APOYAMOS Y NOS SOLIDARIZAMOS,...ENTRE OTRXS A LA PAREJA DE INMIGRANTES ASESINADOS QUEMADOS/ACHICHARRADOS POR NAZIS,....EN PUEBLA DE HUELVA,...POBLADO CHABOLISTA Y CURRANTXS INMIGRANTES,...¡¡¡.
ESAS MOVIDAS FINANCIERAS, DEL ESFUERZO 3.000 MILLONES DE CURRANTES, ES DEGENERACIÓN IMPERIALISTA CAPITALISTA. POLITICA ECONOMICA DEL AGOTAMIENTO CONTRA HUMANIDAD >4.500 MILLONES-KAPUT/>2.050¡. FRACASO TOTAL Y A FONDO PERDIDO/LOCURA-OLIGOPOLISTAS ¡ANTIPOPULAR¡PAKÉ> lukyrh.b/s.com
Saludos/hola,...Lmm/lukmá. 29006 -,... >> AHÍ, ZUS MANDAMUS,....DIVERSOS TRABAJOS,...SOBRE NUESTRA VISION DEL ASUNTO,....DE HACE ALGUNOS AÑOS, Y MÁS RECIENTES,...¡¡. REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD: "",... LASTRE PROLETARIO ...
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miÉrcoles, 26 de agosto de 2015 // revoluciÓn de la humanidad.blog. GUERRAS PERMANENTES, LASTRE PROLETARIO-POPULAR, Y LA ACCIÓN UNIVERSAL DEL 4 DE SEPTIEMBRE,...¡¡. CREO QUE LOS ARGUMENTOS AQUÍ INDICADO, EN ESTA REPRODUCCIÓN DE UN TRABAJO ANTERIOR NUESTRO, ES UNO DE LOS EJES DE IDEAS POR LO CUAL PLANTEAMOS EN SU DÍA, LA TEORÍA, CONCEPTO Y TÉRMINO DE LASTRE PROLETARIO …
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30 oct 2020 — TEORÍA SOBRE EL LASTRE PROLET-POPULAR Y ALGUNAS ... Se incluyen resultados de blog revolución humanidadlukyrh. ¿Quieres ... revoluciÓn de la humanidad. lukyrh.blogspot.com › 2015/04 › textos-parrafos-mios-…
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El poder (b-s/s-b) medio se consolida,...enfrenta insurrecciones varias,...y al año aproximadamente una guerra civil,...de los blancos-burguesía y el imperialismo del bloque ganador, Francia, EE.UU. de n.a., GB,...y a la vez la izquierda que quería seguir mandando al ejercito soviético a Alemania,...para continuar la revolución proletaria
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REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD: TEORÍA --EN LA WEB EL ...
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REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD jueves, 14 de julio de 2016. ... En agosto de 2014, este mismo analista expuso su teoría sobre el ciclo de insurgencia, formado por cinco estadios y que se ha ido cumpliendo paso a paso, ... EL PCR EE.UU. Y TEORÍA-TESIS DE LASTRE PROLETARIO POPULAR.
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REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD: ESCRIBEN SOBRE LA …
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12 dic. 2011 - La primera forma de echar a andar la gran revolución de la humanidad es saber cómo vivir sin dinero. Y ese es el tema principal que toca el ...
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REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD - Blogger
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Yo no sé, si cuando te miras en el espejo ves algo a lo lejos. Yo no sé, si cuando te arreglas ves a muchos cuerpos. Cuando sales a la calle, no sé si ves a alguien a tu alrededor, no lo sé. No sé, si el dolor y la pena, te produce alguna huella. No sé, si cuando vuelas, te das cuenta de que la vida no es una cometa.
REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD: ( 3ª PARTE ) TEORÍA …
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3/7/2014 · Y sobre todo ESTRATEGIA DE LA REVOLUCIÓN Y CARÁCTER DE LA REVOLUCIÓN PENDIENTE : ( Dirección centralizada mundial con una política y programa social de Revolución de la Humanidad, que es la clase obrera y popular, para construir una Sociedad Mundial Socialista y Comunal, como necesidad de un futuro para la especie humana, que actualmente es la Humanidad ).
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@lucianomediane1 // [[ GRUPROLMÁ. -2.000- ]]. NOTA : VER, : comandoproletsuniversal.wordpress.com ¡¡¡¡. Y GRACIAS PORTÓ,...JASTA LA PRÓXIMA OCASIÓN,...¡¡¡. (( ALBORANENCES UNIVERSALISTAS PROLETS )). ¡¡¡. ...---
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Superar la contradicción dialéctica normalidad y anormalidad
Nota V.O. : Una de las leyes del capitalismo, tal como nos indicó Karl Marx, es la superpoblación relativa y la existencia de un ejército proletario de reserva. Es fruto de esta ley que la burguesía tiene la necesidad de clasificar a la población entre normales y anormales más que ninguna otra clase dominante anterior. Quién tiene derecho a ser explotado y quién no, intentando hacer colar como un hecho de la “naturaleza” o de “sentido común” criterios subjetivos y prejuicios.
A continuación reproducimos algunas citas extraídas del documento ¿ Qué lugar darles a los “otros”? de Roxana Machado Tabeira, así como algunas de libros de Marx, que nos muestran como el capitalismo ha implantado unas ideas en la superestructura que no son ni científicas ni objetivas. Ideas reaccionarias que parecen ajenas a primera vista a la contradicción típica entre proletariado y burguesía.
“…Así, las diferentes sociedades se han encargado de distinguir y clasificar lo normal de lo anormal, tal como expone Foucault: “…desde tiempos inmemoriales las sociedades se ha encargado de mantener alejados de ella a todos los individuos que salieran de los límites de la “normalidad”. Los métodos podrían ser inhumanos, respondían o no a una posición científica, pero también a miedos y ansiedades que generaban estos seres “diferentes”. En nuestros tiempos los métodos, tal vez, son diferentes –más sutiles, quizás-, pero los miedos siguen existiendo…” (Foucault, 1990: 23-24)
“Este carácter natural que se construye en torno a la génesis de ciertas problemáticas sociales, tiene su anclaje en un modo de producción desigual, que se inscribe con el nombre de capitalismo, el cual requiere, para su reproducción, del encubrimiento de esas relaciones de desigualdad de manera que emerjan como parte de la naturaleza misma de un orden social, para su continua repetición. Capitalismo generador de exclusión económica y social. Como consecuencia de esta exclusión la discapacidad es producida de una manera particular, como un problema individual, que requiere algún tipo de tratamiento médico, educativo, jurídico.” (Oliver apud Angelino: 2009: 113)
Las diferentes clasificaciones de lo que se considera “normal” y “anormal”, en función de patrones establecidos por la clase dominante, conducen a diferentes mecanismos de exclusión social, a partir de los que se establecen dispositivos como forma de adaptación y control, sobre los considerados como “los diferentes”: “…el asilo psiquiátrico, la penitenciaría, el correccional, el establecimiento de educación vigilada, y por una parte los hospitales, de manera general todas las instancias de control individual, funcionan de doble modo: el de la división binaria y la marcación (loco-no loco; peligroso-inofensivo; normal-anormal); y el de la asignación coercitiva, de la distribución diferencial (quién es; dónde debe estar; por qué caracterizarlo, cómo reconocerlo; cómo ejercer sobre él, de manera individual, una vigilancia constante, etc.)…” (Foucault, 2002: 120)
“…cierto número de realidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas (…) funcionan masivamente con la ideología como forma predominante pero utilizan secundariamente, y en situaciones límites, una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica…” (Althusser, 1988: 13)
“…es en este sentido que hablamos de ideología de la normalidad y no la normalidad como ideología ya que sostener esto último podría llevarnos a “creer” o “sugerir” que pudiese existir una normalidad que no fuera ideológica…” (Rosato y Angelino, 2009: 102)
“Adolphe Quetelet desarrollo el concepto de hombre medio, como el producto del descubrimiento de la primer regularidad estadística de tipo social. El hombre- medio es la construcción abstracta de un individuo inexistente, que resulta del promedio de los atributos de los hombres (…) permitió elaborar la noción de que las características humanas pueden ser medidas y establecidas, de una vez y para siempre mediante un artificio matemático, como características normales del hombre.” (Angelino, 2009: 55)
“…“anormalidad” no describe una cosa singular y estable, sino que funciona como un espacio sin contenido determinado que puede ser llenado con un conjunto de predicados lógicamente contradictorios y mutuamente incompatibles, cuya conjunción imposible no se refiere tanto a un fenómeno paradójico del mundo como a los límites que marca el término opuesto, normalidad…” (Angelino, 2009: 97)
“… es la exclusión la que genera discapacidad y no a la inversa, y la normalidad opera como fuerza legitimadora de tal exclusión.” (Angelino, 2009: 76)
“Hay que recordar que la teoría de la tragedia personal ha desempeñado su propia función particular. Al igual que la teoría del déficit como explicación de los bajos resultados educativos, al igual que la enfermedad como la explicación de la conducta criminal, al igual que la debilidad de carácter como explicación de la pobreza y del desempleo, y al igual que otras teorías de asignación de la culpa a la víctima (Ryan, 1971) la teoría de la tragedia personal ha servido para individualizar los problemas de la discapacidad, y con ello dejar intactas las estructuras sociales y económicas…” (Oliver, 1998: 45)
“La economía, tanto mediante la actuación del mercado de trabajo como la organización social del trabajo, desempeña un papel clave en la producción de la categoría discapacidad y en la determinación de las respuestas de la sociedad a las personas con discapacidad. Además, la opresión a la que éstas se enfrentan tienen sus raíces en las estructuras económicas y sociales del capitalismo, que por sí producen racismo, sexismo, homofobia, gerontofobia y discapacidad…” (Oliver, 1998: 50)
“…el otro” fue convencido de que está mal ser lo que es, fue persuadido para que deje de ser, fue manipulado minuciosamente para ir en pos de la pertenencia a lo Mismo. Un proceso que a la vez que naturalizo la normalización instaló al Otro como anormal…” (Angelino, 2009: 50)
“…la discapacidad es una categoría social creada socialmente, derivada de las relaciones laborales, producto de la estructura económica de explotación de la sociedad capitalista: la que crea (y luego oprime) el tan conocido cuerpo discapacitado, como una de las condiciones que permiten a la clase capitalista acumular riquezas. Vista desde esta perspectiva, la discapacidad es un aspecto de la contradicción central del capitalismo, y las políticas de la discapacidad, que no aceptan esto, son en el mejor de los casos, básicamente estrategias fallidas de reforma, o peor, formas de la ideología burguesa de impedir que se vea esto…” (Russelly, 2002: 212)
“Las necesidades funcionales de capital para una determinada tipo de fuerza de trabajo, la relación entre la oferta y la demanda de trabajo y el papel de las personas con discapacidad en la economía. (…) se produce en última instancia por la funcional necesidad del capital por un tipo particular de fuerza de trabajo…” (Oliver, 1990: 14)
“La disciplina en las fábricas, el control de los tiempos exigidos, de la puntualidad, y las normas de producción, rompieron con el patrón de trabajo más lento, autodeterminado y flexible en el que muchas de las personas con discapacidad habían sido integradas.” (Russelly, 2002: 213)
“…todo una gama de instituciones especializadas crecieron para contener a este grupo. Estos establecimientos fueron, sin duda, un éxito para el control de los individuos que no podían trabajar. También realizaban una función ideológica en particular, de pie como monumentos visibles para el destino de otras personas que podían ya no optar por someterse a sí mismos a la disciplina, requisitos del nuevo sistema de trabajo.” (Oliver, 1990: 141)
“El capitalismo industrial no solo creó una clase de proletarios, sino también una nueva clase de “discapacitados” que no se ajusta al cuerpo del trabajador estándar y cuya fuerza de trabajo fue excluida del trabajo remunerado. Como resultado, las personas con discapacidad empezaron a ser consideradas como un problema social y una justificación para su segregación de la vida corriente y su inclusión en una variedad de instituciones incluyendo casa de trabajo, asilos, cárceles, colonias y escuelas especiales.” (Russely, 2002: 213)
“Supone ir más allá de la esfera de lo biológico y lo natural, tal como está instituido en el sentido común… (…) (trascender)…una idea productiva que construye la sensación de que lo normal es algo obvio, que no es necesario explicar, sino que se presenta en el sentido común como categoría demarcatoria entre quienes cumplen con sus requisitos y quiénes no.” (Rosato, Angelino, 2009: 87, 96)
“…que estas ideologías son tan profundamente incrustadas en la conciencia social general que son convertidas en “hechos”; hechos que se naturalizan. Así todo el mundo sabe que la discapacidad es una tragedia personal para los individuos “afectados”; por lo tanto, la ideología se convierte en sentido común. Y este sentido común se ve reforzado por la “estética” y la ansiedad “existencial”: aversión generalizada hacia las personas con discapacidad puede ser el producto de tanto una ansiedad “estética”, que rechaza las desviaciones narcisistas marcadas por la normalidad de las apariencias físicas, y una ansiedad “existencial”, la que puede encontrar implícitos o proyectados peligros de discapacidad, aún más aterradores que la inevitable muerte.” (Hahn apud Oliver, 1990: 134)
“La ciencia social en general, (…) han hecho grandes avances en el rechazo de las teorías individualistas y en la elaboración de teorías alternativas –confiemos en que la teoría de la tragedia personal, desaparezca pronto también, y sea sustituida por una teoría (de la opresión) social de la discapacidad mucho más adecuada…” (Oliver, 1998: 44)
“Hegel señala que, cuando la transición se cumple, se produce un borramiento de la génesis, se olvida el proceso y el resultado se instala como «ingénito» o no mediado, se deshistoriza o naturaliza. Se refiere a ello como «recaída en la inmediatez». Lo concreto se presenta como punto de partida, como originario e incondicional, como generando de sí a sus propias partes, pero lo cierto es que esa imagen de inmediatez es el resultado de haber borrado las huellas de su génesis. El resultado de haber abolido sus propios supuestos y de haberlos transformado ahora en sus derivados…” (Samaja apud Rosato, 2009: 18)
“En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas:
¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!” (Karl Marx)
“…Quizás no hay hecho mejor establecido en la sociedad británica que el de la correspondencia entre el crecimiento de la riqueza moderna y la indigencia. Cosa curiosa, la misma ley parece confirmarse con respecto a la demencia. El aumento de la demencia en Gran Bretaña marcha al mismo ritmo que el aumento de las exportaciones, y ha superado el aumento de la población…”(Karl Marx)
