EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO
Idea a seguir investigando porque ha pasado más de cien años, hay nuevas realidades y la materialidad de las condiciones objetivas deben conducir las estrategias revolucionarias del proletariado y sectores populares universales,...lukyrh. RELACIONEN LAS IDEAS REFLEJADAS EN LOS ASUNTOS,...DE OTROS Y NUESTROS,...¡¡.
. IMPERICAPITALISMO Y MULTIIMPERIALISMO,...CONCEPTOS Y NUEVAS REALIDADES UNIVERSALES
. CONCEPTO DE MULTIIMPERIALISMO: OTAN versus CHINA, BLOQUE
RUSOASIATICO
. IMPERICAPITALISMO, Término para facilitar la terminología de
sistema capitalista e imperialista el capimperialismo, o sistema
capiimperialista.
SISTEMA FASCIIMPERIALISTA, el bloque ruso-asiático y China y
estados satélites, como Corea del Norte.
El título trae una necesidad política,...teórica en el sentido de la investigación para reflejar la realidad de las sociedades o sociedad mundial-universal. Estas valoraciones podría reflejar estrategias de combate para la clase obrera y sectores populares hoy incluso de pequeña burguesía y clase media,...que arriban a parias pequeño burguesas,...que son siendo arruinados,...expropiados,...por la concentración y centralización mayor del capital, hoy ya imperialista a niveles mundiales.
El imperialismo capitalista, producto de los monopolios estatales, industriales, financieros,...de las grandes potencias, sobre todo occidentales, como EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia,...
EL CAPIIMPERIALISMO, FASE ORIGINARIA DE ACUMULACIÓN MUNDIAL PARA LA CONQUISTA INTERPLANETARIA
Este sistema social mundial,...la alianza por las buenas o por las malas entre potentes estados capitalistas e imperialistas,...y los subalternos,...sean Brics, como Rusia, R.P. China, Brasil y otros más; sean solo emergentes más periféricos, como Jordania, Niger, Uruguay,...
LES DAMOS LA PALABRA A OTROS AUTORES, DOCTOS, LICENCIADOS,...UF,...PERO SIEMPRE RESPETADOS,...¡¡ lukyrh..../...
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EL CAPIIMPERIALISMO, FASE ORIGINARIA DE ACUMULACIÓN MUNDIAL PARA LA CONQUISTA INTERPLANETARIA
LES DAMOS LA PALABRA A OTROS AUTORES, DOCTOS, LICENCIADOS,...UF,...PERO SIEMPRE RESPETADOS,...¡¡ lukyrh..../...
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// IMPERIALISMO, ANÁLISIS CRITICO,...Rolando Astarita [Blog]
Marxismo & Economía
Imperialismo en Lenin, análisis crítico
En muchas discusiones acerca de la
relación entre los países capitalistas más poderosos y los países atrasados,
subyace el tema del imperialismo. Buena parte de la izquierda radical continúa
basando sus análisis en las tesis leninistas del imperialismo. Desde hace años
sostengo que estas tesis no permiten entender el modo de producción capitalista
de hoy, y que la perspectiva de El
Capital (esto es, asentada en la teoría del valor trabajo y la plusvalía) permite
una aproximación más justa. Tres cuestiones, por lo menos, me impulsaron a
realizar esta revisión crítica. En primer lugar, el comprobar que la tesis del
monopolio (los monopolios manejan más o menos a voluntad los precios) no tiene
validez empírica en el capitalismo contemporáneo (lo cual implica que rige la
ley del valor “a lo Marx”). En segundo término, comprobar que no se verificaba
la tesis del estancamiento permanente del Tercer Mundo, una idea que dominaba
en prácticamente todos los escritos sobre imperialismo y dependencia desde los
años 50. En tercer término, el hecho de que desde hace más de siete décadas no
han vuelto a producirse guerras interimperialistas. En este último respecto
recuerdo que en una mesa redonda, convocada a raíz de la agresión a Irak
(segunda invasión), uno de los panelistas, dirigente de un partido de
izquierda, sostenía que la intervención era el primer paso de un conflicto
armado a gran escala de EEUU y Gran Bretaña contra Alemania, Francia y Japón.
Cuando le manifesté que no veía nada de eso en el horizonte, me respondió con
el “está en la naturaleza del imperialismo, como Lenin dijo” y pronosticó la
ruptura de la OTAN y la ONU. Algunos años antes, también en una mesa redonda,
un militante de otro partido me acusó de “embellecer al capitalismo” porque se
me ocurrió afirmar que no había en puertas una nueva guerra entre las
potencias. Como siempre, el argumento principal de mi crítico era “Lenin
dijo…”. En esta nota presento las dificultades que, a mi entender, encierran
las tesis sobre el imperialismo. Para esto, reproduzco una parte del capítulo 1
de mi libro Monopolio, imperialismo e
intercambio desigual (Madrid, Maia, 2009).
>” />
“La cuestión del imperialismo continúa
estando en el centro de los análisis de las fuerzas de la izquierda y
nacionalistas radicalizadas de los países subdesarrollados. Para los marxistas
la referencia obligada es el famoso folleto de Lenin, El imperialismo fase superior del imperialismo; complementado con Hilferding (1963), Hobson (1902) y Bujarin (1971). Si
bien en los años que siguieron a la muerte de Lenin hubo muchos trabajos sobre
el imperialismo, su idea de que el imperialismo se caracteriza por el
predominio del monopolio y la explotación de las colonias, las semicolonias y
los países dependientes por los países industrializados, pocas veces fue
cuestionada en el marxismo. El objetivo de este capítulo es discutir los
problemas que plantea esa visión tradicional”.
La visión clásica del
imperialismo
La concepción de los marxistas de principios de siglo XX sobre el
imperialismo gira en torno a algunas pocas ideas claves, y vinculadas. En
primer lugar se identifica el imperialismo con una nueva etapa del capitalismo
que habría surgido con la irrupción del monopolio, hacia fines del siglo XIX.
Lenin plantea explícitamente que la principal característica del imperialismo
es el monopolio, que consiste en “la dominación de las asociaciones
monopolistas de grandes patronos” (Lenin, 1973, p. 451). Considera que el
capitalismo monopolista ha reemplazado al capitalismo de la libre competencia.
La competencia se ha transformado en monopolio, que es la base de la vida
económica. Esto implica que prevalece la violencia en la manipulación de
precios; la ley mercantil pierde relevancia, y las ganancias son más el
producto de “maquinaciones financieras y estafas”, y del robo, que de la ley
económica.
En segundo término la visión clásica del imperialismo sostiene que la
monopolización opera en el plano nacional. Bujarin, en particular, destaca la
“tendencia a la nacionalización de los intereses capitalistas (1971, p. 80) y
“la cartelización nacional de la industria” (ibid., p. 80) en asociación con
los Estados nacionales. La competencia se desplaza del mercado interno al
mercado mundial, y se desarrolla a través de conflictos armados entre las
potencias.
En tercer lugar prevalece la idea de que el capitalismo monopolista se
caracteriza por el estancamiento de las fuerzas productivas. Por un lado porque
la eliminación de la competencia hace desaparecer el impulso al cambio
tecnológico por parte del capital. Por otra parte porque se piensa que el
capitalismo llegó a un estadio en que la sobreproducción es estructural, debido
a que las masas trabajadoras y campesinas están empobrecidas, y no tienen poder
de consumo. Es la visión subconsumista de Hobson, aceptada por Lenin y otros
marxistas de la época. De manera que los países adelantados ofrecen cada vez
menos oportunidades de inversión. De ahí las repetidas referencias de Lenin a
la “putrefacción” y “descomposición” del sistema capitalista. La tendencia al
estancamiento en el centro explica a su vez la exportación de capitales hacia
la periferia, que pasa a ser un fenómeno característico de la época. Las
inversiones irán desde los países adelantados hacia las colonias y zonas de
influencia; no se contempla que las inversiones entre países adelantados sean
importantes, dada la falta de oportunidades rentables.
En cuarto lugar se sostiene que el desarrollo del capitalismo ha llevado a
la fusión del capital bancario con el capital industrial, y al dominio del
primero sobre el segundo. Se trata del capital financiero. El capital
financiero es parasitario; el parasitismo del capital financiero es otro factor
que explica el estancamiento del capitalismo maduro.
En quinto lugar, se piensa que frente al
estancamiento la respuesta de los capitalismos adelantados es la conquista de
la periferia y la empresa colonial. Ésta garantiza mercados, territorios para
la exportación de capitales y fuentes de aprovisionamiento. El impulso al colonialismo es inevitable y creciente, los grandes países industriales
explotan a las regiones atrasadas. Se prevé que la entrada del capital
extranjero en la periferia desarrollará el capitalismo, pero al mismo tiempo
los países dominados estarán sometidos al saqueo, el pillaje y la devastación.
Por último, se plantea que las guerras entre las potencias son inherentes
al capitalismo monopolista. El razonamiento que lleva a esta afirmación es que
el mundo ya está repartido entre las potencias y sus monopolios. A su vez, los
Estados se identifican con sus monopolios, y la empresa colonial es decisiva
para la supervivencia del capitalismo en el centro. Por lo tanto, los países
desarrollados que tengan menos posesiones coloniales (o con menos riquezas)
estarán obligados a luchar por nuevos repartos del mundo. Así las guerras
ínter-imperialistas son inevitables, y características de la nueva era del
capitalismo.
En conclusión, el marxismo de principios de siglo XX –por lo menos el que
estuvo bajo influencia de Lenin– pensó que el sistema capitalista había entrado
en una nueva era en la que habría una combinación de guerras: guerras mundiales
entre las potencias; guerras de los pueblos oprimidos contra el imperialismo y
por su liberación nacional; y guerras civiles de los trabajadores contra el
capital en los países industriales avanzados. Era la época de “la agonía del
capitalismo”. Obsérvese que en esta visión el espacio económico mundial se
construye desde la competencia de los Estados-nación, unidos a los monopolios
nacionales. Ese espacio se articula a partir del dominio político y militar de
los países adelantados sobre los atrasados (colonias, semicolonias y zonas de
influencia).
Dicotomía teórica
La teoría leninista del imperialismo,
que hemos descrito en sus grandes rasgos, tuvo el mérito de dar cuenta de la
expansión colonialista del capitalismo de fines de siglo XIX; de la
intensificación de la centralización del capital y la exportación de capitales
a las periferias; y del aumento de las tensiones entre las potencias, que
terminarían en las dos grandes guerras. Desde este punto de vista se compara
muy ventajosamente con cualquier producción del pensamiento burgués de su
época. Sin embargo, y a pesar de la variedad y riqueza de los fenómenos
contemplados, nunca quedaron debidamente
precisados el contenido y los límites del concepto del imperialismo. En particular, y como lo explicaron Sutcliffe y Owen, porque el término
“imperialismo” parece aludir por una parte a todo el sistema –con un
funcionamiento económico distinto al del capitalismo de libre competencia–,
pero por otro lado se refiere a una “superestructura” conformada por las
relaciones entre los países opresores y oprimidos, caracterizada por la
tendencia a la guerra y el aparato político militar implicado. En otras
palabras, la categoría admite más de una lectura, ya que se puede interpretar
como designando al sistema capitalista o como refiriéndose a las relaciones
entre los Estados. Sutcliffe y Owen, como también Arrighi, se refirieron por
eso a la “ambigüedad” de la noción de imperialismo.Surcliffe planteaba que “A partir de Lenin los marxistas han fluctuado, de hecho, en su empleo del
término imperialismo. Muy frecuentemente se usa para describir todo el sistema
capitalista; con igual frecuencia se refiere a las relaciones entre países
avanzados y atrasados dentro del sistema. A veces se usa en ambos sentidos
simultáneamente, bien sea con, o más a menudo, sin tener conciencia de la
ambigüedad implicada” (citado por Arrighi, 1978, p. 10).
Pero cuando hablamos de “ambigüedad” estamos aludiendo a una situación equívoca, esto es, a aquello que admite más de una interpretación y carece de precisión. Sin embargo, pensamos que en la base del problema existe otra cuestión, que es de dualidad teórica, y se vincula al hecho de que el enfoque del imperialismo introduce una matriz de pensamiento cualitativamente distinta a la desarrollada por Marx, que se basa en la teoría del valor trabajo. En otras palabras, existen en el fondo dos teorías. Una, de Hilferding y Lenin, que dice que los precios se establecen por el poder de mercado de las corporaciones. La otra, de Marx, sostiene que los precios se determinan de manera objetiva en los mercados, a través de la competencia. Y si bien cada una de estas tesis da lugar a desarrollos y perspectivas globales distintas, en las tesis clásicas del imperialismoambas coexisten, sin hacerse nunca explícito que había un problema que podríamos llamar “de unificación teórica”.
Pero cuando hablamos de “ambigüedad” estamos aludiendo a una situación equívoca, esto es, a aquello que admite más de una interpretación y carece de precisión. Sin embargo, pensamos que en la base del problema existe otra cuestión, que es de dualidad teórica, y se vincula al hecho de que el enfoque del imperialismo introduce una matriz de pensamiento cualitativamente distinta a la desarrollada por Marx, que se basa en la teoría del valor trabajo. En otras palabras, existen en el fondo dos teorías. Una, de Hilferding y Lenin, que dice que los precios se establecen por el poder de mercado de las corporaciones. La otra, de Marx, sostiene que los precios se determinan de manera objetiva en los mercados, a través de la competencia. Y si bien cada una de estas tesis da lugar a desarrollos y perspectivas globales distintas, en las tesis clásicas del imperialismoambas coexisten, sin hacerse nunca explícito que había un problema que podríamos llamar “de unificación teórica”.
Apuntemos que fue Lenin quien parece
haber tenido más conciencia de esta cuestión entre los teóricos sobre el
imperialismo. En 1919, cuando se discutió el cambio del programa en el partido
Comunista ruso, Bujarin planteó que si el imperialismo era el capitalismo
monopolista –esto es, si existía una relación de identidad– había que volver a
escribir la parte del viejo programa que hablaba de la producción mercantil, la
ley del valor y la dinámica del capitalismo. En última instancia se debía
unificar la explicación a partir de reconocer que el monopolio dominaba las
leyes del desarrollo capitalista. Pero significativamente Lenin se opuso a la
propuesta de Bujarin, argumentando que el capitalismo monopolista coexistía con la libre competencia, y por lo tanto el imperialismo no había reemplazado completamente a la
vieja estructura. El imperialismo, precisó, es una “superestructura” del
capitalismo, en el sentido que en una serie de ramas “el antiguo capitalismo…
ha crecido hasta imperialismo”, pero por debajo de esta superestructura sigue
existiendo “el enorme subsuelo del antiguo capitalismo” (Lenin, 1973a, p. 408).
La discusión tenía consecuencias para la política soviética, ya que la
experiencia de los primeros años de la revolución demostraba que no bastaba con
tomar las “palancas fundamentales”, y expropiar a los grandes bancos y grupos
monopolistas para avanzar en la construcción de una economía socialista. Pero
además tenía implicancias para el análisis de los países dominados. Es que por
un lado la tesis sobre el imperialismo sostenía que los países atrasados se
convertían en objeto de saqueo y pillaje, lo que implicaba la imposibilidad de
desarrollo capitalista y de reformas democrático burguesas. Sin embargo, y por
otro lado, los marxistas seguían pensando que el capitalismo “de libre
competencia” se desarrollaba en los países atrasados, dando lugar a regímenes
democrático burgueses. Así, en la discusión del octavo Congreso del PC Lenin se
inclina por este segundo escenario:
“… lo característico de todos los países es que el capitalismo sigue
todavía desarrollándose en muchos lugares. Esto es así para toda Asia, para
todos los países que marchan hacia la democracia burguesa, como lo es para toda
una serie de regiones de Rusia” (Lenin, 1973a, p. 429).
Lo que equivalía a afirmar que el fenómeno imperialista no afectaba las
leyes de la acumulación en los países atrasados. Sin embargo, si prevalecían el
pillaje y el robo colonial como método de extracción del excedente, el
desarrollo capitalista estaría bloqueado y no habría posibilidad de evolución
hacia la democracia burguesa. En el plano nacional, en los países atrasados,
parecía predominar, a pesar de la influencia creciente del monopolio, la ley
del valor y de la acumulación en un sentido “marxiano”. Pero en el terreno
internacional se daba peso a las relaciones de fuerza y a la extracción del
excedente por medios no económicos, lo que afectaría también las economías
internas. Esta cuestión va a estar en el centro de los problemas de las teorías
sobre la dependencia y el imperialismo a lo largo del siglo XX.
La dicotomía teórica se expresa también
en el sentido que Lenin da a la palabra “superestructura” cuando se refiere al
imperialismo. Lenin explica que utiliza el término de la misma manera que Marx
lo había empleado para describir la relación entre la manufactura y la
producción doméstica rural o artesanal. Según Marx, la manufactura no había
podido apoderarse ni revolucionar en profundidad la producción social, debido a
su estrecha base técnica; la pequeña producción había continuado más o menos
inalterada, en tanto la manufactura coronaba esa base a la manera de una “obra
económica de artificio”. (Marx, 1999, t. 1, p. 448). De esta manera Marx hace
referencia a leyes cualitativamente distintas, las que rigen la pequeña producción artesanal y doméstica, por un lado; y
las que gobiernan la producción capitalista desarrollada. Parece justificado
entonces concluir que el significado que da Lenin a la noción de imperialismo
es el de una forma económica distinta –por lo menos en aspectos esenciales– a la del capitalismo. Esto explicaría
también que hable de “la transformación del capitalismo en imperialismo” (Lenin, 1973b, p. 100, énfasis nuestro) y que considere que
esta forma económica afectaba “sólo” algunas ramas o aspectos del sistema. En síntesis, según Lenin coexistían
dos dinámicas, dando lugar a una formación económico-social heterogénea: en la
“base”, la producción capitalista, determinada por la ley del valor, que seguía
operando en el plano nacional. En la “superestructura”, el monopolio, con el
pillaje, la manipulación de precios y la disminución en importancia de la ley
del valor y de la plusvalía. Esta superestructura económica a su vez
determinaría otra “superestructura”, conformada por la política colonial y
anexionista, el armamentismo, la diplomacia de la fuerza y la guerra, dando
forma al espacio del mercado mundial y las relaciones entre los países.
Dualidad en las contradicciones fundamentales
La problemática anterior se puede
plantear también desde el punto de vista de las contradicciones fundamentales
del sistema que analizaron Marx, y los marxistas. Es que en la visión de El Capital las crisis son el resultado del
desarrollo contradictorio de las fuerzas productivas; los capitales invierten
azuzados por la guerra competitiva, lo cual debilita tendencialmente la tasa de
ganancia, y esto está en el origen de las crisis. Las crisis son de
sobreacumulación de capital. Sin embargo la idea de que el capitalismo había
llegado a un punto en que el monopolio dominaba sobre la competencia planteaba
una dinámica muy distinta, marcada por el estancamiento. Por eso no es de
extrañar que en ese clima teórico de primacía del monopolio y de las formas no
económicas de extracción del excedente, la ley (de Marx) de la caída tendencial
de la tasa de ganancia apenas se discutiera entre los marxistas de principios
de siglo XX. Tampoco debería asombrar que Lenin apelara a teorías
subconsumistas para explicar la crisis. Estos sesgos son reveladores de que la
tesis del monopolio afectaba la idea de un desarrollo capitalista según lo
planteado en El Capital. Esto explica también por qué los marxistas pensaban que los antagonismos
centrales –con una importancia por lo menos igual al antagonismo entre el
capital y el trabajo– se ubicaban a nivel de los Estados. La idea de “el
eslabón más débil de la cadena imperialista” (Lenin) y la situación
revolucionaria que derivaba de ello, se inscribe en esta lógica. La
contradicción fundamental se daba entre “el crecimiento de las fuerzas
productivas de producción de la economía mundial y las fronteras que separan
naciones y Estados” (citado por Trotski, 1974, p. 124). Esta formulación, que
pertenece ya a la Tercera Internacional en época de Stalin –Programa para el
Sexto Congreso–, era ampliamente compartida por la izquierda. Es sintomático
que Trotski, crítico de las tesis del Sexto Congreso, cite el anterior pasaje
afirmando que “debería ser la piedra angular de un programa internacional”
(1974, p. 124). La suma de contradicciones haría imposible un desarrollo
medianamente “normal” del sistema imperialista-monopolista, y su derrumbe
tendría como base la contradicción entre los Estados-nación y las fuerzas
productivas internacionalizadas. La dicotomía teórica que hemos apuntado de
hecho se reabsorbía en una visión monista de la tendencia a la catástrofe del
sistema, a partir del peso que adquirían los antagonismos entre los Estados.
Ley del valor y tesis del capital monopolista-imperialista
Lo anterior explica un hecho que planteó
hace unos años David Harvey con agudeza: la dificultad de poner los estudios sobre el imperialismo en
consonancia con la teoría del valor y del capital de Marx. Harvey planteaba que los estudios sobre el imperialismo se ven en apuros
para basar sus descubrimientos en la propia estructura teórica de Marx” (1999,
p. 441). Para que la cuestión se vea con mayor claridad, podemos sintetizar los
rasgos principales que se desprenden de la ley del valor y la plusvalía (LVP),
por un lado, y de la tesis del capital monopolista-imperialista (TCMI) por el
otro, de la siguiente manera:
La LVP plantea que el capital domina los precios; éstos constituyen un
fenómeno objetivo, son las formas fetichizadas en las que se expresan los
tiempos de trabajo socialmente necesarios y como tales no pueden ser
controladas conscientemente. La TCMI plantea que los monopolios dominan los
precios; que la economía hasta cierto punto está controlada conscientemente por
estos monopolios.
La LVP plantea que los mecanismos de extracción del excedente son
económicos; el trabajador, no propietario de los medios de producción, está
obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista; la coerción
político-militar actúa como garante o “marco” de la explotación. La TCMI
plantea como central la coerción extraeconómica para la extracción del
excedente; la subordinación política y militar (régimen colonial o
semicolonial) es esencial; por eso habla de robo o pillaje.
La LVP plantea que la explotación se da principalmente entre clases
sociales. La explotación de clases adquiere cada vez mayor centralidad y la
polarización social se acentúa en el interior de la formación capitalista. La
TCMI pone la explotación de poblaciones y países por otras poblaciones y países
en un plano de importancia por lo menos similar a la explotación de clases. La
primera crece en importancia en la medida en que las fuerzas productivas se
estancan en los países maduros y capas de la clase obrera de estos países son
sobornadas con los frutos de la explotación de los países más débiles.
La LVP plantea que el colonialismo se asocia al capitalismo temprano, pero
luego da lugar al desarrollo del mercado mundial capitalista; en las periferias
se desarrollan modos de producción capitalistas y clases capitalistas
autóctonas, dependientes del mercado mundial. La TCMI plantea que existe un
impulso al bloqueo del desarrollo capitalista en la periferia –debido la
extracción del excedente por medio del colonialismo, pillaje, robo– y en
consecuencia considera imposible (o por lo menos muy improbable) que surja una
clase burguesa con raíces propias en esos países.
La LVP plantea que la expansión mundial del capital está fundada en la
dinámica de la acumulación; los esquemas de reproducción ampliada (de Marx)
demuestran que la barrera al desarrollo de las fuerzas productivas no es la
falta de consumo de las masas trabajadoras; las crisis son periódicas, pero
nada demuestra que se haya llegado a un estadio último a partir del cual sea
imposible, en términos económicos, un desarrollo ulterior de las fuerzas
productivas; lo cual plantea la necesidad de la acción revolucionaria de la
clase obrera para acabar con el capitalismo. La TCMI plantea que la exportación
de capitales y el impulso al colonialismo y la anexión derivan de la
imposibilidad de realización de los productos en las metrópolis, o de
inversiones rentables. Esto es, del agotamiento tendencial del sistema.
La LVP plantea que el capital financiero –al que identifica con el capital
dinerario– participa de la plusvalía, en cuanto encarna la propiedad privada de
los medios de producción y es una forma de existencia del capital; el capital
bancario entra en la igualación de la tasa de ganancia como otra fracción del
capital; el capital dinerario cumple una función imprescindible para el ciclo
del capital, ya que no existe capitalismo sin crédito. La TCMI plantea que el
capital financiero cumple el rol de parásito, y ha pasado a dominar
definitivamente al capital productivo. La idea de “parásito” alude a un
organismo que vive a costa de otro –el capital productivo– y no cumple función
alguna en la sociedad.
La LVP plantea que la contradicción fundamental se ubica al nivel de las
fuerzas productivas y de las relaciones de producción, y se manifiesta en la
guerra de clases entre el capital y el trabajo. La TCMI señala como
contradicción esencial, y que llevaría a la destrucción del sistema, la que
existe entre las fronteras nacionales y las fuerzas productivas
internacionalizadas. Esta contradicción estalla en las guerras mundiales y se
articula, por lo menos en un mismo nivel de importancia, con la contradicción
fuerzas productivas-relaciones de producción, y los antagonismos de clase
correspondientes”.
La idea que estoy planteando, a partir de estas cuestiones, es que en el
capitalismo mundializado de hoy la ley del valor trabajo opera a todos los
niveles -en el plano del mercado mundial y las grandes corporaciones
transnacionales, y también al interior de los países- y por lo tanto no existen
dos estructuras, con leyes distintas, sino una, la del modo de producción
capitalista. En particular, sostengo que el capital en la periferia se
reproduce según la lógica de la acumulación estudiada por Marx, y al hacerlo,
reproduce en escala ampliada la relación de explotación, tal como sucede, en
sus líneas esenciales, en los países del centro. Lo cual implica que la
contradicción entre el capital y el trabajo pasó a ser dominante también en el
tercer mundo, en la misma medida en que las formas de coerción extraeconómica
(colonialismo en particular) para la extracción del excedente perdieron
relevancia.
