GENOCIDIO, MÁS ECOCIDIO, QUE TÉRMINO Y CONCEPTO SERÍA,...??¡¡. : DARÍA ENTRADA A LA TEORÍA DEL LASTRE PROLET-POP. Y SECTORES DE PEQ. Y MED. BURGUESÍA VENIDA A MENOS,......ALGO ASÍN, COMO ELIMINARMÁS DE LA MITAD DE LA POBLACIÓN ACTUAL UNIVERSAL,....¡¡¡¡?????¡¡¡¡. : ECOGENOCIDIO,...LA ELIMINACIÓN DE LA HUMANIDAD Y SU MEDIO NATURAL DESTRUÍDO, ESQUILMADO Y DEGENERADO-ENVENENADO,....SUS TIERAS, SUS AGUAS,SUS AÍRES, SUS YERVAS, SUS FLORAS Y ANIMALES,.....¡¡¡¡. ESTO SE LEVA REALIZANDO GRAN PARTE DEL TIEMPO QUE LLEVA LA HUMANIDAD ORGANIZADA SOCAILMENTE,....Y POTENCIADO POR EL COLONIALISMO EURACA HACIA OTROS CONTINENTES,....CASI TODAS LAS POTENCIAS EURPOPEAS, ESPAÑA, REINO UNIDO, ALEMANIA, HOLANDA, FRANCIA, BÉLGICA, AUSTRIA, RUSIA, ITALIA,....ANTES EL IMPERIO ROMANO,......¡¡¡¡.,... --- Y LO MÁS GRAVE ES QUE ÉSTAS Y OTRAS MUCHAS LITERATURAS DE MILES DE PERSONAS, ENTIDADES,....DESGRACIADAMENTE NO SIRVEN PÁ-NÁ-DE-NÁ,......¡¡¡¡. ---. Y,...ER´ CHUTE Y ENGANCHADOS EN SUS PUERCAS PESTILENTES IDEOLOGÍAS Y OSCURANTÍSMOS,...SUS CORSÉS ANALÍTICOS, LES LLEVAN AL MÁS PURO ARRIBISMO Y CONSIDERACIÓN HACIA LA RED SISTÉMICA GLOBAL ESTATAL,...EL ESTADO MUNDIAL MULTI-IMPERICAPITALISTA,....ES-MU-GUENO-CHABAL-,...UF, PAPI-MAMI,....¡¡¡¡¡. Lukydemálaga.
CASI LA MITAD DE LA HUMANIDAD,...MURIÉNDOSE DE HAMBRE,...Y LOS CAPITALES ACUMULADOS DEL ORDEN DE 2.900 BIILL/ DÓL,...-- EN MEDIDA EURACA --, EN MANOS DE UNAS MINORÍAS CAPITALISTAS Y TECNOPLUTOCRÁTICAS-OLIGOPOLISTAS,...Y LOS ESTADOS-GOBIERNOS DE LA TELARAÑA ESTATÍSTA GLOBAL OTANUNOISTA,....MUERTAS DE LAS RISAS,...¡¡¡??¡¡¡; VERGUENZA JODER,...¡¡. -- VENGANZA MULTIPOPULAR PROLET-POP. UNIVERSAL,...QUE NO DECAÍGAN,.... -- . :
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Tipo de artículo: Reflexión Página inicial: 457 Página final: 470 El rechazo de lo inerte: Álvaro García Linera y sus primeras lecturas de Marx The rejection of the inert: Álvaro García Linera and his first readings of Marx Por: Jaime Ortega Reyna1 & Tomás Torres2 Recibido: octubre de 2017 Revisado: noviembre de 2017 Aceptado diciembre de 2017 Resumen El presente artículo realiza una lectura de las primeras obras del actual vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera. Se coloca la atención en tres puntos clave en la obra del autor estudiado, resaltando los elementos más productivos de cada uno de ellos. El primero es una crítica a un marxismo centrado en una filosofía de la historia como un desarrollo ascendente y continuo; el segundo es la interpretación que se hace de Marx sobre la crítica de la economía política; finalmente realizamos una relación entre la forma valor y lo que denominamos la “forma política”. Palabras Clave. Marx; marxismo; Álvaro García Linera; forma valor; economía política.
Abstract This article makes a reading of the first works of the current Bolivian Vice President, Álvaro García Linera. The attention is placed on three key points in the work of the author studied, highlighting the most productive elements of each of them. The first is a critique of a Marxism centered on a philosophy of history as an ascending and continuous development; the second is the interpretation that is made of Marx on the critique of political economy; finally we make a relation between the value form and what we call the "political form". Key Words. Marx; Marxism; Álvaro García Linera; value form; political economy.
1Investigador, Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco. (México) Contacto: jaime_ortega83@hotmail.co m 2Magister © Universidad Alberto Hurtado de Chile. (Chile) Contacto: tom.torres.lopez@gmail.co m V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 458
Resulta complejo avanzar a propósito de un autor que aún se encuentra con vida, en medio no sólo de amplias posibilidades de seguir produciendo, sino también en el centro de los debates político-estratégicos de la izquierda en América Latina. Así pues, pronunciarse a propósito de Álvaro García Linera es una tarea complicada, los ánimos de debate o los intentos de justificación de ciertas prácticas políticas pueden inclinar equivocadamente la balanza de los juicios. Sin embargo, los autores de este texto estamos convencidos que una parte significativa de su producción ha alcanzado ya el estatuto suficiente para ser considerada en una dimensión productiva, es decir, en tanto que aporte teórico, más allá de las coyunturas actuales. Nos referimos con ello a que la producción de García Linera aparecida al finalizar la década de los ochenta y durante los primeros noventa hacen parte ya de la acumulación teórica del marxismo latinoamericano. De ella es de la que pretendemos abrevar para mostrar el sinuoso camino de un marxismo no inerte, es decir, productivo y vivo. Su producción temprana aparecía en momentos de suma agitación política en un país al que desafortunadamente no es cotidiano voltear a buscar referencias teóricas. Ello sorprende pues Bolivia es el lugar donde aconteció la única revolución obrera de la región y junto a ella emergiera el exponente más original del marxismo producido en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX: René Zavaleta Mercado. En gran medida el esfuerzo por reconstruir este segmento de la obra de García Linera es también restituir el vacío que existe en torno a la producción realizada en Bolivia durante las últimas décadas del siglo XX.
