lunes, 9 de agosto de 2021

TECNOPLUTOCRACIA Y PANDEMIA,...SEGUNDA PARTE,...ETC,...¡¡¡. // ATTENTI A LA TECNOPLUTOCRACIA. Con el teletrabajo impuesto por la pandemia, se retrocede en derechos laborales conquistados. Los repartidores o delivery por apps se declararon en estado de alerta por la híper precarización. Además, el teletrabajo no es para todos.

 COMENTARIO, MANDADO A ESA ENTIDAD, VÍA FB ¡¡ : Hola/saludos de Lmm./lukymá.,... primero, enhorabuena, por su gran artículo,... Segundo, en el mismo se habla de Noam Chomsquy y La Tecnoplutocracia,... tercero,...Despues de mucho tiempo investigando, nadie ha desarrollado este termino y concepto,...La Rae, no lo menciona,... Cuarto este concepto y termino, es muy importante,...y es ceado por mi, Luciano mm., Esate concepto, es detrminante, en el analisis de la realidad social mundial de la lucha de clases,....y del papel de esta Tecnoplutocracia, dirigente y dominante clase tecno-financiera joint-venture, publico privado mundial-mancomunados,...¡¡¡. Quinto, en el blog lukyrh.blogspot.com,...¡¡, está todo bien reflejado,...etc,... y aquí le presento, Y SE LE PREGUNTA A LA MÁQUINA, Y LA MISMA CONTESTA  ¡¡¡ : ¿¿ quien es el creador del concepto de tecnoplutocracia ?? - Bing // : 


[[ SOBRE EL CONCEPTO Y TERMINOLOGÍA DE …

https://lukyrh.blogspot.com/2021/07/sobre-el-concepto-y-terminologia-de.html

¡¡ sobre el concepto y terminologÍa de tecnoplutocracia creado por lukymÁ./lmm,...es creador del tÉrmino y el concepto,...que se sepa claramente,...¡¡¡. INTRODUCCIÓN A LA TECNOPLUTOCRACIA DOMINANTE EN EL PLANETA TERRÍCOLA Y ESPACIO SIDERAL,...¡¡?¡¡ ]].                             

A LA VEZ, COMO DIJE ANTES, LA MÁQUINA REFLEJA SU TRABAJO, DONDE APARECE EL TERMINO TECNOPLUTOCRACIA, Y USTED, LO UTILIZA EN SU TRABAJO,...¡¡¡. BUENO GRACIAS PORTÓ,...Y REPRODUCIRÉ SU TRABAJO EN MI BLOG, MENCIONADO,...Y QUIZÁS EN ALGUN OTRO MÁS,...¡¡¡.  -- A LA VEZ, SERÁ MEJOR ESTUDIADO,...Y POSIBLEMENTE SE DEN RESPUESTAS CRÍTICAS A LAS TEORIAS Y POSICIONES DE LOS CIENTIFICOS-LITERATOS, QUE USTED MENCONA,...¡¡¡. A PRIORI,...POLITICAMENTE REFORMISTAS Y CONTEMPORALIZADORES CON EL SISTEMA Y EL PODER DE CLASE DOMINANTE GENOCIDA,...BIEN DEMOSTRADO,...¡¡¡.  

GRACIAS PORTÓ,... MÁLAGA, A 9 DE AGOSTO DE 21/21//,... ALBORÁN-- EURAKA --.29006 ¡¡¡. EDITOR DEL BLOG MENCIONADO,...SECRETARIO DE LA ASOCIACIÓN SOCIAL TECNO-ECOLOGISTA : I.S.M.A., REGISTRADA Y CON NIF, REGAMENTARIO,...¡¡ --  Y PORTAVOZ DEL [[ GRUPO PROLETARIO DE MÁLAGA -2.000- ]].  --  Luciano mm./lukymá.  --



quien es el creador del concepto de tecnoplutocracia ?? - Bing // : 

  1. SOBRE EL CONCEPTO Y TERMINOLOGÍA DE …

    https://lukyrh.blogspot.com/2021/07/sobre-el-concepto-y-terminologia-de.html

    ¡¡ sobre el concepto y terminologÍa de tecnoplutocracia creado por lukymÁ./lmm,...es creador del tÉrmino y el concepto,...que se sepa claramente,...¡¡¡. INTRODUCCIÓN A LA TECNOPLUTOCRACIA DOMINANTE EN EL PLANETA TERRÍCOLA Y ESPACIO SIDERAL,...¡¡?¡¡

  2. Muere Clayton Christensen, creador del concepto de ...

    https://elpais.com/economia/2020/01/25/actualidad/1579951744_314088.html

    25/1/2020 · Muere Clayton Christensen, creador del concepto de “innovación disruptiva” Profesor en la escuela de negocios de Harvard, influyó poderosamente …

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    • LA GENTE TAMBIÉN PREGUNTA
    • Computación en la nube, ¿sabes quién lo inventó y cómo surgió?

      https://skyone.solutions/es/hub/conocer-la-computacion-en-la-nube

      14/9/2020 · Pasados 50 años de que John Mccarty definiera la computación como utilidad pública, la tecnología ha ido ganando cada vez más terreno. La realidad es que hace algunas décadas, el concepto era totalmente diferente del actual. Con el transcurrir del tiempo, esta tecnología fue evolucionando y cada año fue adoptando un significado diferente.

    • Vilfredo Pareto - Wikipedia, la enciclopedia libre

      https://es.wikipedia.org/wiki/Vilfredo_Pareto
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      Nació en París el 15 de octubre de 1848.[2]​ Su padre Raffaele Pareto, patriarca genovés y partidista de Mazzini vivía un exilio voluntario. Vilfredo pasó los primeros años de su vida en Francia, pero realizó todos sus estudios en Italia, a donde regresó en 1858 y donde obtuvo su doctorado en ingeniería en 1869, en el Instituto Politécnico de Turín. Ejerció su profesión por, al menos, 20 años, fue administrador de una compañía ferroviaria, y lueg…
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    • Techno - Wikipedia, la enciclopedia libre

      https://es.wikipedia.org/wiki/Techno
      • La influencia de Kraftwerk
        Kraftwerk, un grupo de música alemán que comenzó su carrera a principios de los años 1970, tiene una influencia considerada fundamental en toda la música popular posterior, y especialmente en la electrónica. Su estilo se enmarca dentro de un movimiento más amplio que tuvo lugar en Alemania con…
      • Origen del techno en Detroit
        Desde 1977 hasta mediados de los años 1980 se emitió en Detroit un programa nocturno de radio llamado Midnight Funk Association. Conducido por The Electrifying Mojo, su original enfoque lo hizo popular, causando un considerable impacto en la forma de acercarse a la música de toda una generaci…
      • Chicago house
        Existe una conexión directa entre el techno y la escena que se había formado a comienzos de los años 1980 en Detroit, con la música house que se estaba desarrollando en la misma época en Chicago y con la cultura de club de esta ciudad. Esta relación ha provocado que temas creados en Detroit como "Strings …
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    • El creador del concepto 'Web 2.0' asegura que ... - elmundo.es

      https://www.elmundo.es/elmundo/2011/11/22/navegante/1321978250.html

      22/11/2011 · El experto en internet y editor Tim O'Reilly considera que el concepto 'web 2.0', que él mismo acuñó para definir una web más dinámica y participativa, ha envejecido y …

    • El creador del concepto 'inteligencia ... - 20minutos.es

      https://www.20minutos.es/noticia/1077977/0/inteligencia/emocional/ensenanza

      9/6/2011 · 20minutos.es NOTICIA 09.06.2011 - 19:05h El psicólogo Daniel Goleman, creador del concepto de inteligencia emocional, cree que "el aprendizaje social …

    • ¿Quién inventó el concepto de firewall? | Silicon

      https://www.silicon.es/quien_invento_el_concepto_de_firewall-101445

      16/1/2008 · Muchos se atribuyen la creación de esta tecnología de seguridad, pero en realidad el mérito no es de una sóla persona: muchos contribuyeron a hacer que una idea que estaba en mente de muchos cristalizase finalmente. Nir Zuk, David Pensak, Marcus Ranum o Jeff Mogul, entre otros, se proclaman creadores de este concepto, pero en realidad la idea de ...

    • Quién es Marc Zuckerberg: el genio detrás de facebook

      https://rockcontent.com/es/blog/quien-es-mark-zuckerberg

      28/12/2017 · Es claro que Mark es capaz de idear cualquier estrategia que acerque más público, que traiga nuevos usuarios, que los fidelice y alcance una muy buena interacción. Por eso, les contaremos tres estrategias que ha realizado Mark y que seguro ningún mercadólogo quisiera perderse.

      • Tiempo estimado de lectura: 5 mins
      • Conoce al creador de la aplicación de mensajería que ...

        https://cnnespanol.cnn.com/2015/12/20/conoce-al-creador-de-la...

        20/12/2015 · Conoce al creador de la aplicación de mensajería que utiliza ISIS. Por CNNMoney. 16:59 ET (20:59 GMT) 20 diciembre, 2015. Pavel Durov, el ruso de 31 años, que fundó Telegram. (Crédito ...




      TECNOPLUTOCRACIA/WIKIPEDIA - Bing // : 

    • Tecnocracia - Wikipedia, la enciclopedia libre

      https://es.wikipedia.org/wiki/Tecnocracia
      • Orígenes filosóficos: siglo XIX
        Por regla general, se atribuye la primera expresión consciente de la ideología tecnocrática al filósofo y sociólogo francés Claude-Henri Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), que en su obra Réorganisation de la société européenne, de 1814, afirma: Saint-Simon es el primero que propone para …
      • Tecnocracia práctica: años 1930
        El término tecnocracia se impone a partir de los primeros años 1930 para indicar la progresiva expansión —alentada por parte de algunos, temida por otros— del poder de los técnicos de producción (químicos, físicos e ingenieros) basado en el supuesto de que quien está capacitado para gobernar el proceso ind…
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      • Tiempo estimado de lectura: 9 mins
      • https://ca.wikipedia.org/wiki/Tecnocràcia

        La tecnocràcia és una forma de govern formada per funcionaris i altres càrrecs públics escollits en virtut de la seva preparació tècnica. Es diu tecnòcrata tant a una persona partidària d'aquest sistema com a una de les persones que en formen part. L'objectiu és disposar d'un grup de persones competents que sàpiguen dissenyar plans i resoldre problemes de manera eficaç i fer-ho bé. Aquest ideal no té en compte que no hi ha una veritatúnica, ni tan sols tècnica ni científica, ni que, a la pràctica concreta de casos reals, termes …

      • SOBRE EL CONCEPTO Y TERMINOLOGÍA DE …

        https://lukyrh.blogspot.com/2021/07/sobre-el-concepto-y-terminologia-de.html

        introducciÓn a la tecnoplutocracia dominante en el planeta terrÍcola y espacio sideral,...¡¡?¡¡ ES MUY,...¡¡ BASTANTE CURIOSO,....DE QUE ESCRIBA TECNOPLUTOCRACIA,...Y EL WIKIPEDIA, NO LO RECOJA,...PERO, SI¡¡¡, EN ALGUNAS WEBS, APARECE ESE TÉRMINO,...

      • REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD: TECNOPLUTOCRACIA Y ...

        https://lukyrh.blogspot.com/2020/11/tecnoplutocracia-y-megageopolitica-y.html

        www.casadebuenosaires.es/barrilete%20n.%2011%20marzo%202011.pdf. 14/2/2011 - “El diccionario de la Real Academia Española define pluto- cracia como ...La plutocracia, reflejada, y sin que casi nadie le discuta, posee en ...... labores agrícolas a la vez que se familiarizan con las nuevas tecno- logías que ...

        • Burocracia - Wikipedia, la enciclopedia libre

          https://es.wikipedia.org/wiki/Burocracia
          • El término viene del francés bureaucratie, proveniente del término bureau: oficina o escritorio, y del término -cratie (que proviene del término griego -κρατία, éste de la raíz κράτος:poder o fuerza). 1. En un sentido original, tiene la connotación de "los individuos que ostentaban el poder desde el escritorio"; siendo así, que la «burocracia» se asocia a ineficiencia, pereza y derroche de medios desde un solo lugar. Generalmente se percibe, en la imaginación popular, como un ente que existe únicamente para sí mism…
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        • Tecnocultura - Wikipedia, la enciclopedia libre

          https://es.wikipedia.org/wiki/Tecnocultura
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          La "Tecnocultura" es utilizada como tema de estudio en diversas universidades; por ejemplo la UC Davis tiene un programa de estudios tecnoculturales. En el 2012, este programa se fusionó con el de Estudios de Película para formar el programa de Cine y Tecno-Estudios Culturales (GATOS), pero desde 2013 está siendo revisado para convertirse en Cine y Tecnocultura; la Universidad Occidental de Ontario ofrece un post…
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        • Meritocracia - Wikipedia, la enciclopedia libre

          https://es.wikipedia.org/wiki/Meritocracia
          • La meritocracia o gobierno de los considerados mejores que accederían a los altos puestos de gobierno del Estado, tanto políticos como burocráticos y económicos por procesos meritocráticos oligárquicos y no democráticos es equivalente al termino meritaje o selección por méritos para puestos de la administración pública o puestos en empresas privadas. La meritocracia es absurdamente criticada por un supuesto carácter antidemocrático y elitista y ser generadora de desigualdad social y desigualdad e…
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          • Tiempo estimado de lectura: 10 mins
          • Programar no es "divertido", es técnica y éticamente ...

            https://culturacientifica.com/2018/02/01/programar-no-divertido...

            1/2/2018 · Mining Wikipedia to unveil emergent interdisciplinary knowledge Specialisation has necessarily led to the fragmentation of knowledge, creating loosely connected disciplines in which discoveries in one area are […]

          • https://ca.wikipedia.org/wiki/Portada

            Viquipèdia L'enciclopèdia lliure que tothom pot editar. 685.065 articles 1.089 participants actius. Col·labora-hi

          • https://en.wikipedia.org/wiki/Tecno_Camon_15_Air

            Tecno Camon 15 Air, Tecno Camon 15, Tecno Camon 15 Pro and Tecno Camon 15 Premier are Android-based smartphones manufactured, released and marketed by Tecno Mobile as part of Tecno Camon 15 series. The device were unveiled during an online event held on 2 April 2020 due to the COVID-19 pandemic as successors to Tecno Camon 12 series. It is the seventh generation of Tecno's Camon …


          • https://ca.wikipedia.org/wiki/Tecnocràcia_(burocràcia)

            La tecnocràcia és una forma de govern formada per funcionaris i altres càrrecs públics escollits en virtut de la seva preparació tècnica. Es diu tecnòcrata tant a una persona partidària d'aquest sistema com a una de les persones que en formen part. L'objectiu és disposar d'un grup de persones competents que sàpiguen dissenyar plans i resoldre problemes de manera eficaç i fer-ho bé.

          • Plutocracia - Wikipedia, la enciclopedia libre

            https://es.wiki.hereiszyn.com/wiki/Plutocracia

            Plutocracia (del griego πλουτοκρατία, ploutokratía, ploutos 'riqueza' y kratos 'poder') es una forma de oligarquía en la que una sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por sus miembros más ricos.El primer uso conocido del término se debe a Jenofonte. [1] Al contrario que otros sistemas como la democracia, el capitalismo, el socialismo o el anarquismo, la ...

          • https://ca.m.wikipedia.org/wiki/Finançament_il·legal

            La plutocràcia és el sistema de govern en què el poder l'exerceixen els que acumulen més riquesa.Sol ser un tipus d'oligarquia, ja que el capital s'acumula en poques mans influents.Hi ha diversos mecanismes per assegurar que només els més rics puguin accedir al govern: un és determinar un capital mínim per entrar als càrrecs, com passava a la República Romana; un altre és restringir ...

          • https://ca.wikipedia.org/wiki/Portada

            Andy Warhol (6 d'agost de 1928, Pittsburgh, PA – 22 de febrer de 1987, Nova York) va ser un pintor estatunidenc, figura central del moviment conegut com pop art.Després d'una reeixida carrera com a il·lustrador comercial, Warhol es va fer famós en tot el món pel seus treballs com a pintor, cineasta, productor musical, escriptor i escultor.

          • https://en.wikipedia.org/wiki/TECNO_MOBILE_LIMITED

            Tecno Mobile is a Chinese mobile phone manufacturer based in Shenzhen, China. It was established in 2006. It is a subsidiary of Transsion Holdings.. Tecno has focused its business on the African and the South Asian markets. However, following market research conducted in Southeast Asia, Africa and Latin America, the company found that Africa was the most lucrative among all of its market regions.

          • Tecnocracia - Wikipedia, a enciclopedia libre

            https://gl.wikipedia.org/wiki/Tecnocracia

            O termo tecnocracia derívase dos vocábulos gregos tecno ("técnica") e kratˆa ("forza", "dominio" ou "poder"). Tecnocracia significa literalmente "goberno dos técnicos"; o "técnico que goberna" é, polo tanto, un tecnócrata. Consideramos entón que, de forma xeral, a tecnocracia é o goberno levado por un técnico ou especialista nalgunha materia de economía, administración etcétera ...

          • https://en.wikipedia.org/wiki/Tecno_Camon_12_Air

            Tecno Camon 12 Air, Tecno Camon 12, and Tecno Camon 12 Pro are Android-based smartphones manufactured, released, and marketed by Tecno Mobile as part of Tecno Camon 12 series. The

          • https://www.youtube.com/channel/UCKoZABbP0gEfm7N5i8RFSHQ

            Papá, peruano y profesor-investigador (USMP, Perú). DMV (Chile), MDS (Wellington), MSc y PhD (Manchester). He sido profesor investigador en ESAN y he dictado cursos en las universidades de …

          • LA PANDEMIA CORONAVIRUS ES FALSA por el BIOQUIMICO …

            https://despertares.org/2020/03/17/la-pandemia-coronavirus-es-falsa-por...

            17/3/2020 · El bioquímico argentino Pablo Goldschmidt nos informa en el siguiente vídeo desde Francia cómo se está asustando a todo un planeta mediante este despropósito de falsa pandemia coronavirus. Propagar el miedo y la histeria colectiva, arruinar economías, confinar vilmente a medio planeta, causar psicosis masiva en la poblacion, provocar la discrimnación y maltrato a una…

          • Juan Carlos I le entregó un maletín con 1,7 millones de ...

            https://elcomunista.net/2020/05/01/juan-carlos-i-le-entrego-un-maletin...

            1/5/2020 · Inicio » EL COMUNISTA » Juan Carlos I le entregó un maletín con 1,7 millones de euros a Arturo Fasana cuando aún era jefe del Estado Juan Carlos I le entregó un maletín con 1,7 millones de euros a Arturo Fasana cuando aún era 


          • https://ca.wikipedia.org/wiki/Tecno_F1?oldformat=true

            Tecno és el nom d'un equip italià de cotxes de competició que va arribar a disputar curses a la Fórmula 1.. Va començar com constructor de karts a Bolonya, i amb el temps va anar pujant de categories fins a arribar a la F1 el 1972, tot i que ja a la temporada 1969 van disputar el GP d'Alemanya amb un monoplaça de Fórmula 2.. A la F1. Va debutar el 4 de juny al Gran Premi de Bèlgica de ...

          • El traje nuevo de la plutocracia - El País - Relater.org

            https://www.relater.org/news/el-traje-nuevo-de-la-plutocracia_155653

            El traje nuevo de la plutocracia. Durante décadas fue un socio aceptable, sus relaciones políticas eran aceptables, su retórica y sus fraudes eran aceptables. Hasta que se hizo candidato sin ocultar lo que había sido siempre.

          • Art. n.- 43 ) : En las cuevas, petrodólares y telemáticos ...

            https://comandoproletsuniversal.wordpress.com/2021/06/09/art-n-43-en...

            9/6/2021 · MARTES, 8 DE JUNIO DE 2021 ¡¡ "" un artículo,...hipercachondo petrodólares y de la tecnoplutocracia,... y trotskos desorientados,..."". ¡¡¡. Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en Pinterest [[ GRUPO PROLETARIO DE MÁLAGA - 2.000 - ]]. Publicado por lukymalaga en 12:49 MARTES, 8 DE DICIEMBRE DE 2015 -- BLOG, …

          • Opiniones de Plutocracia

            https://blopinion.com/plutocracia

            Además de dar tu opinión de este tema, también puedes opinar sobre otros términos relacionados como plutocracia significado, plutocracia wikipedia, plutocracia definicion, plutocracia y democracia y plutocracia grecia clasica. Aquí podrás dejar tus comentarios y opiniones sobre este y otros temas.

          • Cosas de comunistas que en tiempos de crisis nos parecen ...

            https://elcomunista.net/2020/04/05/cosas-de-comunistas-que-en-tiempos...

            5/4/2020 · Garantizar y blindar una sanidad pública, universal y gratuita, nacionalizar los sectores estratégicos, como la energía, la creación de una banca pública, el control de los precios de los productos básicos, fortalecer y dotar de medios una educación totalmente pública y de calidad, garantizar un empleo digno con salarios suficientes que permitan vivir y no tan solo sobrevivir a la ...

          • HOLA, LECTORXS,…NOM, VOY A REALIZAR, UN ENSAYO, SOBRE ...

            https://comandoproletsuniversal.wordpress.com/2021/06/23/hola-lectorxs...