Bibliografía:
Arrighi, G. (1978): La geometría del imperialismo, México, Siglo XXI.
Bujarin, N. (1971): El imperialismo y la economía mundial, Córdoba, Pasado y Presente.
Harvey, D. (1990): Los límites del capitalismo y la teoría marxista, México, FCE.
Hilferding, R. (1963): El capital financiero, Madrid, Tecnos.
Hobson, J. A. (1902): Imperialism, A Study, Londres, Allen and Unwin.
Lenin, N. (1973): El imperialismo fase superior del capitalismo, Buenos Aires, Cartago, Obras Escogidas, t. 3.
Lenin, N. (1973a): “Octavo Congreso del PC(b) R”, ídem, t. 5.
Lenin, N. (1973b): “Séptimo Congreso extraordinario del PC(b) R”, ídem, t.
5.
Marx, K. (1999): El Capital, Madrid, Siglo XXI.
Trotsky, L. (1974): Stalin, el gran organizador de derrotas, Buenos Aires, Yunque.
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Escrito por rolandoastarita
23/03/2011 a 10:14
Publicado en General
Etiquetado con Debate, Imperialismo, Lenin, Marx, Marxismo
« Imperialismo, petróleo y revolución en Libia
Libia, intervención y la rueda de la historia »
1.
Excelente artículo Rolando. Es bueno poner de manifiesto las implicancias
que tiene la teoría del capital monopolista, y más cuando forma parte del
sentido común de la izquierda.
Saludos.
Juan
23/03/2011 a 13:48
Responder
2.
Rolando, estoy bastante de acuerdo con tu nota.
Es posible que antes de la Iª GM todo parecía apuntar hacia la tesis del TCMI.
Aún así, yo no veo en aquella época una fase de estancamiento de la economía,
sino al contrario, pero digamos que, políticamente, sí se llevó a cabo una
política imperialista, causa, entre otras, de la GM.
Todos somos conscientes de que la crisis de 1929 fue causa, directa o indirecta
y en buena medida, de la IIª GM.
El sistema económico nacido de Breton Woods, la economía europea arruinada, la
intervención del estado, la existencia de URSS,… pudo provocar un cambio en el
devenir de los acontecimientos como consecuencia de la interacción dialéctica
de otros condicionantes. El propio movimiento de independencia de las colonias,
inspirado en buena medida en la Revolución Rusa, es otra de las variables
histórico-políticas a tener en cuenta. Todo este clima, aparte del diseño de
una Europa transfronteriza a nivel económico, pudo influir decisivamente en que
las tesis imperialistas no vieran su realización y terminara por volverse a la
tesis del desarrollo capitalista, ahora, después del derrumbe de URSS, como
globalización capitalista. ¿Cómo influyó todo esto, en su caso?
Muchas gracias, Rolo, y disculpa mi tono en los últimos días.
Nota.- Soy consciente que en la interacción de causas, la economía ejerce un
papel preponderante, pero, no único y exclusivo, sino como un elemento más
dentro del conjunto de concausas, decisivo las más de las veces, pero no
siempre e, incluso, a veces, no decisivo.
josé
23/03/2011 a 15:40
Responder
3.
Me parece que no puede entenderse el mundo capitalista como totalidad
concreta sin partir de que esta se estructura a partir de dos dinámicas que
pueden entran en tensión: la competencia económica de los capitales y la
“competencia geopolítica” de los estados. Esto lo dice Harvey en el texto que
vos citás, lo planta también Callinicos en un trabajo reciente. Yo planteo algo
similar aquí: http://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=502
Vos Rolando muchas veces haces referencia a la idea de totalidad concreta para
caracterizar al capitalismo global, pero tu visión termina siendo abstracta al
no considerar esta segunda dimensión. Por eso, aunque creo que se pueden hacer
numerosas críticas a las teorías del imperialismo, y es particularmente débil
el tratamiento de los trusts y cartels, tributario de Hilferding y Hobson, sin
esta noción no se puede entender la articulación entre geopolitca y economía.
El desarrollo desigual no tiene otra explicación que las asimetrías económicas
entre los países de mayor productividad media y los de menor productividad,
pero el imperialismo es la fuerza que garantiza la permanencia de las
burguesías de los países más débiles en estas relaciones asimétricas que los
llevan a ser jugadores de segundo orden, aceptando al FMI, el BM, la OMC, y etc
etc, aceptando la ilusión de que los capitales de todos los países compiten en
igualdad de condiciones cuando las diferencias productivas y financieras plantean
que de ninguna manera es así. Y sobre todo, el imperialismo es la fuerza que
está detrás de las burguesías débiles, para intervenir en defensa de dichos
regímenes (más inestables) cuando se levantan las masas. Esto lo hemos visto
una y otra vez en las últimas décadas. Son dos dimensiones profundamente
entrelazadas, y sin la categoría de imperialismo es imposible comprenderlas.
EM
23/03/2011 a 17:44
Responder
o
EM, volvés a errar en la crítica. En mi explicacion del imperialismo
siempre he planteado que a la par que opera la unidad de los capitales “en
general”, se desarrollan tensiones geopolíticas por avanzar los intereses
particulares. Pero esas tensiones no derivan en conflictos armados entre las
potencias (el techo es la unidad del capital, en su entrelazamiento
transnacional). Este aspecto de la cuestión es el que no logran entender los
que siguen defendiendo la tesis leninista del imperialismo.
Segundo, la dicotomía teórica que planteo en las tesis leninista no está entre
“competencia económica entre capitales” y “competencia geopolítica”.
Tercero, la permanencia de las burguesías más débiles en esa situación no se
perpetúa a través de la violencia neocolonial (esto es, mediante extracción por
medios extraeconómicos del excedente). Esto no es cierto. Brasil, Argentina,
etc., tienen atraso tecnológico pero no
porque estén somedias al “pillaje” o al “robo”.
Además, ¿por qué no se puede entender la relación entre geopolítica y economía
sin las nociones de trusts y carteles? ¿De dónde sale esto? ¿Por qué no se
puede entender desde la lógica de los capitales nacionales? (En Valor... hago un intento en este sentido). Además, si no existe la manipulación de
la economía por los monopolios, que postuló el trotskismo, ¿por qué hay que
buscar aquí la relación entre lo económico y lo geopolítico?. Además, no se
trata de un tratamiento “débil” de los trusts en el marxismo de principio de
siglo, sino de un tratamiento
equivocado. Tan equivocado que llevó a que en el Programa de Transición Trotsky llegara a decir que los monopolios bancarios “organizan la vida
cara, la desocupación y la crisis”. Después de semejante afirmación, ¿no es
hora de pensar dónde están las raíces teóricas de semejantes dislates? ¿No es
hora de cuestionarse seriamente si con un punto de vista de este tipo
(concepción conspirativa de la historia) es posible entender la geopolítica
desde bases materialistas?
Por úlimo, sinceramente, es un poco molesto ver cómo se escamotean balances.
¿Quiénes pronosticaban, al inicio de la segunda intervención a Irak, que era el
primer paso de un conflicto a escala mundial entre las potencias; que se
rompían la ONU y la OTAN, y que íbamos a una guerra mundial? ¿Quiénes decían
que esto era así porque “lo dicen las tesis de Lenin”? ¿Por qué no se hace un
balance a fondo de estos desastres de pronósticos? Son partidos políticos de
izquierda, con cientos de militantes, con equipos de dirección y equipos de
escritores, los que hicieron estos pronósticos (después de todo yo trabajo
solo, con pocos recursos). ¿Por qué no se exploran las raíces teóricas de
semejantes “pifiadas”?
rolandoastarita
24/03/2011 a 01:31
o
Rolando, no creo errar en la crítica. Es cierto que vos siempre hablás en
algún momento sobre las “tensiones geopolíticas”, pero por ejemplo en tu último
libro sobre la dependencia lo hacés en las últimas 3 o 4 páginas; si mal no
recuerdo, en Valor… le dedicás un breve capítulo final. Es algo completamente
externo al análisis (casi diríamos una “cobertura” por si alguien te hace esta
crítica) no algo que este problematizado e integrado en los distintos niveles
de análisis.
No tengo acuerdo con tu planteo de que las “tensiones no derivan en conflictos
armados entre las potencias (el techo es la unidad del capital, en su
entrelazamiento transnacional)”. Me parece una definición completamente
ahistórica. El debilitamiento de EEUU y la posibilidad de que sea reemplazada
como potencia hegemónica, tanto como articulador geopolítico como a nivel de
gravitación del conjunto de la economía mundial, con las implicancias que esto
tiene, por ejemplo en el sistema monetario, plantea la perspectiva de
agudización de las tensiones interestatales, y eventualmente la guerra.
Justamente acá se ve los efectos de no tratar la tensión entre las tendencias del
capital y las de las relaciones interestatales. Las primeras se absolutizan en
tu lectura y desplazan a las segundas.
Si lees atentamente, en ningún momento hablo de robo, ni pillaje, ni violencia
neocolonial, así que no se por qué me discutís eso.
Tampoco reivindico las nociones de trusts y cartels, me parecen que buscaban
correctamente dar cuenta de un fenómeno histórico -al momento de escribir las
teorías clásicas eran formas que se estaban dando y había que dar cuenta de
ellas y de sus implicancias para la teoría- pero no creo que la respuesta dada
haya sido correcta, es algo que puse en mi comentario así que no se por qué
insistís en eso.
Por último, tenemos que volver siempre a lo mismo. Es muy molesto ver a quien
se queja de los “métodos de discusión” que le achaca a la izquierda, atribuir
sin ton ni son posiciones que no se sabe de donde saler. ¿Quien habló de que
que la intervención en Irak era el primer paso de un conflicto mundial?
Ciertamente, no la FT-CI. Nosotros dijimos que se mostraba una agudización de
las tensiones geopoliticas -que efectivamente se estaba dando y que después se
descomprimió cuando EEUU completó la invasión y renegoció con Francia y
Alemania- y que era un punto de inflexión en la hegemonía norteamericana.
Podemos discutir si este último pronóstico fue correcto o no -yo creo que sí-
pero no se puede seguir discutiendo cualquier cosa, sin discutir claramente lo
que cada uno dijo.
El problema no es reivindicar la teoría de Lenin, el problema es si todavía hay
que dar cuenta de relaciones imperialistas, constitutivas al mundo capitalista,
y tratarlas como tales, como un problema teórico y político de primera
magnitud, y no algo a mencionar el las últimas páginas de los libros de manera
eminentemente descriptiva.
EM
24/03/2011 a 11:30
o
Primero: que la guerra de Irak era el primer paso a una nueva guerra
mundial me lo planteó en una mesa redonda, realizada en Quilmes, un dirigente del PTS, delante de muchos militantes. También
que las guerras interimperialistas eran inevitables, y que habría nuevas
guerras mundiales, me lo plantearon militantes del PO en 1997, en otra mesa
redonda. Pero además, hay que agarrar el toro por las astas. Nadie, en el trotskismo, ha puesto en cuestionamiento la
afirmación de Lenin “nuevas guerras interimperialistas son inevitables”.
Y el tema es explicar la realidad, porque hace siete décadas que no hay nuevas
guerras interimperialistas, y no existe ninguna tendencia en estos momentos que
muestre que se esté preparando alguna guerra entre las potencias (la tendencia
a la guerra era muy visible, por ejemplo, desde 1900 en adelante, o desde
inicios de los 30 en adelante). Sostener que por el hecho de que el dólar se
esté debilitando, EEUU vaya a emprender una guerra mundial contra Europa (para
desplazar al euro), o cosa por el estilo, no tiene asidero en lo que está sucediendo.
Se trata de ese tipo de afirmaciones que son habituales en el trotskismo, se
disparan y después nadie se hace cargo de las mismas. Son del tipo de las que
hacía Trotsky, por ejemplo cuando diagnosticó, en los 20, que una guerra entre
EEUU y Gran Bretaña era “inevitable”. Se lanzan y después las cosas pasan, y
todos miran para otro lado.
Pero además, aun sin ser mi especialidad, en “Valor…” planteé que hay muchos
conflictos y tensiones geopolíticas entre las potencias. Sostuve: 1) que en la
unificación europea en torno a Alemania y Francia subsistían conflictos
geopolíticos con EEUU y otras potencias; 2) que existían tensiones por
aranceles; 3) que había tensiones EEUU vs Europa por la cuestión de cielos
abiertos; 4) que había tensiones EEUU vs Europa por Airbus / Boeing; 5) que
Washington (ayudado por China) había presionado y maniobrado contra Japón para
que este país no generara una alternativa asiática al FMI; 6) que había una
lucha por la influencia en la zona caucásica y Asia Central, en la que estaba
en juego la salida a los mares abiertos del petróleo del Caspio, entre EEUU y
Rusia; 7) que en el desmembramiento de la ex Yugoslavia habían jugado los
intereses geopolíticos, de Alemania cuando alentó la separación de Eslovenia y
Croacia, y de Washington, al impulsar un Estado bosnio; 8) que en el conflicto
del Kosovo chocaron intereses geopolíticos, en especial de Washington
interesado en sacar a Rusia de la zona; 9) que hubo conflictos geopolíticos en
torno a las vías de integración de los Estados del centro y este de Europa en
el dispositivo militar de la Europa capitalista; 10) que hubo tensiones
Europa/Rusia por la incorporación de 10 países (mayo 2004) del viejo bloque
soviético a la Unión Europea; 11) tensiones por la entrada de Rusia a la OMC;
12) tensiones por la aparición de la UE como socio con el Mercosur, lo que
generó propuestas de Washington de libre comercio con otros países; 13)
tensiones EEUU / Francia por zonas de influencia en Africa negra; 14) tensiones
potencias occidentales/ China por la influencia en Asia Central y Medio
Oriente, y el mar de China.
¿Qué te autoriza a decir que no presté atención al tema? Tu razonamiento es
casi brutal. “El que no está de acuerdo en que en el horizonte hay una nueva
guerra interimperialista, no le da importancia a las tensiones geopolíticas”.
¿Realmente estás convencido de que este es un argumento?
Sobre los métodos de discusión: cuando critico, cito los pasajes que critico y
a los autores. Es Lenin quien afirma que las
guerras mundiales entre potencias son inevitables. Buena parte de la izquierda (incluyendo tu partido) sigue diciendo que esta
idea de Lenin es correcta. ¿Cómo decís que “no se sabe de dónde sale esta
idea”? ¡Si está en las tesis de Lenin, que ustedes jamás criticaron, y
defienden!
Más en general, tengo que polemizar a cada paso con gente que me atribuye
cualquier cantidad de disparates. Ya he visto este método en discusiones
orales. Doy un ejemplo, que me sucedió cuando estaba en un partido. Voy a una
asamblea de militantes (serían unos 150), a defender una postura A. Hablo 20
minutos explicando mi postura, critica de la dirección de ese partido. Luego se
anotaron 25 o 30 que repetían insistentemente que yo había afirmado X, o Y, o
Z; cualquier cosa menos lo que había afirmado. A la hora la confusión era
mayúscula, y a la hora siguiente toda la asamblea estaba convencida de que yo
había afirmado X, Y o Z. Después de eso, me dieron 5 minutos para “redondear tu
posición”. Bien, ante esto mi defensa es pedirle a la gente que lea y saque sus
conclusiones. Por supuesto, esto se aplica a la cuestión de si doy o no
importancia a las tensiones geopolíticas.
rolandoastarita
24/03/2011 a 13:27
4.
Respeto mucho a los compañeros de la organización de EM, a pesar de
discrepar casi siempre. Considero que la revisión de los puntos señalados por
vos Rolando son casi imposibles dentro de determinadas organizaciones en donde
no existen tendencias y de caracter monoliticas. Además creo que tiene que ver
con las bases programaticas y con algo que podríamos llamar “instinto de
sobrevivencia” como organización a corto plazo,y digo a corto plazo porque el
desatino reiterado ante situaciones concretas(caracterización 2001, guerra de
Irak etc)no se pueden ocultar diciendo o dando a entender “somos la
vanguardia”. Saludos
daniel
24/03/2011 a 10:04
Responder
o
Al respecto, existe un término que ha generado muchos problemas. Es el
calificativo de “revisionista”, que se aplicó en su momento a Bernstein, en la
Segunda Internacional, y a partir de allí pasó a ser una especie de insulto en
el campo marxista. Cualquiera que quisiera “revisar” era inmediatamente
descalificado. A partir de esto, no hay forma de leer críticamente textos, ni
avanzar en la ciencia. El estudio se transforma en un busca de citas para hacer
valer el “principio de autoridad”, y tratar de “ganar discusiones”. De ahí
también que en algunos grupos se exhibiera con orgullo el ser “ortodoxo”.
“Somos trotskistas ortodoxos”, se decía en un grupo en el que milité hace años.
Voy a escribir algo sobre este asunto en el blog.
rolandoastarita
24/03/2011 a 10:40
5.
Esto viene a reforzar el predominio de que la TVP predomina sobre la TCMI:
http://www.vnavarro.org/?p=5475
Crece la productividad, se mantienen los salarios, crece la plusvalía
josé
24/03/2011 a 21:15
Responder
6.
EM, ¿qué opinás de que en el Programa de Transición Trotsky escribió que
los monopolios bancarios “organizan la vida cara, la desocupación y la crisis”?
Eduardo
24/03/2011 a 22:06
Responder
o
Agarremos, entonces, como decís, el toro por las astas: no poner en
cuestión que nuevas guerras imperialistas sean inevitables, no significa estar
aguardando guerras a la vuelta de la esquina. Durante las últimas siete décadas
hubo hegemonía norteamericana, que, si mal no recuerdo, se termino de
establecer mediante una “inevitable” guerra imperialista. Hoy estamos frente a
una fuerte crisis de dicha hegemonía, pero no hay estados que tengan hoy
capacidad de rivalizarla. La cuestión es: ¿la integración de capitales hace
improbable una nueva guerra imperialista? Este planteo tuyo no me parece
probado. No hay una burguesía transnacional con intereses transnacionales. La
burguesía no ha dejado de estar nacional centrada; no hay burguesías genuinamente
transnacionales, salvo algunas excepciones; la mayoría de las empresas
multinacionales tienen una clara base nacional (ver por ejemplo este artículo
de Husson que plantea una posición similar a la que sostengo
hussonet.free.fr/imperiae.pdf).
Pero más allá de esto, a pesar de la creciente integración mundial de la
producción, no hay una identidad entre los intereses y necesidades de los
Estados y sus instituciones para mantener el dominio interno y la posición
internacional de los mismos, y las necesidades del capital en su creciente
integración mundial. La agudización de la lucha de clases es una enorme fuerzar
que pueda agudizar los enfretamientos interestales, y que justamente en estas
décadas hemos visto actuar poco. Si no hay revoluciones, a pesar de que haya
crisis, sin duda habrá contención de las relaciones internacionales, pero ¿que
pasa si ocurre lo contrario?
Ya la crisis de 2008 mostró la reaparición de respuestas nacionales y hubo
amague de medidas que amenazaban hacer retroceder la integración mundial. Los
nuevos desequilibrios que irán apareciendo con las consecuencias de la crisis
–que yo creo que vamos a seguir viendo por varios años aunque se haya salido de
la recesión- y el golpe severo al rol que jugaba la economía norteamericana en
la economía mundial, que nadie puede reemplazar en lo inmediato, plantea un
escenario de “barajar y dar de nuevo”, de rearmar en conjunto de las relaciones
económicas. Esto es algo que no hay evidencia para sostener que se vaya a
metabolizar pacíficamente. Las conjunciones que hubo entre crisis de los
estados hegemónicos y alteración de las relaciones económicas internacionales,
en el siglo XX dieron lugar a agudos enfrentamientos.
Si querés “evidencia” para demostrar lo que estoy diciendo, no tengo más
para ofrecer que recurrir a las hipótesis de guerra del Estado mayor
norteamericano frente a la emergencia china (citadas ampliamente en el último
libro de Giovanni Arrigí) o a los debates en Foering affairs y otras
publicaciones similares sobre cómo administrar la declinación de la hegemonía
norteamericana. Pero lo que vos planteás se apoya en proyectar a futuro lo que
pasó en las últimas décadas, haciendo caso omiso a los elementos nuevos que
cuestionan la posibilidad de que el mismo escenario se mantenga.
Vos decís que no es cierto que hayas planteado que a partir de la
mundialización del capital se acababan las tensiones geopolíticas entre las
potencias. Yo te reconocí que es cierto, pero lo tratás como algo externo a tu
análisis de las relaciones constitutivas del capitalismo global. Yo no te
critico que lo trates al final de tus libros, pero digo que no es casual sino
que hay una lógica interna, gracias a la cual la “totalidad concreta” de la
economía mundial capitalista te queda analizada en un plano bastante abstracto.
Eso se ve en que en vez de tratar la relación contradictoria entre competencia
económica y geopolítca, relegás la segunda a la primera al descatar que por la
interrelación entre los capitales las tensiones no pueden nunca llegar a
guerras entre las potencias. Nadie dice que vaya a haber guerra inter
imperialista en lo inmediato, pero desde el punto de vista de las relaciones de
clase a escala mundial tampoco hay elementos para decir que las hemos dejado en
el pasado.
Sobre los métodos de discusión, yo te
critico que vos digas que todo el trotskismo señaló que con Irak se venía una
guerra interimperialista. ¿quién lo dijo? ¿Todos, no creo? Alguno puede ser,
pero habría que decir bien quiénes. La FT-CI, que te aclaro es la tendencia
internacional a la que pertenece el PTS, no sostuvo eso en ninguna publicación,
y vos me mencionás lo que dijo o vos interpretaste que dijo un dirigente del
PTS en una charla. Tal vez alguien expresó eso, pero no es la posición pública
de la corriente, puesta en todos los materiales en los que analizamos Irak. Ya
te plantee en el comentario previo lo que expresamos sobre la guerra, las
tensiones geopolíticas y las consecuencias para la hegemonía norteamericana.
Ese análisis, a grandes rasgos creo yo, se probó correcto.
Sobre lo que plantea Eduardo del
programa de transición, no voy a pronunciarme sobre una frase suelta.
Discutamos primero la lógica general del mismo y sus fundamentos (que siguen
siendo la base más acabada para la estrategia revolucionaria hoy), y después sobre
esa base podemos discutir si tal o cual frase merecería una expresión más
precisa.
EM
25/03/2011 a 15:51
o
Me doy cuenta de que es imposible avanzar en clarificar diferencias, porque
tu razonamiento es autoconsistente por definición. Yo trato de interpretar un
hecho: no hubo guerras interimperialistas desde hace siete décadas, (y no veo
tendencia alguna a que haya alguna). Y trato de dar una explicación
materialista a ese hecho, partiendo de que hoy no está presente la condición
que guiaba el razonamiento de Lenin. Pero a vos (y a tu partido) el que no haya
habido guerras entre las potencias desde hace tanto tiempo, los tiene sin
cuidado. Seguirán afirmando que “Lenin tuvo razón” y que hay tendencias a la
guerra. ¿Cómo es eso? Pues porque no está probado que en el futuro no pueda
haber una nueva guerra interimperialista (claro que alguien podría retrucarte
diciendo que tampoco está probado que vaya a haberlas, por lo que no estaría
probada la afirmación de Lenin).
Lo importante es que constato que no hay manera de avanzar en ninguna
clarificación con los trotskistas. Si cito el Programa de Transición, y no pueden defender lo que dice,
responden que “es un pasaje circunstancial”.
Si un dirigente dice en una mesa redonda que se viene una guerra mundial y esa
guerra no ocurre, no tiene importancia porque “no hay constancia escrita”
(aunque en la mesa redonda uno haya debido aguantar el asunto).
Si me hacen el cargo de sostener que no hay tensiones entre las potencias, y
demuestro que sí hablé extensamente de esas tensiones, tampoco importa, el
cargo sigue igual porque “las tratás como algo externo”.
Si cito a Trotsky diciendo que el capitalismo está estancado desde 1914, en
realidad no dijo lo que dice el pasaje que cito, porque hay que leer otra cosa.
Si cito el Programa de Transición en donde dice que los monopolios organizan
las crisis, la inflación y la desocupación, tampoco tiene importancia porque en
realidad Trotsky dice otra cosa; o en todo caso, tampoco tiene importancia,
aunque se trata del Programa de Transición.
Bien, me rindo. Sigan pensando así. Lo único que queda es que la gente lea y
compare lo que escribe cada uno.
rolandoastarita
25/03/2011 a 16:41
7.
Rolando, es incomprensible que planteés que “a vos (y a tu partido) el que
no haya habido guerras entre las potencias desde hace tanto tiempo, los tiene
sin cuidado”. En todo caso, discutí por qué te parece irrelevante para discutir
eso el concepto de hegemonía, pero lo estás pasando por alto para argumentar
que sostenemos una posición dogmática de que “Lenin tuvo razón” cuando no es
así. Pero desvirtuar los argumentos planteados achacando un “razonmiento
autoconsistente” cuando en realidad hay una interpretación que es distinta a la
tuya, y que deberías discutir como tal en vez de descalificar, me parece que se
condice muy poco con la declarada intención de “avanzar en clarificar
diferencias”.
EM
25/03/2011 a 19:39
Responder
o
Ya te lo dije, ganaste la discusión. No te descalifico, los felicito, saben
ganar muy bien discusiones.
rolandoastarita
25/03/2011 a 19:45
8.
