viernes, 24 de marzo de 2023

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Contra el imperialismo y sus guerras, Revolución Proletaria Mundial  -- Las-importantes-ensenanzas-de-la-guerra-en-Ucrania.pdf (colectivorc.org)

A PROPÓSITO DE LA GUERRA EN UCRANIA 

Desde un punto de vista marxista, no se podría comprender correctamente la invasión de Ucrania si no se tuviera en cuenta tanto el contexto general de las contradicciones del sistema imperialista, en donde es evidente que se está produciendo una polarización entre los distintos sujetos imperialistas, como el contexto particular de Ucrania, es decir, la firme determinación de la burguesía nacional, dominada por sus sectores más reaccionarios, proclive a integrarse definitivamente en el polo imperialista occidental (OTAN y Unión Europea), dominado por EE.UU., en detrimento del polo imperialista oriental (dominado por China) en general y de Rusia, como República dominante de la Federación Rusa, en particular. Todo análisis que se haga obviando estos dos aspectos son de por sí erróneos en lo sustancial al estar dominados por una posición unilateral si no interesada hacia uno de los dos polos en conflicto. Esto es muy propio de la burguesía y sus voceros. Editamos este folleto sobre la guerra en Ucrania por la importancia del tema, sobre todo para los destacamentos que constituyen la vanguardia revolucionaria del proletariado por la sustancial relación que guarda con la teoría marxista-leninista. El contenido del folleto se ha dividido en dos secciones: la primera, que está compuesta por dos artículos publicados anteriormente, se ahonda en la determinación del carácter interimperialista del enfrentamiento bélico, que era lo fundamental al inicio de la invasión pues es lo que determina su desarrollo y, sobre todo, la posición política que debe adoptar el proletariado como clase internacional; la segunda, es un nuevo artículo que aportamos al debate, que se centra en extraer las conclusiones pertinentes al hilo del transcurso de la guerra en relación a los principios generales del marxismo-leninismo. La guerra en Ucrania, como en Siria, para no retrotraernos mucho en el tiempo, tiene un carácter reaccionario, se trata de una guerra de rapiña, interimperialista, en donde el proletariado como clase internacional no debe colaborar de ningún modo, pues no tiene nada que ganar y sí mucho que perder; es más, debe oponerse decididamente contra ella sin apoyar a uno u otro bando por mucho que traten de convencernos con argumentos jurídicos o morales ocultando sus verdaderos intereses económicos y políticos por el reparto del mundo. Cada bloque en disputa en el conflicto bélico busca ganarse a la opinión pública con el objeto de pisar fuerte el acelerador en las contradicciones del bloque contrario: cohesionar sus fuerzas y debilitar ideológica y políticamente al enemigo en el primer round para establecer una estrategia ofensiva o defensiva/ofensiva. El proletariado no debe caer en esta sencilla pero efectiva trampa decantándose por una de los bloques en liza o acudir al conflicto bélico como un mal menor en defensa de los valores democráticos y/o patrióticos que tanto hacen valer los burgueses para incorporar a sus filas la fuerza de choque, los que a la postre se dejan su vida o salud en la guerra imperialista, en la guerra por los intereses de los que le explotan o oprimen. Tanto un bloque, Rusia-China, como otro, EEUU-UE, se enfrentan por ocupar posiciones ventajosas en la disputa interimperialista por el reparto del mundo, que es lo mismo que decir por los intereses económicos y geoestratégicos de ambos ejes imperialistas. Para ocultar esta verdad recurren a argumentos que pueden ser digeridos por la opinión pública: 

