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-- “Corre italiano que lo rojos se aproximan…” 87Aniversario de la Batalla de Guadalajara
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“Corre italiano que lo rojos se aproximan…” 87Aniversario de la Batalla de Guadalajara
Antonio Gascón Ricao
3 de abril de
Prontuario
El pasado mes de marzo, en concreto el día 8 se cumplió el 87 aniversario de la célebre batalla de Guadalajara. Por ello, sin pretender entrar al detalle en la batalla propiamente dicha, al tener como única pretensión el recordar la efeméride, se utilizan los trabajos de diversos autores1, y muy en particular el del general Vicente Rojo 2, del cual se han tomado los detalles, al ser el más sintético de todos ellos.
Del mismo modo que también se resumen las consecuencias de la misma, pero vistas desde dos ángulos divergentes, gracias a lo cual se podrá comprobar la gran repercusión que alcanzó, incluida en ella lo que se puede calificar como la banda sonora de la guerra civil española, al generarse gracias al resultado de dicha batalla, diversas canciones que se cantaron en ambos bandos, o un hecho sorprendente como fue la alegría general que generó aquella victoria entre los dos ejércitos españoles enfrentados, tras la derrota sufrida por los italianos de Mussolini a manos republicanas.
Antecedentes
Cuando todavía subsistían los últimos rescoldos de la batalla del Jarama, que había tenido lugar entre el 6 y 27 de febrero de 1937, y donde se había percibido la impotencia de los militares sublevados para proseguir su esfuerzo de ruptura de aquel frente, dado que todas sus unidades se encontraban muy desgastadas, sobrevino la ofensiva italiana de Guadalajara.
Aunque de hecho aquella ofensiva no causo sorpresa alguna entre el mando republicano, puesto que el mismo ya conocía por informes las grandes concentraciones rebeldes que se estaban produciendo, como tampoco ignoraba la presencia de las tropas italianas en su base de Aranda de Duero. Pero lo que si desconocía el ejército republicano era el tamaño y la cuantía de las tropas que estaban a punto de intervenir.
Lo que los republicanos tampoco esperaban era un esfuerzo bélico tan considerable como el que se produciría en la región de Sigüenza, de hecho un frente secundario, en el cual, el ejercito de la República ya había actuado, por iniciativa propia, en el mes de diciembre anterior, en operaciones de alcance limitado, a causa de la insuficiencia de medios y con unas tropas bisoñas y carentes de organización e instrucción, y por tanto pendientes de profunda reorganización. Eso sí, sobre el papel constaba que sobre el terreno en disputa la existencia de la 12ª División republicana, al mando del coronel Víctor Lázaro Monasterio, con un total de 10.000 hombres que serían los que sufrirían el primer golpe el día 8 de marzo de 1937, de las fuerzas italianas, que dio como resultado su total desarticulación.
Lo que un tiempo después resultó evidente, fue que el enemigo con aquella operación había pretendido encadenar las acciones del Jarama y Guadalajara, ante su fracaso en el Jarama, y por ello el mando rebelde había tomado la decisión de lanzar una ofensiva fulminante por el nordeste de Madrid, con tropas bien dotadas y entrenadas y con medios mecánicos mecanizados, con la intención de no dar tiempo a reponerse a las tropas gubernamentales, a las que suponían materialmente agotadas por la batalla que acababan de librar, y que por ello no se encontrarían en condiciones de poder reaccionar de forma efectiva o que por lo mismo la República no tendría los medios necesarios para poder contener aquel nuevo ataque. Pero sobre todo se pensó en que se debería aprovechar la oportunidad que brindaba el supuesto hipotético de que la tropa leal estaba exhausta y sin recambios tras los combates del Jarama.
La maniobra
Para ello // **el ejército franquista, ideó un ataque enérgico y rápido, que correría a cargo de tropas mecanizadas del flamante Cuerpo Italiano, perfectamente organizado y ampliamente dotado de artillería y tanques, en colaboración con otras tropas españolas que deberían realizar por Guadalajara y Alcalá el envolvimiento de Madrid. ** //,... Objetivo que hasta entonces los franquistas no habían logrado, pero que ahora intentaría conseguir bajando por Guadalajara, y supliendo con el carácter motorizado de las fuerzas principales en liza el inconveniente de la distancia, que se tenía que salvar para lograr el corte de las comunicaciones republicanas con Valencia.
De hecho la operación era el último y decisivo intento franquista por tomar Madrid. Y por ello no se regatearon medios en aquella empresa, y menos aún cuando los italianos aspiraban a alcanzar la gloria de batir la capital de la República, cuatro meses heroica.
