miércoles, 27 de mayo de 2020

ASUNTOS POLÍTICOS DE PCR EE.UU. Y BOB AVAKIAN,...PRINCIPIOS Y ESTRATEGIA,...¡¡.

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Revolución #129, 18 de mayo de 2008



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Una nueva concepción de la revolución y el comunismo:

¿QUÉ ES LA NUEVA SÍNTESIS DE BOB AVAKIAN?

A continuación presentamos el texto de un discurso pronunciado en varios lugares del país esta primavera. Se han hecho leves cambios en preparación para su publicación.

Parte I: “La humanidad necesita la revolución y el comunismo”

Hoy vamos a hablar de la nueva síntesis de Bob Avakian, de una nueva concepción de la revolución y el comunismo. Para abordar eso primero tenemos que hablar de por quénecesitamos una revolución y el comunismo.
Quiero leer algo de nuestro periódico, Revolución, que informa sobre una investigación de la Unión Americana de Libertades Civiles sobre la conducta de 4.600 policías en el distrito escolar de Nueva York. El informe relata, con detalles, el hostigamiento diario, la humillación verbal y el constante maltrato físico. Entre otras cosas, habla sobre el caso de Biko Edwards, que iba caminando a una clase de química cuando lo detuvo un vicedirector. Cuando Biko se quejó de que no le permitían ir a la clase, el vicedirector llamó a la policía. El informe de la Unión Americana de Libertades Civiles describe lo que sucedió:
El agente Rivera lo agarró y lo estrelló contra un muro de ladrillos; le laceró la cara y Biko empezó a sangrar. Luego el agente Rivera le roció mace en los ojos y la cara, así que le empezaron a arder los ojos. En vez de ayudarlo, el agente Rivera pidió refuerzos y lo esposó… [a Biko] lo llevaron al hospital, y lo trataron unas dos horas; pasó casi todo el tiempo esposado a una silla… Lo acusaron de cinco delitos.
Para los que saben de Stephen Biko, el revolucionario sudafricano por el cual probablemente le nombraron a este joven, hay una clara —y amarga— ironía, pues Biko murió en una prisión a consecuencia de una paliza que le dieron policías sudafricanos en los años del apartheid, cuando había un gobierno racista cuyo principal aliado era Estados Unidos. La infamia que sufrió Biko Edwards es un eco de eso y es algo que sucede todos los días en todas las escuelas de todos los ghettos de Nueva York y el resto del país.
¿Qué clase de sistema le hace ESO a su juventud?
Quisiera leerles parte de un artículo que salió hace unas semanas en la revista del New York Times sobre una unidad de contrainsurgencia estadounidense en Afganistán. Entre otros horrores, describe un asalto que duró toda la noche contra una aldea y dice, después del asalto: “El teniente Matt Piosa, un joven serio de 24 años recién egresado de West Point... informó por radio que los ancianos de la aldea querían permiso para enterrar los muertos. También había civiles heridos. El saldo fue malo: cinco muertos y 11 heridos, todos mujeres, niñas y niños”. Les invito a leer el artículo entero para que vean un ejemplo de lo que en realidad están haciendo los asesinos que Barack Obama y Hillary Clinton llaman “nuestros valientes hombres y mujeres en uniforme”.
Un ejército es una extensión de la sociedad que defiende; ¿qué clase de sociedad produce un ejército que combate de esta manera?
Demos una vuelta por este mejor de todos los mundos globalizado. Hablen con las familias de los 150.000 campesinos de India que, arruinados por el capitalismo global, en la última década se han suicidado, por lo general tomando pesticidas. Viajen a Angola donde, para citar a otro artículo del Times, “los niños en calzoncillos bailan en arroyos atascados de aguas negras y se deslizan por los vertederos de basura en trineos hechos de metal hacia charcos llenos de mierda”, mientras que ejecutivos de corporaciones petroleras entran y salen en jets para cerrar tratos en hoteles lujosos. Hagan escala en Europa del este, donde cada año secuestran a miles de mujeres y las convierten en esclavas sexuales para el mismo mercado global. De ahí viajen a México y visiten a la familia de cualquiera de los 400 hombres y mujeres que mueren de sed cada año al cruzar el desierto de Arizona en una búsqueda desesperada de trabajo. Piensen en esas personas, y díganme a mí — a ellos—, díganse a sí mismos, que este mundo no necesita cambios fundamentales, de arriba pa’ bajo. Díganme que este mundo no necesita una revolución.
Pero se presenta esta pregunta: ¿puede HABER una revolución que realmente cambie la situación? ¿Acaso no se intentó eso y fracasó? Y, aun si una revolución pudiera cambiar todo eso, ¿cómo se podría hacerla en un país como este?
Estos interrogantes han sido temas primordiales de la obra de Bob Avakian —lo que llamamos la nueva síntesis—, y de eso hablaré hoy. Es obvio que no puedo tratar en dos horas los 30 años de el trabajo de Bob Avakian, pero lo que espero hacer es darles un sabor de una manera completamente nueva de abordar la emancipación humana y el cambio fundamental, partiendo de lo mejor de lo que se ha hecho antes pero llevándolo a un nuevo nivel.
Entrémosle.

Emprender una nueva etapa de la revolución

Hace 160 años, Marx y Engels proclamaron en el Manifiesto Comunista que los trabajadores del mundo —el proletariado internacional— no tenían nada que perder más que sus cadenas y un mundo que ganar. El Manifiesto presentó los elementos básicos de la teoría pionera que guiaría esa lucha.
Vienticinco años después, el primer breve intento de revolución proletaria ocurrió con la Comuna de París; y casi 50 años después de eso se dio el primer gran avance —la culminación de la primera revolución socialista— en la Unión Soviética bajo la dirección de Lenin y, después de su muerte, bajo la dirección de Stalin. A esa le siguió la revolución en China, que conquistó el poder en 1949, y donde 17 años después el líder de esa revolución, Mao Tsetung, lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria, una revolución dentro de la revolución para impedir que China volviera al capitalismo y para que, al contrario, avanzara más hacia el comunismo.
A la muerte de Mao en 1976, esa primera etapa de la revolución comunista concluyó con un golpe de estado contrarrevolucionario en China, donde encarcelaron o ejecutaron a quienes tomaron partido con Mao para dirigir la Revolución Cultural. Las medidas contra las cuales lucharon con tanta energía entraron en vigor y se restauró el capitalismo. Hoy en el mundo no existen auténticos países socialistas. Y por todo el mundo la gente siente y lucha con ese peso todos los días, esté consciente o no de eso.
Entonces, ¿cómo se puede avanzar frente a ese peso? ¿Cómo se puede emprender una nueva etapa de la revolución? Ante esa situación, Bob Avakian ha dirigido en la defensa, el apoyo y el desarrollo sobre la base de los logros monumentales de esas revoluciones y de los aportes analíticos de sus mayores pensadores y dirigentes, y a seguir avanzando a partir de ellos. Pero también ha analizado a fondo los errores, así como los puntos débiles en cuanto a concepción y método que contribuyeron a esos errores. Sobre esa base, ha forjado un marco teórico cohesionado, integral y global, o sea, una síntesis. Aunque sin duda alguna este avance surge de lo que ha venido antes y avanza a partir de ello, implica también, como elemento crucial, auténticas rupturas con la concepción y las experiencias anteriores, por lo cual la llamamos una nueva síntesis.
Hoy hablaré sobre esta nueva síntesis con relación a tres esferas: la filosofía, o sea, la manera de conocer el mundo; la política, especialmente las concepciones políticas que guiaron los primeros intentos de construir sociedades socialistas y de llevar a cabo transformación socialista, pero no limitándome a esas; y la concepción estratégica, que se enfoca en cómo se haría en realidad la revolución en un país como este.

Parte II: “Una filosofía para conocer, y cambiar, el mundo”

Ahora bien, una filosofía es una manera más o menos elaborada de conocer el mundo que guía, o influye, la manera en que una persona ve su posición en el mundo y lo que piensa que se puede o se debe hacer al respecto. Si piensa que la gente es egoísta por su herencia genética, esa es una filosofía. Es una manera de entender toda la naturaleza y la sociedad, y va a guiar lo que uno piensa que se puede y se debe hacer.
Si una persona dice que no tiene una filosofía, que solo se basa en lo que funciona… bueno, lo siento pero esa también es una filosofía, es la filosofía hecha en Estados Unidos conocida como el pragmatismo. Una persona que se basa en esa filosofía, no piensa mucho en las causas subyacentes, la dinámica global que le da forma al mundo, sino que acepta el mundo tal como es y se limita a hacerle pequeños ajustes superficiales.
Y si dice que todas las filosofías no son más que “constructos sociales” de igual validez —o invalidez— para llegar a la verdad; y si hasta pone en duda la existencia de la verdad; bueno, eso también es una filosofía —el relativismo—, que está muy de moda hoy y que —desafortunadamente, aunque de manera previsible— va de la mano con una falta de convicción y firmeza en cuanto a oponerse, y luchar contra, los crímenes muy reales de los que están en el poder.
En otras palabras, la filosofía importa con respecto a lo que uno HACE.
Bueno, el comunismo también encierra una filosofía. Y en el corazón de la nueva síntesis está la labor de Bob Avakian para interrogar críticamente, o analizar, sus cimientos filosóficos… y para poner esos cimientos sobre una base más plenamente científica.
Para entender por qué es así, vamos a tener que abordar brevemente unos cuantos conceptos muy complejos. Al principio algunos de estos conceptos serán complejos y tal vez nuevos —pero tengan paciencia— todo esto tiene implicaciones sumamente importantes para el “mundo real”, y espero que eso se haga evidente.

El avance de Marx

Carlos Marx y Federico Engels fueron estudiantes del método dialéctico que desarrolló el filósofo alemán Hegel, quien había comprendido que todo en el mundo está en constante cambio y desarrollo. Ese desarrollo lo impulsan las fuerzas contrarias que a la vez coexisten y luchan dentro de todo fenómeno y proceso. Aun cuando una cosa parezca relativamente estable... en su interior hay lucha, cambio y desarrollo, y esto le da su carácter. Hegel propuso que a través de esa lucha de opuestos, un aspecto de la cosa llega a ser dominante, lo cual resulta en un salto a algo fundamentalmente nuevo.
Veamos un ejemplo, que dicho sea de paso fue desconocido para Hegel: el Sol parece una bola sólida al rojo vivo; pero en realidad es una masa de ininterrumpidas explosiones termonucleares, que transforman el hidrógeno en el núcleo del Sol en helio, lo cual genera calor y luz. Nuestro Sol pasará por etapas de desarrollo, cambiará de composición y tamaño y de la cantidad de calor y luz que genera, hasta que por fin muera y se convierta en alimento para nuevas estrellas. Es un caso de la unidad, lucha y transformación mutua de contrarios, que abre paso a algo nuevo.
Pero para Hegel, la fuente de todo desarrollo fue una esfera preexistente de ideas, que luego se desenvolvían en el mundo material. En ese sentido, en la esfera de la filosofía Hegel era un idealista. Ahora bien, en esta esfera, el idealismo quiere decir algo diferente a lo que quiere decir en el mundo cotidiano, donde el idealismo por lo general quiere decir que alguien se preocupa por algo más que sí mismo. Pero en la filosofía, el idealismo se refiere a la noción de que las ideas surgen antes del mundo material, o existen en una esfera superior independiente de ese mundo.
Por ejemplo, la religión. “En el principio ya existía el Verbo” o “todo es controlado y creado por un dios que existe en un reino diferente que no es material” o “todo mi sufrimiento es en realidad parte del propósito que Dios me ha dado”… todas estas son formas de idealismo filosófico. Otro ejemplo es el libro El secreto, que promueve Oprah Winfrey, que dice que uno mismo crea su propio mundo con lo que piense. Repito, eso es idealismo, porque en realidad el pensamiento se desarrolla con relación a la sociedad específica en la que uno nace y el puesto que uno ocupa en ella, y en el contexto de las “opciones” que te da.
En oposición al idealismo está el materialismo. Aquí también, esta palabra se usa de diferentes maneras en la vida cotidiana y en la filosofía. Hoy por lo general cuando se habla del materialismo se está refiriendo al consumismo... el amor a las joyas y cadenas de oro. Pero en la filosofía, el materialismo se refiere a la concepción del mundo que busca las causas de los fenómenos, incluidos nuestros pensamientos, en la dinámica concreta del mundo material. La conciencia es la propiedad de una forma particular de materia que piensa; o sea, los seres humanos.
En la época de Marx, el materialismo era principalmente mecanicista; eso quiere decir que los materialistas de ese entonces comprendían que se podían conocer las leyes del mundo físico, pero tendían a ver a esas leyes como si fueran un tanto estáticas y mecánicas, un universo como un reloj. Lograron entender que los planetas giraban en torno al Sol, las leyes de gravedad que explican ese fenómeno y cómo podía continuar; pero no comprendían cómo el Sol había surgido, cómo se había desarrollado, ni que morirá. Por tanto, sus ideas tenían límites y eso se reflejaba en su filosofía. No podían comprender bien cómo los cambios cualitativos —los saltos de una cosa a otra completamente nueva— podrían surgir de causas materiales. Marx y Engels hicieron suyo el gran conocimiento de Hegel sobre la dialéctica—que todo cambia debido a la lucha de fuerzas opuestas—, y lo despojaron de su idealismo; y tomaron la concepción materialista de que la realidad existe independientemente y antes de todo pensamiento y a esta la despojaron de su carácter mecanicista. La síntesis de las dos es el materialismo dialéctico: la concepción de que todo en el mundo está cambiando y se está desarrollando constantemente debido a las fuerzas contradictorias internas, y que el pensamiento humano mismo surge de ese proceso y lo refleja.

Poner el estudio de la sociedad sobre una base científica

Aplicaron el materialismo dialéctico para poner el estudio de la sociedad humana sobre una base científica, y así desarrollaron el materialismo histórico. Analizaron, primero que todo, que los seres humanos tienen que producir las necesidades de la vida, y que para llevar a cabo esa producción tienen que entrar en relaciones entre sí mismos, o sea, relaciones de producción.
A su vez, esas relaciones de producción corresponden en líneas generales a cierto nivel de desarrollo de las fuerzas de producción, o sea, la tecnología, recursos y conocimientos que tiene la gente en una sociedad dada y en un momento dado. Con la esclavitud, la producción se lleva a cabo por medio de relaciones en las que una clase literalmente es dueña de otra. Esas relaciones de producción del sistema de esclavitud corresponden, generalmente, a la agricultura en gran escala y herramientas muy primitivas.
En el capitalismo, la producción se lleva a cabo por medio de relaciones sociales en que una clase, los capitalistas, es dueña de las fábricas, las bodegas, etc., y la otra clase principal, los obreros o proletarios, no es dueña de nada salvo su capacidad de trabajar, y tiene que venderla para subsistir. Los trabajadores no son la propiedad de los capitalistas , lo que pasa es que los capitalistas les pagan un salario cuando pueden sacarles ganancias y los despiden cuando no lo pueden hacer, como podemos ver hoy. Esas relaciones de producción corresponden a los medios de producción a gran escala que requieren una colectividad de personas para funcionar; en una fábrica, los trabajadores tienen que trabajar juntos para producir acero o tractores o lo que sea.
Tanto el capitalismo como la esclavitud son sistemas de explotación, pero las relaciones de producción son diferentes. Así que diferentes tipos de sociedades tienen diferentes relaciones de producción. Además, diferentes relaciones de producción generan diferentes tipos de gobierno, diferentes concepciones de la naturaleza humana, diferentes formas de familias, diferentes tipos de arte, diferentes concepciones de derechos y deberes, y diferentes morales.
Por ejemplo, la Biblia —incluido el Nuevo Testamento— fue escrita en una época en la que una parte importante de la producción se llevaba a cabo a través de relaciones de esclavitud. Por eso en ninguna parte de la Biblia se considera que la esclavitud es un crimen horrible contra la humanidad, con excepción de la esclavitud de los israelitas por los no judíos en el Antiguo Testamento. Y los esclavistas del viejo Sur aprovecharon eso para justificar la esclavitud.
Hoy, cuando la esclavitud ya no corresponde a los intereses de la clase dominante, el consenso político y cultural la considera horrible. Pero en cuanto a la explotación de los trabajadores por los capitalistas, y el despido de esos trabajadores cuando ya no es rentable explotarlos, se dice: “así es la vida, así es la naturaleza humana”, tal como se decía durante los tiempos de la esclavitud. Tal como hicieron los abolicionistas antes de la guerra de Secesión de Estados Unidos, pero sobre una base mucho más científica, tenemos que plantear que esas cosas NO se deben a la naturaleza humana, ni ahora ni durante la esclavitud, sino que simplemente son el resultado de las relaciones capitalistas, y tenemos que plantear nuestra moral diferente y opuesta, basada en relaciones de producción y sociales completamente distintas.
Abordemos el caso con el que empecé esta charla desde un enfoque científico e histórico materialista. ¿Qué llevó a que maltrataran a Biko Edwards y a los demás estudiantes? ¿Se trató de una “conducta indisciplinada” sin motivo? Pues hay que examinar el contexto social y la historia más amplia que desembocó en ese incidente. Hay que preguntar: ¿Cómo arrojan luz sobre esto las relaciones de producción subyacentes de la sociedad, y las maneras cambiantes, a lo largo de la historia, en que los negros se han visto obligados a encontrar su relación con ellas? Hay que analizar de una manera científica lo que ha impulsado la transformación de los afroamericanos, desde un comienzo como esclavos traídos aquí encadenados para construir la enorme riqueza de este país, y después de la guerra de Secesión como aparceros atados a las plantaciones, y luego empujados y atraídos a las ciudades principalmente como trabajadores industriales en los trabajos más explotadores y opresivos... y ahora en una situación en la que la mayoría de los afroamericanos o son esclavos asalariados o los tratan como un pueblo sobrante, y en el caso de los jóvenes negros como Biko Edwards, como delincuentes. (De nuevo quiero citar al New York Times: uno de cada nueve jóvenes negros está preso, la mayor tasa de encarcelamiento del mundo).
Hay que analizar las instituciones y las ideas que surgieron, se establecieron y se promovieron en cada una de estas épocas, y cómo la supremacía blanca cambiaba, pero seguía siendo muy poderosa en todas las instituciones sociales. Hay que examinar todo eso con relación a todos los demás fenómenos sociales importantes. Entonces sí, basándose en todo eso, se puede empezar a analizar científicamente de dónde vino y de dónde viene toda esa opresión, y lo que hay que hacer para acabar con ella. Ese es un ejemplo del enfoque histórico materialista.

Superar las limitaciones

Es difícil exagerar la importancia de ese descubrimiento y, en general, de los aportes de Marx al pensamiento humano y a la emancipación humana. Junto con Engels, puso los cimientos teóricos y alumbró el camino.
Pero, como es lógico, había limitaciones en cuanto a la manera en que Marx y Engels abordaron esto, y esos problemas se agravaron debido a las serias debilidades metodológicas de Stalin, quien dirigió a la Unión Soviética y al movimiento comunista internacional durante casi 30 años después de la muerte de Lenin. Lo que es peor, esos errores se cometieron precisamente cuando se necesitaba con urgencia un avance en el conocimiento. Mao, el líder de la revolución china, luchó contra algunos de esos problemas, pero luchaba contra un marco heredado y tampoco estaba libre de sus influencias. Esas debilidades tuvieron consecuencias.
Bob Avakian ha identificado y criticado a fondo debilidades en cuatro dimensiones distintas de la filosofía comunista. Estas son: 1) una mayor ruptura con formas de pensar idealistas, y hasta cuasi-religiosas, que se metieron en los cimientos del marxismo y con las que todavía no se había roto; 2) una comprensión mayor y cualitativamente más profunda de las formas en que la materia y la conciencia se influyen mutuamente y se transforman la una en la otra; 3) una crítica de una serie de problemas asociados con el pragmatismo y otras tendencias filosóficas afines; y, 4) una epistemología, o manera de llegar a la verdad, radicalmente diferente. Al hacer esto, Avakian ha puesto el marxismo sobre cimientos más plenamente científicos.
Avakian ha excavado, criticado y roto con ciertas tendencias tipo religiosas secundarias pero de todos modos importantes que existieron previamente en el movimiento comunista y en la teoría comunista, que sostienen que la realización del comunismo es una “inevitabilidad histórica”, y el concepto afín de que el comunismo es casi como el cielo, o una especie de “reino de gran armonía” sin contradicciones o lucha entre las personas.
Pero el comunismo no es inevitable. No hay una Historia “parecida a un dios”, con mayúscula, que está impulsando todo hacia el comunismo. Y si bien el comunismo acabarácon los conflictos antagónicos y violentos entre los seres humanos, lo que lo caracterizará serán las contradicciones, los debates y las luchas, que se llevarán a cabo sin conflictos violentos y de hecho serán muy buenos, dado que contribuirán continuamente a entender mejor y seguir transformando la realidad de acuerdo con los intereses de la humanidad en general.
El concepto de que el triunfo del comunismo es “inevitable” y que lo impulsa la “Historia” (con mayúscula), y la tendencia de ver el comunismo como una especie de utopía, sin contradicciones y lucha, fueron muy marcados en el caso de Stalin, pero también han existido en cierta medida en el marxismo en general. En algunos aspectos importantes y en gran medida, Mao rompió con esos puntos de vista y métodos; pero lo importante es que todavía existían, incluso en el caso de Mao, un aspecto de “inevitabilismo” y otras tendencias afines, y Avakian ha continuado la ruptura con esas maneras de pensar, que dan a entender que existe cierto elemento de religiosidad en el marxismo, si bien nunca ha sido lo principal ni ha definido la teoría marxista. En esta conexión (y en un sentido general), Avakian no solo ha defendido a Mao y sintetizado sus contribuciones a la revolución y a la teoría comunista, sino que ha continuado la ruptura que Mao representó con relación a Stalin, y sobre esa base ahora Avakian ha hecho unas rupturas con ciertos aspectos del pensamiento de Mao también.
Eso NO quiere decir que la historia es solamente un revoltijo. De hecho, como dijo Marx, sí HAY una conexión en la historia, por el hecho de que las fuerzas de producción (repito, la tierra, la tecnología, los recursos y la gente y su conocimiento) se transmiten de una generación a la siguiente y están en constante desarrollo; y que cuando las relaciones que contraen los seres humanos para llevar a cabo la producción se vuelven una traba que impide el mayor desarrollo de esas fuerzas, se dan cambios grandes. Las relaciones de esclavitud del Sur que coexistieron y alimentaron durante décadas al capitalismo en el Norte se volvieron una traba para el desarrollo de ese capitalismo, y eso resultó en la guerra de Secesión.
Como dije, cambios grandes.
Hoy, la contradicción fundamental de esta sociedad es la existente entre la producción socializada (el hecho de que en estos días la gente tiene que trabajar colectivamente para producir las cosas) y el hecho de que los medios para producir esa riqueza y el producto de esos medios siguen siendo la propiedad de individuos, que los controlan y se apropian de ellos. Por un lado, esta contradicción se manifiesta en todas las diferentes formas de la lucha de clases y, por el otro lado, en el hecho de que el desarrollo solo puede proceder mediante el choque frontal, de expandir o morirse, entre diferentes bloques de capitales. Esta contradicción se presentará y seguirá presentándose una y otra vez, de diferentes maneras, para su resolución.
Ahora bien, no hay “garantía” de que esto se resuelva de una manera positiva ni de que avancemos al estilo de vida comunista que ahora es posible. Depende de nosotros y de si cumplimos el trabajo duro para desarrollar tanto nuestra concepción científica de la sociedad y la naturaleza, así como nuestra capacidad de arrancarle la libertad a los retos ante nosotros.
Como una creencia religiosa, la “garantía de que es inevitable” podría consolar y sustentar a uno, pero no es cierta y va en contra de ver la realidad tal y como es. De hecho es una traba a cómo pensar en los diferentes senderos posibles que podrían tomar el desarrollo humano, que están sujetos a verdaderas limitaciones y que en ese sentido se “determinan”, pero no corren en una dirección predeterminada.
Y el comunismo no será un paraíso, ni un reino de gran armonía; como todo lo demás, cambiará y se desarrollará a través de la resolución de las contradicciones por medio de la lucha, con la (enorme) diferencia de que esa lucha ya no se llevará a cabo violentamente, por medio de grupos sociales antagónicos, y la gente misma habrá superado el pensamiento estrecho y a veces despiadado condicionado por el capitalismo, así como el patriarcado y la opresión nacional, que ahora vemos como la naturaleza humana.

