sábado, 17 de mayo de 2014

ALGO DE ANÁLISIS Y CRITICA A LA ECONOMIA CAPITALISTA IMPERIALISTA



EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO



Idea a seguir investigando porque ha pasado más de cien años, hay nuevas realidades y la materialidad de las condiciones objetivas deben conducir las estrategias revolucionarias del proletariado y sectores populares universales,...lukyrh. RELACIONEN LAS IDEAS REFLEJADAS EN LOS ASUNTOS,...DE OTROS Y NUESTROS,...¡¡.



. IMPERICAPITALISMO Y MULTIIMPERIALISMO,...CONCEPTOS Y NUEVAS REALIDADES UNIVERSALES


. CONCEPTO DE MULTIIMPERIALISMO: OTAN versus CHINA, BLOQUE RUSOASIATICO

. IMPERICAPITALISMO, Término para facilitar la terminología de sistema capitalista e imperialista el capimperialismo, o sistema capiimperialista.
SISTEMA FASCIIMPERIALISTA, el bloque ruso-asiático y China y estados satélites, como Corea del Norte.





El título trae una necesidad política,...teórica en el sentido de la investigación para reflejar la realidad de las sociedades o sociedad mundial-universal. Estas valoraciones podría reflejar estrategias de combate para la clase obrera y sectores populares hoy incluso de pequeña burguesía y clase media,...que arriban a parias pequeño burguesas,...que son siendo arruinados,...expropiados,...por la concentración y centralización mayor del capital, hoy ya imperialista a niveles mundiales.

El imperialismo capitalista, producto de los monopolios estatales, industriales, financieros,...de las grandes potencias, sobre todo occidentales, como EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia,...

EL CAPIIMPERIALISMO, FASE ORIGINARIA DE ACUMULACIÓN MUNDIAL PARA LA CONQUISTA INTERPLANETARIA

Este sistema social mundial,...la alianza por las buenas o por las malas entre potentes estados capitalistas e imperialistas,...y los subalternos,...sean Brics, como Rusia, R.P. China, Brasil y otros más; sean solo emergentes más periféricos, como Jordania, Niger, Uruguay,...

LES DAMOS LA PALABRA A OTROS AUTORES, DOCTOS, LICENCIADOS,...UF,...PERO SIEMPRE RESPETADOS,...¡¡ lukyrh..../...


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// IMPERIALISMO, ANÁLISIS CRITICO,...Rolando Astarita [Blog]
Marxismo & Economía
Imperialismo en Lenin, análisis crítico
En muchas discusiones acerca de la relación entre los países capitalistas más poderosos y los países atrasados, subyace el tema del imperialismo. Buena parte de la izquierda radical continúa basando sus análisis en las tesis leninistas del imperialismo. Desde hace años sostengo que estas tesis no permiten entender el modo de producción capitalista de hoy, y que la perspectiva de El Capital (esto es, asentada en la teoría del valor trabajo y la plusvalía) permite una aproximación más justa. Tres cuestiones, por lo menos, me impulsaron a realizar esta revisión crítica. En primer lugar, el comprobar que la tesis del monopolio (los monopolios manejan más o menos a voluntad los precios) no tiene validez empírica en el capitalismo contemporáneo (lo cual implica que rige la ley del valor “a lo Marx”). En segundo término, comprobar que no se verificaba la tesis del estancamiento permanente del Tercer Mundo, una idea que dominaba en prácticamente todos los escritos sobre imperialismo y dependencia desde los años 50. En tercer término, el hecho de que desde hace más de siete décadas no han vuelto a producirse guerras interimperialistas. En este último respecto recuerdo que en una mesa redonda, convocada a raíz de la agresión a Irak (segunda invasión), uno de los panelistas, dirigente de un partido de izquierda, sostenía que la intervención era el primer paso de un conflicto armado a gran escala de EEUU y Gran Bretaña contra Alemania, Francia y Japón. Cuando le manifesté que no veía nada de eso en el horizonte, me respondió con el “está en la naturaleza del imperialismo, como Lenin dijo” y pronosticó la ruptura de la OTAN y la ONU. Algunos años antes, también en una mesa redonda, un militante de otro partido me acusó de “embellecer al capitalismo” porque se me ocurrió afirmar que no había en puertas una nueva guerra entre las potencias. Como siempre, el argumento principal de mi crítico era “Lenin dijo…”. En esta nota presento las dificultades que, a mi entender, encierran las tesis sobre el imperialismo. Para esto, reproduzco una parte del capítulo 1 de mi libro Monopolio, imperialismo e intercambio desigual (Madrid, Maia, 2009).
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“La cuestión del imperialismo continúa estando en el centro de los análisis de las fuerzas de la izquierda y nacionalistas radicalizadas de los países subdesarrollados. Para los marxistas la referencia obligada es el famoso folleto de Lenin, El imperialismo fase superior del imperialismo; complementado con Hilferding (1963), Hobson (1902) y Bujarin (1971). Si bien en los años que siguieron a la muerte de Lenin hubo muchos trabajos sobre el imperialismo, su idea de que el imperialismo se caracteriza por el predominio del monopolio y la explotación de las colonias, las semicolonias y los países dependientes por los países industrializados, pocas veces fue cuestionada en el marxismo. El objetivo de este capítulo es discutir los problemas que plantea esa visión tradicional”.

La visión clásica del imperialismo

La concepción de los marxistas de principios de siglo XX sobre el imperialismo gira en torno a algunas pocas ideas claves, y vinculadas. En primer lugar se identifica el imperialismo con una nueva etapa del capitalismo que habría surgido con la irrupción del monopolio, hacia fines del siglo XIX. Lenin plantea explícitamente que la principal característica del imperialismo es el monopolio, que consiste en “la dominación de las asociaciones monopolistas de grandes patronos” (Lenin, 1973, p. 451). Considera que el capitalismo monopolista ha reemplazado al capitalismo de la libre competencia. La competencia se ha transformado en monopolio, que es la base de la vida económica. Esto implica que prevalece la violencia en la manipulación de precios; la ley mercantil pierde relevancia, y las ganancias son más el producto de “maquinaciones financieras y estafas”, y del robo, que de la ley económica.
En segundo término la visión clásica del imperialismo sostiene que la monopolización opera en el plano nacional. Bujarin, en particular, destaca la “tendencia a la nacionalización de los intereses capitalistas (1971, p. 80) y “la cartelización nacional de la industria” (ibid., p. 80) en asociación con los Estados nacionales. La competencia se desplaza del mercado interno al mercado mundial, y se desarrolla a través de conflictos armados entre las potencias.
En tercer lugar prevalece la idea de que el capitalismo monopolista se caracteriza por el estancamiento de las fuerzas productivas. Por un lado porque la eliminación de la competencia hace desaparecer el impulso al cambio tecnológico por parte del capital. Por otra parte porque se piensa que el capitalismo llegó a un estadio en que la sobreproducción es estructural, debido a que las masas trabajadoras y campesinas están empobrecidas, y no tienen poder de consumo. Es la visión subconsumista de Hobson, aceptada por Lenin y otros marxistas de la época. De manera que los países adelantados ofrecen cada vez menos oportunidades de inversión. De ahí las repetidas referencias de Lenin a la “putrefacción” y “descomposición” del sistema capitalista. La tendencia al estancamiento en el centro explica a su vez la exportación de capitales hacia la periferia, que pasa a ser un fenómeno característico de la época. Las inversiones irán desde los países adelantados hacia las colonias y zonas de influencia; no se contempla que las inversiones entre países adelantados sean importantes, dada la falta de oportunidades rentables.
En cuarto lugar se sostiene que el desarrollo del capitalismo ha llevado a la fusión del capital bancario con el capital industrial, y al dominio del primero sobre el segundo. Se trata del capital financiero. El capital financiero es parasitario; el parasitismo del capital financiero es otro factor que explica el estancamiento del capitalismo maduro.
En quinto lugar, se piensa que frente al estancamiento la respuesta de los capitalismos adelantados es la conquista de la periferia y la empresa colonial. Ésta garantiza mercados, territorios para la exportación de capitales y fuentes de aprovisionamiento. El impulso al colonialismo es inevitable y creciente, los grandes países industriales explotan a las regiones atrasadas. Se prevé que la entrada del capital extranjero en la periferia desarrollará el capitalismo, pero al mismo tiempo los países dominados estarán sometidos al saqueo, el pillaje y la devastación.
Por último, se plantea que las guerras entre las potencias son inherentes al capitalismo monopolista. El razonamiento que lleva a esta afirmación es que el mundo ya está repartido entre las potencias y sus monopolios. A su vez, los Estados se identifican con sus monopolios, y la empresa colonial es decisiva para la supervivencia del capitalismo en el centro. Por lo tanto, los países desarrollados que tengan menos posesiones coloniales (o con menos riquezas) estarán obligados a luchar por nuevos repartos del mundo. Así las guerras ínter-imperialistas son inevitables, y características de la nueva era del capitalismo.
En conclusión, el marxismo de principios de siglo XX –por lo menos el que estuvo bajo influencia de Lenin– pensó que el sistema capitalista había entrado en una nueva era en la que habría una combinación de guerras: guerras mundiales entre las potencias; guerras de los pueblos oprimidos contra el imperialismo y por su liberación nacional; y guerras civiles de los trabajadores contra el capital en los países industriales avanzados. Era la época de “la agonía del capitalismo”. Obsérvese que en esta visión el espacio económico mundial se construye desde la competencia de los Estados-nación, unidos a los monopolios nacionales. Ese espacio se articula a partir del dominio político y militar de los países adelantados sobre los atra­sados (colonias, semicolonias y zonas de influencia).
Dicotomía teórica

La teoría leninista del imperialismo, que hemos descrito en sus grandes rasgos, tuvo el mérito de dar cuenta de la expansión colonialista del capitalismo de fines de siglo XIX; de la intensificación de la centralización del capital y la exportación de capitales a las periferias; y del aumento de las tensiones entre las potencias, que terminarían en las dos grandes guerras. Desde este punto de vista se compara muy ventajosamente con cualquier producción del pensamiento burgués de su época. Sin embargo, y a pesar de la variedad y riqueza de los fenómenos contemplados, nunca quedaron debidamente precisados el contenido y los límites del concepto del imperialismo. En particular, y como lo explicaron Sutcliffe y Owen, porque el término “imperialismo” parece aludir por una parte a todo el sistema –con un funcionamiento económico distinto al del capitalismo de libre competencia–, pero por otro lado se refiere a una “superestructura” conformada por las relaciones entre los países opresores y oprimidos, caracterizada por la tendencia a la guerra y el aparato político militar implicado. En otras palabras, la categoría admite más de una lectura, ya que se puede interpretar como designando al sistema capitalista o como refiriéndose a las relaciones entre los Estados. Sutcliffe y Owen, como también Arrighi, se refirieron por eso a la “ambigüedad” de la noción de imperialismo.Surcliffe planteaba que “A partir de Lenin los marxistas han fluctuado, de hecho, en su empleo del término imperialismo. Muy frecuentemente se usa para describir todo el sistema capitalista; con igual frecuencia se refiere a las relaciones entre países avanzados y atrasados dentro del sistema. A veces se usa en ambos sentidos simultáneamente, bien sea con, o más a menudo, sin tener conciencia de la ambigüedad implicada” (citado por Arrighi, 1978, p. 10).

      Pero cuando hablamos de “ambigüedad” estamos aludiendo a una situación equívoca, esto es, a aquello que admite más de una interpretación y carece de precisión. Sin embargo, pensamos que en la base del problema existe otra cuestión, que es de dualidad teórica, y se vincula al hecho de que el enfoque del imperialismo introduce una matriz de pensamiento cualitativamente distinta a la desarrollada por Marx, que se basa en la teoría del valor trabajo. En otras palabras, existen en el fondo dos teorías. Una, de Hilferding y Lenin, que dice que los precios se establecen por el poder de mercado de las corporaciones. La otra, de Marx, sostiene que los precios se determinan de manera objetiva en los mercados, a través de la competencia. Y si bien cada una de estas tesis da lugar a desarrollos y perspectivas globales distintas, en las tesis clásicas del imperialismoambas coexisten, sin hacerse nunca explícito que había un problema que podríamos llamar “de unificación teórica”.

     Apuntemos que fue Lenin quien parece haber tenido más conciencia de esta cuestión entre los teóricos sobre el imperialismo. En 1919, cuando se discutió el cambio del programa en el partido Comunista ruso, Bujarin planteó que si el imperialismo era el capitalismo monopolista –esto es, si existía una relación de identidad– había que volver a escribir la parte del viejo programa que hablaba de la producción mercantil, la ley del valor y la dinámica del capitalismo. En última instancia se debía unificar la explicación a partir de reconocer que el monopolio dominaba las leyes del desarrollo capitalista. Pero significativamente Lenin se opuso a la propuesta de Bujarin, argumentando que el capitalismo monopolista coexistía con la libre competencia, y por lo tanto el imperialismo no había reemplazado completamente a la vieja estructura. El imperialismo, precisó, es una “superestructura” del capitalismo, en el sentido que en una serie de ramas “el antiguo capitalismo… ha crecido hasta imperialismo”, pero por debajo de esta superestructura sigue existiendo “el enorme subsuelo del antiguo capitalismo” (Lenin, 1973a, p. 408).

      La discusión tenía consecuencias para la política soviética, ya que la experiencia de los primeros años de la revolución demostraba que no bastaba con tomar las “palancas fundamentales”, y expropiar a los grandes bancos y grupos monopolistas para avanzar en la construcción de una economía socialista. Pero además tenía implicancias para el análisis de los países dominados. Es que por un lado la tesis sobre el imperialismo sostenía que los países atrasados se convertían en objeto de saqueo y pillaje, lo que implicaba la imposibilidad de desarrollo capitalista y de reformas democrático burguesas. Sin embargo, y por otro lado, los marxistas seguían pensando que el capitalismo “de libre competencia” se desarrollaba en los países atrasados, dando lugar a regímenes democrático burgueses. Así, en la discusión del octavo Congreso del PC Lenin se inclina por este segundo escenario:
“… lo característico de todos los países es que el capitalismo sigue todavía desarrollándose en muchos lugares. Esto es así para toda Asia, para todos los países que marchan hacia la democracia burguesa, como lo es para toda una serie de regiones de Rusia” (Lenin, 1973a, p. 429).
Lo que equivalía a afirmar que el fenómeno imperialista no afectaba las leyes de la acumulación en los países atrasados. Sin embargo, si prevalecían el pillaje y el robo colonial como método de extracción del excedente, el desarrollo capitalista estaría bloqueado y no habría posibilidad de evolución hacia la democracia burguesa. En el plano nacional, en los países atrasados, parecía predominar, a pesar de la influencia creciente del monopolio, la ley del valor y de la acumulación en un sentido “marxiano”. Pero en el terreno internacional se daba peso a las relaciones de fuerza y a la extracción del excedente por medios no económicos, lo que afectaría también las economías internas. Esta cuestión va a estar en el centro de los problemas de las teorías sobre la dependencia y el imperialismo a lo largo del siglo XX.
La dicotomía teórica se expresa también en el sentido que Lenin da a la palabra “superestructura” cuando se refiere al imperialismo. Lenin explica que utiliza el término de la misma manera que Marx lo había empleado para describir la relación entre la manufactura y la producción doméstica rural o artesanal. Según Marx, la manufactura no había podido apoderarse ni revolucionar en profundidad la producción social, debido a su estrecha base técnica; la pequeña producción había continuado más o menos inalterada, en tanto la manufactura coronaba esa base a la manera de una “obra económica de artificio”. (Marx, 1999, t. 1, p. 448). De esta manera Marx hace referencia a leyes cualitativamente distintas, las que rigen la pequeña producción artesanal y doméstica, por un lado; y las que gobiernan la producción capitalista desarrollada. Parece justificado entonces concluir que el significado que da Lenin a la noción de imperialismo es el de una forma económica distinta –por lo menos en aspectos esenciales– a la del capitalismo. Esto explicaría también que hable de “la transformación del capitalismo en imperialismo” (Lenin, 1973b, p. 100, énfasis nuestro) y que considere que esta forma económica afectaba “sólo” algunas ramas o aspectos del sistema. En síntesis, según Lenin coexistían dos dinámicas, dando lugar a una formación económico-social heterogénea: en la “base”, la producción capitalista, determinada por la ley del valor, que seguía operando en el plano nacional. En la “superestructura”, el monopolio, con el pillaje, la manipulación de precios y la disminución en importancia de la ley del valor y de la plusvalía. Esta superestructura económica a su vez determinaría otra “superestructura”, conformada por la política colonial y anexionista, el armamentismo, la diplomacia de la fuerza y la guerra, dando forma al espacio del mercado mundial y las relaciones entre los países.

Dualidad en las contradicciones fundamentales

La problemática anterior se puede plantear también desde el punto de vista de las contradicciones fundamentales del sistema que analizaron Marx, y los marxistas. Es que en la visión de El Capital las crisis son el resultado del desarrollo contradictorio de las fuerzas productivas; los capitales invierten azuzados por la guerra competitiva, lo cual debilita tendencialmente la tasa de ganancia, y esto está en el origen de las crisis. Las crisis son de sobreacumulación de capital. Sin embargo la idea de que el capitalismo había llegado a un punto en que el monopolio dominaba sobre la competencia planteaba una dinámica muy distinta, marcada por el estancamiento. Por eso no es de extrañar que en ese clima teórico de primacía del monopolio y de las formas no económicas de extracción del excedente, la ley (de Marx) de la caída tendencial de la tasa de ganancia apenas se discutiera entre los marxistas de principios de siglo XX. Tampoco debería asombrar que Lenin apelara a teorías subconsumistas para explicar la crisis. Estos sesgos son reveladores de que la tesis del monopolio afectaba la idea de un desarrollo capitalista según lo planteado en El Capital. Esto explica también por qué los marxistas pensaban que los antagonismos centrales –con una importancia por lo menos igual al antagonismo entre el capital y el trabajo– se ubicaban a nivel de los Estados. La idea de “el eslabón más débil de la cadena imperialista” (Lenin) y la situación revolucionaria que derivaba de ello, se inscribe en esta lógica. La contradicción fundamental se daba entre “el crecimiento de las fuerzas productivas de producción de la economía mundial y las fronteras que separan naciones y Estados” (citado por Trotski, 1974, p. 124). Esta formulación, que pertenece ya a la Tercera Internacional en época de Stalin –Programa para el Sexto Congreso–, era ampliamente compartida por la izquierda. Es sintomático que Trotski, crítico de las tesis del Sexto Congreso, cite el anterior pasaje afirmando que “debería ser la piedra angular de un programa internacional” (1974, p. 124). La suma de contradicciones haría imposible un desarrollo medianamente “normal” del sistema imperialista-mo­no­po­lis­ta, y su derrumbe tendría como base la contradicción entre los Estados-nación y las fuerzas productivas internacionalizadas. La dicotomía teórica que hemos apuntado de hecho se reabsorbía en una visión monista de la tendencia a la catástrofe del sistema, a partir del peso que adquirían los antagonismos entre los Estados.

Ley del valor y tesis del capital monopolista-imperialista

Lo anterior explica un hecho que planteó hace unos años David Harvey con agudeza: la dificultad de poner los estudios sobre el imperialismo en consonancia con la teoría del valor y del capital de Marx. Harvey planteaba que los estudios sobre el imperialismo se ven en apuros para basar sus descubrimientos en la propia estructura teórica de Marx” (1999, p. 441). Para que la cuestión se vea con mayor claridad, podemos sintetizar los rasgos principales que se desprenden de la ley del valor y la plusvalía (LVP), por un lado, y de la tesis del capital monopolista-imperialista (TCMI) por el otro, de la siguiente manera:

     La LVP plantea que el capital domina los precios; éstos constituyen un fenómeno objetivo, son las formas fetichizadas en las que se expresan los tiempos de trabajo socialmente necesarios y como tales no pueden ser controladas conscientemente. La TCMI plantea que los monopolios dominan los precios; que la economía hasta cierto punto está controlada conscientemente por estos monopolios.
La LVP plantea que los mecanismos de extracción del excedente son económicos; el trabajador, no propietario de los medios de producción, está obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista; la coerción político-militar actúa como garante o “marco” de la explotación. La TCMI plantea como central la coerción extraeconómica para la extracción del excedente; la subordinación política y militar (régimen colonial o semicolonial) es esencial; por eso habla de robo o pillaje.
La LVP plantea que la explotación se da principalmente entre clases sociales. La explotación de clases adquiere cada vez mayor centralidad y la polarización social se acen­túa en el interior de la formación capitalista. La TCMI pone la explotación de poblaciones y países por otras poblaciones y países en un plano de importancia por lo menos similar a la explotación de clases. La primera crece en importancia en la medida en que las fuerzas productivas se estancan en los países maduros y capas de la clase obrera de estos países son sobornadas con los frutos de la explotación de los países más débiles.
La LVP plantea que el colonialismo se asocia al capitalismo temprano, pero luego da lugar al desarrollo del mercado mundial capitalista; en las periferias se desarrollan modos de producción capitalistas y clases capitalistas autóctonas, dependientes del mercado mundial. La TCMI plantea que existe un impulso al bloqueo del desarrollo capitalista en la periferia –debido la extracción del excedente por medio del colonialismo, pillaje, robo– y en consecuencia considera imposible (o por lo menos muy improbable) que surja una clase burguesa con raíces propias en esos países.
La LVP plantea que la expansión mundial del capital está fundada en la dinámica de la acumulación; los esquemas de reproducción ampliada (de Marx) demuestran que la barrera al desarrollo de las fuerzas productivas no es la falta de consumo de las masas trabajadoras; las crisis son periódicas, pero nada demuestra que se haya llegado a un estadio último a partir del cual sea imposible, en términos económicos, un desarrollo ulterior de las fuerzas productivas; lo cual plantea la necesidad de la acción revolucionaria de la clase obrera para acabar con el capitalismo. La TCMI plantea que la exportación de capitales y el impulso al colonialismo y la anexión derivan de la imposibilidad de realización de los productos en las metrópolis, o de inversiones rentables. Esto es, del agotamiento tendencial del sistema.
La LVP plantea que el capital financiero –al que identifica con el capital dinerario– participa de la plusvalía, en cuanto encarna la propiedad privada de los medios de producción y es una forma de existencia del capital; el capital bancario entra en la igualación de la tasa de ganancia como otra fracción del capital; el capital dinerario cumple una función imprescindible para el ciclo del capital, ya que no existe capitalismo sin crédito. La TCMI plantea que el capital financiero cumple el rol de parásito, y ha pasado a dominar definitivamente al capital productivo. La idea de “parásito” alude a un organismo que vive a costa de otro –el capital productivo– y no cumple función alguna en la sociedad.
La LVP plantea que la contradicción fundamental se ubica al nivel de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, y se manifiesta en la guerra de clases entre el capital y el trabajo. La TCMI señala como contradicción esencial, y que llevaría a la destrucción del sistema, la que existe entre las fronteras nacionales y las fuerzas productivas internacionalizadas. Esta contradicción estalla en las guerras mundiales y se articula, por lo menos en un mismo nivel de importancia, con la contradicción fuerzas productivas-relaciones de producción, y los antagonismos de clase correspondientes”.
La idea que estoy planteando, a partir de estas cuestiones, es que en el capitalismo mundializado de hoy la ley del valor trabajo opera a todos los niveles -en el plano del mercado mundial y las grandes corporaciones transnacionales, y también al interior de los países- y por lo tanto no existen dos estructuras, con leyes distintas, sino una, la del modo de producción capitalista. En particular, sostengo que el capital en la periferia se reproduce según la lógica de la acumulación estudiada por Marx, y al hacerlo, reproduce en escala ampliada la relación de explotación, tal como sucede, en sus líneas esenciales, en los países del centro. Lo cual implica que la contradicción entre el capital y el trabajo pasó a ser dominante también en el tercer mundo, en la misma medida en que las formas de coerción extraeconómica (colonialismo en particular) para la extracción del excedente perdieron relevancia.

