¡¡ SERÁ DESDE YAK, REGUERA DE PÓLVORA,... ESTÁ INMERSA, EN LA GUERRA CIVIL MUNDIAL,...EN ACCIÓN --- ¡¡.
Luciano Medianero Morales-fb.com ¡¡.
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¡¡ BARATILLO QUE MANDAN LOS ESTADOS DE LA EURAKA,...A UKRAS,...Y A OTROS LUGARES DE GUERRA,... Y MIREN, TODAS CUASIN,...ORQUESTATADAS POR LA ONU-OTAN-EURAKA-PACTO SHANGAI,RUSISKICHINISTA,...¡¡, SE DESCUBRIO, LA GRAN GEOPOLITICA DE LA CLASE IMPERIALISTA MUNDIAL,..¡¡¡.
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¡¡ QUÉ HAY DETRÁS DE LA GUERRA DE-EN UKRAS--????¡¡..... ES COMO CUANDO HEMOS REALIZADO CAMPAÑA SOBRE SI VES A ALGUIEN CUANDO TE MIRAS AL ESPEJO,...Y DETRÁS DEL ESPEJO, QUÉ HAY, QUÉ ESCONDE,...SIESKE-ESKONDE ¡¡. -- /// *** Y LA GRAN PREGUNTA,...QUÉ HAY DETRÁS DE LAS POSTURAS, IDEAS, DISCURSOS DE LXS PERIODISTXS,...¡¡ ¿¿ QUÉ HAY, DE LO QUE DECÍAMOS DEKE,...AR FINAL TODO ER MUNDO SEGUIRÁ AL P. VOX,ABASCALISTA,...¡¡. UNA DESGRACIA MÁS, UNIDA FUERTEMENTE A LAS OTRAS DEMÁS,..¡¡.
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¡¡ AR FINAL DESTROZARÁN SUS METRÓPOLIS TAN PRECIOSAS Y COSTOSAS,...¡¡. "" YA LO DECÍAMOS,...AUNQUE ERA UNA LASTIMIKA,...PERO ENDICIAN " NAPOLEON LA GUERRA ES LA GUERRA,...LA CONQUISTA CUESTA SANGRE, SACRIFICIO, DESTRUCCION YA,..ENDESPUES TODO SE HARÁ MÁS BONITO,...DESGRACIA DE LA VIDA,...LA HUMANA,... >>> CONSTRUIR, PARA DESTRUIR, RECONSTRUIR,...REPRODUCCIÓN DEL AGOTAMIENTO DE RECURSOS, DE LAS VIDAS,...Y DE LAS VIDAS HUMANAS INTERCULTURALES,... ¿¿¿¿¡¡ QUÉL,...??????¡¡¡¡¡¡.
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Farsa y tragedia en el PP
Fernando Gil
Casado y los boyardos
Como un traje muy raído, el Partido Popular ha reventado por las costuras. La creciente tensión entre Isabel Ayuso y Pablo Casado ha degenerado en un conflicto que ha llegado a los órganos de dirección del partido. …
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Farsa y tragedia en el PP
Fernando Gil
Casado y los boyardos
Como un traje muy raído, el Partido Popular ha reventado por las costuras. La creciente tensión entre Isabel Ayuso y Pablo Casado ha degenerado en un conflicto que ha llegado a los órganos de dirección del partido.
La causa aparente ha sido la amenaza de Casado de desvelar la mediación del hermano de Ayuso en unos contratos de la CAM, adjudicados en las favorables condiciones dictadas por la urgencia sanitaria, que facilitan trámites y rebajan el control del gasto público. En esos contratos, Tomás Díaz Ayuso habría recibido la cantidad de 283.000 euros por ejercer unas funciones que están por determinar. El caso, denunciado en su día por la oposición, fue enterrado con precipitación y brusquedad por la presidenta de la Asamblea.
