son los trabajadores jóvenes los que sufren un mayor aumento en su tasa de desempleo. Por otro lado, se observa que el desempleo juvenil representa entre 3 y 4 veces la tasa de desempleo de los adultos. El gráfico V.III.7 ilustra esta diferencia. 232 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Gráfico V.III.7 Tasa de desempleo de jóvenes y adultos (porcentajes) 

Fuente: Elaboración propia en base a los microdatos de la Encuesta Nacional de Empleo, INE. Varios han sido los intentos de explicación de este fenómeno. Por un lado, un informe de la OIT (1998) plantea como posibilidad una decisión de los más jóvenes de ser más exigentes con los empleos que aceptan por los menores compromisos familiares relacionados al empleo, o bien una decisión de los empleadores de no contratarlos por su corta edad o la falta de experiencia. Acercamientos más rigurosos se han esbozado en Cowan y otros (2004), donde las causas potenciales serían una excesiva concentración de los ajustes de empleo en los jóvenes y los trabajadores de baja experiencia, debido probablemente a los costos de despido que crecen con los años de antigüedad. Como los jóvenes cuentan con menor antigüedad, es razonable esperar que los despidos se concentren en este grupo. Otra posible explicación ilustrada en la literatura económica internacional es que la experiencia ganada en el lugar de trabajo contribuye a un aumento en la productividad, aumento que no se ve reflejado totalmente en un incremento salarial, generando de este modo una ganancia extra para el empleador. 233 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal Otro tema relevante en la situación de los jóvenes es el análisis de los movimientos en la fuerza de trabajo joven, o en su participación en el mercado laboral. En el periodo de la crisis asiática, Cowan y otros (2004) encuentran que la mayor parte de los cambios en la participación laboral corresponden a los “trabajadores jóvenes que se retiran del mercado del trabajo cuando las condiciones empeoran”, como lo muestra el gráfico 

V.III.8. Encuentran también que existe una correspondencia directa entre la caída en la tasa de participación y el aumento en la escolaridad de los jóvenes. Esto podría explicarse, según los autores, por la fluidez de la transición escuela-trabajo observada en Chile. Gráfico 

V.III.8 Tasa de participación de jóvenes y adultos (porcentajes) Fuente: Elaboración propia en base a los microdatos de la Encuesta Nacional de Empleo, INE. La escuela, además de servir como alternativa para los trabajadores jóvenes en época de crisis o recesión, funcionando de esta manera como mecanismo que aumenta la inactividad y atenuando un alza en el desempleo joven, ha sido descrito en diversas investigaciones como un,...        234 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,...  condicionante importante en los resultados laborales a la hora de buscar un empleo. Se comprueba en general que los jóvenes desempleados tienen un menor nivel educacional que los jóvenes empleados. Según Marinakis (2002), las evaluaciones que ha hecho la OCDE de programas específicos orientados al segmento de jóvenes han mostrado que las mejores iniciativas para jóvenes de sectores bajos y poca escolaridad “son aquellas que intervienen en forma más temprana, no cuando ya abandonaron el sistema educacional y buscan interesarse en el mercado de trabajo con escasa calificación, sino antes, tratando de evitar que deserten a temprana edad”. vii. La desigualdad como característica nacional Otro aspecto importante y determinante a la hora de pensar políticas para la pobreza, la desigual distribución del ingreso, el acceso a una educación de calidad, entre otros, es el relacionado con las diferencias en empleo y desempleo subyacente en los distintos grupos socioeconómicos de la población. 235 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal

gráfico V.III.9 Tasa de desempleo por deciles 1990-2011 (porcentajes) fuente: Elaboración propia en base a los microdatos de la Encuesta CASEN, varios años. Nota: Se utilizaron en este grafico los deciles de ingreso autónomo y la situación laboral reportados en las bases de datos de la CASEN. El gráfico 

V.III.9 ilustra las tasas de desempleo por deciles de ingreso, para cada año donde se toma la encuesta CASEN. Cada decil de ingreso representa a un 10% de la población. Se observa una marcada diferencia en todos los años en cuanto a la incidencia del desempleo por tramo de ingreso. Los más pobres (primer decil) tienen tasas de desempleo que fl uctúan entre 20 y 40 por ciento, mientras que los más ricos (décimo decil) no superan nunca el 4 por ciento de desempleo. Es evidente que a mayores ingresos, se tiene una menor probabilidad de caer en la desocupación. Sin embargo, la causalidad puede también ser inversa, es decir, que mientras mayor sea la probabilidad de caer y permanecer desocupado, mayor es la probabilidad de acercarse a los tramos más bajos de ingresos. Esta última causalidad tiene importantes implicancias en la generación de políticas contra la pobreza y la vulnerabilidad: ciertos análisis apuntan a que la solución más efectiva 236 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo contra estos fenómenos es el fortalecimiento del empleo, en cantidad y calidad. 

Otra herramienta consiste en otorgar mayores ingresos a los que sufren de mayor desempleo, de manera que puedan invertir en capital humano y facilitar los procesos de búsqueda de empleo, contribuyendo de esta forma a un ciclo virtuoso. Claramente ambos enfoques de políticas contribuyen a aliviar el problema. Un tema anexo y no menos importante es el análisis de las tasas de participación. Si se miran las cifras, se comprueba que mientras menores son los ingresos, menos se participa del mercado del trabajo. Una menor participación en el mercado laboral genera menores ingresos para el hogar, ya que no se cuenta con los ingresos del trabajo. Un segundo tipo de análisis es la perspectiva dinámica Los datos sugieren que si comparamos los comienzos de los 90 y el año 2009 (inmediatamente después de una crisis), el panorama no es mejor. En los 19 años de transcurso del actual modelo económico, 9 de 10 deciles de ingreso, vieron empeorada su situación. Solo el cuarto decil terminó con una tasa de desempleo levemente menor a la que tenía en 1990. En términos absolutos, el primer decil fue el más perjudicado, pues si en 1990 tenía una tasa de desempleo de 31 por ciento, el 2009 esta era de 39,1. Además son los más pobres los que presentan la mayor volatilidad en las variaciones de la desocupación. Si se toma una medida relativa de variación de la tasa de desempleo a través del tiempo en cada decil, curiosamente es el 10 por ciento más rico el que sufre las mayores pérdidas, como se refleja en una inspección del gráfico V.III.9. En 1990, el decil más rico ostentaba una tasa de desempleo de un 1,9 por ciento, pasando a un 2,3 por ciento en 2003, al año 2009 se alcanzaba un máximo de 4,1 por ciento, representando más del doble de la cifra inicial. Los perjudicados de este fenómeno, que pudieran reproducirse en los deciles vecinos, pasan a engrosar lo que algunos economistas han llamado los cesantes “de cuello y corbata”. Si queremos explicaciones, podemos buscarlas en los procesos de restructuración de la economía. La incorporación de tecnologías virtuales, de procesamiento de papeles y datos ha afectado especialmente a niveles 237 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal medios, en conjunto con los llamados downsizing y reengeneering producto de las reestructuraciones de empresas, a su vez estimuladas por la competencia internacional y los procesos de globalización. 

Finalmente, el análisis dinámico también se aplica para los cambios en la participación de cada segmento de ingresos en el mercado del trabajo. Desde 1990 y hasta el 2011, los datos presentan caídas en la participación de los dos deciles más pobres. A su vez, a medida que crece el decil de ingresos, la tasa de participación promedio de cada decil aumenta, y también lo hace el crecimiento en la participación en el periodo analizado. Si en 1990, un 39 por ciento del decil más pobre participaba en el mercado del trabajo, el año 2011 solo lo hacía un 33 por ciento. Al contrario, si en 1990 un 62 por ciento del decil más rico participaba en el mercado del trabajo, el año 2011 lo hacía en un 72 por ciento. viii. El fenómeno del subempleo En capítulos anteriores ya se ha tratado el fenómeno del subempleo, como tópico instalado ya hace varias décadas en el mundo. En Chile la caracterización del subempleo hace décadas era realizado de forma pionera por la OIT a través de su oficina de PREALC, con la particularidad de que el subempleo se medía utilizando el concepto de informalidad. Es así como se consideraba que en las ocupaciones en sectores económicos “atrasados” (la agricultura principalmente) la fuerza de trabajo se encontraba subempleada, pues estaba imposibilitada de desarrollar su eventual capacidad laboral, en cuanto a la calidad del empleo y a la cantidad de trabajo que quisieran realizar. En años recientes se ha implementado una encuesta de empleo que por primera vez permite medir de forma más acuciosa el comportamiento y la evolución del subempleo. A continuación presentamos algunas mediciones y la comprobación de un ejercicio hipotético realizado en la tabla 0.I.1, con datos para Chile desde 2009 en adelante. Según las definiciones de la OIT, el subempleo “refleja la subutilización de la capacidad productiva de la población ocupada, incluyendo el que es causado por un sistema económico nacional o local deficiente. 238 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Se relaciona con una situación alternativa de empleo que la persona desea desempeñar y está disponible para hacerlo” (OIT, 1998). En términos simples, las personas subempleadas son las que han tenido un trabajo durante el periodo de referencia, pero que deseaban trabajar más adecuadamente y estaban disponibles para hacerlo. A su vez, podemos acercarnos al concepto desde dos perspectivas. Por un lado, el subempleo por insuficiencia de horas corresponde a personas que deseaban trabajar más horas que las efectivamente trabajadas, pero que no pudieron hacerlo; por otro, el subempleo por situaciones de empleo inadecuado corresponde a personas que teniendo trabajo, hubieran querido cambiar su situación laboral de ese momento por motivos que limitaban su capacidad y bienestar. En esta ocasión se hará referencia a ambas modalidades, dándole un tratamiento más acabado al “subempleo por deficiencia de horas” por las posibilidades que entrega la Nueva Encuesta Nacional de Empleo (NENE), ya que el “subempleo por empleo inadecuado” incorpora elementos que hoy no se están considerando en forma exhaustiva en las mediciones oficiales de empleo en Chile. Según las directrices actuales de la OIT, para considerar a una persona como subempleada por deficiencia de horas se deben cumplir tres condiciones: la primera es “desear trabajar más horas”; la segunda es “estar disponible para trabajar más horas” (poder efectivamente hacerlo durante un periodo posterior especificado) y, la tercera y última es “haber trabajado menos de un límite de horas determinado”. Es así como utilizando una metodología propia somos capaces de establecer medidas para el subempleo y la “tasa de desempleo extra-oficial”, que suma a los desocupados y subocupados totales como proporción de la población económicamente activa. En cuanto al subempleo por empleo inadecuado, las directivas de la OIT consideran que una persona se encuentra en esta condición cuando esta hubiera deseado cambiar su situación laboral de ese momento por motivos que limitaban sus capacidades y bienestar, y estaba disponible para hacerlo 42. 

42 La metodología para el cálculo del subempleo por deficiencia de horas es en primer lugar recuperar todos los ocupados que trabajan efectivamente menos de 45 horas semanales, lo que según el artículo 22 del Código del Trabajo corresponde desde el 2005 a la duración máxima de la jornada de trabajo ordinaria en Chile. Este nivel se considera entonces como la cantidad de horas semanales de “pleno empleo” de una persona. Con esto cumplimos la tercera condición explicada por la OIT, es decir el 239 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal gráfico V.III.10 Tasa de desempleo y subempleo 2009-2013 (porcentajes) fuente: Elaboración propia a partir de los microdatos de la Nueva Encuesta Nacional de Empleo, INE. La medición del subempleo desde 2009 en adelante arroja resultados asombrosos y comparables a los mayores niveles internacionales. trabajar menos de un “límite de horas determinado”. En segundo lugar, se rescata de este grupo que trabaja menos de 45 horas aquellos que responden afi rmativamente a la pregunta de “Si de usted dependiera,

 ¿trabajaría habitualmente más horas de las que trabaja?” 

con lo que se cumple la primera condición de la OIT, es decir desear trabajar más horas. Por último, se desechan aquellos que responden “no tener disponibilidad” en la pregunta de “si se diera la posibilidad, ¿estaría disponible para trabajar más horas?” con lo que se cumple la segunda condición de la OIT, es decir “estar disponible para trabajar más horas”. Para agregar el subempleo por empleo inadecuado, se incorporan todas las personas que al preguntarles “¿Cuál es el motivo principal por el cual está buscando otro trabajo?” responde alguna de las seis primeras alternativas: 

1) Porque desea un trabajo con mayores ingresos, 

2) Para mejorar su calidad de vida (cercanía de su hogar, mejor barrio en el que trabajar, etc.), 

3) Para mejorar sus condiciones de trabajo (horario, ambiente de trabajo, benefi cios sociales), 

4) Porque desea un empleo más acorde a su formación, 

5) Porque siente inseguridad en su empleo actual, ó 

6) Porque considera su actividad actual como provisional. Esta metodología contiene el error de que la persona puede querer trabajar en mejores condiciones, pero no está buscando otro trabajo activamente. De esta manera, esta medición subestima el subempleo por empleo inadecuado. 240 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Si en el trimestre móvil junio-julio-agosto de 2009 la tasa de desempleo era de un 11.6 por ciento, la tasa de subempleo total (por insuficiencia de horas y por empleo inadecuado, subempleados sobre empleados totales) era de un 25.5 por ciento. Esto significa en la práctica que uno de cada cuatro ocupados quiere trabajar más horas o más adecuadamente, pero no logra hacerlo. Entre 2009 y 2013 la tasa de subempleo varía entre un mínimo de 20.9 por ciento (noviembre de 2013) y un máximo de 28.4 por ciento (diciembre de 2009). El promedio en este periodo es de un 24.7 por ciento. Esto arrojaría una tasa de desempleo más subempleo de 30.4 por ciento promedio en este periodo, con un máximo de 35.4 por ciento en noviembre de 2009, y un mínimo de 25.4 por ciento en noviembre de 2013. Lo anterior significa que uno de cada tres personas empleadas, en promedio, está desempleada o subempleada. Al año 2011 Chile se encontraba en el primer lugar de los países de la OCDE 43 en la incidencia del trabajo parcial involuntario (gráfico II.II.1), a pesar de que la crisis de fines de los 2000 había tomado más fuerza en la periferia europea y en los países desarrollados que en la economía nacional. La situación en Chile es por tanto preocupante. Eventualmente si los ocupados declaran querer trabajar más horas, es porque los ingresos actuales no son suficientes para poder desarrollar una vida digna. Además, muchos de los que trabajan más de 45 horas semanales, declaran querer trabajar aún más tiempo. El tiempo dedicado a las familias, a la recreación y el desarrollo de otras habilidades va desapareciendo por la creciente necesidad de cubrir un costo de vida que excede con creces los ingresos del trabajo. Estas mediciones que incorporan el subempleo dejan fuera otro tema: el de los llamados “desalentados”44 que conforman otro desempleo oculto. Estas son personas que se clasifican como inactivas ya que no trabajan ni buscan empleo activamente, pero que aceptaría trabajar si se les presentara la oportunidad. Según Caputo (2000), un cálculo que incorpora como desempleadas a las personas que declaran necesitar y desear trabajar pero que permanecen inactivos, haría aumentar la tasa 43 La comparación se realiza tomando en Chile la proporción de empleos involuntarios de tiempo parcial en el empleo total, en base al auto-reporte sin considerar las horas trabajadas. 44 También denominados “descorazonados” o “desmotivados” en la literatura económica. 241 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal de desempleo de un 15.4 por ciento –según la encuesta de la Universidad de Chile– a más de un 25 por ciento para junio de 1999. 