argumentos jurídicos y democráticos como la defensa de la libre decisión de Ucrania de pertenecer política y económicamente al eje Occidental, o como el que esgrime Rusia-China de la legítima defensa de proteger sus fronteras nacionales de la agresión de Occidente. Argumentos que los comunistas del mundo debemos desnudar para hacerlos ver en su verdadera dimensión burguesa: desnudar al Estado burgués como el aparato de la burguesía contra el proletariado al utilizar a éste como escudo humano, como carne de cañón en la defensa de los respectivos intereses internacionales de cada bloques imperialista. La burguesía sabe que las guerras son inevitables, más, que son necesarias para la supervivencia del régimen de producción pues es la forma de resolver las contradicciones internas del desarrollo capitalista, siempre que sean para defender la legalidad burguesa, los principios inalienables de la propiedad privada capitalista y de las leyes que se derivan de dicho principio. Lo que no reconoce es la guerra por la liberación de la esclavitud asalariada, que la considera ilegal a los principios democráticos o simplemente terrorista. En este sentido, la burguesía es consecuente con su régimen de producción y con su interés de clase: sabe que la guerra es una consecuencia y un precio a pagar de su régimen de producción. Es la forma de seguir escalando, de seguir perpetuando su régimen de propiedad para acumular capital: así lo sabe y así se comporta socialmente. Sin embargo hay una corriente que niega la necesidad de la guerra en toda de sus vertientes: son los revisionistas. Pregonan una y otra vez que las guerras son evitables: basta con que la población se movilice contra los conflictos bélicos para que los gobernantes hagan caso de su pueblo. Hasta la misma burguesía se ríen de ellos. El revisionismo, en su afán de eliminar la guerra por el socialismo se apodera de la ideología del pacifismo religioso, pero se alinea con su burguesía en la lucha interimperialista, la cual consideran legítima para las guerras en que su burguesía no confronta de una manera decisiva. El revisionismo niega la guerra en abstracto de una manera idealista mediante la lucha por la paz en abstracto, el impulso de la diplomacia para encontrar un entendimiento mutuo entre las naciones, entendiendo que las guerras son fruto de impulsos irrefrenables, no civilizadas, de determinados gobernantes con aptitudes ¨sociópatas¨. Esta corriente acientífica la enarbolan quienes se identifican con la ideología pacifista, próxima al sentimiento religioso de ¨hacer el bien sin mirar a quién¨. La política de los comunistas ante las guerras interimperialistas es el internacionalismo proletario, es decir, no apoyar a ninguno de los bandos, a ninguna de las burguesías en conflicto abierto esclareciendo que ante dicha guerra la posición del proletariado es el internacionalismo proletario: el boicot en sus diferentes vertientes a la guerra, no colaborando con su burguesía nacional. La forma de lucha estratégica contra cualquier guerra burguesa no es otra que la reconstitución del sujeto revolucionario en cada país para preparar la guerra popular, verdadera guerra revolucionaria del proletariado con la que conquistar la meta de construir el Socialismo mediante la Dictadura del Proletariado, paso previo a la Sociedad Comunista. Publicado en la Editorial de Nuestra Clase el 17 de Mayo de 2022 En este trabajo nos centraremos fundamentalmente en clarificar cuál debe ser la posición del proletariado ante las guerras imperialistas, dejando a un lado las causas y responsabilidades de los diferentes actores que intervienen en los conflictos bélicos pues ya han sido ampliamente tratados en otros trabajos. Para que ello sea así, debemos comenzar por señalar quiénes son los enemigos del proletariado a tenor del desarrollo histórico de la lucha de clases en el capitalismo, fundamentalmente en su fase imperialista, pues se han ganado a pulso el sobrenombre de agentes secretos de la burguesía por la labor que realizan en el seno de la clase obrera. Estamos hablando del revisionismo y, de su hermano menor, el oportunismo, dos corrientes antimarxistas que tienen por finalidad retrasar, en la medida de sus posibilidades, la revolución proletaria, tanto a nivel nacional como internacional. En época de entreguerras tienen unas actuaciones que pasan desapercibidas para el común de los mortales pues, con su simplona pero machacona política de mejorar las condiciones de existencia de la clase obrera, logran ocultar sus verdaderas intenciones, aunque no lo pueden evitar por completo en época de fuertes conflictos bélicos pues tienen que poner sobre el tablero político las líneas fundamentales de su política de apoyo al Estado que lo acoge en su seno y al sistema económico mundial con el que colaboran, el imperialismo, sin importarle un bledo la situación de penuria en que viven las grandes masas de explotados por el capital. Los obreros más conscientes con los intereses de su clase saben que el revisionismo y el oportunismo son los aliados tácticos de la burguesía: aliados en lo material, pues basan su existencia en la explotación del trabajo asalariado, y en lo político, sus propósitos están comprometidos con el retraso de la revolución proletaria que lenta pero inexorablemente se va abriendo camino en la medida en que la vanguardia proletaria va fortaleciéndose ideológicamente y ganando terreno en su ligazón política con los sectores avanzados del proletariado en su reconstitución como sujeto revolucionario, es decir, en partido comunista de nuevo tipo. Mientras tanto se apoyan unos y otros en la Democracia Burguesa, en donde se mueven como pez en el agua, para desarrollar dicha tarea encontrando las condiciones políticas e ideológicas para hacer pasar desapercibida la división en clases de la sociedad capitalista. La Democracia Burguesa aparece como un marco político-jurídico que se da libremente la sociedad para promover la convivencia social y la participación ciudadana en su gobernabilidad, siendo en realidad una condición social que se adapta a la necesidad de reproducción del capital. Reproducción del capital y Democracia Burguesa forman un tándem perfectamente engrasado para los intereses de la burguesía, salvo en condiciones históricas que la propia clase dominante tiene que recurrir a congelar el ejercicio de las libertades democrático-burguesas hasta que se restablezcan los desajustes coyunturales del orden burgués. Estas crisis son cada vez más frecuentes y virulentas en el imperialismo, dando lugar a conflictos sociales de mayor envergadura al interconectar los intereses de distintos sectores y clases sociales bajo el dominio de la burguesía financiera, pero que son resueltos en el tiempo sin mayor trascendencia política si no existe el partido comunista que vaya fortaleciendo una alternativa revolucionaria contra el conjunto del sistema. El imperialismo pone en cuestión permanentemente tanto la validez social del régimen de producción capitalista como su genuino sistema político pues se han vuelto un lastre en su devenir histórico. Tanto el revisionismo como el oportunismo constituyen un lastre para la nueva etapa histórica que se está gestando: no comprenden, dada su posición de clase burguesa, que el imperialismo es hijo del capitalismo, que no puede existir sin las relaciones capitalistas, lo que indica que su superación va unida a su destrucción sobre la base de la creación de nuevas relaciones sociales de producción, es decir, siguiendo la ley de la dialéctica materialista de destruir lo viejo creando lo nuevo. El Estado español actúa activamente en la guerra de Ucrania, como parte integrante de la Unión Europea (UE) y de la OTAN., como en otros escenarios bélicos. Defiende a la vez los intereses del bloque imperialista occidental y los de su burguesía nacional en dicho bloque. Para el caso es igual que su actuación tenga una intensidad baja, media o alta, adecuada a su compromiso y su capacidad, pues lo que cuenta es la posición que adopta en dicho conflicto, determinada por su ¨libre¨ pertenencia a uno de los bloques imperialistas que operan en el tablero económico mundial. Desde el punto de vista de los intereses de la burguesía española, la pertenencia o no a la UE y a la OTAN es un hecho objetivo desde el punto de vista del desarrollo capitalista, condicionado por el desarrollo material de la economía española que necesita integrarse en el mercado mundial. Esta pertenencia o no, como parte integrante del sistema imperialista, no es una decisión caprichosa o unilateral como intentan hacernos creer con su discurso el revisionismo y el oportunismo con su parafernalia de declaraciones y manifestaciones en contra de dicha pertenencia. Para que dicha subjetividad tuviera sentido, es decir, la toma de decisión de pertenecer o no a dichas organizaciones, tendría que ir acompañada de una concepción global sobre el imperialismo que no encaja con las suyas pues pretenden luchar contra el imperialismo sin tratar de eliminar las bases económicas del capitalismo. No comprenden, debido a su posición de clase burguesa, que el imperialismo es una fase necesaria del capitalismo, la última, que como tal no puede progresar más, ni tampoco retroceder hacia sus comienzos, como proponen algunos de sus seguidores. En este sentido, y dentro de la lógica de la concepción revolucionaria del mundo, el imperialismo solo tiene una alternativa posible: 

