jueves, 5 de noviembre de 2015

Karl Marx: marxismo, comunismo y socialismo Por Jesús Sordo Medina | 2011-07-06 // reproducimos su artículo ¡¡. //

EL AUTOR ME MANDO UN COMENTARIO (..Saludos y gracias por la mención a mi artículo. Jesús Sordo Medina en EN QUÉ LÓGICA DEL DESARROLLO CAPITALISTA ESTABA CARLOS MARX,...?¡¡......),...EN POSITIVO,...POR ELLO REPRODUCIMOS OTRA VEZ ESTE ARTÍCULO,...YA QUE NOS DIO LAS GRACIAS POR HABERLO REALIZADO CON ANTERIORIDAD EN EL TRABAJO:http://lukyrh.blogspot.com.es/2014/07/en-que-logica-del-desarrollo.html?showComment=1446508967707#c2490865045769575782. 

Hoy a 5 de noviembre de 2.015, queremos decir de que en el fondo,...todas esas cosas e ideas que se plantean por diversos autores, personalidades,...es antiguo, trasnochado,....no vale para la lucha de clases de hoy en día,...pero está ahí escrito, pasado, realizado,...es como historia, vale el trabajo,...no lo menospreciamos, ...por ello lo hemos reproducido,...y queremos ponernos más en contacto con jesus sordo medina,...queremos leer más de sus trabajos,...

ESTE ES EL TRABAJO DE JESÚS SORDO MEDINA,..http://www.homohominisacrares.net/sobre-nosotros.php.............:

Karl Marx: marxismo, comunismo y socialismo

Por Jesús Sordo Medina | 2011-07-06
Karl Marx
En este nuevo número, en el terreno de las ciencias -en este caso de la política y la economía- hablaremos del marxismo como posición filosófica y de socialismo y comunismo como propuestas socio-económicas y opuestas al neo-liberalismo y al capitalismo.


Inicios del comunismo y el socialismo
El concepto de comunismo y los intentos de su aplicación social no son creados por Marx. Ya antes, sociedades comunistas fueron pensadas y puestas en práctica. Grupos donde el aporte de los recursos era libre y el reparto de los mismos rígidamente repartidos.
Robert Owen, padre del cooperativismo
Robert Owen
En una pequeña historia del comunismo, debemos recuperar a Platón y su diálogo La República, donde el filósofo ateniense plantea un modelo de sociedad donde «[...] existen el mejor Estado, la mejor constitución y las mejores leyes allí donde se aplica esta máxima: todo es común entre amigos.»
Sin embargo, Marx va mucho más atrás y, en sus reflexiones antropológicas, recuerda que no fue hasta que aparecieron los excedentes en las primitivas comunidades humanas, cuando el reparto de lo recursos de un grupo se distribuían de forma igualitaria.
Otro ejemplo de sociedades comunitarias son las comunidades cristianas donde el trabajo y los recursos también se organizan bajos los principios de una racionalidad comunista.
La llegada del Renacimiento trajo una recuperación de lo clásico y con ello la elaboración de algunas teorías, denominadas utópicas, como el propio libro Utopía, de Tomás Moro o La Ciudad del Sol, de Campanella.
Autor del artículo: Jesús Sordo Medina
Jesús Sordo
Autor del artículo
La ilustración y sus principios se orientaron también hacia lo comunitario y fundamentaron la Revolución Francesa, que propuso con François-Noël Babeuf a la cabeza, un estado comunista donde se proponía la abolición de la propiedad privada en la llamada Conspiración de los iguales. Este movimiento, llamado babuvismo, fue duramente reprimido aunque quedó como experiencia inspiradora para otros movimientos como el marxismo.
Si el comunismo se basa básicamente en el reparto equitativo de los recursos y el aporte de los mismos es libre, el socialismo, comparte los ideales de igualdad del comunismo y los desarrolla aún más a nivel político, económico y social. Es decir, el socialismo se convierte en una aplicación más realista y pragmática del comunismo utilizando la economía y la teoría política. Si hablamos de un ideal social, hablamos de comunismo. Si nos referimos a la forma de llegar a ese ideal, entonces, usamos la palabra socialismo. No obstante, ambos conceptos se utilizan para definir una cosa u otra, a veces incorrectamente. En cualquier caso, el concepto Socialismo es más moderno que el de Comunismo y fue utilizado por primera vez por Robert Owen en 1834, empresario original de Gales y padre del cooperativismo. Pronto, sus teorías se irían difundiendo y sería Marx quien las universalizara.
Del comunismo y del socialismo hay que decir que ambos parten de una posición filosófica-antropológica donde se considera al ser humano como un animal social y los intereses de la colectividad por encima de los intereses individuales, posición contraria al neo-liberalismo y el capitalismo, que prioriza la defensa de lo individual por encima del bien común.
Karl Marx (1818-1883)
Nació en la ciudad de Tréveris, en Alemania, en el seno de una familia judía conversa liberal y de clase media lo que permitió que Marx pudiera formarse académicamente hasta el final. Estudió derecho e historia en las universidades de Bonn y Berlín, aunque lo que siempre le interesó fue la filosofía, sobre todo por la influencia que el pensamiento de Hegel ejerció sobre él y en una generación denominada hegeliana y que se dividió pronto en dos corrientes: los hegelianos de izquierdas y los de derechas. Marx, es fácil de adivinar, se afilió pronto a los hegelianos de izquierda estableciendo amistad con Bruno Bauer y Moses Hess, dos referencias en este movimiento y que ya habían escrito acerca del comunismo como forma de estado.
