lunes, 13 de abril de 2020

TEORIA EN ENCUENTRO ESPACIO COMUNISTA-Francisco García Cediel La obsolescencia (interesada) del comunismo.

CREO QUE ES INTERESANTE LEERLO,...Lmm.¡¡

DEL AUTOR, :

Francisco García Cediel
La obsolescencia (interesada) del comunismo.

Posted on Francisco García Cediel
Espacio de Encuentro Comunista
15 horas

Francisco García Cediel “Quien hoy día quiera luchar contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que superar al menos cinco obstáculos. Debe tener el valor de escribir la verdad, a pesar de que en todos sitios se reprima; la perspicacia de reconocerla, a pesar de que en todos sitios se encubra; el arte de hacerla útil como un arma; el buen criterio para elegir a aquellos en cuyas manos se haga efectiva; la astucia para propagarla entre ellos. [ 2538 more words. ]
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Francisco García Cediel “Quien hoy día quiera luchar contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que superar al menos cinco…
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Quien hoy día quiera luchar contra la mentira y la ignorancia y escribir la verdad, tiene que superar al menos cinco obstáculos. Debe tener el valor de escribir la verdad, a pesar de que en todos sitios se reprima; la perspicacia de reconocerla, a pesar de que en todos sitios se encubra; el arte de hacerla útil como un arma; el buen criterio para elegir a aquellos en cuyas manos se haga efectiva; la astucia para propagarla entre ellos. Estos escollos son considerables para aquellos que escriben bajo el régimen fascista, pero también existen para aquellos que fueron perseguidos o huyeron, e incluso para aquellos que escriben en los países de la libertad burguesa”.Bertold Brecht. Cinco obstáculos para decir la verdad.

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LA OBSOLESCENCIA (INTERESADA) DEL COMUNISMO.

La ideología dominante presenta el comunismo como una reminiscencia del pasado, un proyecto que falleció con la caída del Murro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética a fines del pasado siglo, de modo que las personas que hoy en día se consideran comunistas serían una especie de dinosaurios políticos que se empeñan en un proyecto extinguido.

No puede extrañar por tanto que, en una entrevista concedida al diario 20 MINUTOS el 26 de mayo de 2016, el secretario político de Podemos, Iñigo Errejón afirmara que “comunistas y socialdemócratas son especies del pasado” y apela a la voluntad de su organización a las ambiguas recetas de “construir país” y “construir un pueblo”.

Lo difuso de las recetas de podemos, la indefinición de sus mensajes, emana directamente de su referente ideológico, el pensador argentino Ernesto Laclau, cuyo texto, escrito con Chantal Mouffe, Hegemonía y Estrategia Socialista: hacia una radicalización de la democracia, constituye el compendio más detallado de lo que se ha denominado “populismo de izquierdas”. Los autores perciben la sociedad como dividido en diferentes estructuras, entre las que se encontrarían la estructura económica, política e ideológica, pero, a diferencia del marxismo, dichas estructuras se desarrollarían de forma independiente y se relacionarían solo de forma coyuntural.

Con este planteamiento, las relaciones sociales no formarían parte de un sistema unitario en lo económico y lo político, sino que sería un campo entrecruzado de luchas sectoriales que requieren formas separadas de lucha, de tal modo que, por ejemplo, la lucha contra el capitalismo y contra la opresión patriarcal no tendría que tener vínculos sobre base material alguna, ni deberían estar interrelacionadas más allá de ciertas esferas sociales.

En ese esquema, la lucha de clases no jugaría ningún papel central, siendo tan solo un punto más de articulación de antagonismos. Más aún, si las esferas ideológica y económica en la sociedad son autónomas (como afirman), los conflictos surgidos en ambos planos son también independientes. Las identidades de los grupos sociales surgidas de las distintas esferas (identidad de clase, de género, de raza, etc.), y sus respectivos conflictos no se explican desde la existencia objetiva de ninguna base material de opresión, descartando de plano la explotación de la clase trabajadora en el sistema capitalista y las relaciones de producción que conlleva como elemento configurador del conjunto de relaciones sociales. De ese modo, queda sacralizada la expresión de la lucha a través de identidades sociales independientes, en esferas de acción que solo encuentran su punto de encuentro en lo cultural, lo ideológico y sobre todo en lo discursivo.

