En mi artículo sobre la estrategia del gobierno del PP para acabar con las pensiones señalaba ya cuál iba a ser una de las líneas de ataque del capital -el PP es una de las cuatro marcas electorales del mismo- a las conquistas históricas de la clase trabajadora.
La explicación no está en que el capitalismo odie a sus trabajadores –de eso se encargan sus “opinadores” a su sueldo- ni en que los capitalistas sean egoístas. Manejarse en esas categorías es ignorar la naturaleza del sistema económico bajo el que vivimos. Éste se basa en el beneficio y mide su éxito en lo que los marxistas llamamos tasa de ganancia. No es nada personal. Cuando esa tasa cae, los trabajadores empezamos a pasarlo realmente mal, sencillamente porque les sobra una parte de la mano de obra a la que sustituye parcialmente por tecnología y necesita, a su vez, abaratar salarios y menores inversiones en gasto público y en servicios sociales, que vienen de los impuestos. Desde el punto de vista del capitalismo, un gasto que éste no pueda rentabilizar es un despilfarro. Estos recortes abren al capital una vía para nuevos mercados por la privatización de los servicios.
Más allá del optimismo sobre el crecimiento de la economía española, el incremento de las exportaciones, un turismo que crece gracias a la inestabilidad de la zona sur del Mediterráneo o la mejora de la competitividad frente a los países de la UE, la realidad es que se debilita la supuesta recuperación económica que nos ha estado vendiendo el gobierno del PP en los tres últimos años. Los indicadores son tercos al respecto:
  • En junio pasado el PIB, según datos adelantados por el Banco de España, descendía una décima, creciendo sólo un 0.7%
  • En el primer semestre de este año se ha reducido la inversión en oficinas en Madrid y Barcelona en un 27%.
  • La demanda de cemento para la construcción cayó en el primer trimestre del año en un 2.3%, lo que reduce las expectativas para todo el año muy por debajo del incremento esperado inicialmente del 7%.
  • El Índice de Producción Industrial (IPI) desciende un 0.4% en mayo frente a abril con caídas significativas en bienes de equipo y energía.
  • Las previsiones de crecimiento de la economía española descienden para 2017 hasta un 2.3% según la Fundación de Cajas de Ahorro (FUNCAS).
  • El clima empresarial en la capital de España empeora en un 2.3% en los dos últimos trimestres
  • El indicador de confianza del consumidor, publicado por el CIS, se ha reducido en casi 5 puntos de abril a mayo (90.9) respecto al primer trimestre del año (95.6)
  • Aumenta el déficit público en un 2.1% del PIB en segundo trimestre mientras la recaudación fiscal por IRPF disminuye entre enero y mayo del presente año en un 2,8%.
  • La deuda pública española (100.09%) se acerca a su máximo histórico en esta crisis (marzo de este año: 100.5%). Sería muy interesante comprobar cuánto de esa deuda tiene que ver con la externalización de servicios que antes eran públicos.
  • Los datos de empleo de junio indican que sólo el 4.5% de los contratos es indefinido a tiempo completo. El resto es empleo precario.
  • El incremento de la afiliación a la SS en los últimos doce meses se localiza, principalmente, en sectores de bajo valor añadido (comercio y hostelería, principalmente), los cuáles crean empleo precario y mal pagado.
  • La precariedad en el empleo y los bajos salarios repercute de forma directa en una bajada muy acusada de los ingresos de la SS (sin contar con las sistemáticas sacas de su Fondo de Reserva realizadas por el Gobierno). Si en 2007 los ingresos medios por afilado a la SS fueron de 5.601 € anuales en 2015 sólo alcanzaron 5.451 €. La devaluación salarial afecta directamente a los ingresos de la SS porque merma las bases reguladoras de cotización.
Todo esto sin contar con el menor crecimiento de EEUU, la desaceleración de la Eurozona y la situación del sector bancario en Italia y Alemania (Deutsche Bank) que van a tener un impacto en la economía española, con o sin efecto Brexit, comodín que lo explica últimamente todo.
Es en este contexto donde debe analizarse el nuevo ataque del capital, a través de sus expertos y organizaciones, que ya está actuando como vocero de las futuras intenciones del gobierno.
Será una ofensiva contra los salarios, entendidos en su triple dimensión: directo (nómina), indirecto (cobertura de paro y gasto social) y diferido (pensiones).
El salario diferido (pensiones), ya está siendo agredido con toda intensidad, como demostré en el artículo que enlacé más arriba. A esta embestida se une la intención, aún no oficial pero ya introducida subrepticiamente en el debate social, de establecer la base reguladora de las pensiones sobre toda la vida laboral. ¿Imaginan ustedes el pellizco, que algunos estiman en alrededor del 35% menos que las pensiones medias actuales, que les pegarían a sus futuras jubilaciones? Recordemos que si hasta 2013 la base reguladora se establecía sobre los últimos 15 años, ahora se hace ya sobre los últimos 25? ¿Cuántos de ustedes pueden asegurar que han cotizado, pongamos por caso, 35 años a la Seguridad Social? ¿Cuántos de ustedes creen que tendrán una dilatada vida laboral en un contexto de paro estructural como el actual?
