TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO VIEJO Y NUEVO IMPERIALISMO
Hamza Alavi
I
“El imperialismo anuncia el advenimiento de la revolución socialista” escribía Lenin en una época en que los corazones de los revolucionarios estaban llenos de la visión apocalíptica de una transformación social que debía seguir a la desintegración del capitalismo agonizante. El capitalismo de los monopolios iba hacia los estertores de su crisis general; el imperialismo era la fase suprema de su evolución. Los movimientos de liberación nacional en los territorios coloniales constituían un factor importante del proceso revolucionario, ya que socavaban las posiciones del imperialismo y agravaban sus contradicciones. Desde Lenin los combates de los movimientos de liberación nacional en los territorios coloniales han conducido a la conquista de la independencia, al menos de la independencia formal y a la liquidación de la dominación directa. Al mismo tiempo, ha surgido un grupo de Estados socialistas que se sitúa sin equívocos fuera de la órbita imperialista. Han pasado veinte años desde que comenzó, después de la última guerra, la liberación a escala mundial de los territorios coloniales. Si esta evolución significa el fin de la dominación colonial directa, la crisis final que debía marcar el fin del capitalismo monopolista y anunciar la era del socialismo todavía no se ha verificado. Se plantean dos órdenes de problemas.
En primer lugar,
¿en qué medida la expansión imperialista ha contribuido a mantener la dinámica capitalista?
¿En qué ha sido afectada por el acceso de los pueblos coloniales a la independencia?
Si la expansión colonial cumple una función necesaria en el proceso del desarrollo capitalista en virtud de las salidas que ofrece a los excedentes de capital –medio que permite conjugar la ineludible “crisis de realización”–, el acceso de los territorios coloniales a la independencia
¿debe automáticamente provocar una interrupción brusca de la economía de los países metropolitanos?
Las potencias imperialistas,
¿han encontrado el modo de reconquistar su vitalidad y salvaguardar sus propios intereses económicos al anular la independencia recientemente adquirida por los antiguos territorios coloniales?
O todavía más,
¿el capitalismo monopolista ha encontrado una dinámica nueva que le permita continuar funcionando aunque la posibilidad de expansión colonial le esté vedada?
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Estos problemas, que se refieren a las condiciones de la crisis general del capitalismo, son esenciales para el estudio de la estrategia de la revolución socialista en los países metropolitanos. Pero este problema se puede considerar también desde el ángulo de los nuevos Estados que deben hoy emprender la transformación de su economía de tipo colonial.
¿Cuál es la realidad de este tercer mundo del que se supone que ellos forman parte?
¿Qué tipo de relaciones se han instituido entre las potencias imperialistas y los nuevos Estados?
¿Las viejas relaciones entre explotadores y explotados, entre el imperialismo y las habitantes de esos países, han cedido su lugar a una nueva era de cooperación, o la ayuda es prestada y administrada según métodos apropiados para favorecer el desarrollo económico de las antiguas colonias?
¿Qué finalidades estrictas persigue el capitalismo monopolista de los países avanzados al tratar con esos países y qué medios utiliza?
Examinaremos algunos aspectos del debate sobre el imperialismo y el capitalismo contemporáneo que se han revelado en el curso de los últimos diez años, y las preguntas formuladas serán estudiadas bajo la doble luz de ese debate y de la situación actual. Hoy, sin embargo, el debate puede ser tratado bajo otro aspecto totalmente distinto. Ha sido estimulado ante todo por el hecho de que, a pesar de ciertas crisis menores, la gran crisis económica –por todos esperada inmediatamente después de la última guerra– no se ha producido. En segundo lugar, hubo el desafío lanzado por los defensores del capitalismo que afirmaban que una revolución social y tecnológica había transformado la naturaleza de ese sistema. Es paradojal el hecho de que a pesar de que ese debate se desarrolló a la luz de la revolución colonial en pleno crecimiento, el papel del imperialismo o la importancia de su liquidación fueron apenas planteados. No obstante, es necesario, comprender sobre todo que este debate se ha desarrollado en el clima intelectual de la guerra fría y que lleva su impronta. Hoy los cambios acontecidos en la situación mundial y, más particularmente, la gran confrontación abierta en el seno mismo del movimiento comunista internacional han contribuido a situar esas preguntas en un contexto totalmente distinto. 124
TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
El fondo del problema consiste en apreciar las condiciones objetivas que deben determinar la estrategia de los movimientos socialistas. La tarea de dichos movimientos se reduciría a fin de cuentas a la simple espera de la maduración de las condiciones objetivas si se estima que el crecimiento de las fuerzas objetivas –la agravación de la rivalidad interimperialista, la erosión de las bases del imperialismo consecutivo a la victoria de los movimientos de liberación nacional, la exasperación de las contradicciones internas del desarrollo capitalista– provocará ineluctablemente, tarde o temprano, su caída dramática. Pero la tarea de los movimientos socialistas aparecería a la vez como inmediata e imperiosa si se admitiera que la crisis del capitalismo, tal como es, está ya en curso: no una caída dramática, sino una lenta deriva hacia el estancamiento, enmarcado por la concentración cada vez más notable del poder de los monopolios en los países metropolitanos y el retorno de la expansión de los monopolios en los países de ultramar.
II
Antes de examinar las obras contemporáneas relativas a ese problema, nos parece útil subrayar ciertos elementos de la teoría leninista. La base teórica para el análisis del imperialismo propuesta por Lenin es la teoría de Marx sobre la crisis de reproducción y de “realización”. La piedra angular de esta teoría es el problema de la salida de los excedentes de capital que aumentan rápidamente, dado el desequilibrio creciente –inherente al sistema capitalista– entre las fuerzas productivas en expansión y el consumo limitado. Lenin ha examinado el capitalismo en una nueva fase histórica: la del capitalismo monopolista, que ha sucedido a la fase de libre competencia estudiada por Marx. En esta nueva etapa histórica, sin embargo, el problema esencial seguía siendo el de la salida del excedente de capitales en crecimiento. Lenin hacía observar que la exportación de capitales, que era un aspecto característico de esta nueva etapa, ofrecía ahora una salida al capital excedente y acordaba al capitalismo un respiro temporario retardando el momento en que sus contradicciones llegadas a su madurez provocaran la crisis. El poco espacio que Lenin concede a este problema en su capítulo relativo a la exportación de capitales no disminuye en nada la importancia crucial del problema para la teoría de la crisis. Lenin escribía: 125 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi
“Se produjo un enorme ‘excedente de capital’ en los países avanzados... Es claro que si el capitalismo hubiera podido desarrollar la agricultura... si hubiera podido elevar el nivel de vida de las masas... no habría motivo para hablar de un excedente de capital... La necesidad de la exportación de capitales obedece al hecho de que en algunos países el capitalismo ‘ha madurado excesivamente’ y el capital... no dispone de campo para su colocación ‘lucrativa’.” 185 Según Lenin, el imperialismo186 era la dominación del capital financiero. “El capital financiero –decía– tiende sus redes, en el sentido textual de la palabra, en todos los países del mundo”. En su polémica con Kautsky, Lenin señalaba que “lo característico del imperialismo es precisamente la tendencia a la anexión, no sólo de las regiones agrarias, sino incluso de las más industriales (apetitos alemanes respecto de Bélgica, de los franceses en cuanto a Lorena), pues, en primer lugar, la división ya terminada del globo obliga a proceder a un nuevo reparto, a alargar la mano hacia toda clase de territorios; en segundo lugar, para el imperialismo es sustancial la rivalidad de varias grandes potencias en sus aspiraciones a la hegemonía, esto es, a apoderarse de territorios, no tanto directamente para sí, como para debilitar al adversario y quebrantar su hegemonía.”187 Era claro entonces que la expansión estaba dirigida principalmente hacia los “países atrasados”, donde la posibilidad de exportar capitales era particularmente atrayente en razón del nivel elevado de las ganancias debido a la escasez de capitales, al bajo costo de la tierra y de las materias primas, y al bajo nivel de los salarios. Se pueden distinguir aquí tres cuestiones ligadas a la teoría leninista del imperialismo. En primerlugar,se debe considerar el papel de la exportación de capitales en tanto salida del capital excedente acumulado en el marco de una economía metropolitana y que retarda así la crisis de “realización”. Para tratar esta cuestión, hay que examinar las condiciones de desarrollo de los países capitalistas avanzados y las diversas salidas que se ofrecen a la masa del capital acumulado. ¿La exportación de capitales es la única salida posible?Veinte años antes de escribirsu librosobre el imperialismo, 185 V. I. Lenin, “El imperialismo...”, op. cit., cap. IV, pp. 253-254. 186 Ibid., pp. 257-258. 187 Ibid., p. 283. 126 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
Lenin había iniciado con los populistas una polémica que se instalaba precisamente en el problema de la posibilidad de “la expansión interior del capitalismo”.188 El desarrollo del mercado interior, observaba, es posible a pesar del consumo limitado de las masas (o a pesar de la ausencia de salidas exteriores) porque para desarrollar la producción (para “acumular” en el sentido cabal del término) es necesario ante todo producir los medios de producción y, con ese fin, desarrollar el sector de la producción social que fabrica losmedios de producción. En consecuencia, hay que atraer a ese sector a los trabajadores que crean entonces una demanda para los artículos de consumo. Resulta así que “el consumo” se desarrolla después de la “acumulación”. 189 De este modo, indica Lenin, la plusvalía acumulada podría ser absorbida hasta cierto punto, gracias a la expansión relativa del sector productor de los medios de producción. Pero para el capitalismo esto sería sólo provisorio ya que, en última instancia, la expansión de la capacidad de producción no puede proseguir sino sobre una base restringida de consumo. Sin embargo, se comprueba aquí que Lenin entrevio dos alternativas posibles de expansión capitalista: la expansión interior a través de la expansión relativa del sector que produce los medios de producción, y la expansión exterior a través de la exportación de capitales. La segunda cuestión, que no debe confundirse con la anterior, es la de la fuerza motriz que impulsa a la expansión exterior del capitalismo. La teoría leninista reconoce aquí dos elementos: uno es el crecimiento del capitalismo monopolista y su carrera por la hegemonía. El otro es la diferencia entre la tasa de ganancia obtenida en la metrópolis y el atractivo de una tasa muy superior garantizada por la explotación colonial. En la tesis de Lenin estos dos factores se combinan para dar nacimiento a una fuerza poderosa que tiende a la expansión de ultramar. La cuestión reside en saber si existen siempre los mismos motivos para la exportación de capitales. Hay que preguntarse igualmente,si el capitalismo monopolista ha elaborado nuevas formas de expansión de ultramar y juzgar la importancia relativa de esas nuevas formas respecto de la exportación de capitales. Esto constituye el objeto del apartado V de nuestro estudio. 188 V. I. Lenin, El desarrollo del capitalismo en Rusia, en Obras, cit., III, cap. 1. 189 V. I. Lenin, Para una caracterización del romanticismo económico, en Obras, cit., II, p. 145.