En 1841, Marx se doctoró en Jena. A sus estudios de Derecho e Historia, añadió un doctorado en Filosofía con la tesis Las diferencias en la filosofía de Demócrito y Epicuro. Tesis que nos orienta sobre la adhesión al materialismo por parte de Marx, compromiso ideológico que no abandonará hasta el final de sus días.
Ludwig Andreas FeuerbachFriedrich Hegel
Ludwig Andreas Feuerbach
Friedrich Hegel
Tras doctorarse, continuó en contacto con los filósofos hegelianos de izquierda que por aquel entonces tenían la influencia de otro pensador alemán, Feuerbach, discípulo del propio Hegel que centró su obra en la reflexión sobre la religión a la que opone un humanismo no trascendental donde las obras humanas del acá no deben ser realizadas y juzgadas en base a un hipotético más allá. Feuerbach, aunque será criticado por Marx por falta de consistencia en su pensamiento, ejercerá una gran influencia sobre él en dos aspectos: uno, por su crítica a la religión y su capacidad alienadora sobre los pueblos, religión a la que Marx considerará el opio de los pueblos y dos, por la crítica que Feuerbach hace del propio Hegel, de su idealismo y sistema de pensamiento basado en el espíritu, en el ser, en lo intangible, un elemento o arje que para Feuerbach es erróneo pues es la materia y la naturaleza sensible lo que define nuestra realidad. Con esto, se prepara la inversión materialista del sistema hegeliano que Marx utilizará para fundamentar gran parte de su obra filosófica, político-económica y sociológica.
Muy pronto, los miembros de la izquierda hegeliana empezarán a ser vetados en universidades y periódicos lo que provocó que el propio Marx desistiera de dedicarse a la enseñanza y optara por el periodismo. Su primer proyecto fue la «Gaceta Renana», un periodo de corte radical donde Karl defendió la libertad de expresión frente al estado opresor y el sufragio universal además de prestar atención a los conflictos sociales colocándose del lado del proletariado. Durante esta época, el joven Marx adquirió una comprensión más precisa de la realidad social en la que vivía y de las políticas necesarias para organizar la sociedad de su tiempo.
Ludwig Andreas Feuerbach
Friedrich Engels
En 1843 se cerró el periódico del que era director y dadas las dificultades para trabajar en Alemania, decidió trasladarse a París donde fundó una revista junto a Arnold Ruge, Anales Franco-Alemanes, aunque no tuvo mucho éxito y sólo lograron publicar un número. Sin embargo, en la ciudad francesa, en la que solo residió dos años, tuvo la oportunidad de conocer a Heine y a su gran amigo y colaborador Friedrich Engels. También tuvo tiempo de escribir su obra Crítica de la filosofía del derecho de Hegel (1844) y, sobre todo, de radicalizar sus posturas políticas a través del conocimiento del socialismo de Proudhon, que le llevaría a romper con sus antiguos camaradas los hegelianos de izquierda a los que consideraba simplemente liberales, en el sentido lockiano de la palabra.
Y ya que hemos hablado de radicalidad en Marx, es importante explicar el significado de esta palabra desde un punto de vista filosófico para evitar el malentendido que hay acerca de este tema. Para Marx el concepto radical no tiene nada que ver con el uso que se da hoy a esta palabra, sobre todo para definir a un movimiento violento. Radical significa ir a la raíz, es decir, si se aborda un tema determinado, no ser superficial o moderado en la solución sino afrontar la reflexión desde lo fundamental y si esto se traslada al ámbito de lo social, un cambio radical no significaría utilizar la violencia sino ir a la raíz de los problemas y solucionarlos de forma integral. Es importante destacar este punto porque a pesar de que en el marxismo hay elementos que abogan por la violencia (dictadura popular), esto no tiene que ver con el concepto radical.
Explicado esto, es más fácil comprender que Marx, a diferencia de los que pensaban que era necesario profundizar en la democracia para alcanzar mayores niveles de igualdad y justicia social, pensaba que era necesario un cambio radical, de carácter revolucionario y, sobre todo, emancipatorio. El estado capitalista se había apropiado de la humanidad de forma alienante y por ello la humanidad debía reapropiarse de sí misma.
Por otro lado, Marx, aunque mantendrá la influencia de Feuerbach en parte de su pensamiento, no dejará de criticarle. Si bien aceptó su materialismo a la hora de describir la realidad, criticó el determinismo natural y ahistórico de la humanidad en Feuerbach. Marx es más heracliteo en este sentido, pues cree que la humanidad puede generar cambios –de hecho, está en continuo cambio– por la acción del trabajo y la revolución que busca el justo reparto de los recursos económicos, raíz de toda alienación.
Pierre Joseph Proudhon
Pierre Joseph Proudhon
Los dos años que Marx pasó en París, fueron realmente enriquecedores. Allí conoció las obras de liberales económicos como Adam Smith, cuyas ideas fundamentarían el capitalismo, y profundizó aun más en el socialismo de Proudhon y de los socialistas franceses de los que, finalmente, se desvinculó y acusó de utópicos y pequeños burgueses. Es en esta época, cuando comienza a plantear públicamente la necesidad de trabajar para consecución de una sociedad comunista, escribe, junto a Engels, su primera obra, La sagrada familia, crítica filosófica a los jóvenes hegelianos y a él mismo, pues Marx también perteneció a este grupo. En esta obra, sin embargo, todavía alaba el esfuerzo enérgico de Proudhon por analizar el concepto de propiedad. Cuando el pensador político francés y autodidacta fallece, en 1865, Marx se desvicula totalmente de él acusándole de incoherente, burgués y vanidoso.
