¡¡ ANDALUCÍA PROLETARIA-POPULAR Y REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD,... ¡¡.
LOS SECTORES ECONÓMICOS DE ANDALUCÍA Y EL CAPITAL FINANCIERO. EL AHORRO. LOS DINEROS DE LOS SECTORES ECONÓMICOS.
Nota: Ponemos este artículo primero, porque creemos que es más interesante que lo que nosotros podamos decir,...En este trabajo, se repite el mencionado,...casi al final,...Hoy 12-7-2.014 hemos reformado y valorado este cambio,...-luky de Málaga-; LA PRESENTACIÓN DEJA ALGO QUE DESEAR,...PERO POR AHORA, NO SABEMOS HACERLO MEJOR,...LOS AYUDANTES NO ESTÁN POR LA LABOR,...Y YO NO TENGO CASI TIEMPO,...NI CAPACIDAD PARA HACERLO MEJOR,...PERDONEN,...
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Nota: Ponemos este artículo primero, porque creemos que es más interesante que lo que nosotros podamos decir,...En este trabajo, se repite el mencionado,...casi al final,...Hoy 12-7-2.014 hemos reformado y valorado este cambio,...-luky de Málaga-; LA PRESENTACIÓN DEJA ALGO QUE DESEAR,...PERO POR AHORA, NO SABEMOS HACERLO MEJOR,...LOS AYUDANTES NO ESTÁN POR LA LABOR,...Y YO NO TENGO CASI TIEMPO,...NI CAPACIDAD PARA HACERLO MEJOR,...PERDONEN,...
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· Corrupción. Partitocracia. Casa Real. Economía. Justicia
· Univ. Ciudadanos. Mass Media
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Espía
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Despilfarro autonómico: más coches oficiales, seguros de vida millonarios y hasta 240 medallas se compran los diputados
AutonomíasCorrupción
— 10 mayo 2013
Nuevos coches para los diputados, seguros de vida millonarios, “microordenadores” escandalosamente caros, retransmisiones exclusivas por televisión para ver sus “actuaciones” y hasta 240 medallas que reparten o se autoimponen. Los políticos autonómicos, imitando a los del Congreso, lejos de abandonar sus gastos superfluos en plena crisis azotada por un desempleo masivo, siguen abundando en ellos. Y aunque ya no reciben crédito exterior para financiarse, Mariano Rajoy les proporciona liquidez con nuestro dinero sin la más mínima exigencia de control.
Los últimos contratos públicos que han salido este mes de mayo a la luz son para echarse a llorar en un país con 6,2 millones de parados y una economía colapsada: la cafetería del Parlamento de Andalucía (1.108.000 parados) y el “abastecimiento de agua mineral” para sus señorías nos cuesta 400.000 euros, y el contrato desvela que los diputados no se privaran de nada: vinos Ribera y Rioja, jamón, caña de lomo, menús altos o bajos en calorías… Además, un servicio “extra” de “prevención de la legionella” por 14.800 euros y otro de “desratización” 3200 euros grantizan su salubridad alimenticia. Las ratas deben abundar en la cámara autonómica y si no se fían de la “legionella” en la comida que les sirven ¿por qué pagan esos 400.000 euros?
La millonaria subvención hace que los diputados y funcionarios de las cámaras disfruten de opíparas comidas a precios más baratos que en la calle, donde los contribuyentes carecen de ayudas alimenticias para su bolsa de la compra. En España, esta práctica está además extendida por todas las administraciones: las contratas de cafetería, en lugar de pagar por ofrecer en exclusiva sus servicios a los políticos y funcionarios, cobran del Estado, es decir, del resto de los ciudadanos que no pueden hacer uso de ellos. Que cada cual coma en su casa o en la calle lo que le plazca pero con su dinero se considera una herejía económica de tal calibre que ningún partido político la plantea.
Porque sus señorías tienen siempre buen apetito y mejor paladar aún en tiempos de crisis. Solo el montaje y desmontaje del “stand” de Asturias (PSOE e IU) en el “Club de Gourmets” ha costado 53.000 euros, según el contrato público. Los 107.000 parados asturianos no estaban invitados a la “fiesta”.
En Canarias (Coalición Canaria y PSOE) afloran otros contratos: las llamadas telefónicas de sus señorías y sus asistentes nos cuestan 658.000 euros, con “smartphones” para todos y 20 tarjetas SIM adicionales sin especificar para quien.
Algo deben temer sus señorías en las islas (295.000 parados) cuando además estiman prioritario que les paguemos un “seguro de vida y accidentes” por valor de 139.000 euros. El mismo seguro, en la comunidad de Murcia, costó 4.922 euros. Claro que los parados murcianos (157.ooo) le agradecerían al Gobierno del PP que prescindiese de algún gasto superfluo: el aire acondicionado en la Asamblea de Murcia para que sus diputados estén fresquitos nos cuesta 55.000 euros (¿alguna vez lo apagan?).
Los coches oficiales, lejos de abandonarse por un mínimo pudor ciudadano en estos tiempos de agonía generalizada, siguen comprándose y pagándose con dinero público. En Andalucía han comprado por unanimidad (PSOE, IU, PP y PA) tres por 70.000 euros y para más inri, en procedimiento negociado sin publicidad. También compran medallas, concretamente 240, al módico precio de 55.000 euros, porque un político que no “impone” medallas o las recibe de sus propios compañeros de oficio, no es digno de tan alto rango. ¿No han pensado nunca en sustituirlas por modestos diplomas? En plena campaña del IRPF, saber donde va el dinero de nuestros impuestos resulta especialmente sangrante y a pesar de la crisis España sigue gastando 63 millones anuales en coches oficiales, pagados por unos contribuyentes ya asfixiados.
Tampoco la “renovación de despachos y fachadas” del Parlamento de Andalucía puede esperar a tiempos mejores, pues a sus señorías les urge tener todo nuevo: 240.000 euros. Para que la pobreza y la miseria en las calles no les estropee la vista, gastarán además 143.000 euros para mantener sus “jardines delanteros” en el Parlamento, ignorándose si existen más jardines con contrato aparte.
Pero si hay algo que sus señorías pagan encantados y a precio de oro es verse en los medios de comunicación. De nuevo en Andalucía, la comunidad con más paro de España, la empresa Alegría Activity S. L. hace honor a su nombre, pues cobra 278.000 euros por retransmitir en televisión a sus señorías desde el Parlamento (ya tenía otro contrato de 50.000 euros, por lo que los diputados son de una voracidad y vanidad audiovisual que asusta). Lo más curioso es que la contrata la ganó una empresa vasca, aunque ha abierto sede en Córdoba, claro.
Y nunca hay suficiente propaganda: un vídeo destinado “a edades juveniles” cantando las loas de sus señorías en el Parlamento nos cuesta 28.000 euros, pero esta vez es Mediasur la empresa favorecida por la vistosa bicoca. Luego hay sorpresas: cien “microordenadores” suponen un “macrogasto” de 117.000 euros (también en el Parlamento de Andalucía, que no repara en dispendios), dos “asesoramientos arquitectónicos” 180.000 euros, un libro con la memoria del Parlamento andaluz 22.500 euros (¿se lo ha leído alguien o al menos han pensado hacerlo digital?) y otro sobre el Estatuto de Autonomía 59.500 euros… Las megalomanías políticas no tienen fin.///.
¡¡ Artículo provisional, la editorial¡¡; es para no perderlo,...
La clase obrera y popular de Andalucía,...asentada, mejor dicho, en Andalucía,...es histórica,...al igual que es histórica Andalucía,...parte de Al-andalus, en su tiempo,...TIERRA DE AGRICULTURA, DE TURISMO, DE MUCHA MAFIA AUTÓCTONA, ESPAÑOLA, EXTRANJERA,...TIERRA DE TURISMO, DE CONSTRUCCIÓN, DE VIVIENDAS PARA EXTRANJEROS, JUBILADOS, PARA ALGUNOS TRABAJADORES,...TIERRA DE CARRETERAS, DE AUTOVÍAS, DE AEROPUERTOS, DE POLÍGONOS COMERCIALES, INDUSTRIALES, DE CLUB DE ALTERNE, DE PROSTITUTAS "LIBRES" Y MENOS LIBRES EN CALLES CERCANAS A POLÍGONOS Y SECTORES DE LAS ZONAS ANTIGUAS,...POR EJEMPLO POR CALLE CÓRDOBA EN MÁLAGA CIUDAD,...CIUDADES DE ESPACIOS COMERCIALES, DE PLAYAS Y CHIRINGUITOS,...
LA CANTIDAD DE DATOS QUE SE EXPONEN ES COMO APABULLANTE; ORDENAR UN POCO Y DAR UN DISCURSO RACIONAL, SERÁ ALGO COMPLEJO,...PERO MUY NECESARIO,...
EN SU TIEMPO LE PLANTEAMOS A GABI, LÍDER SINDICAL DEL SUAT, YA FALLECIDO, DE REALIZAR UN PROGRAMA POLÍTICO ECONÓMICO PARA ANDALUCÍA,...EN LOS AÑOS DE FINALES DÉCADA DEL OCHENTA,...DE ESTE ASUNTO ALGO PUBLICAMOS,...Y EN ESTA OCASIÓN VAMOS A INTENTARLO CON IDEAS NUESTRAS, DATOS VARIOS,...PARA CULMINAR, COMO SE PLANTEA EN EL ENUNCIADO DE ESTE TRABAJO,: ANDALUCÍA PROLETARIA-POPULAR Y REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD.
