sábado, 12 de junio de 2021

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ANTES QUE LAS GUERRAS Y LAS PARAFERNALIAS POLITIQUERAS,...PREFIERO, RESOLVER ESTAS REALIDADES, MÁS HUMANAS Y CUASI MÁS REALES,...¡¡¡. : LUCIANO MEDIANERO MORALES 

  • Hola, saludos de Lmm, como eres de mondragon, yo literato autod. de economia crítica, local, universal¡, si fuese posible, saber algo mas de la crisis economica-financiera de fagor, etc, y sus experiencias en paises asiáticos, r.p. china,. ESPERANDO, QUE SE ENCUENTRE USTED BIEN, yo, ok.>lukyrh.b/com

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    Hola/saludos,...espero, que se encuentre bien,...GRACIAS POR CONTESTAR,... YO HE SIDO ALGO TARDON,....PORQUE CONOZCO POCO ESTAS MÁQUINAS,...Y A LA VEZ,...PORQUE ESTOY,LIADO BASTANTE, CON MIS LECTURAS, ESCRITOS,...ETC,...¡¡¡. SEGÚN, LA MÁQUINA, QUE DICE, QUE HAS ECEPTADO INVITACIÓN,...¡¡¡; PUES LE SIGO PLANTEANDO LO DEL PRINCIPIO,...CONOCER EJOR REALIDAD FINANCIERA-ECONOICA DE FAGOR, COOPERATIVA MONDRAGON,...¡¡¡. SI USTED, HA LEIDO MI BOLG, SABRÁ DE QUE SOY CRITICO POLITICO Y EN ECONOMIA POLITICA,....LO QUE SE DICE O SE LLAMA SOCIALISMO PROLETARIO UNIVERSAL,...¡¡. -- EN DICHO BLOG, HE EDITADO VARIOS TRABAJOS SOBRE COOPERATIVA MONDRAGON,...ETC,...Y QUE CONSTE,....SIEMPRE HE DEFENDIDO Y DEFIENDO ¡¡, AL PUEBLO TRABAJADOR Y LUCHADOR EUSKALDUM,...ETC,...--- Y GRACIAS PORTÓ,...UN ALBORANENCES PROLETs POETA Y ESCRITOR AUTODIDACTA,....YAYO-68 Ys ¡¡¡.

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    Hola/saludos,...cómo estás,...te encuentras, con alegría,... ESO ES PRIORITARIO,...HAY QUE LUCHARLO,...¡¡¡. Y AHORA A LA VEZ TE DIGO,...PORQUÉ,...LAS GENTES DE LINKEDIN,....NORMALMENTE, NO ME ESCRIBEN,...NÁ DE NÁ,...PERO PARECE,....QUE MIRAN MI PERFIL DE VEZ EN CUANDO,... LA VERDAD ES ALGO TRISTE,...YA QUE YO SOY COMUNICATIVO,...Y NO VOY DE MAL ACTITUD,...DE MALOS ROYOS, SE DICE HOY EN DÍA,...EN VERDAD ES ALGO FRUCTANTE,...PERO AUNQUE ESTOY ACOSTUMBRADO,...ME GUSTARIA RECIBIR AUNQUE SEA ALGUN RASCAPOLVO,...¡¡. ES TRISTE,...COSA Y LETANIA A DESPEJAR Y DEJARLO EN LA ESTACADA,...¡¡.




La ambiciosa postura militar-geoestratégica de Rusia en el Mediterráneo - Carnegie Europe - Carnegie Endowment for International Peace

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Russia’s Posture in the Mediterranean (La postura de Rusia en el Mediterráneo)       
      


   
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Carnegie Europa
Querido colega,

Cuando los líderes de la OTAN se reúnan en Bruselas el 14 de junio, el comportamiento asertivo de Rusia estará en la parte superior de la agenda.

Desde el Ártico hasta Ucrania, la postura de Moscú se ha cernido sobre la alianza durante la mayor parte de una década. Sin embargo, es a lo largo del flanco sur de la OTAN donde la agresión rusa es más preocupante. El desafío de seguridad planteado y la brecha política impulsada por la presencia de Rusia en el Mediterráneo requieren una evaluación compartida de la amenaza entre los aliados.

Nuestras publicaciones más recientes intentan proporcionar ese terreno común al examinar las actividades de Rusia en el Mediterráneo a través de una lente económica, política y geopolítica.
Comenzamos con un análisis político-militar de la naturaleza cambiante del compromiso de Moscú a lo largo del flanco sur de la OTAN , específicamente a través de una mayor actividad militar, naval y submarina y el desarrollo de misiles de crucero. Luego pasamos a los intereses económicos y políticos, las consideraciones de seguridad y los objetivos geopolíticos en juego dentro de la alianza, y la necesidad de que la OTAN se vuelva a enfocar en la relación Rusia-Turquía, así como en poner fin a los conflictos en Libia y Siria.

Estos análisis, complementados con trabajos recientes de nuestros colegas Eugene Rumer y Richard Sokolsky en los Estados Unidos, ilustran la complicada red que es la cuenca del Mediterráneo. Quizás de manera más significativa, subrayan la necesidad de una respuesta concertada y eficiente de la OTAN en los próximos días. Atentamente,
Marc Pierini y Sinan Ülgen, Académicos visitantes. Carnegie Europa. -- Lmm // Lukymá. 29006 //, está suscrito para recibir correos electrónicos de Carnegie. Actualizar perfil | Darse de baja,...¡¡¡. CarnegieEurope.eu --BEIJING, BEIRUT, BRUSELAS, MOSCÚ, NUEVA DELHI, WASHINGTON







La ambiciosa postura militar-geoestratégica de Rusia en el Mediterráneo




El desarrollo constante de las capacidades militares de Rusia en tierra, aire y mar ha mejorado su postura militar general en la región. Es probable que esta experiencia, y la falta de resistencia de la OTAN, mejoren la postura y las ambiciones militares de Rusia fuera del Mediterráneo.,...¡¡¡.


El Mediterráneo es un componente importante de la estrategia militar de Moscú: la cuenca proporciona un punto de acceso al sur de Europa, Oriente Medio y el norte de África. A los ojos de la élite rusa, el Mediterráneo es también un escenario de competencia de grandes potencias con los Estados Unidos y la OTAN. A través de una inteligente acumulación de activos navales y anti-acceso/denegación de área (A2/AD), así como a través de clientes como el Ejército Árabe Sirio, el Kremlin se esfuerza por contrarrestar la presencia de la OTAN en la región y proteger el flanco sur de Rusia. Dadas las dificultades que enfrenta la economía de defensa rusa y la mala forma de los astilleros del país, la agenda de proyección de poder de Moscú en el Mediterráneo es una estrategia mucho más realista y efectiva para la Marina rusa que la búsqueda de una postura global de aguas azules para desafiar la supremacía naval de Estados Unidos.

En línea con el gran diseño y la cosmovisión geopolítica del presidente ruso Vladimir Putin, el liderazgo militar de Rusia ha establecido rigurosamente una postura estratégica robusta y ambiciosa en el Mediterráneo. En una década, Rusia ha emergido como un rival en el flanco sur de Europa. En Siria, los despliegues rusos han establecido una burbuja A2/AD sobre el Levante. La frontera siria ha ayudado en gran medida a las Fuerzas Armadas rusas a desarrollar capacidades probadas en combate y a probar más de 200 nuevas armas. El infame arco de acero de Rusia se extiende ahora al Mediterráneo y plantea una amenaza potencial para la libertad de movimiento de la OTAN en esta importante región. En Libia, una mezcla de fuerzas aeroespaciales rusas y contratistas militares privados (PMC) han equipado al Kremlin con una considerable influencia geopolítica.

EL REGRESO DEL EJÉRCITO RUSO DESPUÉS DE LA CAÍDA POSTSOVIÉTICA

El cálculo geoestratégico del Kremlin en el Mediterráneo se superpone con una resolución de tipo soviético basada en un marco integral que prioriza las esferas de influencia y las alianzas con los estados clientes. Desde el rápido colapso del régimen del ex líder libio Muamar el Gadafi en 2011, Moscú ha mostrado una firme voluntad de intervenciones militares en el Mediterráneo para salvaguardar a sus clientes. Siria es la manifestación de este entendimiento político-militar.

Can Kasapoğlu
Can Kasapoğlu es el director del Programa de Investigación de Seguridad y Defensa en el Centro de Estudios de Economía y Política Exterior (EDAM).

En cierto modo, por lo tanto, la campaña de Rusia en Siria desde septiembre de 2015 ha sido un esfuerzo por recuperar el terreno perdido después del error de cálculo del Kremlin en Libia. Este cálculo es esencial para captar las líneas que el liderazgo ruso traza entre sus carteras siria y libia. Las autoridades rusas han criticado duramente la intervención occidental en Libia en 2011 respaldada por la ONU. Moscú cree que las potencias occidentales abusaron de la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU, que Rusia apoyó, para emprender un cambio de régimen en Libia.

In a broader sense, however, the Syrian campaign—and the Mediterranean expedition in general—is about a larger geopolitical gambit: the rise of the Russian military after the collapse of the Soviet Union.

Sinan Ülgen
Ülgen is a visiting scholar at Carnegie Europe in Brussels, where his research focuses on Turkish foreign policy, nuclear policy, cyberpolicy, and transatlantic relations.

In the 1990s, Russia’s post-Soviet military faced the dramatic decline of its doctrinal order of battle, combined with budgetary, combat-readiness, and personnel setbacks. More importantly, immediately after the Cold War, there was an undeniable ambiguity with respect to the Russian Armed Forces’ role as Moscow struggled to determine its—and its military’s—place in the world. Russia had cut military expenditure drastically during a decade of post-Soviet economic turbulence. The fielding of new weapons systems slowed and even halted altogether in some cases. Russian military formations lacked financial resources and even fuel to keep their combat edge. Intelligence reports suggest that wages were often months in arrears, combat readiness was at a minimum for most formations, and, more significantly, the armed forces’ popular image was extremely poor. In the mid-1990s, the First Chechen War showcased these difficulties for the Russian military.

While the 2008 Russia-Georgia War hinted at some comeback success, the Russian military was still underperforming. Although Moscow successfully reached its strategic goals in that conflict, there were critical shortfalls in tactical engagements, logistics, and operational art.

Within Moscow’s comprehensive framework, a key objective of the Russian forward presence in Syria relates to efforts to develop military capabilities in a larger geopolitical context. In other words, the Syrian expedition has always been about translating military lessons learned in the Levant into improvements in the armed forces’ overall combat capabilities. This is why the Kremlin’s Mediterranean strategy is not only about the Mediterranean region (see map 1).

Russian analysts emphasize certain pillars of the Syrian expedition. Moscow has managed to build what one think tank scholar has called a “very productive symbiosis” between its expeditionary forces and Syrian Arab Army formations. According to Russian experts, the capabilities of the Syrian regime’s combat formations have been considerably bolstered. These efforts include the establishment of whole new Syrian military units, such as the Fifth Assault Corps. Another important aspect is the systematic incorporation of PMCs—mostly well-paid retired Russian security servicemen—into major operations, rather than support roles.

Syria has also served as a testing ground for the Russian military’s warfare conduct, weapons systems, and concepts of operations. Open-source intelligence reports suggest that Russia’s defense leadership has sent “every military district commander and several other key generals” to command the Russian deployment in Syria for a minimum of six months each. This means that every Russian military district is now led by an officer with at least six months’ experience commanding forces in combat—a major learning opportunity that Moscow could not have achieved without its deployment in Syria.

This practice extends to the operational and tactical echelons of the Russian military. As of October 2018, some 63,000 professional Russian officers and contracted personnel had completed at least one tour in Syria. Although this figure is still small compared with Russia’s large manpower capacity, the exposure of some services and branches to active combat is higher. The military police, for example, had rotated nearly 98 percent of its total active personnel in Syria by 2020. As for the Russian Aerospace Forces, 87 percent of tactical aviation staff and 91 percent of rotary-winged crews had gained real combat experience in Syria by October 2018.

The Russian Aerospace Forces carried out some 44,000 sorties between September 2015 and November 2020. The air warfare gains made were invaluable to Moscow. As one Russian military expert put it, “the Russian Aerospace Forces had many assets but little real combat experience in modern warfare. . . . Since [the 2008 Russia-Georgia War], the Russian Aerospace Forces have received about 1,000 new and modernized aircraft and helicopters but had no experience operating them and little understanding of the new capabilities.”

As a result of these gains, Russia’s strategic activities on its southern flank cannot be isolated from the threat landscape on NATO’s eastern flank that informs the alliance’s defense planning. Although Russia’s contemporary doctrinal order of battle is predominantly defensive, the lessons learned from combat operations in Ukraine and Syria and Russia’s indirect intervention in Libya have upgraded the effective capabilities of the Russian Armed Forces. These tested capabilities can easily be translated into the positioning of assets in Russia’s Western Military District against NATO member states along Russia’s western border.

From the standpoint of Russia’s posture in the Mediterranean, three additional trends can be highlighted. First, Russia has been enhancing its naval base in the Syrian city of Tartus. While Tartus was a logistical base during the Soviet era, the Russians have been diligently investing in the facility, turning it into a hub for more complex naval operations.

Second, Russia has forward-deployed A2/AD capabilities in the Levant. The Russian military has deployed a layered air- and missile-defense architecture in Syria with S-400 and S-300V4 strategic surface-to-air missile systems, Buk-M2E missiles, and Pantsir batteries to cover long, medium, and short ranges, respectively. This formidable air-defense architecture is networked with the Syrian Air Defense Force’s assets, sea-based S-300FM systems embarked on missile cruisers, and Krasukha-4 and other electronic warfare systems deployed at the Hmeimim air base.

Finally, one of the most interesting aspects of Russia’s military involvement in Syria relates to the logistical connection established with Libya (see map 2). The Russian Mig-29 and Su-24 fighter aircraft deployed to Libya—as first reported and confirmed by U.S. Africa Command—flew there from Hmeimim. Strikingly, Hmeimim has also been instrumental in servicing Russian air traffic to Benghazi and Al-Watiya air base in Libya. These developments suggest the rise of a systematic link between Russian forward-basing efforts in Syria and deployments in the North African country.

CAPITALIZING ON THE SOVIET NAVAL LEGACY

Within a doctrinal order of battle that comprises four fleets and one flotilla, the Russian Navy’s primary objectives are sea denial and the safeguarding of Russia’s submarine-based nuclear deterrent. Due to growing shipbuilding limitations, Moscow’s maritime capabilities focus on littoral defense, with few expeditionary capabilities. The Northern and Pacific Fleets cover Russia’s nuclear deterrent. The Northern Fleet is the most advanced and is responsible for Russia’s Arctic portfolio.

Desde la anexión ilegal de Rusia en 2014 de la península ucrania de Crimea, la Flota del Mar Negro ha añadido una capacidad expedicionaria a este orden de batalla. Esta flota, que opera desde Crimea, se ha aumentado con nuevas plataformas y armamento y sustenta las actividades mediterráneasde Rusia.

La evolución del papel de la Armada rusa apoya los esfuerzos de las fuerzas armadas en el Mediterráneo oriental. Esta evolución se remonta a julio de 2015, cuando Putin reunió personalmente una reunión a bordo de una fragata de la Marina rusa para discutir la hoja de ruta estratégica naval del ejército. Resulta revelador que uno de los principales puntos del orden del día de la reunión fuera el punto de apoyo de Rusia en el Mediterráneo. Más tarde ese año, Rusia anunció una nueva doctrina marítima aspiracional. El documento fue diseñado para dar a la marina una perspectiva más robusta de acuerdo con el paradigma de Moscú de la competencia de grandes potencias. Aunque esta planificación marcó un nuevo capítulo en el pensamiento militar de Rusia, los conceptos contemporáneos del país en el Mediterráneo siguen los pasos soviéticos.