Vicente Rojo confiesa en su obra “España heroica…” que había tenido a la vista el ambicioso plan del enemigo, en el que no faltaba el oportuno croquis que se había dado a los jefes italianos para la operación de ocupación de Guadalajara. La idea de aquella maniobra consistía en romper el frente en dirección Sigüenza-Guadalajara, para rebasar enseguida a la unidad de ruptura, con otra motorizada, que profundizaría ocupando sólidamente los flancos de la zona de ruptura, y prosiguiendo de forma inmediata sobre Guadalajara.
De aquel modo, con tan solo “Tres jornadas” de marcha bastarían para ocupar la plaza, y en la cuarta caería Alcalá. Consumándose de aquel modo el deseado corte de comunicaciones. Lo demás, se daba por supuesto, que vendría solo. Pues con la presencia de las tropas italianas a las puertas de Madrid y el cerco total a que se pensaba someter al Ejército del Centro, del cual ya dependía entonces la defensa de Madrid, daría al traste con la embrionaria organización de las tropas republicanas y por ende de aquel frente, que así se derrumbaría como un vulgar castillo de naipes.
Ofensiva en la que el Cuerpo Italiano tendría que realizar en el llano la ruptura del frente y el consiguiente avance siguiendo el eje Sigüenza- Guadalajara, con su derecha apoyada en tres ríos. Primero el Badiel o, después en el Henares, y por último, por la izquierda en el Tajuña. A su derecha sería conquistada la zona montañosa hasta Hita por una columna hispano-marroquí que apoyaría su flanco derecho en el Henares y seguiría la dirección de la carretera Almazán-Taracena hasta la Torre del Burgo. El ala izquierda del Cuerpo italiano estaría cubierta por un grupo de banderas, los grupos de banderas eran dos, (con un total 3.601 hombres)
Las fuerzas contendientes
De hecho el Cuerpo Italiano estaba conformado por las Divisiones 1ª (general Coppi), con 6.360 hombres; 2ª (general Rossi), con 6.336 hombres; 3ª general Nuvolari), con 6.241 hombres; y 4ª “Littorio”) (general Bergonzoli) con 7.689 hombres; más las Brigadas Mixtas de Flechas Azules y Negras, Batallón de Carros de Combate, Compañía de Auto y Moto ametralladoras, Compañía de Lanzallamas, Artillería Divisionaria y de Cuerpo (4.379 hombres); Baterías Antiaéreas y Antitanques y Servicio de Intendencia, Transmisiones, Ingenieros, Sanidad y Transportes, con un total en diversas especialidades de 616 hombres más.
Lo que hacía que el contingente italiano ascendiera a un total aproximado de 35.222, a los que se sumarian las tropas españolas de la división Soria, al mando del general Moscardó, con 20.000 hombres más, lo que hacía un total absoluto de 55.222 combatientes. Según Vicente Rojo, al iniciarse la batalla se enfrentaron aproximadamente unos 50.000 hombres contra 10.000, 140 piezas de artillería contra 22, y la aviación 3 a 1.
Cifra republicana de hombres dada por Rojo, que en puridad correspondía con los primeros tres días de ofensiva, al incluir en ella solo a los hombres de 12ª División. Dispersada ésta a causa de su derrota, a la batalla se fueron sumando distintas unidades republicanas procedentes de otros frentes, la 11ª División, al mando de Enrique Líster, con las Brigadas Mixtas 1ª y 11ª, y una agrupación de tropas especiales. La 14ª División al mando de Cipriano Mera, con las brigadas 12ª y 65ª, y otra provisional. La Brigada 72ª, recién creada con el nombre de “Milicias Aragonesas”, al mando de Jesús Valdés Oroz. Unidad que acabaría integrada en la 14ª División de Mera, y a posteriori enviada al frente de Aragón al pasar a formar parte de la renombrada 43ª División.
Concluyendo la relación con los restos de la mermada 12ª División al mando de Víctor Lázaro Monasterio, que fue relevado tras la inicial derrota, compuesta por las Brigadas 49ª, 50ª y 61ª. Unidades todas ellas que formaran el denominado IV Cuerpo, al mando del teniente coronel Jurado. Sin perderse de vista el papel jugado en los días siguientes por la aviación del gobierno, que mediante acciones persistentes, puso todo su empeño en detener el avance de los elementos motorizados enemigos, intervención que se vivió favorecida por la casi ausencia de la aviación enemiga, a causa del mal tiempo, y de la lejanía de sus bases, a la inversa que la republicana.
