martes, 8 de septiembre de 2020

EL PODER DE LAS ÉLITES TECNOPLUTOCRÁTICAS Y EL COMECOCOS DE LAS IZQUIERDAS VARIADAS, SE QUEMAN Y ESTRUJAN LOS SESOS PÁ-NÁ,...¡¡¡¡.


",...Claro, que esto era tan sólo la retórica que cubría convenientemente las directivas de Moscú, en el caso de los stalinistas, para dictar a los revolucionarios en el lugar de las batallas como adaptar su política para servir a la política exterior de los burócratas del Kremlin.,... ( SÍ,...EFECTIVAMENTE,...ESTO ES LO MESMO QUE DIGO YO : MUNCHAS, MUNCHAS RETÓRICAS EN LAS AUTODENOMINADAS IZQUIERDAS REVOLUCIONARIAS,...ETC,...Y AL FINAL Y AL PRINCIPIO, DE LA CANCIÓN,...POS NÁ DE NÁ,...Y NO SE SABE POR DONDE CAGA LA BURRA,...¡¡¡¡,...¿ ESTOY EQUIVOCADO SRs ¡¡¡¡????¡¡¡¡. DE LAS IZQUIERDAS", ESTILO SOCIATAS MAFIOSUS PSOE-P.PODEMOS-PCE-IUhyf : hundidas y fundidas, ¡¡, ya he dicho opiniones en otros trabajos editados ¡¡.).                                                           Lmm.

MIENTRAS QUE ES EL IMPERICAPITALISMO,...EL CAPITALISMO FINANCIERO OLIGOPÓLICO Y TECNOPLUTOCRÁTICO MULTICORPORACIONAL,...CUES -TIÓN ALGO MÁS QUE MERAMENTE INTERNACIONAL,...YA QUE LOS CAPITALES FINANCIEROS MUNDIALES-UNIVERSALES, ESTÁN COMO MANCOMUNADOS,...COMO UN COMECON FINANCIERO IMPERICAPITALISTA,...YA ALGÚN ALTO FINANCIERO, ESTILO SOROS, HABLABA DE QUE EL CAPITALISMO IBA TOMANDO COMO UN CARÁCTER DE SOCIEDAD COMUNISTA,...ESO ES EL ENTRELAZAMIENTO DE LOS CAPITALES FINANCIEROS, DONDE EL IFI, LOS ORGANIZA, Y DESDE ESA INSTITUCIÓN INTERNACIONAL FINANCIERA SE DESARROLLA E IMPLEMENTA, DIGAMOS QUE EL PODER DE EXPLOTACIÓN, OPRESIÓN,...HACIA TODA LA HUMANIDAD '''''¡¡¡¡¡.,...EL QUE ACTÚA EN TODO EL PLANETA : EL TODOCAPITALISMO,...DE LOS MULTIIMPERIALISMOS,...¡¡¡.??¡¡.

EL NEOLIBERALISMO, PUEDE APARECER COMO LIBRE COMPETENCIA,..NO, NO ES ESO,...ES LA POLÍTICA DE HACER  LO QUE SE LES ANTOJA,...POR SUS GUEVOS Y SUS COJONES ESAS FUERZAS Y ÉLITES MENCIONADAS,...DONDE LOS ESTADOS EN GENERAL ESTÁN AL SERVICIO Y SON SUS AVANZADILLAS QUEMARROPAS CONTRA EL PRO.PO.,...O SEA, CASI TODA LA HUMANIDAD,..¡¡¡¡.


La vieja/nueva tesis del liberalismo económico argentino

Esteban Mercatante

DEBATES


La vieja/nueva tesis del liberalismo económico argentino

Esteban Mercatante

Una polémica con los planteos de “La paradoja populista, de Pablo Gerchunoff, Martín Rapetti, y Gonzalo de León.

El artículo “La paradoja populista”, publicado por Pablo Gerchunoff, Martín Rapetti y Gonzalo de León en la revista Desarrollo Económico de junio, plantea una lectura de las desventuras económicas argentinas de las últimas décadas en clave de un “conflicto distributivo estructural [1]. Este surgiría por el hecho de que existe “una puja también sistemática y persistente entre las demandas sociales y la capacidad productiva de la economía”. Esto lleva a una situación crónicamente inestable, como resultado de que las condiciones de “equilibrio económico” no coinciden con aquellas de “equilibrio social”. La imposibilidad de conciliar las condiciones que llevan al equilibrio macroeconómico y aseguran el crecimiento –siempre en la mirada de los autores sobre lo que serían estas políticas–, con aquellas que satisfacen las demandas sociales, es lo que habría empujado a numerosos gobiernos en la historia argentina, incluso algunos insospechables de “populistas”, a privilegiar “el objetivo de armonía social por sobre el equilibrio macroeconómico”.
El artículo le da una vuelta de tuerca más al argumento de cuño liberal que sostiene que la Argentina “se jodió”, como diría un personaje de Mario Vargas Llosa (escritor a quien seguramente le gustaría mucho el texto en discusión), gracias a las desmedidas pretensiones de las clases subalternas, que nadie desde los años 1930 terminó de ser capaz de llamar al orden. Gerchunoff, ya en 2004, en el libro Entre la equidad y el crecimiento escrito junto a Lucas Llach, ex funcionario del gobierno de Macri, recorría el mismo tópico. En este trabajo buscan explicar por qué no es que la decisión política de determinados gobiernos de aplicar políticas macroeconómicas “inconsistentes” sea “irracional”, sino que es el resultado de estas tensiones sociales. Dicho en criollo, la “irracionalidad” existe, pero está en la sociedad y sus reclamos, no en los gobernantes que deben elegir entre malas opciones.
Quizás por tomar desde el título el tema del populismo, tan recorrido desde 2003 en adelante, o quizás por poner el eje en el “dilema” distributivo (apuntando que solo hay “equilibrio” si se resuelve a la baja) en un momento en el que es poner el dedo en la llaga, el artículo tuvo una amplia repercusión para tratarse de un texto aparecido en una publicación académica. Como era esperable, su público más entusiasta estuvo en los ámbitos más afines a un argumento de este tipo, recibiendo citas aprobatorias en varios artículos de La Nación. Pero no se limitó a circular por allí, sino que sus planteos tuvieron eco en buena parte del espectro ideológico. No sorprende que así sea, ya que se lleva muy bien con las miradas, muy extendidas incluso en buena parte de la “heterodoxia”, de que puede haber un camino de desarrollo y redistribución –así no sea moderada– que pasaría por superar los “desequilibrios macroeconómicos”, todo hecho sin afectar sustancialmente las condiciones constitutivas del capitalismo dependiente argentino. ((A)).

El meollo argumental

Ya desde la dedicatoria, el planteo de “La paradoja populista” se declara tributario de Adolfo Canitrot, quien en 1975 publicó “La experiencia populista de redistribución de ingresos”, aunque le agregan una mirada más explícitamente antipopular. El marco analítico en el que se apoya el artículo está desarrollado en un trabajo previo de dos de los autores [2].
El argumento empieza por definir las coordenadas del equilibrio macroeconómico, que tiene a su vez dos patas. La primera es el “equilibrio interno”, que sería una economía en situación “equivalente al pleno empleo”. La otra pata es el “equilibrio externo”, es decir una balanza de pagos (las transacciones de bienes, servicios, rentas y operaciones financieras con el resto del mundo) que no tiene al déficit ni al superávit excesivo.
Como en cualquier argumento del mainstream económico que se precie, la cuestión se desarrolla a partir de ecuaciones y gráficos. Cada equilibrio, interno y externo, se presenta como una línea en el gráfico, como se puede ver a continuación.

El punto S, que sería el “equilibrio social”, como vemos solo intersecta la línea de “equilibrio interno” pero no la de “equilibrio externo”. Se alcanza con un tipo de cambio más bajo (moneda nacional más fuerte en su cotización respecto del dólar).
Tomando como variable central de análisis el tipo de cambio, existe un conjunto de combinaciones entre tipo de cambio y políticas expansivas (“ya sea de forma directa, por ejemplo, vía un aumento del gasto público; o indirecta, por ejemplo, incentivando la liquidez del sector privado”) en las que se produce “equilibrio interno”, que dibujan una primer línea en el sistema de coordenadas XY. Otra serie de combinaciones de tipo de cambio y políticas expansivas asegura el “equilibrio externo” y dibuja una segunda línea en el gráfico presentado por los autores. La intersección entre ambas líneas, la de equilibrio interno (pleno empleo) y la de equilibrio externo (balanza de pagos equilibraba) define un punto de equilibrio “que garantiza el cumplimiento simultáneo de los balances externo e interno”. Al nivel del tipo de cambio que corresponde con este punto de intersección, los autores lo denominan “tipo de cambio real de equilibrio macroeconómico”.
La cuestión es que este punto de intersección estaría en contradicción con las demandas sociales, dada “la relación inversa existente entre el tipo de cambio real y el salario real”. No hace falta explicar demasiado en la Argentina que un tipo de cambio alto (peso depreciado frente al dólar) conduce a una caída en el poder adquisitivo del salario, es decir, una reducción del salario real. Sobran los episodios recientes (2002, 2014, 2016, 2018 y 2019) que lo ilustran. Este trabajo postula al mismo tiempo la existencia, entonces, de otro equilibrio –el “social”– que “implica una distribución funcional del ingreso compatible con las demandas de la sociedad”. La distribución funcional se refiere a la manera en la que el ingreso total de la sociedad se reparte entre los propietarios de los medios de producción y los sectores asalariados. Este equilibrio social requiere pleno empleo “y simultáneamente un nivel de salario real lo suficientemente alto, igual o mayor a las aspiraciones, que están históricamente conformadas”. “Es concebible”, afirman Gerchunoff y compañía, que el equilibrio social y el macroeconómico coincidan en un mismo punto. Pero los autores se enfocan en aquellos casos en que esto no ocurre, y en los que, por el contrario, las demandas sociales determinan un punto, en las coordenadas del gráfico utilizado por los autores, con un tipo de cambio más bajo (dólar más “barato”) que el requerido para el equilibrio macroeconómico. El equilibrio social “se da con un desequilibrio insostenible de las cuentas externas”. Esto, sostienen, “revela que las demandas sociales son mayores a las que permite el equilibrio macroeconómico”. Es más bien una manera complicada de decir lo que el economista de Cambiemos Javier González Fraga (el mismo que como presidente del Banco Nación desde 2017 refinanció hasta el año pasado los USD 300 millones a la patronal fugadora de Vicentin) dijo más llanamente en 2016: “le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exterior”.
Está idea de que se trata de aspiraciones que exceden lo que “puede permitirse” la economía, es reforzada por la manera dicotómica en la que se caracterizan los dos equilibrios en el artículo.
El valor del tipo de cambio real compatible con el equilibrio macroeconómico está definido por variables estructurales de la economía (stocks sectoriales de capital, dotación de riqueza natural, productividad, términos de intercambio de largo plazo y otros), mientras que el que es compatible con el equilibrio social está definido por una determinada estructura de valores, aspiraciones y normas de justicia social.
Resulta inevitable que esta dicotomía entre lo “estructural” y lo “valorativo” o “aspiracional” nos recuerde al proceder que criticaba Marx en la forma de proceder de los economistas, que separa aquello que es “natural” (las relaciones de producción burguesas) de lo “artificial” (las formaciones sociales que la precedieron). Acá lo “natural” sería que las clases subalternas se llamaran al orden y aceptaran el “equilibrio macroeconómico”, y lo “artificial” la indisciplina que no permite alcanzar ese punto.
La existencia de no uno, sino dos equilibrios, determina que habrá “dos centros de gravedad por los que orbita la economía”. La llamada “paradoja populista” que caracterizan los autores estaría dada por la dificultad de los gobiernos para llevar adelante políticas tendientes al equilibrio macroeconómico como resultado de las presiones sociales. Al tratarse de un desequilibrio distributivo estructural, casi todas las administraciones, independientemente de su signo político, serían llevadas a tomar medidas que atentan contra el equilibrio macroeconómico en función de sostener el equilibrio social. Pero a la larga o a la corta, dependiendo de una serie de factores de la economía local e internacional, esto lleva a que el desequilibrio macroeconómico característico de la pretensión de satisfacer el “equilibrio social” no pueda sostenerse; los gobiernos que lo intentan terminan aplicando políticas de signo contrario o preparando las condiciones para que sean sus sucesores quienes encaren el ajuste.
Los autores dedican un párrafo a analizar por qué “las aspiraciones de una sociedad” –es decir la “desmedida” pretensión de acceder a un empleo sin resignar niveles salariales– “pueden estar tan alejadas de lo que la economía puede ofrecer”. Como “las aspiraciones de los ciudadanos no son observables”, no queda más que “conjeturar tanto sobre su génesis como sobre la incidencia de esas aspiraciones en el comportamiento social”. Entre otras consideraciones que realizan acá los autores, resalta la incidencia de la experiencia pasada. Lo que buscan poner de relieve es que “circunstancias excepcionales pueden dejar marcas indelebles sobre nuestras aspiraciones y comportamiento. Confundir un cambio benéfico transitorio con uno permanente puede, por ejemplo, inducir a un consumo que no se podrá sostener en el tiempo”. Acá se encontraría una de las claves para explicar por qué puede haber un “desequilibrio distributivo estructural”.
Con estas coordenadas definidas, “La paradoja populista” realiza un apretado recorrido por la historia económica argentina para comprobar su hipótesis.