Total | Hombres | Mujeres | |
---|---|---|---|
< EPA 2013-09 | |||
Parados [+] | 1.447 m. | 748 m. | 698 m. |
Parados entre 16 y 19 años [+] | 45 m. | 24 m. | 21 m. |
Parados entre 20 y 24 años [+] | 162 m. | 89 m. | 73 m. |
Parados entre 25 y 54 años [+] | 1.102 m. | 554 m. | 548 m. |
Parados mayores de 55 años [+] | 138 m. | 81 m. | 56 m. |
EL PRODUCTO,...
PIB de Andalucía
El PIB varía un -1,5% en Andalucía
El producto interior bruto de Andalucía en 2013 ha caído un 1,5% respecto al año anterior . Esta tasa es 6 décimas superior a la publicada en 2012, que fue del -2,1%.
En 2013 la cifra del PIB fue de 138.301 millones de euros, con lo que Andalucía es una de las comunidades autónomas más importantes por volumen de PIB, ocupa la 3ª posición en el ranking de PIB de las comunidades autónomas.
El PIB Per cápita de Andalucía en 2013 fue de 16.666€, 73€ menor que en 2012 cuando fue de 16.739€. Para ver la evolución del PIB per cápita resulta interesante mirar unos años atrás y comparar estos datos con los del año 2003 cuando el PIB per cápita en Andalucía era de 14.200.
Al igual que el PIB nos ayuda a saber cuál es el tamaño de una economía, el PIB per cápita nos índica la riqueza de sus ciudadanos. Si ordenamos las comunidades autónomas en función de su PIB per cápita, Andalucía se encuentra en el puesto 18, por lo que sus habitantes están, según este parametro, entre los más pobres o al menos tienen un bajo nivel de vida en comparación a los de otras comunidades autónomas.
En esta página puedes ver la evolución del PIB en Andalucía. En el siguiente link puedes ver el listado completo delPIB de las comunidades autónomas y ver toda la información económica de Andalucía en Economía de Andalucía.
Evolución anual PIB Andalucía
Fecha | PIB Mill. € | Var. Anual | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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2013 | 138.301€ | -1,5% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2012 | 138.923€ | -2,1% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2011 | 141.603€ | 0,2% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2010 | 141.648€ | -1,7% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2009 | 142.625€ | -3,7% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2008 | 148.863€ | 0,5% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2007 | 144.897€ | 3,4% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2006 | 136.001€ | 4,2% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2005 | 125.716€ | 3,6% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2004 | 115.513€ | 3,6% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2003 | 106.550€ | 4,3% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2002 | 97.748€ | 3,6% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2001 | 90.535€ | 3,7% | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
2000 | 83.796€ | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1999 | 76.528€ | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1998 | 71.381€ | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1997 | 67.931€ | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1996 | 65.962€ | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1995 | 61.460€ PRODUCTO,...ESFUERZO, TRABAJO EN ACCIÓN,.. Evolución anual PIB Per capita Andalucía
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EVOLUCIÓN ECONÓMICA ANDALUCÍA, datos oficiales:
Evolución Tasa de crecimiento PIB Andalucía
Evolución anual PIB Per capita Andalucía
Producto Interior Bruto
Diario de Sevilla. Noticias de Sevilla y su Provincia
Leer más: El sector aeronáutico andaluz exporta un 44% más en 2013 http://www.diariodesevilla.es/article/economia/1715637/sector/aeronautico/andaluz/exporta/mas.html#sSf3gMeW9vPaGLeK
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Las exportaciones del sector aeronáutico andaluz experimentaron un nuevo máximo en 2013 al superar 1.500 millones, un 44% más que en 2012 y cuatro veces más que hace diez años, informó ayer Extenda en una nota.
El dinamismo del sector aeronáutico se pondrá de manifiesto en la segunda edición de la España Aerospace and Defense Meetings, que se celebrará en Sevilla del 3 al 6 de junio, organizada por la Junta de Andalucía y la empresa BCI Aeroespace con carácter bienal. Este evento de negocios, que cuenta hasta la fecha con 164 empresas inscritas de 18 países, se consolida como el foro de negocios aeroespacial más importante de España y prevé una participación de 800 profesionales de 400 empresas, procedentes de 25 países, que desarrollarán unas 8.000 reuniones de negocios.
En este encuentro se darán cita los principales fabricantes mundiales, contratistas y empresas de un sector de máxima tecnología. El sector facturó en Andalucía 1.858 millones en 2012 y proporciona 10.802 empleos directos y 25.000 inducidos, significando el 1,27% del PIB andaluz.
Andalucía es la segunda comunidad exportadora de España en el sector aeronáutico, con el 29% el total de las ventas, seguida a gran distancia del País Vasco, con el 3,3% y precedida de la Comunidad de Madrid, con el 59,7%.
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Industria en andalucía
Industria en andalucía
- 1. INDUSTRIA EN ANDALUCÍA
- 2. Índice- Importancia de la industria andaluza en España- Sectores más importantes- Importancia en aspectos sociales- La industria en la provincia de Sevilla- Sectores más importantes- La industria de nuestra comarca- Sectores que abarca
- 3. Industria andaluza en España Históricamente la industria andaluza se ha caracterizado por su debilidad y su poco peso en la economía. Siempre ha sido una región poco industrializada, a pesar de participar en el proceso de industrialización. Por lo general, los subsectores industriales andaluces son menores a la media de las demás comunidades. Solo tienen cierta importancia el agroalimentario y el aeronáutico. Este último es el segundo más importante de España por detrás de Madrid
- 4. SECTORES Solo tienen cierta importancia el agroalimentario y el aeronáutico.
- 5. SECTORES Este último es el segundo más importante de España por detrás de Madrid Aquí observamos la construcción del A-400M, llevada a cabo en Sevilla.
- 6. IMPORTANCIA SOCIAL Lidera el ranking nacional en número de empresas dedicadas al sector agroalimentario, con más de 5.400, que poseen a su vez un gran numero de trabajadores. No obstante, la industria andaluza es muy escasa y sólo el 10,2% de la población activa está dedicada a la industria frente al 17% de la media española.
- 7. IMPORTANCIA SOCIAL
- 8. INDUSTRIA SEVILLANA Vamos a centrarnos ahora en la industria de la provincia de Sevilla. Sevilla, junto a Cádiz y Huelva, constituye el principal eje de desarrollo industrial en Andalucía. Sevilla destaca sobre todo por su potente industria aeronáutica, cuyos orígenes se remontan al primer tercio del siglo pasado .
- 9. SECTORES La producción final del año 2008 según INE 2008 fue de 7.198 millones de euros, manteniéndose la provincia de Sevilla como la que más aporta de las andaluzas, con un 24 % del total de Andalucía. El sector secundario aporta al conjunto del PIB de la provincia de Sevilla un 21 %.
- 10. INDUSTRIA SEVILLANA Empresas inscritas en el Registro Agrario. 1ª provincia con 912 empresas (19 % de Andalucía).
- 11. INDUSTRIA SEVILLANA La industria aeronáutica, con 4404 trabajadores y una producción de 629 millones € (12,4 % de España).
- 12. INDUSTRIA DE LA COMARCA En Estepa, como ya sabemos, la industria predominante es la de los mantecados. Esta industria tiene su origen en el año 1858, cuando una estepeña, Micaela Ruiz Téllez "La Colchona", creó un negocio familiar para la fabricación de mantecados con una receta mejorada.
- 13. INDUSTRIA DE LA COMARCA
- 14. INDUSTRIA DE LA COMARCA En la actualidad, esta industria daba trabajo a unas dos mil personas. El impacto de la industria del mantecado en el empleo en Estepa es significativo, ya que es la causa de que un 37% de la ocupación tenga lugar en el sector secundario.
- 15. INDUSTRIA DE LA COMARCA Existen también otras industrias de menor importancia, como el Matadero Industrial o Piedra Caliza. Pero la Industria de extracción de piedra caliza más importante se encuentra en Gilena.
- 16. INDUSTRIA DE LA COMARCA Gilena cuenta con una de las canteras más grandes de la provincia de Sevilla, siendo un importante sector de ocupación de la población activa gilenense.
- 17. INDUSTRIA DE LA COMARCA Además, Gilena cuenta con una persona destacada en esto de la piedra. Se trata de Antonio Jurado, quien recientemente fue reconocido a nivel europeo en un concurso celebrado en Polonia.
- 18. Antonio Jurado
- 19. INDUSTRIA DE LA COMARCA Otra industria importante en nuestra comarca es el aceite de oliva. En la sierra sur contamos con muchas empresas importantes en este sector, como son: Oleoestepa (Estepa), El Marqués (Gilena) ó 1881 (Osuna)
- 20. FIN Hecho por: Pablo Borrego Díaz
DICEN QUE SOMOS EN EL TERRENO DE LOS SIN TRABAJO, SIN EMPLEO, SOMOS COMO ALGO MÁS DE UN MILLÓN DE PARADOS DE UNA POBLACIÓN DE ALGO MÁS DE SIETE MILLONES DE HABITANTES.
