lunes, 4 de mayo de 2020

GUERRA FARMACOLÓGICA Y BACTERIOLÓGICA ENTRE BLOQUES DE POTENCIAS ¡¡.

Reproduzco -Lmm-¡¡.:


‘Guerra farmacológica’ de EEUU contra China

En plena pandemia del COVID-19 surgió una inédita ‘guerra farmacológica’ entre EEUU y China.
Por Alfredo Jalife-Rahme*
De las 10 principales empresas globales del nuevo Big Pharma —que ostentan ingresos por valor de 573.431,9 dólares— escalaron dos empresas chinas China Resources, (¡primer lugar!), y Sinopharm (cuarto) frente a tres de EEUU: Johnson&Johnson (segunda), Pfizer (quinta) y Merck (octava).
Hace 11 años cuando abordé el Big Pharma como el poder farmacológico de EEUU en el mundo, no aparecía ninguna empresa china en los óptimos sitiales, frente al apabullante número de trasnacionales farmacéuticas, cuando, de 12 ‘occidentales’, EEUU detentaba un oligopolio de siete, Gran Bretaña dos, Suiza dos, y Francia una.
En 2009 aduje que «con o sin el brote súbito de infecciones inéditas, el siglo XXI estaba destinado a ser eminentemente biológico, donde la inmunidad, la genética, la bioquímica y la virología jugarán un rol determinante y cuando el armamentario farmacológico será de carácter estratégico, por lo que aquellos países que dispongan de la sapiencia nanobiotecnológica [un feudo de EEUU, guste o disguste] tendrán un gran avance y quizá dispongan hasta del control del género humano voluntaria o involuntariamente».
Y agregué tristemente: «Aquí resalta la inmensa vulnerabilidad del BRIC [Brasil, Rusia, India y China], ya no se diga de Latinoamérica y el mundo islámico, que han descuidado el rubro farmacológico tan relevante».
Con un enfoque de «participación de mercado [market share]», en 2018, el «mercado farmacológico global» alcanzó casi un billón de dólares (trillón anglosajón) donde no aparecía ninguna empresa china y que colocaban al Big Pharma, de control prácticamente anglosajón, entre los cinco principales ingresos del planeta, después de los hidrocarburos, los estupefacientes, la venta de armas y la trata de personas.
Sin el COVID-19 en el horizonte, era evidente la irrupción súbita de las empresas farmacológicas chinas cuando —ahora con la pandemia desatada en EEUU, mientras ha sido yugulada en China—,se ha desencadenado una guerra multidimensional entre las dos superpotencias geoeconómicas cuya relación se ha deteriorado a los más bajos niveles previos al coqueteo a inicios de la década de 1970 de la dupla Nixon y Kissinger para establecer relaciones diplomáticas, en detrimento de la URSS.
La pandemia, que supuestamente se originó en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei en China, se ha contaminado con el factor electorero en EEUU donde Trump busca su reelección mediante una brutal campaña retórica contra China a quien culpa de todos los males del planeta, incluido al virus letal COVID-19, sin evidencia alguna hasta ahora.
Más allá de la consabida sinofobia de Peter Navarro, asesor económico de la Casa Blanca, que después de su libro Muerte por China de hace 9 años, y que ahora culpa explícitamente a China de haber propagado el COVID-19 con fines de dañar a EEUU, Trump —en búsqueda de idóneos chivos expiatorios para su reelección— ha escalado su guerra verbal contra Beijing acusándola de buscar por todos los medios el triunfo de Joe Biden, candidato presidencial del Partido Demócrata.
La estrategia de Trump y del supremacista Partido Republicano es prístina: golpear por igual a China y a Biden cuyo hijo, Hunter, ha sido expuesto en sus negocios poco asépticos con Beijing.
Debido a los señalamientos de Trump, Hunter —quien también carga a cuestas sus fétidos negocios con la empresa gasera Burisma de Ucrania—, renunció al consejo de administración de la empresa de manejo de fondos BHR de Shanghái.
