RESISTENCIA OBRERA EN EL PAIS VASCO ANTE LA PANDEMIA,...¡¡.
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CORONAVIRUS
Podéis trabajar, no protestar: la Ertzaina impide acción sindical en Sidenor Basauri
El Estado de Alarma se cuela dentro de las empresas. ¿Para proteger a los trabajadores? No, para impedirles protestar por sus condiciones laborales inseguras ante el COVID19. Así ha sucedido en Basauri Sidenor, donde el trabajo se mantiene y la Ertzaina entra al recinto a prohibir una protesta.
Roberto Jara
El 27 de marzo era el día planeado para el llamamiento Haserre Gaude, una serie de concentraciones desde los centros de trabajo y protestas en los balcones convocada por los sindicatos ELA, LAB, ESK, Hiru, Steilas y Etxalde. Este llamamiento se ha seguido a las 12h en colectivos como las trabajadoras de limpieza y sanidad del Hospital de Cruces en Barakaldo -el hospital más grande de Euskal Herria- o las plantillas de residencias, ambulancias o supermercados. Las y los trabajadores de la industria también se han movilizado, como por ejemplo en Sidenor de Basauri.
En esta última planta, la Ertzaina se ha presentado dentro de las instalaciones de la empresa para impedir la concentración, negándose a comprobar las condiciones laborales insalubres ante el COVID19, pero se ha dedicado a mostrar que en este Estado de Alarma se puede trabajar con riesgo, pero no protestar.
La convocatoria Haserre Gaude, además de denunciar los “ERTEs sin negociación, medidas hechas a la medida de la patronal y el empeoramiento de las condiciones de trabajo“, propone estas medidas centrales: la aplicación de medidas de prevención necesarias y efectivas en los servicios esenciales, la paralización de toda actividad laboral no esencial, la garantía del empleo y de las condiciones de trabajo.
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Tal y como contaba la sección sindical de ELA en Sidenor, “lamentablemente, se ha vuelto a demostrar que la Ertzaintza, dirigida por el Gobierno Vasco, solo está para servir a los intereses de las clase empresarial, en este caso la dirección de Sidenor”. Y ha remarcado que «vuelven a demostrar que no les importa nada la salud de los trabajadores y trabajadoras. En este caso, además, utilizan a la Policía autonómica para prohibir la protesta en Sidenor de forma autoritaria».
Tal y como se ha visto en Sidenor, tanto el Gobierno Vasco, como cualquier gobierno capitalista, tiene como prioridad llenar las calles de policía y meterla dentro de los centros de trabajo a prohibir protestas si hace falta. ¿Se pretende combatir un virus microscópico con porras y pistolas?
Frente a la acción represiva de la policía al servicio de la patronal y sus ganancias, paremos el trabajo en las empresas no esenciales que no cumplan con la seguridad de la plantilla en tiempos de coronavirus, tal y como hizo la plantilla de la Mercedes de Vitoria-Gasteiz, la Airbus de Geatfe o la Balay de Zaragoza. Somos las y los trabajadores quienes podemos reorientar la producción hacia las necesidad de la pandemia, protegiéndonos ante la desidia de los capitalistas que nos está costando miles de vidas.
Proponemos comités de sanidad e higiene en todos los centros de trabajo que decidan quiénes deben quedarse en casa, qué actividad debe paralizarse, que garanticen el trabajo seguro y con los EPIs necesarios y reconviertan y reorienten la economía en función de las necesidades sanitarias y sociales apremiantes.
Frente al plan de rescate de los grandes capitalistas, impongamos un plan social que prohíba despidos y ERTEs, suspenda alquileres, hipotecas, desahucios, cobro de suministros básicos, las cuotas de autónomos y las leyes de extranjería; que garantice una renta básica de cuarentena para quienes se queden sin ingresos, una vivienda o alojamiento digno en base a hoteles o viviendas vacías para quienes no tienen donde quedarse y mujeres que estén en situación de violencia de género, y créditos para autónomos, o pequeños productores abocados a la ruina.
