jueves, 2 de junio de 2022

¡¡ LITERATURA GRUPROLMÁ.-2.000- ¡¡ ESCRIBEN SOBRE ¡¡ Ucrania: Situación y antecedentes – Swiss Policy Research (swprs.org) ¡¡,... Y OTRXS ENTIDADES,...¡¡¡.

 

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¡¡ Ucrania: Situación y antecedentes – Swiss Policy Research (swprs.org) ¡¡

Ucrania: situación y antecedentes

Ucrania: Mapa político y lingüístico (Economist 2015))

Publicado: febrero 14, 2022
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Con la tecnología de

Una breve visión general de la situación en Ucrania y sus antecedentes geopolíticos.

Como predijo SPR hace más de un año, la actual Administración de los Estados Unidos y sus estrategas de política exterior ahora continúan su campaña geopolítica en Ucrania, donde la dejaron en 2016. Rusia, a su vez, parece estar decidida a defender Crimea "anexionada" (base de la flota rusa del Mar Negro), así como partes de habla rusa de la región de Donbass en el este de Ucrania (ver mapa arriba).

Para obtener una comprensión más profunda de la situación actual en Ucrania, los siguientes recursos pueden ser de interés para algunos de nuestros lectores.

Para obtener más información sobre el trasfondo geopolítico general y la importancia de Ucrania, lea "The Grand Chessboard: American Primacy and Its Geostrategic Imperatives" (PDF), el libro clásico de 1997 del ex Asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y director del CFR Zbigniew Brzezinski (extractos en el anexo a continuación). Brzezinski predijo que entre 2005 y 2010, Ucrania "debería estar lista para negociaciones serias tanto con la UE como con la OTAN". En 2004/2005, Estados Unidos ayudó a organizar la exitosa "Revolución Naranja" en Kiev; cuando sus resultados se revirtieron en 2010, Estados Unidos ayudó a organizar el "EuroMaidan" más contundente en 2013/2014. En respuesta, Rusia tomó el control de Crimea y apoyó la secesión de facto de las partes de habla rusa del este de Ucrania.

Para obtener más información sobre las muchas "ONG" que ayudaron a preparar las revoluciones ucranianas o los cambios de régimen, consulte nuestra extensa lista de 1600 organizaciones (incluida "Bellingcat") financiadas por la Fundación Nacional para la Democracia de los Estados Unidos (NED), esencialmente un frente de la sociedad civil de la CIA.

Para revivir la famosa llamada telefónica de the EU entre la entonces subsecretaria de Estado de Estados Unidos, Victoria Nuland, y el entonces embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt, vea la transcripción y la versión de audio en el sitio web de la BBC. Durante la llamada, que se llevó a cabo antes de la revolución de Euromaidan o el cambio de régimen en febrero de 2014, Nuland y Pyatt discutieron quién debería "entrar" en el futuro gobierno ucraniano. Victoria Nuland es hoy Subsecretaria de Estado de los Estados Unidos para Asuntos Políticos.

Para obtener más información sobre la "masacre de Maidan" en febrero de 2014, vea "La masacre de los 'francotiradores' en el Maidan en Ucrania" (16+) por el profesor de la Universidad de Ottawa Ivan Katchanovski. Esencialmente, parece que Estados Unidos empleó combatientes nacionalistas ucranianos y francotiradores mercenarios extranjeros (principalmente de Georgia) para escalar la situación en Kiev y lograr una segunda revolución o cambio de régimen.

Para obtener más información sobre el derribo sin resolver del vuelo MH-17 sobre el este de Ucrania el 17 de julio de 2014, vea "MH17 – Call for Justice" (2019) o lea MH17 – 1000 días (2017). La evidencia actual apunta a una posible operación otan/ucraniana y el posterior engaño u operación fallida y posterior encubrimiento (similar al Itavia 870 en 1980), aunque un error fatal de los rebeldes del este de Ucrania, tal vez en respuesta a una provocación aérea, sigue siendo también una posibilidad.

Para obtener más información sobre la aparente participación de la familia Biden en la corrupción del mercado de gas ucraniano, vea las cintas de soborno de Biden Ucrania, que contienen asombrosas llamadas telefónicas filtradas entre el entonces vicepresidente de los Estados Unidos Biden y el entonces presidente ucraniano Poroshenko, así como testimonios de testigos clave. En 2020, el presidente Trump y su asesor legal Giuliani intentaron aprovechar este material contra la campaña presidencial de Biden, pero fueron interceptados por el Departamento de Justicia y el FBI.

Para obtener más información sobre la relación de décadas de Trump no con "los rusos", sino con los "hombres de negocios" principalmente judíos en Ucrania y Rusia, lea Trump y Rusia: Las innumerables conexiones israelíes (Haaretz) o vea Trump y Rusia: Lavado de dinero de la mafia. Esencialmente, la presidencia de Trump puede tener que ser vista, en gran medida, como una operación israelí destinada a prevenir a Clinton, terminar el acuerdo nuclear de Obama con Irán y trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. SPR cubrirá este tema con mucho más detalle en un análisis futuro.

To learn more about the supposedly Russian computer hacks against the US Democratic Party and some European targets in 2016 – most likely run by the FBI, NATO partners, and NATO-affiliated cyber security contractor CrowdStrike – read “Russian Hacking”: NATO PsyOp Revealed.

Para comprender mejor por qué los medios occidentales que informan sobre conflictos geopolíticos son principalmente propaganda, lea The American Empire and its MediaThe "Integrity Initiative" y The Propaganda Multiplier (en agencias de noticias) o vea The CIA and the Media (Channel 4, 1986). Para obtener más información sobre las técnicas de propaganda rusa, lea nuestro análisis sobre la propaganda rusa.

Para comparar los medios de comunicación que ofrecen diferentes perspectivas geopolíticas, eche un vistazo al SPR Media Navigator. Si estalla la guerra en Ucrania, consulte plataformas dedicadas como south front.

Para ver un documental que combina muchos de los temas anteriores, vea The Magnitsky Act: Behind The Scenes, posiblemente la película política más censurada de los últimos años.

Apéndice

Imagen 1: Kiev: Antes (izquierda) y después (derecha) del EuroMaidan (febrero de 2014)

Kiev: Antes (izquierda) y después (derecha) del EuroMaidan (febrero de 2014))

Imagen 2: La Subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Victoria Nuland, y el Embajador de los Estados Unidos Geoffrey Pyatt repartiendo galletas a los manifestantes en el EuroMaidan (diciembre de 2013). Nuland es hoy Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos.

Victoria Nuland y Geoffrey Pyatt en el EuroMaidan (diciembre de 2013, AP).

Imagen 3: El presidente ruso Putin en las portadas de las revistas occidentales (2014)

El presidente ruso Putin en la portada de las revistas occidentales (2014)

Texto: Brzezinski sobre Ucrania (The Grand Chessboard, 1997, página 46)

"Ucrania, un espacio nuevo e importante en el tablero de ajedrez euroasiático, es un pivote geopolítico porque su propia existencia como país independiente ayuda a transformar a Rusia. Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio euroasiático. Rusia sin Ucrania todavía puede luchar por el estatus imperial, pero luego se convertiría en un estado imperial predominantemente asiático, más propenso a verse arrastrado a conflictos debilitantes con los asiáticos centrales excitados, que luego estarían resentidos por la pérdida de su reciente independencia y serían apoyados por sus compañeros estados islámicos al sur. También es probable que China se oponga a cualquier restauración de la dominación rusa sobre Asia Central, dado su creciente interés en los nuevos estados independientes allí. Sin embargo, si Moscú recupera el control sobre Ucrania, con sus 52 millones de personas y sus principales recursos, así como su acceso al Mar Negro, Rusia recupera automáticamente los medios para convertirse en un poderoso estado imperial, que abarca Europa y Asia. La pérdida de la independencia de Ucrania tendría consecuencias inmediatas para Europa Central, transformando a Polonia en el pivote geopolítico en la frontera oriental de una Europa unida. [página 84:] En algún momento entre 2005 y 2010, Ucrania, especialmente si mientras tanto el país ha logrado avances significativos en sus reformas internas y ha logrado identificarse más evidentemente como un país de Europa Central, debería estar lista para negociaciones serias tanto con la UE como con la OTAN".

