El pasado 28 de agosto, el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo ( 1 ) publicó un documento en el cual vierte una serie de señalamientos en contra de la Línea de Reconstitución y contra quienes reivindicamos y nos organizamos en torno a sus planteamientos. El presente texto es una respuesta a esos señalamientos.
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Entre los despojos putrefactos del revisionismo y la forja de un nuevo momento revolucionario*
Respuesta a los señalamientos del Frente Nacional de Lucha por el Socialismo contra la Línea de Reconstitución
“Hoy la revolución proletaria mundial está en repliegue político general, pero en él ya está gestándose una nueva etapa que en futuras olas sucesivas con fusiles asaltarán los cielos y conquistarán el poder; asimismo, la guerra popular ha entrado a terminar concluyendo el más grande movimiento revolucionario de nuestra historia, pero a su vez está forjándose en su seno un nuevo momento revolucionario que en las próximas décadas del siglo XXI superará y rematará la epopeya actual. No ver esta realidad y temer el fracaso, partiendo así de posiciones no proletarias, burguesas, está llevando, por responsabilidad de quienes dirigen, a la derrota de la guerra popular por acción del enemigo o desintegración de las fuerzas y, más grave aún, a la destrucción del Partido”.
Partido Comunista del Perú (PCP)
V. La crítica al FNLS está construida desde la autocrítica: el revisionismo del Frente Oriente, oscilando entre el reformismo y el oportunismo
Consideramos que el carácter dual de la política del FNLS –entre marxismo teórico y reformismo práctico– parte de premisas históricas rebasadas. Aunque creemos que hay una actuación política de buena fe, ésta no es suficiente para el desarrollo correcto de la praxis revolucionaria. Y es que estas mismas prácticas nosotros las impulsamos cotidianamente durante nuestra práctica política anterior, lo que nos llevó a desarrollar un balance serio de cara a entender qué éramos realmente como colectividad.
Así, iniciamos un proceso de reflexión autocrítica sobre nuestra acción política a la luz de las premisas de la LdR desde las que pudimos observar que muchas de las prácticas que hoy sometemos a crítica en el FNLS eran similares a las que nosotros impulsamos en diferentes momentos durante la etapa en que nos organizamos en el extinto Frente Oriente y que consideramos necesario señalar de manera objetiva, pues sólo así podremos superarlas.
Una vez constituido el Frente Oriente como organización, nuestra actividad política se centró en el impulso, creación y organización de Asambleas Populares en la zona oriental del Valle de México. Las premisas que guiaban nuestra actividad organizativa fueron las siguientes:
«Impulsar la construcción, reactivación y/o coordinación, y su posterior consolidación, de asambleas populares por barrio, por fábrica, por ejido, por escuela, etc., dotándolas de un contenido revolucionario de nuevo poder y de insurrección, bajo la consigna de la unidad de acción»[1]
En los hechos, estas asambleas fueron creadas únicamente en colonias populares donde aglutinábamos a colonos a partir de demandas y reivindicaciones inmediatas, economicistas, pues fue ese el planteamiento metodológico que implementamos para su desarrollo:
«Instalar mesas de información en torno a la demanda inmediata y en función a la generación de organización».[2]
Es decir, pretendíamos desde una perspectiva etapista y economicista, arribar aparentemente a un nivel de conciencia tal que se pudiese, desde esos espacios y sin la participación de una estructura propiamente revolucionaria –pues no se plantea en este momento la conformación del Partido Comunista como una necesidad inmediata– “dotarles de contenido revolucionario”, además de prepararlas para una lucha insurreccional y, a pesar de los planteamientos que reivindican un contenido revolucionario de nuevo poder, la finalidad de éstas era puramente reformista, tal como se indica en el planteamiento metodológico:
«La idea de la propuesta es la unificación de todas las asambleas populares y que éstas se constituyan como gérmenes de nuevo poder político e insurreccional de cara a una futura constituyente».
Evidentemente se obviaba el contenido de clase de estas estructuras y contrario a lo que se pretendía en el papel, lo cierto fue que, debido a sus intereses inmediatistas, las estructuras asamblearias funcionaron como grupos reaccionarios que se confrontaban constantemente con la clase obrera, debido, justamente, a su demanda inmediata[3]. ¡Vaya contenido revolucionario!
Durante dos años implementamos este trabajo político el cual, ante nuestra incomprensión del marxismo, ante nuestra inoperancia política y ante nuestro evidente fracaso en el intento de elevar la “consciencia revolucionaria” de los colonos –no proletarios–, lo sometimos un balance autocrítico por quienes en ese momento conformábamos el Frente Oriente y, al encontrarnos con una política abiertamente reaccionaria, decidimos conscientemente dejarlo y entrar en un proceso de rectificación, situación que hizo que algunos militantes en desacuerdo abandonaran la organización. Sin embargo, y a pesar del fracaso, no dejaríamos de insistir en este tipo de organización por algún tiempo más, particularmente cuando emprendimos nuestra siguiente etapa de trabajo organizativo.
Pero antes de esto, el Frente Oriente atravesó un fuerte momento de represión debido también a nuestro incorrecto actuar político de acción directa contra los cuerpos policiales. Acción directa de un pequeño grupo desvinculado de las masas y sin objetivos políticos definidos, totalmente provocado por nuestros impulsos espontáneos; acciones más cercanas a las prácticas anarquistas que en nada abonaban a la construcción de un instrumento verdaderamente revolucionario. Así, por esta práctica aventurera, cinco de nuestros compañeros fueron aprehendidos durante una manifestación y después encarcelados en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México.
Pero nuestras aberraciones políticas pseudo-revolucionarias no terminaron con ese episodio represivo, sino que continuaron exhibiendo lo incorrecto de nuestra práctica que cada vez más se alejaba de una auténtica política marxista-leninista: una vez liberados los militantes encarcelados –aunque continuaron sometidos a proceso penal durante los siguientes cinco años– la organización acudió a espacios de denuncia y defensa de los derechos humanos –a pesar de que sosteníamos una política de aparente ruptura con el Estado, sus instituciones y los mecanismos que lo legitiman– apelando así a posiciones legaloides tales como las siguientes:
«Responsabilidad del Estado. Impunidad: Hasta el momento no ha habido justicia, no se ha realizado recomendación por la represión política, criminalización por parte del Estado y de medios hacia la protesta social, así como también por las detenciones arbitrarias que el Gobierno del Distrito Federal ha realizado.
Reparación del daño: Que se derogue el artículo 362 del Código Penal en el Distrito Federal, que se retire el Protocolo de Seguridad para el control de multitudes, y que se realice un acto público en el que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal se comprometan a dejar de reprimir y criminalizar a los ciudadanos que ejercen sus derechos por medio de la protesta social, y que con ello se ofrezcan garantías de no repetición.
Derechos violados: Derecho a la Protesta Social, Derecho a la Integridad Personal, Derecho al Honor, Derecho a la Justicia, Derecho a la Verdad, Derecho a la Libertad de Expresión y Manifestación, Derecho al Debido Proceso.
Legislación y/o Normatividad Aplicable:
• Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
• Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
• Convención Americana sobre Derechos Humanos
• Manual de las Naciones Unidas sobre la Prevención e Investigación Eficaces de las Ejecuciones Extralegales, Arbitrarias o Sumarias
Hoy, solicitamos a este Tribunal Permanente de los Pueblos, en el cual confiamos plenamente, una declaración en contra de la criminalización y represión de las expresiones de inconformidad del pueblo organizado, y de todos y todas los y las activistas y luchadores sociales».[4]
Como se puede observar, la crítica que vertemos al FNLS sobre su fetichismo jurídico es igualmente aplicable al otrora Frente Oriente: posiciones legalistas y de invocación a los derechos humanos, respeto a la Constitución y demás peticiones siempre bajo los márgenes de acción del Estado burgués y a su sistema jurídico. Nos decantamos hacia el culto al legalismo en su expresión más ridícula y aberrante. Empero, esta experiencia concreta nos mostró con claridad el papel del derecho penal y del Estado, gracias a ello logramos prontamente desterrar estas posiciones legalistas y atacarlas con fuerza, aún sometidos al proceso penal que se siguió a los camaradas y que traía restricciones en su libertad; de allí que después atacamos y luchamos firmemente contra el ofrecimiento de amnistía y rechazamos terminantemente las “propuestas de negociación” que nos hizo el Estado con la finalidad de “acordar” los términos de la libertad absoluta de nuestros compañeros. Pero a pesar de que estas posiciones legalistas fueron finalmente desterradas de la organización, en lo que respecta a la solidaridad que manifestamos con los presos políticos de otras organizaciones, fueron mantenidas en cierto grado exigiendo al Estado, igualmente, la solución jurídica de sus casos.
Nuestra siguiente etapa de trabajo político lo desarrollamos buscando el acercamiento con organizaciones oportunistas. Iniciamos con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), a quienes considerábamos un referente fundamental para el desarrollo de la lucha de clases. Nuestra falta de claridad e incomprensión de la lucha de clases no nos permitía caracterizarlos debidamente: como segmento de la burocracia sindical y componente la aristocracia obrera. Y es que, al estar la CNTE inserta en los procesos organizativos de mayor relevancia mediática en el país durante las últimas décadas, creímos cándidamente y bajo una absurda perspectiva romantizada de las organizaciones sociales que podían ser, en efecto, el motor para el desarrollo de un proceso revolucionario de largo alcance, evidenciando con ello nuestra incorrecta caracterización de los intereses de clase que en cada organización corporativa impera; así lo demuestran algunos de los documentos del Frente Oriente en aquel momento:
«(...) el papel que históricamente ha desarrollado el magisterio ha sido fundamental en el desarrollo del país. Hoy el Estado busca aniquilar este papel (...) pues, aún en los momentos más complicados, el maestro se ha comprometido con su papel de mentor en las condiciones más adversas, constituyéndose como un auténtico líder social.
(…) el problema de la educación pública no se reduce a demandas gremiales, es de interés nacional y necesita el concurso de todos los sectores sociales.