LA EPA, DA UNOS DATOS ESCALOFRIANTES, CASI 1,5 MILLONES Y CASI MITAD POR MITAD DE HOMBRES Y MUJERES.
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1. La estructura de clases desde el siglo XVIII hasta la década de los
cuarenta del siglo XX
En el siglo XVIII la gran mayoría de la población activa de Andalucía (el
73,4% en 1787) se dedicaba a actividades agrarias. Quienes se empleaban en la
agricultura eran sobre todo (en torno a un 70%) jornaleros, existiendo a este
respecto una significativa diferencia entre el norte y el sur de España, ya
que en la zona septentrional el número de personas que ejercía como
jornaleros era mucho menor; en Asturias y el País Vasco la figura del
jornalero era casi desconocida. Debido a la concentración de la tierra, en
Andalucía las explotaciones mostraban un gran tamaño medio, casi cuatro veces
por encima de la media nacional.
La estructura de la sociedad agraria de la Andalucía del siglo XVIII
estaba, en lo sustancial, conformada por cuatro grupos.
En primer lugar, la nobleza y el clero, que aglutinaban prácticamente al
conjunto de grandes propietarios de tierras y representaban un porcentaje muy
reducido de la población andaluza; los nobles, por ejemplo, suponían alrededor
del 0,9% de la población de Sevilla y en torno al 0,4% de las poblaciones de
Jaén, Granada o Córdoba.
Los ingresos que obtenían de sus tierras eran destinados, por parte de la
Iglesia, a la construcción de edificaciones religiosas, a engrosar su patrimonio
rústico y a aumentar su riqueza artística; y, por parte de la nobleza, a
comprar más tierras y a mantener su fastuoso nivel de vida.
En el siglo XVIII, la propiedad de la mayoría de las tierras de Andalucía
estaba en manos de la nobleza, la Corona, la Iglesia y los Ayuntamientos.
Según estima Bernal (1974), a mediados del siglo XVIII, la nobleza detentaba
alrededor de un 60% de las tierras de Andalucía; la Corona, los Ayuntamientos
y los particulares se repartían un 22%; y la Iglesia poseía el 17,6% restante,
siendo, además, estas tierras de calidad y muy productivas: producían el
27,9% del producto agrícola de la región.
Por otra parte, y en consonancia con lo anterior, era ostensible el
predominio de la gran propiedad, de manera que ya en el siglo XVIII el
latifundio era un elemento capital de la estructura económica de Andalucía.
Con respecto a los regímenes de tenencia dominantes en la agricultura de
Andalucía durante el siglo XVIII, la forma de explotación que más abunda es
el arrendamiento.
Los grandes arrendatarios, que utilizaban los capitales acumulados, el
excedente, para arrendar nuevas fincas, era el segundo sector social
distinguible.
En tercer lugar, estaban los pequeños propietarios y arrendatarios.
Tenían una situación muy vulnerable, se hallaban continuamente agobiados por
las deudas y, a veces, trabajaban también como jornaleros.
En cuarto lugar, el grupo más numerosos y en peores condiciones sociales
estaba conformado por los braceros y jornaleros agrícolas. La gran
concentración de la tierra dio lugar a un extenso campesinado en situación de
miseria, sin apenas capacidad de consumo. Sufrían una explotación despiadada,
se les pagaba una miseria y vivían en el límite de la subsistencia,
sobreviviendo gracias al trabajo de mujeres y niños, y del recurso al hurto.
Según estimaciones, en torno a 1787 el salario de un bracero sevillano era de
unos 3,35 reales diarios, cuando el precio de 1 Kg. de pan era de 1,3 reales
aproximadamente y una familia precisaba, por termino medio, 2,5 Kg. diarios
de pan, lo que suponía un costo de 3,25 reales. Por tanto, la mayoría de los
productores del excedente agrario (jornaleros y pequeños propietarios y
arrendatarios) se encontraban en condiciones de vida muy difíciles y
precarias, lo que imposibilitaba el nacimiento y la constitución de un
mercado interior en torno al cual se constituyese un proletariado artesanal o
«premanufacturero» significativo.
Sólo existía un artesanado rural disperso, dedicado sobre todo a
satisfacer las necesidades más inmediatas de la población campesina (vestido,
calzado, vivienda) y que, debido a la escasa demanda, atravesaba continuas
dificultades. Dificultades que se acentuaron durante el siglo XVIII ante la
presión de las manufacturas procedentes de Cataluña y el País Vasco, con las
que los artesanos «premanufactureros» andaluces no podían competir.
Finalmente, hay que señalar también la existencia de una burguesía
industrial y, sobre todo, comercial. Cádiz y Málaga eran en el siglo XVIII
dos relevantes centros comerciales, en los que la actividad comercial
permitía una acumulación de capital. El comercio con las colonias americanas
favoreció la formación en Cádiz de una significativa burguesía mercantil.
Esta burguesía era en su mayoría de origen extranjero, existiendo también una
significativa proporción de vascos y, en menor grado, castellanos y
catalanes.
Ya en el siglo XIX, con la decadencia del comercio gaditano y a raíz del
proceso desamortizador, que facilitó la compra de tierras, los comerciantes
destinaron sus capitales para adquirir fincas (inversiones, por ejemplo, en
las viñas jerezanas), generándose un proceso de reconversión de comerciantes
en propietarios agrícolas. De este modo, durante el siglo XIX, emergió una
nueva burguesía agraria, que se repartió los latifundios junto a la antigua
nobleza. La desamortización eclesiástica, impulsada sobre todo a partir de
1836 por Mendizábal, propició que la nobleza terrateniente, los grandes
arrendatarios y la burguesía de origen comercial se apropiasen de grandes
extensiones de tierra, en perjuicio de los antiguos colonos, que pasaron a
engrosar las filas del proletariado agrícola. En 1837 se promulgó el decreto
«de señoríos», en virtud del cual los nobles que presentasen pruebas sobre la
territorialidad pasaban a convertirse en propietarios privados de las tierras
en litigio. Prácticamente todas las sentencias se fallaron en favor de los
nobles, que de este modo pasaron de señores a propietarios de las tierras.
Esto supuso, además, la consolidación del latifundio en la agricultura
andaluza y del caciquismo como un elemento de la estructura de clases en
Andalucía. Igualmente, la desamortización civil de Pascual Madoz, realizada
en 1855 bajo la presión ejercida por la burguesía agraria y que conllevó la
subasta de las tierras municipales de propios y baldíos, así como una gran
parte de las tierras comunales, supuso también un aumento del número de
grandes fincas y/o grandes propiedades y la conversión de pequeños campesinos
en simples asalariados. De este modo, se acentuó la división de las
propiedades agrícolas del campo andaluz en minifundios y latifundios,
existiendo muy pocas propiedades de tamaño medio.
Los procesos desamortizadores empeoraron las condiciones de vida del
campesinado; los jornaleros vieron frustradas sus esperanzas de ser
propietarios de las tierras que trabajaban y sufrieron un proceso de
proletarización paralelo a la bajada de sus salarios reales. Como
profundizaremos posteriormente, con el fin de mejorar su situación, el
campesinado emprendió una serie de luchas y movilizaciones, violentas en
algunos casos.
Llegamos, así, a finales del siglo XIX, donde la estructura de clases de
Andalucía está conformada por los sectores que referimos seguidamente.
En primer lugar, los grandes terratenientes, a menudo poseedores de
títulos nobiliarios.
En segundo lugar, una reducida oligarquía financiera y un activo núcleo
de comerciantes, concentrados sobre todo en Cádiz, Sevilla y Málaga, algunos
de los cuales habían acometido con escaso éxito algunos intentos de
industrialización.
Las clases medias existentes eran exiguas; estaban constituidas por un
pequeño número de profesionales, comerciantes y funcionarios, afincados
generalmente en los centros urbanos. Como veremos más adelante, un sector de
estas clases medias, imbuido de un espíritu liberal, intentó fomentar la
aparición de una conciencia regional andaluza, pero tuvo poco eco.
Finalmente, la clase trabajadora y «pobre», que constituía las tres
cuartas partes de la población andaluza, formada, en las zonas rurales, por
jornaleros agrícolas y pequeños propietarios; y en los núcleos urbanos, por
un proletariado de servicios o actividades marginales y esporádicas. Los
movimientos anarquistas y socialista se difundieron ampliamente entre estas
capas sociales que, como veremos, desarrollaron una intensa lucha de clases.
La polarización de la estructura de clases acarreó una paralela
radicalización ideológica: de un lado, el reaccionarismo de la clase alta y
parte de la clase media más tradicionalista; del otro, el radicalismo anarquizante
de muchos miembros de la clase trabajadora. Enfrentamiento de clases e
ideológico que llegó a su punto álgido con el estallido de la Guerra Civil.
Esta estructura de clases y la situación de desigualdad socioeconómica
que implicaba se mantuvieron durante los años 40. A finales de los 50 se
inició un proceso de cambio que cuajaría durante los años 60.