IV. Aplicación de algunas teorías sobre el desempleo en Chile En esta sección hacemos un breve repaso de algunas de las teorías expuestas en el primer capítulo, pero en su aplicación a Chile. La intención es enfocarnos en un solo país y verificar la pertinencia de cada una de las teorías expuestas acerca de la desocupación. Por otro lado, el análisis para un solo país no permite explicar las diferencias en niveles entre países, por qué algunos superan el 12 por ciento de desempleo, por qué otros varían alrededor de un 8 por ciento, y por qué otros permanecen constantemente por debajo del 6 por ciento, esto debiera ser inferido de las exposiciones en capítulos anteriores, que serán revisitados para una síntesis en la última parte de este trabajo. Por ahora, el caso de Chile tiene algunas luces que mostrar acerca de la conveniencia y aplicabilidad de ciertas teorías. 

i. Desempleo tecnológico Una primera aplicación de las teorías sobre la desocupación expuestas al comienzo de este trabajo, dice referencia con el llamado desempleo tecnológico. Para Marx (1975), el autor que más se interesó por el desempleo tecnológico según Guy Standing, existe una tendencia de largo plazo en la acumulación de capital que lleva a un “aumento incesante” del capital constante (valor de los medios de producción) a costa del capital variable (valor de la fuerza de trabajo), es decir, a una creciente composición orgánica del capita l45. La lógica es que a medida que crece el capital constante, crece también el capital variable (y por lo tanto crece la fuerza de trabajo que es absorbida por los medios de producción), pero a tasas 45 La composición del capital puede interpretarse en dos sentidos: atendiendo al valor o atendiendo a la materia. Al igual que Karl Marx, en esta ocasión nos referimos a la composición de valor con el nombre de composición orgánica del capital. 242 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo decrecientes. 

Es decir, aumentan los medios de producción y la fuerza de trabajo, pero los primeros lo hacen en mayor proporción que la mano de obra. Este descenso relativo del capital variable (como proporción del capital total) se revelaría como en términos invertidos como un crecimiento relativo de la población obrera. Crecimiento relativo porque genera una “población excesiva para las necesidades medias de la explotación del capital, es decir, una población remanente o sobrante”. gráfico 

V.IV.1 Composición Orgánica del Capital y Tasa de Desempleo en Chile 1960-2009 fuente: Elaboración propia a partir de datos de cuentas nacionales reportadas por el Banco Central y recopiladas en CEPAL Stat, y de la Encuesta de Ocupación y Desocupación de la Universidad de Chile. Nota: La metodología asimila capital constante a consumo de capital fijo, y capital variable a las remuneraciones de los asalariados. Siguiendo la defi nición de Paul Sweezy, la composición orgánica del capital la defi nimos como capital constante sobre capital total (constante más variable). Desde 1960 en adelante, para Chile la correlación entre la composición orgánica del capital y la tasa de desempleo es estadísticamente signifi cativa, como se aprecia visualmente en el gráfico 

V.IV.1. Según 243 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal Marx, la crisis económica crearía una oportunidad para el surgimiento de innovaciones tecnológicas, que se daría especialmente en periodos de recesión, con el fi n de abaratar costos y volver a los antiguos niveles de ganancia (Standing, 1984). Otro punto importante dentro de la discusión del desempleo tecnológico es el argumentado por los neoclásicos, derivado del análisis de Say. Si las máquinas efectivamente desplazan mano de obra en algunos sectores, los trabajadores despedidos aceptarán salarios más bajos, sustituyendo capital por mano de obra en otros sectores de la economía. Este movimiento de trabajadores entre sectores también puede ilustrarse para el caso chileno. gráfi co V.IV.2 Proporción del empleo total por sectores en Chile, 1990-2010 (promedios anuales, empleo total = 100) fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE. El gráfi co V.IV.2 muestra que han sido dos los principales sectores económicos donde se ha economizado mano de obra. El primero comprende la Agricultura, Pesca y Caza, donde se transita de un 19 por ciento a un 11 por ciento de la ocupación total; el segundo es la Industria, pasando de un 16.5 por ciento a un 13 por ciento del empleo 244 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo total. 

Sin embargo, estos dos casos presentan ciertas particularidades relevantes. Mientras que en el sector de Agricultura, Pesca y Caza46 la producción como porcentaje del PIB total ha descendido fuertemente a partir de fines de la dictadura –1988–, en el sector de la Industria esta disminución comenzó recién con un descenso notorio a partir de 2005, aun cuando el empleo industrial empezó su disminución relativa a partir de 1997. Finalmente, hay ver qué ha pasado en los 5 sectores donde la proporción del empleo aumenta. Tenemos 3 casos claramente distinguibles. El primer caso lo componen el Transporte y las Comunicaciones y la Construcción; en ambos sectores la producción tiene una relación directa con el empleo, tanto en términos del porcentaje de aporte al PIB (sin considerar la minería que distorsiona el análisis por sus precios), que es similar al porcentaje de aporte al empleo total, como en la relación de aumentos o disminuciones de la producción que son similares en el aumento o disminución del empleo. Un segundo caso lo componen los Servicios, tanto Comunitarios (Sociales y Personales) como Financieros. En ambos sectores un aumento de la producción relativa viene acompañado de un aumento en el empleo relativo. Gran parte de este crecimiento se explica porque el sector de Servicios Financieros y a Empresas, en la parte Servicios a Empresas, captura la subcontratación de todas las otras las ramas de la producción. Así por ejemplo, en la minería, más del 60% de los trabajadores son subcontratados y no figuran en el sector minero aunque parte de ellos efectúan labores típicas de operación de minas, de desarrollo minero, o tareas auxiliares como mantención de maquinarias, aseo industrial, casino, seguridad, informática etc. La facilidad legal para abaratar el costo de la mano de obra contratando trabajadores propios a nombre de terceros ha permitido una importante expansión de este sector. 46 Compuesto por 4 sub-sectores: 

i) Agricultura, Ganadería y Caza; 

ii) Silvicultura y Extracción de Madera; 

iii) Pesca Extractiva y 

iv) Cultivo y Reproducción de Peces y Productos del Mar (Acuicultura). 245 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal 

Por otro lado, los servicios comunitarios ocupan una mucha mayor proporción del empleo de lo que aportan a la producción. Al contrario, los servicios financieros ocupan casi la mitad de empleo relativo, de lo que aportan relativo a la producción del país. Podría pensarse que los servicios comunitarios están transfiriendo valor a otros sectores, mientras que los servicios financieros están “recibiendo” valor procedente de otros sectores. Los mecanismos y causas concretas de esto pueden buscarse en la Teoría de la Renta y el desarrollo de las hipótesis neo-rentistas acerca del sistema financiero. Esto es relevante pues condiciona los ingresos de ambos sectores, en particular bajos ingresos en un sector que ocupa mayor fuerza de trabajo (servicios comunitarios y a empresas) y elevados ingresos en un sector que ocupa relativamente poca fuerza de trabajo (servicios financieros puros), determinando así la distribución social del valor y de la riqueza. Un tercer y último grupo lo conforma el comercio. A diferencia de los demás sectores, el comercio ha combinado un aumento de la participación en el empleo total, con una disminución de la participación en la producción total (la disminución se estancó a mediados de 2002 pero el aumento en el empleo continuó). Esto puede ser explicable porque este sector captura buena parte del mundo informal donde con bajos niveles de capital y a veces en la vía pública, se desarrolla el pequeño comercio minorista. ii. El efecto del crecimiento y la acumulación de capital Uno de los análisis menos desarrollados en Chile por la ciencia económica corresponde al rol que juega la llamada acumulación de capital, junto al desarrollo que hacen los post-keynesianos de las consecuencias de producir bajo la frontera máxima de producción que imponen los niveles de acumulación de capital. Como lo señala también el trabajo de Lara (2009), la visión de Marx sobre el asunto de la población excedentaria, expuesta en El Capital y ya analizada en el primer capítulo, tiene estrecha relación con la acumulación de capital. Señala que la población sobrante no era absoluta sino relativa a las ne,...    - 246 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,...   cesidades del capital, y que por tanto en última instancia dependía de la acumulación de capital, de su ritmo. Por su lado, los enfoques post-keynesianos ponen de relieve los efectos perjudiciales que tiene para el empleo, una producción efectiva por debajo de lo que podría ser, o sea por debajo de una producción potencial, problema modelado por primera vez por el economista Arthur Okun. La diferencia entre el producto potencial y el producto efectivo es lo que se denomina Brecha Producto, causante del desempleo por no utilización de la capacidad productiva. El cambiante producto efectivo refleja las oscilaciones de la demanda por bienes y servicios, especialmente de sus componentes más vulnerables: las exportaciones que dependen de pocas materias primas, el efecto que sus variaciones implican sobre la capacidad de gastar por el Estado (ver sección siguiente) y el sensible gasto en inversión. Por otro lado, la determinación del producto potencial tiene que ver con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, donde alcanza gran importancia la acumulación de capital físico, aproximado en las Cuentas Nacionales por los niveles de formación de capital fijo. 

El gráfico V.IV.3 muestra mediciones del PIB Efectivo y el PIB Potencial para Chile, desde 1957 en adelante. 247 Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal gráfi co V.IV.3 Ley de Okun para Chile 1957-2008 (eje izquierdo: billones de pesos chilenos del 2003, eje derecho: porcentaje) fuente: Elaboración propia a partir de los datos utilizados por Ffrench-Davis (2010) y la Encuesta de Ocupación y Desocupación de la Universidad de Chile. Nota: Los datos para el producto efectivo y el producto potencial corresponden a una serie elaborada por Ffrench-Davis (2010), utilizando el método ICOR para el cálculo del PIB potencial, y la serie del Ministerio de Hacienda desde el 2006 en adelante. El cálculo de la Brecha Desempleo corresponde a la diferencia entre la tasa de desempleo para los meses de junio de cada año para el Gran Santiago, y una tasa natural de desempleo calculada como la tendencia que resulta de aplicar un filtro Hodrick-Prescott con un λ =100. Como se observa en el gráfi co 

V.IV.3, un aumento de la brecha producto coincide con las desviaciones de la tasa de desempleo de su tendencia en Chile entre 1957 y 2008. La Ley de Okun pareciera entonces cumplirse, ya que una producción inferior al potencial, acarrea mayores tasas de desempleo. En los periodos de dictadura (1974-1989) y de la Concertación (1990-2008), la relación se presenta, aunque de modo más evidente en el primero de estos períodos. Sin embargo esta correspondencia no se verifi ca con fuerza antes de 197347. 

Finalmente, hay que mencionar que uno de los problemas del análisis estilo Okun 47 Aunque las estimaciones de los coefi cientes tienen el signo correcto, no son estadísticamente signifi cativos. Esto ocurre porque en sucesivos años existe un aumento en la brecha del producto en conjunto con una disminución del desempleo. 248 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo es que, a pesar de contribuir a explicar por qué un desempleo en cierto periodo se aleja de su tendencia, no ofrece respuestas acerca de la determinación de este nivel de tendencia. 

iii. El gasto público como mecanismo estabilizador Desde que Keynes destacara el rol de la intervención del gobierno en la economía como mecanismo estabilizador del ciclo, la política económica se transformó en un activo campo de estudio y debate, pasando muchos años antes que este modelo fuera puesto en cuestión por los defensores de la teoría neoclásica. Sin embargo, estas políticas no han demorado en volver al centro de la discusión ante las frecuentes y profundas crisis que han tomado lugar en el capitalismo mundial en las últimas décadas. Más aun, diversos han sido los análisis que han comparado los niveles de desocupación entre países y los niveles de gasto público y social. gráfico 

V.IV.4 Crecimiento anual del PIB y del Gasto Público en Chile, 1952-2010 (precios constantes de 2005, porcentajes) fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Heston, Summers y Aten (2012). Nota: El cálculo del PIB se realiza a partir del método Laspeyres. 249 

