COMENTARIO EN : .. https://www.15-15-15.org/webzine/download/resumen-de-en-la-espiral-de-la-energia/?unapproved=108984&moderation-hash=dac01c8d7ad4228a34b451c0df7d16a9#comment-108984 :
Saludos desde Málaga, est. esp. de Lmm,...editor de lukyrh.blogspot.com // Enhora-guena,...por su trabajo,...lo he copiado, lo paso a mi blog,...y lo estudiaré, más ampliamente,...EN DICHO BLOG, lukyrh.blogspot.com // HAY EDITADO UN TRABAJO : CUADERNO DE SOSTENIBILIDAD Y SOCIEDAD,...2.- EDICIÓN;... elaborado en cooperación por salvador espada hinojosa y yo, luciano medianero morales,...SALVA, CREO CON VARIOS COMPAS DE LA U.CA. LA ASOCIACIÓN I.S.M.A., EN CÁDIZ, Universidad,....y en la cual, salva, me integró, pero ya en Málaga. POR OTRA PARTE, EN DICHO BLOG, HAY EDITADO TRABAJOS QUE DEMUESTRAN, QUE ESTAMOS PREOCUPADOS, POR EL FUTURO DE LA HUMANIDAD,...¡¡¡. EL TÉRMINO Y CONCEPTO DE REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD,......LLEVA YA ELABORADO, COMO MÁS DE 20 AÑOS,......Y TIENE UN SIGNIFICADO PROLET-REVOLUCIONARIO,...DE SOSTENIBILIDAD-SUSTENTABILIDAD DE LA HUMANIDAD,....Y LUCHA CONTRA EL GENOECOCIDIO MULTI-IMPERICALISTA, HACIA LO QUE CONSIDERAN EL LASTRE PRO-POP. Y ALGUNOS SECTORES SOCIALES MÁS, DE PEQ. Y MEDIANA BURGUESIA VENIDA A MENOS GLOBALMENTE,....AUNQUE EN ALGUNOS CONTINENTES SERÁ MÁS AGUDIZADO,.....ÁFRICA, LAS AMÉRICAS, PARTE DE ASIA, ZONAS DEL GOLFO EN SOMALIA-ETIOPIA-ERITREA,...ETC,....Bueno, no le canso más,...un fuerte abrazo,...y salud-suerte, y a seguir currando socialmente,...¡¡¡¡. lukydemálaga 29006. ( NOTA,...RECORDAR : http://globalcienciaglobal.blogspot.com/2011/05/faceblogging-nitsuga-zenutna-selarroc.html ).
................................................................. ................................................. : file:///C:/Users/PC/Downloads/En-la-Espiral-de-la-Energia-RESUMEN-2a-ed-POR-Manuel-Gonzalez-Campos.pdf
15-15-15.org : ESTUDIO RESUMIDO DE “EN LA ESPIRAL DE LA ENERGÍA”
El presente estudio resumido de “En la Espiral de la Energía” (segunda edición), comienza transcribiendo literalmente en cada capítulo el “resumen” que figura en el mismo. Después se expone un “desarrollo” resumido de los mismos, algunos muy extensos, abarcando la casi totalidad del contenido, otros esbozando solamente algunas ideas directoras. El objetivo hacer las funciones de lectura alternativa y simplificada del texto original. El espíritu que lo anima es profundizar en ese inmenso caudal ideas y conocimientos que exponen los autores a través de un relato que abarca toda la historia de la humanidad, comprender el momento crítico por el que pasa nuestra civilización y, desde esa comprensión, imaginar con ellos los escenarios futuros para tratar de direccionar el curso de la evolución. Este libro, “En la Espiral de la Energía”, es una fuente de luz, y una herramienta para intentar salir de este punto de bifurcación en el que se encuentra actualmente la humanidad, en estos tiempos de caos y de cambio civilizatorio. Quiero expresar mi agradecimiento a los autores por el inmenso esfuerzo en la elaboración del mismo y por el enorme regalo que nos han hecho.
INTRODUCCIÓN LA ENERGÍA MARCA UNO DE LOS LÍMITES DE LAS ORGANIZACIONES SOCIALES POSIBLES.
RESUMEN
Aclaraciones previas
El objetivo de este texto es comprender mejor elementos sustanciales de la historia de la humanidad y de los futuros que creemos más probables para que seamos capaces de construir sociedades justas, democráticas y sostenibles en este tiempo de cambio civilizatorio que estamos viviendo. Es una invitación al diálogo colectivo para buscar y construir nuevas estrategias e iniciativas. Uno de los problemas para afrontar la Crisis Global es nuestra incapacidad para comprender sus raíces y mirarla de manera global. No necesitamos conocimientos fraccionados, sino totalizadores. Por ello, hemos abordado, bajo el prisma de la historia, distintas disciplinas como la economía, la ecología, la sociología, la física, la química, la filosofía, la politología, el urbanismo, la psicología, la demografía, la geología o la ingeniería. Y no solo eso, sino que hemos intentado diluir los límites entre esos campos de conocimiento, aunque en muchos casos los hemos abordado por separado para facilitar el análisis. Esta apuesta se debe a que creemos que los aprendizajes importantes en este tiempo histórico están en las fronteras entre los distintos saberes. Consideramos que necesitamos tener perspectiva histórica. Una perspectiva que mire “desde fuera” el discurrir de la humanidad en sus contextos ambientales, y que además enmarque esto en la evolución de la vida y de los sistemas complejos. También es preciso imaginar el futuro, por duro que pueda ser, para poder encararlo con más posibilidades de éxito emancipador. Así, este texto concluye con un ejercicio de política-ficción, pero asentado sobre bases lo más sólidas posibles. Este libro proyecta un sombrío panorama para el vigente metabolismo industrial y para sus órdenes económicos, políticos y culturales. En ese sentido, se podría calificar esta obra como pesimista. Creemos que sería un error autoengañarnos proyectando futuros que tengan importantes similitudes con el statu quo actual. Sin embargo, el texto está preñado de esperanza, la que surge de saber que, 2 mediante el trabajo colectivo consciente, es posible construir un mundo sostenible, justo y democrático sobre las ruinas de esta civilización. Además, el colapso del sistema urbano-agroindustrial puede llegar a ser un alivio para partes importantes de la humanidad y, desde luego, para el resto de los seres vivos.
La reconstrucción histórica que hemos abordado dista de ser neutral, porque está permeada por el prisma con el que vemos el presente. Esto no está en contradicción con que hemos cuidado al máximo el rigor en los datos. En este libro no vamos a lanzar ninguna propuesta de lo que deberíamos hacer, porque los escenarios que tenemos por delante son radicalmente distintos a los del pasado y nuestra desorientación sobre cómo encararlos es notable. Para despejarla, necesitamos discutir colectivamente con un pensamiento múltiple y complejo. Confiamos en que este libro ayude a esa discusión. Además de no ser neutral, la historia que presentamos no es completa, pues hemos abordado solo los aspectos que consideramos que han contribuido más al devenir de las sociedades humanas y nos ayudan a proyectar el futuro cercano. Hay muchos elementos que se han quedado fuera, pero que son fundamentales para una comprensión completa de la evolución humana. Un ejemplo es todo lo relacionado con la trascendencia religiosa o artística. Por lo tanto, nuestra interpretación del pasado no excluye otras. Otro sesgo del libro es que detalla mucho más los acontecimientos cercanos al presente que los más remotos, pues son momentos históricos clave para proyectar los posibles futuros de la humanidad. Hemos optado por una mirada macro en lo temporal y lo territorial. Esto implica que hemos perdido información de matiz y también la capacidad de explicar muchas de las cosas que solo se entienden desde un análisis micro. Además, hemos empezando el trabajo con el Homo sapiens, por lo que otra limitación de este trabajo es su antropocentrismo. Por último, este libro no es determinista porque no considera que el ser humano haya seguido ni tenga que seguir un camino marcado: nada está escrito de antemano. Además, predecir el futuro es imposible por las limitaciones humanas, por nuestra propia subjetividad y, especialmente, por las características de los sistemas complejos. Así, el último capítulo, en el que hacemos proyecciones de futuro, no pretende explicar cómo será, sino servir de herramienta para su construcción colectiva.
Cómo leer este libro :
Si lo que te interesa es el recorrido histórico, este se abarca en los capítulos 1 a 7. En cambio, la justificación y posible proyección del colapso civilizatorio actual se aborda en los capítulos 7 a 9. El libro está estructurado en nueve capítulos que marcan puntos de inflexión centrales en la historia de la humanidad:
sociedad forrajera (1),
Revolución Agraria (2),
inicio de la sociedad dominadora y la época de los Estados exactores (3),
capitalismo agrario (4),
Revolución Industrial (5),
la era del petróleo (6), causas económicas, políticas y sociales de la Crisis Global (7), causas ambientales y de reproducción social (8) y posibles escenarios futuros (9). A su vez, estos capítulos se engloban en cuatro bloques. Los dos primeros hacen referencia al pasado. El primero describe la historia antes del uso masivo de los combustibles fósiles (1 a 4) y el segundo, la etapa en que esto se produce (5 y 6). En los dos últimos bloques, se describe la situación en el siglo XXI (7 y 8) y se hace un ejercicio de política-ficción sobre los probables futuros de la humanidad (9). Podría hablarse de línea divisoria en tres grandes etapas históricas: la de la civilización igualitaria (1 y 2), la dominadora (3 a 8) y el cambio civilizatorio que estamos viviendo en la actualidad (9). Una forma sería en función de los metabolismos: forrajero (1), agrario (2 a 4), industrial (5 a 8) y, probablemente, otra vez el agrario (9). El texto también se puede organizar por los grandes saltos energéticos de la humanidad: el fuego (1), la Revolución Agraria (2), la esclavitud, la servidumbre y la domesticación de los animales (3), la Revolución Industrial (5) y el colapso del metabolismo industrial como salto energético “hacia atrás” (8 y 9). 3 En cada uno de los capítulos abordamos los siguientes temas: el sistema económico; las formas de organización social a nivel político, entre las que destaca el Estado; las agrupaciones sociales; el sistema cultural; las luchas entre grupos sociales que defienden articulaciones basadas en la dominación y los que apuestan por los modelos igualitarios; la relación del ser humano con el entorno; y la cantidad, calidad y tipo de energía (y materiales) disponible, haciendo especial incidencia en el papel de la tecnología.
Las tesis principales del libro
La energía tiene múltiples caras Las personas usan la energía a partir de distintas fuentes (carbón, radiación solar), pero sobre todo a través de vectores energéticos que median entre las fuentes y dicho uso (gasolina, electricidad, animales). Los vectores que utiliza la sociedad contemporánea son básicamente calor, electricidad y combustibles procesados. La energía usada por el ser humano puede ser endosomática (producida dentro del cuerpo humano), cuyo origen es la alimentación, o exosomática (generada fuera), como el fuego, la turba, carbón, petróleo, gas o uranio. También es antiguo el uso de las energías renovables de origen solar (hidráulica, solar, eólica) y de trabajo humano y animal. La apropiación humana de energía (y materia) se produce a partir de su uso de funciones ecosistémicas (polinización, fertilización, depuración de agua). Todas estas energías se pueden utilizar para producir trabajo, calor y/o luz. La concepción de la energía es cultural. Son radicalmente distintas las sociedades que consideran el petróleo como un recurso de las que lo entienden como la sangre de la Tierra. La energía va mucho más allá de un concepto físico que se mide en julios, pues es también social, político, económico y cultural. Energía y materia son dos caras de una misma realidad física. Y, dentro de este binomio, el hecho de que la Tierra sea un sistema abierto para la energía y básicamente cerrado para los materiales conlleva que la gestión de estos últimos sea clave, tanto desde el punto de vista de los recursos como del de los residuos. La energía (el entorno en general) determina el marco del devenir histórico, pero son las sociedades quienes toman las decisiones Para aumentar la complejidad, los sistemas necesitan incrementar el flujo y la densidad energética usada. Así, la agricultura gestiona más energía y aumenta la complejidad respecto al forrajeo (más población y comercio, organización colectiva de recursos, especialización de la producción, conocimientos agronómicos). Por otro lado, uno de los rasgos que definen al ser humano como especie es su capacidad de apropiarse de energía exosomática, haciendo uso de otras dos características intrínsecas de la humanidad: su habilidad de cooperación sin parangón gracias al lenguaje simbólico y la empatía, y el desarrollo de herramientas (tecnología).
La conjunción de estos dos factores (relación entre complejidad y energía, y capacidad de apropiación energética) ha permitido que la historia del Homo sapiens sea una escalada de complejidad (plagada de colapsos cuando no fue posible aumentar el consumo energético) muchísimo más rápida que la biológica. Esto ha sido especialmente patente tras el nacimiento de las sociedades basadas en la dominación. Esta interrelación fuerte entre complejidad y energía es un elemento central de este libro. Otra relación determinante es la existente entre energía y dominación. Una cantidad y una calidad mayor de la energía disponible permiten controlar a más personas y más territorios. Y viceversa. Esto se concreta en múltiples herramientas, entre las que destacan los sistemas económicos (exacción, capitalismo), las organizaciones sociales (Estado) y las subjetividades (Modernidad). Sin embargo, también se han producido momentos históricos en los que, con más energía disponible, la complejidad no ha tomado forma de relaciones de dominación. Por ejemplo, esto es lo que sucedió 4 durante los primeros 4.000 años de sociedades agrícolas. Una sociedad con más energía disponible tiene la posibilidad de estructurarse en base a relaciones de dominación, pero no es la única opción. En esta misma línea, las fuentes energéticas usadas marcan un contexto social que no es neutro. Las renovables están más distribuidas, requieren tecnologías más sencillas y son más autónomas que los combustibles fósiles o que la energía nuclear. Esto significa que, potencialmente, conforman sociedades más democráticas que las energías no renovables.
Otro elemento fundamental de la evolución social han sido los cambios climáticos, que se pueden leer como modificaciones en la energía y materia disponibles. Estos impulsaron la expansión del Homo sapiens por todo el planeta, influyeron en el salto a la agricultura, estuvieron detrás del desarrollo de la sociedad dominadora, precipitaron el colapso de varias sociedades y están desempeñando un papel clave en las transformaciones actuales. En definitiva, la cantidad y las cualidades de la energía disponible han marcado un contexto básico que ha configurado los límites en los que las sociedades humanas han evolucionado. El ser humano se apropia de parte del trabajo de la naturaleza, de sus funciones ecosistémicas. Esta apropiación puede darse sin realizar cambios sustanciales en el equilibrio ecosistémico (recolección de frutos, caza controlada) o reorganizándolos con nuevas especies y dinámicas (agricultura, ganadería). La reorganización puede producir nuevos equilibrios, o puede generar una desestabilización estructural imposible de mantener en el tiempo, como hace el metabolismo urbano-agro-industrial. La sociedad y la naturaleza han coevolucionado a lo largo de la historia. En realidad, la sociedad y la naturaleza no son dos entes distintos, sino que la sociedad es un subsistema de la naturaleza. Aunque la energía y la relación con el entorno han sido fundamentales en la historia, y consideramos que son absolutamente centrales en los escenarios presentes y venideros de colapso civilizatorio, no determinan el orden social. El entorno y la cantidad y cualidad de la energía disponible marcan los contextos de la acción humana, pero no la gobiernan. En ocasiones, las sociedades han sido capaces de romper los límites mediante desarrollos tecnológicos u organizativos, mientras que en otros han sido los límites quienes han forzado el devenir humano, bien generando crisis, bien por el acoplamiento social a ellos. En definitiva, son los seres humanos, a través de su organización, quienes “definen” el curso de la historia dentro de los márgenes de lo posible. De este modo, la humanidad ha ido evolucionando impulsada por distintos factores. El primero es que las necesidades, y las emociones que generan, son los elementos centrales que activan a los seres humanos. Simplificando, los sistemas de valores se pueden agrupar en individualistas (priorizan el yo) y colectivos (equilibran el yo con el nosotras/os).
Estos sistemas están fuertemente condicionados por los entornos económicos y sociales que fomentan unos comportamientos u otros. Es decir, el ser humano no es “bueno” o “malo” por naturaleza, sino por contexto. Una expresión social de esta amalgama de necesidades, emociones, valores y contextos ha sido la lucha, entre articular sociedades basadas en la dominación o basadas en la armonía con el entorno y los seres humanos. Ambos polos, entre los que se han situado múltiples opciones intermedias, han influido fuertemente en los cambios sociales. Un segundo factor de cambio social ha sido el entorno. Los aumentos en la energía y materia disponibles, así como los cambios en sus cualidades, produjeron un ensanchamiento de las posibilidades humanas, que permitieron cambios sociales hacia grados mayores de complejidad. A la inversa, el choque contra los límites ambientales, o su estrechamiento fruto de cambios climáticos o agotamiento de recursos, ha forzado reajustes sociales en forma de salto hacia delante, crisis o colapso societario. En tercer lugar, la complejidad socioambiental ha producido emergencias que han condicionado todo el sistema, incluidos los nodos. Es decir, la evolución humana no solo ha sido fruto de los entes individuales, sino de la propia configuración de todo el sistema. 5 Las relaciones con el entorno y entre los seres humanos evolucionaron juntas en dos grandes marcos civilizatorios La evolución de las sociedades humanas, como sistemas complejos que son, no ha sido lineal, sino que ha tenido puntos de bifurcación en los que se han producido cambios profundos que han dado lugar a nuevas situaciones de equilibrio dinámico. Estos momentos y estos cambios han tenido como elemento fundamental un incremento o descenso en el uso energético. El ser humano ha conocido dos grandes marcos civilizatorios. Uno es el que se extendió hasta hace unos 6.000 años y que estuvo caracterizado por una mayoría de sociedades igualitarias, pacíficas y con una relación armónica con la naturaleza. El otro empezó a desplegarse entonces y se ha ido profundizando (con altibajos) hasta hoy mediante la guerra, la coacción y la creación de subjetividades, para lo que ha usado cada vez más energía. Su forma más desarrollada es el capitalismo global. Lo denominamos civilización dominadora. Estos periodos no tienen una separación clara pues nunca han existido formatos puros, sino un gradiente entre ambos. Sostenemos que estos cuatro factores (jerarquías micro y macro, guerra, y explotación ambiental) van unidos, aunque haya momentos en los que puedan haberse desligado parcialmente.
La dominación no es solo de las personas, sino también de la biosfera. Dentro de estos dos grandes periodos civilizatorios también se han producido otros cambios fundamentales. Durante la civilización igualitaria, se llevó a cabo el tránsito del metabolismo forrajero al agrícola; y en el de la dominadora, el del agrario al industrial, así como la aparición del capitalismo. En todos estos cambios, la energía desempeñó un papel importante. El inevitable colapso del sistema urbano-agro-industrial y la emergencia de una nueva civilización Las sociedades basadas en la dominación tienden a aumentar su complejidad como respuesta a los desafíos que van encarando. Esta “salida” acaba abocándolos tarde o temprano a tres posibles escenarios: salto adelante en la captación de energía y materia; crisis y recuperación; o colapso y reestructuración. El capitalismo global es la forma culminante de la civilización dominadora y, a su vez, la que está generando su colapso. Este es un momento de profundas transformaciones, que empezaron con el cambio de siglo y se prolongarán durante décadas hasta conformar un tercer gran marco civilizatorio. El colapso es inevitable por múltiples razones. El sostenimiento de la gran complejidad del sistema urbano-agro-industrial requiere de un gran flujo de energía de alta calidad. Esto es cada vez más difícil como consecuencia de estar alcanzando los picos de extracción de los combustibles fósiles y, en breve, será imposible. Además, no hay ninguna fuente de energía, ni combinación de ellas, que pueda sustituir al conjunto de los combustibles fósiles, ni en cantidad ni en calidad. El problema también es material, pues se están alcanzando los picos de distintos elementos básicos (fósforo, cobre). Además, hay problemas de acceso a tierra fértil y agua. A esto se suma el aumento del desequilibrio de los ecosistemas debido al cambio climático y la sexta extinción masiva de biodiversidad de la historia de la vida. Todo esto son elementos básicos para la perpetuación social, como también lo está la atención a las labores de cuidados imprescindibles para la reproducción. El detonante del colapso civilizatorio está siendo el final de los combustibles fósiles abundantes, pero en la determinación del nuevo contexto también resultarán claves el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Al colapso también está influyendo poderosamente la incapacidad del capitalismo de acogerse a los límites físicos del planeta.
La reproducción del capital solo se puede lograr mediante la explotación del trabajo, la inclusión sostenida de más sociedades y facetas de la vida dentro del capitalismo, y la conversión del “trabajo” de la naturaleza en capital. Pero hay más factores, como la ley de rendimientos decrecientes, que supone que los costos de la complejidad crezcan más rápido que sus beneficios, de manera que el problema no es ya sostener el flujo de recursos, sino la necesidad de incrementarlo. También se está produciendo una importante pérdida de resiliencia de todo el sistema por su alta conectividad, la existencia de nodos claves muy vulnerables (finanzas, producción y consumo 6 globales, ciudades), la hiperespecialización, la merma de diversidad, una muy difícil vuelta atrás en muchos de los pasos dados por la humanidad (agricultura, Estado) y la pérdida de colchones de amortiguación (no hay un “afuera” del sistema-mundo, los ecosistemas están totalmente extralimitados). Un último factor que empuja hacia el colapso es que las sociedades contemporáneas no están preparadas para afrontar la situación actual y, sobre todo, que las élites están haciendo todo lo posible por mantener sus posiciones de privilegio. Así pues, sostenemos que se está produciendo una crisis civilizatoria, un hundimiento general de las estructuras de gobierno, los valores, las infraestructuras, las clases y el metabolismo. Lo que surja después será radicalmente distinto. Así, la Crisis Global: energética, política, alimentaria, financiera, productiva, de cuidados, material, urbana, cultural, laboral, etc. La etapa en la que la humanidad inevitablemente está entrando retornará a un metabolismo agrario que, necesariamente, será distinto del pretérito, pues tendrá que desarrollarse en un entorno diferente. La población (que disminuirá) habitará mayoritariamente en entornos rurales, se relacionará de manera local, usará energías solares y materiales biológicos. Los parámetros culturales que emerjan tendrán en su corazón el concepto de límite ambiental. Los formatos sociales futuros están muy abiertos. Creemos probable una primera etapa dura en la que se refuercen las relaciones de dominación. Sin embargo, el nuevo contexto (relocalización económica, menor cantidad de energía disponible, tecnologías más sencillas, supervivencia que requiera una fuerte articulación en colectivo) podrá facilitar, a medio plazo, sociedades más igualitarias, justas y sostenibles; sociedades ecomunitarias. La civilización que surja dependerá de las luchas sociales, especialmente en la primera fase de contexto más duro. Cuanta menor degradación social y ambiental se produzca, más posibilidades de sociedades emancipadas. La historia tiene forma de espiral El devenir del Homo sapiens está salpicado de fuertes discontinuidades y periodos de cambio más paulatino.
Este libro muestra una visión cíclica de la historia en la que, fruto del aumento de la complejidad de las sociedades humanas, se van repitiendo colapsos, crisis y saltos adelante. En esta evolución, también se producen umbrales de no retorno. Uno fue el salto al metabolismo agrario; otro, la aparición de la identidad individual. También hay tránsitos muy difíciles de revertir. Las sociedades dominadoras son uno de ellos. De este modo, por cíclica no nos referimos a repetitiva, sino a una espiral en la que se vuelve a pasar por etapas similares, pero en contextos y formatos distintos. La tendencia histórica hasta ahora, con altibajos, ha supuesto un aumento de la complejidad. No tenemos nada claro que esta tendencia se vaya a mantener, pues el colapso actual será mayúsculo y la recuperación de altos grados de complejidad con poca energía disponible es improbable. Pero el grado de complejidad no se relaciona con el de bienestar de la población humana y ecosistémica. Es más, en muchos momentos la correlación ha sido inversa.
7 LA HUMANIDAD ANTES DEL USO MASIVO DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES CAPITULO 1.- PALEOLÍTICO: SOCIEDADES OPULENTAS, APACIBLES Y DE ENCAJE ARMÓNICO CON EL ENTORNO
RESUMEN
Describir lo que ocurrió hace miles de años sin registros escritos es complejo y sacar conclusiones generales, arriesgado. Sin embargo, comprender el presente e intentar proyectar el futuro sin mirar al pasado más remoto sería un ejercicio con importantes lagunas. Por eso, nos vamos a aventurar a realizar una descripción de cómo pudieron ser las sociedades humanas durante el Paleolítico. Lo que sigue es un relato hecho a partir de piezas sueltas, fundamentalmente en forma de restos arqueológicos y del estudio de las sociedades forrajeras contemporáneas. El marco que presentamos intenta describir los grandes rasgos de la primera civilización humana, entendiendo que existieron excepciones, probablemente notables, al comportamiento general que se presenta, pues una de las características de esta etapa fue la existencia de una gran diversidad cultural. Este primer capítulo abarca desde el inicio del Homo sapiens, hasta el primer gran cambio energético de la humanidad: la Revolución Agraria. Realmente, sería más correcto hablar del segundo, pues el dominio del fuego fue la primera revolución energética homínida. Esta etapa comprende alrededor del 95% de la historia humana. Se caracteriza por la estabilidad: lo normal en la vida de las personas era que no viviesen cambios culturales. También por la expansión humana por casi todo el planeta. Una expansión que se basó, fundamentalmente, en su capacidad de cooperar. Durante este periodo se desarrolló el primer gran contexto civilizatorio de la humanidad, en el que los seres humanos se concebían prioritariamente como miembros de un grupo y no como individuos. Esto articuló sociedades igualitarias y con una relación armónica con el entorno, en las que no existían ni el patriarcado, ni el Estado. Su sistema económico se basaba en la donación y la reciprocidad. La guerra era un elemento casi desconocido. No pretendemos negar la existencia de tensiones y conflictos sociales durante esta época, sino mostrar cómo su regulación fue radicalmente distinta a la actual. No afirmamos que los seres humanos de entonces fuesen “mejores” que los actuales, sino que las condiciones en las que se desenvolvieron los motivaron a tener este tipo de organización social.
DESARROLLO
Este primer capítulo abarca desde el inicio del Homo sapiens, hasta el primer gran cambio energético de la humanidad: la Revolución Agraria. Esta etapa comprende alrededor del 95% de la historia humana La identidad relacional de las sociedades forrajeras Un rasgo fundamental de las primeras sociedades humanas fue su débil concepción de la individualidad. En lugar de entenderse desde egos independientes, concebían egos interdependientes. Su identidad era “relacional”. Esta vinculación al grupo se fundamentaba como estrategia de supervivencia. El lenguaje se desarrolló en el Homo sapiens en su forma simbólica lo que permitió el fortalecimiento de la identidad relacional al multiplicar las capacidades individuales aprendiendo 8 colectivamente, lo que le ha permitido evolucionar mucho más rápido de lo que lo habría hecho mediante la mutación genética. Esta identidad relacional implicó una determinada visión del tiempo y fomentó una cultura articulada en torno a valores igualitarios y una relación armónica con el entorno. Las sociedades paleolíticas se han denominado habitualmente cazadoras-recolectoras. Durante toda esta amplia etapa de la historia, la mayoría de los seres humanos fueron desplazándose por el territorio, garantizando de esa forma su ingesta energética. Los desplazamientos eran cíclicos por un territorio concreto, es decir, que estas poblaciones no eran nómadas. Estas sociedades convivieron en equilibrio con los ecosistemas. Tenían recursos suficientemente disponibles por lo que tenían una economía de la abundancia, que se basaba en la donación y la reciprocidad. Esta economía empujaba a la sociedad hacia el igualitarismo y la cooperación. La propiedad debió de ser comunitaria, en caso de que se concibiese. También hubo comercio, aunque la gran mayoría del intercambio fue local. Fue una economía de valores de uso y no de cambio, ya que el comercio era escaso, que además realizaba la redistribución. El Paleolítico fue un periodo de micro-sociedades formadas por núcleos familiares que se agrupaban en bandas (25-50 miembros). A finales de la etapa forrajera, había miles de culturas distintas que se adaptaban a un planeta con gran diversidad. La mayoría de esas sociedades probablemente fueron igualitarias, desconociendo o teniendo débiles jerarquías. Tanto hombres como mujeres desempeñaron papeles importantes en estas sociedades, con inexistentes o débiles relaciones de dominación entre ambos sexos. Esto enlaza con la débil concepción de la propiedad privada predominante en el Paleolítico que, como veremos, fue un factor importante en el nacimiento posterior del patriarcado.
Durante los primeros 200.000 años de historia del ser humano, las guerras fueron un fenómeno extraño y, cuando pudieron existir, no marcaron la cultura de estas sociedades forrajeras, aunque esto no implica que no pudiese haber violencia dentro de ellas. Un elemento fundamental para la convivencia pacífica pudo ser la baja densidad de población, y que muchas no concebían la propiedad de la tierra. Pero probablemente la razón principal es que la mejor respuesta para la supervivencia era la cooperación en forma de intercambio de información, recursos y bienes. Durante esta época, es probable que no hubiese una diferencia entre lo natural y lo sobrenatural. Sus prácticas religiosas estaban íntimamente ligadas a la naturaleza, que fue sacralizada. Fueron religiones míticas y animistas (los fenómenos naturales tenían vida y conciencia). El planeta era una criatura viva. Todo estaba interrelacionado a través de un espíritu-fuerza, con el que los seres humanos intentaban estar a bien a través del sostenimiento de los equilibrios. Las personas se concebían como una parte más de esa madeja. Las religiones paleolíticas eran poco jerárquicas, sin un determinado panteón de dioses y diosas. Si existía la figura social de chamán con poderes especiales para conectarse con los espíritus. Expansión por el mundo moldeándolo El Homo sapiens empezó su andadura sobre este planeta hace unos 200.000 años en África. Es posible que su salida hacia el resto de continentes se produjese en cuatro oleadas asociadas a las grandes glaciaciones. La colonización de América fue la más reciente, comenzó hace al menos 20.000 años atravesando el helado estrecho de Bering. Hace unos 10.000 años el ser humano ya estaba en todo el continente. El proceso de expansión culminó antes del inicio del sedentarismo agrario. En ese lapso de tiempo, el Homo sapiens llegó a todos los territorios potencialmente habitables. Los cambios climáticos pudieron ser el factor clave que empujó los procesos migratorios de los homínidos, pues significaron modificaciones de la materia y energía disponibles por las sociedades. Esta es la concepción con la que se trabaja en todo el libro. 9 Cabría preguntarse por qué el Homo sapiens fue el único homínido que consiguió expandirse por todo el planeta y sobrevivir. Un elemento determinante pudo ser una capacidad de cooperar más desarrollada gracias al desarrollo del lenguaje simbólico.
El desarrollo de herramientas y el dominio del fuego, la obtención de energía en definitiva, fue otro factor clave de la expansión del ser humano. A pesar de su veneración de la naturaleza, las primeras sociedades moldearon el entorno, aunque esta modificación fue pequeña en comparación con lo sucedido en épocas posteriores. Uno de los impactos de los primeros seres humanos fue su posible contribución a la extinción de determinados mamíferos de gran tamaño. Otro fue la agricultura de las antorchas, consistente en quemar extensiones de terreno para formar pastos. En resumen, una vez apareció el ser humano y empezó a interaccionar con el medio, comenzó una transformación del entorno que en esta gran etapa fue mayoritariamente simbiótica y ausente de prácticas de sobreexplotación. Las primeras formas de energía: el fuego y los músculos A lo largo del libro se analiza cómo la humanidad ha ido utilizando determinados factores para permitirle tener una creciente disponibilidad energética. Las sociedades forrajeras tuvieron poca capacidad de controlar sus fuentes de energía. La primera tecnología que desarrolló el ser humano fueron las herramientas, que permitieron una mayor cantidad de energía disponible y convirtieron las poblaciones en menos vulnerables, más adaptables a los cambios (como los climáticos) que han marcado la historia de la humanidad. Durante este periodo, la fuente de trabajo básico fueron las personas. Hace unos 50.000 años, el ser humano empezó a usar la energía almacenada en el aire y el agua para la navegación. Estas fueron otras fuentes de energía con las que las sociedades realizaron trabajo, en este caso en forma de desplazamiento. En todo caso, fueron fuentes muy secundarias en comparación con la fuerza física humana. En cuanto a la energía en forma de calor, los homínidos realizaron un descubrimiento trascendental, el fuego, que se empezó a utilizar de forma generalizada hace al menos 200.000 años.
Un rasgo definitorio de la especie humana es que es la única capaz de apropiarse de energía externa (exosomática) ampliando sus potencialidades. Durante todo el periodo también se usó la energía solar directa para la iluminación y la calefacción. Mientras las fuentes de energía principales fueron los alimentos y la madera, no existió prácticamente capacidad para almacenar ni para transportar energía, más allá de los cuerpos humanos. En todo caso, en estas sociedades opulentas esta limitación no era una carencia. Este es un elemento central diferenciador de la sociedad paleolítica. Después del Neolítico, el ser humano empezó una carrera que no solo fue la de utilizar más energía, sino también la de almacenarla y transportarla en cantidades crecientes. La fabricación de herramientas, junto al potencial comunicativo del ser humano y el uso de energía exosomática, son elementos centrales que permiten hablar de humanidad. Además, tanto el control del fuego como la invención de las primeras herramientas significaron pasos de muy difícil vuelta atrás. Este tipo de elecciones sin retorno serán comunes en la historia de la humanidad. La organización social igualitaria estuvo facilitada por la baja necesidad energética de las sociedades forrajeras. Durante miles de años, no fue necesaria una alta complejidad social que requiriese altos consumos de energía para que las sociedades se sostuviesen y evolucionasen. Además, como las fuentes de energía eran renovables y de fácil acceso, su control era mucho más difícil. A esto se añade que no fueron almacenables, lo que limitó la acumulación de poder. Al existir poca energía disponible, la sociedad no tenía capacidad de evolucionar y cambiar de forma acelerada. En la medida que este sistema fue capaz de satisfacer las necesidades de los seres humanos durante cientos de miles de años, no existió un impulso hacia el cambio: la supervivencia dependía, precisamente, de la estabilidad, del equilibrio.
10 CAPÍTULO 2.-
EL SALTO A LA AGRICULTURA NO IMPLICÓ NECESARIAMENTE EL SALTO A SOCIEDADES DOMINADORAS.
RESUMEN
Este segundo capítulo desarrolla lo acontecido entre dos grandes revoluciones energéticas: la que se produjo con el inicio de la agricultura y la ganadería, que implicó la posibilidad de almacenar y transportar energía, y la que se llevó a cabo con el comienzo del uso de animales de tiro y de la explotación de la fuerza humana por unas pocas personas. Ambos saltos energéticos cambiaron completamente a las sociedades humanas. La Revolución Agraria se produjo en distintos lugares del planeta independientemente y se puede entender como el agotamiento de la economía forrajera en esos sitios. Su origen vino motivado por un cúmulo de factores, entre los que destacan los climáticos en entornos de alta densidad poblacional respecto a los recursos disponibles. En los primeros 4.000 años de agricultura, hubo elementos sociales que cambiaron radicalmente y sentaron las bases del cambio civilizatorio posterior. Entre ellos destacaron el aumento de la especialización social y el sedentarismo. Fruto de estos cambios, algunos hombres (personas de género masculino) empezaron a desarrollar identidades individuales trascendiendo las relacionales. Además, se produjo una intensa modificación del entorno generando agrosistemas en los que los seres humanos cumplieron un papel central. A pesar de estos cambios trascendentales, la mayoría de sociedades en esta amplia etapa siguieron caracterizándose por una relación igualitaria, la poca presencia de guerras y por sostener una concepción no utilitarista de la naturaleza.
DESARROLLO
Este capítulo se desarrolla entre el inicio de la agricultura y ganadería, y el comienzo del uso de animales de tiro y de la explotación de la fuerza humana por unas pocas personas. La primera revolución energética: la Revolución Agraria Hasta ese momento, la historia del ser humano había sido la de la ampliación de su presencia geográfica sobre el planeta. A partir del Neolítico, fue la del incremento de la intensidad de uso y explotación de los recursos. Esta lucha por el aumento de la productividad de la tierra, que en un inicio tuvo que ver con la supervivencia, se convertirá posteriormente en un requisito indispensable para mantener las relaciones de poder dentro de las sociedades y entre ellas. Si durante el periodo forrajero el ser humano estaba distribuido de forma aproximadamente igual por todo el planeta, tras la aparición de la agricultura esto dejó de ser así y la zona más densamente poblada pasó a ser Eurasia. La historia de la humanidad se podría leer, bajo esta lógica, como un ciclo en espiral. El ser humano partió de un único centro difusor inicial en África. Después se expandió en muchos “mundos” durante todo el Paleolítico, con conexiones débiles entre las miles de culturas que aparecieron. La siguiente etapa (después del final de la última glaciación), fue la de los tres o cuatro “mundos”, con crecientes conexiones internas. Como veremos, desde la Modernidad y la aparición del capitalismo se produjo una creciente interconexión hacia un único “mundo”. El futuro puede ser el de una nueva diversificación. La aparición de la agricultura fue un proceso paulatino. Se puede considerar que tuvo lugar hace unos 10.000. Los cambios se empezaron a producir en varias zonas del planeta separadas entre sí. 11 Estas regiones estaban en los tres “mundos”, por lo que la Revolución Agraria tiene un carácter planetario.
En Afroeurasia, una de las zonas fundamentales fue el Creciente Fértil. Otras zonas fueron las regiones interiores del valle del Indo y las colinas alrededor de los valles del Huang He (Amarillo) y el Yangtsé. En América, el proceso se dio en las mesetas de México y en las laderas de los Andes peruanos. Además, también es posible que la agricultura naciese independientemente en el valle del Ganges, Corea, Japón y el sureste de EEUU. La revolución agrícola, según algunos autores, fue impulsada por cambios climáticos. Hace unos 15.000 años, se empezaron a derretir los grandes hielos en un calentamiento que duró hasta hace unos 10.000 años, cuando el clima se estabilizó. En unas zonas hubo estepas que se convirtieron en bosques y nuevos humedales, que pasaron a ser los espacios donde obtener comida era más fácil. Esto facilitó una intensificación y concentración en la consecución de alimentos. Por ello, la población se hizo en parte sedentaria. Este sedentarismo, unido a un crecimiento de la densidad de población y a que estas zonas estaban “encerradas”, hizo que la posibilidad de migrar se limitase. Sin embargo en otras zonas algunas poblaciones migraron, otras diversificaron sus fuentes nutricionales y otras reforzaron las prácticas hortícolas que ya habían empezado. Es decir, que la agricultura no fue inevitable, sino una elección en un contexto complicado. Esta situación no conllevó la aparición de la guerra. Una vez que las sociedades se hicieron sedentarias, el incremento poblacional se hizo mayor. El sedentarismo se tornó irreversible cuando las poblaciones crecieron lo suficiente como para necesitar fuentes de energía más intensivas y acumulables. Las sociedades humanas pasaron de la “extensificación” a la “intensificación”, es decir, a la extracción de más recursos de una misma extensión de tierra, para lo que se hizo imprescindible la agricultura. Otro factor que ayudó a estabilizar este proceso fue que, desde entonces, el ser humano ha disfrutado de un clima cálido y estable. En todo caso, las poblaciones agrícolas coexistieron durante milenios con los grupos forrajeros. En la primera extensión de la agricultura, volvieron a desempeñar un papel relevante los cambios ambientales y también que los productos agrícolas y ganaderos tuvieron una alta valoración social entre los pueblos forrajeros. En definitiva, el cambio estuvo impulsado por alteraciones climáticas que provocaron la falta de acceso a recursos en un contexto de crecimiento poblacional. Estos factores ya estuvieron detrás de las migraciones paleolíticas y seguirían siendo fundamentales en la historia de la humanidad. Conforme las sociedades se fueron haciendo más complejas, su grado de vulnerabilidad aumentó.
Los agrosistemas como nuevos equilibrios ecosistémicos
Con la agricultura y la ganadería, el acceso a la energía por el Homo sapiens creció. Los cultivos transformaron de manera importante la superficie de la Tierra, a diferencia de lo ocurrido con el forrajeo. Esta modificación implicó la deforestación, la desviación de los cursos del agua, y la erosión y la pérdida de fertilidad del suelo. En un sentido más profundo, la agricultura supuso la aparición de los ecosistemas agrarios, que supuso la sustitución de unos que se autosostenían por otros que necesitaban el aporte energético es imprescindible en forma de trabajo humano y animal. La modificación fue también de las especies vegetales y animales. La selección continuada de animales y plantas favoreció la extensión de unas frente a otras, que declinaron. Desde el punto de vista ecosistémico, se produjo una pérdida neta de biodiversidad. Así, la acción humana se fue convirtiendo en el principal factor que influyó en la evolución de muchas especies. No sería posible sostener la población mundial sin los cereales que han sido adaptados, o no se pudo mantener la fertilidad del suelo sin el concurso de las heces animales. De este modo, lo más correcto es hablar de “convolución” entre el ser humano y el resto de especies que domesticó. En cualquier caso, el hecho de que el ser humano modifique su entorno no es razón suficiente para afirmar que no se mantenga un equilibrio ni que rebase sus límites. 12 Estas sociedades tenían economías sostenibles y cerraban los ciclos. Tenían una economía local, siendo su estrategia básica de supervivencia adaptarse a las condiciones edáficas y climáticas de su entorno y diversificar los cultivos lo máximo posible. Su fuente de energía era el sol (a través de la biomasa), utilizando los materiales del entorno de origen fundamentalmente renovable. Las sociedades agrarias desarrollaron una inmensa cantidad de conocimientos que eran patrimonio de la comunidad y tenían una visión holística de los procesos. La aparición de la agricultura y ganadería supuso a su vez una revolución energética, pues ambas significaron un gran salto en la capacidad de realizar trabajo. Por un lado, la agricultura permitió el incremento poblacional, es decir, de músculos disponibles. Por otro, el ganado multiplicó la potencia de carga de las sociedades humanas. Esta revolución energética, complementaria a la del fuego, aumentó la capacidad de generar calor, aunque menos trascendental que aquella. Fruto de la Revolución Agraria, no solo se incrementó la energía disponible, sino también su consumo ya que había que conseguir comida para las personas y animales domésticos. Además fue necesario emplear una cantidad importante de energía en la preparación y fertilización de la tierra. Aunque aumentó la energía obtenida, también lo hizo la empleada, por lo que la tasa de retorno energético (TRE) no varió sustancialmente respecto a las sociedades forrajeras.
El consumo de energía siguió siendo pequeño, lo que paralelamente produjo un bajo grado de concentración de poder. La complejidad social aumenta gracias al incremento de energía disponible La Revolución Agraria conllevó una profunda reconfiguración social, al hacerse sociedades sedentarias, tener energía acumulable, aumentar la densidad de población y cambiar su metabolismo y cosmovisiones. Se desarrollaron sociedades complejas, como la de Creta, el valle del Indo (Harappa) o la “Vieja Europa”. Este incremento de la complejidad acoplado al aumento de la energía disponible será una línea directora de la evolución de la humanidad. Con los primeros asentamientos comenzó un proceso de concentración de la población. Durante el Paleolítico, el ser humano se había expandido cada vez más. Desde el Neolítico se irá contrayendo progresivamente. Es probable que se desarrollase el concepto de propiedad individual (tierra, semillas) frente a la colectiva, lo que desempeñó un papel importante en el devenir civilizatorio. Apareció el comercio y el dinero, en su primera forma como dinero-mercancía (sal, pieles, ganado, grano). Mejoraron las capacidades de cooperación humanas y el aprendizaje colectivo, al desarrollarse núcleos de población mayores interconectados entre sí comercialmente, pero también se empezó la desacralización de la naturaleza. Cambiaron las cosmovisiones, empezándose a quebrar la idea de pertenecer a un todo y surgiendo los “dioses de los cielos”, el teísmo, aunque este es un fenómeno que no se desarrolló hasta que no lo hizo la civilización dominadora. Aumentó la importancia del concepto del tiempo pues los ciclos de las cosechas obligaron a medirlo, aunque siguió siendo circular y no lineal, de acuerdo con los ciclos naturales (día-noche, estaciones, mareas, nacimiento-muerte) o la repetición de las tareas. Se fue perdiendo la conexión con el “aquí y el ahora” y se proyectó más la actividad hacia el futuro. En algunos territorios, el paso del metabolismo forrajero al agrícola produjo a su vez el cambio de una civilización igualitaria a otra dominadora, una quiebra trascendental en la historia de la humanidad que se analiza en el siguiente capítulo. En cualquier caso, durante 4.000 años la mayor parte de las sociedades agrícolas siguieron igualitarias y con identidad relacional y muchas de las primeras sociedades agrarias tuvieron rasgos sociales similares a las forrajeras y no tuvieron Estados. Los excedentes agropecuarios se gastaron en muchas ocasiones en celebraciones que unían a distintos grupos humanos y que tenían un efecto de redistribución de la riqueza. Las guerras siguieron siendo algo extraño y de menor intensidad.
13 CAPÍTULO 3.-
CIUDADES, ESTADOS E IMPERIOS AGRARIOS EN UN MAR DE RURALIDAD AESTATAL
RESUMEN
Hace unos 6.000 años, comenzó un cambio civilizatorio de gran magnitud que marcó la historia de la humanidad. Las sociedades agrarias se empezaron a volver dominadoras, patriarcales y violentas, creando ciudades y Estados. Además, comenzaron una lenta desacralización de la naturaleza. Estos factores (Estado, patriarcado, guerra y explotación de la naturaleza) nacieron juntos. Por supuesto, el cambio no fue solo social sino también psicológico. Un elemento determinante de esta mutación civilizatoria estuvo en el desarrollo en algunos hombres de una identidad individual que sustituyó a la relacional. A esta civilización, que en realidad comprende una amplia diversidad interna, la denominamos dominadora. Este salto fundamental en la historia de la humanidad estuvo posibilitado, y a su vez permitió, una importante revolución energética: las élites tuvieron a su disposición mayores fuentes de energía a través del esclavismo, la servidumbre y el uso de animales para el trabajo. Este tercer capítulo desarrolla los primeros milenios de las sociedades dominadoras, los que se extienden desde 4000 AEC hasta el inicio del capitalismo, alrededor de 1500 EC. Durante este periodo, los Estados se fueron expandiendo y consolidando en los espacios más fértiles del planeta. Esta expansión no se realizó sin fuertes resistencias, internas y externas, que determinaron el devenir de las distintas sociedades en elementos tan centrales como la religión. En todo caso, al final de esta etapa la mayoría de la superficie del planeta siguió estando habitada por sociedades sin Estado: poblaciones forrajeras, pastoriles nómadas o agrícolas con otros formatos de organización social. La guerra, el comercio, el tipo de dinero, las desigualdades sociales (y especialmente la esclavitud), el patriarcado y la desconexión de la naturaleza evolucionaron juntos durante todo este periodo histórico y se entrelazaron realimentándose mutuamente. Pero la evolución no fue lineal, sino que, por ejemplo, en la primera mitad del II milenio EC estos parámetros disminuyeron en Afroeurasia. Durante esta amplia etapa, muchas de estas sociedades, basadas en la agricultura y el comercio local, tuvieron que enfrentarse al agotamiento de los recursos que tenían disponibles y a cambios climáticos. Esto impulsó colapsos, fuertes reorganizaciones sociales para acoplarse a los límites ambientales o crisis periódicas. En este capítulo, el “mundo” de Papúa–Australia no lo abordamos apenas, pues permaneció fundamentalmente en una civilización igualitaria que encaja en lo descrito en los capítulos anteriores. Lo mismo puede decirse de África subsahariana. América sí será objeto de estudio, pues en la siguiente etapa, la de la aparición del capitalismo y la Modernidad, cumplió un papel fundamental en su implantación. Pero el análisis no será en la profundidad en la que trataremos Afroeurasia, que fue el espacio en el que se desarrolló primordialmente la civilización dominadora.
DESARROLLO
La aparición de la individualidad produce un cambio civilizatorio El libro recorre, como se dijo en la introducción, tres formatos civilizatorios. El primero es el que acabamos de describir, caracterizado por sociedades igualitarias integradas por personas con una identidad relacional. El segundo abarca los últimos 6.000 años de historia y está determinado por relaciones de dominación dentro de las sociedades y con el entorno. En ambos periodos han existido multitud de estados intermedios entre la dominación y la igualdad. El tercer modelo civilizatorio es en el que se puede estar entrando en la actualidad. Alrededor de 4000 AEC, se comenzó a percibir un cambio radical en algunas sociedades humanas, aunque en algunos sitios este proceso ya se había iniciado antes. Aparecieron pequeñas ciudades- 14 Estado fortificadas en Mesopotamia, el Estado egipcio, o los primeros Estados en el litoral pacífico peruano. En India también apareció esta organización política, al igual que en China y Sudán. En Centroamérica lo hizo alrededor de 1500 AEC. La aparición de la sociedad dominadora se dio en dos de los “mundos”, lo que implica que es uno de los posibles caminos “naturales” del devenir de las sociedades agrícolas, pero no el único. Desde la aparición de la agricultura se habían ido generando una serie de circunstancias que posibilitaron la eclosión de una identidad individual en los hombres. Una de las posibles causas pudo estar en el aumento el comercio y, con ello, la movilidad masculina. Cuanto mayor es la movilidad de una persona, más se expande su universo y más capacidad de decisión tiene que desarrollar para adaptarse a él. Estos factores fueron generando en algunos hombres una sensación de menor dependencia del colectivo. Además, a medida que la sociedad se fue haciendo más compleja, con mayor especialización, más hombres fueron teniendo trabajos más específicos que les proporcionaron más sensación de control.
Así, algunos hombres fueron desarrollando una identidad individual que fue sustituyendo a la relacional. Pasaron de “egos interdependientes” a “egos independientes”. Esta identidad individual es necesaria para trabar relaciones de dominación. Con este cambio trascendental se iniciaron lo que se pueden llamar civilizaciones dominadoras. Este cambio solo se operó en algunos hombres, pues la mayoría de la comunidad, especialmente las mujeres, continuó con una identidad relacional. Hay indicios que apuntan a que se produjo esta individualización alrededor de 4000 AEC en varias zonas de Afroeurasia. A partir de este cambio psicológico que dio origen a la civilización dominadora, se abren dos grandes vías de desarrollo de estas, no necesariamente excluyentes. Una fue la vía gradual, por la que la aparición de la civilización dominadora fue resultado de suma de cambios que hizo que el proceso de individualización de algunos hombres desembocase en el uso de mecanismos de coerción y violencia para sostener y desarrollar las jerarquías sociales y la concepción utilitaria de la naturaleza. Otra fue la vía cualitativa, que defiende que esta civilización dominadora fue el resultado de una serie de cambios climáticos, situaciones de escasez y guerras que la precipitaron. En este marco, los hombres con identidad individualizada pudieron asumir la toma de decisiones para salvaguardar la integridad de su grupo que iban más allá de los parámetros culturales de sociedades igualitarias y pacíficas. Comenzó el pillaje de las poblaciones cercanas y la concentración de poder. A partir de los primeros actos de violencia se fue generando una espiral de dominación creciente. Algunos autores sostienen que el origen de la guerra se relaciona con cambios sociales hacia formatos organizativos jerárquicos en un entorno de competencia por los recursos. La aparición de excedentes acumulables fruto de la Revolución Agraria no fue lo que desencadenó la sociedad dominadora, aunque sí la facilitó, sino una situación de carencia alimentaria, de alta población en una situación de clima adverso, en sociedades que habían desarrollado una identidad individual. No fue la primera vez en la historia de la humanidad que los cambios climáticos influyeron de forma decisiva en el devenir futuro. Ya vimos su papel en las migraciones paleolíticas y en el surgimiento de la agricultura.
Sin embargo, sin necesidad de que ocurriesen cambios climáticos, en otras regiones del planeta se pudo llegar a situaciones similares si se conjugaron poblaciones que llegaban al límite de los recursos disponibles, a la vez que se había desarrollado una identidad individual. Una vez que se establecieron las primeras sociedades basadas en la dominación, estas se empezaron a expandir. Este proceso fue mediante la imposición violenta, pero también mediante la migración de pequeños grupos de sociedades dominadoras a regiones habitadas por poblaciones igualitarias creando relaciones desiguales que dieron lugar a que la cultura de las poblaciones inmigrantes se fuese aceptando por las antiguas igualitarias. 15 Un ejemplo de esto son los pueblos protoindoeuropeos, que fueron determinantes en esta expansión en Eurasia. Mediante la imposición violenta y la mezcla desigual, fueron capaces de extender su idioma y su cultura dominadora desde las islas británicas y la península ibérica hasta el noroeste de India y el centro de China. La aparición de la civilización dominadora no fue universal. En 1600 EC, todavía la mitad de la superficie terrestre estaba habitada por pueblos igualitarios. Incluso en situaciones de estrés similares a las que hemos descrito, muchas sociedades optaron por distintos caminos. El poder de la espada subyuga al cáliz: el surgimiento de la guerra Un indicador claro del cambio civilizatorio y del aumento de energía disponible por los excedentes agrícolas, fue la generalización de la guerra, cuyo origen pudo estar en la necesidad de proveer de recursos a una población demasiado grande para el entorno ambiental, en la aparición de sociedades con jerarquías sociales, en la defensa, el prestigio o el control territorial.
Guerra y energía se relacionan de manera directa, pues solo con más fuentes energéticas disponibles fue posible profundizar en las estrategias bélicas.
La guerra, el Estado y las nuevas subjetividades configuraron diferentes tipos de violencia, directas, estructurales o culturales.
El cambio también se observó en la religión, donde los símbolos bélicos desplazaron a los relacionados con la vida y la reproducción, y los pueblos empezaron a adorar a dioses guerreros masculinos dotando a sus armas de un carácter sagrado El antiguo culto a la Diosa, generadora de vida, fue sustituido por dioses masculinos, que les ayudaban en sus batallas y en sus conquistas. La irrupción y la necesidad de expansión del Estado El Estado estructuró la nueva sociedad dominadora, y concentró el poder en un estrato social escindido del resto de la sociedad. La construcción de los estados habría sido imposible sin la posibilidad de grandes acumulaciones de riqueza y poder en pocas manos, y esta no habría sido posible sin la Revolución Agraria, que permitió la posesión de excedentes energéticos. Tampoco sin la propiedad privada. El Estado se sostuvo porque aportó beneficios a las clases subyugadas, como seguridad frente a terceros, una organización política estable, una cierta redistribución de riqueza, construcción de infraestructuras, mecanismos de conexión con el mundo de las deidades o de regulación de los conflictos. El Estado es una estructura que una vez implantada tiene difícil vuelta atrás. Uno de los elementos que ayudó a la construcción del Estado fue la aparición de la escritura, que además de servir como elemento trasmisor del lenguaje oral, se utilizó como elemento ordenador de los nuevos Estados y como sancionador de la historia. Los usos posteriores de la escritura trascendieron en mucho a los ligados al ejercicio del poder, pero su aparición, como la de otros inventos, tiene que ver con la dominación más que con la cooperación o la expresión artística. Aparecieron los estratos sociales, generalmente clasificados en tres niveles: el primero formado por la elite guerrero-religiosa; el segundo por el cuerpo de funcionarios a su servicio y los comerciantes; y el tercero compuesto por la población encargada de la producción agrícola.
Los Estados se expandieron a costa de un crisol de pueblos sin Estado. La conquista se convirtió en la vía más rápida para el incremento de poder de los estratos gobernantes. Durante esa época, poder equivalía a tierra y tierra a energía. Esto llevó a la creación de los primeros Imperios. Las dificultades del transporte hicieron muy complicada la gestión de los grandes territorios bajo una única autoridad, lo que puso un límite físico a la expansión de los Estados. Entre los principales estados afroeuroasiáticos podemos citar: China, con la dinastía Han (206 a.C-220 d.C) y posteriores; India, con los Imperios maurya (320- 185 a.C) y gupta (240-550 d.C); Suroeste Asiático y Valle del Nilo, con las ciudades-Estados mesopotámicas (3000 a.C.), Egipto (3150-342 a.C), el Imperios persas (559-330 a.C), el imperio 16 parto (247 a.C-226 d.C) y los califatos musulmanes (a partir del 651 d.C); Mediterráneo, con los Imperios macedonio (334-323 a.C) y romano (27 a.C-476 d.C) La guerra, el dinero y las desigualdades evolucionan juntas Aparecieron nuevas formas de dinero, más allá del dinero-mercancía, como el dinero-crediticio o el dinero-monetario. Surgió la economía de la exacción en la que los súbditos pagaban tributos, en forma de especie, trabajo o dinero, al Estado, que después redistribuía estos recursos proveyendo servicios. A pesar de eso, la donación, la reciprocidad, el trueque y los intercambios a base de dineromercancía siguieron existiendo durante todo este periodo y la economía, en general, siguió basándose en la colaboración. Todos estos formatos económicos se basaron en la agricultura y en el trabajo de reproducción social de las mujeres. El campesinado, las animales y las mujeres, eran los que proporcionaban la energía necesaria a partir de la explotación de la tierra. Todo este periodo civilizatorio que estamos analizando (desde el 4000 AEC hasta en 1500 EC) se podría dividir bajo este punto de vista económico en tres grandes etapas: - La época de los primeros Estados agrarios (3500-800 AEC), en la que funcionó el dineromercancía y el dinero-crediticio. - La etapa del sistema esclavista-guerrero-monetario (800 AEC-600 EC), en el que la agricultura se intensificó, y la población, la urbanización y el comercio crecieron. - La vuelta al dinero crediticio (600-1450 EC), que se produjo con la terminación del sistema esclavista-guerrero-crediticio derivado del colapso de los Imperios o la evolución de los Estados. Una etapa caracterizada por una reruralización social, un descenso o estancamiento demográfico y una perdida de conocimiento.
A lo largo de todo este gran periodo de tiempo, la guerra, el dinero y las desigualdades fueron evolucionando juntas. El patriarcado como elemento central de las nuevas relaciones de dominación Las sociedades dominadoras se fueron haciendo androcéntricas y el orden social que se asentó sobre el androcentrismo fue el patriarcado. La labor fundamental del sostén emocional femenino fue perdiendo rango social, y los trabajos de las mujeres cada vez tuvieron menos prestigio. En Afroeurasia, hacia 1500 AEC el patriarcado era ya la norma social. El patriarcado no se puede concebir sin la guerra, sin el Estado y sin la explotación de la naturaleza. El patriarcado es funcional a la sociedad dominadora. En su génesis también está que si el Estado se organizaba jerárquicamente, la familia lo tenía que hacer también: el rey estatal equivalía al padre de familia. En el mundo campesino hubo una menor profundización del patriarcado que en los estamentos superiores de la jerarquía. Los nuevos dioses del cambio civilizatorio. Se produjo una transición religiosa en la que los nuevos dioses masculinos y guerreros desplazaron al espíritu-fuerza de las sociedades igualitarias. Las deidades abandonaron la naturaleza, para pasar a los cielos. En un contexto en el que existía una mayor desconexión con el entorno, apareció la casta sacerdotal. El espíritu-fuerza primitivo, de carácter femenino, fue tomando roles guerreros, casándose o siendo la madre de los principales dioses masculinos. En todo caso, han perdurado hasta hoy deidades femeninas con un papel fundamental en distintas religiones, como es el caso del panteón hindú. El siguiente paso fue el salto hacia las religiones universales (o corrientes filosóficas con mensajes totalizadores): hinduismo, zoroastrismo, maniqueísmo, jainismo, budismo, confucionismo, taoísmo, cristianismo e islamismo.
En la mayoría de los casos las nuevas religiones surgieron, entre otras 17 razones, como respuestas a los estamentos de poder, aunque finalmente se convirtieron en herramientas claves de dominación. A pesar de todo, convivieron durante mucho tiempo dos sistemas religiosos: el de las sociedades igualitarias, que se adaptaba más a las necesidades campesinas y a una identidad relacional, y que siguió presente en una parte mayoritaria de la sociedad; y el nuevo, centrado en los espacios urbanos y vinculado al poder. El mundo agrario fue, durante mucho tiempo, un mundo pagano. Del mismo modo, la visión de que el planeta como una criatura viva perduró en las primeras religiones de las sociedades dominadoras. El orden jerarquizado de las sociedades dominadoras y el Estado necesitaba legitimarse más allá de la fuerza, por lo que fue trascendental controlar los imaginarios colectivos. En este sentido, las religiones cumplieron un papel clave, entrelazando fuertemente lo político y lo religioso y estableciendo normas morales que sostenían las relaciones de dominación. Unas normas que, además, eran difícilmente cuestionables, pues provenían de las divinidades. La estructura política se organizó a imagen y semejanza de la celestial, donde había fuertes jerarquías en los panteones o reinaba un único Dios monoteísta. En China, este papel lo cumplió la filosofía confucionista. Un elemento común de la mayoría de las religiones universales fue la promesa de una recompensa para el alma tras la muerte. El Paraíso sería solo para quienes vivieran “rectamente”, es decir, para quienes aceptaran el orden establecido; para el resto, la condena eterna. Pero, la “vida eterna” también fue un elemento de escape para los estratos sociales más bajos. En contraposición, las sociedades más igualitarias ponían mucho menos énfasis en la vida después de la muerte. Conforme los Estados fueron creciendo y se conformaron imperios, el cemento homogeneizador fue la religión. En esta homogeneización jugaron también un papel importante el dinero y la lengua, que es el elemento clave y unificador de una cultura. Para el mantenimiento de la cohesión social y para la justificación de la guerra también fue necesaria la construcción del “otro/a” culturalmente inferior, cosa se convirtió en un elemento clave en el Imperio romano. Si el inicio de la guerra estuvo ligado a la carencia de recursos, su perpetuación tuvo que ver con las relaciones de poder entre los estamentos dominantes.
El patriarcado jugó un papel fundamental en el nuevo orden religioso. En el caso del cristianismo, Dios sería “Dios Padre”. El orden patrilineal quedaba así establecido en el Antiguo Testamento, junto con el mito de que Eva fue creada de la costilla de Adán y la culpable de los infortunios de la humanidad mediante el “pecado original”, justificando el nuevo orden patriarcal. Igualmente se justificó la depredación de la naturaleza. La cita del Génesis; “Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados..,” es un ejemplo de la desconexión y visión utilitarista de la naturaleza de las nuevas religiones, especialmente algunas de las universales. Esta desconexión sin embargo no se dio en las religiones orientales. Las religiones universales abandonaron las cosmovisiones igualitarias convirtiéndose en religiones de Estado, cuya principal función fue moral y normativa. La segunda revolución energética: la esclavitud, la servidumbre y la domesticación de los animales La base energética de todos los Estados agrarios fue la biomasa. Al igual que con las sociedades forrajeras, casi toda la biomasa se utilizó para fines energéticos. La civilización dominadora solo fue posible gracias al aumento de la energía disponible en forma de trabajo, en concreto a través de la domesticación de animales y del control humano. Las estructuras sociales que se crearon tuvieron como finalidad el aprovechamiento de estos nuevos vectores para incrementar el poder de los soberanos. Dominar la energía equivalía a dominar las personas Una de las consecuencias de este mayor flujo energético disponible fue que el ritmo de la historia cobró impulso y los cambios sociales empezaron a acortarse. 18 Hace unos 6.500 años, las comunidades agrarias domesticaron muchos animales (caballos, bueyes, ovejas), y posteriormente aprendieron a utilizar su fuerza física y sus productos secundarios (estiércol, leche, huevos, lana). Esta nueva revolución energética conformó de manera profunda la civilización dominadora. La domesticación de animales permitió una mayor expansión de la actividad agrícola-ganadera, potenció el comercio, la comunicación y la guerra. La revolución energética no fue solo por la domesticación de los animales, sino que fue también debida a la esclavitud y al trabajo más o menos forzado de seres humanos. Para el uso del trabajo humano fue necesario el crecimiento poblacional. Además, también se incrementó la tierra cultivada y la productividad de la misma.
Apareció la metalurgia del bronce y del hierro, así como los molinos de agua y de viento. Se mejoró el transporte mediante veleros y se desarrollaron elementos básicos de la ingeniería, como palancas, poleas. Con estos recursos y fuerza humana y animal, las sociedades afroeuroasiáticas realizaron construcciones de obra civil y monumentos y fueron capaces de transformar su entorno construyendo canales de riego y terrazas de cultivo. El avance energético más significativo del periodo en la generación de calor fue el carbón vegetal, que tenía mayor densidad energética que la madera o los restos agrícolas. El resultado fue una fuerte demanda de madera y una deforestación masiva que resultó especialmente notable en algunas zonas. Lento aumento poblacional y de las ciudades En paralelo al crecimiento de los Estados, también lo hizo la población, aunque esta estuvo condicionada por las relaciones sociales, los límites ecosistémicos y las enfermedades. Las ciudades se convirtieron en espacios de concentración de poder dentro de un océano de ruralidad. Las ciudades y el Estado se realimentaron. En un mundo en el que las fronteras de los Estados eran difusas, las murallas que rodeaban las urbes eran los límites claros tras los que se estructuraba el poder. El tamaño y el número de las ciudades creció durante esta época a pesar de que fueron, en la mayoría de los casos, espacios insalubres donde la población vivía hacinada. Se desarrolló la arquitectura monumental, símbolo e instrumento de poder y atractores del comercio, con grandes templos, palacios. mausoleos, que contrastaban fuertemente con los enterramientos de las sociedades igualitarias. Las ciudades requerían para su sostén del territorio colindante y se adaptaban a los entornos naturales en los que se asentaban, por lo que adoptaron una configuración muy diversa: ciudad árabe, china, japonesa, india, azteca, inca, etc. El territorio, el paisaje cultural urbano y agrícola ligado al entorno, estaban en armonía. El crecimiento urbano tuvo un requisito previo: la disponibilidad material y energética, todo ello asociado a la capacidad de transporte.