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Referencias: wikipedia / association des amis de la Commune de Paris / etiqueta en portada [fragmento sintético extraído de Ulianov, V. I., en "En memoria de la Comuna", en Rabóchaia Gazeta, núm. 4-5, 15 (28) de abril de 1911; digitalizado por Aritz, para el MIA en septiembre de 2000] Han pasado cuarenta años desde la proclamación de la Comuna de París. […] ¿Cuál es la herencia de la Comuna? La Comuna surgió espontáneamente, nadie la preparó de modo consciente y sistemático. La desgraciada guerra con Alemania, las privaciones durante el sitio, la desocupación entre el proletariado y la ruina de la pequeña burguesía, la indignación de las masas contra las clases superiores y las autoridades, que habían demostrado una incapacidad absoluta, la sorda efervescencia en la clase obrera, descontenta de su situación y ansiosa de un nuevo régimen social; la composición reaccionaria de la Asamblea Nacional, que hacía temer por el destino de la República, todo ello y otras muchas causas se combinaron para impulsar a la población de París a la revolución del 18 de marzo, que puso inesperadamente el poder en manos de la Guardia Nacional, en manos de la clase obrera y de la pequeña burguesía, que se había unido a ella. Fue un acontecimiento histórico sin precedentes. Hasta entonces, el poder había estado, por regla general, en manos de los terratenientes y de los capitalistas, es decir, de sus apoderados, que constituían el llamado gobierno. Después de la revolución del 18 de marzo, cuando el gobierno del señor Thiers huyó de París con sus tropas, su policía y sus funcionarios, el pueblo quedó dueño de la situación y el poder pasó a manos del proletariado. Pero en la sociedad moderna, el proletariado, avasallado en lo económico por el capital, no puede dominar políticamente si no rompe las cadenas que lo atan al capital. De ahí que el movimiento de la Comuna debiera adquirir inevitablemente un tinte socialista, es decir, debiera tender al derrocamiento del dominio de la burguesía, de la dominación del capital, a la destrucción de las bases mismas del régimen social contemporáneo. Al principio se trató de un movimiento muy heterogéneo y confuso. Se adhirieron a él los patriotas, con la esperanza de que la Comuna reanudaría la guerra contra los alemanes, llevándola a un venturoso desenlace. Los apoyaron asimismo los pequeños tenderos, en peligro de ruina si no se aplazaba el pago de las deudas vencidas de los alquileres (aplazamiento que les negaba el gobierno, pero que la Comuna les concedió). Por último, en un comienzo también simpatizaron en cierto grado con él los republicanos burgueses, temerosos de que la reaccionaria Asamblea Nacional (los “rurales”, los salvajes terratenientes) restablecieran la monarquía. Pero el papel fundamental en este movimiento fue desempeñado, naturalmente, por los obreros (sobre todo, los artesanos de París), entre los cuales se había realizado en los últimos años del Segundo Imperio una intensa propaganda socialista, y que inclusive muchos de ellos estaban afiliados a la Internacional. Sólo los obreros permanecieron fieles a la Comuna hasta el fin. Los burgueses republicanos y la pequeña burguesía se apartaron bien pronto de ella: unos se asustaron por el carácter socialista revolucionario del movimiento, por su carácter proletario; otros se apartaron de ella al ver que estaba condenada a una derrota inevitable. Sólo los proletarios franceses apoyaron a su gobierno, sin temor ni desmayos, sólo ellos lucharon y murieron por él […]. [… ] Toda la burguesía de Francia, todos los terratenientes, corredores de bolsa y fabricantes, todos los grandes y pequeños ladrones, todos los explotadores, se unieron contra ella. Con la ayuda de Bismarck (que dejó en libertad a 100.000 soldados franceses prisioneros de los alemanes para aplastar al París revolucionario), esta coalición burguesa logró enfrentar con el proletariado parisiense a los campesinos ignorantes y a la pequeña burguesía de provincias, y rodear la mitad de París con un círculo de hierro (la otra mitad había sido cercada por el ejército alemán). En algunas grandes ciudades de Francia (Marsella, Lyon, Saint-Étienne, Dijon y otras) los obreros también intentaron tomar el poder, proclamar la Comuna y acudir en auxilio de París, pero estos intentos fracasaron rápidamente. […] París […] quedó abandonada a sus propias fuerzas y condenada a una muerte cierta. Pero lo que le faltó a la Comuna fue, principalmente, tiempo, posibilidad de darse cuenta de la situación y emprender la realización de su programa. No había tenido tiempo de iniciar la tarea cuando el gobierno, atrincherado en Versalles y apoyado por toda la burguesía, inició las operaciones militares contra París. La Comuna tuvo que pensar ante todo en su propia defensa. […] Sin embargo, pese a esas condiciones tan desfavorables y a la brevedad de su existencia, la Comuna adoptó algunas medidas que caracterizan suficientemente su verdadero sentido y sus objetivos. La Comuna sustituyó el ejército regular, instrumento ciego en manos de las clases dominantes, y armó a todo el pueblo; proclamó la separación de la Iglesia del Estado; suprimió la subvención del culto (es decir, el sueldo que el Estado pagaba al clero) y dio un carácter estrictamente laico a la instrucción pública, con lo que asestó un fuerte golpe a los gendarmes de sotana. Poco fue lo que pudo hacer en el terreno puramente social, pero ese poco muestra con suficiente claridad su carácter de gobierno popular, de gobierno obrero: se prohibió el trabajo nocturno en las panaderías; fue abolido el sistema de multas, esa expoliación consagrada por ley de que se hacía víctima a los obreros; por último, se promulgó el famoso decreto en virtud del cual todas las fábricas y todos los talleres abandonados o paralizados por sus dueños eran entregados a las cooperativas obreras, con el fin de reanudar la producción. Y para subrayar, como si dijéramos, su carácter de gobierno auténticamente democrático y proletario, la Comuna dispuso que la remuneración de todos los funcionarios administrativos y del gobierno no fuera superior al salario normal de un obrero, ni pasara en ningún caso de los 6.000 francos al año (menos de 200 rublos mensuales). Todas estas medidas mostraban elocuentemente que la Comuna era una amenaza mortal para el viejo mundo, basado en la opresión y la explotación. […] cuando la fuerza organizada del gobierno pudo, por fin, dominar a la fuerza mal organizada de la revolución, los generales bonapartistas […] hicieron una matanza como París jamás había visto. Cerca de 30.000 parisienses fueron muertos por la soldadesca desenfrenada; unos 45.000 fueron detenidos y muchos de ellos ejecutados posteriormente; miles fueron los desterrados o condenados a trabajar forzados. […]
Otros materiales [biblioteca] "La significación de la Comuna" de Henri Lefebvre Bakunin, Mijaíl, Marx, K. et al. - La comuna de París [ed. Klinamen, 2006].pdf [2.35 Mb] Kropotkin, Piotr - La Comuna de París [1880].pdf [597.9 Kb] Una serie de artículos de Enríquez del Árbol dedicados a La Comuna: 1, 2 y 3. Artículo: RUIZ GALACHO, E. "La Comuna de París y la doctrina marxista del Estado", en Laberinto, nº 6, 2001, pp. 7-21. 20090730 Planeta Musical Sur - La Comuna de París.mp3 [26.98 Mb] Comentario: Esta monografía es deudora de una relación de películas aportada por el compañero Marlowe62 aquí. Aún faltan las siguientes películas: pruebas/tema12959.html[ Add all 7 links to your ed2k client ] _________________ >> Índices: Todos en portada >> Cómo publicar: stream / fichas >> Varios: ¿Para qué sirven los materiales? / Colabora con alguno de los proyectos en marcha / Universidad popular,...-- ¡¡. |
----------------------------------------- ---------------------------------- :RECORDAMOS A REBELDE MULE QUE LE ENVIAMOS ALGUNA DOCUMENTACIÓN, NOS COMENTARON QUE LA ESTABAN LEYENDO Y QUE NOS DARÍAN SUS VALORACIONES,...DESPUÉS DE CASI UN AÑO,...AÚN ESTAMOS ESPERANDO,...ALGUNA CONTESTACIÓN, ALGUNA LLAMADA ELECTRÓNICA, UN ALGO, COMO SE DICE POR AQUÍ EN ANDALUCÍA,...¡¡ -LUKYRH.
Hace falta una re-evolución, hay que saber esperar , el cambio vendrá cuando el pueblo desesperado se ponga en marcha; En ese justo momento , harán falta lideres para dirigirlo, Antes NO.//.
Transcripción del curso de formación impartido por Daniel Bensaïd en el Campo de Jóvenes de la IVº Internacional en julio de 2007 en Barbaste (Francia). Los subtítulos son de la redacción de Inprecor.
La palabra y la cuestión de la estrategia vuelven de nuevo en nuestros días.
Ello puede parecer banal, pero éste no era el caso en los años ochenta y en los principios de los años noventa: entonces se hablaba, sobre todo, de resistencia y los debates sobre la cuestión estratégica prácticamente habían desaparecido. Se trataba de aguantar, sin necesariamente saber cómo se iba a salir de esa situación defensiva.
Las cuestiones que se plantean ahora son: ¿qué otro mundo es posible?, o: ¿qué otro mundo queremos? Y sobre todo: ¿cómo llegar a ese otro mundo posible y necesario?
La cuestión de la estrategia es ésta: no se trata solamente de la necesidad de cambiar el mundo sino de encontrar la respuesta a la cuestión de cómo cambiarlo: ¿cómo llegar a cambiarlo?
Observaciones preliminares
Una primera observación: el vocabulario que trata de ‘estrategia’, ‘táctica’ e incluso, en la tradición de los camaradas italianos familiarizados con la obra de Gramsci, los conceptos de ‘guerra de desgaste’, de ‘guerra de movimiento’, etc., todo este vocabulario que se volvió parte del movimiento obrero a principios del siglo XX, se tomó prestado del lenguaje de los militares y, en particular, de los manuales de historia militar.
Dicho esto, no debemos equivocarnos: desde el punto de vista de los revolucionarios, hablar de estrategia no es solamente hablar de confrontaciones violentas o confrontaciones militares con el aparato de Estado, etc., sino referir una serie de consignas, de formas de organización política, de una política que trata de transformar el mundo.
Una segunda observación: la cuestión estratégica tiene dos dimensiones complementarias en la historia del movimiento obrero.
Trata, de entrada, de la cuestión de cómo tomar el poder en un país.
La idea de que la revolución comienza por la conquista del poder en un país, o en varios, pero en cualquier caso en naciones en las cuales se organizaron las relaciones de clases, las relaciones de fuerzas, a partir de una historia dada, a partir de conquistas sociales, a partir de relaciones jurídicas. Esa cuestión -la conquista del poder en un país, Bolivia, Venezuela, esperemos que el día de mañana sea un país europeo- sigue siendo una cuestión a la orden del día y una cuestión fundamental.
Contrariamente a lo que pretenden algunas corrientes, como las inspiradas por Tony Negri en América Latina o en Italia, que piensan que la cuestión de la conquista del poder en un país es una cuestión pasada e incluso eventualmente reaccionaria, ya que mantiene las luchas en los cuadros nacionales, pensamos que la cuestión de la lucha por el poder comienza sobre el terreno de las relaciones de fuerzas nacionales, aunque cada vez más estrechamente combinada con la segunda dimensión de la cuestión estratégica: la de una estrategia a escala internacional, continental y hoy mundial.
Éste ya era el caso a principios del siglo XX -y era el sentido de la idea de la revolución permanente: comenzar a solucionar la cuestión de la revolución en uno o en varios países, aunque la cuestión del socialismo se planteaba inmediatamente por la extensión de la revolución a un continente y al mundo entero. Esa idea era fundamental para los revolucionarios de la generación de Lenin, Trotsky, Rosa Luxemburgo y lo es más aún para nosotros. Y es posible comprobar su vigencia: en Venezuela se puede nacionalizar el petróleo, tener una determinada independencia con relación al imperialismo, pero esta posibilidad tiene límites si no se extiende el proceso revolucionario a Bolivia, a Ecuador, y con un proyecto para toda América Latina de lo que es la revolución bolivariana.
Tenemos pues este doble problema: tomar el poder en algunos países con el fin de que sirvan como trampolín para una extensión internacional de la revolución social.
Una última observación introductoria: el problema de la estrategia revolucionaria responde a un verdadero reto, que no se soluciona en Marx.
Si se considera que los trabajadores en general, la clase obrera, son mutilados física y también moral e intelectualmente por las condiciones de la explotación -y Marx describe esto en páginas y páginas de El Capital, que tratan de la degradación por el trabajo, de la ausencia de tiempos de ocio, de la imposibilidad de tener tiempo para vivir, leer, cultivarse…-, entonces se plantea la cuestión de cómo una clase que sufre una opresión total podría, al mismo tiempo, ser capaz de concebir y construir una nueva sociedad.
Había en Marx la idea de que el problema se solucionaría de manera casi natural, que la industrialización de finales del siglo XIX crearía una clase obrera cada vez más concentrada, por lo tanto cada vez más organizada, cada vez más consciente, y que esta contradicción entre las condiciones de vida, donde es explotada, y la necesidad de construir un nuevo mundo sería regulada por una suerte de dinámica casi espontánea de la historia.
Ahora bien, toda la experiencia del último siglo es que el Capital reproduce permanentemente las divisiones entre los explotados, que la ideología -dominante- domina también a los dominados, que no es solamente porque hay manipulación de la opinión por los medios de comunicación -que desempeñan un papel cada vez más importante, es verdad- sino que las condiciones de dominación y compromiso ideológico de los explotados encuentran sus raíces en las relaciones del propio trabajo, por el hecho de no ser propietarios de sus herramientas de trabajo, por no ser quienes deciden los objetivos de la producción, por ser -como lo decía Marx- instrumentos de las máquinas, más que sus amos. Todo eso hace que muchos fenómenos del mundo moderno se nos presenten, a los seres humanos que somos, como potencias extrañas y misteriosas. Se nos dice: no es necesario hacer eso porque los mercados van a enfadarse, como si los mercados fueran personajes omnipotentes, como si el propio dinero fuera un personaje omnipotente, etc. No puedo desarrollar esta idea más, pero es importante decir que las relaciones sociales capitalistas crean un mundo de ilusiones, un mundo fantástico, que sufren también los dominados y del que deben liberarse.
Esta es la razón por la cual las luchas espontáneas contra la explotación, contra la opresión, contra las discriminaciones, son necesarias. Ellas son, si se quiere, el combustible de la revolución. Pero las luchas espontáneas no bastan para romper el círculo vicioso de las relaciones entre el Capital y el trabajo. Es necesaria que intervenga una parte de conciencia, una parte de voluntad, un elemento consciente -la parte de la acción política, de la decisión política que es llevada por un partido. Pero un partido no es extranjero a la sociedad en la cual está inserto. Incluso en la organización más revolucionaria se padecen los efectos de la división del trabajo, se sufren los efectos de la enajenación -de la enajenación deportiva, por ejemplo, porque está a la orden del día este verano- pero al menos una organización revolucionaria se da los medios para resistir colectivamente y para romper el hechizo, el encanto, de la ideología burguesa.
¿"Tomar" el poder?
A partir de lo anterior, es necesario decir algunas cosas simples. Se nos pregunta: ¿Qué quiere decir ser revolucionario en el siglo XXI? ¿Están a favor de la violencia?
En primer lugar, como decía el Presidente Mao, la revolución no es una cena de gala. El adversario es feroz, es poderoso, por lo tanto, la lucha de clases es una lucha y una lucha en muchos aspectos despiadada y no somos nosotros quienes así lo decidieron. Por ello existe una legítima violencia revolucionaria, a la que no es necesario rendir culto, porque no es lo que caracteriza para nosotros principalmente la revolución.
Hasta se desearía ser pacífico y que se amaran los unos a los otros. Pero para ello es necesario, en primer lugar, crear las condiciones que lo permitan.
Por eso, lo que define para nosotros una revolución es transformar el mundo, que, justamente, cada vez más, resulta más injusto y más violento. Y para cambiar el mundo es preciso pasar por la conquista del poder.
¿Pero qué quiere decir “tomar el poder”? No es apoderarse de una herramienta, no es alcanzar puestos, no es ocupar los aparatos del Estado.
Tomar el poder es: transformar las relaciones de poder y las relaciones de propiedad. Es hacer que el poder sea cada vez menos el de los unos sobre los otros para que sea, cada vez más, una acción colectiva y compartida. Y por eso es necesario cambiar las relaciones de propiedad -la propiedad privada de los medios de producción, de los medios de intercambio y, hoy cada vez más, la propiedad de los saberes (porque por medio de las patentes o la propiedad intelectual hay una privatización de los conocimientos que son un producto colectivo de la humanidad… llegando pronto a patentar genes, mañana las fórmulas matemáticas o las lenguas), privatización del espacio (hay cada vez menos espacio público: los camaradas mexicanos les contarán que en la ciudad de México las calles son privatizadas, y esto comienza a desarrollarse también en Europa), privatización de los medios de información, etc.
