sábado, 7 de junio de 2014

IDEALISMO MILITANTE- REPUBLICA PROLETARIA ?¡¡,- PROLETARIO Y LA CRUDA REALIDAD DE LAS REVOLUCIONES PROLETARIAS


PURO IDEALISMO, LO CONSEGUIDO HASTA AHORA  EN EL CAMPO DEL COMUNISMO, AL MENOS OCCIDENTAL,...

Este trabajo será posiblemente reflexiones proletarias, cargadas de ideología y conocimientos comunistas, marxistas,...LAS REVOLUCIONES PROLETARIAS EN GENERAL HAN SIDO MUY DURAS, UNA VEZ TOMADO EL PODER PROLETARIO-POPULAR,...SIGUE SIENDO MUY DURA LA VIDA REVOLUCIONARIA DE LA SOCIEDAD, SOBRE TODO DE LA CLASE OBRERA,...NOS EXPLICAMOS,...NOS TENEMOS QUE EXPLICAR POR COJONES,...

NO SOMOS LA MOSCA COJONERA,...PERO SOMOS IDEALISTAS, HEMOS IDEALIZADO LA REVOLUCIÓN PROLETARIA,...HEMOS PARTICIPADO SOLO EN UN ASPECTO ALGO INSIGNIFICANTE EN ELLA,...

HEMOS LUCHADO CONTRA LA DICTADURA FRANQUISTA, Y CON ELLA EN ACCIÓN HEMOS LUCHADO POR INTERESES Y PROBLEMÁTICA CONCRETAS CONTRA LA MISMA, CONTRA SUS DIVERSOS APARATOS DE PODER DE ESTADO DICTATORIAL,...A LA VEZ DE LA LUCHA CONTRA EL CAPITAL ESPECÍFICO, POR CONVENIOS LABORALES, DESPIDOS MASIVOS, FALTAS GRAVES,...SUPEREXPLOTACIÓN, COMO NO PAGAR HORAS EXTRAS, PÉSIMAS CONDICIONES DE TRABAJO EN LOS CENTROS DE TRABAJO, DE PRODUCCIÓN,....EN LAS ESCUELAS FRANQUISTAS IGUAL POR IGUAL, DEFENSIVA Y CIERTAS OFENSIVAS CONTRA PROFESORES Y DIRECTORES FRANQUISTAS-FALANGISTAS,...

EN CIERTO SENTIDO LE ECHÁBAMOS COJONES A LA TAREA, YA QUE LA REPRESIÓN ERA ENORME,...Y LOS CONOCIMIENTOS DE LUCHA-BATALLA ERAN MUY LIMITADOS,...SOLO, CASI, LA ASTUCIA, LA GUERRA DE JUEGO,...LAS CARRERAS DEL PILLA-PILLA,...Y OTRAS COSAS DE JUEGO, PICAREZCA,...

A.1 SEGUIMOS CON EL IDEALISMO, Y MIREN QUE YA TENEMOS CANAS,...LOS JÓVENES LUCHADORES,...SIGUEN EN PLAN IDALISTAS,...ENTRE OTRAS COSAS PIDEN MÁS DEMOCRACIA,...Y REFERÉNDUM REPÚBLICA, VERSUS, MONARQUÍA. LA ACTUAL MONARQUÍA ESPAÑOLA ES DEMÓCRATA, CUMPLE LOS CÁNONES DE LA ONU Y DE DEMOCRACIAS EUROPEAS, POR EJEMPLO,...ESA NORMALIZACIÓN DEMOIMPERIALISTA ES LA QUE LLEVA A LA CREACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LA UNIÓN PANEUROPEA,...

A.2 AL MENOS SI SE PIDIERA LUCHA POR LA CONSTITUCIÓN Y SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA DEL 1.931, PUES ALGO DE VALOR SE LE PODRÍA DAR A ESTAS ACCIONES REPUBLICANAS,...SE PIDE REPÚBLICA Y CASI LOS MIMOS POSTULADOS DE LA PRESENTE CONSTITUCIÓN,...YA NO SE PIDE LUCHA Y CAMBIO REVOLUCIONARIO EN LA CONSTITUCIÓN EUROPEA Y SUS ESTRUCTURAS DE LOS MULTIESTADOS ASOCIADOS,...

A.3 ESTAMOS REESTUDIANDO LAS REVOLUCIONES POPULARES, PROLETARIAS, Y OTRAS COMO LA DE LA COMUNA DE PARÍS,...ENTRAREMOS EN LA DE CHINA,...EN LAS LATINAS, AFRICANAS,...Y OTROS CONTINENTES,...

TENEMOS QUE APRENDER MUCHO MÁS, BASTANTE MÁS,...PARA DAR CIERTAS EXPLICACIONES RACIONALES Y DEJAR POCO A POCO EL IDEALISMO,...DEBEMOS ENTRAR EN SER MÁS PROFESIONALES POLÍTICOS REVOLUCIONARIOS,...QUIZÁS NOS PEGAREMOS A CIERTOS MOVIMIENTOS, GRUPOS MÁS ACTIVOS, MÁS RESUELTOS,...-AUNQUE EL CUERPO Y LA CABEZA NO DA PARA MUCHO MÁS- PERO LA LUCHA ES LA LUCHA, SEÑOR NAPOLEÓN,...


Como proletarios tenemos ilusiones, osadía teníamos para combatir al poder franquista, al monárquico,...para combatir a poderes aunque no cercanos,...están sus tentáculos,...como el de los yanquees, el de los seudosoviéticos,...y muchos otros,...Pero no éramos muy peligrosos seguramente,...aún estamos vivos, cada vez con menos salud y energía, pero se está, ¡¡.PERO RELACIONES TODO ESTO CON ESCRITOS NUESTROS EDITADOS EN ESTE BLOG,...¡¡.