Frente a su Estado de alarma, que se basa en militarización de las calles y el crecimiento de las agresiones y arbitrariedades policiales de todo tipo, pero tiene guante de seda con los grandes capitalistas, hay que oponer un programa que toque de forma directa sus ganancias e intereses. Hoy un plan de emergencia que haga pagar la crisis a las grandes fortunas y empresas para atender la crisis sanitaria y social no es una opción, es una condición que define la vida o la muerte de miles de personas.
Las movilizaciones convocadas por la mayoría sindical bajo el lema "Langileok haserre gaude" han tenido un amplio eco en toda Hego Euskal Herria
27/03/2020
Durante la mañana de hoy, miles de personas han participado en las movilizaciones convocadas por la mayoría sindical, tanto desde casa como en los centros de trabajo, para defender la salud, el empleo y las condiciones de trabajo.
En lo que respecta a los centros de trabajo, la convocatoria ha tenido eco en distintos sectores. Los y las trabajadoras de la sanidad se han movilizado de forma conjunta con las de limpieza en el Hospital de Cruces y las plantillas de residencias, ambulancias o supermercados también han mostrado su enfado. Las y los trabajadores de la industria también se han movilizado, como por ejemplo en Sidenor de Basauri. Las personas que están confinadas en sus casas también se han sumado a la convocatoria, a través del estruendo que han realizado desde sus balcones a las 12:00.
Las y los trabajadores estamos enfadadas y enfadados porque están poniendo en riesgo nuestra SALUD. Las y los trabajadores de los servicios esenciales (sanidad, residencias, ayuda a domicilio, limpieza, transporte público, ambulancias, supermercados...) están trabajando un día sí y otro también sin medidas preventivas que garanticen su salud, por lo que están en permanente riesgo en su puesto de trabajo.
Las y los trabajadores que no trabajan en servicios esenciales, en cambio, están obligadas y obligados a acudir al trabajo porque el Gobierno Vasco, el Gobierno de Nafarroa y las patronales anteponen intereses económicos a su salud. La salud de estas y estos trabajadores tampoco se encuentra garantizada.
Las y los trabajadores estamos enfadadas y enfadados porque están poniendo en riesgo nuestro EMPLEO. Nos hicieron pagar la anterior crisis a las y los trabajadores. Las patronales y los gobiernos también quieren ahora que paguemos la crisis sanitaria. Ya han comenzado los despidos de trabajadoras y trabajadores con contratos temporales y trabajos precarios y ya han tramitado miles de ERTEs sin ningún tipo de negociación, entre otras cosas.
Las y los trabajadores estamos enfadadas y enfadados porque están poniendo en riesgo nuestras CONDICIONES LABORALES. Pagamos cara la anterior crisis, puesto que nuestras condiciones de vida y de trabajo empeoraron y siguen empeorando por completo hasta el día de hoy, a consecuencia de un proceso de precarización que no tiene fin. Quieren aplicarnos ahora la misma receta; ERTEs sin negociación, medidas hechas a la medida de la patronal, empeoramiento de las condiciones de trabajo...
Es necesario poner en primera línea la salud, el empleo y las condiciones de trabajo. Eso es, precisamente, lo que pedimos al Gobierno Vasco, Gobierno de Nafarroa, Confebask y CEN:
-Aplicación de medidas de prevención necesarias y efectivas en los servicios esenciales
-Paralizar toda actividad laboral no esencial
-Garantizar el empleo
-Garantizar las condiciones de trabajo
ITALIA
La primera huelga general bajo la pandemia rompe la "unidad nacional" en Italia
La política del gobierno italiano en respuesta a la crisis sanitaria se ha basado durante semanas en medidas descaradamente proburguesas unidas por una retórica de "unidad nacional". Este miércoles, convocado por el sindicato de base USB, al que en el norte se sumaron sectores de los sindicatos mayoritarios CGIL, la CISL y la UIL, el primer día de la huelga general reunió a varios sectores de la lucha obrera que respondían a la política de "business as usual".