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Todo el fondo de artículos de sinpermiso
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Michal Kalecki y la política del pleno empleo

Jan Toporowski

 

Religión, ciencia, política

Daniel Raventós, Julie Wark

 

El enfoque de los EEUU respecto a Ucrania y Rusia ha "abandonado el ámbito del discurso racional". Entrevista a Noam Chomsky

Noam Chomsky


El enfoque de los EEUU respecto a Ucrania y Rusia ha "abandonado el ámbito del discurso racional". Entrevista a Noam Chomsky

Noam Chomsky 

13/02/2022

La crisis entre Rusia y Ucrania continúa sin remitir mientras los Estados Unidos ignoran todas las exigencias de seguridad del presidente ruso, Vladimir Putin, y extienden una histeria de miedo al afirmar que es inminente una invasión rusa de Ucrania.

En una nueva entrevista exclusiva para la revista Truthout, realizada por su estrecho colaborador C. J. Polychroniou, sobre la actual crisis entre Rusia y Ucrania, Noam Chomsky esboza cuáles son los peligros mortales de la intransigencia de los Estados Unidos sobre el ingreso de Ucrania en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), aun cuando los principales aliados occidentales han vetado ya anteriores esfuerzos de los Estados Unidos en esa dirección. También trata de arrojar algo de luz sobre las razones por las que los republicanos norteamericanos parecen estar hoy divididos respecto a Rusia.

La siguiente transcripción ha sido ligeramente editada por razones de extensión y claridad.

Las tensiones siguen aumentando entre Rusia y Ucrania, y hay poco espacio para el optimismo, ya que la oferta de los Estados Unidos para la desescalada no satisface ninguna de las demandas de seguridad de Rusia. Por lo tanto, ¿no sería más exacto decir que la crisis fronteriza entre Rusia y Ucrania se deriva en realidad de la intransigente posición de los Estados Unidos sobre la pertenencia de Ucrania a la OTAN? En ese mismo contexto, ¿es difícil imaginar cuál habría sido la respuesta de Washington en el hipotético caso de que México quisiera unirse a una alianza militar impulsada por Moscú?

Apenas sí hace falta que nos detengamos en esta última cuestión. Ningún país se atrevería a dar ese paso en lo que el Secretario de Guerra del ex presidente Franklin Delano Roosevelt, Henry Stimson, llamó "nuestra pequeña región de por acá", cuando condenaba todas las esferas de influencia (excepto la nuestra, que en realidad no se limita al hemisferio occidental). El [actual] Secretario de Estado, Antony Blinken, no es menos inflexible hoy en día al condenar la pretensión de Rusia de mantener una "esfera de influencia", concepto que rechazamos firmemente (con las mismas reservas).

Hubo, por supuesto, un caso famoso en el que un país de nuestra pequeña región estuvo a punto de establecer una alianza militar con Rusia, la crisis de los misiles de 1962. Las circunstancias, sin embargo, eran muy distintas a las de Ucrania. El presidente John F. Kennedy estaba intensificando su guerra terrorista contra Cuba hasta amenazar con una invasión; Ucrania, en cambio, afronta amenazas como resultado de su posible adhesión a una alianza militar hostil. La imprudente decisión del líder soviético Nikita Jruschev de dotar a Cuba de misiles fue también un esfuerzo por rectificar ligeramente la enorme preponderancia de la fuerza militar estadounidense después de que JFK respondiera a la oferta de Jruschev de reducir mutuamente las armas ofensivas con la mayor acumulación militar de la historia en tiempos de paz, aunque Estados Unidos ya estaba muy adelantado. Ya sabemos a lo que condujo eso.

Las tensiones en torno a Ucrania son extremadamente graves, con la concentración de fuerzas militares de Rusia en las fronteras de Ucrania. La postura rusa lleva siendo bastante explícita desde hace tiempo. El ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, la expuso claramente en su conferencia de prensa en las Naciones Unidas: "La cuestión principal estriba en nuestra clara postura sobre lo inadmisible de una mayor expansión de la OTAN hacia el Este y el despliegue de armas de ataque que podrían amenazar el territorio de la Federación Rusa". Lo mismo reiteró poco después Putin, como ya había dicho a menudo con anterioridad.

Hay una forma sencilla de abordar el despliegue de armas: no desplegarlas. No hay justificación para hacerlo. Estados Unidos puede alegar que son defensivas, pero Rusia seguramente no lo ve así, y con razón.

La cuestión de una mayor expansión es más compleja. La cuestión se remonta a más de treinta años atrás, cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se estaba derrumbando. Hubo amplias negociaciones entre Rusia, los Estados Unidos y Alemania (la cuestión central era la unificación alemana.) Se presentaron dos visiones. El líder soviético Mijail Gorbachov propuso un sistema de seguridad euroasiático desde Lisboa hasta Vladivostok sin bloques militares. Estados Unidos lo rechazó: la OTAN permanece, y el Pacto de Varsovia de Rusia desaparece.

Por razones obvias, la reunificación alemana dentro de una alianza militar hostil no es asunto menor para Rusia. Sin embargo, Gorbachov aceptó, con una contrapartida: nada de expansión al Este. El presidente George H. W. Bush y el secretario de Estado James Baker estuvieron de acuerdo. En palabras de ambos a Gorbachov: "No sólo para la Unión Soviética, sino también para otros países europeos, es importante tener garantías de que si los Estados Unidos mantienen su presencia en Alemania dentro del marco de la OTAN, ni una pulgada de la actual jurisdicción militar de la OTAN se extenderá en dirección al Este".

"Este" significaba Alemania del Este. Nadie pensaba en nada más allá, al menos en público. En eso estaban de acuerdo todas las partes. Los líderes alemanes fueron aún más explícitos al respecto. Estaban encantados con el mero hecho de contar con el acuerdo ruso para la unificación, y lo último que querían eran nuevos problemas.

Hay una amplia investigación académica sobre el asunto – la de Mary Sarotte, Joshua Shifrinson y otros- que debate exactamente quién dijo qué, qué quiso decir, cuál es su estatus, etc. Es un trabajo interesante y esclarecedor, pero a lo que se reduce, cuando el polvo se asienta, es a lo que he citado de los documentos desclasificados.

El presidente George H.W. Bush cumplió prácticamente con estos compromisos. Lo mismo hizo el Presidente Bill Clinton al principio, hasta 1999, el 50 aniversario de la OTAN; con un ojo puesto en el voto polaco en las siguientes elecciones, según han especulado algunos. Admitió a Polonia, Hungría y la República Checa en la OTAN. El presidente George W. Bush -el adorable abuelo bobalicón al que celebraba la prensa en el vigésimo aniversario de su invasión de Afganistán- eliminó todas las restricciones. Incorporó a los estados bálticos y a otros. En 2008, invitó a Ucrania a entrar en la OTAN, metiendo al oso el dedo en el ojo. Ucrania es el corazón geoestratégico de Rusia, aparte de las íntimas relaciones históricas y de una extensa población orientada a Rusia. Alemania y Francia vetaron la imprudente invitación de Bush, pero esta sigue todavía sobre la mesa. Ningún líder ruso la aceptaría; desde luego, Gorbachov, no, tal como dejó claro.

Como en el caso del despliegue de armas ofensivas en la frontera rusa, hay una respuesta directa. Ucrania puede tener el mismo estatus que Austria y dos países nórdicos durante toda la Guerra Fría: neutral, pero estrechamente vinculado a Occidente y bastante seguro, parte de la Unión Europea en la medida en que decidan serlo.

Los Estados Unidos rechazan obstinadamente este resultado, proclamando con altivez su apasionada dedicación a la soberanía de las naciones, que no puede infringirse: debe respetarse el derecho de Ucrania a entrar en la OTAN. Esta postura de principios puede ser alabada en los Estados Unidos, pero seguramente está provocando fuertes carcajadas en gran parte del mundo, incluido el Kremlin. El mundo no ignora nuestra inspiradora dedicación a la soberanía, principalmente en aquellos tres casos que enfurecieron especialmente a Rusia: Irak, Libia y Kosovo-Serbia.