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En tercer lugar, está el problema de la naturaleza parasitaria del imperialismo y del papel del “tributo” impuesto por la explotación colonial en tanto soporte de la prosperidad del país metropolitano. Lenin no examinaba a fondo las consecuencias de la repatriación de la plusvalía extraída de los países coloniales que se agrega a la plusvalía ya acumulada en los países metropolitanos y para la que hay que encontrar una salida. Teóricamente, cuanto mayor es el “tributo”, más grande es la dificultad que se les crea a ese respecto a los países metropolitanos. Toda estimación de las incidencias de la exportación de capitales debe hoy tener en cuenta las consecuencias de la reimportación de las utilidades obtenidas de las colonias. Además, ocurre con frecuencia que el ingreso corriente que proviene de las inversiones de ultramar supera ampliamente el monto de las exportaciones de capitales para las inversiones en el extranjero. Sin embargo, los autores modernos no han abordado el problema del “tributo” colonial desde este punto de vista. Palme Dutt examina el papel de ese “tributo” en la prosperidad de Gran Bretaña, e identifica lo que considera la crisis británica con una caída brutal de ese “tributo”.190 Barrat Brown critica a Palme Dutt al respecto y sostiene que en los años de posguerra los ingresos provenientes de ultramar “alcanzaron apenas el nivel de los años treinta, años en los que Gran Bretaña estaba muy lejos de la prosperidad”. En realidad, toda la polémica entre Palme Dutt y Barrat Brown puede reducirse al hecho de que el primero ve en la situación de posguerra un período de crisis imputable a una reducción del monto del “tributo” colonial, mientras que el segundo considera este período como una fase de prosperidad basada en los factores nacionales de crecimiento, en comparación con los cuales el monto de los ingresos de ultramar es insignificante. Barrat Brown señala que, deducida la remuneración de los capitales extranjeros invertidos en Gran Bretaña, el ingreso proveniente de los países de ultramar era apenas superior al uno por ciento del producto nacional. Es difícil entonces aceptar que este ingreso haya sido la base de la prosperidad británica después de la segunda guerra mundial. En todo caso, la base sobre la que Barrat Brown calcula el monto del “tributo” y evalúa su importancia para Gran Bretaña, es decir, el ingreso neto de las inversiones exteriores como porcentaje del producto neto nacional,...
190 R. Palme Dutt, Britain and the Crisis of the British Empire (1953). Ver igualmente Palme Dutt sobre El fin del Imperio de Strachey en “Political Affairs” (marzo 1960), pp. 62-64.
128 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
,... suscita algunas objeciones. Ante todo, es preciso considerar el ingreso bruto de la inversión exterior y no una cifra obtenida mediante la deducción de los pagos en favor de las inversiones extranjeras en Gran Bretaña, ya que este pasivo existe independientemente de la inversión exterior británica. Si el ingreso de las inversiones de ultramar, en sentido inverso, ha ayudado a Gran Bretaña a hacer frente a sus compromisos, ésto se refiere al papel que desempeñaron en la economía nacional los ingresos provenientes de las colonias. En segundo lugar, como lo demostraremos en el apartado V, la transferencia de las ganancias y dividendos provenientes del exterior representan una parte solamente de los beneficios extraídos de lasinversiones de ultramar. Fundamentalmente por razones de índole fiscal, una parte del ingreso obtenido del exterior es “gastada” en el lugar, en concepto de gastos de representación, de comisiones, royalties, etc., y figura en el balance de pagos en el rubro de pagos por “servicios”. Es necesario tener en cuenta también que una parte considerable de las ganancias retorna a la metrópolis bajo la forma de ganancia monopolista realizada sobre el valor de las mercancías vendidas en el exterior en condiciones particulares, como se verá igualmente en el apartado V. Así, también la cifra correspondiente al ingreso bruto de las inversiones daría lugar a una subestimación del valor real de ese ingreso. En tercer lugar, se debe considerar el ingreso de las inversiones de ultramar como un complemento del excedente disponible acumulado en la metrópolis; sería entonces más indicado compararlo con la inversión interior neta antes que con el ingreso nacional global. De las cifras suministradas por Barrat Brown surge que en los años de posguerra el ingreso bruto de las inversiones de ultramar ha sido del 3,3% al 4% del producto nacional global y al 6-10% de la inversión interior neta. Por lo tanto, el ingreso de la inversión de ultramar representa en Gran Bretaña una parte de ningún modo despreciable del excedente disponible para la acumulación de capital, inmenso aunque se base en una cifra que nosotros consideramos una subestimación de la magnitud real del excedente proveniente de los países de ultramar. La importancia de este flujo de ingresos provenientes de las inversiones de ultramar es mayor todavía para los países subdesarrollados de ultramar de donde se extraen esos ingresos. Para no hablar de los países extremadamente pobres del África, en los que la mayor parte del excedente proviene de un sector de la economía dominado totalmente por el capital extranjero, tomemos como ejemplo el caso de la India, que se puede considerar como la ex,...
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,... colonia más emancipada de la tutela del capital extranjero. De la India, el capital extranjero no retira menos de un cuarto del total de las ganancias realizadas en el sector capitalista privado, como lo veremos más ampliamente en el apartado V. En fin, de las cifras suministradas por Barrat Brown191 resulta que el porcentaje máximo de la inversión exterior neta en relación al producto nacional ha sido del 1,2% en el período 1948- 1949; en otros términos, las exportaciones de capitales representaban una fracción solamente del ingreso obtenido de los países de ultramar. De los tres puntos considerados aquí examinaremos sobre todo el primero, el relativo a la función de la exportación de capital como salida para el excedente acumulado en la economía metropolitana, y la tesis sobre el derrumbamiento del sistema. El último problema –sobre la amplitud del “tributo” impuesto a los países de ultramar– nos remite al punto primero en lamedida en que losreflujos de capital, correspondientes al “tributo”, deben ser balanceados con las salidas correspondientes a la exportación de capitales, si se quiere valorar su efecto neto respecto a la cuestión de la utilización del excedente. El segundo punto, relativo al problema de la recuperación de la expansión de los países de ultramar será examinado en la sección quinta.
III
Desde el fin de la segunda guerra mundial, dos autores han abordado el tema del imperialismo desde el punto de vista del papel de la exportación de capitales como soporte de la dinámica del desarrollo capitalista. Por una parte, John Strachey estima que la exportación de capitales no tiene nada que ver con la dinámica del capitalismo contemporáneo y que, en consecuencia, no hay más motivos para la expansión al exterior. Víctor Perlo, por el contrario, considera la exportación de capitales como un factor primordial que ha permitido al hipertrófico capitalismo americano continuar funcionando. Michael Barrat Brown rechaza estas dos posiciones y pone en duda la validez del “análisis de Hobson” (y en consecuencia, de Lenin) 191 M. Barratt Brown, After Imperialism, 1963, p. 296.
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,... “quien consideraba que el imperialismo era función de las inversiones de ultramar, y ésta última función a su vez de la declinación de las posibilidades de inversiones en el interior, causada por la falta de poder adquisitivo de las masas... Ni el fin del imperio, ni la parte creciente de los salarios en el ingreso nacional han puesto término a las inversiones de ultramar.”192 Víctor Perlo expone la posición ortodoxa al escribir: “Es en los Estados Unidos, el más poderoso de los países capitalistas, donde los factores inherentes a la decadencia imperialista se manifiestan de la manera más brutal. Si las inversiones americanas en el exterior se han acrecentado desde 1930, el aparato productivo y sobre todo las ganancias de los monopolios gigantes, se han desarrollado más rápidamente todavía... Paralelamente, el mercado interno, inflado por el desarrollo producido durante la segunda guerra mundial, ha cesado de desarrollarse y tiende a contraerse. La presión del excedente de capital disponible para la exportación es incomparablemente mayor que aquélla de la que hablaban, hace cincuenta años, Hobson y el senador Beveridge.”193 Los datos propuestos por Perlo no parecen, sin embargo, apuntalar esta opinión. El indica que la inversión exterior privada de los EE.UU., ha pasado de los 17 mil millones de dólares en 1930 a 19 mil millones en 1949, o sea un aumento de sólo dos mil millones, cifra muy exigua comparada con el aumento de 14 mil millones de dólares registrado en el período precedente, de 1919 a 1930. Es muy difícil sostener, sobre la base de estas cifras, la tesis de un crecimiento de las tasas de las inversiones privadas en el exterior. En la posguerra, sin embargo, los capitales exportados por cuenta del gobierno de los Estados Unidos han aumentado en enormes proporciones y es necesario agregar esas cifras a las de la inversión privada si se desea obtener el monto total de las inversiones en el extranjero. Según Perlo, el gobierno de los EE.UU. detenta 14 mil millones de dólares de inversiones en el extranjero, pero en ausencia de todo dato complementario sobre esta cifra y sobre la fuente de la que fue obtenida, es imposible saber lo que encubre exactamente. De acuerdo con un estudio de la balanza de pagos de los Estados unidos efectuado por el Departamento de comercio,... 192 Ibíd., p. 330.