el socialismo. Sin esa alternativa no existe otra salida que la que propone el imperialismo: la barbarie. Se pueden tomar uno o mil rodeos para sortear la verdadera cuestión señalada pero son todas inviables. Se podrá recurrir a ¨humanizar¨ las relaciones laborales, a ¨redistribuir¨ la riqueza creada por la explotación del trabajo asalariado, a ¨democratizar¨ las relaciones de mando de la economía de mercado, o todas las ocurrencias estúpidas que se quieran, pero todas ellas agrupadas no son más que un puñado de mentiras con los que ocultar la realidad del capitalismo para encandilar a los obreros menos conscientes de los intereses de su clase. En otras palabras: para eludir la verdadera solución al conflicto latente entre clases antagónicas, que sólo es posible en el imperialismo con la revolución proletaria mediante guerra popular: su objetivo es destruir las condiciones sociales de la explotación capitalista, para la destrucción del Estado burgués y la construcción del nuevo Estado proletario. 


 El imperialismo no es obra exclusiva del interés manipulador de las multinacionales, es decir, de unos cuantos individuos especuladores o extorsionistas sociales que desde los consejos de administración de grandes corporaciones se dedican a amasar millones, sino fruto del desarrollo de las relaciones capitalistas de producción. Es la fase del capital en que se ha centralizado la propiedad, se ha concentrado la producción y desarrollado las fuerzas productivas hasta niveles altamente sociales aunque dentro de los márgenes permitido por la producción privada e independiente, pero conservando intacto el carácter privado de la propiedad, condición económica y jurídica que impide el reparto social de la riqueza producida. Hacer creer al proletariado que la burguesía es monolítica y su sistema inexpugnable es otra gran mentira que nos tiene acostumbrado el revisionismo y el oportunismo que no se mantiene en pie, pues la realidad es que la burguesía no es homogénea ni su sistema impermeable sino expuesto a sus propias contradicciones y al desarrollo de la conciencia revolucionaria del proletariado. Las guerras en el imperialismo son una constante que emergen de las propias entrañas del régimen de producción en la lucha por el reparto y dominio del mundo: esta es su esencia. Pero el imperialismo es algo más importante pues unido a eso es también la fase última y decadente del capital. No en el sentido como lo conciben estas dos corrientes traidoras, es decir como la antesala del socialismo, en donde se accederá de una manera ¨natural¨, como ¨fruta madura¨, por el propio desarrollo de las condiciones materiales, de las fuerzas productivas en concreto, al romperse el marco político que condiciona el crecimiento de la producción capitalista: 

el control de la economía por el Estado, garante de la redistribución de la riqueza social. En el control del Estado burgués es en donde se centra tanto el objetivo de la actividad política como el contenido del socialismo. Esta concepción del socialismo no tiene nada que ver con la teoría científica de la historia que Marx y Engels desarrollaron situando los intereses históricos de la nueva clase revolucionaria: 

el proletariado. Es sólo una vulgar representación burguesa que intenta tergiversar la teoría de Marx y Engels para que el proletariado no pueda emanciparse de la concepción burguesa del mundo, y no pueda emprender su camino hacia la revolución socialista. Así lo expresan unos y otros cuando analizan la guerra en Ucrania: 

la mayoría consideran su carácter de imperialista, aunque algunos de manera estúpida de liberación nacional, como es el caso del Colectivo de comunistas griegos y sus seguidores españoles de Unión Proletaria, pero con la condición de no aportar la posición correcta que debe adoptar el proletariado revolucionario ante dichas guerras reaccionarias: 

se refugian en la lucha por la paz y en la articulación de una frente amplio por la paz como medio para eludir el compromiso revolucionario y la posición consecuente con los principios del internacionalismo proletario. Es, sin embargo, la expresión más consecuente de la política colaboracionista con la burguesía que representan tanto el revisionismo como el oportunismo aunque intenten disfrazarse de comunistas. Lo mismo que ocultan que el imperialismo es fruto del desarrollo del capitalismo, ocultan que el socialismo es tanto fruto del desarrollo y maduración de la sociedad capitalista como del desarrollo de la conciencia social de dicho proceso histórico en general y del capitalismo en particular, que se sintetiza perfectamente en la constitución del partido comunista como nuevo sujeto histórico. He aquí una cuestión clave a la que hay que someter a una seria reflexión si es que queremos romper los lazos que nos une al revisionismo y al oportunismo sin ser conscientes de ello. En cuanto a la posición del proletariado revolucionario frente a la guerra imperialista, la cuestión es clara: 