Capítulo V: Chile y el experimento neoliberal La lógica keynesiana original fue que los equilibrios fiscales debían entenderse a mediano plazo, y no solo de año en año. Es así como en la parte alta del ciclo, una disminución del gasto público era necesaria para no recalentar la economía, para cuando el ciclo fuera a la baja, aumentar el gasto de gobierno a fin de paliar los efectos negativos en el empleo y los ingresos. Esto implica poseer reservas para ocupar cuando sea necesario, y guardar un excedente fiscal cuando la economía está en la parte alta del ciclo. En el caso de Chile, desde 1952 en adelante la evolución del gasto público ha seguido en todo momento los vaivenes del ciclo económico, reflejados en el crecimiento del PIB. Incluso si en vez de mirar el crecimiento del gasto público, se observan los niveles de gasto público por persona, o incluso la participación del gasto público en el PIB, la conclusión sigue siendo la misma. Esto significa que el gasto público ha servido de poca ayuda para estabilizar la demanda, la producción y el empleo. Por este motivo, una política a destacar es la denominada Regla de Balance Estructural, implementada desde principios de la década del 2000. La idea original es guardar recursos fiscales en el Fondo de Estabilización Económico y Social (FEES), derivados fundamentalmente de los altos precios del cobre, para los tiempos en que el precio de esta materia prima baje, de manera de mantener estable el gasto fiscal. A esto se le llamó una política a-cíclica, es decir, que es estable y no obedece a los movimientos en el ciclo económico. Sin embargo, la idea original de la política fiscal es servir de mecanismo estabilizador del ciclo, jugando un rol no solo a-cíclico, sino que contra-cíclico. Uno de los desafíos, sin embargo, sería primero lograr un nivel de gasto público y social que permita ser aumentado y disminuido sin generar pérdida de derechos sociales básicos, o problemas sociales mayores que los ya producidos por el ciclo económico mismo. Por otro lado, como se ha explicado con la teoría centro-periferia, resulta poco probable que la economía chilena pueda estabilizarse si continúa dependiendo de la exportación de unas pocas materias primas, y además controladas por agentes externos que remiten la parte más importante de sus ganancias. En este sentido, parte de los montos 250 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo ahorrados en el Fondo de Estabilización deberían invertirse en recuperar para el país sus recursos naturales, crear valor agregado, generar empleo de calidad y diversificar la economía. 251 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía CAPÍTULO VI: LAS POLÍTICAS CONTRA LA CESANTÍA “Están parados esperando a los manos que decidan hacer andar. La neblina las rodea y las oxida y ya piensan petrificar ¡LAS INDUSTRIAS, MUEVAN LAS INDUSTRIAS!” Los Prisioneros, grupo musical chileno. 1983. A grandes rasgos, podemos clasificar las propuestas en tres grupos: las recetas neoliberales, las fórmulas de compromiso y las propuestas desde la izquierda. I. Las recetas neoliberales i. Flexibilidad del mercado laboral Introducido a mediados de los años setenta, la flexibilidad es uno de los conceptos claves de la estrategia neoliberal, ya utilizado por los economistas liberales de la tercera década de este siglo; resucitado principalmente por Milton Friedman, obtuvo carta de ciudadanía en numerosos países occidentales, entre ellos el Reino Unido de la señora Tatcher y los Estados Unidos de Reagan. Friedman y sus discípulos elogiaron el régimen militar chileno que facilitó la libertad empresarial para subir o bajar los salarios, sin sujeción a sindicatos, convenios colectivos o leyes laborales, tal como ya antes la había visto funcionar en algunos países asiáticos. 252 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Se trataba de liberar al mercado de las llamadas “rigideces” que impedían a los empresarios adaptar la producción, implantar nuevas tecnologías según las cambiantes pautas de los consumidores y clientes. Los obstáculos eran el seguro contra el paro; los salarios mínimos; las limitaciones a los despidos, la duración de la jornada de trabajo, las excesivas contribuciones patronales a la seguridad social, los contratos de duración indefinida y las consiguientes vacaciones pagadas y otras obligaciones establecidas por las leyes sociales. Guy Standing, un experto de la OIT que evaluó los resultados de las políticas de flexibilidad en el Reino Unido, llegó a la conclusión que ellas no redujeron mayormente la desocupación (Standing, 1988). Si bien las cifras oficiales mostraron en algunos años baja de la cesantía, ello fue, más bien, producto de cambios en los métodos y cálculos del desempleo. En su opinión la flexibilidad significó inseguridad e inestabilidad para un número creciente de trabajadores: que una proporción mayor de ellos pasara por períodos de paro, en muchos casos, prolongados, y que también muchos tuvieran que recurrir a los subsidios del Estado para poder sobrevivir. Todo ello constituye una ineficiencia en el rendimiento laboral, una pérdida neta para la sociedad. El autor estima que la flexibilización, bien entendida como fuerza de trabajo adaptable y con alto grado de capacitación, es deseable, Pero, para ello se necesita, no el desmantelamiento de la seguridad social sino su transformación en un nuevo sistema que minimice los riesgos que soportan los trabajadores. El autor no cree que la inseguridad sea una ayuda a la eficiencia; más bien, un obstáculo (Standing, 1988). ii. Reducir los beneficios a los cesantes En su perspectiva, según los economistas ortodoxos muchos cesantes que reciben subsidios gubernamentales no están en busca de trabajo porque se conforman con el subsidio o, bien, tienen empleos “negros”, penados por la ley. Se habla así de desocupados “voluntarios” que gozarían de una doble fuente de ingresos. Se ha alegado también que los gastos del seguro de cesantía se han elevado en demasía afectando así los costos de los sistemas de seguridad social. 253 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía Al eliminarse o reducirse los pagos por cesantía, los afectados se verán obligados a incorporarse al mercado del trabajo, aunque sea por menores salarios. Una parte de los cesantes habrá encontrado trabajo y disminuirán los índices de desempleo. Los adversarios de esta tesis replican que se hace un abuso del concepto de desocupado “voluntario”, calificando así a todo aquél que no esté dispuesto a aceptar empleos indignos o salarios miserables; que si se reducen a cero los seguros de desempleo se acabaría con la cesantía “oficial”, pero no con la real. En todo caso, los subsidios han sufrido fuertes mermas en muchos países, con lo cual la situación de los cesantes se ha tornado más difícil, sin que por ello haya disminuido el número de desocupados. Algunos gobiernos que redujeron los beneficios del seguro de cesantía, muy pronto se vieron obligados a aumentar los pagos por asistencia social, a fin de evitar el hambre, la mendicidad y otros males mayores. Para estos efectos se redefinió la categoría de los desempleados crónicos y desalentados: viejos, madres solteras y otros casos similares, simplemente como ‘pobres o indigentes”, permitiendo que lo poco que algunos de ellos puedan recibir en empleos mal pagados precarios sea complementado por ayuda social. En Canadá, ya en 1982, 1.5 millones de personas estaban recibiendo este tipo de ayuda; en Gran Bretaña, 4,5 millones en 1983; en Suecia, el 6,5 por ciento de toda la población tenía acceso a este tipo de asistencia, según fuentes de la OIT. Visto del otro lado de la medalla, este tipo de medidas son criticadas por la humillación que significa para el afectado ser considerado como incapaz de valerse por sí mismo, por admitir la pobreza como algo natural, la cesantía como fatalidad, negando el derecho al trabajo remunerado. 254 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo iii. Mujeres y extranjeros, de vuelta a casa En el caso de las mujeres, el retorno al hogar no solo persigue reducir el número de los que buscan trabajo, también hay una nostalgia de los tradicionalistas que quieren ver a la mujer dedicadas únicamente a las tres K, como dicen los alemanes (Kinder, Kirche, Küche48). Sin embargo el retorno al hogar sería parcial, dada la existencia de otras motivaciones que tiene la mujer para trabajar fuera de casa. Depende, más bien de mayores niveles generales de cesantía y/o mayores ingresos de la otra pareja o de los hijos mayores. Repatriaciones masivas y forzadas, nuevas leyes restrictivas para la inmigración y los viajes, sobre todo hacia el Tercer Mundo, aumentan incluso en países de tradición tolerante. Con todo, esta política es resistida por sectores empresariales que explotan la mano de obra extranjera porque permite pagar menores salarios y eludir leyes sociales, perjuicio que el inmigrante ilegal se ve obligado a aceptar, so pena de ser denunciado. iv. Empleos mínimos En América Latina surgieron el Plan de Empleo Mínimo, los Frentes de Trabajo, el Plan de Emergencia. Tales programas en Brasil, Chile, Panamá, Haití y República Dominicana registraron números elevados de cesantes que carecían de otras alternativas para subsistir ellos y sus familias. Es evidente que, de no haberse llevado a efecto estos planes, la magnitud de la miseria extrema habría adquirido un carácter explosivo. Estos programas fueron duramente criticados por el bajísimo nivel de remuneraciones, generalmente menor al de subsistencia, sin acceso a la atención médica gratuita, sin vacaciones pagadas ni previsión social alguna. Fueron escasos también sus beneficios en materia de elevación de la capacitación, productividad individual o social; además, eran excesivos los costos de administración. En algunos casos los programas se transformaron en privilegiados subsidios a los empresarios privados que utilizaban esta mano de obra barata. 48 Niños, Iglesia, Cocina. 255 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía v. Las Zonas Francas Industriales Creadas en los primeros años setenta, adquirieron una enorme difusión. Desde Filipinas, Corea del Sur, Malasia e Indonesia se han extendido a toda el Asia, y de allí a América Latina, el Caribe y, en menor medida, al África. Según la UNIDO (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial), en 1983 había unas 120 “zonas para procesar exportaciones” (EPZ) que ocupaban a unos 2 millones de trabajadores, principalmente mujeres, abarcando unos 36 países en desarrollo. Estas áreas son auténticos enclaves, con tratamiento aduanero excepcional en comparación con las normas del país, donde las firmas, principalmente manufactureras trasnacionales, gozan de tratamiento preferente en impuestos, provisión de infraestructura, libertad en materias laborales y servicios públicos subvencionados”. Según Feier Ward, un experto, consultor del Banco Mundial, las Zonas contribuyen significativamente al empleo de trabajadores semi-calificados, no así a los calificados o a los no calificados. Empero, significan limitada contribución al crecimiento de las exportaciones: inestabilidad debido a la elevada tasa de rotación de las firmas que se trasladan de un país a otro en busca incesante de mayores ventajas; escasa utilización de materias primas locales; nula transferencia de tecnología, ningún aporte a los ingresos fiscales, en fin, modesta contribución a la solución del problema nacional del desempleo. Estas conclusiones son reiteradas en estudios más recientes sobre las maquilas manufactureras establecidas en México y Centroamérica, las cuales tuvieron un gran impulso al amparo de Tratados de Libre Comercio firmados con Estados Unidos. vi. Autoempleo y micro empresas El fomento y la estructuración de los trabajadores por cuenta propia, las microempresas y los pequeños negocios son otras tantas fórmulas propuestas para combatir el desempleo. A nivel regional se destaca el caso exitoso de las pequeñas y medianas empresas textiles y metalúrgicas del centro de Italia que lograron modernizarse con ayuda estatal y alcanzar autonomía y acceso al mercado exterior. 256 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Incluso se hacen campañas publicitarias de fomento de la “actitud emprendedora” para promover un cambio cultural en una población que estaría acostumbrada a esperar que el Estado le solucione sus problemas. Sin embargo, estos esfuerzos ideológicos topan con límites objetivos. La concentración del poder económico acarrea un desigual poder de negociación entre firmas grandes y los nuevos empresarios que son sus pequeños proveedores. Los primeros colocan a los segundos condiciones de precio, plazo de pagos, contratos de corto plazo y exigencias varias imposibles de cumplir. En efecto, en el contexto actual de la mundialización del capital, surgen multitud de medianas y pequeñas empresas que actúan como satélites proveedoras de las transnacionales en bienes y servicios, llegando algunas a estar encerradas en verdaderos “mercados cautivos”. Estos pequeños y medianos empresarios juegan un papel similar a los llamados contratistas que realizan determinadas faenas o servicios. Alquilando trabajadores “de segunda mano”, peor pagados que en las empresas matrices y carentes de los beneficios de los trabajadores de la planta fija. También hay casos, de pequeñas o medianas empresas independientes y hasta competidores de grandes consorcios que han crecido, se han diversificado y creado así, nuevos puestos de trabajo Sin embargo, la desregulación del comercio exterior significó la ruina de muchas de estas empresas, particularmente por la importación de productos asiáticos. Ciertamente en países en desarrollo las pequeñas empresas ocupan, elevados porcentajes de la mano de obra asalariada y podrían atraer más trabajadores. No obstante, a falta de una política vigorosa y prioritaria, muy pocas logran superar las barreras del acceso al crédito, las exigencias de las compañías distribuidoras, el monopolio de la tecnología y, además, ofrecer niveles salariales cercanos al de los trabajadores sindicalizados de las grandes empresas. Además el control monopólico de los mercados domésticos va desplazando a los pequeños negocios. Finalmente ello se retroalimenta con el poder de los Bancos que colocan tasas de interés crediticias leoninas para las pequeñas empresas en formación. 257 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía La mortandad periódica de las pequeñas empresas sigue siendo muy elevada, especialmente en los períodos de recesión. II. Fórmulas de compromiso i. Jubilaciones prematuras Se han difundido bastante, especialmente a raíz de las grandes restructuraciones industriales de las últimas décadas. Es el caso de grandes compañías pertenecientes a ramas en declinación con un gran número de obreros y que se proponen automatizar sus fábricas.. Las jubilaciones anticipadas constituyen un paliativo al desempleo en tanto los trabajadores despedidos no quedan en la indefensión, no aumentan los costos del seguro de desempleo ni ingresan forzosamente al mercado de la mano de obra. Cuando los jubilados anticipados dejan vigente el puesto de trabajo se abre también una posibilidad para los jóvenes. Se supone que los jubilados no ingresan de nuevo al mercado del trabajo, lo cual, a menudo, no ocurre. Las jubilaciones prematuras resultan convenientes o perjudiciales para los trabajadores a quienes se les propone según sean las condiciones pactadas. Generalmente, se fijan pensiones inferiores, por lo menos para el período que falta hasta la edad legal para el retiro. Cuan inferior sea esa pensión en comparación con el salario actual, teniendo en cuenta la edad del candidato, es lo decisivo; pues ese obrero, “jubilado prematuro”, solo si su pensión es suficiente, no incrementará el número de los buscadores de trabajo y quedará definitivamente fuera de la población activa. ii. Capacitación y reciclaje Esta política ha adquirido gran difusión en muchos países. En algunos casos ha sido producto de convenios colectivos entre empresas y sindicatos, en los que los costos han sido asumidos en cierta medida por los empresarios. En otros casos, los gobiernos han concurrido a financiar estos programas o a otorgar beneficios tributarios a las empresas 258 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo que los adoptan. Algunos de estos proyectos han servido para reducir transitoriamente la cifra oficial de los desocupados como lo demostró el ya citado estudio de Standing para Gran Bretaña. Sin embargo, la situación se revierte cuando la mayor parte de los desempleados han completado sus cursos de reciclaje y prácticas de aprendizaje y se encuentran de nuevo en la calle buscando empleo para el cual se han preparado. iii. Mejorar la información en el mercado del trabajo En los últimos tiempos se ha hecho mucho hincapié en los sistemas de información y acercamiento entre trabajadores en busca de empleos y puestos vacantes ofrecidos por las empresas. La falta o inadecuación de estos sistemas es considerada como un factor más que contribuye a la prolongación de la desocupación. En numerosos países se han ampliado o creado servicios gubernamentales que sirven de intermediarios entre obreros y patrones. Estos organismos reducen la duración individual del paro forzoso. iv. Abaratar cotizaciones previsionales En muchos países de la Unión Europea existe una enorme diferencia entre el costo laboral (salario bruto) y el ingreso laboral (salario líquido) porque las cotizaciones para la seguridad social y otros descuentos legales pueden alcanzar hasta un 45% del primero. Teniendo en cuenta aquello, en Francia, durante la década del noventa y después de ella, gobiernos de derecha y socialistas han rebajado la cotización patronal con el objeto de abaratar el costo laboral sin rebajar el salario líquido que percibe el trabajador. Estas medidas habrían ayudado a reducir el desempleo según estudios citados por Cahuc y Zylberberg (2004, págs. 76-77). El problema crucial es donde obtener financiamiento para cubrir la parte del salario que deja de pagar el empleador. La medida resulta atractiva si aumenta la tributación ya sea gravando la riqueza improductiva o con los mayores empleos resultantes de la misma. Este últi- 259 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía mo incremento puede provenir del impuesto que añaden los nuevos contratados tanto a través de su renta como por medio de sus gastos de consumo sujetos al IVA. Sin embargo resulta peligroso que el Estado se exponga a un déficit fiscal bajo la promesa que más tarde se solucione. III. Las propuestas desde la izquierda i. El seguro de cesantía A pesar de la difusión de los argumentos neoliberales, en los países desarrollados existe una importante corriente de economistas, políticos y líderes sindicales que consideran el seguro contra el paro una medida indispensable para evitar que el desempleo traiga males peores, pero enfrentan una cerrada resistencia patronal. Los sindicatos y los partidos de izquierda se oponen a la reducción de sus beneficios. El subsidio a los desempleados asimismo permite mantener la demanda por bienes y servicios a las empresas, las cuales pueden así encontrar mercado a su producción y contratar más trabajadores, reduciendo la tasa de desempleo. Esto favorece especialmente a las ventas de las empresas que atienden el mercado doméstico, las cuales generalmente pertenecen a pequeños capitalistas de origen nacional. Son justamente aquellas que contratan más trabajadores por unidad de capital invertido. Perjudica en cambio a las grandes empresas exportadoras que sólo ven en este subsidio una mayor carga tributaria. El resultado es que son contados los países donde existen seguros o subsidios para tal eventualidad. En Rusia y en otros territorios de Europa Oriental se han establecido sistemas de subsidios, al surgir el desempleo masivo, junto con la introducción de las reformas procapitalistas. También en China y Cuba existían o se han desarrollado diversas formas de subsidio. En un vuelco frente a las tendencias dominantes, legisladores demócratas en los EE.UU. propusieron, a comienzos de la década de los noventa, alargar de 26 a 46 semanas el período de goce del seguro. El gobierno neoliberal de Bush se opuso enérgicamente. 260 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo ii. Limitar los despidos Una de las causas principales del incremento súbito del desempleo es el aumento masivo y generalizado de los despidos individuales y los licenciamientos masivos en una misma empresa o conglomerado empresarial. Como se explicó antes, ellos tienen lugar en las recesiones, pero también son frecuentes en las fusiones y adquisiciones de empresas, en la automatización y la deslocalizaciones de plantas al extranjero. Los gobiernos occidentales han eliminado buena parte de los resguardos legales contra los despidos que habían conseguido los sindicatos mediante los convenios colectivos y las leyes sociales. Al evaluar los resultados de la mayor permisibilidad empresarial, sus críticos argumentan la necesidad de poner límites a la facultad de despedir. Proponen el aviso previo con suficiente antelación a la fecha del despido; la prohibición del despido por causas políticas, ideológicas, raciales o de sexo y por reclamación de abusos o derechos conculcados. Los tratadistas aducen el concepto de “razón válida” como requisito para proceder al despido tal como ha sido definida en la Convención de la OIT de 1982; señalan también diversas legislaciones nacionales que dan derecho a los sindicatos a intervenir o hasta vetar el despido, y establecen el aviso previo a las autoridades y el derecho de éstas a negar la autorización. En caso de despidos por causas tecnológicas se propone la consulta previa con los sindicatos, la entrega a éstos de la información pertinente a las nuevas tecnologías, el derecho a permanecer en la empresa, aunque en diferentes puestos de trabajo, entrenamiento y, finalmente, el derecho a la indemnización. Se sugiere también facultar a tribunales competentes ordenar la reposición en sus puestos a los trabajadores despedidos. iii. Sobretiempo y normalización de la jornada de trabajo Como ya lo habían observado Marx, Engels y otros escritores de la época, el desempleo aumenta simultáneamente con las jornadas de trabajo excesivas de los que están en funciones. Los sindicatos y los partidos políticos afines promueven la reducción de la jornada laboral, 261 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía a medida que aumenta la productividad del trabajo, como parte de los beneficios a que tienen derecho los trabajadores. En los años ochenta, en muchas partes del mundo se produjo un alargamiento, sin mediar cambios legislativos, de la jornada de trabajo; en muchos países del Tercer Mundo el promedio sobrepasó el límite de las 48 horas semanales, mediante la generalización de las horas extras de trabajadores y pequeños empresarios afectados por la crisis. Al mismo tiempo, en diversos países desarrollados, los sindicatos obtuvieron por convenios colectivos, la reducción de la jornada laboral. Así ocurrió en Alemania Occidental donde los trabajadores de la industria gráfica, metalurgia y otras ramas lograron romper barrera de las 40 horas semanales, bajándola a 38 o menos; en otros países, la reducción se obtuvo en las empresas financieras y de telecomunicaciones. La disminución del sobretiempo se logra a través de los convenios colectivos o bien por reformas legales. El mecanismo más usado es el establecimiento de fuertes recargos al pago por hora extraordinaria. La mayor dificultad para hacer efectiva la disminución de la jornada laboral reside en la debilidad de los sindicatos y en los bajos salarios. Los mismos trabajadores en funciones presionan por horas extras para compensar los salarios normales insuficientes. La reducción del sobretiempo a escala general, para permitir nuevos empleos solo puede lograrse como parte de un conjunto de medidas que contribuyan a la elevación de los salarios de jornada normal y encarezcan el costo de la hora extra. Dado el clima mundial de competitividad desenfrenada por la conquista de los mercados externos, los acuerdos internacionales con sus correspondientes sanciones a quienes los violen, constituyen una premisa necesaria para evitar que algunos gobiernos coloquen a sus empresas en ventaja frente a sus competidores. Forma parte también del mismo problema de la jornada excesiva, la existencia del contrato a tiempo parcial y el doble empleo. Estos han llevado a la eliminación de las vacaciones pagadas por las empresas, por la vía de la proliferación de contratos de trabajo, de duración inferior al plazo mínimo que da derecho a vacaciones. La necesidad de legislar y 262 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo fiscalizar el cumplimiento de las leyes que regula la jornada es una necesidad y contribución efectiva a la disminución del desempleo. iv. Apoyo a industrias en dificultades Las medidas proteccionistas –aranceles, cuotas, prohibiciones, subsidios– continúan siendo herramientas utilizada por los Estados, con o sin sujeción a los convenios internacionales, para evitar quiebras o bancarrotas de empresas con altos contingentes de trabajadores o de toda una rama afectada por la competencia destructiva, sea del exterior o del interior. Obviamente, tales medidas deben tener carácter transitorio y permitir el traslado gradual de los trabajadores amenazados por despidos masivos. En el período durante la cual rigen las medidas proteccionistas, se aplican programas de re-entrenamiento así como de inversiones que permitan modernizar la vieja rama amenazada o crear fuentes de trabajo alternativas. Estas medidas frecuentemente chocan con los acuerdos internacionales y los tratados de libre comercio. Otra alternativa son los subsidios del Estado, las intervenciones del gobierno y los créditos especiales para sectores y para empresas en dificultad. Al mismo tiempo en países como Argentina, empresas en quiebra fueron tomadas y administradas por sus propios trabajadores para evitar la destrucción de empleos. v. Fomento a nuevas industrias Está bien fundada en la literatura especializada la conveniencia del apoyo gubernamental a las industrias nacientes. Virtualmente todos los casos de industrialización de países atrasados se han efectuado con fuerte apoyo e intervención estatal. Los casos de Corea del Sur y Taiwán en el Siglo XX han vuelto a confirmarlo. Para una política que vele por la creación de empleos suficientes, los gobiernos tienen que preocuparse, incluso contribuyendo a su financiamiento, de los proyectos de inversión en curso y de las nuevas tendencias en las tecnologías y los mercados. 263 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía Particularmente los países en desarrollo, constantemente amenazados de perder sus ventajas derivadas de sus recursos naturales, necesitan impulsar nuevas empresas, ramas o actividades. Especialmente aquellas que permitan incorporar valor agregado a sus exportaciones de materias primas poco elaboradas. Generalmente los capitalistas nacionales no están en condiciones ni desean asumir los riegos de grandes inversiones de larga maduración. Por su parte, las transnacionales utilizan capitalistas nacionales como socios subordinados o exigiendo condiciones excepcionales a los gobiernos que a la larga resultan perjudiciales para el interés nacional. En esta perspectiva, el Estado tiene varias alternativas. Una de ellas es tener sus propias empresas, situación aconsejable en sectores que generan rentas naturales importantes que puedan contribuir al presupuesto fiscal. También en mercados que tienden a ser monopolios como los servicios de luz, agua y otros. Otras alternativas son la promoción de empresas de propiedad cooperativa de sus trabajadores o aquellas de propiedad mixta. Las primeras han sido impulsadas por los gobiernos progresistas en América Latina. Y desde luego se puede apoyar al sector privado en áreas de interés económico, social y ecológico. Para alcanzar un mínimo de competitividad las nuevas ramas necesitan apoyo aunque sea transitorio del Estado. Naturalmente la misma condición de temporalidad debe regir para los subsidios a las industrias o ramas nuevas que se desea instalar en el país. El apoyo del Estado se ve más necesario considerando la evolución mundial. Actualmente la crisis ecológica genera la necesidad de nuevas empresas “verdes”. Por ejemplo en áreas como el reciclaje de la basura, la producción de energías renovables, la fabricación de vehículos no contaminantes, el cultivo orgánico de alimentos, la recuperación de las aguas, entre otras. Además, el envejecimiento de la población exige mayores cuidados a las personas de avanzada edad y un aumento de la extensión y calidad de los servicios de salud. También se necesitan más viviendas básicas, jardines infantiles para que la mujer pueda trabajar, centros educacionales, culturales y deportivos, áreas verdes para descontaminar. 