Entonces, para nosotros, tomar el poder es cambiar el poder y para cambiar el poder es necesario cambiar radicalmente las relaciones de propiedad e invertir la tendencia actual a la privatización del mundo.
¿Cómo superar este dominio del Capital, que se reproduce casi naturalmente a través de la organización del trabajo, a través de la división del trabajo, a través de la mercantilización de los ocios, etc.? ¿Cómo salir de este círculo vicioso que hace finalmente adherirse a los oprimidos al sistema que los oprime? Durante la última campaña electoral oí a un obrero decir en la televisión en Francia: ¿“Cómo puede ser que los burgueses saben votar en función de sus intereses y que a menudo los trabajadores, o incluso una mayoría de ellos, votan por intereses que les son contrarios?” Es que, precisamente, están bajo la dominación de la ideología dominante. Entonces, ¿cómo salir de ese dominio?
La respuesta de los reformistas fue apostar por la erosión de ese poder: con un poco más de organización sindical, un poco más de votos electorales, etc. Obviamente, todo eso es importante. El nivel de la organización sindical e incluso los resultados electorales son índices de las relaciones de fuerzas. En los países capitalistas desarrollados, que tienen ahora cerca de un siglo o más de un siglo de vida parlamentaria, no se pasará de un grupo de algunos centenares o millares de militantes al asalto del poder si no se construyen relaciones de fuerzas en el terreno sindical, social y también, incluso si está muy deformado, en el terreno electoral.
Entonces, hay cambios. Pero la ilusión reformista es que, para retomar una fórmula que ya ha sido utilizada, la mayoría electoral terminará por incorporarse a la mayoría social y, en consecuencia, el cambio de la sociedad puede ser el resultado de un simple proceso electoral.
Todas las experiencias del siglo XIX y del siglo XX muestran lo contrario. Sólo hay posibilidades revolucionarias en ciertas condiciones relativamente excepcionales. Hay condiciones de crisis revolucionaria, de situación revolucionaria, donde se produce una verdadera metamorfosis, no simplemente un pequeño progreso sino una transformación súbita en la conciencia de centenares de millares y millones de gentes. Los últimos ejemplos en Europa fueron Mayo de 68 en Francia, el Mayo rampante italiano, 1974-1975 en Portugal… Se puede discutir si la situación era verdaderamente revolucionaria o en qué medida, etc. Se trata, en todo caso, de experiencias donde se ve que la gente, como se dice, aprende más en algunos días que en años y años de discusiones, de escuelas de formación, etc. Hay una aceleración en la toma de conciencia.
Ritmos, auto-organización, conquista de la mayoría, internacionalismo
En primer lugar: toda concepción de estrategia revolucionaria debe partir de la idea de que hay ritmos en la lucha de clases, hay aceleraciones, hay reflujos, pero, sobre todo, existen períodos de crisis en los cuales las relaciones de fuerzas pueden transformarse radicalmente y poner realmente en la orden del día la posibilidad de cambiar el mundo, o, en todo caso, de cambiar la sociedad.
En segundo lugar: examinamos ideas muy generales, como la de que en todas las experiencias revolucionarias, victoriosas o vencidas, que se puede examinar del siglo XIX o del siglo XX, desde la Comuna de París hasta la Revolución de los claveles (de Portugal), o a la experiencia de la Unidad Popular en Chile, en todas las situaciones de crisis más o menos revolucionaria, surgen formas de doble poder, es decir, órganos de poder exteriores a las instituciones existentes. Tales son los consejos de fábrica en Italia en 1920-1921, los soviets en Rusia, los consejos obreros en Alemania en 1923, los cordones industriales y los comandos comunales -es decir, las asociaciones de vecinos- en Chile en 1971-1973, las comisiones de moradores que ocupan las fábricas hasta la asamblea de Setubal en Portugal en 1975.
Por lo tanto, en toda situación intensa de lucha de clase hacen su aparición órganos que llamamos de auto-organización, de organización democrática propia de la población y de los trabajadores, que opone su legitimidad a las instituciones existentes.
Eso no quiere decir que es una oposición absoluta. Los bolcheviques combinaron durante todo el año de 1917 la reivindicación de una Asamblea Constituyente por sufragio universal con el desarrollo de los soviets. Hay una transferencia de legitimidad de un órgano a otro que no tiene nada de automático, es necesario hacer la demostración práctica de que los órganos de poder popular son más eficaces en una crisis, son más democráticos, son más legítimas que las instituciones burguesas.
Pero no hay situación revolucionaria real sin que aparezcan al menos elementos de lo que llamamos la dualidad del poder o un doble poder.
En tercer lugar: resulta central la idea de la conquista de la mayoría como condición de la revolución. Lo que distingue a la revolución de un putsch o golpe de Estado es que la primera es un movimiento mayoritario de la población.
Es necesario tomar al pie de la letra la idea de que la emancipación de los trabajadores es la obra de los propios trabajadores y que pese a lo determinados y valiente que sean los militantes revolucionarios, éstos no hacen la revolución en lugar de la mayoría de la población.
En esto radica todo el debate de los primeros congresos de la Internacional Comunista, en particular del tercero y del cuarto, después del desastre de lo que se llamó la “acción de marzo” de 1921 en Alemania, una acción efectivamente golpista, minoritaria (a escala de la Alemania de la época, es decir, a pesar de que participaron cientos de millares de personas). Esto abrió un debate en la Internacional Comunista respecto a los que creían poder copiar de manera simplista a la Revolución rusa; se afirmó entonces que era necesario conquistar a la mayoría, no en el sentido electoral -no se trataba de ser legalistas diciendo que mientras no se tenga la mayoría en el Parlamento, no se puede hacer nada- pero sí como una legitimidad mayoritaria en las masas, lo que es una concepción diferente.
Aquellos entre ustedes que puedan leer -siempre es útil leerla- la Historia de la Revolución rusa de Trotsky, verán cómo está atento incluso al menor movimiento en los municipios, en las elecciones locales, etc., en tanto que índices de lo que madura como posibilidad en las masas. La conquista de la mayoría se convirtió en el problema en la Internacional Comunista a partir del tercer congreso de 1921 e hizo aparecer los conceptos de frente único, demandas transitorias y más tarde, con Gramsci en particular, de hegemonía. Es decir, se trata de conquistar la hegemonía: la revolución no es simplemente la confrontación capital-trabajo en la empresa, es también la capacidad del proletariado de demostrar que otra sociedad es posible y que es éste la fuerza principal para construirla. Esta demostración se hace, en parte, antes de la toma del poder, porque si no es así es un mero salto en el vacío, es un salto de pértiga sin impulso o un golpe de mano, un putsch. Es por eso que las ideas de demandas transitorias y de frente único son herramientas para la conquista de la mayoría.
Las demandas transitorias pueden parecer elementales. En Francia estamos muy contentos de la campaña de Olivar Besancenot, pero, francamente, “SMIC a 1500 euros y una mejor distribución de las riquezas”, no son consignas muy revolucionarias; hace algunos años incluso habrían parecido muy reformistas. Parecen radicales hoy porque los reformistas ni siquiera hacen ya ese trabajo. Las consignas no tienen un poder mágico, no valen en sí mismas sino en una situación dada, como inicio de una toma de conciencia. Cuando se dice hoy que no se puede vivir decentemente en un país como Francia con menos de 1500 euros al mes, se ve a responder que eso no es realista: si se elevan los salarios, los capitales se van a ir. Eso plantea un nuevo problema: ¿cómo impedir que los capitales se vayan?
Es necesario entonces atacar la especulación financiera, es necesario atacar la propiedad… El derecho al alojamiento plantea el problema de la propiedad de la tierra e inmobiliaria… Pues se trata de consignas que, en un momento dado, cristalizan los problemas que pueden ser comprendidos y que pueden ser una palanca de movilizaciones para millares o cientos de millares de personas, a partir de las cuales se pueden hacer demostraciones pedagógicas, progresivas, en la acción y no solamente en el discurso, de lo que es la lógica del sistema capitalista y por qué incluso demandas tan elementales y tan legítimas chocan de frente con la lógica del sistema.
Esta discusión puede parecer elemental hoy. Pero en los debates de la Internacional Comunista aquellos que querían copiar a la Revolución rusa avanzaban la consigna de armar al proletariado… Sí, por supuesto, si se quiere resistir al enemigo, es necesario llegar a eso. Pero antes de llegar allí, es necesario, en primer lugar, que esté operando toda una toma de conciencia que parta de demandas más elementales, como la escala móvil de salarios, de la división del tiempo de trabajo, etc., etc.
Estas cosas que son banales para nosotros distaban mucho de ser compartidas, y fueron objeto de debates muy violentos y muy duraderos en la Internacional Comunista. Y en torno a estas demandas, que se sienten como necesarias y vitales por la mayoría de las personas, se propone la unidad más amplia a todos los que están dispuestos a luchar seriamente por ellas. Es esta la razón por lo que las demandas transitorias están vinculadas al problema del frente único. Se sabe muy bien que los reformistas no irán hasta el final. Se sabe muy bien que cederán al chantaje y que si el Capital lanza un ultimátum, capitularán. Sin embargo, el camino que se habrá hecho tendrá un valor de demostración pedagógica a los ojos de los que quieren realmente luchar hasta el final por las necesidades vitales, las necesidades culturales, los derechos a la vida, a la salud, a la educación, al alojamiento, etc., y a partir de allí se puede avanzar.
En cuarto lugar, porque no pensamos que la revolución pueda conseguir una sociedad más igualitaria en un solo país, cercado por el mercado mundial, desde el principio tenemos la preocupación de construir relaciones de fuerzas internacionales favorables. El hecho de construir un movimiento internacional -una Internacional de ser posible, y también redes, una izquierda anti-capitalista europea, los encuentros de la izquierda revolucionaria en América Latina, etc.-es parte del programa, no es un mero instrumento técnico, es la traducción práctica de una visión política sobre la dimensión internacional de la revolución.
Dos hipótesis estratégicas y no un modelo
En lo que resta abordaré los últimos puntos.
En primer lugar, se nos pregunta si acaso tenemos un modelo de sociedad. No tenemos un modelo de sociedad. No se puede decir al mismo tiempo que la emancipación de los trabajadores será la obra de los propios trabajadores y pretender tener en nuestro equipaje los planes con las dimensiones de la ciudad futura, etc.
Tenemos, en cambio, la memoria de una serie de experiencias de luchas, revoluciones, victorias y derrotas, que podemos llevar, transmitir y no dejar que se borren. Lo que tenemos no es un modelo de sociedad pero sí las hipótesis de una estrategia revolucionaria.
Para los países capitalistas desarrollados, en donde los asalariados constituyen la gran mayoría de la población activa, se trabaja con la idea estratégica de una huelga general insurreccional.
Para algunos eso puede parecer una idea del siglo XX, incluso del siglo XIX, pero eso no quiere decir que la revolución tomará forzamiento la forma de una huelga general perfecta, de una huelga general con piquetes armados y que será insurreccional. Eso quiere decir, más bien, que nuestro trabajo se organiza en esa perspectiva, que a través de luchas y huelgas locales, huelgas regionales y huelgas de ramas, se intenta familiarizar a los trabajadores con la idea de la huelga general. Esto es muy importante, porque en una situación de crisis es eso lo que puede permitir que espontáneamente haya una reacción de masa en ese sentido.
En Chile, en el momento del golpe de Estado de Pinochet en septiembre de 1973, el Presidente Allende, que disponía aún de la radio, no llamó a la huelga general. Si hubiera existido un trabajo metódico, sistemático, en esta dirección, habría estallado una huelga general espontánea con ocupación de las fábricas, que quizá no habría impedido el golpe de Estado pero en cualquier caso lo hubiera vuelto mucho más difícil. Y una lucha que se pierde en la batalla, se recupera siempre más rápidamente que una lucha que se pierde sin dar batalla. Es una norma casi general de todas las experiencias del siglo XX. Trabajar con la idea de una huelga general no es proclamarla permanentemente sino hacer madurar la idea, para que se convierta casi en un reflejo de respuesta del mundo asalariado ante una agresión patronal, ante un golpe de Estado, ante una represión antidemocrática.
El levantamiento de julio de 1936 en Cataluña y en España contra el golpe de Estado, habría sido difícilmente concebible sin el trabajo previo, sin la experiencia de Asturias en 1934, sin el trabajo del POUM y los anarquistas, etc. Trabajar con una perspectiva de huelga general no quiere decir que se le proclama estúpida y abstractamente en todo momento, sino que se le intenta unir con todas las experiencias de lucha que ya son habituales, se familiariza con la idea, se cultiva como reflejo en el movimiento obrero. Una insurrección no es forzosamente la insurrección de Octubre vista de manera lírica por la película de Eisenstein -no lo es, incluso si es magnífica; la insurrección puede consistir en cosas muy simples: formar un piquete de autodefensa en una huelga, el trabajo en el ejército, formar Comités de soldados cuando había reclutamiento en Francia o Portugal, etc., es decir: todo lo que desorganiza las fuerzas de represión de la burguesía.
Tales son, pues, los hilos conductores que nos permiten vincular las luchas diarias, incluso más modestas, y el objetivo que perseguimos.
Actualmente muchos camaradas en Italia, en Francia y yo creo un poco por todas partes, insisten en la necesidad de organizaciones independientes de los partidos sociales liberales, socialdemócratas, etc. Pero, ¿por qué se quieren organizaciones independientes? Porque perseguimos otro objetivo, porque tenemos una idea de hacia dónde queremos ir.
Sabemos que con participar en un gobierno burgués junto con los socialdemócratas se podría quizá ganar una pequeña reforma pero nos alejaríamos de nuestro objetivo en vez de acercarnos a él, y con eso aumentaría la confusión y la falta de claridad.
Evidentemente, si no tenemos el criterio para determinar qué objetivo queremos avanzar y si no se tiene al menos, si no la respuesta definitiva, sí una idea sobre la manera de avanzar, entonces vamos a ser sacudidos por el menor cambio en la situación táctica, por la menor decepción electoral, por cualquier derrota, etc. Para construir de manera duradera es necesario tener una idea precisa de los objetivos, de las estrategias y las tácticas.
Probablemente la revolución nos sorprenderá. Las revoluciones futuras nunca serán la simple repetición de las últimas revoluciones, simplemente porque las sociedades no son ya las mismas.
Repito a menudo que estamos un poco en la situación de los militares: ellos aprenden en las escuelas de guerra a partir de las batallas del pasado, pero las nuevas batallas nunca serán las mismas; es por eso que se dice que los militares están siempre retrasados en la guerra. Pero nosotros corremos siempre el riesgo de estar retrasados con respecto a la revolución. Incluso los más revolucionarios son sorprendidos por ella. Los bolcheviques, a pesar de su reputación, se dividieron en el momento de pasar a la insurrección en Octubre.
Ninguna organización revolucionaria es un partido de acero, monolítico… La prueba última será cuando la ocasión se presente.
La cuestión del partido
El último punto que quiero abordar es el de la cuestión del partido. Esta no es una mera cuestión técnica: si se tiene una estrategia, se va a construir una herramienta para llevarla a cabo.
La cuestión del partido forma parte de la cuestión estratégica. Intentar imaginar una estrategia sin partido, es como un militar que tiene en sus manos las cartas del estado mayor y los planes de guerra, pero sin tener tropas ni ejército. Sólo hay estrategia realmente si hay, al mismo tiempo, la fuerza que la lleva a cabo, que la encarna, que la traduce día a día en la práctica, etc. Aquí radica toda la diferencia entre la idea del partido en los grandes partidos socialdemócratas antes de 1914 y la de Lenin (hoy día Lenin no es muy popular, incluso en la izquierda y en la propia izquierda radical, pues aparece como autoritario, etc., y creo que hay allí una gran injusticia, pero no es el tema hoy).