No a ningún tipo de participación y colaboración con la burguesía y su Estado. Es más, con ello no basta pues debemos ser lo más claro posible en esta cuestión. Si el Estado al que pertenecemos por razones de nacimiento declara la guerra a otro Estado debemos actuar consecuentemente con nuestra posición de clase: hacer lo posible con nuestra actividad a que todas las burguesías nacionales que actúan bajo la bandera del capitalismo imperialista salgan derrotados, incluida la ¨nuestra¨. Es una condición necesaria derivada del principio revolucionario de la lucha de clases y del internacionalismo proletario, a lo cual se oponen los revisionistas y oportunistas de distinto pelaje al aconsejar al proletariado de cada Estado que concilie con ¨su¨ burguesía en pos del interés nacional y la defensa de la patria. Cuando las guerras tienen un carácter reaccionario, el proletariado no debe distinguir colores de bandera ni fronteras nacionales porque lo que se está dilucidando es la explotación y opresión del proletariado internacional, que es lo que tiene que tener presente cualquier obrero consciente, es decir, el interés general de su clase. Su interés es la derrota de la burguesía, de toda burguesía, encarnación de las relaciones capitalistas de producción, lo que lo empuja a trabajar por transformar la situación de la guerra en crisis revolucionaria, que en las actuales circunstancias es inviable a corto plazo por la inexistencia del sujeto revolucionario. Pero dicha circunstancia no invalida que sea correcta a nivel propagandístico dicha consigna, tarea principal en la lucha ideológica contra el revisionismo y el oportunismo, desnudando sus funciones de traición al socialismo y de colaboración del imperialismo. La tarea en estos momentos del proletariado revolucionario es: oponerse activamente a la declaración de guerra, denunciando su carácter reaccionario; negarse a ser carne de cañón en la defensa de los intereses nacionales porque estos son los intereses de la burguesía; negarse a participar en la guerra cogiendo un fusil para disparar contra sus hermanos de clase ya que el proletariado tiene un carácter de clase internacional; participar en la derrota de su burguesía nacional en el conflicto bélico; denunciar el carácter colaboracionista del revisionismo y oportunismo como enemigos de la clase obrera, hacer propaganda socialista de la necesidad de la revolución proletaria mundial, ... Porque la guerra imperialista es una guerra contra la clase obrera y los pueblos oprimidos del mundo. Combatirla es luchar por la derrota del capitalismo y por la construcción del socialismo y la sociedad sin clases. La tarea actual de la vanguardia es preparar las condiciones para la reconstitución del sujeto revolucionario, tarea exclusiva de la vanguardia en la fase imperialista del capital. Publicado el 28 de Julio de 2022 Empezamos este escrito con una crítica general a los oportunistas que se irá desgranando durante su transcurso. Crítica a los que se esconden en subterfugios teoricistas para no calificar de inter-imperialista la guerra en Ucrania por no considerar a Rusia como Estado imperialista con el argumento de no cumplir los cincos requisitos que expuso Lenin en su texto El imperialismo, fase superior del capitalismo. Algunas organizaciones (por ejemplo, Colectivo de Comunistas Griegos en ¨Sobre las opiniones relativas a la naturaleza de la guerra¨, publicado el 17/05/22 y Unión Proletaria en el Estado español que se suma a la posición del colectivo griego, publicado el 28/05/22) se amparan en esta argumentación para considerar la salida de la guerra de liberación nacional, tanto la de las Repúblicas de Donetsk y Lughansk de la región del Donbás como la de la propia Ucrania, mezclando los intereses de las distintas burguesías con los del proletariado como si fueran países oprimidos y no eslabones de la cadena imperialista, unos decantándose por el polo de Rusia, y otro por el polo norteamericano y europeo, como ya apuntábamos en el escrito anterior. Se recurre a cualquier argumento con tal de no posicionarse desde los principios del marxismo, así es el oportunismo porque ya el revisionismo se destapó desde hace bastante tiempo renegando de palabra y de hecho de la teoría marxista-leninista y la praxis revolucionaria. 

CONTRA EL IMPERIALISMO Y SUS GUERRAS NO CABE OTRA OPCIÓN QUE LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL. El imperialismo, fase histórica-natural del desarrollo capitalista Con el surgimiento del imperialismo como sistema económico mundial, consecuencia del desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, se abre la puerta a la revolución proletaria mundial, la característica más significativa desde el punto de vista político del dominio del capital financiero sobre las distintas fracciones del capital, a condición de que haya madurado la conciencia de dicha transformación social: la formulación de la teoría marxista y la lucha internacional del proletariado contra el sistema que lo explota y oprime. Esto es de una importancia capital para el inicio del proceso de construcción de la sociedad socialista como preámbulo al comunismo pues significa que se han creado las condiciones objetivas para que el proletariado se constituya en clase para sí, es decir, en sujeto revolucionario. El imperialismo para su reproducción social necesita unas condiciones materiales y políticas que se las ofrece el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción en su etapa de libre competencia: 

1) creación del mercado mundial para el intercambio general de mercancías en donde las fronteras nacionales no sean un impedimento para su expansión, 

2) capitales nacionales fuertes que exploten recursos naturales y fuerza de trabajo más allá de sus fronteras con el objetivo de crear gigantescos fuerzas sociales de producción, 

3) concentración de capitales a nivel internacional para el aumento de la capacidad productiva del trabajo, 

4) reducción del trabajo necesario en relación al trabajo excedente como fuente de gigantescas masas de plusvalía para convertirlas en capital, 

5) internacionalización de la fuerza de trabajo mediante el impulso de los flujos migratorios en correspondencia con las necesidades del capital social, 