Nada nuevo en la gestión del PP en Madrid, que, al parecer, sigue motivada por la consigna de las “oportunidades de negocio”, lanzada en 2008 por el consejero de Sanidad, Juan José Güemes, para anunciar el comienzo de la privatización de la sanidad madrileña. Poco de lo ocurrido en Madrid desde hace un cuarto de siglo se puede entender al margen del objetivo prioritario de sus gobernantes de desmantelar el patrimonio público en beneficio del capital privado, propósito que está en la médula de la derecha española, y que se ha mantenido durante la pandemia.
Inicialmente, la amenaza de Casado parecía coherente con la intención de suscitar un cambio en el PP, dejando incluso la sede de Génova, reformada con dinero “negro”, para huir de un pasado marcado por la corrupción, pero, quizá asustado por los posibles efectos de su audacia, canceló la amenaza. Esa renuncia mostró su debilidad y aceleró la ofensiva de Ayuso, que, en un gesto de consumada populista, asumió su ensayado papel de víctima -“Me han robado la presunción de inocencia”- y movilizó a sus huestes. Y lo que parecía una discrepancia entre personas -un desigual choque de egos entre un tonto y una mujer astuta- derivó en un conflicto que ha abierto al partido en canal, dada la rápida toma de posiciones.
Los cambios de opinión han sido rápidos y los desplazamientos personales, también. Todo se ha precipitado alrededor de Casado, que ha sido incapaz de responder con eficacia a la táctica de su rival, devenida en un golpe palaciego promovido por la aspirante al trono, seguido por la rápida y colectiva deserción de quienes formaban el séquito del príncipe destronado. Produce vergüenza contemplar el precipitado abandono del presidente del PP, hasta dejarle sólo con tres leales, para pasarse en tropel al bando de los insurgentes, que arropa a Ayuso y, de rebote, a su hermano, sin ver lo que Casado apuntaba en la COPE (18/2/2022), cuando señaló la inmoralidad de facilitar los negocios de la familia mientras morían cada día 700 personas por covid, en Madrid, que, justo es recordar que fue, en 2020, la región europea con la tasa más alta de mortalidad producida por el virus.
Lo sucedido recuerda la conjura de los boyardos contra Iván IV (ahora que Rusia está lamentablemente “de moda”), pero sin atribuir a Casado el apelativo de el Terrible, que realmente merece Ayuso, una mujer con gran ambición y mucha prisa, que, crecida a la sombra de una experta en intrigas y asesorada por su Rasputín, ha impulsado hacia delante los acontecimientos siguiendo la doctrina de avanzar sin dar tregua al adversario, el cual mostró pronto que no estaba a la altura de su rival, al renunciar a la defensa que tenía en la mano, que era el expediente sobre los negocios del hermano. De los cuales la propia Ayuso reconoce su existencia, aunque reduce el estipendio percibido a 55.000 euros, aduce que ella directamente no adjudicó contrato alguno y que todo era legal, y denuncia, además, el espionaje a su familia, inducido por el secretario general del PP, García Egea, sobre la base de documentos filtrados desde la Moncloa, pues no pierde ocasión de culpar a Sánchez de lo que convenga. Egea y Carromero, un pececillo de los que viven en las nutritivas aguas del concejo de Almeida, han sido las primeras víctimas de escopeteros que quieren abatir piezas de caza mayor, pero no desdeñan la volatería.
A instancia de Más Madrid, PSOE y UP, que han llevado el caso a la Fiscalía Anticorrupción, la justicia decidirá sobre esta -parece que los contratos del hermanito rebasan la docena- y quizá otras adjudicaciones efectuadas durante la pandemia, sobre las que convendría detenerse a investigar para aclarar el destino de ingentes cantidades de dinero público gastadas, entre otras cosas, en erigir la pirámide de Ayuso, que es el hospital Zendal. Pero lo que llama la atención es la masiva y precipitada toma de posición en las filas “populares” contra Casado, que ha actuado como debía revelando un caso de corrupción, para apoyar a la dirigente presuntamente corrupta, cuya conducta revela, que, en la Comunidad de Madrid, en el PP las cosas siguen como siempre, bajo un manto de opacidad y propaganda, un gasto que con Ayuso ha aumentado en más del doscientos por cien.
