PRESENTACIÓN
theotonio dos santos
Hasta nuestros amigos más solidarios nos preguntan: ¿por qué tantos
libros sobre Estados Unidos? ¿Por qué no estudian América Latina?
La respuesta está en parte en este libro: porque para comprender
América Latina tenemos que estudiar a Estados Unidos desde nuestro
punto de vista.
Fue difícil establecer una tradición de investigación sobre Estados
Unidos en la región. La idea es de que bastaban los estudios hechos
en Estados Unidos para informarnos sobre lo que era y lo que pasaba
en este país. Una anécdota: cuando Carter llegó a la presidencia de
Estados Unidos sus asistentes buscaron entrar en contacto con los
científicos sociales e intelectuales de la región para solicitarles sugerencias sobre su gobierno. Era algo absolutamente nuevo. Pero hemos buscado colaborar sin ninguna preparación anterior. Podíamos
sugerir algunas ideas como la solicitación de disculpa en la Naciones
Unidas, hecha por Brady Tisson, por el golpe de Estado en Chile, lo
que causó su inmediata dimisión del cargo de embajador de Estados
Unidos en las Naciones Unidas.
Lo interesante pasó en el plano político: Carter consultó a Eduardo Frey, presidente de Chile con fuerte apoyo estadunidense, sobre
quién debería nombrar como responsable del Departamento de Estado para América Latina. Frey se rehusó a apuntalar nombres pues,
según su excusa, no quería intervenir en asuntos internos de Estados
Unidos. La verdad era otra, muy simple: no tenía ningún nombre.
Otra anécdota: durante el gobierno de la Unidad Popular, el Centro de Estudios Socioeconómicos (ceso) de la Universidad de Chile,
que yo dirigía, había creado un modesto centro de documentación
sobre Estados Unidos en convenio con los compañeros de nacla,
volcado sobre todo al estudio de las corporaciones multinacionales.
Además ya había desarrollado gran parte de lo que sería posteriormente mi libro sobre Imperialismo y dependencia con el grupo de investigación sobre dependencia, en el ceso. Con la victoria de la Unidad
Popular, buscamos establecer un pequeño grupo de estudio sobre el
cobre en la economía mundial, con especial énfasis en la política de
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precios. Solicité una entrevista con el presidente del Banco Central
para conseguir apoyo financiero. Me acuerdo que además del compañero del Partido Socialista presidente del banco, estaba presente
en la reunión mi amigo Fernando Fanzylbert. La respuesta a nuestro
proyecto fue simbólica como expresión de nuestra mentalidad en la
época y quién sabe hasta hoy: “Pero si tenemos acceso a las principales
consultorías del mundo, ¿para qué necesitamos de un modesto grupo
de estudio en la Universidad de Chile?”
Años después, con el derrumbe de nuestro gobierno en Chile y
varios equívocos sobre el precio del cobre, inducidos por estas famosas consultorías, ya en el exilio en México, Fernando Fanzylbert
y Luiz Maira me buscaron para que les pasara las informaciones que
acumulara sobre el estudio de Estados Unidos para que iniciaran en
el Centro de Investigación y Docencia Económicos (cide), un think
tank recién creado por el gobierno mexicano, un grupo permanente
de investigación sobre Estados Unidos.
En realidad México se transformó, desde los años setenta del siglo xx, en uno de lo principales
centros de investigación sobre Estados Unidos y su imperio.
Habría que señalar, sin embargo, que en los inicios de los años
sesenta, a pesar de todas sus dificultades o quizá por causa de ellas,
el gobierno cubano creó el Departamento América que empezó a estudiar sistemáticamente la evolución política y económica de Estados
Unidos, al final del decenio estaba creado el Instituto de Investigaciones sobre la Economía Mundial ligado al gobierno y a un Centro
de Estudios de Estados Unidos en la Universidad de la Habana. Que
yo sepa, en este momento no teníamos ningún centro de estudios
de Estados Unidos, establecido sobre bases permanentes en toda la
región, a pesar de la importancia de los acontecimientos en ese país
para el destino regional.
Hay que añadir el pionerismo heroico de algunos investigadores
que buscaban superar las limitaciones institucionales. Sin hablar de
los estudios pioneros de Marti y de Hostos, las incursiones analíticas
de Mariátegui sobre la escena internacional, y otros más que incursionaran en esos estudios, desde los años cincuenta; Silvio Frondizi nos
presentaba un excelente panorama del capitalismo contemporáneo,
apoyado en un riguroso estudio de la economía y la política estadunidense; Vivian Trías se esforzaba por analizar sistemáticamente la
geopolítica estadunidense, mientras revistas militantes como Marcha
en Uruguay reflejaban este esfuerzo con gran competencia; Celso
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Furtado, lanzado al exilio e invitado por universidades estadunidenses, embarca, en la mitad de los años sesenta, en una reinterpretación
histórica del desarrollo de Estados Unidos; Gregorio Selser hace un
balance sistemático de las intervenciones militares de este país en
América Latina; John Saxe Fernández abre un campo de análisis
sistemático de la geopolítica del Pentágono, del Departamento de
Estado y del parlamento. En la misma época, yo entrego una visión
sistémica de la crisis estadunidense que continué trabajando, en parte
apoyado por el grupo de investigación del ceso.
Creo que estos esfuerzos aislados y relativamente heroicos sirvieron de sostén para el
surgimiento de grupos de estudio más o menos permanentes sobre
Estados Unidos en América Latina.
Entre ellos hay que destacar el Grupo de Trabajo de clacso que
se formó hace 4 años, incluyendo investigadores de toda la región.
Este grupo de trabajo logra producir en estos años, tres libros sobre la
evolución reciente de Estados Unidos que quedarán como un marco
de este campo de estudio, sea por su contribución metodológica sea
por su capacidad de articular a estudiosos de toda América Latina.
El presente libro es ya el tercero y da continuidad a este esfuerzo
intelectual. Esperamos que ayude también a crear una conciencia
plena en la región de que necesitamos instituciones permanentes
dedicadas al estudio no sólo de Estados Unidos, que es aún el centro
del sistema mundial, sino también de las otras regiones del mundo.
América Latina ha ganado un espacio muy importante en la política
internacional, sobre todo en los últimos 10 años, cuando fue estableciendo cada vez con más firmeza gobiernos de izquierda y centro izquierda que reforzaron cada día la integración regional aspirada hace
tantos años por todos sus pueblos, contando sin embargo con la oposición sistemática y empecinada de las oligarquías locales y sus jefes internacionales. Esta oposición y la mentalidad subordinada y dependiente
que ella promueve, es la principal responsable del retraso de nuestra
academia en producir estudios como los que abriga este libro, así
como de institucionalizar el estudio sistemático de los intereses y de las
estrategias de los poderes del centro del sistema imperialista mundial.
Los avances que están en curso implican sin embargo una agenda
de estudio que se refleja en los temas centrales del presente libro:
1] La posición hegemónica de Estados Unidos. Ésta es una problemática que debe ser analizada no sólo como una tendencia a la caída
de la participación de la economía estadunidense en la economía
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mundial e, incluso, en América Latina, en donde el casi monopolio estadunidense es desplazado por el comercio interregional y el
comercio con China. Asimismo, es necesario analizar los cambios
internos de la economía estadunidense con el surgimiento del déficit
comercial desde 1969 y su déficit fiscal desde 1967, con la guerra de
Vietnam. Desde entonces, estos déficit hermanos sólo profundizan
los límites impresionantes que se alcanzaron en la última crisis del
sistema. Queda por estudiar la importancia del crecimiento brutal del
Estado de este país, en el financiamiento y planeación de las actividades militares, de inteligencia, las espaciales y otras más comandadas
en función de los intereses del llamado complejo industrial-militar.
De los años setenta para acá, incluida la hegemonía del llamado
neoliberalismo de los años ochenta, se fortalece la articulación entre
la deuda pública y el creciente sector financiero, creando una imbricación aparentemente virtuosa a corto plazo y extremamente grave
a mediano y largo plazos. Esta evolución estructural se hace más
violenta si la estudiamos en la perspectiva de la revolución científico
técnica, la cual vive fases nuevas cada vez más revolucionarias y que
se manifiestan en la estructura misma del proceso de acumulación
capitalista en su conjunto, y en una sucesión de crisis coyunturales,
las cuales se articulan con una crisis de fondo que pone en cuestión
la sobrevivencia misma del modo de producción capitalista mundial.
Tema de estudio empírico y reflexión crítica absolutamente necesario
para establecer una prospectiva con un mínimo de probabilidad.
2] La crisis del sistema. Además de su dimensión global, estudiada
en la primera parte, se hace necesario poner en cuestión la forma
misma como funciona en el plano internacional, en el propio sistema
mundial, es decir, cómo los cambios del centro hegemónico, función
que Estados Unidos ejerce desde la segunda guerra mundial, de
manera incontestable, que se presentaron durante todo el desarrollo del moderno sistema mundial capitalista, y cuya crisis llevó a un
cambio del propio sistema mundial. El estudio de la decadencia de
esta posición hegemónica y sus efectos sobre el centro del sistema
se convierte así en un campo reflexivo y crítico de todo el sistema.
En este punto, las contradicciones internas del sistema mundial, sea
en el plano interno de la economía, de la sociedad o de la cultura
del centro, sea en sus relaciones con las potencias más próximas al
centro (en este caso, la llamada tríada), sea en las articulaciones con
el dinamismo de las nuevas economías llamadas emergentes (que
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tienen su expresión en los llamados bric) sea en sus articulaciones
con los centros exportadores que se convierten también en centros
financieros colosales, sea en su relación con las enormes masas de
excluidos de la dinámica central del sistema.
3] Los elementos subjetivos y los movimientos sociales. Dentro de
este cuadro, se destaca de inmediato la incorporación subjetiva y activa de estos cambios en una nueva geopolítica que exige un estudio
profundo para orientar las perspectivas de América Latina que, al
adquirir una voluntad regional apoyada en fuertes sentimientos de soberanías nacionales rezagadas históricamente, se constituye también
en un centro de producción de estrategias de acción internacional.
El centro del sistema tiene que lidiar ahora no solamente con las
múltiples fuerzas sociales que se mueven en su interior sino también
con dinámicas mucho más complejas que se integran en un gran
movimiento mundial desafiador de su poder y de su hegemonía. Es
así que el estudio de los movimientos sociales en Estados Unidos se
convierte en un campo de investigación impresionante que no podrá
se captado solamente desde el punto de vista de sus agentes internos. Son movimientos internacionales que se mostraron en todo su
potencial durante las gigantescas manifestaciones de Seattle, cuando
el movimiento sindical de Estados Unidos, fuertemente penetrado
por los emigrantes latinos, se unieron a los nuevos movimientos
sociales de todo el mundo para colocar en la pared la creación de
la Organización Mundial del Comercio y las posiciones impositivas
del gobierno de Estados Unidos. Se hace necesario acompañar esta
dinámica interna en su articulación con la dinámica internacional
para comprender el papel creciente de esta nueva subjetividad que se
hace crítica y se convierte en una conciencia “para sí”, que subvierte
el concepto liberal de democracia y lo restituye poco a poco a su
sentido original de soberanía popular.
En otros libros publicados por el grupo de trabajo se ha insistido en
el estudio de los nuevos sujetos históricos de este proceso de afirmación
regional. Ahí se encuentran no solamente las fuerzas propias de la expansión capitalista, como las clases dominantes con sus varias facciones
y sus luchas internas, sino también la masa asalariada que viene armando formas de organización y acción política cada vez más consistentes,
pero también las fuerzas que se desarrollan junto con el conjunto histórico del sistema, sean las masas marginadas por él y se transforman
en un inmenso ejército industrial de reserva convertido en poblaciones marginadas y excluidas sistemáticamente, en movimientos emigrantes
colosales, en la profunda afirmación de identidades étnicas, culturales,
de género y otras posibles vertientes de identidades.
El propio capitalismo destruye las bases del sistema patriarcal que
él mismo promovió como el sexismo, el racismo, la destrucción de
civilizaciones enteras sometidas a la subestimación histórica y a un
proceso de destrucción brutal. Los movimientos femenino, homosexual, étnicos, cada vez más conscientes, de poblaciones unificadas
por fuerzas civilizatorias colosales, como las religiones articuladoras
de vastas mayorías sociales, van presionando la estructura de poder
existente y abren una nueva fase histórica de reestructuración de todo
el sistema mundial contemporáneo.
4] Hacia una nueva civilización planetaria. Se plantean desafíos
globales como la creación de un orden mundial capaz de asegurar
la paz mundial, un intercambio relativamente justo entre los productores nacionales, un espacio de respeto entre las diversidades
étnicas, regionales, culturales. Se necesita, por lo tanto, una nueva
etapa del proceso civilizatorio del conjunto de la humanidad, que
produzca una verdadera civilización planetaria, plural, democrática
e igualitaria. Se consolida así la postura crítica del eurocentrismo,
de las estructuras de la colonialidad aún hegemónica en el pensamiento contemporáneo, y se abre un campo positivo de formación
de movimientos innovadores, de gobiernos más o menos auténticos y
objetivos con fuerte apoyo popular, de propuestas de nuevas instituciones internacionales, de agendas de estudio y de reflexión a partir
de estas fuerzas renovadoras.
La crítica del orden mundial actual y su transformación se convierten así en un campo de estudio directamente conectado con el
surgimiento de esta compleja subjetividad nacida desde abajo hacia
arriba en función de un gigantesco movimiento democrático que
avanza en todo planeta.
No se trata de tareas simples pero sí de necesidades ineludibles.
La humanidad sólo se plantea los problemas que puede resolver. Si
sabemos plantear correctamente esta agenda de estudios estaremos
dando un gran paso para su ejecución y contaremos con el avance de
la conciencia colectiva de la región para transformarla en el objetivo
histórico de nuestros pueblos. Las ciencias sociales de América Latina
encontrarán el campo teórico, metodológico y práctico que la elevará
a la más alta relevancia internacional.
[13]
PRÓLOGO
john saxe-fernández
Si la relación de América Latina1 con Estados Unidos de América a
lo largo de los siglos xviii, xix y xx ha sido compleja y muchas veces “difícil”, abróchense el cinturón y prepárense: hemos ingresado
en este segundo decenio del siglo xxi, a un área de mayor turbulencia e incertidumbre, caos y crisis. Así lo puede apreciar quien
se asome, y no se deje abrumar, por el colosal listado y puntuales
comentarios sobre las agresiones, manipulaciones, la implantación
de brutales, sangrientos y criminales regímenes, explotaciones y
abiertos rompimientos con las normas más elementales del Derecho
Internacional y de los tratados y convenios solemnemente adoptados por Washington en los arreglos internacionales y regionales con
América Latina (Carta de las Naciones Unidas, oea, etc.), como se le
ofrecen al gran público y a la academia por igual, en los magníficos
y rigurosos volúmenes de la Cronología de las Intervenciones Extranjeras
en América Latina de Gregorio Selser (1995, 1997 y 2001). Estamos
ante lo que es un desplome sistémico y un colapso ecológico de
potencial irreversibilidad. Lo que ha venido ocurriendo en la dinámica económica y más que ello, en la experiencia de civilización,
es un síntoma inequívoco de que la crisis capitalista, y con ella, la
de la pax americana, ingresó a un estadio cualitativamente nuevo y
que de todo esto sólo puede anticiparse un largo periodo de continuos conflictos, convulsiones y traumas militares, de consecuencias
devastadoras, en el centro y en la periferia.