Avanzaremos por dos sendas, por un lado, la distancia que García Linera marca con el marxismo progresista en su lectura de Marx y por el otro la novedosa lectura que entrega a propósito de la “forma comunidad” y su relación con “la forma valor” como dispositivos teóricos necesarios y obligados. Desde estas coordenadas teóricas iniciaremos nuestro asedio a la obra de uno de los intelectuales más productivos que al mismo tiempo es uno de los políticos más importantes en nuestra época. El acercamiento a su obra es parte de un esfuerzo más grande por reconstruir las múltiples veredas que el marxismo tuvo en América Latina tras el triunfo de la revolución cubana o en el caso boliviano, tras el declive de las políticas establecidas en 1952. El día de hoy ya contamos con algunas referencias que permiten examinar las múltiples facetas de García Linera. Ellas incluyen trabajos como los de Bruno Bosteels (2013), Danilla Aguiar (S/F), ¿Ramiro Parodi (2016), así como los dossiers sobre su obra en las revistas Culture, Theory and Critique?: Democracy in Latin America: Álvaro García Linera, así como el de la revista Viewpoint titulado Álvaro García Linera: A Bolivian Marxist Seduced.
,...Estos trabajos han comenzado a reflexionar sobre los impactos, posibilidades y límites del trabajo de García Linera. Igualmente han posibilitado ciertas “claves” de lectura. Nosotros sugeriremos una: la que avanza por la crítica del marxismo “progresista” y continúa su ruta por la “crítica de la economía política” como fundamento de la crítica al capitalismo y al Estado. R V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 459 Un marxismo para superar el progreso Comencemos por la obra que marcará el primer rumbo de nuestra investigación: Demonios escondidos y momentos de revolución. Es esta obra el primer lugar del itinerario que visitaremos, para posteriormente abrevar en la noción de “forma valor” y la deriva política. En dicha obra se expresa la radicalidad de la relectura que se hace de Marx. Podemos decir que en su búsqueda por encontrar el problema de la “nación” en Marx, García Linera tuvo que enfrentar los demonios escondidos del mito del progreso que aún persistían en el pensador alemán. Por su parte los momentos de revolución son sólo posibles en las extremidades del cuerpo capitalista, cuando se superan los demonios del progreso: este tránsito es clave para entender el itinerario de la obra de García Linera. Nos interesa operar sobre el texto señalando que en él la búsqueda del autor se da explícitamente sobre el problema de la “nación”, sin embargo, en el transcurso de la escritura, el ritmo va cambiando, hasta conformarse un texto que tensa los principales presupuestos ya no del marxismo progresista, sino en la propia obra de Marx. Para sustentar nuestros dichos podemos avanzar por tres vías, cabe destacar que el texto en cuestión permite muchas más posibilidades de lectura que por ahora no exploraremos. La primera de ellas versa sobre el derribamiento de los mitos progresistas del marxismo en su carácter político; el segundo trata sobre la forma en que la crítica a la sociedad moderna se realiza por medio de la crítica de la economía política y finalmente concluirá con la disposición de la “forma valor” como dispositivo crítico del mundo capitalista. Elaborando el trazado que ocurre en la conformación del marxismo, García Linera se percata de la persistencia de ciertas concepciones de la historia, como la que se suele asociar a Hegel. El despliegue u originalidad de Marx no sería otra cosa que el hecho de desprenderse de esa matriz: “aunque se puede entrever el acercamiento a una crítica concepción del desarrollo progresivo de la historia, de neta influencia hegeliana” (García Linera, 1991, p. 37) . Si bien esto es notorio en los escritos juveniles de Marx, el autor elabora repetidas críticas a Federico Engels, en quien ve el responsable de muchos de los juicios a propósito del sentido unilateral de la historia. Sugerimos aquí la lectura de un fragmento amplio que condensa con potencia las distancias que García Linera tiene con el marxismo progresista y con sus efectos en el campo de la teoría y de la política:
Ciertamente detrás de toda esta forma de partido incondicional de Engels por la sociedad moderna respecto a todo lo no capitalista (patriarcal, bárbaro, etc). Está un objetivo que rebasa a la propia sociedad burguesa: la conquista del poder político del proletariado […] No escapa a esta concepción un cierto esquematismo mecánico del desarrollo social. Esquematismo mecánico porque en primer lugar, presupone un desarrollo lineal de la sociedad que coloca al capitalismo como coronación necesaria e inevitable del progreso social; lo cual es cierto respecto al feudalismo, del cual el capitalismo es su “progreso”; pero no respecto a otras sociedades a otras sociedades no capitalistas […] En tercer lugar, porque se presupone que el simple desarrollo económico capitalista, por sus propias leyes económicas, ha de generar la V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 460 actitud política revolucionaria del proletariado frente a la burguesía cuando en realidad no existe ningún isomorfismo entre expansión capitalista y proletariado revolucionario, sino tan solo un campo de posibilidades (García Linera, 1991, p. 97). Un conjunto de líneas de demarcación entre el marxismo atrapado en las fauces del progreso y una concepción distinta que atienda a las condiciones histórico-sociales puede ser leído aquí. Lo primero a resaltar es el desmarque que hace García Linera del marxismo en tanto que filosofía de la historia: la precisión del lenguaje no remite a una exquisitez teórica, sino a una necesidad de la práctica política. Así, el sólo hecho de distinguir entre el prescriptivo “precapitalismo” y el descriptivo “no capitalismo”, nos coloca en un terreno en donde la obra de Marx no es leída en clave de filosofía de la historia, es decir como el devenir de un conjunto de leyes necesarias que se cumplen de manera indistinta a lo largo y ancho del mundo, situación analizada en repetidas ocasiones tras la emergencia de la “crisis del marxismo” (Cortés, 2016). Romper la linealidad de la historia resulta entonces en ensanchar nuestra consideración sobre el mundo, abrevar los desarrollos divergentes, las posibilidades de sobrevivencia de relaciones no capitalista y la existencia de contingentes humanos anclados en una dimensión material y simbólica no mediada por la lógica abstracta del valor.
