EN LOS CAMPOS DE REFUGIADOS ESTAN SIN ROPA LIMPIA, ADECUADA,...Y POR CULPA DE VUESTRAS ENNECESARIAS ACTITUDES EGOÍSTAS, Y ASESINAS E IMPERIALISTAS,... --- ANUNCIO, QUE ENTRAN EN MI EMAIL,.....ES UNA GOLEADA, LA QUE ME TIENEN INFLIGIDA,...¡¡¡¡.--- : Apetecen jerséis
C UATRO DAMAS DE ARMAS TOMAR
3. Eleanor Marx, la cuestión de la mujer y el socialismo.
Escritora, actriz, organizadora sindical, militante socialista y feminista, fue la primera traductora de ‘Madame Bovary’ al inglés y la primera biógrafa de su padre, Karl Marx.
Josefina L. Martínez 16/08/2017. Eleanor Marx. INTERNET ARCHIVE BOOK IMAGES.
A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT.
Mayo de 1871. Francia se encuentra conmocionada por la Comuna de París, que concentra las esperanzas de la clase obrera y el odio de la burguesía europea. Durante la semana sangrienta del 20 de mayo fueron asesinados más de 30.000 trabajadores y más de 8.000 encarcelados.
Pocos días antes, dos mujeres jóvenes cuyo apellido podía hacer saltar las alarmas de la policía francesa ingresaban al país con nombre falso. Jenny y Eleanor Marx iban a Burdeos para buscar a su hermana, Laura, cuyos hijos estaban enfermos. Su esposo, Paul Lafargue, había desaparecido poco antes, después de viajar a París para ponerse al servicio de la Comuna. Jenny y Eleanor ayudaron a poner a salvo a la familia Lafargue atravesando los Pirineos, pero cuando regresaron a Francia para borrar sus huellas fueron detenidas. Retenidas en arresto domiciliario durante una semana, serían interrogadas sobre el supuesto escondite de armas y artefactos para construir bombas. La prensa europea acusaba a Marx de ser el artífice de la Comuna, por lo que sus hijas eran consideradas peligrosas. La policía francesa perseguía a las pétroleuses, mujeres que habían tenido un papel destacado durante la Comuna, como la amiga personal de los Marx, Elisabeth Dimitrioff.
Cuando su padre muere, en 1883, Eleanor tiene 28 años y junto con Engels trabajan para preservar su legado, sus manuscritos y su correspondenciaEleanor Marx tenía 16 años y ésta fue su primera experiencia política, que la marcará para siempre. Cuando regresa a Londres se pone a militar activamente, participa en la organización del Congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores y en el comité de ayuda a los refugiados de la Comuna de París. Su perfecto manejo del inglés, alemán y francés le permite hacer de intérprete y se ocupa de organizar el primer acto de aniversario en homenaje a los comuneros. Algunos, como el húngaro exiliado Leo Frankel, se enamoran perdidamente de la joven Marx. Pero quien despierta su interés es otro destacado comunero, el vasco francés Hippolyte Prosper-Olivier Lissagaray, quien poco después escribirá la primera historia sobre la Comuna de París con la ayuda de Eleanor.“Hans Röckle era un mago que llevaba una tienda de juguetes: hombres y mujeres de madera, animales fantásticos, gnomos y gigantes. Las dificultades económicas lo obligaban a vender sus creaciones al diablo y los muñecos vivían grandes aventuras hasta regresar a la tienda”. Con seis años, la pequeña Tussy, como la llamaban en casa, escuchaba por las noches las historias que inventaba su padre. En ese período, Marx pasaba horas trabajando en sus manuscritos para El Capital, con la pequeña Eleanor jugando a su lado o montando a caballo sobre sus hombros. Sumida en grandes dificultades económicas, la familia Marx sobrevivía con la ayuda de Federico Engels, el General, como llamaba Tussy a su “segundo padre”. En la casa de Jenny y Karl Marx todos eran lectores. Colecciones de historia, filosofía, las recientes obras de Darwin, escritos de Hegel, Rousseau y Fourier, novelas de Balzac y Dickens, la poesía de Goethe. El preferido era Shakespeare, que Tussy aprendió a recitar de memoria desde chica y despertó su amor por el teatro.