Hablemos ahora del salario directo (la nómina que se cobra a final de mes). Luis María Linde, Gobernador del Banco de España, sugería en junio que era necesario hacer más flexible el descenso de los salarios para no “dificultar la consolidación de las ganancias de competitividad” Se trata de la majadería que esgrimen siempre liberales y empresarios de que para que la competitividad mejore debemos tener salarios chinos. Volvemos a la necesidad perenne del capital de mantener o recuperar su tasa de ganancia, que en las situaciones de crisis capitalista se hace mediante la sobreexplotación del trabajador, y digo sobreexplotación porque todo trabajo asalariado, incluso en épocas expansivas, ya conlleva una explotación. En el mismo paquete de medidas, este buen hombre proponía elevar el IVA (impuesto indirecto), en lugar de proponer un IRPF progresivo según rentas, lo que esquilmaría aún más los salarios directos.
FUNCAS, que es más cínica, por aquello de ser una Fundación de las Cajas de Ahorro, las cuáles siempre tuvieron un matiz popular, habla de la necesidad de contención salarial para crear empleo. Pero ya hemos visto que a menores salarios, mayor reducción de las bases de cotización de la Seguridad Social para las pensiones. Es decir, si usted gana una mierda, imagínese su jubilación, si es que llega a cobrarla. El presente se liga al futuro en una relación endiabladamente perfecta, diseñada para que el empresario recupere beneficio a costa del trabajador. A los grandes pensadores de esta táctica no se les ha ocurrido que, a menor salario, menor consumo, excepto que se vuelva a la trampa del consumo a crédito, que empieza a darse de nuevo, y que explotó con las” subprime” en USA, cuando no se pudo seguir evitando una crisis de producción por encima de la demanda natural.
Lo cierto es que los salarios están bajando en la práctica. Cuando se comprueban los siguientes datos comparativos entre 2007 y 2015 vemos lo que está pasando en realidad:
Año 2007 cuando empiezan los primeros síntomas de la crisis
Nª de parados según la EPA 1.856.000
Nº de ocupados 20.000.000
PIB 1.080.807 (1 billón 80.000 millones)
Nº de horas trabajadas semanales 685.518

Año 2015 (4ª trimestre)
Nª de parados según la EPA 4.791.000
Nº de ocupados 18.029.000
PIB 1.081.190 (1 billón 81.000 millones)
Nº de horas trabajadas semanales 592.695

El PIB en el último trimestre de 2015 supera ligeramente el alcanzado cuando aún sólo apuntaba la crisis en 2007. Pero lo hace con 2 millones de ocupados menos y 92.823 horas semanales trabajadas menos. Ello indica, al margen de que haya habido innovación tecnológica en la producción, que con menos ocupados se alcanza un PIB similar y que esto se logra, oficialmente, con menos horas trabajadas, lo que sugiere que muchas de ellas no son declaradas ni remuneradas y que se ha incrementado la intensidad y ritmo de producción así como la carga de trabajo. Esto es la sobreexplotación de la que hablamos anteriormente y una reducción real de los salarios, al no remunerarse horas trabajadas.
Hablemos ahora del salario indirecto (cubre las prestaciones por desempleo y el gasto social en servicios). Es importante que tengamos claro que las prestaciones por desempleo son una forma salarial y que los servicios públicos también lo son. Si los pagamos a su precio de mercado real, veríamos qué les pasaba a nuestros sueldos. El propio copago farmacéutico reduce el salario real.
La tasa de cobertura al desempleo (el número de beneficiarios de la prestación por paro del total de parados con derecho a su prestación) ha bajado del 79,8% de 2010, año de máxima cobertura, hasta el 52,9% en abril de 2016, casi 27 puntos en poco más de un lustro. En los Presupuestos Generales del Estado 2016, el gobierno ha recortado en un 21.7% los destinados a cobertura del paro respecto a la partida dedicada en 2015.
Y ahora pongamos todo esto en perspectiva con las exigencias de la UE al gobierno español de recortar 10.000 millones hasta 2017, más la multa que le caiga, que podría llegar a los 2.000 millones de €. Ello significa que esos recortes se van a efectuar en esta segunda mitad del año, lo que conlleva una mayor intensidad de los mismos por el breve espacio de tiempo disponible para hacerlos. La carta de Rajoy a Juncker demuestra su voluntad de obediencia a tal imposición. Es evidente que, dado que el déficit de 2015 ha sido del 5%, muy por encima de lo establecido por la UE como límite para España, y que en el 2016 se prevé que pueda llegar al 4.1 o incluso al 4.7%, los recortes se van a prolongar en el tiempo por años. ¿De dónde creen ustedes que van a salir esos recortes sino del bolsillo de los trabajadores? Del bolsillo de ustedes y del mío.
Lo cierto es que Rajoy lo está haciendo muy bien…para su clase. Lo que me pregunto es por qué desde eso que aún algunos se empeñan en llamar “izquierda”, sus formulaciones de gobierno pasan siempre por pretender gobernar para todos, cuando la burguesía lo hace para sí misma.
Siento aguarles el sábado en medio de las vacaciones de verano pero, o la clase trabajadora se organiza, recupera tejido y músculo militante y vuelve a ocupar las calles o se traga la tontería de Pablo Iglesias sobre “esa idiotez que decíamos cuando éramos de extrema izquierda de que las cosas se cambian en la calle y no en las instituciones es mentira”. No sé si se logrará cambiar mucho desde la pelea en los barrios y en los tajos pero lo que está claro es que, viniendo de quien se ha desdicho y cambiado su programa 1000 veces para ir hacia la derecha y la poltrona, se cambia nada, a no ser el status del beneficiario que hace de la política su nueva profesión.