Así, las urbes fueron relativamente pequeñas en esta época. La dominación del ser humano y de la naturaleza no se llevó a cabo sin conflictos y resistencias La estratificación social siempre ha suscitado fuertes resistencias en forma de luchas sociales. Muchas sociedades opusieron fuerte resistencia a la penetración del Estado con insurrecciones armadas y movimientos no-violentos, caracterizados por mecanismos de no colaboración y de desobediencia. Las resistencias se centraron en torno a la apropiación de la producción agrícola (la energía), es decir, el control de la tierra. Las luchas del campesinado también fueron motivadas por el deseo de este de una relación más armónica con la naturaleza. Pero sobre todo, nacieron nuevas religiones para resistir las relaciones de dominación. Las religiones, que fueron herramientas centrales para la opresión, también fueron el campo donde se desarrollaron las principales resistencias. Durante la época del sistema esclavista-guerreromonetario (800 AEC-600 EC), nacieron fuertes movimientos religiosos reformadores que 19 terminaron conformando religiones (o filosofías) universales: zoroastrismo, maniqueísmo, budismo, confucionismo, taoísmo, cristianismo e islamismo. En este marco, predicaron personajes como Zaratustra, Pitágoras, Buda, Confucio, Lao Tse, Jesús y Mahoma. Estos movimientos religiosos crecieron en un contexto que reforzaba los Estados a través del esclavismo y la guerra. Defendieron prácticas no-violentas y plantearon formatos de ayuda mutua proponiendo la caridad, la compasión, la austeridad o la generosidad Las filosofías orientales plantearon la austeridad, la empatía y una relación con la naturaleza más armónica. En algunos casos, enfilaron contra la jerarquía y promulgaron la igualdad de géneros. Sin embargo el confucionismo, sirvió también para el fortalecimiento del Estado. Los movimientos mesiánicos judíos, especialmente el cristianismo, persiguieron y produjeron una profunda transformación dentro del orden esclavista. El primer cristianismo, y muchas de sus herejías, planteó una mayor igualdad social, y promulgó la no-violencia, el amor y la compasión. Propició que las mujeres se liberaran de parte de las ataduras patriarcales y recuperaran cotas de presencia pública en el ámbito religioso. Creó una organización paralela al Estado que consiguió satisfacer muchas de las necesidades de sus integrantes practicando una economía basada en el comunitarismo. El islam, aunque de forma menos marcada, también buscó una serie de valores más igualitarios.
El resultado de todas estas luchas fue determinante en la crisis del sistema monetario-esclavista-guerrero. En la nueva etapa de vuelta al dinero crediticio (600-1450 EC), la esclavitud disminuyó de forma notable, se consiguieron tasas menores de desigualdad social y el patriarcado se debilitó. Pero todas estas religiones acabaron convirtiéndose en religiones de Estado. En Maurya, Asoka intentó refundar su imperio a partir del budismo; en Roma, Constantino se convirtió al cristianismo; y en China, el emperador Wu-Ti de la dinastía Han abrazó el confucionismo. A partir de ahí, la capacidad subversiva de estas religiones se transformó en instrumento de legitimación de la conquista y la dominación interna. Las religiones universales se expandieron primero entre los resquicios de las estructuras de poder (catacumbas, rutas comerciales), pero luego fueron estas mismas estructuras las que, tras apropiarse de ellas, las promovieron. El medio ambiente como factor clave en la evolución de las sociedades agrarias El extenso periodo histórico que abarca este capítulo estuvo caracterizado por el continuo auge y decadencia de Estados e imperios, que en ocasiones llegaron al colapso. Los cambios climáticos y las plagas fueron factores desencadenantes de estas transformaciones en las distintas fases, favoreciendo las expansiones, incrementando la erosión del suelo, sometiendo a presiones extra a los Gobiernos o desencadenado caídas finales. Esto coloca los límites ambientales en el corazón de las causas últimas de la evolución de los imperios y los Estados agrarios durante toda esta etapa. El texto analiza con detalle dos sociedades que colapsaron durante este periodo, la romana y la maya, y a otra que sufrió crisis periódicas sin llegar a colapsar: China. Finalmente aborda una sociedad que no colapsó y se transformó hacia un funcionamiento en estado estacionario, la de Papúa-Australia, porque corresponde a uno de los lugares del planeta en los que se inventó la agricultura y porque responde a una lógica distinta a la estatal. Esto no quiere decir que todas las sociedades dominadoras colapsasen, como se ve en Egipto o China que tuvieron un aporte extra de fertilidad con las crecidas del Nilo y el loess. Lo que sí insisten los autores es que las sociedades dominadoras tienen una tendencia hacia el colapso.
Hay otros ejemplos de influencias climáticas en los cambios sociales. Entre ellos podemos citar el enfriamiento climático que se produjo en el periodo 540-660 EC. En el inicio de este cambio se produjo una gran epidemia de peste en el Imperio romano oriental; en Asia central se sucedieron grandes movimientos de poblacionales que desestabilizaron toda Eurasia; y en China terminó la dinastía Wei, favoreciendo con ello la reunificación de China. Un segundo ejemplo es el periodo cálido 800-1300 EC. Aunque se produjo un aumento de la temperatura media, en el Pacífico oriental el clima fue más frío y seco como consecuencia de la 20 Niña. Este cambio climático influyó notablemente en las poblaciones de todo el globo, como la civilización Chimor asentada en la costa peruana, la del Sahel, en la frontera sur del desierto del Sahara, o las poblaciones forrajeras californianas Otros cambios sociales de gran calado en los que variaciones climáticas resultaron centrales fueron el final de la dinastía ptolomeica egipcia; las poblaciones inuits de Groenlandia; las culturas Chavin o Tihuanaco en los Andes. Las alternaciones climáticas no fueron la única causa de los cambios sociales, pero sometieron a las organizaciones a una situación de estrés que hizo aflorar sus vulnerabilidades. Otro factor ambiental decisivo en el devenir de la humanidad, fueron las plagas, como la peste negra que se desarrolló en esa etapa y que cumplió un papel clave. Las pandemias de este bacilo fueron un factor importante en la caída de la dinastía mongola china. Del mismo modo, al igual que había ayudado al ascenso musulmán de los siglos VI-VII, facilitaron su declive en los siglos XIVXV. América y Europa antes de su choque brutal América era un contendiente con mucha diversidad y estados poco poderosos. El pueblo kuna la denominó Abya Yala. En comparación con Afroeurasia, estaba menos poblada, era menos poderosa militarmente y sus Estados se habían desarrollado menos. La economía de sus Estados estuvo basada también en la agricultura. Entre sus dos centros estatales, el mesoamericano y el andino, hubo menos interconexiones que las existentes en Afroeurasia, pero dentro de ellos sí hubo una red comercial. Los Estados más importantes fueron el azteca, maya e inca. Estos Estados mantuvieron elementos de sociedades igualitarias, como la propiedad comunal de la tierra y una economía relativamente redistributiva en el Imperio inca. Aparte de estos grandes Estados, la gran mayoría del continente estuvo poblado por otro tipo de sociedades, como las Cinco Naciones, al sureste de los grandes Lagos Norteamericanos, las poblaciones cheroquis o las poblaciones de la ribera del Amazonas, que desarrollaron sociedades complejas e igualitarias. Una de las razones para explicar la menor implantación del Estado en este “mundo” fue la inexistencia de animales aptos para la agricultura y la guerra. Otros factores fueron la débil conexión entre el área mesoamericana y andina, lo que impidió que se realimentasen; y un menor número de conflictos bélicos que, como hemos visto, son un elemento clave en la conformación de los Estados.
Veamos ahora la situación de Europa durante el segundo periodo basado en el dinero crediticio (600-1450 d.C.), pues fue el contexto en el que surgió el capitalismo. En torno 1000 EC, Europa era una región periférica de Afroeurasia, ocupando una posición secundaria, pues los polos más fuertes económica y políticamente eran China, la península indostánica y el mundo islámico. Europa era un espacio de Estados relativamente pequeños, débiles, poco urbanizados y autosuficientes, que basaban su economía en la agricultura y el poder de sus élites dominantes en la exacción del excedente agrícola, la mayoría en especie. La sociedad se organizó en feudos, y la economía pasó a estar controlada por los Estados o por los señores feudales, que se fueron haciendo cargo de las minas y los campos. La Iglesia jugó un papel fundamental en este periodo, manteniendo las legitimidades feudales. Los monasterios fueron los grandes reservorios de los conocimientos de la antigua cultura clásica, a los que sustituyeron las universidades, que mantuvieron fuertes vínculos con la Iglesia. Fueron unos siglos cálidos que permitieron un incremento de las cosechas, en especial entre 1100 EC y 1300 EC, lo que hizo que la población y las ciudades creciesen de forma importante. El excedente permitió la liberación de más recursos para otros fines, como la construcción de las grandes catedrales góticas. En la fase final del periodo, se produjo una fuerte crisis económica. Si entre 1150 y 1300 EC, Europa vivió una expansión, hasta 1450 se produciría una contracción. Esta crisis se debió a un 21 enfriamiento del clima, que redujo la productividad de las cosechas y al débil incremento de productividad de la tierra por la falta de innovaciones tecnológicas en un contexto de población creciente.
Entre los siglos XI y XIII, hubo un ascenso de la calidad de vida de los habitantes. Además el campesinado logró romper en algunos casos las relaciones de servidumbre, Los salarios aumentaron y la esclavitud prácticamente desapareció. Las lenguas habladas por la población empezaron a desplazar de la posición de privilegio al latín. El patriarcado se debilitó y se revalorizó el trabajo de las mujeres y su papel social. En la mayoría de las herejías de la época, las mujeres fueron contempladas iguales a los hombres. Fue una época en la que apareció la devoción hacia las vírgenes negras, que relacionado con el culto a la naturaleza pretérito, y con cultos del antiguo Egipto. Estos cambios se produjeron como consecuencia de un importante proceso de luchas sociales protagonizadas por los movimientos milenaristas y herejías cristianas que pelearon por conseguir más igualdad económica, participación política y laica en la iglesia y más libertad en la gestión del conocimiento. Hacia finales del siglo XIV, hubo revueltas urbanas y campesinas contra los terratenientes. En esta etapa de fuerte movilización social se produjo una importante crisis económica que hizo que los señores feudales y los reyes impusiesen más tributos al campesinado e intentasen recuperar la esclavitud. Esto soliviantó más los ánimos y, a finales del siglo XIV, la negativa a pagar la renta y a realizar peonadas se extendió. A eso se sumó el fuerte descenso poblacional como consecuencia de las plagas de peste bubónica y pulmonar y las hambrunas. Este proceso se produjo en paralelo a una vuelta a la centralidad del mundo agrario frente al urbano. Todo ello configura una imagen de la Edad Media europea como un momento histórico de liberación de los sectores populares, por supuesto dentro del marco de una sociedad jerárquica. Fue un periodo de crisis de un viejo orden del que saldría otro nuevo. 22 CAPÍTULO 4.- EL INICIO DEL CAPITALISMO EN UN MUNDO TODAVÍA NO EUROPEO RESUMEN En este capítulo, vamos a describir una gran transformación mucho más rápida que la transición de la civilización igualitaria a la dominadora o que las revoluciones energéticas previas. Entre la irrupción de la Modernidad y el capitalismo, y su extensión por gran parte del planeta, apenas transcurrieron tres siglos. La Modernidad como sistema de valores, como nueva cosmovisión, y el capitalismo como sistema económico nacieron y se desarrollaron necesariamente juntos. Y hablar del nacimiento del capitalismo y de la Modernidad es hablar de Europa; por ello este será el espacio central de análisis de este capítulo. El capitalismo fue un nuevo sistema económico que supuso un cambio individual, social y de relación con el entorno de gran calado. Necesita del crecimiento continuado y, con ello, la expansión constante del modelo a más territorios y ámbitos de la vida mediante un consumo en alza de materia y energía. Requiere una concentración y acumulación de riqueza que hace mayores e imprescindibles las diferencias sociales, con una fuerte división del trabajo en función del territorio, la clase y el género. Pivota sobre la competencia entre agentes económicos individuales y desiguales, que necesita y fomenta las guerras para su desarrollo. Utiliza el Estado para permitir la acumulación y la reproducción del capital. Crea a su servicio un poderoso sistema técnicocientífico, especialmente para el comercio y la guerra. Y se basa en la explotación de las personas y la naturaleza. Este sistema se desarrolló hasta mediados del siglo XVIII en un formato de base agraria. Este capitalismo no implicó un salto importante en las fuentes energéticas, pero sí una apropiación creciente de las mundiales por las clases capitalistas europeas. Conforme las posibilidades de esta expansión se fueron agotando, la Revolución Industrial fue una consecuencia “inevitable”. Además, también se produjo una transformación en la relación social con la energía. Si durante la etapa de los Estados agrarios, el poder había sido sinónimo de la capacidad de acumulación de energía a través del control del territorio, con el capitalismo fue sinónimo de la capacidad de reproducción del capital. Así, la energía empezó a ocupar un espacio más oculto en la evolución social, pero fundamental, justo igual que le ocurrió al trabajo de cuidados de las mujeres o a la extracción de la plusvalía a través del trabajo asalariado. En todo caso, durante el desarrollo del capitalismo agrario, no todo el planeta estuvo bajo ese régimen socioeconómico, ni siquiera la principal potencia de la época (China). Es más, siguieron existiendo muchos territorios que se rigieron bajo lógicas diversas y distintas a la capitalista, incluso en el seno de los propios Estados capitalistas. Lo que tienen en común todas estas lógicas (incluida la capitalista) es que su base siguió siendo solar. DESARROLLO Este capítulo se desarrolla en el periodo de tiempo que transcurre entre la irrupción del capitalismo y la Modernidad, y la Revolución Industrial, o sea desde finales del XV hasta mediados del XVIII, un periodo en el que se desarrolló el capitalismo agrario. El inicio de la expansión global de Europa Occidental A finales del siglo XV, el planeta todavía se articulaba en tres grandes subsistemas: Afroeurasia, América (Abya Yala) y Papúa-Australia. Desde la península ibérica, se lanzaron las expediciones que cambiaron esto. Primero fue la Corona de Portugal que amplió su radio de influencia por la costa africana hasta llegar a las “Indias Orientales”. En 1492, España, formada por las coronas de 23 Castilla y Aragón, apoyó el intento de Colón de abrir otra nueva vía marítima hacia el este asiático, navegando hacia occidente. En ese intento, llegaron a América. Ambos acontecimientos, y muy especialmente el segundo, junto con la circunnavegación del planeta de Magallanes-Elcano, sentaron las bases del inicio de la Era Moderna, en la que se pasó de tres “mundos”, a uno solo funcionando bajo la lógica del capital. A finales del siglo XVI, la economía-mundo europea incluía Europa, las regiones de América que habían sido conquistadas, Filipinas, las islas atlánticas y algunos enclaves de la costa occidental africana. El texto continúa haciendo un análisis de la conquista de América. En un siglo, España y Portugal fueron capaces de dominar la mayoría del continente americano. Un ejemplo de conquista fue el Imperio Inca, el más grande que existía en la tierra en 1491, que fue conquistado por Pizarro con solo 168 hombres y 62 caballos. También analiza las razones que lanzaron a Europa a una gran expansión territorial, entre las que figura el intento de aumentar la energía disponible para su economía, que al tener base agraria, implicaba expandir el territorio explotado. En la colonización europea, Portugal desempeñó un papel de liderazgo. Esto fue posible por fabricar barcos para largas travesías, una cartografía que recogió toda la información disponible, y una financiación de los banqueros-comerciantes genoveses. El texto continúa con el análisis de por qué se conquistó América en el siglo XV-XVI y no antes, por qué no lo hizo China y por qué “solo” se conquistó América y no África. El nacimiento del capitalismo A finales del siglo XV y principios del XVI, nació el capitalismo, aunque no alcanzó la madurez hasta el siglo XIX. El capitalismo es un sistema cuyo fin es la reproducción ampliada del capital. El capital es un proceso, no una cosa, un proceso de circulación en el cual el dinero se utiliza para crear más dinero a través de la explotación de las personas y de la naturaleza. Como consecuencia de ello, genera unas relaciones sociales y ecosistémicas asimétricas, en la que una clase sale claramente beneficiada a costa del grueso de la población y del resto de seres vivos. El Estado es un instrumento clave en su funcionamiento, por ejemplo garantizando la propiedad privada, aunque en el Estado capitalista la mayoría de la población tendió a ser jurídicamente igual. El principal medio de sometimiento de clases fue el mercado de mano de obra. El capitalismo puso el mercado en el centro. La sociedad pasó de ser “con mercado” a “de mercado”. Esto implicó que la mayoría de las personas tuvieron que vender su fuerza de trabajo (encontrar un trabajo asalariado) para conseguir mercancías. Las relaciones sociales pasaron a estar profundamente condicionadas por la búsqueda de mercancías. El capitalismo no es solo un sistema económico, sino también social. Hasta entonces, en Afroeurasia predominaba el dinero crediticio. Esta nueva fase significará la vuelta del oro y la plata a un lugar central en la economía y, con ellos, un incremento de la guerra, y de la esclavitud. Al hablar de lugar central, nos referimos a la economía de las altas finanzas y del comercio internacional, que fue la que marcó la norma. La economía cotidiana siguió operando en gran parte sin dinero o con monedas locales durante mucho tiempo. Será después de la Revolución Industrial, de un acopio mucho mayor de energía, cuando el capitalismo permeará profundamente toda la sociedad. El capitalismo surgió en Europa como respuesta de las élites dirigentes a la crisis económica profunda y a las revueltas campesinas del final del feudalismo que pusieron en jaque a todo el entramado exactor al cuestionar el modelo de apropiación del excedente agrícola en forma de tributo y de rentas feudales. Se hizo a la población dependiente del mercado, que fuese cada vez menos autosuficiente y tuviese que vender su fuerza de trabajo para conseguir el sustento. 24 En Europa se desposeyó el campesinado de sus tierras privadas y comunales mediante los cercamientos y su consiguiente conversión en proletarios. También se convirtió en capital la riqueza conseguida a través del comercio previo. En África y América, fue la esclavización de la población africana y la servidumbre de la americana, la desposesión de sus tierras, y la apropiación del oro y la plata, que afluyeron a Europa que permitieron, al posibilitar a los capitalistas europeos invertir por encima de sus ahorros. Los cercamientos, unidos a la monetización de los intercambios, resultaron imprescindibles para el desarrollo del capitalismo, pues fueron el principal elemento de disciplinamiento de las revolucionadas clases populares. También permitieron orientar la producción de la tierra hacia el mercado. Se produjo una fuerte represión de los movimientos campesinos articulada en gran parte en el plano religioso mediante la persecución de las herejías. En la contrarrevolución, las élites feudales se aliaron con los primeros capitalistas y el Estado se fortaleció. Se reforzó el patriarcado. La guerra no fue solo dentro de los Estados centrales para el control social, sino también entre las distintas potencias capitalistas y sobre las Periferias. El comercio a largas distancias se desarrolló de forma muy importante en Europa, y entre este continente y América, Asia y África. No hay capitalismo sin mercados internacionales. Hubo un desarrollo militar sin precedentes de Europa que convirtió a los Estados europeos en mucho más fuertes. Los Estados requirieron de más ingresos y la plata americana sirvió para que las potencias europeas penetrasen en Asia. Para esta carrera militar y de reproducción del capital, hizo falta energía. El gran salto energético acoplado al nacimiento del capitalismo fue el derivado de la conquista de América y de la extensión de las redes comerciales. Finalmente, el capitalismo nació de un cambio en el sistema de valores y asimismo lo construyó. Es lo que se denominó Modernidad. El texto sigue ahondando en las razones de por qué el capitalismo no nació en China o en los califatos islámicos. La reproducción del capital se realiza mediante la explotación En este apartado se describe la esencia del capitalismo en su formato desarrollado, aquel que determina profundamente la sociedad y su relación con el entorno, que se fue conformando desde finales del XV hasta mediados del XVIII en forma de capitalismo agrario, pero que requirió del salto energético de los combustibles fósiles para su expresión máxima. A esta fase madura la denominamos capitalismo fosilista. Por lo detallado de la exposición y por la importancia que tiene la lectura completa de la misma para su perfecta comprensión, sólo voy a enumerar algunas de las ideas expuestas. El texto comienza con el análisis del elemento central del capitalismo que es la reproducción ampliada del capital (circulación del capital). Esta se realiza mediante la inversión del dinero (D) en maquinaria, materiales, energía y fuerza de trabajo que generan mercancías en forma de bienes y/o servicios (M) con el objeto de conseguir con su venta más dinero (D’). Así, la circulación del capital se representa por la fórmula D-M-D’. El dinero (D) no es un medio de cambio, sino un fin en sí mismo1 . El análisis continúa mostrando cómo se crea la riqueza en forma de capital en el capitalismo durante la circulación D-M-D’, o sea, la plusvalía, la diferencia entre D y D’, además de la apropiación de riqueza generada fuera del sistema, que convierte en capital. Posteriormente se explica cómo el principal impulsor de la circulación del capital y del aumento de la productividad es la competencia entre capitalistas. El siguiente punto del análisis se centra en el dinero y la deuda. El capitalismo es un sistema que funciona en base a la deuda para financiar la acumulación del capital, no mediante el pago al 1 Cuando la circulación se ajusta a la fórmula M-D-M’, donde el dinero (D) es un medio para conseguir el servicio o bien que se quiere (M’), el sistema no es capitalista. 25 contado. Las deudas en el capitalismo significan traer una plusvalía que se supone que se va a generar en el futuro al presente. A continuación se muestra como el capitalismo genera las condiciones para sufrir crisis periódicas. El análisis continúa explicando por qué el capitalismo requirió la palanca del Estado para su desarrollo. Así, el capitalismo no es solo un sistema económico, sino también político que necesita de un Estado que facilite la acumulación de capital. A continuación se explica que el capitalismo, además de ser un sistema económico, es un sistema sociopolítico-ecológico. Los sistemas económicos hasta entonces, aunque habían influido en la conformación social, estuvieron básicamente a su servicio. Con la aparición del capitalismo este orden jerárquico se invirtió, ya que requirió las condiciones sociales, culturales y políticas, no solo económicas, para la reproducción del capital. De este modo, el capitalismo no es solo un sistema económico, sino una forma de relación entre las personas que determina la organización social. A lo largo del texto se analizan distintos ámbitos interdependientes: las relaciones con la naturaleza; los entramados sociales; el sistema de valores; la reproducción de la vida; los procesos de producción y trabajo; las tecnologías; las instituciones; y las formas de habitar. En sus inicios, el capitalismo nació de los intersticios del feudalismo y, conforme fue ganando poder, necesitó conformar estos ámbitos anteriores para permitir la reproducción del capital. Solo cuando todos estuvieron mayoritariamente dentro de una lógica capitalista se puede hablar de este nuevo sistema. Durante los siglos del capitalismo agrario el sistema todavía no estuvo totalmente maduro, esto solo ocurrió tras la Revolución Industrial. El inicio de una nueva articulación del trabajo a escala global La aparición de las clases Los estamentos de los Estados agrarios, que tenían un fundamento familiar, se tornaron en clases, con una base económica. Así, el capitalista es quien emplea una suma de valor como capital, quien tiene como objeto la reproducción del mismo. Por el contrario, los trabajadores, ya sean asalariados, siervos, esclavos o autónomos, viven de su fuerza de trabajo y destinan el fruto de sus esfuerzos al mercado. Capitalistas y proletarios tienen posiciones distintas en las relaciones sociales de producción. Entre ambas clases terminó extendiéndose una relación asalariada, que era la más rentable para el capital. En las sociedades capitalistas ya no hay una relación personal de dominación, sino que esta se hace más abstracta y general. Tanto capitalistas como proletarios estuvieron obligados de participar en el proceso de reproducción del capital. La competencia obligó a la clase capitalista a explotar al máximo a la proletaria. Bourdieu distingue tres tipos de capital: económico, cultural en forma de conocimientos, y social en forma de relaciones. Una persona con un alto capital cultural (un ingeniero, por ejemplo) puede llegar a tener un alto capital económico y, por ello, un alto estatus social y político sin poseer ni gestionar los medios de producción. A la vez, una artesana que mantiene sus medios de producción, tendrá normalmente un bajo capital económico. Así, una persona de clase alta será aquella que tenga un alto capital total (económico, cultural y social), entendiendo que el económico prima en la sociedad capitalista, y es más fácilmente convertible en social y cultural. El texto sigue analizando la burguesía y proletariado y las relaciones entre las mismas. La división internacional de la producción en el sistema-mundo El capitalismo supuso una manera más barata de obtener riqueza y poder a nivel internacional que la exacción. No se convierte en imperio-mundo, sino en sistema-mundo que contiene en su seno distintos estados. En este sistema-mundo capitalista se pueden distinguir tres tipos de territorios: los centrales, los periféricos y los semiperiféricos. En estos tres territorios existe una organización en clases, proletariado explotado y capitalistas. 26 Dos herramientas claves para abordar las relaciones comerciales internacionales en el capitalismo son la “deuda ecológica” y la “regla del notario”, que se empezaron a desplegar en el capitalismo de base agraria, aunque fue a partir de la Revolución Industrial cuando cobraron todo el sentido. La deuda ecológica de las sociedades centrales es aquella acumulada con las periféricas por el expolio de sus recursos, los daños ambientales no reparados, el depósito gratuito o mal pagado de residuos en su territorio, el vertido de contaminantes a espacios globales y la pérdida de soberanía alimentaria. La deuda ecológica ofrece una visión estructural que refleja el (des)orden del mundo. Así, las sociedades periféricas se fueron especializando, de manera forzada, en la extracción de materias primas. En este proceso, el consumo energético y los impactos ambientales en general son muy altos. En contraste, en la fase final del ciclo productivo el impacto ambiental aparente de los productos manufacturados de alta cualificación, en los cuales se especializan las economías centrales, disminuye. Esta especialización regional es lo que se denomina la “regla del notario”. En las primeras fases de construcción de una casa se producen los mayores impactos ambientales; es cuando se remueven los cimientos y se traen más materiales. Sin embargo, es la fase en la que se pagan los salarios comparativamente más bajos. Al contrario, al final, cuando se inscribe la vivienda en la notaría, los impactos bajan notablemente y las remuneraciones se disparan. No es posible que la casa se pueda inscribir en el notario si previamente no se ha construido. Del mismo modo, era imposible que hubiese quienes ganaban mucho en el mercado, si no había quienes tenían salarios de miseria sobre los que se construyó su enriquecimiento. En 1580, las élites europeas habían logrado establecer una red comercial mundial que funcionaba bajo una “regla del notario” incipiente. En las poblaciones periféricas de la economía-mundo, se realizaron dos actividades primarias básicas: minería y agricultura. En el siglo XVI, la América española proporcionaba lo primero y Europa Oriental lo segundo. El Centro tuvo una actividad económica más diversificada. De la ciudad-Estado capitalista al Estado moderno. Los primeros ciclos sistémicos de acumulación La construcción del Estado absolutista En estos siglos, el Estado en Europa Occidental experimentó profundas mutaciones que culminaron con el nacimiento del Estado moderno. Las ciudades-Estado del norte de Italia de los siglos XIII al XV y el imperio de los Habsburgo de los siglos XVI y parte del XVII, fueron formas de Estado no plenamente capitalistas, pero que sentaron las bases para el desarrollo posterior del nuevo modelo. En la mayoría de Europa, el Estado moderno se creó en una primera fase como Estado absolutista. En una segunda etapa, sobre todo tras la Revolución francesa (1798-1799), se conformó el Estadonación centralizado. Los grandes Estados europeos occidentales se constituyeron al tiempo que el dominio colonial. Las conquistas reflejaban la prosperidad comercial y viceversa. A su vez, se producían fuertes conflictos y guerras comerciales entre los principales actores europeos. Los Estados centrales apostaron por construir un Estado que sirviese a la acumulación de riqueza. Gran Bretaña y Francia son los exponentes. La articulación estatal en las regiones centrales se realizó en paralelo al crecimiento de las urbes. El Estado que emergió del tratado de Westfalia, en el se dio por finalizada la guerra de los Treinta Años y la guerra entre España y los Países Bajos, fue el Estado moderno soberano, en el que el poder de la Iglesia y del emperador retrocedieron. Fue un Estado que se puso al servicio de los nuevos intereses dominantes, fomentando el comercio mundial como fuente determinante de ingresos, un Estado enfocado ya claramente a la reproducción del capital. El poder político y militar de los Estados aumentó y fueron acaparando muchos más recursos que sus antecesores. El fortalecimiento del Estado (y del rey) fue en paralelo al debilitamiento de la nobleza, que ya no podía reclutar un ejército capaz de rivalizar con el real. Así, el Estado consiguió el monopolio del uso de la fuerza. 27 En la legitimación de los Gobiernos de los Estados absolutistas, un elemento fundamental fue el del derecho divino que recaía sobre los monarcas. Pero las monarquías absolutistas fueron evolucionando hacia sistemas con participación directa de las clases pudientes y con nuevas formas de legitimación social. Los primeros pasos se dieron en Holanda e Inglaterra. Este formato se expandió durante la Revolución Industrial. Los ciclos sistémicos de acumulación. La fórmula de circulación del capital D-M-D' se puede aplicar no solo al comportamiento del capitalista individual, sino también al desarrollo histórico del sistema, con fases de expansión material (D-M), en las que la economía es mayoritariamente productiva, y otras fases de expansión financiera (M-D'), donde el capital se mueve mayoritariamente en una circulación D-D'. El paso de una a otra se hace inevitable. Un proceso completo D-M-D' sería un ciclo sistémico de acumulación compuesto por esas dos fases. Cada cambio de ciclo sistémico ha venido acompañado de un relevo en la posición hegemónica y también de un cambio en las formas de organizar los procesos de acumulación del capital. Un ciclo se solapa con el siguiente, de forma que la potencia hegemónica del primer ciclo va decayendo en la fase M-D', mientras la nueva potencia hegemónica va ascendiendo basando su economía en una fase D-M. En la historia del capitalismo, se han sucedido cuatro ciclos sistémicos: - Hispano-genovés o genovés a secas (desde el siglo XV hasta principios del XVII) - Holandés (finales del XVI hasta finales del XVIII) - Británico (segunda mitad del XVIII hasta el principio del XX) - Estadounidense (desde finales del XIX). En cada uno de los ciclos sistémicos de acumulación, las potencias fueron capaces de incrementar su control territorial y recursos mediante estructuras políticas cada vez más complejas. Las transiciones de hegemonía no fueron tranquilas: se caracterizaron por una situación de “caos sistémico”, con fuertes conflictos interestatales, intercapitalistas y sociales. El texto continúa analizando en profundidad los dos primeros ciclos de acumulación y el comienzo del tercero, La Modernidad: las sociedades de individuos y la hegemonía de la razón Por la importancia de este apartado, haré un resumen amplio del mismo. La Modernidad se empezó a desarrollar con el Renacimiento, tomó cuerpo con la Ilustración, se consolidó con la Revolución Industrial y alcanzó su cénit con el fordismo. Supuso muchas cosas, como la sustitución de la visión cíclica de la historia por una lineal encabezada por Europa, con el eje director del “progreso”, la entronización de la razón en una visión de la realidad en base a dualidades, o el desarrollo de la identidad individual, hasta el punto asociarse las ideas de persona e individuo. Pero, por encima de todas, fue la adopción social de un nuevo sistema de valores ligado al capitalismo, que fue relegando a un segundo plano a las religiones en su papel de reguladoras de los valores sociales. De este modo, el capitalismo es más que un sistema económico, también es el principal conformador de las subjetividades sociales. Sin embargo, la Modernidad, al mismo tiempo, abrió nuevos caminos de liberación humana: la razón fue una herramienta contra la opresión o la extensión social de la identidad individual ayudó a tomar conciencia de las relaciones de dominación. Así, el movimiento obrero o el de liberación de las mujeres nacen, al menos en parte, de la Modernidad y de sus ideas. Aunque vamos a hablar de la Modernidad en singular y fundamentalmente nos vamos a referir a lo largo de todo el libro a la estructurada por y para las élites, siempre ha habido múltiples modernidades. Uno de los elementos centrales de la Modernidad es la visión dual del mundo, la separación entre pares de opuestos: razón-emoción, mente-cuerpo, cultura-naturaleza, hombre-mujer, público- 28 privado, ciencia-conocimientos, etc. Una separación en pares de opuestos con una clara jerarquía del primer término sobre el segundo. Estos pares de opuestos se pueden resumir en la primacía de la razón, por supuesto masculina. Esto implicó un desarrollo de la responsabilidad individual, una sensación de control del entorno en la que se pusieron las bases para prescindir de la idea de dios. La entronización de la razón resultó clave para el capitalismo pues, permitió la maximización de la producción por encima de las necesidades corporales, el aumento de la competitividad y la disciplina en el trabajo. Esta construcción fue compleja y se extendió hasta el siglo XVIII, pero finalmente las fuerzas liberadoras de la Edad Media terminaron siendo encauzadas por la naciente burguesía hacia la construcción del capitalismo. La Modernidad supuso también la entronización de la ciencia y la tecnología. En la construcción del método científico se unieron Bacon (1561-1626) y Descartes (1596-1650). El primero encaminó el pensamiento moderno hacia el empirismo, el enfoque analítico parcelario y la separación sujeto-objeto. Descartes situó la racionalidad en el centro del conocimiento, con una visión matemática de la realidad, es decir, cuantificable. Posteriormente, Newton (1642-1727) combinó el racionalismo y el empirismo, dándole un empuje definitivo al pensamiento científico hacia el determinismo y la concepción mecanicista del funcionamiento de la naturaleza. La ciencia se convirtió en el único modo “objetivo” de aprehender la realidad. Las humanidades y la religión se convirtieron en conocimientos secundarios que tenían que ser sometidos al método científico. La ciencia pasó a ocupar, en especial tras la Revolución Industrial, el papel de la religión, aunque esta siguió siendo central para las necesidades de trascendencia humana.
La ciencia se puso al servicio de la industria incipiente y del capitalismo. El método científico surgió en Europa porque ya se habían sentado las bases en las universidades medievales. La navegación y la astronomía fueron los principales campos de desarrollo, seguidos por la física y la balística y, después, la medicina, la botánica y la química. Fruto de la fe en la ciencia, se desarrolló la fe en la tecnología, construyéndose una imagen que solventaba los problemas de la humanidad. La ciencia y la tecnología fueron herramientas básicas para el progreso. El progreso fue la promesa de emancipación de toda la humanidad. Esta promesa de un futuro mejor fue un elemento básico de cohesión social y de la justificación del nuevo sistema económico. Los pueblos conquistados que no se atenían al pensamiento racional europeo no tenían civilización. En la justificación de la conquista siguió siendo clave la cristianización, como durante las Cruzadas. Se rompió con la idea cíclica de la historia, en la que las sociedades evolucionan hasta un clímax, tras el cual declinan y se fue consolidando la concepción lineal del tiempo. La Modernidad supuso una profundización de la ruptura con la naturaleza. La naturaleza se convirtió no en un todo del que el ser humano forma parte, sino en un elemento del que extraer recursos y al que someter. La Tierra dejó de estar viva para concebirse como un objeto inerte sujeto a la explotación para la consecución del progreso. El mercantilismo anterior concebía la riqueza como un juego de suma cero en el que, si había quienes ganaban, era porque otras partes estaban perdiendo. La riqueza se basaba en la extracción y la adquisición por medio del comercio, la guerra o la colonización. Ahora se entendió que la riqueza se basaba en la producción que, por lo tanto, debía crecer. El mineral ya no se extraía ni el trigo se adquiría, sino que ambos se producían. De este modo, se desterraron los límites a la explotación de la naturaleza y de las personas. La riqueza dejó de tener una relación evidente con el entorno: los grandes banqueros podían obtener poder a través de su especulación financiera creando la ficción del crecimiento sin raíces físicas. La ciencia contempló la naturaleza como una enorme maquinaria que podía ser diseccionada y estudiada en partes, pues la mera suma de ellas explicaba el todo. Esta visión mecanicista mostró una imagen distorsionada del comportamiento de lo vivo, que no es atomizado e inconexo, sino que 29 tiene su sentido en la interconexión compleja que da lugar a propiedades distintas de las de las partes. Aunque es cierto que el método científico también permitió notables avances en su comprensión. La Modernidad trajo consigo una nueva concepción del tiempo y del espacio. A partir del siglo XIII se desarrolló un concepto mecánico del tiempo, marcado por las campanas de las iglesias, pero fue con la implantación del capitalismo cuando el control del tiempo cobró toda su importancia. En esta aceleración de la concepción del tiempo se promovieron las culturas del “hacer”, frente a las culturas del “estar”. El tiempo como evolución histórica, se convirtió en una flecha unidireccional que avanza hacia un único futuro posible, el que marcan los Estados europeos. Junto a la cuantificación del tiempo, se unió la del espacio, que se convirtió en el tiempo requerido para recorrerlo. La organización espacio-temporal de las personas se convirtió en una condición esencial para la productividad del trabajo y la organización de las relaciones de poder Centro-Periferias.
Uno de los elementos centrales de la Modernidad europea fue el desarrollo de la personalidad individual frente a la relacional, especialmente la masculina. Es en ese momento cuando podemos hablar de sociedades de individuos. Algunos opinan que la razón principal fue que los hombres consideraron que la clave de su fuerza y de su supervivencia no era la pertenencia a un grupo, sino su capacidad de razonar. El dinero se fue convirtiendo en un eje central y la necesidad capitalista de competir que exacerba el individualismo se extendió. Mientras las primeras sociedades humanas habían recompensado la cooperación, ahora lo que se incentivaba era la competitividad. La propiedad privada proporcionó el soporte material a las personas para ser individuos. El individualismo no se pudo desarrollar sin aumento de la propiedad privada. La conformación del individualismo se reflejó incluso en la redacción de los Derechos del Hombre, con la libertad personal como eje principal y sin estar acompañada por la solidaridad. La libertad individual cobró un valor inédito en la historia. La libertad dejó de ser una construcción colectiva, la capacidad de hacer más cosas gracias a la organización social y se convirtió en una libertad individual limitada a tener mayor capacidad de compra. Esto condujo a una situación paradójica pues, cuanto más se potenciaba, más se cortaban los lazos en el resto de seres humanos y con el mundo, generando lo que Fromm (2008) sostiene que es el mayor temor del ser humano: el aislamiento, lo que genera “miedo a la libertad”. La cooperación es la respuesta humana más exitosa para la supervivencia. Una de las claves del capitalismo fue su capacidad de encaminar gran parte de esa cooperación hacia la reproducción del capital. De este modo, mientras se extendían las relaciones mercantiles a más territorios y ámbitos de la vida, las relaciones de apoyo mutuo reaparecían en nuevos formatos: organizaciones obreras, cooperativas, asociaciones culturales, etc. Otra de las consecuencias de la Modernidad fue la reconfiguración del papel de las religiones. Hasta este momento, las religiones habían cumplido un papel básico en el sostenimiento y justificación de las relaciones de dominación. Esto cambió con la Modernidad y este papel social de la religión fue sustituido por la razón, la ciencia, el progreso y el nacionalismo. En la conformación de las subjetividades sociales la catedral fue sustituida (o más bien complementada) por la fábrica, la escuela, la universidad, la prisión o el psiquiátrico. Pero la religión siguió siendo un elemento fundamental en el desarrollo de estas nuevas ideas. La reforma protestante de Lutero (1483-1546) fue una herramienta básica en la implantación de la Modernidad al legitimar el interés, proclamar la moral del trabajo y ayudar a expandir la identidad individual al proclamar que la salvación es consecuencia de los actos individuales. Calvino (1507- 1564) lanzó la nueva moral capitalista, que resumía en que el enriquecimiento era señal de una conducta adecuada. Los países protestantes se convirtieron en el centro de la economía-mundo, mientras los católicos pasaron a ocupar la periferia. 30 Una de las herramientas claves usadas por las Iglesias protestantes en la expansión de los nuevos valores fue la imprenta de tipos móviles inventada por Gutemberg en 1455. En cualquier caso, la transmisión oral en los púlpitos continuó siendo el espacio central de adoctrinamiento.
Los nuevos valores también fueron inculcados a la fuerza y mediante el terror por el Estado y la Iglesia. El espíritu de la Inquisición se terminó implantando en los espacios protestantes tanto como en los católicos con lo que se dio un giro total a las herejías que surgieron durante la Edad Media en busca de la liberación humana. Se luchó por desterrar cualquier concepción animista y orgánica de la naturaleza, cualquier intento de trabajar a los ritmos que imprime el cuerpo y no los de las necesidades de producción, así como valores de apoyo mutuo que impidiesen la competitividad. En todo caso, el papel de la religión en el mantenimiento del “statu quo” fue siendo cada vez menos relevante. La Modernidad también supuso una dosis de liberación humana al hacer a las personas más protagonistas de sus vidas y no tanto elementos supeditados a poderes divinos. De la “Caza de Brujas” a la Modernidad misógina Tras la Edad Media, en la que la dominación de las mujeres había retrocedido apreciablemente, a comienzos del siglo XV la “bruja” se convirtió en el principal sujeto de persecución de la herejía. El sometimiento de las mujeres fue tan decisivo para la acumulación primitiva como la colonización y la expropiación de tierras del campesinado. El sostenimiento del patriarcado necesitó de una represión más fuerte de las mujeres. La Caza de Brujas cumplió un papel en la represión de la cultura popular y la implantación de las nuevas subjetividades capitalistas. También fue importante para quebrar las resistencias populares. Supuso una profundización en la desvinculación con la naturaleza y persiguió destruir cosmovisiones más integrales. De este modo, se entrelazaron nuevamente el sometimiento del entorno, la lucha de clases y la lucha de las mujeres. Se creó una cultura fuertemente misógina. En la Caza de Brujas, el papel de la Iglesia resultó clave en la elaboración de un andamiaje ideológico y no tanto en la realización de los juicios. La persecución terminó a finales del siglo XVII, desarrollado un nuevo sistema de valores y sometidas las mujeres al nuevo patriarcado. Estas prácticas de control social se exportaron a América para el sometimiento de la población esclava, fundamentalmente la negra, emparentando el machismo con el racismo: la negritud y la feminidad fueron rasgos de la brujería. Las resistencias al capitalismo agrario Las resistencias al capitalismo por parte de las clases y los pueblos oprimidos fueron importantes. Estas resistencias a la usurpación de bienes y derechos comunales o a la colonización fueron en gran parte campesinas. Unieron la lucha por la equidad social con la lucha contra la degradación del medio. El poder las enfrentó con brutalidad para generar terror, e intentando separar a las clases oprimidas, para lo cual el racismo fue determinante. En América se produjo el choque entre los Estados inca y azteca con el español, sociedades basadas en la dominación para las que las guerras entre Estados que tenían una larga tradición. Entre 1776 y 1825 la mayoría de las colonias europeas en América se independizaron, la primera de ellas EEUU. En Europa, el proceso de cercamientos no se llevó a cabo sin resistencias. El derribo de las vallas fue una herramienta básica y cotidiana de protesta social. Las reivindicaciones en Europa se vieron fuertemente influidas por el conocimiento de los pueblos sin estado americanos. Al imaginario europeo llegaron referencias de poblaciones igualitarias con un funcionamiento comunitario que vivían en armonía con su entorno. A pesar de que los órganos de poder realizaron una fuerte campaña contra estas poblaciones caricaturizándolas como salvajes, su encanto no pasó desapercibido. 31 En todo caso, como ya señalamos la Modernidad también trajo consigo nuevas ideas, como la libertad y la emancipación, y herramientas, como la imprenta y la racionalidad. La guerra y el comercio determinan el cambio tecnológico Durante esta etapa, se produjo un desarrollo tecnológico importante empujado por las necesidades guerreras y mercantiles. No en vano estos fueron instrumentos básicos para la acumulación del capital. La invención del cañón revolucionó la guerra terrestre y marítima. Para el desarrollo bélico, fue imprescindible la inversión de las nuevas fuentes de riqueza conseguidas en forma de capital. Las guerras fueron un indicativo de la riqueza de los Estados y un mecanismo en su construcción, pues empujaron a la inevitable alianza entre la nobleza, la banca y el comercio. La mejora de la navegación resultó clave en la conquista de América y en la expansión comercial por el globo. Una vez que las flotas europeas aprendieron a navegar por todo el planeta, sus ventajas militares se hicieron irresistibles, pues ninguna otra región desarrolló barcos armados como los europeos. Otro de los avances de esta etapa fue la imprenta de tipos móviles, que revolucionó los sistemas de almacenamiento de datos y de comunicación. La modificación del entorno y el consumo energético aumentan con la colonización y el crecimiento urbano Las transformaciones correspondientes al periodo 1450-1750 sobrepasaron la escala, la velocidad y la capacidad de las civilizaciones premodernas.
El inicio del capitalismo marcó el comienzo de una época geológica, el Capitaloceno, sobre la que más adelante argumentaremos. Ahora solo señalaremos algunos impactos. El primero fue un crecimiento urbano a costa de bosque. Las ciudades en Europa crecieron de forma importante. Esto se debió a la expulsión del mundo agrario del campesinado a causa de los cercamientos, la monetización y la salarización de las relaciones laborales. También a un aumento demográfico por encima de la migración a las colonias. Crecieron sobre todo las urbes más relacionadas con el comercio transatlántico (Sevilla, Amberes, Ámsterdam, Londres). Asimismo, aumentaron las ciudades americanas, pues la colonización y explotación del territorio ultramarino se llevó a cabo a partir de las urbes. Los alrededores de las ciudades debieron contener una zona boscosa, otra de pastos y una tercera agrícola para servir a las distintas necesidades urbanas. El aumento poblacional y urbano aceleró los procesos de deforestación para impulsar una mayor producción agropecuaria, lo que aumentó la erosión. Los bosques se explotaron a un ritmo claramente superior al de su tasa de crecimiento, por lo que la cubierta forestal europea disminuyó. Otro impacto fueron los cambios ecológicos globales fruto de la expansión europea. Las transformaciones ambientales fueron especialmente significativas en las colonias. La desaparición de las culturas que habitaron en equilibrio con el medio en Abya Yala tuvo importantes repercusiones ecosistémicas. Los nuevos gobernantes europeos desconocían cómo cuidar de la tierra americana sin sobreexplotarla y, lo que es más importante, no tenían interés por hacerlo. De este modo, avances como el cultivo de zonas selváticas del Amazonas sin agotar el suelo desaparecieron para siempre. Los impactos ambientales en América también se debieron a la actividad comercial humana. Esta transformación tuvo que ver primero con la minería de oro y plata, que provocó impactos importantes y que llevó aparejada la creación de ciudades significativas, como Potosí. Un poco más tarde, los cultivos masivos para la exportación (caña de azúcar) produjeron una considerable mutación paisajística y ecosistémica. 32 Este momento histórico marcó un cénit energético sin combustibles fósiles. El capitalismo es fuertemente transformador del entorno por su consumo creciente de materia y energía para sostener su necesidad intrínseca de crecimiento. De este modo, aunque en los primeros siglos del capitalismo no se produjo un salto considerable en el uso de la energía, el nuevo sistema convirtió esta evolución solo en cuestión de tiempo.
El capitalismo hizo que el papel social de la energía cambiase. Hasta este momento histórico, en las sociedades dominadoras había primado una lógica territorialista, en la que el poder estaba directamente ligado a la cantidad de territorio disponible y a la densidad de población, es decir, a la energía susceptible de ser acumulada. La riqueza era un medio más para la expansión territorial. En cambio, en el capitalismo el poder será sinónimo de la capacidad de movilización de capital (que servirá para movilizar energía). El avance energético más importante en Eurasia fue la introducción de los cultivos americanos (maíz en el sur, patata en el norte), lo que catalizó un importante aumento poblacional. También se incrementó notablemente el uso de las energías eólica e hidráulica. Además, desde el siglo XVI al menos, se usó carbón como combustible en Inglaterra y el norte de Francia, y la turba en las Provincias Unidas, aunque en este periodo no se utilizaron todavía masivamente los combustibles fósiles (excepto la turba). Al final de este periodo, Europa alcanzó su cénit en el consumo energético hasta la fecha, pero no se produjo un avance cualitativo en el uso de energía. Si la Revolución Agraria consiguió triplicar el consumo per cápita de las sociedades forrajeras, la Industrial pudo llegar a multiplicar por 20 ese consumo. Los impactos ambientales asociados al consumo energético siguieron estando íntimamente relacionados con la guerra, no solo porque fue la que permitió la extensión territorial, sino también porque fue el desarrollo de los cañones lo que impulsó la fundición del hierro, para lo que se hizo necesaria la deforestación de amplias extensiones boscosas. Mientras durante los milenios precedentes se había producido una fuerte influencia de los cambios ambientales (cambios climáticos) en las conformaciones sociales, durante los primeros siglos del capitalismo las sociedades tuvieron una mayor capacidad de resistir estos envites. Un ejemplo es que la Pequeña Edad del Hielo que se produjo entre 1400 y 1725, justo durante el primer desarrollo del capitalismo, a pesar de su virulencia, no supuso una influencia social como las que analizamos en el pasado. En factor determinante para este aumento de resiliencia social fue la mayor disponibilidad energética, algo que se haría mucho más patente en la era de los combustibles fósiles. El mundo era mucho más ancho que Europa Las principales arenas exteriores de nueva la economía-mundo capitalista eran China, India, Rusia y el Imperio otomano. China ocupaba el centro económico y demográfico del mundo. Era un gran espacio económicamente autosuficiente y culturalmente autónomo. Europa no pudo incorporarla a su sistema-mundo porque en ella la expansión europea resultaba militar y comercialmente imposible. Pero que China no fuese parte del sistema-mundo no quiere decir que no fuese parte del sistema global de comercio. India fue otra potencia económica. Como China operaban todavía bajo esquemas exactores. Los reinos indios impulsaron desde la religión nuevos procesos igualitarios, como el sijismo fundado por Nanak (1469-1539).
La independencia de Rusia del sistema-mundo le permitió invertir las ganancias a nivel interno y mantener una industria propia, incluso en el terreno en el que el centro europeo era más competitivo: el textil. El Mediterráneo estuvo controlado por el Imperio otomano durante la primera parte de esta época. Su política se caracterizó por buscar la integración de los pueblos que había ido conquistando, insertando a sus élites en el entramado de poder otomano. 33 A pesar del dominio cada vez más global de los Estados europeos, la mayoría del planeta a finales del XVIII seguía funcionando bajo dinámicas no capitalistas. China e India, como dijimos, que eran las principales economías, operaban todavía bajo esquemas exactores. Por otra parte gran parte del globo no se articulaba en Estados. Incluso en Europa todavía no existían mercados capitalistas estatales (internos) integrados, y el mundo rural todavía no era totalmente capitalista. Aunque los mercados de larga distancia respondían claramente a dinámicas capitalistas, su dimensión era todavía limitada. La producción en estos seguía siendo tradicional y de pequeña escala. En ella, primaba la solidaridad, las reglas de distribución y los arreglos de reciprocidad. Existía además un claro predominio del campesinado y la agricultura no capitalista a escala global, y también en Europa. En definitiva, gran parte del mundo funcionaba todavía como sociedades que adaptaban sus modos de vida al entorno, con un fuerte componente local, y ajenas a la pretendida universalidad de la Modernidad. El cambio más importante era el que se estaba operando en las estructuras de poder global, en el sistema de valores dominante y sobre todo en la configuración de nuevas identidades, como resultado de la irrupción del capitalismo. La Modernidad europea fue colonial desde sus inicios. Pero será a finales del siglo XVIII cuando los modernos Estados mercantiles europeos acabaron eclipsando a los imperios exactores más poderosos. Pero ese dominio que iba a ser ya verdaderamente global no hubiera sido posible sin la Revolución Industrial que estalló en Europa Occidental. Pese a las importantes transformaciones que se habían producido desde el cambio hacia la civilización dominadora, especialmente las generadas por el capitalismo, el grado de transformación social y ambiental del planeta todavía era relativamente pequeño. Hizo falta un salto energético colosal para que el mundo cambiase definitivamente. Este es el objeto del siguiente bloque del libro.
34 DOSCIENTOS AÑOS (DE COMBUSTIBLES FÓSILES) ES NADA: LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL RECORRE EL MUNDO CAPÍTULO 5.- CARBÓN MÁS TECNOLOGÍA PERMITEN A EUROPA DOMINAR EL MUNDO RESUMEN
En el capítulo anterior describimos el gran cambio que supuso la implantación del capitalismo, la Modernidad y la conexión de América y Afroeurasia. Un cambio que no tuvo aparejada una revolución energética, aunque sí implicó un consumo creciente y una modificación en la relación social y económica con la energía. Nos referimos a esa etapa como capitalismo agrario. En este capítulo, abordaremos el salto hacia el capitalismo fosilista, aquel cuya matriz energética son los combustibles fósiles. El capitalismo fosilista es un capitalismo maduro que se extendió a nivel planetario con la interconexión de casi todos los territorios dentro del sistema-mundo, incluidos China e India. También supuso una profunda transformación de las sociedades, sobre todo las de los territorios centrales, en las que permeó definitivamente la visión de la Modernidad, con las ideas de progreso y competitividad como centros de los imaginarios sociales. Es decir, que solo mediante el uso intensivo de energía, el capitalismo y la Modernidad (con sus aspectos liberadores, pero mayoritariamente dominadores) se convirtieron en hegemónicos. Para esta expansión, fueron fundamentales varios factores. Por un lado, las nuevas capacidades productivas, que permitieron el sometimiento del proletariado y la colonización de nuevos mercados. Los que no se abrieron “motu proprio” lo hicieron gracias a la potencia militar alcanzada con la Revolución Industrial. Además, no fueron menos importantes los nuevos medios de transporte, baratos, rápidos y de alta capacidad. Este proceso fue dirigido desde Europa y los nacientes EEUU, que acapararon más poder del que ninguna otra potencia había llegado a conseguir previamente. Uno de los corolarios más importantes de esta etapa fue un importante crecimiento demográfico, que se centró en las ciudades. Fue en estos espacios donde se focalizaron las inversiones de capital, donde se concentraron los mayores impactos ambientales y donde se estructuraron nuevas resistencias: el movimiento obrero. A pesar de todo esto, durante el siglo XIX la mayoría de la población mundial siguió basando su consumo energético en la biomasa, en un metabolismo todavía agrario y no industrial, aunque crecientemente condicionado ya por este. En resumen, lo que aquí describimos es el tercer gran salto energético de la humanidad (tras la agricultura, y la explotación del trabajo humano y animal). Un salto que, como los anteriores, catalizó y permitió importantísimos cambios socioambientales. Estas mutaciones no se terminaron de completar hasta la segunda mitad del siglo XX, con el uso de nuevas fuentes energéticas, y más en concreto del petróleo. Pero esa será la historia del siguiente capítulo.
DESARROLLO
La Revolución Industrial, la clave para imponer a escala global la Modernidad
Con la nueva matriz energética, el carbón, por primera vez en la historia de la humanidad, se cumplieron todos los requisitos para la utilización máxima e ininterrumpida de energía y potencia: abundancia y accesibilidad, alta densidad energética, existencia de convertidores adecuados para permitir una amplia gama de usos, posibilidad de usarlos en el lugar en el que se requira, 35 disponibilidad en el momento que se necesite gracias a la facilidad de almacenaje de los combustibles fósiles. De todas las estrategias utilizadas para conseguir energía (fuego, recolección, caza, agricultura, control de seres humanos y animales, uso de energías renovables), los combustibles fósiles unidos a las máquinas han sido los que más potencia, energía y versatilidad le han proporcionado. La Revolución Industrial supuso la entrada en un cuarto gran periodo energético. El primero había sido la etapa forrajera; el segundo, el salto a la agricultura; el tercero, el uso del trabajo animal y humano forzado. Tal vez sería más adecuado hablar de Revolución Fosilista que de Industrial. Al igual que el paso de la sociedad forrajera a la agrícola había conllevado más horas de trabajo (más energía humana), el salto a la industrial también trajo consigo jornadas más largas y más personas trabajando (crecimiento demográfico, extensión del sistema-mundo). Se pasó de una producción descentralizada a otra basada en grandes fábricas, lo que supuso una mejor organización del trabajo para aumentar la productividad. El gran incremento en el consumo energético se debió al uso de las nuevas máquinas. Este salto también se produjo en el consumo material, que creció enormemente, sobre todo en forma de infraestructuras. El sistema se volvió mucho más intensivo en su explotación del entorno. Con la utilización del carbón de coque en la Revolución Industrial, se pudo expandir el uso a todos los sectores industriales que requerían calefacción. Pero el principal uso del carbón fue en los motores de vapor. El petróleo empezó a explotarse en el último tercio del siglo XIX, pero su explotación masiva y mundial no se abordó hasta el siglo XX, cuando cambió la matriz energética del capitalismo fosilista. Sin la tecnología, el carbón no hubiera permitido los cambios sociales y económicos que se produjeron. Por primera vez en la historia se transformó el calor en energía mecánica con la invención de la máquina de vapor.
A diferencia de la Revolución Agraria, en este caso hubo un único foco de difusión, el Creciente Carbonífero, que abarcó desde las tierras bajas de Escocia hasta la cuenca del Rin, pasando por Inglaterra, Gales y el norte de Francia y marcó un único modelo de industrialización: el capitalista. Se pueden distinguir tres oleadas en la Revolución Industrial, en las que se desarrollaron las máquinas de vapor estacionarias para bombear agua de las minas de carbón, la industria textil, los hornos de coque de la siderúrgica; los motores de vapor móviles, como las locomotoras y barcos de vapor; y la electricidad, el motor de explosión e inicio de la industria química moderna. Las máquinas se empezaron a acoplar a otras máquinas y se inició la producción de máquinas por medio de máquinas, lo que generó un nuevo sistema de enorme potencia. El tremendo salto productivo que supuso la Revolución Industrial permitió al Reino Unido doblar a China. La revolución en el transporte fue tan importante como en la producción, derivada de la invención del barco de vapor y del ferrocarril y de la mejora de las vías de comunicación. El cambio de la matriz energética transformó el mundo, generándose un nuevo metabolismo: el industrial. La “emancipación” de los ritmos solares permitió un incremento altísimo de la productividad industrial, lo que conllevó también aumentos en la producción agrícola y la extracción. Creció la posibilidad de transportar mercancías de forma rápida y barata a largas distancias. El mundo agrario dejó de estar en el corazón de la economía y la apropiación de biomasa quedó en un papel secundario, y pasó a ser clave la de metales y combustibles fósiles. Se produjo una creciente especialización en cada una de las fases del sistema productivo y el crecimiento, basado en los combustibles fósiles y se hizo exponencial. Con los combustibles fósiles el entorno dejó de estar en el centro de los imaginarios económicos y culturales. Como se ha visto anteriormente los cambios ambientales, especialmente los climáticos, fueron un factor que condicionó de forma importante el orden social y como a medida que las 36 sociedades tuvieron a su disposición cantidades mayores de energía, pudieron aumentar su resiliencia frente a estas variaciones. Se pasó de una energía que se usaba en forma de flujo (energía solar que se utilizaba transformada en biomasa, por ejemplo) a otra en stock (combustibles fósiles), de una energía dispersa y de difícil almacenaje a otra concentrada y fácil de guardar. La era de los combustibles fósiles también se puede leer como una emancipación de los tiempos biológicos. Si hasta entonces la expansión del capitalismo había sido sobre todo espacial (conquista de nuevos territorios e inclusión de nuevos mercados), ahora empezaba a ser también temporal (explotación de minerales o biomasa muy por encima de sus tasas de renovación). Hubo una “emancipación” respecto a la energía solar que estuvo en el centro del forrajero y un “desenganche” respecto a los límites físicos que el sistema basado en la energía solar había impuesto a la humanidad, aunque en realidad era una economía extractora fuertemente anclada a la naturaleza y, por tanto, a sus límites.
Con la Revolución Industrial se tuvo una nueva concepción del espacio-tiempo gracias a la movilidad motorizada. Hasta la Revolución Industrial, la economía había sido básicamente local. Este panorama cambió radicalmente, al convertirse el transporte de mercancías (ferrocarril), personas e información (telégrafo) en rápido y rentable. También trajo consiguieron nuevas posibilidades para la dominación. El aumento de la productividad produjo un crecimiento de la economía productiva, sobre el que se construyó un desarrollo de la economía financiera sin precedentes, lo que posibilitó una circulación más rápida del capital. La sustitución del trabajo humano por máquinas creó bolsas de personas desempleadas que permitieron al empresariado bajar los sueldos. Se convirtió en capital una cantidad gigantesca de “trabajo” de la naturaleza, en forma de combustibles fósiles y minerales. Se incrementaron también las herramientas de dominación, como la potencia bélica, o el control de los vectores energéticos (carbón y hierro) en contextos en los que vivían las personas, como las metrópolis, el Estado, o la sociedad de la imagen y el consumo. En todo caso, las nuevas fuentes de energía también abrieron caminos para la emancipación humana, aunque fueron menos “exitosos” que los que buscaron la dominación. La industrialización y el uso masivo de la energía, marcaron un punto de no retorno, como ya había ocurrido en las otras revoluciones energéticas anteriores. El capitalismo fosilista significó también un incremento de la inestabilidad social. Las anteriores revoluciones energéticas habían generado una aceleración de los cambios históricos, pero tras la Revolución Industrial, el ritmo del cambio social se incrementó sustancialmente. La Revolución Industrial se produjo en Gran Bretaña porque allí existían los recursos naturales necesarios (carbón, hierro) y porque el capitalismo estaba especialmente desarrollado allí. En el resto de sociedades centrales no hubo condiciones suficientes en un principio (necesidad de cambio en la matriz energética, Estado capitalista fuerte, capital suficiente para dar el salto), aunque después, tuvieron que llevarlo a cabo obligadas por el empuje británico. Capitalismo, industrialización y militarismo van de la mano Durante el ciclo sistémico de acumulación británico (desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta el principio del siglo XX), el poder económico y financiero estuvo en la City de Londres, y el político y el militar recayó en el Gobierno. Mientras que el ciclo holandés no produjo una expansión territorial significativa del sistema-mundo, el británico conjugó la lógica capitalista con la territorialista. Durante este periodo se distinguen dos etapas en el plano productivo y comercial. Una, marcada por la industrialización y el “libre comercio”, y la otra, por la colonización. 37 En cuanto a la primera de ellas, decir que la potencia productiva le hubiera servido de poco al Reino Unido si no hubiera tenido mercados donde colocar sus manufacturas. A nivel interno, esto lo consiguió gracias a la inclusión de su población en el mercado capitalista. Sin embargo, el grueso del tirón de demanda fue a nivel externo. Así, la Revolución Industrial requirió un mejor acceso a los mercados internacionales. Una vez que Reino Unido consiguió la hegemonía comercial en la década de 1840, optó por la liberalización unilateral del comercio, por el “libre comercio”. Esto propició una aceleración de la interrelación en la economía-mundo capitalista. La materia prima que siguió controlando Reino Unido fue el carbón, la principal fuente energética, que incluso exportaba todavía a principios de siglo XX
En el periodo 1750-1850, el sistema-mundo incorporó nuevas zonas que antes habían sido arenas exteriores: India, el Imperio otomano, Rusia y África Occidental, convirtiéndolas en Periferias. Ninguna se integró por voluntad propia. En esta conversión en Periferia, India fue el espacio clave que dotó a Reino Unido de una gran ventaja. El papel de la Compañía Británica de las Indias Orientales fue determinante durante toda la primera fase de expansión del capitalismo británico en Asia. La incorporación de China al sistema-mundo significó la hegemonía del capitalismo, que fue capaz de subsumir en su seno y en una posición subalterna a la última gran potencia exactora del planeta y antigua primera economía mundial. El ascenso del capitalismo industrial conllevó la desaparición de la esclavitud desde mediados del siglo XIX, aunque esta fue solo una liberación relativa, ya que en muchos casos fue la antigua población esclava la que se convirtió en jornalera, pues no tuvo otra opción que vender su fuerza de trabajo y, lo que es más importante, el aumento del uso de energía no implicó una disminución del trabajo humano. Solo cambiaron las relaciones en las que esta explotación se llevaba a cabo. Entre 1873 y 1896, se produjo lo que se denominó la Larga Depresión, con una caída de la tasa de beneficios, un alza de los salarios y del precio de las materias primas, y un exceso de producción. Esto derivó en una guerra de precios como consecuencia del incremento de la competencia, lo que generó una fuerte deflación. Tras ella, los principales Estados adoptaron medidas proteccionistas. Esto permitió que distintas potencias europeas (Alemania, Francia) y no europeas (EEUU, Japón) consiguiesen rivalizar con la producción británica. El proteccionismo requirió de la creación de nuevos mercados donde colocar la producción estatal ahora fomentada. La expansión también permitió encontrar nuevos espacios donde colocar el capital que no encontraba forma de reproducirse en Europa. Además, aumentó los gastos militares para la conquista animando así la economía. En cuanto a la segunda etapa de este ciclo de acumulación británico, la colonización de las Periferias, decir que entre finales del siglo XIX y principios del XX se incorporó al sistema-mundo prácticamente todo el planeta, incluso aquellas regiones que no habían sido previamente arenas externas. Una incorporación que significó su conversión en Periferias. A pesar de que Reino Unido mantuvo su política de “libre comercio” gracias a su hegemonía, también apostó como ninguna otra potencia por el colonialismo, lo que le reportó unos beneficios gigantescos gracias a crear inmensos mercados cautivos para su producción.