Así, Marx empezó a destacar como pensador social, aunque ello le llevó a enemistarse con gran parte de sus anteriores colegas además de tener en frente a los liberales y políticos conservadores, lo que finalmente provocó su expulsión de París y el traslado a Bruselas donde comienza su actividad revolucionaria organizando grupos de obreros para reclamar los derechos del proletariado y así romper ( ¡¡ definidamente ¡¡ - es posible que quiera decir definitivamente, el autor ¡¡.- con el humanismo idealista hegeliano y el socialismo utópico francés para proponer un estudio científico de la sociedad –pragmatismo científico– e iniciar su propia epistemología en el análisis social. Sin embargo, debido a estas actividades, Marx no permanecerá mucho tiempo en el Bruselas y en 1848 volverá a Alemania.
Manifiesto comunista
Portada del Manifiesto Comunista (1848)
Este año será una de las fechas más importantes en la historia contemporánea, ya que Marx y Engels publicarán el Manifiesto Comunista, encargo de la Liga de los Comunistas que ambos pensadores habían co-creado en 1847 partiendo de los principios de la ya existente Liga de los Justos, fundada por trabajadores alemanes en París en 1836. El Manifiesto Comunista, pronto se convertirá en uno de los textos más importantes del pensamiento político-económico de la historia, tan importante como la República de Platón. En este texto, Marx y Engels sentaron las bases de una sociedad comunista aprovechando la constante lucha de clases en la historia como motor principal. La consecución de esta sociedad, contrariamente a lo que se pueda pensar, no tenía para Marx y Engels un carácter utópico. Básicamente, lo que propone el comunismo marxista-hegeliano es la toma del poder por el proletariado y la extinción, de forma paulatina, del estado capitalista, causa de la alienación de la sociedad, y la propiedad privada, fuente de la explotación de los hombres.
También el año 1848 es un año de grandes revoluciones por toda Europa, oportunidad que Marx y Engels aprovechan para fundar «La Nueva Gaceta Renana», con el propósito de apoyar a la revolución proletaria en Alemania y el resto de Europa. Sin embargo, los movimientos revolucionarios son aplacados en toda el continente. Marx debe abandonar de nuevo Alemania hacia París, de donde también es expulsado. Karl Marx se ha convertido en un incómodo revolucionario y bien conocido en Europa. Finalmente, en 1849, se instala definitivamente en Londres, Inglaterra, donde residirá el resto de su vida. Aunque se le permite vivir en Gran Bretaña, también será vetado en su trabajo y sobrevivirá gracias a sus colaboraciones con medios de comunicación de izquierda y, sobre todo, con el apoyo de su amigo Engels. Pero, la principal actividad de Marx en Inglaterra será la de organizar su actividad revolucionaria y política además de investigar y escribir sobre teoría de los sistemas sociales, historia, psicología, filosofía, idiomas y otras disciplinas académicas con el fin de aplicarlas a su concepción del comunismo y socialismo y perfeccionarlo, lo que convierte a Marx en un pensador inclasificable, ya que se le puede estudiar como sociólogo, filósofo, economista, estadista, etc.
Durante estos años Marx, continúa escribiendo y preparando su gran obra, que viene precedido de varios escritos, conocidos como los Grundrisse, hasta que en 1867, Marx publica el primer volumen de El Capital donde, además de hacer un repaso de su trayectoria política y vital establece una nueva relación entre el capital y trabajo, analiza la circulación del capital y crítica al capitalismo por la exploración del obrero a través de la explotación de su mercancía fuerza de trabajo:
Manifiesto comunista
El Capital, por Karl Marx (1867)
“En la sociedad capitalista el proletario está obligado a vender su fuerza de trabajo, ya que es la única mercancía de la que dispone pero, como toda mercancía, el precio de la fuerza de trabajo se mide por el valor de los productos necesarios para su reposición, en este caso por el valor de lo necesario para su reproducción (vivienda, alimentación, ropa, etc., para el obrero y su descendencia). De esta manera se calcula el precio del salario a cambio del cual el obrero vende su fuerza de trabajo durante un determinado horario laboral. Ahora bien, si en el proceso de producción el capitalista invierte una cantidad D en maquinaria, materias primas y fuerza de trabajo, suponiendo que pague por ello el precio justo, ¿cómo es posible que al final del proceso de producción pueda ofrecer una mercancía por la que obtiene una cantidad D' superior a D?, es decir, ¿qué es lo que permite que el capital genere valor, genere un plus de valor o plusvalía (Mehrwert)? Marx afirma que ello es posible porque la «mercancía fuerza de trabajo» produce más valor del que es pagado en el salario, lo que está en la base de la acumulación de capital. Por ello, si el capital puede generar valor es sólo porque es una acumulación de fuerza de trabajo no pagada. Esta es la base de la explotación capitalista.” (5)
Esta reflexión de El Capital es de suma importancia para evolución del mundo al día de hoy. Reconozcamos los errores que existen en el ideario marxista y su interpretación de la historia, de la realidad y sus aspiraciones futuras, pero reconozcamos también que gracias a la propuesta socio-económica de Marx, los trabajadores han conseguido niveles de bienestar y dignidad no conocidos anteriormente ante la explotación de los medios de producción feudal y capitalista. Muchos gobiernos, ora buscando una genuina justicia en las relaciones laborales, ora cediendo ante las justas demandas del proletariado por miedo a la llegada del marxismo, han provocado altos niveles de igualdad social. Este es realmente, el gran triunfo del marxismo, y por ello, no es de extrañar que en países como Bolivia, Ecuador o Venezuela, las personas que se consideran explotadas, recuperen el ideario marxista.