6) creación de una fuerza política en el seno del proletariado, la aristocracia obrera, para escindir a la clase en dos fracciones, cumpliendo la función de aliado del capital financiero. Una vez creadas estas condiciones materiales y sociales para la reproducción del sistema al amparo de la hegemonía económica y política del capital monopolista, el imperialismo necesita abordar una fase necesaria para desarrollarse sin trabas externas: la derrota de las revoluciones proletarias en su tarea de construir la sociedad socialista. En ello se ocupó afanosamente. Era una condición necesaria para su supervivencia y desarrollo hasta convertirse en el modo de producción dominante; y así lo hizo. No escatimó esfuerzos y medios (tanto económicos como político-militares, a la vez que proseguía su penetración en los mercados internacionales mediante la exportación de mercancías y, sobre todo, de capitales), ya que amenazaba su existencia como modo de producción hegemónico. El objetivo principal era enfrentarse con el proletariado como sujeto revolucionario en el proceso de construcción del socialismo, en los países en donde se realizaron las revoluciones proletarias, para hacer descarrilar el proceso revolucionario iniciado en el primer tercio del siglo XX, logrando conseguir su propósito. Su triunfo político ha sido evidente, pero también se ha puesto de manifiesto de una manera descarnada que su modelo de sociedad es fruto del desarrollo histórico de la producción, es decir, es un modelo de producción transitorio, a la vez que ha evidenciado que la lucha de clases es el factor determinante del desarrollo histórico, el desencadenante de las transformaciones sociales. En este sentido podemos decir que la fortaleza del imperialismo reside en su objetividad, en sus condiciones de producción, que si no es confrontado decididamente se reproduce indefinidamente, esto es, no se derrumba por sus propias contradicciones internas. Su debilidad reside en que es una fase del proceso histórico general, el cual está sujeto a su propia ley de desarrollo y finitud por ser un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción. Los comunistas debemos tomar nota de esta doble circunstancia histórica con el objeto de combatir consecuentemente el pesimismo social del que está impregnado el oportunismo, que se queda siempre en la superficialidad de los hechos objetivos sin escarbar en el análisis científico de la situación concreta, además de su traición al marxismo-leninismo, es decir, a la revolución proletaria para poder construir el socialismo, en defensa de la democracia burguesa. Realizada esta necesaria tarea (en la cual se tiene que centrar por encima de cualquier otra pues es vital para su propio régimen), el imperialismo se concentra decididamente en abordar otras de carácter interno, es decir, de confrontación entre los distintos capitales monopolísticos por la conquista del mercado mundial debido a que el régimen imperialista se fundamenta en el carácter privado de los medios de producción y en el carácter independiente de las múltiples unidades de producción, condiciones para el enfrentamiento entre los distintos capitales bajo el amparo político-militar de los Estados nacionales. No queremos achacar a la acción del imperialismo como el factor determinante en la derrota del proletariado revolucionario en la construcción del socialismo, pero tampoco podemos obviar su incidencia puesto que la ha tenido. Para comprender políticamente esta derrota debemos recurrir a conocer científicamente las contradicciones internas a que ha estado sometido esta construcción sin olvidar la incidencia de la acción del imperialismo en esas contradicciones, lo que pone en entredicho la creencia de que el socialismo puede seguir adelante en un sólo país aun estando rodeado de un medio hostil como es el imperialismo (Balance del Ciclo de Octubre). 

La guerra en Ucrania es expresión concreta de las contradicciones interimperialistas La guerra en Ucrania, como otras anteriores después de la Segunda Guerra Mundial, no es más que una manifestación del desarrollo desigual a que están sometidos los distintos capitales internacionales (latente en las transacciones comerciales), pero que cobra naturaleza propia por el carácter internacional y de implicación directa que le acompaña, dados los propósitos de mayor penetración del estado norteamericano en los asuntos internos de Europa, eligiendo a Rusia como objetivo inmediato (mirando con el rabillo del ojo a China), el cual reacciona como un resorte para la defensa de sus intereses como Estado imperialista bajo el pretexto de la defensa de sus intereses nacionales, eufemismo bajo el cual esconde sus verdaderos intereses imperialistas (de la oligarquía financiera). Así se puede observar por la forma y contenido de su reacción en donde las clases explotadas y oprimidas están exentas de cualquier decisión y actuación en el conflicto: sus funciones asignadas por el Estado se circunscriben a obedecer y actuar según las órdenes que se les transmiten los gobernantes como portadores de la soberanía popular que emana del parlamento elegido democráticamente (Democracia Burguesa). 


La guerra en Ucrania es, en definitiva, una consecuencia inevitable de la división internacional del trabajo dominada por el carácter privado de los medios de producción que se enfrentan en bloques, debido al proceso de concentración de la propiedad, como capitales con intereses irreconciliables. La guerra en Ucrania se está prolongando más allá de lo inicialmente previsto por el Estado ruso al pensar que la entrada de su ejército en territorio ucraniano haría caer al gobierno de Zelensky. Sin embargo los acontecimientos han ido demostrando que el cálculo militar era erróneo como indica la situación actual que apunta que la guerra va a continuar extendiéndose en el campo de las operaciones militares. Las negociaciones entre las distintas potencias en conflicto directo están cada vez más lejanas, por ahora, debido a que se están dando pasos, por unos y otros, que van en una dirección contraria a un alto el fuego o, al menos, a la apertura de negociaciones políticas. Recordemos al respecto algunos acontecimientos que refuerzan la prolongación de la guerra con mayor dureza: ampliación de las sanciones económicas de la UE, aislamiento político a través de la ONU del Estado ruso, apoyo militar de EEUU y UE al ejército ucraniano, movimiento de reservistas en Rusia para ampliar la intervención militar, celebraciones de referéndums para la integración del Donbás al Estado ruso, etc., etc. Según parece ser, tal como indica la actual situación, la dilatación de la guerra perjudica con mayor intensidad a los intereses del Estado ruso pues agrava sus contradicciones internas, lo que ahonda en su error estratégico al no considerar como invasión el enfrentamiento bélico (desnazificación) con el fin de no exacerbar el distanciamiento existente en todo Estado burgués entre la clase dominante representado en los aparatos de decisión del Estado y el resto de las clases, fundamentalmente el proletariado. Este error estratégico tendrá que ser corregido (parece ser que se están tomando directrices en esa dirección) si quiere cambiar el rumbo de la guerra, a condición de exacerbar las contradicciones internas entre el Estado y las clases afectadas directamente por el conflicto bélico, lo que significaría un contratiempo significativo para la élite política-financiera que dirige la guerra. Como no nos dedicamos a realizar diagnósticos futuribles después de consultar la bola de cristal, dejemos este aspecto para más adelante pues nos lo dirá el análisis del rumbo que vaya tomando la guerra. Lo importante ahora es comprender la naturaleza de la guerra y la posición que debe tomar el proletariado revolucionario ante dicha guerra pues es al proletariado fundamentalmente a quien más le afecta y, por tanto, sacar conclusiones políticas al respecto. Lo característico de las guerras imperialistas es que son de rapiñas, en las que los pueblos tienen que enfrentarse entre sí para defender los intereses de sus respectivas burguesías dentro del sistema capitalista a condición de padecer más penurias, hambrunas, mutilaciones, violaciones, muertes, etc., etc. 