¿En qué cambió Lenin, de manera revolucionaria, la idea del partido?
Para los grandes partidos socialdemócratas su tarea era esencialmente pedagógica, una tarea de educador, fundada sobre la concepción de una suerte de lógica espontánea del movimiento de masa en la que el partido aportaba ideas, con escuelas muy interesantes, etc. Para retomar la fórmula de un famoso dirigente socialdemócrata de antes de 1914, el partido no tenía que preparar una revolución.
La idea de Lenin es lo contrario: el partido no debe limitarse a acompañar y esclarecer la experiencia de las masas, sino que debe tomar iniciativas, proponer objetivos de luchas, lanzar consignas que correspondan a una determinada situación y, en un momento dado, ser capaces de orientar la acción.
Para resumirlo en una fórmula: la idea que dominaba en la Segunda Internacional, en su gran época, era la de un partido pedagogo o educador; a partir de Lenin y la Tercera Internacional, la idea es la de un partido estratega, un partido que organiza las luchas proponiendo sus objetivos y que puede, por otra parte, organizar y limitar las derrotas, preparando la retirada cuando fuera necesario.
Hay un episodio famoso: una derrota, porque era una derrota la sufrida por los trabajadores de Petrogrado y Moscú en julio de 1917, habría podido ser definitiva si no hubiera habido el partido para organizar la retirada y reanudar luego las iniciativas. Por ello, el partido no es una herramienta cualquiera. Es indisociable del programa y del objetivo que nos fijamos.
En fin, y quizá sea la última palabra en lo que concierne al partido, tenemos otra cosa que decir al respecto.
No se trata simplemente, para nosotros, de un partido de lucha, combate, acción, etc., se trata de un partido democrático, pluralista. A veces entre nosotros es un defecto, hay excesos, manías de formar tendencias, etc. A veces es útil, a veces lo es menos… Sin embargo, y a pesar de los inconvenientes, ganamos mucho porque el pluralismo en la organización significa que no tenemos una verdad definitiva y que hay un intercambio permanente entre el partido que queremos construir y las experiencias del movimiento de masas. Y como estas experiencias son diversas, esta diversidad puede traducirse en tal o cual momento también en forma de corrientes en nuestras propias filas.
Pero existe otra razón a su favor: si se está por una sociedad pluralista, si se considera que existe la posibilidad de una pluralidad de partidos, incluida una pluralidad de partidos que se reclaman del socialismo, si ésta es una de las consecuencias sacada de la experiencia del estalinismo, entonces es necesario que de una determinada manera desarrollemos la democracia en nuestras propias organizaciones, en nuestras organizaciones de juventud, en nuestras secciones de la Internacional y también en la práctica que intentamos aplicar en los sindicatos y en las organizaciones.
La democracia es necesaria desde ya, porque es eficaz para las luchas, porque la unidad no va sin la democracia, porque si queremos construir frentes amplios contra Sarkozy o contra cualquier otro, es necesaria también para que las distintas visiones del mundo puedan reconocerse. Pues la democracia es una condición y no un obstáculo para la unidad. Y es también una cultura democrática que servirá para el futuro, porque la burocracia y la burocratización no es solamente el estalinismo.
Algunos se imaginan que el asunto de la burocracia ha terminado con el fin del estalinismo.
¡No!
Lo que produce la burocracia no es el partido o, como algunos dicen hoy, “la forma partido”, sino la división social del trabajo, la desigualdad. Las organizaciones sindicales, las organizaciones asociativas no son menos burocráticas que los partidos, a menudo lo son aún más, porque hay intereses materiales. Las organizaciones no gubernamentales en el Tercer mundo, que viven de subvenciones de la Fundación Ford o de la Friedrich Ebertschiftung, en gran parte también se burocratizan y a veces se corrompen. No es la forma de organización la que crea la burocracia. Las raíces de la burocracia están en la división del trabajo entre trabajo intelectual y manual, en la desigualdad ante el tiempo libre, etc., etc.
Por tanto, la democracia tanto en la sociedad como en nuestras organizaciones es la única arma que tenemos contra ella.
Hoy esto es muy importante, y quiero terminar estas reflexiones con ello. La gente tiene una visión de que un partido es un alistamiento, es militar, es la disciplina, es la autoridad, es la pérdida de su individualidad, etc. Yo pienso exactamente lo contrario. Hoy no se es libre solo, no se es brillante de manera asilada, no se despliega la individualidad sino en una organización de lucha colectiva. Y si se toman las recientes experiencias políticas, los partidos, con todos sus inconvenientes, con sus riesgos de burocratización -incluidos nuestros pequeños partidos- son, a pesar de todo, la mejor forma para resistir a formas todavía peores de burocratización, de corrupción por el dinero. Porque se está en una sociedad donde el dinero está por todas partes y corrompe todo.
¿Cómo resistir en una sociedad así? No por la mera moral, sino por una resistencia colectiva a la potencia del dinero.
Además, se tiene también frente a nosotros, y a veces es el mismo poder, el poder de los medios de comunicación. Los medios de comunicación tienden a quitar a las organizaciones sociales y a las organizaciones revolucionarias de sus propias palabras y de sus propios portavoces. Hay un mecanismo de cooptación del personal político por los medios de comunicación. Son las cadenas de televisión las que deciden: aquél tiene una buena cabeza, éste refleja bien la luz, aquélla es más bien simpática, etc. Los fabrican.
Nosotros queremos conservar el control de nuestra palabra y de nuestros portavoces. No creemos en el salvador supremo ni en los individuos milagrosos. Sabemos que lo que hacemos es el resultado de una experiencia y de un pensamiento colectivo. Ésta es una lección de responsabilidad y de humildad. El peso de los medios de comunicación en nuestras sociedades sólo des-responsabiliza a la gente. Cuánto gente defiende en la televisión una idea completamente excéntrica y una semana más tarde pasan a otra cosa, sin nunca tener que explicarse, o tener que rendir cuentas sobre lo que dijeron.
Lo que dicen nuestros portavoces, como Francisco Louça en Portugal, Olivar Besancenot en Francia o Franco Turigliatto en Italia, lo hacen siendo responsables frente a centenares y millares de militantes. No son individuos que hablan según sus caprichos o lo que sienten en el momento; ellos hablan en nombre de una colectividad y tienen responsabilidades frente a los militantes que los eligieron. Eso es para nosotros una prueba de democracia.
Contrariamente a lo que se dice, los partidos políticos tal como los concebimos -sin tomar en cuenta a los grandes aparatos electorales- constituimos la mejor resistencia justamente democrática en un mundo que los es muy poco y es uno de los eslabones, una de las partes de lo que entendemos por estrategia revolucionaria. ¦
Traducción: Andrés Lund Medina ///.
C. LA ESTRATEGIA SEGÚN LAS CONDICIONES MATERIALES, QUE ES LA REALIDAD MUNDIAL DEL CAPITAL FINANCIERO,...QUE ESTÁ ORGANIZADO A NIVEL GLOBAL,...ES CAPITALISMO MONOPOLISTA MUNDIAL,...ENREDADO EN LOS CINCO CONTINENTES,...ES EL CAPITAL FINANCIERO DE LAS ÉLITES PLUTOCRÁTICAS ENTRELAZADAS DESDE USA, UE, JAPÓN, ÁFRICA, ASIA, AMÉRICA LATINA,...DESDE EL INSTITUTO FINANCIERO INTERNACIONAL (IFI), Y ESA UNIÓN DE MEGACORPORACIONES, DONDE SON 147, CON 660 PERSONALIDADES PLUTOCRATICAS,...LOS QUE GOBIERNAN, GESTIONAN,...EN DEFINITIVA TIENEN EL PODER DE CLASE BURGUÉS MUNDIAL,...ES LA ÉLITE DE PODER, AUNQUE EXISTAN MÚLTIPLES ENTIDADES UNAS MÁS OCULTAS QUE OTRAS,...
Banco de Pagos Internacionales
ÍNDICE
HISTORIA
ORGANIZACIÓN DE BANCOS CENTRALES
Regulación de la adecuación de capital
Mantenimiento de la transparencia de las reservas
CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN
COMPOSICIÓN DEL CAPITAL
En 2013, el BPI tenía 60 bancos centrales accionistas de todo el mundo. A 31 de marzo de 2013, el balance total del BPI se situó en 212.000 millones de DEG (Derecho Especial de Giro). El pasivo total del Banco está constituido fundamentalmente por depósitos de clientes, de los que aproximadamente un 90% se denominan en monedas y el resto, en oro. En dicha fecha, las posiciones de los clientes (excluidos contratos con pacto de recompra, repos) valían 183 700 millones de DEG. el activo del BPI se compone en su mayoría de títulos de deuda pública o semipública e inversiones (incluidos repos a la inversa) en bancos comerciales internacionales con elevada calificación. Además, a 31 de marzo de 2013, el Banco contabilizaba 115 toneladas de oro fino en su cartera de inversión. CONVERSOR DE DIVISAS XE
1.00 EUR | = | 0.887245 XDR |
↔ | Derechos especiales de giro del FMI | |
1 EUR = 0.887245 XDR | 1 XDR = 1.12708 EUR |
REFERENCIAS VOLVER ARRIBA↑ WWW.BIS.ORG
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Economía Política Feminista
Economía Política Feminista: sostenibilidad de la vida y economía mundial de Astrid Agenjo Calderón es el segundo número de la Colección Economía Inclusiva de FUHEM Ecosocial.
La economía política feminista constituye una aproximación crítica y alternativa a los análisis de la economía convencional y a las deficiencias estructurales de un sistema capitalista, heteropatriarcal y racista que ha puesto en jaque la sostenibilidad de la vida, causando y agravando el conflicto capital-vida.
La financiarización descontrolada, la mercantilización de cada vez más procesos de la vida íntima, la privatización creciente de medios de producción y sectores económicos, la invisibilización de la economía de cuidados o la sobreexplotación de una fuerza de trabajo feminizada y precaria son algunos de los aspectos abordados por la economía política feminista.
Esta corriente económica pone la vida, sostenible y digna, en el centro. Articula sus principios en torno a un feminismo del 99%, que recuperaría el interés por las cuestiones redistributivas y por las preocupaciones medioambientales, negociando continuamente sobre las cuestiones del poder y la diferencia. Y se alinea con las posiciones interseccionales que entienden que la realidad socioeconómica está mediada por una multiplicidad de factores (de género, sexualidad, raza o etnia, localización, acceso a recursos…) que no deben ignorarse si se quieren afrontar los problemas sistémicos en un contexto global de complejidad e incertidumbre.
Trasladando los aportaciones teóricas de la economía política feminista a los análisis de las tendencias de la economía global, su autora aborda en profundidad, y mediante un completo repaso a la literatura especializada, las claves para entender las causas y efectos del colapso ecosocial.
Ofrece, en definitiva, una rigurosa propuesta teórica que pueda ser de utilidad para concebir nuevos horizontes emancipatorios que prioricen la sostenibilidad de la vida en la organización del sistema económico.
Sobre la autora:
Astrid Agenjo Calderón (Garbayuela, 1985). Economista feminista extremeña. Doctora en Ciencias Sociales y máster en Economía Internacional y Desarrollo. Es profesora en el Departamento de Economía, Métodos Cuantitativos e Historia Económica de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, donde forma parte del Grupo de investigación EcoEcoFem Economía Feminista, Ecológica y Desarrollo. Es vicepresidenta del Observatorio GEP&DO, miembro del Grupo de Trabajo Economía Feminista Emancipatoria (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) y de la Red Iberoamericana de Investigación en Trabajo, Género y Vida Cotidiana.
También realiza actividades de asesoría y consultoría independiente, y de formación en economía feminista para diversas instituciones y organizaciones sociales. Participa activamente en movimientos sociales y feministas, y concilia su vida familiar, personal y laboral, rural y urbana, gracias a una amplia red de afectos que sostienen su vida.
A continuación ofrecemos:
El acceso a diferentes materiales, como un video, una entrevista realizada por FUHEM Ecosocial a la autora, el texto completo de la Introducción, el video de la Conferencia sobre Economía Política Feminista que la autora impartió el 7 de mayo de 2021 en el Salón de Actos de Facultad de Filosofía y Letras – FYL de la Universidad Autónoma de Madrid – UAM , donde presentó el libro, y el índice del mismo.
Un video donde la autora explica que la economía política feminista critica las deficiencias estructurales del sistema capitalista aspirando a impulsar una transformación social muy poderosa y rompedora y que necesitamos situar el debate en torno a nuevos horizontes emancipatorios que prioricen el mantenimiento de vidas dignas, en condiciones de justica, equidad y respeto por el entorno natural y humano.
Entrevista realizada por Monica Di Donato del equipo de FUHEM Ecosocial en torno al contenido del libro.
Conferencia sobre Economía Política Feminista, 7 de mayo de 2021, Salón de Actos de Facultad de Filosofía y Letras – FYL de la Universidad Autónoma de Madrid – UAM.
Índice
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
NOTAS SOBRE LA AUTORA
- Un mundo en crisis.
- Los feminismos ante la encrucijada global: una Cuarta Ola en formación.
- La necesidad de una Economía Política Feminista.
- La mirada sobre la Sostenibilidad de la Vida.
PARTE I
CAPÍTULO 1. HACIA UNA ECONOMÍA POLÍTICA FEMINISTA
- Punto de partida: diferencias entre ortodoxia y heterodoxia económica.
- Ortodoxia y heterodoxia en los análisis económicos en torno al género: Economía de Género y Economía Feminista.
- Economía Feminista: breve genealogía y rasgos clave.
- Economía Política Feminista: elementos diferenciadores.
CAPÍTULO 2. EL ENFOQUE SISTÉMICO DE LA SOSTENIBILIDAD DE LA VIDA
- Una representación ampliada del sistema económico.
- Conflicto capital-vida
PARTE II
CAPÍTULO 3. APROXIMACIÓN A LA ECONOMÍA MUNDIAL DE NUESTRO TIEMPO (I)
- Economía Política Feminista y economía mundial.
- La exigencia imperativa del colapso ecológico.
- El paso de la 5ª a la 6ª revolución tecnológica.
- Globalización económica realmente existente.
CAPÍTULO 4. APROXIMACIÓN A LA ECONOMÍA MUNDIAL DE NUESTRO TIEMPO (II)
- Ascenso y crisis de la financiarización.
- La emergencia de la economía del cuidado global.
- Globalización política y crisis del sistema internacional.