Así, a este aporte intelectual y teórico, Marx añadió su trabajo sobre el terreno y el 1864 fundó la Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional que aglutinó a diversos pensadores y revolucionarios de izquierda como Bakunin, que años más tarde provocaría la escisión de esta organización en dos grandes corrientes; la marxista por un lado, y la anarquista por otro.
El objetivo de la Primera Internacional será el de unir a los trabajadores a nivel internacional organizados en diferentes movimientos como el anarquismo, el sindicalismo inglés, socialistas franceses e italianos republicanos, además de convertirse en un centro de estudio para establecer las líneas de actuación del proletariado. Como resultado práctico de la Internacional se creará, 1871, la Comuna de París, que Marx defenderá.
Los principales responsables y organizadores de la Primera Internacional fueron Marx, Engels y Bakunin, aunque este último acabaría abandonando la organización y formando una internacional anarquista debido a sus fuertes discrepancias con los planteamientos de Marx y el centralismo de la propia internacional, la cual, tras varias reuniones y un traslado a Nueva York, en 1876, se disuelve y no será hasta 1889, ya fallecido Marx, cuando Engels re-organice todo para establecer la Segunda Internacional, donde, ya aparecen dos claras tendencias dentro del movimiento: el comunismo partidario de la revolución del proletariado y la dictadura popular para alcanzar la sociedad comunista, y la social-democracia, que aspira al poder mediante la participación como partido político en una democracia y que se convierte en la corriente con más influencia en la Segunda Internacional. También, tras la muerte de Marx, Engels reunió todos los escritos de su amigo y publicó el segundo y tercer libro de El Capital.
Por aquel entonces, el movimiento revolucionario comunista ya estaba internacionalizado y en diversos países ya se estaba intentando aplicar con mayor o menor éxito y con mayor o menor coherencia. Es importante destacar que Marx dejó bien claro que su teoría político-económica no era una teoría cerrada ni debía catalogarse como de marxista, sino que, en lo fundamental, era la crítica científica y no un nuevo dogma cerrado a la revisión y la mejora.
También es importante destacar las cuatro distintas Internacionales que se establecieron hasta la época del estalinismo en las cuales, surgían nuevas discrepancias, escisiones y enfrentamientos entre las distintas corrientes.
La aplicación del Marxismo
Stalin, Lenin y Kalinin en 1919
Stalin, Lenin y Kalinin en 1919
A la muerte de Marx, en 1885, ya existían diversas manifestaciones del marxismo pero será a partir del siglo XX cuando estados enteros pongan en práctica diversas formas e interpretaciones del mismo con mayor o menor éxito. Desde la social-democracia en la Alemania de Weimar a principios del siglo XX hasta los desvaríos estalinistas y maoístas, pasando por el comunismo y socialismo español de la Segunda República, el marxismo aplicado al tercer mundo, como el guevarismo y el sandinismo, el sincretismo con otros movimientos aparentemente contrarios como los diálogos cristológico-marxistas o el llamado euro-comunismo posterior, que asume el régimen democrático moderno por parte de los partidos comunistas. En cualquier caso, fue el cruel régimen bolchevique quien dejó un malísimo ejemplo de cómo poner en práctica la teoría marxista lo que ha producido que para muchos, hablar de Marx, comunismo o socialismo sea sinónimo de dictadura.
Antecedentes del comunismo marxista.
No obstante, el comunismo como teoría socio-política, el socialismo como corriente económica y el marxismo como posición filosófica y antropológica han tenido importantes e interesantes posiciones críticas incluso desde dentro del pensamiento marxista. Quizá, la más interesante sea la que formuló en la primera mitad del siglo pasado XX la Escuela de Frankfurt, compuesta por pensadores como Ernest Bloch, Marcuse, Adorno, Georg Lukács, Eric Fromm, Horkheimer y otros pensadores que se inspiraron en los escritos del propio Marx, Freud y Weber, para revitalizar el marxismo repensándolo en el siglo XX y al que se ha denominado marxismo occidental. Estos estudios realizaron críticas muy constructivas al marxismo y su aplicación con la intención de revitalizarlo. La Escuela de Frankfurt denuncia aspectos negativos como el enfermizo egocentrismo de algunos líderes comunistas como Stalin; rechazan la dictadura popular como metodología para la consecución de una sociedad comunista; fortalecen, en especial Eric Fromm, el protagonismo del individuo en equilibrio con la justicia social, y piden respeto a la espiritualidad humana. Gracias a estos pensadores, contemporáneos de Stalin y otros dictadores, el marxismo continuó siendo motivo de estudio en universidades y centros de estudios para poder llegar a nuestros días aun con cierta autoridad.

