sábado, 5 de septiembre de 2015

SEGÚN TE POSICIONES, HARÁS UNA U OTRA POLÍTICA, O DE CLASE PROLETARIA, O DE LAMECULOS DEL CAPITAL ¡¡.

SI DECIDES EN TU ANÁLISIS DE QUE EL CAPITAL QUIERE EXTERMINAR A GRAN PARTE DE LA HUMANIDAD, PUES TE ORGANIZARÁS PARA LA REVOLUCIÓN OBRERA-POPULAR MUNDIAL,...PERO SI EN TU ANÁLISIS DECIDES DE QUE SOLO HAY QUE HACER LA REVOLUCIÓN PROLETARIA, COMO SEGUIDOR ROMO DE CARLOS MARX, (( PUES AL FINAL LE COMES el culo, si quieres que te dejen sometido pero en paz )) NADA HARÁS Y TE SOMETERÁ A LA TECNOPLUTOCRACIA GLOBAL,...


Si quieres te explico otra vez, mis teorías sobre la estrategia y contenido de la " Revolución de la Humanidad" . Pero sería una actitud del pesado,...está más que explicada a lo largo de este blog,...a lo largo de más de una década,...en diversas formas y medios de expresión ¡¡.

Si solo te interesa, por diversos motivos, tu revolución, ya sea socialista o nacional antiimperialista, según tú,...claudicarás y a la vez llevaras a la clase obrera-popular a grandes sacrificios, que no compensarán,...serás y hoy ya son, pringaos del impericapitalismo global, sea ruso, chino o eurousa,...te entereses chabal, o no,...¡¡.