Giacomo Turci
Italia es uno de los países más afectados por la pandemia del coronavirus. El miércoles el recuento oficial arrojaba el dato escalofriante de 57.500 infectados y 7.500 muertos. El sistema de salud ya ha superado su capacidad máxima y la elección de no centralizarlo, confiscando la asistencia sanitaria privada, ha empeorado la situación. Así pues, el contagio se ha extendido fuera del brote inicial en Lombardía, en el norte, en la región más rica e industrializada del país.
La política de mantener en el negocio al mayor número posible de empresas ha generado la ira y una respuesta de lucha de los trabajadores y las trabajadoras, que comenzó con formas completamente espontáneas y sin dirección, en particular entre los metalúrgicos y en la logística. La ola de miedo que los medios de comunicación y el gobierno propagaron para convencer a la población de que se encerrara en sus casas -con la "pequeña" excepción de más de diez millones de trabajadores- les ha salido por la culata: el movimiento obrero ha difundido rápidamente la demanda de cierre de las actividades no esenciales y el pago íntegro de los salarios a todos los trabajadores en cuarentena, con más medidas de seguridad (por el momento, ausentes en muchos puestos de trabajo) en las actividades que permanecen abiertas.
Ante el incumplimiento del gobierno de su promesa de cerrar todas las actividades no esenciales, el sindicato de base USB lanzó este miércoles una huelga general de un día. Así pues, la unión motivó su iniciativa:
“El nuevo decreto aprobado el domingo por la tarde por el presidente del Consejo de Condes es el fruto envenenado del veto de los jefes a un verdadero bloqueo de la producción de todo lo que no tiene nada que ver con la emergencia y la seguridad de la vida de las personas. Ceder a los dictados de la Confindustria y de otras asociaciones patronales es una responsabilidad muy grave que agravará el costo de las vidas humanas que nuestro país ya está pagando, asumido para asegurar que las empresas puedan volver a obtener beneficios.
¿No está claro que la amplitud del contagio y el número de víctimas se registran en las mismas zonas donde la producción es más fuerte y donde, dada la cínica obstinación de los empleadores, miles de trabajadores se ven obligados a transmitir el virus y un alto porcentaje de ellos se enferman?
Para USB, no sólo permanecen intactos, sino que hoy, paradójicamente, esos caracteres de urgencia y emergencia nos han llevado a proclamar una huelga general para este 25 de marzo, para que cesen todas las actividades que no son realmente esenciales y en defensa de todos los trabajadores que tendrán que seguir en servicio, para que se adopten realmente todas las protecciones a las que tienen derecho.
Hemos pedido que se reciba al presidente en ejercicio del Consejo para que represente la dramática situación de un gran número de trabajadores, empezando por los trabajadores de la salud, que a menudo se ven obligados a trabajar en condiciones insoportables, y para que defina claramente las sanciones para los empleadores que no lo hagan. No aceptaremos que Confindustria dicte las normas a todo el país y que establezca realmente el número aceptable de muertes que tendremos que soportar.
Hacemos un llamamiento a todos los trabajadores para que participen en la huelga general en las formas y maneras que son posibles hoy en día, salvaguardando la protección de los ciudadanos. ¿Cuántas muertes más serán necesarias para inducir a los sindicatos cómplices a hacer su trabajo, dado que los jefes hacen el suyo muy bien por su cuenta?
Que el 25 de marzo se convierta en un día nacional de huelga general para todos y todas!"
Presión de las bases y rebelión obrera
Esta medida, junto con la fuerte presión de un gran sector de la clase obrera de base de los grandes sindicatos confederados, llevó al gobierno y a los dirigentes de la CGIL, la CISL y la UIL a dialogar en una reunión fluvial entre el 24 y el 25 de marzo, lo que condujo a la definición de un acuerdo para el cierre de un sector más amplio de empresas. Estos sindicatos retiraron así todo el apoyo a la huelga, antes de que, en una declaración vaga y ambigua, "dieran permiso" a los trabajadores para movilizarse y hacer la huelga de ayer.
Bajo la presión de sus miembros, en las dos regiones fundamentales de Lazio y Lombardía, los sectores de la industria metalúrgica, química y papelera se declararon en huelga, y los propios sindicatos confederados se vieron obligados a reconocer el éxito de la huelga, con una afiliación de entre el 60% y el 90%.