No es necesario hablar de Irak: la agresión estadounidense enfureció a casi todo el mundo. Los ataques de la OTAN a Libia y Serbia, un bofetón ambos en la cara de Rusia durante su fuerte declive en los años 90, se revisten de honestos términos humanitarios en la propaganda norteamericana. Todo ello se disuelve rápidamente al ser objeto de examen, como se ha documentado ampliamente en otros lugares. Y no hace falta revisar el rico historial de veneración de los Estados Unidos por la soberanía de las naciones.

A veces se afirma que la pertenencia a la OTAN aumenta la seguridad de Polonia y otros países. Se puede argumentar con mucha más fuerza que la pertenencia a la OTAN amenaza su seguridad al acrecentar las tensiones. El historiador Richard Sakwa, especialista en Europa Oriental, observó que "la existencia de la OTAN se justificó por la necesidad de gestionar las amenazas provocadas por su ampliación", un juicio plausible.

Hay mucho más que decir acerca de Ucrania y de cómo afrontar la peligrosa y creciente crisis que allí se vive, pero quizás esto sea suficiente para sugerir que no hay necesidad de inflamar la situación y pasar a lo que bien podría convertirse en una guerra catastrófica.

Hay, de hecho, una cualidad surrealista en el rechazo de los Estados Unidos a la neutralidad al estilo austriaco para Ucrania. Los responsables políticos de los Estados Unidos saben perfectamente que la admisión de Ucrania en la OTAN no es opción en un futuro previsible. Podemos, por supuesto, dejar de lado las ridículas posturas sobre la santidad de la soberanía. Así que, en aras de un principio en el que no creen ni por un momento, y en pos de un objetivo que saben inalcanzable, los Estados Unidos se arriesgan a lo que puede convertirse en una traumática catástrofe. A primera vista, parece ininteligible, pero hay cálculos imperiales plausibles.

Cabe preguntarse por qué Putin ha adoptado una postura tan beligerante sobre el terreno. Hay una industria casera que intenta resolver este misterio: ¿es un loco? ¿Planea obligar a Europa a convertirse en un satélite ruso? ¿Qué anda tramando?

Una forma de averiguarlo es escuchar lo que dice: durante años, Putin ha tratado de inducir a los Estados Unidos a prestar cierta atención a las peticiones que él y el ministro de Asuntos Exteriores Lavrov repetían, en vano. Una posibilidad es que la demostración de fuerza sea una forma de lograr este objetivo. Así lo han sugerido analistas bien informados.

Si es así, parece haber tenido éxito, al menos de forma limitada.

Alemania y Francia ya han vetado anteriores esfuerzos de los Estados Unidos por ofrecer la adhesión a Ucrania. Entonces, ¿por qué los Estados Unidos andan tan interesados en la expansión de la OTAN al Este, hasta el punto de considerar inminente una invasión rusa de Ucrania, aun cuando los propios líderes ucranianos no parecen pensar así? ¿Y desde cuándo Ucrania ha pasado a representar un faro de democracia?

Resulta de verdad curioso observar lo que está ocurriendo. Los Estados Unidos están avivando enérgicamente las llamas, mientras que Ucrania les piden que frenen el tono de la retórica. Si bien hay mucho revuelo acerca de por qué ese demonio de Putin está actuando como lo hace, los motivos de los Estados Unidos rara vez son objeto de examen. La razón es bien conocida: los motivos de los Estados Unidos son, por definición, nobles, aun cuando sus esfuerzos por llevarlos a la práctica sean quizás erróneos.

Sin embargo, la cuestión podría merecer alguna reflexión, al menos por parte de "los salvajes entre bastidores", por tomar la frase del ex consejero de Seguridad Nacional McGeorge Bundy, refiriéndose a aquellas  incorregibles figuras que se atreven a someter a Washington a los baremos aplicados en otros lugares.

Una posible respuesta la sugiere un famoso lema sobre la finalidad de la OTAN: mantener a Rusia fuera, a Alemania bajo control y a los Estados Unidos dentro. Rusia está fuera, muy fuera. Alemania está controlada. Lo que queda es la cuestión de si los Estados Unidos estarán en Europa, más exactamente, de si deberían figurar al mando. No todos han aceptado tranquilamente este principio de los asuntos mundiales; entre ellos se encontraba Charles de Gaulle, que avanzó su concepto de Europa desde el Atlántico hasta los Urales; la Ostpolitik del excanciller alemán Willy Brandt, y el presidente francés Emmanuel Macron, con sus actuales iniciativas diplomáticas, que están causando mucho disgusto en Washington.

Si la crisis ucraniana se resuelve pacíficamente, será un asunto europeo, que rompa con la concepción "atlantista" posterior a la Segunda Guerra Mundial, la cual sitúa a los Estados Unidos firmemente en el asiento del conductor. Podría ser incluso un precedente para otros movimientos tendentes a la independencia europea, tal vez incluso a la visión de Gorbachov. Con la iniciativa china del Cinturón y la Ruta que irrumpe desde Oriente, surgen cuestiones de orden global mucho más amplias.

Como casi siempre en el pasado cuando se trata de asuntos exteriores, asistimos un frenesí bipartidista en torno a Ucrania. Sin embargo, mientras los republicanos del Congreso apremian al presidente Joe Biden a adoptar una postura más agresiva hacia Rusia, la base protofascista cuestiona la línea del partido. ¿Por qué, y qué nos dice la división en torno a Ucrania entre los republicanos de lo que les está pasando a los republicanos?

No se puede hablar fácilmente del Partido Republicano actual como si fuera un auténtico partido político que participa en una democracia que funciona. Es más adecuada la descripción de la organización como "una  insurgencia radical, ideológicamente extrema, que desprecia los hechos y el compromiso, y que desestima la legitimidad de su oposición política". Esta caracterización de los analistas políticos Thomas Mann y Norman Ornstein del American Enterprise es de hace una década, antes de Donald Trump. A estas alturas está muy desfasada. De las siglas de "GOP" [“Grand Old Party”, el “viejo y gran partido”] lo que queda es la "O".

Yo no sé si la base popular que Trump ha azuzado hasta convertirla en un culto de adoración se está cuestionando la postura agresiva de los líderes republicanos, o si les importa siquiera. Las pruebas son escasas. Las principales figuras de la derecha estrechamente relacionadas con el Partido Republicano se están moviendo bastante a la derecha de la opinión europea, y de la postura de aquellos que esperan mantener alguna apariencia de democracia en los EE.UU. Están yendo incluso más allá de Trump en su apoyo entusiasta a la "democracia antiliberal" del presidente húngaro Viktor Orban, ensalzándola por salvar la civilización occidental, nada menos.

Esta efusiva bienvenida al desmantelamiento de la democracia por parte de Orban podría traer a la cabeza los elogios al líder fascista italiano Benito Mussolini por haber "salvado la civilización europea [de modo que] el mérito que el fascismo ha ganado así para sí mismo vivirá eternamente en la historia"; pensamiento del venerado fundador del movimiento neoliberal que ha reinado durante los últimos cuarenta, Ludwig von Mises, en su clásico de 1927, Liberalismo.

El comentarista de Fox News, Tucker Carlson, ha sido el más franco de los entusiastas. Muchos senadores republicanos le siguen la corriente o afirman desconocer lo que hace Orban, una notable confesión de analfabetismo en la cúspide del poder mundial. El muy apreciado senador Charles Grassley afirma que conoce Hungría sólo por las exposiciones televisivas de Carlson, a las que da su aprobación. Dichas actuaciones nos dicen mucho sobre la insurgencia radical. En cuanto a Ucrania, rompiendo con el liderazgo del GOP, Carlson pregunta  por qué tendríamos que adoptar una posición cualquiera en una disputa entre "países extranjeros a los que no les importan nada los Estados Unidos".