La cartera mediterránea de la Armada Soviética se remonta a 1958 como la respuesta geoestratégica de Moscú a la Doctrina Eisenhower, bajo la cual Estados Unidos ofreció proteger a los países de Oriente Medio amenazados por la agresión comunista, y la intervención estadounidense en el Líbano,conocida como Operación Murciélago Azul. Más tarde, la estrategia mediterránea del ejército soviético condujo al nacimiento de la Quinta Eskadra , la escuadra mediterránea de la armada, para contrarrestar a la Sexta Flota de los Estados Unidos. La Quinta Eskadra y la postura político-militar del Kremlin marcaron una relación simbiótica en la que la Marina soviética fue pionera en los intereses regionales de Moscú. Además, el cultivo de vínculos estratégicos con actores regionales permitió a la Armada Soviética mantener una presencia permanente lejos de sus puertos de origen en la Unión Soviética continental.

Los despliegues mediterráneos de la Unión Soviética tenían más que ver con el envío de señales estratégicas y la promoción de la influencia de Moscú en el extranjero, así como con el contrapeso a Occidente, que con la creación de capacidades reales de lucha contra la guerra naval. Además, el grupo naval mediterráneo soviético tuvo que operar con varias limitaciones: la Convención de Montreux que regía el control sobre los estrechos turcos, las características mercuriares de los estados y regímenes en esa parte del mundo, y la logística desbordada desde el continente soviético hasta los mares del sur. Como resultado, en lugar de llevar a un grupo de trabajo marítimo voluminoso, los planificadores de defensa soviéticos optaron por un orden doctrinal flexible de batalla para la Quinta Eskadra, que se reforzó en momentos de escalada, como las guerras árabe-israelíes de 1967 y 1973.

La actual estrategia de despliegue naval ruso en el Mediterráneo es similar a la postura de Moscú en la Guerra Fría. Sin embargo, la combinación de nuevos sistemas de armas, conceptos novedosos de operaciones y objetivos político-militares más ambiciosos permite un conjunto de activos más capaz.

LA GEOPOLÍTICA DE LOS MISILES DE CRUCERO

El desarrollo y la puesta en funcionamiento de una nueva familia de misiles de crucero ha aumentado significativamente las capacidades de proyección de poder del ejército ruso en el Mediterráneo.

Durante al menos tres siglos, la cultura militar-estratégica rusa estuvo profundamente moldeada por la idea de expandir la influencia de Rusia hacia sus aguas del sur: el Mar de Azov, el Mar Negro y el Mar Caspio. Estas aguas también fueron rutas críticas para la proyección de energía rusa en el Mediterráneo y Oriente Medio, al tiempo que servían como amortiguadores marítimos para mantener a Rusia segura. A lo largo de la historia, las élites rusas atribuyen gran importancia al mantenimiento del acceso a los puertos marítimos de aguas cálidas en el Mar Negro, que está vinculado a los océanos del mundo a través de los estrechos de Turquía, y a la utilización de los mares Negro y Caspio como canales para entrar en el Oriente Medio.

El colapso de la Unión Soviética condujo al surgimiento de la competencia geopolítica en los mares del sur de Rusia. Cuando la Quinta Eskadra se disolvió en 1992, Turquía,un miembro de la OTAN, se perfilaba como el principal actor naval en el Mediterráneo oriental. Mientras tanto, a medida que Ucrania se independizaba en la región del Mar Negro, el arco militar marítimo de Rusia entre las cuencas del Mediterráneo y el Mar Negro se vio considerablemente desafiado.

En este contexto, la Flota del Mar Negro ha perseguido predominantemente los esfuerzos de proyección de poder del Kremlin en el Mediterráneo. Desde su anexión en 2014, Crimea ha pasado a un segundo punto en este sentido. Equipar a la Flota del Mar Negro con capacidades ofensivas estratégicas convencionales en forma de misiles de crucero Kalibr de nueva generación es la principal prioridad del programa de modernización naval ruso. En octubre de 2015, la Flotilla del Caspio de Rusia lanzó los primeros misiles de crucero de ataque a tierra para golpear el campo de batalla sirio. Los primeros éxitos de esta nueva era de guerra de misiles influyeron sustancialmente en los desarrollos estratégicos navales rusos: desde 2015, Moscú ha rotado cuidadosamente las plataformas navales equipadas con misiles Kalibr en aguas mediterráneas.

Este nuevo capítulo para la Armada rusa, junto con las lecciones cruciales aprendidas de la frontera mediterránea, es de vital importancia para el equilibrio militar entre Rusia y la OTAN por tres razones. En primer lugar, Kalibr es un término general para un amplio conjunto de capacidades. En palabras de un analista de seguridad,"hay más de una docena de variantes diferentes en la familia de misiles Kalibr, que varían en plataforma de lanzamiento, alcance, perfil de objetivo y velocidad".

En segundo lugar, los misiles Kalibr se pueden lanzar desde una amplia gama de plataformas, desde pequeños combatientes de superficie, adecuados para la Flotilla del Caspio, hasta submarinos. Por lo tanto, los misiles son un activo muy flexible que permite una larga lista de escenarios operativos.

En tercer lugar, los misiles Kalibr pueden formar un pilar clave de la perspectiva de poder marítimo de Rusia. A pesar de que el sector de la construcción naval del país ha estado enfrentando dificultades, las previsiones estratégicas estiman que para 2024, la Armada rusa podría operar hasta ochenta y cinco combatientes de superficie y submarinos con capacidad Kalibr con más de 1.200 células de lanzamiento en sus flotas y flotillas. Esto representaría lo que un analista ha descrito como verdadera"letalidad distribuida". Con sus logros en Siria, Rusia se ha convertido en una de las pocas naciones que puede lanzar ataques quirúrgicos convencionales con múltiples plataformas en diferentes partes del mundo desde miles de kilómetros de distancia.

LA INTENSIFICACIÓN DE LA PRESENCIA SUBMARINA DE RUSIA

La Armada rusa solo tiene capacidades limitadas en las plataformas tradicionales de proyección de poder y guerra naval expedicionaria. Los combatientes de superficie más grandes de Rusia son buques de guerra heredados de la era soviética, que se volverán menos sostenibles y, eventualmente, obsoletos con el tiempo. La mayoría de los combatientes de superficie nuevos y modernos son buques relativamente pequeños. Es más, las plataformas de desembarco anfibio de Rusia están llegando al final de sus vidas naturales. Como resultado, los submarinos juegan un papel importante en el cumplimiento de las ambiciones de proyección de poder de Moscú.

Desde que comenzó la intervención rusa en Siria en 2015, el Mediterráneo ha sido testigo de una intensa presencia submarina. El impulso submarino de Moscú se produjo justo después de que comenzaran las operaciones rusas en el Levante. En febrero de 2016, el vicealmirante Clive Johnstone, entonces comandante del Comando Marítimo de la OTAN, dijo que sus células submarinas estaban reportando más actividad de los submarinos rusos de lo que habían visto desde la Guerra Fría. En el mismo año, las actividades submarinas rusas en el Mediterráneo alcanzaron un ritmo sin precedentes. Las publicaciones militares de código abierto señalaron en diciembre de 2016 que las fuerzas de la Marina y la OTAN de Estados Unidos habían rastreado al menos dos submarinos rusos de misiles guiados en el Mediterráneo.

Al menos uno de estos submarinos era probablemente un Proyecto 949A Antey. Equipada con misiles antibuque supersónicos P-700 Granit, esta formidable plataforma es conocida como un submarino asesino de portaaviones, cuya misión principal es cazar grupos de batalla de portaaviones. Es más, se pensaba que el submarino ruso asesino de portaaviones identificado en 2016 estaba muy cerca de al menos dos portaaviones occidentales,el USS Eisenhower de la Armada de los Estados Unidos y el Charles de Gaulle dela Marina francesa.

La presencia submarina de Rusia en el Mediterráneo también es importante en términos de la capacidad de misiles de crucero lanzados desde submarinos (SLCM) de las Fuerzas Armadas rusas. Después de los lanzamientos de combatientes de superficie a principios de diciembre de 2015, la Armada rusa llevó a cabo sus primeros ataques Kalibr SLCM en Siria desde sus plataformas submarinas. Estos ataques tipo Tomahawk marcaron un punto de inflexión para los conceptos rusos de operaciones: tradicionalmente, los conceptos de misiles de largo alcance soviéticos y rusos se planeaban para el lanzamiento de ojivas nucleares o para misiones A2/AD. Una capacidad de SLCM es posiblemente el activo que más cambia las reglas del juego que Rusia ha probado en su campaña mediterránea.

Por último, dadas las operaciones submarinas soviéticas en aguas territoriales suecas en la década de 1980, especialmente las intrusiones sistemáticas en zonas de defensa costera y bases navales importantes, un objetivo estratégico de las actuales operaciones submarinas rusas podría ser poner a prueba las capacidades de respuesta naval de la OTAN en el Mediterráneo. A este respecto, es importante señalar que se cree que los rusos están rotando regularmente al menos dos submarinos de la clase Varshavyanka de la Flota del Mar Negro a la base de Tartus en Siria.

EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL COMO TEATRO PARA EL DESARROLLO DE LA CAPACIDAD DE DEFENSA DE MOSCÚ

La Armada de los Estados Unidos ha sostenido históricamente su postura de combate a través de una perspectiva geopolítica que consta de dos centros. Mientras que el Mediterráneo y el Pacífico Occidental fueron prioritarios durante la Guerra Fría, el norte del Mar Arábigo y el Golfo han reemplazado al Mediterráneo desde la Operación Tormenta del Desierto contra Irak en 1991. Como resultado, Moscú encontró un paisaje más adecuado para sus actividades en esta cuenca marítima crítica en el flanco sur de la OTAN.

En la última década, Moscú ha capitalizado inteligentemente los acontecimientos en el Mediterráneo oriental para mejorar su postura militar general de tres maneras. En primer lugar, desde la anexión de Crimea, la Flota rusa del Mar Negro ha sido más activa en la proyección de poder en el Mediterráneo. Aprovechando el libre paso a través del estrecho turco, Moscú ha establecido un puente naval estratégico entre la Flota del Mar Negro y la base naval mejorada en Tartus. Este puente se extiende ahora hasta Libia.

En segundo lugar, las experiencias adquiridas en el teatro sirio y, más recientemente, en Libia han permitido al ejército ruso entrenar a su personal y probar una serie de nuevas capacidades que se pueden trasladar fácilmente a otras geografías estratégicamente más críticas, como Europa oriental.

Por último, el orden de batalla doctrinal de Moscú ha mejorado con el lanzamiento de nuevas plataformas y sistemas en el Mediterráneo oriental. Las operaciones navales impulsadas de Rusia, sus misiles de crucero Kalibr de largo alcance, alta precisión y lanzados desde el mar, y sus activos de poder aéreo desplegados hacia adelante en el Mediterráneo son manifestaciones de esta realidad militar. Rusia ha buscado una expansión gradual y multidimensional de sus capacidades militares en una zona de conflicto donde, con la excepción de Turquía en Libia, no ha encontrado ninguna resistencia de los aliados de la OTAN. Es probable que esta experiencia mejore en gran medida la postura militar de Rusia en posibles zonas de conflicto como Europa oriental o el Báltico, donde el desafío de contener las ambiciones de Rusia es significativamente más importante para la alianza.

Esta publicación está financiada por una subvención del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Las opiniones, hallazgos y conclusiones aquí expuestos son los de los autores y no reflejan necesariamente los del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Can Kasapoğlu es el director del Programa de Investigación de Seguridad y Defensa en el Centro de Estudios de Economía y Política Exterior (EDAM).

Fin del documento

Carnegie no toma posiciones institucionales sobre cuestiones de política pública; los puntos de vista aquí representados son los de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Carnegie, su personal o sus fideicomisarios.,...¡¡¡.



La postura de Rusia en el Mediterráneo: implicaciones para la OTAN y Europa,... ¡¡ 

Las estavidad                                                                                                                                                                                                                       s   actividad                                                                                          es de Rusia en el Mediterráneo han creado nuevos desafíos para los intereses energéticos de Europa y la arquitectura de defensa de la OTAN. Los esfuerzos transatlánticos de hoy deberían centrarse en la política de la OTAN en la región, la relación entre Rusia y Turquía y la resolución de conflictos multilaterales                                                                                                                                                                                                    en Libia y Siria.,...¡¡¡.

MARC PIERINI           JUNIO 08, 2021 ARTÍCULO

                                                                                                         

En la última década, Rusia ha reforzado su postura en el Mediterráneo y sus alrededores, desde el Levante hasta el norte de África y, de múltiples maneras, frente a Turquía. A través de sus acciones recientes, las prioridades de Rusia en la región han girado en torno a cuatro ejes principales: impulsar su presencia en el sector energético; el despliegue de una fuerza militar permanente en Siria y la lucha contra el extremismo islamista; asociarse con Turquía para los objetivos estratégicos más amplios de Rusia; y hacer que la presencia militar rusa en la región sea más eficiente mediante una combinación de pequeñas bases y desplazamientos militares.

En estos ámbitos, la postura de Rusia crea nuevos desafíos para la OTAN y la UE, especialmente considerando el desarrollo de bases permanentes en Siria, Libia y Sudán y la participación de Rusia en la defensa antimisiles de Turquía. Estas implicaciones van mucho más allá de la cuenca mediterránea propiamente dicha y también afectan al Mar Negro, Europa occidental y África.

Cuando se comparan con la creencia predominante de Rusia de que la OTAN tiene la intención de cercar el país, las actividades de Moscú en el Mediterráneo combinan una postura defensiva con una ambición renovada de afirmar su presencia en el escenario global. La OTAN y sus miembros deberían aprovechar la oportunidad de una relación transatlántica reactivada para responder con mayor firmeza en varias áreas.

Marc Pierini
Pierini es profesor visitante en Carnegie Europe, donde su investigación se centra en los desarrollos en Oriente Medio y Turquía desde una perspectiva europea.

Los desarrollos examinados en este artículo se basan en información de código abierto. Este análisis no es un intento de teorizar la estrategia de Rusia en el Mediterráneo, sino un esfuerzo empírico para dar sentido a una acumulación significativa de acciones en diferentes campos.

PRIORIDADES POLÍTICAS QUE SURGEN DE LAS ACCIONES RUSAS

Las acciones emprendidas por Rusia en el Mediterráneo y sus alrededores son los instrumentos preferidos del país para competir con la UE y la OTAN en su flanco sur. Las políticas de Moscú se benefician de un sector energético tradicionalmente fuerte y de unas fuerzas armadas recientemente revitalizadas, pero adolecen de una capacidad financiera limitada para intervenir fuera de estos dos sectores.

ENERGY POLITICS

Energy politics has long been a central part of Russia’s geopolitical influence in the world. The country’s foreign ministry stated in 2013 that Russia’s goal in the field of energy was to “[strengthen] its strategic partnership with major producers of energy resources while actively promoting dialogue with consumers and transit countries.”

Analysts have long argued that energy is a major driver of Moscow’s policies in the region. According to one expert, “Russia has multiple reasons to intervene in the Eastern Mediterranean. . . . Among its main regional interests . . . is increasing world energy prices. The Russian economy is largely the business of exporting oil and gas. This has been true for decades.”