No ha de extrañar por tanto que Podemos aspire a representar, o a integrar, a distintos sectores y clases sociales cuyos intereses son contradictorios, viéndose abocados a esgrimir un discurso compuesto de frases y consignas que como no señalan nada concreto difícilmente decepcionan. En este contexto, expresiones como “la casta”, la contraposición de “arriba y abajo”, o la actual alusión a “construir país” mediante el ejercicio de la sonrisa; es lo que se ha denominado el significante vacío, la utilización de ideas vagas que no representan nada, pero que actúan de expresión capaz de unir demandas dispersas en un proyecto electoral.

Otro de los elementos señalados por Laclau como fundamental es construir un liderazgo que simbolice al sujeto político y movilice las pasiones del público: “la unificación simbólica de un grupo en torno a una individualidad es inherente a la formación de un pueblo”, afirma.

Maneja ese discurso algunos elementos tomados del estructuralismo de Althusser en cuanto a rebelión contra algunas visiones mecanicistas del marxismo acuñadas sobre todo en los últimos años de la Unión Soviética. En ese sentido, Laclau y Mouffe reaccionan frente a este planteamiento “independizando” la superestructura ideológica, donde encuentra el verdadero campo de acción política, de tal modo que acaba abarcando la realidad material misma. De todos modos, interesa recordar ahora, las ideas de Marx, Engels y otros autores, incluyendo a Gramsci, cuyas ideas parece reivindicar en versión caricaturizada Laclau, distaban mucho de ese mecanicismo vulgar. Al contrario, interpretaban esa relación de un modo dialéctico, entendiendo que si bien ambos campos de la realidad no estaban separados y la base material de la sociedad ejerce en algunos momentos de forma determinante, la superestructura ideológica puede adquirir una enorme autonomía. De ahí que la batalla política e ideológica sea también determinante para el marxismo.

Conviene en este momento recordar en qué momento histórico se esboza el planteamiento populista; el libro Hegemonía y Estrategia Socialista: hacia una radicalización de la democracia se publica en 1985, en plena ofensiva neoliberal de Reagan y Thatcher, cuando el capitalismo se encontraba en un momento de franca expansión y los factores que a la postre dieron lugar al fin de los proyectos del socialismo real se vislumbraban cada vez con más claridad. No es extraño, por tanto, que surgieran propuestas desde la teórica orilla izquierda de la política que partieran de la base de una supuesta obsolescencia del marxismo.

En un plano ya más general, los fenómenos históricos de sobra conocidos (caída del muro, implosión de la Unión Soviética, involución en China…) ocurridos en los últimos años del siglo XX, abonaron la idea interesada difundida masivamente por los agentes del capitalismo según la cual el comunismo era algo antiguo y anacrónico, difundiendo a los cuatro vientos epítetos que iban desde la naturaleza criminal de las sociedades socialistas hasta el carácter utópico del marxismo, partiendo de una interpretación individualista de la naturaleza humana, incompatible por tanto con un proyecto colectivista.

Por supuesto que un bombardeo ideológico masivo y continuo han hecho mella en la conciencia popular, alienada ya de por si por la sociedad en la que vive, dando lugar a una convicción bastante general en ese sentido que incluye a amplios sectores de la clase obrera.

Tales concepciones son auxiliadas por la concepción burguesa positivista del llamado sentido común, que ideológicamente no es precisamente neutro al valor, según la cual si un proyecto ha fracasado ha de ser porque el planteamiento de base está equivocado.

Sin embargo, tales argumentos no resisten el más somero análisis histórico ni científico. Desde el campo de la historia contemporánea hemos de recordar cómo tras la revolución francesa se produjo un periodo de involución en la que la Santa Alianza se empeñó en eliminar los vestigios de la nueva sociedad, restaurando en toda Europa y en primer lugar en Francia el antiguo régimen. Es de imaginar que una persona que viviera esos tiempos en Europa pudo concebir que las ideas de la ilustración hubieran fracasado en la práctica.