El poderío militar que permitió la Revolución Industrial fue la herramienta básica para la expansión territorial. El resultado de esta incorporación masiva al sistema-mundo fue un intercambio muy desigual que situó a las Periferias en una fuerte dependencia. Las diferencias a nivel global aumentaron como nunca antes. 38 El patrón oro: el intento de crear un mercado autorregulado a escala mundial al servicio de las finanzas británicas La economía funcionaba con un doble sistema monetario. Por un lado, el dinero crediticio que creaban los bancos centrales en forma de papel-moneda para el comercio estatal y, por otro, el oro como medio de intercambio internacional. La aparición el papel-moneda moderno por el Banco de Inglaterra a finales del siglo XVIII posibilitó una mayor expansión de las esferas mercantil y monetaria. Era una nueva forma de deuda, pues se emitía bajo la promesa de que se reembolsaría la cantidad equivalente en metales preciosos. El papel-moneda supuso una creación artificial de riqueza. El patrón oro organizó el mercado mundial permitiendo saldar el comercio entre los distintos Estados capitalistas en una moneda mundial universalmente aceptada: el oro. El sistema funcionaba de forma que los Estados vinculaban su moneda a este patrón, comprometiéndose todos ellos a ejecutar políticas fiscales y monetarias para garantizar un cambio fijo entre su moneda y el oro. El patrón oro garantizaba que todos los Estados del sistema-mundo capitalista se adhirieran de manera férrea a las políticas liberales, Fue el intento de construir un mercado autorregulador que transcendiese los Estados y abarcase todo el sistema-mundo. Un sistema que bombeaba el ahorro hacia Reino Unido, y más en concreto hacia la City, y que potenciaba con ello su hegemonía económica y militar. El patrón oro empezó a entrar en crisis en las últimas décadas del siglo XIX como resultado de las reformas políticas y sociales que los Estados se vieron obligados a introducir para desactivar al movimiento obrero y como resultado de la Larga Depresión. Dejó de existir en la práctica durante la I Guerra Mundial. El primero que rompió formalmente con él fue Rusia, tras la Revolución Soviética, y luego el resto de los Estados capitalistas, saltando definitivamente por los aires con la Gran Depresión. El colapso final del patrón oro en la década de 1930 fue el fracaso total de la utopía liberal, del laissez faire, del mercado autorregulador a escala estatal y mundial, y de la sociedad de mercado capitalista sin restricciones. Sin embargo, hablar del colapso del patrón oro no es hablar de la crisis de las grandes finanzas, sino todo lo contrario.
Tras la Larga Depresión, entre 1896 y 1914 se vivió la belle époque: una recuperación económica basada en una economía financierizada. El gran triunfador de la recuperación fue Reino Unido, ya que, aunque su supremacía industrial disminuyó, su dominio del mundo financiero aumentó. La colonización interior: creación de los mercados internos en los Estados-nación Desde finales del siglo XVIII, y sobre todo a lo largo del siglo XIX, se crearon los mercados estatales en los espacios centrales, o lo que es lo mismo una economía y sociedad de mercado que supuso una Gran Transformación. Hasta entonces, los mercados locales habían estado, en general, separados de los mercados de larga distancia, siendo los primeros de índole precapitalista, mientras que los segundos estaban claramente presididos por la lógica del capital. Con la creación de los mercados estatales se rompieron las barreras entre el mercado internacional y el local, fundiéndolos en una única entidad bajo la lógica del la ampliación del capital. La economía de mercado requirió un fuerte impulso estatal. El Estado que lo hizo fue el liberal, del laissez faire. Se pasó de mercados regulados, a un mercado autorregulador, sometido exclusivamente a la lógica del beneficio. Se crearon cuatro grandes mercados: bienes y servicios, mano de obra, tierra (naturaleza) y dinero. La fuerza de trabajo se convirtió finalmente en una mercancía y surgió plenamente la clase obrera moderna. Las viejas formas de sociabilidad y autosuficiencia fueron sacrificadas al mercado autorregulador. Y con ello se cargó contra las dinámicas comunitarias de reciprocidad y de redistribución, así como contra la producción de ámbito local y doméstico, aunque esta no llegó a desaparecer. 39 La independencia de América y el ascenso de EEUU A mediados del siglo XVIII, más de la mitad de América pertenecía a Estados europeos y el territorio restante no estaba controlado por Estado alguno. Pero, a finales de siglo, mientras Gran Bretaña pugnaba por convertirse en el centro del mundo, una de sus principales colonias se rebeló contra el poder de la metrópoli. El levantamiento en 1776 en las colonias del occidente de lo que actualmente es EEUU contra Londres, apoyadas por Francia, abrió la descolonización de América. La descolonización de Hispanoamérica comenzó, como la de EEUU, con un intento por parte de España y Portugal de obtener más beneficios de sus colonias americanas a partir de 1763, lo que motivó un fuerte malestar entre las poblaciones americanas. A principios del siglo XIX y en pocas décadas el sistema de Estados soberanos dejó de estar circunscrito a Europa y alcanzó a toda América, con la salvedad de Canadá, que no alcanzó la independencia hasta principios del siglo XX. La transición de hegemonía de Reino Unido a EEUU se produjo entre 1870 y 1930, un periodo caracterizado por un incremento de la rivalidad entre los Estados centrales (como ejemplifican las dos Guerras Mundiales). El cambio también fue en la matriz energética, pasando del carbón al petróleo. Para la expansión empresarial, EEUU contó al principio con fuertes inversiones británicas. Con la “conquista del oeste” se creó un gran Estado continental gracias al uso de combustibles fósiles y de máquinas, como el tren que atravesó de costa a costa el gigante americano.
A finales del siglo XIX, una vez que terminó la expansión hacia el oeste, EEUU empezó a intervenir fuera de sus fronteras. Pero la hegemonía estadounidense terminó de plasmarse por la fuerza mediante la victoria en las dos Guerras Mundiales, en las que EEUU actuó después de un fuerte desgaste previo de las potencias europeas, lo que de paso generó una fuerte expansión de su economía. Paralelamente al ascenso estadounidense se produjo un descenso británico. La victoria en la I Guerra Mundial produjo una expansión territorial del Imperio británico. Sin embargo, en la medida en que los costes superaban ya a los beneficios, la suerte del imperio estaba echada. Como antes habían hecho España y las Provincias Unidas, Reino Unido intentó sostener su hegemonía al final por medios militares sin una base económica sólida. En todo caso, la decadencia de Reino Unido vino motivada por el final del patrón oro antes que por el de sus colonias, pues esta era la clave de su dominio sobre el dinero mundial, sobre todo una vez que la hegemonía industrial y comercial ya se habían esfumado. También aparecen razones energéticas detrás del declive británico (y europeo). El petróleo se fue imponiendo en las primeras décadas del siglo XX como una fuente energética superior al carbón. O, lo que es lo mismo, fue expandiéndose la economía petrolera estadounidense sobre la carbonífera británica. La expansión demográfica y urbana europea En 1700, había 610 millones de personas en el mundo que pasaron en 1900 a 1.600 millones. En el inicio de la Revolución Industrial se produjo una migración campo-ciudad en los Estados centrales. Desde 1750, se produjo un fuerte crecimiento de las ciudades en Europa. La industria se concentró en las urbes atrayendo a la población. Durante el siglo XIX no se produjo simplemente un incremento en el tamaño de las ciudades, sino que aconteció una completa reordenación espacial de las mismas, al pasar de un metabolismo agrario a uno industrial. Las ciudades vivieron un crecimiento nunca visto antes. El transporte ferroviario hizo posible trasladar masivamente el carbón a las grandes aglomeraciones urbanas, lo que acentuó el crecimiento de instalaciones fabriles en las ciudades. Así nació la ciudadfábrica. Mientras que en la economía solar el abastecimiento de las ciudades requería áreas que eran 40 50-150 veces su tamaño, en las sociedades industriales, gracias al carbón, este espacio se vio fuertemente reducido y ocultado. El estallido urbano-industrial provocó unas tasas de mortalidad más altas en las ciudades que en el mundo rural, debido a las deplorables condiciones higiénicas urbanas. La fe en el progreso y el dinero como imaginarios centrales Para ejercer la dominación, el control de los imaginarios, ha sido clave. Este aparado, continua donde se dejó la evolución de la Modernidad en el capítulo anterior. El progreso permite legitimar las relaciones de dominación Con la llegada del capitalismo fosilista, el mito del progreso se vio fuertemente reforzado, hasta convertirse en un elemento central de justificación de la dominación sobre los seres humanos y la naturaleza. Un progreso que era económico y tecnológico, y que se usaba como sinónimo de civilización. Su principal indicador era el monetario, pues todo lo reducía a dinero.
Con la aparición de una cantidad ingente de energía disponible, a pesar de un reparto de la riqueza desigual, no solo las élites aumentaron su consumo energético, sino que también lo hicieron otras capas sociales, desde las pujantes “clases medias” a una parte creciente de las más empobrecidas. El progreso estaba empapado de valores capitalistas, destacando entre ellos la competitividad. La aparición de las teorías darwinistas sobre la competitividad en la evolución de las especies corroboraban la idea. El progreso aceleró el ritmo de la historia que ya se había iniciado durante el capitalismo agrícola. Con la Revolución Industrial se construyó también la idea de crecimiento sin fin. Un crecimiento que basaba su credibilidad en la tremenda productividad conseguida por la utilización de la energía fósil como multiplicador del trabajo humano. Un crecimiento sustentado en la producción (cuando en realidad la economía se basaba en la extracción de recursos naturales y la apropiación del trabajo ajeno) y el consumo en ascenso. La veneración de la trilogía ciencia-tecnología-máquina relegó cualquier consideración sobre los impactos, medioambientales y sociales, locales y mundiales, que su expansión irrefrenable propiciaba. El avance científico era bueno por naturaleza. El universo de la Megamáquina se empezó a conformar en el siglo XIX europeo y terminó de cristalizar con alcance planetario en el siglo XX. La máquina se convirtió en la imagen del mundo, que se representó como un gigantesco sistema de engranajes. La fe en el progreso y en la Máquina fue compartida tanto por las élites capitalistas como por el movimiento comunista. El marxismo, si bien desvelaba los mecanismos de explotación subyacentes a la lógica del capital, mantenía una visión del proceso productivo separada del mundo físico. Dicho irónicamente, no era lo suficientemente materialista. El “desarrollo de las fuerzas productivas” que veneraba era otra criatura del mito del progreso. Una de las consecuencias de esta ideología del progreso fue que reforzó la desconexión con la naturaleza, profundizando el tránsito que había empezado con las primeras sociedades dominadoras. Los elementos del mundo natural, que habían sido sagrados, se convirtieron definitivamente en meros factores de producción de bienes. Los economistas clásicos, de Smith (1723-1790) a Ricardo (1772-1823), plantearon que los factores de creación de riqueza eran el trabajo y el capital, relegando la tierra (la naturaleza) a un segundo lugar.
Otros economistas, como Malthus (1766-1834) o Stuart Mill (1806-1873), concibieron sin embargo la naturaleza como un limitante hacia el crecimiento continuo. Se postuló que el crecimiento era deseable y necesario para el sistema. La producción (en realidad, extracción y transformación de recursos finitos) se convirtió en la generación de beneficios monetarios, daba lo mismo producir alimento que armamento. Como producir era bueno en sí mismo, no se pusieron contrapesos al desarrollo de la economía. Al no incluir lo que costaría reponer los materiales, sino solo su extracción, se invisibilizaba la degradación del planeta y la injusticia generacional consiguiente. 41 El aumento de la razón y de la complejidad social conllevó un incremento de la abstracción de la realidad. Los físicos termodinámicos desarrollaron el concepto abstracto de energía, una energía que se convertía en trabajo relacionado con la producción. El concepto de trabajo también se hizo más abstracto. Y en este proceso de abstracción, energía y trabajo pasaron a ser conceptos neutros, desprovistos de toda lucha por su control y de cualidades negativas. En el siglo XIX, la Modernidad se hizo hegemónica a escala global como resultado del dominio prácticamente planetario alcanzado por Europa. El eurocentrismo ahondó en la idea de la superioridad europea sobre otros pueblos que ya se había iniciado en los siglos precedentes. Como hijo de la Modernidad, el eurocentrismo consistió en una visión dual de la realidad (racionalirracional, civilizado-primitivo, científico-mítico, europeo-no europeo), a lo que sumó el concepto de “raza”: “negra”, “oriental”, “india” o “mestiza”, todas ellas supeditadas a la “blanca”. De este modo, se fue afianzando también la nueva dualidad Occidente-Oriente, que se hizo más patente al ir llegando el siglo XX y a lo largo de él. La introducción de la discriminación étnica se sumó a las relaciones de explotación de clase y el racismo. El camino europeo se concibió como el único posible por los pueblos: nada se podía hacer contra la “civilización” y el poder de la industria. A finales del siglo XVIII se reescribió la historia de Europa marcando una evolución desde la Grecia clásica hasta la Europa Noroccidental moderna, pasando por el Imperio romano y la Edad Media, una historia que borró al resto de pueblos del planeta.
En la colonización acabó siendo lícito destruir sociedades enteras, ya que se hacía por su bien: fuera de la Modernidad no había valores y culturas que mereciese la pena conservar, sino un montón de culturas tribales y religiones míticas que debían ser transformadas hacia la racionalidad. Europa alcanzó el monopolio de la creación de subjetividades. Por ejemplo, el método científico se convirtió en el único válido para conseguir el conocimiento. Los pueblos no europeos acabaron aceptando las falsas identidades que les habían asignado, renunciando así a su propio pasado. Desde el inicio del capitalismo, el patriarcado había seguido un proceso ascendente, una vez que se domeñaron las resistencias y avances hacia la igualdad previos (recordemos la Caza de Brujas). El punto álgido de esta escalada fue la época victoriana, en la que el cénit de la industrialización basada en el carbón y el colonialismo británico coincidió con las mayores tasas de represión de las mujeres. Se reconfiguró el modelo de familia. Hasta el siglo XVIII, el concepto de familia había sido el del hogar (personas unidas por el espacio que habitan y que organizan conjuntamente procesos de producción y consumo). Entonces se desarrolló un concepto de familia limitado a las relaciones de parentesco más cercano y orientado a la procreación. De este modo, se separaron los espacios público y privado. Lo público (el mercado y el poder político) se rigió por el culto al beneficio; y la esfera privada, a la que fueron quedando recluidos los cuidados, se supeditó a la primera. Las mujeres, poco a poco fueron siendo relegadas únicamente al ámbito doméstico. Así, se fue construyendo el modelo “hombre ganador de pan / mujer ama de casa”. Se terminó de implantar la visión de que los dos géneros eran distintos y el femenino, inferior. Como la fuente de riqueza era el trabajo (industrial) y el capital, el trabajo de las mujeres, se consideraba improductivo y carecía de importancia. Con ello, se solidificaban nuevas dualidades: económico-no económico, producción-reproducción. Aunque el marxismo sí abordó el papel que cumplían las mujeres en la reproducción de la fuerza de trabajo, no resaltó la importancia trascendental del trabajo que realizaban en la esfera privada para el mantenimiento de la vida y de la sociedad.
El énfasis en la esfera de la “producción” no permitía analizar ni valorar la de la “reproducción”. Nuevamente, con las mujeres ocurrió algo similar a lo que sufría la naturaleza. Homo económicus: el dinero como centro de la sociedad Entre los pares de opuestos de la Modernidad, se hizo más acusada la disociación entre economía y sociedad, una división que se había empezado a producir en el capitalismo agrario. 42 El nuevo poder del dinero estaba realizando cambios en el imaginario colectivo, configurando una sociedad condicionada por el mercado, y destruyéndose las formas de vida y trabajo que articulaban las comunidades tradicionales, y la cultura campesina. El ideal del Homo economicus, que tiene por motivación fundamental la persecución del dinero y el poder, nació en esa época. Si antes del capitalismo, el dinero era un medio para conseguir bienes y servicios, con el capitalismo fosilista se convirtió en un bien en sí mismo. Esto no quiere decir que todas las personas persigan siempre el máximo beneficio monetario, pues las motivaciones de los actos humanos son múltiples. En la sociedad capitalista, la posesión de bienes se fue convirtiendo en el medio fundamental para obtener reconocimiento social. La consecución de dinero se convirtió en el eje moral director de la sociedad, desplazando progresivamente de este papel a las religiones (aunque sin relegarlas totalmente). Con la entronización del dinero como el valor social supremo, se conformó un mundo en el que todo se traducía en valores cuantitativos, perdiendo sus cualidades. El mundo se convirtió en un mundo “objetivo”, regido por la oferta y la demanda, de acuerdo con la visión cartesiana de la realidad cuantificable. Y, como el dinero era el fin último, los medios para conseguirlo se convirtieron en las cualidades básicas de las nuevas personalidades: tendencia compulsiva hacia el trabajo, pasión por el ahorro, racionalidad, sentido del deber, disposición para convertir la propia vida en un medio para la reproducción del capital. El “trabajo” se convirtió en algo distinto de las actividades de subsistencia, de reproducción y de cuidados cómo había sido natural en las sociedades forrajeras y agrícolas, para tenerlo solo como medio de consecución de dinero. Se fomentó la identidad personal y el individualismo, convirtiéndose el mundo en un espacio de lucha y competencia. En la dilución de la comunidad en individuos, la centralidad del mercado también fue determinante. La antigua economía de reciprocidad que creaba tejido social, se convirtió en una economía que necesita mercantilizar el máximo de relaciones convirtiendo la comunidad en individuos. Las personas se convirtieron en “elementos de producción” sobre los que operaban las leyes inexorables del mercado, con lo que se quitaron implicaciones éticas y emocionales a su explotación. Lo exterior, el resto de seres humanos y la naturaleza, se fue convirtiendo en algo susceptible de ser explotado al servicio del deseo individual.
El capitalismo y la Modernidad, gratificaron los comportamientos competitivos penalizando los cooperativos.
Otro de los elementos clave fue la veneración de la juventud. De este modo, la muerte fue desapareciendo de la escena pública o se banalizó, un aspecto que se desarrolló sobre todo en el siglo XX. Se construyó el mito de la “bondad del mercado”, un mito que no se sostiene, ya que los supuestos sobre los que se estructura el mercado ideal son imposibles: competencia perfecta entre los agentes que compran y venden. La obligación moral de devolver las deudas se implantó como un elemento fundamental de control social, obviando que los grandes capitales pueden funcionar sin tener que restituir esas deudas y financiándose sin tener que contraerlas. Resistencias al capitalismo: revueltas campesinas, indígenas, de esclavas, de mujeres y revueltas obreras Las resistencias a un capitalismo que estaba en expansión ocurrieron, al menos, en tres espacios. Uno fue el mundo agrario de las regiones centrales, uno de cuyos ejemplos paradigmáticos fue la Revolución francesa. Otro en el mundo industrial, donde nació un potentísimo movimiento obrero. Un tercero fue en las regiones periféricas, en forma de luchas contra la colonización y por la liberación de la esclavitud o la servidumbre. Y en los tres espacios, pero sobre todo en el urbano, las mujeres se rebelaron contra el patriarcado y el capital. 43 El texto continúa analizando en detalle cada una de estos tres tipos de resistencias, comenzando por las revueltas campesinas en las regiones centrales y la Revolución Francesa. El movimiento obrero se analiza desde sus inicios, hasta la madurez, así como las claves de su éxito. El movimiento de mujeres más tarde, en el siglo XX, conformarían el movimiento feminista. Posteriormente, en Europa y EEUU, se orientaría hacia la consecución de los derechos políticos, principalmente el derecho al voto (movimiento sufragista), la mejora de su educación, la equiparación de derechos laborales o la emancipación jurídica de los hombres. Algunos ejemplos de resistencias en las periferias fueron la rebelión de los Cipayos en la India o la Revolución Mexicana. Posteriormente se analiza el surgimiento del fascismo como un antimovimiento social, al ser un movimiento nacionalista que iba en contra de los movimientos obreros y las personas extranjeras, pero también contra el liberalismo y la intelectualidad. Tuvo un fuerte carácter autoritario, articulándose alrededor de un liderazgo mesiánico. Su estrategia fue hacerse con el Estado, lo que consiguieron especialmente en las zonas donde este estaba más desacreditado. El fascismo no fue anticapitalista, como lo demostró donde tomó el poder forjando alianzas con el gran capital, al que sirvió manteniendo a raya al movimiento obrero. En Europa tuvo gran fuerza pues fue capaz de desmantelar al movimiento obrero más poderoso de la época, el alemán.
El Estado-nación Las dinámicas que partieron de Europa (los valores de la Modernidad, los movimientos obreros, tuvieron una fuete proyección global y marcaron de forma decisiva la política mundial en el siglo XX. El nuevo formato de Estado-nación irradió al mundo entero, sobre todo en el siglo XX, con la descolonización. En la primera etapa de la construcción del Estado moderno las sendas fueron múltiples, con vías más intensivas en coerción y otras más intensivas en capital. En esta etapa, ambas fueron convergiendo hacia un formato de Estado más homogéneo: el Estado-nación, que intentó maximizar ambas. Esta convergencia se produjo porque solo pudieron tener éxito los Estados con una gran fuerza militar, es decir, los que pudieron movilizar fuertes financiaciones (capital) y grandes ejércitos bien armados (energía). El texto analiza el paso del Estado absolutista a las democracias parlamentarias y el nacimiento en 1776 de la primera “democracia” moderna, la de EEUU. Mientras que Europa estaba dominada por Estados absolutistas, la mayoría monárquicos, en los incipientes EEUU se plasmó un nuevo Estado con división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y con mecanismos de control entre ellos sometidos a la “soberanía popular”. Este modelo terminó siendo la norma a ambos lados del Atlántico Norte. Podemos definir el Estado-nación como aquel cuya población comparte una identidad lingüística, religiosa, cultural y simbólica. Para la construcción nacional era imprescindible la homogeneización de una sociedad diversa a través de la lengua, las costumbres o una educación estatal que fomentase los sentimientos nacionales. El nacionalismo fue principal cemento unificador del nuevo Estado, pero el ejército desempeñó un papel fundamental en la construcción del concepto de nación. El siguiente paso fue el inicio del Estado social. Para aplacar al movimiento obrero se tuvieron que hacer concesiones materiales en forma de lo que posteriormente se conocería como el Estado social, con la aparición de los primeros atisbos de la sanidad y pensiones públicas a finales del siglo XIX. El desarrollo del Estado social experimentó un salto en el periodo de entreguerras, tras la llegada al Gobierno de algunos partidos socialistas en Reino Unido, Francia, Alemania. El texto continúa analizando los mecanismos de relación del Estado con la ciudadanía: la financiación y control de la población.
El despegue del Capitaloceno
El capitalismo ya había generado fuertes impactos ambientales desde su inicio, pero ahora se acrecentaron de forma intensa, impactos que están en el corazón de su funcionamiento. Por ello se 44 podría denominar Capitaloceno, a la era geológica en la que el capitalismo se convirtió en el principal agente transformador de la Tierra. En el siglo XIX y principios del XX estos cambios todavía estaban relativamente ocultos, porque la resiliencia de los ecosistemas impidieron que se expresasen en toda su profundidad. Además, al inicio de la explotación intensiva del entorno todavía había muchos recursos y sumideros disponibles. Este capítulo muestra algunos aspectos iniciales del Capitaloceno fosilista, el siguiente lo analiza en mayor detalle. El impacto más claro durante esta época fue la contaminación del aire de las ciudades por metales pesados y partículas en suspensión que mató a millones de personas. También se contaminó el agua y el suelo. La principal causa de esta polución fue el uso masivo de carbón que liberó ingentes cantidades de CO2 a la atmósfera, que iniciaron el efecto invernadero que ahora nos aprisiona. Otro impacto en las colonias fue la extensión de los monocultivos de exportación a costa de las regiones boscosas. A pesar de todo el desarrollo industrial y del consumo de energía fósil, al filo del siglo XX, el grueso de las necesidades energéticas de la humanidad se satisfacían todavía a partir de energías renovables, principalmente provenientes de la biomasa. Desde una mirada global, el régimen agrario siguió vivo durante décadas, coexistiendo con el industrial. Igualmente, aun con todo el crecimiento urbano acontecido en el siglo, tan solo el 15% de la población mundial habitaba en ciudades, e incluso en Europa existía todavía un mundo rural considerable. El uso desigual de los combustibles fósiles a escala mundial, empezó a configurar una fuerte desigualdad también entre Centro y Periferias. El modelo capitalista operaba aún en un mundo “vacío”, en el que quedaba mucho espacio para la expansión. A pesar de la importante extracción y de los impactos ambientales en ascenso en los espacios centrales, la naturaleza se considerara todavía como un bien inagotable. El sueño de la Modernidad estaba en su máximo apogeo, a pesar de las agudas desigualdades sociales que generaba el sistema. La expansión del capitalismo, el industrialismo y el creciente consumo de energía fósil habían logrado socavar de forma importante la autonomía de las comunidades, pero todavía la autonomía predominaba ligeramente a escala mundial. La preponderancia de las energías renovables sobre las fósiles era un buen indicador de ello. Pero iba a ser así ya por poco tiempo, sobre todo, una vez que entró en escena el uso masivo de petróleo.,.../////.... )))...
CAPÍTULO 6.- LA ERA TRÁGICA DEL PETRÓLEO, DE EEUU Y DEL DOMINIO GLOBAL CAPITALISTA RESUMEN En este capítulo centramos el análisis en la segunda mitad del siglo XX. Gran parte de lo que abordamos es válido también para el inicio del siglo XXI y no volveremos sobre ello en el próximo capítulo. En este periodo, se produjeron dos grandes fases separadas por la crisis energética, económica y de hegemonía de la década de 1970, así como por el estallido de una revuelta global alrededor de 1968. Esta crisis marcó el cambio de la fase de predominio de la economía productiva a la financiera en el ciclo sistémico de acumulación estadounidense. Mientras que la primera etapa fue la de la independencia colonial y la Guerra Fría, en la segunda se vivió el final del “socialismo real” y el ascenso de China a la centralidad mundial. Durante estas décadas, se produjo un cambio fundamental en varios factores claves para las sociedades y su interrelación con el entorno: i) Implantación del modelo agroindustrial y desplazamiento de la agricultura solar por la petrolera. ii) Explosión demográfica y urbana basada en el transporte motorizado. iii) Creación de nuevos y potentísimos mecanismos de modelado de subjetividades: los medios de comunicación de masas. Sirvieron, entre otras herramientas, para proyectar el mito del desarrollo, la evolución del mito del progreso que ya abordamos. iv) Cambios en el Estado, pasando del Estado social al neoliberal. v) En interrelación con los cambios en el Estado, se produjeron los de los movimientos sociales, con la pérdida de centralidad del movimiento obrero y el surgimiento de los “nuevos movimientos sociales” y, posteriormente, del movimiento antiglobalización. vi) Y, como elemento central en el devenir presente y futuro de la humanidad, el estallido de la crisis ambiental global. Todo ello fue posible por la disposición de una cantidad creciente de energía barata, transportable, almacenable y de alta densidad energética: el petróleo. Toda esta etapa está condicionada por esta fuente energética, que será un hilo conductor del capítulo. DESARROLLO Del carbón al petróleo: la Megamáquina se desparrama por el mundo entero El petróleo se convirtió en la fuente energética básica y la electricidad, en el vector energético clave. El uso energético sustancial del petróleo llegó bien entrado el siglo XX. Y lo mismo podríamos decir del motor de explosión interna. Petróleo y motor de explosión fueron el tándem equivalente al carbón y la máquina de vapor del siglo XIX. El despegue del petróleo estuvo determinado por EEUU. A pesar de la creciente difusión planetaria de la extracción de crudo al principio del siglo XX, en especial en el Suroeste Asiático, el dominio de EEUU fue abrumador. El siglo XX fue el siglo de EEUU. En las primeras décadas del siglo XX, se crearon las grandes petroleras de los países centrales y el petróleo se convirtió en una cuestión de Estado. Además, el petróleo se convirtió en la llave del resto de fuentes energéticas debido a su uso imprescindible en la mayoría de la maquinaria. Acoplados a él, también aumentaron el gas natural, el carbón, la energía nuclear y la hidráulica. La biomasa nunca dejó de utilizarse. El gas natural se empezó a usar como respuesta a las crisis energéticas de la década de 1970 y se incorporó al sistema energético mundial en solo 30 años. La energía nuclear se expandió a partir de la II Guerra Mundial, alcanzando un apreciable papel en la producción de la electricidad norteamericana, europea y japonesa en la década de 1980. Pero el programa de expansión nuclear mundial se frenó por la falta de rentabilidad económica, por la gestión de los residuos, por los accidentes de Harrisburg y Chernóbil y por el activismo ecologista. 46 Los combustibles fósiles, especialmente el petróleo, se complementaron con la electricidad, que pasó a ser el principal vector energético. La electrificación permitió un nuevo ciclo de inversión de capital en la construcción de centrales eléctricas, de alumbrado público, de redes de distribución o de tranvías. El Estado, una vez más, fue un agente clave que sostuvo una parte importante del peso y del riesgo. El petróleo permitió que la potencia disponible por el ser humano llegase a su cénit. A principios del siglo XXI, los combustibles fósiles garantizan grosso modo el 86% de las necesidades energéticas mundiales, mientras que a finales del siglo XIX las energías renovables proveían de la mayoría de la energía a la humanidad. El transporte motorizado consume cerca del 40% de la energía final utilizada y esta proviene prácticamente en su totalidad del petróleo. El carbón, la nuclear y las renovables se usan fundamentalmente en la producción de electricidad. El petróleo superó al carbón como base energética. Un factor para la transición del carbón al petróleo radicó en las características fisicoquímicas del petróleo, que le dotan de versatilidad, densidad energética, facilidad y seguridad de transporte, y un fácil almacenaje. La densidad energética y facilidad de transporte lo convierten en el complemento ideal del motor de combustión interna. La tasa de retorno energético, TRE de la extracción de crudo en 1930 pudo acercarse a 100:1, aunque posteriormente fue descendiendo hasta el 17:1 actual. La Megamáquina Llamamos Megamáquina al conjunto e interconexión de máquinas, máquinas que mueven otras máquinas, que fabrican otras máquinas. La Megamáquina, supuso la creación de un engranaje económico cada vez más globalizado e interdependiente: un sistema de extracción, transformación, ensamblaje, distribución y consumo interrelacionados. La globalización industrial, es decir, el proceso de producción unificado con una serie de fábricas entrelazadas entre sí, se comenzó a construir después de la II Guerra Mundial. Si en el siglo XIX se impuso la mecanización, tras la II Guerra Mundial fue el turno de la automatización. Entre las múltiples máquinas que se desarrollaron y expandieron en la segunda mitad del siglo XX, destacó el motor de explosión interna, mucho más ligero que el de vapor y, que permitía muchos más usos, como la aviación. También fue clave el motor eléctrico. En la expansión de la Megamáquina en forma de autómata global, de sistemas de máquinas interconectados y de la expansión de la tecnosfera, el papel de los Estados fue determinante. El petróleo y la Megamáquina cambiaron la sociedad. Por una parte se produjo un crecimiento económico gracias al petróleo. El crecimiento económico de la segunda mitad del siglo XX fue único en la historia y solo fue posible gracias a la existencia de grandes cantidades de petróleo barato. Este crecimiento en el plano productivo posibilitó una fuerte expansión de la esfera monetario-financiera. Las sociedades fueron cada vez más complejas y dependientes del petróleo a través de la tecnología. Se fueron creando nuevas dependencias y situaciones de muy difícil retorno, pues el sistema productivo dependía de un complejo entramado de máquinas. Por primera vez en la historia, importantes partes de la población dispusieron de una cantidad de energía mayor que la que habían tenido los estratos sociales más poderosos en el pasado, lo que supuso cambios psicológicos y sociológicos de primer orden. Se acentuó la concentración de poder, que ya se venía verificando desde la Revolución Industrial. Aunque cada vez más países fueron adoptando la democracia parlamentaria, no se produjo un incremento de la democracia, pues elementos básicos para determinar la capacidad de decisión de las personas, como la alimentación, la consecución de recursos energéticos, la calidad ambiental, o de determinar la política económica, se fueron perdiendo paulatinamente. El patriarcado también se sostuvo con la ayuda de grandes fuentes de energía. En la medida que la productividad aumentó mucho, eso permitió, durante la segunda mitad del siglo XX, prescindir del trabajo de las mujeres en las fábricas para obligarlas a que se centrasen en las labores de cuidados en el hogar. 47 El ser humano se convirtió en una extensión de la Megamáquina. La tecnología difuminó las fronteras entre lo humano y la máquina. Además, la naturaleza se antropizó: la biología sintética ha supuesto un nuevo modo de relación con la materia biológica. La tremenda potencia del sistema tecno-científico ha situado al ser humano en un dilema ético entre sus capacidades técnicas y cognitivas. Del dominio de Europa al de EEUU A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, EEUU fue el Estado hegemónico del sistema-mundo capitalista. A nivel planetario, compartió parcialmente ese papel durante varias décadas con la URSS. La hegemonía estadounidense se estructuró sobre su control del dinero mundial, su poderío militar, su primacía cultural y su disponibilidad de energía barata. El periodo álgido del dominio estadounidense fue entre 1930 y 1970. A partir de ahí, empezó su decadencia, que todavía no ha concluido. EEUU completó la etapa de la historia humana caracterizada por la expansión del capitalismo. Este ciclo americano no fue imperialista en el sentido que lo habían sido el británico y el español, pues el capitalismo ya había logrado alcanzar casi la totalidad del globo, sino que asentó el dominio capitalista del sistema-mundo. Los Treinta Gloriosos: del petróleo yanqui al petróleo árabe En el periodo (1945-1973) se produjo una etapa irrepetible en el capitalismo, la llamada de los “Treinta Gloriosos”. Se caracterizó por un incremento de la reproducción del capital, al tiempo que aumentó el acceso material de la clase trabajadora de los espacios centrales, todo ellos gracias al petróleo. Permitió la reconstrucción de Europa y Japón atándolos como aliados y consumidores (la URSS hizo un uso similar en su zona de influencia). También la creación del “Estado del Bienestar” consumista en los países centrales. Asimismo, hizo posible el fuerte proceso de urbanización basado en la agricultura industrializada. El crecimiento del consumo de energía per cápita aumentó de forma exponencial. La energía era abundante y, además, tenía una TRE creciente desde el inicio de la Revolución Industrial: los primeros combustibles líquidos salían de yacimientos enormes, con alta presión interna, relativamente cerca de los lugares de refino y consumo, y con poca necesidad de tratamiento. Al igual que en el ciclo holandés estuvo marcado por la turba y biomasa, el británico por el carbón, EEUU controló el petróleo. Su principal competidor, la URSS, también se sostuvo sobre unas cantidades ingentes de energía fósil. Hasta el final de la II Guerra Mundial, EEUU fue energéticamente autosuficiente pero a partir de 1947 requirió de las importaciones de las Periferias y, muy en concreto, del Suroeste Asiático. Esto implicó notables cambios a nivel geoestratégico, pues la proyección de EEUU en la zona fue in crescendo. Por primera vez en la historia del capitalismo, los Estados centrales dejaron de ser autosuficientes energéticamente y dependieron de las Periferias. Para que esto fuese posible, el Banco Mundial (BM) cumplió un papel clave al financiar las infraestructuras necesarias. Europa Occidental y Japón fueron los dos nodos del Centro del sistema-mundo que siguieron a EEUU. Durante esta etapa, ambos se fortalecieron de forma importante. El primero comenzó el “proyecto europeo”, buscando la creación de un fuerte mercado interno. En 1951 se creó la CECA (Comunidad Económica del Carbón y del Acero) y en 1957, la Comunidad Europea. Japón basó su ascenso en la ayuda estatal a las empresas japonesas. Los beneficios los invirtieron principalmente en innovación, lo que situó a las empresas japonesas en una posición de liderazgo tecnológico. Ambos nodos crecieron bajo el ala estadounidense, que actuó proporcionando liquidez a sus aliados para que comprasen sus productos. Nueva gobernanza mundial Entre la II Guerra Mundial y la década de 1970, se produjo un predominio del poder político sobre el financiero en los países centrales y en los periféricos. Todo ello fue el resultado de unas 48 condiciones históricas muy concretas: la existencia de un mundo bipolar con la “amenaza comunista”; la posibilidad gracias al petróleo de promover un crecimiento económico intenso, que permitiera la creación del Estado social y la acumulación de capital al mismo tiempo; el deseo de meter en cintura a un capital financiero, cuya actividad sin control se entendía como la causa principal de la debacle de 1929 y la posterior Gran Depresión, que había ayudado a impulsar el nazismo y el fascismo. Es por eso por lo que se estableció un entorno de “represión financiera” en los diferentes Estados capitalistas centrales, que quedó reflejado a nivel internacional en el sistema monetario y financiero que se definió en Bretton Woods, y que rigió el mundo capitalista posbélico. Se estableció a nivel internacional el patrón dólar-oro y un sistema de cambios fijos entre todas las divisas respecto al dólar. . De esta manera la Reserva Federal de EEUU no tenía que molestarse en defender la cotización del dólar, ya que esto acababa recayendo en el resto de bancos centrales, pues eran ellos quienes tenían que sostener la paridad de sus monedas con el dólar. El dólar se convirtió en la moneda mundial sustentada, entre otras cosas, en que el petróleo se intercambiaba en dólares. Una importante cantidad de riqueza mundial fluyó hacia la potencia hegemónica, creando la gran deuda que EEUU tiene con el mundo. Si la mayoría de transacciones en el mundo se realizan en dólares y los bancos centrales poseen mayoritariamente dólares en sus reservas internacionales, los inversores poseedores de esta divisa, desearán obtener una rentabilidad por esos dólares en el activo más seguro: los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. La Reserva Federal fue aumentando la creación de dinero mientras que el resto de los países tenían que fabricar mercancías que se compraban con dólares. Esto conllevó que la balanza comercial de EEUU se fuera debilitando hasta convertirse en deficitaria en 1971. Esta emisión de divisas terminó desembocando en la incapacidad de la Reserva Federal para sostener la paridad dólar-oro. Otro mecanismo de represión financiera durante esta época, fue la separación de la banca de inversión de la comercial. Los bancos centrales fueron nacionalizados en la mayoría de los países o pasaron a depender del poder político. El dinero mundial fue regulado por los bancos centrales de las principales potencias, comandados por la Reserva Federal. Sobre todos los bancos centrales se situaba el Fondo Monetario Internacional (FMI), que funcionaba como un auditor y era el brazo político del sistema monetario mundial. Además, era un prestamista de última instancia para sostener el sistema de cambios fijos. Los Estados cumplieron un papel decisivo en impulsar la actividad económica. Una de las consecuencias de todo esto fue que durante los “Treinta Gloriosos” las crisis periódicas del capitalismo fueron bastante suaves. Los grandes actores estatales, y muy en concreto EEUU, impulsaron nuevas instituciones en el ámbito monetario y financiero internacional (FMI y BM), que se acordaron en Bretton Woods en 1944. Por primera vez en la historia, existieron instituciones supraestatales para regir la economía. Esas instituciones estaban controladas por los países centrales y, muy especialmente, por EEUU, que tenía derecho de veto. En este periodo se estableció el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT) y la firma de acuerdos bilaterales que facilitaron el comercio internacional. EEUU abrazó el “libre comercio”, pues beneficiaba a su superior capacidad industrial y comercial. Fue una forma nueva de imperialismo, pues le permitió el control de otros territorios y la extracción de riqueza de ellos. El comercio mundial se incentivó por la rebaja arancelaria y la bajada en el precio del transporte de mercancías, lo que vino acompañado de un aumento en el consumo energético y de las emisiones de CO2. Las empresas que dominaron esta etapa fueron las sociedades por acciones enteramente privadas que colonizaron todos los nichos de negocio. Estas sociedades se fueron convirtiendo progresivamente en transnacionales, corporaciones se fueron haciendo con el control de la 49 economía internacional y estatal. Las transnacionales resultaron centrales en el dominio mundial de EEUU. El formato organizativo fue el taylorismo, una división de tareas, de planificación, dirección, y ejecución. El proletariado pasó a convertirse en un engranaje. Ford sumó al taylorismo, la cadena de montaje (1913), lo que posibilitó aumentar y regular el ritmo de producción. Las transnacionales produjeron múltiples impactos, desde la pérdida de soberanía local y estatal, colonización cultural, proyección de la Modernidad, hasta impactos ambientales y explotación laboral. Los “Treinta Gloriosos” tuvieron de telón de fondo la Guerra Fría entre EEUU y la URSS. Para sostener esta nueva gobernanza mundial, resultaba imprescindible el poderío militar, por lo que la relación entre militarismo y capitalismo continuó durante la hegemonía de EEUU. La “amenaza comunista” también permitió mantener el orden interno en EEUU y justificar las intervenciones externas. Los escenarios calientes de esta guerra se localizaron fuera de Europa, donde las fronteras que se pactaron tras la II Guerra Mundial se respetaron. En este sentido, pasó lo mismo que durante la Pax Británica. En la hegemonía militar estadounidense, la OTAN cumplió un papel clave, pues fue la contraparte indispensable de las instituciones de Bretton Woods, además de servir también para anclar en la órbita de EEUU a Europa Occidental. Para la consecución de la hegemonía militar, fue fundamental la construcción del complejo militar-industrial que se sostuvo por el gasto público y que cumplió un papel clave en el crecimiento de la economía mundial. El “Estado del binestar” y la sociedad de consumo en el Centro La creación del “Estado del Bienestar” y de la sociedad de consumo fueron éxitos de los movimientos sociales. El primero supuso una importante redistribución de riqueza, mientras que la segunda terminó siendo una herramienta determinante para el disciplinamiento social y la reproducción del capital. Los países centrales (especialmente Europa Occidental y Japón), establecieron un modelo de crecimiento de tipo keynesiano, basado en la negociación colectiva y el “pleno empleo”, con niveles retributivos relativamente altos, dando lugar a un capitalismo de rostro humano. La sociedad de consumo que se empujó por la producción en masa, la publicidad, el crédito y el aumento salarial de la “clase media”, cuatro elementos en los que fue pionero Ford. La clase obrera de los Estados centrales consiguió reducir su diferencia frente a la capitalista. Sin embargo, el Estado social y la sociedad de consumo se construyeron sobre una explotación creciente de la naturaleza y de las Periferias. También sobre la familia patriarcal y el trabajo de cuidados de las mujeres. Rebelión contra el Centro en las Periferias en el marco del conflicto entre bloques En estos años se produjo un proceso de descolonización de los imperios europeos, que aprovechó EEUU accediendo a la riqueza de las excolonias a través del comercio. La descolonización, aunque fue impulsada por las grandes potencias, era consecuencia de la movilización social en las Periferias, de una rebelión contra el Centro. Mientras que en el Centro la conflictividad obrera fue disminuyendo, en las Periferias ocurrió lo contrario. Un ejemplo fue la Revolución iraní de 1979, que derrocó al sha, la primera que llevó al poder al fundamentalismo religioso conservador. El impulso emancipador no terminó tras las declaraciones de independencia, sino con un aumento de las expropiaciones en las Periferias de empresas radicadas en el Centro. Hasta este momento histórico las relaciones Centro-Periferias coloniales habían estado marcadas por separación cultural. Esto cambió, y la descolonización no solo supuso una independencia política, sino también cultural. La descolonización vino acompañada de nuevas formas de control por EEUU o la URSS. EEUU lo ejerció mediante Gobiernos más o menos supeditados a sus intereses y el uso de la violencia directa cuando lo consideró necesario. A medida que estos países periféricos se fueron desarrollando, fue 50 preciso obtener bienes de equipo de los países centrales y recursos energéticos en el mercado mundial, que era preciso pagar en divisas fuertes (dólares). Para ello, se continuó con las antiguas actividades típicas del dominio colonial: exportación de materias primas y productos agropecuarios. Al final, la descolonización no supuso una industrialización, sino que estas partes del planeta siguieron siendo fundamentalmente agrarias y rurales. Para operar en el mercado mundial, a las Periferias no les quedó más remedio que echarse en brazos del FMI y del BM, cuyas “ayudas” sentaron las bases para el endeudamiento de los países periféricos. Esta succión de riqueza desde las Periferias al Centro fue uno de los elementos claves de la creación del “Estado del Bienestar”. A pesar de todo esto las condiciones de vida en las Periferias mejoraron durante esta etapa gracias al flujo energético ascendente. Crisis económica y de hegemonía por las revueltas del 68 y la crisis energética La crisis del régimen estadounidense empezó entre 1968 y 1973. Militarmente, tuvo problemas cada vez más serios en Vietnam; financieramente, la Reserva Federal fue incapaz de sostener el patrón dólar-oro; económicamente, el keynesianismo entró en crisis reduciéndose la reproducción del capital; e ideológicamente, la cruzada anticomunista empezó a perder credibilidad interna y externamente. Todo ello motivado por la fuerza de los movimientos sociales en el Centro y en las Periferias, y el encarecimiento del petróleo. En definitiva fue una crisis del modelo de capitalismo que imperó desde la II Guerra Mundial. Revueltas sociales En la década de 1960, y especialmente en la de 1970, hubo fuertes luchas sociales de las que nacieron renovados sujetos antisistémicos (autonomía, ecologismo, feminismo, pacifismo). Su epicentro se situó en 1968 y los años siguientes. Los salarios reales habían ido subiendo en Europa y Norteamérica durante las décadas de 1950 y 1960 como consecuencia de las luchas laborales. Pero mientras que antes de 1968 lo hicieron por debajo de la productividad del trabajo, entre 1968 y 1973 lo hicieron por encima, lo que contrajo los beneficios e hirió de muerte al keynesianismo, que se basaba en aumentos salariales no superiores a los de la productividad. El movimiento de los países no alineados y el intento de impulsar desde las Periferias un Nuevo Orden Económico Internacional que buscase un intercambio comercial no tan desigual fueron otras formas de rebelión. Pero probablemente, la plasmación más clara de estas luchas fueron las nacionalizaciones, en concreto de empresas petroleras, y la creación de la OPEP en 1960, para intentar controlar el precio del crudo. Crisis energéticas Las crisis energéticas desempeñaron un papel crucial en la crisis del keynesianismo al asentarse este en el petróleo barato. En 1973 tuvo lugar la primera gran subida del precio del petróleo, como resultado del embargo árabe tras la tercera guerra árabe-israelí. A esto se unió la crisis del sistema monetario de Bretton Woods. La mezcla desató una profunda recesión mundial. La OPEP dejó claro que a partir de ese momento era ella la que controlaba los precios mundiales del crudo, cosa que pudo hacer gracias a que EEUU pasó su pico de del petróleo (momento en el que se alcanza la tasa máxima de extracción) en 1970. El centro de gravedad petrolero pasó a partir de entonces de EEUU al Suroeste Asiático. La segunda gran subida del petróleo ocurrió en 1979-1980. En 1979, cayó el sha de Persia, el “Gendarme del Golfo” de EEUU, debido a la Revolución iraní. La llegada de Jomeini expulsó del país a las petroleras de los países centrales. El petróleo se puso por las nubes a resultas de estas dos crisis. En esas circunstancias se creó la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en el marco de la OCDE, que impulsó la creación de reservas estratégicas de petróleo para hacer frente a futuras crisis energéticas y se coordinó las políticas energéticas de los países miembros. 51 En un contexto en el que las Periferias habían conseguido un cierto grado de emancipación, y en el que Europa y Japón se habían unido al modelo de EEUU de consumo de masas, los Estados periféricos negociaron más agresivamente el precio de sus exportaciones de materias primas. Tras los países periféricos sin petróleo, Europa Occidental y Japón se convirtieron en las principales víctimas de las crisis energéticas, y en especial sus clases trabajadoras. EEUU también se vio afectado por las crisis energéticas, sobre todo porque su dependencia del crudo exterior se acentuó en ese periodo, activando su déficit comercial. A partir de entonces, pasó de ser acreedor a deudor mundial. Crisis económica Cuando los beneficios empezaron a declinar, se precipitó la crisis. En su génesis estuvo el alza salarial conseguida por los movimientos obreros, la subida del precio del petróleo, la abundancia de capital que requería ser invertido, la bajada de la productividad y el colapso mundial de los mercados inmobiliarios. Esto provocó en la década de 1970 una estanflación (proceso inflacionario en un marco de estancamiento económico) global. La doble crisis energética y económica puso contra las cuerdas al Estado social. Sin crecimiento económico y con unos precios de la energía por las nubes, el Estado no pudo hacer frente a los compromisos sociales adquiridos, máxime cuando estos se habían visto elevados como resultado del ciclo de luchas abierto alrededor de 1968. El Estado-nación necesita del crecimiento económico para cuadrar sus cuentas, y cuando el crecimiento cayó y los costes no lo hicieron, los Estados centrales entraron en una fuerte crisis fiscal, particularmente aguda en EEUU. Crisis de egemonía de EEUU Para EEUU, el problema no fue solamente económico, sino también hegemónico. La Guerra de Vietnam (1965-1975) puso en entredicho su capacidad militar y la proyección militar de EEUU en el exterior disminuyó. Vietnam también tuvo repercusiones en el plano económico. El dólar devaluó su valor frente a monedas como el marco o el yen. Mientras, Alemania Occidental y Japón estaban amenazando la primacía productiva de EEUU. En la década de 1980 EEUU ya no tenía la hegemonía industrial. Contrarreforma Neoliberal: la Rebelión de las Élites Ante este desafío mayúsculo al capitalismo y, sobre todo, a la hegemonía de EEUU, la respuesta también lo fue. Se produjo la Contrarreforma Neoliberal o “Rebelión de las Élites”. Esta Contrarreforma fue capaz de quebrar el movimiento obrero y de reducir la fuerza de los movimientos sociales nacidos al calor de las revueltas del 68, tanto en el Centro como en muchas Periferias, que habían formado una pinza contra las clases dirigentes. Para conseguir todo esto, se pusieron en marcha distintas medidas: gracias a la vuelta de la energía barata, se pudo sustituir fuerza de trabajo por una nueva ola de robotización; se profundizó en la deslocalización empresarial, lo que redundó en la rebaja de las condiciones laborales; se acometieron reformas monetarias y financieras, que supusieron que el capital se quitase la camisa de fuerza que le había impuesto el Estado. Todo esto dotó al capital de un creciente poder disciplinario. El Centro retoma el control sobre las Periferias La profundización en el control de las regiones Periféricas fue un proceso paulatino. Entre los distintos elementos que lo permitieron están la ruptura del poder de la OPEP y la rebaja del precio del petróleo, la deuda externa, y el comercio internacional. En cuanto a la ruptura del poder de la OPEP y rebaja del precio del petróleo decir que diversos acontecimientos conllevaron a que la capacidad de la OPEP de controlar el mercado de crudo disminuyese notablemente. Ante ello, la organización implantó cuotas de extracción entre sus socios de acuerdo con sus reservas para intentar regular el precio mundial del petróleo, lo que 52 incrementó aún más las disensiones en su seno, especialmente entre la OPEP “rica” (las petromonarquías del Golfo) y la “pobre” (el resto). Finalmente, estas cuotas se incumplieron sistemáticamente y las reservas se hincharon ficticiamente. En la década de 1990, la implosión de la URSS y de los países del “socialismo real” hizo que la producción industrial de todo ese inmenso espacio se desplomase del orden del 50%, lo que derivó en un brusco retraimiento del consumo de petróleo, aumentando el crudo disponible y debilitando más las opciones de la OPEP. Como consecuencia de todo esto, el precio del petróleo cayó en las décadas de 1980 y 1990. En las Periferias, la Contrarreforma de las élites se articuló mediante medidas como la de la deuda externa. En la década de 1970, como resultado del encarecimiento del petróleo, los países de la Periferia sin petróleo incurrieron en un fuerte agravamiento de sus déficits comerciales que intentaron solventar recurriendo a la financiación internacional, lo que hizo que se endeudaran fuertemente en dólares a un interés variable. Fruto de una revalorización del dólar se dispararon las deudas y estos países se mostraron incapaces de pagar, no solo la deuda, sino incluso los intereses. El primero que anunció el impago fue México en 1982, lo que provocó una fuerte conmoción, pues existía una posibilidad real de crisis del sistema financiero internacional por quiebras en cadena de los principales bancos de los países centrales. En esta tesitura, se encargó al FMI y al BM, la gestión del “problema de la deuda” de los países periféricos, que se encaró mediante los Planes de Ajuste Estructural (PAE), programas para conseguir divisas que permitiesen nuevos préstamos con los que devolver las deudas anteriores. La deuda externa realmente no fue un “problema”, sino una herramienta de sometimiento. En la década de 1990, los PAE pasaron a imponerse también en los países del antiguo “socialismo real”, después de que hubieran colapsado. Esto implicó la penetración del capital de los Estados centrales en esta región, pero también el florecimiento de capitalistas propios protegidos por el poder político, especialmente en Rusia. A finales de esta década, la Contrarreforma Neoliberal llegó al Sureste Asiático gracias al poder de las finanzas. Esta terapia de choque de la deuda externa, afectó también al resto de la economía financiera. La debilidad de las monedas periféricas y los ataques especulativos sobre ellas ha sido una constante desde la ruptura del patrón dólar-oro. Los países enriquecidos, los que controlan las divisas fuertes y los mercados especulativos más potentes, tienen una inmensa capacidad de compra sobre el resto del mundo en base a su poder para crear dinero financiero. Aunque este dinero no tiene base material, su poder de compra es muy real. El comercio internacional ha sido una de las principales herramientas de sometimiento de las Periferias desde el inicio del capitalismo. En estas se reforzó su especialización en extracción de materias primas. Estas mercancías supusieron los mayores volúmenes exportados, pero sus precios fueron comparativamente baratos. En el caso de las materias primas, incluso bajaron. En contraposición, el Centro se especializó en la producción “inmaterial” (los servicios, incluidos los financieros) y con un alto contenido tecnológico, que tenían un alto valor en los mercados internacionales y poca importancia en volumen. De este modo, se fue reforzando que la producción más contaminante y con menor valor añadido se situase en las regiones periféricas. El comercio mundial no es una suma positiva, en la que todo el mundo gana o, al menos, no pierde. Ni siquiera es una suma neutra, en la que hay quien gana y quien pierde. En realidad, es una resta, ya que se sostiene sobre la degradación del entorno. En ese sentido, quienes están ganando lo hacen a costa de una gran pérdida del patrimonio ambiental del resto. La OMC supuso un salto adelante en la gobernanza internacional, pues tiene en su seno un Sistema de Solución de Diferencias, donde los grandes Estados (en nombre de sus transnacionales) pueden denunciar a los Estados con los que mantengan conflictos comerciales. También están la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya y el equivalente de la Cámara de Comercio Internacional. Todos tienen potestad para imponer sanciones económicas de obligado cumplimiento sobre las que no cabe recurso. 53 Para avanzar en la liberalización comercial de forma global, se reforzó la apuesta por los Tratados de Libre Comercio (TLC) bilaterales. Estos acuerdos permiten a las transnacionales denunciar a los Gobiernos a través del CIADI si estos hacen cambios normativos que pueden socavar los acuerdos firmados. Derrota de los movimientos sociales en el Centro El control del movimiento obrero se hizo por varias vías. La primera fue mediante las deslocalizaciones que se tradujeron en una rebaja de las condiciones laborales. A la masa de desempleados/as por las deslocalizaciones y la robotización se sumaron quienes fueron despedidos de las empresas públicas tras su privatización (sobre todo a partir de 1995) y el antiguo campesinado, que siguió emigrando a las ciudades y proletarizándose. La reorganización empresarial fue otra vía más. Se evolucionó a una estructura con un alto grado de subcontratación y, por lo tanto, más susceptible de precarización laboral. Las relaciones laborales en el Centro, que se habían caracterizado por unos salarios relativamente altos, unos horarios de trabajo fijados contractualmente y por compensaciones garantizadas (desempleo, sanidad, educación, invalidez), fueron desapareciendo. El nuevo paradigma rebajó sustancialmente las condiciones laborales. En todo caso, se mantuvo una mano de obra nuclear formada por profesionales de alta cualificación y con condiciones laborales que no empeoraron tanto. Un elemento coactivo más fue el descenso del gasto social del Estado, lo que obligó a la aceptación de las nuevas condiciones laborales a las capas sociales con menos recursos. Pero este proceso tuvo que vencer las resistencias obreras. Fue fundamental que en EEUU y en Reino Unido, los dos polos centrales de la Contrarreforma Neoliberal, Reagan y Thatcher pusieran de rodillas al movimiento sindical derrotándolo tras las huelgas de controladores aéreos y de mineros, respectivamente. Así, los sindicatos empezaron a ser prescindibles, terminando el precario acuerdo capital-trabajo de los “Treinta Gloriosos”. Sin embargo, a pesar de la existencia de resistencias, en términos generales la Contrarrevolución Neoliberal fue bastante incruenta en los territorios centrales, como muestra la elección, una y otra vez, de las candidaturas neoliberales (partidos socialistas, conservadores y liberales). Además, este poder político estuvo supeditado cada vez más al económico, volviéndose indistinguibles a través de las “puertas giratorias”. La victoria del neoliberalismo se explica también porque ofreció, a cambio de la reducción del “Estado del Bienestar”, el acceso de la “clase media” a convertirse en capitalistas mediante su participación en la especulación financiera (inversión en bolsa o inmobiliaria, planes de pensiones), cosa que las endeudó, atándolas. Finalmente, la batalla ideológica resultó de extrema importancia. De ahí surgió la aplastante victoria del “No hay alternativa” thatcheriano. En el ascenso del neoliberalismo, la “libertad” se convirtió en un concepto básico (por supuesto, de obtención de beneficios, de mercado y de consumo). Para su expansión, la ideología neoliberal penetró en las universidades, creó grupos de presión y formó think tanks, pero, sobre todo, desarrolló la sociedad de la imagen. La globalización neoliberal La Contrarrevolución Neoliberal no tuvo como finalidad última el control político y económico de las Periferias y de las clases populares, ni el abaratamiento de la energía, aspectos que acabamos de abordar. Estos fueron solo medios para conseguir el objetivo final: sostener la caída de la tasa de beneficios, que se arrastraba desde mediados de la década de 1960. Esto se consiguió temporalmente con un proceso que comenzó en la década de 1970, y se prolonga hasta la actualidad, necesariamente reconfigurado tras el estallido de la crisis en 2007/2008. Hasta la década de 1980, la ralentización de los incrementos de productividad había sido la causa principal del descenso en la tasa de beneficios. Esto se produjo por un periodo de exitosas luchas 54 sociales en todo el mundo y, coyunturalmente, por el alza del precio del petróleo. La débil recuperación neoliberal se basó en cuatro estrategias clásicas. - Aumento de la explotación humana (reducción de sueldos, aumento de la jornada laboral, impuestos regresivos). - Potenciación de los mercados financieros y financiarización de la economía que permitió lubricar la economía con el crecimiento de las deudas para conseguir que el consumo siguiese aumentando, lo que encadenó burbujas especulativas. - Conquista de nuevos mercados mediante la inclusión de más territorios en el sistema-mundo (entre los que destacaron Rusia y China) e inclusión de más facetas de la vida en la lógica del mercado capitalista. En el Centro se privatizó y mercantilizó la industria, los servicios públicos (suministro de agua, transporte, telecomunicaciones) y, finalmente la provisión social (educación, sanidad, pensiones, vivienda social), instituciones públicas (universidades, investigación, prisiones). En las Periferias se recurrió a la violencia para arrancar su riqueza (tierras, recursos, trabajo) y convertirla en capital. De este modo, a finales del siglo XX ya casi no existía un espacio fuera del capitalismo y del sistema-mundo. - Incremento de la explotación de la naturaleza y extensión de los ámbitos de actuación a nuevos espacios (estratosfera, aguas ultraprofundas, los genes o la nanotecnología). El pilar productivo de la globalización neoliberal. Durante este ciclo, se creó una economía global, que es un paso más allá de la economía mundial que existía hasta ese momento. Incluyó la interconexión de las distintas partes del sistema-mundo y su funcionamiento unitario. Esto no quiere decir que todo fuese global, ya que la mayoría de la producción y el consumo siguieron siendo locales, sino que las economías del mundo entero dependen de su núcleo globalizado (mercados financieros, comercio internacional, producción transnacional). Se produjo un impresionante desarrollo urbanístico y de construcción de infraestructuras de esta etapa, sostenido por un consumo creciente de materia y energía baratas. Para gobernar la economía global, se ha creado un entramado institucional y jurídico internacional destinado a reforzar el dominio del poder económico transnacional. El FMI, el BM y la OMC conforman el poder legislativo. El CIADI, la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya y de la Cámara de Comercio Internacional, y el Sistema de Solución de Diferencias de la OMC, el judicial. Y los acuerdos de la OMC, los regionales (UE, Mercosur), los TLC y de protección de las inversiones, y los contratos de explotación y comercialización firmados por las grandes corporaciones, son las nuevas normas. Los derechos de las empresas se protegen mediante normativas internacionales. Sus obligaciones han quedado circunscritas al ámbito estatal y solo allí pueden ser denunciadas por Estados e individuos, mientras en el plano global solo ellas tienen la capacidad de acusar. La asimetría también parte de que es un derecho duro (normativo, coercitivo, sancionador), frente al derecho blando de la Responsabilidad Social Corporativa o de los Derechos Humanos. Esto es la Lex Mercatoria. Fruto de la eliminación de las trabas aduaneras, de la caída del precio del petróleo desde 1980, de las deslocalizaciones y de las rebajas en las condiciones laborales que repercutieron en los precios de producción, el comercio internacional se disparó, y el comercio global se fue concentrando cada vez en menos regiones, mientras que los más empobrecidos no han cambiado de situación. En esta economía global las empresas tuvieron que cambiar y aparecieron las translacionales. La rígida fábrica fordista, pensada para un mercado predecible en el que se producía primero y se buscaba el mercado después, no fue viable en la complejidad y creciente competencia de los mercados globales. Emergió el toyotismo, basado en la subcontratación, la participación de las empleados en la toma de decisiones de su puesto de trabajo, la “calidad total” y una producción acoplada a la demanda (sin reservas almacenadas, just in time). La empresa verticalmente integrada ha dejado paso a la de la subcontrata, es más, a las empresas sin fábricas que, en el grado extremo, únicamente se reservan la marca y la actividad financiera. El 55 poder de las transnacionales ha crecido enormemente. Todo el entramado empresarial es controlado, mediante la posesión de acciones, por un reducido núcleo de corporaciones. Entre las causas del éxito de las multinacionales se pueden citar: la dirección se realiza en los países centrales, la producción, donde sale más barato; los grandes procesos de fusión empresarial; las puertas giratorias, la corrupción y la financiación de partidos; el apoyo directo de los Gobiernos de los países donde están sus casas matrices; la evasión de impuestos. El pilar financiero: la financierización de la economía La financierización de la economía consistió en que el pilar financiero creció mucho más que el productivo y lo dominó. No se trató tanto de quién poseía los medios de producción y la energía, sino de quién controlaba la financiación. Se pasó de una economía más o menos influida por los Estados a una economía planificada por las élites capitalistas, que siguieron teniendo su anclaje en el Estado-nación, sobre todo si este era EEUU y tenía el ejército más poderoso del planeta. Esta fue la etapa financiera del ciclo sistémico de acumulación estadounidense. Las ventajas del mundo financiero se hicieron irresistibles. Veamos ahora las políticas que marcaron el cambio de la represión a la liberalización financiera. El final de la represión financiera de la que hemos hablado antes vino por la presión de Wall Street y la City de Londres, pero también por la búsqueda en el sector financiero de los beneficios que no se obtenían en el productivo. Las políticas que marcaron este tránsito fueron: libre circulación de capitales; ruptura del patrón dólar-oro; creación de dinero; “independencia” de los bancos centrales; control de la inflación; ingeniería financiera. Veamos cada una de ellas. En 1974, EEUU abrió sus fronteras a los capitales y después forzó a que el resto de países fuesen eliminando o limitando los controles a la circulación de capitales. Así consiguió que afluyeran en tropel a Wall Street, el mercado de mayor volumen y más líquido del mundo, es decir, el que permitía mayores ganancias. Esto posibilitó a EEUU bajar los tipos de interés. Así, se produjo un fenómeno nuevo en las fases financieras de los ciclos sistémicos de acumulación: por primera vez la potencia hegemónica, en lugar de invertir fuera, recibía capital del resto del sistema-mundo. Uno de los elementos que facilitaron la circulación de capitales consistió en que las restricciones a la banca se fueron levantando desde finales de la década de 1970. Por otra parte, en 1986 se vincularon los mercados de Nueva York y Londres e inmediatamente después el resto, lo que permitió al capital financiero operar sin trabas fronterizas. Otro paso importante fue la suspensión en EEUU de la distinción entre banca comercial y de inversión. El mercado de “eurodólares” desempeñó un papel clave. El origen de los eurodólares habían sido los dólares depositados por el bloque soviético en Europa. Este mercado creció a partir del alza del precio del petróleo de 1973, pues a él se dirigieron los petrodólares, ya que allí se daban las mayores tasas de ganancias. La segunda decisión política fue el final del patrón dólar-oro. La cantidad de dólares que no tenían el suficiente respaldo de reservas de oro para mantener la paridad dólar-oro fijada en Bretton Woods había ido aumentando. Finalmente, en 1971 Nixon decidió acabar con la vinculación del dólar con el oro y, dos años después, terminó el sistema de cambios fijos diseñado en Bretton Woods. A partir de ese momento, se creó una especie de “no sistema” monetario internacional, en el que otras monedas centrales (marco, yen) cobraron gran protagonismo, pero subordinado al dólar, que sostuvo el papel de moneda de ahorro y comercio mundial. El dólar actuaba como reserva mundial y era la moneda de comercialización de la principal mercancía del planeta, el petróleo. De este modo, era demandado por todo el mundo y sostenido por todos los bancos centrales a nivel internacional, pues a ningún país le interesaba que perdiese valor, ya que ello hubiera devaluado también sus propias reservas en esa divisa. La ruptura del sistema monetario, la “libre” fluctuación del valor de las divisas, permitió la creación de un nuevo y gran mercado que se convirtió en uno de los más importantes: el mercado de divisas. La desconexión del dinero de un límite físico permitió crearlo en grandes cantidades. En 56 contrapartida, sin el oro detrás su capacidad de ser un depósito de valor seguro disminuyó, ya que se pudo devaluar con fuertes inflaciones. Por último, la impresionante capacidad de creación de dinero, fue una de las principales herramientas de las élites financieras para profundizar en la Contrarreforma Neoliberal a través de la capacidad de compra de activos y de voluntades. La tercera de las medidas políticas consistió en permitir la creación de dinero, especialmente financiero y bancario. Más allá del dinero emitido por los bancos centrales y privados, está el financiero (acciones y el resto de productos financieros). Este “dinero” financiero se ha ido creando de la nada a través de ampliaciones de capital, es decir, de la emisión de nuevas acciones de una empresa basadas en la expectativa de crecimiento de su valor. El “dinero” financiero es, al igual que el bancario, un capital ficticio. No se basa en la creación de valor a través del trabajo o de la apropiación de la naturaleza y la riqueza ajena, sino que juega con la expectativa de esa creación de valor en el futuro. Por eso, si todo el mundo quisiera hacerlo efectivo a la vez (vender las acciones), sería imposible. Las multinacionales tienen una ventaja competitiva en el plano productivo (capacidad para ahorrar y producir barato, penetración en los mercados internacionales, deslocalizaciones), pero su principal ventaja ha estado en el ámbito financiero. Al operar con monedas fuertes (dólares, yenes, euros, marcos), han creado “dinero” en forma de acciones mediante las ampliaciones de capital. Así, han podido llevar a cabo una agresiva política de compras y fusiones en todo el planeta. En lo que respecta al dinero bancario, desde la década de 1990 se fue permitiendo que la banca crease ingentes cantidades de dinero. Los acuerdos de Basilea I (1988) y Basilea II (2004) recomendaron a los Estados que los bancos estuviesen obligados a retener solo el 8% de los depósitos, con el resto podían conceder créditos, es decir, crear dinero. En contraste, durante la mayor parte del capitalismo la reserva de los bancos fue aproximadamente del 50%. Pero en la banca moderna el límite de reservas ya no es ni siquiera una cortapisa, pues los bancos prestan (crean dinero) en la medida que consideran y después piden dinero al banco central por el monto que necesitan para cubrir las reservas que exija la ley. Así, el Estado vio cómo se limitaba su capacidad de influir en el sistema monetario, ya que dos de las prerrogativas básicas que le habían quedado, marcar el tipo de interés y el coeficiente de caja, perdieron efectividad. La creación de dinero bancario y financiero se hizo tan grande que el estatal perdió mucho peso. Con la explosión del “dinero” financiero se dio una vuelta de tuerca más en la pérdida de poder del Estado: ya no fueron solo los bancos quienes tuvieron capacidad de emitir dinero, también las grandes empresas. Otro factor más de pérdida de poder del Estado, y con ello de la ciudadanía, fue la independencia de los bancos centrales del poder político. Así, los Gobiernos perdieron la capacidad de devaluar la moneda como herramienta de lucha contra la crisis. También vieron limitada la capacidad de financiación que antes tenían recurriendo a los bancos centrales, pues se los obligó crecientemente a obtenerla mediante emisión de bonos (pasivos exigibles). Los Estados, una vez que tuvieron limitado su poder de crear dinero, pudieron quebrar. La política estatal pasó a estar condicionada por el capital financiero, que tuvo en la deuda pública una poderosa herramienta de coacción para imponer las recetas neoliberales. Justo lo mismo que había ocurrido anteriormente con la deuda externa en las Periferias. Desde la década de 1990, una de las principales funciones de estos bancos centrales “independientes” pasó a ser el control de la inflación. El control de la inflación es importante para la sociedad, pero lo es más para las clases capitalistas. Finalmente, llegamos al sexto paquete de políticas del despliegue de la economía financiera: la ingeniería financiera basada en los derivados. Su valor “deriva” del de otros activos, que se denominan subyacentes. Estos pueden ser materias primas, acciones, bonos o elementos más complejos, como índices bursátiles. 