miércoles, 29 de abril de 2020

ENTRÁNDOLE A LA TEORÍA DE BOB AVAKIAN EN ESTOS TEXTOS ¡¡:

INTRODUCCIÓN Y MI TESIS, EN FUNCIÓN DE LOS ESCRITOS QUE VOY A ANALIZAR PUBLICADOS POR REVCOM.COM,...DE BOB AVAKIAN:

ES LA SIGUIENTE: MIS TEORÍAS SOBRE TODO LA ESTRATEGIA EXPLICADA SOBRE LA REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD, COMO PROYECTO PARA LA LIBERACIÓN Y SOSTENIBILIDAD DE LA HUMANIDAD: EL COMUNISMO TOTAL E INTEGRAL,...¡¡. DECIDO, VALORO, QUE MI TEORÍA, MIS IDEAS, SON MÁS MATERIALISTAS QUE LAS DE BOB AVAKIAN,...PUEDO DECIR, UTILIZANDO REFERENCIA O TERMINOLOGÍA MARXISTA LENINISTA, QUE HOY MARCO UNA ESTRATEGIA GLOBAL SEGÚN LA LUCHA DE CLASES GLOBAL,...Y LA ESTRATEGIA FORMULADA EN FUNCIÓN DE LAS RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN GLOBALES,...


BOB SE QUIERE ACERCAR, NOS MANDAN, COMO DE FORMA DIFERIDA, TRABAJOS EDITADOS POR BOB AVAKIAN,...PERO ESTÁN AÚN EN EL MARCO DE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA EN UN PAÍS, AUNQUE LO ENMARQUEN DENTRO DE LA LUCHA DE CLASES GLOBAL, O DEL PODER MUNDIAL IMPERIALISTA,...

PERO NO PLANTEAN AUN, CON NITIDEZ LA ESTRATEGIA ÚNICA GLOBAL DE LA LUCHA SOCIAL POPULAR PROLETARIA, LA HUMANIDAD AMPLIA, DA COMO ESBOZOS,...TIENEN QUE ROMPER CON LAS CONCEPCIONES ROMAS, ANTIGUALLAS DE LAS REVOLUCIONES,...DEL MARCO ESTATAL DE REVOLUCIÓN SOCIALISTA,...



  • ¿Conquistar el mundo? - Revcom.us

    revcom.us/.../ba-conquistar-el-mundo-deber-y-destino-del-proletariado-i...

    Deber y destino del proletariado internacional ... Posteado en revcom.us ... en la toma y ejercicio del poder —la dictadura del proletariado— y el avance por la ...
  • ¿qué es la nueva síntesis de bob avakian? - Revcom.us

    revcom.us/a/129/New_Synthesis_Speech-es.html

    18 de may. de 2008 - Díganme que este mundo no necesita una revolución. ......quisiera recomendar varias obras en que se aborda este principio a profundidad: ¿Conquistar el mundoDeber y destino del proletariado internacional y Avanzar el ...
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  • Bob Avakian sobre el internacionalismo - Revcom.us

    revcom.us/a/1263/avakian-internacionalismo-s.htm

    Sin embargo, ni nosotros ni nadie debe pensar que eso significa que estamos, ..."Conquistar el mundoDeber y destino del proletariado internacional", revista  ...
  • Obras de Bob Avakian, Presidente del PCR,EU - Revcom.us

    revcom.us/chair_s.htm

    ES POSIBLE FORJAR UN MUNDO RADICALMENTE DIFERENTE Y MEJOR .... debelanzar la revolución?, 26 de enero, 1997; Por qué el proletariado tiene ... De Cómo vencer las dos grandes cuestas: Más ideas sobre conquistar el mundo.
  • Obras importantes de BA - Revcom.us

    revcom.us/avakian-es/ba-obras-importantes-es.html

    El comunismo: Un mundo nuevo y la emancipación de toda la humanidad, no "los ...¿Conquistar el mundoDeber y destino del proletariado internacional.
  • Bob Avakian y la nueva síntesis del comunismo - Revcom.us

    revcom.us/a/.../avakian_on_new_synthesis-international_dimension-es.ht...

    Marx y Engels exhortaron a los obreros del mundo a unirse. ... la existencia de un mercado mundial; y que el proletariado era una sola clase internacional y que ... A finales del siglo 19, el monopolio había llegado a dominar a los países ... Pero durante todo ese período, el movimiento comunista debe "tener en la mira" la  ...
  • Conversación de Bob Avakian con unos camaradas sobre ...

    revcom.us/a/1262/avakian-epistemologia-s.htm


    Desde que escribí Conquistar el mundo (CEM), he venido planteando una ruptura ...¿Qué es la "posición parecida a dios que tiene el proletariado", que .... No soy idealista; a veces necesitamos el ejército, pero no debe ser el primer recurso.
  • El concepto burgués del individuo y la libertad - Revcom.us

    revcom.us/a/1234/ba_s.htm

    Sobre la democracia proletaria y la dictadura del proletariado: Un punto de vista ....Conquistar el mundoDeber y destino del proletariado internacional , revista  ...
  • [PDF]
    Carta a los partidos y las organizaciones participantes del ...

    revcom.us/a/274/rimipublish-final-es.pdf

    A comienzos de los años 80, en la obra ¿Conquistar el mundo?,. Bob Avakian hizo..... el mundoDeber y destino del proletariado internacional, representó un.
  • La libertad y la necesidad, y partiendo de una perspectiva ...

    www.revcom.us/.../avakian-la-libertad-y-la-necesidad-y-partiendo-de-un...

    11 de junio de 2014 | Periódico Revolución | revcom.us ..... la influencia de la ISO) a la posición —después de leer ¿Conquistar el mundo? y de captar .... Deber y destino del proletariado internacional, de Bob Avakian, presidente del Partido  ...