            23/6/2021 · MARTES, 22 DE JUNIO DE 2021 ¡¡ “” Beatriz Talegón, trabaja páella y pá la Tecnoplutocracia, como “”frelencer””, – lenguada falacista, engañabobxs -, y en l…

          • https://blog.newspapers.com/june-10-1942-the-lidice-massacre

            3/6/2021 · Two years to the day after this massacre, on June 10, 1944, the villagers of Oradour sûr Glane were massacred by the Nazis. All 642 men, women, and children. Then they burned it down. It’s too gruesome to even write about so see the Wikipedia article. France has retained the ruined village as a place to remember.

          • Plutocracia Wikipedia, Plutocracia definicion - FULLSearch

            www.fullsearch.com.ar/plutocracia-wikipedia.htm

            Plutocracia wikipedia, sitios web relacionados. Más de 0 páginas en español de Plutocracia wikipedia. Información en fotos y videos de Plutocracia wikipedia gratis.

          • Jaime Pastor: “El régimen sigue en crisis y la monarquía ...

            https://www.cuartopoder.es/cultura/libros/2020/12/25/jaime-pastor...

            25/12/2020 · El veterano doctor en Ciencias Políticas e histórico militante de izquierdas Jaime Pastor (València, 1946) ha coordinado junto al eurodiputado de Anticapitalistas, Miguel Urbán, la edición del libro ¡Abajo el rey!Repúblicas (Editorial Sylone y Viento Sur).En este trabajo, se recogen reflexiones de distintas voces de los territorios del Estado que plantean soluciones hacia un proceso ...


          • [[[ "",...  lucianomedianeromorales – Page 10 – …

            https://comandoproletsuniversal.wordpress.com/author/lucianomedianero...


          • SEGUNDA PARTE, TECNOPLUTOCRACIA, PANDEMIA,...ETC,... ¡¡¡ : 

            El día después de mañana

            03 de mayo de 2020
            DÍA CUARENTA Y SEIS DE LA CUARENTENA.

            Nadie sabe a ciencia cierta cuándo y cómo terminará la pandemia. Se esgrimen respuestas que suenan desde lógicas a distópicas. Lo que prevalece es el cansancio y el deseo de un límite que, por ahora, no aparece. Que por ahora no nos declare vencidos. En tanto, las cifras escalan: suman más de dos millones los infectados y más de 240 mil muertos en el mundo. Los Estados Unidos llevan la delantera en las cifras luctuosas. Mister Trump asiste a que bajo su gobierno de “sociópata”, como señaló Noam Chomsky, haya más del 50 por ciento de los infectados en el mundo –1.200.000 ya– y cerca de 68.000 muertos. Les costó a los estadounidenses más pérdidas en vidas que la maldita guerra de Vietnam, donde murieron cerca de 58 mil soldados. Claro que más les costó a Vietnam del Norte y del Sur, donde murieron más de dos millones de vietnamitas. ¿Acaso en la mente de esa especie de Nerón de la modernidad se trata de un Excel previsible y admisible? Su par de Brasil, Jair Mesías Bolsonaro, un “patotero y psicópata de opereta”, como lo definieron no pocos intelectuales, compite con él. En el mismo período, sumó cien mil contagiados y cerca de 6.500 muertos. Y, además, se mofó cuando le exigieron cordura en la conducción del gobierno: “¿Qué quieren que haga? Soy Mesías, pero no hago milagros”. Si las cifras pudieran marcar el triunfo del humanismo, como dijo la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Argentina, gobernada por la biopolítica del peronismo del presidente Alberto Fernández, se llevaría los elogios. En el mismo período, hubo poco más de 4.600 infectados y 237 muertos. Los EE.UU. tienen una población cuatro veces mayor a la de la Argentina. No deberían tener más de mil muertos. Porque si la asistencia en la Argentina por la pandemia es superior a la de varios países de mayor desarrollo, como señaló la OMS, ya que el paquete de ayuda comprometido por el Estado nacional, en torno al 5,6 por ciento del PBI durante el trimestre abril-junio, refleja que la respuesta argentina para enfrentar los efectos económicos de la pandemia de coronavirus se encuentra por encima de la de países como Brasil, China, Corea, Italia, España y Francia, si se tiene en cuenta la relación con la capacidad fiscal de cada uno. El jefe de la OMS, el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus, destacó el “liderazgo” argentino contra la peste. Pero se sabe que la muerte es apenas el esbozo del drama. Que la economía es apenas la punta del iceberg de la sobrevivencia. La humanidad está en peligro no sólo por la pandemia sino por la locura de quienes tienen todo el poder económico y militar para defenderla. La idea del darwinismo social del capitalismo neoliberal rampante que define a esos dos personajes de esta historia en nuestra América es, definitivamente, que mueran todos los que sea necesario. Sobre todo pobres, viejos, hispanos, negros y enfermos.

            QUEDATE EN CASA.

            En tanto, mientras se asiste a esa película clase D sobre cómo ciertos líderes dejan caer a sus países en la muerte como si pudieran disfrazar sus pulsiones darwinianas amparados en una catástrofe natural, sobrevuelan, se esgrimen, todo tipo de teorías sobre las sociedades, la ciencia, y la economía para el hoy y el día después de la pandemia. El sociólogo y economista estadounidense Jeremy Rifkin trepa al podio de los se animan a sostener que la humanidad está en peligro de extinción. Sostiene que todo lo que nos está ocurriendo deriva del cambio climático; que hubo otras pandemias antes y también advertencias de que algo grave podía ocurrir; que los desastres naturales –pandemias, incendios, huracanes, inundaciones– van a continuar porque la temperatura en la Tierra sigue subiendo. “Ya nada volverá a ser normal. Esta es una llamada de alarma en todo el planeta. Lo que toca ahora es construir las infraestructuras que nos permitan vivir de una manera distinta. Debemos asumir que estamos en una nueva era. Si no lo hacemos, habrá más pandemias y desastres naturales. Estamos ante la amenaza de una extinción.”  Otros aventuran que la vacuna está cerca. Hay por lo menos cien investigaciones en el mundo para neutralizar el coronavirus con más dudas que certeza en cuanto a su poder de inmunización definitiva en los humanos. Lo cierto es que se nota cansancio y desesperación. ¿Se puede numerar, denominar, esa ecuación tremenda? Un hilo de Twitter de Claudia Cortés, una médica infectóloga de la Universidad de Chile, lo revela: “44 días desde que vi al primer paciente, 43 desde que veo a mis hijas por la ventana, 42 de trabajar casi 24/7, de llevar estadísticas y registrar cada detalle, 40 reuniones por zoom, 39 llamadas a medianoche, 38 lavados de mano cada mañana, 37 cada tarde; 36 veces me pongo y me saco el delantal desechable; que hago 35 recetas; 34 veces que digo ‘diga 33’; 32 mujeres en el equipo; 31 veces que subo a la Unidad de Cuidados Intensivos; 32 que bajo a urgencias; 32 que pido un escáner; 31 que converso con mi marido desde lejos… 30 días que trato de fantasear qué haré cuando todo esto se acabe (y no lo logro); 28 abrazos que quise dar y no pude; 27 sour que quise tomar y no pude; 26 panes triangulares de miga como pura comida que ya odio; 25 minutos que me demora la vuelta a mi casa en toque de queda; 24 horas eternas del día; 23 box de urgencia; 21% de oxígeno que no alcanza; 20 pares de guantes por lo menos cada día; 19 el paciente más joven; 18 teleconferencias; 17 recetas retenidas; 16 metros cuadrados donde habito; 15 guías clínicas a discutir; 14 licencias extendidas; 13 altas; 12 libros que me gustaría leer; 11 cumpleaños de amigos y familiares a los que no iré; 10 de la mañana todas las indicaciones listas; 9 series/películas que me gustaría ver; 8 amigos apoyando a full; 7 años cumplió mi hija chica hace poco; 6 veces que creo que ahora sí me contagié; 5 colegas infectólogas que apañan; 4 que queremos sentarnos en la misma mesa y dormir apretados en la misma cama; tres palabras: quedate en casa”. En esas tres palabras caben muchas preguntas: si el miedo a la muerte puede mantener a raya el deseo de estar con otros. Si el quedate en casa como mandato es cumplible, si la búsqueda de la inmunización es consciente, si se quiere proteger a los otros como a uno mismo o el miedo y la ideología arman la tremenda coartada de admitir las técnicas de darwinismo social bajo formas más domésticas. En esa duda se abre una grieta por donde se filtran los heraldos negros.

            FEOS, SUCIOS Y MALOS.

            Lo cierto es que la violencia asoma en la tensión de esa ecuación más allá del deseo de los ciudadanos. Y el miedo a los otros se despliega como una marea negra en los cuerpos de las sociedades. ¿Cómo entender, si no, lo que ocurrió en la Argentina? Otra vez, el Tánatos neoliberal campea en la crisis pandémica. Así ocurrió con el tratamiento sobre la libertad de los presos en las cárceles o en la constatación brutal de que en la villa o barrios de emergencia de Buenos Aires, la ciudad más rica de la Argentina, vive uno de cada diez infectados de coronavirus. Tal como en la película Brutti, sporchi e cattivi, del gran director italiano Ettore Scola, los habitantes de los márgenes de la ciudad sobran e incomodan para los burgueses pequeños, pequeños. El gobierno de la ciudad, en manos del macrista Horacio Rodríguez Larreta –sinónimo de afiliación neoliberal–, que prefiere poner canteros en las avenidas a construir escuela u hospitales, confirmó que al 30 de abril ya eran 124 los casos de Covid-19 en los barrios más vulnerables. Representaban el 11 por ciento de los 1.123 infectados de la ciudad. Un dirigente social, Ignacio “Nacho” Levy, editor de la famosa revista La Garganta Poderosa dijo que en la Villa 31 –la más grande de la ciudad, que tiene 49 villas, cinco asentamientos y dos barrios populares, es decir, un total de 56, atravesadas por serios problemas habitacionales– en una semana los contagios habían crecido en un 1.900 por ciento, saltando de tres a 57 casos en pocos días. Hecho agravado porque, en medio de la pandemia, faltaba el agua. Pero si los “villeros” revisten en la categoría de ciudadanos de segunda, los presos revisten en la de descartable para quienes el miedo al otro pobre, negro, sucio y feo enfría la piedad. El miedo al otro supera el miedo al virus. O tal vez, la pandemia hacer emerger una ideología del descarte que anida en los partidarios del neoliberalismo. Lo sepan o no. Todos los países del mundo, por ejemplo, tomaron medidas para descomprimir las cárceles de población sobrante. Todos. Al menos 125 países tienen poblaciones de prisioneros que superan las capacidades de sus sistemas correccionales, incluidos veinte que tienen más del doble de los reclusos que pueden albergar, según el Informe Mundial sobre Prisiones, una base de datos del Instituto de Investigación de Política Criminal de la Universidad de Londres. Brasil tiene la tercera población carcelaria más numerosa del mundo, después de Estados Unidos y China. En los últimos veinte días, a raíz de la pandemia, se produjo una oleada mundial de morigeración de las penas de los presos. En EE.UU. la cifra de liberados superaba los 16.000. En Irán, se liberó a 85.000 prisioneros, una cifra por cierto descomunal. Turquía mandó a sus casas a 45.000. Francia, hasta el 13 de abril, había liberado a 9.923 detenidos. Indonesia a 30.000. Brasil a 30.000 presos. México a 6.200 presos, para citar algunos casos. En la Argentina, menos del uno por ciento de la población carcelaria de la provincia de Buenos Aires recibió el beneficio de prisión domiciliaria ante el riesgo de contagio, ya que entre el 17 de marzo y el 17 de abril pasado 439 presos salieron de la cárcel por decisión judicial. Los grandes medios de comunicación cavaron una grieta social al difundir fake news como por ejemplo que un femicida liberado en octubre de 2019 y un hombre excarcelado por problemas mentales son lo que se espera como antecedente de liberación masiva de presos. Así que la clase media de la ciudad de Buenos Aires, la más afectada por la situación de precariedad de parte de su gente en las villas, se sumó a la manipulación mediática, que además contó con la manipulación de jueces adictos a la oposición. Lo cierto es que el Presidente debió explicar que las excarcelaciones son “responsabilidad” de la Justicia y que existe “una campaña mediática” que busca “acusar al Gobierno de querer facilitar la libertad” de personas detenidas con condenas. Fernández tuvo que recordarles a los argentinos que organismos internacionales y de derechos humanos formularon recomendaciones para “evitar el hacinamiento en las cárceles” ante el coronavirus. Ahora bien, son increíbles las fake news y también las teorías conspirativas más locas sobre la pandemia:

            1- EE.UU. tiene un arma biológica y a China se le escapó el virus. Entre las primeras conspiraciones que aparecieron, una explicaba que EE.UU. estaba atacando a China con un arma biológica. Ahora que se propagó por el mundo los mensajes culpan a China de querer imponer su hegemonía mundial o de que se les “escapase” el virus de un laboratorio chino.

            2- Bill Gates quiere controlar el mundo a través del 5G, que es la abreviatura que se refiere a la nueva tecnología que hace que los dispositivos inalámbricos sean más rápidos y estén más conectados. Las teorías pusieron un foco de atención en esta novedad de la tecnología, asegurando que es más poderosa que los anteriores tipos de internet móvil, y que por tanto es más peligrosa para el sistema inmunológico de las personas.

            3- El coronavirus lo trajeron los extraterrestres. Una conspiración menos famosa pero que ya está propagándose por las redes sociales apunta que hay vida en planetas desconocidos y que podrían llegar a la Tierra por un meteorito. Por muy alocada que parezca esta teoría, el astrofísico británico Chandra Wickramasinghe afirmó a principio de año que una bola de fuego que cayó en el norte de China en octubre de 2019 es la fuente más probable de la enfermedad.

            4- El virus puede transmitirse por correo. Otro mito sobre el SARS-CoV-2. Mucha gente piensa que recibir una carta o un paquete de China puede ser el causante de contraer el virus, pero la Organización Mundial de la Salud ya desmintió esta teoría. Los investigadores ya descubrieron que este virus no permanece vivo por mucho tiempo en objetos y superficies.

            5- El virus es comunista. En Brasil, igual que en los EE.UU., los dirigentes restaron importancia al virus durante la pandemia. Una nueva teoría conspiratoria fue creada y difundida por uno de los ministros de Bolsonaro.

            6- La covid-19 es la solución del cambio climático. Otra teoría es que el coronavirus fue creado por los gobiernos para acabar con el cambio climático.

            7- En España el 8M es el causante de la propagación. La manifestación del 8M fue un acto multitudinario de las mujeres. El partido de la ultraderecha española VOX, desde el inicio de la pandemia, apoyó la teoría de que la manifestación feminista fue la causante de la propagación.

            EL TSUNAMI NEOLIBERAL.

            No son sucios o feos. Sólo neoliberales. Ergo, muy malos. Los grandes medios aprovecharon para avalar cacerolazos de protesta contra el gobierno de Alberto Fernández por el tema de saneamiento de cárceles en medio de la discusión sobre la necesidad del impuesto a los ricos. La oposición macrista y sus jueces amigos –un poder casi feudal– tienen el principal libretista de las fake news. Se sabe que la corporación Clarín, hegemónica en medios, tiene intereses directos –con dos mil millones de dólares como fortuna personal de sus dos principales dueños– en oponerse al impuesto a los ricos y al no pago de la desmesurada e impagable deuda externa ya que revista entre los acreedores privados y se identifica con las presiones del capital financiero buitre. Más allá de cómo o cuánto tarde el Congreso para establecer ese impuesto, más allá de que el gobierno de Fernández cuenta con el aval internacional de los países que tienen acreencias soberanas, nucleados en el FMI,  el lobby infernal criollo sobre el gobierno se lanzó y no se detendrá. Como no se detendrá el lobby para abrir rápidamente la economía y terminar con la cuarentena. Como quiso hacer una banda de supremacistas blancos al intentar tomar armas en mano la sede del gobierno en Michigan. Porque está en la naturaleza de rapiña del capital concentrado argentino y su corporación mediática, que es el estado mayor de la línea defensiva de esos intereses, edificando un sentido común de solidaridad ficticia entre el pobre y el rico sobre la cabeza de los ciudadanos: algunos son inocentes, otros partícipes del odio y la grieta donde nunca se salda la historia a favor de los que menos tienen. Es interesante ver el siguiente cuadro:

            Impuesto a las riquezas en Europa y América latina

            cuadro cycFuente: Cepa (Julia Strada, Magdalena Rua y Lucio Garriga Olmo). Publicado en El Cohete a la Luna.

            Tal vez para neutralizar la ofensiva de los buitres y sus medios, el péndulo se movió al revés: avanzaba un pacto de la central sindical y la central industrial UIA-CGT para recortar un cuarto del salario de trabajadores suspendidos por la crisis. Como señaló Alfredo Zaiat, el mejor periodista económico de la Argentina: “En este contexto de crisis global y de reacción rápida e intensa del Gobierno para amortiguar los costos ineludibles de la pandemia, irrumpió un acuerdo UIA-CGT a contramano de lo construido en esta emergencia. Cuando empieza a girar el inmenso dispositivo de protección social, laboral y económica, se anuncia un inoportuno pacto, con el aval oficial, de reducción del 25 por ciento retroactivo a abril para miles de trabajadores y trabajadoras suspendidas. El Gobierno tiene la oportunidad de corregir ese desvío impropio del sendero colectivo que la sociedad está transitando”. Porque la crisis producida por la pandemia no es, como señala el economista paquistaní Umair Haque, de la Bussines School of London, sólo un aumento en el desempleo, “es un tsunami histórico. Nunca antes habíamos visto cifras tan veloces y catastróficas. Nunca antes. Ni durante las recientes crisis financieras, ni durante las guerras, ni siquiera durante la Gran Depresión. Estamos viviendo una catástrofe que no tiene precedentes y que no tiene paralelo. La razón por la cual esta catástrofe se está multiplicando y acelerando, arrasando la economía, es que la respuesta a la misma fue lamentablemente inadecuada. Al ver los efectos de una pandemia (encierro, cuarentena, una sociedad entera que se queda efectivamente en casa), cualquier buena economía (y no hay muchas de esas alrededor) exigía un estímulo a la misma escala que la catástrofe: histórica, masiva, sin precedentes. Esto es lo único que tiene sentido: si la crisis no tiene paralelo en la historia, entonces la respuesta también debe ser así. Pero lo que el gobierno estadounidense, bajo Trump, produjo, fue algo tan débil e inadecuado como para se le pueda creer. No digo eso para causar un efecto determinado. El estímulo que se aprobó fue el equivalente a apoyar tanto a las empresas como a los hogares durante solo una semana. Y sin embargo, ya ha pasado un mes. El estímulo fue como tratar de detener un tsunami con un muro de un solo ladrillo, o un incendio con una pistola de agua”. Se trata, entonces, de apostar al pleno de la producción. Se trata de ver que el mundo ya no será igual luego de la pandemia. Se trata de que el megacapital o el tecnocapital como el de Jeff Bezos, el más rico del mundo, dueño de Amazon, esté viviendo su momento de gloria. Y es posible que el trabajo y la producción como lo conocemos desaparezcan. Se trata, al final, de si una nueva era de hielo sobrevendrá –como muestra la película The Day after Tomorow (2004) de Roland Emmerich– que la historia termina bien. Que no baste con salvar del incendio con que se calientan los personajes a la Biblia de Gutenberg, el primer libro impreso de la humanidad, sino los vínculos de amor social y de solidaridad internacional para no someterse al coronavirus ni al ogro depredador del mundo. Porque, como dice Haque: “El futuro arde en llamas todos los días, minutos y segundos ahora. A medida que la onda expansiva de esta catástrofe se acelera, a los desastres se les agregan líderes incompetentes, ideologías fallidas, políticos débiles y demagogos sociópatas. Hay una lección en eso. Tal vez no para los estadounidenses, para quienes creo que ya es demasiado tarde, sino para el mundo”.


            Civilización o neoliberalismo

            26 de abril de 2020
            Día 39 de la cuarentena.