Medias verdades y grandes omisiones

Como ocurre con todo planteo ideológico, este se apoya en una parte de la realidad, para presentarla de manera deformada. En el caso de Gerchunoff y compañía, el planteo se lleva bien con la noción, con muchos puntos de contacto con la realidad, de que el programa de gobierno de Macri no solo terminó desarticulado por las “inconsistencias” –por decir lo menos– que lo aquejaban, sino por las dificultades que encontró para torcer la relación de fuerzas sociales para favorecer a la minoría de los grandes “dueños” del capital, de los medios de producción, como clase de conjunto, pero especialmente los banqueros y el conjunto de la “patria financiera”, a las prestadoras privadas de servicios públicos, y al agropower [3]. Por decirlo coloquialmente, como hemos señalado en más de una oportunidad, el gobierno de Cambiemos ha sido “todo lo neoliberal que le permitió la relación de fuerzas”. Esta clave de análisis también podría a priori resultar pertinente para entender por qué las promesas de “sintonía fina” realizadas por Cristina Fernández a los empresarios antes de su reelección en 2011, con las cuales se refería a las medidas a tomar para hacer frente a la erosión de las condiciones que habían dado lugar a la recuperación posconvertibilidad, se convirtieron en papel mojado. Ante el agotamiento del esquema posconvertibilidad, se tomaron toda una serie de medidas parciales de ajuste y emparchamiento, pero nada equivalente a lo reclamado por el empresariado [4].
Pero el planteo de “La paradoja populista”, como clave de lectura de la decadencia argentina que pretende ser, destaca por todo lo que queda fuera de su marco de análisis. En primer lugar, es notable que pongan sobre el tapete un “conflicto distributivo estructural” sin poner nunca en primer plano es reverso de los salarios en el “reparto de la torta”, es decir, la ganancia capitalista. No debería sorprendernos, ya que la economía mainstream, a diferencia del marxismo o la corrientes poskeynesianas o neorricardianas, dejan en un conveniente segundo plano la cuestión de la ganancia, y su tasa, como centro gravitacional fundamental de la economía capitalista [5]. La imposibilidad de las aspiraciones distributivas “de la sociedad”, es presentada por los autores, como ya dijimos, como una cosa dada, técnicamente, por las debilidades de la productividad argentina, sin ponerla en ningún momento en relación con las demandas que impone sobre esa distribución la clase capitalista.
La gran ausente en esta construcción analítica de “La paradoja populista” es la clase capitalista –como no podía ser de otro modo–. Un gran obstáculo epistemológico impide a los liberales de ayer y de hoy tomar nota siquiera de la amplia bibliografía escrita sobre la incapacidad que ha mostrado la burguesía argentina para ponerse a la cabeza de cualquier proyecto de desarrollo autónomo nacional [6], cuyas “reticencias inversoras” son las responsables de agravar cualquier “conflictos distributivo”, el que, dicho sea de paso, en el capitalismo es siempre “estructural” aunque no siempre esto se manifieste de igual manera en distintos países y períodos. Apenas al pasar se hace una mención al hecho de que la brecha entre los puntos de equilibrio macroeconómico y social podría cerrarse, hipotéticamente, con un “aumento del stock de capital o la productividad de las actividades transables”, es decir si se registrara un aumento en los niveles de acumulación de capital. En el recorte de la realidad que deben hacer Gerchunoff y Cía. para que cierre el argumento, no cabe ninguna indagación a por qué los niveles de inversión productiva en la argentina son paupérrimamente bajos desde hace décadas. La baja productividad relativa de la economía argentina en la comparación internacional (brecha que viene profundizándose casi sin pausa desde mediados de los años 1970) [7] aparece entonces simplemente como un dato, un límite a las pretensiones de mejora de ingresos de la clase trabajadora y los sectores populares, sin ahondar las raíces que lo explican.
Si lo hubieran hecho, tal vez podrían haber encontrado otros “conflictos distributivos” que pesan sobre el capitalismo dependiente argentino y afectan gravemente el crecimiento, como es el hecho de que el tipo de cambio, que es un determinante de primer orden en la rentabilidad, impacta de manera diferenciada en distintos sectores del capital [8]. Los sectores que producen bienes o servicios transables, es decir sometidos a la competencia internacional, favorecen un tipo de cambio alto, mientras que los que producen mercancías no transables y sectores de las finanzas favorecen un tipo de cambio bajo.
Se comprende entonces por qué el tipo de cambio se transforma en un terreno de disputa recurrente entre las fracciones capitalistas ganadoras con el tipo de cambio depreciado y las que se benefician con una moneda fuerte. El valor de la moneda es un punto clave para establecer cómo se reparte la ganancia entre los capitales en el espacio económico nacional [9].
Como hemos argumentado, estas divergencias entre los requerimientos de distintos sectores del capital sobre el tipo de cambio, que se encuentran en las raíces procesos inflacionarios como el de los últimos 15 años [10], explican que un tipo de cambio real depreciado no resulte sostenible en el tiempo [11].
Que el tipo de cambio sea un determinante crucial en la acumulación y que, a la vez, los conflictos, estos sí “estructurales” impidan que tenga un nivel estable, es algo que tiene importantes efectos sobre la rentabilidad esperada de las nuevas inversiones y, por lo tanto, sobre la tasa de acumulación que podemos esperar. Explica por qué los ciclos de inversión tienen una forma más desfasada, con un ritmo más discontinuo que el que caracteriza la acumulación de capital en los países más desarrollados: en los momentos de tipo de cambio alto se utiliza intensivamente la capacidad instalada, pero operan incentivos contrarios a la inversión en capital fijo, impulsando un crecimiento extensivo, mientras que en los momentos de tipo de cambio bajo existen mayores incentivos para la importación de medios de producción. Los capitalistas incorporan la expectativa sobre el tipo de cambio esperable a futuro en sus decisiones de inversión, posponiendo hoy aquellos desembolsos que en un futuro próximo podrían hacerse a un menor costo como consecuencia del encarecimiento de la moneda local. ¿A dónde vamos con esto? A que, considerando el lugar que otorgan los autores al tipo de cambio en su análisis, antes de poner el foco en un conflicto distributivo entre las clases, harían bien en posar la mirada en estas condiciones estructurales que afectan el tipo de cambio e impactan sobre la inversión y la productividad, en vez de considerarlos como dados. Por supuesto, no podemos pedirle peras al olmo: hacer esto les implicaría abandonar su marco analítico y su postura ideológica para realizar una crítica de las condiciones de la acumulación capitalista en el país.

¿90 años del mismo conflicto distributivo “estructural”?

Lo más curioso de la tesis de Gerchunoff, Rapetti y de León es que el “conflicto distributivo estructural” parece no haber variado significativamente desde 1930. Como si el desplome del poder adquisitivo de los salarios desde mediados de la década de 1970 [12] y el aumento del desempleo y la precariedad laboral –sancionada legalmente por numerosas contrarreformas laborales que degradar los derechos incluso para el empleo formal estable– no hubieran alterado significativamente los términos de este “conflicto”. Los autores realizan algunas menciones a la informalidad, pero más bien para señalar lo que esto implica como demanda hacia el Estado (mayores políticas de ingresos como la AUH u hoy el IFE) y no para analizar en qué medida puede sostenerse un hilo de continuidad como el que defienden.
Con un salario real que hoy es, en promedio, el 75 % del de 1970 en el mejor de los casos, resulta difícil argumentar que sea el “conflicto distributivo estructural” la clave explicativa para los recurrentes trastornos macroeconómicos que venimos atravesando. Más bien parecería que la burguesía argentina ha logrado, al menos en parte, “resolver” ese “conflicto” en su favor, mejorando su participación en el ingreso a través de sucesivos episodios de ataque a la clase trabajadora y los sectores populares, sin que esto haya concretado ninguna de las promesas de crecimiento y desarrollo que sugieren los autores.
Otra modificación notable de los últimos años que tampoco les merece un par de menciones a los autores, a pesar de que altera de manera notable las condiciones de su “equilibrio” cambiario, es la apertura de la cuenta financiera desde la dictadura, que creó las condiciones para que desde entonces la clase capitalista argentina fuera el gran protagonista de una fuga de capitales que suma el equivalente a un PBI. Sí mencionan en un par de ocasiones la “dolarización de los ahorros”, pero apenas para señalar que fue uno de los factores que “retroalimentaron al conflicto distributivo argentino”. Pero la fuga de capitales, así como la extranjerización de la economía, la desarticulación y el cariz trunco de la estructura industrial, y el peso de la deuda pública con las crisis recurrentes que esta ha generado, son centrales para comprender la dinámica del capitalismo argentino en las últimas décadas y son las que determinan las condiciones “distributivas”, lejos de poder ser ellas explicadas en clave de un “conflicto distributivo estructural”.

¿Bienaventurados los mansos?

Si este es el conflicto “estructural” que aqueja a la economía argentina e impide el equilibrio macroeconómico que aseguraría el crecimiento, como creen Gerchunoff, Rapetti, y de León, ¿cómo se resolvería? Aceptando los términos del planteo, la única salida, evidentemente, pasaría por que los “responsables” del conflicto, que es la clase trabajadora con sus pretensiones desmedidas, resigne aspiraciones. Sugieren alguna variante de “una propuesta más audaz basada en un intercambio entre trabajadores y empresarios, en el que los primeros cedan ingreso presente a cambio de dividendos futuros”, como puede ser otorgando a los primeros participaciones accionarias o alguna variante similar. A propósito de esta sugerencia, comentaba Fernando Rosso:
Traté de imaginarme concretamente la cuestión: habría que ir a hablar de buena onda con Paolo Rocca, Marcelo Mindilin, con la familia Macri o con Marcos Galperín y decirles: “Miren, aceptamos rebajarnos el salario, implementar una reforma laboral que aumente nuestra explotación presente, pero a condición de que cuando las empresas crezcan y se valoricen gracias nuestro esfuerzo, podamos compartir algo de los beneficios futuros”. No sé por qué tengo la sensación de que hasta incluso pueden llegar a aceptar la propuesta para la actualidad y en el futuro: “Si te he visto no me acuerdo”. Después dicen que los socialistas somos utópicos.
No hace falta agregar mucho más. Pero además de pedirnos que seamos demasiado crédulos con los compromisos que pueda realizar la burguesía argentina realmente existente y las empresas extranjeras que valorizan su capital en el país, no está muy claro qué podría resultar de este generoso aporte que proponen los autores a las clases subalternas. En las condiciones de una economía mundial que hace décadas impone a los países dependientes profundizar su especialización en los commodities o participar de una carrera hacia el abismo, la idea de que esta solución del “conflicto distributivo estructural” pueda ser la piedra de toque del despegue, además de echar todas las cargar sobre el peso de la clase obrera, se parece bastante al pensamiento mágico respecto de las potencialidades del capitalismo argentino y su decadente burguesía “nacional” [13].

Un consenso transversal

La idea de que las aspiraciones de la clase trabajadora y los sectores populares deben ajustarse a las limitadas condiciones de la productividad argentina permea mucho más allá de quienes abiertamente sostienen una tensión o contradicción entre distribución y crecimiento como la de Gerchunoff y Cía. El enfoque de que, para lograr y sostener los equilibrios macroeconómicos sería necesario primero exportar para crecer (así sea cerdos a China) y en todo caso después “distribuir”, que permea a buena parte de los funcionarios del actual oficialismo, parece tributario de pensamientos con muchos puntos de contacto aunque se referencien en otras corrientes teóricas. Sin expresarlo de la manera rabiosa de los liberales, hemos visto cómo economistas afines al actual oficialismo hablaron de “congelar la distribución del ingreso” que había dejado Macri, es decir convalidar un primer robo a los salarios. El pacto social que lanzó como idea Alberto Fernández, y con el cual sigue coqueteando, se mueve en igual sentido. Desde los inicios de la actual administración todo apuntaba a “sincerar” expectativas a la baja, lo cual ahora “inevitablemente” ocurrirá de manera recargada como resultado de los efectos económicos del Covid-19.
Ahora, de cara a una pospandemia para la cual la clase capitalista ya se viene preparando, el gobierno de Alberto Fernández en el mejor de los casos deja hacer aunque diga lo contrario, como vimos con Techint o la expropiación que no fue de Vicentin, y en el peor les arma leyes a medida como la de teletrabajo. Por último, la burocracia sindical, cuya invariante es adecuar las “demandas” del movimiento obrero disciplinándolo en función de las necesidades del capital, no aporta muchas evidencias para sostener que hay un “conflicto distributivo estructural. Pero sí parece compartir con Gerchunoff, Rapetti y de León la idea de que siempre es necesario “poner el hombro”. Ahora no solo se entusiasman con algún pacto social, sino que los popes de la CGT vienen de reunirse con las centrales empresarias y acompaña pedidos de menos impuestos y por un acuerdo con los acreedores, sin decir palabra de los cientos de miles de empleos que ya se han destruido desde el comienzo de la pandemia.
Desde la clase trabajadora y los sectores populares debemos tener una cosa bien clara: la cuestión no pasa por un “conflicto distributivo estructural” que se “resuelva” con salarios cada vez más ajustados y condiciones laborales degradadas como las que viene imponiendo y buscará profundizar la clase empresaria aprovechando el chantaje de la desocupación. Pasa por el atraso y la dependencia que la clase dominante argentina, atada por mil lazos al imperialismo y empeñada en fugar la mayor parte de sus ganancias a paraísos fiscales, no puede más que perpetuar. Solo mediante la más amplia movilización, con un programa para que la crisis la paguen los grandes empresarios, los bancos y los especuladores, y el agropower, será posible cortar el círculo vicioso que nos impone el capitalismo dependiente argentino.
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Esteban Mercatante

@EMercatante
Nacido en Bs. As. en 1980. Es economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Coedita la sección de Economía de La Izquierda Diario, es autor de los libros Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (Ediciones IPS, 2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (Ediciones IPS, 2015), y compilador junto a Juan R. González de Para entender la explotación capitalista (segunda edición Ediciones IPS, 2018).   )))....




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SEMANARIO

“El duhaldismo, desde el punto de vista del proceso 

económico, es el origen del kirchnerismo”

VIDEOENTREVISTA: MARTÍN SCHORR Y AGOSTINA

 CONSTANTINO


¿Había “modelo” kirhcnerista sin el brutal ajuste de 2002? El crecimiento económico desde 2003 hasta 2008, y con vaivenes hasta 2011, ¿fue todo “viento de cola” por la demanda de los commodities, o se debió a las políticas de ingresos? ¿Política soberana y recreación de una “burguesía nacional”, o continuidad en lo esencial de los legados neoliberales? Estas son algunas de las muchas claves en las que se viene desarrollando un debate encendido sobre lo que caracterizó la economía del período kirchnerista. Se podrían agregar varias más [1El libro Entre la década ganada y la década perdida. La Argentina kirchnerista. Estudios de economía política (Buenos Aires, Batalla de Ideas, 2018), obra colectiva coordinada por Martín Schorr, sienta postura sobre estas cuestiones desde la perspectiva de la economía política crítica. Sus capítulos analizan las distintas dimensiones que hicieron posible a la clase dominante restablecer las condiciones de valorización con el ajuste, y restablecer bajo los gobiernos kirchneristas las condiciones de dominación sobre los sectores populares, así como las contradicciones con las que se chocó este proceso.  