La cita que hicimos arriba, sin embargo, también opera en un registro inesperado. Reconoce que el propósito de Engels en gran medida debe dimensionarse a partir del objetivo político de la superación del régimen capitalista a partir de la intervención activa del proletariado, sin embargo, al romper la linealidad de la concepción histórica operante bajo el mito del progreso, García Linera tiene que desmovilizar toda dicotomía en donde “burguesía y proletariado” aparezcan como referentes únicos y últimos de la política. Y no porque no existan planos de la existencia en donde “burgueses y proletarios” entren en disputa, sino porque aceptar la persistencia de lo no-capitalista como un elemento determinante y poner en duda las férreas leyes de la necesidad desprendidas de la filosofía de la historia, convocan también a cuestionar el lugar a-priori del proletariado como clase revolucionaria. Ello podría parecer paradójico, pues fue en Bolivia en el año de 1952 cuando aconteció la única revolución obrera de la región (Zavaleta, 2009, p. 147). Sin embargo, el señalamiento de García Linera parte de otro nivel de análisis, en el que es posible colocar en primer lugar el problema de la politización, antes que el de un a-priori. Recuerda esto mucho a lo que escribiera Carlos Pereyra desde México quien al cuestionar a Bolívar Echeverría sobre el supuesto colapso de la identidad revolucionaria de la clase trabajadora afirmara: “la clase obrera no ha dejado de ser portadora de tal proyecto [el de la revolución] sino que nunca lo fue, es decir, en ninguna circunstancia la clase obrera constituye de por sí un sujeto revolucionario” (Pereyra, 2017). En segundo lugar, lo que opera es un trabajo teórico al seno de la obra de Marx que permite salirse de la estrecha dicotomía “burguesía y proletariado”, señalando más bien que: Marx rechaza la identificación de “progreso capitalista” = fuerza proletaria.
Sabe que lo primero es la condición de la segunda, pero una condición no suficiente, más aún, una condición que puede V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 461 convertirse en su contrario, en el debilitamiento de la fuerza proletaria, en tanto el proletariado subordine sus intereses y su lucha a los del “progreso capitalista”. Hay pues un claro rechazo del determinismo económico, y saca a la luz la impostura de lo político (García Linera, 1991, p. 101). Es pertinente preguntarse entonces ¿Dónde se puede encontrar una salida acorde con el corpus marxista que afronte las condiciones existentes en las “extremidades del cuerpo capitalista”? García Linera lo hace, como dijimos, operando una lectura no progresista de Marx. Y aunque sabe que esto causa serias tensiones (particularmente cuando la pluma de Engels también comparte autoría en los textos), le resulta sugerente y productivo, en tanto que la lectura emplazada se deshace de los puntos ciegos del marxismo. Durante su exposición de los puntos más problemáticos del Manifiesto Comunista (del que destaca su limitada concepción de la historia), demuestra cómo el proletariado no actúa ya como un a priori universal contra el capital, sino que es en su constitución política en donde puede entenderse el concepto de revolución en Marx. No es entonces ya la imagen del obrero industrial, producto del poderoso y concentrado desarrollo capitalista el que echará abajo, por una enmienda histórica asignada desde la teoría, al régimen moderno burgués. Es el concepto de “punto de vista del proletariado” el que permite los momentos de revolución, pues se trata de la conformación de una opción política que es construida históricamente, incluso por quienes no son inmediatamente asalariados.
Piensa García Linera, por ejemplo, en las resistencias campesinas al despojo, piensa también en el lumpen proletariado no subordinado al horario y la disciplina de la fábrica, piensa en las comunidades indígenas no del todo sometidas al imperio del valor en sus intercambios de valores de uso: ellas contribuyen a la constitución del concepto de revolución, más allá de la forma empírica del proletario imaginario. Aduce con ellas que: Marx nos muestra que estas lucha de estas masas no capitalistas pueden asumir un profundo carácter revolucionario al adoptar el “punto de vista del proletariado”, esto es, que las luchas de las masas trabajadoras no capitalistas contra el avance burgués en determinadas condiciones puede asumir el mismo carácter progresivo y revolucionario que el que pueden adoptar en un momento determinado las del proletariado (García Linera, 1991, p. 112). El aporte de García Linera continúa en esta dirección, que podríamos designar como la de operar una lectura de Marx desde las extremidades del cuerpo capitalista. Se trata de una lectura desde la periferia, desde los bordes o como él mismo señala “De las extremidades del cuerpo burgués” (García Linera, 1991, p.153). ¿De dónde parte esta intervención teórica? Lo hace desde la lectura del momento revolucionario. García Linera señala una profunda tensión alrededor de la obra de Marx: interpreta el desarrollo de las fuerzas productivas como el corazón del cuerpo burgués, es ahí en donde se encuentran desarrollados con mayor claridad los elementos que impiden o mediatizan la lucha proletaria. En cambio, en Francia, la extremidad europea del cuerpo burgués acontece la revolución. Y mejor aún, es desde la Alemania pre-industrial desde donde se genera el pensamiento que le da vueltas a la articulación entre corazón y V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 462 extremidades del cuerpo.