El vuelco hacia Ayuso, que actúa como una virgen dolorosa perseguida por un victimario, se ha dado no sólo entre las bases más activas, sino en todos los barones regionales del PP, que han convertido a Casado en el chivo expiatorio de los males del partido.
Lo que revela, en primer lugar, la persistencia de viejos usos en los dirigentes, que, respecto a la corrupción y a cómo se resuelven las diferencias internas -con intrigas y espionaje-, no muestran propósito alguno de enmienda, ni dolor de corazón, aún menos intención de decir los pecados al confesor -la fiscalía o la agencia tributaria- ni cumplir la penitencia -con dimisiones-, como prescribe el catecismo de la doctrina cristiana, que en el PP conocen al dedillo, pero contra la cual están vacunados con varias dosis de neoliberalismo económico y de franquismo tardío, que fortalecen las defensas de la conciencia laxa; cuánto más laxa, mejor para los negocios.
Viejas cuentas
En este vuelco en favor de la presunta, se perciben varias cosas. La primera es la emergencia de viejos conflictos, hasta ahora mantenidos en estado latente. La segunda es el rápido agotamiento del máximo dirigente y del joven equipo salido del congreso de 2018. La tercera es que no se percibe intento alguno de rectificar respecto a la causa de la moción de censura contra Rajoy, en junio de 2018. Que no fue una conjura de Sánchez con separatistas y bolivarianos, sino una medida legal, provocada por la negativa a admitir su responsabilidad y convocar elecciones, ya que, tras la sentencia condenatoria de la Audiencia Nacional en el caso Gurtel, el PP carecía de legitimidad para gobernar el país.
Rajoy, que desde 2016 daba muestras de estar cansado (recuérdese que rechazó la petición del Rey de intentar la investidura, que faltó a la última sesión de la moción de censura y que dejó hacer al “procés” catalán), presentó su renuncia a presidir el partido y, en 2018, por primera vez el PP celebró unas elecciones primarias para elegir a su sucesor, que resultó ser Casado, casi empatado en apoyos (34,27%) con Soraya Sáenz de Santamaría (36,95%). Tras recibir el apoyo de Cospedal, resultó elegido presidente del PP con el 57% de los votos, en el XIX Congreso, celebrado en julio de 2018.
Casado, un típico cachorro de Nuevas Generaciones, sin otra vida profesional que hacer de meritorio en tareas subalternas revestidas de relumbrón, formó su equipo con gente joven afín al aznarismo, pero sin contar con nadie de la vieja guardia de Rajoy, del que fue vicesecretario general de comunicación y a quien quiso dejar atrás como una etapa superada. Al desaire de no integrar en su equipo a nadie de los que representaban casi la mitad de los afiliados, se unía la personalidad del secretario general, García Egea, que actuaba más como un general que como secretario, cuyo estilo, tosco y poco dado a compromisos, dejaba atrás enemigos derrotados y agraviados.
El equipo de jóvenes mostraba una renovación del PP, que no era realmente política y menos aún ideológica, puesto que se escoraba hacia la derecha, sino generacional, y en esto enlazaba con la aparición de nuevos partidos, como Podemos, Ciudadanos y Vox, dirigidos por gente más joven, que llegaban al palenque político nacional con intención no sólo de competir con el PSOE y el PP, sino de desplazarlos del preeminente lugar que ocupaban.
Casado se encontró con una situación nueva, que era la crisis del bipartidismo provocada por las nuevas fuerzas en ascenso, en la que el PP se vio sometido simultáneamente a dos tensiones: una hacia el centro, por la influencia de Cs, y otra hacia la derecha, por el discurso de Vox, que resultaba familiar en las filas “populares”. Sometido a esa doble presión, Casado no supo jugar su baza o, mejor dicho, las jugó todas, oscilando de una postura a otra y tratando de atender en un momento u otro a las dos almas del partido. Quizá la falta de programa venga de ahí, de la dificultad de elaborar un programa común para un partido escindido ante las posibles alianzas de gobierno, sin olvidar la comodidad que proporciona estar en la oposición diciendo a todo que no, sin precisar propuesta alguna, y a la vez, emitiendo un discurso muy crispado, en competencia con Vox, que puede dar la impresión de que se ha superado la etapa de haber pertenecido a la “derechita cobarde”.