  • ¿CONQUISTAR EL MUNDO?
    Deber y destino del proletariado internacional
    Bob Avakian
    Presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
    Posteado en revcom.us
    Bob Avakian pronunció una charla informal en el otoño de 1981 sobre una amplia gama de tópicos históricos y presentes de la revolución proletaria internacional. El autor insertó ciertos cambios en el texto antes de publicarse en la revista Revolución #50, enero de 1982.
    1. Nuevas perspectivas históricas de los primeros avances en la toma y ejercicio del poder —la dictadura del proletariado— y el avance por la vía socialista
    2. Más sobre la revolución proletaria como proceso mundial
    3. El leninismo como el puente
    4. Hacia un balance del movimiento marxista-leninista que surgió en la década de 1960 y del factor subjetivo, a la luz de la situación presente y en desarrollo y de la coyuntura que se perfila
    5. Algunos interrogantes relacionados a la línea y trabajo de nuestro partido y a nuestras responsabilidades y tareas internacionalistas especiales
    En esta charla, voy a tocar una serie de temas generales y a continuación trataré, a partir de ellos, de desarrollar algunos puntos concretos. Esto, de hecho es casi seguro, resultará un poco difuso y ambicioso—en cierto sentido, como tanteando nuevos horizontes. Pero veremos lo que resulta. El propósito principal y la naturaleza de esta charla es exponer unas cuantas ideas sobre algunos puntos tocados en la literatura, en los informes del Comité Central que los camaradas han visto y estudiado en los últimos dos años, aproximadamente. Está en el carácter y en el propósito de una charla informal como ésta, tratar de desarrollar algunas de esas ideas, tratar de darle cabida a la reflexión sobre esas ideas, muchas de las cuales son explícitamente sólo tesis tentativas. No se pretende presentar ideas acabadas; esto va a ser cierto en general, con respecto a la charla en su totalidad, y en particular va a ser obviamente cierto respecto a varios puntos específicos. Por ende, no debe entenderse la presente como una “opinión personal acabada”, ni mucho menos como una presentación sistemática de la línea y opiniones de la organización como un todo sobre esos puntos; más bien debe tomarse como algo informal, que estimule ideas, estudio, discusión y, como esperamos, un avance ulterior en el desarrollo de algunos de estos tópicos.
    Bueno, después de esta introducción, desarrollaré básicamente cinco puntos principales.
    Primero: Nuevas perspectivas históricas de los primeros avances en la toma y ejercicio del poder— la dictadura del proletariado— y el avance por la vía socialista.
    Segundo: Más sobre la revolución proletaria como proceso mundial.
    Tercero: Sobre el tema que yo llamo: el leninismo como el puente, que se verá claro cuando entremos a él.
    Cuarto: Hacia un balance del movimiento marxista-leninista surgido en los años 60 y del factor subjetivo, a la luz de la situación presente y en desarrollo y de la coyuntura que se perfila.
    Quinto: Algunos interrogantes relacionados a la línea y trabajo de nuestro Partido y a nuestras responsabilidades y tareas internacionalistas.
    Estos son los cinco puntos básicos y la parte final de la charla intentará concatenar algunos de los principales temas de estos diferentes puntos.
    Entonces, para empezar:
    I. Nuevas perspectivas históricas de los primeros avances en la toma y ejercicio del poder—la dictadura del proletariado—y el avance por la vía socialista
    Primero, algunas ideas sobre la Comuna de París. Leyendo la recapitulación más sistemática de Marx sobre la Comuna de París —La guerra civil en Francia, que contiene además una introducción de Engels— es sorprendente, a la luz de toda la experiencia y el desarrollo no sólo de la lucha práctica sino también en el campo ideológico a partir de entonces, que la síntesis de Marx conceptualiza de manera muy precursora el desarrollo futuro y al mismo tiempo es más bien primitiva (esto es también válido en general para la introducción de Engels, donde destaca los principales puntos del análisis de Marx).
    Esto no nos debe sorprender, ya que la Comuna de París fue la primera toma exitosa del poder y duró sólo unos dos meses, antes de que la ahogaran en sangre. Tampoco debe sorprendernos que la I Internacional —de la cual Marx era el líder, al menos en un sentido ideológico y teórico general, y en la cual también participó muy activamente en la práctica— era a su vez una mezcla de varias tendencias. El socialismo científico no se había diferenciado y distinguido totalmente aún de una serie de formas utópicas y anticientíficas de socialismo, incluso en la I Internacional, tema cuyas ramificaciones e implicaciones tocaremos un poco más adelante.
    Respecto a su capacidad de proyectar y conceptualizar el futuro, si se lee lo que Marx escribió, se ve claramente que él fue capaz de extraer y concentrar muchas lecciones fundamentales de una muy breve y primitiva experiencia de sólo dos meses en el poder y sólo en París — y aunque París sea una ciudad importante, es tan sólo una parte de Francia. Y la lección decisiva que Marx sacó y remachó con insistencia en aquella época —que el proletariado no puede apropiarse del aparato estatal existente, sino que debe destruirlo, desmantelarlo y crear su propio aparato estatal, su propia dictadura revolucionaria— es obviamente un ejemplo del método científico de Marx. Y basándose en esa visión amplia y de largo alcance, Marx fue capaz de sacar esa lección e ilustrarla con una serie de particularidades de aquella breve y, en cierto sentido, difusa experiencia de la Comuna de París.
    Pero al mismo tiempo, aunque el análisis de Marx en términos de su contribución a la lucha a largo plazo y al objetivo fundamental del proletariado mundial es —al igual que la Comuna— inmortal, mirándolo a la luz de la experiencia acumulada desde entonces y de la recapitulación de dicha experiencia, se pueden ver algunas de sus limitaciones. Por ejemplo, esto aparece seguido en los comentarios que Marx hace sobre la burocracia, el ejército regular, la cuestión del sufragio universal y la destitución de funcionarios, la cuestión de que ningún funcionario debería recibir un salario mayor al de un obrero, la forma en que trata la educación, la religión y la cultura en general.
    Por ejemplo, él dice en cierto momento que a los curas (lo dice más poéticamente que esto pero básicamente quiere decir que a los curas) se les debe dejar solos para que se sostengan o caigan, es decir, el que logren comer o no, dependerá de si logran ganar apoyo de sus feligreses, y que no reciban subsidios estatales. Esta fue una de las experiencias de la Comuna. Bueno, obviamente la experiencia histórica ha demostrado que eso dista mucho del rompimiento radical necesario para atacar ese problema (y éste es tan sólo un pequeño ejemplo.) No es que Marx dijera que fuera suficiente, pero su recapitulación no va más allá. Y lo mismo es válido cuando dice que una de las cosas fabulosas que la Comuna tenía que ofrecer, su ganga (por decirlo crudamente) para el campesinado, es que sería capaz de reducir enormemente las trabas burocráticas y el brazo parasítico de la sociedad representado por la burocracia, y que por lo tanto podría reducir esencialmente el costo del aparato estatal para el campesinado. Esto se conecta directamente con la cuestión de si es necesario o no mantener un ejército regular, de si es posible o no reducir el número de funcionarios burocráticos de tiempo completo de la forma tan simple en que parece que Marx creía y concluyó de la experiencia de la Comuna, y si es posible pagar a los funcionarios del gobierno sueldos a la par de los de un obrero, como se hiciera en la Comuna por decreto.
    Todo esto, por experiencia histórica y en particular en la experiencia donde la dictadura proletaria se consolidara y existiera por un tiempo y donde se avanzara por la vía socialista, no ha sido posible hasta ahora. Incluso cuando se ha aplicado una línea correcta, incluso cuando no se pueden atribuir a errores o desviaciones de derecha las políticas seguidas, no se han podido hacer todas esas cosas en la forma en que Marx, a partir de la experiencia de la Comuna, creyó no sólo posibles sino necesarias y fundamentales, en tanto que armas para conducir y transformar la sociedad. La vida no ha resultado tan simple, y que de hecho las posibilidades del proletariado parisiense de ganarse al campesinado, no sólo a corto plazo, sino de ganar y mantener su apoyo durante los zigzags y reveses de la lucha, no fueron tan grandes, ni la situación tan simple como Marx parece tratarla en La guerra civil en Francia, la síntesis de la Comuna.
    Igualmente, la cuestión de la nación y de la relación entre la lucha de un país en particular y la lucha internacional, no fue tratada claramente, no sólo por la misma Comuna —en la concepción del mundo y políticas de los dirigentes de la Comuna en aquel momento, por ejemplo, en los llamados basados en el patriotismo a los soldados del ejército reaccionario— sino incluso en cierto grado en los escritos de Marx y comentarios de Engels al analizar la Comuna. La distinción entre nación e internacionalismo no se trazó tan claramente como hemos aprendido que se debe hacer. Por supuesto, por una parte era la época preimperialista, pero por otra parte, Francia era un país capitalista avanzado en el umbral del estadio imperialista (de paso, debe decirse que las referencias de Marx a “imperialismo” en La guerra civil en Francia no representan el mismo análisis de una nueva y especial etapa del capitalismo —de hecho superior y final— que Lenin hizo posteriormente.)
    Aquí voy a intercalar un comentario que seguramente me va a provocar problemas con algunos lectores, pero una de las cosas que me quedan claras al leer las polémicas de Lenin sobre la cuestión de “la defensa de la patria” durante la I Guerra Mundial, es que Lenin tuvo que embestir vigorosamente contra Kautsky y otros, que eran las autoridades reconocidas del marxismo —mucho más que Lenin— y quienes tenían todas las citas almacenadas para sacar de bajo la alfombra y justificar sus líneas oportunistas, bien fueran socialdemócratas o social-chovinistas. Al leer esto se ve claramente por una parte que Lenin centró correctamente su argumentación en que la gente estaba desvirtuando o usando mal las citas de Marx y Engels, porque se trataba de citas de Marx y Engels previas a la época del imperialismo cuando la única pregunta, como lo dijo Lenin, era la victoria de cuál burguesía sería más favorable para el proletariado internacional. Pero también es claro, al menos en mi opinión (especialmente tratándose de Engels que vivió una década más que Marx) que no se trataba sólo de ser citado fuera de contexto, tiempo y lugar, sino de que este método de determinar cuál victoria (o derrota) de qué burguesa sería más favorable, se seguía aplicando cuando ya estaba perdiendo su aplicabilidad. Incluso en 1891, por ejemplo. Engels todavía hablaba de defender la patria alemana en una guerra contra el Zar.
    En otras palabras, Lenin estaba en lo cierto —tanto en principio como tácticamente— al centrar la batalla en el hecho de que se tergiversaba y citaba a Marx y Engels fuera de contexto, es decir fuera de época. Pero también es cierto que ellos le prolongaron la vida al análisis en cuestión un tanto más allá de lo que era válido, lo siguieron usando pasada su relevancia histórica — particularmente en el caso de Engels hasta 1895 (o por lo menos 1891, cuando hizo su último comentario importante sobre el tema, que yo sepa); y algo de esto se refleja un poco en los escritos de Marx y Engels sobre la Comuna, donde hablan sobre la clase obrera como una especie de salvador de la nación, la fuerza que regenerara a la nación.
    En la recapitulación pueden encontrarse huellas de esta línea y comentarios al respecto; eran también opiniones bien populares entre los Comuneros, quienes tampoco tenían clara la cuestión de romper radicalmente con la República; eso se mostró incluso en la forma en que diseñaron su calendario, que pareciera ser la continuación del calendario de la República. En otras palabras, no se verificaron a fondo todas las rupturas radicales en la cuestión de la nación respecto al internacionalismo. De nuevo, por supuesto, el problema del imperialismo, como lo analizara Lenin, no estaba totalmente desarrollado y por lo tanto, no era totalmente claro. Pero con toda la experiencia ganada desde entonces, se puede ver una tendencia general en la recapitulación de Marx sobre la Comuna a generalizar y extrapolar demasiado de esa experiencia particular; específicamente, mirando en retrospectiva la experiencia histórica desde los tiempos de la Comuna y su balance, se pueden detectar las limitaciones del método de enfocar las cosas desde el punto de vista de la victoria de cuál burguesía favorecería más al proletariado internacional. Tenemos que recordar que esto se dio en el contexto de la guerra entre Francia y Alemania cuando Marx y Engels apoyaron inicialmente el derecho a la autodefensa de Alemania, por así decirlo, y luego, en cierto momento dijeron: “ahora se han convertido en los agresores, así que ya no se puede sustentar más la posición de defensa de la patria en Alemania”. Los Comuneros tomaron la posición de defensa en contra de Alemania en vista de la capitulación del gobierno francés (que se atrincheró en Versailles en oposición a la Comuna de París), y se vieron forzados en ese contexto a una guerra civil en contra de la burguesía francesa, representada por Thiers y unificada en torno a él, que decidió entonces hacer un pacto con el líder alemán Bismarck en sus esfuerzos por aplastar la Comuna — lo que lograron, como sabemos. Esta es, por lo tanto, una situación extremadamente compleja y tratar de abordarla desde el punto de vista de si una nación tiene el derecho a la autodefensa, en mi opinión, ya comienza a transformarse en su opuesto.
    Notablemente, hay un comentario de Lenin, creo, de cómo Alemania ya había pasado a la etapa imperialista antes de consolidarse como nación, y éste es uno de los ejemplos en que Lenin se apoyó para decir que los linderos en la naturaleza y la sociedad son condicionales y relativos. Si vamos a esperar a que Alemania se consolide como nación antes de decir que la cuestión de su derecho a la defensa de la patria es algo del pasado que ya no es válido, todavía estaremos esperando, ya que Alemania aún está dividida, y mucha gente, muchos social-chovinistas se cuelgan de eso en estos días. De todas maneras, estamos hablando de la época burguesa, de la formación de las naciones, y todo eso es relativo y condicional —no hay ninguna nación lista y a la medida, sólo esperando nacer— y la esencia del problema ya pasó a ser desde hace tiempo un asunto de imperialismo y no de naciones, en estos países avanzados. En mi opinión, éste ya empezaba a ser el caso en las últimas décadas del siglo XIX, incluso ya en 1870.
    Podemos ver cierta confusión en Marx y Engels (de nuevo, especialmente viéndolo en retrospectiva histórica y por experiencia acumulada y analizada) sobre esta cuestión de la nación y sobre si es correcto o no considerar a la clase obrera como la heredera y la continuadora excelsa de la tradición, la “mejor” tradición, de la nación. Este punto no está totalmente claro, incluso en Marx, aunque no es necesario decirlo —pero debemos decirlo, tan sólo para que esta discusión no lleve a confusiones— que Marx y Engels tanto en su recapitulación de la Comuna como en su práctica relacionada con la Comuna, fueron partidarios destacados y paladines del internacionalismo proletario: esto es requeteclaro de principio a fin en la recapitulación de la Comuna —que no fue hecha desde el estrecho punto de vista de la nación francesa— pero queda esa confusión.
    Retomando una perspectiva más panorámica, es importante señalar que Marx escribió en esta misma recapitulación que los proletarios “tendrán que pasar por largas batallas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán completamente las circunstancias y los hombres”1, e incluso antes de eso, 20 años antes, en 1851, declaró: “les decimos a los obreros, que pasarán 15, 20, 50 años de guerras civiles y guerras internacionales, no sólo para transformar las condiciones existentes sino para transformaros vosotros mismos y adecuaros para el ejercicio del poder político”2. Esto era, de nuevo, extremadamente profundo y perspicaz por parte de Marx y demuestra que él no tenía una visión simplista del proceso de transformación del mundo y la construcción del comunismo (y ciertamente el método materialista dialéctico que usó al recapitular la Comuna no es en absoluto simplista), aun cuando algunas de las criticas que he expresado son válidas, yo creo — válidas en cuanto él sobreestima, tal vez, la facilidad con que se podría atacar y resolver ciertos problemas.
    Esto es en sí como una unidad de opuestos: por una parte, tanto en su análisis de la Comuna como en general, Marx tenía claro el hecho —y creo que esto es de suma importancia, digno de pensarse más y esto calza con las “dos rupturas radicales”, de ideas y relaciones de propiedad— de que no es suficiente y no es simplemente una cuestión de tener que pasar a través de todas estas luchas y trastornos para cambiar las condiciones objetivas existentes. Lo dice directo: deben transformarse vosotros mismos y adecuaros para el ejercicio del poder. Creo que esta aserción muestra una concepción del mundo y método de un materialismo histórico tremendo y una gran universalidad histórica, y esto permea su análisis de la Comuna. Sin embargo, lo que quiero decir es que visto desde una perspectiva histórica, podemos ver por otra parte, una subestimación de lo complejo y difícil que es resolver muchas de esas cuestiones — lo que no debe sorprendernos, pero que debemos analizar, especialmente si queremos tener una visión más global y al mismo tiempo más particular de algunos problemas que aparecen en el avance de la época burguesa a la época del comunismo mundial.
    En general creo que este problema está ligado al hecho de que, por más que Marx y Engels percibieron y tomaron partido con los oprimidos de China, India y otros lugares del mundo, donde los pueblos se sublevaban en contra de la dominación y explotación colonial, aún en gran parte (y correctamente desde el punto de vista científico y de acuerdo a donde se encontraban en ese entonces los movimientos políticos y luchas más avanzados), ellos consideraban el problema de la revolución socialista, en particular, de la toma y el ejercicio del poder y la transformación de la sociedad por el proletariado, en gran parte en un contexto europeo — aunque no exclusivamente. Por lo tanto, muchas de las complejidades que han venido a caracterizar ahora a la revolución proletaria, el desarrollo de la sociedad socialista y la transformación hacia el comunismo en el mundo, no confrontaron totalmente a Marx y Engels, porque de hecho ha habido un desplazamiento del foco de la revolución en el sentido general histórico a lo largo de un período de tiempo, del Occidente al Oriente, no sólo de las revoluciones en general sino incluso de la revolución proletaria. (No se está diciendo que ha habido un desplazamiento permanente e inmutable —la historia nos dirá los resultados de todo esto— y más tarde hablaré sobre los puntos de vista correctos e incorrectos de las implicaciones de tal desplazamiento). Y esto ha hecho aún más complejo el problema de cómo hacer la transición del viejo orden, en algunos casos incluso precapitalista, no hacia el capitalismo sino precisamente hacia el socialismo y en la vía socialista hacia el comunismo.
    Para decirlo de otra forma, Marx no aprehendió totalmente el significado y las implicaciones de lo que él mismo concluyera, tanto en la época de la Comuna como 20 años antes cuando habló de 15, 20 ó 50 años de guerra civil. Han pasado más de 15, 20 ó 50 años desde entonces y todavía el proceso que él describe esté apenas en su infancia, en sentido histórico. Así que no debe sorprendernos que él no haya aprehendido totalmente el significado e implicaciones de sus propias conclusiones, no sólo sobre las transformaciones de las circunstancias, sino de la transformación de los mismos proletarios en una forma histórica y universal para adecuarse para ejercer el poder, y esto sin mentar las tareas de realizar la transición total hacia el comunismo.
    Y esto, de hecho confirma en un sentido global la teoría del conocimiento marxista, porque lo primitivo que hay en muchas de las observaciones de Marx refleja lo primitivo, el estado infantil, del desarrollo del proceso histórico mundial de la revolución proletaria — que no es caer en el materialismo mecanicista y decir que todo lo que se sabía era todo lo que podía saberse. Por otra parte, como ya estará claro a estas alturas, tenemos que enfatizar de nuevo que con todo y los puntos que estamos mencionando de los elementos primitivos en las observaciones de Marx, también había en ellas una gran universalidad histórica y proyección hacia el futuro. Pero en sentido global y viéndolo así dialécticamente, es una confirmación y un ejemplo de la teoría marxista del conocimiento, de la relación entre práctica y teoría, la dependencia fundamental de la teoría en la práctica y de que la práctica es la fuente primaria y el punto de referencia de la teoría y de la verdad. Y refleja el carácter primitivo, la temprana etapa del desarrollo del proceso histórico mundial de la revolución proletaria en marcha al objetivo a largo plazo que es el comunismo. Después de todo, la Comuna fue la primera experiencia práctica de la dictadura del proletariado. Fue un movimiento revolucionario del proletariado confinado todavía principalmente, en gran medida, a Europa y que ascendió al escenario de la historia aún con muchos elementos de la república burguesa y la democracia burguesa de las que emanó.
    A esta luz, es interesante recordar lo que dijo Mao respecto a la Comuna de París, referido en varios informes del Comité Central, en particular el de 19793. En especial, es muy interesante examinar los comentarios de Mao a los cuales no nos referimos en aquel entonces. Como debemos recordar, Mao, en su estilo característico, sacó la conclusión: “Si la Comuna de París no hubiese caído, si hubiese resultado victoriosa, en mi opinión, ya se habría transformado en una comuna burguesa. Esto hubiese sido así porque era imposible que la burguesía francesa le permitiera a la clase obrera tener tanto poder político. Este es el caso de la Comuna de París”4. Me imagino la cara de Enver Hoxha y sus afines, estallando ante tales comentarios y respondiendo: “Como si el proletariado necesitara permiso de la burguesía para tomar el poder”. Pero de hecho, Mao hace aquí un análisis materialista histórico y aunque no lo desarrolla totalmente, pasa a analizar a la Unión Soviética y cómo el soviet de Lenin se transformó en el soviet de Jruschov y comienza a atar los cabos de su análisis sobre la restauración del capitalismo con el ascenso de la burguesía al poder (esto fue a comienzos de la Revolución Cultural, cuando Mao ya había desarrollado lo esencial de ese análisis y comienza a sintetizar algunos puntos a un nivel superior).
    Luego Mao agrega —y ésta es la parte que no incluimos en el informe de 1979, pero creo que es especialmente importante y útil que le echemos un vistazo ahora, tanto porque estamos y debemos estar más profundamente conscientes del problema que Mao plantea, como porque profundizará nuestra comprensión de lo fundamental que es el internacionalismo proletario— que la Comuna de Shanghai no es una forma viable, pero eso presenta un problema ya que a las masas de Shanghai (a pesar de lo que se diga hoy en día) les gusta la Comuna, así que ¿qué vamos a hacer? Es un problema táctico, porque es una forma demasiado avanzada y no podemos popularizarla por todo el país en este momento5. (Ellos trataron de implementar muchas de las medidas de la Comuna de París; por ejemplo, durante un tiempo trataron de implementar el principio de elección y destitución de funcionarios por las masas, el principio de salarios de obrero para los funcionarios, etc., y tuvieron que reconsiderar, retroceder un poco de tales posiciones avanzadas y consolidar lo que pudieron. Básicamente adoptaron la forma de comités revolucionarios que se habían creado en todo el país como órganos de poder, en vez de las formas comunales. También nos referimos a esto en nuestro artículo en contra de Bettelheim en The Communist)6.
    El tema al que quiero entrarle ahora no es el comentario de Mao de que la forma comunal no era un arma, órgano o una forma lo suficientemente fuerte para la supresión de los contrarrevolucionarios en la propia China. Pero escuchemos esto que es muy interesante: Mao dice: “Gran Bretaña es una monarquía. ¿Acaso no tienen rey? Estados Unidos tiene un sistema presidencial. Ambos son lo mismo, dictaduras burguesas. El régimen títere de Vietnam del Sur tiene un presidente y justo al lado el Reino de Camboya es regido por Sihanouk. ¿Cuál es mejor? Me temo que Sihanouk es algo mejor…”. Luego de seguir en este tema, Mao dice: “Los títulos no deben cambiarse tan seguido; no enfatizamos nombres sino práctica; no forma, sino contenido. Ese personaje Wang Mang de la Dinastía Jan, era adicto a cambiar los nombres. Tan pronto fue emperador, cambió los nombres a todos los cargos del gobierno, como muchos de nosotros que tenemos cierto disgusto al título de ‘jefe’. Además le cambió el nombre a todos los condados del país. Esto es similar a nuestros Guardias Rojos que le han cambiado el nombre a todas las calles de Pekín, imposibilitando que los recordemos. Aún recordamos sus antiguos nombres. A Wang Mang se le dificultó promulgar decretos y órdenes, porque el pueblo no sabía qué cambios se habían hecho. Esta forma de drama popular puede ser usado tanto por China como por los países extranjeros, por los proletarios o los burgueses”7. Recuerdo haber leído algo del PLP (Partido Laboral Progresista) o quizá fue de la gente que se denomina COUSML, o como quiera que se llamen ahora, quienes se agarraron de esto diciendo: “Esto es intolerable, Mao estancado con eso de los nombres y el formalismo de todos estos asuntos, el que lo vayan a reconocer o no todos esos países burgueses; cuánto se ha degenerado de posiciones revolucionarias”. Es obvio que confundieron el contenido con la forma, ya que si Mao habló de los nombres y todo eso lo hizo obviamente tratando de determinar la aplicabilidad o no de la forma de la Comuna —y de manera más fundamental y por contrapartida, de su contenido— a la situación de ese momento en China.
    Luego, Mao prosigue y habla sobre ello en el contexto más en general, y para nosotros de mucho más interés ahora, de un país socialista en un mundo donde existe aún mayormente un cerco imperialista. Mao dice: “Las experiencias principales son la Comuna de París y el soviet. Podemos decir que el nombre República Popular China puede ser usado por ambas clases. Si fuéramos derrocados y la burguesía tomara el poder [¡qué acertado y previsor!—BA], no tendrían necesidad de cambiarle el nombre, seguirían llamándola República Popular China. El fondo del problema es cuál clase toma el poder político; eso es lo fundamental y no el nombre que tenga”. Mao continúa: “Creo que debemos ser más estables y no cambiar todos los nombres, porque esto traería a colación la cuestión de cambiar los sistemas políticos, la cuestión del sistema estatal y la cuestión del nombre del país. ¿A qué quieren cambiar el nombre: a Comuna Popular de China? ¿Debería entonces el presidente de la República Popular China llamarse director o líder de la Comuna? Además va a surgir otro problema: cualquier cambio va a traer el reconocimiento o no reconocimiento de los países extranjeros. Cuando un país cambia de nombre, los embajadores pierden sus credenciales, se intercambian nuevos embajadores y se les da de nuevo reconocimiento. Me imagino que la Unión Soviética no va a extender su reconocimiento, no se atrevería porque el reconocimiento le causaría problemas al soviet. ¿Cómo puede haber una Comuna Popular China? Será algo embarazoso para ellos, pero las naciones burguesas es probable que la reconozcan”.
    En esencia pues, Mao no está lidiando aquí en absoluto con la cuestión del nombre. El dice: “Miren, vivimos en un mundo rodeado por el imperialismo y una cosa es tener una República Popular y otra distinta es tener una comuna, ya que nos tropezaríamos con el problema del Estado, tanto en términos de enemigos de clase internos como enemigos de clase internacionales, y es una forma demasiado avanzada; seríamos aplastados”. Mao dice “No nos reconocerían”, etc., pero ésta es su propia manera de llegar a un problema mucho más profundo del cual no debe dudar ningún marxista-leninista, que es: ¿Cuál forma es más apropiada para la lucha de clases en China, la supresión de sus enemigos internos y la lucha de clases internacionalmente?
    Luego pasa a algo muy importante, algo que tocaré varias veces en esta charla. Dice: “Si todo se transformara en comuna, ¿qué pasaría con el partido? ¿Dónde pondríamos el partido? Entre los miembros de los comités comunales hay gente del partido y gente que no lo es. [Mao se refiere aquí a la Comuna de Shanghai—BA]. ¿Dónde pondríamos al comité del partido? ¡De una u otra manera tiene que haber un partido! Tiene que haber un núcleo, no importa cómo lo llamemos. Llámese partido comunista, partido social-demócrata, Kuomintang o I-kuan-tao, debe haber un partido. La comuna debe tener un partido, pero ¿acaso la comuna puede reemplazar al partido?”8
    Aquí, es obvio que Mao trata el hecho de que mientras haya clases y lucha de clases, es necesario un Estado y un partido. Y, como dijera, “tiene que haber un núcleo, no importa cómo lo llamemos”. De nuevo, Mao se dirige a la esencia del problema — todavía persiste la contradicción de que no todos son comunistas. Cuando lleguemos al comunismo, no sabemos exactamente cómo se presentaré la contradicción entre elementos avanzados y atrasados, pero la habré. Pero en esa etapa, como la entendemos, no va a haber el mismo tipo de necesidad de tener un partido, porque comunismo significa ausencia de clases sociales y la inexistencia de divisiones sociales como las de hoy en día, y no habrá por lo tanto un partido que desempeñe el rol de vanguardia en ese sentido—y antes de lograr eso no habrá comunismo. Pero Mao dice que en esta etapa no podemos abolir el partido, el partido es absolutamente esencial, al igual que el Estado.
    Me parece que es muy interesante reflexionar sobre lo que Mao dice. Si tomamos en su totalidad lo que yo he venido escarbando, no sólo dice que si la Comuna hubiese sobrevivido, a estas alturas se habría transformado en una comuna burguesa, con todo y que hubiese mantenido el nombre de Comuna; también dice que si consideramos el asunto históricamente (por lo menos, para mí es la implicación que creo debemos sacar del análisis de Mao) que no sólo con respecto a la burguesía francesa sino para la burguesía internacionalmente, las condiciones eran tales que era muy improbable que una dictadura proletaria hubiera podido existir y sobrevivir, y que la cuestión de que una dictadura proletaria exista y sobreviva rodeada por un mundo mayormente imperialista, es supremamente compleja y difícil y no debe tratarse con medios conservadores o infantiles. Para lidiar con ella hay que hacer avanzar la lucha de clases al máximo a cada momento y consolidar en vez de perder todo en ciertos momentos, en una especie de ola, o mejor aún, de desarrollo en espiral de las cosas. Eso es lo que es necesario hacer.
    Bueno, éstos son unos cuantos puntos sueltos sobre la Comuna de París. Para proseguir debemos decir que Lenin se basó en gran medida en el análisis de Marx y Engels sobre la Comuna para formular su visión de la dictadura del proletariado como transición al comunismo —especialmente cuando la cuestión de la toma del poder se impuso con urgencia en el orden del día en la propia Rusia en 1917— y este análisis de Lenin está concentrado en El Estado y la revolución. Tanto ahí como posteriormente en La revolución proletaria y el renegado Kautsky, en particular, Lenin dice correctamente, por ejemplo, que en ninguna sociedad capitalista la diplomacia se practica abiertamente, en frente de las masas y con su participación. Se practica siempre en secreto, por medio de tratados secretos, a través de funcionarios y delegados del gobierno que operan en secreto, vale decir sin compartir abiertamente sus conocimientos con las masas. Y cuando se estableció la Unión Soviética, cuando el proletariado tomó el poder con los bolcheviques a la vanguardia, éstos efectivamente revelaron y divulgaron los tratados secretos de los imperialistas. Hubo varios ejemplos heroicos de la iniciativa de las masas; como el caso de aquellos marinos sin educación que pasaron noches en vela tratando de descifrar códigos secretos para revelar al mundo las maquinaciones imperialistas. Y esto, no tan sólo para beneficio de la República Soviética, cuya supervivencia estaba íntimamente atada a tales maquinaciones, sino para el avance de la lucha internacional. Así lo hicieron, tal como dijeron que lo harían.
    Pero debemos agregar que bajo la dirección de Lenin y cuando la línea era de lo más revolucionaria, tampoco fue posible practicar la diplomacia en forma abierta; y de hecho, no pudieron hacerlo cualitativamente más que los Estados capitalistas del mundo. Un escéptico de hoy en día, al leer a Lenin sobre este punto podría decir: “¡Ajá!, Uds. tampoco han podido hacerlo, otro ejemplo de que en el fondo no hay ninguna diferencia...”. Si bien es cierto que esto es falso a todas luces, tampoco debemos desconocer que en ninguna parte del mundo, hasta el momento, ningún Estado proletario ha podido practicar la diplomacia abiertamente en lo general, y reflexionando de nuevo sobre la Comuna, es bastante obvio que de haber sobrevivido y tenido que lidiar con esa clase de situaciones tensas y complejas, tampoco habría podido hacerlo — y esto se puede decir con bastante certeza.
    Además no es insignificante y está bastante relacionado con lo anterior, que todo Estado socialista que ha existido hasta el presente ha tenido que mantener un gran ejército regular separado de las masas armadas (milicias populares); creo que esto es correcto y un producto de la necesidad (mejor dicho, no se puede evitar). Y eso por supuesto tiene que ver con lo que Lenin, nuevamente en El Estado y la revolución y otros escritos, califica enfáticamente como una piedra de toque, uno de los distintivos de la auténtica dictadura proletaria. ¿Cuál es su esencia? Que sea regida por las propias masas en armas. Pero de hecho aún no ha sido posible en ninguna parte, en sentido estricto, que las masas armadas rijan. Siempre ha sido necesario tener un ejército profesional, por así decirlo, un ejército regular separado, un cuerpo armado de hombres y mujeres separado y en cierto sentido por encima de las masas, y esto es cierto aun cuando las masas estén organizadas ampliamente en milicias, como ha sido el caso cuando la línea revolucionaria ha estado al mando.
    ¿A qué se debe esto? Como algo al margen podemos referirnos al artículo en la revista Revolución sobre la Guerra Civil en España y la revolución española9 — o la revolución que no se llevó a cabo en España. Una de las cosas más esenciales que señala es que resultó necesario establecer un solo ejército unificado para derrotar en el campo de batalla al ejército reaccionario (que se organizaba y gravitaba alrededor de Franco), en oposición a los anarco-sindicalistas y otras líneas. Habría sido bueno en abstracto, pero no en la realidad concreta, desear que no hubiera tenido que ser así; pero lo fue. La razón por la que digo “no bueno en la realidad”, es porque negar la necesidad de las medidas tendientes a formar un comando centralizado (en ese sentido, un ejército regular centralizado para combatir y derrotar al enemigo), o socavarlas, sólo hubiera contribuido a la derrota.
    También es cierto —y esto está lleno de lecciones para el análisis de la Guerra Civil española y la historia en general, y la historia también está repleta de esta lección— que ésta es una contradicción utilizada sistemáticamente por los revisionistas o fuerzas burguesas similares de un tipo u otro, para ahogar y suprimir la iniciativa revolucionaria de las masas, para arrebatarles la revolución y ahogarla en sangre y/o sofocarla en burocracia. Esta es una contradicción muy real y no puede borrarse o desvanecerse sólo deseándolo, por eso mismo. Debe resolverse como parte de un proceso mucho mayor y de una contradicción mucho más fundamental.
    Aquí es pertinente citar a un camarada dirigente de nuestro Comité Central. En respuesta a los más recientes escritos de Bettelheim, donde éste finalmente “llega al sitio lógico donde sus previos pasos lo habían encaminado” y concluye que desde los comienzos de los años 30 y la consolidación de la dirección de Stalin, la Unión Soviética era capitalista y no socialista, nuestro camarada dijo: “Si se puede considerar a la Comuna como la dictadura del proletariado, pues la Unión Soviética bajo la dirección de Stalin puede ser correctamente considerada como socialismo”. Y para ilustrar lo que esto significa, agregaría yo que después de todo la Comuna de París ¡fue una dictadura proletaria sin ningún marxista! Es decir, no había en ningún sentido una dirección marxista en la Comuna, y a pesar de eso, y correctamente según creo, Marx la consideró un ejemplo de dictadura proletaria. Posteriormente Engels agregó: si ustedes, los que temen a la autoridad y tiemblan ante las palabras dictadura del proletariado, quieren saber lo que es, miren la Comuna de París, eso fue una dictadura del proletariado. Desde una perspectiva histórica global, esa fue una afirmación correcta y muy importante. Y lo mismo se puede decir de la Unión Soviética bajo la dirección de Stalin (más adelante volveremos a tocar esto).
    Pero la conclusión directa es que esto nos da una cierta perspectiva histórica, nos ayuda a comprender e ilustra la necesidad de combinar una perspectiva histórica universal con la disección rigurosa y crítica de experiencias históricas especialmente cruciales y concentradas, de sacar al máximo las lecciones y de luchar para forjar lo más rigurosamente que se pueda esas lecciones como armas para el presente y el futuro. Aquí hablo específicamente del futuro inmediato, enfocado en la coyuntura que se esté perfilando. Después de todo, ahí yace la importancia de hacer un balance de la historia. Es importante en sí analizarla profundamente con un método científico critico; pero en última instancia el propósito de eso es hacer avanzar la lucha revolucionaria general hacia el objetivo final, y al perder esta perspectiva, especialmente ahora en el corto plazo, así como a largo plazo, convierte todo esto en gimnasia académica por el puro amor al estudio, la teoría se degenera y se es incapaz de determinar y separar lo correcto de lo erróneo. Y esa tendencia existe en la actualidad por aquí y por allá y es preciso alertar sobre ella.
    Bueno, cubrimos algunas reflexiones sobre la Comuna de París y el balance que Lenin hiciera de ella. Ahora, refiriéndome a la Unión Soviética y tras haber dicho lo anterior, no voy a intentar hacer una síntesis completa aquí de todas las cuestiones que voy a plantear. Más bien, no más voy a tocar algunos puntos centrales e indicar algunos interrogantes para un estudio posterior, para ser investigados y discutidos. De nuevo, éste es un asunto que, especialmente dada la situación en desarrollo y en el contexto de la coyuntura que se perfila, es de suma importancia tanto en términos de recapitular sus lecciones históricas cruciales, como en términos de derrotar posiciones oportunistas y erróneas de diversos tipos y en diversas direcciones en lo que se refiere a la naturaleza y el rol de la Unión Soviética en la situación actual. Por ejemplo, estoy seguro que la mayoría de ustedes sabrán que el Partido Comunista de los Trabajadores (CWP) dio un giro abierto de 180 grados no sólo sobre la cuestión de China sino también respecto a la Unión Soviética; ahora dicen que ambos son socialistas; cambiaron de posición, pues aunque a tientas empezaban a comprender por lo menos unos aspectos correctos de lo que es el socialismo, en contraposición al capitalismo. Ahora han dejado de preocuparse y tratan de construir una base de apoyo social con la tesis de que después de todo el socialismo es alcanzable ya que en Moscú se puede viajar en el Metro por 7 centavos. Así pues, tanto desde una perspectiva histórica universal como considerando la lucha inmediata en el mundo, con sus complejidades y las muchas y diversas fuerzas en juego, es crucial escarbar más profundo, aún más profundo de lo que hemos hecho en el pasado (aunque nuestros esfuerzos han contribuido—por ejemplo, Red Papers 710) y es preciso adentrarse mucho más hondo en algunas de estas cuestiones cruciales que se relacionan con la Unión Soviética.
    Quisiera comenzar hablando un poco acerca de algunas opiniones de Lenin sobre la cuestión de la Unión Soviética, en especial en los primeros años desesperados de ésta y luego cuando se le empezó a quedar claro que la Unión Soviética iba a tener que avanzar sola, al menos en el futuro inmediato —no en el sentido de que no tenía aliados ni conexiones internacionales, o de que no fuera parte del proletariado internacional, ni tuviera apoyo— sola, en el sentido de que iba a ser, después de todo, la única revolución proletaria victoriosa que se consolidaría a partir de toda la coyuntura que se configuró antes, durante, e inmediatamente después de la I Guerra Mundial. Así que primero haremos un examen breve de los puntos claves del análisis de Lenin, cuando aún esperaba la propagación rápida de la revolución, especialmente en Europa (Alemania, en particular) y la vio ligarse con la lucha anticolonial en Oriente (aunque no tenía enteramente claro bajo qué formas ni cómo se desarrollarían esas luchas hacia el socialismo). Pero si se estudian no sólo los escritos de la Internacional Comunista, sino los propios discursos y escritos de Lenin, en particular en ese tiempo, se ve que había una tendencia muy definida a percibir el desarrollo de la revolución mundial como, por así decirlo, una adición cuantitativa a la República Soviética en Rusia, es decir, un crecimiento a partir de esa república, casi literal y geográficamente, a una república soviética mundial.
    Esto último, hay que decirlo claramente, no era una cuestión de chovinismo, ya que Lenin luchó con dientes y uñas tanto en los confines de la República Soviética existente como internacionalmente en contra del chovinismo, en contra de desviaciones chovinistas, por una auténtica igualdad entre las naciones y por la unidad del proletariado mundial hacia el comunismo. Más bien, era una cuestión de ver el desarrollo y propagación vertiginosa de la revolución proletaria a muchas partes del mundo como algo más inminente de lo que desafortunadamente ocurrió. Aunque era una posición errónea, su aspecto positivo —y a esto volveré más adelante— fue una gran dosis de impaciencia al tratar de exprimirle lo máximo posible a esa coyuntura, como nuestro camarada dirigente al cual nos referimos anteriormente lo dijera.
    En este contexto pienso que es importante (y es tan sólo en este contexto que se puede evaluar correctamente) echarle un breve vistazo a la obra de Lenin El “izquierdismo”, enfermedad infantil en el comunismo—algo como las muy breves y dispersas reflexiones que hice sobre la obra de Marx La guerra civil en Francia, la síntesis de la Comuna. No voy a tratar de dar una síntesis completa de “Izquierdismo” en el comunismo, sólo voy a plantear algunos puntos que serían parte de una síntesis más profunda de esta obra, en el contexto de los aspectos de mayor envergadura tocados aquí.
    Creo que hay que decir primero que todo, que al releer recientemente esta obra de Lenin quedé sorprendido por el hecho de que en general es una obra muy importante, sobre todo en el contexto de una situación en que se están madurando las posibilidades para una revolución. Es rica en muchos principios y lecciones importantes que deben ser aprehendidos y aplicados correctamente, en una forma auténticamente creativa — es decir creativa en el sentido marxista-leninista; no en el sentido revisionista a la Jruschov de que, como alguien dijo, está bien “desarrollar creativamente” el marxismo-leninismo, descartando cualquier principio que incomode a los revisionistas, pero si uno trata de tomar los principios que se han forjado y los desarrolla mediante la aplicación a la situación presente, es tildado de dogmático y de “cómo-te-atreves-tú... tal por cual”. Pero al leer “Izquierdismo” en el comunismo me impactó el hecho de que allí hay muchos principios y lecciones básicos que son no sólo correctos en el sentido general, sino que además son cruciales, especialmente en el contexto del advenimiento y desarrollo de una situación revolucionaria.
    En esta obra, Lenin llama la atención y trata de enfocarse explícitamente en cómo hacer la transición de una situación más o menos normal al pleno desarrollo de una lucha revolucionaria, en las circunstancias en que una situación revolucionaria se está madurando pero las masas aún no han adoptado posiciones revolucionarias. Este, en términos generales, es el problema que Lenin ataca, pero hay que puntualizar varias cosas al respecto. Ante todo, la obra debe verse en el contexto de tal situación y tal coyuntura — si no una coyuntura histórica a escala mundial, por lo menos una coyuntura en el sentido más limitado de la agudización de contradicciones que precede a una situación revolucionaria y del desarrollo de ésta. Y debe decirse que ese empeño por hacer los máximos avances posibles caracteriza todo el tono de esta obra. Esto es en forma general lo correcto de “Izquierdismo” en el comunismo y está basado en ciertas expectativas. Pero ciertos puntos, enfoques e incluso cuestiones de método son incorrectos, incluso dada la situación, y reflejan por una parte una cierta incomprensión de algunas situaciones concretas por parte de Lenin, pero por otra parte reflejan que se extralimitó, que trató con tanto ahínco de tomar las lecciones de la victoriosa Revolución Rusa y aplicarlas a otras circunstancias al calor de esa situación que se seguía agudizando —“de exprimirle lo máximo posible a esa coyuntura” (para usar esa frase tan descriptiva)— que Lenin efectivamente cometió ciertos errores, y por lo menos en algunos casos las cosas se convirtieron en cierto modo en su opuesto en términos de las tácticas que él urgiera.
    Por ejemplo, examinemos el caso de Inglaterra, que es el tema de un capítulo en “Izquierdismo” en el comunismo. Lenin habla de la formación del Partido Comunista Británico que aún estaba en su infancia (de hecho no se había formado aún) y de la cuestión del Partido Laborista, del hecho de que muchos de los liberales gravitaban hacia el Partido Laborista, y que la situación se estaba polarizando con la cuestión del Partido Laborista y el renombre que sus líderes, falsos socialistas, adquirían. Lenin hace comparaciones con las experiencias de la Revolución Rusa —cuyas particularidades, por desgracia se perdieron de vista en este caso— y saca la lección general concentrada en la famosa frase que ha oído todo aquél que tiene la experiencia de hablar con los derechistas del movimiento, sobre sostener (apoyar) al Partido Laborista como la cuerda sostiene al ahorcado: oblíguenlos a tomar el poder, porque no lo quieren tomar, mientras que ustedes mantienen su independencia política y derecho a criticar, y cuando las masas deserten a los laboristas, ya que verán que éstos realmente no implementarán el socialismo, entonces se pasarán a los comunistas y a una posición revolucionaria. Bueno, algunas tácticas similares se aplicaron acertadamente en la Revolución Rusa en oposición a los mencheviques, a los socialistas-revolucionarios y otras fuerzas, que contaron en diferentes momentos y situaciones con el apoyo de sectores cruciales de las masas — por ejemplo, los obreros en los soviets y el campesinado. Pero con respecto a Inglaterra, con su larga tradición de corrupción y aburguesamiento de la clase obrera, y toda su tradición parlamentaria burguesa, de lo que Lenin estaba bien informado, la situación era bien diferente.
    Ustedes saben que Stalin dijo en El marxismo y la cuestión nacional que “En Rusia, no tenemos, gracias a Dios, parlamento”11. (Nunca he estado seguro quién dijo “gracias a Dios”, ya que Stalin lo puso entre comillas, pero siempre he pensado que fue él). De todas maneras, el hecho es que donde existen esos parlamentos por un largo período de tiempo y empiezan a haber diputados obreros, esto pasa a ser una piedra de molino atada al cuello del proletariado y del movimiento revolucionario. En la mayoría de los casos realmente es como para decir “gracias a Dios” el no tener un parlamento. En Rusia, el parlamento (la Duma) fue una concesión arrancada de las clases dominantes y del zar en particular, en ciertos momentos cruciales de repunte y maduración de una situación revolucionaria. No hubo tiempo suficiente para que las clases dominantes se lo apropiaran y lo utilizaran para aturdir, adormecer y corromper, para corroer la cosmovisión y tensión de las masas. Siempre lo tuvieron en mente, pero no tuvieron el tiempo que tuvo la burguesía británica para perfeccionar el parlamento como un medio de aturdir a las masas.
    En Gran Bretaña, el parlamento coadyuvó al aburguesamiento del proletariado, y por desgracia resultó ser que —en lo que respecta a lo que Lenin dijo ahí y en la medida en que trataron de aplicarlo— se sembró confusión y desorientación, especialmente entre los sectores avanzados del proletariado (y en mi opinión, eso era inevitable al seguir tales tácticas). Porque no era lo mismo que la situación en Rusia, no era la situación de un parlamento que nacía justo en momentos en que debido a repuntes revolucionarios había nuevas oportunidades o en todo caso, una nueva necesidad respecto al parlamento. De hecho, aunque en Inglaterra había una especie de estado de ánimo revolucionario, una rebeldía después de la guerra, no era el mismo tipo de agudizamiento de las contradicciones, la misma clase de desarrollo de una situación revolucionaria, que se acababa de dar en Rusia.
    Francamente, hay una cierta lógica burguesa en este razonamiento de Lenin. Va al extremo de decir en un momento que si uno apoyara a Henderson y Snowden (líderes del falso socialista Partido Laborista) y si éstos llegaran a ganarle a Lloyd George y Churchill, la mayoría de los obreros se desilusionarían de sus líderes en un corto período de tiempo y se pasarían a apoyar a los comunistas. Lenin dice, y creo que en esto se empieza a imponer un poco la lógica burguesa y francamente cierto oportunismo: “Si yo me presento como comunista, y las invito a votar [a las masas—BA] por Henderson contra Lloyd George, me han de escuchar seguramente”12. Bueno, puede que sí o puede que no, pero ése no es el quid — eso podría ser una consideración táctica, pero tiene que basarse en algo más fundamental. Lenin se basa aquí en una premisa falsa, y aquí es donde trató con tanto ahínco que hizo “lo inverso”, no hallo otra forma de expresarlo, porque Lenin no desconocía algunos hechos que discutí anteriormente; manifiesta en cierto grado una comprensión del rol que el parlamentarismo ha jugado en el proletariado y en la sociedad británicos. De hecho, dice al respecto que precisamente debido a la historia del parlamentarismo, resulta aún más necesario llevar a cabo la forma de lucha parlamentaria en Gran Bretaña — y creo que eso es incorrecto, que usó lógica burguesa y pujó tan fuerte que hizo lo inverso.
    Bueno, estos errores no serían tan importantes si todos —y quiero decir, desde los líderes del movimiento comunista internacional hasta los revisionistas de hoy en día en sus varios pelajes, casi sin excepción— no se hubiesen empecinado en reimprimir y diseminar “Izquierdismo” en el comunismo como “la obra maestra de estrategia y táctica” que debe aplicarse al dedillo, y si no hubiese sido usada, como lo ha sido por esos personajes, como una receta universal para el revisionismo, y si no se hubiera puesto al centro y al frente mientras ¿Qué hacer? fue en gran medida enterrada o tergiversada. Desgraciadamente, “Izquierdismo” en el comunismo ha sido utilizada para promover el revisionismo, y a los errores que mencioné anteriormente se les da atención y expresión concentrada, mientras que a las conclusiones acertadas de Lenin, que son la esencia y el aspecto principal de la obra, se las toma fuera de contexto y se las convierte en una receta para el revisionismo, el economicismo, el cretinismo parlamentario, el seguidismo y para estar empujando casi siempre el carro burgués. Todos los que han participado en el movimiento y alrededor de esas diversas fuerzas por lo menos algunos meses, han sido escupidos en la cara con citas y referencias de “Izquierdismo” en el comunismo en ese sentido. Es hora de sintetizar esto correctamente y sustentar y defender lo que es correcto, y por otro lado decir que tenemos unas cuantas críticas que hacer — las que acabo de resumir.
    En general podemos decir que algunas cosas que fueron válidas (total o parcialmente) en ese entonces y/o que reflejaban en cierto grado errores, aunque de modo secundario, han sido perpetuadas y elevadas a la categoría de artículos de fe, de hecho se han convertido en el “credo” revisionista, como por ejemplo, el énfasis en los sindicatos y el trabajo en ellos, que también se encuentra en “Izquierdismo” en el comunismo. No es que Lenin no reconociera las limitaciones y defectos de los sindicatos y por cierto del sindicalismo, ni que desconociera el hecho de que en gran parte, especialmente en el Occidente, los sindicatos están controlados por reaccionarios declarados, no simples reformistas. Pero hay una cierta orientación de que como después de todo los sindicatos son las organizaciones de masas claves del proletariado, especialmente en Occidente, es necesario trabajar en ellos y ganarlos para la causa socialista. Si bien esto pudo haber representado en cierta medida la verdad o mucho más de la verdad en la época de“Izquierdismo” en el comunismo, en esta etapa de la lucha proletaria y dada la situación de la clase obrera en los países capitalistas avanzados especialmente, indudablemente necesita una mirada crítica y nueva, como nosotros y otros hemos comenzado a dársele.
    Bueno, éstos son algunos breves comentarios sobre algunos puntos que se refieren a las posiciones de Lenin cuando éste aún esperaba una victoria más o menos inmediata o la propagación de la revolución proletaria a otras partes de Europa, en especial Alemania, y también la vinculación con la lucha anticolonial en Oriente. Pero luego se empezó a hacer claro que la revolución en el Occidente, en particular y sobre todo en Alemania, había sido postergada y probablemente por un buen tiempo, más de lo que Lenin y otros habían anticipado. Lenin ciertamente siguió viendo las cosas desde la perspectiva de la revolución mundial y siguió basándose en ella como referencia estratégica, y además, pudo vislumbrar perspicazmente los comienzos del desplazamiento cada vez más hacia Oriente del punto focal de la revolución; éste era ya un fenómeno irrefutable desde los tiempos de Lenin. Pero Lenin no tenía una posición parcial sobre esto, ni tomaba posiciones “tercermundistas”; es decir, no descartó la revolución en Occidente ni vio al Oriente como la única posible fuente revolucionaria, ni dio a entender que la revolución en Occidente sólo sería posible después de que la llama de la revolución hubiera encendido todo el Oriente (y tal vez se desarrollarían las cosas en Occidente al punto en que una revolución proletaria sería posible). Esa no era la posición de Lenin y cuando se le atribuye, representa una vulgarización de su verdadera posición, aunque él sí percibió correctamente los acontecimientos que entonces sólo comenzaban a perfilarse, es decir, el desplazamiento del centro revolucionario cada vez más hacia Oriente.
    Ahora es interesante considerar desde esta óptica una de las últimas tentativas de Lenin, en el ensayo “Mejor poco, pero mejor”13 (en especial, la última parte) de abordar el problema de qué iban a hacer en vista del hecho—estamos a 1923—de que la revolución en Occidente y en Alemania en especial no va a triunfar rápidamente ni va a acudir inmediatamente en ayuda de la revolución bolchevique. Al leer dicho ensayo es muy obvio que ataca la cuestión sin haber forjado o sintetizado un programa completamente cohesionado, y que ya se ha tropezado con algunos de los problemas del movimiento proletario en Occidente. Por ejemplo, en la Internacional Comunista, uno de los principales líderes del (dizque) comunismo alemán pretende obtener una estipulación asegurando a los obreros en Alemania que si hay revolución, no habrá una baja de salarios. Bueno, eso ciertamente ayuda a Lenin a empezar a darse cuenta de algunos de esos problemas — y no es muy diferente de mucha gente hoy. Lenin comenzaba a darse cuenta del hecho de que les iba a tocar seguir solos, quizá no durante décadas, pero sí por algún tiempo. Algo que tenemos que comprender es que previamente Lenin siempre tuvo la expectativa de que la revolución en Occidente y en Alemania en particular iba a salir en su apoyo inmediatamente. No eran solamente los trotskistas quienes tenían la orientación de que la revolución en Rusia necesitaba que la revolución en los países más avanzados (y expresamente en Alemania) viniera en su ayuda, si no a su rescate —“rescate” es tal vez un término demasiado fuerte y se ajusta mejor a la concepción trotskista— y que así sería; que vendrían en su ayuda y luego tomarían el poder en Rusia, lo que encendería la chispa de la revolución proletaria en Occidente, y a medida que se capturara el poder en Occidente, ése sería el terreno sobre el que tendrían una base viable para construir el socialismo y avanzar hacia la república soviética mundial. Así pensaba Lenin hasta que fue menester recapitular claramente que eso había dejado de ser una probabilidad cercana.
    Ahora bien, Lenin estaba dispuesto a arriesgar la Revolución Soviética inmediatamente después de la I Guerra Mundial y a ponerla en peligro a corto plazo (luego veremos a qué se oponía con esto) en aras de la victoria de la revolución en Alemania y otras partes del mundo, en particular otras partes de Europa que consideraba sumamente estratégicas — lo que era correcto para su tiempo. Estaba dispuesto a hacerlo. Durante la última parte de 1918 y 1919, cuando radiaban por Europa Central remezones y levantamientos revolucionarios, Lenin subrayó repetidamente la necesidad de ayudar al máximo tales luchas, entre otras cosas con la fuerza de las armas y con tropas. De hecho, en 1920 el Ejército Rojo marchó a Varsovia (aunque luego fue repelido) en una operación con el claro propósito de crear condiciones más favorables para la revolución alemana. Repito que esta orientación no se basaba en una especie de fatalismo a lo trotskista —que todo estaba perdido a menos que estallara la revolución en los pases avanzados— más bien, surgió de la admisión de que ésa era en efecto la responsabilidad del proletariado en el poder, y que tendería los cimientos más sólidos para construir el socialismo en la Unión Soviética. Lenin estaba muy dispuesto a exportar la revolución (en oposición a la idea de que no se puede exportar la revolución) pero quería asegurarse de que si la exportara, habría alguien capaz de usarla. En las condiciones de los años 20, su valoración de la situación fue que, desafortunadamente, todavía no había quien lo hiciera. Desde el tiempo de Lenin, esto es algo que también hemos perdido de vista en gran medida, y las cosas han ido demasiado lejos en la dirección de prometerle a la burguesía en el poder que no exportaremos la revolución a sus países. Cuando uno está confrontado en la práctica con la necesidad de mantener el poder y avanzar en un país determinado, no es fácil defender ese principio, pero no obstante hay que defenderlo.
    Regresando a “Mejor poco, pero mejor”, me parece que una (de entre varias) cosas que tienen importancia a largo plazo para tratar de entender más a fondo este problema —y especialmente en la última parte del ensayo, insisto— es que le pone demasiado énfasis e identifica en general la industrialización y la predominación de la industria en el país con el socialismo. Este tema también se encuentra en otras obras bien conocidas —y no sólo importantes sino inspiradoras— de Lenin. por ejemplo, en “Una gran iniciativa”14, escrita un par de años antes, en 1919. Bueno, hay que tener cuidado al hacer esta crítica porque Lenin dijo “en última instancia” y “a la larga”. Y por supuesto es cierto que es inconcebible que el socialismo triunfe y obtenga una victoria completa sobre la base de una producción agrícola atrasada, hasta precapitalista, como la principal forma de producción. Pero la tendencia a correlacionar directamente la industrialización, el predominio de la industria sobre la agricultura con el socialismo, es un tris demasiado fuerte — es, en otras palabras y mirándolo desde otro ángulo, la idea de que la sociedad socialista no era viable sin la predominación de la industria, una idea aceptada generalmente en el movimiento socialista y comunista. Y aunque a largo plazo es cierto, hemos visto que hay mucho trecho y ocurren muchas cosas entre ahora y ese largo plazo.
    Al mismo tiempo y relacionada con esto, está la cuestión del campesinado. Bueno, debido a la forma en que se desarrolló la Revolución Rusa —a diferencia de la Revolución China, por ejemplo— en realidad en Rusia no hubo un largo período para echar y profundizar raíces en el campo, aunque en el contexto de la Revolución de 1905 y nuevamente durante la guerra (expresamente con los campesinos en uniforme y en los levantamientos y la victoria de la Revolución de 1917), se dio el fenómeno, como lo comentó Lenin, de que obreros revolucionarios regresaban a su aldea natal o iban a las aldeas en general y hacían trabajo revolucionario entre el campesinado y se vinculaban con los levantamientos campesinos. Pero no se dio el prolongado y profundo proceso de echar raíces entre el campesinado que necesariamente se dio en China, porque en Rusia no era correcto centrar la revolución en el campo, como sí resultó correcto y necesario en China. La actitud de Lenin hacia el campesinado (y en esto no tenía tapujos) era de tratar de “aprender a combatir en el curso mismo de la guerra” — y podemos usar la expresión en un sentido político. Por ejemplo, en vísperas de octubre, en medio del proceso de tomar el poder, Lenin se dedicó a estudiar con perseverancia, vigor y rigor la literatura de los socialista-revolucionarios, quienes sí tenían base en el campesinado, y acabó adoptando su programa para ganarse a los campesinos — pero fue un esfuerzo muy rápido y deliberado de procurar conocer al campesinado lo más pronto posible y de ganárselo sólidamente.
    Pero no es de sorprenderse que surgiera este problema con el campesinado, puesto que los bolcheviques no habían contado con que la revolución necesariamente estallara primero en Rusia ni si se desarrollara primero ahí, con que se daría sola sin la ayuda de revoluciones simultáneas o muy seguiditas en Occidente. No le habían dedicado a la cuestión campesina la atención que más tarde tuvieron que darle, cuando se vieron ante la situación real y concreta de aferrarse al poder, de tratar de ganar una guerra civil y al mismo tiempo derrotar la intervención extranjera, y de consolidar y empezar a reconstruir la economía y emprender el camino socialista. Lenin estudió la cuestión campesina con tesón e indudablemente reconoció su importancia y la necesidad de ganarse al campesinado. Estudió la experiencia de las cooperativas y recalcó, por ejemplo, la diferencia cualitativa en el papel que las cooperativas —y aquí se refiere a las cooperativas de consumo, más que a las cooperativas de producción en esos primeros anos— podían desempeñar como una especie de transición, bajo la dictadura del proletariado, hacia la economía socialista en el campo y en el país en general. Pero así y todo, no elaboró un programa completo sobre la cuestión del campesinado ni explayó cómo se integraría en la transformación socialista de conjunto; en cierta medida esto es parte de los factores que discutí antes sobre el carácter y las expectativas de la Revolución Rusa y de los revolucionarios rusos y, en cierto grado, de la idea de la identificación de la industrialización y la predominación de la industria sobre la agricultura como algo esencial del socialismo.
    Ahora bien, es cierto que Lenin polemizó contra la teoría de las fuerzas productivas y en particular contra los mencheviques, kautskistas y demás que sostenían la tesis tradicional de que en Rusia, debido a su excesivo atraso, era imposible llegar al socialismo y que un nivel necesario de técnica, de civilización —en el sentido de fuerzas de producción y ciencia— era un requisito previo para el socialismo. En “Nuestra revolución”15, Lenin carga contra ellos y dice: “Muy bien, ¿y por qué no hemos de poder conquistar primero el poder y luego crear la civilización? ¿En qué polvoriento libro han leído que tenemos que hacerlo al revés?” Y no me cabe duda de que él estaba plenamente preparado, incluso si ellos salían con la cita, para decir que de todas formas no lo iban a hacer de ese modo, que si tenían una oportunidad de tomar el poder, lo harían y luego procurarían resolver ese problema — lo que representaba la orientación leninista y marxista correcta.
    Pero incluso aquí es claro —y esto me impactó al releer la obra— que él los refuta, pero también acepta una buena parte de sus condiciones. Lo que dice es: “Bueno, está bien, hay que tener un cierto nivel de civilización”, y luego añade entre paréntesis, y esto es importante: “aunque nadie puede especificar exactamente cuál es ese nivel”, lo que es una refutación a un nivel más profundo, es una afirmación dialéctica opuesta al materialismo mecanicista; lo que dice es: “Bueno, sí, es cierto, pero no seamos demasiado mecanicistas ni absolutistas al respecto”. Pero al mismo tiempo, dice, en cierta medida: “Bueno, está bien, pero por qué no podemos tomar el poder primero y luegosobrepasar a los países capitalistas y al capitalismo en general en crear un nivel superior de técnica y (en ese sentido) de civilización”. Y no se trata en absoluto de que Lenin fuera del mismo parecer que los revisionistas, porque esto es precisamente una refutación a ellos, cuyas opiniones se planteaban muy claramente en ese entonces. Pero cuando los revisionistas escarban y rebuscan entre lo que dijo Lenin para justificarse (por ejemplo, los revisionistas chinos, inmediatamente después de la toma del poder) no es que no encuentren nada en Lenin que puedan acomodar como evidencia para su línea de poner énfasis en la producción, la técnica y superar la producción de los países capitalistas avanzados, como la garantía contra la restauración.
    Al mismo tiempo, tanto en este ensayo “Mejor poco, pero mejor”, como en general en este período de los últimos años de su vida, Lenin reiteró muchísimo, y correctamente, la necesidad de aprovechar las divergencias entre los imperialistas porque captó correctamente que ésta era una lucha de vida o muerte, y le dio dirección concreta. No era una cuestión de principio en abstracto, sino de sustentar los principios y aplicarlos simultáneamente en la práctica, porque el principio sin práctica degenera como tal y además no tiene efecto — al menos, ningún efecto positivo. Esto no es equivalente a decir: principios, bla, bla, qué diablos, lo único que vale es la práctica, en el sentido estrecho. Se trata de la síntesis de ambos, de ganarse a las masas, de verdaderamente tomar el poder, hacer la revolución y transformar la sociedad; ésa es la prueba definitiva y así la trató Lenin; la trató como una prueba y como definitivo, y no estrechamente en un sentido empiricista o revisionista mecanicista; pero tenía la intención de ganar (como lo dice el informe de la última reunión de nuestro Comité Central), quería ganar y eso es algo que debemos aprender de él. En este contexto, abordó la cuestión de cómo aprovechar las desavenencias entre los imperialistas, pero la consideró y la puso en el contexto de la expectativa de un repunte en la revolución mundial —si no de inmediato, sí relativamente pronto— y la vio más en términos de, por así decirlo, “dejar correr el tiempo” hasta que hubiera un nuevo repunte en la revolución mundial, que como una política estratégica a largo plazo de utilizar esas divergencias.
    Además, los revisionistas chinos se han aprovechado últimamente de su análisis de las fuerzas mundiales en términos de Estados, pueblos y clases (por ejemplo en el II Congreso de la Internacional Comunista). Dicen, por ejemplo en #45, 1977, de Pekín Informa, su mayor presentación teórica sobre la teoría de los “tres mundos”, algo como que, bueno, Lenin tenía su propia versión de los “tres mundos”; en ese entonces, él también dividió al mundo en tres. ¿Y qué debemos aprender de Lenin? Debemos aprender a dividir al mundo en tres. Pero si uno lee el ensayo al que se refieren, sí hay un elemento de verdad en eso; Lenin dijo que entre los Estados imperialistas vencedores, están aquellos que ganaron la mayor tajada; están otros que no salieron ganando tanto; y finalmente está Alemania, que recibió la tunda de su vida; y nosotros, que hicimos la revolución y todos los pueblos coloniales y dependientes. Planteó un análisis parecido, pero no para decir a cuáles burguesías valdría más arrimarse y rendirles pleitesía, sino para ver cómo aprovechar las contradicciones entre ellas, y aún más estratégica y fundamentalmente, para determinar dónde esperar un repunte revolucionario en el futuro cercano y dónde concentrar el trabajo para desarrollarlo. Pero repito, cuando los revisionistas chinos buscan y rebuscan una cierta mampara leninista (aunque cada vez lo hacen menos) para su reaccionaria y contrarrevolucionaria línea internacional tal como está formulada, al menos hasta ahora, en la teoría de los “tres mundos”, no es que no puedan encontrar elementos de eso en Lenin. Claro está que uno siempre puede, como el mismo Lenin lo dijo, encontrar una cita fuera de contexto para justificar lo que sea, lo que es una vaina muy frustrante en esta vida. Pero aquí se revelan ciertos problemas, no estamos lidiando solamente con distorsiones, empiezan a perfilarse ciertas cosas, ciertos elementos que se pueden tomar como evidencia para tesis incorrectas.
    Un ejemplo fehaciente de esto es en cierta manera la política hacia Alemania en los primeros años de la República Soviética. En general fue una política correcta; es decir, los bolcheviques se dieron cuenta de que Alemania tenía que buscar amigos en lugares extraños, lugares raros, debido a su condición de vencido y la forma en que se le abalanzaron encima los otros imperialistas para apoderarse del botín de la victoria (al haber éstos aplastado la intentona de Alemania de buscar un nuevo reparto del mundo a su favor y haberlo hecho en el propio). Alemania necesitaba y estaba abierta a suscribir cierto tipo de acuerdos y alianzas, tal como lo estaba la República Soviética a partir de una posición cualitativamente diferente. Esto abarcaba por ejemplo acuerdos en la esfera militar: los aliados no le permitían a Alemania tener ejércitos, así que básicamente entrenó el núcleo del liderato de su ejército y desarrolló gran parte de su armamento en Rusia, mientras que los rusos aprendían algunas de las mismas cosas al fortalecer su ejército, todo lo que fue correcto y necesario en ese sentido. Pero lo que empezó a colarse desde ya, lo que es problemático y requiere sopesarlo y extraerle sus lecciones claves, es que había una tendencia (que se habría de desarrollar mucho más plenamente después y de convertirse en un antagonismo, o encaminarse en esa dirección) al no lidiar correctamente con la contradicción —y en cierto sentido hasta a negar su existencia— entre los intereses estatales, por así decirlo, del proletariado en el poder y los intereses revolucionarios mundiales generales del proletariado internacional.
    Aquí sólo quiero mencionar que lo peor de todo esto es creer que los dos no están en contradicción y que de hecho eran uno y lo mismo. Esto llegó a ser en parte la corriente —y no un chorro, sino una señora corriente— en la política soviética de entonces. No es que hayan negado la posibilidad de la revolución en Alemania, lejos de eso, especialmente a finales de la década de 1910 y los albores de la de 1920; pero la idea de que los dos eran la misma cosa empezó a colarse como una justificación de lo que hacían, cuando la Rusia soviética ha debido justificar tales tratos con Alemania simplemente sobre la base de que era necesario y no era, en sí y por sí, contraproducente a la revolución en Alemania o la revolución mundial. Mejor dicho, lo que he venido describiendo se volvió parte de la idea de que al hacer eso y al tener relaciones con Alemania, la influencia de la Revolución Rusa se regaría y facilitaría el trabajo de preparar la revolución en Alemania. Bueno, aunque ése es un aspecto de la situación y tiene un elemento de verdad, de hecho es el aspecto secundario. No se trata de ser infantil y de negarse a tener relaciones a partir de una pureza prístina; no obstante, hay que darse cuenta de que se le confería cierta le legitimidad al régimen en Alemania, o se fomentaba cierta confusión sobre su naturaleza. Pero ni siquiera eso es lo más importante: y qué, en cierto sentido, porque los comunistas tienen la tarea y la posibilidad de desenmascararlo y de realizar el tipo de trabajo para superar los problemas que eso pueda plantear. En otro contexto y en otra forma, es la misma situación que planteó la apertura de China a Occidente en la década del 70; por lo que respecta a los revolucionarios de Occidente, algunos la manejaron bastante bien y aprendieron a manejarla mejor y otros en cambio aprendieron a justificar servilmente todo lo que hicieran los chinos y se degeneraron. El mismo problema se planteaba en ese entonces — en los primeros y desesperados años de la República Soviética.
    Pensar que lo que de hecho es una contradicción y por lo tanto tiene el potencial de volverse antagónico si no se maneja correctamente, no es una contradicción, pensar que las necesidades del Estado del proletariado en el poder, por así decirlo, la necesidad del proletariado en el poder en Rusia de aprovechar las fisuras entre los imperialistas a fin de mantener el poder, por un lado, y los intereses del proletariado internacional, representados en su necesidad de conquistar el poder en Alemania, por el otro, que son uno y lo mismo, es lo peor de todo. Ahí es cuando verdaderamente empieza a convertirse en su opuesto porque entonces la esencia revolucionaria no sólo se diluye sino que se empieza a destruir y uno empieza a pensar que puede apoltronarse y triunfar a partir de la autoridad, la influencia y la respetabilidad que esté ganando la diplomacia del Estado socialista. Por otro lado, es un hecho que también habrá una tendencia entre los diplomáticos y en general entre los líderes políticos en este Estado socialista a querer atenuar los sentimientos y acontecimientos revolucionarios en el país con el que por necesidad (e incluso por necesidad desesperada) han suscrito tales acuerdos y arreglos diplomáticos, porque la revolución no se da de forma tal que un día uno esté haciendo diplomacia y al día siguiente se levanta y ahí está la revolución. Pasa por una serie de sucesos —adelante y atrás, con vueltas y rodeos— y a lo largo de todo eso los dos, la diplomacia y las necesidades del Estado como las definí, de un lado, y los avances hacia una revolución, del otro, a menudo entran en una contradicción muy aguda.
    De pasada hay que decir que el propio Lenin, y no sólo posteriormente el Partido soviético y el movimiento internacional, tuvo una concepción errónea, un punto de vista contrario en cierta medida al leninismo, sobre el Tratado de Versalles y cómo lidiar con él en Alemania — lo que no esté totalmente desligado de lo que vengo discutiendo. Anteriormente, Lenin había adoptado y luchado por una posición fundamentalmente correcta sobre el Tratado de Versalles, por ejemplo en “Izquierdismo” en el comunismo,donde dice que en base al internacionalismo los comunistas alemanes no se deben colocar en la situación de permitir que la burguesía los arrincone y los obligue a pronunciarse contra el Tratado de Versalles, sino que deben determinar su actitud hacia él según los intereses del proletariado internacional y la revolución mundial. Pero luego comienza a colarse furtivamente el punto de vista (que aparece en parte incluso en Lenin y luego ciertamente continúa después de él) de empujar un tris a los comunistas en Alemania a que enarbolen la bandera nacional alemana contra el Tratado de Versalles y contra el banquete de los vencedores a costillas de Alemania — y esto no es accidental y se relaciona de cierto modo con su esbozo previo y parcial del análisis de las tres partes del mundo.
    Hay algo que yo he sostenido muchas veces en el pasado y repetiré aquí: jamás he podido comprender por qué, cuando uno está hablando de imperialistas y está en un país imperialista, el simple hecho de que éste resulte vencido o de que lo hayan bajado a segunda categoría, lo debe llevar a uno a convertirse en el gran partisano de la defensa de la patria. Mejor dicho, yo realmente no puedo captar lo correcto desde una perspectiva marxista-leninista de la posición de: “Bueno, pues como a mis imperialistas les dieron en la madre, ahora está bien que yo defienda la madre patria”. Y digo desde una perspectiva marxista-leninista, incluso si Lenin cayó en eso en cierto grado, porque hay leninismoy hay Lenin, de la misma manera que (aunque los revisionistas chinos lo hayan dicho) tenemos el pensamiento Mao Tsetung y tenemos a Mao Tsetung y los dos no son necesariamente lo mismo en todo momento. Mao no siempre sustentó el pensamiento Mao Tsetung — aunque nuestro análisis de dónde se desvió de él, indudablemente sería opuesto al de los revisionistas chinos. Y lo mismo se aplica al leninismo: todo acto de Lenin no es necesariamente leninismo, pero a pesar de todo el leninismo existe. Y me parece que esto es algo importante: esa idea que empieza a insinuarse de que si los imperialistas de uno salen perdiendo, entonces es correcto apoyarlos: “después de todo, nosotros sólo somos imperialistas de segunda categoría, sólo salimos ganando un trocito de África, o lo único que conseguimos fue una islita aquí o allá y somos los de abajo; por lo tanto, por qué no podemos apoyar la patria y ver si logramos conseguir más; entonces, si obtenemos más, todo mundo nos puede hacer frente”. Sobra decir qué tipo de lógica es ésa.
    Lo que es importante captar es que realmente hay un problema o contradicción que se tiene que comprender profunda e integralmente. No se puede evitar ni hacer a un lado, ni se puede responder a él como lo hizo un menchevique que estaba en nuestro Partido—y nosotros sabemos qué tan profundo y sincero fue eso—al tratar de hacer a un lado la pregunta, antes de que China se volviera revisionista, de qué vamos a hacer en la próxima guerra, qué posición vamos a tomar con respecto a, entre otras cosas, si la Unión Soviética ataca a China. Tras darle muchas vueltas al asunto y tras mucha discusión—y debo decir que esto sucedió en una reunión del Comité Central—él dijo simplemente, tratando de abandonar toda discusión: “Bueno pues, ¿cuál es el gran problema? Ellos irán a la guerra, nosotros tomaremos una posición de derrotismo revolucionario y derrocaremos a nuestra burguesía... así que cambiemos de tema”. Bueno, desafortunadamente el mundo no es así de simple y bien sabemos adónde fue a parar la gente que quiso que cambiáramos de tema*. Y hay un problema, una contradicción, que se tiene que comprender profunda e integralmente. El mundo, incluyendo la situación del proletariado, realmente es diferente cuando el proletariado toma el poder en uno o varios países, y máxime si lo retiene. [*Esto se refiere a un grupo de revisionistas apodados los “mencheviques”, que respaldaron el golpe de Estado de los revisionistas en China y huyeron del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos a finales de 1977.]
    Este es un tópico al que hay que regresar en parte en el contexto de los comentarios que voy a hacer hoy, pero también es algo que obviamente hay que investigar, escudriñar, escarbar y reflexionar, sobre lo que hay que debatir y luchar mucho más de lleno y desde todo ángulo posible en el seno de todo el movimiento comunista internacional. Por ejemplo, el otro día en una discusión alguien comentó: “Bueno, la posición del proletariado es que no tiene más que perder que sus cadenas, pero si tiene un país, ¿tiene algo más que perder que sus cadenas?” Es un problema que hay que recapacitar, y si uno cree que no hay contradicción entre un proletariado que detenta el poder del Estado y el avance de la revolución mundial, quiere decir por ende que va a manejar incorrectamente algo que es una contradicción muy profunda y, a veces, supremamente aguda y potencialmente antagónica.
    Bueno, para cerrar esta parte de las observaciones sobre ciertas posiciones de Lenin: como sabemos, Lenin murió antes de que estas contradicciones se desarrollaran a plenitud; murió sin habérselas con ellas, sin afrontarlas en toda su extensión y obviamente sin hallar una resolución básica a dichas contradicciones, en un período de creciente agitación. En sus últimos dos anos, Lenin en esencia no pudo funcionar políticamente en ninguna medida significativa y luego, especialmente con su muerte, se suscitó una tremenda lucha de líneas al interior del Partido soviético. Ni siquiera voy a tratar de entrarle a mucho de eso ahora, es otra cosa que también hay que estudiar, valorar y debatir mucho más profundamente. Pero sin repetir todo lo que dice el último informe del Comité Central en el documento “A décadas enteras — a escala mundial”16, expresamente la parte “Esbozo de conceptos sobre la experiencia histórica del movimiento comunista internacional y sus lecciones para el presente”, que ofrece una evaluación de Stalin, es un hecho de la historia que en esa coyuntura después de la muerte de Lenin, cuando se planteó muy agudamente la cuestión de qué camino tomar en la República Soviética en ese momento, y si se podía o no tomar el camino socialista, y si no, que había que hacer, Stalin representó fundamentalmente y por lo general la posición más correcta y principalmente la posición correcta en ese entonces. Este fue el caso en general, pero especialmente en contra de la posición de Trotsky, Bujarín, et al.,quienes de frente o bajo una mampara de “izquierda” aconsejaban capitular ante la burguesía y las fuerzas de clase reaccionarias en Rusia e internacionalmente, y luchaban por eso.
    Pero habiendo dicho que el interrogante esencial era si fuera posible o no desarrollar el socialismo en un solo país—el debate con el que todos, de cierta manera, estamos familiarizados—es necesario decir inmediatamente y por otra parte que en gran medida se estaba eludiendo la pregunta. Digo que se eludía la pregunta—si puede darse el socialismo en un solo país—pues eso depende en gran parte de lo que es realmente el socialismo.
    Y hay que insistir nuevamente en que la posición de Trotsky, Bujarín, et al., era fundamentalmente incorrecta y que ellos promulgaban la capitulación ora de forma abiertamente derechista, ora de forma “izquierdista”. Pero eso tampoco agota el tema ni es el nivel más profundo o más elevado de comprensión que se puede lograr al respecto, como lo ha demostrado la experiencia y la lucha teórica e ideológica basada en esa experiencia. Y a partir de todo eso se ha forjado y se sigue forjando una comprensión más profunda y más correcta del tema.
    Digámoslo así: Stalin consideró y presentó el socialismo como la eliminación de clases, o por lo menos las clases antagónicas; pero esta definición no fue un capricho de su imaginación, de hecho, era la concepción más o menos aceptada del socialismo, entre otros en gran medida por parte de Lenin. Hay que comprender que no es que posteriormente Stalin inventara una nueva definición del socialismo, ésa era la definición y cuando él habla del socialismo en un solo país se refiere a la eliminación de clases o de clases antagónicas, en cualquier caso; más adelante, cuando él dice que han llegado al socialismo y dice simultáneamente que las clases antagónicas se han eliminado, no es simplemente que él estuviera metiendo de contrabando una nueva desviación de lo que se había aceptado como la posición marxista-leninista hasta ese momento.
    Y cosa irónica, esto se ha velado un tanto pues el líder que ha guiado en forjar una comprensión superior, la más avanzada sobre esto hasta el momento, ha sido Mao. Mao fue, en realidad, un continuador de la experiencia de la Revolución Soviética y de la construcción del socialismo en la Unión Soviética, aunque él investigó a fondo y se propuso hacer un serio balance y corregir muchos de los errores contenidos en la experiencia y liderato soviético, y en particular el de Stalin, en la dictadura del proletariado y la transformación socialista en la Unión Soviética, hasta donde ésta alcanzó. Mao escudriñó con tesón algunos errores, especialmente cuando resultó aparente que se había restaurado el capitalismo en la Unión Soviética bajo el liderato de Jruschov; él analizó a fondo toda esta experiencia, sacó a la luz y enfocó muchas de los errores que se habían cometido en la forma de manejar la cuestión de las clases y la lucha de clases, de no percibirla y de su manejo incorrecto bajo el socialismo, después de cierto punto. Pero al mismo tiempo, Mao fue (y correctamente) un continuador de la experiencia iniciada en primera instancia con la toma del poder por la Revolución Rusa, el comienzo de la transformación socialista y el embarque en el camino socialista en Rusia. De manera que la forma en que todo esto nos ha llegado ha sido en la tradición de Mao y desarrollando su legado.
    Dicho de otro modo, analizamos la historia retrospectivamente, familiarizándonos primero con la conceptualización de Mao de lo que es el socialismo—que hay clases y lucha de clases y que eso es lo central bajo el socialismo—y por lo tanto con su crítica del análisis erróneo de Stalin de que las clases se habían eliminado (o por lo menos las clases antagónicas) al establecer fundamentalmente la propiedad socializada y eliminar la propiedad privada en sus viejas formas. Y por lo tanto parece como si Stalin se estuviera desviando de las ideas o normas previamente aceptadas del marxismo-leninismo al decir que la burguesía había sido eliminada, cuando eso era más bien una continuación de la tradición y no una desviación de parte de Stalin. Mao dio un salto más allá de eso y en cierta forma alejándose de eso, hizo una ruptura radical, transcendiéndolo—en el mismo camino como continuador de esa misma experiencia histórica—pero un salto más allá y en ese sentido alejándose de ello (aunque ciertamente, no revocándolo). Stalin presentó el socialismo como la eliminación de clases antagónicas y eso es lo que dijo que era posible en un solo país. Y desde una perspectiva histórica—con las contribuciones de Mao y lo que se ha aprendido al avanzar con ímpetu y firmeza en ese camino, continuando en la dirección que Mao señaló—hay que decir que tal noción de socialismo, y expresamente en la forma que la presentó Stalin, se vinculaba a sus tendencias de materialismo mecanicista y metafísica en general; esto es, no simplemente la tesis de que el socialismo significaba la eliminación de las clases sino la forma en que Stalin conceptualizó ese proceso de eliminación de clases y en que presentó la transformación socialista, sobre lo que hablaré brevemente.
    Pero primero, un punto al margen: si puede decirse que Lenin se percató en cierto sentido de la contradicción involucrada en retener el poder y mantener la dictadura del proletariado en un país al tiempo que se trataba de maniobrar y hacer malabares hasta que se movilizaran reservas en otras partes del mundo para la revolución mundial, y si por otro lado él tenía una tendencia a pensar en la revolución mundial en cierto sentido como una extensión, casi textual y geográficamente, de la primera República Soviética existente, y en ese contexto se imaginó que la República Soviética era una especie de centro provisional a partir del cual la revolución mundial se expandiría a otras partes, o al cual se le añadirían otras repúblicas soviéticas de otras partes del mundo; hay que decir que con el ulterior desarrollo de la Unión Soviética, con el comienzo de la transformación socialista en la Unión Soviética bajo el liderazgo de Stalin, esa idea errónea se volvió más pronunciada, y de modo simultáneo se acentuó más el hecho de que las cosas no se desarrollarían de ese modo. Y al mismo tiempo, la tendencia a decir que había una identidad absoluta de intereses entre la República Soviética como un Estado proletario y el avance general de la revolución mundial, se hizo más pronunciada, se destacó más y en gran medida tiró a convertirse en su opuesto muy pronunciadamente, en particular a finales de la década de 1930.
    Bueno, lo que me llamó la atención al releer hace poco los principales documentos del VI Congreso de la Comintern en 1928, es que por una parte la línea del Congreso y el conjunto de las actas de las sesiones revelan un marco general revolucionario y una orientación definitivamente revolucionaria; realmente forcejean y tratan seriamente de resolver la pregunta de cómo hacer revolución tanto en los países capitalistas avanzados como en los países coloniales, dependientes y atrasados. Pero por otra parte, eso se estropea por un montón de tendencias economicistas y de materialismo mecanicista, que se han de mostrar mucho más fuertemente después. Quizás es una ironía de la historia, pero podríamos decir con algo de perspectiva histórica (y esto se plantea en parte en ese esbozo presentado a la última reunión del Comité Central) que aunque ellos predijeron correctamente en el Congreso—y en general el movimiento comunista y el liderato soviético predijeron—el colapso y el fin de la estabilización y expansión temporal que habían experimentado los países capitalistas en la década de 1920, en cierto sentido no lo hicieron completamente por las razones correctas. Su predicción se cumplió, pero eso se dividió profundamente en dos porque gran parte de la base para esa predicción se relacionaba a nociones incorrectas vinculadas con todo el concepto de la “crisis general del capitalismo” en la etapa imperialista y con el advenimiento de la primera revolución proletaria en Rusia. Esta teoría de la “crisis general” postulaba una caída en línea recta del capitalismo en la fase imperialista, a partir de la tesis un tanto mecanicista de que al imperialismo se le estaba cercenando y socavando su base (casi hasta en un sentido textual y geográfico) en el mundo. De modo que su predicción se dividió muy definitivamente en dos. Quizás, si se hubieran equivocado en algo tan importante como eso, hubieran tenido que rectificarse y usar una metodología más correcta para el análisis del problema... pero dejaremos eso para meditarlo en otra oportunidad.
    En el VI Congreso, aunque se observa una orientación revolucionaria (a pesar de los errores y tendencias hacia el materialismo mecanicista, el economicismo y demás) hay una línea muy clara que dice que los intereses de la construcción del socialismo en la Unión Soviética y los de la revolución mundial son uno y lo mismo, son idénticos. En ese entonces, dejando a un lado algunos acuerdos de carácter secundario todavía en vigencia con Alemania, la Unión Soviética no estaba en posición de ponerse a tratar seriamente de cultivar gran cantidad de relaciones y llegar a acuerdos con varias potencias imperialistas de importancia, y por ende no lo hizo. Tenían acuerdos menores, pero eso era precisamente de un carácter muy secundario y de importancia menor en lo que ocurría en la Unión Soviética. Por varias razones, y entre ellas como razón principal debido a una orientación revolucionaria correcta en general, ellos le ponían su énfasis a hacer la revolución y apoyar la revolución en el mundo controlado por los imperialistas y no a utilizar las contradicciones entre ellos y llegar a acuerdos con ciertos imperialistas contra los otros.
    Así pues, el hecho de que existía una contradicción y como ya lo dije una contradicción a veces muy aguda y potencialmente antagónica entre mantener el poder en un Estado socialista y el avance general de la revolución mundial, pudo en cierto sentido mitigarse y enterrarse debajo del hecho de que los intereses nacionales soviéticos o los intereses nacionales, si se quiere, del proletariado en el poder en la Unión Soviética en ese entonces marchaban paralelos a la revolución mundial y de que las políticas adoptadas por el Estado soviético no entraron en conflictos agudos con la lucha revolucionaria general en otras partes del mundo. Sí entraron en pugna aquí y allá, pero como cosa secundaria. No obstante, a pesar de que en general se promovió la revolución mundial y se trató de apoyarla e impulsarla, se presentaron las cosas en términos de una identidad absoluta de intereses, y al mismo tiempo ya se empezaba a decir—lo que posteriormente se convirtió de lleno en la línea y se ha mantenido y profundizado como la línea hasta nuestros días—que el factor decisivo y esencial de la revolución mundial era primero construir y luego defender el socialismo (verdadero o presunto) en la Unión Soviética (es decir, el verdadero camino socialista que se emprendió y se siguió por un tiempo y luego el presunto “socialismo” usado como pantalla para la restauración del capitalismo y después el imperialismo.)
    A su vez todo esto se conectaba con la forma en que Stalin concibió y dirigió la transformación, especialmente la transformación económica hacia la propiedad socialista en la Unión Soviética. De nuevo, el socialismo se equiparó abrumadoramente con la industrialización de una forma exacerbada, más aún de lo que lo hizo Lenin. Y se consideró que la industrialización, siempre y cuando estuviera bajo propiedad estatal, era la clave al socialismo y se estableció una identidad muy marcada entre los dos (es decir, la industria bajo propiedad del Estado y el socialismo), una conexión muy estrecha y casi unívoca entre ellos. Y de manera simultánea, el enfoque de la agricultura y las políticas de colectivización adolecía de varios errores serios. Desafortunadamente, esto no es una mera calumnia de los trotskistas y enemigos todavía más abiertamente reaccionarios del socialismo y de la Unión Soviética cuando era socialista. Las medidas que se implementaron en relación a la agricultura y la experiencia de la Unión Soviética, aun bajo Stalin, es algo que Mao progresivamente criticó y cada vez más profundamente. La agricultura se manejó de forma que estableciera la base para la acumulación en la industria, en gran medida haciéndole pagar un precio exorbitante a los campesinos.
    En palabras de Mao, es como querer que la gallina ponga huevos sin darle de comer; es como querer que el caballo galope sin darle pienso, y así sucesivamente. En esencia, le quitaron una cantidad tremenda al campesinado para que sirviera de base para un vertiginoso programa de industrialización, al mismo tiempo que implementaban una rápida colectivización de la agricultura en gran escala; todo esto era un programa conjunto para la transformación socialista. Y nuevamente, aquí no se trata de abordar esto y analizarlo de pe a pa; se trata más bien de recalcar la necesidad de abordarlo y analizarlo mucho más detalladamente. En los comentarios y críticas que hace Mao, por ejemplo en Sobre diez grandes relaciones y de manera consistente a lo largo del Tomo V oficial (por ahora) de las obras de Mao y también en la colección compilada por la CIAMiscellany of Mao Tsetung Thought y en la colección Chairman Mao Talks to the People17, hay un hilo consistente de crítica a la política soviética hacia el campesinado. Para decirlo gráficamente, en un grado significativo llevaron a la práctica la industrialización sobre las espaldas del campesinado, a la vez que implementaban la colectivización. Y a su vez todo esto se relaciona con la forma de Stalin de concebir el socialismo, y aquí no me refiero a lo que subrayé antes de ver el socialismo como la eliminación de clases antagónicas, no sólo eso, sino al conjunto total de características del socialismo como él lo imaginó, entre ellas la necesidad de que predominara la industria en un lapso muy breve.
    Stalin luchó—y es importante señalarlo—contra una cantidad de desviaciones izquierdistas; escribió artículos como “Los éxitos se nos suben a la cabeza”18 y otros contra tales desviaciones (cuando representaban una tendencia dentro de lo que era un repunte revolucionario auténtico en esa época de finales de la década de 1920 y comienzos de la de 1930), de acuerdo con todo el carácter y orientación del VI Congreso. Se puede ver reflejado en las medidas económicas, en la superestructura, en las novelas que se escribían entonces y otras cosas, que era un repunte revolucionario auténtico con un carácter global internacionalista. La orientación que se trasluce era: “Estamos transformando el mundo para construir un nuevo mundo”. Se dio mucha lucha heroica, autosacrificada y en gran medida consciente de clase, de parte de muchos obreros avanzados y elementos avanzados en el campesinado, los intelectuales y demás. Y según lo que revela la investigación hasta ahora, esto estuvo relacionado a Stalin y se llevó a cabo en gran parte bajo su liderato. No ocurrió en contraposición a Stalin; no fue que él tratara de aplastarlo; más bien se debía a él. Y repito, Stalin luchó con mucho encono al mismo tiempo contra las expresiones más bien obvias y agudas de desviaciones de “izquierda”, es decir la tendencia a colectivizar todo, como lo dijo él, hasta la campana de la iglesia del pueblo, las gallinas de todos y todo lo demás. Esta desviación fue algo natural, similar a las que surgieron en el curso del Gran Salto Adelante en China. Stalin trató de corregir esos excesos “izquierdistas” y al mismo tiempo, el repunte general de la transformación socialista de ese entonces, cuyas características mencioné, se identificaba en gran medida con él, y él lo dirigió.
    Al mismo tiempo, una vez dicho esto, a uno le da la impresión de que la industrialización y colectivización a marchas forzadas y hasta cierta extracción de plusvalía al campesinado para la industrialización, que Mao criticó correctamente, se justificaban en gran medida en el pensamiento de Stalin porque él se imaginó que al implementar esas medidas se acabaría con la propiedad privada en la vieja forma y por lo tanto con el capitalismo, o con cualquier base real para su existencia en la Unión Soviética, a excepción de los rezagos ideológicos. Así que es como el viejo dicho (hasta creo que lo usaron para justificar algo de esto): “Al talar el bosque, a fuerzas saltan astillas”. Mejor dicho: sí, desafortunadamente habrá muchas efectos secundarios que podrían crear problemas, pero si lidiamos con ellos correctamente, valdrá la pena porque una vez que hayamos arrancado de raíz la propiedad privada, entonces realmente habremos avanzado a toda una nueva etapa donde la cuestión de la restauración desde adentro, cualquier base material para eso, se habrá arrancado prácticamente de raíz. Entonces, si uno ve las cosas así, y así las vio Stalin, se le puede encontrar justificación a esas políticas y medidas vertiginosas que gravaban en particular al campesinado más allá de cierto límite.
    Bueno, añadámosle otro aspecto a esto y considerémoslo desde otra dimensión, en términos de concepción y metodología filosófica: recientemente leí el Textbook of Marxist Philosophy, elaborado por el Instituto de Filosofía de Leningrado en 1937 con el propósito de ofrecer un resumen bastante completo y substancial del desarrollo de la filosofía marxista. Tiene partes muy buenas y también refleja un tipo de orientación genuinamente revolucionaria de cuando se escribió; pero al mismo tiempo evidencia asombrosamente ciertas tendencias materialistas mecanicistas—especialmente ahora a la luz de las contribuciones de Mao y la lucha al respecto. En particular, la manera de tratar la contradicción entre cantidad y calidad y la forma en que ligan eso con un enfoque mecanicista a la transformación económica de la propiedad, como si fuera el alfa y omega de la transformación socialista. Todo esto es muy impresionante, más o menos insinúa que avanzando de cantidad en cantidad, en cierto momento alcanzarían la transformación cualitativa de la propiedad socialista y de la base material del conjunto de la sociedad.
    Pero en cierto sentido, la declaración de Stalin en 1931 de que los países imperialistas les llevaban décadas de ventaja y que tenían que borrar esa diferencia en una década o de otro modo perecerían19, es una expresión concentrada desde un ángulo político todavía más crucial. No se trata simplemente de una afirmación abstracta y general sobre la necesidad de sobrepasar la tecnología de los países capitalistas, sino del reconocimiento en ciernes de que la cuestión de la guerra pronto estaría en el orden del día y del correspondiente punto de vista de que en semejante guerra, la producción y las armas serían decisivas. Y con el paso del tiempo, este enfoque se recrudeció más y más, o por lo menos su expresión, y llegó al punto de crudeza en que en determinado momento Stalin dijo textualmente (y desafortunadamente no creo que me equivoque) que el lado que produjera más motores en la II Guerra Mundial, sería el vencedor. Esa es simplemente la expresión burda de una concepción general subyacente de que había que borrar la diferencia y sobrepasar a otros países en tecnología en 10 años, o si no, se los llevaba el coco20. Y se puede ver cómo eso se ajusta, cómo interpenetra con esas otras concepciones que hemos mencionado y criticado en términos del énfasis excesivo en la industrialización, la política de quitarle demasiado al campesinado y así sucesivamente.
    Es preciso explorar además la dimensión política de esto en el interior de la Unión Soviética. Al investigar y tratar de hacer un balance de esta experiencia crucial de la transformación de la propiedad, surge la clara impresión de que en el campo en particular había mucha resistencia, especialmente de parte de los kulaks, por supuesto, pero también me da la impresión de que aunque había grandes sectores del campesinado movilizados, la resistencia y pasividad prevalecía entre grandes sectores incluso de campesinos medios y otros sectores, que han debido ser aliados y ser una fuerza motriz en esto. Y aunque no era algo necesariamente incorrecto de por sí, resultó necesario mandar ola tras ola de obreros avanzados al campo para dirigir la batalla en un sentido político y a veces físico, literalmente, contra los kulaks e incluso, desafortunadamente, contra capas más amplias que le oponían resistencia a la colectivización, por lo menos a veces.
    Y a uno le da la impresión de que a causa de toda esta política de industrialización, de la forma en que se implementó la colectivización, de las batallas de ese tipo que hubo que librar para hacerlo, que para cuando se completó, en 1934 más o menos, había un aire de agotamiento político, tal vez puede que hasta físico, pero en gran medida un agotamiento político entre los elementos avanzados en la Unión Soviética. Esto no pretende negar el hecho de que todo se desarrolla de forma ondular, o mejor dicho, como un movimiento en espiral; sería idealista y metafísica no reconocer que todo se desarrolla así y que las cosas no siempre están ni pueden estar en su cúspide. De un lado no es especialmente sorprendente que surgiera esta especie de agotamiento político, pero por otro lado, en vez de darse un período de repunte y luego consolidación y preparación para otro repunte, como lo exhortó Mao, por lo visto esto se conjugó de manera creciente con las tendencias erróneas que se manifestaron más agudamente en el liderato de Stalin y de otros a lo largo de una serie de complicadas luchas, que yo por lo menos, de ninguna manera entiendo completamente.
    Pero lo que emerge al estudiar la Unión Soviética en esa época es la impresión de que para mediados de la década del 30 y de ahí en adelante, ya había grandes sectores, incluso entre los avanzados, que se encontraban confundidos, desalentados y algo pasivos, políticamente hablando. Alguien que se volvió un renegado pero que previamente había sido simpatizante de la Unión Soviética, relató el agudo contraste entre el período previo de los años 20 y 30 y la situación por ahí en 1936. (Las observaciones de los renegados no siempre carecen de mérito, necesaria y automáticamente). El hizo notar el hecho de que antes, se encontraba con gente—cuadros de diferentes niveles de liderazgo así como masas—que mostraba muchísimo entusiasmo, luchaba por el futuro; pero que de mediados de la década del 30 en adelante, especialmente entre los cuadros, sólo se encontraba con aduladores y cínicos y que la mayoría de la gente era lo uno y lo otro. Desafortunadamente, a pesar del carácter de esta persona, creo que sus observaciones encierran bastante verdad; en la realidad eso se estaba convirtiendo en un patrón más y más predominante, particularmente entre los cuadros. Y esto se relaciona con lo que ocurría en el liderato y las líneas directrices.
    Volviendo atrás un momento, recordarán que Lenin no estaba completamente exento de tendencias similares, es decir, de la noción de que la viabilidad de la dictadura del proletariado—el Estado socialista—dependía de una técnica superior, una base productiva superior a la del capitalismo en general, y a la de la etapa imperialista en particular. Aunque como lo mencionamos, Lenin dijo “en última instancia” y demás, con todo y eso él mostraba la tendencia a equiparar demasiado directamente los dos. Lenin no vivió para habérselas con el desarrollo pleno y todas las implicaciones de esta contradicción, pero como también lo mencioné anteriormente, incluso en su famosa respuesta a los mencheviques, kautskistas, et al.—por qué no podemos tomar el poder primero, y luego crear el tipo de civilización que Uds. dicen es necesaria, aunque no pueden especificar exactamente cuál es ese nivel—incluso en esto se puede hallar una contradicción bastante aguda, refutándolos de un lado, pero aceptando, del otro, ciertos presupuestos de su orientación. Pero esto se pronunció mucho más a medida que la contradicción se desarrolló más plenamente y, francamente, también bajo el liderato de gente cuyo enfoque de los problemas e intentos de resolverlos no eran tan cabalmente dialécticos, ni tan cabalmente materialistas como los de Lenin, entre ellos Stalin. Y a partir de la segunda mitad de la década del 30, se pusieron progresivamente al mando en la Unión Soviética y en el movimiento comunista internacional líneas y políticas incorrectas (como lo observa el esbozo presentado en la última reunión del Comité Central de nuestro Partido).
    La política internacional adoptada más y más por la Unión Soviética y encarnada de manera concentrada en la línea que adoptó el VII Congreso de la Comintern, la línea del frente unido contra el fascismo tal como aparece en el informe de Dimitrov, etc., etc., son ejemplos de lo anterior. Esto asumió formas bastante grotescas. Algunas han sido criticadas rigurosamente y analizadas en detalle, por ejemplo en el artículo sobre la Guerra Civil en España en la revista Revolución. Los ejemplos se pueden multiplicar sin cesar, pero hasta un estudio inicial de este período con ojos bien abiertos y mente amplia, revela muy rápidamente la profundidad de las desviaciones del internacionalismo y en general del marxismo-leninismo que ya se habían establecido. Litvinov fue un líder soviético íntimamente asociado con muchas de estas políticas abiertamente derechistas en la esfera internacional, en términos de diplomacia burguesa al tratar con los Estados occidentales. En 1936, por ejemplo, Litvinov era el encargado de negociaciones con el gobierno francés en una época de una tremenda efervescencia del proletariado francés—no un repunte revolucionario pero sí un repunte muy pronunciado que quizás (hay que examinarlo más de cerca) tenía potencial revolucionario o que ciertamente representaba un levantamiento muy radical de sectores significativos del proletariado francés y le infundió pánico a la burguesía; estaban al borde de un enorme caos y crisis...que el PC y otros tuvieron éxito en aplacar. En medio de esto, Litvinov sale y dice que el gobierno soviético confía que ojalá Francia pueda resolver sus problemas y preservar la seguridad, la estabilidad y demás21. (Aspectos de esto tienen que verificarse, más a fondo, pero desafortunadamente no creo que sea una distorsión en esencia). Aquí es donde el error previo, de pasarle por encima o no reconocer la contradicción entre la necesidad de mantener el poder en un solo Estado y el avance general de la revolución mundial, llega al punto en que esta contradicción empieza a asumir una forma antagónica porque no se reconoce y no se maneja correctamente.
    En un cierto sentido uno podría decir sobre la Unión Soviética y el movimiento comunista internacional, y máxime al considerar a la Unión Soviética después de la segunda mitad de la década del 30, que en algunos aspectos importantes era comparable a China después de su VIII Congreso en 1956. En el VIII Congreso fue donde la línea revisionista prevaleció en general, donde se puso oficialmente en un pedestal la formulación de que la principal contradicción era la existente entre el sistema socialista avanzado y las atrasadas fuerzas de producción, y donde la extinción de las clases y de la lucha de clases proclamada en los informes de Liu Shao-chi y Deng Xiaoping representó el carácter, tono y orientación general del Congreso. A pesar de tales semejanzas, hay importantes diferencias: en China, el Gran Salto Adelante ocurrió después del VIII Congreso y hubo lucha, un revés parcial y luego los repuntes mucho más poderosos de la Gran Revolución Cultural Proletaria; en la Unión Soviética, no se dieron acontecimientos semejantes después de la segunda mitad de la década del 30.
    El esbozo (“A décadas enteras—a escala mundial”) analiza el contenido de esas líneas, medidas y orientación general incorrectas: democracia burguesa, economicismo, chovinismo nacional, defensismo nacional en los países imperialistas, etc. Estas líneas erróneas continuaron, se profundizaron y se llevaron a un nivel mucho más profundo durante la II Guerra Mundial. Ese esbozo también menciona los discursos de Stalin sobre la Gran Guerra Patriótica (y la mera lectura de su descripción en el esbozo no es suficiente para realmente comprender el pantano en que cayeron—y ésa es la única forma en que se puede descubrir desde una perspectiva marxista-leninista). Esta es una caracterización correcta y necesaria de la política durante la II Guerra Mundial, a pesar de un intervalo más “leninista” en la primera fase de la guerra, es decir, antes de que la Unión Soviética se involucrara directamente de modo significativo (dejando de lado una breve guerra con Finlandia). En ese período se caracterizó a la guerra como interimperialista y se la pintó básicamente a la misma luz de la I Guerra Mundial; pero aunque en la superficie había una orientación “leninista” y una posición correcta respecto a la guerra, incluso entonces la caracteriza un cierto pacifismo. Pero más que eso, en conjunto y de manera fundamental fue (como lo explica el esbozo) una medida “correcta” superficialmente tomada por las mismas razones incorrectas que las medidas previas y posteriores (durante el intento de poner en práctica la “Seguridad Colectiva” con el imperialismo occidental y toda la línea del frente unido contra el fascismo de la Comintern). Todas esas medidas fueron francamente un intento de convertir la política del movimiento comunista en una extensión de la línea y la política internacional de la Unión Soviética y una justificación de ello. La línea en el intervalo “leninista”, en la primera fase de la guerra, aunque contenía ciertos aspectos superficiales correctos en apariencia, fundamentalmente no fue mejor que la política previa al estallido de la guerra ni a la degeneración ulterior de esa política una vez que la Unión Soviética entró a la guerra.
    Para decirlo en pocas palabras, la Unión Soviética participó en la II Guerra Mundial basada en una posición patriótica, es decir, democrático-burguesa. Hay que decir aquí que la manera en que Red Papers 7 defiende la necesidad de librar la guerra sobre tal base es incorrecta; de hecho, no era ni correcto ni necesario conducir la guerra sobre una base patriótica y democrático-burguesa. Pero ésa fue la extensión lógica de perspectivas, líneas y políticas incorrectas y de toda la orientación generalmente incorrecta que se había adoptado y que de conjunto llevó al fortalecimiento creciente de las fuerzas burguesas —en gran parte, nuevas fuerzas burguesas— en el seno del Partido y el Estado, al mismo tiempo que le hacían concesiones a las antiguas fuerzas burguesas dentro de la Unión Soviética, incluyendo dentro del campesinado—y especialmente en Rusia, porque para finales de la guerra se consideraba a la nacionalidad rusa como “la primera entre todos” los pueblos soviéticos.
    En la esfera cultural hubo expresiones tan grotescas de esto como todo lo de Iván el Terrible, para rematar lo de Alexander Nevsky, y así sucesivamente. Y de un momento para otro, un chorro de curas viejos empezaron a aparecer por todas partes otra vez; después de que correctamente se les había echado a un lado, se les permitió volver a pregonar sus medallas e iconos, sus túnicas y su oscurantismo; éstas y muchas cosas más representaron, reflejaron y fueron parte de un intento de movilizar a la nación esencialmente a partir de una posición democrático-burguesa, y sobre todo, de patriotismo ruso. Y al internacionalismo lo echaron por la borda, de manera pragmática y nacionalista, a fin de defender la nación y rechazar los ataques contra ella a cualquier precio.
    Es preciso decir esto porque algunos de los oportunistas más agudos (o más valdría decir menos obtusos) han hecho su propio balance de la experiencia de la Unión Soviética y el movimiento comunista internacional durante el período del liderato de Stalin en particular, y se han aprovechado de la ironía de que en el mismísimo momento en que el prestigio de la Unión Soviética en el mundo y entre muchísima de la humanidad progresista alcanzó su auge, su internacionalismo andaba por los suelos y su tendencia hacia la revolución era el aspecto que más había degenerado. Y uno a menudo se tropieza con el tipo extraño de lógica circular y autocontenida que se usa para defender las políticas de la Unión Soviética; en esencia, el razonamiento es que cualquier cosa que haya hecho la Unión Soviética estaba bien hecha y no hay que darle más vuelta de hoja.
    Por ejemplo, cualquier cosa que haya hecho la Unión Soviética al implementar la política de la seguridad colectiva a finales de la década del 30 que resultó en alejar a los elementos más revolucionarios (o, en ese caso, que alejó a los elementos más democrático-burgueses cuando suscribió el pacto con Alemania)—todo eso se justifica con las explicaciones más contradictorias, que sólo se reducen a “era bueno para la Unión Soviética”. De hecho, quizás es más plausible encontrarle justificación al pacto con Alemania que a los intentos previos de poner en práctica la seguridad colectiva. Pero, caramba, el movimiento entero está tan impregnado de tal preocupación con los nazis, que cuando uno llega a esa fase de la historia con mucha gente, echan la ciencia en saco roto y todo se vuelve de repente “nazis”, “dominar el mundo”, “el fin de las libertades democráticas” y todo tipo de horrores que, si bien fueron ciertos, son característicos del imperialismo y no algo con sabor netamente alemán.
    A esto realmente hay que entrarle de lleno porque se le ha sacado el cuerpo con muchas justificaciones trilladas a confrontar científicamente cuáles fueron las líneas y políticas de la Unión Soviética, a confrontar el hecho de que la reputación de la Unión Soviética se reestableció y elevó a su culmen precisamente en los momentos en que se alejaba más y más del internacionalismo. Cualquiera de nosotros que lleve bastante tiempo en esto, ha sostenido en un momento u otro que la prueba del hecho de que todo el pueblo de la Unión Soviética apoyaba el socialismo fue lo heroicamente que luchó contra Alemania, incluso detrás de las líneas. Pero desafortunadamente es un hecho que se puede movilizar a la gente a hacer eso con base en el nacionalismo y el patriotismo, y la historia ofrece abundantes ejemplos al respecto, aun la historia moderna. Quizás, de cierto modo, se les puede movilizar a corto plazo más fácilmente sobre esa base que en torno al socialismo y el internacionalismo. Pero eso no responde en absoluto la pregunta de por qué cosa están luchando las masas; da por sentado algo que no se ha probado, o en cualquier caso lo elude. Las masas yugoslavas, por ejemplo, apoyaron a Tito contra Stalin a partir de nacionalismo; bueno, eso no prueba que en Yugoslavia había socialismo ni que el pueblo luchaba heroicamente por el socialismo; lucharon “heroicamente”, pero no por el socialismo. Y en términos generales, eso fue también lo que ocurrió en la Unión Soviética en el curso de la guerra.
    Me acuerdo de una discusión una vez con un militante del Partido Pantera Negra, cuando Huey Newton habría salido con la idea de que iban a satisfacer las necesidades de las masas organizando fabriquitas—maquiladoras de costura—y darle la ropa al pueblo. Y yo lancé la objeción casi superficial pero cierta de: “oiga, eso como que me huele a capitalismo” y la respuesta fue: “pues sería capitalismo y no sería revolucionario si no fuera porque lo hacemos nosotros y nosotros sí somos revolucionarios”. Aunque esa lógica no me pareció nada convincente en el caso de los Panteras, no obstante, debido a un montón de razones emocionales y al hecho de que la Unión Soviética fue el primer Estado socialista y estaba bajo ataque por el imperialismo y luchaba por su propia vida, y así sucesivamente, ese mismo tipo de lógica se ha enraizado profundamente y se ha vuelto parte, casi inconscientemente, de la manera de pensar de cierta gente que vivió esa experiencia. Muchas veces se dio el caso que cualquier cosa que hiciera la Unión Soviética, si la hacía cualquier otro, fuera necesario denunciarla, pero puesto que la hacía la Unión Soviética y ella era socialista, eso adoptaba un carácter diferente ipso facto,por el simple hecho de que lo hacía la Unión Soviética. Y de nuevo, eso eludía la pregunta de quién hacía qué y qué era lo que probaba.
    Si uno quiere comprender cómo era la cosa, hoy día se puede ver su inversa con todos los albanófilos. Cuando ellos atacan la teoría de los “tres mundos”, los defensores y apologistas de la línea revisionista china, quienes son el extremo opuesto de la misma estupidez (y quienes no carecen de sesos) salen con que: “¿Pero qué me dice de la II Guerra Mundial y la guerra antifascista de la Unión Soviética? ¿No hicieron ellos eso?” Y los albanófilos rechistan: “Pero qué ridículo; todo mundo sabe que la II Guerra Mundial fue completamente diferente porque... porque... er, porque era la Unión Soviética y eran los nazis”. Ni más ni menos, así era la cosa; y todavía hoy se puede ver.
    A veces alguien alega: “Sí, pero oiga, Ud. puede decir lo que quiera sobre la conducta de la Unión Soviética en la II Guerra Mundial, pero fíjese en el prestigio que los comunistas obtuvieron por todo el mundo como resultado de lo que hizo la Unión Soviética, de cómo acaudilló la lucha contra los nazis, fíjese en la opinión pública que se creó para lo que representaba la Unión Soviética”. Pero eso también elude la esencia del asunto: el prestigio de los comunistas ¿para qué? ¿Representando a qué? ¿Fue realmente el comunismo lo que ganó apoyo y prestigio, y qué fue lo que la Unión Soviética representó y para lo cual se creó opinión pública? Esto encierra un problema.
    En una discusión de este tipo, una vez dije que suele ocurrir (y en particular con la atrofia ideológica imperante en ese período determinado y cuyo legado, desafortunadamente, ha continuado) que toda la gente común y corriente, avanzados y atrasados, progresistas y reaccionarios, etc., se entera de muchas verdades fundamentales sobre lo que ha hecho el proletariado en el poder y de su experiencia, antes de que lo hagan los comunistas. Por ejemplo, para sacar eso del reino de lo abstracto y concretizarlo, casi todo el mundo que vivió en ese entonces sabe que la Unión Soviética siguió una política de poner sus intereses nacionales por encima de todo lo demás, durante y después de la II Guerra Mundial, y los únicos que no aceptan eso, no pueden afrontarlo y le echan mano a cualquier tipo de excusa para tratar de justificar su negativa a reconocer un simple hecho básico, son algunos comunistas. Sí, el sentido común tiene sus limitaciones, pero cualquier vecino que no más leía el periódico y podía seguir los eventos mundiales en lo más mínimo, conoce esta verdad. Y con todo y eso, es vergonzosamente cierto que muchos de los comunistas versados en esa tradición y en esa metodología son los últimos en llegar a empezar a aceptar ese hecho.
    Bueno, ése es un pequeño paréntesis, pero contiene una lección que tenemos que aprehender más a fondo. En especial a la luz de la situación en desarrollo en la actualidad, es fundamental comprender que todo esto de lo que hemos venido platicando, se relaciona fuertemente con una visión incorrecta de la marcha de los acontecimientos a nivel internacional (mediante espirales y la agudización de contradicciones en coyunturas), se relaciona con la concepción errónea de la “crisis general”. Es interesante mencionar aquí que si uno hojea el libro de R. Palme Dutt—Fascism and Social Revolution22—puede ver cómo le cedió su puesto rápidamente al frente unido contra el fascismo—la línea de Dimitrov—y a los terribles errores que se cometieron y las desviaciones en que se cayó (en España, para dar un ejemplo clave). Y la tendencia hacia el materialismo mecanicista, la democracia burguesa, el economicismo y demás, es evidente. Al releer el libro en cuestión hace poco, después de unos 10 años de no leerlo, me impresionó mucho que dice textualmente que el capitalismo ya no puede seguir desarrollando las fuerzas productivas, punto final, pare de contar—y que si el capitalismo continúa con su inexorable lógica, arrastrará a la Humanidad de regreso a la vida pueblerina primitiva, con una producción de trabajo intensivo y diseminada. Pero antes de que eso ocurra, afirma Dutt, destrozarán todo el mundo con la guerra porque, a fin de cuentas, el capitalismo tiende a destruir las fuerzas de producción y la guerra es simplemente la expresión máxima y extrema de eso. Es sencillamente un materialismo mecanicista supremamente burdo. Bueno, pero eso no es tan sorprendente, eso abunda; sin embargo el hecho de que el libro lograra tal circulación en el movimiento internacional—aunque recibió críticas, con todo no se le consideró como la obra de un charlatán—refleja algo significativo.
    La línea del libro de Dutt no es que hay unos Estados fascistas y malos y otros democráticos y buenos, sino que toda sociedad capitalista se encamina indefectiblemente hacia el fascismo, es sólo cuestión de grado y cantidad lo avanzados que estén en esa ruta; todos son igualmente malos, igualmente responsables por la guerra que ya se veía venir. Dice que la burguesía en este período es absolutamente incapaz de defender ni siquiera sus propias contribuciones históricas (económicamente, en términos de desarrollar las fuerzas de producción, o políticamente, en términos de la democracia burguesa y de defender los intereses de la nación) y que la defensa y avance de esas cosas recae sobre el proletariado; y la interpretación que le da al socialismo es una especie de combinación de dos-en-uno con eso, aunque esta línea en general tiene un carácter oportunista de “izquierda”. Se puede ver que una vez que la defensa de la democracia burguesa y de los intereses de la nación se acepta como la piedra angular de todo, entonces, si después de todo entre la burguesa hay la tendencia a defender la nación y sustentar la democracia burguesa, por lo menos en ciertas condiciones, no es un gran salto, es simplemente el polo opuesto de la misma estupidez, decir que debemos aliarnos con la burguesía o esas fuerzas burguesas que efectivamente defenderán los intereses de la nación y sustentarán la democracia burguesa—en otras palabras, la línea del frente unido contra el fascismo.
    Ahora bien, es cierto y hay que repetirlo, que buena parte de esto fue una justificación y extensión de la política exterior de la Unión Soviética y un intento de movilizar a la clase obrera de varios países como un contrapeso a la burguesía, en apoyo a la diplomacia soviética y a los tratos internacionales soviéticos. Pero por lo que respecta a la línea de Dutt, debe tomarse seriamente por derecho propio; es muy fácil dar un giro de 180º de esa línea de condenar a toda la burguesía por abandonar su propio papel histórico en términos de la nación, el desarrollo de las fuerzas de producción y la democracia, y por ende proclamar que toda ella tiene que ser derrocada; es fácil dar una vuelta de campana de esta posición materialista mecanicista increíblemente tosca, casi tonta, a decir que hay que aliarse con ciertos sectores de la burguesía o con la burguesía en algunos países porque por lo menos tienen una tendencia a defender la nación, la democracia burguesa y quizás las fuerzas de producción.
    Aquí, un aspecto interesante que me impactó al releer el artículo “Nihilismo nacional”23; ese artículo está repleto de todo tipo de citas horrendas de la Comintern de mediados de los años 30, con las que tratan de sacarle el cuerpo a la política leninista en contra de la defensa de la patria en los países imperialistas durante guerras imperialistas. En determinado momento dicen de frente: miren, antes, hace mucho tiempo, la clase obrera tenía mucho resentimiento contra la nación porque básicamente no tenía patria que defender, pero ahora ha ascendido al punto en que tiene sindicatos, participa en el parlamento y demás, ahora deriva ventajas de la nación y por lo tanto es diferente. Cuando uno lee por primera vez todas esas declaraciones de la Comintern de que los obreros ahora derivan ventajas de la nación, tienen un interés en ella y cosas por el estilo, lo que uno piensa es “qué escándalo y qué distorsión”; pero es todavía más provocativo plantear la pregunta: ¿fue eso de hecho un reflejo del intento de la Comintern de reunir como su base social a ese sector de los obreros—el sector más aburguesado y aristocrático, incluso en medio de esa depresión—que  se ajustaba a esa descripción y sentía lo que la Comintern expresaba, y de hacerse el portavoz de ella? Esa es una pregunta que requiere mayor exploración, pero es en medio de esos obreros donde uno encontraría una mayor receptividad a la línea de promover la democracia burguesa, el economicismo, el chovinismo nacional, la defensa de la madre patria y déle que déle. Tal vez no es simplemente una distorsión sino un conato más consciente de parte del liderato soviético y de la Comintern de movilizar a ese sector de la clase obrera o de apelar a ese sector de la clase obrera como contrapeso a la burguesía en sus países, para que llegara a un acuerdo con la Unión Soviética en los términos que ésta buscaba.
    Hay otro punto importante en conexión con el libro de Dutt y la línea de la Comintern. Al hablar sobre los obreros alemanes y las respectivas bases sociales del Partido Comunista y los social-demócratas en las décadas del 20 y el 30, él dice en esencia que la razón por la que no triunfamos ahí, la razón por la que no hicimos revolución ahí es que “los malditos social-demócratas la embarraron. ¿Y saben cómo la cagaron? ¿Saben lo que hicieron? Se portaron como social-demócratas”. La Comintern a menudo usó explicaciones de ese tipo. Es muy frustrante leer tal tipo de valoración como un análisis supuestamente materialista y dialéctico de por qué no hubo revolución en Alemania: que los social-demócratas no se portaron como comunistas. Bueno, así son las cosas y uno aprende a usar el marxismo como una guadaña para cortar a través de todo eso. Pero lo que impacta en determinado punto al leer esto es que de hecho el PC tenía mucho de su base no entre los obreros más sindicalizados que estaban en esa posición de la que habla la Comintern en las citas anteriores, sino entre obreros más frecuentemente desempleados, menos estables, por lo menos en el sentido burgués de la palabra. Una buena parte de la base del PC era el tipo de gente que uno ve cobrar vida en la novela Barricadas en Berlín; no eran necesariamente los artesanos especializados o los miembros de los sindicatos social-demócratas, la iglesia y así por el estilo.
    Sus propias tendencias incorrectas, materialistas mecanicistas, metafísicas, sindicalistas y economicistas, paralizaron al movimiento internacional al punto en que pensaba que no podía hacer esencialmente nada hasta que se ganara a la base social de los social-demócratas. Esto difiere de la posición correcta de que es necesario ganarse por lo menos una buena parte de esa base social en el transcurso de forjar un movimiento revolucionario; más bien se presentó metafísica y estáticamente como si fuera cosa de ganárselos a todos de un sólo plumazo. Supuestamente era necesario ganarse primero esa base antes de que uno pudiera hacer cualquier cosa, en vez de movilizar la base social de los comunistas, reunir a su rededor las fuerzas que se puedan atraer a ella y construir un movimiento revolucionario sobre esa base, a la vez que se buscan medios de ganarse por lo menos una buena parte de la base de los social-demócratas. Esto paralizó al PC y hay que evaluarlo mucho más a fondo.
    Pero regresemos a la política de la Unión Soviética en relación a la II Guerra Mundial: la victoria de la Unión Soviética con base en el patriotismo no vindica la vieja “prueba” de que las masas allá apoyaban el socialismo. Y como ya lo mencioné, uno puede aducir el ejemplo de Yugoslavia, donde las masas apoyaron a Tito contra Stalin a partir de nacionalismo; y a los que tienen una visión parcializada de la cuestión de democracia, democracia entre las masas, apoyarse en las masas, y esto y lo otro, se les puede señalar que cuando se dio la ruptura abierta entre Yugoslavia y la Unión Soviética después de la guerra, Tito y sus seguidores condujeron sus polémicas con la Unión Soviética abiertamente, en frente de las masas yugoslavas. Imprimieron todos los ataques de Stalin contra Yugoslavia junto con la respuesta de ellos en miles de miles de ejemplares y los distribuyeron ampliamente entre las masas yugoslavas; y ellas, en su gran mayoría, apoyaron a Tito y no a Stalin, lo que no prueba mucho de nada; porque el problema es que eso no explica qué tipo de línea movilizó a la gente. Sí nos dice una cosa: seguir a la zaga de las masas, la idea de que el simple hecho de informarle a todo mundo lo que está pasando y dejar que participen, en un sentido mecanicista, no garantiza que a corto plazo triunfen la verdad y los intereses del proletariado, los cuales son idénticos en un sentido fundamental. Porque fueran cuales fueran los errores de Stalin, Tito en realidad era cualitativamente peor, era un revisionista y un lacayo del imperialismo, cuya oposición a Stalin no partía de una posición más revolucionaria ni de la lucha por una dirección más revolucionaria en el movimiento comunista internacional.
    Y esto también arroja más luz sobre la cuestión de China, a mi parecer. No importa lo que digan Albania y Enver Hoxha, Mao muy definitivamente no fue Tito. Pero me parece que en retrospectiva podemos ver que el partido chino estaba minado de elementos por el estilo de Tito. Y algo que me llamó la atención cuando leí su última resolución con el balance de algunos asuntos importantes en la historia del partido chino y de Mao en particular, es que no se trata de que los revisionistas en el poder no carezcan completamente de fundamento cuando acusan a Mao de salirse del curso común en que ya estaban todos bien adentrados—en otras palabras, de trascender el marco de referencia de la revolución de nueva democracia y tomar el camino socialista y de continuar la revolución hacia el comunismo. Hacia el final, Mao indudablemente se destacó como uno de los pocos—y por supuesto el líder—de los veteranos que realmente luchaban por un mundo comunista, rodeados por un montón de gente que jamás fue más allá de querer tener la oportunidad de regir en una China moderna, poderosa, que tomara “su debido lugar entre las naciones”. Mao fue quien “se salió” de ese curso. Así que esto es algo así como la otra cara—y de modo provocativo—de la cuestión de los demócratas burgueses que se convierten en seguidores del camino capitalista a medida que la revolución entra y se adentra en el período socialista.
    La Revolución China, en particular en su primera etapa, no demandó en ciertos aspectos importantes un rompimiento radical o cabal con mucho de lo que era incorrecto o se había dañado en el movimiento comunista internacional—expresamente con su desviación del leninismo en aspectos significativos, lo que se concentró por ejemplo en el frente unido contra el fascismo. Porque, para tomar este ejemplo del frente unido contra el fascismo—y lo considero bien interesante y digno de más investigación—su foco se concentró abrumadoramente en Europa y eso no es completamente accidental, a mi parecer, por dos razones: una, porque refleja las exigencias de la política exterior soviética de entonces y sus esfuerzos de lidiar con las democracias imperialistas occidentales; y dos, porque si uno fuera a tratar de probar que los Estados fascistas son mucho más terribles que las democracias, se le facilitaría más hacerlo en Europa, donde había más democracia, que si fuera a algún país colonial y empezara a alegar lo fabuloso que es el imperialismo británico para la India, por ejemplo, comparado con el imperialismo japonés para sus colonias.
    Así que en las colonias, si bien no estaba plenamente desarrollada, la línea general era el frente unido contra el imperialismo y en China fue correcto, en razón del desarrollo de los acontecimientos allí, crear un frente unido contra el imperialismo japonés como el principal enemigo—lo que en la práctica quería decir una especie de frente unido con el imperialismo británico y estadounidense (por intermedio de Chiang Kai-shek), o por lo memos una neutralización de ellos, en el sentido de hacerlos a un lado y no tratarlos como el blanco o enemigo inmediato en esa etapa de la lucha. En esas circunstancias, eso fue correcto y no impidió que la Revolución China siguiera su marcha hacia adelante.
    Pero muchas de las políticas que progresivamente se asociaron con esto, de subordinarse—no simplemente aliarse a un nivel u otro, sino subordinarse de plano—a las fuerzas burguesas, incluso a los elementos compradores y sus amos imperialistas, políticas de ese tipo sí hubieran acabado con la revolución en China. Y fue sobre cuestiones de esta naturaleza que Mao entró en agudo conflicto con la Comintern y con Stalin, representado al interior de China por Wang Ming, quien como todo el que quiere saberlo lo sabe, propugnaba por la línea de Stalin y de la Comintern dentro de China, propugnaba capitulación y subordinación al Kuomintang y a fin de cuentas al imperialismo estadounidense y británico. Mao libró una batalla muy enconada sobre esos puntos.