¿Es este el sino que le espera tanto a los pueblos oprimidos como al proletariado mundial? 

Sin lugar a dudas. Este será el círculo vicioso, expansión y recesión de la economía y competencia entre dichos capitales, al cual están sometidas las clases explotadas por el capital, a condición de dar por concluido su existencia mediante la revolución proletaria mundial. Las guerras imperialistas están regidas por la necesidad que tiene el capital de mayor concentración de Medios de producción para explotar los recursos naturales -que nos brinda la propia Naturaleza- y la fuerza de trabajo que posee todo ser humano como medio para la reproducción de la especie. Este es el proceso social del sistema capitalista, que tiene su cénit en el imperialismo, fase que alumbra las condiciones materiales y sociales de un nuevo modo de producción que, bajo la férula capitalista, no logra evolucionar por sí solo si no es por medio de una revolución política que haga estallar la lógica interna del funcionamiento del capital: producir plusvalía para su conversión en capital. Cualquier guerra de liberación nacional o guerra civil que no esté dirigida por el proletariado revolucionario, en la dirección hacia el socialismo, sucumbirá ante la fortaleza del capital ya que no existe término medio entre capitalismo y socialismo, entre propiedad privada y propiedad social de los medios de producción, entre Estado burgués y Estado proletario, entre barbarie y porvenir de la Humanidad. Esta revolución social sólo la puede llevar a cabo el proletariado en alianza con otras clases pero bajo su dirección, pues es la clase preparada desde el punto de vista ideológico-político (portadora de la teoría revolucionaria) y desde el punto de vista económico (poseedora del control de los medios de producción) para dicha transformación que abrirá las puertas hacia el comunismo, hacia la extinción de las clases sociales, en donde los individuos serán dueños de sus actos sociales al comportarse como partes indivisibles de un todo social en correspondencia con la Naturaleza. Internacionalismo proletario: Principio por el cual se rige el proletariado La acción revolucionaria del proletariado ha de guiarse por su interés de clase como medio para empezar a construir el socialismo. Por tanto, su estrategia en cada acción que desarrolla es debilitar a su clase antagónica dependiendo de la fuerza con que cuenta. El criterio general que determina su posición concreta es el internacionalismo proletario, esto es, defensa a ultranza de sus intereses como clase internacional, lo que quiere decir que no puede colaborar en ningún caso con su burguesía frente a otras burguesías nacionales en la competencias entre ellas. Está claro que si el proletariado no está constituido como sujeto revolucionario no puede transformar la guerra imperialista del Estado en que actúa en guerra revolucionaria pero sí puede hacerlo consecuentemente, en dicho sentido y, dependiendo de las fuerzas con que cuenta, colaborando en el movimiento internacional proletario. No puede tener ningún desliz patriótico de anteponer los intereses del Estado en el que actúa obviando los intereses de su clase a nivel internacional: en el caso concreto de la guerra en Ucrania su consigna es oponerse a la guerra allí desatada por intereses inter-imperialistas -sin posicionarse a favor o en contra de algún actor, en donde se incluye tanto la actuación del Estado español como del gobierno concreto y el oportunismo que vacila en el apoyo a su burguesía y la crítica abstracta al imperialista- denunciando el carácter de la guerra y defendiendo el carácter revolucionario de la lucha proletaria por emanciparse de la explotación y opresión imperialista. La actuación consecuente de los comunistas sobre la guerra en Ucrania es defender los intereses del proletariado como clase internacional, propiciando un movimiento de rechazo a la guerra imperialista y de apoyo explícito a la revolución proletaria mundial y criticando la posición oportunista de la aristocracia obrera que, poniéndose de parte de los intereses de sus burguesías nacionales, colaboran con el capital monopolista para que no avancen las condiciones ideológicas y políticas que echen por tierra el sistema imperialista mediante la revolución proletaria. Nos solidarizamos con el proletariado ucraniano -no así con la burguesía nacional ucraniana por ser colaboradora con una u otra fracción del imperialismo en la defensa del sistema imperialista mundial- pues su situación es muy difícil ya que se encuentra entre dos fuegos: los cañones del ejército ruso y el fusil del ejército ucraniano apuntándole en la nuca si no cumplen sus órdenes. Dentro de lo malo de la situación que está viviendo, al menos le servirá como experiencia histórica para un futuro, la cual le permitirá reforzar la conciencia de que sin sujeto revolucionario, sin partido comunista concebido como fusión de la vanguardia con el sector de las masas con conciencia de clase como praxis revolucionaria, no se puede aspirar a emanciparse del dominio ideológico y político de sus enemigos de clase: la alianza compuesta por la burguesía nacional y el imperialismo internacional como sistema económico mundial. Algunas consideraciones a tener en cuenta 


De la guerra en Ucrania, como de otras guerras de carácter imperialista, podemos extraer enseñanzas de dos tipos: 

generales, que refuerzan los principios de la teoría marxista-leninista que se ha ido desarrollando con la implementación de las revoluciones proletarias, y particulares, propias de cada guerra concreta. Entre las primeras podemos señalar: 

La lucha contra el imperialismo, desde la perspectiva e intereses del proletariado, tiene un carácter revolucionario, es decir, es una lucha por transformar la guerra imperialista en guerra revolucionaria. En este sentido debemos recordar que: existen dos tipos de antiimperialismo, el de carácter reaccionario, que tiene por intención el retorno a la etapa ¨bucólica¨ de libre competencia del capital por medio de la implementación de medidas que pongan trabas al capital monopolista -lo cual es materialmente imposible-, y el de carácter revolucionario, que tiene por objeto la eliminación de las condiciones de producción capitalista. En la actual fase de desarrollo del capital no puede existir término medio: imperialismo o socialismo. Que lo sepa la pequeña burguesía: 