Es sinceramente extraña la forma de discutir de EM, máxime cuando dice:
“…Si leés atentamente, en ningún momento hablo de robo, ni pillaje, ni
violencia neocolonial, así que no se por qué me discutís eso”, cuando en su
nota de polémica con Kicillof dice exactamente lo contrario:
“…pasa por imponer un programa que corte con el saqueo imperialista,
nacionalice la banca, imponga el monopolio estatal del comercio exterior y
avance en expropiar a los expropiadores capitalistas…”http://puntoddesequilibrio.blogspot.com/2010/12/los-economistas-k-explicando-la.html. Saludos.
Armando
25/03/2011 a 23:01
Responder
o
Armando, saqueo imperialista ahí se refiere a la deuda pública, aparte de
el uso descontrolado de los recursos naturales por parte del capital
extranjero. Mi comentario de que “en ningún momento hablo de robo, ni pillaje,
ni violencia neocolonial” tiene que ver con que opino que el punto de partida
del desarrollo desigual no está en estos mecanismos -aunque sin duda la refuerzan,
entre otras cosas porque impone usar para pagar la deuda recursos que en los
países menos desarrollados serían doblemente necesarios para impulsar la
acumulación- sino en las relaciones asimétricas que se dan entre los países más
productivos y los menos productivos, y en ese punto sí tengo acuerdo con
Rolando que acá la clave son las diferencias en la creación de valor de los
distintos espacios nacionales. La relación entre estos distintos niveles la
desarrollo un poco más en la nota que linkee al principiohttp://www.ips.org.ar/article.php3?id_article=502
EM
25/03/2011 a 23:25
o
A ver EM, “los monopolios bancarios organizan la vida cara, la desocupación
y la crisis” para vos es una frase suelta, ok, lo acepto, ¿qué opinás del
Programa de Transición?
Eduardo
26/03/2011 a 01:07
o
Eduardo y Armando, no creo que puedan avanzar en ninguna clarificación,
porque no hay interés en la verdad científica, sino en defender las “verdades
de partido”. Observemos lo siguiente: se emplea el término “saqueo” referido a
la deuda pública. Pero “saqueo” es sinónimo de pillaje, de apropiación mediante
utilización de fuerza militar; por eso el término se utiliza para los casos de
colonialismo. Y con la deuda pública argentina sucede que
a) es colocada voluntariamente por el gobierno en los mercados;
b) los precios de los bonos se fijan por cruces de ofertas y demandas, en los
que participan cantidad de inversores de todo el mundo (esto es, la tasa de
interés se fija como decía Marx, y no por precio de monopolio bancario);
c) la mayor parte de la deuda pública está en manos de tenedores argentinos.
¿Qué tiene que ver todo esto con “saqueo imperialista”? Nada, pero los tiene
sin cuidado.
Observemos también lo siguiente: parece que para algunos el “uso descontrolado
de los recursos naturales” es un cargo que solo se le hace “al capital
extranjero”. ¿Por qué solo al capital “extranjero”? ¿Por qué no decimos que es
todo el capital el que hace un uso “descontrolado” de los recursos naturales?
Siempre asoma el plumero del sentimiento nacionalista. Sin embargo, ya dirán
que se trata de una mala interpretación, que la cita importante está en otro
texto, etc. etc.
rolandoastarita
26/03/2011 a 09:02
9.
Hola Rolando,
Ante todo resalto que me parece altamente valorable en estos tiempos emprender
una revisión crítica -lo cual no refiere para nada a la famosa libertad de
crítica contra la que arremetió Lenin en el ¿Qué hacer?-de los grandes
exponentes del marxismo.
Mi pregunta, más bien duda, apunta a que no entendí si tu postura es que hay
una coexistencia combinada de una capacidad de los monopolios para, en ciertas
circunstancias, influir sobre los precios, y la ley del valor que establece que
los precios se fijan según el mercado y no hay capitalista capaz de influir
voluntariamente en ello. O, si sostenés que sólo tiene vigencia el segundo
caso, el de la ley del valor.
Ignacio
20/04/2011 a 12:29
Responder
o
Sostengo que actualmente rige la ley del valor trabajo; actualmente hay por
lo menos tanta competencia como en el siglo XIX. Por supuesto, en el siglo XIX
y en la actualidad, se encuentran “nichos”, o casos en los que puede haber
monopolio durante algún tiempo. Por ejemplo, en Argentina las telefónicas o las
concesionarias de peajes de rutas tuvieron posiciones monopólicas (mejor dicho,
oligopólicas). Pero cuando la tasa de rentabilidad es muy alta, inevitablemente
empiezan a erosionar esas posiciones oligopólicas otros capitales. Traté esto
de manera bastante extensa en mi libro “Valor…”. Dado que está agotado, tengo
la intensión de reproducir el capítulo donde trato este tema en el blog.
rolandoastarita
20/04/2011 a 13:00
10.
Compañero Rolo. He leído su nota sobre el imperialismo de Lenin con
anterioridad. Solo me he permitido hacer una referencia indirecta a los
contenidos en el marco de otros debate a disposición de todos los compañeros
que comparten este blog. Ante todo, la nota me parece bien fundamentada y
también valiente. No cualquiera se le anima a una teoría de semejante
envergadura y que, por otra parte, armó a generaciones enteras de
revolucionarios. En este caso, la crítica asume dimensiones no solo teóricas,
sino, de alto voltaje emocional. Este hecho, puede explicar en parte la
animosidad que se palpa en algunas intervenciones, más aún cuando este aspecto
de la teoría leninista es presupuesto fundante de organizaciones que se
proclaman trotskistas y consideran al tema como un verdadero tabú. En razón de
ello quisiera vertir algunas observaciones provisionales, si me es posible,
desprovistas de pasión y de prejuicio.
Mucho se ha repetido que Marx al no poder asistir al advenimiento generalizado
de los monopolios no tuvo más que una caracterización rudimentaria de su rol y
alcance. Según podemos leer en muchos manuales, Lenin tomo estas apreciaciones
y les aplicó la tan temida ‘revisión’(no se dice de esta manera sino
‘desarrolló’) en razón de la nueva realidad. Yo, por el contrario creo que Marx
, en un texto temprano como ‘Miseria de la Filosofía’ planteó una visión insuperada
de la relación entre el monopolio y la libre competencia. Allí, si mal no
recuerdo, nos dice que en la vida económica existen tanto el monopolio como la
competencia, en una síntesis, que no es una fórmula, sino, un movimiento. De la
competencia surge el monopolio, pero si este la restringe, se incrementa la
tensión al interior de los estados, de tal manera que los monopolistas se
lanzan a una ronda furiosa de competencia. Si esta no puede dirimirse
pacíficamente, los competidores van a la guerra. En conclusión, el monopolio no
puede existir, más que pasando continuamente por la competencia.
En mi opinión este concepto refleja la dinámica real, tanto en la época de
Lenin, como en la nuestra, con independencia de que la competencia
‘semipacífica’ se haya instalado por un período muy prolongado.
La existencia del monopolio (en realidad oligopolio) traslada la competencia a
un nivel superior y encarnizado. Ello implica distorsiones a la ley del valor,
pero no la anula su imperio. Tampoco prescribe un curso histórico
predeterminado, en el cual, la competencia se suspende definitivamente por el
triunfo definitivo del monopolio. A Lenin le tocó analizar un momento
determinado de la dinámica capitalista. Variados ‘especialistas’ en historia
económica han cuestionado sus conclusiones, por ejemplo, que eran válidas solo
para países como Alemania, retomando el argumento Kautskiano que al capitalismo
le resultaba más conveniente la competencia pacífica que el imperialismo y que
el porvenir deparaba una hegemonía superimperialista no necesariamente menos
explotadora para las masas. En cuanto a la tendencia concreta es evidente que
Lenin tuvo razón. En cuanto a la dinámica de largo plazo, es posible que no.
Ciertamente Lenin consideró que el imperialismo por el analizado (que según sus
propias palabras no sería siempre igual) implicaba un impulso bélico intrínseco
irrefrenable que daría lugar a la guerra entre potencias. Pero entre estas
guerras habría intervalos ‘semipacíficos-semiviolentos’ que codificó en 15 o 20
años. Es natural que frente a un intervalo de 70 años, que, según especialistas
militares no presenta hipótesis de conflicto mundial por otros 50, lapso que
llevaría la consolidación de una potencia alternativa a los EEUU, nos
preguntemos que ha cambiado y para ello miremos la realidad y revisemos la
teoría. Se han esbozado muchas hipótesis. Una de ellas es el fenómeno de la
descolonización en la postguerra, como consecuencia del debilitamiento de los
poderes centrales y la emergencia de una potencia nuclear alternativa (La URSS)
que desvió ele eje del militarismo imperialista. Otra es el temor del
‘overkill’ ante las consecuencias de un nuevo conflicto mundial. Otra es la
interprenetración de los capitales más allá de las cabeceras nacionales. Este
último aspecto se presenta como determinante en su análisis y como factor
irreversible en la dinámica futura.
En lo personal, no creo en los inevitables. Marx planteó que la lucha de clases
llevaba inevitablemente a la dictadura del proletariado. Lenin habló de la
inevitabilidad de las guerras mundiales, pero también de la revolución
socialista y ni la una ni la otra están en el horizonte inmediato o de mediano
plazo. Pero usted va más allá y deroga indefinidamente la posibilidad de
Guerras Mundiales, en razón de que los fenómenos que les dieron origen no
fueron más que una aberración transitoria en el curso expansivo del capitalismo
que Lenin y sus seguidores, absolutizaron. Por el momento, estoy acuerdo en que
no hay ninguna evidencia concreta que apunte hacia una guerra mundial, ni
siquiera como consecuencia de una recaída de la crisis, pero no estoy
convencido que la unidad transnacional del capital sea tan estable como para
abolir su posibilidad futura. Por último. De haber asistido a la ‘mesa redonda’
donde usted dice, y no tengo por que dudar, se formuló el pronóstico de la
inminente tercera guerra mundial, no habría podido más que sonreir. De ahora en
más lleve un grabador o hágase acompañar por un notario público.
Pese a ello, creo que es aceptable el argumento del compañero EM, en tanto que,
en las publicaciones de la corriente a la que pertenece no aparece formulado
semejante pronóstico. Pudo haber sido un exabrupto polémico. Pudo haber sido
una exageración ilustrativa. Pudo haber sido un desliz ‘esotérico’. Pudo haber
sido una afirmación ‘visionaria’ de la cual, el compañero interviniente es
enteramente responsable. Calculo que ello determinará alguna discusión al
interior de la organización a la que pertenece y una aclaración posterior. Pero
no me parece que se pueda poner un signo igual entre el ejemplo de Trotski de
1920 y este entredicho. Aquí me parece que el problema de las ‘estaturas’ se
perdió por el camino de los caldeados ánimos. En todo caso, bastante se le
mofaron a Trotski en su debido momento. Según recuerdo explicó que solo era una
posibilidad.
Gracias por la atención.
AP
21/04/2011 a 03:57
Responder
o
Vuelvo a solicitarle que escriba contribuciones más cortas. Insisto, se
trata de comentarios, no de artículos. El problema es que si todos escriben
así, se desnaturaliza este espacio. Habría varias cuestiones a comentar de lo
que escribe, pero ahora solo quiero aclarar un punto. Yo no “derogo
indefinidamente ninguna posibilidad”. Lo que sostengo es que hoy no existe una tendencia
o impulso a la guerra entre las potencias. En 1905 o en 1910 el impulso a la
guerra era palpable (como lo fue también en la década de 1930). No puedo
extenderme en esta explicación, pero mi postura conecta con lo que Hegel llama
“posibilidad real”, en oposición a la “posibilidad abstracta”.
Metodológicamente es lo que diferenció a Lenin de Trotsky en la discusión sobre
la paz de Brest. En segundo término, sostengo que las razones por las que Lenin
sostuvo que las guerras interimperialistas eran inevitables, hoy no son
válidas. El que sostenga que las guerras interimperialistas hoy son inevitables
debería buscar otra razón. El argumento de Lenin es: 1) los mercados internos
en los países capitalistas ya no pueden expandirse (en esencia por la pobreza
de las masas); 2) por lo tanto el capital de los países centrales necesita
asegurarse mercados mediante el dominio colonial para sobrevivir; 3) pero el
mundo ya está repartido entre las potencias; 4) por lo tanto las guerras por
nuevos repartos son inevitables. Sostengo que esta cadena de razonamiento está
equivocada. Equivocada teóricamente (la tesis subconsumista no se sostiene). Y
empíricamente no se verificó; el crecimiento de los mercados internos de las
potencias a partir de 1945 es imposible de encajar en esa visión Lenin-Hobosn.
Como el hecho de que el grueso de inversiones directas externas se diera entre
países desarrollados, y no desde los desarrollados a los atrasados.
rolandoastarita
21/04/2011 a 09:16
11.
Compañero Rolo. De ahora en más, si le parece, me pongo un tope de 25
renglones. Vale su aclaración acerca de que no deroga ninguna posibilidad. Pese
a ello, me parece que el análisis que usted propone sobre la dinámica del
capital ha llegado para quedarse. Coincido en que las razones que indujeron a
Lenin a sostener la inevitabilidad de la guerra no están presentes a partir del
45 y se abre un nuevo escenario. Pero no me queda claro, a partir de la
impugnación de la tesis subconsumistas, si la concatenación planteada por Lenin
estaba equivocada, con lo cual, ya en 1914 su análisis de las tendencias
concretas era teóricamente erróneo y por consiguiente solo acertó a detectar
una tendencia ‘palpable’ por mera intuición. Coincido en la crítica a las tesis
subconsumistas sobre la crisis. Ello no impide verificar una situación de
subconsumo ni constatar un mundo repartido, herméticamente cerrado a la
competencia. Habría que explicar por que se dio esta situación y por que no
puede volver a recrearse. Coincido en que Lenin consideraba imposible el
acrecentamiento del consumo de masas bajo el imperialismo. Pese a ello, criticó
las tesis subconsumistas. Su teoría de la crisis está centrada en la anarquía
de la producción capitalista.
AP
21/04/2011 a 14:01
Responder
o
El proiblema con el enfoque de Lenin sobre las crisis es que si bien
critica la tesis subconsumista, acepta la explicación de Hobson. Antes, en sus
escritos tempranos de crítica a los populistas también criticaba el
subconsumismo, aunque en ciertos pasajes plantea que la razón última de la
crisis es la falta de consumo de las masas. Es interesante que en la Segunda
Internacional la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia pasara
casi desapercibida. Habría que esperar a Grossmann, en 1929, para que fuera
reivindicada y conectada con las crisis, E incluso entonces la mayoría de los
marxistas no le prestan atención. Por ejemplo en 1940 Trotsky atribuye la
tendencia al estancamiento al monopolio.
rolandoastarita
21/04/2011 a 15:01
12.
¿Según tu punto de vista no hubo, sobre todo durante la crisis del 2008,
una tendencia a la militarización de Sudamérica? Me refiero a la reactivación
de la IV Flota y las bases militares en Colombia. Porque a mi me había cerrado
bastante la idea de que, en un contexto de crisis, EEUU tendiera a asegurarse
las regiones que representan un gran reservorio de recursos naturales.
Ignacio
28/04/2011 a 21:50
Responder
o
Mi afirmación de que el colonialismo, la ocupación militar y el saqueo de
los países no constituyen los medios de extracción del excedente, no implica
afirmar que desaparece el aparato mllitar, desplegado a nivel mundial. El
capital siempre lo va a necesitar. Pongamos el caso de las bases militares de
Colombia. Las mismas son el resultado de la colaboración de EEUU con el
gobierno colombiano en la represión. No han sido impuestas al gobierno
colombiano por EEUU (a la manera que sucedía e una relación colonial). Su
instalación responde a los intereses del capital, colombiano e internacional.
Colombia no es una colonia, es un país dependiente (en el sentido de Lenin).
Colombia, como Argentina, y otros países dependientes “normales”, no son
explotados por las potencias. La explotación es de clase.
rolandoastarita
29/04/2011 a 09:38
13.
compañero si bien es cierto yo creo que su critica a las tesis
imperialistas de lenin es acertada me gustaria polemizar un tanto usted en el
articulo menciona si no me equivoco la imposibilidad de guerras
interimperialistas a gran escala; yo sin embargo veo que podria existir guerras
entre los bloques chino ruso y euuu europa ¿cual es su opinion al respecto don rolando?
manuelmusica
11/01/2012 a 20:20
Responder
o
De hecho no planteé “la imposibilidad” de guerras interimperialistas en
gran escala. Lo que he tratado de explicar es por qué desde hace más de seis
décadas no hubo nuevas guerras interimperialistas (cuando Lenin había
sentenciado que eran inevitables), Y esto tomando como referencia a los países
industrializados más desarrollados. Lo que me interesa de esto es rescatar un
método que haga eje de las causas materiales, en los intereses económicos del
capital, para explicar por qué no ha sucedido. Y por qué, en un futuro más o
menos mediato (digo, en la próxima década) no se avisora en el horizonte una
nueva guerra entre las potencias. Pero no tengo la “lamparita” y no puedo decir
qué va a pasar en un futuro distante. El análisis materialista exige que
trabajemos con las tendencias actuantes. Por ejemplo, ya desde principios del
siglo XX todo el mundo sabía que se iba a una guerra entre las potencias. La
tendencia no era una abstracción, estaba desarrollándose realmente. Hoy no se
advierte esta tendencia, hay tensiones, pero estamos por ahora lejos de una
carrera hacia una guerra entre las potencias.
rolandoastarita
12/01/2012 a 19:38
o
vale rolando si me permites voy ha hacer preguntas en tu blog a lo mejor de
lo mas obvias; pues mi afán mas bien es aprender y saldar preguntas de
formación mínima gracias
manuelmusica
28/01/2012 a 01:34
o
Sí, de acuerdo, entre todos tratamos de aclararnos las cosas.
rolandoastarita
28/01/2012 a 11:11
14.
En la base de todo mercado capitalista esta la ley del valor trabajo. Ella
es el fundamento de toda oferta y demanda y de toda competencia. De la
competencia deriva el monopolio. Competencia y monopolio coexisten en el
capítalismo. Siempre lo han hecho. No sólo coexisten, sino que se complementan.
No hay competencia pura ni monopolio puro. Incluso he visto formas muy complejas
de relación entre competrencia y monopólio. Conozco pequeños mercados, que
funcionan una vez por semnana, en pueblos de provincias (soy de Perú) a donde
concurren pequeños productores agropecuarios y consumidores de los cacerios
cercanos, donde se puede observar una libre competencia casi perfecta y de
manera muy regular en el tiempo. Tambien conozco el gran mercado mayorista de
Lima, de productos agropecuarios, donde una sarta de mafiosos imponen el
monopolio y oligopolio, creando escases artifical de productos, a vista y
paciencia de todo tipo de autoridades civiles y policiales, que tambien reciben
su “comisión”. Pero tampoco no es que estos mafiosos pongan el precio que se
les ocurra. Ellos ponen la escasez y es el mercado el que pone el precio. Tampoco
no es que el “juego” siempre les salga bien. A veces pierden, porque el mercado
no les responde como ellos esperaban. A esto me refería cuando escribía sobre
una relación compleja entre competencia y monopolio.
En los tiempos de Marx, ciertamente existían competencia y monopolio. Sin
ermbargo, los estudios históricos prueban que lo que predominaba era la
competencia. He ahí el quid de la cuestión. En los tiempos de Lenin el
escenario fue distinto: Los monopolios se apoderaron de los mercados. El monopolio
devino dominante y sometió a la competencia a su servicio. Nadie esta diciendo
que la competencia fue abolida y la ley del valor trabajo “derrogada”. En todo
este proceso histórico hemos sido testigos de como los monopilios se han hecho
cada vez más diominantes y han establecido relaciones increibles con la
competencia, dando lugar a cosas como los derivados financieros, futuros,
mercados forex, CDO, CDS, etc.
Este capitalismo capitaneado por lo monopolios no solamente explota a su propio
proletariado sino que, por razones de acrecentar la acumulación de capital y
geopolitica de los Estados, somete bajo su domininio a paises, naciones y
pueblos. En estas condiciones ya no sólo acumula por extraccion de plusvalía
sino tambien por saqueo y pillaje (desposesión). Este es el capitalismo en su
fase imperialista que teorizaba Lenin, que tiene intrinseco en su naturaleza ya
no sólo las crisis, sino también las guerras interimperialistas. En los tiempos
del carbon y el boom petrolero estas crisis y estas guerras tuvieron su propia
logica, motivos y particularidaes. En tiempos de guerra fria, armas atomicas, y
desarrollo tecnologico impresionante es atinado pensar que los acontecimientos
discurrieran de un modo diferente a la etapa anterior, y transcurrió pacificamente;
bueno, no tanto, tampoco tampoco, al menos nu hubieron guerras mundiales.
Es que a la vida real no le podemos aplicar fórmulas. Si algo no funciona en la
vida concreta son las formulas. “Ya no se han producido las guerras
interimperialistas que predijo Lenin”, suena como una fórmula. La teoria no
puede ser estatica, tiene que ser dinámica, desarrollarse “a diario”. Lenin no
lo dijo todo respecto del imperilaismo. Teorizó al respecto lo que era
necesario para la lucha revolucionaria del momento que le tocó vivir. Su
importancia radica en que nos dejo lineaminentos que siguen siendo validos y
que los marxistas revolucionarios tienen que seguir desarrollando. A pesar de
los errores de muchas de sus apreciaciones considero a la teoria revolucionaria
de Lenin como basicamente correcta. No puedo decir lo mismo de otros teoricos
marxistas que han incurrido en errores garrafales. Por ejemplo, minimizar la
importancia de los mopolios en el capiltalismo o negar su supremacia es un
error garrafal, que solo puede llevar a la derrota a los movimientos
revolucionarios.
Creo que ya estamos en la epoca del cenit del petroleo, de la desaceleración de
la producción alimentaria frente a la agudización de la “superpoblación” del
planeta, de la disputa por los metales raros (metales tecnologicos), de la
disputa por las fuentes de agua dulce, del renacer de las guerras e
insurgencias revolucioanrias (India, Nepal, Kurdistan, Filipinas, Perú,
Colombia, etc), el inevitable declive de la supremacia norteamericana como
potencia mundial, etc ¿Cómo serán las crisis y las guerras interimperialistas
en estas condiciones? Nadie tiene una bola de cristal para saberlo con
exactitud. Pero si tenemos una teoria cientifica que nos alumbra y que nos dice
que los hechos no ocurriran de la misma manera que antes y, sobre todo, que el
capitalismno imperialista no sucumbirá por si sólo, sino que habrá que hacerlo
caer con la movilizacion de las masas revolucioanarias.
Desde Perú un abrazo a todos los revolucioarios argentinos
Benito.
Benito
25/02/2012 a 05:44
Responder
o
La teoría no puede ser un dogma, hay que tratar de explicar la realidad. La
tesis del predominio del monopolio se sostiene en dos aseveraciones
fundamentales: a) la guerra de precios es reemplazada por la competencia a
través de la diferenciación de productos; b) existen sobre ganancias
monopólicas sistemáticas, que se corresponden con los sectores más
concentrados. Pues bien, ninguno de estos supuestos se verifica en la realidad
del capitalismo contemporáneo. En particular, las guerras de precios (a la
manera que lo describió Marx) son una constante. No hay manera de encajar este
hecho en las tesis de imperialismo que ha defendido el marxismo (Lenin,
Hilferding, Mandel, Sweezy, Baran, teóricos de la dependencia). Tampoco hay
forma de encajar la idea “competencia por diferenciación del producto” en la
ley del valor, tal como es presentada por Marx (y Ricardo, ya que ambos suponen
competencia por precios para que opere la ley). Son demasiados problemas, que
no se pueden barrer por debajo de la alfombra diciendo “la teoría no puede ser
estática”. La teoría, ante todo, tiene que ser coherente y poder explicar lo
que sucede de manera coherente.
Por otra parte, nadie pide que Lenin, Hilferding, Mandel o quien sea, “diga
todo” sobre lo que sucede, y menos sobre lo que sucederá. De todas formas, el
problema no fue este con el análisis el monopolio e imperialismo. El problema
reside que ni siquiera en la época en que escribieron Lenin o Hilferding el
sistema funcionaba como pensaron estos autores que funcionaba. Lo cual, además,
tuvo consecuencias en el análisis sobre las causas de las crisis; por ejemplo,
la tesis de Lenin es más tributaria de Hobson que de Marx en este terreno. Lo
cual no es extraño, dado el supuesto adoptado con respecto a la acción de la
ley del valor.
rolandoastarita
25/02/2012 a 10:48
15.
Releyendo un poco la nota veo un par de cositas que no son en si del tema
tratado:
En la cita que hace de su libro
“Monopolio… etc” el trabajo de Lenin aparece como “El imparialismo,fase
superior del IMPERIALISMO”
Luego del subtitulo “Ley del valor y
tesis ….” párrafo 2, al inicio dice “La LVP plantea que el capital domina los
precios,….” creo que debe ir “…. que el capital NO domina los precios…” Si ese
“no” no va, me perdi, al menos si interpretamos que como totalidad y de forma
inconciente termine sucediendo de esa manera.
Pregunto ademas, ¿va a reeditar su libro
“Valor, Mercado…”? No lo consegui en la Feria del Libro el año pasado, espero
hacerme de uno este año. Saludos.