Durante los últimos cincuenta años las relaciones entre Estados
Unidos y América Latina han ocurrido y han sido afectadas por drásticos cambios en la ecuación mundial de poder, en medio de amagos
de interrupciones en el proceso de producción y en el proceso de
acumulación, en quiebras y pánicos financieros semanales, en el aumento desmesurado del desempleo y subempleo, en la polarización
1 Me refiero, desde luego, al Caribe y al área comprendida entre el río Bravo y
la Patagonia.
14 john saxe fernández
del ingreso y, en especial desde Reagan-Thatcher, en una agudización
de la agresión de clase desde las altas esferas del poder hacia obreros, campesinos y sectores medios. Hemos unido nuestra vos a la de
quienes han advertido que no eran simples expresiones de algún
ciclo de intercambio, sino de una crisis estructural del sistema. En
1968, cuando la rebelión estudiantil tomó los campos universitarios y
las calles de las grandes urbes, de California, México y Buenos Aires,
a París y Londres, Istvan Mészáros logró calibrar la dimensión de lo
que entonces eran síntomas de que “algo” de orden mayor estaba
ocurriendo al sistema capitalista como un todo: “la actual crisis —le
dijo a su amigo e interlocutor, Lucien Goldman— “hará lucir a la
gran depresión como una tarde de té en la vicaría”. Ya para 1973
la inestabilidad del medio ambiente estratégico y social inducía un
círculo complejo y vicioso de fenómenos y causaciones que no sólo
afectaban al alto capital, sino que colocaba en serio predicamento
todo el “orden” de posguerra, incluyendo la relación de la primera
potencia con América Latina.2
Esta situación de proporciones planetarias, que incorpora impactos sobre la atmósfera y la biosfera además del agotamiento de los
estratos “convencionales” (es decir, de fácil acceso, alta calidad y baratos) de los combustibles fósiles, en particular el petróleo y minerales,
incide en la etiología de la crisis estructural y nos remonta al inicio
mismo del capitalismo, con la secuela de recesiones, depresiones,
mutaciones y disturbios desatados por el capitalismo victoriano desde los años setenta del siglo xix, que finalmente desembocó en la
primera guerra mundial, y prosiguió, luego del trauma económico
de los años treinta, con la segunda gran conflagración.
El largo periodo de expansión económica y del empleo que siguió a la segunda
guerra mundial, se agotaba, y el régimen multilateral de regulación
comercial y monetaria bajo la batuta de un hegemón derrotado en
Vietnam, que a principios de los años setenta sufrió además un golpe
estratégico por el embargo petrolero de la opep y que, en simultáneo,
había impulsado en países como Chile, Argentina y Uruguay, un tipo
2 Utilizo el término “primera potencia” y no el de “monopolaridad”, porque este
último quizá permitiría describir la constelación de poder prevaleciente pocos años
después de Hiroshima y Nagasaki. Ya en 1949 terminó el monopolio atómico de Estados Unidos, estalló la Revolución china y poco después la guerra en Corea mostró
los límites del poderío estadunidense (Vid y Kolko, 1972).
prólogo 15
de “gobernabilidad” de corte hitleriano, había ingresado en una zona
de turbulencias y de volatilidad que se extendió —y profundizó— a
lo largo de los años ochenta y noventa. Desde entonces la relación
entre la potencia norteña y nuestra región se dio, como bien captó
el predicamento de Pablo González Casanova, “en medio de una
concentración de contradicciones nacionales y de clase, políticas y
económicas, ideológicas y represivas” (1979: 2-4).
En ese momento, 1979, estallaba el segundo shock petrolero
acompañado de un aumento de 60% en los precios del crudo, y con
esto la “atención” no menos que “intención” del aparato empresarial
y de seguridad de Estados Unidos, se centró en asegurar, garantizar
y ampliar el acceso, control y explotación, de los recursos naturales
estratégicos de América Latina y el Caribe, incluyendo además de los
combustibles fósiles, los minerales, metales, recursos forestales, agua
etc., por la vía de consolidar al sector primario exportador, frenar
las manifestaciones de “nacionalismo económico”, revertir procesos
de industrialización —México, Brasil, Argentina— y propiciar, con
la participación y beneplácito de las oligarquías latinoamericanas, el
“orden” imperial (Agenda estratégica y recursos naturales, Saxe-Fernández, 1984, 2006 y 2008) centrado en la extracción de commodities, el
desempleo, explotación y expulsión de mano de obra barata y alta
represión.
Una leve caída del empleo en Estados Unidos y el timing de la
crisis de los rehenes en Irán, que hizo renunciar a Cyrus Vance, el
secretario de Estado de Jimmy Carter, la primera ocurrida en 65 años,
llevaron a Ronald Reagan a la Casa Blanca en 1981. Los cabildos e
intereses detrás de Reagan y sus sucesores lograron la desregulación
financiera, reducir impuestos a ricos y a empresas, elevando la retórica librecambista y la praxis privatizadora a dogmas sagrados, junto al
“estado de guerra”, con recortes al gasto social y medioambiental. La
mezcla de la narrativa del free market con una suerte de keynesianismo
militar se sustentó en un enorme paquete de billonarios (millones
de millones) contratos plagados de sobrecostos y corrupción. Eran
rescates disfrazados y subsidios a las grandes firmas, resentidos por
sus pares en Europa y Asia. Reagan superó a Carter elevando el gasto
militar a montos descomunales y desatando una carnicería en Centroamérica. Al recurrir al mercado de capitales y al déficit, provocó
fuertes aumentos en las tasas de interés, con devastadores efectos en
América Latina: la debacle deudora de 1982 y el sometimiento a la
16 john saxe fernández
condicionalidad cruzada fmi-Banco Mundial,3 instauran el “neoliberalismo”.
Ésas fueron las bases para el armagedón económico-militar-energético en curso desde el 11 de septiembre de 2001:
la de 1982 fue la primera de las crisis que desde entonces abaten al régimen de acumulación de la valorización financiera (Paulani, http://rrpe.sagepub.com) manifestándose en estallidos de burbujas especulativas de creciente intensidad y extensión, habiendo llegado a representar poco más de 10 veces el producto mundial bruto en 2008, manteniéndose bajo ese nivel desde entonces, como constata Jorge Beinstein y arribando a “una suerte de punto máximo de difícil superación dada la actual configuración de la economía mundial. Incluso en términos nominales esa masa no superó hasta hoy la cima de 2008: 683 billones (millones de millones) de dólares” (Beinstein, 2011: 3). Aunque no es descartable un escenario en que algún brote inflacionario junto a grandes rachas especulativas pudieran superar ese “techo financiero”, lo cierto es que a nadie escapa que ello coincide con el antes mencionado “agotamiento” de los estratos “convencionales” de recursos naturales vitales. Así se fragilizan también los fundamentos materiales de la producción y de la civilización: “la crisis de sobrecapacidad productiva... se va convirtiendo en su contrario (depredación ambiental mediante) es decir, en una crisis prolongada de subproducción, de capacidad productiva insuficiente, de carencia de recursos naturales proveedores de las materias primas necesarias para el funcionamiento de la economía” (ibid: 6). Este escenario ocurre en medio de una aguda “militarización” doméstica y de la política exterior de Estados Unidos hacia el mundo y América Latina. La “geopolitización” de las relaciones económicas internacionales, debe recordarse, en pos del control de los principales abastecimientos de los combustibles fósiles y los minerales, jugó un papel de importancia mayor en la etiología de la segunda guerra
3 Ambos entes subrogados al Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Dado su sistema de votación, muy lejos de ser reales “instituciones multilaterales” como se comprueba al revisar su actuación en momentos cruciales, invariablemente en el contexto de la diplomacia de fuerza desplegada por la Casa Blanca. Por ejemplo, aplicaron la veda de créditos al gobierno de Salvador Allende, cuando Nixon instruyó al aparato de seguridad “hacer chillar la economía chilena”. Era parte y parcela del proceso golpista, o bien, en medio del golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez (véase más adelante). prólogo 17
mundial. Con la guerra en Irak se hizo obvio que junto a pregonar la “mano invisible” del mercado, el alto capital de Estados Unidos prefiere la “mano visible” de sus oligopolios y el “puño” del Pentágono. Por eso enfatizo que la relación de Estados Unidos con América Latina ocurre en el contexto de un “armagedón económico-militar” en curso. En criterio del conservadurismo, civil y militar de Estados Unidos, —que persiste con Obama—, el dominio militar sobre Oriente Medio, sede de la principal reserva de petróleo convencional del planeta, en especial de Arabia Saudita, Irak e Irán, es crucial al esfuerzo de Estados Unidos para desactivar el control de la opep sobre los precios del crudo. Desde enero de 1998, D. Rumsfeld, Paul Wolfowitz y otros integrantes del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadunidense, en carta dirigida al presidente William Clinton, le advertían: “Es innecesario agregar que si Saddam adquiere la capacidad de lanzar armas de destruccion masiva […] una porción importante del suministro petrolero del mundo estaría en riesgo […] la única estrategia aceptable es […] tomar acción militar ya que la diplomacia claramente está fallando. A largo plazo, esto significa sacar del poder a Saddam Hussein y su régimen. Este debe ser el objetivo de la política exterior de Estados Unidos”.4 A la brutal secuencia de “eventos”, como la toma del poder de Bush, hijo, por un fraude electoral en Florida y un voto de la corte en contra de Albert Gore —quien había ganado el voto popular—; los brutales ataques de septiembre de 2001; la agresión a Afganistán; la guerra “preventiva” a Irak en marzo de 2003 y el derrocamiento de Saddam Husseim, se agrega el intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez en marzo-abril de 2002. Al respecto cabe ilustrar la dimensión económica y político-militar de la diplomacia de fuerza desplegada en Caracas. Pocas horas después del golpe, cuando se creía que había sido exitoso, el Banco Mundial y el fmi,5 siguiendo línea de “arriba”, ofrecieron préstamos y todo tipo de apoyo a la “junta”. Pero la motivación de fondo del regime change 4
5 fmi, Banco Mundial y bid, lejos de ser “multilaterales”, operan como entes subrogados del Departamento del Tesoro. Basta revisar su sistemática de concordancia con las
operaciones de “seguridad” de Estados Unidos, como en el caso de la veda de créditos
al gobierno de Allende, parte del proceso golpista y múltiples otros casos analizados
por Eric Toussaint et al.
18 john saxe fernández
contra Chávez, lo aclara Ali Bin-Ibrahim al Naimi, ministro saudita
de petróleo, en comunicación personal con Paul Roberts (2004: 91-
115): mientras Chávez era prisionero en una base militar, se desató
una ola de rumores en los mercados en el sentido de que la nueva
junta sacaría a Venezuela de la opep” y de que “el nuevo régimen,
por pedido de Washington, aumentaría el bombeo de miles de barriles de petróleo diarios, lanzando los precios a la baja más rápido
de lo que la opep podría hacer para mantenerlos. Confiados de que
el cártel finalmente había sido vencido, muchos especuladores de
commodities empezaron a especular con futuros, en la creencia de
que, con la “junta”, el precio del crudo colapsaría. A decir de AlNaimi, “apostar contra la opep”, “ése fue el criterio que cundió en
el mercado y los precios empezaron a caer”. Pero poco después de
que los caraqueños, con apoyo militar, revirtieron el golpe, los precios
volvieron a subir. Con una sonrisa, Al-Naimi dijo a Roberts: entonces,
los especuladores “perdieron hasta la camisa” (Roberts, 2004: 114-
115). No es un incidente más.
Es asunto esencial que caracteriza a
la “diplomacia de fuerza” de Estados Unidos, en especial hacia otras
naciones como Ecuador y Bolivia, las que integran la Alba o Unasur,
entre cuyos objetivos está precisamente la defensa de la soberanía
sobre los recursos naturales.
La disputa por esos recursos agudiza la crisis con efectos “sistémicos”, y, como puede apreciarse, tiene fuerte impacto en la dirección
y naturaleza de la política de seguridad de Estados Unidos hacia
América Latina. El Alba y la creación de Unasur indican consenso en
América del Sur de que el manejo clasista y altamente militarizado de
esa “diplomacia” en el mundo y en la región latinoamericana, genera
serios riesgos políticos, económicos, ambientales y de seguridad.
Ante el orden de magnitud de los retos que enfrentan las naciones
latinoamericanas, y un panorama que se hace más complejo y riesgoso por haber ingresado la ecuación energética mundial al “techo del
petróleo” (peak-oil), la mira de las grandes petroleras y de la política
de seguridad de Washington se centra ahora en todos los recursos
energéticos existentes en “las Américas”, es decir, de polo a polo.
En documentos del Pentágono se plantea el fin de la “capacidad
ociosa” mundial en 2012 y un déficit en la producción mundial de
crudo de 10 millones de barriles diarios en 2015, con una mezcla
energética en 2030 dominada por los combustibles fósiles. Además,
generales y almirantes advierten de la “necesidad militar” de contar
prólogo 19
con los abastecimientos “seguros” de las “Américas”. Ya el New York
Times anunció el ingreso de “las Américas” a una nueva etapa en
pos de los combustibles fósiles que quedan bajo la corteza, es decir,
el petróleo no convencional, el crudo pesado y superpesado, las arenas bituminosas, los estratos de menor calidad, de difícil acceso, con
alto costo y enormemente más contaminantes que los crudos ligeros,
superligeros y dulces como los de Libia. Ya la ofensiva se despliega
con intensidad desde la explotación de aguas profundas del mar de
Alaska y de Río de Janeiro, a las arenas bituminosas y crudos pesados
o superpesados de Alberta, Canadá (Vid, 2008), del Este de Chicontepec, en México, la cuenca del Orinoco, Venezuela, y de Colombia,
hasta Argentina, donde ya Chevron, Exxon-Mobil y Repsol “avanzan”.
“Por vez primera en decenios”; dice el New York Times, “el botín6
de la energía global puede estar localizado en las Américas, donde
las compañías occidentales redirigen su mirada en una carrera para
explorar las pistas de codiciados campos petroleros” (Romero, 2011).
