sábado, 25 de julio de 2015

LA WEB, EXODO,...EDITA ASUNTOS INTERESANTES

ALGUNOS ASUNTOS:

Escenario sociopolítico en el que entran los ciudadanos, actores del futuro de España

1. Primero de todo diagnosticar la realidad de la crisis
Lo peor para iniciar una alternativa, es la falta de diagnóstico sobre la realidad que pretendemos cambiar.
Nuestro país, hoy, se mueve en el siguiente escenario: Nunca hemos dispuesto de tantos recursos y riqueza para ser un país moderno y próspero, con índices de bienestar que permitan vivir con dignidad a toda la población.
Esa riqueza tiene como sujeto al pueblo español, quien la genera, desarrolla y sustenta. Cuando hablamos de riqueza nos referimos al patrimonio que incluyen los hogares españoles en su doble componente de Activos reales (viviendas, garajes, solares, fincas, naves, tiendas, oficinas y hoteles) y de Activos financieros (cuentas, depósitos bancarios, créditos pendientes a favor de los hogares).
Pues bien, en el 2011, los activos reales representaban el 84% del total, y los financieros el 16% restante. Por su parte, las deudas pendientes representaban en 2011 el 11,5% del patrimonio bruto.
Desde estos datos, reviste especial interés ver cómo ha evolucionado esta riqueza de los hogares españoles en la primera década del siglo xxi. En conjunto, la media de riqueza neta de los hogares españoles creció un 40% entre 2002 y 2011, una tasa que casi dobla el crecimiento del PIB en esos años (21%).
Sin embargo, el reparto de esa riqueza fue asimétrico, pues el 25% de los hogares más ricos aumentó en un 45%; el 25% de los hogares más pobres se redujo en un 5%; en tanto que el 50% de los hogares intermedios aumentaron en un 31%. Comparando ahora los dos polos (el más rico y el más pobre), la desigualdad subió de 33 en 2002 a 51 en el 2011; y la desigualdad entre el 10% más rico y el 25% más pobre pasó de 54 en 2002 a 87 en el 2011.
Cabe destacar la evolución de la renta entre unos y otros grupos y las consecuencias para el grupo más pobre. Si bien la diferencia de renta entre el 10% de los hogares que más ganan y el 20% con menos ingresos pasó de 12 en 2002 a 14 en 2011, el diferencial de riqueza pasó de 54 a 87. Es decir, que en los más ricos la riqueza creció tres veces más por encima de la renta. El patrimonio de los más ricos se revalorizó en más de un billón de euros.
El grupo de las familias más pobres (4,3 millones de hogares, doce millones de personas en 2011), disponen de un patrimonio medio de 14.200 euros, pero la mediana se sitúa en 7.400 euros, lo que equivale a decir que la mitad de esos hogares (2,15 millones) dispone de un patrimonio neto inferior a esa cantidad. La Encuesta Financiera de las Familias (EFF) registra que las deudas pendientes del 25% de hogares más pobres representaban en 2011 el 88% de su riqueza neta; y las cuotas anuales que tenían que pagar para amortizarlas absorbían el 46% de sus ingresos anuales, quedando inexorablemente obligadas muchas de ellas al impago y cuadros de pobreza y exclusión social.
Lo descrito lleva a muchos a hacer estas preguntas: ¿por qué algunos consiguen continuamente acumular sus ingresos? ¿Es ésta una característica de la economía neoliberal de nuestra época? ¿Puede ser menos injusta la distribución de la riqueza?
Estudios realizados por el economista Piketty y otros, muestran que con una política no neoliberal la desigualdad e injusticia podrían aminorarse. No son efecto de una casualidad, sino de unas estrategias y decisiones políticas impulsadas en su beneficio por las élites europeas y españolas.
En España, hacia los años 75, los asalariados recibían el 72% de la renta nacional. Siguió creciendo la riqueza y, sin embargo, 40 años después (2013) esa renta bajaba a un 62,2%.
Son varios los factores que lo explican: desde entonces (Estatuto de los Trabajadores) se van introduciendo cambios continuos en la legislación laboral, que preparaba nuevas formas de precariedad. Y, a pesar del deterioro de los ingresos de la población trabajadora, la recaudación de impuestos recae particularmente sobre sus hombros. ¿Qué aportan los trabajadores y qué aportan los empresarios?

Período 2008-2013
– Impuesto de sociedades, que grava las ganancias empresariales: aporta un 2% al PIB.
– Impuesto del IRPF, sostenido principalmente por los trabajadores: aporta un 6,6%.
 Impuestos indirectos, se paga lo mismo, sea cual sea el nivel de ingreso de la persona: 4,8%.