Ilichito
21/03/2012 a 06:25
Responder
16.
Rolando, en su libro “Valor…” usted menciona un estudio que se hizo en los
60, creo, en la economía estadounidense que en ese momento estaba muy
concentrada, cosa que se usaba como soporte de las teorías del monopolio. Ese
estudio demostraba que las subas de precios eran menores en las industrias más
productivas, con lo que habría una correlación entre los precios y los valores
que desmentirían la arbitrariedad de estos precios.
Me pregunto si existe algún estudio similar sobre la economía argentina o en su
defecto sobre alguna economía dependiente, como para contrastar a la tesis de
que en los países atrasados sí domina el monopolio.
Muchas gracias.
Ezequiel
09/06/2012 a 05:58
Responder
o
No conozco estudios sobre el tema en Argentina.
rolandoastarita
09/06/2012 a 15:23
17.
Usted dice respecto a “La concepción de los marxistas de principios de
siglo XX sobre el imperialismo”:
“En tercer lugar prevalece la idea de
que el capitalismo monopolista se caracteriza por el estancamiento de las
fuerzas productivas. Por un lado porque la eliminación de la competencia hace
desaparecer el impulso al cambio tecnológico por parte del capital. Por otra
parte porque se piensa que el capitalismo llegó a un estadio en que la
sobreproducción es estructural, debido a que las masas trabajadoras y campesinas
están empobrecidas, y no tienen poder de consumo. Es la visión subconsumista de
Hobson, aceptada por Lenin y otros marxistas de la época. De manera que los
países adelantados ofrecen cada vez menos oportunidades de inversión. De ahí
las repetidas referencias de Lenin a la “putrefacción” y “descomposición” del
sistema capitalista. ”
Y uno se pregunta como es posible
atribuir a Lenin dicha idea de que ” el capitalismo monopolista se caracteriza
por el estancamiento de las fuerzas productivas” cuando en la definición que da
Lenin de imperialismo no aparece en ningún momento dicha idea.
Lenin dijo:
“Pero, no obstante, como todo monopolio, engendra inevitablemente una tendencia
al estancamiento y a la descomposición.”
[...]
“Naturalmente, bajo el capitalismo, el monopolio no puede nunca eliminar del
mercado mundial de un modo completo y por un período muy prolongado la
competencia (en esto consiste, dicho sea de paso, una de las causas de lo
absurdo de la teoría deí ultraimperialismo). Desde luego, la posibilidad de
disminuir los gastos de producción y de aumentar los beneficios por medio de la
introducción de mejoras técnicas obra en favor de las modificaciones. Pero la
tendencia al estancamiento y a la descomposición inherente al monopolio, sigue
obrando a su vez, y en ciertas ramas de la industria, en ciertos países, por
períodos determinados llega a imponerse. ”
“El imperialismo, fase superior del
capitalismo, Madrid, Fundación Federico Engels”
Y en el texto vemos como sdestaca en
cursiva la palabra “tendencia”. Y no es lo mismo hablar de que se tienda a un
hecho que de que se cumpla dicho hecho. Porque no es lo mismo decir que alguien
se caracteriza porque tiende a engordar que decir que alguien se caracteriza
por ser gordo. Por tanto considero una tergiversación atribuir a Lenin “la idea
de que el capitalismo monopolista se caracteriza por el estancamiento de las
fuerzas productivas”
De hecho para dejar claro que él no
apoya la tesis del estancamiento del capitalismo en dicha fase afirma:
“Sería un error creer que esta tendencia
a la descomposición descarta el rápido crecimiento del capitalismo. No; ciertas
ramas industriales, ciertos sectores de la burguesía, ciertos países,
manifiestan, en la época del imperialismo, con mayor o menor fuerza, ya una, ya
otra de estas tendencias. En su conjunto, el capitalismo crece con una rapidez
incomparablemente mayor que antes, pero este crecimiento no sólo es cada vez
más desigual, sino que esa desigualdad se manifiesta asimismo, de un modo
particular, en la descomposición de los países más fuertes en capital
(Inglaterra). ”
“El imperialismo, fase superior del
capitalismo, Madrid, Fundación Federico Engels”
Por último una pregunta:
¿Usted descarta una guerra mundial en el siglo XXI?
Coincido en que no habrá una dentro de 10 años pero tampoco creo que sea en más
de 50.
Le recomiendo que vea los informes del
SIPRI sobre gasto militar en el mundo, que vea le evolución de dicho gasto
desde la 2ª G.M. .2011 fue por cierto el año con más gasto militar en la
historia de la humanidad.
Sergio
12/12/2012 a 02:32
Responder
o
Pienso que en Lenin existe una tensión, no resuelta, entre tendencia al
estancamiento y desarrollo de las fuerzas productivas. Por eso, durante algunos
años, yo argumentaba igual que lo hace usted ahora. Esto es, citaba los pasajes
en los que Lenin habla del impulso al desarrollo de las fuerzas productivas, no
solo en los países centrales, sino también en la periferia (más claramente en
la periferia). Sin embargo, con el tiempo me convencí de que existe un planteo
de fondo, que es que el sistema, de conjunto, entró en la era de la
“putrefacción” y “descomposición”. Las continuas referencias al “parasitismo”
van el mismo sentido. El problema de fondo, en su opinión, es el monopolio. Por
eso es tan importante entender el rol que juega la competencia, y el giro que
implica la tesis del monopolio para analizar la dinámica del modo de producción
capitalista. No es casual que en los análisis sobre la dinámica del capitalismo
monopolista desaparezca cualquier referencia a la ley de la tendencia
decreciente de la tasa de ganancia (en la base de su mecánica está la
competencia tecnológica) y haya constantes referencias a problemas de
subconsumo (las tesis subconsumistas constituyen el soporte de las tesis
estancacionistas). Sin embargo, como dije antes, en Lenin el pensamiento no es
cerrado hacia el estancamiento. Podemos decir que la tesis del capital
monopolista estableció el marco teórico y político para que luego el enfoque
estancacionista fuera aceptado como natural. Uno de los hitos en este respecto
son las resoluciones de los Congresos de la Internacional Comunista entre fines
de los 20 y 1934.
Con respecto a las guerras mundiales, no soy futurólogo; no sé qué va a pasar
en el 2090, por ejemplo. Lo que sostengo es que en estos momentos no se
advierten tendencias hacia una nueva guerra mundial entre las grandes
potencias. Los análisis deben ser concretos. Por ejemplo, en 1905 la carrera
armamentista claramente apuntaba a prepararse para la guerra (y se preparaba a
la opinión pública para la guerra). Hoy esto no se ve. Recuerdo que cuando
comenzaba la segunda invasión a Irak sectores de la izquierda planteaban que
era el primer paso hacia un enfrentamiento mundial, porque EEUU y Gran Bretañá
querían privar a Alemania, Francia y Japón del acceso a las fuentes energéticas
(lo que hubiera implicado la guerra). Recuerdo un dirigente de un partido
trotskista argentino que en una polémica me aseguró que en meses estallaban la
OTAN y la ONU. Que era inevitable (con el también inevitable “Lenin dixit,
nuevas guerras imperialistas son inevitables”).
rolandoastarita
12/12/2012 a 10:47
18.
Rolando te quería consultar que opinión te merece la visión de Claudio Katz
respecto del imperialismo. En su libro “Bajo el imperio del capital” él llama a
realizar una lectura no dogmática del imperialismo actual. Dedica algunos
capítulos a tratar la teoría del valor y sus diferencias con los esquemas más
clásicos acerca de la teoría del imperialismo leninista. En esos capítulos Katz
parece alejarse de las tesis clásicas apoyándose en la teoría del valor de
Marx. No obstante, y a pesar de su reiteración en los pedidos de revisar las
categorizaciones clásicas del imperialismo, tiende a conclusiones no muy
diferentes a las clásicas, por ejemplo, las invasiones de EEUU tienen como
móvil recursos energéticos, también pone el acento desmedido en el aspecto
militar y llega a sostener que la debilidad económica de EEUU es compensada por
dicho aspecto. Me llamó mucho la atención sus análisis porque pone el acento
muy fuerte, según mi opinión, en las relaciones de fuerzas y poder militar a
nivel mundial.
daniel
30/12/2012 a 14:48
Responder
o
En estos textos sobre imperialismo presento una visión muy distinta de la
que tiene Claudio Katz. Ideológica y políticamente estoy muy alejado del
marxismo tercermundista. Para decirlo de la manera más clara posible: pienso
que Argentina no es explotada por EEUU. Y me da exactamente lo mismo que los
explotadores de los trabajadores sean Repsol, Bulgheroni, Chevron o YPF (que no
es “de todos”).
Por lo tanto, no adhiero a los programas llamados “de liberación nacional”. Las
tesis de la liberación nacional están asociadas, hoy, a la idea de que países
como Argentina son explotados por EEUU, Europa, etc. No tengo nada que ver con
esas posiciones (que terminan llevando agua al molino de la propaganda K y
nacionalista burguesa, al estilo Chávez).
No sé si con esto queda clara la distancia ideológica que me separa de posturas
como las de Claudio Katz, y similares.
rolandoastarita
30/12/2012 a 15:20
19.
Me queda muy clara su posición y coincido. No sabía mucho de la trayectoria
o de la tradición a la que adhería Katz. En mi opinión a pesar de que Katz
dedique algunos capítulos a la teoría del valor de Marx y resalte su
importancia para el análisis del capitalismo actual, en sus tesis principales
debe necesariamente alejarse de Marx. Su exposición teórica referida a los
clásicos intenta resaltar la importancia de los planteos de la teoría del valor
(es más en algunas partes enaltece a Rosa Luxemburgo por haber intentado pensar
el imperialismo a partir de los planteos de El Capital) pero luego los abandona
o nunca los toma. Es importante resaltar, y usted lo ha hecho, el origen
teórico de los planteos políticos. Por ello no entendía de que iba la cosa
cuando leía en Katz una reivindicación de la teoría del valor y luego llamaba
la atención de la importancia que juega lo extraeconómico ( pag 169 “Bajo el…)
en el capitalismo mundial. Demás está decir que un análisis objetivo y
económico se diluye en todo el libro.
daniel
30/12/2012 a 16:24
Responder
20.
Rolando
Hace poco discutimos entre un grupo de compañeros su teoría, a la que hace
referencia este post.
Surgen unas cuantas dudas que me gustaría compartir con usted a ver si nos
ayuda a clarificarlas.
En primer medida, sobre la condición colonial o semicolonial de algunos países,
como podría ser Argentina para algunas corrientes trotskistas .
En primer lugar usted afirma que el monopolio en realidad no existe o no
establece ninguna ley en particular que pueda distinguirse con el modo de producción capitalista ,por lo que no debería tener ninguna característica especial a la hora de formar los precios.
Como puede confirmar esa afirmación cuando en nuestro país, a modo de
ejemplo,en ciertas ramas del comercio o servicios son solo algunos grandes grupos económicos quien fijan precios. Podria ejemplificar con el rubro supermercados o compañías telefónicas.
Por otro lado sobre la condición colonial o semicolonial, es posible sostener su
tesis cuando en el congreso nacional se votan leyes como la Antiterrorista a
pedido de USA o por ejemplo, no se cumplen tantas otras para que la Barrick y
las megamineras vengan a saquear los recursos del país ?
Es lo primero que se me vino a la cabeza cuando leí su articulo, me parecen
ejemplos validos para ser usados en esta polémica.
Saludos
maloperobueno
26/02/2013 a 16:36
Responder
o
Ya expliqué muchas veces que el grado de concentración no es sinónimo de
falta de competencia; por ejemplo, aquí. Por otra parte, un país semicolonial o colonial es aquél que está sujeto
a dominación poĺitico-militar. La clase dominante argentina, y el gobierno
argentino, no están en absoluto bajo ese tipo de dominación. La política
exterior, o económica del gobierno argentino (de los K y de otros) no se puede
entender si se la piensa como producto de una dominación colonial. Que un
gobierno favorezca a alguna empresa extranjera, no significa que sea por eso un
gobierno colonial. Cantidad de gobiernos de países industrializados toman ese
tipo de medidas, y esos países no son colonias. Escribí sobre el tema en
“Economía política de la dependencia y el subdesarrollo”. Remito a ello.
rolandoastarita
26/02/2013 a 20:41
21.
Gracias por responder.
Entiendo su argumento, la duda que me queda es el ejemplo de cuando el Congreso
vota leyes a pedido de grupos económicos, políticos o directamente pedidas por
el gobierno de USA,para usted eso no significaria ninguna injerencia externa o
una forma indirecta de dominacion colonia, semicolonial y hasta una muestra de
como los paises en vias de desarrollo como la Argentina siguen los dictados de
las potencias?
Los tratados de libre comercio en donde opera el imperialismo en “sociedad” con
paises mas débiles,tampoco sería una muestra de que el diablo mete la cola?
Recuerdo el gobierno de Menem, y me viene a la memoria la desarticulación del
Proyecto Condor y la transferencia tecnológica a Estados Unidos.
Como deberíamos llamarlo?
Un abrazo
maloperobueno
26/02/2013 a 20:50
Responder
o
Pero puede aceptar si coincide o no perturba sus propios intereses. Además,
injerencia es una cosa, y otra es dominación colonial, o semicolonial.
Argentina tiene injerencia en los asuntos políticos de Paraguay, por caso, y no
por ello mantiene una dominación colonial. Lo mismo con los pactos de libre
comercio. Canadá y México firmaron un acuerdo de libre comercio con EEUU porque
de alguna manera su clase dominante consideró que le traía ventajas. En una
relación colonial se reciben órdenes, bajo ocupación militar, etc. La mayoría
de los países mantienen relaciones más o menos asimétricas, porque existen
diversos grados de poderío económico, y por lo tanto, de influencia política.
Por caso, la política de Alemania incide en Holanda, y no por ello Holanda es
una colonia de Alemania. Le remito de nuevo a lo que expliqué en mi libro. Hay
que partir de entender qué es una colonia, o una semicolonia; de lo contrario,
tampoco se entiende qué es una lucha de liberación nacional. En 1853 Argentina
no estaba en la misma situación que antes de 1810, por más influencia que
tuviera Inglaterra en el país.
rolandoastarita
26/02/2013 a 20:57
22.
Muchas gracias por su respuesta.
Me imagino que los paises nucleados en el Mercosur pueden llegar a
consensuar politicas en común,pero no se porque usted afirma que Argentina
tienen injerencia en los asuntos politicos de Paraguay u otro pais.
En tal caso, el ejemplo de el dictado de leyes a pedido de una potencia, me
parece un punto claro y conciso, y no solamente en leyes que permiten perseguir
y reprimir la protesta social,-como la Ley Antiterrorismo- si no otras tantas
que no salen y que quedan en proyectos a pedido de los paises que el grueso de
la izquierda caracteriza como imperialistas, entre las que me incluyo.
En el caso de las megamineras el ejemplo es bastante mas ilustrativo y a mi
juicio demuestra como el imperialismo, del que usted reniega,ejerce sus
dictados, no solo regulando la actividad en los diversos paises, si no hasta
imponiendo las pautas tributarias y las excenciones impositivas.
Y hasta podria ilustrarle un ejemplo con un combo, el día despues de sancionada
la ley Antiterrorista, un fiscal de Famatina uso la ley para acusar formalmente
a los ambientalistas.
Por lo que tranquilamente podría interpretar que los pedidos,
injerencia,incumbencia externa o como queramos llamarlo, se cristaliza en la
realidad.
Si un país,en este caso Argentina, simplemente lleva adelante estos pedidos a
sobre cerrado, como no poder afirmar la condicion de Estado semicolonial que
responde a algunos dictados del imperialismo?
Saludos
maloperobueno
26/02/2013 a 21:15
Responder
o
No es una cuestión de “renegar” del imperialismo, sino si se aplica la
categoría de semicolonia o colonia a un status como el de Argentina. Lenin
consideraba que países como Argentina, Serbia, Noruega, Brasil, Portugal, y
otros semejantes, a comienzos del siglo XX, no eran semicolonias o colonias,
sino dependientes. Y que no estaba planteada la liberación nacional. ¿Va a
decir que por este motivo “renegaba” del imperialismo”? Trate de entender qué
se está discutiendo.
Ya le dije que expliqué mi posición sobre este asunto extensamente en “Economía
política de la dependencia”; si le interesa conocer mi argumento, puede
consultarlo.
De todas maneras, le aclaro que sí reniego de algo: del nacionalismo. No soy
“nacional-marxista”. Por eso, intuyo, estamos en veredas opuestas.
rolandoastarita
26/02/2013 a 22:22
23.
Profesor
Le agradezco nuevamente su respuesta.
Entiendo que Lenin se referia a la Argentina como na nacion dependiente y no
colonial y semicolonial.Pero el folleto de Lenin es de 1916 si mal no recuerdo.
Claro que Lenin no renegaba del imperialismo,pero aquí estamos discutiendo su
teoría que justamente va en contra de la de Lenin.
Sobre su intuición, creo que no le
acertó,no me reconozco como nacionalista y seguramente estamos en la misma
vereda.
Saludos y gracias por su tiempo
Maloperobueno
27/02/2013 a 08:55
Responder
o
Sí, claro, mi posición es que la teoría del imperialismo de Lenin hoy no
permite entender el capitalismo mundial. Pero esto no significa: a) que no
sirvan las categoría se Lenin de países coloniales y dependientes; b) que no
pueda existir otra concepción de lo que es imperialismo.
Por otra parte, hay un punto en que las discusiones no tienen mucha forma de
seguir. Si usted piensa que el gobierno argentino, por orden de Washington,
desconoce las resoluciones del Ciadi, se niega a que el FMI realice auditorías
de las cuentas argentinas, impide la remesa de utilidades a las empresas
extranjeras, y firma un acuerdo con Irán contrariando a Israel, pues bien, no
tengo mucho más que decirle. Si además, usted piensa que semejantes
afirmaciones confirman la teoría del imperialismo de Lenin, y que esto le
permite orientarse en la política, me encojo de hombros y sigo con lo mío.
rolandoastarita
27/02/2013 a 11:37
24.
Profesor Astarita
Le agradezco nuevamente su respuesta, le pido que no se encoja de hombros,
solo estoy intentando evacuar mis dudas sobre su articulo, no tengo ningún otro
animo.
Entiendo su punto de vista,usted nombra CIADI, Washington,FMI y remesas.
No me consta que el gobierno no permita las remesas de utilidades de las
empresas extranjeras,tengo entendido que desde el 2001 hasta la fecha, se viene
haciendo en un promedio de 5000 millones de dolares al año. En 2012 se fueron
del pais, 80.000 millones de dolares por canales alternativos.
Si bien desconoce a la CIADI, vota a pedido de GAFI la Ley Antiterrorista. Si
bien no permite auditorias del FMI, es un puntual pagador de los servicio de
deuda.
Y asi podria seguir con los ejemplos, una de cal y otra de arena ,es por eso
mis preguntas.
Mis afirmaciones no confirman ni
contradicen la teoria de Lenin,solo entran en corto con la realidad, 100 años
despues que Lenin escribiera y es lógico que tenga mis dudas cuando-como lector
de su blog- veo este articulo que descoloca los conceptos harto conocidos sobre
un documento clasico e hiper leído y discutido sobre Imperialismo.
Mis saludos y agradecimiento por la
atención dispensada
maloperobueno
27/02/2013 a 17:02
Responder
25.
Saludos profesor… Leyendo este documento no me queda claro si para usted
existe o no existe el imperialismo, si existe, como este opera? gracias.
Alfonso
11/03/2013 a 16:27
Responder
o
Ante la misma pregunta, en otro comentario respondí, hace poco: En Valor, mercado mundial y globalización discuto la actualidad de la noción de imperialismo. Por lo que he
explicado, no se puede seguir pensando al imperialismo como una forma de explotación
basada en la extracción del excedente a partir de la coerción político-militar,
como ha sido el colonialismo. Tampoco de explotación de países (Argentina no es
explotada; lo es la clase obrera, no “el país”). En “Valor…” planteo que
podemos definir al imperialismo “como la política -y el aparato militar e
institucional que la acompaña- destinada a garantizar los derechos universales
del capital. Las instituciones internacionales (FMI, Bco Mundial, BIS, OMC,
Consejo de Seguridad de la ONU, etc.), las alianzas militares -en primer lugar
la OTAN- y los Estados más poderosos conforman esta estructura que se
corresponde con la del capital globalizado. A ella se pliegan las burguesías de
los países subdesarrollados que logran insertarse, con mayor o menos éxito en
la globalización. Este primer corte en la noción de imperialismo debe
articularse con la determinación nacional y geopolítica” (esto último alude a
las tensiones por zonas de influencia, hegemonía, etc, entre las potencias).
La idea es que el capital más internacionalizado y concentrado necesita,
mediante la violencia y el despliegue del aparato militar más sofisticado que
haya conocido la historia, garantizar las condiciones para la explotación; que
la competencia opere de la forma más abierta; que ningún gobierno ponga trabas
a la libre movilidad de los capitales, o a la seguridad de la propiedad. Se
necesita garantizar las condiciones políticas y jurídicas para que se
despliegue la dialéctica de los capitales en proceso de valorización. Las presiones
por liberalizar los intercambios, el Acuerdo General sobre comercio de
servicios; los acuerdos bilaterales de protección de inversiones; los acuerdos
bilaterales de tratamiento impositivo; la protección de patentes, y similares,
son ejemplos de las políticas desplegadas.
En este marco, se desarrollan conflictos -aunque no llegan a nuevas guerras
mundiales- entre los capitales, amparados en sus Estados nacionales, por
aumentar sus zonas de influencia y mejores condiciones para la explotación.
rolandoastarita
11/03/2013 a 17:04
26.
Gracias profesor por su respuesta. Entiendo entonces que el imperialismo es
una masa militar (de distintos países poderosos) que invade países con
gobiernos que imponen, de alguna manera, restricciones al capital. Pero como
analizar desde esa perspectiva la invasión de Iraq, EEUU sacrifica su economía
en una guerra de la cual no obtiene beneficios directos ya que como lo ha dicho
usted profesor sus empresas no han salido del todo beneficiadas? Es decir, EEUU
sacrifica su economía en nombre de la libertad del capital?
Alfonso
12/03/2013 a 02:21
Responder
o
Dos observaciones: a) EEUU no intervino solo en Irak, de hecho fue una
coalición; b) precisamente por lo que usted señala, hubo una profunda división
entre las potencias. Alemania y Francia, en particular, cuestionaron la
conveniencia de la invasión, a pesar de que dijeron estar de acuerdo con el
objetivo. Otros medios del establishment económico mundial, incluidos
estadounidenses, también criticaron la política de Bush, a pesar de que
coincidían con el objetivo.
El curso de los acontecimientos posterior a la invasión -se empantanaron en una
ocupación altamente costosa- llevó a revisar esa política. No es casual en este
respecto el giro de Obama hacia lo que se llama el multilateralismo. Los que no
entienden este proceso terminan embelleciendo a Obama. En realidad, se trata de
una readecuación a las necesidades del capital internacionalizado.
rolandoastarita
12/03/2013 a 08:54
27.
Me sorprende agradablemente saber que alguien es capaz de ver la oposición
entre la ley del valor de Marx-Ricardo con el imperialismo de Lenin. También
Rosa Luxemburgo (RL) se opuso sustantivamente a la LVP con sus tesis sobre la
“Acumulación del Capital” como le señalaron los críticos marxistas a Rosa.
La pregunta es ¿en esta confrontación quien tiene la razón?
Los seguidores del leninismo muy difícilmente reconocerán esta realidad, y
también conozco seguidores de Luxemburgo que aceptan sus tesis como un producto
que completa el marxismo. En ellos no está la respuesta.
Es posible figurarse otra LVP que no sea la marxista y que genere un análisis
del capitalismo que pueda entender los fenómenos Lenin-Luxemburgo. El fenómeno
Lenin nos suministra una amplia información de como funcionan los monopolios y
explotan a las colonias y semi colonias. Luxemburgo nos muestra el papel de las
colonias y semicolonias en un juego de préstamos y endeudamiento que multiplica
por mil la miseria en los países dependientes, mientras los países
desarrollados mantiene la venta de sus mercancías.
La respuesta que es en primer lugar reconstruir la historia de las colonias
según lo planteado por RL y atreverse a criticar la ley del valor de Marx. Marx
se basa en algunos prejuicios de Adam Smith y David Ricardo para sustentar la
ley del valor. Por ejemplo Smith dice que un empresario se puede tratar así como
un mayordomo de una hacienda y el trabajo del empresario no debe tener
remuneración acorde con lo producido. Esto esta en la base de la ley del valor
de Marx. Ricardo decía que se remuneraba el trabajador por el costo de los
bienes necesarios para la manutención del trabajador. Esto nunca fue así. Y
cuando lo aplicaron trajo atraso.
Además de estos prejuicios está el hecho que el precio de la mercancía está
mediado por la subjetividad de su dueño, es una objetividad mediada por la
subjetividad de los actores. La definición de Ricardo-Marx corresponde a la
ciencia de los siglos XVIII y XIX para la cual la objetividad no tiene
discusión. Luego si una mercancía es evaluada de dos maneras diferentes por el
comprador y el vendedor, aparece una plusvalía, que si la ponemos en términos
de naciones y localidades crea el flujo comercial que ha movido al mundo hasta
hoy.
robertoviera1
27/05/2013 a 20:03
Responder
o
“el precio de la mercancía está mediado por la subjetividad de su dueño”
¿otra vez sopa?