2. La estructura de clases en las décadas de los cincuenta, sesenta y
setenta
A finales de la década de los cincuenta (en 1957, para ser más precisos)
la población de las distintas provincias andaluzas presentaba (según Cazorla,
1973: 44) los siguientes porcentajes de estratificación social:
Como puede verse en esta tabla, en Andalucía, en estimaciones para 1957,
dos tercios del total de la población era clasificable como «clase
trabajadora» y la clase alta suponía sólo un uno por ciento de la población,
lo que revela el bajo porcentaje de clase media, que se hace aún más evidente
si lo comparamos con la media nacional: 38,8% de clase media y 60,2% de clase
baja; o, de modo aún más patente, con una región avanzada como Vizcaya: 60,2%
de clase media frente a un 38,8% de clase baja.
Será durante la década de los 60 cuando aparezca y se consolide en
Andalucía un sector social de clase media, formado por técnicos, empleados y
empresarios de servicios, mecánicos, técnicos de grado medio, lo que dio
lugar a un ensanchamiento de la pirámide social por su parte central.
Con respecto a la estructura de clases existente en Andalucía durante la
década de los setenta, ofreceremos a continuación dos caracterizaciones de
esta estructura.
La primera queda recogida en la siguiente tabla (de elaboración propia a
partir de las tablas de las págs. 39-42 de Lacalle, 1994), donde, a efectos
comparativos, hemos introducido los guarismos referentes a la estructura de
clases de Cataluña y lo que vendría a ser la estructura de clases media
nacional:
La segunda caracterización se debe a Isidoro Moreno (1978), cuya
descripción de la estructura de clases existente en Andalucía en la década de
los setenta paso a glosar.
En primer lugar, señala a la gran burguesía terrateniente, que seguía
siendo la clase dominante y dentro de la cual se habían constituido tres
fracciones.
Una primera fracción, integrada por los grandes terratenientes, que, formando
alianza con el gran capital español no andaluz e, incluso, con el
internacional, extendió su dominio e intereses a sectores de la banca y la
industria.
Una segunda fracción estaba formada por los grandes terratenientes que
habían modernizado sus explotaciones agrarias, constituyendo en muchos casos
empresas capitalistas modernizadas, mayoritariamente en forma de sociedades
anónimas.
Finalmente, la tercera fracción de la gran burguesía terrateniente estaba
constituida por los grandes propietarios latifundistas que no supieron o no
quisieron modernizar sus explotaciones. Al no modernizarlas, el descenso de
los productos agrícolas y el alza relativa de los salarios hicieron descender
la rentabilidad de sus tierras, ante lo que optaron por cultivarlas deficientemente,
abandonarlas o convertirlas en cotos de caza. Su incapacidad para adaptarse a
los cambios económicos y políticos que se estaban produciendo en España
terminó haciendo que éstos les perjudicasen, por lo que se mostraron
contrarios a ellos e intentaron frenarlos desarrollando prácticas políticas
reaccionarias.
Como puede verse, se trata de tres fracciones con intereses y
comportamientos sociopolíticos distintos, lo que evidencia cómo la gran
burguesía terrateniente no conformaba ya un bloque homogéneo.
Una segunda clase era la de la gran burguesía no terrateniente. Eran
pocos los grandes capitalistas andaluces vinculados al sector industrial y
bancario, y los existentes eran a la vez grandes terratenientes. Se trata de
capitalistas andaluces que operan en sectores económicos (industria,
servicios turísticos, explotaciones mineras, empresas de tipo especulativo)
muy controladas por el capital nacional no andaluz y por capital extranjero,
que invierten gran parte de sus ganancias fuera de Andalucía, de manera que
la riqueza creada en esta región no redunda en su desarrollo.
La clase obrera del campo y de la ciudad, constituida por unas dos
terceras partes de la población activa andaluza, es la tercera de las clases
señalable. Estaba formada al menos por cuatro grupos. Por un lado, los
jornaleros sin tierra, el proletariado agrícola, del que formaban parte unos
500.000 trabajadores. Padecían el aumento del paro y se hallaban sometidos a
condiciones de trabajo y de vida muy duras. Mantenían un alto nivel de
conciencia de clase y de movilización avaladas por organizaciones sindicales
y políticas, como el Sindicato de Obreros del Campo (SOC), algunas de las
cuales se constituyeron durante aquellos años.
Por otro lado, la clase obrera industrial, integrada por algo más de unos
500.000 trabajadores, la mayoría pertenecientes a la construcción, lo que es
síntoma del exiguo desarrollo industrial de la región. Además, la mayoría de
los obreros industriales trabajaba en industrias pequeñas y medianas. Durante
la década de los setenta, padecieron con rigor el problema del desempleo,
debido a los constantes expedientes de cierre que ocasionó la crisis de
aquella década.
Los mineros y los trabajadores del mar eran los otros dos grupos
proletarios. Estos últimos sumaban a sus duras condiciones de trabajo y bajos
salarios el problema del paro derivado de los problemas estructurales del
sector y de las exigencias de Marruecos.
Un cuarto estrato social estaba constituido por la pequeña y mediana
burguesía andaluza y otras capas medias. Las pequeñas y medianas empresas,
tanto agrícolas y ganaderas como comerciales e industriales, sufrían ya en
aquellos años, como siguen padeciéndolo hoy día, un proceso general de
dificultades para mantenerse y un deterioro de su nivel de vida debido a la
competencia de los grandes monopolios, que cuentan con el apoyo del Estado
central. Situación que suscitó la organización y la movilización política de
estos sectores con el fin de defenderse de los grandes monopolios. Así, los
pequeños y medianos agricultores constituyeron la UAGA, Unión de Agricultores
y Ganaderos de Andalucía, y llevaron a cabo varias movilizaciones
reivindicativas, como las que tuvieron lugar contra los abusos de los grandes
propietarios arroceros o las suscitadas en relación al olivar y el algodón.
Antes de abandonar la década de los setenta, queremos señalar que (como
reveló el importante estudio de Isidoro Moreno sobre Propiedad, clases sociales y hermandades en la Baja Andalucía) en la estructura
social de algunas comunidades y regiones de Andalucía (al menos así ocurría
en una serie de comunidades pertenecientes al Aljarafe y a la Vega del
Guadalquivir) la división en clases sociales, definidas en lo esencial a
través de la propiedad de la tierra, coexistía y se interrelacionaba con una
división de la sociedad en mitades matrilineales y Hermandades. En virtud de
esta división, los miembros de la comunidad quedaban, según la línea de
ascendencia culturalmente determinante, automáticamente adscritos a uno de
los dos sectores en los que se dividía el grupo. De este modo, en estas
comunidades se configuraba una «organización dualista» en la que las clases
no coinciden con las mitades, pues estas últimas están integradas por
personas pertenecientes a distintas clases sociales. Dado que posteriormente
nos ocuparemos de distintas cuestiones relacionadas con la lucha de clases en
Andalucía, nos interesa resaltar aquí cómo, en términos generales, la
existencia de mitades constituía un obstáculo para la solidaridad entre los miembros
de una misma clase social, la conciencia y la acción de clase, actuando las
mitades «en el sentido de perpetuar la estructura de clases existente»
(Moreno 1971: 303).
3. Estratificación social, distribución de la renta y desigualdad social
desde los años ochenta hasta nuestros días
Estimaciones para comienzos de los años ochenta establecían que un 55% de
los andaluces (frente a un 40% en el conjunto nacional) pertenecía a los
estratos más bajos de la sociedad, constituyendo las clases medias y altas el
restante 45%, si bien en algunas provincias, como Granada y Jaén, la clase
trabajadora era aún mayor (dos tercios de la población).
Con respecto a la década de los noventa, la siguiente tabla (extraída de
Gobernado, 1996: 57) nos informa sobre la estructura de clases de la
Andalucía contemporánea, a la par que nos permite cotejarla con la de
Cataluña:
Por lo que a la desigualdad económica concierne, entre el primer tercio
de los años setenta y el final de la segunda mitad de la década de los
ochenta se produce en Andalucía, como en general en el resto de España, una
reducción de la desigualdad en la distribución de la renta. Dos factores
principales influyeron en esta disminución. Por un lado, el crecimiento
económico experimentado durante la década. Por otro, los progresos
conseguidos en la construcción del Estado del Bienestar, en especial la
universalización de la educación y la sanidad, y el desarrollo de un sistema
de prestaciones económicas para cubrir situaciones carenciales
(generalización y elevación de las pensiones, y aumento de la cobertura del
seguro de desempleo). Ambos factores han sido claves, pues benefician a dos
de los colectivos sociales más desfavorecidos: los ancianos y los parados.
Pero la disminución de la desigualdad sólo ha sido ligera y los efectos
redistributivos de la extensión de las protecciones del Estado Social se
vieron mermados por la paralela aplicación de políticas de contención de la
intensidad protectora.
Ahora bien, si, como hemos dicho, desde los años setenta hay un proceso
de reducción continuada de la desigualdad, en la década de los noventa esta
tendencia se ha invertido. Durante los noventa la desigualdad aumenta,
frenándose así una trayectoria de descenso que había sido continua durante
más de veinte años.