Es decir, con Marx emerge que el secreto del acontecimiento revolucionario no está en el corazón, sino en sus extremidades. Ello no implica una renuncia a pensar el corazón: Ahí justamente radica la tarea fundamental de esa revolución en las extremidades: concentrar todas sus fuerzas para extender, para alcanzar con su movimiento al corazón estable. Entonces sí el corazón se mantiene estable frente a la convulsión revolucionaria, y ella es más fácil que estalle en las extremidades: la revolución en esas extremidades tiene que aprovechar su posición más favorable de inicio para crear condiciones y fuerzas que acorralen, cerquen y empujen al corazón capitalista al movimiento revolucionario, tal es el razonamiento de Marx (García Linera, 1991, p. 153). Todo ello lleva al deslinde de eso que son los momentos de revolución: ¿Si no es en el crecimiento industrial que genera un proletariado aparentemente más poderoso, en dónde surge? ¿Podría ser acaso que la “posición proletaria” se exprese de manera más prístina en aquellos espacios no colonizados totalmente por la lógica del valor? ¿Sugiere García Linera que son las masas “no capitalistas” las que pueden oponerse de manera más férrea al capital y por lo tanto no pueden ser consideradas como reaccionarias, aunque reivindiquen nociones ancladas en la tradición? Resulta muy productivo ver una posible salida que da el vicepresidente en este momento y que será el motivo de nuestro próximo apartado: el nacimiento y desarrollo de la crítica de la economía política. La crítica de la economía política como fundamento Fue en la segunda edición a Forma valor y forma comunidad en donde García Linera dejó la huella más importante para seguir el camino de su formación intelectual. Si la nación y la comunidad fueron exigencias de la práctica política impuesta desde el abigarrado horizonte boliviano, las señas de identidad del marxismo como crítica de la economía política en gran medida se debe a la experiencia mexicana. No es casual que en De demonios escondidos y momentos de revolución nos entregue una lectura de Marx en la clave de la crítica de la economía política, desde la juventud hasta la madurez temprana. El proyecto del boliviano se asemeja mucho a lo que hizo Bolívar Echeverría, a quien García Linera conoció cuando asistía a sus masivos cursos en la Facultad de Economía. Una reconstrucción de la trayectoria intelectual bien podría hilvanar las posiciones del boliviano con los trazos dibujados por Echeverría durante los años setenta y ochenta y continuados por intelectuales mexicanos como Jorge Veraza o Andrés Barreda (el introductor a la obra de Echeverría en la edición boliviana auspiciada por la Vicepresidencia).
Los trayectos de estos intelectuales se cruzaron en los años ochenta, cuando aquel núcleo de jóvenes, recogían las hipótesis de Echeverría y le daban continuidad por distintas veredas. Igualmente, en el texto de Demonios escondidos… no faltan referencias a personajes como Jorge Juanes, también profesor del Seminario de El Capital. Con ello referimos a un modo de trabajar sobre la obra de Marx, alejada tanto de la concepción de la “filosofía de la praxis” que en América Latina tuvo sus exponentes en Adolfo Sánchez Vázquez, Osvaldo Fernández o Ludovico Silva, pero también de la potente crítica V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 463 althusseriana que emergió en los años setenta. Este conjunto de intelectuales operó al amparo de la crítica de la economía política como fundamento de toda crítica, es decir, echa mano de la crítica a la dimensión mercantil de la vida y la extiende al conjunto de la vida moderna. Así conceptos como trabajo abstracto, valor de uso, subsunción real y forma, entre otros, hace parte no ya de la dimensión exclusivamente económica, sino que parten de que dicha dimensión se ha totalizado, marcando el ritmo del despliegue del mundo moderno. El Capital es entonces un libro no de “economía marxista”, sino de crítica a la modernidad en su conjunto. García Linera abreva de esta forma del discurso crítico, pero también marca diferencias de ella. Quizás la más importantes de ellas sean dos. La primera es la de considerar su lectura como situada en las extremidades del cuerpo capitalista, algo que ni Echeverría ni Veraza realizan, pues asumen una cierta lógica universal del capital que haría innecesario situar el discurso. Por el otro y quizá más importante, es que García Linera no se pliega a las referencias políticas que más circularon por el Seminario de El Capital; en donde Lenin, por poner un ejemplo, no era muy bien visto. Veraza escribió un libro de fuerte crítica a Lenin y su teoría del imperialismo, en tanto que Echeverría siempre prefirió a Rosa Luxemburgo, de quien prologó sus obras. El resto de los autores con alguna teorización política que eran más reconocidos en ese campo tampoco entran en el discurso de García Linera, nos referimos sobre todo al consejismo en sus múltiples expresiones. En ello el boliviano se distancia de manera abismal, pues practica una teorización pensada en términos de hegemonía, en donde se acoge a Lenin primero y después a Gramsci y a Poulantzas, autores no visitados por la crítica de la economía política tal como se practicó en México. Dicho todo esto es factible leer el enunciado de Bolívar Echeverría en el “prólogo” a El Discurso crítico de Marx a propósito de la técnica como el proyecto de investigación que en gran medida García Linera recupera en esta época. Dice Echeverría:
No hay ya esfuerzo capaz de mantener en pie la creencia en una "bondad" intrínseca de la técnica: resulta ilusoria la posibilidad de que un nuevo orden social desplace del lado negativo al lado positivo el mecanismo que regula el sentido del funcionamiento de una misma tecnología, la tecnología moderna. Tecnología ideada para potenciar la explotación de la fuerza de trabajo, impone ahora su destructividad desaforada; no puede ya mantenerse en su papel de benevolente correctivo realista para los sueños de una historia alternativa (Echeverría, 1985, p. 13). Esta misma idea acompaña gran parte del despliegue del proceso de trabajo teórico que el boliviano ejerce sobre Marx. La novedad es que a diferencia de Echeverría, quien la afianza con fuerza en El Capital, el boliviano lo hace desde algunos textos anteriores. García Linera, además de ello, aporta un documento para su fundamentación: la inclusión de un documento de Marx inconcluso y poco conocido. Así, el “Manuscrito sobre List” se vuelve un texto muy productivo para trabajar el nacimiento de la crítica de la economía política en tanto espacio teórico. A partir de él, dice García Linera “La crítica de Marx a List, su crítica del proteccionismo y del librecambio y en general la crítica de la economía política iniciada por él,...