Comuna de París
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Destrucción de la Columna Vendôme durante la Comuna de París.
La Comuna de París (en francés: La Commune de Paris) fue un breve movimiento insurreccional que gobernó la ciudad de París del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, instaurando un proyecto político popular autogestionario que para algunos autores se asemejó al anarquismo o al comunismo.
Tras la derrota y derrumbe del gobierno imperial de Napoleón III en la Guerra Franco-Prusiana (1870–71), París fue sometida a un sitio de más de cuatro meses (19 de septiembre de 1870 – 28 de enero de 1871), que culminó con la entrada triunfal de los prusianos -que se retiraron de inmediato- y la proclamación imperial de Guillermo I de Alemania en el Palacio de Versalles.
Debido a que París no aceptaba rendirse, la nueva Asamblea Nacional y el gobierno provisional de la República, presidido por Adolphe Thiers, prefirieron instalarse en Versalles y desde ahí doblegar a la población rebelde. El vacío de poder en París provocó que la milicia ciudadana, la Guardia Nacional Francesa, se hiciera de forma efectiva con el poder a fin de asegurar la continuidad del funcionamiento de la administración de la ciudad. Se beneficiaron del apoyo y de la participación activa de la población obrera descontenta, del radicalismo político muy extendido en la capital que exigía una república democrática, y de la oposición a la más que probable restauración de la Monarquía borbónica. Al intentar el gobierno arrebatarles el control de las baterías de cañones que habían sido compradas por los parisinos por suscripción popular para defender la ciudad, estos se alzaron en armas. Ante esta rebelión, Thiers ordenó a los empleados de la administración evacuar la capital, y la Guardia Nacional convocó elecciones para el consejo municipal que fue copado por radicales republicanos y socialistas.
La Comuna (el término commune designaba y aún designa al ayuntamiento) gobernó durante 60 días promulgando una serie de decretos revolucionarios, como la autogestión de las fábricas abandonadas por sus dueños, la creación de guarderías para los hijos de las obreras, la laicidad del Estado, la obligación de las iglesias de acoger las asambleas de vecinos y de sumarse a las labores sociales, la remisión de los alquileres impagados y la abolición de los intereses de las deudas. Muchas de estas medidas respondían a la necesidad de paliar la pobreza generalizada que había causado la guerra. Sometida casi de inmediato al asedio del gobierno provisional, la Comuna fue reprimida con extrema dureza. Tras un mes de combates, el asalto final al casco urbano provocó una fiera lucha calle por calle, la llamada Semana Sangrienta (Semaine sanglante) del 21 al 28 de mayo. El balance final fue de unos 30.000 muertos y el sometimiento de París a la ley marcial durante cinco años.
Ya que los sucesos de la Comuna de París tuvieron lugar antes del cisma entre anarquistas y marxistas, ambos movimientos políticos la consideran como propia y la celebran como la primera toma de poder de las clases proletarias en la historia de Europa occidental. Marx la describió como el primer ejemplo concreto de una dictadura del proletariado en la que el Estado es tomado por el proletariado, a lo que Bakunin respondió que –al no depender de una vanguardia organizada y no haber arrebatado el poder al Estado francés o intentado crear un estado revolucionario– la comuna parisina era anarquista.
Trasfondo
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18 de marzo 1871: El pueblo insurrecto se hace con los cañones del ejército situados en Montmartre(Recreación actual).
La revolución puso inesperadamente el poder en manos de la Guardia Nacional, que había asegurado la defensa de la ciudad durante la guerra, mientras el Gobierno de Defensa Nacional dirigido por Adolphe Thiers se encontraba refugiado enBurdeos. La comuna fue posible gracias a un levantamiento popular de todas las tendencias republicanas dentro de París después de que la Guerra Franco-prusiana terminase con Francia derrotada.1 La guerra con Prusia, comenzada porNapoleón III («Louis Napoleón Bonaparte») en julio de 1870, se desarrolló desastrosamente para Francia, y en septiembre del mismo año tras la derrota en la Batalla de Sedán, los diputados republicanos derrocaron el Imperio y proclamaron la República.2 Días después París quedó bajo el asedio del ejército enemigo.
La escasez de comida, sumada al constante bombardeo prusiano, llevó a un descontento general. Desde la revolución de 1848 la población se había vuelto cada vez más receptiva a ideas republicanas más radicales. Una demanda específica fue la de que París debía poseer un gobierno autónomo, con una comuna elegida por la propia población, algo que ya disfrutaban la mayor parte de las ciudades francesas, pero que era negado a París por un gobierno temeroso de la indócil población de la capital. Un deseo más vago pero también relacionado fue el de un sistema de gestión de la economía más justo, si no necesariamente un sistema socialista, resumido en el grito popular de «la république démocratique et sociale!».
En enero de 1871, cuando ya habían transcurrido 4 meses de asedio, Louis-Adolphe Thiers, futuro jefe ejecutivo (más tarde presidente) de la Tercera República Francesa,1 buscó un armisticio que fue firmado el día 26 en el Palacio de Versalles, a la espera de que se lograran acuerdos de paz definitivos.3 El Canciller Otto von Bismarck, que se había instalado en Versalles, representaba al emperador de Alemania: exigió para París la rendición de las plazas fuertes de las fortificaciones que rodeaban la capital, el desarme de los soldados que aseguraban la defensa de la capital, la posibilidad de entrar en París y el pago de un rescate de 200 millones de francos.
Por aquel tiempo más de 200.000 parisinos eran miembros armados de la «Guardia Nacional», una milicia de ciudadanos dedicada al mantenimiento del orden público en tiempos de paz, pero que desde septiembre de 1870 se había expandido mucho (de 60 a 254 batallones) para ayudar a defender la ciudad. Los batallones elegían a sus propios oficiales y poseían algunos cañones que habían sido fabricados en París y pagados por suscripción pública. La ciudad y su Guardia Nacional habían resistido el ataque de las tropas prusianas durante seis meses, por lo que la población de París consideraba humillante tanto la rendición como la ocupación.
En el mes de febrero, 2000 delegados de la federación de los batallones de la Guardia Nacional eligieron un «Comité Central» que votó nuevos estatutos para reorganizar la Guardia y aprobó que no se dejarían desarmar por el gobierno, llamando a las principales ciudades francesas a que les imitaran. Las tropas prusianas tenían previsto entrar simbólicamente en París el 1 de marzo, dejando a Thiers que se encargara de la rendición de la capital. La víspera, el 28 de febrero, el comité de la Guardia Nacional mandó pegar en todo París el «Cartel negro» (Affiche noire), un cartel bordeado de negro en señal de luto recomendando a los parisinos que no salieran de sus casas y evitaran todo altercado o manifestación. El día 1 de marzo el ejército prusiano desfiló en una ciudad desierta, limitándose a los distritos XVI, XVII y VIII. La abandonaron el mismo día sin ningún incidente.
Días antes de que los prusianos entraran en París, la Guardia Nacional, ayudada por civiles, había puesto los cañones (que consideraban de su propiedad) a salvo de los prusianos y los había almacenado en distritos seguros situados en las colinas de Montmartre y Belleville, en los límites de la ciudad. El principal «parque de cañones» estaba en las alturas de Montmartre.
Mientras tanto las elecciones legislativas del 8 de febrero, destinadas a sustituir el Gobierno de Defensa Nacional, habían dado a la Asamblea Nacional una mayoría monárquica (dividida entre legitimistas y orleanistas) seguida de los republicanos conservadores, todos partidarios de firmar la paz. En París, el voto fue mayoritariamente republicano radical, encabezando las listas de diputados Louis Blanc, Víctor Hugo, Léon Gambetta y Giuseppe Garibaldi. Por el Pacto de Burdeos, Thiers aseguró a la Asamblea que su gobierno se iba a dedicar a levantar el país, y que de momento no se plantearía el tipo de régimen a adoptar para Francia, dejando de lado la instauración de la República a petición de los monárquicos, bonapartistas y representantes de la alta burguesía.4
El alzamiento y naturaleza de la Comuna[editar]
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Batería prusiana en Aubervilliers, apuntando a París.
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Guardias nacionales en una barricada de Belleville, el 18 de marzo de 1871.
Instauración de la Comuna[editar]
Pero París continuaba cercada mientras el problema de las indemnizaciones de la guerra afectaba gravemente a la población. El 3 de marzo una asamblea de los delegados de la Guardia Nacional eligió un Comité ejecutivo provisional de 32 miembros que prometió defender la República.5 El mismo día el gobierno de Thiers nombró comandante jefe de la Guardia Nacional al general monárquico Louis d'Aurelle de Paladines, que había apoyado militarmente el golpe de Estado de Napoleón III del 2 de diciembre de 1852.6 Ante lo que se interpretaba como una provocación, la prensa y el pueblo protestaron7 y el Comité Central lo rechazó y lo ignoró.8 El 10 de marzo, la Asamblea Legislativa y el gobierno se trasladaron de Burdeos a Versalles, pero Thiers decidió residir en París.
Las primeras medidas aprobadas por la nueva Asamblea confirmaron las inquietudes de la población, recordándoles las medidas impopulares impulsadas por Thiers durante la II República en 1848: el 10 de marzo suprime la moratoria sobre letras de pago, alquileres y deudas que han de pagarse casi inmediatamente, lo que aboca en París a 300.000 obreros, pequeños talleres y tiendas a la quiebra.9 Suprime el salario de los guardias nacionales, dejando a miles de familias sin recursos.10 El general Vinoy, recién nombrado comandante jefe del ejército en París, prohíbe seis periódicos republicanos, de los que 4 tenían cada uno una tirada de más de 200.000 ejemplares11 y manda condenar a muerte en ausencia a Gustave Flourens Auguste Blanqui por su participación en la revuelta de octubre de 1870.12
Al mismo tiempo que el Comité Central de la Guardia Nacional estaba adoptando una posición cada vez más radical y ganando firmemente autoridad, el gobierno no podía permitirle indefinidamente tener 400 cañones y ametralladoras a su disposición. Y así, como primer paso, al alba del 18 de marzo Thiers ordenó a sus tropas tomar los cañones almacenados en los altos de Montmartre, Belleville y en el Parque des Buttes-Chaumont.13 En Belleville y en Montmartre, los residentes avisados a toque de campana se precipitaron para interponerse, mujeres a la cabeza: en vez de seguir las instrucciones, los soldados fraternizaron con la Guardia Nacional y la población. En Montmartre, cuando su general, Claude Martin Lecomte, les ordenó disparar a una muchedumbre desarmada, le apearon de su caballo. En contra de la opinión de los miembros del comité del distrito, fue fusilado en el mismo barrio junto con el General Clément Thomas, un antiguo comandante de la Guardia Nacional, responsable de la represión durante la rebelión popular en junio de 1848.14 El 18 de marzo marca oficialmente el inicio del gobierno de la Comuna.

Otras unidades armadas se unieron a la rebelión, que se esparció tan rápidamente que el Jefe del ejecutivo Thiers ordenó la evacuación inmediata de París de las fuerzas regulares que aún le seguían siendo leales, tales como la policía y los empleados de todas las administraciones públicas. Él mismo huyó, a la cabeza de sus hombres, a Versalles.15 Según Thiers, 100.000 parisinos abandonaron la capital. En los días siguientes, la mayoría de los habitantes de los barrios residenciales del oeste de París (el XVI y el XVII), tradicionalmente conservadores, se refugiaron en Versalles. El Comité Central de la guardia nacional era ahora el único gobierno efectivo en París: casi inmediatamente renunció a su autoridad y organizó elecciones para una comuna, propuestas para el 26 de marzo.16
La Comuna de París fue constituida el 28 de marzo. Los 92 miembros del «Consejo Comunal» incluían obreros, artesanos, pequeños comerciantes, profesionales (tales como médicos y periodistas), y un gran número de políticos. Abarcaban todas las tendencias republicanas: desde republicanos reformistas y moderados, socialistas, anarquistasproudhonianos, blanquistas e independientes, hasta jacobinos que tendían a mirar nostálgicamente la Revolución francesa. El socialista Auguste Blanqui fue elegido presidente del Consejo, pero esto ocurrió en su ausencia ya que había sido arrestado el 17 de marzo y estuvo retenido en una prisión secreta durante la vida de la Comuna.
Medidas adoptadas por la Comuna[editar]

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La comuna regresa las herramientas empeñadas a los trabajadores durante el asedio.
A pesar de las diferencias internas, el Consejo tuvo un buen comienzo al mantener los servicios públicos esenciales para una ciudad de dos millones de habitantes; también fue capaz de alcanzar un consenso sobre ciertas políticas que tendían hacia una democracia social progresista más que a una revolución social. Debido a la falta de tiempo (la Comuna pudo reunirse menos de 60 días en total) sólo unos pocos decretos fueron implementados. Estos incluían: remisión de las rentas, que habían sido aumentadas considerablemente por caseros, hasta que se terminase el asedio; la abolición del trabajo nocturno en los cientos de panaderías de París; la abolición de la guillotina; la concesión de pensiones para las viudas de los miembros de la Guardia Nacional muertos en servicio, así también como para sus hijos; la devolución gratuita de todas las herramientas de los trabajadores, a través de las casas de empeño estatales; se pospusieron las obligaciones de deudas y se abolieron los intereses en las deudas; y, alejándose de los estrictos principios reformistas, el derecho de los empleados a tomar el control de una empresa si fuese abandonada por su dueño.17 18
El Consejo terminó con el alistamiento y reemplazó el ejército convencional con una Guardia Nacional de todos los ciudadanos que podían portar armas. La legislación propuesta separaba la iglesia del estado, hacía que todas las propiedades de la iglesia pasaran a ser propiedad estatal, y excluía la religión de las escuelas. Se les permitió a las iglesias seguir con su actividad religiosa sólo si mantenían sus puertas abiertas al público por la tarde para que se realizasen reuniones políticas. Esto hizo de las iglesias el principal centro político participativo de la Comuna. Otra legislación proyectada trataba de reformas educativas que permitirían que la educación y la práctica técnica fueran disponibles para todo el mundo.
La Comuna adoptó durante su breve existencia el anteriormente descartado Calendario de la I República Francesa, así como la bandera roja en vez de la tricolor.
La carga de trabajo fue facilitada por varios factores, aunque se esperaba de los miembros del Consejo (que no eran «representantes» sino «delegados» y podían ser inmediatamente cambiados por sus electores) que realizasen algunas funciones ejecutivas aparte de las legislativas. Las numerosas organizaciones ad hoc establecidas durante el asedio en los barrios («quartiers») para satisfacer las necesidades sociales (cantinas, estaciones de primeros auxilios, etc.) continuaron creciendo y cooperando con la Comuna.
Al mismo tiempo, estas asambleas locales perseguían sus propias metas, normalmente bajo la dirección de trabajadores locales. A pesar del reformismo formal del Consejo de la Comuna en su conjunto, la actuación comunal era mucho más revolucionaria. Las tendencias revolucionarias predominantes incluían anarquistas, blanquistas, jacobinos e independientes. La Comuna de París ha sido celebrada por anarquistas y socialistas marxistas continuamente hasta la actualidad, en parte debido a la variedad de tendencias, el alto grado de control por parte de los trabajadores y la notable cooperación entre los diferentes bandos revolucionarios.
En el IIIe arrondissement, por ejemplo, se proporcionó material escolar gratuitamente, tres escuelas se transformaron en entidades laicas y se estableció un orfanato. En el XXearrondissement, se proporcionó a los escolares ropa y comida gratuita. Existieron muchos casos más de este tipo. Pero un ingrediente vital en el relativo éxito de la Comuna en su etapa fue la iniciativa mostrada por trabajadores sencillos en el dominio público, que se las arreglaron para tomar las responsabilidades de los administradores y especialistas removidos por Thiers.
Friedrich Engels, el más cercano colaborador de Marx, mantendría después que la ausencia de un ejército fijo, las políticas autónomas de los «quartiers» y otras características tuvieron como consecuencia que la Comuna no fuese como un Estado en el sentido represivo del término: era una forma de transición en dirección de la abolición del Estado como tal. Su posible desarrollo futuro, sin embargo, seguiría siendo una pregunta teórica: después de solo una semana fue atacada por elementos del nuevo ejército (que incluía antiguos prisioneros de guerra liberados por los prusianos) creado rápidamente en Versalles.
El asalto y la represión[editar]
La Comuna fue asaltada desde el 2 de abril por las fuerzas del gobierno del ejército de Versalles y la ciudad fue bombardeada constantemente. La ventaja del gobierno era tal que desde mediados de abril negaron la posibilidad de negociaciones.
La zona exterior de Courbevoie fue capturada, y un intento retrasado de las fuerzas de la Comuna para marchar sobre Versalles fracasó ignominiosamente. La defensa y la supervivencia se transformaron en las principales consideraciones. Las mujeres de la clase trabajadora de París servían en la Guardia Nacional e incluso formaron su propio batallón, con el que más tarde pelearon para defender el Palacio Blanche, pieza fundamental para Montmartre. (Es importante también señalar que incluso bajo el gobierno de la Comuna las mujeres aún no tenían derecho a voto, ni tampoco existían miembros femeninos en el Concilio.)