Bibliografía:

Arrighi, G. (1978): La geometría del imperialismo, México, Siglo XXI.
Bujarin, N. (1971): El imperialismo y la economía mundial, Córdoba, Pasado y Presente.
Harvey, D. (1990): Los límites del capitalismo y la teoría marxista, México, FCE.
Hilferding, R. (1963): El capital financiero, Madrid, Tecnos.
Hobson, J. A. (1902): Imperialism, A Study, Londres, Allen and Unwin.
Lenin, N. (1973): El imperialismo fase superior del capitalismo, Buenos Aires, Cartago, Obras Escogidas, t. 3.
Lenin, N. (1973a): “Octavo Congreso del PC(b) R”, ídem, t. 5.
Lenin, N. (1973b): “Séptimo Congreso extraordinario del PC(b) R”, ídem, t. 5.
Marx, K. (1999): El Capital, Madrid, Siglo XXI.
Trotsky, L. (1974): Stalin, el gran organizador de derrotas, Buenos Aires, Yunque.

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Imperialismo en Lenin, análisis crítico

      
Escrito por rolandoastarita
23/03/2011 a 10:14
Publicado en General
Etiquetado con Debate, Imperialismo, Lenin, Marx, Marxismo
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56 comentarios

1.    Excelente artículo Rolando. Es bueno poner de manifiesto las implicancias que tiene la teoría del capital monopolista, y más cuando forma parte del sentido común de la izquierda.
Saludos.
Juan
23/03/2011 a 13:48
Responder

2.    Rolando, estoy bastante de acuerdo con tu nota.
Es posible que antes de la Iª GM todo parecía apuntar hacia la tesis del TCMI. Aún así, yo no veo en aquella época una fase de estancamiento de la economía, sino al contrario, pero digamos que, políticamente, sí se llevó a cabo una política imperialista, causa, entre otras, de la GM.
Todos somos conscientes de que la crisis de 1929 fue causa, directa o indirecta y en buena medida, de la IIª GM.
El sistema económico nacido de Breton Woods, la economía europea arruinada, la intervención del estado, la existencia de URSS,… pudo provocar un cambio en el devenir de los acontecimientos como consecuencia de la interacción dialéctica de otros condicionantes. El propio movimiento de independencia de las colonias, inspirado en buena medida en la Revolución Rusa, es otra de las variables histórico-políticas a tener en cuenta. Todo este clima, aparte del diseño de una Europa transfronteriza a nivel económico, pudo influir decisivamente en que las tesis imperialistas no vieran su realización y terminara por volverse a la tesis del desarrollo capitalista, ahora, después del derrumbe de URSS, como globalización capitalista. ¿Cómo influyó todo esto, en su caso?
Muchas gracias, Rolo, y disculpa mi tono en los últimos días.
Nota.- Soy consciente que en la interacción de causas, la economía ejerce un papel preponderante, pero, no único y exclusivo, sino como un elemento más dentro del conjunto de concausas, decisivo las más de las veces, pero no siempre e, incluso, a veces, no decisivo.
josé
23/03/2011 a 15:40
Responder

3.    Me parece que no puede entenderse el mundo capitalista como totalidad concreta sin partir de que esta se estructura a partir de dos dinámicas que pueden entran en tensión: la competencia económica de los capitales y la “competencia geopolítica” de los estados. Esto lo dice Harvey en el texto que vos citás, lo planta también Callinicos en un trabajo reciente. Yo planteo algo similar aquí: http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=502
Vos Rolando muchas veces haces referencia a la idea de totalidad concreta para caracterizar al capitalismo global, pero tu visión termina siendo abstracta al no considerar esta segunda dimensión. Por eso, aunque creo que se pueden hacer numerosas críticas a las teorías del imperialismo, y es particularmente débil el tratamiento de los trusts y cartels, tributario de Hilferding y Hobson, sin esta noción no se puede entender la articulación entre geopolitca y economía. El desarrollo desigual no tiene otra explicación que las asimetrías económicas entre los países de mayor productividad media y los de menor productividad, pero el imperialismo es la fuerza que garantiza la permanencia de las burguesías de los países más débiles en estas relaciones asimétricas que los llevan a ser jugadores de segundo orden, aceptando al FMI, el BM, la OMC, y etc etc, aceptando la ilusión de que los capitales de todos los países compiten en igualdad de condiciones cuando las diferencias productivas y financieras plantean que de ninguna manera es así. Y sobre todo, el imperialismo es la fuerza que está detrás de las burguesías débiles, para intervenir en defensa de dichos regímenes (más inestables) cuando se levantan las masas. Esto lo hemos visto una y otra vez en las últimas décadas. Son dos dimensiones profundamente entrelazadas, y sin la categoría de imperialismo es imposible comprenderlas.
EM
23/03/2011 a 17:44
Responder

o    EM, volvés a errar en la crítica. En mi explicacion del imperialismo siempre he planteado que a la par que opera la unidad de los capitales “en general”, se desarrollan tensiones geopolíticas por avanzar los intereses particulares. Pero esas tensiones no derivan en conflictos armados entre las potencias (el techo es la unidad del capital, en su entrelazamiento transnacional). Este aspecto de la cuestión es el que no logran entender los que siguen defendiendo la tesis leninista del imperialismo.
Segundo, la dicotomía teórica que planteo en las tesis leninista no está entre “competencia económica entre capitales” y “competencia geopolítica”.
Tercero, la permanencia de las burguesías más débiles en esa situación no se perpetúa a través de la violencia neocolonial (esto es, mediante extracción por medios extraeconómicos del excedente). Esto no es cierto. Brasil, Argentina, etc., tienen atraso tecnológico pero no porque estén somedias al “pillaje” o al “robo”.
Además, ¿por qué no se puede entender la relación entre geopolítica y economía sin las nociones de trusts y carteles? ¿De dónde sale esto? ¿Por qué no se puede entender desde la lógica de los capitales nacionales? (En Valor... hago un intento en este sentido). Además, si no existe la manipulación de la economía por los monopolios, que postuló el trotskismo, ¿por qué hay que buscar aquí la relación entre lo económico y lo geopolítico?. Además, no se trata de un tratamiento “débil” de los trusts en el marxismo de principio de siglo, sino de un tratamiento equivocado. Tan equivocado que llevó a que en el Programa de Transición Trotsky llegara a decir que los monopolios bancarios “organizan la vida cara, la desocupación y la crisis”. Después de semejante afirmación, ¿no es hora de pensar dónde están las raíces teóricas de semejantes dislates? ¿No es hora de cuestionarse seriamente si con un punto de vista de este tipo (concepción conspirativa de la historia) es posible entender la geopolítica desde bases materialistas?
Por úlimo, sinceramente, es un poco molesto ver cómo se escamotean balances. ¿Quiénes pronosticaban, al inicio de la segunda intervención a Irak, que era el primer paso de un conflicto a escala mundial entre las potencias; que se rompían la ONU y la OTAN, y que íbamos a una guerra mundial? ¿Quiénes decían que esto era así porque “lo dicen las tesis de Lenin”? ¿Por qué no se hace un balance a fondo de estos desastres de pronósticos? Son partidos políticos de izquierda, con cientos de militantes, con equipos de dirección y equipos de escritores, los que hicieron estos pronósticos (después de todo yo trabajo solo, con pocos recursos). ¿Por qué no se exploran las raíces teóricas de semejantes “pifiadas”?
rolandoastarita
24/03/2011 a 01:31

o    Rolando, no creo errar en la crítica. Es cierto que vos siempre hablás en algún momento sobre las “tensiones geopolíticas”, pero por ejemplo en tu último libro sobre la dependencia lo hacés en las últimas 3 o 4 páginas; si mal no recuerdo, en Valor… le dedicás un breve capítulo final. Es algo completamente externo al análisis (casi diríamos una “cobertura” por si alguien te hace esta crítica) no algo que este problematizado e integrado en los distintos niveles de análisis.
No tengo acuerdo con tu planteo de que las “tensiones no derivan en conflictos armados entre las potencias (el techo es la unidad del capital, en su entrelazamiento transnacional)”. Me parece una definición completamente ahistórica. El debilitamiento de EEUU y la posibilidad de que sea reemplazada como potencia hegemónica, tanto como articulador geopolítico como a nivel de gravitación del conjunto de la economía mundial, con las implicancias que esto tiene, por ejemplo en el sistema monetario, plantea la perspectiva de agudización de las tensiones interestatales, y eventualmente la guerra. Justamente acá se ve los efectos de no tratar la tensión entre las tendencias del capital y las de las relaciones interestatales. Las primeras se absolutizan en tu lectura y desplazan a las segundas.
Si lees atentamente, en ningún momento hablo de robo, ni pillaje, ni violencia neocolonial, así que no se por qué me discutís eso.
Tampoco reivindico las nociones de trusts y cartels, me parecen que buscaban correctamente dar cuenta de un fenómeno histórico -al momento de escribir las teorías clásicas eran formas que se estaban dando y había que dar cuenta de ellas y de sus implicancias para la teoría- pero no creo que la respuesta dada haya sido correcta, es algo que puse en mi comentario así que no se por qué insistís en eso.
Por último, tenemos que volver siempre a lo mismo. Es muy molesto ver a quien se queja de los “métodos de discusión” que le achaca a la izquierda, atribuir sin ton ni son posiciones que no se sabe de donde saler. ¿Quien habló de que que la intervención en Irak era el primer paso de un conflicto mundial? Ciertamente, no la FT-CI. Nosotros dijimos que se mostraba una agudización de las tensiones geopoliticas -que efectivamente se estaba dando y que después se descomprimió cuando EEUU completó la invasión y renegoció con Francia y Alemania- y que era un punto de inflexión en la hegemonía norteamericana. Podemos discutir si este último pronóstico fue correcto o no -yo creo que sí- pero no se puede seguir discutiendo cualquier cosa, sin discutir claramente lo que cada uno dijo.
El problema no es reivindicar la teoría de Lenin, el problema es si todavía hay que dar cuenta de relaciones imperialistas, constitutivas al mundo capitalista, y tratarlas como tales, como un problema teórico y político de primera magnitud, y no algo a mencionar el las últimas páginas de los libros de manera eminentemente descriptiva.
EM
24/03/2011 a 11:30

o    Primero: que la guerra de Irak era el primer paso a una nueva guerra mundial me lo planteó en una mesa redonda, realizada en Quilmes, un dirigente del PTS, delante de muchos militantes. También que las guerras interimperialistas eran inevitables, y que habría nuevas guerras mundiales, me lo plantearon militantes del PO en 1997, en otra mesa redonda. Pero además, hay que agarrar el toro por las astas. Nadie, en el trotskismo, ha puesto en cuestionamiento la afirmación de Lenin “nuevas guerras interimperialistas son inevitables”.
Y el tema es explicar la realidad, porque hace siete décadas que no hay nuevas guerras interimperialistas, y no existe ninguna tendencia en estos momentos que muestre que se esté preparando alguna guerra entre las potencias (la tendencia a la guerra era muy visible, por ejemplo, desde 1900 en adelante, o desde inicios de los 30 en adelante). Sostener que por el hecho de que el dólar se esté debilitando, EEUU vaya a emprender una guerra mundial contra Europa (para desplazar al euro), o cosa por el estilo, no tiene asidero en lo que está sucediendo. Se trata de ese tipo de afirmaciones que son habituales en el trotskismo, se disparan y después nadie se hace cargo de las mismas. Son del tipo de las que hacía Trotsky, por ejemplo cuando diagnosticó, en los 20, que una guerra entre EEUU y Gran Bretaña era “inevitable”. Se lanzan y después las cosas pasan, y todos miran para otro lado.
Pero además, aun sin ser mi especialidad, en “Valor…” planteé que hay muchos conflictos y tensiones geopolíticas entre las potencias. Sostuve: 1) que en la unificación europea en torno a Alemania y Francia subsistían conflictos geopolíticos con EEUU y otras potencias; 2) que existían tensiones por aranceles; 3) que había tensiones EEUU vs Europa por la cuestión de cielos abiertos; 4) que había tensiones EEUU vs Europa por Airbus / Boeing; 5) que Washington (ayudado por China) había presionado y maniobrado contra Japón para que este país no generara una alternativa asiática al FMI; 6) que había una lucha por la influencia en la zona caucásica y Asia Central, en la que estaba en juego la salida a los mares abiertos del petróleo del Caspio, entre EEUU y Rusia; 7) que en el desmembramiento de la ex Yugoslavia habían jugado los intereses geopolíticos, de Alemania cuando alentó la separación de Eslovenia y Croacia, y de Washington, al impulsar un Estado bosnio; 8) que en el conflicto del Kosovo chocaron intereses geopolíticos, en especial de Washington interesado en sacar a Rusia de la zona; 9) que hubo conflictos geopolíticos en torno a las vías de integración de los Estados del centro y este de Europa en el dispositivo militar de la Europa capitalista; 10) que hubo tensiones Europa/Rusia por la incorporación de 10 países (mayo 2004) del viejo bloque soviético a la Unión Europea; 11) tensiones por la entrada de Rusia a la OMC; 12) tensiones por la aparición de la UE como socio con el Mercosur, lo que generó propuestas de Washington de libre comercio con otros países; 13) tensiones EEUU / Francia por zonas de influencia en Africa negra; 14) tensiones potencias occidentales/ China por la influencia en Asia Central y Medio Oriente, y el mar de China.
¿Qué te autoriza a decir que no presté atención al tema? Tu razonamiento es casi brutal. “El que no está de acuerdo en que en el horizonte hay una nueva guerra interimperialista, no le da importancia a las tensiones geopolíticas”. ¿Realmente estás convencido de que este es un argumento?
Sobre los métodos de discusión: cuando critico, cito los pasajes que critico y a los autores. Es Lenin quien afirma que las guerras mundiales entre potencias son inevitables. Buena parte de la izquierda (incluyendo tu partido) sigue diciendo que esta idea de Lenin es correcta. ¿Cómo decís que “no se sabe de dónde sale esta idea”? ¡Si está en las tesis de Lenin, que ustedes jamás criticaron, y defienden!
Más en general, tengo que polemizar a cada paso con gente que me atribuye cualquier cantidad de disparates. Ya he visto este método en discusiones orales. Doy un ejemplo, que me sucedió cuando estaba en un partido. Voy a una asamblea de militantes (serían unos 150), a defender una postura A. Hablo 20 minutos explicando mi postura, critica de la dirección de ese partido. Luego se anotaron 25 o 30 que repetían insistentemente que yo había afirmado X, o Y, o Z; cualquier cosa menos lo que había afirmado. A la hora la confusión era mayúscula, y a la hora siguiente toda la asamblea estaba convencida de que yo había afirmado X, Y o Z. Después de eso, me dieron 5 minutos para “redondear tu posición”. Bien, ante esto mi defensa es pedirle a la gente que lea y saque sus conclusiones. Por supuesto, esto se aplica a la cuestión de si doy o no importancia a las tensiones geopolíticas.
rolandoastarita
24/03/2011 a 13:27
4.    Respeto mucho a los compañeros de la organización de EM, a pesar de discrepar casi siempre. Considero que la revisión de los puntos señalados por vos Rolando son casi imposibles dentro de determinadas organizaciones en donde no existen tendencias y de caracter monoliticas. Además creo que tiene que ver con las bases programaticas y con algo que podríamos llamar “instinto de sobrevivencia” como organización a corto plazo,y digo a corto plazo porque el desatino reiterado ante situaciones concretas(caracterización 2001, guerra de Irak etc)no se pueden ocultar diciendo o dando a entender “somos la vanguardia”. Saludos
daniel
24/03/2011 a 10:04
Responder
o    Al respecto, existe un término que ha generado muchos problemas. Es el calificativo de “revisionista”, que se aplicó en su momento a Bernstein, en la Segunda Internacional, y a partir de allí pasó a ser una especie de insulto en el campo marxista. Cualquiera que quisiera “revisar” era inmediatamente descalificado. A partir de esto, no hay forma de leer críticamente textos, ni avanzar en la ciencia. El estudio se transforma en un busca de citas para hacer valer el “principio de autoridad”, y tratar de “ganar discusiones”. De ahí también que en algunos grupos se exhibiera con orgullo el ser “ortodoxo”. “Somos trotskistas ortodoxos”, se decía en un grupo en el que milité hace años. Voy a escribir algo sobre este asunto en el blog.
rolandoastarita
24/03/2011 a 10:40

5.    Esto viene a reforzar el predominio de que la TVP predomina sobre la TCMI:
http://www.vnavarro.org/?p=5475
Crece la productividad, se mantienen los salarios, crece la plusvalía
josé
24/03/2011 a 21:15
Responder
6.    EM, ¿qué opinás de que en el Programa de Transición Trotsky escribió que los monopolios bancarios “organizan la vida cara, la desocupación y la crisis”?
Eduardo
24/03/2011 a 22:06
Responder

o    Agarremos, entonces, como decís, el toro por las astas: no poner en cuestión que nuevas guerras imperialistas sean inevitables, no significa estar aguardando guerras a la vuelta de la esquina. Durante las últimas siete décadas hubo hegemonía norteamericana, que, si mal no recuerdo, se termino de establecer mediante una “inevitable” guerra imperialista. Hoy estamos frente a una fuerte crisis de dicha hegemonía, pero no hay estados que tengan hoy capacidad de rivalizarla. La cuestión es: ¿la integración de capitales hace improbable una nueva guerra imperialista? Este planteo tuyo no me parece probado. No hay una burguesía transnacional con intereses transnacionales. La burguesía no ha dejado de estar nacional centrada; no hay burguesías genuinamente transnacionales, salvo algunas excepciones; la mayoría de las empresas multinacionales tienen una clara base nacional (ver por ejemplo este artículo de Husson que plantea una posición similar a la que sostengo hussonet.free.fr/imperiae.pdf).
Pero más allá de esto, a pesar de la creciente integración mundial de la producción, no hay una identidad entre los intereses y necesidades de los Estados y sus instituciones para mantener el dominio interno y la posición internacional de los mismos, y las necesidades del capital en su creciente integración mundial. La agudización de la lucha de clases es una enorme fuerzar que pueda agudizar los enfretamientos interestales, y que justamente en estas décadas hemos visto actuar poco. Si no hay revoluciones, a pesar de que haya crisis, sin duda habrá contención de las relaciones internacionales, pero ¿que pasa si ocurre lo contrario?
Ya la crisis de 2008 mostró la reaparición de respuestas nacionales y hubo amague de medidas que amenazaban hacer retroceder la integración mundial. Los nuevos desequilibrios que irán apareciendo con las consecuencias de la crisis –que yo creo que vamos a seguir viendo por varios años aunque se haya salido de la recesión- y el golpe severo al rol que jugaba la economía norteamericana en la economía mundial, que nadie puede reemplazar en lo inmediato, plantea un escenario de “barajar y dar de nuevo”, de rearmar en conjunto de las relaciones económicas. Esto es algo que no hay evidencia para sostener que se vaya a metabolizar pacíficamente. Las conjunciones que hubo entre crisis de los estados hegemónicos y alteración de las relaciones económicas internacionales, en el siglo XX dieron lugar a agudos enfrentamientos.

Si querés “evidencia” para demostrar lo que estoy diciendo, no tengo más para ofrecer que recurrir a las hipótesis de guerra del Estado mayor norteamericano frente a la emergencia china (citadas ampliamente en el último libro de Giovanni Arrigí) o a los debates en Foering affairs y otras publicaciones similares sobre cómo administrar la declinación de la hegemonía norteamericana. Pero lo que vos planteás se apoya en proyectar a futuro lo que pasó en las últimas décadas, haciendo caso omiso a los elementos nuevos que cuestionan la posibilidad de que el mismo escenario se mantenga.
Vos decís que no es cierto que hayas planteado que a partir de la mundialización del capital se acababan las tensiones geopolíticas entre las potencias. Yo te reconocí que es cierto, pero lo tratás como algo externo a tu análisis de las relaciones constitutivas del capitalismo global. Yo no te critico que lo trates al final de tus libros, pero digo que no es casual sino que hay una lógica interna, gracias a la cual la “totalidad concreta” de la economía mundial capitalista te queda analizada en un plano bastante abstracto. Eso se ve en que en vez de tratar la relación contradictoria entre competencia económica y geopolítca, relegás la segunda a la primera al descatar que por la interrelación entre los capitales las tensiones no pueden nunca llegar a guerras entre las potencias. Nadie dice que vaya a haber guerra inter imperialista en lo inmediato, pero desde el punto de vista de las relaciones de clase a escala mundial tampoco hay elementos para decir que las hemos dejado en el pasado.
Sobre los métodos de discusión, yo te critico que vos digas que todo el trotskismo señaló que con Irak se venía una guerra interimperialista. ¿quién lo dijo? ¿Todos, no creo? Alguno puede ser, pero habría que decir bien quiénes. La FT-CI, que te aclaro es la tendencia internacional a la que pertenece el PTS, no sostuvo eso en ninguna publicación, y vos me mencionás lo que dijo o vos interpretaste que dijo un dirigente del PTS en una charla. Tal vez alguien expresó eso, pero no es la posición pública de la corriente, puesta en todos los materiales en los que analizamos Irak. Ya te plantee en el comentario previo lo que expresamos sobre la guerra, las tensiones geopolíticas y las consecuencias para la hegemonía norteamericana. Ese análisis, a grandes rasgos creo yo, se probó correcto.
Sobre lo que plantea Eduardo del programa de transición, no voy a pronunciarme sobre una frase suelta. Discutamos primero la lógica general del mismo y sus fundamentos (que siguen siendo la base más acabada para la estrategia revolucionaria hoy), y después sobre esa base podemos discutir si tal o cual frase merecería una expresión más precisa.
EM
25/03/2011 a 15:51

o    Me doy cuenta de que es imposible avanzar en clarificar diferencias, porque tu razonamiento es autoconsistente por definición. Yo trato de interpretar un hecho: no hubo guerras interimperialistas desde hace siete décadas, (y no veo tendencia alguna a que haya alguna). Y trato de dar una explicación materialista a ese hecho, partiendo de que hoy no está presente la condición que guiaba el razonamiento de Lenin. Pero a vos (y a tu partido) el que no haya habido guerras entre las potencias desde hace tanto tiempo, los tiene sin cuidado. Seguirán afirmando que “Lenin tuvo razón” y que hay tendencias a la guerra. ¿Cómo es eso? Pues porque no está probado que en el futuro no pueda haber una nueva guerra interimperialista (claro que alguien podría retrucarte diciendo que tampoco está probado que vaya a haberlas, por lo que no estaría probada la afirmación de Lenin).
Lo importante es que constato que no hay manera de avanzar en ninguna clarificación con los trotskistas. Si cito el Programa de Transición, y no pueden defender lo que dice, responden que “es un pasaje circunstancial”.
Si un dirigente dice en una mesa redonda que se viene una guerra mundial y esa guerra no ocurre, no tiene importancia porque “no hay constancia escrita” (aunque en la mesa redonda uno haya debido aguantar el asunto).
Si me hacen el cargo de sostener que no hay tensiones entre las potencias, y demuestro que sí hablé extensamente de esas tensiones, tampoco importa, el cargo sigue igual porque “las tratás como algo externo”.
Si cito a Trotsky diciendo que el capitalismo está estancado desde 1914, en realidad no dijo lo que dice el pasaje que cito, porque hay que leer otra cosa. Si cito el Programa de Transición en donde dice que los monopolios organizan las crisis, la inflación y la desocupación, tampoco tiene importancia porque en realidad Trotsky dice otra cosa; o en todo caso, tampoco tiene importancia, aunque se trata del Programa de Transición.
Bien, me rindo. Sigan pensando así. Lo único que queda es que la gente lea y compare lo que escribe cada uno.
rolandoastarita
25/03/2011 a 16:41
7.    Rolando, es incomprensible que planteés que “a vos (y a tu partido) el que no haya habido guerras entre las potencias desde hace tanto tiempo, los tiene sin cuidado”. En todo caso, discutí por qué te parece irrelevante para discutir eso el concepto de hegemonía, pero lo estás pasando por alto para argumentar que sostenemos una posición dogmática de que “Lenin tuvo razón” cuando no es así. Pero desvirtuar los argumentos planteados achacando un “razonmiento autoconsistente” cuando en realidad hay una interpretación que es distinta a la tuya, y que deberías discutir como tal en vez de descalificar, me parece que se condice muy poco con la declarada intención de “avanzar en clarificar diferencias”.
EM
25/03/2011 a 19:39
Responder
o    Ya te lo dije, ganaste la discusión. No te descalifico, los felicito, saben ganar muy bien discusiones.
rolandoastarita
25/03/2011 a 19:45