su interés y su propia existencia como fracción del capital está determinado por el interés del capital monopolista, y a ello se tiene que atener. Y que lo sepa la aristocracia obrera: su interés y existencia como sector escindido del proletariado está determinado por la constitución del sujeto revolucionario, mientras tanto dependerá de la colaboración con el gran capital. Una y otra fracción de clase pueden ser aliadas para la revolución proletaria pero siempre bajo la dirección del proletariado revolucionario. Ese es su sino: mantenerse tal cual o perecer como fracción de clase que vive del trabajo asalariado. En el imperialismo no existe la paz como no sea concebida de manera relativa, es decir, interregno entre conflictos bélicos, ya que la guerra, , es una consecuencia de las contradicciones del modo de producción capitalista que se manifiesta de manera explosiva en un momento histórico dado. Por esta razón, llamar a la paz es una quimera, pues la economía está determinada por las elaciones capitalistas de producción; o lo que es peor, manipular y confundir deliberadamente al proletariado para que sigan pensando y se comporte como si la guerra y la paz dependieran de factores subjetivos, como por ejemplo de la psicología de determinados gobernantes, la cual se puede corregir mediante la buena voluntad de los gobiernos con medidas democráticas de control parlamentario y diálogo social entre instituciones supranacionales. Difundir la idea de que la paz es el remedio para el progreso social es una auténtica bufonada que tiene por objeto desmovilizar ideológicamente al proletariado: el pacifismo es la política burguesa en el seno de la clase obrera para contrarrestar el empuje espontáneo proletario contra los efectos que produce la explotación capitalista sobre sus condiciones de vida y trabajo. De ahí, hasta tomar conciencia de que las causas de su explotación anidan en las condiciones en que se produce, hay un trecho insalvable si no es a través de la educación y asimilación de la teoría marxista. Pues precisamen- te la intencionalidad y puesta en acción del pacifismo es eliminar todo resquicio para que pueda ser superado ese trecho y sembrar la semilla de la insumisión social, de la lucha de clases como motor de la historia. En el imperialismo la única guerra justa es la guerra contra la explotación capitalista, la lucha por la emancipación del proletariado para construir la sociedad comunista, la sociedad sin clases. Esto es lo que dejaron sentado Marx y Engels, y el desarrollo histórico lo confirma en cada momento. La existencia humana no dejará de ser azotada por las guerras hasta que no desaparezcan las clases. El Estado burgués queda definido por el marxismo como el aparato en donde se concentra el poder de la clase dominante para la administración de la sociedad burguesa - reproducción de las condiciones de producción capitalista- y la represión de la lucha organizada contra dicha sociedad. Para que dicho poder pueda ser efectivo tiene que contar con una fuerza represiva -militar y policial- que, en un principio, disuada los enfrentamientos de clase y, sobre todo, impida los enfrentamientos de carácter revolucionario que eventualmente se puedan producir. 

Una de las reformas que el imperialismo ha introducido pensando en su interés es transformar el carácter público y obligatorio de la tropa de su ejército en profesional como medio para eliminar la contradicción que inevitablemente aparece cuando se agudizan las contradicciones de clase, ya sea mediante la represión de las luchas proletarias de carácter espontáneo, ya sea de carácter revolucionario -guerra civil-, ya sea de carácter imperialista -guerra imperialista-. Con esta reforma, que contó con el beneplácito del revisionismo, que lo vendió con entusiasmo a la clase obrera como si de un triunfo se tratara, se consiguió apartar definitivamente al proletariado de toda enseñanza militar, del aprendizaje básico en el uso de las armas, lo que le convierte en una clase apática que rechaza su necesaria organización político-militar en el enfrentamiento con su clase antagónica al favorecer la concepción pacifista entre sus filas. Esta falta de perspectiva estratégica debe ser subsanada por su vanguardia que ha de introducir en el adiestramiento ideológico del proletariado la formación político-militar como parte de su formación de clase si quiere emanciparse de las condiciones de explotación del capital. La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto este importante aspecto pues el proletariado, tanto ucraniano como ruso, no cuenta con una alternativa propia ante la guerra, lo que le empuja a seguir las indicaciones que le marcan sus respectivas burguesías. ¿Cómo están interviniendo? Con independencia de clase no, pues no pueden al no contar como organización independiente y soberana de clase, como sujeto revolucionario, lo que les hace ser sujetos pasivos para sus respectivas burguesías: para el Estado ruso, incorporándose como tropas invasoras o eligiendo la opción de exiliarse bajo la amenaza de la cárcel, y para el Estado ucraniano, incorporarse como tropas que defienden un Estado que no es el suyo, el de su enemigo de clase, o eligiendo la opción de exiliarse bajo la amenaza del tiro en la nuca. En el Estado español pasaría igualmente dado que no es un problema de tal o cual Estado sino de las condiciones políticas en que se desarrolla la lucha de clases, la constitución del proletariado en clase para sí, en sujeto revolucionario. Hasta ahora hemos expuesto algunas consideraciones generales (el carácter del Estado depende de las condiciones materiales de la producción, las guerras en las sociedades divididas en clases es una consecuencia directa de la competencias entre los propietarios de los medios de producción, el pacifismo es la política burguesa en el seno de la clase obrera, la única guerra justa en las sociedades divididas en clases es la que impulsada por la clase explotada y oprimida para conseguir su emancipación, que tanto en la guerra de Ucrania como en otras guerras imperialistas se ha confirmado la justeza de la teoría marxista en cuanto a las sociedades divididas en clase, en concreto la sociedad capitalista. A continuación queremos exponer la consideración particular de esta guerra: En síntesis podemos determinar lo siguiente: 