193 Víctor Perlo, American Imperialism, New York, 1951, p. 31. 131 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi
,... el monto neto de la ayuda acordada por el Gobierno de los EE.UU. y el monto de las exportaciones de capitales a título gubernamental ha sido de 21.346 millones de dólares, de 1946 a 1949 inclusive. Pero este era un período excepcional para tales transacciones y en los años que siguieron, su volumen anual se ha visto reducido a menos de la mitad de la cifra arriba citada. Sin embargo, para ubicar este problema en su justa perspectiva, será útil comparar la importancia de las exportaciones de capitales con las otras soluciones practicadas estos últimos años para utilizar el excedente disponible. Según un estudio de R. A. Gordon.194 que trata del período 1929-1951, el porcentaje de las inversiones en el extranjero con relación al producto nacional bruto no ha pasado del 1% sino en el curso de los años 1938-1940 (cuando alcanzó el 2,2%) y 1946-1947 (cuando alcanzó el 3,8%). En los años sucesivos esta proporción estuvo por debajo de la cuota del 1%. En comparación, desde fines de la segunda guerra mundial, la inversión privada interna bruta ha variado entre el 13 y el 18% del ingreso nacional, mientras que los gastos públicos han representado del 12 al 19% y los gastos de consumo del 62 al 70% de ese ingreso. Es claro que las variaciones registradas en el monto de la inversión interior y los gastos públicos han sido para la economía americana factores mucho más importantes que la inversión en el extranjero, la que, en este contexto, puede considerarse como un factor de escasa importancia. Además, es necesario tener en cuenta, por un lado, el flujo de capitales que salen de los Estados Unidos y están destinados a la inversión extranjera, y por otro lado las entradas de los fondos que representan el excedente de los capiteles americanos en el exterior, que se agrega a los excedentes ya disponibles en el mercado interno de los Estados Unidos. Según un estudio publicado por las Naciones Unidas,195 “el monto de los beneficios y de los dividendos reimportados por las empresas americanas en el extranjero es a menudo igual y a veces superior a las salidas de capitales americanos destinados a las inversiones directas.”
194 R. A. Gordon, “Investment Opportunities in the U.S. Before and After World War II”, The Business Cycle in the Post-war World, Erik Lundberg, 1955, p. 284. 195 Le mouvement intemational des capitaux privé», 1959-1958. U.N. Department of Economic and Social Affairs, New York, 1959, p. 29.
132 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
,... De hecho, esto es lo que se extrae del balance de pagos de los Estados Unidos durante el período 1950-1960 (inclusive): frente a una salida de 20 mil millones de dólares a título de inversión exterior privada y de 23 mil millones de dólares de fondos públicos, existe un reflujo de 19 mil millones de dólares constituido por inversiones extranjeras a largo y corto plazo y 25 mil millones de dólares que representan el producto de las inversiones americanas en el extranjero. Por las razones precedentemente indicadas, el monto del ingreso de las inversiones extranjeras es subestimado con relación al valor real de los ingresos obtenidos, gracias también a las operaciones comerciales en el extranjero. En consecuencia, si se considera el problema en su conjunto, es forzoso constatar que las salidas de medios financieros por las exportaciones de capital son anuladas por el reingreso de otros capitales. Las observaciones de Palme Dutt relativas a la recuperación de las exportaciones de capitales por Gran Bretaña, desde el fin de la guerra, merecen ser tomadas en cuenta, ya que aclaran muy significativamente la situación existente en la inmediata posguerra y nos permiten comprender las razones de esta exportación de capitales. En los años que siguieron a la guerra, escribía:
“la política británica se ha fijado como principal objetivo la reanudación de la exportación de capitales, la reconstitución de la acumulación de capitales británicos de ultramar, aún al precio de una penuria de capitales en la metrópolis (subrayado por mí –H. A.). Durante cinco años, de 1947 a 1951 inclusive, el monto de las nuevas inversiones efectuadas por Gran Bretaña en los países de la zona de la esterlina alcanzaron 996 mil millones de libras. Estas nuevas inversiones fueron realizadas en gran parte sobre una base artificial, por medio de préstamos simultáneos, impuestos a las colonias en el curso del mismo período, ya que las reservas en esterlinas de los países de ultramar pertenecientes a la zona de la esterlina han aumentado a 469 millones de libras.”196 196 R. Palme Dutt, op. cit., p. 70. 133 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi Palme Dutt describe aquí una situación diametralmente opuesta a la que trata la teoría leninista.Habla de exportación de capitales en las condiciones generales de una penuria de recursos en la metrópolis mientras que Lenin consideraba la exportación de capitales como salida para los excedentes de capital acumulados por la economía nacional de los países metropolitanos. En segundo lugar, Palme Dutt insiste en el hecho que la exportación de capitales es contrabalanceada por la repatriación de los excedentes; a este respecto hubiera debido considerar no solamente los aumentos en esterlinas, sino la corriente normal que representa el “tributo” extraído de los países de ultramar del que se habla en otras partes de su estudio. Palme Dutt sostiene que la acumulación de las inversiones de ultramar tiene como su principal fuente de financiamiento el excedente extraído de la explotación de los pueblos coloniales. Y escribe: “Inicialmente la base principal de la exportación de capitales británicos, en la segunda mitad del siglo XIX, estaba constituida por las ganancias realizadas por Gran Bretaña gracias a su monopolio de la industria y del comercio mundiales. ‘La exportación’ de los capitales fue en realidad desde un comienzo una reinversión de las ganancias obtenidas en el mercado mundial y provenientes de la explotación a escala mundial.” Michael Barrat Brown se basa en los datos estadísticos citados por A. H. Imlah para sostener la misma tesis. 197 John Strachey, en El fin del imperio,198 toma como punto de partida el argumento leninista sobre el papel de la exportación de capitales. Strachey anota que la teoría del desarrollo capitalista de Marx, que está en la base de la teoría leninista del imperialismo, afirma como postulado “la pobreza creciente de las masas de sus poblaciones”, lo que impide el desarrollo interno de la economía capitalista. Sin embargo, si se examinan los escritos de Lenin sobre el desarrollo del capitalismo en Rusia es fácil comprobar que no es esa una manera correcta de presentar la teoría de Lenin, o, en este caso, de Marx. Strachey prosigue sin embargo en estos términos: 197 M. Barratt Brown, op. cit., pp. 65 y 84. 198 John Strachey, El fin del imperio, op. cit., p. 118. 134 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO “El hecho es que la mayoría, aunque no todos, de los economistas contemporáneos rechazan la afirmación anterior de que los capitalismos maduros poseen por lo menos una tendencia a producir una plétora de capital para la inversión, y, de tal manera, a hacer que los inversionistas busquen salidas en el exterior... La ola imperialista... puede explicarse simplemente por el hecho de que oportunidades de inversión, inmensamente lucrativas, se les presentaron en el exterior. Estas deslumbrantes oportunidades sacaron los excedentes que se creaban en los países imperialistas: no es necesario suponer un “empujón desde atrás”... causado por la insuficiente lucratividad de la inversión en el interior.”199 Parece que Strachey mismo no ha examinado todas las implicancias de su propia declaración. Ha llegado a extraer la conclusión un poco prematura de que EE.UU. no se comprometería en la vía de la expansión imperialista, no solamente por razones tales como el estado de espíritu antiimperialista (él mismo admite que esto no sería un obstáculo a la expansión imperialista), el crecimiento del nacionalismo en los países subdesarrollados y el contrapeso de la Unión Soviética y China, sino también porque la economía americana, según él, ofrece a la expansión interior un campo tan vasto que no hay excedentes de capitales en búsqueda de inversiones más rentables.200 De hecho, tal argumentación no tiene en cuenta los antecedentes del imperialismo americano, ciertos aspectos del cual serán examinados en el apartado quinto. IV La conclusión que se puede extraer de los datos disponibles, a saber que la exportación de capitales no es el factor principal que ha contribuido a mantener el desarrollo del capitalismo en la posguerra, parece está contenida implícitamente en las partes esenciales de la discusión sobre el capitalismo contemporáneo. Esta observación se refiere aquí al primer gran debate sobre la teoría de la crisis desarrollada hacia fines de 1957201 199 Ibíd., 128. 200 Ibíd.., cap. XIX. 201 M. Dobb, “Post-war Development of Capitalism”, Economic Bulletin, British Communist Party, vol. VI, n. 3. Emile Burns, “Is the Crisis Theory Out of Data?”, Marxism Today, octubre 1957. John Eaton, “Crisis Theory and Current Policy”, Marxism Today, nov. 1957. M. Dobb, “Changes in Capitalism Since the Second World War”, Marxism Today, dic. 1957. E. Burns, “The Theory of Crisis - Reply to the Discussion”, Marxism Today, marzo 1958. 135 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi en el interior del Partido Comunista inglés. Entre losfactores determinantes del aplazamiento de la crisis, se señalan: 1) Los gastos públicos destinados a los servicios sociales, a las inversiones públicas y, sobre todo, a los gastos de armamentos. 2) Las inversiones efectuadas por las empresas nacionalizadas. 3) El impacto de la revolución tecnológica de posguerra y la expansión relativa del sector productor de bienes de producción, uno y otro estimulados por los factores 1° y 2°. Estos factores ocupan un lugar preponderante en el simposio publicado por el profesor Tsuru, bajo el título de ¿Adónde va el capitalismo?, y en el que participaron Baran, Bettelheim, Dobb, Galbraith, Kronrod, Strachey, Sweezy y el mismo Tsuru.202 Barrat Brown agrega también otro factor: el efecto estimulante que ha ejercido sobre la economía británica el crecimiento de las exportaciones, crecimiento debido en parte a una modificación de los acuerdos comerciales en favor de los países productores de materias primas y por tanto al aumento del poder de compra de estos países y de su capacidad de importar. Nos resistimos a la tentación de introducirnos en una controversia que ha contribuido a una mejor comprensión de la dinámica del capitalismo contemporáneo. Digamos, sin embargo, que después de haber examinado las consideraciones relativas al funcionamiento ininterrumpido de la economía de los países capitalistas avanzados y de los mecanismos que han contribuido al “aplazamiento de la crisis”, la cuestión de la ineluctabilidad de la crisis sigue en pie. La afectación de una parte de los recursos a los gastos de armamentos y las diversas formas de derroche público y privado inherentes al capitalismo absorben sólo en parte la capacidad productiva en expansión. Pero esos factores no pueden sino alentar el ritmo del crecimiento económico; no pueden eliminar el crecimiento mismo en tanto prosigan la inversión neta y las trans-formaciones tecnológicas. Se afirma también que la expansión relativa del sector que produce medios de producción puede solamente ofrecer un respiro de corta duración, un aplazamiento de la crisis final: por su misma naturaleza, tal expansión no puede menos que acelerar el ritmo de desarrollo económico y acentuar así el desequilibrio entre las fuerzas productivas en expansión y el consumo limitado, desequilibrio que debería provocar una crisis. 