En torno a la lucha del MAGISTERIO DEMOCRÁTICO:
• Reconocerse en la coyuntura actual como la dirección general del movimiento de lucha popular. En este sentido, asumirse como tal y convocar de manera abierta a todos los sectores de la sociedad, en particular a toda la clase trabajadora, a generalizar la lucha en torno a la defensa de la educación popular y, desde cada trinchera, incluir sus demandas clasistas y sectoriales al impulso general de la lucha desplegada por la CNTE.
• Profundizar el despliegue de la lucha general para derrotar al corporativismo expresado en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
• Exigir al Estado, y luchar por ello en las escuelas y en las calles, un trato político de representación mayoritaria a la CNTE por sobre el SNTE. Asestando con ello un golpe al corporativismo magisterial.
• La CNTE debe continuar impulsando y desarrollando el Paro Nacional Magisterial y convocar firmemente, a partir de su relación política con las organizaciones sindicales y sociales, a la Huelga General».[5]
De manera infausta veíamos en el corporativismo y en la aristocracia obrera un actor sustancial para la lucha revolucionaria, situación que evidenciaba nuestras posiciones antimarxistas y de total incomprensión en la caracterización de la formación social mexicana y del papel del Estado, al que definíamos como aparato de dominación de clase en el papel, pero de forma reaccionaria aún le otorgamos cierto papel como “mediador”:
«La obligación del Estado es garantizar la educación a toda la sociedad con condiciones adecuadas para su impulso y desarrollo. La inestabilidad en el empleo, que pretende imponer el Estado, no resuelve, bajo ninguna circunstancia el reto que enfrenta la educación pública. Al contrario lo complica pues margina a los maestros de una discusión en donde ellos son protagonistas. Por ello, resulta inaceptable para toda la población que el futuro de la educación pública se pretenda resolver despidiendo a medio millón de docentes del sistema educativo».[6]
Además de elementos que abonan a la mistificación nacionalista-chovinista:
«a) La entrega absoluta de los recursos naturales y estratégicos de nuestro pueblo a los intereses de la burguesía extranjera, despojando fundamentalmente a las comunidades indígenas quienes históricamente han sido golpeadas y marginadas por un Estado rapaz.
b) El despojo de la posesión y generación de energía eléctrica en favor de empresas privadas quienes intensifican la precarización económica del pueblo quien no puede satisfacer sus mínimas necesidades materiales de sustento. Tal como se implementa en la reforma energética.
d) Entregar el espectro radioeléctrico, patrimonio de nuestro pueblo, a una burguesía cínica que actúa como criminalizadora de los movimientos sociales y como aparato de dominación ideológica que adormece y desmoviliza a toda la sociedad; y que adopta una política de represión y linchamiento permanente a los medios libres con la finalidad de anularlos como medios de difusión e información popular.
g) Trastocar el derecho a la educación agrediendo, fundamentalmente, a los sujetos del proceso educativo, maestros y estudiantes, privatizándola y despojando su carácter crítico, científico, laico, gratuito y popular. Asimismo, destruyendo su infraestructura mediante la corrupción y el abandono paulatino hasta llegar a su pauperación absoluta y a la agresión sistemática a los maestros en quiénes descansa el proceso cognitivo. Justo como lo impulsa la reforma educativa».[7]
Todo esto bajo la absurda lógica, como indicamos antes, de que la CNTE era una estructura de organización proletaria que podía conducir el proceso de lucha de clases hasta un punto de inflexión definitivo y no como un aparato corporativo que forma parte de la aristocracia obrera mexicana a la que sus intereses de clase identificados así pues, con la burguesía, le lleva a convertirse en correa de transmisión de la ideología burguesa hacia todas las capas de la sociedad con las que tiene relación, incluyendo, evidentemente, las bases magisteriales.
Y así, desde nuestra aberrante lógica revisionista iniciamos el “trabajo de coordinación” con organizaciones autonombradas “independientes”, pero en realidad corporativas y clientelares, autoreferenciadas como marxistas, leninistas o maoístas, ejemplos vivos del oportunismo mexicano más recalcitrante. Organizaciones deleznables que tienen una influencia real en el denominado “movimiento social” –en realidad espontáneo–. Este “trabajo de coordinación” en realidad nos llevó a impulsar una política frentista que, por muy buenas intenciones y propuestas revolucionarias que tuviéramos, sin la dirección revolucionaria real del Partido Comunista Reconstituido no podía hacer algo más que fortalecer al revisionismo y al oportunismo en el movimiento comunista mexicano, nosotros incluidos, desde luego; lo que hizo evidente que los análisis incorrectos desde los que partíamos, recubiertos siempre de una lisonja marxista, se estrellaban una y otra vez con la realidad y nos situaba como exponentes de planteamientos abiertamente economicistas y reformistas:
«En nuestro país estas contradicciones [de clase] han quedado manifiestas en las recién impuestas reformas neoliberales; en ninguna de ellas se encuentra reflejado el interés popular y una a una han desfilado por el protocolo legislativo para afianzar la explotación, el saqueo, la rapiña y la pauperización de las grandes masas trabajadoras.
La instrumentación de dichas reformas se ha dado con el contubernio de diputados y senadores, quienes afirman representar los intereses del pueblo y que con una firma terminaron con conquistas históricas obtenidas a través de la lucha social de los pobres y despojados. Estas reformas han trastocado el acceso a la educación atentando contra su carácter público; han acrecentado más el ejército de desempleados y pulverizado derechos conquistados durante décadas por los trabajadores mexicanos a través de la reforma laboral que facilita la entrega de los medios de producción, propiedad de la nación, a las grandes trasnacionales y al capital privado generando con ello que los productos de la canasta básica sean inaccesibles para la mayoría de nuestro pueblo; los servicios de salud son insuficientes y de mala calidad, los medicamentos gravados con IVA es otro golpe al bolsillo del trabajador. Existe un nulo acceso a una vivienda digna y de buena calidad. La reforma energética incrementa de manera considerable los precios de combustibles propiedad de la nación como el gas y la gasolina. Se consuma la entrega de las industrias petrolera y eléctrica a emporios trasnacionales controlados, entre otros capitalistas, por los reyes de España y las gigantes inglesas y norteamericanas petroleras. Todo este saqueo deja como resultado pobreza e inestabilidad que genera altos índices de delincuencia que desarrollan una profunda descomposición en el seno de nuestra sociedad[8]».
Por su puesto, de la interpretación de la realidad debe desprenderse de manera, más o menos coherente, una definición táctica que responda al análisis realizado:
«El avance de la crisis y la agudización de la lucha de clases ha conducido a cada organización, esfuerzo e individuo, defina su papel histórico ante la presente etapa de lucha, de estar con el pueblo oprimido o contra él; y por supuesto, nos obliga como organizaciones populares que desarrollamos nuestro trabajo en las masas, a definir tareas a corto plazo.
De lo anterior se desprende que la tarea inmediata es mantener coordinación con esfuerzos organizativos independientes que de manera honesta y consecuente desarrollan la lucha del pueblo desde amplios sectores, así como aquellos que se han apropiado del marxismo- leninismo como arma teórico-filosófica para poder enfrentar la embestida neoliberal e imperialista que se avecina. Establecer mediante la práctica política la discusión política y la homogeneización de criterios para definir la realidad objetiva y las necesidades de la presente etapa de lucha.
La tarea inmediata es concretar frentes de masas regionales para hacer frente a la violencia y terrorismo de Estado; encaminemos nuestro esfuerzo en construir un frente nacional de lucha anticapitalista y antineoliberal con la participación de todo el pueblo en lucha.
En conclusión, no basta con las luchas democráticas dentro del marco jurídico burgués, entre ellas la electoral y parlamentaria; la actual etapa exige la unidad y con ella la crítica de las masas organizadas de manera independiente con conciencia de clase, determinación y voluntad política para enfrentar en mejores condiciones la embestida imperialista y desarrollar la lucha popular en todas sus formas».[9]
El camino por la construcción frentista que recorrimos en el Frente Oriente –con una multiplicidad de organizaciones, cada una con una composición de clase diversa, ninguna de ellas verdaderamente proletaria– apenas iniciaba y nos tomó otros tres años, aproximadamente. Durante este tiempo entablamos relación con la mayor parte de las organizaciones que, como decíamos, representan lo más representativo del oportunismo en el estado mexicano.
Tanto de manera regional como nacional, trabajamos de la mano y reivindicamos al oportunismo más nefasto, desarrollando nosotros mismos una política revisionista, oportunista e incluso arribista – siempre haciéndonos presentes en las luchas espontáneas pretendiendo absurdamente, de esta forma, “darles dirección”–, imitando las prácticas de las organizaciones más atrasadas y execrables con quienes en ese momento nos encontrábamos relacionados. Evidentemente el “culto a la espontaneidad” de las masas fue una constante de nuestra práctica política durante ese tiempo.
Las perspectivas fueron en cada momento más o menos las mismas, crear un frente nacional amplio, que recogiese las demandas inmediatas pero que pudiese “dar pasos” hacia la construcción de un proceso revolucionario, pero de carácter democrático-popular:
«(…) la tarea ineludible es proteger y luchar por los acosados, hostigados, reprimidos pero fundamentalmente por alcanzar, a través de la solución a las demandas legítimas de nuestro pueblo, un gobierno popular y verdaderamente democrático».[10]
Este planteamiento se deriva, de manera definitiva de la caracterización que en ese momento aún sosteníamos con respecto al desarrollo del capitalismo en el estado mexicano: “país económicamente atrasado con estructuras semicoloniales y terratenientes”.[11]
Una vez que iniciamos un trabajo mucho más estrecho con las organizaciones que en Frente Oriente consideramos “honestas, combativas y revolucionarias” –entre ellas el FNLS– el planteamiento se centró en la conformación de lo que denominamos un Polo Revolucionario que pudiese dar una “dirección proletaria” a las luchas de las masas, aglutinadas éstas, en un frente nacional. Es decir, buscamos la creación de un órgano partidario entre el revisionismo, el oportunismo y hasta con organizaciones de corte caciquil.