57 Pero la ingeniería financiera no consiste solo en los activos que se inventaron, también es la forma de operar con ellos. El mecanismo básico de la especulación financiera es la apuesta: la compra de activos con la expectativa de que evolucionen en el sentido deseado. Por ejemplo, la adquisición de acciones de Telefónica a 20 € para venderlas a 45, obteniendo con ello un beneficio sin haber aportado nada a la sociedad. Sin embargo, los grandes agentes son capaces de hacer las apuestas en este casino marcando los dados. Para ello, usan su músculo financiero, lo que les permite orientar los mercados en la dirección que les conviene. Un ejemplo es la “bomba bajista”, llevada a cabo por un grupo de fondos de gran tamaño de forma coordinada. Otro son las operaciones LBO (Leveraged Buy Out, compra apalancada), por medio de las cuales se compran empresas con mucho apalancamiento (dinero prestado). Estas empresas luego se pueden vender, fusionarlas, reestructurarlas o llevarlas a bolsa. En definitiva, cualquier operación que permita obtener una alta rentabilidad rápida, que implica siempre disminución y precarización del trabajo asalariado. Un último ejemplo son las HFT (High Frecuency Trading, mercado de alta frecuencia). Son operaciones especulativas en microsegundos llevadas a cabo por ordenadores. Por ejemplo, el ordenador da la orden de venta de un activo que no tiene. En millonésimas de segundo baja el precio del activo que se iba a vender. Se anula la orden de venta. Finalmente, se compra el activo que se ha conseguido abaratar. Esto muestra que el poder no solo reside en quien tiene dinero, sino también en quien consigue que se lo presten, aparenta tenerlo y puede crearlo. La lógica financiera es solo válida para operaciones especulativas en tiempos cortos, no para determinar la dinámica a largo plazo del sistema. Los nichos naturales de la economía financiera son las bolsas de los Estados centrales y las operaciones OTC (over the counter, sobre el mostrador), un sistema en la sombra donde las operaciones financieras se realizan de forma privada, sin escrutinio público. Para la realización de estas operaciones, el concurso de los paraísos fiscales se hizo fundamental. Los paraísos fiscales sirvieron como fórceps adicionales para obligar a los Estados a desregular y abrir sus mercados financieros. También han cumplido un papel determinante en la evasión fiscal y el lavado del dinero negro. Las grandes empresas transnacionales y los bancos han tenido un pie en estos centros y otro en los países centrales. Esto les ha permitido escapar a las reglas fiscales establecidas en los Estados, al tiempo que continúan gozando de ayudas públicas. Veamos ahora algunos de los actores en estos casinos globales. La financierización de la economía ha colocado en el centro de la estrategia de las empresas “productivas” el aumento del valor de sus acciones y no tanto el de los beneficios fruto de su actividad. Para sostener tasas de rentabilidad tan altas como las de los mercados financieros, las empresas han tenido que recurrir a la evasión de impuestos, a la rebaja de las condiciones laborales y ambientales, o a convertirse en agentes especuladores con sus propias acciones y con activos ajenos. Esto ha colocado a las empresas en una situación a medio camino entre agentes especuladores y empresas productivas que tienen que mostrar tasas de crecimiento constantes. La desintermediación bancaria ha convertido a los mercados financieros (especialmente los OTC) en el elemento central de la financiación de la actividad productiva. A esto se lo denomina “banca en la sombra”. Esta “banca” está compuesta por hedge funds y también fondos de pensiones, aunque la banca convencional también participó. Este cambio implicó un tremendo impacto en el funcionamiento de la banca. Los grandes bancos internacionales han reconvertido su actividad, orientándose hacia la banca de inversión (mucho menos regulada), que gestiona los grandes patrimonios privados y fondos de inversión. Además, la banca ha ampliado también su campo de actuación al sector inmobiliario y las tarjetas de crédito. La banca es una de las principales gestoras de fondos del planeta. Los fondos de inversión y de pensiones son unos de los principales actores financieros. En realidad, bajo este epígrafe hay una amalgama de actores como aseguradoras, private equity (fondos de capital riesgo) y los hedge funds (fondos de inversión libre). Ambos son una parte fundamental de la banca en la sombra. Entre este entramado de actores, se mueven las agencias de calificación, que informan de la fiabilidad de los activos, algo imprescindible para quien invierte en un mercado cada vez más 58 complejo. Las empresas pagan a las agencias de calificación para que las valoren (lo que genera, como poco, un conflicto de intereses), pero las agencias también califican por su cuenta otros activos, como la deuda pública, condicionando con ello fuertemente las políticas estatales, pues señalan a los grandes capitales qué financiar y qué no financiar. Además, entre sus principales accionistas están algunos de los mayores fondos de inversión, lo que ha permitido jugadas especulativas perfectas. Más allá de los petrodólares provenientes de la venta de crudo durante la crisis energética, el origen de los fondos para la especulación financiera ha venido en parte de la fuerte centralización del ahorro colectivo. Para que esto haya sido posible, hubo que construir las condiciones que permitieron la emergencia de ese ahorro individual y su orientación hacia los mercados financieros. Esto se consiguió principalmente con la privatización de los sistemas públicos de pensiones, la puesta en venta de numerosas empresas estatales, que impulsaron el llamado “capitalismo popular”, y la desregulación de los mercados financieros. Una vez que los mercados financieros empezaron a funcionar, ellos mismos crearon el dinero bancario y, sobre todo, financiero con el que se fueron autoalimentando. Consecuencias de la globalización neoliberal El sistema financiero que se consolidó con la Contrarreforma Neoliberal resultó intrínsecamente inestable, con la aparición de crisis periódicas inevitables. Pero sobre todo fue socialmente cada vez más desigual e injusto, y ambientalmente más depredador. Y todo ello con una gran dificultad de los movimientos sociales para incidir en los principales actores, que estaban en paraísos fiscales y además eran desconocidos. Una de las consecuencias fue la aparición de burbujas y crisis cada vez mayores. Aunque todo el entramado financiero parece autorreproducirse, en realidad necesita de un crecimiento igual de rápido de la economía productiva. Solo esto puede impedir que estallen las burbujas y que la inmensa deuda en forma de dinero se pueda cobrar. Pero la economía productiva ha seguido arrastrando la crisis de beneficios de la década de 1960. Otra consecuencia es el incremento de las desigualdades Centro-Periferias. Entre las regiones más devastadas, ha destacado África. Pero también hay fuertes impactos en áreas “ganadoras”, como China, donde se ha abierto una gran brecha entre las zonas rurales y las urbanas. Desde finales del siglo XX, se ha producido una explosión del trabajo infantil mal pagado, rememorando lo que había sucedido durante el primer capitalismo fosilista. Este fenómeno se localiza principalmente en las Periferias. Estas desigualdades, junto a la degradación ambiental, los conflictos internos y la colonización cultural, han sido motores básicos de los procesos migratorios. Sin embargo, la esperanza de vida y el acceso a la educación han aumentado, incluso en los países más empobrecidos. Además, la pobreza extrema y el hambre han disminuido en términos totales, fundamentalmente en China e India. Una tercera consecuencia es el aumento de las desigualdades dentro de los Estados. Las diferencias entre los Estados están creciendo, pero lo que más aumenta son las brechas dentro de los propios países, con una fuerte precarización del trabajo. El final del siglo XX las políticas neoliberales consiguieron torcer la mano del movimiento obrero en su capacidad de negociación colectiva. A esto hay que añadirle el desmantelamiento del Estado social. Como consecuencia de todo ello, la redistribución de la riqueza monetaria se hace de los sectores más empobrecidos y las “clases medias” a los enriquecidos. En todo caso, se da una cierta redistribución de la riqueza de las “clases medias” a las empobrecidas. Todo esto afecta especialmente a las mujeres que están cobrando menos que los hombres y disfrutando de pensiones más reducidas. En un contexto de inclusión de las mujeres en el mercado laboral, de desmantelamiento del Estado social y de reparto patriarcal del trabajo, la atención a los cuidados básicos para la reproducción de la vida está quedando socialmente infraatendida, dando lugar a una nueva crisis de cuidados. Pero hablar de inequidad social es hablar también de corrupción. 59 El saqueo ambiental es otra de las consecuencias de la globalización neoliberal. La globalización de los mercados ha forzado una creciente desregulación ambiental, incluso en la UE. Las regiones centrales son cada vez más incapaces de competir con unas Periferias que tienen una limitadísima regulación ambiental, pues tuvieron que orientar las economías hacia la exportación, en especial de materias primas, para la obtención de divisas para el pago de la deuda, y por ello no cupieron salvaguardas ambientales. El BM y otros bancos de desarrollo han financiado agresivos proyectos minero-extractivos en las Periferias, la OMC y los TLC han torpedeado los tratados y convenios medioambientales internacionales, así como encumbrado la propiedad intelectual para desarrollar las patentes sobre la vida. Nuevo Orden Mundial tras el fin de la Guerra Fría Tras el colapso soviético, la I Guerra del Golfo (1991) ejemplificó el Nuevo Orden Mundial, en el que EEUU quedó como la única superpotencia, manteniendo más de 700 bases militares y acuerdos militares con cerca de 130 países. En cambio, la UE no tenía una dimensión militar propia. En este nuevo escenario, la OTAN se modificó para otorgarse la intervención en cualquier lugar del planeta, sin agresión previa, respondiendo a un abanico de “amenazas” difuso que justificasen casi cualquier tipo de acción bajo el paradigma del “intervencionismo humanitario” y sin requerir el respaldo del derecho internacional ni de la ONU. Durante el siglo XX, las guerras fueron cada vez menos convencionales y más de constrainsurgencia. Los nuevos ejércitos se fueron haciendo cada vez más dependientes de la alta tecnología. EEUU basó su hegemonía no tanto en su capacidad de generar riqueza como en la de atraerla. China se convirtió en la gran fábrica global que invertía en EEUU para que consumiese sus productos. Ambos fueron los motores enlazados que sostuvieron la economía mundial. Pero a pesar del potente brazo militar de EEUU y de su capacidad de atracción de capitales, su hegemonía y la sostenibilidad del Nuevo Orden Mundial tenían fuertes fallas. En resumen, tras el colapso del “socialismo real”, todo el planeta volvió a estar integrado en el sistema-mundo, como ya había ocurrido al final del ciclo sistémico de acumulación británico. Solo que en esta ocasión el grado de interdependencia, gracias a la abundancia de energía barata, fue mucho mayor. En el siglo XXI, las relaciones Centro-Periferias cambiaron: los recursos siguieron partiendo de las Periferias, pero los residuos se exportaban allí de forma creciente; la población siguió un sentido Periferias-Centro; y el ahorro también, equilibrando las balanzas fiscales del Centro. Este fue el Nuevo Orden Mundial. Desarrollo, crisis y colapso del “socialismo real” El ascenso de la URSS al rango de potencia mundial durante sus “Treinta gloriosos” El capitalismo occidental y el comunismo soviético fueron dos sistemas que corrieron históricamente en paralelo. Compartieron patrones fundamentales: fueron variantes de la sociedad industrial, se caracterizaron por la “racionalización” de todos los ámbitos y la burocratización, resaltaron la importancia del eje tecnológico y, sobre todo, del crecimiento, y acumularon riqueza en pocas manos (aunque mucho más en el capitalismo). El “socialismo real” no fue en realidad un sistema alternativo al capitalismo, pues no trascendió elementos básicos, como la reproducción del capital y la sociedad de mercado. Sin embargo, ambos sistemas tuvieron a su vez profundas diferencias por sus orígenes, y sus formas de acumulación y redistribución de la riqueza y el poder. Tras la II Guerra Mundial, los partidos comunistas consiguieron un importante avance en toda Europa gracias a su legitimidad social y a la ayuda del ejército soviético. Al bloque “comunista” euroasiático, se sumaron China, Corea del Norte, Vietnam, Laos y Camboya, Cuba y algunos Estados africanos en la década de 1960. Desde esta perspectiva, su éxito fue notable. Cuando el movimiento bolchevique tomó el poder (1917), era una parte minoritaria del movimiento socialista ruso, que a su vez era una parte del movimiento democrático. A pesar de eso, consiguieron ganar la guerra civil, superar el aislamiento internacional, vencer al resto de familias 60 revolucionarias, e industrializar un país semiperiférico en pésimas condiciones hasta derrotar a la Alemania nazi, toda una potencia central, y recuperarse muy rápido de la II Guerra Mundial. Durante la Gran Depresión y tras la II Guerra Mundial, la URSS se situó como la tercera economía planetaria. La población tuvo garantizado trabajo con unas condiciones laborales mínimas, alimento, ropa, vivienda, sanidad, educación y un menor nivel de desigualdad social. La economía fue planificada desde los aparatos del Estado y la URSS se industrializó. La degeneración del sueño comunista no tardó en hacerse patente en la URSS y el resto de países del “socialismo real”. Con la llegada de Stalin al poder (1924), la Tercera Internacional se fue convirtiendo en un instrumento al servicio del Gobierno soviético. Pero lo que aconteció hacia dentro fue mucho más brutal: las víctimas directas e indirectas del periodo estalinista fueron inmensas. Sin embargo, no sería hasta después de 1956 (invasión de Hungría), y sobre todo de 1968 (invasión de Checoslovaquia), cuando las visiones alternativas a la del Partido Comunista Soviético (PCUS) tuvieron una proyección importante en los movimientos sociales internacionales. El colapso del “socialismo real” En la década de 1980, el bloque soviético se había reconectado en gran medida a la economíamundo, lo que fue determinante en su incapacidad de resistir a los cambios que habían empezado a operar en la década anterior y a sus contradicciones internas. Al final, el colapso del “socialismo real” fue inevitable. La reconversión del Estado en estos países se produjo de forma brusca y profunda, pues cambió toda la organización del modelo productivo y del poder, que pasó de una lógica burocrático-estatal a otra de capital privado. Gorbachov (1988-1991) inició la Perestroika (apertura), una política de desarme y fin de la Guerra Fría, una reforma económica, y una democratización y descentralización controladas; y la Glasnost (transparencia), rebajando la censura. Intentó así adelantarse al colapso del modelo. Pero la Glasnost animó la ebullición social, acelerando la crisis, y la Perestroika no fue suficiente. Finalmente, el sistema soviético inició su crisis terminal en la RDA, en el corazón territorial de la Guerra Fría. Tras la caída del Muro de Berlín (1989), las Revoluciones de Terciopelo se propagaron por los países del centro y este de Europa. Y tras ello se produjo el colapso de la URSS (1991). Todo el aparato productivo soviético se desmoronó y la capacidad industrial cayó en poco tiempo. Las desigualdades sociales se dispararon como en la época de los zares. Parecía como si no hubiera tenido lugar la Revolución Soviética. Un sector considerable de la juventud emigró, y la población rusa se contrajo y envejeció. Un colapso en toda regla. Las mafias crecieron conforme el Estado iba disminuyendo su capacidad de intervención. El empresariado consiguió importantes beneficios, que terminaron invirtiendo en otros sectores, de forma que hicieron la transición desde una economía ilegal hasta el nuevo capitalismo legal. Nunca antes había ocurrido que una estructura política con tanto poder y tantos instrumentos para mantenerlo (KGB, Ejército Rojo, gran complejo científico, armas nucleares, posición de superpotencia) hubiese desmantelado su estructura de dominio sin que casi se disparara un tiro. 70 años de intervencionismo estatal “científicamente” planificado para “destruir el capitalismo”, y hacer que su población lo odiara, acabaron por producir lo contrario, además de que no fueron capaces de crear una identidad soviética por encima de las nacionales. Los viejos ídolos y mitos, las estatuas de Lenin y Marx, se derribaron con saña. La desorientación de la población era enorme que veía todo lo proveniente de Occidente como bueno y todo lo propio, malo. De este modo, las estructuras institucionales controladas por el Centro (FMI, BM, think tanks) pudieron entrar en este inmenso territorio con todas las bendiciones para reestructurar los restos del imperio soviético y facilitar la entrada del capital. Se moldeó un nuevo Estado de acuerdo en gran medida con los intereses del capital internacional. El saqueo de la enorme riqueza del Estado ruso se distribuyó entre el capital europeo y estadounidense, y los nuevos oligarcas y las mafias rusas. El pueblo fue un espectador pasivo y sufriente de toda la situación. Uno de los objetivos del saqueo fueron las importantes reservas de combustibles fósiles. Finalmente, apareció Putin (2000-2008, 2012-) y puso fin a este estado de cosas, impulsando un Estado fuertemente autoritario, tras una fachada mínimamente democrática. El Estado volvió a controlar el petróleo y el gas, y se benefició de la intensa subida de su precio en la entrada del siglo 61 XXI. Putin reconstruyó la identidad rusa profundizando en el nacionalismo. Además, reforzó el poder geopolítico mundial ruso a través de la dimensión militar y de sus reservas de petróleo y gas. Veamos ahora los impactos del colapso de la URSS en el resto del “socialismo real”. En los antiguos Estados “socialistas” europeos, la situación fue distinta. Intentaron buscar refugio en la UE y apoyarse asimismo en EEUU ingresando en la OTAN. La Unión les abrió las puertas imponiendo fuertes condiciones a su ingreso en el Mercado Único. La brusca reforma de sus Estados se impuso no solo desde Bruselas, sino también desde el FMI, el BM y el BERD, el nuevo banco de desarrollo que se creó para los países del este. La mayoría de los Estados tenía una considerable deuda externa y además se les concedieron nuevos préstamos para impulsar su desarrollo. La dimensión social del estado fue dinamitada por las reformas impuestas. Como en Rusia, las sociedades estaban desestructuradas y anonadadas tras el “socialismo real” y la terapia de choque que se les estaba aplicando. Habían perdido su antigua identidad y “estabilidad”, y la nueva identidad, que había sido bienvenida al principio, les precipitaba en una nueva situación traumática y altamente inestable. Los nuevos Estados “democráticos” que se construyeron tras las Revoluciones de Terciopelo, después de un breve periodo inicial de cierta legitimidad, cayeron en el descrédito. La onda expansiva del colapso del “socialismo real” y del fin del mundo bipolar de la Guerra Fría afectó a muchos más países. Por un lado, a los de la propia URSS, aparte de Rusia, que quedaron entre EEUU y la UE, por un lado, y Rusia, por el otro, sometidos a fuertes tensiones. Finalmente, esta onda expansiva afectó también a América Latina y el Caribe (Nicaragua, Cuba), África (Angola, Monzambique, Cuerno de África) y la península de Indochina (Vietnam, Camboya). En todos los casos, se siguieron procesos propios en los que los Estados se reconfiguraron en función de las necesidades del capitalismo global, salvo en dos casos: Cuba y Corea del Norte. El texto continúa con el análisis de lo acontecido en estos dos países. La vuelta de China al centro del mundo Japón fue el país que más creció entre 1950 y 1973 y China lo fue a partir de 1978, mostrando que el “siglo americano” también fue el del resurgimiento económico asiático. Este renacimiento se ha ido alimentando a sí mismo y sirviendo a la hegemonía de EEUU, al tiempo que la erosionaba. De este modo, Japón fue un centro de producción barato que creció gracias a sus exportaciones al gigante americano. Cuando se hubo convertido en una potencia central, empezó a hacer inversiones en los “Cuatro Tigres” (Corea del Sur, Taiwán, Singapur y Hong Kong), buscando mano de obra más barata. Tras eso vino China, hacia donde se desviaron las inversiones asiáticas. Todo este entramado se sostuvo por el poder de compra de EEUU (y la UE), que se mantuvo por la reinversión de los beneficios asiáticos en forma de compra de deuda pública (y otros activos financieros) en las bolsas estadounidenses (y europeas). Por supuesto, también en la energía abundante y barata, y en la conversión del metabolismo agrario al industrial. La Revolución china Un ejército campesino (como en Rusia) dirigido por el Partido Comunista Chino (PPCh) derrotó en 1949 al Kuomintang, reunificando China en la nueva República Popular China. El primer periodo de la República Popular, regido por Mao (1949-1976), vino marcado por: la colectivización campesina, un gran salto en la industria, la hambruna que provocó y la Revolución Cultural, que significó una gigantesca purga social. A pesar de las sombras de estas políticas, la esperanza de vida subió, la escolarización llegó al 96%, se avanzó en la industrialización. Este periodo permitió el desarrollo posterior. Los comunistas unificaron China y establecieron un Gobierno duro pero efectivo. Con esto crearon las bases para un Estado-nación independiente y un mercado nacional. 62 El giro de China hacia el capitalismo global Dos años más tarde de la muerte de Mao, Deng convenció al PCCh para que dirigiese la progresiva reintegración de China en el sistema-mundo. Al mismo tiempo, se estaba gestando la Contrarreforma Neoliberal en el capitalismo occidental. La confluencia de ambos momentos de ruptura fue fundamental, pues el nuevo capitalismo global hubiera sido inconcebible sin la incorporación del país asiático al mercado mundial. La globalización neoliberal permitió a los dos dinosaurios (EEUU y China) subsistir. Uno, en apariencia más potente, pero ya tocado, y otro, bastante más débil en ese momento, pero pronto en fuerte auge. Su “apoyo mutuo” (uno consume, y el otro produce y financia) inició una nueva etapa de crecimiento y acumulación, eso sí, gracias a que hubo energía abundante y barata. China fue ascendiendo en la curva del notario desde una posición periférica hacia una semiperiférica y en el siglo XXI a una central. Una de las peculiaridades de la reestructuración capitalista china es que la iniciativa fue interna, fuertemente controlada por el PCCh, y sin que hubiese colapso previo, como en la URSS. Los actores institucionales y empresariales de EEUU, la UE y Japón han sido espectadores de lo que allí acontecía. Es la burocracia del PCCh quien gestiona el parque empresarial privado. Entre las claves del ascenso chino se puede citar su abundante mano de obra barata y superexplotada. Una segunda clave ha sido su inclusión en el sistema-mundo, para lo que se abrieron fronteras al comercio exterior, y se inició una incorporación de la lógica capitalista en sus territorios. Se crearon infrestructuras de transporte y energética y crecieron las ciudades. En paralelo a su ascenso, se fue expandiendo por el planeta con un modelo exportador, una moneda infravalorada y un mercado interno protegido. Otro de los factores del crecimiento chino ha sido la política de privatización y recorte de las subvenciones a muchas empresas públicas, que se fueron gestionado cada vez más de acuerdo con la lógica de la maximización de beneficios. El sector privado desempeña actualmente un importante rol en la segunda economía del mundo. Se construyó un modelo de empresa, en la que trabajo subcontratado constituyó el paradigma empresarial englobando a gran parte de la mano de obra. Los capitales necesarios para todas estas transformaciones llegaron de la diáspora china y del capital internacional, principalmente japonés. Además, China empezó a jugar en los mercados financieros comprando deuda estadounidense y otros productos más especulativos. La banca estuvo controlada por el Gobierno o era pública. Un último factor a considerar en el ascenso chino ha sido el reforzamiento del sentimiento nacional, recurriendo a las raíces culturales, religiosas y étnicas, que se habían querido borrar durante la Revolución Cultural. El nuevo nacionalismo afianzó sus raíces en el pasado, al tiempo que incorporó también gran parte de los valores de la Modernidad. La industrialización capitalista en el campo y sus impactos La industrialización capitalista en el campo Durante la segunda mitad del siglo XX, la productividad agrícola se multiplicó por 3-4 y las cosechas, por 6, aunque de forma muy desigual en función de la zona. Las claves para conseguirlo han sido la mecanización, la utilización masiva de insumos de síntesis (fertilizantes y pesticidas provenientes de combustibles fósiles), el incremento del regadío y de la extensión agraria, y el desarrollo de variedades híbridas (homogéneas y muy productivas usando pesticidas y abonos), todo lo cual ha requerido de explotaciones en monocultivo cada vez mayores. Es decir, una agricultura petrodependiente. Esto ha supuesto cambios de gran calado. Hasta este momento histórico, la agricultura se adaptaba a las condiciones morfológicas y climáticas de cada zona, por lo que los cultivos eran diversos en cada comarca. Pero la energía fósil en forma de abonos, pesticidas y maquinaria permitió pasar a una estandarización, pudiendo usarse las mismas variedades híbridas en territorios muy distintos. Por primera vez, la población creció desligándose de un aumento de las hectáreas cultivadas, pues la intensificación de los cultivos por unidad de superficie pasó a ser el factor principal en los 63 incrementos de producción. Esto permitió que el acceso a la alimentación aumentase para una parte importante de la población y que el carácter estratégico que había tenido el control de la tierra desapareciese definitivamente, algo que había comenzado con la Revolución Industrial. El objetivo de la agricultura (industrial) dejó de ser la seguridad alimentaria, para pasar a ser la de maximizar el beneficio. Esta situación se alcanzó conjugando tres bloques de políticas interrelacionadas: la Revolución Verde, la globalización del mercado agropecuario y el régimen alimentario corporativo. La Revolución Verde supuso la sustitución de la tracción animal por la mecánica, la introducción de insumos de síntesis y el uso de un pequeño paquete de semillas híbridas en todo el mundo. Esto permitió ahorrar costes (mano de obra) y tierra (la antes dedicada al alimento de ganado de tiro o al barbecho), que pudo ser destinada a nuevos cultivos. Los fertilizantes y el regadío fueron los principales responsables del aumento de la productividad. La Revolución Verde ha supuesto la pérdida de la visión integral del proceso agropecuario al fijarse solo en la producción del alimento. Se disociaron así agricultura y ganadería, intensificándose ambas y perdiéndose una gran riqueza ecológica. La Revolución Verde también ha implicado la supeditación del conocimiento campesino a la ciencia moderna y su control por las multinacionales. Esto ha implicado una ruptura de la relación íntima entre el mundo rural y la agricultura. Veamos ahora la globalización del mercado agropecuario. Tras la II Guerra Mundial, se iniciaron una serie de políticas agrarias keynesianas destinadas a abaratar la alimentación, al tiempo que se reestructuraba y despoblaba el campo en favor de la ciudad. Estas políticas permitieron una cierta autonomía alimentaria en los países centrales y que las empresas del Centro controlasen los mercados internacionales. Al control del mercado mundial también contribuyeron las políticas impuestas por el BM, el FMI, la OMC y los TLC. En las Periferias se eliminaron los precios garantizados y los aranceles, se liberalizaron los mercados agrícolas, se privatizaron recursos y bienes comunes. La agricultura terminó siendo usada como moneda de cambio por los países centrales en las negociaciones de la OMC. Los Estados periféricos se vieron obligados a especializarse en la producción de materias primas, entre ellas las agrarias, por lo que fueron claramente perdedores en el sistema-mundo, pues estas tienen poco valor relativo en los mercados internacionales. El “régimen alimentario corporativo” arrancó en la década de 1980 y consiste en la globalización de la producción, distribución y consumo alimentario según la “teoría del embudo”: muchos millones de personas consumían, de un lado, y otros millones producían alimentos, de otro. En medio, se sitúa un puñado de empresas que controlan la producción y la comercialización. Este proceso ha estado fuertemente condicionado por el capital financiero, que ha hecho posible la concentración y la expansión de las corporaciones agroalimentarias, y su control de la tierra. Mientras, en las Periferias se produce el suicidio de cientos de miles de campesinos al no poder afrontar las deudas en las que les ha metido el sistema agroindustrial. Las grandes corporaciones determinan el tipo y la calidad de los alimentos, su coste monetario, y cómo y dónde se producen o elaboran, bajo la única guía del beneficio monetario. Los impactos ambientales del modelo agroindustrial El modelo agroindustrial ha despoblado el campo y concentrado la producción en grandes corporaciones capaces de imponer sus lógicas y necesidades frente a la pequeña producción. También ha ayudado a sostener las relaciones de poder Centro-Periferias. En cuanto a los impactos ambientales, decir en primer lugar, que este modelo requiere de un uso creciente de recursos, empezando por la tierra y el agua, pero también de otros, como los derivados del petróleo para la fabricación de insumos y plásticos. Y todo esto, para desperdiciar gran parte de los alimentos. El monocultivo expone grandes extensiones de tierra a la erosión de vientos y de lluvias. La explotación intensiva de los suelos y la falta de aporte de materia orgánica (sustituida por abonos 64 químicos) están poniendo en peligro la fertilidad misma de las tierras. Además, se ha aumentado la salinidad de los suelos, especialmente de las zonas semiáridas, como consecuencia del regadío. Otra forma de degradación son los agrotóxicos, plaguicidas y abonos que terminan en el curso de los ríos contaminándolos. Durante el siglo XX, se desmanteló la ingente cantidad de biodiversidad agrícola y ganadera que se había creado durante toda la etapa de la humanidad en la que la base fue la agricultura. Han desaparecido multitud de variedades adaptadas a distintas condiciones climáticas, edafológicas y ecosistémicas, perdiéndose un impresionante patrimonio. Esta pérdida de biodiversidad se ha visto agravada por el intento de imponer los cultivos transgénicos. Hay que añadir que muchas plagas están mutando haciéndose resistentes, que los costos incrementados de las semillas y de los agrotóxicos significan más gastos para el campesinado y que, además, no producen más. Las corporaciones estadounidenses han sido las más beligerantes, pero las resistencias sociales, desde Europa hasta América Latina y Asia, han resultado notables. Otro de los impactos ambientales es que el modelo se ha convertido en uno de los principales causantes del calentamiento global. El agronegocio libera GEI fundamentalmente por el cambio de uso de suelo que promueve (de zonas boscosas a plantaciones), la utilización de abonos nitrogenados (liberando N2O), el uso masivo de energía y la apuesta por la distribución a largas distancias. Finalmente, este modelo agrario implica un cambio fundamental desde el punto de vista energético. Se ha pasado de un sistema que producía energía en relación 9:1 a otro que la requiere en relación 0,8:1, sobre todo por los fertilizantes y la maquinaria. Estos impactos se agravan por dietas crecientemente carnívoras, especialmente en las regiones centrales. Aun así, la agricultura campesina sobrevivió A pesar de lo dicho, la agricultura campesina y familiar ha seguido existiendo en espacios de resistencia campesinos e indígenas, muchos de ellos en las franjas intertropicales, donde existe también una mayor diversidad cultural comunitaria y ecosistémica. La lógica de esta agricultura es distinta a la industrial, ya que busca la pervivencia de la producción, algo que tiene mucha más resiliencia que la lógica del máximo beneficio. Un planeta de metrópolis: explosión demográfica, urbana y del transporte motorizado Boom demográfico gracias a la energía fósil En la segunda mitad del siglo XX, se produjo un crecimiento demográfico sin precedentes en la historia de la humanidad que no se volverá a repetir. Además, a lo largo de los siglos XIX y XX los seres humanos han incrementado su longevidad y tamaño corporal medio. El crecimiento poblacional se produjo principalmente en las Periferias. La clave fue la mejora en la alimentación y en la higiene (especialmente en la potabilización y depuración de agua) y, en menor medida, la medicina moderna. Así, la explosión demográfica se consiguió gracias a los combustibles fósiles que posibilitaron las mejoras técnicas necesarias. Desde el inicio del capitalismo la población humana ha ido creciendo en proporción geométrica, acompañada de la acumulación del capital. Con el cambio de siglo se produjo una ralentización del crecimiento demográfico. Durante el siglo XX, la población migró mucho más que en ningún momento anterior de la historia, principalmente desde las Periferias al Centro (o a la Semiperiferia), al contrario de como lo había hecho durante el ciclo sistémico de acumulación británico. Estallido metropolitano, también potenciado por la energía fósil Desde la II Guerra Mundial, la urbanización del planeta se ha disparado. El siglo XX ha visto cómo la metrópoli proliferaba y se extendía por el mundo entero. En todo caso, las pequeñas ciudades aglutinaban en la década de 2010 todavía a la mitad de la población urbana. El crecimiento de la metrópoli creó regiones metropolitanas, llegando a alcanzar en ocasiones una dimensión todavía mayor con la aparición de las megalópolis, esto es, la interconexión de diversas metrópolis. Las 65 primeras megalópolis ya empezaron a cuajar en EEUU antes de las crisis de la década de 1970. Después se produjo un fenómeno similar en el corazón de la UE, Japón y China. La expansión y propagación de la metrópoli se manifestó en la primera mitad del siglo XX especialmente en los países centrales. En la segunda mitad, en cambio, proliferó especialmente en los Estados periféricos y emergentes. De entre todos los crecimientos urbano-metropolitanos, cabe destacar el caso de China, donde desde la década de 1980 se empezó a dar el mayor proceso de migración y de urbanización jamás conocido. Las principales megaciudades del mundo en el siglo XXI, se encuentren en general fuera del Centro. El crecimiento urbano ha sido alimentado, además de por el aumento demográfico, por la expulsión de la población rural como consecuencia de la industrialización de la agricultura. También ha influido el atractivo sociológico de las ciudades (educación, sanidad, trabajo). El crecimiento solo ha sido posible gracias a garantizar agua, alimentos, expulsión de residuos y capacidad de movilidad, todo ello, gracias al oro negro. Aunque las principales metrópolis centrales no son ya las más populosas, se siguen manteniendo en cabeza en cuanto a importancia económica y, sobre todo, financiera. Las metrópolis más destacadas se han convertido en ciudades globales desde donde se dirige la economía-mundo. Por encima de todas, Nueva York y Londres, seguidas por Tokio, París, Pekín, Shanghái, Hong Kong, Singapur y Dubai. En ellas, se ubica el grueso de las sedes de las grandes empresas transnacionales y los principales centros financieros. En paralelo, el peso industrial de las metrópolis centrales se ha ido reducido sustancialmente, por la deslocalización industrial a espacios semiperiféricos. Las megaurbes se conectan entre sí a través de flujos financieros y materiales, al tiempo que se desentienden de sus entornos y hasta de sus países. Su capacidad económica es comparable a la de los Estados. En las metrópolis de los Estados centrales han irrumpido con fuerza nuevas formas de distribución comercial: los grandes centros comerciales (el modelo Wal-Mart/Carrefour), las nuevas catedrales del consumo, que se ubican especialmente en las periferias metropolitanas. También se localizan en las periferias los nuevos espacios de ocio mercantilizado, entre los que destacan los parques temáticos. Igualmente se situó en ellas la actividad productiva de mayor componente tecnológico de las empresas. Todo esto no hubiera sido viable sin un flujo petrolífero barato y en ascenso que, entre otras cosas, permitió una movilidad creciente, y sin una expansión de la energía eléctrica, base de las nuevas tecnologías de la comunicación. En los nuevos espacios emergentes del capitalismo global se han desarrollado ciudades globales, algunas de indudable trascendencia económico-financiera mundial como Sao Paulo o Mumbai. También las hay de importancia regional: México DF, Buenos Aires, Johannesburgo, Delhi o Yakarta. Con el cambio de siglo se pasó de unas 40 metrópolis que se podrían considerar ciudades globales a unas 100. Unas de primer orden, las centrales, y otras de segundo orden, las semiperiféricas o emergentes. Al tiempo, muchas ciudades globales de segundo orden eran, a la vez, megaciudades miseria. En el escalón más bajo de la jerarquía mundial de grandes metrópolis están las megaciudades miseria con pocas y muy subsidiarias funciones globales. Actúan de engarce de sus territorios con el mercado mundial y, a su vez, son resultado de su impacto. Es el caso de las grandes metrópolis subsaharianas (Laos, Nairobi), asiáticas (Manila, Calcuta, Hanoi) o latinoamericanas (Lima, La Paz, Quito). Uno de sus rasgos característicos es su fortísima dualización entre los espacios conectados con la economía-mundo y los absolutamente marginados de ella. En todo caso, estos espacios también han protagonizado fuertes transformaciones sociales que no solo recogieron la desesperación social, sino también las esperanzas y luchas de millones de personas por vivir dignamente. 66 Metrópoli, acumulación de capital y expansión de mercado La nueva metrópoli ha triunfado porque es funcional a los intereses de expansión y reproducción del capital en muchos sentidos. El crecimiento urbano en general, y el metropolitano en particular, permite el desarrollo creciente de la economía monetizada, lo que es una forma de expansión de mercado. Asimismo, el consumo ha cobrado una creciente dimensión financiera, con la aparición del crédito al consumo, sobre todo en las metrópolis centrales. La construcción de los espacios urbanos reforzó la reproducción del capital al estar la construcción dominada por la lógica del mercado y al desarrollarse el mercado hipotecario para la compra de vivienda. Y esta dinámica se ha reforzado con la construcción de las infraestructuras necesarias para la expansión de los espacios urbano-metropolitanos y su interconexión, que han reforzado a la industria de la construcción, que se ha convertido en uno de los principales sectores de acumulación de capital. Si hasta la Contrarreforma Neoliberal el Estado había desempeñado un papel clave en la configuración urbana y en la financiación de las infraestructuras que la hicieron posible, en el periodo neoliberal se ha replegado en su papel ejecutor y gestor, dejando el protagonismo y los beneficios al capital privado, pero asumiendo una parte sustancial de las pérdidas si estas sobrevenían. El automóvil: elemento clave en la reconfiguración social y metropolitana. El transporte motorizado aéreo y marítimo En esta era de la hipermovilidad, las distancias que recorre una parte importante de la población, y sobre todo las mercancías, se han disparado gracias al petróleo. En la década de 1920, se produjo el salto cualitativo en la fabricación del automóvil con el inicio de su producción en masa por Ford, que pagaba a sus operarios para que pudieran comprar los coches que ellos producían, de forma que no solo producía coches, sino también “clase media”. El automóvil fue la industria básica del siglo XX. El transporte motorizado ha estado creciendo desde entonces a un ritmo superior al económico, siendo una de las razones el enorme poder de seducción del coche, que se ha convertido en el emblema por excelencia de la Modernidad y en el símbolo de la sociedad industrial, así como en un elemento trascendental de la Megamáquina. El coche también ha resultado un instrumento ideal para la penetración de los valores dominantes y la domesticación del conjunto de la sociedad. En paralelo, el transporte aéreo ha crecido a ritmos superiores al marítimo y terrestre, sobre todo el tráfico de pasajeros. La aviación comercial también se ha convertido en un elemento trascendental de la penetración de los valores de la Modernidad a escala mundial. En este crecimiento, ha sido central el turismo, que ha dejado de ser una actividad de las élites, favorecido por el fuerte abaratamiento del transporte aéreo auspiciado por la energía barata, la desregulación aérea y el apoyo estatal (aeropuertos, exención de impuestos para el queroseno). Este sector ha facilitado también el creciente trasiego de la fuerza de trabajo inmigrante. Pero el crecimiento más intenso del transporte ha sido el de mercancías, principalmente combustibles, minerales y grano. Cuando no se trasladan mediante oleoductos y gasoductos, lo hacen en grandes buques entre los principales puertos del mundo (Shanghái, Singapur, Tianjin, Róterdam, Guangzhou). El transporte motorizado es la columna vertebral material del capitalismo global. Las implicaciones urbanísticas del automóvil han sido enormes. Las metrópolis estadounidenses fueron las primeras que se empezaron a configurar a partir del automóvil con la progresiva muerte de la calle como espacio de convivencia. En las urbes del bloque “comunista”, el papel que desempeñó el automóvil fue menor. En China, en el siglo XX la movilidad urbana estuvo principalmente garantizada por medios no motorizados, especialmente por la bicicleta, pero esto ha cambiado drásticamente en el XXI. En las Periferias, la movilidad motorizada cumplió también un papel poco relevante en el urbanismo hasta la década de 1970. 67 El trasporte motorizado está devorando la sociedad y el entorno. El espacio urbano dedicado a la movilidad acabó adquiriendo porcentajes descomunales. La movilidad motorizada supone uno de los gastos importantes en los sistemas de salud de todos los países, por la tasa de mortalidad y afecciones a la salud debida al transporte motorizado, y por los elevados niveles de contaminación alcanzados en las metrópolis, especialmente en las periféricas. La expansión del transporte motorizado es una de las causas principales de la crisis ecológica mundial. El fuerte crecimiento del número de vehículos, junto con la expansión de los kilómetros recorridos, ha contrarrestado cualquier efecto positivo del incremento en la eficiencia energética. El transporte aéreo consume 3 veces más energía que el ferrocarril convencional. Además se ha propiciado la expansión del ferrocarril de alta velocidad, que también es altamente consumidor de energía. Todo ello acentuó las emisiones de CO2. La industria del transporte, en general, y la del automóvil y del transporte por carretera, en particular, son de las más demandantes de recursos minerales de todo tipo. Añadir que la creación de infraestructuras de transporte implica un elevado impacto paisajístico y troceamiento del territorio, lo que redunda en la pérdida de biodiversidad. La nueva metrópoli multiplica los impactos de la ciudad industrial El crecimiento de las metrópolis ha engullido los espacios que habían sido fruto de un diálogo de siglos entre los seres humanos y la naturaleza. De esta forma, la “segunda piel” (o antroposfera, la parte construida por los seres humanos), que se había desarrollado sobre la naturaleza (o “primera piel”) desde el Neolítico, dio un salto cualitativo con la aparición de la metrópoli, rompiendo amarras con los vínculos que ligaban la ciudad histórica al territorio, que ya se habían visto fuertemente alterados con la ciudad industrial del siglo XIX. El despliegue de esta nueva ciudad fue difuso, sin fronteras definidas, al contrario de la ciudad agraria o incluso la industrial. La metrópoli de los países centrales tiene una incidencia más allá de los territorios sobre los que se despliega. Primero, porque la propia construcción reclama materiales de un entorno cada vez más extenso, y porque su abastecimiento diario está garantizado por recursos alimenticios, materiales y energéticos de lugares cada día más lejanos. Mención especial merece la creación de grandes infraestructuras de captación de agua, tanto para garantizar el suministro a los espacios urbano-metropolitanos como, sobre todo, al agronegocio. Se han anegado tierras muy fértiles y conllevado problemas de eutrofización. Por otro lado, se ha hecho necesario instalar el tratamiento de los efluentes de las ciudades para reducir el impacto ambiental y eliminar la insalubridad. Lo mismo cabe apuntar en cuanto al abastecimiento de energía eléctrica, que se ha garantizado mediante plantas de generación en ocasiones a centenares de kilómetros de las metrópolis, alejando de estas las actividades más contaminantes. La nueva Babel y la crisis social de la metrópoli posmoderna La crisis social de la metrópoli multicultural de los países centrales empezó en la década de 1960, sobre todo en EEUU. Fernández Durán apunta a las “explosiones del desorden” nihilistas protagonizadas por bandas juveniles de varones con un fuerte componente étnico. El espacio del conflicto se ha ido desplazando de la fábrica al gueto metropolitano. Por otro lado la creciente medicalización para combatir la soledad, inseguridad y ansiedad. La crisis social en las ciudades globales centrales está siendo resultado de distintos procesos, como la complejidad étnica y cultural, convirtiéndose en Nuevas Babeles, la desigualdades sociales entre barrios, las pirámides de edad población autóctona/ migrante, el precario habitar para una parte importante de su población, el desempleo, la crisis de los cuidados por la incorporación de la mujer al trabajo asalariado, o la progresiva desaparición del espacio público de encuentro. Detroit puede ser un buen cuadro del futuro de las megaurbes en la Crisis Global. 68 Tercera piel, sociedad de la imagen, Posmodernidad y conquista del alma El siglo XX ha sido el de la imagen, al igual que el siglo XIX fue el de la proliferación del texto escrito. Esto se vio posibilitado por la creación de la “tercera piel” (radio, televisión, internet), a través de la cual la imagen se convirtió en el elemento determinante de la comunicación de masas2 . El saber racional, secuencial y “objetivo” cedió terreno ante el conocimiento más sensorial, visual, simultáneo e impactante. La sobreabundancia de información, su volumen abrumador lleno de ruido, ha dificultado jerarquizarla para comprender la realidad. Las sociedades experimentaron un cambio trascendental, transformándose en sociedades de masas: sociedades de individuos indiferenciados y anónimos. El dominio de la tercera piel fue clave para ejercer mecanismos de control social. Se pasó de una dominación basada en la represión a otra aparentemente más suave. Todo ello no se hubiera podido producir sin energía eléctrica. El desarrollo de la sociedad de masas, y de la sociedad del consumo y del espectáculo. La aldea global A finales del siglo XIX, se empezaron a dar los avances tecnológicos (telégrafo, teléfono, fotografía, cinematografía) que permitieron el desarrollo en el siglo XX de los medios de comunicación de masas. El New Deal, el auge del nazismo y del fascismo, la cristalización del estalinismo y del propio Estado-nación no se podrían entender sin la potencialidad que brindó la nueva comunicación de masas para manipular la psicología colectiva. En esta primera etapa, la prensa y la radio en las “sociedades democráticas” fueron un verdadero cuarto poder, mientras que en las totalitarias actuaron como apéndice del Gobierno. La sociedad de masas en el Centro del sistema-mundo se terminó de modelar tras la II Guerra Mundial. En este proceso, cumplió un papel incuestionable la generalización de la televisión como medio de comunicación ideológica. Empezó así la era de la realidad virtual, en paralelo con la progresiva expansión de la sociedad de consumo y de la publicidad. La sociedad de masas también tuvo su desarrollo en los países del “socialismo real”, pero allí el componente del consumo fue prácticamente inexistente. En el conflicto entre bloques, el bando capitalista ejerció su poder a través de la promoción del consumo, libertades, la música pop y los movimientos en defensa de los derechos civiles. La potencia de los mass media fue también un arma predilecta del Centro, y en concreto, de EEUU, para penetrar en las Periferias. Comunicación de masas y sociedad de consumo se fueron convirtiendo en inseparables. La irrupción de los medios de comunicación de masas y, sobre todo, de la publicidad en televisión configuraron la sociedad de consumo, posibilitando el acceso al lujo a las “clases medias”. Ello ha empujado el paso de una cultura del trabajo a una cultura del consumo, que ha conseguido convertir a esta clase obrera, en su día un sujeto político potente y compacto, en “clases medias” desestructuradas. Una sociedad basada en el consumismo individualista, estructurado en base al miedo. La tercera piel configuró una aldea global y la sociedad de consumo alcanzó al conjunto del planeta, aunque no participaron por igual en esa “fiesta” las poblaciones centrales y periféricas. Si hubiera que poner una fecha al nacimiento de la aldea global, probablemente sería 1980, cuando se creó la CNN, que empezó a emitir ininterrumpidamente con alcance planetario, convirtiéndose en un instrumento de propaganda global. Más o menos al tiempo que la aldea global cristalizaba en el ámbito de la información, los principales mercados financieros se desregulaban y empezaban a operar también a escala planetaria. La plasmación de la aldea global en las últimas décadas del siglo XX ha permitido una proyección mundial sin precedentes de los valores e intereses del Centro. Esta aldea global ha sido dominada por un puñado de gigantes mundiales: los global media. Entes privados que operan no solo en el 2 Recordemos que la “primera piel” es la biosfera y la “segunda piel” es la antroposfera, la parte física del entorno construida por los seres humanos. 69 ámbito televisivo, sino que controlan prensa, radio, cable, editoriales, producción y distribución cinematográfica, cadenas de cines, parques temáticos e internet. Los medios han dejado de ser el cuarto poder, para convertirse en un superpoder en manos del mundo corporativo. Se ha desarrollo un gigantesco sistema de entretenimiento electrónico que ha creado una sociedad del espectáculo. En ella, el deporte cumple un papel fundamental convertido en el “opio del pueblo”, pues permite dar salida a las emociones. Se ha hecho del éxito el principio de ética universal, permitiéndose casi todo con el fin de conseguir dinero, fama y poder. Y todo ello se ha realizado a través de mensajes sutiles de alto contenido político: la fe en el mercado “desregulado” y la competitividad como valores supremos, la ineficiencia del Estado, la confianza en los mercados financieros, la benevolencia de la globalización, la bondad de las privatizaciones, las ventajas de la reducción de impuestos, la necesidad de la flexibilización laboral, la disfuncionalidad del gasto social, “No hay alternativas (TINA, there is no alternative), el mensaje que propagó Thatcher, etc. Posmodernidad y Modernidades Múltiples Todo esto conformó la Posmodernidad: la nueva lógica cultural del capitalismo, la culminación de la Modernidad, que había entrado en crisis en la década de 1960 por el empuje crítico de los movimientos sociales, un cierto discurso crítico con las capacidades de la ciencia y sus implicaciones sociales (Principio de Incertidumbre, Teoría del Caos, Física Cuántica, Segundo Principio de la Termodinámica), o la promesa incumplida de emancipación y bienestar colectivos. Aunque la Posmodernidad ha alterado algunos principios fundadores de la Modernidad, introduciendo la imposibilidad del conocimiento objetivo y un relativismo radical, conserva el grueso de la visión moderna, especialmente la visión dual de la realidad, la fe en el progreso y el desarrollo del sistema tecno-científico. La Modernidad no solo se ha transformado en Posmodernidad, sino que han aparecido Modernidades Múltiples con raíces “locales”, en la que se regionalizan contenidos manteniendo un formato universal. Hollywood ha dejado de ser la “fábrica de sueños mundial”, pues otros centros, otras modernidades, le han arrebatado parte de su poder. India, China, Rusia, Brasil, México, Turquía, Qatar, Venezuela, etc., han montado centros de producción mediática y cultural que disputaron la primacía de EEUU y la UE en la aldea global. En todas ellas resalta un carácter fuertemente nacionalista y tienen en común el intento de “desoccidentalización”, y aunque sobre ellas sigue sobrevolando la potencia de la aldea global, se ha roto parcialmente el monopolio de EEUU y UE. Pero, al igual que la Posmodernidad, las Modernidades Múltiples continúan enganchadas al mito del progreso, como muestra la obsesión por este de las políticas de los BRICS. La televisión e internet: los medios condicionan el fin La televisión ha sido el principal medio creador de realidad virtual. Si la segunda piel constituyó una escapada de la primera (la naturaleza), la construcción de esta tercera piel exacerbó el proceso. Como la función de la televisión es anunciar (ideas, productos), ha necesitado tener enganchada a la audiencia. Por eso, fue primando la cultura del videoclip (planos que se suceden a velocidad de vértigo fragmentando la realidad) y la telebasura. Esto ha promovido un pensamiento débil y el relativismo moral en la sociedad. En un principio, los programas televisivos estaban destinados a públicos masivos, pero eso dejó de ser así para dar paso a una audiencia segmentada por gustos, edades y géneros. Esto se reforzó con la llegada de Internet, que ha ido desplazando la televisión por los ordenadores y otros dispositivos. Internet ha transformado el orden social, potenciando más la multidimensionalidad en la tercera piel, reforzando su influencia sobre las sociedades, También ha cambiado la forma de relacionarse y el concepto de territorio y comunidad, rompiendo la necesidad de cercanía física. La red de ordenadores ha permitido pasar del almacenamiento local de información en papel a su acceso global en soporte electrónico. La información se ha desterritorializado, ya que desde 70 cualquier lugar del mundo conectado al ciberespacio se puede acceder a ella. El ciberespacio representa la mayor fuente de información al alcance humano que jamás haya existido, creando un complejo cerebro común planetario. Los actores tradicionales de la mass media han perdido espacio frente a Google, Facebook o Twitter, siendo los periódicos los han sufrido más la embestida. Pero el cambio más importante ha sido que se rompió parcialmente el monopolio de la comunicación de masas por parte de los grandes medios, y las personas y organizaciones pueden llegar a convertirte también en “autocomunicadores de masas”, implicando más democracia, pero también más ruido y dificultad para gestionar la información. Internet también ha modificado las formas de enfrentarse al sistema, facilitando la irrupción de nuevas dinámicas sociales a escala global, que han llegado a cuestionar los principales bastiones del poder institucional y empresarial, desde el movimiento antiglobalización o el indignado, hasta grandes movilizaciones contra las transnacionales de la comunicación. Pero ni internet, ni ninguna herramienta tecnológica nos harán más libres, ya que han sido diseñadas para acelerar el consumo. Además, mucho de lo que circula por internet y por las redes sociales no solo es ruido, sino que es directamente mentira. Las nuevas tecnologías han puesto en manos del Estado y las multinacionales una capacidad de control de la población como nunca antes había conocido la humanidad (cámaras, rastreamiento de transferencias bancarias, escuchas telefónicas, elaboración de una detallada lista de gustos). Google sabe más sobre cualquier país central que sus propios Gobiernos. El dominio del lenguaje y la imagen, como instrumentos de poder Ya hemos visto cómo, hasta la Modernidad, las religiones habían sido un elemento fundamental del control social. Pero la sociedad moderna se caracterizó por una creciente secularización. Aunque lo sagrado siguió existiendo, no generó la cohesión social de antaño, sobre todo en el Centro, salvo en el caso de los fenómenos en alza del integrismo, que han configurado un formato antimoderno. El dominio social a lo largo de la Modernidad se había ejercido a través de toda una serie de mecanismos que controlaban las costumbres, los valores y la producción. Para ello se usaron instituciones como la prisión, la fábrica, la escuela, la universidad o el psiquiátrico. Sin embargo, el poder de los medios de comunicación ha conseguido una forma mucho más potente este control. Se ha pasado de la censura a la autocensura, de la vigilancia directa a un control en el que todas las personas vigilan y son vigiladas. Así, el disciplinamiento se ha diseminado por toda la sociedad con una potencia nunca vista. Hay otros mecanismos de control. Por ejemplo, la globalización (la amenaza de llevar los puestos de trabajo a otro lugar), la financierización (el endeudamiento social) o las drogas (como instrumentos de paralización social). En general, en el Centro se usan mecanismos de dominio blando, mientras que en las Periferias este control fue violento. Las estructuras de poder siempre han utilizado el lenguaje como vehículo de dominio, pero nunca con la intensidad y la sofisticación alcanzadas desde la década de 1980 gracias a la sociedad de la imagen. El lenguaje políticamente correcto, que se empezó a establecer en esa década, está cargado de metáforas de enorme poder de convicción. Los intervencionismos en las economías locales se denominaron “(neo)liberales”, las guerras fueron “humanitarias”, el gasto en infraestructuras se transformó en una “inversión” y el crecimiento en un planeta limitado, en “sostenible”. Incluso se habló del “fin de la historia”. En este creciente auge del simulacro, la industria de las relaciones públicas desempeña un papel clave, pues se encarga, llegado el caso, de activar campañas de propaganda en contra de las resistencias que puedan oponerse a las grandes empresas. La hegemonía en la creación cultural a escala planetaria es parte esencial del poder de EEUU (y del Centro en general). Una de las principales armas fue el cine con la creación de modelos y héroes. A estos personajes hay que sumar los relacionados con el deporte espectáculo y los intervinientes en los reality shows, referentes que indican la creciente decrepitud moral de las sociedades. 71 Finalmente, están los personajes destinados al público infantil, entre los que destacaron los de Disney. Destilan todo el glamur del american way of life y la visión neocolonial estadounidense del mundo, además de inducir un consumismo. Los nuevos mitos de la Posmodernidad Uno de ellos es el mito del desarrollo sostenible. Sobre el mito del progreso se construyó el del desarrollo y, sobre este, el del crecimiento, emparentando los tres términos, como si todos significasen “crecimiento”. Durante los “Treinta Gloriosos”, empezaron a surgir reflexiones en la comunidad científica que alertaban de la crisis ecológica en marcha. Sin embargo, el hecho de que se entronizara en esos años el PIB como el indicador estrella señaló lo incuestionable de los logros del crecimiento. Todo se debía medir en términos monetarios, y no cabía tener en cuenta la alteración y deterioro de las variables biofísicas ni de los trabajos de cuidados. Además, la degradación ambiental incrementaba el PIB (tala de bosques, sobreexplotación de pesquerías, expansión de la agricultura industrializada, urbanización, tratamiento de vertidos), ocultando aún más los aspectos negativos que su expansión implicaba. Desde las esferas del poder se alertaba sobre “la bomba poblacional” en las Periferias. Pero la aparición cada vez más evidente de fuertes problemas ambientales locales obligó a que empezaran los primeros intentos institucionales para enfrentarlos. Esto se afrontó con medidas de “final de tubería”. En la década de 1960, se empezaron a hacer palpables los conflictos medioambientales interestatales y se comenzaron a buscar vías institucionales para abordarlos. También hubo una concienciación ecologista in crescendo. La publicación de Los límites del crecimiento (Meadows y col., 1972) marcó un antes y un después en todas estas reflexiones. El texto puso sobre la mesa la imposibilidad del crecimiento infinito en un ecosistema finito, generando un considerable debate. Todo lo cual creó el caldo de cultivo que dio lugar a la primera conferencia internacional sobre la problemática ambiental: la conferencia de la ONU en Estocolmo (1972). Su declaración final estableció que el combate contra la pobreza era imprescindible para proteger el medio ambiente. Y este combate tenía que hacerse con más desarrollo, que no era otra cosa que más crecimiento. En la siguiente década, la crisis ambiental se cruzó con la crisis energética, las crisis políticosociales en el Centro y la intensificación de la rebelión de las Periferias, lo cual aumentó el debate. Toda la década estuvo salpicada por convenios y conferencias internacionales de protección ambiental. Pero la Contrarreforma Neoliberal también afectó a la lucha ambiental. Los precios del petróleo y de la energía en general, así como de las materias primas, empezaron a caer abruptamente, como hemos visto, lo que permitió que el crecimiento se pusiese otra vez en marcha y con él se relegó la visibilidad de los límites ambientales. En este contexto se impulsó el concepto de “desarrollo sostenible”, y se resaltaba que el desarrollo (crecimiento) en el Centro estaba permitiendo resolver los problemas ambientales. En el propio término “desarrollo sostenible”, el sustantivo, “desarrollo” (crecimiento), se imponía claramente sobre el adjetivo, “sostenible”. Sin embargo, el término era lo suficientemente ambiguo como para contentar a todo el mundo. En la Cumbre de la Tierra de Río (1992) se coronó el “desarrollo sostenible” como la forma de acabar con la pobreza y resolver la crisis ambiental. Este crecimiento solo se conseguiría liberalizando y profundizando el comercio mundial, entre otras medidas de corte neoliberal. Con lo acontecido en Río se transmitía al mundo la idea que, a partir de entonces, se encaminaba hacia la sostenibilidad. Los años posteriores a la Cumbre de Río siguieron la senda marcada allí, con la única novedad del refuerzo de los partenariados público-privados y principios como, “Quien contamina paga” y “Quien conserva cobra”. Otro de los mitos fue el del crecimiento como “solución” a las desigualdades Centro-Periferias. El desarrollo reconfiguró las relaciones Centro-Periferias, que pasaron de ser “colonizadorescolonizados” a “desarrollados-subdesarrollados”. El desarrollo fue la evolución terminológica del 72 progreso como coartada para un control de las Periferias por la vía comercial. En este papel, fueron claves el BM, el FMI, el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) y los programas de ayuda al desarrollo de cada país. Bajo el paraguas del mito del desarrollo llegaron a legitimarse invasiones por medio de las “intervenciones humanitarias”. Para conseguir el desarrollo era imprescindible el crecimiento, por lo que ambos términos, en la práctica, se convirtieron en sinónimos. La clave no estribaba en el reparto de la propiedad, ni en las desiguales relaciones Centro-Periferias. Se ponía el dedo sobre el escándalo que era la pobreza, pero no sobre la riqueza, como si ambos aspectos no estuviesen relacionados. La clave era conseguir una tasa de aumento del PIB suficiente. El subdesarrollo era una comparación entre el PIB de distintos países, que, por lo tanto, obligaba a un crecimiento sin fin. En el fondo, el desarrollo esconde una triple falacia: que el desarrollo (crecimiento) es bueno en sí mismo; que es posible para todos los países, es decir, que el desarrollo de unos no se basa en el empobrecimiento de otros; y que es factible en un planeta de recursos limitados. La colonización cultural, cuyo ariete era el desarrollo, permitió la expansión del Homo economicus, que se empezó a desplegar en las Periferias después de la descolonización. Su visión se hizo más hegemónica aún tras el colapso del “socialismo real”. La ideología del desarrollo (progreso) no solo calmó rebeliones en las Periferias, sino que también sirvió para canalizar muchas energías de las poblaciones de los Estados centrales hacia la “ayuda al desarrollo”, cuyo mayor exponente fueron las ONG de desarrollo. En la desvalorización de los conocimientos vernáculos, el lenguaje sirvió como otra herramienta fundamental, por ejemplo, con el uso de los adjetivos “improductivo” o “primitivo” para hablar de la economía, de la organización social o la cultura. El crecimiento se convirtió en una demanda social también porque tapaba el sufrimiento social y la destrucción ambiental que suponía la necesidad del capitalismo de crecer continuamente y de forma acelerada. Culturas populares, antisistémicas y contraculturas, hidras de mil cabezas difíciles de cortar o domesticar Sin embargo, a pesar de toda la potencia de la aldea global y de la realidad virtual, a lo largo del siglo XX hubo también importantes dinámicas culturales de resistencia a las estrategias del poder: la existencia de culturas populares locales preexistentes; el desarrollo de culturas antisistémicas de la “vieja izquierda” (socialismo, comunismo, anarquismo, movimientos de liberación nacional); y las formas contraculturales o alternativas que surgieron desde la década de 1960. Las culturas populares fueron progresivamente erosionadas o desarticuladas por la expansión del capitalismo fosilista y solo pervivieron en los mundos campesinos e indígenas. Una de las que más trascendencia tuvo en el siglo XX fue la afroamericana de EEUU. La época dorada de las culturas antisistémicas fue la primera mitad del siglo XX (socialdemocracia, comunismo, movimientos de liberación nacional). Sin embargo, al alcanzar estos movimientos el poder se difuminaron sus rasgos antagonistas y se integraron en la cultura dominante, transformándola. La fuerza cultural de estos movimientos se fue diluyendo en la segunda mitad del siglo XX, pero sin desaparecer. Tuvieron considerable proyección global y desarrollaron sus propios referentes (Lenin, Mao, Gandhi, Luther King), pero cuando, pasada la mitad del siglo, tuvieron que competir con los de la sociedad de la imagen, les fue muy difícil prevalecer. Tan solo algunos (Che Guevara, subcomandante Marcos) mostraron una gran capacidad para proyectar su imagen rebelde y liberadora a escala mundial. Finalmente, los movimientos contraculturales surgieron al calor de las distintas rebeldías de la década de 1960 (hippismo, revolución sexual, feminismo, ecologismo, pacifismo). Algunos derivaban o bebían de expresiones culturales contestatarias previas (existencialismo o anarquismo). En las dos o tres últimas décadas del siglo también empezó a proliferar un amplio abanico de otras culturas alternativas, desde las místicas o espirituales (como el new age), pasando por diferentes tribus urbanas, a los nuevos movimientos surgidos al calor de internet (hackers, cyberpunk, software libre) o la contrapublicidad.;...)))....