UN PUNTO DE ENCUENTRO


En estos momentos el discurso comunista no goza de una mínima difusión en la sociedad. Los partidos comunistas de voto mayoritario en occidente enmascaran sus siglas dentro de coaliciones de marca blanca, defienden programas políticos y económicos de corrección del capitalismo y evitan en su discurso cualquier mensaje que pudiera ser interpretado como una salida de tono dentro de los límites impuestos por el sistema.
Esta precaución al hablar, quizás al pensar, se ha contagiado a la militancia. Y no hablamos de aquellos para los que el lenguaje ambiguo es una manera de medrar en busca de un sillón. Por desgracia, los comunistas de corazón que militan en la base o que simplemente participan en colectivos sociales son igual de cuidadosos a la hora de identificar su ideología, exponer abiertamente sus verdaderas aspiraciones, apelar a la clase trabajadora o defender las medidas que pueden abrir el camino a la lucha efectiva. Y, como sugeríamos anteriormente, parece evidente que esta moderación en el mensaje se ha instalado más profundo, que hemos cedido a la automoderación de objetivos o de pensamiento.
No vamos a entrar ahora en las causas del proceso que nos ha traído hasta esta situación, aunque tampoco vamos a asumir toda la culpa: es obvio que el sistema capitalista controla quién habla y qué se puede decir, y ello en una situación de total hegemonía desde que desapareció la Unión Soviética. Sin embargo, el objetivo del capital es la eliminación definitiva de todo rastro de ideología marxista y para ello el ataque ha entrado en estos momentos en una nueva fase.
La última crisis capitalista ha puesto abiertamente de manifiesto, especialmente en el sur de Europa, un proceso que venía gestándose desde los años setenta. La búsqueda incesante de una mayor tasa de beneficio traspasó hace tiempo los límites del crecimiento natural del capital. Tras recurrir a la liberalización, el endeudamiento y las burbujas especulativas solo queda concentrarse en el recurso clásico: la elevación desenfrenada de los niveles de explotación. La inevitable respuesta en la calle está siendo gestionada por dos vías: a la vez que se refuerzan de manera obvia las medidas represivas, se abren otros caminos más sutiles de reconducción institucional del descontento. Esta última es la función que han asumido partidos políticos como Podemos o Ciudadanos en España. El sistema capitalista no tiene ningún problema en aceptar formaciones que no cuestionen su modo intrínseco de funcionamiento. Si debe sacrificar a los actores que hasta ahora han protagonizado el juego parlamentario y reemplazarlos por dos fuerzas similares, no hay problema. Si por el camino el propio desencanto en los resultados de las nuevas formaciones revitaliza a las de siempre, tampoco pasa nada. Lo importante es que parezca que el problema estaba en el modo torpe o corrupto con el que se gestionaba el sistema, no en el sistema mismo; que, en definitiva, el sistema provee los propios mecanismos que lo corrigen.
Pero esta estrategia de reconstitución no se ha limitado a un mero reemplazo de actores: las nuevas formaciones, especialmente las que deben ocupar el espacio de la izquierda, han venido acompañadas de un armazón teórico que aspira a ocultar el enfrentamiento entre clases puesto de manifiesto por el marxismo. Ya sea que Podemos se convierta en el recambio del PSOE o, lo que parece más probable, asuma el papel de muleta que representaba Izquierda Unida, el hecho importante es que viene a reemplazar todos los referentes de la izquierda del último siglo. Para ello no han tenido que recurrir a novedosas teorías sociales o a intelectuales de prestigio. La debilidad de nuestra posición les ha permitido presentar como novedoso un refrito de tópicos mil veces utilizados desde el siglo XIX para engañar a la clase trabajadora. La autoridad intelectual la basan en “pensadores” de segunda fila que gustan de autoproclamarse “postmarxistas”, más por el prestigio de juntar su nombre al de Marx que por el hecho de haber aportado o rebatido una sola linea al pensamiento de éste.
La apelación al ciudadano frente al trabajador, el reemplazo del eje derecha-izquierda por el vertical del arriba y el abajo, la entronización de la democracia “radical” como origen de cambios en sí misma, la renovación generacional a favor de jóvenes tecnócratas “sobradamente preparados”, la nostalgia por un falso pasado idílico de protección social al que volver y el catálogo de recetas keynesianas que ya mostraron sus límites hace cincuenta años forjan un nuevo referente de falsa contestación que es el que van a asumir como propio tanto la “omnipresente” clase media desmovilizada como las generaciones que constituirán el futuro proletariado al que está aboca el mercado laboral de nuestro país. El sistema lo pone todo de su parte para darle un toque de atractivo canalla a este pastiche de recetas buenrollistas. Así, mientras en la práctica las formaciones novatas actúan obedientemente y hacen suyas las más duras recetas neoliberales, los telediarios no cesan de hacerles el favor de calificarlas de “izquierda radical”, con más intención de darles un toque de atractivo malditismo que el de desincentivar su expansión. En un sistema en el que los medios comienzan por invisibilizar cualquier opción a la que quieran bloquear, el eco mediático del que ha disfrutado una formación naciente como Podemos sólo nos puede hacer pensar en propaganda intencionada de una nuevo catálogo de valores, de una ideología descafeinada creada para reemplazar a la de la izquierda real. Si finalmente alguna de estas formaciones consigue acceder al gobierno, demostrando la nula efectividad de sus postulados, habrá quedado probado de rebote el fracaso práctico de la “izquierda radical”.
Pero no caigamos en el desánimo, intentemos ver este momento en el que estamos siendo atacados como una oportunidad. Por un lado, el intento de reemplazo ideológico es tan burdo y evidente que no puede sino favorecer la reacción de todos esos militantes con décadas de lucha a sus espaldas. Por otro lado, la ruptura en la cúpula de formaciones históricas, cegadas o infiltradas por las nuevas viejas ideas, favorecen el cuestionamiento de las bases, que pueden sentirse con más libertad de curiosear en nuevos espacios de encuentro. Por último, no deberíamos despreciar el potencial de tantos comunistas que en estos momentos no han encontrado un espacio en el que organizarse; muy posiblemente acudirán a una llamada de encuentro y trabajo.
Nos va en ello la pervivencia de una ideología que, con todo su bagaje teórico y práctico, necesita de la lucha para transmitirse. Afortunadamente no podemos quejarnos de no contar con experiencia histórica. Sabemos que el marxismo nos permite explicar lo que está ocurriendo en este mundo globalizado como ninguna otra teoría económica puede hacerlo. Sabemos que la lucha de clases es la válvula que permite el avance de la sociedad en un sentido o en otro. También sabemos, y aquí está el trabajo duro, que necesitamos de la organización de la clase trabajadora para poner estos conocimientos a pelear en favor de los propios trabajadores.
Pero vayamos poco a poco. Reconstruir una confianza y un discurso olvidado durante décadas debe ser una tarea de trabajo colectivo en la que participen y se sientan implicados el mayor número de camaradas posible. Requiere de un espacio de encuentro en el que podamos confluir y discutir con confianza y libertad, un espacio donde se hable en pie de igualdad se pertenezca o no a una organización, donde no exista la prisa por responder a una cita electoral, donde hacer confluir la experiencia y el entusiasmo evitando el dogmatismo y el voluntarismo. No menos importante sería el talante con el que afrontar un proceso como este: puede que algunos sientan, seguro que con motivos, que ellos y su organización siempre han transitado el camino correcto, pero en estos momentos la participación abierta y plural es la mejor garantía para un esfuerzo fructífero.
Un espacio de encuentro comunista tendría ante si un gran trabajo teórico. Mucho hay por analizar, discutir y elaborar, comenzando por la lista inicial de temas a tratar. Sirva como ejemplo cuestionable e incompleto: identificar a la clase trabajadora en la España del siglo XXI, la del nuevo proletariado y la preponderancia del sector servicios; elaborar el discurso que la haga patente a sí misma, contraatacando la desmovilizadora ficción de la clase media; explicar de manera accesible el capitalismo globalizado según la teoría económica marxista, etc. Para ello contaremos con toda seguridad tanto con aportaciones ya muy trabajadas como con ideas frescas que nos permitan acceder a sectores sociales o laborales hasta ahora descuidados.
Igual de importante sería identificar aquellas cuestiones prácticas en las que ensayar una unidad de acción: reconstrucción del mensaje comunista y de la confianza en difundirlo; restaurar el imaginario colectivo socialista como antagonista al imperante no-hay-alternativa; devolver a los trabajadores la confianza en su autoridad de clase, sin necesidad de estar mediada por politólogos o economistas; plantear una Europa de los Trabajadores frente a la Unión Europea y el euro, etc. Sirva también esta lista a modo de ilustración; busquemos entre todos las propuestas que nos unen, evitando atascarnos en aquello que pueda separarnos.
Sabemos que no sería una tarea fácil. Muchos estarán ansiosos de afrontar el reto. A otros les puede parecer frustrante empezar un camino con la impresión de que ya se ha transitado previamente. En realidad es una sensación engañosa, estamos afrontando la lucha que nos corresponde a nosotros y a nosotras en nuestro momento y en nuestro contexto. La rica experiencia de la que partimos nos ha enseñado que no existen atajos ni recetas mágicas, pero a cambio esa misma experiencia teórica y práctica constituye la mejor base desde la que volver a avanzar.