A propósito de este trabajo, que ya tuvimos oportunidad de comentar, conversamos con Schorr y Agostina Constantino [2]. A continuación reproducimos algunos momentos de la charla, que puede verse completa en video.
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Haciendo a un lado el hecho de que el período kirchnerista se inició en un momento donde el país empezaba a registrar condiciones inusitadamente favorables en materia de comercio exterior, ¿cuáles son los factores y cuándo podemos decir que se crean condiciones para el crecimiento registrado en los primeros años de la posconvertibilidad?  

Martín Schorr: El libro trata de discutir con la tesis del viento de cola y después, para explicar los problemas, con la del viento de frente. Por supuesto, en una economía periférica como la de la Argentina el escenario internacional necesariamente tiene que formar parte del análisis, pero le damos mucha más entidad en la explicación a las variables, llamémosle, internas.  

En ese marco, creo que un aspecto muy importante, que está en todos los trabajos, es lo que implicó en términos de una avanzada del capital contra el trabajo la megadevaluación con la que se sale de la convertibilidad durante el gobierno de Duhalde. El “duhaldismo”, desde el punto de vista del proceso económico, es el origen del kirchnerismo, por decirlo de alguna manera.  

Eso después se va complementando con otro tipo de políticas, que tienen que ver con manejo de salarios, política de ingresos, tratamiento al tema de la deuda de sectores productivos, pero esa primera salida, con una caída del salario real que promedió 30 % y los trabajadores perdiendo alrededor de 7 puntos de su participación en el ingreso, es el gran puntapié inicial de este esquema.  

Agostina Constantino: El default, la devaluación, las retenciones, fueron implementadas por Duhalde o Rodríguez Saá, o sea antes de que llegue el kirchnerismo al poder, pero fueron esas las medidas que quedaron como paradigmáticas de la época kirchnerista. Entonces, qué fue el kirchnerismo es parte de lo que intentamos responder en el libro.  

Leyendo casi todos los trabajos encontramos que hay tres momentos claramente diferenciados en este período. ¿Cuál es el hilo conductor para explicar el pasaje de un momento a otro?  

MS: Para mí lo que explica el cambio de las etapas es la falta de cambio estructural. Ahí hay cuatro o cinco aspectos que el kirchnerismo hereda de los años anteriores y que no cuestiona ni corrige. El primero tiene que ver con el predominio del capital extranjero. La mitad del poder económico en 2001 era extranjero, la mitad del poder económico al final del kirchnerismo era extranjero. Y la mitad de la remisión de utilidades tiene que ver con comprometer la mitad del superávit comercial. Ahí hay un elemento estructural muy fuerte, que hasta los controles cambiarios de 2011/2012 fue central en la explicación de cómo la economía iba caminando hacia el escenario de restricción externa.  

El segundo elemento estructural es la cuestión industrial. Es verdad que creció la industria, pero no menos cierto es que el perfil dependiente histórico del sector industrial argentino no solo que no se revirtió en esta década, sino que se amplificó. Ahí tenés un peso también fuerte en términos de restricción externa.  

El tercero es un aspecto novedoso pero estructural que incorporó el kirchnerismo, que es la llamada crisis energética, que tiene que ver básicamente con haber sostenido los pilares de la política energética neoliberal, con un desenlace muy crítico en términos del sector cambiario.  

Y el último es la fuga de capitales. Quizás en esos años de kirchnerismo no hubo tanta fugada ligada a negocios financieros, pero sí tuviste niveles de fuga de capitales por parte de los grandes grupos económicos muy fuertes.  

Con lo cual, tenés una economía que llega estructuralmente muy deteriorada al escenario de reversión de los términos de intercambio. Y con serios problemas, vinculados, por lo menos en la mirada que trasunta varios de estos trabajos, a la falta del cambio estructural.  

Entonces, a partir de 2011/2012, cuando empiezan los verdaderos problemas y el kirchnerismo va tratando de hacer cosas para no caer en lo inevitable que es el ajuste, que ocurre en el año 2014, el kirchnerismo apela a la tesis del “viento de frente”. Yo creo que este libro aporta mucha evidencia respecto de que, más allá de que evidentemente hay un viento de frente para una economía muy ligada a una inserción primaria al estilo muy tradicional, pero con problemas estructurales no resueltos y amplificados que la hacen mucho más endeble.  

En el libro también señalan que durante los gobiernos kirchneristas se mantuvieron los compromisos del Estado argentino con la regulación del capital global. No se denunciaron los Tratados Bilaterales de Inversión, se permaneció en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI).  

AC: Toda la configuración de la estructura económica durante el kirchnerismo se dio sobre las bases que venían desde fines de los ’70 para acá. Todo el entramado legislativo y regulatorio establecido a partir de la última dictadura militar: la ley de inversiones extranjeras, la ley de minería de los ’90. Son todas regulaciones que no fueron modificadas por el kirchnerismo. Lo que hizo, en términos de regulación –como parte también de esto que tuvo de novedoso de gestión de los conflictos sociales que surgen por la profundización de ese modelo económico–, fue sancionar algunas leyes, como la de tierras extranjeras, o algunas que restituyeron tierras a pueblos originarios, etc. Pero terminaron siendo más un maquillaje para gestionar el conflicto social. La ley de glaciares, o la ley de bosques, no se terminaron de aplicar en profundidad, y tampoco tenían un objetivo regulatorio tan importante como lo decían discursivamente.  

Incluso cuando en 2012 intentaron frenar el giro al exterior de utilidades, me acuerdo que parte de los motivos por los cuales Guillermo Moreno apelaba a la presión informal sobre las firmas extranjeras para que no giraran, era porque formalmente por los Tratados Bilaterales de Inversión, no tenían formalmente herramientas para impedirlo.  

AC: Sí. Además, si bien es cierto que con esa medida disminuyó la fuga de divisas por giro de utilidades, siguió –acentuada todavía más– por medio de otras vías que tienen las empresas trasnacionales: precios de transferencia, importaciones, pagos de deuda, etc. También puede pensarse como un maquillaje, si se quiere. Tenían esas cifras para mostrar: que cayó la remisión de utilidades al exterior; pero no mostraban la fuga por otros lados.  

El kirchnerismo, desde que asumió Néstor Kirchner, habló de la necesidad de reconstruir una burguesía nacional. Parte de su discurso de “capitalismo en serio” con el que coqueteaba en 2003 tenía que ver con esto. Si uno mira de punta a punta el período, lo que se obtuvo como resultado en este plano está focalizado en unos pocos grupos. ¿Cómo cambió en este período la fisonomía de la clase dominante?  

MS: Se favorecieron algunos grupos, por ejemplo, los que entraron a YPF para vaciarla y hacer un negocio financiero al estilo de Eskenazi/Petersen. Y después se consolidan dos tipos de grupos locales: 1) los tradicionales, como Techint, los ligados a los sectores primarios exportadores más tradicionales; y 2) los que creo que llamar burguesía nacional es muy condescendiente, que son un puñado de pequeños grupos que, vinculados a núcleos de negocios articulados alrededor del Estado, tuvieron un crecimiento fabuloso; los Lázaro Báez, los Cristóbal López, Electroingeniería y tantos etcéteras. Lo que estamos viendo ahora es que, en la medida en la que esos núcleos de privilegio vinculados al nexo con el Estado retroceden, se redefinen, o se modifican, son grupos que desaparecen.  

El último capítulo del libro analiza la dinámica laboral y las políticas de los gobiernos kirchneristas en este terreno. Durante los años kirchneristas se habló de un modelo de “crecimiento con inclusión”. ¿En qué medida los resultados del período confirman este planteo?  

AC: Como en todas las dimensiones que nosotros intentamos abarcar con el libro, acá también pueden verse etapas. Hay una mejora en los primeros años, pero llega hasta 2006/2007. A partir de ahí, ya no se ven mejoras en términos de salario medio real.  

MS: Vos tenés una etapa de mucho crecimiento del empleo hasta 2007, y de mejora fuerte del salario, viniendo del 2002. En 2007 recuperaste lo del 2001, pero a partir de ahí ya no tanto. Y lo mismo podríamos decir en términos de distribución del ingreso. Lo interesante es que el momento de mayor esfuerzo del kirchnerismo por mejorar la distribución del ingreso, que podríamos decir que se da desde 2008/2009 en adelante con la Asignación Universal por Hijo y otras políticas, coincide con un momento en el que la distribución del ingreso se estanca.  

Ahí lo que está jugando muy fuerte en términos de parálisis de la potencia redistributiva del esquema es la inflación. Ese es el otro aspecto de la falta de cambio estructural. El deterioro lo termina de sellar en 2014 el ajuste que tiene que ver con el otro eje de la falta de cambio estructural que es la restricción externa, que va a implicar un fuerte retroceso en términos de poder adquisitivo y de la participación del trabajo en el ingreso.  

¿Cómo se explica el gobierno de Macri a la luz del balance de lo que dejó el kirchnerismo?  

MS: El kirchnerismo dejó servido en bandeja el ajuste. Dicho esto, también es claro que en lo que lleva transcurrido el gobierno de Macri, que no es poco, hay aspectos de cierto cambio respecto de lo anterior. Hasta hace poco [cuando se inició la corrida, NdR] , los dólares que sostuvieron este esquema no venían de los grandes exportadores, sino que estaban más ligados a la vinculación con deuda externa y el capital financiero internacional. Ahí hay un cambio en la fracción del poder económico que ejerce la centralidad del esquema.  

El ajuste lo iba a hacer cualquiera. En todo caso Macri lo que hace es sacarle los límites que tienen que ver con la construcción social y política del kirchnerismo, eso está claro. Pero el escenario 2014/2015 es uno de ajuste que el kirchnerismo empieza a procesar. Yo creo que hay mucho de “herencia recibida” en ese sentido.  

AC: Creo que el macrismo en realidad viene a eliminar cualquier tipo de contradicción en materia del ajuste que iba a hacer cualquiera que llegara. Si había algún prurito respecto de las negociaciones con los sectores populares, etc., este gobierno deja completamente claro que eso no es un problema, y que van a hacer el ajuste que tengan que hacer. Esto se puede ver no solo en lo que hace al ajuste, sino también por ejemplo en lo que hace a la profundización del aprovechamiento de las ventajas comparativas: minería, expansión de la soja. Una de las primeras medidas de Macri cuando asume es la modificación de la ley de Tierras extranjeras.  

Respecto del rol de la deuda y el capital financiero, estamos viendo que rápidamente las finanzas internacionales le cortaron el financiamiento a Macri, que sufrió una dura corrida y terminó en el FMI. ¿Qué perspectiva ven para el gobierno y la posibilidad de llevar adelante su plan de ajuste?  

MS: Desde el punto de vista económico, antes de la corrida era un escenario, y ahora es otro. Pero yo creo que la limitación del gobierno no es tanto económica sino política. El intento que uno ve desde abril hasta acá es la desesperación por generar la idea de crisis. Ahora, lo cierto es que con todas las restricciones que charlamos largo y tendido, el kirchnerismo no dejó una economía como en el ’89, o en el 2001, cuando la sociedad pedía “hagan lo que tengan que hacer con tal de encausar este desastre”. No venimos de un escenario de crisis terminal, por lo tanto los márgenes sociales para procesar un ajuste son limitados.  

Leyendo el libro, la conclusión es que el capitalismo dependiente argentino no tiene más futuro que continuar en un círculo vicioso de algunos años de expansión basada en deuda, entrada de capitales o términos de intercambio inusualmente favorables, para después retornar a chocarse con la crisis externa y el ajuste. Uno de los artículos habla de “articular el sujeto social” que rompa el ciclo del capitalismo dependiente. Pero, ¿cuál sería este? ¿Puede haber un sector de la burguesía que lo lidere, o estamos hablando de la clase trabajadora?  

MS: Lo que vos planteaste, lo compartimos: esto es lo que hay, este es el capitalismo posible en un país como la Argentina, desde el punto de vista económico y político-social. Ahora, está claro, como plantea el trabajo de Andrés Wainer y Paula Belloni, que hay muchas dudas respecto de qué actor del capital podría cargarse al hombro un proceso de desarrollo, con lo cual me parece que es evidente que todos los cañones apuntan a la clase trabajadora o el campo popular. También es verdad que ahí hay un debate pendiente importante en términos de cómo estructurar un modelo distinto.  

AC: El objetivo del libro era dejar sentadas las bases para plantear esta pregunta que vos hacés. Invitar a pensar qué hacemos, no solo referido a la etapa del kirchnerismo sino también a la actual. Sabiendo que incluso un gobierno que se presenta como popular tiene todas estas restricciones y limitaciones, ¿qué hacemos con el gobierno que sigue; qué hacemos el año que viene en las elecciones? ¿Cuál es la salida a esta crisis política y económica que tenemos ahora?  

Sobre esto último que planteás, yo creo que la conclusión es que hay una serie de condiciones básicas, que tienen que ver con los núcleos centrales que ustedes señalan: cómo ubicarse frente al imperialismo, la deuda, los TBI, el capital extranjero, y demás, que dan como una serie de puntos de partida para la discusión del proyecto político. Para pensar puntualmente el año que viene, ahora que tenemos de vuelta un crédito del FMI, es claro que si aceptás como precondición que no podés romper con el organismo, ya te pusiste un grillete para 2020, 2021... En ese sentido ahí hay como varias pistas.  

MS: Sí, pero, por ejemplo sobre los TBI, nosotros mencionamos que esto está, y en la caracterización nuestra es un gran lastre en términos de pensar un modelo alternativo. Ahora, dicho esto, ¿qué hacemos? Tenés una economía en la que la mitad del poder económico es extranjero, los renglones centrales del comercio exterior te los maneja el poder económico, todo eso tiene que entrar en la discusión. Ahí, la denuncia de que este es el capitalismo que tenemos no alcanza.  

Nosotros llegamos a mostrar eso, y ahora habrá que seguir trabajando. Pero me parece que desde la izquierda, definida en un sentido amplio, nos debemos una discusión al respecto de cómo resolver esto. Si no, tenés el riesgo de tratar de hacer o generar cosas, pero el poder económico y de veto que tenés enfrente es gigantesco, y no es solamente una cuestión imperialista, sino que tiene que ver con actores concretos y sus socios políticos; es dificilísimo. Alumbrar sobre estos problemas para empezar a pensar por dónde pueden venir las alternativas me parece que es importante. )))......





