A LA LECTORA,...O AL LECTOR,...TODAS ESTAS COSAS, QUE HE INTRODUCIDO ENE ESTE ARTÍCULO,...SOLO REFLEJA, PÁMÍ,...DE QUE CASI TODO SIGUE DE IGUAL A PEOR,...DESDE HACE DÉCADAS, EN LAS CUALES POR EJEMPLO ESCRIBÍA PROSAS, POESÍAS Y CANCIONES,...Y ALGO DE CRÍTICA POLÍTICA ¡¡¡¡-. SABEN TENGO 67 AÑOS,...Y CREO QUE FUE ENTRE LOS 18-20 AÑOS APROX. QUE ESCRIBÍ UNA POESÍA SOBRE COMO EL CAMPESINO SUDABA Y CON EL MISMO IBA REGANDO LOS CAMPOS,..QUIZÁS ERA UNAS FORMAS METAFÓRICAS DE DECIR DE QUE LA CLASE OBRERA CON LA DICTADURA FRANQUISTA ESTABA MACHACADA,...LA LEÍMOS CANTADA EN UN CENTRO SOCIAL VECINAL,...MI COMPARE" DE SU BODA, LLEVAMOS UN TIEMPO ENEMISTADOS, JM DOÑA, Y YO A LA GUITARRA,..¡¡¡¡. TOTAL, QUE HAN PASADO CASI 50 AÑOS, Y YO NO VEO NÁ DE NÁ,...POR MUNCHO" QUE QUIEREN HACERNOS VER, DE QUE EL FUTURO ES A MEJOR,...¡¡??¡¡. YA VES ¡¡, AHORA ESTAMOS EN LA ERA DEL HOLOCAUSTO-GENOCIDIO GENERALIZADO,..Y SIN PERSPECTIVAS,...A NO SEA QUE AL FINAL "MU ARFINAL,...", SE HAGA ARGO,...¡¡¡¡; AUNQUE YA SEA UN POQUITO TARDE VECINA DEL QUINTO CON VISTAS AL MAR,...¡¡¡¡.
SÍ, ES VERDAD,...NO ES FÁCIL,...CONSTRUIR UNA LÍNEA POLÍTICA CORRECTA Y QUE SEA ÚTIL SOCIALMENTE PARA LA REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD, PRO.PO. Y ALGO MÁS,...YO CON EL GRUPO PROLETARIO,...G.C.P. INTERN. DE MÁLAGA, DIJIMOS QUE LA REVOLUCIÓN ACTUAL PENDIENTE ERA UNA REVOLUCIÓN POR NECESIDAD PARA LA SUSTENTABILIDAD DE LA ESPECIE HUMANA,...Y LOS MEDIOS QUE LES RODEA,...POR ELLO HABLAMOS DE LA REVOLUCIÓN SOCIAL UNIVERSAL INTERCULTURAL PRO.PO Y ALGUNOS SECTORES MÁS,...QUE VAN A SER Y SON YA ANIQUILADOS,...EL LASTRE PRO.PO. Y ALGÚN MÁS,...IBA MÁS ALLÁ DEL SIMPLE CONCEPTO DE FUERZA DE TRABAJO DE RESERVA,...QUE EN SITUACIONES DE CRISIS ECONÓMICA AUMENTABA,...ETC,...COMO PASÓ A PARTIR DE 2.008,...Y AHORA, QUE ESTAMOS EN DECADENCIA DESDE FINALES DE 2.019,...PERO NO SE PREOCUPEN EL SISTEMA DE PODER TIENE SUS PROYECTOS Y LO DESARROLLA CON LAS IZQUIERDAS Y DERECHAS VARIADAS Y DE TOS" LOS COLORES,...¡¡??¡¡.
PERO ES QUE LAS COSAS DEL PROCESO DE PRODUCCIÓN, CIRCULACIÓN Y DISTRIBUCIÓN HA CAMBIADO TOTALMENTE Y RADICALMENTE DESDE QUE TERMINÓ LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL,...YA DURANTE LA GUERRA SE DESARROLLÓ UNA REVOLUCIÓN CIENTÍFICO TÉCNICA,...QUE YA HABÍAN PREPARADOS ALEMANIA, EE.UU. DEL N., JAPÓN,...Y CIENTÍFICOS QUE DESARROLLARON TÉCNICAS DE PRODUCCIÓN ENERGÉTICA, SEUDO-ROBÓTICA-COMPUTADORAS, MEDIOS DE TRANSPORTES ESPACIALES, SALIENTE DEL ESPACIO TIERRA-ATMOSFÉRICO,...Y QUE PODRÍAN VIAJAR A SATÉLITES,-LALUNA, PLANETAS,...INCLUSO FUERA DEL SISTEMA SOLAR DONDE NOS UBICAMOS,...¡¡¡¡.
DESPUÉS DE LAS DESTRUCCIONES DE MUCHOS PAÍSES, EUROPEOS, RUSOS.-ASIÁTICOS, AFRICANOS,...QUEDÓ CASI SOLO EN BUEN ESTADO LOS PAÍSES PAN-AMERICANOS,...DEL SUR, DEL CENTRO, Y LOS DEL NORTE,....GRANDES POTENCIAS QUEDARON DIEZMADAS,...
ANTE ESTO EL CAPITAL DOMINANTE INVIRTIÓ,...PLAN MARSHALL, Y SE RECONSTRUYERON FÁBRICAS, CIUDADES, CARRETERAS,...PERO YA EN PLAN MODERNO,...CON GRAN C. O. DE C. -- LOS FALLECIDOS QUEDARON PARA EL MAL RECUERDO,...--.
DIGAMOS QUE LA SOCIEDAD ADQUIRÍA UN CARÁCTER GLOBAL-MUNDIAL,...SIENDO EE.UU.N. Y R.UNIDO,... LOS DOMINANTES, JUNTO A FRANCIA Y LA URSS,...SE REPARTIERON EL PLANETA,ÁREAS DE INFLUENCIA,...PERO QUÉ PASO CON EL CAPITAL EN SÍ,...??¡¡; COMO QUEDARON RELACIONADOS LOS CAPITALES Y LOS SOPORTES ESTATALES DE LOS MISMOS ??¡¡¡. COMO QUEDÓ EL SISTEMA DE INVERSIONES DE CAPITALES Y RELACIONES DE LAS GRANDES EMPRESAS PRODUCTIVAS, DE TRANSPORTE, TELECOMUNICACIONES, CULTURA-FORMACIÓN Y MEDIOS DE DOMINACIÓN SOCIAL HACIA EL PRO.PO. Y ALGO MÁS. ??¡¡.
DE CÓMO QUEDARON ORGANIZADOS LOS DIVERSOS FOCOS DE CAPITALES,...Y SABER SU POSTERIOR DESARROLLO Y HASTA HAN LLEGADO ES INDISPENSABLE PARA UNA CORRECTA LÍNEA POLÍTICA REVOLUCIONARIA Y DE DESARROLLO DEL SOCIALISMO CIENTÍFICO PRE-SIGLO XXI,...¡¡??¡¡; Y YA PUESTO HOY EN DÍA,...PARA EL SIGLO XXII, Y EL FUTURO; SÍ,...DE LOS SERES VIVOS, EL SER HUMANO LIBRE SOCIALMENTE Y SUS MEDIOS DONDE COVIVEN,... ¡¡¡¡¡.
Desde el primer momento fue nuestra prioridad desenvolver una línea política justa.
Necesitamos una línea política justa para poder desenvolver un programa político revolucionario y una práctica revolucionaria.
Creemos que solo podemos tener un programa político revolucionario, si antes desenvolvemos una línea política justa. También sabemos que para encontrar esta linea y poder tener un programa político revolucionario, tenemos que responder a siete temas:
1) El método de análisis: nuestro método de análisis es el materialismo dialéctico e histórico.
Nuestro método fue ampliamente tratado en nuestros textos. (Podemos destacar al respecto el número uno del Ateneu y el primer artículo del número dos- el trabajo político para el Marxismo-Leninismo)
Este método nos permite conocer como la lucha de clases es el motor de la historia. Saber que solo la lucha de clases puede lograr progreso social. Distinguir dos niveles en la lucha de clases, la lucha de clases mundial y la lucha de clases en la sociedad nacional. Nos permite saber que los intereses colectivos de un pueblo, tienen preferencia sobre los intereses de un reducido número de personas que forman las clases explotadoras. También sabemos que los intereses colectivos de la humanidad están por encima de los intereses de un pueblo aislado, si los dos entrasen en conflicto.
Creemos que en la mayor parte de la historia de los pueblos su dinámica interna de lucha de clases es el principal “motor” social -contradicción hegemónica- y, que los factores externos actúan a través de las clases sociales nacionales- La mayor parte de las veces-.
Creemos que extraordinariamente en un período corto en la historia de un determinado pueblo, puede suceder que un factor externo barra la lucha de clases de una sociedad nacional Que barra la dinámica social de una determinada sociedad, transformándose en la contradicción principal el enfrentamiento entre una sociedad en su conjunto, contra un invasor.
Volviendo a la contradicción nacional, en la contradicción principal (este no es el caso de la actual sociedad gallega).
2) El método de trabajo político: Crítica y autocrítica colectiva.
Un proceso dialéctico de crítica-práctica-crítica. Realmente creemos en este método. Porque no se trata de un lema vacío, sino de un método científico y revolucionario de trabajo político.
Hacemos crítica y autocrítica colectiva de la realidad social y de nuestro trabajo político, para así en un proceso dialéctico sin fin poder avanzar en la correlación de fuerzas a favor del proletariado. Por que sabemos que lo nuevo nace de lo viejo.
3) La caracterización del momento histórico.
La caracterización de este momento histórico: estamos asistiendo a un proceso de decadencia capitalista.
Caracterizamos este momento como de: capitalismo decadente, crisis social, retroceso social, depauperación mundial de las masas y ofensiva capitalista contra la humanidad.
4) La estrategia revolucionaria.
Sin una estrategia revolucionaria las organizaciones acaban dando bandazos, sin una guía que les indique el camino. Acaban cayendo en un tacticismo capaz de justificar cualquier cosa.
La estrategia revolucionaria nos enseña: que hacer.