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,...están fundadas en este proyecto práctica de una nueva civilización” (García Linera, p. 290). ¿Pero qué es lo que desprende a partir de ese manuscrito el teórico boliviano? La crítica de Marx a List le sirve para deslindar la forma en que se despliegan las fuerzas productivas realmente existentes y la “posición del proletariado”. Para García Linera en ese manuscrito se conjuga la crítica de la civilización a partir de la propia crítica de la noción de producción. El deslinde político que esto genera es crucial:
“No es pues la industria ni la burguesía que la engendra, el fundamento de la superación del régimen capitalista, de la industria y de la propia burguesía” El objeto a ser expulsado “hasta el cielo” no puede ser a su vez el propulsor de su desdichada trayectoria” (García Linera, 1991, p. 47). Con ello emerge la idea de que el privilegio de la actividad debe centrarse en el desarrollo de la nación burguesa, la existente, para el desarrollo de las fuerzas productivas. Para Linera el estado actual de las fuerzas productivas debe ser valorado positivamente, en tanto que permite convocar al despliegue de capacidades universales, sin embargo “esta valoración no se confunde con una glorificación de la sociedad burguesa” (García Linera, 1991, p.49). Dicho todo esto podemos empezar a cerrar la noción particular de crítica de la economía política que el boliviano despliega. Si el “Manuscrito sobre List” es la puerta de entrada para la crítica de las fuerzas productivas, los Grundrisse y los materiales producidos a finales de los años cincuenta por Marx (sobre la India, sobre China e incluso sobre Argelia) le permiten afinar las herramientas teóricas. A diferencia de los autores señalados, que siguen una línea discursiva de la que García Linera abreva, él no ve las herramientas conceptuales de Marx en el plano de la universalización de las relaciones sociales dominadas por el capital. O para decirlo de otra manera: el proceso de universalización, siempre inconcluso, le permite observar las grietas, incompletudes, ausencias y vacíos. El capital no lo domina todo y una lectura situada de la crítica de la economía política le permite no capitular ante el universalismo abstracto. Acercándose a los Grundrisse escribe: Con nuevas herramientas y a la luz de la crítica de la economía política en marcha, el tratamiento del curso del desarrollo de la humanidad aparecerá en 1858 en los Grundrisse, pero no como sucesión progresiva de etapas históricas, sino en términos de la separación de la sociedad humana respecto a los lazos naturales heredados, en las relaciones de producción de la sociedad, del desarrollo de la individualidad en ellas, de las necesidades como riqueza y de la densidad en la actividad crecientemente social para satisfacerlas (García Linera 1991, p.201).
Con este acercamiento se da ya un primer paso a considerar el potencial crítico que desmonta la filosofía de la historia y del eurocentrismo por parte de la crítica de la economía política. Según Linera, con el corpus conceptual construido por Marx para 1857 y con sus estudios sobre las sociedades no capitalistas, se dan pasos políticos relevantes. Todo ello, escribe: “devela la importancia decisiva del campesino en la revolucionarización de la sociedad” (García Linera, 1991, p. 208) asimismo le permite entender “el significado de la colonización capitalista en los países no capitalistas” (García Linera, 1991, p. 209). Sin embargo, también reafirma que aún no se han dado todos los pasos: “La destrucción de la V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 465 autosuficiencia de la comunidad o la autosuficiencia campesina que es en realidad donde radica la clave de la política colonial, no es abordada con profundidad” (García Linera, 1991, p. 209). En este primer asedio al problema de la comunidad, García Linera analiza como Marx vislumbra la importancia de su destrucción por parte de la política colonial, a fin de lograr una mayor concurrencia al mercado por parte de aquellos que han sido separados de sus medios de vida. Para el Marx que García Linera nos presenta: “La comunidad entonces, juega el papel en momentos determinados y en lugares determinados, de una poderosa fuerza productiva difícilmente superable en la satisfacción de las necesidades reales de la población” (García Linera, 1991, p. 211). Aquí el deslinde es más claro ya, la fuerza productiva que debe ser aumentada es la de la comunidad, es decir la del trabajo autodeterminado y cooperativo. La salida política no se encuentra en el despliegue de las “fuerzas productivas técnicas” (Veraza, 2012) del capital que coetáneamente desarrollarían la fuerza y capacidad del proletariado. La hipótesis de García Linera para desplegar la crítica de la economía política es la contraria: es en el desarrollo de la comunidad en donde “el punto de vista del proletariado” se desarrolla de una manera más prístina, pues permite un ejercicio de autodeterminación por parte de los productores, algo que desaparece con la emergencia totalizante del capital y las fuerzas productivas que él produce a partir de la explotación del trabajo humano.
