martes, 15 de febrero de 2022

¡¡ ARTÍCULOS VARIADOS, como kazajistan y rebelion proletaria,…¡¡ EN : https://panfletossubversivos.blogspot.com/?fbclid=IwAR1Uw-JXvl9drVEaWVSfN8MA_Nt6a_sVer5gHJOcK_nN7jwHXuWMMU4HjhA ¡¡.

 

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Por lukymá.-Lmm. [[ ver *** https://lukyrh.blogspot.com/2020/08/informacion-de-otras-luchas-en-el.html?zx=b4577b839479b43a — ]].

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viernes, 21 de enero de 2022

Sobre Kazajstán

Entrevista con una anarquista de Kazajstán: «La gente todavía tendrá la oportunidad de librar al país de un dictador»
Hablamos con una camarada y feminista anarquista de Kazajstán para entender mejor lo que está pasando y entender cómo los activistas locales ven la situación. Cuál es el carácter social del levantamiento, cuáles son sus demandas y formas, quién lidera la lucha armada y qué consecuencias traerán estos hechos para la región.

Declaración sobre Kazajistán de CRAS-AIT
(anarcosindicalistas y anarquistas de Rusia)

Publicado por A en 15:28 No hay comentarios: 

Etiquetas: de AITKazajistán

lunes, 10 de enero de 2022

[Chile] ¿El triunfo de qué? / Rebelión y castigo

¿El triunfo de qué?
[Sobre las elecciones presindeciales en Chile, fascismo y antifascismo]
22/12/2021
por Julio Cortés 

Rebelión y castigo. Consideraciones acerca de la criminalización del “estallido social” y el proyecto de indulto general a los “Presos de la Revuelta”
[En este artículo se analizan los principales aspectos de la respuesta judicial frente a la rebelión popular de octubre de 2019 en Chile, y en especial los procesos de criminalización de quienes han sido imputados de participar en la comisión de delitos políticos y comunes en dicho contexto. Se hace además un recorrido por el concepto de prisión política y el uso habitual en la historia de Chile de amnistías e indultos luego de procesos de alta conflictividad política y social, centrándose en el efecto “creador de derecho” que tuvo la “revuelta” y los principales contenidos del proyecto de indulto general que se tramita actualmente en el Senado.]
21/12/2021
por Julio Cortés

Publicado por A en 8:02 No hay comentarios: 

Etiquetas: antifascismoChilepor JCMpresos

domingo, 9 de enero de 2022

[Chile] La alegría nunca llegó y el miedo se disfraza de esperanza

Notas sobre el cambio de administración estatal en la región chilena

05/01/2022, Chile
Vamos hacia la vida

I

El pasado 19 de diciembre pasó a la historia y no por pocas razones. Aquella jornada el nuevo presidente electo, la joven ex figura de la burocracia estudiantil, Gabriel Boric, se impuso en el balotaje con una gran diferencia sobre su contrincante José Antonio Kast, un anticomunista y pinochetista recalcitrante que había logrado apoderarse de la primera mayoría en la primera vuelta, y con ello de la representación de la derecha y su pacto “Chile Podemos Más”.

Este logro electoral fue celebrado, en ese sentido, por fervientes demócratas e izquierdistas “críticos” como una verdadera victoria popular, como un triunfo aplastante frente al “fascismo” y como la continuidad de un proceso que desde el estallido de la revuelta en adelante, con Convención Constitucional incluida, viene abriendo el camino para la “dignidad del pueblo chileno”; una actitud que contrasta mucho con la demostrada un mes antes, cuando con pavor estos mism@s demócratas e izquierdistas veían como esta figura del “fascismo” lograba obtener la primera mayoría: una lluvia de lamentos, insultos, memes, amenazas con irse del país y todo lo que el imaginario de izquierda lleva consigo junto al miedo se sumó a las repetidas increpaciones al “pueblo ignorante” y a l@s “fascistas de izquierda”, que gracias a su abstención permitieron —supuestamente— aquel resultado.

Y le agregamos “supuestamente”, pues la reacción frente a este primer resultado fue la que le permitió a Boric su “aplastante” triunfo electoral en segunda vuelta. En efecto, una vez pasada esta primera vuelta, Boric y Kast no dejaron de moverse hacia el centro como naturalmente buscaría cualquier candidato; Boric apelando a la vieja Concertación, cortejando sobre todo a la Democracia Cristiana, con los apoyos explícitos de Lagos y Bachelet, mientras que por su lado Kast se enfocaba en la cuestión de la mujer, desprendiéndose de los elementos reaccionarios extremos que aún generaban anticuerpos en su electorado. Ambos, obviamente, concentrando su discurso en la estabilidad y el orden. Este lobby político junto al uso de la famosa calculadora fue el que mantenía a Boric liderando en las encuestas por un pequeño margen, manteniendo la incertidumbre acerca de la eventual participación de quienes histórica y mayoritariamente se han restado de estos procesos eleccionarios. No hay encuesta MORI para medir esto, pero efectivamente tras la primera vuelta que ponía a Kast en la delantera, y a contra corriente del “giro” hacia el centro de su candidato —que en verdad es la continuidad de la política institucional y policial que siempre ha defendido—, un tedioso vendaval desde la mayor parte de la izquierda se desató en las redes sociales, algunos espacios sociales y calles, con su campaña de apoyo “crítico”: comunidades LGTBIQ+ y feministas institucionales, izquierdistas trasnochados y antifascistas de conciertos, comenzaron la verdadera campaña “contra el nazi” que le dio el triunfo a Boric, un candidato al que nadie quería y famoso por su rol reaccionario, pero que fue capaz de movilizar a sus propi@s adversari@s en base a la caricatura del fascismo —incluso sin tener que mencionarlo—. Boric, sin ningún pelo de tonto, selló con un broche de oro su triunfo en una jornada multitudinaria con la frase “ganó la esperanza sobre el miedo” (cuando en realidad fue el miedo a la ultraderecha pinochetista la que lo hizo ganar, no alguna esperanza general en su ya mediocre programa de gobierno), a sabiendas que su elección cerraba un ciclo y con él se intenta enterrar toda proyección revolucionaria de la experiencia de octubre, o por lo menos, aplazarla lo suficiente por un buen periodo de tiempo.

Por otro lado, y también a contra corriente del pensamiento popular, no fue su “fascismo” lo que le impidió captar más votos a Kast, sino todo lo contrario: la falta de él. En primer lugar, el discurso de Kast no contó para nada con elementos revolucionarios y populares propios del fascismo histórico que pudieran enganchar con algún sector indeciso del proletariado —al cual necesita ganarse para imponerse democráticamente—, y en segundo lugar, no logró trascender el esquema político tradicional aferrándose a su pinochetismo clásico con un carácter claramente burgués, lo que al igual que en las elecciones del Apruebo/Rechazo se reflejó bien, por ejemplo, en el mapa del voto en las comunas del gran Santiago. Esto, al parecer, lo ha sabido leer bien el ex candidato, el cual inaugura una nueva etapa dentro del Partido Republicano el primer día del 2022, presentando públicamente su renuncia a la presidencia del partido, tomando la dirección de su ala social Acción Republicana y llamando a disputar las “muchas zonas y territorios de nuestro país donde la izquierda tiene un predominio y donde por años, nos hemos marginado de ejercer la acción social y política de nuestras ideas”, afirmando de paso que “el debate en Chile sigue centrado en los problemas de la elite y los grupos de presión, alejado de la realidad que día a día golpea a millones de chilenos”.

Sin duda alguna, estas últimas elecciones terminaron conmocionando a todo el país y la artificial y publicitada polarización de la que tanto hablaron los periodistas terminó por movilizar a casi 1.300.000 personas más a las urnas: el voto “antifa” y “antiKast”, de proletari@s que no suelen votar, fue fundamental para que Boric venciera, más que un voto a favor de su programa. En los tiempos de la volatilidad política se pasó de un mes a otro, de una marcada abstención —votó en primera vuelta el 47.33% del padrón electoral— a una participación histórica —55.65% del padrón—, todo esto en medio de debates televisados y ampliamente difundidos, declaraciones, polémicas, funas y des-funas. Basta recordar como Boric, repudiado con justa razón desde su época como burócrata estudiantil en donde asumió un rol desmovilizador en los momentos clave del 2011, pasando por su participación insigne en la firma del repudiado “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución”, y su recordado apoyo al paquete de leyes represivas implementadas en plena revuelta —Ley anti saqueos y anti barricadas—, golpeado, escupido y bañado en cerveza rancia, le ganó a un Daniel Jadue que, adulado por grandes sectores de la izquierda, venía desde hace años preparándose como una de las grandes promesas de la política pre y post revuelta. De esta misma forma, un Kast con capacidad de voto marginal, representante de una ultraderecha que se daba por muerta a no ser de por un par de ex boneheads y viejos pinochetistas sin influencia alguna, logró ganarle al candidato de un oficialismo con aires de renovación (Sebastián Sichel); o un Franco Parisi y el Partido de la Gente, que con su candidatura virtual captó gran parte del electorado y fue también relevante en el resultado final de la competencia al cargo presidencial.

Efectivamente, las últimas elecciones fueron un gran negocio para l@s analistas y periodistas polític@s, y de hecho afloró también en la población misma, todo un espíritu republicano con viej@s militantes y “opinólog@s” de política, expert@s en estadísticas y, sobre todo, usuari@s pretendidamente hábiles en los cálculos políticos a la hora de escoger “el mal menor”. Toda esta ensalada que se presenta ahora como los síntomas de un sistema político en recuperación, como los sanos gestos de un país que vuelve a dialogar, solo expresan en resumen la bancarrota total de la política que desde hace varios años debe recurrir más a figuras televisivas que a polític@s profesionales, y que por ende se encuentra aún más a merced de los criterios del capital mundial; expresa la recta final de un aparato gubernamental con cada vez menos injerencia y más supeditado a los consejos de tecnócratas y asesor@s fieles a los índices macro económicos. Es la crisis en actos.

II

Como es bien sabido, el Covid-19 solo ha acelerado un proceso de restructuración capitalista frente a una crisis de valor y ecológica sin precedentes, con las consecuencias nefastas que recaen sobre nuestra clase y la Tierra. La crisis de valorización del capital –disminución tendencial de la tasa de ganancia capitalista por la sustitución del trabajo humano provocada por la automatización de los procesos productivos– se ha manifestado en tiempos de pandemia de diversas maneras: migraciones masivas, crisis logística en los puertos y en las cadenas de suministro, escasez de suministros tecnológicos, aumento del costo del transporte marítimo, subida de los precios de alimentos, combustibles y materias primas. Con respecto al aumento de los precios, el Banco Mundial indica que ha sido la recesión con el incremento inflacionario más rápido de los últimos 50 años: el aumento de los precios de los combustibles y de las materias primas, ha repercutido  directamente en un aumento de los precios de otras mercancías, y de esta forma, a través de precios inflados, se encubre la disminución real del valor –que representa el tiempo de trabajo socialmente necesario, en constante disminución desde la tercera revolución tecnológica– a la vez que se sigue asegurando una rentabilidad para la clase capitalista en términos de ganancia y renta de la tierra.

En la región dominada por el Estado chileno la inflación se ubicó a fines del 2021 cerca del 7%, lo que implica un marcado aumento del costo de la vida que no escapa a la dinámica mundial y su potencial agravamiento frente a un proceso de recesión más duradero. Sin embargo, esta región presenta una “caja chica” aún solvente y una deuda pública baja, lo que le entrega una mejor situación para hacer frente a la crisis del capital con respecto a otros países de la región latinoamericana. Además Chile, por su posición geográfica, es fundamental para el capital mundial como puerta de entrada de mercancías a través de sus puertos en el Pacífico, y los Tratados de Libre Comercio firmados, como también por los capitales internacionales y nacionales instalados en el territorio, que poseen un marcado carácter extractivista y son altamente contaminantes –megaminería, forestales, agricultura de exportación y salmoneras–, por lo que no deja de ser una buena fuente de negocios para la clase capitalista, mientras generan mayores desastres ecológicos y “zonas de sacrificio”. La destrucción ecológica de suelos, la sequía permanente, y los cambios a nivel climáticos que hemos observados durante la última década han disminuido la productividad de las tierras locales presionando a un alza de los precios de los alimentos: todos ellos son síntomas que indican el carácter demencial del modo de producción capitalista. Por otra parte, la región chilena ha presentado durante el último año una depreciación de la moneda nacional sin precedentes, llegando el precio del dólar a los $872 durante el triunfo de Boric, lo cual haría aún más complejo el escenario inflacionario debido a la fuerte dependencia de esta región al capital internacional, y que recae por completo en la capacidad de nuestra clase de acceder a los medios de subsistencia para nuestra reproducción.