Gerardo Daniel
27/05/2013 a 22:02
o
Además, es un disparate sostener que Rosa Luxemburgo criticó la ley del
valor trabajo de Marx. ¿De dónde sacan estas cosas? ¿No hay límites para
inventar?
rolandoastarita
28/05/2013 a 08:39
// El imperialismo y la economía política mundial hoy.- especiales, cuadernos del pensamiento critico latinoamericano
PRESENTACIÓN
A continuación ofrecemos un
fragmento del texto de Alex Callinicos publicado en el quinto número de la
revista Crítica y Emancipación. Buenos Aires, CLACSO, 2011. En él, Callinicos
vuelve sobre el concepto del imperialismo a la luz de la crisis actual del
capitalismo y en el contexto de la arquitectura financiera mundial vigente.
Señala analogías y diferencias con el nacimiento del imperialismo británico en
el siglo XIX, el papel de Alemania y el proceso que llevó durante la pasada
centuria a la hegemonía de Estados Unidos. Focaliza en su trabajo la
especificidad del imperialismo estadounidense, que se conforma al finalizar la
Guerra Fría y los nuevos actores de la geopolítica mundial en los albores del
siglo XXI y sus relaciones complementarias y/o competitivas. Entre ellos, el
presente y el futuro de las relaciones Estados Unidos-China.
La especificidad del imperialismo
estadounidense Robert Wade sugirió el siguiente experimento mental:
Suponga que usted es un aspirante a
emperador romano en el mundo de hoy, de Estados soberanos, mercados
internacionales y economías capitalistas. Para no tener que desplegar
frecuentemente su peso militar necesitará actuar mediante la hegemonía en lugar
de la coerción, y los demás deberán pensar que su predominio es el resultado
natural de arreglos institucionales, fundados en el sentido común, que son
justos y equitativos. Si usted –un actor unitario– pudiera crear resueltamente
un marco internacional de normas de mercado para promover sus intereses, ¿qué
tipo de sistema crearía? (2003: 77).
Wade imagina una “arquitectura
financiera internacional” que no implica al patrón oro, actuando en su lugar la
moneda de la potencia hegemónica como la principal moneda de reserva
internacional, sus mercados financieros “dominantes en las finanzas
internacionales” y “un solo capital privado integrado al mercado mundial”, sin
barreras de entrada o de salida, y todo bajo la supervisión de “una flotilla de
organizaciones internacionales que se parecen a las cooperativas de los Estados
miembro y que otorgan la legitimidad del multilateralismo, pero a las que usted
(es decir, la potencia hegemónica) puede controlar mediante el establecimiento
de normas y el bloqueo de los efectos que no le gusten”, y defendido por “un
gran ejército, a fin de poder respaldar su hegemonía con coerción”. La
arquitectura financiera mundial le permite financiar una fuerza militar
abrumadora y “barata”. El resultado es el siguiente:
Esta arquitectura económica
internacional le permite a su pueblo consumir mucho más de lo que produce,
permite a sus empresas y sus capitales entrar y salir, rápidamente, de otros
mercados, maximizando los rendimientos a corto plazo; cierra los flujos netos
de las rentas de tecnología del resto del mundo por décadas y, por lo tanto,
aumenta los incentivos para innovar de sus empresas y por medio de las fuerzas
del mercado, aparentemente libres de poder político, refuerza su dominio
geopolítico en otros Estados. Mejor aún si sus científicos sociales le explican
al público que un proceso de globalización desestructurado y sin agentes –el
implacable cambio tecnológico que reduce tiempo y distancias– está detrás de
todo esto, causando que todos los Estados, incluido el suyo, pierdan poder vis
à vis mercados. Usted no quiere que los demás piensen que la globalización,
dentro del marco que ha construido, aumenta su capacidad de tener tanto un gran
ejército como un próspero sector civil, mientras disminuye la de todos los
demás (Wade, 2003: 78, 80-82).
Este experimento mental se ajusta,
por supuesto, a la hegemonía estadounidense contemporánea como un guante. La
debilidad del bosquejo un tanto irónico de Wade es que tal vez basa demasiado
la “arquitectura económica internacional actual” en el concreto de la necesidad
histórica. Por lo tanto, durante la era de Bretton Woods en los años cincuenta
y sesenta, cuando podría decirse que la preeminencia de los Estados Unidos en
el mundo capitalista avanzado era mayor económica y geopolíticamente de lo que
es hoy, el dólar estaba aún respaldado por el oro; la hegemonía británica
decimonónica también implicó la generalización del patrón oro. Por otra parte,
como Wade reconoce, el papel del dólar como principal moneda de reserva
internacional es una espada de doble filo2. Sin embargo, tiene razón al
insistir que las estructuras y las instituciones contemporáneas transnacionales
trabajan para aventajar específicamente al capitalismo estadounidense.
Recordemos la pregunta de Brenner:
¿Por qué, en relación con el mundo
capitalista avanzado, la expansión imperialista, que condujo a la rivalidad
interimperialista que llevó a la guerra que prevaleció antes de 1945, no lo
consiguió después? ¿Por qué, con respecto a Europa, Japón y, de hecho, gran
parte de Asia Oriental, la hegemonía estadounidense durante gran parte del
período de la posguerra no pudo tener una forma imperialista –en el sentido que
Harvey otorga a la palabra–, es decir, la aplicación del poder político para
consolidar, exacerban, y hacer permanente la ventaja económica ya existente?
(2006b: 90).
Responder a estas preguntas implica
considerar los intereses de Estados Unidos y los demás países capitalistas
avanzados. En el caso de Estados Unidos, la respuesta, en un sentido general,
es que la estructura específica y el peso mundial del capitalismo
estadounidense le dio la capacidad de dominar y conducir a los principales Estados
capitalistas sin construir un imperio territorial tradicional: el imperialismo
no territorial de Puerta Abierta fue más adecuado a los intereses de Estados
Unidos. Pero la manera en que Brenner plantea la cuestión implica que la
hegemonía estadounidense no ha funcionado para servir a los intereses de los
capitales de Estados Unidos, en oposición a aquellos capitales basados en
economías avanzadas. En un artículo inédito sostiene que la hegemonía de
Estados Unidos operó para institucionalizar las condiciones generales
favorables para todos los capitales, estadounidenses y extranjeros (Brenner,
2007b). Simon Bromley, al argumentar acerca de la relación entre la invasión de
Irak y la estrategia estadounidense del petróleo, sostiene la misma línea:
La forma de control que Estados
Unidos está buscando delinear ahora [en Irak] es la que está abierta al
capital, commodities e intercambio entre muchos Estados y empresas. No puede
ser vista (¿todavía?) como una estrategia exclusiva económicamente, como parte
de una forma depredadora de la hegemonía. Por el contrario, Estados Unidos
utilizó su poder militar para diseñar un orden geopolítico que sirva de
fundamento político para su modelo preferido de economía mundial: esto es, un
orden internacional liberal cada vez más abierto. La política de Estados Unidos
apuntó a la creación de una industria del petróleo internacional abierta, en la
cual los mercados, dominados por las grandes empresas multinacionales, asignan
capital y materias primas. El poder del Estado de Estados Unidos se despliega,
no sólo para proteger los intereses particulares de las necesidades de consumo
y empresas de Estados Unidos, sino para crear las precondiciones generales de
un mercado mundial petrolero, confiado en la expectativa de que, como la economía
líder, será capaz de satisfacer todas sus necesidades por medio del intercambio
comercial (Bromley, 2005: 253-254).
Es importante distinguir aquí tres
puntos diferentes. En primer lugar, como ya argumenté, los Estados Unidos
practican una forma de imperialismo no territorial, basado en la regla básica
de que un orden liberal internacional abierto beneficiará, por lo general, a
los capitales asentados en Estados Unidos. En segundo lugar, para que esta
hegemonía funcione de manera, en general, estable tendría que, en todo caso,
asegurar beneficios significativos para otros Estados capitalistas. Pero, en
tercer lugar, no se evidencia en lo más mínimo que las instituciones que
Estados Unidos construye, y las políticas que lleva a cabo, sean neutrales con
respecto a los intereses de los capitales asentados en su territorio y los
asentados en otros Estados. Desde una perspectiva liberal internacionalista,
John Ikenberry sostiene que en los dos momentos históricos en que el poder
relativo de Estados Unidos fue mayor, luego de 1945 y al final de la Guerra
Fría, este país renunció temporariamente a las ventajas e hizo importantes
concesiones a otros Estados con el fin de institucionalizar un “orden
constitucional” internacional que maximizaría los intereses a largo plazo de
todos los Estados. Ikenberry señala: “Ordenes estables son aquellos en los
cuales el reembolso al poder es relativamente bajo y, a las instituciones,
relativamente alto. Estas son, precisamente, las circunstancias que
caracterizan los órdenes constitucionales más desarrollados” (2001: 255).
Pero este argumento no explica
suficientemente la cuestión de cómo son distribuidos “los reembolsos a las
instituciones”. Consideraremos dos casos que resultaron caros para Estados
Unidos en relación con otros Estados. El primero se refiere a la arquitectura
financiera internacional, que Wade alega que opera en interés del capitalismo
estadounidense. Peter Gowan sostiene, también, que los Estados Unidos
aprovecharon la inestabilidad financiera de los años setenta y ochenta,
particularmente después del “shock Volcker” de octubre de 1979, cuando Paul
Volcker, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, elevó
sensiblemente las tasas de interés, imponiendo una dura disciplina monetaria a
las economías de Estados Unidos y el mundo, para construir lo que él llama el
régimen del dólar de “Wall Street”, en torno a un dólar que, si bien ahora es
una moneda puramente fiduciaria sin respaldo del patrón oro, permaneció como el
eje central del sistema financiero internacional, ventaja que Washington
utilizó para promover en todo el mundo las políticas neoliberales favorables a
los intereses de los bancos de inversión estadounidenses y corporaciones
transnacionales (Gowan, 1999)3. De este modo, el gobierno de Clinton provocó
profundas tensiones con Gran Bretaña y Alemania, en particular, cuando
respondió a la crisis financiera mexicana de 1994-1995 presionando al Grupo de
los Siete para que liderase a los países industriales en la creación de un
paquete de rescate que benefició principalmente a los inversionistas
estadounidenses. Notoriamente, la misma administración durante la crisis de
Asia del Este de 1997-1998 bloqueó la propuesta japonesa de un Fondo Monetario
Asiático, que habría limitado la capacidad del Fondo Monetario Internacional
(FMI ) para gestionar la crisis, y juntamente con el FMI impulsó, en los
gobiernos de Asia, políticas de liberalización económica diseñadas tanto para
debilitar el denominado “capitalismo de amigos” (con estrechos vínculos entre el
Estado, los bancos y las corporaciones privadas, distintivos del modelo
económico de Asia del Este) como para volver a las economías afectadas más
permeables al capital estadounidense. En su análisis de esta crisis, Robert
Wade y Frank Veneroso (1998) describen el complejo “Wall Street-Tesoro de
Estados Unidos-FMI ” con el fin de resaltar el nexo que une a las instituciones
financieras internacionales con los intereses específicamente estadounidenses.
Un segundo ejemplo importante, que
también data de la administración Clinton, consiste en la expansión primero de
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y, luego, de la Unión
Europea (UE) en Europa Oriental y Central. Esta política representa una
violación del acuerdo alcanzado entre Mijail Gorbachov, el último presidente
soviético, el canciller alemán Helmut Kohl y James Baker, el secretario de
Estado de Estados Unidos, durante las negociaciones en 1990-1991 que
permitieron a Alemania unificada permanecer en la OTAN a cambio de la seguridad
de que, en palabras de Baker, “no habrá extensión de la jurisdicción actual de
la OTAN hacia el Este”4. La idea, detrás de la violación de esta promesa por el
gobierno de Clinton, fue expresada muy claramente por Zbigniew Brzezinski, el
principal pensador geoestratégico del Partido Demócrata. Brzezinski argumenta
que la UE es “el puente eurasiático del poder estadounidense y un trampolín en
potencia para la expansión del sistema democrático mundial en Eurasia”.
La ampliación de la OTAN y la UE
hacia Europa Central y Oriental extendería, en consecuencia, el poder
estadounidense: “Si la Unión Europea se convierte en una comunidad
geográficamente más grande […] y si Europa basa su seguridad en una alianza
continua con los Estados Unidos, entonces se deduce que Europa Central, su
sector geopolíticamente más expuesto, no puede ser excluido de compartir el
sentido de seguridad de que el resto de Europa goza mediante la ‘alianza
transatlántica’” (Brzezinski, 1998: 74-79). Stephen Cohen describió la
“verdadera política de Estados Unidos” hacia Rusia “como la explotación
implacable, al estilo de el ganador se lo lleva todo, de la debilidad rusa post
1991”, que incluye el “cerco militar creciente de las bases de Estados Unidos y
la OTAN a Rusia, en y cerca de sus fronteras –que ya están instaladas o en vías
de–, en por lo menos la mitad de las otras 14 repúblicas de la ex Unión
Soviética, desde el Báltico y Ucrania hasta Georgia, Azerbaiyán y los nuevos
Estados de Asia Central. El resultado es una cortina de hierro inversa
construida por Estados Unidos y la remilitarización de las relaciones
ruso-estadounidenses”, que a su vez provocó una política exterior de Moscú más
asertiva con Vladimir Putin (Cohen, 2006)5. Los peligros de la estrategia de
Washington fueron ampliamente demostrados por la guerra que estalló entre Rusia
y Georgia en agosto de 2008, tras el intento del ejército georgiano, equipado y
entrenado por los Estados Unidos e Israel, por capturar el enclave de Osetia
del Sur protegido por Moscú.
[…]
¿Capitalismo mundial en los pilares
de Hércules?
Al debatir la tendencia decreciente
de la tasa de ganancia y sus contratendencias, Gramsci pregunta: “¿Cuándo puede
uno imaginar que la contradicción llegue a su nudo gordiano, un momento
normalmente insoluble que requiere la intervención de Alejandro con su espada?
Cuando toda la economía mundial se vuelva capitalista y llegue a cierto nivel
de desarrollo, es decir, cuando la ‘frontera móvil’ de la economía capitalista mundial
llegue a los pilares de Hércules (1995: 429-430). La idea de que el
capitalismo, de hecho, llegó a sus pilares de Hércules es un lugar común hoy
día, por ejemplo, en la afirmación mucho más optimista de Thomas Friedman de
que la globalización “está aplanando y achicando el mundo”, y “por lo tanto va
a estar impulsada, cada vez más, no sólo por individuos sino también por un
grupo mucho más diverso de individuos (ni occidentales, ni blancos). Individuos
de todos los rincones del mundo plano se están empoderando” (2005: 12). De
hecho, que un periódico serio como el Financial Times debiera conceder a tal
sobrecrecimiento su premio Business Book de 2005, se explica sólo por la
euforia que rodea a los “mercados emergentes” –y especialmente al BRIC (Brasil,
Rusia, India y China)– durante la burbuja crediticia de mediados de 2000.
Comprender hoy los contornos reales
de la economía mundial es importante si queremos obtener una medida exacta de
la evolución futura del imperialismo. La teoría principal de las Relaciones
Internacionales trató de resolver el problema del formato geopolítico desde el
fin de la Guerra Fría. Los realistas estructurales se apresuraron a predecir
que la forma, aparentemente unipolar, que asumió el sistema estatal tras el
colapso de la Unión Soviética sería meramente una fase de transición en la cual
la primacía de Estados Unidos provocó la formación de una coalición que busca
equilibrarse en su contra. Como Kenneth Waltz escribió en 1993, “la respuesta
de otros países a uno de ellos que busca o gana preponderancia es tratar de
equilibrarse en su contra. La hegemonía conduce al equilibrio […]. Esto está
sucediendo ahora, pero vacilantemente (1993: 77). Enfrentado por la no
emergencia de tal coalición, nuestro autor sostiene que su predicción fue
correcta, pero que el momento de su advenimiento es imposible de determinar:
“La teoría realista predice que los balances interrumpidos serán restaurados
algún día. Una limitación de la teoría, limitación común a las teorías de las
ciencias sociales, es que no se puede decir cuándo” (Waltz, 2000: 27). Fiel a
las premisas estructurales realistas, William Wolforth afirma que la
unipolaridad posterior a 1991 representa un punto de descanso estable, en lugar
de un momento pasajero, porque las capacidades de Estados Unidos, tanto duras
como blandas, son mucho mayores que las de cualesquiera de los otros poderes, y
porque la fragmentación geopolítica de Europa y Asia del Este dificulta que
cualquier otro Estado logre la centralización política y la concentración de
recursos necesarios para desafiar la hegemonía estadounidense (Wolforth, 1999).
Las relaciones económicas figuran en
tales explicaciones sólo en la medida en que afectan la capacidad material y,
por lo tanto, el poder relativo de los Estados. Por el contrario, los
internacionalistas liberales argumentan que el desarrollo de la moderna
economía capitalista mundial convirtió al comercio internacional en un juego de
suma positiva que da a los Estados, cuyas estructuras sociopolíticas internas
son liberales y capitalistas, un incentivo para cooperar y para
institucionalizar esta cooperación, y en consecuencia reduce bastante la
probabilidad de guerra entre ellos. Como Andrew Moravcsik postula en una
reafirmación sofisticada de la teoría liberal de las Relaciones
Internacionales, “el desarrollo económico mundial, en los últimos 500 años, ha
estado estrechamente relacionado con una mayor riqueza per capita, la
democratización, los sistemas educativos que refuerzan nuevas identidades
colectivas, y mayores incentivos para las transacciones económicas
transfronterizas. La teoría realista no les otorga a estos cambios importancia
teórica alguna” (1997: 535). Aquí hay una superposición entre el
internacionalismo liberal y el marxismo clásico, que tampoco refiere a la
economía mundial capitalista como un juego de suma cero: el desarrollo dinámico
de las fuerzas productivas bajo el capitalismo puede, en condiciones adecuadas,
aumentar tanto los beneficios como los salarios reales. Estas condiciones
fueron obtenidas en gran medida durante el gran boom de los años cincuenta y
sesenta en las economías avanzadas. Por otra parte, es una implicancia de la
concepción de la hegemonía capitalista mundial con que trabajé que la potencia
hegemónica suministre bienes públicos (por ejemplo, un sistema monetario
internacional estable) que otorgue a otros Estados un incentivo para obedecer y
cooperar. Pero la convergencia entre el marxismo y el liberalismo es sólo
parcial. La economía política marxista conceptualiza al capitalismo como un
proceso inherentemente contradictorio e inestable, constituido por la
explotación del trabajo asalariado, responsable de crisis periódicas
destructivas, y generador sistémico de desarrollo desigual. Cualquier
evaluación honesta de la economía mundial contemporánea tendría que conceder
que brinda mucho para afirmar este punto de vista sobre el capitalismo. […]
1 El presente texto es un extracto del
publicado en el quinto número de la revista Crítica y Emancipación. Buenos
Aires, CLACSO, 2011 también disponible en www.biblioteca.clacso.edu.ar. Originalmente publicado en
Callinicos, Alex. Imperialism and global political economy (Cambridge, UK:
Polity Press, 2009). Traducción de Eugenia Cervio.
2 Ver “Una redistribución del poder
económico mundial”, pág 137.
3 Ver también Parboni (1981: Cap. 1).
4 Hubo un debate considerable entre
los participantes sobre si esa promesa fue parte del acuerdo final en la
unificación alemana; ver Gordon (1997). Pero la historia estadounidense
semioficial de las negociaciones clarifica que fue un trago amargo para
Gorbachov y su equipo que incluso los miembros de la República Federal
incorporaran a Alemania del Este a la OTAN. Ver Zelikow y Rice (1997).
.../...DEL IMPERIALISMO AL CAPIIMPERIALISMO
El Capi-imperialismo es un sistema de formas sociales-estatales de capitalismo e imperialismo mancomunado,...por diversas formas aliadas,...LA TEORIA SOBRE EL IMPERIALISMO DEFINIDA POR LENIN Y EL P.BOL. Y OTRAS INSTITUCIONES PLANTEA EL IMPERIALISMO COMO EXISTENTES EN VARIAS POTENCIAS FINANCIERAS, INDUSTRIALES Y MILITARES,...QUE DOMINABAN CIERTAS ZONAS MUNDIALES,...ENTRE LAS MISMAS POTENCIAS SE GUERREABAN CREANDO NORMALMENTE BLOQUES IMPERIALISTAS,...HOY EN DÍA SIGLO XXI EL PODER DEL IMPERIALISMO ES MANCOMUNADO, POR MEDIO O CON INSTITUCIONES FINANCIERAS UNIVERSALES ASOCIADAS CON INTERESES MANCOMUNADAS,...ENTRELAZADAS,...Y MUY INTERDEPENDIENTES,...QUE LES HAN HECHO HASTA AHORA DESDE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL IMPERIALISTA NO ENFRENTARSE DE LA MANERA EN QUE SE PRODUJO LAS DOS ANTERIORES, O SEA, DIRECTAMENTE,...EN DEFINITIVA UNOS 70 AÑOS.../...
MULTINACIONALES
X Coloquio Internacional de Geocrítica
DIEZ AÑOS DE CAMBIOS EN EL MUNDO, EN LA GEOGRAFÍA Y
EN LAS CIENCIAS SOCIALES, 1999-2008
Barcelona, 26 - 30 de mayo de 2008
Universidad de Barcelona |
EL PODER DE LAS EMPRESAS MULTINACIONALES
Joan-Eugeni
Sánchez
Universitat de Barcelona
Universitat de Barcelona
El poder de las grandes empresas
multinacionales (Resumen)
A partir de la localización
de las sedes de las grandes empresas multinacionales se aborda uno de los
bloques de poder más importantes a escala mundial, por su volumen de actividad,
por su capacidad de incidir sobre las economías nacionales, por su extensión
sobre el conjunto del territorio mundial, y por la concentración en
relativamente pocas manos de su poder de decisión. Se trata de uno de los
ámbitos de intervención más potentes que podemos encontrar en este momento.
Se toma como base las 500 mayores empresas mundiales,
efectuando comparaciones entre 1996 y 2006, analizando sus estructuras
empresarial, sectorial y territorial, para alcanzar a ver la significación de
este poder empresarial.
Palabras
clave:
multinacionales, poder, globalización, mundialización, localización centros de
decisión.
The Power of the World's Largest Corporations (Abstract)
From the location of the headquarters of the great
multinational companies one of the blocks of being able more important on
world-wide scale is approached. This power leans in its volume of activity, in
its capacity to affect the national economies, in its extension on the assembly
of the world-wide territory, and in the concentration in relatively few hands
of its power of decision. One is one of the scopes of intervention more
powerful than we can find at this moment.
It is taken as it bases the
500 greater world-wide companies, carrying out comparisons between 1996 and
2006,analyzing its enterprise, sectorial and territorial structures, to reach
to see the meaning of this enterprise power.
Key words: transnational
corporations, power, globalization, headquarters location.
Las grandes empresas multinacionales
mundiales. De qué estamos hablando[1]
Interesarse por las grandes
empresas multinacionales es abordar uno de los bloques de poder más importantes
a escala mundial, en la medida en que su volumen de actividad, así como su
capacidad de incidir sobre las economías nacionales, su extensión sobre el
conjunto del territorio mundial, y la concentración en relativamente pocas
manos de su poder de decisión, hacen de ellas uno de los ámbitos de
intervención más potentes que podemos encontrar en este momento.
Para adentrarnos en su conocimiento, centraremos este
trabajo en analizar algunos aspectos de continuidad y cambio en el poder y en
la estructura empresarial territorial de las grandes
empresas multinacionales. Tomaremos como ámbito temporal el período que abarca
1996 a 2006. Como fuente principal de información nos serviremos de los datos
que publica anualmente la revista Fortune[2], que
comprenden las 500 mayores empresas multinacionales a escala mundial, con datos
sobre localización de la sede, ingresos, empleos y beneficios.
¿De qué estamos hablando? El
conjunto de las 500 mayores empresas multinacionales ofrece unos volúmenes de
movilización directa de recursos y de trabajadores de una extraordinaria y
creciente magnitud. Para tener algún punto de referencia de esta magnitud hemos
elaborado el Cuadro 1, que nos permite contrastar lo que representa su volumen
de actividad con relación al PIB mundial. Los ingresos conjuntos que alcanzan
en un año son superiores al PIB de todo conjunto de la UE o de los Estados
Unidos. Con relación al conjunto del PIB mundial, a partir de los datos que
suministra el FMI, vemos que se incrementa a lo largo de estos años, pasando de
representar el equivalente del 38 por ciento al 43 por ciento entre 1996 y
2006. Esta simple comparación nos aporta ya una clara idea que su poder económico
en el mundo. Para hacernos una composición del lugar más matizada hemos
incluido el PIB anual de los mayores países productores.
Cuadro 1. Comparación entre las 500 mayores empresas
mundiales y valores macroeconómicos por países
La otra componente de interés viene representada por el volumen de ocupación
que requieren. La espectacularidad de los datos nos hace ver que en 2006 daban
empleo directo a casi 53 millones de trabajadores, lo que representa una media
de ocupación que supera los 100.000 empleos directos para cada una de estas
empresas. A pesar de todo, estas cifras no alcanzan la proporción que
comparativamente representa su volumen de negocios, aun cuando en su total
presenten un volumen de ocupación superior al de muchos de los países más
desarrollados (Cuadro 1).