Como el Pentágono, la cia y las firmas petroleras operan desde
una acentuada “simbiosis”, son muy graves las consecuencias de la generalización hacia “las Américas” de estos y muchos otros “premios”,
“negocios”, “presas” o “botines” que, además de petróleo y minerales, incluyen biodiversidad, agua, mercados, mano de obra barata,
utilización de los espacios para basura tóxica, etc. Esas operaciones
traen consigo, entre otros elementos a considerar con atención, y
al realizar la lectura de este volumen, una “sombrilla de seguridad”
que opera bajo diseños de intervención —en el proceso de toma de
decisiones en materia de seguridad— y de ocupación. Es un proceso
en curso, como lo puede observar quien revise los trabajos y mapas
elaborados por Ana Esther Ceceña y Gian Carlo Delgado, sobre los
recursos naturales y los crecientes despliegues militares en la región,
pues además de la “Cuarta Flota”, se incluyen bases militares, tropas,
así como la incorporación de cuerpos de seguridad —civiles o militares— de la región directamente en las partidas presupuestales del
Departamento de Defensa. Muy a la usanza colonial británica con
los cipayos de la India.
6 En el texto del nyt se dice. “The Prize” (en referencia a un libro de Yergin,
bajo ese título y cuya traducción formal es “premio, presa, botín”, Spanish & English
Dictionary, Londres, Nueva York, Williams & Holt, pp. 422.
20 john saxe fernández
Como se muestra ad nauseam en México, de extenderse algo ligeramente aproximado, en Brasil o Argentina, a la “guerra irregular”
auspiciada por Washington, como eje de su diseño diplo-militar en
América Latina (me refiero a un esquema de intervención y ocupación que opera bajo las historias de coberturas varias: la “guerra antinarcóticos” o “al crimen organizado”) del tipo protagonizado desde
el Comando Sur (“Plan Colombia”) y del Comando Norte (“Iniciativa
Mérida”), las consecuencias serían devastadoras a cualquier proceso
encaminado a afianzar las soberanías nacionales y los instrumentos
regionales de seguridad.
Debe quedar claro, como se deja de manifiesto en los planes de
defensa nacional de varios países de la región, que, ante fuerzas
militares tecnológicamente superiores, no existe más defensa y capacidad de resistencia (por ejemplo en toda la cuenca Amazónica)
que aquella que opera desde y con los fundamentos logísticos que
se sustentan en una población movilizada y en una construcción
regional, del Bravo a la Patagonia. América Latina no acaba en el
norte de Colombia. Asumir que Centroamérica, México y el Caribe
son “Norteamérica”, deslindada de América Latina, es un grave error
histórico y estratégico. Los acontecimientos y despliegues militares de
Estados Unidos muestran que la intención de fondo de Washington, es
mover la frontera estadunidense, del río Bravo al Amazonas y de ahí
al Cabo de Hornos. Para Washington la meta sigue siendo el control
del “hemisferio”, de polo a polo, como lo reitera ahora el alto capital
desde el nyt. Ante el orden de magnitud de las fuerzas que desata el
agotamiento de recursos naturales esenciales y no renovables, y dada
la enorme disponibilidad de ellos en nuestra región, no hay posibilidad de defensa, ni de soberanía, ni de disfrute racional de esos vastos
recursos latinoamericanos, ni de un medio ambiente sano para criar
las nuevas generaciones, sin gobiernos que emanen de y cuenten con,
el respaldo continuo de los movimientos populares. Ellos son los fundamentos logísticos de la soberanía nacional y regional.
Existen riesgos y también condiciones mundiales, regionales y
locales para el fortalecimiento o la recuperación de la soberanía y el
impulso a los intereses públicos nacionales en la construcción de una
arquitectura orientada a preservar la presencia humana, bajo nuevas
formas de construcción social alternativa, en todas las dimensiones
incluyendo además la diplomática, económico-financiera, monetaria
y de seguridad.
prólogo 21
Es la hora latinoamericana. Bolívar, Martí, Juárez, en vez de Jefferson y Monroe. Su mensaje: poner fin al uso de los latinoamericanos
para derrotar a los latinoamericanos. Tal ha sido el fundamento
monroista de dominación en la región durante los últimos dos
siglos. La amalgama de intereses entre las clases dominantes de la
metrópoli y la periferia es el meollo socio-económico que facilita
este señorío. Los lazos oligárquico-imperiales de sujeción económica,
empresarial y policial militar, se basan en la propensión histórica de
las oligarquías criollas a estar satisfechas y hasta propiciar arreglos de
coparticipación en la apropiación del excedente y en el manejo fiscal,
presupuestal y de seguridad de las naciones que depredan: ya hay
condiciones y contradicciones para superar esa trabazón de intereses.
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INTRODUCCIÓN.
ESTADOS UNIDOS EN LA ENCRUCIJADA GLOBAL
dídimo castillo fernández
marco a. gandásegui, hijo
El presente libro Estados Unidos. Mas allá de la crisis, está integrado por
20 capítulos, resultados de la investigación realizada por el grupo de
trabajo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (clacso):
Estudios sobre Estados Unidos, enfocado al análisis de la crisis capitalista actual, a su carácter y efectos en Estados Unidos y a su impacto
en las condiciones sociopolíticas de dicho país, así como al nuevo
escenario abierto de sus relaciones con América Latina y el resto del
mundo. Esta obra fue desarrollada en la última etapa de vigencia de
dicho grupo, el cual desde su fundación conjugó los esfuerzos de un
nutrido equipo de intelectuales latinoamericanos en torno a la tesis
central de crisis de hegemonía de Estados Unidos, enriquecidos con
los intercambios y discusiones realizadas en diversos foros académicos
de América Latina y Estados Unidos.
La crisis económica de 2008, que afectó sobre todo a Estados
Unidos, tuvo dos interpretaciones en el mundo político financiero
y académico. Para los financistas y sus ideólogos, que llevaron a las
economías maduras del capitalismo a la debacle de 2008, la crisis
significó una reducción significativa en la acumulación descontrolada de riquezas. En su ceguera aún están convencidos de que
pueden reconstruir el camino si se aplican las políticas adecuadas.
Las medidas siguen siendo, básicamente, inyectar a las instituciones financieras flujos suficientes para permitirles ser nuevamente
competitivas. Estados Unidos y la mayoría de los países europeos
tomaron ese camino. La realidad les ha enseñado que la estrategia
no funcionó, aunque todavía tienen propagandistas sueltos promoviendo esa solución.
La segunda interpretación de la crisis tuvo como eje lo que los
analistas consideran el colapso de la “economía real” que ha cerrado
centros de producción y ha lanzado al desempleo a decenas de millones de trabajadores. El problema no es una cuestión de recuperar los
flujos financieros y el consumo, sino establecer patrones productivos
24 dídimo castillo y marco a. gandásegui
que pudieran generar una nueva dinámica capaz de incrementar el
empleo y, sobre todo, la tasa de ganancia.
Alemania y Francia, en menor medida, apostaron a esta estrategia
resultado de poseer una infraestructura productiva más sólida.
Como
consecuencia, sus economías reaccionaron mejor que las otras. El
caso de China es emblemático, ya que fue capaz de recuperarse rápidamente del primer golpe. El crecimiento de su economía logró
incluso mantener a flote las economías de América del Sur que se
convirtieron en proveedores de materias primas para el salto industrial que experimenta el gigante asiático.
La pérdida de hegemonía de Estados Unidos se ha agudizado dentro de sus propias fronteras. Los estados federales experimentan un
giro político hacia la extrema derecha creando una nueva legislación
orientada a expropiar a los trabajadores de sus derechos y beneficios
sociales. La excusa que se ha utilizado en estos casos es que las arcas
estatales se están vaciando y habrá que eliminar de los presupuestos
las conquistas laborables que se remontaban a más de medio siglo.
Mientras que el segmento más rico de Estados Unidos tiende a aumentar sus ingresos, producto de las leyes que lo benefician, las capas
medias y los trabajadores pierden sus empleos, sus beneficios sociales
y jubilaciones, así como sus viviendas. En los estados del sur de ese
país, donde no existe una historia de conquistas sociales, la política
de “desposesión” de la extrema derecha se dirige a los trabajadores
inmigrantes que ocupan los empleos menos remunerados, pero que
reciben beneficios sociales. La táctica es continuar explotando a los
trabajadores extranjeros, pero eliminando esos beneficios.
La estructura social estadounidense, heredada del siglo xx, pareciera estar asumiendo una nueva fisonomía con motivo de la crisis
de hegemon
a. La tradicional estratificación social —con una clase
media muy fuerte— atravesada por un elemento de desequilibrio
étnico y una creciente presencia laboral de la mujer, está cambiando
aceleradamente. El debilitamiento e inestabilidad de la clase trabajadora está dando lugar a un creciente estrato de trabajadores informales o precarios. Los de “cuello blanco” se están empobreciendo y
convirtiéndose también en informales. Hay una tendencia de nivelar
a todos los trabajadores a la categoría de “indocumentados”.
La nueva pirámide social que emerge de la crisis de hegemonía
no se parece a la estructura social prevaleciente en Estados Unidos
durante la segunda mitad del siglo xx. Dicha crisis no sólo representa
estados unidos en la encrucijada global 25
un reto para la clase social tradicionalmente dominante, también es
un desafío para una clase obrera que ha sido arrinconada. La clase
capitalista quiere regresar a las tasas de ganancia del siglo pasado.
A su vez, los trabajadores añoran la estabilidad de sus empleos. Los
capitalistas buscarán en cualquier parte del mundo las condiciones
para generar ganancias. El capital puede moverse con rapidez y reconstruirse políticamente, con relativa facilidad, en cualquier lugar
del planeta. China y la mayoría de los países con economías emergentes cuentan con reservas importantes de fuerza de trabajo. Los
flujos financieros dirigidos a esos países se convierten rápidamente
en capitales y ganancias.
El problema no es buscar nuevas etiquetas a las clases sociales. ¿Son
capitalistas los financistas? ¿Son obreros los trabajadores precarios o
las llamadas “multitudes”? Más bien, la cuestión es determinar si en
Estados Unidos los trabajadores que aún conservan sus empleos y los
trabajadores “precarios” comprenden que tienen intereses comunes
y comiencen a organizar instancias capaces de romper la hegemonía
de la clase dominante e iniciar un proceso que les permita construir
una sociedad con nuevos valores.
El grupo de trabajo, estuvo integrado por 20 investigadores activos
pertenecientes a centros miembros de clacso de diversos países de
América Latina (Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, México,
Panamá, Puerto Rico) y Estados Unidos. A lo largo de los seis años
de actividad continua, realizó 12 reuniones y actividades especiales
en diversos países: Panamá (3), Quito (2), México (1), Río de Janeiro
(2), Buenos Aires (1), Boston (1), La Habana (1) y Toronto (1), la
mayoría de ellas, en el marco de otros eventos nacionales e internacionales de trascendencia académica (Congreso de la Asociación
Latinoamericana de Sociología, alas, Guadalajara y Buenos Aires;
Congreso de la Latin American Studies Association, lasa, Río de
Janeiro y Toronto; Conferencia Internacional del Centro de Estudios
sobre América, cea, La Habana; Conferencia de Critical Sociology,
Boston; Congreso Nacional de Sociología de Panamá, entre otras).
El presente libro es el resultado de esfuerzos convergentes y continuados, enfocados a la crisis global capitalista y su epicentro en
Estados Unidos, a finales de 2008, sus consecuencias sobre las condiciones internas y el posible impacto en América Latina. La presentación del libro es de Theotonio Dos Santos, profesor investigador de
la Universidad Fluminense de Río de Janeiro, destacado economista , ampliamente reconocido por sus contribuciones
a los estudios del desarrollo y la dependencia de América Latina.
El prólogo es de John Saxe-Fernández, docente de la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales, y coordinador del Programa “El Mundo
en el siglo xxi” de la Universidad Nacional Autónoma de México,
estudioso de los procesos de globalización y la dinámica de la economía mundial. En la introducción: “Estados Unidos en la encrucijada
global”, de Dídimo Castillo Fernández y Marco A. Gandásegui, hijo,
ex coordinadores del grupo de trabajo, se plantean los antecedentes,
la problemática de estudio y se sintetizan los planteamientos centrales
de las contribuciones de los autores participantes.
El libro se estructura en tres secciones temáticas: la primera enfatiza sobre el significado y carácter de la crisis económica actual y sus
consecuencias para Estados Unidos y el resto del mundo en el mediano y largo plazo; la segunda recoge un conjunto de trabajos enfocados a mostrar la pérdida de hegemonía de Estado Unidos respecto
a la correlación de fuerzas internacionales, los cambios tecnológicos
y el entorno de deterioro de las condiciones sociales —acentuadas
con la crisis—, su impacto sobre el empleo y las condiciones de vida,
así como sobre el sistema de creencias y valores que dieron sentido
político y coherencia simbólica al llamado “sueño americano”; la
tercera sección es sobre la nueva geopolítica de Estados Unidos, la
política exterior de la administración del presidente Barack Obama
hacia América Latina y los escenarios posibles para esta región.
crisis mundial o crisis del capitalismo
En el primer capítulo, de Theotonio Dos Santos, profesor de la Universidad Fluminense de Río de Janeiro, “Crisis estructural y crisis de
coyuntura en el capitalismo contemporáneo” se analiza uno de los
conceptos más importantes de la teoría económica de Karl Marx: la
crisis estructural del modo de producción capitalista.
El autor aborda el tema desde las discusiones surgidas a finales del siglo xix y principios del xx. La problemática se centra en el proceso de separación histórica entre el modo de producción capitalista y el nuevo modo de producción del socialismo. El primero, caracterizado por una estructura determinada por la división de clases, el segundo, más equitativo estados unidos en la encrucijada global 27 basado en la propiedad colectiva de los medios de producción. El autor expone los mecanismos de adaptación del capitalismo propuestos por Marx, que sin embargo no se han cumplido. La experiencia histórica refleja la capacidad del modo de producción capitalista que se ha afianzado a partir de las crisis económicas y los cambios históricos de los últimos años. Analiza las causas y consecuencias de la crisis estructural del sistema, es decir, del rompimiento del modelo capitalista-socialista, y hace una reflexión sugerente sobre la necesidad de un cambio de paradigma de las Ciencias Sociales que permita aplicar los problemas estructurales a una perspectiva más regional sin perder la objetividad y coherencia. Carlos Eduardo Martins, profesor adjunto del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Río de Janeiro, en su capítulo, “La teoría de la coyuntura y la crisis contemporánea”, analiza comparativamente las crisis económicas de 1929 y la crisis mundial actual. Plantea algunas de las dificultades teóricas que las ciencias sociales han tratado de resolver: ¿qué tan válida y pertinente es esta comparación?, ¿cómo interpretar la naturaleza y carácter de dichas recesiones? y ¿cuáles son los alcances y limitaciones teóricas? Para ello el autor recurre a las corrientes del pensamiento marxista y braudeliana, tratando de articular un modelo explicativo de las expresiones del desarrollo capitalista en la llamada “teoría del sistema mundial”; considera en dicha propuesta académica a los estudios de Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi, y algunos de los planteamientos elaborados principalmente por Theotonio Dos Santos y Ruy Mauro Marini.