Una gran ayuda también vino desde la comunidad extranjera de refugiados y exiliados políticos en París: uno de ellos, el polaco ex-oficial y nacionalista Jaroslaw Dombrowski, se convirtió en general destacado de la Comuna. El Concilio estaba influenciado por el internacionalismo, por lo que la Columna Vendôme, que celebraba las victorias de Napoleón Iy era considerada por la Comuna como un monumento al chovinismo, fue derribada.

En el extranjero, había reuniones y mensajes de buena voluntad enviados por sindicatos y organizaciones socialistas, incluyendo algunos en Alemania. Pero las esperanzas de obtener ayuda concreta de otras ciudades de Francia fueron pronto abandonadas. Thiers y sus ministros en Versalles se las arreglaron para evitar que saliera de París casi toda la información; y en los sectores provinciales y rurales de Francia había siempre existido una actitud escéptica hacia las actividades de la metrópolis. Los movimientos en Narbonne, Limoges y Marsella fueron rápidamente aplastados.

Mientras la situación se deterioraba, una sección del Concilio ganó una votación (a la que se oponía Eugène Varlin —un corresponsal de Carlos Marx— y otros moderados) para crear un «Comité de Salvación Pública», modelado a imagen del órgano jacobino del mismo nombre formado en 1792. Sus poderes eran extensos. Pero ya casi había pasado la hora en la que una autoridad central fuerte podía haber ayudado.
Prisioneros de la comuna marchando a Versalles (extraído de una revista moderna).
Miembros de la Comuna ejecutados.
El 21 de mayo una puerta en la parte occidental de las murallas de París fue forzada y comenzó la reconquista de la ciudad por parte de las tropas de Versalles, primero ocupando los prósperos distritos occidentales donde fueron bien recibidos por los vecinos que no habían dejado París tras el armisticio.

Las fuertes lealtades locales que habían sido una característica positiva de la Comuna se convirtieron en una cierta desventaja: en lugar de una defensa planeada globalmente, cada «quartier» luchó por su supervivencia y fue derrotado cuando llegó su turno. Las redes de calles estrechas que hicieron inexpugnables distritos enteros en revoluciones anteriores habían sido en gran parte reemplazadas con anchos bulevares.2 Los de Versalles disfrutaban de un mando central y disponían de artillería moderna.

La resistencia más acérrima llegó en los distritos más de clase trabajadora del este, donde la lucha continuó durante ocho días de combates callejeros (La Semaine sanglante, la semana sangrienta). El 27 de mayo sólo quedaban unos pocos focos de resistencia, los más notables los de los más pobres distritos del este de Belleville y Ménilmontant.

Durante el asalto, las tropas del gobierno fueron responsables de la matanza de ciudadanos desarmados: se disparó a los prisioneros que estaban fuera de control y las ejecuciones múltiples fueron algo común. El 27 de mayo, para responder a las matanzas de parisinos por las tropas de Thiers, los comuneros fusilaron a 52 rehenes, entre ellos el arzobispo de París.19
A las cuatro de la tarde del día siguiente cayó la última barricada, en la rue Ramponeau de Belleville, y el mariscal MacMahonlanzó una proclama: «A los habitantes de París. El ejército francés ha venido a salvaros. ¡París está liberada! A las cuatro en punto nuestros soldados tomaron la última posición insurgente. Hoy se ha acabado la lucha. El orden, el trabajo y la seguridad volverán a nacer».

Las represalias comenzaron en serio. Se declaró un crimen haber apoyado a la Comuna en cualquier modo, de lo que se podía acusar —y se acusó— a miles de personas. Varios miles de comuneros fueron fusilados masivamente (de diez en diez) en lo que ahora se llama «El Muro de los Comuneros» en el Cementerio de Père-Lachaise mientras que otros miles de personas fueron llevados a Versalles u otras localidades en las afueras de París, para ser juzgados. Pocos comuneros escaparon, principalmente a través de las líneas prusianas hacia el norte. Durante días columnas de hombres, mujeres y niños hicieron, escoltados por militares, un camino hacia barrios o campos baldíos de Versalles convertidos en prisiones temporales o más bien en campos de concentración. Quizás sean los primeros campos de concentración que registra la Historia [cita requerida]. El gobierno arrestó a aproximadamente 40.000 personas y las persecuciones siguieron hasta 1874.19Más tarde muchos fueron juzgados y varios condenados a muerte, aunque otros muchos fueron ejecutados sumariamente; otros fueron condenados a trabajos forzados o encarcelados en fortalezas penitenciarias en territorio francés; otros más fueron deportados temporalmente o de por vida a unos penales situados en islas francesas del Pacífico.

Nunca se ha podido establecer de manera segura el número de muertos durante la Semaine sanglante. Algunos testigos, como Prosper-Olivier Lissagaray, autor de una conocida obra sobre la Comuna, señalan que en realidad fueron dos semanas de ejecuciones. Algunas estimaciones son de entre 20.000 y 30.000 parisinos muertos en los combates o ejecutados entre el 3 de abril y el 31 de mayo,19 y muchos más heridos. Según Lissagaray y otros testigos de la época los ejecutados durante las dos semanas sangrientas que siguieron a la toma de París fueron 50.000, sin hacer distinción de edad o sexo. Varios centenares de obreras parisienses, conocidas como «petroleras», fueron también fusiladas en los muros del cementerio de Père Lachaise. Unas 7.000 personas fueron deportadas a penales improvisados en Nueva Caledonia,20 21 como fue el caso de la maestra anarquista Louise Michel. Miles de personas tuvieron que exiliarse.19 Para los presos (sólo algunos centenares) hubo una amnistía general en 1889. En total, las pérdidas del gobierno rondaron los 1000 hombres.19
París estuvo bajo la ley marcial durante cinco años.
Retrospectiva de la Comuna[editar]

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Detalle del Mur des fédérés (Muro de los federados, de los comuneros), placa en honor a los muertos de la Comuna (cementerio de Père-Lachaise).
La clase acomodada de París, y la mayoría de los antiguos historiadores de la Comuna, vieron aquel hecho como un clásico ejemplo del «dominio de la muchedumbre», terrorífico y al mismo tiempo inexplicable. La mayoría de los actuales historiadores, incluso aquellos de derechas, han reconocido el valor de alguna de las reformas de la Comuna y han deplorado el salvajismo con el que fue reprimida. Sin embargo, han encontrado difícil de explicar el odio sin precedentes que la Comuna despertó en las clases medias y altas de la sociedad. Odio sin justificación contra un gobierno que además de ser grandemente pluralista, no tomó nunca medidas enérgicas contra sus enemigos. Según Lissagaray, mientras la Comuna estaba de fiesta y celebrando sus moderadas reformas, Versalles sólo pensaba en «...desangrar a París».
Por esa misma causa, en las izquierdas, hay quienes han criticado a la Comuna por mostrarse demasiado moderada, especialmente dada la situación política y militar de cerco en la que se encontraba. Carlos Marx encontró agravante que los miembros de la Comuna «perdieran valiosísimos momentos» organizando elecciones democráticas en vez de terminar de una vez por todas con Versalles. El banco nacional de Francia, ubicado en París con la reserva de millones de francos, fue dejado intacto y desprotegido por los miembros de la Comuna. Tímidamente pidieron prestado dinero del banco (que, obviamente, obtuvieron sin ninguna vacilación). Los miembros de la Comuna optaron por no coger los recursos del banco por miedo a que el mundo entero los condenara. De esta manera, se movieron grandes sumas de dinero desde París a Versalles, dinero que terminó por financiar el ejército que dio fin a la Comuna. En el momento de retirada de Thiers y sus generales y tropas, los comuneros y en particular los dirigentes de la Comuna, permitieron que la técnica militar principal de París partiera íntegra hacia Versalles en manos de la reacción, sin intervenirla. La vacilación de tomar esas armas y entregárselas al pueblo fue fatal para la Comuna. Según los socialistas radicales y comunistas, la Comuna tenía que asegurarse la ciudad y el país antes de darle una vida tan idealmente democrática.
Algunos comunistas, izquierdistas, anarquistas y otros simpatizantes han visto a la Comuna como un modelo para, o como base de una sociedad liberal, con un sistema político basado en la democracia participativa como eje de la administración. Marx y Engels, Bakunin y posteriormente Lenin y Trotsky intentaron sacar lecciones teóricas (en particular en lo que concierne a «la marchitación del Estado») desde la limitada experiencia vivida por la Comuna. El crítico Edmond de Goncourt obtuvo una lección más pragmática: tres días después de La Semaine sanglante escribió «... El derramamiento de sangre ha sido total, y un derramamiento de sangre como este, al asesinar la parte rebelde de la población, solo pospone la siguiente revolución... La vieja sociedad tiene por delante 20 años de paz...».
La Comuna de París ha sido parte de las citas de muchos líderes comunistas. Mao se refería a ella con bastante frecuencia. Lenin, junto a Marx, consideraban la Comuna un ejemplo real de la dictadura del proletariado. En su funeral su cuerpo fue envuelto en los restos de una bandera roja preservada desde la Comuna. La nave espacial Vosjod 1 portaba parte de un estandarte de la Comuna de París. También, los Bolcheviques renombraron la nave de combate Sebastopol como «Parizhskaya Kommuna» en honor a la Comuna.
¿Qué pide la Comuna?
El reconocimiento y la consolidación de la República como única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y con el libre y constante desarrollo de la sociedad.
La autonomía absoluta de la Comuna, que ha de ser válida para todas las localidades de Francia y que garantice a cada municipio la inviolabilidad de sus derechos, así como a todos los franceses el pleno ejercicio de sus facultades y capacidades como seres humanos, ciudadanos y trabajadores.
La autonomía de la Comuna no tendrá más límites que el derecho de autonomía igual para todas las demás comunas adheridas al pacto, cuya alianza garantizará la Unidad francesa.