Sea cual fuere la opinión de cada uno sobre los asuntos internacionales, está claro que hemos dejado muy atrás el ámbito del discurso racional, y nos estamos adentrando en un territorio con una historia poco atractiva, por decirlo suavemente.

 
profesor laureado de la Universidad de Arizona y catedrático emérito de Lingüística del Massachusetts Institute of Technology, es uno de los activistas sociales más reconocidos internacionalmente por su magisterio y compromiso político. Su libro más reciente es “Climate Crisis and the Global Green New Deal: The Political Economy of Saving the Planet”.
Fuente:
Truthout, 4 de febrero de 2022
Traducción:
Lucas Antón
Temática: 

 

Ucrania y la amenaza de una guerra nuclear

Ira Helfand


Ucrania y la amenaza de una guerra nuclear

Ira Helfand 

09/02/2022

A medida que se profundiza la crisis en Ucrania, es apropiado considerar cuáles podrían ser las consecuencias reales de la guerra. Un conflicto armado convencional en Ucrania sería un terrible desastre humanitario.

La semana pasada, funcionarios del gobierno de EE. UU. estimaron que los combates podrían matar entre 25.000 y 50.000 civiles, entre 5.000 y 25.000 militares ucranianos y entre 3.000 y 10.000 soldados rusos. También podría generar de 1 a 5 millones de refugiados .

Estas cifras se basan en el supuesto de que solo se utilizan armas convencionales. Sin embargo, si el conflicto se extendiera más allá de las fronteras de Ucrania y la OTAN se involucrara en los combates,  se convertiría en una gran guerra entre fuerzas con armas nucleares, con el peligro muy real de que se usaran. Pero el debate público sobre esta crisis es absolutamente inexistente, sobre todo la discusión de esta terrible amenaza.

Por supuesto, ambas partes en el conflicto comenzarían a luchar con armas convencionales no nucleares. Pero como resultado de los avances en tecnología y potencia de fuego en las últimas décadas, estas armas poseen un alcance y una capacidad de destrucción mucho mayores que los modelos anteriores, lo que les permite atacar objetivos de alto valor: bases aéreas, estaciones de radar, centros de mando, centros logísticos, etc. muy por detrás de las líneas del frente. A medida que aumentasen las pérdidas en ambos lados, y si una u otra de las partes se enfrentase a una derrota inminente, sus líderes podrían sentirse impulsados ​​a emplear sus armas nucleares tácticas para evitar tal resultado. Tanto las doctrinas militares estadounidenses como las rusas permiten el uso de armas nucleares tácticas en tales circunstancias.

A pesar de las reducciones en las fuerzas nucleares en las últimas décadas, Rusia todavía tiene 1900 armas nucleares tácticas y 1600 armas nucleares estratégicas desplegadas. Del lado de la OTAN, Francia tiene 280 armas nucleares desplegadas y el Reino Unido 120. Además, Estados Unidos tiene 100 bombas tácticas B-61 desplegadas en bases de la OTAN en Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía, y unas 1.650 ojivas estratégicas adicionales desplegadas.

Si una sola arma nuclear de 100 kilotones explotara sobre el Kremlin, podría matar a un cuarto de millón de personas y herir a un millón más, abrumando por completo la capacidad de respuesta ante los desastres en la capital rusa. Una sola bomba de 100 kilotones detonada sobre el Capitolio de los Estados Unidos mataría a más de 170.000 personas y lesionaría a casi 400.000.

Pero es poco probable que un conflicto nuclear en escalada entre Estados Unidos y Rusia involucre ojivas individuales sobre sus respectivas capitales. Más bien, es más probable que haya muchas armas dirigidas contra muchas ciudades y que muchas de estas armas sean sustancialmente más potentes que 100 kilotones. Por ejemplo, las ojivas 460 SS-18 M6 Satan de Rusia tienen una potencia de 500 a 800 kilotones. La ojiva W88 desplegada en los submarinos estadounidenses Trident tiene una potencia de 455 kilotones.

Un informe de 2002 mostró que si solo 300 de las 1.600 ojivas estratégicas desplegadas por Rusia fueran detonadas sobre los centros urbanos de EEUU, 78 millones de personas morirían en la primera media hora. Además, se destruiría toda la infraestructura económica de la nación: la red eléctrica, Internet, el sistema de distribución de alimentos, la red de transporte y el sistema de salud pública. Todo lo necesario para mantener la vida desaparecería, y en los meses posteriores a este ataque, la gran mayoría de la población estadounidense sucumbiría al hambre, enfermedades por exposición a la radiación y epidémias. Un ataque estadounidense a Rusia produciría allí una devastación comparable. Y si la OTAN estuviera involucrada, la mayor parte de Canadá y Europa sufrirían un destino similar.

Aún así, estos son solo los efectos directos del uso generalizado de armas nucleares entre la OTAN y Rusia. Los efectos climáticos globales serían aún más catastróficos. Estudios recientes han confirmado las predicciones, adelantadas por primera vez en la década de 1980, de que el uso a gran escala de armas nucleares provocaría un enfriamiento global abrupto y catastrófico. Una guerra que involucre todos los arsenales desplegados de EEUU y Rusia podría arrojar hasta 150 teragramos (150 millones de toneladas métricas) de hollín a la atmósfera superior, lo que reduciría las temperaturas promedio en todo el mundo hasta 18 grados Fahrenheit (menos 7,7 grados centígrados). En las regiones interiores de América del Norte y Eurasia, las temperaturas descenderían entre 7 y 10 grados centígrados, a niveles no vistos desde la última glaciación, lo que produciría una caída desastrosa en la producción de alimentos y una hambruna global que podría matar a la mayoría de la humanidad. Incluso una guerra más limitada que involucrase solo 250 ojivas de un rango de 100 kilotones podría reducir la temperatura global promedio en 12 grados centígrados, lo suficiente como para desencadenar una hambruna sin precedentes en la historia humana.

La enormidad del riesgo inherente al actual juego de la gallina nuclear entre EEUU y Rusia exige un cambio fundamental en su relación mutua y en la relación igualmente tensa entre EEUU y China. Las grandes potencias ya no pueden seguir un juego de suma cero para ver quién sale victorioso. Es posible que uno de ellos emerja por encima del montón, pero el montón bien puede ser un montón de cenizas global.

Las armas nucleares son una amenaza directa creada por el hombre para la supervivencia de nuestra especie. Su eliminación podría lograrse dentro de una década si los líderes de los estados con armas nucleares se comprometieran a hacerlo. Y el proceso de negociación de un cronograma verificable y exigible para el desmantelamiento de estas armas establecería un nuevo paradigma cooperativo en las relaciones internacionales que les permitiría abordar la otra amenaza existencial más compleja que plantea la crisis climática. La eliminación de las armas nucleares no es una fantasía caida del cielo. Es una necesidad absoluta para nuestra supervivencia. No hemos sobrevivido hasta ahora en la era nuclear debido a un liderazgo sabio, una doctrina militar sólida o una tecnología infalible. Como observó célebremente Robert McNamara, “Tuvimos suerte. Fue la suerte lo que evitó la guerra nuclear”. La esperanza de una buena suerte continua es una política de seguridad insana. La determinación de eliminar estas armas es una política basada en la realidad y nos ofrece el único camino aceptable a seguir.