«Consideramos que la amplia unidad de las capas más explotadas y depauperadas de nuestro pueblo, unificadas mediante una estructura organizativa colectiva, un programa general de lucha y la más permanente movilización y lucha callejera debe ser una herramienta fundamental en contra de estas políticas. (…) será necesario consolidar una estructura de lucha unitaria que despliegue la batalla sin cuartel contra el imperialismo en su conjunto y que tenga la claridad política que le permita avanzar en la estructuración de una coordinación o un frente nacional de lucha popular que sea un instrumento de lucha de la clase trabajadora y la nación mexicana. Es un deber fundamental enfrentar decididamente al imperialismo, aniquilar al oportunismo y construir un polo revolucionario que genere un bloque marxista y proletario en la lucha de clases en curso; esa es una necesidad fundamental e histórica en la decidida lucha por el socialismo (…)».[12]
No obstante de que nos encontramos a la cola del revisionismo y del oportunismo, nuestra praxis cotidiana nos llevó a reconocer y rechazar las prácticas deleznables de estas organizaciones y sus intereses de clase así como la colaboración de la mayoría de ellas, de manera abierta y franca, en la política conciliacionista con el Estado para someter a las masas a la total influencia de la burguesía, convirtiéndose en correas de transmisión y no en “instrumentos de lucha” como se auto-afirman falsamente.
A pesar de nuestras incomprensiones, incongruencias y actitudes revisionistas, nuestra permanente autocrítica nos llevó, después de un largo recorrido, a darnos cuenta que el camino frentista que seguía el Frente Oriente significaba postrar la lucha de las masas a la influencia del revisionismo y del oportunismo, en los hechos, a la influencia de la ideología burguesa como expresamos anteriormente.
De esta forma, en el Frente Oriente rompimos –aunque no públicamente, ni con los debidos deslindes– con estas organizaciones oportunistas, con sus facciosas prácticas clientelares, caciquiles, oportunistas y arribistas y también con la táctica frentista. Así, decidimos emprender un nuevo momento en la praxis política de la organización: el trabajo entre la clase obrera.
VII. La Línea de Reconstitución, el nuevo camino que hemos elegido
Presentación del Colectivo Unión de Lucha Proletaria
El inicio de la autocrítica y los deslindes correspondientes nos han llevado también a la necesidad de elevar nuestro proceso organizativo para conformarnos como una nueva estructura colectiva.
Las prácticas que marcaron el desarrollo del Frente Oriente dejaron una huella en sus prácticas internas que le impedían convertirse en la estructura necesaria para enfrentar las necesidades que la reconstitución del comunismo requiere. Es por ello que, además de su necesaria disolución, se hace indispensable la conformación de una organización mínima que nos permita estructurar de manera correcta nuestras fuerzas para hacer frente a la complejidad que las tareas de la LdR implican.
Es por esto que quienes hasta hoy nos asumimos como “Ex militantes del Frente Oriente en Lucha por la Reconstitución del Comunismo” hemos decidido conformarnos como Colectivo Unión de Lucha Proletaria, desde el cual habremos de continuar desarrollando la autocrítica que nuestra práctica anterior requiere y, en la misma medida, realizando los deslindes necesarios que parten de ella.
Evidentemente, la necesidad de la Reconstitución Política e Ideológica del Comunismo requiere que redoblemos esfuerzos en nuestro proceso de formación teórica para el correcto procesamiento y desarrollo del Balance del Ciclo de Octubre, balance en el que tendremos que someter nuevamente a crítica nuestra praxis en el extinto Frente Oriente y en el movimiento revolucionario mexicano a través de la Lucha de Dos Líneas, elementos indispensables para iniciar un nuevo ciclo revolucionario cualitativamente superior por la experiencia histórica que el proletariado revolucionario ha acumulado hasta ahora.
La formación teórica es fundamental para poder aplicar el marxismo al marxismo mismo y analizar de manera crítica los diversos procesos revolucionarios que el proletariado internacional ha emprendido hasta el día de hoy para, de esta forma, deslindar claramente el campo revolucionario del que no lo es y dejarlos al descubierto, a la luz del agotado ciclo revolucionario, haciendo patente cuáles han sido las prácticas erróneas que han arrojado la lucha comunista a la derrota momentánea en la que se encuentra sumergida hasta hoy. Tenemos certeza de que en tanto este balance no se desarrolle de manera basta, los fundamentos revisionistas que ahogan al Movimiento Comunista Internacional continuarán dañando cualquier proceso revolucionario que pueda ser emprendido y lo llevarán, irremediablemente, a su derrota.
Decididos pues a emprender este arduo y sinuoso camino, abrazamos las premisas desarrolladas en los documentos fundamentales de la Línea de Reconstitución con los que tenemos amplia coincidencia y de los cuales hemos recibido una serie de elementos teóricos, ideológicos y metodológicos que nos orientan de manera adecuada para desarrollar las tareas que la Revolución Proletaria Mundial requiere.
Las tareas que ahora se nos presentan implican a mediano plazo, y mediante la lucha de dos líneas, iniciar de manera correcta un proceso de coordinación con otros colectivos que en el estado mexicano también se adhieren a los planteamientos vertidos por la LdR –un proceso dialéctico que nos permita un avance cualitativo real– para lograr conformarnos en Comité por la Reconstitución del Comunismo y al que deberán integrarse los elementos más avanzados del proletariado para que sea éste quien participe de manera activa en la elaboración programática y, desde luego, en la construcción del verdadero Partido Comunista Reconstituido, pues la historia nos ha enseñado que no pueden ser ya los elementos de la pequeña burguesía desclasada quienes dirijan dicho proceso revolucionario.
Es momento de que el proletariado revolucionario encabece la forja de la Revolución Proletaria para llevarla a buen puerto, situación de por sí compleja pero sin la cual el camino hacia la revolución será nuevamente derrotado por el revisionismo hasta ahora hegemónico.
La conformación de la Unión de Lucha Proletaria implica un paso fundamental para quienes lo integramos pues representa el inicio de la lucha abierta contra el revisionismo imperante en el Movimiento Comunista Internacional, primer gran bastión de la burguesía en su lucha contra el proletariado revolucionario. La LdR es un arma teórica y metodológica poderosa en manos del proletariado que nos permitirá arribar a los objetivos que nos hemos planteado.
La abierta lucha por la Reconstitución del Comunismo ha iniciado y debemos prepararnos para una larga batalla en la que la crítica y la autocrítica deben ser parte fundamental para el desarrollo correcto de esta ardua tarea.
No nos amedrenta el enemigo ni la enorme tarea que hemos emprendido, pues somos conscientes de la necesidad de ésta y de la justeza de los auténticos principios del marxismo-leninismo. La Línea de Reconstitución representa la recuperación de la universalidad del comunismo.
“En tiempos de locura chovinista, obrerista, sindicalista, ecologista, etc. estar en minoría significa ser comunista”. Nos preparamos en la derrota para arribar a la victoria y trabajaremos decididamente para llegar a ella…
“De novatos que somos devendremos en experimentados”.
Notas:
https://unionluchaproletaria.wordpress.com/2020/08/12/acerca-de-la-historia-del-proletariado-internacional/comment-page-1/?unapproved=241&moderation-hash=a33eed55be45ad68a76d8bdba23c30a5#comment-241 :
Presentación del Colectivo Bandera Roja.
Hacia la Reconstitución del Partido Comunista en el Estado mexicano.
Las fuerzas materiales y espirituales del comunismo se han visto socavadas a un nivel en el que éste, como movimiento y horizonte, es irrelevante de cara a las grandes masas proletarias. El colapso del bloque socialista fue la estocada final de un largo proceso de agotamiento y degeneración por mor de sus limitaciones históricas, proceso que abrió la puerta a la reacción recalcitrante, expresión de la burguesía monopolista internacional, que barrió con los residuos de la otrora ofensiva política del proletariado inaugurada por la Revolución de Octubre. Tras la caída del muro de Berlín, buena parte del Movimiento Comunista Internacional (MCI) huyó y sigue huyendo en desbandada ante la imposibilidad que la falsa militancia demuestra en abarcar política y teóricamente la estruendosa caída del comunismo. En este contexto, la República Popular China terminó de perfilarse como una potencia imperialista en toda regla con costo de sangre de las masas en la plaza de Tiananmén. Ambos procesos de descomposición del proyecto socialista arrastraron consigo a la inanidad a todo un paradigma revolucionario que caracterizó a la lucha del proletariado durante el siglo XX. La derrota histórica del comunismo presenta el comienzo de un interregno que se prolonga hasta nuestros días.
Dado el momento de derrota y repliegue del MCI, campa a sus anchas el liquidacionismo (derrotismo y superchería del marxismo de la crítica crítica que sentencia sin mediación alguna la liquidación del Movimiento Comunista), el oportunismo y folklore sovietista y pro-chino que se demuestran autorreferenciales, políticamente inoperantes, burocráticos y fieles devotos del viejo economicismo socialdemócrata.
Ante el panorama real, seamos marxistas consecuentes y aceptemos que “la dialéctica materialista considera que las causas externas constituyen la condición del cambio, y las causas internas, su base, y que aquéllas actúan a través de estas”1; siendo que las condiciones externas actúan a través de las internas, es obligación de la militancia comunista comprender los fundamentos materiales e ideológico-políticos que significaron todo un paradigma revolucionario y, sintetizados como concepto (Ciclo Revolucionario de Octubre), asumamos en completitud la conciencia de las nuevas condiciones bajo las que habrá de iniciar una nueva fase de lucha comunista.
El estado de objetiva derrota del MCI no por ser asumido se debe sentenciar como definitivo, sino como necesaria crisis que presenta la posibilidad de dotar, de nuevo, de contenido revolucionario el cuerpo ideológico-político del comunismo, en este sentido es indispensable el enfrentamiento contra las expresiones del fracaso de nuestra Revolución. Ésta tarea es la Reconstitución ideológico-política del comunismo porque “para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual” 2. Precisamente el estado de cosas actual requiere de reconstituir al MCI sobre renovadas bases ideológico-políticas, como expresión del desenvolvimiento de las contradicciones en el seno de la materia social en el plano de la conciencia colectiva de la militancia marxista-leninista, para afrontar las presentes y futuras tareas de fundación de un nuevo Ciclo Revolucionario mediante la definición de la Línea Política Revolucionaria: al momento, la Línea de Reconstitución.