A esta situación acompaña un déficit fiscal que se cubre con emisiones de deuda pública (un billón de euros en 2014, la misma cantidad que el 10% de hogares más ricos acumuló en una década). Añádanse los intereses de esta deuda (más de 30.000 millones de euros en los últimos ejercicios) y que es una de las principales partidas del gasto público y una vía de negocio para el capital financiero.
La contradicción entre lo que podemos y lo que de verdad se está haciendo nos lleva a concluir que el resultado se debe a unas estructuras, socioeconómicas y de gobierno, que no sirven para garantizar los derechos del pueblo –esa franja amplia de nivel intermedio y pobre, un 90%–. Nuestra forma de democracia y de gobierno no reúne las condiciones requeridas para un proyecto de convivencia más justo y democrático.
Por lo tanto, se hace ineludible una transformación si se quiere lograr de verdad otra forma de democracia y de gobierno que sirvan a los intereses de la mayoría.
Desde el capitalismo neoliberal vigente se propone con la boca pequeña atajar la corrupción y las inversiones especulativas y, sobre todo, promover una economía más productiva y redistributiva.
Desde una posición socialdemócrata crece la conciencia de que el capitalismo neoliberal y la crisis ambiental son insostenibles, y se propone una vuelta al capitalismo social, regulado por el Estado.
En tercer lugar, otros sectores plantean un modelo de organización política y económica cuyo principio sea la democratización real, tanto de la política como de la economía, desde claves de horizontalidad, cooperación y solidaridad opuestas a la lógica del modelo capitalista.
  1. Una radiografía de la situación actual: datos
España ocupa el 13º lugar dentro de las mayores economías del mundo y, a pesar de la recesión de los últimos años, la capacidad de generar nueva riqueza se ha ampliado notablemente en las dos últimas décadas, dando lugar a una riqueza acumulada de los hogares que se estima en 4,6 billones de dólares (Credit Suisse), mayor que el PIB de Alemania. En 2012 nuestro PIB per cápita era de 26.800$, ocupando el puesto 26 a nivel mundial, justo por detrás de Francia e Italia.
Sin embargo, la potencia macroeconómica está mal repartida y presenta muchos problemas desde el punto de vista del equilibrio y la justicia social:
– Tenemos 5.457.000 parados (4º trimestre 2014). El repunte del empleo en 2014 es positivo, pero de peor calidad (temporalidad, salarios más bajos, etc.).
– 731.000 hogares no tienen ningún ingreso (4º trimestre 2014).
– Nuestra tasa de paro juvenil es la mayor en Europa después de Grecia. En lo que va de esta legislatura, el PP ha destruido el 25% de empleo joven. ¡Cómo no van a marcharse los jóvenes de España! De 956.100 (2011, 4º trimestre) a 756.000 (2014, 4º trimestre).
– España cerró el 2013 con 37.093 millones de ingresos menos de lo previsto en su presupuesto, lo que tiene que ver con la baja presión fiscal (de las más bajas de Europa) y con un sistema de impuestos regresivo que beneficia a los que más tienen. En cambio, los recortes en partidas sociales han supuesto ya más de 100.000 millones de euros en el conjunto de las administraciones públicas. Los millones y millones que se han entregado a la Banca para el rescate los han pagado todos los españoles. Si el Estado recuperara el dinero, ¿de cuántos millones podrían disponer al año para gastos sociales?
– La recaudación por impuestos de sociedades apenas llega al 12% de los beneficios empresariales; bancos y empresas no pagan ni una décima parte de lo que deberían. Con aplicarles no más que el doble del impuesto que se aplica a pequeñas y medianas empresas, el Estado recaudaría más de 60.000 millones de euros al año. Por otra parte, un recorte del 30% de los gastos innecesarios del Estado supondría un ahorro de otros 60.000 millones de euros al año.
– Como consecuencia de todo lo anterior, si en 2007 la deuda externa del gobierno español era de 398.734 millones de euros, en 2014 (4º trimestre) era de 1.033.857 millones de euros.
– En los años 2012-2014 del PP no ha mejorado ni uno solo de los muchos capítulos económicos y sociales, todos han empeorado. La brecha de la desigualdad y la injusticia, lejos de aminorarse, se ha agrandado y consolidado.
– En el plano económico, un problema estructural de España es su dependencia energética de fuentes externas –del petróleo y del gas sobre todo– nos supone una factura anual de más de 56.000 millones de euros, un 22,4% de las importaciones españolas.
– Desde que comenzó la crisis, han desaparecido 234.945 empresas (pequeñas y medianas) y son 400.000 los autónomos que han cerrado sus negocios. Por el contrario, en intereses de deuda pública, Caixa, Popular y Sabadell han obtenido 37.924 millones de euros desde 2010.
– En 2013 ocupamos el número 13 en la producción de automóviles en el mundo, produciendo 2,16 millones de vehículos. Pero, un porcentaje muy alto de la fabricación –y por tanto de los beneficios– está en manos de capital extranjero. El grueso de los vehículos exportados se vende a Francia, Italia, Inglaterra y Alemania. Para colmo, exportamos un 80% de los coches a Europa y nosotros tenemos que importar gran parte del parque automovilístico de los centros de producción con más valor añadido del centro de Europa.
– Entre 2010 y 2013, las mayores multinacionales y monopolios han tenido 83.000 millones de euros de beneficio. En cambio, en los mismos años, cada familia española ha tenido que pagar una media de 7.000 euros para salvar a los bancos en crisis (españoles y extranjeros).
  1. La Constitución de 1978 raptada por malos políticos
La Constitución Española diseña “un Estado social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores la justicia y la igualdad” (Art. 1), dentro del cual se asigna a nuestra vida individual y colectiva una digna calidad de vida. Y son los poderes públicos precisamente quienes “deben promover las condiciones necesarias para que la igualdad del individuo y de los grupos sea real y efectiva” (Art. 9,2).
Entre otros principios, la Constitución establece los siguientes principios:
– “Todos los españoles son iguales ante la ley” (Art. 14), y “Tienen derecho a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia” (Art. 35,1).
– “El respeto a los derechos de los demás es fundamento del orden político y de la paz social” (Art. 10,2).
– “Queda prohibida la arbitrariedad de los poderes públicos (Art. 9,3), y “Los poderes públicos podrán realizar privaciones de bienes y derechos por justificación de utilidad pública o de interés social” (Art. 33,3).
Frente a estos principios, casi a diario podemos comprobar la befa a que es sometida la Constitución. El gobierno podrá dar todas las explicaciones que quiera, pero los hechos pregonan una contradicción intolerable. Nos hablan de la salida de la crisis y de haber dejado atrás la ruta amarga de la recesión. Y, sin embargo, la realidad es otra, en general y en casos particulares como los de Antonio Brufau, presidente de REPSOL, quien decide recortar la mitad de su sueldo, que aun así le queda en 2,5 millones de euros, es decir, más de un millón de pesetas diario. O el de Teddy Bautista, denunciado y defenestrado de la SGAE (Sociedad General de Autores) después de 30 años de gestión, por delito continuado de apropiación indebida y administración fraudulenta e impedir a los socios el derecho de información y participación, que recibe alborozado la noticia del Juzgado de Primera Instancia nº 9 de Madrid desestimando las alegaciones de la Aseguradora, de las Asociaciones y de la misma SGAE que lo denunciaron y sentenciando que recupere la pensión vitalicia pactada (26.269€ mensuales) y también las mensualidades no cobradas desde junio del 2012 (183.886€).
El Estado de Derecho, la Constitución, la ética natural, las normas básicas del buen vivir, la solidaridad y el sentido común dictan que situaciones como estas son intolerables y que los poderes públicos (administrativos, jueces, políticos…) no deben dejar impunes estos escándalos de lesa justicia y humanidad, que ponen en grave riesgo el orden económico y social de nuestra sociedad.               
  1. Un modelo de crecimiento injusto y dependiente. Algunas propuestas
El modelo injusto de crecimiento de la economía española lo explican tres factores:
  1. La oligarquía española establece alianza, por una parte, con los principales proyectos de Estados Unidos. Y, por otra, da pleno apoyo a los principales proyectos de la oligarquía financiera franco-alemana.
  2. Este alineamiento le permite integrarse en el proceso expansivo de la oligarquía norteamericana y la más monopolista de Europa. Como contrapartida, EE. UU. permite a España por los años 90 participar aceleradamente en el proceso económico globalizado de Iberoamérica, su patio trasero.
  3. La expansión se financia mediante: a) la privatización de los antiguos monopolios estatales de la luz, la energía o las telecomunicaciones; b) la ampliación de capital de bancos y monopolios españoles por capital extranjero; y c) la financiación de la gran banca internacional. Esta expansión, una vez asegurada en 2001 la implantación de la moneda única, se dirige hacia Europa y es suministrada en exclusiva por préstamos de los grandes bancos de las oligarquías financieras francesa y alemana.
Estos factores explican el carácter absolutamente frágil del modelo de desarrollo español y la velocidad de vértigo con que se vio inmersa en las peores consecuencias de la crisis, abocada a un proyecto de degradación, intervención y saqueo. El crecimiento estaba basado en un endeudamiento exterior que ya en 2008 llevó a España a poseer proporcionalmente una de las mayores deudas privadas del mundo.
Como responsables de todo esto, habría que destacar la alianza de “políticos y banqueros”, tal como sintetizó en sus inicios el movimiento de indignados surgido en la Puerta del Sol en mayo de 2011:
1º) El Estado, que se ha sometido a convertir en deuda pública buena parte de la deuda impagable del sistema bancario español y se ha arrodillado ante el mandato de Merkel de reformar la Constitución y establecer la deuda pública como primera prioridad de pago en los gastos de Estado.
2º) La oligarquía española, que en parte ha tenido que vender al capital extranjero –casi siempre a precios inferiores a los que los compraron– activos de sus bancos y monopolios tanto dentro como fuera del país para hacer frente al vencimiento de sus deudas. Y, encima, hay que contar con el aumento en los intereses que hay que pagar por la deuda.
En este contexto resulta indispensable la necesidad de crear una banca pública como base que permita disponer de los recursos para resolver los principales problemas. Ella, con nuestro dinero, será uno de los grandes motores para la inversión productiva. Siendo público el dinero, tiene que estar en manos públicas. De lo contrario, veremos cómo venden a precio de saldo los recursos de que disponen la gran banca nacional y extranjera, y serían varias las generaciones que habrían de pagar el coste de nuevos rescates bancarios.
La nueva banca pública podría disponer de un volumen de depósitos de 300.000 millones de euros, convirtiéndose en el mayor Banco Español. Sería la palanca para invertir en industrias y sectores estratégicos de la economía y reactivar el crédito destinado a la inversión y el consumo y, al mismo tiempo, reduciría el paro y crearía empleos sostenibles y de calidad.
La segunda palanca sería la reforma fiscal de los impuestos de sociedades (bancos y multinacionales pagarían un 50% de impuestos) y del IRPF (las grandes fortunas pagarían el 75% de sus rentas personales). Quien más tiene, que más pague. Si se devolviera todo lo que se ha robado por estos conceptos, se resolvería de un plumazo el problema de la deuda pública.
Las economías encadenadas al sistema de dominio norteamericano se hunden, excepto Alemania y EE.UU. Las desenganchadas, crecen y crecen, como pasa con varias economías de Iberoamérica, liberadas de la tradicional dependencia del FMI, el Banco Mundial y Wall Street. La clave es elaborar una economía para servir a los intereses de la mayoría.
Sin Soberanía política y económica no se puede rescatar y disponer de la propia riqueza. Para conseguirlo, hay que desarrollar una fuerza política organizada, con programas que garanticen la redistribución de la riqueza y la implantación de una democracia participativaque defienda la soberanía de la población.
El problema, en el caso de España, no está en la extrema derecha de Rajoy, sino en la oligarquía yanqui, alemana y española. Urge denunciar y combatir la magnitud de este proyecto degradante que tiene como núcleo sustentador una concepción egolátrica de la convivencia, que establece como ley suprema el egoísmo, donde prevalece la astucia y prepotencia de los más fuertes, tanto a nivel individual, como nacional e internacional.
Esa ley sustantiviza el pensamiento neoliberal, concentrado hoy globalmente en centros económicos de máximo poder, que le permiten emanar directrices y normas que controlan el destino de los pueblos, con absoluto menosprecio y subyugamiento de los intereses y derechos de las mayorías.
Liberarse es, pues, la condición primera si queremos que haya redistribución de la riqueza para poner al servicio del país y del pueblo los enormes recursos de que dispone la economía española, y no para que estén en manos y al servicio de banqueros y oligarcas de aquí y fuera. Reforzar la democracia exige que nos unamos el 90% de la población afectada por su actual política de saqueo, lo que requiere no sólo defender enérgicamente las libertades ya conseguidas, sino ampliarlas mucho más. Porque ninguno de los problemas fundamentales de nuestro país pueden tener solución mientras España no se libere completamente de su actual dependencia de Washington y Berlín.
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NB. Este texto se basa principalmente en dos fuentes: Colectivo IOÉ, “La desigualdad de la riqueza se dispara un 60% en la primera década del siglo XXI”, en www.barometrosocial.es, 2015; y el “Documento d apoyo” elaborado por el Movimiento Social y Político “Recortes cero”.