A partir de estos antecedentes, podemos ahora aproximarnos a la obra más conocida y quizá la más compleja de su producción: Forma valor y forma comunidad; como en el caso de Demonios escondidos… buscaremos problematizar la dimensión política, que es en gran medida la que anima el trabajo teórico del boliviano. Existirá una diferencia en el proceder, pues aquí ya no es un trabajo sobre textos específicos de Marx, sino la producción de un discurso en torno a la forma valor. La forma valor y la “forma política” Uno de los puntos más atractivos de los textos de García Linera es la de encontrar puentes de conexión entre la realidad latinoamericana y una interpretación heterodoxa del marxismo con fuertes raíces comunitarias que apelarían a un sustrato complejo y profundo de las naciones. Además de lo antes dicho sobre la obra de Marx, el actual vicepresidente de Bolivia, nos entrega un arsenal teórico que es capaz de llevarnos a interpretaciones sobre el Estado en el propio Marx, pero también en Lenin y más actualmente a Poulantzas y Gramsci. Asimismo, su concepción del capitalismo como proceso interminable de valorización del valor (García Linera, 2015) nos aporta elementos suficientes para introducirnos en una dinámica poco desarrollada en América Latina y que se vincula directamente a comprender el problema del fetichismo de la mercancía, las formas de la enajenación y las derivas políticas de ambas situaciones. En este segmento del trabajo nos apoyaremos en estos conceptos para realizar una interpretación de cómo, nuestro autor, comprende los vínculos extensivos del capital a la política, es decir, buscamos realizar un ejercicio intelectual que permita desarrollar la conceptualización marxista de la forma valor con lo que denominaremos “forma política”.,...
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,...Para aproximarnos a los conceptos de García Linera nos parece pertinente realizar algunas aclaraciones hechas por el propio autor a lo largo del texto. Primero, la conceptualización de la forma valor que propone García Linera es definida de la siguiente manera:
“(…) la asunción, la consagración históricamente limitada o elevación del valor a la forma específicamente social del producto” (García Linera 2015, p. 87). La forma valor sería entonces una característica histórica que surge a partir del modo capitalista de producción, la que tiene como contenido material fundamental la igualación del trabajo (de la que surgirá la noción de trabajo abstracto). Segundo, la medida del valor generaría el carácter individual del trabajo por sobre su materialidad lo que produciría que la relación entre los objetos primara sobre las relaciones sociales entre sujetos. Sobre esto es pertinente realizar la diferencia entre la forma valor y el valor en cuanto tal. Para García Linera esta segunda categoría se genera debido a que la forma: (…) es el contenido social abstracto del producto como expresión del trabajo humano en general.” “(…) el uso de este carácter como forma directamente social del producto del trabajo, su forma de relacionamiento específico con el resto de los productos y necesidades sociales; si se quiere, el código distributivo-consuntivo o forma de socialidad de los individuos a través de las cosas” (García Linera, 2015, p. 86). La forma valor no solo sería una objetividad concreta del capitalismo, sino también una forma de subjetividad materializada en una relación enajenada entre sujetos. Esta situación estaría presente de manera pretendidamente universal, es decir, afectaría al género humano en su conjunto, salvo en las extremidades nocapitalistas donde operaría una lógica diferente. Colocadas, así las cosas, podemos decir que la característica fundamental del proceso de trabajo en el capitalismo es la separación o escisión entre trabajo, medios de producción y medios de trabajo:
la diferenciación de esta triada es la condición histórica fundamental para el surgimiento del modo de producción capitalista. Puesto que todas las formas previas de organización del trabajo se basaban en una conexión directa o semidirecta de los tres elementos mencionados con anterioridad. La escisión que se producía en otros momentos históricos obedecía a la “concentración bajo la forma de unidad efectiva” (García Linera, 2015, p. 122). La novedad histórica, radica en que no solo hay una efectiva separación, sino que un abierto antagonismo entre el objeto de trabajo, el medio de trabajo y el trabajo (la actividad) en cuanto tal. En definitiva, el trabajo se presenta al proceso de trabajo desprovisto de su naturaleza (relación directa con el objeto -como sucedía en la comunidad ancestral- o de propiedad social de la tierra - como era en la comunidad desarrollada-) objetiva. Observamos que en García Linera está operando una lectura que se base en una relación directa entre el problema del fetichismo de la mercancía y la interpretación sobre el proceso de trabajo como una dinámica enajenante y enajenada por el proceso de valorización. Ello está muy en sintonía con la lectura que del capítulo V de El Capital hizo Bolívar Echeverría. Para el boliviano lo central, en el despliegue de la forma valor, sería la relación que se establece entre los sujetos y entre los sujetos y las cosas. En otras palabras,...