Nuestra estrategia se dirige a:conseguir el poder político para el proletariado gallego, realizar la independencia nacional, construir primero el socialismo en el mundo y una humanidad comunista después.
(Está en el penúltimo artículo Nº2 del Ateneu de los objetivos estratégicos que reproducimos debajo.)
5) La táctica sectorial adecuada al momento histórico concreto en cada uno de los movimientos sociales.
La táctica revolucionaria nos indica: como hacerlo. Como conseguir los objetivos marcados por la estrategia.
Como es fácil de entender si sabes como hacer las cosas, pero no sabes cuales son las prioridades de un determinado momento histórico, ni por que lo haces, resulta que no podemos avanzar demasiado.
(Está junto con el estilo de trabajo en la evaluación del día de la patria, como trabajar en el MLNG que reproducimos debajo).
6) El estilo de trabajo político.
En el texto de evaluación del día de la patria también tratamos nuestro estilo de trabajo.
Que las organizaciones no estudien su estilo de trabajo en cada movimiento social limita mucho la eficacia de este trabajo. (Está junto con la táctica en la evaluación del día de la patria, como trabajar en el MLNG, que reproducimos debajo).
7) La alternativa revolucionaria:el socialismo.
Proponemos la única alternativa viable para solucionar los problemas sociales y lograr el progreso social para la humanidad. La alternativa del proletariado que es el socialismo en el mundo.
La suma de estos puntos nos permiten tener una línea política justa, un programa político revolucionario y una práctica política científica y revolucionaria. A esto es lo que le llamamos: socialismo científico.
Sin tener estos puntos resueltos científicamente es imposible realizar el trabajo que exige el socialismo científico.
Infelizmente la mayoría de las organizaciones políticas gallegas no tienen trabajada su línea política. No tienen ni estrategia, ni táctica. Esto hace que sus dirigentes puedan hacer lo que quieran sin tener que acatar ninguna línea política. Dándoles una apariencia y un protagonismo que no merecen.
Alguna que otra organización tiene aparentemente una estrategia y una táctica. Pero si estudiamos estas, resulta que su estrategia no pasa de ser una declaración de intenciones, una declaración de principios políticos, morales, o una repetición de lugares comunes.
Sin ser algo útil, ni clarificador, por lo que no puede servir de guía para el trabajo político de su militancia, ni servir para fijar las prioridades históricas
del trabajo.
También sucede que alguna de estas organizaciones pueden aparentemente tener un programa táctico, pero, infelizmente, si lo estudiamos resulta que no es un programa táctico, sino una suma de definiciones, o en algún caso un programa electoral.
Nuestra estrategia:
¿Para qué trabajamos? los objetivos estratégicos del proletariado gallego.
Podemos nombrar los objetivos generales por los que trabajamos políticamente, dividiéndolos en diferentes prioridades temporales.
A corto plazo trabajamos políticamente para:
Darle una teoría revolucionaria, con una linea política justa, a los movimientos revolucionarios (movimiento obrero gallego MOG, Movimiento de liberación nacional gallego MLNG, etc);
2) reforzar el MOG y el MLNG;
3) conformar organizaciones proletarias revolucionarias.
A medio plazo:
1) seguir reforzando los movimientos revolucionarios;
2) reforzar las organizaciones proletarias revolucionarias;
3) crear un contrapoder proletario;
4) convencer de lo justo de la explicación científica del mundo, por tanto comunista,
movilizar a las masas proletarias y a la mayor parte del pueblo trabajador gallego.
A mas largo plazo: los pueblos del mundo construiremos el socialismo y después el comunismo siguiendo el históricamente necesario progreso social de la humanidad.
Esta estrategia exige diversas líneas tácticas históricas en cada trabajo político sectorial concreto. Estas tácticas nos indican como trabajar políticamente (estilo de trabajo, política de alianzas, como realizar agitación, la propaganda y la organización), en cada movimiento social concreto, en unas determinadas circunstancias históricas. Lo que no puede suceder es que la táctica entre en enfrentamiento con la estrategia. No puede suceder que por tacticismo perdamos la visión política, que olvidemos nuestros objetivos políticos, cayendo en el oportunismo tacticista que no lleva a nada.
Táctica en el MLNG:
Auto-crítica.
Primero decir que en el Ateneu tenemos claro que la clase obrera es la mayoría del MLNG y que tiene que ejercer la dirección de los movimientos populares.
Nosotros tenemos crítica y autocrítica que hacer sobre los actos del día de la patria, sobre el acuerdo democrático nacional e incluso sobre Causa Galiza en general. Es lógico y esto debería verse con normalidad, pues la crítica y la autocrítica son imprescindibles para el avance de cualquier movimiento revolucionario. Sin embargo por muchas críticas que tengamos: ¿dónde debemos estar las y los comunistas? En los movimientos sociales revolucionarios. Debemos estar en las organizaciones populares, y con nuestras fuerzas fortalecerlos y radicalizarlos.
Cuando firmamos el acuerdo democrático nacional (ADN) trasmitimos a los demás adherentes esta declaración que decidimos no hacer pública hasta pasado el día de la patria 2011.
Comunicado del Ateneu Proletario Galego (APG) sobre el ADN:
1- El APG suscribe el ADN debido a que lo considera un instrumento necesario a nivel
práctico en las actuales circunstancias históricas.
2- El APG no considera el ADN el programa político de mínimos que necesita el pueblo
trabajador gallego.
3- El APG considera que la clase obrera, las campesinas y todo el pueblo trabajador,solo pueden tener como programa una alternativa socialista, que debe incluir:
a) La libertad de los presos y de las presas políticas gallegas.
b) Que el poder político se materialice en una democracia del pueblo trabajador que contribuya a la imprescindible construcción del socialismo en el mundo.
c) La independencia del estado español.
d) La expropiación por el pueblo de los bancos y demás oligopolios.
e) El pleno empleo.
f) La superación de la explotación.
g) la superación de la división de la sociedad en clases sociales antagónicas.
Las diferencias políticas no se deben ni magnificar ni minimizar. No tenemos duda de que encontramos entre nuestras mayores aliadas a algunas de las organizaciones que firmaron el acuerdo. Debemos distinguir nuestras diferencias antagónicas con el enemigo de las diferencias dentro del pueblo y las diferencias-que existen y son evidentes-dentro de los movimientos.
Cuando estuvimos en CGZ convivimos con posturas pequeño-burguesas, con el interclasismo nacionalista o feminista, el misticismo nacionalista y primitivista. Hagamos las críticas que sean necesarias para poder así ser realistas con lo que podemos esperar de los diferentes agentes políticos del MLNG.
Esta es nuestra postura y no la escondemos. Y también hay que valorar las diferencias en los movimientos en dos planos, inter-relacionados aunque diferentes: lo objetivo y lo subjetivo.
Que las desviaciones ideológicas, los errores y las posturas pequeño-burguesas no nos impidan ver la naturaleza de clase (objetiva) del MLNG. La alienación afecta a toda nuestra sociedad nacional, y los movimientos revolucionarios no escapan de esta realidad. No pongamos el foco en que unos nos llamamos comunistas y otros lo que fuera (socialistas, de izquierdas…); pongámoslo en la composición de clase y pongámoslo en la práctica y las medidas tácticas.
Como trabajar en el MLNG:
1- Con franqueza. Siguiendo a Lenin, teniendo la verdad como mejor arma revolucionaria. Empleando la crítica y autocrítica colectiva de una manera constructiva.
Lo que nos llevó a leer un comunicado crítico y a desenvolverlo en un diálogo con las otras organizaciones en el momento de firmar el acuerdo democrático nacional (que acabamos de reproducir). Por cierto, críticas que fueron respaldadas por casi todas las organizaciones que se pronunciaron en ese momento. La única manera de poder aceptar las diferencias políticas no antagónicas en un movimiento plural es siendo conscientes de que existen, exponiéndolas, contrastarlas, y comprobar que aún así se puede mantener un trabajo positivo y unas formas correctas y constructivas.
2- No tenemos etiquetas sino una línea política.
Esto hace que no intentemos imponer etiquetas en las organizaciones de masas. Pongamos un ejemplo. En nuestro último boletín empleamos el concepto de patria socialista Gallega, porque estamos seguros que es una expresión que clarifica internamente nuestra línea política. Sin embargo este concepto no es fruto de una discusión existente en el movimiento, ni forma parte de una discusión sobre dos lineas políticas. También tenemos que tener en cuenta que la sutil diferencia que existe entre “patria Gallega” y “patria socialista Gallega” no sólo no es diferenciada hoy en día por las masas, sino ni tan siquiera por la militancia independentista. Nos interesa la radicalización y clarificación política en el seno de los movimientos, y no imponer en una u otra votación, con unas artes propias de un parlamento burgués, una palabra que en si misma no aporta nada. ¿Interesa cambiar la palabra o la línea política? ¿Qué es la palabra sino uno mas de los elementos que sirven para la clarificación, un medio, y no un fin en si mismo?
Como Marx y Engels, tenemos claro que nos robaron la patria. Por nuestra parte igual que Lenin, creemos que en cada nación hay dos naciones, la nación de los explotados y la nación de los explotadores. Creemos que nuestro proceso de emancipación también presupone el conflicto interno, la guerra civil. Creemos que nuestra patria solo podrá ser verdaderamente nuestra cuando sea socialista.
3- Las siglas
Cualquier organización revolucionaria debe estar dispuesta a sacrificar la propaganda de unas siglas en beneficio del movimiento, de poder expandir la teoría revolucionaria en el movimiento y de construir una línea política justa.
4- El principio leninista de la independencia organizativa de clase.
Defendemos la independencia de clase como un principio irrenunciable. Aunque formar parte de iniciativas unitarias de todo tipo no significa ir en contra de la autonomía organizativa de clase, ni es ningún problema, sino una ventaja, si se cumplen ciertas condiciones mínimas. ¡Hay que ir a lo concreto, siempre a lo concreto!
5- La crítica constructiva y la oposición. Los semi aliados. (Por sus hechos los conocerás.)