El presente texto nace como reflexión y aliento sobre una idea que ronda en varios blogs de izquierdas en los últimos meses: la convocatoria de un encuentro de militantes de base marxistas o comunistas, adscritos o no a un partido. Ha sido constante en el blog de Marat en los últimos meses, especialmente aquí y aquí, y también aparece en el blog del viejo topo, aquí. Actualización: ha aparecido otro texto que incide en la misma linea en el blog Agenda Roja, aquí.
autor:duval...///....
JUL

http://redroja.net/index.php-En el plano estrictamente orgánico, muy al contrario de esas organizaciones que ya se proclaman “el partido comunista”, Red Roja (RR) no declara ser el partido sino una reagrupación de comunistas que trabajan justamente para su construcción. Esta diferencia por sí sola hace imposible el trabajo juntas, en un mismo marco orgánico con límites muy definidos, con las que consideran que ya son el Partido. Lo que no impide proponer, por lo menos por nuestra parte, a esas organizaciones el establecimiento de un plan de convergencia entre nosotros para desarrollar una línea de intervención práctica revolucionaria en la perspectiva del socialismo particularmente dentro de las movilizaciones populares actuales. Nosotros decimos: en realidad el partido no es un punto de de partida sino el resultado de un trabajo práctico y teórico en el centro de la lucha de clases tal como se desarrolla. Procedemos de diferentes experiencias en el seno del movimiento comunista. Y creemos que no habríamos podido contribuir, como lo estamos haciendo, al desarrollo de la línea política que necesita el proceso revolucionario en el Estado español, si nos hubiéramos encuadrado en esas otras organizaciones que ya se proclaman el partido. Nos ha hecho falta (y todavía nos hace) un grado de debate y de maduración tanto a nivel individual como de organización (más aún si tenemos en cuenta la crisis histórica de nuestro movimiento) incompatible con las rigideces de ese tipo de organizaciones.

-Creemos que la fuente más profunda de nuestras diferencias con otras agrupaciones comunistas está en la diferente comprensión de la teoría marxista sobre la relación precisamente entre teoría y praxis, lo que abarca el desarrollo mismo de toda teoría (comprendida la marxista) y de todas las tesis políticas en general. Todo ello, al estar estrechamente ligado a la manera como las masas, protagonistas de los grandes movimientos históricos, se relacionan con las tesis políticas, determina la forma con la cual tenemos que ir a la práctica con nuestra teoría.

Pensamos que el no comprender bien esto que acabamos de decir, lleva directamente al dogmatismo y al esquematismo. Y es grave en estos momentos en que la irrupción brutal de la crisis capitalista entre nosotros, que ha hecho bajar a grandes masas de gente a la calle, se produce cuando la crisis histórica de nuestro movimiento sigue aún de actualidad. Lo que hace obligatorio que nuestro trabajo de clarificación se haga más que nunca acompañando las experiencias de la gente.