La tesis principal se apoya en la construcción de una teoría del sistema mundial y plantea que la situación actual se caracteriza por una combinación simultánea de tres fenómenos de larga duración: la globalización de la revolución científico-técnica, la crisis de la hegemonía de Estados Unidos —procesos que tienen lugar desde principios de 1970— y un ciclo expansivo Kondratiev a partir de 1994. Orlando Caputo Leiva, investigador del Centro de Estudios sobre Transnacionalización, Economía y Sociedad, en su capítulo “Crítica a la interpretación financiera de la crisis”, plantea la interrogante sobre el carácter de la crisis actual. Intenta resolver la pregunta de si se trata de una crisis financiera o de una crisis de la globalización actual de la economía mundial. En su interpretación teórica e histórica de la actual crisis de la economía mundial —diferente y opuesta 28 dídimo castillo y marco a. gandásegui a la caracterización como crisis financiera—, parte de constatar que las ganancias de las grandes empresas transnacionales productoras de bienes y servicios, se han incrementado a partir de mediados de los años ochenta y se han mantenido elevadas en los últimos años, previo al inicio de la actual crisis económica mundial. El autor traslada el énfasis explicativo a la relación del capital con el trabajo y con los recursos naturales mundiales. Según él, en la interpretación financiera de la crisis esto es ocultado. Uno de los aspectos más significativos que muestra es que junto con el incremento de las ganancias por disminución de los salarios y de la renta, se agrega la apropiación de parte significativa de los ahorros de las personas.
El capítulo “Crisis general capitalista y ¿el fin del neoliberalismo?”, de Jaime Ornelas Delgado, profesor investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, parte de una interrogante fundamental sobre el carácter de la crisis y las contradicciones del modelo económico neoliberal. Afirma que el mundo está en presencia de la primera crisis global del capitalismo del siglo xxi, y que la trascendencia y profundidad de esta crisis, además de haber puesto en duda los fundamentos neoliberales, ha mostrado la insuficiencia del mercado autorregulado como sustento del proceso de acumulación de capital en esta etapa. La magnitud y profundidad de la crisis están determinadas por la coincidencia de una crisis cíclica estructural en un entorno globalizado; esta coincidencia trajo consigo nuevos problemas, en tanto la superación de la fase crítica del ciclo ha de hacerse con base en una nueva modalidad de acumulación, sustentada en una nueva relación entre Estado y mercado, para superar la crisis estructural y reiniciar el crecimiento de la economía real. Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (cela), “Justo Arosemena”, en su capítulo titulado “Sistema mundo, crisis económica y América Latina” destaca la discusión planteada en los últimos dos años sobre la crisis económica en el contexto de la crisis de hegemonía del sistema mundo, entendiéndola como un cambio de época en el desarrollo capitalista. Según él, muchos de los problemas teóricos que son objeto de debate en los círculos marxistas se han convertido en temas de discusión cotidiana. Por un lado, la crisis económica de Estados Unidos, clasificada como recesión a fines de 2008, ha disminuido las inversiones, el empleo y el consumo mundiales, además de generar inseguridad entre los estados unidos en la encrucijada global 29 actores sociales y turbulencia en los mercados internacionales. Por el otro, la elección de Barack Obama a la presidencia de ese país ha generado expectativas políticas. Ambos hechos producidos en forma casi simultánea en los últimos meses de 2008 son importantes. La combinación de lo político y lo económico es también objeto de análisis, especialmente cuando se trata de explicar el comportamiento de uno a partir del otro. Según el autor, muchos estudiosos relacionan la crisis económica con el abuso y la mala administración de los recursos mundiales (neoliberalismo), pero en realidad estas supuestas causas son también consecuencia de una crisis aún más profunda del sistema capitalista. crisis de hegemonía y decadencia interna en estados unidos
El primer capítulo de esta sección “Estados Unidos en la encrucijada de la crisis capitalista”, de Adrián Sotelo Valencia, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, presenta un análisis general del curso de desarrollo del capitalismo contemporáneo y de la crisis económica actual, a partir de la hipótesis central de que las dificultades, tanto en el centro del sistema como en su periferia (subdesarrollada y dependiente), derivan de una crisis de producción de valor y de plusvalía, y que por más que las salidas asuman las “políticas correctivas” que se elaboran desde los centros de decisión del poder, predominantemente monetarias y financieras, resultan insuficientes para lograr contrarrestarla, sin que broten nuevas dificultades, contradicciones y otros problemas que se van haciendo irresolubles. Por lo tanto, de ninguna manera se trata de una “crisis inmobiliaria” o simplemente “financiera”, como se vino propagando desde los círculos oficiales del poder político-ideológico de Estados Unidos y de la Unión Europea, y en los medios de comunicación privados y oficiales. Con ello intenta destacar el carácter estructural, global e “irreversible” de la crisis. Katia Cobarrubias Hernández, investigadora del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, es autora del capítulo “La posición de Estados Unidos en el orden monetario y financiero internacional”, en el que señala que el área de las relaciones monetarias y financieras internacionales es una de las que centra la discusión acerca de la posición hegemónica de Estados Unidos en la economía mundial, ya que según ella, fue precisamente la crisis financiera la que desencadenó la actual crisis del sistema capitalista. La autora argumenta que la hegemonía de que gozó Estados Unidos en las relaciones monetarias y financieras internacionales, principalmente después del establecimiento de un puro patrón dólar en 1971, favoreció la configuración de un orden monetario y financiero internacional caracterizado por el desequilibrio, pero funcional a los intereses expansivos de la economía dominante. Sin embargo, tales desequilibrios han implicado necesariamente el debilitamiento a largo plazo del dominio económico estadunidense, describiendo lo que se considera un efecto búmeran. La autora analiza la relación entre dichos desequilibrios y la crisis sistémica actual, argumenta que ésta refuerza las debilidades y las tensiones de Estados Unidos como potencia hegemónica del sistema financiero global. En el capítulo “El déficit fiscal de Estados Unidos y el futuro del dólar”, de Daniel Munevar, asistente de investigación de la Universidad de Texas en Austin, el autor sostiene que las preocupaciones sobre una crisis fiscal en Estados Unidos en el mediano y largo plazo carecen en gran medida de fundamento. Aunque el aumento masivo en el déficit fiscal llevará a la deuda pública de ese país a niveles no vistos desde la segunda guerra mundial, esto ocurre en un contexto especial que se caracteriza por una disminución general del consumo privado y la inversión.
Según el autor, como lo demuestra la experiencia japonesa en los últimos dos decenios, un aumento significativo de la deuda pública en este tipo de contexto no se traduce necesariamente en un incremento en las tasas de interés o la inflación. Ello en la medida en que el gasto deficitario impide que la recesión económica se convierta en una depresión. En concreto, argumenta, el gasto deficitario permite la acumulación de excedentes en el sector privado que se requieren para restaurar las hojas de balances de los hogares con el fin de proporcionar una base sólida para una trayectoria más equilibrada de crecimiento. Fabio Grobart Sunshine, profesor investigador del Centro de Investigaciones de Economía Internacional de la Universidad de La Habana, en su capítulo “La crisis sistémica estructural de Estados Unidos: la agenda sobre ciencia y tecnología”, analiza el relativo agotamiento, la reconfiguración y la pérdida de liderazgo de Estados Unidos en lo que corresponde a ciencia, tecnología y servicios estados unidos en la encrucijada global 31 conexos de alta tecnología, componentes esenciales del modelo reproductivo de la llamada sociedad basada en el conocimiento. El trabajo aborda aspectos poco estudiados: el creciente cuestionamiento de las ventajas comparativas dinámicas y sistémicas, como pilares estratégicos del capitalismo monopolista transnacionalizado en su política de dominio planetario y la interrelación biunívoca de hegemonía, competitividad y ciclo reproductivo, todos con creciente tendencia a la baja apuntando hacia una prolongada crisis sistémico-estructural en los cimientos de las fuerzas productivas metropolitanas. En relación con la agenda del presidente Barack Obama en esta esfera, constata la inconsistencia entre su discurso electoral de cambios y la continuidad, en los hechos, del agravamiento de las tendencias observadas.
El siguiente capítulo, “Estados Unidos: crisis económica, reestruturación productiva y nueva precariedad laboral”, de Dídimo Castillo Fernández, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México, analiza el proceso de acumulación capitalista desde inicios de aplicación del modelo neoliberal y durante la crisis actual, contempla el proceso de reestructuración económica —particularmente, la desindustrialización y deslocalización del trabajo— así como su impacto en el mercado de trabajo y en la calidad de las ocupaciones (el desempleo, el trabajo informal y la precarización laboral) y sus tendencias. El autor enfatiza en los cambios estructurales y en la crisis económica actual, así como en las nuevas pautas adoptadas de explotación de trabajo y la consiguiente “nueva” precarización laboral. Muestra cómo la creciente flexibilización laboral ha modificado las formas típicas de empleo asalariado, al sustituir la contratación estable por la temporal y a tiempo parcial, generalmente con bajos salarios y desprovista de seguridad social y prestaciones laborales. El planteamiento central del trabajo intenta sostener que bajo las condiciones estructurales actuales generadas por el neoliberalismo y sus tendencias, acentuadas con la crisis económica, se incrementó sustancialmente la tasa de ganancia capitalista y con ella, la sobreexplotación del trabajo, con los consecuentes efectos sobre el desempleo, la informalidad, la precariedad laboral y la desigual distribución salarial, en particular en los nuevos puestos de trabajo y sus consecuencias sobre los trabajadores de ambos sexos, jóvenes, nativos e inmigrantes. Alejandro I. Canales, profesor investigador del Departamento de Estudios Regionales, Ineser, de la Universdad en su capítulo “La inmigración latinoamericana frente a la crisis económica en Estados Unidos. Precarización sin retorno”, parte del contexto analítico que considera los efectos de la crisis económica mundial en la dinámica migratoria latinoamericana, particularmente la dirigida hacia Estados Unidos, teniendo en cuenta la orientación y magnitud de los flujos, el envío de remesas monetarias y el impacto sobre el empleo, precariedad laboral y salarios, entre otros aspectos. No obstante, como señala, el objetivo del capítulo es no tanto reproducir información y datos al respecto, sino más bien ofrecer un marco que permita entender qué está pasando con la migración en la crisis económica actual. Para ello, aborda y articula dos problemáticas diferentes.
Por un lado, analiza el carácter y profundidad de la actual crisis de la economía global. Y por otro, intenta comprender cuál es el papel de la inmigración en la economía y demografía de los países receptores. La tesis que trata de sostener es que en el actual entorno de globalización, la migración internacional debe ser entendida como un proceso social que contribuye a la estructuración de las sociedades contemporáneas como sociedades globales, y que en ese sentido, la migración no sólo involucra un desplazamiento de personas, sino como proceso social, contribuye a articular las condiciones y dinámicas de la reproducción social de los países de origen con las condiciones y dinámicas de la reproducción social de los países de destino. El capítulo “Las burbujas del siglo xxi: ¿el fin del sueño americano?”, de James Martín Cypher, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, aborda el tema de las condiciones actuales de la clase trabajadora y la clase media después de un decenio marcado con dos rupturas financieras que han impactado a Estados Unidos como nunca antes desde la “gran depresión”. Según el autor, el efecto de estos eventos es fundamental desde distintas perspectivas. La clases media y trabajadora han caído en la penuria, por lo que como nunca antes necesitan de los programas masivos sociales. Actualmente, la coyuntura es poco favorable para la continuación del programa de “proyectar el poder” militar estadunidense.
Sería difícil imaginar una colisión explosiva, sin tener en cuenta esos dos elementos culturales clave —el militarismo y el sueño americano—, en un entorno en donde la realización de uno sería al costo del otro. No obstante, la resolución pudiera ser la cristalización de las fuerzas políticas ultraderechistas, apoyando la militarización de las estados unidos en la encrucijada global relaciones exteriores como contrapeso de su declinación económica. La glorificación del militarismo pudiera ser la medida tomada como una “salida” del dilema socioeconómico estadunidense actual, dado los efectos demoledores implementados por el gran capital en contra de las instituciones progresistas construidas para incluir a las clases media y trabajadora. Jorge Hernández Martínez, profesor investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, es autor del capítulo “Estados Unidos: redefiniciones ideológicas y geopolítica mundial bajo la administración Barack Obama”, en el que examina los procesos ideológicos que tienen lugar en la sociedad estadunidense durante los últimos años desde una perspectiva global, destacando sus implicaciones para el enfoque de política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos, ante la nueva geopolítica mundial, situando el foco analítico en los primeros 18 meses desde la toma de posesión de Obama. Este periodo lo asume como marco de referencia inmediato, al considerar que los fenómenos actuales responden en el fondo a tendencias y transiciones en curso durante la etapa iniciada hace casi 10 años, en 2001, con el doble mandato del Partido Republicano, encabezado por George W. Bush, signado por el acentuado enfoque conservador y bajo los efectos del 9/11, conducente a la coyuntura simbolizada por los cambios que contextualizaron el proceso electoral de 2008 y a la victoria del Partido Demócrata. nueva geopolítica de estados unidos. escenarios para américa latina Esta sección la encabeza el capítulo “Estados Unidos: seguridad y defensa en las nuevas relaciones hemisféricas”, de Darío Salinas Figueredo, profesor investigador de la Universidad Iberoamericana, plantea un objetivo triple. Por un lado, explorar los fundamentos que formalizan la racionalidad de las amenazas en la conceptualización actual de la seguridad estadunidense. En segundo lugar, ensayar algunas consideraciones analíticas sobre los soportes en que se apoya la noción de América Latina y el Caribe en la agenda de Estados Unidos. Por último, a partir de la identificación de la política de cooperación hemisférica, ensayar un esquema que muestra las potencialidades y vulnerabilidades de las propuestas latinoamericanas.