The Mediterranean has indeed been a major focus of this strategy, alongside other components such as reducing Moscow’s reliance on Ukraine for gas supplies to Western Europe, thwarting the EU’s energy diversification strategy, and creating a new gas corridor toward southeastern Europe via the Turk Stream gas pipeline.

Part of Russia’s strategy in the Mediterranean is to get a foothold in countries where new energy developments are taking place. In Egypt, Russia bought from Italy’s Eni a 30 percent stake in the Zohr offshore gas field, a major gas-producing field in the Eastern Mediterranean. In Lebanon, Russia’s Novatek has acquired 20 percent of a gas-exploration joint venture of which Italy’s Eni and France’s Total own 40 percent each. While few developments have taken place in Syria due to the ongoing civil war there, Russia is involved in several oil and gas projects in Iraqi Kurdistan.

In Algeria, Gazprom is involved in hydrocarbon exploration. But it is in Libya that Russia has had the highest stakes since the era of former leader Muammar Qaddafi. Moscow’s recent military support for the forces of General Khalifa Haftar in the east and south of the country and the red line from Sirte to Al Jufrah drawn by Russian forces and proxies in 2020 have an important energy aspect as much as a strategic dimension.

As for Turkey, where Moscow has long been the major gas supplier, the country’s energy dependence on Russia has been boosted by the 2020 entry into service of the Turk Stream pipeline, which feeds Turkey and southeastern Europe, and by the construction of the Akkuyu nuclear power plant, due to enter into service in 2023 under Russian ownership and operational control. While Turkey has reduced its dependence on its agreements with Moscow, Russia is likely to remain an important player in the country’s energy sector.

This being said, Russia’s use of energy politics for foreign policy purposes has its challenges. The Russian economy relies heavily on energy income, and therefore state resources depend on fluctuations in energy prices. Trade in liquefied natural gas is substantially transforming energy markets worldwide, while the coronavirus-induced recession will result in a lasting drop in energy demand in Western European countries, as will the greening of their economies. And Russia is facing strong competition from Iran and the Gulf kingdoms as major oil and gas producers.

All things considered, Russia’s energy politics will likely remain a crucial component of the country’s presence on the world stage, in particular in the Mediterranean. But these policies will have to keep evolving in response to a fast-changing environment in the gas sector and political developments such as the stabilization and reconstruction process in Libya.

A PERMANENT, MULTIPURPOSE DEPLOYMENT IN SYRIA

Syria has long been a military client of Russia and, previously, the Soviet Union, especially during the 1971–2000 presidency of Hafez al-Assad. The relationship took on a new dimension after the start of the Syrian civil war in 2011 and the gradual disengagement of the United States from the Middle East.

The first of Russia’s military objectives in Syria after its September 2015 intervention was to rescue the army of Syrian President Bashar al-Assad from the brink. Moscow did just that, with an implied political message reminding Western leaders that Russia also has friends, that it cares about them, and that it will not allow them to be ousted at will by Western powers. This attitude mirrored Moscow’s strong disapproval of Western actions against Qaddafi in Libya in 2011—because in its view the West exceeded the mandate authorized by the UN Security Council, because Russia lost an ally and a client, and out of fear that the West could in future organize a color revolution in Russia.

Russia’s second objective was to establish a forward military base in the Middle East. Moscow swiftly transformed the Syrian civilian airport of Latakia into an efficient—if rustic by U.S. standards—air force base renamed Hmeimim and substantially increased the use of its naval facility in Tartus. This allowed Russia to launch intensive air campaigns, including against rebels threatening to cut off vital road links between Latakia and Aleppo as well as between Damascus and Aleppo. As the Russian defense minister announced in December 2017, these two bases were there to stay and grow, consistent with Moscow’s long-term objectives in the region and vis-à-vis NATO.

Russia’s military intervention in Syria served this wider geopolitical objective by demonstrating that Moscow possessed enough military might to respond swiftly to a crisis in accordance with its own interests and independently of other major powers. In addition, Russia deployed much more powerful military assets in Syria than needed to fight an insurgency, with an arsenal that comprised S-400 missiles, cruise missiles launched from the air and from ships in the Caspian and Mediterranean Seas, and an air interdiction policy over parts of Syria. To carry out this military expedition, Russia set up a massive maritime resupply mission via the Turkish Straits, dubbed by some the Tartus Express.

Russia’s intervention in Syria has demonstrated Moscow’s substantially enhanced capacity to project power. Access to the Mediterranean by sea and air was no constraint for Russian forces when such access corresponded to a political and military priority. Well beyond rescuing the Assad regime, Russia’s strategic priority was to beef up its buffer zone against NATO on the country’s southern flank. Today, this priority is still a guiding principle of Russia’s policy in the Mediterranean and is likely to remain valid for the foreseeable future.

Russia’s demonstration of its operational capabilities also served to showcase its military industry in the Middle East and the Gulf, where arms sales are highly competitive. Being able to prove the combat performance of weapons systems such as fighter aircraft, attack helicopters, cruise missiles, and electronic warfare is a powerful commercial argument for Russia’s military industry, as illustrated by Moscow’s sale of Su-35 fighter jets to Egypt.

Part of the reason for the intervention in Syria was that Russian authorities have long been wary of Islamist terrorism at home, especially in or from Chechnya, Dagestan, Ingushetia, and Muslim enclaves in Russia’s heartland. Paradoxically, the involvement of substantial numbers of Russian Muslims with the so-called Islamic State in Syria and Iraq has reduced the risk of Islamist extremism at home. Moscow’s lasting priority is most likely to prevent the return of these fighters to Russian territory.

In addition, Russia’s diplomatic mediation to minimize the consequences of a major chemical attack by the Assad regime in 2013 is considered to have worked to the benefit of both Damascus and Moscow. As one analyst noted, “the role played by Russia, sparing the Syrian regime from a military operation by hesitant Western powers, was considered a great victory of [Russian] diplomacy which made the country an important actor in the Middle East.”

RUSSIA’S RELATIONSHIP WITH TURKEY

In implementing its energy strategy in Europe and its politico-military strategy in Syria, Russia needed to establish close cooperation with Turkey. But the relationship between Moscow and Ankara took on other dimensions, too.

The Turk Stream pipeline—together with the Nord Stream 1 and 2 pipelines linking Russia and Germany via the Baltic Sea—served to bypass Ukraine and hence keep Moscow’s dominance over gas supplies to Western Europe. This deprived the Ukrainian government of transit fees and reduced the attractiveness of pipelines that supply Central Asian gas to Europe via Turkey.

In Syria, the Russia-Turkey relationship is more challenging because, in principle, the two countries have opposite political objectives. Moscow aims at restoring the full control of the Assad regime over Syrian territory, while Ankara supports Assad’s ouster.

Yet, various diplomatic contacts since 2016 as well as the Astana Process since 2017 and the 2019 Sochi Agreement have led to Moscow’s consent to several Turkish military operations on Syrian territory: Operation Euphrates Shield in 2016, Operation Olive Branch in 2018, Operation Peace Spring in 2019, and Operation Spring Shield in 2020. Relations developed amid some serious military incidents, such as the November 2015 downing of a Russian aircraft by the Turkish Air Force and the February 2020 disabling of an entire Turkish mechanized infantry battalion in Idlib province by Syrian and Russian aircraft.

Despite the ambiguities in the relationship, it can be argued that, up to a point, Russia relied on Turkey—a NATO member—for its operations in Syria, for example when setting up joint Turkish-Russian patrols following the partial withdrawal of U.S. special forces from northeastern Syria obtained by Ankara from former U.S. president Donald Trump’s administration. The substantial deployment of Turkish ground troops also allowed Russia to focus its military deployment on the air force, the navy, force protection, and joint patrols of its military police with the Turkish Land Forces.

Another major development was the July 15, 2016 coup attempt in Turkey. This was a turning point for Russia, as it created an opportunity to enhance military and political relations. While Moscow, like all Western capitals, supported Turkey’s president after the coup attempt, it uttered no criticism of potential breaches of the rule of law following the failed takeover. The Russian president hosted his Turkish counterpart in Saint Petersburg on August 8, 2016. Days earlier, this author had hypothesized that the coup attempt might encourage Russia to “go for a long-term game-changing move and lure Turkey away from the West as part of a broader geopolitical reconfiguration.” It was indeed the beginning of an opportunistic convergence of minds, which culminated in 2019 in the delivery and deployment by Turkey of Russian-made S-400 missile systems. More generally, this first sale of Russian armaments to Turkey heralded an era of Ankara’s repositioning partly outside the Atlantic alliance.

When Russia’s and Turkey’s respective positions on the Libyan conflict, the disputed territory of Nagorno-Karabakh, and eastern Ukraine and Crimea are added to the picture, the relationship between the two countries in the Mediterranean and beyond can best be described as an unusual mix of cooperation and managed divergences, sometimes referred to as conflictual connivance. Barring a major conflict between Russia and NATO in another region, the pattern of cooperation between Moscow and Ankara in Syria is likely to continue in the near future.

RUSSIA’S ECONOMIC AND MILITARY PRESENCE IN THE MEDITERRANEAN

Beyond the energy sector, Russia has a strong economic presence in the Mediterranean (see map 1), especially in Cyprus, where tourism, banking, and real estate are the main sectors of activity. The Russian Navy makes calls to the Cypriot port of Limassol for replenishment purposes. Russia and Cyprus are both keen to keep a strong political relationship.

Russia has long maintained a military presence in the Eastern Mediterranean, including bases in Egypt until 1972. Later, Moscow substantially downsized its presence, with only a small naval resupply facility in the Syrian city of Tartus. Russia is now returning to a more ambitious presence with what one observer has called “a commitment to playing the long game against NATO in the East Mediterranean.” Meanwhile, Moscow’s “steadfast belief in a Western encirclement strategy continues to shape its vision and activities, including the current build-up in the Mediterranean.” This defensive strategy starts in the Black Sea, extends to Syria and the Eastern Mediterranean, and, ultimately, reaches into sub-Saharan Africa and the Red Sea.

The Mediterranean is an area of choice for Russia’s naval strategy. Short of being able to pose a global challenge to the U.S. Navy, Moscow opts for a more circumscribed area of competition. In the words of one analyst, “for Russia, the Mediterranean symbolizes the larger competition between Moscow and Washington. By building up its naval forces, Russia is hoping to circumscribe NATO access to the region, protect Russia’s southern flank, and assist its current and potential future client states in the region.” The same analyst argues that, for economic reasons, “Moscow’s focus on developing and augmenting the Mediterranean squadron is . . . a far more achievable limited objective that is well-aligned with Russia’s foreign policy objectives in the region.”

En cuanto al segmento de la fuerza aérea de la estrategia de Moscú, a falta de desarrollar una infraestructura importante comparable con la conjunta turco-estadounidense. base aérea en İncirlik, Rusia ha optado por iniciativas rápidas y oportunistas. Estos incluyen la transformación del aeropuerto civil de Latakia en una base militar, la toma de las instalaciones dejadas por las fuerzas especiales estadounidenses en el noreste de Siria y la reparación de la dañada base aérea de Al Jufrah en Libia.

En general, Rusia ha aplicado una estrategia muy coherente en cuanto a su postura defensiva frente a la OTAN. Moscú ha desplegado sistemas de misiles S-400 en Crimea, Abjasia y Siria, mientras que presumiblemente mantiene un cierto grado de control sobre los sistemas S-400 vendidos a Turquía. Esto crea una zona de amortiguación muy mejorada en el flanco sur de Rusia, incluido el Mar Negro y el Mediterráneo oriental.

IMPLICACIONES MÁS ALLÁ DEL MEDITERRÁNEO

Las bases aéreas y marítimas de Rusia aportan beneficios adicionales para sus despliegues militares en el extranjero. Más allá del propio Mediterráneo, la postura asertiva de Moscú en la región tiene consecuencias significativas más allá. No solo afectan a países de la región en general, como Libia y Sudán, sino también a la alianza de la OTAN, así como al lugar de Rusia en la escena internacional.

SIRIA COMO TRAMPOLÍN

Bajo el supuesto razonable de que la presencia de Rusia en Siria es a largo plazo, la cooperación con Turquía seguirá siendo crucial. Si los aviones militares rusos sobrevolaran rutinariamente Anatolia —en rutas similares a las tomadas por los vuelos VIP y humanitarios el 22 de diciembre de 2019 y el 29 de marzo de 2020— los vuelos desde el área de Moscú (específicamente la Base Aérea Chkalovskiy) a Siria (Hmeimim) se acortarían considerablemente de unos 3.600 kilómetros (2.236 millas) sobre el Mar Caspio. , Irán e Irak, a unos 2.350 kilómetros (1.460 millas) sobre Anatolia.

Bajo esta hipótesis, al usar Hmeimim como trampolín para las operaciones en Libia, Rusia también podría acortar la ruta de vuelo de unos 5.500 kilómetros (3.400 millas) a unos 4.300 kilómetros (2.700 millas), ahorrando casi una cuarta parte de la distancia.

Es probable que Rusia continúe utilizando sus bases fijas en Siria ,la base aérea de Hmeimim y la estación naval de Tartus, en combinación con una mayor movilidad de los activos aéreos y navales extraídos de las bases de origen y rotados regularmente. Esta fórmula de desplazamientos militares ofrece a Rusia una relación costo-beneficio favorable.

En este contexto estratégico, la resolución de la guerra civil siria a través del diálogo multilateral es probablemente una preocupación menor para Moscú. Por el contrario, mantener una estrecha relación con Assad permitirá a Moscú no solo desarrollar su infraestructura militar en el país, sino también ayudar a contener tanto a Irán como a Turquía en Siria.

¿LIBIA Y SUDÁN COMO PRÓXIMOS PASOS?

La posibilidad de que Rusia desarrolle una base permanente en Al Jufrah en Libia y despliegue allí activos de alta gama tiene implicaciones considerables para la OTAN y la UE. En palabras de un general del Comando de África de Estados Unidos,"si Rusia asegura una posición permanente en Libia y, peor aún, despliega sistemas de misiles de largo alcance, será un cambio de juego para Europa, la OTAN y muchas naciones occidentales". Además, el uso de una base de adelantada en Al Jufrah mejoraría la capacidad actual de Rusia para desplegar contratistas militares privados en el África subsahariana, como en la República Centroafricana. Sin embargo, la eventual presencia permanente de Rusia en Libia dependerá en gran medida del proceso de paz liderado por la ONU en el país, que claramente pide la retirada de todas las fuerzas extranjeras —tropas regulares y PMCs— del territorio libio.

Desde una perspectiva europea, la falta de estabilidad duradera en Libia plantearía múltiples desafíos, desde la seguridad de los suministros energéticos hasta la migración irregular desde el África subsahariana, además de una presencia militar rusa permanente. Esto convierte a Libia en una emergencia europea.

Un razonamiento similar se aplica a los próximos acontecimientos relativos a una base naval rusa en la costa sudanesa del Mar Rojo, utilizando la base naval de Tartus como trampolín. Si se implementa completamente,este movimiento claramente mejoraría las capacidades de la Armada rusa para proyectar fuerzas en el Mar Rojo, el Mar Arábigo y el Océano Índico. Hasta cierto punto, tal instalación coincidiría en parte con la infraestructura estadounidense y francesa en Djibouti y el Golfo Pérsico.