264 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Como se ve, el desempleo resulta más absurdo habiendo enormes necesidades aún por satisfacer. vi. Reducción de las desigualdades económicas y sociales Como lo expresa un documento maestro de la OIT, los desplazamientos de la estructura de la demanda resultantes de una modificación de la distribución de los ingresos pueden aumentar el volumen del empleo, generar un círculo virtuoso y provocar un fenómeno de “bola de nieve” (OIT, 1984, pág. 27). En los países en vías de desarrollo donde se han aplicado, las medidas redistributivas han contribuido a incrementar la demanda interna de bienes de consumo de los estratos pobres y de medios de producción de bajo costo para las pequeñas y medianas empresas. Tal es la experiencia reiterada en América Latina y confirmada en diversos países asiáticos. Los críticos ortodoxos afirman que las medidas redistributivas conducen fatalmente a la inflación, reducen el ahorro, la inversión y de allí al estancamiento. El riesgo, sin duda, existe cuando se presiona sobre una capacidad productiva agotada pero es mínimo cuando se ocupan recursos ociosos, especialmente a los miles de desempleados. Y es tanto mayor mientras más libre sea el mercado, las decisiones de inversión queden absolutamente en manos privadas y la economía se encuentre funcionando al máximo de su potencial. Para asegurarse que la redistribución no tenga tales efectos negativos, se requiere que el estado tenga las facultades para influir en las variables macroeconómicas y mantener los equilibrios básicos, tanto internos como externos. La redistribución, sin duda no puede ser indefinida, tiene límites objetivos, económicos y políticos. Se necesita que el Estado y los trabajadores generen también fondos de ahorro e inversión alternativos al sector privado. Es indispensable que el consumo total se mantenga dentro de límites adecuados, permitiendo una tasa de inversión que asegure un crecimiento posible. Al mismo tiempo que se estimula el consumo popular, hay que desincentivar el consumo suntuario. Tales son los marcos objetivos de las políticas de redistribución. 265 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía vii. La reforma agraria Las reformas agrarias del siglo XXI ya no solo se limitan a satisfacer las demandas de tierras de los campesinos carentes o con insuficiencia de ellas, mientras los grandes propietarios las concentran en sus manos. Para reducir o erradicar el desempleo rural que, a menudo se convierte en ciertos periodos en escasez de mano de obra, es menester dotar a esos campesinos pobres o semi-asalariados de medios de producción como maquinarias, semillas mejoradas que no dañen el medioambiente, acceso al regadío, electrificación, caminos y medios de comunicación, etc. Reforestación, protección de bosques y turismo rural generan también nuevos empleos, así como pequeñas y medianas industrias procesadoras. El apoyo a cooperativas y otras formas de asociación permiten a los trabajadores del agro liberarse de los monopolios compradores y mejorar sus ingresos. Se ha llegado a la conclusión de que es necesario detener el éxodo rural, pues contribuye al desempleo, al despoblamiento rural y la sobrepoblación en las ciudades viii. Inversión privada e inversión social Keynesianos y neodesarrollistas, sindicatos y partidos de izquierda no han cesado de recomendar las obras públicas y otras inversiones públicas como medidas probadas y eficaces frente a situaciones de alto desempleo. Como decía Keynes, cuando la inversión privada se retrae la inversión pública debe ocupar su lugar, para sostener la ocupación. Todos los gobiernos, incluso los más conservadores y enemigos de la intervención del Estado recurren a ellas para reactivar la economía. Reagan, cuya política económica se definiera como neoliberal, utilizó el presupuesto federal para sacar al país de la recesión de 1981-82. Para ello elevó fuertemente los gastos militares, sirviendo de acicate a la recuperación. A los reaganistas no les importó que el aumento del gasto no tuviera financiamiento normal por la vía tributaria, incrementándo fuertemente el déficit presupuestario. Gastos militares y endeudamiento fue también la fórmula en el periodo de George W. Bush. 266 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo El efecto estimulante del gasto público sobre la actividad económica, y por ende sobre la creación de nuevos empleos, está fuera de discusión. Lo que sí se mantiene en el tapete es el financiamiento: impuestos directos o indirectos, sobre qué ramas o productos o capas sociales ha de recaer a nueva carga tributaria. El debate versa también sobre cuáles son las prioridades de la inversión pública. Desde el punto de vista del empleo, tampoco es indiferente el tipo de gastos. El efecto sobre el empleo parece ser distinto, según sea el caso, si se trata de cohetes o viviendas populares, si subsidios a las personas de bajos recursos o a las empresas privadas, si inversiones en tecnología civil o militar. Lo que también está fuera de duda es que las necesidades colectivas tales como el ordenamiento de las ciudades, del tráfico y el transporte, el cuidado y protección del medio ambiente, las condiciones sanitarias generales, la cultura y la educación, están exigiendo mayores y no menores presupuestos públicos. Son, a la vez las nuevas áreas que requieren la fuerza de trabajo de toda la sociedad. En tales condiciones no debiera haber lugar ni para el desempleo masivo ni para el ocio forzado. IV. Una mirada al futuro i. Auto empleo y emprendimiento No pocos futurólogos prevén como una característica de la sociedad post-industrial, el crecimiento del auto empleo. Utopistas de izquierda como de derecha creen posible y necesario un regreso, modernizado, hacia la auto-producción y el auto-consumo. El rechazo a los males de las grandes ciudades promueve el sueño de “lo pequeño es hermoso”, pequeñas comunidades, cooperativas o nuevas formas asociativas de grupos humanos reducidos que producirían todo o casi todo lo que necesitan sus miembros, sin pasar por el mercado nacional, continental o mundial. Alvin Toffler –el autor de La Tercera Ola– cree que hay diversos síntomas y razones para este nuevo modelo de producción que denomina “el prosumo”. Entre ellos, menciona el moderno trabajo en el domicilio, el despliegue del hogar electrónico, el alto costo del transporte urbano y el tiempo que ocupa, el auge de la venta de herramientas caseras, la posibilidad de producir en pequeñas parcelas 267 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía los propios alimentos no contaminados, el interés despertado por las revistas que promueven el “hágalo usted mismo”. Que tales síntomas y fenómenos son efectivos, no cabe duda. Pero que conduzcan masivamente a resolver los problemas del desempleo es más que dudoso. Las granjas ecológicas, la moderna producción en casa y las pequeñas comunidades autosuficientes tienen un porvenir limitado, deben competir con los bajos costos de la producción masiva. Sus miembros necesitan contar con ingresos monetarios para tener acceso al mercado y satisfacer las otras múltiples necesidades de la vida moderna, incluidos los medios e insumos para la producción casera. El prosumo de Toffler es más bien un lujo que pueden darse jubilados o rentistas que no necesitan puestos de trabajo y otras fuentes de ingreso, o comunidades de vida austera financiadas por fundaciones o instituciones religiosas. En el vasto mundo de los subdesarrollados, la autoproducción es un retroceso hacia formas primitivas, un paliativo de emergencia, transitorio, frente al desempleo; es una “estrategia de supervivencia” que significa un nivel de vida mínimo para no morirse de hambre. ii. Hacia la expansión del tiempo libre Los apologistas de la tecnología de fines de siglo, auguran la posibilidad de una reducción considerable de la jornada de trabajo, tanto diaria, semanal como anual. Se basan en la tendencia histórica de los últimos doscientos años, desde los comienzos de la Revolución Industrial. Ciertamente los robots, la automatización de la producción, procesamiento y consumo de datos han creado las condiciones para un nuevo auge de la productividad del trabajo humano en todas las esferas. Bajo el sistema de la empresa privada, la duración de la jornada de trabajo no se regula social o automáticamente. En torno a ella existen intereses contrapuestos entre el capital y el trabajo. Su reducción ha sido resultado de la dura pugna de los trabajadores por conseguirla, contra la posición de los empleadores. En la actualidad, solo los sindicatos más grandes y poderosos en los países industrializados, tras largas y difíciles negociaciones, logran reducirlas. 268 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Algunos importantes sindicatos internacionales se han planteado el objetivo de la semana de 35 horas. Los empleados del sector financiero de algunos países han ido más lejos; por ejemplo, el Sindicato de Trabajadores de la Banca, los Seguros y las Instituciones financieras del Reino Unido ha propuesto una semana de trabajo de 24 horas, dividida en 4 días. Los bancarios suecos demandan la semana de 30 horas. En no pocas negociaciones colectivas de EE.UU. y Alemania se ha llegado a regular la jornada anual y en algunos casos se ha pactado toda la vida laboral dentro de la empresa. En los convenios colectivos entran a la discusión, vacaciones anuales más prolongadas –de hecho en Europa Occidental se generalizan las cuatro semanas–, licencias más frecuentes por diferentes causales, entre ellas, tiempo libre para efectuar estudios, años sabáticos, licencias para la crianza de los recién nacidos, para cualquiera de los miembros de la pareja y jubilaciones anticipadas. Tales beneficios se estipulan sin pérdida de ingresos. La generalización, a nivel nacional y, sobre todo, mundial, de la jornada máxima de trabajo mediante leyes y tratados internacionales podría contribuir en el futuro al incremento de puestos de trabajo. Pero, la realidad ha demostrado que esto no se logra automáticamente. El convenio internacional sobre la materia que reguló la jornada para los varones a 8 horas diarias y 48 horas semanales, se adoptó en 1921, setenta años después en muchos países esta norma no se cumple. El convenio N° 47 de la OIT que fija la jornada semanal en 40 horas fue adoptado en 1935, pero, hasta principios de 1980, solo había sido ratificado por siete, de los más de 130 estados miembros de la OIT. Hasta ahora, el único recurso eficaz que tienen los asalariados ha sido el convenio colectivo entre sindicatos y empresas individuales o de ramas afines. La reducción del tiempo de trabajo tropieza, a veces, con la negativa de los presuntos beneficiados. En 1977, el referéndum nacional efectuado en Suiza, uno de los países más ricos del mundo, para implantar la semana de 40 horas, fue rechazado por los votantes. En Asia, por la persistencia de las largas jornadas –propias del campesino pobre y recientemente incorporado a la actividad industrial– el tiempo de trabajo es más extenso que en Occidente. En Japón, las empresas fomen- 269 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía tan una competencia de honor entre sus trabajadores por quién trabaja más, con el señuelo de los ascensos u otros beneficios pecuniarios. A la vez, el exceso de trabajo, tanto en cantidad como en intensidad, está causando estragos en la salud mental, inclusive muertes por colapsos cardíacos. Pero esto tiende a cambiar. Satisfechas sus reivindicaciones más urgentes, los trabajadores otorgarán una valoración mayor al tiempo libre, verdadera fuente de enriquecimiento personal. Allí donde el movimiento sindical surge o renace con nuevos ímpetus, se apoya en tradiciones y valores humanísticos, en resistencia contra la sociedad de consumo, y logra conquistar a la opinión pública; cabe esperar un cambio de actitud por parte de las empresas. La reducción del tiempo de trabajo, en un futuro previsible, acorde con el notable aumento de la productividad del trabajo que resulta de las nuevas tecnologías, depende de la toma de conciencia de los trabajadores, no solo en éste o de aquél país, sino en todos o en la mayoría de ellos; también requiere de las nuevas capacidades que adquiera el movimiento sindical mundial para conquistar leyes y tratados, cuya eficacia exigirá mecanismos de control y sanciones internacionales. iii. El empleo de por vida El empleo de por vida no es algo tan excepcional como parece. Al menos, una alta proporción de los empleados en los servicios públicos, instituciones civiles y militares, empresas estatales y entidades municipales o regionales de casi todos los países, gozan de cláusulas que impiden los despidos a voluntad del gobierno con el objeto de proteger a los funcionarios de los licenciamientos por causas político-partidistas y de estimular una carrera profesional. Sin embargo para frenar estas garantías, frecuentemente el Estado congela las plantas introduciendo una enorme masa de servidores públicos con contratos anuales y precarios. En algunos países, la legislación ha ido lo suficientemente lejos como para hablar de “inamovilidad” o hasta de “propiedad del empleo”. También está el antecedente histórico de varios decenios en las econo- 270 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo mías socialistas, en las que el empleo estaba asegurado, sobre la base de un desarrollo creciente y estable. No puede descartarse que, bajo nuevas condiciones históricas, y ante la gravedad del problema, vuelva a prevalecer como valor social y económico la estabilidad del empleo, desplazando a la “flexibilidad” que hoy impera y que ha conducido a la indefensión del trabajador, pues como dijo Juan Pablo II en 1990, “no es jamás flexible la dignidad del hombre trabajador con sus derechos”. Claro está que se necesitarán muchas otras reformas. Si el capitalismo, como escribió Kalecki, no pudiera en definitiva, a pesar de estas reformas, asegurar el pleno empleo, “se mostrará como un sistema anticuado que deberá ser convertido en chatarra” (Godfrey, 1986). iv. Ingreso Social Garantizado Ya a principios de los 80, reformadores sociales con diferentes creencias pusieron en el tapete una audaz reforma. Entre ellos cabe mencionar a Alvin Toffler, Barry Jones, Guy Standing, André Gorz y Rudolf Bahro; pretenden que con ella, el desempleo crónico perdería su significado de estado de necesidad; el Ingreso Social Garantizado (ISG), permitiría eliminar la extrema pobreza (Frankel, 1988, págs. 76-88). La idea ha surgido como una extensión de las pensiones mínimas y los salarios mínimos. En los países europeos, el costo global de los pagos por jubilación o vejez y los subsidios a los minusválidos económicos ha crecido, tanto por el creciente envejecimiento de la población como por el aumento del número de pobres. El salario mínimo es percibido principalmente por jóvenes que acceden a su primer empleo. En no pocos países, parte del salario del aprendiz lo financia la empresa y el resto proviene de un subsidio estatal. De otro lado, están los seguros a los cesantes y diversas formas de ayuda monetaria a familias necesitadas, desde pensiones alimenticias, hasta subsidios por alquiler, gastos de salud o educación, las llamadas ayudas para la inserción en Francia u otros subsidios que se conceden de manera condicional. 271 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía El Ingreso Social Garantizado, Renta Básica o Ingreso Ciudadano –entre otras denominaciones dependiendo del país– vendría a substituir todas estas formas variadas de pagos. Se argumenta que así se lograrían considerables ahorros por concepto de gastos administrativos de los múltiples programas y servicios públicos independientes. Los partidarios de esta reforma aseguran que el mayor costo para el Estado y la sociedad no sería significativo, pues el número de los nuevos favorecidos no sería tan grande: mujeres solteras con jornadas parciales, jóvenes cesantes que no han conseguido su primer trabajo, dueñas de casa que nunca o casi nunca trabajaron por una remuneración imponible y otras categorías menores. Para varios autores, el ISG es un reconocimiento de la sociedad a los derechos humanos socioeconómicos que están contemplados en convenciones internacionales o en las constituciones de diversos Estados. Se trata de cubrir necesidades básicas, como la alimentación, la salud, la educación, o contingencias como la falta de trabajo, la crianza de los recién nacidos por sus padres, el cuidado de los ancianos, etc. El aumento en el presupuesto público, en términos del Producto Social, no sería muy oneroso y se lo podría financiar con aumentos moderados de los impuestos. Se propone que todo habitante o residente, a partir de cierta edad, tenga acceso al ISG. Así se aseguraría el derecho de todo ser humano a un nivel mínimo de vida. El Ingreso Social Garantizado no se opondría a que el beneficiario tuviera acceso a otras fuentes de ingreso laboral o de otro tipo. Aseguraría la libertad del joven, el adulto o el adulto mayor para dedicarse a actividades remuneradas o no, a adquirir bienes culturales, educacionales, al trabajo para el autoconsumo, a la libre creación artística, técnica o científica. Naturalmente, todo dependerá del monto del ingreso monetario, de su poder adquisitivo y su relación con el costo de las necesidades a cubrir. En un contexto de incertidumbre económica, donde las crisis se repiten con una frecuencia periódica casi pronosticable, un ISG ayudaría a hacer frente de manera menos angustiosa a la gran inseguridad económica y social que provoca la pérdida involuntaria del empleo. De esta manera puede constituirse como un factor de protección de la salud. 272 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo Su característica incondicional blinda a esta propuesta de aquellas críticas que regularmente se le hacen a las transferencias condicionadas –como el seguro de desempleo o los subsidios de pobreza– y que argumentan que no favorecen la empleabilidad, que incentivan el no trabajo, merman el esfuerzo de búsqueda o fortalecen la economía informal. Esto ocurre porque un ingreso garantizado funciona como un salario, a diferencia de las transferencias condicionadas. Un estudio realizado el 2004 en Bélgica realiza un seguimiento a los ganadores de una lotería que asignaba 1.000 euros mensuales de por vida. Los resultados rompen los esquemas del tipo de que la gente deja de trabajar al recibir un ingreso garantizado, en cuanto a la actitud que tendrían las personas ante el trabajo asalariado (Peeters & Marx, 2004). El Ingreso Social Garantizado, al materializar los propósitos enunciados, significaría cambios profundos en el sistema económico. Tropezaría con la enconada resistencia de los dogmáticos del individualismo porque no solo implicaría la reducción de las tasas medias de ganancia del capital o un aumento de la tributación a la riqueza personal, sino que también una cierta pérdida de la influencia de las capas más ricas sobre los sectores más pobres de la sociedad. La beneficencia privada perdería significación. Los pobres adquirirían una cierta independencia, lo que mejoraría entre otras cosas su poder de negociación. Un ISG que alcanzara por lo menos a ser igual al umbral de pobreza, funcionaría como freno a los desmanes que provoca la desigualdad material. Establecido el ISG, podría ser uno de los tantos nuevos puentes hacia nuevas estructuras sociales solidarias. Incluso daría mayor aceptación social a las formas de trabajo flexible que reclama una economía más dinámica y variable, pues el despido y el desempleo no tendrían el carácter de calamidad social, injusta y vejatoria para millones de personas que necesitan una oportunidad para ser útiles. Finalmente, un ingreso universal garantizado fortalece la visión de una economía donde el mercado no sea el que regula por completo las asignaciones, como pretenden los neoliberales. Y al mismo tiempo, no supone un control mayor del Estado de las decisiones económicas, como sugieren algunos marxistas. Como señala Philippe Van Parijs, fundador de la Basic Income Earth Network (BIEN), “se trataba de 273 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía dar más poder no al Estado o al mercado, sino a cada individuo, garantizando a todos la supervivencia, y de favorecer, al mismo tiempo, el crecimiento y el desarrollo de esferas de actividad más allá tanto del propio Estado como del mercado” (Van Parijs, 2012). v. Aprendizaje y empleo “a la carta” La revolución tecnológica de las últimas décadas provocó una crisis en la relación entre la enseñanza y el trabajo. La obsolescencia de los sistemas educativos frente a las cambiantes necesidades de profesiones y oficios, la desocupación crónica y la falta de empleos han llevado a la juventud a una profunda desilusión respecto del valor de la educación. Para muchos de ellos, la escuela y la universidad no son más que fábricas de cesantes. Para acceder a trabajos bien calificados y remunerativos ya no basta la enseñanza básica o la licencia secundaria, ni aún el diploma universitario. Este problema se agrava con la llamada “inflación de diplomas”, la cual genera en los jóvenes egresados, expectativas frustradas en una economía incapaz de planificar sus necesidades de recursos humanos en función de planes de desarrollo económico de largo plazo. Solo en escasas economías capitalistas exitosas, una élite de adolescentes puede iniciar su vida laboral con empleos seguros, después de haber completado sus estudios. En la Europa del Este, el adolescente, con su título bajo el brazo, tenía asegurada su colocación, aunque en algunos casos su trabajo no siempre correspondía a sus expectativas profesionales. En las naciones más atrasadas del Tercer Mundo, donde los nuevos estados hicieron un gran esfuerzo de alfabetización, educación primaria, y enseñanza técnica, la deuda externa y los términos negativos de su intercambio comercial echaron por tierra los modestos avances logrados. Los economistas limitados al enfoque puramente sectorial de oferta-demanda en el mercado de trabajo, dictaminaron exceso de oferta; esto es, por ejemplo, sobrante absoluto de profesores, médicos, enfermeras, u otras profesiones. Había que reducir los subsidios a las universidades públicas, limitar el acceso a las facultades, reducir las promociones de nuevos profesionales o técnicos para ajustarse a la deman- 274 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo da del mercado. Se insistió, además, en que los gobiernos debían hacer economías, pagar la deuda externa, disminuir sus déficits o atender otras prioridades. Los jóvenes debían reducir sus aspiraciones y aceptar trabajo donde “las manos se ensucian”. Otros investigadores con más realismo han explicado el desempleo de los profesionales y personal calificado por la depresión económica frente a la rápida expansión del sistema escolar, a pesar de que ésta es una exigencia de la modernidad, tanto más perentoria mientras más atrasado el país. No se trata de reducir el tamaño del sistema escolar, sino sacar al país del estancamiento para aumentar la demanda de trabajo. Solo con un enfoque global y no sectorial, se puede abordar mejor la reforma educacional en su relación con las necesidades de nuevas profesiones u oficios que plantea una economía dinámica. El costo de estos programas no debiera en ningún caso ser de cargo de los trabajadores. Asimismo, se impone la necesidad de asegurar los nuevos empleos, una vez finalizado el período del reciclaje. Empleos que, a lo menos, no signifiquen remuneraciones inferiores o condiciones de trabajo peores a las previas. La capacitación alcanzará la magnitud de una rama especializada de la economía y de la educación. Está llegando a ser no solo una exigencia para abatir el desempleo tecnológico, sino una inversión directamente productiva para mantener la capacidad de la fuerza de trabajo en concordancia con los rápidos avances científicos. Los mismos métodos y costos del entrenamiento –diferente de la educación profesional– serán afectados y beneficiados por las tecnologías computacionales. Se prevé que, incluso la enseñanza elemental de aritmética, lectura y escritura, idiomas y otras disciplinas, se modificará con vistas a un mayor y más rápido aprovechamiento del proceso de aprendizaje. La educación continua, a lo largo de la vida del ser humano, con alternancia entre el trabajo y el estudio, es otra tendencia que se abre paso ante la rápida obsolescencia en los conocimientos científicos básicos. La educación, como absorción de recursos económicos –y probablemente como fuente de empleos– crecerá necesariamente en las próximas décadas. Su ritmo de crecimiento será mayor que el creci- 275 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía miento del Producto Interno Bruto. A la vez ésta ya es una condición para el desarrollo de los países del Tercer Mundo. Actualmente son objetivos nacionales la generalización de la educación pre-escolar (salas cunas y jardines infantiles), la habilitación de los discapacitados, la expansión universitaria de post grado, doctorados y altas especializaciones. En los países pobres habrá que hacer un esfuerzo especial por superar el ausentismo o el abandono prematuro de niños o jóvenes, mediante las escuelas vespertinas y nocturnas, para completar conocimientos y grados. Se reactualizan antiguos planteamientos como el de combinar el trabajo con el estudio desde la misma infancia, la teoría con la práctica, la enseñanza centrada en aptitudes del educando y la relación más personalizada entre maestro y alumno. El educador debe ser reeducado: fuerte inversión se hace necesaria en el reentrenamiento, reciclaje, capacitación del personal docente. La forma tradicional de la escuela –su fisonomía física y de funcionamiento– tenderá a cambiar, a hacerse más variada. Se reconoce también la necesidad de combinar mejor la enseñanza general con la especializada, la destinada a ganarse la vida con la formación moral y cívica. Los problemas económicos, inseparables de la ideología y la política, seguirán presentes y reclamarán definiciones. ¿Cómo financiar este considerable despliegue de recursos? ¿Por el mercado y el pago individual o por el consenso social, cambiando las prioridades y buscando la equidad? Lo que es seguro es que, como parte de los derechos humanos, el acceso de todos y cada uno a la educación, sin discriminaciones por capacidad económica, se convierte de más en más en una exigencia de la democracia. De no ser así, se acentuará la desigualdad social, veríamos convertida en realidad la contra utopía de la selección de los más aptos, con una élite que lo sabe y lo tiene todo, y una masa laboral convertida en sub-raza esclava.,..../////......




