ESTA PRIMERA FRASE, ES PARA MÍ?:
"" Lucha por ser comandantes
estratégicos de la revolución, no sólo los líderes tácticos, y no sólo los
filósofos estratégicos.""
ME LA HAN MANDADO VARIAS VECES, PERO COMO UNA ESPECIE DE CONSIGNA,...NO ES TITULAR DE ARTÍCULO,...ES COMO UN MENSAJE CORTO,...
EL ASUNTO, COMO YO LO VEO, ES EL SIGUIENTE: HA PLANTEADO A ELLOS, EN MI BLOG, MUCHAS VECES EL ASUNTO DE LA CONTRADICCIÓN ENTRE LA PROCLAMA -SEGÚN PARECE- DE REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL,...Y EL SIGNIFICATIVO HECHO DE QUE NO DAN RESPUESTAS LOS MAOISTAS EN GENERAL A ESTE ASUNTO,...NI LOS OFICIALISTAS NI LOS AVAKANIANISTAS,...
Y A LA VEZ COMENTO, Y DIGO: YO INTENTO SER COMANDANTE ESTRATÉGICO DE LA DE LA REVOLUCIÓN,...DOY DOS MOTIVOS: INTENTO DIRIGIR -DESDE MÁLAGA, DESDE ESTE BLOG, Y ALGUNOS COMENTARIOS ENVIADOS A SU BLOG, Y SU DIRECCIÓN POSTAL, DESDE HACE AL MENOS 14 AÑOS, AL PCR EE.UU. -ELLOS DIRÁN, TÓCAME LOS GUEVOS,...Y A LA VEZ HE ELABORADO TEORÍA SOBRE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL PROLETARIA-POPULAR, LA REVOLUCIÓN DE LA HUMANIDAD,...
Reproduzco,...a mi también me tocan los guevos, los grupos y partidos maoistas, y los m-l, que no lo son,...por ello digo, que siguen animosamente hablando de revolución proletaria en un solo país, en este caso sería EE.UU. DE N.A.
Y no entro, ahora en este trabajo en cosas concretas que plantean estos documentos, porque ya lo tengo más que editado en este blog,...Así que hago publicidad olimpica a pcr ee.uu. y a su lider bob avakian,...que os vaya bien,...esto no es cortar por lo sano,...es desearos suerte,...la cortesía es un don de la inteligencia proletaria,...luky de Málaga,....
Y casi por último: LA VIOLENCIA DE GÉNERO, LO QUE TRAE CONSIGO, LO QUE ES LAS RELACIONES ENTRE HOMBRE-MUJER,...ES UN GUERA SOCIAL,...ES UN FORMA DE LA LUCHA DE CLASES,...ESTA TESIS, ES MÍA,...LA DEFENDERÁ AUNQUE ME DIGAN MACHISTA Y QUE NO SOY MARXISTA PROLETARIO,...YA, CASI ME DA IGUAL,...OS MANDO, SI QUEREIS A MIS ESCRITOS SOBRE ESTOS ASUNTOS, EDITADOS EN ESTE BLOG,...POR ELLO HAY QUE ELABORAR UNAS BASES CIENTIFICAS Y UNAS LÍNEAS POLÍTICAS SOBRE STE ASUNTO,...ASUNTO, UNO MÁS, POR LOS CUALES NO AVANZA LAS IDEAS Y LAS PRACTICAS SOCIALES DE LIBERACIÓN TOTAL DE LA HUMANIDAD,...
EN EL ESTADO ESPAÑOL, EN LO QUE VA DE AÑO, HA HABIDO POR LO VISTO, DE FORMA OFICIAL, 7 ASESINATOS DE MUJERES, CONSIDERADO VIOLENCIA DE GÉNERO,...SE LE ESTÁ LLAMANDO TERRORISMO MACHISTA,...¡¡, POR PARTE DE PERSONAL POLÍTICO AFINES DEL PARTIDO POPULAR,... Y POR MUJERES DE CIERTO PODER POLÍTICO ORGANIZADO,..¡¡.:
[Esto es terrorismo, terrorismo machista] Asesinadas 4 ...
kaosenlared.net/esto-es-terrorismo-terrorismo-machista-asesinadas-4-muj...