DAR FORMA A LA DEFENSA ANTIMISILES DE TURQUÍA COMO UNA CUÑA EN LAS POLÍTICAS DE LA OTAN

Implantar sistemas de defensa antimisiles rusos en el corazón de una importante fuerza aérea de la OTAN a través de su venta del sistema S-400 a Turquía en 2019 fue un logro político importante para el Kremlin. Interrumpió la arquitectura de defensa europea de la OTAN y causó una fuerte degradación de la relación entre Estados Unidos y Turquía. Aunque Moscú no ofreció transferencias de tecnología asociadas con la venta, a pesar de las afirmaciones turcas en sentido contrario y las negociaciones en curso sobre futuras transferencias de tecnología,Rusia logró dar forma a la arquitectura de defensa antimisiles de Turquía en su beneficio.

Después de evaluar el daño psicológico dejado por el fallido golpe de Estado de julio de 2016, en el que la propia fuerza aérea de Turquía atacó los principales edificios estatales por primera vez en la historia, y aprovechando las prolongadas y fracasadas negociaciones de Turquía con Estados Unidos sobre defensa antimisiles, Moscú ofreció a Ankara un sistema de gran tamaño en relación con las amenazas reales vinculadas al golpe. No hay una amenaza inmediata de misiles de medio o largo alcance para Turquía, ya que el país está actualmente aliado en Siria tanto con Irán como con Rusia. La hipótesis de un ataque con misiles griego o israelí contra Turquía no tiene sentido, ni siquiera como parte de una teoría de la conspiración.

El resultado final del logro de Moscú tiene una importancia asombrosa. En primer lugar, Rusia ha puesto un pie en el corazón de una importante fuerza aérea de la OTAN con sistemas sofisticados que requieren la calibración de todo el inventario de la Fuerza Aérea turca, que en su mayoría es de origen estadounidense, y el mantenimiento periódico, es decir, el acceso, por parte del personal ruso.

En segundo lugar, Rusia ha impedido el despliegue de misiles Patriot de fabricación estadounidense —o su alternativa franco-italiana— en su flanco sur, mientras que sería una práctica normal que un miembro de la OTAN adquiriera sistemas de defensa antimisiles dentro de la alianza en aras de la compatibilidad operativa.

En tercer lugar, al apostar por las sanciones estadounidenses impuestas en relación con la adquisición del S-400, que llevó a Estados Unidos a cancelar la compra por parte de Turquía de cazas furtivos F-35 de fabricados en Estados Unidos, Moscú ha impedido la venta de cien F-35 a la fuerza aérea de Turquía y, potencialmente, veinte aviones F-35b adicionales para operar desde el portahelicópteros Anadolu. Al hacerlo, Rusia ha reducido el potencial despliegue de cazas furtivos de la OTAN sobre el Mar Negro y el Mediterráneo Oriental. Al mismo tiempo, Moscú ha logrado ganancias políticas y ha abierto perspectivas de ventas militares con Turquía, al tiempo que ha degradado la posición del país como potencia militar de la OTAN.

En cuarto lugar, dada la exclusión de Turquía del programa industrial F-35,Rusia ha debilitado indirectamente la industria aeroespacial de Ankara. Esa industria ahora está perdiendo un estimado de $ 1.4 mil millones de pedidos de subcontratación y, lo que es más importante, se ve privada de un esquema de cooperación de alta tecnología beneficioso.

En el contexto de su percepción de una amenaza occidental, Rusia ha extraído un doble beneficio estratégico de su venta del S-400 a Turquía: el flanco sur de Rusia ahora está libre de misiles Patriot y cazas furtivos F-35. Si la opinión de un analista de que una resolución del desacuerdo entre Estados Unidos y Turquía sobre los misiles S-400 está "muy lejos" resulta correcta, este beneficio estratégico para Moscú será aún más sustancial. En el momento de redactar este informe, la OTAN no ha extraído ninguna consecuencia de la nueva situación en Turquía. Una estación de radar avanzada de la OTAN está operativa en Kürecik, en la provincia de Malatya, en Anatolia Oriental.

EL MEDITERRÁNEO COMO CAMINO PARA VOLVER A LA ESCENA MUNDIAL

Lo que está en juego en el Mediterráneo no es sólo el control de Rusia sobre Siria y, potencialmente, parte de Libia. El objetivo más amplio de Moscú es claramente contrarrestar la influencia occidental —es decir, la OTAN— en los flancos sureste y sur de Rusia. En consonancia con las acciones pasadas y actuales en Crimea, el este de Ucrania, Georgia y Armenia —y más lejos en el Ártico y el Báltico—, el Kremlin tiene la intención de contrarrestar lo que percibe como la postura antirrusa de las potencias occidentales.

El presidente ruso Vladimir Putin explicó la estrategia general de su país en su discurso del 28 de septiembre de 2015 ante la Asamblea General de la ONU. En resumen, afirmó que a partir de entonces, el orden mundial se configuraría con Rusia en la mesa, no solo por Estados Unidos y sus aliados europeos. Ya en ese momento, la dimensión diplomática global de la toma del poder por parte de Rusia en Siria era clara. Incluso antes de que la acumulación militar hubiera sido completamente documentada, la creación por parte de Moscú de una especie de protectorado en el oeste de Siria dio una dimensión tangible al concepto ruso de un nuevo orden mundial. Desde la perspectiva de Moscú, eso significaba poner fin a la propensión de Occidente a imponer unilateralmente su propio orden global.

En palabras de Dmitri Trenin de Carnegie, un resultado preliminar de la campaña militar de Moscú en Siria fue que "Rusia ahuyentaron el monopolio estadounidense de la acción política y militar en Oriente Medio". Trenin argumentó además que tal vez este no era el resultado de una gran estrategia, sino que demostraba que el regreso oportunista de Rusia a la región era de importancia estratégica, ya que devolvía al país al nivel más alto de la política global.

Si esta evaluación se mantendra, ilustraría hasta qué punto la campaña de Rusia en Siria, su limitado despliegue en Libia y sus complejas interacciones con Turquía representan un cambio de juego en la geopolítica europea y transatlántica. Independientemente de si Rusia actuó de acuerdo con un gran designio o no, surgen preguntas sobre las débiles reacciones de los aliados de la OTAN a las iniciativas político-militares de Moscú en el Mediterráneo.

CUESTIONES PARA LOS MIEMBROS DE LA OTAN

La OTAN y sus miembros vigilan de cerca el despliegue militar de Rusia en el Mediterráneo y el Mar Negro (véase el mapa 3). Los esfuerzos de la alianza se ven facilitados por el retorno a una relación pacífica entre la administración estadounidense y sus socios europeos, la UE y la OTAN. De cara al futuro, estos esfuerzos deberían centrarse en tres esferas principales.

APOYO ACTIVO A LA PREVENCIÓN MULTILATERAL DE CONFLICTOS

En los últimos años, las reacciones de los países occidentales que se enfrentan a las actividades rusas en el continente europeo han consistido principalmente en sucesivas sanciones económicas, cuya eficacia es cuestionable.

Irónicamente, los países occidentales no han invertido colectivamente un nivel sustancial de recursos diplomáticos coordinados en la resolución multilateral de la guerra siria o el estancamiento libio. En muchos sentidos, Rusia ha utilizado este vacío para llenar los vacíos, promover de manera autónoma sus propios intereses y crear hechos sobre el terreno que resultan difíciles de revertir.

La profundidad de la crisis siria y sus insondables consecuencias humanas, así como la fragilidad del proceso de estabilización en Libia, exigen que los países occidentales respalden los procesos multilaterales disponibles para llevar la paz y la estabilidad a los dos países. Esta tarea no puede llevarse a cabo sin un mínimo de consenso entre las naciones occidentales y Rusia, y constituirá una prueba de fuego para la estabilidad política y militar de la región en su conjunto.

Una conferencia multilateral sobre el Mediterráneo oriental propuesta recientemente que reúna a todas las partes interesadas tendrá dificultades para materializarse. Esa iniciativa implicaría, entre otras cosas, la presencia en la mesa de la llamada República Turca de Chipre Septentrional, entidad reconocida únicamente por Turquía. Un formato más modesto de la vía 2, que consista en contactos no gubernamentales e informales, podría ser un lugar útil para el diálogo no oficial sobre la energía y las fronteras marítimas en la región.

REEVALUACIÓN DE LA PRESENCIA MILITAR DE LA OTAN EN EL MEDITERRÁNEO Y EL MAR NEGRO

La OTAN y sus miembros pueden mejorar su presencia militar en el Mediterráneo y el Mar Negro de múltiples maneras. En primer lugar, pueden aumentar las rotaciones de sus fuerzas navales en la zona, dado que sus principales bases —Tarento en el sur de Italia, Tolón en el sur de Francia y Rota en España— están a cierta distancia. Mientras tanto, Estados Unidos está mejorando la estación naval de Souda Bay en Creta, Grecia. La aviación naval y los medios de vigilancia aérea, que ya están muy activos sobre el Mar Negro, desempeñarán un papel más importante en el Mediterráneo oriental.

En segundo lugar, los aliados de la OTAN deberían aumentar la preparación y la interoperabilidad de sus fuerzas aéreas y navales como una forma de mejorar la eficiencia colectiva y la distribución de costos entre ellos. En tercer lugar, los aliados deberían aumentar la eficiencia de las operaciones navales conjuntas de la OTAN que contribuyen a la seguridad marítima en la zona, como la Operación Sea Guardian.

REEVALUACIÓN DE LAS RELACIONES ENTRE TURQUÍA Y RUSIA

A pesar de las afirmaciones ocasionales en sentido contrario, es un hecho que la venta por parte de Rusia de sistemas de defensa antimisiles a Turquía ha creado un problema importante para la arquitectura de defensa de la OTAN, hasta el punto de que no se puede esperar ningún progreso realista de un enfoque basado en comités técnicos. Al mismo tiempo, desactivar los misiles S-400 ubicados en Turquía y almacenarlos bajo supervisión internacional probablemente crearía una crisis entre Ankara y Moscú, y posiblemente más allá.

La OTAN y sus miembros tendrán que evaluar la situación cuidadosamente, evitando al mismo tiempo un escenario en el que el statu quo se convierta en una nueva crisis entre Rusia y Estados Unidos. Sin embargo, el resultado final para los Estados Unidos y la OTAN a este respecto es simple: el despliegue de misiles S-400 por parte de Turquía es mutuamente excluyente con su adquisición de aviones de combate F-35 y crea una clara incompatibilidad con las políticas y procedimientos de la OTAN, ya que la interoperabilidad sigue siendo un principio clave para la Alianza.

En general, la postura más asertiva de Rusia en el Mediterráneo exige una respuesta concertada y eficiente de los aliados de la OTAN, dados los múltiples efectos que podría tener en los intereses transatlánticos y europeos en la región en general, así como en términos de reducir el papel del sistema de las Naciones Unidas en la resolución de conflictos regionales. Los intereses de Europa son particularmente elevados en los ámbitos de la energía, el comercio y la inversión, la migración irregular y la seguridad.

Esta publicación está financiada por una subvención del Departamento de Estado de los Estados Unidos. Las opiniones, constataciones y conclusiones aquí expuestas son las del autor y no reflejan necesariamente las del Departamento de Estado de los Estados Unidos.

El autor agradece a Martha Higgins y Alice Vervaeke por su apoyo a la investigación.

Corrección: El corredor aéreo en el segundo mapa se ha actualizado para incluir un punto de escala en el sur de Rusia. Esto se omitió originalmente.

Fin del documento

Carnegie no toma posiciones institucionales sobre cuestiones de política pública; los puntos de vista aquí representados son los de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de Carnegie, su personal o sus fideicomisarios.,...¡¡¡.--


Rusia en el Mediterráneo: Aquí para quedarse

Rusia está en el Mediterráneo para quedarse. Mientras el Kremlin siga encerrado en un tenso enfrentamiento con la OTAN, su objetivo será impedir que la alianza domine la región.,...¡¡¡.-- 

La estrategia de Rusia en el Mediterráneo es una parte integral de su estrategia para el teatro europeo más amplio, que durante mucho tiempo ha sido el escenario principal de sus triunfos y reveses de política exterior. La posición dominante de Europa en la agenda de política exterior de Rusia es un producto de su cultura estratégica, que a su vez está moldeada por la geografía, el legado histórico y una cosmovisión de élite que considera a Occidente una amenaza para el orden político interno. Es imposible entender la postura actual de Rusia en el Mediterráneo sin verla dentro de este contexto más amplio y con el telón de fondo de la participación centenaria del país en la región y retirarse de ella durante el cuarto de siglo que siguió al final de la Guerra Fría.

Desde la intervención de Rusia en Siria en 2015, se han hecho sonar las alarmas sobre las ambiciones y capacidades militares del Kremlin en el Mediterráneo. Estas alarmas han sido infundadas.; Las capacidades rusas en Oriente Medio y la región mediterránea son modestas, y las ambiciones del Kremlin allí están limitadas por la geografía y la geopolítica, los recursos limitados, un enfoque transaccional de las relaciones y la formidable postura de fuerza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en su flanco sur. Por mucho que Rusia aspire a la dominación regional, carece de los medios para lograr este objetivo.

Dicho esto, el ejército ruso es ahora una presencia a tener en cuenta en el Mediterráneo oriental. Ha complicado la planificación y las operaciones de Estados Unidos y la OTAN, y Moscú ha desarrollado buenas relaciones con importantes potencias regionales. Dados los limitados medios de Rusia, su resurgimiento en la región puede considerarse un éxito, pero no se deben exagerar sus efectos. La postura de Moscú en el Mediterráneo ha sido diseñada en gran medida para proteger sus ganancias en Siria y defenderse de la amenaza que los líderes rusos ven desde las capacidades terrestres, aéreas y navales de la OTAN hasta el corazón ruso. La importancia de la "burbuja" de Rusia contra el acceso y la negación del área (A2/AD) sobre Siria a veces ha sido exagerada. Los sistemas que componen la burbuja son de alcance limitado y en un conflicto con la OTAN serían vulnerables a las contramedidas.

Contrariamente a una percepción generalizada, las ambiciones de Moscú en el Mediterráneo son más que una cuestión de su vaga búsqueda de recuperar el estatus de gran potencia: son un producto de los persistentes requisitos de seguridad nacional rusos. La razón principal para el regreso de Rusia a la región ha sido la perspectiva de una confrontación militar en el teatro europeo y las preocupaciones sobre la vulnerabilidad de su flanco sur en un conflicto con la OTAN. Si bien Rusia ha buscado, de hecho, recuperar su antiguo pie en la Guerra Fría —y ha sido hábil y oportunista al explotar las aperturas para expandir su huella—, ha actuado con cautela, evitando riesgos indebidos y, sobre todo, una confrontación abierta con Estados Unidos.

The Kremlin may aspire to dominate the Mediterranean one day, but for now its aim is to deny this option to NATO. Russia is in the Mediterranean to stay, and its push for a greater naval, air, and land presence and increased political influence will continue as long as it remains locked in a tense standoff with NATO in Europe. This warrants heightened vigilance but not, as has often been the case, fears that Russia has replaced the United States/NATO as the key power broker in the region.;

INTRODUCTION

Russia’s strategy in the Mediterranean is an integral part of its strategy for the wider European theater, which has long been the principal arena of its foreign policy triumphs and setbacks. Europe’s dominant position on the country’s foreign policy agenda is a product of its strategic culture, which is in turn shaped by geography, historical legacy, and an elite worldview that considers the West a threat to the domestic political order.1 It is impossible to understand Russia’s current posture in the Mediterranean without putting it in this context and the long history of the country’s involvement in the region and retreat from it during the quarter century that followed the end of the Cold War.