Siempre que sea posible mantener nuestra línea política sin formar una oposición pública a otros sectores organizados del movimiento lo haremos. Sin embargo esto no impide que hagamos propuestas y críticas constructivas. Cuando participamos en CGZ siempre pensamos que en esta organización había organizaciones que no podíamos llamar más que semi aliadas, ya que, al margen de la positiva actitud de ciertas personas, todavía no se pronunciaron colectivamente sobre temas centrales. Nuestro papel debe ser el de procurar una clarificación y combatir las posiciones equivocadas (¡dejemos de confundir los mensajes con los mensajeros!). Esto es fundamental. En CGZ nos encontramos en una situación complicada cuando estas organizaciones decidieron centrar su trabajo en el llamado nuevo proyecto común (NPC), en una alianza con organizaciones políticas reaccionarias, olvidando su razón de ser, que era el fortalecimiento del MLNG, no construir ninguna plataforma electoral, ni mucho menos supeditar el trabajo como instrumento del MLNG a unas determinadas alianzas políticas.
Por otro lado y con una importancia menor, nos interesa expandir en el movimiento una simbología, consignas, etc, atractivas y que ayuden a clarificar y diseñar una línea política justa para el movimiento, que entronquen con las mejores tradiciones de lucha de la humanidad.
6- Debemos juzgar el momento histórico concreto que atraviesa el movimiento.
En el MLNG se están produciendo cambios, debido al fracaso del proceso de consolidación de CGZ. El tan famoso lugar común de la “acumulación de fuerzas”, dio como resultado un debilitamiento, tanto de CGZ como del propio MLNG. El miedo que nosotros teníamos era que la falta de no tener una conciencia plena de si mismos como MLNG, la falta de no tener una visión estratégica, hizo que ciertas personas cayesen en el tacticismo que justifica cualquier cosa.
En este proceso de consolidación de CGZ, las contradicciones internas, las debilidades de los semi aliados, no tener una estrategia, el hecho extremadamente negativo de desaparecer la mesa de Cangas (tinglado en el que nunca participamos), llevó a grandes tensiones en CGZ. Ciertas personas llevaron adelante el nefasto intento de transformar CGZ en una organización partidaria unitaria tras el fracasp de esta misma táctica en la mesa de Cangas, después sufrió el abandono de los semi aliados, sufrió la llegada de paracaidistas oportunistas y sufrió la nueva línea política del NPC. Causa Galiza nació para difundir el derecho de autodeterminación y para fortalecer el MLNG. Hablábamos del derecho de autodeterminación, pero no nos confundamos: esto no debía presuponer rebajar el programa político de las sensibilidades que conformábamos CGZ. El derecho de autodeterminación de ir ligado (didáctica y dialécticamente) a nuestra propuesta al pueblo trabajador. Propugnamos el derecho que nos corresponde como pueblo a la autodeterminación ligado a propuestas en positivo: la independencia, el socialismo y el feminismo.
7- Somos partidarios de tener como objetivo la presencia de un bloque independentista revolucionario en las grandes movilizaciones de masas. En ese contexto en general es que valoramos nuestra participación en Causa Galiza. Una unidad popular sectorial, que debería ir acompañada de otras en cada uno de los frentes de intervención y lucha social.
8- Nuestro norte estratégico debe ser el de reforzar el movimiento de liberación y combatir todo lo que lo enflaquezca. Si existe contradicción entre el movimiento revolucionario y cualquier organización debe primar el movimiento. Sin movimientos revolucionarios no pueden existir organizaciones revolucionarias. Sin organizaciones revolucionarias es impensable la existencia del imprescindible partido comunista que la clase obrera gallega necesita para su completa emancipación.
Como comunistas gallegas no queremos una esquerra republicana a la gallega. Queremos movimientos sociales combativos y revolucionarios. No queremos ninguna mística de unidad popular, o de frente popular, que pudieron ser propias y justas en otras épocas concretas, sino fortalecer el MLNG y el MOG, y cualquier unidad táctica debe estar al servicio de esta estrategia general.
Debemos integrar en el movimiento a multitud de sectores mas o menos organizados en la medida en que esto refuerce al movimiento revolucionario en su conjunto. Aunque esto acompañado del necesario combate de la ideología pequeño-burguesa en todas sus manifestaciones.
Nos interesa resaltar la pluralidad del movimiento patriótico siempre que no debilite lo que nos une:
1) El patriotismo.
2) El socialismo.
3) La necesidad de cuestionar el poder político del estado (y por tanto el monopolio de la violencia).
4) La independencia nacional.
5) La crítica social.
6) La solidaridad plena con nuestras presas y nuestros presos.
7) La necesidad de reforzar el MLNG en su práctica y en su teoría.
A la militancia del APG derechos y deberes:
En este momento histórico no necesitamos grandes estatutos aunque si una estructura orgánica con ciertas normas claras.
Quién puede militar en el APG:
1- Puede ser miembro del APG: quien defienda los intereses del progreso de la humanidad, que son los mismos que los intereses del proletariado, tanto a nivel de la lucha de clases mundial, como de la lucha de clases nacional, que se adhiera libre y conscientemente, acatando la estrategia, la táctica, las normas internas y estatutos, que forman nuestro programa político, la línea política, y que sea dado de alta como afiliada.
Derechos y deberes:
2- Acudir a las reuniones internas expresándose con total libertad.
3- Pagar las cuotas marcadas.
4- Militar en uno o dos movimientos sociales.
5- Recibir formación, autoformarse y formar a los demás.
6- La militancia tiene total libertad de discusión y para realizar propuestas políticas internas. Debe participar con sinceridad en los debates con la información de todas las tesis enfrentadas.
7- Que su opinión sea escuchada por el resto del colectivo, así como saber que porcentaje de la militancia apoyo su tesis.
8- La organización enseña a los movimientos sociales, busca darles una teoría revolucionaria, pero también es imprescindible aprender de estos movimientos. Aprender de las discusiones de estos movimientos, del nivel de comprensión de la realidad social, del nivel de conciencia y, como elemento fundamental del estudio crítico de la práctica política de los movimientos sociales.
9- Es una obligación y un derecho participar en la crítica y autocrítica colectiva interna con sinceridad. La militancia tiene que poder participar en las discusiones transcendentales con la información necesaria para poder opinar, de manera que estas decisiones cuenten con el aval de la totalidad o de la mayoría de la militancia.
10- Evitar el tacticismo que lleva al oportunismo y otras desviaciones de la linea política. No tener una estrategia clara puede llevar a la militancia a ciertas tendencias dirigistas-conspiracionistas, oportunistas y burocráticas, que son totalmente perniciosas para los movimientos sociales y para los intereses del proletariado. Evitar estas desviaciones de nuestra militancia tiene que ser una ocupación colectiva.
11- Un comité de garantías evaluará el cumplimiento de las normas. Este comité hace posible la presentación por parte de la militancia de una denuncia ante los incumplimientos de las normas de funcionamiento del centralismo democrático interno, o si considera que es incumplido nuestro programa político en algún punto.
12- Nuestros aliados son los aliados del proletariado gallego y de la humanidad. No nos importa tanto cual es la definición de una determinada organización, sino cual es su práctica objetiva en la lucha de clases (de que lado de las trincheras están). ////))))....
http://www.universitat.cat/ucpc/?p=5451
Infraestructura y superestructura: el éxito del capitalismo
Empezar el día leyendo un artículo del que pretende ser la revista de referencia progresista y anticapitalista del territorio catalán puede ser molesto si lo que te encuentras es el siguiente:
"¿Por qué la revolución soviética que, según esboza el Estado y la Revolución estaba llamada a extinguir la forma Estado y abrir paso al protagonismo de las masas en todas las esferas de la vida, desembocó en un aparato burocrático-militar en todo punto ajeno al proyecto comunista? Por qué las luchas de liberación nacional posteriores a la Segunda Guerra Mundial no sólo no emanciparon el conjunto de la nación, sino que además generaron menudo nuevas dinámicas de opresión nacional? Por qué las revoluciones socialistas del siglo pasado no fueron capaces, además de apropiarse estatalmente de los medios de producción de emancipar a los trabajadores de la alienación y la disciplina fabril del proceso productivo, así como de articular la organización social que controlara este proceso y lo sometiera conscientemente a sus propias necesidades de desarrollo humano? A qué se debe la paradoja de que las revoluciones pasadas detuvieran su impulso emancipador en las puertas de las casas y de las estructuras patriarcales que esclavizan a las mujeres, a pesar de que estas constantemente aparecen a lo largo de la Historia como punto de lanza de estas revoluciones? "
Podríamos rebatir punto por punto el simple hecho de evidenciar el carácter revisionista y reduccionista del párrafo, pues, si alguna de estas preguntas presentadas casi como afirmaciones fueran ciertas, podría considerarse un acto de poca educación. Esta falta de educación por el pasado y por las hazañas de varias sociedades, especialmente aquellas que han practicado probablemente uno de los procesos más complejos y complicados de la historia: la construcción del socialismo, es decir, un proyecto planteado desde un marco teorético de emancipación de la explotación del hombre por el hombre y basado en los postulados de varios autores donde destacan Marx y Lenin,
El párrafo, por otra parte, lo podríamos definir de soberbio, pues el objetivo que busca es el de criticar y despreciar todas aquellas experiencias que refiere para, acto seguido, presentar otro proyecto dentro de la teoría política de izquierdas: el confederalismo democrático.
Este texto no busca reflexionar sobre la vigencia o legitimidad moral de una ideología o de otra, de si el socialismo científico tiene más sentido que los postulados ácratas o de si con el confederalismo democrático se podrá llegar a alcanzar una armonía y justicia social para la humanidad. Lejos de todo esto, pretende presentar una pequeña reflexión en torno a dos conceptos que para todo aquel que se llame anticapitalista o al menos entiende el sistema de acumulación de capital a partir de la extracción de la plusvalía de la clase trabajadora como una relación de producción entre explotados y explotadores. Estos conceptos son la infraestructura y la superestructura y fueron acuñados por Marx en 1859 al prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política. El primero, la infraestructura, es la base material de la sociedad que determina la estructura social, el desarrollo y el cambio social; en ella se incluyen las fuerzas productivas y las relaciones de producción. La superestructura, en cambio, son aquel conjunto de elementos no materiales que condicionan la vida en sociedad como vendría a ser: las formas jurídicas, políticas, artísticas, filosóficas, culturales o religiosas de un contexto histórico. Asimismo, como recuerda la teoría marxista, la base o infraestructura, determina la superestructura, pero la relación no es estrictamente causal, porque la superestructura menudo influye en la base. las formas jurídicas, políticas, artísticas, filosóficas, culturales o religiosas de un contexto histórico. Asimismo, como recuerda la teoría marxista, la base o infraestructura, determina la superestructura, pero la relación no es estrictamente causal, porque la superestructura menudo influye en la base. las formas jurídicas, políticas, artísticas, filosóficas, culturales o religiosas de un contexto histórico. Asimismo, como recuerda la teoría marxista, la base o infraestructura, determina la superestructura, pero la relación no es estrictamente causal, porque la superestructura menudo influye en la base.