Una vez llegó a mis manos un texto sobre las primeras trepanaciones quirúrgicas de cráneos humanos, a finales del siglo XIX, a fin de extraer tumores cerebrales. En ese texto se detallaba como las primeras operaciones mediante esa técnica fueron fallidas, ya que los pacientes morían al poco tiempo, y no faltaron quienes argumentaron que debía abandonarse ese camino con base en argumentos que iban desde lo pseudocientífico hasta lo religioso. Un tiempo más tarde se descubrió que el fallecimiento de pacientes se debía a infecciones producidas durante la operación, y que el uso de desinfectantes hacía no solo viable, sino necesaria dicha técnica para curar personas enfermas.

Un último ejemplo: un arquitecto puede dirigir la construcción de un edificio basándose en la física y las matemáticas, y puede darse el caso de que dicho edificio acabe derrumbándose. ´Se podrá achacar como responsable del derrumbe al modo de construirlo, a los materiales empleados e, incluso al modo de aplicar las matemáticas y la física, pero nadie se atreverá a afirmar que las matemáticas han sido refutadas a consecuencia de este hecho.

Tales ejemplos demuestran que, ante la constatación de un hecho, sea éste de carácter social o científico, es preciso analizar los problemas surgidos (diagnóstico y tratamiento), de modo que no necesariamente un mal tratamiento de la realidad social está producido por un diagnóstico erróneo. Si proyectos inspirados en el marxismo han fracasado, habrá de analizarse cuáles son las causas de tales fracasos sin pretender necesariamente arrojar toda la teoría sobre el materialismo histórico a la papelera.

Por otro lado, considerar que el comunismo ha quedado obsoleto es una postura idealista, al considerar que una ciencia puede quedar obsoleta sin la realidad material que propicie su superación. En el marco actual de capitalismo en fase monopolista, lo que se ha denominado imperialismo, solo una persona ilusa o malintencionada puede pretender que las contradicciones propias del sistema han sido superadas o van camino de superarse sin resolverse dicha contradicción como históricamente se han desarrollado las contradicciones de clase, destruyendo lo viejo para traer lo nuevo.

Todo ello no ha de interpretarse como una negación de los problemas de la transición al comunismo que se han dado en la experiencias del pasado siglo, ni como una catalogación simplista del hundimiento de dichos proyectos achacándolo meramente a la influencia de revisionistas, contrarrevolucionarios y traidores. Al contrario, hemos de abordar precisamente por qué éstos consiguieron truncar los proyectos de construcción del socialismo habidos en esa centuria, a fin de extraer las lecciones correspondientes. A este respecto, los problemas habidos y su plasmación tienen más que ver con la persistencia de la lucha de clases en las sociedades post revolucionarias. El propio Lenin, al que los propagandistas de las tesis anticomunistas atribuyen un dogmatismo rígido en la utilización del marxismo para la comprensión y transformación del mundo (nada más lejos de la realidad), preveía ya la posibilidad de que la URSS pudiera ser destruida y el capitalismo restablecido, pues aunque el proletariado hubiera tomado el poder, continuaba siendo más débil que la burguesía internacional e incluso que la propia burguesía rusa. Incluso el denostado Stalin, en su escrito de 1952 (Problemas económicos del socialismo en la URSS ), denuncia clara y detalladamente algunas de estas tendencias que denomina burocráticas, aunque no las identifica como elementos de un conjunto orgánico propio de una línea de restauración anticomunista.

Incluso, la también vituperada Revolución Cultural se plantea como un intento de encarar el problema de la nueva élite burguesa que surgió en el Partido Comunista y quería aprovechar los aspectos burgueses de la sociedad para restaurar el capitalismo. En vísperas de la Revolución Cultural, muchas fábricas todavía tenían un solo gerente y primas que fomentaban la competencia; los servicios de salud y educación se concentraban en las ciudades. Mao instó a rebelarse contra los líderes e instituciones opresores. Centenares de millones de obreros y campesinos debatieron el rumbo de la sociedad; criticaron a las autoridades que estaban divorciadas de las masas; crearon nuevos medios de participación en la gerencia y la administración; y entraron a las esferas de la ciencia y la cultura. Lucharon por superar las divisiones entre el trabajo intelectual y manual, y entre las zonas urbanas y rurales. En el campo, los estudiantes de secundaria aumentaron de 15 millones a 58 millones. La Revolución Cultural tenía metas coherentes y liberadoras: prevenir la restauración del capitalismo; revolucionar las instituciones de la sociedad y el Partido Comunista; y cuestionar el viejo modo de pensar: en una palabra, avanzar y profundizar la revolución socialista.