8.    Es sinceramente extraña la forma de discutir de EM, máxime cuando dice: “…Si leés atentamente, en ningún momento hablo de robo, ni pillaje, ni violencia neocolonial, así que no se por qué me discutís eso”, cuando en su nota de polémica con Kicillof dice exactamente lo contrario:
“…pasa por imponer un programa que corte con el saqueo imperialista, nacionalice la banca, imponga el monopolio estatal del comercio exterior y avance en expropiar a los expropiadores capitalistas…”http://puntoddesequilibrio.blogspot.com/2010/12/los-economistas-k-explicando-la.html. Saludos.
Armando
25/03/2011 a 23:01
Responder
o    Armando, saqueo imperialista ahí se refiere a la deuda pública, aparte de el uso descontrolado de los recursos naturales por parte del capital extranjero. Mi comentario de que “en ningún momento hablo de robo, ni pillaje, ni violencia neocolonial” tiene que ver con que opino que el punto de partida del desarrollo desigual no está en estos mecanismos -aunque sin duda la refuerzan, entre otras cosas porque impone usar para pagar la deuda recursos que en los países menos desarrollados serían doblemente necesarios para impulsar la acumulación- sino en las relaciones asimétricas que se dan entre los países más productivos y los menos productivos, y en ese punto sí tengo acuerdo con Rolando que acá la clave son las diferencias en la creación de valor de los distintos espacios nacionales. La relación entre estos distintos niveles la desarrollo un poco más en la nota que linkee al principiohttp://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=502
EM
25/03/2011 a 23:25
o    A ver EM, “los monopolios bancarios organizan la vida cara, la desocupación y la crisis” para vos es una frase suelta, ok, lo acepto, ¿qué opinás del Programa de Transición?
Eduardo
26/03/2011 a 01:07

o    Eduardo y Armando, no creo que puedan avanzar en ninguna clarificación, porque no hay interés en la verdad científica, sino en defender las “verdades de partido”. Observemos lo siguiente: se emplea el término “saqueo” referido a la deuda pública. Pero “saqueo” es sinónimo de pillaje, de apropiación mediante utilización de fuerza militar; por eso el término se utiliza para los casos de colonialismo. Y con la deuda pública argentina sucede que
a) es colocada voluntariamente por el gobierno en los mercados;
b) los precios de los bonos se fijan por cruces de ofertas y demandas, en los que participan cantidad de inversores de todo el mundo (esto es, la tasa de interés se fija como decía Marx, y no por precio de monopolio bancario);
c) la mayor parte de la deuda pública está en manos de tenedores argentinos. ¿Qué tiene que ver todo esto con “saqueo imperialista”? Nada, pero los tiene sin cuidado.
Observemos también lo siguiente: parece que para algunos el “uso descontrolado de los recursos naturales” es un cargo que solo se le hace “al capital extranjero”. ¿Por qué solo al capital “extranjero”? ¿Por qué no decimos que es todo el capital el que hace un uso “descontrolado” de los recursos naturales? Siempre asoma el plumero del sentimiento nacionalista. Sin embargo, ya dirán que se trata de una mala interpretación, que la cita importante está en otro texto, etc. etc.
rolandoastarita
26/03/2011 a 09:02

9.    Hola Rolando,
Ante todo resalto que me parece altamente valorable en estos tiempos emprender una revisión crítica -lo cual no refiere para nada a la famosa libertad de crítica contra la que arremetió Lenin en el ¿Qué hacer?-de los grandes exponentes del marxismo.
Mi pregunta, más bien duda, apunta a que no entendí si tu postura es que hay una coexistencia combinada de una capacidad de los monopolios para, en ciertas circunstancias, influir sobre los precios, y la ley del valor que establece que los precios se fijan según el mercado y no hay capitalista capaz de influir voluntariamente en ello. O, si sostenés que sólo tiene vigencia el segundo caso, el de la ley del valor.
Ignacio
20/04/2011 a 12:29
Responder
o    Sostengo que actualmente rige la ley del valor trabajo; actualmente hay por lo menos tanta competencia como en el siglo XIX. Por supuesto, en el siglo XIX y en la actualidad, se encuentran “nichos”, o casos en los que puede haber monopolio durante algún tiempo. Por ejemplo, en Argentina las telefónicas o las concesionarias de peajes de rutas tuvieron posiciones monopólicas (mejor dicho, oligopólicas). Pero cuando la tasa de rentabilidad es muy alta, inevitablemente empiezan a erosionar esas posiciones oligopólicas otros capitales. Traté esto de manera bastante extensa en mi libro “Valor…”. Dado que está agotado, tengo la intensión de reproducir el capítulo donde trato este tema en el blog.
rolandoastarita
20/04/2011 a 13:00

10.  Compañero Rolo. He leído su nota sobre el imperialismo de Lenin con anterioridad. Solo me he permitido hacer una referencia indirecta a los contenidos en el marco de otros debate a disposición de todos los compañeros que comparten este blog. Ante todo, la nota me parece bien fundamentada y también valiente. No cualquiera se le anima a una teoría de semejante envergadura y que, por otra parte, armó a generaciones enteras de revolucionarios. En este caso, la crítica asume dimensiones no solo teóricas, sino, de alto voltaje emocional. Este hecho, puede explicar en parte la animosidad que se palpa en algunas intervenciones, más aún cuando este aspecto de la teoría leninista es presupuesto fundante de organizaciones que se proclaman trotskistas y consideran al tema como un verdadero tabú. En razón de ello quisiera vertir algunas observaciones provisionales, si me es posible, desprovistas de pasión y de prejuicio.

Mucho se ha repetido que Marx al no poder asistir al advenimiento generalizado de los monopolios no tuvo más que una caracterización rudimentaria de su rol y alcance. Según podemos leer en muchos manuales, Lenin tomo estas apreciaciones y les aplicó la tan temida ‘revisión’(no se dice de esta manera sino ‘desarrolló’) en razón de la nueva realidad. Yo, por el contrario creo que Marx , en un texto temprano como ‘Miseria de la Filosofía’ planteó una visión insuperada de la relación entre el monopolio y la libre competencia. Allí, si mal no recuerdo, nos dice que en la vida económica existen tanto el monopolio como la competencia, en una síntesis, que no es una fórmula, sino, un movimiento. De la competencia surge el monopolio, pero si este la restringe, se incrementa la tensión al interior de los estados, de tal manera que los monopolistas se lanzan a una ronda furiosa de competencia. Si esta no puede dirimirse pacíficamente, los competidores van a la guerra. En conclusión, el monopolio no puede existir, más que pasando continuamente por la competencia.
En mi opinión este concepto refleja la dinámica real, tanto en la época de Lenin, como en la nuestra, con independencia de que la competencia ‘semipacífica’ se haya instalado por un período muy prolongado.
La existencia del monopolio (en realidad oligopolio) traslada la competencia a un nivel superior y encarnizado. Ello implica distorsiones a la ley del valor, pero no la anula su imperio. Tampoco prescribe un curso histórico predeterminado, en el cual, la competencia se suspende definitivamente por el triunfo definitivo del monopolio. A Lenin le tocó analizar un momento determinado de la dinámica capitalista. Variados ‘especialistas’ en historia económica han cuestionado sus conclusiones, por ejemplo, que eran válidas solo para países como Alemania, retomando el argumento Kautskiano que al capitalismo le resultaba más conveniente la competencia pacífica que el imperialismo y que el porvenir deparaba una hegemonía superimperialista no necesariamente menos explotadora para las masas. En cuanto a la tendencia concreta es evidente que Lenin tuvo razón. En cuanto a la dinámica de largo plazo, es posible que no. Ciertamente Lenin consideró que el imperialismo por el analizado (que según sus propias palabras no sería siempre igual) implicaba un impulso bélico intrínseco irrefrenable que daría lugar a la guerra entre potencias. Pero entre estas guerras habría intervalos ‘semipacíficos-semiviolentos’ que codificó en 15 o 20 años. Es natural que frente a un intervalo de 70 años, que, según especialistas militares no presenta hipótesis de conflicto mundial por otros 50, lapso que llevaría la consolidación de una potencia alternativa a los EEUU, nos preguntemos que ha cambiado y para ello miremos la realidad y revisemos la teoría. Se han esbozado muchas hipótesis. Una de ellas es el fenómeno de la descolonización en la postguerra, como consecuencia del debilitamiento de los poderes centrales y la emergencia de una potencia nuclear alternativa (La URSS) que desvió ele eje del militarismo imperialista. Otra es el temor del ‘overkill’ ante las consecuencias de un nuevo conflicto mundial. Otra es la interprenetración de los capitales más allá de las cabeceras nacionales. Este último aspecto se presenta como determinante en su análisis y como factor irreversible en la dinámica futura.
En lo personal, no creo en los inevitables. Marx planteó que la lucha de clases llevaba inevitablemente a la dictadura del proletariado. Lenin habló de la inevitabilidad de las guerras mundiales, pero también de la revolución socialista y ni la una ni la otra están en el horizonte inmediato o de mediano plazo. Pero usted va más allá y deroga indefinidamente la posibilidad de Guerras Mundiales, en razón de que los fenómenos que les dieron origen no fueron más que una aberración transitoria en el curso expansivo del capitalismo que Lenin y sus seguidores, absolutizaron. Por el momento, estoy acuerdo en que no hay ninguna evidencia concreta que apunte hacia una guerra mundial, ni siquiera como consecuencia de una recaída de la crisis, pero no estoy convencido que la unidad transnacional del capital sea tan estable como para abolir su posibilidad futura. Por último. De haber asistido a la ‘mesa redonda’ donde usted dice, y no tengo por que dudar, se formuló el pronóstico de la inminente tercera guerra mundial, no habría podido más que sonreir. De ahora en más lleve un grabador o hágase acompañar por un notario público.
Pese a ello, creo que es aceptable el argumento del compañero EM, en tanto que, en las publicaciones de la corriente a la que pertenece no aparece formulado semejante pronóstico. Pudo haber sido un exabrupto polémico. Pudo haber sido una exageración ilustrativa. Pudo haber sido un desliz ‘esotérico’. Pudo haber sido una afirmación ‘visionaria’ de la cual, el compañero interviniente es enteramente responsable. Calculo que ello determinará alguna discusión al interior de la organización a la que pertenece y una aclaración posterior. Pero no me parece que se pueda poner un signo igual entre el ejemplo de Trotski de 1920 y este entredicho. Aquí me parece que el problema de las ‘estaturas’ se perdió por el camino de los caldeados ánimos. En todo caso, bastante se le mofaron a Trotski en su debido momento. Según recuerdo explicó que solo era una posibilidad.
Gracias por la atención.
AP
21/04/2011 a 03:57
Responder
o    Vuelvo a solicitarle que escriba contribuciones más cortas. Insisto, se trata de comentarios, no de artículos. El problema es que si todos escriben así, se desnaturaliza este espacio. Habría varias cuestiones a comentar de lo que escribe, pero ahora solo quiero aclarar un punto. Yo no “derogo indefinidamente ninguna posibilidad”. Lo que sostengo es que hoy no existe una tendencia o impulso a la guerra entre las potencias. En 1905 o en 1910 el impulso a la guerra era palpable (como lo fue también en la década de 1930). No puedo extenderme en esta explicación, pero mi postura conecta con lo que Hegel llama “posibilidad real”, en oposición a la “posibilidad abstracta”. Metodológicamente es lo que diferenció a Lenin de Trotsky en la discusión sobre la paz de Brest. En segundo término, sostengo que las razones por las que Lenin sostuvo que las guerras interimperialistas eran inevitables, hoy no son válidas. El que sostenga que las guerras interimperialistas hoy son inevitables debería buscar otra razón. El argumento de Lenin es: 1) los mercados internos en los países capitalistas ya no pueden expandirse (en esencia por la pobreza de las masas); 2) por lo tanto el capital de los países centrales necesita asegurarse mercados mediante el dominio colonial para sobrevivir; 3) pero el mundo ya está repartido entre las potencias; 4) por lo tanto las guerras por nuevos repartos son inevitables. Sostengo que esta cadena de razonamiento está equivocada. Equivocada teóricamente (la tesis subconsumista no se sostiene). Y empíricamente no se verificó; el crecimiento de los mercados internos de las potencias a partir de 1945 es imposible de encajar en esa visión Lenin-Hobosn. Como el hecho de que el grueso de inversiones directas externas se diera entre países desarrollados, y no desde los desarrollados a los atrasados.
rolandoastarita
21/04/2011 a 09:16
11.  Compañero Rolo. De ahora en más, si le parece, me pongo un tope de 25 renglones. Vale su aclaración acerca de que no deroga ninguna posibilidad. Pese a ello, me parece que el análisis que usted propone sobre la dinámica del capital ha llegado para quedarse. Coincido en que las razones que indujeron a Lenin a sostener la inevitabilidad de la guerra no están presentes a partir del 45 y se abre un nuevo escenario. Pero no me queda claro, a partir de la impugnación de la tesis subconsumistas, si la concatenación planteada por Lenin estaba equivocada, con lo cual, ya en 1914 su análisis de las tendencias concretas era teóricamente erróneo y por consiguiente solo acertó a detectar una tendencia ‘palpable’ por mera intuición. Coincido en la crítica a las tesis subconsumistas sobre la crisis. Ello no impide verificar una situación de subconsumo ni constatar un mundo repartido, herméticamente cerrado a la competencia. Habría que explicar por que se dio esta situación y por que no puede volver a recrearse. Coincido en que Lenin consideraba imposible el acrecentamiento del consumo de masas bajo el imperialismo. Pese a ello, criticó las tesis subconsumistas. Su teoría de la crisis está centrada en la anarquía de la producción capitalista.
AP
21/04/2011 a 14:01
Responder
o    El proiblema con el enfoque de Lenin sobre las crisis es que si bien critica la tesis subconsumista, acepta la explicación de Hobson. Antes, en sus escritos tempranos de crítica a los populistas también criticaba el subconsumismo, aunque en ciertos pasajes plantea que la razón última de la crisis es la falta de consumo de las masas. Es interesante que en la Segunda Internacional la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia pasara casi desapercibida. Habría que esperar a Grossmann, en 1929, para que fuera reivindicada y conectada con las crisis, E incluso entonces la mayoría de los marxistas no le prestan atención. Por ejemplo en 1940 Trotsky atribuye la tendencia al estancamiento al monopolio.
rolandoastarita
21/04/2011 a 15:01
12.  ¿Según tu punto de vista no hubo, sobre todo durante la crisis del 2008, una tendencia a la militarización de Sudamérica? Me refiero a la reactivación de la IV Flota y las bases militares en Colombia. Porque a mi me había cerrado bastante la idea de que, en un contexto de crisis, EEUU tendiera a asegurarse las regiones que representan un gran reservorio de recursos naturales.
Ignacio
28/04/2011 a 21:50
Responder
o    Mi afirmación de que el colonialismo, la ocupación militar y el saqueo de los países no constituyen los medios de extracción del excedente, no implica afirmar que desaparece el aparato mllitar, desplegado a nivel mundial. El capital siempre lo va a necesitar. Pongamos el caso de las bases militares de Colombia. Las mismas son el resultado de la colaboración de EEUU con el gobierno colombiano en la represión. No han sido impuestas al gobierno colombiano por EEUU (a la manera que sucedía e una relación colonial). Su instalación responde a los intereses del capital, colombiano e internacional. Colombia no es una colonia, es un país dependiente (en el sentido de Lenin). Colombia, como Argentina, y otros países dependientes “normales”, no son explotados por las potencias. La explotación es de clase.
rolandoastarita
29/04/2011 a 09:38
13.  compañero si bien es cierto yo creo que su critica a las tesis imperialistas de lenin es acertada me gustaria polemizar un tanto usted en el articulo menciona si no me equivoco la imposibilidad de guerras interimperialistas a gran escala; yo sin embargo veo que podria existir guerras entre los bloques chino ruso y euuu europa ¿cual es su opinion al respecto don rolando?
manuelmusica
11/01/2012 a 20:20
Responder
o    De hecho no planteé “la imposibilidad” de guerras interimperialistas en gran escala. Lo que he tratado de explicar es por qué desde hace más de seis décadas no hubo nuevas guerras interimperialistas (cuando Lenin había sentenciado que eran inevitables), Y esto tomando como referencia a los países industrializados más desarrollados. Lo que me interesa de esto es rescatar un método que haga eje de las causas materiales, en los intereses económicos del capital, para explicar por qué no ha sucedido. Y por qué, en un futuro más o menos mediato (digo, en la próxima década) no se avisora en el horizonte una nueva guerra entre las potencias. Pero no tengo la “lamparita” y no puedo decir qué va a pasar en un futuro distante. El análisis materialista exige que trabajemos con las tendencias actuantes. Por ejemplo, ya desde principios del siglo XX todo el mundo sabía que se iba a una guerra entre las potencias. La tendencia no era una abstracción, estaba desarrollándose realmente. Hoy no se advierte esta tendencia, hay tensiones, pero estamos por ahora lejos de una carrera hacia una guerra entre las potencias.
rolandoastarita
12/01/2012 a 19:38
o    vale rolando si me permites voy ha hacer preguntas en tu blog a lo mejor de lo mas obvias; pues mi afán mas bien es aprender y saldar preguntas de formación mínima gracias
manuelmusica
28/01/2012 a 01:34
o    Sí, de acuerdo, entre todos tratamos de aclararnos las cosas.
rolandoastarita
28/01/2012 a 11:11

14.  En la base de todo mercado capitalista esta la ley del valor trabajo. Ella es el fundamento de toda oferta y demanda y de toda competencia. De la competencia deriva el monopolio. Competencia y monopolio coexisten en el capítalismo. Siempre lo han hecho. No sólo coexisten, sino que se complementan. No hay competencia pura ni monopolio puro. Incluso he visto formas muy complejas de relación entre competrencia y monopólio. Conozco pequeños mercados, que funcionan una vez por semnana, en pueblos de provincias (soy de Perú) a donde concurren pequeños productores agropecuarios y consumidores de los cacerios cercanos, donde se puede observar una libre competencia casi perfecta y de manera muy regular en el tiempo. Tambien conozco el gran mercado mayorista de Lima, de productos agropecuarios, donde una sarta de mafiosos imponen el monopolio y oligopolio, creando escases artifical de productos, a vista y paciencia de todo tipo de autoridades civiles y policiales, que tambien reciben su “comisión”. Pero tampoco no es que estos mafiosos pongan el precio que se les ocurra. Ellos ponen la escasez y es el mercado el que pone el precio. Tampoco no es que el “juego” siempre les salga bien. A veces pierden, porque el mercado no les responde como ellos esperaban. A esto me refería cuando escribía sobre una relación compleja entre competencia y monopolio.

En los tiempos de Marx, ciertamente existían competencia y monopolio. Sin ermbargo, los estudios históricos prueban que lo que predominaba era la competencia. He ahí el quid de la cuestión. En los tiempos de Lenin el escenario fue distinto: Los monopolios se apoderaron de los mercados. El monopolio devino dominante y sometió a la competencia a su servicio. Nadie esta diciendo que la competencia fue abolida y la ley del valor trabajo “derrogada”. En todo este proceso histórico hemos sido testigos de como los monopilios se han hecho cada vez más diominantes y han establecido relaciones increibles con la competencia, dando lugar a cosas como los derivados financieros, futuros, mercados forex, CDO, CDS, etc.
Este capitalismo capitaneado por lo monopolios no solamente explota a su propio proletariado sino que, por razones de acrecentar la acumulación de capital y geopolitica de los Estados, somete bajo su domininio a paises, naciones y pueblos. En estas condiciones ya no sólo acumula por extraccion de plusvalía sino tambien por saqueo y pillaje (desposesión). Este es el capitalismo en su fase imperialista que teorizaba Lenin, que tiene intrinseco en su naturaleza ya no sólo las crisis, sino también las guerras interimperialistas. En los tiempos del carbon y el boom petrolero estas crisis y estas guerras tuvieron su propia logica, motivos y particularidaes. En tiempos de guerra fria, armas atomicas, y desarrollo tecnologico impresionante es atinado pensar que los acontecimientos discurrieran de un modo diferente a la etapa anterior, y transcurrió pacificamente; bueno, no tanto, tampoco tampoco, al menos nu hubieron guerras mundiales.
Es que a la vida real no le podemos aplicar fórmulas. Si algo no funciona en la vida concreta son las formulas. “Ya no se han producido las guerras interimperialistas que predijo Lenin”, suena como una fórmula. La teoria no puede ser estatica, tiene que ser dinámica, desarrollarse “a diario”. Lenin no lo dijo todo respecto del imperilaismo. Teorizó al respecto lo que era necesario para la lucha revolucionaria del momento que le tocó vivir. Su importancia radica en que nos dejo lineaminentos que siguen siendo validos y que los marxistas revolucionarios tienen que seguir desarrollando. A pesar de los errores de muchas de sus apreciaciones considero a la teoria revolucionaria de Lenin como basicamente correcta. No puedo decir lo mismo de otros teoricos marxistas que han incurrido en errores garrafales. Por ejemplo, minimizar la importancia de los mopolios en el capiltalismo o negar su supremacia es un error garrafal, que solo puede llevar a la derrota a los movimientos revolucionarios.
Creo que ya estamos en la epoca del cenit del petroleo, de la desaceleración de la producción alimentaria frente a la agudización de la “superpoblación” del planeta, de la disputa por los metales raros (metales tecnologicos), de la disputa por las fuentes de agua dulce, del renacer de las guerras e insurgencias revolucioanrias (India, Nepal, Kurdistan, Filipinas, Perú, Colombia, etc), el inevitable declive de la supremacia norteamericana como potencia mundial, etc ¿Cómo serán las crisis y las guerras interimperialistas en estas condiciones? Nadie tiene una bola de cristal para saberlo con exactitud. Pero si tenemos una teoria cientifica que nos alumbra y que nos dice que los hechos no ocurriran de la misma manera que antes y, sobre todo, que el capitalismno imperialista no sucumbirá por si sólo, sino que habrá que hacerlo caer con la movilizacion de las masas revolucioanarias.

Desde Perú un abrazo a todos los revolucioarios argentinos

Benito.
Benito
25/02/2012 a 05:44
Responder

o    La teoría no puede ser un dogma, hay que tratar de explicar la realidad. La tesis del predominio del monopolio se sostiene en dos aseveraciones fundamentales: a) la guerra de precios es reemplazada por la competencia a través de la diferenciación de productos; b) existen sobre ganancias monopólicas sistemáticas, que se corresponden con los sectores más concentrados. Pues bien, ninguno de estos supuestos se verifica en la realidad del capitalismo contemporáneo. En particular, las guerras de precios (a la manera que lo describió Marx) son una constante. No hay manera de encajar este hecho en las tesis de imperialismo que ha defendido el marxismo (Lenin, Hilferding, Mandel, Sweezy, Baran, teóricos de la dependencia). Tampoco hay forma de encajar la idea “competencia por diferenciación del producto” en la ley del valor, tal como es presentada por Marx (y Ricardo, ya que ambos suponen competencia por precios para que opere la ley). Son demasiados problemas, que no se pueden barrer por debajo de la alfombra diciendo “la teoría no puede ser estática”. La teoría, ante todo, tiene que ser coherente y poder explicar lo que sucede de manera coherente.

Por otra parte, nadie pide que Lenin, Hilferding, Mandel o quien sea, “diga todo” sobre lo que sucede, y menos sobre lo que sucederá. De todas formas, el problema no fue este con el análisis el monopolio e imperialismo. El problema reside que ni siquiera en la época en que escribieron Lenin o Hilferding el sistema funcionaba como pensaron estos autores que funcionaba. Lo cual, además, tuvo consecuencias en el análisis sobre las causas de las crisis; por ejemplo, la tesis de Lenin es más tributaria de Hobson que de Marx en este terreno. Lo cual no es extraño, dado el supuesto adoptado con respecto a la acción de la ley del valor.
rolandoastarita
25/02/2012 a 10:48
15.  Releyendo un poco la nota veo un par de cositas que no son en si del tema tratado:
En la cita que hace de su libro “Monopolio… etc” el trabajo de Lenin aparece como “El imparialismo,fase superior del IMPERIALISMO”
Luego del subtitulo “Ley del valor y tesis ….” párrafo 2, al inicio dice “La LVP plantea que el capital domina los precios,….” creo que debe ir “…. que el capital NO domina los precios…” Si ese “no” no va, me perdi, al menos si interpretamos que como totalidad y de forma inconciente termine sucediendo de esa manera.
Pregunto ademas, ¿va a reeditar su libro “Valor, Mercado…”? No lo consegui en la Feria del Libro el año pasado, espero hacerme de uno este año. Saludos.
Ilichito
21/03/2012 a 06:25
Responder

16.  Rolando, en su libro “Valor…” usted menciona un estudio que se hizo en los 60, creo, en la economía estadounidense que en ese momento estaba muy concentrada, cosa que se usaba como soporte de las teorías del monopolio. Ese estudio demostraba que las subas de precios eran menores en las industrias más productivas, con lo que habría una correlación entre los precios y los valores que desmentirían la arbitrariedad de estos precios.