            La vida cotidiana, la única que tenemos, se despliega entre la incertidumbre y la noia, que es algo más que el aburrimiento tal como lo describió el italiano Alberto Moravia, y la increíble fatiga a pesar del repliegue a la intimidad que siempre supuso el repliegue sereno a lo privado. La noia es la condición metafísica del tiempo sin límite con que transcurre nuestra vida en la cuarentena pero también la desaparición de las fronteras entre lo real y lo virtual, entre el trabajo y el descanso. La abrumadora sensación de soledad golpea no por no estar acompañados –hay una humanidad con la misma malatía–, no por no sentirse parte de un sinnúmero de seres que cada noche, desde las ventanas, aplaude a quienes nos protegen. Es la ausencia de los amigos, los abrazos que faltan, el cansancio de las videoconferencias, los wasap. La virtualidad que agota, que es una solución al confinamiento pero también su trampa. Puede ser la conexión con el otro pero al mismo tiempo la confirmación de la soledad y la incomunicación. Es la trasformación del cuerpo en una abstracción. Sólo funciona la cabeza, y algún músculo en las obligatorias y a veces ridículas clases de gimnasia virtuales. El gran poeta italiano Cesare Pavese tenía razón: lavorare stanca. Puertas adentro, agota la superposición del disfrute y los deberes maternales; la escuela invadiendo cada rincón de la familia; el teletrabajo que despunta como solución y como amenaza y el grito que alguien se anima a predecir como reclamo: “¡Quiero volver a las ocho horas! Quiero volver a viajar en el horario pico sin miedo, en un colectivo atestado de otros argentinos (porque acá estamos escribiendo estas crónicas). Quiero volver al siglo XX de los contactos piel con piel. De los abrazos, de los besos sin tapabocas. Del sexo cuerpo a cuerpo de quienes aún no viven juntos pero se aman”. Ser civilizados cansa. Hubo que pelar para que se declarara inconstitucional que los mayores de 70 años fueran recluidos en sus casas por el gobierno neoliberal de la ciudad de Buenos Aires. Y sí, cansa guardar las normas, ser fiel a quedarse en casa cansa. Pero más cansaría la ausencia de posibilidad de sentirse libre. Más cansa la ausencia del cuerpo sin miedo. Más cansa que la muerte amenace como un hecho sobrenatural. Y cansa, definitivamente, que haya miserables de todo pelaje que, a pesar del esfuerzo sobrehumano que se hace en todo el planeta para conjurar la peste, para protegernos del virus, existan heraldos de la muerte, tíos patilludos que se empeñan en convocarla, día tras día, transpirando petróleo que, además, se derrumbó a valores negativos, por primera vez en dos siglos, como valor supremo de sus angurrias y avaricias. Y, a pesar de tanta ambición por la bolsa y no por la vida, no en todas las latitudes existen estos miserables. Si la razón sirviera para contar la muerte (se duda siempre de la racionalidad de semejante tarea), si las matemáticas sirvieran para cuantificar la vida (también se duda de esto), se podría decir que los irresponsables y los patanes, los heraldos negros del capitalismo estallado, ya cargan sobre sus espaldas miles de muertes por el coronavirus.

            LA MUERTE LES SIENTA BIEN.

            Podría hacerse una reflexión sobre la película  Death becomes her, de Robert Zemeckis, cuando un cirujano plástico, un tal doctor Ernest Menville, vende la posibilidad de la eterna juventud, o sea, la inmortalidad. Ahora no se trata de la eternidad de mujeres que igual se degradan hasta la nada. Se trata de la desesperación del capitalismo por ser eterno. En ese camino, el mundo se topa con los Estados Unidos, que tienen a Donald Trump de jefe y más de 53 mil muertos, además de casi un millón de afectados por la peste. Se sabe que a Trump le gusta ser primero en todo, y lo consiguió al llegar a ser el presidente del país que tiene sobre su dolida gente más de la mitad de todos los casos infectados hasta ahora, y la tercera parte de todos los muertos ocurridos en esa primavera boreal. No hay inocencia en esa cifra. Nunca la muerte de otros que puede ser prevenida y, más, frenada, es inocente. Se presumía que la mayoría de las víctimas serían los pobres, los negros y los hispanos. Un forma de darwinismo oportunista ya que en vez de echarlos con leyes migratorias se deja que el virus haga lo suyo en poblaciones de riesgo. Ante el escándalo de las muertes, Trump propuso –a su manera, como el patán brasileño Jair Bolsonaro (en la cuerda floja por la renuncia de su ministro de Justicia, Sergio Moro, hombre apto para todo servicio en el golpe blando contra Dilma Rousseff y la persecución del gran Lula Da Silva) o como el recuperado pero tardío arrepentido, el primer ministro inglés Boris Johnson– que se les inyectara lavandina o detergente a los estadounidenses, o tal vez rayos solares, como vacuna contra el virus. Unos días antes, la alcaldesa de Las Vegas, Carolyn Goodman, había propuesto reabrir los casinos, restaurantes, hoteles y centros de convenciones, con el único objetivo de reactivar la economía en la ciudad que recibe en condiciones normales a 42 millones de turistas por año. Al defender esa cuestionada iniciativa en un programa televisivo, la alcaldesa redobló la apuesta y propuso a su ciudad como un laboratorio experimental para que científicos evalúen si es cierto que morirían más personas sin medidas de distanciamiento social. Increíble: trató de convertir en una contribución a la humanidad que murieran todos los millones necesarios –recuerda a la frase del dictador Jorge Videla en la Argentina– siempre que eso sirviera para que la “apuesta” en el reino de las apuestas no detuviera la rueda de la fortuna. Moneymoneymoney, otra vez, en el centro y horizonte de los que el gran filósofo y lingüista estadounidense Noam Chomsky llama “bufones sociópatas”, como expresión de lo que considera una “falla masiva y colosal de la versión neoliberal del capitalismo”. O de “filósofos de la muerte”, como los llama el escritor Ariel Dorfman, cuando comparó a Trump con el ideólogo y propagandista del dictador Francisco Franco, heraldo negro del fascismo español, José Millán-Astray. Dorfman recuerda, implícitamente, el enfrentamiento del filósofo republicano Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca en pleno ascenso del fascismo y en vísperas de la Guerra Civil Española. “Venceréis, pero no convenceréis”, dijo Unamuno. Y Millán-Astray le gritó: “¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte!”. Dorfman señaló que Trump es una figura más aterradora que Millán-Astray. Que “es la personificación de uno de los jinetes del Apocalipsis, el que cabalga en el caballo blanco de la pestilencia”.

            LO HERALDOS NEGROS Y LA GUILLOTINA.

            No es una poesía del gran César Vallejo ni un cuento del gran inventor de la literatura del terror, Edgar Alan Poe, pero bien podría ser de ambos en su mensaje aterrador. Esta semana que pasó se conoció una carta de lo que se autodenominó Fundación Libertad, pero podría ser llamada nueva internacional negra, con un posible lema: “Muera ahora, pague después”. En línea con ese pensamiento, obsesionados por el avance de los Estados nacionales, que son los que garantizan masivamente la salud, el avance de la ciencia en la producción de vacunas y el cuestionamiento a los valores supremos del mercado (Europa se prepara, de hecho, para una nacionalización masiva de empresas), los varios millonarios del mundo, ex dirigentes de la derecha más cerval, y varios de su intelectuales y voceros y escribas hicieron un llamamiento, muy parecido al que Macri hizo una vez al afirmar que “el populismo es más peligroso que el coronavirus”. Macri, que sigue conspirando con cara de “yo no fui” tanto en la Argentina como dentro del fútbol, que lava fortunas clandestinas, le puso su firma en un texto elaborado por la fundación que preside el neoliberal Mario Vargas Llosa. El documento cuestiona la respuesta del gobierno argentino frente a la Covid-19, se preocupa por un resurgimiento del “estatismo y el intervencionismo” y dice que las cuarentenas “restringen las libertades y derechos básicos”. La peste ya mató 200 mil personas en el mundo. Pero estas almas inquietas –entre ellos los capos de la derecha internacional, como José María Aznar y Sebastián Piñera– están más preocupadas por sus millones de dólares en paraísos fiscales bajo la lupa de los Estados que deben aplicar un impuesto a las grandes fortunas para soportar el peso del crac económico que produce la pandemia. Saben, sin embargo, que el daño que promueven, la inestabilidad política que promueven al convencer a no pocos idiotas (siempre en el sentido griego, al hablar de ciudadanos ignorantes) de que uno se salva solo, puede tener un castigo y le temen. Ejemplo. El híper millonario estadounidense Bill Duker, dedicado a la industria de la tecnología, tiene, entre otras cosas, el mejor velero del mundo. Un yate que bautizó Sibaris –obviamente en alusión a que se considera un sibarita–, que le costó 100 millones de dólares, y atraca en el puerto de Miami Beach. En un video que puede verse en YouTube sobre multimillonarios con yates famosos, Duker confesó que equipar la cocina le costó un millón de dólares, que entre otros lujos tiene cajones forrados con piel de iguana. Y luego confesó: “Si la gente supiera cómo vivimos acá dentro, seguramente volverían a poner en marcha la guillotina”. La frase indica muchas cosas. La tremenda conciencia del despilfarro; la existencia de un mundo de necesidades fuera de ese mundo y la culpa: el derroche debería ser castigado con la guillotina. O, tal vez, evoca y teme la proximidad del terror que desplegó la Revolución Francesa sobre el que se edificó el poder de la burguesía. Porque el magnate de esta historia sabe que ahora él revista en las huestes de la oligarquía financiera, más parecida a la edad media del capitalismo que a la modernidad que impregnó el nacimiento de los Estados modernos en el Renacimiento.

            BIOPOLÍTICA PERONISTA.

            En este otoño austral, en la Argentina, con la jefatura de Alberto Fernández y todo el gobierno integrado por científicos y militantes políticos que creen en el Estado nacional como arma central para combatir la pandemia, la distancia con los heraldos de la muerte es tremenda. Porque, como señaló Dorfman, “la misma ciencia que Trump ha ridiculizado y que ignora en forma antojadiza sigue su lento avance, progresando paso a paso, en forma rigurosa y medida, proponiendo modelos y soluciones que recuerdan las grandes victorias humanas en nuestra lucha perenne contra la muerte. Lo que nos permitirá salir de esta crisis y de las que todavía han de sobrevenir es la gracia de nuestra razón y la luz de nuestro conocimiento y, por cierto, la constancia de la solidaridad y la colaboración que siempre, pese al desvarío criminal de Trump, ha caracterizado a nuestra especie”. Lo cierto es que el primer caso importado se detectó el 3 de marzo. A cincuenta y cinco días de ese momento, los infectados totales ascienden a 3.600 y los muertos a 179. Y no sólo eso, en medio de las consecuencias del desmembramiento de la ciencia y de la salud de cuatro años de gobierno del patético neoliberal –Macri, indeed–, los científicos argentinos del hospital Malbrán que planificaban destruir y demoler pudieron lograr la secuenciación del genoma completo del SARS COV-2 que circula en estas pampas. Y que constituye el primer paso para determinar cómo son las cepas de circulación autóctona, asegurar la calidad del diagnóstico y contribuir a una vacuna contra el virus. Por eso, la gran deudora del sur, decidió –y la comunicación la realizó el ministro de Economía, Martín Guzmán, el impasible– reestructurar su deuda externa con los bonistas privados así: con la emisión de los nuevos títulos en dólares, con una quita del 62 por ciento sobre los intereses y de 5,4 por ciento sobre el capital para comenzar a pagar en 2023. Los acreedores pusieron el grito en el cielo. No lo aceptaron y era previsible. Gerardo Rodríguez, director ejecutivo de Mercados Emergentes de Black Rock, quizá el fondo buitre más grande del planeta, amenazó a Guzmán: “Yo no sé si ustedes tienen claro con quiénes se están metiendo. Nosotros tenemos espalda y podemos sentarnos a esperar a negociar con otro gobierno que entienda a los mercados. Como los entendía el gobierno anterior, por ejemplo”. Guzmán contraatacó: no descartó que también se deba modificar la ley de entidades financieras, sancionada por el dictador Videla y su ministro José Martínez de Hoz en febrero de 1977. Esa ley fue la base del proceso de apertura, desregulación, endeudamiento masivo y valorización financiera del capital. Es decir, la entrada decisiva de la Argentina en el ciclo neoliberal. Esos acreedores que saquearon con tasas usureras permitidas por cómplices como Macri quieren cobrar –como el Shylock de El mercader de Venecia, de Shakespeare– a costa de la vida de los argentinos. Pero el planteo del gobierno de Alberto Fernández fue bancado por buena parte de quienes tensan la cuerda a favor de los Estados nacionales representados en el FMI y los fondos buitre que, como Black Rock, tienen una cartera que supera el PBI de Francia, por ejemplo. La Cepal, voceros del G20 y de la ONU consideran que la oferta del gobierno de AF “es una propuesta pragmática y de buena fe”. Pero claro, la batalla más dura está no sólo en el frente externo sino también en el interno. Como analizó el gran periodista especializado en economía Alfredo Zaiat, “existen intereses políticos del establishment local que confluyen con los de los acreedores. El canal de expresión que tienen son los medios de comunicación con mayor capacidad de penetración en el mercado. Esas grandes empresas de medios que comercializan contenidos, como uno de sus negocios principales, son parte activa del poder económico. Esas firmas mediáticas, como sus principales accionistas y la mayoría de las compañías líderes, han destinado una parte de sus excedentes financieros a comprar títulos públicos. En los balances de cada una de ellas están registradas tenencias de bonos”. Se despliega entonces una coincidencia objetiva entre miembros del establishment local y los grandes fondos acreedores, en relación a cuestiones financieras. Una investigación del periodista Ari Lijalad señaló, por ejemplo, que el Grupo Clarín, el principal grupo de medios de la Argentina, tiene 1.700 millones de pesos en bonos de la deuda. De cualquier manera, la pandemia puso a la Argentina en el centro del debate. Acepten o no, “eso es lo que hay para ustedes” es la frase perfecta para los acreedores buitres o estatales. Y es entendible. La masa de dinero puesta para cuidar la vida, el trabajo y la salud de los argentinos sumó en apenas dos meses casi 850 mil millones de pesos, una cifra que equivale al 3 por ciento del PBI.

            LOS MISERABLES.

            Lo tuvo que decir la canciller alemana Ángela Merkel: “Nunca entendí por qué en la Argentina los ricos no pagan más impuestos”. Alemania instauró un impuesto a la riqueza ante la crisis posterior a la Segunda Guerra Mundial, que recién eliminó en 1997. Y si la lucha contra la pandemia no es una guerra cabal, por lo menos se le parece en las consecuencias económicas. Por eso, el gobierno de AF y Cristina Fernández de Kirchner impulsaron la necesidad de aplicar un impuesto cercano al uno o dos por ciento de las grandes fortunas. Hubo, primero, un pase de baile judicial. CFK, como presidenta del Senado, y consciente de la resistencia de las no más de 12 mil grandes fortunas de la Argentina, a las que hace de vocero y libretista el poder mediático, tal como se dijo más arriba, pidió a la Corte Suprema que permitiera sesionar virtualmente al Congreso. Los cortesanos se tomaron su tiempo –tiempo que no tienen los millones de pobres de la Argentina y su necesidad de asistencia del Estado, que debe llegar a casi 8 millones de ciudadanos con problemas laborales o desocupados– y finalmente dijeron que ellos no debían autorizar las sesiones virtuales del Legislativo pero que daban el visto bueno para que los legisladores establecieran el reglamento de funcionamiento durante la pandemia. Así que “Listo”, festejó en tuiter CFK. Nadie podrá decir, ahora, agregó, que sesionar virtualmente sea pretexto para declarar inconstitucional el impuesto a las grandes fortunas, que la derecha macrista y sus aliados diz que radicales, es decir, neoliberales a la violeta –porque el Estado es para hacer negocios y no para repartir la plata de los más ricos– resisten con uñas, dientes, tretas y pauteros y corporación mediática al ataque. Lo cierto es que es obscena la resistencia. La lista de los más ricos de la Argentina, publicada por Forbes, en 2019 la encabezan Paolo Rocca (Techint) con más de 9 mil millones dólares, seguido por el petrolero Alejandro Bulgheroni, con cerca de 8 mil millones, y tiene entre sus miembros a los dueños del Grupo Clarín, con dos mil millones entre Héctor Magnetto y los hermanos Noble. Forbes revela que el grupo de no más de 50 ricos tiene cerca de 70.000 millones de dólares. Un impuesto del 1 por ciento sería no más de 700 millones de dólares. Si se piensa que el impuesto lo pagarían unos 12 o 13 mil millonarios, el Estado argentino piensa recaudar entre 2.300 y 3.800 millones de dólares, calculados sobre lo declarado, y cuando se sabe que el 80 por ciento de esos millonarios fugan a las grandes cuevas de evasión del mundo su fortuna. El relevamiento del Estado para pagar el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) reveló algo increíble: se supuso que accederían al IFE un millón y medio de trabajadores informales o no registrados. Pero quedaron en condiciones de percibirlo más del triple. Cerca de 4,8 millones de argentinos necesitan ayuda estatal para sobrevivir. El más del 10 por ciento de la población.

            ATTENTI A LA TECNOPLUTOCRACIA.

            Con el teletrabajo impuesto por la pandemia, se retrocede en derechos laborales conquistados. Los repartidores o delivery por apps se declararon en estado de alerta por la híper precarización. Además, el teletrabajo no es para todos. De un total de 11 millones de trabajadores, sólo 3 millones podrían realizar el home-office. Los efectos negativos de la pandemia serán mayores en los estratos de menores recursos. Por la caída de los ingresos ante la imposibilidad del uso del home-office, la pobreza podría aumentar cinco puntos. Los 4,8 millones de trabajadores, que representan el 40 por ciento de los ocupados, tienen nulo potencial de migrar al teletrabajo. En este grupo se destacan el personal doméstico, construcción, agricultura, transporte, servicios de comida, servicios de apoyo edificios y atención a la salud. El potencial de trabajo asciende a 34 por ciento en hombres y desciende a 24 por ciento en mujeres. Pero además, las estadísticas sirven para las radiografías pero no para definir el curso de los acontecimientos. La desigualdad tecnológica sumada a la precarización laboral es un tema de la materialidad de la vida. Además de las condiciones subjetivas de eliminación de la diferencia entre jornada laboral de la del descanso; que el teletrabajador financie los costos operativos de las empresas –luz, servicios, transporte– que redunde en una reducción del salario real y de hecho lo empobrezca. Una nueva mano de obra para un gobierno al que le teme Chomsky cuando habla de que el capitalismo puede reinventarse después de la pandemia con un nuevo sistema, con Estados altamente autoritarios y represivos que expandan el manual neoliberal incluso más que ahora. Una tecnoplutocracia donde los súper ricos usen la tecnología y las consecuencias de la pandemia para un nuevo ciclo de explotación y un retroceso a las primeras etapas de la brutal era de acumulación del capitalismo industrial, donde las jornadas de trabajo eran mayores a doce horas. Y el trabajador no tenía acceso a derechos de protección social. Los sindicatos parecen prevenidos, pero nada está escrito. Transformar en normal la vida pandémica en el trabajo y la producción costará otra vez sangre, sudor y lágrimas. El economista y escritor italiano Christian Marazzi, autor, entre otros libros, de El sitio de los calcetines, señaló la necesidad política de un nuevo Estado social que promueva un modelo antropogenético, basado en las actividades humanas para el hombre, que se apoye en la salud, lo comunitario, la cultura y el medioambiente en vez de en las mercancías. Para él, el coronavirus es “un virus de clase”. Es obvio que produce efectos diferenciados sobre las clases sociales. Y también entre los países. Porque el temor de no pocos intelectuales es que, como señaló Slavoj Zizek, ante el desmoronamiento pandémico de nuestro mundo no haya un final a la vista. ¿O sí lo hay? Por las dudas, Zizek propone la reasignación de recursos. “Tenemos suficientes. La tarea es reasignarlos fuera de la lógica del mercado (…) No importa cómo llamemos al nuevo orden que necesitamos, comunismo o coinmunismo, como lo hace Peter Sloterdijk (una inmunidad colectiva organizada contra ataques virales), el punto es el mismo”. El filósofo esloveno pide a gritos “nuevos guiones”. Se necesita “un horizonte de esperanza. Necesitamos un nuevo Hollywood pospandémico”. Claro que no se trata de vivir una ilusión. Se trata de que el capitalismo se reinvente para la vida y no para la muerte. Y esa batalla, por lo menos en la Argentina, está en pleno desarrollo con el regreso del Estado nacional y la política imponiéndose sobre la voracidad de los tecnoplutócras del gobierno neoliberal que gobernó hasta hace apenas cuatro meses. Hasta hace muy poco, pero que se siente como una eternidad.


            El confinamiento del capitalismo

            18 de abril de 2020
            Día 32 de la cuarentena.

            La orden llegó, como se temía: todos deben salir a la calle con barbijos o tapabocas. En la Argentina y en el resto del mundo. Es más, mientras se abren ciertas actividades para no morir de economía cesante, se aumenta la vigilancia y el control y el confinamiento, no sólo de los adultos mayores. Se castiga a los transgresores. Se dictan decretos para controlar los movimientos de personas y coches. Se regula el tiempo de estar o guardarse. El cibercontrol se despliega como nunca antes. Millones de datos de usos, costumbres, consumos, deseos se vuelcan al único medio de contacto en las redes. Alguien sabrá al final de la pandemia lo que miles de millones de seres del mundo quieran, crean, coman, piensen y odien. Y deseen: porque, además, se aconseja el sexo virtual. Vigilar y controlar: si los mayores de setenta años se enferman en masa, saturan los sistemas sanitarios que el capitalismo destrozó con enjundia sistémica. Porque, se sabe, el sistema económico mundial atacado por el ejército de coronavirus entró en una fase agónica, impredecible y de default. La deuda externa de cada país; la avaricia de los fondos de inversión; el poder ilimitado del imperio estadounidense; la manía de China de disputarle el poder; el temblor humanitario de la vieja Europa; el estallido de la filosofía y la ciencia ante el retroceso de lo humano frente a la selva, como señaló el filósofo italiano Giorgio Agamben: “El umbral que separa a la humanidad de la barbarie ha sido cruzado”. Pero también, el francés Michel Foucault y el coreano Byung Chul Han cuando describen la exacerbación del control estatal inevitable que no retrocederá; o del filósofo Bifo Beraldi cuando vaticina que el sueño húmedo de la sociedad de control llegó para quedarse echándole un balde de agua fría al entusiasmo y optimismo del croata Zizek sobre la potencia refundadora de virus sobre el capitalismo.