Son tales los alcances de la labor de la Línea de Reconstitución (LdR) hasta el momento, que han suscitado tanto interés y adhesión como rechazo en el entorno del Movimiento Comunista en el Estado español y, pese a las opiniones y posturas que el espectro de la política proletaria manifieste a su respecto, es innegable que la LdR se ha situado en una posición de seria importancia al grado que el interés por sus postulados se manifiesta más allá de los límites del Estado español. Quienes emitimos este documento, mediante estudio y análisis concreto consideramos —en la medida de la concepción materialista y dialéctica de la realidad— que la LdR tiene alcances universales, pues asume la tarea de remontar el la militancia comunista desde las experiencias mundiales de la lucha proletaria. Es posible y necesario suscribir la LdR pues es innegable que en todo particular reside lo universal, una existencia genérica: para el caso, la formación social capitalista, que en su desarrollo y expansión subsume toda expresión particular bajo la lógica universalizada de la mercancía. Con ello se revela la contradicción última: producción social contra propiedad privada; proletariado contra burguesía, abriendo la posibilidad del comunismo.
Ante esto es hora de que, una vez más, las y los comunistas expongan abiertamente ante el conjunto de la militancia su enfoque, sus objetivos y sus tendencias. El Colectivo Bandera Roja, como suma de voluntades, ha llegado a la conclusión de que existe la necesidad de conformar un colectivo que pugne por la Reconstitución del Partido Comunista en el Estado mexicano, es el único camino en la reactivación del comunismo como fuerza histórica. La conclusión que aportamos al Movimiento Comunista en el Estado mexicano no es azarosa, es el producto de haber realizado ejercicio de crítica y autocrítica respecto a nuestra propia militancia en el pasado, habiendo puesto en tela de juicio la estrechez y deriva ideológica, y enfrentado la frustración de la inopia política de las organizaciones comunistas actualmente existentes, en cualesquiera sus formas.
Suscribimos como universales las “Tesis de Reconstitución del Partido Comunista”, “Nueva Orientación en el camino de la Reconstitución del Partido Comunista I” y “Nueva Orientación… II”. Esto debe considerarse como un llamado al combate, al decidido deslinde de campos respecto a las camisas de fuerza que mantienen al marxismo atado y alejado de su potencial revolucionario y a su vez contra el obrerismo y los subproductos del marxismo osificado que, por su parte, niegan su bastarda procedencia: las ideologías de la fragmentación que permean en el conjunto de la vanguardia teórica ante la retirada del marxismo como referente político de emancipación.
Teniendo como base firme el cuerpo teórico-práctico de la LdR, consideramos que podremos llevar a cabo nuestra labor mediante una sucesión de contradicciones a superar, expuestas en “Nueva orientación en el camino de la Reconstitución del Partido Comunista”. Este proceso dialéctico es la mediación necesaria entre la cosmovisión marxista y las masas. Como es sabido, sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario, por lo que el primer paso en el camino al Comunismo es la delimitación de la crítica revolucionaria . Para llevar a cabo esta tarea, el destacamento más consciente del proletariado (vanguardia teórica marxista-leninista) debe escindirse temporalmente del movimiento práctico de la clase (vanguardia práctica) para avivar la contradicción en el campo de la teoría marxista y el seno del Movimiento Comunista, mediante Balance Crítico y Lucha de Líneas.
En este sentido planteamos objetivos de nivel inmediato, mediato y último: como objetivo inmediato, la delimitación de la concepción dialéctico-materialista de la realidad, que implica una fase de formación teórica, para asumir con capacidad nuestras labores como Colectivo por la Reconstitución (Balance Crítico y Lucha de dos Líneas). Como objetivo mediato, alcanzar el nivel organizativo de Comité por la Reconstitución, para así abarcar de manera amplia las tareas que el Balance Crítico del Ciclo de Octubre significa. Como objetivo último, la Reconstitución del Partido Comunista. Es por eso que llamamos a los elementos más conscientes de la clase, al conjunto de la militancia comunista a tomar parte en la Reconstitución ideológica y política del comunismo en el Estado mexicano.
Colectivo Bandera Roja.
1 Zedong, Mao, Sobre la contradicción, en https://www.marxists.org/espanol/mao/escritos/OC37s.html
2 Marx, Karl H. y Friedrich Engels, La ideología alemana, Ediciones Grijalbo S. A., 1974, p. 37.
Saludos,...hoy, 30/12/2.020, me acabo de enterar de su existencia organizativa,...Yo soy, Lmm,...editor de lukyrh.blogspot.com,...est.esp.,...málaga. 29006,...--- PROMOVEMOS LA "" ORGANIZACIÓN REVOLUCIONARIA MULTIPOPULAR "",...ESTE SERÍA EL NOMBRE,...UNIVERSAL E INTERCULTURAL,.....-- LES CONOCIDO, AL ENTRAR, EN LINEA PROLETARIA.NET,...EN SU N.-5,...¡¡¡¡. -- EN SU MOMENTO CREE, EL GRUPO COMUNISTA PROLETARIO INTERN. DE MÁLAGA,...QUEDAMOS EN ACTIVO UNAS AYUDANTES, Y CONTACTOS EXTERNOS VARIADOS, QUE AYUDAN INFORMANDO, PASANDO IDEAS, MATERIALES,.....Y LO QUE VAMOS CONTACTANDO Y LO QUE SACAMOS DE INVESTIGAR, ESTUDIAR,...ETC,......DICHO GRUPO PROLETARIO, TUVO ALGÚN TIPO DE CONTACTO CON LIN.PROL. RECONSTITUCIÓN.NET Y CON COLECTIVORC.ORG,....QUE LLEVAN SIN PUBLICAR CERCA DE UN AÑO,...¡¡??¡¡; NO SE LAS RAZONES,.....AUNQUE LÍNEA PROLETARIA // RECONSTITUCIÓN.NET // QUIZÁS LES PODRÍAN INFORMAR,....EL COLECTIVORC.ORG,....FUERON EXCDAS. MÍOS, EN OTRA ORGANIZACIÓN,....DONDE PUEDEN VER-OBTENER INFORMACIÓN ¡¡; OCTUBRE-UCCO.BLOGSPOT.COM ¡¡¡¡¡. Y EN ARIAN SEIS.BLOGSPOT.COM, DE MANUEL HERRANZ,...¡¡¡???¡¡¡; DE MADRID, EXCDA. TAMBIÉN, MÍO,...¡¡¡. -- YO, SOY YAYO-JUBILADETE,....Y SOLO DESARROLLO, TAREAS COMO LAS INDICADAS DESDE MI CASA,....¡¡¡¡; CON EL BLOG,...FB,....ETC,...¡¡¡¡. -- NO DESAROLLAMOS TAREAS DE CALLE,....LAS AYUDANTES, SON DE MI FAMILIA, ESTUDIAN EN UNIVERSIDADES,....Y NO SON TAN, DIGAMOS, PROLET, COMO YO,...¡¡¡¡. ESPERANDO NOTICIAS, SE DESPIDE lukydemálaga. 29006. -- Les paso, los archivos del mes de diciembre de 2.020,...los titulares ¡¡ : ARCHIVO DEL BLOG
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https://www.colectivorc.org/2019/07/24/reflexiones-sobre-la-internacional-comunista-de-nuevo-tipo/
Reflexiones sobre la Internacional Comunista de nuevo tipo
Valgan estas líneas como aporte al debate para la tarea de forjar la futura Internacional Comunista, el partido Proletario Mundial de nuevo tipo. Así como una contribución a la conmemoración del centenario de la fundación de la IIIª Internacional, el germen de lo que Lenin llamaría: la república soviética universal.
Este documento ha sido elaborado como respuesta a la propuesta de la Unión Obrera Comunista (MLM) de Colombia sobre Propuesta de formulación de una línea general para la unidad del Movimiento Comunista Internacional que se editó en su revista teórica Negación de la Negación nº 5 de Agosto de 2016, donde se llama a la discusión internacional de los comunistas.
Hemos de decir que compartimos gran parte de lo que en el extenso documento se desarrolla, y si bien hay aspectos que no compartimos, nos han aportado argumentos y determinación para contribuir a su propósito de perseverar en la construcción de las condiciones subjetivas de la revolución socialista, a la vez que se desarrolle una lucha feroz con la línea revisionista y oportunista en el seno del proletariado revolucionario.
Vamos a dividir nuestra aportación al debate propuesto por los camaradas de la UOC (MLM) en dos partes separadas para despejar las posibles interferencias que se puedan dar durante la discusión, ya que son temas que consideramos fundamentales. El primer tema, que es el que exponemos a continuación, está relacionado con la reconstitución del Partido Comunista, mientras que el segundo, que publicaremos posteriormente una vez se haya debatido el primero, va a estar dedicado al Balance Histórico de la Internacional Comunista, siguiendo el hilo conductor del documento que publicó la UOC (MLM) con el título ¡La unidad internacional de los comunistas exige las derrota del revisionismo y de toda forma de oportunismo!, en respuesta a una publicación del año 1984 de una organización española ya desaparecida (Unión de Lucha Marxista-Leninista) titulada Sobre los partidos m-l como herederos de los errores del periodo 1935-1956 y que se reprodujo el 24 de Enero de 2018 en el Blog Dazibao Rojo. Vayamos sin más preámbulo al tema que nos ocupa en estos momentos.
La reflexión sobre la Internacional Comunista es un tema que debemos asumir los comunistas comprometidos con la superación del régimen capitalista de producción si queremos estar a la altura de las tareas que nos exige la revolución socialista, máxime cuando esta revolución adquiere un carácter general sin tener que atender a un mayor o menor desarrollo económico de cada país en cuestión, pues se ha llegado a la situación, determinada por la fase imperialista del capital, en la que los distintos países constituyen un eslabón de la cadena imperialista de un único sistema económico mundial, ocupando cada país el lugar que le corresponde por el desarrollo de sus fuerzas productivas en el contexto general de ese sistema.