Argentina: Crisis, Revolución, Contrarrevolución y la Izquierda. 

https://rebelion.org/docs/122025.PDF

Entrevista con Carlos Petroni Publicado en internet por FRONTLINES Léalo en http://www.sf-frontlines.com Transcrita y editada por Sebastián Robles, Fred Sanderson y Caty Powell Edición en Español Carlos Petroni participó activamente como líder sindical y de la izquierda en Argentina durante los años 70s y 80s. Fue el organizador de las fracciones militantes sindicales en los sindicatos de la carne y gráficos que como tales contribuyeron al desarrollo de las Coordinadoras en los 70s. Petroni también participó en la organización de corrientes de izquierda entre los metalúrgicos y otros sindicatos. Fue miembro del Comité Nacional del MAS (Movimiento al Socialismo) en los 70s, miembro del Comité Ejecutivo y el Secretariado Internacional de la LIT(CI)-Liga Internacional de los Trabajadores, Cuarta Internacional (la tendencia internacional de la cual fue parte el MAS) durante los 80s. Carlos Petroni sobrevivió dos atentados de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). Durante uno de estos atentados fue herido de gravedad. Petroni estuvo en la cárcel repetidamente por su participación en las luchas políticas, sindicales y de derechos humanos al final de los 70s durante la ‘guerra sucia’. En 1978 Petroni salió exiliado de Argentina para regresar en 1982 al final de la Guerra de las Malvinas, la cual eventualmente resultaría en el derrocamiento de la dictadura militar. Petroni participó en la revolución centroamericana (Nicaragua y El Salvador), y ayudó a construir organizaciones socialistas en Nicaragua, El Salvador y México y otros países de 1978 a 1986. Carlos fue expulsado del MAS y de la LIT(CI) en 1987 por defender el derecho de una fracción interna a expresar sus posiciones políticas y fue muy crítico del curso que adoptaron el MAS y la LIT-CI después de la muerte de su fundador y principal dirigente, Nahuel Moreno. Después de su expulsión, continuó su trabajo político y sindical, tanto en los Estados Unidos como a nivel internacional, en colaboración con distintas organizaciones y tendencias socialistas. Hoy en día es miembro del Comité Ejecutivo del Partido de Izquierda en los Estados Unidos, en donde se le conoce por su trabajo sindical y en pro de lo derechos de los inmigrantes. Petroni también escribe profusamente sobre asuntos históricos y teóricos y es el editor del periódico Frontlines. Ha contribuído con artículos para más de 40 publicaciones en el mundo. Mantiene contacto cercano y colabora con varias organizaciones y grupos en Argentina (viaja frecuentemente a este país) así como con organizaciones e individuos en México, Centroamérica y Europa. Ha recibido varios premios por su trabajo literario, en la categoría de novela y cuento. En la Ha recibido varios premios por su trabajo literario, en la categoría de novela y cuento. En la actualidad trabaja en dos libros, uno sobre Historia Latinoamericana y el otro sobre ‘Marxismo Elemental’. Una versión corta de esta entrevista fue publicada en la edición de Octubre del 2002 por el periódico Frontlines, en forma de artículo. Esta entrevista fue conducida originalmente por un grupo de activistas de diferentes organizaciones revolucionarias en Argentina. La transcripción, edición y traducción de la entrevista son responsabilidad del personal del periódico Frontlines. Las notas que acompañan esta entrevista fueron escritas como una sección aparte para organizar el texto lo mejor posible, pero fueron discutidas en el transcurso de las reuniones y son un aspecto importante de la discusión, dado que ellas clarifican las caracterizaciones de organizaciones y eventos. Esta entrevista, y las notas que la acompañan en relación a las organizaciones políticas de Argentina, no intentan dar todas las respuestas, sino iniciar un debate y clarificación dentro de la izquierda argentina e internacional. Aceptamos todo tipo de observación, corrección y discusión en relación a este material que se ofrece como una contribución a la lucha de los trabajadores y del movimiento de masas. Por favor, dirija todos sus comentarios a: leftparty@leftparty.org 

Tabla de contenidos 
1. El Significado y el Método del Internacionalismo 
2. Latinoamérica y el Mundo después del 11 de Septiembre 
3. Las Condiciones para Formar una Nueva Organización Revolucionaria en Argentina 
4. Piqueteros: ¿Un Nuevo ‘Sujeto de la Revolución’ o un Aliado Fundamental de la Clase Obrera? 
5. La Situación Política, Social y Económica de Argentina 
6. ¿Quién es Responsable? Décadas de Revoluciones y Contra-revoluciones Llevan a Argentina al Colapso 
7. El Rol Central de la Clase Obrera Estructurada 
8. La Izquierda de Clase Media 
9. La Clase Media. ¿Por Qué la Clase Obrera no la Está Dirigiendo? 
10. La Crisis de la Izquierda Obrera: Las Lecciones del MAS de los 80’s 
11. ¿Propuesta de Unidad o Maniobra? 
12. La Recuperación del Stalinismo Sería una Tragedia para el Movimiento Revolucionario 
13. ¿Necesitamos Realmente el Partido? 
14. La Posibilidad de un Partido de Trabajadores 
15. El Lenguaje, la Estrategia, las Tácticas, los Debates 
16. Otra vez, la Situación Política: ¿Por Qué el Sistema y el Régimen no Fueron Derrocados? 
17. Las Elecciones, las Demandas Democráticas y la Izquierda 
18. Los Nuevos Procesos de la Lucha de Clases y la Izquierda 
19. Perspectivas para la Izquierda 

1. El Significado y el Método del Internacionalismo 
Pregunta: : ¿Por qué es importante discutir la situación política argentina con la izquierda a nivel internacional, y a partir de esa perspectiva, con los activistas de izquierda en Argentina? 
Petroni: Metodológicamente, para todo marxista en el mundo, es muy importante discutirlo, más aún, yo diría que es una tarea fundamental. Esa es la esencia del internacionalismo. Los revolucionarios en lucha en Argentina, o en cualquier otro país en donde se agudiza la lucha de clases, están muchas veces tan sumergidos en las batallas diarias que pierden la perspectiva mundial, la cual es esencial para la comprensión y para la intervención en la confrontación nacional entre las clases. Por otro lado, los socialistas activos en países en donde la lucha de clases no es tan aguda encuentran que el estudio y el debate de eventos tales como los de Argentina son enormemente educativos y preparan para el trabajo futuro. Además tenemos la cuestión central de que los revolucionarios argentinos no podrán triunfar sin el apoyo internacional, y, la izquierda internacional no podrá avanzar sin otorgar asistencia y apoyo para los revolucionarios argentinos. Los revolucionarios argentinos deben demandar la intervención de los marxistas de todo el mundo. Deben comenzar un diálogo abierto, un debate de ideas, con todos aquellos en nuestro movimiento. Desafortunadamente, muchas organizaciones en Argentina no practican esta forma de internacionalismo. Ellos sólo esperan que otros acepten todo lo que ellos dicen de manera incondicional. Por otro lado las organizaciones marxistas a nivel internacional tampoco deberían aceptar sin cuestionamiento lo que otros en Argentina tienen que decir. No deberían limitarse tan sólo a repetir lo que otros revolucionarios en Argentina escriben o caracterizan. Como en todo proceso revolucionario, ellos debieran por si mismos llegar a caracterizaciones independientes, estudiar el fenómeno del movimiento de masas y las luchas en detalle, y convertirse en ‘expertos’ de la política argentina. Debo decir que la mayoría de las organizaciones fuera de Argentina no toman los eventos en el país tan seriamente como debieran. Si tienen compañeros en el país, los promueven. Si no los tienen, ignoran generalmente los eventos increíbles que se desarrollaron a partir del año pasado y las lecciones que de ellos se derivan para todos nosotros. 
Pregunta: ¿No es demandar demasiado de organizaciones que no están en Argentina? ¿No es muy difícil para cualquier persona u organización fuera de un país, entender lo que realmente pasa al interior de otro? 
Petroni: Claro que es preferible estar en el lugar de los hechos. El estar presente nos permite medir los hechos concretos de la situación. Uno puede presenciar el estado de ánimo de la gente en las calles. Uno tiene acceso a los detalles de cada incidente en particular de la lucha de clases y puede juzgar cada táctica propuesta por cualquiera de las organizaciones participantes en la lucha. Pero el estar lejos de los eventos no es excusa para no tomar seriamente el análisis de los procesos revolucionarios. Lenin seguía los eventos en Rusia muy de cerca durante su exilio en Londres, tan es así que sabía mejor que los propios rusos el significado real de los cambios y giros de la situación política del pre-octubre revolucionario. Marx y Engels, también de lejos, intervinieron intensamente en las situaciones revolucionarias de Francia y Alemania. Y ellos no contaban con los medios de comunicación que tenemos hoy en día. Tan sólo, por ejemplo, tomemos este diálogo organizado a través de conferencias telefónicas conectando varias ciudades y complementándolo con e-mail, y chat rooms para comentarios adicionales, y comparémoslo con el intercambio de correo de Marx, Engels, Lenin o Trotsky, que a veces tomaba semanas para alcanzar a sus destinatarios. A partir del análisis de distintas revoluciones, los marxistas a nivel internacional pueden sacar conclusiones, lecciones y métodos de análisis que les ayudarán en su propio proceso revolucionario. Pueden convertirse en esenciales fuerzas auxiliares para los revolucionarios en lucha. El stalinismo, y antes la socialdemocracia, introdujeron en el movimiento marxista la idea absurda de que sólo aquellos que se encuentran en el lugar de las luchas, pueden decir que hacer y el resto de nosotros tenemos que cerrar la boca. Claro, que esto era tan sólo la retórica que cubría convenientemente las directivas de Moscú, en el caso de los stalinistas, para dictar a los revolucionarios en el lugar de las batallas como adaptar su política para servir a la política exterior de los burócratas del Kremlin. ( SÍ,...EFECTIVAMENTE,...ESTO ES LO MESMO QUE DIGO YO : MUNCHAS, MUNCHAS RETÓRICAS EN LAS AUTODENOMINADAS IZQUIERDAS REVOLUCIONARIAS,...ETC,...Y AL FINAL Y AL PRINCIPIO, DE LA CANCIÓN,...POS NÁ DE NÁ,...Y NO SE SABE POR DONDE CAGA LA BURRA,...¡¡¡¡,...¿ ESTOY EQUIVOCADO SRs ¡¡¡¡????¡¡¡¡. DE LAS IZQUIERDAS", ESTILO SOCIATAS MAFIOSUS PSOE-P.PODEMOS-PCE-IUhyf : hundidas y fundidas, ¡¡, ya he dicho opiniones en otros trabajos editados ¡¡.). Esencialmente, los llamados de ‘manos fuera’, eran dirigidos a revolucionarios en otros países que querían intervenir al lado de la clase trabajadora, ya fuera en España, Sudáfrica o las Filipinas, y por ende desafiaban la manipulación stalinista en los procesos revolucionarios de dichos países. De esa manera, los revolucionarios en la línea de combate se convertían en un instrumento de las políticas antiinternacionalistas de la burocracia soviética. 
Pregunta: ¿Y qué de la ‘intervención’ o la falta de, de organismos internacionales (supuestamente) revolucionarios como el Secretariado Internacional (Cuarta Internacional), el Comité por una Internacional de Trabajadores-CIT-CWI o los Lambertistas (Cuarta Internacional) en la lucha argentina? 
Petroni: En el caso de estas organizaciones existe algo más en juego. Los seguidores de la CWI-CIT, por ejemplo, con quienes, ustedes saben, tuvimos un debate, comenzaron a priori, sin ninguna información concreta, desde el punto de vista de negar todo desarrollo positivo en Argentina. Su razonamiento era, ‘no tenemos sección en el país, por lo tanto cualquier intervención seria es una pérdida de tiempo. Si hacemos algo sería tratar de construir nuestro propio grupo.’ Uno de sus cuadros, nos dijo, por ejemplo, que ‘ya que no tenemos sección, la cuestión de la toma del poder no está en la agenda. Por lo tanto lo que tenemos que hacer es propaganda y ganar a algunas personas para que formen una sección’, o algo por el estilo. Esto muestra claramente cuán poco estas organizaciones se preocupan por el proceso revolucionario y cuán poco han absorbido del método marxista internacionalista. Muy bien podría ser que nada pudiera ser apoyado, en términos de construcción revolucionaria, pero no es una política del marxismo acomodar la realidad a caracterizaciones a-priori. Este es el método de las sectas. De hecho, estaban equivocados. Hay muchas organizaciones que pueden apoyarse, y también muchas cosas que pueden criticarse constructivamente. Esta es la manera marxista, la manera revolucionaria de hacer las cosas. De otra manera, sólo estaríamos contribuyendo a la sobrepoblación de pequeñas sectas de las cuales Argentina y el mundo tienen un gran inventario. En una situación revolucionaria, o pre-revolucionaria, se plantea la pregunta, ‘¿cómo podemos contribuir lo mejor posible al avance del movimiento de masas en su conjunto y al del movimiento revolucionario en particular, teórica, política y organizativamente?’, en lugar de ‘¿qué es lo mejor para nosotros, como organización, como aparato?’. Agrupaciones internacionales como las que usted mencionó deben establecer un debate abierto, claro en perspectivas, con los revolucionarios argentinos y participar en acciones de solidaridad amplias con el movimiento de masas en sus países. El SU-CI y los lambertistas, tanto como la CIT, no tienen fuerzas importantes o ninguna fuerza en Argentina. Por lo tanto no les interesa. No son nada más que el otro lado de la moneda del ‘marxismo nacionalista’ tan común en el mundo semi-colonialen oposición a los marxistas internacionalistas. Pregunta: ¿No es ésta más o menos la manera en que las organizaciones revolucionarias argentinas están desinteresadas en otros procesos también? Petroni: Las organizaciones en Argentina proclaman, o algunas lo hacen, su interés en situaciones políticas distintas a las suyas, pero esto es, en mi opinión, una mera formalidad. Ellos o lidian con el análisis internacional de una manera formal, reproduciendo páginas de opinión generalsin educar realmente a sus miembros en como analizar situaciones políticas de manera profunda, las fuerzas en juego, el movimiento general de la clase obrera, etc. O, lo que es peor, ven a su trabajo internacional solamente como una extensión de su trabajo nacional y no al revés. Esta falta de comprensión del internacionalismo, es cubierta con una capa delgada de retórica, que argumenta lo contrario. Usted puede encontrar menciones del ‘levantamiento revolucionario’ de Argentina en la mayoría de los documentos que analizan la situación mundial por parte de CIT, SU-CI, etc., así como también puede usted encontrar un gran número de pronunciamientos de los revolucionarios argentinos sobre la situación mundial. Pero, ¿están realmente integrando estos conceptos a un análisis global para desarrollar su propia estrategia, tácticas y comprensión teórica? No dudo que hayan habido y continuen habiendo intentos para hacer esto. Pero, hasta ahora, no he visto ningún trabajo sistemático en esta dirección. En términos de análisis y teoría. Los argentinos necesitan subordinar su entendimiento de lo que pasa en Argentina a lo que pasa en el mundo. De la misma manera las tendencias internacionales deben dejar de hablar por hablar y hacer verdad sus pronunciamientos de que lo que pasa en Argentina tiene una importancia enorme para todos nosotros. Queremos saber más que tan sólo reflexiones generales en un artículo. Queremos saber, necesitamos saber, qué piensan de los detalles, de los giros y los cambios, de la economía, las perspectivas, en dónde encaja Argentina en el mundo de hoy. Claro, esto no debe ser limitado a Argentina, sino extendido a otros países en donde la situación es un reflejo de la situación política mundial..