Me pregunto si existe algún estudio similar sobre la economía argentina o en su defecto sobre alguna economía dependiente, como para contrastar a la tesis de que en los países atrasados sí domina el monopolio.
Muchas gracias.
Ezequiel
09/06/2012 a 05:58
Responder
o    No conozco estudios sobre el tema en Argentina.
rolandoastarita
09/06/2012 a 15:23
17.  Usted dice respecto a “La concepción de los marxistas de principios de siglo XX sobre el imperialismo”:
“En tercer lugar prevalece la idea de que el capitalismo monopolista se caracteriza por el estancamiento de las fuerzas productivas. Por un lado porque la eliminación de la competencia hace desaparecer el impulso al cambio tecnológico por parte del capital. Por otra parte porque se piensa que el capitalismo llegó a un estadio en que la sobreproducción es estructural, debido a que las masas trabajadoras y campesinas están empobrecidas, y no tienen poder de consumo. Es la visión subconsumista de Hobson, aceptada por Lenin y otros marxistas de la época. De manera que los países adelantados ofrecen cada vez menos oportunidades de inversión. De ahí las repetidas referencias de Lenin a la “putrefacción” y “descomposición” del sistema capitalista. ”
Y uno se pregunta como es posible atribuir a Lenin dicha idea de que ” el capitalismo monopolista se caracteriza por el estancamiento de las fuerzas productivas” cuando en la definición que da Lenin de imperialismo no aparece en ningún momento dicha idea.

Lenin dijo:

“Pero, no obstante, como todo monopolio, engendra inevitablemente una tendencia al estancamiento y a la descomposición.”
[...]
“Naturalmente, bajo el capitalismo, el monopolio no puede nunca eliminar del mercado mundial de un modo completo y por un período muy prolongado la competencia (en esto consiste, dicho sea de paso, una de las causas de lo absurdo de la teoría deí ultraimperialismo). Desde luego, la posibilidad de disminuir los gastos de producción y de aumentar los beneficios por medio de la introducción de mejoras técnicas obra en favor de las modificaciones. Pero la tendencia al estancamiento y a la descomposición inherente al monopolio, sigue obrando a su vez, y en ciertas ramas de la industria, en ciertos países, por períodos determinados llega a imponerse. ”
“El imperialismo, fase superior del capitalismo, Madrid, Fundación Federico Engels”
Y en el texto vemos como sdestaca en cursiva la palabra “tendencia”. Y no es lo mismo hablar de que se tienda a un hecho que de que se cumpla dicho hecho. Porque no es lo mismo decir que alguien se caracteriza porque tiende a engordar que decir que alguien se caracteriza por ser gordo. Por tanto considero una tergiversación atribuir a Lenin “la idea de que el capitalismo monopolista se caracteriza por el estancamiento de las fuerzas productivas”
De hecho para dejar claro que él no apoya la tesis del estancamiento del capitalismo en dicha fase afirma:
“Sería un error creer que esta tendencia a la descomposición descarta el rápido crecimiento del capitalismo. No; ciertas ramas industriales, ciertos sectores de la burguesía, ciertos países, manifiestan, en la época del imperialismo, con mayor o menor fuerza, ya una, ya otra de estas tendencias. En su conjunto, el capitalismo crece con una rapidez incomparablemente mayor que antes, pero este crecimiento no sólo es cada vez más desigual, sino que esa desigualdad se manifiesta asimismo, de un modo particular, en la descomposición de los países más fuertes en capital (Inglaterra). ”
“El imperialismo, fase superior del capitalismo, Madrid, Fundación Federico Engels”

Por último una pregunta:

¿Usted descarta una guerra mundial en el siglo XXI?
Coincido en que no habrá una dentro de 10 años pero tampoco creo que sea en más de 50.
Le recomiendo que vea los informes del SIPRI sobre gasto militar en el mundo, que vea le evolución de dicho gasto desde la 2ª G.M. .2011 fue por cierto el año con más gasto militar en la historia de la humanidad.
Sergio
12/12/2012 a 02:32
Responder

o    Pienso que en Lenin existe una tensión, no resuelta, entre tendencia al estancamiento y desarrollo de las fuerzas productivas. Por eso, durante algunos años, yo argumentaba igual que lo hace usted ahora. Esto es, citaba los pasajes en los que Lenin habla del impulso al desarrollo de las fuerzas productivas, no solo en los países centrales, sino también en la periferia (más claramente en la periferia). Sin embargo, con el tiempo me convencí de que existe un planteo de fondo, que es que el sistema, de conjunto, entró en la era de la “putrefacción” y “descomposición”. Las continuas referencias al “parasitismo” van el mismo sentido. El problema de fondo, en su opinión, es el monopolio. Por eso es tan importante entender el rol que juega la competencia, y el giro que implica la tesis del monopolio para analizar la dinámica del modo de producción capitalista. No es casual que en los análisis sobre la dinámica del capitalismo monopolista desaparezca cualquier referencia a la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia (en la base de su mecánica está la competencia tecnológica) y haya constantes referencias a problemas de subconsumo (las tesis subconsumistas constituyen el soporte de las tesis estancacionistas). Sin embargo, como dije antes, en Lenin el pensamiento no es cerrado hacia el estancamiento. Podemos decir que la tesis del capital monopolista estableció el marco teórico y político para que luego el enfoque estancacionista fuera aceptado como natural. Uno de los hitos en este respecto son las resoluciones de los Congresos de la Internacional Comunista entre fines de los 20 y 1934.

Con respecto a las guerras mundiales, no soy futurólogo; no sé qué va a pasar en el 2090, por ejemplo. Lo que sostengo es que en estos momentos no se advierten tendencias hacia una nueva guerra mundial entre las grandes potencias. Los análisis deben ser concretos. Por ejemplo, en 1905 la carrera armamentista claramente apuntaba a prepararse para la guerra (y se preparaba a la opinión pública para la guerra). Hoy esto no se ve. Recuerdo que cuando comenzaba la segunda invasión a Irak sectores de la izquierda planteaban que era el primer paso hacia un enfrentamiento mundial, porque EEUU y Gran Bretañá querían privar a Alemania, Francia y Japón del acceso a las fuentes energéticas (lo que hubiera implicado la guerra). Recuerdo un dirigente de un partido trotskista argentino que en una polémica me aseguró que en meses estallaban la OTAN y la ONU. Que era inevitable (con el también inevitable “Lenin dixit, nuevas guerras imperialistas son inevitables”).
rolandoastarita
12/12/2012 a 10:47
18.  Rolando te quería consultar que opinión te merece la visión de Claudio Katz respecto del imperialismo. En su libro “Bajo el imperio del capital” él llama a realizar una lectura no dogmática del imperialismo actual. Dedica algunos capítulos a tratar la teoría del valor y sus diferencias con los esquemas más clásicos acerca de la teoría del imperialismo leninista. En esos capítulos Katz parece alejarse de las tesis clásicas apoyándose en la teoría del valor de Marx. No obstante, y a pesar de su reiteración en los pedidos de revisar las categorizaciones clásicas del imperialismo, tiende a conclusiones no muy diferentes a las clásicas, por ejemplo, las invasiones de EEUU tienen como móvil recursos energéticos, también pone el acento desmedido en el aspecto militar y llega a sostener que la debilidad económica de EEUU es compensada por dicho aspecto. Me llamó mucho la atención sus análisis porque pone el acento muy fuerte, según mi opinión, en las relaciones de fuerzas y poder militar a nivel mundial.
daniel
30/12/2012 a 14:48
Responder

o    En estos textos sobre imperialismo presento una visión muy distinta de la que tiene Claudio Katz. Ideológica y políticamente estoy muy alejado del marxismo tercermundista. Para decirlo de la manera más clara posible: pienso que Argentina no es explotada por EEUU. Y me da exactamente lo mismo que los explotadores de los trabajadores sean Repsol, Bulgheroni, Chevron o YPF (que no es “de todos”).

Por lo tanto, no adhiero a los programas llamados “de liberación nacional”. Las tesis de la liberación nacional están asociadas, hoy, a la idea de que países como Argentina son explotados por EEUU, Europa, etc. No tengo nada que ver con esas posiciones (que terminan llevando agua al molino de la propaganda K y nacionalista burguesa, al estilo Chávez).
No sé si con esto queda clara la distancia ideológica que me separa de posturas como las de Claudio Katz, y similares.
rolandoastarita
30/12/2012 a 15:20
19.  Me queda muy clara su posición y coincido. No sabía mucho de la trayectoria o de la tradición a la que adhería Katz. En mi opinión a pesar de que Katz dedique algunos capítulos a la teoría del valor de Marx y resalte su importancia para el análisis del capitalismo actual, en sus tesis principales debe necesariamente alejarse de Marx. Su exposición teórica referida a los clásicos intenta resaltar la importancia de los planteos de la teoría del valor (es más en algunas partes enaltece a Rosa Luxemburgo por haber intentado pensar el imperialismo a partir de los planteos de El Capital) pero luego los abandona o nunca los toma. Es importante resaltar, y usted lo ha hecho, el origen teórico de los planteos políticos. Por ello no entendía de que iba la cosa cuando leía en Katz una reivindicación de la teoría del valor y luego llamaba la atención de la importancia que juega lo extraeconómico ( pag 169 “Bajo el…) en el capitalismo mundial. Demás está decir que un análisis objetivo y económico se diluye en todo el libro.
daniel
30/12/2012 a 16:24
Responder
20.  Rolando

Hace poco discutimos entre un grupo de compañeros su teoría, a la que hace referencia este post.

Surgen unas cuantas dudas que me gustaría compartir con usted a ver si nos ayuda a clarificarlas.
En primer medida, sobre la condición colonial o semicolonial de algunos países, como podría ser Argentina para algunas corrientes trotskistas .
En primer lugar usted afirma que el monopolio en realidad no existe o no establece ninguna ley en particular que pueda distinguirse con el modo de producción capitalista ,por lo que no debería tener ninguna característica especial a la hora de formar los precios.
Como puede confirmar esa afirmación cuando en nuestro país, a modo de ejemplo,en ciertas ramas del comercio o servicios son solo algunos grandes grupos económicos quien fijan precios. Podria ejemplificar con el rubro supermercados o compañías telefónicas.
Por otro lado sobre la condición colonial o semicolonial, es posible sostener su tesis cuando en el congreso nacional se votan leyes como la Antiterrorista a pedido de USA o por ejemplo, no se cumplen tantas otras para que la Barrick y las megamineras vengan a saquear los recursos del país ?
Es lo primero que se me vino a la cabeza cuando leí su articulo, me parecen ejemplos validos para ser usados en esta polémica.
Saludos
maloperobueno
26/02/2013 a 16:36
Responder
o    Ya expliqué muchas veces que el grado de concentración no es sinónimo de falta de competencia; por ejemplo, aquí. Por otra parte, un país semicolonial o colonial es aquél que está sujeto a dominación poĺitico-militar. La clase dominante argentina, y el gobierno argentino, no están en absoluto bajo ese tipo de dominación. La política exterior, o económica del gobierno argentino (de los K y de otros) no se puede entender si se la piensa como producto de una dominación colonial. Que un gobierno favorezca a alguna empresa extranjera, no significa que sea por eso un gobierno colonial. Cantidad de gobiernos de países industrializados toman ese tipo de medidas, y esos países no son colonias. Escribí sobre el tema en “Economía política de la dependencia y el subdesarrollo”. Remito a ello.
rolandoastarita
26/02/2013 a 20:41

21.  Gracias por responder.

Entiendo su argumento, la duda que me queda es el ejemplo de cuando el Congreso vota leyes a pedido de grupos económicospolíticos o directamente pedidas por el gobierno de USA,para usted eso no significaria ninguna injerencia externa o una forma indirecta de dominacion colonia, semicolonial y hasta una muestra de como los paises en vias de desarrollo como la Argentina siguen los dictados de las potencias?
Los tratados de libre comercio en donde opera el imperialismo en “sociedad” con paises mas débiles,tampoco sería una muestra de que el diablo mete la cola?
Recuerdo el gobierno de Menem, y me viene a la memoria la desarticulación del Proyecto Condor y la transferencia tecnológica a Estados Unidos.
Como deberíamos llamarlo?
Un abrazo
maloperobueno
26/02/2013 a 20:50
Responder
o    Pero puede aceptar si coincide o no perturba sus propios intereses. Además, injerencia es una cosa, y otra es dominación colonial, o semicolonial. Argentina tiene injerencia en los asuntos políticos de Paraguay, por caso, y no por ello mantiene una dominación colonial. Lo mismo con los pactos de libre comercio. Canadá y México firmaron un acuerdo de libre comercio con EEUU porque de alguna manera su clase dominante consideró que le traía ventajas. En una relación colonial se reciben órdenes, bajo ocupación militar, etc. La mayoría de los países mantienen relaciones más o menos asimétricas, porque existen diversos grados de poderío económico, y por lo tanto, de influencia política. Por caso, la política de Alemania incide en Holanda, y no por ello Holanda es una colonia de Alemania. Le remito de nuevo a lo que expliqué en mi libro. Hay que partir de entender qué es una colonia, o una semicolonia; de lo contrario, tampoco se entiende qué es una lucha de liberación nacional. En 1853 Argentina no estaba en la misma situación que antes de 1810, por más influencia que tuviera Inglaterra en el país.
rolandoastarita
26/02/2013 a 20:57
22.  Muchas gracias por su respuesta.

Me imagino que los paises nucleados en el Mercosur pueden llegar a consensuar politicas en común,pero no se porque usted afirma que Argentina tienen injerencia en los asuntos politicos de Paraguay u otro pais.

En tal caso, el ejemplo de el dictado de leyes a pedido de una potencia, me parece un punto claro y conciso, y no solamente en leyes que permiten perseguir y reprimir la protesta social,-como la Ley Antiterrorismo- si no otras tantas que no salen y que quedan en proyectos a pedido de los paises que el grueso de la izquierda caracteriza como imperialistas, entre las que me incluyo.
En el caso de las megamineras el ejemplo es bastante mas ilustrativo y a mi juicio demuestra como el imperialismo, del que usted reniega,ejerce sus dictados, no solo regulando la actividad en los diversos paises, si no hasta imponiendo las pautas tributarias y las excenciones impositivas.
Y hasta podria ilustrarle un ejemplo con un combo, el día despues de sancionada la ley Antiterrorista, un fiscal de Famatina uso la ley para acusar formalmente a los ambientalistas.
Por lo que tranquilamente podría interpretar que los pedidos, injerencia,incumbencia externa o como queramos llamarlo, se cristaliza en la realidad.
Si un país,en este caso Argentina, simplemente lleva adelante estos pedidos a sobre cerrado, como no poder afirmar la condicion de Estado semicolonial que responde a algunos dictados del imperialismo?
Saludos
maloperobueno
26/02/2013 a 21:15
Responder

o    No es una cuestión de “renegar” del imperialismo, sino si se aplica la categoría de semicolonia o colonia a un status como el de Argentina. Lenin consideraba que países como Argentina, Serbia, Noruega, Brasil, Portugal, y otros semejantes, a comienzos del siglo XX, no eran semicolonias o colonias, sino dependientes. Y que no estaba planteada la liberación nacional. ¿Va a decir que por este motivo “renegaba” del imperialismo”? Trate de entender qué se está discutiendo.

Ya le dije que expliqué mi posición sobre este asunto extensamente en “Economía política de la dependencia”; si le interesa conocer mi argumento, puede consultarlo.
De todas maneras, le aclaro que sí reniego de algo: del nacionalismo. No soy “nacional-marxista”. Por eso, intuyo, estamos en veredas opuestas.
rolandoastarita
26/02/2013 a 22:22
23.  Profesor

Le agradezco nuevamente su respuesta.

Entiendo que Lenin se referia a la Argentina como na nacion dependiente y no colonial y semicolonial.Pero el folleto de Lenin es de 1916 si mal no recuerdo.
Claro que Lenin no renegaba del imperialismo,pero aquí estamos discutiendo su teoría que justamente va en contra de la de Lenin.
Sobre su intuición, creo que no le acertó,no me reconozco como nacionalista y seguramente estamos en la misma vereda.
Saludos y gracias por su tiempo
Maloperobueno
27/02/2013 a 08:55
Responder

o    Sí, claro, mi posición es que la teoría del imperialismo de Lenin hoy no permite entender el capitalismo mundial. Pero esto no significa: a) que no sirvan las categoría se Lenin de países coloniales y dependientes; b) que no pueda existir otra concepción de lo que es imperialismo.

Por otra parte, hay un punto en que las discusiones no tienen mucha forma de seguir. Si usted piensa que el gobierno argentino, por orden de Washington, desconoce las resoluciones del Ciadi, se niega a que el FMI realice auditorías de las cuentas argentinas, impide la remesa de utilidades a las empresas extranjeras, y firma un acuerdo con Irán contrariando a Israel, pues bien, no tengo mucho más que decirle. Si además, usted piensa que semejantes afirmaciones confirman la teoría del imperialismo de Lenin, y que esto le permite orientarse en la política, me encojo de hombros y sigo con lo mío.
rolandoastarita
27/02/2013 a 11:37
24.  Profesor Astarita

Le agradezco nuevamente su respuesta, le pido que no se encoja de hombros, solo estoy intentando evacuar mis dudas sobre su articulo, no tengo ningún otro animo.

Entiendo su punto de vista,usted nombra CIADI, Washington,FMI y remesas.
No me consta que el gobierno no permita las remesas de utilidades de las empresas extranjeras,tengo entendido que desde el 2001 hasta la fecha, se viene haciendo en un promedio de 5000 millones de dolares al año. En 2012 se fueron del pais, 80.000 millones de dolares por canales alternativos.
Si bien desconoce a la CIADI, vota a pedido de GAFI la Ley Antiterrorista. Si bien no permite auditorias del FMI, es un puntual pagador de los servicio de deuda.
Y asi podria seguir con los ejemplos, una de cal y otra de arena ,es por eso mis preguntas.
Mis afirmaciones no confirman ni contradicen la teoria de Lenin,solo entran en corto con la realidad, 100 años despues que Lenin escribiera y es lógico que tenga mis dudas cuando-como lector de su blog- veo este articulo que descoloca los conceptos harto conocidos sobre un documento clasico e hiper leído y discutido sobre Imperialismo.
Mis saludos y agradecimiento por la atención dispensada
maloperobueno
27/02/2013 a 17:02
Responder
25.  Saludos profesor… Leyendo este documento no me queda claro si para usted existe o no existe el imperialismo, si existe, como este opera? gracias.
Alfonso
11/03/2013 a 16:27
Responder

o    Ante la misma pregunta, en otro comentario respondí, hace poco: En Valor, mercado mundial y globalización discuto la actualidad de la noción de imperialismo. Por lo que he explicado, no se puede seguir pensando al imperialismo como una forma de explotación basada en la extracción del excedente a partir de la coerción político-militar, como ha sido el colonialismo. Tampoco de explotación de países (Argentina no es explotada; lo es la clase obrera, no “el país”). En “Valor…” planteo que podemos definir al imperialismo “como la política -y el aparato militar e institucional que la acompaña- destinada a garantizar los derechos universales del capital. Las instituciones internacionales (FMI, Bco Mundial, BIS, OMC, Consejo de Seguridad de la ONU, etc.), las alianzas militares -en primer lugar la OTAN- y los Estados más poderosos conforman esta estructura que se corresponde con la del capital globalizado. A ella se pliegan las burguesías de los países subdesarrollados que logran insertarse, con mayor o menos éxito en la globalización. Este primer corte en la noción de imperialismo debe articularse con la determinación nacional y geopolítica” (esto último alude a las tensiones por zonas de influencia, hegemonía, etc, entre las potencias).

La idea es que el capital más internacionalizado y concentrado necesita, mediante la violencia y el despliegue del aparato militar más sofisticado que haya conocido la historia, garantizar las condiciones para la explotación; que la competencia opere de la forma más abierta; que ningún gobierno ponga trabas a la libre movilidad de los capitales, o a la seguridad de la propiedad. Se necesita garantizar las condiciones políticas y jurídicas para que se despliegue la dialéctica de los capitales en proceso de valorización. Las presiones por liberalizar los intercambios, el Acuerdo General sobre comercio de servicios; los acuerdos bilaterales de protección de inversiones; los acuerdos bilaterales de tratamiento impositivo; la protección de patentes, y similares, son ejemplos de las políticas desplegadas.
En este marco, se desarrollan conflictos -aunque no llegan a nuevas guerras mundiales- entre los capitales, amparados en sus Estados nacionales, por aumentar sus zonas de influencia y mejores condiciones para la explotación.
rolandoastarita
11/03/2013 a 17:04
26.  Gracias profesor por su respuesta. Entiendo entonces que el imperialismo es una masa militar (de distintos países poderosos) que invade países con gobiernos que imponen, de alguna manera, restricciones al capital. Pero como analizar desde esa perspectiva la invasión de Iraq, EEUU sacrifica su economía en una guerra de la cual no obtiene beneficios directos ya que como lo ha dicho usted profesor sus empresas no han salido del todo beneficiadas? Es decir, EEUU sacrifica su economía en nombre de la libertad del capital?
Alfonso
12/03/2013 a 02:21
Responder

o    Dos observaciones: a) EEUU no intervino solo en Irak, de hecho fue una coalición; b) precisamente por lo que usted señala, hubo una profunda división entre las potencias. Alemania y Francia, en particular, cuestionaron la conveniencia de la invasión, a pesar de que dijeron estar de acuerdo con el objetivo. Otros medios del establishment económico mundial, incluidos estadounidenses, también criticaron la política de Bush, a pesar de que coincidían con el objetivo.

El curso de los acontecimientos posterior a la invasión -se empantanaron en una ocupación altamente costosa- llevó a revisar esa política. No es casual en este respecto el giro de Obama hacia lo que se llama el multilateralismo. Los que no entienden este proceso terminan embelleciendo a Obama. En realidad, se trata de una readecuación a las necesidades del capital internacionalizado.
rolandoastarita
12/03/2013 a 08:54

27.  Me sorprende agradablemente saber que alguien es capaz de ver la oposición entre la ley del valor de Marx-Ricardo con el imperialismo de Lenin. También Rosa Luxemburgo (RL) se opuso sustantivamente a la LVP con sus tesis sobre la “Acumulación del Capital” como le señalaron los críticos marxistas a Rosa.