            TAPABOCAS, GUERRA DEL CERDO Y CIBERSEXO.

            En tanto, en el mundo y en esta aldea llamada la Argentina, estas consideraciones se dan con matices propios.  En el caso de las restricciones extremas sobre los mayores de setenta años, parece atacarse la consecuencia, mientras se corre contra la causa. La culpa es entonces haber llegado a vivir tanto. El gobierno de la ciudad de Buenos Aires mezcla tilinguearía con beato presunto. Los mayores deben pedir permiso para respirar puertas afuera. Es una pesadilla en la que La guerra del cerdo, la novela de Bioy Casares, se cumple: los más jóvenes (sobre)viven y se cargan a los más viejos. La resistencia a esta decisión fue estruendosa. Retrocederán por el oprobio pero el control no cederá. Agamben tiene razón: “Una norma que establece que hay que renunciar al bien para salvar el bien es tan falsa y contradictoria como una que, para proteger la libertad, requiere que se renuncie a ella”. La universalización del tapabocas sigue ese curso, aunque más leve: taparse la boca viene a ser la exteriorización del vigilar y castigar foucaultiano. No se sabe si sirven los tapabocas, pero dan la impresión de que el virus puede retroceder; la parca puede retroceder en su tesón diario. Las masas de sobrevivientes que la cultura salvó de morir en el mundo de la selva deben sentirse soldados de un dique humano que detenga la caída del capitalismo. Es una ilusión detener ese ciclo pero como toda ilusión, tiene la contundencia de la esperanza. Sólo se trata de que, como escribieron hace ya muchos años (1965) Borges y Piazzolla en el tango “El títere”, sobre un compadrito porteño, “ni la guardiana ni el grito/ lo salvan al candidato/ la muerte sabe señores/ llegar con sumo recato”. ¿Se trata de aceptar morir con recato? Es decir, que se controle el ritmo, que la curva de enfermos y muertes “se aplane”. Desde la política y la economía parece sensato. Desde la vida es la inauguración de una nueva era de hielo. No puedo dejar de pensar en esa imagen de una amiga en Roma. Parada en una esquina, con tapabocas y guantes negros, levanta un cartel que dice “Auguri Nicola”, saludando el cumpleaños de su nieto que la mira desde una ventana. O de mis amigos que no pueden abrazar a su nieto recién nacido. O imaginar a los amantes haciendo sexo virtual: alguien, en la noche, se desnuda frente a una cámara; del otro lado está el otro amante, que también se desnuda, y recomienza el ciclo masturbatorio que, según las encuestas, es el ciclo más frecuente durante la cuarentena. Aunque el sexo se empecina en ir por sus fueros: la mayoría confesó en una encuesta que tuvo fantasías sexuales con más frecuencia que antes del confinamiento. Por supuesto, nada es más placentero que el sexo cuerpo a cuerpo, tal como lo sabemos hacer cuando amamos. O, cuando deseamos. Pero los argentinos, en general, han demostrado aceptar –no la guerra del cerdo– pero sí las medidas que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner ha tomado para combatir esta tragedia humanitaria.

            DEL NUNCA MÁS AL NADIE SE SALVA SOLO.

            La Justicia argentina aceptó flexibilizar la cárcel en muchos casos por la emergencia de la peste, pero les negó la prisión domiciliaria a los condenados por delitos de lesa humanidad. No se cede allí. No. Como si se hubiera comprendido cabalmente que el Estado que sobrevivió al neoliberalismo rampante en manos de la victoria del peronismo tiene allí su baldón fundamental. En tanto, en el mundo parece comprenderse que la Argentina, junto con Nueva Zelanda y Grecia, son los países donde la conducción política del peronismo priorizó la vida con obsesión estatal. La solidaridad con esta idea es conmovedora: llegó desde China un avión con donaciones para combatir el coronavirus. Los insumos médicos estaban en cajas que tenían las banderas de ambos países y un mensaje: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea”, tal como escribió José Hernández en el Martín Fierro. Así, también fue conmovedor que la aerolínea de bandera, Aerolíneas Argentinas, despachara a China en un viaje de 55 horas sin descenso de la tripulación para traer trece toneladas de insumos médicos. Pero el frente de tormenta más grave es sin duda el económico, mientras la Corte Suprema se toma su tiempo para decidir si habilita que el Senado argentino sesione por videoconferencia para avanzar, por ejemplo, en la propuesta del gobierno de establecer un impuesto a las grandes fortunas como, dijo AF, “una herramienta útil para afrontar la lucha contra el coronavirus y las dificultades del presente con la solidaridad de los que más tienen”. Tanto él como CFK saben que hay una fuerte especulación con los precios de productos esenciales. La inflación es un monstruo grande y pisa fuerte en la sociedad castigada por esa epidemia económica de los grandes formadores de precios, ya que la estructura económica argentina está reconcentrada. El FMI habla de una crisis mundial, que bautiza como el “Gran Confinamiento”, en una analogía con la Gran Depresión de 1929. El PBI global bajaría un 3 por ciento, un derrumbe casi tres veces mayor al registrado en 2009. La economía argentina retrocederá entre 4,5 y 7,5 por ciento: cada semana de cuarentena implica una baja de medio punto, pronostican. Por eso, no sorprendió –aunque alarmó a los grandes buitres de las finanzas argentinas y mundiales, entre los que se cuenta Clarín, la principal corporación mediática, que alineó a sus periodistas en la defensa de los bonistas, que según una investigación del periodista Ari Lijalad tiene en su poder más de mil millones de pesos en títulos de la deuda externa argentina– que el ministro de Economía, Martín Guzmán, llamado “el impasible”, definiera en la negociación por la insostenible deuda externa argentina contraída por el gobierno neoliberal de Mauricio Macri: “No habrá desembolsos en los próximos tres años”. Habrá una quita del 5,4 por ciento del capital y del 63 por ciento de los intereses de la deuda, les dijo a los bonistas privados. Además, Guzmán aseguró que la Argentina tiene “una situación de deuda que no podemos enfrentar con el FMI” y que el gobierno argentino trabaja en “un nuevo programa que implique no hacer ningún desembolso de capital adeudado en los próximos tres años” a costa de los argentinos. Alberto Fernández ratificó: “Tal vez esta sea la oportunidad para construir otro país, más justo, más solidario”. Por supuesto, el rechazo a las políticas de ajuste fue el punto de ruptura en las negociaciones con los bonistas. La propuesta argentina, pensada en función de hacer posible un plan de recuperación y desarrollo, fue tomada como una puñalada por los fondos buitre, que amenazaron con esperar un cambio de gobierno, como “el anterior”, es decir, el sueño también húmedo de que la historia vuelva a repetirse con un modelo neoliberal de saqueo y destrucción. Parece difícil que se logre socavar la fuerza política del gobierno de “Los Fernández”. No sólo porque AF es culto, a diferencia de su antecesor, sino porque las políticas empleadas cuentan con un altísimo e inédito consenso entre los suyos. Unas encuestas realizadas entre abril y esta semana de cuarentena anticipan una radiografía concreta de la sociedad: los argentinos no sienten miedo, pero sí mucha preocupación e incertidumbre frente a la pandemia; la mayoría, en un abrumador 88 por ciento, dice que AF “hace las cosas bien y muy bien”; tienen una altísima valoración del rol del personal de la salud –médicos, enfermeros, personal sanitario, etc.– en un 68,8 por ciento, seguida por una confianza fuerte en el rol del Estado (61,6%) y en la comunidad científica (50,6%), y dicen que extrañan sobre todo la ausencia de restaurantes, los dentistas y las peluquerías. Algo más, algo importante: definieron ya, al parecer, quién debe sostener el peso de la crisis. La gran mayoría defiende un impuesto a las grandes fortunas del país y que se debe marchar a que el Estado dé nacimiento a un Ingreso Básico Universal (IBU).

            EL EJE VIRAL DEL MUNDO.

            Así que, porque la peste hace sus tareas en ese tiempo sobre un capitalismo agónico con cada vez peor prensa, la estatura del presidente AF crece no sólo entre los argentinos. También ocurre a nivel mundial. En diálogo con su par francés, Emmanuel Macron, para agradecerle el apoyo en las negociaciones por la deuda externa con el Club de París y el FMI, AF eligió una frase de La peste, de Albert Camus, para avanzar en la necesidad de que el mundo pospandemia se base en la solidaridad y no en el saqueo financiero. “Las pestes matan personas y dejan el alma al descubierto”. Quien mejor lo expresó fue el psicoanalista y pensador argentino Jorge Alemán cuando afirmó que el capitalismo enfrenta una nueva cuestión que promueve la idea de una tormenta perfecta y señaló algunos puntos al respecto. Dijo que es la primera vez en la historia que no hay un organismo mundial ni pacto entre Estados que sea eficaz frente a la pandemia; no hay categorías para pensar el mundo que vendrá y surge la pregunta de si la humanidad es capaz de aprender algo de las situaciones límite y, en ese caso, si es capaz de transmitir ese conocimiento colectivamente. Además consideró que está en silencio la disputa de quiénes pagarán las consecuencias del desastre. “En estos diferentes puntos encontramos algunos de los argumentos que constituyen el interrogante del siglo XXI: el valor de la vida humana en la civilización construida en la modernidad. Pero esta vez, como nunca ha ocurrido antes, depende de una elección forzada, emancipación o barbarie”. Le asiste la razón. Esta semana, Trump ordenó dejar de aportar 400 millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Intentó culparla del desastre humanitario con miles de muertos en los EE.UU. Jair Bolsonaro, en Brasil, echó a su ministro de Salud. Ambos presidentes oscilan entre el mundo de las caricaturas y el terror. Tal como definió el periodista Eduardo Febbro desde París, “patoteros opacos, bufones brillantes e irresponsables sin redención. Varios movimientos políticos y líderes nacionales y mundiales de las derechas duras han fracturado todas las fronteras de la indecencia y la ineptitud en su gestión de la pandemia. Constituyen hoy lo que bien puede llamarse el eje viral del mundo cuya nocividad se contrapone a los mandatos ejemplares protagonizados en la Argentina por el presidente Alberto Fernández y otros jefes de Estado y de gobierno a través del planeta. Con un Estado descuartizado por la administración macrista, había que tener coraje político para decretar el confinamiento del país y las demás medidas que, a no dudarlo un segundo, salvaron miles y miles de vidas humanas”. Al debate sobre el destino del capitalismo se sumaron muchos intelectuales. El economista estadounidense Douglas Rushkoff cree que el mensaje de Trump es claro: la economía no está aquí para servir a los seres humanos; los seres humanos están aquí para servir a la economía. Rushkoff dice que los multimillonarios ya se están preparando para escapar. Están reservando jets privados, listos para partir hacia sus lugares aislados del fin del mundo una vez que sientan que ellos mismos están en riesgo genuino y desde ahí piden y piden que no se pare la economía. Este empuje no viene de los economistas, planteó Paul Krugman esta semana en su newsletter en el New York Times: “Viene de los cranks and cronies, que podemos traducir como ‘maniáticos y compinches’ de Trump”. A quienes Krugman también se refirió como “los que padecen la enfermedad del multimillonario: la tendencia a asumir que sólo porque eres rico también eres más inteligente que nadie, incluso en áreas como la epidemiología”. Sabiendo lo que se describe aquí, Henry Kissinger tiene miedo, como señaló la periodista argentina Telma Luzzani. Porque el gran mentor intelectual del imperio “reconoció el fin de la hegemonía estadounidense” en su último artículo “La pandemia del coronavirus va a alterar para siempre el orden mundial”, publicado el pasado 3 de abril en The Wall Street Journal.

            LA DECADENCIA DEL IMPERIO AMERICANO.

            Kissinger expresa abiertamente sus dos grandes temores. Después de la Covid-19, ¿se podrá “salvaguardar los principios del orden mundial liberal”? “Un país dividido como Estados Unidos, ¿será capaz de liderar la transición al orden posterior al coronavirus?” Desde Inglaterra, el filósofo y politólogo John Gray apunta que “el capitalismo liberal está en quiebra”. Sostiene que “la crisis por la que estamos pasando es un punto de inflexión en la historia. La era del apogeo de la globalización ha llegado a su fin. Nuestra vida va a estar más limitada físicamente y a ser más virtual que antes. Esto no significa pasar a un localismo a pequeña escala. Pero la hiperglobalización de las últimas décadas tampoco va a volver. La creencia de que la crisis se puede resolver con un estallido sin precedentes de cooperación internacional es pensamiento mágico en su forma más pura. Si la Unión Europea sobrevive, puede que se parezca al Sacro Imperio Romano en sus años finales, un fantasma que subsiste durante generaciones mientras el poder se ejerce en otro lugar.  Las decisiones perentorias ya las están tomando los Estados nacionales. Dado que el centro político ha dejado de ser una fuerza de liderazgo, y con gran parte de la izquierda aferrada al fallido proyecto europeo, muchos gobiernos estarán dominados por la extrema derecha. Rusia ejercerá una influencia creciente sobre la Unión Europea. Tanto si Trump conserva su poder como si no, la posición de los Estados Unidos en el mundo ha cambiado de manera irreversible. Lo que se está desmoronando a toda velocidad no es sólo la hiperglobalización de las últimas décadas, sino el orden mundial implantado tras el final de la Segunda Guerra Mundial”. Así, mientras España, Francia y la misma China mantienen con distinto rigor el confinamiento, los EE.UU. es el país donde más infectados y muertos hubo ya. Brasil es una “bomba epidemiológica” en el centro de Latinoamérica. Y el Banco Mundial proyectó una caída del 4,6 por ciento en el PBI de América latina, la mayor desde que hay registros. México y Ecuador serán los más afectados. Tal vez por eso, el mayor intelectual político boliviano, Álvaro García Linera, se mostró escéptico de las definiciones de Gray: “La ilusión de regresar al Estado de bienestar como se manifestó en las décadas siguientes a la segunda posguerra chocan de frente con los cambios estructurales y tecnológicos que se vienen desplegando en los últimos tiempos, cambios que han reconfigurado gran parte de las prácticas sociales, económicas y culturales. Resulta ingenuo suponer que se trata de reconstruir el funcionamiento sin más del Estado social sin tomar en cuenta el estadio actual de la valorización capitalista y de las profundas mutaciones que han disparado la agudización de la virtualidad y de la digitalización”. García Linera no ve un escenario equivalente por problemas estructurales del propio sistema de la economía-mundo. “¿Cómo compatibilizar el núcleo esencialmente egoísta del capital con la trama de solidaridad que supone el acceso gratuito y universal a la salud? El virus, a su paso, deja desnudo al sistema. Pero eso no significa que esté muerto. Seremos testigos de su esfuerzo denodado por mantener el statu quo, por intentar salir más poderoso de esta crisis, como ya lo hizo en otras ocasiones. El capitalismo se alimenta y se expande aprovechando las crisis que genera. Veremos hasta dónde nos lleva la Covid-19, qué murallas rompe y qué posibilidades abre para ir más allá de la globalización”.

            A pesar de todo, aún queda la esperanza. Como dijo un internauta luego de escuchar a René Pérez y un grupo de músicos cantar “Latinoamérica”  (https://youtu.be/crXjkY1QBck)  para conjurar la pandemia: “Yo decreto que Latinoamérica resistirá porque somos el futuro del mundo. El corazón y los pulmones de la tierra están en América. El nuevo continente una vez más mostrará sus maravillas. Si naciste en Latinoamérica viste el Edén”.

            Que así sea.


            Elogio del encierro

            12 de abril 2020
            Día veinticinco de la cuarentena

            Los argentinos levantamos la apuesta a que lo único seguro contra la peste es el encierro doméstico. El presidente Alberto Fernández ordenó extenderla hasta el 26 de abril. Por lo menos. Como un profesor, explicó en detalle por qué y cómo es el único camino. El país es admirado –y Fernández logra un altísimo nivel de adhesión– porque su curva de contagios y muertes va en cámara lenta. Más allá de los idiotas (siempre en el sentido griego, claro) que son capaces de eludir los controles, como una ragazza que se metió en el baúl de su coche para ir a ver al novio porque extrañaba –lógicamente– el sexo. A propósito, es difícil compartir la idea de Franco “Bifo” Berardi de que aceptar la realidad del caos en curso es también aceptar la idea de la muerte. Pero qué cierto es que lo único que se opone al caos es el erotismo. Claro que sexo no es lo mismo que erotismo. Aunque es un instante vital que alimenta lo erótico. Bifo aconseja, en su vibrante italiano, vibrar a la misma velocidad del caos, del universo que se hizo demasiado doloroso. Respirar, conspirar, inspirar. El erotismo versus la muerte. Pero, ¡el erotismo no es aceptar la muerte! Es combatirla. Por ahora, con la cuarentena. Insisto, a pesar de los idiotas. Es notable que en los barrios más pobres y populares la velocidad de expansión del virus es la más baja. Y sólo es alta en los barrios de la ciudad de Buenos Aires de clase media o de clase alta. Los burgueses pequeños o grandes se preocupan –expresados por los medios– en poder salir a correr. El footing contra la cuarentena expresa, en verdad, otra cosa: los grandes medios quieren que termine rápido porque el capitalismo cruje. Para el capital financiero que los inspira el encierro, el orden progresivo de las actividades económicas que pueden realizarse con permiso estatal es un cepo. Un nuevo bozal a su furia de aceptar la muerte pero no dejar de ganar moneymoneymoney. No importa la contundencia del dolor. Un tuit de una escritora conocida conmueve. Su primo vivía desde hacía mucho en Nueva York. Murió, como se murió siempre pero más ahora, solo. Un camión frigorífico reconoció su cuerpo y lo llevó sin destino cierto. Porque el virus es doblemente mortal: la soledad final y la soledad previa. Tal vez lo llevaron a esa isla cercana donde cavan fosas comunes sin cesar. Porque los Estados Unidos, con Trump al mando, son la meca de la peste. Nadie asegura que Trump será reelecto. El demócrata Bernie Sanders se bajó de la candidatura presidencial, dejando al ex vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden, como adversario de Trump en las elecciones. Pero noviembre es, peste mediante, un viaje a la eternidad.

            LA BOLSA O LA VIDA.

            El mundo está de duelo. Esta semana terminó con más de 1.200.000 infectados y 108.000 muertos. Se inició con la hospitalización del primer ministro inglés, Boris Johnson, un negacionista como Trump. Sólo en los EE.UU., que lideran las estadísticas de la pandemia, hubo 480.000 infectados y más de 20 mil muertos. La Argentina acusó el dolor de 90 muertos y 2.192 casos activos. A pesar de la diferencia de población, la decisión de que es más importante la vida que la bolsa define el tipo de capitalismo al que apuesta la mayoría de los argentinos. Insisto, a pesar de los idiotas. A pesar de las presiones para reabrir el mercado. Otro tuit impresiona: “En Nueva York, el sonido incesante de las ambulancias es la banda de sonido de una película que nunca hubiera querido vivir”. Finalmente, allí se anunció que van, como los argentinos, hasta el 26 de abril con el confinamiento, como hizo España. “Esta será la más dura y triste semana. Este va a ser nuestro momento Pearl Harbor o nuestro momento 11S, francamente”, dijo Jerome Adams, cirujano general de Estados Unidos. Y allí, en el ombligo del neoliberalismo, están los diez más ricos del mundo. Desde Jeff Bezos, de Amazon, hasta Bill Gates o los dueños de Oracle, Zara y Walmart, según la revista Forbes. Todas sus fortunas juntas superan el PBI de la Argentina, por caso. En Brasil, Bolsonaro emula a Trump. Acotan su poder los militares pero resiste con los neopentecostales en su locura de no proteger la vida de su gente. Luiz Henrique Mandetta, un médico y funcionario que ganó visibilidad a raíz de la pandemia, a diferencia de Bolsonaro, defiende el distanciamiento social como manera de reducir la propagación del virus. Los medio bautizaron a Bolsonaro como “La reina loca” porque trató de echar a Mandetta, que se quedó por apoyo militar, que allí son los que gobiernan. Nunca tuvieron un Nunca Más como en la Argentina que retirara a los militares definitivamente hacia los cuarteles, bien lejos del poder político. Pero Bolsonaro aprovecha en su aparente demencia el tono feroz del capitalismo: loco o no, estimó que 24,5 millones de personas tendrán su contrato reducido o suspendido en Brasil. Tan dramático el quiebre del poder del Estado bajo el mando de Bolsonaro que en las favelas, hasta los narcos decretaron el toque de queda para proteger el negocio pero, de paso, la vida de sus consumidores. En el Ecuador de Lenin Moreno, un Tribunal de la Corte Nacional de Justicia encontró una forma de correr el eje de atención sobre los cadáveres desparramados en las calles de Guayaquil luego de que la pandemia del coronavirus saturara el sistema sanitario. Condenaron al ex presidente Rafael Correa a ocho años de prisión, proscribiéndolo además por 25 años por el supuesto delito de “cohecho agravado”. Correa no se equivoca cuando asegura que los jueces lo sentenciaron sin haber probado nada porque necesitaban otro show que tapara el hedor de los cadáveres.