¿Qué fuerzas han determinado estos cambios en el reparto de la renta a lo
largo de los años noventa? La breve pero severa crisis del trienio 1992-94
conllevó un dramático ascenso del desempleo. La tasa de paro de los cabezas
de familia aumentó durante la primera mitad de los noventa, con lo que se
desvaneció para muchas familias la posibilidad de amortiguar, mediante el
sustentador principal, los efectos resultantes de las elevadas tasas de desempleo
entre los jóvenes y las mujeres cónyuges. Este fenómeno fue paralelo a la
introducción de modificaciones restrictivas en las redes de protección frente
al desempleo. La Ley 22/1993 hizo más restrictivas las condiciones de acceso
a la protección por desempleo, supuso una brusca caída de la tasa de
cobertura (más de 20 puntos porcentuales) y una rebaja de la intensidad
protectora del sistema. Además, durante los noventa crecen las desigualdades
salariales debido, entre otras razones, al freno en la creación de empleo
público, en claro contraste con lo acaecido durante los años 80, y al
creciente recurso a la contratación temporal.
Por tanto, mientras que, durante los años ochenta, en la mayoría de los
países miembros de la OCDE aumentó la desigualdad, en Andalucía y en España,
como hemos visto, ésta se redujo, pero, tras dos décadas de descenso, la
desigualdad económica vuelve a repuntar en nuestro país durante los noventa.
Determinadas fuerzas estructurales que generaron un aumento de las
desigualdades durante los años 80 en los países de la OCDE son las mismas que
ocasionan igualmente un aumento de éstas en España durante los años 90; a
saber, entre ellas, el aumento de las desigualdades salariales, la contención
o el recorte del gasto social y sistemas de tributación menos progresivos.
Atendiendo al índice Gini, podemos configurar (siguiendo a Torres, 1992:
615) la siguiente tabla (datos concernientes al año 1990) referida a la
desigualdad en la distribución de la renta neta en Andalucía, en la que
incluimos a efectos comparativos los índices Gini de otras Comunidades
Autónomas:
El siguiente cuadro (de elaboración propia a partir de la tabla de Gualda
y Vázquez, 1997: 200), con respecto al porcentaje sobre el total de ingresos
por hogar en Andalucía, permite calibrar el grado de desigualdad existente
entre distintos sectores sociales, divididos por decilas, de esta región:
Se constata la enorme desigualdad en la distribución de los ingresos: un
10% de la población acumula un cuarto de los mismos. Si atendiésemos al gasto
medio por hogar (véase Gualda y Vázquez 1997: 201) veríamos cómo la
desigualdad se mantiene en proporciones similares a la existente con los
ingresos.
El aumento de ingresos declarados por los andaluces entre 1981 y 1991 no
ha servido para reducir la distancia existente entre las Comunidades
Autónomas con mayores ingresos y la Comunidad Autónoma andaluza. Si en 1981
Andalucía ocupaba el puesto dieciséis entre las dieciocho Comunidades
Autónomas, por encima de Extremadura y Castilla La Mancha; en 1991 ocupaba la
décimo séptima posición, superando sólo a Extremadura. Todas las provincias
andaluzas poseen, tanto en 1981 como en 1991, unos ingresos inferiores a los
ingresos medios nacionales.
No obstante, se ha producido una mejora relativa, pues si en 1981 los
ingresos medios de los hogares andaluces se situaban entre el 65´5% de Jaén y
el 90% de Málaga, en 1991 dichos porcentajes se elevan entre el 73,3% de Jaén
y el 93,6% de Sevilla.
De 1981 a 1991, y con respecto a su aproximación a la media de ingresos
nacionales, las provincias de Sevilla, Almería y Huelva son las que mejoran
su posición (pasando del segundo al primer lugar, del séptimo al quinto lugar
y del quinto al cuarto, respectivamente, entre los años considerados) y las
de Málaga (que pasa del primero al segundo) y Córdoba (que pasa del cuarto al
séptimo) las que ocupan posiciones inferiores a las que tenían con
anterioridad. Jaén ocupa en ambos años la peor posición.
Los resultados anteriores vienen a ser prácticamente los mismos si se
atiende a los gastos medios por hogar y por persona (puede consultarse Gualda
y Vázquez, 1997: 203).
Atendiendo a la relación entre renta familiar disponible acumulada y la
pobreza, pueden establecerse cinco grandes grupos en la sociedad andaluza
(Torres, 1992: 614):
1º) Un 8,83 por 100 de la población que acumula un 31,49 por 100 de la
renta.
2º) Un 18,99 por 100 de la población que acumula el 25,34 por 100 de la
renta.
3º) Un 35,79 por 100 de la población que acumula un 28,74 por 100 de la
renta.
4º) Un 25,82 por 100 de la población en situación de pobreza moderada que
acumula un 12,08 por 100 de la renta.
5º) Un 10,57 por 100 de la población en situación de pobreza severa que
acumula un 2,35 por 100 de la renta.
Por otra parte, la división entre capital y trabajo constituye una dimensión
central en la estructura de clases y la distribución de la renta entre ambos
es uno de los núcleos del conflicto de clases. Atendiendo a estos ejes,
podemos establecer (siguiendo a Torres, 1996: 328) la siguiente distribución
funcional de la renta interior en Andalucía (porcentajes) desde 1971 a 1991
(sobre valor 100 de la Renta Interior Neta) :
Estos datos revelan cómo las rentas del capital han mejorado durante la
década de los ochenta, a la par que las rentas del trabajo han sufrido un
descenso, explicable éste por la disminución neta en el número de empleos y
por una terciarización de la economía marcada por la precarización salarial y
la pérdida de productividad. A este respecto, como bien apunta Juan Torres
(1996: 329), «la economía andaluza no ha sido ajena al proceso general
provocado por las políticas neoliberales que han convertido la generación de
puestos de trabajo en la proliferación de un auténtico ejército de mal
pagados empleos vinculados a los servicios personales de todo tipo.»
4. Identificación de clase y movilidad social
La identidad de clase y la movilidad social son otros de los aspectos
relevantes que suelen considerarse a la hora de elaborar o analizar la
estructura de clases de una sociedad.
La identificación de clase es la respuesta que una persona da cuando se
le pregunta a qué clase social cree que pertenece, en qué clase social se
ubicaría. Se trata de un indicador social de carácter subjetivo, basado en la
opinión de los preguntados, y las respuestas suelen variar según la pregunta;
así, nadie quiere ubicarse en la «clase baja», pero casi nadie tiene
problemas en considerarse miembro de la «clase trabajadora». Dejando al
margen estos problemas de método, podemos ilustrar la identificación de clase
de la población andaluza reproduciendo la siguiente tabla (extraída de
Gobernado, 1996: 53), en la que se recogen también, a efectos comparativos,
datos sobre la identificación de clase de los ciudadanos catalanes:
Por lo que a la movilidad social concierne, en España (y por extensión,
con ligeras variaciones, también en Andalucía) desde 1940 se pueden discernir
tres períodos (Echeverría 1999): 1º) desde 1940 hasta 1956, cuando España
puede definirse de modo general como una «sociedad agraria tradicional»; 2º)
desde 1956 hasta 1973, período de industrialización y desarrollo económico
del país; y 3º) desde la crisis de 1973 hasta nuestros días.
Durante el primer período, la tierra era el recurso fundamental, tanto
económico como para obtener prestigio social y acceder a los diferentes
niveles de poder sociopolítico. La herencia, fundamentalmente a través del
sistema de heredero único y del de «a partes iguales», junto con el
matrimonio social endogámico eran las dos fórmulas fundamentales de acceso a
la tierra, teniendo también su importancia la educación familiar y las redes
sociales. La falta de alternativas económicas a la tierra hizo que las estrategias
de reconversión de recursos fuesen prácticamente imposibles. Las tasas
absolutas de movilidad social fueron muy bajas; en todas las clases existió
una probabilidad muy elevada de mantenimiento de la condición. Las clases más
precarias se encontraron en una situación de reproducción «obligada», pues
les era materialmente imposible «escapar» de su clase social.
Los profundos cambios sociales y económicos que se produjeron durante el
segundo período supusieron la aparición y el desarrollo de recursos
productivos, industriales y de servicios alternativos a la tierra, que fueron
progresivamente desplazando a ésta y haciéndose predominantes. Los recursos
agrarios se hicieron cada vez menos necesarios y más sustituibles por la
reconversión y adquisición de recursos industriales y de servicios. Aunque la
herencia y el matrimonio continuaron siendo estrategias de reproducción
relevantes, las instituciones educativas fueron cobrando un peso progresivo
hasta llegar a ser un mecanismo fundamental tanto en las estrategias de
reconversión y movilidad como en las de reproducción. La movilidad social fue
fluida y acentuada. Los principales flujos de movilidad fueron de los empleos
agrarios (pequeños propietarios y no propietarios) a los trabajadores
«manuales» de la industria y los servicios, y, luego, de éstos a los
trabajadores «no manuales-rutina» y a las «nuevas clases medias»; el flujo
directo de agricultores a «nuevas clases medias» fue bastante moderado y más
bien tardío. Descendió la propensión a la reproducción, aumentaron las
posibilidades de movilidad entre las posiciones sociales más afines y
disminuyó la dificultad para «saltar» de una clase social básica a otra. Todo
lo cual favoreció los movimientos ascendentes.