La fase actual de descomposición del capital hace incierto el panorama futuro, una reestructuración sin conflictos es imposible, y como sabemos todo el peso de la crisis recaerá sobre nosotr@s, por saludable que sea la economía chilena hoy, y por ingenuas que sean las aspiraciones de mejorar el capitalismo, el peso de las tendencias destructivas del modo de (re)producción capitalista se impondrán de forma violenta.

III

Ante la expectación e ilusión de una parte de votantes que ven en Boric un cambio en la forma de hacer política, una verdadera inoculación a un sistema en profunda crisis y muy recientemente cuestionado que busca extender su vida de manera desesperada, es lógico preguntarnos qué es realmente lo que podemos esperar del próximo gobierno y, en contrapartida, qué respuesta se puede visualizar de los grupos de izquierda frente al posible futuro escenario.

Como elementos de vital urgencia, se nos presentan dos aspectos fundamentales que constituyen el foco más amplio de interés, expectativa y controversia. Estos son, por un lado, la prisión política y el desarrollo de la guerra social en el Wallmapu, cuyo carácter humano lo transforma en la más amplia contradicción de los principios originales que alguna vez proclamó encarnar el proyecto hoy electo, y, por otra, la galopante inflación que amenaza las bases materiales de cualquier gobierno y que no es otra cosa que un síntoma de la profunda crisis que atraviesa el capital global.

En cuanto a lo primero, se hace fundamental recordar a la propia concentración que se volcó a las calles el domingo 19 de diciembre que vociferó la imperante necesidad de la liberación de l@s pres@s polític@s, específicamente l@s de la revuelta, que cuentan con mayor respaldo social en sus demandas, llamamiento que durante varios días fue enfrentado con evasivas por el presidente electo y que junto con el avance de la lucha mapuche autónoma en el Wallmapu, que en los últimos meses ha significado un recrudecimiento de las medidas represivas, han suscitado el más polémico viraje de los principales ejes del discurso del otrora candidato desde  la primera a la segunda vuelta, que en el interés de salvaguardar la democracia lo han encaminado a develar en su proclama el resguardo del orden público y el camino de la paz como el horizonte del siguiente gobierno, situación que ha tenido como consecuencia incluso las refutaciones con destacados miembros de su coalición, como son Jackson y Siches, que han llegado tarde al desnudamiento de los verdaderos principios que mueve a la política en la democracia.

Por otro lado, pero no menos importante, la creciente inflación y la desaceleración del crecimiento ha llevado al Banco Central a advertir el grave problema de las excesivas expectativas que se enfrentan, aconsejando “moderación fiscal” ante la alerta amarilla de la economía e invitando a reducir la incertidumbre dando confianza al mercado con estabilidad social y política, tornando altamente improbable que existan reformas o contrarreformas significativas. Muy por el contrario, se hace esperable que se perpetúe un Estado subsidiario de carácter focalizado que pueda entregar medidas conciliadoras que no lograrán satisfacer las promesas de estatización de los servicios básicos y derogación de las leyes represivas que formaron parte del entramado de respuestas que buscaron explicar el descontento que vio nacer y resultó de octubre 2019. Lo que, sin ir muy lejos, queda de manifiesto en el cambio que se ha dado al anhelado fin de las AFP –que junto con la educación, salud y vivienda han sido las demandas históricas de los movimientos sociales locales– y que ha sido postergado a un plazo de cuarenta años hacia el futuro según el equipo de Boric.

Es indudable que, ante un eventual escenario de masiva decepción provocada por el sistemático abandono de los principales ejes de campaña que heredó Boric de su experiencia en los movimientos sociales que ignora su propia naturaleza inviable en el marco capitalista,  se buscará apoyo en la izquierda y probablemente la convocatoria a la moderación, la  unidad y el respaldo a un programa que traiciona sus propias raíces muertas invocará a la desmovilización ante una cada vez mayor amenaza de una derecha alimentada del desencanto, lo que hace posible prever el resurgimiento de los llamados a respaldar y proteger al gobierno y, junto con esto, el aislamiento y la criminalización de quienes rechacen este camino por “hacerle el juego a la derecha”, por amenazar el orden público y la paz, que se perpetúan como las directrices de esta ficción de nuevo proyecto de país.

IV

Desde luego, Chile no es una excepción en esta dinámica de contención institucional que le sigue a una profunda ruptura de la continuidad capitalista producida por una intensa agitación social. Además de la brutal represión estatal, la política de cooptación suele acompañarse con el aprovechamiento electoral del descontento generalizado por parte del progresismo y la centroizquierda, siempre en defensa del orden.

Esta es una constante histórica, pero baste recordar lo que ha ocurrido recientemente en Grecia y España, países que han visto el ascenso al poder de distintas fracciones de la socialdemocracia, para refrescar la memoria.

Grecia, a fines de la primera década de este siglo, experimentó grandes movilizaciones sociales. En diciembre de 2008, luego del asesinato del adolescente de 15 años Alexandros Grigoropoulos en Atenas a manos de la policía, se desata una revuelta que encuentra su fermento en la grave situación económica y política del país. A partir de ahí la tensión es constante, y a fines del 2009 estalla la conocida como “crisis de la deuda soberana en Grecia” o “depresión griega”. Organismos del capital y la Unión Europea exigen la implementación de medidas de austeridad, atacando directamente las condiciones de vida del proletariado, el que resiste tenazmente estas políticas. Particularmente, en mayo de 2011 surge el “Movimiento de las Plazas”, en sintonía con la aparición de movilizaciones similares por toda Europa, Medio Oriente y otras regiones del mundo (EEU.U., por ejemplo), ocupando las plazas centrales de las ciudades, y centrado en este caso en el rechazo a la implementación de estas medidas de precarización de la vida. En 2015, una coalición de organizaciones de izquierda formada en 2004, que agrupaba a grupos trotskistas, maoístas, escisiones del Partido Comunista Griego (KKE) y otras variedades de izquierdismo, denominada Coalición de Izquierda Radical (SYRIZA), logra hacerse del gobierno a través de las urnas —la coalición pasa a conformarse como partido político ante estas elecciones, para optar a los premios electorales que el sistema griego otorga al partido más votado—, marcando un hito en la historia política del país, siendo Alexis Tsipras nombrado primer ministro. Llega al poder prometiendo la cancelación de la deuda pública y la abolición de los programas de austeridad, bajo el discurso de la no subordinación nacional a las medidas impuestas por la UE (a través de la Comisión Europea), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio del “rescate económico” del país. Sin embargo, SYRIZA no logra mayoría absoluta en el parlamento, por lo que forma alianza con el partido de derecha nacionalista y populista ANEL (lo que causa una primera decepción con el reciente gobierno). Posteriormente, en las negociaciones por las medidas de austeridad, el mismo gobierno promovió un referéndum para decidir si se aceptaban o no las condiciones impuestas al país —al proletariado griego, en realidad— para el rescate económico, ganando el rechazo a estas medidas por un amplio margen (con un 61.31%). Sin embargo, se desentendió a los pocos días del resultado y terminó sometiéndose a las exigencias de la troika, que fueron incluso más duras que las que se habían considerado cuando se llamó al referéndum. Finalmente, fue a través de este gobierno izquierdista —por su conformación, situado más a la izquierda que el actual bloque FA-P”C” y sus amistades exconcertacionistas— que las medidas de austeridad impuestas contra el pueblo griego por el capital, y que habían sido férreamente combatidas durante años en las calles, pudieron seguir implementándose, allanando el camino para que hoy sea nuevamente la derecha (Nueva Democracia) la que se encuentre instalada en el gobierno.

En España, con sus particularidades, se vive un proceso que sigue una lógica similar. El movimiento de ocupación de las plazas tiene como referencia precisamente al movimiento de “los indignados” españoles o 15M, que también en mayo de 2011 explotara en el país ibérico. Si bien el contenido de dicho movimiento se encuentra desde un inicio supeditado a un ciudadanismo que exigía “más y mejor democracia”, algunas de sus experiencias van más allá en el cuestionamiento del orden social capitalista. Surge de un rechazo a un sistema político deslegitimado y que se aprecia como agotado, y a una creciente precarización de la vida, que se observa en el progresivo desmantelamiento de políticas de seguridad social a partir de la crisis mundial del 2008 y a la implementación de medidas privatizadoras de corte neoliberal. Este descontento lo intenta canalizar el partido político PODEMOS, que pretende abandonar el eje izquierda-derecha y abrazar aquel que supone como contrarios a la democracia y la dictadura. PODEMOS surge con el discurso de defender y promover una verdadera democracia. Se formó el 2014 y en poco tiempo logró cosechar varias victorias electorales, y desde el 2020 forma parte del gobierno español gracias a un acuerdo con el PSOE —partido tradicional del bipartidismo que era uno de los blancos de las protestas del movimiento 15M—. En esta posición, por ejemplo, han implementado fundamentalmente las mismas políticas frente a la pandemia de coronavirus que casi todos los países, es decir, salvaguardando los intereses de la clase capitalista frente a la vida de las personas, y se han destacado hace unas semanas por ser responsables de la brutal represión a la huelga de los obreros del metal en Cádiz, dulcificada por las declaraciones de algunos de sus portavoces. Y es que, como es lógico, los gobiernos solo pueden defender los intereses del capital, y harán todo lo que tengan a mano para cumplir con tal fin.

La izquierda del capital funciona como agente desarticulador cuando llega a las esferas de poder. Incluso sin quererlo —ni comprenderlo— forman parte de una estructura que no está hecha para defender al proletariado, una estructura que tiene su función en garantizar la supervivencia a largo plazo de las relaciones de explotación. La izquierda se comporta como un medio eficiente para implementar medidas a favor de la acumulación capitalista que encontrarían mayor resistencia si fueran promovidas por otros gobiernos, y reprime tan brutalmente como le sea necesario: en la región chilena, con la llegada de Boric y “Apruebo Dignidad” al control del Estado, no tiene por qué ser diferente.

Para PDF imprimible: https://hacialavida.noblogs.org/la-alegria-nunca-llego-y-el-miedo-se-disfraza-de-esperanza

Publicado por A en 22:55 No hay comentarios: 

Etiquetas: Chilepor Vamos hacia la vida

Levantamiento de trabajadores y desempleados en Kazajstán

07/01/2022
escrito desde Rusia

En Kazajstán se está produciendo un verdadero levantamiento popular y desde el principio las protestas tuvieron un carácter social y de clase, ya que la duplicación del precio del gas licuado en la bolsa de gas fue sólo la gota que colmó el vaso de la paciencia. Al fin y al cabo, las protestas comenzaron en Zhanaozen por iniciativa de los trabajadores del petróleo, que se convirtió en una especie de cuartel general político de todo el movimiento de protesta.

Y la dinámica de este movimiento es indicativa porque empezó como una protesta social, luego empezó a expandirse, y los colectivos laborales aprovecharon las reuniones para plantear sus demandas de un aumento salarial del 100%, la anulación de los resultados de la campaña de optimización, la mejora de las condiciones de trabajo y la libertad de actividad sindical. Como resultado, ya el 3 de enero, toda la región de Mangistau quedó cubierta por la huelga general, que ya se ha extendido a la vecina región de Atyrau.

Cabe destacar que ya el 4 de enero los trabajadores petroleros de la empresa Tengizchevroil, en la que la participación de las empresas estadounidenses alcanza el 75 por ciento, se pusieron en huelga. Fue allí donde en diciembre del año pasado fueron despedidos 40 mil trabajadores y se planeó una nueva serie de despidos. Más tarde, ya apoyaron la huelga las empresas petroleras de las regiones de Aktobe y Kazajstán Occidental y Kyzylorda.

Además, en la tarde del mismo día comenzaron las huelgas de los mineros de la empresa ArmelorMittal Temirtau en la región de Karaganda y de los fundidores y mineros de la corporación Kazakhmys, lo que puede considerarse como una huelga general en toda la industria extractiva del país. En ella se plantearon también las reivindicaciones de aumento salarial, reducción de la edad de jubilación, derecho a los sindicatos y a la huelga.