Yayo Herrero

Actual directora de FUHEM, centra su trabajo en temas relacionados con la ecología social y el feminismo. Yayo es Licenciada en Antropología Social y Cultural, Educadora Social e Ingeniera Técnico Agrícola. Mantiene una fuerte vinculación con los Movimientos Sociales, principalmente con Ecologistas en Acción. Es profesora-colaboradora del máster de Educación y Sistemas Complejos de la UNED. Desde estos campos de estudio, Yayo es frecuente colaboradora de Éxodo.
Yayo, en este número de Éxodo tratamos sobre la necesidad de otra democracia. Antes de nada, ¿qué juicio te merece la democracia española actual? ¿Se ajusta a unos mínimos deseables? ¿Dónde detectas su mayor fragilidad?
Llevamos años gritando “la llaman democracia y no lo es”. Está suficientemente claro. Para mí la democracia es un proceso de deliberación entre personas ciudadanas iguales que conduce al reconocimiento e inclusión de todas en un proyecto común. Actualmente estamos asistiendo a cualquier cosa menos a este proceso. Mi impresión es que la democracia está actualmente pervertida.
 ¿Cuáles son, a tu juicio, los mayores problemas y desafíos a los que tiene que enfrentarse?
Estamos viviendo una situación que podríamos calificar metafóricamente de “golpe de Estado global”. El poder económico ha cooptado el poder político. Cuando vemos a un exministro que pasa casi sin interrupción de continuidad del ministerio a ser consejero de la junta de accionistas de una compañía eléctrica y, cuando vuelven a ganar las elecciones, vuelve al ministerio, en esa política de puertas giratorias se produce una quiebra del sistema democrático. Se produce una gran tensión entre los intereses del capital y los intereses de la ciudadanía, entre el beneficio y el lucro personal y los intereses de la sociedad. En este modelo económico no cuentan las personas. Y si no cuentan las personas, no hay democracia. Mientras el poder político no logre controlar democráticamente al poder económico no puede haber democracia. Esa política de puertas giratorias es un signo evidente de la ausencia de una verdadera democracia.
Otro desafío es el reduccionismo que se ha producido en la idea de democracia. Hoy mucha gente tiene interiorizado que democracia es votar cada cuatro años, que es solo suma y mayoría. Se cree que basta con sumar voluntades individuales para llegar a soluciones democráticas. Pero esto es muy cuestionable. Vivimos en un planeta con recursos finitos. Y en un entorno así, finito, la única manera de poder resolver colectivamente los anhelos de todas las personas es la deliberación y la adopción de un punto de vista en común, que necesariamente supondrá a veces límites para algunos deseos. Entonces, esa idea de democracia, reducida a la mera suma, a la mera mayoría, y que está además construida sobre una idea muy liberal de libertad, se compagina muy mal con el hecho de que se tenga que construir sobre un territorio con recursos limitados que hay que repartir entre todas las personas. Aquí tenemos un problema de déficit democrático, pero también de hegemonía cultural. Al final, la gran conquista del capitalismo ha sido no solo la de hacerse con el poder económico y el poder político, sino la de hacerse, además, con los imaginarios y la forma en la que la mayor parte de las personas vemos el mundo. Lo que lleva a una reducción del sujeto antropológico casi a sujeto contable en lo económico y en lo político.
Si la democracia política resulta imposible sin la democracia económica, y ésta ha de hacerse espacio con recursos limitados y con una idea insuficiente de ella misma, ¿estamos hoy día en condiciones de darle la vuelta a este estado de cosas? ¿Es posible una democracia en el actual neoliberalismo y con la presencia hegemónica de la economía especulativa? ¿Cómo habría que organizar la distribución de los recursos para que llegaran justamente a toda la ciudadanía?
Pienso que es necesario interiorizar la idea de que la propia construcción de la democracia es un terreno en disputa. Esto, a veces, se olvida. Cuando ahora mismo ves las plataformas emergentes tipo Podemos y las diferentes construcciones de Ganemos, valorándolas muy positivamente, me preocupa que en amplias mayorías –que pueden terminar votando a estos colectivos– se instale la idea de que basta con cambiar a gobernantes corruptos por otros que no lo son para que podamos darle la vuelta al sistema. A veces tengo la sensación de que, ante la corrupción y las políticas de austericidio, se interioriza fácilmente la idea de que, si llega otra gente diferente al poder, el cambio será fácil y casi inmediato.
Pero nos encontramos con problemas estructurales que son gravísimos. Por un lado, hay una concentración brutal del poder económico y también de poder político. Y, por otro lado, hay problemas muy serios que políticamente se silencian —como la crisis energética, de materiales y el propio cambio climático— y que te hacen pensar que la humanidad, quiera o no quiera, va a tener que vivir con menos energía y menos recursos en el futuro. La redistribución de la riqueza, asunto central en una democracia, va a necesitar mucha voluntad política y mucha lucha de clase.
Y existen, además, problemas de tipo cultural que te obligan a pensar que, aunque alguien bien intencionado llegara al poder y empezara a poner en práctica el reparto de la riqueza, se encontraría con que un 99% –que teóricamente se supone homogéneo y que podría apoyar la gestión–, en realidad no lo va a hacer fácilmente. Dentro de este enorme colectivo hay también tensiones entre los diferentes grupos: de clase, patriarcales, etc. Esto quiere decir que, la lucha por la democracia en todos sus ámbitos (económico, político, ciudadano, dentro de los hogares) no podemos verla como un interruptor de electricidad que según quien llega lo mueve en uno u otro sentido. Se trata, más bien, de un terreno en disputa, no exento de conflictos. Porque repartir y democratizar la economía significa, en última instancia, quitarles a aquellas personas que sobreacumulan mucho más de lo que les corresponde lo que les sobra. Y esto no se hace sin conflicto.
Entonces, “abandonad toda esperanza…”
No. No es eso. Yo sí que veo espacios para la construcción de la democracia, pero pasan necesariamente por mirar la realidad cara a cara, sin rehuir los problemas estructurales y por la articulación de una ciudadanía fuerte y cohesionada, que sepa lo que quiere y que esté dispuesta a asumir los cambios que hay que hacer para conseguirlo. Lo que no creo es que vaya a ser simplemente un cambio de unas personas por otras. Estoy convencida de que, si se produjera un vuelco en el cambio del bipartidismo, o bien hay ciudadanía muy organizada en la calle que está dispuesta a presionar y a exigir los cambios o será muy difícil hacerlo. Lo que estamos viendo ahora en Grecia nos demuestra que la construcción de una democracia real pasa incluso por la superación de fronteras y la construcción de redes de solidaridad que articulen luchas entre diferentes países en Europa.
¿Y ves en la sociedad de hoy iniciativa y voluntad suficiente para articularse y generar esa red social de apoyo a los cambios profundos que necesitamos?
Aunque modestamente, creo que la hay. Cuando pensamos en las transformaciones estructurales que se necesitan para cambiar el sistema, con frecuencia nos parece que las muchas iniciativas de economía social y solidaria que se están poniendo en marcha son cosas insignificantes. Sin embargo, a mí me parece que estamos claramente en un terreno de disputa de la hegemonía económica. Es muy significativo que estén creciendo considerablemente en todo el Estado cooperativas de trabajo — enmarcadas dentro de la economía social y solidaria—, redes y estructuras de finanzas alternativas, grupos de consumidores que se articulan y practican una especie de desobediencia civil a la hora de saltarse muchas de las normativas que les impiden acceder a los productores de forma directa. Es impresionante cómo han ido creciendo, durante todo el periodo de la crisis, esas iniciativas, cómo se ha organizado, por ejemplo, el mercado social de Madrid, cómo se ha extendido de forma importante la red de economía solidaria alternativa. Las ferias a nivel estatal y local están siendo espectaculares.
¿Se trata entonces del trabajo de la hormiguita que va erosionando el sistema? ¿Crees que estas humildes propuestas políticas van a ser capaces de superar el bipartidismo?
No solo serán estas iniciativas. Es obvio que hacen falta cambios estructurales e institucionales, pero, aunque humildes, me parecen imprescindibles. También el estado de bienestar y los sistemas de protección pública nacieron de las mutuas y cajas de resistencia obrera que eran poca cosa en su tiempo. No eran soluciones estructurales. Hoy las nuestras son también experiencias de democracia económica limitadas, es verdad, pero son espacios donde la gente experimenta lo que es ser dueño de los medios de producción, lo que implica decidir colectivamente sobre los beneficios, sobre los excedentes que se generan en la actividad empresarial, etc. Me parece que esas experiencias son necesarias. Y lo mismo habría que decir sobre la democracia política. Cuando la gente desobedece y ocupa las plazas está disputando la hegemonía política. Cuando ocupa los centros sociales en los barrios o autogestiona los huertos urbanos está disputando y ganando espacios para la democracia.
¿Se puede pensar que la presencia de nuevas propuestas políticas en el escenario público está anunciando la superación del bipartidismo…?
La emergencia de muchas plataformas políticas responde a la sensación que tiene una buena parte de la sociedad de que ni el bipartidismo ni los partidos existentes están respondiendo a las necesidades de la población. Como persona que participa básicamente en los movimientos sociales y que no desea estar dentro de la dinámica electoral, creo que para responder adecuadamente a estas demandas hace falta la existencia de los movimientos sociales. La institución, sin el respaldo organizado de la calle, flota en el vacío. Imaginemos una plataforma electoral que llega al Ayuntamiento de Madrid –que tiene actualmente un tercio del presupuesto de deuda, con contratos firmados con empresas municipales para los 15 próximos años, etc.– con voluntad de cambiar las cosas. Pues bien, dicha plataforma va a necesitar un ejercicio tal de creatividad, de confrontación y hasta de ruptura que solo la diafanidad informativa y una buena explicación podrán mantener la complicidad de quienes supuestamente la han apoyado con su voto.
No es imposible lograr tal complicidad porque la ciudadanía ya es consciente de que las cosas no pueden seguir así. No se puede entender que se diga que la economía se está recuperando y, sin embargo, tengamos tasas de exclusión tan brutales: trabajadores pobres, es decir, trabajos remunerados que pierden su función social de sacarte de la exclusión y su función económica de sacarte de la pobreza; sectores sociales vulnerables, como la vejez y la infancia, de los que el Estado democrático se desentiende, dejándolos a la exclusiva fragilidad de la familia. Habrá que preguntarse qué es lo que se recupera, si las tasas de ganancia del capital o es el bienestar de la gente.
Pero existe un riesgo, el dulcificar los límites del discurso para conseguir apoyos mayoritarios. La necesaria y progresiva fiscalidad que se va a necesitar para financiar la política social del Estado también va a afectar a las mayorías sociales, no solo al 1% acaudalado e insolidario. Y ese 99% ciudadano no es tan monolítico como a veces se piensa, sino que está cruzado por grandes tensiones e intereses, a veces contrapuestos: tensiones entre nativos y migrantes, entre Autonomías, patriarcalismo, etc… Se necesita una buena labor pedagógica para entender la necesidad común de los cambios sin ser víctimas del cortoplacismo (tentación constante de los ritmos de elecciones). Y la gente que estamos en los movimientos sociales no podemos perder la cabeza ni por el electoralismo ni por la sacudida que está recibiendo el bipartidismo. Se necesita un tiempo largo para poder producir los cambios esenciales que cambien las cosas.
Importante, sin duda, la pedagogía, la educación… Pero ¿no te parece, Yayo, que la izquierda (después de la supresión de la Educación para la Ciudadanía y de los recortes en la enseñanza) ha perdido ya la batalla por la educación?
Yo en esto soy gramsciana, quiero decir, optimista por pura voluntad propia. Hemos perdido mucho juego. Los medios de comunicación, por ejemplo, se han convertido en elementos supertóxicos. La televisión, sin ir más lejos, ofrece un espectáculo lamentable. Los libros de texto son inyecciones de neoliberalismo que colonizan al alumnado y al mismo profesorado. El curriculum que se enseña no prepara a las personas para el mundo que estamos viviendo ni para entender los problemas que hemos de afrontar.
Necesitamos repensar seriamente lo público, lo colectivo. Siendo como soy defensora implacable de lo público colectivo, reconozco que necesita una revisión crítica muy seria. Hablamos de banca pública, pero algunos de los casos más flagrantes de corrupción se dieron en cajas de ahorros que hipotéticamente eran públicas; gran parte de la especulación urbanística y de construcción de grandes infraestructuras se dio en lo público, con la complicidad de políticos electos y de funcionarios. Por ello, construir lo público implica también revisarlo críticamente y diseñar mecanismos de control ciudadano para que no vuelvan a reproducirse estas lógicas.
Lo público es mucho más que lo estatal. El politólogo Boaventura de Sousa Santos habla frecuentemente de la reinvención del Estado como nuevo movimiento social. Hay prácticas de corte autoorganizativo y llevadas a cabo por entidades de la economía social que serán públicas en la medida en que el Estado haga de garante de lo que se está haciendo. Es un reduccionismo pensar que solo lo meramente estatal es público y colectivo. Necesitamos ser muy autocríticos y practicar una buena pedagogía para no volver a caer en las mismas malas prácticas.
Asomándose a la calle, uno tiene la impresión de que se está moviendo a ritmo vertiginoso. Desde la indignación están apareciendo nuevas formaciones políticas, nuevas agrupaciones para dirigir las administraciones colectivas de forma limpia y transparente… ¿Qué juicio te merece este, casi inesperado, “despertar” ciudadano?
Me parece muy positivo todo lo que está ocurriendo, siempre que no se abandone la calle. Estoy viendo a gente de mi propia organización, de Ecologistas, que, ante la emergencia social que atravesamos, se están metiendo en candidaturas. “Ahora Madrid” está plagado de gente que proviene de movimientos sociales. Y me parece bien porque son militantes que conocen bien la realidad y pueden jugar un importante papel en las instituciones. La clave es que no se frene la dinámica de la movilización social independiente. Si lo uno es necesario, lo otro también lo es. Porque sería un mal paso si la ilusión que ha ido creando la posibilidad de la quiebra del bipartidismo y el vuelco electoral creciese en detrimento de la presión y movilización en la calle. Estaríamos repitiendo errores del pasado que nos están costando muy caros.
Por otra parte, a raíz del 15 M hemos tenido tres años de una movilización permanente: las Mareas, Rodea el Congreso, 25 S, toda la iniciativa de los afectados por los desahucios, etc. Antes no se había conocido tal movilización de las masas. Pero, aunque se han logrado algunas conquistas (frenazo a la privatización de hospitales y final positivo para la huelga de limpieza en el Ayuntamiento de Madrid), contrariamente a lo que cabría esperar, las políticas de austericidio han seguido. En este sentido, entiendo que mucha gente haya pensado en tomar el atajo para llegar a las instituciones y conseguir cambiar las cosas desde dentro. Pero yo estoy convencida de que las cosas no solo se cambian desde dentro del poder institucional. A veces perdemos en esto la memoria histórica. También durante los años más duros del franquismo se construyó un movimiento vecinal que tuvo capacidad para cambiar los barrios y las condiciones reales de vida de la gente. No es cierto que solo se consiga cambiar las cosas desde la institución, también desde la base se genera poder para cambiar.
Hemos acudido a ti para reflexionar sobre la democracia, entre otras muchas razones, porque eres uno de nuestros referentes en el plano ecológico. Y nos resultaría difícil entender hoy día un planteamiento democrático sin una buena base ecológica. ¿Tú qué piensas?
Es un tema insoslayable. Cualquier pretensión de desarrollar vidas buenas para las mayorías sociales sin el cuidado de la tierra es inviable. ¿Qué es lo que sucede en el plan ecológico? Pues que hace ya bastante tiempo que se superaron los límites del planeta, los límites de la biocapacidad que tiene la tierra. Y ahora mismo, tanto por el declive de la energía y los minerales como por el cambio climático, podemos estar entrando ya en una situación de colapso planetario. No se trata de una hipótesis lejana o de futuro, es ya el presente. De colapso en el funcionamiento de los ecosistemas, en los servicios que presta el planeta y que son absolutamente imprescindibles para que podamos existir como especie. Estamos en una crisis ecológica brutal que obliga a frenar con urgencia el modelo económico capitalista y el despilfarro y a abordar un plan de rescate planetario.
El decrecimiento material de la economía (me refiero al uso de energía y de generación de residuos) es un dato, no se trata de una opción ética que tengamos los ecologistas. Y este dato nos lleva a dos formas de afrontarlo. Una, la deseable, que consiste en una reducción planificada y democrática de la esfera material de la economía y a un reparto de la riqueza, porque el buen uso de los recursos naturales limitados en una sociedad justa debe tener un carácter normativo. Lo que significa poner freno y techo a quien consume más de lo que le corresponde porque impide que otros no lleguen a lo básicamente necesario.
La otra vía, la que se está dando actualmente, es la más irracional y fascista. Consiste en el decrecimiento de la esfera material de forma desigual y antidemocrática de forma que quienes tienen poder económico, político y militar siguen manteniendo su nivel de vida a costa de dejar fuera a la mayoría de la gente. Estamos inmersos en un capitalismo que no es, en definitiva, productor de bienes y servicios de forma respetuosa para con la naturaleza, sino en un sistema extractivista que está exprimiendo la vida como se le saca a un limón la última gota. Se trata de una forma de capitalismo que agota la tierra y expulsa a la gente.
¿Por qué el Planeta Tierra tiene una Carta Universal de Derechos?
Porque quienes defendemos esto, nos reconocemos como parte de esa misma tierra. Es decir, no como seres antropocéntricos, en el sentido de dueños de la naturaleza que usamos como si se tratara de un gran almacén a nuestro servicio, sino que nos reconocemos como especie que cohabita y es compañera planetaria de otras muchas especias de las cuales, a su vez, dependemos. Es como la carta de Derechos Humanos.
Me preocupa que por el hecho de tenerlos escritos, lo que ya es un gran avance, pensemos que está todo resuelto. Hay una gran distancia entre el planteamiento de los derechos y conseguir que esos se materialicen. Si nos fijamos en una buena parte de las plataformas políticas emergentes o de grupos que se están postulando como grupos de cambio, el tema de los límites físicos del Planeta, el cambio productivo o la crisis energética, está muy ausente. Se precisa una labor pedagógica que vaya llegando a las mayorías y también porque puedes terminar haciendo propuestas de corte económico neokeynesianas, basándote en la suposición de que va a haber unos recursos minerales, energéticos y naturales que realmente no existen.
Queremos insistir en esa asunción de los límites de la que antes hablabas, no en la austeridad, sino en la sobriedad. Ya no es suficiente con aquello de “ser felices sin comernos el mundo”. Ahora es preciso asumir que esto tiene unas fechas de caducidad…
Claro. Ahí nos encontramos en uno de los terrenos más difíciles de trabajar. El discurso de la austeridad es muy propio de Rajoy, en el sentido de resignarse ante el expolio, no de la sobriedad como valor que viene de muy atrás y está relacionado con el sentido de la justicia y de la medida o mesura en el uso de los recursos. Nosotros, en ecologismo, solemos hablar del estilo de vida sobrio o del principio de suficiencia, que es más elegante y no tiene nada que ver con la doctrina Rajoy…
El filósofo Santiago Alba plantea que cuando se vive muy por debajo de lo suficiente, cuando no tienes posibilidad de llevar una vida decente, o, por el contrario, tienes muy por encima de lo necesario, es muy difícil poder mantener unas relaciones normales de humanidad. Se produce una especie de desligamiento de las condiciones de interdependencia que nos hacen humanos, bien por pura lucha por la supervivencia o bien por defensa contra los demás.
Y desde esta idea de la suficiencia entramos en la disputa cultural más relevante. Yo creo que el gran logro del capitalismo ha sido el de convencernos de que la idea de progreso, de bienestar, de riqueza, de libertad tiene mucho que ver con la satisfacción de los deseos naturales individuales. El capitalismo es un generador de insatisfacción permanente. Ya has conseguido aquello que ha lanzado el mercado cuando, a partir de la publicidad se te empieza a crear la insatisfacción por no tener lo siguiente que acaba de aparecer. Una espiral que nunca tiene fin y que, paradójicamente, te hace estar en una de las sociedades más infelices que han existido. Porque nada es suficiente nunca. Siempre tienes deseo de algo que no puedes tener. Es paradójico que en muchas sociedades ricas lo que más se consume son ansiolíticos, antidepresivos, etc. Es difícil encontrar una sociedad que, como la nuestra, haya tenido una imagen más negativa del propio cuerpo. Porque para gastarte una pasta en operaciones de cirugía estética, tienes que pensar que eres muy feo. Y es que la propia sociedad te crea un modelo inalcanzable de belleza creándote la psicosis de que eres muy feo, lo que es un permanente generador de insatisfacción que es, a su vez, una de las mayores fuentes de consumo.
Desde tu conocimiento de los movimientos cristianos de base, alternativos, ¿qué se puede esperar razonablemente de ellos de cara al nacimiento de otra forma de democracia?
Por lo que yo conozco, los grupos cristianos de base al colocar lo comunitario como un elemento central de su organización los hace especialmente compatibles con la idea de democracia. Eso no quita para que, como sospecho, dentro de cualquier grupo cristiano se puedan dar las mismas lógicas de poder que en cualquier otro grupo. Y que también para ellos la construcción de la horizontalidad y de la comunitariedad se presente como un reto cotidiano. Porque, dejado a su albur, cualquier grupo acaba generando relaciones jerárquicas entre sus miembros que suelen ser muy perniciosas. Pero, dicho esto, creo que, frente a otros grupos también activistas, lo societario o comunitario que va en la esencia misma de los grupos cristianos puede ser un magnífico impulso para la democracia.
Conozco, por otra parte, a muchos cristianos metidos en movimientos alternativos, altermundialistas, participantes activos en las mareas y asambleas de barrio. Los valores de sencillez y pobreza (en sentido teológico) que respiran engarzan, de forma casi natural, con los grandes retos de la sociedad actual. También estos grupos están en pugna contra la pretensión ideológica de los obispos en materia económica y política, en su patriarcalismo y en su fijación enfermiza en el campo de la sexualidad.