202 Shigeto Tsuru, ¿Adonde va el capitalismo?, Oikos, 1965. 136 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO Puede preguntarse, no obstante, qué validezreal tienen estas explicaciones a corto plazo cuando se considera la expansión secular de la economía capitalista. Ciertos marxistas advertidos matizarán las previsiones relativas a la crisis final del capitalismo; nos pondrán en guardia contra toda interpretación mecanicista de esta teoría. Es necesario tener en cuenta –dirán–, el efecto de las contratendencias que pueden provisoriamente contrarrestar las tendencias esenciales que obran en el sentido de la crisis final. Argumentarán que no se puede prever con precisión el momento en que la crisis se desencadenará; pero la ineluctabilidad de esta crisis no puede ser puesta en duda. Pero todos estos argumentos tienen poco peso cuando se considera un período no de algunos años, sino de varios decenios. Ha pasado un siglo desde que Marx escribiera su obra y casi cincuenta años desde los tiempos en que Lenin hablara del advenimiento de la revolución socialista. Tal prolongación de la vida del capitalismo requiere un análisis más profundizado de los cambios acontecidos desde entonces. Se busca a veces resolver la contradicción entre las crisis periódicas y el crecimiento secular del capitalismo recurriendo a la hipótesis –explícita o implícita– según la cual las crisis periódicas contribuirían a restablecer en alguna medida el equilibrio entre las fuerzas productivas hipertrofiadas y una capacidad de consumo limitada. Es precisamente en este sentido que Emile Burns escribe: “Ya que las gananciasse transforman en instrumentos de producción, la capacidad productiva y el volumen real de la producción aumentan; pero el poder adquisitivo de la masa de la población no progresa en la misma medida y resulta de ello una discordancia entre producción y consumo. La crisis pone todo en orden y elimina las capacidades excedentes de una manera u otra...”203 He aquí una hipótesis que requiere un examen más amplio. Dejarla de lado equivaldría solamente a limitarse a constatar que en el curso de los cien últimos años hemos asistido a una vasta expansión de la capacidad productiva (y de la producción) no solamente de los medios de producción, sino también de los medios de consumo. Este aumento de la producción de bienes de consumo ha sido acompañado por una elevación de los ingresos reales de la población, lo que ha permitido a los capitalistas 203 “Marxism Today”, marzo 1958, p. 94 137 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi realizar, gracias a la venta, el valor de esta producción acrecentada. La teoría debe tener en cuenta este hecho y explicarlo. Es necesario agregar que el aumento de la capacidad de consumo puede ser obtenido no solamente a través del aumento de los salarios pagados a los trabajadores ocupados en actividades productivas, sino también mediante el crecimiento relativo del número de los trabajadores “improductivos”, es decir, de los que se ocupan de la administración, venta, actividades financieras, publicidad, etc. Es necesario también anotar que una parte de las capacidades productivas en aumento es absorbida por la masa creciente del derroche público y privado (al que se vincula el empleo de mano de obra improductiva) que es uno de los aspectos más característicos del capitalismo contemporáneo. No es entonces necesario esperar que el aumento de los salarios reales corresponde exactamente al aumento de la productividad de los trabajadores. Para mantener el mecanismo capitalista en condiciones de funcionamiento aparece como una necesidad el aumento de los salarios reales, suficiente para absorber lo que resta de la capacidad productiva acrecentada. Baran se refiere a estadísticas elaboradas por el profesor Barger, de las que surge que: “el período 1909-1956 ha sido caracterizado por un alejamiento considerable entre el aumento de la productividad y aumento de los salarios reales de los obreros productivos. Mientras que la productividad por hombre y por hora de trabajo ha aumentado, en el curso de estos cincuenta años en medida equivalente al 277,1 % para los obreros productivos, los salarios horarios reales medios de estos trabajadores han aumentado solamente en un 230 %...”204 Lo que más nos llama la atención en las cifras citadas es el aumento efectivo de los salarios reales, sin el cual toda la expansión ulterior de la economía sería inconcebible. Y aquí nos enfrentamos a la cuestión más espinosa de la teoría marxista de los salarios. Hace algunos años Maurice Dobb criticó “la interpretación de la denominada ‘ley de la pauperización absoluta’” que por ese entonces era defendida todavía por los economistas soviéticos (y que ha sido siempre sostenida en Francia y recordada de tanto en tanto por la pluma de algún economista marxista, sin que nunca se ponga en duda su validez). 204 Paul Baran, "Reflexiones sobre el subconsumo", en el libro de Tsuru, cit. 138 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO A mi juicio –afirmaba Dobb–, es muy dudoso que Marx haya querido formular una ley de baja continua de los salarios (la ‘ley de la acumulación del capital’, de la que trata en El Capital, hace referencia a la formación de un ejército industrial de reserva). Aunque hubiera sido así, Marx sería el último en considerar que una tendencia así pudiera mantenerse sin sufrir los contragolpes de la lucha de clases, a través de la acción económica y política del movimiento obrero.205 De este modo los marxistas comienzan a reconciliarse con el hecho del aumento de los salarios reales. Es necesario darse cuenta entonces que admitir la posibilidad de un aumento de salarios modifica radicalmente las implicancias del modelo marxista. Marx sostenía que el aumento de los salarios, al incitar a los capitalistas a un grado más elevado de mecanización llevaría a la desocupación tecnológica y habría contribuido a la reconstitución de los efectivos del ejército industrial de reserva. Afirmaba que la concurrencia creciente entre trabajadores en búsqueda de ocupación, consecuencia de la desocupación tecnológica, tendría como resultado una nueva reducción de los salarios. Esta posición deberá ser, no obstante, revisada teniendo en cuenta no solamente la función de los sindicatos en defensa del nivel de salarios, sino también una coyuntura en la que la acumulación opera con ritmos lo suficientemente rápidos como para que los trabajadores desocupados puedan encontrar nuevas ocupaciones en una economía en expansión. En segundo lugar, los efectos de la mecanización creciente y el aumento subsiguiente de la productividad favorecería un aumento de salarios sin por esto reducir la tasa de ganancias. Las incidencias de un trastrocamiento tal de las premisas de la teoría marxista del desarrollo capitalista –que se detiene únicamente en el aumento de los salarios proporcionales al aumento de la productividad–, pero que descuida todos los demás aspectos de los cambios producidos en el sistema capitalista– son ricas en implicancias. Estaríamos entonces en presencia de un sistema dinámico, cuya capacidad productiva se desarrolla continuamente y cuya capacidad de consumo podría acrecentarse con el mismo ritmo. Pero tal conclusión llevaría a una subestimación de los numerosos cambios producidos después de Marx en el funcionamiento del capitalismo monopolista. 205 M. Dobb, “Some Economic Revaluations”, “Marxist Quarterly”, enero 1957. 139 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi Es justamente un error de este tipo el que comete John Strachey 206 cuando subraya, como tema central de su tesis, que los trabajadores pueden obtener aumentos salariales. Pero él descuida muchos otros aspectos del capitalismo contemporáneo, los que ponen en evidencia otras contradicciones (en muchos aspectos nuevas) propias de este sistema. La crítica del capitalismo contemporáneo debe por tanto ser dirigida contra las distorsiones y el derroche propios de un sistema en el que el consumidor no es ya soberano, sino un objeto maniobrado individual y colectivamente (o sea, mediante el instrumento de los gastos públicos) por aquellos que buscan salidas ventajosas para la venta de sus productos. Un sistema en el que las determinaciones de los planes de producción y de inversión por parte de la iniciativa privada deja márgenes muy estrechos para su integración racional. Un sistema donde los imperativos de la concurrencia oligopolista impiden la plena explotación de todos los recursos de la ciencia y el progreso tecnológico. Una de las obras más remarcables desde este punto de vista es el libro de Paul A. Baran.207 A pesar de su adhesión a la teoría de la crisis final, este autor esclarece las tendencias al estancamiento y a la distorsión de toda prioridad racional en la repartición de los recursos inherentes al capitalismo contemporáneo. Yo mismo he propuesto una serie de problemas que se vinculan a la crítica de Baran en un artículo titulado “¿El capitalismo, puede sobrevivir?”.208 No pretendemos afirmar que el capitalismo no conocerá más crisis, ya que ese sistema es incompatible con las condiciones postuladas por la teoría como necesarias para la realización del desarrollo en la estabilidad. Sólo queremos decir que una gran crisis catastrófica, que provocara la quiebra del capitalismo, no constituye un hecho fatalmente necesario. Este cambio de perspectivas –de la teoría de la crisis final a la teoría del estancamiento– es importante ya que destruye muchas ilusiones. La tesis del estancamiento asigna la máxima importancia a la lucha consciente por la instauración del socialismo, que no será por cierto obra de las solas contradicciones capitalistas. 206 J. Strachey, op. cit., cap. VII. 207 P. Baran, La economía política del crecimiento, edic. cit. 208 ‘Gordon Henderson’ (Hamza Alavi) “¿Can Capitalism Survive?”, Universities and Left Review,1957.