A los 18 años, Tussy busca independizarse --algo raro para una mujer soltera en la Inglaterra victoriana--, encuentra trabajo enseñando en una academia de mujeres en Brighton y mantiene una relación --por momentos clandestina-- con Lissagaray. Pero una crisis de nervios, la mala alimentación y el deterioro de su salud la obligan a regresar a Londres. Su actividad política no decae y en los años siguientes participa en los debates sobre Irlanda, los intentos de formación de un partido socialista independiente y la campaña de amnistía para los comuneros. Cuando su padre muere, en 1883, Eleanor tiene 28 años y junto con Engels trabajan para preservar su legado, sus manuscritos y su correspondencia. Le escribe a Kautsky: “Su obra debe conservarse tal como es y todos debemos intentar aprender de ella. Así todos podremos caminar con sus largas piernas”.
La mujer y el socialismo.
Golpeado por la muerte de su gran amigo, Engels revisa los estudios de Marx sobre la cuestión de la familia en la historia y da forma a su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), obra pionera del feminismo socialista. Eleanor colabora, leyendo y discutiendo los borradores. Publica junto con su esposo, Edward Aveling, su propio trabajo: La cuestión de la mujer, un punto de vista socialista. Eleanor defiende que la lucha por la emancipación de las mujeres solo puede lograrse en el socialismo, y que ésta es un prerrequisito para aquel.
Durante el agitado año de 1886, Eleanor y Aveling recorren 35 ciudades de Estados Unidos invitados por el Partido Socialista Laborista. Tussy habla sobre la situación de los trabajadores y las mujeres obreras. El movimiento sindical norteamericano es un hervidero, después del encarcelamiento de los mártires de Chicago, que serán fusilados ese mismo año. El éxito de la gira solo se enturbia al final por unas denuncias contra Aveling, que derrocha parte del dinero del SLP en gastos superfluos. Aveling esconde a Eleanor sus relaciones con numerosas mujeres y miente sobre sus deudas. Contra la opinión de muchos dirigentes sindicales, Eleanor planteaba la necesidad de organizar a las mujeres y a los trabajadores no calificados.
En la década siguiente Eleanor Maxr se dedica a numerosas tareas políticas y de organización del movimiento obrero. Participa del Congreso de fundación de la Segunda Internacional, donde conoce a Clara Zetkin (traduce su discurso sobre las mujeres) y cumple un papel destacado colaborando con las huelgas de los portuarios, los trabajadores del gas y las fábricas químicas de Silvertown. Auspicia la formación de la primera sección de mujeres en el Sindicato de trabajadores del gas, asesora a las trabajadoras de comercios en huelga y apoya la organización sindical de las obreras más explotadas que pelaban cebollas en fábricas alimenticias. Contra la opinión de muchos dirigentes sindicales, Eleanor planteaba la necesidad de organizar a las mujeres y a los trabajadores no calificados.
Después del fallecimiento de Engels, Eleanor recibe la mayoría de los papeles de Marx y se dedica a editar sus manuscritos. En 1897 publica Salario, precio y ganancia, mientras avanza en la biografía de Marx, pero el creciente deterioro de su vida personal le impide continuar. Aveling miente cada vez más y acumula deudas a costa suya. Finalmente, la crisis alcanza su cenit cuando Eleanor se entera que Edward se ha casado con otra mujer, usando un nombre falso.
Sumida en una grave crisis personal, Eleanor muere a los cuarenta y tres años en marzo de 1898 después de ingerir veneno. Al igual que la protagonista de la novela de Flaubert, Eleanor no logró sobrellevar su propia tragedia privada. Muchos de sus amigos y allegados consideraron a Aveling responsable --directo o indirecto-- de su muerte, y éste fallece pocos meses después. El triste final de Eleanor Marx no oscurece la intensidad de su vida, sus aportes al movimiento obrero y al feminismo socialista. Como escribe su biógrafa, Rachel Holmes, “Eleanor Marx cambió el mundo. En el proceso, se revolucionó a sí misma.”
El 4 de mayo de 1890, 250.000 trabajadores se reunieron en Hyde Park, en Londres, para celebrar por primera vez el día internacional de los trabajadores. Eleanor Marx tomó la palabra ese día desde la tribuna. Al terminar el discurso, citó una de sus estrofas preferidas de Shelley:
Alzaos cual leones tras un largo sueño. En número invencible. Sacudíos vuestras cadenas y que caigan a la tierra,...como el rocío que durante el sueño se posó sobre vosotros. Vosotros sois muchos y ellos son pocos. AUTOR >.