Para que otra democracia sea posible. Tú decides

“La llaman democracia y no lo es” gritaba la gente indignada del 15 M mirando al Parlamento —que se dice sede de la soberanía del pueblo—. Era la manifestación pública de un sentimiento muy hondo que está arraigado en la conciencia colectiva: ¡No, no es eso, no es eso!
El sueño colectivo de una convivencia en paz, articulada en base a criterios de equidad, libertad y solidaridad, explotó ante las muchas y muy graves trabas que están impidiendo su realización. Y el primero y principal impedimento, que impregna todas las relaciones y actividades interhumanas y que está impidiendo ese sueño democrático, es la imposición del dinero, de la economía, de la especulación.
Cual nuevo dios del siempre creativo panteón humano, la necesaria pero endiosada economía está sometiendo todas nuestras instituciones y valores bajo su omnímodo poder: somete el Estado a la mano invisible del mercado, los valores humanos al dinero, el planeta tierra a la explotación y el agotamiento, la participación en la gestión de los intereses colectivos a la delegación de lobbies políticos al servicio del capital, la legitimidad y la justicia a la legalidad injusta y partidista.
El resultado de este cambalache salta a la vista: la especulación, la mentira, la corrupción están sumiendo a esta sociedad, dormida y a veces cómplice, en el sometimiento, en la pérdida de la propiedad, uso y gestión de recursos y bienes comunes, en el empobrecimiento general y hasta en el hambre.
Puesta ante el espejo de lo que el presidente Abraham Lincoln consideró como democracia —“Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”—, lo que llamamos democracia, evidentemente, no lo es en ninguno de sus planos: ni en el económico, ni en el político, ni en el jurídico, ni siquiera en el cultural y mucho menos en el religioso.
Pero en la larga historia del proceso humano y de las sociedades no todo está perdido definitivamente, ni nunca es tarde para cambiar de rumbo. En estos momentos críticos, no podemos perder el sentido de la orientación ni dejar por más tiempo la gestión de nuestras vidas en la fría privacidad de esa pandilla del 1% de usureros y ciegos traficantes sin escrúpulo. Necesitamos someter seriamente lo público colectivo, liberado de la intoxicación diaria de la política oficial y los medios generalistas, a un juicio muy crítico. No podemos seguir aceptando la necesidad de tener que ser héroes en este mundo para ser buenas personas, ni herejes o heterodoxos para ser buenos cristianos.
El vuelco, como es lógico, no vendrá por el simple cambio de personas, aunque es necesario expulsar del poder a los corruptos y malos gestores. El vuelco vendrá por la presión colectiva y transformadora de la calle que asume su responsabilidad y decide no delegar irresponsablemente la gestión de las cosas comunes en cualquier mano.
… Si esto no es democracia, de ti y de mí depende, como se dirá a lo largo de este texto, no solo cambiar las reglas sino el tablero mismo de juego.

Para que otra democracia sea posible. Tú decides

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Punto de Mira: Escenario sociopolítico en el que entran los ciudadanos: BENJAMÍN FORCANO y CARLOS PEREDA

Entrevista: Yayo Herrero, EVARISTO VILLAR y JUANJO SÁNCHEZ
A fondo: crisis ecológica, económica y social. Diagnóstico y propuestas para una alternativa política, DANIEL ALBARRACÍN y CARLOS PEREDA; Por una democracia participativa en las instituciones y en los movimientos sociales, ÁNGEL CALLE COLLADO; Sin laicidad no hay democracia, COMISIÓN DE LAICIDAD DE CCBMLa ética en la democracia capitalista, CARLOS FERNÁNDEZ LIRIA.
Actualidad: Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, MIGUEL ÁNGEL DE PRADA


ENTREVISTA A DIEGO CAÑAMERO,...


DIEGO CAÑAMERO

Benjamín Forcano


Éxodo 117 (en.-feb) 2013
– Autor: Benjamín Forcano – 

Diego, me alegra mucho poder estar contigo. En los últimos meses, vosotros habéis aparecido mucho en los medios públicos. Bastante gente os descubría por primera vez, como si hubierais surgido de repente. No todos saben de dónde viene Diego Cañamero. ¿Podrías introducirnos un poco en tu inicial biografía para entenderte mejor hoy?