REFLEXIONES FINALES. HORIZONTES Y ESTRATEGIAS POSIBLES
BIBLIOGRAFÍA
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son definidos como: “…cierto número de realidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas (...) funcionan masivamente con la ideología como forma predominante pero utilizan secundariamente, y en situaciones límites, una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica…” (Althusser, 1988: 13) Toda ideología se va interiorizando como proceso intrínseco a la sociabilidad. De esta manera, aquello que se vive como singular, no hace más que a universales abstractos que tienen su representación mediante la ideología. La misma es materializada por instituciones que van moldeando las formas de ser, estar, pensar, sentir en sociedad, desde un deber ser genérico y hegemónico que condiciona los cuerpos y las emociones de los sujetos. En esta procesualidad, que se va interiorizando y exteriorizando, se halla la “normalidad” como categoría central de las sociedades modernas de control y disciplinamiento, así como las nociones de “norma”, “normalidad” y “normalizacion”. En éstas se establece tanto el carácter ideológico de la normalidad como su construcción socio-histórica y su pretendido carácter natural. La normalidad se configura como valor central en los procesos constitutivos y organizativos de todo orden social, convirtiéndose en la ideología que signa la vida cotidiana de los sujetos. “…es en este sentido que hablamos de ideología de la normalidad y no la normalidad como ideología ya que sostener esto último podría llevarnos a “creer” o “sugerir” que pudiese existir una normalidad que no fuera ideológica...” (Rosato y Angelino, 2009: 102)13 I.3 Ideología de la normalidad y su correlato con la discapacidad y el trabajo. Tal como se viene explicitando, la noción de “normalidad”, en cuanto “…norma de distribución estadística, dentro de una población determinada…” (Ball, 1994: 6), se refiere a “lo común”, a “lo regular”, y se establece como criterio demarcatorio y de objetivación de los individuos, así como la estandarización de las formas de ser y estar en sociedad. Esto incluye todos los aspectos de la vida cotidiana de los sujetos: desde la construcción y significación de las diversas instituciones, hasta la configuración de las formas “normales” de aptitudes y capacidades (y, por tanto, de educación, de trabajo, de sexualidad), configuración de vínculos, deseos y expectativas con relación a los otros y a uno mismo. En estas sociedades, las exigencias de la normalidad establecen como contracara procesos de exclusión para aquellos sujetos que se desvíen de la norma de distribución estadística, por lo que la ideología de la normalidad: “…opera sustentada en la lógica binaria de pares contrapuestos, proponiendo una identidad deseable para cada caso y oponiendo su par por defecto, lo indeseable, lo que no es ni debe ser. El otro de la oposición binaria no existe nunca fuera del primer término sino dentro de él; es su imagen velada, su expresión negativa, siempre necesaria de corrección normalizadora...” (Angelino, 2009: 96) De esta manera, cuando se piensa en la noción de a-normalidad, no puede ser definida de forma absoluta, sino que implica posicionarse en cada situación desde las exigencias de la normalidad. “…“anormalidad” no describe una cosa singular y estable, sino que funciona como un espacio sin contenido determinado que puede ser llenado con un conjunto de predicados lógicamente contradictorios y mutuamente incompatibles, cuya conjunción imposible no se refiere tanto a un fenómeno paradójico del mundo como a los límites que marca el término opuesto, normalidad…” (Angelino, 2009: 97)14 Las diferentes clasificaciones de lo que se considera “normal” y “anormal”, en función de patrones establecidos por la clase dominante, conducen a diferentes mecanismos de exclusión social, a partir de los que se establecen dispositivos como forma de adaptación y control, sobre los considerados como “los diferentes”: “…el asilo psiquiátrico, la penitenciaría, el correccional, el establecimiento de educación vigilada, y por una parte los hospitales, de manera general todas las instancias de control individual, funcionan de doble modo: el de la división binaria y la marcación (loco-no loco; peligroso-inofensivo; normal-anormal); y el de la asignación coercitiva, de la distribución diferencial (quién es; dónde debe estar; por qué caracterizarlo, cómo reconocerlo; cómo ejercer sobre él, de manera individual, una vigilancia constante, etc.)…” (Foucault, 2002: 120) En este sentido, pensar la discapacidad implica comprenderla en el marco de una sociedad concreta, producto de su devenir histórico, que se manifiesta en las diferentes formas de relacionarse con ese “otro”. Por ello, hay que reconocer el lugar que la sociedad ocupa en la construcción de la misma, trascendiendo concepciones reduccionistas de la discapacidad, en las que la misma es propia de un sujeto o de su familia, objetivándose en un problema individual, objeto de intervención del Estado y de diversas disciplinas. Se parte así del reconocimiento de que “… las condiciones económicas tienen un impacto significativo en el comportamiento social y en las relaciones entre diferentes grupos de individuos en la sociedad…” (Harbert apud Oliver, 1990: 52), por lo que desde esta visión materialista y compartiendo el planteo teórico propuesto por Oliver (1990), la categoría discapacidad en las sociedades contemporáneas, es generada por las relaciones sociales de producción derivadas del sistema capitalista, más allá de su pretendido carácter natural (como consecuencia de la ideología de la normalidad). “La categoría discapacidad, en la forma particular que aparece, está producida por estas precisas fuerzas económicas y sociales. Además, está producida como problema económico debido a los cambios en la naturaleza 15 del trabajo y en las necesidades del mercado de trabajo capitalista.” (Oliver, 1998: 49) Desde esta mirada, la producción de la categoría discapacidad se debe a los cambios acontecidos en el sistema de organización del trabajo con la instauración del modo de producción capitalista, el que generó la exclusión del mercado laboral (y por tanto de la participación de la producción material y simbólica de la sociedad) de los considerados “a-normales”, valiéndose de la ideología de la normalidad, para su imposición, reproducción y naturalización. Interesa destacar lo anteriormente expuesto y adherir al planteo de que es la exclusión la que genera discapacidad, y que es por medio de la ideología de la normalidad, que se legitima esta exclusión; es decir, la ideología de la normalidad legitima la exclusión sobre los clasificados como “anormales”, borrando los efectos ideológicos de los procesos históricos, sociales y políticos que dieron lugar a la construcción del dispositivo discapacidad. Anclado en la naturaleza evidente de lo biológico, la ideología de la normalidad des-historiza y presenta a la discapacidad como un dato objetivo de la naturaleza, al igual que a su opuesto-complementario, como la natural completitud de cuerpo. “… es la exclusión la que genera discapacidad y no a la inversa, y la normalidad opera como fuerza legitimadora de tal exclusión.” (Angelino, 2009: 76) Se trata de presentar a la discapacidad como dispositivo de control sobre los cuerpos, el que se valdrá de tácticas y técnicas específicas para asegurar su adaptación, siendo que desde esta mirada materialista se busca desnaturalizar y des-biologizar esta construcción, devolviéndolo al plano de las relaciones sociales: “Se trata entonces de desnaturalizar los supuestos en los que se asienta el discurso hegemónico sobre la normalidad y sobre la discapacidad, de reconocer que aquello que se nos presenta como natural es producto de un conjunto de interacciones materiales y simbólicas históricamente situadas. 16 Esto posibilita socavar la autoridad de las clasificaciones establecidas y de los poderes a ellas asociados.” (Angelino, 2009: 78) Este universal abstracto que se viene deconstruyendo como ideología de la normalidad, construye los dispositivos discapacidad y trabajo necesarios para la legitimación de las relaciones de producción que se establecen, caracterizadas por ser desiguales y ahistóricas. Por lo que la ideología se va interiorizando como proceso intrínseco a la sociabilidad que se impone en el sistema capitalista de producción. “Este carácter natural que se construye en torno a la génesis de ciertas problemáticas sociales, tiene su anclaje en un modo de producción desigual, que se inscribe con el nombre de capitalismo, el cual requiere, para su reproducción, del encubrimiento de esas relaciones de desigualdad de manera que emerjan como parte de la naturaleza misma de un orden social, para su continua repetición. Capitalismo generador de exclusión económica y social. Como consecuencia de esta exclusión la discapacidad es producida de una manera particular, como un problema individual, que requiere algún tipo de tratamiento médico, educativo, jurídico.” (Oliver apud Angelino: 2009: 113) Así, la discapacidad es visualizada y definida como: “…un hecho accidental aleatorio y desafortunado que sufrían determinadas personas, y de ahí surgía la idea de que la insuficiencia era de algún modo un suceso trágico que les ocurría a los individuos.” (Oliver, 1998: 45) La discapacidad individualizada en el cuerpo como tragedia personal, actúa de acuerdo a los intereses hegemónicos, dejando incuestionadas las bases materiales sobre las que se sustenta. “Hay que recordar que la teoría de la tragedia personal ha desempeñado su propia función particular. Al igual que la teoría del déficit como explicación de los bajos resultados educativos, al igual que la enfermedad como la explicación de la conducta criminal, al igual que la debilidad de 17 carácter como explicación de la pobreza y del desempleo, y al igual que otras teorías de asignación de la culpa a la víctima (Ryan, 1971) la teoría de la tragedia personal ha servido para individualizar los problemas de la discapacidad, y con ello dejar intactas las estructuras sociales y económicas…” (Oliver, 1998: 45) En este contexto, la discapacidad se construye como problema individual que requiere tratamiento médico, rehabilitador, volviéndose objeto de intervención para “aliviar” la vida de los sujetos quienes la “padecen”. Visualizado en las relaciones de producción, dicho tratamiento requiere de la especialización de dispositivos de atención, en tanto atribuye a esta población el no poder ajustarse a los nuevos requerimientos del mercado laboral. “La economía, tanto mediante la actuación del mercado de trabajo como la organización social del trabajo, desempeña un papel clave en la producción de la categoría discapacidad y en la determinación de las respuestas de la sociedad a las personas con discapacidad. Además, la opresión a la que éstas se enfrentan tienen sus raíces en las estructuras económicas y sociales del capitalismo, que por sí producen racismo, sexismo, homofobia, gerontofobia y discapacidad…” (Oliver, 1998: 50) De esta forma, la atención o intervención sobre la discapacidad remite al devenir del sistema de acumulación y al devenir de las políticas sociales en el marco de las manifestaciones de la Cuestión Social. Siendo que es el Estado que toma para sí la atención de la discapacidad en un contexto en el que, según plantea Foucault: “La población y su bienestar se convierte en el tema central del gobierno. El control de las poblaciones para asegurar la obediencia política y una fuerza de trabajo dócil y útil en relación a las demandas del capitalismo naciente, constituyen las preocupaciones centrales del arte de gobernar.” (Foucault apud Ball, 1994: 19)18 Por ello se vuelve central para el gobierno, para las instituciones, o retomando a Althussser para los AIE, la cuestión del significado. En palabras de Oliver (1990), la política del significado que asegure la reproducción de la ideología de la normalidad. Así, el foco de la cuestión se centró en “…cómo se debe definir la discapacidad para propósitos oficiales y, de hecho, los propósitos y la función de las definiciones oficiales…”. (Oliver, 1990: 13) Esta definición, este arte de gobernar, se establece como eje que transversaliza la vida cotidiana de los sujetos en situación de discapacidad, no solo por el lugar signado por la misma, sino por los dispositivos de atención, control y adaptación al orden social que para los mismos se establezcan para asegurar la reproducción del orden social existente. En este sentido, la discapacidad es una categoría que fabrica sujetos: “…la discapacidad es una categoría dentro de un sistema de clasificación que produce sujetos, a partir de la idea de «normalidad única» que funciona tanto como parámetro de medición de lo normal/anormal, como de ideología legitimadora de relaciones de asimetría y desigualdad…” (Angelino, 2009: 87) De esta manera, el trabajo como dispositivo, como relación social de producción mediada por la ideología de la normalidad, se sustancia y se integra con trabajadores cuya singularidad corresponde con la idea de normalidad única, objetivada a través de lo eficaz, lo eficiente, lo productivo, lo competitivo, en una lógica disciplinaria y mercantilista funcional al sistema de producción. La ideología de la normalidad hace sujetos funcionales para la producción y reproducción de la formación social; es decir, reproduce las relaciones de producción existentes y necesarias para la producción capitalista, por medio de dispositivos de disciplinamiento y de control social. La discapacidad, desde la ideología de la normalidad, se trata de:19 “…un déficit construido (inventado) para catalogar, enmarcar, mensurar cuánto y cómo se aleja el otro del mandato de un cuerpo “normal”, del cuerpo Uno (único)…” (Angelino, 2009: 5) En este sentido, el salario se establece como forma de reproducción de las fuerzas productivas, y la ideología de la normalidad como forma de perpetuación y reproducción de las relaciones sociales existentes, donde la discapacidad es la incapacidad de trabajar, de producir, por no adecuarse a las necesidades del capitalismo. Es así que el trabajo como dispositivo, como forma de objetivación del Ser en las sociedades capitalistas, trae aparejado la sistemática exclusión de las personas en situación de discapacidad del sistema productivo, por no adecuarse a las exigencias de producción y de acumulación pretendida por las empresas empleadoras, generando complejos procesos de construcción de ciudadanía, de identidad, de subjetividad y de pertenencia, al no poder participar ni acceder a los bienes materiales y simbólicos socialmente producidos. De esta manera, en el sistema capitalista la ideología de la normalidad marca un camino complejo y contradictorio para las personas en situación de discapacidad con relación al empleo, en donde su exclusión reviste un carácter natural, y en donde las intervenciones por parte de los estados para dar respuesta a esta población, se configuran de forma reproductora del orden. Aquí, la concepción médica de la discapacidad opera como telón de fondo para la generación de políticas públicas. Realizada de esta forma la delimitación del objeto del análisis del presente ensayo teórico, en el siguiente capítulo se profundizará en lo desarrollado para continuar deconstruyendo y desnaturalizando los conceptos en los que se funda la discapacidad en las sociedades contemporáneas. Para ello, se ubica su conceptualización en algunos aspectos del devenir histórico de las sociedades modernas, desde los cambios de las bases materiales de producción, para luego exponer cómo son objetivados y ubicados los “otros” en relación al dispositivo trabajo, y cómo se configuran las intervenciones del Estado respecto del acceso al mismo.20 CAPÍTULO II: Discapacidad y trabajo desde las bases materiales de producción. Este segundo apartado del documento, pretende desarrollar y comprender lo inicialmente expuesto al develar el proceso de construcción socio-histórica de los dispositivos discapacidad y trabajo en las sociedades capitalistas. Concebir la discapacidad como una construcción social producto del devenir histórico, implica situar en éste las diferentes formas en que las personas que hoy son consideradas en situación de discapacidad han estado adscriptas a las diferentes formaciones sociales, considerando su participación en la vida económica como el elemento que configura su inscripción social. Se pretenden introducir algunos elementos de comprensión histórica (sin ser por esto un análisis profundo de cada modo de producción), con el fin de situar el análisis en el sistema capitalista actual, donde la discapacidad se ha transformado en la incapacidad de trabajar, por efecto de la ideología de la normalidad, y del propio sistema productivo. Así se deconstruirá, cómo son ubicados los otros con relación al trabajo en las sociedades contemporáneas. II.1 Modos de producción: discapacidad y trabajo. Se trata de develar la “natural inmutabilidad histórica” (Joly, 2007: 10) del lugar social de las personas