El suicidio político de Rivera, deslumbrado también por el discurso de Abascal, y el subsiguiente hundimiento del Cs por falta de utilidad, han privado al PP del contrapeso necesario a su tendencia natural de inclinarse (más) a la derecha.
Una legislatura demasiado larga
Después de la etapa de inestabilidad 2016-2019, la fragilidad de los apoyos de Sánchez para lograr la presidencia del gobierno surgido de las elecciones de noviembre de 2019 -las segundas en ese año- se interpretó por la derecha como anuncio de una legislatura corta y propicia para desplegar una ofensiva destinada a derribarlo.
Políticamente, los factores estaban dados por la cantidad y diversidad de los apoyos recibidos por el primer gobierno de coalición de España desde la época de la II República, basado además en el recelo entre los dos socios principales -PSOE y UP- que, presumiblemente, se vería acentuado por la presión de unos socios menores poco fiables, cuyas exigencias lo pondrían contra las cuerdas. Sólo bastaba empujar desde la oposición, negar cualquier apoyo, retener -contra la Constitución, la sensatez y el sentido de Estado- el poder conservador en instituciones que debían renovarse y aplicar la táctica de tierra quemada ensayada con Zapatero, para lograr la caída de un gobierno “ilegítimo” y “antiespañol”, para el PP; “comunista y criminal”, para Vox.
La pandemia del coronavirus, como un repentino y desconocido adversario para cualquier gobierno, vendría en apoyo de la derecha rencorosa, que puso en marcha una oposición política sin principios ni visión de Estado, para desgastar al Gobierno desde dentro de España y desde fuera, tratando de utilizar la Unión Europea para lesionar el interés nacional y sin importar el efecto sobre los ciudadanos, ilustrada con un discurso apocalíptico sobre el hundimiento de España, el mandato de ETA, el presunto aliento a la secesión catalana, el final de la familia, el ataque a la moral y un largo etcétera de graves peligros que habían conducido al país a su etapa más oscura.
No obstante, el Gobierno no sólo resistía el envite, sino que, contra el pésimo pronóstico, incluso avanzaba, reformaba, legislaba, se hacía oír en Europa y conseguía aprobar los Presupuestos del Estado. Algunos dirigentes del PP se impacientaban, porque el crispado discurso de Casado, Egea, Gamarra, Ayuso y Almeida no había logrado impedirlo y además se habían alejado de aliados naturales como la Iglesia y la CEOE, mientras veían como Vox, su más directo competidor, crecía en las encuestas. El propio Aznar había reconocido el vacío de la ausencia de programa y señalado que no veía ventajas a gobernar “con Le Pen”. Con lo cual, el mensaje estaba claro, pero el PP depende, cada día más, del apoyo de Vox, como se ha visto en las recientes elecciones de Castilla y León, cuya precipitada convocatoria es otro de los grandes errores de Casado.
La legislatura, que se presumía corta, se alarga; el tiempo pasa; tras la sexta ola, la pandemia remite y el Gobierno no cae; en consecuencia, Casado sobra. Se le ha terminado el plazo concedido y debe dimitir, porque ahora entran las prisas, pues llegan los fondos europeos y hay que coger algo, gestionar algo, “pillar” algo, antes de que Sánchez los administre y se lleve todo el mérito de la recuperación económica.
Un error, otro, lleva a Casado a enfrentarse a Ayuso, tratando de acabar con su competencia al destapar el turbio asunto de su hermano, pero la presidenta de la CAM reacciona, logra el apoyo de sus bases y de los barones del Partido, y entonces Casado advierte que está solo.