Es imperativo que la crisis actual se resuelva por medios diplomáticos. Es igualmente imperativo que las naciones con armas nucleares aprendan de esta peligrosa situación y actúen para eliminar el peligro de una guerra nuclear de manera definitiva, iniciando cuanto antes negociaciones para la eliminación total de estas armas, como propugna la campaña Back from the Brink, para que que todos cumplan con el Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares.

 
médico, es expresidente de Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear, ganador del Premio Nobel de la Paz de 1985, cofundador y expresidente de Médicos por la Responsabilidad Social, la filial estadounidense de IPPNW. Ha publicado estudios sobre las consecuencias médicas de la guerra nuclear en el New England Journal of Medicine, el British Medical Journal y el World Medical Journal .
Fuente:
https://www.thenation.com/article/world/ukraine-russia-nuclear-threat/
Traducción:
Enrique García
Temática: 


 

El Banco de Inglaterra solo tiene una solución contra la inflación: que paguen los trabajadores

Daniela Gabor

 

La decisión del Banco de Inglaterra de subir los tipos de interés es peligrosa e irresponsable

Dominik A. Leusder

 

Reino Unido: "economygate"

Michael Roberts

 

Keynes, un espíritu optimista radical

Andrés Imperioso

 

Alemania: El capital no conoce el perdón

Simon Zeise

 

La austeridad causó la estanflación en los setenta en EEUU

Andrew Elrod

 

EEUU: Las relaciones de fuerza entre el capital y el trabajo y la superchería de la "espiral salarios-precios"

Robert Reich

 

EEUU: el despilfarro del presupuesto de defensa y la nueva carrera de armamentos

William D. Hartung


EEUU: el despilfarro del presupuesto de defensa y la nueva carrera de armamentos

William D. Hartung 

13/02/2022

2021 fue otro año excepcional para el complejo militar-industrial, ya que el Congreso aprobó un gasto casi récord de 778.000 millones de dólares para el Pentágono y para investigaciones en materia de ojivas nucleares en el Departamento de Energía. Son 25.000 millones de dólares más de lo que había solicitado el Pentágono.

Hay que destacar la enorme cantidad de dinero de los contribuyentes que se destina al Pentágono. El astronómico presupuesto del departamento es, por ejemplo, más de cuatro veces el costo de la versión más reciente del plan Build Back Better [Reconstruir mejor"] del Presidente Joe Biden. Un plan al que se opusieron -horrorizados- el senador Joe Manchin (demócrata de Virginia Occidental) y otros conocidos conservadores fiscales. Naturalmente, no pestañearon cuando llegó el momento de dilapidar cada vez más dinero de los contribuyentes en el complejo militar-industrial.

Se oponen al Build Back Better mientras se inyecta tanto dinero en el Pentágono, lo que es el colmo de la hipocresía cuando se trata del presupuesto y la seguridad nacional. La Oficina Presupuestaria del Congreso calculó que, si se mantienen las tendencias actuales, el Pentágono podría recibir una cantidad monumental de más de 7,3 billones de dólares durante la próxima década, más de lo gastado durante la década de mayor intensidad de las guerras de Afganistán e Irak, una época en la que había hasta 190.000 soldados estadounidenses sólo en esos dos países. Lamentablemente, pero como era de esperar, la decisión del presidente Joe Biden de retirar las tropas (y las empresas contratistas) estadounidenses de Afganistán no produjeron ningún dividendo en lo que respecta a la paz. Por el contrario, cualquier ahorro derivado del retiro de Afganistán ya se está invirtiendo en programas que buscan contrarrestar a China, la amenaza preferida por Washington para justificar su presupuesto (aunque, por el momento, aparezca eclipsada por la posibilidad de una invasión rusa de Ucrania). Un argumento utilizado pese a que los gastos militares estadounidenses son tres veces superiores a los de China.

El presupuesto del Pentágono no sólo es gigantesco, sino que está plagado de despilfarros: desde enormes sobreprecios en los repuestos hasta armas que no funcionan y cuyo precio es prohibitivo, pasando por guerras interminables con inmensas consecuencias humanas y económicas. En otras palabras, el nivel actual de gastos del Pentágono es innecesario e irracional.

Piezas de repuesto excesivamente caras

El sobreprecio de las piezas de recambio del Pentágono tiene una larga y poco gloriosa historia. Durante la presidencia de Ronald Reagan [1981-1989] en la década de 1980, alcanzó su máxima visibilidad pública . En aquel momento, la cobertura mediática de los asientos de inodoros a 640 dólares y las cafeteras pagadas 7.600 dólares provocó la indignación del público y una serie de audiencias en el Capitolio, lo que reforzó la determinación de los miembros del Congreso. Durante esos años, limitaron efectivamente al menos los peores excesos de la escalada militar de Reagan.

Esas historias de precios no surgieron de la nada. Son obra de personas como el legendario denunciante del Pentágono Ernest Fitzgerald [ingeniero de la Fuerza Aérea y denunciante]. Fue conocido por primera vez cuando denunció los esfuerzos de las Fuerzas Aéreas por ocultar miles de millones de dólares de sobrecostos en el enorme avión de transporte C-5A de Lockheed. En ese momento, Verne Orr, quien había sido Secretario de la Fuerza Aérea [1981-1985], lo describió como "el hombre más odiado de la Fuerza Aérea". Ernest Fitzgerald y otros informantes del Pentágono pasaron a ser fuentes de Dina Rasor, una joven periodista que empezó a llamar la atención de los medios de comunicación y de los representantes del Congreso sobre los sobreprecios de las piezas de recambio y otras monstruosidades militares. Finalmente, formó una organización, el Proyecto sobre Adquisiciones Militares, para investigar y denunciar el despilfarro, el fraude y los abusos. Esta organización acabó convirtiéndose en el Project on Government Oversight (POGO), el organismo de control actualmente más eficaz sobre los gastos del Pentágono.

Un reciente análisis de POGO, por ejemplo, documentó la mala conducta de TransDigm [material aeronáutico], un proveedor de piezas de recambio al que el inspector general del Departamento de Defensa descubrió cobrando al Pentágono hasta un 3.800% de más, ¡sí, 3800%  más caro! -en productos de uso común. La empresa sólo pudo hacerlo porque, extrañamente, las normas de contratación del Pentágono impiden a los funcionarios contratantes obtener información precisa sobre lo que debería o podría costar la fabricación de un determinado artículo a la empresa proveedora.

En otras palabras, gracias a la normativa del Pentágono, estos funcionarios encargados de la supervisión están literalmente ciegos cuando se trata de controlar los costos. Las empresas que suministran a los militares aprovechan esta circunstancia. De hecho, la Oficina del Inspector General del Pentágono descubrió más de 100 cobros excesivos sólo por parte de TransDigm, por un valor de 20,8 millones de dólares. Una auditoría completa de todos los proveedores de piezas de repuesto permitiría sin duda encontrar miles de millones de dólares malgastados. Y esto, por supuesto, repercute en los costos cada vez más elevados de los sistemas de armamento, una vez terminados. Como dijo una vez Ernest Fitzgerald, un avión militar no es más que una colección de "piezas de recambio carísimas que vuelan en formación".

Armas que EEUU no necesita a precios inadmisibles

Otro de los aspectos del despilfarro del Pentágono son las armas que no necesitamos a precios inadmisibles; sistemas de armamento que, aunque cuesten sumas astronómicas de dinero, no cumplen su promesa de mejorar nuestra seguridad. El ejemplo más claro de estos sistemas caros y disfuncionales es el avión de combate F-35, una aeronave con múltiples misiones que, finalmente, no es capaz de efectuar. El Pentágono necesita comprar más de 2.400 F-35 para las Fuerzas Aéreas, los Marines y la Marina. El costo estimado de la adquisición y explotación de estos aviones a lo largo de su vida útil es de 1.700.000 millones de dólares, lo que lo convertiría en el proyecto armamentístico más caro jamás emprendido por el Pentágono.

Érase una vez (como en un cuento de hadas) una idea para la creación del F-35: construir un avión que, bajo varias variantes, fuera capaz de realizar muchas tareas diferentes a un costo relativamente bajo, con un ahorro potencial generado por las economías de escala. En teoría, eso significaba que la mayoría de las piezas de los miles de aviones que se iban a construir serían las mismas para todos. Este enfoque demostró ser un fracaso absoluto hasta el momento, hasta el punto de que los investigadores de POGO están convencidos de que, probablemente, el F-35 nunca estará totalmente preparado para el combate.