La preocupación central intenta mostrar las inflexiones o cambios en la trayectoria de la política estadunidense en el periodo que comprende la “posguerra fría”, las respuestas regionales en curso y los límites de la visión centrada en la hipótesis acerca de la presencia de “actores” (internos o externos) que ponen en tela de juicio la hegemonía hemisférica de Estados Unidos. El capítulo “Obama contra nuestra América: lo nuevo y lo viejo”, de Luis Suárez Salazar, profesor investigador de la Universidad de La Habana, quien realiza una valoración crítica de las estrategias hacia el hemisferio occidental y, en particular, contra los pueblos y naciones de nuestra América, propugnadas desde la campaña electoral, particularmente emprendidas durante los dos primeros años de gobierno del demócrata Barack Obama. Según el autor, en razón del relativamente inmutable carácter socio-clasista y de la manera “unipartidista” como por lo general elaboran su política interna y externa el “gobierno permanente” de Estados Unidos, el análisis del gobierno actual acentúa las continuidades —“lo viejo”— y los cambios —“lo nuevo”— de las estrategias impulsadas por las administraciones de George H. W. Bush (1989-1993), William Clinton (1993-2001) y George W. Bush (2001-2009). El siguiente capítulo, “Democracia, seguridad y desarrollo:
la política de ‘asistencia’ de Estados Unidos hacia América Latina”, de Silvina M. Romano, profesora investigadora del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, se propone analizar desde una perspectiva crítica la vinculación entre democracia y desarrollo teniendo en cuenta el modo en que son entendidos estos conceptos por el gobierno y por los organismos privados estadunidenses influyentes en la definición de políticas, a fin de conocer por qué ambos términos son articulados con la seguridad. Esto nos lleva a indagar en el papel de la asistencia en el marco de la política exterior del gobierno estadunidense hacia América Latina y a intentar hacer visible la red de intereses públicos y privados que participa en el “negocio de la asistencia”. Para ello considera la vinculación conceptual e histórica entre democracia y seguridad a partir del capitalismo posterior a la segunda guerra mundial, contexto en el cual se relacionaron de modo legal con la noción de desarrollo sostenida por el gobierno estadunidense, cristalizada en los programas de asistencia bilaterales estados unidos en la encrucijada global 35 y multilaterales inaugurados por la Ley para la Asistencia Extranjera (1961) durante la administración de Kennedy. Jaime Zuluaga Nieto, profesor investigador de la Universidad Nacional de Colombia, en su capítulo “Cambios en la política de seguridad de Estados Unidos y su incidencia en América Latina”, plantea que la estrategia de seguridad adoptada por la administración Bush en 2002 ha orientado la política de Estados Unidos durante el primer decenio de este siglo. En ella se definió el terrorismo como la principal amenaza a la seguridad nacional, se adoptó el principio de la guerra preventiva y se justificó la posibilidad de intervención unilateral en cualquier parte del mundo. El presidente Barack Obama ofreció cambios en esta estrategia:
invocó los principios fundacionales de su nación para precisar que no habría conflicto entre la seguridad y los ideales de respeto a la ley, la libertad y los derechos humanos, se comprometió a recurrir al multilateralismo y a replantear las relaciones con las otras naciones, en particular con las de América Latina. Llegó a presentar ante el congreso una nueva estrategia de seguridad en la que no menciona la guerra global contra el terrorismo y renuncia a la guerra preventiva; no obstante, según el autor, en lo posterior el cambio de gobierno no mostró transformaciones sustanciales en la temática. El capítulo de María José Rodríguez Rejas, profesora investigadora de la Academia de Ciencias Sociales (Antropología Social y Sociología) de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, se centra en las implicaciones de la política de seguridad hemisférica de Estados Unidos en el proceso de militarización de América Latina, trazando el contexto en el que opera esta propuesta continental y sus expresiones (Plan México y Plan Colombia). Analiza la centralidad de América Latina en la estrategia de seguridad hemisférica, como un factor distintivo en relación con la segunda posguerra. Según la autora, las especificidades de la competencia intercapitalista del presente hacen de esta región el área vital en torno a la cual el país del norte puede mantenerse en la competencia frente a otros bloques. Para dar cuenta de ello analiza:
a] las condiciones particulares de la geopolítica de bloques en el marco de un capitalismo que tiene necesidades crecientes y críticas de recursos y territorios;
b] caracteriza a América Latina como una de las áreas del mundo con mayor riqueza en recursos estratégicos (petróleo, gas, biodiversidad, agua, minerales, etc.);
c] presenta el proyecto geopolítico de Estados Unidos para 36 dídimo castillo y marco a. gandásegui el siglo xxi en relación con Latinoamérica, diseñado desde fines de los años setenta del siglo xx para “remontar” su crisis de hegemonía. Considera, además, cómo dicho proyecto hemisférico articuló desde un inicio los acuerdos comerciales y económicos con los de seguridad, precisamente por tratarse de un proyecto geopolítico. Catalina Toro Pérez, profesora asistente del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia, en su capítulo “La política exterior norteamericana para la América Andina en la transición republicano-demócrata. Continuidades y discontinuidades”, se plantea la interrogante sobre las posibilidades de una agenda estadunidense alternativa hacia la América Andina y el Caribe en el ámbito de la transición del gobierno republicano-demócrata en Estados Unidos. Parte de considerar que el proyecto de hegemonía militar, económica y comercial estadunidense en América Latina no está siendo cuestionado. Si bien existen nuevas e importantes transformaciones en las agendas domésticas internas que se expresan en los reclamos de los sectores sociales en Estados Unidos por el desarrollo de una nueva agenda económica y social y la necesidad de una transformación profunda en las relaciones internacionales, la política exterior hacia Latinoamérica continúa orientándose a partir de las agendas de seguridad hemisférica y libre comercio. La autora intenta mostrar cómo estos dos grandes componentes de la política exterior se conjugan a lo largo de los gobiernos republicanos y demócratas desde los años cincuenta. Argumenta que las principales fuerzas políticas en el contexto de la confrontación electoral por la presidencia de Estados Unidos (2008) contribuyeron a legitimar estas agendas para asegurar la propiedad y el control de los recursos estratégicos en la América Andina y el Caribe, claves en la estructura imperialista mundial, fortaleciendo sus vínculos con Colombia, principalmente como estrategia de contención de la avanzada de los denominados “gobiernos progresistas” de la región. Finalmente, en el capítulo “Seguridad nacional, recursos naturales y dependencia estadunidense. Minerales estratégicos en la agenda Estados Unidos-América Latina”, Gian Carlo Delgado Ramos, profesor investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostiene que la creciente dificultad para acceder a recursos naturales, debida a la erosión cada vez más aguda del medio ambiente y a su sinergia con fenómenos como el cambio climático, entre otros, estados unidos en la encrucijada global pero sobre todo como consecuencia de los actuales patrones despilfarradores de consumo por parte de las principales economías del orbe, ha puesto sobre la mesa de discusión la vinculación de la seguridad y el acceso, uso y usufructo de los recursos naturales.
Las nociones de seguridad en general y las asociadas al asunto medioambiental son diversas y responden fundamentalmente a la posición sociopolítica de la que parten, sea ésa la de mantener y prolongar la estructura de poder y de enriquecimiento existente o la de cuestionar los contextos actuales y defender los recursos naturales y el medio ambiente ante procesos de despojo y devastación. El autor discute críticamente algunas nociones de seguridad. Revisa cómo ésta se ha asumido desde la perspectiva estadunidense a partir de una lectura de las implicaciones para América Latina como reserva estratégica. Presenta también, en contracorriente a la noción de seguridad hegemónica, el concepto de “seguridad ecológica”, entendida como aquella que busca asegurar la vida, no sólo la humana, en el largo plazo. El presente libro es una contribución del grupo de trabajo Estudios sobre Estados Unidos, que se suma a otras publicaciones realizadas durante los seis años de labor continua. El grupo publicó otros dos libros sobre la temática, el primero: Crisis de hegemonía de Estados Unidos (coordinado por Marco A. Gandásegui, hijo), el segundo, Estados Unidos: la crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación (coordinado por Marco A. Gandásegui, hijo, y Dídimo Castillo Fernández, coordinador de la segunda etapa de existencia del grupo), ambas coeditadas por clacso y Siglo XXI Editores, México. Asimismo, editó un número especial de la revista Latin American Perspectives (con material del primer libro); algunos de sus integrantes publicaron diversos artículos en las revistas Critical Sociology y Latin American Perspectives; otros trabajos formarán parte de un número especial de esta última revista con temas sobre la gestión del presidente Barack Obama y la agenda para América Latina.
la de 1982 fue la primera de las crisis que desde entonces abaten al régimen de acumulación de la valorización financiera (Paulani, http://rrpe.sagepub.com) manifestándose en estallidos de burbujas especulativas de creciente intensidad y extensión, habiendo llegado a representar poco más de 10 veces el producto mundial bruto en 2008, manteniéndose bajo ese nivel desde entonces, como constata Jorge Beinstein y arribando a “una suerte de punto máximo de difícil superación dada la actual configuración de la economía mundial. Incluso en términos nominales esa masa no superó hasta hoy la cima de 2008: 683 billones (millones de millones) de dólares” (Beinstein, 2011: 3). Aunque no es descartable un escenario en que algún brote inflacionario junto a grandes rachas especulativas pudieran superar ese “techo financiero”, lo cierto es que a nadie escapa que ello coincide con el antes mencionado “agotamiento” de los estratos “convencionales” de recursos naturales vitales. Así se fragilizan también los fundamentos materiales de la producción y de la civilización: “la crisis de sobrecapacidad productiva... se va convirtiendo en su contrario (depredación ambiental mediante) es decir, en una crisis prolongada de subproducción, de capacidad productiva insuficiente, de carencia de recursos naturales proveedores de las materias primas necesarias para el funcionamiento de la economía” (ibid: 6). Este escenario ocurre en medio de una aguda “militarización” doméstica y de la política exterior de Estados Unidos hacia el mundo y América Latina. La “geopolitización” de las relaciones económicas internacionales, debe recordarse, en pos del control de los principales abastecimientos de los combustibles fósiles y los minerales, jugó un papel de importancia mayor en la etiología de la segunda guerra
3 Ambos entes subrogados al Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Dado su sistema de votación, muy lejos de ser reales “instituciones multilaterales” como se comprueba al revisar su actuación en momentos cruciales, invariablemente en el contexto de la diplomacia de fuerza desplegada por la Casa Blanca. Por ejemplo, aplicaron la veda de créditos al gobierno de Salvador Allende, cuando Nixon instruyó al aparato de seguridad “hacer chillar la economía chilena”. Era parte y parcela del proceso golpista, o bien, en medio del golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez (véase más adelante). prólogo 17
mundial. Con la guerra en Irak se hizo obvio que junto a pregonar la “mano invisible” del mercado, el alto capital de Estados Unidos prefiere la “mano visible” de sus oligopolios y el “puño” del Pentágono. Por eso enfatizo que la relación de Estados Unidos con América Latina ocurre en el contexto de un “armagedón económico-militar” en curso. En criterio del conservadurismo, civil y militar de Estados Unidos, —que persiste con Obama—, el dominio militar sobre Oriente Medio, sede de la principal reserva de petróleo convencional del planeta, en especial de Arabia Saudita, Irak e Irán, es crucial al esfuerzo de Estados Unidos para desactivar el control de la opep sobre los precios del crudo. Desde enero de 1998, D. Rumsfeld, Paul Wolfowitz y otros integrantes del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadunidense, en carta dirigida al presidente William Clinton, le advertían: “Es innecesario agregar que si Saddam adquiere la capacidad de lanzar armas de destruccion masiva […] una porción importante del suministro petrolero del mundo estaría en riesgo […] la única estrategia aceptable es […] tomar acción militar ya que la diplomacia claramente está fallando. A largo plazo, esto significa sacar del poder a Saddam Hussein y su régimen. Este debe ser el objetivo de la política exterior de Estados Unidos”.4 A la brutal secuencia de “eventos”, como la toma del poder de Bush, hijo, por un fraude electoral en Florida y un voto de la corte en contra de Albert Gore —quien había ganado el voto popular—; los brutales ataques de septiembre de 2001; la agresión a Afganistán; la guerra “preventiva” a Irak en marzo de 2003 y el derrocamiento de Saddam Husseim, se agrega el intento de golpe de Estado contra Hugo Chávez en marzo-abril de 2002. Al respecto cabe ilustrar la dimensión económica y político-militar de la diplomacia de fuerza desplegada en Caracas. Pocas horas después del golpe, cuando se creía que había sido exitoso, el Banco Mundial y el fmi,5 siguiendo línea de “arriba”, ofrecieron préstamos y todo tipo de apoyo a la “junta”. Pero la motivación de fondo del regime change 4
El autor aborda el tema desde las discusiones surgidas a finales del siglo xix y principios del xx. La problemática se centra en el proceso de separación histórica entre el modo de producción capitalista y el nuevo modo de producción del socialismo. El primero, caracterizado por una estructura determinada por la división de clases, el segundo, más equitativo estados unidos en la encrucijada global 27 basado en la propiedad colectiva de los medios de producción. El autor expone los mecanismos de adaptación del capitalismo propuestos por Marx, que sin embargo no se han cumplido. La experiencia histórica refleja la capacidad del modo de producción capitalista que se ha afianzado a partir de las crisis económicas y los cambios históricos de los últimos años. Analiza las causas y consecuencias de la crisis estructural del sistema, es decir, del rompimiento del modelo capitalista-socialista, y hace una reflexión sugerente sobre la necesidad de un cambio de paradigma de las Ciencias Sociales que permita aplicar los problemas estructurales a una perspectiva más regional sin perder la objetividad y coherencia. Carlos Eduardo Martins, profesor adjunto del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Federal de Río de Janeiro, en su capítulo, “La teoría de la coyuntura y la crisis contemporánea”, analiza comparativamente las crisis económicas de 1929 y la crisis mundial actual. Plantea algunas de las dificultades teóricas que las ciencias sociales han tratado de resolver: ¿qué tan válida y pertinente es esta comparación?, ¿cómo interpretar la naturaleza y carácter de dichas recesiones? y ¿cuáles son los alcances y limitaciones teóricas? Para ello el autor recurre a las corrientes del pensamiento marxista y braudeliana, tratando de articular un modelo explicativo de las expresiones del desarrollo capitalista en la llamada “teoría del sistema mundial”; considera en dicha propuesta académica a los estudios de Immanuel Wallerstein y Giovanni Arrighi, y algunos de los planteamientos elaborados principalmente por Theotonio Dos Santos y Ruy Mauro Marini.