Como se puede observar, los problemas reales surgidos en los países socialistas fueron detectados y se tomaron, en algunos casos, iniciativas para resolverlos. Y, con independencia de que éstas hayan sido ineficaces, no ha de interpretarse como negación de la actualidad, modernidad y necesidad del comunismo, como teoría científica para la emancipación de la humanidad.

Porque, y permítaseme ahora que haga una afirmación rotunda, lo que es obsoleto es el propio capitalismo.

Y no me refiero solamente a la patente falta de ética del capitalismo, caracterizado como relación social, que se da entre los capitalistas, que compran la mercancía fuerza de trabajo, y el proletariado, que vende su fuerza de trabajo por un salario, y también como una relación histórica entre dos clases antagónicas, que obliga y coacciona a la mayoría de la población a vender al capital su fuerza de trabajo por un salario, lo que se traduce en un reparto escandalosamente desigual de la riqueza en el mundo.

El capitalismo se ha convertido en un sistema obsoleto porque obstaculiza el desarrollo de las fuerzas productivas. Al haber entrado en una fase de decadencia debido a la crisis estructural que atraviesa, ha generado un enorme ejército de reserva a causa de su insuficiente absorción de fuerza de trabajo en el proceso de producción, con la consecuencia de desmantelamiento de conquistas sociales en los países centrales del imperialismo, y depauperización de las condiciones de la clase trabajadora, que ha de competir con las condiciones de mera subsistencia de la clase trabajadora asiática, y con los sectores de trabajo infantil esclavizado.

El sistema está generando guerras imperialistas por el control del petróleo y otros recursos naturales, y provocando la exclusión de países (y casi podríamos decir continentes enteros) del proceso de producción, generando migraciones y desplazamientos masivos por motivos económicos y bélicos, sin países o regiones dispuestos a darles más acogida que una admisión parcial y selectiva. Está produciendo con la explotación masiva e indiscriminada de los recursos naturales una catástrofe ecológica creciente.

En suma, un sistema corrupto y criminal en decadencia que se presenta, a través de la utilización masiva de propaganda, como un dechado de modernidad y eficacia.

Para mantener en pie a ese zombi se alzan dos instrumentos, la represión cada vez más extendida contra personas y movimientos contestatarios y la integración a través de fenómenos político-sociales, nada modernos en el fondo, que afirman que otro capitalismo es posible. El dilema “socialismo o barbarie” tiene ahora más actualidad que nunca.....

14 de junio de 2016.

LA VIGENCIA DE LA CRÍTICA LENINISTA ACERCA DE LA “VÍA PARLAMENTARIA” AL SOCIALISMO.es.kke.gr/es.    

http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2016/06/la-vigencia-de-la-critica-leninista.html

Posiciones del KKE en la 10ª Conferencia Anual “V.I.Lenin y el mundo contemporáneo” que se celebró el 22 de abril 2016 en Leningrado.

La historia entera del movimiento político obrero desde el siglo XIX hasta nuestra era tiene como campo fundamental de contradicción la manera según la cual se puede construir la sociedad sin clases.

En este trayectoria han aparecido dos opiniones básicas: la opinión oportunista de la posibilidad de la reforma del estado, de la “toma” del estado burgués y de su uso a favor del socialismo y la opinión revolucionaria que habla sobre la necesidad del “aplastamiento” del estado burgués. Lenin, en su época, puso la línea de división entre las dos opiniones así: “Marxista se llama él que extiende el reconocimiento de la lucha de clases hasta el reconocimiento de la dictadura del proletariado”[1].

El debate indicado arriba es la reflexión de la contraposición acerca del estado burgués y la democracia burguesa. Los oportunistas entienden el estado burgués – particularmente en la forma de la democracia burguesa parlamentaria – como un estado que condensa la correlación entre las varias clases sociales, esencialmente como un estado “que supera las clases”, un estado que expresa la voluntad de los miembros de la sociedad burguesa manifestada de manera democrática, independientemente de las clases sociales adonde ellos pertenecen. Partiendo de ésta concepción los oportunistas acercan a la democracia burguesa – la forma democrática del estado burgués – como si fuera algo positivo que se podría usar a favor del socialismo. De lo contrario, los marxistas se enteran del carácter de clase del estado burgués independientemente de la inmensa variedad que pueda tener en sus formas de apariencia en el transcurso del tiempo histórico. Entienden la democracia burguesa como una de las varias formas de la dictadura del capital y para ser más precisos, como la forma “más segura” de la defensa de la “omnipotencia de la riqueza” como escribía Lenin en Estado y Revolución.