Marx no se equivocaba cuando aseguraba que la base influye mucho más en la superestructura que la superestructura en la base, pues sólo hay que hacer un pequeño análisis cronológico dos siglos atrás para darnos cuenta de que la infraestructura del capitalismo ha sido sólida como una roca , ya pesar de los grandes avances tecnológico o las cambiantes propuestas políticas que se han dado a nivel mundial o social en las sociedades, la relación de extracción de plusvalía por parte del capitalista hacia la clase trabajadora, es decir, de explotadores y explotados, es la misma. Por otra parte, algunos elementos superestructurales que han definido el libre mercado y la explotación capitalista, curiosamente, han sido inmutables en el tiempo. Ejemplo de ello podrían ser las múltiples bolsas o mercados de valor que fueron apareciendo en el mundo occidental a partir del siglo XVI, especialmente durante el siglo XIX con el logro absoluto del capitalismo hacia el mercantilismo y ya durante el siglo XX en todo el mundo, incluso en China comunista a partir de Deng Xiao Ping. Por otra parte, la infraestructura ha sido siempre un centro de atención del marxismo-leninismo y, sin duda la principal obsesión, sino porque el famoso lema de: Proletarios del mundo, uníos. Pues, porque ya desde la época de Marx, estaba claro que compartían todas las sociedades desde San Francisco hasta Hamburgo: la infraestructura, la relación de producción entre explotados y explotadores. Es precisamente por ello, que el capitalismo ha hecho tantos esfuerzos en desviar la atención de este mínimo común denominador. Este ha sido su gran éxito, e que no nos damos cuenta de ello, poco evolucionaremos como sociedad.
Ejemplos de cómo el capitalismo ha utilizado la superestructura para que las sociedades desviaran la atención de la cruda realidad que se daba a la infraestructura ha habido muchos durante los últimos siglos. Durante el siglo XIX y principios del XX, los nacionalismos sirvieron para dividir a la clase trabajadora sometida a la extracción de la plusvalía hasta generar un fenómeno tanto perverso como fue el fascismo. Más adelante, cuando los estados-nación capitalistas eran sólidos y ya no necesitaban legitimarse, pero el comunismo había avanzado a un ritmo inesperado tras la II Guerra Mundial, entonces el capitalismo entendió una estrategia muy inteligente: pudrir las manzanas desde dentro. Y así es como poco a poco, los históricos Partidos Comunistas que habían sostenido la lucha armada contra las diversas ocupaciones fascistas, fueron asumiendo los postulados eurocomunistas, cercanos a los socialdemócratas al denigrar de la lucha armada como motor de transformación revolucionaria para suplantar el estado capitalista. Estos antiguos partidos, ahora eurocomunistas, poco a poco fueron asumiendo una dinámica pactista con las fuerzas políticas y los elementos de presión del capitalismo que les llevó a ser cada vez más residuales y con todo el sentido, pues para que una persona debía elegir entre ellos o los diversos partidos socialdemócratas ya existentes que presentaban casi los mismos programas y las mismas dinámicas pactistas dentro de los diversos parlamentos burgueses.
Por otra parte, la ciencia y la producción intelectual, por ejemplo en el campo universitario, el materialismo histórico fue desapareciendo poco a poco como método analítico dando paso al postmodernismo y con el tiempo los profesores considerados marxistas se podían contar con la mano. Este hecho es primordial ya que realmente la gran diferencia entre el materialismo histórico es donde centra cada método su atención. Así como desde el materialismo histórico se puede llegar a analizar todo elemento de la vida en sociedad partiendo siempre de la base, es decir, la infraestructura; el posmodernismo significó todo lo contrario y alejó toda atención de la infraestructura y las relaciones de producción para centrarse en la superestructura y perder el tiempo en discusiones bizantinas sobre el género, las identidades, etc.
Asimismo, todo ello venía acompañado del neoliberalismo que no dejan de ser dos elementos inseparables perfectos para introducir la sociedad de consumo, basada en el cambio constante, la cultura de lo efímero con el objetivo de la búsqueda de la felicidad para uno mismo sin pensar en los demás. Todo ello pretendía acabar con cualquier elemento ideológico y más aquellas doctrinas como el marxismo-leninismo que necesitan de compromiso y dedicación, dos fenómenos que cada día más brillan por su ausencia. Todo este marco cultural vendría acompañado de la informática, la robótica, la telemática y toda una serie de políticas de destrucción industrial para dar paso al sector servicios donde la clase trabajadora siempre ha sido más débil.
Con todo ello, el capitalismo ya tenía su caballo de Troya para acabar de defenestrar las organizaciones de izquierdas, aquellas nacidas para defender los intereses de los trabajadores. Ahora ya no se trataba de rebatir algunos párrafos de los textos de Marx como hizo el revisionista Bernstein a principios del siglo XX y que tanto afectó a los partidos socialistas que se convirtieron en la social-democracia que tantos favores facilitó al capitalismo. Ahora se trataba de revolver la cultura, desollar la estructura y mecanismos internos de los partidos y generando nuevas inquietudes abstractas donde perder el tiempo mientras los estados neoliberales encargaban de vehicular todos los cambios mencionados con las mínimas pérdidas y casi una resistencia a la dominación invisible.
Así pues, hay que reconocer el éxito del enemigo pues, a partir de la subversión de la superestructura ha conseguido que muy pocos se preocupen por la infraestructura que sigue siendo el eje director de las sociedades. El capitalismo ha logrado controlar las dinámicas de aquellos que deberían estar haciendo frente y generando resistencias asegurando que estos nunca puedan ser una amenaza para el sistema. Primero lo hizo obligándonos a olvidar el mecanismo para alzarse con el poder: la lucha armada y, más tarde, lo ha hecho subvirtiendo las dinámicas de eficiencia de los antiguos partidos que luchaban por una sociedad sin explotadores y explotados dejándolo huérfanos de aquellas organizaciones que estructuradas a través del centralismo democrático lograron estar presentes en cualquier lucha de la clase trabajadora y el campesinado. Pero, al mismo tiempo, ha conseguido que olvidemos las causas comunes para imponer la avaricia individual traducida en el consumismo y el placer inmediato. Por lo tanto, desde la UCPC creemos prioritario que las organizaciones de la llamada izquierda transformadora huyan de las famosas deconstrucciones y dejen de lado el terreno de lo simbólico para devolver el centro de atención al hecho material. Con estructuras reales y eficientes que aborden los hechos concretos y las preocupaciones prácticas de la clase trabajadora señalando el capitalismo como la raíz del problema. desde la UCPC creemos prioritario que las organizaciones de la llamada izquierda transformadora huyan de las famosas deconstrucciones y dejen de lado el terreno de lo simbólico para devolver el centro de atención al hecho material. Con estructuras reales y eficientes que aborden los hechos concretos y las preocupaciones prácticas de la clase trabajadora señalando el capitalismo como la raíz del problema. desde la UCPC creemos prioritario que las organizaciones de la llamada izquierda transformadora huyan de las famosas deconstrucciones y dejen de lado el terreno de lo simbólico para devolver el centro de atención al hecho material. Con estructuras reales y eficientes que aborden los hechos concretos y las preocupaciones prácticas de la clase trabajadora señalando el capitalismo como la raíz del problema.
UCPC
agosto 2020 /////))))).....
https://www.voltairenet.org/article210673.html Security vs Antifa
RED VOLTAIRE | 6 DE AGOSTO DE 2020
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( INVESTIGAR, PARECE QUE YOR SOROS, ESTÁ DETRÁS,...??¡¡;ESTE OLIGOPOLISTA, ESTÁ METIDO EN TODOS LOS ASUNTOS DE PODER,...OSCURANTISMO AGUDO ¡¡??¡¡. ).
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el 27 de julio de 2020 su intención de incluir próximamente en la lista de organizaciones terroristas el grupo conocido como “Antifa”. Su decisión se basa en un informe del Departamento de Seguridad de la Patria (Homeland Security), fechado el 24 de junio.
Dicho informe, que se intitula The Syrian Conflict and Its Nexus to U.S.-based Antifascist Movements, o sea “El conflicto sirio y sus vínculos con movimientos antifascistas con bases en Estados Unidos” (PDF disponible, en inglés, al pie de esta información) describe la implicación de miembros estadounidenses de Antifa en los grupos armados kurdos en Siria y está basado en nuestro artículo «Las brigadas anarquistas de la OTAN» (Thierry Meyssan, Red Voltaire, 12 de septiembre de 2017).
Los llamados Antifa (ver foto) son un nebuloso movimiento subvencionado por el especulador estadounidense George Soros y se presentan como “antifascistas” pero están al servicio de la OTAN.
En el caso particular de Estados Unidos, estos elementos han venido coordinando manifestaciones violentas desde que el ciudadano negro George Floyd murió a manos de un policía blanco, el 25 de mayo.
En Portland, los Antifa han organizado enfrentamientos violentos contra los agentes federales del Departamento de Seguridad de la Patria, además de quemar banderas estadounidenses y ejemplares de la Biblia ante la sede de la Corte Federal.
El Departamento de Seguridad de la Patria (Homeland Security o DHS, por sus siglas en inglés) fue creado por el presidente George W. Bush, al calor de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Paradójicamente, esa agencia federal estadounidense inició su acción… denunciando las tesis de Thierry Meyssan sobre la existencia de un complot estadounidense que hizo posible los atentados del 11 de septiembre. )))).....