Por qué los asesinatos de mujeres por violencia de género ...
especialistaenigualdad.blogspot.com/.../por-que-los-asesinatos-de-mujere...
Asociación de Víctimas del Terrorismo Machista
https://es-es.facebook.com/AsociacionVictimasTerrorismoMachista
Un crimen machista sacude los cimientos de Turquía
www.elmundo.es › Internacional
25N Día contra el terrorismo machista
www.rebelion.org › España › Opinión
Contra la violencia de genero – Manifestación
fotomovimiento.org/contra-la-violencia-de-genero-manifestacion/
stop violencia machista
singenerodedudas.com/blog/tag/stop-violencia-machista/
plataforma feminista del ateneo de madrid: sobre la ...
www.laindependent.cat › Comunicats
Los nuevos machismos:
https://books.google.es/books?isbn=849064506X
Lídia Falcón O'Neill - 2014 - Social Science
Desgraciadamente, suelen escucharse a menudo afirmaciones de este tipo, ... que el maltratoy el asesinato de mujeres constituyan terrorismo machista.Terrorismo machista
https://teresamolla.wordpress.com/category/terrorismo-machista/
YO SIEMPRE TENGO QUE SER PUNTA DE LANZA, EL DE LA DISCORDIA,...CON ESOS ANUNCIADOS DE ESAS WEBS, NO SALIMOS HACIA ADELANTE,...EN SI ES RETROGRADO Y PRO-CAPITALISTA,...ESAS TENEMOS,...
Y LO MÁS JILIPOYAS, ES ESTO DE KAOS EN LA RED:
Publicado en: 31 marzo, 2015
Antifascismo / Bloque4Adebat / Derechos humanos / Estado español / Mujeres, géneros y luchas LGBTTI /Represión / Secciones / Terrorismo Machista
[Esto es terrorismo, terrorismo machista] Asesinadas 4 mujeres en menos de 48 horas
Por Kaos. Terrorismo machista
El asesinato de una mujer en Lleida de este lunes (30 de marzo) es el cuarto feminicidio en el estado español en menos de 48 horas y el tercero en un solo día. Además del crimen machista Lleida donde una mujer fue muerto a tiros en la calle, otro crimen machista tuvo lugar en Alhaurín […] ///.
Sobresalir en brillos de los estados
Explorar ahora
Diseñado con la mujer moderna en mente
Tienda de Lencería
EN SU DÍA, REALICE Y EDITÉ ALGO SOBRE CONTRACULTURA DE LA CULTURA INCULTA, -EN PAPEL-,...Y AL RECORDARLO, DEBIDO A ESTE ASUNTO DE HOY,...PUES QUIZÁS HARÉ DE VEZ EN CUANDO ALGO DE IRONÍA POLÍTICA EN ESTE BLOG,...QUE OS PARECE,...
REPRODUZCO, LO NUEVO QUE ME HAN MANDADO:
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TAMBIÉN EN ESTA EDICIÓN |
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Contribuir a propagar la revolución en todo el mundo!
30 de marzo 2015 | Revolución Periódico | revcom.us
En el mes de febrero de 2015, la gente de
166 países y posesiones coloniales de todo el mundo visitaron revcom.us-up de
65 países en enero de 2013. Lo que esto significa es que miles y miles de
personas de países tan diversos como Vietnam, México, Alemania y Turquía [ haga clic aquí para
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salir de la opresión y la locura que enfrentan las personas en todo el mundo. Se
encontraron en el análisis Español e Inglés-revolucionario de los
acontecimientos mundiales clave y lo más importante el radical La nueva
concepción de la revolución comunista, que se concentra en los escritos y
discursos de Bob Avakian y que muestra el camino a seguir para emancipar a la
humanidad de la dominación de el capitalismo-imperialismo.