La tesis principal se apoya en la construcción de una teoría del sistema mundial y plantea que la situación actual se caracteriza por una combinación simultánea de tres fenómenos de larga duración: la globalización de la revolución científico-técnica, la crisis de la hegemonía de Estados Unidos —procesos que tienen lugar desde principios de 1970— y un ciclo expansivo Kondratiev a partir de 1994. Orlando Caputo Leiva, investigador del Centro de Estudios sobre Transnacionalización, Economía y Sociedad, en su capítulo “Crítica a la interpretación financiera de la crisis”, plantea la interrogante sobre el carácter de la crisis actual. Intenta resolver la pregunta de si se trata de una crisis financiera o de una crisis de la globalización actual de la economía mundial. En su interpretación teórica e histórica de la actual crisis de la economía mundial —diferente y opuesta 28 dídimo castillo y marco a. gandásegui a la caracterización como crisis financiera—, parte de constatar que las ganancias de las grandes empresas transnacionales productoras de bienes y servicios, se han incrementado a partir de mediados de los años ochenta y se han mantenido elevadas en los últimos años, previo al inicio de la actual crisis económica mundial. El autor traslada el énfasis explicativo a la relación del capital con el trabajo y con los recursos naturales mundiales. Según él, en la interpretación financiera de la crisis esto es ocultado. Uno de los aspectos más significativos que muestra es que junto con el incremento de las ganancias por disminución de los salarios y de la renta, se agrega la apropiación de parte significativa de los ahorros de las personas.
El capítulo “Crisis general capitalista y ¿el fin del neoliberalismo?”, de Jaime Ornelas Delgado, profesor investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, parte de una interrogante fundamental sobre el carácter de la crisis y las contradicciones del modelo económico neoliberal. Afirma que el mundo está en presencia de la primera crisis global del capitalismo del siglo xxi, y que la trascendencia y profundidad de esta crisis, además de haber puesto en duda los fundamentos neoliberales, ha mostrado la insuficiencia del mercado autorregulado como sustento del proceso de acumulación de capital en esta etapa. La magnitud y profundidad de la crisis están determinadas por la coincidencia de una crisis cíclica estructural en un entorno globalizado; esta coincidencia trajo consigo nuevos problemas, en tanto la superación de la fase crítica del ciclo ha de hacerse con base en una nueva modalidad de acumulación, sustentada en una nueva relación entre Estado y mercado, para superar la crisis estructural y reiniciar el crecimiento de la economía real. Marco A. Gandásegui, hijo, profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (cela), “Justo Arosemena”, en su capítulo titulado “Sistema mundo, crisis económica y América Latina” destaca la discusión planteada en los últimos dos años sobre la crisis económica en el contexto de la crisis de hegemonía del sistema mundo, entendiéndola como un cambio de época en el desarrollo capitalista. Según él, muchos de los problemas teóricos que son objeto de debate en los círculos marxistas se han convertido en temas de discusión cotidiana. Por un lado, la crisis económica de Estados Unidos, clasificada como recesión a fines de 2008, ha disminuido las inversiones, el empleo y el consumo mundiales, además de generar inseguridad entre los estados unidos en la encrucijada global 29 actores sociales y turbulencia en los mercados internacionales. Por el otro, la elección de Barack Obama a la presidencia de ese país ha generado expectativas políticas. Ambos hechos producidos en forma casi simultánea en los últimos meses de 2008 son importantes. La combinación de lo político y lo económico es también objeto de análisis, especialmente cuando se trata de explicar el comportamiento de uno a partir del otro. Según el autor, muchos estudiosos relacionan la crisis económica con el abuso y la mala administración de los recursos mundiales (neoliberalismo), pero en realidad estas supuestas causas son también consecuencia de una crisis aún más profunda del sistema capitalista. crisis de hegemonía y decadencia interna en estados unidos
El primer capítulo de esta sección “Estados Unidos en la encrucijada de la crisis capitalista”, de Adrián Sotelo Valencia, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México, presenta un análisis general del curso de desarrollo del capitalismo contemporáneo y de la crisis económica actual, a partir de la hipótesis central de que las dificultades, tanto en el centro del sistema como en su periferia (subdesarrollada y dependiente), derivan de una crisis de producción de valor y de plusvalía, y que por más que las salidas asuman las “políticas correctivas” que se elaboran desde los centros de decisión del poder, predominantemente monetarias y financieras, resultan insuficientes para lograr contrarrestarla, sin que broten nuevas dificultades, contradicciones y otros problemas que se van haciendo irresolubles. Por lo tanto, de ninguna manera se trata de una “crisis inmobiliaria” o simplemente “financiera”, como se vino propagando desde los círculos oficiales del poder político-ideológico de Estados Unidos y de la Unión Europea, y en los medios de comunicación privados y oficiales. Con ello intenta destacar el carácter estructural, global e “irreversible” de la crisis. Katia Cobarrubias Hernández, investigadora del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, es autora del capítulo “La posición de Estados Unidos en el orden monetario y financiero internacional”, en el que señala que el área de las relaciones monetarias y financieras internacionales es una de las que centra la discusión acerca de la posición hegemónica de Estados Unidos en la economía mundial, ya que según ella, fue precisamente la crisis financiera la que desencadenó la actual crisis del sistema capitalista. La autora argumenta que la hegemonía de que gozó Estados Unidos en las relaciones monetarias y financieras internacionales, principalmente después del establecimiento de un puro patrón dólar en 1971, favoreció la configuración de un orden monetario y financiero internacional caracterizado por el desequilibrio, pero funcional a los intereses expansivos de la economía dominante. Sin embargo, tales desequilibrios han implicado necesariamente el debilitamiento a largo plazo del dominio económico estadunidense, describiendo lo que se considera un efecto búmeran. La autora analiza la relación entre dichos desequilibrios y la crisis sistémica actual, argumenta que ésta refuerza las debilidades y las tensiones de Estados Unidos como potencia hegemónica del sistema financiero global. En el capítulo “El déficit fiscal de Estados Unidos y el futuro del dólar”, de Daniel Munevar, asistente de investigación de la Universidad de Texas en Austin, el autor sostiene que las preocupaciones sobre una crisis fiscal en Estados Unidos en el mediano y largo plazo carecen en gran medida de fundamento. Aunque el aumento masivo en el déficit fiscal llevará a la deuda pública de ese país a niveles no vistos desde la segunda guerra mundial, esto ocurre en un contexto especial que se caracteriza por una disminución general del consumo privado y la inversión.
Según el autor, como lo demuestra la experiencia japonesa en los últimos dos decenios, un aumento significativo de la deuda pública en este tipo de contexto no se traduce necesariamente en un incremento en las tasas de interés o la inflación. Ello en la medida en que el gasto deficitario impide que la recesión económica se convierta en una depresión. En concreto, argumenta, el gasto deficitario permite la acumulación de excedentes en el sector privado que se requieren para restaurar las hojas de balances de los hogares con el fin de proporcionar una base sólida para una trayectoria más equilibrada de crecimiento. Fabio Grobart Sunshine, profesor investigador del Centro de Investigaciones de Economía Internacional de la Universidad de La Habana, en su capítulo “La crisis sistémica estructural de Estados Unidos: la agenda sobre ciencia y tecnología”, analiza el relativo agotamiento, la reconfiguración y la pérdida de liderazgo de Estados Unidos en lo que corresponde a ciencia, tecnología y servicios estados unidos en la encrucijada global 31 conexos de alta tecnología, componentes esenciales del modelo reproductivo de la llamada sociedad basada en el conocimiento. El trabajo aborda aspectos poco estudiados: el creciente cuestionamiento de las ventajas comparativas dinámicas y sistémicas, como pilares estratégicos del capitalismo monopolista transnacionalizado en su política de dominio planetario y la interrelación biunívoca de hegemonía, competitividad y ciclo reproductivo, todos con creciente tendencia a la baja apuntando hacia una prolongada crisis sistémico-estructural en los cimientos de las fuerzas productivas metropolitanas. En relación con la agenda del presidente Barack Obama en esta esfera, constata la inconsistencia entre su discurso electoral de cambios y la continuidad, en los hechos, del agravamiento de las tendencias observadas.
El siguiente capítulo, “Estados Unidos: crisis económica, reestruturación productiva y nueva precariedad laboral”, de Dídimo Castillo Fernández, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de México, analiza el proceso de acumulación capitalista desde inicios de aplicación del modelo neoliberal y durante la crisis actual, contempla el proceso de reestructuración económica —particularmente, la desindustrialización y deslocalización del trabajo— así como su impacto en el mercado de trabajo y en la calidad de las ocupaciones (el desempleo, el trabajo informal y la precarización laboral) y sus tendencias. El autor enfatiza en los cambios estructurales y en la crisis económica actual, así como en las nuevas pautas adoptadas de explotación de trabajo y la consiguiente “nueva” precarización laboral. Muestra cómo la creciente flexibilización laboral ha modificado las formas típicas de empleo asalariado, al sustituir la contratación estable por la temporal y a tiempo parcial, generalmente con bajos salarios y desprovista de seguridad social y prestaciones laborales. El planteamiento central del trabajo intenta sostener que bajo las condiciones estructurales actuales generadas por el neoliberalismo y sus tendencias, acentuadas con la crisis económica, se incrementó sustancialmente la tasa de ganancia capitalista y con ella, la sobreexplotación del trabajo, con los consecuentes efectos sobre el desempleo, la informalidad, la precariedad laboral y la desigual distribución salarial, en particular en los nuevos puestos de trabajo y sus consecuencias sobre los trabajadores de ambos sexos, jóvenes, nativos e inmigrantes. Alejandro I. Canales, profesor investigador del Departamento de Estudios Regionales, Ineser, de la Universdad en su capítulo “La inmigración latinoamericana frente a la crisis económica en Estados Unidos. Precarización sin retorno”, parte del contexto analítico que considera los efectos de la crisis económica mundial en la dinámica migratoria latinoamericana, particularmente la dirigida hacia Estados Unidos, teniendo en cuenta la orientación y magnitud de los flujos, el envío de remesas monetarias y el impacto sobre el empleo, precariedad laboral y salarios, entre otros aspectos. No obstante, como señala, el objetivo del capítulo es no tanto reproducir información y datos al respecto, sino más bien ofrecer un marco que permita entender qué está pasando con la migración en la crisis económica actual. Para ello, aborda y articula dos problemáticas diferentes.
Por un lado, analiza el carácter y profundidad de la actual crisis de la economía global. Y por otro, intenta comprender cuál es el papel de la inmigración en la economía y demografía de los países receptores. La tesis que trata de sostener es que en el actual entorno de globalización, la migración internacional debe ser entendida como un proceso social que contribuye a la estructuración de las sociedades contemporáneas como sociedades globales, y que en ese sentido, la migración no sólo involucra un desplazamiento de personas, sino como proceso social, contribuye a articular las condiciones y dinámicas de la reproducción social de los países de origen con las condiciones y dinámicas de la reproducción social de los países de destino. El capítulo “Las burbujas del siglo xxi: ¿el fin del sueño americano?”, de James Martín Cypher, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, aborda el tema de las condiciones actuales de la clase trabajadora y la clase media después de un decenio marcado con dos rupturas financieras que han impactado a Estados Unidos como nunca antes desde la “gran depresión”. Según el autor, el efecto de estos eventos es fundamental desde distintas perspectivas. La clases media y trabajadora han caído en la penuria, por lo que como nunca antes necesitan de los programas masivos sociales. Actualmente, la coyuntura es poco favorable para la continuación del programa de “proyectar el poder” militar estadunidense.
Sería difícil imaginar una colisión explosiva, sin tener en cuenta esos dos elementos culturales clave —el militarismo y el sueño americano—, en un entorno en donde la realización de uno sería al costo del otro. No obstante, la resolución pudiera ser la cristalización de las fuerzas políticas ultraderechistas, apoyando la militarización de las estados unidos en la encrucijada global relaciones exteriores como contrapeso de su declinación económica. La glorificación del militarismo pudiera ser la medida tomada como una “salida” del dilema socioeconómico estadunidense actual, dado los efectos demoledores implementados por el gran capital en contra de las instituciones progresistas construidas para incluir a las clases media y trabajadora. Jorge Hernández Martínez, profesor investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana, es autor del capítulo “Estados Unidos: redefiniciones ideológicas y geopolítica mundial bajo la administración Barack Obama”, en el que examina los procesos ideológicos que tienen lugar en la sociedad estadunidense durante los últimos años desde una perspectiva global, destacando sus implicaciones para el enfoque de política exterior y de seguridad nacional de Estados Unidos, ante la nueva geopolítica mundial, situando el foco analítico en los primeros 18 meses desde la toma de posesión de Obama. Este periodo lo asume como marco de referencia inmediato, al considerar que los fenómenos actuales responden en el fondo a tendencias y transiciones en curso durante la etapa iniciada hace casi 10 años, en 2001, con el doble mandato del Partido Republicano, encabezado por George W. Bush, signado por el acentuado enfoque conservador y bajo los efectos del 9/11, conducente a la coyuntura simbolizada por los cambios que contextualizaron el proceso electoral de 2008 y a la victoria del Partido Demócrata. nueva geopolítica de estados unidos. escenarios para américa latina Esta sección la encabeza el capítulo “Estados Unidos: seguridad y defensa en las nuevas relaciones hemisféricas”, de Darío Salinas Figueredo, profesor investigador de la Universidad Iberoamericana, plantea un objetivo triple. Por un lado, explorar los fundamentos que formalizan la racionalidad de las amenazas en la conceptualización actual de la seguridad estadunidense. En segundo lugar, ensayar algunas consideraciones analíticas sobre los soportes en que se apoya la noción de América Latina y el Caribe en la agenda de Estados Unidos. Por último, a partir de la identificación de la política de cooperación hemisférica, ensayar un esquema que muestra las potencialidades y vulnerabilidades de las propuestas latinoamericanas.