¿Quiénes son los Antifa?
Trump quiere designar como “organización terrorista” al movimiento de extrema izquierda
MARINA MESEGUER, BARCELONA
En su afán por encontrar un culpable de las violentas protestas que se extienden por todo Estados Unidos que no sean ni la violencia policial ni el racismo, el presidente Donald Trump decidió señalar el domingo al movimiento Antifa. En una declaración que carece de sustento legal, el mandatario anunció que designaría al grupo de activistas de extrema izquierda como “organización terrorista”.
No obstante, EE.UU. carece de una ley de terrorismo doméstico, por lo que muchos dudan que pueda llevar adelante su plan. Además, la Antifa –abreviatura de movimiento antifascista – es más bien una amalgama de grupos que una organización con líderes o estructura jerárquica.
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Pese a las acusaciones, el FBI considera al supremacismo blanco como la “amenaza prioritaria”
En Europa ha sido común en los últimos veinte años ver a grupos que se autodenominan antifascistas con su particular uniforme de cara tapada y ropa negra al final de las manifestaciones de izquierdas. En EE.UU., pese a que ya existían desde hace décadas vinculados a la lucha antirracista, no empiezan a cobrar forma hasta la victoria electoral de Trump en el 2016, después de la cual los grupos supremacistas, neonazis y de la llamada alt-right o derecha alternativa se sintieron legitimados.
Los Antifa creen en la acción directa contra el autoritarismo, la homofobia, el racismo o la xenofobia. Sus miembros han aparecido en numerosos actos de la ultraderecha en los últimos años, boicoteando sus charlas en universidades u organizando contramanifestaciones como la de Charlottesville en el 2017, en la que un racista mató a una mujer y causó una veintena de heridos al arrollar con su vehículo a una muchedumbre.
Con un fuerte discurso anticapitalista, estos grupos no reniegan de utilizar tácticas violentas como forma de protesta, incluyendo la destrucción de la propiedad privada. Pero, según explica Mark Bray, autor de Antifa: El manual del antifascismo, en el New York Times , creen que el uso de la fuerza es “inherentemente defensa propia debido a la violencia históricamente documentada que los fascistas plantean, especialmente hacia las personas marginadas”.
Pese a su participación en las protestas del fin de semana por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la policía en Minneapolis, no hay pruebas de que la Antifa sea la instigadora de los actos de vandalismo, aunque probablemente sus miembros hayan participado. De hecho, medios estadounidenses señalan que la extrema derecha también habría alentado los disturbios a través de internet.
No es la primera vez que Trump juega con la idea de designar como organización terrorista a la Antifa. El año pasado también utilizó Twitter para afirmar que eso “facilitaría a la policía hacer su trabajo”, pero sus palabras quedaron en una simple declaración de intenciones.
La representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez se preguntó el domingo por qué el FBI no trata a los supremacistas blancos como grupos de terrorismo interno y recordó que ella ha abordado el tema en el Congreso. “Insistieron (los representantes del FBI) en que esa era una línea que no se puede cruzar a pesar de la violencia clara y selectiva en la que participan los supremacistas blancos, porque los riesgos para las libertades civiles eran demasiado elevados”, dijo la legisladora latina.
Eso a pesar de que la agencia considera al supremacismo blanco como una “amenaza prioritaria para la seguridad nacional” en el 2020 a la misma altura que el terrorismo internacional.
La Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) criticó el anuncio del mandatario y dijo que demuestra que “el terrorismo es una etiqueta inherentemente política, de la que fácilmente se abusa y está mal utilizada”. “No hay autoridad legal para designar un grupo (terrorista) interno”, recordó la organización en un comunicado. ))))....////....
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Comunismo
para la
Ciudadanía*
http://laberinto.uma.es/index.php?option=com_content&view=article&id=636
* Una versión anterior de este artículo fue publicado en la Revista Éxodo en 2013.
66
laberinto nº 45 / 2015
nos aproximábamos a viejas posturas socialdemócratas y reformistas muy sospechosas
(Bernstein, Volpe, etc.).
Es en este punto respecto al que quiero
comenzar por proponer alguna aclaración. No
es lo mismo defender una vía socialdemócrata al
comunismo que defender una vía comunista hacia
la socialdemocracia. Algunos somos comunistas para poder ser socialdemócratas, o quizás sea
mejor decir para poder ser republicanos.
Hay un prejuicio muy extendido a este
respecto y también un error. Más precisamente, se trata de un error muy común entre los
comunistas y de un prejuicio muy interesado
entre los anticomunistas. Es la idea de que los
comunistas tenemos en la cabeza el proyecto
de una sociedad inédita, más allá de la idea
de ciudadanía o de Estado de Derecho, y en
general, de todas las instituciones «burguesas»
ligadas al pensamiento clásico republicano. Es más, en este sentido, los comunistas
tendríamos una carta inesperada guardada
en la manga: un nuevo tipo de hombre, un
«hombre nuevo», más allá de la ciudadanía y
del derecho, más allá del imperio de la ley, al
que los derechos consagrados en la condición
ciudadana le vendrían pequeños. Al final,
siempre se acababa por desembocar en una
especie de hipotético atleta moral que haría innecesarios la ley y el derecho. Por este camino
el pensamiento comunista se convirtió en el
hazmerreír del siglo XX, y la cosa, en efecto,
daría mucha risa si no hubiera venido políticamente acompañada de desastres antropológicos que en ocasiones rayaron el genocidio
(Fernández Liria et al., 2009). Aunque ahora ya
no se habla tanto del «hombre nuevo», esta idea
de que el «comunismo» es un más allá de todo
lo conocido y que para hacerse una idea hay
que estar en condiciones de entender a Badiou
o algo así, continúa aún inspirando mucho
sarcasmo. Por ejemplo, el filósofo José Luis
Pardo suele burlarse de todo ello con oportuna
mala leche, reclamando a estos señores que
hoy han llegado a autodenominarse comunistas (Zizek, Badiou, Rancière, Toni Negri, cierta
izquierda lacaniana...) una definición mínima
de «comunismo» que vaya más allá de la reivindicación franciscana del hermano sol y la
hermana luna con la que termina el famoso
libro Imperio. (Pardo, 2011)
Es cierto que en todo esto subyace una
tozuda convicción del marxismo: la idea de
que una futura sociedad comunista tendría
que venir a sustituir a una sociedad burguesa
respecto a la cual el Estado de Derecho no sería
más que una superestructura. De este modo,
en ese hipotético futuro histórico, estaríamos
abocados a inventar algo mejor que el Estado
y algo mejor que el Derecho, algo mejor que la
«ciudadanía» (liberal, burguesa, republicana),
tal y como fue pensada desde la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano, algo
más ingenioso incluso que los propios derechos
humanos. Mejor que individuos y ciudadanos,
el marxismo imaginó un futuro de camaradas.
Hay algunas versiones más actualizadas
de este proyecto político, pero en el fondo es
lo mismo. Pensemos, por ejemplo, en un libro
de última hora: La nueva razón del mundo, de
Christian Laval y Pierre Dardot (2013). En definitiva, frente a la biopolítica neoliberal que ha
sustituido al Imperio de la Ley, estamos atados
de pies y manos, pues no podemos reivindicar,
precisamente, un Imperio de la Ley. No nos
queda, pues, más que «inventar» una biopolítica de izquierdas, crear una nueva subjetividad no liberal. Es verdad que Laval y Dardot
critican a Negri por su idea de que el «hombre
nuevo» ya está aquí, entre nosotros, construido por el nuevo «capitalismo cognitivo» (y que
por lo tanto se trataría de darle la vuelta como
un guante para obtener el comunismo) (Laval y
Dardot, 2013: 404; Negri, 2007). Dichos autores
prefieren escudarse en un foucaultiano ya lo inventaremos (Laval y Dardot, 2013: 398). En todo
caso, la cosa está clara: se trata de inventar una
gubernamentalidad de izquierdas; es lo único
que puede oponerse a la gubernamentalidad
neoliberal que ha terminado con el Imperio de la
Ley. La única vía práctica, se nos dice, consiste
en promover desde ahora formas de subjetivación alternativas al modelo de la empresa de
sí1. O sea, hay que inventar una subjetividad
distinta a la del «emprendedor» (ese sujeto neoliberal que ha venido a sustituir al trabajador
1. El subrayado es de los autores.
67
Comunismo para la ciudadanía
sindicado y protegido por convenios colectivos).
Por supuesto, ni por un momento se piensa que
valga con instaurar condiciones para ejercer eso
a lo que siempre hemos llamado «ciudadanía».
Nada de ciudadanos. Ni que decir tiene que
este sujeto alternativo estará conformado por
valores comunitarios: se trata de establecer con
los demás relaciones de cooperación, de puesta en
común y de compartir (Laval y Dardot, 2013: 407).
La invención de nuevas formas de vida sólo
puede ser una invención colectiva, debida a
la multiplicación y a la intensificación de las
contra-conductas de cooperación (2013: 408).
Así, pues, sólo una religión puede salvarnos.
Cada religión imagina el hombre nuevo a su
manera. Y la nueva izquierda también tiene
su propuesta.
En todos estos planteamientos es como si el
problema se centrara en encontrar una buena
idea de lo que queremos conseguir. Y lo peor
viene al intentar explicitarla, porque se empiezan
a barajar tópicos en los que se alude a una forma
de «vida comunitaria» que remite a Francisco de
Asís, a una «democracia efectiva» o «radical»,
a un «poder de las masas» o de la «multitud»,
un «sin Estado, ni Ley», una «asamblea permanente», es decir, fórmulas demasiado negativas,
vacías y generales, más propias de un programa
religioso que político.