    Ciertamente no estoy diciendo que Mao fue un oportunista, un pragmático obtuso o un nacionalista, pero el materialismo tiene su lógica y hay cierta verdad en el hecho de que los asuntos que se le presentan a uno con mayor realce, especialmente en el acelere y la presión de la lucha revolucionaria, son los que uno va a examinar más a fondo, por lo menos en un comienzo. A mi modo de ver eso se refleja en el hecho de que se rompió con mucho de lo incorrecto respecto a esos puntos de subordinación y capitulación a los aliados burgueses, pero no respecto a la orientación básica de asumir la defensa de la nación y muchas otras cosas que no eran incorrectas—por lo menos no en principio—cuando se aplicaban en las colonias, pero sí lo eran en principio cuando se aplicaban en los países imperialistas (donde de hecho se les dio mayor énfasis) especialmente en los países que la Unión Soviética buscaba tener como sus aliados.
    Al final de todo eso, al terminarse la II Guerra Mundial, se planteó de manera descollante cuál sería el futuro camino de la Unión Soviética, es decir la cuestión del camino capitalista vs. el camino socialista. En cierto sentido, se podrá decir que se trataba de retomar el camino socialista y que lograrlo hubiera requerido algo de la magnitud o parecido a la Revolución Cultural en China, pero eso no se dio, como todos sabemos. Entretanto, en Europa Oriental, nos podemos referir primero a un comentario de Stalin (que aparentemente le hizo a Djilas, un renegado, pero creo que es correcto suponer que sí lo hizo), quien comentando sobre la II Guerra Mundial, expresó que esta guerra era diferente de las otras del pasado porque adonde quiera que llegara uno con sus ejércitos, allí podría imponer su sistema social. Bueno, hay que reconocer que el comentario de Stalin tiene un aspecto de verdad, pero inmediatamente surge la pregunta; ¿qué clase de sistema se puede imponer con este punto de vista? E insisto, no pretendo interponer las objeciones de que la revolución no se puede exportar, que es imposible que llegue el socialismo si quien lo trae es el Ejército Rojo de Rusia como la principal fuerza armada, en determinadas circunstancias, en vez del pueblo de la nación en cuestión, o algo parecido; pero la pregunta sigue en pie: con tal visión de imponer un sistema social por esos medios, ¿qué tipo de sistema social se puede implantar en realidad?
    No es accidental, como Mao comentó, que realmente jamás hubo ningún verdadero esfuerzo ni progreso substancial en movilizar a las masas mismas a la lucha revolucionaria y para que se convirtieran en las dueñas de la sociedad—sin lo cual la dictadura del proletariado y el socialismo (incluso en el sentido relativo en el que tenemos que entender que existieron, y no como algún absoluto abstracto) son imposibles, sin ese tipo de línea y de movilización de las masas y de lucha consciente. Así que no es sorprendente que eso no ocurriera. De hecho, hay que decir sin pelos en la lengua que en dichos países de Europa Oriental jamás existió el socialismo (Albania es un caso aparte, cuya historia requiere un estudio separado) ni jamás se creó por medio de la lucha consciente de sus masas bajo una vanguardia proletaria, y ésa es la única manera en que es posible—sin eso, obviamente no podía darse.
    Como ya se mencionó, para revivir el socialismo en la Unión Soviética después de la II Guerra Mundial, se hubiera necesitado nada menos que algo como la Gran Revolución Cultural Proletaria. Inmediatamente después de la guerra, y explícitamente después de la muerte de Stalin, lo que se necesitaba era el derrocamiento completo de todo el sistema social y forjar una nueva vanguardia—algo cualitativamente diferente de la Revolución Cultural, que fue un levantamiento de masas, pero bajo la dictadura del proletariado. De hecho, la burguesía tomó las riendas del mando, lo consolidó plenamente en sus manos y emprendió la restauración del capitalismo con toda el alma. Y aquí hay que subrayar brevemente un punto que planteó ese esbozo presentado a la última reunión del Comité Central: que en verdad el campo socialista estaba infestado de contradicciones, y más que eso, que las contradicciones en su seno se acercaban a un punto culminante en el mismísimo momento de su apogeo, es decir, aproximadamente en los años 50.
    En nuestra réplica a Enver Hoxha “Rechazar el ataque dogmato-revisionista contra el pensamiento Mao Tsetung”24 llamamos atención a la cuestión del “Estado de todo el pueblo” y el “partido de todo el pueblo”. Y en el contexto de la discusión de que bajo el socialismo efectivamente continúan existiendo las clases y la lucha de clases, comentamos que la política o comprensión de Stalin sobre esto es en cierto sentido un revoltijo, puesto que él dijo que no había clases antagónicas ni nadie a quien suprimir, fuera de los agentes extranjeros infiltrados en la Unión Soviética, pero que el Estado y la dictadura del proletariado seguían siendo necesarios en razón del cerco imperialista extranjero y la infiltración de sus agentes. Comentamos que ese tipo de razonamiento realmente lleva a la posición de Jruschov, porque éste nunca dijo que no se necesitaba el Estado, no más dijo que puesto que ya no había clases antagónicas en la Unión Soviética, no se necesitaba la dictadura del proletariado; sólo se requiere un Estado para habérselas con los enemigos extranjeros. Stalin no llegó tan lejos; él dijo: bueno, todavía necesitamos un Estado para lidiar con los enemigos extranjeros, así que todavía necesitamos la dictadura del proletariado aunque no hay clases antagónicas al interior de la Unión Soviética. Nuestra síntesis de esto fue que la posición de Stalin es un revoltijo, en tanto que Jruschov lo resolvió; y en esa contradicción el revoltijo de Stalin es infinitamente preferible a la resolución de Jruschov, pero con todo y eso es un embrollo y no es nada bueno.
    Y me parece que esto es correcto no sólo con respecto a la cuestión del Estado de todo el pueblo, y por lo tanto junto con ello, del partido de todo el pueblo (los famosos “dos todos” de Jruschov). Al examinarlo más profundamente, también se pueden describir en gran parte las famosas “tres pacíficas” de Jruschov (competencia pacífica, coexistencia pacífica y transición pacífica al socialismo) como la resolución de Jruschov al revoltijo de Stalin. La resolución de Jruschov es infinita y cualitativamente peor que el embrollo de Stalin, pero las políticas de Stalin eran un revoltijo del mismo tipo; si uno lee las declaraciones de política de Stalin después de la II Guerra Mundial, incluso dejándole margen a la ambigüedad del lenguaje diplomático y tal (que puede ser o no necesario, pero que de todos modos no se puede descartar de plano), aún así resulta claro que a veces, en particular después de la guerra, él mismo auspicia esas “tres pacíficas” de varias maneras; no sólo la competencia y coexistencia pacífica, sino también la cooperación pacífica.
    De hecho, un interrogante con el que estoy bregando y que vale la pena reflexionar es éste: si Stalin hubiera tenido éxito en, por ejemplo, imponerle a Mao la política que él trató de implementar, es decir, sofocar la Revolución China después de la guerra y hacer que Mao entrara en un gobierno de coalición (en posición subordinada) con Chiang Kai-shek, ¿se hubiera lanzado Estados Unidos contra la Unión Soviética con la saña que lo hizo? Porque en otros sitios donde logró hacerlo, Stalin hizo lo que estuvo en sus manos (y en algunos casos eso no fue insignificante) por detener la lucha revolucionaria de las masas a fin de no desatar la furia del imperialismo estadounidense. Creo que en el caso de Grecia y otros cuantos lugares tenemos que aceptar esto. No pretendo haber desenredado este embrollo a estas alturas, pero ciertamente no es algo tan bien definido como quizás lo consideramos en el pasado y como algunos todavía quieren verlo; y me parece que en el mejor de los casos, es una cuestión de revoltijo por parte de Stalin y resolución por parte de Jruschov.
    Pero digo revoltijo porque, particularmente después de que Estados Unidos adoptó una política más hostil hacia la Unión Soviética, concretamente en la Guerra de Corea y demás, por la época de su última obra de envergadura, Problemas económicos del socialismo en la URSS25, Stalin vuelve a referirse a la inevitabilidad de la guerra entre los imperialistas y dice que para acabar con la guerra es primero necesario eliminar el imperialismo. Pero no está en absoluto claro exactamente de qué forma parte esto, ni cómo se enlaza con sus opiniones sobre la revolución, porque simultáneamente, es decir en el XIX Congreso del Partido soviético en 195226, él auspicia la misma línea de que la clase obrera en los países capitalistas pasa a ser la heredera de la bandera de las libertades democráticas y de la bandera de la nación, y un montón de cosas similares que ya conocemos y que se vieron muy clarito en el partido de Estados Unidos. El otro día no más lea yo la Historia de las Tres Internacionales27 de William Z. Foster, y todo su propósito es la misma transición pacífica, la (no-)revolución de dos etapas, la democracia que eventualmente se convierte en socialismo, que quizás tendremos que refrenar a los monopolios si se les suben de a mucho los humos después de que hayamos implementado el socialismo en lo básico, y déle que déle. El libro contiene todo eso y no difiere de la línea que Stalin promovía, incluso poco antes de su muerte. Así pues que hay que analizar esto; así lo sugiere el esbozo que he venido mencionando. Dice que hay que revisar nuevamente y a esta luz el libro de Stalin Los problemas económicos... y creo que se necesita hacer un balance de todo esto mucho más profunda y críticamente, no sólo nosotros sino mediante lucha en todo el movimiento comunista internacional.
    Así que si uno dice todo eso, todo lo que se ha dicho hoy aquí, entonces, ¿por qué se dice que la Unión Soviética era socialista en ese período? Y yo creo, en lo que podría parecer una ironía, que es precisamente porque, en un sentido general, la línea es decisiva. Aquí tenemos que formular brevemente la pregunta de qué es capitalismo y qué es socialismo y entender más a fondo cómo es que la línea es clave, después de todo. Mucha gente habla de capitalismo y socialismo, de que el capitalismo se restauró o no en la Unión Soviética, de que el socialismo está avanzando o no en la Unión Soviética y así sucesivamente, pero uno de los problemas es que a menudo no hay una comprensión muy clara de qué es a fin de cuentas capitalismo y socialismo.
    ¿Qué es capitalismo? ¿Qué es capital? Quiero leer algo que escribí en respuesta a la idea de que aun bajo el socialismo el capital es la relación económica dominante. Para rebatir esa noción, yo escribí lo siguiente: “El capital es una relación social y un proceso, cuya esencia realmente es la dominación de la fuerza de trabajo por intereses ajenos, antagónicos, y la reproducción continua (y extendida) de eso. Pero, para llegar al meollo del problema en cuestión, si la propiedad se ha socializado (en la mayor parte), si una línea correcta está al mando (irrelevante para las versiones que dicen que en cualquier caso el capital es dominante bajo el socialismo, pero que realmente es el meollo del asunto) —lo que implica que la división del trabajo así como las diferencias en la distribución, se están restringiendo en la mayor medida posible—, pues, dígame ¿cómo son esa relación y proceso capital? Es cierto que no se ha superado completamente la división de trabajo característica del capitalismo (y de la previa sociedad de clases en general), que dicha división todavía puede ejercer una influencia considerable y que de cualquier modo está restringida sólo en cierta medida, mientras que el derecho burgués es dominante (o por lo menos muy influyente) en la distribución; pero si el movimiento va en la dirección de eliminar estas cosas, entonces ¿cómo se puede decir que una fuerza opuesta al proletariado, o incluso una fuerza ajena a él, domina su fuerza de trabajo en el sentido fundamental?”
    Bueno, pero aquí no se trata de usar lo anterior, derivado de la experiencia china, como un criterio rígido para imponérselo a la Unión Soviética. No se trata de que durante el período del liderazgo de Stalin y en la década de 1930 en particular, se hubiera hecho una tentativa en la Unión Soviética de restringir el derecho burgués en la distribución de modo significativo, ni que se procuró dar todas las zancadas posibles para superar la división del trabajo. Eso no ocurrió porque en realidad en ese entonces no se comprendía bien, no se había captado a fondo, la necesidad de hacerlo, la forma en que eso interpenetra con la cuestión de la propiedad—no sólo la forma sino el contenido—ni todos esos puntos que Mao enfocó tan precisamente, especialmente en sus últimos años de vida; y esto es en parte una función de las limitaciones de la experiencia histórica y en parte de la metodología de Stalin y el liderato soviético de ese entonces. Pero sin embargo, la pregunta esencial en que hay que concentrarse, la pregunta a la que apunté en lo que acabo de leer, es precisamente, ¿qué es capital?
    Por mi parte, no creo que jamás llegue el momento en que en el sentido más literal y absoluto haya apropiación del producto de su trabajo por el productor directo—y esto lo mencionamos en el artículo que critica a Bettelheim28. Incluso bajo el comunismo, las cosas irán a la sociedad en conjunto; Marx así lo explicó en la Critica del Programa de Gotha. Las cosas irán a la sociedad en conjunto y siempre habrá alguna forma de intercambio entre una unidad determinada de producción y el resto de la sociedad, sea como sea que se organice eso; jamás ocurrirá que la gente apropie simplemente en el sentido más literal lo que produce. Y siempre habrá representantes políticos de una forma u otra; a pesar de toda la ciencia ficción y todo lo demás, no creo que el nivel máximo a que se pueda llegar es que todo mundo enchufe su TV, oiga un gran debate y en una computadora marque sí o no, arriba o abajo, mátenlo, échenlo, pónganlo de presidente, o lo que sea; no creo que así vaya a ser el proceso de la toma de decisiones en el comunismo. Habrá representantes políticos y lucha entre ellos, y las masas serán decisivas, sí, pero no en la forma directa, literal, de la tradición de las antiguas reuniones en la plaza pública.
    Yo pienso que la orientación de los Cuatro en China (siguiendo a Mao) al sostener que el liderato político y la línea política son esenciales, fue correcta. Y con respecto a la cuestión del socialismo en la Unión Soviética, bueno, es irónico, pero en cierta forma la intención vale mucho. Porque en ese período, y particularmente hasta comienzos de los 30, ¿qué era lo que trataba de hacer el liderato en la Unión Soviética? No dudo que a los trotskistas les fascinaría oír esto porque suena increíblemente subjetivo, pero lo que trataba de hacer el liderato y su propósito al movilizar a las masas es supremamente importante, porque ¿qué es capital? ¿Es capital simplemente el hecho de que tú trabajas en una oficina y tienes más influencia que yo que trabajo en una fábrica? Eso no te hace capitalista; eso no es capital.
    La esencia del capital es que la fuerza de trabajo de los obreros es controlada por una fuerza ajena a ellos y que se le entrega a una fuerza ajena; y si es ajena (y además de eso, antagónica) quiere decir que esa fuerza de trabajo es controlada y utilizada de manera extensiva para reproducir relaciones que son ajenas a ellos y opuestas a ellos; de otra forma, el capital no tiene sentido. Y no es lo mismo que una simple división del trabajo, aunque no se puede superar completamente el capitalismo ni trascender completamente la época burguesa hasta que no se trascienda esa clase de división opresiva del trabajo. Por supuesto, tampoco creo que jamás se eliminará completa [y] absolutamente toda división del trabajo, pero la división del trabajo característica del capitalismo y la sociedad de clases tendrá que superarse. Pero incluso la mera existencia de la división del trabajo característica de la sociedad de clases, aunque el socialismo tiene que transformarla, no es la misma cosa, no equivale al capitalismo. Y la pregunta es ¿para qué movilizaban a las masas soviéticas, por lo menos hasta comienzos de los años 30? Se las movilizaba para transformar la sociedad en la dirección del socialismo y con el propósito de contribuir a la revolución mundial; y por esa razón opino que en realidad la relación dominante no era el capital, sino el socialismo.
    Yo creo que esto nos ayuda a comprender por qué fue que Mao pudo decir que en China las políticas de los revisionistas dominaban en gran medida cierto tiempo antes de la Revolución Cultural, que la mayoría de las fábricas seguían la línea revisionista, pero con todo y eso no dijo—jamás lo dijo—que China no era socialista en ese período. ¿Pues, cómo es eso posible? Bueno, cierta gente anarco-sindicalista, hacia donde gravita Bettelheim (y sus seguidores) creen que el objetivo supremo de la revolución mundial es que uno controle su fábrica. La posición de Mao fue mucho más profundamente correcta, y luchando sobre estas cuestiones, mi propia comprensión del hecho de que realmente la línea es decisiva se ha profundizado. Es precisamente una expresión concentrada de la economía, porque, qué es lo clave—lo clave es para qué está trabajando uno, a qué se le está aplicando la fuerza de trabajo de uno.
    Con todos los errores y limitaciones, creo que es correcto decir desde una perspectiva histórica que en este período en la URSS la fuerza de trabajo del proletariado no era controlada y utilizada por una fuerza ajena y que no se utilizaba para reproducir relaciones en que la controlaba una fuerza ajena. Progresivamente a partir de mediados de la década del 30, hay que poner a esto seriamente en duda y quizás es el caso que se hubiera venido invirtiendo todo el tiempo; pero como dijo Mao, la mayoría de las fábricas pueden seguir una línea revisionista, pero si en general no ha habido un cambio cabal en la superestructura, es un error decir que la burguesía tiene el control de la sociedad y que el capitalismo ya está en vía de restauración, si no ya restaurado a esas alturas.
    En estos momentos, la guerra—que se lucharía sobre una base patriótica, básicamente democrático-burguesa—entra en el horizonte de la Unión Soviética; y la cuestión de qué camino seguiría esa sociedad, estaba en disputa, como ya lo dije. Después de la guerra, no se emprendió el monumental esfuerzo que hubiera sido necesario para volver a poner el país firmemente en la vía socialista (por el momento), y con menor razón se podía concluir con éxito. Por lo tanto, en cierto sentido era como una fruta madura, como una ciruela madura lista para caer en manos de los revisionistas; y efectivamente, ellos resolvieron todos los revoltijos y concluyeron completamente el proceso—pero lo concluyeron con un salto cualitativo—de llevar a la Unión Soviética al camino capitalista. Y aquí se nos vuelve a presentar la lección crucial de que tenemos que tener una visión histórica universal y a la vez analizar minuciosamente, con rigor y espíritu crítico, las experiencias históricas cruciales de la dictadura del proletariado y las jornadas, los sinuosos avances y reveses en el camino socialista hasta la fecha.
    Bueno, ésas son unas cuantas puntualizaciones sobre la Unión Soviética. Ahora pasaré a unos cuantos puntos más sobre la cuestión de Mao, comenzando de nuevo con una referencia general a la síntesis y esbozo de la última reunión del Comité Central sobre este tema. Primero que todo es necesario reiterar que las contribuciones de Mao, a las que nos referimos nosotros como contribuciones inmortales, en realidad de verdad son eso; ésta es una afirmación verdadera y real, no es apenas una frase de rutina, no es algo que simplemente tenemos que decir porque luego vamos a lanzar una crítica; todavía menos es sentimentalismo o algo de ese calibre. De hecho, no sólo es verdadero en general sino que es supremamente importante asimilar plenamente y utilizar esas contribuciones como una base para avanzar. Pero asimismo, como lo plantea ese esbozo, no es suficiente simplemente apoyar a Mao; y es aún menos suficiente o correcto retroceder a Stalin—y eso es lo que sería en este caso.
    Aquí podemos observar un momentito a Albania hoy—no la revista: el lugar, la sociedad—y podemos decir que repetir, como Enver Hoxha, los errores de Stalin y retroceder a Stalin a pesar de todos los avances logrados y en contra de ellos, es en verdad “primera vez tragedia, segunda vez farsa”. Como paréntesis vale mencionar aquí el comentario de Lenin sobre los dizque socialistas en países como Suiza y algunos de los países menores de Escandinavia y demás durante la I Guerra Mundial; él identificó una tendencia inconfundible que califica de nacionalismo pequeño burgués de los estados pequeños: el deseo de mantenerse al margen de los grandes y tumultuosos eventos del mundo y la historia mundial y, cosa interesante, él lo denominó el deseo de explotar su posición privilegiada. Eso podría sonar curioso porque por lo general uno no piensa que los estados pequeños tengan una posición privilegiada en el mundo: no suelen dominar grandes partes del globo; Bélgica ha tenido sus colonias, lo mismo que Holanda, pero uno no suele considerarlas como grandes potencias mundiales con un montón de privilegios. Pero a lo que se refiere Lenin, precisamente en el caso de Suiza y esos otros países, es a su capacidad de mantenerse por diversas razones fuera de conflagraciones mundiales como la I Guerra Mundial, y al deseo de los socialistas de preservar a toda costa esa posición privilegiada y de aprovecharse de ella. Y en cierto sentido me parece que eso ofrece una analogía con Albania—cuyas objeciones a la teoría de los “tres mundos” son fundamentalmente nacionalistas y se reducen al hecho de que los intereses nacionales de Albania no se benefician (en estos momentos, de todos modos) con los últimos giros de la política exterior china, en especial con la política contrarrevolucionaria implementada por los revisionistas; y realmente es un ejemplo del nacionalismo pequeño burgués que tiene una fuerte fundación material en un estado como Albania, y que ahora predomina allá.
    Pero de regreso a Mao, es importante volver a aplicar el mismo enfoque que acabamos de enfatizar—es decir, una visión histórica universal combinada con un riguroso, crítico y minucioso análisis de las experiencias históricas cruciales—y al hacer eso vemos que si se puede decir que la Comuna, a pesar de sus flaquezas y hasta su falta de liderazgo marxista, fue a fin de cuentas una dictadura del proletariado; y que si la Unión Soviética, a pesar de todas sus flaquezas y los errores cometidos bajo la dirección de Stalin, al analizarla de conjunto fue socialismo auténtico; entonces sin duda y en un grado todavía mayor, la Gran Revolución Cultural Proletaria en especial en la Revolución China, fue ciertamente el pináculo más alto que hasta ahora haya alcanzado el proletariado internacional, y la línea de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado forjada por Mao y aplicada en la Revolución Cultural fue un gran avance verdaderamente histórico. Por otra parte, incluso aquí se necesita destruir y romper radicalmente en mayor grado con el pasado, cosa que ya hemos mencionado.
    A manera de somero repaso y para tratar de profundizar unos cuantos puntos en concreto, Mao reveló una tendencia hacia una concepción algo lineal de la revolución, es decir, un avance tipo país por país, primero al socialismo y luego al comunismo; esta tendencia se contrapone notoriamente a su concepción predominantemente dialéctica y a sus contribuciones en ese área. Asimismo, él sustentaba un punto de vista sobre la revolución que no era la crasa expresión: “al diablo con el resto de los oprimidos del mundo, al diablo con el proletariado internacional”, pero que era algo como: “tenemos que llevar la nación china al socialismo y de ahí al comunismo y al mismo tiempo tenemos que apoyar y hacer todo lo que podamos por hacer avanzar la revolución mundial de manera que la gente de todo el mundo y de todas las naciones también avance al comunismo”. Creo que así era como Mao veía las cosas, pero no es totalmente correcto.
    Bajo Mao—y no sólo proveniente de la boca de los revisionistas—uno puede encontrar casos en que se dice no sólo a partir de táctica o necesidad diplomática (casi dije truco) que “no podemos exportar la revolución”; a veces hasta se dijo que “era absolutamente improcedente que un país tocara ni un pelo del sistema social de otro país”, etc.—a lo cual sólo se puede decir ¿por qué? ¿Y por qué no, por qué no deben tocar no digamos un pelo sino mucho más de un sistema social, si no es bueno? El hecho es que esto se contrapone a mejores declaraciones previas de Mao en varias oportunidades, por ejemplo en los años 50 sobre los imperialistas: nosotros tenemos nuestra gente entre ellos—los obreros y otros elementos revolucionarios y progresistas—y ellos tienen los suyos entre nosotros, los contrarrevolucionarios, defensores del derecho burgués y demás. Así que no es algo parejo; pero a mi parecer, Mao reveló esa innegable tendencia, aunque él nos alertó a los bemoles y vicisitudes, el camino sinuoso, la necesidad de la victoria final de la revolución mundial y realmente creyó y recalcó esas cosas—no lo hizo sólo como aderezo o camuflaje—con todo y eso y a pesar de sus tremendas contribuciones generales a la dialéctica, tenía en cierto grado un enfoque lineal a la revolución, o dicho de otro modo, de país por país.
    Sin adentrarnos en todos sus aspectos, no es muy difícil ver que esto fue, de cierto modo, una negación de la forma en que se intentó imponer el modelo soviético y la línea soviética a la revolución en todas partes del mundo, lo que hubiera sofocado la Revolución China. Pero es parcial y unilateral, no es una negación suficientemente cabal, ni es un rompimiento y avance suficientemente cabal en oposición a esa tendencia.
    Y junto con esto también se revela en Mao una cierta tendencia recurrente a convertir en principio la política de usar las contradicciones entre los enemigos, de derrotar a los enemigos uno por uno. Por ejemplo, su ensayo “A propósito de nuestra política”29, escrito durante la guerra contra el Japón, expone esto de manera concentrada; aprovechar las contradicciones del enemigo, derrotar a nuestros enemigos uno por uno, etc., fue precisamente una política correcta en esas condiciones concretas y puede ser una política correcta bajo muchas condiciones diferentes. Pero es incorrecto elevarla a la categoría de principio general.
    Sólo para dar un ejemplo sencillo, si todo el mundo en este cuarto menos yo es un contrarrevolucionario y Uds. constituyeran los pilares de la reacción en el mundo, y yo fuera capaz de volverlos flecos a todos al mismo tiempo, ¿por qué he de derrotarlos uno por uno? No hay ningún principio que determine que tengo que hacerlo así; si soy capaz de derrotarlos a todos a la vez, pues debo afrontarlos a todos y volverlos añicos y tanto mejor para el proletariado internacional. Pero por otra parte, si no soy capaz, si un análisis materialista dialéctico dice que no lo puedo hacer y que la tentativa de hacer eso, o incluso de encarármele a algunos y tratar de evitar el resto, me llevaría a la derrota total y a un revés para el proletariado internacional, entonces, tengo que resolver cómo utilizar las contradicciones y junto con el proletariado internacional (los que no están en el cuarto—sin olvidar a los que no están en el cuarto) lidiar con Uds. uno por uno, o por lo menos de modo diferente en diferentes situaciones, y no con todos lo mismo, todos al mismo tiempo.
    Pero Mao tenía cierta tendencia a convertir esto en un principio. Y aunque indudablemente Mao no fue responsable por la línea internacional contrarrevolucionaria de los revisionistas chinos actualmente en el poder, sí hay un grano de verdad en la conexión que ellos trazan entre elementos del análisis general de los “tres mundos” y los análisis de Mao durante varios períodos, remontándose por ejemplo al reportaje de Anna Louise Strong30 en 1946, donde él plantea todo lo de una zona intermedia entre el imperialismo estadounidense y la Unión Soviética. Ahí Mao habla de los países (excepto la Unión Soviética) sometidos directamente a la agresión del imperialismo estadounidense y los agrupa a todos, incluyendo a los países imperialistas. Esto denote un concepto francamente ajeno al análisis de clase de la agresión e, irónicamente, un error que tiende a desvanecer la distinción entre los países imperialistas y coloniales.
    Esto se conecta con lo mencionado previamente de que a causa del carácter de China y su historia, especialmente, aunque no exclusivamente en la primera etapa de su revolución, no hubo la misma necesidad (o hubo una relativa falta de necesidad) de romper radical y totalmente con partes claves de las líneas incorrectas y desviaciones en la línea del movimiento comunista internacional—desviaciones del leninismo, en especial hacia el nacionalismo. Por ejemplo, tengo que analizar más a fondo el texto completo, pero después de leer un extracto de una ley aprobada en 1934 en la Unión Soviética sobre castigo a los traidores a la madre patria31, es bien llamativo que la declaración que la acompaña dice que el más alto principio para un comunista es la defensa de la patria. A menos que esto sea una distorsión total (pues proviene de una fuente burguesa) es impresionantemente incorrecto y es una desviación sorprendente del leninismo hacia el nacionalismo.
    En la Sección 7 de “A décadas...”, se vinculan algunos de estos errores de Mao con la cuestión de estrategia militar; en particular, se habla de la suprema importancia en China de luchar por la línea de no atacar en todas direcciones, no tratar de tomar todas las grandes ciudades de un golpe, no combatir al enemigo en ese tipo de terreno con esas tácticas y medidas, sino atraer al enemigo y rodearlo, librar batallas que le ofrecen ventaja a uno, recalcando que la primera parte de la guerra era de defensa estratégica, etc.
    De pasada quiero mencionar que en Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung32 hay una frase que se excede, la frase que se refiere al hecho de que esta política de Mao de recalcar el aspecto defensivo al comienzo de la guerra es algo que tiene gran relevancia para las naciones oprimidas, para los países socialistas que son invadidos, y en general para las fuerzas revolucionarias que comienzan siendo más pequeñas y débiles que las fuerzas contrarrevolucionarias. Creo que eso es cierto en los dos primeros casos, pero no se puede decir acertadamente que es relevante en general—y por ende, aplicable—para todas las fuerzas revolucionarias que comienzan relativamente débiles en comparación con las fuerzas contrarrevolucionarias. En un país capitalista avanzado, es supremamente importante adoptar la ofensiva desde un primer comienzo y mantener esa ofensiva.
    Debo decir que no estoy hablando de estrategia militar ni de planes militares; hablo de sacar las lecciones políticas que se puedan sacar de la estrategia militar, aunque me parece que es importante mencionar un dicho que circularon los chinos en oposición a los revisionistas soviéticos. Era una pregunta retórica con una respuesta obvia: ¿se le puede permitir a los emperadores que incendien pueblos enteros y la gente ni siquiera puede prender lámparas? Lo que quiero decir con eso en este contexto es que si los imperialistas pueden planear una guerra nuclear, no hay razón de que nosotros no podamos sacar lecciones políticas de asuntos de estrategia militar. Y la lección política particular que quiero sacar, además de corregir ese punto en Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung, es reenfocar la atención en qué hay en la estrategia militar que Mao defendió que lo podría alejar, por lo menos espontáneamente, de comprender que en el contexto de una guerra mundial sería correcto atacar en varias direcciones, considerando el mundo como un todo; es decir, oponerse a los imperialistas en general y procurar derrocarlos donde sea posible en ambos campos, teniendo desde luego en cuenta a situación particular en los distintos países.
    Tácticamente, un bloque de imperialistas o una potencia imperialista podría ser el enemigo principal en un país determinado, mientras que en otro país, que lucha en unidad pero por un camino diferente, el otro bloque o la potencia imperialista que encabeza el otro bloque podría ser el enemigo principal que hay que combatir de inmediato—en vez de tratar de alinear a todo mundo, pueblos y países juntos, contra un bloque de imperialistas, aliándose con el otro bloque, con el país socialista como núcleo. Pero la experiencia y estrategia forjada en la esfera militar en China podría inclinarnos contra eso, debido a que ellos tuvieron que luchar tan enconadamente, como se ha mencionado, contra esa mismísima línea de atacar simultáneamente en diferentes direcciones y de lanzarse a enfrentar un enemigo superior en batallas destinadas a la derrota; y aunque eso no lo explica en su totalidad, bien puede haber contribuido a la tendencia (e interpenetrando con ella) de convertir en un absoluto lo de aprovechar las contradicciones, habérselas con un enemigo superior y de esa forma, derrotar a los enemigos uno por uno.
    Especialmente puesto que es necesario criticar a Mao en estos aspectos, también es necesario reiterar y recalcar que Mao fue, en términos generales y primordialmente, un gran líder marxista-leninista del proletariado internacional y un internacionalista proletario. Y aunque en su análisis de las fuerzas mundiales se pueden encontrar ciertos elementos contenidos en la teoría de los “tres mundos”, Mao no fue responsable (es más, él luchó inexorablemente en contra) de la línea reaccionaria de capitular al imperialismo y traicionar la revolución, encarnada en la teoría de los “tres mundos” propuesta por los revisionistas que ahora rigen en China, quienes precisamente llegaron al poder por medio del derrocamiento de los seguidores de Mao y su línea, después de su muerte.
    Una pregunta: puesto que se ha puesto tanto énfasis en las desviaciones del leninismo, especialmente hacia el nacionalismo, ¿se hubiera desviado Lenin también del leninismo, si hubiera vivido más tiempo y lidiado con las verdaderas necesidades que se le plantearon posteriormente a la Unión Soviética? Bueno, no lo sé, pero depende precisamente de la manera en que hubiera manejado la agudización de las contradicciones de las que sólo alcanzó a ver el comienzo; pero al mismo tiempo hay que decir que en su enfoque metodológico, su asimilación y aplicación de la dialéctica materialista, él superó con creces (desafortunadamente) a sus sucesores en la Unión Soviética, y en particular, estaba muy por encima de su principal sucesor: Stalin.
    Regresando a Mao, otra cosa que hay que revisar aquí brevemente, también vinculada con sus tendencias incorrectas generales—una perspectiva demasiado país por país, la tendencia a ver las cosas demasiado en función de naciones y la lucha nacional—es una confusión y algunos errores sobre la cuestión de lo interno y lo externo, y en particular, la base interna del cambio y las condiciones externas del cambio, y cómo se aplica esto en la relación entre la revolución en países determinados y la lucha y situación mundial general. No quiero repetir aquí todo lo que se elabora de forma bastante concentrada en el extracto “Sobre la fundación filosófica para el internacionalismo proletario” que apareció en marzo de 1981 en el Obrero Revolucionario (No. 96), sino sólo volver a mencionar de pasada rumbo a otros temas, que incluso en Mao, a pesar de y en contradicción con sus contribuciones a la dialéctica materialista y su desarrollo de ella, se manifiestan algunas tendencias metafísicas que interactuaron con tendencias nacionalistas en este aspecto.
    Por ejemplo, en “Sobre la contradicción” la forma en que se plantea es que China es lo interno y el resto del mundo es lo externo. Y lo que nosotros hemos enfatizado en oposición a esto es ver el proceso del avance histórico de la época burguesa a la época comunista como algo que realmente ocurre a escala mundial en un sentido general; es un proceso mundial que (a la vez) surge de la contradicción fundamental del capitalismo y está determinado finalmente por esta contradicción—la que, con el advenimiento del imperialismo, se ha convertido en la contradicción fundamental de este proceso a escala mundial. Si queremos investigar cuál es la principal fuerza motriz subyacente en términos del desarrollo de situaciones revolucionarias en países determinados en un momento determinado, entonces también tenemos que analizar el desarrollo general de las contradicciones a escala mundial (que surgen de esta contradicción fundamental y son determinadas finalmente por ella) y no principalmente el desarrollo de las contradicciones al interior de un determinado país, porque ese país y su proceso están integrados de manera general en este proceso mundial más global. No es simplemente como era en la época feudal o al comienzo de la época burguesa cuando había países separados que se desarrollaban más o menos separadamente con interpenetraciones entre sí; ahora todos están integrados en este proceso más global. Lenin comenzó a acentuar esto con su análisis del imperialismo, pero no lo desarrolló plenamente, por lo menos no integral ni específicamente en un sentido filosófico; y el movimiento comunista internacional le sacó el cuerpo tremendamente a esto, después de Lenin. Y éste es otro caso en que no se dio un rompimiento radical cabalmente, por parte de Mao.
    A su vez, todo esto se entrelaza con una perspectiva incorrecta de la cuestión del desarrollo de coyunturas, o con un método incorrecto de lidiar con ellas. No es que Mao no captara en absoluto la cuestión de la conformación de coyunturas y su importancia; él ciertamente lo captó en cierto modo en relación a la II Guerra Mundial, por ejemplo, y en su interpenetración con la Revolución China. Pero tenemos que comprender que el enfoque de Mao de tales situaciones históricas reflejaba ciertos errores relacionados con lo que mencionamos antes sobre la orientación propuesta en “A propósito de nuestra política”, de tratar de alinear a todas las fuerzas progresistas, o todas las fuerzas que se puedan alinear, contra un enemigo principal, especialmente ante el desarrollo de una coyuntura como ésa, y en concreto de una guerra mundial.
    También nos tenemos que precaver contra un punto de vista que se puede desarrollar espontáneamente en el movimiento: presentar el curso de la Revolución China como un “modelo” en el sentido incorrecto, metafísico. En términos generales—aunque existen ciertas tendencias hacia esto en Mao, pero muy secundariamente—él luchó en gran medida contra tal error. Pero así y todo a veces se cuela y va de la mano con el tipo de error que hemos criticado en nuestra propia manera de pensar: una noción del movimiento “típico” de las espirales y del desarrollo “típico” de las cosas bajo el imperialismo33. Expresamente, hay una tendencia hacia un punto de vista absolutista, mecanicista, metafísico, de que hay dos tipos de países en el mundo y uno de ellos tiene una revolución de una etapa y el otro una revolución de dos etapas, y la forma de hacer revolución en un país al que le corresponde una revolución de dos etapas es la forma en que lo hicieron en China, más o menos, con algo de aplicación concreta a las condiciones del país en cuestión; es decir, uno propone un programa de nueva democracia, se va al campo, rodea las ciudades desde el campo, libra una guerra popular prolongada y eventualmente conquista el poder. No quiero decir que eso no tenga ninguna validez. Primero que todo, el hecho de que hay dos tipos diferentes de países en el mundo es una realidad concreta palpable y bastante importante. Pero como lo dijera Lenin, esos linderos son condicionales y relativos, no absolutos; y a pesar de la distinción general, el que las revoluciones procedan allí en una o dos etapas, también es relativo y condicional, no absoluto; y en general está más determinado por lo que ocurre en el mundo en su totalidad que por lo que ocurre en un país.
    Por ejemplo, si la revolución en Alemania hubiera precedido a la Revolución Rusa, la Unión Soviética hubiera lidiado de otra forma con el campesinado; hubieran podido lidiar con el campesinado de forma diferente, y no es que haya un principio que diga que uno tiene que ser buena persona con el campesinado, no se trata de eso. Hubieran podido ser “buenas personas” con ellos en una forma diferente; es decir, hubieran logrado neutralizar y ganarse a buena parte del campesinado y no hubieran tenido que hacer muchas de las cosas que hicieron, porque hubieran tenido una base material más fuerte y por lo tanto una base política más fuerte. Así que estos asuntos no son absolutos.
    Más aún, Mao habló de cómo la guerra contra el Japón fue una larga fase de preparación para la victoria final de la Revolución China y hasta lo expresó en su estilo característico, agradeciéndole al imperialismo japonés por invadir a China y de ese modo apresurar la Revolución China. Bueno, claro que ésa no es realmente su manera de ver las cosas, pero Enver Hoxha o sus seguidores no lograrían captar el significado de lo anterior. Pero el quid es precisamente que cuando Mao partió para las Montañas de Chingkang en 1927, él no sabía que se iba a desatar una guerra contra los japoneses. Bueno, en ese entonces fue correcto retirarse al campo y no pretendo ponerlo en duda; pero las cosas hubieran podido desenvolverse de modo diferente, de modo que hubiera sido correcto bajar de las montañas.
    No es un absoluto que se tuvieran que quedar 20 años en el campo. Fue correcto en vista del desarrollo concreto de los acontecimientos, y no pretendo introducir aquí agnosticismo o relativismo, pero precisamente porque las cosas en el mundo no estén predeterminadas, porque no tienen un “movimiento típico” y porque las cosas se determinan más en una escala mundial, no era algo preordenado que se tuvieran que quedar en el campo, o en lo alto de las montañas durante 20 años. Bueno, insisto que esto no pretende negar la distinción esencial entre los dos tipos básicos de países y los dos tipos de revoluciones, ni negar el punto recalcado en “Principios fundamentales...”34 de que el campo, el trabajo y lucha políticos, y el papel de la lucha armada en el campo, es por lo general de gran importancia en los países coloniales y dependientes. Lo que urjo aquí es la necesidad de armarse con un método y una concepción del mundo materialista dialéctica e internacionalista al abordar la cuestión de cómo hacer revolución en países determinados y de cómo encaja eso en la situación mundial general y la lucha revolucionaria mundial.
    Pero hay una crítica específica que hacerle a Mao sobre la cuestión de naciones, la lucha nacional y la revolución mundial: no sólo en la entrevista con Anna Louise Strong y en “A propósito de nuestra política”, también en la polémica sobre la Línea General35, se manifiesta una tendencia a ver las cosas de forma demasiado país por país separados entre sí, demasiado en términos de naciones y lucha nacional, y demasiado en términos de identificar a un enemigo y agrupar a todo mundo contra él. En el caso de la polémica de la Línea General, en ese entonces consideraban al imperialismo estadounidense como el enemigo principal y le aconsejaron a los otros países imperialistas que lucharan contra el capitalismo monopólico y las fuerzas reaccionarias que traicionaban los intereses nacionales, es decir, los aliados del imperialismo estadounidense; en términos generales esto fue incorrecto, aunque desde una perspectiva histórica y en términos de su contribución a la lucha contra el revisionismo y el imperialismo, definitivamente hay que sustentar y defender esas polémicas de la Línea General.
    En esencia, todo esto demuestra precisamente la necesidad de aprender tanto de los puntos positivos como de los negativos, de ser resueltos y profundizar nuestra capacidad de fortalecer la aplicación de la metodología fundamental de la dialéctica materialista y el marxismo-leninismo como una ciencia, lo que incluye el espíritu crítico científico del marxismo-leninismo y, sí, el pensamiento Mao Tsetung. Y la importancia de todo esto se centuplica a la luz de la agudización de las contradicciones mundiales y de la coyuntura histórica en que estamos entrando a escala mundial.
    II. Más sobre la revolución proletaria como proceso mundial
    Aquí solamente quiero plantear unos cuantos puntos brevemente—en particular, más sobre la fundación material del internacionalismo proletario. El artículo que mencioné antes se titula “Sobre la fundación filosófica para internacionalismo proletario”, porque tenía que ver con la cuestión de lo interno y lo externo (la base interna y las condiciones externas del cambio de algo); pero claro que la filosofía se basa en la materia y la base filosófica es el reflejo de la base material. Todo esto se entrelaza con una comprensión más profunda de la contradicción fundamental de la época burguesa a escala mundial y de cómo se integra todo esto en el proceso general; y más aún, tenemos que discernir cómo esto se aplica incluso a la situación de los países socialistas que existan en este período, es decir, el período de la transición mundial de la época burguesa a la época del comunismo mundial.
    Uno de los principales temas con que he venido bregando y que salió a relucir en la cinta del Primero de Mayo de 198136 y en otros lados, es el problema del desequilibrio en el mundo, por así decirlo. Esto tiene que ver con la cuestión de la contradicción entre las fuerzas y las relaciones de producción, por un lado, y por otro, con la interpenetración de esto con la base y la superestructura—tanto en países específicos (los países socialistas, entre ellos) como en general y principalmente, a escala mundial. Y todo eso tiene mucho que ver con la complejidad y sinuosidad del proceso de la revolución proletaria que avanza hacia el comunismo mundial.
    ¿Qué quiero decir con desequilibrio? Lenin, por supuesto, insistió en la distinción básica entre el puñado de explotadores imperialistas y estados imperialistas avanzados y la gran mayoría del pueblo del mundo en situaciones de dependencia y colonialismo. Pero el problema se ha desarrollado de una forma más aguda, en el sentido de que las fuerzas de producción avanzadas del mundo están concentradas—tal vez hasta en un sentido cuantitativo absoluto, pero de seguro, cualitativo—en un puñado de países avanzados. En tales países (y no sin relación con lo anterior) el proletariado, amplios sectores de éste y las masas en general, para decirlo sin pelos en la lengua, a veces no pasan tanta hambre, y muchas veces no están tan deseosos de cambios radicales. Hay sectores y capas que lo desean, pero no muy a menudo ocurre que amplias masas populares exijan un cambio radical de toda la estructura social. Por otra parte, hay inmensas áreas del mundo donde las masas viven en situaciones desesperadas.
    Una de las cosas que en realidad me enfurece de los social-chovinistas y de la gente que dice: “¿qué más da?, ya sea el país imperialista o no, todos van por el camino capitalista y todos están desarrollando el capitalismo, algunos llevan 100 años de atraso, algunos están no-sé-cuántas máquinas detrás de otros, y así por el estilo”, es que es muy fácil para la gente que vive en uno de esos países imperialistas, incluso en los países imperialistas europeos, decir eso. En esos países los trenes funcionan puntualmente, los camiones transportan mercancía de un extremo a otro del país y hay un mercado integrado (no que todo sea suave y parejo, porque así no son las cosas, y mucho menos cuando se trata del capitalismo), y si hay una severa crisis, el índice de desempleo es de 8%. Pero en la gran mayoría del mundo, un índice de 8% de desempleo sería un milagro—todo el tiempo está a 30% ó 40% y eso sin mentar cuando hay una crisis realmente aguda. Y fuera de unas cuantas cabeceras, son lugares supremamente atrasados y los trenes ni llegan a la mayoría de las regiones, mucho menos funcionan puntualmente, y las mercancías no son trasladadas velozmente por todo el país, ni hay una economía articulada (en el sentido de las economías capitalistas avanzadas, donde los lazos entre los diferentes sectores y entre la inversión y el consumo producen una economía nacional integrada).
    Ese chovinismo economista, imperialista es algo enfurecedor; que la gente diga: pues capital es capital, ¿qué más da de qué nacionalidad sea? Piensan que están haciendo un análisis penetrante hablando de relaciones de producción, cuando en realidad lo ven restringidamente en un marco de referencia nacional y no ven que una relación de producción supremamente importante para el mundo en su totalidad es la relación de producción (porque eso es lo que es) entre el imperialismo y las naciones oprimidas. Eso también es una relación de producción, y una decisiva en el mundo en general y más importante que la relación de producción entre un obrero de fábrica y otro de bodega en los países imperialistas.
    De todos modos, de un lado hay países avanzados donde se concentra la mayoría de las fuerzas de producción, pero donde los sentimientos revolucionarios, el nivel de lucha y la conciencia de las masas por lo general y la mayor parte del tiempo no están a un nivel muy alto—por lo menos hasta ahora. Y tal vez haya necesidad de decirlo (aunque no debería haberla) que eso no es ni por el forro lo mismo que la línea de que la revolución no es posible o que no hay verdaderas perspectivas de que ocurra, incluso ahora, en esos países avanzados.
    Y de otro lado, en la mayoría del mundo las fuerzas de producción son atrasadas y el desarrollo de las fuerzas de producción que existe está bajo la dominación del capital financiero y el imperialismo internacionalmente, que deforma y desarticula esas economías. La gente vive en una situación mucho más crítica, y desean mucho más un cambio radical; pero también están en una situación mucho más atrasada, primitiva, mucho menos concentrada y socializada (en lo que hay, en este sentido, algo fundamentalmente importante) y francamente, aunque anhelan un cambio y están más dispuestos a apoyar la revolución, por lo general la etapa de la revolución ahí es una de democracia burguesa, si bien de nuevo tipo. Y aunque exista la posibilidad—y debemos recalcar posibilidad, no certeza—de que se pueda desarrollar bajo el liderato del proletariado (ésa es otra ley mecanicista de la revolución que hay que declarar ilegal: que cualquier revolución contra el imperialismo en esos países sólo puede ser dirigida por el proletariado) no obstante, hay un problema. Aunque la gente anhela un cambio radical y está más dispuesta a ser movilizada para la revolución—aunque no sin contradicción y no simple y fácilmente, pero más prestamente en torno a la bandera de la revolución—con todo y eso, la etapa y el contenido de la revolución, aun si está bajo el liderato del proletariado, generalmente corresponde a la democracia burguesa y a la etapa de liberación nacional.
    Todo esto representa y plantea una complicación adicional en el proceso de la revolución proletaria en todo el mundo. En Occidente—y hablo de Occidente en términos de los países imperialistas, la Unión Soviética inclusive—ha resultado más difícil hacer revolución en este período que en el Este, es decir, los países coloniales y dependientes en lo que generalmente se denomina el “tercer mundo”. Pero también se ha visto que es supremamente difícil guiar y mantener la revolución allí donde se puede hacer y se ha hecho más fácilmente, y esto es algo que no tiene una solución simple.
    Claro que sí logramos un gran adelanto cualitativo (que es lo que sería) en tomar el poder en una (o más) de las ciudadelas imperialistas, eso sería un nuevo salto adelante para el proletariado internacional y crearía una nueva libertad, aunque no debemos forjarnos ilusiones de que hacer revolución en un país imperialista quiere decir que el proletariado heredará al tomar el poder ese país y sus fuerzas de producción en las condiciones previas, por ejemplo cinco años antes de que comenzara la revolución, y probablemente la guerra mundial también. Pero con todo, eso sí representaría un salto cualitativo de un cierto tipo, aunque no cambiaría, no podría cambiar el hecho o eliminar el problema de que hay una complejidad adicional debido al desequilibrio que he descrito y comentado aquí.
    Todo esto entonces suscita problemas, claro, pero lo que también hace, de otro lado, es aumentar la importancia del internacionalismo y al mismo tiempo, la importancia de aprehender, de profundizar nuestra comprensión de todo el movimiento de las espirales que conducen a coyunturas, cuando todas las contradicciones a escala mundial se concentran y se intensifican, y con ello las posibilidades de hacer revolución. Esto se opone a puntos de vista que o bien niegan, no comprenden, o si lo hacen en parte, tratan incorrectamente toda la cuestión del movimiento en espiral hacia una coyuntura a escala mundial, y contraponen a ella ideas erróneas, como las que representa la teoría de la crisis general, puntos de vista lineales a los que me referí anteriormente.
    De manera que esto plantea problemas pero también profundiza y aumenta la importancia de que entendamos el imperialismo y la necesidad de que asimilemos esta metodología y análisis correctos, precisamente porque, como ya lo dije, aun si se aprovechan al máximo los avances en todo momento—incluso en los momentos decisivos de coyunturas mundiales—no todo se ganará de una sola vez, en una coyuntura y ni siquiera, con toda probabilidad, sólo en unas dos intentonas. Por lo tanto, el problema de cómo lidiar con ese desequilibrio, cómo hacer los mayores adelantos y luego cómo hacer de los países socialistas bases de apoyo para la revolución mundial, persistiré y tomará formas muy agudas. No podremos borrar a punta de deseos los problemas tocantes a los estados socialistas que emerjan en un mundo dominado por el imperialismo. Con toda probabilidad, ya sea que hagamos o no un gran adelanto esta vez por lo que se refiere a la revolución en una (o más) de las ciudadelas imperialistas, incluso una de relativamente menor calibre, estos problemas persistirán. Ya sea que se dé un gran adelanto o no, con todo no podremos ignorar el problema de que va a haber un cerco imperialista y que la presión, tanto material como ideológica, que ese cerco ejercerá sobre el proletariado en el poder y el estado socialista será inmensa.
    Es el problema de cómo cumplir en la práctica lo que se ha forjado a un nivel superior en el Programa del Partido, es decir, avanzar en la transformación socialista en el país (o países) donde ocurran grandes adelantos como una parte subordinada, no sólo como una base de apoyo en abstracto, sino como una parte subordinada a la revolución mundial. Es un problema con el que tenemos que empezar a bregar hoy mismo, precisamente porque si proseguimos la línea correcta con la metodología correcta puede darse—si no en Estados Unidos entonces en otra(s) ciudadela(s) imperialista(s), y tal vez en Estados Unidos mismo—ese salto adelante, la toma del poder, cuando esta cuestión estará a las claras e insistentemente a la orden del día. Y, como es obvio, estos principios fundamentales se aplican y son cruciales para el proletariado internacional en cualquier lugar (en cualquier tipo de país) donde logre tales grandes adelantos y establezca estados socialistas.
    Además de eso, quiero comentar sobre otro tema en particular: ¿Qué tanto se puede avanzar en un solo país socialista? Decir simplemente que se ha comprobado y establecido históricamente que el socialismo es posible en un solo país—incluso si no damos por sentada la pregunta y profundizamos nuestra comprensión de lo que es el socialismo y decimos que en realidad hay un camino socialista y que es posible recorrerlo y permanecer en él, por lo menos durante un tiempo significativo, usando la analogía del camino—, todavía no se ha resuelto siquiera que sea posible que el socialismo se dé en absolutamente todo país bajo todas las circunstancias. El hecho de que ha sido posible hacerlo en algunos países, en ciertos momentos, no prueba que sea posible implementar el socialismo en todo “país individual” en todo momento. Pero, prosiguiendo, me parece que hay una limitación (y esto es algo con lo que estoy tratando de bregar, y sólo he comenzado a hacerlo), aunque no un límite absoluto en un sentido mecanicista, de qué tanto se puede avanzar en un solo país socialista.
    Aquí quiero mencionar que hay una vieja acusación a la que hemos respondido “no culpables” y a la que ahora debemos responder “la acusación es justa, pero no es crimen”; es el viejo cargo que nos restriegan los imperialistas—de una forma deformada por supuesto—de que los países socialistas en especial, como lo remachan ellos, tienen también una necesidad de expandirse y conquistar más del mundo, o se chocarán contra sus limitaciones. Y en mi opinión a eso debemos responder que somos culpables pero no es crimen. Por mucho tiempo lo hemos negado, diciendo que somos inocentes y que es una calumnia. Y ahora creo que tenemos que responder que aunque es injusta la acusación, tiene algo de cierto, y al decir eso me refiero, obviamente, a algo cualitativamente diferente de la necesidad que tienen los imperialistas de esferas de influencia para exportar capital, para explotar más gente, para tratar de transformar el mundo a su imagen y semejanza, o mejor dicho, para deformarlo bajo su dominación.
    Tampoco debemos caer en la metafísica del otro lado con esto, es decir, ser absolutistas sobre las limitaciones de qué tanto se puede avanzar en la transformación socialista de un país. Pero aquí hay una verdad básica, y no me refiero a la necesidad de un país socialista, como país, de obtener materias primas y de dominar más territorio y de poner más recursos naturales y gente de diferentes países bajo su yugo: eso sí es una calumnia imperialista; no me refiero a eso, eso no es más que el espejo que los imperialistas se ponen en frente.
    Por lo que se refiere a sostener el poder y avanzar más en el camino socialista—y no sólo desde el punto de vista de un estado socialista sino en especial desde el punto de vista del proletariado internacional—el problema más bien es que hay un límite, como lo dije, a qué tan lejos se puede llegar en la transformación de la base y la superestructura dentro de un país socialista sin hacer avances ulteriores en conquistar y transformar más del mundo; no en términos de conquistar más recursos naturales o gente, como lo hacen los imperialistas, sino en términos de hacer transformaciones revolucionarias. (En la carta “Sobre la fundación filosófica para el internacionalismo proletario”, se insinuó esto y se tocó de pasada).
    Según lo que entiendo, la razón de esto es, primero que todo, que el cerco imperialista ejerce una influencia ideológica y una presión militar, política y de otros tipos. Pero también hay el hecho de que ésta es la época de un solo proceso mundial y eso tiene una base material, no es sólo una idea. Lo que puede parecer lógico aun en términos de producción y de la utilización de la fuerza de trabajo y los recursos dentro de un país particular, llevado más allá de cierto punto, aunque parece lógico para ese país, es ilógico si se lo considera a escala mundial. Y eso reacciona sobre ese país y se convierte en una política incorrecta (no la mejor utilización de las cosas siquiera dentro de ese país) y empieza a obrar no sólo contra el desarrollo de las fuerzas de producción, sino también en relación dialéctica con ello, contra ulteriores transformaciones en las relaciones de producción (o la base económica) y la superestructura.
    No es posible avanzar por siempre de una forma lineal de país en país, avanzar en una dialéctica separada dentro de los países socialistas, si bien con sus vueltas y revueltas, derrotando a veces la restauración capitalista y apoyando a los pueblos del mundo; en algún momento dado, eso se ha de convertir en su opuesto—por razones materiales, y también debido a su interpenetración con razones ideológicas, políticas y hasta militares.
    Aquí hay una verdad, que si se comprende correctamente con la dialéctica materialista, refuerza el internacionalismo proletario y puede fortalecer, si se aplica conscientemente, la lucha revolucionaria del proletariado internacional en general, a lo largo de su camino y luchas inevitablemente largos y tortuosos, en los que se destacarán coyunturas críticas, cambios radicales, saltos y levantamientos dramáticos.
    Esto me recuerda que en el folleto Los comunistas son rebeldes37, este problema como que se echa a un lado por la necesidad de enfocarse en las contradicciones específicas concentradas ahí. Por ejemplo, en la página 6 del folleto simplemente se dice: “ ... están familiarizados con nuestro análisis de cómo la lucha de clases dentro de un país socialista desempeña un papel de interacción con la lucha de clases internacionalmente, y sobre el hecho de que la lucha contra la restauración capitalista en un país socialista, y para lograr el avance hasta el comunismo, sólo puede llevarse a cabo con éxito si se actúa de concierto con la lucha revolucionaria entera y a escala mundial”, lo que no es totalmente incorrecto, pero al mismo tiempo, como lo muestra la diferencia (es decir los avances) entre los borradores del Programa y Constitución del Partido y su versión final, nuestra comprensión de este punto en especial, se ha desarrollado cualitativamente en un cierto sentido.
    Mejor dicho, hemos refinado nuestra comprensión del hecho de que el internacionalismo proletario es y debe ser la fundación para el proletariado y su partido en todo país. Antes de la toma del poder esto es un asunto crucial, pero lo es más aún después de ella. Y es en este sentido que va todo lo que he dicho de que podemos v debemos responder, de buena gana y con desafío que somos culpables pero no es crimen, a la acusación de que necesitamos seguir avanzando y ganando más del mundo, o de lo contrario nuestros avances se convertirán en su opuesto.
    III. El leninismo como el puente
    Con “el leninismo como el puente” quiero decir que en la situación de hoy, el leninismo es el eslabón clave en la defensa y aplicación del marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tsetung. Voy a decirlo de una manera un tanto provocativa: sin el leninismo, el marxismo es social-chovinismo y social-democracia eurocéntricos; sin el leninismo, el maoísmo es nacionalismo (y también, en ciertos contextos, social-chovinismo) y democracia burguesa. Bueno, esto puede sonar no más como axiomas fáciles, pero son pertinentes, tienen verdadera importancia y a mi modo de ver son una valoración de la experiencia con ciertos fenómenos que existen en el mundo y sobre los que se requiere una lucha más profunda.
    Bueno, una vez dicho eso a manera de introducción bastante pungente y provocativa, quiero decir unas cuantas palabras más sobre el derrotismo revolucionario en términos de su opuesto: el social-chovinismo. Primero un comentario somero, de pasada, sobre un punto especialmente injurioso en el folleto Sooner or Later38 (Tarde o temprano) y en un artículo impreso por un grupo australiano que publica un boletín donde están debatiendo este mismísimo asunto del social-chovinismo y la teoría de “los tres mundos”. Los miembros de este grupo australiano en términos generales apoyan a Mao y en general ellos se oponen a los revisionistas chinos, pero por lo visto se dividen marcadamente respecto a la política internacionalista leninista y el social-chovinismo, la teoría de “los tres mundos”.
    En uno de los artículos que defiende la teoría de los tres mundos, como en el folleto Sooner or Later, una de las cosas más nauseabundas es leer su versión completamente sofista de “internacionalismo”. Dice que sería supremamente estrecho y nacionalista de parte nuestra luchar no más contra nuestra propia burguesía y no pensar en la situación mundial total y en toda la lucha mundial, lo que traducido quiere decir: “Es estrecho y nacionalista de parte nuestra luchar contra nuestro propio imperialismo, nuestra propia burguesía y tratar de tumbarlos; para ser internacionalistas debemos apoyar y reforzar nuestro propio imperialismo y nuestra propia burguesía”.
    Y en el artículo australiano en cuestión esto salió a relucir de una manera muy marcada, porque el autor elaboró toda una explicación repugnante y almibarada de que “pues aquí estamos, nos explota y oprime el imperialismo estadounidense y occidental y se nos haría muy fácil olvidarnos de la gente de otras partes del mundo explotada y sojuzgada por el imperialismo ruso y del hecho de que éste representa el mayor peligro para los pueblos del mundo, y podríamos no más pensar en nosotros mismos y en el hecho de que nuestro imperialismo nos explota a nosotros—eso sería simplemente nacionalismo”. Lo que me saltó a la mente de inmediato es que el verdadero problema que tal gente considera es que “el imperialismo ruso no nos está dando nada de las utilidades de su saqueo del mundo, pero nuestro imperialismo sí lo hace”, y esto, traducido y reducido a su esencia, es el internacionalismo de esa gente. Pero sigamos adelante....
    Quiero comentar ahora sobre el nihilismo nacional y el orgullo nacional. Aquí se presenta nuevamente un caso donde Lenin de hecho se opuso al leninismo, aunque no lo dijimos por escrito al publicar el artículo sobre el nihilismo nacional. Pero algunos (en particular el Partido Marxista-Leninista, Estados Unidos, antes denominado COUSML) hicieron notar esa contradicción. Salieron con un artículo de 1914 escrito por Lenin titulado “El orgullo nacional de los gran rusos”39, en el que en vez de decir que no deben tenerlo, él, francamente, hizo todo un intento de combinar dos en uno. Uno puede ver el tipo de presión que tenía encima, la guerra acababa de estallar y no sólo había una represión feroz por oponerse a la guerra, sino que asimismo una ola de patriotismo (chovinismo) recorría a Rusia. Ahora bien, Lenin no se contrapone a la línea del derrotismo revolucionario; fundamentalmente la defiende, pero combina dos en uno en el sentido de decir básicamente que es porque tenemos orgullo nacional que no podemos soportar que Rusia juegue este rol imperialista en el mundo y que se encuentre bajo la dominación de estas clases reaccionarias. Francamente, se trata casi con puntos y comas de todos los mismos razonamientos que él refuta, de manera bastante poderosa, cuando los expone Rosa Luxemburgo bajo el seudónimo de Junius, como por ejemplo en su artículo “El folleto de Junius”40 y también, muy poderosa y despiadadamente en La revolución proletaria y el renegado Kautsky41. Pero en este artículo de 1914, Lenin va contra la orientación general del leninismo sobre esta cuestión crucial.
    Como lo recalqué antes, existe el leninismo y existe Lenin, y si Lenin no siempre se mantuvo fiel al leninismo, eso no hace que el leninismo sea ni un tris menos de lo que es. Esto, de cierta forma, nos devuelve al punto al que me referí antes sobre la línea general que promulgó la Comintern—es decir, la línea del frente unido contra el fascismo—porque Dimitrov seleccionó y machacó este artículo en particular—“El orgullo nacional de los grandes rusos”—y este punto, y los usó para promover toda esa línea en su informe y toda la formulación del frente unido contra el fascismo de singularizar a los estados fascistas como el enemigo principal.
    En un país imperialista, los imperialistas defienden firmemente la bandera nacional. A esto le subyace un punto muy importante de economía política marxista-leninista. El capital imperialista tiene que operar en un plano internacional; es una precondición de su reproducción. Y a veces, como lo observó Lenin, acelera el desarrollo económico en algunos de los países atrasados. Pero esto se da dentro de una estructura de dominación y sojuzgamiento, e íntimamente relacionado a esto, el capital imperialista, a pesar de todo su “internacionalismo”, sigue siendo profundamente nacional y estando anclado en su mercado nacional; por lo tanto, tiene profundos intereses materiales fincados en la defensa de los intereses de su nación. Esto es algo crucial que se analiza y elabora cabalmente en el libro por publicarse America in Decline42.
    Estimo que la línea planteada en el artículo “Acerca de la cuestión del supuesto ‘nihilismo nacional’” en Revolución, no sólo es correcta, sino que es supremamente importante de captar y profundizar. Sobre esto se han dado problemas muy serios, inclusive entre lo mejor en el movimiento comunista internacional, y tiene que haber más destrucción y ruptura radical. Es un proceso que apenas hemos empezado; tenemos que avanzar con ímpetu y firmeza bajo el glorioso estandarte ideológico del “nihilismo nacional”. Este es un asunto central sobre el que mucha gente, ya sea de la tendencia del presunto “marxismo” o del presunto “maoísmo”, disiente con Lenin y por lo que lo atacan abiertamente, diciendo que Lenin ahora es anticuado, o que eso ya no es aplicable.
    Algo similar ocurre con el fenómeno del economicismo, el economicismo imperialista en especial, una frase que Lenin usó de modo un tris diferente al que yo le doy aquí, pero fundamentalmente con el mismo tema central en mente. El la usó desde el punto de vista de referirse a gente que negaba el derecho de independencia política de las naciones oprimidas, en particular las colonias. Esos economistas‑imperialistas trataron de reforzar sus argumentaciones mostrando el hecho de que ningún país a menos que realmente fuera socialista (y ahora podemos ver más claramente que eso no es cierto ni siquiera en un sentido absoluto), que ningún país podía liberarse del enmarañamiento y la dominación del capital financiero y del imperialismo, por lo menos de forma cualitativa, a menos que fuera socialista. A partir de esta verdad dieron un salto oportunista a decir que no valía la pena hablar de independencia política ni liberación nacional.
    Lenin tachó eso de “economismo imperialista” y dijo que esa gente era incapaz de captar la dialéctica entre la política y la economía, y que la cuestión de la lucha por la liberación nacional, en particular en las colonias, era supremamente importante y no se podía negar sobre la base de que a fin de cuentas era imposible ser verdaderamente independiente sin romper completamente con la dominación del imperialismo (capital financiero) en la esfera económica. Pero aquí usamos el término (aunque no quiero profundizar mucho más sobre esto pues se estén discutiendo y escribiendo otras cosas al respecto) bajo una luz un tanto diferente, concretamente con respecto a la gente que subvalora el papel de la política y el internacionalismo en los países imperialistas.
    Hay que reconocerlo, el economicismo es remalo de cualquier forma, e incluso donde las masas sufren angustiosamente, donde la lucha económica adquiere un cariz mucho más agudo y se vuelve la lucha del pueblo por el pan, por el combustible y por la supervivencia, literalmente, y tiene mucho más potencial de convertirse en una lucha enconada y de ser parte de un levantamiento revolucionario o un movimiento revolucionario entre las masas y de contribuir a ese movimiento; aun en esas condiciones (que prevalecía en Rusia cuando Lenin luchaba contra el economicismo) todas las cosas que Lenin recalcó sobre el economicismo son ciertas. Pero es mucho peor cuando uno está hablando de él en un país imperialista, que no sólo tiene una poderosa aristocracia obrera sino amplios sectores rotundamente aburguesados, donde casi sería exagerar describir mucha de la lucha económica como lucha y definitivamente sería exagerar llamarla una lucha significativa de cualquier tipo.
    En ese contexto, predicarle economicismo a los obreros y enfocar su atención en la restringida esfera de las relaciones con su patrón, o incluso, francamente, en la restringida esfera de sus relaciones con su propia burguesía, sin enfocar su atención hacia el mundo como un todo, es lo que yo denomino economicismo imperialista o chovinista. Tal economicismo imperialista no sólo restringe el movimiento al reformismo, sino que lo lleva al servicio de la contrarrevolución, en especial mucho más si es una política consciente. De hecho, en relación a los países imperialistas, si uno adopta la postura de la nación, especialmente en vista de lo que comenté antes sobre el desequilibrio y las relaciones internacionales de producción, quizás valdría más seguir siendo imperialista. Pero si uno adopta el punto de vista del proletariado—lo que sólo puede significar el proletariado internacional—sería mejor hacer la revolución socialista y convertir un país imperialista en una base de apoyo para el avance de la revolución mundial y el avance al comunismo. No se trata de echarle la culpa a los obreros, ni siquiera a los retrógrados, quienes son economicistas espontáneamente, sino a los comunistas que siguen a la zaga de esto y lo fomentan a nombre de la clase obrera, del socialismo y el comunismo.
    Ahora un punto marginal. En ¿Qué hacer? Lenin preguntó qué había de común entre el terrorismo y el economicismo. Y Lenin tenía muy en claro que los comunistas se oponen a los métodos del terror individual, asesinatos, etc. Y los comunistas auténticos se les oponen no porque esas cosas sean superrevolucionarias (como sus proponentes a veces insisten y como sus adversarios burgueses a veces alegan) sino porque en verdad y en última instancia no son revolucionarias, no conducen a la revolución ni son una estrategia para la revolución. No se trata de condenarlas, se trata de reconocerlas como tendencias y luchar contra ellas como tal, porque no son una estrategia para la revolución y no pueden conducir a ella.
    Esto se aplica incluso a las variantes que tratan de adoptar una dimensión adicional y vincularse con tendencias anarco‑sindicalistas y tratan de hablar de la transformación de la sociedad y la lucha en forma más amplia que simplemente el aspecto militar, pero que tienen en común con los economicistas (ya sea en la sociedad capitalista o socialista) el hecho de que dejan de lado, o por lo menos subvaloran significativamente, la cuestión crucial de la superestructura, la política, la ideología, los asuntos mundiales y el internacionalismo. Y como ya lo dije, hay quienes a veces desde el vértice terrorista y a veces desde el vértice economicista (o de una combinación de ambos, con frecuencia) incluso si hablan de la revolución en toda la sociedad o aun una que otra vez de la revolución mundial, reducen las cosas al sentido más limitado de cómo transformar las relaciones de producción y cómo controlar, a veces hasta literalmente, una fábrica individual y precisamente dejan de lado y subvaloran la cuestión crucial de la política, la ideología, los asuntos mundiales y la superestructura—que es adonde se concentran y se disputan estas cuestiones de una forma concentrada.
    Eso es un punto secundario pero importante, porque la cuestión de dónde se concentra la atención de los obreros es, como ya lo dije, importante en todos los países. El economicismo es pésimo donde quiera que sea; pero especialmente en los países imperialistas, restarle importancia a la cuestión de la superestructura, la política, la ideología y concentrar la atención de los obreros estrechamente en la esfera de la relación con sus propios patrones o incluso con su propia burguesía y su propio estado, en la realidad quiere decir voltear de seguro a los obreros contra el resto del proletariado internacional. No importa que eso se haga con una retórica revolucionaria ni con acciones que bajo la guisa del terrorismo tienen una apariencia revolucionaria, aun así, en esencia y de fondo, se trata de reducir las miras de los obreros y voltearlos no sólo en la dirección contraria a la revolución en general, sino contra el resto del proletariado internacional.
    Ahora quiero mencionar brevemente la cuestión del partido, un aspecto muy subestimado, continuamente y hasta hoy en nuestra propia historia, hay que decirlo. Para concluir regresaré a este tema un poco más a fondo. Lo que trato de hacer aquí es un esbozo de los puntos claves del leninismo que de hecho lo hacen el puente, y lo que quiero decir con el puente, es precisamente el puente entre el marxismo y el pensamiento Mao Tsetung, lo que es hoy el eslabón clave en darle al marxismo‑leninismo, pensamiento Mao Tsetung su carácter integral general y síntesis como la ciencia de la revolución y la ideología revolucionaria del proletariado.
    Es en este contexto que salto del punto del derrotismo revolucionario vs. social-chovinismo y la cuestión de enfocar la atención de los obreros sobre la política y los asuntos mundiales en oposición al economicismo, en especial al economicismo imperialista y chovinista. Estas son cuestiones cruciales sobre las que muchos que alegan ser marxistas, marxista-leninistas, hasta maoístas, con frecuencia se alían y toman una postura en oposición a la línea leninista, de una forma u otra, y a menudo abiertamente. Y a fin de cuentas, el partido es una esfera donde las contribuciones de Lenin y la línea leninista han sido un avance cualitativo en el marxismo y en la lucha del proletariado internacional. Por lo tanto, no es sorprendente que sea también una esfera donde a menudo se da una enconada y acerba lucha en oposición a la línea leninista por parte de los “marxistas clásicos” o de fuerzas “maoístas” novatas.
    Desde el ángulo de los “marxistas”, muchos de ellos rechazan el partido leninista y ven en él (como lo explayaré más adelante) el germen, la semilla, o la base de toda la degeneración de la revolución en Rusia, ven en él una dictadura del partido y de un puñado de burócratas. Por otro lado, los supuestos y presuntos “maoístas”, piensan que debido a la experiencia de la Revolución Cultural en China, el principio básico del partido leninista, del centralismo democrático y demás, ha sido superado y sobrepasado, que ya no es correcto ni aplicable, y que se puede hallar una nueva forma, es decir, una nueva forma democrática-burguesa con la cual eliminar el papel del partido. Recordarán que en la cita que mencioné anteriormente sobre la Comuna de París, Mao recalca que tenemos que tener un partido; aunque dice sarcásticamente: “No me importa si es un partido comunista o un partido social-demócrata”, él se refiere a un partido comunista leninista: eso es claro, ¡y lo podemos decir sin temor a que nos confundan con Enver Hoxha!
    IV. Hacia un balance del movimiento marxista-leninista que surgió en la década de 1960 y del factor subjetivo, a la luz de la situación presente y en desarrollo y de la coyuntura que se perfila
    Algo sobre lo que hay muchísima confusión y que por lo tanto es motivo de desilusión para muchos revolucionarios—más de lo objetivamente necesario—es por qué, en términos generales, el movimiento de la década del 60 refluyó a un punto bajo en la década del 70, y por qué y cómo el repunte de lucha que caracterizó a los anos 60 en el mundo en general y en el “tercer mundo” en particular se convirtió en su opuesto, no sólo en países determinados, sino en muchos aspectos internacionalmente.
    Esta cuestión crucial de qué pasó con el movimiento revolucionario (expresamente de mediados de la década del 70 en adelante) y por qué no se llevaron hasta su término decisivo los levantamientos, por qué no triunfaron del todo, por qué no se actualizó el potencial que en cierto punto parecían tener, y por qué en general las diferentes fuerzas imperialistas, el revisionismo y el socialimperialismo lograron reagruparse y ganar cierto terreno, en tanto que el movimiento revolucionario en forma general entró en un período pasajero de reflujo, no puede ser entendido totalmente ni resuelto si se analiza país por país y se trata de determinar qué pasó con el movimiento en este país y por qué no avanzamos más o por qué sufrimos reveses y demás. Este es otro ejemplo de lo imperativo que es analizar las cosas primero que todo y de manera fundamental a escala internacional.
    Aquí quisiera hacer un breve paréntesis en relación a los camaradas de China que (asumiendo que son auténticos y legítimos) por lo visto han sacado dos folletos. En el primero de ellos, hacen un balance de su entendimiento, hasta ahora, de las razones del triunfo revisionista y el revés en China: “Nuestro revés es el revés de la perseverancia del Partido Comunista de China sobre el camino de la línea política marxista-leninista, es el revés de la línea revolucionaria de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado; también es un revés de la línea del pueblo revolucionario chino y de pueblos revolucionarios del mundo en combatir el revisionismo y prevenir el revisionismo. Y, también debido a esto, cuantas más faltas y errores podamos descubrir conscientemente y señalar de forma más concreta, más benéfico será para nosotros hacer caso a la advertencia del pasado y tener más cuidado en el futuro. Así es posible evitar estas faltas y errores, es posible superarlas y corregirlas, una por una para que nuestra causa revolucionaria pueda pasar por mil forjaduras y cien fundiciones, y para que podamos persistir sin tregua en llevarla a cabo hasta el fin”43.
    Con ese mismo espíritu quiero decir que me parece que el folleto en cuestión no llega a la esencia del problema y que al tratar de hacer un balance de esos errores, se concentraron en esencia en aspectos secundarios e incluso en algunos casos utilizaron análisis erróneos. En concreto, se presenta una cierta explicación circular y simplista donde se insinúa que los revolucionarios fueron demasiado indulgentes con los contrarrevolucionarios y dejaron que se les escaparan de las manos cuando hubieran podido acabar con ellos de un solo trancazo. Por supuesto que sería agradable pensar que fue así de sencillo y que ése fue el error esencial que se necesitaba valorar—y que la primera vez que el proletariado detente el poder no más aprenderemos a cortar más cabezas y exterminar más contrarrevolucionarios de un solo golpe. Pero precisamente, me parece que si no se rompe con ese marco de referencia, no se puede comprender el triunfo revisionista.
    Ahora bien, me parece muy importante que ese comunicado diga que la pérdida allá no es sólo de los marxista-leninistas chinos o del pueblo chino, sino de todos los revolucionarios del mundo entero, el proletariado internacional, y no quiero subestimar la tremenda importancia de que se adopte una posición y una línea marxista-leninista y se divulgue, incluso ante el mundo, ni de que se haga el intento de forjar un nuevo centro marxista-leninista allí. Lo que digo se solidariza con ese espíritu, pero hay que ponerle atención a los interrogantes más profundos de por qué no se podía ser menos indulgente con los contrarrevolucionarios, por qué no resultó más posible descubrir y derrotar a más de ellos de un solo golpe, por qué se tuvo que llegar a compromisos (y a mi parecer, en muchos casos había que hacerlos) con elementos vacilantes, medios o centristas, o gente que a fin de cuentas, cuando más tarde la lucha llegó a otra crisis u otro punto de concentración, resultó ser contrarrevolucionaria, y a veces hasta dirigentes contrarrevolucionarios. Y repito, en mi opinión la respuesta a esto no consiste en la indulgencia equívoca de los revolucionarios, ni en su falta de vigilancia o de preparación militar—algunos de estos aspectos, unos más que otros, pueden ser verdaderamente relevantes y válidos, otros me parece que fundamentalmente no lo son, en concreto el cargo de indulgencia de parte de los líderes revolucionarios.
    De cualquier modo, me parece que sí hay que buscar la explicación del revés en China en términos del factor subjetivo, así como del factor objetivo, y no puede ser simplemente un análisis tipo: “Pues la situación internacional se tornó más desfavorable, de modo que la revolución estaba destinada al fracaso”. Pero tampoco creo que se pueda ignorar el campo internacional; de hecho, tiene que considerar principalmente el campo internacional en términos de comprender los factores objetivos que contribuyeron al revés; y en términos del factor subjetivo también hay que considerar cómo no prevaleció suficientemente una perspectiva de toda la lucha internacional, y cómo ese error influyó en el campo y el terreno sobre el que se libró esta batalla. Esto no implica que los líderes de esta lucha, en particular Mao y los Cuatro (y especialmente los dos que siguen defendiendo la bandera revolucionaria) no fueron internacionalistas en un sentido fundamental y general. Pero si bien cometieron errores, no fue en la esfera de la indulgencia frente a los contrarrevolucionarios; estriban en deficiencias en la forma de conceptualizar y manejar la relación entre el avance de la revolución socialista en China y la situación mundial de conjunto y la lucha mundial.
    Otro comentario relacionado con esto para reflexionarlo luego, en forma de pregunta algo provocativa: ¿que tenían en común ¡Viva el triunfo de la guerra popular!44 a mediados de la década del 60 y la “teoría de los tres mundos” propuesta en el No. 45 de Pekín Informa en 1977, su formulación teórica general, si se le puede llamar así? En concreto ¿cuáles son algunos de los temas comunes implícitos en ambas? En un extracto publicado en el OR45 de algo que escribí relacionado parcialmente con estos interrogantes, dice (al recalcar la necesidad de aprender de la impaciencia de Mao, como de Lenin y Marx antes de él) que muchos de los planteamientos en ¡Viva el triunfo de la guerra popular!, incluyendo algunos de sus errores, no reflejan sólo las tendencias de Lin Piao, sino de una manera general—aunque no las peores expresiones—mucho del pensamiento de Mao en ese entonces. Y asimismo me parece que (aunque hay una diferencia cualitativa en toda esfera, incluyendo la línea internacional) también es cierto, como lo mencioné antes, que ciertos elementos del análisis propuesto en el documento de los “tres mundos”—ciertamente no la línea política general ni la línea ideológica—reflejan en cierta medida, algo del pensamiento de Mao y de cómo enfocó estos problemas.
    Si uno lee ¡Viva el triunfo de la guerra popular!, dice textualmente que la piedra de toque, la línea divisoria entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios en el mundo en ese momento, es el que uno se atreva o no a librar la guerra popular contra el imperialismo, y si en verdad la apoya o no. Y se estableció que ésa era la línea divisoria, y en las circunstancias específicas de entonces sí era una verdadera línea divisoria (es por lo menos cuestionable si se ha debido determinar que era la línea divisoria fundamental, pero sí era una línea real de demarcación). Pero luego el mundo cambió y a mi parecer una de las cosas que ocurrió fue que el cambio en la correlación mundial de fuerzas francamente agarró desprevenida a la corriente revolucionaria más o menos asociada con China y que tenía su centro directriz allí y en torno a Mao, y ésta no respondió correctamente a ese viraje. (No pretendo recurrir a la formulación revisionista de “correlación de fuerzas”, pero “la correlación mundial de fuerzas” tiene cierta validez, considerada dialécticamente y de manera materialista). El viraje en la posición, estrategia, tácticas y métodos de las distintas fuerzas, agarró desprevenidos a los revolucionarios. No fue el caso que en los años 70 la oposición de la Unión Soviética a la revolución en el mundo se expresara de manera consistente, o incluso frecuente, en términos de negarse a apoyar las luchas armadas y guerras de liberación contra el imperialismo. De hecho, especialmente en el transcurso de la década del 70 y a medida que cambiaban las cosas en el mundo, ellos le suministraron armamento y ayuda material en gran escala a guerras de liberación nacional—sin dejar de atender a sus propios intereses burgueses, incluso en un estrecho sentido económico muchas veces, aunque en algunos casos hasta lo hicieron asumiendo pérdidas económicas inmediatas, con una amplitud de criterio imperialista. Pero una vez que los revisionistas soviéticos decidieron entrar a este campo de lucha y cambiaron de su política de evitar a toda costa una confrontación con Estados Unidos (inclusive negándole apoyo a guerras de liberación para evitar tal confrontación) entonces, en cierta manera, pudieron suministrar mucho más material y equipo y abrirse camino entre buena parte del liderato no proletario de muchos de esos movimientos más que los chinos, por lo menos a corto plazo. Y cuando Estados Unidos empezó a retirarse de Vietnam, empezó a reagruparse, cuando los soviéticos empezaron a tener la necesidad y también más posibilidad de expandirse en el mundo, hubo un inevitable viraje en el movimiento revolucionario en el mundo.
    Esto en particular tuvo inevitables repercusiones dentro de China, en respuesta a ello. Tuvo mucho que ver con la manera en que Mao entró en contradicción con Lin Piao (y en que Lin Piao se opuso a Mao) y con las formas en que la concepción del mundo de Lin Piao, o la concepción encarnada en ¡Viva el triunfo de la guerra popular!, ya no podía seguir siendo la línea divisoria entre el marxismo y el revisionismo. Y por otro lado, esos cambios que se operaban en el mundo, parte de la coyuntura que se agudiza, se convirtieron en el marco de referencia en el que algunas de las tendencias erróneas de parte de Mao lo llevaron a cometer algunos de los errores del tipo que conocemos bien, en términos de calificar a la Unión Soviética ahora como el enemigo principal y de buscar desarrollar un frente unido, similar al frente unido antijaponés, pero esta vez más extensamente a escala mundial, contra la Unión Soviética.
    En ¡Viva el triunfo de la guerra popular! se dice que el imperialismo estadounidense desempeña a escala mundial el papel que desempeñó el imperialismo japonés en China en la II Guerra Mundial. No hay un salto muy grande de ahí a decir que la Unión Soviética se ha vuelto el enemigo principal a escala mundial y que hay que aliarse con otras fuerzas contra ella, aunque es generalizar más ese error y empeorarlo en las condiciones concretas de la década del 70. Lo que no se tiene en cuenta aquí, lo que esto tiene en común con ¡Viva el triunfo de la guerra popular! es que ninguno de los dos capta la esencia del movimiento y desarrollo en espiral hacia coyunturas (y nuevamente, esto se hace más claro y adquiere mayores proporciones de problema en la década del 70, con la agudización de las cosas). Mirándolo desde este ángulo, Mao en sus opiniones posteriores y ¡Viva el triunfo de la guerra popular! concuerdan en ver las perspectivas para la revolución casi enteramente en el “tercer mundo” y expresamente en no captar correctamente la importancia de la exacerbación y aceleración de las contradicciones y de su amontonamiento en un haz en la coyuntura. La subestimación de las posibilidades para hacer la revolución en los países imperialistas es un error común a ambas, ¡Viva el triunfo de la guerra popular! y la teoría de los “tres mundos”, pero sobresale mucho más marcadamente en el contexto más reciente del avance hacia una coyuntura mundial y hacia el aumento y aceleración de las posibilidades de hacer la revolución en los países imperialistas, posibilidades que no surgen con mucha frecuencia y que por ende y en cierto sentido, asumen tanta más importancia; asimismo es un error más serio no utilizarlas o subestimarlas.
    Pero una vez dicho esto, también es importante reafirmar lo que plantea el extracto que mencioné antes titulado: “¿Qué tiene de mal la impaciencia al servicio del proletariado internacional?”—sin duda esto se le aplicó a Mao en la década del 60, como se manifiesta incluso en ¡Viva el triunfo de la guerra popular!, lo mismo que a Lenin y Marx antes que él. Pero más que eso, esto obviamente se le tiene que aplicar (y tiene que ser aplicado por) aquéllos que hoy defienden y desarrollan el marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tsetung, porque se necesita volver a recalcar que la situación presente y en desarrollo y la agudización de las contradicciones hacia una coyuntura a escala mundial, representa un acendramiento de oportunidades, así como de dificultades y necesidad.
    ¡Y no es que estemos hablando en un vacío o simplemente deseando que aparezcan elementos revolucionarios! Esos elementos ya se están imponiendo y desarrollando. Esto es cierto incluso en el caso de los problemas de ambas superpotencias y ambos bloques imperialistas en prepararse para la confrontación mutua, lo que salta a la vista todo el tiempo, por ejemplo, en la forma aguda con que se impone en Europa el asunto de las armas nucleares y el tipo de movimiento que eso está suscitando. Incluso si uno toma en cuenta que los revisionistas están tratando de pescar en río revuelto, así y todo, la resistencia va mucho más allá de eso. O fijémonos en las verdaderas dificultades que tienen los imperialistas estadounidenses en mantener unido su bloque y superar o mitigar las muy intensas contradicciones en su seno. Por eso es que la contradicción entre los estados árabes reaccionarios e Israel es una que no sólo se impone consistentemente, sino que siempre está adoptando nuevas y diferentes formas. Claro que la lógica extraviada de la gente tipo Sooner or Later (que se han venido desgañitando, alegando que la Unión Soviética lo tiene todo a su favor y Estados Unidos tiene un cerro de problemas) dirá a medida que la Unión Soviética empiece a atravesar dificultades cada vez más evidentes: “Muy bien, mucho mejor para el frente unido”. Pero desde una perspectiva marxista-leninista e internacionalista proletaria, está requetebien que los dos bloques imperialistas, y máxime ambas superpotencias, estén atravesando tremendas dificultades antes de que siquiera haya estallado el tierrero.
    Y tampoco es que tengamos que inventar o buscar con desesperación los elementos favorables que ya se están desarrollando fuera de esa especie de negativo positivo (los acontecimientos positivos en un sentido negativo), es decir, las dificultades del enemigo simplemente en aglutinar y mantener unidos sus respectivos bloques. También está el elemento más directamente positivo de los levantamientos de masas, la resistencia, incluso movimientos y luchas revolucionarios en los dos bloques, el occidental y el oriental. Estados Unidos por su parte tiene a El Salvador; la Unión Soviética tiene a Polonia y Afganistán.
    Las debilidades del factor subjetivo a escala internacional y dentro de los diferentes países, resaltan sobre el trasfondo de estos acontecimientos en particular y de la situación general en proceso de agudización. Pero me apresuro a agregar que éste no es el momento de mesarse los cabellos, rasgarse las vestiduras, lamentarse y demás, sobre la crisis del movimiento marxista-leninista. Como lo reitera el documento Principios fundamentales, es un momento para redoblar los esfuerzos—a todos los niveles y en todas las esferas: teórica, práctica y en la relación dialéctica entre ambas—para ponerse a la altura de los desafíos y oportunidades. Y esto no es simplemente retórica ni exhortaciones de rutina al deber comunista.
    Consideremos no más unos cuantos ejemplos de los desafíos reales ante el movimiento (internacionalmente y en los distintos países): las rebeliones en Gran Bretaña e Irlanda del Norte; añádase a esto las revueltas de la juventud, incluso los levantamientos de tendencias anarquistas en Europa Occidental en particular; todo esto es a la vez una inspiración y un desafió. Y no es precisamente fácil darle liderazgo marxista-leninista a movimientos y luchas de este tipo ni es fácil tampoco forjar, desarrollar y templar una fuerza marxista-leninista, es decir un partido.
    Hay que decir que en cuanto a dar dirección marxista-leninista, una de las razones por las que no es fácil, es que precisamente quiere decir canalizar—no sofocar—los sentimientos revolucionarios y las luchas que contemplamos aquí: canalizar, desarrollar y dirigir todos estos distintos ramales hacia la revolución proletaria. Pero nuestra orientación básica debe estar impregnada del tipo de pensamiento que nos lleve a preguntarnos: ¿Cómo podrían ser los anarquistas más revolucionarios que los marxista-leninistas? No es que esa gente esté demasiado fuera de control o sea demasiado revolucionaria; de hecho, no hay nada más revolucionario que el marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tsetung, si es realmente eso y si es en verdad esa síntesis.
    Tenemos que hallar la forma de enlazarnos con este fermento y fuerzas recién nacidas y que están surgiendo ahora, tenemos que hallar la forma de darles liderato marxista-leninista y de darle la expresión más real, plena y profundamente revolucionaria. Y sin mirar al pasado concentrando nuestras miras ahí, sino precisamente mirando hacia el futuro, tenemos que hacer un llamamiento y movilizar gran parte de lo mejor, de la mejor gente y las mejores tendencias que se manifestaron en los años 60, precisamente, insisto, en función de la situación presente y en desarrollo. Todo esto se relaciona íntimamente con nuestra visión, por así decirlo, del socialismo y la transición al comunismo, así como con nuestra valoración—no una negación unilateral, de hecho una visión histórica universal completa de los tremendos avances, y al mismo tiempo asimilando las lecciones positivas y negativas de la experiencia soviética, la experiencia china y nuestra experiencia histórica de conjunto en la revolución proletaria y la transformación socialista. Esto se vincula con la capacidad de atraer y movilizar a lo mejor, en términos de gente, de fuerzas, de sentimientos y de expresión política, de lo que surgió en ese período de repunte de lucha en la década del 60, y con la necesaria tarea de congregar y fusionar todo eso en la actualidad, vinculándolo con el repunte presente y las fuerzas recién surgidas.
    Todo esto es crucial en términos de la tormenta venidera, porque esta tormenta que se acerca no será de ninguna manera una visión idealista, idílica o un sueño; sean cuales fueren sus rasgos específicos, rebosaré de destrucción y horror—y hay que decir, tanto más cuanto si los avances de la revolución en el mundo no maduran lo suficiente y lo suficientemente rápido para impedir en efecto la guerra mundial. Ese breve artículo “Las coronas rodarán por docenas por el suelo...”46 describe exactamente lo que va a pasar. No es algo bonito, pero sigue en pie la cuestión de apropiarnos del futuro y de forjarlo—o avanzar cuanto más sea posible hacia él—de entre toda la locura y ruina que quedará. Si vamos a crecer, para eso es precisamente que debemos crecer.
    Esto exige—y sí que lo debemos asimilar tanto en general, como en la esfera de la cultura—una síntesis de romanticismo revolucionario y de realismo revolucionario, una síntesis que consiste precisamente en la ciencia viviente del marxismo-leninismo, pensamiento Mao Tsetung. De algún modo tenemos que encontrar la forma de llevarle esto a las fuerzas recién nacidas y también a las mejores tendencias, las mejores expresiones, las más altas aspiraciones que incubaron los levantamientos de la década del 60 en varios países y a escala mundial, e imbuirlos con un contenido realmente viviente, científico y en esa forma sintetizarlos y dirigir la gente hacia adelante a la revolución proletaria para extraer textualmente de toda esta locura y horror cuanto más sea posible del futuro. Este tipo de desafío, semejante tarea, es lo que tiene por delante el factor subjetivo, es decir, las fuerzas revolucionarias conscientes: hacer todo lo posible y hacer corresponder lo más que se pueda el factor subjetivo con el desarrollo de la situación objetiva y las posibilidades, las oportunidades que plantea dentro de los diferentes países, pero sobretodo a escala internacional.
    Regresando por un segundo a un aspecto de esto, creo que hay que hacer ver claramente que una valoración de los años 60 y expresamente del reflujo de los 70, no es simplemente una cuestión de consolar a aquéllos que se preguntan adónde fue a dar todo eso, o de tratar de infundirle ánimo a los que todavía medio siguen hacia adelante valiéndose de la racha de energía que recibieron en ese entonces, aunque ahora están perdiendo las ganas; no se trata simplemente de eso ni se debe ver a esa luz. Pero sí es crucial hacer una valoración científica de eso, enfocándose en las lecciones que hemos venido extrayendo y en que hemos tratado de concentrarnos aquí, analizando expresamente el campo internacional y el desarrollo de estas contradicciones a una escala mundial, el viraje que ocurrió en el terreno internacional en esa etapa y cómo eso afectó al movimiento y las tendencias de ese entonces. ¿Por qué logró la Unión Soviética avanzar en cierta forma y abrirse paso donde antes había perdido terreno? Y de otro lado, ¿por qué China y la línea que ella siguió, incluso los revolucionarios en China, tropezaron con nuevas dificultades temporales y cómo entendemos las respuestas incorrectas a ellas? ¿Por qué en países determinados, Estados Unidos sólo para dar un ejemplo—y eso no se puede entender fuera de este contexto—la burguesía logró responder al repunte de lucha de ese momento y cómo afectó el viraje internacional al movimiento que estalló en relación a la guerra de Vietnam? ¿Cómo logró maniobrar la burguesía, no sólo mediante la represión, sino también, auspiciando y reforzando fuerzas pequeño-burguesas, por ejemplo dentro del movimiento de liberación negra (un elemento en el cual no nos hemos enfocado lo suficiente al hacer un balance de tal movimiento)?
    Tenemos que analizar cómo todas esas diferentes cosas—no sólo en países determinados, sino concentrándonos primero que todo y de manera fundamental en la situación internacional, y luego considerando dentro de eso los distintos países—cómo por una parte se operaron cambios en el mundo que llevaron en general a un reflujo pasajero (no de manera uniforme ni en todas partes de la misma forma y en la misma medida, pero en términos generales a un reflujo); pero no obstante, cómo no ha habido por otra parte, incluso en los años 70, un momento de calma o un tiempo en que en alguna parte del mundo no hubiera levantamientos y lucha y cómo ya para finales de la década del 70 de nuevo los movimientos revolucionarios estremecían los cimientos del imperialismo en varios lugares claves del mundo.
    Por ejemplo, imaginémonos dónde estaríamos ahora si la línea revolucionaria en China hubiera sido más clara y firmemente internacionalista y, sobre esa base, si el liderato revolucionario de China hubiera podido movilizar al proletariado para retener el poder en China—lo que tal línea no hubiera garantizado, pero hubiera hecho más probable—y luego estallaran las cosas de la forma que estallaron en Irán, ¡pensemos adónde estaríamos ahora, con esa base! Pero incluso sin eso, incluso con la pérdida en China, pensemos en Irán, Nicaragua, El Salvador, Polonia, Inglaterra, Irlanda, otras partes de Europa, el resurgimiento que comienza en Estados Unidos. ¡Y ay bendito, en Nueva Zelanda! Confío que esto no se tome como chovinismo contra Nueva Zelanda, pero nadie...incluso la gente de allá, lo esperaba y eso precisamente confirma esto. Y lo que confirma precisamente es que un balance de las razones del reflujo temporal nos armará y equipará para ser mucho más capaces de aprovechar las oportunidades que se están agudizando y que ya irrumpen a la superficie, y no en un solo lugar sino en uno tras otro, aunque por supuesto no sin contradicciones.
    Así que pasemos al último punto:
    V. Algunos interrogantes relacionados a la línea y trabajo de nuestro partido y nuestras responsabilidades y tareas internacionalistas especiales
    En primer lugar, algo sobre cómo evaluar las batallas del 1º de Mayo, el Obrero Revolucionario y el internacionalismo (por un lado, el internacionalismo es una parte integral de nuestro trabajo en general, por supuesto parte del 1º de Mayo y del Obrero Revolucionario, pero también, por otro lado, es un foco clave por derecho propio). Quisiera hacer una analogía con el Gran Salto Adelante en China, el cual también tuvo sus tres banderas: el Gran Salto Adelante, las comunas populares y la línea general para avanzar en el socialismo. No es una comparación exacta, y no quiero fomentar un modo de pensar mecanicista, metafísico, analogías forzadas, cortar el pie para calzar el zapato y cosas por el estilo, pero con todo sí voy a hacer la analogía, y se trata de que en cierto sentido nosotros también teníamos tres banderas: 1º de Mayo, Obrero Revolucionario, e internacionalismo. Y para aclarar, es mi impresión que todavía hay bastante lucha acerca de: “¿dimos en realidad un salto?”, lo mismo que en China: “¿fue en realidad un Gran Salto Adelante, o fue un fracaso?” (En medio de la lucha sobre el Gran Salto Adelante Mao comentó que Chin Shi Juang construyó la Gran Muralla en China y luego fue derrocado, y ahora que hemos realizado el Gran Salto Adelante, ¿nos van a derrocar por eso también?)
    Me parece que existe un interrogante sobre cómo evaluar estas cosas y pienso que se puede hacer de esta manera. Mao habló de todos los excesos y problemas del Gran Salto Adelante y de que no todo resultó de la manera que los revolucionarios luchaban por lograr: algunos avances no se podían mantener al mismo nivel, otros no se pudieron consolidar en lo más mínimo. Para citar un ejemplo, muchos de los comedores con que buscaban avanzar hacia formas más socializadas de distribución fracasaron y no se pudieron mantener. Por ejemplo, Mao dijo, yo pensaba que el acero caminaría por sí mismo, me olvidé del problema del transporte, tan entusiasmado estaba con tratar de producir tantas toneladas de acero. Pero lo importante dijo, fue que las masas se movilizaron y su conciencia política y actividad se despertaron y avanzaron47. Usando la analogía que todos conocemos de la Comuna de París, diciendo que Marx pensó que valía la pena aun si sólo duraba poco tiempo, porque vio que era la primera dictadura del proletariado, Mao comentó que si sólo la evaluamos desde un punto de vista económico, la Comuna de París tampoco valía la pena.
    A mi modo de ver, en 1980 nos dimos la meta básica de que 10.000 personas, principalmente de la clase obrera, dejarían el trabajo, se congregarían y harían manifestaciones el 1º de Mayo, ejerciendo un gran impacto por todo el país y el mundo. Y no alcanzamos esa meta en un sentido cuantitativo. Después de eso, nos dimos la tarea de tratar de avanzar desde allí, aumentando la distribución del Obrero Revolucionario a 100.000 ejemplares cada semana de manera sostenida, y según se ve, parece que no hemos alcanzado esa meta y tenemos que consolidar lo alcanzado a un nivel más bajo. Y nos dimos también la tarea de hacer del internacionalismo una línea clara y un estandarte en el movimiento; no se me ocurre nada malo que decir al respecto, parece que nos ha ido bastante bien en esto, aunque todavía hay fuerzas atrasadas que piensan que debemos hablar de reformas triviales, tal vez de espacio psicológico y otros problemas de ese calibre.
    Enfoquémomos en el 1º de Mayo y el OR. Por un lado, nos propusimos alcanzar esa meta cuantitativa de 10.000 participantes para el 1º de Mayo, lo que también se entrelaza con la calidad. No logramos esa meta de 10.000 personas pero sí logramos hacer el 1º de Mayo algo generalmente debatido entre el proletariado de Estados Unidos, y con implicaciones internacionales también, no sólo entre el “movimiento” de la izquierda, muchos de quienes trataron de ignorarlo o calumniarlo, sino especialmente entre un buen sector de las masas, especialmente las masas más avanzadas en Estados Unidos. Logramos hacer de eso un tema común y crear un gran impacto político ese día y al año siguiente también el 1º de Mayo. Y el éxito fue tanto que ahora tenemos un problema táctico, porque este año el 1º de Mayo cae en sábado y no sabemos qué hacer. Y en cierto sentido chistoso eso es una medida para evaluar si en realidad avanzamos o no, y en qué grado, una medida del avance que  hicimos. Y el 1º de Mayo es un tema ampliamente debatido, especialmente en la base social más sólida para una línea proletaria-revolucionaria-internacionalista, estoy seguro que es algo que la gente ya está anticipando y lo hará más; se ha vuelto un día en el que la cuestión de la revolución ocupa el centro del escenario, no literalmente en el pensamiento de la mayoría de la gente, pero sí de un gran número de gente y ejerce un impacto sobre muchos más.
    Por lo que respecta al OR, aparentemente no logramos consolidar al nivel de 100.000. Es como lo de Mao con el acero: lo planteamos audazmente ante las masas y literalmente pusimos los periódicos en las calles, exhortando a la gente a que se los llevara, y una y otra vez oímos ejemplos inspiradores de que eso ocurría. Pero, es como dijo Mao, él se olvidó que el acero no caminaría por sí mismo, y aparentemente nosotros nos olvidamos de que los periódicos no se pagan por sí mismos. Así que nos topamos con algunos problemas que no nos permitieron consolidar a ese nivel y sostener la distribución a ese nivel, pero lograremos superarlo con un verdadero salto cuantitativo y lo que es más, un salto cualitativo. Para comenzar, nuestra propia comprensión y aplicación de todo lo que comprende la tarea central y del Obrero Revolucionario, han dado un salto cualitativo. En segundo lugar, toda la tendencia que se concentra en el periódico y representa al Partido, se ha vuelto una fuerza mucho más amplia, una fuerza material e ideológica entre una cantidad creciente de las masas. Si antes la tarea central se comprendía mucho menos y se aplicaba mucho más desigualmente, a través de toda la lucha, inclusive la campaña de las 100 Flores*, es cierto en un sentido cualitativamente superior, que la tarea central y las tareas en torno al periódico y la línea que representa en su conjunto se han vuelto una fuerza aún más real, tanto en cuanto a nuestra propia comprensión y aplicación como al impacto que ejerce sobre las masas. [*La “Campaña de las 100 Flores” se refiere al debate en las páginas del Obrero Revolucionario en 1980 sobre la tarea central y, en particular, el rol del periódico.]
    Lo mismo ocurre con el internacionalismo. Por todo Estados Unidos hemos hecho del internacionalismo un serio interrogante, lo que también ha tenido un impacto por todo el mundo; textualmente, sin exageración, para gente en todo el mundo es verdaderamente inspirador ver que en las meras entrañas de Estados Unidos existe una fuerza internacionalista. Hemos hecho del internacionalismo una cuestión decisiva, una cuestión con la que están bregando las masas que se movilizan a luchar a partir de asuntos o problemas particulares, y una cuestión a la que fuerzas por lo general más amplias, inclusive en el “movimiento”, tienen que responder o que con la que tienen que lidiar. Así que me parece que se puede encontrar una base bastante estrecha para evaluar estas cosas y concluir que no valieron la pena, pero desde un punto de vista marxista-leninista, desde el punto de vista de evaluar correctamente nuestra meta general, no sólo valieron la pena sino que en realidad fueron importantes saltos cualitativos en los que tenemos que basarnos para avanzar.
    Regresando un momento al último punto sobre internacionalismo y a la idea general de cómo el periódico y la tarea central han dado un salto cualitativo en teoría y práctica, yo creo que la tendencia que representa nuestro Partido y se concentra en el periódico, se ha convertido en una verdadera tendencia política en Estados Unidos (por lo que tengo entendido) y que es algo en crecimiento, no es sólo un fogonazo. Quiero añadir que me parece que debemos contrastar marcadamente nuestra tendencia no sólo con la política a todas claras burguesa, sino también, en vez de contender simplemente con los falsos comunistas y decir “ellos no son comunistas, nosotros somos los comunistas de verdad”, deberíamos en cierta medida y en ciertos contextos, dejar que los revisionistas se queden con la bandera “comunista”. Y lo que nosotros debemos decir es: “sí, hay diferentes tendencias: los socialistas y los social-demócratas; algunos de ellos detentan el poder en algunos países y Uds. pueden ver lo que hacen, son más o menos una tendencia burguesa cien por cien; también hay los comunistas, es decir, los revisionistas, también están en el poder en algunos países y en otros quisieran tomarlo sobre la misma base; Uds. pueden ver cuál es su paquete; y también hay nuestra tendencia, la tendencia comunista-revolucionaria/internacionalista-proletaria”. Y esto no lo digo como chiste.
    En cierta medida, los revisionistas tienen la bandera del comunismo—bueno, en cierta medida y sólo en cierta medida, deberíamos decir, “sí, hay los social-demócratas y los socialistas, hay los comunistas (es decir los revisionistas), y nosotros los comunistas-revolucionarios/internacionalistas-proletarios”, y promulgar esa tendencia y hacer que se convierta en una fuerza aún mayor, de esa manera. Porque en cierto sentido eso es romper más con un contexto estrecho, y ver la cuestión de que esa tendencia se vuelva muy grande y un polo hacia el cual graviten y donde se reúnan las fuerzas avanzadas que están abordando la revolución y el internacionalismo más conscientemente. Eso es no más algo para echarle cabeza....
    Quiero regresar al asunto del Partido y ponerlo en el contexto, en particular, de la tarea central y concluir con eso. La tarea central, como lo sabemos, está encapsulada en la formulación Crear Opinión Pública...Conquistar el poder. Surge la pregunta de cómo considerar esto en sus más amplias implicaciones: ¿qué quiere decir una tarea, en particular, una tarea central, y cuál es su relación con otras tareas? A mi manera de ver, una tarea central—en el sentido en que lo usamos—tiene que verse de una forma de conjunto y es algo que abarca todo el trabajo que se realiza durante todo el proceso de Crear Opinión Pública...Conquistar el poder.
    Mejor dicho, para mí la tarea central no es crear opinión pública ahora y después, mañana, o algún día, tomar el poder. Tampoco se puede reducir la tarea central al trabajo en torno al periódico, como el arma principal que usamos ahora. La tarea central es precisamente un proceso (o corresponde a un proceso) que abarca todo el trabajo que tenemos que realizar para crear opinión pública y tomar el poder, cuyos diferentes aspectos, en diferentes momentos y en diferentes circunstancias reciben mayor o menor énfasis, y que incluye varias tareas más específicas. Otra forma en que lo decimos es “preparar mentes y organizar fuerzas” (lo que se debe mencionar, es una reversión consciente—y confío de todo corazón, algo más profunda—de la formulación de Lenin en un artículo donde habla de organizar fuerzas y preparar mentes. Nosotros revertimos la relación a preparar mentes y organizar fuerzas, que coincide más con Crear Opinión Pública...Conquistar el poder). Pero considerar la tarea central bajo esta óptica nos permite captar más firme e integralmente el papel y la importancia de la construcción del partido.
    Yo veo la construcción del partido en una interpenetración dialéctica muy íntima con la orientación general (cuya importancia he venido a captar aún más profundamente) de lo que he formulado como “asumir responsabilidad por la totalidad del movimiento”, es decir, por la tarea general de construir un movimiento revolucionario. Históricamente, éste ha sido un punto fuerte entre nosotros, incluso en la Unión Revolucionaria antes de fundarse el Partido, un punto fuerte que ni siquiera los mencheviques ni las circunstancias que fomentaron el crecimiento de su influencia pudieron extinguir, aunque sin duda sí lograron rebajarlo y sofocarlo en cierta medida significativa.
    Para recalcar la importancia de construir el partido y para darle el tipo de énfasis que desafortunadamente no ha recibido de forma consistente—ciertamente no en nuestra comprensión ni en nuestro trabajo, hay que decir que la construcción del Partido no es sólo una parte clave de preparar la revolución; mejor dicho, hablando de preparar mentes y organizar fuerzas, es la parte clave de organizar fuerzas. Sólo hay que hacer la pregunta para oír la respuesta: ¿qué tan clara y consistentemente hemos comprendido eso y actuado sobre esa base, como organización?
    En mi pensamiento, esto se vincula mucho con el asunto de las características visibles de una situación revolucionaria, en términos de su complejidad y de la diversidad de fuerzas involucradas—el tipo de cosas que hemos venido tratando de recalcar y que se detallan, o por lo menos se tocan, en el Programa. Considérense los problemas que le planteó en Irán al movimiento marxista-leninista el surgimiento de la lucha popular, el derrocamiento del Cha y las consecuencias de eso hasta hoy mismo. No me refiero aquí en un sentido estrecho y mecanicista no más a que en Irán no había partido per se, ni estoy poniendo énfasis en organización de forma estrecha. Pero debido a la salvaje represión ejercida por el Cha y otros factores, el movimiento marxista-leninista estaba fragmentado y difuso y no era una tendencia poderosa como tal en el seno de la sociedad cuando se maduró la situación revolucionaria y se derrocó al Cha. No me refiero a tener ya la adhesión de la mayoría (o la mayoría de la clase obrera), me refiero a ser una fuerza política importante y de calibre en el conjunto de la sociedad. Y no más hay que ver eso para darse cuenta cuánto más avanzado estaría el movimiento revolucionario en Irán si el movimiento marxista-leninista y en particular una clara línea marxista-leninista y una fuerza organizada que representara eso, hubiera sido una fuerza de más envergadura en el repunte popular que derrocó al Cha. Esto no es lo mismo que caer en la metafísica y decir: “ay, si hubiéramos tenido esto o aquello”; es una forma de ilustrar un punto y de urgirnos a aprovechar al máximo la libertad que tenemos y a dar todo paso correcto y necesario para redoblar nuestro trabajo y meterle el hombro a la construcción del Partido.
    Este aspecto se fortaleció de los borradores iniciales del Programa y Constitución, a su versión final, pero de ahora en adelante requiere atención y trabajo concentrados. Hay que enfocar la atención en la pregunta de por qué, en la construcción del Partido, la calidad es el eslabón clave; y eso quiere decir en concreto que la línea y el entrenamiento de los militantes del Partido y los que gravitan hacia éste, en teoría y práctica, son el eslabón clave en la construcción del Partido. Pero también de suprema importancia—por más que sea secundario—y en interpenetración con el aspecto cualitativo, es el crecimiento cuantitativo del Partido. Para decirlo simplemente, aumentar el número de militantes, integrar a nuevos miembros continuamente, construir y desarrollar el aspecto cuantitativo del Partido, es crucial para ser capaces hasta en primer lugar de estimar el avance, específicamente el ánimo de las masas, hacia una situación revolucionaria y por supuesto para impulsar y llevar a término la lucha cuando se desarrolle una situación revolucionaria—lo que la experiencia nos dice puede ocurrir repentinamente, sin muchas advertencias y de seguro ¡sin pedir permiso!
    Hay que comprender claramente la relación entre el partido y la efervescencia política en la sociedad en general. Con eso lo que quiero decir es que no se puede construir el partido en un invernadero, o a punta de voluntad o por autocultivo y en términos generales no se puede construir el partido, no se puede ligar gente al partido—más allá de un determinado punto, en todo caso—en la ausencia de un fermento general en la sociedad y de un crecimiento general del movimiento social y los levantamientos en la sociedad. No quiero decir que no se puede tener un partido ni construirlo en absoluto, pero sí hay una relación de por medio. Y para repetir, no es que en el ancho mundo no haya fermento, ni en la sociedad estadounidense en particular.
    Pero con todo y eso, se sigue dando el hecho y principio fundamental de que el partido es la vanguardia, no es lo mismo que el nivel dado de la lucha y conciencia en un momento determinado—ni siquiera el nivel de los avanzados, mucho menos de las más amplias masas—y no se puede reducir a ese nivel. De acuerdo con la tarea central y nuestra comprensión de ella, tal como lo mencioné antes, debemos ser capaces de ver más claramente la importancia de construir el Partido precisamente como la vanguardia, y esto se tiene que desarrollar y fortalecer tanto cualitativa como cuantitativamente en una relación correcta con el trabajo político entre las masas, la efervescencia y el fermento social, los movimientos sociales y los interrogantes sociales.
    Para repetirlo, esto está concentrado e incluido en la tarea central, entendida correctamente, pero se tiene que comprender a fondo y actuar sobre la base de esa comprensión, que esto no es sólo una parte clave del desempeño de la tarea central o en otras palabras de preparar mentes y organizar fuerzas, sino que es el aspecto clave de organizar fuerzas. Esta cuestión también hay que llevarla a las masas, tanto en la forma de tratarla abiertamente de una manera concentrada en el periódico pero también precisamente en una relación correcta y dialéctica con el creciente fermento y efervescencia en la sociedad y el mundo, no en un invernadero; debe convertirse en un interrogante y desafiar en particular a los avanzados que se empiezan a movilizar políticamente y en especial de entre las masas proletarias.
    La tendencia representada especialmente por el periódico, tiene que ser más que una tendencia vaga y un sentir indefinido; tiene que tener una expresión organizada. La gente en nuestras propias filas y más ampliamente—particularmente los que gravitan hacia esta tendencia—tienen que abordar y comprender el hecho de que el que podamos acabar o no con este sistema y que podamos o no, en cualquier caso, contribuir al máximo a un avance internacional general, está íntimamente relacionado no sólo con la medida en que esta tendencia se convierta en una fuerza en lo político e ideológico, sino también con la medida en que adopte una expresión organizada—lo que desarrolla más la dialéctica de ser capaces de tomarle el pulso a las masas y simultáneamente acelerárselo—a medida que las condiciones objetivas aporten más y más la base para eso.
    Si no se le plantean estos interrogantes a las masas, si no se debaten y no se lucha sobre ellos en nuestras propias filas, no podemos entrar a las tormentas que estallarán en un futuro, entre ellas el posible desarrollo de una situación revolucionaria en este país, todo lo fuertes que podemos y en ese sentido, que tenemos que hacerlo—no sólo en este país sino también internacionalmente. Este es un aspecto que se ha subestimado y que no podemos darnos el lujo de seguir subvalorando, ni de dejar de ponerle atención de una manera consistente e intensificada—sin volverlo una especie de artimaña, ni usarlo como un medio para darle la espalda al camino en el que hemos venido dando pasos cruciales, en realidad saltos. Más bien, esto es una continuación y una profundización de la implementación de la tarea central, entendida en este sentido amplio e integral.
    Así que a manera de conclusión quiero regresar al tema que permea todo esto: la importancia crucial de nuestra orientación internacionalista y la manera en que eso imbuye todas nuestras tareas y el desempeño de nuestro trabajo, a la luz de nuestro análisis básico de las espirales que llevan a la intensificación de contradicciones y a coyunturas a escala mundial—lo que no es sólo un análisis general sino un análisis concreto de los acontecimientos en el mundo de hoy y de nuestras responsabilidades especiales. No sólo tiene que haber una clara identificación de nuestra tendencia, sino que tiene que convertirse en una cuestión viva entre las masas el hecho de que tenemos un Partido que es nuestro, al que tenemos que integrarnos, que consolidar y fortalecer como una parte crucial de preparar la revolución—sin caer en la noción ultraseguidista de “es tu Partido” (es decir, el Partido del “obrero promedio”) que los mencheviques trataron de imponer—que tenemos un Partido que en verdad expresa nuestra concepción e intereses proletarios e internacionalistas y que el que se mantenga o caiga, el que pueda desempeñar su papel, depende de nosotros y no sólo de él, como una abstracción externa, o por lo menos un aspecto externo en relación con nosotros. Todo esto debe convertirse en algo vívido, vibrante y real entre las masas, máxime entre los avanzados.
    Aunque no quiero revolver todo a la fuerza, lo de “vías al proletariado” también se relaciona en parte con esta cuestión de construir el Partido, lo mismo que con la construcción del movimiento entre las fuerzas avanzadas, más generalmente. Esto se aplica a Estados Unidos como lo expone “Viniendo desde atrás para hacer la revolución”48; pero para concluir quiero considerarlo en términos de su dimensión internacional. En realidad no es un principio que “nadie pueda tocar ni un pelo del sistema social de otros o de ningún otro país”, ni de que nadie pueda “interferir” en los asuntos internos de otros. Se trata de qué métodos usamos para impulsar y consolidar el movimiento internacionalmente, así como en los diferentes países—es decir, de métodos correctos vs. métodos incorrectos. Pero parte de eso es precisamente darse cuenta y asumir responsabilidad por el tipo de país que Estados Unidos es en particular. Es un país que posee ciertos rasgos que podemos aprovechar para convertir en su opuesto para el beneficio del proletariado internacional y para avanzar su lucha. Es el tipo de país imperialista que no sólo saquea al mundo entero y le exprime la vida a la gente, sino que al mismo tiempo, impele a muchísima gente a venirse a él.
    Ahí tenemos el ejemplo de Centroamérica; la complejidad y el carácter contradictorio de las cosas es tal que a veces hay gente que literalmente sale de la lucha revolucionaria en esos países para verse arrastrada a Estados Unidos, al mismo tiempo que Estados Unidos es el blanco de la lucha de la que ellos forman parte. Y surge la pregunta de cómo se puede concentrar eso y diseminarlo en lugares donde los factores subjetivos y el movimiento marxista-leninista no son fuertes en la actualidad.
    No se trata de violar la “Ley Bergman” [Bergman, un líder de la camarilla menchevique] de que nadie, especialmente nosotros, debemos pensar que tenemos nada que decirle a nadie en el mundo, nada que alguien encuentre que vale la pena escuchar. No se trata tanto de quebrar esa regla como cosa de principio (aunque como cosa de principios sí debe quebrarse) sino más bien de que si en verdad estamos captando a fondo el internacionalismo proletario y su base material y filosófica, tenemos la responsabilidad de hacer esto en un sentido correcto. No que le vayamos a decir a todo el mundo qué aprovechar para lograr avances. Mejor dicho, si le decimos a alguien algo y es un buen consejo, está bien y quizás pueden aprovecharlo para lograr avances; si les decimos y no es un buen consejo, quizás puedan negarlo con una buena línea. De todos modos, ése no es el meollo del asunto.
    El quid de la cuestión es que tenemos una responsabilidad de elucidar cómo avanzar el movimiento a nivel internacional y eso abarca lo de aprovecharse de algunos rasgos de esta monstruosidad y centro nervioso imperialista en que se encuentra nuestro Partido, y trabajar por fortalecer el movimiento marxista-leninista donde no está tan desarrollado al mismo tiempo que aprendemos de donde está cuantitativamente y quizás en un cierto sentido cualitativamente más débil en general (o donde pueda ser más fuerte en un sentido general en un país específico.) No se trata de competencia mezquina y rivalidad burguesa, ni siquiera al inverso del estilo Bergman y esa falsa modestia. Todo eso es irrelevante. Se trata de cómo desempeñar nuestras responsabilidades y cómo transformar algo en una fuerza para el proletariado internacional, en medio de las detestables características de esta monstruosidad de imperialismo, y del imperialismo estadounidense específicamente.
    En un sentido global, y como punto final, aunque tenemos que hacer todo lo posible para avanzar hacia la revolución en Estados Unidos, eso no es todo lo que tenemos que hacer. Y ni siquiera es que nuestra mayor contribución a la lucha mundial sea hacer la revolución en Estados Unidos. Incluso eso es demasiado estrecho, aunque en un sentido limitado tiene su cacho de verdad. Tenemos que ver las cosas todavía más ampliamente. De hecho, hasta para tratar de hacer la revolución en Estados Unidos tenemos que hacerlo como parte de la meta general y con la meta general en mente, de hacer todo lo posible para contribuir y avanzar la lucha mundial de conjunto hacia el comunismo y en particular, dar los mayores saltos en esa dirección en la coyuntura que está tomando forma.
    Notas
    1. Carlos Marx, La guerra civil en Francia, Marx /Engels Obras escogidas en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, t. II, p. 237.
    2. Citado en R. Palme Dutt, Fascism and Social Revolution (San Francisco: Proletarian Publishers, 1974), y en Carlos Marx, “Revelations Concerning the Communist Trial in Cologne”, Karl Marx and Frederick Engels Collected Works, Vol. 11 (Nueva York: International Publishers, 1979), p. 403.
    3. Bob Avakian, “Las perspectivas para la revolución y las tareas urgentes en la década entrante”, extractos de documentos de la tercera sesión plenaria del Segundo Comité Central del PCR, EU, Revolución, vol. 4, No. 10-11 (oct./nov. 1979), pp. 6-20.
    4. Mao Tsetung, “Directive on the Great Cultural Revolution in Shanghai”, en Joint Publications Research Service, Miscellany of Mao Tsetung Thought (1949-1968), parte 2 (Springfield, VA: National Technical Information Service, 1974), p. 452.
    5. Ibid., p. 454.
    6. C.R., “China, la dictadura del proletariado y el profesor Bettelheim (o cómo no criticar al revisionismo)”, The Communist, #5, mayo 1979, pp. 171-238.
    7. Miscellany, p. 453.
    8. Miscellany, pp. 453-54.
    9. “La línea de la Comintern ante la guerra civil en España”, Revolución, septiembre, 1981, pp. 34-76.
    10. Partido Comunista Revolucionario, How Capitalism Has Been Restored In the Soviet Union and What This Means For The World Struggle (Chicago: 1974).
    11. J. V. Stalin, El marxismo y la cuestión nacional, Casa Editorial “8 Nentori”, Tirana, 1979, p. 42.
    12. Lenin. “El ‘izquierdismo’, enfermedad infantil del comunismo”, Obras completas, t. 33, p. 194.
    13. Lenin, “Mejor poco, pero mejor”, edic. cit., t. 36, p. 523.
    14. Lenin, “Una gran iniciativa”, edic. cit., t. 31, p. 275.
    15. Lenin, “Nuestra revolución”, edic. cit., t. 36, p. 505.
    16. Bob Avakian, “Esbozo de conceptos sobre la experiencia histórica del movimiento comunista internacional y sus lecciones para el presente”, un extracto de “A décadas enteras—a escala mundial” (informe aprobado por el Comité Central del PCR, EU a fines de 1980), Revolución, septiembre, 1981, pp. 4-11, a la venta en folleto.
    17. Stuart Schram, ed., Mao Tsetung espontáneo (México: Universidad Autónoma de Sinaloa, 1981).
    18. J. V. Stalin, “Los éxitos se nos suben a la cabeza”, Cuestiones del leninismo (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1977), p. 487.
    19. Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la URSS (1939) (San Francisco: Proletarian Publishers), p. 367.
    20. J. V. Stalin, On the Great Patriotic War of the Soviet Union (Calcutta: New Book Centre, 1975).
    21. Fernando Claudin, The Communist Movement (Londres: Penguin, 1975), pp. 201-205.
    22. R. Palme Dutt, Fascism and Social Revolution (San Francisco: Proletarian Publishers, 1974).
    23. “Acerca de la cuestión del supuesto ‘nihilismo nacional’: ‘No puedes vencer al enemigo mientras enarbolas su bandera’”, Revolución, septiembre, 1981, p. 22.
    24. J. Werner, “Rechazar el ataque dogmato-revisionista contra el pensamiento Mao Tsetung: Comentarios sobre El imperialismo y la revolución de Enver Hoxha”,Revolución, julio-agosto 1979, p. 4.
    25. J. V. Stalin. “Problemas económicos del socialismo en la URSS”, en La construcción del socialismo en la URSS y China (Buenos Aires: Cuadernos Pasado y Presente, 1976).
    26. Bruce Franklin, The Essential Stalin (New York: Doubleday Co., 1972), pp. 508-511.
    27. William Z. Foster, History of the Three Internationals (New York: International Publishers, 1955).
    28. “Bettelheim...”, The Communist, #5.
    29. Mao Tsetung, “A propósito de nuestra política”, Obras escogidas, t. II (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1972), p. 461.
    30. Mao Tsetung, “Conversación con la corresponsal norteamericana Anna Louise Strong”, edic. cit., t. IV, p. 95.
    31. Robert Daniels, ed., A Documentary History of Communism: From Lenin to Mao (New York: Random House, 1980).
    32. Bob Avakian, Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung (Chicago: Liberation Distributors, 1991).
    33. Bob Avakian, “Especialmente en el mundo de hoy día no se puede justificar el ‘trabajo paciente lento’”, Obrero Revolucionario, No. 107, 29 mayo 1981, p. 3.
    34. Partido Comunista Revolucionario de Chile y Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos, Principios fundamentales para la unidad de los marxista-leninistas y para la línea del movimiento comunista internacional (un documento borrador para discusión) (Chicago: RCP Publications, 1981).
    35. Proposición acerca de la línea del movimiento comunista internacional (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1965).
    36. “Bob Avakian sobre el 1º de Mayo de 1981” (de un mensaje grabado), Obrero Revolucionario, No. 103, 1º de mayo de 1981, p. 1.
    37. Bob Avakian, “Los comunistas son rebeldes”, Obrero Revolucionario, No. 43, 29 febrero 1980 (reimpreso en folleto en abril de 1981).
    38. Communist Unity Organization, Sooner or Later (Cambridge: New Outlook Press, 1980).
    39. Lenin, “El orgullo nacional de los gran rusos”, Obras completas, tomo 22, pp.196-200.
    40. Lenin, “El folleto de Junius”, edic. cit., t. 23, p. 426.
    41. Lenin, “La revolución proletaria y el renegado Kautsky”, edic. cit, t. 30, p. 75.
    42. “Crisis and War: The Mood and Conditions of the Masses”, extractos de un capítulo en el libro de próxima publicación, America in Decline, Obrero Revolucionario,Nos. 46-48, 21 marzo-4 abril 1980. [Lotta con Shannon, La decadencia de los Estados Unidos (Chicago: Banner, 1984).]
    43. Comité Central del Partido Comunista de China (Marxista-Leninista), “Con enjuiciar al Partido la reaccionaria fuerza seguidora del camino de la restauración capitalista se ha enjuiciado a sí misma”, Obrero Revolucionario, Nos. 90-91, 30 enero-6 febrero 1981. El segundo folleto a que se refiere apareció en el Obrero Revolucionario,No. 120, 4 septiembre 1981, p. 8, bajo el título “Mensaje desde la clandestinidad revolucionaria en China”. [Véase el primer documento: “Declaración de 1980 de los revolucionarios de Shanghai sobre la restauración del capitalismo en China”, Un Mundo Que Ganar 1989/14.]
    44. Lin Piao, ¡Viva el triunfo de la guerra popular! (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1965).
    45. Bob Avakian, “¿Qué tiene de mal la impaciencia al servicio del proletariado internacional?”, Obrero Revolucionario, No. 102, 24 abril 1981, p. 3.
    46. Bob Avakian, “Las coronas rodarán por docenas por el suelo...no habrá nadie que las levante”, Obrero Revolucionario, No. 115, 31 julio 1981, p. 3. Una referencia a Lenin, “Palabras proféticas”, edic. cit., t. 29, p. 259.
    47. Mao Tsetung, “Discurso en la conferencia de Lushan”, Mao Tsetung espontáneo, p. 119.
    48. Bob Avakian, Viniendo desde atrás para hacer la revolución (Chicago: RCP Publications, 1980).
    Otras obras de Bob Avakian