Josefina L. Martínez. @josefinamar14,...)))...
100 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA
Las mujeres y la Revolución que cambió la historia del siglo
Una imagen de la manifestación del 8 de marzo de 1917, en Petrogrado.
Los censos de 1897-1914 muestran que había 20 millones de mujeres en la fuerza de trabajo asalariada del Imperio ruso;...
A principios de abril, 40.000 mujeres se movilizan en Petrogrado, rehusando abandonar las calles hasta que se aprobara el derecho al voto,...
El inmenso protagonismo de las mujeres en la historia de las revoluciones ha sido invisibilizado por gran parte de la historiografía, pero su papel es innegable,...
Arrancar a las mujeres de la “esclavitud doméstica” era una de las grandes tareas de la Revolución,...
Nunca pensaron que podía lograrse la emancipación femenina y el socialismo en los estrechos marcos de un país atrasado de mayoría campesina
El 8 de marzo de 1917, Día Internacional de la Mujer, comenzaba la Revolución Rusa.
Josefina L. Martínez 8/03/2017.
A diferencia de otros medios, en CTXT mantenemos todos nuestros artículos en abierto. Nuestra apuesta es recuperar el espíritu de la prensa independiente: ser un servicio público. Si puedes permitirte pagar 4 euros al mes, apoya a CTXT.
CTXT necesita 300 suscripciones mensuales para ser sostenible y cada vez más independiente. Puedes ayudarnos aquí
8 de marzo de 1917. En Petrogrado estaban convocadas manifestaciones y mítines de las mujeres por su día. El descontento era generalizado y se esperaban protestas masivas, pero lo que nadie sabía era que ese día iba a comenzar una revolución. Los sucesos pasaron a la historia como la Revolución de febrero, porque el calendario juliano vigente entonces en Rusia “atrasaba” 13 días.
Las obreras de las fábricas textiles de Petrogrado, en el distrito de Vyborg, salen a la huelga y recorren en grupos las fábricas vecinas. Se dirigen especialmente hacia las empresas del metal, llamando a los trabajadores a sumarse. Las mujeres son convincentes; tiran palos, piedras y bolas de nieve contra las ventanas. Dos días después, en Petrogrado se vive ya una huelga general. “¡Abajo la guerra!”, “¡Pan para los obreros!”.
Los censos de 1897-1914 muestran que había 20 millones de mujeres en la fuerza de trabajo asalariada del Imperio ruso. Cerca de la mitad se ocupaba en tareas domésticas y un quinto (4 millones) eran obreras industriales antes de 1914 (incluyendo fábricas, servicios y transportes). Esta cifra aumentó considerablemente en la década anterior a 1917, llegando a 7,5 millones de mujeres trabajadoras en la industria.
En las ciudades escaseaba el pan y las penurias del pueblo pobre eran insostenibles. En los dos primeros años de la guerra los precios de los productos básicos habían subido un 131% en Moscú. En diciembre de 1915 las mujeres de Petrogrado hacían filas durante horas con temperaturas bajo cero para comprar azúcar y harina. Se produjeron numerosos disturbios protagonizados por mujeres, donde el reclamo principal era el precio de los alimentos. En febrero de 1917, la ira acumulada se transformó en acción.
En una semana el zarismo se derrumba, los ministros huyen y los diputados de la Duma forman un gobierno provisional, con el príncipe Lvov a la cabeza. Desde abajo, nace otro poder, el de los consejos de delegados de la clase trabajadora, al que se suman comités de campesinos y soldados. Estos organismos habían surgido por primera vez en la Revolución de 1905 como una nueva forma de autoorganización democrática desde las bases, los sóviets.
Polia trabajaba como mucama en un hospital militar, no sabía leer ni escribir, y la primera vez que participó en una votación fue cuando la eligieron para el comité ejecutivo del sóviet de los empleados del hospital. La historiadora Barbara Evans Clements cuenta que, como gran parte de las mujeres trabajadoras, Polia sentía que no tenía nada que perder y mucho que ganar con la revolución, empezando por su dignidad.