China también se quitó los guantes y ahora con sus órganos oficiales y oficiosos contesta los alegatos del hoy secretario de Estado Mike Pompeo —exdirector de la CIA y zelote ‘evangelista sionista’ —quien ha llegado hasta a calificar en forma maligna al COVID-19 de ‘virus Wuhan’.
The Global Times arremete contra el «desprecio por la ciencia de parte de EEUU», y pone en evidencia ser el primer país en superar la marca de un millón de infectados por la pandemia debido a que ignoró los consejos de los profesionales y de haber dejado fluir «teorías de la conspiración» que controlan su agenda política, lo cual es inconcebible en un país que, como EEUU, «es altamente avanzado en los campos de la ciencia y la tecnología».
En el ranking de Fortune 500 Global de 2019, de las 10 primeras farmacéuticas aparece en forma asombrosa en primer lugar la empresa China Resources.
De las 10 empresas del Big Pharma global, donde no aparecía ninguna china, hoy han emergido dos, China Resources (primer sitial) y Sinopharm (cuarto lugar), frente a tres de EEUU: Johnson & Johnson (segundo lugar), Pfizer (quinto lugar) y Merck (octavo lugar).
Llama la atención que Suiza ostente dos empresas: Roche Group (tercer lugar) y Novartis (sexto lugar).
Las otras tres ‘occidentales’ están representadas por Alemania, con Bayer (séptimo lugar), Francia con Sanofi (noveno lugar), y GlaxoSmithKline (décimo sitial) de Gran Bretaña.
Independientemente del ranking, cabe señalar que las tres empresas farmacológicas de EEUU han decaído varios sitiales, fenómeno similar que sufren Alemania, Francia y Gran Bretaña.
Suiza ha conservado relativamente sus lugares, mejorándolos un tanto, mientras que las dos empresas chinas se han catapultado en forma espectacular: China Resources con un aumento del 11.9% en sus ingresos y Sinopharm con 15.7%.
Este «nuevo Big Pharma Global» de 10 empresas ostentan ingresos por una cantidad de 573.431.9 dólares.
La ‘guerra farmacológica’ escaló alturas insospechadas debido a la carrera entre EEUU y China para desarrollar una vacuna contra el COVID-19.
La hoy vilipendiada OMS por Trump, a quien acusa de ser cómplice de China, publicó el 11 de abril «el paisaje de las vacunas candidatas» y en la que aparecen «más de 70 vacunas en desarrollo, encabezadas por la empresa china CanSino Biologics Inc. y dos empresas biotecnológicas de EEUU: Moderna Inc. e Inovio Pharmaceuticals Inc., apuntalada por el polémico Bill Gates quien afirma que su vacuna tomaría entre 12 y 18 meses».
Gran parte del pleito doméstico entre Trump y Bill Gates —aliado y socio del megaespeculador George Soros— se debe a que el controvertido multimillonario, que acaba de dejar el Consejo de Administración de Microsoft, no solamente se ha puesto del lado de la OMS, sino que también mantiene óptimas relaciones con el Gobierno chino.
Al corte de caja de hoy, según Scott Gottlieb, anterior director de la FDA (Food and Drug Administration) no ocultó su angustia de que China se haya adelantado a EEUU con las pruebas clínicas de su vacuna desarrollada por CanSinoBIO, frente a las dos empresas de EEUU, Inovio y Moderna.
En la carrera por el lanzamiento de la vacuna, que le daría a su inventor un enorme prestigio científico y una gran influencia geopolítica, se han sumado la Universidad de Oxford de Gran Bretaña, que anuncia poder tenerla lista en septiembre, y la empresa india Serum que la tendría en un año.
Si antes del brote inédito del COVID-19, China y EEUU ya habían iniciado su ‘guerra farmacológica’ en forma subrepticia, ahora el desarrollo de la vacuna antiviral profundizará todavía más su batalla en forma abierta —en espera del triunfador de la elección presidencial entre Biden y Trump el 3 de noviembre que definirá muchas cosas en el planeta—.
*Sputnik////