2. Latinoamérica y el Mundo Después del 11 de Septiembre 
Pregunta: ¿Cómo se relaciona esto con lo que está pasando en Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Colombia y otros lugares? 
Petroni: Todo esto se conecta. De hecho es crítico para los revolucionarios argentinos entender no sólo el proceso en el resto de América Latina sino en el mundo para poder entender su propio proceso político. Me gustaría comenzar analizado la situación mundial y en América Latina y finalmente en Argentina, por lo que importa en esta y en otras discusiones y la clave de la presente situación mundial es el 11 de septiembre. Debemos hacer esto de la misma manera que analizamos la situación política después del colapso de la Unión Soviética, o al final de la Segunda Guerra Mundial. O como analizamos la situación después del ascenso del fascismo en los 30 s, o después de la Revolución Rusa en 1917, o después de la derrota de los ejércitos nazis en Stalingrado. Todos estos fueron eventos críticos, eventos mundiales centrales, políticos y militares que sacudieron los cimientos de la política mundial y modificaron profundamente la relación de fuerzas entre las clases. El 11 de septiembre y particularmente la ofensiva militar/política como respuesta del imperialismo norteamericano es uno de tales eventos. Los revolucionarios argentinos y la clase trabajadora argentina van en sentido contrario de los eventos político-militares desencadenados por el 11 de septiembre. 
Pregunta: ¿Qué pasa con los ataques terroristas y la ofensiva militar norteamericana? 
Petroni: Desde una perspectiva histórica, lo ataques terroristas en las Torres Gemelas, excepto por la masacre de 3,000, en su mayoría, víctimas inocentes, representará lo que el asesinato del Archiduquecuyo nombre no recuerdode Serbia representó para la Primera Guerra Mundial: la excusa para la extensión de la política a la guerra. La clase dominante norteamericana ha necesitado esta ofensiva por mucho tiempo. Los terroristas le dieron la excusa el 11 de septiembre, pero los terroristas no son la causa de la ofensiva. El Plan Colombia, los planes para el derrocamiento del populista Chávez en Venezuela, el socavamiento de la economía brasileña que compite con la necesidad de expansión de las exportaciones norteamericanas y las políticas presentes en contra de Irak, ya estaban en camino mucho antes del 11 de septiembre. Claro que los ataques terroristas impactaron fuertemente la opinión pública mundial y norteamericana, claro que fortalecieron ideológicamente a la clase dominante y le permitieron a Bush y a los halcones manipular un patriotismo barato. Sin embargo, los ataques fueron un catalizador para el imperialismo norteamericano que le permitió saltar, de un sólo, a esta estrategia nueva de sobrevivencia y re-afirmación de su hegemonía mundial. Lo que estamos presenciando es el fin de una era y el comienzo de otra. También existe el elemento central del mantenimiento del prestigio y el miedo en el cual se basa el imperialismo. No hay nada noble o ‘patriótico’ en la Guerra de Bush. Es un intento desesperado por apropiarse de los escasos recursos naturales del planeta, tales como el petróleo, el agua y otros recursos críticos. La ‘globalización’ fue el inicio de este proceso, su continuación es precisamente esta ofensiva político/militar. Para poder desarrollar estrategias y tácticas correctas, la izquierda argentina debe clarificar en sus análisis cómo la situación de su propio país encaja en la crisis y en la ofensiva norteamericana. Necesitan ver como la situación en Argentina está relacionada directamente con la polarización mundial en desarrollo a partir del 11 de septiembre. En lugar de esto, lo que he visto son declaraciones de izquierdistas, realmente ridículas, que dicen que los resultados electorales en Brasil son una respuesta al ‘Argentinazo’ de diciembre pasado. Yo diría, que más bien, el ‘Argentinazo’, los resultados electorales en Brasil, la lucha renovada en Colombia, la resistencia furiosa del movimiento de masas venezolano en contra de un golpe de estado, el increíble desarrollo del MAS en Bolivia, y aún el triunfo de los socialdemócratas alemanes (quienes por otro lado perdiendo en todas las encuestas, ganaron las elecciones porque se opusieron a la guerra de Bush, las increíbles huelgas generales y movilizaciones de masas en Italia y muchos otros eventos de la lucha de clases son todos un reflejo de la polarización creada por la ofensiva post-11 de septiembre. Los revolucionarios argentinos estarían mejor en sus actividades diarias si analizaran los eventos que confrontan, en un contexto internacional, en lugar de ver lo eventos mundiales como una extensión del ‘Argentinazo’. 
Pregunta: ¿Esta situación afectará los acuerdos, los frentes y las estructuras partidarias de la izquierda? 
Petroni: Definitivamente. Vemos la victoria de Lula y el Partido de los Trabajadores en Brasil, los desarrollos del MAS en Bolivia, la resistencia venezolana a los asaltos de la oligarquía y la embajada estadounidense, las señales renovadas de resistencia en Colombia, las nuevas luchas uruguayas. Vemos aún el movimiento anticapitalista y en contra de la Guerra en Europa y el movimiento en contra de la Guerra en los Estados Unidos y el increíble desarrollo y giro a la izquierda del PRC italiano. Vemos la continuación de la resistencia palestina y muchos otros aspectos de un movimiento que se polariza en el mundo como resultado del 11 de septiembre (demasiado largo para listarlo) como un fenómeno contradictorio, que indica un giro hacia la resistencia sin que sea dirigida necesariamente por revolucionarios. Me sorprende el nivel de incomprensión y sectarismo hacia este proceso de la izquierda revolucionaria argentina. Algunos han denunciado unilateralmente los aspectos negativos de este giro y de la polarización. Lula es un agente del imperialismo y el arma en contra del ‘Argentinazo’, dicen. Chávez no merece apoyo crítico en contra del golpe porque no es nada más que un nacionalista pequeñoburgués. Las FARC en Colombia tiene una dirección burguesa, socialdemócrata. Pero, ¿que hacemos con el otro lado de la moneda dialéctica? ¿Que podemos decir del movimiento de masas de trabajadores y campesinos detrás de la victoria de Lula? ¿Y qué de las manifestaciones masivas de los sectores más pobres de la clase obrera y la sociedad en contra del golpe antichavista en Venezuela? No cabe duda, que la respuesta anti-dialéctica de algunos izquierdistas argentinos ante estas manifestaciones de la lucha de clases nos revela una tendencia hacia la extensión de sus políticas domésticas de competencia organizativa y manipulación del movimiento de masas así como una tendencia a diferenciarse de otras organizaciones de la izquierda por cuestiones menores. El hecho de que no vean a estas manifestaciones de la lucha de clases como similares y conectadas a los eventos en la Argentina con sus particularidades específicas, por supuesto los hace nacionalistas y no internacionalistas. Por los mismos elementos contradictorios de la polarización, en Argentina tenemos movilizaciones masivas, una lucha enorme, y una mala dirección. El otro lado de la moneda, por supuesto, es capitular a dichas direcciones y seguirlos incondicionalmente, ya sea Lula, Chávez o las FARC. Ver la situación global desde un solo ángulo, desde el ángulo de la insurrección, y subestimar la ofensiva del imperialismo, la situación reaccionaria prevaleciente en los Estados Unidos y a las fuerzas que brincan en estos momentos a su furgón de cola. Escuchemos lo que los revolucionarios tienen que decir, mas aún, lo que hacen en relación a Venezuela, Brasil y Colombia, por ejemplo, y tendremos una mejor idea de como se comportarán en el proceso revolucionario de su propio país. 

3. Las Condiciones para Formar una Nueva Organización Revolucionaria en Argentina
 
Pregunta: ¿Está interesado en formar un nuevo grupo en Argentina, una nueva organización revolucionaria? 
Petroni: No ...y SÕ! (risas) Estamos trabajando con distintos individuos y grupos de compañeros, tratando de desarrollar un entendimiento común tanto teórico como en términos de acción política, estrategia y tácticas. Compañeros que acuerdan generalmente con nosotros están trabajando en distintas organizaciones ya existentes. Nuestra recomendación para ellos es que no rompan con ellas. Otros compañeros están trabajando independientemente, en sus propios grupos o colectivos. Nuestra recomendación para ellos es que consideren unirse a una organización ya existente. Pero por otro lado, estamos sentando las bases para la formación de una nueva organización marxista. Es un poco complicado, déjeme explicarle: nosotros no creemos que la clase obrera y el movimiento de masas en Argentina necesiten una mayor fragmentación de la izquierda o que necesiten una organización más, sin que esto afecte el retroceso en la conciencia. Es nuestra opinión que tal paso agravaría la percepción, ya bastante difundida, de que las ‘organizaciones’ son el problema, y no el sistema. Y a este punto, el trabajo más importante con el cual podemos contribuir es en términos de propuestas teóricas y políticas. Y eso lo podemos hacer mucho mejor si no construimos una barrera organizativa. Formar un grupo nuevo con doscientos miembros no resolverá los problemas que confronta la revolución socialista Argentina en estos momentos. Por otro lado, no creemos que una organización revolucionaria de masas surgirá de ninguna de las organizaciones o partidos existentes. Estas se encuentran, en general, erosionadas y divididas por rencillas personales y diferencias mínimas. No surgirá siquiera de la combinación de dos o tres de ellas. Será un proceso de rupturas y unificaciones así como del surgimiento y desarrollo de organizaciones nuevas algo que ya comienza a suceder. Habrá una batalla política e ideológica la cual ya esta en sus comienzos. Y pensamos que no debemos jugar la carta organizativa ahora, sino continuar influyendo teórica y políticamente o al menos tratar de clarificar puntos teóricos y políticos en distintos círculos. Aparte de esto, debemos contemplar con atención el surgimiento y el desarrollo de fuerzas nuevas y jóvenes que puedan jugar un papel dirigente en la formación de un partido revolucionario de masas. No todos, ni siquiera la mayoría de dicho partido, vendrá de las organizaciones existentes. Claro, ésta es nuestra opinión desde lejos, y no estamos de ninguna manera en posición y no nos gustaría tomar dicha posiciónde determinar el camino organizativo de los revolucionarios argentinos. Tan sólo estamos tratando de contribuir al debate. Los compañeros en Argentina son los mejor equipados para decidir a este respecto y claramente los únicos que tomarán todas las decisiones. Nosotros daremos nuestra opinión, pero hasta ahí llega nuestra orientación. Esto, sin embargo, no excluye un trabajo de colaboración. Por el contrario, nosotros continuaremos con nuestro trabajo de solidaridad aun si desacordamos con cuestiones organizativas. Por esto es que mantenemos relaciones con distintas organizaciones y contacto informal con muchos individuos (envueltos o no en distintas organizaciones). 
Pregunta: ¿Esto quiere decir que debemos descartar todo lo que otras organizaciones políticas están haciendo hoy en día? 
Petroni: Al contrario. Antes de que contestara cualquier pregunta, dije que tenemos mucho que aprender de las organizaciones de izquierda en Argentina, que hay mucho que podemos tanto apoyar como criticar del trabajo de estas organizaciones. De hecho, yo creo que la mayoría de las organizaciones, particularmente esas que dicen ser marxistas revolucionarias, están haciendo muy buen trabajo al menos en ciertas áreas. Es como si cada una hubiera decidido contribuir en la ‘división del trabajo’. Buscando tomar ventaja de una situación mas favorable, cada una de ellas busca construir su nicho dentro de la lucha de clases. El PO hizo trabajo consistente entre los piqueteros; el PTS concentró su trabajo en las fábricas ocupadas; el MST en las asambleas de barrio; ahora están girando hacia ciertas estratos de los piqueteros; el MAS está desarrollando propuestas interesantes en el movimiento sindical. Aún los maoístas y la CTA de De Gennaro están logrando propuestas efectivas de organización. El problema es que esta ‘especialización’ refleja la fragmentación y limitaciones, tanto en la teoría como en la práctica, dado que tiende a aislar a las organizaciones de otras y desarrollar aun más la tendencia de marcaje de territorio. Cada organización tiende a extrapolar sus análisis a partir de su experiencia particular, para aparecer como que ellos sí están trabajando en el centro de la situación, ignorando la complejidad y yuxtaposición de distintos niveles de la lucha de clases, y carecen de un método para combinar y desarrollar todas las luchas. 
Pregunta: ...y Zamora? 
Petroni: Ese es otro ejemplo de ‘especialización’ pragmática. Zamora construyó un edificio electoral basado en lo que otros hicieron en el pasado. Un edificio construido con la experiencia de todas las fracciones del viejo MAS de masas de los 80s que lo llevó al congreso por primera vez. Lo que hizo en el parlamentooponerse al imperialismo, criticar a los peronistas y a la UCR, apoyar las luchas de los trabajadores y no aceptar los privilegios de la pensión legislativa después de su derrota, lo cual le dio el prestigio de legislador incorruptible y político honestoeran orientaciones de su partido. Es desafortunado que después haya tomado partido en las rupturas sucesivas de la organización y finalmente roto con su propia opción (el MST) y hecho campaña en contra de la izquierda en su conjunto. Igualmente desafortunado es el hecho de que temeroso de la competencia y a pesar de sus declaraciones de que su nueva organización es un modelo de anti-autoritarismo y democracia interna, esta se centra en su persona y son él y su esposa quienes deciden quien puede ser o no miembro de la organización. El rechaza en estos momentos cualquier idea y método de un frente único de izquierda. De hecho, él mismo ha dicho sin palabras ‘la organización soy yo (le organization cest moi)’. (risas) Zamora piensa que su rechazo al ‘aparato’ de la izquierda es una idea muy original. El también critica correctamente a la izquierda revolucionaria por su fracaso en ofrecer una alternativa organizativa a los miles de activistas nuevos. Pero en lugar de utilizar el enorme apoyo popular que tiene para cambiar esos modos viejos de la izquierda, la descarta. Y de hecho su originalidad no es tanta, puesto que todas las organizaciones que él critica actúan en gran medida de la misma manera. 
Pregunta: También nos ha mencionado el unilateralismo teórico de las organizaciones de izquierda... 
Petroni: Ustedes son imposibles (risas). Bien, siempre existe un método, aún en la locura, aún en el sectarismo. El método sectario es darle un valor absoluto a algo en que los sectarios creen que tienen mucho éxito. A veces este éxito está sólo en sus cabezas (risas)... pero a veces tiene bases reales, el problema es la interpretación y el uso que la organización le de a dicho éxito. Recientemente, unos compañeros sudafricanos me contaron sobre una secta extraña de su país, que dada una combinación peculiar de factores la mayoría de ellos estaban en el lugar correcto a la hora señalada se convirtieron en líderes de una huelga en una fábrica importante en la cual los trabajadores ganaron ciertas concesiones. Esto le aseguró al grupo cierta posición que desde entonces han utilizado como su caballito de batalla, criticando a otras organizaciones por no hacer lo mismo. Esta secta de acuerdo a los compañeros explica que el hecho de que los otros no hicieron lo Esta secta de acuerdo a los compañeros explica que el hecho de que los otros no hicieron lo mismo demuestra la bancarrota de todos los demás y la ‘superioridad’ de su programa. Claro, ellos no mencionan que la política del ‘líder’ que obtuvo influencia es hoy en día muy oportunista. Ustedes tienen casos como éste en la Argentina. Todos ustedes conocen el giro a la derecha de Piccinini, el líder de los metalúrgicos en Villa Constitución a principios de los 70s. Desde que salió de la cárcel después de la dictadura militar en Argentina, ha utilizado su prestigio como luchador para marchar a la derecha, apoyando a las privatizaciones y terminó apoyando al gobierno de la UCR. Hoy en día es uno de los dirigentes del ARI y consultor cercano de la activista católica de ‘centro-izquierda,’ Alicia Carrio. Muy pocos recuerdan que Piccinini, durante las huelgas heroicas de los metalúrgicos en Villa Constitución bajo el gobierno de Isabel Perón era miembro de una secta pequeña y ‘rara’ llamada Poder Obrero, o algo así. El aprovecho la oportunidad de las huelgas para convertirse en dirigente estaba en el lugar preciso y a la hora señalada y luego Poder Obrero utilizó esto para atacar a todas las demás organizaciones de izquierda por no tener tan buena suerte (risas). Claro, sus tendencias aventureras y guerrilleristas transformaron su victoria en casi una catástrofe. Este absolutismo ‘teórico’ de convertir todo aquello que parece exitoso en el método de intervención en la lucha de clases, conduce casi inevitablemente al sectarismo, a una estrategia y tácticas equivocadas y al aislamiento... y eventualmente al oportunismo en la medida que se revisa la teoría para adaptarla a lo que nos resulta ‘exitoso’. 
Pregunta: Parece que esta usted diciendo que el ‘éxito’ para las organizaciones marxistas, es una cosa negativa. 
Petroni: Al contrario. Tener éxito al intervenir en la lucha de clases, en cualquiera de sus expresiones huelgas, elegir un candidato de la clase trabajadora a un puesto público, etc. ofrece la oportunidad de usar esa posición para avanzar. No necesita uno hacer del éxito una verdad absoluta sino expandir y generalizar las lecciones a todos los aspectos de la lucha de clases. Esto es lo opuesto a tratar de que todos los aspectos de la realidad se orienten hacia un ‘éxito’, limitado y la mayoría del tiempo, temporal. En otras palabras, si usted se convierte en el dirigente de una huelga y su organización es vista como la vanguardia en ese proceso, debe usar su nueva posición de influencia para extender esa lucha a otras fábricas y ramas de la industria. En ese proceso llamará a otros en la izquierda a unírsele. Mas aún, debe elevar dicha victoria, de cualquier forma que pueda, hacia un nivel político. Piccinini utilizó su posición para decir ‘vean, todos esos que no participan en este tipo de lucha son reformistas’. Esto llevó a Piccinni y a los trabajadores primero al aislamiento y después a la derrota. Lula contrariamente a Piccinini y otros dirigentes sindicales brasileños aceptaron la sugerencia de los trotskistas de elevar las victorias de la oleada de huelgas entre los metalúrgicos en los 60s y 70s y crearon el Partido de los Trabajadores en los 70s. Por supuesto, Lula no es un revolucionario, pero ayudó a crear un instrumento, el Partido de los Trabajadores, que aún hoy, después de 30 años sigue siendo la expresión de independencia política y de la mayoría de la clase obrera brasileña. Piccinini se fue sin dejar un legado que no fuera su traición y su llamado a apoyar una alianza de la clase media. Lula puede que nos traicione también pero lo que construyó en los 60s y 70s tiene la oportunidad de triunfar a pesar de él mismo. Piccinini no construyó nada. Ambos hicieron cosas opuestas con sus victorias. 4. Piqueteros: ¿Un Nuevo ‘Sujeto de la Revolución’ o un Aliado Fundamental de la Clase Obrera? 
Pregunta: Cuando se refiere al ‘absolutismo teórico’¿Se esta refiriendo a la nueva revisión del marxismo de Altamira, del PO, que clama el descubrimiento de un nuevo ‘sujeto de la revolución’ entre los desempleados, los piqueteros? 