La fase imperialista del capital, como resultado del desarrollo objetivo del proceso de producción capitalista, impulsa de una manera general el carácter universal de la Revolución Proletaria Mundial (RPM). Ello no suprime, sino que hace más necesario, que la revolución proletaria se realice en cada país, debido a la organización nacional del proceso de producción capitalista que entra en competencia con la cada vez más internacionalización de la producción impulsada por los mecanismos del desarrollo capitalista, siendo su motor el capital monopolista que hace que en su actuación haya una mayor concentración y centralización de los medios de producción, transcendiendo las barreras que imponen las fronteras nacionales, lo que hace que se conjugue dialécticamente el carácter universal de la revolución proletaria con el carácter particular de su realización. Con ello se cumple los dos aspectos que define a toda contradicción: 1) que lo particular está ligado a lo universal, y 2) que lo universal reside en lo particular. Las tesis acerca de la RPM y la revolución proletaria en su solo país están desarrolladas desde el punto de vista teórico porque dependen de las condiciones objetivas del desarrollo capitalista de acuerdo a un sistema que tiene un carácter mundial, pero no así de su realización, es decir, tratadas desde el punto de vista de su aspecto subjetivo.
Como hemos dicho, el imperialismo como etapa superior y final del capitalismo, aporta al desarrollo histórico de la sociedad dos aspectos que son esenciales para comprender el tránsito al socialismo como consecuencia de la maduración de las contradicciones internas del sistema capitalista, por un lado, y la emergencia del sujeto revolucionario perfectamente internacionalizado, producto del sistema mundial y de la internacionalización de su carácter como clase por compartir los mismos intereses económicos y políticos, por otro. La implosión del sistema capitalista por la acción del sujeto revolucionario -ya no es necesaria cualquier etapa intermedia a la construcción del socialismo-, y la constatación de que dicha revolución es parte del sistema mundial de la revolución proletaria -no atendiendo sólo a las condiciones concretas de ese país, sino parte de las contradicciones generales del capitalismo a nivel mundial y su interrelación con las de cada país concreto.
El imperialismo, como modelo de producción internacionalizado, encadenó a todos los países -con sus modos específicos de producción- en una sola economía mundial, donde la economía de cada país es un eslabón de una sola cadena, que obedece y sirve a la producción, la realización de la plusvalía, la acumulación y la centralización del capital mundial.1
Este análisis lo consideramos correcto.
El capitalismo imperialista ha creado y ampliado la base material
para la construcción del socialismo en todo el mundo, acentuando la lucha revolucionaria del proletariado por el derrocamiento del poder capitalista y por la expropiación de la burguesía en todos los países!2
Esta conclusión es correcta pero incompleta si no va acompañada del avance de la conciencia proletaria y del desarrollo de la praxis revolucionaria (existencia del partido comunista como movimiento revolucionario). De lo contrario, siendo cierto el párrafo, puede llevar a reforzar la idea del determinismo histórico.
Entendemos que la IC no puede ser sólo fruto de la necesidad de su objetivación debido al desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, sino, sobre todo, resultado de la dialéctica de la conciencia proletaria que aborda la realidad social desde el punto de vista de su transformación revolucionaria. Desde este aspecto es como queremos abordar su reconstitución dado que, desde su necesidad, no hay tema de discusión: es asumido por todas las organizaciones consecuentes con su objetivo de existencia.
El funcionamiento del sistema capitalista de producción despliega unas férreas leyes, a las cuales está sometida irremediablemente la acción de todos los capitales. Una de esas leyes es la caída tendencial de la cuota de ganancia, lo que obliga a los distintos capitales a una mayor explotación del trabajo asalariado, tanto desde el punto de vista intensivo como desde el extensivo, con el objeto de amortiguar, en la medida de lo posible, dicha tendencia en la competencia entre ellos, lo que empuja y acelera la repetición de las crisis económicas (en el imperialismo adquiere un carácter mundial) debido a la tendencia de los capitales a producir más, por su actuación privada e individual, chocando con la realidad social de no poder consumir todo lo producido por la envoltura capitalista de la producción (mercancías). Durante las crisis económicas se pone en evidencia en toda su expresión el carácter capitalista de la producción (tendencia a la extensión de la producción como norma general de la producción y tendencia a restringir el consumo general por parte de las masas obreras como expresión del doble carácter del trabajo en el capitalismo: como productor de valores de uso y como productor de valores de cambio, lo que indica que el consumo está mediado por la compra y venta de valores de cambio).
Que estén dadas estas condiciones materiales (organización mundial de la producción como un mismo sistema debido a la concentración y centralización de los medios de producción) no implica que la IC surja como un hecho necesario, pues ello depende del desarrollo que haya alcanzado la conciencia revolucionaria en el seno de la clase obrera (tarea de la vanguardia m-l) que se va reconstituyendo mediante la lucha de dos líneas y la fusión con una parte de las masas proletarias como movimiento revolucionario, es decir, como partido comunista. Para comprender correctamente este proceso – el de su reconstitución -, hay que tener en cuenta que la clase proletaria no nace revolucionaria (la explotación no constituye una condición necesaria para la formación de la conciencia de clase), sino que se hace a través de su praxis por destruir las condiciones materiales y políticas de las relaciones capitalistas, creando las condiciones que van a dar objetividad a relaciones sociales sin ninguna base para que se pueda desarrollar cualquier tipo de explotación económica u opresión política, bajo la organización de un sistema de relaciones ideológicas y políticas encaminadas a la destrucción del mundo burgués.
El capitalismo, como todos los anteriores modos de producción, nació, se desarrolló y se está muriendo. El sistema económico social capitalista ya dio todo lo que tenía para dar y creó las condiciones para avanzar al socialismo; sobrevive, únicamente, gracias al oxígeno proporcionado por el oportunismo.3
Compartimos el espíritu de este párrafo pero lo consideramos incompleto, tanto en su primera como en su segunda parte, dado que para que se comprenda en toda su amplitud y no cree ningún tipo de dudas al leer cualquier formulación o expresión relativa a la teoría del tránsito de un modo de producción a otro, y en especial el tránsito del capitalismo al socialismo, se tienen que dar tanto las condiciones objetivas -creadas por el propio desarrollo del régimen capitalista de producción- como las subjetivas -creadas por el desarrollo de la conciencia revolucionaria, esto es, la construcción y reconstitución del partido comunista como movimiento revolucionario-. Hay que hacer siempre hincapié en este último aspecto pues de lo contrario se le está ofreciendo, sin ser con ello consciente, munición ideológica al revisionismo y al oportunismo para que proyecten una visión deformada y manipulada de la teoría de la revolución proletaria. Sin los dos aspectos que hemos señalado es imposible dicho tránsito ya que se articula la puesta en marcha y desarrollo de la guerra popular, como condición necesaria del desarrollo de la conciencia revolucionaria (reconstitución del partido comunista), a la existencia de las condiciones objetivas como medio para la destrucción del viejo poder burgués y construcción del nuevo poder proletario. Con estas premisas tanto el revisionismo como el oportunismo son tigres de papel, pues poco tienen que hacer con el avance imparable del movimiento revolucionario dado que han sido derrotados temporalmente por la incorporación de las amplias masas a las tareas revolucionarias, no como movimiento espontáneo dirigido por el partido sino como movimiento revolucionario fundido al partido mediante praxis revolucionaria.
Esta praxis comprende la asimilación de la teoría marxista -por tanto del papel histórico del proletariado en la sociedad capitalista-, y la praxis dirigida a transformar la realidad social en una dirección determinada -de acuerdo a sus intereses de clase- que coincide con el desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas de la sociedad, constreñida hasta ese momento por el carácter capitalista de los medios de producción -para que se despliegue sin ninguna traba artificial, esto es, condicionada por el capital. Dada la complejidad de la producción capitalista, la explotación del trabajo ajeno no es visible a simple vista, no puede ser observado por los trabajadores sobre los que recae la explotación de su fuerza de trabajo. Dicha realidad no es evidente por el simple despliegue de su fuerza de trabajo como ocurría en el modo de producción esclavista o feudal, Y esto dificulta la simple toma de conciencia de su explotación, paso previo para la toma de conciencia política para la lucha por la eliminación de las relaciones económicas en donde reside la explotación asalariada. La importancia del descubrimiento científico del concepto plusvalía es que enseña al proletariado el camino para conseguir su liberación como clase explotada y, por tanto, -como clase determinada por el desarrollo del proceso histórico- a eliminar las condiciones de explotación de una clase por otra: las relaciones económicas basadas en la propiedad privada de los medios de producción. Desde ese preciso instante la lucha por la liberación del proletariado se convierte en una tarea colectiva: por un lado, en una tarea comprensiva (conocer los mecanismos sociales de la explotación capitalista, fruto del estudio científico); por otro, una tarea política (actuación como clase en donde cada proletario no es más que una parte necesaria del todo).
Por tanto, si ello es así, como nosotros pensamos, sólo cabe centrarse en preparar la revolución proletaria desde el punto de vista subjetivo, es decir, desde la creación de las condiciones ideológicas y políticas del sujeto que tiene que llevar a cabo dicho proceso revolucionario para que, de acuerdo con las condiciones generales y particulares en donde se desarrolle la praxis revolucionaria, pueda concretarse de una manera efectiva la revolución proletaria. En ello debemos centrar el debate fundamentalmente.
La construcción o, mejor dicho, su reconstitución no puede ser obra del proceso en que se desarrollan las contradicciones del sistema capitalista, como así se ha creído y actuado durante mucho tiempo. Nuestro colectivo ha sido víctima -asumiendo los errores del pasado como ciertos- y verdugo -reproduciendo esta concepción como acertada- de este error común a muchas organizaciones comunistas en el proceso de construcción del sujeto revolucionario. Hemos reproducido la concepción cientifista del marxismo y la organicista del partido comunista que tanto daño han producido al desarrollo del marxismo como praxis revolucionaria.