De hacer números, las tropas reclutadas a la carrera fueron 30 brigadas mixtas, que representaban sobre el papel 30 batallones, que es de imaginar no contarían con sus plantillas más óptimas, como ya acostumbraba a ser lo habitual. Así que siendo muy optimistas, aquella aportación debió ser del orden de unos 24.000 hombres a los que se debería sumar los restos de la 12ª División, cuyo número se desconoce, pero cuya moral después de la “carrera” no debería ser la mejor para participar de forma activa en aquella batalla.
Por quitar hierro al asunto Rojo afirmaba que: “en ella se enfrentaran por primera vez los hombres idealistas, tercos y valientes de la defensa de Madrid, con las tropas extranjeras que invadían España. De tan simple hecho no nació pero sí se fortificó… una fuerza moral que ya era sólida y que haría posible que los hombres que salían de las trincheras del Jarama, extenuados por veinte días de lucha… se batiesen en campo abierto, con inferioridad numérica y de medios, a la tropa más numerosa y mejor equipada que hasta entonces se había batido en España, aunque no fuese la de mejor calidad 3”.
La Batalla
Según Rojo la maniobra de Guadalajara tuvo de hecho dos fases concretas. En la primera el enemigo batió a la 12ª División, que resultó rota y pulverizada, momento en que los asaltantes ocuparon un extenso frente los días 8, 9, y 10 de marzo de 1937, y reorganizado el 10 al 14, el ejercito republicano, se libró mientras se hacia una batalla de encuentro con la que se pudo frenar el avance enemigo, infringiéndole los primeros reveses. En la segunda fase se consolidó la organización republicana montándose entonces el contraataque de conjunto, que conduciría a la derrota y la consiguiente retirada desordenada del enemigo. En la primera fase fueron batidas las Divisiones italianas 1ª y 3ª, las cuales fueron relevadas por el mando divisionario después de la pérdida de Trijueque y del Palacio de Ibarra4.
En la segunda fueron batidas las divisiones “Littorio” y la 2ª. Las tropas que las habían derrotado, tanto en la primera como en la segunda fase, eran las mismas, el Cuerpo IV (Jurado) y las Divisiones 11ª (Líster) y 14 (Mera), reforzadas con otras fuerzas extraídas de los frentes del Jarama y de Madrid; tropas muy inferiores en número al adversario y formadas en un 50 por ciento por unidades que se habían batido victoriosamente en el Jarama. El día 21, el Cuerpo Italiano estaba vencido y terminaba la persecución republicana “por puro agotamiento”. La batalla había concluido.
Las conclusiones de Vicente Rojo
Siguiendo a Rojo, en poder de la República quedaron “materiales de guerra diversos, baterías completas, tanques, armas, municiones, camiones, equipajes y trofeos de todas clases, y las famosas “plumas” y “llamas” italianas se acreditaban por la velocidad con que se ponían a salvo del odio español a los invasores. 5 En nuestro poder quedaron también muchos prisioneros italianos, testigos elocuentes de la intervención de tropas extranjeras que padecía España, organizadas en el extranjero, mandos extranjeros, con materiales, emblemas, armamentos y toda clase de medios de acción extranjeros, Venían a conquistar España a la vista del mundo” 6.
Así lo proclamó el general italiano Manzzini después de la derrota, “Aquí, en tierra extranjera, somos bajo la mirada muy cercana de nuestros aliados, y bajo la mirada lejana, pero vigilante de todo el mundo, los representantes de la Italia armada y del Fascismo. Por nuestros actos se juzgará la calidad y eficacia –moral y técnica- de la Italia del año XVI y del juicio que emitan amigos y enemigos se derivaran consecuencias de valor incalculable para nuestro país” 7.
Comentario que Rojo glosó advirtiendo que el mismo estaba dirigido en directo al Comité de No intervención, que de modo tan benévolo se estaba comportando con el enemigo, lo que debió llevar a dicho Comité, a la intención de evitar otra nueva derrota italiana, a cerrar con su control la frontera española y todos los puertos, exactamente un mes después de la victoria republicana, el 19 de abril siguiente. Perjudicando de aquel modo la llegada de los necesarios suministros militares de la República.