en situación de discapacidad con relación al trabajo. Se cree que mediante este análisis, se logra explicitar lo inicialmente expuesto: “…la idea foucultiana en relación a la “construcción” de los sujetos a través de dispositivos de control y prácticas sociales concretas; es decir a través de representaciones en torno al “deber ser” marcado y determinado por la sociedad y el momento histórico en el cual están insertos…” (GEDIS, 2008: 35)21 El reconocimiento de las personas en situación de discapacidad ha ido variando a lo largo de la historia producto de los distintos modos en que las sociedades han organizado sus sistemas de producción. En este sentido, en la actualidad, se reconoce que éstas son definidas por la existencia de diferentes tipos de deficiencia (física, mental, intelectual y/o sensorial) que pueden desarrollarse de forma innata, congénita u adquirida y presentar diferentes niveles (leve-moderada o severa). Para evidenciar esto, se expondrán algunos de los aportes teóricos realizados por Oliver (1990), Russely (2002) y Joly (2007), analizando sucintamente las características del vínculo discapacidad / trabajo en el modo de producción feudal, y cómo se procesa este vínculo cuando se da el cambio al modo producción capitalista. A su vez, se hará mención, en virtud de los vestigios que la ideología de la normalidad conserva, a las concepciones religiosas, mágicas, científicas, a los valores de forma genérica, que han justificado e influenciado las concepciones y las respuestas sociales a la discapacidad. Retomando esta procesualidad histórica, se comienza planteando que en el modo de producción feudal: “…los siervos trabajaban para su subsistencia y entregaban al señor una parte importante de su producción. Quienes tuvieran alguna limitación física, sensorial o mental, contribuían en lo que podían a la economía familiar. Algunos hasta podían desplegar habilidades artesanales…” (Joly, 2007: 14) De esta manera, en una sociedad predominantemente agraria, donde la familia era la unidad básica de producción, las personas en situación de discapacidad podían tener diversos grados de participación en la economía familiar. En este modo de producción, las concepciones y los valores religiosos tuvieron un papel preponderante en la construcción social de la discapacidad; en tanto bajo estas concepciones, las deficiencias eran vistas como un castigo divino frente a la inmoralidad o como la evidencia de la existencia de Satanás y de su poder sobre los seres humanos. En este contexto “…el líder de la reforma protestante, Martín Lutero (1485 - 1546), proclamó ver al diablo en un niño deficiente y recomendó que se lo matara…” (Joly, 2007: 14)22 Con advenimiento de la industrialización y el modo de producción capitalista, la sociedad comienza estructurarse en base al trabajo asalariado, pues: “… (surge) el empleo de la fuerza de trabajo a cambio de un salario en una relación en la cual los propietarios de los medios de producción, los empresarios, procuraron contratar sólo a quienes consideraban capaces de realizar tareas repetitivas, durante largas horas de trabajo…” (Joly, 2007: 16) En este pasaje de una sociedad agrícola a una sociedad industrial, las deficiencias humanas comienzan a adquirir nuevos significados, surgiendo por primera vez el concepto de discapacidad vinculado a la incapacidad para el trabajo y concebido como un problema médico, social y educativo. De esta manera, es el pensamiento científico o médico, el que comenzó a sustentar en el modo de producción capitalista, la concepción de la discapacidad como una tragedia personal y no como resultado de una influencia divina, mágica o religiosa, como lo fue en los modos que le precedieron4 . Russely (2002), por su parte, revela en el pasaje del feudalismo al capitalismo, la forma en que se fue construyendo el destino que signó la situación de las personas en situación de discapacidad en la contemporaneidad, planteando que: “Bajo el feudalismo, la explotación económica fue directa y política, posible gracias a la concentración feudal de la propiedad de la tierra. Mientras que unos pocos cosecharon el excedente, muchos viviendo en sus fincas trabajaban para que su subsistencia, y las personas con discapacidad pudieron participar en esta economía en diversos grados (…) Con el advenimiento del capitalismo, la gente ya no estuvo más atada a la tierra, pero estuvieron forzados a encontrar un trabajo que pagara un salario para no pasar hambre, y a medida que la producción se 4 “A lo largo de la historia las prácticas discriminatorias contra los enfermos y los discapacitados han variado mucho de país en país y de siglo de siglo; ellas han oscilado desde el completo rechazo y el ostracismo hasta la semi-deificación y el acuerdo de especiales privilegios y honores.” (Oliver, 1990: 15)23 industrializaba, el cuerpo de las personas fue cada vez más valorado por su capacidad de funcionar como máquinas…” (Russely, 2002: 212) Este análisis del lugar que han ocupado las personas en situación de discapacidad desde el materialismo histórico muestra, por lo tanto, que: “Cualquiera que fuese el destino de los discapacitados antes del advenimiento de la sociedad capitalista, (…) con la llegada de aquella padecimos la exclusión económica y social. Como resultado de esta exclusión, la discapacidad adquirió una forma determinada: un problema individual que requería tratamiento médico.” (Oliver, 1998: 44) Cabe destacar que no se trata de realizar una idealización teórica de los vínculos discapacidad-trabajo previos a la sociedad capitalista, ni de las circunstancias económicas y sociales de esta población antes del advenimiento del sistema actual, sino que se trata de evidenciar que: “…en un mundo de pocos y lentos cambios, donde aún no imperaba la idea del individuo y del progreso (al menos no para las grandes masas de campesinos), las expectativas que se pudieran tener con relación a personas enfermas y/o con algún defecto o deficiencia, estaban por cierto limitadas a la vida agraria y del hogar…” (Joly, 2007: 14) Esto permitía una inscripción social diferente en el entorno social y familiar, lo que permite evidenciar cómo operan los cambios que las relaciones de producción imponen en la sociedad, tanto material como simbólicamente, tal como viene siendo expuesto desde el capítulo I. De forma genérica, los diferentes modos de producción socio-históricamente considerados, han conllevado diferentes formas de inscripción social para las personas en situación de discapacidad. Si bien el presente análisis se ha centrado en el pasaje del feudalismo al capitalismo, este vínculo adquiere diferentes significaciones cuando son considerados los diferentes modos en que las sociedades han organizado su economía. 24 Lo anterior se explica y se comprende de manera esquemática, a partir de las determinantes: tipo de economía y unidades de producción. “…si la sociedad tiene una economía basada en la caza y la recolección, la pesca o la agricultura o la industria manufacturera, y como se organiza el proceso de producción, a trasvés del hogar o la unidad familiar, la banda o la tribu, o el trabajo salariado individual…” (Oliver, 1990: 48) La relación entre estas determinantes configura diferentes dispositivos de trabajo, que materializan y concretan la forma y el lugar en que las personas en situación de discapacidad son integradas, incluidas o excluidas de la sociedad. II.2 Capitalismo: exclusión y la producción de la discapacidad. Se entiende que la producción de la discapacidad en las sociedades contemporáneas estaría dando cuenta de procesos de exclusión generados a partir de la ideología de la normalidad. Por ello, a continuación se desarrolla una breve contextualización de la configuración de la exclusión de las personas en situación de discapacidad en el capitalismo, retomando y profundizando el desarrollo de la categoría “normalidad” a partir del rodeo analítico de “las formas de nombrar”. “Las palabras son testigos que a menudo hablan más alto que los documentos. Consideremos algunos de los vocablos que fueron inventados o que adquirieron su significado moderno en el período de sesenta años (…). Entre ellos están: “industria”, “industrial”, “fábrica”, “clase media”, “clase trabajadora”, “capitalismo” y “socialismo”. Lo mismo podemos decir de “aristocracia” y “ferrocarril”, de “liberal” y de “conservador”, como términos políticos, de “nacionalismo”, “científico”, “ingeniero”, “proletariado” y “crisis” (económica). “Utilitario” y “estadística”, “sociología” y muchos otros nombres de ciencias modernas, “periodismo” e “ideología” fueron acuñados o adaptados en dicha época. Y lo mismo “huelga” y “depauperización.” (Hobsbawm, 2012: 10)25 A esta lista de vocablos expuesta por Hobsbawm5 , se le puede añadir los de “norma”, “normalidad” y “normalización”, en tanto palabras que anclan su génesis y se constituyen en testigos de las transformaciones signadas por la “doble revolución” anglo-francesa. Así, la palabra norma: “… como construcción, como conformación de lo no desviante o forma diferente; el tipo común o estándar, regular, usual sólo parece en la lengua inglesa hacia 1840. La palabra ‘norma’, en su sentido más moderno, de orden y conciencia de orden, ha sido utilizada recién desde 1855, y ‘normalidad’, ‘normalización’ aparecen en 1849 y 1857 respectivamente.” (Davies apud Skliar, 2002: 127) Si bien la génesis de dichos conceptos se encuentra en el período considerado, luego continúan desarrollándose hasta llegar al contenido contemporáneo de los mismos. Así, la invención o la significación de las palabras, sirve para develar la construcción histórica del concepto “normalidad”. Concepto que no ha estado presente a lo largo de la historia, sino que se configura como producto de circunstancias y procesos históricos expuestos, y es trasladado como forma de análisis de las relaciones sociales que se establecen. Es a partir del siglo XIX que “normalidad” se constituye como un concepto central en la organización de las sociedades, como criterio demarcatorio entro “lo mismo” y “lo otro”, que termina por clasificar a todo aquel “diferente” por considerarlo no funcional al orden establecido, o por considerarlo una amenaza al mismo. En este sentido, en las sociedades capitalistas comienzan a generarse y a desarrollarse amplios grupos, que en 5 El período señalado por el autor comprende los años entre 1789 a 1848, período en el que estudia la trasformación del mundo, debido a lo que denomina la “doble revolución”, haciendo referencia a la revolución francesa, y a la revolución industrial británica. “…la gran revolución de 1789-1848 fue el triunfo no de la “industria” como tal, sino de la industria “capitalista”; no de la libertad y la igualdad en general, sino de la “clase media” o sociedad “burguesa” y liberal; no de la “economía moderna”, sino de las economías y estados en una región geográfica particular del mundo (parte de Europa y algunas regiones de Norteamérica) cuyo centro fueron los estados rivales de Gran Bretaña y Francia. La transformación de 1789 – 1848 está constituida sobre todo por el trastorno gemelo iniciado en ambos países y propagado en seguida al mundo entero…” (Hobsbawm, 2012: 10)26 virtud de poseer alguna característica considerada “desviante”, quedan ubicados en procesos de exclusión social6 . Interesa destacar que en relación a la forma de pensamiento social predominante, la doble revolución habilitó y planteó nuevos problemas y desafíos a las ciencias, ya que su existencia demandaba nuevos patrones de pensamiento. En este sentido, y con su correlato con la ideología de la normalidad, se realizó un gran avance en este período con la aplicación de los métodos matemáticos a la sociedad: Adolphe Quetelet, en su libro Sur l`homme (1835), desarrolló el concepto de hombre medio, determinado por la distribución estadística de las características humanas, que según plantea, obedecían a leyes matemáticas conocidas. Basado en esta distribución regular de tipo estadístico, Quetelet, formuló la posibilidad de asimilar las Ciencias Sociales a las Ciencias Físicas, estableciendo la posibilidad de realizar generalizaciones sobre las poblaciones humanas, sobre las cuales realizar predicciones basadas en la teoría de la probabilidad7 . La construcción de la normalidad, del hombre medio y la fundación de la biométrica, se produce en consonancia con la concepción de cuerpo, población y gobernabilidad; siendo que paralelamente se instala el examen como el dispositivo de clasificación de los cuerpos, y de su distribución y ubicación en el cuerpo social. Es en el establecimiento de demarcaciones entre “lo Mismo” y “lo Otro”, que se incluye bajo la denominación de “a-normales” a grupos cada vez más numerosos de los que pueden ser agrupados como “el resto”, de lo que no es el “nosotros”. (Netto, 2001). Esta particularización histórica respecto a la normalidad y su establecimiento como concepto potente en la delimitación de “lo mismo”/ “lo otro”, surge y se configura en el desarrollo de la forma disciplinar de poder (tal como fue delimitada en el capítulo I del presente documento), donde: 6 La emergencia de las categorías demarcatorias “normal” “anormal” en las sociedades contemporáneas, han sido posible a partir de tres procesos que han sido socialmente construidos, y han sido determinantes del orden social, de acuerdo a lo planteado por Foucault (1998), estos son: la constitución discursiva del concepto “anormal”, la medicalización de la sociedad y la moralización de la sociedad. 7 “Adolphe Quetelet desarrollo el concepto de hombre medio, como el producto del descubrimiento de la primer regularidad estadística de tipo social. El hombre- medio es la construcción abstracta de un individuo inexistente, que resulta del promedio de los atributos de los hombres (…) permitió elaborar la noción de que las características humanas pueden ser medidas y establecidas, de una vez y para siempre mediante un artificio matemático, como características normales del hombre.” (Angelino, 2009: 55)27 “…el otro” fue convencido de que está mal ser lo que es, fue persuadido para que deje de ser, fue manipulado minuciosamente para ir en pos de la pertenencia a lo Mismo. Un proceso que a la vez que naturalizo la normalización instaló al Otro como anormal…” (Angelino, 2009: 50) Así, en el presente ensayo teórico, se pretende develar como: “…la discapacidad es una categoría social creada socialmente, derivada de las relaciones laborales, producto de la estructura económica de explotación de la sociedad capitalista: la que crea (y luego oprime) el tan conocido cuerpo discapacitado, como una de las condiciones que permiten a la clase capitalista acumular riquezas. Vista desde esta perspectiva, la discapacidad es un aspecto de la contradicción central del capitalismo, y las políticas de la discapacidad, que no aceptan esto, son en el mejor de los casos, básicamente estrategias fallidas de reforma, o peor, formas de la ideología burguesa de impedir que se vea esto…” (Russelly, 2002: 212) Por ello, la exclusión de las relaciones de producción, es decir, la exclusión de la explotación como trabajadores asalariados, constituye la opresión primaria de las personas en situación de discapacidad sobre la que se estructurarán y derivarán todos los aspectos que configuran la vida de esta población en la sociedad contemporánea, tanto en sus aspectos materiales como simbólicos. Discapacidad y Trabajo son comprendidos como productos de la economía política capitalista, lo que implica trascender explicaciones propias de la ideología de la normalidad e impuesta por la clase dominante. Estas explicaciones, centradas en las esferas físicas y biológicas, presentan a la discapacidad como dato “natural” y legitiman su exclusión (principalmente de las relaciones laborales, donde se encuentra su origen la opresión), por medio de la construcción social de la categoría y su consecuente naturalización. Se trata de devolver a la categoría “discapacidad” al plano de las relaciones sociales, históricamente inscriptas como el producto de un sistema de clases.28 “Este modelo social de la discapacidad exige un replanteamiento de las definiciones prevalentes...