La posición para el denominador común entre la democracia burguesa y el fascismo ha sido históricamente ratificada por medio del intercambio entre administraciones fascistas y parlamentarias a favor de la estabilización del poder burgués bajo condiciones turbulentas en los campos económicos y políticos de la sociedad. El ejemplo más típico es el estado alemán durante la época entre las dos guerras mundiales, no obstante, en nuestro propio país el paso de la democracia burguesa a la dictadura de Metaxas en 1936 sucedió con el apoyo casi unánime del parlamento burgués

La experiencia histórica ha demostrado - sin dejar cabida a dudas - que la entrega de los ministerios del estado burgués a las manos de los comunistas no ayuda a que ellos se usen a favor del socialismo. De lo contrario, funciona como un elemento de aceleración de la asimilación de los Partidos Comunistas en el sistema político burgués. Ejemplos históricos de esto se pueden ver a la participación o el apoyo de PP.CC. a gobiernos burgueses en España, Francia, Italia, Chile y además en nuestros tiempos en países de la América Latina, en Chipre, en Portugal etc. Otro ejemplo importante es la participación del KKE en el gobierno de “unidad nacional” en 1944 y el acuerdo de los ministros comunistas – ante el peligro de la disolución de este gobierno – con los recortes salariales y de la liberación de las despedidas. En todos estos ejemplos históricos, la participación de los comunistas o su apoyo a gobiernos burgueses nunca funcionó a favor del socialismo.

La defensa de la “vía parlamentaria” por el socialismo no se presenta siempre de manera explícita. Muchas veces se esconde detrás de la elaboración de varios Programas de Transición los cuales aceptan la posibilidad de participación en un gobierno en el terreno de la propiedad capitalista y del estado capitalista a favor de mejoras a la vida de los trabajadores y de la agudización de la voluntad revolucionaria de las masas populares. Este análisis niega esencialmente las leyes económicas del capitalismo (opinando que el PC podría administrar estas mismas leyes a favor del pueblo) y también el carácter de clase del estado burgués (porque presenta la “toma” del estado como medio para su derrumbe).

Las opiniones que indicamos arriba están en plena contradicción con el análisis teórico de Marx, Engels, Lenin acerca del estado. La manera según la cual Lenin explica la necesidad del “aplastamiento” del estado burgués en Estado y Revolución se ha vuelto ya en un ejemplo clásico. Este análisis de Lenin es resultado proveniente de la aprobación de la estrategia de la revolución socialista por el partido de los Bolcheviques con la ratificación de las Tesis de abril. Lenin aplicó las conclusiones de ésta obra no solo en las palabras sino en la práctica, rechazando con tenacidad los llamados fuertes – algunos desde dentro del Partido de los Bolcheviques - para la participación en el Gobierno Provisional (que en aquella época fue considerada como el gobierno más democrático de toda Europa) y haciendo un arreglo de todo el partido, orientando el partido al derrumbe del mismo.

Con el transcurso de los años este mismo análisis estratégico – ratificado por la victoriosa Revolución de Octubre – no aguanto en el paso de tiempo. El Movimiento Comunista Internacional (MCI) fue dominado por concepciones estratégicas anteriores que portaron de manera mecánica (en condiciones totalmente diferentes) la elaboración estratégica antigua de la “dictadura democrática del proletariado y del campesinado”. Las opiniones acerca de la posibilidad de una transición parlamentaria al socialismo se consolidaron con el paso del tiempo en una corriente distinta en las filas del MCI, la corriente del Eurocomunismo, dominando los partidos de estados capitalistas grandes (Francia, Italia, España) con consecuencias graves para el movimiento obrero. Posiciones esenciales de la corriente del Eurocomunismo se manifestaron en el análisis del MCI entero. Hoy día se ha acumulado experiencia histórica importante de los intentos de utilizar la participación en una gestión en el terreno de la propiedad capitalista a favor del socialismo.