En cuanto a la aplicación del marxismo en la Unión Soviética, el grado de crueldad alcanzó niveles comparables al nazismo en tiempos de Stalin, al cual no podemos comparar con Lenin, que no era partidario del imperialismo ni de que un sólo líder acumulara todo el poder. Aunque la Rusia comunista de Stalin defendió a distintas revoluciones en el siglo XX y dio asilo a luchadores de izquierdas contra el fascismo como dirigentes españoles, argentinos o chilenos, esto no justifica la rígida dictadura stalinista y acabó a mediados de los ochenta con la Perestroika, de Gorbachov. Además, desde el punto de vista de la propia teoría marxista, decíamos antes: “El estado capitalista se había apropiado de la humanidad de forma alienante y por ello la propiedad debía reapropiarse de sí misma.”, aludiendo a los deseos de emancipación del marxismo, y ante esto, nos encontramos con la gran paradoja del concepto de estado soviético: al ciudadano, en la sociedad comunista rusa, se le instruye en el marxismo y pronto adquiere la comprensión de la palabra alienación y su significado desde una posición emancipatoria. Sin embargo, y aquí reside una de las grandes contradicciones del comunismo soviético, el ciudadano, finalmente, acaba alienado por el estado que dirige su vida hasta en el más mínimo detalle y se apropia de su trabajo sin otorgarle valor o plusvalía alguna.
Concluyamos reconociendo que en el marxismo hay errores desde el punto de vista teórico y que su aplicación ha provocado dictaduras anti-humanistas, sin embargo, hay que rescatar aspectos que han servido a la sociedad para alcanzar ciertos niveles de justicia. La relación marxista trabajo/valor, donde al trabajador se le retribuye en función de su capacidad de trabajo frena las aspiraciones capitalistas por reducir el valor a un trabajador para aumentar las ganancias. En este sentido, considerando la situación del mundo actual, el análisis marxista de las plusvalías en el terreno de la justicia social aun está vigente.
Notas:
(1) Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A., Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3. Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu.

Fuente: 
BERTRAND RUSSELL, Historia de la Filosofía, RBA, Madrid, 2009.

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....////......:Historiay Comunicación Social 155N: 1137-0734
1999, número 4, 309-316
¿Ha muerto el marxismo?
Notas para un debate
CARLOS HERMIDA REVILLAS
Universidad Complutense de Madrid
Actualmente constituye un lugar común hablar de la muerte del marxismo.
Con una sospechosa unanimidad, intelectuales, medios de comunicación audiovisuales y publicaciones diversas insisten en que el marxismo es una reliquia histérica, que sus postulados están caducos y que, tanto política como económicamente, el marxismo ha fracasado; incluso se afirma que el marxismo es inservible como método de análisis.
Esta situación contrasta con la existente no hace tantos años. Durante la década de los sesenta y parte de los setenta hubo, por decirlo de alguna forma, un florecimiento del marxismo y su influencia en las ciencias sociales era evidente.
Sin embargo, durante los años ochenta, y especialmente tras la desaparición de la URSS y las sociedades socialistas del este de Europa, el antimarxismo se ha convertido en una moda. Paradójicamente, muchos de los marxistas de ayer son hoy los abanderados del antimarxismo y quienes han decretado el fallecimiento intelectual de Marx y Engels. Pero, por encima de modas académicas, a las que nos tienen acostumbrados tantos intelectuales y profesores universitarios más amantes del ágape y la recepción oficial que del archivo y la biblioteca, lo que se debe debatir es si existen argumentos sólidos, científicos, para considerar que el marxismo ha quedado obsoleto como sistema de pensamiento; en una palabra, ¿los conceptos económicos, sociales y políticos de Marx y Engels han sido superados?
Los que defienden la muerte del marxismo se basan en cuatro ejes argumentales:
A) Las categorías y conceptos económicos de Marx ya no sirven para analizar el capitalismo del siglo xxi.
B) El materialismo histórico es incapaz de explicar el desarrollo de la Humanidad.
C) La desaparición de la URSS y de los países socialistas del este de Europa demostrarían que el socialismo ha fracasado políticamente.....
309
Carlos Hermida Revillas ¿Ha muerto el marxismo? Notas para un debate
......D) El capitalismo se ha mostrado superior al sistema de economía planificada, lo que vendría a confirmar que el marxismo también ha fracasado como sistema económico.
En cuanto al primer eje argumental, se ha convertido en un tópico afirmar que Marx describió el capitalismo del siglo xix y que sus análisis han quedado desfasados. Efectivamente, Marx escribió en el siglo xix, y para sus estudios se basó en el capitalismo británico, pero lo que hizo fue analizar el capitalismo como MODO DE PRODUCCIÓN, elaborando leyes y categorías que explican el funcionamiento del capitalismo en general y no el de un capitalismo nacional concreto. Para certificar la defunción del marxismo habría que empezar por
demostrar que esas leyes y categorías ya no se cumplen en el capitalismo de finales
del siglo xx y comienzos del xxí. Examinemos, por tanto, algunos de esos
conceptos básicos de Marx.
LA PLUSVALÍA
Marx definió el capitalismo como un sistema basado en la explotación de
trabajo asalariado; explotación que consiste en la obtención de plusvalía, esto
es, el valor que crea el trabajador por encima del valor de su fuerza de trabajo y
del cual se apropia el empresario en razón de su condición de propietario de los
medios de producción. Como este es uno de los conceptos centrales de la economía política marxista, seña imprescindible desmontarlo para plantear con un
mínimo rigor que los autores del Manifiesto Comunista deben ser estudiados
únicamente en su condición de clásicos del pensamiento universal. Pero esta ta- rea se ha mostrado superior a todos los esfuerzos realizados por los economistas
neoliberales, quienes no han podido aportar ni un solo dato que muestre ausencia
de explotación, y en cuanto a los que esgrimen la mejora del nivel de
vida de los obreros como prueba de un cambio sustancial en el capitalismo, hay
que recordarles que la explotación no excluye mejoras en la situación material
del proletariado, logradas, dicho sea de paso, en la lucha contra el capital. Y, en
cualquier caso, no debemos olvidar que ese aumento del bienestar social sólo se
ha logrado en un limitado número de países desarrollados. La inmensa mayoría
de la Humanidad, cuya existencia transcurre dentro del sistema capitalista,
vive en unas condiciones de miseria extrema que no sólo no remiten, sino que
tienden a agravarse, como ponen puntualmente de manifiesto los Informes sobre
Desarrollo Humano de la ONU.