(…) Reconceptualizar la discapacidad como producto de la economía política (…) es el modo de producción y las relaciones sociales concretas que producen las barreras discapacitantes, la exclusión y las desigualdades que enfrentas las personas con discapacidad.” (Ruselly, 2002: 212) Tal como se presenta, la construcción, producción y reproducción de la categoría discapacidad, es una invención al servicio de la economía. (Joly, 2007) “Las necesidades funcionales de capital para una determinada tipo de fuerza de trabajo, la relación entre la oferta y la demanda de trabajo y el papel de las personas con discapacidad en la economía. (…) se produce en última instancia por la funcional necesidad del capital por un tipo particular de fuerza de trabajo…” (Oliver, 1990: 14) La velocidad del trabajo industrial dio lugar a la construcción de la disciplina de la fábrica ante el nuevo método de trabajo8 , esto demandó para el trabajador la adaptación de su cuerpo al ritmo de producción, y como contrapartida se constituyó en parte de los costos de los empresarios de los cuales se buscó el mayor beneficio y racionalización. “Prácticamente durante todo el siglo XX, el trabajo se ha organizado en torno a los principios gemelos de la competición entre los trabajadores individuales y de la obtención del máximo beneficio. Ha sido inevitable que los discapacitados hayan sufrido por la forma en que se ha organizado el trabajos según estos dos principios…” (Oliver, 1998: 50) El trabajo, delimitado como un dispositivo demandante de un cuerpo rápido, ajustable, adaptable, competitivo, organizado, que produzca los mayores beneficios para los empresarios y los menores costos operativos y de producción, operó como un punto de inflexión para la población, ahora categorizada como “anormal”, y por tanto 8 Se hace referencia, así, a la racionalización y la cada vez más creciente organización científica del trabajo, con el establecimiento de horarios, cumplimiento de objetivos y claras reglas de producción que se imponen como nuevos patrones de control de los cuerpos y las subjetividades de los trabajadores. 29 “discapacitados”, por no cumplir con estos parámetros impuestos por la nueva forma de trabajo y la disciplina de la fábrica. Así se fueron dejando atrás las formas de trabajo más lentas, ajustadas a las subjetividades y posibilidades de cada uno, en las que se habían desempeñado anteriormente. “La disciplina en las fábricas, el control de los tiempos exigidos, de la puntualidad, y las normas de producción, rompieron con el patrón de trabajo más lento, autodeterminado y flexible en el que muchas de las personas con discapacidad habían sido integradas.” (Russelly, 2002: 213) En este contexto, la conceptualización de la discapacidad implica una postura éticopolítica diferente, y el reconocimiento que: “La transformación de los lazos entre las personas en mercancías, esconde su deshumanización, y la explotación -y exclusión- de otros seres humanos: se convierte en simplemente un hecho económico de la vida.” (Russelly, 2002: 216) Conceptualizaciones, definiciones, intervenciones, centradas en el cuerpo, y en el problema del “cuerpo imperfecto”, dejan incuestionadas las bases materiales, las estructuras económicas y sociales desde las que se construye la discapacidad en su concepción moderna. En este sentido, la discapacidad comienza a ser vista como un problema individual, producto de una tragedia personal o familiar que debe ser superada. Como plantea Oliver (1998), esto coincidió con el ascenso de la profesión médica, por lo que la discapacidad comienza a ser objetivada como un problema médico, por el cual el individuo debe ser rehabilitado, ajustado, para devolverle la pretendida y valorada normalidad al cuerpo, como estrategia social a partir de la cual, en el mejor de los casos, puedan ser integrados a la sociedad. Frente a la exclusión económica, social y cultural que comienza a experimentar este colectivo, tal como ya fue expuesto, se hace necesaria la intervención por parte del Estado.30 “…todo una gama de instituciones especializadas crecieron para contener a este grupo. Estos establecimientos fueron, sin duda, un éxito para el control de los individuos que no podían trabajar. También realizaban una función ideológica en particular, de pie como monumentos visibles para el destino de otras personas que podían ya no optar por someterse a sí mismos a la disciplina, requisitos del nuevo sistema de trabajo.” (Oliver, 1990: 141) Así son construidos e inventados grupos poblacionales e individuos que, en virtud de una característica “a-normal”, son catalogados, reubicados en situación ajena a su esencia y sobre quienes se despliegan estrategias políticas de asistencia, control y disciplinamiento. La anormalidad, y en este caso la discapacidad, se establecen como categorías que no solo identifican y delimitan a poblaciones específicas, sino que a su vez se configuran en una forma de distribución para el acceso a asistencia material, dada la forma de implementación de las estrategias de atención por parte de los estados. “El capitalismo industrial no solo creó una clase de proletarios, sino también una nueva clase de “discapacitados” que no se ajusta al cuerpo del trabajador estándar y cuya fuerza de trabajo fue excluida del trabajo remunerado. Como resultado, las personas con discapacidad empezaron a ser consideradas como un problema social y una justificación para su segregación de la vida corriente y su inclusión en una variedad de instituciones incluyendo casa de trabajo, asilos, cárceles, colonias y escuelas especiales.” (Russely, 2002: 213) Frente a lo anteriormente expuesto, en los siguientes dos aparatos se expondrá la dinámica de dos procesos imbricados en las sociedades contemporáneas: la forma de objetivar a los “otros”, su certificación, para luego ver como son “ubicados” en dispositivos de atención y de intervención sobre la discapacidad, mediante políticas específicas y focalizadas para la discapacidad, basadas en la compensación o en la segregación.31 II.2.1 ¿Cómo objetivar a “los otros”? Procesos de clasificación de la discapacidad. ¿Cómo objetivar a “los otros”? ¿Cómo objetivar sujetos que quedan circunscriptos en una esfera social paralela? Para ello se considera pertinente exponer los modos de objetivación de la ideología de la normalidad reproducidos por los sujetos en sociedad en relación a “los otros”. Se considera pertinente exponer los modos de objetivación de los sujetos, ante la centralidad que encuentran en los procesos organizativos de la sociedad moderna. A estos modos de objetivación Foucault llama prácticas divisorias, “… siendo que el sujeto está dividido tanto en su interior como dividido de los otros…”. (Foucault, 1996:8) Procesos divisorios y clasificatorios donde se produce la separación de los “anormales” de los “normales”, diferenciando y normalizando los cuerpos y las capacidades humanas. En este sentido, Foucault plantea que “…el examen se halla en el centro de los procedimientos que constituyen el individuo como objeto (…) garantiza las grandes funciones disciplinarias de distribución y de clasificación, de composición óptima de las aptitudes…” (2002: 117), siendo que es por medio de los exámenes, evaluaciones, diagnósticos, que se instituyen como criterios de acceso a distintos tipos de dispositivos. El proceso de medicalización de la sociedad y la clasificación de los individuos en “discapacitados” o no, fue clave para la localización de éstos en la sociedad. “La discapacidad se transformó en una categoría demarcatoria a través de la cual la gente era localizada en un sistema de distribución, basado en el trabajo o basada en la necesidad.” (Russely, 2002: 214) Se considera de central importancia exponer los vínculos entre las categorías: exclusión– anormalidad- discapacidad - integración /inclusión; siendo que: “La exclusión tiene aquí el sentido foucaultiano de la separación y expulsión. Sin embargo, esa separación no ubica a los sujetos por fuera de la sociedad. De ser así, la única forma de exclusión sería la aniquilación 32 física. (…) Lo anormal designa, justamente, «el territorio, las zonas ‘invisibles’, ‘impensables’ de la vida social. Sin embargo, son zonas densamente pobladas por quienes no gozan de la jerarquía de los sujetos (normales), pero cuya condición de vivir bajo la esfera del signo de la exclusión es necesaria para circunscribir la esfera de los incluidos» (Butler, 2005:20)…” (Angelino, 2009: 101-102) Al igual que las categorías normalidad y anormalidad, inclusión y exclusión, no pueden ser definidas de forma absoluta, sino como pares contrapuestos; de esta manera la exclusión queda significada por la inclusión, y viceversa. Así, de manera dialéctica, la zona de los incluidos, y la zona de los excluidos, se significan y se resignifican mutuamente, produciendo diferentes normatividades – producto de la ideología de la normalidad- por medio de la cual se circunscriben los sujetos. Por ello, estar excluido, tal como se señala, no implica estar fuera de la sociedad, sino estar por fuera de lo que la ideología de la normalidad establece de forma exclusiva para los sujetos catalogados como “normales”. “En este sentido, los anormales vienen a conformarse como el ‘exterior constitutivo’ del campo de los sujetos (normales). La exclusión no refiere a un afuera de la sociedad, sino a un exterior de ciertas prácticas sociales y circuitos institucionales diferenciados. Se trata, entonces, de una suerte de exclusión incluyente que ubica a los discapacitados en circuitos institucionales específicos y diferenciales.” (Angelino, 2009: 101-102) Cabe considerar que son las Ciencia Sociales y Humanas las que también intervienen en los procesos clasificatorios y de objetivación de los sujetos, siendo que es posible ubicar a las “disciplinas” profesionales, a los diferentes saberes, dentro de las tecnologías disciplinarias que se comienzan a desarrollar a partir del siglo XVIII. Éstas son definidas como tecnologías individualizantes e individualizadoras, centradas en los cuerpos de los individuos y destinadas a vigilarlos, controlarlos y adiestrarlos con el objetivo de hacerlos dóciles y útiles. Se destacan entre estas tecnologías disciplinarias los saberes profesionales de los psicólogos, médicos, pedagogos u educandos, trabajadores sociales, como fundamentales para ejercer la normalización. (Ball, 1994)33 La clasificación y la lógica de distribución binaria característica de la ideología de la normalidad, estructuran la contemporaneidad para los pertenecientes a “lo Mismo” y a “los Otros”: escuelas-escuelas especiales, olimpíadas - olimpíadas especiales, clases de música - musicoterapia, equitación - equinoterapia, hidrogimnasia - hidroterapia, empleo – empleo protegido; palabras que atestiguan la exclusión de las personas en situación de discapacidad, de los dispositivos exclusivos para los “sujetos normales”, y su “inclusión” o re-ubicación en dispositivos institucionales específicos y diferenciales. Esta modalidad de exclusión-incluyente, se construye y se sustenta a partir de la ideología de la normalidad, y las políticas públicas destinadas a la discapacidad persiguen su lógica: no se trata de incluir, sino más bien de diferenciar, o a lo sumo, de integrar. “Todo lo que se considera extraño recibe, en virtud de esta conciencia - (moderna) -, el estatuto de la exclusión cuando se trata de juzgar y de la inclusión cuando se trata de explicar. El conjunto de las dicotomías fundamentales que, en nuestra cultura, distribuyen a ambos lados del límite las conformidades y las desviaciones, encuentra así una justificación y la apariencia de un fundamento...” (Foucault, 2003: 7) Así, “lo anormal”, “lo desviado”, “los otros”, “el resto” de lo que no “somos nosotros”, debe ser controlado, rehabilitado, corregido, por intervenciones específicas. II.2.2 El trabajo y “los otros” en las sociedades contemporáneas. En las sociedades contemporáneas no tener trabajo es mucho más que no tener ingresos económicos. “En las sociedades contemporáneas, el trabajo, o mejor dicho el empleo es, -en la perspectiva de Castels – el gran integrador; y adquiere una condición de centralidad derivada de su capacidad de generar riqueza (en términos colectivos) e ingresos (en términos personales), sino que también es un factor de reconocimiento personal e integración social. Tener un trabajo otorga derecho a tener derechos: los derechos sociales, y perder un 34 trabajo tiene consecuencias más allá de lo económico.” (Vallejos, 2012: 203) Por lo expuesto, la categoría trabajo, desde los patrones establecidos por la ideología de la normalidad en las sociedades capitalistas, equivale a tener un empleo, una remuneración y una inserción social concreta, que se presenta tanto en términos de productivismo e ingresos, como de reconocimiento9 social. Así, la construcción de esta normatividad, hace equivaler el trabajo al empleo, y diluye en su construcción al trabajo como categoría ontológica del ser social. Trabajo en su forma humana genérica, como categoría fundamental y fundante del ser social, es la actividad de la que nacen todas las objetivaciones humanas en el proceso social, habilitando procesos de subjetivación individual y colectiva. Por lo que se reconoce así el lugar central de la categoría en el proceso de producción y reproducción material y simbólica de los sujetos en sociedad. En este sentido, el lugar de “los otros” en las sociedades contemporáneas en relación al trabajo se encuentra determinado por el orden existente, que opera y se estructura sobre las categorías excluido-incluido, normal-anormal, y sobre las que se desarrollan las políticas destinadas a las personas en situación de discapacidad. Cuando se interpela el lugar de los otros en relación al trabajo desde las bases materiales de producción, se visualiza cómo la forma de empleo en las sociedades capitalistas genera procesos de objetivación y subjetivación diferentes para los otros, ante la exclusión casi sistemática del mercado laboral y su relación cuasi directa con la categoría trabajo. Estos procesos de objetivación y subjetivación están a su vez asociados a su clasificación, y a los dispositivos de atención e intervención que se generan frente a la exclusión y opresión de las relaciones materiales de producción que experimenta esta población. 9 Si bien se reconoce la importancia central de la categoría Reconocimiento desarrollada por Honneth, en la delimitación del objeto discapacidad trabajo en las sociedades contemporáneas, el rodeo analítico que implicaría el desarrollo de la misma, excede los límites previstos para el desarrollo de la presente monografía de grado.35 Se considera que pensar el trabajo en relación a las personas en situación de discapacidad implica la trascendencia de este pensamiento lineal, limitador, que constriñe a una forma de empleo como forma hegemónica para ser en sociedad, tanto en términos de reproducción, pertenencia social y reconocimiento. Se comprende en este marco la naturalización, el trabajo ideológico y las circunstancias que impone el sistema de producción contemporáneo, que determina para las personas en situación de discapacidad el rol de demandantes y naturaliza su masiva exclusión de todos los ámbitos de la vida social, configurando las zonas “invisibles” o “impensables” de la vida social” (Butler, 2005), tal como fue anteriormente expuesto. La hegemonía casi absoluta de las sociedades contemporáneas de materializar al trabajo a través del empleo productivo, y el dispositivo hegemónico y homogéneo de trabajador, trasciende como únicos procesos y formas posibles de subjetivación de los sujetos. Diluido de esta forma, el trabajo en su forma humana genérica, como categoría ontológica del ser social, pareciera no reconocerse y materializarse en otra forma que en el empleo capitalista y, por tanto, otras formas de ser y de estar en sociedad. Así, para los sujetos objetivados como los otros, se les excluye de la posibilidad de inserción y pertenencia a partir de la noción hegemónica de trabajo, imponiéndoles ajustarse y normalizarse a estos requerimientos hegemónicos como forma de ser y estar en sociedad. “Como plantea Skliar, se cosifica a ese otro, se lo insta (explícita y/o implícitamente) a “des-hacerse para ser como los demás”…” (Míguez, 2013: 5) En este sentido, tal como fue expuesto, “los otros” son convencidos que para ser, hay que estar circunscripto en el mundo de los normales, ideológicamente delimitado, desconociendo y negando subjetividades así como la posibilidad de interiorizar, para objetivar, otras formas de ser.36 “En este sentido, se entiende que la única manera por la que un trabajador en situación de discapacidad es reconocido en su ontología, resulta a través de su “ser como los demás”. Su trabajo se torna hegemónico, o al menos así su exigencia para su subsistencia. El otro, en su alteridad, en su distinción, es llevado a esa hegemónica materialización bajo el entendimiento que es la única manera de hacerlo. Y, así, aparecen leyes específicas, políticas de “discriminación positiva”, discursos sobre la inclusión y la igualdad cuando, en los hechos, en la mayoría de las situaciones, no se está más que llevando al otro al terreno de la mismidad más absoluta del uno mismo…” (Míguez, 2013: 5) En este contexto, y frente a los procesos de exclusión casi generalizados del mercado laboral, las personas en situación de discapacidad se encuentran ante complejos procesos de clasificación social y de reubicación en dispositivos de atención para atender a su inserción, en los términos de inclusión-excluyente anteriormente expuestos. Estos dispositivos destinados para la población en situación de discapacidad en las sociedades contemporáneas, son configurados desde la base ideológica descripta precedentemente, lo que conllevó a que las mismas hayan sido pensadas como intervenciones específicas de compensación individual (pases libres, pensiones por invalidez o discapacidad, o como políticas de segregación en sistemas paralelos (educación especial, trabajo protegido) (Vallejos, 2012: 201). Por ello, la re-ubicación y la atención destinadas a las personas en situación de discapacidad, es de legitimación y ocultamiento de la injusticia que en términos económicos, sociales y culturales vive esta población, atendiendo e interviniendo en los efectos que esta injusticia genera, pero sin alterar las relaciones materiales de producción en las que se sustenta. Ante lo expuesto, se considera clave interpelar y diferenciar la conjunción actual entre trabajo y empleo como forma de configuración única en las sociedades contemporáneas, para de esta manera objetivar nuevas formas de estar en sociedad, habilitando otros procesos de objetivación y subjetivación, pertenencia y reconocimiento de los sujetos. En relación al trabajo y a los otros, se considera clave la reflexión en este sentido, desnaturalizar este modelo hegemónico de trabajo, “des-anudando” los dispositivos de 37 trabajo y de empleo que se presentan como equivalentes; lo que refiere, justamente, a la forma de organización y producción social de las sociedades contemporáneas, y su sustento en la ideología de la normalidad. 