En el tercer período, aunque la transmisión de recursos materiales sigue siendo importante, no obstante la adquisición o reconversión de recursos científico-técnicos se torna predominante desde el punto de vista de la movilidad social. El sistema de herencia «a partes iguales» es el predominante y el matrimonio endogámico da paso a la homogamia educativa. Sin embargo, el fuerte incremento de la competencia en el acceso al trabajo ha hecho que la posesión de los recursos apropiados o requeridos, si bien es necesaria, no sea ya, como en el período anterior, suficiente para acceder a determinadas posiciones sociales. Ahora, se precisa cada vez más disponer también de capacidad de activación de los recursos que se poseen. En este tercer período, disminuyen progresivamente las estrategias de movilidad ascendente («posibles, pero de más difícil materialización»), así como las tasas absolutas de movilidad, que se mantienen en un nivel inferior al que tuvieron durante el segundo período. Se ponen en juego bastantes estrategias de reproducción-reconversión defensivas, con el fin de mantener o «defender» la posición social adquirida. Las instituciones educativas, a través de las cuales se adquieren recursos culturales, y las redes sociales, que facilitan la activación de estos recursos, son los mecanismos fundamentales que se emplean en esas estrategias.
La agudización de la segmentación del mercado de trabajo ha tenido
importantes repercusiones en las tendencias de movilidad social existentes en
el período que nos ocupa. Han aumentado los movimientos descendentes, en
especial entre las mujeres, que en el segundo período fueron más bien
escasos. No obstante, la masiva afluencia de las mujeres a los estudios
universitarios ha favorecido que muchas de ellas se hayan incorporado a los
puestos correspondientes a las «nuevas clases medias».
Otra tendencia observable en este período es el paso de obreros manuales
en origen hacia posiciones correspondientes a «autónomo no experto». Las
dificultades de emplearse «por cuenta ajena» ha obligado a muchas personas a
activar su fuerza de trabajo en empleos «por cuenta propia».
Por tanto, concluyendo, tras un período en el que las tasas absolutas de
movilidad aumentaron extraordinariamente en España y en Andalucía,
coincidiendo con el período industrializador y el desarrollo de las «nuevas
clases medias», hemos entrado y nos encontramos en nuestros días en un
período de descenso de las tasas de movilidad social ascendente y de
revitalización de las estrategias de reproducción-reconversión.
Seguidamente, ofrecemos un cuadro (recogido en Gobernado, 1996: 73) que
detalla distintas variables, referentes al año 1993, sobre movilidad social
entre estratos en Andalucía y en el que, además, con fines comparativos, se
incluyen también los datos referentes a Cataluña:
Como puede comprobarse, la dependencia con respecto al origen sigue
manteniendo en Andalucía una relación alta (c.c. 0,53), si la comparamos con
la de otras Comunidades Autónomas, como Cataluña (c.c. 0,32).
5. Episodios de la lucha de clases
En Andalucía, los episodios más significativos de la lucha de clases han
estado vinculados al movimiento jornalero y a eso que se ha dado en llamar
«el problema agrario andaluz».
El problema jornalero en Andalucía tiene profundas raíces históricas.
Comenzó con las formas de apropiación de la tierra durante la conquista
castellana y los modos de apropiación de la tierra (señoríos, mayorazgos,
tierras municipales y eclesiásticas amortizadas) que se constituyeron durante
la formación y consolidación del Estado Absolutista, los cuales generaron un
amplio grupo de braceros y pequeños arrendatarios. Continuó y se consolidó
con la Reforma Agraria Liberal cuyas medidas tuvieron como resultado una
acentuación del latifundio y de la concentración de la tierra, parejas a la
desposesión de la tierra a una población campesina ahora aún más numerosa y
la crisis agropecuaria y social de 1868. La desposesión de la tierra, el paro
endémico, unas condiciones laborales de sobreexplotación, unos salarios de
miseria, el pauperismo y unas condiciones de vida infrahumanas fueron las causas
generales que motivaron las enconadas y conflictivas luchas campesinas
andaluzas, que no cesaron hasta el fin de la Guerra Civil española y la
brutal represión franquista.
El anarquismo tuvo una gran relevancia en el movimiento campesino andaluz
de mediados del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Por citar una
referencia, de septiembre de 1918 a diciembre de 1919, en prácticamente tan
sólo un año, las organizaciones sindicales anarquistas pasaron en Andalucía
de 3.623 federados a 92.995, multiplicando por veinticinco su número de
federados.
Junto a la huelga pacífica para pedir el aumento de salarios, la
abolición de los destajos y el reparto de la tierra, que fue el tipo de
acción más común, el campesinado desarrolló también acciones violentas, como
incendios, robos y bandolerismo. Acciones que fueron respondidas con brutales
y sangrientas represiones policiales. En ocasiones, para frustrar las
acciones emprendidas por las organizaciones campesinas andaluzas, los
terratenientes llegaron a importar mano de obra de otras regiones (gallegos y
portugueses) e, incluso, se llegó a emplear a la tropa en las faenas de
recolección.
La violencia de la que el movimiento campesino anarquista dio muestras en
muchas de sus movilizaciones y acciones era en gran parte una respuesta a la
situación de opresión y violencia estructural en la que vivían los campesinos
andaluces.
Las situaciones de conflictividad social, en ocasiones cargadas de gran
violencia, que tuvieron lugar en Andalucía no fueron resultado del milenarismo
del movimiento campesino anarquista, ni del temperamento de los andaluces,
sino de la extrema polarización social en dos clases existente en Andalucía:
de un lado, una clase minoritaria, acaparadora de los medios de producción y
del bienestar social, y empeñada en no ceder en sus privilegios ni otorgar
concesiones; y del otro, otra clase numéricamente mayoritaria, desposeída y
sumida en penosas condiciones de vida.
El proceso inflacionista que se genera tras el fin de la Primera Guerra
Mundial redujo los salarios agrícolas reales hasta extremos insostenibles. La
situación del campesinado empeoró gravemente y las luchas campesinas cobraron
una extensión e intensidad inusitadas entre 1918-1920, período que se ha dado
en llamar como «trienio bolchevique».
Junto a la aspiración revolucionaria de «la tierra para quienes la
trabajan», las principales reivindicaciones eran el aumento de salarios, la
disminución de la jornada laboral, la abolición de los destajos y la
contratación colectiva de los patronos con los centros obreros, no con los
trabajadores como individuos.
Los aumentos de salarios fue el problema menos conflictivo; mayores
resistencias opusieron los patronos a suprimir el sistema de destajos y a
aceptar la jornada de ocho horas, y, sobre todo, a admitir el contrato
colectivo, al que contraponían la «libertad de trabajo».
Muchas de las huelgas, pacíficas en la mayoría de los casos, que tuvieron
lugar durante 1918 en petición de las reivindicaciones mencionadas
concluyeron con victorias obreras.
Pero en 1919 los patronos mostraron mayor resistencia, los
enfrentamientos y las acciones violentas se generalizaron (declaración del
estado de guerra en la provincia de Córdoba; numerosos incendios, sobre todo
en Sevilla, a lo largo del verano; intervención militar), y a partir de la
primavera de 1920 se ejerció una represión sistemática contra el movimiento
campesino. Esta represión sumió en la crisis al movimiento, los salarios
volvieron a bajar y los patronos disfrutaron de plena libertad para contratar
de modo individual.
Junto al recurso a la represión violenta ejercida por la Guardia Civil y
el ejército, la nobleza latifundista y la burguesía agraria intentaron
contrarrestar el movimiento campesino fundando asociaciones y federaciones
patronales, creando somatenes y apoyando los sindicatos mixtos católicos, los
cuales tenían como función la de intentar contrapesar la influencia de las
organizaciones políticas anarquistas y socialistas. En Andalucía, estos
sindicatos tuvieron una escasa implantación y una vida efímera.
Llegados a este punto, conviene hacer un inciso para recordar que durante
estos años, junto a las intensas luchas campesinas, también los obreros no
agrícolas llevaron a cabo acciones de lucha de clases. La conflictividad
urbana propiamente laboral tuvo como eje el aumento de salario.
Hay que destacar el intenso movimiento huelguístico minero. El conflicto
minero de la Riotinto Co. Ltd. en 1888 que se saldó con la cifra oficial de
trece muertos, la huelga minera general que aconteció entre octubre y
noviembre de 1913, y la huelga de medio año que tuvo lugar en la cuenca
minera de Riotinto en 1920, son algunos de los episodios más reseñables.
En 1923 el golpe de estado del General Primo de Rivera fue apoyado y
recibido con júbilo por las clases propietarias. Importantes organizaciones
obreras, como la CNT y el Partido Comunista, fueron ilegalizadas y en 1927 se
creó la Organización Corporativa Nacional que, sobre presupuestos de la
doctrina social católica y a través de la creación de comités paritarios de
patronos y obreros, pretendía sustituir la lucha de clases por la
colaboración entre las clases. En Andalucía, este sistema corporativista tuvo
una tardía y débil implantación.
Con y durante la Segunda República asistimos a un proceso de extensión y
agudización de la lucha de clases.
La Segunda República española llevó a cabo una serie de medidas
destinadas a atender la grave situación del campesinado. Los salarios, como
hemos ido señalando, seguían siendo de auténtica miseria, clara muestra de lo
cual son los datos del siguiente cuadro (Delgado, 1981: 64):
El Gobierno republicano consiguió una subida de los salarios. Además, se
regularon los contratos colectivos de trabajo se suprimió el destajo, se
dictó una ley de laboreo forzoso y, por medio del decreto de términos municipales propició, la libertad de voto del campesinado librándolo de las presiones
de los caciques locales.