Mientras tanto, el martes, las huelgas abiertas ya comenzaron en Atyrau, Uralsk, Aktyubinsk, Kyzyl-Orda, Taraz, Taldykorgan, Turkestan, Shymkent, Ekibastuz, en las ciudades de la región de Almaty y en la propia Almaty, donde el bloqueo de las calles ya en la noche del 4 al 5 de enero en el choque abierto de los manifestantes con la policía, como resultado de lo cual «akimat» (oficina del gobierno de la ciudad) fue tomada temporalmente. Esto dio a Kassym-Jomart Tokayev motivos para declarar la introducción del estado de emergencia.

Es necesario señalar que en estas manifestaciones en Almaty participaron principalmente jóvenes desempleados y emigrantes internos que viven en los suburbios de la megalópolis y trabajan en empleos temporales o mal pagados. Y los intentos de aplacarlos con promesas, reduciendo el precio del gas a 50 tenge, por separado para la región de Mangistau y Almaty no han satisfecho a nadie.

La decisión de Kassym-Zhomart Tokayev de destituir al gobierno, y luego de destituir a Nursultan Nazarbayev como presidente del Consejo de Seguridad tampoco detuvo las protestas, porque a partir del 5 de enero comenzaron las protestas masivas en los centros de los oblast del norte y el este de Kazajstán, donde no se veían antes – en Petropavlovsk, Pavlodar, Ust-Kamenogorsk, Semipalatinsk. Al mismo tiempo, en Aktyubinsk, Taldykorgan, Shymkent y Almaty, se intentó asaltar los edificios de los akimats regionales.

En el mismo Zhanaozen, los trabajadores formularon nuevas reivindicaciones en su reunión indefinida: la dimisión del actual presidente y de todos los funcionarios de Nazarbayev, la restauración de la Constitución de 1993 y de las correspondientes libertades para crear partidos y sindicatos, la liberación de los presos políticos y el fin de las represiones. El Consejo de Aksakals se estableció como órgano informal de poder.

De este modo, las reivindicaciones y consignas que ahora se utilizan en varias ciudades y regiones se transmitieron a todo el movimiento y se dio un contenido político a la lucha. También se intenta crear comités y consejos para coordinar la lucha.

Al mismo tiempo, las tropas fueron retiradas en Almaty, Aktau y Zhanaozen y si en la provincia de Mangistau todo transcurrió pacíficamente y los soldados se negaron a dispersar a los manifestantes, en la capital del sur comenzaron los disparos, y en la noche del 5 al 6 de enero se introdujeron divisiones especiales que iniciaron una contundente limpieza del aeropuerto y de los bloques ocupados por los rebeldes. Según diversas fuentes, ya hay decenas de muertos por parte de los manifestantes.

 

Tomado de: https://www.facebook.com/ProletariosCabreados

Publicado por A en 22:50 No hay comentarios: 

Etiquetas: de AnónimoKazajistán

Explosión en Kazajstán: revuelta de trabajadores, jóvenes desempleados, suburbios pobres

06/01/2022
escrito desde Rusia

La renuncia del gobierno a las demandas es sólo la cuarta parte. En Kazajstán, los habitantes de las grandes ciudades salieron a la calle en masa. La rabia fue causada inicialmente por el aumento de los precios del combustible. Desde el 1 de enero, el precio del litro de gas licuado ha aumentado a 120 tenge (0,27 dólares). Los manifestantes exigieron que el precio se redujera a 50-60 tenge (0,11-0,13 $). En respuesta, el presidente de Kazajstán, Kassym-Zhomart Tokayev, dio instrucciones al gobierno para que estudiara urgentemente la situación de las regiones en protesta. Posteriormente, se informó de que el gobierno había accedido a reducir el coste del gas. Pero era demasiado tarde.

Las protestas se convirtieron en un levantamiento. Los manifestantes atacaron los edificios del gobierno. Han comenzado los enfrentamientos Se han incendiado coches de policía en las calles. Los acontecimientos recuerdan en parte a procesos similares en Kirguistán. Los rebeldes -multitudes de miles de residentes de grandes centros- están invadiendo edificios administrativos, es decir, los manifestantes no se defienden, sino que avanzan, la iniciativa está de su lado, donde las batallas se suceden con mayor o menor éxito. Hubo escenas de confraternización de multitudes de insurgentes con los militares y escenas de huida de los militares al acercarse la multitud (Almaty).

Parece que el ejército, compuesto en gran parte por reclutas comunes, no desea enfrentarse a los manifestantes. Además, se grabó un vídeo de la detención de la policía con armas de fuego. En Almaty, las multitudes se obstinan en asaltar los edificios del gobierno local, a veces utilizando armas. Sin embargo, las fuerzas de seguridad que permanecen leales al gobierno también utilizan armas. Según algunos informes, los edificios han cambiado de manos varias veces.

Las protestas y revueltas se extienden por todo el país, por lo que el régimen no puede concentrar todas las fuerzas que le son leales en la capital. Y también porque Kazajistán es enorme.

Otro hecho interesante es que a las protestas asiste la clase obrera industrial, incluida Zhanaozen, donde los trabajadores fueron fusilados por el régimen durante una huelga en el pasado. Todos los insurgentes parecen trabajadores urbanos y rurales ordinarios o desempleados pobres. Grupos industriales enteros se han unido a las protestas. Las fábricas metalúrgicas de Balkhash se han puesto en huelga. Los trabajadores de Mangistaumunaigaz, una de las mayores empresas de petróleo y gas de Kazajstán en la región de Mangistau, también se pusieron en huelga.

Es posible que algunos representantes de pequeñas empresas también participen en los discursos, pero la cúpula empresarial de Kazajstán está de alguna manera conectada con el Estado y los clanes de funcionarios gobernantes.

Sin embargo, ¿cuáles son las opiniones, las ideas de los participantes en la revuelta? Es curioso que los grupos de la oposición no estén presentes en los mítines ni en las giras, ni en las banderas, ni en los eslóganes, ni en los carriles.

Los propios habitantes de Kazajstán dicen que el descontento viene madurando desde hace tiempo. El país tiene enormes recursos naturales, sobre todo reservas de petróleo y gas, pero la mayoría vive en la pobreza, casi sin clase media. La mayor parte de la población está formada por trabajadores mal pagados en los sectores de servicios e industrial. La pandemia también ha influido: en 2020, el PIB cayó un 2,6 %. Es cierto que en 2021 hubo un crecimiento de recuperación (dentro del 3,5 %). La pobreza relativa de la población frente al paño de fondo de la riqueza del país y su élite hace tiempo que molesta. El aumento de los precios de los combustibles fue sólo la gota que colmó el vaso.

La creciente irritación por las consecuencias de la pandemia y los infructuosos intentos de afrontarla también han afectado. El propio Nursultan Nazarbayev, considerado por muchos como el verdadero gobernante del país, también provoca descontento.

Por eso, cuando el gobierno cedió a las demandas de precios más bajos, ya no pudo rebajar el calor de la confrontación. O quizá el hecho de que las fuerzas del orden cedieran ante los manifestantes les ha demostrado que se puede conseguir más, que las autoridades les temen. En las protestas comenzó a difundirse la consigna dirigida personalmente contra Nazarbayev: «¡Shal, ket!» (¡Vete viejo!). Al mismo tiempo, entre los rebeldes prevalecen las reivindicaciones sociales.

En nombre de un determinado Comité del Pueblo, las exigencias se distribuyen de la siguiente manera:
1. La reducción de los precios de los alimentos
2. Bajada de los precios de los carburantes y lubricantes
3. Reducción de la edad de jubilación a 58/60 años
4. Dimisión completa del gobierno
5. Liberación de todos los presos detenidos durante las manifestaciones.
6. Aumento de los salarios de los ciudadanos de a pie.

La lista también incluye demandas de aumento de las pensiones, supresión de las autopistas de peaje y aumento de las prestaciones por hijos. Es significativo que la dimisión del gobierno sólo ocupe el cuarto lugar. El primer punto indica lo que más preocupa a los usuarios de las carreteras: el precio de los alimentos. Y el sexto punto habla por sí mismo, indicando la composición social y de clase de los rebeldes.

El politólogo Kamran Hasanov cree que los sucesos de Bielorrusia y Kazajstán son una especie de primavera árabe en la CEI (Comunidad de Estados Independientes), causada principalmente por la pandemia y la incapacidad de algunos gobiernos para afrontar la situación. Puede que esto sea cierto en parte.

Sin embargo, a diferencia de Bielorrusia, donde el movimiento estaba bajo el control o bajo las condiciones de la hegemonía ideológica de la oposición liberal (»hegemonía cultural burguesa», como diría el pensador italiano Antonio Gramsci), los rebeldes kazajos presentan demandas sobre todo sociales y también rechazan las prácticas de no violencia y la falta de respeto a la propiedad. Cuando los liberales desaparecen del mapa de las protestas, la dinámica cambia radicalmente…

Así, en Kazajstán, vemos un levantamiento espontáneo de la clase social básica: un levantamiento de los trabajadores, de los jóvenes desempleados, de los suburbios pobres. Hoy en día, las capas más bajas de la sociedad no tienen su propia conciencia y organización de clase en forma de consejos elegidos o comités populares. Es decir, las masas no intentan crear sus propios órganos de autogobierno, tomando el control del corazón del mundo (como fue el caso a principios del siglo XX en muchos países). Es poco probable que esto ocurra en un futuro próximo. Aunque lo que está ocurriendo puede dar mucha experiencia a las capas más bajas de la sociedad, difícilmente se espera que surja de un sistema de consejos obreros territoriales y de fábrica, como durante las revoluciones rusa, alemana e italiana de 1917-1921 o durante la revolución de Hungría de 1956.

El futuro próximo de Kazajstán sigue siendo incierto. Si el movimiento no es reprimido, Kazajstán puede enfrentarse a un escenario como el de Kirguistán. Esto significa que las masas abandonarán temporalmente las calles tras la victoria. También significa la llegada al poder, una tras otra, de gobiernos débiles, poco capaces de todo, pero que de vez en cuando ceden a las demandas populares. Sin embargo, es demasiado pronto para hablar de ello.

P.D. En los últimos días, hemos visto una brillante ilustración de la verdadera actitud hacia los valores de la clase dirigente de los más altos representantes de esta clase. El principal patriota nacional de Kazajstán, el presidente Tokayev, invitó a tropas extranjeras a su país (rusas, bielorrusas y armenias) para luchar contra sus propios trabajadores rebeldes y jóvenes desempleados. Y el principal demócrata de la CEI, el primer ministro de Armenia, Pashinyan (él, a diferencia de Tokayev, ganó unas elecciones relativamente justas en su propio país) hizo la primera declaración sobre la intervención de ejércitos de varios estados, incluyendo Armenia, para reprimir la rebelión de las clases bajas allí.
 

Tomado de: https://www.facebook.com/ProletariosCabreados

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sábado, 8 de enero de 2022

[Argentina] ¡NO al Pase Sanitario!

Emancipación, 31/12/2021


Desde el 1 de enero de 2022 será obligatoria la presentación del “pase sanitario” por parte de toda persona mayor de 13 años para asistir a determinadas “actividades de mayor riesgo epidemiológico y sanitario” en Argentina.

El “pase” certifica que una persona tiene “un esquema de vacunación completo contra la COVID-19, aplicado al menos CATORCE (14) días antes de la asistencia a la actividad o evento, exhibiéndolo ante el requerimiento de personal público o privado designado para su constatación, y al momento previo de acceder a la entrada del evento o actividad”. Durante el mes de diciembre, el certificado comenzó a regir en distintas jurisdicciones, entre ellas Tucumán (vigente desde el 1/12/2021), Buenos Aires y Santa Fe, entre otras provincias.