38 REFLEXIONES FINALES. En el contexto de las sociedades contemporáneas, como se analizó anteriormente, el trabajo no se reduce al acceso de ingresos económicos, sino que equivale al reconocimiento de los individuos como miembros plenos de una sociedad, y opera como el principal mecanismo de inclusión, con especial sinergia en el acceso a otro tipo de derechos. Por ello, desde un plano abstracto y filosófico, se comparte con Russely (2002) el cuestionamiento de fondo en relación a qué es lo que define a los sujetos como miembros plenos de una sociedad; lo que lleva a poder repensar e interpelar la configuración de la forma del empleo actual, de manera de objetivar y trascender al dispositivo empleo como configuración única de la que dependen los sujetos para su reproducción material y simbólica. Frente a esto y a la deconstrucción teórica propuesta, que intentó objetivar el lugar de las personas en situación de discapacidad en las sociedades contemporáneas, se cree necesario explicitar nuevamente la idea de que las implicaciones ideológicas no escapan a nadie. La ideología de la normalidad se encuentra anclada en todas las prácticas sociales, en todas las prácticas y discursos cotidianos, configurando y significando las relaciones. Los sujetos en sociedad se hallan cargados de ultrageneralizaciones10 (Heller, 1985) en cuanto prejuicios o prenociones arraigados en la particularidad humana, producto de la ideología de la normalidad. De esta manera, se evidencia la necesidad de trascender estos discursos y prenociones clasificatorias y demarcatorias que generan amplios procesos de exclusión, y relaciones de asimetría y dominación. 10 Una de las características más sobresalientes del estilo de pensamiento cotidiano, es la ultrageneralización, siendo definido por Heller “…como juicios provisionales que la practica confirma o, por lo menos, no refuta, mientras, basados en ellos, podemos obrar y orientarnos. (…) los juicios provisionales que arraigan en la particularidad y que se basan, consiguientemente, en la fe son prejuicios…” (Heller, 1985: 61) En este proceso de objetivación que se ha pretendido realizar, interesa particularmente señalar estas dos formas de ultrageneralización que se encuentran inscriptas en las prácticas y en los discursos de los sujetos y que se consideran relevantes de desentrañar. 39 “Supone ir más allá de la esfera de lo biológico y lo natural, tal como está instituido en el sentido común… (...) (trascender)…una idea productiva que construye la sensación de que lo normal es algo obvio, que no es necesario explicar, sino que se presenta en el sentido común como categoría demarcatoria entre quienes cumplen con sus requisitos y quiénes no.” (Rosato, Angelino, 2009: 87, 96) Es necesario develar el carácter ideológico de la normalidad y sus consecuentes elaboraciones discursivas instaladas en las sociedades contemporáneas; develar el papel de la ideología de la normalidad en la construcción de las personas en situación de discapacidad. Esto implica una postura ética y política diferente en la búsqueda de prácticas que no estén orientadas por el modelo normativo dominante, para desnaturalizar y reinventar nuevas formas de inscripción social, de trabajo, de empleo. En este sentido de comparte que, “… la discapacidad no ha sido objeto de un análisis riguroso de sus fundamentos ideológicos, de la misma manera en que muchos otros problemas sociales se han deconstruido e incluso re-construidos.” (Oliver, 1990: 132) Se cree que la respuesta a la falta de un análisis de los fundamentos ideológicos de la discapacidad, encuentra respuestas así en: “…que estas ideologías son tan profundamente incrustadas en la conciencia social general que son convertidas en “hechos”; hechos que se naturalizan. Así todo el mundo sabe que la discapacidad es una tragedia personal para los individuos “afectados”; por lo tanto, la ideología se convierte en sentido común. Y este sentido común se ve reforzado por la “estética” y la ansiedad “existencial”: aversión generalizada hacia las personas con discapacidad puede ser el producto de tanto una ansiedad “estética”, que rechaza las desviaciones narcisistas marcadas por la normalidad de las apariencias físicas, y una ansiedad “existencial”, la que puede encontrar implícitos o proyectados peligros de discapacidad, aún más aterradores que la inevitable muerte.” (Hahn apud Oliver, 1990: 134)40 Se cree de importancia en este sentido, retomar y reubicar en el centro del análisis y de la intervención en discapacidad, una categoría de la lógica dialéctica hegeliana que se considera central: “recaída en la inmediatez”. Con ella Hegel significa el proceso a partir del cual en las sociedades se presentan como naturales, evidentes o a-históricos procesos organizativos centrales. “Hegel señala que, cuando la transición se cumple, se produce un borramiento de la génesis, se olvida el proceso y el resultado se instala como «ingénito» o no mediado, se deshistoriza o naturaliza. Se refiere a ello como «recaída en la inmediatez». Lo concreto se presenta como punto de partida, como originario e incondicional, como generando de sí a sus propias partes, pero lo cierto es que esa imagen de inmediatez es el resultado de haber borrado las huellas de su génesis. El resultado de haber abolido sus propios supuestos y de haberlos transformado ahora en sus derivados…” (Samaja apud Rosato, 2009: 18) De esta manera, se considera una categoría central no solo a la hora de fundamentar la elección del método de conocimiento, sino también a la hora de realizar un análisis sobre discapacidad y su vínculo con el trabajo en las sociedades contemporáneas a la luz de la ideología de la normalidad, evidenciando la necesidad de una constante vigilancia epistemología en relación al sentido común, al conocimiento cotidiano, para cuestionar lo evidente, lo natural de las sociedades. Se trata de una categoría que devela la necesidad de ubicar al objeto de conocimiento a partir de las condiciones históricas que le dan origen y significado, momentos históricos que son negados, conservados y superados en una nueva realidad (o totalidad). De acá la importancia del Aufheben11 Hegeliano. En este sentido, se comparte el siguiente planteo: 'La historia de la discapacidad es fundamental para la comprensión de la situación actual”. (Scott apud Oliver, 1990: 17) 11 Categoría de suma importancia para la Dialéctica Hegeliana, siendo que la misma expresa dos determinaciones opuestas: “…significa tanto, la idea de conservar y mantener, como al mismo tiempo, la de hacer cesar, poner fin…” superar, conservando. (Hegel, 1968)41 Se trata así de desafiar los supuestos y las nociones prevalentes, sobre las que se construyó la discapacidad; construcciones fundadas por la ideología de la normalidad clave para la producción y reproducción del capital, y las ideologías periféricas asociadas (Oliver 1990) necesarias para su reproducción: la medicalización de la sociedad y el sustento de la teoría de la tragedia personal. “…solo podemos aprehender, desafiar y cambiar la hegemonía que es la discapacidad si comprendemos las interrelaciones entre los niveles ontológicos, epistemológicos, y metodológicos…” (Oliver, 1998: 44) En este sentido se cree que la introducción de la categoría hegeliana de la recaída en la inmediatez, así como una comprensión histórica de la discapacidad, es necesaria para trascender al sentido común, así como también superar las implicancias de la ideología de la normalidad a partir de la cual se genera y reproduce. Se trata de: “…la renuncia al intento de escudarse en el espacio de lo fijo e inevitable e implica una apuesta sin duda más que una apuesta conceptual una apuesta política de reivindicar modos otros, miradas otras, lenguajes otros, es decir de radicalizar las diferencias.” (Joly, 2007: 25) Deconstruir para reinventar nuevas formas de inscripción social, de empleo y de trabajo. En este sentido el rol de la academia, el de las diferentes disciplinas, se cree central en el desarrollo y legitimación de una concepción de la discapacidad que desnaturalice la ideología de la normalidad, que presenta como natural y justifica la exclusión y la intervención sobre de los cuerpos. “La ciencia social en general, (…) han hecho grandes avances en el rechazo de las teorías individualistas y en la elaboración de teorías alternativas –confiemos en que la teoría de la tragedia personal, desaparezca pronto también, y sea sustituida por una teoría (de la opresión) social de la discapacidad mucho más adecuada…” (Oliver, 1998: 44)42 Se cree que la objetivación y corrimiento de la ideología de la normalidad, dan paso al pensar los vínculos como productos históricos, determinados por relaciones de asimetría y desigualdad. Es clave para esto instalar el debate de la discapacidad desde una visión materialista, que tenga como primera consecuencia la desrresponsabilización de los sujetos y de las familias, que el sistema ideológico y el sistema productivo determinan en relación a la situación de discapacidad. Superar la mirada del “problema individual” situándolo y definiéndolo conjuntamente con los problemas sociales generados por la contradicción capital trabajo: desempleo, discapacidad, flexibilización laboral, bajos salarios, mercados de trabajo con requisitos cada vez más exigentes y con menores niveles de remuneración, débil sistema de protección social etc. Problemas producidos y definidos como sociales, definidos por las sociedades actuales y que transversalizan a la sociedad toda, a los sujetos todos.43 BIBLIOGRAFIA Libros ALTHUSSER, L. (1988). Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Buenos Aires: Nueva Visión. ANGELINO, M.A. y ROSATO, A. (Coords.). (2009). 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MARTES, 16 DE MARZO DE 2021
"",... LASTRE PROLETARIO-POPULAR, Y,...LOS ARGUMENTOS AQUÍ INDICADO,...PLANTEAMOS EN SU DÍA, LA TEORÍA, CONCEPTO Y TÉRMINO DE LASTRE PROLETARIO-POPULAR GLOBAL,...¡¡:
A.-) : AVANCES TECNOLÓGICOS Y AUMENTO DEL EJERCITO DE RESERVA DE LA FUERZA DE TRABAJO,...LA EXCLUSIÓN SOCIAL DE LA HUMANIDAD,...¡¡¡
MIÉRCOLES, 26 DE AGOSTO DE 2015 // REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD.BLOG.
GUERRAS PERMANENTES, LASTRE PROLETARIO-POPULAR, Y LA ACCIÓN UNIVERSAL DEL 4 DE SEPTIEMBRE,...¡¡.
SÁBADO, 19 DE OCTUBRE DE 2013 / EN BLOG REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD-LUKYRH.BLOGSPOT.COM
AVANCES TECNOLÓGICOS Y AUMENTO DEL EJERCITO DE RESERVA DE LA FUERZA DE TRABAJO,...LA EXCLUSIÓN SOCIAL DE LA HUMANIDAD
I+D+i, es inversión, desarrollo, innovación investigación,...pero con su lógica capitalista del lucro. ¿ Cómo sería todo esto sin ánimo de lucro, sin lógica e intereses capitalistas de beneficio, opresión a la clase obrera,...?. Por ejemplo se podría dar reparto del empleo,...sin ánimo de lucro,....solamente repartiendo el trabajo, organizando socialmente el trabajo, la producción,...llevar la economía y las perspectivas sociales, sus proyectos, según sus vidas, sus análisis, triunfos y retrocesos,... Hay colectivos en Europa,...que plantean el reparto del trabajo, el reparto de la riqueza,...por ello dicen de una renta básica Universal, europea,...POR COMPETITIVIDAD, POR PRODUCTIVIDAD,....POR DESCONTROL E INICIATIVA SIN PLANIFICAR SOCIALMENTE, SE DAN LAS CRISIS ECONÓMICAS CAPITALISTAS. POR LAS CONQUISTAS DE ALTAS COTAS DE GANANCIAS SE DESPLAZAN CAPITALES PRODUCTIVOS, FINANCIEROS, FUERZA DE TRABAJO A OTRAS LOCALIDADES, PAÍSES,... DE AHÍ VIENE EL TERMINO DE DESLOCALIZACIONES,...LOS GRANDES CAPITALES SE DESPLAZAN POR VARIOS MOTIVOS,...CREO QUE EL PRINCIPAL ES POR BUSCAR EL MÁS ALTO RENDIMIENTO EN LAS INVERSIONES PRODUCIDAS. OTRA DE LAS RAZONES SON EL AUMENTO CONSIDERABLE DE CAPITAL,...QUE DESBORDAN POR EJEMPLO SUS POSIBILIDADES REALES DE NEGOCIOS, YA QUE SUS ESTADOS O MERCADOS PROPIOS,- INTERNOS- SE LES HAN QUEDADO PEQUEÑOS O ATROFIADOS. POR EJEMPLO LAS COMPAÑÍAS CONSTRUCTORAS ESPAÑOLAS SE HAN QUEDADO POR AGOTAMIENTO MUY ESTRECHO SUS ACTUACIONES,...POR ELLO SE LANZAN A DESARROLLAR ACTIVIDADES EN OTRAS REGIONES, LATINOAMERICANAS, AFRICANAS, ASIÁTICAS,...CON REPSOL, BANCO SANTANDER, AGABAR,...SE INSTALAN EN MERCADOS ASCENDENTES, SE LES LLAMA, PARA SU DESARROLLO,...PARA SU ACUMULACIÓN Y CONCENTRACIÓN DE CAPITAL,...
[[" 7 argumentos para defender una renta básica de ciudadanía
RESULTADOS DE LA BÚSQUEDA
Las mayores petroleras europeas reducen más del 58% su ...
Mientras aumentan los despidos y suben los precios, las grandes ...
La Jornada: Caen las ganancias de grandes petroleras privadas por ...
Las petroleras disparan sus beneficios con la guerra de Irak ...
Boom petrolero - Wikipedia, la enciclopedia libre
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Petroleras sin ley Juan Torres López - La Fogata
Rebelion. Petroleras sin ley
Se vaticina el fin de las petroleras privadas por la constante caída ...
El ataque a Siria y el verdadero riesgo petrolero - Blogs de Lleno de ...
Continúa el señor Viera: " Estas fabulosas ganancias del segmento petrolero, lo sitúan como principal área de acumulación de capital, planetariamente hablando, la ganancia de mas del 600% asociada a la industria petrolera y del gas comparado con el 8 o 10 % que presentan las empresas exitosas de otros segmentos de la producción es un factor 40 a 60 veces mas. Esto pone a los magnates petroleros a liderar el mundo mercantil. Ellos son los que invierten en las bolsas de valores y de cuyo favor están pendientes muchos de los otros actores económicos. La mitad de las primeras 10 corporaciones de la revista Fortune para el año 2006 son petroleras. Y de las 12 corporaciones con mayores ganancias 8 son petroleras.
AL GOBIERNO DEL PARTIDO POPULAR, NO SE LE HA VISTO UN DETALLE CON LA CLASE OBRERA, NI CON LOS AHORRADORES DE LAS PREFERENTES, NI DESAHUCIADOS,...Les pregunté a unos jóvenes estudiantes, de unos 20 años de edad, si habían visto hacer algo al señor Rajoy con los obreros, con los jóvenes obreros,...estudiantes,...y vacilando en la duda -dio la sensación de que no entendían la pregunta-,...al final me respondieron de que no,...no están viendo nada por parte del gobierno del P.P.: ni con los obreros, ni con los estudiantes,...ni con los pensionistas,...decían que había mucho paro, en sus barrios, en sus familias,...EL EJERCITO DE RESERVA DE LA FUERZA DE TRABAJO,...HOY EN DÍA YA ES ALGO MÁS QUE ESA FUERZA FLOTANTE QUE NUNCA ENCUENTRA TRABAJO Y QUE EN SITUACIONES DE CRISIS ECONÓMICA AUMENTA EN DEMASÍA ...Y QUE CON GUERRAS O POR LAS MISMAS,...Y OTRAS MEDIDAS ANTIOBRERAS, ESTAS FUERZAS OBRERAS DISMINUYEN, SON ASESINADAS EN GUERRAS, CONFLICTOS SOCIALES,...GRAN CANTIDAD SON ENCARCELADAS, ARRUINADAS, DIEZMADAS,...
Es algo más, es que le sobra gran proporción de humanidad. En plena gran actividad económica se dan mil millones de, desamparados, harapientos y miserables en el Planeta. Son humanos, se puede decir que de sectores obreros y populares,...muchos de ellos son indígenas, nativos periféricos,...que se les quitan sus medios de vida, de existencia,...que son asesinados,...hoy en día se sigue con los genocidios de hace siglos, en Brasil, África, Oceanía,...en todo el Planeta.
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Una respuesta to “Un tercio de los pobres del mundo están en India.”
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MIÉRCOLES, 26 DE AGOSTO DE 2015 // " COMUNISMO PROLETARIO. POR LA REVOLUCIÓN SOCIAL DE LA HUMANIDAD PROLETS-MULTIPOPULAR,...¡¡.
REPETIMOS: SOBRE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO, LA DEMOCRACIA Y LA DEMO-DICTADURA MULTIIMPERIALISTA
LUNES, 19 DE MAYO DE 2014/BLOG REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD
SOBRE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO, LA DEMOCRACIA y la demo-dictadura multiimperialista
SOBRE EL COMUNISMO, DEBATES: así se archivó el documento que sigue. Hemos destacado dándole a ciertos párrafos fondo verde.
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