Declaración de la Comuna de París al Pueblo Francés, 19 de abril de 1871///.

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"Declaración de la Comuna de Paris" (1871)
DECLARACION DE LA COMUNA AL PUEBLO FRANCÉS
[1 de Abril de 1871]

“¿Qué pide París? […] El reconocimiento y la consolidación de la República, única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y el desarrollo regular y libre de la sociedad. La autonomía absoluta de la Comuna extendida a todas las localidades de Francia, y asegurando a cada una la integridad de sus derechos, y a todo francés el pleno ejercicio de sus facultades y aptitudes, como hombre, ciudadano y trabajador…”

En el conflicto doloroso y terrible que impone una vez más a París los horrores del sitio y del bombardeo que hace correr la sangre francesa, que hace perecer a nuestros hermanos, nuestras mujeres, nuestros hijos aplastados bajo los obuses y la metralla, es necesario que la opinión pública no sea dividida, que la conciencia nacional no sea turbada.

Es necesario que París y el país todo entero sepan cuál es la naturaleza, la razón, el fin de la Revolución que se produce. Es necesario que la responsabilidad de los duelos, de los sufrimientos, de las desdichas de los que somos víctimas recaigan sobre aquellos que, después de haber traicionado a Francia y librado París al extranjero persiguen con una ciega y cruel obstinación la ruina de la capital, a fin de enterrar, en el desastre de la República y de la libertad el doble testimonio de su traición y de su crimen.

La Comuna tiene el deber de afirmar y determinar las aspiraciones y los deseos de la población de París, de precisar el carácter del movimiento del 18 de marzo, incomprendido, desconocido y calumniado por los hombres políticos que se reúnen en Versalles.

Esta vez nuevamente París trabaja y sufre por la Francia entera, de la que él prepara por sus combates y sacrificios, la regeneración intelectual, moral administrativa y económica, la gloria y la prosperidad. ¿Qué pide París?

El reconocimiento y la consolidación de la República, única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y el desarrollo regular y libre de la sociedad.

La autonomía absoluta de la Comuna extendida a todas las localidades de Francia, y asegurando a cada una la integridad de sus derechos, y a todo francés el pleno ejercicio de sus facultades y aptitudes, como hombre, ciudadano y trabajador.

La autonomía de la Comuna no tendrá otros límites que el derecho de autonomía igual para todas las obras comunes adherentes al contrato, cuya asociación debe asegurar la unidad francesa.

Los derechos inherentes a la Comuna son:
El voto del presupuesto comunal, gastos y recursos; la fijación y la repartición del impuesto; la dirección de los servicios locales, la organización de su magistratura, de la policía interior y de la enseñanza, la administración de los bienes pertenecientes a la Comuna.

La selección por elección o concurso, y el derecho permanente de control y revocación de los magistrados y funcionarios comunales de todo orden.

La garantía absoluta de la libertad individual, de la libertad de conciencia y la libertad de trabajo.

La intervención permanente de los ciudadanos en los asuntos comunales por la libre manifestación de sus ideas, la libre defensa de sus intereses: garantías dadas a esas manifestaciones por la Comuna, única encargada de vigilar y asegurar el libre y justo ejercicio del derecho de reunión y de publicidad.

La organización de la Defensa urbana y de la Guardia Nacional, que elige sus jefes y vela sola al mantenimiento del orden en la ciudad. París no quiere nada más a título de garantías locales, a condición bien entendida, de encontrar en la gran administración central, delegación de las comunas federadas, la realización y la práctica de los mismos principios.

Pero, a favor de su autonomía y aprovechando su libertad de acción, París se reserva realizar como lo considere mejor, las reformas administrativas y económicas que reclame su población: crear instituciones aptas para desarrollar y propagar la instrucción, la producción, el intercambio y el crédito; a universalizar el poder y la propiedad, según las necesidades del momento, el deseo de los interesados y los datos proporcionados por la experiencia.

Nuestros enemigos se equivocan o hacen equivocar al país cuando acusan a París de querer imponer su voluntad o su supremacía al resto de la nación y pretender una dictadura que sería un verdadero atentado contra la independencia y soberanía de las otras comunas.

Se equivocan o hacen equivocar al país cuando acusan a París de perseguir la destrucción de la unidad francesa, constituida por la Revolución, con la aclamación de nuestros padres, que concurrieron a la fiesta de la Federación desde todos los puntos de la vieja Francia. La unidad, tal como nos ha sido impuesta hasta hoy por el imperio, la monarquía y el parlamentarismo, no es más que la centralización despótica, ininteligente, arbitraria u onerosa.

La unidad política, tal como la quiere París, es la asociación voluntaria de todas las iniciativas locales, el concurso espontáneo y libre de todas las energías individuales en vistas a un fin común, el bienestar, la libertad y la seguridad de todos.

La Revolución comunal, comenzada por la iniciativa popular del 18 de marzo, inaugura una era nueva de política experimental, positiva, científica.

Este es el fin del viejo mundo gubernamental y clerical, del militarismo, del funcionarismo, de la explotación, de los monopolios, de los privilegios, a los que el proletariado debe su servidumbre y la patria sus desdichas y sus desastres.

Que esta patria querida y grande, engañada por las mentiras y las calumnias, se tranquilice entonces.

La lucha entablada entre París y Versalles es de esas que no pueden terminar por compromisos ilusorios: la salida no deberá ser dudosa. La victoria, perseguida con indomable energía por la Guardia Nacional, pertenecerá a la idea y al derecho.

¡Llamamos a Francia!

¡Advertida de que París en armas posee tanta calma como bravura, que sostiene el orden con tanta razón como heroísmo; que no se armó más que por devoción a la libertad y la gloria de todos, que Francia haga cesar este sangriento conflicto!

Corresponde a Francia desarmar a Versalles por la manifestación solemne de su irresistible voluntad.

¡Llamada a aprovechar nuestras conquistas, que se declare solidaria con nuestros esfuerzos; que sea nuestra aliada en este combate que no puede terminar más que con el triunfo de la idea comunal o con la ruina de París!

En cuanto a nosotros, ciudadanos de París, tenemos la misión de realizar la revolución moderna, la más grande y la más fecunda de todas aquellas que han iluminado la historia.
¡Tenemos el deber de luchar y de vencer!

París, 1 de abril de 1871.

LA COMUNA DE PARIS 


[1] La derrota de Francia en la guerra iniciada en 1870 con Prusia lleva a la capitulación de París el 28 de enero de 1871. El pueblo se arma. La Guardia Nacional dirigida por un Comité Central funciona de hecho como poder. El 18 de marzo declara: “Los proletarios de París ante el fracaso y la traición de las clases gobernantes comprenden que ha llegado para ellos la hora de salvar la situación, haciéndose cargo de la dirección del poder público”. Thiers dos días antes había llegado a París a reprimir el movimiento, teniendo como primera medida desarmar el pueblo parisiense, lo que genera una espontánea explosión popular el 18 por el que se toma prisioneros y se fusila a los generales Lecomte y Clement Thomas. El 26 de marzo la Comuna de París fue elegida por el voto de 229.000 electores sobre 485.000 registrados. La declaración que publicamos se hace pública el 19 de abril. En abril Thiers lanza su ejército, engrosado por los prisioneros que Prusia liberó para que lucharan contra la comuna. La represión posterior, con matanzas en masa (se calcula que 20.000), 36.000 parisinos insurrectos en prisión, etc., acalló el París revolucionario durante una generación y Francia quedó sometida en adelante al régimen reaccionario de la Tercera República. Sin embargo, en los dos meses escasos que duró la Comuna sus miembros lograron sentar las bases del cambio social al que aspiraban, pese a las dificultades de la guerra civil desatada.

Publicado por Dres. Juan O. Pons y N. Florencia Pons Belmonte 
Etiquetas: Movimiento Obrero



MUCHOS DIRÁN,...HISTORIAS Y MÁS HISTORIAS,...PERO ESO ES LO QUE HAY,...¡¡.


revolucion sovietica:

1905, los soviets nacen en Rusia

Andreu Nin*

El primer soviet

Pluma 3- Verano 2006

El primer soviet surgió en Ivánovo-Vosnesensk, el centro más importante de la industria textil rusa. El movimiento obrero de dicha ciudad era uno de los más antiguos del país. La influencia de las ideas socialistas era muy fuerte, pero el movimiento se distinguía por una característica especial: la de que el papel directivo no lo desempeñaba el agitador de fuera ni el intelectual, como ocurría a menudo, sino elementos de la propia masa obrera de la localidad. La masa, sin embargo, era generalmente inculta, como ocurre a menudo en los obreros de esa rama industrial...