En 2017 se cumplen 100 años de la escritura de la obra Estado y Revolución de Lenin. Este aniversario debe ser utilizada para recordar - como dice él en su obra - las“palabras olvidadas del marxismo” (y del leninismo complementamos nosotros) acerca del asunto del estado. Los PP.CC. deben luchar para el agrupamiento de fuerzas para la destrucción del estado burgués y para la construcción de la economía socialista-comunista y de las instituciones estatales correspondientes, tienen que rechazar la gestión de la economía capitalista y del estado burgués. Dicho en otras palabras, debemos transformar las conclusiones del Estado y Revolución en una guía para nuestra actividad de día a día


[1] V. I. Lenin, Estado y Revolución, ed. Sinchroni Epochi, pp.43..............


Artículo de nuestro camarada Francisco García Cediel, publicado en "El otro País"
El 25 de septiembre de 2012, en medio de una batalla mediática previa, miles de personas realizaron una concentración en las inmediaciones del Congreso en Madrid, con el resultado ya conocido de brutales cargas policiales, detenciones masivas e intento de criminalización de las personas que se manifestaban. El balance del día en cifras arrojó unas 35 personas detenidas, a quienes, junto con otras 8 personas identificadas por la policía unos días antes en una pacífica reunión en el parque del Retiro, preparatoria de la movilización, intentaron imputar por “delitos contra la nación”, y más de 13 personas heridas, algunas de ellas de consideración.
En fechas posteriores, diversas movilizaciones populares confluyen en las inmediaciones del Congreso de los Diputados; como por ejemplo las llamadas “mareas” que reivindicaban la sanidad y educación públicas., encontrándose con la ineludible presencia de las fuerzas llamadas paradójicamente “antidisturbios” (que en la práctica provocan los conflictos), que por otro lado son presencia inevitable y permanente en dicho edificio.
La obsesión popular por movilizarse en dicho entorno pone de manifiesto, aunque de un modo embrionario, la rabia de un sector significativo del pueblo ante la estafa que ha supuesto la utilización torticera del dicha institución como supuesto depositario de la soberanía popular, cuando el pueblo trabajador cada vez intuye con mayor claridad como el edificio de los leones no es más que una mera pantalla que legitima una brutal opresión contra las clases populares.
Hemos de recordar, a modo de ejemplo, que, ante el anuncio de la convocatoria “tomemos el Congreso”, los portavoces gubernamentales se dedicaron a calentar los ánimos y amenazar con lo que iba a pasar ante tamaña desfachatez popular, siendo un ejemplo paradigmático la intervención de Dolores de Cospedal en la televisión estatal (no podemos denominarla pública) comparando la iniciativa con el golpismo. La sobreactuación de esta persona, que sería cómica si no fuera porque está dejando Castilla-La Mancha, la Comunidad que gobierna, como un erial (despidos masivos y recortes a mansalva), además de demostrar que el esperpento no ha muerto (aunque carece de la genialidad literaria de Valle-Inclán) viene a poner de manifiesto el nerviosismo del poder ante la posibilidad de que las movilizaciones, frente a los efectos devastadores que está teniendo para las gentes trabajadoras y el pueblo las consecuencias de la crisis económica, sufran un cambio cuantitativo, y pasen a cuestionar el propio sistema imperante y las instituciones que legitiman (cada vez menos) una descarnada y cruel dominación de clase. El guión se repite en todas las movilizaciones que convergen en dicho espacio.
La citada señora, secretaria general de un partido fundado por franquistas y, por tanto, pariente ideológica de Franco y si me apuran de Pavía (sabe por tanto bastante de golpismo), se atrevía a comparar a las miles de personas despedidas, precarizadas, desahuciadas, expoliadas, que han visto como se degrada la educación y la sanidad públicas, como se recortan hasta la practica supresión los servicios sociales, y que quieren expresar su protesta…¡Con Tejero nada menos!
Desearían tal vez Cospedal y sus acólitos que los millones de personas damnificadas por un sin fin de medidas aprobadas en un Congreso que cuya deslegitimación es creciente y patente, soportaran en silencio sus penurias y, en vez de protestar, recurrieran en última instancia al suicidio; según datos del Instituto Nacional de estadística, desde 2010 hay en el Estado Español una media de 9,3 suicidios diarios consumados, siendo casi treinta personas al día los que lo intentan.