El potencial del papel, y del poder, de la conciencia

Segundo, y relacionado a eso, Avakian ha profundizado aún más la concepción del papel y poder de la conciencia. Digámoslo de esta manera: en la medida que uno comprenda de manera científica y a fondo el carácter contradictorio, complejo y de múltiples niveles, de la sociedad, con todas sus diferentes limitaciones y los múltiples senderos posibles... en esa medida aumenta enormemente la libertad que uno tiene para operar sobre esa situación y afectarla.
Antes, no solo se reconocía sino que se ponía demasiado énfasis en la importancia de la base económica (o sea, las relaciones de producción). Esa era una tendencia hacia elreduccionismo—a reducir los fenómenos complejos a una causa única y primordial, a aplanar los procesos que tienen diferentes niveles respecto a aquellos de una manera que no corresponde a la realidad y de hecho la distorsiona. Es cierto, las instituciones políticas, las ideas, la moral de la sociedad —o sea, la superestructura de la sociedad— surgen, en última instancia, de las relaciones económicas; eso es algo fundamental que comprendió Marx.
Pero esas instituciones e ideas de la superestructura tienen una vida propia relativa; además operan, y se afectan las unas a las otras, en muchos niveles diferentes que se interpenetran. No se les puede reducir de plano a brotes directamente surgidos de las relaciones de producción o las relaciones de clases. Veamos un ejemplo. El racismo blanco —la idea de que hay diferentes “razas” de seres humanos y de que los negros son una raza inferior— es un rumor falso y seudocientífico, o mentira hueca, que surgió a principios del siglo 19. Surgió de las relaciones de esclavitud y en particular de la clase de los dueños de esclavos, que lo reafirmaron. Pero tenía una influencia mucho más generalizada y llegó a ser parte integral de lo que significa ser estadounidense y de lo que significa la democracia, que es un punto que Avakian profundiza enormemente en su charla sobre la democracia jeffersoniana. Y esa idea ha cobrado vida propia y ha afectado el pensamiento de todos y se tendrá que combatirla por derecho propio en la sociedad socialista a la vez que se arranquen sus raíces materiales.
Si bien Lenin, y especialmente Mao, hicieron aportes muy importantes a una manera más correcta y dialéctica de entender cómo “funciona” esa relación entre la base y la superestructura, ninguno comprendió con suficiente profundidad o en todos los niveles el ámbito y la fluidez de esa independencia relativa.

Romper con las tendencias pragmáticas

Tercero, ha habido otras tendencias filosóficas negativas y problemas de método, muchos de los cuales están relacionados al pragmatismo—una filosofía, como dije, que se opone a la investigación de la realidad subyacente más profunda en nombre de “lo que funciona” y que también sostiene que las ideas son verdaderas en la medida en que sean útiles. Esto último esquiva la pregunta: “¿útil para qué?” y, de mayor importancia, en realidad niega el verdadero criterio de la verdad: si una idea corresponde a la realidad. La idea de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva era útil para Bush, pero eso no quiso decir que era cierto.
Estas tendencias filosóficas erróneas, especialmente las de Stalin, contagiaron y hasta impregnaron al movimiento comunista. Ahora les pediré que me permitan explicar esto, porque como dije, estas tuvieron consecuencias serias. Incluyeron el instrumentalismo, que se refiere a la aplicación de la teoría como un instrumento para justificar ciertas metas a corto plazo en lugar de un medio para indagar la verdad; el empirismo, que valora la verdad a partir de la experiencia directa y lo que se puede observar inmediatamente, en un marco estrecho; el a priorismo, que quiere decir imponerle categorías al mundo, en lugar de derivar esos conceptos del mundo tal y como es, por medio de una interacción compleja entre la práctica y la teoría; y el positivismo, un método que tiende a limitar y restringir la ciencia a describir y codificar las observaciones, y se enfoca en los criterios de la medición cuantitativa y el pronóstico.
Enfoquémonos un momento en el positivismo. Este punto de vista niega o dice que no tiene importancia el análisis de niveles más profundos de la dinámica y la dirección. Debido a eso, tiende a separar los fenómenos del contexto mayor y de diferentes niveles, y también tiende a reducir las cosas y los procesos a una sola y sencilla causa. Por ende, tiende a negar, o rechazar, las maneras en que la teoría puede y tiene que “adelantársele” a la práctica, o sea, las maneras en que un análisis a fondo de la experiencia (ampliamente concebida) puede dar una concepción más profunda de la dinámica y las tendencias subyacentes inherentes, o en potencia, en esa realidad, y abrir nuevos caminos a la transformación de esa realidad. Si la teoría no se “adelanta”, no se podría concebir nada cualitativamente diferente a lo que ya se conoce; sin eso, ¿cómo pudieron haber escrito Marx y Engels el Manifiesto Comunista?
Quiero hablar de un ejemplo un tanto de mala fama, para darles una idea de las consecuencias de enfoques metodológicos erróneos. Esto tiene que ver con un genetista de nombre Trofim Lysenko en la Unión Soviética en los años 30. Lysenko insistió en que se podía heredar las características adquiridas; por ejemplo, si eres bien delgadito, pero si desarrollas músculos levantando pesas y tomando esteroides, los hijos heredarán ese físico. Pues, ese es un punto de vista erróneo. Pero como Lysenko tenía un programa global de cómo hacer crecer rápidamente una gran cantidad de trigo en un país que sufría hambruna, y porque tuvo cierto éxito a corto plazo con injertos de plantas, se declaró que eso era cierto.
Analicemos eso. Hay pragmatismo: juzgar la verdad de una idea a partir de si “funciona” para una u otra meta a corto plazo. Hay empirismo: juzgar la verdad solamente a partir de una serie limitada de experiencias empíricas. Al contrario, hay que poner lo que uno está haciendo y aprendiendo en el contexto de lo que sabemos en todo momento que es cierto, la imagen o el modelo más completo y más acertado de la realidad objetiva. Además hay que relacionar eso con las demás pruebas pertinentes disponibles de otras fuentes. ¿Cómo cuadraban las teorías de Lysenko con lo que sabíamos que era cierto, como la teoría de Darwin y algunos de los esfuerzos para comprobarla? Si había contradicciones entre los resultados obtenidos por Lysenko y lo que hubiera pronosticado la teoría de Darwin, ¿cómo entender esas contradicciones?
Pero no procedieron de esa manera. Y los resultados fueron desastrosos —para los genetistas a quienes les negaron el derecho a trabajar y reprimieron más fuertemente en algunos casos porque no estaban de acuerdo y para las ciencias en la Unión Soviética en general, como por la manera en que enseñaron a abordar y evaluar las ideas en todas las esferas.
Veamos un ejemplo del a priorismo, así como del positivismo. Stalin suponía de manera a priorista que una vez mecanizada la agricultura y una vez, por lo general, establecida la propiedad socializada de la producción en los años 1930, dejarían de existir las clases antagónicas en la sociedad soviética. Pero la lucha continuaba. Como el “modelo” a priorista de Stalin de una sociedad socialista sin antagonismos de clase no podía explicar eso, sacó la conclusión de que toda la oposición tenía que ser el trabajo de agentes del imperialismo. Los resultados fueron dolorosos, desde numerosos ángulos.
Ahora bien, posteriormente, Mao criticó y se opuso a esto, siendo una de sus grandes contribuciones que la lucha de clases persiste bajo el socialismo, y como parte de eso, hizo muchas críticas de las tendencias filosóficas de Stalin de restarles importancia a las contradicciones o no reconocerlas. Pero esas tendencias de positivismo, instrumentalismo, etc., causaron muchísimo daño, y antes de Avakian no se les había identificado plenamente como tal ni se había roto con ellas de una manera sistemática.

El avance radical de Avakian en la epistemología

Por último, y de mucha importancia, Bob Avakian ha criticado y roto con viejos puntos de vista epistemológicos del movimiento comunista. La epistemología tiene que ver con la teoría del conocimiento, de cómo llegamos a conocer la verdad. Entre esos puntos de vista epistemológicos erróneos está la idea de que “la verdad tiene carácter de clase”. En realidad, la verdad es la verdad y los disparates son disparates, sin importar quién se lo diga. Ahora bien, el materialismo y la dialéctica como método general deberían permitir establecer mejor la verdad, en la medida que se apliquen de manera consecuente a la realidad, pero cualquiera que sea la idea que uno descubra, el criterio para juzgar si es cierta tiene que basarse en si corresponde, de una manera fundamental, a la realidad, y no la manera de descubrirla.
De hecho, resulta que quienes no usan ese método —que en realidad lo detestan— pueden descubrir importantes verdades. NO existen realidades separadas para diferentes clases y no hay “verdades” distintas para diferentes clases; no es “una onda proletaria... tú no la entenderías”. Solo existe una realidad. El proletariado como clase no tiene ningún interés en ocultar el carácter fundamental de la sociedad humana, el materialismo dialéctico e histórico corresponde a sus intereses fundamentales; pero si se reduce ese punto sumamente amplio a “la verdad tiene carácter de clase”, podría llevar a decir que no se puede aprender nada de los pensadores burgueses o de pensadores que no son ni burgueses ni parte del marco marxista, e incluso a pensar que aquellos de origen proletario tienen un conocimiento especial de la verdad.
Aquí también tenemos que aprender de la experiencia negativa de Lysenko. Echó raíces la idea de que como Lysenko procedía de las masas trabajadoras y como apoyaba al gobierno soviético... y como aquellos que se le oponían en general procedían de lo que habían sido las clases privilegiadas de la vieja sociedad, y no apoyaban al gobierno soviético... eso era una prueba más de lo correctas que eran las teorías de Lysenko. Pero el origen de clase no tiene nada que ver —o no debe tener nada que ver— con la valoración de lo correcta o incorrecta de una idea.
Tampoco es cierto que lo que determina la veracidad de las ideas es su “utilidad” en un sentido inmediato. Ese enfoque pragmático ha llevado, para ser francos, a “distorsionar” o torcer la verdad; en el caso de Lysenko, repito, declararon que su teoría era cierta porque parecía útil en un sentido inmediato.
Ahora bien, no se trata de “buscar la verdad” de una manera divorciada de la lucha para cambiar el mundo. Tampoco se trata de que “la verdad te liberará”. No lo hará, sin lucha. Pero si no se entiende al mundo de una manera más o menos correcta —si no se sabe lo que es la verdad— tampoco se liberará. Se harán cosas que no corresponden a la dinámica y las contradicciones concretas de la realidad y no se podrá transformar esa realidad, al menos no en una dirección que lo va a acercar a uno a la revolución y al comunismo.
Ese proceso supone tremenda riqueza. No se puede ni descartar ni tampoco adoptar completamente las ideas de quienes no son marxistas o son anticomunistas; hay que pasarlas por el tamiz y sintetizarlas críticamente y a menudo reconfigurarlas. Pero si uno se aparta de eso —lo que llegó a ser la “tradición” del movimiento comunista—, ¿cómo va a conocer este mundo en que vivimos, que está cambiando constantemente y generando cosas nuevas e inéditas? De hecho, se necesita el choque de ideas, se necesita el debate, contienda y efervescencia, hay que seguir senderos que no parecen “contribuir” y que podrían acabar en callejones sin salida... pero que, por otro lado, podrían ofrecer nuevas perspectivas hacia la realidad. La idea de que “la verdad tiene carácter de clase” en realidad socava y tergiversa ese proceso vital necesario.
Seamos francos. Hay verdades que, a corto plazo y en un sentido lineal, van en contra de la lucha por el comunismo, pero que, en un contexto más amplio y con el método y enfoque que Avakian está forjando, en realidad contribuyen a esa lucha. Eso abarca las “verdades dolorosas” —las verdades sobre los aspectos negativos de la experiencia del movimiento comunista internacional y de las sociedades socialistas que han dirigido los comunistas—, pero también, en general, las verdades que se descubren que, en ciertos aspectos, demuestran que la realidad es diferente a lo que pensaban los comunistas, o la gente en general.
Con respecto a la importancia de las “verdades dolorosas”, vale la pena volver a Lysenko por última vez. Tradicionalmente, los anticomunistas dicen que lo de Lysenko es un ejemplo que prueba que el comunismo inevitablemente tergiversa la verdad... y reprime a los intelectuales. Algunos comunistas se distancian del incidente Lysenko de una manera simplista, otros simplemente lo ignoran, pero por lo general no quieren “abordarlo”—desde el punto de vista de cómo los comunistas aplican correctamente el marxismo para dirigir en todas las esferas de la nueva sociedad. Avakian, al contrario, dice que hay que reconocer plenamente esta experiencia, por lo cual la ha abordado en varias obras y sacado lecciones más profundas: qué fueron los errores de método y cosmovisión que resultaron en eso... qué fue la situación que generó las presiones hacia eso... y qué tienen que hacer los comunistas para romper con ese punto de vista y, a un nivel más profundo, esa práctica, para que de veras puedan llevar al mundo a un lugar mejor.
Porque, repito, el problema no es solo “dar con la verdad”, sino de hacerlo desde un punto de vista y método plenamente científico, dialéctico materialista, comprender correctamente la conexión entre eso y la lucha por la revolución y a la larga por el comunismo, y comprendertoda la riqueza que eso implica. Reconocer la importancia de la verdad e insistir en buscarla de esa manera, libre de las consideraciones estrechas, pragmáticas e instrumentalistas de lo que parece más conveniente en un momento dado, o lo que parece concordar más con los objetivos particulares e inmediatos de los comunistas... buscar la verdad aplicando el punto de vista y método científico del materialismo dialéctico de la manera más amplia, global y consecuente con fin de abordar la realidad tal y como es y, a partir de eso, transformarla de una manera revolucionaria hacia la meta del comunismo: eso es radicalmente nuevo y representa una parte clave de la riqueza de la nueva síntesis que está forjando Bob Avakian. Ese es el significado global de lo que está concentrado en su declaración de que “todas las verdades son buenas para el proletariado… todo lo que sea verdad puede ayudarnos a llegar al comunismo”.
Se puede comparar esa declaración con “todo lo que concuerda con los intereses del proletariado y nos ayudará a llegar al comunismo es verdad”. Este punto de vista —con su contenido y enfoque pragmático e instrumentalista— ha prevalecido, de una manera desproporcionada, en la historia del movimiento comunista internacional—y, de hecho, representa lo contrario de lo que concentra la declaración de Avakian. Y esta es una parte clave de la ruptura radical que encarna su método y enfoque y de la riqueza de la epistemología que ha estado forjando y bregando para que los comunistas la hagan suya.
Repito, en la última media hora apenas he podido abordar este fundamento crucial filosófico y metodológico de la nueva síntesis. Para entender eso más a fondo, recomiendo que lean los libros Observations on Art and Culture, Science and Philosophy Marxism and the Call of the Future Conversations on Ethics, History, and Politics. Pero ahora quiero pasar a las implicaciones políticas de todo esto.

Parte III: La nueva síntesis: Implicaciones políticas — La dimensión internacional

 Aquí quiero enfocarme en dos cosas: el internacionalismo; y la democracia y la dictadura en la transición al comunismo.
Una vez más tengo que hablar sobre unos antecedentes. Marx y Engels exhortaron a los obreros del mundo a unirse. La base material para esa exhortación fue el hecho de que el capitalismo no solo había dado a luz la época de las naciones y estado-naciones modernas sino también la existencia de un mercado mundial; y que el proletariado era una sola clase internacional y que tenía que superar la división en naciones, así como en clases, para llegar a un mundo sin antagonismos entre la gente.
A finales del siglo 19, el monopolio había llegado a dominar a los países capitalistas avanzados, y los capitales bancario e industrial se habían combinado para formar enormes bloques financieros; esas naciones no solo exportaban bienes a las naciones menos desarrolladas sino que empezaban a exportar el propio capital. Construían fábricas y ferrocarriles en esos países y los incorporaban a la “vida moderna” de una manera nueva. La contienda entre las grandes potencias por esferas de influencia intensificó, al igual que el militarismo y la guerra para respaldarla; todo eso ha continuado e intensificado hasta la fecha, por medio de dos guerras mundiales —¡en las que murieron más de 60 millones de personas!— y el triunfo de Estados Unidos contra la Unión Soviética en la llamada guerra fría. Hoy, más que nunca, el carácter de la producción es internacional; pero la propiedad, el control y la organización del capital aún están anclados en naciones separadas y en contienda, y estas naciones aún están divididas básicamente entre oprimidas y opresoras.
Las naciones opresoras como Estados Unidos no simplemente saquean a naciones oprimidas como México. Más bien, integran estrechamente toda la economía de una nación oprimida al proceso de acumulación imperialista de una manera subordinada, tergiversada y desarticulada al servicio de ese proceso. Las crisis hoy se manifiestan en intensos conflictos geopolíticos sobre el reparto del mundo entre las potencias imperialistas, conflictos que pueden estallar y han estallado en conflagraciones—como las dos guerras mundiales. Estas guerras presentaron crecientes oportunidades para la revolución... aunque si uno fuera empirista o positivista, parecería todo lo contrario, ya que cuando estalló la I Guerra Mundial, por ejemplo, casi todo el movimiento socialista mundial, con la importante excepción de los bolcheviques bajo la dirección de Lenin, y unas cuantas otras fuerzas, se derrumbó en traición.
Al mismo tiempo, estas guerras desempeñaban el papel de “crisis clásicas” del capitalismo: la destrucción del viejo marco de acumulación capitalista, que se había vuelto una traba, y el desarrollo de uno nuevo. Avakian dirigió en la profundización del análisis de Lenin sobre el imperialismo y el modelo que acabo de describir también rompió con lo que había venido a ser la línea dominante del movimiento comunista: que el imperialismo estaba en una crisis general y se iba directamente hacia el derrumbe.
Sobre esa base, Avakian desarrolló el principio de que la lucha de clases en un país dado la determina más la situación internacional que el desenvolvimiento de las contradicciones en ese país apartado o divorciado de ese contexto. La situación revolucionaria que le permitió a Lenin dirigir a los bolcheviques a conquistar el poder surgió de la coyuntura internacional de la guerra mundial que afectó de una manera radical a la situación en Rusia y permitió que se abriera paso; el internacionalismo de Lenin y su conocimiento cualitativamente más profundo del materialismo y la dialéctica le permitieron ver esa posibilidad cuando, por lo menos al principio, todos los demás dirigentes se opusieron a la idea de aprehender el momento y hacer la revolución. Asimismo, la Revolución China se dio en un contexto internacional específico de la II Guerra Mundial y la invasión del Japón.
Ahora bien, uno podría distorsionar eso para decir que no se puede hacer nada si la “correlación de fuerzas” internacional es desfavorable. Eso no es cierto, y las revoluciones, o incluso las tentativas de hacer la revolución, en países específicos pueden afectar la correlación de fuerzas de una manera radical. Pero se está desenvolviendo en un contexto internacional, y hay que entender la dinámica a ese nivel; el “conjunto” del sistema imperialista es más que la suma de las naciones separadas que conforman las partes individuales.
Así que no es posible entenderlo desde la perspectiva de “mi país hacia fuera” y, de hecho, verlo de esa manera es otro ejemplo del positivismo. Tampoco se puede ver al internacionalismo como algo que se “extiende” a otros países; el mundo entero tiene que ser el punto de partida. Hay que ver la revolución en “su” país como parte de la revolución mundial. Los comunistas NO representan a esta o aquella nación; (se supone que) nuestro objetivo es la eliminación de todas las naciones, aunque sabemos que vamos a tener que “bregar” con un mundo en que las naciones existirán por mucho tiempo, aun naciones socialistas, y todo un período en que primero habrá que lograr la igualdad de las nacionespara poder superarlas. Pero durante todo ese período, el movimiento comunista debe “tener en la mira” la meta de una comunidad mundial de la humanidad, y relacionar todo lo que hace a eso.
Irónicamente, si uno lo abarca desde el punto de vista de “mi país hacia fuera”, perderá las verdaderas posibilidades revolucionarias en el país en que uno se encuentra. No captará cómo trastornos inesperados en esta o aquella parte del mundo, o en este o aquél aspecto del sistema, pueden plantear oportunidades que se pueden asir. Se quedará sin litoral mental, por decirlo así, sumido en el nacionalismo, y será incapaz de ver la base para librar una lucha triunfante por la liberación nacional. Y esa mentalidad sin litoral ha sido un factor que ha llevado al conservadurismo y, aun peor, a la capitulación en tiempos de grandes peligros... pero que eran, claro, también tiempos de grandes posibilidades para avances revolucionarios.
Todo ese enfoque equivocado se consolidó en el contexto de una situación en que la Unión Soviética se encontraba rodeada de potencias imperialistas antagónicas que la querían estrangular, y cuyo punto culminante fue el ataque nazi que cobró más de 20 millones de vidas soviéticas. La defensa del primer estado socialista era una verdadera necesidad. Pero esa defensa existía en contradicción con la necesidad de hacer avanzar al mismo tiempo la revolución en otros países, y con relación a la misma. Como no reconoció o negó la existencia de esa contradicción, la Unión Soviética muy a menudo sacrificó, o intentó sacrificar, la lucha revolucionaria en esos países en beneficio de su propia defensa. Y, hay que decirlo, en Mao persistió ese mismo punto ciego. Si no se reconoce que eso es una contradicción, y si no se aborda eso a partir del hecho fundamental de que el imperialismo ha integrado al mundo entero en uno solo y que el proceso revolucionario es un proceso integrado mundial —a pesar de que los diferentes países tienen sus propias revoluciones diferenciadas, aunque relacionadas—, no se tendrá la posibilidad de resolver esto.
Avakian de ninguna forma ha sido simplista o escolástico en sus críticas; ha insistido en un pleno reconocimiento de los serios retos ante los estados socialistas. Pero sobre esa base estudió lo que pensaban que hacían y por qué, e hizo una crítica penetrante de su concepción teórica.
Como parte de eso, Bob Avakian desarrolló el principio de que el proletariado en el poder “tiene que poner ante todo el avance de la revolución mundial, aun por encima del avance de la revolución en el país particular, y construir el estado socialista ante todo como una base de apoyo para la revolución mundial”. Además, y de mucha importancia, formuló el principio de que los revolucionarios tienen que, al mismo tiempo, buscar hacer los mayores avances posibles en la construcción del movimiento revolucionario y prepararse para la situación revolucionaria en todos los países, mientras que están atentos también “a situaciones concretas que en cierto momento se vuelven puntos de concentración de las contradicciones mundiales y posibles eslabones débiles... y por tanto donde, de manera concentrada, el proletariado internacional debería enfocar especialmente su atención y energía”. Aquí quisiera recomendar varias obras en que se aborda este principio a profundidad: ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica9.
Además de eso, Avakian defendió y profundizó la concepción de Lenin de que la división del mundo entre potencias imperialistas y naciones oprimidas había generado en las potencias imperialistas un sector de la clase obrera, y un sector aun mayor de la clase media, que no solo se beneficiaba materialmente del parasitismo y saqueo del imperialismo, sino que llegó a identificarse con sus amos imperialistas. Él siguió la lógica de Lenin sobre la necesidad de basarse en los sectores de las masas que no se benefician tanto o que están, en todo caso, más dispuestos a oponerse al imperialismo. Eso quiere decir que los comunistas tienen que estar dispuestos a tomar posiciones que no son populares e ir contra la corriente del chovinismo nacional en los países imperialistas — tenga la forma de repugnantes brotes de chovinismo pro-estadounidense o la forma igualmente mortífera de complicidad pasiva.

IV: La nueva síntesis: Implicaciones políticas –Dictadura y la democracia

La nueva síntesis también tiene implicaciones sumamente importantes con respecto a la dictadura del proletariado, que Marx dijo que era el punto necesario de transición hacia la sociedad comunista. En una palabra: ¿cómo se mantiene el estado socialista como poder en transición hacia una sociedad comunista mundial sin estados, sin convertirse en un fin en sí mismo? ¿cómo sigue desarrollándose, y no dejarse volver al capitalismo?
Avakian ha estudiado a fondo la experiencia de las revoluciones socialistas en la Unión Soviética y China por más de 30 años, y las concepciones, suposiciones, métodos y enfoques de los grandes líderes que dirigieron esas revoluciones. Aquí también, principalmente voy a esbozar en pocas palabras ciertos puntos clave y recomendar ciertas obras que Avakian ha escrito.
En buena medida, lo que Avakian dijo en Hacer la revolución y emancipar a la humanidadse aplica a toda la primera etapa del movimiento comunista:
En la historia del movimiento comunista y de la sociedad socialista, la orientación básica ha sido tratar la realidad material y las circunstancias de las masas populares como la prioridad, como el punto central y la base, en contraste con el enfoque burgués de ignorar —o, de hecho, reforzar— las circunstancias opresivas de las masas populares, la gran mayoría de la humanidad. Y es muy importante captar firmemente que, a nombre del individuo y los “derechos del individuo”, los partidarios de una u otra forma de este enfoque burgués en realidad defienden los intereses de una clase —y la dinámica de un sistema en que esa clase, la burguesía, gobierna—, en que a las masas populares, a miles de millones de individuos de las clases explotadas y oprimidas, las explotan y muelen despiadadamente, y en que descartan totalmente su individualidad y todo concepto de su dignidad individual10.
Los comunistas de la Unión Soviética y China dirigieron a las masas a usar el poder revolucionario para hacer cosas maravillosas y sin precedentes. Se socializó la propiedad socialista de los medios de producción, los cuales se dedicaron a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las primeras necesidades de la gente. En unos pocos años, las mujeres de esos países pasaron de ser entre las más esclavizadas y oprimidas del mundo a las más emancipadas. La gente pasó de ser principalmente analfabeta a casi completamente alfabetizada, y se pusieron las escuelas y la cultura a la disposición de quienes antes estaban excluidos. La Unión Soviética en particular dio grandes pasos hacia la igualdad de lo que se conocía antes como una prisión de las nacionalidades y pueblos oprimidos. Empezaron a poner los servicios médicos a la disposición de todos, donde antes de la revolución la mayoría jamás había sido atendida por un médico.
Pero no se puede dejar las cosas ahí. Por necesario que eso sea, no basta simplemente mantenerse firme y defender —y acariciar— esos logros ante la incesante oleada de calumnias y distorsiones. No basta solo estudiar de dónde surgían esas revoluciones, y las fuerzas feroces, implacables e insoportables ante las que se encontraban.