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    Issue and Date

    Revolución #129, 18 de mayo de 2008


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    Una nueva concepción de la revolución y el comunismo:

    ¿QUÉ ES LA NUEVA SÍNTESIS DE BOB AVAKIAN?

    A continuación presentamos el texto de un discurso pronunciado en varios lugares del país esta primavera. Se han hecho leves cambios en preparación para su publicación.

    Parte I: “La humanidad necesita la revolución y el comunismo”

    Hoy vamos a hablar de la nueva síntesis de Bob Avakian, de una nueva concepción de la revolución y el comunismo. Para abordar eso primero tenemos que hablar de por qué necesitamos una revolución y el comunismo.
    Quiero leer algo de nuestro periódico, Revolución, que informa sobre una investigación de la Unión Americana de Libertades Civiles sobre la conducta de 4.600 policías en el distrito escolar de Nueva York. El informe relata, con detalles, el hostigamiento diario, la humillación verbal y el constante maltrato físico. Entre otras cosas, habla sobre el caso de Biko Edwards, que iba caminando a una clase de química cuando lo detuvo un vicedirector. Cuando Biko se quejó de que no le permitían ir a la clase, el vicedirector llamó a la policía. El informe de la Unión Americana de Libertades Civiles describe lo que sucedió:
    El agente Rivera lo agarró y lo estrelló contra un muro de ladrillos; le laceró la cara y Biko empezó a sangrar. Luego el agente Rivera le roció mace en los ojos y la cara, así que le empezaron a arder los ojos. En vez de ayudarlo, el agente Rivera pidió refuerzos y lo esposó… [a Biko] lo llevaron al hospital, y lo trataron unas dos horas; pasó casi todo el tiempo esposado a una silla… Lo acusaron de cinco delitos.
    Para los que saben de Stephen Biko, el revolucionario sudafricano por el cual probablemente le nombraron a este joven, hay una clara —y amarga— ironía, pues Biko murió en una prisión a consecuencia de una paliza que le dieron policías sudafricanos en los años del apartheid, cuando había un gobierno racista cuyo principal aliado era Estados Unidos. La infamia que sufrió Biko Edwards es un eco de eso y es algo que sucede todos los días en todas las escuelas de todos los ghettos de Nueva York y el resto del país.
    ¿Qué clase de sistema le hace ESO a su juventud?
    Quisiera leerles parte de un artículo que salió hace unas semanas en la revista del New York Times sobre una unidad de contrainsurgencia estadounidense en Afganistán. Entre otros horrores, describe un asalto que duró toda la noche contra una aldea y dice, después del asalto: “El teniente Matt Piosa, un joven serio de 24 años recién egresado de West Point... informó por radio que los ancianos de la aldea querían permiso para enterrar los muertos. También había civiles heridos. El saldo fue malo: cinco muertos y 11 heridos, todos mujeres, niñas y niños”. Les invito a leer el artículo entero para que vean un ejemplo de lo que en realidad están haciendo los asesinos que Barack Obama y Hillary Clinton llaman “nuestros valientes hombres y mujeres en uniforme”.
    Un ejército es una extensión de la sociedad que defiende; ¿qué clase de sociedad produce un ejército que combate de esta manera?
    Demos una vuelta por este mejor de todos los mundos globalizado. Hablen con las familias de los 150.000 campesinos de India que, arruinados por el capitalismo global, en la última década se han suicidado, por lo general tomando pesticidas. Viajen a Angola donde, para citar a otro artículo del Times, “los niños en calzoncillos bailan en arroyos atascados de aguas negras y se deslizan por los vertederos de basura en trineos hechos de metal hacia charcos llenos de mierda”, mientras que ejecutivos de corporaciones petroleras entran y salen en jets para cerrar tratos en hoteles lujosos. Hagan escala en Europa del este, donde cada año secuestran a miles de mujeres y las convierten en esclavas sexuales para el mismo mercado global. De ahí viajen a México y visiten a la familia de cualquiera de los 400 hombres y mujeres que mueren de sed cada año al cruzar el desierto de Arizona en una búsqueda desesperada de trabajo. Piensen en esas personas, y díganme a mí — a ellos—, díganse a sí mismos, que este mundo no necesita cambios fundamentales, de arriba pa’ bajo. Díganme que este mundo no necesita una revolución.
    Pero se presenta esta pregunta: ¿puede HABER una revolución que realmente cambie la situación? ¿Acaso no se intentó eso y fracasó? Y, aun si una revolución pudiera cambiar todo eso, ¿cómo se podría hacerla en un país como este?
    Estos interrogantes han sido temas primordiales de la obra de Bob Avakian —lo que llamamos la nueva síntesis—, y de eso hablaré hoy. Es obvio que no puedo tratar en dos horas los 30 años de el trabajo de Bob Avakian, pero lo que espero hacer es darles un sabor de una manera completamente nueva de abordar la emancipación humana y el cambio fundamental, partiendo de lo mejor de lo que se ha hecho antes pero llevándolo a un nuevo nivel.
    Entrémosle.

    Emprender una nueva etapa de la revolución

    Hace 160 años, Marx y Engels proclamaron en el Manifiesto Comunista que los trabajadores del mundo —el proletariado internacional— no tenían nada que perder más que sus cadenas y un mundo que ganar. El Manifiesto presentó los elementos básicos de la teoría pionera que guiaría esa lucha.
    Vienticinco años después, el primer breve intento de revolución proletaria ocurrió con la Comuna de París; y casi 50 años después de eso se dio el primer gran avance —la culminación de la primera revolución socialista— en la Unión Soviética bajo la dirección de Lenin y, después de su muerte, bajo la dirección de Stalin. A esa le siguió la revolución en China, que conquistó el poder en 1949, y donde 17 años después el líder de esa revolución, Mao Tsetung, lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria, una revolución dentro de la revolución para impedir que China volviera al capitalismo y para que, al contrario, avanzara más hacia el comunismo.
    A la muerte de Mao en 1976, esa primera etapa de la revolución comunista concluyó con un golpe de estado contrarrevolucionario en China, donde encarcelaron o ejecutaron a quienes tomaron partido con Mao para dirigir la Revolución Cultural. Las medidas contra las cuales lucharon con tanta energía entraron en vigor y se restauró el capitalismo. Hoy en el mundo no existen auténticos países socialistas. Y por todo el mundo la gente siente y lucha con ese peso todos los días, esté consciente o no de eso.
    Entonces, ¿cómo se puede avanzar frente a ese peso? ¿Cómo se puede emprender una nueva etapa de la revolución? Ante esa situación, Bob Avakian ha dirigido en la defensa, el apoyo y el desarrollo sobre la base de los logros monumentales de esas revoluciones y de los aportes analíticos de sus mayores pensadores y dirigentes, y a seguir avanzando a partir de ellos. Pero también ha analizado a fondo los errores, así como los puntos débiles en cuanto a concepción y método que contribuyeron a esos errores. Sobre esa base, ha forjado un marco teórico cohesionado, integral y global, o sea, una síntesis. Aunque sin duda alguna este avance surge de lo que ha venido antes y avanza a partir de ello, implica también, como elemento crucial, auténticas rupturas con la concepción y las experiencias anteriores, por lo cual la llamamos una nueva síntesis.
    Hoy hablaré sobre esta nueva síntesis con relación a tres esferas: la filosofía, o sea, la manera de conocer el mundo; la política, especialmente las concepciones políticas que guiaron los primeros intentos de construir sociedades socialistas y de llevar a cabo transformación socialista, pero no limitándome a esas; y la concepción estratégica, que se enfoca en cómo se haría en realidad la revolución en un país como este.

    Parte II: “Una filosofía para conocer, y cambiar, el mundo”

    Ahora bien, una filosofía es una manera más o menos elaborada de conocer el mundo que guía, o influye, la manera en que una persona ve su posición en el mundo y lo que piensa que se puede o se debe hacer al respecto. Si piensa que la gente es egoísta por su herencia genética, esa es una filosofía. Es una manera de entender toda la naturaleza y la sociedad, y va a guiar lo que uno piensa que se puede y se debe hacer.
    Si una persona dice que no tiene una filosofía, que solo se basa en lo que funciona… bueno, lo siento pero esa también es una filosofía, es la filosofía hecha en Estados Unidos conocida como el pragmatismo. Una persona que se basa en esa filosofía, no piensa mucho en las causas subyacentes, la dinámica global que le da forma al mundo, sino que acepta el mundo tal como es y se limita a hacerle pequeños ajustes superficiales.
    Y si dice que todas las filosofías no son más que “constructos sociales” de igual validez —o invalidez— para llegar a la verdad; y si hasta pone en duda la existencia de la verdad; bueno, eso también es una filosofía —el relativismo—, que está muy de moda hoy y que —desafortunadamente, aunque de manera previsible— va de la mano con una falta de convicción y firmeza en cuanto a oponerse, y luchar contra, los crímenes muy reales de los que están en el poder.
    En otras palabras, la filosofía importa con respecto a lo que uno HACE.
    Bueno, el comunismo también encierra una filosofía. Y en el corazón de la nueva síntesis está la labor de Bob Avakian para interrogar críticamente, o analizar, sus cimientos filosóficos… y para poner esos cimientos sobre una base más plenamente científica.
    Para entender por qué es así, vamos a tener que abordar brevemente unos cuantos conceptos muy complejos. Al principio algunos de estos conceptos serán complejos y tal vez nuevos —pero tengan paciencia— todo esto tiene implicaciones sumamente importantes para el “mundo real”, y espero que eso se haga evidente.

    El avance de Marx

    Carlos Marx y Federico Engels fueron estudiantes del método dialéctico que desarrolló el filósofo alemán Hegel, quien había comprendido que todo en el mundo está en constante cambio y desarrollo. Ese desarrollo lo impulsan las fuerzas contrarias que a la vez coexisten y luchan dentro de todo fenómeno y proceso. Aun cuando una cosa parezca relativamente estable... en su interior hay lucha, cambio y desarrollo, y esto le da su carácter. Hegel propuso que a través de esa lucha de opuestos, un aspecto de la cosa llega a ser dominante, lo cual resulta en un salto a algo fundamentalmente nuevo.
    Veamos un ejemplo, que dicho sea de paso fue desconocido para Hegel: el Sol parece una bola sólida al rojo vivo; pero en realidad es una masa de ininterrumpidas explosiones termonucleares, que transforman el hidrógeno en el núcleo del Sol en helio, lo cual genera calor y luz. Nuestro Sol pasará por etapas de desarrollo, cambiará de composición y tamaño y de la cantidad de calor y luz que genera, hasta que por fin muera y se convierta en alimento para nuevas estrellas. Es un caso de la unidad, lucha y transformación mutua de contrarios, que abre paso a algo nuevo.
    Pero para Hegel, la fuente de todo desarrollo fue una esfera preexistente de ideas, que luego se desenvolvían en el mundo material. En ese sentido, en la esfera de la filosofía Hegel era un idealista. Ahora bien, en esta esfera, el idealismo quiere decir algo diferente a lo que quiere decir en el mundo cotidiano, donde el idealismo por lo general quiere decir que alguien se preocupa por algo más que sí mismo. Pero en la filosofía, el idealismo se refiere a la noción de que las ideas surgen antes del mundo material, o existen en una esfera superior independiente de ese mundo.
    Por ejemplo, la religión. “En el principio ya existía el Verbo” o “todo es controlado y creado por un dios que existe en un reino diferente que no es material” o “todo mi sufrimiento es en realidad parte del propósito que Dios me ha dado”… todas estas son formas de idealismo filosófico. Otro ejemplo es el libro El secreto, que promueve Oprah Winfrey, que dice que uno mismo crea su propio mundo con lo que piense. Repito, eso es idealismo, porque en realidad el pensamiento se desarrolla con relación a la sociedad específica en la que uno nace y el puesto que uno ocupa en ella, y en el contexto de las “opciones” que te da.
    En oposición al idealismo está el materialismo. Aquí también, esta palabra se usa de diferentes maneras en la vida cotidiana y en la filosofía. Hoy por lo general cuando se habla del materialismo se está refiriendo al consumismo... el amor a las joyas y cadenas de oro. Pero en la filosofía, el materialismo se refiere a la concepción del mundo que busca las causas de los fenómenos, incluidos nuestros pensamientos, en la dinámica concreta del mundo material. La conciencia es la propiedad de una forma particular de materia que piensa; o sea, los seres humanos.
    En la época de Marx, el materialismo era principalmente mecanicista; eso quiere decir que los materialistas de ese entonces comprendían que se podían conocer las leyes del mundo físico, pero tendían a ver a esas leyes como si fueran un tanto estáticas y mecánicas, un universo como un reloj. Lograron entender que los planetas giraban en torno al Sol, las leyes de gravedad que explican ese fenómeno y cómo podía continuar; pero no comprendían cómo el Sol había surgido, cómo se había desarrollado, ni que morirá. Por tanto, sus ideas tenían límites y eso se reflejaba en su filosofía. No podían comprender bien cómo los cambios cualitativos —los saltos de una cosa a otra completamente nueva— podrían surgir de causas materiales. Marx y Engels hicieron suyo el gran conocimiento de Hegel sobre la dialéctica—que todo cambia debido a la lucha de fuerzas opuestas—, y lo despojaron de su idealismo; y tomaron la concepción materialista de que la realidad existe independientemente y antes de todo pensamiento y a esta la despojaron de su carácter mecanicista. La síntesis de las dos es el materialismo dialéctico: la concepción de que todo en el mundo está cambiando y se está desarrollando constantemente debido a las fuerzas contradictorias internas, y que el pensamiento humano mismo surge de ese proceso y lo refleja.

    Poner el estudio de la sociedad sobre una base científica

    Aplicaron el materialismo dialéctico para poner el estudio de la sociedad humana sobre una base científica, y así desarrollaron el materialismo histórico. Analizaron, primero que todo, que los seres humanos tienen que producir las necesidades de la vida, y que para llevar a cabo esa producción tienen que entrar en relaciones entre sí mismos, o sea, relaciones de producción.
    A su vez, esas relaciones de producción corresponden en líneas generales a cierto nivel de desarrollo de las fuerzas de producción, o sea, la tecnología, recursos y conocimientos que tiene la gente en una sociedad dada y en un momento dado. Con la esclavitud, la producción se lleva a cabo por medio de relaciones en las que una clase literalmente es dueña de otra. Esas relaciones de producción del sistema de esclavitud corresponden, generalmente, a la agricultura en gran escala y herramientas muy primitivas.
    En el capitalismo, la producción se lleva a cabo por medio de relaciones sociales en que una clase, los capitalistas, es dueña de las fábricas, las bodegas, etc., y la otra clase principal, los obreros o proletarios, no es dueña de nada salvo su capacidad de trabajar, y tiene que venderla para subsistir. Los trabajadores no son la propiedad de los capitalistas , lo que pasa es que los capitalistas les pagan un salario cuando pueden sacarles ganancias y los despiden cuando no lo pueden hacer, como podemos ver hoy. Esas relaciones de producción corresponden a los medios de producción a gran escala que requieren una colectividad de personas para funcionar; en una fábrica, los trabajadores tienen que trabajar juntos para producir acero o tractores o lo que sea.
    Tanto el capitalismo como la esclavitud son sistemas de explotación, pero las relaciones de producción son diferentes. Así que diferentes tipos de sociedades tienen diferentes relaciones de producción. Además, diferentes relaciones de producción generan diferentes tipos de gobierno, diferentes concepciones de la naturaleza humana, diferentes formas de familias, diferentes tipos de arte, diferentes concepciones de derechos y deberes, y diferentes morales.
    Por ejemplo, la Biblia —incluido el Nuevo Testamento— fue escrita en una época en la que una parte importante de la producción se llevaba a cabo a través de relaciones de esclavitud. Por eso en ninguna parte de la Biblia se considera que la esclavitud es un crimen horrible contra la humanidad, con excepción de la esclavitud de los israelitas por los no judíos en el Antiguo Testamento. Y los esclavistas del viejo Sur aprovecharon eso para justificar la esclavitud.
    Hoy, cuando la esclavitud ya no corresponde a los intereses de la clase dominante, el consenso político y cultural la considera horrible. Pero en cuanto a la explotación de los trabajadores por los capitalistas, y el despido de esos trabajadores cuando ya no es rentable explotarlos, se dice: “así es la vida, así es la naturaleza humana”, tal como se decía durante los tiempos de la esclavitud. Tal como hicieron los abolicionistas antes de la guerra de Secesión de Estados Unidos, pero sobre una base mucho más científica, tenemos que plantear que esas cosas NO se deben a la naturaleza humana, ni ahora ni durante la esclavitud, sino que simplemente son el resultado de las relaciones capitalistas, y tenemos que plantear nuestra moral diferente y opuesta, basada en relaciones de producción y sociales completamente distintas.
    Abordemos el caso con el que empecé esta charla desde un enfoque científico e histórico materialista. ¿Qué llevó a que maltrataran a Biko Edwards y a los demás estudiantes? ¿Se trató de una “conducta indisciplinada” sin motivo? Pues hay que examinar el contexto social y la historia más amplia que desembocó en ese incidente. Hay que preguntar: ¿Cómo arrojan luz sobre esto las relaciones de producción subyacentes de la sociedad, y las maneras cambiantes, a lo largo de la historia, en que los negros se han visto obligados a encontrar su relación con ellas? Hay que analizar de una manera científica lo que ha impulsado la transformación de los afroamericanos, desde un comienzo como esclavos traídos aquí encadenados para construir la enorme riqueza de este país, y después de la guerra de Secesión como aparceros atados a las plantaciones, y luego empujados y atraídos a las ciudades principalmente como trabajadores industriales en los trabajos más explotadores y opresivos... y ahora en una situación en la que la mayoría de los afroamericanos o son esclavos asalariados o los tratan como un pueblo sobrante, y en el caso de los jóvenes negros como Biko Edwards, como delincuentes. (De nuevo quiero citar al New York Times: uno de cada nueve jóvenes negros está preso, la mayor tasa de encarcelamiento del mundo).
    Hay que analizar las instituciones y las ideas que surgieron, se establecieron y se promovieron en cada una de estas épocas, y cómo la supremacía blanca cambiaba, pero seguía siendo muy poderosa en todas las instituciones sociales. Hay que examinar todo eso con relación a todos los demás fenómenos sociales importantes. Entonces sí, basándose en todo eso, se puede empezar a analizar científicamente de dónde vino y de dónde viene toda esa opresión, y lo que hay que hacer para acabar con ella. Ese es un ejemplo del enfoque histórico materialista.