Eugene Rumer
Rumer, a former national intelligence officer for Russia and Eurasia at the U.S. National Intelligence Council, is a senior fellow and the director of Carnegie’s Russia and Eurasia Program.

Russia’s push into the Mediterranean, which has intensified since its military deployment to Syria in 2015, is more than a matter of the ambition to be recognized as a global player but a product of enduring national security requirements, threat perceptions, and economic interests. The period from the end of the Cold War to the annexation of Crimea in 2014, during which Russia was largely absent from the Mediterranean, was a departure from a centuries-old involvement there. The relatively peaceful post–Cold War interlude is over and the adversarial relationship between Russia and the West has resumed, with the Mediterranean as an important sphere of competition in the European theater. Russia’s presence in the region after 2014 shows a great deal of continuity with Soviet and pre-Soviet times, when developments in Europe were the principal drivers of policy.

At the same time, the post-2014 dynamic is hardly a replay of the U.S.-Soviet Cold War competition in the Mediterranean, which was the dominant feature of the region’s political and security environment. While Russia and the United States and its NATO allies are bound to remain significant actors in the Mediterranean, the dominant dynamics in it are likely to be a product of its indigenous political, economic, and societal forces, which, as recent experience has demonstrated, none of these outside powers have the means or apparently the will to shape.

This paper is the first of a series that will offer a comprehensive examination of Russia’s return to the Mediterranean.2 The first section examines Russia’s historical legacy of involvement in the Black Sea and the Mediterranean and identifies the key enduring drivers of its policy there. The second section reviews the record of Soviet policy in the Mediterranean during the Cold War. The third section provides an overview of Russia’s return to the Mediterranean after its post–Cold War retreat and a broad assessment of its policy, capabilities, and results to date. The paper concludes with implications for the interests and policies of the United States and its allies in the Mediterranean.

Richard Sokolsky
Richard Sokolsky is a nonresident senior fellow in Carnegie’s Russia and Eurasia Program. His work focuses on U.S. policy toward Russia in the wake of the Ukraine crisis.

GEOGRAPHY IS ALMOST DESTINY

The origins of Russia’s engagement with the Mediterranean region are impossible to establish precisely, but by the tenth century AD, merchants from Kievan Rus were trading with Constantinople. The conversion of Kievan Rus to Christianity in 988 during the reign of Prince Vladimir, who also married the Byzantine emperor’s sister, created the foundation for the religious ties between the nascent Russian state and Byzantium. These have endured to the present day, and more than once throughout the history of the Russian empire they served as a basis for the geopolitical ambitions of its rulers.3

Those ambitions can be traced to an uninterrupted chain of military and diplomatic pursuits in the late seventeenth century, as Russia expanded and emerged as a full-fledged participant in European politics. For the next two centuries, its push toward the Mediterranean, necessitated by the lack of access to warm water ports, driven by both its geopolitical ambitions and commercial interests, took the form of successive military campaigns against the Ottoman Empire. From the time of Peter the Great’s seizure of the town of Azov (which was returned to Turkey in 1711), each new conquest created the rationale and the springboard for the next, even if separated by decades. Gaining access to the Sea of Azov made it imperative for Russia to gain control of the Kerch Strait to secure access to the Black Sea.4

Whereas the bulk of Peter the Great’s conquests were on the shores of the Baltic, the next great Russian ruler—Catherine—focused her geopolitical ambitions and conquests on the south. She secured access to the Black Sea in a series of wars with Turkey that resulted in Russia annexing Crimea and gaining the territories along the sea’s northern littoral in the late eighteenth century. These new lands were christened Novorossiya (New Russia). However, access to the Black Sea was not an end in itself, for Catherine’s sights were set on the Mediterranean. The wars with Turkey that she launched and that were continued by her successors throughout the nineteenth century were part of European geopolitics practiced by evolving coalitions of great powers.

With the conquest of Novorossiya and the founding of Odessa, Sevastopol, and other cities in the newly conquered lands, the springboard for seeking access to the Mediterranean was established. The first of Catherine the Great’s wars with Turkey in 1768–1774 saw the first deployment of a Russian naval squadron to the Mediterranean. After an almost year-long voyage from Kronstadt around Europe, the fleet arrived in the Eastern Mediterranean in June 1770 and won a major victory against the Turkish fleet in the Battle of Chesme.5

This victory underscored the importance of securing naval access to the Mediterranean as the rivalry with Turkey remained a major preoccupation of Russian foreign policy. Although the right of passage through the Turkish-controlled Bosporus and Dardanelles Straits remained a distant goal, the quest for a foothold in the Mediterranean became the embodiment of Russian geopolitical objectives. This was also often indistinguishable from spiritual and religious motives. One of Catherine the Great’s ambitious geopolitical schemes entailed support for the independence of fellow Orthodox Greeks from Turkey and the establishment of a Greek state ruled by her grandson Konstantin, with Constantinople as its capital.6 In addition to its territorial gains, Russia won a major concession at the conclusion of the war of 1774—the right to intervene on behalf of sizable Christian populations of the Ottoman Empire from the Balkans to Georgia, which planted the seeds of more conflicts between the two empires.7

For well over the century and a half that followed, Russian-Turkish relations were punctuated by wars and diplomatic maneuvering, with Russia mostly on the offensive and the Ottoman Empire on the defensive. These wars were fought from the Caucasus to the Balkans. They were driven by a mix of geopolitics and religion as Russia continued its quest for new territory and insisted on its right to intervene on behalf of fellow Orthodox Christians in the Ottoman lands.

The ultimate prize—control of the Bosporus and Dardanelles Straits to ensure uninhibited passage for Russian commercial and naval ships and keep hostile European powers out of the Black Sea to avoid the repeat of the disastrous Crimean War of 1853–1856—proved elusive (and remains so to the present day). It was partly achieved in 1936 with the signing of the Montreux Convention. This allowed for the passage of warships to and from the Black Sea, but established strict limits on the size, number, timing, and duration of stay in the Black Sea of nonlittoral nations’ warships, as well as some limits on the passage of the latter’s ships. Turkey remained in control of the straits, enforced these limits, and kept the authority to close the straits to all foreign warships in wartime.8 Throughout almost the entire duration of the Second World War, Turkey remained neutral, and the straits were closed to warships of both warring coalitions.9

OLD CHALLENGES REMAIN POST-1945

With the fall of European colonial empires after the Second World War and the onset of the Cold War, the Mediterranean witnessed an unprecedented expansion of Soviet presence—military, naval, diplomatic, and economic. The Soviet Navy took its first steps toward establishing a continuous presence there in the late 1950s, which it maintained throughout the Cold War.10 The list of Soviet client states or partners around the Mediterranean included at one time or another Albania, Algeria, Egypt, Libya, and Syria.

The race between the United States and the Soviet Union to secure partners and clients among the postcolonial states of North Africa and the Middle East attracted a great deal of attention during the 1960s and 1970s, as did the two superpowers’ tensions during the Arab-Israeli wars of 1967 and 1973. Often overlooked, however, was the Soviet leadership’s motive for seeking a foothold in the Mediterranean in the context of the Cold War standoff in the European theater: U.S. carrier-based aircraft and nuclear-armed submarines (SSBNs) on patrol in the Mediterranean posed a direct threat to the Soviet heartland.11

The Soviet presence in the Mediterranean was hampered by many of the same limitations that had proved so frustrating to military leaders and diplomats of the Russian empire. By virtue of geography and politics, the Soviet Navy was limited in its ability to deploy and sustain a significant permanent presence there. Turkey, now a member of the hostile NATO, controlled the straits while Moscow’s regional partners proved to be not very reliable in supporting the Soviet presence.

As a result of ideological differences between the Soviet Union and Albania in 1961, the Soviet Navy had to leave the base in Vlore to which it had gained access in the 1950s.12 Egypt was for a time considered a close ally and client of the Soviet Union, but in 1972 its president at the time, Anwar Sadat, ordered the Soviet military to leave the country out of frustration with what he perceived as insufficient support from Moscow.13 Libya’s Muammar Qaddafi proved an erratic and difficult client, though he allowed the Soviet Union to use the former U.S. Wheelus Air Base (and U.S. officials judged he would permit Soviet warplanes to use airfields in Libya in the event of a conflict between NATO and the Soviet Union); he was also an avid buyer of Soviet weapons and accepted Soviet military advisers.14 That left Syria as the only reliable Soviet partner in the Mediterranean—hardly enough to support a major naval or military presence throughout a vast region dominated by the United States with its massive military and naval presence as well as a web of allies and partners from Spain to Turkey.

The combination of difficult geography—access to the Mediterranean controlled by two NATO allies (Spain in the west and Turkey in the east) and one U.S. partner (Egypt in the south)—and a shortage of adequate basing facilities meant that such limited Soviet military, in particular naval, presence as could be sustained had to prioritize the essential mission: the possibility of war with NATO and an attack against the homeland.15

The Soviet Union also deployed its vast tool kit—diplomatic presence, political penetration, economic aid, arms sales and military advisers, and so on—in an effort to expand its web of relationships throughout the Mediterranean. It provided economic assistance and large amounts of military hardware to actual and prospective clients, often on favorable terms with loans that had little chance of being repaid. Moscow dispatched advisers and at times combat personnel, backed its partners diplomatically and militarily in times of crises and conflicts, and educated their scientists, engineers, and doctors at Soviet universities. Wherever and whenever possible, the Soviet pursuit of influence in the Mediterranean relied on friendly leftist movements and communist parties (or any government or movement that was friendly to the Soviet Union regardless of its ideological leanings), front organizations promoting peaceful policies intended to undermine U.S. military presence and NATO cohesion, and support for terrorist organizations and assassinations.16

The postcolonial countries of North Africa initially welcomed support from the Soviet Union and seemed like promising candidates for building a web of clients in the Mediterranean that would enable a presence to counter the dominant position of the United States. But over time they proved to be less than reliable partners and clients. Some, like Egypt’s Sadat and Libya’s Qaddafi, grew frustrated with Russian support; Algeria, while securing large purchases of arms and other forms of assistance from the Soviet Union, proved reluctant to join its camp and embraced the Non-Aligned Movement, benefiting from the courtship by Moscow and Washington, which were both eager to have it as a client; Tunisia, while nominally non-aligned, favored closer ties to the West.17 The situation along the Mediterranean’s northern rim was even more problematic. From Spain to Turkey the entire coastline was NATO territory except for Yugoslavia and Albania, neither of which the Soviet Union could count upon as an ally in a confrontation with NATO.

Overall, despite great ambitions and investments, and even occasional successes, the results of the Soviet Union’s pursuit of a sphere of influence in the Mediterranean were modest at best and frequently disappointing. Throughout the Cold War its ambitions were contained by a combination of the country’s geography and East-West competition. What had been an established and constant naval presence came to an end in 1993.

A PAUSE BEFORE BUSINESS AS USUAL

The end of the Cold War marked the beginning of a major strategic realignment in Europe and the Mediterranean. Russia withdrew from its outer and inner empires to focus on its domestic problems, which kept it preoccupied throughout the 1990s. With its resources depleted and its defense establishment crumbling, Russia effectively disappeared from the Mediterranean as a naval, military, and geopolitical actor. The remnants of the Soviet Black Sea Fleet were divided with Ukraine, and Russia all but ceased to exist as an effective naval force.

The continuing presence of the Russian fleet in Sevastopol, based on a treaty negotiated with Ukraine in 1997, faced an uncertain future considering the latter’s aspirations to join NATO.18 With the 2008 commitment by NATO to admit Ukraine and Georgia as members at some unspecified future, Russia’s Mediterranean ambitions not only seemed to fade into the past, but its Black Sea presence also came into question. That commitment held out the possibility that Russia would lose access to Sevastopol, leaving it with only one major port in Novorossiysk and presenting Moscow with the prospect of the Black Sea becoming a NATO lake with grave consequences for its security.19 Bulgaria and Romania had joined NATO in 2004. In 2011, the United States and Romania agreed to deploy one missile defense site in Romania, which Russian officials claim could pose a threat to Russian security.20

These were important considerations in the Kremlin’s decisions to wage war in 2008 against Georgia and invade Ukraine six years later. Their prospects of NATO membership and until then closer partnership with the alliance promised a major transformation of the Black Sea region, new threats to Russia’s ability to project power into the Mediterranean and defend its position in the Black Sea, and a shift in the overall NATO-Russia balance on Europe’s southern edge. Crimea and Sevastopol, in President Vladimir Putin’s words, could become another platform for U.S. missile defense components and launch pads for missile strikes against Russia.21

In the context of the Black Sea and Mediterranean, the conflicts with Georgia and Ukraine assumed much greater significance than the Kremlin’s ambitious but vague declarations about a sphere of “privileged interests.”22 Waged to keep both countries from joining NATO, they have achieved more than their intended purpose. In the eyes of foreign observers, the conflicts have created two hostile states on Russia’s southwestern border. But from Moscow’s perspective they prevented the penetration of a hostile alliance in this critical region, the shrinking of its presence in the Black Sea with ensuing new challenges for its access from the Mediterranean, and a significant deterioration of the correlation of forces on Europe’s southern flank and consequently the entire European theater. The two wars also restored Russia’s possession of Crimea—a critical focal point for the defense of southern Russia and a platform for projecting power and influence in the Black Sea and the Mediterranean.

However, the Georgia and Ukraine conflicts—and the massive military reform and modernization of the armed forces, including naval capabilities, launched after the 2008 war with Georgia—could not compensate for the challenge that geography and European geopolitics have posed to Russia for centuries.23 Its warships still have to transit the straits controlled by Turkey or sail around Europe, as they did in the days of Catherine the Great, past the shores of NATO allies and partners from the Gulf of Finland to the strait of Gibraltar. Russian warplanes must fly through unfriendly airspace if they are to reach the Mediterranean. Both have become more problematic as a result of the two conflicts.

THE SYRIAN PIVOT

Many explanations for the decision to intervene militarily in Syria in 2015—the first such deployment in the post-Soviet era—have focused on the desire to restore Russia to its former position as a major force in Middle Eastern geopolitics. There is no doubt that this goal played a major role in a decision that transformed Russia from a has-been in the region into a major actor once again. Other explanations have focused on the Kremlin’s concern about the terrorist threat spreading from Syria to the North Caucasus and beyond.24 But another, no less important driver, even if not one that immediately drew a great deal of attention, was the balance of power on Europe’s southern flank and the NATO-Russia dynamics in the wider European theater.