Paz, Pan y Tierra; por todo el viejo imperio obreros y campesinos se movilizan por estas demandas contra el gobierno provisional. Esta profunda radicalización social permite que, entre septiembre y octubre, los bolcheviques ganen la mayoría de los sóviets y se propongan tomar el cielo por asalto. Los primeros decretos del gobierno soviético fueron el llamamiento a la paz inmediata, la abolición de la gran propiedad y la entrega de la tierra a los campesinos.
La Revolución que abrió un mundo nuevo para las mujeres
El inmenso protagonismo de las mujeres en la historia de las revoluciones ha sido invisibilizado por gran parte de la historiografía, pero su papel es innegable. Fueron las mujeres quienes dieron el puntapié inicial a la Revolución Francesa, en 1789, con una marcha por el pan sobre Versalles. Sin embargo, la más importante revolución burguesa de la historia no había otorgado a las mujeres los mismos derechos que a los hombres. Las primeras pensadoras feministas denunciaron los límites del proyecto de la Ilustración. La “libertad” y la “fraternidad” no se aplicaban para las mujeres, ni para los trabajadores; los “derechos del hombre” eran “los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta”, como señaló Marx en Sobre la cuestión judía.
Alexander Goikhbarg, el jurista marxista de 34 años que redactó el Código familiar de 1918, sostenía entonces que esa legislación cumpliría una función transitoria, no para fortalecer a la familia ni al Estado, sino para colaborar con su “extinción”, tal como concebían los marxistas la transición del capitalismo al socialismo. Eran años de intensos debates y experimentación, donde la emancipación de las mujeres, la liberación sexual y la transformación de las relaciones personales se pensaban como parte de la lucha por la construcción del socialismo. Pero para llegar a ese punto, había que conquistar para las mujeres la igualdad plena, no solo ante la ley, sino, sobre todo, ante la vida.
Arrancar a las mujeres de la carga del trabajo doméstico
Wendy Goldman señala que la concepción bolchevique sobre la emancipación de las mujeres se asentaba en cuatro pilares fundamentales: “La unión libre, la liberación femenina a través del trabajo asalariado, la socialización de la labor doméstica y la extinción de la familia”. No proponían simplemente una división igualitaria del trabajo del hogar entre hombres y mujeres, sino separar esas tareas de la unidad familiar individual y transferirlas al ámbito público, socializando el trabajo en nuevas ramas de la producción. La familia, como unidad de reproducción y consumo, perdería así algunos de sus fundamentos principales.
Entre 1920 y 1922 la socialista revolucionaria alemana Clara Zetkin, amiga y camarada de Rosa Luxemburgo y destacada organizadora de las mujeres, mantiene una serie de conversaciones con Lenin en Petrogrado. En estas entrevistas aborda la cuestión femenina en la URSS y la organización de las mujeres en la III Internacional, que agrupa a los nuevos Partidos Comunistas. Zetkin registra emotivamente en sus Recuerdos sobre Lenin las opiniones de éste, quien rechaza con desprecio las actitudes patriarcales dentro de las filas comunistas:
La creación de guarderías, casas cuna, comedores, centros de alfabetización y otras iniciativas eran el camino acertado, según Lenin, pero en medio de las dificultades de la guerra civil y de la NEP (Nueva Política Económica), resultaban completamente insuficientes. “Desgraciadamente, también de muchos de nuestros camaradas se puede decir aquello de ‘escarbad en el comunista y aparecerá el filisteo’. Escarbando, naturalmente, en el punto sensible, en su mentalidad acerca de la mujer. ¿Se quiere prueba más palmaria de esto que la tranquilidad con que los hombres contemplan cómo la mujer degenera en ese trabajo mezquino, monótono, de la casa, trabajo que dispersa y consume sus fuerzas y su tiempo, y sumisión al hombre?”. Arrancar a las mujeres de la “esclavitud doméstica” era una de las grandes tareas de la Revolución.
“Sabemos perfectamente que todo esto no es mucho, comparado con las necesidades de las masas femeninas trabajadoras, que dista mucho de ser todavía su emancipación completa y efectiva. Pero, comparado con lo que ocurría en la Rusia zarista y capitalista, representa un progreso enorme. (…) Principio que hemos de seguir desarrollando consecuentemente con toda energía. Pues cada día que pasa y se mantiene la existencia del Estado soviético viene a demostrar todavía más claramente que no podremos salir adelante sin contar con los millones de mujeres.”