La imposición del Estado nacional será (por el momento) para “actividades recreativas”. Sin embargo, ciertas normativas vigentes en algunas provincias afectan derechos ciudadanos básicos que bien podrían nacionalizarse. Así, en las provincias de Buenos Aires y de Santa Fe el pase sanitario se exige para realizar “trámites presenciales ante organismos públicos provinciales”. Además, en la provincia de Buenos Aires el pase se debe presentar para realizar trámites presenciales ante “organismos municipales” y “entidades privadas” (se exige para cobrar la jubilación por ventanilla bancaria, por ejemplo) y deben tenerlo, para poder trabajar, “trabajadores que realicen atención al público, ya sea de entidades públicas o privadas”; la normativa bonaerense estipula que en el futuro “se puede ampliar en función de la evolución de la situación epidemiológica, el avance de la vacunación y a decisión de las autoridades sanitarias, por lo que oportunamente podrán ampliarse las actividades para las cuales sea necesario contar con el ‘PASE LIBRE COVID’”.

El pase sanitario tiene por objetivo inmediato forzar la inoculación de quienes aún no lo han hecho y completar el esquema de vacunación de las personas a las que se les aplicó una sola dosis de la vacuna.

No obstante, al hacer un repaso rápido vemos que el 80% del total de la población argentina tiene aplicada al menos la primera dosis y el 70% ya completó el esquema de vacunación (y el 90% de las personas mayores de 50 años completó dicho esquema), números que constatan que la inmunización por vacunación (sin contar la obtenida por contagio) es elevada. Recordemos que la vacuna no impide el contagio y propagación de la enfermedad, por lo que hay legítimas dudas sobre su pretendida eficacia a la hora de contener la nueva “ola de contagios” que acontece en la actualidad.

En Argentina tampoco estamos en presencia de un importante movimiento “antivacunas” y nos hallamos muy lejos de una “epidemia de conspiranoia”, a pesar de su presencia inflamada en la esfera virtual de la realidad social. Y tengamos en cuenta que ninguna vacuna completó la totalidad de las fases de desarrollo, que la industria farmacéutica legalmente no se hace cargo frente a posibles eventos adversos producidos por las vacunas y que ningún Estado asume dicha responsabilidad ante la población. Adicionalmente, no podemos dejar de mencionar las arbitrarias e incoherentes decisiones estatales que contrastan con la atemorizante información pública brindada desde el comienzo de la “pandemia”. Así, por ejemplo, el 5/10/2021 el presidente Alberto Fernández dijo en un acto público que “la pandemia ha pasado”; sin embargo seis meses antes, el 14/4/2021, al anunciar la imposición del toque de queda en todo el país, el peronista Fernández afirmó: “el virus nos está atacando y lejos está de ceder”. Más aún: hacia octubre de 2021 el gobierno nacional comenzó a fomentar fuertemente el tránsito con fines turísticos en todo el país, y la apertura de bares y de espectáculos en lugares cerrados luego de un año y medio de machacar insistentemente con que no sólo los boliches y teatros eran focos de infección sino hasta las escuelas (¡incluso las prácticas deportivas al aire libre estuvieron prohibidas durante ocho meses seguidos!). Aun así, quien en 2021 se contagió de coronavirus pese a haber completado el esquema de vacunación (dos dosis) y en 2020 hizo festicholas en recintos cerrados de su residencia presidencial mientras la mayoría de la población no estaba vacunada y tenía prohibido reunirse con sus seres queridos, daba cátedra de comportamiento cívico… ¿No es previsible y lógico que un sector de la población desconfíe ya no de las vacunas sino de toda la parafernalia de “cuidados” frente al SARS-Cov-2?

Este festival de informaciones y contrainformaciones incoherentes y contradictorias alrededor de medidas de “cuidado” es posible gracias a la imposición de esta suerte de “Estado de excepción” vigente no sólo en Argentina sino en casi todo el mundo que suspende y restringe el ejercicio de derechos ciudadanos básicos. Y es en este contexto donde el Estado logra imponer el “pase sanitario” como dispositivo de control social. El pase sanitario no responde a ningún criterio médico-epidemiológico sino a fines políticos. Mientras la imposición estatal se dirige al grueso de la población, ubicando la responsabilidad en cada una de las personas que “no se cuidan y nos ponen en peligro a todos”, se omiten considerar los verdaderos problemas que puso en evidencia la “pandemia” y se bloquea toda discusión pública al respecto.

Mientras el Estado nacional impone el pase sanitario, el sistema de salud sigue igual de insuficiente (y en ciertos lugares del país inexistente), el hacinamiento habitacional que facilita el contagio por patógenos sigue siendo igual que hace 100 años atrás y, más aún, la forma de relacionarnos entre personas se deshumaniza cada vez más y nuestro vínculo con la naturaleza se degrada a pasos agigantados…

El “pase sanitario” que se está imponiendo en Argentina y otros países del mundo además de servir a su objetivo explícito e inmediato (fortalecer un ritmo de vacunación que, como ya dijimos, en Argentina es acelerado aun sin la existencia del “pase”, debido en gran parte al miedo a la muerte inscrito en el cuerpo colectivo desde el inicio de la “pandemia”) es también una modalidad —democráticamente disfrazada— de amplio control social que apunta tanto a controlar el movimiento poblacional entre ciudades, países y continentes como a reforzar el aparato represivo en tanto herramienta de intervención sobre la sociedad civil; síntomas, todos estos, de la crisis capitalista. Otro síntoma es la propia “pandemia” y sus explicaciones ligadas al arrinconamiento civilizatorio de los biomas.

Rechazamos la imposición del pase sanitario y defendemos las libertades pisoteadas por los gobiernos nacional y provinciales. Al mismo tiempo señalamos que es necesario abolir estas relaciones sociales entre cosas para entonces poder relacionarnos socialmente entre personas. Abolido este mortuorio mundo burgués iremos hacia la vida: al comunismo anárquico.

¡Abajo el “pase sanitario” en Argentina y en todo el mundo!
¡Libertad de reunión, de circulación y de movimiento!

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viernes, 17 de diciembre de 2021

[Italia] Trento: Contra el Pase Verde, contra el Estado y su emergencia. Bloqueemos todo

15/10/2021

El pase verde es una medida que no tiene nada que ver con la salud: es un instrumento más de una política liberticida de chantaje y control tecnológico, que alimenta las divisiones y la guerra entre los pobres.

Esta epidemia, como otras que pueden venir, es producto del capitalismo y de la globalización, de la ganadería intensiva, de la devastación industrial y de las guerras estatales emprendidas para expropiar tierras en nombre del progreso tecnológico.

La propagación del contagio no puede ser derrotada mediante la aceptación de una medida coercitiva. No nos dejemos engañar por la odiosa guerra entre vacunados y no vacunados, tras la cual el Estado esconde sus responsabilidades. Rechacemos esta falsa oposición: la dicotomía es entre explotados y explotadores; el pase verde obligatorio es un ataque de clase, una nueva arma de chantaje y división en manos de la patronal, que nos afecta a todos, más allá de las decisiones de cada uno.

Desde las muertes en Bérgamo entre las fábricas de Valseriana hasta el nuevo PNRR introducido por el gobierno de Draghi, está claro que la prioridad no es la salud, sino un fortalecimiento del sistema de explotación y empobrecimiento en la onda de un Estado de Emergencia.

Ante el tipo de mundo que nos están montando, los llamamientos al respeto de la Constitución son vanos. El pase verde es una expresión de un mundo de algoritmos y eficiencia informática que está declarando la guerra al propio ser humano, un modelo que ha llegado para quedarse. No será mientras los tecnócratas, los militares y los capitalistas estén juntos en el poder cuando las leyes y los tribunales dejen de ser herramientas de la clase dominante. La clase que llevó a cabo las masacres en las cárceles de 2020 cuando los presos levantaron la cabeza; la clase que recortó la financiación de la sanidad pública provocando la muerte de miles de personas; la clase que llenó las calles de militares y mantuvo las fábricas abiertas mientras la gente moría de Covid. Estos no son los daños colaterales de un gobierno «equivocado», sino los productos dentro de la estructura del Estado.

La única manera de resistir es autoorganizarse y luchar, conscientes de que no saldremos de la Emergencia mientras sigamos obedeciendo.

Detener un año y siete meses de obligaciones e intimidaciones del Estado y de Confindustria es posible.

La determinación de los trabajadores portuarios de Trieste y Génova es el ejemplo más claro de ello, en solidaridad con la situación actual: bloquear la producción y los flujos hasta que se levante la obligación del pase verde para todos los trabajadores de todas las categorías, sin concesiones.

EL PASE VERDE ES SÓLO LA PUNTA DEL ICEBERG DE UN SISTEMA EXPLOTADOR QUE QUIERE HACERNOS CADA VEZ MÁS COMO MÁQUINAS.

RESISTAMOS ESTA IMPOSICIÓN.

ORGANICEMOS EN LOS CENTROS DE TRABAJO, EN LAS ESCUELAS, EN LOS LUGARES DONDE VIVIMOS.

Asamblea celebrada tras la huelga general del 11 de octubre, Trento

Fuente: https://ilrovescio.info/2021/10/15/trento-contro-il-green-pass-contro-lo-stato-e-le-sue-emergenze-blocchiamo-tutto

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[Italia] Nada volverá a ser lo mismo para vos

14/10/2021

«Quiero destacar que en todos los casos más graves, las instituciones se han mostrado unidas: magistrados, prefectos, cuestores y todas las fuerzas del orden han intervenido sin vacilar, haciendo que el rostro del Estado sea aún más decidido ante los actos delictivos que se estaban produciendo». Las palabras con las que el ex ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, reivindicó en el Parlamento la masacre en las cárceles italianas en marzo de 2020 pueden aplicarse, de hecho, a todo lo ocurrido en los últimos dos años.

Millones de personas pudieron ver por fin la verdadera cara del Estado. Primero nos encerraron en nuestras casas durante tres meses, luego llegó el turno del toque de queda nocturno, de los cierres regionalizados, del llamado semienclavamiento (cuando podíamos salir de nuestras casas, sí, pero sólo para ir a trabajar). Finalmente, llegamos al ansiado «reinicio».

La recuperación económica, cueste lo que cueste, no es ciertamente un «retorno» de la libertad y la felicidad de los individuos, sino la exigencia de una abnegación total a las necesidades del mercado. Hay un hilo rojo que une episodios dramáticos como la masacre de Mottarone, las seis muertes diarias en el trabajo, los ataques a los porteadores en huelga y la imposición del pase verde a todos los trabajadores: este hilo rojo se llama reinicio de la economía capitalista. Lo único que les interesa es que la economía no se paralice de nuevo, que no haya brotes en las empresas. La máquina no debe detenerse de nuevo, sino que se cortan los frenos. La máquina no debe frenar, sino que nos atropellará.

Estos son los mismos grandes señores de la Confindustria (Confederación de la Industria Italiana) que en febrero de 2020 presionaron para mantener las fábricas abiertas, que restaron importancia a la gravedad del virus, que junto con los alcaldes democráticos de Milán y Bérgamo dijeron que no podíamos parar. Los mismos que ahora quieren imponer el pase verde. ¿Qué dignidad tienen estos señores para llamarnos irresponsables, para decirnos que somos los «negacionistas»?

El pase verde no tiene nada que ver con la crisis sanitaria. De hecho, tampoco tiene nada que ver con las vacunas (pensemos lo que pensemos de ellas). No es cierto que el pase verde sirva para forzar a la población hacia la campaña de vacunación. Es exactamente lo contrario: es un pretexto para obligarnos a descargar el pase verde. El objetivo mal disimulado del gobierno es aprovechar la pandemia para dar un giro autoritario sin precedentes.

En los últimos años, la patronal lo ha conseguido todo: ha seguido produciendo, exigiendo que nos quedemos en casa cuando no teníamos que ir a trabajar para ellos; ha conseguido la liberación de los despidos, imponiendo como jefe de gobierno a Mario Draghi, ya malvado burócrata del BCE y masacrador de Grecia; nos está matando de hambre con las subidas de las facturas y de los combustibles, una forma indirecta de recortar nuestros salarios. Ante esta crisis estructural, la única respuesta que puede dar el Estado es endurecer la represión y reforzar el control social.

Para eso está el pase verde.

El pase verde no es una medida temporal: en sus planes, es un instrumento de control que permanecerá. Frente a este odioso aparato, no podemos permitirnos compromisos ni puntos intermedios. El problema no es obtener un pase verde preservando nuestra supuesta «libertad de elección». Esta infame herramienta de control debe ser saboteada por todos los medios.