La verdad es que nosotros nacimos, como movimiento, en la década de los 70, es decir, en el año 74-75. Yo recuerdo que tendría 16 años y un grupo de gente de los diferentes pueblos de Andalucía empezamos a conectar unos con otros para analizar la situación que estábamos viviendo. Entre ellos recuerdo perfectamente a nuestro gran amigo Diamantino García. De esas inquietudes que teníamos en los pueblos, gente joven y no tan jóvenes, surgió el Sindicato Obrero del Campo. Nuestro sindicato nace el 1 de agosto del año 76, en Antequera, Málaga y allí nos reunimos 87 representaciones de 87 pueblos.
En aquella época casi todo estaba ilegalizado. Fue entonces cuando comenzamos a dar movida al Sindicato. Su primer congreso se celebró en Morón de la Frontera, en septiembre de 77. En el 78 comenzamos a ocupar la primera finca.
¿Y cuál era esa situación que os movió a uniros y movilizaros?
Nosotros surgimos fundamentalmente al calor del paro de Andalucía, ¡de la situación de miseria de Andalucía! Andalucía tiene dos millones de personas que se fueron de aquí, de una de las tierras más ricas de Europa y se fueron muchos de noche, ¡en esos trenes terribles de la emigración!, buscando Despeñaperros, buscando algún lugar donde ganarse un trozo de pan.
Esos dos millones de personas se fueron hacia el interior de España: Norte y Centro, Cataluña, Valencia, Madrid y también a Europa: Alemania, Francia, Holanda, Bélgica. Las gentes se fueron porque en Andalucía se les negaba esas posibilidades de vivir dignamente, en una de las tierras, repito, más ricas de Europa.
Andalucía tiene ochenta y siete mil kilómetros cuadrados, ocho millones doscientos mil habitantes, representamos el 17% del territorio del Estado español y el 18 % de sus habitantes, tenemos más de mil kilómetros de costa, las mejores de la península; tenemos una agricultura en la que se puede cultivar casi de todo, pasando por cultivos tropicales: chirimoya, aguacate, banana, arroz, cítricos, etc. Tenemos las llanuras más importantes de toda España, que son el triángulo de Rota, Chipiona, Sanlúcar de Barrameda…; tenemos yacimientos mineros y tenemos material humano envidiable, un material humano dispuesto a trabajar en cualquier lugar del mundo.
Un cuadro muy distinto del que pintan algunos políticos…
Algunos políticos intentan desprestigiar al pueblo andaluz, diciendo que aquí la gente no queremos trabajar, porque nos gusta el chiste de Lepe, nos gusta el Rocío y la Feria, pero que no nos gusta trabajar… Fue el señor Durán i Lleida quien dijo que “mientras a los agricultores catalanes se les quedan las cosechas en el campo, en Andalucía los jornaleros cobran el PER y se van al bar”. Al señor Durán hay que contestarle que en Cataluña hay un millón de andaluces, que se fueron a trabajar su tierra, que le hemos ayudado a levantar ese territorio con nuestras manos y nuestro sudor y con esa emigración terrible. Tendría el señor Durán que pedir disculpas por sus desafortunadas palabras.
¿Qué importancia le habéis dado a la reforma agraria en vuestra lucha?
Desde el principio entendimos que el tema capital de nuestra lucha era la reforma agraria. A partir del año 78 empezamos a ocupar la primera finca, pública y privada, defendiendo una reforma agraria no al estilo tradicional, sino apuntando a que la tierra no puede estar en manos privadas de los grandes latifundios. Tiene que ser pública, la tierra no tiene por qué tener dueño. La tierra igual que el agua, la luz, el aire son dones de la naturaleza o dones de Dios, para los creyentes. Por lo tanto, tiene que estar al servicio del ser humano, de las personas.
Y eso es lo que nosotros empezamos a defender en Andalucía, una reforma agraria que estuviera en manos del pueblo para dinamizar la economía de toda esta tierra. Y digo que no – sotros a lo largo de todo este tiempo, como Sindicato Obrero del Campo, hemos luchado por el medio ambiente, por una política agraria comunitaria que favorezca la mano de obra, el respeto a la naturaleza y la defensa de los campesinos.
Durante todo este tiempo hemos luchado por las viviendas, por la paz en contra de la guerra injusta. Hemos hecho una actividad sindical y puesto en marcha un movimiento social que nos ha consagrado en el campo como el sindicato mayoritario, a pesar de que nunca nos hemos presentado a ningunas elecciones sindicales. Somos sindicato mayoritario en Andalucía.
Y en toda esa lucha hemos conseguido frutos importantes, no los que nos hubiera gustado, pero sí frutos importantes. Hemos conseguido cooperativas importantes como la que está en Marinaleda, de mil doscientas hectáreas, donde hay veces que trabajan cuatrocientas personas; o la que tenemos en la parte de Antequera, o en Sierra Yegua, o en Pedrera o en Puerto Serrano o en el Bosque o en Lebrija… Cooperativas que hemos conseguido con nuestro sudor y esfuerzo.
¿Y el PER qué papel juega en toda esta vuestra lucha?
Un papel muy importante. Sin este sindicato no hubiera sido posible, pues no está en otros lugares de España, solamente en Extremadura y Andalucía tenemos este derecho por el que hemos peleado.
Andalucía tiene el ochenta por ciento de todas las cartillas agrícolas, de todos los jornaleros de España, tenemos quinientos trece mil jornaleros en Andalucía con cartillas agrícolas, el 1% es fijo y el 99% es eventual. Bastan las 20 o 30 peonadas para poder tener derecho al subsidio de la renta agraria, reivindicado una y otra vez hasta que nos lo dieron.
¿Vuestro sindicato ha ido evolucionando?
Hemos tratado de darle más vida. A partir del 2007 el Sindicato Obrero del Campo, el SOC, pasó al SAT, al Sindicato Andaluz de Trabajadores. Porque había que darle cobertura a todo el movimiento obrero, que no solamente fueran del campo y porque nos lo estaban pidiendo. Muchos sectores de la población nos decían que por qué no nos convertíamos en un sindicato donde pudieran estar los funcionarios, los trabajadores de la industria, cualquier sector de la producción. Y por eso le dimos vida en el año 2007.
¿En el origen y en ese avance de los sindicatos tuvo algo que ver Diamantino?
Diamantino no sólo tuvo mucho que ver, fue parte fundamental de este sindicato, donde nos hemos educado con la cultura y el espíritu que él introdujo, su comportamiento, su honestidad, su solidaridad, su forma de ser dejó una huella imborrable en este sindicato. Sin Diamantino, este sindicato no sería lo que es hoy. Su testimonio, el de un cristiano de base de verdad, el de un creyente de verdad, impulsor de las ideas de Cristo, dejó una huella en el sindicato muy profunda. Todos los dirigentes del sindicato tienen una parte fundamental de esa doctrina.
¿El sindicato como movimiento político de qué se alimenta?
Diamantino impulsó eso de “los primeros en el sacrificio, los últimos en el beneficio” . El que venga a este sindicato que no venga a por nada, no se va a llevar nada, que venga a aportar todo lo que él sabe, todo su esfuerzo, su cultura, al servicio de los trabajadores. Diamantino fue fundamental y de hecho este sindicato tiene, además de una corriente nacionalista, marxista y anarquista, otra cristiana muy fuerte. Esas cuatro corrientes conviven perfectamente, nunca hemos tenido ningún problema, ninguna división interna, porque son un complemento, se integran y eso le ha dado cuerpo a lo que es el sindicato hoy.
¿Qué ha supuesto para ti la resonancia mediática que, en los últimos meses, ha tenido en toda España el impacto de ciertas acciones vuestras; ocupaciones, marchas y otros gestos públicos?
Nosotros hemos aprendido mucho de todos los acontecimientos, pero sentimos un poco de tristeza, porque lo que llevamos reivindicando desde hace 30 años, hace solamente un mes ha salido a la luz pública, con una fuerza terrible, es cierto, pero también con el intento de desvirtuar nuestra lucha y criminalizar nuestras acciones.
El tema de los supermercados no era ni más ni menos que una acción simbólica para denunciar que en Andalucía hay 400.000 familias con todos los miembros en paro, más de 350.000 familias en que ninguno de sus miembros está cobrando absolutamente nada, para denunciar que hay colas de gente en Caritas, en la Cruz Roja, pidiendo para comer, gente en los servicios sociales, en los sindicatos, en los pueblos, gentes que han vuelto al espárrago, al conejo, a la caza furtiva, a depender de sus padres, gentes que cobran míseras pensiones. ¡Queríamos denunciar eso!
Y lo denunciábamos sustrayendo 10 o 20 carros de artículos de primera necesidad. Y se nos acusa de estar haciendo un asalto, robo. Nosotros no fuimos a robar, porque los que roban evidentemente son otros, que viven en los despachos y pisan la alfombra roja y nunca están en la cárcel, nunca están procesados. ¡Esos son los que roban! Nosotros fuimos a denunciar. Y no fuimos con la cara tapada, ni de noche, no. Fuimos de día, a cara descubierta, con la prensa a la luz pública, diciendo: “Aquí estamos los del Sindicato, que queremos denunciar esto y recoger comida de grandes supermercados”.
Los supermercados por más que digan no colaboran mucho, porque tanto el Mercadona el Carrefour, son culpables de la ruina de los pequeños agricultores, les ofrecen un precio agrario por debajo de los costes de producción y tiran alimentos, incluso sin caducar, sin que vayan a los bancos de alimentos.
Me llamó la atención que en la rueda de contertulios que tenías tú en televisión, algunos, venían incluso con el afán de daros lecciones. “Muy bien, habéis levantado la bandera de la conciencia en Andalucía, pero vuestras acciones atentan contra la propiedad, son peligrosas”.
Sí, claro, éramos conscientes de los “pero”… contra una situación de lucha contra la injusticia. Los “peros” nos los ponen a los que luchamos por la justicia, contra el paro, contra los de – sahucios injustos… Habría que preguntarles el por qué hemos llegado a esta situación. Porque los Bancos se han llevado todo el dinero, los políticos son unos corruptos que no representan al pueblo aunque tengan el voto del pueblo. ¡No lo representan! Porque ningún ciudadano ha votado para que haya 6 millones de parados, ni para que haya desahucios, ni den a los bancos 200.000 millones de euros, ni para que les quiten los 400 euros a la gente que no tienen nada, ni quiten el cheque bebé, ni para que pongan las pensiones a los 67 años, ni para que congelen las pensiones, ni quiten las pagas extras. ¡Nadie ha votado eso! Y, por lo tanto, los partidos políticos que nos gobiernan se sitúan en la ilegalidad ética ante el pueblo.
¿Cómo habéis afrontado el problema de los desahucios desde vuestra experiencia?
Nosotros como sindicato, lo que sí estuvimos planteando es que había que luchar contra el paro y crear una conciencia de rebeldía y actuar contra la injusticia. Y tengo que decir que no sotros en el año 2008 empezamos a ocupar los bancos, denunciando ya a las inmobiliarias por el tema de la vivienda. También denunciando que hay cuatro millones de viviendas en el Estado español vacías, y en Andalucía tenemos 600.000 también vacías, después de que se han cargado casi todo el litoral haciendo vivienda. Y ahora no saben qué hacer con las viviendas, debido a la especulación.
Ocupamos los bancos, para que supieran que no queríamos que se diera dinero a los bancos ni a las inmobiliarias. Ocupamos el Canal Sur Radio, y la Televisión andaluza para que informara realmente de todo lo que pasaba con el pueblo andaluz. Empezamos a hacer marchas y huelgas generales en 20 pueblos de la Sierra de Cádiz y de la Sierra Sur de Sevilla. ¡Todo el mundo a la huelga! Y así el sindicato empezó ya a denunciar toda esta situación.
Claro, cuando veíamos que las viviendas de las familias obreras peligraban, empezamos a plantearnos cómo dar una respuesta a esto. Lo que hicimos nosotros fue oponernos, ocupábamos la vivienda desalojada, si desalojan a una familia se cuela otra en la vivienda. Vivienda que tienen los bancos, vivienda que ocupamos. Hemos hecho una batalla muy fuerte con el sindicato.
Erais, antes de que el tema reventara, una punta de lanza que marcaba el tema. ¿Qué factores han pesado para que la clase política y la ciudadanía no reaccionasen a tiempo ante tan abultada injusticia?
Nosotros estábamos señalando a los culpables y llamamos a la movilización. Después, fundamentalmente desde el 2007 al 2010, estuvimos en lucha constante. Empezamos a ocupar la finca Somontes en Córdoba en marzo de 2012. La Junta de Andalucía quería vender 20.000 hectáreas, fundamentalmente a los terratenientes, porque una tierra no la puede comprar más que un especulador o un terrateniente, no la compra un parado o un jornalero. Entonces nos opusimos a la venta de esa finca, y llevamos ya diez meses trabajando la finca. Todavía no está eso legalizado, pero allí estamos con la finca ocupada.
Ocupamos también la Turquilla, que es una finca administrada por los militares. En julio y el 7 de agosto es cuando ocupamos Mercadona y Carrefour.
El 16 de agosto empezamos las marchas y hemos estado hasta septiembre recorriendo toda Andalucía, las ocho provincias, con las marchas obreras, denunciando toda esta situación.
Lo que pasa es que la prensa mediática, en un momento determinado, lanzó eso, y los voceros de la burguesía empezaron a querer criminalizar esa lucha y desvirtuarla. Nos llamaban a los programas de televisión, estuve incluso en Intereconomía y estaban todos dispuestos a freírme. En Tele 5 y en la 4… Pero claro, nosotros vamos a cara descubierta, no tenemos que ocultar nada. Nosotros no hablamos de la prima de riesgo, ni de la Merkel ni de cosas que la gente no entiende, hablamos de la bombona de butano que de 12 euros ha subido a 17 euros, y hablamos de lo que vale la electricidad y lo que vale realmente una hipoteca, y hablamos de la gente que no tiene trabajo, desde esa realidad conectada con el pueblo.
Yo no soy pro nada, yo soy andaluz y lo que quiero es que la economía esté al servicio del ser humano, de las personas, que las gentes sean felices y no sufran, quiero una sociedad de esas características.
En nuestra Constitución (Cap. II, Art. 47) se afirma: “Los poderes públicos deben regular la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación y hacer efectivo el derecho de todos los españoles a disfrutar de una vivienda digna y adecuada”. ¿Cómo se compagina esto con el drama a que estamos asistiendo de miles y miles de desahucios en nuestro país?
Creo que si se cumpliera lo que está escrito, no solamente en la Constitución, sino en el mundo…, porque hasta los derechos del niño son conculcados. Te das cuenta que hay países que permiten, cuando secuestran a niños, que se roben sus órganos y los vendan a países ricos. Y cuando se habla de paz, no podemos consentir esas guerras cruentas, donde hay miles de madres que no tienen siquiera lágrimas en los ojos de tanto como han llorado. Y lloran por sus seres queridos, a los que han matado. O cuando hablamos del medio ambiente con toda la contaminación que hay.