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V
¿Cuál es entonces el camino para la expansión imperialista si se sostiene que la exportación de capitales no es una condición necesaria para el mantenimiento del proceso de desarrollo capitalista y que la expansión interna es suficiente para proporcionar una salida a la acumulación del capital? La respuesta a este problema hay que buscarla en la tendencia del capitalismo monopolista a desarrollarse y extender su dominio sobre todo elmundocapitalista, y en la intensidad de la competencia monopolista, a través de la cual la expansión interna se transforma en la condición vital de los oligopolios gigantes. El capitalismo monopolista, que se desarrolla dentro de la economía nacional destruyendo y absorbiendo a las empresas más pequeñas, se desarrolla también hacia el exterior repitiendo el mismo proceso en escala internacional. La tendencia a la exportación del capital es sólo uno de los modos de expansión del capitalismo monopolista y de su tendencia a controlar todas las fuentes de materias primas y los mercados existentes. Las razones de la mayor tasa de ganancia y de la tendencia a la exportación de capital radican en las condiciones de la propia explotación monopolista. No siempre el impulso ha de encontrarse en la diferencia de salarios existente entre los países capitalistas avanzados y los países atrasados: una producción sobre la base de bajos salarios no siempre es una producción de bajo costo. Además, las inversiones de ultramar no son la única –y podemos agregar, tampoco la principal– forma de penetración del capitalismo monopolista de los países capitalistas avanzados en otras economías de mercado. El capitalismo monopolista, en efecto, ha desarrollado una variedad de instrumentos que puede utilizar, sobre todo a través del aparato estatal que controla. La excesiva preocupación de los marxistas por el problema de la exportación de capital los llevó a subestimar, en la actual coyuntura, la importancia de estos nuevos métodos. Es exacto decir que en estos últimos años hemos asistido a una intensificación de la inversión externa. El ritmo de la exportación de capitales provenientes de los principales países exportadores aumentó de 2 mil millones de dólares anuales en el período anterior a 1955 a 4 mil millones anuales en el período inmediatamente posterior.209 Pero la dirección y la composición de este aflujo de capital parecen estar determinadas por factores ajenos al incentivo de la explotación de la mano de 209 “The international Flow of Private Capital 1956-1958”, op. cit., p. 9. 141 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi obra barata, tan caro a la teoría leninista. Según la investigación de las Naciones Unidas mencionada anteriormente, sólo la mitad, más o menos, de la salida de capital en los últimos años se ha dirigido a los “países subdesarrollados de bajos ingresos”. Con respecto a estas inversiones, la parte del león ha ido a parar a la industria petrolífera y al comercio (y dentro de este último sector, la mayor parte está constituida por inversiones en la distribución de productos petrolíferos). El bajo nivel de los salarios cuenta bastante poco respecto de las ganancias fabulosas que se realizan en este sector. Por lo demás, la forma tradicional de las inversiones extranjeras en las industrias extractivas, característica de la época pasada, se encuentra sobre todo en países como los de África donde la extrema pobreza de la población ofrece un mercado interno muy limitado para la explotación del capital monopolista. En ellos sigue teniendo validez todo lo dicho anteriormente sobre los efectos de este tipo de inversiones extranjeras. Pero debe añadirse que en el período actual tal tipo de inversión tiene una importancia relativamente menor para el capitalismo monopolista. Por el contrario, los países subdesarrollados, con su mercado interno en expansión, ofrecen un nuevo y vasto campo de explotación y el capitalismo monopolista de los países avanzados ha intentado siempre adueñarse de la industria nacional antes que estimular su desarrollo. Esta expansión del comercio colonial se efectúa en la actualidad dentro de una coyuntura totalmente nueva, que requiere nuevas técnicas por parte de los monopolistas. Es por ello que han recurrido a nuevas formas de inversiones y operaciones privadas, y también a nuevos tipos de relaciones económicas y financieras entré los gobiernos. Para ilustrar mejor nuestra tesis tomaremos el ejemplo de la India como caso típico de esta nueva tendencia del capitalismo monopolista a penetrar en los países en desarrollo e imponer su dominio sobre el mercado interno en expansión. La imagen popular de la India es la de un país democrático independiente que avanza hacia una “estructura social de tipo socialista” que es el propósito declarado de sus dirigentes. La India ocupa una posición en el “Tercer Mundo” como un modelo digno de emulación. Pero detrás de esta imagen halagüeña están los duros hechos de la concentración del poder y del dominio económico en manos de los monopolios extranjeros que ocupan posiciones estratégicas en la economía hindú.
142 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
El capital extranjero mantiene una posición en el sector empresario privado de la economía hindú que es mucho más fuerte de lo que se supone generalmente. Según los cálculos del Dr. Mazumdar, del Instituto Estadístico de la India,210 el 33,2 % del capital total del “sector privado asociado” eran atribuibles en 1953 a la inversión extranjera. La declaración sobre política industrial emitida en abril de 1948 había manifestado que, en el caso de las inversiones extranjeras, “la mayoría del capital debe estar en manos de ciudadanos de nacionalidad hindú, y debe igualmente ejercer un decisivo poder de control”. Sin embargo, este principio fue modificado por la cláusula en base a la cual “pueden ser autorizadas algunas excepciones cuando se trate de inversiones de interés nacional”. Esta salvedad parece haberse convertido en la válvula de escape generalizada porque solamente el 13 % de todas las inversiones extranjeras en la India estaban controladas por compañías hindúes. El 60 % de ellas estaban en sucursales de compañías extranjeras y otro 26 % en compañías de propiedad y bajo el control de extranjeros.211 En cuanto a esta última fracción, observamos según los datos del Reserve Bank of India que la participación hindú en tales compañías era insignificante. Las compañías con capital extranjero al cien por ciento constituían el 59 % del capital accionario del conjunto de las actividades controladas desde el exterior. Además, en algunas empresas que representan el 33 % del valor total del capital accionario la participación extranjera varía entre el 40 y el 99 % del capital. Un hecho esencial a recalcar a propósito de las inversiones extranjeras en la India de hoy es el pasaje de la estructura tradicional a una nueva. En 1911 según los datos citados por Nurul Islam, el 75 % del capital extranjero en India y Ceylan había sido invertido en actividades primarias (el 60 % de los cuales en plantaciones). Sólo el 3,7 % de la suma total de las inversiones extranjeras había sido colocado en empresas “comerciales e industriales”, pero las inversiones en la “industria” estaban en gran medida concentradas en la industria del yute.212 Si se considera en cambio la situación actual esfácil constatar que en 1956 la industria manufacturera ha recogido el 36 % del valor total de las inversiones extranjeras y que el 25 % de estas inversiones ha sido absorbido por el sector distributivo (los cuatro quintos de éste, o sea el 20 % de la inversión total estaban en los 210 Dr. H. Mazumdar, Business Savings in India (Bombay, 1959), p. 73, cuadro 7, item 4. 211 Ibíd., cuadro 8, item 5. 212 Nural Islam, Foreing Capital and Economic Development: Japan, India and Canada (Tokio, 1960), p. 84. 143 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi sectores dedicados a la distribución de productos petrolíferos). Las plantaciones absorbían solamente el 20 % de la suma total de las inversiones extranjeras, los servicios públicos el 13 % y los demás sectores, comprendidas las industrias extractivas, el 11 %.213 Este cuadro contrasta muy netamente con la precedente estructura de las inversiones. Sin embargo, todo juicio sobre la real naturaleza de estas inversiones exteriores en la industria requiere un examen más amplio. “En la India toda la industria pesada y, en gran medida, la industria de tipo occidental que produce bienes de consumo, se ha desarrollado o con el capital extranjero o con la colaboración técnica de los extranjeros. Pero las empresas locales se organizaron e invirtieron en los sectores tradicionales: aceite, leche, máquinas para la cosecha de algodón y de tejido e hilado.” Esta es la conclusión a la que arriba Daniel Spencer en base a un estudio sobre el capital extranjero y las empresas mixtas en la India.214 Sin embargo, refiriéndose a una investigación del consulado norteamericano, Spencer agrega:
“La necesidad de burlar las regulaciones hindúes de control de las importaciones es el móvil principal de las inversiones mixtas... muchas empresas manufactureras americanas se interesan no tanto en la posibilidad de reexportar a su país las ganancias, sino en la venta de las materias primas (base del producto fabricado) importadas de los Estados Unidos. El propósito generalizado no es por lo tanto maximizar los dividendos que pueda pagar la sucursal hindú como en maximizar el mercado para el producto manufacturado, a fin de que la compañía matriz de los EE.UU. pueda maximizar su producción.” Esto no quiere decir, por supuesto, que las ganancias obtenidas por el capital extranjero en la India sean despreciables. El total de las ganancias realizadas por las empresas extranjeras en el período 1948 a 1955 ascendió a 4.170 millones de rupias que, comparadas con las ganancias obtenidas en el resto del “sector privado asociado” –que ascendieron a 12.460 millones de rupias– dan por resultado que las empresas extranjeras se apropiaron de un cuarto más o menos del total de las ganancias de,...
213 Reserve Bank of India Bulletin (September 1958), Statement IV, p. 1019. 214 Daniel Spencer, India, Mixed Enterprise and Western Business, La Haye, 1959, p. 152.