Respondemos a este endurecimiento de la represión endureciendo la lucha. Mucha gente lo ha entendido, saliendo a la calle sin dirigentes ni burócratas que colaboren con el régimen. No sabemos cómo terminará esta lucha, pero sí sabemos que para millones de personas explotadas lo que ha ocurrido en los últimos dos años ha sido una especie de pérdida de inocencia. Muchos han visto la verdadera cara del Estado. Son los propios analistas del régimen los que se preocupan por la pérdida de confianza en las instituciones, la política, la policía y los sindicatos. Que este foso se vuelva insalvable, que sean ellos los que se sientan asediados desde hoy. Que la desconfianza se convierta en conflicto.

Al principio de la emergencia nos dijeron que «nada volverá a ser lo mismo». Eso es lo único en lo que no nos mintieron: para ustedes, los jefes y gobernantes, nada volverá a ser igual. No reclamamos derechos, ardemos con la anarquía.

NOS VEMOS EN LAS CALLES

Fuente: https://malacoda.noblogs.org/post/2021/10/14/niente-sara-piu-come-prima-per-voi

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domingo, 12 de diciembre de 2021

[España] La huelga de Cádiz y las flores en la guadaña

11/12/2021, Colectivo Barbaria

En las últimas semanas hemos visto el estallido y el rápido sofoco de la llama de nuestra clase, esta vez a propósito de la huelga del sector del metal en la provincia de Cádiz, que tiene la segunda mayor tasa de paro de toda España, con un 23,16%. Hemos vuelto a ver, cómo no, al Estado, a la izquierda que lo encabeza y a los sindicatos en acción, haciendo el papel que históricamente mejor han sabido hacer: dinamitar cualquier perturbación de la “paz social”.

La huelga empezó a tomar forma a lo largo del mes de octubre, dada la descompensación que hay entre la inflación, que se ha disparado al 5,5% en 2021, y la subida de los salarios, de la que hablaremos más adelante. Estos hechos están afectando en mayor o menor medida a todos los trabajadores, haciéndonos perder salario real y poder adquisitivo, con el consiguiente empobrecimiento. Esta circunstancia en el ya previamente maltrecho y amenazado sector de la industria metalúrgica genera las condiciones para el estallido de, como poco, una huelga, que fue impulsada por los elementos más precarios del sector. Ante la inevitabilidad de la huelga, los sindicatos decidieron intervenir para mantener la huelga dentro de los límites aceptables desde la lógica del beneficio económico, la única posible para el sindicalismo. En este sentido, los sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO) se afanaron por mantener la huelga lo más aislada posible en su sector, y en este sentido se vieron presionados para ponerse al frente de las asambleas de trabajadores, que desde luego no habían nacido de la iniciativa sindical, para asegurarse de que así fuera. Del mismo modo, las reticencias de los partidos del gobierno PSOE-Podemos frente a la huelga pasaron a convertirse en muestras de apoyo cuando esta amenazaba con desbordarse, tomando el papel de poli bueno al avisar a los trabajadores de que la huelga podía ser instrumentalizada por la derecha. Una vez más, por si no hubiéramos tenido suficientes muestras ya, sus diatribas palaciegas y cortoplacistas se muestran totalmente ajenas a los intereses de nuestra clase. Entretanto, los sindicatos acordaron pactar con el gobierno una subida de los salarios del 2%, más que insuficiente para cubrir la inflación, en una votación individual y secreta que los sindicatos más “radicales” no tardaron en señalar como un fraude, movilizando a los trabajadores más comprometidos para continuar con la huelga, al coste de enfrentarse a sus propios compañeros.

Una línea general que atraviesa todos los elementos que han conducido al fracaso de la huelga ha sido, sin duda, la división. Por una parte, la división que mantuvieron los sindicatos mayoritarios para garantizar que la huelga se restringía al sector del metal, evitando que otros sectores se solidarizasen con la huelga. Por otra parte, estos mismos sindicatos se aseguraron de mantener atomizados a los trabajadores del propio sector del metal, al sabotear la asamblea e imponer el voto secreto, como derecho ciudadano, evitando que los trabajadores pudiesen poner en común sus intereses para actuar de forma unitaria. Luego, los sindicatos “radicales” decidieron empujar a los trabajadores más comprometidos a continuar con la huelga -de forma unilateral, sin contar con la asamblea de los trabajadores, al igual que hacen los sindicatos mayoritarios- por el rechazo al acuerdo que habían alcanzado los sindicatos mayoritarios con el gobierno, a sabiendas de que la huelga ya había sido sofocada y que eso generaría enfrentamientos por una parte entre los compañeros más radicales y los que ya se habían desmovilizado, y por otra parte un enfrentamiento estéril entre los trabajadores radicales y la policía, que de paso sirvió al gobierno para dividir a los huelguistas entre los buenos -que aceptan el acuerdo alcanzado- y los malos -que no lo aceptan y además perturban el orden público-, a los cuales lógicamente había que darles un escarmiento.

Es importante señalar que el hecho de que esta dinámica se haya reproducido huelga tras huelga durante décadas no es algo casual, ni fruto de alguna traición particular, sino que atiende a la propia esencia de los sindicatos. El papel de los sindicatos no es el de velar por los intereses de nuestra clase, sino el de mediar entre el Estado y la patronal por una parte y los trabajadores por otra, además en un único sentido, que los trabajadores acepten las vueltas de tuerca que les va imponiendo la burguesía. Es por esto que podemos decir que los sindicatos son el brazo del Estado en la clase trabajadora, y no al contrario, como se nos ha pretendido hacer creer. Por esto mismo no es de extrañar que hayan sido tan considerados con la rentabilidad económica del sector y hayan aceptado una subida de los salarios que de sobra saben que no compensa la inflación. También, como hemos visto, los sindicatos “radicales” no escapan a esto, pues necesariamente priman su afán por ganar representatividad -ante el Estado- sobre los intereses de los trabajadores a los que dice representar. El sindicalismo es, como el parlamentarismo, una vía muerta que jamás tuvo nada de revolucionaria, pues jamás hubo nada de revolucionario en mantener una separación entre la política y la economía que no tarda en mostrarse ficticia. En las elocuentes palabras de alguien que sufrió la violencia de esos mismos partidos que hoy se hallan al frente del Estado español:

“Determinados grupos con más humos que penetración, achacan la evidente incompatibilidad de los sindicatos con la revolución a un carácter reformista que en verdad nunca tuvieron, y por otra parte a la supuesta incapacidad del capitalismo hogareño para hacer concesiones al proletariado. Lejos de ello, la causa es esencial, no contingente. Lo que engendra el carácter reaccionario de la organización sindical no es otra cosa que su propia función organizativa. Obtenga o no determinadas mejoras, está directamente interesada en que el proletariado siga siendo indefinidamente proletariado, fuerza de trabajo asalariado, cuya venta negocia ella. Los sindicatos representan la perennidad de la condición proletaria. […] Ahora bien, representar la perennidad de la condición proletaria conlleva aceptar, y de hecho necesitar también, la perennidad del capital. Los dos factores antitéticos del sistema actual han de conservarse para que el sindicato desempeñe su función, de ahí su profunda naturaleza reaccionaria, independientemente de los vaivenes que modifiquen, para mal, para menos mal o para mejor, la compra-venta de la mano de obra, jugarreta clave del sistema capitalista.” Los sindicatos contra la revolución, Munis

Por último, y aunque suene a perogrullada, cabe recordar que el Estado y su política no son garantes de los intereses de nuestra clase, ni hay modo alguno en que lo sean, pese a los llamados del PCE (parte de la coalición de Unidas Podemos) para que los trabajadores confíen en el gobierno que empeora sistemáticamente sus condiciones de vida -y del que ellos forman parte- al mismo tiempo que les enviaban una tanqueta y una brigada de antidisturbios, que por lo visto debían venir en son de paz. Esto no quiere decir que los trabajadores nos tengamos que desmovilizar, ni que no haya nada que hacer, al contrario. Lo que esto quiere decir es que cualquier movilización será desmantelada si no sigue los principios que han marcado los éxitos de nuestro movimiento (hay que señalar que también los ha habido), y que no son otros que el internacionalismo y la independencia de nuestra clase, lo que en una huelga se concreta por una parte extendiéndola a otros sectores -y no aislándola en uno solo-, tendencia que se ha visto en la huelga de Cádiz, que tuvo una marcada tendencia a desbordar el marco de la fábrica extendiéndose por el entorno urbano de Cádiz y San Fernando a través de manifestaciones y asambleas de barrio, y por otra entregando todo el poder de decisión sobre la huelga a la asamblea formada por los propios trabajadores, y no a sindicatos ajenos a estos y con intereses diferentes, cuando no opuestos, a los de nuestra clase. Dicho de otra manera, los intereses de nuestra clase solo pueden ser representados por la propia clase, cuando se constituye como partido y se pone a la cabeza de la revolución que dejará en la cuneta a los sindicatos, a la izquierda del capital y a todos los que quieren conciliarnos con nuestros verdugos poniendo, como el título de este artículo, flores en sus guadañas.

Fuente con links: https://barbaria.net/2021/12/11/la-huelga-de-cadiz-y-las-flores-en-la-guadana 

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viernes, 3 de diciembre de 2021

[Chile] Dos años de la revuelta / Presxs políticos de la revuelta

Octubre, noviembre, ¿septiembre?: dos años de estallido y contraestallido en Chile
23/11/2021
por Julio Cortés Morales

«Presos de la revuelta»: razones para una amnistía o indulto general
24/07/2021
por Julio Cortés Morales

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jueves, 2 de diciembre de 2021

[Francia] Pase Sanitario / Revolución sin fronteras

• Combatir la explotación y el nacionalismo
• Marcha de Revolución sin Fronteras – Manifestación contra el pase sanitario
• Una pequeña aclaración sobre el artículo de FAFWATCH
• ¿El peor producto del fascismo? ¡Es el antifascismo!

Compilado y publicado por Tridni Valka en diciembre de 2021

Nota de Tridni Valka: Desde hace varios meses, se está desarrollando en todo el mundo un movimiento de protesta muy heterogéneo y confuso, una protesta que tiene como objetivo la obligación de la vacuna anticovid, así como el «pase sanitario» que la acompaña, y sus consecuencias en términos de refuerzo del control social ejercido por el Estado hacia el proletariado. Este movimiento se expresa con cierta virulencia en Francia, y los militantes revolucionarios intentan infundirle consignas para una clara ruptura con el orden capitalista (como «Luchemos contra la explotación y el nacionalismo» o «¡La única perspectiva de una vida mejor es la revolución!») y asumir así sus tareas de liderazgo. En Toulouse, en particular, los compañeros que organizaban una «marcha revolucionaria» bajo el lema «Revolución sin fronteras» fueron agredidos físicamente por una banda de algunas decenas de militantes de extrema derecha. Aunque estos compañeros se niegan a caer en la trampa del antifascismo, era una oportunidad demasiado buena para que todos los sectores locales de la socialdemocracia y el izquierdismo gritaran y trataran de vendernos por milésima vez su mercancía ideológica adulterada haciendo circular la consigna «Toulouse antifascista»…

Por lo tanto, aprovechamos la reedición de varias pequeñas contribuciones sobre estos acontecimientos para reafirmar sucintamente nuestra posición de siempre sobre la cuestión del fascismo y el antifascismo, así como la necesidad de organizar la autodefensa de los compañeros y nuestras luchas.

La crítica del antifascismo se inscribe plenamente en la crítica global de la falsa polarización burguesa del fascismo frente al antifascismo, no debe limitarse a la crítica del frontismo y del activismo, ni separarse de la globalidad de la lucha anticapitalista. El fascismo no es una tercera fuerza, es sólo una de las facetas, una manifestación cotidiana entre otras de la fuerza del Estado. Históricamente, el proletariado siempre ha tenido que enfrentarse a estos órganos del Estado que son las milicias patronales (Pinkerton en EEUU, redes cercanas a la SAC, la OAS y Peugeot en Francia), los pistoleros en España en los años 20, las guardias blancas y los ejércitos, los escuadrones de la muerte (Triple A en Argentina, Policía de Honor en Francia, GAL y Guérilleros de Cristo Rey en España durante los años 70) o los cuerpos francos en Alemania y Hungría en 1919. El proletariado también ha tenido siempre que armarse en consecuencia para defenderse de las amenazas y ataques contra sus condiciones de vida y organización de la lucha.