Sus fracasos son demasiado numerosos para detallarlos aquí, pero algunos ejemplos deberían bastar para sugerir por qué el programa debe reducirse significativamente, o cancelarse por completo. En primer lugar, aunque está destinado a brindar apoyo aéreo a las tropas de tierra, ya demostró que no está bien diseñado para ello. De hecho, esta tarea ya la realiza mucho mejor y más barata el actual avión de ataque A-10 "Warthog". Una evaluación del Pentágono de 2021 sobre el F-35 -y no olvidemos que se trata del Departamento de Defensa, no de un experto externo- encontró 800 defectos no resueltos en el avión. Algo típico de sus interminables problemas: un casco de alta tecnología extremadamente caro y que no es especialmente funcional, a un costo de 400.000 dólares cada uno, y que se supone que le da a su piloto una conciencia especial de lo que ocurre alrededor, debajo del avión y en el horizonte. Y tampoco hay que olvidar que el F-35 será increíblemente caro en cuanto a su mantenimiento y ya cuesta la friolera de 38.000 dólares por hora de vuelo.

En diciembre de 2020, el presidente de la comisión de servicios armados de la Cámara de representantes, Adam Smith [demócrata de Washington], dijo finalmente que estaba "cansado de inyectar dinero en el agujero sin fondo del F-35". Incluso el antiguo Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, el general Charles Brown, reconoció que no podía cumplir su propósito original -ser un caza de bajo costo- y que tendría que ser complementado con un avión más barato. Lo comparó con un Ferrari, y añadió: "No vas en un Ferrari al trabajo todos los días, sólo lo utilizas los domingos". Una confesión sorprendente, teniendo en cuenta las afirmaciones iniciales de que el F-35 sería el avión de caza barato y ligero de la Fuerza Aérea y el caballo de batalla por excelencia para las futuras operaciones aéreas.

Ya no queda claro cuál es la razón para construir más F-35 en un momento en que el Pentágono está obsesionado con la preparación de una posible guerra con China. Después de todo, si China es la preocupación ( sin duda exagerada), es difícil imaginar un escenario en el que los cazas entren en combate contra aviones chinos, o se dediquen a proteger a las tropas estadounidenses en tierra, en un momento en el que el Pentágono se está centrando cada vez más en los misiles de largo alcance, las armas hipersónicas y los aviones no tripulados como sus armas preferidas contra China.

Cuando todo lo demás falla, el argumento de reserva del Pentágono para el F-35 es el número de puestos de trabajo que creará en los estados o condados de los congresistas clave. Resulta que prácticamente cualquier otra inversión pública aportaría más puestos de trabajo que el F-35. Sin embargo, tratar los sistemas de armamento como programas de trabajo ha contribuido durante mucho tiempo a inflar el gasto del Pentágono mucho más allá de lo necesario para garantizar una defensa adecuada de Estados Unidos y sus aliados.

Y este avión no es ni mucho menos el único en la continua historia de gastos excesivos del Pentágono. Muchos otros sistemas también merecen ser consignados al basurero de la historia, sobre todo el Littoral Combat Ship-LCS [fragatas ligeras furtivas], esencialmente un F-35 basado en el mar. Igualmente diseñado para múltiples funciones, este barco también ha fracasado en todas las formas imaginables. La Armada está tratando de encontrar una nueva misión para el LCS, con poco éxito.

A eso se suma la compra de portaaviones obsoletos por valor de hasta 13.000 millones de dólares y a gasto previsto de más de un cuarto de billón de dólares en un nuevo misil con armas nucleares, conocido como Ground-Based Strategic Deterrent (GBSD). Estos misiles con base en tierra se encuentran, según el ex secretario de Defensa William Perry [1994-1997], "entre las armas más peligrosas del mundo", ya que en pocos minutos, un presidente podría tomar la decisión de lanzarlos en caso de ataque nuclear enemigo. En otras palabras, una falsa alarma (de la que ha habido muchos ejemplos durante la era nuclear) podría provocar una conflagración nuclear mundial.

La organización Global Zero [cuyo objetivo es reducir drásticamente las armas nucleares] ha demostrado de forma convincente que la eliminación total de los misiles terrestres, en lugar de la construcción de otros nuevos, haría que Estados Unidos y el resto del mundo estuvieran más seguros, dejando una pequeña fuerza de submarinos y bombarderos con armas nucleares para disuadir a cualquier nación de iniciar una guerra nuclear. La eliminación de los ICBM (misiles balísticos intercontinentales) sería un primer paso saludable y rentable hacia la "cordura nuclear", como el ex analista del Pentágono Daniel Ellsberg y otros expertos lo han demostrado sobradamente.

La estrategia de defensa estadounidense «Cover-the-Globe»

Y sin embargo, por increíble que parezca, no he mencionado aún el mayor despilfarro de todos: la estrategia militar de "cobertura global", que incluye una "huella" planetaria de más de 750 bases militares, más de 200.000 soldados estacionadas en el extranjero, enormes y costosos portaaviones flotando eternamente en los siete mares, y un enorme arsenal nuclear que podría destruir la vida tal como la conocemos (con miles de ojivas en reserva).

Basta con mirar los costos humanos y económicos de las guerras estadounidenses posteriores al 11-S para ver la absoluta insensatez de esa estrategia. Según el Proyecto sobre los costos de la guerra de la Universidad de Brown, los conflictos dirigidos por Estados Unidos en este siglo han costado 8 billones de dólares o más, con cientos de miles de víctimas civiles, miles de soldados estadounidenses muertos y cientos de miles más que sufren lesiones cerebrales traumáticas y trastornos de estrés postraumático. ¿Y para qué? En Irak, Estados Unidos allanó el camino para un régimen sectario que contribuyó luego a crear las condiciones para que el ISIS (Daech) invadiera y conquistara grandes partes del país, antes de ser repelido (sin haberlo derrotado completamente) pagando el precio de muchas vidas y secuelas. Mientras tanto, en Afganistán, tras un conflicto que estaba destinado al fracaso en la medida en que se convirtió en un ejercicio de "construcción de la nación" y de contrainsurgencia a gran escala, los talibanes están ahora en el poder. Es difícil imaginar una condena más elocuente de la política de guerra sin fin.

A pesar de la retirada de EE.UU. de Afganistán, en la que la administración Biden tiene un gran mérito, el gasto en operaciones antiterroristas a nivel mundial sigue siendo elevado, a través de las misiones permanentes de las fuerzas de operaciones especiales, a los reiterados ataques aéreos, a la ayuda y el entrenamiento militar permanentes, y a otros tipos de compromiso, sin llegar a la guerra total. Biden tenía la oportunidad de replantear su estrategia, pero optó por un enfoque de statu quo ante, al insistir en mantener bases militares importantes en Medio Oriente, al mismo tiempo que aumentaba modestamente la presencia de tropas en el este asiático.

Cualquiera que haya seguido las noticias sabe -a pesar de los titulares actuales sobre el envío de tropas y aviones a Europa del Este y de armas a Ucrania en respuesta a la acumulación de fuerzas rusas en las fronteras de ese país- que el argumento principal para mantener el presupuesto del Pentágono en su nivel actual sigue siendo la ¡China, China, China! No importa que los mayores retos de Pekín sean políticos y económicos, y no militares. La "inflación de las amenazas" contra China sigue siendo la forma más segura para el Pentágono de obtener aún más recursos, una táctica que ha sido promovida repetidamente en los últimos años, entre otros, por analistas y organizaciones que tienen vínculos estrechos con la industria armamentística y el Departamento de Defensa.

Por ejemplo, en el seno de la Comisión de Estrategia de Defensa Nacional [National Defense Strategy Commission], órgano encargado por el Congreso de criticar el documento oficial de estrategia del Pentágono, más de la mitad de sus miembros pertenecían a consejos de administración de empresas armamentísticas, a consultores de la industria armamentística o a grupos de reflexión fuertemente financiados por empresas armamentísticas.

No es de extrañar que la comisión pidiera un aumento anual del 3 al 5% en el presupuesto del Pentágono para el futuro inmediato. Si se siguiera este plan, tendremos que hablar de un billón de dólares al año a mediados de esta década, según un análisis de Taxpayers for Common Sense. En otras palabras, ese aumento sería insostenible en un país con tantas otras necesidades, pero eso no impedirá que los halcones del presupuesto del Pentágono lo utilicen como bandera.