Otra cuestión que Rojo calló fue la de las “espantadas” sufridas por los italianos, que en concreto fueron dos. La del día 13, que finalizo con el abandono de Trijueque y la del 19 subsiguiente a la pérdida de Brihuega. En ninguna de las dos ocasiones no se han dado noticias de que los gubernamentales recibieran órdenes superiores para que efectuaran movimientos de persecución, con la intención de rebasar y de envolver a las unidades italianas en retirada. De lo que si hay constancia es que en ambos casos se limitaron a ocupar las posiciones abandonadas por el enemigo y los prisioneros, se produjeron a causa de las débiles actitudes de los soldados enemigos que por espanto o por cansancio se dejaron apresar sin luchar o que el botín fue fruto del abandono de los huidos. Pocas veces se comenta pero una parte importante de aquellas tropas no eran fascistas, ya que se trataba de delincuentes comunes sacados de las cárceles italianas, con la promesa de que si lograban salvaba la piel durante su estancia en España, les sería condonada la pena impuesta 8. Historia que en el tiempo actual intenta rebatir un trabajo de Máster de la Universidad de Valladolid, aduciendo los testimonios recogidos de un único testigo por un historiador aragonés muy proclive a dichas fuerzas 9.
Consecuencias militares y políticas de la batalla
La Batalla de Guadalajara, en el aspecto estratégico presentó características muy similares a las precedentes de Madrid, la de Las Rozas o el Jarama. Al haber supuesto un nuevo esfuerzo fallido de los franquistas, encaminado a romper el equilibrio de fuerzas, con la intención de provocar el desmoronamiento del frente enemigo y con él la total ocupación de Madrid, en aquel momento capital de la República. Por otra parte, del lado gubernamental, se caracterizó en ella la profesional reacción del bisoño ejército republicano al lograr frenar la progresión de un adversario, en apariencia superior, desbaratando de aquel modo sus intenciones.
Pero la diferencia esencial que singularizó dicha batalla y que la distingue de otras, fue el hecho de tener una enorme importancia psicológica, en el orden interno, y a la par con resonancia mundial en el ámbito exterior. Dado que la masa principal del ejército sublevado interviniente, había estado constituida por tropas extranjeras, el Cuerpo de Tropas Voluntarias (C.T.V.), compuesto íntegramente por italianos, organizados y equipados de forma hasta entonces desconocida en España. País al que los italianos habían llegado convencidos de que su sola presencia impondría rápidamente la victoria de Franco, y que si antes no se había logrado, había sido a causa de la incompetencia de los mandos y soldados españoles, en su caso los de Franco, que era evidente desconocían las modernas formas de hacer la guerra.
La petulancia italiana, corría pareja con su despreocupación. Estaban tan seguros de su inevitable triunfo en la misma, que descuidaron las más elementales medidas de seguridad, tanto en las marchas como en los momentos de reposo. Así Rodimtsev, que en 1937 fue el asesor soviético clave en la Batalla de Guadalajara, bajo el nombre de Pablito, relataría años más tarde, que las columnas italianas avanzaban sin vanguardia ni flanqueos, en compactas caravanas que circulaban sin la menor medida de precaución, con concentraciones al descubierto, o en marchas de aproximación en orden compacto y posiciones sin el menor servicio de seguridad. Muestra de unas medidas insensatas, que venían a demostrar el grado de desprecio que sentían por el enemigo, al que evidentemente los italianos pretendían humillar.
En la zona republicana el nuevo éxito del general Miaja, el laureado defensor de Madrid fue acogido con la natural alegría, produciendo en el ámbito internacional una reacción favorable a la causa republicana, al haber vencido al ejército italiano, avanzadilla de la Italia fascista. Reacción que hábilmente reforzó el gobierno español al publicar la abundante documentación capturada al enemigo, que apareció editada en un libro en Valencia, titulado: Libro Blanco sobre la intervención italiana en España, presencia extranjera que elComité de No Intervención, creado en 1936, negaba.
Reacciones en la España franquista
Pero tal como apunta más de un autor adicto al régimen franquista, en la llamada “zona “nacional”, por muy raro que parezca, la reacción de alegría por aquella derrota italiana fue idéntica a la de los propios republicanos. Regocijo que se plasmó de muy diversas formas, y en particular en los campos comunes del país, como eran los chistes, los chascarrillos y las canciones satíricas. Canciones que con la música de las marchas fascistas que habían traído los soldados del C.T.V. que se hicieron muy populares en la zona sublevada, triunfando en aquella competición la que decía: “Desde Jadraque hasta Sigüenza / Chaquetearon 50.000 sin vergüenzas/ el chaqueteo 10 fue cosa atroz / hubo italiano que llegó hasta Badajoz” O su variante: “Corre italiano que los rojos se aproximan / que Guadalajara no es Abisinia / Corre italiano que la muerte se aproxima / que Guadalajara no es Abisinia”.