Pero es que, además de toda esta vaciedad,
este diagnóstico marxista, no responde a la
realidad política de nuestros días. Porque, actualmente, más que faltar ideas muy imaginativas para una futura sociedad imprevisible lo que
faltan son ideas muy imaginativas para apuntalar
una sociedad que conserve el sentido común. El
problema ya no es el de si hay que optar por vías
más o menos radicales hacia una sociedad radicalmente distinta. Se trata ahora más bien de
que tenemos la impresión de que cada vez hace
falta ser más radical para conservar un poco de
sentido común. Hace ya tiempo que estamos en
esta situación. Ya no hay opción entre reforma
o revolución. Sobre todo porque ahora la revolución la están haciendo y a lo bestia los de la
clase contraria, el uno por ciento de la población
más rica y poderosa. Ahora, para ser moderado,
para ir un poco más despacio, para reivindicar
el derecho a la reforma (por ejemplo, el derecho
a reformar la Universidad o la Sanidad, en lugar
de demolerlas), hay que ser muy revolucionario,
muy antisistema.
Durante el 15M se inventaron algunos lemas
afortunados que describían bien esta encrucijada: «no es que seamos antisistema», se dijo,
«el sistema es antinosotros». En efecto, estamos
viviendo, a nivel mundial y a nivel nacional, una
salvajada, un disparate, un chiste cruel, una
broma brutal, un sarcasmo, una tomadura de
pelo, un crimen. Desde que en los años ochenta
comenzó la revolución de los ricos contra los
pobres, el capitalismo rueda sin frenos hacia el
abismo a un ritmo acelerado. Y nos arrastra a
todos con él. Tiene toda la razón Naomi Klein al
diagnosticar nuestro sistema económico como
un «capitalismo del desastre» (Klein, 2007). Los
negocios ya no funcionan bien más que en condiciones sociales de catástrofe.
El sistema es ya tan revolucionario (de
extrema derecha, pero revolucionario al fin y al
cabo), que los antisistema nos hemos vuelto conservadores. Pensemos en Juventud sin Futuro.
Sus campañas (por ejemplo, «no nos vamos,
nos echan») no se han caracterizado por gritar
«la imaginación al poder» ni nada parecido. La
moderación de sus reivindicaciones (casa, salud,
trabajo, pensión) contrasta con la radicalidad
de su posible solución, necesariamente anticapitalista. Para ser moderado, para conservar
un poco de modesta sensatez, actualmente hay
que ser antisistema. En cambio, los apologetas
del capitalismo se prestan gustosos a cualquier
locura revolucionaria. Para salvar la economía
huyen hacia adelante dispuestos a sacrificar la
humanidad y destruir el planeta. Como dijo
Walter Benjamin -pero mucho más que cuando
él lo dijo-, lo que necesitamos es un freno de
emergencia. Necesitamos parar esta demencia.
Benjamin pensaba que ese freno de emergencia era el comunismo. Y lo que pasa es que
algunos lo seguimos pensando. Cuando al
comienzo de la crisis se dijo que el capitalismo
había fracasado y que había que inventar otra
cosa, cuando lo decían quienes lo decían en los
telediarios, en la prensa más canalla del país,
uno se preguntaba a qué diablos se estaban refiriendo. La receta contra la crisis, al final, ha
sido más y más capitalismo. Y en verdad no es
extraño, porque el capitalismo es un sistema
68
laberinto nº 45 / 2015
económico muy poco flexible para el que no
caben medias tintas. Inventar otra cosa habría
sido reinventar lo que ya estaba inventado: el
comunismo. Lo que parece cada vez más difícil
es empeñarse en ser anticapitalistas esquivando
esa palabra maldita.
Se objetará, por supuesto, ¿pero es que
vamos a negar la posibilidad misma de la socialdemocracia, la posibilidad de una vía intermedia capaz de introducir en el capitalismo un
poco de sentido común? Pues, sí, en efecto, los
que somos comunistas lo somos porque negamos
esa posibilidad, porque la consideramos incompatible con la naturaleza misma del capitalismo. Podemos tener razón o no. Pero el asunto
es si la tenemos en este punto, no en otros que
se suelen esgrimir mucho más aparatosamente.
Ensayemos una definición de lo que estoy
entendiendo por comunismo. No estamos ante
un misterio insondable. Lo que necesitamos
contra el capitalismo es algo muy concreto:
una alteración radical en la propiedad de
los medios de producción que haga posible a
la instancia política ejercer un control democrático sobre la producción en el marco de una
economía institucionalizada.
El capitalismo actual está institucionalizado y dirigido políticamente por corporaciones
que no obedecen a ningún poder legislativo,
al margen de cualquier control democrático.
Nuestras democracias son libres de todo en unas
condiciones en las que no hay nada que hacer.
Casi todo lo que afecta sustancialmente a la vida
de las personas viene decidido por poderes económicos que negocian en secreto y actúan en la
sombra chantajeando a todo el cuerpo social.
Un pestañeo de los llamados mercados basta
actualmente para anular el trabajo legislativo
de generaciones enteras. No hay leyes ni constituciones que puedan resistirse a la dictadura
ciega de los poderes financieros. Es el Cuarto
Reich. Los nuevos nazis no son menos totalitarios que los anteriores (aunque tienen un estilo
muy distinto), pero sí están mucho más locos.
Como ha dicho Naomi Klein, los mercados
tienen el carácter de un niño de tres años. Sus
rabietas viajan en tiempo real conmocionando
el planeta. Ni Nerón, ni Calígula estaban tan
locos ni eran tan imprevisibles.
Es verdad que en Europa hubo algo parecido
a la socialdemocracia en la segunda mitad del
siglo XX (de hecho ahí tenemos una buena
imagen de lo que podría ser y no fue), pero, en
el fondo, lo que había no era socialdemocracia
sino privilegios. Con un cierto nivel de privilegios es cierto que el capitalismo se parece
bastante a la socialdemocracia, pero el truco no
es la socialdemocracia, sino los privilegios. Eso
sin contar con que, desde luego, la existencia
de la URSS ponía a la clase obrera europea en
buena situación para negociar, cosa que ya no
es así. A partir de un cierto nivel económicamente privilegiado, es muy fácil hacer pasar por
una conquista democrática lo que no es más que
un éxito mercantil. Todo parece entonces muy
democrático, pero porque la democracia ahí es
superflua (todo el mundo es libre de votar lo que
quiera, pero todo el mundo prefiere votar para
que las cosas sigan más o menos como están).
En encubrir este hecho sangrante -literalmente
sangrante- se invirtieron tales dosis de cinismo,
tales montañas y cordilleras de propaganda, que
aquí la discusión sí se hace de verdad difícil. En
Educación para la Ciudadanía hemos llamado
a este fenómeno el «espejismo trascendental de
nuestra mirada política», el «nuevo racismo de
nuestro tiempo». Señalas un coágulo del tiempo
y lo consideras una obra de la libertad. Da un
poco igual ya si se trata de un código genético
ario conformado por la evolución natural o de
una conquista aria en la historia. El caso es
que determinados coágulos sanguíneos o históricos resultan ser una encarnación del lógos,
un pedazo de carne en el que se materializa
la razón. Con determinado nivel de privilegios históricos, si concedes a una población la
libertad de reunión, de asociación, de prensa y
de voto, la gente se reúne, se asocia, se expresa y
vota para quedarse como está. La gente razona
y la realidad pasa y, mira tú por dónde, la cosa
coincide. Con unos cuantos pastorcitos de Belén
escribiendo en la prensa, el milagro se completa:
se llama «estado de derecho» al resultado, suponiendo que puesto que las personas votan
y se expresan libremente para seguir como
están, así sería también si votaran y se expresaran por cambiar de situación. Pero no es así:
a lo largo del siglo XX, todas las victorias electorales anticapitalistas fueron corregidas de
69
Comunismo para la ciudadanía
inmediato por un golpe de Estado, un bloqueo
o una guerra civil financiada por los que habían
perdido las elecciones. Lo que entonces se llamó
democracia no fue más que el paréntesis entre
dos golpes de Estado. O lo que Santiago Alba
llamó la pedagogía del millón de muertos: cada
cuarenta años más o menos, matas a casi todo
el mundo y luego dejas votar a los supervivientes. Al final, siempre habrá intelectuales para
celebrar la resurrección de la democracia. O
cuando las cosas se ponen feas otra vez, como
por ejemplo ahora en España, para rememorar
el consenso del 78... y no, por supuesto, el del
36 (Pardo, 2013a).
Lo que plantea el comunismo es que la
economía no puede institucionalizarse democráticamente, sometiéndose al poder legislativo, sin suprimir la propiedad privada sobre los
medios de producción, es decir, sobre las condiciones de existencia de la población. Lo sabemos
por experiencia y lo sabemos también en la
medida en que la economía marxista explica
muy plausiblemente por qué es así. Una vez más,
esto es discutible, pero el asunto es que es esto y
no otra cosa lo que hay que discutir.
Así pues, el misterio se puede aclarar.
¿Quién lo iba a pensar? «Comunismo» es, en
realidad, exactamente lo que pretenden ser (sin
lograrlo en absoluto) nuestras orgullosas democracias constitucionales. Ya es difícil negar
-cada vez hay más gente que abre los ojos- que
lo que hemos venido llamando «democracias»
no son sino dictaduras económicas ataviadas
con una fachada parlamentaria. Lo que frente a
ello llamamos «comunismo» no es, sin embargo,
más que aquello que pretendíamos ser: democracias parlamentarias en las que las leyes pueden
someter a los poderes económicos. Es absurdo
plantear que el parlamento puede legislar lo
que ya siempre se ha decidido de antemano en la
Bolsa. La cosa está cada vez más clara: las leyes no
pueden hablar por favor a los negocios, tienen que
imponerse coactivamente. Pero para eso tienen
que tener la sartén por el mango. Y el mango son
los medios de producción. Eso es lo que pensamos
los que nos llamamos «comunistas».
En este punto, suele interrumpirse con una
exclamación. ¿Ah, sí? ¿Y qué comunistas son
esos que han defendido eso? ¿No nos estamos
ahora inventando un comunismo que defiende
lo que jamás ha defendido ningún comunista?