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,... dicho sector de la economía.215 Además, esta cifra excluye las “inversiones de portafolio” extranjeras. El hecho de que Spencer haya indicado que la obtención de ganancias no sea el propósito principal de las compañías extranjeras que operan en la India no quiere decir, desde luego que las ganancias de por sí no signifiquen nada, sino que las “ganancias” obtenidas por las sucursales y subsidiarias en la India representan solamente una parte, y una pequeña parte, de la ganancia total derivada de la operación. Pero el aspecto más importante de la penetración neocolonialista en la India no es el incremento de la inversión directa ni la expansión de sucursales y subsidiarias de los monopolios extranjeros, a pesar de la gran significación de estos factores. El rasgo característico de nuestra época es la forma asumida por la asociación del capital extranjero con las grandes empresas hindúes. La clave para la comprensión de este nuevo aspecto radica en el hecho de que la parte más lucrativa de la operación consiste en el establecimiento de un mercado para los productos manufacturados del país metropolitano y de un sistema de retribuciones y derechos por el que se exige el pago por “servicios técnicos”, por el uso de patentes y marcas registradas, etc. Verdaderamente, estos otros beneficios son tan grandes que incluso un cuarto del total de las ganancias obtenidas en comparación con el sector empresario de la economía hindú es a la postre de una magnitud relativamente insignificante. Por desgracia, no es fácil estimar el monto de tales beneficios obtenidos por el capitalismo monopolista, ni es fácil inferir dichos beneficios de las estadísticas disponibles. Pero el hecho de que existen y son extremadamente grandes lo confirman los propios empresarios extranjeros que saben cuánto significan para ellos tales ganancias. En relación a los capitales extranjeros invertidos en forma asociada con los capitales hindúes y que constituyen “la forma más reciente de la inversión exterior en la India”, Daniel Spencer que ha dedicado un estudio especial a tales inversiones, señala que: “en este caso los intereses hindúes tienen una posición dominante con respecto a los intereses extranjeros, quienes poseen sólo una pequeña parte del capital obtenida probablemente como pago de la provisión de maquinarias y servicios técnicos. En realidad este acuerdo puede considerarse como una extensión de los contratos de asistencia técnica y ofrece la ventaja de abrir una puerta de 215 Mazumdar, op. cit., cuadro 26 y apéndice XI. 145 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi acceso al mercado hindú. La sociedad extranjera se beneficia con el contrato que le asigna la función de abastecedor de asistencia técnica y equipos y tiene una ventaja sobre los competidores en la obtención de nuevos contratos.”216 En este contexto la palabra “dominante” hace referencia estrictamente a la repartición del capital accionario. En tales condiciones lo que está en juego es fundamentalmente la existencia misma de la compañía hindú que depende de la renovación de los acuerdos con el monopolio extranjero para la utilización de patentes, suministros da piezas, equipos y servicios técnicos. El motivo por el cual los accionistas extranjeros detentan una parte del capital no debe buscarse en el valor bastante reducido de los dividendos que ellos perciben. Debe recalcarse, en cambio, que es precisamente la participación accionaria la que permite en general a los monopolios extranjeros designar, de conformidad con los acuerdos concertados, un director encargado de cuidar sus intereses. Por la misma naturaleza de este tipo de inversiones su importancia real es muy superior al valor nominal. Es por ello que las estadísticas de tales inversiones son de un tipo muy diferente y no tiene sentido compararlas con la magnitud de la inversión nacional en la India o con las formas tradicionales de la inversión extranjera en el país. Si tomamos las estadísticas al pie de la letra, el valor activo de las acciones atribuíbles a extranjeros en compañías controladas por hindúes ha sido calculado por Mazumdar217 en un 13 % del total de las inversiones extranjeras en la India en 1953. Asimismo, el valor de tal inversión extranjera representa el 4,35 % del activo total del “sector privado” societario.218 La amplitud de las operaciones permitidas por este tipo de participación resulta evidente cuando se considera el activo total de los capitales de las compañías hindúes. La participación minoritaria en las compañías hindúes asegura al capital extranjero lazos muy sólidos con la alta finanza local; de igual modo el grado de concentración monopolista de la economía nacional favorece a los grupos monopolistas extranjeros que se ocultan detrás del monopolio hindú. Si los avances de la concentración monopolista en la India han 216 Daniel Spencer, op. cit., pp. 201-202. 217 Mazumdar, op. cit, p. 73, cuadro 8, item 5 (d). 218 Ibíd., p. 72, cuadro 8, item 1 (i).
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inspirado comentarios tanto de los expertos como de los profanos219 esta situación, sin embargo, sólo muy recientemente ha comenzado a ser analizada metódicamente y es mucho todavía lo que falta por hacer.220 Los nombres de los grandes grupos monopolistas hindúes coinciden con los de algunas familias: Tala, Bira, Dalmia, Mafatlal, Walchand, Mahindra, Bird-Heilgers, Sahu-Jain, Bangur, Singhania, etc. Hazari ha estudiado las ramificaciones de 491 sociedades controladas por cinco de estos grupos considerados como representativos del capitalismo monopolista hindú.221 El capital accionario de estas 491 sociedades ascendía a 1.545 millones de rupias, con activos totales que llegaban a 8.209 millones de rupias. Hazari, mencionando los nombres de otros cinco grupos, agrega que: “no sería sorprendente si otros grupos aparte de los estudiados aquí aparecieran también con influencia y control sobre un área igualmente vasta del sector privado.”222 Así, el total de ¡os activos controlados por diez grupos monopolistas hindúes asciende a cerca de 16 mil millones de rupias, lo cual representa una gran parte del conjunto del sector empresario privado. Aunque no disponemos de cifras comparables, podemos hacernos una idea de la posición relativa de los grupos monopolistas comparando su activo total, estimado en 16 mil millones de rupias, con la cifra de 22 mil millones de rupias que fue el total estimado para todas las sociedades por acciones de la India en 1953, según los cálculos del profesor Mazumdar.223 En las compañías pertenecientes a estos cinco grupos monopolistas estudiados por Hazari, el valor de las acciones pertenecientes a compañías extranjeras o a personasresidentes en el exterior ascendía respectivamente a 45,5 millones y a 12,5 millones de rupias. En las sociedades industriales vinculadas a estos cinco grupos el peso de la participación accionaria exterior se eleva al 3,4% del capital accionario total. Este dato es sólo un promedio muy general; puede ocurrir que la parte del capital perteneciente a accionistas extranjerossea de hechomuchomayor en algunas sociedades. 219 Ver por ej.: Memoramdum on “Socio-Economic Implications of the Existing Institutional Structure in Modern Business in India”, by Professor D. R. Gadgi’, Papers Relating to the Formulation of the second Five Year Plan (Government of India, Planning Commission, New Delhi, 1955). 220 Ver R. K. Hazari, “Ownership and Control: A Study of Intercorporate Investment”, en “Economic Weekly”, Mombay, 26 de noviembre de 1960, 3 y 10 de diciembre de 1960, 18 de febrero de 1961. R. K. Nigam y N. C. Chaudhuri, The Corporate Sector in India, New Delhi, 1961. Dr. Nabagopal Das, Industrial Enterprise in India, 3a edic. (revisada), New Delhi, 1961. 221 Hazari, op. cit., 26 de noviembre de 1960, p. 1715, y 3 de diciembre de 1960, p. 1756. 222 Hazari, op. cit., 10 de diciembre de 1960, p. 1803. 223 Mazumdar, op. cit, p. 72, cuadro 8, item 1 (c). 147 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi Pero lo que importa no es el valor relativo de las acciones pertenecientes a extranjeros, sino la medida del poder de control ejercido por los intereses extranjeros puesto que es bastante obvio que los dividendos no son la única razón de estas inversiones. Allí donde existe participación del capital extranjero, la posición del inversor extranjero deviene extremadamente fuerte en virtud de algunas cláusulas de los acuerdos concluidos entre las sociedades. El control ejercido por el capital extranjero no guarda proporción con el valor porcentual del capital accionario de propiedad extranjera. De este modo, la participación exterior multiplica la eficacia del capital invertido desde el momento que está asociado con una gran parte de capitales hindúes que están a su servicio. El profesor Mazumdar ha estimado en 9.120 millones de rupias el monto total de la inversión extranjera en la India en 1953. De esta suma, 1.210 millones de rupias representan las acciones poseídas por extranjeros en compañías controladas por hindúes. Pero lo que da un sentido específico a estos datos es la asociación de capital exterior con el capital monopolista local. Lo que determina, en última instancia, la entidad de las operaciones de las que el capital extranjero extrae grandes utilidades, es el activo total de los capitales extranjeros efectivamente invertidos y el activo de los capitales hindúes asociados a estos capitales extranjeros. De tal manera el cuadro de las inversiones de capitales en las regiones subdesarrolladas esbozado por Lenin no corresponde completamente a las nuevas formas de inversión exterior.
Mientras Lenin explicaba estas inversiones a través de las ventajas derivadas de la existencia de mano de obra a bajo precio, el capitalismo monopolista de los países avanzados prefiere desarrollar las capacidades productivas de la madre patria, donde por muchas razones es más seguro y económicamente más ventajoso. Simultáneamente trata de extender su dominio hacia el exterior con el propósito de crear mercados en los que detente posiciones de dominio. Trata de frustrar para ello todo esfuerzo verdadero que hagan los países subdesarrollados para avanzar hacia la industrialización, porque de tal modo le sería mucho más difícil la explotación de esos mercados. Sin embargo, en la medida en que no puede oponerse a algunos progresos en el terreno de la industrialización, el capitalismo monopolista trata de limitarlos y de asegurarse una participación en aquello que no logra impedir. Pero por su misma naturaleza esta participación obstaculiza todo progreso ulterior, ya que ella comporta que se asigne una posición prioritaria a las plantas de montaje y armado de productos extranjeros que con tanta frecuencia llevan la falsa etiqueta de establecimientos manufactureros locales. Todo,...
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,... esto obliga a modificar las medidas adoptadas con el fin de proteger la industria nacional y estimular el desarrollo industrial de los países subdesarrollados. Sería un error subestimar los progresos reales hechos en la India después de la independencia, pero sería un error todavía más grave ignorar o subestimar la expansión continua y renovada del capitalismo monopolista de los países avanzados y las importantes posiciones estratégicas que él ocupa en la economía hindú. La expresión más progresista del pensamiento hindú, desde el punto de vista de la elaboración de una política de desarrollo independiente está dada por la publicación, en marzo de 1955, del esquema de plan Mahalanobis224 que debía servir de base al segundo plan quinquenal. Pero a seguido del ataque lanzado contra este plan por los sectores financieros hindúes y extranjeros, se ha registrado un proceso de retracción que continúa aún hoy. El segundo plan quinquenal, aunque mejor que el primero, fue una versión desfigurada de las proposiciones iniciales. Sin embargo el mayor éxito de las grandes capitales consistió en socavar la realización del plan. El golpe final a todo lo que restaba de una política económica progresista fue asestado por fin durante el último año y medio cuando la derecha esgrimió como arma principal la excitación producida por la histeria antichina y antipakistana. La prioridad dada a la defensa y a las industrias vinculadas a ella ha desviado al gobierno de los esfuerzos tendientes a desarrollar las industrias de base. De allí que Romesch Thapar, redactor jefe de “Seminar”, ha podido escribir en “The Economic Weekly”: “El sector privado (siempre dominante en la economía) ha transformado el desarrollo planificado y la ayuda exterior en instrumentos para su servicio. Fondos que debían ser destinados al desarrollo de sectores de base fueron así invertidos en la producción de bienes de consumo no prioritarios. Esta tendencia, que era ya perceptible en la fase de aplicación del segundo plan quinquenal, se acentuó a medida que se aproximaba el tercer plan quinquenal (1962-1967).,...