V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 467
,...si situamos que el carácter fetichista no es una cualidad del trabajo en cuanto tal, sino una construcción histórica, es debido a que la forma valor ha metabolizado una subjetivación particular donde los productos del trabajo son ajenos al productor y en donde también los productores se relacionan a través de las cosas, donde estas son ajenas y se separan cada vez más de ellos es cuanto más aumenta una perversa división social del trabajo. Si concordamos que el texto de Forma valor y forma comunidad es “la matriz conceptual” (García Linera, 2015, p. 40) de los desarrollos posteriores de García Linera, debemos agregar también que es el punto de llegada de un trabajo teórico previo, aquel que reconstruimos en la primera parte del texto: es de hecho el momento más original, en donde su voz ya no necesita la legitimidad de la reconstrucción a partir de las obras de Marx, sino que asume el arsenal de la crítica de la economía política. Esto debido a la situación carcelaria, en donde los materiales no estaban a disposición inmediata, pero sí lo estaba la reflexión sobre la dinámica civilizatoria que el capital ha impuesto. Además de esa reflexión, deudora de un conocimiento profundo de la obra madura de Marx, el boliviano emplaza sus preocupaciones, que ya no son exclusivamente teóricas, sino que se entrelazan directamente con la práctica política. Es en este sentido, si consideramos que la categoría de forma valor es la llave conceptual para comprender las relaciones entre cosas y sujetos productores, ella es extensible a “lo” político. Sugerimos entonces pensar que la ganancia, la acumulación del capital y la extracción de plusvalía son los elementos fundamentales para entender el despliegue las estructuras, los desarrollos sociales, así como las expresiones enajenadas en el campo político. Pero también es la clave para asediar la modificación de las situaciones sociales, las condiciones de y la división del trabajo, la forma del progreso tecnológico, etcétera. “(…) esto significa que los seres humanos están sometidos a interrelaciones, a las cuales ni pueden elegir libremente ni modificar sin más mediante la acción individual directa” (Hirsch, 2015, pp. 165-175). A partir de esto podemos aventurar la hipótesis de que los planteamientos de García Linera mantienen un hilo de continuidad con la teoría de la derivación del Estado, pensando esta como:
“(…) derivar sistemáticamente el Estado como una forma política a partir de la naturaleza de las relaciones de producción capitalistas, como un primer paso hacia la construcción de una teoría materialista del Estado burgués y su desarrollo” (Holloway, 1978, p.2). Cabe destacar que el concepto de forma que utiliza García Linera es similar a los teóricos ligados a esta corriente del marxismo, puesto que este sería considerado como una abstracción real o una ilusión objetiva que:
“comparte su carácter abstracto con nuestras ideas pero que, a la vez, comparte su carácter objetivo con las demás cosas existentes por fuera de nuestras cabezas” (Bonnet, 2007, p. 273). Lo que en definitiva nos acercaría a comprender el concepto de forma como constitución propia de las categorías conceptuales producidas en el capitalismo: en ella se juega la manera de captar la determinación del contenido material de los procesos. Como hemos visto lo propuesto por García Linera es similar a lo que buscamos ejemplificar en la medida en que la forma valor es una característica histórica que tiene efectos a su vez en la modalidad específica de las,...
V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 468
,...relaciones entre sujetos y objetos de trabajo. En La cuestión judía Marx (1982) utiliza el concepto de “comunidad ilusoria” proponiendo un cuestionamiento al concepto de Estado moderno, como un mediador entre las diferencias antagónicas de las clases sociales. Previo a eso en la Crítica a la filosofía del Estado en Hegel, el alemán propone una pugna entre el Estado y la sociedad civil, donde el primero cumpliría el rol de expropiar el poder político de la segunda (Marx, 2002). Para García Linera, el Estado contemporáneo cumpliría la misma función, puesto que:
“Como representante de la colectividad no de la particularidad, aunque en verdad no sea más que la materialidad del poder de esta última pero que para realizarse precisamente necesita de la apariencia de representar a todos” (García Linera, 1991, p. 4). Si esta representación opera como abstracción real, en el sentido de que objetivamente el Estado es una construcción histórica que media la relación entre clases, la política sería el lugar constitutivo de la lucha entre ambos. Esto es relevante, puesto que si consideramos que la “lógica del valor” se encuentra presente en la política es debido a las “formas” particulares que adquieren las relaciones sociales dentro del capitalismo, es decir, si la fetichización de las formas adquieren un carácter de proceso continuo donde los sujetos son imbuidos en relaciones que les son extrañas y sus productos se levantan contra ellos, el Estado -como locus privilegiado de la política- es una forma social enajenada. Aclaramos que existe también una distancia con respecto al derivacionismo, pues en García Linera el Estado es el lugar constitutivo de la política, pero esta última debe ser comprendida como una lucha constante de fuerzas sociales en disputa. Por ende, el carácter mediador de la maquinaria estatal sería el punto de condensación material de fuerzas en disputa. Por lo tanto, la crítica a la forma política estatal es a la vez una crítica a la política capitalista, con su correspondiente evaluación de la lucha de fuerzas sociales que se condensan. Encontramos un punto de encuentro que traslada la interpretación de la forma valor a la política cuando decimos que: Así Marx plantea la “emancipación humana” como “prolongación” más amplia de la emancipación política que había elevado los “asuntos del Estado a asuntos del pueblo. Si anteriormente dejaba en pie la ilusión (que resulta de la inversión de la realidad de la sociedad civil en el Estado) del Estado político burgués como “de todos” ahora nos muestra la base de esa ilusión (…) la emancipación humana es vista entonces por Marx como la disolución de la separación de lo político de la sociedad (García Linera, 1991, p. 7) Esto pone en relieve dos argumentos que son centrales, el primero es la adscripción a la tesis del Estado como “comunidad ilusoria” puesto que solo en términos ideales es capaz de representar la totalidad social y segundo, que éste se encuentra alejado, divorciado de la sociedad, en consecuencia, enajenado.