            ¿Pero es posible tapar la verdad con tapas y miles de serviciales noticias a favor de un traidor cuando sus ciudadanos muertos se acumulan en las canaletas de una ciudad fantasma? Como hace una semana lo fueron los cuerpos tirados en las calles de Guayaquil, las imágenes que circularon en redes y mostraron a Nueva York desde los aires con grandes fosas comunes y cajones que de a poco iban quedando bajo tierra. La principal potencia mundial, que prohibió tomar y difundir imágenes de las víctimas del 11S, se muestra vulnerable. Porque la peste allí y en el mundo provocará “la peor caída económica desde la Gran Depresión” de 1929. Lo dijo Kristalina Georgieva, directora del FMI: 170 países de los 189 miembros del FMI van a registrar una contracción de su ingreso per cápita en 2020. Hubo un pequeño milagro en la obscena billetera de los financistas around the world: después de dos intensas semanas de discusiones y reuniones frustradas, la Unión Europea acordó desbloquear las ayudas de medio billón de euros después de que España e Italia lograran que el acceso a esos fondos no estén condicionados a ningún programa de ajustes o reformas, como querían los Países Bajos. Y en medio de tanto caos y multilateralismo en crisis, antes de que expirara esta semana se reunió el Grupo de Puebla, integrado por 14 países de la región. En la cumbre virtual los líderes políticos subrayaron la máxima de “nadie se salva solo”, de la que Alberto es uno de los principales portavoces, y aprovecharon para rechazar la condena a Correa. Por eso, también están discutiendo cómo organizarse para pedir la condonación de la deuda externa.

            Así, a la afirmación de que nadie se salva solo sobreviene la pregunta de oro de cómo salvarse en el reino del neoliberalismo. Hay datos estremecedores: más de un tercio de la población mundial carece de instalaciones básicas para el lavado de manos: se trata de 3.000 millones de personas, según datos de Unicef. En América latina y el Caribe las cifras son un poco mejores (menos del 15 por ciento) pero dispares: en Bolivia más de un 25 por ciento está excluido de las tuberías de agua corriente; en Haití la cifra supera el 75 por ciento. La desigualdad interna también es notable: en República Dominicana, la brecha en el acceso al servicio entre zonas urbanas y rurales es mayor al 70 por ciento, en Perú es del 30 y en Brasil del 20. Y todos estos datos corresponden al acceso al agua en general: cuando se trata de agua potable las cifras son peores. En Francia y el Reino Unido, dos casos que han estado en boga esta semana por el número de muertes, gastan anualmente 4.000 dólares per cápita, según datos de la OMS. Bolivia, para poner un caso de la región, gasta poco más de 200 dólares; Perú, Colombia y Paraguay no superan los 400. En América latina sólo tres países –Cuba, la Argentina y Uruguay– superan el promedio global de camas hospitalarias de 27 por cada 10.000 habitantes. En la Argentina, a pesar de la pandemia neoliberal, los científicos y técnicos de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Dr. Carlos Malbrán –que el gobierno de Macri desfinanció y desguazó– lograron secuenciar los genomas completos de tres pacientes argentinos con coronavirus SARS-COV-2. Pudieron establecer  la procedencia de los virus: uno de ellos es de Estados Unidos, otro de Europa y otro de Asia. Un primer escalón para empezar a ver cómo son las cepas de circulación autóctona, que son las que infectan a los argentinos que deben ser salvados antes de la emergencia de una vacuna.

            MUTATIS MUTANDI

            (o cambiar lo que debería ser cambiado).

            No es casual que la Argentina esté entre los países que apostaron a la vida más que a la bolsa. Las partidas de dinero gubernamental bajo el rubro de “políticas alimentarias”, para villas y barrios de emergencia, treparon 132 por ciento durante la cuarentena. También crecieron las partidas de salud. El gobierno de la provincia de Buenos Aires dio luz verde a la incorporación de médicos jubilados y retirados para el sistema sanitario estatal, con el objetivo de aumentar la planta de profesionales de la salud que eventualmente se necesitará ante un aumento de la demanda de atención por la pandemia de coronavirus. Hubo, además, medidas humanitarias –como el envío a sus casas de numerosos presos–, siempre que no estén condenados por violencia contra las mujeres o por delitos de lesa humanidad. Parte del ajuste político de la Justicia, en receso, fue enviar a arresto domiciliario al ex vicepresidente Amado Boudou. Un grupo de mujeres de distintos partidos políticos difundió su primer documento contra la violencia patriarcal y machista, ya que una de las consecuencias dramáticas de la cuarentena es que hayan aumentado los femicidios. En tanto, la gran tensión del descalabro que produce la pandemia es quién pagará las consecuencias de la crisis tremenda que se despliega al mismo ritmo de un crack que todos referencian en la gran crisis de 1929 o en las consecuencias de las guerras mundiales. Mientras, las cadenas McDonald’s y Burger King, transnacionales grasosas como las hamburguesas que fabrican, pagaron menos de la mitad de los salarios a sus empleados en la Argentina, además de incumplir las normas sanitarias, en medio de la pandemia. La velocidad del contagio del coronavirus contagia también a los monopolios y empresas que tienden a trasladar el costo de la crisis al eslabón más débil. Por tradición e historia, la reacción política y sindical no se hizo esperar. El secretario general de la CTA y diputado nacional Hugo Yasky propuso la creación de un fondo de emergencia contra la pandemia que se basaría en un aporte del 1,5 por ciento de las fortunas personales de las personas más adineradas del país. Por única vez. No fue inocente esta propuesta. La agencia federal de impuestos, AFIP, descubrió, según informó su titular Mercedes Marcó del Pont, que organismos oficiales extranjeros les comunicaron que existen 950 cuentas de cerca de 2.600 millones de dólares de gente que evadió el pago de impuestos. Son cuentas en el exterior que, en todos los casos, presentan saldos de más de un millón de dólares, lo que indica que se trata de individuos o familias de grandes fortunas. Así que la idea de imponer que los más ricos paguen más parece ser una de las grandes decisiones a tomar por el gobierno. Tan dura, como fue, luego de la crisis bancaria que amenazó con romper la cuarentena por la afluencia de jubilados a cobrar en los bancos, definir cronogramas que fueran respetados por los bancos extranjeros, grandes ganadores del saqueo neoliberal durante el gobierno macrista, a encargarse de pagar a los más vulnerables ante el virus.

            “Que pague el que más tiene” es un lema tan potente como “nadie se salva solo”. Que los ricos no entiendan esta ecuación forma parte de los males de la condición humana del homini neoliberal u homini lupus (hombre lobo del hombre). Porque crece la certeza de que al virus del neoliberalismo se lo combate con más Estado y no con más mercado. Como señaló el periodista Marco Teruggi, la propuesta de la salud privatizada, el achicamiento del Estado o la resolución a través de las bondades del mercado evidencian su incapacidad de construir respuestas ante la crisis. Son, de hecho, parte del problema, como se ve por doquier en las calles de Manhattan o de Guayaquil. Como queda de manifiesto con el impacto de los recortes en salud pública en Europa o la inviabilidad del modelo norteamericano. “Aparece así, para amplios sectores, la necesidad de Estados fuertes con poderosos sistemas de salud pública, la posibilidad de nacionalizar sectores estratégicos de la economía, la intervención en el orden desigual de las cosas para equilibrar entre las minorías que acaparan cuentas y propiedades millonarias, y las mayorías trabajadoras, de clases medias, populares.” Como gran rezo laico y esperanza gramsciana se comparte. Pero el capitalismo ha demostrado que muta como mutó el coronavirus para infectarnos. Por ejemplo, se diseminó durante días el mensaje imperativo de la productividad: la cuarentena no es para hacer fiaca, versión criolla de relax, pasando por alto la angustia del encierro. Pero el imperativo calvinista del trabajo se extiende a la forma del teletrabajo, una manera de impulsar nuevos modelos de explotación laboral, de borrar la jornada de ocho horas que tanto costó en la humanización de la producción. Porque el derecho a la desconexión laboral es tan vital como el agua y el aire. Tan vital y extraño como ver pingüinos paseando por las playas más cálidas o la presencia de ciervos de los pantanos del delta del río Paraná. O a osos, ciervos, jabalíes, coyotes y cisnes en distintas ciudades del mundo. Y, para bandera de lucha de los ecologistas de todos los tiempos, que se vean por primera vez en un siglo las cumbres límpidas del Himalaya.

            Así, mientras la naturaleza cambia, la geopolítica cambia y el capitalismo cambia, la vigencia del coronavirus nos deja el mandato que bien sintetizó el filósofo camerunés Achille Mbembe: que la pandemia democratiza el poder de matar. Nuestro cuerpo se convirtió en un arma. Todos tenemos el poder de matar. Y una forma de regular ese poder es el aislamiento. Por tanto, malgré tout, hasta no vencer la peste corresponde el elogio del encierro.


            En busca de lo humano perdido

            05 de abril de 2020
            DÍA DIECISIETE DE LA CUARENTENA.

            Así son las pestes: a pesar de la resistencia a computar la vida o la muerte en cifras, se citan porque no son cifras sino precisamente vidas. Nos negamos a que las estadísticas pierdan el latido de un corazón que aún resiste. En apenas una semana se duplicó el número de infectados: la humanidad llegó al millón con 70 mil muertos, pero hubo 260 mil recuperados, inmunizados en rebaño; y la Argentina, invicta en su curva de contagios menor a 45 grados por decisión política, trepó a unos 1.500 quinientos casos con 44 muertos. Impresiona la numeración de la vida y de la muerte. Como impresiona que se debata a escala global, y por supuesto nacional, qué es más importante, si salvar la vida o salvar al capitalismo. Tal vez Albert Camus se equivocó en su novela La peste cuando elogió la solidaridad humana en la ciudad argelina de Orán, invadida por el mal de los protagonistas, el médico Rieux y su compañero Tarrou. Le hizo decir: “En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”. ¿Las hay? Somos cíclopes ciegos ante la pandemia del coronavirus, todavía, y las fobias nacionales parecen desmentir el espíritu elevado de no pocos para aferrarse a la solidaridad como una vara mitológica que nos salve del naufragio. Jamás deberíamos acordar con el filósofo rumano Emile Ciorán cuando afirmó que lo que el griego Diógenes buscaba con su linterna era a un indiferente. No. Buscaba a un ciudadano. El griego buscaba al protagonista de la polis, que pudiera elevarse por sobre las miserias de los idiotas, devenidos miserables. Allí, en el fondo de la Grecia fundadora, como en esas latitudes cuando ciudadanos y miserables se enfrentan ante las consecuencias materiales de la peste. Cuando la Argentina de masas, multitudinaria en la costumbre de defender sus derechos de todo tipo –a la vida, la libertad, el trabajo, la salud– deviene en estos días un pueblo de barbijos, hangouts y wasap, obligado a la cuarentena intramuros. Por algo se leyó en Twitter esta semana: “Según la ONU, el coronavirus ya le costó 50 mil millones de dólares a la economía mundial. Cuatro años de macrismo le costaron a la Argentina una deuda de 100 mil millones de dólares”. Los daños autoinfligidos por el neoliberalismo produjeron el costo de dos pandemias para los argentinos: deuda externa y pobreza. Y sí se expresó en el resumen de esta semana cuarentenados: en la tensión entre los indiferentes y los ciudadanos; entre los miserables y los ciudadanos; entre los que tensan la cuerda para abrir la curva de 45 grados a que la epidemia trepe a los 90 grados, como en los EE.UU. de mister Trump o en el Brasil del del indescifrable energúmeno Jair Bolsonaro. Imaginamos por un momento la parca en vuelo rasante sobre las favelas. Imaginamos el Harlem en silencio.

            LOS MISERABLES Y LOS IDIOTAS.

            Y acá nomás, en esta aldea llamada la Argentina, la derecha imbuida con la sarna del capitalismo financiero feroz, abre sus fauces, avanza con prejuicios y miedos. Remueve el estiércol de los miedos: si no se relaja la cuarentena, nos morimos de pobres y de hambre. Y busca chivos expiatorios falsos: que los políticos donen sus sueldos pero que no se toquen las cuevas financieras de ultramar. Porque estos días fueron alborotados. Cada noche, hubo aplausos para el personal sanitario y de servicios, pero también cacerolazos para exigir que los conductores del Estado en esta crisis, los políticos –en su mayoría militantes, técnicos, científicos, que no tienen acciones como CEO de multiempresas o dólares fugados al exterior– se bajen los sueldos. La Argentina idiota de la antipolítica, desciudadanizada (según los griegos), respondía batiendo cacerolas e impulsada por la derecha de las dos pandemias infligidas, como dice el tuit citado, al intento del gobierno de Alberto Fernández de llamar “miserables” a los empresarios que, como Paolo Rocca –el segundo hombre más rico del país, con una fortuna de más de 9 mil millones de dólares y jefe de la transnacional Techint–, iniciaron la blitzkrieg de echar a 1.400 obreros. El martes, Grupo Mirgor, propiedad de Nicolás Caputo, “el amigo del alma de Macri”, siguiendo los pasos de Techint, despidió a 700 trabajadores. La derecha pandémica de CEO, financistas y ruralistas, PROmovió (siglas del partido de Macri), el estruendo de los balcones para limar la popularidad del Presidente –cercana al 92 por ciento– y avisar: nada de que el Estado avance sobre el derecho sacrosanto de la propiedad. Nada de Estado de bienestar. Nada. Y no sirvió que gobernadores, intendentes, legisladores y funcionarios y jueces aceptaran donar parte de su sueldo para atenuar la furia mediática. Los grandes medios, que insisten que defender a los pandémicos y a los grandes bancos, sobre todo porque tienen en su poder títulos de la deuda argentina, exigieron renuncias varias y enfocaron sus cañones de aire y tinta sobre el ministro de Economía, Martín Guzmán, pieza clave (o hueso duro de roer) en la negociación con los acreedores externos. Los grandes medios o corporaciones mediáticas son accionistas de los fondos de inversión extranjeros que pujan por una quita miserable de una deuda externa ruinosa para los argentinos. Fernández respondió con un DNU: prohibió los despidos por 60 días y presentó el plan de ayuda a las pymes. El jueves 2 de abril, no sólo se recordó virtualmente el aniversario 38 de la infame guerra de Malvinas. Fue, además, el cumpleaños del Presidente, que duerme apenas un par de horas por día. Los argentinos oscilan entre el amor y el odio con facilidad. Sobre todo, cuando el gobierno dio su primer traspié en la lucha contra la pandemia: miles de jubilados se lanzaron a hacer cola en los bancos, que abrían sus puertas luego de un cierre de diez días, para cobrar jubilaciones y el bono especial de asistencia: una la sociedad de romerías surrealistas, con las procesiones de miles de ancianos hacia los templos del capitalismo. Dos días después, el gobierno decretó que el funcionamiento de los bancos era una actividad esencial y no cerrarían. Los fariseos, los que crucificaron a Jesús, usaron ese desfile de los jubilados por necesidad e impericia de un gobierno desesperado por evitar hambrunas y saqueos de los más necesitados, para iniciar su guerrita política con un ejército de trolls. Los periodistas entrevistaron a funcionarios del gobierno y sindicalistas bancarios. A ningún dueño de banco. Pero a la derecha criolla no le interesa la salud ni los salarios de los políticos. Hacía semanas, nomás, se habían opuesto a bajar las jubilaciones de privilegio. Buscan quebrar el espíritu comunitario que generó en gran parte de la sociedad la lucha contra la pandemia. Así las cosas en la aldea argentina, no faltó entre los miserables el gobernador de Jujuy, que echó a 62 inmigrantes al vacío de recorrer juntos en un micro sin protección cientos de kilómetros; o cuando un consorcio de uno de los barrios más ricos de Buenos Aires, llamado por caso Belgrano (el prócer nacional de la Independencia, amado por su inteligencia, su valor, su austeridad y su honestidad), intimó a una médica de un edificio a que no circule ni permanezca en espacios comunes, bajo amenaza de perseguirla penalmente sólo por temor a que trajera del hospital donde atendía el bicho de la muerte. Porque hubo sí un brutal fuego mediático e instalación de prejuicios y miedos: el otro es un enemigo que porta un virus. Como señaló la médica argentina Mónica Müller en su libro Pandemia. Los secretos de una relación peligros. Humanos, virus y laboratorios. “La realidad es que el virus existe y su evolución futura por ahora es un enigma, pero ya está claro que el verdadero brote ha provocado tres síntomas graves: discriminación, xenofobia y racismo. El reflejo primitivo de depositar la responsabilidad en algo o en alguien cuando el temor apremia no es algo novedoso ni exclusivo de la cultura argentina. Desde la aparición de las primeras enfermedades infecciosas todas las sociedades humanas han reaccionado culpando a un grupo étnico o social y aislando o sencillamente dejando morir en soledad a los enfermos”. Son grandes encrucijadas de la condición humana, en que, además, el dolor campea. Porque una de las consecuencias más dramáticas de la peste es que no hay velatorios; a los sepelios pueden asistir apenas tres personas. Y si la muerte fue por la peste, habrá cremación en soledad. Y una fosa común. Sin nombre. Sin más memoria que las que trasmitan, en su finitud, quienes amaron a las víctimas.

            GUERRA O CATÁSTROFE.

            Insistir con los griegos se impone. Después de todo, fundaron nuestra civilización occidental, que de ella hablamos; que ella padecemos. Porque el mundo se sacude en un mar de eufemismos. Se ha impuesto con inquietante espontaneidad la metáfora de la “guerra” como imagen y justificación de las radicales medidas tomadas contra el virus. Conte en Italia, Macron en Francia, Sánchez e Iglesias en España han declarado la “guerra” al virus o han hablado sin cesar de una “situación de guerra”. Llamar a las cosas por otro nombre, si no estamos haciendo poesía, si estamos hablando, además, de cuidar, curar, repartir y proteger, puede resultar una pésima política sanitaria; una pésima política. Para esta batalla no se necesitan soldados sino ciudadanos; y esos aún se están por hacer. La catástrofe es una oportunidad para “fabricarlos”, escriben los periodistas europeos alarmados por la inmoralidad imperial de aplicar sanciones económicas en medio de la catástrofe, a los países díscolos como Cuba, Irán y Venezuela. Desde Naciones Unidas se ha hecho un llamamiento a suspender temporalmente buena parte de estas medidas que hasta la fecha Estados Unidos, su principal promotor, ha ignorado. Rusia tiene sanciones por la anexión de Crimea; Irán carga con sanciones de Estados Unidos; Cuba sufre las sanciones de Washington desde hace 60 años; también Corea del Norte; y Venezuela, a la que además Trump amenaza con una invasión. Al respecto, el sociólogo brasileño Boaventura de Sousa Santos advierte: “Parece inminente una invasión a Venezuela por parte de los EE.UU. Es un acontecimiento gravísimo, violento, ilegal, cruel, que puede matar muchas más vidas que el virus. Y ocurre en un momento trágico del continente, cuando la opinión pública está concentrada en la lucha contra la pandemia”. El catedrático señala que la razón esgrimida por Trump (narcotráfico) es un pretexto. “La razón real es que los EE.UU. están con una crisis interna enorme, no solamente por el manejo muy desequilibrado de la pandemia, sino también por el declive de la economía frente a una China cada vez más poderosa. Debido a la guerra del petróleo entre Rusia y Arabia Saudita, en este momento el precio del petróleo se vino abajo. Y de tal manera que los EE.UU. necesitan urgentemente tener acceso al petróleo y los recursos naturales de Venezuela, y por eso es la invasión. Lo hacen también en año de elecciones. Esto será una tragedia para el continente.”

            México declaró la emergencia sanitaria. En Ecuador y particularmente en Guayaquil los muertos inundan las calles mientras hay dudas respecto de dónde está el presidente Lenin Moreno, supuestamente refugiado en Islas Galápagos. En EE.UU. casi 10 millones de trabajadores y trabajadoras solicitaron beneficios de desempleo en las últimas dos semanas. Es entendible, según señaló la agencia de noticias Bloomberg, que los norteamericanos hayan aumentado el consumo de marihuana y alcohol. Pero será inútil doparse ante la catástrofe. Como señaló Müller en su libro: los virus son eternos, inevitables e impredecibles. Tiene razón cuando cita a Gilles Deleuze: “El secreto del eterno retorno consiste en que no expresa de ninguna manera un orden que se oponga al caos y que lo someta. Por el contrario, no es otra cosa que el caos, la potencia de afirmar el caos”.

            LA REINVENCIÓN DEL MUNDO.