Russia’s military success in Syria has proved highly consequential for its position in the Mediterranean. Syria was Russia’s oldest and last remaining client in the Middle East and the Mediterranean, and one where its navy still had a presence. Not much more than a toehold, it was the Kremlin’s only outpost in the region. With its military intervention, Russia has reestablished itself as a significant military presence in the Eastern Mediterranean with a long-term base agreement with Syria that secures its presence at the Tartus naval facility and Hmeimim air base, both of which are undergoing major expansion in order to accommodate a greater naval and air presence.25

No less important has been the positioning of the Russian military in a theater that Turkey considers critical for its security and domestic stability. With its military presence in Syria now secured for the long term, Moscow has gained a major source of leverage in its relations with Ankara—not unlike Ankara’s position in relation to Russia during the war in Chechnya in the 1990s and early 2000s. This is an important gain for Russia in its standoff with NATO, in which Turkey is potentially the pivotal actor in the context of Europe’s southern flank and of the Mediterranean. Russia has engaged in a balancing act with Turkey in a transparent effort to drive a wedge between it and the rest of NATO. While its Syrian deployment has positioned Moscow to exercise pressure on Ankara, both militarily and by holding out the threat of forcing more refugees to flee to Turkey, it supported President Recep Tayyip Erdoğan in the wake of the attempted 2016 coup while the United States and European countries hesitated.26

Success in Syria has brought even more benefits for Russia in its pursuit of expanded influence in the Mediterranean. As U.S.-Egyptian relations cooled off in the wake of the 2013 coup against former president Mohamed Morsi, the new Egyptian leader Abdel Fattah el-Sisi found a partner in Putin, whose embrace of President Bashar al-Assad in a moment of peril signaled to the region’s autocrats that, unlike Washington, Moscow would stand by its friends. The improvement in relations with Egypt for the first time since the expulsion of Soviet advisers in 1972 paved the way for the resumption of arms trade and even discussions of Russian access to the country’s military facilities. Egypt and Russia have signed several major arms deals for purchases of Russian fighter jets, helicopters, and other weapons systems worth billions of dollars (the exact amount is not publicly available).27 Still, this burgeoning arms trade is probably not enough to outweigh the effect of the annual $1.3 billion U.S. defense subsidy to Egypt. Russia apparently has yet to gain extensive access to Egypt’s military facilities, even though its military personnel and equipment have reportedly deployed to bases in the west of the country in support of the Libyan National Army (LNA) they both back. Russian and Egyptian units have conducted joint maneuvers, Russian warships have made port calls to Egypt, and the two navies have conducted joint drills in the Black Sea.28

The expansion of Russia’s presence in Syria, while significant, has offered Russia only a relatively modest capability for power projection in the Mediterranean. Elsewhere in the region, persistent attempts to rebuild ties to former clients and secure ties with new partners have proved only moderately successful. As in the Soviet era, arms sales have been a useful door-opener, but hardly sufficient to secure the kind of access that diplomats and military leaders have been after in order to establish Russia as a major actor in the geopolitics of the region with diplomatic heft and military capabilities to counter the combined weight of the United States, its NATO allies, and the European Union. Russia’s economic tool kit is a pale copy of the resources the Soviet Union was able to deploy during the Cold War, and it does not compare with the resources the United States and the European Union (EU) can muster.29

After Syria, Libya presented the next major opportunity to expand the web of Russian influence in the Mediterranean. As the country’s civil war escalated, Russia emerged as a key backer of the LNA, headed by General Khalifa Haftar. Support for him has included arms deliveries, deployment of mercenaries and Russian-piloted aircraft from Syria, and financial assistance in the form of counterfeit currency.30 At the same time, the Kremlin has hedged its bets and maintained ties to the UN-recognized government in Tripoli.31 Its posture in the Libyan civil war suggests that it is prepared for the long game regardless of how the conflict is settled and plans to remain involved in the country’s affairs. The risk to Russian interests in this situation is minimal, if any at all, while the upside—a diplomatic, economic, arms sales, and potentially defense and security relationship with a country strategically situated in the middle of the Mediterranean’s southern coastline—is potentially a major prize with far-reaching consequences for Russia’s position in the region. Still, a secure foothold in Libya, while an attractive possibility, is only a distant prospect considering the unsettled state of affairs there.

Elsewhere in North Africa, Russia’s attempts to expand its relationships are unlikely to be successful. If measured by the number of memorandums of understanding (MOU) and agreements signed, its pursuit of partnerships in the region looks impressive. But if judged by the number of MOUs implemented, trade volumes, and flows of foreign direct investment, as shown in the tables below, the picture is disappointing (see figure 1).

The much-heralded deal to build a nuclear power plant in Egypt was reportedly signed after multiple delays in 2015, and again in 2017, but construction apparently has yet to begin.32 Simply put, Russia’s commercial and economic relationships in North Africa, and throughout the Mediterranean, are unimpressive. It is not a significant source of support for countries in the region looking to develop their economies and boost growth (see table 1).

Russia has also used both its oil and gas assets and expertise in exploration and development to attempt to influence governments around the Mediterranean. These efforts have been most successful in Turkey, which wants to position itself as an energy distribution hub for Europe but have fallen short in other countries, particularly those whose indigenous producers compete with Russian companies.33 Russian energy companies have invested in projects in several countries around the Mediterranean (Egypt, Algeria) and are pursuing more opportunities (Libya), but for these countries Russia is also a rival in the increasingly competitive European energy market.34 Russia’s biggest calling card has been arms sales, especially in relations with Algeria, where there is a substantial arsenal of legacy systems from the Soviet era. However, Algeria’s trade with Russia is a fraction of that with the EU—$3.6 billion and $28 billion, respectively, in 2019.35

IT’S THE CAPABILITY THAT COUNTS

Having re-established its naval presence in the Mediterranean in 2012 and officially constituted its naval task force in 2014, Russia has had limited success in expanding its access to reliable, consistent basing arrangements for its task force beyond Syria. This is due to the same enduring factors—geography and politics.

The task force has numbered some ten to fifteen surface combatants and submarines supported by the Tartus naval facility. Most of these deploy to the Mediterranean from the Black Sea Fleet, but some deploy from the Baltic and Northern Fleets, and they use their maintenance and repair facilities.36 A new maintenance facility at Tartus is expected to ease the operational and logistical strains of sustaining naval operations in the region.37 Russia has signed agreements with Cyprus and Malta for limited port access. However, both countries are EU members, maintain robust defense cooperation with the United States and NATO, and have kept Russia at arm’s length.38

The Russian task force is hardly a match for the U.S. Navy’s Sixth Fleet, NATO’s Standing Force in the Mediterranean (STANAVFORMED), and the air and naval forces of the alliance’s southern members. Although there are only four destroyers (homeported in Rota, Spain) and one command ship permanently assigned to the Sixth Fleet, its actual order of battle varies throughout the year, when it assumes operational control over carrier battle groups, amphibious ready groups, and independent surface combatants as they either transit its area of responsibility or are assigned there for short periods for exercises and operations. Over the past few years, ships under the command of the Sixth Fleet have routinely made port visits throughout the Mediterranean and the Black Sea, including in Algeria, Bulgaria, Cyprus, Georgia, Greece, Israel, France, Romania, and Spain.39 They have been far more active in engaging with regional navies than their Russian counterparts.40 In addition, the United States maintains significant air assets in Italy and Turkey. And in the event of a major crisis in the European theater, the fleet’s order of battle would be augmented with reinforcements from other regions.

The naval and air capabilities of alliance members on the southern flank also need to be factored into the military balance between NATO and Russia in the Mediterranean. NATO’s STANAVFORMED typically consists of eight destroyers and frigates from the United States, the United Kingdom, the Netherlands, Germany, and several other allies on the southern flank.41 More importantly, NATO’s six southern members have close to ninety principal surface combatants and over 1,300 air combat capable aircraft including naval aviation.42 Russian air-power assets in the Mediterranean are modest in comparison with these forces. Russia has no air base outside of Syria, and its air power in the region consists of fewer than four dozen fighter, bomber, and attack aircraft.43

En los últimos años se ha prestado mucha atención a las burbujas rusas de A2/AD desplegadas alrededor de Crimea y en Siria.44 Estas capacidades incluyen los sistemas de defensa antiaérea y de misiles S-400 más avanzados con alcances de hasta 400 kilómetros, así como sistemas de misiles de defensa costera y de menor alcance.45 El ejército ruso ha utilizado misiles balísticos de corto alcance Iskander y la familia Kalibr de misiles de crucero basados en barcos en la guerra en Siria, demostrando sus capacidades de ataque contra objetivos terrestres y marítimos.46 Los Kalibrs, que al parecer son capaces de transportar ojivas nucleares, podrían representar una amenaza significativa para los activos terrestres y marítimos de Estados Unidos y sus aliados. Pero cuando se consideran en el contexto general de las capacidades rusas en el Mediterráneo, su misión probable es mantener a los barcos de la OTAN en riesgo en caso de una contingencia en el teatro europeo o disuadir cualquier intento de desafiar la presencia rusa en Siria.47

A pesar de las preocupaciones generalizadas sobre las burbujas rusas de A2/AD, algunos estudios sugieren que sus capacidades y el desafío que pueden plantear a la OTAN pueden ser considerablemente menos formidables de lo que se temía inicialmente.48 Por impresionantes que sean, estos activos marítimos, aéreos y terrestres equivalen a una capacidad relativamente modesta para la proyección de energía en el Mediterráneo; pueden complicar la capacidad de las armadas y fuerzas aéreas de la OTAN para operar dentro de su alcance y, por lo tanto, ofrecer una medida de protección a las bases rusas en Crimea y Siria. Sin embargo, en ausencia de activos aéreos y navales significativos más allá de estas burbujas, Rusia parece ser superada por la presencia naval y aérea muy superior de la OTAN en toda la región. Dadas las capacidades de la OTAN y la disponibilidad de contramedidas, la pregunta más pertinente no es si la alianza puede superar las burbujas A2/AD de Rusia, sino cómo.

CONCLUSIÓN E IMPLICACIONES PARA LOS INTERESES Y POLÍTICAS DE ESTADOS UNIDOS

Se ha escrito mucho sobre las ambiciones expansivas de Rusia y los "grandes esfuerzos de poder" en el Mediterráneo.49 Sin embargo, sus limitadas capacidades y alcance en la región sugieren que, por mucho que Rusia quiera convertirse en la presencia geopolítica y militar dominante allí, no tiene los medios para hacerlo. Estas capacidades apuntan a un objetivo más limitado: negar a la OTAN la capacidad de dominar el Mediterráneo como lo hizo después de que Rusia se retirara de él al final de la Guerra Fría, en lugar de intentar dominarlo.

Dados sus limitados medios, el regreso de Rusia al Mediterráneo debe considerarse un éxito. El Kremlin ha sido decidido, paciente, hábil y oportunista a la la vez que ha busca y aprovecha las aperturas creadas por los acontecimientos autóctonos de la región, como los trastornos provocados por la Primavera Árabe, y por las políticas de Estados Unidos y sus aliados, en particular el deseo de reducir los compromisos en la región y evitar enredos más profundos en Siria o Libia. Rusia ha asumido riesgos calculados, pero ha evitado comprometer en exceso sus recursos, prestigio y credibilidad a la búsqueda de objetivos poco realistas y, lo que es más importante, ha provocado una confrontación abierta con los Estados Unidos.50 Rusia ha resurgido como una presencia militar a tener en cuenta en el Mediterráneo oriental. Ha complicado la planificación y las operaciones de Estados Unidos y la OTAN, ha reivindicado poderosamente restaurar su posición en el Mar Negro, se ha establecido como una presencia importante en Siria y Libia, ha forrado una buena relación con Israel y una relación razonablemente buena, aunque a veces incómoda, con Turquía, se ha vuelto a conectar con Argelia y Egipto y ha manchado sus credenciales de gran potencia. Se trata de importantes logros rusos.

Sin embargo, no se debe exagerar la amenaza que el regreso de Rusia al Mediterráneo representa para los intereses centrales de Estados Unidos. Los Estados Unidos siguen estando en una posición única en la región para prevenir ataques terroristas contra su patria; Las relaciones ruso-israelíes no socavan el compromiso de Estados Unidos con la seguridad de Israel; y la presencia naval de Rusia no ha supuesto una amenaza para la libertad de navegación en el Mediterráneo. La importancia de la "burbuja" A2/AD de Rusia sobre Siria a veces ha sido exagerada: estos activos tienen un alcance limitado, y en un conflicto con Estados Unidos y sus aliados de la OTAN serían vulnerables a las armas de largo alcance lanzadas desde una variedad de plataformas terrestres, aéreas y marítimas.

Rusia se enfrenta a considerables limitaciones a largo plazo para mantener su influencia y su capacidad de proyección de poder en el Mediterráneo. No tiene ningún interés ni capacidad de asociarse con los países de allí para resolver los innumerables desafíos que enfrentan para su seguridad, estabilidad y prosperidad, lo que requeriría un compromiso importante de recursos y una participación más profunda en los conflictos de la región, con todos los riesgos que ello conllevaría. No hay señales de que Rusia esté dispuesta a realizar este tipo de inversiones. Su enfoque transaccional de las relaciones con otros países simultáneamente facilita y limita su alcance y poder de permanencia. Y, a pesar de toda la retórica de que Rusia es atrevida e imprudente, ha actuado con cautela y moderación en la región, y ha mostrado una sana intolerancia al riesgo.

Esta evaluación de Rusia en el Mediterráneo ha sacado tres conclusiones centrales: en primer lugar, las capacidades de Rusia en la región son modestas y enfrenta obstáculos formidables para hacer realidad sus ambiciones. En segundo lugar, la razón principal para el regreso de Rusia al Mediterráneo ha sido la perspectiva de una confrontación militar en el teatro europeo en lugar del deseo de recuperar el estatus de gran potencia; la región es, por lo tanto, un escenario subordinado a la confrontación principal entre Rusia y Occidente. Por último, el regreso de Rusia al Mediterráneo tiene por objeto recuperar, aunque con recursos disminuidos, su antiguo nivel de guerra fría, impulsado por los objetivos duraderos de su confrontación con Occidente.

El regreso de Rusia al Mediterráneo continúa un largo legado de participación allí, impulsado por ambiciones, intereses y percepciones de amenaza que han perdurado durante siglos. No hay razón para esperar que esta postura cambie en un futuro cercano o lejano. Rusia está en el Mediterráneo para quedarse, y su determinación de expandir su presencia naval, aérea y terrestre allí continuará.

RECONOCIMIENTOS

Los autores agradecen a George Fedoroff, Marc Pierini, Joanna Pritchett, Paul Stronski, Sinan Ülgen y Andrew Weiss por sus útiles comentarios sobre un borrador anterior de este documento. Grace Kier proporcionó una excelente asistencia de investigación. Los autores son los únicos responsables de los errores de hecho o de juicio restantes.

ACERCA DE LA FUNDACIÓN CARNEGIE PARA LA PAZ INTERNACIONAL

La Fundación Carnegie para la Paz Internacional es una red global única de centros de investigación de políticas en Rusia, China, Europa, Oriente Medio, India y Estados Unidos. Nuestra misión, que se remonta a más de un siglo atrás, es promover la paz a través del análisis y el desarrollo de nuevas ideas políticas y el compromiso directo y la colaboración con los responsables de la toma de decisiones en el gobierno, las empresas y la sociedad civil. Trabajando juntos, nuestros centros aportan el inestimable beneficio de múltiples puntos de vista nacionales a los problemas bilaterales, regionales y globales.

ACERCA DE LA INICIATIVA ESTRATÉGICA DE RUSIA

La Iniciativa Estratégica de Rusia (RSI, por sus, por sus, por sus contra) es una organización del Departamento de Defensa de los Estados Unidos que trabaja con estructuras de todo el Gobierno de los Estados Unidos y con think tanks públicos y privados de todo el mundo para desarrollar un entendimiento común de la toma de decisiones y la forma de guerra de Rusia que apoye la integración de la Autoridad Coordinadora que conduzca a una planificación, evaluaciones y recomendaciones de acción integradas.

NOTAS

1 Para obtener más información sobre esto, consulte Eugene Rumer y Richard Sokolsky, "Grabado en piedra: Cultura estratégica rusa y el futuro de la seguridad transatlántica", Carnegie Endowment for International Peace, 8 de septiembre de 2020, https://carnegieendowment.org/2020/09/08/etched-in-stone-russian-strategic-culture-and-future-of-transatlantic-security-pub-82657.

2 Los otros documentos de la serie evaluarán las políticas de Rusia hacia Grecia, Chipre, Turquía y los Balcanes, y evaluarán la política rusa hacia Siria, Israel, Egipto, Libia y Argelia.

