Unsatisfied
Unsatisfied© Roma_ - Getty Images



Abstención: ¿a qué partidos beneficia?

La abstención se da cuando un ciudadano no va a votar. A veces sucede porque alguien no puede acercarse a las urnas, porque surge algún imprevisto como un viaje inesperado o un molesto gripazo que te deja en cama, pero en gran parte ocurre por lo mismo que el voto en blanco y el voto nulo, por desidia, hastío o como forma de protesta contra nuestro sistema electoral. La abstención, en principio, no beneficia ni perjudica a ninguna fuerza política, pero al haber menos electores, la representación se concentra más en los partidos con más votos.

Aun así, no es cuestión de ver a los abstencionistas activos como bárbaros malintencionados, no olvidemos que en España el voto es un derecho, pero no una obligación. Muchas personas sienten repulsión por el dogmatismo de los partidos que más se acercan a su ideología, y al mismo tiempo, son incapaces (y están en su derecho) de votar a un partido cuyo programa no se ajusta a sus intereses. La falta de democracia interna y lo asumida que está la disciplina de partido les hacen pensar que no están representados debidamente. Para ellos, no toda resistencia es fútil y no quieren formar parte del juego. No pueden romper la baraja, pero sí que pueden quedarse fuera cuando se reparten las cartas.

Protester
Protester© Lalocracio - Getty Images

¿De cuál deberías hacer uso si no sabes a quien votar en las próximas Eleciones Generales del 23 J?

Por muy cansados que estemos de los políticos, de sus batallitas casi personales, de su falta de talento –o de ganas– para ponerse de acuerdo y de nuestro sistema electoral, una cosa está clara: el voto es la única forma de cambiar las cosas. Es cierto que el panorama político es desolador, con una izquierda progresista totalmente a la gresca, a pesar de compartir muchos puntos en común en sus respectivos programas políticos, y una derecha que sí que sabe y muy bien ponerse de acuerdo para repartirse el pastel, aunque para ello las formaciones más clásicas hayan tenido que tragar bilis y pactar con una extrema derecha rancia y retrógrada que suelta flores como negar la violencia de género. La verdad es que dan ganas de quedarse en casa y no salir a votar, pero hacerlo es, en mi modesta opinión, un grave error.

Clásicamente, los votantes de derechas no suelen abstenerse, ni votan en blanco o nulo, creen más en su partido, en "los suyos", o si no, en otros similares. La abstención o el "voto gamberro" se da más en los ciudadanos de ideas progresistas, que suelen cuestionarse lo que hacen los partidos que le son más afines y que tienden más a mostrar su decepción con quienes les representan.

Investiture Parliament Session
Investiture Parliament Session© Pablo Blazquez Dominguez - Getty Images

No deberíamos dejarnos llevar por lo poco que oímos en televisión, o leemos en Twitter, por cómo nos cae tal o cual candidato. Los programas electorales son públicos, y de fácil acceso, están en las respectivas páginas web de todos los partidos, y, sin embargo, casi nadie se los lee; votamos por "intuición", basándonos en dos o tres medidas populares que los políticos bien se preocupan de sacar a relucir en campaña. Y luego está el problema de que los políticos no cumplen lo que prometen, a veces incluso llegan a implementar medidas radicalmente opuestas a lo que aparece en su programa. Además, a veces roban, o colocan a dedo a sus allegados, o giran hacia uno u otro extremo sin ningún pudor por ocultar que lo que desean no es el bien común, sino gobernar a toda costa, y si para eso se tienen que radicalizar, pues se radicalizan.

Comprendo el hastío, el voto gamberro, las ganas de castigo, pero acudir a los colegios electorales es la única herramienta que poseemos para que los demás no decidan por nosotros. Por eso soy de la firme convicción de que hay que ir a votar. Los cambios han de proponerse en las urnas. De momento, es lo único que tenemos, nuestra mejor arma, así que hagamos uso de ella.

elecciones generales
elecciones generales© Giphy