            Y porque el mundo que conocimos antes de la peste ya no volverá, porque el caos está desatado, no sólo es el turno de la ciencia sino de la filosofía y la política para repensarlo. Esta semana de la cuarentena se conocieron cientos de textos que analizan ese devenir. Para el filósofo esloveno Slavoj Zizek, la peste desencadenó otra gran epidemia de virus ideológicos que estaban latentes en nuestras sociedades: noticias falsas, teorías de conspiración paranoicas, explosiones de racismo, y más preocupación por el destino de las grandes fortunas que por la vida, pero al mismo tiempo cree en la oportunidad creada por la pandemia, “que también desató otro virus ideológico, y mucho más beneficioso, se propagará y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del Estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global”. De alguna manera, coincide con el psicoanalista y ensayista argentino Marcelo Percia, cuando en su texto “Esquirlas del miedo” hace un profundo alegato para deconstruir el capitalismo como modo de vida y producción del mundo. “Al daño que sí sabe que está dañando se lo llama crueldad, odio, insensibilidad, blindaje de la cercanía. Tal vez, capitalismo. El capitalismo está destruyendo la vida; entonces, la vida se defiende del capitalismo autodestruyéndose (…) La vida en común no está amenazada por el miedo, sino por la desigualdad. Cuidar la vida supone todavía algo más difícil: la común decisión de cambiar lo que la está dañando”. Y el italiano Franco “Bifo” Beraldi le da la razón en “Más allá del colapso”, cuando acierta: “Después de cuarenta años de aceleración neoliberal, la carrera del capitalismo financiero se detuvo de repente. Uno, dos, tres meses de bloqueo global, una larga interrupción del proceso de producción y de la circulación global de personas y bienes, un largo período de aislamiento, la tragedia de la pandemia… Todo esto va a quebrar la dinámica capitalista en una manera que puede ser irremediable, irreversible. Los poderes que administran el capital global a nivel político y financiero están tratando desesperadamente de salvar la economía, inyectando enormes cantidades de dinero en ella. Miles de millones, miles de millones… Cifras, números que ahora tienden a significar cero. De repente, el dinero no significa nada, o muy poco. ¿Por qué le están dando dinero a un cadáver? (…) Así el dinero es impotente ahora. Sólo la solidaridad social y la inteligencia científica están vivas, y pueden volverse políticamente poderosas (…) Por eso creo que al final de la cuarentena global, no volveremos a la normalidad. Lo normal nunca volverá. Lo que sucederá después aún no se ha determinado, y no es predecible”. Pero esta historia continuará.


            Coronavirus, ¿y después?

            30 de marzo de 2020
            DÍA ONCE DE LA CUARENTENA

            Días sin escribir y los muertos trepan. Las cifras son inestables, se computan ya más de medio millón en el mundo, con más de 35 mil muertes y poco más de 150 mil recuperados. Dar el número exacto de víctimas y salvados en una página estática que no se detiene en el minuto a minuto no es real. Lo real es dar cifras que globalizan la tendencia que crece, por ahora. La Argentina llegó, hoy, a los 820 enfermos y tiene ya 23 muertos. Los Estados Unidos son ya el país más enfermo. Hubiera sido necesario que comenzaran antes a protegerse, pero míster Trump vaciló. Tardó en darse cuenta de que si dejaba correr el virus sin decretar la cuarentena iban a morir bajo su mandato más de dos millones de personas. Días sin escribir y los muertos trepan, dije. La escritura no suspende la muerte, sólo la señala pero también la acordona, la trasciende. Es posible la ensoñación: al final de la pila de cadáveres que no veremos como en los campos de exterminio de los nazis, campos de concentración o en valles y montañas durante la Segunda Guerra Mundial, o en los deltas napalmeados de Vietnam, o en las llanuras arenosas y calurosas de hambrunas en África, la humanidad termine declarando que la salud, la educación y los derechos humanos –como se hizo en 1948 luego de los horrores del nazismo, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos– sean patrimonio intangible de la humanidad y sólo gestionados por los Estados post pandemia. La defensa de la naturaleza se impone: en Buenos Aires, por ejemplo, el cielo está más diáfano, con un 50 por ciento menos de producción de gases; en Venecia se ve el fondo de los canales sin góndolas. El aire se purifica; desde los satélites tripulados se ve la silueta nítida de los continentes. ¿Esto podemos esperar de poner en regla al capitalismo salvaje cuando hayamos terminado de llorar a nuestros muertos? Nadie aventura una respuesta definitiva.

            ¿EL FIN DEL CAPITALISMO?

            En todo caso, es interesante la polémica entre los filósofos, el italiano Giorgio Agamben y el surcoreano Byung Chul Han y el esloveno Slavoj Zizek. El italiano teme un avance del estado de excepción, es decir, que las mayorías aplasten en definitiva el ansia de libertad (de mercado y de posesión de bienes y de conciencia) con la excusa de la crisis: lo llamó “la invención de un virus”. Teme que el miedo de los ciudadanos pudiera ser aprovechado por los gobiernos para reducir libertades. En la Argentina, los grandes medios pedían indisimuladamente estado de sitio. El surcoreano, experto en la biopolítica, no cree que el virus pueda ser la causa de un cambio cerval del capitalismo, y el filósofo argentino José Pablo Feinmann tampoco cree que el virus sea el vector del fin del capitalismo. Sus miradas no coinciden con la de Zizek. Es ya evidente que la pandemia está haciendo temblar los mercados. Pero, a largo plazo, ¿el coronavirus podría derribar al capitalismo? Zizek dijo: “El virus puso en evidencia que vivíamos con otro virus naturalizado: el capitalismo. Es una oportunidad para liberarse de la tiranía del mercado”. No cree que el conflicto haga crecer la “solidaridad de los pueblos”. Por estos días la solidaridad es más bien “instinto de supervivencia” y, como tal, “racional y egoísta”. “El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. Obliga a guardar distancias mutuas, no es que permita soñar con una sociedad distinta. China pudo exhibir la superioridad disciplinaria de su sistema con más orgullo por su formación socialista.” El siempre rápido de reflejos Zizek publicó el que seguramente sea el primer ensayo sobre coronavirus. La tesis de Pandemic! Covid-19 shakes the world (¡Pandemia! Covid-19 sacude el mundo) es que la actual crisis sanitaria desnudó las debilidades de las democracias liberales y que el mundo se encamina, entonces, hacia un efecto político positivo. “Barbarie o alguna forma de comunismo reinventado”: tal es la dicotomía que encuentra el esloveno en este crudo y complejo escenario histórico, también inédito.

            Chul Han, en cambio, al comparar las medidas de las naciones asiáticas con las europeas, llegó a la conclusión de que la “mentalidad autoritaria” de las primeras genera más obediencia y que Europa “está fracasando” en la batalla: “Los cierres de fronteras son evidentemente una expresión desesperada de soberanía. Pero es una de soberanía en vano”. Chul Han cuestionó, además, el modelo de control policial basado en la vigilancia digital que Beijing utilizó para encarar exitosamente la pandemia y que permitirá a China exhibir “la superioridad de su sistema con más orgullo” e incluso exportarlo. Zizek reapareció y contestó: “El comunismo que debería prevalecer ahora no es un sueño oscuro sino lo que ya está ocurriendo. El Estado debe asumir un papel mucho más activo”. Otros filósofos aportan lo suyo al debate: el italiano Ricardo “Bifo” Berardi sostiene: “El capitalismo se encuentra en un estado de estancamiento irremediable. Nos fustigaba como a animales de carga, para obligarnos a seguir corriendo, aunque el crecimiento se había convertido en un espejismo imposible”. Y la estadounidense y feminista Judith Butler reafirma que “el virus quita el velo a aquello que ya estaba –y estaba mal– o lo acentúa de manera radical. La igualdad ha vuelto al centro de la escena como una necesidad”.

            VIRALIZAR LA REVOLUCIÓN.

            Lo cierto es que no se puede dotar a un virus de una determinación revolucionaria. Pero si Hobbes construyó en Leviatán la teoría de la necesidad del Estado como resultado del miedo de los humanos a los otros humanos, la producción “positiva” del coronavirus ¿puede ser la generación de nuevas formas de Estado? Vale la pena citar la nota de Feinmann publicada en Página/12 el domingo 29 de marzo (https://www.pagina12.com.ar/256018-pandemia-muerte-y-capitalismo): “Si algo hace grande a la condición humana es que el hombre muere y sabe que muere. Vivir pese a la certeza de la finitud es heroico. De aquí que nos pasemos la vida soterrándonos en uno y mil problemas cotidianos, inmediatos, a la mano, con tal de no pensar nuestra finitud. El virus termina obligándonos a una introspección que hemos buscado eludir siempre, ya aturdiéndonos con las mercancías, la tevé, internet, el sexo, las drogas. Cada uno averiguará a dónde lo conduce esto. Algunos se calman pensando que el virus nos va a llevar a un mejor horizonte, un mundo distinto. Puede ser, pero no es seguro. Nada de esto es seguro y es arduo de creer. El capitalismo ha superado muchas pestes desde su primera globalización en el siglo XV. Ha castigado a la humanidad con el colonialismo, con las guerras y con el egoísmo teórico y práctico. Porque el egoísmo, la codicia, son los conceptos fundantes del capitalismo. El socialismo buscó basarse en otros valores, pero se extravió con la teoría de la dictadura del proletariado y la violencia del Estado del partido único. Como sea, tiene mejores conceptos que el capitalismo para enfrentar una peste como la que hoy sufrimos. El papa Francisco, cuyas raíces están en el peronismo, dijo ‘Nadie se salva solo’. Y lo dijo porque es un populista de izquierda en un mundo entregado al endiosamiento del mercado y el juego infinito y sin límites de las finanzas de los poderosos. Ese mundo quizás salga debilitado de la pandemia. Pero se va a rearmar para volver. De los sujetos libres de este mundo en peligro dependerá que eso no ocurra. No de una pandemia”.

            Vale la pena citar, también, parte de un largo texto del filósofo Ricardo Forster, asesor del presidente Alberto Fernández, sobre la encrucijada del capitalismo, cuando como el gran Walter Benjamin cree que la historia de la cultura se devela pasando un cepillo a contramano de la barbarie que esta vez –por qué no– corporiza la desesperación humana por la invasión del Covid-19: “Mis inclinaciones benjaminianas me ayudan: siento que estamos en el interior de una ruptura, que el giro de los tiempos es inevitable y que lo nuevo está allí muy cerca y muy lejos. Aunque muchos repitan, casi al unísono, que la consumación de esta pandemia terminará favoreciendo la exponencial concentración de la riqueza y la solidificación de Estados más autoritarios y vigilantes. Sospecho de esas lecturas fatalistas y lineales pese a que guardan, como no podría ser de otro modo, una posibilidad más que cierta y desmoralizante. ‘Que todo siga igual, a eso llamo el infierno’, escribía Benjamin en otra encrucijada histórica. Que el Covid-19 sólo deje a su paso una estela de muerte, miedo y ampliación de los poderes reales resulta espantoso. Intento vislumbrar un giro de los tiempos, un cruce del Rubicón, tal vez una toma de conciencia que atraviese al planeta y ponga en entredicho la continuidad sin más de lo mismo, que puede tener su rostro estadounidense o su rostro chino. Algo nuevo y distinto, pero también arcaico y conocido se mueve en el interior de sociedades en cuarentena. El temor que está a flor de piel, listo para mutar en terror y acabar como aceptación pasiva de lo peor. Pero también la apertura de algo otro, revulsivo, crítico y novedoso que sólo puede emerger en los momentos de dislocación y ruptura, cuando lo inesperado hace su aparición y desarma certezas y realidades naturalizadas. No sé, apenas si lo puedo intuir, cuánto de oportunidad trae aparejada la vivencia del virus y de su expansión aparentemente indetenible. Lo único que parece estar garantizado en la historia es la repetición de lo peor; lo demás carece de toda garantía y es apenas una débil posibilidad que dependerá de nosotros que, eso también lo sabemos, no somos ejemplo de rebeldía en un mundo domesticado por el llamado al goce consumista y al hedonismo individualista. Ir, una vez más, contracorriente para romper el decurso lineal de los acontecimientos”.

            LA BOLSA O LA VIDA.

            Así es. ¿Qué nos salvará? No es la creencia en lo divino, claro. En cada noticia que buscamos en los diarios desearíamos encontrar los avances en la producción de una vacuna contra el virus. Es más, saludamos cada experimento en la aplicación de placebos. Igual, difícil no recordar la imagen tremenda y desoladora del papa Francisco –un jugador de la liga mundial antineoliberal– la noche de la misa en el Vaticano, monumentalmente desierto, por primera vez en la historia contemporánea. Porque el virus suspende muchas cosas y no sólo la vida cotidiana. Suspende el presente. Pero no el pasado. Reconfigura el futuro, incluso de las creencias más antiguas. Porque la batalla –como San Agustín sabía– entre la ciencia y la religión reflota. Recuerdo el final de El nombre de la rosa, extraordinario libro de Umberto Eco. Y su final en latín: “Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemos”. O “De la primitiva rosa nos queda únicamente el nombre”. ¿Así será con el coronavirus cuando su secreto se nos haya revelado?

            En tanto, en el alerta profundo del pensamiento crítico, se anuncia un desastre en la economía mundial. Y eso implica hambre y desorganización de la vida tal como la conocimos. Frente a esto, los Estados contestan con sus dirigencias de distinta manera. En la Argentina, hasta ahora, dice un cronista, el Estado da respuestas, el Gobierno se muestra activo, trabajando día y noche, transmitiendo sensatez y calma. Las organizaciones sociales y religiosas cooperan. La sociedad civil se conduce con templanza y dosis altas de cuidado recíproco. Para hacer el conteo de infractores versus cumplidores tiene que entenderse que hay 45 millones de habitantes. Los violadores de reglas o leyes son un porcentaje mínimo.

            ¿El virus es de izquierda o de derecha?, cabe preguntarse vanamente. Lo cierto es que la derecha política, los rezagos de neoliberalismo doméstico en la Argentina, a juzgar por el comportamiento furioso de muchos empresarios que cesantean a obreros, o quienes hacen escalar el precio de frutas, verduras, servicios y bienes indispensables, parece no temer que millones de pobres se mueran sino que se rebelen por hambre. El CEO de Techint, Paolo Rocca –uno de los empresarios más ricos, cultos y poderosos de la Argentina–, se ubicó a la vanguardia de la repudiable minoría cuando cesanteó a más de 1.400 obreros y a quienes el presidente Alberto Fernández denominó “los miserables”.

            Porque la barbarie está a la vuelta de la esquina: “La peste azuza la codicia empresaria, la urgencia irracional de remarcar artículos estratégicos de primera necesidad”, dijo Alberto Fernández. Y también dijo que no lo permitirá. Por eso, el gobierno argentino fuerza la máquina de la economía por la demanda y no por el fortalecimiento de la oferta de bienes. Por eso envía señales de que se tirará plata de los aviones si fuera necesario para ello; que haya una renta universal para sostener la demanda agregada de bienes. Se tiene la certeza de que en la Argentina nadie se morirá de hambre. Si la gran burguesía agraria y financiera se retobara, queda el poder del Estado para avanzar en expropiaciones y nacionalizaciones. O, también, para socorrerlas con paquetazos de rebaja de impuestos y contribuciones. Es una vía abierta, claro. Pero los muy ricos, los poderosos empresarios de la timba financiera y la fuga de capitales ¿acaso temen más a expropiaciones y nacionalizaciones que a la rebelión de millones de hambrientos? No hay lógica en el capitalismo tal como lo conocemos, porque les temen a las dos con la misma intensidad. La deuda mundial suma 253,2 billones (millones de millones) de dólares en 2019, equivalente a 322 por ciento del Producto Global. Con más de la mitad de la economía mundial paralizada, y más de un tercio de la población mundial en cuarentena, los deudores no podrán pagar ni intereses ni capital de los créditos. Los paquetes de rescate anunciados son insuficientes si los motores de la economía no vuelven a funcionar, dicen. Por ahora, la respuesta de cada gobierno en el mundo es distinta. La Argentina está señalada como el país más humanista hoy (en eso se baja cierta épica nacional). El gobierno argentino figura en lo más alto de la evaluación sobre el manejo de la crisis, y por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo eligió como uno de los diez países para realizar las pruebas que aceleren el registro de avances en los experimentos para curar la pandemia. Y, también, así es la evaluación realizada por la Confederación Sindical Internacional, la mayor organización laboral del mundo. De su evaluación se desprende que la Argentina, Canadá, Noruega y el Reino Unido, en este orden, son los únicos del mundo que cumplen en cuidar la vida, los alimentos, la salud y la contención de sus habitantes. No es la primera vez que la Argentina se destaca en sus pasiones y posiciones humanitarias: ya lo hizo en el siglo pasado cuando juzgó y ahora, en este siglo, cuando levantó el monumento civilizatorio del Nunca Más a los crímenes de Estado, superando en profundidad al Tribunal de Nüremberg. La Argentina sumó a la doctrina internacional la figura de “genocidio político” como su contribución más profunda al humanismo universal.

            En la vida cotidiana, las comunicaciones siguen intensas entre los cuarentenados. Cada día se siente cómo baja la potencia y velocidad en el servicio de internet por la gigantesca demanda. Pasar de la comunicación personal de millones a la virtual es inesperado y allí, como en el sistema sanitario, la humanidad tampoco estaba preparada para una pandemia. La humanidad, y nosotros dentro de ella, somos unos entenados voluntarios. Las derivaciones psíquicas-sociales del aislamiento comienzan a agobiarnos. El decurso del tiempo diario pierde precisión. También al presidente Alberto Fernández lo afecta, se dice, ya que duerme sólo un par de horas. Pierde precisión pero incuba cierta violencia intramuros. Se producen alteraciones domésticas o intrahogar preocupantes. El presidente de Italia, Giuseppe Conte, le contó a Fernández que en su país –el más afectado luego de China y los EE.UU. por lo menos con 10 mil muertos–, escalaron la violencia familiar, los homicidios y los suicidios. Hay preocupación en el movimiento de mujeres en la Argentina. Hay un llamado a la protesta en los balcones porque hubo once femicidios en apenas diez días de encierro. La violencia interna por el encierro se torna hacia otro cuerpo en conflicto: el enemigo interno, la fuente de angustia se redirige. Se escuchan las recomendaciones de psicólogos: hacer una rutina propia y mantener los ritmos familiares conjuntos. Una recomendación para las clases medias, claro. De cualquier manera, comienza a sentirse esa vaga sensación de depresión que se mantiene a raya –una sublimación del miedo que desorganiza la vida– pautando horarios de lectura, escritura, gimnasia. Hay una cita colectiva diaria en los balcones: la gente aplaude con emoción el trabajo solidario de los médicos y de todo el personal de servicios denominados esenciales que no se detuvieron. Emociona, también, que hayan regresado voluntariamente para sumarse a la tarea ciento veinte médicos argentinos que estaban en el exterior.

            TAMBIÉN ESTO PASARÁ.

            Hoy comenzó la prolongación de la cuarentena social obligatoria hasta después de la Semana Santa, a mediados de abril. Ayer, domingo, AF dejó algunas definiciones de lo que hará: más subsidios, más dinero como maná sobre pequeñas y medianas empresas, más sanciones al agio que aparece como mantra en los precios de verduras y frutas. Comienza una lenta escasez de productos industriales. El Presidente tiene altos niveles de aprobación en cómo lleva adelante la crisis, incluso de los votantes de su competidor anterior, Mauricio Macri. Millones consideran una suerte no ser gobernados por esa especie de gerente inculto con ideas neoliberales muy elementales, por cierto, e iguales a las del nefasto presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a quien se le rebelaron casi todos los gobernadores para salvar a la población del darwinismo pedestre de un violento. Fernández seduce con su equilibrio y bonhomía. Se dirige a los argentinos como un profesor paternal. Mientras promete duros castigos a quienes lucren con las necesidades de la gente. Está preocupado por el curso de la crisis en el conurbano, donde se concentra el 30 por ciento de la población argentina. Allí los pobres deben hacer colas y tienen trabajos temporarios. La batería económica del Estado ayudará. Pero el devenir es un pasadizo secreto. En lo que depende de la voluntad política, además de la medidas económicas y sociales en curso, el Presidente de los argentinos dijo: “Una economía que cae la podemos levantar, pero una vida que perdemos no la recuperamos más”. Este sentimiento profundamente solidario resistirá la prueba de las pasiones feroces del capitalismo. Porque, debe saber el Presidente, los grandes empresarios siempre están dispuestos a defender con furia sus ganancias extraordinarias. La historia argentina lo demuestra, de los golpes militares al Estado terrorista que impulsaron.

            Otra vez, sin embargo, la gran deudora del sur, como definió Sarmiento cuando la Argentina aparecía ya en el siglo XIX con una impagable deuda externa producto del colonialismo vernáculo, se transforma en una acreedora moral del mundo como con el Nunca Más. “El Estado va a estar más presente que nunca para que nadie sea desamparado y para que a nadie le sea permitida la miserabilidad de especular, de subir precios, de dejar a los argentinos sin trabajo. Por eso, esta pandemia tiene que servirnos como enseñanza. Nuestra subsistencia depende de confiar en los demás. Depende de cuidarnos para así, cuidar a la comunidad a la que pertenecemos. Depende de apartarnos del egoísmo para seguir la regla de la solidaridad. Nadie se salva solo. Y la Argentina es nuestra casa común.” La intemperie viral será la economía, pero la política puede ir por sus fueros: es el mundo de la cultura y del trabajo el que debe tallar. Hay que defender sus valores con uñas y dientes, y una enorme pasión por lo que nos hizo humanos. Y, entonces, es bueno recordar. Escribí en Twitter: “La inspiración de Cristina Fernández de Kirchner al elegir a Alberto Fernández es la demostración cabal de que ella ama a su pueblo más que a sí misma”.