El movimiento espontáneo de las masas no es otra cosa que eso, movimiento obligado de los obreros comunes por su empeoramiento de sus condiciones de vida y trabajo al servicio del capital. Esta fracción numerosa de la clase no conforma el germen de la revolución proletaria, sino el destacamento que seguirá a la zaga al movimiento revolucionario hasta su lenta pero paulatina incorporación mediante la praxis revolucionaria. Como decimos, la reconstitución del sujeto no es fruto del proceso, como se ha crecido durante tanto tiempo, sino obra consciente del elemento activo del prepartido, es decir de la vanguardia ideológica del proletariado, de su voluntad y certeza para reconstituir el sujeto revolucionario. Entender que dicho partido es fruto del proceso significa quedarse atrapado en el fetichismo del movimiento espontáneo de las masas, pues se constituye como el elemento determinante en la relación de las masas y la vanguardia, el que le indica que está maduro para asumir la dirección de la vanguardia, cuando ello no es más que puro idealismo basado en la errónea percepción de que la revolución la hacen las masas dirigidas por el «partido» como destacamento de vanguardia separada de las masas: relación metafísica vanguardia/masas que antecede a toda concepción mecanicista de los dos elementos que constituyen cualquier realidad, ya sea material o social.
El partido como relación social
Hay que hacer un esfuerzo para lograr enterrar de una vez para siempre la concepción organicista del partido, es decir, la consideración de que el partido comunista es la estructura organizada de la vanguardia en torno a una línea política que acoja los principios del m-l y el análisis materialista de la realidad concreta. Esta concepción la consideramos errónea de principio a fin, y así se lo manifestamos a los camaradas de la UOC (MLM).
El partido es el destacamento organizado, de vanguardia y el jefe político de la clase obrera.4
En el esfuerzo por construir el Partido Comunista Revolucionario de Colombia debemos vincularnos a las masas para fundir el socialismo con su movimiento espontáneo, de dirigir todas sus manifestaciones hacia el objetivo de la conquista del poder político.5
Reafirmamos la exhortación a todos los comunistas revolucionarios en Colombia a ponernos de cara ante un periodo de trabajo tesonero por concretar la unidad de los comunistas revolucionarios en un solo Partido. Reafirmamos nuestra confianza en que este llamado será bien recibido por nuestros camaradas de otras organizaciones y todos los revolucionarios que en Colombia luchan por su construcción6
Hasta ahora hemos dicho que la IC es una necesidad para la organización del proletariado a nivel planetario, pues hunde sus raíces en un hecho objetivo, es decir, en el carácter internacional del trabajo como consecuencia de la internacionalización de las condiciones de la producción capitalista, aunque como una condición extraña a su propia conciencia colectiva, derivado, por así decirlo, de su etapa de dependencia ideológica y política de la burguesía. Repetimos, eso no es todo ya que la IC es, además, una condición intrínseca de la naturaleza propia del proletariado como clase independiente de la burguesía, en donde no solo define su objetivo histórico sino que emplea su praxis revolucionaria para hacerla realidad como emancipación de la Humanidad, pues de lo que se trata es de eliminar las clases sociales. Por eso, el primer paso del proceso revolucionario es la reconstitución del Partido Comunista, el sujeto que lo va a dirigir, pues ello va a depender tanto del contenido como de la forma del proceso.
Entendemos que la concepción organicista del partido, que ha sido dominante en el seno del movimiento comunista, pertenece a un esquema antiguo de la construcción del partido, más propio del partido obrero que del revolucionario, todavía atrapado en la ideología pre revolucionaria que se centra en el fenómeno de la estructura de lo real que en su contenido entendido como relación social, aunque ha tenido de positivo que intenta escapar de la visión del mundo burgués pero sin conseguirlo en toda su amplitud al quedarse a medio camino: concibe al nuevo partido como un partido de clase (obrero) pero no de la clase (revolucionario), solo expresión de la vanguardia que se lo transmite a la clase considerándola como movimiento espontáneo.
Es muy importante para tal tarea tener claro que el Partido Comunista no puede ser considerado como la Vanguardia organizada políticamente, ya que ello es simplemente una parte, aunque la principal del proceso de reconstitución del partido. Hablamos de reconstitución pues hablar de la difícil pero simple constitución no nos sirve en las actuales circunstancias, dado que es necesario realizar un exhaustivo Balance del Ciclo de Octubre con el propósito de corregir y eliminar aspectos que se daban como correctos pero que se han ido demostrando erróneos, como por ejemplo el tema que estamos tratando, el tema del partido. Considerar la autoproclamación de la vanguardia como partido, como ha ocurrido en multitud de ocasiones, es un error monumental que ha tenido graves consecuencias para el Movimiento Comunista pues ha permitido que se desarrollaran y fortalecieran concepciones y prácticas claramente revisionistas y oportunistas en las filas de multitudes de organizaciones.
Como decimos, la existencia o no del partido no puede depender de la apreciación subjetiva de la vanguardia, sino del resultado objetivo de un proceso social entre la vanguardia y parte de las masas, en donde el elemento determinante es la ideología dado que constituye el cemento que va a fusionar y no simplemente unir las dos partes que conforman la reconstitución del partido como movimiento revolucionario que actúa sin dependencia del movimiento espontáneo de las masas pero aspirando a atraérselo mediante una línea de masas acertada basada en los principios de la revolución proletaria.
Es misión del Partido llevar la conciencia socialista al movimiento obrero, guiar al proletariado al frente de las masas trabajadoras, a la conquista del poder político y construir, sobre las ruinas del viejo Estado reaccionario, el nuevo Estado de Dictadura del Proletariado7
De la lectura se deduce que el Partido es considerado la vanguardia de la clase con respecto a las masas, sin tener en cuenta que partido y vanguardia son dos realidades cualitativamente distintas. Efectivamente, el partido es la vanguardia de la clase, pero es otra cosa muy distinta a la vanguardia organizada. Al identificar el partido con la vanguardia organizada políticamente se está dando por entendido que entre vanguardia y masas no hay ningún intermediario y, por lo tanto, se puede establecer una relación directa de tú a tú entre ambas partes, cuando en realidad es a través de ese intermediario como se hace posible y efectiva la articulación política entre la vanguardia y masas para construir el partido. Hay que tener en cuenta que tanto la vanguardia como las masas no son totalidades homogéneas, existen distintos niveles en su interior que los diferencian como partes de la totalidad, determinándose relaciones políticas específicas para resolver dichas diferencias.
Repetimos. Debemos desechar por completo esta errónea concepción para centrarnos en la idea del partido como relación social, relación que establece la vanguardia m-l con las masas, que se especifica como Línea de masas y, posteriormente, como Praxis revolucionaria. En este sentido, el partido es el sistema de relaciones sociales de la clase como praxis revolucionaria. Esta praxis es resultado de la multiplicidad de relaciones entre la vanguardia y los distintos niveles políticos de las masas cuando ya está constituido el partido, es decir, la fusión de la conciencia revolucionaria y el movimiento de la clase como clase para sí. Desde esa etapa del proceso de reconstitución del partido, la clase ya no sería la existencia de dos elementos separados (la vanguardia y las masas, el movimiento de la conciencia revolucionaria y el movimiento espontáneo de las masas), sino la unidad dialéctica de sus dos elementos como praxis revolucionaria que actúa para transformar la realidad social.
El Partido o, lo que es lo mismo, la relación social de la vanguardia y las masas como praxis revolucionaria, es lo que transforma a la clase como simple movimiento de masas en movimiento revolucionario. En este sentido, el partido transforma a la clase cualitativamente, de clase en sí en clase para sí, a la vez que la clase asimila a la vanguardia como parte integrante suya.
Como nos encontramos en los principios de la reconstitución del partido allá donde no se haya producido, debemos centrarnos en la Vanguardia Ideológica (aspecto principal del movimiento revolucionario, resultado de la fusión práctica que se va reconstituyendo mediante la lucha de dos líneas en el seno de la Vanguardia y su Línea de masas (entre ella con una parte de las masas a través de la difusión del ml y su aplicación a los problemas concretos de la revolución proletaria (sistema de relaciones ideológicas, políticas y organizativas). La Vanguardia no puede esperar pacientemente a que las «masas» hagan explosivas sus relaciones económicas con la burguesía porque nunca ocurrirá el salto cualitativo de lo económico a lo político, como tampoco ocurrirá lo contrario, que la Vanguardia con acciones alejadas y no comprendidas por las «masas» va a conseguir que éstas sigan mágicamente la senda marcada por la «vanguardia» pues no hay ligazón ideológica y política ni organizativa, es decir, lo contrario al concepto de fusión que debe prevalecer entre las relaciones vanguardia – masas.
La dialéctica de la conciencia
El concepto de clase está determinado en un principio por las relaciones sociales de producción: aparece ante los individuos que se preguntan sobre ello como una totalidad abstracta. En este sentido, pertenecen a una clase aquellos individuos que realizan una determinada función a tenor del lugar que ocupan en la producción: es una determinación externa a la conciencia y voluntad de los individuos que les viene impuesta por su condición social. Pero esta determinación no abarca todavía la totalidad del concepto. Si todo concepto es expresión de una realidad material o social, fruto de relaciones objetivas, en el caso del concepto clase social es fruto de las relaciones sociales entre distintas clases y entre los elementos que conforman las clases; lo que define a los pertenecientes a una clase no es su lugar en la producción, sino su posición ante las condiciones de la producción. La clase es tal en la medida que es totalidad en acción, y la pertenencia a esa clase ya no depende de la función que realiza sino de la posición que adopta como parte de la clase.