3 Gregory L. Freeze, ed., Russia: A History (Oxford: Oxford University Press, 2009), 6; John Patrick Douglas Balfour, Lord Kinross, The Ottoman Centuries (William Morrow Paperbacks, 1976), 262.

4 Freeze, ed., Russia: A History, 135; Balfour, The Ottoman Centuries, 403–405.

5 Robert K. Massie, Catherine the Great: Portrait of a Woman (Random House, 2012), 375–378, 483-84.

6 Massie, Catalina la Grande, 486; Balfour, The Ottoman Centuries, 400, 406–407.

7 Balfour, The Ottoman Centuries, 404–405.

8 Permanent Delegate of Turkey to the League of Nations, "Traduction – Translation Convention Regarding the Regime of the Straits Signed at Montreaux, July 20ésimo 1936," Permanent Delegate of Turkey to the League of Nations, December 11, 1936, http://sam.baskent.edu.tr/belge/Montreux_ENG.pdf.

9 A.L. Macfie, "The Turkish straits in the second world war, 1939–45," Middle Eastern Studies 25, no. 2 (1989): 238–248.

10 Gordon H. McCormick, "The Soviet Presence in the Mediterranean," The RAND Corporation, octubre de 1987, https://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/papers/2008/P7388.pdf.

11 Nikita Sergeevich Khrushchev, Khrushchev Remembers (Boston: Little, Brown, and Company, 1971), 546.

12 Michael MccGwire, "The Mediterranean and Soviet Naval Interests," International Journal 27, no. 4 (Autumn 1972): 511–527.

13 Edward F. Sheehan, "Why Sadat packed off the Russian", New York Times, 6 de agosto de 1972, https://www.nytimes.com/1972/08/06/archives/why-sadat-packed-off-the-russians-egypt.html.

14 Federica Saini Fasanotti, "Russia and Libya: A brief history of an on-again-off-again friendship", Brookings, 1 de septiembre de 2016, https://www.brookings.edu/blog/order-from-chaos/2016/09/01/russia-and-libya-a-brief-history-of-an-on-again-off-again-friendship/; Drew Middleton, "A Soviet Peril: Bases in Libya", New York Times, 1 de marzo de 1981, https://www.nytimes.com/1981/03/01/world/a-soviet-peril-bases-in-libya.html; Yehudit Ronen, "Vestiges of the Cold War in Libya's "Arab Spring": Revisiting Libya's Relations with the Soviet Union," Journal of Middle Eastern and Islamic Studies (in Asia) 8, no. 2 (2014): 66–95.

15 MccGwire, "The Mediterranean and Soviet Naval Interests."

16 Ronen Bergman, "The KGB's Middle East Files: Palestinians in the service of Mother Russia", Ynet News, 11 de abril de 2016, https://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4874089,00.html; Galia Golan, "The Soviet Union and the PLO since the War in Lebanon," Middle East Journal 40, no. 2 (Spring 1986): 285–305; Julia Gurganus y Eugene Rumer, "Russia's Global Ambitions in Perspective", Carnegie Endowment for International Peace, 20 de febrero de 2019, https://carnegieendowment.org/2019/02/20/russia-s-global-ambitions-in-perspective-pub-78067; Eugene Rumer, "Russia in the Middle East: Jack of All Trades, Master of None", Carnegie Endowment for International Peace, 31 de octubre de 2019, https://carnegieendowment.org/2019/10/31/russia-in-middle-east-jack-of-all-trades-master-of-none-pub-80233; Thomas Rid, Active Measures: The Secret History of Disinformation and Political Warfare (Farrar, Straus y Giroux, 2020); Ronald Bruce St. John, "The Soviet Penetration of Libya," The World Today 38, no. 4 (Abril de 1982): 131–138.

17 Yahia Zoubir, "Soviet Policy in the Maghreb," Arab Studies Quarterly 9, no. 4 (Otoño de 1987): 399–421.;

18 Spencer Kimball, "Bound by treaty: Russia, Ukraine and Crimea", Deutsche Welle, 11 de marzo de 2014, https://www.dw.com/en/bound-by-treaty-russia-ukraine-and-crimea/a-17487632.

19 Forbes Staff, "Putin ob"yasnil vozmozhnyye posledstviya poyavleniya bazy SSHA v Sebastopole," [Putin explicó las posibles consecuencias de la aparición de la base estadounidense en Sebastopol], Forbes, 21 de noviembre de 2016, https://www.forbes.ru/news/333339-putin-obyasnil-vozmozhnye-posledstviya-poyavleniya-bazy-ssha-v-sevastopole; Dmitry Pavlenko, "S Pritselom na Krym. Zachem Ssha Stroyat Bazu v Yuzhnorusskikh Stepyakh?" [Con la vista en Crimea. Why Is the US Building a Base on the South Russian Steps?], Tsargrad TV, 14 de agosto de 2017, https://tsargrad.tv/articles/s-pricelom-na-krym-zachem-ssha-strojat-bazu-v-juzhnorusskih-stepjah_80038; TASS, "Las potencias occidentales lamentan no haber edificado la base naval de la OTAN en Crimea — Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia", TASS, 28 de noviembre de 2018, https://tass.com/world/1033267.

20 Michaela Dodge, "A Decade of U.S.-Romanian Missile Defense Cooperation: Alliance Success", Real Clear Defense, 19 de marzo de 2021, https://www.realcleardefense.com/articles/2021/03/19/a_decade_of_us-romanian_missile_defense_cooperation_alliance_success_768925.html; Andrew E. Kramer, "Russia Calls New U.S. Missile Defense System a 'Direct Threat'", New York Times, 12 de mayo de 2016, https://www.nytimes.com/2016/05/13/world/europe/russia-nato-us-romania-missile-defense.html.

21 Forbes Staff, "Putin ob"yasnil vozmozhnyye posledstviya poyavleniya bazy SSHA v Sebastopole," [Putin explicó las posibles consecuencias de la aparición de la base estadounidense en Sebastopol].

22 Andrew E. Kramer, "Russia Claims Its Sphere of Influence in the World", New York Times, 31 de agosto de 2008, https://www.nytimes.com/2008/09/01/world/europe/01russia.html.

23 Anton Lavrov, "Russian Military Reforms from Georgia to Syria", Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, noviembre de 2018, https://csis-website-prod.s3.amazonaws.com/s3fs-public/publication/181106_RussiaSyria_WEB_v2.pdf; "Las fuerzas militares rusas deslumbran después de una década de reformas", Economist, 7 de noviembre de 2020, https://www.economist.com/europe/2020/11/02/russian-military-forces-dazzle-after-a-decade-of-reform.

24 Jakob Hedenskog, "Russia and International Cooperation on Counter-Terrorism", marzo de 2020, Agencia Sueca de Investigación de Defensa, https://www.foi.se/rest-api/report/FOI-R--4916--SE; Maria Tsvetkova, "Cómo Rusia permitió que los radicales locales vayan a luchar en Siria", Reuters, 13 de mayo de 2016, https://www.reuters.com/investigates/special-report/russia-militants/.

25 Maria Kiselyova y Tom Balmforth, "Siria acepta permitir que Rusia expanda la base aérea de Hmeimim", Reuters, 19 de agosto de 2020, https://www.reuters.com/article/us-russia-syria-airbase/syria-agrees-to-let-russia-expand-hmeimim-air-base-idUSKCN25F2BP; Rob Nordland, "Russia Signs Deal for Syria Bases; Turkey Appears to Accept Assad", New York Times, 20 de enero de 2017, https://www.nytimes.com/2017/01/20/world/middleeast/russia-turkey-syria-deal.html.

26 Neil MacFarquhar y Tim Arango, "Putin and Erdogan, Both Isolated, Reach Out to Each Other", New York Times, 8 de agosto de 2016, https://www.nytimes.com/2016/08/09/world/europe/russia-putin-turkey-erdogan-syria.html; Marc Pierini, "Could Russia Play Turkey Off Against the West?", Carnegie Endowment for International Peace, 3 de agosto de 2016, https://carnegieeurope.eu/strategiceurope/64235.

27 Middle East Monitor, "Egipto firma un acuerdo de $ 2 mil millones por 50 aviones de combate de Rusia", Middle East Monitor, 27 de agosto de 2019, https://www.middleeastmonitor.com/20190827-egypt-signs-2bn-deal-for-50-fighter-jets-from-russia/; Moscow Times, "Russia Secures $2Bln Fighter Jet Contract With Egypt — Reports", Moscow Times, 18 de marzo de 2019, https://www.themoscowtimes.com/2019/03/18/russia-secures-2bln-fighter-jet-contract-with-egypt-reports-a64842.

28 Nataliya Bugayova y Jack Ulses, "La campaña del Kremlin en Egipto", Instituto para el Estudio de la Guerra, 19 de junio de 2018, http://www.understandingwar.org/backgrounder/kremlins-campaign-egypt; Defence Web, "Russian;frigate Admiral Kasatanov visits Egypt," Defence Web, 18 de febrero de 2021, https://www.defenceweb.co.za/sea/sea-sea/russian-frigate-admiral-kasatanov-visits-egypt/; J.E. Dyer, "Russian navy: First port visit to Egypt (among others) in 21 years, The Optimistic Conservative, 13 de noviembre de 2013, https://theoptimisticconservative.wordpress.com/2013/11/13/russian-navy-first-port-visit-to-egypt-among-others-in-21-years/; David D. Kirkpatrick, "In Snub to U.S., Russia and Egypt Move Toward Deal on Air Bases", New York Times, 30 de noviembre de 2017, https://www.nytimes.com/2017/11/30/world/middleeast/russia-egypt-air-bases.html; Muhammed Magdy, "Are Egypt-Russia Naval Drills in Black Sea Message to Ankara?", Al-Monitor, 16 de octubre de 2020, https://www.al-monitor.com/originals/2020/10/egypt-russia-naval-drills-black-sea-tension-turkey.html; Jonathan Marcus, "Sisi in Russia: Moscow's Egyptian Gambit", BBC, 13 de febrero de 2014, https://www.bbc.com/news/world-middle-east-26177792; MEE and Agencies, "Egypt's Sisi to Visit Russia for Third Time as President", Middle East Eye, 21 de agosto de 2015, https://www.middleeasteye.net/news/egypts-sisi-visit-russia-third-time-president; Mee Staff, "Russian Troops in Egypt for Joint Military Exercises", Middle East Eye, 17 de octubre de 2016, https://www.middleeasteye.net/fr/news/joint-egyptian-russian-military-exercises-1040614049; Middle East Monitor, "Egypt Signs $2bn Deal for 50 Fighter Jets From Russia; Mil.Today, "Russia, Egypt Simplified Port Call Procedures for Each Other", Mil.Today 28 de enero de2016, http://mil.today/2016/Policy1/ ; Tom Perry y Maggie Fick, "Egypt's Sisi Ve New Defense Cooperation With Russia", Reuters, 14 de noviembre de 2013, https://www.reuters.com/article/us-egypt-russia/egypts-sisi-sees-new-defense-cooperation-with-russia-idUSBRE9AD0JM20131114. TASS, "Russia, Egypt plan to sign agreement of simplified port visits procedure by year end", TASS, 14 de junio de 2015, https://tass.com/russia/800596.

29 Rumer, "Russia in the Middle East: Jack of All Trades, Master of None."

30 Diana Stancy Correll, "AFRICOM: Russian fighter jets voled by mercenaries are conducting combat activities in Libya", Military Times, 11 de septiembre de 2020;; https://www.militarytimes.com/news/your-military/2020/09/11/africom-russian-fighter-jets-flown-by-mercenaries-are-conducting-combat-activities-in-libya/; Edith M. Lederer, "Experts: Libya rivals UAE, Russia, Turkey Violate UN Embargo", Washington Post, 9 de septiembre de 2020, https://www.washingtonpost.com/business/experts-libya-rivals-uae-russia-turkey-violate-un-embargo/2020/09/09/0e851144-f260-11ea-8025-5d3489768ac8_story.html; Middle East Monitor, "Billions in Fake Libya Currency 'Printed in Russia' to Support Haftar", Middle East Monitor, 15 de julio de 2020, https://www.middleeastmonitor.com/20200715-billions-in-fake-libya-currency-printed-in-russia-to-support-haftar/; RFE/RL, "Russia Denies Involvement As UN Slams Arms Shipments, Foreign Mercenaries in Libya", Radio Free Europe/Radio Liberty, 3 de septiembre de 2020, https://www.rferl.org/a/un-slams-arms-shipments-foreign-mercenaries-in-libya/30818083.html; Rumer, "Russia in the Middle East: Jack of All Trades, Master of None."

31 Kirill Semenov, "Russia Seeks to Outplay the US in Libya", Al-Monitor, 9 de febrero de 2021, https://www.al-monitor.com/originals/2021/02/russia-us-libya-strategy-lpdf-menfi-elections-hifter-moscow.html.

32 Luke Baxter, "Egipto y Rusia firman un acuerdo para construir una planta de energía nuclear", Reuters, 19 de noviembre de 2015, https://www.reuters.com/article/us-nuclear-russia-egypt/egypt-russia-sign-deal-to-build-a-nuclear-power-plant-idUSKCN0T81YY20151119; Deutsche Welle, "Russia, Egypt sign deal to construct nuclear power plant", Deutsche Welle, 11 de diciembre de 2017, https://www.dw.com/en/russia-egypt-sign-deal-to-construct-nuclear-power-plant/a-41745535.

33 Estamos agradecidos a Joanna Pritchett por este punto.

34 May Barth, "The Algeria-Russia Strategic Partnership: An Assertive Geopolitical Move?," Centro Internacional de Bruselas, 22 de marzo de 2019, https://www.bic-rhr.com/research/algeria-russia-strategic-partnership-assertive-geopolitical-move; Vladimir Soldatkin, "Rosneft comienza la producción en el campo de gas Zohr en Egipto", Reuters, 20 de diciembre de 2017, https://www.reuters.com/article/us-russia-egypt-zohr/rosneft-starts-production-at-zohr-gas-field-in-egypt-idUSKBN1EE200.

35 Comisión Europea, "Argelia", Comisión Europea, 22 de abril de 2021, https://ec.europa.eu/trade/policy/countries-and-regions/countries/algeria/#:~:text=The%20EU%20is%20Algeria's%20biggest,amounted%20to%20%E2%82%AC11.4%20billion; Trading Economics, "Russia Exports to Algeria", Trading Economics, mayo de 2021, https://tradingeconomics.com/russia/exports/algeria.

36 Dmitry Gorenburg, Estrategia Naval de Rusia en el Mediterráneo, Centro Europeo de Estudios de Seguridad George C. Marshall, julio de 2019, https://www.marshallcenter.org/en/publications/security-insights/russias-naval-strategy-mediterranean-0; H. I. Sutton, "New Intelligence Reveals Russian Submarine Heading Into English Channel", Forbes, 19 de julio de 2020, https://www.forbes.com/sites/hisutton/2020/07/19/new-intelligence-reveals-russian-submarine-heading-into-english-channel/?sh=ee83a3c5abe2; H. I. Sutton, "Russian Black Sea Sub Deployments to Mediterranean Could Violate Treaty", USNI News, 8 de julio de 2020, https://news.usni.org/2020/07/08/russian-black-sea-sub-deployments-to-mediterranean-could-violate-treaty#:~:text=Russia%20now%20has%2C%20in%20effect,its%20Baltic%20and%20Northern%20Fleets.