En este sentido, es necesario aclarar el contenido real de la acción de los grupos proletarios que se constituyen como grupos de autodefensa frente al Estado, que en este caso toma la forma de fascistas armados a menudo dispuestos a matar, porque el uso de expresiones como «lucha antifascista» sólo puede reforzar la confusión. La polarización fascismo versus antifascismo sólo ha servido para confinar cualquier avance revolucionario a la defensa de un mal menor y, por tanto, del orden existente, movilizando a los proletarios en defensa del Estado, para preparar el enfrentamiento bélico en un terreno que no es el de nuestra clase. Es una visión global de los fenómenos y una crítica histórica del antifascismo lo que nos permite considerar de forma muy precisa el ejemplo de la llamada «guerra de España»: ésta no sólo fue de forma eminentemente práctica el ataúd del proletariado militante en esta región, sino que también preparó ideológicamente a toda la clase de los explotados para aceptar dejarse envolver en la masacre generalizada que fue la llamada «segunda guerra mundial».

Desde hace décadas, algunos sectores militantes defienden también un «antifascismo revolucionario», considerando que el «verdadero antifascismo» no debe centrarse sólo en la desaparición de los fascistas de la faz de la tierra, sino que debe potenciar el cambio (revolucionario) de la sociedad, un cambio que permita librarla de las razones por las que aparece el fascismo, en contraposición a lo que se denomina «antifascismo democrático» que «proviene de iniciativas ciudadanas» y que «paradójicamente sólo ayuda al fascismo». Evidentemente, aunque algunas formulaciones sigan siendo ambiguas, existe una cierta voluntad de aclarar las cosas.

Sin embargo, consideramos que es cuando menos contraproducente querer «revolucionar» absolutamente lo que es manifiesta y plenamente contrarrevolucionario desde el principio: es tan absurdo «revolucionar» el antifascismo como «revolucionar» el sindicalismo o el parlamentarismo. Siguiendo las lecciones aprendidas por muchos militantes, grupos, colectivos, partidos…, señalamos que la necesidad de que nuestra clase y sus minorías revolucionarias se organicen contra «las milicias fascistas» no puede corresponder de ninguna manera a una adhesión (¡y menos de forma estructurada!) a la ideología antifascista (que ya ha demostrado sus efectos nefastos en la historia) sino a una necesidad de autodefensa en su lucha como minoría por afirmar sus medios de existencia.

Recordemos esta lección esencial que toda la historia del movimiento obrero nos ha enseñado desde hace cien años: ¡sea fascista o antifascista, la democracia es siempre la dictadura del Capital!

Que muera el Capital y su democracia, así como sus fascistas y antifascistas.

*

Combatir la explotación y el nacionalismo


Folleto encontrado en la manifestación de Toulouse del 4 de septiembre de 2021 y publicado por Détruisons l’économie.

Con la introducción del pase sanitario y sus medidas complementarias, el Estado vuelve a aplicar la misma estrategia que ha utilizado desde el comienzo de la epidemia de Covid: reforzar el control social, enfrentando a las personas entre sí, esta vez entre los que tienen el pase y los que no.

Las rencillas entre vacunados y no vacunados complican cualquier solidaridad entre los explotados e impiden identificar al causante de las sucesivas crisis que vivimos: el sistema capitalista y no nuestro compañero, nuestro vecino, nuestro amigo…

Por otro lado, quieren acostumbrarnos a estar sometidos a controles cada vez más regulares. Se refuerzan los poderes de la policía, se generalizan los controles de identidad y se subcontrata a una parte cada vez mayor de la población. No es de extrañar que esta vigilancia se lleve a cabo con el apoyo de la tecnología.

Las condiciones de vida de los inmigrantes indocumentados, ya de por sí duras, serán aún más duras. Por otro lado, las mercancías, los diversos comerciantes internacionales y los turistas de los países más ricos seguirán circulando de un país a otro sin dificultad, mientras que las personas que no tengan los papeles en regla tendrán que luchar aún más en las fronteras y en sus viajes.

Es contra esta dinámica de control social acelerado contra la que pretendemos luchar.

Si luchamos contra el pase, no es porque nos opongamos a la vacunación, sino contra el capitalismo y las diferentes herramientas que utiliza para mantenerse, al contrario que ciertos componentes del movimiento que están ahí por razones antagónicas a las nuestras: la extrema derecha siempre se ha opuesto a derribar el sistema.

Siempre ha velado por el mantenimiento del orden establecido, de la moral burguesa, enclaustrada tras las fronteras que defiende a ultranza. La designación de chivos expiatorios siempre ha formado parte de sus prácticas. No son más que carroñeros, que quieren fortalecerse a través de este movimiento para establecer una sociedad aún más autoritaria.


Ante la crisis sanitaria, la degradación de nuestras condiciones de vida que traerá la crisis económica, los despidos que inevitablemente caerán, la reforma del paro o las pensiones, más que servir la sopa a la extrema derecha:

La única perspectiva de una vida mejor es la revolución.


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Marcha de Revolución sin Fronteras – Manifestación contra el pase sanitario

Este texto fue escrito por personas que participaron en una marcha revolucionaria presente durante la manifestación contra el «pase sanitario», el sábado 11 de septiembre de 2021 en Toulouse.

¿Por qué una marcha revolucionaria?
Queríamos celebrar una marcha revolucionaria para defender una orientación: la que vincula las manifestaciones contra el pase sanitario con el levantamiento de los Gilets Jaunes [Chalecos Amarillos] y, más ampliamente, con la gran ola de revueltas que ha sacudido el mundo desde entonces.

¿Por qué «Revolución sin fronteras»?
Queríamos insistir en el carácter sin fronteras de la revolución, porque sabemos bien que los ataques contra los explotados, los policías que se están generalizando, adoptan ciertamente formas diferentes según los países, pero en la misma lógica general: aplastar las bocas de los proles, dividirnos para explotarnos mejor.

Ciertas tendencias políticas quisieran acabar con las prácticas y las luchas de los últimos años.
Pretenden circunscribir la manifestación a los espacios autorizados y reducir la lucha a reivindicaciones parciales, como la libertad de consumir sin pase, cuando fracciones cada vez más amplias de la población simplemente ya no tienen la posibilidad financiera de consumir.

La hostilidad de estas tendencias a tomar el camino revolucionario abierto por los GJ, en favor del statu quo o la reacción, es lo que ha dado confianza a los grupos fascistas. La falta de solidaridad del resto de la manifestación fue lo que contó a los grupos fascistas que atacaron a la comitiva de revolucionarios y chalecos amarillos. Pero los manifestantes no lo oyeron así y juntos la manifestación despejó a los fascistas, antes de que los policías echaran gases por todas partes.

¿Qué es lo siguiente?
¡Reiteramos nuestra oposición al control social que constituye el pase sanitario y, sobre todo, al deterioro de nuestras condiciones de vida, a los despidos y a las cesantías que se avecinan!

Viva la revolución sin fronteras
Construyamos la solidaridad de todos los explotados

Source : https://iaata.info/Cortege-revolution-sans-frontiere-Manif-contre-le-pass-sanitaire-4927.html
PDF : https://iaata.info/IMG/pdf/sans_titre-3.pdf

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Pequeña aclaración sobre el artículo de FAFWATCH

Publicado el 15 de septiembre de 2021.

Un texto que ignora la perspectiva revolucionaria de la marcha para esconderse detrás de una estrategia «pacifista y democrática». Todo lo contrario de lo que llevaba la marcha revolucionaria atacada por los fascistas.

El texto de fafwatch sobre el ataque a la manifestación (que puede encontrarse aquí https://iaata.info/Toulouse-attaque-fasciste-contre-la-manifestation-anti-pass-sanitaire-4931.html) es, a su vez, un ataque al discurso que la marcha revolucionaria pretendía llevar a la manifestación.

En este sentido, no es baladí comprobar que la marcha revolucionaria contra la explotación y el nacionalismo se ha convertido, una vez pasada por el tamiz del antifascismo inocentista de este texto, en una simple marcha contra la explotación y el nacionalismo.

Así que no es de extrañar que el texto se esconda tras la defensa de una manifestación «democrática y pacifista». Básicamente: se atacó a ciudadanos inocentes pacifistas que ejercían su derecho a manifestarse. La posición de exterioridad de este texto es evidente aquí. Mientras la marcha revolucionaria se asume como parte de la manifestación, mientras toma partido por un futuro revolucionario, contra las tendencias interclasistas, ciudadanistas, legalistas y demócratas, pero también confusionistas y nacionalistas, fafwatch plantea el antifascismo como una especie de banda de vigilantes al margen de la lucha, que toma la defensa de los ciudadanos inocentes. Una milicia que defiende la inocuidad del movimiento no es revolucionaria (eufemismo).

Y por cierto, se realiza una verdadera investigación y balance a partir de las imágenes de la escena para establecer las responsabilidades, ¡un verdadero trabajo de keuf [policía]! ¿A quién le importa si podemos demostrar, con tres fotos, quién llevaba la bolsa con su equipo? ¿O la premeditación del acto? ¿Si no es con la esperanza de que la policía se apodere de estas imágenes para detenerlos? Además, el llamamiento al Estado para que juzgue y condene a estos grupos fascistas es claro en este texto.

De hecho, la perspectiva revolucionaria es barrida por este texto en favor de una delación inocente en la forma debida.

Y es justo que el texto no termine con la importancia de votar en las próximas elecciones para contrarrestar a la extrema derecha (porque los fascistas «meterán una papeleta marrón en la urna el próximo mayo»).

Así que un pequeño recordatorio de la pancarta atacada: Abajo el Estado, los policías y los jefes. Revolución sin fronteras.

Defender el statu quo de una manifestación inofensiva, democrática y pacifista hace el juego a las tendencias que allanan el camino a estos fascistas. Vea el texto publicado en iaata aquí :

https://iaata.info/Cortege-revolution-sans-frontiere-Manif-contre-le-pass-sanitaire-4927.html


Fuente : https://iaata.info/Petite-mise-au-point-a-propos-de-l-article-de-FAFWATCH-4932.html

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¿El peor producto del fascismo? ¡Es el antifascismo!

[Nota de Tridni Valka: He aquí algunas «tesis de trabajo» sobre la polarización fascismo burgués versus antifascismo. No se trata de un absoluto, ni de una biblia, y menos aún de un «texto sagrado» que hay que firmar con las dos manos, sino sólo de un preliminar a una discusión más profunda de la cuestión.

De los archivos de un camarada desenterramos este viejo texto, que data de hace más de 20 años y que en su momento circuló principalmente en inglés en Europa del Este, pero también en Francia y España. Hemos hecho algunas pequeñas correcciones pero nos gustaría señalar la categorización ideológica presente en el texto según la cual la dictadura del Capital se articula en torno a los polos «democracia» versus «dictadura» (incluso con el uso de comillas), una categorización que tiende a eludir la naturaleza profunda de la dictadura social del Capital que es precisamente y realmente la democracia (¡SU democracia!) como principalmente la negación del antagonismo de clase y su conflictividad.

Como todo el material político de nuestra clase y de nuestra lucha, este texto debe ser fuertemente criticado. Así que discutan y aporten la contradicción para fortalecer nuestra comunidad de crítica contra el Capital.]