La pregunta es ¿en esta confrontación quien tiene la razón?
Los seguidores del leninismo muy difícilmente reconocerán esta realidad, y también conozco seguidores de Luxemburgo que aceptan sus tesis como un producto que completa el marxismo. En ellos no está la respuesta.
Es posible figurarse otra LVP que no sea la marxista y que genere un análisis del capitalismo que pueda entender los fenómenos Lenin-Luxemburgo. El fenómeno Lenin nos suministra una amplia información de como funcionan los monopolios y explotan a las colonias y semi colonias. Luxemburgo nos muestra el papel de las colonias y semicolonias en un juego de préstamos y endeudamiento que multiplica por mil la miseria en los países dependientes, mientras los países desarrollados mantiene la venta de sus mercancías.
La respuesta que es en primer lugar reconstruir la historia de las colonias según lo planteado por RL y atreverse a criticar la ley del valor de Marx. Marx se basa en algunos prejuicios de Adam Smith y David Ricardo para sustentar la ley del valor. Por ejemplo Smith dice que un empresario se puede tratar así como un mayordomo de una hacienda y el trabajo del empresario no debe tener remuneración acorde con lo producido. Esto esta en la base de la ley del valor de Marx. Ricardo decía que se remuneraba el trabajador por el costo de los bienes necesarios para la manutención del trabajador. Esto nunca fue así. Y cuando lo aplicaron trajo atraso.
Además de estos prejuicios está el hecho que el precio de la mercancía está mediado por la subjetividad de su dueño, es una objetividad mediada por la subjetividad de los actores. La definición de Ricardo-Marx corresponde a la ciencia de los siglos XVIII y XIX para la cual la objetividad no tiene discusión. Luego si una mercancía es evaluada de dos maneras diferentes por el comprador y el vendedor, aparece una plusvalía, que si la ponemos en términos de naciones y localidades crea el flujo comercial que ha movido al mundo hasta hoy.
robertoviera1
27/05/2013 a 20:03
Responder
o    “el precio de la mercancía está mediado por la subjetividad de su dueño”
¿otra vez sopa?
Gerardo Daniel
27/05/2013 a 22:02
o    Además, es un disparate sostener que Rosa Luxemburgo criticó la ley del valor trabajo de Marx. ¿De dónde sacan estas cosas? ¿No hay límites para inventar?
rolandoastarita
28/05/2013 a 08:39




 // El imperialismo y la economía política mundial hoy.- especiales, cuadernos del pensamiento critico latinoamericano


 Por Alex Callinicos
PRESENTACIÓN
A continuación ofrecemos un fragmento del texto de Alex Callinicos publicado en el quinto número de la revista Crítica y Emancipación. Buenos Aires, CLACSO, 2011. En él, Callinicos vuelve sobre el concepto del imperialismo a la luz de la crisis actual del capitalismo y en el contexto de la arquitectura financiera mundial vigente. Señala analogías y diferencias con el nacimiento del imperialismo británico en el siglo XIX, el papel de Alemania y el proceso que llevó durante la pasada centuria a la hegemonía de Estados Unidos. Focaliza en su trabajo la especificidad del imperialismo estadounidense, que se conforma al finalizar la Guerra Fría y los nuevos actores de la geopolítica mundial en los albores del siglo XXI y sus relaciones complementarias y/o competitivas. Entre ellos, el presente y el futuro de las relaciones Estados Unidos-China.
La especificidad del imperialismo estadounidense Robert Wade sugirió el siguiente experimento mental:
Suponga que usted es un aspirante a emperador romano en el mundo de hoy, de Estados soberanos, mercados internacionales y economías capitalistas. Para no tener que desplegar frecuentemente su peso militar necesitará actuar mediante la hegemonía en lugar de la coerción, y los demás deberán pensar que su predominio es el resultado natural de arreglos institucionales, fundados en el sentido común, que son justos y equitativos. Si usted –un actor unitario– pudiera crear resueltamente un marco internacional de normas de mercado para promover sus intereses, ¿qué tipo de sistema crearía? (2003: 77).
Wade imagina una “arquitectura financiera internacional” que no implica al patrón oro, actuando en su lugar la moneda de la potencia hegemónica como la principal moneda de reserva internacional, sus mercados financieros “dominantes en las finanzas internacionales” y “un solo capital privado integrado al mercado mundial”, sin barreras de entrada o de salida, y todo bajo la supervisión de “una flotilla de organizaciones internacionales que se parecen a las cooperativas de los Estados miembro y que otorgan la legitimidad del multilateralismo, pero a las que usted (es decir, la potencia hegemónica) puede controlar mediante el establecimiento de normas y el bloqueo de los efectos que no le gusten”, y defendido por “un gran ejército, a fin de poder respaldar su hegemonía con coerción”. La arquitectura financiera mundial le permite financiar una fuerza militar abrumadora y “barata”. El resultado es el siguiente:
Esta arquitectura económica internacional le permite a su pueblo consumir mucho más de lo que produce, permite a sus empresas y sus capitales entrar y salir, rápidamente, de otros mercados, maximizando los rendimientos a corto plazo; cierra los flujos netos de las rentas de tecnología del resto del mundo por décadas y, por lo tanto, aumenta los incentivos para innovar de sus empresas y por medio de las fuerzas del mercado, aparentemente libres de poder político, refuerza su dominio geopolítico en otros Estados. Mejor aún si sus científicos sociales le explican al público que un proceso de globalización desestructurado y sin agentes –el implacable cambio tecnológico que reduce tiempo y distancias– está detrás de todo esto, causando que todos los Estados, incluido el suyo, pierdan poder vis à vis mercados. Usted no quiere que los demás piensen que la globalización, dentro del marco que ha construido, aumenta su capacidad de tener tanto un gran ejército como un próspero sector civil, mientras disminuye la de todos los demás (Wade, 2003: 78, 80-82).
Este experimento mental se ajusta, por supuesto, a la hegemonía estadounidense contemporánea como un guante. La debilidad del bosquejo un tanto irónico de Wade es que tal vez basa demasiado la “arquitectura económica internacional actual” en el concreto de la necesidad histórica. Por lo tanto, durante la era de Bretton Woods en los años cincuenta y sesenta, cuando podría decirse que la preeminencia de los Estados Unidos en el mundo capitalista avanzado era mayor económica y geopolíticamente de lo que es hoy, el dólar estaba aún respaldado por el oro; la hegemonía británica decimonónica también implicó la generalización del patrón oro. Por otra parte, como Wade reconoce, el papel del dólar como principal moneda de reserva internacional es una espada de doble filo2. Sin embargo, tiene razón al insistir que las estructuras y las instituciones contemporáneas transnacionales trabajan para aventajar específicamente al capitalismo estadounidense. Recordemos la pregunta de Brenner:
¿Por qué, en relación con el mundo capitalista avanzado, la expansión imperialista, que condujo a la rivalidad interimperialista que llevó a la guerra que prevaleció antes de 1945, no lo consiguió después? ¿Por qué, con respecto a Europa, Japón y, de hecho, gran parte de Asia Oriental, la hegemonía estadounidense durante gran parte del período de la posguerra no pudo tener una forma imperialista –en el sentido que Harvey otorga a la palabra–, es decir, la aplicación del poder político para consolidar, exacerban, y hacer permanente la ventaja económica ya existente? (2006b: 90).
Responder a estas preguntas implica considerar los intereses de Estados Unidos y los demás países capitalistas avanzados. En el caso de Estados Unidos, la respuesta, en un sentido general, es que la estructura específica y el peso mundial del capitalismo estadounidense le dio la capacidad de dominar y conducir a los principales Estados capitalistas sin construir un imperio territorial tradicional: el imperialismo no territorial de Puerta Abierta fue más adecuado a los intereses de Estados Unidos. Pero la manera en que Brenner plantea la cuestión implica que la hegemonía estadounidense no ha funcionado para servir a los intereses de los capitales de Estados Unidos, en oposición a aquellos capitales basados en economías avanzadas. En un artículo inédito sostiene que la hegemonía de Estados Unidos operó para institucionalizar las condiciones generales favorables para todos los capitales, estadounidenses y extranjeros (Brenner, 2007b). Simon Bromley, al argumentar acerca de la relación entre la invasión de Irak y la estrategia estadounidense del petróleo, sostiene la misma línea:
La forma de control que Estados Unidos está buscando delinear ahora [en Irak] es la que está abierta al capital, commodities e intercambio entre muchos Estados y empresas. No puede ser vista (¿todavía?) como una estrategia exclusiva económicamente, como parte de una forma depredadora de la hegemonía. Por el contrario, Estados Unidos utilizó su poder militar para diseñar un orden geopolítico que sirva de fundamento político para su modelo preferido de economía mundial: esto es, un orden internacional liberal cada vez más abierto. La política de Estados Unidos apuntó a la creación de una industria del petróleo internacional abierta, en la cual los mercados, dominados por las grandes empresas multinacionales, asignan capital y materias primas. El poder del Estado de Estados Unidos se despliega, no sólo para proteger los intereses particulares de las necesidades de consumo y empresas de Estados Unidos, sino para crear las precondiciones generales de un mercado mundial petrolero, confiado en la expectativa de que, como la economía líder, será capaz de satisfacer todas sus necesidades por medio del intercambio comercial (Bromley, 2005: 253-254).
Es importante distinguir aquí tres puntos diferentes. En primer lugar, como ya argumenté, los Estados Unidos practican una forma de imperialismo no territorial, basado en la regla básica de que un orden liberal internacional abierto beneficiará, por lo general, a los capitales asentados en Estados Unidos. En segundo lugar, para que esta hegemonía funcione de manera, en general, estable tendría que, en todo caso, asegurar beneficios significativos para otros Estados capitalistas. Pero, en tercer lugar, no se evidencia en lo más mínimo que las instituciones que Estados Unidos construye, y las políticas que lleva a cabo, sean neutrales con respecto a los intereses de los capitales asentados en su territorio y los asentados en otros Estados. Desde una perspectiva liberal internacionalista, John Ikenberry sostiene que en los dos momentos históricos en que el poder relativo de Estados Unidos fue mayor, luego de 1945 y al final de la Guerra Fría, este país renunció temporariamente a las ventajas e hizo importantes concesiones a otros Estados con el fin de institucionalizar un “orden constitucional” internacional que maximizaría los intereses a largo plazo de todos los Estados. Ikenberry señala: “Ordenes estables son aquellos en los cuales el reembolso al poder es relativamente bajo y, a las instituciones, relativamente alto. Estas son, precisamente, las circunstancias que caracterizan los órdenes constitucionales más desarrollados” (2001: 255).
Pero este argumento no explica suficientemente la cuestión de cómo son distribuidos “los reembolsos a las instituciones”. Consideraremos dos casos que resultaron caros para Estados Unidos en relación con otros Estados. El primero se refiere a la arquitectura financiera internacional, que Wade alega que opera en interés del capitalismo estadounidense. Peter Gowan sostiene, también, que los Estados Unidos aprovecharon la inestabilidad financiera de los años setenta y ochenta, particularmente después del “shock Volcker” de octubre de 1979, cuando Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, elevó sensiblemente las tasas de interés, imponiendo una dura disciplina monetaria a las economías de Estados Unidos y el mundo, para construir lo que él llama el régimen del dólar de “Wall Street”, en torno a un dólar que, si bien ahora es una moneda puramente fiduciaria sin respaldo del patrón oro, permaneció como el eje central del sistema financiero internacional, ventaja que Washington utilizó para promover en todo el mundo las políticas neoliberales favorables a los intereses de los bancos de inversión estadounidenses y corporaciones transnacionales (Gowan, 1999)3. De este modo, el gobierno de Clinton provocó profundas tensiones con Gran Bretaña y Alemania, en particular, cuando respondió a la crisis financiera mexicana de 1994-1995 presionando al Grupo de los Siete para que liderase a los países industriales en la creación de un paquete de rescate que benefició principalmente a los inversionistas estadounidenses. Notoriamente, la misma administración durante la crisis de Asia del Este de 1997-1998 bloqueó la propuesta japonesa de un Fondo Monetario Asiático, que habría limitado la capacidad del Fondo Monetario Internacional (FMI ) para gestionar la crisis, y juntamente con el FMI impulsó, en los gobiernos de Asia, políticas de liberalización económica diseñadas tanto para debilitar el denominado “capitalismo de amigos” (con estrechos vínculos entre el Estado, los bancos y las corporaciones privadas, distintivos del modelo económico de Asia del Este) como para volver a las economías afectadas más permeables al capital estadounidense. En su análisis de esta crisis, Robert Wade y Frank Veneroso (1998) describen el complejo “Wall Street-Tesoro de Estados Unidos-FMI ” con el fin de resaltar el nexo que une a las instituciones financieras internacionales con los intereses específicamente estadounidenses.
Un segundo ejemplo importante, que también data de la administración Clinton, consiste en la expansión primero de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y, luego, de la Unión Europea (UE) en Europa Oriental y Central. Esta política representa una violación del acuerdo alcanzado entre Mijail Gorbachov, el último presidente soviético, el canciller alemán Helmut Kohl y James Baker, el secretario de Estado de Estados Unidos, durante las negociaciones en 1990-1991 que permitieron a Alemania unificada permanecer en la OTAN a cambio de la seguridad de que, en palabras de Baker, “no habrá extensión de la jurisdicción actual de la OTAN hacia el Este”4. La idea, detrás de la violación de esta promesa por el gobierno de Clinton, fue expresada muy claramente por Zbigniew Brzezinski, el principal pensador geoestratégico del Partido Demócrata. Brzezinski argumenta que la UE es “el puente eurasiático del poder estadounidense y un trampolín en potencia para la expansión del sistema democrático mundial en Eurasia”.
La ampliación de la OTAN y la UE hacia Europa Central y Oriental extendería, en consecuencia, el poder estadounidense: “Si la Unión Europea se convierte en una comunidad geográficamente más grande […] y si Europa basa su seguridad en una alianza continua con los Estados Unidos, entonces se deduce que Europa Central, su sector geopolíticamente más expuesto, no puede ser excluido de compartir el sentido de seguridad de que el resto de Europa goza mediante la ‘alianza transatlántica’” (Brzezinski, 1998: 74-79). Stephen Cohen describió la “verdadera política de Estados Unidos” hacia Rusia “como la explotación implacable, al estilo de el ganador se lo lleva todo, de la debilidad rusa post 1991”, que incluye el “cerco militar creciente de las bases de Estados Unidos y la OTAN a Rusia, en y cerca de sus fronteras –que ya están instaladas o en vías de–, en por lo menos la mitad de las otras 14 repúblicas de la ex Unión Soviética, desde el Báltico y Ucrania hasta Georgia, Azerbaiyán y los nuevos Estados de Asia Central. El resultado es una cortina de hierro inversa construida por Estados Unidos y la remilitarización de las relaciones ruso-estadounidenses”, que a su vez provocó una política exterior de Moscú más asertiva con Vladimir Putin (Cohen, 2006)5. Los peligros de la estrategia de Washington fueron ampliamente demostrados por la guerra que estalló entre Rusia y Georgia en agosto de 2008, tras el intento del ejército georgiano, equipado y entrenado por los Estados Unidos e Israel, por capturar el enclave de Osetia del Sur protegido por Moscú.
[…]
¿Capitalismo mundial en los pilares de Hércules?
Al debatir la tendencia decreciente de la tasa de ganancia y sus contratendencias, Gramsci pregunta: “¿Cuándo puede uno imaginar que la contradicción llegue a su nudo gordiano, un momento normalmente insoluble que requiere la intervención de Alejandro con su espada? Cuando toda la economía mundial se vuelva capitalista y llegue a cierto nivel de desarrollo, es decir, cuando la ‘frontera móvil’ de la economía capitalista mundial llegue a los pilares de Hércules (1995: 429-430). La idea de que el capitalismo, de hecho, llegó a sus pilares de Hércules es un lugar común hoy día, por ejemplo, en la afirmación mucho más optimista de Thomas Friedman de que la globalización “está aplanando y achicando el mundo”, y “por lo tanto va a estar impulsada, cada vez más, no sólo por individuos sino también por un grupo mucho más diverso de individuos (ni occidentales, ni blancos). Individuos de todos los rincones del mundo plano se están empoderando” (2005: 12). De hecho, que un periódico serio como el Financial Times debiera conceder a tal sobrecrecimiento su premio Business Book de 2005, se explica sólo por la euforia que rodea a los “mercados emergentes” –y especialmente al BRIC (Brasil, Rusia, India y China)– durante la burbuja crediticia de mediados de 2000.
Comprender hoy los contornos reales de la economía mundial es importante si queremos obtener una medida exacta de la evolución futura del imperialismo. La teoría principal de las Relaciones Internacionales trató de resolver el problema del formato geopolítico desde el fin de la Guerra Fría. Los realistas estructurales se apresuraron a predecir que la forma, aparentemente unipolar, que asumió el sistema estatal tras el colapso de la Unión Soviética sería meramente una fase de transición en la cual la primacía de Estados Unidos provocó la formación de una coalición que busca equilibrarse en su contra. Como Kenneth Waltz escribió en 1993, “la respuesta de otros países a uno de ellos que busca o gana preponderancia es tratar de equilibrarse en su contra. La hegemonía conduce al equilibrio […]. Esto está sucediendo ahora, pero vacilantemente (1993: 77). Enfrentado por la no emergencia de tal coalición, nuestro autor sostiene que su predicción fue correcta, pero que el momento de su advenimiento es imposible de determinar: “La teoría realista predice que los balances interrumpidos serán restaurados algún día. Una limitación de la teoría, limitación común a las teorías de las ciencias sociales, es que no se puede decir cuándo” (Waltz, 2000: 27). Fiel a las premisas estructurales realistas, William Wolforth afirma que la unipolaridad posterior a 1991 representa un punto de descanso estable, en lugar de un momento pasajero, porque las capacidades de Estados Unidos, tanto duras como blandas, son mucho mayores que las de cualesquiera de los otros poderes, y porque la fragmentación geopolítica de Europa y Asia del Este dificulta que cualquier otro Estado logre la centralización política y la concentración de recursos necesarios para desafiar la hegemonía estadounidense (Wolforth, 1999).
Las relaciones económicas figuran en tales explicaciones sólo en la medida en que afectan la capacidad material y, por lo tanto, el poder relativo de los Estados. Por el contrario, los internacionalistas liberales argumentan que el desarrollo de la moderna economía capitalista mundial convirtió al comercio internacional en un juego de suma positiva que da a los Estados, cuyas estructuras sociopolíticas internas son liberales y capitalistas, un incentivo para cooperar y para institucionalizar esta cooperación, y en consecuencia reduce bastante la probabilidad de guerra entre ellos. Como Andrew Moravcsik postula en una reafirmación sofisticada de la teoría liberal de las Relaciones Internacionales, “el desarrollo económico mundial, en los últimos 500 años, ha estado estrechamente relacionado con una mayor riqueza per capita, la democratización, los sistemas educativos que refuerzan nuevas identidades colectivas, y mayores incentivos para las transacciones económicas transfronterizas. La teoría realista no les otorga a estos cambios importancia teórica alguna” (1997: 535). Aquí hay una superposición entre el internacionalismo liberal y el marxismo clásico, que tampoco refiere a la economía mundial capitalista como un juego de suma cero: el desarrollo dinámico de las fuerzas productivas bajo el capitalismo puede, en condiciones adecuadas, aumentar tanto los beneficios como los salarios reales. Estas condiciones fueron obtenidas en gran medida durante el gran boom de los años cincuenta y sesenta en las economías avanzadas. Por otra parte, es una implicancia de la concepción de la hegemonía capitalista mundial con que trabajé que la potencia hegemónica suministre bienes públicos (por ejemplo, un sistema monetario internacional estable) que otorgue a otros Estados un incentivo para obedecer y cooperar. Pero la convergencia entre el marxismo y el liberalismo es sólo parcial. La economía política marxista conceptualiza al capitalismo como un proceso inherentemente contradictorio e inestable, constituido por la explotación del trabajo asalariado, responsable de crisis periódicas destructivas, y generador sistémico de desarrollo desigual. Cualquier evaluación honesta de la economía mundial contemporánea tendría que conceder que brinda mucho para afirmar este punto de vista sobre el capitalismo. […]
1 El presente texto es un extracto del publicado en el quinto número de la revista Crítica y Emancipación. Buenos Aires, CLACSO, 2011 también disponible en www.biblioteca.clacso.edu.ar. Originalmente publicado en Callinicos, Alex. Imperialism and global political economy (Cambridge, UK: Polity Press, 2009). Traducción de Eugenia Cervio.
2 Ver “Una redistribución del poder económico mundial”, pág 137.
3 Ver también Parboni (1981: Cap. 1).
4 Hubo un debate considerable entre los participantes sobre si esa promesa fue parte del acuerdo final en la unificación alemana; ver Gordon (1997). Pero la historia estadounidense semioficial de las negociaciones clarifica que fue un trago amargo para Gorbachov y su equipo que incluso los miembros de la República Federal incorporaran a Alemania del Este a la OTAN. Ver Zelikow y Rice (1997).

.../...DEL IMPERIALISMO AL CAPIIMPERIALISMO 

El Capi-imperialismo es un sistema de formas sociales-estatales de capitalismo e imperialismo mancomunado,...por diversas formas aliadas,...LA TEORIA SOBRE EL IMPERIALISMO DEFINIDA POR LENIN Y EL P.BOL. Y OTRAS INSTITUCIONES PLANTEA EL IMPERIALISMO COMO EXISTENTES EN VARIAS POTENCIAS FINANCIERAS, INDUSTRIALES Y MILITARES,...QUE DOMINABAN CIERTAS ZONAS MUNDIALES,...ENTRE LAS MISMAS POTENCIAS SE GUERREABAN CREANDO NORMALMENTE BLOQUES IMPERIALISTAS,...HOY EN DÍA SIGLO XXI EL PODER DEL IMPERIALISMO ES MANCOMUNADO, POR MEDIO O CON INSTITUCIONES FINANCIERAS UNIVERSALES ASOCIADAS CON INTERESES MANCOMUNADAS,...ENTRELAZADAS,...Y MUY INTERDEPENDIENTES,...QUE LES HAN HECHO HASTA AHORA DESDE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL IMPERIALISTA NO ENFRENTARSE DE LA MANERA EN QUE SE PRODUJO LAS DOS ANTERIORES, O SEA, DIRECTAMENTE,...EN DEFINITIVA UNOS 70 AÑOS.../...




MULTINACIONALES X Coloquio Internacional de Geocrítica
DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008
Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona

EL PODER DE LAS EMPRESAS MULTINACIONALES
Joan-Eugeni Sánchez
Universitat de Barcelona


El poder de las grandes empresas multinacionales (Resumen)

A partir de la localización de las sedes de las grandes empresas multinacionales se aborda uno de los bloques de poder más importantes a escala mundial, por su volumen de actividad, por su capacidad de incidir sobre las economías nacionales, por su extensión sobre el conjunto del territorio mundial, y por la concentración en relativamente pocas manos de su poder de decisión. Se trata de uno de los ámbitos de intervención más potentes que podemos encontrar en este momento.
Se toma como base las 500 mayores empresas mundiales, efectuando comparaciones entre 1996 y 2006, analizando sus estructuras empresarial, sectorial y territorial, para alcanzar a ver la significación de este poder empresarial.
Palabras clave: multinacionales, poder, globalización, mundialización, localización centros de decisión.


The Power of the World's Largest Corporations (Abstract)
From the location of the headquarters of the great multinational companies one of the blocks of being able more important on world-wide scale is approached. This power leans in its volume of activity, in its capacity to affect the national economies, in its extension on the assembly of the world-wide territory, and in the concentration in relatively few hands of its power of decision. One is one of the scopes of intervention more powerful than we can find at this moment.
It is taken as it bases the 500 greater world-wide companies, carrying out comparisons between 1996 and 2006,analyzing its enterprise, sectorial and territorial structures, to reach to see the meaning of this enterprise power.
Key words: transnational corporations, power, globalization, headquarters location.


Las grandes empresas multinacionales mundiales. De qué estamos hablando[1]
Interesarse por las grandes empresas multinacionales es abordar uno de los bloques de poder más importantes a escala mundial, en la medida en que su volumen de actividad, así como su capacidad de incidir sobre las economías nacionales, su extensión sobre el conjunto del territorio mundial, y la concentración en relativamente pocas manos de su poder de decisión, hacen de ellas uno de los ámbitos de intervención más potentes que podemos encontrar en este momento.
Para adentrarnos en su conocimiento, centraremos este trabajo en analizar algunos aspectos de continuidad y cambio en el poder y en la estructura empresarial territorial de las grandes empresas multinacionales. Tomaremos como ámbito temporal el período que abarca 1996 a 2006. Como fuente principal de información nos serviremos de los datos que publica anualmente la revista Fortune[2], que comprenden las 500 mayores empresas multinacionales a escala mundial, con datos sobre localización de la sede, ingresos, empleos y beneficios.
¿De qué estamos hablando? El conjunto de las 500 mayores empresas multinacionales ofrece unos volúmenes de movilización directa de recursos y de trabajadores de una extraordinaria y creciente magnitud. Para tener algún punto de referencia de esta magnitud hemos elaborado el Cuadro 1, que nos permite contrastar lo que representa su volumen de actividad con relación al PIB mundial. Los ingresos conjuntos que alcanzan en un año son superiores al PIB de todo conjunto de la UE o de los Estados Unidos. Con relación al conjunto del PIB mundial, a partir de los datos que suministra el FMI, vemos que se incrementa a lo largo de estos años, pasando de representar el equivalente del 38 por ciento al 43 por ciento entre 1996 y 2006. Esta simple comparación nos aporta ya una clara idea que su poder económico en el mundo. Para hacernos una composición del lugar más matizada hemos incluido el PIB anual de los mayores países productores.