Es interesante observar esta
diferencia de proporción entre volumen de actividad y de ocupación, que nos
lleva a introducir otro aspecto de la importancia que tiene para la economía
mundial este tipo de empresas. Se trata de considerar su papel e influencia a
través de sus efectos indirectos y derivados sobre el conjunto del sistema
productivo escala mundial. En este punto podemos considerar que su influencia
se ejerce, por lo menos, a través de cuatro grandes mecanismos. Por un lado,
por su capacidad de demanda de bienes y servicios intermedios. Por otro, por el
papel que tiene, a través de su capacidad de compra, en especial a través de
las actividades comerciales, sobre la producción de gran parte del resto del
sistema productivo. En tercer lugar, sobre la oferta, tanto cuantitativa como
cualitativa, en base a su volumen de producción y por marcar las tendencias en
los productos a consumir. Por último, con relación al sistema financiero
mundial[3].
Este conjunto de
consideraciones iniciales aporta una primera respuesta a la pregunta que nos
hacíamos al principio sobre de qué estamos hablando, ya que nos hace ver que
estamos tratando de un poder concentrado en sólo 500 centros de decisión (sin
considerar las vinculaciones internas que puedan existir entre ellos, que aún
lo concentra más) y que nos sitúa ya ante su enorme peso directo sobre el
sistema productivo mundial y en su capacidad de influencia indirecta y derivada
sobre el resto del sistema y de los territorios.
Otra perspectiva que ayudará
a situar el poder de las 500 mayores empresas es conocer el grado de
concentración que representan con relación a las 2000 mayores empresas. Aunque
los datos no son exactamente coincidentes, sirven perfectamente al objetivo de
valorar su poder de concentración. Recurrimos para ello a los datos facilitados
por el ranking que elabora la revista Forbes[4] y que se recoge sintéticamente en el Cuadro 2.
Cuadro 2. Distribución de las 2000
grandes empresas mundiales por rangos de concentración de actividad
En él observamos que las 500
mayores empresas representan el 65,7 por ciento de las ventas totales de las
2000 mayores empresas y el 74,5 por ciento de los beneficios. De ello inferimos
que es realmente significativo, en términos de su poder a escala mundial,
considerar como centros dominantes los que ejercen estas 500 empresas.
Situado así el tema,
consideramos que vale la pena dedicar nuestra atención a este conjunto de
empresas.
La estructura del sistema empresarial
El hecho de que nos
planteamos la investigación tomando a las empresas como unidades de análisis,
nos lleva a considerar dos aspectos estructurales del funcionamiento
empresarial. Por un lado, toda empresa configura una organización productiva a
partir de un centro de decisión y de propiedad (headquarter). Como es
conocido, una empresa responde a una estructura jerárquica y de organización,
donde la propiedad es la que detenta el poder absoluto y exclusivo de decisión.
Este poder se ejerce sobre un conjunto organizado territorialmente de
asentamientos productivos articulados, funcional y territorialmente, dentro de
una estructura definida desde el centro de decisión empresarial.
La componente funcional
puede dar lugar a diversas formas de organización, en nuestro caso, por
tratarse de empresas multinacionales, bajo una estructura multiplanta,
siguiendo modelos muy diversos ampliamente recogidos en cualquier tratado de
organización empresarial. Cada planta, establecimiento, unidad productiva, o
como prefiera llamársele, se localiza a partir de la componente estratégica
territorial dentro de la estrategia global que la empresa vaya definiendo en
cada momento. Lo significativo es retener que, en la actualidad, los procesos
de internacionalización, mundialización y globalización llevan a que las
estrategias empresariales adopten, precisamente como ámbito territorial estratégico,
la escala mundo ya que nos encontramos con empresas que se definen precisamente
por su multi-nacionalidad.
A su vez, la dimensión
territorial queda definida a través de dos grandes procesos. Por un lado la
territorialidad vinculada al centro de decisión. Por otro, la territorialidad
vinculada a la funcionalidad de los asentamientos de cada una de las unidades
productivas en las que se divida y articule el conjunto de la empresa
multinacional. Por las razones ya apuntadas, la lógica multinacional se concretará
en asentamientos dispersos por el planeta, en coherencia con cada estrategia
empresarial global. Las posibilidades que abre la división internacional del
trabajo y de la producción están en la base del potencial de dispersión mundial
de las distintas unidades productivas[5].
El modelo de articulación
funcional vinculado a su estructura territorial da como resultado multitud de
formas de organización empresarial y de aprovechamiento de las características
diferenciales de cada territorio en este espacio mundial. En algunos casos por
relación a las fuentes de primeras materias o de energía, en otros a las
estructuras y cualificaciones de los mercados de trabajo (con un fuerte componente
vinculado a las desigualdades socioterritoriales), en otros a la capacidad de
consumo de ciertos territorios o, en otros, finalmente, por factores
estratégicos y geopolíticos de significación diversa.
Estructura territorial
Comencemos nuestro recorrido
por la componente territorial. Un análisis de la articulación
territorial del poder de estas empresas deberá considerar, por lo menos, tres
grandes niveles de incidencia territorial. a) En cuanto localización de la sede
social central y, por tanto, del centro de poder absoluto. b) En cuanto
localización de los centros de decisión subsidiarios dentro de cada país. c) En
cuanto a los centros de producción y comercialización a través de los que
ejecutan sus actividades económicas, distribuidos funcionalmente a escala
mundial y dentro de los territorios nacionales. Lo primero
que debemos advertir es que, dada la limitación y objetivos de este trabajo,
nos circunscribiremos a la componente territorial vinculada a los centros de
decisión. Dejaremos de lado la articulación de los centros productivos, lo que
requeriría de otras fuentes de información y de una diferente metodología de
análisis.
Un hecho de importancia no
secundaria se refiere a que toda localización implica una fijación en un
territorio concreto, sometida a unos condicionantes, no sólo económicos, sino
también sociales, culturales, políticos, ideológicos e incluso militares, con
los que cada asentamiento productivo debe interactuar. En ciertos aspectos será
condicionada por ellos, mientras que en otros podrá apoyarse en ellos para
reforzar su poder o influencia.
Desde la perspectiva del
asentamiento de los centros de decisión, esta vinculación socioterritorial
tendrá un claro reflejo de implicación relacionada con la nacionalidad
territorial del asentamiento[6].
En efecto, a nadie sorprende que al tratar el tema de las multinacionales se
tenga muy en cuenta su país de procedencia, ni que se analice su papel sobre la
base de este criterio nacional, al considerar, no sólo su papel en la economía
mundial, sino también en los efectos sobre los territorios internacionales de
asentamiento de sus plantas, centros productivos o agencias comerciales. El
factor nacional tiene implicación por cuanto la presencia en el mundo de sus
empresas multinacionales comporta una expresión de su poder internacional. A
través de las empresas se proyectan parte de sus propios intereses económicos,
pero también de sus pautas culturales, de su concepción ideológica, de su poder
e influencia política, de su orgullo nacional. Al mismo tiempo, son una de las
bases importantes del poder de su “marca nación”. Cada una de estas empresas
representan claramente centros de dominio supraterritorial.
Por otro lado, las empresas
nacionales se constituyen en poderes fácticos que presionan para que los
instrumentos del Estado sirvan a sus intereses estratégicos, en el
reforzamiento de su poder sobre los territorios a los cuales se dirigen y en
los que anclan sus establecimientos. A mayor poder de sus multinacionales mayor
vinculación con las instancias políticas en su política exterior.
Teniendo en cuenta estos
criterios, iniciaremos el recorrido territorial, primero, considerando su
vinculación nacional, para, después, adentramos en cada país más significativo.
Nos interesa sobre todo examinar el poder absoluto por países así como las
tendencias de cambio en ese poder mundial[7].
El poder
absoluto por países y regiones mundo y tendencias de cambios
Una primera aproximación en
la distribución de las sedes de las 500 mayores empresas mundiales por su
volumen de negocio, nos permitirá obtener una visión tanto comparativa como de
tendencia. Sobre la base territorial de localización de las sedes aplicaremos
cuatro criterios empresariales: por número de empresas, por volumen de
ingresos, por cantidad de empleo directo y, por último, de acuerdo con los
beneficios obtenidos. El Cuadro 3 y las Figuras 1 a 5 aportan la base
estadística y visual para su observación y análisis. La aproximación a los
cambios toma como referencia los valores del año 2006 en relación con 1996, ya
que se trata de observar lo ocurrido a lo largo de esta década.
Cuadro 3. Distribución de las 500
grandes empresas mundiales por agrupación de países en 1996 y 2006
Figura 1. Distribución por
territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por número
de empresas en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración
propia)
Figura 2. Distribución por
territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por
ingresos en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y
elaboración propia)
Figura 3. Distribución por
territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por empleos
en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)
Figura 4. Distribución por
territorios de la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por
beneficios en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y
elaboración propia)
Figura 5. Distribución por
territorios de las sedes sociales de las 500 mayores empresas mundiales por
número de empresas en 1996 y 2006 (Fuente: Forbes y
elaboración propia)
Lo primero que destaca es la
acusada tripolaridad en la concentración de estas empresas. Como nación
individual predominante destaca claramente Estados Unidos de Norteamérica, aun
cuando como conjunto territorial el volumen de empresas es superior si
consideramos a Europa como agregado. En tercer lugar se sitúa Japón. De forma
coherente, este dominio se refleja en las cuatro variables que estamos
considerando, aun cuando se presentan algunos matices diferenciales, que la
evolución a lo largo de estos diez años pone más de manifiesto.
Antes de continuar en el
análisis más pormenorizado de la variable territorial internacional, es
trascendente destacar la ausencia permanente de África dentro de esta
estructura de poder empresarial. Ni en 1996 ni en 2006 aparece ninguna empresa
asentada en el continente dentro del ranking.
La presencia de empresas de
los Estados Unidos se mantienen constante en número (162 empresas, 32,4%).
Europa en su conjunto aumenta su presencia (de 171 a 178, lo que representa
pasar del 34,2% al 35,6%). Japón acusa los efectos de la crisis que afectó a
este país que le lleva a disminuir su presencia en estos diez años desde las
126 empresas a las 67, rebajando por tanto su participación del 25,2 por ciento
al 13,4 por ciento, manteniéndose aún así como tercer ámbito territorial en
importancia.
El volumen de ingresos al
principio del período estudiado es algo más homogéneo entre los tres ámbitos
territoriales, pero evoluciona hacia una tendencia de crecimiento relativo del
conjunto europeo, superior al crecimiento norteamericano, y una clara
disminución en el caso de Japón.
La variable empleo directo
ofrece matices distintos interesantes de destacar, tanto en volumen como en
tendencia. Cae el empleo directo en los tres bloques territoriales hasta ahora
considerados, y hace su aparición China que, al final del período, en 2006,
superará claramente a Japón, habiendo evolucionado desde un 1,3 por ciento en
1996 al 13,7 por ciento en 2006. Estos cambios relativos debidos a la creciente
presencia de China no representan sin embargo pérdidas absolutas de ocupación
directa, ni por parte de Estados Unidos, que aumenta el número de empleados de
sus empresas multinacionales en un 30,2 por ciento (al pasar de 14 a 18,2
millones), ni de Europa, que incrementar la ocupación absoluta en un 32,8 por
ciento (de 13,5 a 18 millones de empleados), lo que refleja una dimensión
empresarial unitaria algo inferior a la de los EEUU. Incluso Japón casi
mantiene su ocupación empresarial al descender sólo un 3 por ciento (de 5,2 a 5
millones). China es la que ha trastocado los valores relativos por cuanto, en
términos absolutos, ha pasado de los 0,4 millones que empleaban sus grandes
empresas multinacionales (recordemos que se trata de las que figuran dentro de
las 500 mayores mundiales) a algo más de 7,2 millones de 2006 (lo que presenta
una extraordinaria incremento de 1.529 por ciento en estos diez años).
Acompañan a China en el crecimiento del empleo de sus grandes empresas
multinacionales India, con un incremento del 851 por ciento (lo que representan
0,3 millones en 2006), y el resto del conjunto del sudeste asiático el cual,
aún cuando en términos relativos su empleo directo crece por encima de la
propia China en un 1.751 por ciento, queda muy lejos en empleo absoluto, al
contabilizar únicamente 0,6 millones de empleos. Que el sudeste asiático, con
China a la cabeza, se está convirtiendo en la fábrica del mundo, parece
confirmarse con estas cifras.
La diferenciación más
trascendente se refleja en el capítulo de la distribución de los beneficios que
obtienen este conjunto de empresas. Por un lado, este factor se muestra
claramente bipolar a escala mundial, centrado en Estados Unidos y Europa, los
cuales, en su conjunto, acumulan más de las tres cuartas partes de los
beneficios mundiales, aún cuando se constate un cierto descenso respecto a
1996. En 1996 los Estados Unidos acapararon más de la mitad del total de
beneficios, con un importante descenso relativo diez años más tarde (del 53,5%
al 38,5%), mientras que el conjunto europeo hacía aumentar el rendimiento de
sus empresas desde el 31,3 por ciento al 38,1 por ciento. En su conjunto, estos
dos ámbitos territoriales, pero reducen su acumulación, acaparan desde el 84,7
por ciento al 76,5 por ciento. Si agregamos a estos valores los que aporta
Japón, a pesar de su situación de crisis, entre los tres bloques mantienen una
impresionante capacidad de concentración que se sitúa en el 83,5 por ciento
mundial, aunque habiendo descendido desde el 94,8 por ciento de 1996. En este
aspecto, hasta el momento la presencia de China todavía no ha mostrado su
capacidad para modificar la situación de dominio tripolar.
Interrelacionando estos
factores obtenemos distintos indicadores que permiten algunas interpretaciones
de interés en el análisis de este proceso, lo que permite apuntar ciertas
tendencias de cambio.
Por un lado, constatamos que
estas empresas tienen una tendencia a aumentar su gigantismo individual, como
muestra el Cuadro 4, en el que se refleja la media de empleo por empresa para
los territorios que venimos analizando. En su conjunto se pasa de una media por
empresa de 71 mil empleos directos a 106 mil. Los Estados Unidos, Europa y
Rusia superaban los 100 mil en 2006; pero lo destacable era los casi 400 mil
que correspondían a las empresas de Rusia en 1996 (que han descendido a 184 mil
al final del periodo) pasando el relevo a China, con más de 300 mil empleados
de media. El mayor volumen cuantitativo de empleo parece llevar aparejado un
uso extensivo de la fuerza de trabajo.
Cuadro 4. Productividad aparente,
beneficio y empleo en las 500 grandes empresas mundiales por agrupación de
países en 1996 y 2006
Las mayores productividades
aparentes (ingresos por empleo directo) corresponden en 1996 al conjunto de los
países del sudeste asiático, con Japón a la cabeza, acompañado por Corea del
Sur, India y resto del sudeste asiático, pero con la excepción de China. En
todos ellos muy por encima de la productividad aparente que reflejan Estados
Unidos y Europa.
Diez años más tarde Corea
del Sur se situaba en cabeza en productividad, mientras que el resto del
conjunto asiático pierde en valores absolutos, al tiempo que Europa y en menor
medida Estados Unidos, incrementan notablemente el factor productividad. China
acompaña la tendencia a la baja de la productividad asiática, por cuanto
desciende al valor más bajo de todos los conjuntos territoriales mundiales. Un
caso particular es el representado por el área del Próximo Oriente por su
vinculación al petróleo, pero se trata de una sola empresa.
En cuanto al indicador de
beneficios por empleo, presenta una lógica totalmente distinta a lo visto hasta
ahora. Oriente próximo, Australia y el resto de América (excluido Estados
Unidos y Canadá) son los que mayor acumulación presentan por puesto de trabajo
directo sobre la base de fuertes incrementos desde 1996. En su conjunto, el
resto de territorios que aportan grandes empresas multinacionales, incrementan
sus beneficios por empleo, a excepción de China, donde el valor añadido por sus
empleados se mantienen en cotas muy bajas, de 8 mil dólares por empleo, frente
a una media mundial de casi 29 mil dólares.
Ante el conjunto de estas
magnitudes queda abierta la cuestión de lo que pueda suceder con China, por
cuanto presenta un importante margen para incrementar su productividad, que
debería reflejarse en incrementos del valor añadido y de los beneficios por
empleo. Lo interesante será observar en qué proporción su evolución se apoya en
la innovación técnica y en qué medida en la reducción de empleo. En el caso de
que los incrementos de productividad se apoyasen a su vez sobre las mismas
magnitud de empleo, asistiríamos a una espectacular expansión en su paso a
nueva potencia económica mundial. Si, por lo contrario, se mantienen el modelo
de explotación extensiva de su fuerza de trabajo con un crecimiento débil en su
productividad, podría quedar alejada o reducida a un papel secundario como
centro decisional a escala mundial.
Si nos acercamos algo más a
la estructura de los Estados, el Cuadro 5 y la Figura 6 matizan en cierto grado
la estructura territorial mundial. Estados Unidos es la mayor potencia en
empresas multinacionales (162) casi triplicando a su inmediato seguidor en
2006, que es Japón, con 67 empresas (del que hemos visto que había descendido
notablemente desde las 126 que aportaba en 1996). Francia (de 42 a 38),
Alemania (de 41 a 37) y Reino Unido (de 34 a 33), les siguen en esta ranking.
Como observamos, todos ellos han descendido ligeramente en su presencia dentro
de este bloque dominante, pero se mantienen por encima de las 30 empresas por
Estado. El crecimiento más espectacular lo presenta China que sitúa 24 empresas
frente a las 3 (5)[8] que tenían
en 1996. Canadá es otro estado con un incremento sustancial en su presencia, de
seis a 16 lo que la sitúa en la séptima posición, seguido por Corea del sur,
Holanda, Suiza e Italia con más de 10.
Cuadro 5. Distribución de las 500
grandes empresas mundiales por países en 1996 y 2006
Figura 6. Localización por países de
la sede social de las 500 mayores empresas mundiales por número de empresas en
1996 y 2006 (Fuente: Forbes y elaboración propia)
El listado de países se
completa hasta la cifra de 31 en 2006, frente a los 26 que participaban diez
años antes. Podríamos decir que el vacío dejado especialmente por las 59
empresas japonesas desaparecidas ha permitido incorporarse a este selecto grupo
a siete nuevos estados, aun cuando con 1 o 2 empresas; todos ellos ubicados en
Europa o sudeste asiático, con la extensión de Arabia Saudita. Sólo Venezuela
pierde la única presencia que tenía en 1996[9].
Este nivel de desglose
nacional en sentido estricto, por debajo de los bloques territoriales que antes
hemos establecido, es importante desde la perspectiva de la relación entre
poder político y poder económico, por cuanto la importancia de esta
vinculación, que hemos planteado con anterioridad, se corresponderá con la
capacidad de influencia internacional. El paso de los bloques territoriales a
los estados nacionales pone de manifiesto la debilidad que conlleva la
dispersión por naciones, como es el caso de Europa y, especialmente, de la
Unión Europea. Es decir, si como conjunto territorial Europa supera en empresas
multinacionales a los Estados Unidos, por lo que hace al poder real derivado de
la imbricación poder económico-poder político se ve fuertemente disminuido por
el fraccionamiento de la voz política entre tantos estados como la forman. Las
empresas estadounidenses tienen un interlocutor único –que a su vez es un único
avalador internacional – en el Departamento de Estado, lo mismo que sucede con
Japón, o lo que sucederá con China, mientras que el bloque europeo se fragmenta
a través de cada uno de sus Ministerios de Asuntos Exteriores y de sus
políticas exteriores, que atenderán cada una de ellas a defender sus intereses
individuales (nacionales), sin potenciar una política común que pueda
corresponderse con su potencial económico conjunto.
Conviene resaltar como
último aspecto del papel por países, que el conjunto que ha dado en denominarse
BRIC[10] (que engloba a aquellos grandes estados que se considera que pasarán a
ocupar un papel relevante en el nuevo orden económico mundial por su potencial
de crecimiento), ha evolucionando, en términos de incremento de su
participación en el poder empresarial mundial, más lentamente que el papel que
se les atribuye cara al futuro. En su conjunto han pasado de 10/12 a 39
empresas (el 7,8% en 2006), pero fundamentalmente gracias a la expansión de
China (de 3/5[11] a 24), ya que los tres países restantes sólo han crecido de 7 a 15
empresas.
El poder territorial en el
interior de los estados[12]
Siguiendo con el análisis de la articulación
territorial del poder de estas empresas, nos interesa ahora poner la atención
en la ubicación especifica de la sede social central y, por tanto, del centro
de poder absoluto dentro de cada unidad nacional[13].
En cuanto al origen de la localización de las sedes
centrales, podemos constatar que el hecho metropolitano aparece como causa y
como efecto. Como efecto sobre la metropolización en la medida en que la
localización inicial de ciertas empresas constituyó uno de los motores del
crecimiento de los núcleos en los que se habían localizado, generando economías
de urbanización a partir de la sucesión de interrelaciones entre economías de
aglomeración, de concentración y de escala. Por tanto, una gran parte del
crecimiento metropolitano de las ciudades que no son capital de Estado,
responden al efecto de las implantaciones iniciales, y su posterior expansión,
entre las que encontramos a muchas de las todavía dominantes. Sobre la base de
este proceso, las condiciones de urbanización que se iban potenciando sirvieron
como causa de nacimiento o implantación de nuevas empresas, que a su vez han
alcanzado el liderazgo mundial que este grupo refleja. La expansión de los
servicios, y muy especialmente la banca, han aprovechado las economías de
urbanización en beneficio propio como base de su potenciación.
De esta forma, y siguiendo la misma base estadística
para el año 2005[14],
se pone de manifiesto de forma clara el papel de los centros metropolitanos
como ámbitos territoriales de localización de las sedes, dado que representan
casi el 87 por ciento (105) de los 121 ámbitos de concentración a escala
mundial. Su importancia absoluta es todavía mayor por cuanto se ubican en ellas
casi el 97 por ciento de empresas (483). Solamente un pequeño porcentaje de
empresas (17,4%) no ha necesitado o no ha sido capaz de generar una dinámica de
metropolización[15].
Ahora bien, si la metrópolis encarna el lugar idóneo
de localización de las sedes empresariales, no lo es el proceso inverso. No
todo entorno metropolitano, o mejor sería decir aglomeración urbana, presenta
las condiciones idóneas para la dinamización empresarial; significa que ni el
contexto metropolitano concreto, ni el entorno externo de país habrán ofrecido
las ventajas de localización que dan lugar a este tipo de empresas.
En resumen, como causa y/o como efecto realimenador,
las condiciones metropolitanas aparecen con toda claridad como condición casi
necesaria para el desarrollo de grandes corporaciones.
El factor metropolitano y, más concretamente, de
concentración metropolitana, apunta hacia una nueva dimensión de la
territorialidad del poder dentro de la escala nacional. En concreto, las
regiones metropolitanas de Tokio (53), Nueva York (36)[16],
París (36) y Londres (33), constituyen los cuatro centros territoriales principales
de poder empresarial mundial[17].
Desde tan sólo estos cuatro centros se controla casi un tercio de la actividad
de las grandes corporaciones. Las 18 siguientes regiones metropolitanas, con
más de 5 empresas por aglomeración, representan aproximadamente otro tercio.
Mientras que el último tercio se reparte entre las restantes 99 localizaciones.
En volumen representa que, de los 50,5 millones de empleados que trabajan para
estas empresas, casi 15 millones son controlados desde cuatro ciudades; así
como el 32.7 por ciento de los ingresos (6.192.713 M$) y el 37 por ciento de
los beneficios (450.000 M$)
A su vez, el factor metrópolis se refuerza en general
a través del factor capitalidad. En efecto, de los 32 países representados en
el ranking, en 24 (84%) la capital concentra
la mayoría de sedes, de los cuales en 12 (38%) todas están ubicadas en la
capital. Solamente en 3 (Canadá, Suiza y Australia) la capital del estado no
localiza ninguna gran empresa, mientas que en otros 3 (Estados Unidos, Alemania
y Brasil) la capital tiene una concentración minoritaria.
Observemos que en los casos en que no se da el efecto
capitalidad sus procesos históricos han seguido pautas muy particulares. En
ellos la ubicación de la capital ha obedecido a razones desvinculadas del papel
económico y mucho más vinculada a razones de oportunidad política, como puede
ser Brasilia o Berlín actualmente. En Estados Unidos, y también en Alemania, la
dispersión territorial puede ser explicada, además de por su estructura
federal, como en Suiza, por el proceso de expansión económica a lo largo del
siglo XX.
Aun así, la localización de la sede central debe ser
tomada como un punto de referencia relativo, y no absoluto, ya que lo
verdaderamente significativo se sitúa en el ámbito de la territorialidad del
accionariado, sea directamente a través de las vinculaciones externas de grupos
presentes, o sea a través de la posición estratégica de algún grupo dominante
de control entre el accionariado. En este sentido, las relaciones internas de
poder entre los agentes empresariales son muy importantes y aportan casuísticas
particulares para cada empresa. Un caso particular es el de la participación
directa del sistema bancario, y cada vez más del financiero, sobre el sistema
productivo, que conllevará que el tratamiento de la distribución territorial de
los centros de decisión deba ser relativizada respecto a los propietarios
últimos del capital. En particular desde los años 1980 han adquirido creciente
protagonismo los fondos de capital riesgo (private equity) que se han convertido en el operador más
activo del cambio en el mundo empresarial[18].
Estructura sectorial / territorial
Algunas de las cuestiones
que podemos formular con relación a la estructura sectorial territorial de las
grandes empresas multinacionales se centrarían en conocer a qué se dedican
estas empresas; cuál es su campo de actuación; qué tipo de intereses
empresarial-productivos las han llevado a la internacionalización de sus
actividades; qué campos de actividad son los que tienden a la mundialización;
qué papel desempeñan los mecanismos de división internacional del trabajo y de
la producción en este proceso y, muy importante, cómo evolucionan estas
características. Veamos cuáles son las respuestas a algunas de estas
cuestiones.