Defender los logros, tomar en cuenta las críticas

Además, es necesario tomar en cuenta y examinar a fondo las críticas a esa experiencia —desde todos los ángulos— y preguntar: ¿pero a qué precio? El estado proletario tiene que mantenerse en el poder ante la resistencia de vida o muerte de los explotadores derrotados y los feroces ataques desde afuera; ¿pero quiere decir eso que hay que restringir y hasta ahuyentar y reprimir el disentimiento, la efervescencia política, y una diversidad de ideas y enfoques, como las ideas y enfoques que se oponen al socialismo? Al nuevo poder se le plantea la tarea histórico-mundial de incorporar a las masas en la vida intelectual y las artes, y de forjar una nueva cultura, y en particular en China se hicieron maravillas con respecto a eso; ¿pero tiene que significar eso que hay que restringir la búsqueda, la investigación y la experimentación de parte de gente formada como artistas y científicos en la vieja sociedad, o aun en la nueva sociedad? Por primera vez existe la base —y la gran necesidad— de abordar el problema de la libertad como una tarea positiva y colectiva: “cómo nosotros mismosvamos a transformar el mundo y servir al pueblo” y no “quiero lo mío”; ¿pero quiere decir eso que no hay necesidad o poco papel positivo para la individualidad y el espacio del individuo? Existe una necesidad de “llevar a cabo cosas”; ¿pero qué tiene eso que ver con el estado proletario como una forma de estado radicalmente diferente, que incorpora cada vez más a las masas en la dirección y la administración directa del estado?
Ahora bien, no es posible contestar bien esas preguntas de manera simplista. Piensen un minuto en la guerra de Secesión de este país, y del período de Reconstrucción que la siguió, inmediatamente después de la liberación de los esclavos cuando supuestamente les iban a dar tierras y derechos políticos. Por muchos años lo que se nos decía en la escuela —y especialmente en la cultura, con películas como Lo que el viento se llevó y El nacimiento de una nación— fue que la Reconstrucción fue un período terrible durante el cual los blancos sufrieron horriblemente. (Eso debería darles una perspectiva sobre lo que casi cada semana se dice en las reseñas de libros del New York Times sobre las revoluciones socialistas).
Lo que en realidad sucedió fue que para desmantelar el poder de los hacendados en el Sur de Estados Unidos, por un tiempo los capitalistas del Norte les privaron de ciertos derechos políticos y con la fuerza de las armas respaldaron a los esclavos emancipados en su intento de votar, postularse para posiciones en el gobierno y obtener tierras. Pero a medida que reintegraron a los hacendados del Sur a la clase dominante, en una posición subordinada, y a medida que otras contradicciones en otras partes del país empezaron a hervir, los capitalistas del Norte retiraron sus soldados y les permitieron a sus ex enemigos organizar el Ku Klux Klan, imponer un sistema parecido a la esclavitud de trabajos forzados de presos y la aparcería, y privar a las masas de negros de todo derecho, y eso se hizo cumplir tanto por leyes como por las chusmas de linchamiento. La orgía de venganza que revocó la Reconstrucción se llamaba oficialmente “La redención”. Y los vencedores volvieron a escribir la historia, hasta que una nueva generación, la de los años 1960, destapó la verdad objetiva de lo que pasó.
Para cumplir los objetivos de la Reconstrucción hubieran tenido que privar a los ex esclavistas de los derechos políticos y hacer cumplir eso. Francamente, hubieran tenido que derramar sangre, y es posible que algunos inocentes hubieran sufrido... pero hubiera valido la pena.
¿Para evitar los casi 5.000 linchamientos que ocurrieron inmediatamente después de la derrota de la Reconstrucción, y el efecto de eso en millones de personas?
Hubiera valido la pena.
¿Para evitar la destrucción del espíritu la cual causó el sistema de segregación?
Hubiera valido la pena.
¿Para parar la institucionalización de cosas como el trabajo forzado de los presos, las cuadrillas de trabajo forzado, las pésimas escuelas y todo lo demás que pesa sobre la gente hoy, a veces en formas diferentes y a veces en formas que casi no han cambiado?
Hubiera valido la pena.
Ahora, demos vuelta a la página y hablemos de la revolución comunista, que es mucho más profunda, fundamental y radical que la Reconstrucción se propuso ser, y que llegó al poder en situaciones mucho más difíciles. Contra esas revoluciones no solo estaban los explotadores derrotados —quienes, como dijo Lenin, conservan sus conocimientos, sentido de derecho y conexiones de antes, y que se lanzan contra uno mismo con diez veces más ferocidad y artimañas una vez que han perdido su paraíso— sino también las potencias imperialistas y sus fuerzas armadas mucho más poderosas. Los soviéticos no solo libraron una guerra civil de 1918 a 1921 que les costó millones de vidas y en lo básico la destrucción de la poca industria que tenían, sino que en esa guerra civil tuvieron en su contra la intervención e invasión de 17 potencias militares, entre ellas Estados Unidos. Y menos de 20 años después de ganar la guerra civil vino la invasión nazi.
Sin embargo, aun si comprendemos eso a fondo, tenemos que examinar lo que se hizo, analizar los puntos débiles tanto en la teoría como en la práctica, y de veras prepararnos a nosotros mismos —así como a las masas— para hacerlo mejor en la próxima oportunidad.

Romper de manera más profunda con la democracia burguesa

Como parte de hacerlo mejor —y aun para poder contestar sobre una base correcta la pregunta de “a qué precio”— ha sido necesario romper de una manera más profunda con las influencias de la democracia burguesa y la concepción general de la “democracia sin clases” en el movimiento comunista. En su libro histórico Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, Avakian planteó esa pregunta y la contestó enérgicamente: ¡NO!
Quisiera adentrarme en esto citando dos pasajes breves de Avakian que a menudo publicamos en nuestro periódico. El primero es:
La esencia de lo que existe en Estados Unidos no es democracia, sino capitalismo-imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
Lo que Estados Unidos lleva al resto del mundo no es democracia, sino imperialismo y las estructuras políticas que lo imponen.
Luego, desde otro ángulo, lo siguiente:
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes desigualdades sociales, no tiene caso hablar de la “democracia” sin señalar su carácter de clase y a qué clase beneficia. Mientras exista la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar: ¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a ellas, o lleva a abolirlas?
Hablemos de lo que eso implica. En primer lugar, no se puede recurrir a los instrumentos de la dictadura capitalista —los ejércitos, las prisiones, las cortes y la burocracia que este sistema ha desarrollado y refinado a fin de reforzar y extender la explotación y el imperialismo—, no se puede usar esos mismos instrumentos para abolir la explotación, erradicar la opresión y defenderse ante el imperialismo. Y no se puede recurrir a los instrumentos de la democracia burguesa —que, en primer lugar, han sido diseñados para resolver desacuerdos entre los explotadores y, segundo, para atomizar y engañar y volver pasivas a las masas— como un medio para movilizarlas y desencadenarlas para conocer y transformar conscientemente el mundo entero. Si bien es cierto, como dijo Lenin, que el socialismo es un millón de veces más democrático para las masas populares, el socialismo no es y no puede ser la extensión de la democracia burguesa (que se basa en la explotación) a los explotados. Esa lección no solo se ha establecido científicamente sino que se ha pagado en sangre.

Las “4 todas”

La dictadura del proletariado —y el sistema proletario de democracia— tiene que ser diferente. Tiene que estar al servicio de la abolición de las divisiones antagónicas entre la gente y de las relaciones, instituciones e ideas que brotan de esas divisiones y las refuerzan. Ahora bien, el nuevo poder avanzará mucho, inmediatamente, hacia ese fin. Por ejemplo, se apoderará de esos medios de producción socializados y empezará a usarlos para satisfacer las necesidades materiales de la gente y para hacer avanzar la revolución mundial.
Pero al día siguiente de la victoria se encontrará con una sociedad en la que la gente ha vivido como miembros de diferentes clases sociales. Aun si se deja a un lado a los grandes capitalistas —lo cual no se debe hacer, ya que andarán por ahí sin querer aceptar lo que han perdido—, todavía existirán las diferencias entre la gente, entre quienes han estudiado medicina, administración e ingeniería, por un lado, y por el otro quienes no han tenido ese tipo de formación y han tenido que trabajar en fundiciones, hospitales o el campo, o que no han podido encontrar ningún trabajo. Además, está la fuerza de la costumbre, de los siglos en que la única manera en que la gente se ha juntado para llevar a cabo la producción de las primeras necesidades se ha hecho —o se ha llevado a cabo— mediante unas relaciones en que una clase principal explota a otra, y en que existe una división estricta entre quienes hacen el trabajo intelectual y quienes trabajan con el cuerpo.
Además, habrá que abordar todas las relaciones sociales e ideas que esas relaciones de explotación han condicionado y reforzado. Inmediatamente, el nuevo poder emprenderá la destrucción de los pilares de este sistema, como la supremacía blanca y la supremacía masculina, para instituir la igualdad de a de veras. Pero aun después de haberse iniciado esas transformaciones, y de hecho aun después de que el pensamiento de la gente empiece a liberarse de muchas maneras y empiece a reflejar las nuevas relaciones socialistas; aun después de todo eso, los siglos de explotación seguirán afectando enormemente el pensamiento de la gente. Será como el síndrome de estrés postraumático tras una violación. A esta sociedad, y a todos los que viven en ella, los han traumatizado cientos y miles de años de opresión, y eso ha impactado en el pensamiento de la gente. Habrá que luchar contra las manifestaciones de eso en el pensamiento de la gente, cosas como el racismo, el sexismo, el chovinismo nacional de USA número uno y la xenofobia (odio a personas de otros países), así como el elitismo y aun los sentimientos de inferioridad que inculcan en las masas… pero esas cosas no simplemente desaparecerán. Y esas ideas se alimentarán de las desigualdades y relaciones económicas que aún quedan, que contienen aspectos de relaciones tipo capitalistas pero que no se puede eliminar de la noche a la mañana, lo que se llama el “derecho burgués”. Las ideas y programas políticos que representan esas relaciones crecerán en ese suelo y se impondrán, y sentarán una base para que los nuevos elementos capitalistas contiendan por el poder. Y el nuevo poder tendrá que movilizar a las masas para identificarlos, analizarlos y superarlos.
Así que no es tan sencillo como “bien, cambiaremos las relaciones económicas y lo demás vendrá como anillo al dedo”. En la medida que los comunistas hayan pensado así o sigan pensando así, eso hace mucho daño. Habrá que transformar y revolucionar toda esfera social, a lo largo de un período mucho más largo de lo que anticipaban Marx y Lenin. Y en todas estas esferas, como Marx lo dijo científicamente, habrá que abolir todas las diferencias de clase, todas las relaciones de producción en que estas descansan, todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción y todas las ideas que surgen de estas relaciones sociales —o, en una frase, las “4 todas”— para llegar al comunismo, como parte del proceso de alcanzarlo11.

Un tipo diferente de dictadura y democracia

Así que se necesitará ejercer la dictadura sobre los antiguos explotadores y quienes quieren restaurar la explotación; y también se necesitará la democracia entre las masas para poder llevar a cabo plenamente las transformaciones que se necesitan. Pero estas tendrán que ser una dictadura y una democracia con un carácter cualitativamente diferente de lo que tenemos ahora. Repito, no se puede simplemente voltear las cosas, y tener a diferentes personas que utilizan los mismos instrumentos. Tiene que haber formas a través de las cuales las masas populares empiezan a participar en la vida social y a crear una sociedad muy diferente, y a transformarse a sí mismas en el proceso, a una escala que, francamente, es difícil de imaginar a partir de los confines mentales de “lo que existe” en este sistema.
Eso quiere decir movilizar —y desencadenar— a la gente, dirigirla y aprender de ella, para así superar las desigualdades y las relaciones sociales de la vieja sociedad, que estorban el avance hacia una nueva forma de sociedad. Quiere decir armar a las amplias masas populares con los instrumentos teóricos que les permitan analizar críticamente la sociedad y valorar si está avanzando hacia el comunismo y cómo, y cuán concretamente, y qué hay que hacer para ir lo más lejos posible en esa dirección en todo momento.
Este enfoque se opone directamente a la idea de que lo principal que hay que hacer bajo el socialismo es “cumplir con lo prometido”: asegurarse de que esté creciendo el nivel de vida de la gente, de que su vida sea más estable, y cosas por el estilo… y dejarlo todo en manos de quienes “saben hacer eso”. Mejor dicho, “darles de comer y dirigirlas”. Eso es lo que se conoce como un enfoque revisionista: quedarse con el nombre del comunismo, pero quitarle su corazón revolucionario. Esa era la línea de quienes tomaron el poder en China después de la muerte de Mao y derrotaron a quienes se habían agrupado en torno a Mao, y hemos visto a qué lleva eso: a un infierno capitalista con etiqueta socialista.
Por ende, la pregunta que hay que hacer es: ¿es el papel de las masas solo luchar y producir? ¿O van a ser emancipadores de la humanidad? ¿Es posible que las masas conozcan al mundo tal y como es, lo comprendan y lo transformen?
La respuesta es, SÍ LO PUEDEN HACER, pero no de manera espontánea y sin dirección. La gente no puede tomar iniciativa consciente para cambiar el mundo si no sabe cómo funciona. Eso requiere ciencia. Y como la situación es tal que a las masas se les ha privado de la posibilidad de trabajar con las ideas, tienen que obtener esa ciencia de quienes  han tenido la oportunidad de bregar con ella. O sea, necesitan dirección.
Para que no quede ninguna confusión, en esta sociedad, a todos los están dirigiendo, en una dirección u otra. Hoy mismo, muchos que dicen que no los dirige nadie están dedicando mucho esfuerzo, recursos y esperanza a la campaña de Clinton vs. Obama. Y una vez que Clinton, Obama o McCain tome el cargo, el o la que gane establecerá las pautas a seguir — ellos te dirán qué hacer y —como han venido diciéndote— lo harán en beneficio del dominio estadounidense del mundo y del “orden social” en Estados Unidos.
Así que no se trata de si habrá líderes, sino de qué clase de líderes habrá, al servicio de cuáles metas. Avakian lo dijo así en Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:
Y mientras eso sea cierto, el interrogante esencial seguirá siendo: ¿cuál es el contenido y el efecto de esa dirección—adónde llevará y cómo? ¿Qué le permite a la gente hacer o qué le impide hacer? ¿Contribuye a su capacidad de entender la realidad, y a cambiarla conscientemente, de acuerdo con los intereses fundamentales de la humanidad—o dificulta y mina que haga eso?12
Es importante pensar en esto con relación a lo que dije antes sobre las ventajas y el poder que todavía conservan los imperialistas derrocados así como sus conexiones internacionales. El proletariado no puede compartir el poder con la burguesía, porque esta se lo comería vivo. Como dije antes, se ha abordado esto científicamente, tal como en las obras polémicas de Avakian como “Democracia, ahora más que nunca, podemos y debemos hacer algo mejor” (en la revista Un Mundo Que Ganar No. 1992/17) y, sí, estas lecciones se han pagado con sangre. A un nivel aún más profundo, solo corresponde a los intereses del proletariado como clase abolir las “4 todas”, y el estado tiene que ser un instrumento o para abolirlas o para fortalecerlas.
Por eso, en el estado socialista el partido del proletariado todavía tendrá que desempeñar un papel dirigente institucionalizado, mientras que sigan existiendo clases antagónicas y el suelo en que puedan cultivarse esos antagonismos de clase. (Una vez abolidas esas clases, no habrá necesidad de una dirección institucionalizada ni un estado).
Al mismo tiempo, tenemos que reconocer y abordar eso como una contradicción, y revolucionar y revitalizar constantemente al partido para que siga dando ese tipo de dirección y no se convierta en un nuevo opresor.
Este no es un problema pequeño, y es un problema al que Avakian ha dedicado muchísima atención y es una buena parte de lo que abordaré a continuación: un enfoque cualitativamente diferente —y una nueva síntesis— sobre la dictadura del proletariado.

El núcleo sólido, con mucha elasticidad

Que quede bien claro: estamos hablando de cambios y rupturas con gran parte del enfoque de las sociedades que hasta la fecha se puede decir que fueron auténticamente socialistas y auténticamente revolucionarias pero que, no obstante, tenían deficiencias importantes. No es, como alguien dijo de manera graciosa, “pasemos las buenas jugadas, no las malas”. Estamos hablando de un enfoque completamente nuevo, que se basa en los avances hechos en la concepción del mundo y la epistemología comunistas que mencioné antes; una manera de contestar correctamente la pregunta “¿a qué precio?” y una manera diferente de dirigir las cosas hacia un nivel superior.
Hablemos del tema de tener una ideología oficial, que ha sido una de las características de las sociedades socialistas previas. Como dije, el partido tiene que dirigir en la sociedad socialista, y el partido mismo tiene que estar unificado en torno a la ideología comunista, lo cual le permite dirigir a comprender correctamente y transformar la realidad. Sin embargo, el partido es una asociación voluntaria. ¿Pero qué pasaría si todos los miembros de la sociedad, dentro o fuera del partido, tuvieran que expresar su acuerdo con esa ideología para que se le oiga o simplemente para llevarse bien?
Bueno, el hecho es que inmediatamente después de la revolución, apenas saliendo del capitalismo, la mayoría no va a adoptar esto como su punto de vista. Bob Avakian ha usado la metáfora de un paracaídas para describir cómo en el momento de la revolución las cosas se comprimen y la sociedad se escinde en dos polos: uno que se adhiere fuertemente al campo revolucionario y el otro que defiende a la reacción. Pero después de la revolución ese carácter comprimido del polo del pueblo se abre de nuevo, como un paracaídas. Como Avakian escribió en La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, una vez que la revolución ha conquistado el poder:
...toda la diversidad de programas políticos, concepciones del mundo, inclinaciones, etc. (que son un reflejo de las relaciones de producción y de las relaciones sociales características de la vieja sociedad que quedan, así como de lo que se está gestando en la nueva sociedad como resultado de la toma revolucionaria del poder y de la consolidación del poder), todas esas cosas se imponen, o se vuelven a imponer. Pero si se da por hecho que como esas personas acudieron al lado de los comunistas en el momento crítico en que solo ese programa podía abrir una brecha, si se identifica eso con la noción de que todos van a tener pleno acuerdo en todo momento a lo largo del proceso de avance al comunismo, se cometerán serios errores...13
Gracias a dios, no es el segundo advenimiento de Jesucristo, cuando todos se salvan y “ven la luz”. Es una sociedad socialista. Se puede dirigir a hacer muchas cosas nuevas, muchas cosas importantes y emancipadoras, e iniciar un proceso general en que la gente cambia la sociedad y a sí misma en una dirección positiva... pero no se puede hacer como si todos, de repente, no solo han entendido sino que también han empezado a adoptar y aplicar el método, la posición y el punto de vista comunista. Y si se trata de dirigir como si así son las cosas, a) no se va a actuar de acuerdo con la verdad y, como resultado, b) se va a trabar y distorsionar el proceso general a través del cual la gente llega a conocer la verdad y va a engendrar un ambiente falso, sofocante y apagado.
Tiene que haber una ideología dirigente —y la diferencia en la sociedad socialista es que la vamos a proclamar abiertamente, y no lo vamos a ocultar como hacen los capitalistas— pero los que no están seguros de si están de acuerdo deben sentirse libres de decirlo, y los que no están de acuerdo lo deben expresar sin ambages, para que se debata.
Hay que aplicar un principio similar a la política. En un plano, el partido tiene que tomar la iniciativa, movilizar a la gente y desencadenarla en torno a objetivos importantes. Tiene que establecer las pautas del debate. Y claro, este puede ser y tiene que ser un proceso vibrante e inspirador que abre la mente, y se dio eso en el pasado, no solo en China sino también en la primera década y media de la existencia de la Unión Soviética.
¿Y qué de la espontaneidad desde abajo? ¿Y qué de las cosas que parecen ir en direcciones completamente diferentes, o que se oponen a las principales pautas y actividades políticas que el partido está promoviendo? ¿Y qué de las escenas en las artes que surgen por sí solas, como los cafés de los años 50 y 60 con los “beatniks”, la onda hiphopera y los grafiteros en el Bronx hace 30 años, o las escenificaciones de poesía de palabra hablada de los años 90… cosas que surjan de entre las masas, muchas de las cuales podrían tener un carácter de oposición, o por lo menos “fuera del control”? ¿Y qué de los grupos políticos que quieren llevar a cabo debates políticos sin la presencia de militantes del partido, o que quieren emprender acciones en oposición a proyectos, incluso importantes proyectos, en los que el partido y el gobierno están metidos? ¿Y qué de los maestros que quieren enseñar teorías e interpretaciones que no cuadran con la manera que el partido entiende las cosas?
Para ser franco, en las sociedades socialistas previas no ha habido mucho espacio para estas cosas. En Hacer la revolución y emancipar a la humanidad,Avakian critica una tendencia en China y especialmente en la Unión Soviética “a una restricción… del proceso de la transformación socialista; y, en la medida en que esa tendencia se impuso, condujo a llevar mal en cierto grado la relación entre la meta y el proceso, para que lo que pasara en un momento determinado pasó a ser, o tendió a identificarse como, la meta en sí — en vez de ser visto como una parte del proceso hacia una meta mayor. Y, junto con esto, hubo una restricción de la relación entre la dirección principal necesaria, en el sentido fundamental, y lo que eran objetivamente “desvíos” o alejamientos —pero que se veían y trataban como desviaciones peligrosas— de la dirección principal. Esto, en cierto grado y a veces a un grado importante, llevó a sofocar en cierto grado la creatividad, iniciativa, expresión individual y, sí, los derechos individuales en el proceso de conjunto, especialmente cuando parecían estar en conflicto —o en realidad estaban en conflicto, a corto plazo— con las metas expresadas del estado socialista y su partido de vanguardia14.
A un nivel muy básico, se necesita la efervescencia intelectual para conocer el mundo. La efervescencia intelectual, el debate y la experimentación —el “aire” intelectual— ofrecen un vistazo a toda la agitación debajo de la superficie de la sociedad en un momento dado, así como los posibles caminos hacia la resolución y el avance que esa agitación hace posible; ayudan a ver cuando se está actuando de manera equivocada o unilateral. Sin eso, la dialéctica entre el partido y las masas —entre los que dirigen y los dirigidos— tendería a ir demasiado en una sola dirección; por ambas partes, el espíritu crítico y creativo perdería su filo.
Pues, si a la gente se le enseña los criterios críticos en un invernadero, esos criterios no “echarán raíces”; hay que dirigirla, pero la gente también tiene que aprender por su cuenta y, en el curso de eso, la dirección también tiene que transformarse y revolucionarse. Para que ese proceso sea óptimo, se requiere la efervescencia política, un ambiente contestatorio y de plano el desenfreno. Hubo mucho de eso durante la Revolución Cultural de China, pero con la nueva síntesis estamos hablando de algo a una escala mucho mayor, con elementos y una dinámica diferentes.
Seamos francos y reconozcamos que después de diez años de la Revolución Cultural de China —lo mejor de la concepción previa del socialismo—, la mayoría de la población no entendía bien lo que estaba en juego en esa última gran batalla. Bueno, el carácter diferente y la mayor dimensión que tendrán la efervescencia política en la nueva síntesis son una buena parte de la respuesta a cómo hacer las cosas mejor la próxima vez.