Cuadro 1. Comparación entre las 500 mayores empresas mundiales y valores macroeconómicos por países
La otra componente de interés viene representada por el volumen de ocupación que requieren. La espectacularidad de los datos nos hace ver que en 2006 daban empleo directo a casi 53 millones de trabajadores, lo que representa una media de ocupación que supera los 100.000 empleos directos para cada una de estas empresas. A pesar de todo, estas cifras no alcanzan la proporción que comparativamente representa su volumen de negocios, aun cuando en su total presenten un volumen de ocupación superior al de muchos de los países más desarrollados (Cuadro 1).
Es interesante observar esta diferencia de proporción entre volumen de actividad y de ocupación, que nos lleva a introducir otro aspecto de la importancia que tiene para la economía mundial este tipo de empresas. Se trata de considerar su papel e influencia a través de sus efectos indirectos y derivados sobre el conjunto del sistema productivo escala mundial. En este punto podemos considerar que su influencia se ejerce, por lo menos, a través de cuatro grandes mecanismos. Por un lado, por su capacidad de demanda de bienes y servicios intermedios. Por otro, por el papel que tiene, a través de su capacidad de compra, en especial a través de las actividades comerciales, sobre la producción de gran parte del resto del sistema productivo. En tercer lugar, sobre la oferta, tanto cuantitativa como cualitativa, en base a su volumen de producción y por marcar las tendencias en los productos a consumir. Por último, con relación al sistema financiero mundial[3].
Este conjunto de consideraciones iniciales aporta una primera respuesta a la pregunta que nos hacíamos al principio sobre de qué estamos hablando, ya que nos hace ver que estamos tratando de un poder concentrado en sólo 500 centros de decisión (sin considerar las vinculaciones internas que puedan existir entre ellos, que aún lo concentra más) y que nos sitúa ya ante su enorme peso directo sobre el sistema productivo mundial y en su capacidad de influencia indirecta y derivada sobre el resto del sistema y de los territorios.
Otra perspectiva que ayudará a situar el poder de las 500 mayores empresas es conocer el grado de concentración que representan con relación a las 2000 mayores empresas. Aunque los datos no son exactamente coincidentes, sirven perfectamente al objetivo de valorar su poder de concentración. Recurrimos para ello a los datos facilitados por el ranking que elabora la revista Forbes[4] y que se recoge sintéticamente en el Cuadro 2.

Cuadro 2. Distribución de las 2000 grandes empresas mundiales por rangos de concentración de actividad
En él observamos que las 500 mayores empresas representan el 65,7 por ciento de las ventas totales de las 2000 mayores empresas y el 74,5 por ciento de los beneficios. De ello inferimos que es realmente significativo, en términos de su poder a escala mundial, considerar como centros dominantes los que ejercen estas 500 empresas.
Situado así el tema, consideramos que vale la pena dedicar nuestra atención a este conjunto de empresas.

La estructura del sistema empresarial
El hecho de que nos planteamos la investigación tomando a las empresas como unidades de análisis, nos lleva a considerar dos aspectos estructurales del funcionamiento empresarial. Por un lado, toda empresa configura una organización productiva a partir de un centro de decisión y de propiedad (headquarter). Como es conocido, una empresa responde a una estructura jerárquica y de organización, donde la propiedad es la que detenta el poder absoluto y exclusivo de decisión. Este poder se ejerce sobre un conjunto organizado territorialmente de asentamientos productivos articulados, funcional y territorialmente, dentro de una estructura definida desde el centro de decisión empresarial.
La componente funcional puede dar lugar a diversas formas de organización, en nuestro caso, por tratarse de empresas multinacionales, bajo una estructura multiplanta, siguiendo modelos muy diversos ampliamente recogidos en cualquier tratado de organización empresarial. Cada planta, establecimiento, unidad productiva, o como prefiera llamársele, se localiza a partir de la componente estratégica territorial dentro de la estrategia global que la empresa vaya definiendo en cada momento. Lo significativo es retener que, en la actualidad, los procesos de internacionalización, mundialización y globalización llevan a que las estrategias empresariales adopten, precisamente como ámbito territorial estratégico, la escala mundo ya que nos encontramos con empresas que se definen precisamente por su multi-nacionalidad.
A su vez, la dimensión territorial queda definida a través de dos grandes procesos. Por un lado la territorialidad vinculada al centro de decisión. Por otro, la territorialidad vinculada a la funcionalidad de los asentamientos de cada una de las unidades productivas en las que se divida y articule el conjunto de la empresa multinacional. Por las razones ya apuntadas, la lógica multinacional se concretará en asentamientos dispersos por el planeta, en coherencia con cada estrategia empresarial global. Las posibilidades que abre la división internacional del trabajo y de la producción están en la base del potencial de dispersión mundial de las distintas unidades productivas[5].
El modelo de articulación funcional vinculado a su estructura territorial da como resultado multitud de formas de organización empresarial y de aprovechamiento de las características diferenciales de cada territorio en este espacio mundial. En algunos casos por relación a las fuentes de primeras materias o de energía, en otros a las estructuras y cualificaciones de los mercados de trabajo (con un fuerte componente vinculado a las desigualdades socioterritoriales), en otros a la capacidad de consumo de ciertos territorios o, en otros, finalmente, por factores estratégicos y geopolíticos de significación diversa.

Estructura territorial
Comencemos nuestro recorrido por la componente territorial. Un análisis de la articulación territorial del poder de estas empresas deberá considerar, por lo menos, tres grandes niveles de incidencia territorial. a) En cuanto localización de la sede social central y, por tanto, del centro de poder absoluto. b) En cuanto localización de los centros de decisión subsidiarios dentro de cada país. c) En cuanto a los centros de producción y comercialización a través de los que ejecutan sus actividades económicas, distribuidos funcionalmente a escala mundial y dentro de los territorios nacionales. Lo primero que debemos advertir es que, dada la limitación y objetivos de este trabajo, nos circunscribiremos a la componente territorial vinculada a los centros de decisión. Dejaremos de lado la articulación de los centros productivos, lo que requeriría de otras fuentes de información y de una diferente metodología de análisis.
Un hecho de importancia no secundaria se refiere a que toda localización implica una fijación en un territorio concreto, sometida a unos condicionantes, no sólo económicos, sino también sociales, culturales, políticos, ideológicos e incluso militares, con los que cada asentamiento productivo debe interactuar. En ciertos aspectos será condicionada por ellos, mientras que en otros podrá apoyarse en ellos para reforzar su poder o influencia.
Desde la perspectiva del asentamiento de los centros de decisión, esta vinculación socioterritorial tendrá un claro reflejo de implicación relacionada con la nacionalidad territorial del asentamiento[6]. En efecto, a nadie sorprende que al tratar el tema de las multinacionales se tenga muy en cuenta su país de procedencia, ni que se analice su papel sobre la base de este criterio nacional, al considerar, no sólo su papel en la economía mundial, sino también en los efectos sobre los territorios internacionales de asentamiento de sus plantas, centros productivos o agencias comerciales. El factor nacional tiene implicación por cuanto la presencia en el mundo de sus empresas multinacionales comporta una expresión de su poder internacional. A través de las empresas se proyectan parte de sus propios intereses económicos, pero también de sus pautas culturales, de su concepción ideológica, de su poder e influencia política, de su orgullo nacional. Al mismo tiempo, son una de las bases importantes del poder de su “marca nación”. Cada una de estas empresas representan claramente centros de dominio supraterritorial.
Por otro lado, las empresas nacionales se constituyen en poderes fácticos que presionan para que los instrumentos del Estado sirvan a sus intereses estratégicos, en el reforzamiento de su poder sobre los territorios a los cuales se dirigen y en los que anclan sus establecimientos. A mayor poder de sus multinacionales mayor vinculación con las instancias políticas en su política exterior.
Teniendo en cuenta estos criterios, iniciaremos el recorrido territorial, primero, considerando su vinculación nacional, para, después, adentramos en cada país más significativo. Nos interesa sobre todo examinar el poder absoluto por países así como las tendencias de cambio en ese poder mundial[7].
El poder absoluto por países y regiones mundo y tendencias de cambios
Una primera aproximación en la distribución de las sedes de las 500 mayores empresas mundiales por su volumen de negocio, nos permitirá obtener una visión tanto comparativa como de tendencia. Sobre la base territorial de localización de las sedes aplicaremos cuatro criterios empresariales: por número de empresas, por volumen de ingresos, por cantidad de empleo directo y, por último, de acuerdo con los beneficios obtenidos. El Cuadro 3 y las Figuras 1 a 5 aportan la base estadística y visual para su observación y análisis. La aproximación a los cambios toma como referencia los valores del año 2006 en relación con 1996, ya que se trata de observar lo ocurrido a lo largo de esta década.

Cuadro 3. Distribución de las 500 grandes empresas mundiales por agrupación de países en 1996 y 2006

Figura 1. Distribución por territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por número de empresas en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)

Figura 2. Distribución por territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por ingresos en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)

Figura 3. Distribución por territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por empleos en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)

Figura 4. Distribución por territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por beneficios en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)

Figura 5. Distribución por territorios de las sedes sociales de las 500 mayores empresas mundiales por número de empresas en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)

Lo primero que destaca es la acusada tripolaridad en la concentración de estas empresas. Como nación individual predominante destaca claramente Estados Unidos de Norteamérica, aun cuando como conjunto territorial el volumen de empresas es superior si consideramos a Europa como agregado. En tercer lugar se sitúa Japón. De forma coherente, este dominio se refleja en las cuatro variables que estamos considerando, aun cuando se presentan algunos matices diferenciales, que la evolución a lo largo de estos diez años pone más de manifiesto.
Antes de continuar en el análisis más pormenorizado de la variable territorial internacional, es trascendente destacar la ausencia permanente de África dentro de esta estructura de poder empresarial. Ni en 1996 ni en 2006 aparece ninguna empresa asentada en el continente dentro del ranking.
La presencia de empresas de los Estados Unidos se mantienen constante en número (162 empresas, 32,4%). Europa en su conjunto aumenta su presencia (de 171 a 178, lo que representa pasar del 34,2% al 35,6%). Japón acusa los efectos de la crisis que afectó a este país que le lleva a disminuir su presencia en estos diez años desde las 126 empresas a las 67, rebajando por tanto su participación del 25,2 por ciento al 13,4 por ciento, manteniéndose aún así como tercer ámbito territorial en importancia.
El volumen de ingresos al principio del período estudiado es algo más homogéneo entre los tres ámbitos territoriales, pero evoluciona hacia una tendencia de crecimiento relativo del conjunto europeo, superior al crecimiento norteamericano, y una clara disminución en el caso de Japón.
La variable empleo directo ofrece matices distintos interesantes de destacar, tanto en volumen como en tendencia. Cae el empleo directo en los tres bloques territoriales hasta ahora considerados, y hace su aparición China que, al final del período, en 2006, superará claramente a Japón, habiendo evolucionado desde un 1,3 por ciento en 1996 al 13,7 por ciento en 2006. Estos cambios relativos debidos a la creciente presencia de China no representan sin embargo pérdidas absolutas de ocupación directa, ni por parte de Estados Unidos, que aumenta el número de empleados de sus empresas multinacionales en un 30,2 por ciento (al pasar de 14 a 18,2 millones), ni de Europa, que incrementar la ocupación absoluta en un 32,8 por ciento (de 13,5 a 18 millones de empleados), lo que refleja una dimensión empresarial unitaria algo inferior a la de los EEUU. Incluso Japón casi mantiene su ocupación empresarial al descender sólo un 3 por ciento (de 5,2 a 5 millones). China es la que ha trastocado los valores relativos por cuanto, en términos absolutos, ha pasado de los 0,4 millones que empleaban sus grandes empresas multinacionales (recordemos que se trata de las que figuran dentro de las 500 mayores mundiales) a algo más de 7,2 millones de 2006 (lo que presenta una extraordinaria incremento de 1.529 por ciento en estos diez años). Acompañan a China en el crecimiento del empleo de sus grandes empresas multinacionales India, con un incremento del 851 por ciento (lo que representan 0,3 millones en 2006), y el resto del conjunto del sudeste asiático el cual, aún cuando en términos relativos su empleo directo crece por encima de la propia China en un 1.751 por ciento, queda muy lejos en empleo absoluto, al contabilizar únicamente 0,6 millones de empleos. Que el sudeste asiático, con China a la cabeza, se está convirtiendo en la fábrica del mundo, parece confirmarse con estas cifras.
La diferenciación más trascendente se refleja en el capítulo de la distribución de los beneficios que obtienen este conjunto de empresas. Por un lado, este factor se muestra claramente bipolar a escala mundial, centrado en Estados Unidos y Europa, los cuales, en su conjunto, acumulan más de las tres cuartas partes de los beneficios mundiales, aún cuando se constate un cierto descenso respecto a 1996. En 1996 los Estados Unidos acapararon más de la mitad del total de beneficios, con un importante descenso relativo diez años más tarde (del 53,5% al 38,5%), mientras que el conjunto europeo hacía aumentar el rendimiento de sus empresas desde el 31,3 por ciento al 38,1 por ciento. En su conjunto, estos dos ámbitos territoriales, pero reducen su acumulación, acaparan desde el 84,7 por ciento al 76,5 por ciento. Si agregamos a estos valores los que aporta Japón, a pesar de su situación de crisis, entre los tres bloques mantienen una impresionante capacidad de concentración que se sitúa en el 83,5 por ciento mundial, aunque habiendo descendido desde el 94,8 por ciento de 1996. En este aspecto, hasta el momento la presencia de China todavía no ha mostrado su capacidad para modificar la situación de dominio tripolar.
Interrelacionando estos factores obtenemos distintos indicadores que permiten algunas interpretaciones de interés en el análisis de este proceso, lo que permite apuntar ciertas tendencias de cambio.
Por un lado, constatamos que estas empresas tienen una tendencia a aumentar su gigantismo individual, como muestra el Cuadro 4, en el que se refleja la media de empleo por empresa para los territorios que venimos analizando. En su conjunto se pasa de una media por empresa de 71 mil empleos directos a 106 mil. Los Estados Unidos, Europa y Rusia superaban los 100 mil en 2006; pero lo destacable era los casi 400 mil que correspondían a las empresas de Rusia en 1996 (que han descendido a 184 mil al final del periodo) pasando el relevo a China, con más de 300 mil empleados de media. El mayor volumen cuantitativo de empleo parece llevar aparejado un uso extensivo de la fuerza de trabajo.

Cuadro 4. Productividad aparente, beneficio y empleo en las 500 grandes empresas mundiales por agrupación de países en 1996 y 2006

Las mayores productividades aparentes (ingresos por empleo directo) corresponden en 1996 al conjunto de los países del sudeste asiático, con Japón a la cabeza, acompañado por Corea del Sur, India y resto del sudeste asiático, pero con la excepción de China. En todos ellos muy por encima de la productividad aparente que reflejan Estados Unidos y Europa.
Diez años más tarde Corea del Sur se situaba en cabeza en productividad, mientras que el resto del conjunto asiático pierde en valores absolutos, al tiempo que Europa y en menor medida Estados Unidos, incrementan notablemente el factor productividad. China acompaña la tendencia a la baja de la productividad asiática, por cuanto desciende al valor más bajo de todos los conjuntos territoriales mundiales. Un caso particular es el representado por el área del Próximo Oriente por su vinculación al petróleo, pero se trata de una sola empresa.
En cuanto al indicador de beneficios por empleo, presenta una lógica totalmente distinta a lo visto hasta ahora. Oriente próximo, Australia y el resto de América (excluido Estados Unidos y Canadá) son los que mayor acumulación presentan por puesto de trabajo directo sobre la base de fuertes incrementos desde 1996. En su conjunto, el resto de territorios que aportan grandes empresas multinacionales, incrementan sus beneficios por empleo, a excepción de China, donde el valor añadido por sus empleados se mantienen en cotas muy bajas, de 8 mil dólares por empleo, frente a una media mundial de casi 29 mil dólares.
Ante el conjunto de estas magnitudes queda abierta la cuestión de lo que pueda suceder con China, por cuanto presenta un importante margen para incrementar su productividad, que debería reflejarse en incrementos del valor añadido y de los beneficios por empleo. Lo interesante será observar en qué proporción su evolución se apoya en la innovación técnica y en qué medida en la reducción de empleo. En el caso de que los incrementos de productividad se apoyasen a su vez sobre las mismas magnitud de empleo, asistiríamos a una espectacular expansión en su paso a nueva potencia económica mundial. Si, por lo contrario, se mantienen el modelo de explotación extensiva de su fuerza de trabajo con un crecimiento débil en su productividad, podría quedar alejada o reducida a un papel secundario como centro decisional a escala mundial.
Si nos acercamos algo más a la estructura de los Estados, el Cuadro 5 y la Figura 6 matizan en cierto grado la estructura territorial mundial. Estados Unidos es la mayor potencia en empresas multinacionales (162) casi triplicando a su inmediato seguidor en 2006, que es Japón, con 67 empresas (del que hemos visto que había descendido notablemente desde las 126 que aportaba en 1996). Francia (de 42 a 38), Alemania (de 41 a 37) y Reino Unido (de 34 a 33), les siguen en esta ranking. Como observamos, todos ellos han descendido ligeramente en su presencia dentro de este bloque dominante, pero se mantienen por encima de las 30 empresas por Estado. El crecimiento más espectacular lo presenta China que sitúa 24 empresas frente a las 3 (5)[8] que tenían en 1996. Canadá es otro estado con un incremento sustancial en su presencia, de seis a 16 lo que la sitúa en la séptima posición, seguido por Corea del sur, Holanda, Suiza e Italia con más de 10.

Cuadro 5. Distribución de las 500 grandes empresas mundiales por países en 1996 y 2006

Figura 6. Localización por países de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por número de empresas en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)
El listado de países se completa hasta la cifra de 31 en 2006, frente a los 26 que participaban diez años antes. Podríamos decir que el vacío dejado especialmente por las 59 empresas japonesas desaparecidas ha permitido incorporarse a este selecto grupo a siete nuevos estados, aun cuando con 1 o 2 empresas; todos ellos ubicados en Europa o sudeste asiático, con la extensión de Arabia Saudita. Sólo Venezuela pierde la única presencia que tenía en 1996[9].
Este nivel de desglose nacional en sentido estricto, por debajo de los bloques territoriales que antes hemos establecido, es importante desde la perspectiva de la relación entre poder político y poder económico, por cuanto la importancia de esta vinculación, que hemos planteado con anterioridad, se corresponderá con la capacidad de influencia internacional. El paso de los bloques territoriales a los estados nacionales pone de manifiesto la debilidad que conlleva la dispersión por naciones, como es el caso de Europa y, especialmente, de la Unión Europea. Es decir, si como conjunto territorial Europa supera en empresas multinacionales a los Estados Unidos, por lo que hace al poder real derivado de la imbricación poder económico-poder político se ve fuertemente disminuido por el fraccionamiento de la voz política entre tantos estados como la forman. Las empresas estadounidenses tienen un interlocutor único –que a su vez es un único avalador internacional – en el Departamento de Estado, lo mismo que sucede con Japón, o lo que sucederá con China, mientras que el bloque europeo se fragmenta a través de cada uno de sus Ministerios de Asuntos Exteriores y de sus políticas exteriores, que atenderán cada una de ellas a defender sus intereses individuales (nacionales), sin potenciar una política común que pueda corresponderse con su potencial económico conjunto.
Conviene resaltar como último aspecto del papel por países, que el conjunto que ha dado en denominarse BRIC[10] (que engloba a aquellos grandes estados que se considera que pasarán a ocupar un papel relevante en el nuevo orden económico mundial por su potencial de crecimiento), ha evolucionando, en términos de incremento de su participación en el poder empresarial mundial, más lentamente que el papel que se les atribuye cara al futuro. En su conjunto han pasado de 10/12 a 39 empresas (el 7,8% en 2006), pero fundamentalmente gracias a la expansión de China (de 3/5[11] a 24), ya que los tres países restantes sólo han crecido de 7 a 15 empresas.
El poder territorial en el interior de los estados[12]
Siguiendo con el análisis de la articulación territorial del poder de estas empresas, nos interesa ahora poner la atención en la ubicación especifica de la sede social central y, por tanto, del centro de poder absoluto dentro de cada unidad nacional[13].
En cuanto al origen de la localización de las sedes centrales, podemos constatar que el hecho metropolitano aparece como causa y como efecto. Como efecto sobre la metropolización en la medida en que la localización inicial de ciertas empresas constituyó uno de los motores del crecimiento de los núcleos en los que se habían localizado, generando economías de urbanización a partir de la sucesión de interrelaciones entre economías de aglomeración, de concentración y de escala. Por tanto, una gran parte del crecimiento metropolitano de las ciudades que no son capital de Estado, responden al efecto de las implantaciones iniciales, y su posterior expansión, entre las que encontramos a muchas de las todavía dominantes. Sobre la base de este proceso, las condiciones de urbanización que se iban potenciando sirvieron como causa de nacimiento o implantación de nuevas empresas, que a su vez han alcanzado el liderazgo mundial que este grupo refleja. La expansión de los servicios, y muy especialmente la banca, han aprovechado las economías de urbanización en beneficio propio como base de su potenciación.
De esta forma, y siguiendo la misma base estadística para el año 2005[14], se pone de manifiesto de forma clara el papel de los centros metropolitanos como ámbitos territoriales de localización de las sedes, dado que representan casi el 87 por ciento (105) de los 121 ámbitos de concentración a escala mundial. Su importancia absoluta es todavía mayor por cuanto se ubican en ellas casi el 97 por ciento de empresas (483). Solamente un pequeño porcentaje de empresas (17,4%) no ha necesitado o no ha sido capaz de generar una dinámica de metropolización[15].
Ahora bien, si la metrópolis encarna el lugar idóneo de localización de las sedes empresariales, no lo es el proceso inverso. No todo entorno metropolitano, o mejor sería decir aglomeración urbana, presenta las condiciones idóneas para la dinamización empresarial; significa que ni el contexto metropolitano concreto, ni el entorno externo de país habrán ofrecido las ventajas de localización que dan lugar a este tipo de empresas.
En resumen, como causa y/o como efecto realimenador, las condiciones metropolitanas aparecen con toda claridad como condición casi necesaria para el desarrollo de grandes corporaciones.
El factor metropolitano y, más concretamente, de concentración metropolitana, apunta hacia una nueva dimensión de la territorialidad del poder dentro de la escala nacional. En concreto, las regiones metropolitanas de Tokio (53), Nueva York (36)[16], París (36) y Londres (33), constituyen los cuatro centros territoriales principales de poder empresarial mundial[17]. Desde tan sólo estos cuatro centros se controla casi un tercio de la actividad de las grandes corporaciones. Las 18 siguientes regiones metropolitanas, con más de 5 empresas por aglomeración, representan aproximadamente otro tercio. Mientras que el último tercio se reparte entre las restantes 99 localizaciones. En volumen representa que, de los 50,5 millones de empleados que trabajan para estas empresas, casi 15 millones son controlados desde cuatro ciudades; así como el 32.7 por ciento de los ingresos (6.192.713 M$) y el 37 por ciento de los beneficios (450.000 M$)
A su vez, el factor metrópolis se refuerza en general a través del factor capitalidad. En efecto, de los 32 países representados en el ranking, en 24 (84%) la capital concentra la mayoría de sedes, de los cuales en 12 (38%) todas están ubicadas en la capital. Solamente en 3 (Canadá, Suiza y Australia) la capital del estado no localiza ninguna gran empresa, mientas que en otros 3 (Estados Unidos, Alemania y Brasil) la capital tiene una concentración minoritaria.
Observemos que en los casos en que no se da el efecto capitalidad sus procesos históricos han seguido pautas muy particulares. En ellos la ubicación de la capital ha obedecido a razones desvinculadas del papel económico y mucho más vinculada a razones de oportunidad política, como puede ser Brasilia o Berlín actualmente. En Estados Unidos, y también en Alemania, la dispersión territorial puede ser explicada, además de por su estructura federal, como en Suiza, por el proceso de expansión económica a lo largo del siglo XX.
Aun así, la localización de la sede central debe ser tomada como un punto de referencia relativo, y no absoluto, ya que lo verdaderamente significativo se sitúa en el ámbito de la territorialidad del accionariado, sea directamente a través de las vinculaciones externas de grupos presentes, o sea a través de la posición estratégica de algún grupo dominante de control entre el accionariado. En este sentido, las relaciones internas de poder entre los agentes empresariales son muy importantes y aportan casuísticas particulares para cada empresa. Un caso particular es el de la participación directa del sistema bancario, y cada vez más del financiero, sobre el sistema productivo, que conllevará que el tratamiento de la distribución territorial de los centros de decisión deba ser relativizada respecto a los propietarios últimos del capital. En particular desde los años 1980 han adquirido creciente protagonismo los fondos de capital riesgo (private equity) que se han convertido en el operador más activo del cambio en el mundo empresarial[18].