El 12 de mayo estalló la huelga de los obreros textiles, que se transformó en huelga general y desempeñó un inmenso papel en la historia del movimiento obrero ruso. El 13, en una asamblea de huelguistas, a la cual asistieron 30.000 obreros, fue elegido un consejo o soviet de 110 delegados, designados para llevar a cabo las negociaciones con los patronos y las autoridades en nombre de todos y para la dirección de la huelga. Ese comité no era un comité de huelga ordinario, tanto por su forma de elección como por su carácter. Desde el primer momento se estableció un estrecho contacto sobre el soviet y el partido socialdemócrata, cuyo comité local inspiraba todas las resoluciones del nuevo organismo.
El soviet, bajo la influencia de los acontecimientos que se desarrollaban en el país, adquirió rápidamente una importancia extraordinaria y un carácter revolucionario definido. Su fuerza y su prestigio eran inmensos. En realidad, durante ese período existió ya en Ivánovo Vosnesensk el poder dual. No se podía imprimir nada en ninguna imprenta sin la autorización del soviet. Este se negó, por ejemplo, a autorizar la impresión de un documento en que un representante de la autoridad se dirigía al nuevo organismo creado por los trabajadores. Mientras que el soviet sometía a su control la publicación de todos los documentos que emanaban de la clase enemiga, publicaba libremente todo lo que se le antojaba. La propaganda socialdemócrata, por ejemplo, se efectuaba absolutamente sin ningún obstáculo. El soviet utilizaba libremente los locales públicos, sin pedir permiso a nadie, para sus asambleas y mítines. Este derecho se lo había conquistado por la fuerza, y nadie ni nada pudo impedir que la clase obrera lo ejerciera, ni aun la matanza organizada el 3 de julio por las autoridades zaristas. Era, naturalmente, el soviet el que dirigía la huelga. No se admitía ninguna negociación separada; nadie podía volver al trabajo si no era por acuerdo del soviet. Éste organizó el servicio de protección de las fábricas y de los bienes de la ciudad, y durante todo el período en que fue dueño absoluto de la población, no se registró ni un solo acto de robo o de saqueo. Fue precisamente cuando se disolvió el soviet, que empezaron los asaltos a las tiendas.

El soviet tomó decisiones de carácter netamente político, que fueron transmitidas al ministro de la Gobernación en un mensaje que firmaron todos los diputados al soviet, a cuya firma se añadió la de millares de huelguistas. En dicho mensaje se reclamaba la libertad de palabra, de reunión y de asociación y la convocatoria de una Asamblea Constituyente. El soviet exigió la formación de un tribunal para juzgar a los responsables de la represión de la fuerza pública contra los huelguistas el día 3 de julio, organizó comisiones para recolectar fondos para los desempleados, destacamentos para proteger las fábricas tomadas, etc., etc. Inmediatamente después de su constitución, se organizó una mesa, compuesta e cinco miembros, que fue un organismo indudablemente análogo a los comités ejecutivos elegidos en los soviets que surgieron posteriormente en distintos puntos del país.

Las asambleas plenarias se celebraban todas las mañanas a las nueve. Una vez terminada la sesión, empezaba la asamblea general de los obreros, que examinaban todas las cuestiones relacionadas con la huelga. Se informaba de la marcha de esta última, de las negociaciones con los patronos y las autoridades, etc. Después de la discusión, eran sometidas a la asamblea las proposiciones preparadas por el soviet. Luego, los militantes del partido pronunciaban discursos de agitación sobre la situación de la clase obrera, y el mitin continuaba hasta que el público se cansaba. Entonces, la multitud entonaba himnos revolucionarios y la asamblea se disolvía. Así se repetía todos los días.

Después de la matanzas del 3 de julio, las asambleas se interrumpieron durante dos semanas, y, al reanudarse, acudieron ya a la primera reunión hasta 40 mil obreros. A las asambleas siguieron manifestaciones pacíficas y mítines en el centro de la ciudad. El 25 de julio, el soviet decidió dar por terminada la huelga en vista de que el hambre empezaba a reinar en los hogares obreros y que los patrones habían hecho concesiones considerables.
El día en que se dio por terminada la huelga, el soviet de Ivánovo-Vosnesensk se disolvió espontáneamente, pero los miembros del mismo siguieron desempeñando el papel de representantes de los obreros. En todas las fábricas estos seguían considerándolos como sus "diputados", y en todos los conflictos con la administración actuaban como representantes de la masa obrera, y los patronos aceptaban este hecho.

II. El soviet de Petersburgo

Petersburgo era, no solamente la capital del país, sino el centro del movimiento revolucionario. Era allí donde había el proletariado más activo y dotado de un espíritu de combate más ardiente. De allí partía la iniciativa, el pensamiento revolucionario. Petersburgo estaba ligado por mil hilos con el resto del país, y esta circunstancia le ayudaba a asimilarse la experiencia de los demás centros proletarios y los resultados obtenidos, a elaborarlos en su laboratorio revolucionario, y dar, finalmente, en octubre de 1905, la forma más perfecta de organización, el soviet de diputados obreros, que ejerció una influencia enorme sobre el movimiento revolucionario de todo el país.

El soviet surgió en el momento de la lucha revolucionaria más aguda. La idea de su creación fue lanzada el 12 de octubre de 1905 en una asamblea celebrada en el Instituto Tecnológico. Pero las masas, en realidad, lo habían ido ya creando al desarrollar, desde los comienzos de la revolución, las distintas formas de representación en fábricas y talleres. El 13 de octubre, el soviet celebra su primera reunión plenaria. Uno de los principales acuerdos adoptados es el de dirigir un manifiesto a todos los obreros y obreras, en el cual, entre otras cosas, se dice: "No se puede permitir que las huelgas surjan y se extingan de un modo esporádico. Por esto hemos decidido concentrar la dirección del movimiento en manos de un comité obrero común. Proponemos a cada fábrica, a cada taller y a cada profesión que elija diputados a razón de cada uno por cada quinientos obreros. Los diputados de cada fábrica o taller constituyen el comité de fábrica o de taller. La reunión de los diputados de todas las fábricas y talleres constituyen el comité obrero general de Petersburgo". Al principio, los obreros, al elegir a sus diputados, los consideran como sus representantes en el comité de huelga general, que se llama ahora "soviet obrero general", pero ya desde el primer momento empieza a generalizarse el término "soviet de diputados obreros", conocido ahora en todo el mundo.

Los militantes más conscientes comprendían perfectamente que no se trataba de un simple comité de huelga y que su misión era la huelga política, no sólo para conseguir la jornada de trabajo de ocho horas, sino para la lucha por la convocatoria de la Asamblea Constituyente y la consecución de la libertad política.

A mediados de noviembre, el número de diputados al soviet era de 562, delegados de 147 fábricas, 34 talleres y 16 sindicatos. En conjunto representaban a no menos de 250 mil obreros, esto es, a la mayoría aplastante del proletariado de la capital. Al frente iban, como siempre, los metalúrgicos, que constituyen la avanzada obligada del movimiento revolucionario. El número de sus diputados ascendía a 351; les seguían los obreros textiles, con 57 diputados, luego los tipógrafos, con 32; los trabajadores de la madera, con 23, etc. Pero en el soviet estaban representados asimismo los empleados, los funcionarios de Correos y Telégrafos y los partidos revolucionarios, sin hablar ya de que muchos de los diputados eran miembros del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolcheviques y mencheviques) y del Partido Socialista Revolucionario. De los 50 miembros que componían el comité ejecutivo, 28 representaban a fábricas y talleres, 13 a los sindicatos y 9 a los partidos socialistas…

Petersburgo era en 1905 el centro de todos los acontecimientos, y en la capital misma, el soviet era el centro de todo el movimiento, y esto, ante todo, como ha dicho Trotsky, "porque esta organización proletaria, puramente de clase, era una organización de la revolución como tal. El soviet de diputados obreros -dice el que fue su presidente- surgió como una respuesta a la necesidad objetiva, engendrada por el curso de los acontecimientos, de una organización que fuera una autoridad, agrupara a todas las masas dispersas de la capital, uniera a las tendencias revolucionarias en el proletariado, fuera capaz de iniciativa, se controlara automáticamente a sí misma y, sobre todo, que pudiera surgir de bajo tierra en veinticuatro horas".

Ninguno de los partidos revolucionarios existentes, ninguno de los sindicatos, poco numerosos por otra parte, que se habían fundado, podía desempeñar este papel. A pesar de la enorme influencia que ejercían entre la masa obrera, los bolcheviques y mencheviques agrupaban de dos a tres mil miembros a fines de verano y de cinco a seis mil a fines de año. Con ayuda del soviet, la socialdemocracia arrastraba a toda la masa. El soviet era un centro que arrastraba a la organización y a la lucha, bajo la dirección de la socialdemocracia no sólo al proletariado, sino también a los sectores pequeñoburgueses de la población. […]

El programa político del soviet estaba inspirado por la socialdemocracia. Sus consignas fundamentales eran el derrumbamiento de la autocracia, la Asamblea Constituyente, la república democrática y la jornada de ocho horas.

Dirigió tres huelgas, las generales de octubre y noviembre y la de Correos y Telégrafos. Lanzó medio millón de volantes, llevó a la práctica, por la vía revolucionaria, la jornada de ocho horas en fábricas y talleres, proclamó la libertad de prensa y de reunión, realizándola por medio de la confiscación de las imprentas y de los locales públicos; organizó el auxilio a los obreros desempleados; se puso al frente del movimiento que arrebató a la autocracia el Manifiesto de 17 de octubre, que prometía la convocación de la Duma y una serie de libertades políticas, y, con la huelga de noviembre, obligó al zarismo a levantar el estado de guerra en Polonia. Durante algún tiempo, esto es, en el período de auge de la revolución, actuó realmente como poder y fue de victoria en victoria. El soviet lanzó la consigna " ¡Armaos!" y halló un eco ardiente entre el proletariado. En las fábricas se organizaban grupos armados. El soviet adquiría armas por su cuenta, formaba la milicia obrera, que guardaba la imprenta en que se tiraba el periódico obrero Izvestia, luchaba contra las bandas reaccionarias, protegía las asambleas, etc.