Efectivamente, hay que acompañar la práctica de las masas populares pues esta práctica juega un papel de primer orden en cuanto fuente de toma de conciencia, a condición evidentemente de que estemos allí a su lado. Hay organizaciones que sin embargo, en buena medida a causa de su esquema-abstracción de la clase obrera y de su papel dirigente, no interviene como debiera en las movilizaciones anti-austeridad cuyo más alto nivel (desde un punto de vista también de la unificación de las luchas) aquí en el Estado español se alcanzó en el movimiento 22M (22 de marzo 2014). Este no ha sido nuestro caso.

Afirmamos que nos encontramos en el torbellino de una crisis que, efectivamente, viene de lejos y para quedarse por mucho tiempo. Una crisis que provoca una degradación de las condiciones de vida y una verdadera proletarización de grandes sectores populares que, es verdad, no se reconocen en la clase obrera y que sueñan con la vuelta (imposible) del estado del bienestar. Es un hecho que no hay en las actuales movilizaciones una intervención autónoma de la clase obrera, por lo demás, muy modificada en relación al esquema clásico que se ha tenido de ella. Pero como acabamos de decir, constatamos un proceso de proletarización de enorme amplitud. Es verdad que las movilizaciones anti-austeridad están muy infectadas de reformismo y no pocas variedades de oportunismo. Pero nos vemos obligados a estar al lado de la gente, siempre alertas ante estas infecciones, y más sabiendo que la base material del reformismo se estrecha cada vez más. No es cuestión de apalancarse en el sectarismo haciendo abstractas invocaciones a la clase obrera.

Nosotros identificamos la contradicción principal movilizadora contra los efectos de la crisis en la que se establece entre, por una parte, el pago de la deuda impuesta por la UE (principalmente por Alemania) y, por otra, las medidas brutales de austeridad. A partir de ahí, podemos trabajar para que todo el poder político de la burguesía sea puesto en cuestión, pues el sistema capitalista no puede dar satisfacción a las exigencias de las gentes y menos aún a todos los sectores en lucha al mismo tiempo. Por eso las luchas actuales, con todas sus limitaciones, pueden favorecer en un futuro próximo una toma de conciencia generalizada a favor del socialismo. Con una condición: que haya una intervención comunista seria que haga de contrapeso al partido de la guerra y la barbarie.

-No es pues la « calidad » de las movilizaciones actuales lo que nos hace trabajar en ellas, sino sus perspectivas y también sus peligros. Y por volver a la cuestión de la clase obrera, tal y como está “escrita” en declaraciones de ciertas organizaciones comunistas, además de no ver a aquella actuar de manera autónoma, creemos que hay que dirigirse también hacia los sectores del pueblo que se están proletarizando para contribuir a su propia reconstrucción (como clase obrera) sobre bases nuevas muy alejadas de las construidas por un sindicalismo de “clase providencial” que ha terminado por hacer de la nuestra una clase atomizada e impotente.

- Ante el sectarismo en la reagrupación de los comunistas –en buena medida debido a los agitados debates a propósito de nuestra historia internacional- y en la urgencia por desarrollar una línea práctica de intervención revolucionaria, Red Roja establece tres puntos políticos como criterio de pertenencia a nuestra organización en el marco del Estado español: 1) Rechazo de la llamada “Transición” después del franquismo, con lo que todo lo que ello supone en términos de exigencias de liberación de lxs presxs políticxs y de reconocimiento del derecho de autodeterminación de los pueblos dentro de dicho marco estatal ; 2) ante la crisis actual, defensa de la perspectiva socialista y no de un estado-bienestar (que hay que denunciar en tanto que contrarrevolucionario y pro imperialista); 3) promoción de un antiimperialismo que ponga el acento en nuestra responsabilidad militante por el hecho de que vivimos en el bando de los países agresores (principalmente EE UU y UE) más allá de las diferencias que podamos tener con los gobiernos o sistemas de los países agredidos.

- Es a partir de esta línea de reagrupamiento que animamos el necesario debate a la vez histórico y teórico para superar la crisis internacional de nuestro movimiento comunista. Pero sobre todo, pensamos que hay que poner en valor todas las experiencias socialistas desde la Comuna de París, subrayando que hay que encontrar la fuente principal de los límites y de las desviaciones de aquellas en la existencia (siempre agresiva) del campo de los países desarrollados capitalistas e imperialistas. En cualquier caso, no haremos de una u otra toma de posición sobre este debate, una condición previa para reagruparnos.
 
http://redroja.net/index.php/comunicados/3533-lo-que-nos-diferencia-de-otras-organizaciones-que-se-autoproclaman-qel-partidoq 
 
 

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