CIENCIA

Un meteorito letal: el origen del coronavirus 

https://www.espaciomisterio.com/ciencia/meteorito-letal-origen-coronavirus_41782

La epidemia por coronavirus se ha cobrado demasiadas vidas e infectado a centenares de miles de personas. Aunque las fuentes coinciden en considerar su origen como animal, hay científicos que aseguran que un meteorito caído en China hace unos meses podría ser el causante.Un meteorito letal: el origen del coronavirus


25 de Febrero de 2020 (16:20 CET)
El profesor Chandra Wickramasinghe, director del instituto de Astrobiología de la Universidad de Buckingham, asegura en un artículo que «una bola de fuego excepcionalmente brillante se vio el 11 de octubre de 2019 sobrevolando la ciudad de Sonjyan» a unos 2.000 km de Wuhan, el centro a partir de el cual se expandió el virus. 

Si un fragmento suelto de un meteorito carbónico que lleva dosis de virus y bacterias entra en la mesosfera y la estrateosfera a gran velocidad (30 km por segundo), su parte más interna que sobrevive a la incandescencia se podría haber dispersado, asegura un científico de la Universidad de Buckingham.
 
La dispersión a nivel terrestre del contenido de un meteorito varía según la meteorología y las precipitaciones, por lo que concuerda que haya sido tan irregular en tiempo y lugar (tengamos en cuenta que los primeros casos de esta nueva epidemia comenzaron a documentarse en noviembre de 2019). Este proceso podría prolongarse en una escala temporal típica de 1-2 años hasta que se drene un inoculante inicial del agente infeccioso. Concuerda bien con muchas nuevas cepas de virus, incluida la gripe, que han aparecido en los últimos años.////. 

01/03/2020 :: ASIA

Crecen sospechas de que el coronavirus es parte de una guerra bacteriológica iniciada por EE.UU.

x Radio Habana Cuba 
https://www.lahaine.org/mundo.php/crecen-sospechas-de-que-el

Varias declaraciones recientes de altos cargos de la Casa Blanca y una cada vez más intensa campaña mediática internacional anti-china alimentan esta hipótesis
En la medida en que el “coronavirus” afecta a más habitantes de China y se extiende por otros países, crecen las sospechas de que ese germen fue creado en laboratorios de EE.UU. como arma bacteriológica de la guerra comercial que Washington desata contra el gigante asiático.
Varias declaraciones recientes de altos cargos de la Casa Blanca y una cada vez más intensa campaña mediática internacional anti-china alimentan la hipótesis de que la administración del mandatario Donald Trump es la responsable de esa epidemia.
Fíjense en lo que manifestó este 31 de enero el secretario de Comercio Wilbur Ross: “el brote de coronavirus que ha contagiado a miles de personas podría impulsar la economía estadounidense”.
Pero dijo más: “ayudará a acelerar el regreso de empleos a Norteamérica”.
Tales afirmaciones de Ross siguieron a otras del secretario de Estado de Washington, “Mike” Pompeo, quien en medio de la emergencia que vive el mundo por la referida enfermedad “identificó a China como una amenaza a los principios democráticos internacionales”.
A la vez importantes empresas transnacionales y líneas aéreas de EE.UU. y otros países han suspendido sus operaciones con y en el gigante asiático, mientras embajadas han disminuido su personal diplomático.
Los grandes emporios de la información no paran un segundo de crear el pánico en todo el planeta Tierra, dando cifras de muertes y contagiados por el “coronavirus”, sin mencionar para nada los intensos esfuerzos realiza Beijing por detener esa dolencia.
Las autoridades chinas, junto su pueblo y el ejército, construyen hospitales en poco más de 10 días para brindar asistencia a los enfermos, y son optimistas en que encontrarán pronto el medicamento curativo.
Empero, silenciar todo ello es parte de la campaña “chinofóbica” “made in USA” que protagoniza la administración Trump, entre otros propósitos con el de desviar la atención del juicio político a que está siendo sometido el inquilino de la Casa Blanca.
No pocas interrogantes saltan a la luz, entre ellas: ¿Por qué el “coronavirus” coincidió con el denominado impeachment a Trump, y en medio de su campaña electoral hacia su reelección en los comicios de 2020? ¿Por qué en plena guerra comercial contra Beijing que evidentemente Washington sabe tiene perdida?
El mundo conoce bien, aunque se trate de esconder, que sucesivos regímenes de EE.UU. han acudido a la guerra biológica para derrocar gobiernos considerados “adversos”, desatar conflictos entre naciones, y exterminar poblaciones.
Cuba, por ejemplo, demostró que a principios de la década de los años 80 de la centuria pasada fue víctima de ataques bacteriológicos con la introducción del “dengue hemorrágico”, el cual provocó la muerte de 150 personas, en su mayoría niños.
La conflagración biológica de EE.UU. contra la mayor de las Antillas incluyó en la década de los años 70 la llamada “fiebre porcina africana”, que acabó con la población de cerdos de casi todo el país, el principal alimento cárnico de los cubanos.
El objetivo de todas esas acciones encubiertas pues claro que tenían la intención, como continúa siendo hoy con el bloqueo y continuas agresiones, de destruir la Revolución en la Isla caribeña.
Entonces finalizo con una última interrogante: ¿No es muy sospechoso que haya aparecido el “coronavirus” en China y que Washington lo haya introducido para debilitar a la que muchos consideran ya la primera potencia económica mundial, por encima del hasta ahora imperio que mal lidera Trump? (Tomado de EL BLOG DE PATRICIO. Antiimperialista y Luchador por la Patria Grande).////