    Superar las limitaciones

    Es difícil exagerar la importancia de ese descubrimiento y, en general, de los aportes de Marx al pensamiento humano y a la emancipación humana. Junto con Engels, puso los cimientos teóricos y alumbró el camino.
    Pero, como es lógico, había limitaciones en cuanto a la manera en que Marx y Engels abordaron esto, y esos problemas se agravaron debido a las serias debilidades metodológicas de Stalin, quien dirigió a la Unión Soviética y al movimiento comunista internacional durante casi 30 años después de la muerte de Lenin. Lo que es peor, esos errores se cometieron precisamente cuando se necesitaba con urgencia un avance en el conocimiento. Mao, el líder de la revolución china, luchó contra algunos de esos problemas, pero luchaba contra un marco heredado y tampoco estaba libre de sus influencias. Esas debilidades tuvieron consecuencias.
    Bob Avakian ha identificado y criticado a fondo debilidades en cuatro dimensiones distintas de la filosofía comunista. Estas son: 1) una mayor ruptura con formas de pensar idealistas, y hasta cuasi-religiosas, que se metieron en los cimientos del marxismo y con las que todavía no se había roto; 2) una comprensión mayor y cualitativamente más profunda de las formas en que la materia y la conciencia se influyen mutuamente y se transforman la una en la otra; 3) una crítica de una serie de problemas asociados con el pragmatismo y otras tendencias filosóficas afines; y, 4) una epistemología, o manera de llegar a la verdad, radicalmente diferente. Al hacer esto, Avakian ha puesto el marxismo sobre cimientos más plenamente científicos.
    Avakian ha excavado, criticado y roto con ciertas tendencias tipo religiosas secundarias pero de todos modos importantes que existieron previamente en el movimiento comunista y en la teoría comunista, que sostienen que la realización del comunismo es una “inevitabilidad histórica”, y el concepto afín de que el comunismo es casi como el cielo, o una especie de “reino de gran armonía” sin contradicciones o lucha entre las personas.
    Pero el comunismo no es inevitable. No hay una Historia “parecida a un dios”, con mayúscula, que está impulsando todo hacia el comunismo. Y si bien el comunismo acabarácon los conflictos antagónicos y violentos entre los seres humanos, lo que lo caracterizará serán las contradicciones, los debates y las luchas, que se llevarán a cabo sin conflictos violentos y de hecho serán muy buenos, dado que contribuirán continuamente a entender mejor y seguir transformando la realidad de acuerdo con los intereses de la humanidad en general.
    El concepto de que el triunfo del comunismo es “inevitable” y que lo impulsa la “Historia” (con mayúscula), y la tendencia de ver el comunismo como una especie de utopía, sin contradicciones y lucha, fueron muy marcados en el caso de Stalin, pero también han existido en cierta medida en el marxismo en general. En algunos aspectos importantes y en gran medida, Mao rompió con esos puntos de vista y métodos; pero lo importante es que todavía existían, incluso en el caso de Mao, un aspecto de “inevitabilismo” y otras tendencias afines, y Avakian ha continuado la ruptura con esas maneras de pensar, que dan a entender que existe cierto elemento de religiosidad en el marxismo, si bien nunca ha sido lo principal ni ha definido la teoría marxista. En esta conexión (y en un sentido general), Avakian no solo ha defendido a Mao y sintetizado sus contribuciones a la revolución y a la teoría comunista, sino que ha continuado la ruptura que Mao representó con relación a Stalin, y sobre esa base ahora Avakian ha hecho unas rupturas con ciertos aspectos del pensamiento de Mao también.
    Eso NO quiere decir que la historia es solamente un revoltijo. De hecho, como dijo Marx, sí HAY una conexión en la historia, por el hecho de que las fuerzas de producción (repito, la tierra, la tecnología, los recursos y la gente y su conocimiento) se transmiten de una generación a la siguiente y están en constante desarrollo; y que cuando las relaciones que contraen los seres humanos para llevar a cabo la producción se vuelven una traba que impide el mayor desarrollo de esas fuerzas, se dan cambios grandes. Las relaciones de esclavitud del Sur que coexistieron y alimentaron durante décadas al capitalismo en el Norte se volvieron una traba para el desarrollo de ese capitalismo, y eso resultó en la guerra de Secesión.
    Como dije, cambios grandes.
    Hoy, la contradicción fundamental de esta sociedad es la existente entre la producción socializada (el hecho de que en estos días la gente tiene que trabajar colectivamente para producir las cosas) y el hecho de que los medios para producir esa riqueza y el producto de esos medios siguen siendo la propiedad de individuos, que los controlan y se apropian de ellos. Por un lado, esta contradicción se manifiesta en todas las diferentes formas de la lucha de clases y, por el otro lado, en el hecho de que el desarrollo solo puede proceder mediante el choque frontal, de expandir o morirse, entre diferentes bloques de capitales. Esta contradicción se presentará y seguirá presentándose una y otra vez, de diferentes maneras, para su resolución.
    Ahora bien, no hay “garantía” de que esto se resuelva de una manera positiva ni de que avancemos al estilo de vida comunista que ahora es posible. Depende de nosotros y de si cumplimos el trabajo duro para desarrollar tanto nuestra concepción científica de la sociedad y la naturaleza, así como nuestra capacidad de arrancarle la libertad a los retos ante nosotros.
    Como una creencia religiosa, la “garantía de que es inevitable” podría consolar y sustentar a uno, pero no es cierta y va en contra de ver la realidad tal y como es. De hecho es una traba a cómo pensar en los diferentes senderos posibles que podrían tomar el desarrollo humano, que están sujetos a verdaderas limitaciones y que en ese sentido se “determinan”, pero no corren en una dirección predeterminada.
    Y el comunismo no será un paraíso, ni un reino de gran armonía; como todo lo demás, cambiará y se desarrollará a través de la resolución de las contradicciones por medio de la lucha, con la (enorme) diferencia de que esa lucha ya no se llevará a cabo violentamente, por medio de grupos sociales antagónicos, y la gente misma habrá superado el pensamiento estrecho y a veces despiadado condicionado por el capitalismo, así como el patriarcado y la opresión nacional, que ahora vemos como la naturaleza humana.

    El potencial del papel, y del poder, de la conciencia

    Segundo, y relacionado a eso, Avakian ha profundizado aún más la concepción del papel y poder de la conciencia. Digámoslo de esta manera: en la medida que uno comprenda de manera científica y a fondo el carácter contradictorio, complejo y de múltiples niveles, de la sociedad, con todas sus diferentes limitaciones y los múltiples senderos posibles... en esa medida aumenta enormemente la libertad que uno tiene para operar sobre esa situación y afectarla.
    Antes, no solo se reconocía sino que se ponía demasiado énfasis en la importancia de la base económica (o sea, las relaciones de producción). Esa era una tendencia hacia elreduccionismo—a reducir los fenómenos complejos a una causa única y primordial, a aplanar los procesos que tienen diferentes niveles respecto a aquellos de una manera que no corresponde a la realidad y de hecho la distorsiona. Es cierto, las instituciones políticas, las ideas, la moral de la sociedad —o sea, la superestructura de la sociedad— surgen, en última instancia, de las relaciones económicas; eso es algo fundamental que comprendió Marx.
    Pero esas instituciones e ideas de la superestructura tienen una vida propia relativa; además operan, y se afectan las unas a las otras, en muchos niveles diferentes que se interpenetran. No se les puede reducir de plano a brotes directamente surgidos de las relaciones de producción o las relaciones de clases. Veamos un ejemplo. El racismo blanco —la idea de que hay diferentes “razas” de seres humanos y de que los negros son una raza inferior— es un rumor falso y seudocientífico, o mentira hueca, que surgió a principios del siglo 19. Surgió de las relaciones de esclavitud y en particular de la clase de los dueños de esclavos, que lo reafirmaron. Pero tenía una influencia mucho más generalizada y llegó a ser parte integral de lo que significa ser estadounidense y de lo que significa la democracia, que es un punto que Avakian profundiza enormemente en su charla sobre la democracia jeffersoniana. Y esa idea ha cobrado vida propia y ha afectado el pensamiento de todos y se tendrá que combatirla por derecho propio en la sociedad socialista a la vez que se arranquen sus raíces materiales.
    Si bien Lenin, y especialmente Mao, hicieron aportes muy importantes a una manera más correcta y dialéctica de entender cómo “funciona” esa relación entre la base y la superestructura, ninguno comprendió con suficiente profundidad o en todos los niveles el ámbito y la fluidez de esa independencia relativa.

    Romper con las tendencias pragmáticas

    Tercero, ha habido otras tendencias filosóficas negativas y problemas de método, muchos de los cuales están relacionados al pragmatismo—una filosofía, como dije, que se opone a la investigación de la realidad subyacente más profunda en nombre de “lo que funciona” y que también sostiene que las ideas son verdaderas en la medida en que sean útiles. Esto último esquiva la pregunta: “¿útil para qué?” y, de mayor importancia, en realidad niega el verdadero criterio de la verdad: si una idea corresponde a la realidad. La idea de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva era útil para Bush, pero eso no quiso decir que era cierto.
    Estas tendencias filosóficas erróneas, especialmente las de Stalin, contagiaron y hasta impregnaron al movimiento comunista. Ahora les pediré que me permitan explicar esto, porque como dije, estas tuvieron consecuencias serias. Incluyeron el instrumentalismo, que se refiere a la aplicación de la teoría como un instrumento para justificar ciertas metas a corto plazo en lugar de un medio para indagar la verdad; el empirismo, que valora la verdad a partir de la experiencia directa y lo que se puede observar inmediatamente, en un marco estrecho; el a priorismo, que quiere decir imponerle categorías al mundo, en lugar de derivar esos conceptos del mundo tal y como es, por medio de una interacción compleja entre la práctica y la teoría; y el positivismo, un método que tiende a limitar y restringir la ciencia a describir y codificar las observaciones, y se enfoca en los criterios de la medición cuantitativa y el pronóstico.
    Enfoquémonos un momento en el positivismo. Este punto de vista niega o dice que no tiene importancia el análisis de niveles más profundos de la dinámica y la dirección. Debido a eso, tiende a separar los fenómenos del contexto mayor y de diferentes niveles, y también tiende a reducir las cosas y los procesos a una sola y sencilla causa. Por ende, tiende a negar, o rechazar, las maneras en que la teoría puede y tiene que “adelantársele” a la práctica, o sea, las maneras en que un análisis a fondo de la experiencia (ampliamente concebida) puede dar una concepción más profunda de la dinámica y las tendencias subyacentes inherentes, o en potencia, en esa realidad, y abrir nuevos caminos a la transformación de esa realidad. Si la teoría no se “adelanta”, no se podría concebir nada cualitativamente diferente a lo que ya se conoce; sin eso, ¿cómo pudieron haber escrito Marx y Engels el Manifiesto Comunista?
    Quiero hablar de un ejemplo un tanto de mala fama, para darles una idea de las consecuencias de enfoques metodológicos erróneos. Esto tiene que ver con un genetista de nombre Trofim Lysenko en la Unión Soviética en los años 30. Lysenko insistió en que se podía heredar las características adquiridas; por ejemplo, si eres bien delgadito, pero si desarrollas músculos levantando pesas y tomando esteroides, los hijos heredarán ese físico. Pues, ese es un punto de vista erróneo. Pero como Lysenko tenía un programa global de cómo hacer crecer rápidamente una gran cantidad de trigo en un país que sufría hambruna, y porque tuvo cierto éxito a corto plazo con injertos de plantas, se declaró que eso era cierto.
    Analicemos eso. Hay pragmatismo: juzgar la verdad de una idea a partir de si “funciona” para una u otra meta a corto plazo. Hay empirismo: juzgar la verdad solamente a partir de una serie limitada de experiencias empíricas. Al contrario, hay que poner lo que uno está haciendo y aprendiendo en el contexto de lo que sabemos en todo momento que es cierto, la imagen o el modelo más completo y más acertado de la realidad objetiva. Además hay que relacionar eso con las demás pruebas pertinentes disponibles de otras fuentes. ¿Cómo cuadraban las teorías de Lysenko con lo que sabíamos que era cierto, como la teoría de Darwin y algunos de los esfuerzos para comprobarla? Si había contradicciones entre los resultados obtenidos por Lysenko y lo que hubiera pronosticado la teoría de Darwin, ¿cómo entender esas contradicciones?
    Pero no procedieron de esa manera. Y los resultados fueron desastrosos —para los genetistas a quienes les negaron el derecho a trabajar y reprimieron más fuertemente en algunos casos porque no estaban de acuerdo y para las ciencias en la Unión Soviética en general, como por la manera en que enseñaron a abordar y evaluar las ideas en todas las esferas.
    Veamos un ejemplo del a priorismo, así como del positivismo. Stalin suponía de manera a priorista que una vez mecanizada la agricultura y una vez, por lo general, establecida la propiedad socializada de la producción en los años 1930, dejarían de existir las clases antagónicas en la sociedad soviética. Pero la lucha continuaba. Como el “modelo” a priorista de Stalin de una sociedad socialista sin antagonismos de clase no podía explicar eso, sacó la conclusión de que toda la oposición tenía que ser el trabajo de agentes del imperialismo. Los resultados fueron dolorosos, desde numerosos ángulos.
    Ahora bien, posteriormente, Mao criticó y se opuso a esto, siendo una de sus grandes contribuciones que la lucha de clases persiste bajo el socialismo, y como parte de eso, hizo muchas críticas de las tendencias filosóficas de Stalin de restarles importancia a las contradicciones o no reconocerlas. Pero esas tendencias de positivismo, instrumentalismo, etc., causaron muchísimo daño, y antes de Avakian no se les había identificado plenamente como tal ni se había roto con ellas de una manera sistemática.

    El avance radical de Avakian en la epistemología

    Por último, y de mucha importancia, Bob Avakian ha criticado y roto con viejos puntos de vista epistemológicos del movimiento comunista. La epistemología tiene que ver con la teoría del conocimiento, de cómo llegamos a conocer la verdad. Entre esos puntos de vista epistemológicos erróneos está la idea de que “la verdad tiene carácter de clase”. En realidad, la verdad es la verdad y los disparates son disparates, sin importar quién se lo diga. Ahora bien, el materialismo y la dialéctica como método general deberían permitir establecer mejor la verdad, en la medida que se apliquen de manera consecuente a la realidad, pero cualquiera que sea la idea que uno descubra, el criterio para juzgar si es cierta tiene que basarse en si corresponde, de una manera fundamental, a la realidad, y no la manera de descubrirla.
    De hecho, resulta que quienes no usan ese método —que en realidad lo detestan— pueden descubrir importantes verdades. NO existen realidades separadas para diferentes clases y no hay “verdades” distintas para diferentes clases; no es “una onda proletaria... tú no la entenderías”. Solo existe una realidad. El proletariado como clase no tiene ningún interés en ocultar el carácter fundamental de la sociedad humana, el materialismo dialéctico e histórico corresponde a sus intereses fundamentales; pero si se reduce ese punto sumamente amplio a “la verdad tiene carácter de clase”, podría llevar a decir que no se puede aprender nada de los pensadores burgueses o de pensadores que no son ni burgueses ni parte del marco marxista, e incluso a pensar que aquellos de origen proletario tienen un conocimiento especial de la verdad.
    Aquí también tenemos que aprender de la experiencia negativa de Lysenko. Echó raíces la idea de que como Lysenko procedía de las masas trabajadoras y como apoyaba al gobierno soviético... y como aquellos que se le oponían en general procedían de lo que habían sido las clases privilegiadas de la vieja sociedad, y no apoyaban al gobierno soviético... eso era una prueba más de lo correctas que eran las teorías de Lysenko. Pero el origen de clase no tiene nada que ver —o no debe tener nada que ver— con la valoración de lo correcta o incorrecta de una idea.
    Tampoco es cierto que lo que determina la veracidad de las ideas es su “utilidad” en un sentido inmediato. Ese enfoque pragmático ha llevado, para ser francos, a “distorsionar” o torcer la verdad; en el caso de Lysenko, repito, declararon que su teoría era cierta porque parecía útil en un sentido inmediato.
    Ahora bien, no se trata de “buscar la verdad” de una manera divorciada de la lucha para cambiar el mundo. Tampoco se trata de que “la verdad te liberará”. No lo hará, sin lucha. Pero si no se entiende al mundo de una manera más o menos correcta —si no se sabe lo que es la verdad— tampoco se liberará. Se harán cosas que no corresponden a la dinámica y las contradicciones concretas de la realidad y no se podrá transformar esa realidad, al menos no en una dirección que lo va a acercar a uno a la revolución y al comunismo.
    Ese proceso supone tremenda riqueza. No se puede ni descartar ni tampoco adoptar completamente las ideas de quienes no son marxistas o son anticomunistas; hay que pasarlas por el tamiz y sintetizarlas críticamente y a menudo reconfigurarlas. Pero si uno se aparta de eso —lo que llegó a ser la “tradición” del movimiento comunista—, ¿cómo va a conocer este mundo en que vivimos, que está cambiando constantemente y generando cosas nuevas e inéditas? De hecho, se necesita el choque de ideas, se necesita el debate, contienda y efervescencia, hay que seguir senderos que no parecen “contribuir” y que podrían acabar en callejones sin salida... pero que, por otro lado, podrían ofrecer nuevas perspectivas hacia la realidad. La idea de que “la verdad tiene carácter de clase” en realidad socava y tergiversa ese proceso vital necesario.
    Seamos francos. Hay verdades que, a corto plazo y en un sentido lineal, van en contra de la lucha por el comunismo, pero que, en un contexto más amplio y con el método y enfoque que Avakian está forjando, en realidad contribuyen a esa lucha. Eso abarca las “verdades dolorosas” —las verdades sobre los aspectos negativos de la experiencia del movimiento comunista internacional y de las sociedades socialistas que han dirigido los comunistas—, pero también, en general, las verdades que se descubren que, en ciertos aspectos, demuestran que la realidad es diferente a lo que pensaban los comunistas, o la gente en general.
    Con respecto a la importancia de las “verdades dolorosas”, vale la pena volver a Lysenko por última vez. Tradicionalmente, los anticomunistas dicen que lo de Lysenko es un ejemplo que prueba que el comunismo inevitablemente tergiversa la verdad... y reprime a los intelectuales. Algunos comunistas se distancian del incidente Lysenko de una manera simplista, otros simplemente lo ignoran, pero por lo general no quieren “abordarlo”—desde el punto de vista de cómo los comunistas aplican correctamente el marxismo para dirigir en todas las esferas de la nueva sociedad. Avakian, al contrario, dice que hay que reconocer plenamente esta experiencia, por lo cual la ha abordado en varias obras y sacado lecciones más profundas: qué fueron los errores de método y cosmovisión que resultaron en eso... qué fue la situación que generó las presiones hacia eso... y qué tienen que hacer los comunistas para romper con ese punto de vista y, a un nivel más profundo, esa práctica, para que de veras puedan llevar al mundo a un lugar mejor.
    Porque, repito, el problema no es solo “dar con la verdad”, sino de hacerlo desde un punto de vista y método plenamente científico, dialéctico materialista, comprender correctamente la conexión entre eso y la lucha por la revolución y a la larga por el comunismo, y comprendertoda la riqueza que eso implica. Reconocer la importancia de la verdad e insistir en buscarla de esa manera, libre de las consideraciones estrechas, pragmáticas e instrumentalistas de lo que parece más conveniente en un momento dado, o lo que parece concordar más con los objetivos particulares e inmediatos de los comunistas... buscar la verdad aplicando el punto de vista y método científico del materialismo dialéctico de la manera más amplia, global y consecuente con fin de abordar la realidad tal y como es y, a partir de eso, transformarla de una manera revolucionaria hacia la meta del comunismo: eso es radicalmente nuevo y representa una parte clave de la riqueza de la nueva síntesis que está forjando Bob Avakian. Ese es el significado global de lo que está concentrado en su declaración de que “todas las verdades son buenas para el proletariado… todo lo que sea verdad puede ayudarnos a llegar al comunismo”.
    Se puede comparar esa declaración con “todo lo que concuerda con los intereses del proletariado y nos ayudará a llegar al comunismo es verdad”. Este punto de vista —con su contenido y enfoque pragmático e instrumentalista— ha prevalecido, de una manera desproporcionada, en la historia del movimiento comunista internacional—y, de hecho, representa lo contrario de lo que concentra la declaración de Avakian. Y esta es una parte clave de la ruptura radical que encarna su método y enfoque y de la riqueza de la epistemología que ha estado forjando y bregando para que los comunistas la hagan suya.
    Repito, en la última media hora apenas he podido abordar este fundamento crucial filosófico y metodológico de la nueva síntesis. Para entender eso más a fondo, recomiendo que lean los libros Observations on Art and Culture, Science and Philosophy Marxism and the Call of the Future Conversations on Ethics, History, and Politics. Pero ahora quiero pasar a las implicaciones políticas de todo esto.

    Parte III: La nueva síntesis: Implicaciones políticas — La dimensión internacional

     Aquí quiero enfocarme en dos cosas: el internacionalismo; y la democracia y la dictadura en la transición al comunismo.
    Una vez más tengo que hablar sobre unos antecedentes. Marx y Engels exhortaron a los obreros del mundo a unirse. La base material para esa exhortación fue el hecho de que el capitalismo no solo había dado a luz la época de las naciones y estado-naciones modernas sino también la existencia de un mercado mundial; y que el proletariado era una sola clase internacional y que tenía que superar la división en naciones, así como en clases, para llegar a un mundo sin antagonismos entre la gente.
    A finales del siglo 19, el monopolio había llegado a dominar a los países capitalistas avanzados, y los capitales bancario e industrial se habían combinado para formar enormes bloques financieros; esas naciones no solo exportaban bienes a las naciones menos desarrolladas sino que empezaban a exportar el propio capital. Construían fábricas y ferrocarriles en esos países y los incorporaban a la “vida moderna” de una manera nueva. La contienda entre las grandes potencias por esferas de influencia intensificó, al igual que el militarismo y la guerra para respaldarla; todo eso ha continuado e intensificado hasta la fecha, por medio de dos guerras mundiales —¡en las que murieron más de 60 millones de personas!— y el triunfo de Estados Unidos contra la Unión Soviética en la llamada guerra fría. Hoy, más que nunca, el carácter de la producción es internacional; pero la propiedad, el control y la organización del capital aún están anclados en naciones separadas y en contienda, y estas naciones aún están divididas básicamente entre oprimidas y opresoras.
    Las naciones opresoras como Estados Unidos no simplemente saquean a naciones oprimidas como México. Más bien, integran estrechamente toda la economía de una nación oprimida al proceso de acumulación imperialista de una manera subordinada, tergiversada y desarticulada al servicio de ese proceso. Las crisis hoy se manifiestan en intensos conflictos geopolíticos sobre el reparto del mundo entre las potencias imperialistas, conflictos que pueden estallar y han estallado en conflagraciones—como las dos guerras mundiales. Estas guerras presentaron crecientes oportunidades para la revolución... aunque si uno fuera empirista o positivista, parecería todo lo contrario, ya que cuando estalló la I Guerra Mundial, por ejemplo, casi todo el movimiento socialista mundial, con la importante excepción de los bolcheviques bajo la dirección de Lenin, y unas cuantas otras fuerzas, se derrumbó en traición.
    Al mismo tiempo, estas guerras desempeñaban el papel de “crisis clásicas” del capitalismo: la destrucción del viejo marco de acumulación capitalista, que se había vuelto una traba, y el desarrollo de uno nuevo. Avakian dirigió en la profundización del análisis de Lenin sobre el imperialismo y el modelo que acabo de describir también rompió con lo que había venido a ser la línea dominante del movimiento comunista: que el imperialismo estaba en una crisis general y se iba directamente hacia el derrumbe.
    Sobre esa base, Avakian desarrolló el principio de que la lucha de clases en un país dado la determina más la situación internacional que el desenvolvimiento de las contradicciones en ese país apartado o divorciado de ese contexto. La situación revolucionaria que le permitió a Lenin dirigir a los bolcheviques a conquistar el poder surgió de la coyuntura internacional de la guerra mundial que afectó de una manera radical a la situación en Rusia y permitió que se abriera paso; el internacionalismo de Lenin y su conocimiento cualitativamente más profundo del materialismo y la dialéctica le permitieron ver esa posibilidad cuando, por lo menos al principio, todos los demás dirigentes se opusieron a la idea de aprehender el momento y hacer la revolución. Asimismo, la Revolución China se dio en un contexto internacional específico de la II Guerra Mundial y la invasión del Japón.
    Ahora bien, uno podría distorsionar eso para decir que no se puede hacer nada si la “correlación de fuerzas” internacional es desfavorable. Eso no es cierto, y las revoluciones, o incluso las tentativas de hacer la revolución, en países específicos pueden afectar la correlación de fuerzas de una manera radical. Pero se está desenvolviendo en un contexto internacional, y hay que entender la dinámica a ese nivel; el “conjunto” del sistema imperialista es más que la suma de las naciones separadas que conforman las partes individuales.
    Así que no es posible entenderlo desde la perspectiva de “mi país hacia fuera” y, de hecho, verlo de esa manera es otro ejemplo del positivismo. Tampoco se puede ver al internacionalismo como algo que se “extiende” a otros países; el mundo entero tiene que ser el punto de partida. Hay que ver la revolución en “su” país como parte de la revolución mundial. Los comunistas NO representan a esta o aquella nación; (se supone que) nuestro objetivo es la eliminación de todas las naciones, aunque sabemos que vamos a tener que “bregar” con un mundo en que las naciones existirán por mucho tiempo, aun naciones socialistas, y todo un período en que primero habrá que lograr la igualdad de las naciones para poder superarlas. Pero durante todo ese período, el movimiento comunista debe “tener en la mira” la meta de una comunidad mundial de la humanidad, y relacionar todo lo que hace a eso.
    Irónicamente, si uno lo abarca desde el punto de vista de “mi país hacia fuera”, perderá las verdaderas posibilidades revolucionarias en el país en que uno se encuentra. No captará cómo trastornos inesperados en esta o aquella parte del mundo, o en este o aquél aspecto del sistema, pueden plantear oportunidades que se pueden asir. Se quedará sin litoral mental, por decirlo así, sumido en el nacionalismo, y será incapaz de ver la base para librar una lucha triunfante por la liberación nacional. Y esa mentalidad sin litoral ha sido un factor que ha llevado al conservadurismo y, aun peor, a la capitulación en tiempos de grandes peligros... pero que eran, claro, también tiempos de grandes posibilidades para avances revolucionarios.
    Todo ese enfoque equivocado se consolidó en el contexto de una situación en que la Unión Soviética se encontraba rodeada de potencias imperialistas antagónicas que la querían estrangular, y cuyo punto culminante fue el ataque nazi que cobró más de 20 millones de vidas soviéticas. La defensa del primer estado socialista era una verdadera necesidad. Pero esa defensa existía en contradicción con la necesidad de hacer avanzar al mismo tiempo la revolución en otros países, y con relación a la misma. Como no reconoció o negó la existencia de esa contradicción, la Unión Soviética muy a menudo sacrificó, o intentó sacrificar, la lucha revolucionaria en esos países en beneficio de su propia defensa. Y, hay que decirlo, en Mao persistió ese mismo punto ciego. Si no se reconoce que eso es una contradicción, y si no se aborda eso a partir del hecho fundamental de que el imperialismo ha integrado al mundo entero en uno solo y que el proceso revolucionario es un proceso integrado mundial —a pesar de que los diferentes países tienen sus propias revoluciones diferenciadas, aunque relacionadas—, no se tendrá la posibilidad de resolver esto.
    Avakian de ninguna forma ha sido simplista o escolástico en sus críticas; ha insistido en un pleno reconocimiento de los serios retos ante los estados socialistas. Pero sobre esa base estudió lo que pensaban que hacían y por qué, e hizo una crítica penetrante de su concepción teórica.
    Como parte de eso, Bob Avakian desarrolló el principio de que el proletariado en el poder “tiene que poner ante todo el avance de la revolución mundial, aun por encima del avance de la revolución en el país particular, y construir el estado socialista ante todo como una base de apoyo para la revolución mundial”. Además, y de mucha importancia, formuló el principio de que los revolucionarios tienen que, al mismo tiempo, buscar hacer los mayores avances posibles en la construcción del movimiento revolucionario y prepararse para la situación revolucionaria en todos los países, mientras que están atentos también “a situaciones concretas que en cierto momento se vuelven puntos de concentración de las contradicciones mundiales y posibles eslabones débiles... y por tanto donde, de manera concentrada, el proletariado internacional debería enfocar especialmente su atención y energía”. Aquí quisiera recomendar varias obras en que se aborda este principio a profundidad: ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica9. ((Además de eso, Avakian defendió y profundizó la concepción de Lenin de que la división del mundo entre potencias imperialistas y naciones oprimidas había generado en las potencias imperialistas un sector de la clase obrera, y un sector aun mayor de la clase media, que no solo se beneficiaba materialmente del parasitismo y saqueo del imperialismo, sino que llegó a identificarse con sus amos imperialistas. Él siguió la lógica de Lenin sobre la necesidad de basarse en los sectores de las masas que no se benefician tanto o que están, en todo caso, más dispuestos a oponerse al imperialismo. Eso quiere decir que los comunistas tienen que estar dispuestos a tomar posiciones que no son populares e ir contra la corriente del chovinismo nacional en los países imperialistas — tenga la forma de repugnantes brotes de chovinismo pro-estadounidense o la forma igualmente mortífera de complicidad pasiva.

    IV: La nueva síntesis: Implicaciones políticas –Dictadura y la democracia

    La nueva síntesis también tiene implicaciones sumamente importantes con respecto a la dictadura del proletariado, que Marx dijo que era el punto necesario de transición hacia la sociedad comunista. En una palabra: ¿cómo se mantiene el estado socialista como poder en transición hacia una sociedad comunista mundial sin estados, sin convertirse en un fin en sí mismo? ¿cómo sigue desarrollándose, y no dejarse volver al capitalismo?
    Avakian ha estudiado a fondo la experiencia de las revoluciones socialistas en la Unión Soviética y China por más de 30 años, y las concepciones, suposiciones, métodos y enfoques de los grandes líderes que dirigieron esas revoluciones. Aquí también, principalmente voy a esbozar en pocas palabras ciertos puntos clave y recomendar ciertas obras que Avakian ha escrito.
    En buena medida, lo que Avakian dijo en Hacer la revolución y emancipar a la humanidadse aplica a toda la primera etapa del movimiento comunista:
    En la historia del movimiento comunista y de la sociedad socialista, la orientación básica ha sido tratar la realidad material y las circunstancias de las masas populares como la prioridad, como el punto central y la base, en contraste con el enfoque burgués de ignorar —o, de hecho, reforzar— las circunstancias opresivas de las masas populares, la gran mayoría de la humanidad. Y es muy importante captar firmemente que, a nombre del individuo y los “derechos del individuo”, los partidarios de una u otra forma de este enfoque burgués en realidad defienden los intereses de una clase —y la dinámica de un sistema en que esa clase, la burguesía, gobierna—, en que a las masas populares, a miles de millones de individuos de las clases explotadas y oprimidas, las explotan y muelen despiadadamente, y en que descartan totalmente su individualidad y todo concepto de su dignidad individual10.)).
    Además de eso, Avakian defendió y profundizó la concepción de Lenin de que la división del mundo entre potencias imperialistas y naciones oprimidas había generado en las potencias imperialistas un sector de la clase obrera, y un sector aun mayor de la clase media, que no solo se beneficiaba materialmente del parasitismo y saqueo del imperialismo, sino que llegó a identificarse con sus amos imperialistas. Él siguió la lógica de Lenin sobre la necesidad de basarse en los sectores de las masas que no se benefician tanto o que están, en todo caso, más dispuestos a oponerse al imperialismo. Eso quiere decir que los comunistas tienen que estar dispuestos a tomar posiciones que no son populares e ir contra la corriente del chovinismo nacional en los países imperialistas — tenga la forma de repugnantes brotes de chovinismo pro-estadounidense o la forma igualmente mortífera de complicidad pasiva.

    IV: La nueva síntesis: Implicaciones políticas –Dictadura y la democracia

    La nueva síntesis también tiene implicaciones sumamente importantes con respecto a la dictadura del proletariado, que Marx dijo que era el punto necesario de transición hacia la sociedad comunista. En una palabra: ¿cómo se mantiene el estado socialista como poder en transición hacia una sociedad comunista mundial sin estados, sin convertirse en un fin en sí mismo? ¿cómo sigue desarrollándose, y no dejarse volver al capitalismo?
    Avakian ha estudiado a fondo la experiencia de las revoluciones socialistas en la Unión Soviética y China por más de 30 años, y las concepciones, suposiciones, métodos y enfoques de los grandes líderes que dirigieron esas revoluciones. Aquí también, principalmente voy a esbozar en pocas palabras ciertos puntos clave y recomendar ciertas obras que Avakian ha escrito.
    En buena medida, lo que Avakian dijo en Hacer la revolución y emancipar a la humanidadse aplica a toda la primera etapa del movimiento comunista:
    En la historia del movimiento comunista y de la sociedad socialista, la orientación básica ha sido tratar la realidad material y las circunstancias de las masas populares como la prioridad, como el punto central y la base, en contraste con el enfoque burgués de ignorar —o, de hecho, reforzar— las circunstancias opresivas de las masas populares, la gran mayoría de la humanidad. Y es muy importante captar firmemente que, a nombre del individuo y los “derechos del individuo”, los partidarios de una u otra forma de este enfoque burgués en realidad defienden los intereses de una clase —y la dinámica de un sistema en que esa clase, la burguesía, gobierna—, en que a las masas populares, a miles de millones de individuos de las clases explotadas y oprimidas, las explotan y muelen despiadadamente, y en que descartan totalmente su individualidad y todo concepto de su dignidad individual10.
    Los comunistas de la Unión Soviética y China dirigieron a las masas a usar el poder revolucionario para hacer cosas maravillosas y sin precedentes. Se socializó la propiedad socialista de los medios de producción, los cuales se dedicaron a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las primeras necesidades de la gente. En unos pocos años, las mujeres de esos países pasaron de ser entre las más esclavizadas y oprimidas del mundo a las más emancipadas. La gente pasó de ser principalmente analfabeta a casi completamente alfabetizada, y se pusieron las escuelas y la cultura a la disposición de quienes antes estaban excluidos. La Unión Soviética en particular dio grandes pasos hacia la igualdad de lo que se conocía antes como una prisión de las nacionalidades y pueblos oprimidos. Empezaron a poner los servicios médicos a la disposición de todos, donde antes de la revolución la mayoría jamás había sido atendida por un médico.
    Pero no se puede dejar las cosas ahí. Por necesario que eso sea, no basta simplemente mantenerse firme y defender —y acariciar— esos logros ante la incesante oleada de calumnias y distorsiones. No basta solo estudiar de dónde surgían esas revoluciones, y las fuerzas feroces, implacables e insoportables ante las que se encontraban.

    Defender los logros, tomar en cuenta las críticas

    Además, es necesario tomar en cuenta y examinar a fondo las críticas a esa experiencia —desde todos los ángulos— y preguntar: ¿pero a qué precio? El estado proletario tiene que mantenerse en el poder ante la resistencia de vida o muerte de los explotadores derrotados y los feroces ataques desde afuera; ¿pero quiere decir eso que hay que restringir y hasta ahuyentar y reprimir el disentimiento, la efervescencia política, y una diversidad de ideas y enfoques, como las ideas y enfoques que se oponen al socialismo? Al nuevo poder se le plantea la tarea histórico-mundial de incorporar a las masas en la vida intelectual y las artes, y de forjar una nueva cultura, y en particular en China se hicieron maravillas con respecto a eso; ¿pero tiene que significar eso que hay que restringir la búsqueda, la investigación y la experimentación de parte de gente formada como artistas y científicos en la vieja sociedad, o aun en la nueva sociedad? Por primera vez existe la base —y la gran necesidad— de abordar el problema de la libertad como una tarea positiva y colectiva: “cómo nosotros mismosvamos a transformar el mundo y servir al pueblo” y no “quiero lo mío”; ¿pero quiere decir eso que no hay necesidad o poco papel positivo para la individualidad y el espacio del individuo? Existe una necesidad de “llevar a cabo cosas”; ¿pero qué tiene eso que ver con el estado proletario como una forma de estado radicalmente diferente, que incorpora cada vez más a las masas en la dirección y la administración directa del estado?
    Ahora bien, no es posible contestar bien esas preguntas de manera simplista. Piensen un minuto en la guerra de Secesión de este país, y del período de Reconstrucción que la siguió, inmediatamente después de la liberación de los esclavos cuando supuestamente les iban a dar tierras y derechos políticos. Por muchos años lo que se nos decía en la escuela —y especialmente en la cultura, con películas como Lo que el viento se llevó y El nacimiento de una nación— fue que la Reconstrucción fue un período terrible durante el cual los blancos sufrieron horriblemente. (Eso debería darles una perspectiva sobre lo que casi cada semana se dice en las reseñas de libros del New York Times sobre las revoluciones socialistas).
    Lo que en realidad sucedió fue que para desmantelar el poder de los hacendados en el Sur de Estados Unidos, por un tiempo los capitalistas del Norte les privaron de ciertos derechos políticos y con la fuerza de las armas respaldaron a los esclavos emancipados en su intento de votar, postularse para posiciones en el gobierno y obtener tierras. Pero a medida que reintegraron a los hacendados del Sur a la clase dominante, en una posición subordinada, y a medida que otras contradicciones en otras partes del país empezaron a hervir, los capitalistas del Norte retiraron sus soldados y les permitieron a sus ex enemigos organizar el Ku Klux Klan, imponer un sistema parecido a la esclavitud de trabajos forzados de presos y la aparcería, y privar a las masas de negros de todo derecho, y eso se hizo cumplir tanto por leyes como por las chusmas de linchamiento. La orgía de venganza que revocó la Reconstrucción se llamaba oficialmente “La redención”. Y los vencedores volvieron a escribir la historia, hasta que una nueva generación, la de los años 1960, destapó la verdad objetiva de lo que pasó.
    Para cumplir los objetivos de la Reconstrucción hubieran tenido que privar a los ex esclavistas de los derechos políticos y hacer cumplir eso. Francamente, hubieran tenido que derramar sangre, y es posible que algunos inocentes hubieran sufrido... pero hubiera valido la pena.
    ¿Para evitar los casi 5.000 linchamientos que ocurrieron inmediatamente después de la derrota de la Reconstrucción, y el efecto de eso en millones de personas?
    Hubiera valido la pena.
    ¿Para evitar la destrucción del espíritu la cual causó el sistema de segregación?
    Hubiera valido la pena.
    ¿Para parar la institucionalización de cosas como el trabajo forzado de los presos, las cuadrillas de trabajo forzado, las pésimas escuelas y todo lo demás que pesa sobre la gente hoy, a veces en formas diferentes y a veces en formas que casi no han cambiado?
    Hubiera valido la pena.
    Ahora, demos vuelta a la página y hablemos de la revolución comunista, que es mucho más profunda, fundamental y radical que la Reconstrucción se propuso ser, y que llegó al poder en situaciones mucho más difíciles. Contra esas revoluciones no solo estaban los explotadores derrotados —quienes, como dijo Lenin, conservan sus conocimientos, sentido de derecho y conexiones de antes, y que se lanzan contra uno mismo con diez veces más ferocidad y artimañas una vez que han perdido su paraíso— sino también las potencias imperialistas y sus fuerzas armadas mucho más poderosas. Los soviéticos no solo libraron una guerra civil de 1918 a 1921 que les costó millones de vidas y en lo básico la destrucción de la poca industria que tenían, sino que en esa guerra civil tuvieron en su contra la intervención e invasión de 17 potencias militares, entre ellas Estados Unidos. Y menos de 20 años después de ganar la guerra civil vino la invasión nazi.
    Sin embargo, aun si comprendemos eso a fondo, tenemos que examinar lo que se hizo, analizar los puntos débiles tanto en la teoría como en la práctica, y de veras prepararnos a nosotros mismos —así como a las masas— para hacerlo mejor en la próxima oportunidad.

    Romper de manera más profunda con la democracia burguesa

    Como parte de hacerlo mejor —y aun para poder contestar sobre una base correcta la pregunta de “a qué precio”— ha sido necesario romper de una manera más profunda con las influencias de la democracia burguesa y la concepción general de la “democracia sin clases” en el movimiento comunista. En su libro histórico Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, Avakian planteó esa pregunta y la contestó enérgicamente: ¡NO!
    Quisiera adentrarme en esto citando dos pasajes breves de Avakian que a menudo publicamos en nuestro periódico. El primero es:
    La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es democracia, sino capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
    Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
    Luego, desde otro ángulo, lo siguiente:
    En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, no tiene caso hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a ellas, o lleva a abolirlas?
    Hablemos de lo que eso implica. En primer lugar, no se puede recurrir a los instrumentos de la dictadura capitalista —los ejércitos, las prisiones, las cortes y la burocracia que este sistema ha desarrollado y refinado a fin de reforzar y extender la explotación y el imperialismo—, no se puede usar esos mismos instrumentos para abolir la explotación, erradicar la opresión y defenderse ante el imperialismo. Y no se puede recurrir a los instrumentos de la democracia burguesa —que, en primer lugar, han sido diseñados para resolver desacuerdos entre los explotadores y, segundo, para atomizar y engañar y volver pasivas a las masas— como un medio para movilizarlas y desencadenarlas para conocer y transformar conscientemente el mundo entero. Si bien es cierto, como dijo Lenin, que el socialismo es un millón de veces más democrático para las masas populares, el socialismo no es y no puede ser la extensión de la democracia burguesa (que se basa en la explotación) a los explotados. Esa lección no solo se ha establecido científicamente sino que se ha pagado en sangre.

    Las “4 todas”

    La dictadura del proletariado —y el sistema proletario de democracia— tiene que ser diferente. Tiene que estar al servicio de la abolición de las divisiones antagónicas entre la gente y de las relaciones, instituciones e ideas que brotan de esas divisiones y las refuerzan. Ahora bien, el nuevo poder avanzará mucho, inmediatamente, hacia ese fin. Por ejemplo, se apoderará de esos medios de producción socializados y empezará a usarlos para satisfacer las necesidades materiales de la gente y para hacer avanzar la revolución mundial.
    Pero al día siguiente de la victoria se encontrará con una sociedad en la que la gente ha vivido como miembros de diferentes clases sociales. Aun si se deja a un lado a los grandes capitalistas —lo cual no se debe hacer, ya que andarán por ahí sin querer aceptar lo que han perdido—, todavía existirán las diferencias entre la gente, entre quienes han estudiado medicina, administración e ingeniería, por un lado, y por el otro quienes no han tenido ese tipo de formación y han tenido que trabajar en fundiciones, hospitales o el campo, o que no han podido encontrar ningún trabajo. Además, está la fuerza de la costumbre, de los siglos en que la única manera en que la gente se ha juntado para llevar a cabo la producción de las primeras necesidades se ha hecho —o se ha llevado a cabo— mediante unas relaciones en que una clase principal explota a otra, y en que existe una división estricta entre quienes hacen el trabajo intelectual y quienes trabajan con el cuerpo.
    Además, habrá que abordar todas las relaciones sociales e ideas que esas relaciones de explotación han condicionado y reforzado. Inmediatamente, el nuevo poder emprenderá la destrucción de los pilares de este sistema, como la supremacía blanca y la supremacía masculina, para instituir la igualdad de a de veras. Pero aun después de haberse iniciado esas transformaciones, y de hecho aun después de que el pensamiento de la gente empiece a liberarse de muchas maneras y empiece a reflejar las nuevas relaciones socialistas; aun después de todo eso, los siglos de explotación seguirán afectando enormemente el pensamiento de la gente. Será como el síndrome de estrés postraumático tras una violación. A esta sociedad, y a todos los que viven en ella, los han traumatizado cientos y miles de años de opresión, y eso ha impactado en el pensamiento de la gente. Habrá que luchar contra las manifestaciones de eso en el pensamiento de la gente, cosas como el racismo, el sexismo, el chovinismo nacional de USA número uno y la xenofobia (odio a personas de otros países), así como el elitismo y aun los sentimientos de inferioridad que inculcan en las masas… pero esas cosas no simplemente desaparecerán. Y esas ideas se alimentarán de las desigualdades y relaciones económicas que aún quedan, que contienen aspectos de relaciones tipo capitalistas pero que no se puede eliminar de la noche a la mañana, lo que se llama el “derecho burgués”. Las ideas y programas políticos que representan esas relaciones crecerán en ese suelo y se impondrán, y sentarán una base para que los nuevos elementos capitalistas contiendan por el poder. Y el nuevo poder tendrá que movilizar a las masas para identificarlos, analizarlos y superarlos.
    Así que no es tan sencillo como “bien, cambiaremos las relaciones económicas y lo demás vendrá como anillo al dedo”. En la medida que los comunistas hayan pensado así o sigan pensando así, eso hace mucho daño. Habrá que transformar y revolucionar toda esfera social, a lo largo de un período mucho más largo de lo que anticipaban Marx y Lenin. Y en todas estas esferas, como Marx lo dijo científicamente, habrá que abolir todas las diferencias de clase, todas las relaciones de producción en que estas descansan, todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y todas las ideas que surgen de estas relaciones sociales —o, en una frase, las “4 todas”— para llegar al comunismo, como parte del proceso de alcanzarlo11.

    Un tipo diferente de dictadura y democracia

    Así que se necesitará ejercer la dictadura sobre los antiguos explotadores y quienes quieren restaurar la explotación; y también se necesitará la democracia entre las masas para poder llevar a cabo plenamente las transformaciones que se necesitan. Pero estas tendrán que ser una dictadura y una democracia con un carácter cualitativamente diferente de lo que tenemos ahora. Repito, no se puede simplemente voltear las cosas, y tener a diferentes personas que utilizan los mismos instrumentos. Tiene que haber formas a través de las cuales las masas populares empiezan a participar en la vida social y a crear una sociedad muy diferente, y a transformarse a sí mismas en el proceso, a una escala que, francamente, es difícil de imaginar a partir de los confines mentales de “lo que existe” en este sistema.
    Eso quiere decir movilizar —y desencadenar— a la gente, dirigirla y aprender de ella, para así superar las desigualdades y las relaciones sociales de la vieja sociedad, que estorban el avance hacia una nueva forma de sociedad. Quiere decir armar a las amplias masas populares con los instrumentos teóricos que les permitan analizar críticamente la sociedad y valorar si está avanzando hacia el comunismo y cómo, y cuán concretamente, y qué hay que hacer para ir lo más lejos posible en esa dirección en todo momento.
    Este enfoque se opone directamente a la idea de que lo principal que hay que hacer bajo el socialismo es “cumplir con lo prometido”: asegurarse de que esté creciendo el nivel de vida de la gente, de que su vida sea más estable, y cosas por el estilo… y dejarlo todo en manos de quienes “saben hacer eso”. Mejor dicho, “darles de comer y dirigirlas”. Eso es lo que se conoce como un enfoque revisionista: quedarse con el nombre del comunismo, pero quitarle su corazón revolucionario. Esa era la línea de quienes tomaron el poder en China después de la muerte de Mao y derrotaron a quienes se habían agrupado en torno a Mao, y hemos visto a qué lleva eso: a un infierno capitalista con etiqueta socialista.
    Por ende, la pregunta que hay que hacer es: ¿es el papel de las masas solo luchar y producir? ¿O van a ser emancipadores de la humanidad? ¿Es posible que las masas conozcan al mundo tal y como es, lo comprendan y lo transformen?
    La respuesta es, SÍ LO PUEDEN HACER, pero no de manera espontánea y sin dirección. La gente no puede tomar iniciativa consciente para cambiar el mundo si no sabe cómo funciona. Eso requiere ciencia. Y como la situación es tal que a las masas se les ha privado de la posibilidad de trabajar con las ideas, tienen que obtener esa ciencia de quienes  han tenido la oportunidad de bregar con ella. O sea, necesitan dirección.
    Para que no quede ninguna confusión, en esta sociedad, a todos los están dirigiendo, en una dirección u otra. Hoy mismo, muchos que dicen que no los dirige nadie están dedicando mucho esfuerzo, recursos y esperanza a la campaña de Clinton vs. Obama. Y una vez que Clinton, Obama o McCain tome el cargo, el o la que gane establecerá las pautas a seguir — ellos te dirán qué hacer y —como han venido diciéndote— lo harán en beneficio del dominio estadounidense del mundo y del “orden social” en Estados Unidos.
    Así que no se trata de si habrá líderes, sino de qué clase de líderes habrá, al servicio de cuáles metas. Avakian lo dijo así en Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:
    Y mientras eso sea cierto, el interrogante esencial seguirá siendo: ¿cuál es el contenido y el efecto de esa dirección—adónde llevará y cómo? ¿Qué le permite a la gente hacer o qué le impide hacer? ¿Contribuye a su capacidad de entender la realidad, y a cambiarla conscientemente, de acuerdo con los intereses fundamentales de la humanidad—o dificulta y mina que haga eso?12
    Es importante pensar en esto con relación a lo que dije antes sobre las ventajas y el poder que todavía conservan los imperialistas derrocados así como sus conexiones internacionales. El proletariado no puede compartir el poder con la burguesía, porque esta se lo comería vivo. Como dije antes, se ha abordado esto científicamente, tal como en las obras polémicas de Avakian como “Democracia, ahora más que nunca, podemos y debemos hacer algo mejor” (en la revista Un Mundo Que Ganar No. 1992/17) y, sí, estas lecciones se han pagado con sangre. A un nivel aún más profundo, solo corresponde a los intereses del proletariado como clase abolir las “4 todas”, y el estado tiene que ser un instrumento o para abolirlas o para fortalecerlas.
    Por eso, en el estado socialista el partido del proletariado todavía tendrá que desempeñar un papel dirigente institucionalizado, mientras que sigan existiendo clases antagónicas y el suelo en que puedan cultivarse esos antagonismos de clase. (Una vez abolidas esas clases, no habrá necesidad de una dirección institucionalizada ni un estado).
    Al mismo tiempo, tenemos que reconocer y abordar eso como una contradicción, y revolucionar y revitalizar constantemente al partido para que siga dando ese tipo de dirección y no se convierta en un nuevo opresor.
    Este no es un problema pequeño, y es un problema al que Avakian ha dedicado muchísima atención y es una buena parte de lo que abordaré a continuación: un enfoque cualitativamente diferente —y una nueva síntesis— sobre la dictadura del proletariado.

    El núcleo sólido, con mucha elasticidad

    Que quede bien claro: estamos hablando de cambios y rupturas con gran parte del enfoque de las sociedades que hasta la fecha se puede decir que fueron auténticamente socialistas y auténticamente revolucionarias pero que, no obstante, tenían deficiencias importantes. No es, como alguien dijo de manera graciosa, “pasemos las buenas jugadas, no las malas”. Estamos hablando de un enfoque completamente nuevo, que se basa en los avances hechos en la concepción del mundo y la epistemología comunistas que mencioné antes; una manera de contestar correctamente la pregunta “¿a qué precio?” y una manera diferente de dirigir las cosas hacia un nivel superior.
    Hablemos del tema de tener una ideología oficial, que ha sido una de las características de las sociedades socialistas previas. Como dije, el partido tiene que dirigir en la sociedad socialista, y el partido mismo tiene que estar unificado en torno a la ideología comunista, lo cual le permite dirigir a comprender correctamente y transformar la realidad. Sin embargo, el partido es una asociación voluntaria. ¿Pero qué pasaría si todos los miembros de la sociedad, dentro o fuera del partido, tuvieran que expresar su acuerdo con esa ideología para que se le oiga o simplemente para llevarse bien?
    Bueno, el hecho es que inmediatamente después de la revolución, apenas saliendo del capitalismo, la mayoría no va a adoptar esto como su punto de vista. Bob Avakian ha usado la metáfora de un paracaídas para describir cómo en el momento de la revolución las cosas se comprimen y la sociedad se escinde en dos polos: uno que se adhiere fuertemente al campo revolucionario y el otro que defiende a la reacción. Pero después de la revolución ese carácter comprimido del polo del pueblo se abre de nuevo, como un paracaídas. Como Avakian escribió en La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, una vez que la revolución ha conquistado el poder:
    ...toda la diversidad de programas políticos, concepciones del mundo, inclinaciones, etc. (que son un reflejo de las relaciones de producción y de las relaciones sociales características de la vieja sociedad que quedan, así como de lo que se está gestando en la nueva sociedad como resultado de la toma revolucionaria del poder y de la consolidación del poder), todas esas cosas se imponen, o se vuelven a imponer. Pero si se da por hecho que como esas personas acudieron al lado de los comunistas en el momento crítico en que solo ese programa podía abrir una brecha, si se identifica eso con la noción de que todos van a tener pleno acuerdo en todo momento a lo largo del proceso de avance al comunismo, se cometerán serios errores...13
    Gracias a dios, no es el segundo advenimiento de Jesucristo, cuando todos se salvan y “ven la luz”. Es una sociedad socialista. Se puede dirigir a hacer muchas cosas nuevas, muchas cosas importantes y emancipadoras, e iniciar un proceso general en que la gente cambia la sociedad y a sí misma en una dirección positiva... pero no se puede hacer como si todos, de repente, no solo han entendido sino que también han empezado a adoptar y aplicar el método, la posición y el punto de vista comunista. Y si se trata de dirigir como si así son las cosas, a) no se va a actuar de acuerdo con la verdad y, como resultado, b) se va a trabar y distorsionar el proceso general a través del cual la gente llega a conocer la verdad y va a engendrar un ambiente falso, sofocante y apagado.
    Tiene que haber una ideología dirigente —y la diferencia en la sociedad socialista es que la vamos a proclamar abiertamente, y no lo vamos a ocultar como hacen los capitalistas— pero los que no están seguros de si están de acuerdo deben sentirse libres de decirlo, y los que no están de acuerdo lo deben expresar sin ambages, para que se debata.
    Hay que aplicar un principio similar a la política. En un plano, el partido tiene que tomar la iniciativa, movilizar a la gente y desencadenarla en torno a objetivos importantes. Tiene que establecer las pautas del debate. Y claro, este puede ser y tiene que ser un proceso vibrante e inspirador que abre la mente, y se dio eso en el pasado, no solo en China sino también en la primera década y media de la existencia de la Unión Soviética.
    ¿Y qué de la espontaneidad desde abajo? ¿Y qué de las cosas que parecen ir en direcciones completamente diferentes, o que se oponen a las principales pautas y actividades políticas que el partido está promoviendo? ¿Y qué de las escenas en las artes que surgen por sí solas, como los cafés de los años 50 y 60 con los “beatniks”, la onda hiphopera y los grafiteros en el Bronx hace 30 años, o las escenificaciones de poesía de palabra hablada de los años 90… cosas que surjan de entre las masas, muchas de las cuales podrían tener un carácter de oposición, o por lo menos “fuera del control”? ¿Y qué de los grupos políticos que quieren llevar a cabo debates políticos sin la presencia de militantes del partido, o que quieren emprender acciones en oposición a proyectos, incluso importantes proyectos, en los que el partido y el gobierno están metidos? ¿Y qué de los maestros que quieren enseñar teorías e interpretaciones que no cuadran con la manera que el partido entiende las cosas?
    Para ser franco, en las sociedades socialistas previas no ha habido mucho espacio para estas cosas. En Hacer la revolución y emancipar a la humanidad,Avakian critica una tendencia en China y especialmente en la Unión Soviética “a una restricción… del proceso de la transformación socialista; y, en la medida en que esa tendencia se impuso, condujo a llevar mal en cierto grado la relación entre la meta y el proceso, para que lo que pasara en un momento determinado pasó a ser, o tendió a identificarse como, la meta en sí — en vez de ser visto como una parte del proceso hacia una meta mayor. Y, junto con esto, hubo una restricción de la relación entre la dirección principal necesaria, en el sentido fundamental, y lo que eran objetivamente “desvíos” o alejamientos —pero que se veían y trataban como desviaciones peligrosas— de la dirección principal. Esto, en cierto grado y a veces a un grado importante, llevó a sofocar en cierto grado la creatividad, iniciativa, expresión individual y, sí, los derechos individuales en el proceso de conjunto, especialmente cuando parecían estar en conflicto —o en realidad estaban en conflicto, a corto plazo— con las metas expresadas del estado socialista y su partido de vanguardia14.
    A un nivel muy básico, se necesita la efervescencia intelectual para conocer el mundo. La efervescencia intelectual, el debate y la experimentación —el “aire” intelectual— ofrecen un vistazo a toda la agitación debajo de la superficie de la sociedad en un momento dado, así como los posibles caminos hacia la resolución y el avance que esa agitación hace posible; ayudan a ver cuando se está actuando de manera equivocada o unilateral. Sin eso, la dialéctica entre el partido y las masas —entre los que dirigen y los dirigidos— tendería a ir demasiado en una sola dirección; por ambas partes, el espíritu crítico y creativo perdería su filo.
    Pues, si a la gente se le enseña los criterios críticos en un invernadero, esos criterios no “echarán raíces”; hay que dirigirla, pero la gente también tiene que aprender por su cuenta y, en el curso de eso, la dirección también tiene que transformarse y revolucionarse. Para que ese proceso sea óptimo, se requiere la efervescencia política, un ambiente contestatorio y de plano el desenfreno. Hubo mucho de eso durante la Revolución Cultural de China, pero con la nueva síntesis estamos hablando de algo a una escala mucho mayor, con elementos y una dinámica diferentes.
    Seamos francos y reconozcamos que después de diez años de la Revolución Cultural de China —lo mejor de la concepción previa del socialismo—, la mayoría de la población no entendía bien lo que estaba en juego en esa última gran batalla. Bueno, el carácter diferente y la mayor dimensión que tendrán la efervescencia política en la nueva síntesis son una buena parte de la respuesta a cómo hacer las cosas mejor la próxima vez.

    “Ir al borde de ser descuartizado”

    Avakian ha contrastado la metáfora de tirar un sedal, como en la pesca... y el “núcleo sólido con mucha elasticidad” que esa clase de movimiento expresa. Veamos un ejemplo. Imaginen una situación en que el gobierno socialista ha decidido construir una represa en cierto lugar en respuesta a las necesidades apremiantes de la población —dicho sea de paso, ¡la sociedad revolucionaria tendrá requisitos y necesidades materiales apremiantes porque ya no vamos a estar chupándoles la sangre a los pueblos del mundo!— y alguien como Arundhati Roy (una muy destacada novelista y activista progresista india que no es comunista) hace una campaña en contra. Según la nueva síntesis, no simplemente se toleraría eso, se le daría acceso a los medios de comunicación y a fondos, aunque ella esté organizando y dirigiendo manifestaciones y quizás un plantón masivo en contra de la represa. Habría que meterse en eso, revolverlo todo y debatirlo. Si ella tuviera razón —aunque solo en parte—, se tendría que aprender de ella. Y si ella no tuviera la razón, todavía habría que convencer a los demás en el debate, y no contra una caricatura de su posición sino contra un defensor apasionado, que se expresa bien y que está convencido de esa posición15.
    Eso NO es sin riesgo, porque habrá personas cuyas intenciones no son buenas que casi por seguro se meterán y maniobrarán, e intentarán convertir ese proceso en actos para destruir el estado socialista. Y no olvidemos que si entregamos el poder, si permitimos que las fuerzas burguesas (sean viejas o nuevas) restauren el capitalismo, eso será un gran crimen contra todos aquellos que hicieron sacrificios para conquistar el poder y, de mayor importancia, contra la humanidad en general.
    El núcleo sólido establecerá las pautas y el marco. Pero dentro de eso, desencadenará y permitirá la máxima elasticidad posible en un momento determinado sin abandonar el poder, y se mantendrá ese poder de una forma que siga avanzando hacia el comunismo, hacia la realización de las “4 todas”, junto con la lucha mundial general. Ahora bien, en cualquier momento dado habrá limitaciones a la capacidad del núcleo sólido de hacer todo eso, por ejemplo en vista de las amenazas del imperialismo. A veces será posible aflojar mucho las riendas, y a veces habrá que apretarlas; pero en un sentido estratégico y general, principalmente se va a fomentar y trabajar con la elasticidad, y procurar aprender de ella y determinar cómo se puede dirigir de tal manera que todo se convierta en una fuerza motriz que de hecho contribuye —si bien no directa ni inmediatamente, a corto plazo— pero que contribuye en un sentido general a donde se quiere ir. Y aprender a hacer eso será un reto y algo muy complejo y lleno de riesgos.
    Por eso, Avakian habla tanto de “ir al borde de ser descuartizado” —¡y de BUSCAR hacer eso! El papel del disentimiento es una parte INTEGRAL de este modelo del socialismo, a pesar de que en todo momento hay maneras en que el disentimiento podría dificultar radicalmente el proceso general. Repito, a menos que uno esté dispuesto a ir al borde de ser descuartizado —¡una tortura en que jalan las cuatro extremidades en diferentes direcciones!— el núcleo sólido se volverá muy rígido y quebradizo... y la elasticidad no será… pues, muy... elástica. Y que quede bien claro: este es un concepto estratégico que no es lo mismo que verse jalado en muchas direcciones por una gran variedad de retos, o tener muchas tareas diferentes que hacer—y no se debe identificar con esto ni reducir simplemente a esto. Esta concepción de “ir al borde de ser descuartizado” se refiere a algo muy diferente, algo mucho más complejo y profundo y de una importancia mucho más estratégica que eso.
    Además de ese tipo de disentimiento, Avakian ha propuesto debatir, como parte de este modelo, la idea de elecciones competitivas en las cuales se debaten vigorosamente asuntos importantes ante el estado con verdaderos resultados y efectos; una constitución (y las limitaciones que impondría al partido); una concepción más amplia de los derechos individuales; la existencia de una sociedad civil, con asociaciones independientes del gobierno; y una manera totalmente nueva de abordar la contradicción entre el trabajo intelectual y el manual, con una idea diferente del papel de los intelectuales—todo lo cual solo puedo mencionar someramente, pero que me encantaría discutir durante la sesión de preguntas.
    Una última pregunta sobre esto: ¿quién ES el núcleo sólido? El núcleo sólido no es idéntico al partido ni al proletariado, de una manera monolítica. En cualquier momento determinado, el núcleo sólido representa una minoría: en las primeras etapas de la sociedad socialista, son quienes están firmemente comprometidos con el objetivo global de llegar al comunismo; y luego habrá diferentes gradaciones de personas, de diferentes clases y capas sociales, que se agrupan con relación a eso. El núcleo sólido tiene que tener raíces en el proletariado, y la dirección tiene que movilizar y desencadenar constantemente a nuevas personas de entre aquellos que quedaron “perjudicados” a raíz de las contradicciones restantes del capitalismo; por ejemplo, las personas que en la vieja sociedad no recibieron formación para hacer el trabajo intelectual, o las mujeres de diferentes capas (así como hombres) que quieren hacer avances en la emancipación de la mujer.
    Pero el proletariado en sí no es estático, tiene mucha diversidad y pasa por cambios muy dinámicos, debido a su participación en todas las esferas de la sociedad, y a la experiencia de vivir con las capas medias, de transformarlas — y también de aprender de ellas. Habrá diferentes clases, y diferentes niveles de compromiso con el proyecto comunista, y se estará tratando de trabajar con esa contradicción y solucionarla, pero no de arriba pa’ bajo. Se trata de desencadenar un proceso y luego meterse en ese proceso con las masas.
    Esta es una concepción muy diferente a las anteriores, que se basaban en una especie de “reificación” del proletariado, un punto de vista que confunde el papel histórico mundial del proletariado de ser la clase que encarna las nuevas relaciones de producción, con los individuos que son miembros de esa clase en algún momento determinado. Como mencioné antes en la discusión sobre la “verdad de clase”, una manifestación de esa “reificación del proletariado” era darle mucha importancia al origen de clase de las personas en el proceso de valorar sus opiniones y de nombrarlas a posiciones de dirección o de responsabilidad, y decir que el nombramiento de obreros y campesinos a esas posiciones impediría el revisionismo. Esa tendencia fue muy marcada en Stalin, pero también se vio de diferentes maneras con Mao y la revolución china.

    Una vez más acerca de la nueva síntesis

    Hemos hablado mucho sobre las implicaciones políticas de la nueva síntesis, particularmente con respecto al socialismo. Pero antes de pasar a cuestiones de estrategia, y sobre la base de todo lo que acabo de decir, quisiera que piensen en cuánto expresa y en la profunda importancia que expresa la siguiente descripción de la nueva síntesis, de la primera parte deHacer la revolución y emancipar a la humanidad:
    Esta nueva síntesis abarca reconfigurar y recombinar los aspectos positivos de la experiencia hasta la fecha del movimiento comunista y la sociedad socialista, mientras se aprende de los aspectos negativos de esa experiencia, en las dimensiones filosóficas e ideológicas tanto como las políticas, y así tener una orientación, método y enfoque científicos con raíces más profundas y firmes, no solo en cuanto a hacer la revolución y conquistar el poder, sino también, sí, en cuanto a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las necesidades de las masas populares, con una base cada vez mayor, en la sociedad socialista —para superar las profundas cicatrices del pasado y continuar la transformación revolucionaria de la sociedad, mientras al mismo tiempo apoyar activamente la lucha revolucionaria mundial y actuar conforme con el reconocimiento de que la arena y la lucha mundiales son las más fundamentales e importantes, en un sentido global— junto con abrir cualitativamente más espacio para dar expresión a las necesidades intelectuales y culturales del pueblo, entendidas en el sentido amplio, y posibilitar un proceso más diverso y rico de exploración y experimentación en los campos científicos, artísticos y culturales, y en la vida intelectual en general, con mayor campo para la competencia de diferentes ideas y escuelas de pensamiento, y para la iniciativa y creatividad individuales y la protección de los derechos individuales, con espacio para que los individuos interactúen en la “sociedad civil” independientes del estado — todo en un marco general cooperativo y colectivo y al mismo tiempo a la medida que el poder estatal se mantiene y se sigue desarrollando como un poder estatalrevolucionario al servicio de los intereses de la revolución proletaria, en el país en particular y por todo el mundo, donde este estado es el elemento dirigente y central de la economía y la dirección general de la sociedad, mientras el estado en sí se transforma continuamente en algo radicalmente diferente de todos los estados previos, como una parte crucial del avance hacia la abolición posterior del estado al llegar al comunismo a nivel mundial16.
    Permítanme decirlo de esta manera: la primera etapa de nuestro movimiento hizo época y fue heroica; exige y se merece que se estudie más profundamente y hay que defenderla y apoyarla. Pero por sí solo, lo mejor de lo que se entendía en esa etapa no llevaría ni llevará a la humanidad al comunismo. Con la nueva síntesis, esa posibilidad se plantea de nuevo. Como me dijo un camarada: es como una nueva rama del árbol de la evolución.

    Parte V: Implicaciones estratégicas — Hacer la revolución

    Esta es una visión increíblemente inspiradora de una sociedad diferente, una sociedad en la que la abrumadora mayoría de la gente de veras quisiera vivir.
    ¿Pero cómo vamos a llegar a esa sociedad? Eso me lleva a la última parte de esta presentación, el problema de la estrategia para la revolución — particularmente en los países imperialistas. Una vez más, ahora solo puedo esbozar unos conceptos claves, y esta será aún más condensada que la primera parte de la presentación.
    Para empezar, la revolución es una cosa muy seria. En un país como este, solo se puede hacer una revolución cuando toda la sociedad esté sumida en una crisis profunda, debido fundamentalmente a la naturaleza y al funcionamiento del sistema mismo, y junto con eso surja un pueblo revolucionario, de millones y millones de personas, conscientes de la necesidad de un cambio revolucionario y resueltas a luchar por él. Una vanguardia tiene que orientar todo lo que hace hacia llegar a esa posición —medir todo lo que hace con relación aeso— todo lo que hace tiene que ver con la revolución. Cualquier meta que no esté a la altura de eso no sirve, y llevará a la capitulación.