“Ir al borde de ser descuartizado”

Avakian ha contrastado la metáfora de tirar un sedal, como en la pesca... y el “núcleo sólido con mucha elasticidad” que esa clase de movimiento expresa. Veamos un ejemplo. Imaginen una situación en que el gobierno socialista ha decidido construir una represa en cierto lugar en respuesta a las necesidades apremiantes de la población —dicho sea de paso, ¡la sociedad revolucionaria tendrá requisitos y necesidades materiales apremiantes porque ya no vamos a estar chupándoles la sangre a los pueblos del mundo!— y alguien como Arundhati Roy (una muy destacada novelista y activista progresista india que no es comunista) hace una campaña en contra. Según la nueva síntesis, no simplemente se toleraría eso, se le daría acceso a los medios de comunicación y a fondos, aunque ella esté organizando y dirigiendo manifestaciones y quizás un plantón masivo en contra de la represa. Habría que meterse en eso, revolverlo todo y debatirlo. Si ella tuviera razón —aunque solo en parte—, se tendría que aprender de ella. Y si ella no tuviera la razón, todavía habría que convencer a los demás en el debate, y no contra una caricatura de su posición sino contra un defensor apasionado, que se expresa bien y que está convencido de esa posición15.
Eso NO es sin riesgo, porque habrá personas cuyas intenciones no son buenas que casi por seguro se meterán y maniobrarán, e intentarán convertir ese proceso en actos para destruir el estado socialista. Y no olvidemos que si entregamos el poder, si permitimos que las fuerzas burguesas (sean viejas o nuevas) restauren el capitalismo, eso será un gran crimen contra todos aquellos que hicieron sacrificios para conquistar el poder y, de mayor importancia, contra la humanidad en general.
El núcleo sólido establecerá las pautas y el marco. Pero dentro de eso, desencadenará y permitirá la máxima elasticidad posible en un momento determinado sin abandonar el poder, y se mantendrá ese poder de una forma que siga avanzando hacia el comunismo, hacia la realización de las “4 todas”, junto con la lucha mundial general. Ahora bien, en cualquier momento dado habrá limitaciones a la capacidad del núcleo sólido de hacer todo eso, por ejemplo en vista de las amenazas del imperialismo. A veces será posible aflojar mucho las riendas, y a veces habrá que apretarlas; pero en un sentido estratégico y general, principalmente se va a fomentar y trabajar con la elasticidad, y procurar aprender de ella y determinar cómo se puede dirigir de tal manera que todo se convierta en una fuerza motriz que de hecho contribuye —si bien no directa ni inmediatamente, a corto plazo— pero que contribuye en un sentido general a donde se quiere ir. Y aprender a hacer eso será un reto y algo muy complejo y lleno de riesgos.
Por eso, Avakian habla tanto de “ir al borde de ser descuartizado” —¡y de BUSCAR hacer eso! El papel del disentimiento es una parte INTEGRAL de este modelo del socialismo, a pesar de que en todo momento hay maneras en que el disentimiento podría dificultar radicalmente el proceso general. Repito, a menos que uno esté dispuesto a ir al borde de ser descuartizado —¡una tortura en que jalan las cuatro extremidades en diferentes direcciones!— el núcleo sólido se volverá muy rígido y quebradizo... y la elasticidad no será… pues, muy... elástica. Y que quede bien claro: este es un concepto estratégico que no es lo mismo que verse jalado en muchas direcciones por una gran variedad de retos, o tener muchas tareas diferentes que hacer—y no se debe identificar con esto ni reducir simplemente a esto. Esta concepción de “ir al borde de ser descuartizado” se refiere a algo muy diferente, algo mucho más complejo y profundo y de una importancia mucho más estratégica que eso.
Además de ese tipo de disentimiento, Avakian ha propuesto debatir, como parte de este modelo, la idea de elecciones competitivas en las cuales se debaten vigorosamente asuntos importantes ante el estado con verdaderos resultados y efectos; una constitución (y las limitaciones que impondría al partido); una concepción más amplia de los derechos individuales; la existencia de una sociedad civil, con asociaciones independientes del gobierno; y una manera totalmente nueva de abordar la contradicción entre el trabajo intelectual y el manual, con una idea diferente del papel de los intelectuales—todo lo cual solo puedo mencionar someramente, pero que me encantaría discutir durante la sesión de preguntas.
Una última pregunta sobre esto: ¿quién ES el núcleo sólido? El núcleo sólido no es idéntico al partido ni al proletariado, de una manera monolítica. En cualquier momento determinado, el núcleo sólido representa una minoría: en las primeras etapas de la sociedad socialista, son quienes están firmemente comprometidos con el objetivo global de llegar al comunismo; y luego habrá diferentes gradaciones de personas, de diferentes clases y capas sociales, que se agrupan con relación a eso. El núcleo sólido tiene que tener raíces en el proletariado, y la dirección tiene que movilizar y desencadenar constantemente a nuevas personas de entre aquellos que quedaron “perjudicados” a raíz de las contradicciones restantes del capitalismo; por ejemplo, las personas que en la vieja sociedad no recibieron formación para hacer el trabajo intelectual, o las mujeres de diferentes capas (así como hombres) que quieren hacer avances en la emancipación de la mujer.
Pero el proletariado en sí no es estático, tiene mucha diversidad y pasa por cambios muy dinámicos, debido a su participación en todas las esferas de la sociedad, y a la experiencia de vivir con las capas medias, de transformarlas — y también de aprender de ellas. Habrá diferentes clases, y diferentes niveles de compromiso con el proyecto comunista, y se estará tratando de trabajar con esa contradicción y solucionarla, pero no de arriba pa’ bajo. Se trata de desencadenar un proceso y luego meterse en ese proceso con las masas.
Esta es una concepción muy diferente a las anteriores, que se basaban en una especie de “reificación” del proletariado, un punto de vista que confunde el papel histórico mundial del proletariado de ser la clase que encarna las nuevas relaciones de producción, con los individuos que son miembros de esa clase en algún momento determinado. Como mencioné antes en la discusión sobre la “verdad de clase”, una manifestación de esa “reificación del proletariado” era darle mucha importancia al origen de clase de las personas en el proceso de valorar sus opiniones y de nombrarlas a posiciones de dirección o de responsabilidad, y decir que el nombramiento de obreros y campesinos a esas posiciones impediría el revisionismo. Esa tendencia fue muy marcada en Stalin, pero también se vio de diferentes maneras con Mao y la revolución china.

Una vez más acerca de la nueva síntesis

Hemos hablado mucho sobre las implicaciones políticas de la nueva síntesis, particularmente con respecto al socialismo. Pero antes de pasar a cuestiones de estrategia, y sobre la base de todo lo que acabo de decir, quisiera que piensen en cuánto expresa y en la profunda importancia que expresa la siguiente descripción de la nueva síntesis, de la primera parte deHacer la revolución y emancipar a la humanidad:
Esta nueva síntesis abarca reconfigurar y recombinar los aspectos positivos de la experiencia hasta la fecha del movimiento comunista y la sociedad socialista, mientras se aprende de los aspectos negativos de esa experiencia, en las dimensiones filosóficas e ideológicas tanto como las políticas, y así tener una orientación, método y enfoque científicos con raíces más profundas y firmes, no solo en cuanto a hacer la revolución y conquistar el poder, sino también, sí, en cuanto a satisfacer los requisitos materiales de la sociedad y las necesidades de las masas populares, con una base cada vez mayor, en la sociedad socialista —para superar las profundas cicatrices del pasado y continuar la transformación revolucionaria de la sociedad, mientras al mismo tiempo apoyar activamente la lucha revolucionaria mundial y actuar conforme con el reconocimiento de que la arena y la lucha mundiales son las más fundamentales e importantes, en un sentido global— junto con abrir cualitativamente más espacio para dar expresión a las necesidades intelectuales y culturales del pueblo, entendidas en el sentido amplio, y posibilitar un proceso más diverso y rico de exploración y experimentación en los campos científicos, artísticos y culturales, y en la vida intelectual en general, con mayor campo para la competencia de diferentes ideas y escuelas de pensamiento, y para la iniciativa y creatividad individuales y la protección de los derechos individuales, con espacio para que los individuos interactúen en la “sociedad civil” independientes del estado — todo en un marco general cooperativo y colectivo y al mismo tiempo a la medida que el poder estatal se mantiene y se sigue desarrollando como un poder estatalrevolucionario al servicio de los intereses de la revolución proletaria, en el país en particular y por todo el mundo, donde este estado es el elemento dirigente y central de la economía y la dirección general de la sociedad, mientras el estado en sí se transforma continuamente en algo radicalmente diferente de todos los estados previos, como una parte crucial del avance hacia la abolición posterior del estado al llegar al comunismo a nivel mundial16.
Permítanme decirlo de esta manera: la primera etapa de nuestro movimiento hizo época y fue heroica; exige y se merece que se estudie más profundamente y hay que defenderla y apoyarla. Pero por sí solo, lo mejor de lo que se entendía en esa etapa no llevaría ni llevará a la humanidad al comunismo. Con la nueva síntesis, esa posibilidad se plantea de nuevo. Como me dijo un camarada: es como una nueva rama del árbol de la evolución.

Parte V: Implicaciones estratégicas — Hacer la revolución

Esta es una visión increíblemente inspiradora de una sociedad diferente, una sociedad en la que la abrumadora mayoría de la gente de veras quisiera vivir.
¿Pero cómo vamos a llegar a esa sociedad? Eso me lleva a la última parte de esta presentación, el problema de la estrategia para la revolución — particularmente en los países imperialistas. Una vez más, ahora solo puedo esbozar unos conceptos claves, y esta será aún más condensada que la primera parte de la presentación.
Para empezar, la revolución es una cosa muy seria. En un país como este, solo se puede hacer una revolución cuando toda la sociedad esté sumida en una crisis profunda, debido fundamentalmente a la naturaleza y al funcionamiento del sistema mismo, y junto con eso surja un pueblo revolucionario, de millones y millones de personas, conscientes de la necesidad de un cambio revolucionario y resueltas a luchar por él. Una vanguardia tiene que orientar todo lo que hace hacia llegar a esa posición —medir todo lo que hace con relación aeso— todo lo que hace tiene que ver con la revolución. Cualquier meta que no esté a la altura de eso no sirve, y llevará a la capitulación.

Lo objetivo, lo subjetivo… y acelerar mientras que se aguarda

Pero repito, ¿cómo vamos a llegar a tal situación? Un concepto importante que viene al caso es lo que se llama científicamente la “relación entre el factor objetivo y el factor subjetivo”. El factor objetivo incluye las condiciones materiales de la sociedad y su dinámica subyacente; las grandes corrientes políticas e ideológicas que se arremolinan —en cierto sentido de forma autónoma— en torno a eso; las direcciones (contradictorias) en que todo eso se desenvuelve y cambia; el estado de ánimo, los sentimientos y las ideas de diferentes sectores de la población; etc. El factor subjetivo se refiere a aquellos que quieren cambiar todo eso; a menudo se refiere al partido, pero a veces puede referirse al movimiento más amplio, según el contexto.
Ahora bien, esa es una relación dialéctica: lo objetivo y lo subjetivo son distintos, pero se influyen y se transforman mutuamente. El factor objetivo es como la cancha en la que se está jugando el partido, y en un sentido general establece las pautas y el marco. Pero no es una cancha fija ni determinada, sino que está cambiando constantemente, y el factor subjetivo puede influenciar al factor objetivo. Además, a veces el partido mismo es una parte importante de la situación objetiva: puede que esté dirigiendo una lucha importante, en otras palabras, que sea blanco de ataques o tenga un enorme impacto con alguna iniciativa ideológica. Y por eso, la gente estará hablando del partido, así que el factor subjetivo será parte del factor objetivo. Al mismo tiempo, el factor objetivo penetra en el factor subjetivo: al partido lo influencian de diferentes maneras el estado de ánimo y el pensamiento de las masas y de quienes se acercan al partido, trabajan con él y que se hacen militantes.
Sin embargo, la opinión común de nuestro movimiento ha sido levantar un muro de ladrillos conceptual entre estos dos factores y adoptar una actitud pasiva hacia el factor objetivo — de reducir el trabajo comunista a lanzar iniciativas que básicamente reflejan lo que las masas ya están haciendo o ya están dispuestas a hacer y a “organizarlas”. Ese punto de vista no les plantea ningún reto ideológico, salvo “entrarle a la lucha” que está en marcha. Bob Avakian ha identificado el “realismo determinista” que está al fondo de esto — la idea de que la situación existente determina muy estrechamente y limita los parámetros del trabajo revolucionario y la suposición de que esa situación continuará por un tiempo indefinido en la misma dirección, sin rupturas radicales o cambios repentinos, sin que nada la afecte, y sin la posibilidad de que las contradicciones existentes produzcan cosas nuevas de maneras inesperadas.
Pero la verdad es que la realidad rebosa de contradicciones y la historia, al igual que la naturaleza, está repleta de saltos repentinos. Por eso, las iniciativas muy audaces que emprende el factor subjetivo (con tal que se basen en la verdadera dinámica de la realidad material) pueden tener un efecto electrizante y galvanizante; pueden “cambiar el juego”, para usar un cliché muy trillado pero de todos modos expresivo. Ese punto de vista determinista no es sensible ni está al tanto de los acontecimientos que tienen posibilidades de cambiar la ecuación general — según sean las acciones de la vanguardia.
Ahora bien, la revolución no se iniciará con puras ganas y mucha voluntad. Eso te llevará, y llevará a las masas también, a una situación muy mala. Pero, en la inmensa mayoría de los casos, la principal tendencia en los países imperialistas ha sido abandonar en los hechos, si no de palabra, la revolución, y no comprender a fondo e incluso oponerse al gran dinamismo en potencia del factor subjetivo, o de la conciencia.
Sobre la base de entender correcta y profundamente esta contradicción, Bob Avakian ha adaptado un concepto de Mao —acelerar el desarrollo de la revolución, mientras que se aguarda el surgimiento de acontecimientos favorables en la situación objetiva— es decir, esos momentos en que todo se pone en juego. Pero ese concepto es dialéctico y no mecánico: se está trabajando sobre las condiciones con la expectativa y el entendimiento de que ese trabajo llegará a ser parte de prepararse para importantes cambios en la situación objetiva, además de ser parte de gestar y, hasta donde sea posible, modelar esos cambios cuando se presenten. Se trata de esforzarse contra los límites, esforzarse contra el marco, y de hacerlo consciente de que las agudas contradicciones de este sistema se manifiestan desde muchas direcciones diferentes e inesperadas. Para citar otra vez a la reciente charla Hacer la revolución y emancipar a la humanidad:
[A]unque los cambios en lo que es objetivo para nosotros no se darán entera, y quizás ni siquiera principalmente, debido a nuestro “trabajo” para afectar las condiciones objetivas (en un sentido directo, uno a uno), sin embargo nuestro “trabajo” para afectarlas puede generar ciertos cambios dentro de un marco dado de condiciones objetivas y —en conjunción con una “mezcla” y como parte de ella, junto con muchos otros elementos, como las otras fuerzas que afectan la situación objetiva desde su propio punto de vista— eso podría, en ciertas circunstancias, ser parte de la combinación de factores que  llevan a un cambio cualitativo. Y, repito, es importante recalcar que nadie puede saber exactamente cómo se desenvolverá todo eso17.
Así que, el que uno asuma esta línea y orientación de “acelerar mientras que se aguarda” —o no— no es simplemente una cuestión moral; tiene todo que ver con que siquiera se presentará una situación revolucionaria y, para decirlo francamente, si uno siquiera tendrá la orientación o la capacidad de reconocer esa posibilidad.
A la luz de eso —y todo lo que hemos repasado hoy— lo que sigue (también de la primera parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad) es uno de los pasajes más importantes de toda la obra de Bob Avakian. Tiene muchos términos científicos, muchos de los cuales que ya mencioné; pero para adentrarnos en eso, deben saber primero que en la filosofía el término “necesidad” se refiere a la realidad objetiva en un momento determinado —las direcciones contradictorias en que las cosas se mueven y se desarrollan, y las limitaciones a ese desarrollo y los posibles rumbos que tome—, y que el término “superestructura” se refiere a las instituciones políticas, la cultura, las ideas y otros aspectos de la sociedad, a diferencia de las relaciones de producción.
Veamos lo que escribe Avakian:
Pero fundamentalmente (y, se podría decir, debajo de todo esto) la libertad sí radica en el reconocimiento y la transformación de la necesidad. Lo importante es que ese reconocimiento y la capacidad de llevar a cabo esa transformación se dé a través de diferentes “canales”, y no está ligada de una manera positivista o reduccionista o lineal a la manera en que se presentan, en un momento dado, las principales contradicciones sociales. Si así fuera —o si así lo abordáramos—, liquidaríamos el papel del arte y de buena parte de la superestructura en general. ¿Por qué libramos batallas en la esfera de la moral? Porque en la superestructura hay iniciativa y autonomía relativas. Y cuanto más se le dé expresión correcta a eso, tanto mejor será la situación, en cuanto a la clase de sociedad que tengamos en un momento dado así como en términos de nuestra capacidad de reconocer la necesidad y llevar a cabo la lucha por transformar la necesidad18.

El qué hacerismo enriquecido

Esto es un aspecto clave del concepto estratégico muy importante del “qué hacerismo enriquecido”. Y esto también choca contra una tradición del movimiento comunista que se llama “economicismo”. En un principio, el economicismo se refería a limitar la atención de los trabajadores a la lucha en torno a salarios, condiciones de trabajo, sindicatos y así sucesivamente, pero ha llegado a abarcar cualquier estrategia que se enfoca en movilizar a las masas a luchar por “resultados palpables”. En realidad nadie admite que no quiere llevar el comunismo a las masas; simplemente se dice que “este no es el momento”, y que “la lucha por las reivindicaciones inmediatas es la mejor manera de llegar a la posición de hacer eso... más adelante”.
Hace más de 100 años, Lenin criticó ese mismo punto de vista en su obra pionera ¿Qué hacer? Señaló que el comunismo es una ciencia que se desarrolló fuera del proletariado y que hay que llevarlo al proletariado desde afuera; que los comunistas deben ser tribunos del pueblo que pueden aprovechar todo acontecimiento importante para plantear ante todos sus convicciones comunistas, y contrapuso eso a la mentalidad del secretario sindical, que dirige luchas en torno a las necesidades inmediatas de sus miembros; y dijo que para llevar a cabo esa y las muchas otras tareas necesarias para una revolución, se necesita un partido de vanguardia, compuesto de proletarios y gente de otras capas que hacen suya la concepción del mundo comunista y se dedican a la causa comunista.
Hoy, todo eso sigue siendo muy polémico. Y hoy lo que está en juego en esta lucha es: si se va a dirigir a las masas a ser los emancipadores conscientes de la humanidad, o, al contrario, si se les va a tratar como soldados rasos a quienes dar ideas simplonas mientras que en esencia los gobiernan aquellos que han recibido una formación para trabajar en la esfera de las ideas. Hablamos antes de eso, con relación a la dictadura del proletariado, pero es algo que se manifiesta agudamente hoy mismo.
Miren: para hacerse un emancipador de la humanidad, se necesita hacer una enorme ruptura y no se puede hacer eso sin dirección. Repito, la gente no puede tomar una iniciativa consciente para cambiar al mundo si no sabe cómo el mundo funciona; eso requiere ciencia y hay que obtener esa ciencia de quienes han tenido la oportunidad de estudiarla. Sin eso —sin una vanguardia verdaderamente merecedora del nombre—, la revolución comunista nunca se dará. Y darles ideas simplonas a las masas mientras que uno mismo tiene lo que un camarada llamaba “un templo de conocimientos secretos” —y hacerlo a nombre de “las masas”— sería peor que despreciable, si no fuera tan destructivo, peligroso y omnipresente.
Ahora bien, a esto lo llamamos el qué hacerismo “enriquecido” porque, además de rescatar y revivir los principios cruciales desarrollados por Lenin, Avakian ha recalcado la importancia de capacitar a las masas para bregar con todas las esferas de la sociedad con la orientación de conocer el mundo para transformarlo, así como la necesidad de “ir eliminando”, en la medida posible, las barreras que impiden bregar de esa manera; y, lo que es de gran importancia crítica, ha recalcado la importancia de promover audazmente el comunismo y plantear ante las masas los mayores problemas de la revolución, los problemas de los que hemos estado hablando hoy.
El qué hacerismo enriquecido es todo un conjunto, y no se puede reducir a una sola forma de actividad; para entender eso más a fondo, recomiendo firmemente que estudien la segunda parte de Hacer la revolución y emancipar a la humanidad. Sin embargo, helo aquí en pocas palabras: a partir de la orientación de acelerar mientras que se aguarda una situación revolucionaria, abarca el papel central del periódico revolucionario; la necesidad de propagar el comunismo audazmente en todo lo que hacemos; la importancia de promover las obras de Bob Avakian; la necesidad de organizar a la gente en torno a la consigna: “Luchar contra el sistema, y transformar al pueblo, para la revolución”, difundir la revolución y forjar resistencia a las formas principales en que el sistema ataca a las masas; el reclutamiento al partido; y las iniciativas políticas en torno a las “fallas sísmicas” sociales que en un momento determinado concentran las contradicciones sociales importantes, como la lucha para sacar corriendo al gobierno de Bush.
La orientación estratégica del Frente Único Bajo Dirección Proletaria también es muy importante: es tanto una orientación como un método, un enfoque estratégico para realinear a las diferentes fuerzas de clase de tal manera que la meta de la revolución y el punto de vista comunista revolucionario de que hablamos hoy se pongan en primer plano y se establezcan en la posición dirigente. Eso se lleva a cabo a través de un proceso complejo que llamamos unidad-lucha-unidad: o sea, forjar unidad con personas de diversas capas sociales y puntos de vista en torno a problemas sociales importantes, tanto las “fallas sísmicas” críticas del sistema como una amplia gama de otros problemas; dentro de esa unidad bregar sobre cuestiones de cómo ver al mundo, en los frentes ideológico y político; y mediante ese proceso de lucha seria, desarrollar esa unidad a un nivel más alto y más fundamentado. En todo esto, nuestra meta es repolarizar la situación política: superar las divisiones y la falta de unidad y de confianza, y dirigir el frente único que se necesitará no solamente para hacer la revolución, sino para avanzar hasta llegar a la sociedad comunista.
A la luz de todo eso, quiero llamar la atención al libro Away With All Gods! Unchaining the Mind and Radically Changing the World (¡Abajo todos los dioses! Desencadenar la mente y cambiar radicalmente el mundo), que se publicará oficialmente el mes entrante pero que está a la venta aquí, y que cuestiona de manera muy poderosa la religión y las maneras en que las creencias religiosas son una traba para la gente. Distribuir este libro muy audazmente es un ejemplo perfecto de retar a la gente a romper con la esclavitud mental y a hacerse emancipadores de la humanidad.

“Sobre la posibilidad de la revolución”

Por último, es importante tocar una pregunta muy grande: ¿es posible ganar en un país como este? Con respecto a esto, quiero leer un corto pasaje del muy importante artículo que salió en nuestro periódico “Sobre la posibilidad de la revolución”. El artículo dice:
El año pasado, en la charla “Forjar otro camino” (que Revolución acaba de publicar como serie y que se encuentra en revcom.us), Bob Avakian llama la atención al hecho de que hay “‘dos cosas que no sabemos hacer’ — es decir, responder a la represión y ganar cuando se presente el momento… Lo digo para recalcar la necesidad de esforzarnos en esto — de una manera apropiada y no de maneras poco apropiadas”.
Continúa, hablando del tema de ganar cuando llegue la hora:
“Tenemos que abordar la cuestión de ganar de una manera muy seria y no infantil, y no de una manera que ayude a la reacción, con su concentración de poder [encarnada en la clase dominante imperialista], a aplastar todo intento de crear un mundo nuevo”.
Para subrayar más esa orientación, Avakian incluye en “Forjar otro camino” una declaración publicada en Revolución titulada “Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución”, que empieza así:
“La revolución es un asunto sumamente serio y hay que abordarla de manera seria y científica, y no con expresiones subjetivas e individualistas de frustración, alardes, poses y acciones que van en contra del desarrollo de un movimiento revolucionario de masas cuya meta es un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, y cuyos medios coinciden fundamentalmente con esa meta y sirven para plasmarla en realidad. La revolución, y especialmente la revolución comunista, es y tiene que ser la acción de las masas populares, organizadas y dirigidas para librar una lucha cada vez más consciente para abolir todos los sistemas y las relaciones de explotación y opresión, y llevar a la humanidad a trascenderlas” (“Puntos esenciales” salió originalmente enRevolución #55, 30 de julio de 2006, y se publica como Apéndice del folletoRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, p. 91).
Conforme a esa orientación, en “Forjar otro camino” y sobre la base de lo que se dice en “Puntos esenciales”, Avakian llama a estudiar y bregar en la esfera de la teoría y concepción respecto al problema de ganar cuando surja el momento. Como dice:
“En charlas previas he hablado de que hay dos pistas en relación con el problema de ganar, en relación con la conquista del poder cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario de millones. En vista de lo que acabo de leer (el texto completo de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria—en oposición a los alardes y poses infantiles y las tergiversaciones de la revolución’), y con esto como plantilla o fundación —y desde un punto de vista estratégico y no inmediato—, debemos entender el papel y la relación dialéctica de estas dos pistas. Son pistas separadas, y solo con un cambio cualitativo de la situación (como explica lo que acabo de leer de ‘Puntos esenciales de orientación revolucionaria’)… podrán confluir. Hasta ese entonces, solo se pueden desarrollar correctamente —y hay que desarrollarlas— como pistas separadas.
“La primera pista, que es el principal enfoque y contenido ahora, es el trabajo político, ideológico y organizativo, guiado por la orientación estratégica del frente único bajo la dirección del proletariado, con la meta de hacer preparativos políticos para cuando surjan una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario en una escala masiva. Esto es lo que quiere decir ‘acelerar mientras se aguarda’ el desarrollo de una situación revolucionaria.
“La segunda pista significa y en esencia es el desarrollo de la teoría y la orientación estratégica para poder responder y ganar cuando las dos pistas puedan y deban confluir, con un cambio cualitativo del terreno político objetivo con el surgimiento de una situación revolucionaria y un pueblo revolucionario (como he explicado aquí y se presenta en forma concentrada en ‘Puntos esenciales’). Lo apropiado ahora es prestarle atención a la esfera de la teoría, el pensamiento y el conocimiento estratégicos, y aprender de una manera profunda y global de toda clase de experiencia. Es necesario estudiar todas esas diversas experiencias y sintetizarlas desde una perspectiva estratégica correcta, para acumular los conocimientos y así profundizar la comprensión teórica y la concepción estratégica”.
Y, ampliando un punto que señaló Mao Tsetung, Avakian ha destacado la orientación fundamental de que es sumamente importante no dejarse restringir por la superstición y la convención —ni tampoco por lo que, hasta este momento, se ha considerado cierto—, sino que hay que abordar todos los problemas con el pensamiento crítico y creativo, basado en los principios y métodos científicos19.
Así que, en cuanto a ese problema enorme, de ganar cuando se presente el momento, recomiendo firmemente que consigan el folleto Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, que contiene ese artículo, o que lo descarguen en línea de revcom.us y lo lean, artículo que se guía por el método de Bob Avakian.