Pero estos mismos señores que nos hablan de todos esos derechos universales son los que permiten todas esas cosas, hablan de los emigrantes y vemos los cadáveres flotando en el Estrecho, hablan de paz y vemos la guerra, hablan de una alimentación sana y vemos los transgénicos y cómo modifican nuestra semilla, que es una herencia histórica. Todas esas cosas, el derecho a la vivienda y el derecho al suelo, están en la Constitución Española, pero no las cumplen.
Yo he sido alcalde 10 años y yo en mi pueblo con la ley en la mano decía: –Compro una tierra rústica, la pago como rústico (una hectárea), la recalifico y se la vendo a la gente a precio de costo para que se hagan sus viviendas. Por ejemplo, a 1.200 euros una parcela y no estaba engañando, ni aprovechándome de nada, en absoluto, simplemente comprar al valor real, lo recalificas y se lo vendes a la gente a precio de costo, al pueblo, para que hagan sus propias viviendas. Es decir, que hay fórmulas, pero estamos gobernados por granujas y sinvergüenzas, y ese es el gran problema de esta sociedad. ¡Granujas y sinvergüenzas, que no les importa el pueblo!
¿Qué obstáculos crees que se deben remover y de quiénes sería la responsabilidad de actuar? ¿Hay soluciones?
Yo te digo que en mi pueblo hemos hecho 500 viviendas a renta de promoción pública, de régimen de alquiler de renta venta, donde la gente paga 40 o 50 euros al mes. Hemos hecho un montón de promociones donde a la gente no se le ha quitado ni una vivienda. Ya que las viviendas son públicas, el tema está en que los poderes políticos, al final gobiernan fundamentalmente pensando en los especuladores y en los privilegios que les llegan después de esos especuladores, porque estamos viendo toda la corrupción que hay en el Estado español de nuestros políticos, ¿por qué te crees que es? Por las comisiones, por los empresarios, por la corrupción.
Los responsables de toda esta política son los gobiernos que tienen el Boletín Oficial del Estado en sus manos, que se reúnen todos los viernes en el Consejo de Ministros y tienen que sacar normativas claras en contra de eso. Pero, ya que los gobiernos no lo hacen, el pueblo se tiene que rebelar contra eso. Se tienen que rebelar la policía, los jueces… Porque ante la injusticia se tienen que rebelar. Y por eso es muy importante que el pueblo se rebele, al igual que los ciudadanos en la calle, no permitiendo que a un ser humano lo echen a la calle, porque ese ser humano tiene su familia y si le quitan la casa, se lo quitan todo. Porque si te han quitado el trabajo y encima no tienes casa, ¿dónde te vas? ¡Debajo un puente! Te conviertes en nada y eso no se puede permitir y ante eso hay que rebelarse, decía Jesucristo: “El que lucha contra la injusticia no comete ningún pecado”.
Si afirmamos que “La vida de todo ser humano es sagrada”, ¿por qué sobre ella se sobrepone la salvaguarda de la propiedad y bienes materiales casi como un absoluto?
Creo que el sistema actual es como una carcoma, que nos va devorando, y nos devora el sentimiento, el corazón, el alma, todo porque nos introduce fundamentalmente en la felicidad del dinero, y eso es un error gravísimo. No solamente un error gravísimo, sino una cosa perniciosa maliciosa, que nos está deformando como personas, porque ponemos por encima de todo el valor de los bienes materiales y no el valor del bien espiritual, no ponemos el sentimiento, la solidaridad, la confianza entre las personas. La escuela es el sistema que está deformando a las personas y tendríamos que pelear por un sistema distinto, donde el hombre, los animales, las plantas sean el centro de atención, porque es lo que tiene que perdurar y un sistema que devora a las personas, las plantas y el medio ambiente, es un sistema que está caduco.
Igual que fuimos capaces de dejar atrás la sociedad esclavista y la sociedad feudal, al sistema de libre mercado llamado sistema capitalista, también hay que buscarle una alternativa.
¿Notáis que en vuestro movimiento va aumentando el número de afiliados? En el año 2007 le disteis al sindicato una nueva llamándolo SAT.
Ahora mismo, desde el verano hasta aquí, se han constituido 20 uniones locales nuevas. Unión local en Arriate, en Sierra Yegua, en la parte de Granada, de Córdoba, de Sevilla, en todas las provincias. Y el sindicato se ha convertido en un proyecto de herramienta sencilla y humilde que todo el mundo la puede utilizar. Nosotros no queremos dirigir a la gente, la gente tiene que autodirigirse, organizándose y de hecho al sindicato ahora nos piden una responsabilidad que es dura, de que dirijamos toda la rebeldía y todos los proyectos de movilización de Andalucía. Convocamos una reunión el día 9 de enero, en la sede local que tenemos y acudieron 47 organizaciones de toda Andalucía, es decir, prácticamente todo el mundo a nuestra convocatoria. ¿Para qué? Para convertir esta herramienta en un proyecto de lucha y de rebeldía contra la injusticia en todo el territorio. El día 28 de febrero miles de personas vamos a ocupar nuestro Parlamento en Sevilla, porque sentimos que no nos representan. El Parlamento es del pueblo y por lo tanto queremos ocuparlo para decirles “Ustedes no nos representan”.
Vivimos en una sociedad, mayoritariamente católica. La Iglesia, y en especial la jerarquía católica, ¿la ves en continuidad con la misión de Jesús?
Por desgracia no, ¡es una pena que la Iglesia esté al margen de los valores cristianos, la Iglesia como institución! Otra cosa distinta es que haya personas dentro de la Iglesia, tanto de base como párrocos o curas que realmente están con el pueblo. Pero la Iglesia, la alta jerarquía está muy alejada, no nos acompañan nunca. Pero a nivel de base, de colectivos y de grupos sí notamos que hay una presencia y un comportamiento cercano. De hecho, nos han invitado en diversas partes, centros o parroquias para mejor conocernos y solidarizarse. Pero la alta jerarquía, no.
Creo una cosa, que en una sociedad quien paga manda. Y para que no manden, las cosas tienen que ser del pueblo.
En ese sentido, tú haces una denuncia: “La no libertad de la Iglesia frente al poder”.
¡Está claro! Está económicamente vinculada al poder. Jesús de Nazaret, en el cual yo me siento reflejado, no era así y mucha gente del sindicato también se siente reflejada en ese comportamiento, porque él desafió al poder, estuvo al lado de los pobres y de los ciudadanos a los que les hacía falta, y por eso lo crucificaron, no por otro motivo.
¿Ves dentro de la Constitución condiciones para asentar mayores niveles de igualdad y justicia y asegurar los derechos de todos los ciudadanos?
Soy partidario de que el marco de la Constitución habría que cambiarlo para ir a una sociedad mucho más igualitaria, mucho más justa. En lo que sí podemos estar de acuerdo y convenir es que, dentro de la Constitución Española, si se aplicara realmente todo el contenido, sería distinto. En ella se dice que todos los españoles tenemos derecho a un trabajo, a una vivienda digna, a una igualdad ante la ley y ante la justicia cosas que se dicen pero que quienes nos gobiernan no las aplican. Nos tienen acostumbrados, los partidos políticos se presentan a unas elecciones con un programa y después hacen todo lo contrario, no cumplen con lo que dicen. Eso tiene que estar penalizado, porque no se puede engañar a la gente. Si tú tienes un programa, no te salgas de él, haz menos, pero no te salgas de él, no hagas lo contrario. Por lo tanto, tendrán nuestros votos, pero nunca la legitimación del pueblo. ¡Jamás! Porque el pueblo no vota eso.
Sin negar los avances y logros conquistados, ¿piensas que hay puntos que necesitan una inmediata y radical reforma?
Sí. Una economía tendría que estar al servicio del ser humano. Y no sólo la economía sino la cultura, la sanidad, la educación, ¡esos valores son universales! Igual que el agua, el aire y la tierra. Los especuladores se llevan el dinero y no sabemos dónde lo meten. ¿Hay derecho, por ejemplo, a que haya 60 paraísos fiscales? Andorra, el Peñón, las Caimanes, Suiza… ¡Pero cómo no hay una normativa para que se levanten todos esos paraísos fiscales! Que sepamos dónde está ese dinero, que no lo han tirado, ni lo han quemado, que el dinero existe y, al no circular el dinero, hay un estrangulamiento de la economía. Han especulado con él y se lo han llevado, lo que hace falta es poner dinero en circulación. En un sistema de libre mercado, no estamos hablando del socialismo, sino de una economía capitalista, ¡el dinero tiene que circular! Si no circula, estamos en un estrangulamiento de la economía.
La política es necesaria. ¿Lo es la clase política actual?
Yo no sé si lo que yo hago es política, seguramente será política, porque todo en lo que actúa uno en la vida es política, pero si hablamos de las instituciones, yo he estado de alcalde 10 años y en este tiempo nadie podrá encontrar en el ayuntamiento un solo café, que se tomó Diego Cañamero, pagado con dinero municipal, ¡nunca!, ¡jamás!
Yo, en el ayuntamiento, de los 65 trabajadores era el que ganaba menos, porque yo entendía que la política no era una profesión, es una devoción y está uno ahí para servir al pueblo, servir causas nobles y justas, la política, como los misioneros, como las monjas de mi pueblo, que cuidaban a nuestros abuelos y no piden nada a cambio. La política la tenemos que intentar definir con esas características. Pero, claro, la política no tiene orden establecido ni normas. Tendría que ser: “En un ayuntamiento un alcalde no puede ganar más de mil doscientos euros”, hay que convenir lo justo con los parlamentarios, los ministros, los políticos, todos con un sueldo justo, y entonces se pensaría “eso no da para tanto”. Y con relevo cada cuatro años. Pero claro, cuando tú a un político o a un banquero no les pones límites económicos… Tendría que haber una norma de ”salario máximo” como la hay de una “salario mínimo”.
Cuando un banquero se jubila con tres millones de euros al año, o un político dice “yo represento a”… ¿A quién representas tú? ¿Al gremio de parados, al que no tiene vivienda, al que se tiene que ir a Suiza a trabajar porque aquí no encuentra trabajo? ¿Pero tú cómo vas a representar con un señor piso, con seis mil euros, con secretaria, con coche, a la realidad? ¡Tú no representas a la realidad! Es un insulto.
Hace falta dignificar a la política y para eso tiene que haber una cultura de la política y tener sus correspondientes normas salariales, como convenio. ¿No hay convenio en la construcción, en el campo? Pues convenio también para los políticos. Trabajan para ellos y viven también para ellos, hacen reuniones, grandes congresos, proyectos, pero no se cumplen, se han convertido en charlatanes de feria, en un teatro, hablan y hablan y no hacen nada, con lo que se gasta en la guerra podrían vivir muchas personas bien, ¡no hay derecho! Por el egoísmo del dinero, del poder, del tener, no se trabaja por una cultura de vivencia, por la paz, por la solidaridad, por el crecimiento económico.
La crisis dicen que es económica, no ética. ¿El neoliberalismo tiene ética?
Está claro que el sistema actual lo que busca es la libertad de circulación del capital, del dinero, de la economía que ellos llaman de libre mercado y eso va a tener unas consecuencias tremendas para la humanidad.
Sé que hay países que intentar avanzar en otra dirección, pero la globalización tiene un poderío tremendo. Lo que está pasando en algunos países árabes es tremendo y lo que nos tememos es que esto desemboque en una catástrofe.
Se ha globalizado la economía neoliberal, ¿cuándo se globalizará la dignidad humana?
Ese es el tema, ni la solidaridad, ni la dignidad humana, ni el derecho a la vivienda, ni el derecho al trabajo, ni el derecho a la felicidad y a la paz. ¡Eso no se globaliza!
¿Cómo te sitúas tú en este momento, con esperanza?
Siempre, creo que esto tiene que cambiar y los que tenemos que conseguirlo somos las personas, confío plenamente en eso. Las personas, los pueblos, la gente sencilla y humilde, son los que tienen que hacer cambiar esto, porque no tenemos otro camino ni otra alternativa y porque si no hiciéramos esto estaríamos traicionando todas las perspectivas de nuestras generaciones venideras. Lo tenemos que cambiar y jamás podremos renunciar a los derechos y valores universales del ser humano. Renunciar a eso es renunciar a todo.
Bueno, Diego, veo que vuestra lucha no es de unos días ni por motivos precisamente económicos. Eso tiene un mérito inmenso y os honra.
De hecho, es toda una vida. Este sindicato tiene en estos momentos más de 400.000 euros de multa. Y hemos pagado como… 150.000 ya en los últimos cinco años. Tenemos 500 procesados hoy. Tenemos 1.000 o 2.000 a lo largo de nuestra historia. ¡Y nos piden 50 años de cárcel!, cuando nuestra lucha es pacífica siempre, pero profunda, radical en el fondo, pero en la forma pacífica. Nunca nos hemos enfrentado a la policía. Y nosotros somos como Gandhi y como Jesucristo: lucha activa, pero pacífica, dando donde les duele: en los bancos, en las propiedades, en la corrupción de los políticos. Y por eso hay una represión fortísima. Ahora mismo hemos abierto una cuenta de solidaridad a nivel internacional, para que la gente -la gente como nosotros- pueda aportar algo de dinero y hacer una caja de resistencia para poder afrontar todas las multas que nos están llegando. Ahora mismo tenemos pendiente un juicio donde nos piden tres años de cárcel, yo entre ellos, y hemos tenido que pagar una fianza de 3.400 euros.
¿Cómo es posible que el sistema judicial funcione así?
Porque todo está dirigido por la política. La independencia del poder judicial es muy relativa. Es difícil encontrar a un juez o a un fiscal que realmente juzgue con independencia. Yo me he tenido que salir de algún juicio, le he dicho al juez: “no creo en ti y me voy”. ¡Me he declarado insumiso judicial! Desde hace dos años ya no voy a ninguna parte, me han detenido tres veces ya, porque me llama el juez y no voy, porque no creo, no en la justicia, sino en “Vuestra Justicia”, porque todo es un teatro, y ya estoy condenado y con la multa, sin admitir a nuestros abogados, ni nuestro juicio, no admitís nada de lo nuestro, solamente de lo que dicen ellos.
¿Crees que es una clase que está alejada de la realidad, del pueblo?
Totalmente, te sitúan de una determinada manera ¡y ya está! Dicen: “Estos son los de Gordillo, los de Cañamero, estos son unos radicales” y ya nos tienen juzgados de antemano. El otro día hicimos una marcha a la cárcel de Morón. Íbamos 500, vestidos de presos, los 500 procesados. -“Ya que no podemos pagar las multas, métannos ustedes en la cárcel”.
Creo que tus compañeros y amigos de antaño, Diamantino, estarán contentos con vuestra lucha, que espero continúe.
Donde quieran que se encuentren estarán orgullosos de nuestra lucha, Diamantino fue una persona íntegra y muy comprometida.