La preocupación central intenta mostrar las inflexiones o cambios en la trayectoria de la política estadunidense en el periodo que comprende la “posguerra fría”, las respuestas regionales en curso y los límites de la visión centrada en la hipótesis acerca de la presencia de “actores” (internos o externos) que ponen en tela de juicio la hegemonía hemisférica de Estados Unidos. El capítulo “Obama contra nuestra América: lo nuevo y lo viejo”, de Luis Suárez Salazar, profesor investigador de la Universidad de La Habana, quien realiza una valoración crítica de las estrategias hacia el hemisferio occidental y, en particular, contra los pueblos y naciones de nuestra América, propugnadas desde la campaña electoral, particularmente emprendidas durante los dos primeros años de gobierno del demócrata Barack Obama. Según el autor, en razón del relativamente inmutable carácter socio-clasista y de la manera “unipartidista” como por lo general elaboran su política interna y externa el “gobierno permanente” de Estados Unidos, el análisis del gobierno actual acentúa las continuidades —“lo viejo”— y los cambios —“lo nuevo”— de las estrategias impulsadas por las administraciones de George H. W. Bush (1989-1993), William Clinton (1993-2001) y George W. Bush (2001-2009). El siguiente capítulo, “Democracia, seguridad y desarrollo:
la política de ‘asistencia’ de Estados Unidos hacia América Latina”, de Silvina M. Romano, profesora investigadora del Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, se propone analizar desde una perspectiva crítica la vinculación entre democracia y desarrollo teniendo en cuenta el modo en que son entendidos estos conceptos por el gobierno y por los organismos privados estadunidenses influyentes en la definición de políticas, a fin de conocer por qué ambos términos son articulados con la seguridad. Esto nos lleva a indagar en el papel de la asistencia en el marco de la política exterior del gobierno estadunidense hacia América Latina y a intentar hacer visible la red de intereses públicos y privados que participa en el “negocio de la asistencia”. Para ello considera la vinculación conceptual e histórica entre democracia y seguridad a partir del capitalismo posterior a la segunda guerra mundial, contexto en el cual se relacionaron de modo legal con la noción de desarrollo sostenida por el gobierno estadunidense, cristalizada en los programas de asistencia bilaterales estados unidos en la encrucijada global 35 y multilaterales inaugurados por la Ley para la Asistencia Extranjera (1961) durante la administración de Kennedy. Jaime Zuluaga Nieto, profesor investigador de la Universidad Nacional de Colombia, en su capítulo “Cambios en la política de seguridad de Estados Unidos y su incidencia en América Latina”, plantea que la estrategia de seguridad adoptada por la administración Bush en 2002 ha orientado la política de Estados Unidos durante el primer decenio de este siglo. En ella se definió el terrorismo como la principal amenaza a la seguridad nacional, se adoptó el principio de la guerra preventiva y se justificó la posibilidad de intervención unilateral en cualquier parte del mundo. El presidente Barack Obama ofreció cambios en esta estrategia:
invocó los principios fundacionales de su nación para precisar que no habría conflicto entre la seguridad y los ideales de respeto a la ley, la libertad y los derechos humanos, se comprometió a recurrir al multilateralismo y a replantear las relaciones con las otras naciones, en particular con las de América Latina. Llegó a presentar ante el congreso una nueva estrategia de seguridad en la que no menciona la guerra global contra el terrorismo y renuncia a la guerra preventiva; no obstante, según el autor, en lo posterior el cambio de gobierno no mostró transformaciones sustanciales en la temática. El capítulo de María José Rodríguez Rejas, profesora investigadora de la Academia de Ciencias Sociales (Antropología Social y Sociología) de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, se centra en las implicaciones de la política de seguridad hemisférica de Estados Unidos en el proceso de militarización de América Latina, trazando el contexto en el que opera esta propuesta continental y sus expresiones (Plan México y Plan Colombia). Analiza la centralidad de América Latina en la estrategia de seguridad hemisférica, como un factor distintivo en relación con la segunda posguerra. Según la autora, las especificidades de la competencia intercapitalista del presente hacen de esta región el área vital en torno a la cual el país del norte puede mantenerse en la competencia frente a otros bloques. Para dar cuenta de ello analiza:
a] las condiciones particulares de la geopolítica de bloques en el marco de un capitalismo que tiene necesidades crecientes y críticas de recursos y territorios;
b] caracteriza a América Latina como una de las áreas del mundo con mayor riqueza en recursos estratégicos (petróleo, gas, biodiversidad, agua, minerales, etc.);
c] presenta el proyecto geopolítico de Estados Unidos para 36 dídimo castillo y marco a. gandásegui el siglo xxi en relación con Latinoamérica, diseñado desde fines de los años setenta del siglo xx para “remontar” su crisis de hegemonía. Considera, además, cómo dicho proyecto hemisférico articuló desde un inicio los acuerdos comerciales y económicos con los de seguridad, precisamente por tratarse de un proyecto geopolítico. Catalina Toro Pérez, profesora asistente del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia, en su capítulo “La política exterior norteamericana para la América Andina en la transición republicano-demócrata. Continuidades y discontinuidades”, se plantea la interrogante sobre las posibilidades de una agenda estadunidense alternativa hacia la América Andina y el Caribe en el ámbito de la transición del gobierno republicano-demócrata en Estados Unidos. Parte de considerar que el proyecto de hegemonía militar, económica y comercial estadunidense en América Latina no está siendo cuestionado. Si bien existen nuevas e importantes transformaciones en las agendas domésticas internas que se expresan en los reclamos de los sectores sociales en Estados Unidos por el desarrollo de una nueva agenda económica y social y la necesidad de una transformación profunda en las relaciones internacionales, la política exterior hacia Latinoamérica continúa orientándose a partir de las agendas de seguridad hemisférica y libre comercio. La autora intenta mostrar cómo estos dos grandes componentes de la política exterior se conjugan a lo largo de los gobiernos republicanos y demócratas desde los años cincuenta. Argumenta que las principales fuerzas políticas en el contexto de la confrontación electoral por la presidencia de Estados Unidos (2008) contribuyeron a legitimar estas agendas para asegurar la propiedad y el control de los recursos estratégicos en la América Andina y el Caribe, claves en la estructura imperialista mundial, fortaleciendo sus vínculos con Colombia, principalmente como estrategia de contención de la avanzada de los denominados “gobiernos progresistas” de la región. Finalmente, en el capítulo “Seguridad nacional, recursos naturales y dependencia estadunidense. Minerales estratégicos en la agenda Estados Unidos-América Latina”, Gian Carlo Delgado Ramos, profesor investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostiene que la creciente dificultad para acceder a recursos naturales, debida a la erosión cada vez más aguda del medio ambiente y a su sinergia con fenómenos como el cambio climático, entre otros, estados unidos en la encrucijada global pero sobre todo como consecuencia de los actuales patrones despilfarradores de consumo por parte de las principales economías del orbe, ha puesto sobre la mesa de discusión la vinculación de la seguridad y el acceso, uso y usufructo de los recursos naturales.
Las nociones de seguridad en general y las asociadas al asunto medioambiental son diversas y responden fundamentalmente a la posición sociopolítica de la que parten, sea ésa la de mantener y prolongar la estructura de poder y de enriquecimiento existente o la de cuestionar los contextos actuales y defender los recursos naturales y el medio ambiente ante procesos de despojo y devastación. El autor discute críticamente algunas nociones de seguridad. Revisa cómo ésta se ha asumido desde la perspectiva estadunidense a partir de una lectura de las implicaciones para América Latina como reserva estratégica. Presenta también, en contracorriente a la noción de seguridad hegemónica, el concepto de “seguridad ecológica”, entendida como aquella que busca asegurar la vida, no sólo la humana, en el largo plazo. El presente libro es una contribución del grupo de trabajo Estudios sobre Estados Unidos, que se suma a otras publicaciones realizadas durante los seis años de labor continua. El grupo publicó otros dos libros sobre la temática, el primero: Crisis de hegemonía de Estados Unidos (coordinado por Marco A. Gandásegui, hijo), el segundo, Estados Unidos: la crisis sistémica y las nuevas condiciones de legitimación (coordinado por Marco A. Gandásegui, hijo, y Dídimo Castillo Fernández, coordinador de la segunda etapa de existencia del grupo), ambas coeditadas por clacso y Siglo XXI Editores, México. Asimismo, editó un número especial de la revista Latin American Perspectives (con material del primer libro); algunos de sus integrantes publicaron diversos artículos en las revistas Critical Sociology y Latin American Perspectives; otros trabajos formarán parte de un número especial de esta última revista con temas sobre la gestión del presidente Barack Obama y la agenda para América Latina.
La amenaza del holocausto nuclear, controlado precariamente a través de la creación de un grupo de potencias nucleares, se expande al mismo tiempo que la capacidad destructiva del medio ambiente asume el carácter de una amenaza de autodestrucción del planeta Tierra. El mundo del mercado y de la propiedad privada se convierte en una amenaza a la sobrevivencia de la humanidad. A pesar de las victorias parciales que lograron impedir una nueva guerra mundial, este cuadro reaccionario logró impedir la percepción de la extensión de la crisis estructural del capitalismo a muchos, desgraciadamente la mayoría, de los científicos sociales. Aquí debo hacer una reivindicación personal. Siguiendo una línea de pensamiento y apoyada en una relectura sistemática y crítica de Marx y de 7 Véanse los varios artículos que he escrito sobre las falacias del neoliberalismo y la síntesis final que se encuentra en mi libro: Del terror a la esperanza. Auge y decadencia del neoliberalismo, Monte Ávila, Caracas, 2007. La edición original en portugués se publicó en 2004 por Idéias & Letras, Aparecida. crisis estructural y crisis de coyuntura 51 la tradición de pensamiento marxista, sin ignorar la contribución de economistas no marxistas como Kondratiev, Keynes, Schumpeter y tantos otros, particularmente la contribución de la teoría crítica del desarrollo de la cepal y de los autores llamados tercermundistas, sin dejar de afirmar y dar continuidad a nuestras conquistas teóricas de la teoría de la dependencia, sobre todo en su versión marxista, y sin dejar de rescatar el pensamiento nacional democrático de los líderes de la revolución democrática latinoamericana, pudimos mantener una elaboración teórica y analítica que resistió a la ofensiva neoliberal y que se ligó a la línea de pensamiento iniciada por Immanuel Wallerstein en torno de un campo de análisis apoyado en el poder heurístico del concepto de sistema mundial. Debemos resaltar también una pléyade de autores marxistas y no marxistas que han demostrado el vínculo profundo de la crisis del capital con la amenaza de sobrevivencia de la humanidad y del planeta Tierra. la trilogía sobre el capitalismo contemporaneo, la crisis y la teoría social
En los últimos 10 años me he dedicado a sistematizar los conocimientos que el pensamiento crítico pudo organizar sobre esta problemática, trabajo que se expresó en la trilogía que publiqué sobre las ciencias sociales y el mundo contemporáneo. En primer lugar, publiqué el libro sobre La teoría de la dependencia: Balance y perspectivas. La edición original brasileña se publicó en 2000. En este libro reivindico el esfuerzo del pensamiento latinoamericano que logró retirar del estrecho campo de las historias locales y nacionales los problemas del subdesarrollo y del desarrollo para situarlos en el plano de la historia universal. Después de nuestras investigaciones, el subdesarrollo no podría más ser tratado como una herencia de economías precapitalistas comunitarias o feudales sino como un resultado de la acumulación primitiva de capitales que dio origen a la moderna economía y sociedad capitalista. La trata de esclavos, la explotación de los metales preciosos, de las especiarías de los trópicos, la explotación de los pueblos originarios y el gigantesco movimiento comercial con las colonias, fueron elementos fundamentales en la acumulación de riquezas que permitió a Europa no sólo subyugar gran parte de la 52 theotonio dos santos humanidad sino también realizar los cambios que dieron origen a la Revolución Industrial que permitió convertir el capitalismo en un nuevo modo de producción, fundado en la explotación absoluta y relativa del trabajo “libre” o asalariado a través de la plusvalía. Es profundamente perverso que las llamadas ciencias sociales se hayan dedicado a explicar a los pueblos colonizados, sometidos a estas condiciones deplorables, cómo alcanzar las condiciones de vida obtenidas por los pueblos colonizadores sin las ventajas obtenidas por su pasado colonizador y su presente neocolonial e imperialista. Hemos desenmascarado este truco intelectual maldoso al ligar el fenómeno del subdesarrollo a la dependencia estructural de nuestras economía, sociedad y cultura a la economía mundial capitalista. Al demostrar las consecuencias negativas de nuestra sumisión a una división internacional del trabajo que entregaba las actividades económicas más lucrativas y más estratégicas a los centros del poder mundial, apuntamos el compromiso del capitalismo dependiente con los mecanismos de superexplotación, concentración del ingreso y exclusión socioeconómica, y definimos así el camino de nuestra liberación y emancipación. Este camino pasa inexorablemente por la supresión de estos mecanismos.