CONCENTRACIÓN Y CENTRALIZACIÓN DE CAPITAL
Marx constató que el incremento de productividad, el afán por rebajar los
costes de producción y la competencia entre los empresarios provoca la desaparición de las empresas menos rentables o la absorción de unas empresas......
Historio y Comunicación Social
1999, número4, 309-316 310
Carlos Hermida Revi//as ¿ Ha muerto el marxismo?Notas para un debate
.......por otras de mayor poder económico, hasta el punto de que las principales ramas
de la producción pasan a estar controladas por un pequeño número de empresas
de dimensiones gigantescas. La libre competencia desaparece dejando
paso al monopolio.
Los datos que certifican esta tendencia son infinitos y la mejor prueba de
ello son las numerosas fusiones de empresas y bancos que se han producido a
lo largo de los años noventa. Incluso en el sector comercial, tradicionalmente
dominado por el pequeño comercio, se asiste a un imparable desarrollo de las
grandes superficies y a la ruina de los pequeños comerciantes.
LA TENDENCIA A LA PROLETARIZACIÓN
Según Marx, en el capitalismo la sociedad tiende a escindirse en dos grandes
grupos: una minoría propietaria de medios de producción y una inmensa
mayoría de asalariados, dueños solamente de su fuerza de trabajo. Una legión
de economistas y sociólogos han querido demostrar la equivocación de Marx
con el argumento de que vivimos en una sociedad de clases medias, pero el empeño
no puede ser más baldío, porque en Marx el concepto de proletarización
no es sinónimo de depauperación o empobrecimiento. Se refiere exclusiva- mente al proceso por el cual los asalariados se convierten en la inmensa mayoría
de la sociedad y en este sentido la más simple estadística puede demostrarlo.
En el caso de España, en 1964 los asalariados constituían el 62,1% de la
población activa, mientras que en 1994 eran el 79,86%.
EMPOBRECIMIENTO ABSOLUTO Y RELATIVO
DE LA CLASE OBRERA
Es un lugar común entre los críticos de Marx, que en la mayoría de los casos lo que han leído de él han sido los títulos de sus libros, afirmar que esta ley
ha sido superada por el desarrollo económico y el ascenso del nivel de vida de
los trabajadores. Veámos lo que dijo realmente Marx.
Por empobrecimiento relativo entiende Marx la tendencia, y sólo la tendencia,
a la reducción de los salarios en la renta nacional, en el sentido de que
el aumento de los salarios reales es inferior al de la riqueza global. Un ejemplo:
en España, la participación de la renta de los asalariados en el conjunto del PIE
era del 50%, mientras que en 1986 descendió al 45,9%.
En cuanto al empobrecimiento absoluto, ni Marx ni Engels afirmaron nunca
que los salarios reales tendiesen siempre a la baja. Ahora bien, lo cierto es que
determinados grupos de trabajadores, expulsados del proceso de producción, se
encuentran en una situación de depauperación absoluta, como los ocho millones
y medio de personas que viven en situación de pobreza en España, según el Informe
de Cáritas publicado en 1998 (Las condiciones de vida de la población
311 Historia y comunicación Social
1999, número 4.309-316
Carlos Hermida Revi/las ¿Ha muerto el marxismo? Notas para un debate
pobre en España. Informe General. Madrid, Fundación Foessa, 1998). Y en los
países subdesarrollados se puede hablar de una tendencia al empobrecimiento
absoluto, como ponede manifiesto el hecho de que en América Latina la renta
per capita de los años ochenta fuese inferior a la de la década de los setenta.
LAS CRISIS CAPITALISTAS
Marx estableció que el capitalismo atraviesa por crisis periódicas, que tienen
un movimiento cíclico con fases de auge y depresión, causadas por las contradicciones
internas del propio sistema capitalista, entre ellas el descenso de las
cuota de ganancia. Salvo que pasemos por alto las crisis de 1873, 1929 y
1973, no creo que este aspecto pueda ser objeto de discusión.
Objetivamente se puede afirmar que los planteamientos centrales de la
obra de Marx siguen vigentes, continúan teniendo validez. Otra cosa es que en
la actualidad la producción teórica marxista sea escasa, pero los fenómenos económicos
del capitalismo del fin del milenio pueden seguir interpretándose a la
luz del marxismo.
El segundo eje argumental de los conversos al antimarxismo consiste en negar
al materialismo histórico la capacidad de explicar el desarrollo de la Humanidad. En primer lugar, conviene señalar que las aportaciones del marxismo
al estudio de la Historia han sido sencillamente impresionantes, y cualquier historiadorcon
un mínimo de honradez intelectual —eso sí, hay que tenerla— reconoce que los estudios de Soboul han sido decisivos para el conocimiento de
la Revolución Francesa, y lo mismo cabe decir de los libros de Thompson
respecto a la clase obrera inglesa o de la contribución de Tuñón de Lara a la
historia contemporánea de España, por citar sólo a algunos de los grandes historiadores
marxistas o influidos por el marxismo.