El día de la huelga, en su conjunto, registró una adhesión mucho mayor que la de los miembros de la USB (algunas decenas de miles concentrados en el sector público): por ejemplo, más de 400 enfermeras firmaron un llamamiento invitando a todos aquellos que no trabajan en sectores esenciales (como el personal médico) a la huelga, y se adhirieron con un minuto simbólico de huelga, difundiendo el hashtag #scioperaperme (#huelgaparamítambién).
En el caso de Ilva de Taranto, con la excusa de la necesidad de mantener el alto horno en llamas, la empresa "ordenó" el trabajo a muchos, negando efectivamente el derecho a la huelga.
La Comisión de Garantía del derecho de huelga impugnó la proclamación de la huelga por parte de la USB, alegando razones de seguridad relacionadas con la pandemia y reservándose el derecho de imponer sanciones contra el sindicato, una amenaza que, de hecho, había logrado desactivar las movilizaciones del 8 de marzo y la huelga general que debía tener lugar el 9 de marzo.
Sin embargo, no parece que las maniobras del gobierno, las amenazas antihuelgas y la política de multas masivas a los que se van de casa puedan detener tan fácilmente esta ola de lucha obrera. Mientras los trabajadores siguen infectándose y muriendo, el gobierno alterna el tratamiento medieval de cuarentena masiva con muy pocos tampones con una escalada de represión completamente desmotivada por la propia crisis sanitaria: mientras que los militares son enviados por las ciudades casi como si hubiera un toque de queda bajo la ley marcial, ayer se impusieron unas 120.000 multas (de unos 200 euros) a quienes salgan de casa "sin causa justificada", una valoración que las fuerzas del orden pueden hacer de forma arbitraria.
Al mismo tiempo, según el acuerdo gobierno-sindicato, el cumplimiento de las nuevas medidas de seguridad puede ser autocertificado por las propias empresas, con la inspección de los prefectos (conocidos expertos médicos) y el apoyo de las burocracias sindicales territoriales, una broma trágica que costará más muertes.
Contra esta política, es necesario tener comités de seguridad e higiene en todas las demás empresas, compuestos exclusivamente por trabajadores, con plenos poderes y sin ninguna interferencia del gobierno ni las patronales. Es necesario que los propios trabajadores establezcan las condiciones de trabajo y el tiempo de trabajo adecuados para contener el contagio.
La huelga comienza a romper rompe la "unidad nacional" reaccionaria que impera en Italia. Por ello debe prolongarse y relanzarse, en primer lugar, mediante la lucha que se lleva a cabo desde hace dos semanas en la logística, para imponer el cierre real de las actividades no esenciales, la reconversión de las industrias que sean factibles para producir elementos necesarios para enfrentar la pandemia y todas las medidas urgentes que son necesarias no para los industriales, sino para la clase obrera y las masas populares.
ACTIVIDAD PARALIZADA EN LOMBARDÍA Y LACIO
Italia: ir a la huelga para no morir
Más de 7.500 muertos al 25 de marzo, incluidos 683 solo el miércoles. Sin embargo, debemos continuar trabajando, incluso en varias compañías que no son absolutamente esenciales para la lucha contra Covid-19. Por lo tanto, en medio de una gran bronca social y las maniobras de los dirigentes sindicales, parte de Italia se declaró en huelga el miércoles 25 de marzo para decir que la salud de los trabajadores y la lucha contra el coronavirus están antes que las ganancias Una gran lección, también para los trabajadores de otros países europeos.
Ciro Tappeste
Giuliana Martini
Imagen: Futura-Science
Italia es uno de los epicentros de la crisis con tres regiones particularmente afectadas, Lombardía, Véneto y Emilia-Romagna, en el norte del país. Desde principios de mes, el gobierno de Conte (alianza de la centro-izquierda y el Movimiento Cinco Estrellas-M5S) ha reforzado las medidas de contención, con un primer decreto el 1º de marzo, que dividió al país en tres zonas, siguió con el cierre de escuelas y universidades el día 4. Luego, el 9 de marzo, definió a todo el país como "zona roja", es decir, en modo de "confinamiento", el 21 estableció suspender todas las "actividades no esenciales" hasta el 3 de abril. Al igual que en Francia, a pesar del covid, en Italia se sigue trabajando en muchos sectores. Es en este país, donde la huelga fue muy fuerte el 25 de marzo.