Pero ¿seguro que es así? ¿De verdad que se nos
ve tan solos y tan minoritarios a los comunistas que defendemos este punto de vista? ¿No
será más bien que hay mucha propaganda al
respecto y no precisamente en manos comunistas? De entre los autodenominados comunistas,
el único político que podría haber ganado las
elecciones (bien que se aplicaron para impedirlo
con una buena campaña de calumnias en el
grupo PRISA) fue Julio Anguita. ¿Lo que decía
machaconamente Anguita -y lo que sigue
diciendo- no era precisamente lo que hemos
apuntado en el párrafo anterior? ¿Se recuerda
a Anguita diciendo que el orden constitucional
no es más que una superestructura burguesa
del capitalismo destinada a ser abolida? No, el
orden constitucional español es impracticable
bajo condiciones capitalistas; eso es lo que no
paró y no para de repetir. Al parecer, legislatura
tras legislatura, a partir de la Transición, hacía
falta ser comunista para decir eso... a favor de la
Constitución. Y cuánto se burlaron de Anguita
por aquel entonces... «Afortunadamente, no
creemos que la Constitución diga lo que dice
Anguita, porque, mire usted, si así fuera, habría
que cambiarla», solía replicarse desde el PSOE
y el PP. Pues ya está, ya la han cambiado; y lo
hicieron de común acuerdo el PSOE y el PP (316
votos a favor, y 5 en contra), un memorable mes
de agosto de 2011, mientras la gente estaba en
la playa. Y mira por dónde, la cambiaron precisamente para blindar la salvaje soberanía de los
mercados sobre el poder legislativo.
Respecto a qué tenga que ver todo esto que
venimos diciendo con aquello que se llamó «socialismo real», hay que decir que mucho, siempre
y cuando se deshagan algunos espejismos. Por
ejemplo: siempre y cuando no llamemos «socialismo real» sólo a lo que se dio en aquellos
países que lograron resistir algo de tiempo
(entre cinco y setenta años) la agresión imperialista, sino también a todos los proyectos socialistas, comunistas o anarquistas que fueron
derrotados mediante golpes de Estado, invasiones militares, bloqueos económicos, etc. El que
los países socialistas no hayan sido democráticos puede significar tan sólo que no hay ningún
país en guerra que pueda permitirse el lujo de
la democracia. De hecho, los que lo intentaron,
70
laberinto nº 45 / 2015
sucumbieron bien pronto. Como ya he dicho
muchas veces, el socialismo nunca pudo optar
entre Allende o Fidel Castro. Era o Castro vivo o
Allende muerto.
El socialismo real nunca ha sido democrático. Lo que no se dice tanto es que siempre que
lo fue o intentó serlo, el capital logró acabar con
el socialismo y con la democracia. Es esa curiosa
forma por la que el capitalismo -al contrario que
el socialismo- siempre ha sido compatible con la
democracia. Bajo el capitalismo, los comunistas
tienen derecho a presentarse a las elecciones. A
ganarlas no, porque entonces se acabó la democracia, las elecciones y los derechos. Cuando se
habla del socialismo real del siglo XX, se ponen
como ejemplo cinco o seis dictaduras. Lo que no
se mencionan son los veinte o veinticinco casos
en que las democracias socialistas pagaron con
golpes de Estado, guerras, bloqueos o invasiones, la osadía de pretender ser socialistas y democracias al mismo tiempo.
La historia del siglo XX no demostró en
absoluto que el socialismo fuera incompatible
con la democracia. Lo que demostró es que el
socialismo democrático no tenía fuerza para
resistir las invasiones, las guerras y los golpes
de Estado. Una y otra cosa son asuntos bien
distintos. Que cada uno se pregunte por qué se
empeña en no distinguirlos. Y eso que hay una
posibilidad para defender lo mismo sin mentir.
Pues podría defenderse que el socialismo
siempre será esencialmente dictatorial porque
es esencialmente inevitable que entre en guerra
con los poderes económicos que dominan el
planeta y, por tanto, nunca se podrá permitir el
lujo de la democracia. De hecho, por ahí iban
los tiros del concepto de dictadura del proletariado. Pero si se plantean las cosas así, la tesis
fuerte que se está defendiendo es la de que el socialismo (al menos si se pretende democrático)
no es una buena idea para ganar guerras. Si se
quiere, el resultado es el mismo, pero la diferencia es que así no hace falta ser un caradura o un
mentiroso para sostenerlo.
Y en eso, es verdad, los comunistas aún
no hemos tenido una buena idea. No se nos ha
ocurrido aún la manera por la que podríamos
conservar la democracia y las libertades estando
en guerra. Hay que decir que bajo el capitalismo no es en absoluto distinto. Aunque cuando
va ganando (y suele ir ganando), el capitalismo
puede disimular un poco. Seguramente, al socialismo le pasaría lo mismo, aunque nunca ha
ido ganando. La verdad es que en este nuevo
siglo, el llamado socialismo del siglo XXI en
Latinoamérica -que solo ha sido una excepción
en el hecho de haber logrado derrotar los golpes
de Estado de rigor- no sólo no ha suprimido la
democracia, sino que ha dado al mundo entero
una verdadera lección de democracia. No sólo
es que los países del ALBA jamás hayan sido
tan democráticos como hoy en día, sino que, de
hecho, no hay en el planeta países tan democráticos (ningún país soportaría la prueba de fuego
de que la gente pobre gane las elecciones catorce
veces seguidas, como ha ocurrido en Venezuela;
o varias veces seguidas, como viene ocurriendo
en Bolivia o en Ecuador).
En este terreno, si alguien tiene buenas ideas
que las suelte. Los comunistas les estaremos súperagradecidos. Pensemos, por ejemplo, en las
iniciativas que proponen juzgar a los poderes
financieros, empezando por las agencias de evaluación de deuda. No cabe duda de que estas
instituciones están jugando con el destino de
la población mundial para hacer sus propios
negocios privados2. Ahora bien, estas iniciativas,
si quieren tomarse en serio (y no son un mero
medio de seguir escribiendo artículos en El País
o hablando en El gato en el agua), tendrán que
enfrentarse tarde o temprano al dilema de exigir
algo equivalente al viejo concepto comunista de
«dictadura del proletariado». Es una total ingenuidad creer que los poderes económicos van
a doblegarse a la autoridad del poder judicial,
cuando no se doblegan ni ante el poder ejecutivo
ni ante el poder legislativo. Sin asegurarse el
monopolio en el ejercicio de la violencia, la democracia no tiene ninguna posibilidad de hacerse
oír. Cómo hacer esto posible, eso sí que es un
problema difícil de resolver. Y no qué debamos
entender bajo el término «comunismo».
Se puede ser muy explícito. Cabría definir un
Estado comunista como un estado democrático
en el que los derechos civiles, políticos y sociales
básicos no dependan del impulso político (o no)
2. ¿Qué buenas ideas se te ocurren tras ver documentales como Inside Job o The corporation?
71
Comunismo para la ciudadanía
de un eventual gobierno comunista sino que se
hallen consagrados como tales derechos fundamentales y amparados (con carácter incondicional) por las correspondientes instituciones
de garantía. Creo que es perfectamente factible
ligar esta definición de comunismo al concepto
de república que se defendió en el ala derrotada
de la revolución francesa. Lo han demostrado
a mi entender de forma incontrovertible Toni
Domenech, Florence Gauthier, Joan Tafalla,
Joaquin Mirás, o en general, el grupo editorial
de la revista Sin Permiso. Se comprende que
haya quien prefiera discutir con otros interlocutores más fáciles. Pero por lo menos no deberían
sentirse tan cargados de razón. En su conferencia en el congreso «¿Qué es comunismo?»
(UCM, 2 de diciembre de 2011), Domenech
habló del comunismo «pantópico» trazando
una línea de continuidad entre Espartaco,
Müntzer y Robespierre (tras cinco siglos de
revueltas campesinas en defensa de las tierras
comunales europeas) y dejando muy claro que
el trasfondo social del jacobinismo planteó muy
explícitamente la cuestión de los medios de
producción como condición de la ciudadanía,
«en una revolución que lo único que tuvo de
burguesa fue la contrarrevolución» (Domenech,
2011). Lo del comunismo «pantópico» no es
un capricho retórico. Si hay derecho a llamar
a eso «comunismo» es porque, como venimos
diciendo, uno no se autodenomina comunista
porque quiera defender una especie de sociedad
repleta de valores comunitarios que luego
resultan materializarse en el Gulag. Somos comunistas porque estamos seguros de que sin una
propiedad colectiva de los medios de producción
no hay ninguna posibilidad para la ciudadanía.
Esto no se ha expresado con estas palabras hasta
Marx, pero es absurdo pensar que a lo largo de
la historia no ha sido esa precisamente la convicción que ha movido todas las revoluciones
desde los tiempos de Espartaco. El mérito científico y político de Marx fue explicar por qué el
capitalismo era una nueva piedra en el camino,
quizás la más peligrosa de todas (porque, como
demostró Polanyi, era capaz mucho más que de
atentar contra la justicia social, de destruir la
sociedad misma, y, tal y como el ecologismo no
ha cesado de advertir, destruir incluso el único
planeta con el contamos para la vida humana).
El problema es cómo se cuentan las cosas.
Escuchando, por ejemplo, cómo se explayan
José Luis Pardo o Savater sobre el tema, uno
tiene la impresión de que las cosas son más o
menos así: teníamos -no se sabe por qué- las
-siempre imperfectas, pero siempre reformables- condiciones de la ciudadanía, y entonces
vinieron los comunistas a proponer un paraíso
de perfecciones comunitarias, movilizando
para ello sangrientas revoluciones y proponiendo masas de cadáveres por el bien de la
Historia (Pardo, 2012). Y no digo que cosas así
no se hayan dicho entre las filas comunistas,
porque estupideces siempre se dicen en todas
las corrientes políticas. Pero la realidad es muy
distinta. Porque, para empezar -aunque esto es
una discusión histórica- los comunistas han
sido los que más han luchado por esos derechos
y libertades de la ciudadanía que teníamos no
se sabe por qué. Esos derechos y libertades no
han llovido del cielo, sino que fueron arrancados
a sangre y fuego en una batalla de clases en la
que las internacionales comunistas tuvieron un
papel primordial durante dos siglos. La resistencia europea contra el fascismo fue mayoritariamente comunista. Y fueron los comunistas los
que derrotaron a Hitler. Sin el comunismo y los
comunistas muriendo a paletadas, los derechos
y libertades constitucionales en los países capitalistas habrían sido tan inexistentes como
están a punto de llegar a ser ahora que los comunistas van perdiendo la batalla. Pero, como
digo, esto es una discusión histórica. No se trata
de contabilizar los muertos para reclamarlos
como propios, sino de no insultar a los muertos
contando mentiras históricas. En todo caso, en
esto es muy difícil ponerse de acuerdo. Cada
uno elige a sus historiadores más competentes.