1/ La esencia del antifascismo consiste en luchar contra el fascismo promoviendo la democracia, a la que se opone, es decir, en luchar no para destruir el capitalismo, sino para obligarlo a renunciar a su naturaleza totalitaria. Al promover esta utopía, el antifascismo desvía los antagonismos de clase de manera muy concreta; ya no hay dos clases enfrentadas: proletariado versus burguesía, sino dos proyectos opuestos: Comunismo/anarquía frente al Capital, destrucción del Viejo Mundo frente a su preservación, abolición de la sociedad de clases e imposición de las necesidades humanas frente a la dictadura del Valor, pero en lugar de las polarizaciones burguesas: «democracia» frente a «fascismo», «estado de derecho» frente a «estado policial», «civiles» frente a «militares», «parlamentarismo» frente a «régimen dictatorial» y «partido único». El fascismo se identifica, en el «mejor» de los casos, con el totalitarismo del Estado. Todas estas campañas burguesas son la negación en acción de los antagonismos de clase, de su lucha implacable y secular, y son por tanto en este sentido el reino de la democracia. Jugar al antifascismo es reforzar lo que se cree que se está combatiendo. Las actuales campañas antifascistas dirigidas por la burguesía (al igual que las campañas fascistas) tienen como objetivo reconstituir la unión nacional en torno al Estado, hacer que los proletarios se adhieran a la reproducción de la relación social capitalista. También permiten hoy, como ayer, recrear una polarización con vistas al lanzamiento de una nueva guerra que permita (según nuestros enemigos de clase) el relanzamiento de un nuevo ciclo de acumulación…

2/ El problema no es que la «democracia» garantice una explotación más suave que la «dictadura» (por utilizar las categorizaciones acordadas que introduce la socialdemocracia): todo el mundo «preferiría» ser explotado a la manera sueca que ser torturado a la manera brasileña. Pero, ¿tenemos elección? No podemos elegir la forma en que se nos explota. Es siempre el estado del capital el que cambia las formas de su dictadura según sus necesidades de valorización. Esta «democracia» se transformará a su vez en una «dictadura» en cuanto sea necesario. El Estado sólo puede tener una función, que cumple «democráticamente» o «dictatorialmente».

3/ El fascismo sólo puede explicarse teniendo en cuenta el período precedente: el aplastamiento de la ola revolucionaria de 1917-21 por la socialdemocracia (Rusia, Alemania, Italia, Hungría, Bulgaria, etc.). Es ante todo la socialdemocracia la que desarma, ideológica y prácticamente, al proletariado y reprime militarmente sus insurrecciones. En Alemania, fueron los cuerpos libres dirigidos por el socialista Noske quienes encabezaron la campaña para restablecer el orden. El fascismo, al igual que su hermano mayor el estalinismo, «sólo» completa la obra de la contrarrevolución acabando con un proletariado derrotado. La llamada dictadura siempre llega después de que los proletarios hayan sido derrotados por la democracia, con sus sindicatos y partidos de izquierda. El antifascismo oscurece esta realidad fundamental al identificar el fascismo con las «fuerzas del mal» y reducirlo a una «reacción» a-histórica e «irracional» surgida de la nada. La credibilidad del fascismo en los años 30 se explica por el hecho de que cumplía en parte el programa de la socialdemocracia: «mejora» del «nivel de vida», grandes obras públicas, reducción del paro, etc.

4/ La táctica esencial de todos los frentes antifascistas es pegar ruidosamente la etiqueta de fascista al Estado (véase en Francia la consigna: «CRS=SS»), que tiene el mismo efecto que la denuncia de los partidos que dirigen el Estado. En ambos casos, la crítica al Estado se esconde tras la denuncia de quienes lo dirigen. Más aún, el antifascismo es la promoción y el fortalecimiento de la democracia y, por tanto, de su Estado.

5/ El antifascismo recuerda constantemente las masacres nazis, lo que sirve para justificar esta guerra dándole un carácter humanitario y ocultar así la realidad de que la guerra es una necesidad material del Capital, que le permite liquidar en poco tiempo una masa excedente de fuerzas productivas. Pero toda guerra necesita una justificación para enrolar a los proletarios bajo sus banderas. La lucha contra el fascismo permitió justificar la masacre de más de 50 millones de proletarios con la lucha contra el «totalitarismo». Y sin embargo, incluso si nos situamos en el único terreno del humanismo burgués y pacifista, los campos de exterminio nazis no fueron los únicos «horrores» de la guerra: por ejemplo, las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, los bombardeos masivos y asesinos sobre las grandes ciudades de Alemania, las masacres de Setif en Argelia en mayo de 1945 por el ejército francés, el mismo día de «la Liberación», etc.

6/ El desarrollo del Capital lleva a estas dos consecuencias principales: la obediencia de los trabajadores, y por tanto la destrucción suave o violenta del movimiento revolucionario; y la competencia con otros capitales nacionales, y por tanto la guerra. La relación social capitalista se articula en torno a la competencia y a la constitución de naciones que servirán de soporte, de base material para las guerras. Cada nación produce su propio nacionalismo en competencia con su nacionalismo vecino, cada nación tiende a acaparar la cuota de mercado de su vecino. Todo nacionalismo es en esencia imperialista y, en consecuencia, favorece las guerras. Toda nación contiene en su interior las semillas del imperialismo, incluso las llamadas naciones progresistas del «Tercer Mundo»: Vietnam, Nicaragua, etc.

7/ El triunfo del Capital nunca es tan total como cuando los trabajadores se movilizan por él creyendo que están «cambiando la vida». Entre la «dictadura» y la «democracia», se trata más bien de dos maneras de encuadrar al proletariado, ya sea integrándolo por la fuerza, ya sea asociándolo a través de «sus» organizaciones: sindicatos, partidos, asociaciones, etc. El antifascismo consecuente consiste en reforzar el Estado, siempre presentado como «democrático», «de derecho»,… mientras se vincula al proletariado, «haciendo participar a los hombres».

8/ Para todos los reformistas de la sociedad capitalista, la democracia se concibe como un elemento del socialismo, elemento que ya está presente en el mundo actual. El socialismo sería, en efecto, una democracia total. La lucha por el socialismo consistiría en ganar más y más derechos democráticos dentro del capitalismo, una ideología socialdemócrata que tiene un nombre: gradualismo. El antifascismo siempre llevará a más totalitarismo; su lucha por un estado «democrático» (¡lo es en esencia!) consolida el estado. Para los revolucionarios, el socialismo, el comunismo, la anarquía significa la destrucción total de la relación social capitalista, por tanto de sus clases, de su Estado, de su democracia. No tenemos que mejorar, y por tanto reforzar en última instancia, aquello contra lo que luchamos. El fascismo y el antifascismo forman parte de un todo, son las dos fauces de una misma trampa que nos aplasta.

9/ Cuando los proletarios se unen voluntaria y militantemente al campo de la democracia, del antifascismo, del Estado, pierden toda capacidad de defender sus propios intereses de clase, se desautorizan como clase revolucionaria, destructora de esta sociedad de clases, refuerzan lo que dicen combatir: el Estado. No hay, es decir, no hay más, movimiento autónomo del proletariado desde el momento en que se encierra en el marco estatal.

10/ El movimiento comunista sólo puede ganar si los proletarios van más allá del simple levantamiento (incluso armado) que no ataca al propio asalariado.

11/ La guerra de España sirvió para polarizar a los proletarios de todo el mundo, tanto de los «países fascistas» como de los «países democráticos», en torno a la oposición fascismo-antifascismo, y preparar así la Sagrada Unión de 1939-1945. Fue un ensayo general de la Segunda Guerra Mundial, como la Guerra de los Balcanes lo fue de la Primera. La burguesía siempre busca formalizar alianzas, polarizar los campos en pugna, hacer que los proletarios se adhieran a sus banderas para dar una base material sólida a su solución que es la guerra.

12/ Al apoyar al Estado existente en su forma «democrática» para impedir que adopte la forma «dictatorial», el antifascismo desarma ideológica y materialmente a los proletarios al falsear y negar el antagonismo que les opone al Estado, el Estado del Capital. El antifascismo entrega así a los proletarios a la represión, al pedir el fin de la lucha contra el enemigo de clase, que está decidido a llegar hasta el final. Esto es lo que hizo, entre otras cosas, durante las sangrientas luchas en Barcelona en mayo de 1937. Es la falta de ruptura de los proletarios y revolucionarios con el antifascismo, y más globalmente con la socialdemocracia, lo que les llevó a la derrota y a la muerte.

13/ Para una franja radicalizada del proletariado, la guerra de España servirá como inicio de la justificación de la (futura) guerra contra el fascismo. Rechazando hasta entonces la Sagrada Unión, incluso contra la Alemania nazi, los proletarios que aún resistían llegaron a aceptarla como el «mal menor» en comparación con la victoria fascista. La gran función ideológica de la guerra de España fue, pues, polarizar a los indecisos en torno a la alternativa «democracia» versus «fascismo», presentada en cada campo como la única respuesta al totalitarismo «plutocrático» o «fascista». Y en 1936, como en 1940 o 1914, seguía siendo la socialdemocracia la que estaba al frente de la movilización de los proletarios para la guerra.

El antifascismo es una fórmula de confusión.

Fascista o antifascista, ¡la dictadura del Capital es la democracia!

La lucha contra el fascismo comienza con la lucha por la revolución social.

Publicado por A en 5:04 No hay comentarios: 

Etiquetas: antifascismoCorona virusde Tridni ValkaFrancia

domingo, 28 de noviembre de 2021

[Grecia] CONTRA LA VACUNACIÓN OBLIGATORIA Y SUS CRUZADOS

por la Asamblea contra el biopoder y el confinamiento (que incluye a TPTG) 

20 de julio de 2021, Grecia
publicado por TPTG www.tapaidiatisgalarias.org/?p=816 (traducido del inglés)

El miércoles 14 de julio por la tarde, la gente reunida en la plaza de Omonia comenzó a desplazarse gradualmente desde la plaza hasta la calle Stadiou. Al principio parecía que no había más de 1.500 personas en la plaza, pero, como suele ocurrir cuando se inicia una manifestación, se supo que llegaron a ser entre 4.000 y 5.000. Muchos jóvenes, familias, gente acomodada pero no necesariamente pija, una mezcla de comerciantes y trabajadores. (Según algunas informaciones, la convocatoria inicial la hizo un grupo de Facebook de derechas llamado «Tiendas sin injerto»). La gente no parecía tener mucha experiencia en manifestaciones. Sin embargo, los conocidos chiflados no estaban presentes (sacerdotes, monjas y otros que habían participado en las manifestaciones contra el acuerdo de Prespa, ya se habían reunido en la plaza Syntagma y los estaban esperando). Se veían algunos chavales musculosos, algunas banderas griegas (no se veían más de 10) y 2 pancartas improvisadas con spray («No a la vacunación obligatoria, queremos libertad»). Desde el principio, hubo excitación entre los congregados por el tamaño de la multitud (muchos se hicieron selfies con Omonia al fondo, para que se viera el cuerpo principal de la manifestación), entusiasmo expresado al principio de la manifestación con aplausos y gritos masivos, pero luego no hubo especial excitación: 2-3 consignas básicas, nacionalistas y «antifascistas» («Grecia, Grecia», «fascista Mitsotaki, ¡dimisión!», «Abajo la dictadura de Mitsotakis», «No toques a nuestros hijos» + el himno nacional). No sería exagerado decir que asistimos al nacimiento de nuevos minipartidos de derecha y extrema derecha, una revuelta de la derecha, sobre la base de una cuestión social existente que grandes sectores de comunistas y anarquistas se niegan a reconocer como tal. En la plaza Syntagma, junto a los cristianos, estaban los neonazis de Pro Patria, alineados al estilo militar. En la parte baja de la plaza había una pequeña multitud reunida bajo la bandera de “Contra Distopía” y otras 4 organizaciones democráticas y antifascistas contra la «discriminación y el bioterrorismo». Aquí describen la concentración desde su punto de vista y cómo fueron atacados por los fascistas de Pro Patria

Imágenes: https://contradystopia.blogspot.com/2021/07/blog-post_16.html

La verdad es que una gran parte del entorno antiautoritario/anarquista y de la izquierda como antiguos partidarios consecuentes de los cierres y ahora ardientes cruzados del movimiento de vacunación, no sólo guarda silencio sobre la cuestión de la vacunación obligatoria y sus consecuencias para la clase trabajadora, sino que encuentra mucho más interesante deconstruir con avidez el término «apartheid sanitario», idolatrar la ciencia, la tecnología y el discurso tecnocrático como formas de relaciones capitalistas, identificar cualquier crítica a estas formas con la «irracionalidad» y el «oscurantismo», hacer «fact-checking» de cualquier planteamiento crítico a la propaganda estatal de las nuevas vacunas de forma obsesiva, relativizar y ridiculizar cualquier reserva/reacción/resistencia, rebajar una cuestión social a una «elección individual» restando importancia a las gigantescas dimensiones de la campaña estatal que legitiman, ser indiferente a las divisiones y mandatos impuestos en el trabajo y la vida social. Al renombrar la responsabilidad individual como responsabilidad social, instan a la gente a seguir fielmente las medidas impuestas por el Estado en nombre de una vaga «solidaridad» y «conciencia social».