ix. Prever y planificar el trabajo social Rescatada del contexto de la crisis del socialismo este-europeo la “planificación” merece una nueva oportunidad. Desde luego hay que preguntarse por qué las empresas multinacionales y los especialistas en 276 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo administración utilizan la llamada “planificación estratégica” o planificación “de objetivos” como métodos indispensables para una buena gestión empresarial. Implícita está aquí la idea de metas y medios, de corto y largo plazo. De hecho, las poderosas corporaciones internacionales trabajan con todas las técnicas de la planeación, ampliamente divulgadas y aceptadas. El crecimiento de los mercados, las nuevas tecnologías, los cambios sociales, las tendencias políticas, los descubrimientos científicos son tomados en cuenta para la adopción de decisiones. Aunque sujetas a revisiones periódicas, como es obvio, las metas y objetivos y sus cuantificaciones en las grandes variables como inversiones, nuevos productos, puestos de trabajo, fuentes de financiamiento, etc., son elementos indispensables de la planificación de los gigantes conglomerados privados. Si la planificación es necesaria para el capital privado, con mucha mayor razón lo es a escala social, pues los planes privados son, por su propia índole, excluyentes entre sí, dado su carácter competitivo. Los planes de unos tendrán éxito a costa del fracaso de otros. La sociedad, en su conjunto, ganaría si no hubiera perdedores. De allí nace la necesidad de la coordinación de los planes individuales, sectoriales o territoriales. No es difícil para los gobiernos conocer los proyectos de inversión de las grandes empresas; generalmente, requieren varios años para su realización, y los gobiernos deben aprobar, en una u otra fase, las decisiones involucradas. La inversión pública también es o puede ser programada con anticipación. En cuanto al monto de la inversión que efectúa el vasto número de pequeños y medianos empresarios, es posible también cuantificarlo, gracias a las técnicas de modelización matemática, encuestas, muestreos y banco de datos. Del mismo modo, es posible pronosticar el ahorro. Las inversiones –el proceso de acumulación que Marx incorporó a sus modelos de reproducción ampliada– las mismas que Keynes consideraba cruciales para el pleno empleo, constituyen un elemento crucial para pronosticar con un margen razonable de error, los futuros puestos de trabajo. Se requiere, naturalmente, cálculos complejos, que permitan relacionar las nuevas inversiones con el empleo, en función de las tecnologías, así como otros patrones variables, tales como jornadas 277 

Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía de trabajo, distribución de ingresos, leyes sociales, etc. 

A pesar de que las inversiones y la consiguiente demanda de trabajo, son magnitudes altamente variables, en comparación con la disponibilidad de trabajadores, de ello no se desprende la imposibilidad de anticipar y atenuar la magnitud del desempleo. Por el contrario, hace más necesario prever y resolver dicho problema, con medidas activas y eficaces, por parte de la sociedad y sus órganos dirigentes. J. M. Keynes, que estaba muy lejos de las conclusiones revolucionarias de Marx, reconoció las debilidades del mecanismo espontáneo del mercado y enfatizó la necesidad de un manejo consciente del sistema económico. Insistía en que las decisiones privadas de inversión eran inadecuadas para superar una depresión. Era responsabilidad gubernamental compensar esta deficiencia. Como se sabe, llegó a abogar por “la socialización de las inversiones”; esto es, el reconocimiento de la responsabilidad de la sociedad y del Estado por el nivel global de la inversión y el empleo. Pero, la obtención de un nivel de pleno empleo, o al menos, de desempleo mínimo, va más allá de “la socialización de las inversiones”. La ocupación seguirá teniendo sus alzas y bajas, mientras el sistema capitalista, con las exigencias que impone el capital privado, continúe rigiéndose por ciclos periódicos de auge y depresión. La historia del capitalismo hasta ahora, así lo confirma. Bajo el capitalismo es posible prever y atenuar el desempleo cíclico, pero es incapaz de eliminarlo. Bajo el socialismo europeo oriental se pudo erradicar, pero ése socialismo sucumbió a causa de otros errores. x. Economía en el Nuevo Orden Mundial En un mundo cada vez más interdependiente, las perturbaciones macroeconómicas tienden a propagarse con rapidez de un país a otro. Una identificación y evaluación oportuna de esas perturbaciones, acerca de su magnitud y duración, son más necesarias que nunca. Se ha logrado importantes avances en la obtención de modelos mundiales informatizados; se intenta incluir en ellos la influencia de factores políticos, económicos y sociales. Organismos como la FAO, la OMS, y otros,...     278 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,... fuera del sistema de Naciones Unidas, así como universidades e institutos de investigación gubernamentales o privados utilizan modelos de pronósticos sectoriales que han demostrado cierta eficacia. Sin duda, queda aún mucho por hacer, para mejorar la precisión y rapidez de los pronósticos, aunque no todos los acontecimientos pueden predecirse. No faltan quienes, basados en los hallazgos de las nuevas teorías matemáticas de la “complejidad”, el “desorden” y el “caos”, deducen que la economía –a escala nacional y, con mayor razón, global– es impredecible. Citan el famoso “efecto mariposa”, según el cual hechos individuales, insignificantes estadísticamente, pueden alterar el estado de la coyuntura económica. Y si esto fuera así, ninguna política a nivel nacional o global podría controlar, dirigir o regular los procesos económicos; serían ineficaces. -----¡¡¡¡¡.... Pasa, más abajo ¡¡¡¡. 


https://www.glamour.es/celebrities/noticias/articulos/tiffany-trump-aprovecha-su-ultimo-dia-en-la-casa-blanca-para-anunciar-que-se-casa-con-su-novio/55791 


19·01·2021. 
Tiffany Trump aprovecha su último día en la Casa Blanca para anunciar que se casa con su novio.  A menos de 24 horas de que Donald Trump deje de ser presidente, su hija pequeña se despide del cargo con esta inesperada noticia.

En estas semanas todos los medios se han estado preguntando qué iba a hacer Donald Trump durante los últimos días que le quedan como inquilino oficial de la Casa Blanca. La gran duda era si iba a atreverse a promulgar alguna polémica ley de última hora o incluso a concederse a sí mismo y a su familia el indulto preventivo ante los posibles delitos de los que pudiera ser juzgado ahora que ya no tiene inmunidad política.

La realidad es que a menos de 24 horas de abandonar el cargo ninguna de esas profecías se ha cumplido. Eso sí, lo que seguro que nadie imaginaba es que una de sus hijasTiffany Trump, aprovechara la residencia presidencial para convertirla en escenario de su regalo de despedida al pueblo estadounidense: el anuncio de su compromiso con su novio Michael Boulos.

La hija del magnate acaba de publicar una fotografía tomada en un patio de columnas muy cercano al Despacho Oval para anunciar que después de tres años de relación, ella y su ya oficialmente prometido comienzan a planear su gran día. Eso sí, lejos de Washington, ya que ahora que la vida política de su padre ha finalizado, se espera que ningún miembro de la familia vaya a fijar su residencia en esta ciudad.

“Ha sido un honor celebrar muchos hitos, ocasiones históricas y crear recuerdos con mi familia aquí en la Casa Blanca. ¡Pero ninguno más especial que mi compromiso con mi increíble prometido Michael! ¡Me siento bendecida y emocionada por el próximo capítulo de nuestras vidas!”, aseguraba Tiffany junto a este posado al límite.

Fue en verano de 2018 cuando Tiffany y Michael Boulos, hijo de un magnate de ascendencia libanesa y francesa, se conocieron durante unas vacaciones en la isla griega de Mykonos. Al parecer, el flechazo fue instantáneo, aunque como el joven vivía en Londres y ella en Estados Unidos tuvieron que apostar por una relación a distancia. Claro que con la fortuna que tienen sus padres, tampoco es que les supusiera demasiado problema comprar varios billetes de avión para verse a ambos lados del charco.