Paradojas de la sociedad de la imagen La sociedad de la imagen trajo consigo un nuevo impulso del yo, la conquista del alma y derrumbe social y moral. En segunda mitad del siglo XX, y el inicio del siglo XXI se ha producido una apabullante reafirmación del yo, que ya se había reforzado en diferentes momentos a lo largo la historia, pero que nunca había tenido lugar un desarrollo tan rápido, intenso y de alcance global. Se han expandido un individualismo narcisista y posesivo, y un fuerte hedonismo insolidario. Por otra parte, se han desarticulado en gran medida las redes comunitarias, especialmente en los espacios altamente urbanizados y se ha producido un auge del individualismo tecnológico pues aunque la expansión de las redes sociales aumenta las relaciones, el contacto a distancia sustituye parcialmente las redes físicas. A pesar de las escapadas virtuales, probablemente esta es una de las sociedades más infelices que hayan existido. Muchos se meten en el mundo del deporte espectáculo, para poder sentirse miembro de una comunidad, además de como válvula de escape. Todo ello aumenta las actitudes patológicas o violentas, expresión de una sociedad enferma. El derrumbe no es solo social, sino también moral, pues ambos planos están estrechamente relacionados. Se ha ido imponiendo el sálvese quien pueda, la corrupción se ha generalizado, tanto en pequeñas corrupciones sociales, como la gran corrupción institucionalizada. El modo de vida altamente insostenible hace que actos como encender el aire acondicionado o comprar una camiseta, tengan fuertes impactos (cambio climático, trabajo infantil), con lo que se produce un derrumbe moral por la sensación de la incapacidad de actuar éticamente. Sin embargo, todavía sobreviven espacios donde imperan otros valores. Si no hubiese sido así, el capitalismo fosilista se hubiera autodestruido por su incapacidad de reproducción social. En los ámbitos privados de convivencia todavía impera la lógica del cuidado y el afecto, así como en los microespacios de vida comunitaria basados en una economía no capitalista. La familia actúa cada vez más como el verdadero “Estado del Bienestar”, aunque a costa del trabajo de las mujeres, que son quienes prioritariamente hacen frente al derrumbe social y moral del capitalismo global. Muchas personas se cuestionaron toda esta sinrazón y buscan salidas en la espiritualidad perdida, como por ejemplo, las tradiciones orientales, persiguiendo compatibilizar la individualidad con la conexión con la naturaleza y con el resto de la humanidad. Otra de las paradojas de esta sociedad de la imagen es la pérdida de conocimiento. Aunque parece crecer el conocimiento, pudiera estar ocurriendo lo contrario. Los almacenes de información electrónica sobre las especies en extinción, los museos etnológicos o los bancos de semillas pueden tranquilizarnos sobre la conservación de la información, olvidando que la información sistémica y compleja no es fácil de almacenar en soportes magnéticos. Los mejores almacenes de información de la sostenibilidad residen en los códigos genéticos de las especies en interacción y dejan la huella de sus relaciones sistémicas en su configuración en el territorio. No se puede negar la superioridad del ordenador en el almacenamiento y recuperación de datos, pero los datos no son la sustancia del pensamiento. Además, la información y el conocimiento necesarios para el mantenimiento de la vida (como cultivar el terreno donde se vive) disminuyen a velocidad de vértigo. Lo mismo pasa con la información genética de las especies extintas y con las lenguas olvidadas como resultado de la desarticulación de los mundos campesinos e indígenas. A esto hay que añadir que la mayoría de la información en internet resulta ruido, información distorsionada o simplemente irrelevante, como la publicidad. El auge de la “posverdad” en la década de 2010 es un indicador paradigmático. Decir por último que se fue generando una gran brecha informativa entre la minoría mundial que tenía acceso a los servicios digitales más avanzados y el resto. La tercera paradoja de la sociedad de la imagen son los impactos ambientales que crea, a pesar de su carácter inmaterial y su condición ambiental inocua. Cada ordenador supone extraer y procesar 1.000 veces su peso en materiales, con el transporte de productos que ello implica, unos materiales que además son escasos. Además de los impactos en la fabricación, están los residuos contaminantes que se generan. A ello habría que sumar la obsolescencia programada de estos 74 aparatos. Lo mismo se podría decir de las televisiones, los teléfonos móviles o los libros electrónicos. Por otra parte, el funcionamiento del ciberespacio y la sociedad de la imagen demandan una considerable cantidad de energía eléctrica. Actividades como la lectura de un periódico on line, el correo electrónico, o colgar vídeos, tienen también su coste energético. Además, muchos de los nuevos materiales necesarios para la nueva economía (fibra de vidrio, PVC, poliuretano) requieren mucha más energía para su fabricación que los antiguos (hierro, acero o aluminio) y además son difícilmente reciclables. Del auge de la estatalidad, a la crisis y reconversión del Estado En el siglo XX, la forma Estado, y muy en concreto el Estado-nación capitalista, se amplió a todo el sistema-mundo. En el Centro, el Estado ha transitado a lo largo del siglo XX de un formato fuertemente liberal, al inicio del siglo, a un Estado social en las décadas centrales, para volver a un tipo de Estado de corte neoliberal a finales del siglo. En los territorios periféricos, el Estado social prácticamente no llegó a despegar. En el bloque “comunista”, el Estado tenía ciertas similitudes estructurales con el Estado capitalista, debido a la construcción también de la sociedad industrial. El Estado social Comenzaremos viendo el “Estado del Bienestar” en el Centro durante los “Treinta Gloriosos”. El Estado social no se consolidó en los Estados centrales hasta el fin de la II Guerra Mundial y, más en concreto, hasta alrededor de 1970. Hizo falta una crisis mundial, una quiebra prácticamente total de las estructuras de los Estados de Europa Occidental, un auge sin precedentes de la movilización social y un avance de la proyección de la URSS hasta la mitad de Europa para que las fuerzas del capital se avinieran a negociar con las de la izquierda parlamentaria un nuevo modelo de Estado. Los Gobiernos socialistas prácticamente coparon el panorama político europeo occidental durante 30 años, y donde no fue así, las fuerzas cristianodemócratas aplicaron políticas parecidas. Por primera vez en la historia del capitalismo y del Estado, en los Estados centrales el gasto prioritario dejó de ser el militar y fue el social. Los bancos centrales pasaron a estatalizarse, o bien el Estado ganó una mayor influencia sobre ellos. Esto, junto con el fuerte incremento de la fiscalidad sobre los sectores más enriquecidos y un alto crecimiento, permitió una ampliación muy sustancial del gasto público social. Las políticas keynesianas fueron hegemónicas durante todo ese periodo. Además, muchos sectores clave de la economía que antes estaban en manos del capital privado pasaron a estatalizarse (producción eléctrica, transportes ferroviarios y metropolitanos, abastecimiento de agua, telecomunicaciones), sobre todo en Europa Occidental. La vivienda social, y en concreto en alquiler, fue uno de los pilares del Estado social. El Estado se convirtió en el garante de un nuevo marco de regulación laboral más proclive a los intereses del mundo del trabajo, con la incorporación de los sindicatos a la concertación social. Así, se vivió un periodo de tranquilidad y prosperidad material sin precedentes. El keynesianismo social vino acompañado del militar, sobre todo en EEUU, en el que el armamento nuclear cumplió un papel clave. Todo esto no hubiera sido factible sin un creciente y monumental consumo de energía y, sobre todo, de petróleo. La creación del “Estado del Bienestar” coincidió grosso modo con la etapa de mayor crecimiento del consumo energético per cápita de crudo. A ello hay que añadir la explotación de las Periferias, de la naturaleza y del trabajo de cuidados de las mujeres. Las movilizaciones sociales de finales de las décadas de 1960 y 1970 alteraron todo este estado de cosas. El Estado perdió credibilidad como mecanismo de transformación y se cuestionó el funcionamiento de las estructuras piramidales y burocráticas, es decir, las bases mismas de la estructura del poder estatal y empresarial. 75 En las Periferias, durante la primera mitad del siglo XX se afianzó la dimensión “nacional” de muchos de los Estados en América Latina a través de procesos revolucionarios (México, 1910; Bolivia, 1952), o de fuertes movilizaciones y rupturas institucionales (Perón en Argentina, 1945). En todos estos casos, los movimientos sociales buscaron una mayor independencia de los países centrales (especialmente de EEUU), una mejora de las condiciones de vida, un refuerzo como Estado-nación y una modernización (industrialización) de sus sociedades. Sin embargo, en ningún país de América Latina se completó un sentimiento de “nacionalización” en la que sus habitantes se sintiesen miembros plenos de una comunidad nacional, a pesar de sus casi 200 años de existencia desde su independencia colonial. En África, Asia, el Caribe y el Pacífico, tras el fin de la II Guerra Mundial, hubo un auge de los movimientos de liberación nacional. La ONU: un Parlamento mundial con reducida capacidad La Organización de Naciones Unidas (ONU) surgió en 1945 como producto del clima mundial posbélico. Se puede considerar como una especie de nuevo Tratado de Westfalia. La ONU incluyó desde el primer momento a la URSS, pues todavía se respiraba la atmósfera favorable del reparto “sereno” del poder mundial de Yalta y Potsdam (1945), cuando las grandes potencias hegemónicas delimitaron sus esferas de influencia. Después del inicio de la Guerra Fría (1948), la ONU siguió desempeñando un papel considerable en la escena internacional a través del Consejo de Seguridad. La ONU demostró en sus primeros años que era capaz de llegar a acuerdos políticos de enorme trascendencia internacional, como fue el caso de la Declaración sobre Derechos Humanos (1948). Además, en la década de 1960 fue complementada con la Declaración de Derechos Sociales y con el Convenio contra la Tortura. Igualmente, la ONU también posibilitó el intento de impulsar desde su seno un Nuevo Orden Económico Internacional por parte del movimiento de los no alineados. Crisis del Estado social y endurecimiento del Estado La derrota del movimiento obrero, y la derechización de las sociedades implicaron el fin del pacto tácito de los “Treinta Gloriosos” alrededor del “Estado del Bienestar”, que fue desapareciendo por falta de financiación y por los procesos privatizadores. El gasto social se fue haciendo insostenible como consecuencia de la rebaja de impuestos a las clases altas y la evasión fiscal, a pesar de la venta de gran parte del patrimonio público. De este modo, la Contrarreforma Neoliberal no solo ha supuesto el fin de la represión financiera, sino que ha forzado que el Estado y la sociedad funcionasen según las lógicas del mercado capitalista. Se ha producido una represión democrática pues en ámbitos como la sanidad, la educación y las pensiones, las decisiones las toman progresivamente grandes actores privados. Desde la década de 1970, como resultado directo de las distintas crisis (energética, económica, monetaria, hegemónica), los Estados centrales se agruparon para ganar fuerza dando lugar al G-7, que complementó al FMI, el BM y la OMC. En paralelo, se profundizaron los procesos de regionalización interestatal de estados que se plasmaron en mercados regionales más amplios e integrados. El más relevante fue el europeo, que había empezado en la década de 1950, se amplió y profundizó con la creación de un Mercado Único en la década de 1980, y en la siguiente se formó la UE y creó el euro. La integración ha sido fundamentalmente económica y monetaria, sin desarrollar mucho su dimensión política y militar. Pero dentro de la UE también existen Centros y Periferias. EEUU, México y Canadá crearon el Tratado de Libre Comercio de América del Norte de 1994 (TLCAN). Estas dinámicas interestatales se animan para defender mejor a sus propios actores empresariales, acceder a recursos más amplios que los de los propios Estados y resistir los embates del mercado mundial. El Estado perdió competencias, aunque conserva algunos resortes de poder, como el ejército, la policía, la fiscalidad, las políticas económica y exterior, y las políticas de infraestructuras e inmigración. De manera más profunda, el Estado ha perdido poder porque se le despojó de gran 76 parte de su capacidad de autofinanciarse, al dejar de crear dinero de forma autónoma y al privatizar gran parte de sus empresas. En todo caso, el Estado sigue teniendo un papel fundamental: como último salvaguarda del capital (al que “rescata”), como inversor (construcción de infraestructuras, investigación, educación) y como legislador. Además sigue siendo un agente legitimador clave y el encargado de mantener el orden social interno (sistema judicial, policía) y externo (ejército, Lex Mercatoria). Por otra parte se ha producido una pérdida de legitimidad del Estado. Las elecciones parlamentarias han seguido siendo un elemento legitimador, aunque cada vez menor, pues ha resultado cada vez más patente la crisis del bipartidismo, que había hegemonizado el amplio espacio de “centro” de sus sociedades. La creciente crisis de legitimidad del Estado es también debida a la incapacidad (o falta de voluntad) para mantener el Estado social, por el desprestigio de los partidos políticos por los continuos casos de corrupción, y por la falta de alternativa real en la política económica, donde pierde poder frente a otros actores, como las multinacionales. La obsesión del Estado por la seguridad ha implicado también una creciente pérdida de credibilidad de la institución policial ante la ciudadanía más marginada. Al arribar el nuevo milenio, en las Periferias se ha perdido en general la fe en los viejos Estados como agentes de liberación. Asimismo, a principios del siglo XXI existen diversos “Estados fallidos”, sobre todo en África Subsahariana, entre los que hay algunos de importancia sistémica por su posición estratégica, posesión de combustibles fósiles (Irak) y hasta de armamento nuclear (Pakistán). El texto sigue analizando las políticas de seguridad de los Estados centrales y periféricos para el control del orden público. Del movimiento obrero al antiglobalización, pasando por el auge del feminismo y el ecologismo En el siglo XX, la mayor conflictividad laboral a escala global se dio en la primera mitad y se manifestó especialmente en los países centrales. En la segunda mitad del siglo, esta conflictividad fue declinando lentamente en el Centro durante los “Treinta Gloriosos”, pero no así en las Periferias, donde se produjo la rebelión contra el Centro. Sin embargo, este paulatino declive en el plano laboral tuvo como contrapartida un importante repunte de la rebelión de alcance mundial en torno a 1968. Posteriormente, durante la Contrarreforma Neoliberal, la conflictividad social fue bastante menos explosiva que en la primera mitad de siglo. Finalmente, en torno a la década de 1990 se produjo un nuevo renacer de las luchas antisistémicas, que eclosionó en el movimiento antiglobalización o movimiento por la justicia global. Igualmente, se multiplicaron los antimovimientos sociales (fundamentalismo religioso, nacionalismo), especialmente el islam político. Cada uno de los ciclos de movimientos sociales ha producido un cambio en las estrategias del poder. Probablemente, una de las más exitosas ha pasado por fagocitar a los movimientos sociales incluyendo sus metáforas en su retórica, así como a parte de sus integrantes en la lógica del consumo y la deuda. “Estabilidad” en el Centro y rebelión en las Periferias durante los “Treinta Gloriosos” El Centro gozó de una considerable “estabilidad” al desactivarse en gran medida el conflicto social y, sobre todo, la movilización obrera, como resultado de distintas dinámicas: pacto entre empresas, sindicatos y el Estado; mejora sustancial del nivel de consumo de la clase trabajadora en un periodo de “pleno empleo”; progresivo abandono, conforme se desarrollaron los servicios sociales, de los emprendimientos autónomos creados por el movimiento obrero (cooperativas, mutualidades, monedas alternativas). Todo ello posibilitado por un intenso crecimiento económico gracias al 77 petróleo barato, la explotación de las Periferias, al acceso gratuito a las funciones ecosistémicas, y al trabajo no remunerado de las mujeres en el hogar. En las Periferias, esas décadas fueron de fuerte conflictividad social, por el ascenso de los movimientos de liberación nacional en África y Asia, y por los procesos de afirmación nacional en América Latina. También se dieron crecientes resistencias campesinas e indígenas, que enfrentaron los procesos de modernización del mundo rural. En el mundo árabe, predominó el nacionalismo panarabista y se creó la Organización de Liberación de Palestina (OLP) (1964). En el bloque “comunista”, empezaron a irrumpir importantes resistencias y luchas obreras en Europa Oriental, mientras que en la URSS reinaba un vacío como resultado de la fortísima represión del periodo estalinista. En Berlín Este (1953) y especialmente en Hungría (1956) se produjeron los principales estallidos sociales contra el dominio soviético. Al final de este periodo, en la década de 1960 aparecieron nuevas y diversas dinámicas antagonistas: movimiento por los derechos civiles en EEUU por parte de la minoría negra (movilización noviolenta, desobediencia civil); lucha guerrillera en América Latina; florecimiento del movimiento antiguerra en EEUU y Europa Occidental, como resultado de la oposición a la guerra de Vietnam; la revolución sexual y contracultural, desde el amor libre al consumo de drogas y movimiento hippy (anticonsumismo, vida comunitaria, nueva espiritualidad, naturismo, pacifismo); creciente afirmación pública de las mujeres; y las primeras semillas de lo que sería el movimiento ecologista. La Revuelta del 68 sacude al mundo Todo esto se multiplicó y estalló a escala global en torno a 1968, el primer proceso revolucionario de carácter mundial. Los principales movimientos antisistémicos de la “vieja izquierda” se habían asentado en el poder: socialdemocracia en el Centro, partidos comunistas en el bloque soviético y movimientos de liberación nacional en las Periferias. La revuelta fue contra todos ellos y tuvo sobre todo un carácter antiautoritario frente a las estructuras de poder existentes (Estado, ejército, Iglesia, sindicato y familia). El 68 adoptó un discurso anticapitalista en el Centro y anticomunista en el bloque soviético. Propuso la reivindicación de la utopía, rechazando la aceptación del mundo tal cual es, y planteando la necesidad de transformación de la realidad concreta aquí y ahora. También fue el inicio de la progresiva sustitución del eje izquierda-derecha por el que separa el arriba y el abajo. La Revuelta del 68 implicó también una importante crítica de la “sociedad del bienestar”, y de “consumo”. Replanteó el concepto de militancia tradicional de la izquierda, e impugnó la alienación del trabajo asalariado. Supuso un cuestionamiento del orden patriarcal en el ámbito doméstico, siendo la espoleta que activó al movimiento feminista. Comenzó a cuestionarse el dominio sobre la naturaleza, que luego profundizó el movimiento ecologista. El conflicto social antagonista dejó de estar centrado en la fábrica para difundirse por el territorio. El movimiento social del 68 desterró al fordismo-taylorismo, cuya crisis fue consecuencia de las luchas sociales de estos años y supuso el final del poder del proletariado industrial, con la explosión de lo social como nueva expresión de la actividad política. Se podría decir que la rebelión global del 68 fue la primera revuelta juvenil de la historia, lo que provocó una fuerte ruptura generacional. La movilización fue resultado asimismo de una época marcada por un enorme optimismo y fe en la capacidad de cambio social, a lo que no fue ajeno el enorme incremento del consumo de energía que se estaba dando en esos años, que permitía unas transformaciones sin precedentes. Nuevos movimientos sociales, autonomía, lucha armada y vuelta al campo El reflujo de la Revuelta del 68 tuvo lugar en el contexto de las distintas crisis que acontecieron en la década de 1970 (monetaria, energética, económica, de erosión de la hegemonía de EEUU). Los impactos económicos de la crisis (recesión, paro, inflación) provocaron a su vez un repunte de la movilización de los sectores trabajadores en todo el planeta. En general, la fuerza del conflicto 78 obrero fue menguando en los espacios centrales, mientras que se fue afianzando en los periféricos, en paralelo a los procesos de deslocalización industrial. Hubo un auge de nuevas vanguardias radicales y grupos armados, como las de carácter trotskista y maoísta en la izquierda extraparlamentaria. Además, se produjo una extensión y profundización de los grupos de confrontación armada (ETA, IRA). En muchos países de América Latina se profundizaron las guerrillas (Colombia, Perú, Centroamérica), muchas de las cuales contaron con el apoyo de la URSS (y/o de Cuba). Del reflujo del 68 irrumpieron el feminismo, ecologismo, pacifismo, y otros movimientos sociales, que ya partían de experiencias previas y que tuvieron impactos mucho más transformadores en las sociedades que la lucha armada. La segunda ola del movimiento feminista se desarrolló a partir de la década de 1970, especialmente en los espacios centrales, marcada por la publicación de El segundo sexo, de De Beavoir (1949). Los feminismos denunciaron cómo el patriarcado y el capitalismo son sistemas que conviven, se adaptan y se sostienen mutuamente, y mostraron lo fundamental de las labores de cuidados en el sostenimiento de la vida. Fruto de la lucha feminista, la pérdida de poder del patriarcado en los 30- 40 últimos años del siglo XX fue impresionante, especialmente en los espacios centrales. El feminismo tuvo un papel básico la entrada de la mujer en el mundo del trabajo asalariado y logró modificaciones sustanciales en el marco normativo en los países centrales. Probablemente la lucha feminista ha sido la más exitosa de todas las del siglo XX. El movimiento ecologista se desarrolló en los países centrales y en los periféricos con formatos distintos. En las Periferias, fue una parte imprescindible de la lucha por la supervivencia de los sectores rurales. En las regiones centrales se estructuró principalmente en esos años en torno a la lucha antinuclear, cuya capacidad de movilización social fue una de las causas del parón de la industria del átomo desde finales de la década de 1970. Pero el movimiento ecologista se expandió también a partir de una diversidad de luchas concretas. Se había abierto el debate sobre “los límites del crecimiento” de Meadows y la ONU había convocado su primera cumbre sobre la crisis ambiental en Estocolmo (1972). Este movimiento influyó decisivamente en que se aprobaran leyes y se crearan determinadas instituciones para intentar gestionar la crisis ambiental con medidas de “final de tubería” y para proteger ciertos enclaves de gran valor natural. También se fortaleció el movimiento pacifista en los países centrales, en donde se recrudeció la oposición a la Guerra de Vietnam, se afianzó la objeción de conciencia a la conscripción obligatoria y hasta la insumisión, así como la reflexión antimilitarista y la oposición a las políticas imperialistas y al armamento nuclear. Igualmente, en los años setenta se desarrolló el movimiento de liberación gay, que después daría lugar al movimiento LGTBIQ por los derechos de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales. La Teología de la Liberación, impulsada por la iglesia de base de América Latina, África y Filipinas, cobró impulso con la Revuelta del 68, pero sobre todo al calor del Concilio Vaticano II. Apostaba por el compromiso social con los sectores más marginados de dichas sociedades. Se abrió al marxismo como forma de entender una sociedad basada en la extrema desigualdad social y en la lucha de clases. Fue considerada subversiva por parte de la jerarquía eclesiástica. Estableció unos lazos muy estrechos con los nuevos movimientos de educación popular que se desarrollaron también en esos años, desde los que se planteó que enseñar es también aprender y que la educación es un proceso bidireccional, dialógico, entre el alumnado y el profesorado. Finalmente, el 68 impulsó, junto con las crisis de la década siguiente, un considerable movimiento de transformación personal y colectiva al margen del sistema. Hubo mucha gente que decidió iniciar en la vida cotidiana alternativas a las formas productivas y de consumo. Fue una segunda ola del cooperativismo, tras la primera, al principio del movimiento obrero. Muchas de estas iniciativas se orientaron a la recuperación del mundo rural. Así, entre las décadas de 1970 y 1980 se dio un considerable éxodo al campo de activistas del 68 en muchos países centrales, creando comunas neorrurales, con producción agroecológica. 79 En las metrópolis se desarrolló desde un importante movimiento de okupación de viviendas y centros sociales, hasta la creación de comunas urbanas, pasando por cooperativas de todo tipo, bancos alternativos, monedas locales, etc. Y todo ello, acompañado de radios libres y nuevos medios de comunicación alternativa. En esta época también se produjo la irrupción de la autonomía, la autogestión, autoorganización, autodeterminación, y el rechazo general a las reglas impuestas desde el poder. La década de 1970 vio desarrollarse una crítica a la tecnología que resaltó la deshumanización de los modernos procesos de producción capitalistas, al tiempo que criticaba el crecimiento sin fin del transporte motorizado y del área urbanometropolitana. También mostró la necesidad de impulsar tecnologías democráticas, de pequeña escala, que posibilitaran la liberación, y que tuvieran en cuenta los condicionantes ambientales y los límites ecológicos. Por último, el reflujo del 68 trajo la eclosión de nuevas espiritualidades, y prácticas de meditación y de autoconocimiento. El budismo, el yoga, el hinduismo y el taoísmo se expandieron por los países centrales. Así, después de casi siglo y medio de creciente rechazo a las religiones (católica y protestante), reapareció la necesidad por profundizar en su dimensión espiritual. Algo a lo que no daban respuesta las metanarrativas y prácticas de la “vieja izquierda”, y mucho menos el creciente vacío existencial del mundo moderno. Supusieron otra forma de éxodo de la Modernidad, de rechazo al materialismo y al racionalismo, en este caso más intimista y sin pretender el cambio de las estructuras de poder. La conflictividad político-social en el Nuevo Orden Mundial El cambio sociocultural que despuntaba a principios de la década de 1980 fue truncado por la globalización neoliberal. En el Centro, el repunte económico (sobre todo, financiero), la disposición de nuevo de energía barata y de fuerza de trabajo hiperexplotada, y la profundización en la sociedad de consumo y del entretenimiento hicieron desaparecer esos brotes, que no resurgieron hasta el movimiento antiglobalización. En las Periferias, a partir de la década de 1980 la esperanza suscitada por la independencia colonial se había desvanecido ya en gran medida, sobre todo tras la ruina del movimiento de los no alineados. De esas cenizas, y en el contexto de desposesión neoliberal, nacieron nuevos y potentes movimientos, que sin duda fueron los referentes de esta etapa. En el Centro continuó el declive del movimiento obrero. La crisis y el colapso de los regímenes de “socialismo real” tuvo una importante repercusión en los conflictos políticos-sociales en el mundo entero. Una fue la desaparición del conflicto ideológico, quedando como incontestables la “democracia” parlamentaria y el capitalismo liberal. El fin del conflicto entre bloques provocó el desfondamiento de la lucha guerrillera en muchas partes, en concreto en América Latina, pero asimismo en África. Los movimientos guerrilleros se vieron obligados a aceptar “procesos de paz”, impulsados por EEUU y la UE, cuyos nimios resultados positivos para los grupos armados se quedarían más tarde en papel mojado. Las organizaciones sociales se alejaron de la confrontación armada y plantearon, cada vez más, estrategias basadas en la desobediencia civil y la no violencia activa. El nuevo capitalismo global fue determinante para la derrota del movimiento obrero, que ya venía arrastrando una importante crisis, a través de deslocalizaciones, robotización, desarticulación del Estado social y conquista del alma. El final del “Estado del Bienestar” marcó una profunda quiebra en el sindicalismo. El yugo de la deuda también ayudó a rebajar la conflictividad social. Los nuevos movimientos sociales que se habían creado tuvieron que adaptarse al nuevo contexto político-social. Hubo un impulso de las ONG en el Centro y en las Periferias. Su eclosión se debió en parte al vacío dejado por la crisis de la socialdemocracia y el socialismo. La considerable financiación destinada a este sector logró atraer hacia su órbita a una parte importante del activismo político-social, cuyo funcionamiento acabó siendo en muchos casos funcional al nuevo capitalismo global. 80 Una parte del movimiento ecologista en los países centrales acabó convirtiéndose en grandes ONG dedicadas principalmente al cabildeo institucional y empresarial, así como a la sensibilización social, mientras que una diversidad de pequeños grupos apostaron por un espíritu radical y activista. El heterogéneo movimiento pacifista se vio enfrentado a nuevos retos, una vez que había acabado el enfrentamiento entre bloques. Su capacidad de movilización desapareció en gran parte con la implosión de la URSS. En las Periferias, las luchas campesinas, indígenas y populares fueron los nuevos referentes. Un foco de resistencia muy significativo en esta etapa fue el reforzamiento de las luchas campesinas. El movimiento de los “sin tierra” se desarrolló desde mediados de la década de 1980, en muchos países periféricos, luchando por los bienes comunales. Hay que sumar el auge de los movimientos indígenas, cuyo punto central fue el alzamiento zapatista en 1994, que alcanzó una dimensión global. Entre sus planteamientos estaba crear “un mundo donde quepan muchos mundos”, una dirección que “manda obedeciendo”, y una lucha armada como estricta autodefensa. Otras luchas fueron las comunidades eclesiales de base vinculadas a la teología de la liberación, la insurgencia indígena portadora de una cosmovisión distinta a la occidental, la educación popular y el “guevarismo” como inspirador de la militancia. En la década de 1990, también se produjo una diversidad de nuevas dinámicas de movilización y confluencia del activismo social que prepararon el terreno para la cristalización del movimiento antiglobalización al final del siglo. La convergencia de estas dinámicas antagonistas, en gran medida hijas del 68, se produjo a partir del bloqueo de la cumbre de la OMC de Seattle (1999) gracias a una muy importante y plural movilización. A partir de ahí, el movimiento antiglobalización centró su contestación en el intento de desbaratamiento de las cumbres de las principales instituciones y plataformas del capitalismo global (OMC, FMI, BM, G-8, Foro Económico Mundial de Davos), dando inicio a un gran ciclo de luchas. A la movilización se sumó la aparición de los Foros Sociales Mundiales (FSM), que se inauguraron en Porto Alegre (Brasil) en 2001 como respuesta a la reunión anual de las altas finanzas en Davos (Suiza). Los FSM han sido un espacio de encuentro y deliberación. En el discurso del movimiento antiglobalización, destacó la fuerte presencia de las demandas de las Periferias (anulación de la deuda externa, reivindicaciones de los movimientos campesinos e indígenas). En el campo de los antimovimientos sociales, al final del siglo XX podemos citar al fascismo, que nunca llegó a desaparecer, sino que rebrotó periódicamente, y el fundamentalismo religioso (islámico, católico, ortodoxo y protestante, judío e hindú) El Capitaloceno se expresa: la crisis ecológica adquiere dimensión mundial El cambio que había empezado con la Revolución Industrial se completó en el siglo XX. Un país tras otro, pasó de tener una economía de “producción” (basada en biomasa renovable) a una de “adquisición” (basada en la extracción de minerales y combustibles fósiles). En el siglo XX se pasó de un mundo “vacío” a un mundo “lleno”, de un mundo con abundancia de recursos y sumideros a otro descrito por la escasez y la saturación. Esta es una situación nunca antes conocida por el ser humano a escala global y que forzará políticas radicalmente distintas de las llevadas hasta ahora. Mientras que en el siglo XIX los impactos del metabolismo del capitalismo industrial estuvieron confinados en determinados territorios y fueron relativamente limitados, en el siglo XX dichos impactos se acrecentaron y mundializaron. Si en las sociedades agrarias las degradaciones ambientales eran locales (deforestación, erosión del suelo), el capitalismo fosilista produjo nuevos impactos, que diseminó por el espacio y el tiempo. El Holoceno, la etapa histórica que coincide con el inicio de la agricultura (los últimos 12.000 años), ha tocado a su fin, ya hay una nueva era geológica que se ha denominado Antropoceno. Una sola especie, la especie humana, ha logrado desviar en su propio beneficio una gran parte de los recursos del planeta. El funcionamiento del clima, la composición y las características de los ríos, 81 mares y océanos, la diversidad y complejidad de la biodiversidad y el paisaje se han alterado, convirtiéndose el sistema urbano-agro-industrial en la principal fuerza geomorfológica. Sus impactos condicionarán cualquier evolución futura. Pero más correcto que hablar de Antropoceno sería hablar de Capitaloceno, pues la mayoría de la historia de la humanidad no ha sido la de la depredación de la naturaleza. Ha sido el capitalismo el que ha implicado un cambio cualitativo y estructural en la relación con el entorno, y los combustibles fósiles los que han permitido que este se expresase hasta configurar una nueva era geológica. El capitalismo global como principal agente geomorfológico El metabolismo del capitalismo global no se puede sostener sin un consumo creciente de recursos de todo tipo extraídos del medio natural. Posteriormente, esos recursos son procesados con el concurso del trabajo humano, generando una producción que, en parte, es acumulada en forma de construcciones (edificios, infraestructuras), al tiempo que produce también mercancías de toda índole destinadas al consumo. A su vez, ambos procesos engendran importantes residuos que son vueltos a lanzar al medio. A lo largo del siglo XX, la producción industrial mundial se multiplicó por más de 50, la urbanización planetaria pasó del 15% de la población a más del 50%, al tiempo que la población se multiplicaba por 4 y el número de metrópolis millonarias, por 40. La agricultura industrializada se globalizó en gran medida, partiendo prácticamente de cero en 1900. El transporte motorizado se desbocó, partiendo también casi de la nada. Todo ello fue posible por un impresionante flujo energético, de biomasa, de metales, de materiales de construcción y de minerales. Además, el uso de biomasa descendió en porcentaje sobre el total, mientras se incrementaba el de recursos no renovables. Y esto se ha producido con efectos acumulativos, pues una de las características del metabolismo industrial es la ruptura de los ciclos de materiales, que en la naturaleza son cerrados. El aumento del consumo per cápita material y energético se produjo fundamentalmente durante los “Treinta Gloriosos” y en los años de consolidación de la globalización neoliberal, lo que fue posible por un incremento en el uso de combustibles fósiles. El consumo de biomasa y de minerales para la construcción ha crecido al mismo ritmo que la población, mientras que el de combustibles fósiles y minerales industriales lo ha hecho junto al PIB. Aunque todos los consumos están relacionados con el PIB. En los países centrales, alrededor del 50% de todo el consumo material es fundamentalmente para construcción: infraestructuras y edificaciones. Esto es otro cambio histórico de gran calado, ya que, como vimos, hasta este momento los materiales utilizados habían sido fundamentalmente los energéticos, que no se acumulaban. Las personas más enriquecidas son las principales responsables de este ecocidio: mientras que hasta el inicio del capitalismo el incremento de la población y del consumo fueron factores que contribuyeron más o menos por igual a la degradación ambiental, desde el comienzo del Capitaloceno, el consumo de unas pocas personas (la acumulación de riqueza) es responsable de unas 3 veces más impacto ambiental que el crecimiento demográfico. Además, los impactos ambientales del actual capitalismo se recrudecen en los espacios periféricos y semiperiféricos, mientras que se contienen en mayor medida en los centrales. En definitiva, la regla del notario, que se aprecia entre China, la UE y EEUU. En el reparto de responsabilidades, la población urbana también acapara más. Para la construcción de los espacios urbanos ha sido preciso un movimiento de materiales sin precedentes, que ha supuesto un alto impacto en sus lugares de extracción y un elevado consumo energético en su procesamiento (acero, aluminio, cemento, vidrio). La creación del sistema urbano-metropolitano ha implicado también otras importantes afecciones territoriales indirectas (presas, infraestructuras interurbanas), que suponen una alta demanda de materiales. Todo ello, está convirtiendo el planeta en una gran mina, en gran parte a cielo abierto. 82 Por último, el funcionamiento del sistema urbano-metropolitano comporta una necesidad de consumo de recursos energéticos, manufacturados y bióticos (principalmente, alimentos), con sus correspondientes huellas ecológicas, lo que es posible solo por el transporte motorizado, que se basa en el petróleo, y en minerales metálicos, para cuya extracción es preciso una gran remoción de rocas, que se efectúa con maquinaria activada también por derivados del petróleo. Los residuos y la contaminación son el lado oculto de metabolismo urbano-agro-industrial. El impacto ambiental del consumo material y el energético derivado del metabolismo industrial permanece en gran medida oculto a los ojos de la ciudadanía metropolitana. Pero las secuelas de residuos y contaminación que genera el otro extremo del metabolismo permanecen aún más escondidas. El metabolismo industrial tiene unas tasas de reciclaje de solo el 6%, debido a que el 44% de los materiales procesados se usan como fuente energética y, por lo tanto, no son reciclables. La explosión de los residuos sólidos se debió a la intensificación de la urbanización y al fuerte incremento de la producción industrial. Pero también a la expansión de la gran distribución comercial en las últimas décadas del siglo XX, que contribuyó a la proliferación del sobreempaquetado, y a hacer no rentable la retornabilidad y reutilización de los envases. Mientras los vertederos cercanos se colmatan, se acometen programas de incineración de residuos. Esto transforma el grueso de esos residuos sólidos en gases, algunos altamente peligrosos (dioxinas, furanos), pero invisibles. Además de la basura que termina en el océano. Por otro lado, en los últimos 60 años se ha producido una expansión impresionante de la industria química, que ha generado, aparte de un estallido de la producción de plásticos (petroquímica) difíciles de tratar y reciclar, una enorme variedad de sustancias sintéticas de carácter tóxico y persistente. Estas sustancias se comercializan con un mínimo conocimiento de su peligrosidad y sin considerar el principio de precaución. Durante estas décadas, han sido continuos los accidentes industriales (Bhopal, Chernóbil, Fukushima) o los vertidos de crudo (Prestige, Erika, Deep Water Horizon, Exxon Valdez). Por otra parte, es importante resaltar la contaminación química, biológica y radiactiva provocada por la guerra y la industria militar. Los impactos del armamento nuclear no han sido menores, sobre todo por las múltiples pruebas realizadas (Nevada, Argelia, Polinesia, Siberia) tras los bombazos de Hiroshima y Nagasaki. El impacto en la hidrosfera El consumo de agua se multiplicó por 10 a escala mundial a lo largo del siglo XX, 2,5 veces más que el incremento de la población. Este crecimiento se ha debido a la expansión de la agricultura industrializada de regadío. También se han producido consumos suntuarios por en jardines y actividades de ocio. Además del agotamiento de las reservas, otro impacto del sobreuso es la creciente salinización de muchos de los suelos y acuíferos debido al riego excesivo y a la intrusión marina en zonas costeras. Esta sobreexplotación fue factible gracias a la energía barata que permitió explotar acuíferos a gran escala. Ante el agotamiento de los escasos recursos subterráneos, los Estados fueron recurriendo cada vez más a costosas técnicas de desalación, que se sustentaban también en el consumo de crudo. La agricultura industrializada es una de las principales responsables del aumento de la contaminación de los recursos hídricos por nutrientes sintéticos y pesticidas. A ello se suma la ausencia de un tratamiento adecuado de las aguas de los complejos metropolitano-industriales. La depuración de las aguas residuales es una realidad únicamente en las metrópolis centrales. Todo ello provoca la progresiva eutrofización y contaminación de muchos lagos y embalses, además de un impacto en ascenso en los mares interiores y en las zonas litorales. Para conseguir agua para la agricultura, electricidad para el desarrollo industrial y garantizar el abastecimiento de las metrópolis, se acometió la construcción de megapresas y grandes obras hidráulicas. Los desastres ambientales acoplados se han multiplicado por todo el planeta (Assuan, Itaipú, Tres Gargantas). 83 Las presas y trasvases están provocando la regresión de muchos deltas del mundo al alterar el curso y el flujo normal de los ríos, y porque los sedimentos quedan atrapados, al menos en parte, en las presas. También provocaron el desplazamiento de más de 40 millones de personas. Asimismo, ha producido una importante pérdida de biodiversidad al desviar, hormigonar y hasta entubar muchos cauces fluviales. Por último, desde finales del siglo XX el agua se ha convertido en un recurso enormemente preciado debido a su creciente demanda y escasez. En ese contexto, los Gobiernos de muchos países están procediendo a su privatización y mercantilización bajo la presión de las transnacionales del agua, con la ayuda de la OMC, los TLC y el apoyo del BM. De los impactos la atmósfera local al cambio climático planetario A lo largo del siglo XX, la contaminación globalizó. La polución se fue controlando algo con medidas de “final de tubería” y la extensión del gas natural en los países centrales. Pero el smog fotoquímico se extendió por todas las metrópolis del mundo, sobre todo con el aumento del tráfico motorizado. Empezó a proliferar la lluvia ácida, lo que repercutió gravemente en bosques, y ciudades. Al mismo tiempo, desde la década de 1960, la utilización de gases CFC (clorofluorocarbonados) en la industria de la refrigeración y de aerosoles empezó a destruir el ozono de la estratosfera, que absorbe los rayos ultravioletas que llegan del Sol, lo que hace posible la vida sobre la Tierra. El desgaste de la capa de ozono ha producido niveles más altos de radiación ultravioleta sobre la corteza terrestre, poniendo en peligro el fitoplancton marino, las plantas, los animales y los seres humanos. Los CFC fueron finalmente prohibidos en muchos países, sin embargo, el hecho de que esos gases se hayan seguido produciendo hasta ahora en muchos Estados periféricos, y la larga vida de los CFC (unos 100 años) hace que el problema se alargue durante décadas, aunque el agujero se está reduciendo. Finalmente, uno de los problemas centrales que condiciona el presente y el futuro del planeta y de la humanidad es el cambio climático, causado por la emisión antropogénica de gases de efecto invernadero (GEI). La perturbación de los ecosistemas Hasta el siglo XX, el desarrollo de la vida estuvo marcado por la evolución genética, con cinco grandes extinciones de especies como resultado de cambios cósmicos y causas endógenas de la transformación de la propia biosfera (supervolcanes, grandes glaciaciones). Todas ellas tuvieron en común cambios climáticos. Ahora se está produciendo la sexta, pero esta vez la causa principal es el capitalismo fosilista. La Revolución Verde es un gigante depredador y tóxico. A los impactos de la agricultura industrial comentados anteriormente, añadiremos que su balance energético es deficitario, es decir, consume bastante más energía que la que produce, en contraste con la agricultura tradicional. Además, están los impactos derivados del metabolismo agrario sobre los ecosistemas: agotamiento, contaminación y eutrofización de recursos hídricos y degradación de los suelos. Igualmente, la agricultura industrializada ha fomentado los monocultivos, lo que ha provocado una alarmante pérdida de biodiversidad. Esta deriva se ha agudizado a causa de los transgénicos. Por otra parte, la explotación industrializada amenaza los bosques del mundo. Más de la mitad de los bosques originarios del mundo han sido talados o han sufrido un deterioro irreversible, aunque más de un cuarto de la superficie emergida mundial tiene todavía cubierta forestal. Esta degradación se ha llevado a cabo desde hace unos 8.000 años, pero se intensificó especialmente en el siglo XX. Desde 1950 la deforestación con maquinaria se cebó de forma prioritaria en las selvas tropicales. Además, el deterioro de las masas arbóreas también está producido por el incremento de la contaminación (lluvia ácida), la expansión de plagas, la lucha contra ellas (defoliantes químicos) y el cambio climático (incendios, sequías). 84 Las consecuencias de esta destrucción y deterioro de la masa forestal son dramáticas, sobre todo por la pérdida de biodiversidad (microorganismos, vegetales, animales). Esto se produce en las selvas tropicales, donde se halla más de la mitad de las especies que existen, pero también en los bosques secos tropicales, los más afectados por la presión agraria, el sobrepastoreo, la expansión urbanometropolitana y la búsqueda de leña. Además, el troceamiento del territorio forestal por la construcción de infraestructuras dificulta la supervivencia de muchas especies. Por último, la sustitución del bosque originario por plantaciones de árboles, muchas veces no adaptados a las condiciones edáfacas (eucaliptos, pinos), conlleva la degradación de los ecosistemas. Toda esta destrucción no se ha llevado a cabo sin fuertes resistencias sociales, que en ocasiones han conseguido frenar o revertir los procesos. Dos ejemplos son los movimientos de mujeres Chipko en el Himalaya y Cinturón Verde en Kenia. Otro impacto es el de la pesca, que esquilma los caladeros mundiales. Esta creció fuertemente desde 1950, aunque desde principios de la década de 1990, las capturas mundiales se han estancado. La razón es que, grosso modo, el 80% de las poblaciones mundiales de peces se encuentran sobreexplotadas o colapsadas. Desde entonces, las capturas se sostienen a costa del 20% de los caladeros restantes y de ir esquilmando los niveles más bajos de la cadena trófica, lo que puede provocar el colapso de los ecosistemas marinos. Sin embargo, la “producción” de pescado ha seguido aumentado gracias a la acuicultura, que también tiene importantes impactos socioambientales. Con el desarrollo de la acuicultura a finales del siglo XX, se estaba produciendo una transición en los mares equivalente a la del Neolítico con la agricultura, pero mucho más agresiva para el medio. La razón principal de esta situación es la intensificación la pesca industrializada, impulsada especialmente en la segunda mitad del siglo XX, con técnicas altamente depredadoras (pesca de arrastre) y barcos cada vez más grandes, practicada en alta mar, una vez agotados los recursos pesqueros de las plataformas costeras. Estas flotas han ido desplazando a la pesca artesanal y la destrucción de empleo en este sector está siendo salvaje. Aun así, la pesca artesanal está viva todavía en Asia y el Pacífico y, en menor medida, en América Latina, el Caribe y África. El turismo también arrasa el planeta. Su gran incremento supone una presión adicional, sobre muchos territorios frágiles y de alto valor. La llegada masiva de turistas también impacta sobre las poblaciones y culturas que habitan dichos espacios, que hasta entonces vivían en mayor equilibrio con el entorno. La mercantilización de los destinos turísticos y la monetización de las formas de vida de sus poblaciones aumentan su dependencia del turismo. Esto hace que supediten la gestión de sus ecosistemas a esta actividad, en general depredadora. También, que aumenten los flujos de energía y materiales, y la generación de residuos. Se está produciendo la Sexta Extinción de especies de la historia de la vida en la Tierra. En las anteriores, la pérdida absoluta de biodiversidad se situó en el 47-84% de los géneros existentes lo que condicionó de forma decisiva la evolución biológica. Por ejemplo, la Quinta Extinción abrió el camino para los mamíferos. Y lo que es más importante, puede haberse pasado ya el límite de seguridad de pérdida de biodiversidad. Las causas de esta acelerada pérdida de biodiversidad están en la insostenibilidad de la agricultura y la pesca industrializada, así como en la gestión asimismo industrializada de los bosques, junto con la expansión física del modelo urbano-industrial y el impacto negativo de su metabolismo. Detrás de todo ello, en gran parte, está el comercio internacional. La AHPPN (apropiación humana de la productividad primaria neta) era del 40-50% en el cambio de siglo, lo que suponía una enorme merma para el resto de las especies, pues tan solo el 10-20% de las áreas naturales emergidas del planeta estaban más o menos vírgenes. Esta dinámica se acentúa por los efectos del cambio climático. La principal causa de pérdidas de vida silvestre es la destrucción de los hábitats naturales, muchos de ellos para crear plantaciones. Tres cuartas partes de toda la tierra del planeta están ahora significativamente afectadas por las actividades humanas. Matar para comida es la siguiente gran 85 causa (300 especies mamíferas están siendo comidas hasta la extinción), mientras que los océanos son masivamente sobrepescados, con más de la mitad ahora siendo pescados industrialmente. La contaminación química es también significativa: la mitad de las poblaciones de ballenas asesinas están ahora condenadas a morir por contaminación de PCB. A todo ello se suma el trasiego intercontinental de especies, que es, por lo menos, de una magnitud similar al de la expansión imperial de Europa por el globo. El trasiego está impulsado por la expansión y funcionamiento de la sociedad industrial y por el comercio de especies “exóticas”. La actividad humana ha hecho progresar de manera no deseada algunas especies (ratas, cucarachas, palomas, gaviotas), y deseada otras (unas 40 de animales y unas 100 de plantas han aumentando de forma exponencial gracias a la domesticación). Todo esto no está siendo frenado por las medidas de conservación de la naturaleza, por lo que se está llevando a cabo un golpe de Estado biológico por parte del capitalismo. Desbordamiento de la biocapacidad del planeta y deuda ecológica Recientes investigaciones marcan nueve líneas rojas que el metabolismo industrial no debería pasar: 1) La concentración de CO2 debería reducirse a 350 ppm. El nivel actual supera las 400 ppm y sigue subiendo. 2) La desaparición de especies es 100-1.000 veces superior a la que existía antes de la Revolución Industrial, que era la tasa “natural” 3) El ser humano está fijando más nitrógeno (sobre todo a través de un uso de los fertilizantes de síntesis) de lo que lo hacen los procesos naturales. La reducción para volver a estar dentro del límite debería ser del 40%. Lo mismo sucede con el fósforo, donde la reducción debería rondar el 50%. 4) No menos del 54-75% del área forestal primigenia debería mantenerse. En varios biomas, el porcentaje ya es menor del límite. 5) El consumo de agua dulce debería situarse en los 4.000 km3 /año. En la década de 2000, alcanzó los 2.600 km3 /año y sigue en aumento. 6) Las aguas de los océanos se están acidificando debido al exceso de CO2. Este fenómeno afecta a multitud de especies sensibles a los cambios del pH. 7) El agujero en la capa de ozono sobre la Antártida persistirá aún durante varias décadas. El límite serían 276 unidades Dobson. El nivel actual es de 283 y el preindustrial era de 290. 8) La concentración atmosférica de aerosoles se ha duplicado. La compleja naturaleza de las distintas partículas dificulta el establecimiento de un valor límite, por lo que no es posible evaluar si se ha superado. 9) En la actualidad, hay más de 100.000 sustancias comercializadas que son potencialmente dañinas para la vida, sin contar con los nanomateriales y los polímeros plásticos. No hay un límite de seguridad determinado. Ya ha superado las cuatro primeras líneas. Otro indicador de insostenibilidad global es la huella ecológica, que cuantifica los requerimientos territoriales totales de los sistemas urbano-agroindustriales mundiales (esto es, tanto de sus consumos como de sus residuos). La huella ecológica mundial supera en más del 50% la biocapacidad planetaria. O lo que es lo mismo, a la biosfera le costaría más de 1,5 años generar y regenerar aquello que la humanidad consume en 1. La superación de la biocapacidad planetaria se dio a principios de la década de 1970. La razón de este ritmo de consumo superior al de producción de la naturaleza, es que el déficit ecológico se compensa mediante la sobreexplotación de las reservas naturales existentes, consumiéndolas a una velocidad mayor que su regeneración mediante la capacidad de apropiación y metabolización que proporcionan los combustibles fósiles. Es decir, el capitalismo está creciendo agotando las reservas planetarias. Una vez más, no todos los territorios ni sectores sociales consumen la misma cantidad de espacio ambiental. Las regiones centrales, en concreto las metrópolis, y dentro de ellas las “clases medias”, pero sobre todo las élites, son las que más derrochan espacio ambiental. Normalmente lo importan del resto del mundo. Se crean centros urbanos de un aparente orden, a costa de generar una mayor degradación mundial (regla del notario). Esto lleva ocurriendo desde el inicio del capitalismo, pero su ritmo se ha acrecentado enormemente con el capitalismo fosilista. De este modo, se visibiliza, una vez más, la deuda ecológica del Centro con las Periferias, sin la cual es imposible entender el crecimiento de los espacios centrales. Además, poco a poco emergen con fuerza nuevos actores, que 86 han desbordado ya la biocapacidad de sus propios territorios, como es el caso de China. Sin embargo, esta estrategia de importación de biodiversidad y de funciones ecosistémicas concluirá conforme sea inviable el transporte mundial en el volumen y velocidad actual. El ser humano está ya en un mundo “lleno”. “Invisibilidad” de la crisis ecológica mundial A pesar de que en el siglo XX los problemas ambientales pasaron de ser limitados y locales a tener un alcance planetario, la percepción social de la crisis ecológica mundial es muy limitada. El problema no se ve porque no se quiere ver, máxime en un momento histórico de gran accesibilidad a la información. Es más cómodo no encarar los profundos cambios vitales que implica el Capitaloceno. Por una parte está la sensación de bonanza, sobre todo en los espacios centrales y emergentes, por el crecimiento sin freno de la economía-mundo capitalista. Un crecimiento que ha sido impulsado por la expansión indiscriminada del crédito, la rebaja de las condiciones laborales y la globalización del mercado, y garantizado por el fácil acceso masivo a combustibles fósiles, materias primas y funciones ecosistémicas. Y cuando el crecimiento se frenó, se cerraron todavía más los ojos a la crisis ambiental para intentar retomarlo. Pero, sobre todo, ha sido el hecho de que el mensaje institucional y corporativo haya sido que caminábamos hacia el desarrollo sostenible, que no hay otra alternativa y que la tecnología resolverá todos los problemas, lo que ha instalado al capitalismo global en la complacencia. Se ha repetido machaconamente que el crecimiento económico posibilita, gracias a la tecnología, caminar hacia una mayor sostenibilidad medioambiental, al tiempo que acabar con la pobreza. Todo ello, lubricado por la capacidad de consumo de las “clases medias”. Hasta quienes habían apuntado los “límites del crecimiento”, como Meadows, señalaron dos décadas después que quizás se podría entrar en una nueva etapa “más allá de los límites del crecimiento” en base al desarrollo tecnológico y a un mejor aprovechamiento de los recursos. A esta “invisibilidad” de la problemática ambiental ha contribuido también la expansión del planeta de metrópolis. Las ciudades ayudan a ocultar el océano de desorden ecológico mundial que la creación de estas islas de orden aparente impulsa. Además, la desconexión de la vida urbana con la rural ha redundado en dicha invisibilidad. En definitiva, los impactos se han alejado y ocultado. Otro factor clave ha sido la aceleración creciente de la velocidad de vida, lo que dificulta reflexionar. El problema se agrava porque las decisiones se toman ateniéndose a consideraciones puramente monetarias. Así, al reducirse toda la complejidad a un único indicador, difícilmente pueden tenerse en consideración las dimensiones biofísicas relevantes para el sustento de la biosfera, máxime cuando en ese indicador solo se contemplan los costes de extracción, no de reposición. El capitalismo enfocado a la reproducción del capital, es ciego a todas estas cuestiones. Otro aspecto que explica esta ceguera es la propia aproximación a la naturaleza por parte del pensamiento moderno, basado en la idea de progreso constante y en fuertes dualismos jerarquizados. Uno de ellos es el de la supeditación de la naturaleza a la cultura. Es por eso por lo que está incapacitado para ver, comprender y sentir el deterioro del entorno, sobre todo cuando desde sus inicios se ha construido para dominarlo. Si a ello le sumamos el enfoque analítico parcelario que domina el saber científico moderno, y la minusvaloración de las reflexiones más holísticas y cualitativas, el resultado es que, a pesar de disponer de un conocimiento técnico cada día más sofisticado para evaluar lo que acontece en la realidad, esta no haga sino deteriorarse a velocidad de vértigo. En definitiva, los fuertes intereses económico-financieros que conducen la lógica del capital no quieren ni pueden ver la realidad, pues esto iría contra su esencia. Las casi cinco décadas pasadas desde las crisis energéticas de la década de 1970 han sido un tiempo precioso perdido para llevar a cabo una transición ordenada hacia un mundo más justo y sostenible, en paz con el planeta. Algunos piensan que se pasado ya la ventana histórica para hacer dicha transición ordenada hacia la sostenibilidad. Pero esta transición se va a llevar en cualquier caso. En el siglo XXI, lo “invisible” se hará claramente visible y la degradación ambiental será el factor más 87 determinante de la Crisis Global actual. El capitalismo está chocando con la biosfera, aparte de con todo un conjunto de límites sociopolíticos. 88 CRISIS GLOBAL MULTIDIMENSIONAL AL INICIO DEL SIGLO XXI CAPÍTULO 7.- EL FINAL DE LA ESCAPADA Y EL ESTALLIDO DE UN ESPEJISMO RESUMEN Con este capítulo, entramos en el tercer bloque del libro, en el que vamos a analizar las causas de la Crisis Global que está suponiendo el final del capitalismo global y la quiebra de la civilización industrial. El análisis de la Crisis Global lo hemos separado en dos capítulos. En el primero, abordamos las facetas que no son radicalmente nuevas en la historia del capitalismo. Por una parte, la crisis de hegemonía de EEUU y sus intentos, infructuosos, de revertirla mediante el proyecto de un “Nuevo Siglo Americano”. Por otra, la Gran Recesión, que marca inevitablemente el final del ciclo sistémico de acumulación estadounidense. Una Gran Recesión que se está intentando “solventar” a base de un aumento de la explotación de las “clases medias y bajas”, de grupos sociales más o menos al margen del sistema-mundo (indígenas, campesinos), de las mujeres, así como de la naturaleza. Pero, a diferencia de otros momentos de caos sistémico en el capitalismo, en este la reproducción ampliada del capital no se va a poder retomar de manera estable, pues ya no es posible una expansión sustancial del sistema hacia sus afueras (nuevas sociedades, nuevas funciones ecosistémicas). En este contexto, están surgiendo nuevas resistencias sociales, aunque todavía no son capaces de frenar la voluntad de “los mercados”. También se están reconfigurando los discursos del poder, entre los que destaca el de la “lucha” contra el cambio climático como vía para propiciar un cambio menos traumático para el capital, de la matriz energética. En este contexto, emerge un nuevo aspirante a superpotencia, China, pero que tiene infranqueables problemas para conseguir la hegemonía mundial. Algunos son de cariz interno (desequilibrios económicos y sociales), otros externos (dependencia de las exportaciones), pero los más determinantes son los ambientales (límites de recursos y de energía). Justo estos últimos factores son los que abordaremos en detalle en el siguiente capítulo, el que dedicamos a los elementos que consideramos originales y más radicales de esta crisis. En este capítulo, no vamos a volver sobre elementos que analizamos en el anterior y que son de plena vigencia durante el inicio del siglo XXI: las desigualdades Centro-Periferias y dentro de los propios Estados, el sistema agroindustrial, la explosión metropolitana y demográfica, el Estado fosilista, y la sociedad de la imagen y del consumo. DESARROLLO Debido a la proximidad de los acontecimientos narrados en este capítulo y al mayor conocimiento de los mismos, y a la necesidad de la lectura completa del texto para su comprensión total, haré un desarrollo del mismo más resumido, mostrando solamente algunas de sus ideas directoras. El fallido intento de impulsar un “Nuevo Siglo Americano” El capítulo comienza analizando el fallido intento por parte de EEUU de impulsar un “Nuevo siglo Americano” a comienzos del siglo XXI cuando, por diversas razones, expuestas en el texto, comenzó la erosión de su poder. Era un proyecto que se basaba en la coerción económica, política y militar. Se desató una “guerra contra el terror” cuya primera etapa fue el ataque a Afganistán. Esta tuvo como trasfondo la caída de Wall Street. La segunda etapa de la proyección militar estadounidense fue el ataque a Irak en 2003, la II Guerra del Golfo. En una tercera fase EEUU mostró una incapacidad de seguir adelante con la vía intervencionista directa, como mostró el fallido ataque a 89 Irán, lo que trató de compensar con un aumento de la presencia militar en el mundo y más en concreto alrededor de Irán, Rusia y China. Los ataques del 11-S a las torres gemelas marcaron un punto de inflexión. Tras ellos, se produjo una etapa de represión, reconducción y desactivación de la lucha social, no solo en EEUU, sino a escala mundial. Pero no solo se pusieron en marcha los mecanismos militares y policiales mencionados, para hacer frente a la crisis económica, social y de hegemonía en que se encontraban los EEUU, sino también medidas de carácter económico que trajeron como consecuencia una expansión global de una inmensa burbuja inmobiliaria, estimulando el gasto. A pesar de eso la economía funcionaba solo a medio gas y eso que el endeudamiento creció en el Centro fuertemente, es decir que no se había superado la base de la crisis de la década de 1970, y la economía mostró solo dinamismo gracias a las burbujas especulativas. La Gran Recesión: la crisis del capitalismo global Aparece una brutal crisis financiera, económica y social En agosto de 2007 se produjo una fuerte crisis del sector inmobiliario estadounidense, activada por la quiebra del mercado de las hipotecas subprime tras la subida de los tipos de interés de la Reserva Federal, que fue la espoleta que desencadenó la Gran Recesión. Pero un acontecimiento de esta naturaleza, tarde o temprano tenía que ocurrir, pues es imposible la expansión irrefrenable de la dimensión financiera, basada en un crecimiento constante que tiene que operar en un entorno finito y en continua degradación. Pero también fue determinante la relación de esta Gran Recesión con la crisis energética, como ya ocurrió con la Gran Depresión y el carbón. Como veremos, en 2005 se alcanzó el pico del petróleo convencional, lo que impulsó una fuerte alza del crudo entre 2005 y 2007. Esto disparó la inflación en EEUU. Para contenerla, la Reserva Federal subió los tipos de interés, lo que incrementó el monto de deuda hipotecaria por devolver y que muchas de las hipotecas subprime dejaran de pagarse. Más tarde (primavera de 2008), los capitales especulativos que salieron en estampida del sector inmobiliario agudizaron, a través de la especulación, la crisis energética y alimentaria. Esta salida de capitales activó la crisis del sector financiero (septiembre de 2008). La quiebra de Lehman Brothers conllevó que el sistema estuviese a punto de caer en el abismo por la alta interrelación financiera global. En la extensión fue determinante que los bancos dejaron de prestarse entre sí, bloqueando el crédito que es fundamental para el funcionamiento del capitalismo. A continuación, la Gran Recesión se trastocó en una fuerte crisis económica (2009), en especial en los espacios centrales. Tuvo un alcance mundial y desbordó ampliamente los ámbitos financiero, económico y sociopolítico, adoptando un carácter multidimensional. Esta Gran Recesión es pues parte de la Crisis Global. Entre las nuevas dimensiones de la crisis destacan la irrupción de los límites globales de recursos (en especial fósiles), y los impactos y desequilibrios ecológicos, que han alcanzado ya también una escala sistémica. La Crisis Global es de largo alcance y solo está en los primeros años de su desarrollo, lo que augura la quiebra del capitalismo global, una parte del colapso civilizatorio en el que estamos entrando. La dictadura de los mercados Ante la gravedad de la debacle financiera, el poder político se vio obligado a actuar para rescatarlo desarrollando un discurso crítico contra las finanzas. Pero esta etapa acabó pronto y fue seguida por una fuerte contraofensiva de los principales actores financieros y empresariales. Empezaron los ataques contra la deuda soberana de los países centrales, especialmente sobre la de los Estados periféricos del Eurogrupo (Grecia, Irlanda, Portugal y España). Se puso en marcha un enorme aumento de la liquidez por los bancos centrales y se disminuyeron los tipos de interés al 0-1%, pero los créditos no llegaron a la economía productiva, sino que los bancos los usaron para comprar deuda pública 90 Conforme empezaron a quebrar bancos y empresas, el Estado fue comprando los títulos degradados creando “bancos malos” o nacionalizando las instituciones. La enorme deuda privada del mundo financiero, fue en parte convertida en deuda pública. Otra de las medidas que se tomaron fue la dotación de garantías a los bancos con problemas, garantizando los depósitos, o modificando las normas contables para permitir ocultar parte del deterioro patrimonial. Cuando la crisis afectó a la economía productiva, en un primer momento, se apostó por medidas de corte keynesiano, que buscaron la recuperación de la actividad mercantil mediante inyecciones de dinero público en ciertos sectores, como en obra pública. También se realizaron reformas laborales que precarizaron más el trabajo y redujeron salarios. Algo similar le ocurrió a la normativa ambiental. Finalmente, se inyectaron ayudas en empresas productivas y financieras sin casi ningún tipo de condiciones. Para conseguir estos recursos se ha producido un mayor endeudamiento, una mayor emisión de dinero, recortes de gastos públicos e incrementos de los impuestos indirectos (IVA), que recaen en las “clases medias” fundamentalmente. Las “salidas” a la Gran Recesión han mostrado el gran poder del capital financiero, que ha sido capaz de succionar los recursos públicos para sostener su riqueza e, incluso, incrementarla, endosando los riesgos al Estado, sin dar casi ningún tipo de contrapartida. Los actores financieros que han salido de la crisis son incluso de mayor dimensión que los existentes previamente. Pero, sobre todo, el poder financiero se ha reforzado gracias al incremento del yugo de la deuda. Gracias al chantaje de la deuda, aunque no solo, están al timón de las medidas anticrisis quienes la han causado. Es el fin de la democracia parlamentaria: ya no gobiernan políticos, sino directamente empresarios, haciéndose indistinguibles. Con la palanca de la deuda, “los mercados” exigen la privatización de lo que queda de la estructura productiva estatal y de los ámbitos que hasta ahora se le habían escapado en parte (educación, sanidad, pensiones, seguridad social, agua, biodiversidad). Agudización de la crisis social. Consecuencia de todo esto fue la agudización de la crisis social. En el Centro los salarios se contraen, los impuestos se ven incrementados, los servicios públicos se encarecen, reducen y degradan, y la protección social (pensiones, prestaciones de desempleo) se deteriora gravemente. La Gran Recesión ha provocado una gran pérdida de puestos de trabajo en todo el mundo y se están llevando a cabo reformas laborales que persiguen no solo abaratar y precarizar la fuerza de trabajo, sino también reforzar el poder del capital sobre el trabajo erosionando aún más la capacidad de negociación social, incluyendo la reducción del derecho de huelga. Conforme la energía vaya siendo más inaccesible, esta será la única posibilidad que le quedará al sistema. Una expresión especialmente dolorosa de la Gran Recesión en las Periferias han sido las crisis alimentarias, derivadas de inversiones especulativas financieras en el mercado de los alimentos. Otros espacios sobre los que se ha desviado la especulación financiera, que también está teniendo profundas repercusiones sociales, son el de la tierra y las materias primas, más allá de las alimentarias. Una vez más la crisis ha afectado especialmente a las mujeres, ya que se han reducido los servicios sociales y son ellas las que pasan a realizarlos de forma gratuita. Además, la crisis también está implicando una mayor depredación de la naturaleza, ya que, para la devolución de la deuda o la reactivación del crecimiento, se está apostando por nuevos procesos destructores del entorno y se están rebajando las normativas ambientales. En definitiva, la “salida” de la Gran Recesión que se está impulsando es sostener las tasas de beneficios de los grandes capitales a costa de incrementar la explotación de las “clases bajas y medias”, de las mujeres y de la naturaleza. Crisis sistémica del capitalismo global Tras la II Guerra Mundial, el keynesianismo había conseguido un periodo de rápido crecimiento, pero este modelo entró en crisis en la década de 1970. La respuesta fueron las medidas neoliberales. 