Conclusión

Ese ha sido un esbozo de la nueva síntesis —una nueva concepción de la revolución y el comunismo, que apunta a una sociedad radicalmente diferente y, en última instancia, a un mundo comunista, sin explotación y sin relaciones opresivas entre la gente. Esa nueva síntesis ha “ideologizado” la revolución de regreso al escenario y representa objetivamente, como dice Avakian, “una fuente de esperanza y osadía sobre una base científica sólida”20.
Los que estamos aquí tenemos que asumir esta nueva síntesis en serio, adentrarnos en ella y convertirla en una fuerza ideológica y política poderosa para transformar el mundo, mientras que bregamos más plena y continuamente con la obra extensa, rica y en constante desarrollo, y el método y enfoque, que está forjando Bob Avakian.
Quisiera concluir leyendo un pasaje de la parte final del libro Democracia: ¿Es lo mejor que podemos lograr?, que visualizael futuro comunista por el cual estamos luchando:
Hoy en día solo es posible conjeturar, y soñar, acerca de las manifestaciones que presentarán las contradicciones sociales en la sociedad comunista del futuro y cómo se resolverán. ¿Cómo se abordará el problema de combinar las fuerzas productivas avanzadas, que requieren un grado significativo de centralización, con la descentralización y la iniciativa local (y qué querrá decir “local”)? ¿Cómo se abordará en la sociedad comunista la cuestión de criar nuevas generaciones, lo que ahora se realiza de una forma atomizada y por medio de relaciones opresivas en la familia? ¿Cómo se le prestará atención al desarrollo de campos específicos de conocimiento o a proyectos que requieran concentración especial, sin convertirlos en el “coto especial” de ciertos individuos? ¿Cómo se manejará la contradicción entre habilitar a la población a adquirir destrezas y conocimientos versátiles y al mismo tiempo cumplir con la necesidad de cierto nivel de especialización? ¿Y qué de la relación entre iniciativas individuales e intereses personales por un lado y sus responsabilidades y contribuciones sociales por el otro? Parece que siempre será el caso que, con respecto a cualquier cuestión, o controversia, en particular, habrá un grupo —y como regla general será una minoría al principio— que la entenderá a un nivel más correcto y avanzado; pero ¿cómo se utilizará esto para el beneficio de todos y cómo se impedirá que se consoliden grupos en “defensa de sus propios intereses”? ¿Cuáles serán las relaciones entre diferentes partes y regiones del mundo —puesto que ya no existirán países— y qué tratamiento se le dará a las contradicciones entre lo que se podría llamar “comunidades locales” y las asociaciones de más alto nivel, hasta llegar al nivel mundial? ¿Qué significará en términos concretos ser ciudadanos del mundo, específicamente por lo que respecta a lugar de residencia, de trabajo, etc.—, se “alternará” de una parte del mundo a otra? Y, ¿cómo se tratará la cuestión de diversidad lingüística y cultural versus la unión mundial de la humanidad? ¿Y podrán creer los miembros de la sociedad comunista, aun con su conocimiento de la historia, que efectivamente existió una sociedad como esta que ahora nos aprisiona, y que para colmo se declaraba eterna y el máximo pináculo que la humanidad era capaz de alcanzar? Estos asuntos y muchísimos más hoy día solo pueden ser tema de especulación y de sueños; pero incluso plantear estas preguntas, e intentar visualizar cómo se abordarán en una sociedad donde las diferencias de clases, el antagonismo social y la dominación política ya no existan es en sí sumamente liberador para cualquiera que no tenga un interés creado en el orden actual21.

¿No es este un futuro para el cual vale la pena dedicar la vida?
¡Éntrale a la nueva síntesis! ¡Sé parte de emancipar a la humanidad!

Notas
1. “Criminalizing the Classroom: The Over-Policing of New York City Schools”, NYCLU, ACLU, marzo 2007. [back]
2. “Battle Company Is Out There,” Elizabeth Rubin, revista New York Times, 24/02/2008. [back]
3. “In Oil Rich Angola, Cholera Preys Upon Poorest,” Sharon LaFraniere, New York Times, 16 de junio de 2008. [back]
4. Anita Gradin, comisionada de la Unión Europea, Martina Vandenberg, “The Invisible Woman,” The Moscow Times, 8 de octubre de 1997. [back]
5. Latin American Working Group. [back]
6. Adam Liptak, “US Imprisons One in 100 Adults Report Finds”, New York Times, 29 de febrero de 2008. [back]
7. El audio de la charla El communism y la democracia jeffersoniana está en línea en bobavakian.net y revcom.us [back]
8. Bob Avakian, Observations on Art and Culture, Science and Philosophy (Chicago: Insight Press, 2005) y Bob Avakian y Hill Martin, Marxism and the Call of the Future: Conversations on Ethics, History, and Politics (Chicago: Open Court Publishing/Carus Publishing, 2005). [back]
9. ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del proletariado internacional, número 50 de la revista Revolución, enero de 1982, próximo a salir en revcom.us, y Avanzar el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica, en Obrero Revolucionario, Nos. 316-317, 5 y 12 de agosto de 1985, próximo a salir en revcom.us. [back]
10. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 31. En línea: revcom.us. [back]
11. Carlos Marx, La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, en C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, tomo 1. [back]
12. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 52. En línea: revcom.us. [back]
13. La base, las metas y los métodos de la revolución comunista, en revcom.us. [back]
14. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 35. En línea: revcom.us. [back]
15. Pregunta tres de la sesión de preguntas y respuestas de Las 7 Charlas (en audio en inglés), colocada en bobavakian.net el 4 de agosto de 2006; hay una versión impresa en español: “La revolución que queremos debe ser capaz de incluir a los Arundhati Roy; y más que incluirlos debe darles la bienvenida”, Revolución #67, 29 de octubre de 2006, en revcom.us. [back]
16. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 35-36. En línea: revcom.us. [back]
17. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de Revolución, Revolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 40. En línea: revcom.us. [back]
18. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de RevoluciónRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 11. En línea: revcom.us. [back]
19. “Sobre la posibilidad de la revolución”, en el folleto de RevoluciónRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), pp. 80-81. En línea: revcom.us. [back]
20. Hacer la revolución y emancipar a la humanidad, en el folleto de RevoluciónRevolución y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos (1º de mayo de 2008), p. 37. En línea: revcom.us. [back]
21. Democracy, Can’t We Do Better Than That (Chicago: Banner Press, 1986), p. 266. [back]
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  • ¿QUÉ ES LA NUEVA SÍNTESIS DE BOB AVAKIAN?

    revcom.us/a/129/New_Synthesis_Speech-es.html



    18 may. 2008 - Por último, y de mucha importancia, Bob Avakian ha criticado y roto con ...... a salarios, condiciones de trabajosindicatos y así sucesivamente,  ...
    Has visitado esta página 5 veces. Fecha de la última visita: 3/04/15.
  • (Bob Avakian)! - Revcom.us

    revcom.us/avakian-es/



    BOB AVAKIAN Chairman of the Revolutionary Communist Party ... Por Bob Avakian yel trabajo que ha hecho durante varias décadas, de sintetizar las  ...
    Falta: sindical
  • Bob Avakian - Wikipedia, la enciclopedia libre

    es.wikipedia.org/wiki/Bob_Avakian



    Bob Avakian, nacido el 7 de marzo de 1943 en Washington, es un político ... luchas revolucionarias de los años sesenta y setenta, trabajó con el Partido Pantera ...Informa de por qué él cree que una revolución comunista en Estados Unidos  ...
    Falta: sindical
    Has visitado esta página 2 veces. Fecha de la última visita: 19/04/15.
  • jhon halloway y bob avakian, entrándole a sus discursos

    lukyrh.blogspot.com/.../jhon-halloway-y-bob-avakian-entrandole.html



    22 feb. 2015 - A Aidan, Anna-Maeve y Mariana Holloway, gracias por hacer que sea..... El trabajo asalariado ha sido y es la base del movimiento sindical,  ...
  • DAZIBAO ROJO: Bob Avakian: Sobre el Comunismo, el ...

    dazibaorojo08.blogspot.com/.../bob-avakian-sobre-el-comunismo-el.htm...



    18 jun. 2009 - Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario ..... entreel trabajo intelectual y el trabajo manual y sin que sea tan fuerte, por decirlo así, .....si bien podría representar una buena reivindicación sindical bajo el  ...
  • La «Nueva Síntesis» de Avakian, Muleta del Revisionismo

    odiodeclase.blogspot.com/.../la-nueva-sintesis-de-avakian-muleta-del.ht...



    7 mar. 2012 - pasando por la defensa del revisionismo del PCN (M) apoyado en que tal partido sí influencia y moviliza a ... a otros para promover y difundir el trabajo de Bob Avakian y su nueva síntesis. ..... Sobre el sindicato amarillo CC.
  • sobre los “pensamientos guia” y el “culto a la personalidad”

    odiodeclase.blogspot.com/.../sobre-los-pensamientos-guia-y-el-culto.htm...



    15 ago. 2013 - por lo que es evidente que hace falta más preparación y educación de ...el culto a Bob Avakian en el Partido Comunista Revolucionario EU, ..... concordancia del trabajo revolucionario con los intereses objetivos y ..... Sobre el socialimperialismo soviético · INDIA: Arrestado el activista del Sindicato de Est..
  • presidentes de la capitulacion: gonzalo, prachanda y bob ...

    www.eldiariointernacional.com/spip.php?article2564



    25 jul. 2009 - Por: Luis Arce Borja. ... En Bob Avakian, el Presidente de nuestro Partido, tenemos la clase de líder valioso y poco común que se presenta con muy poca frecuencia. ... llevar a cabo el trabajo con una orientación revolucionaria fuerte. ... LA TRISTE REALIDAD DEL MOVIMIENTO SINDICAL DEL SECTOR (.
  • CONTRIBUIR A LA CONFUSIÓN - Massline.org Home Page

    www.massline.org/SingleSpark/Mexico/Contribuir.htm



    ... a 1976” y, por si fuera poco, plantear la “nueva visión de Bob Avakian sobre .....accidentes de trabajo, prohibición para formar sindicatos, huelgas violentas,  ...
  • Sobre cuestiones acerca de la política del Partido ...

    www.neue-einheit.com/mixed/is/is2004-41esp.htm



    Por suerte, hoy, algunos representantes del DKP están criticando el XX congreso ....Esto debe estrechar lazos del papel del Partido del Trabajo de Albania, el cual .....expulsar a todos los funcionarios de los sindicatos por antirrevolucionarios. ... el revolucionario americano Bob Avakian, escribió un artículo en 1981 que  ...///