            Algo más, algo importante. Los adolescentes ya arman en sus celulares y en sus computadoras “la coronafiesta” virtual con la aplicación Zoom. Es un alivio saber que la vida continúa, que la vida se abre paso, siempre, aunque a veces me sienta como el personaje del científico de la película El núcleo, que a punto de morir encerrado en una cápsula que va a estallar, sigue dictándole a un pequeño grabador de mano sus conclusiones de por qué aunque él muera el mundo podrá salvarse. Eso es, sin duda, este diario.


            Las miserias humanas

            26 de marzo de 2020
            DÍA SIETE DE LA CUARENTENA

            Escuchamos al Presidente AF. Vimos las estadísticas del mundo de la pandemia: 383.791 enfermos; 24.073 muertos; 12.3942 recuperados. La Argentina, todavía rankea bajo: 589 casos, 12 muertos y 72 recuperados. Las cifras del séptimo día conmueven porque la curva no desciende. Y los Estados Unidos superaron a China en enfermos. Y en un solo día tuvieron un 30 por ciento más de muertos.

            Hay una dirección donde seguir el saldo de esta batalla en tiempo real: https: //www.covidvisualizer.com. Duelen nuestros muertos y duelen todos los muertos. Duele la querida Europa. Imposible no transcribir la cartawasap de una querida amiga, periodista de la RAI, ya jubilada, en una comunicación desde Pratti, cerca del Vaticano. “Situazione brutta. Stiamo chiusi in casa, uscendo due volte a settimana per fare la spesa, con mascherina e guanti. Non si può’ fare nulla. La prima settimana e’ passata con disinvoltura, grandi letture, lavori dimestici, cucina. La seconda con un calo fisico e psicologico. La terza con sottile depressione. Certo, a casa si può scrivere, studiare, comunicare con internet, ma e’ la reclusione che pesa sul cervello…. qui si esce solo per buttare l’immondizia davanti a casa. Poi si rientra precipitosamente. Se vedi uno passeggiare, attraversi la strada per non incrociarlo… i contagi aumentano, le città’ vuote sono fantasmi, come in tutto il mondo. Gli ospedali del nord Italia sono al limite, medici e infermieri lavorano ininterrottamente da settimane. Sono cose che sai certamente. Quello che e’ difficile da spiegare e’ la sensazione di “assedio” e le paure interiori… ti abbraccio forte.” La vida cotidiana es común en su descripción, en cualquier parte del mundo. La reclusión, la crisis sanitaria… Pero adelanta aquello que culpabiliza: eludir el contacto con el otro, presunto portador del virus. Y las formas que toma el miedo a la muerte: la sensación de asedio, de estar rodeados por un enemigo que viene a matar y del cual aún no podemos defendernos más que dejándonos caer en una especie de vida latente. Es un temor impreciso a todo lo ajeno a nuestro cuerpo, un cansancio existencial ni siquiera limitado, combatido, por la rutina de la vida cotidiana. Porque para sentirnos vivos, debemos tener la certeza del futuro. No poder planear, mirar hacia adelante, aterra. Un temor, dice, que es difícil de explicar. ¿Sólo lo pueden hacer, minutos antes de morir, los condenados a muerte? No, sólo se puede sentir. Y punto. Freud lo dijo: imposible pensar en la propia muerte.

            Pocas veces los humanos estaremos más convencidos de que si por algo nos elevamos del mundo animal fue por la ciencia y la técnica para sanar y para comunicarnos. Primero, fue la palabra. Pero ¿qué haríamos ahora sin los biólogos, los médicos, los respiradores y la medicina? ¿Qué haríamos sin internet, sin la fibra óptica, la comunicación a distancia? Sin Skype, Zoom e Instagram, por ejemplo, y cualquier aplicación que rompa el aislamiento. Virtualmente juntos, pero juntos al fin. Lentamente, la humanidad toma conciencia de su vulnerabilidad filogenética. Porque esta es una guerra sin armisticio. Se gana o se pierde. Hay vacuna o se muere en cada ataque masivo del virus. Y la teoría de Darwin se actualiza día a día: vive el más fuerte. Pero digamos que los humanos deben reinar, como sea, en especial en el mundo de la palabra donde se tiene la hegemonía universal. Ese parece ser el caso de la RAE que, en medio de la pagura mundial, necesitó precisar que la forma correcta de hablar sobre el virus es en femenino. Es “la” y no “el” COVID-19. Argumenta que “si se sobrentiende el sustantivo tácito de enfermedad, lo más adecuado sería el uso en femenino: la COVID-19”. Amén. Pero nuestro movimiento de mujeres tal vez tenga algo que decir de empardar el género femenino al agente mortal de la peste.

            En la Argentina, en tanto, el Presidente AF parece ser elegido como el líder del equipo mundial de quienes eligen no sacrificar la vida de su pueblo antes que defender a rajatabla la intangibilidad de las leyes económicas. Hubo una reunión virtual del G20. “La urgencia que marcan las muertes, nos obliga a crear un Fondo Mundial de Emergencia Humanitaria que sirva para enfrentar, mejor equipados de insumos, el contexto que vivimos”, dijo AF a los otros líderes. “Enfrentamos el dilema de preservar la economía o la salud de nuestra gente. Nosotros no dudamos en proteger integralmente la vida de los nuestros”, resaltó y agregó que “el tiempo de los codiciosos ha llegado a su fin. Como enseña el Papa Francisco, tenemos que abrir nuestros ojos y nuestros corazones para actuar con una nueva sensibilidad”. Tal vez por esto, un sondeo de opinión reveló que Alberto Fernández tiene el porcentaje de adhesión más alto de la historia de los argentinos. El 92 por cierto cree que está manejando bien la crisis. En cuanto al paquete de medidas oficiales, más allá de la cuarentena, incluye suspensión de clases, restricción del transporte público y cierre de comercios, entre otras, el apoyo llega al 94,7 por ciento con apenas cuatro por ciento de rechazo. La consultora Analogía apunta al debate más profundo que se da en todo Occidente. Esto opina la mayoría de los argentinos: “En un marco de excepción aparecen de manera nítida las opiniones mayoritarias acerca de la centralidad del rol del Estado, y la necesidad de que intervenga directamente en el control de actividades estratégicas para la población. Asimismo hay gran acuerdo sobre implementar políticas novedosas y arriesgadas, como también posponer todos los pagos de deuda externa. Coincide esta visión con una preocupación muy pragmática acerca de las consecuencias grandemente gravosas que tendrá la pandemia por el parate de la actividad económica. La reciente medida de subsidio para los trabajadores informales tiene un importante apoyo.” No es esto en lo que creen ni Trump, ni muchos de los célebres economistas y teóricos estadounidenses e ingleses, padres dilectos del viejo Friedrich von Hayek, para del neoliberalismo salvaje de postguerra, que odian al teórico económico del Estado de Bienestar, John Maynard Keynes, a quien los argentinos adoptamos como oráculo- durante los gobiernos peronistas- y ahora, en estos tiempos pandémicos: más Estado, más protección social, más salud y educación pública. Más inversión del Estado para sostener la ciencia, la tecnología y sobre todo la producción dado que el 75 por ciento de la producción interna lo producen las pequeñas y medianas empresas. Claro, no es lo que opinan algunos periodistas argentinos columnistas de los principales medios o corporaciones de medios de la Argentina, tan preocupados por el curso errático del capitalismo financiero al que tributan desde sus páginas y desde sus negocios vinculados a la renta agroexportadora y bancaria.

            Una defensa que la marcha de la pandemia demostrará como inútil. El economista y periodista Thomas L. Friedman, una de las voces más escuchadas de los Estados Unidos y tres veces Premio Pulitzer, escribió en The New York Time sobre las consecuencias que sobrevendrían de continuar con la economía cerrada absolutamente por la pandemia del coronavirus. Llega a preguntarse lo siguiente: “(…) Si podemos minimizar quirúrgicamente la amenaza de este virus para las personas más vulnerables mientras maximizamos las posibilidades de que la mayor cantidad de estadounidenses posible vuelvan a trabajar de manera segura lo antes posible. Un experto con el que hablo a continuación cree que eso podría suceder en unas pocas semanas, si nos detenemos un momento y pensamos de nuevo sobre el desafío del coronavirus.” Habla del epidemiólogo John P.A. Ioannidis, de Stanford, que sostiene que la tasa de mortalidad del coronavirus puede ser apenas del 1 por ciento, es decir, de unas siete millones de personas. “Si esa es la tasa real”, escribió Ioannidis, “cerrar el mundo con consecuencias sociales y financieras potencialmente tremendas puede ser totalmente irracional. Es como un elefante atacado por un gato doméstico. Frustrado y tratando de evitar al gato, el elefante salta accidentalmente de un acantilado y muere”. Entonces, el buenos de Friedman concluye: “O bien dejamos que muchos de nosotros recibamos el coronavirus, nos recuperemos y volvamos al trabajo, mientras hacemos todo lo posible para proteger a los más vulnerables a ser asesinados por él. O cerramos durante meses para tratar de salvar a todos en todo el mundo de este virus, sin importar su perfil de riesgo, y matar a muchas personas por otros medios, matar nuestra economía y quizás matar nuestro futuro.” Brutal. Mortal. Que mueran siete millones de personas -entre las que podemos encontrarnos- es el precio para que no se detenga la máquina de producir y ganar dinero. ¡It’s all, my Friends! No es eso lo que piensa una gran parte del FMI que habilitó la fortuna de ocho billones de dólares para sostener la economía mundial. E Irlanda decidió estatizar hospitales privados. ¿Mientras en los EE. UU se especula con apaciguar los costos brutales de la pandemia con una gesta militar: invadir Venezuela? Acusan al presidente Nicolás Maduro de narcoterrorista. Y fijaron un rescate de 15 millones de dolares para quien lo entregue, al estilo de lo que hicieron con Sadam. El petróleo, creen, les pertenece.Para no ser menos, ¿no nos asalta cierto espíritu rebelde tan conocido en cientos de argentinos que resistieron el neoliberalismo en todas sus formas y etapas? Por ejemplo, en la Argentina hay cincuenta grandes millonarios según la lista de la revista Forbes, que tienen una fortuna que va desde 10 mil millones de dólares a 500 millones declarados, claro. Hay sólo dos mujeres en la lista. Se los escucha temer por las medidas económicas. No se los escuchó decir que estaban dispuestos a donar dinero. Uno de los más ricos, dueño de farmacias y de fondos de inversión, guardó silencio cuando descubrieron que en sus depósitos había nueve mil frascos de alcohol en gel ocultos, pero negaban stock para aumentar el precio. El virus tiene la virtud letal también de revelar las miserias humanas.Entonces, en este cono del mundo, nos serena una certeza. Mientras Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner dirijan los destinos de la Argentina, jamás será para nosotros una disyuntiva la economía o la muerte.


            La normalidad después del virus

            25 de marzo de 2020
            DÍA SEIS DE LA CUARENTENA

            La estupidez humana coexiste con la avaricia. Pero finalmente, todos somos víctimas. Un surfer viola las normas al volver de Brasil, no se sabe cómo, lo detienen en la autopista, lo obligan a ir a su casa que dice, según el documento, que vive en la Ciudad de Buenos Aires. La policía lo acompaña hasta su casa y cuando parten, el surfer se va en su camioneta hasta el mar, en Ostende, a unos 300 kilómetros. Lo detienen, lo procesan, no se sabe si desparramó el virus por doquier. Un hombre mayor huyó de Madrid en un vuelo especial de Aerolíneas Argentinas. Disimuló su malestar y su fiebre para poder volver a casa. Pero se descompuso en el avión. Infectó a pasajeros y tripulantes, entre ellos a dos médicos que trataron de atenderlo. No sobrevivió al llegar. Hoy hubo 302 infestados y 8 muertos. Hubo más de 41.000 notificados por violar la ley de reclusión voluntaria pero obligatoria y unos 2200 detenidos. ¿Idiotas o desesperados? Mezcla fatal. Es comprensible, se dirá, la desesperación de volver a casa. Tantas películas hablan de esos éxodos durante la guerra, cuando llegan las tropas de ocupación. Y el coronavirus es un soldado enemigo. No sé por qué, entre tantas historias, recordé la del extraordinario filósofo alemán Walter Benjamin: él sabía bien que la historia de la cultura es también la historia de la barbarie. Imposible no pensar en el carácter fascista del COVID-19 que obliga a la humanidad a la prisión voluntaria y a la desolación. Quiero recordarlo: Benjamin huyó de Francia en el verano de 1940 cuando las tropas nazis invadieron París. Era judío y marxista, amigo de Bertold Brecht y de los intelectuales de izquierda europeos. Su cabeza era una de las más lúcidas de ese tiempo. Pudo alcanzar Portbou, en la frontera con España. Allí llegó en compañía de otros exiliados, muy cansado, en atardecer del 25 de setiembre de 1940. Pero la policía española lo interceptó porque Benjamin no tenía la visa requerida por ellos. Su amigo, el filósofo Theodor Adorno, a obtener las visas de tránsito en España y de entrada en Estados Unidos, donde le esperaba, pero la visa de Marsella para salir del país no le sirvió. Antes que tener que volver a Francia y caer en manos de la Gestapo, se suicidó el 26 de setiembre de 1940 con una dosis letal de morfina en el Hotel Francia de Portbou.

            Benjamin y la banalidad del riesgo país, estos días, de pandemia. Los marcadores hablan de que la Argentina tiene un puntaje envidiable: 4300 de riesgo país. La deuda del macrismo y el virus dicen que los bonos argentinos no valen nada. (Juro que me dio un ataque de risa…) La economía de papelitos y dólares ocultos intenta marcar el paso todavía desde Wall Street y las bolsas del mundo que no duermen. Si nos faltaba algo era la locura de una ex funcionaria macrista que escribió este tuit “¡lo que nos faltaba era que vinieran estos médicos/espías/comisarios cubanos! Y agregó un hashtag así: #NoALosMedicosCubanos. Hay que tener un espíritu de espía de décimo rango de Fort Laureldale, para militar contra el honroso y generoso pueblo de Cuba y sus brigadas sanitarias. El gobernador de Buenos Aires Axel Kicillof y su ministro de Salud Daniel Gollan quieren a esos 500 médicos formados en la moral, la ciencia y la fuerza humanista de Fidel y el Che. Los quieren porque arreciará la peste en las próximas semanas sobre más de los diez millones de bonaerenses. En tanto, el gobierno de AF trabaja contrarreloj para legislar para la pandemia y la crisis económica. El Presidente dijo una vez más: lo que más le importa es salvar la vida de los argentinos. La salud, está primero. No importa ahora el costo. Lo urgente es salvar vidas, estar equipados para la ola de contagios que se viene en abril 2020 y tener la estructura sanitaria suficiente para que no se muera la gente que no debe morir. Su gobierno, increíblemente, aún no terminaba de formarse cuando estalló la pandemia. Apenas si el Ejecutivo, parte de las autoridades del Congreso pero el cuerpo diplomático no llegó asumir. La mayoría de los embajadores políticos, cruciales en esta etapa de renegociación de la deuda para defender la idea de que la Argentina no pagará a costa de la pobreza y miseria de su gente, no están aún en sus destinos. La cotidianeidad se mezcla con las grandes decisiones. La inquietud no cede. Por ejemplo, hoy trajeron el agua mineral en botellones a casa. Se suponía que la empresa daba barbijos y guantes a los trabajadores. No. Y no termina de entenderse la necesidad de protección. Cuesta plata, para ellos, pero más cuesta para cada uno entender que nos debemos proteger. Que no es del otro humano sino del portador del virus. Es difícil. No hay psiquis que aguante a largo plazo. ¿O sí? La vida se impone siempre, pero van a ser necesarios muchos libros, muchas sesiones de terapia, mucha trabajo en todas sus formas materiales y virtuales para reponer la idea de lo que siempre consideramos normal. ¿Cómo fue la normalidad después de Hiroshima?


            Nunca Más a la peste de las dictaduras

            24 de marzo de 2020

            DÍA QUINTO DE LA CUARENTENA.

            Este 24 de marzo de 2020, Día nacional de la Memoria, como dije en la crónica que lo anunciaba, ocurrirá en los balcones… Ocurrirá en las redes, en las pantallas de los televisores, en las confesiones de los amantes, en las conversaciones telefónicas, en cuanto cartel y pared se alcance a pegar o a escribir con la consigna: Nunca Más a la peste de las dictaduras. Extrañaremos tanto esa multitud que año tras año se reúne para memorizar y pedir justicia por los 30.000 argentinos asesinados y desaparecidos por el estado terrorista de 1976, que el coronavirus se revelará como una venganza de los criminales. Es una fantasía, lo sé. Pero el peso de la historia es así: circula entre lo simbólico y lo real.

            El colega Luis Bruschtein lo dijo mejor que nadie: “Esta sociedad supo parir lo monstruoso. Y para derrotar a la monstruosidad que había parido, hizo nacer a lo más virtuoso. Y así asistimos a ese duelo mítico entre colosos desalmados y almas sublimes. Ya no son los represores y las Madres, sino lo que ellos y ellas significan. Se descarnaron como en los mitos griegos y se convirtieron en paradigma, valores éticos y morales, emociones básicas y duras. Constituyen la personificación argentina de una batalla que comenzó con la humanidad.” Desde la potencia de su pañuelo blanco, Hebe de Bonafini habló de este 24 de marzo atravesado por la cuarentena de la peste. Miró al futuro: “Yo creo que luego de esta pandemia otra vez hay que pensar en crear un mundo nuevo”.

            Sí. Seguramente ella tendrá razón, otra vez, porque les asiste la razón absoluta del Espíritu, como Hegel hubiera definido. Pero hoy, además, extrañaremos los miles de cuerpos de cuatro generaciones encolumnándose hacia la Plaza de Mayo, detrás de la vanguardia histórica: Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y todos y cada uno de los organismos defensores de los derechos humanos. Extrañaremos el calor intenso, cuerpo a cuerpo, de esa multitud que se desplaza en medio de cánticos y consignas, desbordada de colores y tamboriles, parlantes, multitudes de toda proveniencia: obreros, estudiantes, maestros, actores y músicos, murgas y orquestas, empleados de todo oficio, clasemedieros sueltos, solitarios y parvenus, familias enteras, cochecitos de bebés, carteles de sindicatos, escuelas, dirigentes políticos, funcionarios, y el ruido de tamboriles y las consignas queridas, y los rostros jóvenes en los carteles que preguntan por ellos dónde están, dónde están. Extrañaremos a los turistas que miran con curiosidad, que desean entender el gran teatro de los miles de argentinos en su procesión laica por la memoria y la justicia. Extrañaremos la multitud rodeada del humo entrañable, reconocible como olor de la patria, de los choripanes y hamburguesas y churrasquitos que ofrecen los vendedores ambulantes y que se animan a comer los más jóvenes. Extrañaremos, como una mutación producida por la peste del coronavirus que nos obliga a la reclusión forzosa en nuestras casas, la demostración colectiva más unánime de nuestra gente de que Nunca Más aquella peste de los dictadores, que perseguían a los militantes populares y los asesinaban como un virus a extirpar, ocurra en nuestra patria. Porque para eso marchamos año tras año, desde abril de 1977 hasta ahora, cuando las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a buscar a sus hijos. Han pasado 43 años de aquella ronda inicial que creció como un río indetenible. Memoria, Verdad y Justicia fue lo que los argentinos construyeron como un monumento civilizatorio desde el juicio a las junta militares hasta la identificación de los muertos, desaparecidos y niños robados, que el mundo mira con respeto. Es lo que muchos consideran como la llave para que el neoliberalismo rampante del macrismo no hiciera pie de manera definitiva. Es, en verdad, la vacuna que nos salvó de esa prolongación de la peste de los dictadores: creer que hay ciudadanos descartables, presas de la peste de la angurria de fondos de inversión y ajustes y destrucción de la ciencia, asalto al Estado para que no cuide a su gente, robando hasta el último peso de su esfuerzo en fuga de capitales y meritócratas idiotas que elogian la pandemia como un ajuste natural de la selva darwiniana donde los pobres deben morir. Porque estamos orgullosos de nuestra lucha por el Nunca Más de aquella peste de los dictadores, también lo estamos por haber logrado abatir en las urnas la versión reposera y gauchesca del neoliberalismo vernáculo. Porque la peste neoliberal se inauguró aquel 1976 que hoy recordamos. Porque se reeditó en el neoliberalismo a lo largo de la historia. Y porque el coronavirus nos recuerda que nadie se salvará solo. Y que el Estado que refundamos en base a la justicia y la memoria de aquella peste del 76 es la llave que asegura este otro Nunca Más al neoliberalismo. Lo decimos en cuarentena, pero unidos y firmes para salvarnos de esta peste con más ciencia y Estado cuidándonos, como nos salvamos de aquella del 76 con más democracia. Cuando el día 24 de marzo terminó, alguien abrió sus ventanas de par en par e hizo sonar el himno nacional, que retumbó en casas y calles y muchos lo entonaron y gritaron: “fuerza argentinos, fuerza”. Alguien gritó y muchos aplaudieron: “Presentes, ahora y siempre”, hablándole a los pañuelos que colgaban de los balcones. Porque este 24 de marzo de 2020, asustados pero unidos, desplegamos pañuelos blancos, colgados como flores de la memoria nacional, que es nuestra fatalidad y también nuestro privilegio.