WWW.REVCOM.US/ REVOLUCIÓNPERIÓDICO da vida a un análisis científico de los acontecimientos más importantes en
la sociedad y el por qué están sucediendo en todo el mundo, cómo los diferentes
eventos y desarrollos se relacionan entre sí, cómo todo esto se relaciona con
el sistema en que vivimos, ¿dónde está la gente intereses están en relación con
todo esto, cómo la revolución es de hecho la solución a todo esto y cuáles son
los objetivos de la revolución son, cómo los diferentes puntos de vista y
programas se relacionan, positiva o negativamente, a la revolución que se
necesita, y cómo la gente puede moverse y se están moviendo, para construir
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Una declaración
del Partido Comunista Revolucionario: SOBRE LA ESTRATEGIA PARA LA REVOLUCIÓN
La gente en los países alimentaban y
saqueadas por el imperialismo, las personas atrapadas en un mundo que está cada
vez más desgarrada por la Combatientes de dos formas de dominación reaccionaria
y regla-imperialismo y religiosa fundamentalista teocracia encontrado este
sitio y todo lo que da a luz de lo que se llevará a plasmar en la realidad
hacia adelante de una manera diferente en el mundo y romper el curso de la
historia de la tenaza de ser atrapado entre estas dos fuerzas reaccionarias con
todo el sufrimiento y la miseria que se amontonaban en las masas como resultado
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sobre Revolución y Religión
" ¿Qué es una situación revolucionaria? ",
de Bob Avakian
" 12 años después de los EE.UU. La
invasión de Irak-legado de muerte, la tortura, el desplazamiento, y de Terror "
Entrevistas con, videos de y artículos sobre los
luchadores valientes que están de pie en los Estados Unidos contra la epidemia
de asesinato policial y el encarcelamiento en masa
Una declaración: Por la liberación de la
mujer y por la emancipación de toda la humanidad
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ETAPA Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, EE.UU. -disponible en
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EL COMUNISMO:
EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA
EL COMIENZO DE UNA NUEVA ETAPA
Un manifiesto del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos
septiembre de
2008
A pesar de lo que se nos predica constantemente, este sistema
capitalista bajo el cual vivimos, este modo de vida que constantemente agota —o
en un instante destruye— la vida para la gran mayoría de la humanidad, no representa el mejor mundo posible — ni
el único mundo posible. Las formas en que la vida cotidiana, por siglos y
milenios, ha hecho que la gran mayoría de la humanidad estuviera abrumada,
quebrada en cuerpo y espíritu, por la opresión, agonía, degradación, violencia
y destrucción y el oscuro velo de la ignorancia y la superstición, no es la culpa de esta humanidad sufrida
— ni es la “voluntad” de algún dios o dioses que no existen, ni el resultado de
alguna “naturaleza humana” que no se cambia y no se puede cambiar. Todo eso es
la expresión, y el resultado, de cómo la sociedad humana se ha desarrollado
hasta este momento bajo la dominación de explotadores y opresores... pero ese
mismo desarrollo ha traído a la humanidad a un momento en que lo que por miles
de años ha existido, ya no tiene que ser así — en que un modo de vida completamente
diferente es posible, en que los seres humanos, como individuos y sobre todo en
su interacción mutua entre sí, en todas partes del mundo, pueden quitarse las
cadenas pesadas de la tradición y ponerse a su máxima altura y florecer de
formas nunca antes vividas o siquiera imaginadas en toda su extensión.
I.
Los largos años de tinieblas — y el avance histórico
Las relaciones económicas y sociales explotadoras, incluidas la
sistemática dominación de las mujeres por los hombres y la división de la
sociedad en clases distintas con intereses en conflicto, no siempre han
existido entre los seres humanos. Una situación en que un grupo pequeño
monopoliza no solo la riqueza sino los mismos medios para vivir, y así obliga a
cantidades mucho más grandes de personas a trabajar como burros bajo su mando,
de una forma u otra, mientras ese pequeño grupo también monopoliza el poder
político y los medios de imponer esa explotación y domina la vida intelectual y
cultural de la sociedad, condenando a la abrumadora mayoría a la ignorancia y
la sumisión — todo eso no siempre ha sido parte de la sociedad humana. Ni
tendrá que continuar como la forma en que los seres humanos se relacionan entre
sí, mientras estos sigan existiendo. Estas divisiones opresivas surgieron hace
miles de años, reemplazando a las primeras formas de sociedad comunal, las que
en sí habían existido por miles de años, y que se conformaban de grupos
relativamente pequeños de personas que tenían en común sus pertenencias más
importantes y trabajaban en común para satisfacer sus necesidades y procrear
nuevas generaciones.