    Lo objetivo, lo subjetivo… y acelerar mientras que se aguarda

    Pero repito, ¿cómo vamos a llegar a tal situación? Un concepto importante que viene al caso es lo que se llama científicamente la “relación entre el factor objetivo y el factor subjetivo”. El factor objetivo incluye las condiciones materiales de la sociedad y su dinámica subyacente; las grandes corrientes políticas e ideológicas que se arremolinan —en cierto sentido de forma autónoma— en torno a eso; las direcciones (contradictorias) en que todo eso se desenvuelve y cambia; el estado de ánimo, los sentimientos y las ideas de diferentes sectores de la población; etc. El factor subjetivo se refiere a aquellos que quieren cambiar todo eso; a menudo se refiere al partido, pero a veces puede referirse al movimiento más amplio, según el contexto.
    Ahora bien, esa es una relación dialéctica: lo objetivo y lo subjetivo son distintos, pero se influyen y se transforman mutuamente. El factor objetivo es como la cancha en la que se está jugando el partido, y en un sentido general establece las pautas y el marco. Pero no es una cancha fija ni determinada, sino que está cambiando constantemente, y el factor subjetivo puede influenciar al factor objetivo. Además, a veces el partido mismo es una parte importante de la situación objetiva: puede que esté dirigiendo una lucha importante, en otras palabras, que sea blanco de ataques o tenga un enorme impacto con alguna iniciativa ideológica. Y por eso, la gente estará hablando del partido, así que el factor subjetivo será parte del factor objetivo. Al mismo tiempo, el factor objetivo penetra en el factor subjetivo: al partido lo influencian de diferentes maneras el estado de ánimo y el pensamiento de las masas y de quienes se acercan al partido, trabajan con él y que se hacen militantes.
    Sin embargo, la opinión común de nuestro movimiento ha sido levantar un muro de ladrillos conceptual entre estos dos factores y adoptar una actitud pasiva hacia el factor objetivo — de reducir el trabajo comunista a lanzar iniciativas que básicamente reflejan lo que las masas ya están haciendo o ya están dispuestas a hacer y a “organizarlas”. Ese punto de vista no les plantea ningún reto ideológico, salvo “entrarle a la lucha” que está en marcha. Bob Avakian ha identificado el “realismo determinista” que está al fondo de esto — la idea de que la situación existente determina muy estrechamente y limita los parámetros del trabajo revolucionario y la suposición de que esa situación continuará por un tiempo indefinido en la misma dirección, sin rupturas radicales o cambios repentinos, sin que nada la afecte, y sin la posibilidad de que las contradicciones existentes produzcan cosas nuevas de maneras inesperadas.
    Pero la verdad es que la realidad rebosa de contradicciones y la historia, al igual que la naturaleza, está repleta de saltos repentinos. Por eso, las iniciativas muy audaces que emprende el factor subjetivo (con tal que se basen en la verdadera dinámica de la realidad material) pueden tener un efecto electrizante y galvanizante; pueden “cambiar el juego”, para usar un cliché muy trillado pero de todos modos expresivo. Ese punto de vista determinista no es sensible ni está al tanto de los acontecimientos que tienen posibilidades de cambiar la ecuación general — según sean las acciones de la vanguardia.
    Ahora bien, la revolución no se iniciará con puras ganas y mucha voluntad. Eso te llevará, y llevará a las masas también, a una situación muy mala. Pero, en la inmensa mayoría de los casos, la principal tendencia en los países imperialistas ha sido abandonar en los hechos, si no de palabra, la revolución, y no comprender a fondo e incluso oponerse al gran dinamismo en potencia del factor subjetivo, o de la conciencia.
    Sobre la base de entender correcta y profundamente esta contradicción, Bob Avakian ha adaptado un concepto de Mao —acelerar el desarrollo de la revolución, mientras que se aguarda el surgimiento de acontecimientos favorables en la situación objetiva— es decir, esos momentos en que todo se pone en juego. Pero ese concepto es dialéctico y no mecánico: se está trabajando sobre las condiciones con la expectativa y el entendimiento de que ese trabajo llegará a ser parte de prepararse para importantes cambios en la situación objetiva, además de ser parte de gestar y, hasta donde sea posible, modelar esos cambios cuando se presenten. Se trata de esforzarse contra los límites, esforzarse contra el marco, y de hacerlo consciente de que las agudas contradicciones de este sistema se manifiestan desde muchas direcciones diferentes e inesperadas. Para citar otra vez a la reciente charla Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:
    [A]unque los cambios en lo que es objetivo para nosotros no se darán entera, y quizás ni siquiera principalmente, debido a nuestro “trabajo” para afectar las condiciones objetivas (en un sentido directo, uno a uno), sin embargo nuestro “trabajo” para afectarlas puede generar ciertos cambios dentro de un marco dado de condiciones objetivas y —en conjunción con una “mezcla” y como parte de ella, junto con muchos otros elementos, como las otras fuerzas que afectan la situación objetiva desde su propio punto de vista— eso podría, en ciertas circunstancias, ser parte de la combinación de factores que  llevan a un cambio cualitativo. Y, repito, es importante recalcar que nadie puede saber exactamente cómo se desenvolverá todo eso17.
    Así que, el que uno asuma esta línea y orientación de “acelerar mientras que se aguarda” —o no— no es simplemente una cuestión moral; tiene todo que ver con que siquiera se presentará una situación revolucionaria y, para decirlo francamente, si uno siquiera tendrá la orientación o la capacidad de reconocer esa posibilidad.
    A la luz de eso —y todo lo que hemos repasado hoy— lo que sigue (también de la primera parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad) es uno de los pasajes más importantes de toda la obra de Bob Avakian. Tiene muchos términos científicos, muchos de los cuales que ya mencioné; pero para adentrarnos en eso, deben saber primero que en la filosofía el término “necesidad” se refiere a la realidad objetiva en un momento determinado —las direcciones contradictorias en que las cosas se mueven y se desarrollan, y las limitaciones a ese desarrollo y los posibles rumbos que tome—, y que el término “superestructura” se refiere a las instituciones políticas, la cultura, las ideas y otros aspectos de la sociedad, a diferencia de las relaciones de producción.
    Veamos lo que escribe Avakian:
    Pero fundamentalmente (y, se podría decir, debajo de todo esto) la libertad sí radica en el reconocimiento y la transformación de la necesidad. Lo importante es que ese reconocimiento y la capacidad de llevar a cabo esa transformación se dé a través de diferentes “canales”, y no está ligada de una manera positivista o reduccionista o lineal a la manera en que se presentan, en un momento dado, las principales contradicciones sociales. Si así fuera —o si así lo abordáramos—, liquidaríamos el papel del arte y de buena parte de la superestructura en general. ¿Por qué libramos batallas en la esfera de la moral? Porque en la superestructura hay iniciativa y autonomía relativas. Y cuanto más se le dé expresión correcta a eso, tanto mejor será la situación, en cuanto a la clase de sociedad que tengamos en un momento dado así como en términos de nuestra capacidad de reconocer la necesidad y llevar a cabo la lucha por transformar la necesidad18.

    El qué hacerismo enriquecido

    Esto es un aspecto clave del concepto estratégico muy importante del “qué hacerismo enriquecido”. Y esto también choca contra una tradición del movimiento comunista que se llama “economicismo”. En un principio, el economicismo se refería a limitar la atención de los trabajadores a la lucha en torno a salarios, condiciones de trabajo, sindicatos y así sucesivamente, pero ha llegado a abarcar cualquier estrategia que se enfoca en movilizar a las masas a luchar por “resultados palpables”. En realidad nadie admite que no quiere llevar el comunismo a las masas; simplemente se dice que “este no es el momento”, y que “la lucha por las reivindicaciones inmediatas es la mejor manera de llegar a la posición de hacer eso... más adelante”.
    Hace más de 100 años, Lenin criticó ese mismo punto de vista en su obra pionera ¿Qué hacer? Señaló que el comunismo es una ciencia que se desarrolló fuera del proletariado y que hay que llevarlo al proletariado desde afuera; que los comunistas deben ser tribunos del pueblo que pueden aprovechar todo acontecimiento importante para plantear ante todos sus convicciones comunistas, y contrapuso eso a la mentalidad del secretario sindical, que dirige luchas en torno a las necesidades inmediatas de sus miembros; y dijo que para llevar a cabo esa y las muchas otras tareas necesarias para una revolución, se necesita un partido de vanguardia, compuesto de proletarios y gente de otras capas que hacen suya la concepción del mundo comunista y se dedican a la causa comunista.
    Hoy, todo eso sigue siendo muy polémico. Y hoy lo que está en juego en esta lucha es: si se va a dirigir a las masas a ser los emancipadores conscientes de la humanidad, o, al contrario, si se les va a tratar como soldados rasos a quienes dar ideas simplonas mientras que en esencia los gobiernan aquellos que han recibido una formación para trabajar en la esfera de las ideas. Hablamos antes de eso, con relación a la dictadura del proletariado, pero es algo que se manifiesta agudamente hoy mismo.
    Miren: para hacerse un emancipador de la humanidad, se necesita hacer una enorme ruptura y no se puede hacer eso sin dirección. Repito, la gente no puede tomar una iniciativa consciente para cambiar al mundo si no sabe cómo el mundo funciona; eso requiere ciencia y hay que obtener esa ciencia de quienes han tenido la oportunidad de estudiarla. Sin eso —sin una vanguardia verdaderamente merecedora del nombre—, la revolución comunista nunca se dará. Y darles ideas simplonas a las masas mientras que uno mismo tiene lo que un camarada llamaba “un templo de conocimientos secretos” —y hacerlo a nombre de “las masas”— sería peor que despreciable, si no fuera tan destructivo, peligroso y omnipresente.
    Ahora bien, a esto lo llamamos el qué hacerismo “enriquecido” porque, además de rescatar y revivir los principios cruciales desarrollados por Lenin, Avakian ha recalcado la importancia de capacitar a las masas para bregar con todas las esferas de la sociedad con la orientación de conocer el mundo para transformarlo, así como la necesidad de “ir eliminando”, en la medida posible, las barreras que impiden bregar de esa manera; y, lo que es de gran importancia crítica, ha recalcado la importancia de promover audazmente el comunismo y plantear ante las masas los mayores problemas de la revolución, los problemas de los que hemos estado hablando hoy.
    El qué hacerismo enriquecido es todo un conjunto, y no se puede reducir a una sola forma de actividad; para entender eso más a fondo, recomiendo firmemente que estudien la segunda parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad. Sin embargo, helo aquí en pocas palabras: a partir de la orientación de acelerar mientras que se aguarda una situación revolucionaria, abarca el papel central del periódico revolucionario; la necesidad de propagar el comunismo audazmente en todo lo que hacemos; la importancia de promover las obras de Bob Avakian; la necesidad de organizar a la gente en torno a la consigna: “Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución”, difundir la revolución y forjar resistencia a las formas principales en que el sistema ataca a las masas; el reclutamiento al partido; y las iniciativas políticas en torno a las “fallas sísmicas” sociales que en un momento determinado concentran las contradicciones sociales importantes, como la lucha para sacar corriendo al gobierno de Bush.
    La orientación estratégica del Frente Único Bajo Dirección Proletaria también es muy importante: es tanto una orientación como un método, un enfoque estratégico para realinear a las diferentes fuerzas de clase de tal manera que la meta de la revolución y el punto de vista comunista revolucionario de que hablamos hoy se pongan en primer plano y se establezcan en la posición dirigente. Eso se lleva a cabo a través de un proceso complejo que llamamos unidad-lucha-unidad: o sea, forjar unidad con personas de diversas capas sociales y puntos de vista en torno a problemas sociales importantes, tanto las “fallas sísmicas” críticas del sistema como una amplia gama de otros problemas; dentro de esa unidad bregar sobre cuestiones de cómo ver al mundo, en los frentes ideológico y político; y mediante ese proceso de lucha seria, desarrollar esa unidad a un nivel más alto y más fundamentado. En todo esto, nuestra meta es repolarizar la situación política: superar las divisiones y la falta de unidad y de confianza, y dirigir el frente único que se necesitará no solamente para hacer la revolución, sino para avanzar hasta llegar a la sociedad comunista.
    A la luz de todo eso, quiero llamar la atención al libro Away With All Gods! Unchaining the Mind and Radically Changing the World (¡Abajo todos los dioses! Desencadenar la mente y cambiar radicalmente el mundo), que se publicará oficialmente el mes entrante pero que está a la venta aquí, y que cuestiona de manera muy poderosa la religión y las maneras en que las creencias religiosas son una traba para la gente. Distribuir este libro muy audazmente es un ejemplo perfecto de retar a la gente a romper con la esclavitud mental y a hacerse emancipadores de la humanidad.

    “Sobre la posibilidad de la revolución”

    Por último, es importante tocar una pregunta muy grande: ¿es posible ganar en un país como este? Con respecto a esto, quiero leer un corto pasaje del muy importante artículo que salió en nuestro periódico “Sobre la posibilidad de la revolución”. El artículo dice:
    El año pasado, en la charla “Forjar otro camino” (que Revolución acaba de publicar como serie y que se encuentra en revcom.us), Bob Avakian llama la atención al hecho de que hay “‘dos cosas que no sabemos hacer’ — es decir, responder a la represión y ganar cuando se presente el momento… Lo digo para recalcar la necesidad de esforzarnos en esto — de una manera apropiada y no de maneras poco apropiadas”.
    Continúa, hablando del tema de ganar cuando llegue la hora:
    “Tenemos que abordar la cuestión de ganar de una manera muy seria y no infantil, y no de una manera que ayude a la reacción, con su concentración de poder [encarnada en la clase dominante imperialista], a aplastar todo intento de crear un mundo nuevo”.
    Para subrayar más esa orientación, Avakian incluye en “Forjar otro camino” una declaración publicada en Revolución titulada “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, que empieza así:
    “La revolución es un asunto sumamente serio y hay que abordarla de manera seria y científica, y no con expresiones subjetivas e individualistas de frustración, alardes, poses y acciones que van en contra del desarrollo de un movimiento revolucionario de masas cuya meta es un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, y cuyos medios coinciden fundamentalmente con esa meta y sirven para plasmarla en realidad. La revolución, y especialmente la revolución comunista, es y tiene que ser la acción de las masas populares, organizadas y dirigidas para librar una lucha cada vez más consciente para abolir todos los sistemas y las relaciones de explotación y opresión, y llevar a la humanidad a trascenderlas” (“Puntos esenciales” salió originalmente enRevolución #55, 30 de julio de 2006, y se publica como Apéndice del folletoRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, p. 91).
    Conforme a esa orientación, en “Forjar otro camino” y sobre la base de lo que se dice en “Puntos esenciales”, Avakian llama a estudiar y bregar en la esfera de la teoría y concepción respecto al problema de ganar cuando surja el momento. Como dice:
    “En charlas previas he hablado de que hay dos pistas en relación con el problema de ganar, en relación con la conquista del poder cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones. En vista de lo que acabo de leer (el texto completo de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución’), y con esto como plantilla o fundación —y desde un punto de vista estratégico y no inmediato—, debemos entender el papel y la relación dialéctica de estas dos pistas. Son pistas separadas, y solo con un cambio cualitativo de la situación (como explica lo que acabo de leer de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria’)… podrán confluir. Hasta ese entonces, solo se pueden desarrollar correctamente —y hay que desarrollarlas— como pistas separadas.
    “La primera pista, que es el principal enfoque y contenido ahora, es el trabajo político, ideológico y organizativo, guiado por la orientación estratégica del frente único bajo la dirección del proletariado, con la meta de hacer preparativos políticos para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario en una escala masiva. Esto es lo que quiere decir ‘acelerar mientras se aguarda’ el desarrollo de una situación revolucionaria.
    “La segunda pista significa y en esencia es el desarrollo de la teoría y la orientación estratégica para poder responder y ganar cuando las dos pistas puedan y deban confluir, con un cambio cualitativo del terreno político objetivo con el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario (como he explicado aquí y se presenta en forma concentrada en ‘Puntos esenciales’). Lo apropiado ahora es prestarle atención a la esfera de la teoría, el pensamiento y el conocimiento estratégicos, y aprender de una manera profunda y global de toda clase de experiencia. Es necesario estudiar todas esas diversas experiencias y sintetizarlas desde una perspectiva estratégica correcta, para acumular los conocimientos y así profundizar la comprensión teórica y la concepción estratégica”.
    Y, ampliando un punto que señaló Mao Tsetung, Avakian ha destacado la orientación fundamental de que es sumamente importante no dejarse restringir por la superstición y la convención —ni tampoco por lo que, hasta este momento, se ha considerado cierto—, sino que hay que abordar todos los problemas con el pensamiento crítico y creativo, basado en los principios y métodos científicos19.
    Así que, en cuanto a ese problema enorme, de ganar cuando se presente el momento, recomiendo firmemente que consigan el folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, que contiene ese artículo, o que lo descarguen en línea de revcom.us y lo lean, artículo que se guía por el método de Bob Avakian.

    Conclusión

    Ese ha sido un esbozo de la nueva síntesis —una nueva concepción de la revolución y el comunismo, que apunta a una sociedad radicalmente diferente y, en última instancia, a un mundo comunista, sin explotación y sin relaciones opresivas entre la gente. Esa nueva síntesis ha “ideologizado” la revolución de regreso al escenario y representa objetivamente, como dice Avakian, “una fuente de esperanza y osadía sobre una base científica sólida”20.
    Los que estamos aquí tenemos que asumir esta nueva síntesis en serio, adentrarnos en ella y convertirla en una fuerza ideológica y política poderosa para transformar el mundo, mientras que bregamos más plena y continuamente con la obra extensa, rica y en constante desarrollo, y el método y enfoque, que está forjando Bob Avakian.
    Quisiera concluir leyendo un pasaje de la parte final del libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, que visualizael futuro comunista por el cual estamos luchando:
    Hoy en día solo es posible conjeturar, y soñar, acerca de las manifestaciones que presentarán las contradicciones sociales en la sociedad comunista del futuro y cómo se resolverán. ¿Cómo se abordará el problema de combinar las fuerzas productivas avanzadas, que requieren un grado significativo de centralización, con la descentralización y la iniciativa local (y qué querrá decir “local”)? ¿Cómo se abordará en la sociedad comunista la cuestión de criar nuevas generaciones, lo que ahora se realiza de una forma atomizada y por medio de relaciones opresivas en la familia? ¿Cómo se le prestará atención al desarrollo de campos específicos de conocimiento o a proyectos que requieran concentración especial, sin convertirlos en el “coto especial” de ciertos individuos? ¿Cómo se manejará la contradicción entre habilitar a la población a adquirir destrezas y conocimientos versátiles y al mismo tiempo cumplir con la necesidad de cierto nivel de especialización? ¿Y qué de la relación entre iniciativas individuales e intereses personales por un lado y sus responsabilidades y contribuciones sociales por el otro? Parece que siempre será el caso que, con respecto a cualquier cuestión, o controversia, en particular, habrá un grupo —y como regla general será una minoría al principio— que la entenderá a un nivel más correcto y avanzado; pero ¿cómo se utilizará esto para el beneficio de todos y cómo se impedirá que se consoliden grupos en “defensa de sus propios intereses”? ¿Cuáles serán las relaciones entre diferentes partes y regiones del mundo —puesto que ya no existirán países— y qué tratamiento se le dará a las contradicciones entre lo que se podría llamar “comunidades locales” y las asociaciones de más alto nivel, hasta llegar al nivel mundial? ¿Qué significará en términos concretos ser ciudadanos del mundo, específicamente por lo que respecta a lugar de residencia, de trabajo, etc.—, se “alternará” de una parte del mundo a otra? Y, ¿cómo se tratará la cuestión de diversidad lingüística y cultural versus la unión mundial de la humanidad? ¿Y podrán creer los miembros de la sociedad comunista, aun con su conocimiento de la historia, que efectivamente existió una sociedad como esta que ahora nos aprisiona, y que para colmo se declaraba eterna y el máximo pináculo que la humanidad era capaz de alcanzar? Estos asuntos y muchísimos más hoy día solo pueden ser tema de especulación y de sueños; pero incluso plantear estas preguntas, e intentar visualizar cómo se abordarán en una sociedad donde las diferencias de clases, el antagonismo social y la dominación política ya no existan es en sí sumamente liberador para cualquiera que no tenga un interés creado en el orden actual21.

    ¿No es este un futuro para el cual vale la pena dedicar la vida?

    ¡Éntrale a la nueva síntesis! ¡Sé parte de emancipar a la humanidad!

    Notas
    1. “Criminalizing the Classroom: The Over-Policing of New York City Schools”, NYCLU, ACLU, marzo 2007. [back]
    2. “Battle Company Is Out There,” Elizabeth Rubin, revista New York Times, 24/02/2008. [back]
    3. “In Oil Rich Angola, Cholera Preys Upon Poorest,” Sharon LaFraniere, New York Times, 16 de junio de 2008. [back]
    4. Anita Gradin, comisionada de la Unión Europea, Martina Vandenberg, “The Invisible Woman,” The Moscow Times, 8 de octubre de 1997. [back]
    5. Latin American Working Group. [back]
    6. Adam Liptak, “US Imprisons One in 100 Adults Report Finds”, New York Times, 29 de febrero de 2008. [back]
    7. El audio de la charla El communism y la democracia jeffersoniana está en línea en bobavakian.net y revcom.us [back]
    8. Bob Avakian, Observations on Art and Culture, Science and Philosophy (Chicago: Insight Press, 2005) y Bob Avakian y Hill Martin, Marxism and the Call of the Future: Conversations on Ethics, History, and Politics (Chicago: Open Court Publishing/Carus Publishing, 2005). [back]
    9. ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, número 50 de la revista Revolución, enero de 1982, próximo a salir en revcom.us, y Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica, en Obrero Revolucionario, Nos. 316-317, 5 y 12 de agosto de 1985, próximo a salir en revcom.us. [back]
    10. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 31. En línea: revcom.us. [back]
    11. Carlos Marx, La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, en C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, tomo 1. [back]
    12. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 52. En línea: revcom.us. [back]
    13. La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, en revcom.us. [back]
    14. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 35. En línea: revcom.us. [back]
    15. Pregunta tres de la sesión de preguntas y respuestas de Las 7 Charlas (en audio en inglés), colocada en bobavakian.net el 4 de agosto de 2006; hay una versión impresa en español: “La revolución que queremos debe ser capaz de incluir a los Arundhati Roy; y más que incluirlos debe darles la bienvenida”, Revolución #67, 29 de octubre de 2006, en revcom.us. [back]
    16. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 35-36. En línea: revcom.us. [back]
    17. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 40. En línea: revcom.us. [back]
    18. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de RevoluciónRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 11. En línea: revcom.us. [back]
    19. “Sobre la posibilidad de la revolución”, en el folleto de RevoluciónRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 80-81. En línea: revcom.us. [back]
    20. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de RevoluciónRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 37. En línea: revcom.us. [back]
    21. Democracy, Can’t We Do Better Than That (Chicago: Banner Press, 1986), p. 266. [back]

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    Bob Avakian sobre el internacionalismo

    ¿Residuo del pasado o vanguardia del futuro?

    Obrero Revolucionario #1263, 26 de deciembre, 2004, posted at rwor.org
    Nota de la redacción: A continuación publicamos unos pasajes de una charla reciente de Bob Avakian. Hemos añadido las notas.
    Al volver a leer unos comentarios que escribí sobre la lucha y el movimiento internacional (centrados en la cuestión de la contradicción principal en el mundo)1, me llamó la atención el hecho de que aunque la cuestión de la contradicción principal (y la posición básica de nuestro partido hacia ella) está muy relacionada con principios cruciales para el movimiento internacional, y específicamente con el concepto y la práctica del internacionalismo, es necesario abordar y debatir más directa y explícitamente la cuestión del internacionalismo en sí en el movimiento comunista internacional.
    En las notas sobre epistemología,2 señalé que me he empeñado en hacer una ruptura epistemológica desde los tiempos de Conquistar el mundo (CEM).3 Pero al releer CEM y también "Impulsar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica",4 (otra charla que di a principios de los años 80), me impactó ver que además de una ruptura epistemológica también se ha dado una ruptura con respecto al internacionalismo proletario. Repito, se da en CEM y en "Impulsar", y esta última segunda charla en especial no ha recibido el estudio y la discusión que requiere.
    En ambas obras (y un poco más desarrollada en la segunda) se halla una nueva síntesis del internacionalismo: lo que es y lo que implica. Se halla una discusión sobre el modelo de internacionalismo de Connolly, un revolucionario irlandés contemporáneo de Lenin cuyo punto de partida era "de la nación hacia fuera", que planteó esencialmente una visión nacionalista del internacionalismo, en contraposición a la visión de Lenin. "Impulsar" presenta una discusión elaborada de la definición de internacionalismo de Lenin: esforzarse por la revolución en el país propio y apoyar esa línea y programa en otros países. Explica la posición de Lenin (que argumenta por ejemplo en "La revolución proletaria y el renegado Kautsky")5 de que la orientación fundamental no debe ser "mi país" sino mi contribución a la lucha revolucionaria mundial. "Impulsar" también critica la visión predominante del internacionalismo en el movimiento comunista internacional, que se inclina a la posición de Connolly (aunque no era comunista), a la noción de que el internacionalismo es algo que le ofrece un país a otro, y que parte en la práctica más de "mi país" que de mi contribución a la revolución mundial. Pero además de criticar esa posición y hacer una ruptura con ella, algo sumamente importante y novedoso de "Impulsar" es que exhorta a combinar la definición de internacionalismo de Lenin con la orientación de partir primero que todo del nivel mundial; a examinar el mundo en su totalidad para determinar en cualquier momento dado dónde se pueden lograr los avances más importantes para toda la lucha internacional, por medio de una combinación de factores objetivos y subjetivos; y a que los partidos de cada país obren en consecuencia y den apoyo político para contribuir a esos avances, aun a costa de sacrificios de parte de los partidos en cuestión y de la lucha en "su" país.
    La exhortación a sintetizar esos dos aspectos es nueva en el movimiento internacional, pero no ha recibido la suficiente atención.
    *****
    Aquí quisiera hacer unos cuantos comentarios más sobre esa concepción del internacionalismo y sobre el énfasis de que la arena internacional es fundamentalmente decisiva. Esto supone una crítica al punto de Mao sobre las condiciones internas y externas (que para la lucha y el cambio en un país dado las condiciones internas son decisivas, y que las condiciones de "fuera" del país son externas y secundarias). Hace unos años publiqué en el OR el artículo "La base filosófica del internacionalismo proletario,6 que sustentaba que en la época del imperialismo en particular la arena internacional y los cambios y sucesos a ese nivel son más decisivos y determinantes de lo que pasa en un país que las "condiciones internas" tomadas por sí mismas. Este es un punto sumamente importante... y sumamente polémico.
    Sin embargo, ni nosotros ni nadie debe pensar que eso significa que estamos, como Lenin dijera una vez, "suspendidos en el aire" y que no se puede hacer la revolución en un país dado porque la arena internacional es fundamentalmente decisiva. Eso es una vulgarización mecanicista de este principio. Hace poco encontré esta cita de El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo!7al releer "Vencer las dos grandes cuestas",8 y me parece muy importante en este contexto:
    "...esas condiciones [las condiciones necesarias para el comunismo] solo se pueden alcanzar a escala mundial, después de un largo y tortuoso proceso de transformación revolucionaria en que habrá un desarrollo desigual, la toma del poder en diferentes países en diferentes momentos, y una compleja dialéctica entre las luchas revolucionarias y las transformaciones revolucionarias de la sociedad en esos países; una dialéctica en que lo fundamental y decisivo en última instancia es la arena internacional, y en que el efecto mutuo y el apoyo mutuo de las luchas de los proletarios de cada país constituyen el eslabón clave para transformar cabalmente al mundo entero" ( El falso comunismo, p. 107, nota de pie).
    En otra parte de "Vencer las dos grandes cuestas" se recalca un punto relacionado:
    "la iniciativa que tomen la vanguardia revolucionaria y las masas en ciertos países y los avances que logren en la lucha revolucionaria afectarán de manera significativa la situación y la lucha internacional y podrían, en ciertas circunstancias, transformarla cualitativamente. Este es otro ejemplo de la relación dialéctica entre la situación y los acontecimientos al nivel mundial y en ciertos países, y del ‘entremado’ e interpenetración constante entre ellos, como el hecho de que se pueden encontrar aspectos del uno dentro del otro. Los cambios que se dan en ciertos países son simultáneamente parte de este aspecto (el país en particular) y del otro aspecto (la situación mundial), y los grandes cambios que se dan en un país en particular son parte de la situación internacional y a la vez la afectan de manera significativa... Reconociendo que la arena internacional desempeña el papel decisivo en última instancia, y tomando como punto de partida fundamental la lucha revolucionaria mundial y hacen todo lo posible para con tribuir a esa lucha, ellos [la vanguardia y las masas de ciertos países] deben tomar la máxima iniciativa posible en cualquier momento dado, transformar necesidad en libertad al mayor grado posible, y no desviar el ojo de la meta para no perder ni desperdiciar la oportunidad de vencer la primera gran cuesta y conquistar el poder dondequiera que tal oportunidad se presente, por medio de cualquier combinación de factores objetivos y subjetivos en un país dado o por todo el mundo".
    ¿Residuo del pasado... O vanguardia del futuro?
    Todos estos asuntos se concentran en una pregunta que se le plantea a nuestro partido y a todo el movimiento comunista internacional: ¿vamos a ser simplemente un residuo del pasado (de las olas pasadas de la revolución proletaria) o vamos a ser una vanguardia del futuro? Con todas las vueltas y revueltas que supone (recordando la importante observación de Mao de que el futuro es brillante pero el camino es tortuoso), ¿vamos a ser los representantes de la revolución del futuro? Eso es lo que se está batallando hoy, y hay que batallarlo de una forma más concienzuda y sistemática. ¿Vamos a ser un residuo del pasado o una vanguardia del futuro? La concepción y, por ende, la práctica del internacionalismo proletario tiene enorme impacto en esas dos posibilidades, esos dos caminos: ser residuo del pasado o vanguardia del futuro.
    NOTAS:
    1. Esos comentarios son parte de un debate en el cuarto plenario del Comité Central del PCR,EU en 1980 y salieron en el OR No. 132 (27 de noviembre de 1981) con el título "Contradicciones fundamental y principal al nivel mundial". El OR volvió a publicar el documento en el No. 172 (17 de septiembre de 1982), junto con un nuevo artículo titulado "Más sobre la contradicción principal en el mundo actual".
    2. "Sobre epistemología: Sobre conocer, y cambiar, el mundo", OR No. 1262 (9 de diciembre de 2004).
    3. "Conquistar el mundo—Deber y destino del proletariado internacional", revista Revolución No. 50, diciembre de 1981.
    4. Revista Revolution No. 51, primavera de 1984.
    5. V.I. Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín: 1972.
    6. OR No. 96 (13 de marzo de 1981).
    7. Bob Avakian, El falso comunismo ha muerto... ¡Viva el auténtico comunismo!(Chicago: RCP Publications).
    8. "Vencer las dos grandes cuestas: Más acerca de conquistar el mundo" es una charla de Bob Avakian de fines de los años 90. Unas partes de la charla salieron en el OR y están en la internet en rwor.org. La serie "Sobre la democracia proletaria y la dictadura del proletariado: Un punto de vista radicalmente diferente sobre cómo dirigir la sociedad" salió en el OR Nos. 1214 a 1226 (5 de octubre de 2003 a 25 de enero de 2004). La serie "Cómo vencer la cuesta" salió en el OR Nos. 927, 930, 932 y 936-940 (12 de octubre, 2 de noviembre, 16 de noviembre y 14 de diciembre de 1997 a 18 de enero de 1998). Otras dos partes de esa charla son "Materialismo y romanticismo: ¿Podemos prescindir de los mitos?" en el OR No. 1211 (24 de agosto de 2003) y "Otro vistazo a George Jackson" en el OR No. 968 (9 de agosto de 1998). Todos estos artículos se pueden encontrar en la internet en rwor.org.