  • /// CONTRIBUIR A LA CONFUSIÓN

    Manuel R. Chávez López


    En el siguiente texto voy a exponer un comentario crítico a la conferencia titulada El socialismo es mucho mejor que el capitalismo, y el comunismo será un mundo mucho mejor, presentada por Raymond Lotta en la Facultad de Filosofía de la UNAM, en el mes de mayo de 2006. Misma que fue previamente publicada en el periódico Revolución, voz del Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos, números 25-31, 5, 12,19 y 26 de diciembre de 2005, 8, 15, 22 de enero de 2006 y reimpresa como folleto. Para nuestro análisis utilizamos la versión en castellano divulgada en el folleto.
    Mi comentario está fundamentado en el marxismo-leninismo-maoísmo (mlm) y tiene como objetivo sentar las bases para un debate serio y profundo entre los mlm, que nos encontramos divididos en torno una serie de problemas fundamentales, tales como el carácter de la revolución democrática, el socialismo, la restauración del capitalismo, la revolución de Octubre, el papel de Stalin en la restauración capitalista en la URSS, la revolución china y la revolución cultural. La polémica entre mlm debe guiarse por el principio de unidad-crítica-unidad, porque se trata de “contradicciones en el seno del pueblo” y de ninguna manera de “contradicciones antagónicas”.
    En la introducción, Raymond Lotta (RL), quien se autopresenta como “economista político maoísta”, cuando, en realidad, es “economista” (por su formación académica) y “economicista” (por su posición política e ideológica); nos advierte de dos cosas: la primera, que “Toda una generación” sólo ha escuchado “que el socialismo fracasó y que el capitalismo es lo máximo” y “que el socialismo es una pesadilla” y, la segunda, que esta “‘revisión de la historia’ también ha afectado a muchos intelectuales progresistas”. Puntos de partida con los cuales es muy difícil no estar de acuerdo.
    El proyecto “Pongamos las cosas en claro”, que impulsa RL, tiene el propósito de “convertir este ataque ideológico contra el comunismo en un debate enérgico en las universidades” sobre el pasado y futuro del comunismo. La conferencia de RL forma parte importante de este proyecto, arenga que se difundió en varias universidades (y seguro repitió textualmente, como fue el caso de México).
    Lo primero que salta a la vista, es una cuestión muy simple: el nombre tan contundente, pretencioso y determinante del proyecto, cuando, a final de cuentas, no cumple de manera adecuada y objetiva con lo que promete: poner las cosas en claro. En efecto, la disertación de RL -con una duración de alrededor de 90 minutos- pretende aclarar varios problemas complejos: “confrontar las mentiras sobre el socialismo, analizar la experiencia y los logros de la revolución bolchevique de 1917 a 1956 y de la revolución china de 1949 a 1976” y, por si fuera poco, plantear la “nueva visión de Bob Avakian sobre el proyecto comunista”.
    Hay un dicho popular que dice: “El que mucho abarca poco aprieta”. Creo que la conferencia de RL adolece, de entrada, de esta deficiencia. Son tantos y tan complejos los problemas que se propone dilucidar que, realmente, resulta muy difícil explicar de manera seria y profunda cada uno de ellos en tan poco tiempo, así fuera el mejor ponente (pero, la verdad, luego de 30 minutos de gritos irritantes es complicado seguir con atención el sermón, y más cuando se dirige a un publico que no entiende inglés y, por tanto, debe atender a la traducción simultánea). En consecuencia, RL aborda los temas a vuelo de pájaro, es decir, ofrece una interpretación limitada y superficial, sin rigor y honestidad intelectual.
    Pero este asunto no es el inconveniente primordial. La contradicción principal está en la forma subjetiva (antimarxista) que emplea para explicar los temas propuestos (con excepción del último).
    Antes de entrar de lleno a confrontar los puntos de vista de RL, también quisiera hacer un comentario rápido sobre el lugar seleccionado para llevar a acabo la campaña de aclaraciones: las universidades. Realmente es de llamar la atención que las conferencias se hayan diseñado para los centros de enseñanza superior y no para obreros y campesinos, barrios populares, centros comunitarios, migrantes, minorías, organizaciones políticas y sociales, etc. En la intervención de RL no hay ningún tipo de explicación sobre esta decisión (y tal vez no tenía porque darla, pero creo que sería de gran utilidad para entender mejor la perspectiva de la campaña). Puedo suponer cuatro posibles justificaciones, aunque corro el riesgo de equivocarme. Primera: los compañeros que organizaron esta campaña están pensando en reeditar las viejas tesis de la década de los sesenta esbozadas principalmente por Marcuse, quien haciendo un incorrecto análisis del desarrollo del capitalismo e incapaz de vincular la teoría marxista con las luchas de las masas trabajadoras, planteó que la clase obrera había sido integrada al capitalismo y perdido todo su potencial revolucionario, por tanto, los estudiantes eran el nuevo sujeto histórico de la revolución y las universidades los escenarios principales de la misma.
    Segunda: los compañeros están interesados en trasladar mecánicamente a los EU la experiencia de los movimientos estudiantiles de China (donde, efectivamente, casi siempre jugaron un papel importante en los inicios de los procesos revolucionarios, por ejemplo: 1919 -contra los acuerdos de Versalles-, 1935 -en la lucha patriótica contra el Japón-,1966 -la revolución cultural-).
    Tercera: los compañeros están impregnados del marxismo académico o legal, y prefieren la tranquilidad de los salones de clase y auditorios a los escandalosos centros fabriles y malsanos campos agrícolas, o en otras palabras, deciden desarrollar un trabajo político entre fracciones de la burguesía y pequeña burguesía en lugar de obreros industriales y jornaleros del campo.
    Y cuarta: los compañeros piensan que los estudiantes universitarios son el receptáculo fundamental de las posiciones anticomunistas elaboradas por la burguesía y todos sus aparatos ideológicos, incluidos los centros académicos. Por ello, las universidades constituyen el corazón del campo de batalla ideológico en defensa del mlm, el socialismo y el comunismo.
    ¿A quién se dirige Raymond Lotta? Llama la atención que se conozca de antemano el tipo de publico asistente a la perorata: “Hoy está aquí mucha gente que ansía una alternativa a este sistema; que quiere dedicar la vida a hacer algo por el bien de la humanidad”. Se tiene la certeza de que entre la concurrencia no hay personas que llevan años escuchando el discurso anticomunista dominante, con los cuales, por cierto, se piensa dar un “debate enérgico”. De las palabras de RL se desprende que la mayoría de los asistentes son o serán activistas políticos de tiempo completo para la revolución, ya son parte de la misma causa. Así las cosas, el proyecto de discutir para poner las cosas en claro es una farsa, porque a fin de cuentas se habla ante puros activistas convencidos o, en el peor de los mundos posibles, simpatizantes de su posición política e ideológica. Se pretende, entonces, polemizar con quienes se comparte la misma posición sobre los temas a tratar o solamente puntualizarlos para que se hagan preguntas, que no son sino simples pedidos de aclaraciones (como ocurrió en la Facultad de Filosofía de la UNAM).
    Una omisión importante. Cuando RL señala que los primeros pasos hacia el comunismo fueron las revoluciones rusa y china, se olvida increíblemente de mencionar la Comuna de París (aunque más adelante se refriere a ella con cierto sentido peyorativo: “Eran los primeros pasos, aparte de la breve comuna de París”, como si la brevedad -dos meses de duración- fuera suficiente razón para despreciarla), Comuna que también sufrió una derrota y fue motivo de inspiración para los revolucionarios del siglo XX, comenzando por Lenin y continuando con Mao Tsetung.
    Los problemas serios comienzan precisamente cuando RL se plantea la pregunta “¿Por qué es importante saber la verdad sobre las revoluciones rusa y china?” Porque está en juego el “futuro de la humanidad”, cierto, sin duda. Pero para demostrar que el capitalismo es un “horror” se apoya en datos como los siguientes: la muerte de 35 mil niños cada día, los 3 más ricos de EU controlan “más activos” que el PNB de los 40 países más pobres, el ecobalance de este planeta está en peligro, uno de cada 8 negros de 20 a 30 años está en prisión, incluso, por esa línea de demostración la lista podría ser más larga y contundente. En los argumentos de RL para expresar el horror del capitalismo, no hay, ni por equivocación, una referencia a la terrible situación de explotación que padece la clase obrera en los EU y el resto del mundo: duración de jornadas de trabajo, salarios miserables, condiciones antihumanas de los centros de trabajo, accidentes laborables, formas de contratación, polivalencia laboral, despidos masivos, aumento del ejército de reserva industrial, competencia despiadada entre obreros, primas a la productividad y al buen comportamiento, desaparición de sindicatos y otras formas de organización obrera, modificación de las leyes laborales, subempleo, crecimiento de la población dedicada a la economía informal, etcétera (se deja de lado el secreto más recóndito de todo el edificio social capitalista: las relaciones de producción basadas en el trabajo asalariado, ahí se encuentra el verdadero horror del capitalismo, del que emanan otros más).
    La clave del sistema de explotación capitalista no está en la existencia de pobreza, injusticia, discriminación racial-género-religiosa, debacle ecológico, concentración de la riqueza aunque todos sean problemas importantes, no son, reiteramos, la esencia para entender y explicar el modo de producción capitalista. La burguesía puede aplicar -en momentos determinados- políticas económicas para disminuir la pobreza, para reducir la brecha entre ricos y pobres, para ordenar el sistema jurídico, etc., es decir implementar un capitalismo benefactor o con rostro humano con el propósito de evitar la agudización de las contradicciones sociales, o sea, de las luchas de clases.
    Recordemos, incluso, que en el siglo XIX algunos pensadores “socialistas” afirmaban que el capitalismo regulado por el Estado burgués era equivalente a un “socialismo de Estado”. Pero la burguesía y su Estado nunca van a desaparecer el trabajo asalariado fuente de pulsvalor y condición misma del sistema de explotación, aunque pueda complementarlo con la reproducción o recuperación de relaciones de producción precapitalistas.
    Cómo es posible que un “economista político maoísta” pase por alto lo más elemental de la crítica de la economía política realizada por Marx en El Capital. En los Grundrisse, Marx afirma que el capital es una relación y sólo puede ser una relación de producción. Uno podría pensar que sólo en esta parte del texto se estaría cometiendo esta omisión y que de inmediato sería corregida, pero no ocurre así. Este olvido se encuentra a lo largo del texto. Por ello, sostenemos que se trata de una posición consciente, de una desviación economista o economicista.
    En la definición que hace RL de comunismo, el señalamiento a las relaciones de producción se hace de tal forma que pierden toda relevancia y, por otro lado, tampoco aparece ningún comentario sobre el carácter de las fuerzas productivas propias de esta sociedad. Se dice en buen lenguaje lennonista (de John Lennon) que el comunismo lo podemos imaginar como una sociedad donde la “gente conozca el mundo y lo transforme conscientemente… donde se haya zafado de las cadenas de la tradición y la ignorancia… donde trabaje colectivamente para producir los artículos básicos y también para explotar el arte, la cultura y la ciencia, ¡y se divierta haciéndolo!... donde el punto de vista científico y la imaginación se refuercen uno a otro… donde haya unidad y diversidad, y se dé amplio debate y lucha ideológica sobre el rumbo y el desarrollo de la sociedad, pero sin antagonismo de clase… donde las relaciones humanas se basen en el respeto mutuo, amor a la humanidad y un verdadero interés por su bienestar… que se ha superado todas las clases y diferencias de clases; abolido todos los sistemas y relaciones de explotación; acabado con todas las instituciones sociales de opresión y las relaciones de desigualdad social (como la discriminación racial y la dominación de la mujer por el hombre); y dejado atrás todos los valores e ideas retrógrados y opresivos”.
    Una sociedad con estas características, dice RL, es comunista. Y nosotros preguntamos ¿por qué no hay una sola referencia a cuestiones tan importantes como el Estado, la democracia, la propiedad de los medios de producción, las mercancías, el dinero, los salarios, la división entre el trabajo manual e intelectual, la divergencia entre ciudad y campo, la disciplina laboral? Silencio sepulcral. Con una definición de esta naturaleza se está más cerca de la isla de Utopía que de Rusia y China, en otros términos, la propuesta de RL está más identificada con Tomas Moro (por quien siento un profundo respeto, pero no deja de ser un exponente del socialismo utópico o premarxista) que con Carlos Marx, Federico Engels, Lenin y Mao Tsetung.
    Las diatribas de RL llegan al extremo de afirmar que “El proletariado es la clase que surge de las fuerzas productivas socializadas de la sociedad capitalista”. En nuestros días, en efecto, la sociedad capitalista se caracteriza por un empleo más socializado de las fuerzas productivas, o sea, que el desarrollo impresionante de las fuerzas productivas requiere de una división del trabajo más compleja. Pero vistas así las cosas, se podría desprender erróneamente que el proletariado es una clase social que acaba de aparecer en la historia, y que es el producto de la división del trabajo productivo. Las palabras de RL dan pie a esa interpretación. Sin embargo, en El Capital Marx dedicó el capítulo de la Acumulación Originaria de Capital para demostrar como surgen las dos clases fundamentales (no las únicas) del capitalismo desde el siglo XVI, y luego su consolidación en el capítulo de Maquinaria y Gran Industria. La seudo explicación de RL tira por la borda todo el estudio marxista para decirnos en seis palabras que el proletariado “surge de las fuerzas productivas socializadas”.
    El desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas y su socialización es resultado de la carrera o competencia entre capitalistas para aumentar la tasa de explotación de la fuerza de trabajo de los obreros. Simplemente hay que leer la forma como Marx explica el origen del plusvalor absoluto, relativo y extraordinario para comprender porque el capital requiere de esos dos elementos: desarrollar y socializar, yo agregaría, concentrar y centralizar.
    El proletariado, sostiene RL, “Representa el trabajo y los esfuerzos colectivos que corresponden al carácter socializado de las fuerzas productivas”. No señor “economista político maoísta”. Esta explicación es subjetiva, superficial y unilateral. La existencia del proletariado nos recuerda cada minuto, cada hora y cada día que el trabajo y los esfuerzos colectivos en la sociedad capitalista se desarrollan a través de una relación de explotación del hombre por el hombre: el trabajo asalariado. El proletariado representa la clase contratada (por un número determinado de horas de trabajo y una cierta cantidad de dinero, salario, por carecer de medios de producción y subsistencia) para poner en funcionamiento las fuerzas productivas (propiedad de los capitalistas, con excepción de la fuerza productiva del trabajador, por eso, se ve en la necesidad de emplearlo) y realizar el proceso productivo (relaciones de producción olvidadas sistemáticamente por RL).
    Luego RL se desliza para plantear una interrogante crucial para toda la problemática planteada en la conferencia ¿Qué es el socialismo? “el socialismo es una transición del capitalismo al comunismo, a la sociedad sin clases”. Hasta aquí estoy de acuerdo con RL. “En el socialismo el proletariado y sus aliados (que son la gran mayoría de la sociedad) trasforman conscientemente las estructuras económicas, las relaciones sociales y las ideas que perpetúan las divisiones sociales de clase. Se desata la creatividad e iniciativa de los que han estado en el fondo de la sociedad. La revolución socialista establece un nuevo sistema de gobierno: la dictadura del proletariado, que frena y controla a las viejas clases explotadoras y a los que buscan tumbar el nuevo sistema. Tal sistema les da a las masas el derecho y la capacidad de cambiar el mundo, de participar en todo aspecto de la sociedad y de ser amos de la sociedad… La revolución socialista establece una nueva economía basada en la propiedad social de los medios de producción y la planificación social; la cooperación para solucionar problemas y atender necesidades sociales; y un conjunto de prioridades económicas y sociales completamente nuevas. La dictadura del proletariado ejerce una dictadura sobre los capitalistas y apoya un sistema que permite liberarse del capitalismo”. Aquí ya tengo varios problemas a dilucidar.
    Lo primero que resalta de esta explicación -a la mejor porque no se consideró necesario, o se daba por obvio- es la omisión de un comentario en el sentido de que para llegar al socialismo (que posiblemente tuvo necesidad de una fase previa de revolución democrática popular o de nueva democracia) se requiere del triunfo de la revolución dirigida por el proletariado y su partido de vanguardia que, a su vez, es guiado por una teoría revolucionaria fundada en el marxismo.
    Luego tenemos dos imperdonables omisiones para un maoísta: uno, no hay ni una sola referencia al tipo de Estado que se establece en el socialismo, porque yo creo que RL está de acuerdo en que “sistema de gobierno” no es igual a Estado, al no ser que para él si lo sea y entonces tenemos un problema mayúsculo; y dos, existe una ausencia total sobre el papel del partido proletario en el periodo de transición revolucionario.
    La dictadura del proletariado no “frena y controla” a sus enemigos, como afirma RL, sino que es un instrumento en manos del proletariado y sus aliados para desplegar una encarnizada lucha de clases contra las clases contrarrevolucionarias, que quieren la restauración del capitalismo. Pero todavía más: la dictadura del proletariado tiene como objetivo prioritario crear las condiciones para su propia extinción, a través de un proceso simultáneo que requiere, entre otras muchas cosas, la desaparición de todas las clases sociales.
    Si el socialismo es un periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo entonces tenemos la reproducción del sistema capitalista, por lo tanto, existe Estado; proletariado, burguesía, pequeña burguesía, campesinos, lucha entre las diversas clases, capital, trabajo asalariado: luego, entonces, explotación, costumbres, tradiciones, ideologías burguesas, ordenamientos jurídicos burgueses, etc. En suma: hay condiciones materiales y espirituales (en la estructura y la superestructura) que permiten la reproducción capitalistas, las cuales, incluso en las primeras etapas del socialismo son fuertes y se niegan a desaparecer. Todo esto, por consiguiente, es lo que el proletariado como clase en el poder necesita destruir y sustituir con los nuevos elementos comunistas, que durante un periodo de tiempo no existen o son muy pocos y débiles, por esto mismo, se corre el peligro de la restauración capitalista. Estas concepciones, sin embargo, no están presentes en el discurso de RL. Él se mantiene consecuente con su visión pre marxista del socialismo, o sea, utópico.
    Con estos principios básicos del socialismo utópico Raymond Lotta se lanza a fondo para “poner las cosas en claro” sobre las revoluciones rusa y china. Pero ojo, mucho ojo, a estas alturas, ya consumió 30 minutos de los 90 que dura su intervención y además falta por comentar las supuestas aportaciones de Bob Avakian, presidente del Partido Comunista Revolucionario de los EU, a la teoría del comunismo.
    Antes de entrar a analizar la versión, revisión de la historia, de RL sobre la revolución rusa, también quiero afirmar que la síntesis hecha por RL sobre la naturaleza del socialismo no fue la que guió a Lenin cuando se lanzó a la batalla en octubre de 1917. Basta con revisar, Las cartas desde lejos, La tesis de abril, Resoluciones de la VII conferencia nacional del POSDR(B), La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla, etc. Textos escritos antes de octubre de 1917. Las primeras medidas implantadas por el gobierno soviético fueron, en gran medida, el resultado de las condiciones caóticas en las que se encontró el país durante 4 años de guerra imperialista y casi un año de revolución y, por supuesto, de la lucha de clase desplegada por el proletariado y sus aliados, primero, contra sus enemigos internos y, después, contra sus enemigos internos y externos.
    “Los sucesos de febrero de 1917 abrieron el camino a la Revolución de Octubre en Rusia”. ¿Cuáles fueron los “sucesos” de febrero? RL cita: “Grandes huelgas y protestas en lo que hoy es San Petersburgo tumbaron al zar y una coalición liberal tomó el poder”. Mayor desprecio por los acontecimientos revolucionarios de febrero es difícil encontrar, y lo peor es que venga de un maoísta. Los “sucesos” ocurridos en el mes de febrero y los primeros días de marzo fueron una Revolución, la primera de dos revoluciones que se desarrollaron en 1917. Si no somos precisos con el lenguaje que usamos para designar los grandes acontecimientos revolucionarios de las masas trabajadoras armadas, después no va a faltar quien llame simples “sucesos” a la Revolución de Octubre. Y puede ser alguien que se encuentre de este lado de las barricadas.
    La revolución de febrero realizada por los obreros, soldados, campesinos y estudiantes acabó con la dinastía de los Románov, que había regido Rusia desde 1613.
    Esas masas insurrectas que obtuvieron una victoria contundente, crearon su órgano de poder: el Soviet de Petrogrado, donde los mencheviques y socialistas revolucionarios tenían la inmensa mayoría (la presencia de los bolcheviques en el Soviet era minoritaria, casi insignificante). Y fueron estas dos tendencias las encargadas de entregar el poder a un grupo reducido de miembros del Comité Provisional de la Duma. Mediante esta negociación surgió el Gobierno provisional. En este punto se ubicó el problema central de la revolución de febrero. La traición cometida por los mencheviques y eseristas permitió que la revolución victoriosa hecha por las masas trasladara el poder arrebatado a la monarquía a manos de la burguesía y los terratenientes capitalistas.
    Pero, “¿Cuál era la situación antes de la revolución? La mayoría de la población vivía en el campo, donde todavía se trabajaba la tierra con arados de madera. La religión y la superstición estaban enraizadas en la vida cotidiana, y la siembra de la tierra se regía por los días santos. El marido golpeaba a la mujer. Las ciudades sufrían grandes epidemias. La autocracia gobernaba a través de una enorme red de espías, policías y prisiones. Suprimían los ideamos y culturas de las etnias. Esa era la ‘normalidad’ antes de la revolución, y se volvió más intolerable cuando Rusia entró en la I Guerra Mundial y los campesinos y los obreros se los llevaron a la fuerza”. Resumiendo: la situación en Rusia antes de la revolución se caracterizaba por campesinos que trabajan con arados de madera, dominación de las ideas religiosas, violencia intrafamiliar, enfermedades, represión, ataques a las minorías nacionales, reclutamiento forzoso.
    Increíble, pero cierto. Según RL, no había en Rusia una brutal explotación de la clase obrera (jornada de trabajo por encima de las 10 horas diarias, salarios exiguos, peores condiciones para el trabajo infantil y femenil, accidentes de trabajo, prohibición para formar sindicatos, huelgas violentas, marchas combativas, mítines encendidos, propaganda revolucionaria, etc.), ni tampoco una descomunal explotación y opresión de los campesinos (concentración de la tierra en grandes propietarios, la expropiación de las tierras de las comunidades, reproducción extendida de formas precapitalistas de explotación -feudales y asiáticas- combinadas con trabajo asalariado, expulsión de campesinos a las ciudades donde estaba creciendo la industria, rebeliones campesinas, etc.), pero además brillaban por su ausencia el analfabetismo de la inmensa mayoría de la población, el hambre y la miseria generalizadas.