Cuando estas primeras sociedades comunales se desintegraron, no se
debía a alguna “propensión natural” a buscar una posición superior y a
“superarse” a expensas de otros, ni a una supuesta “predisposición genética” de
los hombres a subyugar a las mujeres o de una “raza” de personas a conquistar y
saquear a otras “razas”. Sin duda a veces había conflictos cuando los miembros
de las primeras sociedades comunales se encontraran y no pudieran fácilmente
conciliar las diferencias entre sí, pero estas sociedades no se caracterizaban
por las divisiones opresivas institucionalizadas que conocemos tan bien hoy. La
idea de que algunas personas de esas sociedades se establecieran como amos de
otras y que buscaran adquirir riqueza y poder obligando a otras personas a
trabajar por ellas les hubiera parecido bien rara, y atroz, a los miembros de
esas sociedades comunales. Más bien, el surgimiento de divisiones de clase y de
relaciones sociales opresivas entre las personas se debió a cambios en la
manera en que los seres humanos se compenetraban con el ambiente natural “externo”
y en particular los cambios en la manera en que estos seres humanos llevaban a
cabo la producción de los artículos materiales necesarios para la vida y la
reproducción y formación de nuevas generaciones.
En particular, cuando se empezó a llevar a cabo la organización de
esta producción y reproducción de tal manera que los individuos, en lugar de la
sociedad en conjunto, empezaban a controlar el excedente producido por la
sociedad por encima y más allá de lo necesario para la mera subsistencia, y sobre
todo cuando los individuos se establecieron más o menos permanentemente en
parcelas de tierra y empezaron a llevar a cabo producción agrícola en esas
tierras, se inició la larga noche en que los seres humanos han estado divididos
entre amos y esclavos, los poderosos y los sin poder, los que gobiernan y los
gobernados, aquellos con el papel decisivo de determinar el rumbo de la
sociedad, y aquellos cuyo futuro se determina así, aunque su papel no incide en
la determinación de ese futuro.
A lo largo de esos miles de años de tinieblas para la gran mayoría
de la humanidad, la gente ha soñado con una vida diferente — en que la
esclavitud, violación, guerras de saqueo y una vida de enajenación, agonía y
desesperación ya no constituirían “la condición humana”. Ese anhelo de un mundo
diferente se ha expresado en varias formas de fantasía religiosa — mirando más
allá de este mundo a un dios o dioses que supuestamente controlaran el destino
humano y que supuestamente, en alguna futura vida, si no en esta, por fin compensaran
a aquellos que hayan soportado un interminable sufrimiento durante su tiempo
sobre la tierra. Pero también ha habido repetidas tentativas de cambiar la
situación en el mundo. Ha habido revueltas y sublevaciones, rebeliones de
masas, conflictos armados y hasta revoluciones en que sociedades y las
relaciones entre distintas sociedades se transformaron de maneras importantes.
Han caído imperios, se han eliminado monarquías, han sido derrocados
esclavistas y señores feudales. Pero, por cientos y miles de años, mientras que
muchas vidas se sacrificaban en estas luchas, por voluntad o sin ella, siempre
resultaba que al dominio de un grupo de explotadores y opresores lo reemplazaba
el de otro — de una forma u otra, una pequeña parte de la sociedad seguía
monopolizando la riqueza, el poder político y la vida intelectual y cultural,
dominando y oprimiendo a la gran mayoría y en repetidas ocasiones librando
guerras contra estados e imperios rivales.
Todo eso siguió intacto en lo fundamental — la luz de un nuevo día
jamás apareció para las masas de la humanidad, a pesar de todo su sacrificio y
lucha… hasta que, hace poco más de cien años, surgió algo radicalmente nuevo:
un pueblo se levantó que encarnaba no solamente los deseos sino el potencial de
acabar con todas las relaciones de explotación y opresión y todos los
conflictos antagónicos destructivos entre los seres humanos, por todo el mundo.