37 TASS, “Istochnik: sudoremontnyy kompleks v Tartuse v 2022 godu poluchit novyye vozmozhnosti” [Source: Tartus shipyard will get new opportunities in 2022], TASS, April 29, 2021, https://tass.ru/armiya-i-opk/11281229.

38 Luke Coffey, "Russia's emerging naval presence in the Mediterranean", Al-Jazeera, 27 de mayo de 2016, https://www.aljazeera.com/opinions/2016/5/27/russias-emerging-naval-presence-in-the-mediterranean; The Moscow Times, "Malta Refuses to Refuel Russian Warships", The Moscow Times, 27 de octubre de 2016, https://www.themoscowtimes.com/2016/10/27/malta-refuses-to-refuel-russian-warships-a55902; National Herald, "Dangling Arms Embargo End, US Wants Russian Ships Barred from Cyprus", National Herald, 3 de mayo de 2020, https://www.thenationalherald.com/cyprus_politics/arthro/dangling_arms_embargo_end_us_wants_russian_ships_barred_from_cyprus-278038/; Olga Razumovskaya, "Cyprus Signs Deal to Let Russian Navy Ships Stop at its Ports", Wall Street Journal, 25 de febrero de 2015, https://www.wsj.com/articles/putin-highlights-closer-russia-cyprus-ties-1424882012.

39 MC3 William Hardy, "USS Mcfaul Departs Limassol Cyprus", U.S. Naval Forces Europe and Africa / U.S. Sixth Fleet Public Affairs, 16 de febrero de 2019, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/Article/1761178/uss-mcfaul-departs-limassol-cyprus/; ; Oficial menor 1c Clase James Mullen, "USS Monterey conducts port visit in Romania", Defense Visual Information Distribution Service, 24 de marzo de 2021, https://www.dvidshub.net/news/392140/uss-monterey-conducts-port-visit-romania; PA3 Sydney Phoenix, "U.S. Coast Guard Conducts Port Visit in Batumi, Georgia", U.S. Naval Forces Europe and Africa / U.S. Sixth Fleet Public Affairs, 4 de mayo de 2021, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/Article/2594342/us-coast-guard-conducts-port-visit-in-batumi-georgia/; Kyle Steckler, especialista en comunicación de masas de 1ª clase, "USNS Carson City Departs Varna, Bulgaria", U.S. Naval Forces Europe-Africa/U.S. 6ésimo Flota, 29 de agosto de 2018, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/News-Display/Article/1925259/usns-carson-city-departs-varna-bulgaria/; USS Mitscher (DDG 57) Public Affairs, "USS Mitscher Arrives in Haifa, Israel," U.S. Naval Forces Europe-Africa/U.S. 6ésimo Fleet, 8 de abril de 2019, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/News-Display/Article/1808109/uss-mitscher-arrives-in-haifa-israel/; U.S. Naval Forces Europe and Africa / U.S. Sixth Fleet Public Affairs, "U.S. Transport Ship visits Algiers," U.S. Naval Forces Europe-Africa/U.S. 6ésimo Flota, 23 de marzo de 2021, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/News-Display/Article/2546752/us-transport-ship-visits-algiers/; U.S. Sixth Fleet Public Affairs, "Greek Prime Minister Visits USS Dwight D. Eisenhower in Souda Bay," U.S. Naval Forces Europe and Africa / U.S. Sixth Fleet Public Affairs, 23 de marzo de 2021, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/Article/2546784/greek-prime-minister-visits-uss-dwight-d-eisenhower-in-souda-bay/; U.S. Sixth Fleet Public Affairs, "USS Iwo Jima departs Naval Station Rota, Spain," U.S. Naval Forces Europe-Africa/U.S. 6ésimo Flota, 3 de mayo de 2021, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/Article/2593041/uss-iwo-jima-departs-naval-station-rota-spain/; Especialista en comunicación de masas ford williams de 2ª clase, "USS Donald Cook sale de Toulon, Francia", Fuerzas Navales de ee. UU. Europa-África / EE. UU. 6ésimo Flota, 3 de febrero de 2019, https://www.c6f.navy.mil/Press-Room/News/News-Display/Article/1753851/uss-donald-cook-departs-toulon-france/.

40 John Vandiver, "US and Greece Working on Deal to Expand Military Cooperation in the Mediterranean", Stars and Stripes, 14 de mayo de 2021, https://www.stripes.com/news/europe/us-and-greece-working-on-deal-to-expand-military-cooperation-in-the-mediterranean-1.673433.

41 Global Security, "Standing Naval Force Mediterranean (STANAVFORMED / SNFM)", Global Security.org, https://www.globalsecurity.org/military/agency/navy/stanavformed.htm

42 International Institute for Strategic Studies, "Chapter Four: Europe," The Military Balance 120, no. 1 (2020): 64–165.

43 International Institute for Strategic Studies, "Chapter Five: Russia and Eurasia," The Military Balance 120, no. 1 (2020): 166–219.

44 Sydney J. Freedberg Jr., "Russians In Syria Building A2/AD 'Bubble' Over Region: Breedlove", Breaking Defense, 28 de septiembre de 2015, https://breakingdefense.com/2015/09/russians-in-syria-building-a2ad-bubble-over-region-breedlove/; Matti Suomenaro y Jennifer Cafarella, "Russia Expands Its Air Defense Network in Syria", Instituto para el Estudio de la Guerra, 30 de noviembre de 2018, http://www.iswresearch.org/2018/11/russia-expands-its-air-defense-network.html.

45 Joseph Trevithick, "It's Official, Russia and Syria Have Linked Their Air Defense Networks", The Drive, 25 de agosto de 2017, https://www.thedrive.com/the-war-zone/13836/its-official-russia-and-syria-have-linked-their-air-defense-networks.

46 Matthew Bodner, "Russia Deploys Military Ships to Syria Armed With Kalibr Cruise Missiles", Defense News, 28 de agosto de 2018, https://www.defensenews.com/naval/2018/08/28/russia-deploys-military-ships-to-syria-armed-with-kalibr-cruise-missiles/; Jeremy Chin, "Russian MoD Confirms Use of Iskander-M SRBM in Syria,"; Missile Threat, Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, 18 de diciembre de 2018, última modificación 9 de abril de 2019, https://missilethreat.csis.org/russian-mod-confirms-use-of-iskander-m-srbm-in-syria/; Defense-Aerospace.com, "Kalibr SLCMs in Syrian Theater of Operations", Defense-Aerospace.com, 26 de octubre de2016, https://www.defense-aerospace.com/articles-view/feature/5/178397/naval-cruise-missiles-and-russian-operations-in-syria.html ; y Proyecto de Defensa de Misiles, "SS-N-30A (3M-14 Kalibr)", Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, 11 de agosto de 2016, última modificación el 15 de junio de 2018, https://missilethreat.csis.org/missile/ss-n-30a/.

47 Esta evaluación de que se centran en la OTAN y Europa se ve reforzada por el reciente despliegue en la base aérea de Hmeimim de tres bombarderos de largo alcance con capacidad nuclear TU-22M3 Backfire. El anuncio no decía nada sobre el despliegue de municiones nucleares en la base. Es poco probable que los dirigentes rusos almacenen esas municiones en un país que sigue desgarrado por una guerra civil a una distancia considerable de Rusia. Es mucho más probable que el despliegue tenga como una señal geopolítica para la OTAN, y los Estados Unidos en particular, como un contrapeso a las armas nucleares estadounidenses que, según los informes, todavía están desplegadas en Turquía. En ausencia de objetivos plausibles en Oriente Medio que Rusia atacaría con armas nucleares, los objetivos potenciales más probables de estos bombarderos estarían en el flanco sur de la OTAN. Además, teniendo en cuenta el alcance de estas aeronaves, estimada en hasta 5.000 kilómetros (3.100 millas) o incluso más, son capaces de alcanzar objetivos en cualquier parte del teatro europeo desde el interior de la Federación de Rusia, lo que da a su despliegue en Siria una importancia geopolítica, en lugar de operativa. Véase Vladimir Isachenkov, "Russia Deploys Nuclear-Capable Bombers to Syria for Training", Associated Press, 25 de mayo de 2021, https://apnews.com/article/europe-russia-middle-east-syria-government-and-politics-58469498915075e6fcc212107205f8af; Proyecto de Defensa antimisiles, "SS-N-30A (3M-14 Kalibr)"; Magnus Nordenman, "How Russia's Sub-Launched Missiles Threaten NATO's Wartime Strategy", Defense One, 9 de octubre de 2018, https://www.defenseone.com/ideas/2018/10/how-russias-sub-launched-missiles-threaten-natos-wartime-strategy/151803/; y Mark B. Schneider, "The Renewed Backfire Bomber Threat to the U.S. Navy", Instituto Naval de los Estados Unidos, enero de 2019, https://www.usni.org/magazines/proceedings/2019/january/renewed-backfire-bomber-threat-us-navy.

48 Agencia Sueca de Investigación de Defensa, "Russian A2/AD Capability Overrated", FOI, 4 de marzo de 2019, https://www.foi.se/en/foi/news-and-pressroom/news/2019-03-04-russian-a2-ad-capability-overrated.html#:~:text=Western%20nations%20are%20concerned%20about%20Russia%E2%80%99s%20capability%20to,danger%20as%20exaggerated%20and%20analyzes%20several%20possible%20countermeasures.

49 Colin P. Clarke, William Courtney, Bradley Martin y Bruce McClintock. "Russia Is Eyeing the Mediterranean. Estados Unidos y la OTAN deben estar preparados; Douglas J. Feith y Shaul Chorev, "Russia's Eastern Mediterranean Strategy—Implications for the United States and Israel", Real Clear Defense, 17 de diciembre de 2019, https://www.realcleardefense.com/articles/2019/12/17/russias_eastern_mediterranean_strategyimplications_for_the_united_states_and_israel_114925.html.

50 Rumer, "Russia in the Middle East: Jack of All Trades, Master of None."

Fin del documento

Carnegie no toma posiciones institucionales sobre cuestiones de política pública; los puntos 

de vista aquí representados son los de los autores y no reflejan necesariamente los puntos 

de vista de Carnegie, su personal o sus fideicomisos. ¡¡.,...)))...



HUMANIDAD: TODO LO QUE ESCRIBIMOS Y HACEMOS,...ES COSA DE NIÑO,...

PERPLEJIDAD, ¿¿ RIMBOMBANTE ??¡¡. (lukyrh.blogspot.com)

( cgt ) : COMUNICADO DE CGT/LAHAINE,...SOBRE SIRIA, : 


Ante el intento de manipulación de la posición de la CGT (Nota 1) respecto a la actual situación 
en Siria por parte del colectivo “Ojos para la paz” (Nota 2), la CGT quiere hacer las siguientes 
aclaraciones:
  1º.- Acusar a la CGT de “reiterado posicionamiento bélico” (como aparece en el título de la 
ridícula andanada de “Ojos para la Paz”) es una mentira cuyos objetivos políticos nos parecen
 absurdos e inútiles: el que no aplauda el tiránico régimen de la familia El Assad es un traidor 
pro OTAN. Pero, en el camino de vuelta del surrealista boomerang lanzado por “Ojos para la  --
Paz”, ¿no habría que preguntarle a esta ONG a qué mohosos intereses está sirviendo?
 2º.- La CGT no solamente no apoya, sino que está radicalmente en contra de cualquier 
intervención militar extranjera en Siria. Como se afirma en el comunicado que se critica sin 
haberlo leído: “con igual firmeza nos opondremos a los afanes imperialistas de las fuerzas de 
la OTAN y sus Gobiernos títeres, que en caso de intervenir no lo harán para que sea el pueblo 
sirio quien decida su futuro, sino que lo harán para crear fuerzas que refuercen el servilismo tanto 
al capitalismo, como a los intereses sionistas” (CGT).
 3º.- La CGT no solamente no apoyó la intervención armada de la OTAN en Libia, sino que participó 
activamente en acciones públicas contra dicha intervención. CGT se expresó muy claramente: “CGT 
condena el empleo de la fuerza militar como forma de resolver los conflictos sociales y populares que se están produciendo en los países árabes, y en concreto en Libia, cuyo origen está en la falta absoluta de libertad y justicia social” (http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/17052, 20/03/2011)
 4º.- La actitud devocional de “Ojos para la Paz” hacia líderes como Gadaffi o El Assad le impide ver que,
 aparte de referéndum institucionales y partidos afines al poder (instrumentos utilizados en todas las dic--
taduras de la zona: Marruecos, Argelia…), el apoyo fundamental de gobierno sirio es su ejército, uno de 
los más armados de la región, y el uso brutal y asesino de sus aviones, tanques, etc, no solamente contra 
los rebeldes armados, sino contra la población civil en general.
 5º.- La CGT está con el pueblo sirio y con su principal objetivo hoy: acabar con la guerra, acabar con  
la criminal actuación militar del gobierno sirio y con la criminal injerencia armada impulsada desde Turquía,
 Arabia Saudita y Qatar, con el apoyo occidental. Parar la lucha armada que hace callar la voz del pueblo.
 Exigencia a la comunidad internacional de embargo total de armas vengan de Rusia o de la UE, vengan 
de donde vengan, Negar cualquier representatividad o capacidad de negociar a quien esté utilizando las 
armas y presionar para un alto el fuego inmediato.
 CGT va a seguir denunciando las guerras, las dictaduras, las bases nucleares de la OTAN en toda la región
 del mediterráneo; CGT va a seguir apoyando los movimientos populares a favor de las libertades en todos
 el mediterráneo; CGT va a seguir exigiendo el cese del militarismo venga de donde venga, promoviendo
 las campañas de objeción fiscal a los gastos militares o participando en las Marchas contra las Bases;   --
CGT no se extraña de críticas absurdas cuyos objetivos no son más que intentar desacreditar su indepen --
dencia y compromiso solidario a favor de la emancipación de los pueblos y contra todas las dictaduras.
Secretariado Permanente del Comité Confederal
CONFEDERACIÓN GENERAL DEL TRABAJO (CGT)

NOTA1: DOCUMENTOS DE CGT
Comunicado sobre la situación en Siria (09/01/2013):
http://www.rojoynegro.info/articulo/sin-fronteras/comunicado-sobre-la situaci%C3%B3n-siria
No a las masacres en Siria. Solidaridad libertaria con la legítima revolución del pueblo sirio (27/06/2012):
https://cgt.org.es/noticias-cgt/comunicados/no-las-masacres-en-siria-solidaridad-libertaria-con-la-legitima-
revolucion-
Solidaridad con el pueblo sirio (17/11/2011) // http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138712 (04/11/2011):
http://www.rojoynegro.info/solidaridad-el-pueblo-sirio
Distintos artículos, reportajes, documentos de la web de CGT sobre Siria:
http://www.rojoynegro.info/sin-fronteras/oriente-medio/siria
NOTA 2: POSICIÓN DE “OJOS PARA LA PAZ”
Comunicado del «Colectivo Internacional Ojos para la Paz», en relación con el posicionamiento de la CGT  --
respecto a Siria:
http://blogdelviejotopo.blogspot.com.es/2013/04/comunicado-del-colectivo-internacional.html (10/04/2013)
http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article51164
(03/05/2013). ))....





EN FIN, DE QUE NOS/YO, NECEMUS-NAIDE-PÁ ENDICIR, LUKY-CE TIÉ

 QUE HACER, CADA CUAL, ¡¡. -- 

-- LukyMálaga/Lmm-- @lucianomediane1 // Comandoproletsuniversal.

wordpress.com // 11/6/21-21////.

 [[ GRUPO PROLETARIO DE MÁLAGA - 2.000 - ]].                    

 



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