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    CARTA A LOS PARTIDOS Y LAS ORGANIZACIONES PARTICIPANTES DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO INTERNACIONALISTA El Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos 
    [Nota de publicación: Esta carta fue distribuida originalmente entre los partidos y organizaciones participantes del Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI). Al ponerla a la disposición del público, se incluye como Apéndice lo que inicialmente era una Nota de Introducción, y para fines de claridad, se han hecho algunas leves modificaciones de dicho Apéndice y del cuerpo texto de la carta.] Estimados Camaradas: Les escribimos en un momento cuando la experiencia compartida de trabajar juntos en el Movimiento Revolucionario Internacionalista nos ha llevado a una coyuntura aguda donde las fuerzas anteriormente unidas en él se están dividiendo con respecto a cuestiones cardinales. Enfrentamos un momento cuando hay que librar la lucha de dos líneas en torno a las cuestiones más fundamentales de cuál línea ideológica y política definirá el movimiento comunista internacional, y de si va a haber un comunismo genuino en el mundo de hoy. La formación del MRI en 1984 fue el comienzo de un papel muy importante que jugaba por dos décadas como el centro embrionario de las fuerzas maoístas en el mundo — es decir, los que en ese entonces se comprometieron con llevar adelante el legado de Mao Tsetung para hacer avanzar el comunismo después de la derrota de la revolución en China en 1976. Como todos sabemos, desde hace varios años el MRI ya no funciona como tal centro. Las causas de esta situación forman parte de la polémica actual, mientras la gran necesidad de la unidad de los comunistas revolucionarios en el plano internacional basada en la cohesión de principios en torno a una correcta línea ideológica y política es ahora aún más importante. Pero semejante unidad puede y debe lograrse solo por medio de una intensa lucha de dos líneas. No llevar adelante este proceso ha hecho mucho daño. Consideremos, por ejemplo, los levantamientos en el norte de África y Medio Oriente en 2011 cuyas secuelas continúan en formas complejas y contradictorias, y veamos las consecuencias de la falta de una fuerza internacional de comunistas con claridad en torno a una línea fundamentalmente revolucionaria y que luche por ella en oposición a las “soluciones” falsas. En ese levantamiento, así como en otros estallidos de las masas, como los movimientos “Ocupa” que han surgido principalmente en los países imperialistas, es fácil reconocer la gran necesidad de una proyección clara y afilada de una línea comunista revolucionaria y la necesidad de que las fuerzas comunistas unan sus esfuerzos para afectar una situación cada vez más compleja, desarrollando las fuerzas que pudieran dirigir estas luchas por un camino que salga del marco actual en que está atrapada la humanidad. Las alternativas que se presentan a las masas por todo el mundo son, en la mayoría de los casos, una u otra variante de sistemas dominados por clases dominantes anticuadas que no dirigen a la gente 2 por el rumbo de liberarse de la dominación del sistema de capitalismo e imperialismo y por el camino hacia el socialismo y finalmente el comunismo. Sin una tendencia comunista revolucionaria auténtica, que sea capaz de presentar una visión y un programa viables y verdaderamente liberadores, y sobre esa base forjar vínculos con las masas atrapadas en circunstancias horrendas por todo el mundo y dirigirlas, la gente queda y se quedará atrapada entre alternativas reaccionarias. Establecer organización y dirección comunista revolucionaria que pueda arraigarse en países particulares en el contexto de una línea ideológica común a nivel mundial será parte crucial de iniciar una nueva etapa de revolución proletaria. Es un hecho sencillo que no puede haber ningún marco viable para la organización internacional de comunistas sin enfrentar estas cuestiones de línea ideológica y política que van al meollo de qué es el comunismo, rompiendo con conceptos que están en contradicción con el comunismo. El movimiento comunista internacional [MCI] necesita avanzar y lo que sirve como la base para tal avance es el andamiaje político y teórico básico desarrollado por Bob Avakian, Presidente del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos [PCR, Estados Unidos], con la nueva síntesis del comunismo. Más fundamentalmente, se ha llegado al atolladero, no por la obstrucción de uno u otro Partido, ni por la inactividad del CoMRI [Comité del MRI] frente a las agudas diferencias de línea, ni siquiera, en lo fundamental, por la muy real traición de la revolución en Nepal con todas las secuelas negativas (de la que hablaremos más adelante). Más bien, la crisis del MRI y del movimiento comunista revolucionario más en general surgió porque el entendimiento en que se basaba el movimiento, lo que hemos llamado marxismo-leninismo-maoísmo [mlm], se está “dividiendo en dos”: su núcleo revolucionario correcto y científico se comprueba y también se está avanzando a nuevos niveles, mientras que en la política y la teoría se han identificado errores secundarios que son, sin embargo, reales y perjudiciales y se puede y se necesita luchar para desarraigarlos como parte de dar el salto que se necesita. Este es el enfoque que han adoptado Bob Avakian y nuestro Partido, y hemos llamado a otros a unirse con nosotros para satisfacer esa gran necesidad. En oposición a esto, se ha consolidado una línea y cosmovisión que eleva estos mismos errores a nivel de principio y construye un “maoísmo” que sólo comparte una cáscara vacía con la política e ideología comunista revolucionaria que representó y forjó Mao, mientras que esa línea errónea denuncia como “contrarrevolucionaria” la nueva síntesis del comunismo. 
    I. EL COMUNISMO EN UNA ENCRUCIJADA 
    Después del golpe de estado en China, la formación del MRI dio aliento y orientación a los comunistas revolucionarios por todo el mundo. El MRI se lanzó a una batalla política e ideológica unido y basándose en lo que fue en aquel entonces un entendimiento avanzado reflejado en la Declaración1 . Unidos en torno a ese fundamento básico, los camaradas de diferentes países desarrollaban la práctica comunista revolucionaria de acuerdo con la estrategia y la etapa de desarrollo del proceso revolucionario en sus países particulares. En algunos casos, de acuerdo al carácter básico del respectivo país y de las condiciones concretas, más notablemente en Perú y Nepal, los camaradas pudieron lograr verdaderos avances al dirigir a las 3 masas en Guerra Popular. Pero los camaradas en varios países también tropezaron con graves obstáculos y en algunas partes el proceso revolucionario fue revertido o se estancó, lo cual ha tenido su impacto en el MRI en general. Existe una verdadera necesidad de examinar científicamente toda esta experiencia, en diferentes países y a nivel mundial. Aún más, se necesita ubicar esas experiencias y lo que se debe aprender de ellas en el contexto más amplio de resumir toda la trayectoria del movimiento comunista, el desarrollo histórico y actual de la teoría comunista y dar la lucha sobre las distintas líneas que han surgido respecto a las lecciones que deben sacarse de esta experiencia, así como de la experiencia social y científica más en general. Desde hace varios años, nuestro Partido viene destacando la encrucijada que enfrenta el movimiento comunista internacional, presentando nuestro entendimiento de la naturaleza y la causa de la actual crisis, invitando e insistiendo en que los camaradas breguen seriamente con la nueva síntesis desarrollada por Bob Avakian. En realidad se han examinado muy poco los verdaderos obstáculos y contradicciones en el proceso de hacer la revolución, tanto con referencia a la experiencia más reciente del MRI como, de aún mayor importancia, lo de resumir y aprender de la revolución proletaria en su conjunto. Sin embargo, aunque casi ni empieza el debate necesario, continúan y se agudizan las divergencias dentro del movimiento comunista internacional y de ahí surgen distintas propuestas de qué hacer. En 2009, publicamos El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, que resume nuestra evaluación de la meta general de la revolución comunista y una apreciación de la actual encrucijada que enfrenta el movimiento comunista2 . Se resume con bastante filo la orientación en el Capítulo V, “El comunismo en una encrucijada: ¿Vanguardia del futuro o residuo del pasado?” En 2009, mandamos una carta a todos los partidos y las organizaciones participantes del MRI, pidiendo su evaluación y respuesta a este Manifiesto. Hasta la fecha, solo unos pocos han respondido a esta solicitud. Esto no es aceptable, es una manifestación concreta del enfoque equivocado para hacer avanzar el movimiento comunista internacional en esta coyuntura clave. En cambio, algunos de los que se han negado por completo a entrarle a esto, están emitiendo llamados a formar un nuevo movimiento comunista internacional basado en lo que llaman “marxismo-leninismomaoísmo”, sin ninguna explicación de lo que consideran que es el contenido del mlm y en particular, con una vergonzosa ausencia de deslinde con la línea revisionista que ha estado al mando del Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) desde 2005, lo cual no sorprende, ya que el PCUN(M) fue firmante del Llamado de 20113 . Hay algo irónico y erróneo en reivindicar la bandera del mlm, mientras se evita el punto clave de Mao de que “el que sea correcta o no la línea ideológica y política lo decide todo”, y se niega a abordar seriamente todas las cuestiones clave a esa luz. El movimiento comunista internacional a menudo ha visto ese tipo de enfoque al buscar la unidad sin principios, difuminar la diferencia entre el marxismo y el revisionismo y proceder en base al pragmatismo que también significa, de hecho, aceptar posiciones revisionistas. Ahí está la historia de la Segunda Internacional, cuando los “camaradas” terminaron apoyando a sus propios estados imperialistas y matando a tiros a los obreros en los países “enemigos” en la Primera Guerra Mundial. Ahí está toda la experiencia de muchas fuerzas tales como el Partido de los Trabajadores de Vietnam y otros, que argumentaban por la “unidad del movimiento comunista internacional” en los 1960, lo que quería decir exigir que se parara la lucha, liderada por Mao, contra el revisionismo contemporáneo, centrado en ese 4 entonces en la Unión Soviética. En décadas más recientes, ha habido varias otras iniciativas internacionales tales como las del Partido del Trabajo de Bélgica o del Partido Comunista de las Filipinas, que intentaron borrar la lucha contra el revisionismo y/o sustituir otros criterios distintos al comunismo revolucionario como la base de unidad. ¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian? Durante todo un período de tiempo Bob Avakian ha desarrollado la nueva síntesis del comunismo, la cual tiene bastante sustancia y abarca muchos elementos distintos. El mismo Avakian y nuestro Partido hemos abordado directamente el contenido de la nueva síntesis en varios documentos que se han publicado4 . Se han resumido los puntos esenciales en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del PCR, Estados Unidos. Es útil examinar como el Manifiesto presenta esto: “En filosofía y método, la nueva síntesis, en un sentido importante, está refundamentando el marxismo más plenamente sobre sus raíces científicas. También comprende aprender de la rica experiencia histórica desde los tiempos de Marx, defendiendo los objetivos y los principios fundamentales del comunismo, que se ha demostrado son correctos en lo fundamental, criticando y descartando los elementos que se ha demostrado son incorrectos o que ya no son aplicables, y estableciendo el comunismo aún más plena y firmemente sobre una base científica. “En la concepción original del desarrollo histórico de la sociedad hacia el comunismo, incluso en las formulaciones de Marx, había una tendencia —si bien claramente muy secundaria— a tener una visión un tanto estrecha y lineal. Por ejemplo, se manifiesta en el concepto de la ‘negación de la negación’ (la idea que las cosas se desarrollan de modo que a una cosa particular la niega otra cosa, lo que a su vez lleva a otra negación y una síntesis que encierran elementos de las cosas anteriores, pero a un nivel superior). Se tomó este concepto del sistema filosófico de Hegel, cuya filosofía tuvo una importante influencia en Marx (y Engels), aunque, en un sentido fundamental, estos reconfiguraron y pusieron sobre una base materialista la concepción de Hegel sobre la dialéctica, la que en sí se caracterizó por el idealismo filosófico (la idea de que la historia consta en esencia del desarrollo de la Idea). Como ha sostenido Bob Avakian, la ‘negación de la negación’ puede tender hacia el ‘inevitabilismo’ — como si a una cosa la tuviera que negar otra cosa de una manera específica, llevando a lo que es casi una síntesis predeterminada. La tendencia hacia el reduccionismo con respecto al desarrollo histórico sumamente complejo y variado de la sociedad humana, la tendencia hacia un ‘sistema cerrado’ y hacia el ‘inevitabilismo’, se vuelve más marcada y más problemática cuando se aplica al panorama histórico de la sociedad, de modo que se aproxima a ser una fórmula simplista — por ejemplo en la concepción: la sociedad de clases negó la sociedad primitiva sin clases (comunal); a su vez el surgimiento de otra sociedad sin clases negará esta sociedad de clases, pero sobre una base superior con la realización del comunismo en todo el mundo. “Para repetir, eso fue una deficiencia secundaria del marxismo, en sus cimientos (tal como Bob Avakian también ha sostenido: ‘El marxismo, el comunismo científico, no 5 encarna, sino que de hecho rechaza, cualquier idea teleológica… de que la naturaleza o la historia están dotadas de una especie de voluntad o propósito’). Pero semejantes tendencias se manifestaron más plenamente a medida que iba desarrollándose el movimiento comunista y eran particularmente notables, y tuvieron un efecto negativo en el pensamiento de Stalin, quien a su vez ejerció una influencia en las ideas filosóficas de Mao, aunque este rechazó e hizo una ruptura de manera importante con las tendencias de Stalin hacia la ‘rigidez’ y al materialismo mecánico y un tanto metafísico. La nueva síntesis de Bob Avakian conlleva una continuación de las rupturas de Mao con Stalin pero en algunos aspectos conlleva una ruptura más allá de las formas en que Mao mismo estuvo sujeto a la influencia, si bien de manera secundaria, del modo de pensar que había llegado a dominar en el movimiento comunista bajo la dirección de Stalin. “El internacionalismo. A comienzos de los años 80, en la obra ¿Conquistar el mundo?, Bob Avakian hizo una extensa crítica a las tendencias erróneas en la historia del movimiento comunista y, en particular, a la tendencia hacia el nacionalismo, hacia la separación entre la lucha revolucionaria de un país específico y la lucha revolucionaria mundial general por el comunismo, e incluso de elevar la primera por encima de la segunda. Examinó cómo se había manifestado esta tendencia en la Unión Soviética y en China, cuando eran socialistas, y la influencia que tuvo en el movimiento comunista en general, incluyendo en las acciones a veces marcadas de subordinar la lucha revolucionaria de otros países a las necesidades del estado socialista existente (primero la Unión Soviética y luego China). Además, Avakian analizó más la base material del internacionalismo: por qué, en un sentido fundamental y general, la arena mundial es la más decisiva, incluso respecto a la revolución en un país específico, sobre todo en esta época del imperialismo capitalista en tanto sistema mundial de explotación, y cómo hay que incorporar esa orientación en la manera de hacer la revolución en países específicos y a nivel mundial. “Si bien el internacionalismo siempre ha sido un principio fundamental desde que nació el comunismo, Avakian resumió cómo se ha transigido este principio en la historia del movimiento comunista y fortaleció los cimientos teóricos para llevar a cabo la lucha por eliminar tales desviaciones del internacionalismo y hacer avanzar la revolución comunista de una manera más plenamente internacionalista. “Sobre el carácter de la dictadura del proletariado y la sociedad socialista como transición al comunismo. Si bien ha estudiado profundamente los grandes avances de Mao acerca de la naturaleza de la sociedad socialista como transición al comunismo —y las contradicciones y las luchas que caracterizan esta transición y cuya resolución, en una u otra dirección, determinará si el avance continúa hacia el comunismo o que la situación vuelve hacia atrás al capitalismo—, ha aprendido de esos avances, los ha defendido firmemente y los ha propagado, Bob Avakian ha reconocido y subrayado la necesidad en la sociedad socialista de tener un papel mayor para el disentimiento, de promover más la efervescencia intelectual y de tener un ámbito más amplio para la iniciativa y la creatividad en las artes. Ha criticado la tendencia hacia la ‘reificación’ del proletariado y otros grupos explotados (o anteriormente explotados) de la sociedad — una tendencia que considera que las personas específicas de estos grupos, como individuos, representen los 6 intereses generales del proletariado como clase y, en el sentido más amplio, la lucha revolucionaria que corresponde a los intereses fundamentales del proletariado. A menudo a esta tendencia la han acompañado puntos de vista y enfoques positivistas, pragmáticos y estrechos, que restringen lo que se considera pertinente o lo que se puede determinar (o declarar) que es cierto, a lo que tiene que ver con las experiencias y las luchas inmediatas en que las masas populares están participando y a los objetivos inmediatos del estado socialista y el partido dirigente en un momento dado. Eso, a su vez, ha acompañado tendencias —que constituyeron un aspecto marcado en la Unión Soviética y también en China cuando era socialista— hacia la noción de la ‘verdad de clase’, la cual de hecho se opone a la orientación científica de que la verdad existe objetivamente, no varía de acuerdo a los diferentes intereses de clase y no depende del punto de vista de clase que uno tenga en la búsqueda de la verdad. El punto de vista y método científico del comunismo —asumido y aplicado correctamente como ciencia viva y no como dogma— en un sentido general da el medio más global, sistemático y consecuente para llegar a la verdad, pero decir eso no es lo mismo que decir que la verdad en sí tiene carácter de clase ni que los comunistas llegarán a conocer la verdad acerca de un fenómeno específico mientras que las personas que no aplican o incluso se oponen al punto de vista y método comunista no son capaces de llegar a conocer importantes verdades. Tales concepciones de la ‘verdad de clase’, que han existido en diversas formas y en diversos grados en el movimiento comunista, son expresiones del reduccionismo y del materialismo vulgar y van en contra del punto de vista y el método científicos del materialismo dialéctico. “En otro aspecto relacionado de la nueva síntesis, Bob Avakian ha criticado un punto de vista unilateral en el movimiento comunista acerca de los intelectuales: de verlos solamente como un problema y no reconocer plenamente las formas en que pueden contribuir al rico proceso mediante el cual los integrantes de la sociedad en general llegarán a tener un conocimiento más profundo de la realidad y una mayor capacidad de llevar a cabo una lucha cada vez más consciente por transformar la realidad hacia el comunismo. De nuevo, como explica la Constitución de nuestro Partido: ‘Esta nueva síntesis también conlleva una mayor valoración del papel importante que juegan los intelectuales y los artistas en este proceso, dedicándose a sus propias visiones así como contribuyendo sus ideas a esta efervescencia más amplia — todo lo que, para repetir, es necesario para alentar un proceso mucho más rico…. ‘En esta nueva síntesis desarrollada por Bob Avakian, en resumen, tiene que haber un núcleo sólido, con mucha elasticidad. Esto viene siendo, ante todo, un método y un enfoque que tienen muy amplia aplicación…. Es necesario tener un firme conocimiento de los dos aspectos [el núcleo sólido y la elasticidad] y cómo se influyen mutuamente, para conocer y transformar todas las esferas de la realidad y es de importancia fundamental para hacer las transformaciones revolucionarias en la sociedad humana…. 7 ‘Aplicar a la sociedad socialista el enfoque del núcleo sólido con mucha elasticidad abarca la necesidad de tener un núcleo dirigente que se vaya expandiendo, que entienda claramente por qué se necesita la dictadura del proletariado y el objetivo de continuar la revolución socialista como parte de la lucha mundial por el comunismo, y que esté decidido a llevar a cabo esta lucha a través de todos los vaivenes, curvas y giros. A su vez, necesariamente habrá muchas diferentes personas y tendencias en la sociedad socialista que influyen en muchas diferentes direcciones — y a la larga todo eso puede contribuir al proceso de llegar a conocer la verdad y de llegar al comunismo. En ciertos momentos, este proceso se pondrá intenso, y la dificultad de abrazarlo todo —mientras que se dirija en amplio sentido todo el proceso hacia el comunismo— dará la sensación, como dice Avakian, de ir al borde de ser descuartizado, una y otra vez. Todo eso es difícil pero necesario, y es un proceso a que darle la bienvenida’. “Un tema que unifica todo eso es la orientación de ser ‘emancipadores de la humanidad’ que ha señalado Avakian: la revolución que hay que llevar a cabo, y en que las masas tienen que ser la fuerza motriz consciente, no tiene por objeto tomar venganza ni cambiar de posición en un marco estrecho (‘los últimos serán los primeros, y los primeros, últimos’), sino de transformar el mundo entero de modo que ya no haya personas que sean “las primeras” ni otras que sean “las últimas”; el derrocamiento del actual sistema, el establecimiento de la dictadura del proletariado y la continuación de la revolución en esas condiciones tienen por objetivo y propósito abolir todas las divisiones opresivas y relaciones explotadoras entre los seres humanos y avanzar hacia una época completamente nueva de la historia humana. “La orientación estratégica de la revolución. La nueva síntesis de Avakian ha refundamentado el trabajo comunista y lo ha enriquecido a partir del análisis básico de Lenin de que se necesita que las masas populares desarrollen una conciencia comunista no exclusiva ni principalmente por medio de su propia experiencia y luchas inmediatas sino mediante amplias denuncias de la naturaleza y los rasgos del sistema capitalista imperialista y una clara exposición de las convicciones, objetivos, punto de vista y método del comunismo, una conciencia que un partido de vanguardia organizado lleve a las masas de manera cabal y sistemática, vinculando la lucha en cualquier momento dado con el objetivo revolucionario estratégico y dirigiéndola hacia el mismo, y a su vez ‘planteando ante las masas’ los asuntos y problemas fundamentales de la revolución e integrándolas en el desarrollo de los medios para solucionar estas contradicciones y hacer avanzar la lucha revolucionaria. Con la dirección de Bob Avakian, se ha desarrollado, y se está desarrollando más, la orientación estratégica básica necesaria para llevar a cabo el trabajo revolucionario en un país imperialista, de acelerar mientras que se aguarda el desarrollo de una situación revolucionaria y el surgimiento de un pueblo revolucionario de millones y millones y aprovechar tal situación cuando por fin se presente — y poder luchar y ganar en esas circunstancias”. El Manifiesto del PCR, Estados Unidos hace una evaluación básica de toda la primera etapa del movimiento comunista y adónde necesitamos ir ahora: 8 “La primera etapa de revolución comunista avanzó muchísimo y logró cosas increíblemente inspiradoras, en la lucha por eliminar los obstáculos muy reales a los cuales hizo frente y por avanzar hacia un mundo en que se eliminen por fin todas las relaciones de explotación y opresión y la gente tenga una dimensión totalmente nueva de libertad y emprenda la organización y transformación continua de la sociedad en todo el mundo con una iniciativa voluntaria y consciente sin precedentes en la historia. Pero, como es lógico, había deficiencias importantes y errores reales, a veces muy serios, en las medidas prácticas que tomaron aquellos que dirigieron las revoluciones y las nuevas sociedades que gestaron, así como en sus concepciones y métodos. Estas deficiencias y errores no fueron la causa de la derrota de las tentativas iniciales de revolución comunista, pero sí contribuyeron a esa derrota, si bien de manera secundaria; y más allá de eso, hay que aprender de manera profunda y cabal de la experiencia general de la primera etapa —tanto sus logros verdaderamente inspiradores como sus errores y deficiencias muy reales, a veces muy serios, si bien en general secundarios— a fin de llevar adelante la revolución comunista en la nueva situación a la que hay que hacer frente y a fin de hacerla mucho mejor esta vez”. Es desde esta perspectiva de avanzar a partir de los logros iniciales de la revolución comunista y, sobre todo, hacerlo aún mejor esta vez, que necesitamos examinar cómo el movimiento comunista internacional puede salir de la encrucijada actual y proporcionar dirección a los revolucionarios y a la gente por todo el mundo que considera intolerable el actual orden mundial y que está buscando cada vez más una solución. A esa luz es particularmente necesario entender el proceso que ha pasado dentro del Movimiento Revolucionario Internacionalista, por qué ya no ha podido cumplir con el papel de un centro político embrionario y qué necesita hacerse para que se rescate y se revitalice el movimiento internacional en las condiciones de hoy. En el Manifiesto del PCR, Estados Unidos, se hace un análisis de las dos tendencias erróneas dentro del movimiento comunista internacional, que forman una especie de “reflejos opuestos” que juntos se oponen a la nueva síntesis que Avakian ha desarrollado y que representa el comunismo en el mundo hoy. Estas tendencias son, por un lado, las que tienen “un método de aplicar la teoría y los principios comunistas como una especie de dogma, afín al catecismo religioso”, y por el otro, las que “ignoran o rechazan el análisis comunista científico de las profundas contradicciones que han generado el peligro de la restauración capitalista en la sociedad socialista y quienes tratan de reemplazar ese análisis con una orientación basada en los principios y los criterios democrático-burgueses y en las nociones democrático-burguesas de legitimidad”. Estos “reflejos opuestos” comparten varias posiciones políticas y metodológicas que han estado presentes en el MRI, tales como: “Jamás emprender —ni tomar en cuenta de manera sistemática— un resumen científico de la anterior etapa del movimiento comunista, y en particular el pionero análisis de Mao Tsetung sobre el peligro y las raíces de la restauración capitalista en la sociedad socialista. Por ende, aunque defienden —o quizá en el pasado defendieron— la Revolución Cultural de China, no tienen ninguna concepción profunda o seria sobre por qué se necesitaba la Revolución Cultural y por qué y con cuáles principios y objetivos Mao la inició y la dirigió. En efecto reducen esta Revolución Cultural a otro episodio más del ejercicio de la dictadura del proletariado — o la reinterpretan como una especie de 9 movimiento democrático-burgués ‘contra la burocracia’ que en esencia representa una negación de la necesidad de una vanguardia comunista y su papel dirigente institucionalizado en la sociedad socialista a lo largo de la transición hacia el comunismo. “La conocida tendencia a reducir el ‘maoísmo’ a una mera receta para librar la guerra popular en un país del tercer mundo, mientras que una vez más pasan por alto o le restan importancia a la contribución más importante de Mao al comunismo: el desarrollo de la teoría y la línea de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado y todo el rico análisis y el método científico que fundamentaron e hicieron posible que se desarrollaran esa teoría y línea. “El positivismo, el pragmatismo y el empirismo. Si bien, para repetir, estos pueden asumir distintas expresiones de acuerdo con los diferentes puntos de vista y enfoques erróneos, lo que tienen en común es vulgarizar y degradar la teoría, reducirla a una exclusiva ‘guía para la práctica’ en el sentido más estrecho e inmediato, tratarla en esencia como un producto directo de la práctica específica y tratar de poner en pie de igualdad la práctica avanzada (que en sí, sobre todo de parte de estas personas, encierra un elemento de valoración arbitraria y subjetiva) y la teoría supuestamente avanzada. Un punto de vista dialéctico materialista y comunista científico lleva a entender que la práctica es el punto de origen y de corroboración fundamental de la teoría; pero, a diferencia de estas distorsiones empíricas y estrechas, es importante ver que se trata de la práctica en el sentido amplio, que abarca la amplia experiencia histórica y social y no simplemente la experiencia directa de un individuo, grupo, partido o país específico. Eso lo demuestran de manera poderosa el propio nacimiento y el posterior desarrollo de la teoría comunista en sí: desde los tiempos de Marx, se ha forjado y enriquecido esta teoría a partir de una amplia gama de experiencias, en una amplia gama de campos y a lo largo de una larga trayectoria del desarrollo histórico, en la sociedad y la naturaleza. Lo de la práctica como fuente de la teoría y la máxima ‘la práctica es el criterio de la verdad’ se pueden convertir y se convertirán en una profunda falsedad si se interpretan y se aplican de manera subjetiva, empírica y estrecha”. 
    II. EL DESARROLLO DE LA CRISIS DEL MRI 
    Lo que se citó arriba sigue en pie como un resumen sucinto de la actual coyuntura en el movimiento comunista internacional y en el MRI en particular. La actual crisis del MRI no sucede en un vacío — ni es principalmente el resultado de las dinámicas internas propias del MRI. Hay que considerarla con relación a los sucesos objetivos en el mundo, que a su vez han tenido su reflejo y sus consecuencias entre las filas de los comunistas. Durante varias décadas toda la experiencia de la revolución proletaria ha sido el blanco de un ataque implacable dirigido por las clases dominantes imperialistas triunfalistas que han proclamado “la muerte del comunismo”. Las calumnias y distorsiones de la gran experiencia de luchar por transformar el mundo por medio de la revolución las ha repetido y transmitido el grueso de los hacedores de opinión pública a través de los medios masivos, la academia, los partidos políticos y las organizaciones de masas. Este proceso ha sido tan implacable que los veredictos de la burguesía 10 sobre el proyecto comunista se encuentran por dondequiera y pasan esencialmente sin cuestionarse en el discurso público. Nuevas generaciones son impulsadas a luchar en contra del sistema capitalista devora-gente y todos los innumerables abusos y horrores que este sistema crea o sostiene y que viven en simbiosis con él. Sin embargo, hasta la gran mayoría de los que están luchando contra los abusos de este sistema y buscan alguna explicación por el estado del mundo y un medio para transformarlo quedan despistados, robados de la verdad histórica de los grandes logros de la primera ola de revolución proletaria o hasta convencidos de que este esfuerzo inmenso fue un “fracaso” o algo peor. Sin el comunismo revolucionario, los nuevos combatientes se quedarán con las aspiraciones reducidas, limitando sus esfuerzos a lo que en realidad es la tarea imposible de intentar reducir las desigualdades, la injusticia y la bancarrota espiritual del mundo del siglo 21, mientras se deja intacta la fuente del orden mundial actual: el sistema capitalista e imperialista. Se ha puesto el marco teórico para una nueva etapa de la revolución proletaria, pero para que esta etapa se realice —y cualquier cosa menor sólo significará la continuación de la miseria para las masas y de la frustración para los que buscan una salida—, existe una gran necesidad de convencer a nuevos grupos de mujeres y hombres de la necesidad, la deseabilidad y la viabilidad de construir un nuevo sistema social comunista en el mundo entero. Sin ganar a nuevos iniciadores de una nueva etapa del comunismo simplemente no habrá una nueva ola de la revolución proletaria. Sí, la opresión lleva a la resistencia, como señaló Mao. Pero el que esa resistencia lleve en realidad al derrocamiento del orden político y económico existente y conduzca a la transformación necesaria de las condiciones sociales dependerá de lo correcto o lo incorrecto de la línea ideológica y política. El golpe de estado en China y la formación del MRI Aunque la respuesta al golpe de estado en China en 1976 fue fundamental para el MRI, vale la pena volver a esto, no solo porque la mayoría de los que ahora participan en la vida política carecen de conocimiento directo de ese período, sino también porque a todos nosotros, grandes y jóvenes, nos vienen bombardeando constantemente con mentiras y distorsiones sobre este tema desde hace más de tres décadas. La revolución dirigida por el Partido Comunista de China había logrado el triunfo a nivel nacional en 1949, y se luchó por un nuevo sistema socialista y éste se estableció, lo cual llevó a enormes beneficios para los que antes eran oprimidos en China. Pero Mao Tsetung no se quedó contento con estos inmensos logros. Mientras aprendía de las contradicciones reales en la sociedad socialista en China, también examinaba la experiencia histórica previa que había resultado en la restauración del capitalismo en la Unión Soviética después de que llegara al poder Jruschov en 1956. Decidido a no repetir esa experiencia negativa, y buscando las formas para dirigir a las masas a seguir haciendo la revolución bajo las condiciones de la dictadura del proletariado, Mao dirigió una especie de revolución dentro de la revolución, encaminada a prevenir que China fuera arrastrada de regreso al capitalismo por una nueva burguesía nacida desde dentro del mismo Partido Comunista que se alimentaba de las desigualdades y los estigmas restantes de la vieja sociedad explotadora. Mao inició la Gran Revolución Cultural Proletaria 11 [GRCP] a mediados de los años 1960, desatando una explosión de energía revolucionaria transformadora sin precedente de entre las masas en China, que también sirvió de heraldo a los revolucionarios y oprimidos por todo el mundo. La GRCP señaló la posibilidad y los medios para realmente transformar la sociedad de una manera fundamental que la liberaría de todos los sistemas de explotación anteriores y de las cicatrices materiales e ideológicas de los siglos de división de clase. Mao analizaba los problemas de la revolución proletaria a nivel teórico y armaba política e ideológicamente al nuevo movimiento comunista con el punto de vista comunista revolucionario. Fue inmensa la atracción de la China revolucionaria y con ella, el maoísmo (llamado Pensamiento Mao Tsetung en ese entonces). Los guerrilleros que combatían en contra del colonialismo en África, muchos intelectuales revolucionarios europeos desde dentro de las mismas instituciones que debían producir en serie los funcionarios leales y los ideólogos del sistema burguesa, los jóvenes obreros revolucionarios en las barricadas de París en mayo de 1968, los participantes en el movimiento Naxalbari de la India o en las luchas por la tierra en Brasil, en las convulsiones que acompañaban la creación de Bangladesh de lo que antes había sido Pakistán Oriental, en medio del movimiento por la liberación de los negros en los Estados Unidos y en la lucha en contra de la agresión imperialista en Vietnam: en todos estos lugares y muchos, muchos más, la energía revolucionaria y la ideología comunista que irradiaba de China influenció enormemente a una nueva generación de revolucionarios. Esto sucedía en una situación en que la Unión Soviética se había transformado, de un estado socialista, un bastión revolucionario y una inspiración para los revolucionarios y los oprimidos por todo el mundo, a una sociedad revisionista que fue un obstáculo para la revolución. De esos tiempos turbulentos y la lucha de dos líneas mundial contra el revisionismo contemporáneo que dirigía Mao, muchos llegaron a abrazar lo que en aquel entonces se conocía como el marxismo-leninismo pensamiento Mao Tsetung, lo cual se había identificado como una etapa completamente nueva y más alta del marxismo-leninismo5 , aunque fuera primitivo y contradictorio su entendimiento del mlm en ese momento. Surgió internacionalmente un movimiento maoísta con el Partido Comunista de China como su centro ideológico, aunque ese movimiento no tenía ninguna estructura formal. La pérdida material de ese bastión socialista después de 1976, así como su rápida transformación en la repugnante monstruosidad capitalista que es China hoy, fue acompañada por un ataque en contra de las tesis básicas de Mao. Aunque fue lanzado por los nuevos gobernantes reaccionarios en China, encajó con el asalto ideológico más generalizado de la burguesía y sus representantes ideológicos por todo el mundo en contra del comunismo auténtico. Es imposible exagerar lo que significó todo esto para las fuerzas comunistas en ese momento y el movimiento revolucionario más en general. Se generalizaban la confusión y la desmoralización. Muchos buscaron diferentes formas de acomodarse al mundo dominado por el imperialismo y la reacción. Algunos otros, como Enver Hoxha —el líder de Albania, que había apoyado a Mao en la lucha práctica contra la Unión Soviética pero jamás entendió realmente ni aceptó sus tesis centrales, ni comprendió la teoría comunista revolucionaria que Mao llevaba a nuevos niveles—, terminaron atacando fieramente el Pensamiento Mao Tsetung y fomentando la descomposición ideológica, política y práctica del movimiento comunista existente 6 . 12 Para muchos en el movimiento maoísta de esa época, lo que entendieron como maoísmo o pensamiento Mao Tsetung, difícilmente podía separarse de una especie de nacionalismo revolucionario, limitada en esencia a desarrollar y librar la lucha revolucionaria contra el imperialismo y el semi-feudalismo. Muchos de esos camaradas nunca entendieron realmente ni compartían la orientación de Mao de llevar adelante la revolución por el rumbo de la meta del comunismo7 . En términos de clase, este pensar en realidad representaba la orientación y el punto de vista de sectores de la burguesía nacional en los países oprimidos, que veían el movimiento comunista como un vehículo para luchar en contra de la dominación imperialista de sus países y algunas reaccionarias fuerzas de clase internas vinculadas al imperialismo. En Occidente, hubo una verdadera atracción hacia la experiencia que se emanaba de China entre diferentes capas que vieron que esa experiencia del socialismo indicaba el camino a seguir para resolver muchas de las crueles desigualdades sociales y daba voz a los antes oprimidos. Esto incluía a algunos de la intelectualidad, atraídos por la manera en que Mao desató a las masas en contra de los seguidores del camino capitalista dentro del Partido en la Revolución Cultural y las críticas de Mao a Stalin y la experiencia soviética, pero que no entendieron realmente y de hecho terminaron oponiéndose al marco de Mao de defender y fortalecer la dictadura del proletariado. De hecho, el filósofo francés Alain Badiou, muy en boga ahora, dirigente de una agrupación mlm en Francia en los 1970, es un ejemplo de aquellos cuyo entusiasmo temprano por Mao estaba mezclado con el rechazo del entendimiento marxista-leninista básico que Mao llevaba adelante. Más tarde Badiou y muchos otros como él “resolvieron” esto por medio de abandonar del todo cualquier pretexto de maoísmo, y Badiou acopla esto con postular un “comunismo” que en esencia no es más que una glorificación de la democracia burguesa 8 . Después del golpe de estado contrarrevolucionario en China, este tipo de tendencias políticas erróneas que en parte se habían mantenido a raya por la fuerza ideológica y política de la China de Mao, por lo general abandonaron cualquier fachada de maoísmo. La mayoría de los comunistas o bien siguieron ciegamente a la cola de los nuevos gobernantes revisionistas de China y tomaron el camino al pantano, o de alguna forma distinta abandonaron el punto de vista y los objetivos de la revolución comunista. En esta situación crítica y extrema poco después del golpe de estado en China, comenzaron los esfuerzos tempranos para reagrupar a los comunistas restantes que llevaron a la formación del Movimiento Revolucionario Internacionalista en 1984. Era esencial luchar por conservar y hacer avanzar las fuerzas revolucionarias que no habían sido tragadas por la ola de desmoralización y capitulación que seguía al golpe de estado en China. El trabajo de Bob Avakian fue central y decisivo en este proceso, en particular al formular una crítica penetrante de los golpistas revisionistas en China (junto con sus ofuscadores “centristas”), así como sistematizar, popularizar y defender las contribuciones de Mao Tsetung a la ciencia del comunismo revolucionario9 . Hoy en día es obvio que el capitalismo manda en China, aunque domina un partido que mantiene el nombre de comunista, pero requirió ciencia verdadera para analizar y sintetizar esos sucesos a nivel de teoría comunista, y Bob Avakian dirigió una importante lucha en el PCR, Estados Unidos para retomar la línea correcta al respecto y después luchar por esto en el movimiento comunista internacional. Las cuestiones en juego para entender el golpe de estado en China hicieron necesario entrar profundamente en lo que Mao había analizado sobre la naturaleza contradictoria del socialismo, 13 sobre la base material e ideológica para el surgimiento de una burguesía “justamente dentro del partido comunista”, sobre la meta comunista y los medios para llegar a ella, y fundamental para todo esto, el desarrollo del materialismo dialéctico por Mao. Desgraciadamente, esto es muy distinto a cómo abordaron el análisis del golpe de estado en China la mayoría de las fuerzas en el movimiento comunista, incluso los que se opusieron a los golpistas. Hubo muchos (como se notó en el extracto citado anteriormente del Manifiesto del PCR, Estados Unidos), que seguían viendo el maoísmo en esencia como una receta para librar la guerra popular en un país del tercer mundo, y o bien no asimilaron o hasta rechazaron sus contribuciones más imprescindibles respecto a continuar la revolución bajo las condiciones de la dictadura del proletariado, tan central a todo el desarrollo del marxismo a un nuevo nivel que realizó Mao. Cuando el golpe de estado en China, aún no fue posible ver claramente que había llegado a su fin toda una etapa de la revolución proletaria. Hubo una necesaria lucha para llevar adelante la revolución proletaria desde las alturas que se habían logrado bajo la dirección de Mao Tsetung y los enormes logros de la Gran Revolución Cultural Proletaria de 1966-1976. Hubo una gran necesidad de defender el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung10, y hacía falta reagrupar y dar dirección a las fuerzas restantes del movimiento maoísta que estaban bajo ataque. Siempre había entendimientos muy divergentes y contradictorios de cómo sería posible hacer avanzar el movimiento comunista en las condiciones existentes en aquel tiempo y sobre qué base, y existían precursores de lo que ahora han llegado a ser las líneas incorrectas evidentes en el movimiento comunista internacional hoy en día. Retrospectivamente, podemos ver aún más claramente la importancia del trabajo de interrogación y evaluación que había comenzado Bob Avakian, que con el tiempo se cuajaría en lo que es ahora la nueva síntesis. La obra de Bob Avakian, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, representó un punto nodal particular en ese proceso. En esta obra Avakian empezó a resumir la experiencia de la revolución proletaria desde el período de Marx hasta el golpe de estado en China 11. A diferencia de esto, otros intentaron resolver la derrota por medio de reestablecer la presencia del maoísmo, esquivando la tarea crucial de abordar el significado de la contribución más grande de Mao Tsetung a la ciencia del mlm y la síntesis real que se había logrado. No obstante, pese a las diferencias existentes se detalló un entendimiento guía generalmente correcto en la Declaración del MRI, y esto guió el trabajo de su Comité dirigente, aunque hubo diferencias y luchas dentro del CoMRI sobre cuestiones importantes de línea durante este período. En particular, la Declaración se basó en el reconocimiento del gran desarrollo del marxismo en muchas esferas por Mao Tsetung, sobre todo el gran avance que representó su análisis de las contradicciones restantes en la sociedad socialista; la re-aparición de una clase capitalista desde dentro de estas contradicciones, con su cuartel general en el mismo Partido Comunista; y la necesidad de seguir llevando adelante la revolución proletaria durante todo el período de la transformación socialista hacia el vencimiento de los estigmas de la vieja sociedad capitalista y hasta alcanzar el comunismo. El reagrupamiento de fuerzas comunistas revolucionarias decididas a llevar adelante los grandes logros de la revolución comunista y sobre todo a seguir adelante por el camino trazado por Mao Tsetung fue una réplica poderosa al coro reaccionario de la muerte del comunismo y un factor importante para fortalecer la esperanza y la confianza en el futuro de la causa comunista en un momento muy sombrío. 14 A pesar de las disparidades y las contradicciones que examinaremos más adelante, el entendimiento avanzado reflejado en la Declaración en torno a la que se había unido el MRI también dio mayor ímpetu a distintos tipos de práctica revolucionaria — lo que incluía que, de acuerdo con la situación en diferentes países determinados, los comunistas emprendieron o se prepararon para la lucha armada por la conquista del poder. Donde todavía no existían las condiciones, o que todavía no se habían gestado dichas condiciones, para iniciar y llevar a cabo una guerra popular sobre una base correcta (así como en aquellos países en que dichas condiciones sí existían), emprendieron otras formas de movilizaciones de masas, tales como oponerse a la guerra imperialista y guerras de agresión, y en muchos casos, trabajar para desarrollar nueva organización comunista revolucionaria con un correcto programa y estrategia. Los participantes en el MRI dirigieron a las masas a dar apoyo político a los avances de los movimientos revolucionarios en diferentes partes del mundo y a unirse para hacer frente a los retrocesos. Eso se expresó de manera particularmente poderosa primero en el Perú y después en Nepal. Sin embargo, en las décadas desde la formación del MRI, se han dado importantes debates en el movimiento comunista internacional y entendimientos divergentes han surgido y se han agudizado. Se acumuló más experiencia positiva y negativa en librar la lucha revolucionaria bajo condiciones contemporáneas, y esto también ha dado lugar a más discusión y debate, sobre todo cuando las revoluciones en el Perú y en Nepal primero contribuyeron a reavivar la esperanza entre los revolucionarios y oprimidos pero después las dos llegaron a un punto muerto y cuestiones importantes de línea saltaron a primera plana. Durante todo ese período existían diferencias, que a veces llegaron a ser muy agudas, sobre cómo enfrentar los desafíos o incluso si se les debía enfrentar o no. Hoy estas diferencias se están materializando en líneas opuestas. Como hemos notado, las últimas décadas también eran un período de ataque ideológico implacable en contra del proyecto comunista. El colapso del social-imperialismo soviético y su bloque (el socialismo de nombre pero el imperialismo en esencia y en los hechos), después de la caída del Muro de Berlín en 1989, aceleró este ataque aún más cuando los imperialistas de Occidente intentaron retratar como “comunismo” lo que de hecho había sido socialimperialismo. Hubo algunos esfuerzos colectivos del MRI para responder a estos ataques, pero también existía una fuerte tendencia de pensar que se resolvería la disputa ideológica por medio del progreso en la lucha práctica, sobre todo el avance de las guerras populares. Esto tenía serias consecuencias negativas, tanto al interior de los partidos y las organizaciones participantes, como en la capacidad del MRI para responder a la reaccionaria ofensiva ideológica de los imperialistas con una visión de un comunismo viable y liberador. Con la notable excepción del trabajo que hacía Bob Avakian, por lo general los camaradas en el MRI prestaron poca atención al efecto de la ofensiva ideológica, y seguían con los enfoques pragmáticos y empiristas en su trabajo. Dentro del mismo PCR, Estados Unidos, esto fue un aspecto importante de la línea revisionista que iba en contra de la línea y la dirección de Avakian. La revolución cultural en el PCR, Estados Unidos, tratada en su Manifiesto 12, en esencia giró en torno a las mismas cuestiones que ahora están en el centro de la lucha en el MRI, en pocas palabras, la nueva síntesis desarrollada por Bob Avakian. El hecho de que hubo la 15 necesidad de tal revolución cultural en nuestro Partido es en realidad una expresión de la misma encrucijada que tiene que enfrentar todo el movimiento internacional. No es posible, ni es deseable, contestar ni los ataques del enemigo ni las preguntas legítimas de las masas por medio de simplemente repetir el entendimiento anterior, incluso la versión más avanzada de ese entendimiento que Mao planteó (y por supuesto, ese tipo de dogmatismo vacío no refleja y no puede reflejar de hecho el enfoque revolucionario de Mao, sino inevitablemente lo destripa y lo convierte en una caricatura estéril). Hay respuestas a las cuestiones espinosas de qué aprender de la experiencia pasada, qué hacer para que la siguiente etapa de la revolución proletaria avance más hacia la sociedad comunista. Pero como lo ha dicho Avakian al hablar de la necesidad de entender la pérdida en China, hay que escarbar para encontrar las respuestas. De hecho, si los comunistas revolucionarios no examinan la inmensa experiencia de la revolución proletaria y las condiciones materiales reales que enfrentaron esas revoluciones, incluyendo en su carácter contradictorio, ese error preparará el terreno, la mayoría de las veces, para el conocido salto político mortal de pasar de la alabanza de dientes para afuera del entendimiento anterior al redescubrimiento de las denuncias democrático-burguesas del “totalitarismo” sin carácter de clase y la adoración de la filosofía e instituciones democráticoburguesas políticas que enmascaran la dominación de las clases explotadoras y sirven a la consolidación y la perpetuación del sistema burgués y toda la opresión, injusticia y horror que emanan de él. De hecho, eso es parte de lo que hemos estado viendo en las organizaciones del MRI en el último período, más notable —pero no únicamente— en Nepal, donde la falta de atención seria a estas cuestiones de vida o muerte contribuyó a dejar desarmados política y teóricamente a los camaradas frente al asalto de “democracia” por parte de los enemigos del comunismo desde dentro del movimiento así como desde la burguesía imperialista y sus varios representantes políticos y apologistas. 
    III. LA RELACIÓN ENTRE LAS DIFERENCIAS DE LÍNEA EMERGENTES Y EL DEBACLE RECIENTE DE NEPAL 
    Mientras las diferencias sobre línea y metodología —que incluían las diferencias sobre cómo resumir la primera etapa de las revoluciones comunistas en la Unión Soviética y China— se desarrollaban con el tiempo y con relación a sucesos reales en el mundo, incluida la respuesta del MRI al retroceso en la revolución en el Perú que trataremos más adelante en esta carta, este proceso dio un salto con el surgimiento de una línea revisionista dentro del Partido Comunista de Nepal (Maoísta) [PCN (M)] y la respuesta a este suceso de parte de los partidos participantes en el MRI. En esencia, la línea desarrollada por la dirección del Partido Comunista de Nepal (Maoísta) 13 abandonó la Guerra Popular en ese país y, con ella, la lucha revolucionaria por transformar esa sociedad como parte de transformar el mundo, y optó, en cambio, por participar en el aparato de estado reaccionario y buscar un lugar ligeramente mejor en el orden mundial dominado por el imperialismo. Las mismas cuestiones de línea que están en el centro de la crisis de la revolución en Nepal están condicionadas a su vez por las cuestiones primordiales de línea que enfrenta nuestro movimiento en general y son reflejos parciales de éstas. 16 Si repasamos la historia del surgimiento de una línea revisionista en Nepal, veremos que tiene mucho que ver con el entendimiento contradictorio del maoísmo que existía y que seguía desarrollándose dentro del MRI y más en general en el movimiento comunista internacional. Tiene mucho que ver (explícita o implícitamente) con el resumen de la primera etapa de la revolución comunista, de la necesidad de una vanguardia comunista, de la viabilidad y deseabilidad de la dictadura del proletariado y si se debe reafirmar o no la meta de la sociedad comunista y —en base a un entendimiento científico de esa meta y ese proceso— profundizar y desarrollarla más. Esta meta tiene que guiar la elección de estrategia y programa, en términos fundamentales. Además, la respuesta y la reacción al desarrollo de una línea revisionista (o tal vez mejor dicho, la falta de respuesta en general a la línea revisionista) de parte de muchos de los participantes del MRI es en sí un reflejo de las profundas diferencias que se desarrollaban sobre cuestiones fundamentales de línea. Estas diferencias tocan no solamente las cuestiones de línea sobre el estado y la revolución sino también la naturaleza del internacionalismo proletario y cómo abordar las cuestiones importantes de línea política, es decir, si se va a hacer a la luz de los principios y la teoría comunistas científicos y la teoría y el método marxistas más en general, o si se va a hacer según los estándares y enfoques no-comunistas, tales como la Realpolitik, con el instrumentalismo, pragmatismo y empirismo que lo subyacen. Consideremos cómo surgió en toda su extensión la línea revisionista en Nepal. Babarum Bhattarai, un alto dirigente del PCN(M), desarrolló y luchó enérgicamente por una serie de posiciones que iban en contra del entendimiento comunista revolucionario en toda una serie de cuestiones. En el artículo titulado “Sobre la construcción del estado de nuevo tipo” 14, él le hizo eco a los argumentos de la burguesía y los revisionistas y oportunistas que argumentan que la experiencia de la dictadura del proletariado en la Unión Soviética y China había sido mortalmente defectuosa y se había evolucionado en una “dictadura del partido” y la “dictadura de un solo líder”. Bhattarai también argumentó que en Nepal, en lugar de luchar por terminar la Revolución de Nueva Democracia (un nuevo tipo de revolución democrático-burguesa, bajo la dirección del proletariado, encaminada a derrocar el imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático como la primera etapa en establecer la dictadura del proletariado y que abre el camino para seguir adelante a la etapa socialista), era necesario y deseable pasar por una “subetapa” especial, con la meta de abolir la monarquía en el país y establecer un estado transicional y un período de democracia sin poner en claro hacia dónde conduciría esa democracia ni cuál sería el carácter de clase de tal estado transicional. Bhattarai argumentó que sería necesario establecer la democracia multipartidaria: de hecho solo otro nombre para el sistema democráticoburgués que se ha demostrado es un vehículo tan útil para asegurar la dominación de la burguesía y otras clases reaccionarias. Esta versión de la meta socialista, de hecho reempaquetada por Bhattarai como solo una versión de la democracia burguesa, iba de la mano y sentó las bases para rechazar el camino de la revolución de nueva democracia que conduce al socialismo y sustituirla con la meta de establecer una república democrática (burguesa). Muchos de los argumentos en contra de la experiencia de la dictadura del proletariado fueron casi una repetición directa de los argumentos planteados en 1990 por K. Venu, líder del Comité de Reorganización Central [CRC], Partido Comunista de la India (Marxista-Leninista) [PCI (ML)], hasta utilizar la misma cita desgastada de Rosa Luxemburgo sobre la “dictadura del partido” que sigue siendo una cita preferida de los trotskistas y socialdemócratas en todo el mundo15. El CRC había sido un miembro temprano y activo del MRI y fue necesario que el MRI criticara el 17 reflejo en sus filas de la ofensiva anticomunista que había llegado a un punto álgido con el colapso del bloque dirigido por la Unión Soviética. Bob Avakian, a petición del CoMRI, escribió un artículo importante que refutó los argumentos de K. Venu en contra de la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, titulado “Democracia: Más que nunca podemos y debemos lograr algo mejor” 16 Desafortunadamente, muchos camaradas en el MRI no le dieron la atención adecuada a esta lucha contra K. Venu y la cuestión central de la dictadura proletaria que estaba en el centro de esa lucha, y no estaban atentos cuando apareció el artículo “Nuevo estado” de Bhattarai. Muchos camaradas no consideraron muy importantes las cuestiones de qué hacer después de tomar el poder, cuando, según este parecer, prácticamente toda la atención debía enfocarse únicamente en el problema de cómo iniciar y desarrollar la guerra popular. Esto ilustraba aún más la tendencia peligrosa hacia denigrar la teoría comunista revolucionaria que ha existido en el MRI. No prestar atención ni entrar en la lucha sobre cuestiones tan cardinales durante todo un período de tiempo ha contribuido en gran medida a la situación en que estamos ahora. En particular sorprende que el PCI (M-L) (Naxalbari), que vino del CRC y hasta había escrito su propia crítica de Venu, por tardío que fuera (ocho años después), no pudiera ver las semejanzas entre las posiciones de Bhattarai y el liquidacionismo de Venu. Dentro del PCN(M) hubo intentos de desarrollar nuevo pensamiento que tomaba en cuenta los cambios en el mundo y los problemas que enfrentaba la revolución en Nepal. Pero eso todavía se hacía en gran medida dentro del marco incorrecto de confundir la ideología y el programa comunistas con la democracia burguesa. Y esto venía acompañado de enfocarse en las tácticas inmediatas de manera divorciada de las metas reales de la revolución. El Presidente del PCN(M), Prachanda, a veces intentaba distanciarse del repudio fuerte y agresivo de Bhattarai a la experiencia de la revolución proletaria, pero Prachanda también compartía algunas de las mismas suposiciones fundamentales y, junto con su propio pragmatismo y eclecticismo, no pudo y/o no estuvo dispuesto a desarrollar una lucha real en contra de las posiciones revisionistas descaradas de Bhattarai. Además, la lucha que sí hubo con Bhattarai se enfocó en asuntos secundarios y no llegó al meollo de su línea revisionista. Prachanda entrenaba cada vez más al partido en el pragmatismo y el eclecticismo, sobre todo la combinación ecléctica de contrarios —“dos en uno” —, que él llamaba “fusión”, en oposición al concepto maoísta de “uno se divide en dos” 17. El resultado de esto fue que las tesis básicas de Bhattarai fueron adoptadas por el Partido en general en la reunión del Comité Central en octubre de 2005, aunque con un mínimo disfraz de eclecticismo. Por nuestra parte, nuestro Partido empezó a emprender una lucha aguda y seria en contra de la línea revisionista en desarrollo a partir de octubre de 2005, que es antes del movimiento contra la monarquía en abril de 2006 y el cese al fuego posterior. El PCR, Estados Unidos envió una carta privada a la dirección del Partido en Nepal, que criticaba el artículo de Babarum Bhattarai citado arriba el que contenía una serie de tesis revisionistas respecto a la naturaleza del estado, la construcción de una etapa especial de lucha anti-monárquica, en lugar de la revolución de nueva democracia, la historia del movimiento comunista y otros puntos. La carta del PCR también criticó duramente lo que era, en ese momento, una propuesta poco conocida que había hecho el Presidente del PCN(M) Prachanda a favor de la fusión del Ejército Popular de Liberación con el reaccionario Ejército Real de Nepal. Se envió una segunda carta justo después del Acuerdo de Paz Global en noviembre de 2006 y una tercera poco después de las elecciones de 2008. Se 18 distribuyeron copias de estas cartas a los partidos y organizaciones del MRI. Se tomó la decisión de dar a conocer públicamente todas estas cartas, más una cuarta, en 2009. Cualquier examen honesto del contenido de estas cartas demuestra que el PCR pudo identificar las cuestiones básicas de línea política e ideológica que estaban en juego en Nepal. Unas pocas fuerzas más en el MCI también plantearon críticas a los camaradas de Nepal 18. Pese a la acusación desdeñosa de que estas cartas del PCR, Estados Unidos simplemente reiteraron “el abecé del marxismo” —principios abstractos que no tenían nada que ver con las necesidades prácticas en el lugar de los hechos—, estas cartas plantearon argumentos sólidos sobre cuestiones de principios y fueron muy relevantes para la coyuntura inmediata que enfrentaba la revolución. Considerábamos que era nuestra responsabilidad internacionalista luchar muy firmemente en contra de la línea que nuestro método científico nos decía que llevaba la revolución a la derrota. Una vez solidificada esta errónea posición ideológica y política del PCN(M), vinieron rápidamente las implicaciones prácticas. Se hicieron varios acuerdos con reaccionarios partidos políticos pro-imperialistas para aceptar un marco democrático-burgués. Cuando la monarquía absoluta se vio obligada a ceder como resultado de la Guerra Popular y una ola de protesta en las zonas urbanas que también involucraba a las capas de clase media, la dirección del partido actuó para consolidar esa “sub-etapa”. Se firmó el Acuerdo de Paz Global en noviembre de 2006 que formalmente puso fin a la guerra popular, se abolieron los órganos de poder popular establecidos por la revolución, el Ejército de Liberación Popular fue encerrado en los acantonamientos bajo la supervisión de la ONU, y el partido se comprometió a participar en las nuevas instituciones burguesas y jurarles lealtad, incluido el gobierno provisional. La comunidad internacional, es decir, la red de estados imperialistas y reaccionarios e instituciones internacionales tales como la ONU y el FMI que habían sido adversarios virulentos de la guerra popular y explotadores del pueblo nepalés, fueron presentados por el PCN(M) como aliados necesarios y útiles para la reconstrucción del país. Y mientras pasaba este proceso, la mayor parte de los partidos del MRI o aplaudían o, en el mejor de los casos, se quedaron callados. Todos los dirigentes principales del PCN(M) también estuvieron de acuerdo. Entre los más entusiastas partidarios de este desmantelamiento revisionista de la revolución figura la mayor parte de los que ahora acusan tan ruidosamente a Bob Avakian y al PCR, Estados Unidos de “revisionismo” y de tener una línea “contrarrevolucionaria”, tales como el PCI (M-L) (Naxalbari) y el PCm (Italia). Los avances así como las dificultades en la revolución y la crisis severa del viejo régimen sí le presentaron grandes retos, y nuevos y complejos problemas, al PCN(M). Pero un marco teórico equivocado y una metodología errónea adoptados por la dirección del Partido hicieron que fuera imposible hacer frente correctamente a estas complejidades y trazar un camino que podría conducir a llevar hasta el final la revolución de nueva democracia y crear un tipo de estado radicalmente diferente. Además, la línea del Partido había aceptado erróneamente un marco democrático-burgués como la fuente de la “legitimidad”, lo cual lo dejó dependiente del resultado de las elecciones y de llegar a acuerdos con los partidos políticos burgueses y las potencias imperialistas y reaccionarias. Los varios pasos que dio el PCN(M) durante estos años cruciales no fueron simplemente una serie de equivocaciones; fueron una respuesta a sucesos objetivos pero con una línea, punto de vista y herramientas metodológicas no comunistas. 19 La lucha revolucionaria de Nepal había inspirado una gran esperanza y entusiasmo entre los comunistas revolucionarios auténticos y millones de masas oprimidas alrededor del mundo. Sobre esa base, el MRI y sus partidos participantes levantaron apoyo político de masas para la Guerra Popular en Nepal entre las masas y difundieron las lecciones de la lucha por todo el mundo. El avance de la Guerra Popular hasta el umbral del Valle de Katmandú19 había planteado agudamente la cuestión de qué tipo de poder estatal podría forjarse. Lo que hacía falta era un estado que pudiera apoyarse en las masas más oprimidas y capacitarlas para transformar las condiciones sociales, mientras que abarcara a las fuerzas sociales y las corrientes de actividad extremadamente divergentes y contradictorias que podrían incluir muchos que no compartan, o no compartan plenamente, la orientación y la meta de la revolución proletaria. Los comunistas necesitaban enfocarse en cuestiones cardinales y contestarlas correctamente: ¿la revolución realmente podría establecer el poder estatal revolucionario a nivel nacional y cómo sería ese poder? ¿Cómo se podría hacer un mejor trabajo que las sociedades socialistas previas en vez de seguir el modelo de las revoluciones burguesas del siglo 18? ¿Cuáles serían las relaciones económicas fundamentales que establecería y haría cumplir el nuevo estado? ¿Cómo se podría darle la bienvenida al disentimiento y la iniciativa diversa sin devolverles el poder a los explotadores por medio de la democracia multipartidaria, que propugnan y practican Bhattarai y Prachanda? ¿Cómo se podría atraer y dirigir correctamente a las capas medias que estaban concentradas en la capital, sin dejar que su concepción (errónea) de los problemas y las soluciones para Nepal determinara los términos y la visión de qué tipo de nuevo estado tenía que establecerse? Dominar ese proceso no será fácil en Nepal ni ningún otro país, pero creemos que la orientación en el corazón de la nueva síntesis de Avakian, el núcleo sólido con mucha elasticidad, trata esta dinámica en un sentido básico. Esto abarca la necesidad de tener un núcleo dirigente que se vaya expandiendo, que entienda claramente por qué se necesita la dictadura del proletariado y el objetivo de continuar la revolución socialista como parte de la lucha mundial por el comunismo, y que esté decidido a llevar a cabo esta lucha a través de todos los vaivenes, curvas y giros. A la vez, es necesario actuar en base al entendimiento de que necesariamente habrá muchas diferentes personas y tendencias en la sociedad socialista que influyen en muchas diferentes direcciones — y dirigir de manera que a la larga todo eso pueda contribuir al proceso de llegar a conocer la verdad y de llegar al comunismo20. Cómo esto llega a desarrollarse en cada país sin duda conllevará muchas sorpresas y complejidades que solo podemos imaginar ahora: como citaba Lenin a Goethe, la teoría es gris, pero verde es el árbol de la vida. Desafortunadamente, el PCUN(M) ha rechazado el marco básico que ha surgido para navegar ese proceso. Justamente porque fue un proceso profundamente revolucionario, la Guerra Popular en Nepal inevitablemente tropezó con territorio nuevo e imprevisto. Hacía falta que todos los partidos y organizaciones del MRI, así como su comité dirigente, aprendieran todo lo que podían aprender de esta nueva experiencia revolucionaria que se desarrollaba en Nepal. Cada partido y organización tenían que entrar en un diálogo con los camaradas nepaleses y entre sí en la medida de sus capacidades, sobre cómo mejor entender esta experiencia, qué luz arrojaba y cuáles cuestiones planteaba para el comunismo revolucionario en general. 20 En la medida que hubo ese proceso, enriqueció el entendimiento del MRI y sus partidos participantes. Pero los antiguos problemas de línea y metodología también obstaculizaron ese proceso, incluso en la etapa temprana, y se empeoraron progresivamente. Aquí también una suerte de “reflejos opuestos” jugaron un papel. Por ejemplo, en varios momentos de la trayectoria de la Guerra Popular la dirección del Partido lo consideraba necesario entrar en negociaciones con el enemigo, lo que incluía un cese al fuego temporal. Algunos en el MRI consideraban errónea, o hasta capitulacionista, semejante táctica, ipso facto, sin tener en cuenta las condiciones específicas de la situación y cómo podría encajar en un plan estratégico general para desarrollar la guerra popular hasta la victoria final. Después, cuando el PCN(M) dio un salto por un rumbo equivocado al adoptar la tesis de sub-etapa de Bhattarai, este tipo de tácticas, tales como el cese al fuego, etc., adquirieron un nuevo significado como parte de una estrategia que explícitamente reniega de desmantelar la maquinaria del viejo estado. Como sabemos, muchos en el MRI o bien aplaudieron o se quedaron callados mientras se formulaban y luego se pusieron en práctica estas tesis revisionistas. Lo que une el anterior descarte superficial de toda consideración de negociaciones con la aceptación del desmantelamiento de la revolución después, es no examinar los problemas de estrategia, línea y política a la luz de las condiciones materiales reales que el movimiento enfrenta, pero de aún más importancia, no evaluar cómo sirven u obstaculizan a los objetivos de largo plazo. Dada la realidad del papel muy importante y positivo que había jugado la revolución de Nepal en un período de dificultades para el movimiento comunista internacional y dada la historia de su relación con el MRI, no cabe duda de que el triunfo de una línea revisionista en Nepal tendría y ha tenido repercusiones negativas en el MRI, así como implicaciones trágicas para las masas nepalesas. Preocupa especialmente el hecho de que al golpe objetivo del predominio de la línea revisionista y sus consecuencias capitulacionistas se agregaba una herida auto-infligida por muchos de los demás del MRI, de justificar o hacer la apología de los sucesos políticos en Nepal o, al ver que la situación iba por el rumbo equivocado, no tomar la responsabilidad de dar la lucha a fondo en contra de esas líneas erróneas sino caer en un tipo de determinismo pasivo. Se prestó poca atención a las posiciones revisionistas que venían del partido en Nepal, aun cuando las identificaron y polemizaron en su contra nuestro Partido y unos pocos más en el transcurso de este proceso. Al contrario, se suspendieron los principios comunistas y su teoría básica hasta que los resultados de estas políticas pudieran “verse en la práctica”. Cuando el Acuerdo de Paz Global de 2006 llevó a la victoria electoral del PCUN(M) el año siguiente y Prachanda llegó a ser el Primer Ministro de la nueva República, la mayoría de los camaradas en el MRI suspendieron la incredulidad, para parafrasear a Lenin, y se unieron a la euforia de lo que hasta los camaradas revolucionarios en Nepal consideraban “el milagro electoral”. Cuando se volvieron cada vez más flagrantes las consecuencias nefastas de la línea revisionista, cuando seguían traición tras traición, promesa incumplida tras promesa incumplida, hasta muchos camaradas en Nepal que al principio aceptaban la línea revisionista se pasaban de la incomodidad al verdadero odio por lo que correctamente percibieron como la traición de la 21 revolución. Pero incluso estas fuerzas de oposición hasta ahora no han podido hacer una ruptura decisiva con la trayectoria y el marco revisionistas. Han sido arrastradas por la dirección del partido, el eclecticismo y todo el ímpetu de la línea y práctica revisionista, aunque muchos han puesto el grito en el cielo, mientras los frutos de la revolución han quedado abandonados y se ha cimentado una nueva fachada para el orden reaccionario, ladrillo por ladrillo. Uno hubiera esperado que los camaradas de los partidos y las organizaciones del MRI hubiesen combatido firmemente contra la línea revisionista que venía de la dirección del Partido, dando así verdadero apoyo internacionalista a las masas en Nepal y a los revolucionarios dentro del partido que tan claramente necesitaban ayuda, por medio de dar la lucha sobre la línea que conducía objetivamente a la traición. Por desgracia, tal ayuda fue muy poco común. De hecho, muchos aparentemente consideraban que les tocaba solamente a los camaradas en Nepal determinar cuál línea era correcta, y que mientras el Partido siguiera diciendo de palabra que no abandonaba las metas de la revolución, debíamos seguir diciendo al mundo que no había motivo de preocupación. Esto es realmente una traición profunda a las masas en Nepal y en el mundo en general, al dejar a la gente desarmada en cuanto a lo que estaba en juego y sin la posibilidad de jugar un papel en luchar en contra de la línea revisionista. Pero muchos otros en el MCI, incluso muchos en el MRI, en vez de poder ayudar a los camaradas en Nepal sortear y salir del eclecticismo así como las líneas revisionistas directas en que estaban enredados, contribuyeron a ese mismo eclecticismo, adornándolo con nuevos niveles de ilusiones falsas que se disfrazaban de análisis político y simplemente entrando en francas ambigüedades. Dado que la línea revisionista en Nepal puso fin a la guerra popular y disolvió el Ejército Popular de Liberación, tal vez parece paradójico señalar que la tendencia de reducir todo el mlm a librar la guerra popular de hecho cegó a algunos frente a lo que pasaba en Nepal. En vez de ver el contenido real del programa del PCN(M) para la sociedad, muchos camaradas se centraron en las promesas de Prachanda de “preparar una insurrección”, que se repitieron a menudo a las masas en Nepal, a los miembros del partido con orientación revolucionaria y a los camaradas en el MCI. Sin embargo, parece que pocos se dieron cuenta de que la “insurrección” que prometía, para parafrasear a Clausewitz, en realidad sólo significaría un medio violento para lograr los mismos objetivos no-revolucionarios de establecer una república democrático-burguesa que el partido venía buscando por otros medios, en este caso medios pacíficos. De esa meta política venía toda la concepción de una “insurrección” cuyo éxito se basaría en el apoyo de sectores importantes del cuerpo de oficiales del ejército reaccionario, mientras todo el proceso de paz venía deslegitimando al Ejército Popular de Liberación21. 
    IV. LA PARÁLISIS DEL MRI CON RELACIÓN A NEPAL 
    No fue inevitable que la mayor parte del MRI aplaudiera o guardara silencio mientras el PCN(M) se deslizaba cada vez más profundamente al revisionismo. De hecho, si hubiera surgido una crítica más resuelta de parte de más participantes, nuestro movimiento estaría en condiciones muy distintas hoy: mejor preparado para lidiar con los desafíos ideológicos y políticos, y mejor preparado para enfrentar la encrucijada en el movimiento comunista. 22 El fracaso extremo del MRI al no responder enérgica y correctamente ante el surgimiento de una línea revisionista en Nepal no fue inevitable, pero sí fue consecuente, desafortunadamente, con antiguas tendencias ideológicas y políticas erróneas dentro del MRI y el MCI más en general que han crecido con el tiempo. Particularmente cruda es la posición de evitar el problema fundamental de ¿para qué tipo de sociedad estamos luchando? ¿Qué clase de sistema económico hace falta establecer? ¿Cuál será la relación entre un nuevo estado y el reaccionario orden imperialista mundial actual? ¿Cuáles son las responsabilidades para con la revolución en otros países? ¿Cuál será la naturaleza del nuevo poder estatal? ¿Cuál será el papel del partido de vanguardia? ¿Cuáles serán las semejanzas y diferencias entre el nuevo estado y los estados socialistas anteriores? ¿Cuál es el papel de los intelectuales y otras capas medias sobre todo en los centros urbanos? ¿Cuál es la respuesta a los que argumentan que la democracia pura es la solución a los problemas de la sociedad? Desgraciadamente, mientras Bhattarai tomó muy en serio la lucha ideológica, otros se han comportado como si no tuviera importancia alguna22. Incluso cuando las cuestiones reales se han abordado claramente en la obra de Bob Avakian y específicamente con relación a Nepal en los numerosos documentos sacados por el PCR, Estados Unidos, la respuesta principal ha sido el silencio. Y se ha justificado este silencio, en parte, con la idea equivocada de que las cuestiones ideológicas y políticas se resolverían “en la práctica”, sin el trabajo duro de examinar realmente las contradicciones de la vida real a la luz de nuestra ciencia revolucionaria. Guardar silencio y hacer caso omiso, sin embargo, no son neutrales. Lo que significan es que las ideas dominantes en la sociedad burguesa se quedan sin desafiarse. Significa hacer caso omiso de cómo se incorporan estas mismas ideas en el pensar y la práctica de los mismos comunistas. Respecto a Nepal, significa quedar desarmados ideológica y políticamente frente a una línea y un programa revisionistas poderosos y aparentemente “exitosos” — hasta ahora, cuando el fruto amargo de esta línea y enfoque se ha vuelto mucho más evidente para todos los que quieran ver. Y sin embargo, incluso hoy en día, en nuestro movimiento hay quienes buscan juntar un amalgama de fuerzas maoístas sin realmente enfrentarse al contenido revisionista de la línea que ha conducido al debacle en Nepal. Lo que al principio puede parecer incongruente es el hecho de que entre las fuerzas del MRI que aplaudieron u observaban en silencio mientras la revolución en Nepal se venía abajo, hay muchos que tenían posiciones políticas opuestas en el pasado. Por ejemplo, en vez de apoyar abiertamente la renuncia tipo Bhattarai de la dictadura del proletariado, algunos que estuvieron de acuerdo con el cambio total revisionista del PCUN(M) o se quedaron callados al respecto, están contentos de hacer caso omiso de los problemas de la revolución socialista y/o simplemente repetir mecánicamente fórmulas del pasado. Entre los defensores más entusiastas del Acuerdo Global de Paz de 2006 en Nepal se encuentran los que anteriormente argumentaban (o por lo menos se negaron a romper con los que argumentaban) con respecto a la lucha de líneas sobre el retroceso en la revolución en el Perú, que era una traición total siquiera considerar la viabilidad de cualquier negociación, aun a nivel táctico. ¿Cómo es posible que alguien cambiara tan de repente y tan fácilmente de una posición errónea a otra posición igualmente errónea o peor? Como veremos más adelante, esto tiene mucho que ver con errores ideológicos y políticos 23 muy enraizados, que incluyen también la metodología que se usa para entender y actuar con relación a la realidad objetiva. 
    V. PERÚ Y LA CONSAGRACIÓN DE LA VERDAD POLÍTICA 
    En muchos sentidos, se prefiguraba la pobre respuesta del movimiento al revisionismo en Nepal con la respuesta contradictoria y en gran parte inadecuada del MRI a los sucesos en el Partido Comunista del Perú después de la captura de Gonzalo, Presidente del PCP, en 1992, y la aparición de lo que llegó a llamarse la Línea Oportunista de Derecha (LOD). Fue muy correcto, y una expresión del internacionalismo proletario, movilizar fuerzas en todo el mundo para brindar apoyo al PCP bajo estas circunstancias y librar una campaña para defender la vida del Presidente Gonzalo frente a su detención y encarcelamiento. Pero existían otras tareas internacionalistas que les incumbían a los comunistas, sobre todo al MRI, y fue con relación a éstas que empezaron a surgir las diferencias. Alrededor de un año después de la captura de Gonzalo y su presentación ante la prensa, donde había proclamado que su captura era solo un “recodo en el camino” y que la guerra popular debía seguir adelante, se dieron a conocer documentos y videos atribuidos al Presidente Gonzalo que abogaban por terminar la guerra popular. Se argumentó que las condiciones para continuar la revolución frente a la captura de Gonzalo y otros altos dirigentes y los cambios en las condiciones internacionales no eran favorables y por eso fue necesaria una retirada importante (por diez o veinte años), y se hizo un llamamiento a “luchar por un Acuerdo de Paz” con el régimen de Fujimori en el Perú. La mayor parte de la dirección del Partido fuera de las prisiones denunció el llamado por un acuerdo de paz como una “patraña” organizada por el enemigo. Acusaron a aquellos dentro de las prisiones que lo propugnaban como capituladores revisionistas, y rehusaron siquiera considerar que Gonzalo pudiera estar planteando tales argumentos. Los partidarios del PCP atacaron a cualquiera que considerara que era necesario investigar las circunstancias reales en torno al llamamiento por un acuerdo de paz y entender y partir de la realidad en el mayor grado posible. La posición del CoMRI, que nuestro Partido apoyó, fue que tenía que haber una investigación de las circunstancias reales en cuanto al llamado por negociaciones (por ejemplo, la posición verdadera del Presidente Gonzalo). Sobre todo, se debía evaluar el llamado por negociaciones en base a los principios comunistas revolucionarios básicos y examinar las condiciones concretas, no principalmente según la autoría de la línea (“la línea, y no el autor” fue la formulación que se adoptó). La adopción del documento esencialmente correcto de “¡Agrupémonos todos en la defensa de nuestra bandera que ondea en el Perú!” fue la culminación de un proceso vigoroso de investigación y lucha. Pero hay que recordar que adoptar esa posición no fue nada fácil. Algunos se opusieron a este método básicamente correcto de llegar a conclusiones correctas, y esto en general implicaba mucha lucha en todo el MRI. Desafortunadamente, no adoptó ese enfoque la dirección del PCP fuera de las prisiones. La dirección del Partido no contestó los argumentos políticos de la LOD de abogar por un acuerdo de paz, lo cual bajo esas circunstancias y con ese enfoque sólo podría conducir a la derrota de la revolución. Al contrario, la dirección del Partido en esencia restringió su crítica a la denuncia de 24 los defensores de la LOD según los términos más viles mientras seguían insistiendo que la participación del Presidente Gonzalo en la LOD en esencia era imposible y sólo podría ser una “patraña” del enemigo. Mientras tanto, los partidarios del PCP en el extranjero (conocidos como el Movimiento Popular Perú o MPP) tomaron la misma posición nociva y la elevaron al nivel de la locura. Se acusó y se difamó a todos los que no aceptaran la teoría de “patraña” de ser instigadores y cómplices de la “patraña” imperialista y reaccionaria. El presidente del PCR, Estados Unidos, Bob Avakian, fue un blanco central de sus ataques indignantes y vituperantes. De hecho, según esta lógica extraña, se consideraba como ayudar y conciliar con el enemigo el enfoque de examinar lo correcto y lo incorrecto en los argumentos de la LOD y concluir que la LOD sí representaba una línea incorrecta y un análisis erróneo de las perspectivas para el avance de la revolución que había que combatir para que la revolución pudiera avanzar. Al salir a la luz más hechos que indicaban la posible participación de Gonzalo en la LOD (tales como la serie de dirigentes del PCP que fueron detenidos y afirmaron que Gonzalo les había convencido de la necesidad de un Acuerdo de Paz), el MPP y algunos otros se volvieron cada vez más frenéticos y vitriólicos. Fue en esas circunstancias que algunos en el MRI por primera vez invocaron abiertamente la doctrina de “verdad política” en este asunto. Sin tener en cuenta los hechos reales, según esta doctrina, la verdad políticamente era que Gonzalo no podía estar detrás del Acuerdo de Paz y los comunistas internacionalmente tenían la obligación moral de propagar esa “verdad” y no caer en lo que algunos llamaron “la verdad periodística”. Aunque pocos eran tan audaces o consecuentes como para proclamar abiertamente que la verdad política era un principio filosófico, este mismo enfoque a menudo guió o por lo menos afectó el pensar de muchos otros camaradas. En realidad esto no difería del concepto de la verdad como “una forma organizadora de la experiencia” que criticó Lenin tan a fondo en Materialismo y empirocriticismo 23. Incluso las fuerzas, como el PCR, Estados Unidos, que luchaban por una línea correcta, fueron afectadas por esta poderosa corriente negativa. Un ejemplo de eso fue la adopción de la Resolución del Milenio en 2000, que hizo concesiones oportunistas a la teoría de “patraña” y otras proposiciones no científicas. Nuestro Partido erróneamente aceptó esa resolución en aras del interés percibido de lograr cierta unidad superficial del movimiento para proyectar al mundo, lo cual hizo verdadero daño y fortaleció el entendimiento erróneo sobre varias cuestiones, incluida la lucha de líneas respecto a la revolución en el Perú — si bien nuestro Partido rápidamente sí reconoció dicho error y tomó acción para darlo a saber a los partidos y las organizaciones del MRI 24. Lo importante es que, para responder al surgimiento de la Línea Oportunista de Derecha en el Perú, era menester que todos los comunistas, y sobre todo del MRI, adoptaran un enfoque comunista hacia la lucha de líneas y actuaran sobre una base científica para analizar y cambiar el mundo. Pero se adoptó de manera desigual ese enfoque en el MRI y muchos lo atacaron abiertamente, lo cual debilitó la capacidad del MRI y el movimiento comunista internacional en general de sacar conclusiones correctas y ayudar a los camaradas en el Perú bajo condiciones muy difíciles. Este enfoque dejó a las masas en todo el mundo sin la dirección comunista necesaria para entender qué había pasado en el Perú y cuáles conclusiones debían de sacarse. También iba en contra de la necesidad de abordar científicamente la realidad, inclusive las partes de la realidad que son incómodas, o que podrían ir en contra del avance del movimiento 25 revolucionario en un momento dado. Lo que había sido una característica positiva de la base para reagrupar a las fuerzas maoístas después del golpe de estado en China —que los comunistas hacían frente a la realidad de un golpe de estado revisionista en China— lo socavaba todo este enfoque instrumentalista hacia los sucesos negativos, sin preocuparse por el impacto que esto tendría en la capacidad de las masas de asumir los desafíos de emancipar a la humanidad. Vale la pena recalcar que todo el método y enfoque ya mencionado contribuyó a las grandes dificultades que enfrentaba el PCP en el lugar. La insistencia en la teoría de “patraña” sonaba cada vez más falsa mientras se acumulaba más evidencia de que Gonzalo probablemente era el autor de la LOD, y toda una serie de dirigentes del PCP o bien aceptaron la posición de la LOD o condenaron a Gonzalo como un traidor por ser el autor de la LOD. Nunca se había educado de manera profunda a los miembros del PCP en cuanto a por qué el llamado a un Acuerdo de Paz era erróneo, ni cómo llevar adelante la revolución bajo esas nuevas condiciones. Más bien, la dirección se había apoyado en denuncias simplistas de la traición. Parecía que la dirección del PCP que quedaba fuera de la prisión creía que se podía eludir o hacer caso omiso de la batalla política sobre el llamado a un Acuerdo de Paz mientras se hacía avanzar la guerra popular en el lugar. Todo este enfoque perjudicaba cada vez más, y contribuyó a la situación donde quedó eliminada la misma guerra popular como una fuerza contendiente por el poder estatal a nivel nacional, con la mayor parte de sus fuerzas destruidas o desmoralizadas y las restantes fuerzas reducidas a pequeños núcleos de agrupaciones rivales, algunos de las cuales exigen también un acuerdo de paz. Desgraciadamente, todo este capítulo de la experiencia común del MRI no ha sido resumido de manera adecuada. Algunos camaradas se han negado a condenar, incluso hasta la fecha, al puñado de partidarios del PCP en el extranjero, cuyos ataques extremadamente virulentos en contra del camarada Avakian y el CoMRI solo encuentran su par en los excesos de sus fantasías sobre el actual estado de la guerra popular en el Perú. Sin embargo, el problema mayor no es la tolerancia de oportunistas virulentos de parte de algunos, sino la actitud mucho más extendida de simplemente hacer caso omiso de toda la experiencia en el Perú y en particular del método y enfoque erróneo que tuvo demasiada aceptación y acogida dentro del MRI. En realidad, la Guerra Popular en el Perú fue una de las luchas revolucionarias más importantes de las últimas décadas. La revolución en el Perú alentaba las esperanzas de la gente por todo el mundo y era un ejemplo vivo del gran potencial de las masas de ser dirigidas a luchar por la revolución comunista. Al mismo tiempo, la experiencia en Perú también revela contradicciones y errores serios en la línea de ese Partido, inclusive al nivel de epistemología, sobre todo a la luz de sucesos posteriores y más análisis de la línea. En un intento de luchar por un método y enfoque más correcto, que incluye cómo practicar el internacionalismo proletario en estas circunstancias, nuestro Partido presentó un documento en que llamó por más discusión sobre la experiencia del Perú en que identificó problemas con el enfoque del MRI, incluyendo tendencias hacia el instrumentalismo25. Por desgracia, en gran parte se hizo caso omiso de este documento dentro del MRI. Existe tanto una necesidad científica como una obligación moral revolucionaria de tener un resumen más completo y correcto de toda la experiencia del Partido Comunista del Perú. Es un triste comentario sobre la situación en el MRI que no son pocos los camaradas que pasaban por 26 alto o hasta seguían a la cola de algunas posiciones seriamente erróneas del PCP cuando los éxitos de la Guerra Popular proporcionaban una suerte de “capital”, y después cuando el movimiento en el Perú comenzó a parecer más una carga que un activo, estos mismos camaradas tomaron la actitud irresponsable de abandonar toda preocupación por lo que había sido un intento importante de hacer la revolución comunista en las condiciones contemporáneas y que había jugado un papel importante en la experiencia colectiva del MRI. No sorprende que los personajes principales del llamado por una nueva organización internacional estén entre los peores transgresores. 
    VI. EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO: DOS CONCEPCIONES CONTRARIAS 
    Dos líneas distintas y contrarias sobre la naturaleza del internacionalismo proletario han estado muy en el meollo de las diferencias agudizantes dentro del MRI y el MCI. Eso explica en gran medida los intentos oportunistas de lograr la “unidad” de fuerzas comunistas internacionalmente por medio de evitar cuestiones decisivas de línea política e ideológica. Un entendimiento erróneo del “internacionalismo proletario” también ayuda a explicar la historia que hemos repasado arriba donde muchos han considerado que está muy bien seguir a la cola primero a una y luego a otra línea errónea en el MCI, mientras aquella línea pareciera estar “logrando algo”. Un entendimiento más profundo y más científico del internacionalismo proletario es un elemento medular en la nueva síntesis que Bob Avakian ha estado desarrollando. La perspectiva de Avakian sobre el internacionalismo proletario se relaciona mucho con el entendimiento de la revolución comunista como un proceso que en esencia se desenvuelve más fundamentalmente a escala mundial. El entendimiento de Avakian es consecuente con la teorización original de la revolución proletaria de Marx y Engels a la vez que la desarrolla más. Sin embargo, entendimientos distintos de la revolución proletaria han estado contendiendo a lo largo de la historia del movimiento comunista. El internacionalismo proletario fue central en el pensar de Lenin, inclusive cuando enfrentó los problemas de comenzar la revolución proletaria en la Rusia zarista en medio de la catástrofe y crisis creadas por la primera guerra mundial imperialista. ¿Conquistar el mundo? de Avakian fue una obra clave para excavar en las enseñanzas básicas de Marx y Lenin, criticar tendencias erróneas del pensamiento de dentro del movimiento comunista y poner sobre una base más científica el entendimiento del internacionalismo proletario. Como parte de esto, Avakian aborda la diferencia entre el entendimiento del internacionalismo de Lenin y el del revolucionario irlandés James Connolly. Connolly argumentó que el internacionalismo era el apoyo o la ayuda que una revolución extiende a otra, a diferencia del entendimiento más científico de Lenin, en sus propias palabras, de que la revolución en cada país debe verse como “mi contribución en la preparación, en la propaganda y en la aceleración de la revolución proletaria mundial”26. Avakian desarrolló eso más, enfatizando que mientras el poder político puede y debe, por regla general, conquistarse primero en uno o varios países, la revolución en un país dado debe verse en 27 el contexto de un solo proceso mundial que es el factor más decisivo en configurar el terreno en el que la revolución está avanzando. Pese a la orientación fundamentalmente correcta y científica de Marx y Lenin, la perspectiva contraria también tiene antiguas y profundas raíces en el movimiento comunista, y fue particularmente marcada durante el período de la dirección de Stalin en la Unión Soviética, con los serios errores que hubo en ese respecto. Estos incluyeron el de tratar, en la práctica, la defensa necesaria del país socialista como el equivalente del avance de la revolución mundial. De hecho, como ha analizado Avakian durante mucho tiempo, mientras la defensa del estado socialista (por las masas en ese país así como por los comunistas y las masas revolucionarios en todo el mundo) es esencial, está subordinada al proceso general de la revolución mundial. Además, Avakian reconoció que algunas de las medidas que tomó el estado socialista para defenderse en un ambiente hostil dominado por el imperialismo, como la necesidad de practicar la coexistencia pacífica, objetivamente entran en contradicción con la tarea más grande de avanzar la revolución proletaria mundial, aun cuando tales medidas son correctas y necesarias. Esto es un entendimiento muy diferente que el argumento de que el estado socialista y el proletariado internacional tienen una identidad de intereses, como se planteó durante el período del Komintern (la Internacional Comunista, que se formó poco después de la Revolución de Octubre en Rusia y que siguió en existencia hasta la Segunda Guerra Mundial). Se nota que, en la esfera del internacionalismo proletario, la ruptura que hizo Mao con Stalin y la experiencia de construir el socialismo en la URSS [Unión Soviética] era menos completa que en varias otras esferas. Esto se podía ver en algunas de las cuestionables medidas de política exterior adoptadas por Mao que tenían que ver con una serie de estados reaccionarios del tercer mundo, tales como el régimen de Marcos en Filipinas, el Cha de Irán, Mobutu en Zaire (Congo), etc., y los intentos de desarrollar un frente unido mundial con el bloque de países imperialistas dirigido por Estados Unidos en contra del social-imperialismo soviético, el que se describió como “el peligro principal” 27. Estos problemas no solo se evidenciaron en la práctica, sino también adquirieron una formulación teórica. Durante el período de la revolución de nueva democracia, Mao había argumentado: “De ahí que, en las guerras de liberación nacional, el patriotismo sea la aplicación del internacionalismo”28. En realidad, esta formulación confunde dos cuestiones distintas: la etapa de la revolución en China en que se tenía que hacer la revolución de nueva democracia, y la ideología y orientación de los comunistas que no podría ser “patriotismo”. La formulación de Mao que “el patriotismo es la aplicación del internacionalismo” tenía mucha influencia en el nuevo movimiento maoísta que surgía en los 1960 y 70. Uno de los porqués es que este punto de vista encajó con las tendencias espontáneas que existían de confundir la ideología del nacionalismo y antiimperialismo con el punto de vista del internacionalismo proletario, de combinar “dos en uno” de alguna manera con estas dos cosmovisiones fundamentalmente contrarias, sobre todo pero no únicamente en los países donde la revolución requería pasar por una etapa de nueva democracia. Dentro del MRI y el MCI ha habido incomodidad y desacuerdo, así como poco deseo de entrarle y luchar sobre este importante análisis de Avakian, así como la distinción bien marcada que él ha trazada entre el nacionalismo y el comunismo como la orientación de los comunistas, aun cuando 28 se libra correcta y necesariamente una lucha por la nueva democracia 29. Esta tendencia a recurrir al nacionalismo también explica por qué algunas fuerzas en el MRI siguen insistiendo en repetir los exhortos vacíos de “la revolución es la tendencia principal” y “África, Asia y América Latina siguen siendo los centros de la tempestad de la revolución mundial”, cuando incluso el estudio más superficial de las condiciones actuales de la lucha revolucionaria en el mundo actual muestra que hasta en los países más cruelmente explotados y oprimidos la revolución no solo está lejos de estar avanzando en marea alta sino que está enfrentando las mismas cuestiones fundamentales que enfrenta todo el movimiento comunista internacional, cuestiones cuya resolución correcta es decisiva para hacer posible el futuro avance. El punto de vista de la burguesía nacional Durante toda la historia del movimiento comunista, ha existido el problema recurrente de no distinguir claramente entre el comunismo revolucionario y la democracia burguesa, y el movimiento maoísta no ha sido la excepción. Hay mucho que aprender en sentido positivo, otra vez, de la última gran batalla de Mao en contra de los revisionistas en las etapas finales de la Revolución Cultural. Los revolucionarios en China llevaron a cabo una discusión y lucha muy rica sobre el fenómeno de algunas fuerzas que se unieron al partido “en lo organizativo, pero no ideológicamente” durante la etapa de la nueva democracia de la revolución, y vincularon eso con el fenómeno que se vio en la revolución socialista de los demócratas burgueses que se convirtieron en seguidores del camino capitalista 30. Sin embargo, eso constituye otro importante nivel del desarrollo del marxismo por parte de Mao y sus seguidores el que, en una buena medida, muchos en el movimiento maoísta pasaron por alto. Aunque las tesis de Mao sobre la revolución de nueva democracia son bien conocidas y frecuentemente citadas entre maoístas, en realidad esto se ha abordado a menudo de manera dogmática y formalista sin realmente luchar por entender las dinámicas de la relación entre estas dos etapas de la revolución en los países oprimidos, su interpenetración, y cómo esto se presenta en formas variadas y distintas en el mundo contemporáneo. Mientras tanto, la repetición vacía de fórmulas de memoria encubre un contenido real de limitar la lucha a los derechos nacionales y democráticos. Las diferentes tendencias políticas, y finalmente las diferentes clases, tienen entendimientos distintos de cuáles son los problemas fundamentales de la sociedad, y de ahí, cuáles son las soluciones fundamentales que se tienen que dar. Para el proletariado y sus representantes políticos, los comunistas revolucionarios, los problemas fundamentales que necesitan resolverse son la explotación, la opresión y las divisiones de clase en general y todo lo que esto conlleva. De ahí viene la necesidad de la revolución proletaria mundial, que incluye el componente crucial de la revolución de nueva democracia. Pero si se ve el problema en la sociedad desde los intereses de clase y la cosmovisión de la burguesía nacional y sus representantes políticos (independientemente de su origen de clase personal o su condición social), es decir, si se ve el problema como una sociedad en la que la producción de mercancías queda obstaculizada y la competencia burguesa no se da de manera “justa”, es muy natural que se ve una revolución democrático-burguesa como la solución. James Connolly o Lenin, ¿qué tipo de organización internacional? 29 En cierto sentido, el hecho de que el MRI no tomara una posición firme y científica con relación a los sucesos en Nepal, así como, antes de eso, las verdaderas dificultades y la oposición a tomar una posición responsable con relación a la lucha de dos líneas en el Perú después de la captura de Gonzalo, está muy relacionado con el entendimiento erróneo del internacionalismo que hemos tratado aquí. En vez de comprender el papel ideológico y político central del MRI y la necesidad de que éste hiciera frente colectivamente a las nuevas dificultades y desafíos desde un punto de vista comunista revolucionario, se impuso otro tipo de lógica: muchos vieron el MRI como una organización para promover la concepción tipo Connolly del internacionalismo, de extender ayuda de una revolución a otra — y por favor no “interfieran” en las actividades de otro partido, aunque ese partido esté destruyendo la revolución. A menudo esto incluía creer que las personas en el lugar necesariamente son las más capaces de entender las cuestiones de línea, y que las personas fuera del país no deben cuestionar lo que diga la gente en el lugar, sea la que sea la línea que defiendan, o el método que utilicen para tratar de llegar a la verdad. Estos dos entendimientos distintos del internacionalismo proletario, estos dos entendimientos distintos del mlm, coexistían en el MRI desde el comienzo y en ocasiones entraban en contradicción aguda. El entendimiento que defendió Avakian proporcionó la orientación que también capacitó y dirigió a nuestro Partido para hacer su contribución a la formación y el desarrollo del MRI. La Declaración del MRI, a pesar de que refleja algunos aspectos de concesiones, en su conjunto reflejó en general un entendimiento avanzado y correcto de estas cuestiones. Pero siempre hubo una fuerte contracorriente que reflejaba la concepción tipo James Connolly del internacionalismo y, en la medida que estas ideas tenían alguna base en Mao, se basaron en lo que en realidad eran debilidades en el entendimiento y la práctica de Mao, en vez de sus puntos fuertes. Existía asimismo dentro del MRI un entendimiento distorsionado y pragmático de la relación entre la práctica y la verdad, según el cual los avances en la práctica se traducirían automáticamente en avances teóricos, o lo correcto o lo incorrecto de las proposiciones teóricas podría determinarse por medio de examinar sus éxitos (verdaderos o supuestos) en la práctica. Como hemos visto, la práctica en sí a menudo se definía estrecha y muy textualmente como sólo la lucha armada. Si vemos el borrador de la “Propuesta” que apenas conocimos al finalizar esta carta (véase el Apéndice al final de esta carta), vemos una afirmación bastante clara de este tipo de visión: “Se desarrolla y emerge una poderosa nueva ola de la revolución proletaria mundial. Cuenta como sus puntos de referencia y pilar estratégico las guerras populares dirigidas por partidos maoístas. La realización de este potencial depende en última instancia en el éxito de los partidos marxistas-leninistas-maoístas en cumplir sus tareas revolucionarias a nivel nacional e internacional. Mancomunar su comprensión y experiencia y el desarrollo de su capacidad por adoptar un mensaje revolucionario unitario a las masas rebeldes del mundo entero, tiene una importancia decisiva”. La tarea esencial del MCI, según esta visión empobrecida, es “mancomunar su comprensión y experiencia”. ¿Cuál comprensión va a ser “mancomunada”? ¿Cómo se deberá resumir la experiencia, por ejemplo, la “experiencia” de un gobierno dirigido por maoístas en Nepal? La mera concepción de “mancomunar comprensión” es una combinación de “dos en uno” digna de Prachanda y su teoría de “fusión” y es un llamamiento abierto a favor del pragmatismo. ¿Qué pasó con la primacía de la línea política e ideológica tan central para Mao? 30 No sorprende que existieran corrientes ideológicas y políticas tan erróneas dentro del MRI. Estos problemas tienen sus antecedentes en la historia del movimiento maoísta, del movimiento comunista internacional en general, particular pero no únicamente durante el período de la dirección de Stalin, y tienen sus bases materiales en la propia sociedad. Pero lo deplorable es la terca tenacidad de aferrarse a estos enfoques erróneos e insistir en ellos cuando algo más correcto ha estado disponible. Al hacerlo, los errores secundarios previos en el entendimiento llegan a tomar otra dimensión muy distinta. Avakian ha podido identificar y criticar estas tendencias ideológicas erróneas (que incluyen sus elementos filosóficos, epistemológicos y metodológicos). Esto es una parte decisiva de cómo la nueva síntesis ha puesto la teoría comunista sobre una base más científica. Eso es precisamente porque la nueva síntesis ha puesto el dedo en la llaga de estos errores profundos y persistentes que algunos, que consideran que estos errores forman parte central de su entendimiento del “maoísmo”, sienten la necesidad de aventarse y lanzar acusaciones indignantes de “contrarrevolucionario”. Como el nacionalismo y las concesiones al nacionalismo que hemos tratado arriba, otras enfermedades ideológicas y metodológicas relacionadas incluyen el empirismo, el pragmatismo y el instrumentalismo, así como la aplicación política del Realpolitik (analizar y evaluar los sucesos políticos no sobre la base de los principios comunistas revolucionarios ni con un método científico, sino desde la perspectiva estrecha y pragmática de cómo tal decisión política o práctica podría tener aparentes efectos benéficos en el corto plazo). Avakian describió el modo de pensar instrumentalista como un enfoque donde la conclusión se conecta tautológicamente con la primera premisa. “En otras palabras, uno se propone ‘interpretar’ la realidad —y termina por torcerla— de cierto modo para que sea ‘útil’ a los objetivos que uno tiene… Es una especie de enfoque tautológico circular en que uno empieza con ciertos objetivos o premisas y luego interpreta la realidad para que sea una verificación y vindicación de esos objetivos o premisas, en vez de investigar la realidad de manera objetiva y científica, analizar y sintetizar, y por medio del constante intercambio entre la teoría y la práctica, llegar a una apreciación más profunda de la realidad y una mayor capacidad de transformarla” 31. 
    VII. ¿QUÉ TIPO DE UNIDAD NECESITAN LOS COMUNISTAS? 
    Ha existido durante toda la historia del MRI una tensión entre construir correctamente el MRI sobre la base de su línea política e ideológica, como se expresaba de manera más concentrada en su Declaración y en el documento ¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo!, y una tendencia errónea de construir el MRI principalmente sobre la base de sus “fuerzas” y, en particular, la fortaleza de las Guerras Populares en el Perú y Nepal. Más tarde ese enfoque erróneo secundario también se expresaba en la idea de algunos de que el MRI debía incorporar a nuevos participantes, no sobre la base de las posiciones políticas e ideológicas generales de esas organizaciones sino, al contrario, según consideraciones de si estos partidos llevaban a cabo lucha revolucionaria armada con éxito bajo la bandera del maoísmo, sin una discusión real del contenido de eso y su significado. En cierto sentido esto es otra expresión de que “el movimiento lo es todo, la meta final, nada”, como Lenin criticó tan agudamente al revisionista Bernstein en el período de la primera guerra mundial. Se ha aferrado a este enfoque equivocado e insistido en él más tercamente frente a la necesidad de desarrollar los fundamentos teóricos de nuestro 31 movimiento más allá de la unidad inicial de los documentos ya mencionados y cuando los muy reales cambios y desafíos planteados en el mundo objetivo requieren más rupturas. Si uno examina el Llamado por una nueva organización comunista internacional del 1° de mayo de 201132, así como el documento más reciente de la Propuesta borrador (véase de nuevo el Apéndice al final de esta carta), salta a la vista ese tipo de enfoque. Como hemos visto, el segundo documento [el de 2012] ha llevado este enfoque a su conclusión lógica, en que las guerras populares son los “puntos de referencia y pilar estratégico”. No se hace ningún esfuerzo real para articular los criterios políticos e ideológicos para semejante reagrupamiento. En el documento de 2011, se presenta un retrato falso (y francamente ridículo) en que la Guerra Popular está avanzando en el Perú, Filipinas y Turquía, y en que, de alguna manera, esto servirá como la base para el reagrupamiento de los comunistas. Como lo dice el PCI (M-L) (Naxalbari) al argumentar a favor de este tipo de enfoque: “Esta [unidad] ha de ser necesariamente suficientemente amplia, en los temas seleccionados así como en la participación, para que la realidad actual del movimiento maoísta internacional se represente adecuadamente. A través de ese proceso se puede identificar los puntos de unidad y las diferencias y llegar a una plataforma relativamente avanzada, para convertirse en la base de la reorganización”33. En otras palabras, en vez de centrar en las líneas de demarcación que han surgido y se agudizan, debemos primero decidir quiénes deben ser incluidos en esta discusión y luego buscar el mínimo común denominador de la línea política que pueda mantener “unidas” a esas fuerzas. Entre los signatarios del Llamado del 1º de mayo de 2011, está el Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta), así que podemos entender cómo será con toda probabilidad la “plataforma relativamente avanzada” y los tipos de revisionismo que tolerará. Sin embargo, el trivial Llamado del 1º de mayo sí contiene ciertos hilos unificadores, que reflejan precisamente algunas de las características de los “reflejos opuestos” a que se refiere el Manifiesto del PCR, Estados Unidos, ya citado, tales como hablar de “maoísmo” sin ninguna discusión de la contribución más importante de Mao sobre continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado y la reducción del maoísmo a la Guerra Popular. De muchas formas, este Llamado de 2011 es una concentración de todo lo que fue erróneo y secundario en el funcionamiento anterior del MRI y solo puede llevar al retroceso. Ahora con la más reciente Propuesta de 2012 vemos justamente adonde lleva: a denunciar la nueva síntesis de Bob Avakian como “contrarrevolucionaria”. 
    VIII. ETAPAS, LA CONTINUIDAD Y LA RUPTURA EN EL DESARROLLO DEL MARXISMO 
    Hemos tratado arriba cómo Bhattarai y Prachanda ofrecían, a su manera, un resumen de la primera etapa de la revolución comunista y proponían lecciones, aunque son muy erróneas y no científicas. Además, se puede ver que el Presidente Gonzalo del PCP también había comenzado a examinar parte de esta experiencia y desarrolló una serie de formulaciones, algunas de las cuales llegaron a incorporarse a lo que el PCP llamaba el Pensamiento Gonzalo. Por ejemplo, Gonzalo intentó contestar la muy importante cuestión de por qué se había derrocado la revolución en China, enfocándose abrumadoramente en el problema de armar a las masas en el socialismo. Aunque el problema de la dirección de las fuerzas armadas en la sociedad socialista es un problema importante y ha contribuido a la contrarrevolución, no se 32 puede decir que abarca toda la cuestión de la línea política e ideológica que resultó en los retrocesos de las sociedades socialistas previas. Por ejemplo, aunque haya milicias armadas (como los seguidores de Mao buscaron desarrollar en China), ¿quién las dirige? ¿Cómo se puede asegurar que esas fuerzas sean utilizadas para apoyar una línea proletaria auténtica? ¿Y qué de la fuerza aún mayor del ejército central del estado socialista — que aún se necesita en un mundo donde poderosos estados imperialistas antagónicos todavía son una fuerza importante? Pero en lugar de fijarse en la orientación y los descubrimientos básicos de Mao sobre la lucha de clases bajo el socialismo y cómo librarla, Gonzalo desarrolló una línea alternativa de “guerra popular hasta el comunismo” que visualiza la lucha armada como un elemento permanente y hasta decisivo en todo el período de transición hasta el comunismo. Esto se relacionaba con el entendimiento del PCP acerca del poder político. El PCP popularizaba muy correctamente la cita de Lenin de que sin el poder político, todo es ilusión. Pero al mismo tiempo conquistar el poder político tendía a convertirse en la meta final en sí, como se refleja en la afirmación del PCP que el poder político es el aspecto más importante del marxismo-leninismo-maoísmo34. Nuestro Partido notaba que, por importante que sea el poder político en el proceso revolucionario, necesita entenderse en el contexto de ¿poder político para quiénes y para qué? 35, que creemos es consecuente con una interpretación correcta de las tesis de Mao. Esto es un ejemplo importante, aunque solo uno, de las respuestas divergentes a la experiencia de la primera ola de la revolución comunista. Había muchas otras cuestiones también en que comenzaron a aparecer, a veces en forma embrionaria, entendimientos diferentes y contradictorios respecto a la meta del comunismo, la naturaleza del período socialista de transición y otras cuestiones decisivas. Desafortunadamente, la mayoría de las fuerzas en el MRI y el MCI no siguieron esta línea de interrogación. En un nivel, todos los comunistas aceptan, por lo menos de palabra, que el marxismo tiene que desarrollarse. La cuestión es por cuál rumbo se dará el cambio: con la nueva síntesis, el marxismo se vuelve más científico, más verdadero, más revolucionario, más capaz de guiar la lucha adelante a la meta emancipadora y de atraer cada vez más personas en el mundo sobre esa base. Pero si los comunistas no responden a las grandes necesidades y finalmente terminan o bien yendo a la cola de las soluciones de la época burguesa que no son ni soluciones ni liberadoras, o separándose dogmáticamente de los problemas reales de la revolución, y lo que se toma por “marxismo”, o el “mlm”, cambia para marchitarse y morir, entonces nuestra ciencia se convertirá en una sombra pálida de su pasado revolucionario, incapaz de responder a los nuevos desafíos y las nuevas contradicciones. Hemos visto que, aparte de Avakian y los defensores de la nueva síntesis, han sido principalmente los dirigentes del PCUN(M) o, en otras palabras, la derecha, quienes han abordado las cuestiones que salen de la primera etapa de la revolución comunista. Por supuesto, todas las respuestas que el PCUN(M) ha planteado van rumbo a liquidar el proyecto comunista. Entre aquellos en el MRI que han tendido más hacia la posición dogmática, de “izquierda” en su forma, pocos han presentado sus argumentos por escrito. Una excepción es el Partido Comunista (Maoísta) de Afganistán. Aunque es necesario protestar enérgicamente contra los ataques venenosos y gratuitos que hace el PC(M)A, sobre todo en contra de los camaradas del Partido Comunista de Irán (Marxista-Leninista-Maoísta), el artículo del PC(M)A que se titula “El Partido Comunista de Irán (MLM) ha caído en el camino perdido del ‘post mlm’” aclara la 33 ideología y la política asociada con estos intentos de “reagrupar el MCI” 36. El punto principal del PC(M)A es el argumento de que es erróneo reconocer que se ha terminado una etapa del movimiento comunista y es necesario iniciar una nueva etapa, y de manera semejante, es erróneo creer que el entendimiento de los comunistas también debe alcanzar un nuevo nivel. El artículo “Post mlm” del PC(M)A lo plantea así: “Las nuevas síntesis, como el Pensamiento Gonzalo, o un nuevo camino como Camino Prachanda o un ismo como Avakianismo no son como continuar y desarrollar más el marxismo leninismo maoísmo. Más bien representa una flamante arma intelectual y un marco post marxismo, leninismo, maoísmo. Es exactamente por eso que lo consideramos como una línea que es mucho más una desviación de giro lateral a diferencia de lo expuesto por la línea errónea del Partido Comunista del Perú llamado Pensamiento Gonzalo y mucho más profunda y más lejos de lo que el desviacionista Partido Comunista de Nepal (Maoísta) llamó Camino Prachanda”. Esta declaración de que la nueva síntesis de Bob Avakian, mal etiquetada como “Avakianismo”, es una desviación “mucho más profunda” que la del PCUN(M) es en sí asombrosa. ¿Quiénes han abortado una revolución? ¿Quiénes han transformado la meta de la lucha a la de perfeccionar la democracia burguesa? ¿Cuál línea efectivamente le ha dado la espalda a las masas en lucha por todo el mundo? No obstante, hay algo importante detrás de la denuncia del PC(M)A que considerar: un entendimiento erróneo del proceso por el cual se desarrolla el marxismo (o de hecho cualquier ciencia), de una etapa inferior a otra superior. En realidad, la nueva síntesis de Avakian no constituye una desviación del marxismo como sugiere el PC(M)A, sino al contrario constituye el mayor desarrollo del marxismo. Pero el PC(M)A entiende mal todo este proceso. He aquí la explicación del PC(M)A acerca del desarrollo del marxismo de una etapa a otra: “Además, en el nivel cualitativo de cambiar, aunque los cambios cualitativos son el aspecto mayor del cambio de un fenómeno en otro fenómeno, también hay cambio cuantitativo de tipos. Esta es la forma en la que a través del proceso de cambio cuantitativo, se acumulan también los cambios cualitativos, y los cambios cualitativos también se acumulan con el tiempo. Durante el nivel cualitativo del cambio, se da un salto cualitativo que cambia la contradicción fundamental del fenómeno y lo convierte en un nuevo fenómeno. “El marco teórico fundado por Marx tampoco es una excepción en lo que respecta a esta ley. Desde la época de Marx y Engels, esta arma intelectual ha pasado por dos niveles de desarrollo progresivo que fueron el leninismo y el maoísmo. La intención de esto no es de subestimar la importancia de las nuevas cualidades del leninismo y el maoísmo. Nuestra intención es aclarar que en el marxismo leninismo, la continuación del marxismo y la generalidad del marxismo leninismo es la esencia del cambio. La ruptura con el marxismo original no es el factor principal. También en el marxismo, leninismo, maoísmo, la continuación del marxismo, leninismo en el maoísmo y la generalidad del marxismo, leninismo, maoísmo es la esencia del cambio. La ruptura con el marxismo, leninismo no es el factor principal. Por eso es que los diferentes niveles del marxismo, marxismo leninismo son fundamentalmente diferentes niveles de desarrollo de un arma ideológica única”. 34 El PC(M)A toca la cuestión importante de la relación entre la continuidad y la ruptura en el desarrollo de la ciencia comunista revolucionaria de una etapa inferior a otra superior. En un sentido general, el aspecto principal es la continuidad —es decir, la defensa y el enriquecimiento de las proposiciones, tesis, métodos de análisis desarrollados primero por Marx y después elevados sucesivamente a niveles superiores por Lenin y Mao, y ahora por Avakian— mientras que la ruptura, que implica (aunque no exclusivamente) el rechazo de los elementos del entendimiento anterior que se descubre que son equivocados o parcialmente equivocados, es, en un sentido general, secundaria en el proceso por lo cual el marxismo ha dado saltos, que sí implica síntesis. En un nivel, esto parece ser lo que argumenta el PC(M)A en el extracto citado arriba, y con lo cual estaríamos de acuerdo — hay una continuidad única del marxismo y sí representa un arma ideológica única. Pero esta observación correcta no debe ser utilizada para negar que el marxismo haya pasado por saltos en el curso de su desarrollo y que estos saltos también impliquen la ruptura con lo que anteriormente se entendía como verdades. Lograr una síntesis implica tanto la ruptura como la continuidad, en que el todo, incluso los elementos positivos anteriores, es reconfigurado. En el planteamiento del PC(M)A, alcanzar una nueva etapa es un proceso bastante mecánico que en esencia resulta de la acumulación de avances incrementales en el entendimiento. Esto deja fuera el papel central de la síntesis para alcanzar un nivel superior de entendimiento, sobre todo en puntos nodales claves en el desarrollo de nuestra ciencia revolucionaria. “Según lo expresó Bob Avakian, el comunismo es una filosofía integral y una teoría política y a su vez es una ciencia viva y crítica en continuo desarrollo” 37. El PC(M)A erige una Gran Muralla entre la ruptura y la continuidad. Primero, para señalar lo que debe ser obvio: ruptura y continuidad son una unidad de contrarios. Lo que se necesita captar es su interpenetración dialéctica. En el desarrollo del marxismo es necesario enfatizar que sin ruptura no puede haber continuidad. Si el marxismo no hace una ruptura con los aspectos y elementos que son erróneos, unilaterales y no científicos, no puede mantener su continuidad con su grano científico. Si el marxismo no deshierba sus propios entendimientos erróneos anteriores según se vayan descubriendo en el curso de la práctica social y el avance del conocimiento humano más en general, si no está continuamente reexaminando y poniendo a prueba sus premisas en este sentido, deja de ser en absoluto una ciencia. Esto es lo que ha estado haciendo Avakian al criticar aquellos elementos secundarios pero todavía reales y dañinos en el entendimiento y la práctica anteriores que de hecho han ido en contra del entendimiento científico básico del marxismo. Y el resultado no es simplemente agregar correcciones o enmiendas al cuerpo existente del marxismo-leninismomaoísmo: el entendimiento que existía anteriormente en sí es “reconfigurado”, surge una nueva síntesis. La descripción mecánica del PC(M)A de los avances cuantitativos en el entendimiento que conducen a saltos cualitativos y sus esfuerzos por aplicar esto al desarrollo del marxismo están muy ligados al punto de vista erróneo de que la aplicación del marxismo en un país específico conducirá automáticamente al avance correspondiente en el entendimiento teórico. Entre muchos de los partidarios del PCP durante el punto álgido de su lucha, ese argumento nunca estaba muy por debajo de la superficie: ya que la revolución peruana avanzaba, el reconocimiento de ese avance también comprobaría la validez universal del Pensamiento Gonzalo. A la inversa, algunos camaradas han argumentado que ya que no ha habido una revolución socialista victoriosa desde 35 China, no puede haber un salto en el entendimiento en el terreno de la teoría. Esta forma de pensar está muy afectada por el nacionalismo y el empirismo. Regresemos a los argumentos del PC(M)A sobre las adiciones cuantitativas y cualitativas al marxismo. En realidad, los avances cualitativos no son simplemente el resultado de la acumulación de verdades parciales, aunque sin duda eso es parte del proceso. En ciertos puntos nodales en el desarrollo de cualquier ciencia, la experiencia acumulada, más debate y la influencia de los descubrimientos y controversias en otros campos requerirán que se reexaminen algunos de los postulados y entendimientos anteriores. El proceso al que el PC(M)A se opone tan violentamente, de alcanzar y unirse en torno a un nuevo entendimiento superior del marxismo, no es tan enigmático. De hecho, en el proceso de formar el MRI en sí y en la adopción subsiguiente de la formulación del marxismo-leninismomaoísmo, el problema de la etapa y el salto en nuestro entendimiento fue tema de una lucha importante. Incluso dentro del MRI, hubo quienes lucharon a brazo partido por la posición de que el marxismo-leninismo-maoísmo no constituye el desarrollo superior del marxismoleninismo38. Muy en el meollo de este rechazo hubo una denegación terca de la crítica que desarrolló Mao de los errores de Stalin en muchos campos: en el entendimiento de la lucha de clases bajo el socialismo; la diferencia entre las contradicciones en el seno del pueblo y las contradicciones entre el pueblo y el enemigo; no reconocer la unidad y lucha de contrarios como la ley central de la dialéctica; etcétera. En la medida de que hubo palabrería sobre las contribuciones de Mao, éstas se veían como simples adiciones al cuerpo existente de la teoría. Se rehusaba reconocer que estas adiciones también implicaban el rechazo de ciertas ideas y la reconfiguración de otras. A veces hasta se aceptaba que Mao entendía ciertos aspectos mejor que Stalin, pero esto se explicaba, según este punto de vista, simplemente por el hecho de que Mao vivía después de Stalin y que se había acumulado más experiencia, como si esa experiencia en sí llevara necesariamente a un entendimiento más avanzado. En realidad, nuevas experiencias de hacer la revolución proletaria por lo general no llevan a una sola explicación nueva, sino a varias explicaciones distintas y contradictorias. Llevan a la lucha de dos líneas. A nuestro juicio, el golpe de estado en China fue una “prueba” trágica y desgraciada de toda la tesis de Mao acerca del peligro de la restauración del capitalismo en la sociedad socialista y la necesidad de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado. Confirmó su tesis básica y también proporciona mucho material para desarrollar más y reconfigurar el entendimiento que él desarrolló. Pero muchos no lo vieron así y de hecho no es la conclusión que necesariamente se impone espontáneamente. Enver Hoxha y muchos otros consideraron que la pérdida en China fue la “prueba” de que el maoísmo no tenía utilidad alguna. Hoy en día el comunismo revolucionario de nuevo ha alcanzado una nueva etapa en su desarrollo por medio de la elaboración de la nueva síntesis de Bob Avakian. Como avances anteriores en nuestra ciencia, implica tanto la continuidad como la ruptura y la reconfiguración del conjunto. La nueva síntesis proporciona una continuidad verdadera con Mao por medio de ir más allá de Mao, identificando elementos, aunque secundarios, que de hecho están en contradicción con los aspectos abrumadoramente científicos de las enseñanzas de Mao. Como lo plantea el mismo Avakian (citado en el Manifiesto del PCR, Estados Unidos): “Es muy importante no subestimar el significado y la fuerza positiva potencial de esta nueva síntesis: criticar y romper con errores y 36 deficiencias importantes y defender y reconfigurar lo que ha sido positivo de la experiencia histórica del movimiento comunista internacional y los países socialistas que han existido hasta la fecha; en un sentido verdadero, revivir —sobre una base nueva y más avanzada— la viabilidad y, sí, la deseabilidad de un mundo totalmente nuevo y radical, y hacerlo sobre una base aún más firme de materialismo y dialéctica…. Así que no debemos subestimar el potencial de esto como fuente de esperanza y osadía sobre una base científica sólida”. En el curso de esta carta hemos identificado algunos de los elementos que están incorporados a la nueva síntesis. Para una explicación más completa les remitimos otra vez al Manifiesto del PCR, Estados Unidos y otros documentos 39. Desechar la noción de la verdad de clase y lo que Avakian llama la “reificación del proletariado” forman parte de los elementos filosóficos y epistemológicos de la nueva síntesis. La actual lucha de dos líneas que toma forma en el MCI abarca estas cuestiones ideológicas también. Avakian también ha identificado y criticado elementos cuasi-religiosos que han coexistido con el marxismo y han afectado el entendimiento correcto del marxismo como una ciencia. Conceptos como la “negación de la negación” que Marx y Engels pidieron prestado a Hegel, o la muy repetida proclamación de la “victoria inevitable del comunismo”, siempre han existido como contracorriente en el comunismo revolucionario. Dentro del MRI, algunas de estas ideas erróneas fueron llevadas a nuevas alturas por el concepto de Gonzalo de que “a la revolución nada la puede detener” o que “quince mil millones de años lleva la Tierra para generar el comunismo”40. No puede descartarse esta manera de pensar como un simple triunfalismo vacío que busca alentar el coraje de los camaradas y las masas. Las nociones cuasi-religiosas son un obstáculo a que veamos el comunismo revolucionario como una ciencia y que ayudemos a que avance como una ciencia capaz de aproximarse más plenamente a la realidad y servir como una herramienta aún mejor para transformar el mundo. Desde ese punto de vista, también hay una discusión importante entre el papel del marxismo como una ciencia y su relación con el proletariado como clase. Dentro del MRI se ha adoptado ampliamente un entendimiento erróneo y mecánico de esto. Algo de esto se trató en nuestro debate con Ajith del PCI (M-L) (Naxalbari) en ¡Luchar! 41 sobre la relación entre el partidismo y la verdad en el marxismo. El marxismo es partidario de los intereses del proletariado, pero no es verdad porque es partidario. De hecho, la razón fundamental por el partidismo del marxismo está en la posición objetiva de una clase (el proletariado) cuyos intereses fundamentales radican en dirigir la transformación de la sociedad más allá del reino de la producción de mercancías misma, y todo lo que eso encierra en última instancia. Es únicamente en ese sentido que el marxismo puede considerarse partidista. No es ni jamás debe ser presentado como un reflejo de la conciencia de los obreros en un momento específico o en un país específico ni como una ideología que refleja los intereses inmediatos o particulares o corporativos de los obreros. Este es un punto importante en la crítica de Avakian a la “reificación del proletariado”, un concepto que significa no concebir al proletariado en su cualidad abstracta, más alta que la vida, como una clase que ocupa cierta posición con relación al modo de producción y en el desarrollo histórico general de la sociedad de clases sino, al contrario, ver el proletariado como un conglomerado de obreros concretos o reales que se encuentran en un país o una situación específica. Es el papel objetivo del proletariado como una clase, y sus intereses 37 fundamentales como una clase, de abolir todas las relaciones de explotación y opresión, por medio del avance hacia el comunismo, a nivel mundial —y no las ideas, o los intereses limitados y más inmediatos, de los proletarios individuales, ni siquiera del proletariado en su conjunto en éste o aquel país, en cualquier momento dado— al que el comunismo corresponde en lo fundamental, y al cual sirve. Aquí vemos otra vez tanto la continuidad como la ruptura. Marx y Engels enfatizaron en primer lugar la tarea histórico-mundial del proletariado de introducir una época completamente nueva en la historia humana. Tanto Lenin como Mao sostuvieron ese concepto y lo defendieron contra la tergiversación revisionista, y al hacer eso lo enriquecieron. Por ejemplo, la importante obra de Lenin ¿Qué hacer? insiste en que los comunistas sean tribunos del pueblo y no secretarios sindicales, y todo su planteamiento sobre el papel de la conciencia refleja un entendimiento muy correcto y muy importante. No sorprende que sea uno de las obras más ignoradas y/o más tergiversadas y atacadas de las obras de Lenin, precisamente porque va directamente en contra del economismo y la estrechez que tantas veces se ha disfrazado como comunismo. De manera semejante, Mao dirigió al PCCh para enfatizar, popularizando una cita de Marx, que “el proletariado podrá emanciparse finalmente sólo emancipando a toda la humanidad”. Pero también es cierto que hubo tendencias secundarias en el PCCh (sin mencionar los errores más notorios de este tipo durante la Unión Soviética bajo la dirección de Stalin y su idea de que “los comunistas son hechos de material especial”), con relación a llegar a la verdad, de perder de vista eso o de atribuir una suerte de “lugar especial” a personas específicas provenientes de una posición de clase explotada o que representan a ese sector de las masas: en otras palabras, una especie de “reificación”. Así que la crítica de Avakian de la reificación del proletariado es a la vez una crítica y una ruptura con una parte secundaria y no científica del entendimiento y de la práctica de Mao y de sus predecesores en su entendimiento de la relación entre el proletariado como clase y el proceso revolucionario. Al mismo tiempo, Avakian defiende el meollo científico correcto que recorre todo el desarrollo del comunismo revolucionario y lo desarrolla más. Todo su énfasis en que los comunistas sean emancipadores de la humanidad es un buen ejemplo de la continuidad con un tema que ha recorrido toda la historia del comunismo desde Marx pero que también ha requerido una ruptura con contracorrientes ligadas al materialismo mecánico y conceptos de la verdad de clase y un proletariado reificado42. 
    IX. EL MARCO TEÓRICO PARA UNA NUEVA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN COMUNISTA 
    Pese a las ilusiones falsas o el engaño propio de algunos camaradas, tenemos mucho trabajo que hacer si el movimiento comunista va a contestar y derrotar las calumnias de nuestros enemigos; proporcionar un resumen científico de toda la primera ola de la revolución proletaria; forjar nuevos iniciadores de una nueva etapa de esta revolución; y presentar una visión viable, atractiva y convincente de la sociedad que luchamos por traer al mundo. Gracias a la nueva síntesis de Bob Avakian, existe una base para defender científicamente y con entusiasmo los grandes logros del movimiento comunista mientras se critican rigurosamente 38 aquellos elementos los que son incorrectos y en realidad van en contra del comunismo —tales como la verdad de clase y el concepto relacionado de la reificación del proletariado, el nacionalismo, el pragmatismo y el positivismo— así como los errores reales pero secundarios en ejercer la dictadura del proletariado en las sociedades socialistas anteriores. De hecho, estas dos tareas son inextricables: sin criticar los errores pasados no podremos defender con éxito nuestros logros. Sin basarnos en nuestros logros no veremos correctamente los errores reales que se necesitan superar para hacerlo mejor la próxima vez. Estas tareas políticas e ideológicas están presentes a escala mundial y en cada país. No es posible ni es deseable simplemente dar marcha atrás al reloj e intentar reconstruir el MRI u otra organización internacional sobre la base de criterios anteriores y de ninguna manera por medio de buscar organizar fuerzas mientras se opone al necesario y crucial énfasis en las cuestiones cardinales de línea ideológica y política. Cualquier duda persistente que se pudiera tener sobre este tema la debe disipar la “Propuesta” de 2012 (a que se refiere en el Apéndice de esta carta). Representa toda una línea ideológica y política errónea que se está articulando y por la cual se está luchando ahora. Es un intento de “reagrupar comunistas” sin el comunismo revolucionario como se ha desarrollado más por medio de la nueva síntesis y en contra del mismo. Los autores de esta Propuesta esperan evitar e impedir discusión sustanciosa de la nueva síntesis, a la vez que lanzan acusaciones de “contrarrevolucionaria” y piden que otros se alisten a esta cruzada más reciente. Quieren adjudicarse los logros del MRI mientras le dan la espalda a la esencia revolucionaria que representaron históricamente la formación y el desarrollo del MRI. En realidad, si la “Propuesta” fuera adoptada, sólo anularía los logros verdaderos del MRI y trabajaría en contra de todo el propósito por el cual se fundó el MRI. Tal enfoque sólo podría llevar a un revés en un momento cuando la revolución proletaria tiene una gran necesidad de un avance. Existe un marco para ese avance. Hay una necesidad objetiva apremiante de un debate profundo entre los que han conformado el movimiento comunista internacional hasta ahora y otros también. Es un debate cuya conclusión exitosa también puede fortalecer y compenetrarse profundamente con el crecimiento político de una nueva generación que viene entrando en la lucha — la que está buscando la filosofía, para parafrasear a Mao, pero que necesita ser ganada al comunismo revolucionario. Por otro lado, no enfrentar satisfactoriamente las cuestiones ideológicas y políticas del momento, o sacar las conclusiones erróneas, acelerará más el deslizamiento hacia abajo del movimiento comunista. Solo en base a lograr un nivel más profundo de unidad política e ideológica será posible darle más atención a cómo mejor avanzar la unidad práctica de las fuerzas comunistas. La cuestión de escoger entre ser “la vanguardia del futuro” o quedar reducidos a ser el “residuo del pasado” se plantea agudamente y el desenlace de esta lucha tendrá enormes implicaciones. Hace falta que todas las fuerzas que han conformado el MRI y el movimiento comunista internacional dediquen la atención y la energía que corresponden a los peligros extremos de permitir que no sea cuestionado el deslizamiento actual y, por otro lado, a la verdadera posibilidad y la gran necesidad de iniciar una nueva etapa de la revolución comunista. De hecho, esta discusión ya está retrasada y no existe ninguna razón ni excusa que valga para hacerle caso omiso. 39 Ahora ha surgido agudamente una lucha de dos líneas de entre las fuerzas que han conformado el MRI. No se puede dar marcha atrás. Para citar la conclusión del Manifiesto del PCR, Estados Unidos: “A los revolucionarios y a los comunistas de todas partes, a todos aquellos que anhelan otro mundo radicalmente diferente y mucho mejor: no demos marcha atrás ni volvamos a atrincherarnos en el pasado en la forma que sea — al contrario, avancemos con osadía hacia la meta del comunismo y hacia la emancipación de la humanidad de las milenarias cadenas de la tradición”. El Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos 1° de mayo de 2012 40
     APÉNDICE 
    Mientras finalizábamos esta Carta a los Partidos y las Organizaciones Participantes del Movimiento Revolucionario Internacionalista, nos enteramos de la existencia de dos documentos nuevos que circulaban “unos pocos partidos del MRI” para firmarse, que se titulan Sobre la situación mundial y Una propuesta por una conferencia para construir una nueva organización internacional mlm. Aunque estos no intentan examinar seriamente el análisis y los argumentos que ha hecho nuestro Partido durante varios años, tienen el descaro de caracterizar como “revisionismo” la nueva síntesis de Bob Avakian y además declarar que nuestro Partido no sólo “se desvi(ó) del sendero de la revolución y el comunismo”, sino que tiene una “línea contrarrevolucionaria…que conduj(o) a la actual crisis y colapso del MRI”. Estos documentos también señalan, en segundo lugar, la crítica de lo que ellos llaman “la línea PrachandaBhattarai” en el PCUN(M); pero, como se pondrá en claro, esta línea es en realidad una finta, diseñada para tapar su propio seguidismo y apología de la línea revisionista en el PCUN(M) durante todo un período de tiempo, y lo que continúa, de forma nueva, hasta ahora. El blanco evidente de estos documentos es Bob Avakian y su nueva síntesis del comunismo. El contenido de estos documentos sirve perfectamente de ejemplo de los mismos problemas de línea ideológica y política, y el método correspondiente, demasiado generalizados en el MRI durante varios años, que aborda nuestra carta. Ha sido un principio correcto de los comunistas no tildar a la ligera de “revisionista” o “contrarrevolucionario” a fuerzas en el movimiento comunista, y sobre todo no hacerlo sin argumentar por qué su línea es revisionista o contrarrevolucionaria. Solo debe pronunciarse semejante conclusión después de haber examinado rigurosamente las cuestiones políticas y teóricas en juego y después de haber hecho un esfuerzo real para llevar a cabo la lucha de principios para convencer a los que se están cayendo en una u otra línea errónea. La lucha que nuestro Partido libra desde más de 5 años en contra de la línea revisionista en el PCUN(M) ilustra ese método correcto. Sin embargo, las fuerzas que impulsan este intento actual de formar una nueva organización internacional han procedido según una lógica distinta y muy alejada de los principios fundamentales para llevar a cabo la lucha de dos líneas dentro del MCI. Declaran, como la Reina Roja en “Alicia en el país de las maravillas”, “primero la sentencia, después el juicio”. Este enfoque no es casual. Lanzar las acusaciones más extremas y sin fundamento sin realizar siquiera el más mínimo esfuerzo para comprobarlas y con una despreocupación temeraria para con la verdad en sí indica una línea política e ideológica que corresponde al tipo de “movimiento comunista” que quisieran desarrollar los reorganizadores y refleja su concepto de la futura sociedad que tal enfoque crearía. Hasta ahora, muchos camaradas se han mantenido al margen mientras se ha agudizado la lucha política e ideológica. No les preocupa a los dirigentes de esta nueva “iniciativa” esta falta de consideración seria porque tratan de sustituirla con un criterio diferente para la “unidad”, en particular un llamamiento demagógico y pragmático de tomar las guerras populares dirigidas por maoístas como “sus puntos de referencia y pilar estratégico”, a diferencia del énfasis que le dio Mao a “lo correcto o lo incorrecto de la línea política e ideológica”. No obstante, es importante hacer hincapié en el hecho de que esto no es solamente un esfuerzo pragmático para evitar las líneas de demarcación e improvisar la unidad hecha pedazos del movimiento comunista, como han pensado algunos. Mientras que tal enfoque sería bastante malo y estaría 41 destinado a fracasar, el verdadero contenido y las metas reales son aún peores. Su meta central es combatir y oponerse al avance y el desarrollo de un comunismo revolucionario viable en el mundo hoy en día. Aunque aquí no vamos a intentar abordar todas las cosas erróneas en estos documentos, creemos que lo que ya hemos escrito, en nuestra carta, proporcionará criterios y normas importantes para evaluar la línea ideológica y política que se defiende en los mismos. En estos nuevos documentos se declara el fin del MRI. Pero las cuestiones cardinales del comunismo que han estado en el centro del atolladero de nuestro movimiento por varios años quedan casi sin abordarse, mucho menos haberse debatido a fondo, por parte de la mayor parte de los partidos y las organizaciones del MRI. Ir directamente a esas mismas cuestiones es el propósito de nuestra carta. 42 NOTAS 1 Véase Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista (1984). 2 http://revcom.us/Manifesto/Manifesto-es.html. 3 Parece que algún sector del PCUN(M) tal vez firmó el documento colectivo de 2012 a que se refirió arriba que denuncia la línea “Bhatterai-Prachanda”. No obstante, no sabemos todavía de alguna crítica profunda de esa línea ni ruptura decisiva con la práctica del PCUN(M). 4 “¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian?”, de Lenny Wolff, http://revcom.us/a/129/New_Synthesis_Speech-es.html, y “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, Primera parte, de Bob Avakian. http://revcom.us/avakian/makingrevolution/makingrevolution-pt1-es.html 5 Véase en particular el Informe del Noveno Congreso del Partido Comunista de China (1969). 6 Véase “Rechazar el ataque dogmato-revisionista contra el pensamiento Mao Tsetung”, en Revolución, Vol. 4, Nos. 7-8, julio-agosto 1979. 7 Los revolucionarios proletarios en China describieron la transición al comunismo con base en la cita de Marx de Las luchas de clase en Francia, 1848-50: “Este socialismo es la declaración de la permanencia de la revolución, la dictadura de clase del proletariado como punto necesario de transición para la supresión de las diferencias de clase en general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, para la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones de producción”. 8 Véase “Alain Badiou’s ‘Politics of Emancipation’: A Communism Locked Within the Confines of the Bourgeois World” (“La política de la emancipación” de Alain Badiou: Un comunismo encerrado en los confines del mundo burgués), de Raymond Lotta, Nayi Duniya y K. J. A. Demarcations #1. http://demarcations-journal.org/issue01/demarcations_badiou.html (en inglés). 9 Véase Bob Avakian, Revisionists Are Revisionists and Must Not Be Supported; Revolutionaries are Revolutionaries and Must be Supported, publicado en Revolution and Counter-Revolution: The Revisionist Coup in China and the Struggle in the Revolutionary Communist Party, USA, RCP Publications, 1978; y Las contribuciones inmortales de Mao Tsetung, Liberation Distributors, 1991. 10 En la Declaración del Movimiento Revolucionario Internacionalista, el MRI describió la tercera etapa del comunismo revolucionario como marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung, conforme a la nomenclatura que había adoptado el Partido Comunista de China bajo la dirección de Mao. En 1993 el MRI se unió a referirse al marxismo-leninismo-maoísmo en el documento ¡Viva el marxismo-leninismo-maoísmo! 11 Bob Avakian, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, número especial de Revolución (órgano de propaganda del Comité Central del PCR, Estados Unidos) #50, RCP Publications, 1982. Se puede descargar en inglés en línea en: http://www.revcom.us/bob_avakian/conquerworld/index.htm. 12 Véase Capítulo VI, “Una revolución cultural al interior del PCR”, en El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos. http://revcom.us/Manifesto/Manifesto-es.html. 43 13 Como parte de la transformación revisionista de la línea y la práctica del partido, el partido de Nepal adoptó el nombre Partido Comunista Unificado de Nepal (Maoísta) en 2009 después de unirse a otro partido que no había participado en la guerra popular. 14 The Worker, Partido Comunista de Nepal (Maoísta), #9 (en inglés). 15 “Sin elecciones generales, sin una irrestricta libertad de prensa y reunión, sin una libre lucha de opiniones, la vida muere en toda institución pública, se torna una mera apariencia de vida, en la que sólo queda la burocracia como elemento activo. Gradualmente se adormece la vida pública, dirigen y gobiernan unas pocas docenas de dirigentes partidarios de energía inagotable y de experiencia ilimitada. Entre ellos, en realidad, dirigen sólo una docena de cabezas pensantes, y de vez en cuando se invita a una élite de la clase obrera a reuniones donde deben aplaudir los discursos de los dirigentes, y aprobar por unanimidad las mociones propuestas. En el fondo, entonces, una camarilla. Una dictadura, por cierto: no la dictadura del proletariado sino la de un grupo de políticos, es decir, una dictadura en el sentido burgués...” Luxemburgo, Rosa, “Sobre la revolución rusa”, en Obras Completas, tomo 4, p. 360 y siguientes. Citado en: http://wikiroja.wikispaces.com/Rosa+Luxemburgo. 16 Un Mundo Que Ganar, No. 17, 1992. Reimpreso en: http://revcom.us/chair_s.htm#democracy. 17 Véase en “Sobre la importancia de resumir la experiencia del socialismo”, de la Organización Comunista Revolucionaria, México, una crítica pertinente de “dos se integran en uno”. 18 Véase las cartas del PCR, Estados Unidos al PCN(M). http://revcom.us/a/160/Letters-es.pdf 19 Esto no significa que la revolución estaba necesariamente al borde del éxito militar en el período de 2005. También hubo dificultades reales, como demostró la capacidad del régimen reaccionario de soportar los ataques en contra de sus baluartes bien fortificados en donde los beneficios de las conexiones del régimen y el apoyo de los imperialistas y reaccionarios entrarían más en juego. Estas realidades “alimentaban” otras cuestiones de línea también, tanto en Nepal como más en general. Por ejemplo, el entendimiento de la dirección del PCUN(M) con respecto a la necesidad y la forma de lo que llamaban “una insurrección” para terminar la revolución se basaba en el apoyo de un sector del cuerpo de oficiales de las fuerzas armadas del enemigo. Esto también interactuó mucho con la cuestión más general de qué tipo de estado, con qué programa socioeconómico, se establecería por medio de tal “insurrección”. 20 Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, RCP Publications, 2008. http://revcom.us/Constitucion/constitucion.html 21 Véase Revolución #200, 24 de abril de 2010. “Sobre la encrucijada crítica en la revolución de Nepal y la urgente necesidad de una ruptura real con el revisionismo”. Véase también un artículo de K.J.A. “¡Salvar la revolución!”, mayo de 2010. Traducido y publicado en http://www.acgcr.org/mri_archivos/colombia/np20110419.html. 22 Esto nos recuerda de la advertencia de Chang Chun-chiao a los camaradas en China cuando les dijo que mucha gente consideraba que la campaña en todo el Partido de “estudiar la dictadura del proletariado” era una “tarea flexible”, mientras los seguidores del camino capitalista tenían bien clara la naturaleza de vida o muerte de este debate y consideraban como una tarea inflexible luchar por una línea revisionista. 23 Lenin, Materialismo y empirocriticismo, Capítulo II. 44 24 Pocos meses después de la adopción de la resolución del Milenio, el PCR, Estados Unidos hizo una autocrítica en una carta circulada a los partidos y las organizaciones del MRI por haber aceptado esa resolución. 25 “El movimiento y el recodo en el camino”, en ¡Luchar! #6, agosto de 2005. 26 Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky”, Obras Completas, Tomo XXX, Akal Editor, Madrid, 1978, p. 137-138. “El socialista, el proletario revolucionario, el internacionalista razona de otra manera: ... No debo razonar desde el punto de vista de ‘mi’ país (pues esa es la manera de razonar de un tonto y despreciable pequeño burgués nacionalista, que no comprende que sólo es un juguete en manos de la burguesía imperialista), sino desde el punto de vista de mi participación en la preparación, en la propaganda y en la aceleración de la revolución proletaria mundial. Eso es internacionalismo, y ese es el deber del internacionalista, del obrero revolucionario, del auténtico socialista”. 27 Estas teorías llegaron a ser consolidados por los revisionistas en China después de la muerte de Mao como la “Teoría de los Tres Mundos”. Pero muchos de los hilos y las políticas que entraron en este modo de pensar ya estaban evidentes en las políticas que se aplicaron en China durante la vida de Mao y eran consecuentes con un entendimiento que había sido muy extendido en el MCI desde los 1930. 28 Mao Tsetung, Obras escogidas, Tomo 2, “El papel del Partido Comunista de China en la guerra nacional”, pp. 202-203. 29 Además de la citada obra ¿Conquistar el mundo?, véase también “Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica” (Obrero Revolucionario [ahora Revolución] Nos. 316 y 317, 5 y 12 de agosto de 1985); “Contradicciones fundamental y principal a nivel mundial” (Obrero Revolucionario No. 132, 27 de noviembre de 1981); “Más sobre la contradicción principal en el mundo actual” (Obrero Revolucionario No. 172, 17 de septiembre de 1982); así como muchos artículos de BA que están en línea de desde hace varias décadas en http://revcom.us/chair_s.htm. 30 Texto 38: “De demócratas burgueses a seguidores del camino capitalista” y Texto 39: “Los dirigentes seguidores del camino capitalista son burguesía dentro del Partido”. De Mao Makes Five. Compilado con una Introducción por Raymond Lotta, Banner Press, 1978 (en inglés). Originalmente, el Texto 38 apareció en Pekín Informa #13, 31 de marzo de 1976 y el Texto 39 en Pekín Informa #25, 23 de junio de 1976. 31 Bob Avakian, “Vencer las dos grandes cuestas: Más acerca de conquistar el mundo”, del cual salieron unos pasajes en el periódico del PCR, Obrero Revolucionario (ahora Revolución): “Cómo vencer la cuesta”, Nos. 927, 930, 932 y 936-940 (12 de octubre, 2 de noviembre, 16 de noviembre y del 14 de diciembre de 1997 al 18 de enero de 1998); “Sobre la democracia proletaria y la dictadura del proletariado: Un punto de vista radicalmente diferente sobre cómo dirigir la sociedad”, Nos. 1214 a 1226 (5 de octubre de 2003 a 25 de enero de 2004); “Materialismo y romanticismo: ¿Podemos prescindir de los mitos?”, No. 1211 (24 de agosto de 2003); y “Otro vistazo a George Jackson”, No. 968 (9 de agosto de 1998). Todos estos artículos se pueden encontrar en línea en http://revcom.us/chair_s.htm. 32 “Los pueblos quieren la revolución, Los proletarios quieren el partido de la revolución, Los comunistas quieren el internacionalismo y una nueva organización internacional.” Reimpreso 45 ampliamente — por ejemplo, en www.kaosenlared.net/noticia/declaracion-internacionalista-1- mayo-2011. 33 “Sobre la situación actual del MRI y el reto de reagrupar los partidos maoístas a nivel internacional”, PCI (M-L) (Naxalbari). 34 Esta formulación se puede encontrar en varios documentos del Partido Comunista del Perú, inclusive en el documento sobre la línea general del partido. 35 Bob Avakian, “Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad”. 2005. http://revcom.us/a/037/avakian-puntos-sobre-socialismo-comunismo-s.htm 36 “El Partido Comunista de Irán (MLM) ha caído en el camino perdido del ‘post mlm’”, un documento público del Partido Comunista (Maoísta) de Afganistán. 37 Constitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, RCP Publications, 2008. http://revcom.us/Constitucion/constitucion.html 38 Esto fue el caso en particular de MB Singh del Partido Comunista de Nepal (Mashal) y del Partido Comunista de Turquía/Marxista-Leninista. 39 “¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian?”, de Lenny Wolff. http://revcom.us/a/129/New_Synthesis_Speech-es.html, y “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, Primera parte, de Bob Avakian. http://revcom.us/avakian/makingrevolution/makingrevolution-pt1-es.html 40 De su discurso a la importante reunión del partido en 1979 antes del inicio de la guerra popular. 41 “Respuesta al artículo ‘El actual debate sobre el sistema de estado socialista’”, en ¡Luchar! #8, junio de 2006. Además, salió en inglés en Demarcations #2: http://demarcations-journal.org/ 42 Algunos han argumentado, o cuestionado, si el énfasis de Avakian en la “emancipación de la humanidad” es un reflejo de una especie de “humanismo” y una desviación del punto de vista de clase y el método proletarios. En realidad, lo que estamos defendiendo y por lo que luchamos son los intereses proletarios en el sentido más fundamental y más amplio, y la cosmovisión y el método que corresponden a eso, lo que forma la base para el movimiento para la revolución que trabajamos para construir. Por otro lado, esa posición es una vulgarización economista, estrecha y reificada así como una reducción fundamentalmente reformista de los intereses del proletariado —la que no tiene que ver con la lucha por el comunismo sino con algo mucho menos que eso, encadenado dentro de los confines de las relaciones burguesas y la realidad de un mundo dominado por el imperialismo— a la que se opone la nueva síntesis desarrollada por Bob Avakian.