”225 224 Papers elating to the Formulation of íhe Second Five Year Plan, op. cit, pp. 35-68. 225 Remesh Thapar, “Under-developed Non-Alignment Or...?”, “Economic Weekly”, 30 de nov. de 1963.
149 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi
,... Thapar se refiere a los verdaderos temores “del sector privado de las sociedades que reivindica, en el campo militar, el alineamiento total y sin reservas de la India a Occidente”. Los dirigentes delsector privado tiemblan ante la idea de que el pueblo hindú pueda orientarse hacia el socialismo. Agrega luego que: “los esfuerzos efectuados para alentar los capitales extranjeros a invertir en sectores de la economía hindú hasta entonces prohibidos, mientras que el sector público concentra la masa de su actividad en lasindustrias de armamento, puede considerarse como una tentativa desesperada de escapar a este hecho brutal.” “The Economic Weekly”, no sin tristeza, hace el siguiente razonamiento: aunque la India haya recibido una ayuda económica mucho más relevante a la recibida por China en todos los tiempos: “China, con una producción de acero inferior a la de la India en 1953, produce hoy cerca de 15 millones de toneladas, mientras que la India produce menos de 4 millones y China produce 350 millones de toneladas de carbón contra 60 de la India. Y lo que es una cuestión de vital importancia, a pesar de las carestías y la subalimentación de China, la cantidad de alimentos disponibles por habitante es más elevada en China que en la India y mucho más equitativamente repartida, lo que no deja de tener importancia desde el punto de vista del potencial defensivo de la India.
”226 El desarrollo dependiente está siendo minado no sólo por la inversión exterior, sino también por otras técnicas que han adquirido una importancia mucho mayor para el neocolonialismo. En efecto, con el fin del dominio colonial directo, la connotación característica de la situación de posguerra está dada por la ayuda exterior, cuyo objetivo aparente es el de ayudar a los países subdesarrollados en su camino hacia el progreso económico. Esta ayuda es hoy la base principal de las relaciones entre los países capitalistas desarrollados y los pueblos ex-coloniales. Strachey elude por completo este problema cuando, al criticar a Baran, escribe:
227 226 “Third Plan and Defence”, Economic Weekly, Annual Number (February, 1963). 227 John Strachey, op. cit., p. 227.
150 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
,... “después de todo, por primera vez en la historia, los países ricos han dado gran cantidad de dinero a los países pobres con el propósito expreso de desarrollo. Es muy avieso no distinguir, por ejemplo, entre el dinero proporcionado conforme al Plan Colombo, o al Punto Cuarto del programa norteamericano, y la inversión imperialista tradicional en busca de ganancias, realizada por empresas particulares.” Pero no es correcto abandonarse a estas ilusiones sin proceder a una crítica que vaya al corazón del problema, y la crítica conduce normalmente a las siguientes cuestiones:
1) el monto de la ayuda no corresponde a las necesidades;
2) una parte importante de la ayuda retorna de un modo u otro a los países avanzados (lo cual sirve para subrayar las ventajas derivadas de la ayuda administrada por el capitalismo monopolista);
3) una gran parte de las sumas concedidas es destinada a gastos militares;
4) esta ayuda permite a los gobiernos reaccionarios permanecer en el poder;
5) gran parte de la ayuda económica sirve para construir infraestructuras destinadas a acrecentar la rentabilidad de las inversiones extranjeras, etc.
228 La crítica comunista agrega por lo común que esta ayuda es suministrada porque “los países socialistas están concediendo asistencia económica a los países subdesarrollados en un grado elevado y en constante aumento”.
229 Pero estas críticas omiten toda la cuestión acerca de los mecanismos con los cuales es administrada la ayuda exterior. Dichos mecanismos reclaman una serie compleja de operacionesintegradas a las actividades comerciales del capitalismo monopolista gracias a las cuales este último tiene acceso a la economía de los países beneficiarios de las ayudas y aseguran así a los países desarrollados, en condiciones por completo monopolistas, la parte del león en las inversiones de desarrollo. Con la colaboración de Amir Khusro he estudiado bastante detalladamente este mecanismo en relación con la ayuda norteamericana a Pakistán, en un trabajo titulado “Pakistan Today” (otoño de 1961).
230 No me es posible aquí resumir los numerosos aspectos del modo en que esta ayuda fue administrada. Pero la clave de todo el proceso radica en el hecho de que basta introducir una pequeña “componente de ayuda” en cualquier proyecto de desarrollo 228 Ver por ej.: Barratt Brown, op. cit, pp. 206-208; Idria Cox, Empire Today, 1960, pp. 18-19. 229 Marxism Today, julio 1961. 230 Hamza Alavi and Amir Khusro, “The Burden. of U.S. Aid”, “Pakistan Today”, (otoño 1961), reimpreso en New University Thouyht, otoño, 1962. Ver igualmente: Hamza Alavi, "U.S. Aid to Pakistan, an Evaluation”, “Economic Weekly”, Special Number, July, 1963. 151 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi para que el grueso de las sumas destinadas a este proyecto sea puesto bajo el control de la Misión de Ayuda, que tiene autoridad sobre su implementación en todas las etapas. Los expertos que asisten a la Misión, al igual que todo el personal enviado para la asistencia técnica, son empleados de grandes corporaciones apartados transitoria-mente de sus funciones. Mediante ellos, y también a través de la influencia que ejercen sobre el aparato gubernamental tanto de los EE.UU. como del país beneficiario, los grupos monopolistas americanos logran ejercer su control sobre la utilización de considerables sumas destinadas a proyectos de desarrollo. Estos grupos pueden así mantener a distancia a otros grupos monopolistas e impedirles recibir una parte de las sumas destinadas a inversiones; pueden además imponer condiciones a un país que recibe ayuda monopolista y esas condiciones hacen que el país tenga grandes pérdidas a causa de los precios de monopolio que debe pagar. Y a veces las pérdidas sobrepasan el beneficio de la ayuda. Aún más, la pérdida real es infinitamente mayor cuando una gran parte de la “ayuda” se otorga en forma de “excedentes de mercancías” que, en algunos casos, son tan poco deseadas en el país beneficiario como en los EE.UU. Por esa razón, la “ayuda” es defendida con argumentos financieros espurios. En realidad, afecta fuertemente a los recursos en divisas extranjeras del país beneficiario en razón de los gastos generados por ella misma.
Un hecho singular es el ejemplo de Pakistán donde una parte considerable de la ayuda militar es suministrada bajo la forma de excedentes de productos agrícolas. Dicha ayuda genera, a través del pago del material militar, gastos de los que se beneficia la economía norte-americana; en realidad el mecanismo consiste en hacer pagar al Pakistán en rupias el excedente de grano suministrado en el ámbito del programa de ayuda en especie. Por otra parte, los Estados Unidos ponen a disposición del Ministerio de defensa una parte de estas rupias que son utilizadas para adquirir los dólares que sirven para la adquisición de productos norteamericanos. En síntesis se constata que el neocolonialismo o el nuevo imperialismo no tienen como objetivo principal la exportación de capitales en cuanto instrumento para explotar la mano de obra a bajo precio de los países de ultramar.
Extinction Rebellion frente al Banco de Inglaterra (msn.com) // :
Extinction Rebellion frente al Banco de Inglaterra. -- El movimiento social en defensa del planeta Extinción Rebellion fijó este jueves su objetivo en el Banco de Inglaterra.
Ocuparon la calle frente al edificio en plena City de Londres.
La protesta provocó embotellamientos y el desvío de tráfico.
El grupo ambientalista hace dos semanas con una campaña sobre la crisis climática.
Reclama al gobierno de Boris Johnson que detenga toda inversión en combustibles fósiles.
Las protestas se caracterizan por actos de "desobediencia civil" que han provocado interrupciones en todo Londres desde el 23 de agosto.
El movimiento social en defensa del planeta Extinción Rebellion fijó este jueves su objetivo en el Banco de Inglaterra.
Ocuparon la calle frente al edificio en plena City de Londres.
La protesta provocó embotellamientos y el desvío de tráfico.
El grupo ambientalista hace dos semanas con una campaña sobre la crisis climática.
Reclama al gobierno de Boris Johnson que detenga toda inversión en combustibles fósiles.
Las protestas se caracterizan por actos de "desobediencia civil" que han provocado interrupciones en todo Londres desde el 23 de agosto.
152 TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO
,... Ellos tratan por sobre todo de concentrar las inversiones en los países metropolitanos con el fin de desarrollar la producción nacional y dominar el mercado mundial sobre el que afirman su poder por todos los medios; las inversiones al exterior y la asistencia son los instrumentos que utilizan para lograr este propósito. Constituyen una excepción a este principio las importantes inversiones realizadas en las industrias extractivas, en particular en la industria petrolífera que tiene una posición importante en algunas zonas del mundo. Sin embargo, este nuevo esquema tiende a imponerse incluso cuando el proceso de desarrollo comienza a ampliar los mercados internos de los países subdesarrollados. Con respecto a la exportación de capitales, se constata que las inversiones de ultramar son financiadas en gran parte por las reinversiones de las ganancias extraídas en el exterior y que la salida neta de todo el capital de los países metropolitanos está compensada con creces por la entrada de las ganancias extraídas del exterior. En cuanto a la magnitud de este “tributo”, las utilidades de las sucursales, filiales, etc, en el exterior no dan ni siquiera aproximativamente una medida de la cantidad de excedente que se extrae realmente, porque la mayor parte del mismo se traduce en los precios de monopolio de las mercancías vendidas bajo la forma de royalties, comisiones, gastos de administración y otros “servicios”. En los países metropolitanos la nueva situación se caracteriza por el estancamiento más bien que por el derrumbe inminente. Por el contrario, en los países subdesarrollados, a los enfrentamientos bien definidos de la lucha por la liberación nacional ha sucedido la división en clases. Para hacer frente a la nueva situación, el neocolonialismo trata de asociar a sus actividades a ciertos sectores de la burguesía local y a los terratenientes ricos que le dan una suerte de garantía política. Al mismo tiempo, el neocolonialismo trata de conservar su autoridad frente a estos elementos maniobrando y controlando el aparato estatal de los nuevos Estados. Para llevar a cabo este propósito recurre no sólo a la subversión política (la guerra fría es en este aspecto su arma principal) sino también, y más directamente, a la corrupción de los funcionarios y de los oficiales de las fuerzas armadas (a quienes les crean intereses en la nueva estructura) y también mediante la utilización del poder y la influencia del Estado metropolitano.