Así, conforme disminuye progresivamente el número de magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todos los beneficios del proceso social de producción, crece la masa de la miseria, de la esclavización asalariada, de la degeneración, de la opresión y la explotación; pero crece también la rebeldía de la clase obrera, aleccionada, unificada y organizada por el mecanismo del propio proceso capitalista de producción.8
Todas estas teorías tienen una esencia revisionista común: conciliar con el imperialismo, impedir la unión de las principales fuerzas de la sociedad contra el imperialismo, apagar el ímpetu revolucionario de las masas obreras y campesinas en los países oprimidos, en fin, estropear la verdadera lucha antiimperialista.9
La razón principal de la tardanza del triunfo revolucionario en los países imperialistas, está en la situación de postración del movimiento obrero durante casi un siglo, escindido por el imperialismo, relegado a un lugar sin importancia social por la socialdemocracia, engañado y desgastado en la lucha parlamentaria por una revolución deformada en movimiento democrático burgués contra los «excesos» del capital monopolista, abatido y amordazado por la traición y degeneración oportunista de sus partidos en cada país, por el peso que tuvo entre los comunistas la línea errónea de condicionar el triunfo de la revolución en los países imperialistas, a la victoria en los países oprimidos.10
Como es oportunismo de «izquierda» desconocer que la fuerza objetiva del movimiento de masas contra el sistema capitalista, contra el dominio de los monopolios y el capital financiero, es de hecho, una tendencia incipiente hacia la conciencias de la necesidad de derrotar y sepultar al imperialismo.11
No se puede perder de vista para sacar conclusiones sobre este aspecto una cosa importante, a saber: dentro de la clase obrera existen dos esferas de conciencia, la espontánea (masas) y la revolucionaria (vanguardia), y dentro de la espontánea, la inconsciente (amplias masas) y la consciente (determinadas masas). Las amplias masas forman parte de la clase (es una condición objetiva) pero no por ello tienen conciencia de clase, ni mucho menos conciencia revolucionaria, ya que ello es fruto del conocimiento científico de la realidad social y de la aceptación de una teoría revolucionaria. Lo que determina su nivel de conciencia es su posición política, que depende no de su actividad reivindicativa sino de su comprensión del proceso histórico como un proceso de lucha de clases y su resolución ligado a sus intereses de la clase a la que objetivamente pertenece. Por eso, si esto no está claro, la comprensión y aceptación de la propaganda revolucionaria difundida por la vanguardia no tiene de por sí un impacto positivo, si no está posicionada la conciencia políticamente, lo que excluye a las amplias masas, si no es a través de la intermediación de una parte de la clase: los que tienen conciencia de clase. Este es el proceso general de la formación de la conciencia, proceso en donde el proletariado va elevando su nivel de conciencia.
La conciencia de la clase se puede considerar, a grandes rasgos, el sistema ideológico que da lugar a una representación organizada de las condiciones de existencia del ser humano con su entorno natural y social que le condiciona y, sobre todo, los medios para transformarlo con el objeto de adecuarlo a sus necesidades. La premisa de la conciencia de clase proletaria en el capitalismo es la aceptación y asunción de que la sociedad está dividida en clases sociales determinada por las condiciones en que producen sus bienes materiales. Dichas clases chocan y se enfrentan por la defensa de sus intereses, que en el caso de la burguesía y el proletariado son además irreconciliables, condición de su lucha como reflejo de la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter social de la producción, fruto del desarrollo de las fuerzas productivas, y el carácter privado de la apropiación, consecuencia de la propiedad privada capitalista de los medios de producción.
La explotación económica a que está sometido el proletariado no es germen o condición de la conciencia de clase, puesto que como hemos dicho ésta no está dada sino que se hace a través de un proceso de interiorización de la teoría marxista de la lucha de clases. Ello es así porque, por un lado no se podría explicar que un no obrero pudiese adquirir conciencia de clase proletaria, lo cual no es cierto dado que la citada conciencia tiene su expresión práctica como posición política, la cual no depende de la pertenencia a una clase sino de su praxis; y, por otro lado, si la conciencia de clase fuera innata en los obreros por ser obreros, todos estos por ser explotados la tendrían latente hasta que se desplegase en el transcurso de su vida social a través de su actividad de manera espontánea o natural.
Lo característico de la conciencia de clase en el capitalismo es que dicha representación ideológica no puede adquirirla el proletariado de manera espontánea mediante su lucha reivindicativa de carácter económico si no va unida a una mínima comprensión de la teoría marxista de la lucha de clases, que se va asumiendo a través de un proceso intelectual impulsado por la voluntad del individuo interesado en aprehender dicha teoría. Sin este proceso intelectual, teórico, la lucha espontánea se queda en una mera lucha reivindicativa sin ningún rescoldo, pues cesa la acción tal cual empezó hasta que comienza una nueva que se repite exactamente como el proceso anterior.
Si no existe conciencia de clase, las orientaciones y dirección que le puede impulsar la vanguardia revolucionaria a la lucha espontánea no aportan elementos políticos para la formación de la conciencia si no va acompañado del proceso educacional de la teoría marxista de la lucha de clases que no se aprende como expresión del proceso de la lucha espontánea, economicista. En otras palabras, esa conciencia le viene de fuera del movimiento espontáneo, de la convicción de que la lucha de clases es necesaria pues constituye el motor de los cambios sociales y, sobre todo, la condición de la liberación del proletariado si está guiado por la teoría marxista de la revolución. En la formación de la conciencia de clase es fundamental que el individuo asimile y haga suyo que su actividad está sujeta a los intereses económicos de su clase, pues él no es si no parte de la clase a la que pertenece. En este proceso de formación y asimilación de la conciencia de clase se van creando los elementos ideológicos y políticos que desligan y desechan la estrecha concepción práctica de la lucha por sus intereses económicos, por defender sus condiciones de vida y trabajo sin atender a la clase a la que pertenece. Ello no es posible sin tener en su cabeza el concepto de clase como sustituto de obrero: es el salto cualitativo en el concepto y la práctica social de obrero para convertirse en clase.
Otra cosa muy distinta es que una vez reconstituido el partido (movimiento revolucionario), éste ya si dirige a las amplias masas para con su dirección ir a la conquista del poder político puesto que va liberando espacios políticos y desarrollando centro de poder proletario ejerciendo su propio poder frente al poder de clase de la burguesía centralizado en los aparatos del Estado burgués.
La dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo
Cualquier construcción mental es una burda especulación del pensamiento, una pura ficción, si no tiene su base en la realidad material. Por ejemplo, la producción del socialismo científico como cosmovisión y teoría de la revolución proletaria no se podría haber formulado si no existiera el capitalismo. Sin embargo, que el capitalismo se haya desarrollado hasta el imperialismo, no implica que el socialismo esté a la vuelta de la esquina debido a la tendencia del desarrollo capitalista hacia la Revolución Proletaria Mundial: pensar de esa forma sería determinismo histórico. Para que ello sea posible en el tiempo hace falta la existencia y desarrollo del elemento consciente, es decir, el Partido Comunista como hemos dicho anteriormente, esto es, fusión y no unión del socialismo científico y las masas explotadas en movimiento revolucionario. La importante diferencia entre fusión y unión es lo que nos va a aportar los elementos ideológicos para la comprensión de la esencia del Partido Comunista como sujeto revolucionario, puesto que la fusión no es la mera unión, entendida como suma cuantitativa (relación externa de los dos elementos), sino el proceso de transformación de los elementos (vanguardia proletaria y masas explotadas) que da como resultado una cualidad distinta.
Con la unión no se contempla a las masas, a determinadas masas, como parte del Partido, mientras que en la fusión si se la contempla, ya que es parte integrante, transformada, de la nueva sustancia, el partido comunista. En la unión, a lo que se aspira es a conseguir que el «partido» ya constituido como la vanguardia organizada políticamente dirija a las masas, mientras que en la fusión las masas forman parte integrante del Partido mediante la praxis del movimiento revolucionario. Esto hay que tenerlo en cuenta si lo que se trata es de comprender correctamente la dialéctica entre lo objetivo y lo subjetivo en el proceso de 1) construcción del sujeto, y 2) transformación de la realidad social, objeto del sujeto revolucionario, lo cual no se puede dar sin ese sujeto dado que el movimiento de la vanguardia y de las masas no está fusionado, esto es, no existe como movimiento revolucionario, lo que significa que no hay praxis revolucionaria, sino movimiento de la conciencia crítica de la vanguardia y movimiento espontáneo de las masas. Esto es lo que no se comprende por parte de los camaradas de la UOC (MLM) a tenor de los documentos elaborados.
La revolución no es el producto de los deseos subjetivos de los comunistas, sino de la unión de la rebeldía y la fuerza espontánea demoledora de las masas con el plan consciente de los comunistas. Si la táctica de los comunistas no encaja en la realidad y se encuentra divorciada de la lucha revolucionaria de las masas, sus consignas y llamadas terminan convertidas en frase hueras y deseos candorosos sobre el futuro luminoso.12
… Huelga Política de Masas es objetivamente la lucha del movimiento de masas, no contra un patrón o conjunto de patronos, sino contra el Estado y las medidas políticas de los gobernantes, por el contenido económico y político de sus reivindicaciones comunes a amplios sectores del pueblo,…13
Las HPM no dependen de los deseos subjetivos de los revolucionarios sino que son formas históricas de lucha que obedecen a la exacerbación de las contradicciones económicas, políticas y sociales creadas en condiciones como la actual,…14
La tendencia principal del movimiento de masas es hacia la HPM. 15
La tendencia objetiva ascendente del movimiento de masas hacia la generalización de las HPM es en la actualidad la forma de lucha base de la táctica revolucionaria para dirigir el movimiento en la conquista de sus reivindicaciones inmediatas, para lograr el máximo avance ahora en la perspectiva revolucionaria de demoler el poder político y económico de la burguesía, los terratenientes y el imperialismo, aprovechando la división, inestabilidad y desprestigio de los gobernantes.16
El actual sigue siendo un período táctico de preparación y acumulación general de fuerzas para la revolución, un período para fortalecer la confianza de las masas en el poder que emana de sus propias fuerzas, para reorganizar las filas de las clases revolucionarias, para reorganizar las filas de las clases revolucionarias, para organizar el Partido de vanguardia del proletariado y bajo su dirección el Frente de clases basado en la alianza obrera-campesina y el ejército popular como parte del pueblo armado .17
La política de Reestructuración del Movimiento Sindical es conscientemente promovida y defendida por los revolucionarios en miras a una verdadera Central Sindical Revolucionaria.18
La línea de Reestructuración del Movimiento Sindical es una posición correcta porque se corresponde con la realidad objetiva del movimiento, responde al propósito consciente de no pocos sectores de base, cuenta con el potencial respaldo de las nuevas organizaciones de obreros tercerizados de hecho tratados como «ilegales» por los patronos y el gobierno, de viejas organizaciones que pueden retornar al camino correcto y de la mayoría de obreros que están por fuera del movimiento sindical.19
El plan general de la Táctica revolucionaria en este período, que en esencia es el plan de construcción del Partido, hace necesarias varias tareas a la vez, no como tareas paralelas sino íntimamente relacionadas. La construcción y desarrollo de la organización de los m-l-m de Colombia – que implica la discusión programáticas en sus filas – no puede hacerse sino en medio de la lucha por dirigir revolucionariamente el movimiento espontáneo de las masas, a la vez que como parte de la lucha por construir la unidad internacional de los comunistas. En otras palabras, la tarea central de la Táctica Revolucionaria en todo el período ha conjugado distintos procesos inseparables: la unión de todos los m-l-m en un solo partido, la unión de todo el pueblo en una gran huelga política de masas, y la unión de los m-l-m en una sola organización internacional. 20
El marxismo es una ciencia, la ciencia de la revolución proletaria. Esta ciencia se apoya en la concepción dialéctica del mundo, el Materialismo Dialéctico, que concibe las cosas en continuo movimiento propulsado por sus contradicciones internas, que constituyen las causas de sus cambios internos. La aplicación de esta concepción al conocimiento y transformación de la sociedad nos aporta el Materialismo Histórico, que concibe las condiciones de producción la base de las formas de vida y pensar de cada sociedad concreta y la lucha de clases el motor del proceso histórico, los cambios de unos modos de producción a otros.