91 Pero finalmente, la crisis estalló en 2007/2008. Probablemente, estemos asistiendo a la quiebra del capitalismo global por su incapacidad de mantener la reproducción del capital. Por una parte la productividad cada vez crece más despacio y no hay expectativas de crecimiento en la economía productiva. De manera más profunda, el final de la energía y los materiales abundantes y accesibles están planteando límites físico-económicos a las inversiones tecnológicas rentables. La destrucción del poder adquisitivo de la clase trabajadora y sobre todo de las “clases medias” ha supuesto profundizar en la crisis capitalista, ya que minó su capacidad de compra. Sin embargo, todavía no se ha producido una disminución importante del consumo. Esto se ha conseguido mediante una expansión gigantesca de la liquidez y del crédito, pero esta estrategia está llegando a su límite. La creación ingente de dinero ha permitido un anémico crecimiento productivo y financiero, pero es inestable, ya que se basa en el apoyo de los Gobiernos y en la inmensa inyección monetaria de los bancos centrales. No hay recuperación de la economía productiva y la desconfianza está también en las capacidades del sector financiero. El capitalismo necesita de la creación de deudas para funcionar, pero no hay margen para un incremento creíble de estas mientras no se saneen. Por lo tanto, en la medida en que no se hagan fuertes quitas, pues la deuda es impagable, no habrá recuperación real posible. Pero el saneamiento de esa deuda implica una crisis de amplio calado, mayor de lo que estalló en 2007/2008. ¿Qué nichos le quedan al capitalismo para expandirse y, con ello, salvar los límites a la creación de valor que está encontrando? En lo que concierne al “trabajo” de la naturaleza, abundaremos en el siguiente capítulo sobre los límites energéticos y materiales que son ya una realidad palpable. Respecto a la expansión hacia nuevas sociedades, no hay mucha más globalización que llevar a cabo, una vez “completada” la inclusión de China y Rusia. Tampoco se puede esperar mucho recorrido de una mayor mercantilización de las poblaciones más empobrecidas mediante estrategias como el “capitalismo inclusivo”. En lo que sí hay algo más de margen es en la privatización de servicios públicos, pero es difícil pensar que pueda sostener por sí solo un nuevo ciclo expansivo. La crisis del capitalismo supone también la del sustrato ideológico que lo ha sostenido, el keynesianismo y el liberalismo, pues ambas se basan en medidas para recuperar el crecimiento, sin considerar los límites físicos del planeta. Caos sistémico en el capitalismo global: caída de la hegemonía estadounidense y límites de China para sustituirlo La Gran Recesión y el fallido intento de un “Nuevo Siglo Americano” marcaron el final de la hegemonía estadounidense. Sin embargo, las potencias emergentes agrupadas en el BRICS (Brasil, Rusia, Sudáfrica, India y muy especialmente China), una vez que la UE ha quedado en gran parte fuera del juego hegemónico como consecuencia de la crisis, tienen importantes limitaciones para sustituir a EEUU. Es un momento de caos sistémico en el sistema-mundo capitalista. El proyecto para un “Nuevo Siglo Americano” fracasó por varias razones, entre las que se pueden citar las siguiente: EEUU cada vez cuenta con menos legitimidad a nivel internacional; tiene importantes problemas económicos de base; no está siendo capaz de controlar el suministro mundial del petróleo y, mucho menos, los precios; y su principal fortaleza, la militar, también está mostrando límites. El texto sigue analizando el ascenso de China hacia la hegemonía del sistema-mundo y los límites que tiene para la consecución de esa hegemonía entre los que figuran las resistencias sociales a la explotación y dominación, sus desequilibrios económicos profundos, o límites ambientales, que impiden la aparición de este nuevo hegemón. Fin de la “lucha” contra el cambio climático como opción de las élites para una transición energética Desde la década de 1990 se viene produciendo un debate sobre el cambio climático, uno de los principales problemas a los que se enfrenta la humanidad en el futuro. El discurso contra el cambio 92 climático se ha usado para desactivar la contestación social, sin chocar con las dinámicas del capitalismo, reforzándolas incluso. Por otra parte, ante una guerra por los recursos en la que pudiesen perder todos, las estructuras de poder del capitalismo parecen haber adoptado una estrategia de impulsar la transición energética dando menor peso a las fósiles, aumentando a su vez el consumo, una ecuación sencillamente irresoluble. El Protocolo de Kioto es una muestra de esa falsa lucha contra el cambio climático. Pero también está la vía negacionista dura, que es la propugnada por relevantes líderes, como Trump o Bolsonaro. Estas estrategias no tienen en cuenta que la menguante disponibilidad de combustibles fósiles implicará una era de decrecimiento. Frente a ellas, sectores radicales del movimiento ecologista, sostienen que no es posible enfrentar el cambio climático sin cuestionar el capitalismo (system change, not climate change). El texto sigue analizando en profundidad el Protocolo de Kioto y otros mecanismos de falsa lucha contra el cambio climático Conflictividad socio-política, tiempo de impasse pero también revolucionario La Gran Recesión produjo al principio un tiempo de impasse en la movilización político-social, pero desde el 2011 irrumpieron con fuerza nuevos y potentes movimientos antisistémicos en muchas zonas del planeta. En paralelo, al igual que había ocurrido en otros momentos de la historia de la humanidad caracterizados por la escasez de recursos, como el paso de sociedades igualitarias a jerárquicas, los movimientos autoritarios ganaron fuerza. Ambas respuestas se han alimentado de un malestar difuso que arranca de la imposibilidad para capas crecientes de vivir dignamente, de las prospectivas de futuro cada vez más sombrías y de la desafección con el sistema político. Este malestar, además de tener expresiones políticas, también se manifestó en estallidos sociales en las periferias urbanas, o en un auge creciente de las religiones y la espiritualidad. En cualquier caso, durante esta etapa funcionó todavía la “mayoría silenciosa”, la aceptación por amplios sectores de las “clases medias y bajas” de las políticas neoliberales y los planes de ajuste. Esto, en último término es lo que ha hecho posible que las fuerzas del capitalismo financiero estén imponiendo su voluntad. Auge de las respuestas autoritarias En el Centro, en las etapas iniciales de la Crisis Global se está haciendo uso del yugo de la deuda, de políticas y hasta de dirigentes de los Estados. Esto está contando con la aquiescencia de la socialdemocracia y los partidos conservadores. En paralelo ascendieron neofascismos y populismos de corte reaccionario, que formarían parte de la “nueva derecha”, con un discurso de fuerte tinte antiinstitucional de carácter reaccionario y antirredistributivo. Se desarrolla un ataque frontal al ecologismo, al feminismo y al pacifismo, destacando su carácter negacionista de todo lo relativo a la crisis ambiental, que se convierte en una seña de identidad “neocon”. Alrededor de esta “nueva derecha” se aglutina el empresariado, el integrismo cristiano y las “clases medias y medias-bajas” asalariadas que ven peligrar su estatus. Una coalición parecida a la que se había forjado en el auge del fascismo en la anterior etapa de caos sistémico. Los movimientos sociales Entre los movimientos sociales podemos citar la reactivación del movimiento antiglobalización, luchas contra la deuda externa de las periferias, el “no a guerra” de Irak, las luchas en América Latina, la Primavera Árabe, el movimiento de indignación global, las luchas feministas, los movimientos de profunda base religiosa y espiritual, las luchas por el control de la energía y las luchas antidesarrollistas. Todos estos movimientos tienen características distintivas del antiguo movimiento obrero. La forma de lucha es distinta también en cada territorio. 93 El texto analiza en profundidad cada uno de ellos. Debilidad de las respuestas antisistémicas A pesar del notable repunte de la movilización social, esta no ha sido capaz de parar los mecanismos de apropiación por desposesión en marcha. El texto analiza alguna de las razones que lo han impedido. Esto contrasta con lo acontecido en otros momentos, como el situado alrededor de las dos Guerras Mundiales, cuando el movimiento obrero fue capaz de torcer el brazo de las clases poderosas en aspectos determinantes y de proyectar otros mundos posibles. La debilidad de las respuestas también se debe a errores en los movimientos sociales, y especialmente de la izquierda parlamentaria y sindical. Uno de los fallos sería la tibieza del discurso alrededor de la crisis ecológica y energética. Sin embargo, la debilidad de las respuestas es solo cuestión de tiempo. Si no se lleva a cabo ninguna medida real que revierta este orden de cosas, y creemos que esto es lo que va a suceder, el malestar social acabará estallando. Otra cosa es en el sentido que lo haga. 94 CAPÍTULO 8.- EL INICIO DEL FIN DE LA ERA DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES: CRISIS ENERGÉTICA, MATERIAL, CLIMÁTICA Y DE REPRODUCCIÓN SOCIAL RESUMEN En el capítulo anterior, abordamos la fase de caos sistémico del ciclo sistémico de acumulación estadounidense en sus facetas económica, militar y de legitimidad. También analizamos cómo los movimientos sociales se están articulando en este nuevo contexto. Ahora vamos a estudiar los elementos más de fondo de la Crisis Global, los aspectos que consideramos que marcan el punto final de las sociedades industriales y del capitalismo global, los que impedirán que se produzca un nuevo ciclo sistémico de acumulación. Entre estos factores destacan los límites ecológicos. Son estos los que, en última instancia, están poniendo fin a la carrera desenfrenada del capitalismo y no las contradicciones sociales o económicas. A fin de cuentas, la economía no es más que un subsistema de la sociedad, que a su vez es un subsistema de la biosfera. Es imposible que los profundos cambios en el entorno no tengan fuertes implicaciones en los órdenes sociales y económicos. A lo largo del libro, hemos analizado cómo la cantidad y calidad de la energía disponible ha generado marcos de juego distintos y, con ello, organizaciones sociales diferentes. También hemos enfatizado la profunda dependencia del capitalismo fosilista del petróleo (y del resto de combustibles fósiles). Pero, el petróleo convencional disponible ya está declinando, y en breve le seguirán el carbón y el gas. Ante esto, las renovables, las energías nucleares, los combustibles no convencionales, incluso la combinación de todas estas fuentes, es impotente. Las características del crudo (alta densidad energética, múltiples usos, fácil transporte y almacenaje, disponibilidad permanente y alta TRE) lo vuelven insustituible. Por ello, el declive en la extracción del petróleo marca por sí solo una radical reconfiguración socioeconómica, en la que las sociedades tendrán que volver a emplear muchos esfuerzos en obtener energía. Este es el elemento central de la inviabilidad del capitalismo global. A estas restricciones energéticas se están añadiendo las de muchos elementos fundamentales para las sociedades actuales (cobre, fósforo, tierra fértil, agua), un cambio climático de fortísimos impactos, la quiebra de muchos servicios ecosistémicos y la desatención social de los cuidados básicos para la reproducción de las sociedades humanas. Ninguno de estos desafíos va a poder ser resuelto por un sistema tecnocientífico de capacidades intrínsecamente limitadas. Todo ello completa el marco de la Crisis Global que empezamos a dibujar en el capítulo anterior. Una Crisis Global para la que la humanidad dista de estar preparada, sobre todo en las sociedades de los Estados centrales. DESARROLLO Debido al alto contenido técnico de los diferentes apartados de este capítulo y a la necesidad de la lectura completa de los mismos para su comprensión total, haré un desarrollo del mismo resumiendo solo algunas ideas directoras. El final de la energía abundante de origen fósil En este apartado se analiza detalladamente lo que es el pico de los combustibles fósiles, las causas de este final de la energía abundante, y las fechas estimadas en las que se producirá, o se han producido los picos de los combustibles fósiles. El del petróleo convencional (y probablemente de todos los petróleos ya pasó) ya pasó, el del gas se situará entre 2020-2039, y el del carbón entre el 2025-2040. Debido a que estos tres picos están interrelacionados, se estima un pico combinado para los tres combustibles en torno al 2020-2038. Los sectores que más sufrirán serán el del transporte y la generación de electricidad. 95 Además de la disminución de disponibilidad de combustibles, su tasa de retorno energético (TRE) está bajando. También habría que considerar la disponibilidad energética (continua o discontinua, concentrada o dispersa), o si se transforma en vector energético de altas prestaciones o más limitado. No hay plan B ni mágico elixir para enfrentar el inexorable declive energético Que el petróleo, acompañado por el gas y el carbón, sea la fuente energética básica no es casualidad. El petróleo se caracteriza por tener una disponibilidad que no depende de los ritmos naturales, ser almacenable de forma sencilla, ser fácilmente transportable, tener una alta densidad energética, estar disponible en grandes cantidades, ser muy versátil en sus usos, tener una alta TRE y ser barato. Una fuente que quiera sustituir al petróleo debería cumplir todo eso. Pero también tener un reducido impacto ambiental para ser factible en un entorno fuertemente degradado, en un mundo “lleno”. En primer lugar, porque los recursos son cada vez más escasos (agua, suelo, minerales) y en segundo lugar, porque los impactos (cambio climático, contaminación, eliminación de ecosistemas) implican costes cada vez más inasumibles. Hay otro elemento determinante en la transición: ya está creada toda la infraestructura para una economía basada en combustibles fósiles y, especialmente, en el petróleo. No hay ninguna fuente energética alternativa, en solitario o en combinación, que pueda sustituir con iguales prestaciones al petróleo convencional y, mucho menos, al conjunto de los combustibles fósiles. Abordaremos primero las renovables. Las renovables serán las energías de un futuro muy distinto del presente fosilista. Entre las renovables se analizan detalladamente la eólica, la solar (fotovoltaica, concentradores termoeléctricos o termosolar), la hidráulica, la biomasa, la geotérmica y los movimientos marinos. Estas renovables se usan principalmente para obtener electricidad. Las características de estas no cumplen las que reúne el petróleo, por su irregularidad, por los problemas de almacenamiento que conllevan las bajas densidades energéticas de las mismas, y por su potencia limitada. Estas limitaciones provienen del carácter poco concentrado de las renovables y que, frente a los combustibles fósiles que se usan en forma de energía almacenada, las renovables son flujos. Por otra parte no reúnen algunas prestaciones básicas. Por una parte la electricidad es solo un vector para parte de las necesidades energéticas. Por otra, la industria petroquímica tampoco se podría mantener con renovables. Las TRE son bajas en algunos casos y, de cualquier modo, dependen del petróleo. Además la transición a las renovables supondrá altos costes monetarios y energéticos. Por último habría que considerar el factor tiempo, pues los plazos requeridos para construir las nuevas infrestructuras, se adentran en las curvas de caída de disponibilidad de los combustibles fósiles, por lo que dificultan una transición energética ordenada y además habría que considerar a partir de que momento la nueva infraestructura energética empezará a devolver energía a la sociedad y compensar la energía invertida en ellas. Esta transición a las renovables estará condicionada además por el Capitaloceno. El suministro de muchos de los materiales que son clave para el despliegue de la red eléctrica, baterías, pilas de combustible, paneles fotovoltaicos, aerogeneradores, turbinas o LED, estará en entredicho en el futuro, además de requerirse en grandes cantidades. Las renovables implican un uso más extensivo del territorio y la alternativa de realizar estas ingentes obras en lugares poco habitados, como los desiertos, desde el punto de vista energético, material y ambiental resultan inviables. Hay que considerar también las afecciones ambientales de las renovables, que aunque menores también tienen importantes impactos, sobre todo en la liberación de compuestos tóxicos en su fabricación, o en el caso de las grandes presas, anegar tierras de cultivo y emitir metano con el tiempo. Podríamos sumar la biomasa. El cambio climático también va a afectar al desarrollo de las renovables. 96 Agrocarburantes y biocombustibles sintéticos Entre ellos están el bioetanol, biodiésel, o hidrobiodiésel. Su fabricación será un vano intento de hacer en años el trabajo de milenios. Hemos visto que la electricidad no es una sustituta adecuada del petróleo para sostener la movilidad actual. La apuesta por los agrocarburantes pretende ayudar a responder a este reto, sin embargo, la esperanza es vana, por su pésima TRE. Además el cultivo para la fabricación de agrocombustibles necesita grandes cantidades de tierra (y agua), y la emisión de CO2 no es tan baja como anuncia su publicidad, si se considera todo el proceso de fabricación. A estos impactos se deben sumar los asociados al modelo agroindustrial. Todo esto no quiere decir que, a pequeña escala y de forma local, no se puedan producir agrocarburantes dentro de los límites de recursos del planeta. Hidrógeno y otros vectores con una pésima TRE El hidrógeno es el último de los candidatos, tras la electricidad y los agrocarburantes, para sustituir al petróleo en la automoción. El punto de partida es óptimo, pues la densidad energética del hidrógeno es mayor que la de la gasolina, pero el resto son limitaciones, como que no es una fuente de energía, sino un vector energético, como la electricidad, por lo que se necesita la inversión de energía para generarlo, que para trasportarlo hacen falta recipientes especiales, y que se requiere nuevas y especiales infraestructuras para ser un sustituto real. Los petróleos y gases no convencionales son el “canto del cisne” de la era fosilista. Entre ellos podemos citar el petróleo y gas de aguas profundas, y del Ártico, las arenas bituminosas y petróleos extrapesados, el gas de roca poco porosa (también llamado de pizarra), el petróleo de roca poco porosa (también llamado de pizarra), las conversiones de gas a petróleo sintético (gas a líquidos, GTL), o de carbón a petróleo sintético (carbón a líquidos, CTL), el kerógeno, el metano en lecho de carbón y los clatratos de metano, la gasificación subterránea de carbón, el coque, y los líquidos combustibles de gas natural (LCGN). En general, las reservas que quedan de estos petróleos y gases no convencionales son enormes, notablemente mayores que las de los convencionales. Además, existe capacidad tecnológica para aprovechar muchos de ellos. Sin embargo, sus problemas comunes y principales son la menor densidad energética, la reducida TRE y la dependencia de otros recursos para su extracción y/o procesamiento. Todo ello implica necesariamente altos costes. Aun en caso de que los hidrocarburos no convencionales pudiesen explotarse en las cantidades suficientes, cosa que no será posible, quedaría por solventar que se pudiese hacer a la velocidad que el capitalismo requiere. Ni fisión ni fusión nuclear La fisión y la fusión nuclear tampoco solucionarán el problema. En cuanto a la primera, es probable que se produzca el cénit del uranio alrededor de 2015. El segundo escollo es una TRE que irá descendiendo a medida que aumente el volumen de residuos radiactivos. Por otra parte, la energía nuclear dista de ser una energía autónoma de los combustibles fósiles, especialmente del petróleo, pues muchos de los procesos que constituyen el sistema nuclear requieren de ellos. Además, al tener un aporte continuado a la red eléctrica resta flexibilidad para la introducción de electricidad proveniente de otras fuentes, como las renovables, lo que dificulta el imprescindible cambio de modelo energético. A esto se añade que la nuclear solo sirve para producir electricidad, que cubre un porcentaje pequeño de las necesidades energéticas del actual modelo. A todos estos problemas hay que sumarles los impactos socioambientales de la energía nuclear de fisión, la incapacidad de separar la industria civil de la militar y, por supuesto, los residuos radiactivos, que están muy lejos de ser un problema resuelto. En cuanto a la fusión nuclear, que tiene importantes ventajas como que la radiación emitida por los residuos producidos es mucho menor, que son menos y tienen un tiempo de semidesintegración corto, y que la energía que se genera es mucho mayor, tiene el problema de la gran cantidad de energía que se necesita para iniciar esta reacción, lo que obliga a potentes sistemas de refrigeración, y a la elección de los materiales que podrían servir para construir la vasija que soporte la reacción, un proyecto aún no resuelto y que, incluso en el caso de que en algún momento se llegase a tener 97 éxito, todavía faltaría mucho tiempo para su desarrollo comercial. Tanto que ya no estarán disponibles los recursos energéticos no materiales para desarrollar las plantas necesarias. No hay plan B ni mágico elixir En conclusión, la mayoría de fuentes alternativas se sitúan dentro del “precipicio energético” (TRE menores de 10:1) o muy cerca, la capacidad energética de las renovables es muy insuficiente para el consumo actual, y el cénit de las mejores fuentes de energía (los combustibles fósiles), o ya ha pasado, o está cerca. Todo esto, sin volver sobre las otras limitaciones que ya hemos analizado (intermitencia, límite de recursos, impactos ambientales, densidad energética, transportabilidad, almacenabilidad, versatilidad, coste). No hay ninguna fuente energética que cumpla todas las características de los combustibles fósiles en solitario. Tampoco hay ninguna combinación de energías que lo vaya a conseguir. La era fósil se está terminando, produciéndose una quiebra energética alrededor de 2030. En el futuro, habrá menos energía disponible y provendrá de fuentes más diversas y renovables. Los picos de los recursos de la mano de los energéticos Del mismo modo que acabamos de analizar los picos de extracción de distintas fuentes de energía, se puede intentar prever el de otros materiales básicos, y de otros recursos imprescindibles, como el agua y la tierra, para el funcionamiento social. Materiales Numerosos elementos, como el oro, cobre, níquel, uranio, plomo, zinc, plata, bauxita, han atravesado ya su cénit de extracción o están cerca. A esto se añade que muchos minerales de los menos abundantes, se suelen extraer del tratamiento de la ganga de explotar otro mineral. De este modo, en las próximas décadas surgirán problemas para acceder a importantes cantidades de muchos metales. Esto va a tener impactos muy importantes en la economía. Los metales escasos (tántalo, indio, galio, germanio, paladio, cobalto, litio, platino, lantano, terbio, teluro, disprosio o neodimio). de usos múltiples y claves en algunos sectores de producción de energía, tienen picos que, cuando no han pasado ya, serán antes de 2040. Entre los fertilizantes usados industrialmente, el fósforo es el que antes va a escasear. En cambio, el potasio de momento no escasea y el nitrógeno puede ser aportado a partir de amoniaco sintético usando energías renovables. Así, el fósforo impone un límite físico insoslayable al sostén de la agricultura industrial, de la cual depende gran parte de la alimentación mundial. Si no ha quedado atrás ya su cénit, será no más tarde de la década de 2030. El pico de distintos minerales se producirá en un contexto de restricción energética, lo que empeorará la situación. El petróleo condicionará el coste del resto de materias primas. El proceso inverso también se producirá. Entre las alternativas que se plantean figura el reciclaje, que tiene potencialidad para algunos elementos, pero también fuertes límites, porque los aparatos no están diseñados para la recuperación de sus componentes, y porque reciclar los aditivos que se añaden a distintos compuestos es imposible. Al igual que la energía, la materia se va degradando progresivamente. Es cierto que el sistema-Tierra recibe grandes cantidades de energía del Sol que podrían sostener altas tasas de reciclaje de los materiales, pero eso requeriría un funcionamiento mediante compuestos totalmente biodegradables, basado en fuentes energéticas no concentradas, plenamente integrado en los ecosistemas y de ritmos mucho más lentos. Es decir, otro sistema socioeconómico. En la misma línea, el Segundo Principio de la Termodinámica implica que la recuperación de un elemento de una mezcla genera residuos más “desordenados” que el punto de partida, por lo que desde una perspectiva global el problema puede estar aumentado. Agua y suelo En cuanto al agua, decir que la reposición de los acuíferos se ha ido ralentizando por varios factores antropogénicos y por estarse extrayendo agua por encima del ritmo de reposición. Así, los acuíferos 98 se están agotando. A los problemas de escasez, se suman los de calidad, especialmente en las zonas de alta incidencia de la agricultura industrial o de vertidos. La restricción del acceso al agua potable se extenderá y será especialmente dramática en las grandes ciudades. También se producirá un descenso en la producción energética Una vez más, las alternativas no hacen viable el sostenimiento de este sistema. Las desalinizadoras y potabilizadoras funcionan con altos consumos energéticos por lo que no podrán llegar a ser nunca una alternativa para la agricultura de regadío y consumo humano. También podríamos hablar de descenso del suelo fértil, pues ya hemos explicado los graves problemas de erosión que se están produciendo en todo el planeta, a lo que se suma que el suelo es casi no renovable. La colonización de nuevas regiones no es ya una alternativa y lo será menos conforme avance el Capitaloceno. El mayor cambio climático de la historia de la humanidad El pico de los combustibles fósiles junto al de varios elementos va a conllevar el colapso de la economía global. El calentamiento global será un tercer factor que empujará en el mismo sentido. Pero el aumento de la temperatura tendrá repercusiones mucho más profundas que las socioeconómicas. Un incremento de 1ºC puede parecer muy poco, considerando que entre el día y la noche o a lo largo de las estaciones las variaciones de temperatura son mucho mayores. Sin embargo, las implicaciones para el equilibrio climático de esta “pequeña” variación son muy grandes. El cambio climático está desequilibrando los ecosistemas de manera profunda. Además, este proceso ocurre en un planeta marcado por el Capitaloceno y que por lo tanto tiene mucha menos resiliencia, menos capacidad de adaptación a los cambios. En conclusión, para la vida, incluyendo la humana, este es un problema mucho más grave que la menor disponibilidad de combustibles fósiles y minerales. Los cambios climáticos han sido habituales en la historia de la Tierra, sin embargo, el cambio climático en curso no está regido por los cambios en la órbita terrestre, sino por las emisiones humanas de GEI, que están disparando los dos bucles de realimentación positiva descritos anteriormente y varios más que explicaremos. Entre los GEI destaca el CO2, que viene mayoritariamente de la quema de combustibles fósiles. El incremento del CH4 es causado fundamentalmente por el aumento del ganado en los últimos 50 años y del uso del gas natural. La emisión de N2O corresponde principalmente a la utilización de abonos químicos en la agricultura industrializada. En resumen, detrás del cambio climático están la utilización masiva de los combustibles fósiles desde la Revolución Industrial, pero especialmente tras la II Guerra Mundial y, en menor medida, la agricultura industrial. Ambos, elementos centrales del crecimiento capitalista. La mayor responsabilidad de estas emisiones corresponde a los países del Centro, principalmente EEUU, y a las regiones emergentes, con China a la cabeza. Si la medición se realizase por compañías, las petroleras (y las gasistas y las dedicadas a la minería del carbón) son las principales responsables. Los bucles de realimentación positivos y sus implicaciones Una de las claves fundamentales del sistema climático es su complejidad, lo que hace que se comporte de forma no lineal, Esta no linealidad es debida por una parte en los procesos de realimentación positiva, en los que los efectos amplifican las causas una vez pasado un determinado umbral. Por otra parte, el sistema climático contiene elementos que retardan las variaciones climáticas, como es el caso del efecto amortiguador de los océanos, o las regiones heladas. Por enumerar solamente algunos de los efectos de estos bucles de realimentación positiva en el cambio climático podemos citar: La acidificación de los océanos y pérdida de su potencial amortiguador por la disminución del poder de absorción del CO2; el incremento del nivel del mar, derivado de la expansión térmica de 99 los océanos por calentamiento y del deshielo de los glaciares, con sus consecuencias sobre las poblaciones costeras y el posible colapso de los ecosistemas marinos; el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos y cambio en el patrones de precipitaciones, con su incidencia en el aumento de las migraciones; el deshielo de glaciares y la pérdida de hielo en la gran superficie marina helada ártica, lo que provocaría que descendiese la salinidad del mar, disminuyendo su densidad, con sus efectos sobre la circulación termohalina, y la disminución del efecto albedo. Otro efecto del cambio climático sería el deshielo del permafrost, lo que produciría la liberación de CO2 y de CH4. Es posible que el punto de inflexión a partir del cual se vuelva irreversible el deshielo del permafrost pueda producirse antes de 2030, que será cuando el incremento de temperatura planetaria llegue a 1,5ºC. La liberación del metano oceánico sería otra de las consecuencias del aumento de temperatura del agua, así como que el sistema suelo-vegetación cambiase de absorber CO2 a ser un emisor neto del mismo, con sus efectos sobre las selvas tropicales, la muerte de ecosistemas o la disminución de la capacidad fotosintética de las plantas. Por otra parte, una de las consecuencias del aumento de la temperatura es el incremento de la evaporación del agua. Las nubes reflejan parte de la radiación solar que llega a la Tierra (“enfrían” el clima). Pero, a la vez, el vapor de agua es un GEI. Parece que el incremento de vapor de agua, de forma neta, realimentaría el calentamiento global El texto analiza en detalle cada una de estos efectos. ¿Cuáles pueden ser los nuevos equilibrios climáticos? En el más favorable de los escenarios, la concentración de CO2 en 2100 sería de 421 ppm (actualmente están por encima de las 400 ppm). Esta concentración está fuera del margen de seguridad, pues para preservar un planeta similar al que se han desarrollado las civilizaciones y la vida se ha adaptado, el CO2 debe ser reducido a, como mucho, 350 ppm. Esto situaría el incremento de temperatura por debajo de 1,5ºC, probablemente en 1ºC, respecto a los valores preindustriales. La temperatura del planeta seguiría aumentando después de 2100 si no se produjesen procesos de reforestación. Incluso cesando totalmente la emisión de GEI, la temperatura no se mantendría. Esto se debe a que el 15-40% del CO2 emitido permanecerá en la atmósfera más de 1.000 años, y a que al igual que los océanos están absorbiendo una parte considerable del calor retrasando el aumento de la temperatura, el proceso inverso también se producirá. Es decir, una vez calentadas, las grandes masas de agua serán un foco de calor que retrasará el enfriamiento planetario aun en el caso de que desciendan las concentraciones de CO2. Esto se puede prolongar durante miles de años o, al menos, 500. De esta forma, el cambio climático antropogénico es ya irreversible. La cuestión estriba en la gravedad que llegue a alcanzar. En el caso de que se activen los bucles de realimentación positiva, el planeta podría deslizarse hacia otra nueva situación de equilibrio climático unos grados por encima de la actual, con lo que sería semejante al Plioceno (hace 3-5 millones de años) en la que el nivel del mar era 5-40 m más alto. Otro posible punto de equilibrio sería algo similar al del Paleoceno-Eoceno de hace 55,9-55,0 millones de años, en el que el planeta no tenía hielo, el nivel del mar era 75 m más alto que ahora y la temperatura subió unos 6ºC. El 50% de las especies se extinguieron por el calentamiento y la acidificación de los océanos. No es posible afirmar categóricamente que se haya superado, ni que no se haya hecho, el umbral de estabilidad del sistema climático de la Tierra, pasado el cual evolucionaría inevitablemente hacia un nuevo punto de equilibrio en el que amplios territorios no serían habitables por el ser humano. Veamos ahora como se interrelacionan el pico de los combustibles fósiles y el calentamiento global. Indudablemente, conforme vaya siendo más difícil acceder a los combustibles fósiles, su uso disminuirá y, con ello, las emisiones de GEI. La cuestión es si la caída en el uso de fósiles será lo suficientemente rápida para impedir que el cambio climático se dispare como consecuencia de los bucles de realimentación positiva. Por los estudios realizados parece que el pico del petróleo no “resolverá” por sí solo el problema del cambio climático: 100 Pero con la crisis entrarán en juego más elementos que empujarán en el sentido contrario. En base a la crisis económica alimentada por la escasez energética, hay cálculos que muestran que las emisiones de GEI antropogénicas estarán en 2030 en el 40% de las existentes en 2010. El escenario, que ya describimos como insuficiente, que marca el IPCC para evitar el cambio climático desbocado, plantea que las emisiones en 2030 deberían ser un 84% de las de 2010. Quiebra de las bases de la reproducción social Las sociedades necesitan de las funciones ecosistémicas y del cuidado físico y emocional de sus integrantes para su reproducción (sostenimiento de la vida y reparación de daños): los seres humanos son socio y ecodependientes. Ambos factores se encuentran en una fuerte crisis. La crisis energética y material está disparando la Crisis Global, pero el cambio climático y la desorganización de los ecosistemas son los problemas mayores y a más largo plazo para sostener la capacidad de las sociedades de reproducirse. El colapso de las funciones ecosistémicas La pérdida de biodiversidad actual es comparable a las de las otras grandes extinciones de especies que han jalonado la historia de la vida. La biodiversidad, a través de las funciones ecosistémicas, es el principal sustento de la existencia humana y es clave para el funcionamiento diario del capitalismo. Además, no hay reemplazo posible. Las funciones ecosistémicas prestan servicios indispensables como la fotosíntesis, la regulación del clima, el acceso al aire y agua limpios, la polinización, la edafogénesis, el control de la erosión, o la belleza. La extinción de determinadas especies, como los insectos polinizadores (abejas, abejorros, mariposas) implicaría el colapso de todo el ecosistema. Así, al igual que hemos referido la evolución hacia otro posible equilibrio climático, también podríamos hablar del cambio hacia otro equilibrio ecosistémico radicalmente distinto del actual. Por supuesto, ambos procesos están profundamente interrelacionados entre sí y con la actividad de las sociedades humanas. La interrelación entre sistemas y ecosistemas da lugar a sistemas complejos que dependen para su evolución y supervivencia de un continuo fluir de materia y energía. En la medida en que la degradación entrópica de la energía es irreversible, la vida se basa en retener el máximo de energía solar antes de dejarla escapar en forma de calor disipado. De este modo, la crisis ecológica actual es un incremento del “desorden” en la biosfera y un debilitamiento de los mecanismos de la vida para sostenerlo. En definitiva, la crisis afecta a las bases mismas de la vida. La crisis de los cuidados La reproducción social y el sostenimiento de la vida requiere de toda una serie de tareas de cuidados. Desde comienzos del patriarcado, siempre ha existido una economía de los cuidados en paralelo a los otros formatos económicos, cuyos indudables protagonistas han sido las mujeres en los hogares a través de un reparto desigual de las labores. Hay otras dos instituciones que también permiten la sostenibilidad de la vida, aunque en menor medida: el mercado y el Estado. En la medida en que las políticas neoliberales fueron desarmando los servicios sociales, el Estado dejó de realizar algunas de las funciones de reproducción social, pero, con la llegada de la Crisis Global, esta tendencia se ha acelerado y se ha convertido en estructural. Pero, lo que es más grave, la crisis del “Estado del Bienestar” es inevitable. La construcción de los servicios públicos se basó en la disponibilidad de ingentes cantidades de energía que permitieron un aumento nunca visto de la productividad. Esto, sumado a un movimiento obrero todavía fuerte, permitió una cierta distribución de la riqueza. Esto se ha terminado para no volver. El pacto capitaltrabajo que se produjo tras la II Guerra Mundial es imposible, pues el escenario es de una disponibilidad cada vez menor de energía y materia, y de una recesión económica estructural. En segundo lugar, la lógica del mercado es incompatible con una adecuada atención a la reproducción social. Es lo que está detrás de la “lógica” de la “insostenibilidad” de las pensiones. 101 Todo lo que no cubren el Estado y el mercado ha terminado recayendo en los hogares y, más en concreto, en las mujeres. Hay una serie de factores implican una mayor carga doméstica de cuidados. El más importante de todos ha sido la incorporación masiva de las mujeres al trabajo remunerado, mientras los hombres han seguido sin querer asumir más que una parte menor de las labores de cuidados. La crisis de los cuidados es consecuencia de la simbiosis entre patriarcado y capitalismo. Un porcentaje creciente de mujeres han desarrollado una identidad individual, como la de los hombres, en la que desvalorizan las necesidades emocionales. La tecnología no resolverá ni los problemas ambientales ni los sociales La Crisis Global está teniendo impactos imposibles de soslayar. Es por eso que desde las instancias de poder se lanzan “nuevos” paradigmas que persiguen sostener el crecimiento en el contexto actual. Entre ellos, destaca el del “capitalismo verde”. Estos paradigmas se construyen sobre una serie de mitos que intentan conjugar crecimiento y sostenibilidad. Son los mitos de la eficiencia, la desmaterialización y, sobre todos ellos, el de la ciencia y la tecnología. El mito de la eficiencia Propone que el aumento de la eficiencia como solución a los problemas energéticos y materiales. Ciertamente, la tecnología puede incrementar temporalmente la TRE en algunos casos y que todavía hay recorrido para una mejora a nivel mundial de la eficiencia, pero tiene límites insuperables e incluso puede tener efectos secundarios adversos. Por una parte, las supuestas mejoras en la eficiencia en las regiones centrales no son tales, sino deslocalizaciones a las zonas periféricas. Por otra, la mejora de la eficiencia tiene un límite físico marcado por las leyes de la termodinámica. Además, muchos procesos ya son todo lo eficientes que cabe esperar. Entre los efectos adversos de la eficiencia está el hecho de que persigue eliminar las múltiples redundancias. Pero eso es justo una de las claves fundamentales de la resiliencia de los sistemas complejos, pues esas redundancias sirven como mecanismo de seguridad que les permiten seguir funcionando si falla alguno de sus elementos. En un entorno como el Capitaloceno, con una fuerte pérdida de resiliencia y desafíos importantes en el futuro, hay sectores en los que el avance hacia la eficiencia puede ser contraproducente. Por otra parte, la mejora de la eficiencia no siempre conlleva una reducción en el consumo de materia y energía. Por ejemplo, a pesar de la importante mejora en las emisiones de CO2 de los vehículos en la UE, la reducción de emisiones por kilómetro recorrido se ha visto desbordada por el impresionante aumento del parque automovilístico y de los kilómetros recorridos en coche. El resultado es un incremento del consumo global de petróleo para los vehículos. Por otro lado, los ahorros derivados de un aumento de eficiencia se desvían a otros sectores donde se incrementa el consumo. El aumento de la eficiencia libera recursos que permiten aumentar la producción y el consumo. Por último, la eficiencia tiene también impactos sociales, ya que está directamente correlacionada con un incremento en la explotación de los trabajadores. El mito de la desmaterialización o desacoplamiento El primero es la afirmación de que la economía capitalista puede seguir creciendo reduciendo su consumo de energía y materia. El segundo es la creencia de que el PIB puede aumentar de forma más rápida que el consumo material y energético. La desmaterialización no se sostiene con datos empíricos. Así, el consumo energético y material desde la Revolución Industrial ha seguido una curva exponencial y se puede seguir la evolución de la economía capitalista por el consumo material, lo que señala su íntima relación. En cuanto al desacoplamiento se puede añadir que la correlación entre el PIB y el consumo energético mundial es casi lineal, mostrando el acoplamiento de ambos indicadores. 102 El aparente desacoplamiento entre el consumo energético y el crecimiento económico en los espacios centrales se ha debido a varios ejercicios de contabilidad creativa y por la deslocalización de las actividades más consumidoras de energía. En realidad, la desmaterialización es físicamente imposible. El Segundo Principio de la Termodinámica supone que la utilización de energía conlleva su degradación. Desde la perspectiva material, muchos elementos básicos se dispersan en su uso: desde el fósforo utilizado en la fertilización, hasta los óxidos de zinc presentes en los neumáticos que se van esparciendo por las carreteras. Solo podrían ser reciclables si fuesen biodegradables y ese trabajo lo hiciesen los ecosistemas con tiempo y energía solar, y aun así este proceso no sería 100% eficiente. La falsedad del mito de la desmaterialización lo ejemplifica el aparato por antonomasia de la sociedad virtual, el ordenador, que tiene altos requerimientos materiales y energéticos. El mito de la ciencia y la tecnología En realidad, los dos mitos anteriores son hijos del gran mito del capitalismo, el del progreso, que se plasma en que la ciencia y la tecnología lo pueden todo. Por una parte la ciencia dista mucho de ser neutral y no se desarrolla lo que socialmente pueda ser importante, sino lo que el mercado considera adecuado. Que el sistema tecnocientífico está al servicio del mercado también se puede argumentar con otros ejemplos, como la obsolescencia programada, las patentes sobre la vida, o la “investigación” para negar la realidad del cambio climático. En las universidades una parte creciente de la investigación está financiada por empresas que confían en utilizar el conocimiento que se derive de ella. El método analítico, se basa en tomar la realidad, diseccionarla en partes y estudiarla, sin realizar una recomposición integradora del todo. Este modelo no es el más adecuado para entender la vida en la Tierra, que funciona como un sistema complejo en el que las propiedades no son la suma de las partes y el funcionamiento es no lineal. Pero a estos límites se suman otros más profundos que superan las capacidades humanas. En primer lugar la tecnología no puede generar energía ni materiales, por lo que no puede resolver los problemas de fondo. Por otra parte el ser humano no es ni omnisciente ni omnipotente. Los desafíos actuales a los que tiene que hacer frente la ciencia son los que tienen que ver con los sistemas complejos, cuyo funcionamiento es en ocasiones caótico. Otra, que producen emergencias, como consecuencia de las interacciones de las partes que no se pueden deducir de las propiedades de sus elementos individuales. Esto hace que las posibilidades humanas de controlar y comprender el entorno sean mucho más reducidas de lo que sostiene el mito del progreso. El Segundo Principio de la Termodinámica marca un tercer límite infranqueable. La máquina perfecta (aquella que transforma toda la energía en trabajo), simplemente, es imposible. No es posible resolver los problemas ambientales por la vía tecnológica sin crear nuevos problemas, es decir, no es posible crear “orden” en un lugar sin generar más “desorden” en otro. En el mejor de los casos, las tecnologías serán capaces de resolver el problema para el que fueron creadas gracias a desplazar los impactos, que suelen ser impredecibles. O, dicho de otro modo, desordenar siempre es mucho más fácil que mantener sistemas en un orden dinámico. Derivada de esta limitación, está la de la ley de rendimientos decrecientes. Los inventos siguen esta ley en la medida en que los más fáciles de abordar se llevan a cabo en primer lugar y los más difíciles, después. Esto implica que los requerimientos energéticos, materiales, intelectuales y financieros necesarios crecen exponencialmente conforme avanza el conocimiento. Aplicando esto al mito de la eficiencia, surge un argumento más para sostener que su incremento indefinido es imposible. Ya se viene registrando un descenso continuado en las mejoras en la eficiencia. En último término, siempre se estará lejos del 100% del reciclado y de no usar energía. Otro problema es el temporal, pues entre la invención y la difusión masiva de los cambios tecnológicos pasan décadas, mientras que los problemas que hemos visto, como el descenso energético y material, la activación de los bucles de realimentación positivos o la desestabilización de los ecosistemas, está sucediendo ya. 103 Si sumamos la ley de rendimientos decrecientes a la reducción progresiva de la disponibilidad de energía y a los largos plazos para el desarrollo de las tecnologías, la dificultad de solventar técnicamente los desafíos se vuelve aún más irreal. Pero, más allá de todos estos límites fisicoquímicos está que las soluciones a los problemas ambientales y sociales actual es política y no técnica, por lo que tendrán que pasar, necesariamente, por la superación de la civilización basada en la dominación de la naturaleza y de las personas. Ni el nuevo capitalismo verde, ni violeta, ni el business as usual La “vía verde” consistiría en intentar hacer una transición energética sin poner en cuestión la lógica del capitalismo global, es decir, sin parar su necesidad intrínseca de crecimiento y acumulación constante. Sería la continuación de las políticas climáticas del Protocolo de Kioto. Esta opción no renuncia al petróleo y al gas natural, aunque intenta contener su uso. Sobre todo, impulsa la energía nuclear, los agrocombustibles y las energías renovables centralizadas. Tampoco hace ascos al carbón, si bien su uso sería “limpio”. Pero su apuesta va más allá: intenta sacar provecho económico de la crisis ambiental a través de la privatización del medio ambiente; de nuevas tecnologías que, reduzcan o no los impactos, creen oportunidades de negocio; y de la creación de nuevos mercados comerciales y especialmente financieros. Su mayor adalid es la UE, pero también la ONU (PNUD, PNUMA, UNCAD), la OCDE, el BM, bancos regionales de desarrollo, o coaliciones empresariales. Actualmente, se está privatizando y especulando con distintos recursos naturales, minerales, el sol, el agua, la biodiversidad, semillas, y otros más. Otro de los espacios de nuevos cercamientos es el campo del conocimiento y la cultura, a través de los derechos de propiedad intelectual. Entre las tecnologías llamadas a generar los nuevos beneficios están la ingeniería genética, la biología sintética, la geoingeniería o los agrocarburantes. El mejor ejemplo de nuevos mercados sería el de derechos de emisión de CO2. Antes del estallido de la Gran Recesión (2007-2008) y hasta la fallida Cumbre de Copenhague sobre cambio climático (2009), parecía que podría llegar a plasmarse la “vía verde” del capitalismo global, que se concretaría en un Protocolo de Kioto II. Pero la irrupción de la Gran Recesión y de la crisis terminal del capitalismo global, y la incapacidad real de planificar dentro del capitalismo han ido atascando cada vez más esta “vía verde”. La llegada de Trump al poder puede marcar el cierre final de esa opción. Tras el inicio de la Gran Recesión, parece que ha empezado a aflorar un “capitalismo violeta”, asociado a lo femenino. Pero el “capitalismo violeta” y la incorporación de las mujeres al mercado laboral o a los puestos directivos supone que integren las lógicas masculinas a sus vidas, que son las únicas compatibles con la reproducción del capital. Por su parte, el business as usual está quemando un último y desesperado intento de aumentar las tasas de beneficio mediante viejas y nuevas vías de explotación y desposesión (privatizaciones, incremento de la jornada laboral, recortes salariales, vuelta a una gratuidad o mercantilización de los cuidados, “capitalismo inclusivo”). Sin embargo, el business as usual no es menos irreal. Por ello, en las próximas décadas se irán metamorfoseando y mezclando ambas vías de evolución del capitalismo global con otras nuevas. 104 COLAPSO DEL SISTEMA URBANO-AGRO-INDUSTRIAL CAPÍTULO 9.- EL DOLOROSO LARGO DECLIVE ALUMBRARÁ SOCIEDADES RADICALMENTE DISTINTAS RESUMEN En el anterior bloque del libro, hemos argumentado cómo la Crisis Global ha venido para quedarse por mucho tiempo, aunque todavía no sea claramente visible por la capacidad de carga fantasma que aún proporcionan los combustibles fósiles. El declive energético está marcando un punto de inflexión histórico ineludible: el colapso del sistema urbano-agro-industrial y es posible que también de la civilización dominadora que comenzó hace unos 6.000 años. En una crisis de civilización, como esta, se unen la quiebra de la organización social, del modelo económico y de los valores imperantes. Mientras una crisis sistémica se resuelve con un cambio dirigido por una clase emergente, una crisis civilizatoria implica la transformación de todo el cuerpo social. Por colapso nos referimos a una pérdida rápida (en términos históricos) de complejidad. Pero colapso no es sinónimo de apocalipsis, ya que cómo se desarrolle y en qué nuevos órdenes cuaje estará en función de las opciones que tomen las sociedades y, más en concreto, la población organizada. De este modo, la crisis civilizatoria también es una ventana de oportunidad para cambios ecomunitarios3. Mas solo una ventana de oportunidad, que se puede cerrar alumbrando sistemas brutales. En este capítulo, abordamos los elementos futuros que consideramos más reseñables marcando una cierta secuencia de sucesos, aunque se entrelazarán. La menor disponibilidad material y energética producirá una profundización en la crisis económica, que desembocará en nuevos sistemas económicos enmarcados en un metabolismo agrario (y por ello locales, autónomos y poco industrializados). En paralelo, se producirá una fuerte reducción poblacional y una reordenación geoestratégica mundial hacia una mayor regionalización, con un incremento de las guerras por los recursos. Las organizaciones sociales cambiarán: reconfiguración o incluso disolución de los Estados, vuelta al mundo rural, mayor diversidad organizativa. Para gestionar estas organizaciones surgirán nuevas instituciones, que recogerán algunas características de las pretéritas. La tecnología pasará a ser más sencilla, con una fuerte pérdida de conocimientos. Finalmente, cambiarán los imaginarios colectivos emergiendo, entre otros, la sostenibilidad y los valores colectivos (lo que no implica necesariamente sociedades ecomunitarias). Y todo esto en un contexto ambiental enormemente degradado. Creemos que viviremos un Largo Declive. En sus inicios, se podrán diferenciar dos fases, marcadas por un punto de inflexión alrededor de 2030, que es cuando decaerá de forma importante la energía disponible. En la primera, las opciones de cambios emancipadores serán pequeñas. En todo caso, esta etapa no será igual en todo el mundo, y hasta algunos espacios se podrán ver aliviados. En una segunda fase, habrá condiciones más adecuadas para una reorganización social con unas bases más ecomunitarias (quiebra de la Modernidad, economía local, comunidades más pequeñas, menor cantidad de energía disponible). Esta esperanza será tanto mayor cuanto menos doloroso haya sido el colapso, lo que dependerá de las articulaciones sociales que se desarrollen en ambas fases. En todo caso, todo el proceso será irregular y estará plagado de fuertes discontinuidades. En resumen, si el siglo XX fue el de la expansión y el aumento de la complejidad global, destruyendo la diversidad local gracias a la energía fósil, el siglo XXI será el de la contracción y 3 Por ecomunitarias nos referimos a sociedades en las que los anhelos de emancipación, justicia y sostenibilidad de gran parte de la humanidad están razonablemente satisfechos. Consideramos básico que incluya el calificativo de ecológico, pues será un elemento central e ineludible en el futuro. Hablamos de ecomunitarismos en plural, pues habrá una enorme diversidad de sociedades y de hábitats en los que se podrán desarrollar. 105 simplificación global, que no local, que volverá a reverdecer. Durante los 200 años del capitalismo fosilista, la mayoría de la humanidad ha considerado que los condicionantes ambientales no eran determinantes en la organización social. Esto no volverá a ser así y resultará evidente que la degradación ecosistémica condicionará las nuevas organizaciones sociales. No discutiremos lo que las organizaciones sociales deberían hacer, aunque se puedan destilar ideas del texto, sino los posibles escenarios futuros, aun sabiendo que este es un ejercicio en el que inevitablemente nos equivocaremos. Sin embargo, si el futuro va a ser radicalmente distinto al pasado y al presente será preciso atreverse a imaginarlo, pues esa es la única forma de poder trazar estrategias adecuadas y superar el miedo. Así pues, presentamos un ejercicio de política-ficción para ayudar a crear escenarios ecomunitarios y no de tipo Mad Max, aunque creemos que lo más probable es que haya múltiples formatos intermedios. Para hacerlo de una forma más provocadora, hemos prescindido de los condicionales y usado el futuro simple, aunque obviamente el condicional sería el tiempo correcto. DESARROLLO Debido a la necesidad de la lectura completa de este capítulo, resumiré solamente algunas de las ideas directoras del mismo, excepto los dos apartados introductorios, relativos al “Papel de los colapsos sociales en los ciclos históricos” y al “Inevitable colapso de la civilización industrial”, que considero fundamentales para la comprensión de la crisis civilizatoria actual, y que reproduzco prácticamente al completo. El papel de los colapsos sociales en los ciclos históricos ¿Qué es un sistema complejo? En este texto, la complejidad de un sistema se evalúa por número de nodos del sistema, la interconexión entre ellos, la diversidad de los mismos y la información que existe y fluye. En los sistemas complejos, la autoorganización surge espontáneamente4 . Se producen “estructuras disipativas” que captan energía, y la mayoría de las veces también materia, para sostener el orden. Sin esa captación continua de energía y materia, no son capaces de mantenerse. Y a mayor complejidad, más necesidad de consumo energético. Los sistemas complejos están compuestos a su vez de múltiples sistemas complejos en una organización de tipo fractal. El ser humano es un sistema complejo que tiene otros subsistemas complejos, como el digestivo que, a su vez, está compuesto por órganos y estos por células, que son también sistemas complejos. A nivel superior, el ser humano es parte de la sociedad que se inscribe en el macrosistema de la Tierra. De este modo, hay sistemas “por encima” y “por debajo”. Cada uno de los niveles cumple dos funciones. Por una parte, dar estabilidad al sistema. Por ejemplo, si un bosque se quema, el clima de la región aporta las condiciones para su regeneración; y el suelo, los nutrientes. En esta labor estabilizadora, el papel de los niveles macro es más importante. La segunda función es producir innovaciones para la adaptación a los continuos cambios. Aquí son los niveles inferiores los más activos. De este modo, los sistemas complejos son también sistemas con capacidad de adaptarse a los cambios. Las propiedades de estas estructuras no se corresponden a la suma de sus partes. Emergen como consecuencia de la complejidad. Estas propiedades condicionan el comportamiento de los nodos. Lo local reconfigura lo global y viceversa, generando sistemas en un equilibrio dinámico. Las partes “piensan” y actúan localmente, pero su acción colectiva produce cambios globales. Las sociedades humanas no son una excepción, ya que el grueso de la atención y la acción de las personas es local. 4 Esta creación de “orden” no contradice el Segundo Principio de la Termodinámica, pues es una creación local a costa de aumentar el “desorden” cósmico. La vida (un sistema complejo altamente ordenado) apareció en la Tierra gracias al uso intensivo de la energía solar. Esta energía, una vez utilizada, se disipa al espacio aumentando la entropía total. 106 En los sistemas complejos, existen relaciones causa-efecto, pero también sinergias, realimentaciones positivas y negativas, retardos, o comportamientos no lineales en los que pequeñas perturbaciones pueden generar grandes cambios, como por ejemplo en el sistema climático. Un sistema complejo no es algo estático, sino dinámico. Cambia continuamente, pero lo hace alrededor de un atractor, de un orden determinado en torno al que se mueve. La resiliencia de un sistema es su capacidad para perpetuar su estructura dinámica frente a distintas perturbaciones. En algunas ocasiones, las perturbaciones llevan a los sistemas a sobrepasar umbrales, puntos de bifurcación, tras los cuales evolucionan hacia nuevos equilibrios dinámicos. En estos umbrales, rigen elementos azarosos, estocásticos. La transición implica cambios discontinuos, no lineales y rápidos, fruto de bucles de realimentación positiva que, en lugar de devolver la perturbación al estado primigenio, la amplifican. Así, una vez traspasado el punto de bifurcación, la vuelta atrás es imposible. Es decir, que en los sistemas complejos hay irreversibilidades. Un ejemplo son los cambios de metabolismo que hemos visto (forrajero, agrícola, industrial). En las transiciones, hubo umbrales críticos en los cuales los cambios en múltiples dimensiones (tecnológica, institucional, cultural) se reforzaron y amplificaron. Al final, la estructura del sistema socioecológico se estabilizó en otro estado, que siguió evolucionando dentro de unos parámetros comunes. En la transición entre distintos estados de equilibrio en un sistema complejo, se pueden diferenciar varias fases, donde el esquema más habitual parte de un “arranque”, seguido de una “aceleración” y una “estabilización” final. Pero también pueden existir otras trayectorias. Estas transiciones entre distintos estados de un sistema pueden partir del colapso del estado inicial o de su evolución cualitativa. Los sistemas complejos evolucionan hacia grados crecientes de complejidad. La historia de la vida es la del incremento (con altibajos) de la complejidad: no solo se ha generado más diversidad e información interconectadas, sino seres más complejos. Además, los seres sociales, con mucha más capacidad de procesar información que los individuales, han tenido un gran éxito evolutivo. Un ejemplo son los humanos y su expansión y control de todos los ecosistemas, otro son las hormigas5 . Esto no excluye que otros menos complejos, como las bacterias, hayan tenido también éxito. La complejidad aumenta como respuesta a los desafíos a los que se va enfrentando el sistema, es su principal estrategia. A lo largo del libro, hemos ido repasando algunas de las causas que han empujado a las sociedades humanas hacia grados crecientes de complejidad. Por ejemplo, hemos analizado cómo las transiciones del metabolismo forrajero al agrario y después al industrial fueron consecuencia de una huida hacia adelante ante una situación de crisis de acceso a los recursos, entre otros factores. La casi inevitabilidad de los colapsos en los sistemas basados en un crecimiento sostenido de la complejidad Los sistemas complejos van perdiendo resiliencia conforme dan saltos en los que aumentan su complejidad. Hay que distinguir entre sistemas complejos en los que no se produce un crecimiento continuado en la captación de materia y energía, y los que sí lo hacen. El salto de las sociedades forrajeras a las agrícolas implicó un aumento de la complejidad y, por lo tanto, de la captación de energía. Pero las primeras sociedades agrícolas se estabilizaron en un nuevo equilibrio que no implicaba un crecimiento del consumo. En contraposición, el paso a sociedades dominadoras regidas por Estados, especialmente al capitalismo agrario y más aún al capitalismo fosilista implicaron un salto en el consumo energético y material que, además, necesitaba de un incremento continuado de este consumo. Los sistemas dominadores son mucho más vulnerables. Los sistemas complejos se rigen por la ley de rendimientos decrecientes. Consiste en que, al principio, los incrementos en complejidad suponen más beneficios que costes (energéticos, económicos, materiales, de gestión de residuos). Pero, el aumento continuado de la complejidad lleva, inevitablemente, a un punto a partir del cual los aumentos van dando rendimientos 5 Solo el 2% de los insectos son sociales, pero representan más de la mitad de la biomasa de insectos. 107 menguantes, pues los costes para el sostén de la complejidad aumentan más rápido que los flujos energéticos disponibles. La ley de rendimientos decrecientes se puede apreciar en la evolución de las sociedades dominadoras. Un aspecto fundamental de estas sociedades es el procesamiento de grandes cantidades de información. Cuando el tamaño de un grupo crece, la comunicación de información lo hace más rápido, hasta que la capacidad de gestionarla llega a un máximo, a partir del cual se empieza a convertir en ruido. En el campo tecnológico, ya nombramos los límites de la eficiencia. El fenómeno también aparece al analizar el comportamiento del capitalismo en los ciclos sistémicos de acumulación, en los cuales los beneficios decaen con el tiempo. Además, un incremento continuado de la complejidad también implica un aumento de los riesgos, disparando los costes de reparación. Esto es claro en la energía nuclear. La solución habitual a los rendimientos decrecientes en una sociedad dominadora ha sido, paradójicamente, incrementar la complejidad ahondando los problemas. De este modo, ante la disminución de la productividad agrícola, más intensificación; o contra la pérdida de legitimidad del Estado, más recursos para apuntalarla. Volvamos a la pérdida de resiliencia. Como consecuencia de este proceso, llega un momento en el que el sistema se convierte en tan poco flexible, que incluso pequeñas perturbaciones son capaces de desplazarlo más allá del punto de bifurcación generando una nueva estructura. Esta transición se puede producir como: salto adelante, crisis o colapso. El salto adelante requiere un incremento en el flujo de energía. Esto se ha logrado normalmente mediante la conquista o control de más territorios, el acceso a nuevas fuentes energéticas y/o con nuevos desarrollos tecnológicos. Para que haya sido posible, han sido necesarios requisitos físicos, pero también sociales, como estructuras y parámetros culturales favorables al cambio. El salto adelante no siempre implica un nuevo estado del sistema, muchas veces es solo una evolución. En otras ocasiones sí lo es, como fue la Revolución Industrial. Si el sistema sigue creciendo en complejidad, esta ha sido siempre una solución temporal, como ejemplifican el Imperio romano, el español y, en breve, EEUU. La situación se puede resolver mediante una crisis que reduzca algo la complejidad social. Es la opción más habitual en los sistemas en estado estacionario. En aquellos en los que la complejidad crece de forma continuada, las crisis destruyen parte de la estructura situando los costes de su mantenimiento en niveles asumibles. Sería el caso de las “destrucciones creativas” del capitalismo. Las crisis no son, por lo general, puntos de bifurcación en los que el sistema evoluciona hacia una nueva organización, sino mecanismos para sostener la misma estructura. Finalmente, si el sistema no ha evolucionado hacia un estado estacionario, su decreciente resiliencia le hace más susceptible de colapsar. Al hablar de colapso de una estructura social nos referimos a la disminución drástica de la complejidad de forma relativamente rápida y de manera que surja una estructura radicalmente distinta de la previa6 . El orden pretérito de los nodos del sistema se quiebra. En una sociedad dominadora, el colapso estaría marcado por un descenso en: la población, la especialización social, las interconexiones (comercio), y la cantidad de información que contiene y fluye por el sistema. No todos los indicadores del colapso de esta civilización son socialmente negativos. Otra cosa es cómo sea el proceso. En resumen, el colapso es una salida a la creciente insostenibilidad sistémica, pues la pérdida de complejidad reduce los costes. Las infraestructuras, las instituciones, los centros de conocimiento, etc. que no pueden ser mantenidos, simplemente son abandonados y, en el mejor de los casos, sirven para alimentar a los nuevos sistemas que emerjan. Por lo tanto, las causas últimas de los colapsos sociales no son perturbaciones climáticas o crisis económicas, sino el aumento de vulnerabilidad ante estos hechos. En el centro de los factores que aumentan esta vulnerabilidad, está la interacción entre la población y los recursos. Que la sobreexplotación del entorno haya estado en el corazón del colapso de muchas sociedades dominadoras, no quiere decir que haya sido el único motor: también ha cumplido un papel 6 En todo caso, la reducción de la resiliencia no es la única situación que puede propiciar colapsos: una guerra nuclear también lo sería, por ejemplo. 