            La peste como mutilación

            23 de marzo de 2020
            DIA CUATRO DE LA CUARENTENA

            Nada reemplaza los abrazos. Buenos Aires, la ciudad está más desnuda que nunca. Y silenciosa. Ni las redes activas- piden limitar su uso por la sobrecarga de consumo-, ni las llamadas por wasap, ni los memes, ni la cotidianeidad organizada en torno a los ritmos del hambre, a las rutinas de los deberes escolares a distancia, a la gimnasia improvisada para combatir la rigidez física…Nada reemplaza la rigidez del alma porque falta tocar, desear el cuerpo del otro. La peste es una mutilación porque el pasajero coronavirus es una amenaza invisible cuando el otro se aproxima. Y sin embargo, no es un enemigo del amor. No puede. Los sentimientos son tan intangibles como él. Persisten más que él. Entonces, es posible soñar que el instinto de sobrevivir es como el instinto de amar: lo venceremos. Por ahora, afuera, en las cimas de la conducción del mundo asustado y paralizado, científicos e intelectuales corren detrás de conocer su ADN para herirlo de muerte con una vacuna. Los chinos, siguen con la delantera. Pero los líderes políticos y capos de la economía mundial discuten qué es mejor. Sí. Si, increíblemente discuten si hay que hacerle caso a Darwin o no. Si hay que dejar que se infeste la mayor cantidad de gente para lograr la inmunidad y volver a poner en marcha la economía. Narayana Kocherlakota es un economista estadounidense, ex presidente de la Reserva Federal de Minneapolis y elegido como uno de los 100 pensadores globales por la revista Foreign Policy, que analizó qué sería mejor. Concluyó que matar a 200 millones de personas si se deja que el virus se contagie no es una buena solución. Lo dice así: “Hay una forma mucho más probable –pero profundamente indeseable– de lograr una recuperación económica sólida: que los gobiernos relajen los mandatos de distanciamiento social porque suficientes estadounidenses se han infectado para que la sociedad logre la inmunidad colectiva. Este resultado, desafortunadamente, está lejos de ser imposible. Oficialmente, alrededor de 15.000 personas en EE.UU. han sido infectadas. Los epidemiólogos estiman que alcanzaríamos la inmunidad colectiva si aproximadamente el 60% de la población, o un poco más de 200 millones de personas, se infectan. Incluso si el número de casos aumenta solo un 10% por día, que es mucho más lento que lo que hemos visto hasta ahora en Europa y en Estados Unidos, los 15.000 casos crecerían a 200 millones antes de finales de junio. En este escenario, no habría razón para mayores restricciones de distanciamiento social. Y es cierto que la economía comenzaría a crecer nuevamente en el segundo semestre del año, según lo previsto por muchos pronosticadores. Pero los costos de ese escenario serían enormes. Cerca del 20% de esos 200 millones de casos requerirían cuidados intensivos. Literalmente, millones morirían, tanto por COVID-19 como por otras dolencias que un sistema de salud saturado no podría atender. Soy optimista. Por eso creo que no veremos una recuperación económica rápida en el segundo semestre. En cambio, seguiremos experimentando cierto tipo de restricciones de distanciamiento social –tal vez relajadas de vez en cuando– durante muchos meses. Estas restricciones serán una carga enorme para la actividad económica, pero solo podemos esperar que mantengan con vida nuestro sistema de atención médica y a nuestros conciudadanos.” Tremendo. Tremendo que lo piensen siquiera. Pero tal vez Noam Chomsky tiene razón cuando cree que los EE.UU. buscan a través de la peste la implementación de un nuevo orden mundial. Que apunta, según el intelectual norteamericano, a la desaparición de la Unión Europea, que es la vía pactada con China del nuevo camino de la seda para su influencia en el mundo; a la consolidación absoluta en Latinoamérica a través del quiebre total del eje Brasil (que sigue sus pasos) y Argentina, que no los sigue; el debilitamiento de China y Rusia y, finalmente, la hegemonía total de EEUU ya sin miedo a la peste. Sin embargo, ante este escenario extremo, ante la locura de dictadores de nuevo tipo, creo que la vida se impondrá. En estas tierras, nuestro gobierno hará exactamente lo contrario: como dijo el presidente Alberto Fernández, y ratificó magistralmente su ministro de Economía, Martín Guzman “el hombre impasible”, que para nosotros no se trata de economía sino de defender la vida de la gente. Nuestro único capital son los argentinos. ¿Lo haremos hasta la inanición si la economía no se pone en marcha? ¿Seremos capaces de carnear todo el ganado y machacar todos nuestros cereales hasta defender esta idea? La peste nos hace limitados, pero puede tentar a lo ilimitado: morir de hambre o morir de peste. Imposible pensar hoy en esa disyuntiva. Vuelvo a la idea de que si sobrevivimos manteniéndonos en esa tesitura inicial, la idea del Estado compasivo e inclusivo y guardián de la gente se genetizará. Y ese es el golpe mortal al neoliberalismo tal vez para siempre, porque el mundo y nosotros no seremos iguales cuando la peste termine. Se contaran las pérdidas en vidas y en bienes, pero la idea loca de dejar en manos de las grandes corporaciones financieras el destino de la humanidad estará herida de muerte. La polémica sobre si repatriar en aviones de Aerolíneas a los argentinos que se fueron después que el Presidente dictó la cuarentena obligatoria es inútil. Unos dicen que no hay que traerlos: creen que son “chetos” a quienes nunca les importó el otro. Bueno: un meme dice: “No les mandes aviones para traerlos. Enseñales a volar”. Bien, la medida que se tomó es que primero se repatriará a quienes quedaron varados desde antes del dictado oficial de la cuarentena. Y al resto, se los repatriará después. Bien. Por más bronca de muchos, nuestro Estado en manos del peronismo nunca debe dejar un solo argentino a la intemperie. Nunca. Pero qué hacer con un caso así: “El empresario Gustavo Cardinale intentó ingresar ayer al country Sierras del Tandil con la mucama escondida en el baúl de su coche. Una denuncia anónima al 101 alertó sobre el ardid con el que pensaba violar la cuarentena por el coronavirus y asegurarse la limpieza. Como las normas del barrio cerrado prevén que los guardias de seguridad sólo revisen los autos de los visitantes, el propietario no imaginó que la policía lo estaba esperando.” Juzgarlo y condenarlo. Pero no ceder en nuestra idea de cuál es el papel del Estado por la violencia de patanes degradados.

            Ahora, entre tanto, queda esta sensación de soledad corporal. Se extrañan los abrazos. Los besos. El cuerpo cercano del otro. Es la primera mutilación que nos produce la peste. Nada reemplaza los abrazos. Nada. Y esta sensación, aunque duela, es el comienzo del triunfo contra la peste.


            La droga del odio

            22 de marzo 2020
            DÍA TRES DE LA CUARENTENA

            Es domingo y el ritual es el del domingo. Planificación de las comidas: se come más encerrados pero al mismo tiempo esa planificación da idea de la continuidad de la vida cotidiana que de hecho saltó en pedazos. Trabajar no es trabajar. Es pautar los entretiempos. Lectura de portales, con el Cohete a la Luna como insignia y P12 para información permanente. La nota de Marcelo Figueras Todo virus es político, en el Cohete, es un milagro de la cultura. El presidente AF dio una entrevista en la tele para insistir con que los argentinos, tan afectos al desmadre, respeten la cuarentena. La información de evolución del virus en el mundo, cansa. Pero nadie se sustrae del embrujo colectivo de ser parte de los soldados en la trinchera de una guerra que nos tiene a todos en el mismo bando. Aunque el periodismo tiene aún el empecinamiento de trincheras de guerra. Me espantó por la droga del odio que desparrama un título de la revista Noticias. “Cristina y Florencia K : dejan atrás Cuba y a 900 argentinos varados”. El odio necesita de una droga que lo provoque. Ellas venían en un vuelo regular con su pasaje pago. No usaron los fondos del estado que piden los argentinos varados, muchos de ellos se fueron dos días después afuera de que AF anunciara el comienzo de la cuarentena. “¡Y ahora exigen la repatriación!” se enojó el Presidente. Además, CFK trae interferón de la isla para nuestros científicos para hacer pruebas inmunológicas donados por la Grecia de nuestra Latinoamérica. Cada día creo más en la sentencia de José Martí: Cuba es nuestra Grecia, cuna de la civilización de América en muchos sentidos. Y además, en ese avión venían médicos cubanos. El odio necesita una droga. Y los adictos de los medios decidieron que deben consumir mucha CFK. Caníbales y drogadictos. Los veo mal. Ahora Clarín y La Nación insisten que por fin AF es un presidente sin la sombra de CFK. Lo elogian por eso. En realidad, le avisan que si se llegara a juntar mucho, si ella asomara la cabeza, se lo cobrarían con mil y una notas infestadas de ponzoña recurrente. La sensación que prevalece, sin embargo, es que estamos atrapados en un tiempo sine die. Hubo muchos patanes que violaron la cuarentena. Entonces, los leviatanes de la prensa nativa aprovechan: quieren estado de sitio. No, dijo AF, no. El sabe lo que le piden: que sea el primer presidente democrático con esa mancha que no se quitará nunca y que, a dos días del 24 de marzo, día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, su decisión pueda alguna vez empardarse con la de la dictadura de 1976, el nacimiento del estado terrorista que también consideraba un virus a los opositores que se encargaron de asesinar, desaparecer, robar bebés y luego, para completar, declarar una guerra maldita por Las Malvinas. La excitación de las corporaciones mediáticas con la posibilidad de que AF declare el estado de sitio tiene ese origen espurio en la historia donde ellas hicieron negocios definitivos. La sangre es indeleble, lo sabemos. El 24 de marzo será en los balcones… Extrañaremos tanto esa multitud que el coronavirus se revelará como una venganza de los criminales. Es una fantasía, lo sé. Pero el peso de la historia es así: circula entre lo simbólico y lo real. En tanto, pude leer una nota del sur coreano Byung Chul Han, que mandó a mi grupo de wasap Cecilia B. , sobre “La emergencia viral y el mundo del mañana”. Un filósofo surcoreano, dice el subtítulo en el diario El País. “que piensa desde Berlín”. Digamos que para pensar no es necesario estar en el mismo lugar donde se nació. Es más, tal vez la distancia aguza el ojo del cíclope de la mitología. Chul Han se inquieta con la pérdida de libertad por el enorme big data con el que China logró controlar, se dice, el virus al controlar a cada ciudadano. La descripción del registro es escalofriante. No lo sé. Tal vez tranquiliza no estar solo en la circulación del mundo porque ya se está ontológicamente solo. El ser y la nada. Eso. Por qué se inquieta Chul Han, me pregunté. ¿Porque el big data lo maneja el estado chino, entrañablemente enemigo de su raíz? ¿Cuánto hay de biografía en la filosofía de Chul Han? Pensé en nosotros. Nuestro problema es que ese big data lo maneja Google desde los servers de los EE.UU. y en la Argentina, la base de datos está en manos privadas si es que se concibe internet como la pista de ese mar de información personal. No hay forma de sustraerse al gran ojo, a la interrelación. Para él eso no nos salvará del virus, sólo propondrá un nuevo virus que condicione nuestra libertad. Y bien. ¿Entonces? Otra vez, el regreso a la isla de Robinson es imposible. Señalar que nos espían por el ojo de la cerradura no modifica la inexorable sensación de desamparo que tenemos frente a la pandemia, día tras día. Porque la verdadera pregunta es si podremos o no sobrevivirla. Ser parte de la red, es un alivio. Varias provincias se sumaron ahora a la realización de testeos. Comenzaron a entrar los reactivos. Ojalá, reza el Presidente, que la curva no estalle antes que el sistema sanitario pueda contenernos. Por ahora, aumentan los casos en la ciudad y el conurbano. Ser pobre siempre fue una maldición. Hoy es mortal. Hay aplausos en los balcones para felicitar a los trabajadores que ponen el cuerpo estos días. Los argentinos somos así: agradecemos o maldecimos con estruendo. Es nuestra mejor tradición. El problema es la mayoría silenciosa que deglute una y otra vez la droga del odio en tabloide. Ni siquiera estoy indignada con los profanadores de mi oficio. Me siento afortunada por ser periodista. De poder escribir contra la muerte, que es para lo único que sirve poder escribir porque nada vive más allá de la escritura. Ni el virus.


            El Leviatán de la naturaleza

            21 de marzo de 2020
            DÍA DOS DE LA CUARENTENA

            El espíritu está inquieto. Los casos siguen. Se pronostica un futuro distópico donde los gestos se repliegan al propio cuerpo o a un cuerpo querido que se sabe sano. El virus no se detiene en el mundo. Acumula, según la OMS, casi 300 mil infectados y cerca de diez mil muertos. Los idiotas tratan de escapar de la cuarentena con tretas inútiles. La represión no alcanza. El Presidente AF sobrevuela en helicóptero para controlar el cumplimiento como si hubiera una medida del vacío en las calles y rutas. Llegó CFK con su hija Florencia desde La Habana, dicen con un cargamento de interferón entregado por el gobierno cubano, que sabe de bloqueos de otras pestes imperiales anticipadamente a los bloqueos del coronavirus. Igual, ellos dan, siempre dan. Es su destino: dar salud, orgullosamente. CFK comenzó su cuarentena de 14 días por venir del exterior: dicen que no quería estar lejos de casa, de su pueblo, en esta crisis que promete intensificarse con el correr de los días. Algunos periodistas cantaban victoria de su lejanía ya que suponen que ella puede eclipsar la estrella ascendente de estadista del Presidente. No pueden aceptar que ese liderazgo no es bifronte en el ejercicio del poder del Estado sino bifronte en la potencia política simbólica. Millones de argentinos se sienten mejor si ambos están juntos piloteando la tormenta. Si conducen la reconstrucción del Estado arrasado por el neoliberalismo gauchesco. Se les cree cuando dicen que están reconstruyendo el sistema de salud. Cómo no creerle a CFK que dejó 19 vacunas en el vademécum y el país con plagas como el sarampión y el dengue erradicadas. Que dejó en marcha hospitales que paró el macrismo en 2016, y que en plena pandemia se deben terminar. ¿Llegaremos a tiempo con las camas, los respiradores, los reactivos, los barbijos? Esto desvela a AF más que nada en la vida. Se le nota el cansancio. Se le nota la pregunta: habrá un tiempo mejor para mi presidencia. No puede desmadrarse, no. Se repite una y otra vez en las reuniones de gabinete. Un gobierno hecho de militantes y científicos y técnicos, la mayoría peronistas. Porque, parece ser, el destino del peronismo: reconstruir lo destruido por las oleadas neoliberales. Peronismo en su versión original: es decir, redistribución del ingreso y altos niveles de salud y educación y trabajo para todos. En cuanto al mundo, es estremecedor: la vieja Europa es la más afectada. Alemania, teme una hecatombe. La economía se derrumba porque, en definitiva, se necesita del trabajo humano y del consumo humano para que sobreviva. La invención de las máquinas queda en discusión, otra vez. Pero respecto a que el capitalismo en su etapa financiera pueda dar marcha atrás como se ilusionan los catastrofistas, se verá: se conoció que muchos fondos de inversión compran empresas cuyas acciones valen cada vez menos. La concentración del capital no cede. El tema es para qué servirá en un mundo herido de muerte. La peste es maldita…Algunos comentan que por lo menos en la guerra la gente corría a los refugios y se abrazaba. Los amantes de Hiroshima tenían sexo en medio del hongo mortal. No es lo mismo las series de Netflix y las plataformas para pasar el tiempo. Además, internet puede colapsar, dijeron. La soledad es una sombra que no se disipa aunque se comparta la crisis. El miedo a la muerte es una película en cámara lenta. Cada tanto, una se toma la fiebre. No. Hoy no. Hay una espera de que algo inexorable ocurrirá pero puede no ocurrir. El día de la victoria, el tiempo libre de virus como festejaron en Wuham no es una postal que se avizore aún. Miles están enfermos, algunos mueren, otros quedan inmunizados. Una maldad: sólo mueren los más viejos. ¿Muchos fondos de seguridad social festejan en la sombra? La vacuna no llega: eso sí, el imperio no deja de competir por la hegemonía. Dice desde los EE.UU. que tienen dos remedios y están cerca de la vacuna. Ojalá. De Alemania contestan lo mismo, que aislaron una enzima del bicho…Desde China, llevan la delantera. Empezaron antes con las pruebas clínicas. El coronavirus es el Leviatán del mundo de la naturaleza sobre la condición humana. La barbarie de la selva contra la cultura. Mañana, en Buenos Aires, será un día espléndido, lindísimo para hacer el primer asado del comienzo del otoño que, en realidad, no queremos que comience nunca porque habilitará el invierno. Y entonces… Entonces. Como citó Umberto Eco en Apocalípticos e Integrados: Dios no existe, Marx ha muerto, y yo tampoco me siento demasiado bien.


            La humanidad interpelada

            20 de marzo de 2020
            DÍA UNO DE LA CUARENTENA

            obligatoria por edad a pesar de que la profesión de periodista me permitiría circular. Hubo chat con amigos, el descubrir nuevas técnicas de wasap para comunicarnos en grupo, noticias al por mayor, lectura de portales, tuits varios para opinar sobre la conducción política de la pandemia. El sentimiento que prevalece no es de soledad. Hay millones que son de la partida del auto encierro. Hubo cientos en un aplauso cerrado desde las calles para el personal sanitario, que emociona como un gesto de reconstrucción de lo humano. No, no hay sentimiento de soledad. Sí de sospecha de que el mundo que conocimos cambiará para siempre aunque no se sabe el signo del cambio si para bien o para mal. La sensación del tiempo por delante, sin claridad de un límite, es un sentimiento nuevo. Sin embargo, no es tan así. Porque se corrió demasiado cerca el horizonte impreciso e indeterminado de la posibilidad de morir. O, en todo caso, no es el miedo a la enfermedad el que acecha sino el no saber cuándo terminará. Y ni siquiera parece ser el tiempo desbocado que se inaugura con la rotura de la cotidianeidad. Es otra cosa nunca vivida o, tal vez, que recuerdo vagamente de mi infancia, allá por 1956, cuando mis padres me colgaban una inútil bolsita de alcanfor contra la epidemia de poliomielitis. Y se hablaba de una vacuna pero se le temía. Día uno de la cuarentena: leí todo, en el entretiempo de la siesta que ya no es necesaria, sobre la historia de las plagas. Bajé dos libros en PDF gratis que me interesaban. Recorrí algunos museos del mundo. De repente, me reí, el capitalismo está dispuesto a abrir sus alacenas cuando su naturaleza es cerrarlas sino las negocia. El todo tiene precio parece sucumbir a una instintiva sensación de que lo humano anida en la cultura compartida en cualquier idioma, en cualquier geografía. Y que el único negocio posible es que estemos todos vivos. Recordé- mientras escribo- lo que el rumano Elías Canetti dijo en su libro La lengua absuelta: los humanos nos peleamos, nos explotamos, pero finalmente sólo tenemos miedo al mismo enemigo: la muerte. Terminé un artículo para la revista Caras y Caretas. Volví a sentir el límite necesario, el dead line que agrega adrenalina, esa droga natural de los periodistas que nos impulsa a sentirnos vivos.. Día uno de la cuarentena. En el chat de la tarde Jorge me explicó, porque es economista, que entramos en una decadencia sine die del imperio americano. Y que la situación general ayuda a que la Argentina pueda renegociar su deuda externa en marcos de ¿piedad? por la crisis mundial. Vamos a terminar más pobres, dijo, pero eso hará imposible que nos cobren lo que quieren porque, dijo, el FMI y en general los desaforados fondos de inversión- acreedores privados- tendrán su día de San Bartolomé. Sin cuchillos, claro. No sé. Dudo de todo lo terminante en estos días. Sólo coincidimos en que la Argentina y el gobierno de Alberto Fernandez, y la maravillosa inspiración de CFK en elegirlo, nos salvaron de otra peste. El macrismo, la versión reposera, gauchesca, pero depredadora y colonial del neoliberalismo. Es raro, dijimos, sentir que será injusto que el arrasamiento doloroso que provoque esta peste coronavirus pueda hacer olvidar ésa anterior que no depende del juicio de dios sino de Comodoro Py. Porque nada será igual pero también permanecerán los daños anteriores sobre nuestro cuerpo y nuestra subjetividad a los que agrega la pandemia. Sometidos al mundo de la naturaleza, los argentinos somos tan frágiles. Veníamos de estar sometidos a las reglas del mercado versión macrista, palizeados (me permito el neologismo) en la orgía de bonos y fugas y saqueos y endeudados. Peste tras peste, dijimos con mi amigo periodista económico. Pero una depende del mundo de la selva- a esa la superamos con ciencia y cultura. A esa la superamos si somos más humanos que nunca. Pero a la criolla, a la que fue una elección de modelo económico, político y social digno de Terminators la superamos- nos reímos con mi amigo- si somos más peronistas que nunca.

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