Estructura sectorial / territorial
Algunas de las cuestiones que podemos formular con relación a la estructura sectorial territorial de las grandes empresas multinacionales se centrarían en conocer a qué se dedican estas empresas; cuál es su campo de actuación; qué tipo de intereses empresarial-productivos las han llevado a la internacionalización de sus actividades; qué campos de actividad son los que tienden a la mundialización; qué papel desempeñan los mecanismos de división internacional del trabajo y de la producción en este proceso y, muy importante, cómo evolucionan estas características. Veamos cuáles son las respuestas a algunas de estas cuestiones.
Incremento en su poder global
La evolución a lo largo de estos diez años de los cuatro indicadores con los que estamos trabajando (Cuadro 6), y por comparación entre ellos, muestran que, sobre la base de un mismo número de empresas, los beneficios han crecido sustancialmente más con relación al incremento que representa su volumen de negocio valorado por los ingresos, y el conjunto del empleo directo que ocupan.

Cuadro 6. Distribución de las 500 grandes empresas mundiales según grandes grupos de actividad

Su incremento de poder económico empresarial se refleja en ese 278,2 por ciento de aumento de los beneficios con relación a sólo un 82,8 por ciento de incremento en los ingresos. También han aumentado en su tamaño como empleadores de fuerza de trabajo, aún cuando con un valor inferior del 49,1 por ciento.
Una primera característica relevante del papel de estas grandes empresas en el contexto económico general, a lo largo de este período de crecimiento económico generalizado, se refleja en su capacidad de acrecentar beneficio.
Sectores con atractivo multinacional
Cuando diferenciamos los distintos campos de actividad, la primera impresión que tenemos al observar el Cuadro 6, donde se presentan estas empresas reunidas bajo grandes epígrafes sectoriales, es la de que la publicitada terciarización de la sociedad avanzando hacia una sociedad postindustrial no queda reflejada de forma evidente para las grandes empresas mundiales, ni por número ni por sus indicadores de explotación empresarial. Las actividades que siempre se ha considerado como formando parte de la actividad industrial (industria más construcción) no sólo no pierden peso a lo largo de los diez años que estamos analizando sino que incrementa su presencia tanto cuantitativa como, digamos, cualitativa (ingresos, empleos, beneficios), llegando en 2006 a situarse prácticamente en el 50 por ciento de las empresas que forman este grupo selecto, en un proceso que durante estos diez años se presenta como creciente (del 45,2% al 49,8%).
La primera impresión que nos produce esta distribución equilibrada entre industria y servicios es la de que debemos relativizar, como hemos indicado, la idea de un avance global imparable hacia la sociedad postindustrial, en el sentido en que se ha venido promocionando desde ciertos cenáculos intelectuales vinculados a la promoción de la postmodernidad desde finales del siglo XX, según la cual la modernidad debe prescindir de la industria. Aquí, el territorio tendrá mucho que decir, por cuanto no es lo mismo extrapolar lo que sucede en algunos de ellos –los considerados desarrollados, sobre los que han basado los alegatos postmodernistas y postindustrializadores-, de lo que sucede a escala mundial, que es en el ámbito en el que se sitúan los datos que estamos tratando y en el que está funcionando la economía mundial.
Es cierto que, dentro del grupo que consideramos como industria, cabe distinguir entre la industria manufacturera y las actividades de base industrial situadas en los dos extremos del proceso productivo, es decir, la obtención de las primeras materias y la producción y distribución de energía y agua (las utilities). En el caso de las primeras materias, por el papel especulativo al que han estado sometidas durante estos años. Ello se refleja en que el número de empresas vinculadas a estas actividades aumenta en estos diez años de 34 a 49 empresas relacionadas con las primeras materias y el petróleo, y de 17 a 30 en las de producción y distribución energética y agua. Este incremento en su presencia lo hacen básicamente a expensas de la disminución en el ranking de las grandes empresas de servicios y, en menor grado, de la actividad manufacturera. El conjunto de los servicios desciende en 23 empresas, de 274 a 251, con lo que ven reducida su presencia del 54,8 por ciento al 50,2 por ciento en volumen de empresas, mientras que el sector industrial reduce ligeramente su presencia en 6 empresas, de 163 a 157, del 32,6 por ciento al 31,4 por ciento.
No obstante, el indicador por número de empresas conviene matizarlo por las tendencias en los valores de explotación empresarial.
Las actividades vinculadas a las primeras materias y petróleo, claramente ascendente en su presencia numérica, también muestran como los factores especulativos se han centrado en ellas en cuanto proporcionalmente aumenta tanto en sus ingresos como en sus beneficios (en 2006 estas empresas, que representan en número el 9,8 por ciento, concentran en 15,2 por ciento de los ingresos y el 19 por ciento de los beneficios). Por su parte, las empresas de energía y agua, que aumentan considerablemente en numero, hasta el 6 por ciento, no alcanzan esta proporción ni en ingresos ni en beneficios ( 5% y 6% respectivamente) mientras son más intensivas en trabajo (6,8%).
El ligero descenso del número de empresas manufactureras viene acompañado de descensos proporcionalmente mayores en ingresos y beneficios (del 31,4% en empresas al 28,6 de los ingresos y el 24,3% en beneficios). Por su parte los servicios mantienen una proporción ligeramente inferior en ingresos y beneficios mientras que, junto a la construcción, son sectores que tiene una proporción superior de empleo, indicador de una cierta diferencia con inferior productividad aparente.
Esta visión sectorial global muestra matices internos en cuanto la descomponemos combinando diferencias sectoriales y diferencias territoriales.
Cambios internos de la estructura sectorial
Al desagregar por actividades más específicas los procesos de crecimiento-decrecimiento que reflejaban los grandes sectores ahora se diluyen en matices intrasectoriales (Cuadro 7). Podemos distinguir cuatro grandes bloques de tendencia.

Cuadro 7. Distribución de las 500 grandes empresas mundiales según actividad
Por un lado, aquellas actividades que han aumentado claramente su presencia, en el que se inscriben 3 ámbitos de actividad. Por un lado, como acabamos de señalar, las dos actividades más expansivas en su presencia dentro del grupo de las 500 grandes empresas han sido Minería y el Petróleo con 15 empresas, y Energía y Agua con 13 empresas. Junto a ellas aparece una importante penetración del sector Sanitario, que incrementa su presencia en 11 empresas.
En el extremo opuesto, es interesante observar como pierden más de 10 empresas actividades de servicios tan significativas como Banca y Ahorro, Seguros y Comercio mayorista. Y en menor grado, Alimentación-Distribución e Industrias diversas.
Un tercer bloque, y en su conjunto el mayoritario, viene representado por aquellas actividades cuya presencia podemos considerar que se mantiene constante, pues variaciones de +/- 3 empresas no podemos considerar que sean significativas de ningún tipo de tendencia. Dentro de este grupo se hallan todas las actividades industriales manufactureras, la construcción y servicios tanto ligados a los servicios públicos como al ocio.
Por último, debemos considerar aquellas actividades que estaban ausentes, o prácticamente ausentes (con una empresa) en 1996 y que incrementan su presencia. Se trata sobre todo de actividades vinculadas a las nuevas tecnologías, tanto en su vertiente industrial (Semiconductores y otros componentes electrónicos) como a los servicios (Servicios informáticos y Software, y Otros servicios a la producción). Junto a ellos también observamos una mayor presencia de las Navieras.
Deberemos esperar a introducir la variable territorial para interpretar mejor las tendencias generales que acabamos de señalar por actividades.
La distribución territorial de la actividad
El análisis de los cambios por actividad ha dejado abiertas algunas incógnitas que podrán ser interpretadas al filtrarlas por la variable territorio.
El Cuadro 8, donde se ha recogido la distribución de las sedes territoriales de las diversas actividades, según número de empresas y según volumen de negocio, nos muestra diferencias importantes en el papel que cada territorio está jugando sobre el dominio de ámbitos de producción económica con significado técnico, económico y político distinto.

Cuadro 8. Distribución territorial de la actividad de las 500 grandes empresas mundiales en 2006

Aun cuando Estados Unidos y Europa están presentes en casi todos los ámbitos de actividad, aportan pesos significativamente distintos en algunos sectores estratégicos. Lo que diferencia a Estados Unidos, más allá de representar un sustantivo tercio de las empresas y del volumen de negocios sobre el total mundial, es su papel relevante en los sectores más estratégicos como son los Servicios informáticos y Software (control del 100%); Aeroespacial y Defensa; Servicios a la producción; Equipos informáticos y, en las actividades logísticas (Correos y Paquetería). Mientras que su presencia es menor o nula en las actividades de orden industrial más maduras (sin presencia en Navieras y Material de construcción y escasa en Metal). Lo que es interesante señalar es el papel inverso que tiene en actividades auxiliares financieras (Brokers), donde acapara más de 90 por ciento del negocio, frente a la limitada presencia de la Banca y Ahorro. Otras actividades con fuerte presencia son aquellas relacionadas con su modelo social, significativamente distinto al europeo, como se muestra en el peso que tiene el sector sanitario (en una sociedad donde la Seguridad Social publica es muy débil y debe recurrirse a la sanidad privada), y en las Cadenas comerciales o el Ocio.
Como hemos indicado, Europa muestra su presencia en casi todos los ámbitos, así como un volumen ligeramente superior a Estados Unidos, tanto en número de empresas como en volumen de negocio, pero mostrando una debilidad relativa en los sectores más estratégicos de la innovación, ya que no tiene presencia precisamente en Servicios informáticos y Software; Equipos informáticos, ni en Semiconductores. En contrapartida su potencia se manifiesta en la Banca y Ahorro y en Redes y equipos de comunicación, así como en Seguros, a la vez que en actividades maduras como Materiales de construcción y Navieras entre otras.
Japón, que en el año 2006 había descendido en su participación hasta el 13,4 por ciento de empresas y 11,5 por ciento de ingresos (desde el 25,2% y 29% respectivamente en 1996), continua manteniendo su potencia en Electrónica, Equipos informáticos o en el Comercio mayorista.
Corea del Sur, a pesar de su menor peso de conjunto (sobre el 3%), está presente en actividades vinculadas especialmente a la producción industrial, lo mismo que ocurre con China. Las empresas procedentes del resto del mundo, que representan el 10 por ciento de las empresas, sólo alcanzan a producir el 6,3 por ciento del volumen de negocio, sin presencia en numerosos sectores, ni en los estratégicos.
Si acudimos al Cuadro 9, que representa la variación del número de empresas por territorios entre 1996 y 2006 vinculadas a su actividad, nos ayudará a comprender aquellos cambios por actividad que habíamos dejado pendientes de interpretar, al tiempo que refleja ciertas transformaciones estructurales territoriales.

Cuadro 9. Variación territorial de la actividad de las 500 grandes empresas mundiales entre 1996 y 2006

El hecho más significativo es el notable descenso de empresas japonesas, que como sabemos pierde 59 de las 126 que aportaba en 1996, lo que reduce en 67 su presencia en 2006. Este descenso tiene su claro reflejó en los descensos globales en las actividades de Comercio mayorista, que de las 13 desaparecen del ranking 8 son japonesas. Lo mismo ocurre con los Seguros, donde igualmente Japón pierde 8 empresas. Algo más importante es el papel de Japón en el descenso de la Banca y Ahorro ya que son 12 las empresas japonesas que pierden su presencia en el ranking. El vacío dejado por Japón es aprovechado especialmente por China y Canadá, que incorporan respectivamente 19 y 10 empresas al selecto grupo de las 500. También Europa participa de esta reestructuración al incorporar 7 nuevas empresas, mientras que el resto de los territorios mundiales lo hace en un volumen de 23 empresas.
Estados Unidos se refuerza en los sectores Sanitario (10), Comercial minorista (5) y Energía y Agua (5).Mientras que pierde su mayor volumen de participación en el sector de las Telecomunicaciones (-7). Europa, por su parte, incrementa su peso en Energía y Agua (8), Minería y Petróleo (5) y Construcción e Ingeniería (4) y retrocede en Banca (-6) y Seguros (-5). Del resto del mundo cabe destacar el aumento de Seguros (3) en Canadá; también 3 nuevas empresas de telecomunicación en Corea del sur; así como también 3 nuevas empresas en cada uno de los sectores de Minería y Petróleo, Construcción e Ingeniería y Banca por parte de China; 4 empresas en Minería y Petróleo en India y 3 empresas en Banca en Australia. Por su parte, Rusia sólo incrementa su presencia en Minería y Petróleo, con 3 empresas.
En resumen, se observa cierta reestructuración interna en los tres bloques clásicamente dominantes representados por Estados Unidos, Europa y al mismo tiempo un fuerte descenso de Japón. La abertura hacia el resto de territorios mundiales es lenta, con la excepción de la mayor aceleración de China (+19), aun cuando ausente de las actividades estratégicas tecnológicas.

La componente empresarial
Hasta aquí hemos tratado a estas empresas como un todo estructural, tanto desde la vertiente territorial -por países y supraconjuntos estatales- como por sectores de actividad. Es el momento de acercarse al nivel de la empresa para analizar con mayor profundidad algunas de sus características individualizadas. Es importante descender a este nivel, dado que son las empresas las que actúan sobre el territorio y en los contextos económicos productivos. Al mismo tiempo, es desde cada uno de sus centros de poder desde donde se toman las decisiones que afectarán a las personas y a los territorios. También nos permitirá damos cuenta de las magnitudes de su poder individual y, por consiguiente, de su elevada capacidad de intervención socioeconómica y territorial.
Como media, el Cuadro 10 nos muestra que las estudiadas en este trabajo son empresas que en 2006 facturaban 41.801 M$ (frente a 22.868 M$ en 1996, a precios corrientes). Tienen también como media una plantilla de 105.675 trabajadores directos, lo cual representa un importante incremento de volumen desde los 70.880 de 1996. También los índices de beneficios se han incrementado notablemente, al pasar de 809 a 3.058 M$ de media por empresa.

Cuadro 10. Valores medios por empresa según la actividad de las 500 grandes empresas mundiales entre 1996 y 2006

El mismo Cuadro 10 permite observar como existen diferencias importantes en estos volúmenes medios según los sectores de actividad. Así en ingresos, para 2006, se oscilará entre un máximo de 64.775 M$ de media de las actividades de Minería y Petróleo y un mínimo de 19.247 M$ para las Industrias diversas. En empleo, y para el mismo año 2006, las actividades de Ocio son las que, como media, ocupan por empresa mayor número de trabajadores (285.693) y en el extremo inferior Otros servicios a la producción con 33.500. Los beneficios también son dispares, situándose el nivel medio superior en los 6.118 M$ de las actividades de Farmacia y Cosmética, mientras nuevamente Otros servicios a la producción presentan el menor volumen de beneficios con 582 M$.
Empresas significativas
Pasando de los valores medios a los de empresas concretas se presentan los Cuadros 11, 12 y 13, que recogen las 20 mayores empresas por ingresos, empleo y beneficio respectivamente.

Cuadro 11. Las 20 mayores empresas mundiales por ingresos en 2006
Cuadro 12. Las 20 mayores empresas mundiales por empleo en 2006
Cuadro 13. 20 mayores empresas mundiales por beneficios en 2006
La mayor empresa por ingresos y por empleo es Wal-Mart Stores, la mayor cadena de comercialización minorista estadounidense, que opera en 13 países (Centro y Sur América, Japón y China). Comparándola con el PIB por países, por su volumen de ingresos se situaría en 2006 en la posición 26, detrás de Noruega. Su volumen de empleo ha alcanzado la espectacular cifra de 1,9 millones de empleados. No obstante en beneficios se aleja que estas primeras posiciones hasta la 24. Por su parte la empresa con más beneficios era, en 2006, Exxon Mobil, con 39.500 M$.
En los últimos años, hasta que en 2006 fue desbancada por Wal-Mart Stores, la primera empresa por volumen de negocios era la citada petrolera estadounidense Exxon Mobil, que ahora ocupa la segunda posición. Le siguen dos petroleras más, Royal Dutch Shell (Holanda) y Brithis Petroleum (Reino Unido). La quinta y sexta posiciones corresponden a dos fabricantes de vehículos automóviles: General Motors (Estados Unidos) yToyota (Japón). Empresas de estos dos sectores copan los puestos hasta el 11, donde aparece la primera entidad financiera, General Electric (EEUU). En el puesto número 13 se sitúa la compañía de seguros holandesaING Group, a la que le sigue la banca norteamericana Citigroup. En resumen, a excepción del minorista Wal-Mart Stores, los 20 primeros puestos son ocupados exclusivamente por empresas de estos cuatro sectores: Petróleo, Industria automovilística, Financieras y Banca, y Seguros. El menor volumen de negocio por empresa en estas 500 se sitúa en los 14.880 M$, que son los alcanzados por la canadiense del sector aeroespacialBombardier. En la comparación con el PIB por países, a pesar de ser la menor empresa, la situaría en la posición 95, detrás de Estonia.
En relación a 1996 observamos importantes cambios. Por ejemplo, el retroceso de las compañías automovilística norteamericanas; el ascenso de las compañías petrolíferas; así como el ascenso de Banca y Seguros; o la incorporación de China a este nivel. En conjunto, solamente dos empresas no estaban presentes ya en la lista de 1996.
En volumen de empleo las diferencias son más dispares. Por encima del millón de empleados encontramos la citada Wal-Mart Stores (1,9 M) y dos empresas chinas: State Grid (1,5 M), del sector de la Energía y China National Petroleum con 1,1 millones de empleados.
En el extremo opuesto, la holandesa GasTerra (Energía) declara únicamente 169 empleos, mientras que los penúltimos puestos corresponden a las coreanas S-Oil con 2.348 (Refino de petróleo) y SK Networks con 2.559 empleos (Comercio mayorista).
Comparando con 1996, los cambios en la estructura dominante del empleo son importantes. Casi la mitad de las empresas (9) no formaban parten del ranking de las 500 en 1996. China muestra un salto cuantitativo por cuanto son 5 empresas las que dominan por su volumen de empleo. Sectorialmente, es interesante observar la diversidad de actividades que forma el grupo de las nuevas incorporadas: Petróleo, Energía, Banca, Ocio, Telecomunicaciones, Electrónica y Comercio minorista.
Por volumen absoluto de beneficios, el sector Petrolero acapara 9 de los 20 primeros puestos, con Exxon Mobil ocupando la primera posición (39.500 M$). El conjunto de la Banca y actividades Financieras ocupa 5 plazas, con Citigroup a la cabeza de este sector en el quinto puesto general (21.538 M$). El resto de actividades entre las 20 con mayor volumen de beneficios, corresponden a las aerolíneas estadounidenses UAL (3ª posición); la rusa energética Gazprom (8ª); a Pfizer, farmacéutica norteamericana (9ª), mientras que el primer representante de sector del automóvil en beneficios es la japonesa Toyota Motor (15ª). Les sigue en el puesto 16 la compañía de seguros norteamericana American International Group. Y por fin, en el lugar 20, consiguió situarse la norteamericana Microsoft como primera compañía mundial de software.
En este capítulo no todos son beneficios, ya que 17 empresas declaran pérdidas en 2006, siendo el fabricante de automóviles estadounidense Ford Motor el que presenta las mayores pérdidas de las 500 (-12.613 M$).
También por beneficios se han introducido importantes cambios con relación a 1996. Se incorporan 5 empresas que no estaban presentes en el ranking de 1996: 3 norteamericanas, 1 rusa y otra china. Sólo 7 empresas se mantienen como mayores productoras de beneficios y las 8 restantes proceden de posiciones muy inferiores en el primer momento considerado.
Continuidad y cambio en el poder empresarial mundial
Esta cúpula del poder empresarial que forman las 500 empresas, puede considerarse que ha sufrido cambios importantes en su composición (Cuadro 14), por cuanto en sólo diez años casi la mitad de las empresas (236 que representan el 47,2%) que estaban presentes en 1996, han sido desplazadas por nuevas empresas, permaneciendo 264 (52,8%) con continuidad temporal de su poder empresarial mundial hegemónico.

Cuadro 14. Continuidad y cambio por sectores en la presencia de las 500 mayores empresas mundiales entre 1996 y 2006
El proceso de cambio presenta tres componentes principales. Por un lado la componente empresarial, aquella vinculada a las dinámicas de cada empresa, que las lleva a desarrollar velocidades distintas de crecimiento o decrecimiento, con lo que pueden ser superadas por otras más dinámicas que las desplazan de su posibilidad de permanecer dentro del bloque de las 500. Se trataría, por tanto, de cambios vinculados a la lógica empresarial en sí misma. Forman parte de este mismo proceso las prácticas de concentración y absorción interempresarial, que analizaremos más adelante.
Un segundo proceso corresponde a la componente sectorial, aspecto vinculado a la dinámica de las distintas actividades, donde son las dinámicas de cada tipo de actividad las que evolucionan a velocidades distintas, al tiempo que aparece nuevas actividades que les permiten incorporarse al ranking, como ha sido el caso en estos años de los Servicios informáticos y software.
Un tercer factor lo conforma la componente territorial, la cual aparece relacionada con dinámicas territoriales diferenciadas que influyen sobre toda la actividad contenida en su territorio, sea de expansión o de recesión. En este caso China sería uno de los ejemplos de crecimiento y Japón, por el contrario, de crisis nacional, que ha afectado a su estructura empresarial, lo que le ha llevado a las importantes pérdidas de presencia en el bloque dominante que ya conocemos.
Algunos de los cambios relacionados con la dinámica de cada una de las empresas los hemos mostrado en el apartado anterior, por lo que aquí nos limitaremos a los factores sectoriales y territoriales.
Desde la perspectiva de la incidencia sectorial (Cuadro 14), podemos considerar tres situaciones. Aquella en que todas las empresas de un sector que estaban presentes en 1996 se mantienen en 2006. Se trata de Redes y Equipos de comunicación, Semiconductores y otros componentes electrónicos y Sanitarios. A su vez, son campos que todos ellos han visto incrementada su presencia en el ranking, especialmente el Sanitario que ha pasado de 3 a 14 empresas.
En el extremo opuesto, tenemos cuatro sectores que, por un lado tenían poca presencia en 1966, y en los que no se mantiene ninguna de sus empresas (Navieras, Otros servicios a la producción y Servicios diversos); y por otro porque no había ninguna empresa presente al inicio del período, como es el caso de Servicios informáticos y software.
Entre estos extremos se produce una gradación de continuidad, desde Correos y Paquetería, que mantienen 87,5 por ciento de sus empresas de 1996 al tiempo que se incorporan 2 nuevas empresas, y, en el extremo opuesto, Construcción e Ingeniería, donde de las 13 empresas de 2002 sólo 3 se mantenía, lo que representa un 25 por ciento. En cualquier caso, del total de los 32 sectores en los que hemos subdividido las actividades, 18 mantienen una continuidad superior al 50 por ciento de las empresas que estaban presentes en 1996.
La continuidad a través de la variable territorial -sobre la base de la unidad país- (Cuadro 15), muestran por su parte, un comportamiento más extremo entre el grupo de los que mantienen el cien por cien de sus empresas presentes en 1966 (7 territorios) y, en el extremo opuesto, 11 países sin empresas con continuidad, de los cuales 4 mantienen su presencia como territorio, pero con nuevas empresas, y 7 no formaban parte del ranking de las 500 al inicio del período de análisis. Sólo hay un caso de país –Venezuela- que pierde la presencia de su única empresa en 1996.