Petroni: No estaba pensando en Altamira como en alguien que hiciera una gran aportación a la teoría marxista, pero sí, podemos incluir su reciente discurso dándole el carácter de ‘sujeto de la revolución’ a los desempleados en la categoría de confusión teórica y de, me gusta el término, ‘absolutismo teórico’. Altamira llegó al extremo de alterar la realidad para que encajara su teoría. Mientras que es verdad que muchos desempleados eran activistas de la clase obrera, uno tiene que acordarse que el desempleo en Argentina ha sido estructural por más de dos décadas. La infraestructura industrial ha sido destruida severamente por espacio de 30 o 40 años, dejando miles de extrabajadores fuera del proceso productivo, y esto sin la habilidad de alcanzar las herramientas necesarias para ejercitar su poder político. Los trabajadores desempleados de manera estructural no mantienen los reflejos, la homogeneidad ni las presiones de clase por siempre. A parte de esto, el trabajador ha perdido su relación con los medios de producción, una de las bases materiales fundamentales de su conciencia y relación con el mundo material como trabajador. Una vez desempleado, el ex-trabajador cambia en tanto que su realidad cambia. Es posible que una capa de ellos conserve su conciencia de clase y características generales. Pero son una minoría entre los desempleados. Esta capa de la sociedad es heterogénea, con una gran proporción de desempleados estructurales, sectores del lumpen proletariado, grandes capas de la clase media y pequeños comerciantes. En su conjunto, los desempleados están jugando un papel muy positivo y asumiendo un rol necesario en los eventos que se desencadenaron después del 19-20 de diciembre del año pasado. Pero se encuentran bajo una tremenda presión de sobrevivencia, de recoger las migajas de los ‘Planes Trabajar,’ y los ‘Planes Jefes de Hogar’ para poder subsistir. Y bajo presión de los sectores ajenos a la clase trabajadora, que son la mayoría en este sector de la sociedad, y que traen con ellos todo tipo de ilusiones en relación a la ‘autosuficiencia’ para salir por sí mismos de la pobreza, los elementos proletarios son usualmente abrumados. Transferir a los desempleados el carácter de sujeto de la revolución es una mala teoría. El sujeto de la revolución continua siendo la clase trabajadora, los sectores de la sociedad ligados directamente a los medios de producción, con el poder de la acción colectiva sobre esos medios de producción, o tomándolos y controlándolos en nombre de la sociedad en su conjunto, rompiendo con el orden burgués. Los desempleados son un aliado necesario, un pilar fundamental del movimiento revolucionario, no el sujeto de la revolución, más sin embargo son una fuerza crítica auxiliar. 
Pregunta: ¿Es esta caracterización del ‘sujeto de la revolución’ falsa por el hecho de que la mayoría de las organizaciones de ‘piqueteros’ están ligadas al estado a través de los ‘Planes Trabajar’ y otros planes similares? 
Petroni: Claro. He hablado con muchos participantes de este movimiento y también ustedes han de tener experiencias directas pues hemos hablado de ello. También hay cierto número de reportes producidos por las mismas organizaciones. Hemos venido siguiendo las negociaciones de cada una de las organizaciones ‘piqueteras’ con los distintos gobiernos por una mayor parte en relación a los ‘Planes Trabajar’ y otros subsidios del estado. Tengo que decir que no hay nada equivocado en demandar subsidios de desempleo. Mas aún, no hay nada erróneo en demandar que las estructuras tradicionales del peronismo ‘unidades básicas’ (nombre de las células tradicionales del partido peronista en los barrios), las ‘manzaneras’ de la esposa de Duhalde (mujeres asignadas por cuadra en los barrios obreros para ser intermediarias entre las familias y las provisiones distribuidas por el estado) en la provincia de Buenos Aires, y los ‘punteros’ de la UCR, sean reemplazados la distribución de subsidios y cajas de comida. Esto es, siempre y cuando que esas demandas estén basadas en la movilización de masas de los desempleados y su auto-organización democrática. No hay nada equivocado en demandar que tales subsidios y la asistencia social sean administrados por organismos electos de desempleados y las comunidades afectadas. Pero, ¿es esto último lo que las distintas organizaciones de ‘piqueteros’ están haciendo? ¿O más bien están primero construyendo una ‘estructura’, controlada por su grupo político en particular, y luego demandan que el estado los nombre a ellos los distribuidores de los subsidios? ¿Están las organizaciones de ‘piqueteros’ utilizando los subsidios para la auto-organización democrática de los desempleados o como un instrumento para mantener una audiencia cautiva para sus marchas y sus reuniones? ¿Acaso no hemos encontrado organizaciones que escrupulosamente toman asistencia todos los días, cada semana, y hacen de la fidelidad a los líderes un pre-requisito para recibir subsidios? ¿Acaso no encontramos y hablamos con manifestantes que estaban cargando pancartas con demandas revolucionarias y cuando les preguntábamos sobre ellas nos respondían que ellos estaban ahí para defender los subsidios y obtener más de ellos y no tenían mayor entendimiento de la política que no fuera en relación al punto por el cual habían sido movilizados? Sí, hemos encontrado muchos elementos de esto. También hemos encontrado sectores de los ‘piqueteros’ que han desarrollado políticas mas sofisticadas y que realmente han capturado la esencia de su rol revolucionario como aliados de la clase trabajadora y su auto-identificación como el sector más oprimido de la sociedad argentina. Lo que no es correcto es pretender, a través del juego retórico, asignar a este movimiento de conjunto un carácter revolucionario que implica la conciencia de la lucha por el derrocamiento del sistema. Hay algunos elementos de ello en el movimiento de desempleados, pero en su conjunto juegan el mismo rol que los sindicatos de desempleados, intermediarios entre los patrones y sus representados un conglomerado heterogéneo. De cierto modo, la analogía con los sindicatos es más cercana, aunque no son lo mismo, que con concilios u otro tipo de representación revolucionaria de una clase revolucionaria. Y ciertamente este movimiento no puede reemplazar el rol del partido revolucionario con influencia de masas. Nos encontramos en el proceso, contradictorio en esencia, en el cual los piqueteros muestran un lado de la expresión de las ataduras al estado a través de los subsidios y las organizaciones burocráticas que los controlan, de la misma manera que los peronistas o los funcionarios de la UCR funcionarían. Pero también existen sectores que son la expresión de una radicalización profunda en tanto que los subsidios son menos y menos y las soluciones estructurales y las promesas de ‘tendero’ de auto-suficiencia se desbaratan. Las organizaciones más importantes en términos de números entre los ‘piqueteros’, dirigidas por la CTA (conocida como la FTV) y la CCC (un frente del PCR) se encuentran definitivamente compitiendo para convertirse en el reemplazo de los funcionarios peronistas y de la UCR sin diferenciarse en su objetivo: adquirir clientela política. De hecho esto se expresa en sus alianzas políticas con sectores más blandos de la burguesía, la iglesia y el sector ‘nacionalista’ de las Fuerzas Armadas. Luego tenemos otros grupos como el Bloque Piquetero Nacional (de PO, el CP y otros) o el Comité Coordinador Anibal Veron, o el movimiento influenciado por Castells (MJIIP). Ellos quieren sustituir a los funcionarios estatales y, en distinto grado, buscan algunas formas de acción política independiente. Pero ninguno de ellos está claramente por la auto-organización ni por ni por estructuras tipo consejo en donde los piqueteros mismos y las comunidades afectadas gobiernen y tomen decisiones democráticamente. Aún en el caso de Castells, quien hace algunos meses declaró su candidatura para la presidencia, pienso que ve su organización como el reemplazo de una estructura política, un partido. La meta a corto plazo de ‘controlar’ una fracción del movimiento a costa de devaluar su carácter democrático, tarde o temprano se desmoronará. Cuando el estado recobre su habilidad de cohesionar y organizar las relaciones sociales, por supuesto que va ponerle mano dura a los subsidios. O los eliminará en cuanto la crisis se profundice. En caso de dichos eventos, lo piqueteros, y las organizaciones políticas detrás de ellos, pagarán el precio de lo que hoy en día no están construyendo. 5. La Situación Política, Social y Económica de Argentina 
Pregunta: ¿Quién es responsable por el colapso de la Argentina? 
Petroni:Tanto los de la UCR como los peronistas, aunque no muy felices de que la gente se de cuenta, están al menos satisfechos de que las consignas en las calles sean en contra del FMI, el Banco Mundial y el imperialismo. Tanto el imperialismo europeo como el norteamericano están relacionados con la deuda externa y con la cuerda que aprieta el cuello de los argentinos. Claro que el FMI y el Banco Mundial y la FTAA existen para ayudar a la penetración del capital financiero y las multinacionales a costa del presupuesto del estado y la competencia nacional en las semi-colonias. Pero en ningún lado está escrito que los países y las personas tengan que aceptar esta subyugación. Alguien, y en política esto significa clases o partidos políticos, tiene que dar a estas instituciones del capitalismo mundial la luz verde y poner la alfombra roja para que ellos penetren y saqueen la economía de un país. La UCR y los peronistas fueron responsables por cuatro gobiernos consecutivos, a partir de 1982. Estos gobiernos estuvieron dirigidos por Alfonsín (UCR), Carlos Menem (Justicialistados periodos) y De La Rua (UCR). Estos gobiernos aplicaron dos décadas de políticas socioeconómicas neo-liberales de manera sistemática. Estos incluyeron el perdón a los militares genocidas, el desmantelamiento de empresas estatales, un achicamiento dramático del estado y del número de trabajos estatales. Los gobiernos recortaron 40% del presupuesto destinado a la educación, la salud y los servicios sociales. Expandieron la rampante corrupción de la clase política, como bien se demuestra con el juicio de Menem por tráfico de armas y por mantener cuentas bancarias secretas fuera del país. Estos gobiernos exprimieron a las provincias para pagar la deuda externa. Cedieron empresas estatales que producían ganancias. Permitieron que multimillonarios como Turner (de CNN) y malos actores como ‘Rambo’ Stallone compraran tierra, ríos, bosques y ganado, y los liquidaran en negocios especulativos o simplemente, como en el caso de Stallone, quien deforestó su propiedad de árboles ancestrales, y construyó cabañas para sus mediocres huéspedes. La UCR y los peronistas, y aquellos en la clase dominante que controlan dichos partidos, permitieron y hasta iniciaron estas etapas que devastaron al país. ¿Por qué lo hicieron, uno podría preguntarse, si esas políticas destructivas a mediano y a largo plazo serían contrarias a la supervivencia de cualquier clase capitalista nacional? La respuesta a esta pregunta claramente muestra el cinismo y la miopía, y la naturaleza anárquica y sin sentido del capitalismo, en este caso del capitalismo semi-colonial. Este es el resultado, sin embargo, de la imposibilidad histórica de subsistir del mercado mundial capitalista como una fuerza independiente. Menem, al liquidar las empresas públicas que daban ganancias, devastó al empleador más grande del país, el estado, y al mismo tiempo privó al mismo estado capitalista de su base de ganancias para seguir operando. Pero ganó dinero en efectivo rápido para poder impresionar a la clase media y a la clase dominante, con una inflación casi nula y con un mercado especulativo de capital financiero que enriqueció temporalmente a un sector de la sociedad. Esto consolidó a su gobierno en el poder y le ganó la re-elección: es decir, consiguió su objetivo inmediato a costa de la bancarrota de todo el estado. Deberían colgarlo, no permitirle hacer campaña otra vez pidiéndole a los votantes que recuerden sus ‘mejores tiempos’ como si no fuera responsable por el presente. Ambos partidos son responsables por el crecimiento geométrico de la deuda externa (ahora más grande que el presupuesto nacional) y una completa sumisión a los dictados del FMI, el Banco Mundial y las grandes multinacionales europeas y norteamericanas. Sólo pudieron ver el futuro inmediato de la clase dominante que ellos representan, no el futuro a largo plazo del país o incluso de su propia clase. La ilusión de enriquecerse rápidamente, de toda una década, tuvo el efecto de arruinar la economía, de arruinar a la clase trabajadora, a la clase media, y aún a sectores de la clase dominante por generaciones. El monto enviado a bancos extranjeros por familias ricas y políticos corruptos se estima en 40 billones de dólares. Esto le tiró gasolina al fuego de una de las crisis financieras más devastadoras de la historia argentina. Las manifestaciones de diciembre fueron el resultado de dos décadas de enojo en crecendo de las masas que explotó ante la imposición del ‘corralito’, el congelamiento de todos los bienes y ahorros bancarios, por el gobierno de De La Rua. La represión violenta de las primeras protestas, dejando un saldo de 40 muertos y cientos de heridos, ocasionó un crecimiento en la oposición. Este fue el segundo conjunto de medidas aplicado por la burguesía nacional. Ya su proceso de enriquecimiento a corto plazo había afectado a las masas y producido una explosión, ahora se valían de la represión violenta. Bajo circunstancias normales, dada la experiencia histórica de Argentina, De La Rua podría haber sido reemplazado por una junta militar, lo cual ha pasado con similares políticos desacreditados cuando ya no podían detener al movimiento de masas. Dado el descrédito peculiar de los militares y su debilidad, tanto política como económica, desde el derrocamiento de la dictadura militar y su vergonzosa capitulación a la Gran Bretaña en la guerra de las Malvinas, una junta militar no pudo materializarse. Primero De La Rua, y ahora Duhalde buscan asirse de lo que les queda: la policía y los gendarmes. Mientras tanto, 75% de toda la tierra cultivable se encuentra en manos de las grandes corporaciones, la oligarquía y especuladores extranjeros y más de la mitad continúa sin ser usada. El país tiene todavía manadas de reses y otros animales domésticos, estimadas en tres cabezas por persona. Sin embargo el argentino común y corriente ya no puede consumir carne. En el país famoso mundialmente por comer enormes cantidades de carne roja, y en donde todavía se sobreproduce, la gente no puede comerla. En la televisión aparecen personas asaltando supermercados y camiones que transportan reses para poder hacer su asado. Bueno, hablando de otra cosa, déjenme hacerles una pregunta. ¿Existe alguna organización de izquierda o de la burguesía que haya desafiado el hecho de que una gran parte de la economía argentina sigue siendo de naturaleza agraria? ¿Algún grupo propone una revolución agraria para comenzar a resolver los problemas de alimentación, educación, vivienda y salud pública? 