108 fundamental el anquilosamiento social (incapacidad de cambios culturales, poblaciones altamente urbanizadas, alta especialización social) e institucional (Estados “demasiado” fuertes, grandes desigualdades sancionadas por ley), o la “excesiva” conectividad de los nodos que ha hecho sistémicas crisis de partes del todo. En los sistemas en estado estacionario, los colapsos son raros y las crisis son los mecanismos predilectos de recuperación de la resiliencia. En contraposición, los que tienden a aumentar de forma sostenida la complejidad sufren más colapsos y saltos adelante (cuando pueden). Así, un sistema social en estado estacionario puede evolucionar hacia otro. Algunos ejemplos son el paso de las sociedades forrajeras a las primeras agrícolas, Papúa o el Sahel. También es posible que un sistema con tendencia al crecimiento, como las sociedades dominadoras, realice esta transición. En parte este fue el caso de las poblaciones chumash de California. Aunque esta opción prácticamente no se ha producido. Una vez alcanzado el estado estacionario, el sistema tiene que dotarse de mecanismos para que la complejidad social no aumente. El resultado del colapso o del salto adelante también puede ser un sistema que crezca en complejidad de forma continuada, como ocurrió con el surgimiento de las sociedades dominadoras. La historia como una sucesión cíclica De este modo, los colapsos, los saltos adelante y las crisis forman parte de la evolución de los sistemas complejos. Partiendo de ideas complementarias de Prigogine, Lewin, Holling, Odum y Odum, Homer-Dixon y Mazur señalamos varias fases prototípicas de un colapso (a las que no se adaptan todos los sistemas): i) Colapso. La complejidad disminuye y la resiliencia aumenta. ii) Reorganización. La resiliencia es alta como consecuencia de un aumento de la simplicidad y de la inespecificidad (se pierde especialización de los nodos). La complejidad empieza a crecer de nuevo. Los recursos, que habían sido sobreexplotados antes del colapso, se recuperan lentamente. Por ejemplo, el cristianismo o el budismo, como nuevas cosmovisiones, surgieron y se expandieron en contextos de colapso de las instituciones romana y, en parte, china. O los colapsos de biodiversidad han sido sucedidos por periodos de explosión de formas de vida. iii) Crecimiento. Desarrollo de las innovaciones exitosas. iv) Consolidación o clímax. El sistema se convierte en especialista y en muy eficiente. Conectividad máxima, pero baja resiliencia. Si lo que se da es una crisis, se pasaría de la etapa iv) a la iii), sin necesidad de colapso intermedio. En el caso de un salto adelante se pasaría de la iv) a la ii), pero en esta última fase la reorganización no implicaría una disminución de la complejidad, sino todo lo contrario. Los colapsos, las crisis y los saltos adelante, con sus distintas etapas, se suceden unos a otros. Esto significa una visión cíclica de la vida y de la historia. Por ciclo no queremos evocar un círculo, un eterno retorno, sino más bien una espiral que pasa una y otra vez por situaciones similares, pero de manera novedosa. No vuelven a ocurrir los mismos hechos ni en el mismo orden. Cada nueva etapa es única, los tiempos y la organización que se generan entre ellas, también. Así, el colapso del Imperio Romano Occidental vino seguido por un proceso de reorganización y nueva acumulación de complejidad a lo largo de la Edad Media europea. De ahí surgiría, como un salto adelante, el capitalismo agrario. Este fue capaz de salvar dos crisis, representadas por los periodos de caos sistémico entre las hegemonías hispano-genovesa y holandesa, y entre esta y la británica. Después, realizó un salto adelante hacia el capitalismo fosilista, que ahora está colapsando. Todos los sistemas complejos siguen estos ciclos. En los más pequeños, la velocidad a la que suceden es alta y, cuanto mayor es el sistema, más se espacian los colapsos. Condiciones que determinan la profundidad de los colapsos Una vez que el colapso del sistema complejo comienza, se activan una serie de bucles de realimentación positiva que aceleran el proceso e impiden el retorno. Una característica importante en el proceso de colapso es que el descenso de la complejidad es mucho más rápido que el ascenso (los tiempos de creación de una montaña son mucho mayores que los que tarda una avalancha en 109 bajar las piedras). Desde la perspectiva termodinámica, esto se debe a que los sistemas tienden a disipar sus energías potenciales a la mayor velocidad posible. En términos sociales, significa que, una vez que un sistema se vuelve inestable, la desafección por él en todas las dimensiones avanza deprisa (una vez que una red social pierde una masa crítica de personas que la integran, el abandono del resto es rápido, pues la utilidad de la red decrece exponencialmente). O, dicho de otra manera, una entidad compleja cae de una forma compleja y este proceso no puede ser controlado. La disminución de la complejidad que conlleva el colapso puede producirse en distintos grados. Puede ser relativamente pequeña y con una reorganización fácil y rápida posterior; o profunda, lo que conllevaría una recuperación mucho más lenta y difícil, llegando a formatos organizativos potencialmente muy distintos de los primigenios. Esta profundidad del colapso está en función de distintos factores. Creemos que lo más probable es que el colapso de la civilización actual sea muy profundo, implicando una fuerte e indeterminada reestructuración social. El inevitable colapso de la civilización industrial La vulnerabilidad del capitalismo fosilista global El sistema socioeconómico actual tiene elementos de resiliencia importantes. Uno es que la alta conectividad aumenta la capacidad de responder rápido ante los desafíos. Sin embargo, la conectividad también incrementa la vulnerabilidad del sistema, ya que, a partir de un umbral, no se pueden afrontar los desafíos y el colapso de distintas partes afecta al conjunto. El sistema funciona como un todo interdependiente y no como partes aisladas que puedan sobrevivir solas (EEUU, UE, China). A partir de un elemento cualquiera, como la falta de accesibilidad a gas y petróleo, esta carencia se transmite al conjunto. Además, una mayor conectividad implica que hay más nodos en los que se puede desencadenar el colapso. Un sistema económico altamente tecnologizado depende cada vez de más materiales, de forma que la posibilidad de que falle uno de ellos aumenta y, con ello, el riesgo sistémico. Finalmente, ya no existe un “afuera” del sistema-mundo, el mundo está “lleno”, por lo que no hay posibilidad de migrar ni de recibir ayuda de otros sitios. Pero el capitalismo global no solo está interconectado, sino que es una red con unos pocos nodos centrales. El colapso de alguno de ellos sería casi imposible de subsanar y se transmitiría al resto del sistema. Algunos ejemplos son: i) Todo el entramado económico depende de la creación de dinero (crédito) por los bancos, en concreto de aquellos que son “demasiado grandes para caer”. ii) La producción en cadenas globales dominadas por unas pocas multinacionales hace que la economía dependa del mercado mundial, cadenas que funcionan just in time iii) Las ciudades son espacios de alta vulnerabilidad por su dependencia de todo tipo de recursos externos que solo pueden adquirir gracias a grandes cantidades de energía concentrada y a un sistema económico que permita la succión de riqueza. Pero, a su vez, son un agente clave de todo el entramado tecnológico, social y económico. En esta maraña interconectada, el colapso no tendrá una única causa, sino que se producirá por la incapacidad del sistema de solventar una multiplicación de desafíos en distintos planos en una situación de falta de resiliencia: colapsos de Estados, crisis monetarias y financieras, bloqueo de infraestructuras, etc. El colapso se da en situaciones de altos niveles de estrés en distintos planos del sistema. Esto fue lo que le sucedió al Imperio romano y a la civilización maya. Por lo tanto, la conectividad jerarquizada es un elemento intrínseco del capitalismo fosilista globalizado que lo hace más vulnerable, aunque no es la única causa de esta vulnerabilidad. Una segunda es la velocidad. En una sociedad capitalista, el beneficio a corto plazo es lo primero. Esto implica que la capacidad de previsión y de proyección futura sea poca. Además, el capitalismo necesita crecer de forma acelerada. Un tercer elemento de debilidad es que la sociedad capitalista globalizada se ha convertido en una potente extractora de recursos del planeta, eliminando el colchón con el que afrontar los desafíos que tiene por delante. Bajo esta mirada, las sociedades del pasado eran mucho menos vulnerables a 110 un cambio climático y, sin embargo, este fue el detonante de fuertes transformaciones. A esto se suma la ley de rendimientos decrecientes, que se ejemplifica en que la TRE de los combustibles fósiles no convencionales y las fuentes alternativas se sitúan dentro del “precipicio energético”, por debajo de 10:1, haciendo imposible como veremos el sostenimiento de la complejidad actual. En la historia de la vida, la aparición de formas más complejas no ha conllevado la desaparición de las formas más simples, sino que se ha producido una reacomodación simbiótica (desde la perspectiva macro). Esto ha permitido a los sistemas tener más resiliencia. Sin embargo, en las sociedades dominadoras (y más en el capitalismo), el incremento de complejidad ha destruido las formas menos complejas, perdiéndose diversidad. La probabilidad del colapso también depende de las tecnologías que se utilicen. Por ejemplo, una tormenta solar no produciría efectos en una sociedad agraria y, en cambio, sería devastadora en una sociedad hipertecnificada, al afectar a los sistemas de comunicación vía satélite y a los aparatos electrónicos. Una gran estratificación social genera un incremento de las tensiones y ha estado detrás de fuertes cambios sociales. A esto hay que añadir que, en las sociedades desiguales, la preservación del statu quo absorbe casi todos los esfuerzos de las élites. Por último, no hay tiempo para una transición ordenada que pueda esquivar el colapso. Como vimos, solo el cambio de la matriz energética conlleva décadas en un escenario de disponibilidad energética al alza y ni siquiera se dan las condiciones políticas ni culturales. Al igual que indicamos al abordar la aparición de la agricultura y el Estado, el capitalismo fosilista marcó un punto de casi no retorno. Una vez asentado un modo de vida urbano, una economía mundializada, un consumo material en aumento y un tamaño poblacional alto, desengancharse del consumo energético que conllevan requiere un gran cambio civilizatorio. Ante todo esto, se plantea que el intelecto humano será capaz de esquivar el colapso. Para ello, una de las herramientas principales serán los avances tecnológicos. Pero ya hemos mostrado la inviabilidad de esta opción. Por otra parte, el cerebro humano tiene limitaciones para comprender lo sistémico, lo remoto y lo lento. Además, los seres humanos reaccionan adecuadamente ante las seguridades, pero el colapso de la civilización industrial está plagado de umbrales de difícil definición. Así, se entrará en situaciones de no retorno sin notarlo y, cuando esto suceda, los cambios serán rápidos e imparables. El colapso de una civilización dura muchas décadas y la reducción es bastante paulatina para la percepción humana, aunque en términos históricos sea rápida. Al principio, las señales son difíciles de percibir para la mayoría de la sociedad; después, se tiende a pensar que cualquier periodo de estabilidad significa que el colapso se ha detenido; finalmente, cuando se acumula la degradación social, este es el estado que se percibe como “natural”. Una prueba histórica de esta incapacidad de las sociedades humanas es que muy pocas, o quizá ninguna, han sido conscientes de que entraban en una crisis civilizatoria. En el caso del Imperio romano, la población no pareció ser consciente de todo el proceso. Sí de las derrotas militares, pero no de la situación de fondo. A la hora de tomar decisiones, el pensamiento tiende a validar las ideas adecuadas del pasado, de forma que las que encajan con cómo sucedieron las cosas en otras ocasiones es más probable que sean las que se adopten, pero este es un problema en un escenario de colapso, en el que se van a producir fuertes cambios. A esto se añade que en la sociedad de la imagen y el entretenimiento se moldea un pensamiento simple, y la información sobre el colapso es borrosa, incierta y contradictoria. También que la desproporción entre la magnitud del problema y la capacidad de actuación individual genera impotencia. Otra dificultad es que las sociedades capitalistas son fuertemente individualistas y la necesidad de confiar en otras personas desincentiva poner en marcha las medidas al conjunto de la sociedad. Más allá de sus limitadas capacidades intelectuales, el ser humano no se mueve solo por la razón, pues antes están las emociones. Además, tiene un rechazo innato a lo que le causa desazón, lo que le lleva incluso al bloqueo de la percepción de lo que está sucediendo; y la transición hacia una sociedad menos compleja que use mucha menos energía no es una situación a priori deseable. 111 Pero, aun en los casos en los que sí se ha producido una respuesta, esta ha adolecido de una mirada a largo plazo, adoptando “soluciones” para los problemas del presente desplazando estos al futuro. Así sucedió con la Revolución Industrial. Finalmente, el colapso puede llegar a ser deseado por amplias capas sociales, pues supondría dejar la pesada y creciente carga material, energética y económica de sostener la complejidad. En contraposición, las élites sí tendrán una pérdida neta y, para evitarlo, proyectarán la imagen del desastre para todo el mundo con el colapso. El colapso caótico y profundo como la opción más probable Ante la Crisis Global, aparecen cuatro opciones teóricas que ya apuntamos para los sistemas complejos: que se quede todo en una crisis, realizar un salto adelante, colapso ordenado o caótico. Ahora las vamos a analizar para el capitalismo global. La primera es que la Crisis Global no devenga en un cambio sistémico y se quede en una crisis. Podría ocurrir algo como lo que sucedió en la China imperial, pero hoy en día el nivel de extralimitación en el uso de recursos es muy acusado y la degradación ambiental muy profunda. La segunda opción sería realizar un salto adelante. Por ejemplo, al principio de la Revolución Industrial, Inglaterra estaba frente a un problema de límite de recursos (madera). Sin embargo, no sufrió un colapso, sino que realizó una impresionante progresión: sustituyó la madera por el carbón. Hacer esto hoy implicaría cambios de organización a nivel social y, sobre todo, un consumo mayor y más intensivo. Pero esto es imposible, especialmente desde el plano material y energético, pero también desde la perspectiva económica. Por lo tanto, la única forma de evitar el colapso caótico del capitalismo global es reducir la complejidad de forma ordenada. Sería algo parecido a un decrecimiento justo. Pero creemos que esto no se va a dar por múltiples motivos en los que entramos a continuación. No hay ejemplos históricos de algo similar en sociedades dominadoras y los que más se podrían acercar, como el fuerte descenso en EEUU y Reino Unido del consumo energético de sus poblaciones durante la II Guerra Mundial de forma planificada y en gran medida voluntaria, no les hizo más resilientes, pues los ahorros domésticos se destinaron, con creces, a la guerra. De forma recurrente, las sociedades dominadoras han sido incapaces de abordar las causas últimas de las crisis sistémicas. La opción de las élites está siendo el business as usual, con un tono verde, violeta o de inclusividad, en el mejor de los casos. El decrecimiento justo implicaría un desmontaje y abandono de gran parte de la infraestructura construida, y de los medios de reproducción del capital (financieros y productivos, sobre todo los globalizados). Este intento de mantener las políticas propias de la fase de crecimiento, en lugar de otras más adecuadas a esta coyuntura (reducción, ruralización, eficiencia, cooperación), está haciendo más inevitable el colapso brusco. Los factores que explican por qué los poderes públicos son un lastre para un decrecimiento justo son varios, que el texto analiza. Por otra parte, ya mostramos la debilidad de los movimientos sociales respecto al poder de las élites. Esta debilidad de la movilización social tiene como reverso la sensación de invulnerabilidad en las élites. Por otra parte, en el capitalismo las personas han perdido su capacidad de producir los bienes imprescindibles para sobrevivir y deben adquirirlos en el mercado, para lo que necesitan dinero. Esto produce que no tengan otro remedio que encontrar un empleo para sobrevivir. Y, para que existan empleos hace falta crecimiento económico. Así solo resta el colapso caótico, el decrecimiento injusto. Como ha ocurrido en otros momentos históricos de quiebra de distintas organizaciones sociales, habrá fuertes crisis económicas y cortes en los mercados, rebeliones y caídas de regímenes, reducción de la estratificación social y simplificación de las formas de vida, desurbanización, aumento de las migraciones, y disminución de la población. Aunque, dentro de este gran marco caben muchos grises, que serán resultado de las articulaciones sociales que se pongan en marcha. Además, este proceso podrá evolucionar hacia ecomunitarismos, como iremos sugiriendo. Si el decrecimiento injusto parece casi insalvable, la siguiente cuestión sería dilucidar cuán profundo será. De las tres condiciones de las que depende (tiempo de reparación, sinergia de ciclos y grado de extralimitación), las dos últimas se dan con claridad. El ser humano está condicionando, 112 desde macrosistemas como el clima, hasta pequeños como la polinización de las abejas. Pero la relación inversa también ocurre, pues las catástrofes ambientales tienen una repercusión económica global y se expanden por todo el cuerpo social, las instituciones y los valores. Así, lo más probable es que esta quiebra, que ya se está produciendo, sea profunda y abarque un amplio abanico de sistemas. Es más, creemos que será un colapso de una dimensión nunca antes vista en las sociedades humanas, pues conlleva elementos absolutamente novedosos, como que las sociedades industriales son las primeras en la historia humana que no dependen de fuentes energéticas renovables, lo que dificulta enormemente la transición y la recuperación; que el grado de complejidad social es mucho mayor y, en consecuencia, el recorrido de simplificación también lo será; que la centralización de los nodos del sistema es cualitativamente inédita o que no solo no hay un “afuera” del sistemamundo, sino que no hay un “afuera” en la Tierra. No habrá zonas de refugio. Además, el grado de extralimitación es altísimo. Así, aunque durante todo el capítulo recogeremos ejemplos de colapsos pasados, estos solo podrán ilustrar algunos aspectos de lo que está ya empezando a suceder. ¿Qué fases tendrá, qué profundidad alcanzará, cuánto durará y a qué velocidad se producirá el colapso? La quiebra de la civilización industrial no ocurrirá de forma súbita y total, sino que será un proceso largo, complejo y diferencial, con altibajos. Habrá momentos de reactivación de la capacidad económica y del viejo orden social, pero seguirán nuevas crisis que terminarán en una mayor degradación de la complejidad. Así, se irá pasando de lo complejo, grande, rápido y centralizado, a lo sencillo, pequeño, lento y descentralizado. Todo ello trufado de irreversibilidades. Los distintos sistemas que hemos venido analizando a lo largo del libro (ciudades, Estados, subjetividades, tecnología, economía) no colapsarán a la vez, sino que serán los elementos más vulnerables los que lo hagan primero y, a partir de ellos, se irá extendiendo el proceso mediante múltiples bucles de realimentación positiva que irán produciendo irreversibilidades que imposibilitarán la vuela atrás en el cambio civilizatorio. Aunque no habrá una secuencia clara, sino una maraña de procesos interconectados en paralelo, vamos a esbozar una cierta concatenación de acontecimientos. El resto del capítulo sigue, con cierta flexibilidad, esta secuencia, que además es la unidad de análisis que hemos mantenido a lo largo del libro: - Fin de la energía abundante y concentrada, como primera manifestación de la degradación de la biosfera, que se irá profundizando durante el siglo XXI. - Derrumbe monetario-financiero. Crisis de la banca, los mercados especulativos y el crédito. También de las monedas globales. - Desglobalización y decrecimiento. La energía escasa y el estrangulamiento del crédito ahogarán el comercio, especialmente el internacional. La economía se relocalizará y se empezará a producir un cambio del metabolismo social. - Nuevo orden geopolítico. Guerras por los recursos y regionalización. - Quiebra del Estado fosilista. El sistema político actual no será capaz de seguir funcionando y perderá su legitimidad. El Estado se reconfigurará y, en algunos territorios, desaparecerá. - Reducción demográfica por las crisis alimentaria y sanitaria, y por guerras. Esta será una de las etapas lentas que empezará con el agravamiento de la crisis económica, de las condiciones ambientales y de los cuidados, pero que se irá profundizando conforme transcurran nuevas fases. - Desmoronamiento de lo urbano. Sin orden económico globalizado, Estados fuertes, ni energía abundante, las grandes urbes serán abandonadas progresivamente, convirtiéndose en minas y aumentando los huertos urbanos. - Incapacidad de sostener la alta tecnología. Pérdida masiva de información y de conocimientos. Esta etapa será lenta y se irá produciendo tras el derrumbe de la economía global. - Cambio de los valores dominantes. Final del mito del progreso y eclosión de nuevos referentes en los que la sostenibilidad y una vuelta a una concepción más colectiva de la existencia serán elementos centrales, lo que no implicará necesariamente mayor liberación humana. 113 - De todo ello, surgirán nuevas luchas y articulaciones sociales que se moverán entre neofascismos o respuestas autoritarias, y cuidados de la vida ecomunitarios. En cualquier caso, los nuevos órdenes sociales no cuajarán hasta que el conjunto social no haya cambiado de “dioses”. Aunque muchos de los procesos ya han comenzado (fin de la energía abundante, quiebra financiera, crisis del comercio global, nuevo orden geopolítico, deslegitimación de los Estados) creemos que, alrededor de 2030, se producirá un punto de inflexión en el colapso de la civilización industrial como consecuencia de la imposibilidad de evitar una caída brusca del flujo energético. Ya vimos que, alrededor de esta fecha, si no antes, se producirá el pico de los tres combustibles fósiles y del uranio. Si se considera la TRE, en 2030 la energía proveniente del petróleo podría ser un 15% de la del cénit. Además, es probable que Arabia Saudí deje de exportar crudo para entonces, mientras muchos otros países lo habrán hecho antes. A partir de ese momento, será materialmente imposible que funcione un sistema económico global. Y ya hemos analizado que no hay sustituto energético posible al petróleo convencional y menos al conjunto de los combustibles fósiles. Por si esto fuera poco, para 2030 se podrían haber superado los umbrales que disparen el cambio climático hacia otro estado de equilibrio del sistema Tierra notablemente más cálido, aunque, si la crisis económica fuese muy profunda y rápida, esto último pudiera no ocurrir. Hasta ese momento, se intentarán mantener las mismas políticas de crecimiento, actualizadas por las circunstancias y seguirán los escenarios business as usual y “capitalismo verde”. Los descensos reales de la disponibilidad de combustibles fósiles serán más acusados que los esperables por causas geológicas y su disponibilidad en los mercados internacionales será menor que la extracción, porque progresivamente habrá más países que dejen de exportar. Irá avanzando la desglobalización. Los Estados entrarán en una guerra interna y externa por el sostén de su estructura, intentando controlar a la población y los recursos básicos. El mantenimiento de estas políticas suicidas conllevará que el colapso sea más brusco a partir de ese punto de inflexión que, como decimos, puede estar alrededor de 2030. Mientras, en los mundos campesinos e indígenas menos alterados, el colapso será mucho menos brusco y los impactos menos duros. Incluso habrá regiones que sientan aliviada la presión política y económica que sufren. Aunque la lucha por sus recursos naturales seguirá siendo fuerte. Más allá de este punto de inflexión, el carbón estará poco disponible y se exportará cada vez menos, aunque más que el gas, que estará claramente en declive. El comercio internacional de petróleo casi desaparecerá. En ese contexto, el capitalismo y sus posibles derivados ya solo podrán mantenerse precariamente en base a la violencia. Será a partir de entonces cuando será más evidente el Largo Declive en el que se sumirán las sociedades. Creemos que las sociedades ecomunitarias solo podrán desarrollarse, más allá de experiencias pequeñas o en espacios no modernizados, cuando se haya producido la quiebra de los poderes económicos y políticos, más allá de la década de 2030. Es decir, que antes de tener una oportunidad real de cambio ecomunitario habrá una etapa dura de destrucción social. El quehacer de los movimientos sociales en esa fase será clave para sembrar los proyectos que podrán aflorar luego, posibilitar las condiciones sociales para que esto sea factible y hacer que el colapso sea lo menos profundo posible, sobre todo a nivel ecosistémico. Sin este trabajo, es improbable que puedan surgir estas nuevas sociedades emancipadoras. Tampoco lo tendrán fácil después, aunque el contexto les dará más oportunidades. Cuajarán una gran diversidad de organizaciones sociales situadas entre ecofascismos o autoritarismos, y ecomunitarismos. Por ello, además de analizar cada una de las etapas, 2030 será un punto de inflexión que recorrerá todo el capítulo. Por supuesto, el año se debe entender como una referencia estimativa. Lo más relevante no es si este punto será en la década de 2030 o de 2040, sino los procesos que se desencadenarán y que los vivirá gran parte de la población actual. A este punto de inflexión lo denominamos Bifurcación de Quiebra. 114 Todo el proceso será largo, pues el grado de extralimitación es muy grande y la pérdida de complejidad será muy alta. La total reorganización social que se producirá durante el Largo Declive podrá durar unos 200 años, un periodo parecido al que tardó la civilización industrial en llegar a su cénit. O incluso más, pues los nuevos equilibrios ecosistémicos no estarán constituidos para entonces. El sistema climático puede tardar miles de años en estabilizarse y no son descartables escenarios catastróficos de pérdida de funciones ecosistémicas y desorden total de las redes de la vida. Aunque los efectos del Capitaloceno durarán miles de años, la incidencia humana determinante en el entorno cesará en breve. Durante mucho tiempo, el ser humano no tendrá capacidad (ni probablemente voluntad) de realizar nuevos impactos destructores sobre el entorno: su población bajará, el consumo per cápita también, y su tecnología tendrá menos potencia y se basará en energías y materiales renovables. La velocidad del colapso de los sistemas complejos depende del grado de integración de sus nodos y de la velocidad de funcionamiento de todo el sistema. A más integración y más velocidad, mayor celeridad. En el pasado, los colapsos societarios fueron relativamente lentos7 , como su metabolismo. El Largo Declive será rápido al principio (quiebra de la economía financiera y productiva global) pero, más allá de la Bifurcación de Quiebra, transcurrirá con más lentitud (desmoronamiento de lo urbano, quiebra del Estado fosilista) y el ritmo irá siendo más (cambio de subjetividades) y más (reorganización ecosistémica y climática) pausado. Además, el proceso tendrá distintas velocidades en los diferentes territorios, de igual modo que la transición del metabolismo forrajero al agrícola no se ha terminado de completar todavía (aunque casi) y el del agrícola al fósil sigue produciéndose. La velocidad no será irrelevante pues “un descenso rápido implica:
i) Un descenso poblacional rápido (quiebra de sistemas de salud, guerras, epidemias…)
ii) Más riesgo de guerras atómicas o químicas masivas.
iii) Menos caos climático y pérdida de biodiversidad y de funciones ecosistémicas (salvo guerras atómicas o químicas masivas).
iv) Menos impacto sobre la biomasa (si el descenso es lento habrá una fuerte deforestación que durará más que si este es rápido y con menos población).
v) No sufrirán tantas generaciones humanas, pero será durísimo para las dos siguientes.
vi) Menos riesgos de olvidar (la ciencia, la técnica, las razones que llevaron al desastre)”.
vii) Una desestabilización de los agrosistemas más profunda.
viii) Una mayor degradación social (“cuanto peor, peor”, como expondremos al final del capítulo). La energía y los materiales del futuro. Las condiciones de un “mundo lleno”. Las fuentes energéticas del futuro tendrán características casi antagónicas a las del petróleo: renovables, poco concentradas, “poco” versátiles, de difícil almacenaje y transporte, y de bajo impacto económico y ambiental. Tres elementos fundamentales de este nuevo sistema energético serán:
i) las renovables como base del consumo,
ii) mucha menor energía total disponible, y
iii) menos versatilidad, pues las fuentes renovables tienen menos usos potenciales que los fósiles. No solo se dispondrá de menos energía, sino también de menos materiales por el pico de numerosos materiales básicos y la menor disponibilidad energética, que hará más difícil la extracción y el procesado de los mismos, un problema a largo plazo más importante que el energético, ya que la Tierra es un sistema abierto en energía, pero cerrado en materiales. Los cambios en la matriz energética y material también impulsarán grandes mutaciones sociales: sociedades con baja TRE y poca energía bruta serán sociedades menos complejas; menos energía y en formatos más descentralizados dificultarán las sociedades dominadoras. Será también determinante el control de la tierra. 7 Como media, las civilizaciones han necesitado 500-1.000 años para expandirse y 100-300 para caer. 115 El derrumbe monetario-financiero y productivo La crisis energética implicará una profunda crisis económica en la que no habrá recuperación estable del crecimiento. Para funcionar en un mundo “lleno”, no solo no valen las recetas del pasado (keynesianas, neoliberales) sino que son contraproducentes y su aplicación abocará al sistema a una quiebra más abrupta y profunda. La crisis actual de sobreproducción se convertirá en una crisis de subproducción, destacando la energética y la de alimentos, justo lo que el capitalismo pregonaba haber erradicado mediante el progreso. La crisis será, por primera vez en la historia del capitalismo, una “destrucción destructiva” que arrastrará consigo al capitalismo global. Lo que emerja será distinto, aunque podrá seguir existiendo el capitalismo. La quiebra del capitalismo global tendrá una tremenda repercusión, pues la globalización es el principal mecanismo que mantiene a la civilización industrial. El texto continúa haciendo un análisis de la relación entre el precio del petróleo y la crisis del capitalismo, los futuros escenarios de precios de este combustible, así como la aceleración de la crisis energética por la incidencia de la crisis económica y las dificultades de financiación. La quiebra del capitalismo financiero se producirá probablemente en algún momento de la década de 2020, cuando se producirá también una crisis monetaria. El epicentro de este derrumbe financiero global se situará en el Centro, donde se dan los volúmenes más elevados de dimensión financiera.
Al final el sistema financiero no desaparecerá pero será una sombra del que se había desplegado hasta 2007. Se producirá también la quiebra del capitalismo productivo. El crecimiento necesita un aporte continuado de materia, energía y crédito. Como consecuencia de la imposibilidad de sostener estas entradas, el capitalismo global está abocado a colapsar. Lo más probable es que su dinámica integrada a escala mundial se vaya tensionando desde la década de 2010. El capitalismo se irá reorientando hacia dinámicas regionales, con fuertes conflictos entre los bloques que se establezcan. Finalmente, tras la Bifurcación de Quiebra no existirá una economía-mundo planetaria, sino economías regionales diversas. Durante el proceso de quiebra aparecerán fenómenos globales de inflación y deflación, de desglobalización productiva y de caída de las multinacionales que no podrán mantener el formato actual. Una destrucción destructiva en forma de dientes de sierra El colapso del capitalismo global no será regular, sino que habrá periodos de recuperación a los que seguirá una caída más profunda, con una tendencia general hacia la degradación socioeconómica. Este proceso ya ha comenzado. En cada etapa recesiva, el precio del crudo llegará a caer lo suficiente como para permitir una reactivación del crecimiento, pero entre medias se habrá destruido capacidad productiva, infraestructuras, posibilidad de consumo de la población, capacidad financiera, alguna de las cadenas del mercado mundial y la economía de escala en algún sector. En otros momentos de la historia del capitalismo, esta destrucción ha sido superada con creces en la siguiente fase expansiva. Es más, la destrucción permitió “sanear” el sistema, fue una “destrucción creativa”. Pero en esta ocasión estas pérdidas estructurales no se podrán recuperar en los débiles periodos de crecimiento que seguirán a las recesiones. Ahora habrá una “destrucción destructiva”. La relocalización económica como oportunidad de cambio liberador La economía que surgirá tras la quiebra del capitalismo global será local y de base agrícola. Esta nueva economía será una ventana de oportunidad para la eclosión de sociedades más justas, pero también podrá seguir estando basada en la dominación. Desde la Bifurcación de Quiebra, este nuevo metabolismo agrario empezará a desarrollarse, aunque tardará mucho en estar organizado y ser mayoritario. 116 Florecerán la agricultura y ganadería de pequeña escala, los mercados locales, los negocios de reparación o los mecanismos comunitarios de defensa de los bienes económicos.
Al final, se volverá a un metabolismo agrario de producción y no de extracción. El sistema económico será mucho más intensivo en trabajo humano. Además, puede terminar el trabajo asalariado masivo, pues la crisis implicará la expansión de una economía de subsistencia que restará espacio a este tipo de trabajo. Una de las oportunidades que se abrirá es que el trabajo tenga un mayor equilibrio y potencie su triple dimensión: producción, autorrealización y socialización. La economía ecológica es posible que se convierta en un paradigma dominante. Esta economía puede facilitar una sociedad más justa. En la medida en que las sociedades tendrán que avanzar hacia la autosuficiencia alimentaria, energética y financiera, tendrán más posibilidades de resistir. Una economía más democrática no será menos eficiente en la satisfacción de las necesidades humanas, sino más bien lo contrario. Sin embargo, las economías que emerjan sí serán menos productivas, sobre todo por su menor disponibilidad energética y capacidad de explotación de la naturaleza. Pero también podría ser que el formato económico que surja fuese dominador, como ha ocurrido en los últimos 6.000 años en economías de base agraria. El colapso del capitalismo global dejará hueco a otros formatos económicos. Ante la profundización de la crisis económica y la desarticulación del Estado, especialmente de los servicios sociales, habrá grupos de personas que se organicen para subsistir, otros se replegarán hacia la familia y habrá quien lo intente en solitario o no sea capaz de organizarse. Esta última opción será la que menos posibilidades tendrá de esquivar la pobreza. En una sociedad individualista, estructurada alrededor de un mercado capitalista, la tendencia será hacia el “sálvese quien pueda por cualquier medio”, mientras que en sociedades con valores más colectivos, la posibilidad de formatos más cooperativos será mayor. Unos de los nuevos formatos serán economías capitalistas en determinadas zonas. Otros de economía exactora a través de nuevos fascismos o autoritarismos. También es probable la eclosión de mafias que terminen por controlar los aparatos del Estado, como ya está sucediendo en México o Guatemala con el narcotráfico. En algunos territorios podrán darse economías de exacción en renovados Estados más o menos controlados por movimientos populares, en los que la distribución de la riqueza sea relativamente alta.
Otros formatos serán la economía popular, la doméstica y FES (economía feminista, ecológica y solidaria), en las que la cooperación tendrá un papel fundamental, porque es la que permitirá un trabajo más eficiente gracias a dotarlo de sentido. Esta economía se expandirá desde lo micro. El capitalismo también nació así, no fue una invención de los principales grupos de poder, sino que se fue extendiendo por el cuerpo social burgués y después asaltó el poder y consiguió la hegemonía. Si la economía FES se convirtiese en hegemónica, el modelo social que emergerá será necesariamente diferente, pues el cambio del sistema económico también modifica a las personas que viven en él (y viceversa) El texto sigue haciendo un análisis profundo de la manera de gestión comunitaria en la economía FES, en la que puede haber propiedad colectiva, o incluso, no existir la propiedad: lo común debe ser pensado como una coactividad, no como una copertenencia, copropiedad o coposesión De este modo, los comunes dan relevancia al derecho de uso frente a la propiedad. Sin una moneda social no podrá existir una economía FES, pero se deberán articular sociedades poco monetizadas, donde la autosuficiencia, la donación y la reciprocidad sean la norma, así como intercambios basados principalmente en el trueque. Cuando la crisis del sistema económico se acentúe y se extienda al dinero mundial y, más tarde, al estatal (alrededor de la Bifurcación de Quiebra) probablemente proliferarán monedas creadas por la ciudadanía y los Gobiernos locales. A diferencia del capitalismo, la creación de dinero estará acoplada a la actividad de la economía real y no se crearán burbujas monetarias. 117
La crisis no solo se va a llevar por delante a los grandes bancos y a la banca en la sombra, sino que es posible que suponga la crisis del propio sistema financiero abriendo un debate social sobre sus bases. También se podría crear un sistema bancario controlado por la población, como el que se está articulando en distintas experiencias de base comunitaria. Nuevo orden geopolítico: regionalización y guerras por los recursos Las transiciones en los dos últimos ciclos sistémicos de acumulación vinieron acompañadas por un cambio en las fuentes energéticas y un gran incremento en su consumo. El final de la hegemonía estadounidense vendrá de la mano del crepúsculo del siglo del petróleo y del inicio de una nueva matriz energética. Pero en este caso, en lugar de un incremento en el consumo se producirá una disminución y, en vez de una nueva potencia hegemónica en un nuevo ciclo sistémico de acumulación, sucederá el final del sistema-mundo global y una regionalización de la organización político-económica. En una primera fase, se pasará de potencias globales a regionales con débiles lazos globales. Configurarán bloques más pequeños con sus Centros y Periferias. Ya hay tendencias en ese sentido (UE, EEUU de Trump). Entre otros cambios, esto generará el fin de los organismos de gobernanza mundial (FMI, OMC, ONU). Las diferencias territoriales, climáticas y de recursos, que se habían diluido con la llegada del capitalismo, y sobre todo de los combustibles fósiles, volverán a cobrar un papel preponderante para marcar qué poblaciones tendrán más capacidad para sostener la complejidad. De este modo, la profundización de la Crisis Global se manifestará de manera desigual en el mundo. En general, las sociedades con una mayor capacidad de adaptación y aquellas situadas en entornos ambientales más propicios serán las que salgan mejor paradas. El texto analiza diferentes tipos de sociedades actuales y el impacto en ellas de la crisis global, como sigue: - Países con recursos energéticos y grandes consumos, como EEUU, Canadá, Australia. En estas sociedades el impacto de la crisis energética será muy alto.
El fin de la hegemonía estadounidense es inevitable. Si su opción es similar a la que tomó Reino Unido en su declinación hegemónica, aliándose con EEUU y “permitiendo” que sus colonias se independizaran, la caída será algo menos brusca. La otra opción es seguir el modelo de España, que intentó mantener hasta el final el imperio y acabó siendo uno de los países más empobrecidos de Europa en el siglo XIX. Para el resto del globo, que la transición sea más o menos pacífica, en gran parte dependerá de que EEUU deje escapar su hegemonía o que intente sostenerla por las armas, que creemos que es por lo que se decantará. - Paises emergentes, como China, Brasil, India, Sudáfrica, Indonesia. El impacto de la Crisis Global será muy alto. Probablemente el colapso llegue después que en el grupo anterior liderado por EEUU y la caída posterior será algo menor gracias al tejido campesino que conservan. La mejor situación la tendría Brasil gracias a su importante biocapacidad y baja población respecto a ella. Probablemente, seguirá siendo la potencia clave en Sudamérica. - Países sin recursos energéticos e intensivos en el uso de petróleo, como UE, Japón. Estos territorios será donde la Crisis Global se desarrollará antes y más rápido. Probablemente también donde la caída sea mayor, lo que no implica que terminen siendo los más degradados socioeconómicamente. - Grandes extractores de combustibles fósiles periféricos o semiperiféricos, como Rusia, Irán, Irak, Arabia Saudí, EAU, Kuwait, Libia, Nigeria, Venezuela. Si hay algún Estado con un cierto dominio mundial a partir de la Bifurcación de Quiebra podrá ser Rusia. Pero, conforme vaya reduciéndose su disponibilidad de crudo, también terminará entrando en una profunda decadencia. En los demás países el grupo, aunque la crisis llegará más tarde que al resto del mundo, la caída será mayor y en la década de 2030 podrá acaecer el colapso de muchos de estos Estados, empezando por Arabia Saudí. 118 - Estados periféricos sin reservas importantes de combustibles fósiles. El impacto de la Crisis Global será mayor al principio (un “principio” que realmente llevan sufriendo, aunque en menor medida, desde hace décadas), pero su capacidad de resistencia será mayor.
La escasez de recursos incrementará los conflictos violentos y escenarios de guerras abiertas. Cuando quiebre el actual capitalismo global, lo más probable es que se creen distintos bloques regionales que sigan funcionando bajo la lógica capitalista, aunque condicionada por las nuevas circunstancias. Esto ya está aconteciendo de alguna forma en UE, UNASUR, TLCAN, CEI, etc. En un escenario así, más actores desafiarán los intereses de EEUU y de otras potencias, y serán más fáciles los conflictos bélicos. A este aumento de la conflictividad no escapará casi ningún lugar del globo, tanto por las implicaciones de la crisis global, como por las incursiones de grupos organizados por la desesperación y/o la ambición. Estas nuevas guerras serán necesariamente distintas, pues estarán condicionadas por el paso de una sociedad industrial global a capitalismos de Estado regionales. Serán más frecuentes los enfrentamientos indirectos entre las potencias, como fue la tónica de la Guerra Fría y de la Pax Britannica. Además de esta gran conflictividad, se producirá probablemente una enorme proliferación de conflictos de “baja intensidad”. Estas guerras ya están en ascenso hoy en día, sobre todo en los llamados “Estados fallidos” de las Periferias y en las zonas marginales de las grandes metrópolis. En las guerras por los recursos se buscará el control de los territorios, no de las poblaciones, pues el escenario será de superpoblación. Durante el capitalismo fosilista había mucha energía disponible, incluso para mantener a una parte de la población mundial “excedentaria” para el sistema. Esto no será así durante la fase de colapso. Esta brutalidad tendrá fuertes implicaciones emocionales, psicológicas y sociológicas, que dificultarán la eclosión de sociedades ecomunitarias al reforzar las relaciones de dominación. Los espacios con recursos energéticos (sobre todo petróleo), minerales (como el fósforo), tierra fértil y agua concentrarán las luchas. Así, las tensiones se dispararán muy probablemente en torno al Suroeste y Centro de Asia (la Elipse Mundial del Petróleo), donde quedan los principales recursos y de mayor calidad, fuera de las mayores potencias. Se recrudecerán las tensiones en otras áreas con recursos fósiles (Ártico, América Latina, África Occidental, Sureste Asiático) y por el control del lecho oceánico. Finalmente, conforme avance la Crisis Global se disparará la disputa por el control de la tierra fértil como principal base energética, así como la del agua de los ríos y los acuíferos. La quiebra del Estado fosilista En el contexto de reducción de la energía y materiales disponibles, quiebra del capitalismo global y conflictos en alza por el control de los recursos que hemos descrito, el Estado no podrá permanecer sin fuertes cambios. Creemos que el modelo de Estado-nación que surgió en la etapa fosilista del capitalismo, al menos en las regiones centrales, desaparecerá. Esto no implica la desaparición del Estado, aunque en algunos lugares del planeta sí podrá ocurrir. La principal debilidad del Estado fosilista es que es demasiado complejo para sostenerse en un entorno de energía disponible declinante. Como hemos visto, las organizaciones sociopolíticas dominadoras complejas (que son grandes consumidoras de energía y recursos) terminan encontrando crecientes problemas simplemente para conservar el statu quo, y mayores inversiones en mantener la complejidad derivan en costes crecientes e inmanejables. Los Estados tendrán cada vez menos legitimidad social. La quiebra del Estado fosilista con trasfondo energético es algo que ya está ocurriendo. Está presente en la Primavera Árabe, la crisis de la UE, en México, en Ucrania, etc. La quiebra del Estado-nación fosilista vendrá acompañada de la pérdida o debilitamiento de los monopolios que le quedan (o que comparte con los grandes capitales). Nos referimos al de la fuerza, al de elaborar la ley y hacerla cumplir, al de los servicios públicos, al de regular el dinero o incluso al de cobrar impuestos. Pero la forma Estado no desaparecerá, pues ha demostrado una tremenda 119 resistencia (mayor que la del capitalismo). El Estado es una estructura que, una vez instaurada, tiene difícil vuelta atrás. A las sociedades les cuesta imaginar otras formas de gestión política y tiene fuertes herramientas para autoperpetuarse. Entre los posibles formatos que se generen estarán nuevos feudalismos; la descentralización del Estado en entidades menores, como el Estado en federal, confederal, plurinacional o feudal; o la transformación en un Estado policial basado en el miedo. Esta transformación ya ha comenzado. No es una novedad en China, es evidente en Rusia y es una tendencia acelerada en EEUU y la UE, que partía de un nivel de garantías sociales mayor. Además, es algo que se ha repetido en momentos de fuerte crisis, como ejemplifica el auge de los Estados autoritarios durante la Gran Depresión. Pero un Estado no se sostiene solo en base al miedo y la represión: harán falta nuevas legitimidades: proyectar que las estructuras de poder serán las únicas capaces de mantener resquicios de la sociedad industrial mientras todo se derrumba; nuevos liderazgos que proporcionen seguridad y alimento; nuevas subjetividades sociales o la gestión ambiental necesaria para la supervivencia y el bienestar Muchos de los Estados que sobrevivan volverán a recuperar centralidad como actores económicos: creación de nuevas monedas, emisión de dinero, nacionalizaciones, control de mercados estratégicos, determinación de precios, limitación de la especulación, movilización del ejército, etc. Reducción demográfica por las crisis alimentaria y sanitaria, y la guerra En el Largo Declive se producirá un fuerte descenso demográfico por el aumento de las enfermedades, la crisis alimentaria y los enfrentamientos armados. Esto estará causado por la escasez energética, los efectos del cambio climático, la erosión del suelo, los problemas de acceso al agua potable, la degradación ambiental fruto de accidentes industriales, la decadencia de la sanidad pública y la guerra.
En última instancia, son consecuencias de una alta densidad de población en un contexto de recursos escasos y sociedades dominadoras. Aun con cambios a formas de cultivo locales y ecológicos, esto no será suficiente y habrá un descenso poblacional. La forma en la que se produzca dependerá de los territorios, en unos no implicará un trauma social, en otros resultará dramática. Todo esto, más allá de tener consecuencias demográficas, también las tendrá en la psicología colectiva, la economía y la forma de organización social, como ocurrió durante las plagas del final del Imperio romano, la Edad Media europea o con la llegada de los conquistadores ibéricos a América. En el primer y tercer caso, las sociedades quebraron, en el segundo se produjo una gran transformación. Pero no hará falta llegar a descensos demográficos, pues antes el hambre será un potente catalizador de cambios sociales, y una implicación social más profunda que las restricciones energéticas. Lo que emerja podrán ser nuevos formatos de sociedades dominadoras, emulando una de las hipótesis que formulamos sobre el surgimiento de esta civilización. ¿Cuál podría ser un punto de estabilización poblacional? Tal vez los 900 millones de personas que había en el mundo antes del uso masivo de los fósiles (frente a los 7.200 actuales con una tendencia al alza que todavía no se ha quebrado). Pero hay multitud de factores que vuelven esta cifra muy variable: la capacidad de carga (y de regeneración) de los entornos, el nivel de avance del cambio climático, la expansión de las mejoras de las técnicas agrícolas, el grado de concentración de la riqueza, o el tipo de dieta. Esta población estará concentrada sobre todo en las zonas cálidas no áridas (que podrán ser pocas, fruto del Capitaloceno), pues en ellas podrán crecer mejor las cosechas y habrá que gastar menos energía en calentar los hogares. Esto es algo que ya viene sucediendo a lo largo de la historia de la humanidad, incluso en la fase fosilista. Pero no solo habrá un descenso poblacional, también envejecimiento, masculinización y migraciones que se acentuarán en las próximas décadas. 120 La metrópolis como espacio privilegiado de la crisis global y el desmoronamiento de lo urbano El auge de las megalópolis se llevó a cabo indisolublemente unido al del transporte motorizado, de forma que el fin del automóvil será también el del imaginario y la infraestructura construida alrededor de él. A partir de la Bifurcación de Quiebra, se producirá una fuerte reducción de la movilidad motorizada mundial. La Modernidad nació en las ciudades, desde donde el dominio del dinero se fue imponiendo paulatinamente (con la ayuda del Estado). Y allí muy probablemente sucumbirá. La explosión del desorden, que implicará (que está implicando ya) la crisis del capitalismo global, se manifestará primordialmente en las metrópolis, en los espacios más modernizados. El futuro de las ciudades en el Centro puede asemejarse al presente de Detroit. La crisis metropolitana se manifestará con mayor intensidad en las ciudades centrales. A lo largo de las décadas de 2020 y 2030 se frenarán progresivamente los procesos de urbanización, pero todavía no se volverá al mundo rural. En la degradación de la ciudad cumplirá un papel fundamental la quiebra de las grandes infraestructuras. Las ciudades serán cada vez menos habitables, no solo por la degradación de las infraestructuras, sino también de los medios de vida: conforme se reduzcan la industria y los servicios irán desapareciendo partes fundamentales de los empleos urbanos. En el proceso de degradación urbana habrá espacios en los que se generará una explosión del desorden que mezclará conflictos étnicos con generacionales y de clase. La ciudad se dividirá en “zonas salvajes” y “zonas civilizadas”, que se blindarán frente a las primeras. La segregación social aumentará y la gobernanza será tan difícil como en las “ciudades miseria” actuales. En todo caso, las ciudades también tienen elementos de resiliencia que probablemente se maximicen. Por ejemplo, una parte importante del alimento se podrá producir en el seno de ellas, como de hecho ya ocurre en La Habana, Detroit o Rosario. Otro factor de resistencia sería que la población se centrase en una actividad económica minera (de desmontaje de las ciudades). No solo explotará el desorden, sino que también surgirán nuevas articulaciones urbanas necesariamente distintas a las actuales. Las formas de vida serán más colectivas, tanto en el habitar (esto permitirá ahorrar energía), como en las estrategias para ganarse la vida (ollas comunes y los huertos comunitarios). Una de las respuestas recurrentes a los colapsos sociales en el pasado fue la emigración de las ciudades, en algunos casos hasta dejarlas abandonadas. Creemos que, a partir de la Bifurcación de Quiebra, será posible que empiece a revertir la tendencia de urbanización del espacio, aunque dicho proceso durará décadas o incluso siglos. El horizonte final podrá ser de nuevo el de pequeñas ciudades rodeadas de un mar de ruralidad con el restablecimiento de la diferencia entre el campo y la ciudad. Sin embargo, el entorno rural, en este caso, estará fuertemente degradado y salpicado de restos urbanos, contará con mejores técnicas agrícolas (las ecológicas) y partirá de una subjetividad urbana. Más que de una rerruralización habría que hablar de una neorruralización. Esta transición será muy complicada. En el Largo Declive las metrópolis, o sus restos, serán las minas de donde obtener unos recursos cada vez más escasos y difíciles de extraer. El desmontaje urbano será paulatino, primero de forma ilegal mientras son habitadas todavía (cableado eléctrico, tapas del alcantarillado) y, poco a poco, de manera sistemática. El derrumbe de las grandes infraestructuras, de la sociedad de la imagen, y la crisis de la sociedad tecnológica Se presentará una enorme dificultad de sostener la inmensa infraestructura necesaria para mantener el sistema: carreteras, puentes, presas, alcantarillado, acueductos para el agua, el gas y el petróleo, depuradoras, red eléctrica, redes de fibra óptica y de satélites, etc., que crecerá conforme baje el flujo energético, material y monetario y aumente la degradación de las instalaciones. Mantener y 121 aumentar este entramado fue posible en una economía en expansión, pero no lo será en un escenario de recesión. La alta interdependencia entre los sistemas supondrá que la caída de uno pueda precipitar la de otros. Así, el proceso no será lineal, sino que una vez más estará caracterizado por puntos de bifurcación y bucles de realimentación. En las infraestructuras será clara la “destrucción destructiva” de la que hablábamos. Probablemente, la discontinuidad más importante la podrá marcar la caída de la red eléctrica y de internet. Es muy difícil aventurar cuándo se producirá, pero la Bifurcación de Quiebra será un momento a partir del cual esto será más factible, pues por entonces el suministro de carbón estará también en declive y de él depende en gran medida la red eléctrica global. El funcionamiento de las redes eléctricas irá sufriendo crisis in crescendo en las décadas de 2020 y 2030 con apagones y caídas de suministro. Estas crisis afectarán más a los territorios periféricos que a los centrales, como ya ocurre hoy en día, pero probablemente se irán generalizando. Para internet probablemente no habrá alternativa ya que, a los problemas de sostener la red y la potencia eléctrica globalmente, se sumarán los de su infraestructura (redes de fibra óptica, satélites, ordenadores, servidores). Se pasará de la era de internet a la de la radio, en el mejor de los escenarios tecnológicos posibles. Primero se perderá la neutralidad en la red, un proceso que ya ha comenzado. La red eléctrica es central porque el capitalismo global no puede existir sin un mar de energía eléctrica barata, ni sin mercados conectados instantáneamente por flujos de información. También porque, sin ella, no existiría la sociedad de la imagen basada la televisión e Internet. La quiebra de las infraestructuras resultará determinante en el colapso del capitalismo global, pues son imprescindibles para la reproducción del capital. Es más, se producirá una pérdida masiva de información, sobre todo después de la caída de internet, el principal reservorio contemporáneo. La gran mayoría de la información en soporte electrónico se perderá para siempre. Los conocimientos depositados en las personas resultarán además poco útiles y también se perderán. El cuerpo científico quedará reducido a equipos inconexos, incapaces de crear nada nuevo e incluso de mantener en funcionamiento lo que ya existía sin la ayuda de la tecnología. Vimos que la pérdida de conocimientos ya sucedió en distintas etapas poscolapso, como la caída del Imperio romano, o incluso en las crisis de la China imperial. Pero en este caso alcanzará una profundidad notablemente mayor, pues el grueso de la base tecnológica de la civilización industrial será inviable e inútil en el futuro. Es posible que se abra camino la ciencia de la complejidad, que intente superar el enfoque analíticoparcelario propio de la Modernidad en busca de una mirada más holística en el proceso de aprendizaje. Se podría romper el monopolio de la creación legítima del conocimiento por parte de la ciencia en la medida en que adquieran valor social los aportes de las religiones, las vernáculas, las de los movimientos sociales o las de las poblaciones indígenas. Esto no implicará que el conocimiento científico no siga detentando un papel social, que es improbable que pierda, sino que se abrirán nuevas puertas. Se desarrollaran tecnologías de menor complejidad, más locales, independientes, sencillas, duraderas, reparables, reproducibles y más respetuosas con el entorno que facilitarán un mundo más igualitario y democrático. El final del mito del progreso y de la expansión del yo, y las formas de eclosión de nuevos “dioses” La crisis de civilización no sería tal si las cosmovisiones que dan sentido a las sociedades se mantuviesen incólumes. Creemos que esto no va a ser así. Un elemento central de este cambio de subjetividades será la quiebra del mito del progreso, que creció con el uso masivo de los combustibles fósiles y terminará con él. El fin del mito del progreso arrastrará a la Modernidad. El 122 segundo elemento central será el final del individualismo y la apertura de una identidad más colectiva (lo que no quiere decir necesariamente emancipadora). La fortaleza de la Modernidad ya se está resquebrajando y, alrededor de la Bifurcación de Quiebra, podrá sufrir un punto de inflexión. Cada vez quedará más patente que el sostenimiento del capitalismo se logra mediante la explotación y, con el descrédito del sistema, vendrá el de los valores que tiene asociados. De mirar nada más que hacia el futuro, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en pleno auge de la Revolución Industrial, se ha ido pasando a un presente descorazonador, sin ánimos para entrever el porvenir y con la vista puesta atrás. Conforme vaya calando socialmente esta idea, la fe en el progreso se resquebrajará. La fe en la ciencia y la tecnología se romperá conforme se vea su inutilidad para hacer frente a los grandes problemas. Es probable que en todo el proceso las religiones cumplan un papel importante, como ya ocurrió en otros momentos de cambios históricos. En todo caso, no habrá un borrón y cuenta nueva absoluto. El siguiente formato civilizatorio tendrá algunas líneas de continuidad con el anterior. El texto sigue analizando las claves del cambio social, ¿qué nos mueve para ponernos en acción colectiva?. Uno de los elementos que determina la forma de dar salida a los sentimientos y necesidades es el sistema de valores de las personas, sus “dioses”. El cambio de valores también será imprescindible en la evolución social (no habrá cambio social sin cambio de “dioses”). Para impulsar sociedades ecomunitarias, los movimientos sociales construirían entornos y favorecerían prácticas que satisfagan universalmente las necesidades contribuyendo con ello a estados de ánimo como la felicidad. Estos entornos y prácticas además recompensarán sistemas de valores basados en lo colectivo. El texto continúa con un análisis profundo de las necesidades, las emociones y los valores necesarios durante el Largo Descenso para salir de la crisis. Repasado a lo largo de la historia de la humanidad, las situaciones de escasez generan emociones de miedo, impotencia y desconfianza. Estas emociones podrán reforzar los valores competitivos y dominadores, el narcisismo y el egoísmo. Es lo que se encuentra detrás de las sociedades dominadoras. Sin embargo, creemos que durante la Crisis Global también se producirán condiciones para un incremento de los valores colectivos que, por otra parte, tienen una recurrente tendencia a aparecer. Esto es lo que explica que, a pesar de la fuerte conformación de la sociedad capitalista contra ellos, estén lejos de haber sido erradicados. También su fuerte presencia transcultural y que hayan sido predominantes durante la mayor parte de la historia de la humanidad (hasta hace unos 6.000 años, incluyendo 4.000 años de sociedades sedentarias). La cooperación es una característica común en los sistemas complejos.
“En la naturaleza la coexistencia es la regla y la exclusión competitiva completa la excepción”.
Y, dentro de esta coexistencia, la simbiosis ha generado los mayores saltos evolutivos. En última instancia, esto se debe a que, como hemos visto, los sistemas tienden a aumentar la complejidad para responder a los desafíos y esto tiene que ver mucho más con la cooperación que con la competición: mientras la competencia es una relación simple (un individuo/grupo excluye a otro/os), la cooperación es más compleja y resiliente. Nuevas luchas y articulaciones sociales. Entre neofascismos o autoritarismos, y ecomunitarismos En este apartado abordamos cómo discurrirá la movilización social durante los primeros decenios del Largo Declive. No planteamos lo que los movimientos sociales “deberían” hacer, sino continuar con el ejercicio de política-ficción. La destrucción de lo social implicará una desarticulación de redes de interrelación y de la capacidad de pensamiento complejo. El colapso, además de demográfico, económico, estatal, urbano, 123 tecnológico y ambiental, será psicológico y sociológico. Como la sociabilidad es uno de los rasgos inherentes al ser humano, el colapso también será antropológico. Nuevas articulaciones sociales surgirán de forma inevitable. Esta es una de las características de los sistemas complejos y, además, el ser humano tiende intrínsecamente a la socialización. No habrá una nueva articulación singular, sino múltiples. Algunos de estos nuevos órdenes se expandirán. Así, el colapso va a abrir una ventana de oportunidad hacia una reorganización social más justa y sostenible, pero también una puerta hacia modelos sociales fuertemente autoritarios. Cuanto más caótico y brusco sea el colapso social, más fácil será que las transiciones reproduzcan formatos dominadores. Como hemos venido argumentando, el capitalismo empezará a agrietarse primero a nivel global y después a escala más local. En estas grietas, se pueden extender y crecer las alternativas. No habrá otra sociedad extranjera que se quede con las ruinas de esta civilización sino que, inevitablemente, lo que surja tendrá que ser desde dentro. Estos cambios provendrán sobre todo de estructuras locales y regionales, pues las globales y estatales estarán en crisis. Al igual que la quiebra económica será una destrucción destructiva en forma de sierra descendente, el cambio social tampoco será regular y se moverá a pulsos, en gran parte acoplados al devenir de la economía. Es probable que los ciclos de movilización durante la primera fase sean espasmódicos, aunque vayan generando cambios sociales cada vez mayores.
Pero, conforme la Crisis Global avance los tiempos se ralentizarán en todos los aspectos, también en el social. No habrá una gran ruptura revolucionaria, sino largas transiciones salpicadas de puntos de bifurcación. Así fue el nacimiento del capitalismo a partir de los intersticios del feudalismo y de la propia civilización dominadora. En un mundo en fuerte reconfiguración, la capacidad de los movimientos sociales de influir en el cambio será mayor que la que existió en el siglo XX. Esto no quiere decir que serán capaces (ni ningún otro agente) de pilotar una transición ordenada, pues esta es una oportunidad que pasó tal vez en la década de 1970. En los espacios centrales, las generaciones que van a vivir durante las décadas de 2020 y 2030 estarán compuestas por un abanico de cohortes de edad que va grosso modo desde la generación del 68, que abandona ya poco a poco su ciclo de vida laboral, a la generación “más preparada de la historia”, que ingresa ahora en él. La anterior a la del 68 está ya jubilada y será espectadora cada vez más pasiva de los cambios que acontezcan. La generación del 68 es la que más ha disfrutado de los combustibles fósiles, pues durante su vida se habrán usado cerca de la mitad de todos los recursos energéticos no renovables. Entrará en la vejez disfrutando todavía de lo que reste del Estado social y teniendo vivienda propia. Las dos siguientes generaciones, la que tiene ahora 40-60 años y la de 20-40 años, soportarán el grueso del impacto de la quiebra del capitalismo global. La primera (40-60 años) es la que sufrirá más la destrucción del empleo asalariado fijo y la reducción de los gastos sociales, y ya no podrá disfrutar seguramente al final de su vida laboral del Estado social. La siguiente (20-40 años) se llevará muy probablemente la bofetada más sonora, pues no solo está sufriendo ya la precariedad, sino que gran parte está inmersa en un elevado endeudamiento a causa de su acceso a la vivienda. Es una generación que hizo todo lo que la sociedad le pedía para ingresar en el mundo del empleo pero, cuando terminó la larga preparación, no había empleo, ni futuro. Peor aún estarán seguramente en el futuro los/as actuales adolescentes, que han crecido en la sociedad de la imagen. Su conocimiento de los límites será brusco y brutal. La generación que está naciendo hoy en día rondará los 20 años en la Bifurcación de Quiebra. Ya se habrá producido la ruptura del capitalismo global y se estará claramente en el Largo Declive. Habrá pasado su juventud en un entorno de crisis económicas y ambientales. Probablemente, habrá crecido en un contexto de creciente degradación social. Serán personas radicalmente distintas a las que hoy en día son adultas. En conclusión, creemos que el protagonismo de los cambios sociales hasta la década de 2030 recaerá en un grupo social con pocos conocimientos, habilidades y preparación psicológica para afrontar una degradación social en alza, especialmente en las regiones centrales. Esto será un caldo 124 de cultivo para fuertes conflictos. Es más factible que lo que eclosione en una primera fase sean nuevos fascismos o autoritarismos. Sin embargo, tras la Bifurcación de Quiebra las generaciones mayoritarias ya habrán nacido dentro de un contexto de Crisis Global, por lo que tendrán nuevas mentalidades. Además, las potencialidades inherentes de sociedades con un metabolismo agrario para la construcción de sociedades ecomunitarias cobrarán más fuerza. El texto sigue analizando las diferentes fases del Largo Declive. La primera, con más posibilidades para el fascismo, los autoritarismos y el aumento del patriarcado en los (antiguos) espacios centrales. En un aumento de la conflictividad social, los movimientos sociales oscilarán entre la lucha por el Estado y la dispersión del mismo. En este contexto puede tener más sentido la dispersión de poder que la conquista. Mostrarán poca visibilidad pública y crearán espacios más o menos autónomos frente al capital que puedan eclosionar en la siguiente fase, cuando los “dioses” de la Modernidad se derrumben y las salidas autoritarias se hayan desgastado. Quienes elijan avanzar con una “vuelta al campo” y a formas comunitarias de producción, consumo e interrelación social, podrán ser perseguidas/os, sobre todo si hacen exhibición militante de su opción de vida. De ahí surgirá la necesidad de llevar a cabo una política nocturna. De tener éxito, estas pequeñas experiencias crearán los nodos de agregación y copia para la siguiente fase. Este proceso ya ha empezado con las Ciudades de Transición (Transition Towns), las Ciudades Poscarbón (Postcarbon Cities) o las ecoaldeas, así como mediante múltiples experiencias urbanas (mercados sociales, finanzas éticas, grupos de consumo, huertos urbanos, nuevo cooperativismo). No se trataría de ocupar el poder, sino de intentar controlarlo y de extenderse por el cuerpo social, como hicieron los/as primeros/as cristianos/as. Entre las distintas organizaciones, los partidos se decantarán por la toma del Estado, mientras los colectivos de economía alternativa optarán más por la construcción de cultivos sociales. Las organizaciones sociales dudarán entre ambas opciones y serán los espacios donde los debates sean más profundos. Otro debate será sobre el uso de la violencia. Creemos que, tras la Bifurcación de Quiebra, solo si la apuesta ha sido por los métodos noviolentos habrá posibilidades de alumbrar sociedades ecomunitarias. En caso contrario, lo que surgirán serán otros formatos de dominación, como ya ha ocurrido en muchas ocasiones tras fuertes luchas sociales. Incluso cuando fueron exitosas. En una segunda fase se alumbrarán sociedades ecomunitarias, sobre todo en los territorios menos modernizados, cuando todo el edificio de poder mundial (primero) y regional (después) empiece a desmoronarse. Las ideologías y categorías de las resistencias del siglo XX no servirán para enfrentar la Crisis Global del siglo XXI. Serán necesarias nuevas visiones totalizadoras de la realidad y nuevas utopías para aglutinar mayorías, como hicieron el movimiento obrero o el cristiano. Hemos venido insistiendo en que las sociedades que consiguen una mayor armonía interna también son las que se relacionan de forma menos predadora con el entorno y viceversa. Creemos que en el futuro no será distinto. O se produce el cambio en todas las facetas de la sociedad dominadora (género, clase, etnia, degradación ambiental) y en sus medios de imposición (violencia, cultura, economía) o no habrá cambio posible. Las formas de dominación nacieron juntas hace unos 6.000 años y tendrán que morir juntas. Así, los cambios en el plano de la democratización, de la justicia y de la transición hacia una economía FES no serán sucesivos, sino que se entrelazarán: sin igualdad no habrá paz posible, la noviolencia es imprescindible para el avance del feminismo, sin una valoración de los cuidados humanos no podrá producirse una apreciación de la vida en su conjunto, un consumo austero de materia y energía solo es sostenible en una democracia que permita a las personas responsabilizarse de su patrón de producción y consumo, etc. La opción por la noviolencia sería una elección en el tránsito hacia sociedades ecomunitarias. La estrategia violenta fracasa cuando triunfa y cuando fracasa. La noviolencia fracasa solo cuando no consigue sus objetivos y, aún en ese caso, mejora el tejido social. 125 El poder se dispersará en organizaciones no estatales que significarán la institucionalización de muchas de las herramientas de lucha y de autogestión que los movimientos sociales habrán ido creando. Entre ellas, podrán estar los comunes, las formas de tomar las decisiones y la gestión de los conflictos. El aumento de la identidad relacional-individual que comentamos también ayudará. Serán sociedades con más resiliencia, configuradas en red, diversas y flexibles, mucho más robustas en la gestión de los recursos naturales y financieros. Como hemos visto, la mayor parte de la historia de la humanidad es la de sociedades que, en su modificación del entorno, respetaban los límites de recursos y no saturaban los sumideros. Esto es evidente en todos los milenios del tránsito de sociedades igualitarias a dominadoras, pero siguió siendo la norma en los Estados agrarios. Es decir, que no solo es posible vivir de otra forma, sino que es lo “normal”. La sostenibilidad impregnará el corazón de las políticas económicas y la construcción de las nuevas organizaciones sociales. Esto ocurrirá en muchos casos a la fuerza, como consecuencia del Capitaloceno. La noción de sostenibilidad fuerte que se desarrolle probablemente seguirá haciendo referencia a tres dimensiones: la ecológica, la social y la económica. La idea fuerza será vivir en el margen que hay entre no superar los límites del entorno y satisfacer las necesidades humanas de forma universal. Bajo este paradigma, la propia naturaleza y su funcionamiento se perfilarán como una buena guía para reorganizar las sociedades humanas:
la biomímesis
Se producirá un renacimiento de la religiosidad y la espiritualidad en nuevos formatos. Como ha sucedido durante toda la historia, permitirán encontrar calma y trascendencia, entender el mundo (incluso para quienes antes encontraban este sentido en la ciencia), crear y consolidar nuevos imaginarios sociales, catalizar las transformaciones personales imprescindibles, y conservar parte del conocimiento. En sociedades ecomunitarias, “una dimensión sine qua non para inaugurar una nueva alianza con la Tierra consiste en la recuperación de la dimensión de lo sagrado. Entre los factores que podrán componer el nuevo paradigma estaría la idea de que el futuro es común y es en este común en el que se sitúan los destinos personales. También que todo cuanto existe y vive merece existir, vivir y convivir (L. Boff). Estos principios ya se encuentran en distintas religiones, sobre todo en algunas orientales como el budismo (que en realidad no es una religión) Tras la Bifurcación de quiebra se producirá una revalorización de lo “femenino” e identidades relacional-individuales. Principalmente, han sido los hombres quienes han modelado la evolución de la historia en los últimos 6.000 años, desde el advenimiento del Estado y el patriarcado. En el futuro, podrán ser las formas de hacer de la naturaleza (biomímesis) y los valores “femeninos” los que podrán prevalecer. El cambio también vendrá impulsado por la vuelta a una mayor centralidad de la familia como unidad básica de supervivencia. Allí, el papel de las mujeres es determinante. La visión femenina del poder podría ser la base de un salto civilizatorio de la misma magnitud del que empezó a producirse hace unos 6.000 años y que alumbró la sociedad dominadora. Razones para la esperanza en el Largo Declive El inevitable colapso de la civilización industrial es una gran oportunidad para intervenir y transformar un orden hunde sus raíces no solo en la Modernidad, sino mucho más atrás en el tiempo, en cambios que se empezaron a producir hace unos 6.000 años, con el inicio del Estado, el patriarcado, la guerra y la visión utilitarista de la naturaleza. No será posible transitar de una manera mínimamente digna por el Largo Declive sin primar una vez más la cooperación sobre la competición y la guerra, como ha hecho de forma mayoritaria la especie humana durante más del 95% de su existencia. Así, la Crisis Global puede tal vez acabar cerrando un ciclo histórico de largo alcance que se inició con el paso a la civilización dominadora. Creemos que hay razones sólidas para esta esperanza. La historia está plagada de ejemplos en los que ha surgido lo improbable. Y muchas de estas improbabilidades han condicionado de manera profunda el devenir social.