ECOLOGISMO Y ECONOMIA,...

Crisis ecológica, económica y social. Diagnóstico y propuestas para una alternativa política

Daniel Albarracín y Carlos Pereda


Un diagnóstico de la evolución de la economía en la sociedad española no se puede hacer aisladamente sino teniendo en cuenta los estrechos vínculos entre economía, ecología y sociología política, y ubicando el caso español en el contexto europeo y de las relaciones internacionales. Todas estas dimensiones están articuladas en lo concreto y tanto el diagnóstico como las propuestas políticas que se esbozan a continuación parten de una visión crítica con el modelo social establecido.
La acumulación productiva y el objetivo de lucro como lógicas sistémicas abocan a una depredación del medio, a la explotación de unas clases (mayoritarias) por otras (minoritarias) y a la rivalidad y jerarquización entre los pueblos. Las instituciones estatales, supranacionales y las grandes corporaciones transnacionales aplican estas lógicas hasta donde les es posible, mediante la regulación del campo mercantil, fiscal, penal, etc., la defensa de la propiedad privada de los medios productivos y la libertad de movimiento de los capitales, y el despliegue de modelos de competitividad mercantil y explotación laboral cuyos límites solo se encuentran en las resistencias populares, sindicales y políticas de los y las de abajo.
El reto ecológico
El curso ecológico de nuestro planeta está sometido a una alteración que pone en tela de juicio la sostenibilidad de la vida, no sólo para las próximas generaciones sino también para la nuestra. Y la razón principal de esta gravísima alteración del medio ambiente, que da pie a la mayor ola de extinción de especies en la historia del planeta y a una degradación profundísima de las condiciones y territorios habitados por la especie humana, no tiene que ver con causas naturales sino, más bien, con el modelo de producción y consumo que orienta las bases de nuestra economía. Un modelo acostumbrado a consumir compulsivamente materias primas y energías no renovables, altamente emisor de gases de efecto invernadero que contaminan la tierra y el agua, generando una huella ecológica cada vez más grande, con residuos tóxicos en expansión que hacen del planeta algo parecido a un vertedero. Las consecuencias de este modelo de crecimiento son devastadoras y plantean grandes retos ecohumanos:
  1. El caos climático, producido por la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, cuyas consecuencias en el calentamiento global nos enfrentan a plazos exiguos (a lo más cinco años) para emprender medidas planetarias de transición energética hacia un esquema de energías renovables, electrificación del sistema productivo y de transporte, extracción productiva de baja emisión en carbono, y reducido recurso a materias primas y energía.
  2. Un proceso de finalización del acceso razonable y barato a energías fósiles, por otro lado las principales causantes de la emisión de gases de efecto invernadero. El Peak oil ya se ha producido, y aunque nuevas formas agresivas de extracción (fractura hidráulica, nuevos yacimientos en el ártico, etc.) pueden retrasarlo, o realizar sustituciones internas entre diferentes fuentes (gas natural) con mayores reservas, sin duda alguna es una de las razones de los grandes conflictos militares y fronterizos de nuestra época, por lo que es de urgencia vital sustituir estas fuentes, sin caer en el abismo civilizatorio del peligro de las nucleares.
  3. El agotamiento de tierras fértiles, materias primas de uso industrial y zonas irrigadas con agua potable de calidad. El calentamiento, la erosión y la desertificación están reduciendo las aguas dulces en la tierra y explican en gran medida los conflictos políticos y bélicos en numerosas zonas del planeta. Las corporaciones privadas globales se apropian de las materias primas esenciales, entre las que destacan las bases de la industria alimentaria mundial. Las grandes potencias están emprendiendo una adquisición a gran escala de zonas ricas en materias primas, tierras fértiles y zonas abastecidas de agua (para riegos y uso humano) cuya escasez está agudizándose, más aún con las prácticas de privatización en la propiedad y gestión de estos bienes comunes, socavando principios clave como el de soberanía alimentaria.
Los desafíos para enfrentar estas cuestiones insoslayables comprometen a un cambio de modelo productivo y energético, defensa y cuidado de los bienes comunes, infraestructuras sostenibles, desarrollo de energías renovables, economía ecológica, agricultura de proximidad, soberanía alimentaria, minoración y reciclaje de residuos, etc., tal como se recoge en el Cuadro 1.
Cuadro 1
Productivismo vs sostenibilidad ecológica
PROBLEMASALTERNATIVAS
Caos climático: calentamiento globalCambio del modelo energético y productivo para minimizar la emisión de gases de efecto invernadero: infraestructuras sostenibles, transporte colectivo y electrificado, etc.
Fin de las energías fósiles y nuevas extracciones agresivas.
Transición hacia las renovables, no a las nuevas formas de extracción (fractura hidráulica).
Monopolio privado de las renovables y dosificación de su implantación

Paneles solares, carriles bici, parques eólicos, maremotriz, biomasa, etc.
Agotamiento materias primas y conflictos bélicosRespetar biosfera y ecosistemas.
Economía ecológica.
Antes alimentos que agrocombustibles…
Amenaza, privatización y agotamiento de bienes comunes elementales (Agua, Tierra, Alimentos)Derecho universal a los bienes comunes.
Soberanía Alimentaria.
Gestión pública participativa…
Ciudades y mundo rural sostenibles
Residuos y contaminación: huella ecológica creciente.Biomímesis. Economía sostenida y autocontenida, ciclos cerrados. Economía de proximidad.
Minoración y reciclaje de residuos.