Incremento en su poder global
La evolución a lo largo de
estos diez años de los cuatro indicadores con los que estamos trabajando
(Cuadro 6), y por comparación entre ellos, muestran que, sobre la base de un
mismo número de empresas, los beneficios han crecido sustancialmente más con
relación al incremento que representa su volumen de negocio valorado por los
ingresos, y el conjunto del empleo directo que ocupan.
Cuadro 6. Distribución de las 500 grandes empresas mundiales
según grandes grupos de actividad
Su incremento de poder
económico empresarial se refleja en ese 278,2 por ciento de aumento de los
beneficios con relación a sólo un 82,8 por ciento de incremento en los
ingresos. También han aumentado en su tamaño como empleadores de fuerza de
trabajo, aún cuando con un valor inferior del 49,1 por ciento.
Una primera característica
relevante del papel de estas grandes empresas en el contexto económico general,
a lo largo de este período de crecimiento económico generalizado, se refleja en
su capacidad de acrecentar beneficio.
Sectores
con atractivo multinacional
Cuando diferenciamos los distintos campos de
actividad, la primera impresión que tenemos al observar el Cuadro 6, donde se
presentan estas empresas reunidas bajo grandes epígrafes sectoriales, es la de
que la publicitada terciarización de la sociedad avanzando hacia una sociedad
postindustrial no queda reflejada de forma evidente para las grandes empresas
mundiales, ni por número ni por sus indicadores de explotación empresarial. Las
actividades que siempre se ha considerado como formando parte de la actividad
industrial (industria más construcción) no sólo no pierden peso a lo largo de
los diez años que estamos analizando sino que incrementa su presencia tanto
cuantitativa como, digamos, cualitativa (ingresos, empleos, beneficios),
llegando en 2006 a situarse prácticamente en el 50 por ciento de las empresas
que forman este grupo selecto, en un proceso que durante estos diez años se
presenta como creciente (del 45,2% al 49,8%).
La primera impresión que nos produce esta distribución
equilibrada entre industria y servicios es la de que debemos relativizar, como
hemos indicado, la idea de un avance global imparable hacia la sociedad
postindustrial, en el sentido en que se ha venido promocionando desde ciertos
cenáculos intelectuales vinculados a la promoción de la postmodernidad desde
finales del siglo XX, según la cual la modernidad debe prescindir de la
industria. Aquí, el territorio tendrá mucho que decir, por cuanto no es lo
mismo extrapolar lo que sucede en algunos de ellos –los considerados
desarrollados, sobre los que han basado los alegatos postmodernistas y
postindustrializadores-, de lo que sucede a escala mundial, que es en el ámbito
en el que se sitúan los datos que estamos tratando y en el que está funcionando
la economía mundial.
Es cierto que, dentro del grupo que consideramos como
industria, cabe distinguir entre la industria manufacturera y las actividades
de base industrial situadas en los dos extremos del proceso productivo, es
decir, la obtención de las primeras materias y la producción y distribución de
energía y agua (las utilities). En el caso de las primeras materias, por el papel
especulativo al que han estado sometidas durante estos años. Ello se refleja en
que el número de empresas vinculadas a estas actividades aumenta en estos diez años
de 34 a 49 empresas relacionadas con las primeras materias y el petróleo, y de
17 a 30 en las de producción y distribución energética y agua. Este incremento
en su presencia lo hacen básicamente a expensas de la disminución en el ranking de las grandes empresas de servicios
y, en menor grado, de la actividad manufacturera. El conjunto de los servicios
desciende en 23 empresas, de 274 a 251, con lo que ven reducida su presencia
del 54,8 por ciento al 50,2 por ciento en volumen de empresas, mientras que el
sector industrial reduce ligeramente su presencia en 6 empresas, de 163 a 157,
del 32,6 por ciento al 31,4 por ciento.
No obstante, el indicador por número de empresas
conviene matizarlo por las tendencias en los valores de explotación
empresarial.
Las actividades vinculadas a las primeras materias y
petróleo, claramente ascendente en su presencia numérica, también muestran como
los factores especulativos se han centrado en ellas en cuanto proporcionalmente
aumenta tanto en sus ingresos como en sus beneficios (en 2006 estas empresas,
que representan en número el 9,8 por ciento, concentran en 15,2 por ciento de
los ingresos y el 19 por ciento de los beneficios). Por su parte, las empresas
de energía y agua, que aumentan considerablemente en numero, hasta el 6 por
ciento, no alcanzan esta proporción ni en ingresos ni en beneficios ( 5% y 6%
respectivamente) mientras son más intensivas en trabajo (6,8%).
El ligero descenso del número de empresas
manufactureras viene acompañado de descensos proporcionalmente mayores en
ingresos y beneficios (del 31,4% en empresas al 28,6 de los ingresos y el 24,3%
en beneficios). Por su parte los servicios mantienen una proporción ligeramente
inferior en ingresos y beneficios mientras que, junto a la construcción, son
sectores que tiene una proporción superior de empleo, indicador de una cierta
diferencia con inferior productividad aparente.
Esta visión sectorial global muestra matices internos
en cuanto la descomponemos combinando diferencias sectoriales y diferencias
territoriales.
Cambios internos de la estructura sectorial
Al desagregar por actividades más específicas los
procesos de crecimiento-decrecimiento que reflejaban los grandes sectores ahora
se diluyen en matices intrasectoriales (Cuadro 7). Podemos distinguir cuatro
grandes bloques de tendencia.
Cuadro 7. Distribución de las 500
grandes empresas mundiales según actividad
Por un lado, aquellas actividades que han aumentado
claramente su presencia, en el que se inscriben 3 ámbitos de actividad. Por un
lado, como acabamos de señalar, las dos actividades más expansivas en su
presencia dentro del grupo de las 500 grandes empresas han sido Minería y el
Petróleo con 15 empresas, y Energía y Agua con 13 empresas. Junto a ellas
aparece una importante penetración del sector Sanitario, que incrementa su
presencia en 11 empresas.
En el extremo opuesto, es interesante observar como
pierden más de 10 empresas actividades de servicios tan significativas como
Banca y Ahorro, Seguros y Comercio mayorista. Y en menor grado, Alimentación-Distribución
e Industrias diversas.
Un tercer bloque, y en su conjunto el mayoritario,
viene representado por aquellas actividades cuya presencia podemos considerar
que se mantiene constante, pues variaciones de +/- 3 empresas no podemos
considerar que sean significativas de ningún tipo de tendencia. Dentro de este
grupo se hallan todas las actividades industriales manufactureras, la
construcción y servicios tanto ligados a los servicios públicos como al ocio.
Por último, debemos considerar aquellas actividades
que estaban ausentes, o prácticamente ausentes (con una empresa) en 1996 y que
incrementan su presencia. Se trata sobre todo de actividades vinculadas a las
nuevas tecnologías, tanto en su vertiente industrial (Semiconductores y otros
componentes electrónicos) como a los servicios (Servicios informáticos y
Software, y Otros servicios a la producción). Junto a ellos también observamos
una mayor presencia de las Navieras.
Deberemos esperar a introducir la variable territorial
para interpretar mejor las tendencias generales que acabamos de señalar por
actividades.
La distribución territorial de la actividad
El análisis de los cambios
por actividad ha dejado abiertas algunas incógnitas que podrán ser
interpretadas al filtrarlas por la variable territorio.
El Cuadro 8, donde se ha
recogido la distribución de las sedes territoriales de las diversas
actividades, según número de empresas y según volumen de negocio, nos muestra
diferencias importantes en el papel que cada territorio está jugando sobre el
dominio de ámbitos de producción económica con significado técnico, económico y
político distinto.
Cuadro 8. Distribución territorial
de la actividad de las 500 grandes empresas mundiales en 2006
Aun cuando Estados Unidos y
Europa están presentes en casi todos los ámbitos de actividad, aportan pesos
significativamente distintos en algunos sectores estratégicos. Lo que
diferencia a Estados Unidos, más allá de representar un sustantivo tercio de
las empresas y del volumen de negocios sobre el total mundial, es su papel
relevante en los sectores más estratégicos como son los Servicios informáticos
y Software (control del 100%); Aeroespacial y Defensa; Servicios a la
producción; Equipos informáticos y, en las actividades logísticas (Correos y Paquetería).
Mientras que su presencia es menor o nula en las actividades de orden
industrial más maduras (sin presencia en Navieras y Material de construcción y
escasa en Metal). Lo que es interesante señalar es el papel inverso que tiene
en actividades auxiliares financieras (Brokers), donde acapara más de 90 por
ciento del negocio, frente a la limitada presencia de la Banca y Ahorro. Otras
actividades con fuerte presencia son aquellas relacionadas con su modelo
social, significativamente distinto al europeo, como se muestra en el peso que
tiene el sector sanitario (en una sociedad donde la Seguridad Social publica es
muy débil y debe recurrirse a la sanidad privada), y en las Cadenas comerciales
o el Ocio.
Como hemos indicado, Europa
muestra su presencia en casi todos los ámbitos, así como un volumen ligeramente
superior a Estados Unidos, tanto en número de empresas como en volumen de
negocio, pero mostrando una debilidad relativa en los sectores más estratégicos
de la innovación, ya que no tiene presencia precisamente en Servicios
informáticos y Software; Equipos informáticos, ni en Semiconductores. En
contrapartida su potencia se manifiesta en la Banca y Ahorro y en Redes y
equipos de comunicación, así como en Seguros, a la vez que en actividades
maduras como Materiales de construcción y Navieras entre otras.
Japón, que en el año 2006
había descendido en su participación hasta el 13,4 por ciento de empresas y
11,5 por ciento de ingresos (desde el 25,2% y 29% respectivamente en 1996),
continua manteniendo su potencia en Electrónica, Equipos informáticos o en el
Comercio mayorista.
Corea del Sur, a pesar de su
menor peso de conjunto (sobre el 3%), está presente en actividades vinculadas
especialmente a la producción industrial, lo mismo que ocurre con China. Las
empresas procedentes del resto del mundo, que representan el 10 por ciento de
las empresas, sólo alcanzan a producir el 6,3 por ciento del volumen de
negocio, sin presencia en numerosos sectores, ni en los estratégicos.
Si acudimos al Cuadro 9, que
representa la variación del número de empresas por territorios entre 1996 y
2006 vinculadas a su actividad, nos ayudará a comprender aquellos cambios por
actividad que habíamos dejado pendientes de interpretar, al tiempo que refleja
ciertas transformaciones estructurales territoriales.
Cuadro 9. Variación territorial de
la actividad de las 500 grandes empresas mundiales entre 1996 y 2006
El hecho más significativo
es el notable descenso de empresas japonesas, que como sabemos pierde 59 de las
126 que aportaba en 1996, lo que reduce en 67 su presencia en 2006. Este
descenso tiene su claro reflejó en los descensos globales en las actividades de
Comercio mayorista, que de las 13 desaparecen del ranking 8 son japonesas. Lo
mismo ocurre con los Seguros, donde igualmente Japón pierde 8 empresas. Algo
más importante es el papel de Japón en el descenso de la Banca y Ahorro ya que
son 12 las empresas japonesas que pierden su presencia en el ranking. El vacío
dejado por Japón es aprovechado especialmente por China y Canadá, que
incorporan respectivamente 19 y 10 empresas al selecto grupo de las 500.
También Europa participa de esta reestructuración al incorporar 7 nuevas
empresas, mientras que el resto de los territorios mundiales lo hace en un
volumen de 23 empresas.
Estados Unidos se refuerza
en los sectores Sanitario (10), Comercial minorista (5) y Energía y Agua
(5).Mientras que pierde su mayor volumen de participación en el sector de las
Telecomunicaciones (-7). Europa, por su parte, incrementa su peso en Energía y
Agua (8), Minería y Petróleo (5) y Construcción e Ingeniería (4) y retrocede en
Banca (-6) y Seguros (-5). Del resto del mundo cabe destacar el aumento de
Seguros (3) en Canadá; también 3 nuevas empresas de telecomunicación en Corea
del sur; así como también 3 nuevas empresas en cada uno de los sectores de
Minería y Petróleo, Construcción e Ingeniería y Banca por parte de China; 4
empresas en Minería y Petróleo en India y 3 empresas en Banca en Australia. Por
su parte, Rusia sólo incrementa su presencia en Minería y Petróleo, con 3
empresas.
En resumen, se observa
cierta reestructuración interna en los tres bloques clásicamente dominantes
representados por Estados Unidos, Europa y al mismo tiempo un fuerte descenso
de Japón. La abertura hacia el resto de territorios mundiales es lenta, con la
excepción de la mayor aceleración de China (+19), aun cuando ausente de las
actividades estratégicas tecnológicas.
La componente empresarial
Hasta aquí hemos tratado a
estas empresas como un todo estructural, tanto desde la vertiente territorial
-por países y supraconjuntos estatales- como por sectores de actividad. Es el
momento de acercarse al nivel de la empresa para analizar con mayor profundidad
algunas de sus características individualizadas. Es importante descender a este
nivel, dado que son las empresas las que actúan sobre el territorio y en los
contextos económicos productivos. Al mismo tiempo, es desde cada uno de sus
centros de poder desde donde se toman las decisiones que afectarán a las
personas y a los territorios. También nos permitirá damos cuenta de las
magnitudes de su poder individual y, por consiguiente, de su elevada capacidad
de intervención socioeconómica y territorial.
Como media, el Cuadro 10 nos
muestra que las estudiadas en este trabajo son empresas que en 2006 facturaban
41.801 M$ (frente a 22.868 M$ en 1996, a precios corrientes). Tienen también
como media una plantilla de 105.675 trabajadores directos, lo cual representa
un importante incremento de volumen desde los 70.880 de 1996. También los
índices de beneficios se han incrementado notablemente, al pasar de 809 a 3.058
M$ de media por empresa.
Cuadro 10. Valores medios por
empresa según la actividad de las 500 grandes empresas mundiales entre 1996 y
2006
El mismo Cuadro 10 permite
observar como existen diferencias importantes en estos volúmenes medios según
los sectores de actividad. Así en ingresos, para 2006, se oscilará entre un
máximo de 64.775 M$ de media de las actividades de Minería y Petróleo y un
mínimo de 19.247 M$ para las Industrias diversas. En empleo, y para el mismo
año 2006, las actividades de Ocio son las que, como media, ocupan por empresa
mayor número de trabajadores (285.693) y en el extremo inferior Otros servicios
a la producción con 33.500. Los beneficios también son dispares, situándose el
nivel medio superior en los 6.118 M$ de las actividades de Farmacia y
Cosmética, mientras nuevamente Otros servicios a la producción presentan el menor
volumen de beneficios con 582 M$.
Empresas significativas
Pasando de los valores
medios a los de empresas concretas se presentan los Cuadros 11, 12 y 13, que
recogen las 20 mayores empresas por ingresos, empleo y beneficio
respectivamente.
Cuadro 11. Las 20 mayores empresas
mundiales por ingresos en 2006
Cuadro 12. Las 20 mayores empresas
mundiales por empleo en 2006
Cuadro 13. 20 mayores empresas
mundiales por beneficios en 2006
La mayor empresa por
ingresos y por empleo es Wal-Mart Stores, la mayor cadena de
comercialización minorista estadounidense, que opera en 13 países (Centro y Sur
América, Japón y China). Comparándola con el PIB por países, por su volumen de
ingresos se situaría en 2006 en la posición 26, detrás de Noruega. Su volumen de
empleo ha alcanzado la espectacular cifra de 1,9 millones de empleados. No
obstante en beneficios se aleja que estas primeras posiciones hasta la 24. Por
su parte la empresa con más beneficios era, en 2006, Exxon Mobil, con
39.500 M$.
En los últimos años, hasta
que en 2006 fue desbancada por Wal-Mart Stores, la primera empresa por
volumen de negocios era la citada petrolera estadounidense Exxon
Mobil, que ahora ocupa la segunda posición. Le siguen dos petroleras más, Royal
Dutch Shell (Holanda) y Brithis Petroleum (Reino Unido). La quinta y sexta posiciones corresponden a dos fabricantes
de vehículos automóviles: General Motors (Estados Unidos) yToyota (Japón). Empresas de estos dos sectores copan
los puestos hasta el 11, donde aparece la primera entidad financiera, General
Electric (EEUU). En el puesto número 13 se sitúa la compañía de seguros holandesaING
Group, a la que le sigue la banca norteamericana Citigroup. En
resumen, a excepción del minorista Wal-Mart Stores, los 20
primeros puestos son ocupados exclusivamente por empresas de estos cuatro
sectores: Petróleo, Industria automovilística, Financieras y Banca, y Seguros.
El menor volumen de negocio por empresa en estas 500 se sitúa en los 14.880 M$,
que son los alcanzados por la canadiense del sector aeroespacialBombardier.
En la comparación con el PIB por países, a pesar de ser la menor empresa, la
situaría en la posición 95, detrás de Estonia.
En relación a 1996
observamos importantes cambios. Por ejemplo, el retroceso de las compañías
automovilística norteamericanas; el ascenso de las compañías petrolíferas; así
como el ascenso de Banca y Seguros; o la incorporación de China a este nivel.
En conjunto, solamente dos empresas no estaban presentes ya en la lista de
1996.
En volumen de empleo las
diferencias son más dispares. Por encima del millón de empleados encontramos la
citada Wal-Mart Stores (1,9 M) y dos empresas chinas: State Grid (1,5 M), del sector de la Energía y China National Petroleum con 1,1
millones de empleados.
En el extremo opuesto, la
holandesa GasTerra (Energía) declara únicamente 169 empleos, mientras que los penúltimos
puestos corresponden a las coreanas S-Oil con 2.348 (Refino de petróleo) y SK Networks con 2.559 empleos (Comercio mayorista).
Comparando con 1996, los
cambios en la estructura dominante del empleo son importantes. Casi la mitad de
las empresas (9) no formaban parten del ranking de las 500 en 1996. China muestra un salto cuantitativo por cuanto son 5
empresas las que dominan por su volumen de empleo. Sectorialmente, es
interesante observar la diversidad de actividades que forma el grupo de las
nuevas incorporadas: Petróleo, Energía, Banca, Ocio, Telecomunicaciones,
Electrónica y Comercio minorista.
Por volumen absoluto de
beneficios, el sector Petrolero acapara 9 de los 20 primeros puestos, con Exxon
Mobil ocupando la primera posición (39.500 M$). El conjunto de la Banca y
actividades Financieras ocupa 5 plazas, con Citigroup a la cabeza de este sector en el quinto puesto general (21.538 M$). El
resto de actividades entre las 20 con mayor volumen de beneficios, corresponden
a las aerolíneas estadounidenses UAL (3ª posición); la rusa energética Gazprom (8ª); a Pfizer, farmacéutica norteamericana (9ª), mientras
que el primer representante de sector del automóvil en beneficios es la
japonesa Toyota Motor (15ª). Les sigue en el puesto 16 la compañía de seguros norteamericana American
International Group. Y por fin, en el lugar 20,
consiguió situarse la norteamericana Microsoft como primera compañía mundial de software.
En este capítulo no todos son beneficios, ya que 17
empresas declaran pérdidas en 2006, siendo el fabricante de automóviles
estadounidense Ford Motor el que presenta las mayores pérdidas de las 500
(-12.613 M$).
También por beneficios se han introducido importantes
cambios con relación a 1996. Se incorporan 5 empresas que no estaban presentes
en el ranking de 1996: 3 norteamericanas, 1 rusa y
otra china. Sólo 7 empresas se mantienen como mayores productoras de beneficios
y las 8 restantes proceden de posiciones muy inferiores en el primer momento
considerado.
Continuidad y cambio en el poder empresarial mundial
Esta cúpula del poder empresarial que forman las 500
empresas, puede considerarse que ha sufrido cambios importantes en su
composición (Cuadro 14), por cuanto en sólo diez años casi la mitad de las
empresas (236 que representan el 47,2%) que estaban presentes en 1996, han sido
desplazadas por nuevas empresas, permaneciendo 264 (52,8%) con continuidad
temporal de su poder empresarial mundial hegemónico.
Cuadro 14. Continuidad y cambio por
sectores en la presencia de las 500 mayores empresas mundiales entre 1996 y
2006
El proceso de cambio presenta tres componentes
principales. Por un lado la componente empresarial, aquella vinculada a las
dinámicas de cada empresa, que las lleva a desarrollar velocidades distintas de
crecimiento o decrecimiento, con lo que pueden ser superadas por otras más
dinámicas que las desplazan de su posibilidad de permanecer dentro del bloque
de las 500. Se trataría, por tanto, de cambios vinculados a la lógica
empresarial en sí misma. Forman parte de este mismo proceso las prácticas de
concentración y absorción interempresarial, que analizaremos más adelante.
Un segundo proceso corresponde a la componente
sectorial, aspecto vinculado a la dinámica de las distintas actividades, donde
son las dinámicas de cada tipo de actividad las que evolucionan a velocidades
distintas, al tiempo que aparece nuevas actividades que les permiten
incorporarse al ranking, como ha sido el caso en estos años de los Servicios
informáticos y software.
Un tercer factor lo conforma la componente
territorial, la cual aparece relacionada con dinámicas territoriales
diferenciadas que influyen sobre toda la actividad contenida en su territorio,
sea de expansión o de recesión. En este caso China sería uno de los ejemplos de
crecimiento y Japón, por el contrario, de crisis nacional, que ha afectado a su
estructura empresarial, lo que le ha llevado a las importantes pérdidas de
presencia en el bloque dominante que ya conocemos.
Algunos de los cambios relacionados con la dinámica de
cada una de las empresas los hemos mostrado en el apartado anterior, por lo que
aquí nos limitaremos a los factores sectoriales y territoriales.
Desde la perspectiva de la incidencia sectorial
(Cuadro 14), podemos considerar tres situaciones. Aquella en que todas las
empresas de un sector que estaban presentes en 1996 se mantienen en 2006. Se
trata de Redes y Equipos de comunicación, Semiconductores y otros componentes
electrónicos y Sanitarios. A su vez, son campos que todos ellos han visto
incrementada su presencia en el ranking, especialmente el Sanitario que ha
pasado de 3 a 14 empresas.
En el extremo opuesto, tenemos cuatro sectores que,
por un lado tenían poca presencia en 1966, y en los que no se mantiene ninguna
de sus empresas (Navieras, Otros servicios a la producción y Servicios
diversos); y por otro porque no había ninguna empresa presente al inicio del
período, como es el caso de Servicios informáticos y software.
Entre estos extremos se produce una gradación de
continuidad, desde Correos y Paquetería, que mantienen 87,5 por ciento de sus
empresas de 1996 al tiempo que se incorporan 2 nuevas empresas, y, en el
extremo opuesto, Construcción e Ingeniería, donde de las 13 empresas de 2002
sólo 3 se mantenía, lo que representa un 25 por ciento. En cualquier caso, del
total de los 32 sectores en los que hemos subdividido las actividades, 18
mantienen una continuidad superior al 50 por ciento de las empresas que estaban
presentes en 1996.
La continuidad a través de la variable territorial
-sobre la base de la unidad país- (Cuadro 15), muestran por su parte, un
comportamiento más extremo entre el grupo de los que mantienen el cien por cien
de sus empresas presentes en 1966 (7 territorios) y, en el extremo opuesto, 11
países sin empresas con continuidad, de los cuales 4 mantienen su presencia
como territorio, pero con nuevas empresas, y 7 no formaban parte del ranking de
las 500 al inicio del período de análisis. Sólo hay un caso de país –Venezuela-
que pierde la presencia de su única empresa en 1996.
Cuadro 15. Continuidad y cambio por
países en la presencia de las 500 mayores empresas mundiales entre 1996 y 2006
El primer grupo, los que mantienen sus empresas, son
países con poco peso: Manteniendo el mismo número de empresas encontramos a
Noruega (2), Malasia (1) y Turquía (1), y con aumento de presencia de Australia
(de 5 a 8), México (de 1 a 5) e India (de 1 a 6). La excepción es el avance de
China, que de las 3/5 que tenía, y que se mantienen, efectúa un salto hasta las
24 que están presentes en 2006.
En el conjunto de los países que manifiestan una continuidad
empresarial por encima del 50 por ciento encontramos a los más importantes:
EEUU, Francia, Alemania o Suiza (en total 11 países). Mientras que entre los
que se sitúan con una continuidad inferior al 50 por ciento cabe destacar
Japón, que solo mantiene el 38,9 por ciento de las 126 empresas que tenía en
1996, aún cuando representan el 73,1 por ciento de las 67 que aporta este país
al ranking en 2006. También el Reino Unido se sitúa por debajo de la barrera
del 50 por ciento, con un 44,4 por ciento.
Estas cifras, válidas en su conjunto, deben ser
matizadas por otro de los procesos de cambio que observamos en el período,
caracterizado por grandes fusiones y compras de empresas.
Un periodo de grandes fusiones y compras de empresas
El Cuadro 16 muestra que 39
de las empresas (7,8 %) presentes en el arranque de 1996 se han visto afectadas
por procesos de reestructuración empresarial de la propiedad, lo que afecta a
31 empresas (6,2%) del ranking de 2006.