    Con la explicación que nos brinda RL sobre la situación previa a la revolución, se puede desprender que los motivos que desencadenaron la furia revolucionaria en las ciudades y el campo fueron la existencia de “epidemias”, mujeres golpeadas y “arados de madera”. Es verdad que jugaron un papel importante en la revolución la represión furiosa hacia obreros y campesinos, los ataques que sufrían las minorías nacionales y la inconformidad de los trabajadores de la ciudad y el campo por la movilización obligatoria al frente de batalla. Ante esta exposición del “economista político maoísta” sólo podemos decir una cosa: estamos realmente sorprendidos por la pobre aplicación del materialismo dialéctico e histórico para analizar una situación concreta, o peor aún, la inexistencia de un análisis marxista de una situación concreta en un momento concreto.
    En octubre, los bolcheviques dirigieron la insurrección de masas armadas que depuso al Gobierno provisional. Era la segunda revolución de 1917. El II Congreso de los Soviets de Toda Rusia, reunido del 25 al 27 de octubre, aprobó (no “dos decretos contundentes” como dice RL), sino tres: retirar a Rusia de la guerra imperialista, repartir la tierra entre los campesinos, proclamar un nuevo gobierno dirigido por el presidente Lenin, pero bajo el control del Congreso de los Soviets de Toda Rusia. Por cierto, el gobierno soviético surgido de la Revolución de Octubre era un “Gobierno obrero y campesino”, y no exclusivamente obrero. Aún más contundente: no fue una dictadura del proletariado, sino una “Dictadura democrática de obreros y campesinos” (palabras de Lenin).
    Raymond Lotta brinca a otra explicación incorrecta de la revolución rusa: “A diferencia de las demás fuerzas de la sociedad rusa, el partido bolchevique estaba preparado para dirigir el alzamiento de las masas”. ¿Dónde, cómo y cuándo los bolcheviques adquirieron esa destreza revolucionaria? No hay un solo señalamiento. Se da por asentado. La verdad es otra y muy diferente. Cuando, a mediados de septiembre de 1917, Lenin llegó a la conclusión de que el partido bolchevique debía tomar el poder del Estado, a través de la insurrección armada en Petrogrado y Moscú (sin establecer una fecha), el Comité Central (CC) decidió participar en la Conferencia Democrática convocada por los mencheviques y eseristas para conformar un “Anteparlamento”, ante el cual, el gobierno sería, en cierta medida, responsable. Así pues, a finales de septiembre, el partido bolchevique comenzó a caminar por dos rutas diferentes. Todavía más: Lenin era minoría en el CC y el partido. Y todavía peor: Lenin se encontraba en Finlandia.
    En esta crítica situación, Lenin hizo declaraciones fuertes contra sus íntimos amigos que, de acuerdo con la versión de RL, ya estaban listos para dirigir la insurrección: “Y no cabe la menor duda de que si los bolcheviques cayeran en la trampa de las ilusiones constitucionalistas, de la ‘confianza’ en el Congreso de los Soviets, y en la convocatoria de la Asamblea Constituyente, de la ‘espera’ del Congreso de los Soviets, etc.; no cabe duda de que esos bolcheviques serían unos traidores miserables a la causa proletaria”; “los bolcheviques se cubrirían de oprobio para siempre y quedarían reducidos a la nada como partido. Porque dejar pasar este momento y ‘esperar’ al Congreso de los Soviets es una idiotez completa o una traición completa”; y “Al ver que el CC ha dejado incluso sin respuesta mis instancias… debo considerar que existe en ello una ‘sutil’ insinuación del deseo de taparme la boca y de proponerme que me retire. Me veo obligado a dimitir a mi cargo en el CC, cosa que hago, y a reservarme la libertad de hacer agitación en las organizaciones de base del partido y en su Congreso. Porque estoy profundamente convencido de si ‘esperamos’ al Congreso de los Soviets y dejamos ahora pasar el momento, hundiremos la revolución” (Lenin, Los campeones del Fraude y los Errores de los Bolcheviques, Del Diario de un Publicista, La Crisis ha Madurado).
    A partir del 10 de octubre Lenin, quien había regresado a Petrogrado días antes, dio a conocer su posición y en un conjunto de discusiones virulentas pudo de nuevo convencer a la mayoría del CC y del partido para que se pusiera en marcha el dispositivo insurreccional (sin fijar fecha). Ante la oposición de una minoría a la insurrección, el 16 del mismo mes se volvió a discutir el punto de la insurrección armada, el cual fue aprobado por mayoría. Pero aún el mismo 24 de octubre, en el Comité Central y el Comité Militar Revolucionario había dudas y titubeos. Lenin apremiaba: “aplazar la insurrección significaría definitivamente la muerte”. Las divisiones, desconciertos y desorganización, fueron desplazados a la hora de la hora y el partido actuó con perspicacia, decisión y audacia. En dos días de combate, la revolución había triunfado. De qué tipo de preparación habla RL. Los bolcheviques carecían de experiencia para organizar insurrecciones armadas, así como para gobernar.
    Raymond Lotta salta a otro comentario erróneo sobre el periodo de la guerra civil. “Los bolcheviques tomaron las riendas de una economía de guerra al borde de la de ruina”. Gracias a la tregua relativamente elemental alcanzada con Alemania (Tratado de Brest-Litovsk, que el “economista político maoísta” comprometido con poner las cosas en claro olvidó de punta a punta: fue un hecho que simple y sencillamente no le mereció una sola palabra), el gobierno obrero y campesino pudo discutir y aprobar un programa de reorganización general. Mismo que se encuentra en la importante obra de Lenin: Las tareas inmediatas del poder soviético, que también pasó inadvertida para RL. Las tareas inmediatas no pudieron llevarse a cabo por el inicio de la contrarrevolución interna y la invasión de las potencias imperialistas. Este cambio brusco obligó al Estado obrero y campesino a modificar radicalmente sus políticas para sobrevivir a una nueva guerra. Se vieron en la necesidad de implantar un conjunto de medidas provisionales que se englobaron bajo el nombre de “comunismo de guerra”. Medidas drásticas que se aplicaron de junio de 1918 hasta marzo de 1921, cuando el Comité Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia decretó la sustitución del régimen de la requisa por el impuesto en especie. Las políticas del “comunismo de guerra” permitieron, sin embargo, el triunfo del Ejercito Rojo y la derrota aplastante de los “blancos” y sus aliados externos. Pero aún hay más: el “comunismo de guerra” puso en inminente peligro la alianza obrero campesina y, por tanto, la permanencia del Estado soviético, en consecuencia, la revolución (huelgas obreras, levantamientos campesinos, descontento de soldados que aterrizaron, finalmente, en la rebelión de Kronstadt en febrero de 1921). Por estas razones, el Estado democrático de obreros y campesinos cambió el “comunismo de guerra” por la “nueva política económica” (NEP), después de una convulsionada lucha política en el interior del partido bolchevique y los soviets de obreros, campesinos y soldados. Y que, por cierto, la nueva política económica no fue entendida en sus justas dimensiones por una gran mayoría de bolcheviques, para no ir demasiado lejos: Stalin, y por eso la mandó “al diablo” en 1928 (palabras de Stalin).
    Ahora bien, en el curso del “comunismo de guerra” y de las peores condiciones posibles, los obreros crearon, local y pasajeramente, relaciones de producción comunistas: los sábados comunistas, donde los obreros trabajaban horas extraordinarias sin ningún tipo de retribución y consiguiendo un aumento de la productividad del trabajo. El trabajo asalariado fue sustituido por el trabajo gratuito y consciente de los obreros ferrocarrileros. Con el apoyo del Estado, afirmaba Lenin, los brotes de comunismo (creados por las masas conscientes) se irían consolidando hasta conseguir la victoria total del comunismo sobre el capitalismo. Estas relaciones de producción nuevas desaparecieron pronto por las condiciones existentes en ese momento.
    En medio de la cruenta guerra civil, se formó la III Internacional Comunista (1919-1920), que constituyó un hito en la historia de la revolución y del movimiento comunista internacional.
    Pero ninguna, absolutamente ninguna, de todas estas cosas tan embrolladas resultaron importantes para quien prometió hablar de las “dificultades” que encaró la Revolución de Octubre.
    A estas alturas del análisis, resulta irremediable hacer un alto en el camino para preguntar si la exposición de RL permite “conocer la verdad” sobre la revolución rusa. Yo creo que no cumple con lo que promete, se queda muy, pero muy, lejos de una interpretación seria, completa y objetiva. Con este raquítico equipaje teórico, por decir lo menos, resulta imposible salir a “confrontar y refutar” dignamente las distorsiones anticomunistas dominantes en el conjunto de las sociedades norteamericana y mexicana. ¿Por qué se eligió a México para la campaña de clarificaciones? Interesante pregunta.
    Después de la pausa, sigo adelante confrontando y refutando las distorsiones de RL sobre la Revolución de Octubre. Voy a tomar dos o tres problemas más sobre la revolución rusa y concluiré.
    Veamos ahora qué hicieron los comunistas en el poder. RL menciona cuatro cosas que, por supuesto, consideramos son las más relevantes para él: emancipar a la mujer, eliminar la opresión de los grupos étnicos, lanzar campañas nacionales de educación e impulsar la salud. De nuevo, cuáles fueron las razones que llevaron a RL a seleccionar solamente estos cuatro aspectos, cuando tenemos muchos incluso más importantes dentro de la estrategia de sentar bases para construir el socialismo. Recordemos algunos, porque la lista es enorme (entre 1917 y 1924): el decreto sobre el control obrero, la declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado, la creación del consejo superior de economía nacional, la nacionalización de todos los bancos, la creación del capitalismo de Estado bajo control soviético, la expropiación de la gran industria, el reparto agrario, los cambios profundos de la NEP, la nacionalización del comercio exterior, la democracia proletaria, el combate a los capitalistas y terratenientes reaccionarios, el incremento a la productividad, el combate a la indisciplina, el código del trabajo, los acuerdos con las cooperativas de producción y consumo.
    “Tras la muerte de Lenin, en 1924, José Stalin asumió la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética”. De nuevo, RL no considera pertinente explicar la lucha por la sucesión. El proceso de consolidación de la jefatura de Stalin (1922-1929) requirió de contradicciones fuertes (y de subordinar mediante métodos no marxistas, digámoslo claramente: con violencia excesiva) primero a Trotski, después a Sinóviev y Kámenev, y por último a Bujarin, Rikov y Tomski. Todos ellos fueron más tarde asesinados por Stalin, con excepción de Tomski que se suicido en 1936 (obviamente presionado por los acontecimientos al interior del partido). Ante estas purgas, RL confiesa: “tengo que decir francamente que hace falta investigar más a fondo lo que pasaba en el Partido Comunista de la Unión soviética en los años 30”. Pero inmediatamente justifica el asesinato de la vieja guardia bolchevique por las “crecientes tensiones internacionales”, es decir, causas externas, no se hace un análisis de las contradicciones internas. Stalin y otros dirigentes, continúa RL, “no sabían con seguridad si algunos líderes regionales del partido iban a cumplir las directrices centrales”. Pero da la casualidad que Trotski, Sinóviev, Kámenev, Bujarin, Rikov, y otros más no eran “líderes regionales” sino dirigentes históricos de la Revolución de Octubre.
    Dice bien RL que Stalin dudaba de que se fueran a cumplir las directrices centrales, porque ese era el método impuesto a la fuerza por Stalin, ya no había discusión abierta, apasionada y con argumentos para definir las líneas a seguir, como en la época de Lenin. Ahora el secretario general exigía cumplimiento total a las directrices elaboradas e impuestas por él desde las alturas. Y que por ese simple hecho eran correctas de antemano. Stalin sustituyó la democracia proletaria por el totalitarismo político. Acabó con la alianza obrero-campesina base del Estado democrático soviético e implantó la dictadura sobre la clase trabajadora del campo y la ciudad (en 1928, cuando finalmente “mandó al diablo” la NEP, daba la casualidad que también mandaba al “diablo” la NEP leninista, que era un sistema de alianzas de clase para preservar la dictadura democrática de obreros y campesinos).
    RL sostiene que Stalin “Tampoco podía confiar plenamente en el alto mando del ejército” porque había firmado pactos militares con Alemania. Pero aquí surge una pregunta obligada, ¿Stalin no estaba al tanto de los acuerdos firmados por sus militares con militares de otros países? Entonces de que tipo de líder estamos hablando. Stalin que lo controlaba todo, de acuerdo con la explicación de RL, los militares tendrían una especie “autonomía relativa” y podían hacer cosas peligrosas a espalda de su máximo dirigente. ¡Increíble! ¿Dónde está el análisis materialista dialéctico e histórico? Sigue brillando por su ausencia.
    Resumiendo: para Raymond Lotta Stalin desconfiaba de compañeros del CC, de altos dirigentes del partido y del Estado, de líderes regionales, de los altos mandos del ejército y, por esa razón, llevó a cabo las grandes purgas. Método que, desde el ángulo que se le quiera ver, es total y absolutamente antimarxista. Para Stalin no había que tratar la enfermedad para salvar al paciente, había que matar al enfermo. O “muerto el perro, se acabó la rabia”. Y ese es un método burgués, con el cual no se puede estar de acuerdo.
    RL agrega: “Stalin luchaba por defender la revolución y no admitía que la Unión Soviética diera marcha atrás al capitalismo ni hincara la rodilla ente el imperialismo”. Podemos hacer una serie de reflexiones elementales sobre esta declaración de RL: ¿Stalin luchaba solo y su alma por defender la revolución? ¿No había más dirigentes comunistas partidarios de la revolución en quién apoyarse? ¿Cómo fue posible que las figuras más destacadas del Estado y del partido se convirtieran en traidores partidarios del camino capitalista y del imperialismo? ¿Por qué Stalin tampoco tuvo confianza en las masas? ¿Por qué no movilizó a las masas para corregir los problemas en el Estado y el partido? ¿En quién confiaba realmente Stalin? Creo, definitivamente, que RL tiene una tarea urgente que realizar: ponerse a estudiar en serio la revolución rusa antes de salir a las calles (perdón, a las universidades) a pregonar que va a poner las cosas en claro.
    Ahora vamos a abordar, en bloque, una serie de “errores” cometidos por Stalin, y que son reconocidos por RL. Cuatro son los “errores” de Stalin que menciona RL: 1) Emprendió la colectivización de las tierras antes de que los campesinos estuvieran preparados para ella. 2) Lanzó una campaña para aumentar la “producción y la disciplina en las fábricas, pensando que el desarrollo de las fuerzas productivas sería la garantía del socialismo”. Por otro lado, “frenó la experimentación social y cultural” de la década de los veinte y principio de los 30, “el proceso de consolidación se llevó a cabo de una forma que reforzó las relaciones tradicionales”. 3) Consideraba “que la defensa de la Unión Soviética era exactamente lo mismo” que la defensa de la revolución mundial, es decir, “fomentó patriotismo en lugar del internacionalismo proletario”. 4) En “vez de guiarse por el materialismo dialéctico, tendía al materialismo mecanicista” cometiendo “serios errores de método con consecuencias negativas”, por ejemplo: “su análisis de las contradicciones y luchas en el socialismo tenía errores”.
    Cabe señalar que esta posición de Raymond Lotta es dominante en el seno del maoísmo, pero de ninguna manera significa que sea la correcta. Durante más de 20 años hemos escuchado las mismas palabras, ni más ni menos. No se ha avanzado ni un centímetro en el estudio de la teoría y la práctica del stalinismo. Las críticas a Stalin llegan precisamente hasta ahí, o sea, al reconocimiento de una serie de “errores” incluso de “graves errores” con consecuencias negativas, pero no hay más. Esta posición es el resultado de un análisis mecanicista, no marxista. Contentarse con la detección de algunos “errores”, sin pasar a esclarecer cuáles fueron sus consecuencias funestas en el proceso revolucionario significa quedarse en la superficie, denota quedarse en la unilateralidad, implica, en fin, quedarse en el subjetivismo. Nunca hemos podido leer, por ejemplo, cuáles fueron los efectos desfavorables para la revolución el que Stalin fuera un grosero (en el pleno sentido de la palabra) evolucionista vulgar. Mao sostiene que el evolucionismo vulgar o mecanicismo o metafísica es una posición filosófica burguesa. Sí Stalin era metafísico y no dialéctico, no tenemos ahí un problema muy, pero muy serio. ¿O vamos a decir que era tantito mecanicista (tendía, comenta RL), o mejor aún, que era 60 por ciento dialéctico y 40 por ciento metafísico? Vaya manera dialéctica de tratar el problema. Tenemos necesariamente que sambullirnos en los mares agitados de la revolución para conocer como impactó está posición burguesa en la construcción de la Unión Soviética. ¿Socialismo o socialcapitalismo?
    RL acepta que en los años treinta, el proceso de industrialización acelerado se basó en el reforzamiento de las “relaciones tradicionales” y se “mandó al diablo” la capacidad inventiva de las masas, esto significaba, entonces, que se profundizaron y extendieron las relaciones salariales de producción, por lo tanto capitalistas. La clase obrera siguió produciendo plusvalor para los que estaban detrás de la propiedad estatal de los medios de producción, quienes se lo apropiaban y después repartían las migajas. Personajes que también estaban interesados en incrementar el pusvalor a través de la socialización y el desarrollo de las fuerzas productivas. En fin, en este problema también habría que meterse al fondo de las aguas de la construcción económica para conocer cuáles fueron las relaciones de producción dominantes en el proceso productivo. Y no quedarse cantando loas a la industrialización superacelerada y a una supuesta propiedad social de los medios de producción.
    A finales de la década de los 20, los campesinos no estaban preparados para el uso colectivo de la tierra y los instrumentos de trabajo, dice con verdad RL apoyándose en Mao Tsetung. Por lo tanto, Stalin echó mano del expediente de la violencia y la violencia no fue exclusivamente contra los kulaks, sino también contra los campesinos medios y pobres, fue una medida generalizada. La sóla idea de la violencia contra los campesinos medios y pobres, insistía Lenin, era lo más absurdo en la alianza de obreros y campesinos. Las comunas agrícolas, cuando llegará el momento de crearlas, declaraba Lenin, tenían que basarse en la libre iniciativa de los mismos campesinos, respetando la decisión personal, porque actuar con violencia significaba echarlo todo a perder. Sin duda, la acción violenta de Stalin en la colectivización de la tierra significó romper la alianza obrero-campesina y, en consecuencia, “echarlo todo a perder”. La seudocolectivización de la tierra fue, en realidad, una expropiación de los campesinos beneficiados por el reparto agrario de la revolución. ¿Qué surgió entonces de este proceso? Y volvemos a preguntar ¿Socialismo o socialcapitalismo?
    RL señala, con justa razón, que en la década de los 30 Stalin fomentó el patriotismo en lugar del internacionalismo proletario. Se puede llamar “error” a una posición que se repitió una y otra vez. Recordemos que en 1922-23 Lenin desencadenó una feroz lucha política contra Stalin, a partir del problema de la “autonomización” y los hechos ocurridos en Georgia. La importancia de la lucha de Lenin sobre estas cuestiones correspondía a lo que estaba en juego: el conflicto entre una línea internacionalista proletaria y una línea derechista tendiente a identificarse con el nacionalismo gran ruso, a pesar de que Stalin era georgiano. “Declaro una guerra a muerte al chovinismo ruso”, anunció Lenin. Para Lenin, Stalin estaba dirigiendo dentro del partido un movimiento con clara tendencia a la patriotería autoritaria. Había actuado como un imperialista ruso, y eso era inaceptable. El “error” de Stalin estaba presente desde 1922 (si no es que desde antes) y por supuesto nunca lo corrigió, al contrario, podemos decir, que tendió a consolidar su posición. ¿No significaba entonces que la actuación de Stalin correspondía a una línea política consciente y clara y no a un simple “error”?. De nuevo interrogamos, ¿cuáles fueron las consecuencias profundas de la línea stalinista de “verdadero nacionalismo ruso” en el partido, el problema nacional, el internacionalismo proletario y la revolución mundial?
    Así pues, Raymond Lotta y, junto con él, muchos maoístas que aceptan la concepción de los “errores cometidos por Stalin”, interpretan dichos “errores” como claroscuros de una puesta de sol grandiosa. Stalin, a fin de cuentas, era un dirigente que tuvo equivocaciones o “errores” en la obra de construir el socialismo.
    De salida. “Tras la muerte de Stalin en 1953, nuevas fuerzas burguesas del Partido Comunista maniobraron para tomar el poder. En 1956, Jruschov tomó las riendas, consolidó el poder de una nueva clase capitalista y dirigió la reestructuración sistemática del capitalismo de estado”. En otras palabras, la restauración capitalista en la Unión Soviética se debió a “un golpe de Estado” implementado por el nuevo secretario general del partido comunista y camaradas revisionistas que lo acompañaban. ¿Quién puede creer esta explicación seudo científica de la restauración capitalista difundida por Reymond Lotta y compañía? Desgraciadamente muchos maoístas. Aquí también repetimos, no porque sea la interpretación más difundida-aceptada es la correcta.
    La teoría del complot o del golpe de Estado es otra de las grandes falsificaciones hecha por RL y compañía sobre la revolución rusa. Desde 1936, Stalin había sostenido que en la Unión Soviética no existían clase sociales, sólo quedaban tres “grupos sociales amigos”: obreros, campesinos e intelectuales. En consecuencia, también había desaparecido la lucha de clases. Esta concepción no era una explicación marxista sino metafísica de la realidad existente. Si permanecían los obreros había también burguesía: el uno no puede existir sin el otro, es un principio básico de la dialéctica marxista. A quién beneficiaba una teoría mecanicista de esta calaña. ¿Dónde, cómo y cuándo se formó la burguesía? A Stalin le pasó desapercibido la existencia de la burguesía. O peor todavía, él formó, protegió y consolidó esa burguesía. ¿Dónde se encontraba esta burguesía? Sin duda, el Estado se convirtió en el único propietario del capital, el Estado era el capitalista colectivo, para usar una categoría elaborada por Marx, y no los individuos, o funcionarios, o especialistas, o cuadros; la clase capitalista sólo era propietaria colectivamente y colectivamente se apropiaba del plusvalor extraído a los trabajadores, por intermedio del Estado.
    A la muerte de Stalin se desató una cruenta lucha por el poder entre diferentes fracciones de la burguesía burocrática o de estado, de la cual la fracción encabezada por Jruschov salió triunfadora. El proletariado y todos “los de abajo” (“los amos de la sociedad” socialista que tenían el “derecho y la capacidad de cambiar el mundo, de participar en todo aspecto de la sociedad”, según palabras y versión del socialismo utópico de RL) sólo vieron pasar de lejos este recambio en las alturas, es decir, no jugaron un papel protagónico en está lucha de clases por el poder. El modelo de capitalismo de estado construido por Stalin, se modificó muy poco después de su muerte. Aunque hubo varios cambios de piel en el terreno político e ideológico.
    Así pues, el proyecto de Raymond Lotta y compañía con la insolente pretensión de poner las cosas en claro, cuando ni ellos mismos las tienen claras, es una tremenda irresponsabilidad y una reverenda estafa política. Con esta interpretación metafísica de la revolución de Octubre, sólo queda expresar: ¡Qué insensatos!