Quienes descalifican al materialismo histórico consideran que es imposible
explicar los fenómenos sociales a partir exclusivamente de la estructura económica.
Y tienen razón, pero si hubieran leído a Marx y Engels, en lugar de citarlos
de oídas, habrían podido comprobar que los dos pensadores alemanes
nunca dijeron lo contrario. Sólo afirmaron que la esfera económica era determinante
en última instancia, pero los factores políticos, militares o religiosos influían
en el devenir histórico. Los apresurados sepultureros del marxismo deberían
leer atentamente la carta de Engels a J. Bloch, escrita en septiembre de
1890, y cuyos párrafos más significativos no me resisto a citar:
«Según lac oncepción materialista de la historia, el factor que determina la
historia en última instancia es la producción y reproducción de la vida real.
Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa
diciendo que el factor económico es el único determinante, convertiría esta tesis en una frase vacía, absurda. La situación económica es la
base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se le Historia
y comunicación Social
1999, número 4,309-316 312
Carlos Hermida Revi/las ¿Ha muerto el marxismo? Notas para un debate
yanta—las formas políticas de la lucha de clases; las constituciones pro-mulgadas por la clase victoriosa después de ganar una batalla, etc.; las formas jurídicas
e incluso los reflejos de estas luchas en el cerebro de los par- ticipantes; las teorías, políticas, jurídicas, filosóficas; las ideas religiosas y
su desarrollo ulterior hasta convertirse en un sistema de dogmas— también
ejercen su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan,
predominantemente en muchos casos, su forma. Es un juego recíproco de
acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de la
infinita multitud de casualidades (es decir, de cosas y acontecimientos
cuya conexión interna es tan remota o tan imposible de demostrar que podemos considerarla inexistente, prescindir de ella), siempre termina por imponerse necesariamente el movimiento económico. De otro modo, aplicar
la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver
una simple ecuación de primer grado.»
Otra línea de ataque al materialismo histórico consiste en mostrar sus insuficiencias
a partir de la historiografía soviética. Ahora bien, en modo alguno
puede identificarse el materialismo histórico con la historiografía de la URSS,
porque con el triunfo político de Stalin los historiadores soviéticos utilizan una
terminología marxista, pero en buena parte vacía de contenido, creandoun mo- delo de desarrollo histórico cerrado, fosilizado, ajeno al pensamiento de Marx y
Engels. A diferencia de los Manuales de Historia o Economía Política editados
en la Unión Soviética, no se encuentra en los textos clásicos —El Capital o El
Man<fiesto Comunista— una interpretación de laHistoria basada en la sucesión
lineal de los modos de producción, y buena prueba de ello son los escritos de
Marx sobre la comuna rusa como punto de partida para el paso al socialismo.
El tercer eje argumental del antimarxismo pedestre pretende sentenciar el
fracaso político del marxismo tomando como referencia la desintegración de la
URSS. La praxis marxista habría recibido el acta de defunción con la caída del
muro de Berlín, la liquidación del Estado soviético y la desaparición del socialismo
en el este de Europa.
Una vez más el rigor científico se sustituye por la propaganda, tratando de
crear confusión mediante la conocida fórmula de amalgamar elementos diversos
y contradictorios para extraer conclusiones que distorsionan y falsean la
realidad. Antimarxistas del mundo: lo que ha quebrado no es el marxismo, sino
un conjunto de regímenes que oficialmente tenían como guía ideológica el
marxismo-leninismo, que son cosas bien diferentes. Y tampoco se sostiene el
lamentable discurso que pretende identificar marxismo y estalinismo, porque,
como es bien conocido, Marx y Engels apenas escribieron sobre la futura sociedad
socialista. El hilo conductor que va de Marx a Stalin pasando por Lenin
sólo existe en la mente de quienes más que buscar la verdad histórica se dedican
a ganarse la subvención oficial. Es de sobra conocida la dura crítica que
formuló Lenin en sus últimos escritos sobre la figura de Stalin, así como la la
lucha política que protagonizó Trotski a partir de 1924. El estalinismo no estaba implícito ni prefigurado en Octubre de 1917, sino que fue el resultado de un......
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.......complejo conjunto de fenómenos políticos, sociales y económicos, entre ellos la
ruina económica provocada por la guerra civil y la intervención extranjera en
los años 1918-1921.
Pero los antimarxistas de viejo y nuevo cuño, los añejos y los posmodernos,
disponen de una última carta, de un as guardado en la manga como los tahures
del Mississippi. Pasen y vean, señores, cual atracción circense, el argumento
definitivo, demoledor, con el que pondrán de rodillas a los pobres marxistas, a
los nostálgicos y utópicos que todavía siguen hablando de igualdad, fraternidad,
justicia social y solidaridad. Se trata, ni más ni menos, que del supremo argumento económico: el triunfo del capitalismo sobre la economía planificada. El
derrumbamiento del socialismo entre 1989 y 1991 vendría a ser la prueba definitiva
que permite encerrar al marxismo en una caja de pino y otorgarle el certificado
de defunción. Lástima que algunos seamos un poco incrédulos y tampoco
esta vez nos terminemos de convencer.