En el origen de la huelga, un recule del gobierno ante la presión de las patronales
La chispa que transformó el hartazgo en ira y en huelga, este miércoles 25, se encuentra en las falsas promesas del Presidente del Consejo de Ministros. En su discurso del sábado, Giuseppe Conte prometió el cierre de todas las "actividades no esenciales" con la excepción, por lo tanto, de los alimentos, la energía, la industria farmacéutica y el transporte, en particular [1].
Pero las asociaciones empresarias italianas no lo escucharon de la misma manera. En cuestión de horas, bajo la presión de varios sectores del empresariado, incluida Confindustria (Confederación General de la Industria Italiana), el gobierno añadió varios párrafos al primer artículo de su decreto, ya publicado. Así es como los puntos D y H prevén, en la versión del texto del 23 de marzo, excepciones a "actividades funcionales para la continuidad de actividades esenciales" (fórmula casi dictada por Vincenzo Boccia, presidente de Confindustria) así como para "sectores de importancia estratégica para la economía". De esta manera, los sectores activos han incluido dentro de sus límites no solo a los fabricantes de armamentos y aeronáutica, sino también electrodomésticos, la industria neumática, grandes porciones del sector textil, la construcción y las obras públicas y una buena parte del sector mecánico, la industria metalúrgica y siderúrgica. Como prueba, es suficiente pensar que el grupo Marcegaglia, cuyo presidente ha dirigido durante mucho tiempo Confindustria, continuó operando, hasta el 24 de marzo, sus laminadores del Boltiere (actividad que, se acordará, es absolutamente no esencial), en Bérgamo, una de las regiones más afectados desde el comienzo de la epidemia con más de mil muertos al día de hoy.
La burocracia obligada a golpear la mesa contra el telón de fondo de las huelgas de base
La cobertura, aunque firmemente sostenida por las tres confederaciones sindicales CGIL (vinculadas al Partido Demócrata, el gobierno), CISL y UIL, comenzó a temblar, en serio. Las confederaciones habían firmado un acuerdo con el gobierno y Confindustria el 14 de marzo que los involucraba en las decisiones sobre si mantener o no las empresas abiertas. Localmente, en las empresas, talleres o almacenes, la situación ha sido mucho más tensa en los últimos diez días. Así, en 490 empresas que podrían, según los textos publicados hasta ahora, seguir operando, se ha tomado la decisión de cerrar. La elección recae a veces en tal o cual sector de los empleadores que se enfrentan a carteras de pedidos vacías, pero la mayoría de las veces el cierre se realiza en un contexto de impugnación, o incluso de huelga, por parte de los empleados.
Así, desde hace unos diez días, las actividades se han suspendido o paralizado por paros en varios sectores: podemos mencionar la industria naval (Fincantieri), la industria automovilística (varios emplazamientos de la FCA han sido cerrados, el de Ferrari en Módena ha sido cerrado por los trabajadores), la siderurgia (ArcelorMittal Génova), Whirlpool y Electrolux, o incluso la logística, donde están activos los "sindicatos de base".
A partir del lunes, con el recule de Conte ante las exigencias de los empresarios, la situación se precipitó, con paros en el sector aeronáutico, en particular en Leonardo (36.000 empleados), Gavio o LGS, pero también dentro del grupo Safilo (gafas, donde los sindicatos han propuesto reconvertir la producción de lujo para hacer máscaras de protección), o en el sector metalúrgico de Padua donde, a petición de las tres federaciones filiales FIOM-FIM-UILM se marchó a la huelga el martes, por 48 horas.