Con el análisis profundo de Marx y las aportaciones importantísimas de Engels, ambos contribuyeron de una manera decisiva al conocimiento de la estructura económica del régimen capitalista de producción, así como al papel que el proletariado va a desempeñar en dicho régimen. Para ello contribuyó de una manera decisiva el descubrimiento teórico de dos aspectos: 1) que en las sociedades divididas en clases el trabajo humano tiene un doble carácter de clase (por un lado, como trabajo concreto, productor de valores de uso; por otro lado, como trabajo abstracto, productor de valores de cambio), esencial para producir el concepto plusvalía y el desentrañamiento de que el trabajo humano, en determinadas condiciones sociales, constituye el contenido del valor, es decir, la fuente de donde emana la explotación del trabajo ajeno, y 2) que la fuerza de trabajo asalariado también adquiere un doble carácter (por un lado, como productor dependiente del capital y creador de plusvalía para el capital; por otro lado, como creador de condiciones materiales y espirituales independientes del capital) que en determinadas condiciones ligadas al desarrollo político de la clase en consonancia al desarrollo material del capital hay un salto cualitativo para que se produzca el concepto sujeto revolucionario y el desentrañamiento de que el proletariado al constituirse como clase revolucionaria, síntesis de la conciencia y la acción de clase como praxis revolucionaria, es la condición de donde emana la transformación de la sociedad capitalista hacia el comunismo.
La correcta o incorrecta comprensión de este segundo aspecto es lo que determina la delgada línea entre ml y otras teorías no ml sobre la construcción del partido de nuevo tipo y el modo en que establece su estrecha relación con las amplias masas obreras y populares para hacer realidad la revolución proletaria. Las distintas versiones revisionistas consideran que la clase obrera adquiere su «conciencia revolucionaria» a través del propio desenvolvimiento de las lucha de clases, ya que entienden que la conciencia revolucionaria, necesaria para participar conscientemente en el proceso revolucionario, está dado en la conciencia del obrero de por sí, puesto que es depositario de esa conciencia que en su participación directa va desvelándose por su propia acción junto a otros compañeros de clase y por la propaganda y agitación de los principios generales de la teoría marxista como labor del partido constituido. Sin embargo la realidad es otra cosa muy distinta ya que el obrero medio solo puede aspirar a consolidar una conciencia de clase puesto que la conciencia revolucionaria es fruto de una comprensión, asimilación y puesta en práctica de la lucha de clases, es decir, aportada desde fuera del movimiento político reformista de una parte de la clase. La conciencia revolucionaria entre los sectores más avanzados de las masas sólo puede ser creada a partir de la teoría de vanguardia como síntesis de la vanguardia política del proletariado y parte de las masas que siguen la línea general de la revolución como movimiento revolucionario.
Estamos de acuerdo que la conciencia revolucionaria está formada por la creencia y práctica del papel de la lucha de clases en el desarrollo histórico de la sociedad y el papel concreto del proletariado en la construcción de una nueva sociedad que elimine las condiciones de existencia de las clases sociales. También estamos de acuerdo que la conciencia de clase proletaria es la pertenencia consciente a esa clase, es decir, la asunción de que tiene que asumir el papel de individuo de esa clase como clase social, actuar colectivamente como individuo de esa clase. Tanto un tipo de conciencia como otra no puede ser adquirida como resultado del proceso de la lucha espontánea si no está unida necesariamente a la comprensión del papel de las clases en la lucha de clases, esto es, se asume los principios del socialismo científico.
Y esto es lo que no tiene en cuenta la UOC (MLM), a nuestro entender, por lo expresado en los párrafos que hemos reproducido, aunque hay muchos más. No sitúan el aspecto esencial para la formación de la conciencia de clase, estadio intermedio para la formación de la conciencia revolucionaria, en la toma de posición política, es decir, en la comprensión, asimilación y aceptación de los principios del socialismo científico sino en el desarrollo de las condiciones materiales en que vive el ser social, en la exacerbación de las contradicciones sociales. Se sitúa en la condición externa (realidad material) en lugar de la condición interna: la teoría marxista y la experiencia histórica de la lucha de clases.
Con ello se cede a la concepción espontaneísta de la formación de la conciencia de clase debido a la excesiva valoración que se le da a la lucha economicista, otorgándole a las amplias masas una cualidad que no poseen pues el «ímpetu revolucionario» que se observa sólo puede ser fruto de la maduración de una posición y una práctica políticas a partir de la asimilación de la teoría marxista. En la formación de la conciencia revolucionaria no tienen nada que ver las condiciones materiales de existencia del individuo o clases, puesto que ello depende de la asimilación y puesta en práctica de la teoría marxista. Por eso, tanto burgueses, proletarios o campesinos pueden adoptar individualmente una posición de clase revolucionaria sin que la extracción de clase sea determinante, dependiendo para ello sólo de la voluntad y la predisposición del individuo. Otra cosa muy distinta es qué clase puede y tiene que acometer la revolución socialista. Lógicamente la burguesía no puede acometer dicha tarea por ir contra sus intereses como clase. Sólo puede acometerla la clase que no tiene nada que perder por no tener ninguna propiedad social.
El desarrollo del capitalismo en su actual etapa imperialista ha conseguido, entre otros aspectos, convertir a la organización básica de la clase obrera, el sindicato, en un aparato más del Estado burgués para encuadrar y disciplinar a los obreros en el cumplimiento de los planes de la economía capitalista. Un tipo de sindicato obrero más propio de la política reformista que de la revolucionaria como se pone de manifiesto en la evolución del desarrollo capitalista, que ha cumplido una etapa histórica mientras no se ha configurado una etapa superior de la construcción del partido de nuevo tipo. La función del sindicalismo moderno está más ligada a las funciones de los distintos aparatos del Estado burgués bajo el dominio actual del capital financiero: planificar la economía a nivel mundial en donde los obreros son una pata de las fuerzas productivas.
Tampoco se puede caer en el error, muy común de la argumentación revisionista, de separar políticamente a los jefes de las bases de estos aparatos sindicales, pues tanto unos como otros defienden los mismos intereses materiales: el de la aristocracia obrera. Los jefes, élites de los sindicatos, y las bases, masas sindicales, forman una unidad en la defensa del sistema capitalista, aunque con diferentes funciones: los primeros, dirigiendo la conciliación de clases mediante el pacto social; los segundos, poniendo en marcha los acuerdos alcanzados entre los trabajadores no sindicalizados, esperando recibir alguno prebenda que les otorgue la patronal.
¿Quiere decir esto que no se debe hacer trabajo comunista en los sindicatos? No, lo que quiere decir es que el sindicato no se puede entender como una estructura obrera que puede desarrollarse como escuela de comunismo pues ello es imposible dado la naturaleza y funciones de la estructura sindical que cumple en la etapa imperialista. El sindicato obrero es fruto de una etapa histórica del capital, organización propia de la formación de la clase en sí, de acuerdo a la organización política de esa etapa: el partido obrero. La etapa actual no se corresponde con dicha organización, sino con la organización del Partido Comunista como movimiento revolucionario y la línea de masas y estructura organizativa apropiada a esta etapa histórica.
Conclusiones
A pesar de no ser exhaustivo en nuestras apreciaciones, creemos que es interesante haceros llegar nuestros desacuerdos con determinadas posiciones pues ello puede propiciar un valioso debate ideológico en torno a la concepción general del marxismo y a aspectos particulares de esta teoría general, en concreto sobre la construcción del partido comunista, el proceso de formación de la conciencia proletaria y la consideración marxista sobre las masas explotadas, en concreto el proletariado, y su papel en la revolución socialista.
No podemos ocultar que aún estando de acuerdo con muchos aspectos de vuestras posiciones ideológicas, no compartimos algunos planteamientos que consideramos erróneos que pueden perjudicar la línea general de vuestra organización, como por ejemplo:
1) Una influencia determinista en la concepción y valoración de la RPM, pues se la da una excesiva preponderancia a la tendencia objetiva de la decadencia del imperialismo; dejando en un segundo plano la formación del sujeto revolucionario que dará al traste con el sistema capitalista. Esto es debido, fundamentalmente, a la incomprensión de cómo se construye el partido comunista, ya que no se tiene una idea clara del propio concepto.
2) Una influencia obrerista que se pone de manifiesto en la valorización del movimiento espontáneo de las masas, considerándolo revolucionario por el hecho de luchar contra la explotación. Esto es debido a la incomprensión del proceso de transformación de la clase en sí en clase para sí.
Colectivo por la Reconstitución del Comunismo
Mayo 2019
1 UOC (MLM): Negación de la Negación 5. Propuesta de Formulación de una Línea General para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional. Agosto 2016, pág. 20.
Un comentario en “Presentación del Colectivo Bandera Roja.”