En marzo de este año, se espera que el Pentágono publique su nueva estrategia de defensa nacional y su presupuesto para 2023. Hay algunos pequeños atisbos de esperanza, como los informes de que la administración podría abandonar algunos de los peligrosos (e innecesarios) programas de armas nucleares puestos en marcha por la administración Trump.

Sin embargo, el verdadero reto -elaborar un presupuesto que aborde cuestiones reales de seguridad como la salud pública y la crisis climática- requeriría una nueva mentalidad y una presión pública persistente para recortar el presupuesto del Pentágono, reduciendo al mismo tiempo el tamaño del complejo industrial militar. Si no se produce un cambio de rumbo significativo, el 2022 volverá a ser un año brillante para Lockheed Martin y otros grandes fabricantes de armas, en detrimento de la inversión en los programas necesarios para combatir los retos más urgentes, desde las pandemias hasta el cambio climático y la desigualdad mundial.

 
colaborador habitual de TomDispatch, es director de investigaciones del Quincy Institute for Responsible Statecraft, autor de "Profits of War: Corporate Beneficiaries of the Post-9/11 Surge in Pentagon Spending" (Proyecto sobre los costos de la guerra de la Brown University's the Costs of War Project and the Center for International Policy, setiembre de 2021) y asesor principal del Security Assistance Monitor.
Fuente:
https://tomdispatch.com/what-a-waste/
Traducción:
Correspondencia de Prensa


 

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"Ucrania se enfrenta a una crisis, pero la guerra no es inevitable". Entrevista

Volodymyr Ishchenko


"Ucrania se enfrenta a una crisis, pero la guerra no es inevitable". Entrevista

Volodymyr Ishchenko 

13/02/2022

Si has confiado en los medios de comunicación mayoritarios para seguir los eventos en Ucrania en los últimos ocho años, entonces lo más probable es que lo que sepas esté equivocado. A pesar de, o más probablemente, porque la crisis en Ucrania ha sido una prioridad tanto en la política exterior de los Estados Unidos como en su política interna en los últimos años, la historia del país y sus conflictos internos han sido algunos de los temas más utilizados como propaganda para el público occidental.

El Dr. Volodymyr Ishchenko, sociólogo e investigador asociado del Instituto de Estudios de Europa del Este, ha pasado años escribiendo sobre la política ucraniana, la Revolución Euromaidán 2014 y la caótica intersección de protestas, movimientos sociales, revolución y nacionalismo. Recientemente habló con Branko Marcetic de Jacobin sobre lo que el público occidental necesita entender sobre Ucrania y el actual enfrentamiento internacional.

BM | ¿Por qué los funcionarios ucranianos y los gobiernos europeos están adoptando posturas tan diferentes de los EEUU y el Reino Unido sobre la cuestión de las perspectivas de una invasión rusa a Ucrania?

VI | La diplomacia coercitiva rusa y la acumulación de fuerzas militares son solo una parte, porque también hay acciones diplomáticas paralelas. Otra parte es esta campaña mediática sobre la inminente invasión, que tiene su propia lógica autónoma, está impulsada por diferentes intereses y no debe tomarse como un reflejo objetivo de las acciones rusas. También tiene este carácter de reforzar la escalada de tensión. El objetivo principal de esta campaña probablemente ni siquiera sea Rusia o Ucrania, sino Alemania, que se supone que está más cerca de sus aliados de la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico Norte].

Ucrania al principio ni siquiera se dio cuenta de esta campaña en los medios occidentales. Luego intentó explotar la campaña solicitando más armas y pidiendo sanciones preventivas contra Rusia. Solo hace unas dos o tres semanas, el gobierno ucraniano comenzó a hacer declaraciones muy explícitas de que la invasión no es realmente inminente, que hemos estado bajo la amenaza rusa desde 2014 y que estamos acostumbrados, y que según su inteligencia, esta amenaza no es mayor de lo que era en la primavera del año pasado (durante la etapa anterior de la acumulación de fuerzas rusa, que se hizo públicamente con intenciones muy claras).

Esta campaña mediática occidental ha tenido consecuencias muy materiales y negativas para la economía ucraniana. La moneda ucraniana ha comenzado a devaluarse, los inversores han comenzado a irse, particularmente en el mercado inmobiliario ucraniano, y el gobierno tiene bastante miedo de que incluso sin una invasión real, la economía ucraniana pueda meterse en problemas bastante graves por esto. Pero no lo tomaría como un simple engaño estratégico.

BM | ¿Por qué Ucrania es un país tan importante, tanto para Rusia como para Occidente y Estados Unidos?

VI | Económicamente, Ucrania es en realidad un gran fracaso. Si nos fijamos en los indicadores económicos, Ucrania es probablemente uno de los muy, muy pocos países del mundo que no ha alcanzado su nivel de PIB per cápita de 1990. Hubo un enorme declive económico en los años 90, y luego Ucrania no creció como sus vecinos de Europa del Este. No vivimos mejor que al final de la Unión Soviética, a diferencia de Polonia, por ejemplo, o incluso Rusia o Bielorrusia.

Para Rusia y para los Estados Unidos, es un territorio a través del cual se transporta gas natural. Hubo algunas iniciativas para tener un consorcio tripartito: Rusia como proveedor de gas, la Unión Europea como consumidor y Ucrania como territorio de transito. Pero fueron torpedeadas en las décadas de 1990 y 2000, particularmente por el lado ucraniano, y el resultado fue que Rusia acaba de construir varios oleoductos alrededor que no pasan por Ucrania. El Nord Stream 2 es quizás el más peligroso para Ucrania, porque puede hacer obsoletos los oleoductos ucranianos.

Desde un punto de vista militar, Rusia dice que Ucrania puede ser importante porque si la OTAN comienza a desplegar armas ofensivas, hay cohetes que pueden llegar a Moscú en cinco minutos desde territorio ucraniano. La estrategia defensiva rusa durante siglos fue la expansión, con el fin de empujar su frontera lo más al oeste posible, creando profundidad estratégica, lo que hizo fracasar las invasiones de Napoleón Bonaparte y Adolf Hitler, aunque las guerras contemporáneas no se libran de la misma manera que hace medio siglo o dos siglos.

Para los Estados Unidos, Ucrania es un punto caliente potencial contra Rusia. Si Ucrania es un foco de tensión potencial con Rusia, que podría servir para debilitar a Rusia y obligarla a desviar sus recursos, por ejemplo, en caso de una escalada china. Algunas personas comentan ahora con bastante cínismo: "¿Por qué no dejar que los rusos invadan Ucrania y hagamos de Ucrania otro Afganistán para Rusia?" Rusia gastaría muchos recursos, se vería afectada por nuevas sanciones, probablemente el gaseoducto Nord Stream también estaría bajo sanciones, y no está tan claro durante cuánto tiempo Rusia sobreviviría a una gran escalada de la tensión en Ucrania. Esa podría ser una razón por la que esta guerra [en la región de Donbass] ha durado tanto tiempo: no hay ningún interés real en que acabe. Hubo varias oportunidades para hacerlo en 2019 y 2015, y el gobierno de los Estados Unidos no hizo todo lo que pudo.

BM | ¿Cuál es la relación entre Ucrania y Rusia, ya que la larga y complicada historia de los países provoca muchas de las divisiones políticas y culturales de la Ucrania moderna?

VI | No hay nada cercano a un consenso sobre este tema. Algunas personas de izquierda, como algunos marxistas ucranianos en el siglo XX, argumentaron que Ucrania era una colonia rusa, y al menos en el Imperio Ruso, fue explotada económicamente. La historia es diferente bajo la Unión Soviética, cuando Ucrania se desarrolló muy rápidamente y terminó siendo una de las partes más desarrolladas del país, una de las razones por las que la crisis postsoviética fue tan grave. Otros dirían que Ucrania se parecía más a Escocia en el Reino Unido, y ni siquiera se parece a las relaciones entre las metrópolis occidentales y sus colonias en África o Asia, o incluso entre Rusia y Asia Central, o Rusia y Siberia.