Cuadro 16. Presencia de empresas
españolas e Iberoamericanas entre las 500 mayores empresas mundiales en 1996 y
en 2006
Ello significa que algunas
de las empresas que no presentan continuidad se debe a que forman parte de
fusiones entre empresas que formaban parte del ranking en 1996. De esta forma,
25 empresas de 1996 han quedado reducidas a 12 en 2006. Ello significa que han
dejado 13 puestos libres para que pudiesen incorporarse nuevas empresas. En 4
casos, a pesar de haberse producido fusiones desde el punto de vista del
control empresarial se han mantenido como empresas de gestión independiente
dentro del ranking.
Una vía para incrementar el
volumen de los factores empresariales en 10 casos lo ha sido absorber empresas
externas, así como tenemos constancia de 5 empresas que se han incorporado al
ranking después de haber sufrido procesos de fusión que les ha posibilitado
alcanzar volúmenes suficientes para su incorporación.
Esta dinámica de
concentración tiene una clara incidencia sobre el poder absoluto de las
empresas. Se explicarían así algunos de los importantes crecimientos de ciertas
empresas que constatamos dentro de nuestro grupo de análisis, por la vía de
incrementar su potencial como gran empresa.
Las empresas españolas e iberoamericanas en la estructura de poder mundial
Parece interesante
considerar aisladamente el grupo de empresas españolas e iberoamericanas
presentes en ranking de las 500 grandes empresas mundiales, lo que se refleja
en el Cuadro 17.
Cuadro 17. Período de grandes
fusiones empresariales a partir de 1996 entre las grandes empresas mundiales
En su conjunto, muestran su
limitado potencial empresarial en esta competencia a escala mundial ya que en
1996 sólo 6 empresas iberoamericanas y 5 españolas estaban presentes. A lo
largo de estos diez años se observa un ligero incremento en su presencia al
pasar a 10 empresas iberoamericanas y 9 españolas.
De hecho la presencia
iberoamericana sólo se produce a través de dos países: Brasil, que mantiene 5
empresas y México, que pasa de 1 a 5. Mientras que desaparece la única empresa
venezolana presente en 1996.
Para el caso español, 4 de
las empresas de 1996 mantienen su presencia mientras que se incorporan 5 nuevas
empresas. En estos diez años en España se ha vivido un fuerte proceso de
privatización de las empresas nacionales, que en 1996 se reunían como holding
formando el grupo TENEO, que ocupaba la posición 184 en 1996 y que en 2006 se
había desmembrado.
La significación del poder empresarial
El objetivo fundamental de este trabajo ha sido
analizar la concentración de poder sobre la economía mundial por parte de un
número proporcionalmente pequeño de empresas, agrupadas bajo la creciente
dinámica de expansión de las que se constituyen como empresas multinacionales.
Se ha efectuado este análisis sobre la base de considerar la presencia, poder y
magnitud de las 500 mayores empresas mundiales.
Las tres variables significativas aplicadas han sido:
las características de las propias empresas, su posición sectorial y su
posición territorial. El análisis siguiendo estos tres vectores nos ha
permitido discriminar tendencias en los que cada uno de ellos aportaba
elementos de interpretación del proceso seguido durante estos diez años, entre
1996 y 2006, que ayudasen a explicar los cambios y la situación al final del
período. Como conclusión, puede ser oportuno presentar una síntesis esquemática
de las valoraciones más significativos que se han podido alcanzar a través del
análisis de este grupo empresarial siguiendo estos tres vectores de
discriminación interna.
La síntesis esquemática de los resultados es la que
sigue:
Empresas y territorio mundial
· El poder de las 500 mayores empresas mundiales se acrecienta en términos
absolutos: incrementa su volumen de empleo en un 49 por ciento, de los ingresos
en un 83 por ciento y, sobre todo, de los beneficios en un 278 por ciento.
· En número de empresas de Europa aumenta su presencia de 34,2 por ciento a
35,6 por ciento. EEUU mantienen sus posiciones 32,4 por ciento y aumento de
Canadá del 1,2 por ciento al 3,2 por ciento.
· El Sudeste asiático en su conjunto pierde volumen (29,4% a 24%) pero con un
cambio importante en la distribución interna, dada la importante pérdida de
presencia de Japón, que pasa del 25,2 por ciento al 13 por ciento. El resto del
Sudeste asiático en su conjunto es la zona de mayor crecimiento del 4,2 por
ciento a 10,6 por ciento.
· En este incremento destaca la mayor presencia de China del 1 por ciento al
4,8 por ciento.
· El resto del mundo mantiene una presencia marginal, por cuanto sólo pasa
del 2,8 por ciento al 4,8 por ciento.
· De los países que han dado en asociarse bajo el acrónimo BRIC, como
sinónimo de nuevos países con expectativas de fuerte potencial de crecimiento,
solo China está penetrado significativamente entre las empresas dominantes.
Por sectores
de actividad
· La creciente presencia de las TIC (Tecnologías de la Información y de la
Comunicación) se refleja en la entrada o crecimiento de actividades de base
industrial como: –Equipos informáticos y Material de oficina; Electrónica y
Equipos eléctricos; Redes y equipos comunicación; y Semiconductores y otros
componentes electrónicos.
· Dentro del periodo considerado, entran a formar parte del ranking de empresas las de servicios
vinculadas a las TIC: Servicios informático y Software y Servicios a las
empresas. Por ejemplo, Microsoft alcanza a penetrar en el ranking en 1997.
· En el ámbito de las grandes empresas multinacionales no se constata ningún
proceso de desindustrialización, incluso aumentan ligeramente las empresas
industriales a costa de los servicios. En su conjunto se presentan como dos
bloques muy similares en magnitudes absolutas. Podemos interpretarlo como un
signo de que a escala mundo como un todo, la producción industrial constituye
una base tan importante y necesaria como los servicios en la articulación
económica global.
· La base fundamental de los servicios lo constituyen la Banca, los Seguros y
el Comercio en general, aun cuando han pedio presencia empresarial en estos
años.
Desde la perspectiva empresarial
· Importante renovación empresarial en la cúpula, ya que casi el 50 por
ciento de las empresas de 1996 han sido reemplazadas en el ranking a lo largo
de estos 10 años.
· La importancia de estas empresas se manifiesta en sus magnitudes absolutas,
por ejemplo, en cuanto al empleo que movilizan: Como ocupación directa, la
dimensión media de empleos por empresa es de 106.000 empleados. Por empresas,
en 3 empresas se supera el millón de empleos directos con un máximo 1.900.000,
y en otras 12 empresas ocupan más de 400.000.
· En valores relacionados con su cifra de negocio, sus ingresos como conjunto
se sitúan cerca del equivalente a la mitad del PIB mundial, y cerca del que
suman Estados Unidos y la Unión Europea.
· Ha sido un período con importantes procesos de fusión y concentración
empresarial, reforzando la dimensión y el poder de las empresas.
Con relación al poder de estas empresas
· Desde la perspectiva de su poder como
bloque, estos 10 años aparecen como años de consolidación de la tendencia a la
concentración de poder por parte de las grandes empresas multinacionales. Tanto
de la potencia individual de cada empresa como de concentración interempresarial.
· Derivado de ello, y considerando que éste ha sido un periodo en el que se
ha extendido la externalización en la organización empresarial, podemos
presuponer una multiplicación de poder indirecto por esta vía. Podríamos situar
en unos 150 millones de personas las ocupadas por estas 500 empresas:
directamente 53 millones y unos 100 millones indirectos o externalizados.
· Junto a ello podemos considerar el poder derivado de la capacidad de compra
y de la incidencia en los procesos de comercialización por parte de las
actividades comerciales en sentido estricto.
· Y también el papel vinculado a su función como intermediarios y gestores de
los recursos de capital circulantes en los mercados financieros.
· Territorialmente se aprecia una tendencia, más que un cambio, a la
incorporación del Sudeste asiático, sobre el balanceo desde Japón hacia China,
con una presencia estable de Corea del sur.
· Por su parte, Estados Unidos y Europa han mantenido, y hasta aumentado, su
presencia a la altura de 2006.
En resumen, parece
claramente evidente que por encima de los Estados se aprecia la existencia de
un poder económico impresionante en muy pocas manos. Aquellas que deciden, y
desde donde influyen, a partir de sólo 500 centros de empresarial mundial.
Mediante su papel económico, que manejan con la flexibilidad y la celeridad que
les permiten sus decisiones privadas, sin estar sometidas a control ni
negociación democrática alguna, disponen de una enorme capacidad para incidir
sobre todos los demás ámbitos del sistema social. En primer lugar sobre la
propia economía mundial, y simultáneamente, sobre la política, sobre la cultura
o, directa o indirectamente, sobre lo militar.[19]
En su dimensión
multinacional, en tanto asumen el espacio mundial como única unidad estratégica
territorial, se sitúan y actúan sobrepasando con comodidad la escala
territorial de los estados. Estados que, si son democráticos, han de ser por,
su forma de organización social, mucho más lentos en la toma de decisiones. Al
tiempo que con grandes dificultades para asumir decisiones interestatales que
puedan competir a la misma escala, y a la misma velocidad, con la que actúan
estas empresas. Cuando los estados actúan bajo un régimen autoritario, su
propio aislamiento les priva también de capacidad para establecer relaciones y
actuaciones interestatales en caso de que pretendiesen contrarrestar estas
estrategias empresariales.
La internacionalización, la
mundialización y la globalización han sido los estadios de avance y conquista
introducidos como punta de lanza por estas empresas de acuerdo con su capacidad
de articulación como instituciones, por un lado, y, por otro, sobre la
configuración del espacio único mundial como campo de estrategia y como campo
de actuación: de obtención de primeras materias, de producción dividida, de
distribución y de comercialización, así como de financiación y especulación
monetaria[20].
El límite de la internacionalización
ha sido la mundialización, cuando la internacionalización ha topado con los
confines del espacio geográfico de nuestro mundo.
Alcanzada esta escala territorial
límite, observamos que las actuaciones que toman el mundo como unidad
territorial estratégica se diferencian según dos objetivos. Un objetivo es el
de la estandarización, por la cual están interesadas estas empresas tanto en su
dimensión organizativa interna como en cuanto mercado para muchos de sus
productos. Esta dimensión es la que podríamos asimilar al concepto de
globalización. Así, lo que distinguiría la globalización de la mundialización[21] sería que la globalización conlleva la propuesta
de estandarización a escala mundial, es decir, que no se trata sólo de
establecer relaciones internacionales entre cualquier territorio, o de tomar al
mundo como escala estratégica en la toma de decisiones, sino de avanzar hacia
códigos comunes de conducta, de normativas y de actuación que eliminen las
diferencias territoriales[22].
Pero, paralelamente, debe “evitarse”
la estandarización o uniformización territorial absoluta. Deben quedar
territorios diferenciados, sobre los cuales poder aplicar los principios de la
división social y jerárquica. En unos casos como reacción desde “los
territorios” para defenderse de la estandarización. En otros, serán las propias
empresas multinacionales las interesadas en mantener diferencias
socioterritoriales que les permitan aprovechar desigualdades en los niveles de
vida -y de los correspondientes salarios-, para exprimir de ellos su fuerza de
trabajo o sus materias primas[23]. Pensemos
que la localización diferenciada de las distintas establecimientos o unidades
productivas de estas empresas se aprovechan de las ventajas comparativas y de
las ventajas competitivas de cada territorio, es decir, de la heterogeneidad.
Un mundo socialmente homogéneo, con igualdades de renta, salarios y
cualificaciones, se constituiría exclusivamente como un mercado, únicamente
diferenciado por el número de habitantes, pero no en territorios
socioeconómicos a explotar diferenciadamente.
Como conclusión puede afirmarse que las empresas
multinacionales serán las primeras interesadas en mantener este doble proceso
de homogenización y de heterogenización, en su estrategia mundializadora. Para
ello se valdrán de su enorme capacidad de influencia, directa e indirecta,
sobre todas las instituciones del sistema social mundial. Los efectos de sus
prácticas no dejarán indiferentes a los procesos mundiales.
Notas
[1] La temática de las grandes empresas
constituye una de mis principales líneas de investigación. Algunas referencias
bibliográficas son: SÁNCHEZ, Joan-Eugeni La gran empresa en España. Un
proceso de dependencia y concentración. Madrid: Consejo Económico y Social (CES), 1998. SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Dépendance et concentration de la
grande entreprise en Espagne. In MÉNDEZ, R. (ed.), Géographie
de l'Espagne. Paris:
l'Harmattan, 2006, p. 163-217. SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Pautas de localización de las sedes de las grandes empresas y entornos
metropolitanos, Eure, 2007, vol. XXXIII, nº
100, p. 69-90.
[2] Para los
datos de 1996: COLBY, Laura y URRESTA, Lixandra, The Fortune global 5 hundred, Fortune, 08/04/97, vol. 136, nº 3, p. F-1-F-12. Para los datos de 2006:http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2007/full_list/index.html
[3] Para aproximarnos a su papel
inductor sobre el sistema económico global disponemos del cálculo que efectué
en SÁNCHEZ, Joan-Eugeni La gran empresa en España. Un proceso de dependencia y
concentración. Madrid: Consejo Económico y Social (CES), 1998, p. 132, sobre la relación entre el
empleo directo ocupado por las grandes empresas y el empleo indirecto del que
se servían. Para las 1000 mayores empresas españolas en 1994 se obtuvo que la
relación entre empleo directo y empleo indirecto era de 1 a 2. Es decir, que
por cada empleo directo se da ocupación a otras dos personas externas.
Posiblemente esta relación debe ser aún mayor en el caso de las empresas
mundiales, por su mayor volumen e incidencia que el que representan las
empresas españolas. En cualquier caso, aplicando esta proporción representaría
que estas empresas dan trabajo a un total de unos 150 millones de empleados:
52,8 millones directos y unos 100 millones indirectos.
[4] FORBES. Forbes 2000, Forbes,
2007. http://www.forbes.com/2007/03/29/forbes-global-2000-biz-07forbes2000-cz_sd_0329global_land.html
[5] SÁNCHEZ, Joan-Eugeni, WEIS-ALTANER, Eric., BAILLY, Antoine. Division of
labour, production and space: classical concepts for the new Europe?. In LEVER,
William, BAILLY, Antoine (eds.) The Spatial Impact of Economic Changes
in Europe, Aldershot: Avebury, 1996, p. 228-248.
[6] Michael Porter, en su clásico trabajo, ponía el acento fundamental precisamente en
la ventaja competitiva de las naciones a la hora de considerar los factores
clave que aportaba la "ventaja nacional" en relación con su sistema
empresarial. Ello tanto en los aspectos del entorno empresarial como en el
papel del Gobierno Nacional y la posición de la propia nación en el mundo. Ver: PORTER, Michael E. La ventaja competitiva de las naciones, Barcelona: Plaza & Janés, Ed.,
1991.
[7] En esta presentación me limitaré a considerar la escala nacional. En
trabajos anteriores he abordado el ámbito de la escala metropolitana en relación
con la estructura de los asentamientos de los centros decisionales, también
para el conjunto mundial, así como el ámbito de los procesos y lógicas
interiores para el caso de España desde 1973.
[8] En sentido estricto, la desaparición de las dos empresas que aportaba Hong
Kong deberían incorporarse a las tres que aportaban China, con lo que esta
última habría evolucionado de 5 a 24 empresas. Estas dos empresas aportaban
34.300 M$ de ingresos; 201.790 empleos y 411 M$ de beneficios en 1996.
[9] Hong Kong también desaparece, pero
para pasar a integrarse en China.Ver nota anterior.
[10] BRIC, acrónimo de Brasil, Rusia,
India y China. No significa que entre ellos exista ningún tipo de vinculación.
Solamente les une las enormes dimensiones territoriales y poblacionales de cada
uno de ellos.
[11] Ver nota 7.
[12] El papel metropolitano en la
ubicación de las sedes direccionales lo he tratado más ampliamente en: SÁNCHEZ,
Joan-Eugeni. El papel de las áreas metropolitanas
y las pautas de localización de las sedes de las grandes empresas. El caso de
Barcelona. In CARRERAS, Carles, CARLOS, Ana.F.A. (eds.) Barcelona y Sao Paulo cara a cara. Procesos
metropolitanos a la hora de la globalización. Mataró, Ed. Davinci, 2006, pp. 44-64; SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Pautas de localización de las sedes
de las grandes empresas y entornos metropolitanos, Eure, 2007, vol. XXXIII, nº 100, p. 69-90
[13] Los otros dos aspectos relacionados
con las ubicaciones concretas del entramado territorial internacional de estas
empresas se referirían a la localización de los centros de decisión
subsidiarios dentro de cada país sobre el que ejercen su internacionalización,
y a los centros de producción y comercialización a través de los que ejecuta
sus actividades económicas, distribuidos funcionalmente a escala mundial y
dentro de los territorios nacionales.
[14] FORTUNE. Fortune
Global 500, Fortune, 2005. http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2005/index.html
[15] De éstas, un parte importante
corresponde a empresas de tipo industrial fuertemente enraizadas con la localización
de su centro productivo original (Dow Chemical, Whirlpool, Nestlé, Caterpillar,
Deere, Volkswagen, Michelin, Novartis o Roche Group). Otras tres relacionadas
con las fuentes de energía (Statoil, Surgutneftegas y Scottish & Southern
Energy). Alguna, como siempre, representan excepciones que no llegan a romper
la regla general de metropolización, máxime si tenemos en cuenta que se
encuentran en países con una fuerte integración territorial interna
(Bertelsmann, Tyson Foods, Wal-Mart Stores, Assicurazioni Generali y Vodafone).
A excepción de Statoil todas las demás se sitúan en Europa y Estados Unidos,
con una importante tradición a sus espaldas, lo que no se da en las nuevas
empresas creadas en los últimos años en los países emergentes.
[16] El aparente menor poder de
concentración de Nueva York respecto a Tokio queda compensado en términos de
control por cuanto los ingresos se sitúan ligeramente por debajo, mientras que
el control sobre empleados, y muy especialmente de beneficios, más que duplican
a los obtenidos por Tokio.
[17] Algunos trabajos apuntan en la
dirección de que en Estados Unidos se produce un cierto desplazamiento de sedes
hacia territorios menos metropolitanos (QUARK,
A.A. From Global Cities to the lands’ End: The Relocation of Corporate
Headquarters and the New Company Towns of Rural America. Qualitative Sociology, 2007, nº 30, p. 21–40.
[18] “Entre las diferencias [con el
empresario industrial o al clásico banco accionista de referencia de una
empresa] se incluyen el interés por una muy veloz revalorización de la
inversión, la presión para vender activos y saldar la deuda con la que se ha
realizado la compra y una búsqueda de eficiencia que en muchos casos acaba
dejando por el camino algunos de los valores tangibles e intangibles que
aseguran la vida a largo plazo de las empresas. Dicho de otra manera, en
ocasiones, este tipo de inversiones coloca de un lado el interés del accionista
(el que vende y el nuevo propietario) frente al resto de sectores con intereses
en una empresa determinada: trabajadores, proveedores, responsables
políticos...” , y por tanto al territorio, en lo que nos interesa en este
texto. (PÉREZ, Manel. Bailando con los fondos. Barcelona. Dinero la Vanguardia. 06/05/2007).
[19] En esta
dirección incide el libro de John Perkins: Confessions of an economic
hit man, San Francisco: Berrett-Koehler Publishers, 2004.
[20] Aun cuando las empresas multinacionales son una figura empresarial con
muchos años a sus espaldas, su expansión a partir de los años 70 del siglo
pasado, y muy especialmente de los años 90, se ha apoyado en las innovaciones
tecnológicas que ha aportado los sistemas de transporte (que han posibilitado
la movilización masiva a costes reducidos de personas y mercancía) y de las
telecomunicaciones (apoyadas en la telemática e Internet) que han posibilitado
la conectividad potencial absoluta a escala mundial y, muy especialmente, que
esta conectividad se pueda efectuar de forma interactiva e instantánea (on
line) (sistemas financieros, pago electrónico, Internet, teleconferencias,
etc.).
[21] Tal como lo aplico, mundialización y globalización no representarían
sinónimos, sino dos formas de relación social con el mundo como un todo. Por
tanto, no es simplemente una cuestión de competencia entre el uso francófono o
anglófono de las palabras mundialización y globalización para denominar el
mismo concepto, sino dos valores conceptuales distintos para interpretar los
procesos sociales actuales.
[22] La estandarización que vinculo a la globalización viene condicionada por la
necesidad de que las relaciones, los flujos y los productos tengan el mismo
significado y la misma aplicabilidad en cualquier parte del mundo donde se los
use: el inglés como idioma internacional; los protocolos y programas
informáticos y de Internet; las formas de producción y sus protocolos de
verificación y de calidad, o los instrumentos, medios y sistemas de transporte,
serían cuatro ejemplos de globalización tal como la entiendo, donde es
necesario un patrón común para que puedan ser usados, aplicados o
intercambiados en cualquier parte a la escala mundo. Esta estandarización se
introducirá en todos los ámbitos sociales. Estandarización de la
cultura: empresarial, social, integración socio-cultural. Estandarización de
la economía: de modelo de producción, de modelo de distribución, de modelo
de consumo, de modelo de financiación, de modelo tecnológico, de productividad
y de competitividad. Estandarización de la política:
representación y gestión políticas. Estandarización de las
infraestructuras: físicas, financieras, monetarias, difusión tecnológica,
de información, de producción, comercialización, consumo de bienes y servicios.
En estas dinámicas de estandarización deberán considerarse tanto los procesos
vinculados a las estrategias de los agentes sociales (entre los que hemos
asignado un papel preeminente a las estructuras de poder de las empresas
multinacionales) como los procesos vinculados a las dinámicas sociales que las
potencialidades tecnológicas posibilitan para la penetración desde unos
territorios sobre otros, incidiendo activamente en los procesos de
estandarización.
[23] Por
ejemplo, el turismo internacionalizado tiende a la mundialización bajo dos
modelos: el de la globalización, creando ámbitos con identidad de formas y
funciones (Club Mediterranée) y el de la internacionalización-mundialización
donde, contrariamente, lo que se ofrece es lo diferente, lo exclusivo que puede
aportar el lugar, sea físico o cultural. Aquellos aspectos que no son aplicados-intercambiados
a la escala mundial pueden conservar su "cultura" particular, sea la
ideología, la religión, los nacionalismos o los localismos, a condición de que
aquellos productos o mensajes que se desea que formen parte de la red global y,
por tanto, pretendan ser aplicados y/o intercambiados a escala mundo, se
adapten al estándar global (por ejemplo, el nacionalismo idiomático hablando en
inglés en los foros internacionales).
Bibliografía
COLBY, Laura y URRESTA, Lixandra, The Fortune global 5
hundred, Fortune, 08/04/97, vol. 136, nº 3, p. F-1-F-12.
FORBES. Forbes 2000, Forbes, 2007. http://www.forbes.com/2007/03/29/forbes-global-2000-biz-07forbes2000-cz_sd_0329global_land.html
FORTUNE. Fortune Global 500, Fortune, 2005. http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2005/index.html
FORTUNE. Fortune Global 500, Fortune, 2007. http://money.cnn.com/magazines/fortune/global500/2007/full_list/index.html
PÉREZ, Manel. Bailando con los fondos. Barcelona. Dinero la Vanguardia. 06/05/2007, p. 2.
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PORTER, Michael E. La ventaja competitiva de las naciones, Barcelona: Plaza & Janés, Ed.,
1991.
QUARK, A.A. From Global Cities to the lands' End: The Relocation
of Corporate Headquarters and the New Company Towns of Rural America. Qualitative Sociology, 2007, nº 30, p. 21–40.
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni,
WEIS-ALTANER, Eric., BAILLY, Antoine. Division of labour, production and space:
classical concepts for the new Europe?. In LEVER, William, BAILLY, Antoine
(eds.) The Spatial Impact of Economic Changes in Europe, Aldershot:
Avebury, 1996, p. 228-248.
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni La gran empresa en España. Un
proceso de dependencia y concentración. Madrid: Consejo Económico y Social (CES), 1998, 277 p.
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Dépendance et concentration de
la grande entreprise en Espagne. In MÉNDEZ,
R. (ed.), Géographie de l'Espagne. Paris:
l'Harmattan, 2006, p. 163-217.
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. El papel de las áreas metropolitanas y las pautas de
localización de las sedes de las grandes empresas. El caso de Barcelona. In
CARRERAS, Carles, CARLOS, Ana.F.A. (eds.) Barcelona y Sao Paulo cara a cara.
Procesos metropolitanos a la hora de la globalización. Mataró, Ed. Davinci, 2006, pp. 44-64.
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. Pautas de localización de las
sedes de las grandes empresas y entornos metropolitanos, Eure, 2007, vol. XXXIII, nº 100, p. 69-90.
Referencia
bibliográfica:
SÁNCHEZ, Joan-Eugeni. El poder de las empresas multinacionales. Diez
años de cambios en el Mundo, en la Geografía y en las Ciencias Sociales,
1999-2008. Actas del X Coloquio Internacional de Geocrítica, Universidad de Barcelona, 26-30 de
mayo de 2008.<http://www.ub.es/geocrit/-xcol/449.htm>
.../...EL CAPIIMPERIALISMO, FASE ORIGINARIA DE ACUMULACIÓN MUNDIAL PARA LA CONQUISTA INTERPLANETARIA
Este sistema social mundial,...la alianza por las buenas o por las malas entre potentes estados capitalistas e imperialistas,...y los subalternos,...sean Brics, como Rusia, R.P. China, Brasil y otros más; sean solo emergentes más periféricos, como Jordania, Niger, Uruguay,...continuará,...¡¡.
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