153 Paolo Santi - Jacques Valier - Rodolfo Banfi - Hamza Alavi
La concentración de poderes en manos de los burócratas, un ejército poderoso atado al Estado metropolitano por medio de una compleja red de operaciones de “ayuda” y una proliferación de asesores extranjeros que se introducen en el gobierno de los nuevos Estados en todos los niveles, son factores que contribuyen a mantener la autoridad del capital monopolista que opera en los nuevos Estados. En estos países la lucha política contra el imperialismo se hace más difícil por la persistencia de las ilusiones acerca de la necesidad que tienen sus economías del capital extranjero y sobre la aparente generosidad de las potencias imperialistas al conceder “ayuda”. Pero a medida que en los nuevos Estados se desarrolla un movimiento por una transformación radical de la sociedad y por un avance hacia el socialismo, la posición del nuevo imperialismo se vuelve cada vez más clara y la lucha en su contra se convierte en parte integrante de la lucha por el socialismo,...¡¡.
TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO VIEJO Y NUEVO IMPERIALISMO Hamza Alavi - Bing // :
TEORÍA MARXISTA DEL IMPERIALISMO por Paolo Santi – …
VIEJO Y NUEVO - filosofia.org
Alavi - Viejo y Nuevo Imperio | Imperialismo | Capitalismo
MIL ANUNCIOS.COM - Teoría marxista del imperialismo
Teorías marxistas del imperialismo en la Segunda ...
Teorías marxistas del imperialismo - Eumed.net
Las teorías marxistas del imperialismo - Viento Sur
MIL ANUNCIOS.COM - Teoria Marxista del Imperialismo
VIEJO Y NUEVO HAMZA ALAVI - studylib.es
El Imperialismo - Jacques Valier PDF Gratis - PDF COLLECTION
n12p120.pdf (filosofia.org) // :«El imperialismo es la víspera de la
revolución socialista», escribió Lenin
mientras los corazones revolucionaños se enardecían con la visión apocalíptica de la transformación social
que estaba a punto de tenar lugar
a continuación de la desintegración
del capitalismo moribimdo.
El capitalismo monopolista estaba en
los últimos estertores de su crisis
general; el imperialismo era la fase
superior de su desarrollo. Los movimientos de liberación nacional en los
territorios coloniales eran una parte
importante del proceso revolucionario, porque socavaban las posiciones
del imperialismo e intensificaban sus
contradiciones.
Desde que Lenin escribió esto, las
luchas de los movimientos de liberación nacional de los territorios
coloniales han culminado, por lo menos, en la independencia formal del
dominio directo. También ha stir120
gido im grupo de estados socialistas
que está inequívocamente fuera de
la órbita imperialista. Dos décadas
han transcurrido desde que empezó
en todo el mundo la liberación de
los territorios coloniales después de
la última guerra. Si este es el fin del
dominio colonial directo, todavía no
ha precipitado la crisis final que habria de presenciar el final del capitalismo monopolista y preceder la
era del socialismo.
Surgen dos series de interrogantes.
En primer lugar, podemos preguntar
¿cuál fue el papel de la expansión
imperialista en el mantenimiento de
la dinámica del desarrollo capitalista? ¿Cómo es éste afectado por los
logros de independencia nacional
obtenidos por las colonias?
Si la expansión colonial tiene que
desempeñar un papel necesario en
el mantenimiento del proceso de desarrollo capitalista, como una salida
Pensamiento Crítico, Habana, nº 12, enero de 1968. www.filosofia.org
para el capital excedente, que es retardar la inevitable «crisis de realización», ¿signifíca la independencia
de los territorios coloniales que la
economía de los países metropolitanos llegará automáticamente a una
paralización abrumadora?. O, ¿han
adoptado las potencias imperialistas
una nueva política y asegurado sus
intereses económicos esenciales subvirtiendo la independencia recién
conquistada de los territorios coloniales?. O, realmente, ¿ha adquirido el capitalismo monopolista una
nueva dinámica que le permite seguir funcionando aunque ya no le
es posible la expansión colonial?.
Estas cuestiones de las condiciones
de la crisis capitalista son fundamentales para cualquier consideración
de la estrategia de una revolución
socialista en los países metropolitanos.
Podemos contemplar el mismo problema desde la perspectiva de los
nuevos estados que se enfrentan a la
tarea de transformar sus economías
coloniales. ¿Cuál es la realidad del
«Tercer Mundo» en que se supone
que viven?. ¿Qué clase de relaciones
se ha establecido entre las potencias imperialistas y los nuevos estados? ¿Han dado lugar las relaciones
explotadoras del pasado entre el imperialismo y los pueblos de estos
paises a una nueva era de cooperación en que la ayuda se ofrecerá
y administrará de una manera que
fomente el desarrollo económico
de los países excoloniales? ¿Qué
clase de propósitos persigue realmente el capitalismo monopolista
de las naciones avanzadas en sus
relaciones con estos países, y por
qué medios?
Examinaremos algunas de las aportaciones al debate sobre el imperialismo y el capitalismo contemporáneo que han aparecido durante
el último decenio, y consideraremc« nuestras preguntas a la luz
del debate y los hechos de la situación contemporánea. Este debate,
sin embargo, puede ser examinado
desde una perspectiva completamente nueva. Fue estimulado, en
primer lugar, por el hecho de que
no produjo una gran crisis económica (que era umversalmente esperada después de la última guerra), a pesar de varias cfrisis leves.
En segundo lugar estuvo el reto de
los alegatos hechos por los defensores del capitalismo acerca de una
revolución social y tecnológica que
según se dijo había transformado
el carácter del capitalismo. Es bastante extraño que aunque el debate tuvo por base el antecedente de
la revolución colonial, que estaba
progresando, el papel del imperialismo o la significación de su disolución apenas entraron en el mismo. Sobre todo, está el hecho de
121
Pensamiento Crítico, Habana, nº 12, enero de 1968. www.filosofia.org
que el debate tuvo lugar en el clima intelectual de la guerra fría, y
lleva sus huellas. Hoy, los cambios
en la situación mundial, y especialmente, el gran debate en el movimiento comunista internacional,
han contribuido a poner estas cuestiones en un contexto totalmente
distinto.
Las cuestiones principales de la actualidad son en primer lugar las
relativas a una apreciación de las
'condiciones objetivas que deben
determinar la estrategia de los movimientos socialistas. La tarea de
los movimientos socialistas se reduciría virtualmente a esperar que
madurasen las condiciones objetivas si se mantuviera el criterio de
que el dramático colapso del imperialismo sería inevitable tarde o
temprano como consecuencia del
desarrollo de fuerzas objetivas tales como la agudización de la rivalidad interimperialista, el desgaste
de sus bases por el éxito de los movimientos de liberación nacional y,
finalmente, la culminación de las
contradicciones internas del desarrolla capitalista. Pero la tarea de
los movimientos socialistas sería
considerada de inmediato como
algo mucho más exigente si se
adoptara el criterio de que la crisis del capitalismo, tal como es,
está presente en la actualidad; no
un colapso dramático, sino una
marcha lenta hacia el estancamiento, atenuada por la creciente concentración del poder monopolista
en los países metropolitanos y su
renovada expansión en el exterior.
I I
Para un examen de la literatura
actual en este campo, desde nuestro punto de vista, será conveniente
poner de relieve algunos de los elementos de la teoría leninista. La
base teórica del análisis hecho por
Lenin del imperialismo fue la teoria marxista de la reproducción y
las crisis de «realización». La médula de esta teoria es el problema
de disponer de un capital excedente en rápido aumento contra el
antecedente de una creciente disparidad entre las fuerzas productivas en desarrollo y el consumo
restringido considerado como inherente al desarrollo capitalista.
Lenin examiaó el capitalismo en
una nueva etapa histórica, la etapa del capitalismo monopolista que
había surgido, como lo demostró
Marx, de las condiciones de desarrollo de la etapa anterior del capitalismo, la cual se basaba en la
libre competencia. En la nueva
etapa histórica, sin embargo, el
problema básico seguía siendo el
de disponer del creciente cpccedentc.
La exportación de capital, que era
122
Pensamiento Crítico, Habana, nº 12, enero de 1968. www.filosofia.org
característica de la nueva etapa del
capitalismo, decía Lenin, proporcionaba ahora una salida para el
capital excedente y hacía posible
que el desarrollo del capitalismo
pospusiera temporalmente una situación en que sus contradicciones
desembocasen en una crisis. La
brevedad con que Lenin trató este
asunto en su capitulo sobre la exportación de capitales no da la
medida de la importancia decisiva
de ésta para la teoría de las crisis.
Lenin escribió: «En los países avanzados ha surgido un enorme 'excedente de capital'... Huelga decir
que si el capitalismo pudiera desarrollar la agricultura... si pudiera
elevar el nivel de vida de las masas... no se podría hablar de un
excedente de capital... La necesidad
de exportar capital proviene del hecho de que en unos cuantos países
el capitalismo ha 'madurado excesivamente' y.. . el capital no puede encontrar un campo para la inversión lucrativa».*
El imperialismo, según Lenin, era
la dominación del capital financiero.
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