El reto económico: oligarquía política, finanzas y transnacionales
En las modernas sociedades capitalistas el aparato del Estado se ha convertido en una herramienta de regulación flexible al servicio del capital transnacional. En este sentido, los responsables de la política económica son una casta alejada de los intereses de la mayoría cuando sus principales fines se dirigen a facilitar las inversiones rentables a bajo coste fiscal y laboral, y a garantizar que el sistema financiero y la gran industria puedan encontrar apoyos y rescates ante eventuales crisis de envergadura. Las decisiones de inversión se toman en función de las expectativas de rentabilidad efectiva para los agentes capitalistas: accionariado y acreedores de deuda, con frecuencia de origen extranjero (según el Fondo Monetario Internacional, un tercio del accionariado español en diciembre de 2013 pertenecía a inversores extranjeros, la mayoría de cinco países: Francia, Alemania, Estados Unidos, Luxemburgo y Reino Unido).
En la actual etapa neoliberal, tras la crisis de rentabilidad de los años 70, hay contradicciones añadidas, fruto de las políticas de reestructuración y ajuste, así como de desregulación financiera y desarrollo de políticas expansivas –especialmente favorables al sistema bancario– que han facilitado hasta 2007 el abaratamiento del crédito. Pero a partir de ese año la combinación de un deterioro de la tasa de rentabilidad y un ascenso de las cargas financieras constriñó los factores fundamentales de la acumulación capitalista (inversión, crecimiento del empleo y de la masa salarial, etc.) y, con ellos, se abrió una etapa de oscilación entre la recesión y el estancamiento, con efectos sociales especialmente negativos para la mayoría de la población trabajadora.
En toda esta situación, los actores más aventajados han sido las grandes corporaciones transnacionales privadas, con alto poder de mercado e influencia política. Las estrategias de oligopolización, en forma de empresa-red transnacional, de rescate estatal y de ajuste de empleo y salarial han compensado en parte la reducción media de la tasa de ganancia efectiva, en detrimento de una fortísima destrucción del pequeño empresariado y de un desempleo brutal. En términos de algunos economistas críticos, podríamos estar atravesando una fase de decadencia, cuanto menos en Europa –extensible en diversos grados a la tríada que suma a Japón y EEUU–, de la onda larga de acumulación en vigor, en un capitalismo global donde emergen nuevos actores. Las grandes corporaciones exploran su transnacionalización, relocalizando las industrias manufactureras y reservándose los procesos tecnológicos y comerciales estratégicos.
En el marco de la Unión Europea nos encontramos con un marco institucional, económico y monetario propicio para el capital transnacional europeo, y pronto, si se llega aplicar el Tratado de Libre Comercio con EEUU, para el estadounidense. El Sistema Euro es la arquitectura que determina la marcha de Europa, y que la constituye como un área favorable al capital transnacional. El Sistema Euro equivale a un entramado institucional construido de manera asimétrica por acuerdos intergubernamentales, en el que se articula una política económica basada en el ajuste permanente (desde el Tratado de Maastricht, pasando por el Tratado de Lisboa, llegando al Pacto Fiscal), un presupuesto público irrisorio (centrado sobre todo en política agrícola) y la instauración de una moneda única, sin armonización fiscal ni laboral, y gestionada por el Banco Central Europeo que se ha pautado para controlar la inflación y adoptar una política monetaria basada en la flexibilidad cuantitativa al servicio de la confianza en los mercados interbancarios.
En resumen, el sistema Euro es el esquema institucional con el que ha cobrado cuerpo la financiarización y la austeridad en la política económica del continente. Un modelo que implica exigencias permanentes de devaluación fiscal y salarial, garantías y rescates para el sistema bancario privado, en detrimento de las condiciones y servicios públicos para las poblaciones europeas. Se trata de un sistema que propicia que aquellos países con peor inserción en la división europea del trabajo y con unos niveles de productividad más bajos, acumulen permanentemente déficits en la balanza de pagos, base que empuja a un mayor endeudamiento con las economías y sistemas financieros que presentan una mejor situación en estos capítulos. Esto implica una concentración de capitales en los países centroeuropeos, sobre todo en este periodo de gran recesión.
La ausencia de mecanismos de corrección y compensación de los flujos financieros especulativos aboca a un crecimiento desmesurado del endeudamiento privado que, en el caso de España, ha superado el 350% del PIB, provocando entre otros efectos la conversión de deuda privada en deuda pública a través de rescates bancarios, fiscalidad regresiva, subvenciones a las grandes empresas, etc. Esta deuda no sólo comporta un lastre monumental para nuestra economía sino un peso cada vez mayor para el gasto público (más de 30.000 millones de euros en los últimos años en pago de intereses) lo que provoca recortes en la política social y afectan especialmente a los sectores sociales más frágiles. El cuadro 2 sintetiza estos problemas y propone algunas líneas alternativas.
Cuadro 2
Tiranía financiera vs democracia económica
PROBLEMASALTERNATIVAS
Tiranía de las grandes corporaciones transnacionales y oligopolizaciónDemocracia económica: trabajo autogestionario de las empresas. No al Tratado de Libre Comercio UE-USA
Democracia secuestrada por la gran banca y lobbies privados en connivencia con la casta políticaGobierno público bajo control social. Procesos constituyentes. Regulación de la función social de las empresas. Nacionalización de los sectores estratégicos
Economía al servicio del lucroPrimero satisfacer las necesidades y derechos básicos de toda la población.
Política fiscal progresiva sobre los beneficios, la gran propiedad y las rentas altas
Crisis bancaria: cortocircuito del crédito, rescates bancarios, etc.Auditoría de la deuda pública e impago de la deuda ilegítima. Banca Pública bajo control social
Sistema Euro: corsé de Tratados de Austeridad, BCE y Moneda Única al servicio de las empresas europeas transnacionalesPoner la economía y la moneda al servicio de la gente. Presupuesto Público Europeo fuerte y redistributivo. Reforma del BCE o, en su defecto, desobediencia y construir área supranacional solidaria

La cuestión social

En el marco del actual modelo socioeconómico se restringen los derechos laborales y sociales, y se produce un retroceso importante de los servicios públicos, lo que ocasiona mayor vulnerabilidad, peores condiciones materiales de vida y, en definitiva, menos autogobierno de la propia existencia. En especial, el paro de larga duración unido a la precariedad del empleo temporal y a tiempo parcial (no voluntario) se han convertido en una trampa de la que es cada vez más difícil salir, en especial para muchas mujeres que suelen padecer menores oportunidades laborales, escasas posibilidades de promoción, ocupaciones restringidas y una fuerte brecha salarial, mientras se siguen ocupando mayoritariamente del trabajo doméstico y reproductivo.
Para propiciar una restauración de las tasas de beneficio se ha aplicado medicina de caballo en materia de empleo, aplicando dos reformas laborales, la de 2010 y, sobre todo, la de 2012, que alteran la naturaleza de las relaciones laborales en el caso español: se pulveriza la cobertura de la negociación colectiva, la primacía de los acuerdos se da en las empresas y no en los sectores, los convenios decaen al cabo de un año si no se renuevan, rompiéndose el principio de ultraactividad, y se facilita y abarata el despido de manera drástica, generalizando la inestabilidad en el empleo, ampliando el empleo a tiempo parcial con bajos ingresos, y manteniendo tasas de desempleo por encima del 20%. Tal como recoge el Barómetro Social de España a partir de la Estadística de Salarios de la Agencia Tributaria, 2013 ha sido el año con un salario medio más bajo de toda la serie histórica, iniciada en 1992, y con una mayor distancia o desigualdad entre salarios altos y bajos.
Los corsés constitucionales al pago de la deuda pública (art. 135) y los compromisos hipócritas de control del déficit (que se centran en recortes en servicios públicos y derechos sociales, pero son sumamente generosos con los rescates y la desfiscalización al capital privado) han propiciado que la deuda soberana haya pasado del 37% del PIB en 2007 al 100% en 2015. Se han aplicado sin piedad políticas públicas de austeridad y recortes, que profundizan la recesión en la que está inmerso el capital privado, dominado por una desinversión rentable de carácter selectivo, o por la relocalización directa de capitales y unidades productivas.
En el plano social el panorama es desolador: recortes drásticos en el ámbito de la educación, de la sanidad, de la atención a la dependencia y de las pensiones; privatización de las últimas empresas públicas; y recortes salariales y de las prestaciones a las personas en paro y en situación de extrema necesidad que engordan los niveles de pobreza, exclusión social, desahucios y polarización de la renta y la riqueza.
Ante este diagnóstico, resulta evidente que es preciso emprender unas políticas alternativas a las vigentes, bajo parámetros democráticos que, a día de hoy, brillan por su ausencia. El Cuadro 3 apunta algunas propuestas en esa dirección.
Cuadro 3
Sistema excluyente-patriarcal vs condiciones dignas de vida y convivencia
PROBLEMASALTERNATIVAS
División sexual del trabajoReparto del trabajo doméstico y extra-doméstico. Políticas de igualdad. Escuelas infantiles, atención a la dependencia
Desigualdad social. Polarización creciente de la renta y la riquezaPolítica fiscal progresiva y desarrollo de políticas sociales.
Impuesto sobre grandes fortunas y sobre transacciones financieras. Reinversión de beneficios bajo control social.
Salario máximo y aumento del SMI
Paro y empleo precarioTrabajo decente generalizado, con estabilidad y movilidad del puesto. Reducción del tiempo de trabajo y anticipación de la edad de jubilación.
Potenciar servicio público de empleo
Pobreza y Exclusión Social.
Recorte de servicios públicos básicos
Derechos de ciudadanía y renta básica.
Construir el bien común y los servicios públicos no burocratizados, bajo control social
Gente sin techo,
casas sin gente
Alta fiscalidad sobre las viviendas en desuso o vacías.
Parque público de alquiler asequible.
Regulación deuda hipotecaria vivienda principal (rescate ciudadano y quita del principal)

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