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    Revolución #256, 15 de enero de 2012

    Vilipendiando el comunismo y acomodándose con el imperialismo

    La farsa y la vergüenza del "pesimismo sincero" de Slavoj Žižek

    El numero de diciembre de 2011-enero de 2012 de The Platypus Review contiene una entrevista al filósofo y teórico cultural Slavoj Žižek1. Constituye una ráfaga de tergiversaciones de la experiencia histórica de la revolución y el socialismo del siglo 20, acompañada de un ataque vilmente inescrupuloso e infundado a la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian.
    Las cavilaciones de Žižek acerca del comunismo se disfrazan de nuevas ideas matizadas pero lo que manifiestan es un anticomunismo muy gastado y trillado y torpe que se compagina con la narrativa burguesa imperante sobre el comunísimo como un "fracaso" y un "horror". Žižek se presenta a sí mismo como un "anticapitalista", pero lo que pregona son apologías del imperialismo capitalista.
    Todo eso es el producto de lo que Slavoj Žižek llama su "pesimismo sincero".
    A continuación respondo a las afirmaciones y tergiversaciones centrales de Žižek. Pero para empezar, insto a Slavoj Žižek a participar en un debate público conmigo acerca de la naturaleza del imperialismo y la historia y las posibilidades del proyecto comunista.

    I. Lo que está en juego en realidad, las verdaderas alternativas y las verdaderas responsabilidades

    El mundo es un horror. Una emergencia ambiental amenaza a los propios ecosistemas del planeta; las guerras neocoloniales libradas por el imperialismo occidental engendran muerte, destrucción y desplazamiento; la desnutrición y hambre agobian a mil millón de seres humanos; las mujeres, la mitad de la humanidad, están cosificadas, cubiertas de velos, traficadas y denigradas. El desarrollo de la tecnología y la acumulación de conocimientos humanos han llevado la sociedad humana a un umbral en que ahora es posible ponerle fin a todo eso y darle una vida material digna y cultural rica a toda la humanidad, pero el sistema con las ganancias ante todo del capitalismo mundial restringe y ahoga ese potencial.
    Un creciente número de personas, de Egipto a los movimientos Ocupar, están oponiendo resistencia y cuestionando el orden social actual. Están alzando la frente y buscando soluciones y alternativas.
    La responsabilidad de los revolucionarios y de todos los pensadores radicales respecto a estos movimientos muy claramente es unirse con ellos y trabajar para fortalecer su impulso abrumadoramente positivo. Pero, además, es crucial abordar los obstáculos y las contradicciones que enfrentan estos movimientos y luchas, y trabajar para dar dirección para desviar las cosas hacia un camino más plena y conscientemente revolucionario. A la vez, existe una apremiante necesidad de distinguir entre el discurso y la política revolucionarios y radicales, y lo que nos relegaría al mundo tal como es2.
    Existe una salida del sufrimiento y la locura de este mundo. Se trata de la revolución, una revolución comunista. Las primeras iniciativas de la historia moderna para crear sociedades libres de explotación y opresión (la revolución soviética de 1917-1956 y la revolución china de 1949-1976) contaron con la dirección de visionarios partidos de vanguardia y plasmaron nuevas economías liberadoras e instituciones gobernantes, nuevas relaciones sociales basadas en la cooperación y la superación de la desigualdad y combatieron los viejos modos de pensar, en medio de increíbles obstáculos materiales e ideológicos.
    Estas revoluciones representan parteaguas históricos para la humanidad oprimida. Sus hazañas fueron monumentales y a la vez no tuvieron precedente. A la vez, existían problemas y deficiencias de concepción, método y práctica, algunos de ellos muy serios, algunos de ellos hasta graves. ¿Cómo evaluar todo eso? Con el tiempo esta primera ola de revoluciones comunistas resultó derrotada y se restauró el capitalismo. ¿Cuáles fueron las causas y factores subyacentes?
    Bob Avakian ha desarrollado un conjunto de trabajo que al sintetizar las lecciones abrumadoramente positivas pero también negativas de esta primera ola de revoluciones, y a la vez al sacar lecciones de diversas esferas de la experiencia y actividad humana, abre nuevos caminos para ir más lejos y hacerlo mejor en una nueva etapa de revolución comunista. Se trata de una nueva síntesis del comunismo. Un comunismo radicalmente transformador… que está inmarcesiblemente resuelto a dirigir a millones de personas a tomar el poder mediante lucha revolucionaria decidida una vez que se presenten las condiciones para hacerlo… y eso tiene por objeto nada menos que ejercer ese poder a fin de emancipar a la humanidad y alcanzar un mundo en que los seres humanos podrían florecer en verdad.
    Existe un reto monumental, pero una base concreta, para luchar por tal mundo y gestarlo. Lo que está en juego es real, además de que hay responsabilidades intelectuales reales. El profesor Žižek se arruga ante este reto. Lo que nos sale son sus escarceos infundados y mal encauzados en un análisis desvinculado de la lucha para transformar radicalmente la realidad, una posición deliberada de "que no nos tengamos muy en serios a nosotros mismos" y, de fondo, una reconciliación con este mundo y toda su miseria.

    II. Negándose a considerar a la vez que ataca de modo irresponsable a la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian

    En los inicios de la entrevista de Platypus, Žižek comenta la nueva síntesis del comunismo de Bob Avakian: "No hay ninguna sustancia teórica: No hace el trabajo"3. ¿Hacer el trabajo? En esta entrevista no existe ni una pizca de consideración teórica de parte de Žižek acerca de los elementos críticos de la nueva síntesis, con:
    • Cuestiones de filosofía: En obras tales como Observaciones sobre el arte y la cultura, la ciencia y la filosofía y Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, Avakian ha hecho mayores rupturas sobre ciertas nociones semi-religiosas y teológicas que se han traspasado al comunismo, junto con algunas tendencias empiristas y pragmatistas y ha puesto el comunismo sobre cimientos más científicos.
    • Lo que representa ser un internacionalista en el mundo en que vivimos hoy. En obras tan tempranas como ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional (1982), Avakian ha explorado la manera en que las dinámicas globales generales del sistema imperialista fijaron las condiciones para lo que pasa en cada país específico. Ha desarrollado una orientación para la manera en que los revolucionarios tienen que abordar todo, lo que incluye hacer la revolución en los países en que viven, desde la óptica de la revolución mundial en primer plano, y cómo, y por qué, los líderes de la primera etapa de las revoluciones comunistas se desviaron de ese análisis y orientación y hasta en algunas coyunturas actuaron en su contra.
    • Un nuevo y vital análisis de la naturaleza del socialismo como una sociedad de transición y lo que se necesita para pasar de las desigualdades y disparidades profundamente arraigadas del mundo actual a una sociedad comunista y mundo sin clases y diferencias de clase, sin instituciones opresoras que las refuerzan y sin las ideas que surgen de esas divisiones y las refuerzan. Al sacar profundas lecciones de Mao, Avakian ha reconocido y recalcado la necesidad de tener un mayor papel para el disentimiento, un mayor impulso de la efervescencia intelectual y un mayor alcance para la iniciativa y la creatividad en las artes en la sociedad socialista. Ha criticado el punto de vista parcial en el movimiento comunista hacia los intelectuales, que los considera solamente como un problema. Eso pesa profundamente en la búsqueda de la verdad, en el carácter transformador del proyecto comunista y en la superación de la milenaria división entre el trabajo intelectual y el trabajo manual.
           La manera en que la nueva síntesis plantea una nueva concepción del socialismo como período dinámico de transición se desarrolla en obras de Avakian tales como "El fin de una etapa — el comienzo de una nueva etapa", Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo y "Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad".
    • La estrategia revolucionaria y la necesidad de tener movimientos comunistas para oponerse a las presiones de simplemente volverse otra parte del paisaje político de la sociedad burguesa, a diferencia de trabajar para hacer la revolución. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad es una obra crítica al respecto. El PCR (Partido Comunista Revolucionario) ha desarrollado una estrategia que trata los problemas y dificultades reales de hacer la revolución en un país imperialista como Estados Unidos. Por ejemplo, la existencia de una gran clase media en Estados Unidos; la superación de profundas divisiones raciales y sexuales entre diferentes sectores de la población; puentear brechas y efectuar sinergias positivas entre los intelectuales y los de abajo; y el reto de acelerar el desarrollo de una situación revolucionaria en un tiempo en que no existe ninguna crisis revolucionaria y a la vez preparar al pueblo para aprehender una oportunidad cuando sí se presente.
    • Capacitar a las masas para cambiar al mundo y a sí mismas. Avakian ha recalcado que es necesario llevar a cabo la revolución comunista con la orientación de que las masas tienen que ser la fuerza impulsora pero como "emancipadores de la humanidad". No se trata de una revolución para vengarse o cambiar de posición en un marco de "los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos"; esta revolución tiene que ver con la transformación del mundo entero, de modo que ya no haya ninguna división de la sociedad entre "los primeros" y "los últimos".
    ¿Qué dice Slavoj Žižek sobre estos elementos de la nueva síntesis? Nada.
    Žižek afirma que Avakian y el PCR "siempre tienen las respuestas: nada de preguntas, solamente respuestas"4. O sea, él quisiera que los lectores creyeran que de parte del PCR no existe ningún forcejeo con las contradicciones espinosas y difíciles, sino solamente certezas conocidas por sí mismo. Nos tilda de "pervertidos", diciendo que nosotros pretendemos imponer sobre los demás lo que son sus deseos o lo que deberían ser.
    Eso, cabe decir, es una asombrosa "perversión" de la verdad. Una sección entera de Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte, de Bob Avakian, trata precisamente esa contradicción, en particular en sus manifestaciones en la sociedad socialista entre los intereses y necesidades fundamentales de las masas populares, de un lado, y del otro, lo que alguna parte del pueblo podría desear en cualquier momento dado, y los retos que encierra el tratamiento de esta contradicción y todas sus complejidades, de modo que siga avanzando hacia el comunismo a la vez que en lo fundamental se apoya en las masas populares para, de manera consciente, llevar adelante esta lucha.
    De hecho, la citada obra completa, junto con Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, son nutridos estudios de parte de Avakian acerca de muchas contradicciones y complejidades clave que encarna el proceso de hacer una revolución, y de hacerla en cualquier país específico como parte de una lucha general hacia el objetivo final del comunismo mundial.
    Žižek también acusa a Bob Avakian y al PCR de meramente hablar de tomar el poder y luego lidiar con los problemas, y no hablar de la manera en que todo eso ocurrirá y "sus consecuencias para con las masas". Ésa no es sino otra acusación infundada. Aparte de las obras que ya he citado, la Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto) y la declaración del PCR "Sobre la estrategia para la revolución" tienen mucha relevancia por lo que respecta a estos temas.
    De Žižek no sale ninguna consideración seria ni crítica de principios de la nueva síntesis, pero únicamente mezquinas tergiversaciones de la obra de Avakian y de la línea del PCR. Pero, profesor Žižek, que inténtelo de nuevo, debatamos el comunismo y la nueva síntesis en un foro público.

    III. Rabioso anticomunismo disfrazado de nuevas ideas

    En la entrevista de Platypus, Žižek nos cuenta que "las lecciones [del siglo 20] son solamente negativas". Habla del socialismo en la Unión Soviético y de los años de Stalin como una "brutal dominación directa"5. En su introducción a la edición de Verso de algunos ensayos de Mao sobre la filosofía, acusa a Mao de "reducir las personas a un mecanismo desechable"6. En su discurso de octubre en Ocupar Wall Street, obsesiona que "el comunismo fracasó estrepitosamente"7.
    thisiscommunism.org es el portal en inglés de "Pongamos las cosas en claro", cuya misión es "refutar con hechos las mentiras regadas por los medios de comunicación, libros de consumo masivo e investigaciones académicas convencionales acerca de las revoluciones soviética y china, y defender las abrumadoras hazañas y señalando los problemas y deficiencias".
    Cuesta trabajo discernir qué más obra aquí: una deliberada indiferencia hacia la precisión histórica o consentir de manera anticomunista a la estructura de poder. De todos modos, sus declaraciones están equivocadas y causan gran daño. Para llegar a la verdad de las revoluciones china y bolchevique, menciono mucho que la o el lector chequee los escritos de Avakian, algunas investigaciones y discursos míos, el portal "Pongamos las cosas en claro" en inglés y la polémica "‘La política de la emancipación’ de Alain Badiou: Un comunismo encerrado del mundo burgués". Pero caben aquí unos puntos de respuesta concreta.
    • ¿"Meramente negativas"? Las revoluciones china y soviética lograron sorprendentes hazañas en la liberación de la mujer, la superación de las desigualdades de nacionalidades, medidas con decisión decisiva para lidiar con las necesidades materiales del pueblo, los esfuerzos de crear nuevos valores y cultura. La Revolución Cultural de China de 1966 a 1976 llevó a cabo transformaciones sin precedentes en la educación, las prácticas de gestión industrial, los servicios de salud, el gobierno de base y las artes. En ninguna sociedad del mundo se haya dado nunca antes tal lucha política consciente y transformación.
    • Las resmas de Žižek contra Stalin y lo que él llama "stalinismo" llaman la atención por su ausencia de análisis materialista. Ningún sentido del implacable cerco y amenaza ni el efecto de la persistencia de las divisiones sociales y otros vestigios de la vieja sociedad y la continuación de las clases y de la lucha de clases en las condiciones del nuevo estado socialista. Ni las cuestiones y luchas reales y decisivas de línea y programa: las políticas y el camino representado y defendido por Stalin y las líneas y las políticas que otros miembros de la dirección representaron y defendieron, y las consecuencias de todo eso para el rumbo de la sociedad. Al contrario, nos da Stalin, el déspota.
    • Žižek declara que el Gran Salto Adelante de la China de 1958 a 1960 era una "mega-tragedia"8. No le importa qué representaba en realidad el Gran Salto Adelanteni tampoco lo que logró concretamente por lo que se refiere a la colectivización de la agricultura, la superación de las desigualdades entre ciudad y campo y las brechas tecnológico-culturales, el desarrollo de un sistema más descentralizado de planificación económica, la crítica a las tradiciones de la familia y del feudalismo y, claro está, sus contribuciones a la resolución del centenario problema alimentario de China. Žižek quiere que la o el lector desprevenido crea que "la divulgación de archivos" "demuestra" esta llamada "mega-tragedia" (él le hace referencia a las muertes por hambruna que supuestamente Mao perpetró). ¡Tonterías! Lo que se circula ampliamente a nombre de "investigaciones archivales" es un vilipendio organizado contra Mao y una historia sensacionalista por conteo de muertos que se basa en toda suerte de extrapolaciones espurias y mentiras descaradas.
    En el caso de Slavoj Žižek, un componente distintivo de su teorización radical "innovadora" y "nueva" es un repudio y calumnia de la experiencia histórica de la revolución comunista.

    IV. El anti anti-imperialismo de Žižek

    Žižek propone "replantear la crítica de la economía política" a la luz del capitalismo global de hoy. ¿A dónde lo llevará su "replanteamiento"? Consideremos algunos hallazgos suyos:
    • "El resultado más grande de la presidencia de Bush es que Estados Unidos se está volviendo meramente una superpotencia local"9. ¿Escuché eso bien? Lamentablemente, sí. Ahora significaría una cosa para darle "crédito" a George W. Bush por conducir al imperialismo estadounidense hacia serias dificultades, pero afirmar que Estados Unidos ya dejó de ser una verdadera potencia hegemónica y que se ha reducido a ser meramente una superpotencia local no solamente contradice la realidad sino que en realidad desorienta y desarma a las personas para que no reconozcan en toda su extensión y se opongan a la realidad de lo que el imperialismo estadounidense hace en el mundo. Yo tendría ganas no solamente de debatir la evaluación de Žižek acerca del imperialismo estadounidense sino también sus justificaciones para la acomodación de Nelson Mandela con el imperialismo y su traición objetiva para con las masas de Sudáfrica como también el embellecimiento de la invasión de Estados Unidos a Irak en nombre de la supuesta oposición al fundamentalismo islámico10.
    • En la misma entrevista de Platypus, Žižek afirma que "en el capitalismo global de hoy… ya no existe la metrópolis que exprime a los países del tercer mundo"11. La red global de la mano de obra de las maquiladoras, las zonas de procesamiento para la exportación y el trabajo infantil en Asia, África y Latinoamérica que son parte integral y crítica para la rentabilidad del capital occidental: de alguna forma todo eso ha desaparecido o perdido su importancia en la economía política de Slavoj Žižek. Los minerales y las materias primas a menudo minadas en condiciones casi esclavas en vastas regiones del tercer mundo, los derechos de propiedad a nivel internacional que mantienen a las medicinas fuera del alcance del mundo empobrecido, la agroindustria occidental que destruye la agricultura campesina: esos son aparentemente artefactos de un neocolonialismo en retirada. Para Žižek, la gran división opresiva y reforzada entre el imperialismo y las naciones oprimidas ya ha dejado de ser una de las contradicciones más profundas que caracterizan hoy al mundo.
    • Žižek no puede dejar ir a la democracia burguesa. Ofrece este panegírico a los líderes de la revolución burguesa: "Los luchadores por la libertad radical burguesa estaban muy conscientes de que la libertad llega solamente en la medida en que ésta sea una verdadera libertad social"12. Le dice a Charlie Rose que él no es "ciegamente anticapitalista" y que valora el hecho de que "demasiadas personas llevan una vida tal relativamente libre y segura, en un relativo bienestar social tal como… en Europa Occidental en los últimos 50 a 60 años"13. Ahí está: mientras que el comunismo "ha fracasado estrepitosamente", el imperialismo es un éxito parcial. Žižek solamente puede dejarse deslumbrar al cegarse conscientemente a sí mismo ante la realidad de que las libertades burguesas y el bienestar social se basan en una plataforma de superexplotación, guerras de agresión y conquista y un sistema de gobierno neocolonial que incluye el apuntalamiento de regímenes títeres salvajemente represivos tal como Arabia Saudita.
    Yo animaría a las personas a contrastar las ideas social chovinistas de Žižek sobre el imperialismo y la democracia, unos puntos de vista que de paso tienen coherencia por su carencia de una comprensión científica de la relación de la superestructura con la base material de la sociedad y del sistema mundial, con las obras de Bob Avakian como Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, El comunismo y la democracia jeffersoniana y, de nuevo Los pájaros no pueden dar a luz a cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte.

    V. Conclusión: Un recuento y un llamado a un debate agudo y honesto

    Slavoj Žižek rechaza erróneamente y sin base científica toda la experiencia de la revolución comunista. Forcejea acerca de "la falta de soluciones fáciles" y "el pesimismo sincero" pero puede alinearse cómodamente con el imperialismo. Ésta es una ostensible capitulación moral y política. Es un elemento integral de por qué Slavoj Žižek no admite, y muy posiblemente no lo reconoce y no puede reconocer, lo que es de hecho nuevo y de importancia decisiva en la nueva síntesis del comunismo desarrollada por Bob Avakian. En un mundo que clama urgentemente un cambio radical, esta nueva síntesis es tan viable y vital para llevar a cabo la lucha por la emancipación de la humanidad.
    Una vez más y en conclusión, yo reto a Slavoj Žižek a debatir públicamente estas cuestiones.

    Notas
    Obras de Bob Avakian citadas en este artículo:
    Los pájaros no pueden dar a luz cocodrilos, pero la humanidad puede volar más allá del horizonte.
    El comunismo y la democracia jeffersoniana, en inglés(Chicago: RCP Publications 2008).
    Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, en inglés (Chicago: Banner Press, 1986).
    Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo.
    "El fin de una etapa  el comienzo de una nueva etapa", revista Revolución, RCP Publications, otoño 1990.
    Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, Revolución, octubre 2007 a febrero 2008. También se incluye en Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto (Chicago: RCP Publications, 2008).
    Observations on Art and Culture, Science and Philosophy (Observaciones sobre arte y cultura, ciencia y filosofía) (en inglés) (Chicago: Insight Press, 2005).
    "Puntos sobre el socialismo y el comunismo: Una clase de estado radicalmente nuevo, una visión radicalmente diferente y mucho más amplia de libertad", Revolución, marzo a abril 2006.
    Otras obras y fuentes:
    El comunismo: El comienzo de una nueva etapa, Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos (Chicago: RCP Publications, 2009).
    Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte (Proyecto de texto)(Chicago: RCP Publications, 2010).
    "Sobre la estrategia para la revolución", Revolución #226, 6 de marzo de 2011.
    El portal de "Pongamos las cosas en claro" con materiales de Raymond Lotta, en inglés:thisiscommunism.org.
    Raymond Lotta, Nayi Duniya y K.J.A., "'La política de la emancipación' de Alain Badiou: Un comunismo encerrado en los confines del mundo burgués", en inglés, Demarcations: A Journal of Communist Theory and Polemic, Número 1, verano-otoño 2009.

    1. "The Occupy movement, a renascent Left, and Marxism today: An interview with Slavoj Žižek", The Platypus Review (42), diciembre 2011-enero 2012, en inglés. [regresa]
    2. Cabe señalar que en su discusión del repunte de lucha en Egipto, Žižek se contenta con seguir a la cola de este movimiento, y hasta convierte en un principio algunas de sus debilidades y aspectos limitados, tal como (al menos hasta ahora) la omisión, o negación, en una medida demasiado grande, de la cuestión palestina. (Ver la entrevista a Žižek, p. 4). [regresa]
    3. Entrevista a Žižek, p. 2. [regresa]
    4. Obra citada, p. 2. [regresa]
    5. Obra citada, p. 5. [regresa]
    6. Slavoj Žižek Presents Mao: On Practice and Contradiction (Nueva York y Londres: Verso Books, 2007), p. 10. [regresa]
    7. "Slavoj Žižek at OWS Part 2", 9 de octubre de 2011. [regresa]
    8. Entrevista a Žižek, p. 2. [regresa]
    9. Obra citada, p. 3. [regresa]
    10. En la entrevista de Platypus, p. 4, en su comentario sobre las protestas contra la guerra de Irak, Žižek le encuentra defectos a la izquierda en Estados Unidos por no haber trabajado con la izquierda iraquí, en particular el Partido Comunista Iraquí. Ese partido cien por ciento revisionista participó en las elecciones para el primer gobierno post-invasión, las cuales se celebraron con los auspicios y al servicio de la ocupación estadounidense. Žižek toma nota de la participación del Partido Comunista Iraquí y agrega: "La narrativa estándar era que el pueblo iraquí debería liberarse a sí mismo, sin la ocupación estadounidense. Pero tuvieron el mismo problema, y acabaron en un impasse. Ante los ataques a la Zona Verde, en tal caso, ¿con quién tomar partido? No estuve listo para hacer lo que algunas personas hicieron, a decir que, en vista de que se oponían a la ocupación estadounidense, deberían tomar partido con la resistencia. A mi parecer, jamás se debería apoyar a esos islamistas radicales".
    A nombre de no ceder ni un ápice al fundamentalismo islámico, Žižek efectivamente legitima la invasión y ocupación estadounidense. En contraste con esa posición social-chovinista, veamos la orientación del PCR, Estados Unidos, que se basa en la posición y análisis internacionalista de Avakian: Este análisis a) señala la existencia de "dos sectores anticuados": el imperialismo y el fundamentalismo islámico; b) identifica los dos sectores como reaccionarios; c) llama a forjar un auténtico movimiento revolucionario en oposición a ambos sectores; a la vez que d) deja requete-claro que, de estos "dos sectores anticuados", es el imperialismo, y sobre todo el imperialismo estadounidense, el que hace el mayor daño y que constituye el obstáculo mucho mayor a la emancipación de las masas populares del mundo. Vea Bob Avakian, "Forjar otro camino". [regresa]
    11. Obra citada, p. 4. En contraste, vea mi discusión acerca de la persistencia de la despiadada contradicción entre las metrópolis imperialistas y el tercer mundo en la primera parte de la serie "Cambios y grietas en la economía mundial y la rivalidad entre las grandes potencias". [regresa]
    12. Obra citada, p. 4. [regresa]
    13. "Charlie Rose with Slavoj Žižek", 26 de octubre de 2011. [regresa]


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    De la ceremonia del premio Nobel

    Harold Pinter condena al gobierno de Bush

    Revolución #027, 19 de deciembre de 2005, posted at revcom.us
    Harold Pinter es un dramaturgo inglés de gran renombre. Entre sus obras figuran "The Caretaker" (El guardián), "The Room" (La sala) y "The Birthday Party" (La fiesta de cumpleaños). Escribió o adaptó docenas de guiones de películas, como el guión de "The Handmaid’s Tale" (El cuento de la doncella), una historia escalofriante de cómo sería la vida para la mujer en Estados Unidos con un gobierno fascista cristiano.
    Pinter endosó la Convocatoria de El Mundo No Puede Esperar–Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush. Cuando ganó el premio Nobel de literatura, aprovechó el discurso de aceptación el 7 de diciembre para condenar a George Bush y el gobierno inglés y exhortar a la gente de conciencia a no aceptar de brazos cruzados los crímenes del gobierno de Bush. Como sufre de cáncer, tuvo que hablar por video:
    "Mirad Guantánamo –dijo–. Cientos de personas detenidas sin cargos a lo largo de tres años, sin representación legal ni juicio, técnicamente detenidos para siempre. Esta estructura totalmente ilegal se mantiene como un desafío de los Convenios de Ginebra. Esto es tolerado y casi nunca planteado por lo que se llama ‘la comunidad internacional’. Esta atrocidad criminal está siendo cometida por un país que se declara a sí mismo ‘el líder del mundo libre’. ¿Pensamos en los habitantes de la bahía de Guantánamo? ¿Qué es lo que dicen los medios? Lo reseñan ocasionalmente: una pequeña mención en la página seis. Ellos han sido consignados a una tierra de nadie de la que, por cierto, puede que nunca regresen. En la actualidad muchos están en huelga de hambre, alimentados a la fuerza, incluidos los residentes británicos. No hay sutilezas en estos procesos de alimentación. Ni sedaciones ni anestésicos. Solo un tubo insertado sobre tu nariz y dentro de tu garganta. Tú vomitas sangre. Eso es tortura".
    Condenó la invasión de Irak:
    "La invasión de Irak ha sido un acto de bandidos, un evidente acto de terrorismo de estado, que demuestra un desprecio absoluto por el concepto del derecho internacional. La invasión fue una acción militar arbitraria basada en una serie de mentiras sobre mentiras y burda manipulación de los medios y, por consiguiente, del público; un acto con la intención de consolidar el control económico y militar de Estados Unidos sobre Oriente Próximo camuflado –como último recurso– todas las otras justificaciones han caído por ellas mismas, como una liberación. Una formidable aseveración de la fuerza militar responsable de la muerte y mutilación de miles y miles de personas inocentes".
    Con ironía, se ofreció de voluntario para escribir un discurso para Bush:
    "‘Dios es bueno. Dios es grande. Dios es bueno. Mi dios es bueno. El Dios de Bin Laden es malo. El suyo es un mal Dios. El dios de Saddam también era malo, aunque no tuviera ninguno. Él era un bárbaro. Nosotros no somos bárbaros. Nosotros no cortamos cabezas. Nosotros creemos en la libertad. Dios también. Yo no soy bárbaro. Yo soy el líder democráticamente elegido de una democracia amante de la libertad. Somos una sociedad compasiva. Electrocutamos de forma compasiva y administramos una compasiva inyección letal. Somos una gran nación. Yo no soy un dictador. Él lo es. Yo no soy un bárbaro. Él lo es. Y él. Todos ellos lo son. Yo tengo autoridad moral. ¿Ves mi puño? Esta es mi autoridad moral. Y no lo olvides’".
    Denunció que
    "Estados Unidos apoyó, y en algunos casos creó, todas las dictaduras militares de derechas en el mundo tras el final de la II Guerra Mundial. Me refiero a Indonesia, Grecia, Uruguay, Brasil, Paraguay, Haití, Turquía, Filipinas, Guatemala, El Salvador y, por supuesto, Chile. El horror que Estados Unidos infligió a Chile en 1973 no podrá ser nunca purgado ni olvidado".
    Continuó:
    "Estados Unidos posee ocho mil cabezas nucleares activas y usables. Dos mil están en sus disparaderos, alerta, listas para ser lanzadas 15 minutos después de una advertencia. Está desarrollando nuevos sistemas de fuerza nuclear, conocidos como ‘destructores de búnkeres’. Los británicos, siempre cooperativos, están intentando reemplazar su propio misil nuclear, Trident. ¿A quién, me pregunto, están apuntando? ¿A Osama Bin Laden? ¿A ti? ¿A mí? ¿A Joe Dokes? ¿China? ¿París? ¿Quién sabe? Lo que sí sabemos es que esta locura infantil –la posesión y uso en forma de amenazas de armas nucleares– es el corazón de la actual filosofía política de Estados Unidos. Debemos recordarnos a nosotros mismos que Estados Unidos está en un continuo entrenamiento militar y no muestra indicios de aminorar el paso".
    A comienzos del discurso, trazó una comparación entre esos crímenes y
    "lo que ocurrió en la Unión Soviética y por toda la Europa del Este durante el período de posguerra: la brutalidad sistemática, las múltiples atrocidades, la persecución sin piedad del pensamiento independiente".
    Hay que analizar detalladamente esta declaración. Después de 1956, en la Unión Soviética se consolidó una forma de capitalismo de estado, y aunque conservó la etiqueta de socialista y algunos aspectos de la sociedad socialista, en realidad pasó a ser capitalista e imperialista. Así que es correcto comparar la invasión soviética de Afganistán, por ejemplo, con los crímenes que comete Estados Unidos hoy. Antes de eso, en los años 20 y 30, como primer estado socialista, la Unión Soviética hizo grandes avances revolucionarios, pero también tenía graves problemas; como ha dicho Bob Avakian, gran parte del camino socialista "se deshizo" durante y después de la II Guerra Mundial. Aunque los líderes, como Stalin, cometieron errores (incluso errores graves) en ese período de circunstancias sumamente difíciles y sin precedentes, la Unión Soviética siguió siendo un país socialista y, principalmente, una fuerza en pro de la revolución y el progreso en el mundo hasta mediados de los años 50. Bob Avakian, presidente del PCR, examinó ese proceso sumamente complejo en "Conquistar el mundo–Deber y destino del proletariado internacional". También analizó que la Gran Revolución Cultural Proletaria de China, dirigida por Mao Tsetung, fue más allá de la experiencia de la Unión Soviética. Además, ha explicado que, en el futuro, una sociedad socialista tendrá que ir más allá incluso de lo mejor que han logrado las sociedades socialistas del pasado y, por ejemplo, fomentar disentimiento y pensamiento crítico. Esto es una parte central de la "nueva síntesis" del comunismo y el socialismo que ha elaborado Avakian. [Ver "Dictadura y democracia, y la transición socialista al comunismo" en http://rwor.org/a/1250/avakian_dictadura_democracia_socialista_comunismo_1_s.htm y las siguientes partes] Exhortamos a los que disfrutaron el discurso de Pinter a seguir estudiando y debatiendo estos temas, y a sumarse a la lucha para sacar corriendo al gobierno de Bush, que Pinter valiente y correctamente comparó con el de Hitler.
    Cerca del final del discurso, Pinter retó al público:
    "Muchos miles, si no millones, de personas en Estados Unidos están patentemente asqueados, avergonzados y enfadados por las acciones de su gobierno, pero, tal y como están las cosas, no son una fuerza política coherente… todavía. Pero la ansiedad, la incertidumbre y el miedo que podemos ver crecer cada día en Estados Unidos no es probable que disminuya".
    Pinter firmó la Convocatoria de El Mundo No Puede Esperar–Hay que Sacar Corriendo al Gobierno de Bush. Antes del 2 de noviembre explicó:
    "El gobierno de Bush es la fuerza más peligrosa que jamás haya existido. Es más peligrosa que la Alemania nazi por la extensión y profundidad de sus actividades y sus intenciones en todo el mundo. Yo apoyo sin reservas el llamado a expulsar al gobierno de Bush".
    Con su apoyo al 2 de noviembre y su discurso de aceptación del premio Nobel, Pinter dio ejemplo de lo que pueden contribuir las figuras prominentes. Es una postura que hay que promover y defender, y que tiene que servir de modelo para muchos más.
    Envíanos tus comentarios.
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