La autoridad del soviet era inmensa. Todo el mundo, todos los explotados, los que eran víctimas de atropellos, acudían a él en demanda de ayuda. En su último período eran cada día más frecuentes las visitas de delegaciones campesinas, y empezaba ya asimismo a entablar relaciones con los soldados. Los tribunales dejaban salir a los testigos, si eran diputados al soviet, para que pudieran cumplir con sus funciones. Si la policía detenía a alguno de ellos con motivo de algún desorden público, era puesto en libertad tan pronto presentaba su carnet. Las autoridades militares que guardaban la central eléctrica, dieron la corriente para la impresión de Izvestia, por orden del soviet, y comunicaron oficialmente a este último que la orden estaba cumplida. Los ferrocarriles y los telégrafos estaban enteramente a su disposición, mientras que el presidente del consejo de ministros no podía disponer de ellos cuando quería. Cuando empezaron los "pogroms", (matanzas de judíos y de trabajadores por gente cercana al gobierno), el soviet dio a los obreros la orden de que se armaran. Pero éstos no tenían medios de adquirir armas y empezaron a fabricar armas blancas en fábricas y talleres. Pero más tarde, como ya se ha dicho, se compraron armas. La milicia estaba compuesta de 6 mil obreros, la institución funcionaba normalmente y de un modo abierto, hasta tal punto, que los periódicos publicaban los números de los teléfonos de los puestos de la milicia a los cuales podía dirigirse la población en caso de necesidad urgente.


El 26 de noviembre fue detenido Jrustaliev, primer presidente del soviet. Este contestó con el siguiente acuerdo: "El presidente del soviet de diputados obreros ha sido hecho prisionero por el gobierno. El soviet elige a otro presidente y sigue preparándose para la insurrección." En efecto, fue elegido Trotsky. Pero la vida del soviet fue ya de breve duración.

El 2 de diciembre el soviet dirigió un manifiesto al pueblo invitándole a retirar el dinero de las Cajas de Ahorros y del Banco del Estado, exigiendo el pago en oro. El llamamiento halló un gran eco en la población, lo cual representó un serio golpe para el gobierno.


El soviet se había convertido en una gran fuerza. Bajo su influencia se creaban organismos análogos en otras poblaciones. Acercábase el momento en que debía unirse con los campesinos para la acción decisiva, pero las corrientes políticas pequeño burguesas, representada en el soviet, y los grupos de la oposición burguesa liberal, se contentaron con la victoria de octubre y a espaldas del pueblo se entendieron con el zar. Esto dio confianza y fuerza a la autocracia, la cual acabó por vencer. El día 3 de diciembre la fuerza pública cercó el edificio en que se hallaba reunido el comité ejecutivo del soviet y procedió a su detención. Sus miembros fueron juzgados y condenados a la deportación a Siberia.
[…]
V. Estructura de los soviets

La fábrica era la ciudadela general de los soviets. Las normas de elección variaban mucho según las poblaciones, pero en todas partes participaban en la elección de los diputados absolutamente todos los obreros. En Petersburgo y Moscú se elegía un diputado por cada 500 obreros; en Odesa, uno por cada 100; en Kostromá, uno por cada 25; en otros, no había ninguna norma definida. En todo caso, los soviets representaban en todas partes a la mayoría aplastante de la clase obrera, y en Petersburgo, Moscú y Ekaterinburg a la casi totalidad. Su prestigio era tan grande, que en algunas poblaciones pretendieron elegir soviets incluso los pequeños comerciantes.

¿Cómo se organizaron? En Petersburgo, Rostov, Novorosisk y otras localidades se procedió a elegir inmediatamente soviets generales; en Moscú, Odesa y otros puntos se elegían paralelamente soviets de barriada: En Moscú, éstos mandaban representantes directos al soviet general o central; en otras localidades se procedía primeramente a elegir los soviets de barriada, cuya reunión formaba el soviet local.

Por regla general se designaba un comité o comisión ejecutiva. El presidente, el secretario y otros cargos importantes eran elegidos por la asamblea general del soviet.

Se creaban órganos auxiliares, tales como comisiones de ayuda a los desempleados, de organización de mítines, secciones de publicaciones y propaganda, de hacienda, etc. Y allí donde dirigían la insurrección o se convertían en órganos del poder, se creaban grupos armados o milicias y se procedía al nombramiento de los jefes de las instituciones que el soviet tomaba bajo su control (Correos, Telégrafos, Ferrocarriles). Algunos, tales como el soviet de Krasnoyarsk y de Chitá, en cuya constitución, como hemos visto, desempeñaron un papel tan importante los soldados que regresaban del frente, disponían de fuerzas armadas considerables.


No todos los soviets contaban con prensa propia. Algunos utilizaban la prensa legal o la del partido. Izvestia (Noticias) se imprimía -como hemos ya relatado- tomando posesión de las imprentas. Todos los soviets lanzaban volantes y proclamas que ejercían una extraordinaria influencia desde el punto de vista de la agitación.
En general, no había ninguna norma fija de organización. Las formas de la misma, así como su carácter y funciones, se iban concretando según las circunstancias.


1916-1919, la Comuna de Morelos

México

Pluma 3- Verano 2006

En el tumulto de acontecimientos que se sucedieron durante los años de la revolución mexicana, resalta un episodio ignorado por los historiadores burgueses - y que por supuesto no aparece en los libros de texto-, tal vez porque demostraría que la sociedad mexicana estuvo más cerca del socialismo de lo que la gran familia revolucionaria priista y la burguesía hubieran deseado.

Nos referimos a la Comuna de Morelos, episodio registrado y analizado en el libro La revolución interrumpida, de Adolfo Gilly. El autor refiere que durante 1915 la lucha revolucionaria se dividió en dos sectores, norte y sur. El carrancismo entonces, se concentró en acabar con las fuerzas de Francisco Villa, dando un respiro al ejército zapatista y permitiendo que se desarrollara en el estado de Morelos la democracia campesina, a través de la interpretación que los campesinos morelenses daban al Plan de Ayala, liquidando los latifundios revolucionariamente, sin indemnizaciones.

Gilly refiere: "Aplicaron la vieja concepción campesina precapitalista y comunitaria, pero al traducirla sus dirigentes en leyes en la segunda década del siglo XX, ella tomó una forma anticapitalista. Y la conclusión fue: expropiar sin pago los ingenios y nacionalizarlos, poniéndolos bajo la administración de los campesinos a través de sus jefes militares. Allí donde los campesinos y los obreros agrícolas finalmente establecieron su gobierno directo por un periodo, la revolución mexicana adquirió ese carácter anticapitalista empírico. De ahí la conspiración del silencio de los escritores de la burguesía y de los teóricos de la revolución por etapas acerca de este episodio crucial de la revolución."

Desde 1914, Manuel Palafox, general zapatista, quedó al frente de la Secretaría de Agricultura. Este personaje se caracterizaba por sus ideas socialistas, y por la interpretación que a partir de éstas le daba al Plan de Ayala. A partir de 1915, Palafox dispuso que un grupo de jóvenes agrónomos voluntarios, viajaraon a Morelos con el objetivo de hacer el deslinde de las tierras por repartir. Estas comisiones funcionaron a la perfección: marcaron los límites de todos los pueblos, asignándoles tierra de cultivos, bosque y agua.

La organización del pueblo ayudó a facilitar una tarea que se imaginaba casi imposible, debido a lo complicado que resultaba repartir tierras recién expropiadas y reclamadas por sus dueños ancestrales: "Buenas partes de estas tierras habían sido arrebatadas por las haciendas, y a veces al tratar de restituirlas aparecía que la hacienda las había alquilado a campesinos de otro pueblo desde muchos años atrás…La costumbre de discutir con los pueblos y de que éstos mismos resolvieran en definitiva el arreglo, impuesta por Zapata y sus jefes, hizo ganar autoridad a los comisionados y fue creciendo la colaboración de los campesinos con ellos." Este proceso permitió la participación de los campesinos, a través de sus formas tradicionales de organización.


En 1916 Carranza aumentó la presión sobre Morelos, en una ofensiva militar que no tenía sólo por objetivo acabar con la organización militar del Ejército del sur, sino también con la incipiente organización popular que ya se respiraba en ese estado. Los saqueos, asesinatos y violaciones fueron el común denominador del actuar del nuevo ejército burgués surgido de la revolución; pero "…después de seis años en que se repartieron todas las tierras a los pueblos, liquidaron los latifundios completamente y y convirtieron a los ingenios en fábricas nacionales administradas por sus representantes en beneficio de la población, es decir, después de haber establecido su comuna campesina, las masas de Morelos se dispusieron a defender sus conquistas contra la ocupación militar burguesa. Esas conquistas estaban arraigadas en las relaciones sociales campesinas. Habían dado un nuevo sentido fraternal y colectivo a toda la vida social, y esa relación se había convertido en la norma del Estado organizado por los campesinos. Era imposible que una invasión, una acción puramente militar, destruyera ese tejido social en unos pocos meses.

"Aunque los hechos parecían demostrar que los carrancistas habían triunfado, muy pronto la organización popular se impuso y combatió al ejercito burgués de manera organizada, recurriendo incluso a la propaganda: los soldados constitucionalistas sufrían el asedio político de la población, que los influía, discutía con ellos, buscaba ganarlos para su causa…"
Para 1916, Zapata planteó la necesidad de conformar una organización política de sus fuerzas; el revolucionario se había percatado de que "...la organización militar no era suficiente para mantener la cohesión de la población y que las formas tradicionales de autoridades de los pueblos habían sido completamente conmovidas o desintegradas por las deportaciones, las masacres, las migraciones impuestas por la guerra." Para finales de ese año, se estableció en Tlaltizapan el organismo propuesto por Zapata, denominado "Centro de Consulta para la Propaganda y la Unificación Revolucionaria."

Gilly cita la obra de John Womack Zapata y la revolución mexicana, en la que el historiador norteamericano describe a detalle el funcionamiento de este organismo. Entre las tareas de los consultores estaban las de ir a dar conferencias a cada una de las comunidades, explicar las leyes y decretos emanados del cuartel y, principalmente, organizar juntas subsidiarias en todos los pueblos que estuvieran bajo control zapatista, que se denominarían "Asociaciones para la Defensa de los Principios Revolucionarios."

Los asociados emanaban de los pueblos y eran elegidos directamente por ellos, carecían de autoridad oficial, pero en los hechos tenían gran influencia a nivel local. Estos asociados funcionaban también como mediadores en los conflictos que surgían en cada comunidad, los que se agravaban debido a las migraciones; estos concejos lograron establecer acuerdos entre los gobiernos municipales y los cuarteles generales, con el objetivo de establecer derechos y obligaciones tanto de aldeanos como de guerrilleros.