Aquí, existe Joseph Fontana y existe Pío Moa.
También hay otros, desde luego, no digo que no.
Por parte de marxistas y no marxistas se nos
objeta mucho -a Luís Alegre o a mí- que nuestra
postura es cualquier cosa menos marxista. Por
parte de autores marxistas, se nos ha dicho ya
de todo. Por el otro lado, José Luis Pardo ha
dicho recientemente que debemos basarnos
en unos inexistentes textos de un ultimísimo Marx (Pardo, 2013b). La verdad es que ese
Marx tan postrero resulta ser para nosotros el
Marx de El capital, es decir, de una obra que
72
laberinto nº 45 / 2015
le ocupó toda su vida y que, ciertamente, dejó
inacabada (en todo caso son los últimos 24 años
de su vida). Pero nuestra lectura digamos que
«republicana» de Marx no nos la sacamos de la
manga. Hemos intentado mostrar en un libro
bastante gordo (Alegre Zahonero y Fernández
Liria, 2010a) que no hay otra forma de articular
una lectura coherente de esa obra. Puede que
estemos equivocados, pero lo primero es aislar
cuál es el punto sensible de la discusión (con
los marxistas y con los no marxistas). Lo que
he comenzado defendiendo en estas páginas es
que el comunismo no es un fin, sino un medio
para conseguir otra cosa, otra cosa que, por otra
parte, es tan irrenunciable que hasta los más
corruptos mafiosos de nuestra casta política
dicen defenderla: el orden constitucional del
estado de derecho. El comunismo no es una
idea mejor que el orden republicano de la ciudadanía. Es, hemos dicho, la única manera de
lograr que ese orden no sea una farsa. Esta idea
de que el comunismo es un medio y no un fin, la
expresa Marx con una fórmula muy afortunada
en un conocido texto del Libro III de El Capital:
El reino de la libertad sólo comienza allí
donde cesa el trabajo determinado por la
necesidad y la adecuación a finalidades exteriores; con arreglo a la naturaleza de las cosas,
por consiguiente, está más allá de la esfera de
la producción material propiamente dicha. Así
como el salvaje debe bregar con la naturaleza
para satisfacer sus necesidades, para conservar
y reproducir su vida, también debe hacerlo el
civilizado, y lo debe hacer en todas las formas
de sociedad y bajo todos los modos de producción posibles. Con su desarrollo se amplía
este reino de la necesidad natural, porque
se amplían sus necesidades; pero al propio
tiempo se amplían las fuerzas productivas que
las satisfacen. La libertad en este terreno sólo
puede consistir en que el hombre socializado,
los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza
poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de
ser dominados por él como por un poder ciego,
que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de
fuerzas y bajo las condiciones más dignas y
adecuadas a su naturaleza humana. Pero este
siempre sigue siendo un reino de la necesidad.
Allende el mismo empieza el desarrollo de las
fuerzas humanas, considerado como un fin
en sí mismo, el verdadero reino de la libertad,
que sin embargo sólo puede florecer sobre
aquel reino de la necesidad como su base. La
reducción de la jornada laboral es la condición
básica. (Marx, 2010: 1044)
En este texto, el comunismo se plantea inequívocamente como una opción interna al
orden de la necesidad. Aunque, eso sí, como
una condición imprescindible para el «reino
de la libertad», un reino en el que sea posible
«el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo». El capitalismo
no puede reducir la jornada laboral. No puede
generar ocio -más que bajo la forma bastarda
del paro. No puede hablarse de ciudadanía ni
de república bajo condiciones capitalistas. El
comunismo es una modificación estructural
fundamental en el reino de la necesidad, una
modificación capaz de hacer que el desarrollo técnico e industrial produzca ocio y tiempo
libre. El comunismo es -como planteó Lafarge,
el yerno de Marx- el derecho a la pereza de la
humanidad, ese derecho sin el cual no puede
comenzar un reino de la libertad.
El éxito de la burguesía fue la derrota de
la Ilustración. Para ver triunfar la Ilustración
habrá que esperar a una hipotética victoria del
comunismo. Lo que nos hace falta no es la superación de lo moderno, la postmodernidad, y
mucho menos un comunismo que venga a crear
un «hombre nuevo» y una sociedad inesperada
más allá de todo lo previsto. Lo que nos hace
falta es más modernidad, la modernidad misma,
la modernidad al fin. En suma: la modernidad
que fue derrotada cuando triunfó la burguesía.
El género humano ya ha progresado mucho
hacia lo mejor (Fernández Liria, 2012). La ciencia
progresa. El derecho progresa. Por procedimientos científicos, una vez que se ha descubierto, no
es posible olvidar el teorema de Pitágoras. Por
procedimientos jurídicos -con la Constitución
y su referencia a los derechos humanos sobre
la mesa- es imposible arrebatarle el voto a la
mujer una vez que se le ha otorgado. O restaurar
la esclavitud. Son cosas que para el derecho
no tienen vuelta atrás. Se pueden destruir los
derechos de la ciudadanía, pero es muy difícil no
saber entonces lo que se está retrocediendo en
derecho. La humanidad ha progresado de forma
inequívoca en cosas muy importantes que han
73
Comunismo para la ciudadanía
quedado incrustadas en la condición de la ciudadanía. Hay victorias que quizás sean parciales
o socialmente precarias, pero que son racionalmente irrenunciables y señalan un camino inequívoco para una Ilustración de la Humanidad.
Hemos prohibido la esclavitud, aunque no la
hayamos vencido por completo. En la lucha de
las mujeres o de los homosexuales ha habido
victorias inconmensurables que han plantado
cara a milenios de tradiciones y costumbres. Por
ejemplo, el control patriarcal de la virginidad de
la mujer con vistas al matrimonio, en muchos
países ya impracticable y delictivo, ha sido prácticamente erradicado. O la estigmatización de
los homosexuales. Por muy inseguras, parciales
o insatisfactorias que sean estas victorias no
deben nunca dejar de ser proclamadas como un
ensordecedor grito popular de «sí se puede».
El progreso es posible. Ya hemos progresado
mucho. Es la prueba de que podemos progresar
mucho más. Pero hay un terreno en el que no
cesamos de retroceder. La ciudadanía no cesa de
perder más y más terreno frente a los poderes
financieros que dominan este mundo capitalista. El capitalismo ocupa cada vez más espacio
en este mundo. De hecho, ya casi no cabe en
el mundo, pues está en camino de destruirlo
(Fernández Liria, 2008)3. Es o él o nosotros.
Y no hay que obsesionarse con el término.
No hace falta inventar el postcomunismo, ni el
neocomunismo. Ni siquiera hace falta empecinarnos en autodenominarnos «comunistas».
«Comunismo» es un nombre que hace honor a
millones de hombres que lucharon para que este
mundo no se convirtiera en esto que se ha convertido, en nuestro mundo de hoy, un mundo
en el que la política está enteramente secuestrada por los poderes económicos y en el que el
imperio de la ley es un puro papel mojado. Hubo,
sin duda, muchos otros hombres que lucharon
por lo mismo sin ser comunistas. Cuando el ser
humano lucha políticamente suele luchar en
general por la Justicia, la Libertad, la Fraternidad. Esto atañe a los liberales, los cristianos, los
republicanos, y a los comunistas también. Pero
el asunto es quiénes habían diagnosticado mejor
el problema. Hoy parece difícil releer el Manifiesto Comunista y no asentir sobre ese diagnóstico. El capitalismo ha disuelto todo lo sólido en
el aire. En su lugar tenemos un mundo basura.
Quizás alguien pueda inventar un término más
adecuado para explicar que el problema fundamental está en la propiedad privada de los
medios de producción, es decir, en el capital. Yo
no me resistiré mucho a un cambio terminológico. Pero el diagnóstico seguirá siendo el mismo.
Alegre Zahonero, Luis, Fernández Liria,
Carlos
2010a: El orden de El Capital. Por qué seguir leyendo a
Marx, Akal, Madrid
2010b: «Comunismo, democracia y derecho», en http://
www.rebelion.org/noticia.php?id=119482, 30 de
diciembre.
Domenech, Antoni
2011: «¿Qué es comunismo?». Conferencia pronunciada en la UCM (existe audio grabado en http://
blip.tv/lacaverna/episode-5880718)
3. No pude dejarse de reflexionar sobre la gráfica de Mathis Wackernagel que citaba en http://blogs.publico.
es/dominiopublico/267/%C2%BFquien-cabe-en-el-mundo/
Bibliografía
Fernández Liria, Carlos
2008: «¿Quién cabe en el mundo?, en Público,
22 de enero, http://blogs.publico.es/
dominiopublico/267/%C2%BFquien-cabe-en-elmundo/
2011: Para qué servimos los filósofos?, La Catarata,
Madrid
Fernández Liria, Carlos, Fernández Liria,
Pedro, Alegre Zahonero, Luis
2009: «Capítulo V», Educación para la Ciudadanía,
Democracia, Capitalismo y Estado de Derecho,
Akal, Madrid.
74
laberinto nº 45 / 2015
Klein, Naomi
2007: La doctrina del shock. El auge del capitalismo
del desastre, Paidós, Barcelona
Laval, Christian y Dardot, Pierre
2013: La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la
sociedad neoliberal, Gedisa, Barcelona
Marx, Karl
2010: El Capital. Libro III, vol. 8, Siglo XXI, Madrid
Negri, Antonio
2007: entrevista de Jean Bimbaum, Le monde, 13 de
julio
Pardo, José Luis
2011: «Viejos y nuevos filósofos», El País, 18 de
noviembre.
2012: «Viajeros al tren» en http://metafisicacriticaypolitica.files.wordpress.com/2012/04/viajerosal-tren.pdf
2013a: «El ciclo que viene», El País, 5 de junio.
2013b: «Burn, Baby, Burn» en http://metafisicacriticaypolitica.files.wordpress.com/2013/05/burn-babyburn1.pdf )))).....
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