En el libro señalado mostramos también la repercusión internacional de este esfuerzo teórico latinoamericano en todos los continentes, inclusive en los países centrales, que llevó a una reformulación de los principios de las ciencias sociales con la crítica sistémica al eurocentrismo y la elaboración de una nueva teoría sobre el surgimiento y desarrollo del capitalismo como sistema económico social a partir del concepto de sistema mundial. Este cambio de los paradigmas analíticos abrió camino a un nuevo enfoque de los fenómenos sociales y a un movimiento profundo de reforma de las ciencias sociales. Estos cambios se sintetizaron en el Informe de la Comisión Gulbenkian sobre Abriendo las Ciencias Sociales, coordinado por Immanuel Wallerstein, en este entonces presidente de la Asociación Internacional de Sociología. Asimismo, hemos buscado demostrar cómo surgió en nuestra región una modalidad de sumisión a la condición de dependencia a través de la reinserción de nuestro pensamiento en el cuadro de la modernización capitalista propuesta por el neoliberalismo. Este enfoque sirvió de base ideológica para la adhesión de amplios sectores de nuestra izquierda al proyecto neoliberal que tuvo su expresión más sofisticada en el gobierno de Fernando Henrique crisis estructural y crisis de coyuntura en Brasil cuyo cuadro ideológico continúa prevaleciendo hasta nuestros días, a pesar de su fracaso histórico. En seguida me he dedicado a estudiar más detalladamente esta economía mundial que nació con el capitalismo y que pasó por cambios fundamentales en nuestros días. En el segundo libro de mi trilogía (Economía mundial e Integración regional Latinoamericana), y que sirvió de base a nuevas ediciones del mismo libro, hago un balance de los cambios operados en la estructura económica y en el movimiento cíclico del capital en la fase contemporánea. Pude demostrar además en varios estudios sobre el tema, cómo se abría una oportunidad para la integración latinoamericana, en la medida en que el proceso de regionalización era el camino inevitable de la globalización capitalista y obligaba las regiones culturalmente articuladas —como la América Latina y el Caribe— a integrarse para defenderse de la globalización.8 Llegamos al libro con el título Del terror a la esperanza:
Auge y decadencia del neoliberalismo. Él plantea dos tesis centrales que creo son una contribución importante al estudio de la etapa actual del capitalismo como sistema económico y como ideología. La primera es la afirmación sobre el principio del pensamiento teórico neoliberal. Éste pretende volver a las primicias básicas del liberalismo, establecidas en el siglo xviii. Pretende demostrar que el “libre” mercado es un producto de la naturaleza humana, fundada en la idea del individuo posesivo como plena expresión de la naturaleza humana. Además del contenido ideológico evidente de esta construcción teórica, ya demostrado por varios autores, ella entra en choque con el carácter monopolista y la profundización del capitalismo de Estado que caracterizan el capitalismo contemporáneo. 8 Podría citar algunos artículos en los cuales demostrábamos el nuevo curso en que tendíamos a ingresar como producto de la evolución del sistema mundial capitalista. La tesis central que hemos sostenido en estos estudios podría resumirse en la afirmación de nuestro artículo (Dos Santos, 1989: 84-85):
“A questão da integração regional se converte pois em uma necessidade crescente e é evidente que o Brasil deve ocupar um papel protagônico nesse processo. Queira ou não, ele está envolvido na presidência da oea, no Grupo de Contadora e na América Central, na formação de um Pacto Amazônico indispensável e cada vez mais urgente, na integração do Cone Sul e em todas as iniciativas regionais como a aladi, o sela e tantas outras. Esta é a hora para uma grande iniciativa diplomática que deve sair do plano burocrático governamental para envolver todo o povo brasileiro”. 54 theotonio dos santos
Si la hipótesis del libre mercado podría tener algún sentido práctico en el siglo xix para imponer el dominio del capital sobre la economía mundial, en el siglo xx y más aún en el siglo xxi es una aberración inútil y equivocada que entra en choque con los hechos de cada día. De ahí el fracaso del neoliberalismo y del pensamiento único para inspirar políticas económicas coherentes. En mi estudio sobre la práctica del neoliberalismo demuestro cómo las políticas económicas de inspiración neoliberal aumentaron el déficit público y por lo tanto la intervención del Estado en la economía (disminuyendo el gasto social pero aumentando de manera explosiva los gastos financieros y militares). Al mismo tiempo, los gobiernos neoliberales crearon déficit comerciales, de un lado, y superávit, del otro, que introdujeron un desequilibrio fantástico en la economía mundial. Es evidente que estos desequilibrios fiscales y comerciales condujeron también a un desequilibrio monetario y a una oscilación de las divisas internacionales completamente dependientes de las intervenciones estatales y de los juegos monopolistas y especulativos que ningún mercado “libre” puede, ni de lejos, regular. La segunda tesis que presentamos en este libro se refiere a la relación entre los regímenes de fuerza, fascistas y parafascistas, con el dominio ideológico y político del neoliberalismo. No fue una coincidencia que el desmoralizado grupo de la Universidad de Chicago encontrase el primer gobierno que los insertó en el mundo económico real a través del régimen fascista de Augusto Pinochett en Chile. Ni es menos verdad que los gobiernos de Thatcher y Reagan que los propagaron en todo el mundo se fundaron en violentas confrontaciones con el movimiento sindical de sus países en un intento desesperado de destruir el “Estado de bienestar” y los regímenes socialistas. Establecimos así, en un cuidadoso análisis, la correlación directa entre el terror de Estado y las políticas neoliberales que retiraron de los trabajadores derechos históricamente conquistados rebajando drásticamente sus sueldos al combinar represión estatal con represión económica a través de las recesiones, con su séquito de desempleo y desesperanza. Mi libro Del terror a la esperanza: Auge y decadencia del neoliberalismo contribuye así a una comprensión significativa del periodo recesivo de la economía mundial entre 1967 y 1994, tema que analizamos en el cuadro de las ondas largas de Kondratiev, contribución teórica y econométrica del economista ruso cuya vigencia crisis estructural y crisis de coyuntura 55 hemos restablecido en los años setenta junto con Ernest Mandel, André Gunder Frank, Christopher Freeman y tantos otros. Desde 1994, las dificultades de las políticas neoliberales empiezan a generar intentos de políticas alternativas en el centro del sistema que repercuten fuertemente en las zonas periféricas y semiperiféricas. En el centro del sistema hay un intento desesperado de frenar la expansión del sector financiero que condujera a la crisis de 1987, en la cual la devaluación de cerca de 40% del dólar fue contrarrestada por una política suicida de Alemania y Japón que pasaron a comprar dólares en el mercado mundial elevando su valor y disminuyendo su debacle para dejarlo cerca del 13%. En compensación, estos dos países se vieron con monedas ultravalorizadas que restringieron su capacidad de exportación para Estados Unidos y al mismo tiempo aumentaron dramáticamente el valor de sus monedas nacionales.
De un lado, Alemania convirtió su marco en el fundamento de una moneda regional con el surgimiento y consolidación del euro. Europa elevó su tasa de interés para reforzar esta operación de fuerte financiarización de sus economías. Estados Unidos, al contrario, ensaya una política de fortificar la desvalorización del dólar, aumentar las exportaciones y disminuir las importaciones. Japón es el más afectado en la medida en que el yen entra en un proceso de valorización exagerado que lo llevaría a buscar espacios de inversión en Estados Unidos, con mucha oposición nacionalista. Era interesante asistir el cambio “teórico” de los economistas del centro buscando imponer restricciones al movimiento de capital hacia sus países. Ellos que tanto condenaron como mala “ciencia” económica nuestros estudios sobre la inversión imperialista en nuestros países. La economía japonesa tuvo que reorientarse para el mundo asiático, al convertirse en el mercado principal de los llamados “tigres asiáticos”. La nueva división internacional del trabajo que ya habíamos constatado al final de los años sesenta, se convertía en realidad en los años ochenta. Pero ahora ella producía aquel fenómeno nuevo que habíamos previsto solamente. Empieza a surgir una poderosa integración asiática que va a aumentar su influencia en la medida en que China entra en el ahora despreciado mercado estadunidense, con un yuan devaluado, tomando drásticamente los mercados abandonados por los tigres asiáticos y por los japoneses. Estaba anunciada la nueva fase de la economía mundial en la cual la economía china iba a ganar una dimensión espectacular. Su inmenso mercado interno, su conducción política a largo plazo, la osadía de su liderazgo para aprovecharse de los gigantescos “nichos” de mercado dejados abiertos, el poder de sus empresas, educadas en una política microeconómica fundada en el planeamiento estatal y las políticas industriales, anunciaban una nueva potencia mundial con gran empuje.
La crisis financiera en Asia en 1997 ha sido una oportunidad para realizar los ajustes necesarios para esta nueva fase de la economía mundial, apoyada en la generalizaçión de la robotización, iniciada en Japón en los años ochenta. China va a transformarse en el polo de esta nueva fase de la industria que rebaja los costos de producción de tal forma que los antiguos centros industriales no pueden acompañar. China se convierte así no sólo en un importante líder exportador industrial sino también en el mayor productor industrial del mundo. El crecimiento de su producto es inferior a la renta de la población que se convierte rápidamente en el mayor mercado interno del mundo y en el mayor importador. Con una moneda que sólo puede valorizarse, debido a su bajo nivel cambiario, China se convierte así en el destino de la exportación mundial, particularmente de los países exportadores de materias primas y productos primarios. Sus espectaculares bases económicas, demográficas, históricas, culturales, científicas, la profundidad de su reforma agraria y de la expropiación de los monopolios privados hechos por la revolución nacional democrática, sobre todo en la fase de instalación de la China Popular, permiten a la República China recuperar su papel histórico de primera potencia mundial, papel hegemónico ocupado por ella durante más de un milenio. Éste es pues el nuevo entorno mundial que avanza inexorablemente hacia una redefinición, en profundidad, de estrategias y políticas socioeconómicas. la crisis de 2008-2010: coyuntura y estructura Cabe ahora avanzar en el análisis de la nueva fase de la economía capitalista mundial iniciada con la recesión de 2008-2009, en la cual entran en crisis definitiva las soluciones provisorias impuestas en el periodo del auge neoliberal. Estos análisis ganaron una evidencia crisis estructural y crisis de coyuntura 57 colosal con la crisis desatada en el segundo semestre de 2008. Ella demostró con enorme violencia algunas de las tesis de los libros citados en el subtítulo anterior:
Los desequilibrios generados por las políticas neoliberales antes citados abrieron camino para un gigantesco sistema financiero sostenido por la deuda pública, generada por el déficit fiscal permanente. Este sistema no puede mantenerse sin la transferencia colosal de recursos del sector productivo a un mundo económico financiero artificial sostenido por el Estado. El capitalismo de Estado pasa a ser el sostén fundamental de este nuevo orden capitalista, en su exacerbada dimensión financiera. La llamada “economía casino” tiene sus raíces en el capitalismo de Estado. La crisis actual pone de manifiesto la necesidad del capitalismo contemporáneo de garantizar con billones9 de dólares estatales su funcionamiento. Aún no está claro por cuánto tiempo la sociedad estaba dispuesta a sostener esta política estatal, ocultada por el neoliberalismo hasta que tuvieron que explicitarla claramente cuando esos desequilibrios alcanzaron niveles intolerables para el modelo institucional existente. La crisis actual tiene dos lados: el primero pone de manifiesto el fracaso de la famosa capacidad de equilibrio que se podría alcanzar por un “libre mercado” que no existe y que jamás podría regular procesos tan fundamentales; en el otro lado hay un manejo mediático impresionante de la “crisis”, que permite confundir las personas para justificar la violenta y deficitaria intervención estatal a favor de la sobrevivencia del capital financiero para impedir “la crisis sistémica” que, según ellos, nos destruiría a todos. En consecuencia, se combate la crisis con los mismos mecanismos que la generaron. Se pretende que la intervención estatal y la regulación que faltaron en el reino neoliberal será sustituida por unas nuevas intervenciones y regulaciones al servicio del equilibrio anticíclico.
El anuncio de un déficit fiscal de un billón y 700 mil millones de dólares que previó el presidente Obama para 2009 y la disminución de este déficit para cerca de 700 mil millones en 2013, podrá combinarse con una recuperación relativamente importante de la 9 Billones en español equivalen a millones de millones, cifras que se nombran en inglés con la palabra “trillons” o en portugués economía estadunidense. Es evidente, sin embargo, que una recuperación fundada en estos mecanismos será restricta y vacilante, profundizando a mediano plazo la crisis de Estados Unidos y de su moneda. El caso japonés en los años noventa queda como referencia fundamental para Estados Unidos en los próximos siete a nueve años. Y es bueno recordar que Japón consiguió bajar su moneda drásticamente desde 1996 y mantuvo una tasa de interés negativa en este periodo. Sin embargo no logró recuperar un crecimiento económico sostenido. Es claro también que, mientras se mantiene este cuadro de “recuperación rasante” a alto costo en la tríada (Estados Unidos, Europa y Japón), las economías emergentes estarán en ascenso, apoyadas en la expansión de sus mercados internos a través de distribuciones del ingreso más o menos profundas como resultado de una ascensión creciente de los movimientos sociales y sus éxitos políticos más o menos importantes. En esta fase de transición se abrirán las puertas para experimentos políticos cada vez más creativos, hasta que se inicie una nueva fase negativa de los ciclos largos, que llevará al capitalismo mundial y su dominio imperialista a una crisis de larga duración de gravedad colosal. Esperemos que, esta vez, los saltos por soluciones económicas y sociales superiores, poscapitalistas o abiertamente socialistas, sean suficientemente fuertes para inaugurar un nuevo sistema mundial, asentado en una civilización planetaria, plural, igualitaria y democrática, que detenga los efectos brutales de largo plazo que unificará la crisis estructural del capitalismo en una nueva coyuntura depresiva (ésta sí de largo plazo al combinarse con una fase B del ciclo de Kondratiev caracterizada por una depresión de largo plazo —25 años— como vimos entre 1967 y 1994, que se puede estudiar en mi citado libro sobre Economía mundial).
Esta crisis revelará la debilidad del modo de producción capitalista para regir la humanidad. La conciencia de este fracaso no garantiza sin embargo la imposición de un modo de producción superior, ni la implantación de formaciones sociales progresistas capaces de preparar la transición hacia un modo de producción superior. Podemos esperar que los próximos 10 años serán de avance social y económico con mayor o menor avance político, dependiendo de la conciencia de las fuerzas sociales emergentes y de la capacidad de sus liderazgos políticos para expresar y sintetizar sus necesidades y aspira- crisis estructural y crisis de coyuntura 59 ciones. Creo que los libros que componen la trilogía que abordamos en el apartado anterior, podrán ayudar en esta tarea. Me gusta pensar que la vanguardia política de China pueda dialogar con mi esfuerzo teórico, como lo viene haciendo desde la traducción al mandarín de mi Imperialismo y dependencia, en 1992, seguida de 5 libros más.10 Me propongo dedicarme ahora, con varios compañeros, a formular las alternativas que se dibujan a partir de los avances producidos por la toma de conciencia radical de los movimientos sociales, que se expresan a través de la creación de gobiernos progresistas —que se formaron a partir de la decadencia del neoliberalismo—.11 Al mismo tiempo, me estoy dedicando a elaborar una nueva crítica de la economía política del mundo contemporáneo, trabajo teórico más abstracto pero muy necesario, que espero ofrecer al público lector muy pronto, con el objetivo de entregar a los agentes de una nueva era de transformación revolucionaria planetaria, los instrumentos necesarios para su éxito práctico. bibliografía Dos Santos, Theotonio, 1975, Socialismo o Fascismo:
el dilema latinoamericano y el nuevo carácter de la dependencia, edición actualizada, México, Edicol. 10 He tenido gran entusiasmo con la edición en mandarín de mis trabajos: Imperialismo y dependencia (1992 y 2004); La teoría de la dependencia: balance y perspectiva, Economía mundial, integración regional y desarrollo sostenible, reunidos en el libro El reto de la globalización. Ensayos en homenaje a
Theotonio Dos Santos (2004); Hegemony and Counter Hegemony, The Globalization Constrains and Processes of Regionalization, colección de artículos del seminario de la reggen de 2003,
organizado con Xie Shogning y Gao Xian (2005). En el momento actual se encuentra en traducción el libro Del terror a la esperanza, auge y decadencia del neoliberalismo. Todos ellos han sido editados por Social Sciences Academic Press, de la Academia de Ciencias Sociales da China. 11 En este momento, el grupo director de la reggen entrega para edición tres libros que reflejan este balance teórico y analítico: Carlos Eduardo Martins, Globalização, Dependencia e Neoliberalismo na América Latina; Monica Bruckmann, O inventamos o Erramos: La Nueva Coyuntura Latinoamericana y el Pensamiento Crítico; Theotonio Dos Santos, Desenvolvimento e Civilização. Además de esto se han publicado varios libros individuales o colectivos de una gran cantidad de disertaciones de maestría y tesis doctorales sobre esta temática preanunciando una retoma de la teoría del desarrollo, de la dependencia y del sistema mundial. 60 theotonio dos santos _____, 1989, Democracia e Socialismo no Capitalismo Dependente , Brasil, Editora Vozes. _____, 2004, Economía mundial e integración regional latinoamericana), México, Plaza y Janés. _____, 2008, Del terror a la esperanza: Auge y decadencia del neoliberalismo, Caracas, Monte Ávila. _____, 1989, “Integração Latino-Americana: Forças Políticas em Choque, Experiências e Perspectivas”, Revista Brasileira de Ciência Política, vol. 1, no. 1, Brasilia, marzo. Marx, Carlos, 1973, Crítica de la economía política, seguido de la Miseria de la filosofía, México, Editora Nacional, reimpresión. Prólogo.
LMM.
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