Meses después, los jóvenes presentaron a sus respectivas familias durante una cena de Acción de Gracias celebrada en el club Mar-a-Lago que Trump posee en Florida. La conexión entre ambos clanes fue excelente, de ahí que el todavía presidente diera el visto bueno a la relación de Boulos con su hija pequeña. Un noviazgo que ahora se convierte en algo más serio y que unirá a dos grandes fortunas en una boda que, según se rumorea, se celebrará próximamente en Miami, donde la pareja tiene previsto instalarse.,...)))....




































































































 


El golpe fascista derrotado, la batalla que aún se libra y el camino a seguir para salir de esta locura

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Este artículo se actualizó el 16 de enero y sigue siendo relevante.

El 6 de enero de 2021, una turba asesina, impulsada por una mentira y organizada e incitada por el propio Mentiroso en Jefe, Trump, se lanzó al Congreso y anuló las elecciones de manera escandalosa, ilegal y asesina. Ondearon con orgullo las banderas del racismo, la esclavitud y el genocidio. Encontraron muy poca resistencia inicial de la policía mientras acechaban por los pasillos. Persiguieron, golpearon e incluso asesinaron a los que resistieron, mientras ellos (sin éxito) perseguían a sus oponentes más prominentes. Luego, cuando se restableció el orden, se defendió  tanto la mentira como el mentiroso que animaba y dirigía a la turba. por la mayoría de los representantes del partido fascista en la Cámara de Representantes. Dos tercios de los representantes republicanos en la Cámara votaron esa misma noche para apoyar la demanda de la mafia de que el Congreso NO cumpla con su responsabilidad de certificar los resultados de las elecciones presidenciales de Biden y Harris.

Este fue un violento   intento de golpe fascista , nada menos, nada más, liderado por Trump, y apoyado no solo por la multitud desenfrenada sino también por su camarilla en el Congreso, el poder ejecutivo, las organizaciones republicanas de base, secciones de la policía, etc.

Tanto el movimiento fascista como sus representantes fueron derrotados  ese  día, lo cual es extremadamente importante. Fue y es extremadamente importante que los demócratas impulsaran inmediatamente la demanda de juicio político y ganaran la votación sobre esto. Y es extremadamente importante que Trump, al menos por ahora, haya sido expulsado de sus plataformas de redes sociales y se le haya impedido, hasta cierto punto, que propague la toxina aún más.

Pero Trump todavía está en el poder. El Partido Republicano fascista y sus portavoces de los medios, con muy pocas excepciones, todavía no solo se oponen a castigar a Trump de alguna manera, sino que actúan como si  ellos (¡y él!)  Fueran el partido agraviado. Y la mafia que han avivado, formado y organizado durante años promete regresar con una venganza con manifestaciones durante los próximos días. Se desplegarán veinte mil soldados para defender la toma de posesión de Biden y Harris. Las amenazas de violencia reaccionaria al estilo de linchamiento en los 50 estados para el próximo fin de semana resuenan en el aire.

Piense en la seriedad de esto, su carácter sin precedentes.

Esto debe ser derrotado. La elección debe mantenerse. Biden debe ser investido. Trump debe ser acusado y expulsado de la vida pública avergonzado, y en la medida en que haya cometido crímenes contra el pueblo, debe ser procesado. Tal juicio, usando reglas de evidencia, debe descubrir enérgicamente cómo sucedió tal cosa y hasta qué punto hubo, o no, connivencia entre secciones del estado (la policía, etc.) y la mafia fascista.

Pero incluso en esta primera etapa del proceso, se ha revelado claramente una podredumbre profunda y un gran peligro. Es correcto que millones de personas sientan que el futuro es incierto, en el mejor de los casos. Es correcto que todos sientan que se han puesto en tela de juicio cosas profundas de este país y que, en respuesta, planteen preguntas profundas.

La primera de esas preguntas debe ser ...

¿Por qué pasó esto?

En resumen, y en esencia, uno de los principales partidos ha estado avanzando durante décadas hacia una   resolución fascista de los problemas profundos e intratables que enfrenta este país económica, social, política y moralmente. El fascismo  no es una maldición, como tampoco lo está un médico cuando dice que el bulto que está sintiendo es un tumor canceroso. Fascismo, entendido científicamente, describe y analiza una respuesta disponible del capitalismo-imperialismo a esos problemas. Este programa fascista tiene sus raíces en el racismo abierto y vicioso, la misoginia y el chovinismo nacional extremo. Es una forma de gobierno en la que la dictadura se ejerce descaradamente sin tener en cuenta los derechos democráticos. Es un orden moral y epistemológico en el que se exalta la ignorancia y la represión fundamentalistas cristianas, mientras que la búsqueda científica del conocimiento se masacra cuando no se suprime por completo.

El fascismo  es  una forma  de capitalismo-imperialismo,  una opción  para los gobernantes que en tiempos normales ejercen esta regla, esta dictadura, de una manera más democrática. Pero el  fascismo  no es  lo  mismo de siempre, es una  forma diferente  de gobierno capitalista. Y marca un salto con graves consecuencias para las masas populares, aquí y en todo el mundo. La lucha de gran importancia dentro de la clase dominante de capitalistas-imperialistas sobre si dar o no ese paso se concentró en las elecciones pasadas.

El fascismo a  menudo llega al poder, y en general prefiere llegar al poder, con la parafernalia del "consentimiento democrático". Trump y quienes lo rodean vieron esta elección como crucial para eso, y temiendo la derrota desde el principio, difundió la mentira de antemano de que los demócratas de alguna manera estaban manipulando esto ... aplicando las reglas reales del sistema para permitir que la gente vote en en medio de una pandemia! Trump dijo repetidamente, antes de que se emitieran los votos, que iba a ganar y que la  única  forma en que podía perder era mediante el fraude. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos para reprimir el voto, a pesar de los esfuerzos por usar y controlar ilegalmente los recursos del gobierno para ayudar a la reelección de Trump, Biden ganó, definitivamente y, para cualquier persona que no esté atrapada en el loco sueño febril fascista propagado por Trump y sus aliados, es innegable .

Una sección del partido fascista y del aparato fascista puede haber pensado que era más prudente  no  disputar esta elección en particular. Esto incluyó a McConnell y Pence, entre otros. Juzgaron que podrían impulsar mejor este “proyecto” de pesadilla de otras maneras, basándose en el control que han tomado de grandes secciones de los tribunales (incluida la mayoría de la Corte Suprema), las legislaturas, secciones de las fuerzas armadas, y varios otros elementos del estado (el ejército, la policía, la burocracia, etc.) - y sobre esa base paralizar a Biden y volver a tomar el poder ejecutivo en una fecha posterior, sin perturbar demasiado la legitimidad del sistema a los ojos de el mundo y el público en general dentro de los Estados Unidos y quizás incurriendo en una resistencia masiva.

Trump discrepó violentamente: insistió en presentar como verdadero un mundo inexistente en el que ganó y de alguna manera fue negado por este o aquel esquema imaginario extravagante. Despotricó que esto iba a poner fin a "nuestro país". Cuando no pudo salirse con la suya en los tribunales y las legislaturas por un acto de robo tan descarado, se trasladó a convocar a una turba el 6 de enero para hacerlo por la fuerza.

Afortunadamente, ha estado, por ahora, retraído en esto.

Los desacuerdos ahora entre Trump y otras figuras del Partido Republicano-fascista son importantes, en el sentido de que hace más posible administrar una  derrota decisiva  al intento de golpe fascista de Trump. Pero las raíces de este fascismo son mucho más profundas que las de Trump, y esas raíces continuarán imponiéndose, pase lo que pase con Trump como individuo. Los sueños de que esto de alguna manera, por sí solo, se evaporará como la fuerza impulsora en la vida política de Estados Unidos son sueños sin base en la realidad. Como  ha escrito Bob Avakian :

Biden y los demócratas no pueden "unir al país", como afirman falsamente, porque no puede haber "reconciliación" con estos fascistas, cuyas "quejas" se basan en un resentimiento fanático contra cualquier limitación a  la supremacía blanca, supremacía masculina, xenofobia ( odio a los extranjeros), el chovinismo estadounidense rabioso y el saqueo desenfrenado del medio ambiente , y se expresan cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede haber "reconciliación" con esto, excepto  en los términos de estos fascistas , con todas las terribles implicaciones y consecuencias de eso!

Segunda pregunta: ¿Y ahora qué?

Es imperativo que todos ustedes que estuvieron conmovidos, molestos, enfurecidos, angustiados, que se mantuvieron despiertos durante horas e incluso días, o todo lo anterior por los eventos del 6 de enero, busquen POR QUÉ sucedieron y excaven hasta las raíces en lo más profundo. nivel posible. Mientras lo hace, el lugar para comenzar es con la comprensión sintetizada presentada por Bob Avakian (BA). Ha estado haciendo sonar la alarma y analizando las causas subyacentes, las fuerzas impulsoras y la dinámica clave del fascismo en esta sociedad y el sistema subyacente desde al menos principios de la década de 1990. Su análisis ha sido coherente y al mismo tiempo se ha ido profundizando constantemente a medida que se desarrollaban los acontecimientos, y ha liderado en el desarrollo de diferentes iniciativas, involucrando a toda una gama de personas, en la lucha contra él ... incluso cuando eso era impopular, e incluso cuando que incurrió en un riesgo no pequeño. (Vamos aquí  para este análisis de BA.)

Más allá de eso, BA ha desarrollado durante todo este período una salida a esta locura: una estrategia para una revolución real, y sobre esa base la visión de una nueva sociedad, concretada en la  Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte , del cual BA fue autor. Es un hecho que, en ningún otro lugar, en ningún documento fundacional o rector actual o propuesto de ningún gobierno, hay algo así como no solo la protección, sino también la disposición para el disenso y el fermento intelectual y cultural que está incorporado en esta Constitución, mientras que esto ha , como su núcleo sólido, una base en la transformación socialista de la economía, con el objetivo de abolir toda explotación, y la correspondiente transformación de las relaciones sociales e instituciones políticas, para desarraigar toda opresión, y la promoción, a través del sistema educativo y en la sociedad en su conjunto, de un enfoque que “permitirá a las personas buscar la verdad dondequiera que conduzca, con un espíritu de pensamiento crítico y curiosidad científica,y de esta manera aprender continuamente sobre el mundo y poder contribuir mejor a cambiarlo de acuerdo con los intereses fundamentales de la humanidad ”.

En un momento en el que las estructuras y dinámicas de  este  sistema, del capitalismo-imperialismo, han mostrado su total y peligrosa bancarrota al enfrentar las pandemias gemelas del COVID-19  y el  fascismo, existe una alternativa real fundada en una comprensión profunda de la dinámica del mundo real de cómo las sociedades pueden transformarse fundamentalmente a través de la revolución, y la humanidad puede emanciparse. Esa es una enorme fuente de esperanza real, sobre una base científica.

También es imperativo que todos aquellos conmovidos y despertados por los acontecimientos de los últimos meses busquen y se unan a una comunidad de resistentes que, desde diversos puntos de vista, reconozcan esto como un fenómeno que no va a desaparecer y que debe ser derrotado, a través de la acción masiva, noviolenta. Esa comunidad es Rechazar el Fascismo, que actualmente está organizando mesas redondas y otras formas que reúnen a personas de diferentes perspectivas para profundizar en los problemas que esto plantea. Vaya  aquí  para esas mesas redondas, y  aquí  para leer y firmar el Compromiso con las Personas del Mundo iniciado por Rechazar el Fascismo y conocer las diferentes formas de resistencia.

* * *

Las noches de insomnio plantean una pregunta: ¿descubre por qué da vueltas y vueltas y se pone a trabajar para comprender y transformar lo que lo mantiene despierto, y busca e involucra a aquellos que han propuesto un camino? ¿O busca volver al entumecimiento y la acomodación?

La humanidad, y las generaciones por venir, si es que va a haber generaciones, cuenta con su elección.


Alborotadores del MAGA ocupan el frente oeste del Capitolio antes de asaltar el edificio el 6 de enero. Foto: AP

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De RefuseFascism.org

¡Trump y toda la camarilla fascista deben irse ahora!

Mesa redonda con la participación de: Rosie O'Donnell , Jason Stanley y Andy Zee . Organizado por Sunsara Taylor

 

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,...  Ni el “efecto mariposa” ni la teoría de la complejidad refutan la posibilidad de conocer más y mejor los procesos económicos. Al contrario, ayudan a entender el encadenamiento de los procesos sociales. Y conocer más, significa poder pronosticarlos y regularlos en beneficio de la humanidad. Por lo demás, ningún poder gubernamental –sobre todo en democracia– puede dejar de actuar, sea en un sentido o en otro, sea por acción u omisión. A escala planetaria, los esfuerzos para coordinar las políticas económicas de las grandes potencias demostraron que respondían a una tendencia objetiva y necesaria. El grupo de los países más ricos, G-7, la Comunidad Europea, la OCDE, el FMI, el Banco Mundial y los órganos de las Naciones Unidas, son también ejemplos de esta tendencia. Es cierto que en muchos casos los resultados de estos intentos no han sido exitosos. Los fracasos no desmienten su necesidad, exigen profundizar más en las contradicciones reales y en los métodos para superarlas. Cabe preguntarse si esta coordinación mundial se está realizando en beneficio de toda la humanidad o si se trata de arreglos o concesiones mutuas entre bloques en pugna. Si bien, el fin de la guerra fría y de la confrontación entre las superpotencias benefician a todos los pueblos, el derrumbe de los Estados socialistas en Europa del Este, planteó inquietantes vacíos y desequilibrios. En vez del paso a un mundo multipolar 279 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía o una democracia de naciones con iguales derechos, se tiende a la hegemonía unipolar. EE.UU.n. –a pesar de su debilidad económica– reclama el papel de “líder” en tanto potencia mayor del planeta. No renuncia al papel de gendarme internacional, ni a sus bases diseminadas alrededor del mundo ni a sus arsenales nucleares, ni a sus fuerzas de reacción rápida. A la vez acrecienta sus esfuerzos por monopolizar los avances científicos y tecnológicos, y sobre esa base, mantener una supremacía militar. 