Por eso, un llamamiento de la izquierda o del entorno antiautoritario/anarquista no reuniría a tanta gente. Decimos esto porque consideramos la vacunación obligatoria como el último episodio de la gestión biopolítica de la pandemia, contra la que la resistencia ha sido mínima a lo largo de la misma.

La vacunación obligatoria es una medida más (emblemática) del «estado de emergencia» impuesto, la continuación de los cierres patronales, las multas, la ideología capitalista de la responsabilidad individual, la reducción del gasto estatal en salud reproductiva, la reducción de los salarios y el aumento de los despidos, por otros medios. Las vacunas son actualmente la solución barata y ventajosa para el capital a la cuestión del mantenimiento de la salud de la fuerza de trabajo bajo su mando. El análisis de Foucault sobre el biopoder es bien conocido: todas las técnicas médicas y otras técnicas anatómico-políticas y biopolíticas disciplinantes tienen como objetivo aumentar la salud y la capacidad productiva de la fuerza de trabajo, la larga duración de la vida laboral y el vigor de los soldados al servicio de la nación. Esto no significa, sin embargo, que las inversiones en la reproducción de la fuerza de trabajo deban ser también caras, es decir, perjudiciales para los beneficios del capital, sobre todo en un momento en que la crisis permanente de las relaciones capitalistas exige una gran devaluación del capital productivo y reproductivo. De ahí que la solución barata de las vacunas, que por un lado se lanzan como panacea para la pandemia, por otro lado alejan el debate público sobre la satisfacción de las necesidades proletarias del necesario, bajo control de sus usuarios, apoyo a los servicios sanitarios bajo control de sus usuarios en general; en términos financieros esto requeriría un aumento de la fiscalidad de los beneficios del capital y en términos de su contenido requeriría un cuestionamiento práctico de la forma alienante capitalista de la medicina.

La izquierda (y gran parte del entorno antiautoritario) murmura algunas objeciones a los despidos, pero habiendo priorizado la adhesión a las «medidas de seguridad» estatales, como los encierros, las mascarillas, las medidas de distanciamiento social, todas esas vacunas de dudosa calidad y seguridad con nombres extraterrestres, etc., no llaman a ninguna resistencia a la vacunación obligatoria. Como no llamaron a ninguna resistencia a la tele-educación a distancia, al teletrabajo a distancia, al encierro de meses que llevó a 1/5 de la población a la depresión, a la violación sistemática de los derechos individuales, sociales y laborales. Por no hablar de que en muchos casos, como el de la tele-educación a distancia, ya ha sido la punta de lanza de su violación, permitiendo al Estado convertir la irregularidad en ley.

Sin embargo, las repercusiones de la desobediencia a las medidas gubernamentales de vacunación obligatoria de los trabajadores del sector público y privado en el contexto de la mejora constante de los derechos de gestión a partir de marzo de 2020 podrían ser de pesadilla. El chantaje que se impondrá a los trabajadores de los sectores público y privado que no decidan vacunarse ya ha comenzado: en el sector público intentan burlar incluso a las autoridades «disciplinarias» habituales mediante procedimientos acelerados para que los trabajadores puedan ser sancionados directamente con traslados forzosos de puesto o incluso despidos. Imagínense las consecuencias si esta situación se generaliza, es decir, en el caso de negarse a realizar el aprendizaje a distancia. ¡Ya con los poderes adicionales otorgados a los directores de las unidades escolares los profesores que se resisten al proceso de evaluación están a punto de ver recortados sus salarios! Quien se niegue a vacunarse o a ser evaluado o a otra cosa más adelante… ¡arriesgará su salario o su despido!

Al mismo tiempo, pretenden introducir despidos sin indemnización en el sector privado, si se considera que un empleado no vacunado perjudica la rentabilidad de la empresa. Y antes de despedirnos, nos suspenderán inicialmente sin sueldo por si mostramos algún signo de cooperación.

Cuando la clase obrera se enfrenta a un problema que debe ser resuelto inmediatamente, como la atención sanitaria (y no nos referimos simplemente a la covid-19) y la protección de sus salarios directos e indirectos, debe redescubrir sus armas políticas e intelectuales, las formas de vida que la mantendrán dispuesta a luchar. Nosotros, las bases, debemos presionar a los sindicatos para que tomen decisiones en contra de la vacunación obligatoria y apoyen a los que deciden no vacunarse, y al mismo tiempo formar una comunidad de lucha proletaria no corporativista, fuera de los sindicatos, que no sólo se solidarice con los que rechazan la vacunación obligatoria sino que rompa estas divisiones en el contexto de la negación total de la gestión estatal de la pandemia.

Si los anuncios relevantes de los sindicatos siguen la lógica de POEDIN (sindicato del personal sanitario de hospitales públicos), como se refleja en su reciente anuncio, «El personal médico participa masivamente en el proceso de vacunación, pero se le victimiza con inexactitudes y datos distorsionados. Estamos en contra de la vacunación obligatoria del personal sanitario y asistencial porque vulnera las libertades constitucionales y los derechos individuales. Todos los trabajadores sanitarios serán vacunados mediante el uso de la persuasión. La coacción o la imposición de medidas disciplinarias conducen a los resultados contrarios«, entonces estamos jodidos.

Con medidas de «persuasión» similares, los sindicatos de profesores llevaron a sus miembros a la enseñanza obligatoria a distancia. Por otro lado, afortunadamente, la decisión del sindicato de trabajadores del hospital AHEPA, que se opone a la vacunación obligatoria y a las sanciones de despidos y recortes salariales, convoca un paro laboral sobre el tema.

Así pues, mantengámonos alejados de pseudoimperativos como los planteados por la actual manifestación de «lucha» a favor de la vacunación por parte del PC, que supuestamente reclama medidas de apoyo al sector de la sanidad pública, pero al mismo tiempo exige un «programa global de vacunación pública gratuita», ¡como si el gobierno ofreciera otra cosa!

Rompamos las divisiones definidas por el Estado y el capital incluso con el riesgo individual, negándonos a demostrar certificados de enfermedad y de vacunación (los que nos vacunamos por razones individuales) para acceder a los lugares donde no se permite la entrada a los no vacunados, en solidaridad con ellos (como una forma de huelga de consumo).

Porque sólo una verdadera LUCHA, que ataque la gestión estatal de la pandemia en su conjunto y en todas sus formas, la enseñanza a distancia/el teletrabajo, los constantes cierres patronales, la violación de los derechos laborales con el pretexto de la pandemia y la medicalización de las cuestiones sociales puede crear verdaderas rupturas que lleven a la autodeterminación proletaria y al cuestionamiento de la distopía que vivimos desde hace 1½ años.

REDUCIR LA JORNADA LABORAL A LA MITAD ¡DUPLICAR NUESTROS SALARIOS!

¡ESTO MEJORARÁ NUESTRA SALUD!

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Agregamos un comentario publicado en el mes de agosto en Dialectical Delinquents https://dialectical-delinquents.com/covid1984-latest/greece-against-mandatory-vaccination-its-crusaders/?unapproved=344185&moderation-hash=1fa66cf7c5886f10b869d105ea4a3e72#comment-344185 

Tal vez debamos entrar en algunos detalles sobre nuestras premisas teóricas básicas para que no haya malentendidos.

El uso y la promoción forzada de las vacunas debe analizarse en el contexto de la gestión estatal de la pandemia en su conjunto. Desde marzo de 2020, cuando comenzó la pandemia, el Estado -con la ayuda de los sindicatos, los partidos políticos y el cumplimiento generalizado de la ideología de la «responsabilidad individual»- ha gestionado la crisis de forma barata [1] y beneficiosa tanto para él como para el capital.

Frente a esta nueva crisis en medio de una crisis de reproducción de las relaciones capitalistas, el Estado, después de haber desencadenado primero el pánico de las masas, optó por cerrar ciertos sectores de la economía (relacionados con la circulación de mercancías no esenciales) e impuso medidas para proteger, al menor coste posible, la mayor parte de la fuerza de trabajo necesaria, habiendo ya proscrito una parte de ella.

¿Por qué? Porque esta es la función y la naturaleza de este Estado. El Estado capitalista se ha encargado de gestionar la vida de cada trabajador por separado, y de la población en su conjunto, en cada etapa de su desarrollo dentro de la fábrica social, aumentando su productividad y desarrollando tecnologías de dominación y autodisciplina. La forma que ha adoptado la reproducción ampliada de la fuerza de trabajo -la mercancía más valiosa- en el Estado capitalista moderno, y en particular en el Estado del bienestar, ha sido en las últimas décadas la biopolítica. Este modo biopolítico en el que se ejerce el poder del Estado capitalista es protector y al mismo tiempo represivo cuando se trata de la gestión de la fuerza de trabajo bajo su mando. Al Estado no le interesa explotar la fuerza de trabajo insana (o indisciplinada). Por lo tanto, si el análisis parte de la reproducción ampliada de la fuerza de trabajo, no puede limitarse a examinar la rentabilidad capitalista de un sector concreto, (es decir, las empresas farmacéuticas).

Así, para el capital, «protección» y «salud» significan una clase obrera capaz de producir y consumir mercancías asalariadas, que no enferma y que, cuando lo hace, su capacidad de trabajo y de producción de plusvalía debe ser reparada y restaurada al menor coste posible para el capital y de forma disciplinada, es decir, sin cuestionar la forma en que esta reparación/reproducción es organizada por el Estado. Por eso, sobre todo en periodos de crisis agudas como el actual, la «salud pública» y el «orden público» se vuelven inseparables. Además, como «guardián de la salud pública» y «protector» de todos nosotros en la «sociedad civil», el Estado capitalista debe mantener su legitimidad, pero siempre en sus propios términos, es decir, impidiendo la autoactividad de la clase trabajadora y previniendo cualquier cuestionamiento práctico de las políticas estatales. Al mismo tiempo, desde el principio hubo esfuerzos implacables para desviar el debate público del aumento de los costes reproductivos, la búsqueda de las causas fundamentales de las pandemias de los últimos veinte años y el control proletario de los servicios sanitarios.

Por supuesto, no confundimos las necesidades e intereses del estado capitalista con nuestras necesidades e intereses de clase. La salud y la protección que promueve el capital no tienen ningún valor objetivo o evidente para nosotros. En el mejor de los casos, la «salud», o más bien la mercancía llamada servicios de salud y proporcionada en términos capitalistas, puede ofrecernos una solución rápida y devolvernos al trabajo/consumo donde nos enfermamos en primer lugar o, en el peor de los casos, podría enfermarnos aún más. De hecho, como vemos ahora, las vacunas de dudosa calidad producidas en estado de emergencia que se consumen en un par de usos y se reducen a uno o dos actos médicos por persona también pueden ser peligrosas e insalubres (aparte de su valor de uso ideológico y económico), sujetas a las mismas contradicciones que rigen nuestra vida en el capitalismo.

Para satisfacer nuestras propias necesidades de una vida sana y plena necesitamos tratar el sector de la salud como un campo de antagonismo social para el aumento de los gastos de reproducción (nuestro salario indirecto) y un contenido de salud autodeterminado colectiva y prácticamente cuestionando las definiciones establecidas por los «expertos» capitalistas.

K. (para la Asamblea contra el Biopoder y el Confinamiento)

1. Barato en comparación con nuestras necesidades, pero también barato para el capital, ya que cualquier aumento de los gastos de reproducción del Estado no sólo sería financieramente perjudicial, sino también políticamente inaceptable, ya que rompería con las políticas de austeridad seguidas tan estrictamente hasta ahora (es decir, sólo hay que imaginar cuánto más costoso que la provisión de vacunas sería para el capital tener que pagar por el aumento de los gastos en el sector de la salud de una manera que promueva la atención primaria de la salud, una mejor proporción de pacientes a los médicos generales, hospitales suficientemente equipados, etc., la contratación de más personal permanente en las escuelas, el transporte público, los servicios públicos, etc.)

Publicado por A en 9:49 No hay comentarios: 

Etiquetas: Corona virusde TPTGGrecia ¡¡.

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Publicado por luciano medianero morales

YAYO, PÁ 69 YEARS,... POETA Y LITERATO AUTODIDACTA EN ¡¡ CRITICA A LA ECONOMÍA ¡MPERICAPITALISTA INTERPLANETARIA./lukyrh.blogspot.com 


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