No obstante, estas medidas fueron insuficientes. La puesta en práctica de
una reforma agraria profunda, la cual implicaba la expropiación de las
tierras a los grandes terratenientes, además de contar con la tenaz oposición
de éstos, era difícil de conciliar con el respeto a la propiedad privada
consignada en la Constitución.
En el período republicano, la conflictividad campesina alcanzó su momento
álgido en los sucesos de Casas Viejas en enero de 1933.
El acceso de las derechas al poder en 1933 supuso un retroceso en los
logros que los obreros habían obtenido durante el bienio anterior, así como
una nueva represión contra el movimiento obrero.
Con el posterior triunfo del Frente Popular, los trabajadores recobraron
protagonismo, la reforma agraria se aceleró y profundizó. Los campesinos
procedieron a la ocupación de fincas, que cada vez se iban haciendo más
frecuentes, y el Gobierno fomentó los asentamientos. Pero el golpe fascista
de julio del 36, claro y contundente intento por parte de las clases
propietarias por ponerle fin a los cambios sociales emprendidos, interrumpió
esta profundización.
No obstante, en la Andalucía republicana se desarrolló un proceso de
colectivizaciones, que tuvo su origen en la puesta en práctica de la Ley de
arrendamientos colectivos de 1931 y que se afianzó con el nombramiento, en
septiembre de 1936, del comunista Uribe como ministro de Agricultura, quien
dictó un decreto en virtud del cual se legalizaban las ocupaciones de tierras
otorgando la propiedad a los campesinos que las trabajaban. Jaén fue la
provincia donde más colectivizaciones se establecieron.
La represión que, entre 1939 y 1945, y en interés de la oligarquía
agraria, llevó a cabo el régimen fascista nacionalcatólico permitió a los
propietarios explotar impunemente la mano de obra jornalera. Las condiciones
de vida de los jornaleros empeoraron considerablemente; a condiciones
laborales explotadoras y altamente precarizadas, se sumó una bajada en picado
de los jornales, cuyo valor descendió un 40% entre 1940 y 1950.
En esta situación de derrota político-militar de las clases proletarias,
de imposibilidad de lucha política, de sobreexplotación laboral y de pésimas
condiciones de vida, a la población campesina no le quedó más salida que la
emigración. Se calcula que unos 700.000 campesinos andaluces emigraron
durante la década de los cincuenta. Este éxodo campesino se incrementó
durante la década de los sesenta y mediados de la de los setenta, como
resultado de la crisis de la agricultura tradicional y el desarrollo de la
modernización agraria emprendida en el contexto del desarrollismo franquista.
En torno a un millón de andaluces emprendieron durante este período el camino
de la emigración.
A finales de la década de los sesenta, las pésimas condiciones de vida de
los campesinos andaluces dieron lugar a diversas protestas jornaleras, como
las que tuvieron lugar en Morón, Jerez y Lebrija. Como respuesta a estas
protestas y con el fin de garantizar el status quo sin tener que recurrir al uso de la fuerza policial, en 1971 se creó el
empleo comunitario, como una forma de paliar las sangrantes situaciones de
desempleo y de vida padecidas por los jornaleros.
El «comunitario» tuvo como resultado desviar la lucha de clases de la
reivindicación de la tierra hacia la petición de aumentos de fondos del
empleo comunitario. Buena parte de las movilizaciones campesinas, que
repuntaron y se intensificaron en este período, se centraron en esta
petición, orillando la reivindicación de la tierra, reivindicación que
históricamente había sido central en la identidad y la conciencia de clase de
los jornaleros andaluces.
Otras organizaciones campesinas, como el Sindicato de Obreros del Campo,
SOC, que recuperaron la ocupación de fincas como estrategia de lucha,
criticaron el «comunitario» y mantuvieron la reivindicación de la tierra como
eje de sus movilizaciones, a la par que ligaron estas reivindicaciones
campesinas a reivindicaciones nacionalistas. Pero su implantación en
Andalucía era escasa, circunscribiéndose prácticamente a algunas comarcas de
las provincias de Cádiz, Sevilla y, en menor medida, Córdoba.
Las otras organizaciones sindicales campesinas, como CCOO del Campo que
durante el verano de 1981 movilizó a miles de campesinos en favor de la
Reforma Agraria Integral que abanderaba y la FTT de UGT que prestó un apoyo
incondicional a la Reforma Agraria proyectada por el Presidente andaluz
Escuredo asumieron un tanto acríticamente el sistema de empleo comunitario,
mostrándose interesados en participar en su gestión.
Pero, al final, la Ley de Reforma Agraria del Gobierno Andaluz resultó
frustrante, lo que puede leerse como una nueva derrota de las clases
campesinas y una nueva victoria de la burguesía terrateniente andaluza,
lacayos de la cual se habían convertido ya unos sectores políticos
partitocráticos que electoralistamente se publicitaban como defensores de los
obreros.
En el primer quinquenio de los ochenta se creó el subsidio de desempleo
agrario y se implantó el Plan de Empleo Rural, PER, como medidas
asistencialistas para garantizar a los campesinos un mínimo nivel de vida y
«pacificar» el campo andaluz, pretiriendo el reparto de la tierra.
Con estas medidas, la clase jornalera se ha ido convirtiendo en un sector
subsidiado, ha perdido su relación directa con la producción agraria y se ha
visto lanzada al fraude y a la economía informal como medio de completar la renta
familiar.
Los encierros en iglesias, sedes sindicales y ayuntamientos, y la
ocupación de fincas son los principales tipos de acciones, de carácter
fundamentalmente pacífico y simbólico, emprendidas por el movimiento sindical
campesino andaluz durante las últimas décadas.
Buena parte de estas acciones se desarrollaron en el contexto de la
discusión y aprobación de la Reforma Agraria del Gobierno Andaluz de 1984 y
estaban dirigidas a reivindicar una «auténtica Reforma Agraria». La mayoría
de las movilizaciones estaban relacionadas con el subsidio agrario, el PER, y
tenían como objetivo la demanda de más fondos, de la reducción de las peonás exigidas para cobrarlo y de una
normativa menos rígida. Son muy escasas las luchas centradas en la
reivindicación del derecho al trabajo y la protesta contra la situación de
paro. Sólo algunas acciones tienen como motivo directo y específico la
reivindicación de la tierra. De este modo, los sindicatos, al orillar
definitivamente la reivindicación de la tierra y centrar su lucha en el PER,
en cuya gestión se implicaron activa e interesadamente, contribuyeron a
convertir al campesinado andaluz «en una clase subsidiada cuyo patrón es el
Estado; en una clase que pierde progresivamente su identidad, cultura del
trabajo y sus saberes.» (Gómez Oliver, 1993: 396). Según algunos cálculos
(véase Gavira, 1992), en 1987, el 37% de la renta media anual de las familias
de obreros eventuales procedía de subsidios de desempleo y pensiones. Y en
esta situación de subsidio, fraude, pérdida de los conocimientos y las
técnicas de trabajo agrícola por parte de los jóvenes jornaleros,
desvertebración, sumisión a los patronos y a las autoridades municipales que
firman las anheladas peonás, pérdida de conciencia y de identidad
colectiva de clase, desmovilización y confusión política, todo con el fin de
mantener unas mediocres condiciones de vida, en esta situación se encuentra
el antaño pugnaz y revolucionario campesinado andaluz.
A continuación, dejando ya atrás las luchas, las victorias, las derrotas
y las claudicaciones del movimiento campesino, vamos a decir algunas palabras
sobre la burguesía andaluza y los movimientos regionalistas andaluces,
relacionando ambas cuestiones entre sí y con la problemática, que aquí nos
ocupa, de la lucha de clases.
Las fracciones mercantil, vitivinícola y exportadora de la burguesía
andaluza formaron parte de las fuerzas sociales y políticas que impulsaron el
primer ciclo de reformas liberales (1808-1814).
Ante la restauración absolutista (1814-1820 y 1823-1833), contraria a los
intereses de la burguesía progresista andaluza, ésta se alió con la pequeña
burguesía intelectual urbana y con importantes sectores del campesinado y del
proletariado urbano para llevar a cabo las acciones revolucionarias del
trienio constitucional (1820-1823) y la proclamación de la primera República
española (1873-1874).
Pero con la independencia de las colonias americanas, la crisis sociales
y económicas que ésta generó y las acciones desamortizadoras, se produjo una
compra masiva de tierras por parte de la burguesía andaluza que, al disponer
de una nueva base económica, modificó sus intereses, pasando éstos a confluir
con los de la antigua aristocracia terrateniente andaluza, así como con los
de la burguesía y la oligarquía agraria cerealista castellana, y oponiéndose
a los del proletariado agrícola e industrial.
Tras el sexenio revolucionario y la primera República española
(1868-1874), la burguesía andaluza, que hasta la segunda mitad del
ochocientos se había mostrado progresista, anticlerical, liberal e ilustrada,
tomó consciencia de que su opositor no era ya la nobleza ni la Iglesia, sino
el campesinado y la clase obrera. A partir de entonces, la burguesía
terrateniente andaluza jugaría históricamente un papel reaccionario:
intervino directamente en la Restauración canovista, que liquidó los avances
logrados por la Primera República, y en el mantenimiento del sistema de
caciquismo político que el canovismo instauró; apoyó decididamente la
dictadura de Primo de Rivera (1923); fueron continuas sus conspiraciones
contra la legalidad republicana de 1931-36; y tuvo una decisiva intervención
en la sublevación fascista del 18 de julio.