Aunque la desaparición de los países del socialismo real se encuentra muy
cercana en el tiempo, y no disponemos aún de la suficiente perspectiva histórica
para realizar un análisis profundo, al menos en el aspecto económico pueden
apuntarse algunas precisiones y consideraciones:
1) La experiencia económica de estos países ha resultado extraordinariamente
corta en el tiempo si la comparamos con otras formaciones sociales o
modos de producción, y de un período cronológico tan breve no pueden extraerse conclusiones definitivas, pero lo que sí es una realidad es que la economía
planificada convirtió a la Unión Soviética en una potencia mundial en un reducido
espacio temporal.
2) Los países socialistas han sido objeto de agresiones diversas por parte
de las potencias capitalistas. Recordemos que la Rusia soviética sufrió la intervención
extranjera durante la guerra civil (1918-1921) y el brutal ataque del
nazismo en 1941. Y recordemos también el sistemático bloqueo que ejerce Estados
Unidos sobre Cuba, por citar sólo algunos de los abundantes ejemplos
que nos ofrece la historia. Sin negar las deficiencias del propio modelo econó-
mico y admitiendo las incompetencias o errores cometidos por los partidos comunistas que han ejercido el poder en el ya desaparecido bloque socialista, difícilmente
se puede negar que los factores externos han afectado negativamente
al desarrollo económico. ¿Se puede sostener con un mínimo de honestidad
que la revolución sandinista fracasó, cuando el gobierno estadounidense financió
una guerra de agresión protagonizada por «la contra»?
3) El éxito de un modelo económico reside en su capacidad de elevar el
bienestar de sus ciudadanos en términos de esperanza de vida, cultura, educación,
asistencia sanitaria, etc, y no exclusivamente en las magnitudes de Producto Interior
Bruro, Renta Nacional o consundsmo, y si nos fijamos en esos indicadores
sociales, las estadísticas muestran un desarrollo notable de los paises socialistas.
Cuando los comunistas tomaron el poder en los países de Europa del este en
los años 1947-1948, algunos de esos Estados, como Bulgaria, Rumania, AlbaHistoria
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nia y Yugoslavia, se encontraban entre los más atrasados del continente, con
una población mayoritariamente agraria y elevadas tasas de mortalidad infantil.
Pocos años después estaban en un acelerado proceso de industrialización y la
sanidad había mejorado ostensiblemente (Cuadros 1 y II).
Cuadro 1. Tasas demortalidad infantil (en tantos por mil)
Bulga-
ña
Checoslovaquia
Hungría
Polonía
Rumafha
Yugoslavia
1945-1949
1950-1954
1955-1959
1960-1964
1965-1969

FoEtrrn: Carlo: M. Cipolla: Historia económica de Europa. vol. 6. «Economías contemporáneas (segunda
parte)». Barcelona, Ariel, 1991. 1.’ edición, 1.’ reimpresión. Apéndice estadístico.
Cuadro II. Índices de producción industrial (1937 = 100)
Bulga-
ña
Checoslovaquia
Hungría
Polonía
Rumaiiia
Yugoslavia

FUENTE: Carlo. M. Cipolla: Historia económica de Europa. Vol. 6. «Economías contemporáneas (segunda
paste)». Barcelona, Ariel, 1991. Ii edición, L~ reimpresión. Apéndice estadístico.
4) Comparar los antiguos países socialistas con los países capitalistas desarrollados
es un ejercicio gigantésco de falsificación intelectual. No pueden establecerse
comparaciones entre sociedades en las que el capitalismo tiene un desarrollo
cercano a doscientos años, que han poseído enormes imperios coloniales
y que siguen expoliando al Tercer Mundo a través de poderosas empresas mul-
tinacionales, con unas sociedades que carecen de esas características. No es se-
rio hablar de la superioridad del capitalismo tomando como punto de referencia
los niveles de vida de Cuba y Dinamarca o de China y Suecia, porque la verdadera cara del capitalismo no son los países nórdicos, ni Europa occidental, sino
los cientos de millones de hambrientos de África, Asia y América Latina. Si se
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desea comparar, hay que hacerlo entre los países socialistas y el capitalismo a
escala mundial, y entonces los indicadores sociales son bastante favorables al socialismo, como lo pone de manifiesto el caso cubano (Cuadro III).
CuadroIII. Estadísticas sociales de América Latina (1995)
Países Esperanza de vida
(años)
Mortalidad
infantil (en
tantos por mil)
Médicos
por mil
habitantes
Gastos en
educación
(% del PIR)

FUENTE: El estado del mundo, 1997. Madrid, Akal.
Se ha decretado la muerte del marxismo demasiado pronto, pero no hay datos
objetivos que lo prueben. Lo que existe es una ofensiva ideológica de la burguesía
que se encuadra en la profunda crisis estructural en que se encuentra sumido
el capitalismo desde 1973. Para su reestructuración, el capitalismo
necesita desarticular el movimiento obrero, tanto desde el punto de vista organizativo
como ideológico. La ofensiva antimarxista tiene como objetivo anular
los puntos de referencia ideológicos de la clase obrera para imponer la idea de
que no hay alternativa posible al capitalismo. Sólo sepultando el marxismo puede
triunfar el pensamiento único.
El marxismo ha muerto; es la moda intelectual imperante. Pero si observamos la situación de la Humanidad, si contemplamos la miseria, el analfabetismo
y la degradación en que vive la mayor parte de la población del planeta, entonces debemos convenir que sigue plenamente vigente el viejo lema marxista:
«socialismo barbarie».
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