    II
    (segunda y última parte)
    Para cerrar con broche de oro su análisis sobre la revolución rusa, en el apartado la “revolución soviética en perspectiva”, Raymond Lotta reafirma sin rubor alguno su posición idealista de la historia: “Grandes líderes revolucionarios con visión y metodología científica resumen las lecciones, profundizan los conocimientos y forjan nuevas soluciones al reto de crear un mundo sin clases”. Para nuestro destacado “economista político maoísta”, los grandes hombres convertidos en “líderes revolucionarios” son los forjadores de la historia. Ellos y solamente ellos, poseen una “visión y metodología científica”, pueden sintetizar “las lecciones”, generan y “profundizan los conocimientos”, en fin, ellos y solamente ellos, están dotados para encontrar “nuevas soluciones” a los complicados problemas de construir un mundo comunista. ¿Dónde quedan, pues, las amplias masas populares en el proceso de trasformación revolucionaria de la sociedad? ¿Qué lugar ocupa el proletariado consciente de clase en la revolución? ¿Para qué sirve entonces el partido de vanguardia armado con su teoría marxista-leninista-maoísta? ¿Qué sentido tiene construir instrumentos para la revolución? RL tiene una respuesta contundente a estas interrogantes: el pueblo necesita un iluminado, un salvador, un Dios que lo conduzca al paraíso terrenal. Las masas populares (hombres y mujeres) no intervienen en el desarrollo de la historia, desempeñan, cuando mucho, un papel secundario.
    ¿Cuál es la diferencia entre Raymond Lotta, Tito Livio, San Agustín, Maquiavelo, Vico, Hegel o Comte? Ninguna. Todos son historiadores provistos de una visión y metodología científica idealista. Para ellos, los hombres más fuertes y mejor dotados son los que hacen la historia, es decir, los héroes, quienes son elegidos como instrumentos de los altos fines divinos.
    En la concepción idealista de RL, la acción de la clase obrera y sus aliados en la lucha de clases contra el bloque dirigido por la burguesía es rotundamente rechazada. En su lugar aparece un personaje mítico dotado principalmente de fuerza intelectual: el héroe con “visión y metodología científica”, etc. Con esta interpretación de la historia, la teoría revolucionaria del proletariado resulta avasallada. Esta es una posición profundamente reaccionaria que nada tiene que ver con el marxismo-leninismo-maoísmo. Para el cruzado por difundir la verdad sobre las experiencias revolucionarias del proletariado y combatir sin cuartel las seudo explicaciones burguesas de las mismas, la historia es presentada como la realización de las ideas y no el producto objetivo de las luchas de clases.
    Con esta explicación idealista de la historia, se deduce fácilmente porque Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao Tsetung (y los que faltan) aparecen convertidos en auténticos dioses del proletariado, a los que hay que encender veladoras, quemar incienso y rezar rosarios para que hagan el milagro de construir una sociedad sin clases sociales. La concepción metafísica o mecanicista de la historia sustentada por RL no es nueva en el seno del marxismo. Esta viene de tiempo atrás. Fue Stalin, en realidad, quien la impuso como versión hegemónica en la URSS y en el movimiento comunista internacional en la década de los treinta, aunque sus ideas fundamentales venían desde la segunda mitad de los años veinte. Por ese motivo, el marxismo-leninismo devino en religión de Estado en la Unión Soviética y su región subordinada. El marxismo y el leninismo dejaron de ser una teoría revolucionaria al servicio del proletariado para analizar y trasformar la realidad existente, con el propósito de llegar al comunismo.
    En suma, Raymond Lotta es stalinista no marxista, es idealista no materialista dialéctico y es positivista no materialista histórico. ¿Con estas armas teóricas se puede defender el proyecto revolucionario del proletariado y combatir a la burguesía guardiana del sistema de explotación capitalista? La respuesta es sencilla: No, imposible. O se termina confundiendo más a las masas populares o de plano se acaba defendiendo, por otros medios, a quienes se dice combatir.
    Pasemos ahora al análisis que presenta Raymond Lotta acerca de la revolución china. No obstante, faltan alrededor de 20 minutos para concluir su conferencia. Así pues, en veinte minutos escuchamos su explicación sobre la revolución china, las lecciones de la revolución cultural y las “aportaciones” de Bob Avakian a la teoría del socialismo y el comunismo. Sin embargo, quiero dejar claro un asunto importante: el problema central de la intervención de RL no es de carácter cuantitativo (duración de la plática) sino cualitativo (concepción sobre los temas abordados).
    Raymond Lotta se interroga ¿por qué se hizo la revolución en China? La respuesta a esta pregunta es una muestra más del análisis subjetivo y parcial de RL. La revolución se llevó a cabo porque la mayoría de la población eran campesinos que trabajaban tierras ajenas, vivían bajo la bota del terrateniente, sobrevivían a duras penas, en los años de escasez, comían hojas y tenían que vender a sus hijos; las mujeres eran golpeadas por los maridos; había matrimonios arreglados; el bajo crecimiento económico; en las fábricas textiles se encerraba a las obreras; la gente vivía apiñada en casuchas; había millones de personas adictas al opio, etc. En otras palabras, el atraso económico, la explotación, la opresión, la miseria y la drogadicción desataron la revolución en China. RL sólo distingue los elementos que integran las causas objetivas de la revolución. ¿Dónde quedaron las causas subjetivas de la revolución? Resulta imposible encontrar una respuesta a esta interrogante. El marxismo revolucionario, sin embargo, nos enseña que para que se pueda producir una revolución se necesita la existencia y combinación dialéctica de causas objetivas y subjetivas. Para RL, la presencia de un proletariado con consciencia de clase y organizado en un partido de vanguardia dotado con la teoría revolucionaria del marxismo-leninismo, la construcción de un pensamiento guía o camino o teoría revolucionaria que conduzca el movimiento a la victoria, el análisis concreto de la situación concreta, las alianzas de clases dirigidas por el proletariado y su partido, las campañas de propaganda, la creación de instrumentos necesarios para la revolución (ejército popular, frente único nacional, etcétera), no constituyen causas indispensables para desplegar el proceso revolucionario del pueblo chino. Basta con la persistencia de condiciones objetivas. Si esto fuera verdad, las cosas ya hubieran cambiado en el mundo desde hace mucho tiempo.
    “El 1 de octubre de 1949, Mao Tsetung habló a millones de personas reunidas en la plaza Tiananmen de la capital, tras dirigir 20 años de lucha armada para derrocar a los grandes terratenientes opresores y sacar al imperialismo extranjero”. De esta forma, RL presenta el triunfo de la revolución china. ¡Que capacidad de síntesis! O mejor dicho, que cualidad para no decir nada sustancial.
    Con unas cuantas palabras Raymond Lotta hizo tabla rasa de las luchas, experiencias y contribuciones de la prolongada revolución dirigida por el Partido Comunista de China guiado por el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Tsetung. Hay un absoluto silencio sobre la participación de los comunistas en el Kuomintang, la desviación de derecha de Chen Tuhsiu, los errores de derecha de Stalin y la Internacional, las alianzas de Stalin con el Kuomintang de Chiang Kaishek, el asesinato de miles de obreros en todo el territorio chino, los errores de izquierda de Chu Chiupai, la formación del ejército rojo, la creación de zonas liberadas, la desviación de izquierda de la línea Li Lisan, el oportunismo de izquierda de la línea Wang Ming, las elaboraciones teóricas de Mao Tseung, el ascenso de la tendencia dirigida por Mao Tsetung a la conducción del partido, la disputa entre Mao Tsetung y Chiang Kuotao, la larga marcha, el establecimiento de la base de operaciones en Yenán, la lucha contra el imperialismo japonés, la formación del frente único nacional, la derrota del Japón, la intervención de los Estados Unidos en China, el triunfo militar del Ejército Popular de Liberación sobre el Ejército Nacionalista, entre otros hechos ocurridos de 1924 a 1949. Seguramente, los asistentes a las conferencias universitarias eran expertos en el movimiento comunista chino y, por consiguiente, no tenían necesidad de conocer nada de los cuatro periodos de la revolución.
    En el apartado la “revolución conquista el poder”, integrado por cinco párrafos, también olvida conscientemente referirse al papel del partido comunista, del ejército popular y del frente único. No hay una sola alusión a los “tres instrumentos de la revolución”. Sin los cuales, por cierto, el proletariado y los campesinos chinos nunca hubieran obtenido la victoria sobre sus enemigos de clase del interior (burguesía compradora, feudales, terratenientes, kuomintang, militares, algunas fracciones de la burguesía nacionalista, etcétera.) y del exterior (el imperialismo principalmente japonés y norteamericano). Por el contrario, el nombre de Mao Tsetung aparece cinco ocasiones en tan sólo dos de los cinco párrafos.
    Raymond Lotta pone las cosas en claro, su concepción idealista de la historia cobra sentido en el análisis concreto. Para RL Mao Tsetung hizo la historia, la revolución y la República Popular China. Mientras “Mao Tsetung… tras dirigir 20 años de lucha armada para derrocar” a los enemigos del pueblo hablaba y advertía sobre los problemas del futuro, los “millones de personas reunidas en la plaza Tiananmen” celebraban y vitoreaban sin ver más allá de ese momento. La “multitud” escuchaba, no se preocupaba, ni pensaba, ni actuaba. La “multitud” esperaba la línea correcta del “líder revolucionario con visión y metodología científica”. RL deja de lado que esa “multitud” estaba integrada por “millones” de obreros, campesinos y pequeños burgueses con las armas en la mano y que acababan de conseguir la más grande victoria militar y política del proletariado contra sus enemigos de clase internos y externos, pero además, que estaban decididos a llevar hasta sus últimas consecuencias la revolución democrática con la finalidad de transitar al socialismo y al comunismo.
    Enseguida Raymond Lotta sostiene: “Para Mao, la revolución no terminaba ahí. Entraba en una nueva etapa de transformación socialista de la economía”. De estas dos afirmaciones podemos desprender varios aspectos importantes para el análisis de la revolución china: Primera. ¿Cuál era el carácter de la revolución victoriosa en 1949? RL no proporciona una respuesta a esta interrogante. ¿Revolución de nueva democracia o socialista? RL sigue guardando silencio. Indudablemente, la revolución victoriosa era democrática popular, por supuesto, no era socialista.
    Segunda. Nueve meses después del triunfo del pueblo chino, Mao declaraba: “en las antiguas regiones liberadas (con una población de 160 millones) ya se ha realizado la reforma agraria, estabilizado el orden público, comenzado a encauzar la construcción económica, mejorando en cierta medida las condiciones de vida de la mayoría del pueblo trabajador, y se ha resuelto (en el Nordeste) o está próximo a resolverse (en el Norte y en Shantung) el problema de la desocupación de obreros e intelectuales. Particularmente en el Nordeste se ha iniciado ya la construcción económica planificada. En cambio, en las regiones recién liberadas (con una población de unos 310 millones) debido a que su liberación apenas data de unos meses, medio año o un año quedan por aniquilar más de 400,000 bandoleros… el problema agrario todavía no ha sido resuelto, la industria y el comercio esperan ser reajustados racionalmente, el problema del desempleo sigue siendo grave y el orden público aún es inestable. En una palabra, allí no están dadas las condiciones para llevar a cabo una construcción económica planificada” (Luchemos por un Mejoramiento Fundamental de la Situación Financiera y Económica del País). Por estas razones, Mao Tsetung sostenía que el trabajo revolucionario del pueblo no había culminado todavía. Y aun más claro: “Nuestro régimen de dictadura democrática popular es una poderosa arma para preservar las conquistas de la revolución popular y combatir los complots de restauración de los enemigos internos y externos” (El Pueblo Chino se ha Puesto en Pie).
    Estas posiciones del máximo dirigente del partido comunista tenían su antecedente en dos textos escritos por él mismo años atrás: Sobre la Nueva Democracia (1940) y Sobre el Gobierno de Coalición (1945). Considero necesario hacer algunas referencias al texto Sobre la Nueva Democracia: la revolución china tenía que “pasar por dos etapas: primero, la revolución democrática, y segundo la revolución socialista; éstos son dos procesos revolucionarios cualitativamente distintos”. Por ello, “La revolución China en su primera etapa (subdividida en múltiples fases) es, por su carácter social una revolución democrática-burguesa de nuevo tipo, y no es todavía una revolución socialista proletaria… La primera etapa o primer paso de esta revolución, de ningún modo es ni puede ser el establecimiento de una sociedad capitalista bajo la dictadura de la burguesía china, sino el establecimiento de una sociedad de nueva democracia bajo la dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias del país dirigida por el proletariado; con ello culminará la primer etapa. Entonces será el momento de llevar la revolución a su segunda etapa: el establecimiento en China de una sociedad socialista”. En el terreno de la economía, el Estado debía de ser el propietario de los “grandes bancos y las grandes empresas industriales y comerciales”. No obstante, la República no confiscaría el “resto de la propiedad privada capitalista, no prohibirá el desarrollo de aquella producción capitalista que ‘no pueda dominar la vida material del pueblo’”. Asimismo, se adoptarían medidas “para confiscar las tierras de los terratenientes y distribuirlas entre los campesinos que no tienen tierra o tienen poca”, aplicando el principio de “La tierra para el que la trabaja”.
    Tercera. La declaración de Raymond Lotta contraviene el maoísmo de los primeros años de la revolución triunfante. Recordemos que RL sostiene que la revolución “Entraba en una nueva etapa de transformación socialista de la economía”. Palabras que son una muestra sincera de vulgar retórica. No presenta ningún argumento para demostrar tal aseveración. ¿Por qué hablar de una nueva etapa de la construcción socialista en la economía?, ¿cuál había sido la etapa previa de trasformación socialista? En efecto, la “revolución inmediatamente se propuso cambiar la situación”, como dice RL, pero en una dirección democrática popular y no en una socialista.
    No obstante lo anterior, cuando RL analiza la revolución cultural, llega al fondo de la mentira: “En 1949, la revolución obrero-campesina tumbó al gobierno. Estableció un sistema político y económico socialista que dio poder a las masas y generó mucha mejora”.
    En junio de 1950, al comentar las tareas inmediatas de la revolución, Mao Tsetung era contundente: “Es erróneo y no concuerda con las condiciones de nuestro país el punto de vista, sostenido por algunas personas, según el cual se puede anticipar la liquidación del capitalismo para implantar el socialismo” (Luchemos por un Mejoramiento Fundamental…). Había que lidiar entonces con el capitalismo. En otras palabras, significaba llevar adelante la reforma agraria, ayudar a los campesinos pobres, conservar la economía del campesino rico, afianzar el control económico y financiero, consolidar el equilibrio presupuestal, reajustar los impuestos, eliminar gradualmente la anarquía económica provocada por la guerra, reajustar la industria y el comercio, mejorar las relaciones entre el sector público y privado y entre el trabajo y capital. Medidas democráticas implantadas a nivel nacional que, entre otras cosas, permitirían ayudar a los “intelectuales y obreros desocupados” y mejorar las relaciones con la “burguesía nacional” (No Atacar en las Cuatro Direcciones).
    Todavía más, a fines de junio de 1950, Mao Tsetung insistía: “Nuestro país avanza a paso firme de la manera siguiente: Ha pasado por la guerra, se halla ahora en el proceso de las reformas de nueva democracia, y luego pasará, sin apresuramiento y con la debida preparación, a un nuevo periodo, el socialismo, cuando su economía y cultura hayan alcanzado un gran florecimiento y todas las condiciones estén dadas y cuando, habiéndolo meditado bien, lo apruebe todo el pueblo”. Remachando: el momento para pasar al socialismo “llegará en un futuro lejano” (Ser un Revolucionario Completo).
    Para Raymond Lotta la revolución “estableció un nuevo poder: una forma de dictadura del proletariado. Dio a los trabajadores y campesinos la autoridad de empezar a gobernar la sociedad y de suprimir a los explotadores viejos y nuevos”. No obstante, Mao era muy preciso: “El Gobierno ejercerá la dictadura democrática popular en todo el territorio chino”. Dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias representadas por los partidos y organizaciones populares, el ejército popular, las diversas nacionalidades y las personalidades democráticas. En 1949, el partido comunista no estableció una “forma de dictadura del proletariado” sino una “dictadura democrática popular” de obreros y campesinos con la finalidad de “construir una nueva china independiente, democrática, pacífica, unificada, próspera y poderosa” (palabras de Mao Tsetung). Hasta dónde llega el subjetivismo de RL, quien afirma que los dirigentes del partido enemigos de Mao planteaban el final de la revolución y la tarea de “construir una China moderna y poderosa”.
    Pero vayamos al fondo del problema. Y para ello abrimos un debate con múltiples implicaciones (el cual requiere de un regreso a la revolución de Octubre, asumiendo el riesgo que implica presentar una visión sintetizada de las posiciones en conflicto).
    A pesar de todas las anteriores declaraciones sobre la revolución democrática, Mao Tsetung comenzó a proclamar en su texto Luchemos Por un Mejoramiento Fundamental…que “bajo la dirección del sector estatal de naturaleza socialista” todos los sectores de la economía debían funcionar en forma coordinada. Así pues, Mao adoptaba una tesis stalinista, la cual negaba rotundamente el leninismo. Para Stalin al igual que Mao la economía estatal era sinónimo de economía socialista.
    En primer lugar, Lenin había planteado días antes de la revolución de Octubre que, dadas las condiciones objetivas y subjetivas existentes en Rusia, era imposible implantar el socialismo, por consiguiente, era necesario caminar hacia una transición, la cual estaría integrada por varias fases o etapas. En esta ruta, la implantación gradual de un capitalismo de estado bajo la dirección de un “Estado democrático revolucionario” de obreros y campesinos “representaba inevitablemente, infaliblemente, ¡un paso, pasos hacia el socialismo!”. Medidas como el reparto agrario, la creación de granjas estatales y colectivas, el trabajo obligatorio, el salario a destajo, la disciplina laboral, la jornada de ocho horas, el control obrero, la nacionalización de los bancos y otros consorcios capitalistas, la construcción de grandes empresas controladas por el Estado soviético o mixtas de capital estatal, privado y social (cooperativas), la reactivación de la pequeña y mediana empresa, la ampliación de la educación, la reglamentación de la circulación y el consumo, la abolición del secreto comercial representaban “un paso gigantesco hacia el socialismo, un paso después del cual sería imposible, siempre y cuando se mantuviese una democracia plena, tornar al capitalismo sin recurrir a una violencia inaudita sobre las masas” (Cartas Desde Lejos, Tesis de Abril, VII Conferencia (Conferencia de Abril) de toda Rusia del POSDR (B), La Catástrofe que nos Amenaza y Cómo Combatirla, Se Sostendrán los Bolcheviques en el Poder). Tesis que siguió defendiendo después de la revolución e incluso precisó y desarrolló en la estrategia general de reconstrucción aprobada por el congreso de los soviets de toda Rusia (Las Tareas Inmediatas del Poder Soviético).
    Aun más, cuando el pueblo soviético obtuvo la victoria sobre la contrarrevolución interna y la intervención de las potencias imperialistas, las medidas radicales y coyunturales del comunismo de guerra fueron sustituidas por la nueva política económica, que era, en lo sustancial, un regreso a la línea planteada en los textos anteriormente citados. En el XI Congreso del Partido Comunista (b) de Rusia -marzo y abril de 1922-, el Comité Central proclamaba: “Ahora se nos plantea el problema de construir los cimientos de la economía socialista. ¿Se ha hecho esto? No, no se ha hecho. Aún no tenemos una base socialista. Se equivocan de medio a medio los comunistas que se imaginan que la tenemos”. Más claro imposible. Lenin consideraba la nueva política económica como una estrategia general que implicaba una combinación contradictoria de medidas económicas, políticas, sociales y culturales, cuyos objetivos principales eran, por un lado, consolidar la dictadura democrática del proletariado a través de un sistema de alianzas de clases, donde los campesinos eran el aliado principal de la clase obrera y, por otro, avanzar gradualmente en la construcción de los cimientos de la transición al socialismo. Luego de cuatro años y medio de poder revolucionario, no se habían construido los cimientos del socialismo mucho menos el edificio completo o una parte de él.
    En segundo lugar, el camino de Lenin no era el mismo de Stalin. Los términos del XI congreso bolchevique fueron drásticamente alterados en la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, y nos referimos a este libro porque en el resto de las obras de Stalin no encontramos un solo cometario sobre los acuerdos del XI congreso: “Lenin señaló que la Nep era una lucha desesperada, una lucha a vida o muerte, entre el capitalismo y el socialismo. ‘¿Quién vencerá a quién?’, así estaba planteado el problema. Para vencer, era necesario asegurar los lazos entre la clase obrera y los campesinos, entre la industria socialista y la economía campesina, desarrollando por todos los medios el intercambio de mercancías entre la ciudad y el campo” (subrayados de MR). En esta obra fundamental de la formación ideológica stalinista se reconoce la existencia de un sector socialista en la gran industria, dejando fuera de su análisis, por principio de cuentas, a la mediana y pequeña industria y el resto de la economía (la cual, suponemos nosotros siguiendo el argumento de Stalin, era capitalista). Ahora bien, lo que se presenta en la Historia del Partido Comunistacomo “industria socialista”, no era otra cosa que lo que Lenin estaba describiendo como capitalismo de Estado bajo control y dirección del poder obrero y campesino. La gran confusión y equivocación de Stalin radicaba en considerar el capitalismo de Estado (en la gran industria, pero, sobre todo, en proceso de formación) como sector socialista de la industria (plenamente consolidado).
    Varios años atrás, Lenin, siguiendo a Engels (Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico), había advertido contra el error de que el capitalismo de Estado pudiese ser denominado “socialismo de Estado”; ni el capitalismo de Estado bajo control obrero y campesino era socialismo, como hemos insistido, sino un paso hacia el socialismo (El Estado y la Revolución). Una medida necesaria para construir los cimientos del socialismo.
    No obstante, la posición de Stalin se convirtió en dominante en el partido, el Estado, la clase obrera, los campesinos y, por supuesto, en la Internacional Comunista para la segunda mitad de la década de los veinte.
    Un ejemplo claro y contundente. A dos años de la muerte de Lenin, Stalin presentó a nombre del Comité Central el siguiente informe al XIV congreso bolchevique (diciembre de 1925): “En nuestro sistema de economía existe cierto abigarramiento, pues tenemos, cinco tipos de economía. Hay un tipo de economía casi natural; me refiero a las haciendas campesinas, cuya producción mercantil es muy pequeña. El segundo tipo es la producción mercantil; en ella, la producción destinada al mercado desempeña el papel decisivo en la economía campesina. El tercer tipo de economía es el capitalismo privado, que aun no ha sido muerto, que se ha reanimado y seguirá reanimándose hasta cierto punto, mientras exista en el país la Nep. El cuarto tipo de economía es el capitalismo de Estado, es decir, el capitalismo que hemos consentido y que podemos controlar y limitar como disponga el Estado proletario. Finalmente, tenemos el quinto tipo, la industria socialista, es decir, nuestra industria estatal, en cuya producción no aparecen dos clases hostiles -el proletariado y la burguesía-, sino una sola clase: el proletariado”. A partir de este momento prácticamente no existe un texto de Stalin donde no repita, precise y desarrolle la tesis sobre el carácter socialista de las empresas estatales. Por ello, según Stalin, el socialismo completo se estableció cuando se hizo a un lado la Nep, se lanzó la campaña de industrialización acelerada, se colectivizó la tierra, se concentró los medios de producción en manos del Estado, se estableció la planificación central. En otras palabras, Stalin implantó el capitalismo de Estado con dirección burguesa a través de un proceso acelerado de acumulación originaria de capital y de acumulación de capital propiamente dicho. Por consiguiente, el procedimiento de concentración y centralización del capital en manos del Estado significó expropiación, explotación, opresión y violencia inaudita sobre las masas trabajadoras de la ciudad y el campo.
    Dos cosas sobre el texto de Stalin. Primera. Stalin le corrigió la plana a Lenin desde la derecha. Veamos el planteamiento de Lenin: “Ningún comunista ha negado tampoco, a mi parecer, que la expresión República Socialista Soviética significa la decisión del Poder soviético de llevar a cabo la transición al socialismo, más en modo alguno el no reconocimiento del nuevo régimen económico como socialista. Sin embargo, ¿qué significa la palabra transición? ¿No significará, aplicada a la economía, que en el régimen actual existen elementos, partículas, pedacitos tanto de capitalismo como de socialismo? Todos reconocen que sí. Mas no todos, al reconocer eso, se paran a pensar qué elementos de los distintos tipos de economía social existen en Rusia. Y en eso está todo el meollo de la cuestión. Enumeremos esos elementos: 1) economía campesina, patriarcal, es decir, natural en grado considerable; 2) pequeña producción mercantil (en ella figuran la mayoría de los campesinos que venden cereales); 3) capitalismo privado; 4) capitalismo de Estado; 5) socialismo… No es el capitalismo de Estado el que lucha contra el socialismo, sino la pequeña burguesía más el capitalismo privado los que luchan juntos, de común acuerdo, tanto contra el capitalismo de Estado como contra el socialismo… Los obreros tienen en sus manos el Poder del Estado, tienen la absoluta posibilidad jurídica de ‘tomar’ todo el millar, es decir, de no entregar un solo Kopek que no esté destinando a fines socialistas. Esta posibilidad jurídica que se asienta en el paso de hecho del Poder a los obreros, es un elemento del socialismo… El capitalismo de Estado es incomparablemente superior, desde el punto de vista económico, a nuestra economía actual. Eso en primer lugar. Y en segundo lugar, no tiene nada de temible para el poder soviético, pues el Estado soviético es un Estado en el que está asegurado el Poder de los obreros y de los campesinos pobres” (El Infantilismo “Izquierdista” y el Espíritu Pequeñoburgués, subrayados de Lenin y de MR).
    Segunda. El texto de Stalin es un verdadero compendio de liberalismo, mecanicismo e idealismo: para Stalin el capitalismo (privado y estatal) tenía que morir cuando se mandara al diablo la nueva política económica (Nep), en consecuencia, no podía transformarse en otra cosa diferente, precisamente en socialismo. El capitalismo iba a desaparecer por decreto. Sin embargo, Stalin no veía en la pequeña producción mercantil un elemento capitalista (destinaba la producción principalmente al mercado), pequeño burgués, que engendraba relaciones capitalistas. Por otro lado no era correcto, desde el punto de vista del marxismo y el leninismo, desaparecer en las empresas estatales las clases sociales, la lucha de clases y la explotación de los trabajadores asalariados. Como tampoco era correcto liquidar el capitalismo en el proceso de transición socialista. Si el socialismo es el periodo de transición entre capitalismo y comunismo, resultaba evidente que el capitalismo seguiría existiendo más allá de la desaparición de la Nep. “El uno no puede existir sin el otro”, es decir, el proletariado no puede existir sin la burguesía y el comunismo no puede existir sin el capitalismo en el socialismo. Stalin desaparecía uno de los elementos de la contradicción, cuando esta contradicción no había desaparecido. Stalin, simple y sencillamente, no entendía la dialéctica, no comprendía la identidad y la lucha entre los aspectos de la contradicción.
    En 1950, Mao Tsetung cayó en el error de Stalin. El sector estatal de la economía era considerado socialista, en un contexto de revolución de nueva democracia, es decir, de reproducción controlada de sociedades precapitalistas y capitalista por el Estado democrático popular, al mismo tiempo, que se iban creando las condiciones de transito al socialismo. Y donde el paso al socialismo llegaría en “un futuro lejano”.
    La construcción de una sociedad de nueva democracia en China que, cuando llegara el momento adecuado, se transformaría en socialista y comunista, no podía depender “de prestamos ni ayuda del imperialismo” en general ni del imperialismo soviético en particular. En efecto, el imperialismo soviético, más pronto que tarde, se apropió de los mecanismos adecuados para implantar su modelo de capitalismo de Estado o falso socialismo sin importar las condiciones objetivas, subjetivas e históricas del pueblo chino. Una aclaración importante. En esos momentos, el modelo soviético-stalinista era reconocido tanto por los chinos como por todos los países del mundo como un modelo socialista. Mao se encargaría de demostrar el carácter capitalista e imperialista de la formación social soviética, antes de que terminara la década de los cincuenta. De esta forma, China era incorporada a la órbita imperial de la Unión Soviética. Se pasaba de unas manos imperialistas a otras manos imperialistas. ¿Para esto se había hecho la revolución proletaria?
    A pesar de los enormes logros obtenidos en los primeros años de reconstrucción económica, política, social y cultural en el interior del Partido Comunista de China se inició el debate con respecto al camino a seguir. Un grupo de dirigentes capitaneado por Peng Tehuai era partidario de seguir impulsando el modelo soviético, es decir, stalinista (aunque Raymond Lotta no lo reconozca así, porque él habla del “modelo soviético de desarrollo” en abstracto no se atreve a caracterizarlo o da por hecho que se trata de un modelo socialista) mismo que se identificaba por: industrialización rápida, concentrar y centralizar los recursos en las fábricas grandes y modernas, introducir la tecnología avanzada, desarrollar los centros urbanos, dejar en segundo plano la agricultura y el campo, ceder la planificación centralizada a los expertos, formar un vasto ejército de especialistas para administrar el aparato estatal, motivar a los trabajadores por medio de incentivos materiales y diferencias salariales, suprimir la iniciativa y la capacidad consciente de las masas. También RL olvida mencionar los elementos políticos, ideológicos y culturales que complementaban el modelo soviético de desarrollo capitalista, por ejemplo: el carácter burgués del aparato estatal, la dictadura del secretario general a través del partido único y el Estado, el culto a la personalidad, el predominio de la antidemocracia y el autoritarismo, la represión violenta contra cualquier forma de disidencia, la concepción religiosa del marxismo-leninismo como forma para negar el contenido revolucionario del mismo marxismo-leninismo, la educación elitista, los métodos burgueses de enseñanza-aprendizaje, el predominio de la filosofía metafísica, la interpretación positivista de la historia. Por consiguiente, el grupo de dirigentes identificado con los soviéticos y su modelo era partidario de un camino capitalista subordinado de desarrollo histórico y social.
    Otro grupo de dirigentes encabezados por Mao Tsetung comenzó a distanciarse y a criticar en forma cada vez más contundente el modelo soviético-stalinista y su réplica china. Este grupo iba más allá de un simple reconocimiento de las “fallas del modelo que se ponía en práctica en la Unión Soviética y también en China en los años 50”, como sostiene anodinamente RL. Para Mao y sus seguidores no se trataba de encontrar las “fallas del modelo” para corregirlas, sino de construir un camino diferente al socialismo. Tampoco se trataba de perseguir una vía distinta de “desarrollo económico y social”, sino de levantar una nueva sociedad en su conjunto. Eran seguidores de una línea revolucionaria para edificar el socialismo en ruta al comunismo.
    En la segunda mitad de la década de los cincuenta, la disyuntiva política más importante estaba planteada para el Partido Comunista de China: o desarrollo capitalista dependiente de la URSS o marcha autónoma al socialismo. La contradicción entre la línea Mao Tsetung y la línea de la burguesía soviética se volvió rápidamente antagónica, Y en efecto, no tardó en darse la ruptura virulenta entre los dos países, que llevó en forma directa a la división del movimiento comunista internacional.
    Para transformar a China en un “poderoso país socialista”, en abril de 1956, Mao Tsetung propuso un viraje de 180 grados con respecto al modelo soviético: una estrategia general integrada por diez puntos, que llevó por nombre Sobre Diez Grandes Relaciones. Las diez relaciones o contradicciones eran: la relación de la industria pesada con la industria ligera y la agricultura, relación entre la industria de la costa y la industria del interior, la relación entre la construcción económica y la construcción de la defensa nacional, la relación entre el Estado, las unidades de producción y los productores; la relación entre las autoridades centrales y las autoridades locales, la relación entre las nacionalidades Jan y las minorías nacionales, la relación entre el partido comunista y los partidos no comunistas, la relación entre revolución y contrarrevolución, la relación entre lo correcto y lo erróneo, la relación entre China y el extranjero. En medio de una cruenta lucha de clases, se iniciaba el rompimiento con el modelo soviético de falso socialismo y con la misma URSS.
    Con el Gran Salto Hacia Adelante de 1958 se reorientó el proceso zigzagueante de transición hacia el socialismo y el comunismo en China. En términos generales comparto el contenido del texto sobre el salto adelante y las comunas populares presentado por RL. Pero discrepo en el terreno de su significado histórico. ¿Por qué? RL plantea que desde 1949 se “estableció un sistema político y económico socialista”. Antes había señalado modestamente que en China se “Entraba en una nueva etapa de trasformación socialista de la economía”. ¿Cuándo se realizó este gran salto adelante en el pueblo chino? No se sabe, porque RL no acostumbra dar explicaciones sobre estos cambios cualitativos ¿insignificantes? O debemos entender que una “nueva etapa de transformación socialista de la economía” significa lo mismo que se “estableció un sistema político y económico socialista”. En pocas palabras, RL sustenta que China era socialista. Eso es lo importante.
    Por el contrario, yo formulo la siguiente explicación. Si la revolución triunfante en 1949 era de nueva democracia o democrática popular, los primeros años se utilizaron para generalizar el sistema de nueva democracia por todo el país (había comenzado a construirse en las zonas controladas por el partido después de instalarse en Yenán, y desplegar la lucha contra el imperialismo japonés). Cuando se realizaba esta tarea, los soviéticos maniobraron para imponer su modelo stalinista con la anuencia de los comunistas chinos, que pensaban que dicho modelo era realmente socialista. El establecimiento del modelo soviético requería de tiempo, no podía realizarse de la noche a la mañana por muy acelerado y duro que fuera el proceso de implantación. Esto significaba que la revolución de nueva democracia se orientaba hacia el capitalismo de Estado subordinado a los soviéticos y no al socialismo. Antes de que se consolidara este proceso, el grupo de dirigentes maoístas inició su deslinde y pasó rápidamente a combatir esta tendencia de desarrollo histórico y social. En 1956, Mao lanzó la línea general de las Diez Grandes Relaciones. En los hechos, se pronunciaba por detener el proceso de construcción-consolidación del capitalismo de Estado dependiente y rencausar el camino hacia la nueva democracia en transito al socialismo. En otras palabras, recomponer las cosas para construir los cimientos del socialismo.
    La línea general de las Diez Grandes Relaciones (implantada de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba) acompañada inmediatamente después de la formación de las comunas populares (implantadas de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo), sobre todo con esta última medida, se alentó la primera oleada de transformaciones comunistas con la finalidad de modificar la revolución en socialista, en medio de una desatada lucha de clases por el poder (que incluía el apoyo de los soviéticos a sus partidarios). Es decir, el grupo maoísta aprovechó su hegemonía en el poder político para desplegar el Gran Salto Hacia Adelante y colocar al socialismo como periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo.
    Este proceso, sin embargo, tampoco pudo consolidarse por el recambio en el poder y la crítica despiadada llevada a cabo por los seguidores del camino capitalista, respaldados por sus socios soviéticos y los gobiernos de los países imperialistas de Occidente. Curiosamente, tirios y troyanos coincidieron en condenar la línea maoísta del Gran Salto Hacia Adelante. Casi todas las medidas del Gran Salto Hacia Adelante fueron puestas en la mira de los seguidores del camino capitalista, especialmente las comunas populares, que comenzaron a ser desmontadas o transformadas en otra cosa (Mao fue remplazado por Liu Shoachi en la presidencia de la República, pero conservó una pequeña mayoría en el Comité Central y la presidencia del partido).
    En este contexto se dio la ruptura con la Unión Soviética en 1960. “En represalia, como plantea RL, los soviéticos cortaron la ayuda, retiraron sus asesores, se llevaron los planes de instalaciones industriales a medio construir y dejaron una dura carga de deudas”. Todo ordenado por Jruschev, nuevo representante de la burguesía burocrática soviética. Eso agravó las dificultades, no sólo económicas (como simplifica siempre RL) sino también políticas, sociales, culturales y educativas. El siguiente paso fue la división del movimiento comunista internacional.
    Entre 1956 y 1966, el zigzagueo por el poder o la lucha entre las dos líneas alcanzó un ritmo frenético. Ninguna de ellas podía establecer su predominio durante mucho tiempo en el ejercicio del poder político y, por consiguiente, su proyecto de desarrollo histórico y social. La contradicción principal en el seno del partido comunista era: o caminar hacia el socialismo como periodo de transición al comunismo o desandar hacia la restauración completa del capitalismo (en forma de capitalismo de Estado). El futuro del régimen no estaba asegurado todavía. Vale repetir una aclaración elemental: el socialismo es un periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo, por un lado significa la existencia y reproducción cada vez más limitada del capitalismo, por otro el inicio y desarrollo del comunismo. El periodo de transición comprende varias etapas en su marcha hacia delante o hacia atrás. La transición socialista termina cuando lo nuevo se impone sobre lo viejo, o sea, el comunismo se consolida y el capitalismo desaparece, o viceversa, cuando el triunfo corresponde al capitalismo y se disuelven los elementos comunistas. En la transición socialista, la lucha de clases entre los seguidores de la revolución proletaria y la contrarrevolución burguesa por conquistar y conservar el poder del Estado lo decide todo.
    En esta situación compleja, donde la lucha entre los seguidores de Mao y sus opositores se manifestaba a través de repetidas ofensivas y contraofensivas, el momento de un enfrentamiento decisivo había llegado. En 1966, se desencadenó la lucha contra Peng Cheng -alcalde de Pekín y miembro del Comité Permanente del Buró Político- quien además era una de las figuras más representativas del grupo cuya oposición a la política de Mao Tsetung había terminado por endurecer y volverse cada vez más insistente. La Revolución Proletaria Cultural (RPC) alzó el vuelo.
    Comparto, en términos generales, los comentarios de RL sobre el contenido de la RPC. Pero discrepo en algunas cuestiones que considero fundamentales. RL dice que “A mediados de los años 60, esos seguidores del camino capitalista… estaban maniobrando para tomar el poder. Querían reinstalar los sistemas de explotación”. Uno. Los seguidores del camino capitalista estaban luchando por imponer su hegemonía definitiva desde la época del “gran salto adelante”. Su fuerza y presencia en el Estado y el partido había crecido durante los años que precedieron la RPC, al grado que podían aplicar su propia línea política y oponerse, atenuar, obstruir, sabotear la aplicación de la política de Mao. Dicha oposición no se expresaba públicamente con toda claridad. Los adversarios de Mao no se presentaban como tales, por el contrario, se declaraban sus partidarios. Es lo que los chinos denominaban “oponerse a la bandera roja agitando la bandera roja”.
    Dos. ¿Cómo reinstalar lo que no se ha destruido? Insistimos, el sistema capitalista no desaparece cuando la revolución entra en su fase socialista. El capitalismo sigue reproduciéndose en la estructura económica, política, jurídica, social, cultural, educativa, ideológica, etcétera. Pero esa reproducción esta controlada y orientada por la existencia del poder obrero y campesino (alianza de clases revolucionarias dirigida por el proletariado). Al mismo tiempo comienzan a surgir los embriones o elementos comunistas, proceso de formación que viene de arriba hacia abajo (por iniciativa del Estado y aceptado por las masas trabajadoras) o de abajo hacia arriba (por iniciativa de las masas y aceptado por el Estado y el partido). Entonces, los “sistemas de explotación” capitalista (relaciones de producción basadas en el trabajo asalariado) existían al momento de lanzar la RPC, e incluso eran dominantes. Pero además predominaban el despotismo de fábrica, estímulos materiales, diferencias salarias dependiendo de las capacidades y habilidades de los individuos, administración unipersonal de las unidades productivas, instituciones burocratizadas, nueva burguesía de Estado, prácticas burguesas en el partido, educación aburguesada a todos los niveles, universidades elitistas, exámenes de oposición para ingresar a la educación superior, métodos de enseñanza-aprendizaje burgueses, costumbres y tradiciones capitalistas y precapitalistas, diferencia entre ciudad y campo, contradicción entre trabajo intelectual y manual, diferencias entre mujeres y hombres, viejas formas de arte y cultura, supremacía del autoritarismo y la antidemocracia, etcétera. Todos estos elementos componían, pues, el sistema capitalista controlado por el Estado democrático popular. Por esa razón, la RPC alcanzó todos los niveles de la sociedad. No se desplegó exclusivamente en el terreno de la superestructura ideológica.
    ¿Qué fue la revolución cultural? Desde mi perspectiva, se trató de la segunda oleada desatada por el Estado democrático popular y las masas populares conscientes para impulsar la generación-consolidación de elementos comunistas (la primera, como vimos, había sido con la instauración de las comunas populares, por lo tanto se trató de una experiencia más específica y limitada). La revolución cultural desarrolló, como nunca antes, incluida la revolución Rusa, la etapa socialista. Es la principal experiencia del proletariado con el propósito de realizar un bombardeo más sistemático y destructivo contra el capitalismo por un lado, y por otro el esfuerzo más amplio y contundente para construir un sistema comunista. La lucha de clases entre la línea revolucionaria y la contrarrevolucionaria jamás había alcanzado tales extremos de confrontación. Durante casi 10 años, el proletariado y sus aliados dirigidos por el partido comunista y su teoría marxista-leninista-maoísta (sin duda alguna, entre 1956 y 1976, la lucha de clases a nivel nacional e internacional permitió al maoísmo transitar de pensamiento guía a tercera etapa en el desarrollo del marxismo) mantuvieron la iniciativa para crear y consolidar partículas comunistas.
    En 1976, los seguidores del camino capitalista lograron derrocar al poder proletario (proceso que hace falta estudiar a fondo, para no caer en la trampa de las explicaciones subjetivas: el golpe de Estado). Se inició la transición regresiva. La transición socialista sufrió un proceso de involución histórica hacia a la restauración completa del modo de producción capitalista y la eliminación de los elementos comunistas. La burguesía obtuvo un triunfo decisivo sobre el proletariado. Después de 30 años permanece en el poder todavía (más los que se acumulen porque, desgraciadamente no hay condiciones objetivas y subjetivas para una nueva revolución proletaria).
    Al final, para rematar su perorata, Raymond Lotta hizo una declaración inconcebible en un maoísta y que, además, se echó a cuestas la tarea de salir a combatir las “calumnias y conclusiones superficiales, y promover un análisis verídico” sobre los logros históricos de la revolución comunista: “¿Hubo fallas o se cometieron errores durante la Revolución Cultural? Sí, y a veces bastantes serios. Pero en el contexto de los enormes logros, y en comparación con los horrores de la sociedad capitalista, esos problemas eran secundarios”. RL se despidió de su auditorio ratificando que no entiende la dialéctica materialista. Hasta su maestro Stalin hubiera salido a protestar ante tal razonamiento con su clásica expresión: Los Éxitos se nos Suben a la Cabeza. Agregando que como RL sólo distingue los “enormes logros” de la RPC, lo único que manifiesta es un “estado de animo” peligroso y perjudicial que, por consiguiente, es necesario acabar con ese estado de ánimo (palabras subrayadas por Stalin).
    En efecto, la lógica de RL sobre las fallas de la revolución cultural es inaceptable desde el punto de vista del marxismo: ante los contundentes éxitos obtenidos sobre la reacción y los horrores del capitalismo, para que preocuparse de los despreciables errores. El error de RL consiste en no ubicar el sentido profundo de los errores “bastante serios” que se cometieron durante la revolución cultural que fueron la causa principal de la derrota del camino proletario. RL no comprende las palabras de Mao: “Si el hombre quiere tener éxito en su trabajo, es decir, lograr los resultados esperados, tiene que hacer concordar sus ideas con las leyes del mundo exterior objetivo; si no consigue esto, fracasa en la práctica. Después de sufrir un fracaso, extrae lecciones de él, modifica sus ideas haciéndolas concordar con las leyes del mundo exterior y, de esta manera, puede trasformar el fracaso en éxito: he aquí lo que se quiere decir con ‘el fracaso es madre del éxito’ y ‘cada fracaso nos hace más listos’” (Sobre la Práctica). Los graves errores cometidos durante la RPC no pueden convertirse en un problema secundario o de plano olvidarse. Al contrario, deben ser la preocupación central de un análisis proletario, porque de los errores aprendemos más, siempre y cuando no cometamos los mismos errores.
    Las últimas palabras de Raymond Lotta estuvieron dedicadas a presentar la “visión vibrante” de Bob Avakian sobre el socialismo y el comunismo. Pero si Bob Avakian “ha desbrozado nuevos terrenos del marxismo-leninismo-maoísmo” como lo plantea RL, sólo puedo decir que veo puro socialismo utópico y nada más. Pero como es incorrecto e inconsecuente discutir la obra de un autor sobre la base de un brevísimo comentario elaborado por otro autor, es preferible terminar mis reflexiones críticas al texto-conferencia de RL. Reflexiones que pretenden desentrañar algunas de las experiencias revolucionarias del proletariado, en el largo y sinuoso camino por construir un mundo comunista.
    La iniciativa de Raymond Lotta y compañía, siguiendo los argumentos presentados en su conferencia, para dar a conocer la verdad sobre los logros históricos de la revolución comunista, es un insulto a todos los camaradas que luchan por un mundo mejor desde las barricadas del marxismo-leninismo-maoísmo. De hecho, más que ayudar a poner las cosas en claro, sus insensatas declaraciones contribuyen a obscurecer, distorsionar e incluso crear una auténtica confusión. Pero eso no es todo, la confusión sirve para articular una línea de derecha en el interior del marxismo-leninismo-maoísmo.



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