Coronavirus

El extraño cambio de color de piel de dos médicos chinos que sobrevivieron al coronavirus

El Dr. Yi Fan y el Dr. Hu Weifeng, ambos de 42 años, se contagiaron de coronavirus mientras trataban a pacientes en el Hospital Central de Wuhan en enero. 

https://www.antena3.com/noticias/mundo/extrano-cambio-color-piel-dos-medicos-chinos-que-sobrevivieron-coronavirus_202004225e

Cada semana se conocen nuevos aspectos del coronavirus, que no deja de asombrar a los especialistas por la amplia variedad de síntomas y efectos poco convencionales a los que parece asociado.
El último y sorprendente descubrimiento es que la piel de dos médicos chinos que estaban gravemente enfermos con coronavirus oscureció después de haberse recuperado tras estar conectados meses a un respirador artificial.
El Dr. Yi Fan y el Dr. Hu Weifeng se contagiaron de coronavirus mientras trataban a pacientes en el Hospital Central de Wuhan en enero.
El caso fue revelado por la televisora estatal china CCTV, que entrevistó a los profesionales desde sus camas en el hospital. Yi, cardiólogo, se enfermó el 18 de enero y pasó 39 días intubado a un respirador artificial que le salvó la vida.
El cardiólogo ya se puede mover, pero tiene problemas para caminar. Además, la lucha contra el coronavirus le afectó mucho a nivel psicológico, según ha explicado él mismo.
Hu es urólogo y está en cama desde hace 99 días. Ha estado muy cerca de morir y su condición es aún muy frágil. El doctor Li Shusheng, que supervisa la evolución de Hu, subrayó que está incluso más preocupado por su salud mental que por la física.
Los médicos explicaron que uno de los medicamentos con los que están siendo tratados contra el coronavirus puede oscurecer la piel como uno de sus efectos secundarios, de ser suministrada de manera prolongada. Su color anormal de piel también podría estar causado, apuntan su médico, por desequilibrios hormonales después de que sus hígados fueron dañados por el virus.////

A la guerra comercial se le agrega el choque discursivo 

EE.UU. vs China: dos relatos sobre el coronavirus

Mientras Trump habla de “virus chino”, el gobierno de Xi sugiere que el ejército estadounidense podría haber llevado la enfermedad a Wuhan, la ciudad epicentro del Covid-19. 
Por Gustavo Veiga

El coronavirus instaló dos sensaciones desde que se transformó en un monotema planetario. El pánico a escala global por su rápido contagio y letalidad y la idea -que se extiende a un ritmo mucho más lento – de que la pandemia nació como un experimento de ingeniería biológica para hundir la economía de China. Los argumentos conspirativos con que los dos países se atribuyen responsabilidades hacen su aporte a este desaguisado donde todos los estados no reaccionan igual. El gobierno de Xi Jinping aisló a una provincia entera, Hubei y casi 60 millones de habitantes con una cuarentena rigurosa. Calles desiertas y militarizadas fueron la postal omnipresente durante dos meses. El antídoto dio resultadoDonald Trump pasó de considerarlo “una simple gripe” a declarar la emergencia nacional. Habló de “virus chino” y el que se introdujo en sus propias fronteras y sobrepasó sus muros no tiene techo: este martes arrojaba 46.000 infectados y 600 muertes. Nueva York y California entraron en cuarentena obligatoria.