Pregunta: La respuesta es no. No hay ninguna organización que hable de dicha perspectiva. La estructura agraria del país es o especulativa u organizada de tal manera que no se necesitan emplear un gran número de campesinos. Todavía existen muchos pequeños productores en ciertas regiones, pero nada comparado con otros países latinoamericanos, africanos o asiáticos. Sin un campesinado de masas, y por lo tanto sin la tarea democrática de la reforma agraria, ¿por qué la izquierda debería haber levantado el asunto de una revolución agraria? 
Petroni: La presencia de un sector significativo de campesinos pone en la agenda de la revolución socialista el cumplimiento de las tareas democráticas de la burguesía, tales como la reforma agraria, que no fueron alcanzadas por ella misma y que no podrán alcanzar en el mundo semi-colonial. La ausencia de un campesinado significativo puede excusar a los socialistas de levantar el asunto de la reforma agraria en el sentido clásico de ganar el apoyo de los campesinos hacia la revolución obrera. No estoy convencido que la izquierda no debiera levantar y hacer campaña por algunas formas de reforma agraria, particularmente en ciertas áreas del país. Pero independientemente de esto, de lo de la reforma agraria, la izquierda debiera presentar un programa pro-activo, una perspectiva para resolver los problemas de los trabajadores y la clase media empobrecida. Una revolución agraria, con o sin reforma agraria, que consista en la expropiación de las tierras en manos de los grandes capitalistas, los especuladores y la oligarquía para proveer una segunda o tercera etapa de acumulación primitiva para satisfacer algunas de las necesidades más urgentes de los trabajadores, es una tarea de los socialistas. Podría ir junto con algunas reformas agrarias, o una propuesta mixta de propiedad estatal con grandes granjas u otro tipo de combinación. Esto, mientras que se relaciona con los aspectos agrarios de la economía argentina, debiera ser una metodología para otras áreas de la economía. No es suficiente protestar, criticar o reaccionar con un programa pragmático en tanto que los eventos de la lucha de clases se desarrollan. La izquierda debe avanzar un programa alternativo. ¿Qué van a hacer si algún día ganan apoyo de masas? Trabajos públicos masivos para emplear a los desempleados con salarios de trabajadores sindicalizados, control de las exportaciones, expropiación de las instituciones financieras... y la revolución agraria, son todo parte del programa. Pero, volviendo a la pregunta original... ...Sí, el FMI y el Banco Mundial, el imperialismo yanqui y el europeo deben ser acusados y atacados como los responsables del colapso argentino. Sin embargo un revolucionario siempre levantará junto a los nombres de éstos, los nombres de aquellos en la clase dominante y su partidos, que no son víctimas sino responsables esenciales de la crisis. Y el movimiento de masas, instintivamente, yo diría, ahora mucho más racionalmente, comprende esto y lo ha concentrado en la consigna más popular de las manifestaciones ‘°que se vayan todos!’ 
Pregunta: ¿Existe un paralelo entre el desarrollo de la descomposición social y la crisis política que acompaña el colapso económico? 
Petroni: Sí, eso es totalmente correcto. Al Congreso se le conoce como ‘la cueva de los 400 ladrones’ y los políticos electos no pueden ya caminar por las calles si ser ‘escrachados’. La Corte Suprema se encuentra bajo la amenaza de un juicio político enorme por corrupción, el cual está siendo dilatado porque aquellos encargados de encontrar la verdad (el Congreso) también están acusados de corrupción. No existen políticos, aún entre los considerados más o menos honestos, que no tengan a un gran porcentaje de la población pensando que son unos oportunistas, ladrones y corruptos. Las rebeliones, particularmente de trabajadores desempleados, la juventud y las clases medias empobrecidas, han abierto un período agudo de la lucha de clases. Estas rebeliones son el resultado directo de la desintegración social del país, sobrepasado por la catástrofe económica. Por ejemplo, veamos las rebeliones de las provincias en donde los empleados estatales tienen meses sin recibir el pago de sus salarios y luego les dan papeles con varios nombres para reemplazar la moneda argentina. El desempleo, o el desempleo parcial está probablemente entre el 50 y 60% y los que todavía tienen trabajo ganan una miseria. La clase media que tenía trabajo está ahora mayoritariamente en la calle. Por meses, la mayoría de las personas que tenían ahorros no pudieron tocar su dinero por causa del ‘corralito’ y ahora se están enterando que sus ahorros son la tercera parte de lo que eran. La mortalidad infantil crece geométricamente, la gente se muere de hambre, el trueque reemplaza la compra-venta, algunas personas están vendiendo lo que tienen en sus casas para sobrevivir, o recogen papel y vidrio en las calles. Argentina fue siempre un país en donde los ataques cardiacos era comunes por la dieta. Ahora ha habido un aumento del 40% en los ataques porque la gente no tiene para pagar las medicinas. En Argentina, más gente muere cada día de ataques cardiacos ahora que ya no tienen dinero para comprar carne roja. La educación y la salud son chistes crueles. Adolescentes en los barrios asesinan por uno o dos dólares. Toda la seguridad social se está desplomando. Yo diría... los efectos y la magnitud de la desintegración social estarían peores si no fuera por la movilización de las masas. La gente está tomando edificios, las organizaciones están creando clínicas y la gente va a las calles después de cenar a darle sus sobras a personas aún más pobres. Pero si la clase dominante reimpone su dominación, la realidad será peor. Dentro de poco la gente ni siquiera podrá seguir haciendo como hasta ahora para sobrevivir. Los que no puedan pagar el alquiler de las viviendas se verán desahuciados por los propietarios; se evacuarán los edificios que están ahora ocupados por inquilinos; y las actividades que son permitidas ahora para que la gente pueda ganar algo de dinero o para obtener alimentos serán prohibidas. Podemos afirmar que ha sido la masiva movilización de los trabajadores y de la clase media, de la juventud y de los jubilados la que, literalmente, ha impedido que el sistema los aplaste totalmente. Si mañana terminase esa movilización, las condiciones de pobreza, de desamparo, hambre, enfermedades y muerte llegarían a niveles mucho más catastróficos. Esto que no ha sido sino un subproducto de las movilizaciones de las masas, plantea en realidad, con toda agudeza, la necesidad de la auto-organización para enfrentar la decadencia del sistema. Esta es la razón por la que la izquierda debe introducir propuestas específicas que ataquen la base de las ganancias de la clase gobernante, unas medidas que sean vistas con simpatía por los que más sufren las consecuencias de la crisis. En cada coyuntura, con cada nuevo desarrollo de la crisis, la izquierda debe ayudar a movilizar, pero debe plantear también la perspectiva de las soluciones socialistas a todas las enfermedades creadas por la decadencia del capitalismo. 6. ¿Quién es Responsable? Décadas de Revoluciones y Contra-revoluciones Llevan a Argentina al Colapso 
Pregunta: ¿Esta nueva degradación económica y social coloca a Argentina al nivel de las otras semicolonias? 
Petroni: Los marxistas argentinos enfrentan ahora algunos de los problemas teóricos y políticos que han sido comunes en otros países latinoamericanos. ¿Qué es lo que deben hacer y cómo deben actuar los marxistas en aquellas sociedades en las que el sujeto del proceso revolucionario, la clase obrera, disminuye rápidamente en números, o como en el caso de Argentina, se convierte en una pequeña minoría? Tal fue la situación, por ejemplo, durante la revolución nicarag¸ense a finales de los 70s. He estado estudiando algunas cifras acerca de la reducción del tamaño de la clase obrera en el país. Aparentemente, en los 70s Argentina tenía 1.7 millones de trabajadores industriales o semindustriales y ahora, a pesar de que hubo un gran crecimiento en la población, tiene menos de 600,000. Obviamente es difícil obtener cifras exactas ya que las estadísticas que se guardan no son confiables o están amañadas. Pero conviene aclarar lo siguiente: la crisis de la clase obrera argentina es un producto de la crisis del capitalismo semicolonial. Argentina es la prueba viviente de que la burguesía semicolonial es incapaz de desarrollar el capitalismo por fuera de la dominación del imperialismo y de garantizar un desarrollo independiente de las fuerzas productivas. Las semicolonias podrán tener las fábricas, las industrias y el desarrollo económico sólo en la medida que favorezca las estrategias del imperialismo, o en aquellos casos específicos en los que debido a los enfrentamientos o las guerras interimperialistas les fue posible al mundo semicolonial una independencia relativa. De todos modos, esos casos fueron y serán siempre temporales. Eso se vio en Argentina en los 30s (cuando estaba todavía bajo dominio inglés) y de una manera más limitada después de la Segunda Guerra Mundial (cuando la preponderancia de Inglaterra fue reemplazada por la de Estados Unidos). En ambos casos fueron posibles, aunque por breves períodos, un desarrollo e industrialización relativamente independientes. A partir de los 60s, sin embargo, Argentina pasó a jugar un papel secundario en el mecanismo diseñado por los poderes imperiales para los mercados globales. La merma de la base industrial comenzó décadas atrás cuándo la industrias del auto, del acero y otras industrias pesadas cuyos propietarios eran en su mayoría extranjeros, se desplazaron a otros países, entre ellos Brasil. Eso fue seguido por una transformación en la industria textil y la de los alimentos. La Eso fue seguido por una transformación en la industria textil y la de los alimentos. La destrucción de la base industrial y económica del estado mismo se aceleró luego bajo Menem. Hay que recordar que una de las razones por las cuales Perón fue derrocado en 1955 fue porque estaba planeando recurrir a las inversiones extranjeras, particularmente de Europa para desarrollar una base productiva semiindependiente (de Estados Unidos), lo que resulta utópico. Esto es también lo que explica la convulsiva historia de golpes y contrarrevoluciones, seguida por acciones de masas, de seminsurrecciones y de vuelta los golpes y las masacres. Le tomó al imperialismo más de tres décadas para poder someter completamente a Argentina y alinear a toda la burguesía nacional al proyecto de descapitalización y desindustrialización. En mis viajes a Argentina vi cosas que son evidentes para cualquiera que viva allí. En el Gran Buenos Aires se encuentra uno con cuadra tras cuadra de almacenes y edificios industriales vacíos, y en las provincias se observa una reducción drástica de las actividades económicas estatales al grado de verse convertidas en entidades completamente incapaces, sin ningún rastro de esperanza para un resurgir económico en medio del desmantelamiento de la producción agraria. Hace treinta años, teníamos enormes concentraciones obreras de entre 10,000 y 20,000 trabajadores en distintas fábricas como alpargatas; talleres de impresión de hasta 5,000 trabajadorescomo las grandes casas editoriales; o las varias plantas del autos que contaban entre 2,000 y 6,000 trabajadores cada una; tuvimos 150,000 trabajadores de la industria del acero y centenares de miles de trabajadores en las áreas productivas del estado (petróleo, fábricas, plantas de autos, los ferrocarriles, la producción de energía eléctrica, los astilleros, etc.). Centenares de fábricas concentraban al grueso de la clase obrera industrial. El estado tenía a su servicio a una clase obrera superada solamente por la de México y Brasil. Todo esto ha desaparecido. Podemos contar con los dedos de la mano las fábricas con más de 1,000 trabajadores. La Argentina industrial es un pueblo fantasma, un monumento al fracaso y a la ‘traición’ de la burguesía ‘nacional,’ pero también un monumento a la corrupción y la ambición de los políticos burgueses, de los burócratas sindicales y de la oligarquía agraria y financiera. Esta es la más clara acusación contra el sistema capitalista y el imperialismo. Abandonada a sus recursos, Argentina se convertirá otra vez en una sociedad pastoral. Sólo que en esta ocasión, se tratará una sociedad sin la mayor relevancia, a diferencia de principios del siglo XX cuando Argentina era conocida como el ‘granero del mundo.’ La burguesía nacional y los dirigentes de los partidos burgueses acordaron hace mucho tiempo en volver a un pasado más mezquino donde se conforman con breves flujos de dinero y con algo de poder político. Más significativo aún es el hecho de que la concentración de trabajadores haya disminuido dramáticamente. La concentración de trabajadores es tan importante para el proceso revolucionario como el resurgimiento de la militancia y la actividad política. Obviamente, la ausencia de grandes concentraciones hace que la experiencia colectiva de la clase sea más atomizada y que tenga menos influencia en la sociedad en su conjunto. Sin embargo, no existe una tercera clase social en Argentina que pueda indicar el camino hacia adelante, sólo la clase obrera puede hacerlo. Ahora, contestando su pregunta de manera más breve... (Risa)... sí, Argentina es ahora más pobre y se encuentra al nivel que tenían otros muchos países que eran más pobres aún y ha visto cambiar drásticamente su composición de clase. No sólo por la reducción en números de la clase obrera industrial sino, también socialmente, por la ‘proletarización’ de grandes capas de la clase media el otro extremo de este polarización socioeconómica y política. Estoy convencido, sin embargo, de que independientemente de su debilidad relativa, la clase  obrera estructurada sigue teniendo el papel histórico de dirigir a todas las capas y sectores oprimidos bajo el capitalismo. Eso fue verdad en Rusia en 1917, donde la clase obrera y sus familias representaban menos del 5% de la población. Fue también verdad durante las revoluciones nicaraguense y salvadoreña a finales de los 70s en Nicaragua, creo que habían menos de 40,000 trabajadores industriales a mediados de los 70s y es verdad en Argentina a principios de este siglo. 7. El Rol Central de la Clase Obrera Estructurada 
Pregunta: La situación en la clase obrera y en el movimiento de masas en su conjunto es muy complicada para los marxistas argentinos. La llamada clase obrera ‘estructurada’, los trabajadores industriales, los trabajadores de servicios y estatales no están a la vanguardia, quizás con algunas excepciones como la de los empleados estatales en las provincias y los maestros. De hecho, hay muchos que afirman que la clase obrera ‘estructurada’ representa el elemento más conservador de la presente situación. Entre los jóvenes la situación es más heterogénea. Hay grandes cantidades de jóvenes en las asambleas barriales y en las manifestaciones. Los estudiantes, particularmente los de los colegios y las universidades apenas comienzan moverse, pero no al nivel que uno hubiera esperado. Lo que presenciamos el 19 y 20 de diciembre fue una irrupción masiva de las clase media urbana, y posteriormente, el proceso de resurgimiento de los ‘piqueteros,’ el sector del movimiento de los desempleados que dieron muestra de renovada energía después de los acontecimientos de diciembre. Esto ha planteado una serie de cuestiones con respecto a cómo construir el movimiento de masas y cómo lograr que la clase obrera dirija ese movimiento. 
Petroni: No estoy seguro de que el término ‘conservador’ sea la palabra correcta. Tenemos muchas evidencias de que miles de trabajadores participaron en las manifestaciones, en las asambleas, en las reuniones políticas... pero su participación se dio a título individual, o en pequeños grupos, no como parte de una movilización masiva con sus sindicatos. La única excepción es la CTA, que de vez en cuando llama a movilizar, o al menos intenta movilizar a los contingentes de maestros, empleados estatales y a algunos otros sindicatos sobre los que tienen cierta influencia. Esto es lo que diferencia al CTA de la CGT-Daer o de la CGT Rebelde de Moyano. A pesar de tener un tamaño mucho mayor que el de la CTA, las dos CGTs han mostrado, desde el pasado mes de diciembre, que realmente tienen muy poco interés por los trabajadores que representan. Por supuesto, De Gennaro y su CTA no son una fuerza revolucionaria, ni proclaman serlo. Son sólo los adversarios de las formas más siniestras del neoliberalismo. DeGennaro y su CTA apoyan la propuesta liberal que proclama que ‘otro mundo es posible,’ que no es más que una propuesta de alianza con capas de la burguesía ‘democrática’ para que el capitalismo sea más ‘humano.’ Pero, repetimos, DeGennaro juega con la idea de un PT (el Partido de Trabajadores) a la imagen del partido de Lula. Pero a la vez coquetea con el Centro Izquierda de Carrio y actúa en asociación con los colaboracionistas de clase del PCR (y su grupo público el CCC). Pero, otra vez, el fracaso de la izquierda revolucionaria en ver la diferencia entre estas tendencias reformistas y las direcciones osificadas y burguesas de la CGTs de Daer y de Moyano, los llevan a abstenerse en la batalla verdadera en los sindicatos y las capas de desempleados dominados por el CTA/FTV y el PCR/CCC. La izquierda revolucionaria en Argentina no entiende la táctica de frente único obrero como arma de unidad y de conflicto, la táctica de llamar a los dirigentes reformistas a la acción para desenmascararlos y mostrar ante sus bases sus limitaciones. En lugar de ello ven solamente la táctica de unir a aquellos que se mueven ideológicamente en la misma dirección general. Ciertamente, nunca entendieron las diferencias que tenían al respecto Trotsky y Dimitrov. Creo que la incapacidad para intervenir en la crisis de los trabajadores representados en la CGT y las limitaciones de las actividades del CTA puede explicarse por las derrotas sufridas por el movimiento obrero en las últimas décadas y por la reducción orgánica de la clase obrera. Pero también por el hecho de que la izquierda revolucionaria ignora al CTA y, de hecho, ni siquiera dan la batalla por los trabajadores de la CGT. No basta con acusar de conservadores a los sectores ‘estructurados’ de los trabajadores, es necesario admitir que su inacción es en parte responsabilidad de la izquierda misma. La mayoría de las organizaciones de izquierda desahuciaron al CTA y a la CGT, y la mayoría de los trabajadores sindicalizados del país, han dejado el aparato en las manos de los viejos dirigentes tradicionales que se aferran a él. Hay inclusive algunos en la izquierda que tratan de sustituir a los desempleados y las clases medias por la clase obrera estructurada. 
Pregunta: Estoy de acuerdo con que las clases medias irrumpieron masivamente en la escena política el 19 y 20 de diciembre y que fueron el factor decisivo para el derrocamiento de De La Rua, Saa y los otros que siguieron. En aquel entonces los piqueteros no estuvieron allí en números considerables, ni tampoco las organizaciones de izquierda, con algunas excepciones... Pero, ¿no es este un fenómeno recurrente desde los 80s, desde el derrocamiento de la junta militar... las clases medias se inclinaron a favor de cierto tipo de reformas sociales y políticas y se vieron manipuladas por formaciones políticas de clase media que las condujeron de vuelta al redil del bipartidismo de los peronistas y de la UCR para hacerlas precipitarse en una nueva crisis empujándolas a buscar alguna otra utopía reformista de clase media? ¿Se repetirá esto una vez más con el ARI? 
Petroni: Los desempleados, las masas empobrecidas de la clase media, particularmente de la capital, Buenos Aires, se volcaron a las calles y llegaron a ser uno de los factores fundamentales de los días 19 y 20 de diciembre, fueron y continúan siendo un aliado potencial fundamental de la clase obrera y de la izquierda. Otra vez, debemos analizar lo que hizo y hace la izquierda para evitar que estas capas caigan en las esferas de influencia de los partidos de la clase gobernante. La clase media de la capital probablemente la vasta mayoría de la población localtiene una larga historia de tratar de romper tanto con los peronistas como con la UCR. Pero en cada caso, se vieron atrapados por direcciones que las condujeron nuevamente a apoyar el régimen político. ¿Por qué? En parte porque por naturaleza son propensos a no tener su propia orientación política independiente como clase. Eventualmente acaban tomando partido por la clase gobernante o por la clase obrera. Hasta el pasado mes de diciembre, todas las probabilidades indicaban que volverían a apoyar a la clase gobernante. Pero también debemos analizar y discutir si la izquierda revolucionaria tuvo algo que ofrecerles a estas capas o si por lo menos hizo algo para ganar su neutralidad o incluso para ganar a muchos de ellas a la causa revolucionaria. Argentina no es la excepción respecto a los términos de los problemas que la izquierda encuentra y encontrará en los diferentes países en los que se agudiza la situación. Sobre los hombros de los activistas de izquierda recaerán mayores responsabilidades en la enorme tarea de resolver la situación a favor de la clase obrera y los oprimidos. Ganarse como aliados de la clase obrera a las grandes capas de la clase media y de los desempleados en un país tan inmensamente urbano como Argentina es tan importante como ganarse a los campesinos en países como Perú o Bolivia. La tarea fundamental de los marxistas en Argentina es la de atraerse a una capa significativa de la clase obrera para hacer efectiva su influencia y dirección sobre todas las otras capas de la sociedad. 8. La Izquierda de Clase Media A principios de los 80s había sido derrocada la dictadura militar (1976-82) que condujo a ‘la Guerra Sucia’ (el asesinato de más de 30,000 activistas sindicales, jóvenes, estudiantes e intelectuales) y que dirigió al país a la derrota de manera descarada en la guerra de las Malvinas contra Gran Bretaña (1982). Las organizaciones más importantes de la izquierda en aquel momento eran el Partido Comunista (PC), el Partido Intransigente (PI), un ala de la Juventud Perónista y el MAS (el trotskista Movimiento al Socialismo). Ninguna de estas organizaciones tiene ahora una fuerza significativa. El PI era la tendencia de ‘izquierda’ de la clase media, el MAS la tendencia de ‘izquierda’ de la clase obrera y el PC era la ‘mitad-delcamino.’ Para entender la crisis política de la clase media, es necesario observar tanto la naturaleza irregular y cambiante de las organizaciones a las que seguía como el desarrollo de la ‘democracia’, ya que ésta ha sido la principal preocupación de la pequeña burguesía. 
Pregunta: Muy pocos se acuerdan del PI, y de Alende, su dirigente, y por ello no entienden las razones detrás de la inestabilidad de estas formaciones de ‘izquierda’ de la clase media... 
Petroni: El PI (Partido Intransigente), con su ideología liberal radical de clase media, llegó a tener más de 30,000 activistas, incluyendo algunos grupos guerrilleros izquierdistas de los 70s, y en los 80s obtenía alrededor del 10% de los votos. Ellos encauzaron las aspiraciones ‘democráticas’ de la clase media de la capital, que veía en el PI la representación del ‘tercer camino’ para obtener la justicia para los desaparecidos durante ‘la guerra sucia’ y el castigo para los militares asesinos de la década previa. Recuerdo que en el período de 1982 a 1983, los masivos contingentes del PI se destacaban como los más dedicados en esa lucha. Sin embargo, el partido se desintegró completamente como resultado de su posición contradictoria en los conflictos interburgueses, y de su vacilación respecto a las leyes que perdonaron al ejército por sus crímenes en la ‘Guerra Sucia’ y de su falta de estrategias obreras. Emparedado entre la naciente izquierda, representada en aquel entonces por el MAS, y los partidos de la clase gobernante, el PI desapareció como la expresión política de ciertas capas de izquierda de la clase media. Pero la mayoría de esas capas no se fueron hacia las organizaciones de izquierda. ¿Por qué? Simplemente porque el MAS y otras organizaciones de izquierda no le daban la misma importancia que el PI a las demandas democráticas y a la lucha por los ‘desaparecidos.’ Sí participaron verdaderamente en esa lucha pero estaban más ansiosos por dedicarse a otras áreas en las que tendrían más posibilidades entre los;....///.....



                                                                                                                     Lmm.

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