Así mismo, esta organización emanada del pueblo logró organizar escuelas; se calculaba que "para los primeros meses de 1917 establecieron o reestablecieron escuelas primarias en unos quince o veinte pueblos, proeza no realizada por ningún régimen precedente... sus fines eran, según lo declaraban las Asociaciones, procurar que la propaganda llegue hasta el seno de las familias y que los jefes de éstas inculquen a sus hijos y demás familiares los buenos principios, hagan que éstos tomen interés por la revolución y comprendan que del triunfo de ella depende la felicidad de los hombres honrados y trabajadores...en algunos pueblos se fundaron también escuelas nocturnas para adultos." Dice Womack: "las lecciones que los alumnos de las escuelas zapatistas aprendían eran rudimentarias, pero valiosas no obstante. Además, para la gente del campo la experiencia de oír al maestro decir que la resistencia que proseguía era por la patria y la gente pobre y que los zapatistas eran héroes nacionales, tenía un valor inolvidable."


En fin, que estas asociaciones funcionaban como comités campesinos, que intervenían en problemáticas políticas y cotidianas de cada una de las poblaciones en las que se establecieron.

Dice Gilly: "Pero lo importante de estas Asociaciones no era la política que formulaban -de hecho no formulaban ninguna y aceptaban la de la dirección de Soto y Gama-, sino su vida en la base, el esfuerzo histórico del campesinado de Morelos para darse sus propios organismos políticos y para constituir un partido que, en su intención, debía ser una partido de ellos, de los campesinos pobres; y que de hecho, a la escala de los problemas locales de los pueblos, así lo era en efecto, aunque nacionalmente no tuviera futuro."

Así como se crearon organizaciones locales, la manera en la que, durante este período se dio la organización de los pueblos también fue fundamental. "Basándose en las antiguas tradiciones campesinas de cooperación y de discusión colectiva de los problemas de la comunidad agraria, los zapatistas establecieron formas de organización y de gobierno similares a las creadas por las masas rusas en 1905, los soviets, y que en ese mismo año, 1917, éstas estaban retomando al otro extremo del mundo."

"En la ley sobre derechos y obligaciones de los pueblos y las fuerzas armadas del Ejército Libertador del Sur, de marzo de 1917, se estableció la forma de participación de la población en el gobierno de los pueblos. La ley fijaba un funcionamiento regular de asambleas populares que permitirían la intervención permanente de los habitantes de los pueblos en todos los asuntos políticos, su discusión y su decisión. Los hombres debían reunirse en asamblea en cada pueblo el día 15 de cada mes. Estas asambleas, luego de discutir y tomar acuerdos sobre los problemas en debate, designaban a sus delegados. El día 20 debían reunirse estos delegados de todos los pueblos en las cabeceras municipales, por su parte, designaban sus delegados a las asambleas distritales que se reunirían el día 1º de mes en la cabecera de distrito para decidir, con la intervención y el voto de los delegados así designados, sobre los asuntos generales de todo el distrito."

El impacto de esta organización popular sobre la vida cotidiana de cada una de las poblaciones de Morelos fue grande, ya que emanaba de sus pobladores mismos. Los ejemplos de este ejercicio de poder popular a lo largo del capítulo que Gilly consagra a La Comuna son varios, pero, consideramos que en estas páginas quedan plasmadas las más significativas.

Sin embargo, más allá de los ejemplos, Adolfo Gilly afirma que la antigua comunidad agraria indígena "a pesar de todos los embates de las haciendas y del mercado capitalista, logró llegar hasta la revolución de 1910, encontró allí el punto de apoyo y la vía de salida para ligarse con el comienzo de la época de las revoluciones proletarias abierta por la revolución rusa en 1917, para ligarse con la lucha por el poder obrero y preservar en esta lucha, en sus organismos de tipo soviético, en el pueblo en armas organizado como ejército zapatista, sus costumbres y tradiciones de vida colectivas, de propiedad colectivas, de solidaridad y fraternidad comunal y campesina."


Acerca de este glorioso episodio de la historia de la lucha contra el capitalismo, el autor concluye: "La Comuna de Morelos, primer ensayo de poder obrero y campesino en América Latina, es la tradición más profunda y más hermosa, incorporada definitivamente a la conciencia de las masas, para la continuación de la revolución interrumpida hasta el gobierno obrero y campesino en México". (Angélica García)


1917, la victoria de Octubre

Pluma 3- Verano 2006

El día 25 de octubre de 1917, las fuerzas armadas del soviet de Petrogrado ocupan todos los edificios públicos, toman el Palacio de Invierno y detienen al gobierno provisional. La victoria se obtiene casi sin derramamiento de sangre. La lucha será más dura en Moscú, donde el combate se prolongará durante una semana. El congreso de los soviets declara depuesto al gobierno provisional y proclama la constitución de la república de los soviets.
Con este acto se abre una nueva página en la historia de la humanidad. Los obreros y campesinos rusos, al fundar la república soviética, ofrecen a las masas explotadas de todo el mundo un nuevo tipo de organización del Estado -la dictadura del proletariado- que es la realización más perfecta de la democracia, puesto que el régimen soviético, contrariamente a lo que sucede en los demás países, es el gobierno de la inmensa mayoría de la población. Los soviets son elegidos directamente por los obreros de las fábricas, por los soldados de cada regimiento, por los campesinos de cada aldea, y con este sentido son la expresión perfecta de su voluntad y de sus aspiraciones. Los miembros de los soviets, a diferencia de los representantes en los parlamentos burgueses, no perciben retribución alguna por el ejercicio de sus funciones, y pueden ser relevados en cualquier momento de su cargo si los que los han elegido consideran que no representan ya sus aspiraciones ni son dignos de su confianza.

Como todo sistema de representación, el de los soviets tiene, naturalmente, sus defectos, pero, aun así, son incomparablemente inferiores a los de la democracia burguesa. La experiencia rusa ha demostrado que la dictadura del proletariado halla su expresión más perfecta precisamente en el régimen soviético, y, en este sentido, la idea de los soviets es patrimonio de todo el proletariado internacional. Es evidente que la revolución proletaria tendrá distintas modalidades en los demás países, pero está fuera de duda -la experiencia rusa lo demuestra de un modo irrefutable- que no podrá prescindir de organizaciones sustancialmente iguales a los soviets.

III. Los soviets de campesinos y la revolución de Octubre


Antes de estudiar la estructura del nuevo régimen creado por la revolución de Octubre, queremos dedicar unas palabras a los soviets de campesinos. Hasta aquí hemos hablado exclusivamente de los soviets de diputados obreros y soldados. Hasta después de la victoria de octubre no existieron soviets de campesinos propiamente dichos. Esto no significa, ni mucho menos, que los campesinos no tomaran parte en el movimiento soviético. Los soviets de soldados estaban constituidos, en su aplastante mayoría, por campesinos. Por otra parte, existían en las aldeas organizaciones, que aun sin llevar el nombre de soviets, desempeñaban esencialmente el papel de los mismos. Nos referimos a los comités agrarios. Dichos comités fueron designados por el gobierno provisional, con el fin de que prepararan los materiales de estudio necesarios para la reforma agraria, que había de llevar a cabo la Asamblea Constituyente. En un principio, dichos comités estaban formados por los elementos de la intelectualidad rural (médicos, empleados, agrimensores, etc.). Pero, bajo la influencia de los acontecimientos revolucionarios fueron perdiendo rápidamente su carácter, y los elementos "intelectuales" de ayer fueron sustituidos por representantes directos de los campesinos. Y así, esos comités, a los cuales se asignaban atribuciones tan modestas, se convirtieron en órganos de lucha de los campesinos, que dictaban su ley a los propietarios y a menudo procedían por iniciativa propia a la expropiación de las tierras u ordenaban a los campesinos que suspendieran el pago de los arriendos a los terratenientes y depositaran el importe de aquéllos en los comités.
Potencialmente, pues, los soviets existían ya en las aldeas antes de la revolución de Octubre. Después de ésta fueron creados en todo el país, y junto con los soviets de diputados obreros, constituyeron la base del nuevo régimen instituido por la revolución triunfante.


V. La estructura de la república de los soviets

a) Los soviets rurales

Los soviets rurales se eligen a razón de un diputado por cada cien habitantes y un diputado por cada veinte el electores de los obreros de las fábricas, talleres, haciendas agrarias del estado, unidades del ejército y de la armada, que se hallan en el territorio. Los diputados se eligen en las asambleas generales de los ciudadanos que gocen del derecho electoral.

Las principales funciones de los soviets rurales son las siguientes: 

a) llevar a la práctica. y controlar la ejecución de todas las resoluciones de los órganos superiores del poder; 
b) ayudar a los representantes de estos últimos a cumplir con su misión en la aldea; 
e) tomar medidas para elevar el nivel económico y cultural de la población; 
d) garantizar la conservación del orden revolucionario y luchar contra la contrarrevolución y el bandolerismo; 
e) utilizar a la población trabajadora para la conservación de los pozos, puentes, etc., y para la lucha contra las calamidades naturales; 
f) contribuir a la conservación de los bosques, sembrados, ferrocarriles, teléfonos y telégrafos en el territorio del soviet; 
g) asegurar el justo usufructo de las tierras; 
h) efectuar el reparto de las tierras y organizar las reservas de semillas; 
i) apoyar la cooperación agraria, las haciendas del estado, la organización de bibliotecas, etc.; 
j) contribuir a la liquidación del analfabetismo y a la labor de cultura entre las minorías nacionales.

En general, con el fin de incorporar a la labor activa a todos los miembros del soviet, se organizan cerca del mismo comisiones especiales. Estas comisiones tienen el derecho, con autorización del soviet, de solicitar la colaboración de ciudadanos que no formen parte del soviet y gocen de los derechos electorales.


b) Los soviets urbanos

Los soviets urbanos son elegidos por los ciudadanos que se hallan en su territorio y gozan de los derechos electorales a razón de un diputado por cada cien electores de los obreros, del ejército rojo, de la escuadra y de la milicia y de un diputado por cada trescientos electores de los empleados de las instituciones estatales y privadas y de las demás categorías de electores. Compete a los soviets urbanos solucionar todas las cuestiones locales y discutir todos los problemas de interés general.