De esta forma podemos afirmar que la política adquiere una “forma” (en el sentido de ilusión objetiva) cuando ésta es capaz de producir, por ejemplo, a la ciudadanía como categoría política, puesto que al igual que en la lógica del valor, este es un sujeto desprovisto de materialidad, arrojado a la arena política donde los medios de producción capaces de incidir en materias nacionales les son ajenos y esta se reproduce de manera continua en el tiempo. V9 Nº 2 l jun-dic 2017 l pp 321-574 l ISSN: 2027-2391 l DVD: 2344-7125 l Med - Col 469 La temporalidad reproductiva de la “forma política” y la “forma valor” van de la mano cuando uno es capaz de incidir en la otra, recalcando que éstas se encuentran interconectadas de manera concreta. Aproximaciones finales El espacio teórico que inaugura García Linera es sumamente productivo. Parte de un conocimiento profundo de Marx, al cual “glosa” detenidamente. Sin embargo, ya desde su primera obra subvierte la forma tradicional de lectura de Marx. En cuanto a la obra posterior, en donde el peso El Capital se hace presente de manera determinante, García Linera deja la forma del comentario y emplaza el desarrollo de su propio discurso. Como hemos dicho arriba, existen numerosas posibilidades de asediar la obra. Hemos hecho énfasis en la dimensión política. Ello incluyó en un primer momento desprenderse de la interpretación progresista del marxismo, aquella que aplaudía y glorificaba el despliegue de las fuerzas productivas por el capital, pues consideraba que así el proletariado también se fortalecía. Por el contrario, García Linera al desechar esa hipótesis construye la noción de “punto de vista del proletariado”, en donde lo relevante no es la existencia empírica del sector asalariado, sino la posibilidad de autodeterminación de los productores. Dicha situación no se encuentra de manera extendida en el capitalismo desarrollado, sino en las zonas no capitalistas. Por eso campesinos, lúmpenes y otros sectores pueden oponer una resistencia más feroz y son difícilmente integrables a la precisa maquinaria de la fábrica capitalista:
“La posibilidad de revolucionarizar la sociedad no radica ni en la cantidad de esas fuerzas productivas, ni en el número de esos proletarios, sino, sobre la existencia más o menos generalizada de estos, sea cual sea su número, en la lucha radical del trabajo vivo por autodeterminarse por encima y en contra del ser impuesto de la burguesía” (García Linera, 1991, p. 289). Si eso era lo que dominaba en un primer momento, el segundo segmento que hemos analizado permite vislumbrar la complejización del discurso que García Linera despliega a partir del concepto de forma valor.
Referencias Bibliográficas
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¿Cómo son de racistas los republicanos norteamericanos? Mucho
Harold Meyerson
27/11/2020Entre los sondeos más respetados y reveladores se encuentra la encuesta anual de las opiniones de los norteamericanos realizada por el Public Religion Research Institute, que difundió el sondeo de este año a principios de esta semana. Contiene pocas sorpresas, pero su detallado interrogatorio de diferentes subgrupos confirma hasta qué punto estamos claramente divididos, sobre todo en cuestiones raciales.
En primer lugar, respecto a la cuestión más importante en la que está pensando todo el mundo, la encuesta concluyó que los norteamericanos preferían a Joe Biden por encima de Donald Trump por un margen de un 56 % frente a un 42 %, cuando se tenían en cuenta quienes se "inclinaban" hacia uno u otro candidato.
La pregunta de actitud (a saber, no directamente relativa al candidato) que dio como resultado la respuesta con mayor divergencia respecto a la respuesta a la misma pregunta en una encuesta anterior (de 2016) preguntaba a los encuestados si "Dios otorgó a los Estados Unidos un papel especial en la historia humana". Anteriormente, cada vez que se planteaba la pregunta, la mayoría de los norteamericanos contestaba que Sí: en 2016, por un margen de un 57 % frente a un 40 %. Este año, estas cifras casi se invirtieron: el 58% dijo que No, mientras que sólo el 40 % dijo que Sí (el 64 % de los republicanos afirmó que Sí, pero sólo el 32 % de los demócratas). Sólo podemos conjeturar que los efectos acumulativos de la pandemia, los desastres naturales, la consciencia de la violencia policial contra los negros y la presidencia de Trump han hecho más difícil creer a la mayoría de los norteamericanos que conservamos el favor del Todopoderoso.
En cuestiones tanto de raza como de género, las diferencias partidistas son inmensas. Preguntados si la sociedad norteamericana "se ha vuelto demasiado blanda y femenina", el 39 % de los norteamericanos estaba de acuerdo, pero el 59 % discrepaba. Entre los republicanos, el 63% estaba de acuerdo; entre los demócratas, el 24%. Sospecho que es esta una cuestión sobre la que se basa el apoyo del que goza Trump entre los hombres de clase trabajadora de todas las razas.
El PRRI preguntó también a los encuestados si creían que "Siempre mejora el país cuando todos los norteamericanos alzan su voz y protestan por el injusto trato dado por el gobierno". Después, se hizo la misma pregunta, pero substituyendo "todos los norteamericanos" por "los norteamericanos negros". Los demócratas no establecían distinciones entre las dos preguntas: el 71 % contestó que Sí a ambas preguntas. Entre los republicanos, sin embargo, el 49 % creía que el país mejoraba cuando todos los norteamericanos alzaban la voz y protestaban contra el injusto trato del gobierno, pero sólo el 24 % lo creía cuando eran los norteamericanos negros los que alzaban la voz y protestaban. Entre los republicanos cuya fuente de información más fiable es Fox News, la brecha era de un 47 % de Síes en el caso de todos los norteamericanos, frente a sólo un 10 % cuando se trataba de los negros.
Ciertamente, el 57 % de los republicanos creía que los blancos se enfrentan "a mucha discriminación", mientras que sólo el 52 % cree que los negros la sufren. Entre los demócratas, el 13 % declaró que los blancos se enfrentan a mucha discriminación; el 92 % declaró que la sufren los negros.
La condensación eufemística de lo anterior es que los republicanos han consolidado el voto tradicionalista. Una síntesis más clara es que los republicanos se han convertido en un nido de ratas de sexistas y racistas.
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Cristina Fernández López
Estudiante, Fotografía, IEFC. Institut d'Estudis Fotogràfics de Catalunya
Barcelona, España
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