La Unión Europea, aunque sometida a tensiones internas, y Japón, cuyos afanes expansionistas provocan desconfianza, no se someten a las pretensiones norteamericanas. Las transnacionales continúan en su carrera por posicionarse de los nuevos espacios mundiales. Un “nuevo orden mundial” es necesario. Pero sería un paso atrás, hacia el siglo XIX, si asumiera el contenido de un puñado de grupos gobernantes de grandes potencias que toman todas las decisiones importantes en los diversos escenarios, G-7, FMI, o Consejo de Seguridad. En dicho “Nuevo Orden”, los más perjudicados serían los pueblos de Asia, África y América Latina. No se puede ignorar que el retraso y subdesarrollo, con su cortejo de hambre, insalubridad, ignorancia y cesantía, es uno de los problemas claves de la actual situación mundial. No será posible superarlos sin la participación activa de todos los gobiernos y sus representantes en los órganos supranacionales. Sin una ayuda multilateral, despojada de toda presión política, no se podrá reducir la brecha entre los países ricos y pobres, acrecentada en los años ochenta. Ello exige abordar conjuntamente problemas estructurales como el intercambio desigual entre subdesarrollados e industrializados, el traspaso de los ahorros en gastos militares a un fondo para el desarrollo, la cancelación de la deuda externa, la transferencia de tecnología, la protección de la naturaleza y sus recursos, el código de conducta de las trasnacionales. Un nuevo orden democrático y equitativo es la alternativa por la cual se inclinará la humanidad progresista, sin distinciones de raza, nacionalidad, clase social o religión. 280 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

xi. Recursos públicos para la ocupación plena Al finalizar la Segunda Guerra Mundial surgió un compromiso tácito: Nunca más se repetirían los dramáticos niveles de desempleo de los años treinta. Ejemplo de este consenso fue la ley norteamericana de 1946, que estableció como un objetivo explícito del gobierno asegurar la ocupación plena; se dispuso que esta finalidad estaría lograda si el índice de desempleo no sobrepasaba el 3 por ciento de la población activa. Después de 20 años de infructuosos esfuerzos, los gobernantes llegaron a la conclusión de que los EE.UU.N. no lograrían alcanzar tal meta. Surgió así la enmienda Humphrey-Hawkins que elevó el tope del desempleo aceptable al 4 por ciento. Transcurridas otras dos décadas, el Presidente Reagan afirmó que tampoco podría cumplir la ley. Se comprometió a que para 1989 podría reducir la desocupación, pero no al 4 por ciento, sino hasta el 5,7 por ciento. Si bien este objetivo más modesto estuvo cerca de cumplirse, los Estados Unidos debían convivir con 6 millones de gente sin trabajo. Poco tiempo después esa cifra comenzó a subir hasta 8,6 millones, en octubre de 1991; meses antes EE.UU.n. había entrado en una nueva recesión. Al finalizar el siglo pasado ningún gobierno occidental estaba dispuesto a restablecer la ocupación plena, como un objetivo de alta prioridad. Este fue desplazado por “la lucha contra la inflación” y por la competitividad internacional lo que significaba reducir costos, sobre todo laborales. En los años ochenta, los industrializados lograron contener la inflación en un nivel aceptable, inferior a dos dígitos. En cuanto a la lucha por los mercados, es claro que no todos pueden ser ganadores. Los perdedores, la mayoría de las naciones son “castigados” con altas tasas de desocupación, déficit en sus balanzas de pagos, tendencias inflacionarias. Así, el problema del desempleo sigue presente, sin que los economistas académicos y gubernamentales le presten mayor atención. La causa de esta indiferencia es que, durante la última década y media, los políticos observaron, no sin cierta sorpresa, que el desempleo no se 281 

Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía transformaba como temían, en una causa de inestabilidad política o social, salvo en unos pocos países. 

Hasta el año 2012, la OIT informaba que se necesitaban crear al menos 400 millones de puestos a lo largo de la década, a fin de evitar un ulterior crecimiento del desempleo. Para llegar a un nivel cercano a la ocupación plena, el mundo necesitaría 600 millones de puestos de trabajo nuevos (OIT, 2012). En verdad es una difícil tarea, si no imposible, en los marcos del liberalismo económico. Difícil, si no imposible porque el capital, de acuerdo con su propia lógica no necesita crear esos puestos para su rápida acumulación. Por el contrario, reclama la existencia de una población superflua y pauperizada que presione internacional-mente hacia la baja de los salarios. Para superar este marco hay que partir al revés. Subordinar al capital y sus exigencias a las necesidades de la humanidad, al derecho a la subsistencia de todos los seres humanos. El derecho al trabajo, el más fundamental, al decir de Fourier, pasa a ser prioritario. No queda más que volver la vista de nuevo al poder político. El estado democrático puede y debe hacer mucho por resolver el problema del desempleo. Las agrupaciones de estados, regionales o continentales –tipo comunidad europea– y las agrupaciones mundiales –tipo Naciones Unidas– pueden jugar un rol muy importante en tanto organismos legislativos, elaborando reglas del juego comunes para todos los actores que supriman la competencia desenfrenada que se resuelve siempre en contra de los más débiles, que son los más. Solo el estado democrático y participativo puede abordar la organización y financiamiento a escala nacional, de los servicios sociales básicos. La salud y la educación privadas podrían operar en un segmento de la sociedad, pero si estos servicios quedan sujetos a las exigencias descontroladas del capital, resultan incompatibles con las necesidades de la mayor parte de la población. Otro tanto puede decirse de la seguridad social y de la demanda de viviendas y urbanizaciones humanizadas. La construcción de autopistas, ferrocarriles, sistemas energéticos a escala nacional e internacional, redes de agua, alcantarillado, comunicaciones demandan inversiones de largo plazo, para cuyo desembolso el 282 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo capital privado exige elevadas ganancias y posiciones monopólicas que significan pesados costos sociales, altos precios y tarifas que, otra vez, dejan al margen del mercado a vastos sectores de la población. 


La expansión de la ciencia básica, las ciencias aplicadas y la tecnología experimental, con una proyección nacional, en conjunto, no la puede llevar a cabo exclusivamente la empresa privada ni el conglomerado de ellas, por sus intereses contrapuestos. Es otro campo donde el estado y las comunidades de Estados tendrán que cumplir un rol insustituible. El medio ambiente es un nuevo y acuciante demandante de inversiones de gran magnitud. Según el MITI de Japón, en su plan a cien años (sic), el medio ambiente será la nueva rama impulsora de la economía y generadora de nuevas ventajas comparativas. La inversión pública tendrá que volver a ocupar un lugar en el proceso de desarrollo económico, el cual no merece el nombre de tal si no cumple con uno de sus primeros objetivos, contribuir a la ocupación plena. En la mayoría de los países, los gobiernos aparecen con déficits presupuestarios y fuertes deudas públicas. De tal situación sacan partido los neoliberales para vender la ideología privatizadora y libre mercadista. No obstante, no hay que engañarse. Desde luego se necesitan fuertes reestructuraciones presupuestarias que incluyan revisiones de gastos superfluos o no prioritarios, reformas tributarias, reorganización de empresas y servicios públicos para que alcancen aceptables niveles de eficiencia. Pero los déficits públicos nunca significan una pobreza generalizada; a menudo ocultan la prosperidad de ciertos sectores de la sociedad. Generalmente los recursos están allí, son posibles de recaudar. Varias son las fuentes desde donde recuperar recursos. Una es la reducción drástica de los ejércitos, infraestructura militar, arsenales y programas armamentistas. Como dice Peter Drucker –uno de los fundadores de la ciencia administrativa– “las armas han llegado a ser contraproducentes. Se han convertido en una sangría para el desarrollo económico; se han desprestigiado por el uso del terror, la tortura y la corrupción; han demostrado ser ineficaces como medio de interven,....      - 

283 Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía 

,...  ción en los asuntos de otros Estados. Tampoco pueden ya defender a sus propios países de ataques externos” (Drucker, 1989, págs. 73-91). Los gastos militares –en las naciones industrializadas– superan más de diez veces, el monto de recursos destinado a la asistencia financiera a los países pobres. En muchos países, superan con creces lo que se invierte en educación y salud. Se necesitan acuerdos internacionales que limiten la fuga ilegal de capitales, establezcan un control sobre “los paraísos fiscales”, eliminen tabúes como el secreto bancario y los privilegios de las sociedades anónimas cerradas; acuerdos que limiten las exenciones y privilegios y permitan solo diferencias marginales en las tasas entre países. Las empresas estatales, regionales o comunales no rinden beneficios netos pero pueden y deben ser rentables. En caso de pérdidas, deben ser sometidas a tratamiento, reestructurarlas, abrirles nuevos campos de operación o cerrarlas. Sus trabajadores deben tener asegurado nuevos empleos equivalentes. Son innumerables los casos de empresas públicas exitosas en los más diferentes campos. En muchos países en desarrollo, sus ingresos netos constituyen aportes imprescindibles al presupuesto fiscal. Aún poco explorado es el ámbito regional o comunal. La tendencia a la descentralización obligará a nuevas fuentes de ingresos y una de ellas pueden ser estas empresas. Mejorar la productividad de la administración pública es otra tarea. Las tecnologías de la organización y la administración han mostrado grandes avances en el mejoramiento de la productividad. Así lo han comprobado las transnacionales y grandes organizaciones públicas que hoy las emplean. El ahorro de recursos humanos y materiales que permiten estas tecnologías puede ayudar a financiar las nuevas necesidades ya señaladas en el ámbito público. Créditos blandos y otras formas de transferencias financieras internacionales permitiría elevar la cuota de Ayuda al Desarrollo. Estas sumas, para evitar su uso como arma política, discriminatoria, debieran ser administradas por un Consejo de las Naciones Unidas, democrática y periódicamente elegido. Por otro lado, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional podrían y deberían subsidiar los tipos de in,....

- 284 La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

,...  terés y los plazos a todos los países que presentaran proyectos concretos para crear puestos de trabajo, que sean estables. Los gobiernos podrían competir y los proyectos ganadores serían aquellos más intensivos en trabajo y que aseguraran previamente su rentabilidad o autofinanciamiento. Se necesita en definitiva un nuevo enfoque como punto de partida: Se trata de llevar a la práctica el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptado en 1966 por las Naciones Unidas, en el cual se reconoce el derecho al trabajo y compromete a los gobiernos a adoptar medidas adecuadas para garantizarlo. En el mismo sentido, el Convenio y la Recomendación 122 de la OIT, de 1964, ratificada por 70 países compromete a todos los estados firmantes a “una política activa destinada a fomentar el pleno empleo productivo y libremente elegido”. xii. Nuevas perspectivas para el movimiento sindical El movimiento laboral necesita en este contexto una profunda reestructuración, nuevas estrategias y tácticas, un verdadero renacimiento, puesto que enfrenta desafíos inéditos en la historia de la clase trabajadora. El capitalismo transnacional parece imponerse en todo el planeta, con sus formas extremas, el liberalismo, la dominación en los países pobres y un orden férreo y sin alternativa. Pero el capital no puede reinar sin tener sobre quien hacerlo. La clase de los trabajadores asalariados ha crecido y lo sigue haciendo en formas vertiginosa. La incorporación de los países del tercer mundo al sistema mundial transnacionalizado, la aparición de los nuevos países industrializados y la intensificación del comercio internacional seguirán aumentando las filas de los que tienen que trabajar para otros, los que les son necesarios para poder subsistir. La proletarización avanza a cuenta de profesionales, especialistas, científicos, y operadores administrativos o de oficinas. Si bien una parte de ellos, por sus elevados ingresos se identifica con la burguesía, la mayoría queda reducida a condiciones de vida y de trabajo similares a las que habían alcanzado los obreros fabriles. En los países subdesarrollados se da la misma tendencia, más intensa en algunos, menos en otros. 285 

Capítulo VI: Las políticas contra la cesantía 

La composición geográfica e internacional del proletariado mundial está cambiando drásticamente. Mientras que a mediados del siglo XX predominaban los trabajadores de Occidente, al llegar al 2000, la mayoría aplastante está en el mundo subdesarrollado. En el siglo XXI, en ese sector del planeta ya hay asalariados de segunda o tercera generación, con mentalidad, necesidades, aspiraciones y exigencias superiores a las de sus padres o abuelos, formados en la sociedad patriarcal o en el autoritarismo de las primeras etapas de la sociedad industrial. Pese al nacionalismo estrecho y la exacerbación de las diferencias culturales, los intereses objetivos de los obreros de las transnacionales, en sus diferentes plantas y sucursales a través del mundo, van a coincidir cada vez más, sus aspiraciones se irán nivelando. A todos les conviene que se aplique el principio de a igual trabajo, igual salario, nivelándolos hacia arriba; similares y cada vez mejores condiciones en la fábrica u oficina; estabilidad en los empleos; capacitación, ascensos y garantía de mejoras por antigüedad; voz y voto en las decisiones que los afectan. Las injustificadas diferencias salariales de un país a otro alientan los desplazamientos del capital, aumentan el desempleo. La permisividad en las leyes laborales, unida a la complicidad de los gobiernos frente a los abusos patronales, favorece la súper-explotación en unos países y sirven de pretexto para rebajar los salarios en otros. La economía planetaria parece justificar, más que antes, la vieja consigna del Manifiesto Comunista: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”. Son los propios asalariados quienes deben asimilar estas lecciones. Tan pronto como se den cuenta de que la competencia entablada entre sus patrones y gobiernos les es perjudicial y que la desocupación los afecta hoy a unos y mañana a otros, entonces los sindicatos crearán nuevas formas de cooperación entre activos y parados, entre nacionales de uno u otro país para anular o al menos atenuar los desastrosos efectos del libre funcionamiento de las leyes capitalistas. Así pues, la lucha conjunta entre los desocupados y los que trabajan, entre blancos, negros, cobrizos y amarillos, entre calificados y no calificados, es uno de los requisitos necesarios para conquistar un orden económico internacional más justo para todos. 286 

La humanidad sobrante. Una indagación sobre el desempleo 

Finalmente, los trabajadores tendrán que ser más políticos, no solo en el sentido de apoyar a los movimientos y partidos que respaldan sus demandas y negárselo a quienes las rechazan. Más importante es en el sentido de comprender que los problemas del empleo, el salario, la jornada de trabajo, la inflación, la educación, la política tributaria, las inversiones extranjeras, están todos relacionados entre sí. Se necesita un criterio general, común, consistente y aplicable a cada uno de ellos, pues todos forman parte de un sistema que incluye aspectos técnicos, sociales, ideológicos. 287 

Bibliografía 

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