El miércoles 23 de febrero -vaya fecha-, en la sesión de control al Gobierno, Casado se despidió con un discurso breve y medido, que no logró hacer olvidar lo dicho desde el mismo escaño durante dos años, pero se le puede perdonar por la importancia del momento. Quien tenga memoria recordará que Casado no se ha distinguido por entender “la política desde la defensa de los más nobles principios y valores”, ni tampoco “desde el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros”, como afirmó en su intervención.
Por su parte, Sánchez le deseó lo mejor en el terreno personal, pero le recordó lo que ha sido la labor de la oposición y aseguró que no convocará elecciones anticipadas para no aprovechar la debilidad del contrario.
Acabada la breve alocución, con que cerraba su breve etapa como presidente del PP, Casado, recibió el aplauso de quienes le habían abandonado unas horas antes, para apostar por un presunto ganador aún sin confirmar, porque lo que estaba claro era que no le querían a él. Todo fue bastante patético, incluso miserable, en la bancada de la oposición.
La defenestración de Casado coincide con la renuncia de otros dos jóvenes, que llegaron a la actividad política para arreglar las cosas con mucha prisa y ideas confusas en la cabeza. Rivera, Iglesias y ahora Casado son fracasados dirigentes, que venían a remozar la clase política, pero han abandonado pronto tal empeño; son tigres de papel, que dirían los maoístas de antes.
Concluido el episodio, la crisis en el PP se ha resuelto rápidamente con el acuerdo general de cerrar la brecha y buscar a toda prisa un nuevo presidente, que se pretende sea Feijoo, al que no se le han ahorrado parabienes, con tal de que acepte lo que ya parece un designio popular.
Feijoo, un cacique gallego en tierra de caciques (recuerden a Baltar en Orense, a Cacharro en Lugo y a Rajoy en Pontevedra), tiene el mérito de haber logrado cuatro victorias electorales en Galicia, aunque el resto del país es distinto, y tiene en contra una trayectoria no exenta de irregularidades y unas amistades bastante peligrosas, aunque ninguna de esas circunstancias ha sido hasta ahora un serio obstáculo para los votantes del PP.
Dada la prisa por cerrar la crisis con un nuevo presidente del Partido, cabe preguntar si habrá unas elecciones primarias, en las que varios candidatos se midan por sus méritos, o si la coyuntura exige una unanimidad a la coreana en torno a un líder indiscutido. Se atisba, pues, la llegada de un nuevo dirigente por aclamación, para cerrar la crisis y que todo siga igual mediante un pacto de vasallaje suscrito por una temporada. En tanto dure, todo el poder a Feijoo.
Pacto que durará hasta que Ayuso, una vez haya arreglado las cosas para salir indemne del asunto de su hermano, decida que ya es hora de encabezar el partido a escala nacional y postularse como la primera mujer que puede llegar a la Moncloa. Entonces, Feijoo estará perdido, la ciudadanía con menos posibles, también, y seguramente se pondrán a temblar los ancianos.
Madrid, 28 de febrero de 2022.
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¡¡ ZÍL,...DESPUES DEL CIGARRITO, VAMOS A CONVOCAR AR PUTIN, AR J. BIDEN, A LUZ PAPAS DE TODAS LAS IGLESIAS SAQUEADORAS,... Y LES INVITAREMUS A UNA FIESTECITA EN EL ESCORIAL Y ENDESPUES AR MONASTERIO UBICADO EN LA KARA OCURTA DE LA LUNA EN PODER DER ESTADO R.P. CHINUSKA,...¡¡ QUE VAMOS A HACER,...SIEMPRE CON ER PERMISUS DE LUZ LUNÁTIKUS LUKYSTAS,... -- POZ, PERMIZUS CONCEDIDUS,... Y SIN BILLETE DE RETORNO,...¡¡ ENTENDIDO CHABALXS,...¡¡.
¡¡ SERÁ DESDE YAK, REGUERA DE PÓLVORA,... ESTÁ INMERSA, EN LA GUERRA CIVIL MUNDIAL,...EN ACCIÓN --- ¡¡.
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1Luciano Medianero Morales
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