Negociaciones sindicales-gubernamentales y huelga del 25 de marzo
Dentro de este marco, los dirigentes sindicales no tuvieron otra opción que dar voz y golpear la mesa, presionados por la base. Puesto contra la pared, el gobierno también retrocedió el miércoles, con concesiones a la dirección de la CGIL, la CISL y UIL, alrededor de una nueva reconfiguración de las llamadas "actividades no esenciales" y la devolución del acuerdo sindical local (RSU) para la apertura o no de un lugar de trabajo o una empresa. Los sindicatos, que amenazaron con atacar, ahora dicen que están absolutamente satisfechos. Por lo tanto, el ejecutivo debería firmar un nuevo decreto en el que se indique en qué medida, a pesar de su apariencia presidencialista, Conte sigue bajo presión, incluso de fuerzas sociales contrarias [2] .
Sin embargo, es posible que una segunda versión del decreto (que amplía una vez más el número de sectores de actividad que pueden detenerse hasta el 3 de abril), no sea suficiente para calmar la ira de los trabajadores, preocupados por su salud y la de sus seres queridos, y para hacer frente a los empleadores que siguen queriendo obtener un beneficio a un costo muy elevado y mantener sus fábricas en funcionamiento [3].
En efecto, además de la huelga nacional lanzada para el 25 de marzo por la USB, uno de los "sindicatos de base" de Italia, fueron los metalúrgicos de FIOM-FIM-UILM de Lombardía y del Lacio quienes mantuvieron la llamada a la huelga, agitada durante un tiempo por las confederaciones que luego se retiraron, in extremis, cuando el gobierno abrió la puerta a las negociaciones.
Las tasas de adhesión a la huelga del 25, que paralizó gravemente la economía en ambas regiones, oscilaron entre el 60 y el 90%, por ejemplo en Brianza, hubo una participación del 70%. También otros sectores han quedado paralizados, como la industria papelera, textil y química, mientras que se han hecho llamamientos a la huelga en los próximos días, en los supermercados de Liguria, Molise y Abruzzo. En todos estos casos, los llamados son lanzados por las federaciones filiales de la CGIL, la CISL y la UIL, que no han estado muy acostumbradas a la relación de fuerzas de los últimos años.
La protesta obrera en Francia y el Estado español ante la pandemia
La situación puede parecer paradójica, pero es rica en lecciones. Si bien el mundo del trabajo en la península italiana distaba mucho de estar a la ofensiva, en los últimos años una serie de movimientos, a menudo espontáneos o al menos no orquestados por las direcciones sindicales tradicionales, han permitido hacer retroceder a las patronales, aunque la situación (pensemos en el número de muertos, pacientes hospitalizados y personas infectadas) es extremadamente difícil.
Al mismo tiempo, a pesar de la popularidad del gobierno, los trabajadores han demostrado en los últimos días, y más aún con la huelga del 25 de marzo, su capacidad de hacer oír su voz y de poner fin a la ofensiva que continúa, incluso en tiempos de coronavirus e incluso en nombre de la lucha contra la epidemia.
En el Estado español, la huelga de los trabajadores de la Mercedes, en Vitoria, mostró la misma disposición de sectores de la clase obrera a defender su salud, la de sus familias y toda la comunidad, negándose a trabajar sin las mínimas condiciones de seguridad e higiene. Algo que los trabajadores de Airbus están también exigiendo, por lo que llaman a la huelga desde el próximo 30 de marzo. Al mismo tiempo, en numerosos lugares de trabajo, desde call centers a correo y talleres, se denuncia que no se cuenta ni con mascarillas ni con guantes adecuados y protección. El egoísmo de las patronales pone en riesgo la vida de esos trabajadores y de toda la sociedad.
En Italia, como en Francia o el Estado español, los próximos días y semanas serán esenciales, en el terreno productivo, en las empresas, para evaluar la capacidad de nuestra clase de anteponer nuestra salud a sus beneficios, ya sea cerrando lo que no es esencial, ya sea imponiendo la reconversión de actividades bajo nuestro control y exigiendo la nacionalización de estas empresas por el Estado. No es una coincidencia, desde este punto de vista, que los medios de comunicación mantengan una especie de apagón total, por el momento, sobre los movimientos de huelga en Italia.SINDICATO ELA
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