La lucha por la emancipación femenina, en un país con un 80% de población campesina, se enfrentaba a prejuicios milenarios y el peso de la religión. Para Lenin, “el demonio más difícil de combatir” era la influencia de los curas en el campo, por lo cual había que atacar las condiciones de miseria, pobreza y falta de educación en la que se apoyaban.
Los años de la guerra civil fueron terribles, con costos humanos y materiales sin precedentes. La joven Unión Soviética fue atacada por 14 ejércitos imperialistas y logró sobrevivir por la voluntad de millones de obreros, obreras y campesinos. A este período siguieron los duros años de la NEP, con un importante aumento del desempleo que afectó especialmente a las mujeres, las primeras en ser despedidas y las últimas en ser contratadas. En el campo se vivieron hambrunas y las viudas de los soldados no lograban sobrevivir trabajando sus tierras. En estas condiciones de ruina económica y aislamiento internacional de la URSS, después de la derrota de la revolución en Europa, emergió la burocracia estalinista como una nueva casta burocrática a la cabeza del Estado.
Nunca pensaron que podía lograrse la emancipación femenina y el socialismo en los estrechos marcos de un país atrasado de mayoría campesina
Para los militantes del partido de Lenin, la Revolución Rusa solo podía triunfar en sus objetivos como un eslabón más de la revolución internacional. Nunca pensaron que podía lograrse la emancipación femenina y el socialismo en los estrechos marcos de un país atrasado de mayoría campesina. El estalinismo, en cambio, elaboró la teoría del “socialismo en un solo país” para justificar sus propios privilegios y se asentó sobre un régimen burocrático de partido único.
El retorno al orden del hogar
Hacia mediados de la década de 1930, se había producido un retroceso sin igual en la situación de las mujeres en la URSS. En junio de 1936, el Estado soviético decretó ilegal el aborto, como parte de una campaña para promover la “responsabilidad familiar”. Con un discurso opuesto al que defendían los bolcheviques en 1920, Stalin declaraba en 1936: “El aborto que destruye la vida es inadmisible en nuestro país. La mujer soviética tiene los mismos derechos que el hombre, pero eso no la exime del grande y noble deber que la naturaleza le ha asignado: es madre, da la vida”. León Trotsky, uno de los principales dirigentes de la Revolución que había sido expulsado del partido por Stalin, cuestionó los argumentos que esgrimía la burocracia sobre el aborto: “Filosofía de cura que dispone, además, del puño del gendarme”. La burocracia buscaba una “jerarquía estable de las relaciones sociales”, por lo que en 1930 disolvió la sección femenina del partido, el Zhenotdel, penalizó la homosexualidad y criminalizó la prostitución.
El destino que corrieron algunos de los legisladores rusos que en 1920 desarrollaban teorías de vanguardia sobre la extinción del Estado y la familia habla por sí solo. Pashukanis y Krylenko fueron arrestados y fusilados en 1937, mientras que el autor del innovador Código de 1918, Alexander Goikhbarg, fue confinado a un psiquiátrico por el estalinismo. Entre 1936 y 1939, 700.000 personas fueron fusiladas, acusadas de oposición al régimen; una contrarrevolución que consolidó la dictadura de partido único.
Andrea D’Atri, autora del libro Pan y Rosas, señala que lo trágico no fue solo que el Partido Comunista siguió presentándose como heredero de la revolución, sino que “la tragedia más grande de todas es que las generaciones subsiguientes de mujeres soviéticas, desheredadas de los pensadores, las ideas y los experimentos generados por su propia Revolución, aprendieron a llamar a esto ‘socialismo’ y a llamar a esto ‘liberación’.”
Cien años después de aquel 8 de marzo de 1917, cuando las mujeres iniciaron la Revolución que cambió la historia del siglo, la lucha por nuestros derechos sigue siendo una tarea pendiente. Rescatar la historia de aquellas mujeres, trabajadoras y campesinas, que se atrevieron a revolucionar el mundo y sus propias vidas, es clave, no sólo para reconocernos en nuestra propia historia, sino para no tener que empezar de cero cada vez.,...)))AUTOR > Josefina L. Martínez,...)))...
https://www.facebook.com/josenriquemdelaossa
No hay comentarios:
Publicar un comentario