El movimiento autonomista andaluz que se constituyó en torno a 1883 no
caló en la burguesía andaluza, a diferencia de los nacionalismos vasco y
catalán que sí fueron desarrollados por las burguesías de Euskadi y Cataluña.
El nacionalismo liberal se manifiesta en el periodo de la Restauración
(que abarca desde el 31 de diciembre de 1874, cuando fue proclamado Alfonso
XII, hasta el 13 de septiembre de 1923, con el establecimiento de la
dictadura de Primo de Rivera), cuyo marco político tenía como objetivo velar
por los intereses de la gran burguesía agraria centralista y mantener su
posición hegemónica dentro del Estado español. Como la burguesía andaluza era
fundamentalmente agrícola, sus intereses coincidían con los de la oligarquía
agraria centralista, por lo que le interesaba mantener e incluso acentuar el
centralismo del Estado español.
Pero, por su parte, las burguesías vasca y catalana eran fundamentalmente industriales y financieras, sus intereses eran en muchos aspectos contradictorios de los de la oligarquía centralista y el marco político de la Restauración no satisfacía sus intereses, de aquí que estuviesen interesadas, no en vincularse al centralismo, como hemos visto que lo estaba la gran burguesía andaluza, sino en desvincularse de éste profundizando sus respectivas autonomías regionales, sus nacionalidades. La gran burguesía agraria andaluza no necesitaba desvincularse del poder central, pues el mismo centralismo preservaba su posición hegemónica. Por esto no apoyó los planteamientos nacionalistas y regionalistas, que sólo fueron asumidos por los sectores intelectuales, demócratas y progresistas de la pequeña burguesía urbana.
Posteriormente, Blas Infante conjugó las reivindicaciones regionalistas
con planteamientos fisiocráticos, inspirados en las teorías de Henry George,
de reparto de la tierra entre los jornaleros andaluces. Pero este
planteamiento regionalista no caló ni en la burguesía terrateniente, pues iba
obviamente en contra de sus intereses, ni en el proletariado agrícola, cuyos
sectores más combativos asumían las ideas anarquistas y socialistas. Sólo la
pequeña burguesía progresista, numéricamente muy escasa y débil
políticamente, podía aceptar los planteamientos del regionalismo de Blas
Infante.
El hecho de que éste regionalismo no pudiese ser asumido ni por la gran
burguesía agrícola, que era la clase económica y políticamente hegemónica, ni
por el proletariado, clase numéricamente mayoritaria y capaz de movilización
política, determinó su debilidad y su escasa viabilidad.
A finales de la década de los sesenta y principios de los años setenta, y
de modo paralelo al incremento de la lucha contra la dictadura franquista,
algunos intelectuales progresistas, junto con determinados componentes de la
pequeña y la mediana burguesía, comenzaron a manifestar planteamientos
regionalistas. Algunos de estos intelectuales, como los firmantes en enero de
1977 del Manifiesto sobre regionalismo andaluz, vinculados o
cercanos a las posiciones políticas de partidos como el PSA y el PTE, no
desvinculaban el problema socioeconómico que representaba el subdesarrollo de
Andalucía del problema nacional y regional, de manera que contemplaban el
regionalismo dentro de la lucha de clases. Pero, por distintas y complejas
razones, en las que no podemos entrar, este movimiento no caló en la sociedad
andaluza.
Para finalizar, es necesario señalar que actualmente, en Andalucía como
en el resto del mundo, determinados sectores empresariales y sus aliados
políticos poseen una enorme conciencia de clase y están desarrollando una
implacable lucha de clases contra unos trabajadores cuya conciencia y
organizaciones de clase han sido desmanteladas. Hoy, nos encontramos ante la
existencia de un gobierno mundial de facto de las empresas transnacionales y las instituciones defensoras de sus
intereses (FMI, Banco Mundial, etc.). Desde los años setenta y a raíz de los
cambios acontecidos en la economía mundial, las clases dirigentes están
promoviendo, amparándose en la ideología de la globalización y del
neoliberalismo, un retorno del capitalismo depredador, un ataque premeditado
y en toda regla a las conquistas conseguidas por los trabajadores tras luchas
seculares.
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LA EPA, DA UNOS DATOS ESCALOFRIANTES, CASI 1,5 MILLONES Y CASI MITAD POR MITAD DE HOMBRES Y MUJERES.
EPA Andalucía IV Trim 2013
Total | Hombres | Mujeres | |
---|---|---|---|
< EPA 2013-09 | |||
Tasa de paro (EPA) [+] | 36,3% | 34,3% | 38,8% |
Paro menores de 25 años [+] | 63,9% | 64,8% | 63,0% |
Paro mayores de 25 años [+] | 33,9% | 31,6% | 36,6% |
Paro entre 16 y 19 años [+] | 76,5% | 77,6% | 75,2% |
Paro entre 20 y 24 años [+] | 61,2% | 62,0% | 60,2% |
Paro entre 25 y 54 años [+] | 34,5% | 32,0% | 37,5% |
Paro mayores de 55 años [+] | 29,6% | 29,2% | 30,1% |
PLUSVALÍA, ACUMULACIÓN Y A DONDE VAN ESOS CAPITALES.
LOS BENEFICIOS ES CAPITAL,...SE REPARTEN ENTRE BANQUEROS-FINANCIEROS, OTROS PARA EL ESTADO, LA AUTONOMÍA,...OTROS PARA LOS EMPRESARIOS DE LOS DIVERSOS SECTORES ECONÓMICOS,...LEGALES E ILEGALES,...
TURISMO
¡¡ Artículo provisional, la editorial¡¡; es para no perderlo,...
ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y CLASES SOCIALES.
ACUMULACIÓN DE CAPITAL Y CLASES SOCIALES.
SEGÚN CAÑAMERO, MÁS DE 70.000 ANDALUCES EN LAS MARCHAS DE LA DIGNIDAD EN MADRID,...LOS ANDALUCES SE VAN A MADRID, 70.000; Y EN ANDALUCÍA NO SE REJUNTAN TANTAS GENTES,...POR QUÉ ?....ESTÁ EL PSOE-IU, GOBERNANDO EN LA COMUNIDAD ANDALUZA,...PORQUÉ NO SE FUE MASIVAMENTE A MADRID CUANDO ESTABA EL PSOE,...QUE ESTUVO HASTA EL 20N 2.011,...CUANDO YA HABÍAN MÁS DE CUATRO MILLONES DE PARADOS,...miles de desahucios,...?. SÍ, LA COSA SE HA AGUDIZADO,...LA IZQUIERDA PSOE-PCE-IU,...SE PONEN EN MARCHA CONTRA EL PARTIDO POPULAR -EL PEPE,...-ENTIENDEN,...?.( de Izquierda Unida comentan que en Madrid el 22m,2.014, se reunieron más de dos millones de personas indignadas que luchan por la dignidad de un trabajo, de pan, una renta básica, un techo,...Y EL PERSONAL DICE,...QUE SE VAYAN LOS Capitalistas y políticos MANGANTES,...CAÑAMERO, - lider del sindicato andaluz de trabajadores,... -DICE QUE SI SE SIGUE ASÍ,...ES POSIBLE QUE SE VAYAN TODOS, QUE LOS ECHEMOS DEL PODER,..."
SE ACABÓ?, CON EL PSOE EN VERANO DE 2.011, EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES,...SE HIZO PINZA: DERECHA, IZQUIERDA, INCLUIDA EL PROPIO PSOE, EN PLAN CLANDESTINO,...DEJARON HACER AL M15M...LAS PLAZAS SE LLENARON EN CONTRA DEL PSOE, LOS SOCIATAS,...A LOS POCOS MESES ELECCIONES GENERALES,...DEJAN DE VOTAR UNOS CUATRO MILLONES AL PSOE,...Y GANA EL PEPE CON MÁS DE DIEZ MILLONES DE VOTOS, CON MAYORÍA ABSOLUTA PARA CONTINUAR AGRAVANDO LAS CONDICIONES DE EXPLOTACIÓN A LA CLASE OBRERA-POPULAR,...VEN EL JUEGO SEÑORXS,...?¡¡. Se podría preguntar alguien, entonces de qué sirvió tanto montaje m15m,...?.
EL PERSONAL SIGUE LUCHANDO CONTRA EL PEPE,...SE CELEBRAN CONMEMORACIONES DEL M15M,...SIGUE SIENDO UN TRIUNFO DE MOVIDAS PERO EL PEPE SIGUE AGUDIZANDO Y APRETANDO CONTRA LA CLASE OBRERA,...¡ QUÉ PASA AQUÍ,...¡¡?. AL PEPE SE LE HACEN HUELGAS GENERALES,...SE LES METEN A LOS MINEROS EN MADRID, Y OTRAS MOVIDAS,...Y EL PEPE SIGUE VIVO E IMPONIENDO ACOGOTAMIENTOS ASESINOS A LA CLASE OBRERA-POPULAR,...QUÉ SIGUE PASANDO AQUÍ,...EN ESPAÑA,...?¡¡.../...
SECTORES EMERGENTES EN LAS ÁREAS TERRITORIALES DE EMPLEO DE ANDALUCÍA 2.013/JUNTA DE ANDALUCÍA
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