Dichos organismos tienen sus presupuestos, gracias a lo cual toman una participación activa en la reconstitución y transformación de la economía popular y de la vida social y cultural. Este presupuesto se halla constituido por la utilización de todos los bienes de significación local. De acuerdo con ello, tienen derecho a explotar la tierra, los establecimientos y otros bienes que se hallan bajo su jurisdicción, abrir nuevos establecimientos, arrendados, etc. Tienen, así mismo, el derecho de establecer impuestos locales, negociar empréstitos, controlar las instituciones y establecimientos que se hallan en su territorio, garantizar el orden, contribuir a la organización acertada del mecanismo judicial, de la labor normal de todos los órganos locales del poder estatal.


El órgano directivo del soviet es la reunión plenaria del mismo, que se convoca al menos una vez al mes. La reunión plenaria examina y resuelve todas las cuestiones fundamentales de su competencia y ratifica el presupuesto.

Las reuniones del soviet son públicas. Se admite en las mismas, con voz pero sin voto, a los representantes de los comités de fábrica, sindicatos, regimientos y otras organizaciones, excepto en aquellos casos en que se convocan sesiones secretas. Con el fin de establecer un contacto más estrecho con los trabajadores, el soviet, en la medida de lo posible, organiza sus sesiones en las fábricas, los clubs, etc. Las reuniones plenarias pueden celebrarse cuando asisten a las mismas no menos de la mitad de sus miembros.

Los diputados a los soviets urbanos se eligen por un año, esto es, hasta las nuevas elecciones. Los miembros del soviet no pueden ser detenidos sin advertir previamente a la mesa del soviet o al presidente del mismo.

En la actividad del soviet tienen una gran importancia sus secciones, que deben incorporar a la labor del mismo a toda la masa trabajadora. Dichas secciones son, generalmente, las siguientes: a) de administración municipal; b) financiera; e) de instrucción pública; d) de sanidad; e) comercial - cooperativa; f) de la inspección obrera y campesina. Por acuerdo del soviet las secciones mencionadas se pueden dividir en secciones independientes o se pueden crear otras nuevas (administrativa, jurídica, de la vivienda, del trabajo, de la industria, de seguros sociales, agrícola, etc., etc.).


Para servir mejor los intereses de las masas trabajadoras desde el punto de vista cultural y administrativo y ayudar a los soviets urbanos en la resolución de los problemas fundamentales de la transformación socialista del país, paralelamente con los soviets generales se organizan los de la barriada, que están subordinados al soviet urbano, funcionan bajo su dirección y dan cuenta al mismo de su labor.

c) Los congresos de los soviets y sus comités ejecutivos

Los órganos supremos del régimen soviético son los congresos y sus comités ejecutivos.
El congreso panruso de los soviets de obreros, campesinos, soldados rojos y cosacos se constituye a base de la siguiente representación: 


a) de los soviets urbanos, a razón de un diputado por cada 25.000 electores; 
b) de los congresos provinciales, .a razón de un diputado por cada 125.000 habitantes. El congreso de los soviets de la URSS se constituye de acuerdo con las mismas normas que el congreso panruso.

La diferencia entre los soviets y los congresos consiste en que los diputados a los primeros se eligen por un plazo determinado (un año), mientras que los delegados a los congresos se eligen sólo para cada uno de éstos, y al terminar sus tareas, pierden su título, dejando únicamente el comité ejecutivo elegido por ellos.

El congreso de distrito se reúne una vez al año y elige un comité ejecutivo de tres miembros. Se pueden convocar sesiones extraordinarias a propuesta del comité ejecutivo del cantón o a demanda de no menos de la tercera parte de la población del distrito. El congreso de cantón elige también un comité ejecutivo de once miembros y cinco suplentes. El comité ejecutivo del congreso provincial debe estar compuesto de no más de veinticinco miembros, con excepción de Leningrado y Moscú, donde asciende a cuarenta. Tal es, en líneas generales, la estructura del régimen soviético.

El comité ejecutivo tiene el derecho de pedir al órgano correspondiente de la república de los soviets la abolición o modificación de las resoluciones de los órganos centrales si considera perjudiciales estas últimas desde el punto de vista de las condiciones locales.
Las repúblicas autónomas forman parte de una república de la Unión, y tienen un comité ejecutivo y un consejo de comisarios del pueblo.

En las repúblicas de la Unión, el órgano supremo es el congreso de los soviets, al cual corresponde la totalidad del poder legislativo, ejecutivo y judicial. Los congresos de los soviets se reúnen regularmente cada dos años y extraordinariamente siempre que lo juzgue necesario el comité ejecutivo o lo exijan los soviets de las localidades que representen a no menos de una tercera parte de toda la población de la república. El consejo de comisarios del pueblo de cada república es el órgano ejecutivo del comité ejecutivo central.

Finalmente, el órgano supremo del régimen soviético es el congreso de los soviets de la URSS, constituida definitivamente el 30 de diciembre de 1922. Las funciones principales de dicho congreso son las siguientes: 


a) elección del comité central ejecutivo, y, asimismo, ratificación de los miembros del consejo de las nacionalidades elegidos por las repúblicas y las regiones autónomas de la Unión; 
b) aprobación y modificación de los principios fundamentales de la constitución de la URSS; c) solución de los desacuerdos en aquellos casos en que no fueron eliminados por las comisiones de conciliación y los órganos directivos; 
d) modificación de las resoluciones del comité central ejecutivo de la URSS a propuesta de los delegados o de los congresos y comités ejecutivos de las repúblicas confederadas.

El comité central ejecutivo está compuesto del consejo de la Unión y del consejo de las nacionalidades. Esos dos organismos gozan de una igualdad completa de derechos. El consejo de comisarios del pueblo es el órgano ejecutivo del comité central. Los decretos y resoluciones de dicho consejo son obligatorias en todo el territorio de la Unión.


d) El derecho electoral

En la URSS no existe el sufragio universal. El proletariado, al tomar el poder, en octubre de 1917, no se dejó alucinar por el espejismo de la democracia formal, y estableció su dictadura. Como consecuencia de ello, es lógico que se establezcan ciertas limitaciones en el ejercicio del derecho electoral.

Según la constitución soviética, pueden elegir y ser elegidos todos los mayores de dieciocho años, de uno y otro sexo, que reúnan las siguientes condiciones: a) todos aquellos que obtengan sus medios de existencia mediante un trabajo útil o que realicen un trabajo casero; b) los soldados del ejército y de la armada rojos; e) los ciudadanos de la categoría enumerada en los dos puntos anteriores que hayan perdido la capacidad de trabajo; d) los extranjeros que vivan y trabajen en el territorio de la URSS.

No pueden elegir ni ser elegidos, aunque formen parte de una de las categorías mencionadas: a) los que recurren al trabajo asalariado con el fin de obtener un beneficio; b) las personas que vivan de ingresos no procedentes del trabajo; e) los comerciantes e intermediarios comerciales; d) los frailes y servidores del culto; e) los empleados y agentes de la antigua policía, así como los miembros de la casa reinante; f) las personas mentalmente anormales, así como las que se hallen bajo tutela; g) las personas condenadas por los tribunales.

El comité central ejecutivo de los soviets o el congreso de estos últimos tienen el derecho de abrogar estas limitaciones en general o con respecto a determinadas personas, aunque hacen uso de este derecho con extrema prudencia.


V. La democracia soviética

Hemos descrito a grandes rasgos el origen y desarrollo de los soviets en el período anterior a la revolución y la forma concreta tomada por el régimen soviético después de la victoria proletaria de octubre de 1917. De este rápido estudio se desprende una conclusión: que el régimen de los soviets no es una creación artificial, sino la obra directa de las masas trabajadoras y la realización más perfecta de la democracia. Es fácil prever la objeción de los tartufos de la democracia burguesa: ¿se puede hablar de democracia cuando se limita el ejercicio del derecho electoral y se priva de este derecho a una parte de ciudadanos? En efecto, en la URSS no existe la democracia formal, forma encubierta de la dictadura burguesa, sino la democracia obrera. Los liberales y los socialdemócratas oponen a la dictadura del proletariado la democracia pura. Pero mientras existan las clases -y por consiguiente la explotación y la desigualdad social- no se puede hablar de democracia pura. Todo el mecanismo del Estado, incluso en los países de régimen más democrático, está puesto al servicio de la clase explotadora, que constituye una minoría insignificante. Es más, en los países de democracia, la subordinación del poder a la banca y a la bolsa es más directa que en ninguna parte. No hay ninguna constitución, por liberal que sea, que no deje las manos libres al poder para anular las garantías constitucionales y adoptar medidas de represión extralegal contra la clase obrera si ésta amenaza el orden de cosas establecido. "El liberal -dice Lenin- habla siempre de democracia en general. El marxista no se olvida nunca de preguntar: ¿Para qué clase? 

En ningún país capitalista civilizado existe la democracia en general; existe únicamente la dictadura de la burguesía. Entre la dictadura burguesa y la dictadura proletaria existen, sin embargo, diferencias esenciales. La primera, incluso en democracia, es el gobierno de una minoría sobre la mayoría; la segunda es el gobierno ejercido por la inmensa mayoría de la población..." "...Sin dictadura no se ha realizado en el mundo ninguna revolución profunda. Pero la diferencia entre la dictadura burguesa (aun en sus formas más democráticas) y la dictadura del proletariado estriba en que las primera consiste en el aplastamiento violento de la resistencia de la mayoría de la población, constituida por las masas trabajadoras de las ciudades y los campos; y la segunda, en el aplastamiento de la resistencia de los explotadores, los cuales constituyen una minoría evidente... Bajo el régimen de los soviets, la inmensa mayoría de la población -es decir, todos los ciudadanos que viven de su trabajo y no de la supervalía del trabajo ajeno-, tienen el derecho efectivo -y no el derecho nominal de las democracias burguesas- de participar directamente en la gestión pública, de ser electores y elegidos, de destituir en cualquier momento a los representantes que no se hayan mostrado dignos de la confianza otorgada, y el deber de velar por la conservación de estos derechos reduciendo violentamente a la impotencia a la clase enemiga. En resumen, siendo como es un régimen que se inspira en los intereses de la inmensa mayoría de la población, la cual ejerce directamente su poder con ayuda de vastas organizaciones populares como son los soviets, la dictadura proletaria o, para decirlo en otros términos, la democracia soviética, es un sistema de gobierno infinitamente más democrático que la república burguesa más libre."




 BUENO AHÍ DEJAMOS ESTO,...PUEDEN LEERLO,...Y SAQUEN SUS ENSEÑANZAS,...¡¡ -lukyrh.-

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