En segundo lugar, pequeño puede transformar al todo. Teorías como el inconsciente colectivo o el Mono 100 apuntan hacia la posibilidad de que, en determinadas circunstancias, un nuevo comportamiento alcanzado por una masa crítica de individuos genera una sinergia que implica una explosión de conocimiento y prácticas colectivas inéditas. Lo mismo sugiere Prigogine cuando muestra cómo fluctuaciones inicialmente pequeñas pueden conducir a la transformación de todo el sistema. Esto será más probable en los escenarios de fuerte recomposición característicos del Largo Declive. Otra razón es que el ser humano tiene gran capacidad de adaptación a distintos contextos y formas de actuar. Es como una célula madre que, igual que puede convertirse en un tumor, también puede transformarse en un corazón. Una de las características de los sistemas complejos es su capacidad de metamorfosis. Las crisis, además de dolor, también traen esperanza. Implican una catarsis rápida, personal y social, fruto de la cual, crecerán los valores colectivos pues, como argumentamos, serán probablemente imprescindibles para poder sobrevivir con un mínimo de dignidad en los entornos venideros. Además, las crisis tienen un discurrir discontinuo, con múltiples bifurcaciones fruto de la alta creatividad que generan. También provocan que las viejas formas de hacer las cosas dejen de funcionar y de tener credibilidad, y dan oportunidades a otras ideas nuevas. Es más, muchas de las políticas y de las prácticas para navegar en el colapso ya existen, son las que se engloban, por ejemplo, alrededor de las economías FES. El formato social al que se encamina la humanidad será de dimensión más reducida. Lo pequeño cambia más rápido y es potencialmente más susceptible de realizarlo hacia formatos ecomunitarios. A pesar de que la historia de la humanidad “reciente” está llena de actos brutales y de la promoción de valores dominadores, el ser humano, incluso en los periodos más desfavorables a la cooperación y al altruismo, ha mostrado estos comportamientos. Es más, se ha organizado para potenciarlos. Así, durante toda la civilización dominadora, las personas han estado enfrascadas en la búsqueda de la armonía interna y con el entorno, de la justicia, la libertad y la igualdad, para lo que han construido múltiples utopías. Además, la mayoría de la historia humana, como hemos analizado, es la de la cooperación, no la de la competencia. En conclusión, como poco una parte profunda del ser humano busca y es capaz de articular una relación armónica con el resto de la vida. De este modo, hay motivos para creer que, mediante la lucha, consigamos entrar en un giro de la espiral de la historia que nos sitúe en paralelo a las antiguas sociedades igualitarias. Un giro en el que las relaciones que prevalezcan entre los seres humanos y con la naturaleza vuelvan a ser las de cooperación, aunque necesariamente en formatos distintos a los del pasado.;...)))...
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- SALUDOS DE NUEVO,…DE Lmm,…editor de lukyrh.blogspot.com // : DOMINGO, 20 DE DICIEMBRE DE 2020 15-15-15.org : Manuel-González-Campos // ESTUDIO RESUMIDO DE “EN LA ESPIRAL DE LA ENERGÍA” // INTRODUCCIÓN : LA ENERGÍA MARCA UNO DE LOS LÍMITES DE LAS ORGANIZACIONES SOCIALES POSIBLES. COMENTARIO EN : .. https://www.15-15-15.org/webzine/download/resumen-de-en-la-espiral-de-la-energia/?unapproved=108984&moderation-hash=dac01c8d7ad4228a34b451c0df7d16a9#comment-108984 : Saludos desde Málaga, est. esp. de Lmm,…editor de lukyrh.blogspot.com // Enhora-guena,…por su trabajo,…lo he copiado, lo paso a mi blog,…y lo estudiaré, más ampliamente,…EN DICHO BLOG, lukyrh.blogspot.com // HAY EDITADO UN TRABAJO : CUADERNO DE SOSTENIBILIDAD Y SOCIEDAD,…2.- EDICIÓN;… elaborado en cooperación por salvador espada hinojosa y yo, luciano medianero morales,…SALVA, CREO CON VARIOS COMPAS DE LA U.CA. LA ASOCIACIÓN I.S.M.A., EN CÁDIZ, Universidad,….y en la cual, salva, me integró, pero ya en Málaga. POR OTRA PARTE, EN DICHO BLOG, HAY EDITADO TRABAJOS QUE DEMUESTRAN, QUE ESTAMOS PREOCUPADOS, POR EL FUTURO DE LA HUMANIDAD,…¡¡¡. EL TÉRMINO Y CONCEPTO DE REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD,……LLEVA YA ELABORADO, COMO MÁS DE 20 AÑOS,……Y TIENE UN SIGNIFICADO PROLET-REVOLUCIOARIO,…DE SOSTENIBILIDAD-SUSTENTABILIDAD DE LA HUMANIDAD,….Y LUCHA CONTRA EL GENOECOCIDIO MULTI-IMPERICALISTA, HACIA LO QUE CONSIDERAN EL LASTRE PRO-POP. Y ALGUNOS SECTORES SOCIALES MÁS, DE PEQ. Y MEDIANA BURGUESIA VENIDA A MENOS GLOBALMENTE,….AUNQUE EN ALGUNOS CONTINENTES SERÁ MÁS AGUDIZADO,…..ÁFRICA, LAS AMÉRICAS, PARTE DE ASIA, ZONAS DEL GOLFO EN SOMALIA-ETIOPIA-ERITREA,…ETC,….Bueno, no le canso más,…un fuerte abrazo,…y salud-suerte, y a seguir currando socialmente,…¡¡¡¡. lukydemálaga 29006. ( NOTA,…RECORDAR, A, M. GONZALEZ CAMPOS ¡¡. DE UN AMIGO, YA FALLECIDO; AGUSTÍN ANTUNEZ CORRALES, DE MÁLAGA, PALEONTÓLOGO, Y CONOCIDO, EN MEXICO ¡¡¡., ETC.,… : http://globalcienciaglobal.blogspot.com/2011/05/faceblogging-nitsuga-zenutna-selarroc.html // Y, http://SIMBIODIVERSIDAD.BLOGSPOT.COM ). JUEVES, 12 DE NOVIEMBRE DE 2020 // REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD/es ” ENSAYO TEORÍA sobre: Ecologismo, Sostenibilidad y Cambio social “. Por, Luky.- Málaga, Octubre-Noviembre 2.002 – en REVISTA “NUEVA SOCIEDAD”/es, DEL G.C.P.INT. MÁLAGA. — creado, por el que suscribe -, El presente trabajo teórico SE ENMARCA EN LA LUCHA IDEOLÓGICA, TEÓRICA Y POLÍTICA entre el pensamiento del marxismo revolucionado y la línea pensamiento del Movimiento Antiliberal , el Movimiento Antiglobalización y los Foros Sociales Europeos y del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Se pretende con este ensayo desmitificar la acción política de la nueva fracción política social occidental que la llamamos Institusocial. Y por otra parte describir teóricamente el carácter de clase de la misma. Esta fracción de clase mundial, por su esencia es de nuevo socialimperialismo; es heredera de la socialdemocracia imperialista europea de finales del siglo XIX. Su nacimiento se remonta a finales de los años 50, dando sus primeros actos en Estados Unidos de Norteamérica. Con los años, se traslada esta tendencia a Europa, sobre todo en Francia, Italia, algo en Alemania y en el Estado español más recientemente; aquí se manifiesta su nacimiento a finales de los 70, se consolida algo en los 80, y se consolida en la década de los 90. Como resulta que la socialdemocracia oficial aliada con el eurocomunismo, está en fase de izquierda imperialista, esta nueva socialdemocracia toma relevo y aplica una política entre lo revolucionario y la izquierda y derecha imperialista. Está digamos en medio de la nada. Son conciliadores, y en actitud contemporalizadora con el Capi-imperialismo. A la vez está en alianza y competencia a la vez, con la izquierda oficial imperialista; pero en definitiva, y en verdad se llevan bastante bien. YA LO DIJIMOS HACE UNOS MESES, LOS FOROS ERAN MONTAJES DE LA IZQUIERDA IMPERIALISTA DE UNA PARTE DELA IZQUIERDA SINDICAL Y ALTERNATIVA Y DE PARTE DE LOS COLECTIVOS SOCIALES CONTROLADOS O EN LA ÓRBITA DE ESA IZQUIERDA IMPERIAL; todo encaminado a conseguir apoyo y participación electoral de sectores sociales, llamados o que simpatizan con ideas de izquierdas, que no iban a votar normalmente. Otra vez el proletariado, los pueblos oprimidos, el pueblo trabajador, queda vendido por parte de organizaciones sociales, que copan espacios de izquierdas. Pero el proletariado de las periferias, y de parte de las zonas centrales, están en su lucha, en sus tareas de reflexión, en sus tareas de organización. Por tanto el mensaje al proletariado, a los pueblos revolucionarios, a las jóvenes obreras y populares, a los intelectuales revolucionarios y personal revolucionario, a la juventud obrera y sectores estudiantiles del pueblo, a los marginados, excluidos, y mayores con inquietudes sociales y de transformación y cambios revolucionarios, les decimos, QUE ADELANTE, QUE SIGAMOS LA ACCIÓN INDEPENDIENTE DEL PROLETARIADO Y EL PUEBLO TRABAJADOR, EN EL OBJETIVO DEL DERROCAMIENTO DEL SISTEMA CAPI-IMPERIALISTA YLA CONSTRUCCIÓN DE LA NUEVA SOCIEDAD COMUNAL. 1. LA PROBLEMÁTICA SOCIAL QUE ACARREA A LA HUMANIDAD EL APOLITICISMO DESDE LOS COLECTIVOS SOCIALES Y EL MOVIMIENTO LIBERTARIO Y LA DESPOLITIZACIÓN INDUCIDA HACIA LA MISMA POR LOS PARTIDOS Y SINDICATOS INSTITUCIONALES. 1. La despolitización, solo beneficia en última instancia al Capiimperialismo. 2. La actitud oscurantista de determinadas fuerzas políticas-sociales, que al no hablar y debatir de política favorece la actitud de pasividad y desconocimientos políticos por parte de la sociedad-humanidad. 3. El apoliticismo, es otra gran política, de los sujetos políticos que desarrollan dicha consigna o actitud, y mensaje. El apolítico, siempre actúa políticamente; la cuestión es que no sabe y es un negativo en general. 2 . DESDE LO LOCAL, LO NACIONAL, HASTA LO GLOBAL; LA LUCHA DE CLASES Y LA LUCHA INTERCAPI-IMPERIALISTA. El imperialismo, los movimientos internacionales proletarios y populares, la cuestión militar y electoral. El Capital Mundial pretende reordenar los recursos, las personas, aparatos estatales, planificados ( lo más racionalmente posible capitalista e imperialistamente ) para evitar problemáticas de los ciclos económicos, y controlar aún mejor la voluntad de las clases trabajadoras y populares. Formas de gobierno mundial, de la servidumbre asalariada, policial, máxima seguridad interestatal. LA NUEVA SOCIEDAD ESCLAVISTA ESTILO FALANGISTA Y ESTATISTA, TECNOCRÁTICA Y PLUTOCRÁTICA. ¿ PAPEL DEL CAPITAL PRIVADO ?. Las élites financieras gobernarán con las élites militares, religiosas, tecnocráticas y formarán el Consejo del Gobierno Mundial Capi-imperialista, donde la Trilateral, será el ejecutivo real en la sombra. La seguridad pública, el orden público, será militarizado, estilo dictaduras chilena, española, argelina, argentina, sudafricana, etc… . SOBRE LOS POSIBLES NUEVOS ÓRDENES MUNDIALES; posibilidades: 1. La lucha de clases sociales; proletarias, religiosas: resistencia revolución antiimperialistas;… resistencia social, sindical, antiguerra. .. La movilización social de clase proletaria y popular está ahí, de varias maneras y de distintas posiciones; en general es una lucha para la derrota del capiimperialismo allá donde se está dando. La lucha guerrillera, militar y proletaria-popular se está ampliando, y se consolida, o al menos se intenta, una LÍNEA POLÍTICA LO MÁS CORRECTA POSIBLE. .. La movilización ” religiosa “, de sectores muy amplios populares, contra el dominio de las oligarquías dominantes y el imperialismo aliado mundial, está presente. El capi-imperialismo se está empleando a fondo contra estas dos fuerzas de lucha anticapi-imperialista. .. La movilización en América Central y del Sur, están dando sus resultados; el imperialismo, todo él, junto a las oligarquías subalternas, está actuando contra esas poblaciones proletarias y populares y naciones oprimidas. .. La movilización en el norte de África, se está dando de varias maneras, el capi-imperialismo está actuando contra esas revoluciones e insurrecciones proletarias y populares. En otros lugares asiáticos y africanos, también se está dando lucha contra el imperialismo y las oligarquías locales. .. En Europa, hay diversas luchas, luchas sindicales y luchas independentistas, luchas revolucionarias, de poca envergadura por ahora, pero ahí están. .. En Australia, Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, y otros lugares occidentalizados, como Japón, también se están dando por varios objetivos y de diversas maneras. En la Sociedad Imperialista Mundial Militarizada y Otanista, la clase imperialista y las fracciones burguesas y oligárquicas, están en lucha contra sus poblaciones; las clases capi-imperialistas pretenden abordar y manejar, reconducir o eliminar estas batallas y convulsiones sociales populares. EL IMPERIALISMO MUNDIAL TIENE TRABAJO A DESTAJO, NO HAY QUE DEJARLO DESCANSAR. EL IMPERIALISMO, LAS CLASES Y FRACCIONES QUE LOS COMPONEN ESTÁN EN DESUNIÓN Y ESTÁN COMO ENFRENTADAS, POR VARIOS MOTIVOS; EL PRINCIPAL ES COMO PONER ORDEN REPRESIVO SOBRE LAS POBLACIONES OBRERAS Y POPULARES, O SEA, LA HUMANIDAD. Las contradicciones interimperialistas, ( que hay que especificar mejor ) las quieren resolver, al menos muchos de ellos los recomiendan, de forma no unilateral, es mejor de forma negociada entre los dos ejes fundamentales, USA y UE, y los subalternos pero con cierta capacidad de decisión, como es Rusia, China, Japón, Canadá, Australia, Brasil, India y otros pocos más. Muchos geoestrategas del capital Multicorporacional, recomiendan no enfrentarse de forma casi directa; que se enfrenten pero en terrenos lejanos, pero que no aparezca así; aunque esta lucha interestatal, en este caso interimperialista, está contemplada en las leyes y normas de conductas internacionales, bien en la ONU, en los tribunales internacionales y en otros estamentos de carácter internacional, como puede ser el Tribunal de la Haya. 2. Consolidación proyecto USA-UE. .. Al ser el capital, la producción, las decisiones de forma más que social y global, al estar la economía más que socializada, pero en propiedad privada capi-imperialista, estas dos potencias ” entrelazadas ” y organizadas en la OTAN y otros organismos internacionales, consolidan sus respectivos proyectos, que en definitiva es el mismo. COMO AQUÉL QUE DICE, ENTRE LOS DOS SE HAN COMIDO AL MUNDO. Se sabe, por cierto, de que el poder ejecutivo-militar tiene mucho peso específico en los países y más en las grandes potencias. El problema de la estructura Paneuropea, es que no es monolítica, no está unificada militarmente y psico-socialmente; se ve subordinada a lo que representa USA en el Planeta. En este sentido, para aclarar cosas, conceptos e ideas, tenemos que la fracción capi-imperialista mundial representada por la administración del gobierno Bush, es más fuerte que la fracción capi-imperialista que pueda representar la Comisión Europea; entendemos que esta Comisión Europea, es el gobierno de la Unión Europea. En este sentido decimos, que la U.E. actual, consolida su proyecto de ser una superestructura Paneuropea, con 26 países estados, organizados piramidalmente, pero al fin y al cabo una potencia imperial. La U.E., negoció con el gobierno de Putin unos acuerdos donde se establecerían relaciones casi de integración en esa Estructura Paneuropea. PERO LA VERDAD ES QUE AHORA RUSIA, DIGAMOS QUE ESTÁ SITIADA TANTO POR ESTA NUEVA Y AMPLIADA U.E. Y POR LOS EE.UU. Rusia, como estado, queda con fronteras más o menos segura con China, ya que entre los dos tienen firmados varios acuerdos militares y de cooperación económica, política, etc… Parece que se está cumpliendo el objetivo yanqui, planteado hace unos meses por el señor Petras, y por PCR USA, de que el interés principal de EE.UU. en las zonas asiáticas era quedarse con Rusia, introducirla en la estructura de su imperio. 3. Creación de otros bloques, enfrentamientos entre lo resultante. .. Es curioso, pero cierto, El presidente actual de Iraq, planteó ( a raíz de las pretensiones estadounidense de invadir el territorio y detener a Saddan Hussein ) a la Unión Europea -UE- (EURACA ), de realizar una nueva coalición árabe-europea, si la UE no apoyaba los planes del Presidente Bush. Estados de la U.E., como Alemania, Francia y otros de peso, y no así el español y el del Reino Unido, no están por ahora con las maneras de hacer política internacional por parte de USA. El imperialismo tiene una división táctica. Podría ser posible, de que Rusia estuviera interesada en aliarse fuertemente con la U.E. y con China, por medio del acuerdo que tiene esta potencia asiática con el Estado de Rusia. En gran parte del mundo árabe, la UE está bien vista. La UE, dentro de ya, para el 2.004, va a ser un estructura Paneuropea, con 26 países europeos ( son para 25, pero no se descarta la integración de Rusia ), donde parte de los nuevos integrantes pertenecían al COMECON y estaban en órbita de la exURSS. DECÍAMOS NOSOTROS QUE UN PACTO EUROASIÁTICO NO ERA DESCARTABLE, QUE LOS MOVIMIENTOS DE ALIANZAS ENTRE PAÍSES Y POTENCIAS ESTABA EN MARCHA, Y QUE NO ERA DESCARTABLE DE QUE LA POTENCIA DE LA U.E. TOMARA EN UN MOMENTO DETERMINADO EL RELEVO IMPERIAL A USA-EE.UU.N., ya que USA, estaba en decadencia y la UE en proyecto y movimiento emergente. El papel del Estado de Japón, es peliagudo, ya que está sometido al control internacional y sobre todo por EE.UU.; pero que ese estado japonés tenía necesidad de expansión territorial ( tiene mucha población en poco espacio relativamente, y China se lo podría ” ofrecer ” ), inversora y de aseguramiento de determinados productos, como el petróleo, zonas agrícolas, y otros productos de materias primas,… La cuestión es que el Estado de China, desde hace tiempo está en lucha política con Japón. Pero actualmente la burguesía japonesa tiene gran cantidad de capital invertido en las zonas de economía libre y doble modelo económico en ese país. Un arreglo entre los dos podría ser viable. Bush, ha dicho claramente, que no aceptaría otro nuevo orden internacional distinto al que proyecta desde el Pentágono y Washington. Si se viera obligado intervendría contra el que sea. Esto manifiesta dos cosas, al menos: Que es capaz de hacerlo, que tiene capacidad y poder para hacerlo y a la vez que algo se mueve a sus espaldas. Aquí está el meollo. EE.UU. no pierde comba en los países al sur de él; continúa con sus planes de consolidar el liderazgo imperialista en todo el Continente Americano; en este caso sería el que no se les escape de las manos. A la vez en África está interviniendo más acusadamente; controla casi el norte africano, parte del Centro de África, zonas del Oeste y del Este. Con India y Pakistán tienen acuerdos políticos-militares; aunque de vez en cuando se les rebelan. Con China, tiene doble juego, por una parte tiene problemas diplomáticos, por otra dice que China es enemiga, y por otra tienen los dos estados relaciones comerciales, financieras,… Pero es normal y está regulado internacionalmente por parte de las clases dominantes estatales; con el visto bueno de la ONU y otros organismos internacionales. A la vez esta potencia está controlando por las buenas o por las malas, la parte asiática y árabe, como son Afganistán, Arabia Saudí, países asiáticos exsoviéticos,… Australia es bastante aliada de USA, y aquella ejerce de potencia imperialista de segundo orden en ciertas zonas del Pacífico, trabajando para la burguesía australiana, para la yanqui y otras. Pero todos contra los pueblos que se están rebelando contra el imperialismo yanqui y global y a la vez contra sus clases dominantes oligárquicas y capitalistas. Pero la U.E. tampoco se queda corta, está estrechando lazos económicos en América Central y del Sur, e incluso se introduce en zonas estadounidenses. Las últimas reuniones entre estos países mencionados, europeos y americanos, tanto en Madrid como en ciudades americanas, van encaminada a pasar de algo más que meras relaciones económicas; los capitales europeos que se invierten en estos países se supone que la Comisión Europea, tendrá que defenderlo, ante imposturas yanquis; y sobre todo contra las fuerzas populares y proletarias de los mismos. Esta Comisión Europea, aunque está integrada en la OTAN, junto a USA, Canadá, y Rusia,… a la vez está en política de expansión militar, creando el Ejército Europeo, material sofisticado de guerra para ultramar y reactualizando o reformando sus estructuras de mando y de financiación e inversiones, y como no de política policial y de seguridad para todo su complejo industrial militar e instituciones administraciones y ejecutivas. Las acciones policiales dictatoriales contra la población y sus organizaciones de resistencia, de combate y de luchas obreras y sociales, están a la orden del día, con medidas diversas, ( unas más dulces y otras más agresivas, unas ilegalizando a colectivos, partidos y determinadas acciones de defensa social, y otras por la vía de la represión simple, el encarcelamiento,…y la lucha ideológica-mediática, con posiciones demagógicas de seguridad, lo exterior, el caos, el desempleo, la crisis económica, el terrorismo de los demás, la juventud subversiva y degenerada, los asesinatos de género, el cambio climático, la extrema derecha y la xenofobia,…) y la ampliación en medios y recursos más sofisticados para sus actuaciones. Parte de las policías, llamadas “Rokbocok”, militarizadas, tecnificadas y bien pagadas, están en marcha, en toda Europa, al estilo estadounidense y germanas. Estas fuerzas junto a los cuerpos especiales de la Guardia Civil antidisturbios y a las policías especiales municipales y guardas jurados casi militarizados y bien organizados en empresas de jefes policiales y militares, están en la tarea de mantener el orden burgués capiimperialista. En fin, esto es lo que tenemos; y por si faltaba poco, centenares de cárceles, guardas y personal carcelario, los jueces y fiscales y un sin fin de organizaciones para estatales y semimilitarizadas en defensa y apoyo de ese orden capitalista. ¡¡ Está bien la cosa de la seguridad de la clase capitalista e imperialista; los imperios, las grandes explotaciones asalariadas, se organizan bien los sistemas, los mecanismos y los recursos para su buena, correcta y resplandeciente Sociedad Imperialista Mundial ¡¡. Sí, de una u otra manera, se está produciendo movimiento de reordenamiento imperialista; esto es normal en la sociedad capitalista, en el imperialismo, y en la sociedad capi-imperialista; casi nada nuevo ante el Sol. UN NUEVO BLOQUE O IMPERIO MUNDIAL DOMINANTE SE PUEDE DAR; EL ASUNTO ES SI ESTA REALIZACIÓN SE VA A PRODUCIR DE FORMA RELATIVAMENTE PACÍFICA O SERÁ PRODUCTO DE CONVULSIONES INTERIMPERIALISTAS, CON CONVULSIONES SOCIALES GLOBALES. Lo que se le critica a la administración actual estadounidense, es que su mala gestión en la cuestión internacional, el terrorismo internacional, la lucha de clases y las convulsiones sociales generalizadas, puede conducir a mayor caos social e interestatal. Esto se le critica principalmente desde bastantes estados europeos y de otras regiones. Por eso le llaman a no actuar unilateralmente, que sean entre todos, con apoyo social suficiente, y que en definitiva el poder y el reparto del pastel hay que realizarlo entre todos los imperialistas y no solo por unos cuantos, que por ahora son más fuertes; eso es evidente. Los yanquis, parece que quieren dictar las políticas exteriores e interiores de todos los países. Esto es (debido ) para poner orden y planificar la política-económica Mundial de forma piramidal. ..//…. Este ejercicio de gobernabilidad de la izquierda institucional, y social,… que desde los Pactos de la Moncloa, de la Constitución del 78, referéndum entrada en la OTAN, reconciliación nacional, promulgada por el PCE, en el 56, es lo que permite el afianzamiento del poder de la ya burguesía CAPI-imperialista española, aliada al imperialismo mundial, sobre todo con EE.UU., GB, Francia, Alemania, Italia, Japón, Holanda, Suecia,… Algunos antiglobalización ( de colectivos sociales, ONGs, ecologistas y de otros tipos o tareas ) dicen que Izquierda Unida, los llaman a votar, ellos simpatizan con I.U. pero no van a votar normalmente. Como se ve, los imperialistas de izquierda, se han recuperado, han superado su estado anímico; el trotskismo y otros les hacen el juego, apuestan y apoyan y claman por un gobierno PSOE-IU, (aunque también digan que quieren la Revolución Socialista,… Se puede pedir y querer el ” oro y el moro “, la cuestión es saber si son capaces de conseguirlo, o solo son unas ilusiones,; de ilusiones no se vive,…) los movimientos sociales y el Movimiento Antiglobalización, y el Foro Social de Málaga, ( hay mucho españolismo y poca filosofía de lucha de clases y nula aportación sobre la necesidad de derrotar al Capi-imperialismo y construir la Sociedad de la Humanidad, donde sea la Humanidad la que tenga realmente el poder político-económico. Ellos con su justicia social, su Renta Básica, ecologismo sostenible y permisible, más que contemplativo y otras cositas, ya se conforman,… Para ellos todo esto parece un mundo,… pero nosotros pensamos, la realidad también así lo pone de manifiesto, que eso solo es poco y está en lo permitido por el capital y las clases imperialistas ) que en definitiva son los mismos, están en la telaraña, en la red de redes del choriceo, el falso paternalismo, la filantropía interesada por mezquinos intereses; todos tirando del presupuesto y por supuesto para ellos, y para sus causas benefactoras, lúdicas y asistenciales, tanto de acá como de allende los mares; todos van a ir al cielo, de forma directa o bendecidos por el Vaticano, algunos serán con el tiempo beatificados. AL FINAL TODOS LES HACEN EL CALDO GORDO AL IMPERIALISMO ESPAÑOL, Y POR SIMPATÍA, DINÁMICA E INERCIA AL CAPI-IMPERIALISMO GLOBAL. ( Es muy bonito vivir con tres euritos subvencionados sin doblar la espalda ni un segundito ). LA LUCHA POLÍTICA IDEOLÓGICA ENTRE LO REVOLUCIONARIO PROLETARIO Y LO ALTERNATIVO ANTIGLOBALIZADOR, LOS FOROS SOCIALES Y EL CAPITAL. EL DOBLE DISCURSO Proteccionismo, statu quo del Sistema y Relaciones sociales de producción asalariadas-capitalistas, ecologismo y justicia social, socialimperialismo. ENMENDAR LA PLANA A LAS CLASES DOMINANTES, POTENCIACIÓN DE LAS FUNCIONES SOCIALES ESTATALES; ante medidas antisociales, contra el Medio Ambiente y en otros aspectos. Los movimientos sociales, entre ellos los llamados colectivos sociales, el Movimiento Antimaastricht, el Movimiento Antiglobalización, la Coordinadora Baladre, … son Superpolíticos, pero aparecen como ” apolíticos ” y apartidistas. Este es su sistema de valores. Se le combate ideológicamente y políticamente porque siendo eso lo que quieren, se oponen a otras ideas, combaten a otras ideas; su proyecto al no ser similar al de otros, pues lo marginan, lo boicotean y los arrinconan, hablando despectivamente del personal que los defiende; en este sentido decimos que hay una lucha política entre los institusociales y los revolucionarios proletarios e internacionalistas. Que cada uno defienda lo que pueda y como pueda. a. No hablan ni debaten de política de forma pública; son tecnopolíticos, o tecnosociales, o remendadores del Sistema; en el fondo potencian al Sistema. Siempre han renegado y reniegan del proletariado en general, y al proletariado revolucionario, en particular lo combaten como a la peste. Aunque los pestosos son ellos,… Son parásitos, chupópteros estatistas. b. No se presentan electoralmente. Aunque IU-PSOE, han negociado con algunos de ellos para incluirlos en sus listas electorales, y han negociado las propuestas y programas electorales, cargos de confianzas, y empleos futuro a dedo, subvenciones, cesión de locales, actos, seminarios doctrinarios, coberturas diversas; en fin, los institusociales quieren gestionar parte del aparato estatal o todo lo que sean posible; pero contra el pueblo y sus intereses de clases y de humanidad. c. Están como al margen de los partidos. No quieren salpicarse, son políticos y burguesitos agazapados,; son la fuerza social del imperialismo y el capitalismo, al menos europeo, latinoamericano y en general, oponiéndose algo a EE.UU., pero por competencia imperialista, y no de forma revolucionaria y proletaria. d. Todo el día están negociando con los partidos, las instituciones y el capital financiero sobre todo; el capital productivo, no lo tocan, vaya a ser que les ofrezcan un puesto de trabajo y al final tengan que decirle al empresario, que lo deje para otra ocasión, ya que por ahora están muy okupados. e. Son apéndices interesados ( y sabiéndoselas todas ), de la izquierda institucional capi-imperialista. f. Son cajas de resonancias del capital en general. ( El Movimiento Antimasstricht, mucho hablar de los acuerdos de Masstricht, de lo pésimo que eran, al final no lo combaten, se autodisuelven, pero ha calado en la gente la idea que existen esos acuerdos, han echo propaganda de los mismos,- ya se lo criticamos oportunamente, que todo era para hacer publicidad de aquellos acuerdos; ya es natural y normal someterse a ellos. En fin propaganda sobre los acuerdos imperiales europeos, apareciendo o intentándolo como enemigos de los mismos. Nada, nada, que son unos santos,… ¿ Por qué el Movimiento que dirige a todo el Movimiento Antiglobalización, que ahora se llaman ” los de los acuerdos del Bosque “,…, donde están líderes horizontales como Manolo Saez, Agustin Morán y otros de menor relieve como Agueda, Juan Calvente, y otros muchos; no se han convertido en un Movimiento revolucionario, ya que dicen que son anticapitalistas, antiglobalización, antitodo,… No es posible, son rentistas cuentistas nacionales-españoles, internacionales europeistas, e internacionalistas socialimperialistas. Con esa línea es el pueblo mundial, el que tiene que resguardarse y combatirles. ( son emprendedores políticos del área de izquierda,…pegados a Izquierda Unida-PCE, al PSOE, a los sindicatos,…al clero,…y en las fechas de 2.014 ha entrado PODEMOS.org, entre otros, en escena,…con el mismo tiento e intereses y estrategias de contemporalizar, entrando en aparatos estatales,…cortando el movimiento proletario-popular que se estaba dando,…aunque muy controlado y dirigido por la burguesía de estado,…que son estas organizaciones y personalidades que se apuntan,…).19-7-2.014.; estas formas políticas son históricas,…¡¡. -ya se explicará mucho más detalladamente-. g. Son conservadores sociales, a la vez retrógrados y reaccionarios, utópicos “socialistas ” de la pequeña producción, el pequeño mercado, el pequeño gobierno, aspiran a ir al siglo 12, pero con todas las nuevas tecnologías y contra más modernas mejor, y que no desaparezca este Estado actual capitalista . No están por transformaciones revolucionarias sociales; … Les parece bien la democracia imperialista, pero aspiran a una democracia radical; ( sobre esto hablaremos más adelante, es de risa ). Quieren más democracia porque el Neoliberalismo, les da poco juego y pocas posibilidades de participación y ejecución de sus propuestas-proyectos sociales, económicos, lúdicos, vacacionales, formativos,… Les interesa el feudalismo seglar del siglo XXI. h. No son capitalistas pero les ofrecen medidas a los graves desbarajustes del Capital Imperialista actual. Quisieran ser capitalistas, tener altos cargos, vivir de maravillas,… anhelos aristocráticos; necesitan ser más antiproletarios y antihumanidad para ello. i. Siempre proponen medidas correctoras al modelo económico y algo en lo que corresponde a lo social. Pero no ponen en cuestión el modelo social imperante, o sea, al sistema capi-imperialista, ( que por cierto no tienen ni idea de lo que es la realidad actual política económica mundial, aunque sí lo pretenden alguna que otra vez, de forma muy vaga, como es su forma habitual de vida ); tampoco están muy interesados llegar a profundidades y difundirlas, vaya a ser que los obreros y revolucionarios se enteren de sus milagrosas formulaciones y se arme el taco. No, al pueblo trabajador no les hace falta vuestras ideas y análisis, ellos las tienen y tienen a sus intelectuales revolucionarios proletarios. Un socio de Ecologistas en Acción , en Málaga Ciudad, ha realizado un artículo para una de las revistas en elaboración por la organización de ” consumoresponsable “, con pretensiones de que sea financiada por la Junta de Andalucía u otro organismo estatal. Este compañero habla en el artículo sobre la agricultura ecológica, la necesidad de su potenciación y la venta y consumo en relación lo más directamente entre el productor y consumidor; también como no, todo con ayuda oficial. Entre otras observaciones que hacemos al artículo, que aparecerán más adelante, hemos anotado lo siguiente, que nos parece de real manera, muy socialmente útil; esto es: ” Que vayan los técnicos, los burócratas, los capitalistas ( los militares, policías y guardias civiles con los guardas privados,… con los jefes mafiosos,… y otros lumpens ) los adinerados, los militares, policías y guardias civiles con los guardas jurados privados,… con los mafiosos y otros lumpens,… futbolistas, principitos y marquesas, cantantes y cineastas de la miseria del desempleo, de los lunes tomando el Sol; SÍ, EL SOL NO VA A DAR CON ESTOS CHUPÓPTEROS Y PARÁSITOS, RENTISTAS, CUENTISTAS, YO, TÚ, ÉL, ELLOS/AS,… TODAS-TODAS; a dónde, AL CAMPO A TRABAJARLO, PARA QUE VEAN LO BONITO QUE ES PRACTICAR LOS CAMBIOS DE ROL Y APLICAR Y CONSEGUIR LO QUE DICEN, TRABAJAR, CREAR RIQUEZAS, ARREGLAR, DESARROLLAR SOSTENIBILIDAD; y mira por donde trabajar para que no se produzca el abandono de miles de hectáreas en el estado español, debido a la nueva orden y línea económica de la famosa PAC ( Política Agraria Común ), de la Comisión Europea. Estaría muy perita, ver de trabajar a todos-todas ellas y ellos, ahí, cultivando el cuerpo, el campo, y desarrollando la riqueza agraria ecológica. Ya que queremos todos cambios sociales, justicia, y sostenibilidad, pues que nos sostengamos todos currando, que de verdad eso no es malo para la salud. La sostenibilidad de un escardillo, de una hoz, de un arado, de un mulo, de un martillo, un poco de sudor de barro, la verdad, da de comer y no se coge un mal catarro. ” El cambio de rol social, es muy simple, solo hay que remangarse y ponerse a trabajar para el bien común,… Mientras que millones de personas hablan y realizan política para una nueva Sociedad, unos 30 millones de capitalistas y militaristas policiales, preparan dictadura imperialista global,… Esto es un gran contraste social, ¡¡ qué barbaridad ¡¡ “. POR LA SOSTENIBILIDAD DE LOS QUE HEMOS TRABAJADO Y POR LA DIGNIFICACIÓN DE LOS PARÁSITOS Y ADINERADOS. HEMOS DESCUBIERTO EL TRABAJO ASOCIADO COLABORADO PARA LOS LISTILLOS Y ENTERADOS Y PARA LOS QUE LLAMAN PRINGAOS A LOS TRABAJADORES; HEMOS DESCUBIERTO LA SALUD CON EL TRABAJO ACALORADO. ( VIVA EL CAMBIO DE RON CUBANO, perdón EL CAMBIO DE ROL AGREGADO ). Hablar sobre el artículo de este socio de E. en A. es interesante, porque pensamos que el Planeta Tierra, quiere ser reconvertido hacia un Planeta Agrario y de Servicios, pero con dominio del capi-imperialismo,.. eliminando a más millones de personas; por ejemplo, ” Médicos sin Fronteras ” en vez de luchar contra el poder Imperialista, pide dinero al pueblo para ” paliar ” enfermedades y heridos de guerra e intervenciones militares, que produce ese poder capi-imperialista; ¡¡ hipócritas ¡¡. VIERNES, 19 DE JULIO DE 2013 EL IMPERIALISMO GLOBAL Y SUS INTERVENCIONES CONTRA EL PROLETARIADO COMUNICADO DEL GRUPO COMUNISTA PROLETARIO INTERNACIONALISTA de Málaga, A RAÍZ DE LA INTERVENCIÓN IMPERIALISTA EN IRAK * ( * Este escrito se publicó en 2.003; este grupo en cuestión, dejó de actuar en 2.006, pero como se ha dicho en otras ocasiones, este blog es la continuación del mismo ) Las Contradicciones interimperialistas, la desunión entre el Bloque USA-GB y el Bloque Franco-germano-ruso-chino está socavando la claridad de la Lucha de Clases existente actualmente; ésta ha adquirido ya un claro terreno internacional. Aunque esta lucha, en el terreno estatal o nacional, sigue teniendo importancia y como tal se desarrolla, a ese nivel. PERO LO FUNDAMENTAL ES QUE EL IMPERIALISMO GLOBAL, ha creado una NUEVA CLASE IMPERIALISTA MUNDIAL. Esta situación crea a la vez una conciencia también mundial en el seno de las clases proletarias, populares y también de sectores de clases medias. Como clase, fracción de clase, de estos sectores explotados o en vías de serlo ( proletarización creciente de sectores pequeño burgueses, campesinos, clases medias…) – se dan distintas visiones sobre la defensa de sus intereses ante la Clase Dominante Imperialista Mundial. Los sectores proletarios organizados a nivel global, están fundamentalmente estructurados en grupos, partidos y organizaciones comunistas de nuevo tipo, ya que plantean revolución proletaria mundial; han comprendido, hemos comprendido, esta realidad mundial de la lucha de clases. Con diferencias, matices, en valoraciones, tareas, experiencias,… la realidad positiva, es la preparación para la ACCIÓN GLOBAL REVOLUCIONARIA CONTRA EL PODER IMPERIALISTA; nosotros lo llamamos Poder Capiimperialista, piramidalizado y con división de tareas para su permanencia en el poder de clase. Dos centros de poder tienen actualmente esta clase imperialista global: La Casa Blanca y su Pentágono y la Comisión-Consejo Europeo, desde Bruselas. Entre estos centros de poder, está el mando de la OTAN, organización político-militar, para la defensa del sistema Capiimperialista Mundial y para esta clase imperialista global. La tarea de esta clase dominante global, es allanar el terreno para su estabilidad y dominio. Las guerras, intervenciones, golpes,… y otras actuaciones económicas, financieras, productivas, tecnológicas,… van en ese sentido. EN ESTE SENTIDO LAS ACCIONES MILITARISTAS Y GOLPISTAS SE ACENTUARÁN AÚN MÁS Y SERÁN LAS DETERMINANTES PARA SU PERMANENCIA DE PODER DE CLASE; LO DESARROLLARÁN TANTO EN SUS METRÓPOLIS COMO EN LAS NACIONES Y PUEBLOS OPRIMIDOS. A la Humanidad, hasta que se libre de estas clases imperialistas y capitalistas, le aguarda mucho derramamiento de sangre y de sufrimiento intenso y extenso. Las formas políticas de que se dote este poder Euroestadounidense, sea democrático, sea dictatorial, será solamente una anécdota. Pero decimos que con la democracia imperialista, esta clase imperialista global, parece que se encuentra bastante a gusto, ya que tiene bastante apoyo social, y este soporte es el que le da más seguridad y serenidad para desarrollar sus intervenciones y sus soportes justificativos. POR LO TANTO, AUNQUE BASTANTE DIFÍCIL, LA REVOLUCIÓN EUROMEDITERRÁNEA ES ESENCIAL EN ESTE MOMENTO EN LA LUCHA CONTRA EL IMPERIALISMO Y PODER EUROESTADOUNIDENSE. Los sectores antiglobalización, los foros sociales, las izquierdas institucionalizadas,… han quedado a una altura pacifista y contemporalizadora. Tienen dos perspectivas: Colaborar, aún más, con esa clase dominante imperialista, o pasarse al bando o sectores revolucionarios internacionalistas. No le pedimos que se hagan revolucionarios y luchen por el Comunismo Total y Global, ellos sabrán, solo les pedimos que no se pongan en nuestro camino, que no nos boicoteen. Desde aquí en adelante en nuestros escritos, tareas políticas y lucha, no nos referiremos a ellos; nuestro apoyo se lo tendrán que ganar a pulso, ya que los consideramos como enemigos de clases y del futuro de la Humanidad,… El trabajo ideológico y de compañeros que hemos desarrollado durante estos años, se ha terminado; esta fracción de clases socialimperialista paneuropea, nos ha llamado agentes policiales infiltrados, saboteadores y que tenemos oscuros intereses capitalistas; sobre todo el señor Pita de Izquierda Unida de Málaga Ciudad. TERCERA Y casi ¡¡ÚLTIMA, DE ESTE TRABAJO,…LO HACEMOS Y REPETIMOS COSAS, POR LA CUESTIÓN DE LOS NUEVOS LECTORES,…QUE QUIZÁS NO SE ACERQUEN A LEER LOS PRIMEROS TRABAJOS EDITADOS EN ESTE BLOG,…¡¡. Publicado por lukymalaga en 16:12 Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook Compartir en Pinterest No hay comentarios: Publicar un comentario ESTE TRABAJO, POSIBLEMENTE SE EDITARÍA EN EL N.2.- DE NUEVA SOCIEDAD, con depósito legal, DEL G.C.P.INTERN. DE MÁLAGA,…POR AHORA, NO ENCONTRAMOS DICHA REVISTA,…TENEMOS EL n. 1.- DE JUNIO 2.002, Y EL n. 2.- EXTRA, DE Enero de 2.003 ¡¡¡. SE VE, QUE SE EDITÓ EN VARIAS FECHAS, EN ESTE BLOG,… EN JULIO 2.013 Y EN JULIO DE 2.014. IMAGINAMOS QUE LO EDITADO AHORA, YA SE HIZO, HACE UNOS 18 AÑOS ¡¡¡¡; EN PAPEL. Y EN LA MÁQUINA A LOS DIEZ AÑOS, DE SU PRIMERA EDICIÓN ¡¡??¡¡. LA VIDA ES COMO ES, ES COMO VIENE. Y PARECE, QUE REFLEJAMOS, COMO LA ACTUALIDAD,…YA SABEMOS QUE SERÍA BUENO,…HACER REFLEJAR LOS CAMBIOS, VALORARLOS,…ETC,…PERO QUZÁS, ES MEJOR, QUE LO HAGAN LOS/LAS LECTORAS/RES,…Y QUEREMOS REORDAR,…MÁS DE 2.700 TRABAJOS EDITADOS,…EN ESTE BLOG, POR NOSOTROS,…¡¡, POR ELLO, RECLAMO, EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA,…etc,… DEL SECTOR ROJO COMUNAL UNIVERSAL, AL MENOS,…YA QUE LA ORGANIZACIÓN IMPERICAPITALISTA OFICIAL, NI SE MOLESTA EN MIS PALABRAS,…¡¡¡¡. lukydemálaga. ¡¡. : ( SÁBADO, 27 DE JULIO DE 2013 // REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD. https://LUKYRH.BLOGSPOT.COM/2013/07/DEBATE-LA-REALIDAD-SOCIAL-2002.HTML DEBATE, ( IIª PARTE ) LA REALIDAD SOCIAL. 2002 NUEVA SOCIEDAD nº 2 Revista política para Málaga D.L. MA-937-2.002 ( Del GCP INTERN. DE MÁLAGA ) LA REALIDAD SOCIAL COMPLEJA EN DATOS Y CIFRAS. Nuestra valoración política. La ” Nueva OTAN “, por Federico Trillo, actual ministro español de defensa. Éste cree que tanto EE.UU. del N. como los europeos deben mantener y reforzar la Alianza Atlántica tras los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2.001. “De la necesidad, por tanto, no solo de mantener sino de reforzar la OTAN habrían de ser conscientes, de una parte, Estados Unidos y de otra, los europeos. Unos y otros hemos podido comprobar en estos meses la decidida y sostenida implicación de Rusia en la defensa común de los valores democráticos en los que avanzar. Y ha sido en consecuencia, un pleno acierto de la actividad diplomática norteamericana y europea – liderada por España – la consecución de los recientes acuerdos con Rusia “.,…//… )))… https://lukyrh.blogspot.com/2014/07/3-parte-teoria-revolucion-de-la.html?zx=a7be3842a9822113 POLÉMICA FUERTE CON LOS ALTERNATIVOS ” ENSAYO TEORÍA sobre: Ecologismo, Sostenibilidad y Cambio social “. Por, Luky.- Málaga, Octubre-Noviembre 2.002 El presente trabajo teórico SE ENMARCA EN LA LUCHA IDEOLÓGICA, TEÓRICA Y POLÍTICA entre el pensamiento del marxismo revolucionado y la línea pensamiento del Movimiento Antiliberal , el Movimiento Antiglobalización y los Foros Sociales Europeos y del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Se pretende con este ensayo desmitificar la acción política de la nueva fracción política social occidental que la llamamos Institusocial. Y por otra parte describir teóricamente el carácter de clase de la misma. Esta fracción de clase mundial, por su esencia es de nuevo Socialimperialismo; es heredera de la socialdemocracia imperialista europea de finales del siglo XIX. Su nacimiento se remonta a finales de los años 50, dando sus primeros actos en Estados Unidos de Norteamérica. Con los años, se traslada esta tendencia a Europa, sobre todo en Francia, Italia, algo en Alemania y en el Estado español – es. esp. – más recientemente; aquí se manifiesta su nacimiento a finales de los 70, se consolida algo en los 80, y se consolida en la década de los 90. Como resulta que la socialdemocracia oficial aliada con el eurocomunismo, está en fase de izquierda imperialista, esta nueva socialdemocracia toma relevo y aplica una política entre lo revolucionario y la izquierda y derecha imperialista. Está digamos en medio de la nada. Son conciliadores, y en actitud contemporalizadora con el Capi-imperialismo. A la vez está en alianza y competencia a la vez, con la izquierda oficial imperialista; pero en definitiva, y en verdad se llevan bastante bien. YA LO DIJIMOS HACE UNOS MESES, LOS FOROS ERAN MONTAJES DE LA IZQUIERDA IMPERIALISTA DE UNA PARTE DELA IZQUIERDA SINDICAL Y ALTERNATIVA Y DE PARTE DE LOS COLECTIVOS SOCIALES CONTROLADOS O EN LA ÓRBITA DE ESA IZQUIERDA IMPERIAL; todo encaminado a conseguir apoyo y participación electoral de sectores sociales, llamados o que simpatizan con ideas de izquierdas, que no iban a votar normalmente. Otra vez el proletariado, los pueblos oprimidos, el pueblo trabajador, queda vendido por parte de organizaciones sociales, que copan espacios de izquierdas. Pero el proletariado de las periferias, y de parte de las zonas centrales, están en su lucha, en sus tareas de reflexión, en sus tareas de organización. Por tanto el mensaje al proletariado, a los pueblos revolucionarios, a las jóvenes obreras y populares, a los intelectuales revolucionarios y personal revolucionario, a la juventud obrera y sectores estudiantiles del pueblo, a los marginados, excluidos, y mayores con inquietudes sociales y de transformación y cambios revolucionarios, les decimos, QUE ADELANTE, QUE SIGAMOS LA ACCIÓN INDEPENDIENTE DEL PROLETARIADO Y EL PUEBLO TRABAJADOR, EN EL OBJETIVO DEL DERROCAMIENTO DEL SISTEMA CAPI-IMPERIALISTA Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA NUEVA SOCIEDAD COMUNAL. 1. LA PROBLEMÁTICA SOCIAL QUE ACARREA A LA HUMANIDAD EL APOLITICISMO DESDE LOS COLECTIVOS SOCIALES Y EL MOVIMIENTO LIBERTARIO Y LA DESPOLITIZACIÓN INDUCIDA HACIA LA MISMA POR LOS PARTIDOS Y SINDICATOS INSTITUCIONALES. 1. La despolitización, solo beneficia en última instancia al Capiimperialismo. 2. La actitud oscurantista de determinadas fuerzas políticas-sociales, que al no hablar y debatir de política favorece la actitud de pasividad y desconocimientos políticos por parte de la sociedad-humanidad. 3. El apoliticismo, es otra gran política, de los sujetos políticos que desarrollan dicha consigna o actitud, y mensaje. El apolítico, siempre actúa políticamente; la cuestión es que no sabe y es un negativo en general. 2 . DESDE LO LOCAL, LO NACIONAL, HASTA LO GLOBAL; LA LUCHA DE CLASES Y LA LUCHA INTERCAPI-IMPERIALISTA. El imperialismo, los movimientos internacionales proletarios y populares, la cuestión militar y electoral. El Capital Mundial pretende reordenar los recursos, las personas, aparatos estatales, planificados ( lo más racionalmente posible capitalista e imperialistamente ) para evitar problemáticas de los ciclos económicos, y controlar aún mejor la voluntad de las clases trabajadoras y populares. Formas de gobierno mundial, de la servidumbre asalariada, policial, máxima seguridad interestatal. LA NUEVA SOCIEDAD ESCLAVISTA ESTILO FALANGISTA Y ESTATISTA, TECNOCRÁTICA Y PLUTOCRÁTICA. ¿ PAPEL DEL CAPITAL PRIVADO ?. Las élites financieras gobernarán con las élites militares, religiosas, tecnocráticas y formarán el Consejo del Gobierno Mundial Capi-imperialista, donde la Trilateral, será el ejecutivo real en la sombra. La seguridad pública, el órden público, será militarizado, estilo dictaduras chilena, española, argelina, argentina, sudafricana, etc… . SOBRE LOS POSIBLES NUEVOS ÓRDENES MUNDIALES; posibilidades: 1. La lucha de clases sociales; proletarias, religiosas: resistencia revolución antiimperialistas;… resistencia social, sindical, antiguerra. .. La movilización social de clase proletaria y popular está ahí, de varias maneras y de distintas posiciones; en general es una lucha para la derrota del Capiimperialismo allá donde se está dando. La lucha guerrillera, militar y proletaria-popular se está ampliando, y se consolida, o al menos se intenta, una LÍNEA POLÍTICA LO MÁS CORRECTA POSIBLE. .. La movilización ” religiosa “, de sectores muy amplios populares, contra el dominio de las oligarquías dominantes y el imperialismo aliado mundial, está presente. El capi-imperialismo se está empleando a fondo contra estas dos fuerzas de lucha anticapi-imperialista. .. La movilización en América Central y del Sur, están dando sus resultados; el imperialismo, todo él, junto a las oligarquías subalternas, está actuando contra esas poblaciones proletarias y populares y naciones oprimidas. .. La movilización en el norte de África, se está dando de varias maneras, el capi-imperialismo está actuando contra esas revoluciones e insurrecciones proletarias y populares. En otros lugares asiáticos y africanos, también se está dando lucha contra el imperialismo y las oligarquías locales. .. En Europa, hay diversas luchas, luchas sindicales y luchas independentistas, luchas revolucionarias, de poca envergadura por ahora, pero ahí están. .. En Australia, Estados Unidos de Norteamérica, Canadá, y otros lugares occidentalizados, como Japón, también se están dando por varios objetivos y de diversas maneras. En la Sociedad Imperialista Mundial Militarizada y Otanista, la clase imperialista y las fracciones burguesas y oligárquicas, están en lucha contra sus poblaciones; las clases capi-imperialistas pretenden abordar y manejar, reconducir o eliminar estas batallas y convulsiones sociales populares. EL IMPERIALISMO MUNDIAL TIENE TRABAJO A DESTAJO, NO HAY QUE DEJARLO DESCANSAR. EL IMPERIALISMO, LAS CLASES Y FRACCIONES QUE LOS COMPONEN ESTÁN EN DESUNIÓN Y ESTÁN COMO ENFRENTADAS, POR VARIOS MOTIVOS; EL PRINCIPAL ES COMO PONER ORDEN REPRESIVO SOBRE LAS POBLACIONES OBRERAS Y POPULARES, O SEA, LA HUMANIDAD. Las contradicciones interimperialistas, ( que hay que especificar mejor ) las quieren resolver, al menos muchos de ellos los recomiendan, de forma no unilateral, es mejor de forma negociada entre los dos ejes fundamentales, USA y UE, y los subalternos pero con cierta capacidad de decisión, como es Rusia, China, Japón, Canadá, Australia, Brasil, India y otros pocos más. Muchos geoestrategas del capital Multicorporacional, recomiendan no enfrentarse de forma casi directa; que se enfrenten pero en terrenos lejanos, pero que no aparezca así; aunque esta lucha interestatal, en este caso interimperialista, está contemplada en las leyes y normas de conductas internacionales, bien en la ONU, en los tribunales internacionales y en otros estamentos de carácter internacional, como puede ser el Tribunal de la Haya. 2. Consolidación proyecto USA-UE. .. Al ser el capital, la producción, las decisiones de forma más que social y global, al estar la economía más que socializada, pero en propiedad privada capi-imperialista, estas dos potencias ” entrelazadas ” y organizadas en la OTAN y otros organismos internacionales, consolidan sus respectivos proyectos, que en definitiva es el mismo. COMO AQUÉL QUE DICE, ENTRE LOS DOS SE HAN COMIDO AL MUNDO. Se sabe, por cierto, de que el poder ejecutivo-militar tiene mucho peso específico en los países y más en las grandes potencias. El problema de la estructura Paneuropea, es que no es monolítica, no está unificada militarmente y psico-socialmente; se ve subordinada a lo que representa USA en el Planeta. En este sentido, para aclarar cosas, conceptos e ideas, tenemos que la fracción capi-imperialista mundial representada por la administración del gobierno Bush, es más fuerte que la fracción capi-imperialista que pueda representar la Comisión Europea; entendemos que esta Comisión Europea, es el gobierno de la Unión Europea. En este sentido decimos, que la U.E. actual, consolida su proyecto de ser una superestructura Paneuropea, con 26 países estados, organizados piramidalmente, pero al fin y al cabo una potencia imperial. La U.E., negoció con el gobierno de Putin unos acuerdos donde se establecerían relaciones casi de integración en esa Estructura Paneuropea. PERO LA VERDAD ES QUE AHORA RUSIA, DIGAMOS QUE ESTÁ SITIADA TANTO POR ESTA NUEVA Y AMPLIADA U.E. Y POR LOS EE.UU. Rusia, como estado, queda con fronteras más o menos segura con China, ya que entre los dos tienen firmados varios acuerdos militares y de cooperación económica, política, etc… Parece que se está cumpliendo el objetivo yanqui, planteado hace unos meses por el señor Petras, y por PCR USA, de que el interés principal de EE.UU. en las zonas asiáticas era quedarse con Rusia, introducirla en la estructura de su imperio. 3. Creación de otros bloques, enfrentamientos entre lo resultante. .. Es curioso, pero cierto, El presidente actual de Iraq, planteó ( a raíz de las pretensiones estadounidense de invadir el territorio y detener a Saddan Hussein ) a la Unión Europea -UE-, de realizar una nueva coalición árabe-europea, si la UE no apoyaba los planes del Presidente Bush. Estados de la U.E., como Alemania, Francia y otros de peso, y no así el español y el del Reino Unido, no están por ahora con las maneras de hacer política internacional por parte de USA. El imperialismo tiene una división táctica. Podría ser posible, de que Rusia estuviera interesada en aliarse fuertemente con la U.E. y con China, por medio del acuerdo que tiene esta potencia asiática con el Estado de Rusia. En gran parte del mundo árabe, la UE está bien vista. La UE, dentro de ya, para el 2.004, va a ser un estructura Paneuropea, con 26 países europeos ( son para 25, pero no se descarta la integración de Rusia ), donde parte de los nuevos integrantes pertenecían al COMECON y estaban en órbita de la exURSS. DECÍAMOS NOSOTROS QUE UN PACTO EUROASIÁTICO NO ERA DESCARTABLE, QUE LOS MOVIMIENTOS DE ALIANZAS ENTRE PAÍSES Y POTENCIAS ESTABA EN MARCHA, Y QUE NO ERA DESCARTABLE DE QUE LA POTENCIA DE LA U.E. TOMARA EN UN MOMENTO DETERMINADO EL RELEVO IMPERIAL A USA-EE.UU., ya que USA, estaba en decadencia y la UE en proyecto y movimiento emergente. El papel del Estado de Japón, es peliagudo, ya que está sometido al control internacional y sobre todo por EE.UU.; pero que ese estado japonés tenía necesidad de expansión territorial ( tiene mucha población en poco espacio relativamente, y China se lo podría ” ofrecer ” ), inversora y de aseguramiento de determinados productos, como el petróleo, zonas agrícolas, y otros productos de materias primas,… La cuestión es que el Estado de China, desde hace tiempo está en lucha política con Japón. Pero actualmente la burguesía japonesa tiene gran cantidad de capital invertido en las zonas de economía libre y doble modelo económico en ese país. Un arreglo entre los dos podría ser viable. Bush, ha dicho claramente, que no aceptaría otro nuevo orden internacional distinto al que proyecta desde el Pentágono y Washington. Si se viera obligado intervendría contra el que sea. Esto manifiesta dos cosas, al menos: Que es capaz de hacerlo, que tiene capacidad y poder para hacerlo y a la vez que algo se mueve a sus espaldas. Aquí está el meollo. EE.UU. del N. no pierde comba en los países al sur de él; continúa con sus planes de consolidar el liderazgo imperialista en todo el Continente Americano; en este caso sería el que no se les escape de las manos. A la vez en África está interviniendo más acusadamente; controla casi el norte africano, parte del Centro de África, zonas del Oeste y del Este. Con India y Pakistán tienen acuerdos políticos-militares; aunque de vez en cuando se les rebelan. Con China R.P., tiene doble juego, por una parte tiene problemas diplomáticos, por otra dice que China P. es enemiga, y por otra tienen los dos estados relaciones comerciales, financieras,… Pero es normal y está regulado internacionalmente por parte de las clases dominantes estatales; con el visto bueno de la ONU y otros organismos internacionales. A la vez esta potencia está controlando por las buenas o por las malas, la parte asiática y árabe, como son Afganistán, Arabia Saudí, países asiáticos exsoviéticos,… Australia es bastante aliada de USA, y aquella ejerce de potencia imperialista de segundo orden en ciertas zonas del Pacífico, trabajando para la burguesía australiana, para la yanqui y otras. Pero todos contra los pueblos que se están rebelando contra el imperialismo yanqui y global y a la vez contra sus clases dominantes oligárquicas y capitalistas. Pero la U.E. tampoco se queda corta, está estrechando lazos económicos en América Central y del Sur, e incluso se introduce en zonas estadounidenses. Las últimas reuniones entre estos países mencionados, europeos y americanos, tanto en Madrid como en ciudades americanas, van encaminada a pasar de algo más que meras relaciones económicas; los capitales europeos que se invierten en estos países se supone que la Comisión Europea, tendrá que defenderlo, ante imposturas yanquis; y sobre todo contra las fuerzas populares y proletarias de los mismos. Esta Comisión Europea, aunque está integrada en la OTAN, junto a USA, Canadá, y Rusia,… a la vez está en política de expansión militar, creando el Ejército Europeo, material sofisticado de guerra para ultramar y reactualizando o reformando sus estructuras de mando y de financiación e inversiones, y como no de política policial y de seguridad para todo su complejo industrial militar e instituciones administraciones y ejecutivas. Las acciones policiales dictatoriales contra la población y sus organizaciones de resistencia, de combate y de luchas obreras y sociales, están a la orden del día, con medidas diversas, ( unas más dulces y otras más agresivas, unas ilegalizando a colectivos, partidos y determinadas acciones de defensa social, y otras por la vía de la represión simple, el encarcelamiento,…y la lucha ideológica-mediática, con posiciones demagógicas de seguridad, lo exterior, el caos, el desempleo, la crisis económica, el terrorismo de los demás, la juventud subversiva y degenerada, los asesinatos de género, el cambio climático, la extrema derecha y la xenofobia,…) y la ampliación en medios y recursos más sofisticados para sus actuaciones. Parte de las policías, llamadas “Rokbocok”, militarizadas, tecnificadas y bien pagadas, están en marcha, en toda Europa, al estilo estadounidense y germanas. Estas fuerzas junto a los cuerpos especiales de la Guardia Civil antidisturbios y a las policías especiales municipales y guardas jurados casi militarizados y bien organizados en empresas de jefes policiales y militares, están en la tarea de mantener el orden burgués capiimperialista. En fin, esto es lo que tenemos; y por si faltaba poco, centenares de cárceles, guardas y personal carcelario, los jueces y fiscales y un sin fin de organizaciones para estatales y semimilitarizadas en defensa y apoyo de ese orden capitalista. ¡¡ Está bien la cosa de la seguridad de la clase capitalista e imperialista; los imperios, las grandes explotaciones asalariadas, se organizan bien los sistemas, los mecanismos y los recursos para su buena, correcta y resplandeciente Sociedad Imperialista Mundial ¡¡. Sí, de una u otra manera, se está produciendo movimiento de reordenamiento imperialista; esto es normal en la sociedad capitalista, en el imperialismo, y en la sociedad capi-imperialista; casi nada nuevo ante el Sol. UN NUEVO BLOQUE O IMPERIO MUNDIAL DOMINANTE SE PUEDE DAR; EL ASUNTO ES SI ESTA REALIZACIÓN SE VA A PRODUCIR DE FORMA RELATIVAMENTE PACÍFICA O SERÁ PRODUCTO DE CONVULSIONES INTERIMPERIALISTAS, CON CONVULSIONES SOCIALES GLOBALES. Lo que se le critica a la administración actual estadounidense, es que su mala gestión en la cuestión internacional, el terrorismo internacional, la lucha de clases y las convulsiones sociales generalizadas, puede conducir a mayor caos social e interestatal. Esto se le critica principalmente desde bastantes estados europeos y de otras regiones. Por eso le llaman a no actuar unilateralmente, que sean entre todos, con apoyo social suficiente, y que en definitiva el poder y el reparto del pastel hay que realizarlo entre todos los imperialistas y no solo por unos cuantos, que por ahora son más fuertes; eso es evidente. ,…//…. ” LOS PUEBLOS PERIFÉRICOS SE AMOTINAN Y LUCHAN DE MUCHAS MANERAS, CONTRA EL DOMINIO IMPERIALISTA QUE ES ALIADO DE LAS CLASES DOMINANTES EN ESOS PAÍSES. ESTAS DOS CLASES, FORMAN EL CAPI-IMPERIALISMO, Y CONTRA LAS DOS LUCHAN ESOS PUEBLOS DE LA FORMA Y MANERA QUE PUEDEN Y CON LAS ORGANIZACIONES QUE TIENEN. ALGUNAS DE ESAS ORGANIZACIONES NO SON SOCIALISTAS NI QUIEREN LO MEJOR PARA EL PUEBLO, PERO PARTE DEL MISMO LES APOYAN PORQUE SE OPONEN Y LUCHAN CONTRA EL CAPI-IMPERIALISMO. LAS CLASES CAPI-IMPERIALISTAS A LA VEZ ESTÁN ALIADAS CONTRA SUS RESPECTIVOS PUEBLOS. LOS PUEBLOS ESTÁN EN LUCHA. TENDRÁN COMO TRES SALIDAS: . NACIONALISTA BUROCRÁTICA ( ATOMIZACIÓN MUNDIAL,… ) . ESCLAVISTA IMPERIALISTA. …— PODER HUMANIDAD. LAS CONTRADICCIONES INTERCAPI-IMPERIALISTAS HAY QUE SABER UTILIZARLAS PARA LA REVOLUCIÓN COMUNISTA MUNDIAL. POR ELLO: . PREPARAR LÍNEA POLÍTICA ANTI-USA Y REVOLUCIONARIA. . ANTI U.E., ANTICAPITALISMO. . PREPARAR DISCURSO : ” USA, PAÍS IMPERIALISTA, EXPLOTADOR Y ASESINO, QUE HAY QUE OPONERSE A TODOS SUS PROYECTOS. – USA APOYA AL GOBIERNO Y ESTADO EXPLOTADOR ESPAÑOL. – TODOS SON ENEMIGOS DE LOS PUEBLOS DEL MUNDO ” … LOS REVOLUCIONARIOS ESTAMOS SOLOS EN LA IZQUIERDA. LA IZQUIERDA, NO ESTÁ POR HACER POLÍTICA ANTICAPI-IMPERIALISTA DE FORMA CONSECUENTE. UNA PARTE PASA, OTRA APOYA A OCCIDENTE, OTRA DICE SER ALTERNATIVA, PERO TAMPOCO ATINA. EL MOVIMIENTO ANTIGLOBALIZACIÓN ES ANTI-USA, PERO NO ES REVOLUCIONARIO. HAY QUE CONSEGUIR QUE LA MAYOR PARTE DEL MISMO SEA REVOLUCIONARIO Y RACIONAL, EN UN PERÍODO DE TIEMPO CORTO. .-. TENEMOS MUCHO TRABAJO Y PREPARACIÓN DE DISCURSO. POTENCIAR Y DESARROLLAR LA SIGUIENTE IDEA : PENSAMIENTO FUNDAMENTAL FILOSOFÍA REVOLUCIONARIA ENGELSIANA “.,…//… editado y publicado por luydemálaga. 29006. ( SALUD Y SUERTE EN LA LUCHA,…¡¡¡¡¡. ). 21/12/2.020.