El propio embajador italiano ante Franco, Cantalupo, se quejó al tener noticia de que la totalidad de la oficialidad de un regimiento rebelde en Salamanca había celebrado con una cena el resultado de la acción de Guadalajara, y que en ella se había brindado por el triunfo de los “españoles”. Respondiendo así a los comentarios expresados en público por Galeano Ciano yerno de Mussolini, molestos por los juicios de los dos jerarcas italianos al respecto de las capacidades o el valor de los españoles, por lo que no eran infrecuentes los incidentes entre los soldados de ambos países, al no admitir los soldados franquistas que aquellos extranjeros pisotearan el orgullo nacional.
Según dichas opiniones las tropas de Franco eran incapaces de explotar sus éxitos, eran lentas en sus movimientos, luchaban mal y no sabían hacer funcionar sus servicios de retaguardia y por ello los soldados extranjeros a su servicio gozaban de autonomía funcional que no agradaba. Por otra parte, la humillación sufrida por las tropas italianas, bien uniformadas y equipadas, al completo de sus dotaciones y con grandes medios mecánicos a su disposición, era una satisfacción para el ejército franquista, ya que pobremente vestido, y escasamente equipado, había sabido mantenerse con eficacia sobre el terreno. Así si los italianos hubieran vencido, la leyenda de la incapacidad española y su cobardía se hubiera consolidado para siempre. Por ello la victoria republicana fue saludada con alegría en el bando franquista.
Tal como resumía un conocido historiador militar franquista, intentado minimizar la derrota: “En resumen, el único y gran vencido de Guadalajara fue Mussolini cuyas águilas quedaron humilladas ante los comunistas de Líster, los anarcosindicalistas de Mera e incluso ante los antifascistas garibaldinos de su propia nacionalidad”, haciendo mención con lo último a los combates por la posesión del palacio Ibarra. En cuanto al número de bajas o del material de guerra apresado nadie hasta la fecha se ha puesto de acuerdo, Asunto que Líster cuantificaba, sin contar los muertos, en: “1200 prisioneros, 65 cañones, 13 morteros, 500 ametralladoras, más 3000 fusiles y 10 tanques”. Otro parte basado en un inventario lo cuantificaba en: “seis cañones, un mortero, 16.401 granadas de artillería, 12.000 bombas de mano, dos ametralladoras, 133 cañones de ametralladora, 294 fusiles, o 628 cajas de munición de fusil”, lo que demuestra que había mucho más botín, que a buen seguro se habían quedado las propias unidades republicas a beneficio propio.
Conclusión
Aquellas dos victorias tácticas del Jarama y Guadalajara constituyeron un éxito estratégico para la República y, al mismo tiempo, un éxito moral, porque significaron la derrota del invasor. Al demostrarse con ellas la unificación de las fuerzas republicanas, las cuales conservaban una cohesión más política que militar, y la posibilidad de un triunfo final de sus armas en su lucha contra el fascismo, tanto el interno como el externo. Previsión que finalmente no se cumplió.
Antonio Gascón Ricao
1 Ramón Salas Larrazábal, Historia del Ejército Popular de la República, (4 volúmenes), El C.T.V. quiere decidir la guerra, Vol. 1, Cap.XV, pp., 861-888, Editora Nacional, Madrid, 1973. Ricardo de la Cierva, Guadalajara 1937, un nombre mágico en una hora de Europa, I Parte, Historia y Vida, nº 42, pp. 42-55, septiembre, 1971; Guadalajara 1937, un nombre mágico en una hora de Europa, II Parte, H. y V., nº43, pp. 48-71, octubre 1971.
2 Vicente Rojo, España Heroica, diez bocetos de la guerra española, pp.71-85. 3º edición, Barcelona, 1975.
3 Op. cit. p.73.
4 José Luis Alcofar Nassaes, H. y V., nº 158, La Batalla de Palacio Ibarra, pp.30-40, mayo 1981.
5 Evidentemente Rojo se está riendo de la pérdida de las “plumas” y las “llamas” que adornaban cascos y prendas de cabeza de los italianos, en aquel caso “pérdidas” durante su huída ante el enemigo hispano.
6 Op. cit. p. 83.
7 Op. cit. p. 84.
8 Tenemos diversos testimonios de diferentes pueblos de Aragón, donde residieron un tiempo aquellas unidades, que confirman la historia, al haber conocido estos a unos cuantos “voluntarios”.
9 Carlota Martínez Sáez, El Corpo Truppe Voluntarie en la provincia de Burgos, Trabajo fin de Máster, Instituto Universitario de Historia Simancas, Uva, Curso 2013/2014.
10 Chaquetear, huir ante el enemigo.
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