No pueden ser las firmes convicciones democrático-liberales del gobierno las que alumbran este tipo de intervenciones descalificadoras de toda protesta social cuando, ante el archivo de la causa penal contra promotores y participantes en la protesta ante el Congreso, por parte de un Juez de la Audiencia Nacional, no dudan en calificar al togado como “pijo-ácrata”, demostrando la concepción utilitarista que tienen (siempre han tenido), ante la independencia del poder judicial, otro pilar del esquema de valores democrático burgués que dicen defender.
Pero, abordando el fondo del asunto, hemos de hacer una breve reflexión sobre la legitimación y, por ende, la autoridad de una institución como el Congreso que cada vez mas personas perciben como el parlamento de la “Democracia Orgánica” de Franco, donde se ratifican leyes emanadas de un poder ajeno al la cámara, que afectan a las vidas de las personas, sin que haya ninguna posibilidad de control popular sobre su actividad.
Autores reputados como Bertrand Russell (Desobediencia Civil, Teoría y Práctica), expresaba respecto al derecho a la desobediencia civil que “Una experiencia larga y frustrante demuestra que son insuficientes los métodos ortodoxos para hacer conocer puntos de vista contrarios al de aquellos que detentan el poder. Es necesario violar la ley; se debe violar la ley”. Y, respecto al carácter democrático o antidemocrático de diversas formas de protesta, el argentino Garzón Valdés expresaba “La Justificación de la democracia no depende únicamente de la aplicación de un procedimiento para la adopción de decisiones políticas, sino también del respeto generalizado del marco normativo de libertad e igualdad. Solo dentro de este marco tiene sentido la virtud democrática de la tolerancia.” (Ernesto Garzón Valdés, “La democracia argentina y su legitimidad”, 1987).
Vemos por tanto como el deber de acatamiento a las leyes y respeto a las instituciones no se ha configurado históricamente como algo abstracto y absoluto, sino como un corolario derivado de la capacidad de realización, aplicando aquellas y a través de éstas las legítimas aspiraciones de los pueblos, de modo que un Parlamento que legisla oscuramente normas contra su población, obedeciendo los dictados de los llamados “mercados”, eufemismo de los Consejos de Administración de Multinacionales y sus instituciones pantalla (Fondo Monetario internacional, Banco Mundial, Banco Central Europeo…) no merecen el “respeto institucional” que reclaman Cospedal y adláteres.
Incluso dando un paso más, la propia ideología liberal ha consagrado instituciones como el Derecho de Rebelión, consagrado no solo en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, sino en textos constitucionales incluso Europeos, como la Constitución de la República Federal de Alemania, en su artículo 20, párrafo 4º: “Cuando no existe ningún otro medio, todos los alemanes tiene el derecho de resistencia”.
Es evidente por tanto que no solo desde el campo de la ética está plenamente justificado actos como la movilización del 25 de septiembre de 2012, acción que está motivada no por ningún ánimo golpista por parte de los participantes (algo que, por otra parte, no se le escapa al poder y a sus portavoces) sino por cuanto, y dicho en palabra de Stokeley Carmichael (miembro del Partido de la Pantera Negra, EEUU) “.. no existe el deber de obedecer un derecho que no nos es propio y que sirve a los intereses de quienes nos explotan y nos subyugan”
La cuestión es, por tanto ¿Por qué un amplio sector de personas ve necesario “rodear” el Congreso para protestar contra las medidas que se están tomando contra ellas? ¿Por qué tal acción, pese a los esfuerzos mediáticos, cuenta con la simpatía o al menos con la comprensión de un mucho mayor sector de la población? Y, ya puestos a hacer preguntas más directas ¿A quien representa el Congreso? ¿Las leyes que se están aprobando cuentan con el apoyo de la población? ¿Qué mecanismo institucional asiste a la población para evitar que el Congreso siga legislando abaratamientos de despido, desmantelamiento de servicios sociales, incrementos de impuestos sobre el consumo…?
Lo que subyace tras esta campaña es el tradicional intento del poder de criminalizar, dividir y aislar a los sectores más irreductibles para reprimirlos, algo que tal vez les salga mal en esta ocasión, puesto que cada vez más sectores identifican con claridad a quienes defienden instituciones y policías y con que saña los defienden; una quiebra del consenso social que tan útil había sido hasta ahora a los intereses empresariales.
Francisco García Cediel

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