Para muchos rusos, Ucrania es parte de su percepción de la nación rusa. Simplemente no pueden imaginar Rusia sin Ucrania. En el Imperio Ruso, existía la idea de que los rusos, ucranianos y bielorrusos eran tres partes de un mismo pueblo. Y esta narrativa fue reiterada recientemente por Vladimir Putin, en un artículo donde afirma que los ucranianos y los rusos son un mismo pueblo, dividido artificialmente.

Esta narrativa tiene una larga historia en el pensamiento imperial ruso. Desde esta perspectiva, se ven las relaciones entre Ucrania y Rusia como una competencia de al menos dos proyectos de construcción nacional. Uno afirma que Ucrania no es parte de Rusia; los ucranianos son un pueblo separado. Esta narrativa es la mayoritaria en Ucrania en este momento. Sin embargo, este proyecto de construcción nacional no ha tenido éxito por completo, a pesar de tres revoluciones que han tenido un contenido de construcción nacional muy fuerte, que ocurrieron en 1990, 2004 y 2014. Otra narrativa afirmaría que los ucranianos son en realidad parte de una unidad eslava oriental más grande y que este proyecto de construcción nacional no se realizó debido a la debilidad de la modernización en el Imperio Ruso.

Sin embargo, esta discusión preocupa solo a una pequeña parte de la sociedad ucraniana, especialmente a los intelectuales. Para los ucranianos comunes, no es la pregunta más importante. Según las encuestas realizadas durante los treinta años transcurridos desde la independencia, las cuestiones de los empleos, los salarios y los precios han estado en la cima, mientras que la identidad, el idioma, las relaciones geopolíticas, la UE, Rusia y la OTAN siempre estuvieron en la parte baja de las prioridades ucranianas.

BM | Algunos comentaristas dicen que debido a que la extrema derecha no ha tenido mucho éxito en las elecciones posteriores a Maidán, su papel en el país es insignificante. ¿es verdad?

VI | El papel de los nacionalistas radicales en la política ucraniana es significativo, a través de la presión directa sobre el gobierno y la difusión de narrativas. Si se analizan las políticas reales que aplicó el gobierno posterior a Maidán, ahí está el programa de los partidos nacionalistas radicales, en particular la descomunización, la prohibición del Partido Comunista de Ucrania y la ucranización, lo que significa expulsar al idioma ruso de la esfera pública ucraniana. Muchas cosas sobre las que la extrema derecha hizo campaña antes de Maidán fueron implementadas por políticos que no son nominalmente de extrema derecha.

La radicalización nacionalista es una compensación en buena parte de la falta de cambios revolucionarios después de la revolución. Si comienzas, por ejemplo, a cambiar algo en la esfera ideológica, cambiar el nombre de las calles, quitar cualquier símbolo soviético del país, quitar las estatuas de Vladimir I. Lenin de muchas ciudades ucranianas, creas una ilusión de cambio sin cambiar realmente en la dirección de las aspiraciones del pueblo.

La mayoría de los partidos relevantes son en realidad máquinas electorales de redes clientelistas específicas. Las ideologías suelen ser totalmente irrelevantes. No es difícil encontrar políticos que hayan cambiado entre campos completamente opuestos en la política ucraniana varias veces durante sus carreras.

Los partidos nacionalistas radicales, por el contrario, tienen ideología, han motivado a activistas y, en este momento, probablemente sean los únicos partidos en el sentido real de la palabra "partido". Son las partes más organizadas y movilizadas de la sociedad civil, con la movilización en la calle más fuerte. Después de 2014, también obtuvieron los recursos necesarios para la violencia: tuvieron la oportunidad de crear unidades armadas afiliadas y una amplia red de centros de entrenamiento, campamentos de verano, cafés para reunirse y revistas. Esta infraestructura tal vez no exista en ningún otro país europeo. Se parece más a la política de extrema derecha de la década de 1930 en Europa que a la política europea contemporánea de la extrema derecha, que no depende tanto de la violencia paramilitar, sino que es capaz de ganar a una parte bastante amplia del electorado.

BM | ¿Cuáles son algunos de los aspectos incomprendidos o desconocidos de la Revolución Euromaidán de 2014 de los que el público occidental puede no ser consciente?

VI | En Occidente, se ha vuelto dominante la narrativa de las ONG profesionales, que fueron una parte importante del levantamiento de 2014. Pero definitivamente no representaban toda la diversidad de este levantamiento y representaban aún menos la diversidad de este gran país. En sus narrativas, esta fue una revolución democrática y pacífica contra un gobierno autoritario dirigido por Viktor Yanukovich, que probablemente sea uno de los pocos gobernantes en el mundo que ha sido derrocado por dos revoluciones.

Esta narrativa de las ONG profesionales y los intelectuales liberales nacionalistas fue retomada por los medios de comunicación occidentales y los funcionarios occidentales, en parte porque era lo que querían escuchar. Y los funcionarios occidentales apoyaron la Revolución Maidán de forma bastante abierta. Para la UE en ese momento, fue bastante útil, porque mientras la gente en Grecia quemaba banderas de la UE, la gente en Ucrania las enarbolaba.

El miedo a los nacionalistas radicales inspiró las protestas contra Maidán en las zonas surestes de Ucrania. Rusia decidió abastecer y, en un momento crucial, intervenir e impedir la derrota de los rebeldes separatistas en la región. El resultado es que una parte de Donbass, una región ucraniana oriental, fuertemente industrializada y urbanizada, ahora está bajo el control de las llamadas repúblicas populares que deberían ser vistas más o menos como estados títeres rusos.

BM | ¿Cómo espera que se resuelva esta crisis?

VI | Espero que haya una solución pacífica a la crisis. Todos tenemos que esperar que los rusos no inicien una invasión estúpida y que no comiencen a escalar, no solo en Donbass, sino más allá.

Cualquier progreso en la aplicación de los acuerdos de Minsk, que tratan de cómo integrar los territorios separatistas prorrusos de nuevo en Ucrania, sin duda sería útil para la desescalada. Aunque la mayoría de los ucranianos no están contentos con los acuerdos de Minsk, principalmente porque han demostrado ser ineficaces desde 2015 y no han traído la paz a Donbass, no son inherentemente inaceptables. De hecho, las protestas reales contra los acuerdos de Minsk fueron bastante pequeñas y no fueron realmente apoyadas por la mayoría de los ucranianos.

Pero hasta ahora, el gobierno de Ucrania no quiere aceptar Minsk. Encuentra diferentes excusas para no hacer lo que acordó con Francia, Alemania y Rusia. Una de las razones son las amenazas violentas muy explícitas de la sociedad civil nacionalista en Ucrania, que perciben Minsk como una capitulación para Ucrania. Para los nacionalistas, Minsk significa reconocer la diversidad política de Ucrania: que los ucranianos disidentes no son simplemente zombis de la propaganda rusa, y no son traidores a la nación; que tienen razones muy racionales para no estar de acuerdo con la narrativa nacionalista y tienen una percepción alternativa de Ucrania.

Si el gobierno ucraniano se tomara en serio la implementación de los acuerdos y no buscar excusas como las amenazas arguidas por los nacionalistas, podrían pedir ayuda a Occidente, dada la posición muy consolidada de los Estados Unidos y la UE, para la rápida implementación de los acuerdos de Minsk. Sin duda sería útil para el gobierno ucraniano y desmovilizaría a la parte nacionalista de la sociedad civil, especialmente aquellas que dependen directamente de la ayuda financiera de Occidente.

 
investigador ucraniano asociado al Instituto de Estudios de Europa del Este, Freie Universität Berlin. Es autor de varios artículos académicos y entrevistas sobre la política ucraniana contemporánea, Euromaidán y la guerra posterior en 2013-14, publicados en Post-Soviet Affairs, Globalizations y New Left Review. Es editor del libro colectivo, "El levantamiento de Maidan: movilización, radicalización y revolución en Ucrania, 2013-2014" .
Fuente:
https://www.jacobinmag.com/2022/02/us-russia-nato-donbass-maidan-minsk-war
Traducción:
Enrique García


 

[Todas las traducciones y todos los textos originales de SP electrónico están protegidos por la Licencia Creative Commons]

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