Al caracterizarse toda guerra imperialista como reaccionaria, el proletariado, tanto a nivel nacional como internacional no debe ni puede tomar posición sobre una de las partes en competencia ya que todas son eslabones de un único sistema mundial de producción. El caso de la guerra en Ucrania no puede ser, en este sentido, una excepción que confirme la regla aunque sea invadido por un Estado imperialista, Rusia, ya que Ucrania además de ser un Estado capitalista decide reforzar el bloque imperialista occidental frente al oriental. A Ucrania no se le invade simplemente porque se quiere apoderar de sus condiciones naturales y humanas para su explotación sino porque se quiere incorporar al bloque imperialista occidental en detrimento de los intereses económicos y geoestratégicos de la Federación rusa, en donde es dominante el Estado ruso. Si, en este sentido, está claro cuál debe ser la posición general del proletariado en las guerras imperialistas, también debe quedar asimismo claro cuál debe ser su posición concreta en las guerras reaccionarias, en nuestro caso en Ucrania, es decir, en el caso que no esté reconstituido como sujeto revolucionario pues en dicho caso no se puede librar la batalla por la transformación del carácter de la guerra. En este caso, como ocurre en Ucrania, la posición de la vanguardia proletaria ucraniana, a tenor de los principios del marxismo-leninismo, pasa por: 

1) denunciar el carácter reaccionario de la guerra y 

2) no tomar partido por ninguna de las dos partes, ni a favor del imperialismo ruso ni de la burguesía ucraniana pero trabajar activamente por el interés de su clase. En el caso que se esté fuera de Ucrania, la labor que se debería desarrollar es la de imprimir un carácter revolucionario a sus acciones, denunciando los intereses de ambos bandos y la labor interesada de los aliados imperialistas en la guerra a la vez que se articula un movimiento de apoyo al internacionalismo proletario de parar la guerra. En el caso que se esté dentro de Ucrania, su labor es más complicada por la inseguridad que conlleva: 

por un lado, denunciar el carácter reaccionario de la guerra, es decir, el carácter invasor del Estado ruso y el carácter capitalista del gobierno ucraniano, a la vez que se intenta organizar, con las fuerzas con que se cuenta, un movimiento político-militar independiente y clandestino que luche contra el invasor pero en la perspectiva de seguir luchando contra el ganador, ya sea ruso o ucraniano, en nombre del comunismo. No se puede ocultar que esta tarea es arriesgadísima pues incluye la tortura y muerte de los combatientes al ser descubiertos por uno u otro bando, pero desgraciadamente es la única manera de comportarse en el transcurso de la guerra desde posiciones comunistas. Otra táctica se podría desarrollar si estuviera reconstituido el sujeto revolucionario, el partido comunista, pero esa no es la realidad. Su labor es reconstituir el sujeto en el transcurso de la guerra, una situación muy diferente y mucho más arriesgada a la que se da en las democracias burguesas constituidas o las dictaduras terroristas en periodos pacíficos. Sea en periodos de conflictos armados o pacíficos, la Humanidad se enfrentan a un dilema que tiene que resolver el proletariado: Imperialismo o Socialismo. No hay términos intermedios, decimos los comunistas. La alternativa al imperialismo es la revolución proletaria mundial. 

¿Qué quiere decir esto? 

Pues que la revolución social tiene un doble carácter. Por un lado tiene un carácter nacional, es decir, se realiza en el Estado en que se actúa determinado por sus condiciones históricas concretas, tanto objetivas como subjetivas, sobre todo este último aspecto por el desarrollo alcanzado por el imperialismo que encadena a cada país, independientemente del desarrollo nacional alcanzado, al sistema económico mundial. Pero que la revolución proletaria tenga un carácter nacional no quiere decir que, para que el socialismo se desarrolle, trascienda las fronteras económicas y geográficas creadas por el capitalismo, tenga que desplegarse internacional, adquiera un carácter internacional, lo que quiere decir que se tiene que realizar en cada país como eslabón de una misma cadena. Sin ello es imposible que el socialismo pueda desarrollarse hasta derrotar al imperialismo como régimen de producción opuesto y antagónico. En este sentido, la creación de la Internacional Comunista es necesaria pero a condición de que se reconstituyan los partido comunistas en cada Estado para hacer su propia revolución proletaria. La Internacional Comunista, no es en este sentido, la matriz sino la organización de las distintas revoluciones estatales que se expande internacionalmente como aportación de experiencias según criterios generales compartidos. Actuar consecuentemente para próximas guerras imperialistas es trabajar para reconstituir el sujeto revolucionario en cada Estado del planeta. Con ello estaremos haciendo una aportación a la Humanidad en general y al proletariado en particular. Y para terminar no queremos dejar en el olvido un aspecto importante: 

El Estado español como país imperialista ligado a la Unión Europea y a la OTAN está teniendo un papel significativo en la guerra en Ucrania al condenar la invasión de Rusia a la vez que apoya a su bloque imperialista con el envío de equipo militar y logístico. Al hilo de la guerra, no ha desaprovechado la ocasión para reforzar dos aspectos importantes: su papel activo en la OTAN y su incremento en la inversión militar para el Ministerio de Defensa, contando expresamente con el apoyo del PP en el Congreso. Es la cara pública menos visible del gobierno progresista (PSOE-UP) pero que evidencia a las claras por dónde se decanta. Con ello se demuestra, una vez más, que lo importante no son los eslóganes que se utilizan para definirse ante la opinión pública, sino su acción práctica que lo deja retratado, en este caso al gobierno actual, como lo que son: enemigos del proletariado y colaboradores del capital internacional. 

LA INTERNACIONAL 

Arriba, parias de la Tierra En pie, famélica legión. Atruena la razón en marcha, es el fin de la opresión. Del pasado hay que hacer añicos, legión esclava en pie a vencer, el mundo va a cambiar de base, los nada de hoy todo han de ser. Agrupémonos todos, en la lucha final. El género humano es la internacional. Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador. Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor. Para hacer que el tirano caiga y el mundo siervo liberar, soplemos la potente fragua que el hombre libre ha de forjar. Agrupémonos todos, en la lucha final. El género humano es la internacional. La ley nos burla y el Estado oprime y sangra al productor. Nos da derechos irrisorios, no hay deberes del señor. Basta ya de tutela odiosa, que la igualdad ley ha de ser, no más deberes sin derechos, ningún derecho sin deber. Agrupémonos todos, en la lucha final. El género humano es la internacional

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