La réplica por el adjetivo que eligió Trump para el virus no demoró. Fue del portavoz de la cancillería china Lijian Zhao. El 9 de marzo escribió en Twitter que podría haber sido el ejército de EE.UU. el que “lo llevó a Wuhan”, la ciudad epicentro del Covid-19. El actor coreano Daniel Dae Kim, intérprete en la serie televisiva Lost, definió con un gol sobre la hora esta polémica pandémica: “Sí, soy asiático. Y sí, tengo coronavirus. Pero no me lo contagié en China, lo contraje en América, en Nueva York”, declaró en un video que posteó en Instagram.
A esta altura de la pandemia, la teoría de que comenzó en el mercado mayorista de mariscos de Wuhan muestra fisuras. Si bien es cierto que en 2007, un estudio de la Universidad de Hong Kong ya alertaba sobre una especie de murciélago transmisor de este y otros virus en China, la propagación del covid-19 por los cinco continentes dio pie a otras conjeturas. A la defensiva, el gobierno de Beijing se mantuvo en silencio y empezó a reaccionar tarde contra las imputaciones que le propinaban Trump y su secretario de Estado Mike Pompeo. Pero hoy, en China y Japón como en Estados Unidos, hay investigaciones y testimonios que avalan la idea de que el coronavirus habría salido de América. El portavoz Zhao sostiene una hipótesis de difícil comprobación. Aquella que cuenta cómo agentes de EE.UU introdujeron el virus durante los Juegos Olímpicos militares realizados en Wuhan en octubre pasado.
A esa interpretación del funcionario chino la siguió un informe de la TV japonesa Asahi. Afirmaba que el coronavirus provenía de Estados Unidos donde una epidemia de gripe en el último invierno había dejado miles de muertes, sin que se chequeara si pudo haber algunas causadas por el Covid-19. Lo admitió el director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) Robert Redfield. Dijo que casos diagnosticados como de gripe común pudieron ser del virus que todavía no tiene vacuna.
La OMS trató de hacer precario equilibrio cuando la pandemia ya avanzaba como un ejército de termitas, pero presionada por el lobby de las farmaceúticas de EE.UU espiralizó la idea de que se venía lo peor. El 30 de enero declaró una emergencia de salud pública de preocupación internacional (PHEIC). El 11 de marzo definió al nuevo fenómeno con la palabra que se conoce hoy. Trump hablaba del virus made in China y tomaba medidas para impedirles la entrada a sus ciudadanos o a todo aquel que hubiera visitado el país de la Gran Muralla. Un enemigo íntimo del gigantesco aparato de inteligencia estadounidense como el exagente de la CIA Philip Giraldi se pasaba de bando y sostenía que el coronavirus podía ser un arma biológica para dañar a China e Irán, otra de las naciones más afectadas por el tsunami viral.
El escenario va quedando reducido a dos hipótesis. Una habla de la natural y espontánea mutación de un gen de murciélago. La otra es la teoría del laboratorio que Beijing le atribuye a EE.UU. Se apoya en la historia de este país que en los últimos sesenta años fue prolífica en experimentos biológicos para dañar economías, y sobre todo a la cubana, cuyos médicos hoy son recibidos con aplausos cuando llegan a Italia para cooperar en la lucha contra la pandemia.
A la isla se le inoculó la fiebre porcina y el dengue hemorrágico en los años 60, 70 y 80. El gobierno de John Fitzgerald Kennedy aprobó la Operación Mangosta el 18 de enero de 1962, según documentos desclasficados. Su objetivo era dañar las cosechas en Cuba, además de sabotear su economía por distintas vías. En junio de 1971 se esparció el virus de la fiebre porcina africana, que jamás se había reportado en la isla y demandó sacrificar a medio millón de cerdos. En abril de 1981 se detectaron en La Habana varios casos de dengue hemorrágico. Cuatro niños murieron por esta situación. Se trataba de una cepa nueva del virus Nueva Guinea 1924, serotipo 02, única en el mundo para la época. Había sido procesada en un laboratorio. La CIA siempre estuvo detrás de estos experimentos biológicos.
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Cuba no ha sido el único país afectado por esta política. En su patio trasero, organizaciones de Estados Unidos les inocularon sífilis, gonorrea y otras enfermedades de transmisión sexual a unos 1.500 guatemaltecos entre 1946 y 1948. El objetivo era estudiar en humanos la capacidad de prevenir esas patologías para probar sobre ellas el alcance de la penicilina.
Un grupo de 444 afectados y sus familiares iniciaron un pleito por mil millones de dólares en EE.UU. Un juez federal en Maryland la consideró procedente en enero de 2019. Demandaron a la Fundación Rockefeller, al grupo farmacéutico Bristol-Myers Squibb y además a la Universidad Johns Hopkins. La misma que hoy lleva en tiempo real el mapa del coronavirus a escala global. Según el juicio que entablaron las víctimas, médicos y científicos vinculados a esas instituciones “participaron, aprobaron, fomentaron, ayudaron y fueron cómplices” de los experimentos desarrollados en Guatemala, que siguieron analizando en sus laboratorios hasta bien entrada la década del 50. Los acusados negaron los cargos pero el presidente Barack Obama se disculpó con su par de Guatemala, el socialdemócrata Álvaro Colom, en 2010. Este último calificó al ensayo que se realizó con fondos federales de EE.UU como “crimen de lesa humanidad”.
gveiga@pagina12.com.ar////


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