Cuadro 15. Continuidad y cambio por países en la presencia de las 500 mayores empresas mundiales entre 1996 y 2006
El primer grupo, los que mantienen sus empresas, son países con poco peso: Manteniendo el mismo número de empresas encontramos a Noruega (2), Malasia (1) y Turquía (1), y con aumento de presencia de Australia (de 5 a 8), México (de 1 a 5) e India (de 1 a 6). La excepción es el avance de China, que de las 3/5 que tenía, y que se mantienen, efectúa un salto hasta las 24 que están presentes en 2006.
En el conjunto de los países que manifiestan una continuidad empresarial por encima del 50 por ciento encontramos a los más importantes: EEUU, Francia, Alemania o Suiza (en total 11 países). Mientras que entre los que se sitúan con una continuidad inferior al 50 por ciento cabe destacar Japón, que solo mantiene el 38,9 por ciento de las 126 empresas que tenía en 1996, aún cuando representan el 73,1 por ciento de las 67 que aporta este país al ranking en 2006. También el Reino Unido se sitúa por debajo de la barrera del 50 por ciento, con un 44,4 por ciento.
Estas cifras, válidas en su conjunto, deben ser matizadas por otro de los procesos de cambio que observamos en el período, caracterizado por grandes fusiones y compras de empresas.
Un periodo de grandes fusiones y compras de empresas
El Cuadro 16 muestra que 39 de las empresas (7,8 %) presentes en el arranque de 1996 se han visto afectadas por procesos de reestructuración empresarial de la propiedad, lo que afecta a 31 empresas (6,2%) del ranking de 2006.

Cuadro 16. Presencia de empresas españolas e Iberoamericanas entre las 500 mayores empresas mundiales en 1996 y en 2006
Ello significa que algunas de las empresas que no presentan continuidad se debe a que forman parte de fusiones entre empresas que formaban parte del ranking en 1996. De esta forma, 25 empresas de 1996 han quedado reducidas a 12 en 2006. Ello significa que han dejado 13 puestos libres para que pudiesen incorporarse nuevas empresas. En 4 casos, a pesar de haberse producido fusiones desde el punto de vista del control empresarial se han mantenido como empresas de gestión independiente dentro del ranking.
Una vía para incrementar el volumen de los factores empresariales en 10 casos lo ha sido absorber empresas externas, así como tenemos constancia de 5 empresas que se han incorporado al ranking después de haber sufrido procesos de fusión que les ha posibilitado alcanzar volúmenes suficientes para su incorporación.
Esta dinámica de concentración tiene una clara incidencia sobre el poder absoluto de las empresas. Se explicarían así algunos de los importantes crecimientos de ciertas empresas que constatamos dentro de nuestro grupo de análisis, por la vía de incrementar su potencial como gran empresa.
Las empresas españolas e iberoamericanas en la estructura de poder mundial
Parece interesante considerar aisladamente el grupo de empresas españolas e iberoamericanas presentes en ranking de las 500 grandes empresas mundiales, lo que se refleja en el Cuadro 17.

Cuadro 17. Período de grandes fusiones empresariales a partir de 1996 entre las grandes empresas mundiales

En su conjunto, muestran su limitado potencial empresarial en esta competencia a escala mundial ya que en 1996 sólo 6 empresas iberoamericanas y 5 españolas estaban presentes. A lo largo de estos diez años se observa un ligero incremento en su presencia al pasar a 10 empresas iberoamericanas y 9 españolas.
De hecho la presencia iberoamericana sólo se produce a través de dos países: Brasil, que mantiene 5 empresas y México, que pasa de 1 a 5. Mientras que desaparece la única empresa venezolana presente en 1996.
Para el caso español, 4 de las empresas de 1996 mantienen su presencia mientras que se incorporan 5 nuevas empresas. En estos diez años en España se ha vivido un fuerte proceso de privatización de las empresas nacionales, que en 1996 se reunían como holding formando el grupo TENEO, que ocupaba la posición 184 en 1996 y que en 2006 se había desmembrado.

La significación del poder empresarial
El objetivo fundamental de este trabajo ha sido analizar la concentración de poder sobre la economía mundial por parte de un número proporcionalmente pequeño de empresas, agrupadas bajo la creciente dinámica de expansión de las que se constituyen como empresas multinacionales. Se ha efectuado este análisis sobre la base de considerar la presencia, poder y magnitud de las 500 mayores empresas mundiales.
Las tres variables significativas aplicadas han sido: las características de las propias empresas, su posición sectorial y su posición territorial. El análisis siguiendo estos tres vectores nos ha permitido discriminar tendencias en los que cada uno de ellos aportaba elementos de interpretación del proceso seguido durante estos diez años, entre 1996 y 2006, que ayudasen a explicar los cambios y la situación al final del período. Como conclusión, puede ser oportuno presentar una síntesis esquemática de las valoraciones más significativos que se han podido alcanzar a través del análisis de este grupo empresarial siguiendo estos tres vectores de discriminación interna.
La síntesis esquemática de los resultados es la que sigue:
Empresas y territorio mundial
·  El poder de las 500 mayores empresas mundiales se acrecienta en términos absolutos: incrementa su volumen de empleo en un 49 por ciento, de los ingresos en un 83 por ciento y, sobre todo, de los beneficios en un 278 por ciento.
·  En número de empresas de Europa aumenta su presencia de 34,2 por ciento a 35,6 por ciento. EEUU mantienen sus posiciones 32,4 por ciento y aumento de Canadá del 1,2 por ciento al 3,2 por ciento.
·  El Sudeste asiático en su conjunto pierde volumen (29,4% a 24%) pero con un cambio importante en la distribución interna, dada la importante pérdida de presencia de Japón, que pasa del 25,2 por ciento al 13 por ciento. El resto del Sudeste asiático en su conjunto es la zona de mayor crecimiento del 4,2 por ciento a 10,6 por ciento.
·  En este incremento destaca la mayor presencia de China del 1 por ciento al 4,8 por ciento.
·  El resto del mundo mantiene una presencia marginal, por cuanto sólo pasa del 2,8 por ciento al 4,8 por ciento.
·  De los países que han dado en asociarse bajo el acrónimo BRIC, como sinónimo de nuevos países con expectativas de fuerte potencial de crecimiento, solo China está penetrado significativamente entre las empresas dominantes.
Por sectores de actividad
·  La creciente presencia de las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) se refleja en la entrada o crecimiento de actividades de base industrial como: –Equipos informáticos y Material de oficina; Electrónica y Equipos eléctricos; Redes y equipos comunicación; y Semiconductores y otros componentes electrónicos.
·  Dentro del periodo considerado, entran a formar parte del ranking de empresas las de servicios vinculadas a las TIC: Servicios informático y Software y Servicios a las empresas. Por ejemplo, Microsoft alcanza a penetrar en el ranking en 1997.
·  En el ámbito de las grandes empresas multinacionales no se constata ningún proceso de desindustrialización, incluso aumentan ligeramente las empresas industriales a costa de los servicios. En su conjunto se presentan como dos bloques muy similares en magnitudes absolutas. Podemos interpretarlo como un signo de que a escala mundo como un todo, la producción industrial constituye una base tan importante y necesaria como los servicios en la articulación económica global.
·  La base fundamental de los servicios lo constituyen la Banca, los Seguros y el Comercio en general, aun cuando han pedio presencia empresarial en estos años.
Desde la perspectiva empresarial
·  Importante renovación empresarial en la cúpula, ya que casi el 50 por ciento de las empresas de 1996 han sido reemplazadas en el ranking a lo largo de estos 10 años.
·  La importancia de estas empresas se manifiesta en sus magnitudes absolutas, por ejemplo, en cuanto al empleo que movilizan: Como ocupación directa, la dimensión media de empleos por empresa es de 106.000 empleados. Por empresas, en 3 empresas se supera el millón de empleos directos con un máximo 1.900.000, y en otras 12 empresas ocupan más de 400.000.
·  En valores relacionados con su cifra de negocio, sus ingresos como conjunto se sitúan cerca del equivalente a la mitad del PIB mundial, y cerca del que suman Estados Unidos y la Unión Europea.
·  Ha sido un período con importantes procesos de fusión y concentración empresarial, reforzando la dimensión y el poder de las empresas.
Con relación al poder de estas empresas
·  Desde la perspectiva de su poder como bloque, estos 10 años aparecen como años de consolidación de la tendencia a la concentración de poder por parte de las grandes empresas multinacionales. Tanto de la potencia individual de cada empresa como de concentración interempresarial.
·  Derivado de ello, y considerando que éste ha sido un periodo en el que se ha extendido la externalización en la organización empresarial, podemos presuponer una multiplicación de poder indirecto por esta vía. Podríamos situar en unos 150 millones de personas las ocupadas por estas 500 empresas: directamente 53 millones y unos 100 millones indirectos o externalizados.
·  Junto a ello podemos considerar el poder derivado de la capacidad de compra y de la incidencia en los procesos de comercialización por parte de las actividades comerciales en sentido estricto.
·  Y también el papel vinculado a su función como intermediarios y gestores de los recursos de capital circulantes en los mercados financieros.
·  Territorialmente se aprecia una tendencia, más que un cambio, a la incorporación del Sudeste asiático, sobre el balanceo desde Japón hacia China, con una presencia estable de Corea del sur.
·  Por su parte, Estados Unidos y Europa han mantenido, y hasta aumentado, su presencia a la altura de 2006.
En resumen, parece claramente evidente que por encima de los Estados se aprecia la existencia de un poder económico impresionante en muy pocas manos. Aquellas que deciden, y desde donde influyen, a partir de sólo 500 centros de empresarial mundial. Mediante su papel económico, que manejan con la flexibilidad y la celeridad que les permiten sus decisiones privadas, sin estar sometidas a control ni negociación democrática alguna, disponen de una enorme capacidad para incidir sobre todos los demás ámbitos del sistema social. En primer lugar sobre la propia economía mundial, y simultáneamente, sobre la política, sobre la cultura o, directa o indirectamente, sobre lo militar.[19]
En su dimensión multinacional, en tanto asumen el espacio mundial como única unidad estratégica territorial, se sitúan y actúan sobrepasando con comodidad la escala territorial de los estados. Estados que, si son democráticos, han de ser por, su forma de organización social, mucho más lentos en la toma de decisiones. Al tiempo que con grandes dificultades para asumir decisiones interestatales que puedan competir a la misma escala, y a la misma velocidad, con la que actúan estas empresas. Cuando los estados actúan bajo un régimen autoritario, su propio aislamiento les priva también de capacidad para establecer relaciones y actuaciones interestatales en caso de que pretendiesen contrarrestar estas estrategias empresariales.
La internacionalización, la mundialización y la globalización han sido los estadios de avance y conquista introducidos como punta de lanza por estas empresas de acuerdo con su capacidad de articulación como instituciones, por un lado, y, por otro, sobre la configuración del espacio único mundial como campo de estrategia y como campo de actuación: de obtención de primeras materias, de producción dividida, de distribución y de comercialización, así como de financiación y especulación monetaria[20].
El límite de la internacionalización ha sido la mundialización, cuando la internacionalización ha topado con los confines del espacio geográfico de nuestro mundo.
Alcanzada esta escala territorial límite, observamos que las actuaciones que toman el mundo como unidad territorial estratégica se diferencian según dos objetivos. Un objetivo es el de la estandarización, por la cual están interesadas estas empresas tanto en su dimensión organizativa interna como en cuanto mercado para muchos de sus productos. Esta dimensión es la que podríamos asimilar al concepto de globalización. Así, lo que distinguiría la globalización de la mundialización[21] sería que la globalización conlleva la propuesta de estandarización a escala mundial, es decir, que no se trata sólo de establecer relaciones internacionales entre cualquier territorio, o de tomar al mundo como escala estratégica en la toma de decisiones, sino de avanzar hacia códigos comunes de conducta, de normativas y de actuación que eliminen las diferencias territoriales[22].
Pero, paralelamente, debe “evitarse” la estandarización o uniformización territorial absoluta. Deben quedar territorios diferenciados, sobre los cuales poder aplicar los principios de la división social y jerárquica. En unos casos como reacción desde “los territorios” para defenderse de la estandarización. En otros, serán las propias empresas multinacionales las interesadas en mantener diferencias socioterritoriales que les permitan aprovechar desigualdades en los niveles de vida -y de los correspondientes salarios-, para exprimir de ellos su fuerza de trabajo o sus materias primas[23]. Pensemos que la localización diferenciada de las distintas establecimientos o unidades productivas de estas empresas se aprovechan de las ventajas comparativas y de las ventajas competitivas de cada territorio, es decir, de la heterogeneidad. Un mundo socialmente homogéneo, con igualdades de renta, salarios y cualificaciones, se constituiría exclusivamente como un mercado, únicamente diferenciado por el número de habitantes, pero no en territorios socioeconómicos a explotar diferenciadamente. 
Como conclusión puede afirmarse que las empresas multinacionales serán las primeras interesadas en mantener este doble proceso de homogenización y de heterogenización, en su estrategia mundializadora. Para ello se valdrán de su enorme capacidad de influencia, directa e indirecta, sobre todas las instituciones del sistema social mundial. Los efectos de sus prácticas no dejarán indiferentes a los procesos mundiales.

Notas
[1] La temática de las grandes empresas constituye una de mis principales líneas de investigación. Algunas referencias bibliográficas son: SÁNCHEZ, Joan-Eugeni La gran empresa en España. Un proceso de dependencia y concentración. Madrid: Consejo Económico y Social (CES), 1998. SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Dépendance et concentration de la grande entreprise en Espagne. In MÉNDEZ, R. (ed.), Géographie de l'Espagne. Paris: l'Harmattan, 2006, p. 163-217. SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Pautas de localización de las sedes de las grandes empresas y entornos metropolitanos, Eure, 2007, vol. XXXIII, nº 100, p. 69-90.
[2] Para los datos de 1996: COLBY, Laura y URRESTA, Lixandra, The Fortune global 5 hundred, Fortune, 08/04/97, vol. 136, nº 3, p. F-1-F-12. Para los datos de 2006:http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2007/full_list/index.html
[3] Para aproximarnos a su papel inductor sobre el sistema económico global disponemos del cálculo que efectué en SÁNCHEZ, Joan-Eugeni La gran empresa en España. Un proceso de dependencia y concentración. Madrid: Consejo Económico y Social (CES), 1998, p. 132, sobre la relación entre el empleo directo ocupado por las grandes empresas y el empleo indirecto del que se servían. Para las 1000 mayores empresas españolas en 1994 se obtuvo que la relación entre empleo directo y empleo indirecto era de 1 a 2. Es decir, que por cada empleo directo se da ocupación a otras dos personas externas. Posiblemente esta relación debe ser aún mayor en el caso de las empresas mundiales, por su mayor volumen e incidencia que el que representan las empresas españolas. En cualquier caso, aplicando esta proporción representaría que estas empresas dan trabajo a un total de unos 150 millones de empleados: 52,8 millones directos y unos 100 millones indirectos.
[5] SÁNCHEZ, Joan-Eugeni, WEIS-ALTANER, Eric., BAILLY, Antoine. Division of labour, production and space: classical concepts for the new Europe?. In LEVER, William, BAILLY, Antoine (eds.) The Spatial Impact of Economic Changes in Europe, Aldershot: Avebury, 1996, p. 228-248.
[6] Michael Porter, en su clásico trabajo, ponía el acento fundamental precisamente en la ventaja competitiva de las naciones a la hora de considerar los factores clave que aportaba la "ventaja nacional" en relación con su sistema empresarial. Ello tanto en los aspectos del entorno empresarial como en el papel del Gobierno Nacional y la posición de la propia nación en el mundo. Ver: PORTER, Michael E. La ventaja competitiva de las naciones, Barcelona: Plaza & Janés, Ed., 1991.
[7] En esta presentación me limitaré a considerar la escala nacional. En trabajos anteriores he abordado el ámbito de la escala metropolitana en relación con la estructura de los asentamientos de los centros decisionales, también para el conjunto mundial, así como el ámbito de los procesos y lógicas interiores para el caso de España desde 1973.
[8] En sentido estricto, la desaparición de las dos empresas que aportaba Hong Kong deberían incorporarse a las tres que aportaban China, con lo que esta última habría evolucionado de 5 a 24 empresas. Estas dos empresas aportaban 34.300 M$ de ingresos; 201.790 empleos y 411 M$ de beneficios en 1996.
[9] Hong Kong también desaparece, pero para pasar a integrarse en China.Ver nota anterior.
[10] BRIC, acrónimo de Brasil, Rusia, India y China. No significa que entre ellos exista ningún tipo de vinculación. Solamente les une las enormes dimensiones territoriales y poblacionales de cada uno de ellos.
[11] Ver nota 7.
[12] El papel metropolitano en la ubicación de las sedes direccionales lo he tratado más ampliamente en: SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. El papel de las áreas metropolitanas y las pautas de localización de las sedes de las grandes empresas. El caso de Barcelona. In CARRERAS, Carles, CARLOS, Ana.F.A. (eds.) Barcelona y Sao Paulo cara a cara. Procesos metropolitanos a la hora de la globalización. Mataró, Ed. Davinci, 2006, pp. 44-64; SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Pautas de localización de las sedes de las grandes empresas y entornos metropolitanos, Eure, 2007, vol. XXXIII, nº 100, p. 69-90
[13] Los otros dos aspectos relacionados con las ubicaciones concretas del entramado territorial internacional de estas empresas se referirían a la localización de los centros de decisión subsidiarios dentro de cada país sobre el que ejercen su internacionalización, y a los centros de producción y comercialización a través de los que ejecuta sus actividades económicas, distribuidos funcionalmente a escala mundial y dentro de los territorios nacionales.
[14] FORTUNE. Fortune Global 500, Fortune, 2005. http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2005/index.html
[15] De éstas, un parte importante corresponde a empresas de tipo industrial fuertemente enraizadas con la localización de su centro productivo original (Dow Chemical, Whirlpool, Nestlé, Caterpillar, Deere, Volkswagen, Michelin, Novartis o Roche Group). Otras tres relacionadas con las fuentes de energía (Statoil, Surgutneftegas y Scottish & Southern Energy). Alguna, como siempre, representan excepciones que no llegan a romper la regla general de metropolización, máxime si tenemos en cuenta que se encuentran en países con una fuerte integración territorial interna (Bertelsmann, Tyson Foods, Wal-Mart Stores, Assicurazioni Generali y Vodafone). A excepción de Statoil todas las demás se sitúan en Europa y Estados Unidos, con una importante tradición a sus espaldas, lo que no se da en las nuevas empresas creadas en los últimos años en los países emergentes.
[16] El aparente menor poder de concentración de Nueva York respecto a Tokio queda compensado en términos de control por cuanto los ingresos se sitúan ligeramente por debajo, mientras que el control sobre empleados, y muy especialmente de beneficios, más que duplican a los obtenidos por Tokio.
[17] Algunos trabajos apuntan en la dirección de que en Estados Unidos se produce un cierto desplazamiento de sedes hacia territorios menos metropolitanos (QUARK, A.A. From Global Cities to the lands’ End: The Relocation of Corporate Headquarters and the New Company Towns of Rural America. Qualitative Sociology, 2007, nº 30, p. 21–40.
[18] “Entre las diferencias [con el empresario industrial o al clásico banco accionista de referencia de una empresa] se incluyen el interés por una muy veloz revalorización de la inversión, la presión para vender activos y saldar la deuda con la que se ha realizado la compra y una búsqueda de eficiencia que en muchos casos acaba dejando por el camino algunos de los valores tangibles e intangibles que aseguran la vida a largo plazo de las empresas. Dicho de otra manera, en ocasiones, este tipo de inversiones coloca de un lado el interés del accionista (el que vende y el nuevo propietario) frente al resto de sectores con intereses en una empresa determinada: trabajadores, proveedores, responsables políticos...” , y por tanto al territorio, en lo que nos interesa en este texto. (PÉREZ, Manel. Bailando con los fondos. Barcelona. Dinero la Vanguardia. 06/05/2007).
[19] En esta dirección incide el libro de John Perkins: Confessions of an economic hit man, San Francisco: Berrett-Koehler Publishers, 2004.
[20] Aun cuando las empresas multinacionales son una figura empresarial con muchos años a sus espaldas, su expansión a partir de los años 70 del siglo pasado, y muy especialmente de los años 90, se ha apoyado en las innovaciones tecnológicas que ha aportado los sistemas de transporte (que han posibilitado la movilización masiva a costes reducidos de personas y mercancía) y de las telecomunicaciones (apoyadas en la telemática e Internet) que han posibilitado la conectividad potencial absoluta a escala mundial y, muy especialmente, que esta conectividad se pueda efectuar de forma interactiva e instantánea (on line) (sistemas financieros, pago electrónico, Internet, teleconferencias, etc.).
[21] Tal como lo aplico, mundialización y globalización no representarían sinónimos, sino dos formas de relación social con el mundo como un todo. Por tanto, no es simplemente una cuestión de competencia entre el uso francófono o anglófono de las palabras mundialización y globalización para denominar el mismo concepto, sino dos valores conceptuales distintos para interpretar los procesos sociales actuales.
[22] La estandarización que vinculo a la globalización viene condicionada por la necesidad de que las relaciones, los flujos y los productos tengan el mismo significado y la misma aplicabilidad en cualquier parte del mundo donde se los use: el inglés como idioma internacional; los protocolos y programas informáticos y de Internet; las formas de producción y sus protocolos de verificación y de calidad, o los instrumentos, medios y sistemas de transporte, serían cuatro ejemplos de globalización tal como la entiendo, donde es necesario un patrón común para que puedan ser usados, aplicados o intercambiados en cualquier parte a la escala mundo. Esta estandarización se introducirá en todos los ámbitos sociales. Estandarización de la cultura: empresarial, social, integración socio-cultural. Estandarización de la economía: de modelo de producción, de modelo de distribución, de modelo de consumo, de modelo de financiación, de modelo tecnológico, de productividad y de competitividad. Estandarización de la política: representación y gestión políticas. Estandarización de las infraestructuras: físicas, financieras, monetarias, difusión tecnológica, de información, de producción, comercialización, consumo de bienes y servicios. En estas dinámicas de estandarización deberán considerarse tanto los procesos vinculados a las estrategias de los agentes sociales (entre los que hemos asignado un papel preeminente a las estructuras de poder de las empresas multinacionales) como los procesos vinculados a las dinámicas sociales que las potencialidades tecnológicas posibilitan para la penetración desde unos territorios sobre otros, incidiendo activamente en los procesos de estandarización.
[23] Por ejemplo, el turismo internacionalizado tiende a la mundialización bajo dos modelos: el de la globalización, creando ámbitos con identidad de formas y funciones (Club Mediterranée) y el de la internacionalización-mundialización donde, contrariamente, lo que se ofrece es lo diferente, lo exclusivo que puede aportar el lugar, sea físico o cultural. Aquellos aspectos que no son aplicados-intercambiados a la escala mundial pueden conservar su "cultura" particular, sea la ideología, la religión, los nacionalismos o los localismos, a condición de que aquellos productos o mensajes que se desea que formen parte de la red global y, por tanto, pretendan ser aplicados y/o intercambiados a escala mundo, se adapten al estándar global (por ejemplo, el nacionalismo idiomático hablando en inglés en los foros internacionales).

Bibliografía
COLBY, Laura y URRESTA, Lixandra, The Fortune global 5 hundred, Fortune, 08/04/97, vol. 136, nº 3, p. F-1-F-12.
FORTUNE. Fortune Global 500, Fortune, 2005. http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2005/index.html
PÉREZ, Manel. Bailando con los fondos. Barcelona. Dinero la Vanguardia. 06/05/2007, p. 2.
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Referencia bibliográfica:
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. El poder de las empresas multinacionales. Diez años de cambios en el Mundo, en la Geografía y en las Ciencias Sociales, 1999-2008. Actas del X Coloquio Internacional de Geocrítica, Universidad de Barcelona, 26-30 de mayo de 2008.<http://www.ub.es/geocrit/-xcol/449.htm>



.../...EL CAPIIMPERIALISMO, FASE ORIGINARIA DE ACUMULACIÓN MUNDIAL PARA LA CONQUISTA INTERPLANETARIA

Este sistema social mundial,...la alianza por las buenas o por las malas entre potentes estados capitalistas e imperialistas,...y los subalternos,...sean Brics, como Rusia, R.P. China, Brasil y otros más; sean solo emergentes más periféricos, como Jordania, Niger, Uruguay,...continuará,...¡¡.

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