En 1871, en medio de una guerra entre “su” gobierno y el de Alemania, el pueblo
trabajador de la capital de Francia, desde hace mucho explotado, empobrecido y
degradado, se levantó para tomar el poder y establecer una nueva forma de
asociación del pueblo. Esta fue la Comuna de París, que existió solamente en
una parte de Francia y que duró solamente dos meses, pero que representó, en
forma embrionaria, una sociedad comunista en que finalmente se eliminarían las
diferencias de clases y las divisiones opresivas sociales. La Comuna fue
aplastada por el peso y la fuerza del viejo orden — miles cayeron masacrados en
una valiente iniciativa pero al final fallida de mantener viva la Comuna. Pero
se habían dado los primeros pasos hacia un nuevo mundo, se había abierto el
sendero, se había mostrado el camino, si bien solamente de manera fugaz en ese
momento.
Aun antes de los sucesos de la Comuna de París, la posibilidad de
un mundo radicalmente nuevo, sin explotación y opresión, se había establecido
científicamente mediante la obra de Carlos Marx, junto con su contemporáneo y
colaborador, Federico Engels, los fundadores del movimiento comunista. Como
dijo el mismo Marx unos pocos años antes de la Comuna:
Una vez se ha penetrado en la conexión de las cosas, se viene
abajo toda la fe teórica en la necesidad permanente del actual orden de cosas,
se viene abajo antes de que dicho estado de cosas se desmorone prácticamente1.
Y eso es lo que había hecho Marx: con ciencia, había analizado y
sacado a la luz no solo estas “conexiones” del sistema del capitalismo, que
había llegado a ser la forma dominante de explotación en Europa y venía
colonizando a grandes partes del mundo, sino también las “conexiones” entre el
capitalismo y todas las formas anteriores de la sociedad humana — y al hacerlo,
había mostrado que no había ninguna “necesidad permanente” ni para continuar el
capitalismo ni para que existiera otra sociedad basada en la explotación y
opresión de los muchos por los pocos. Eso fue un avance profundo en el
conocimiento de la realidad por los seres humanos, lo que estableció la base
teórica para un avance histórico mundial en la práctica, para la
revolucionarización sin precedentes de la sociedad y de las relaciones entre
las personas por todo el mundo.
El descubrimiento fundamental de Marx fue que el carácter de la
sociedad, y las relaciones entre las personas en la sociedad, no se determinan
por las ideas y la voluntad de los individuos —ni seres humanos individuales ni
seres sobrenaturales fantásticos— sino por la necesidad que las personas tienen
para producir y reproducir los artículos materiales necesarios para la vida y la manera en que las personas se
reúnen, y los medios que utilizan, para satisfacer esa necesidad. En el mundo
actual, con la tecnología altamente sofisticada —y, en particular, para
aquellos que están más separados del proceso de producir estas necesidades
básicas para la vida— se puede olvidar fácilmente que, si no se llevara a cabo
la actividad productiva para satisfacer estas necesidades básicas (comida,
vivienda, transporte, etc.) y si las sociedades no fueran capaces de reproducir
su propia población, pues pronto la vida se paralizaría y ya no sería posible
todo lo que ocurre en la sociedad que más o menos se da por sentado mientras su
funcionamiento siga “como si nada”. Penetrar debajo de todos los complejos
niveles del desarrollo histórico humano y la organización social a los
cimientos subyacentes y al núcleo básico del funcionamiento de la sociedad
humana fue una gran hazaña y contribución inapreciable de Marx.
Pero Marx mostró que, en cualquier momento dado, las formas con
que la gente lleve a cabo la producción y la reproducción de los artículos materiales
necesarios para la vida —el carácter de las fuerzas productivas (la tierra y la materia prima, la
tecnología, sea sencilla o compleja, y las propias personas con su conocimiento
y capacidad)— determinarán básica y fundamentalmente cómo la gente se organiza,
las relaciones de producción que contraen las personas, para poder
utilizar de la mejor forma las fuerzas productivas. De nuevo, Marx mostró que
estas relaciones de producción no se tratan de la voluntad, ni de los
caprichos, de los individuos, por poderosos que sean, sino que por necesidad
han de conformarse en lo básico al carácter de las fuerzas productivas en un
momento dado. Por ejemplo, si la tecnología de la informática y los procesos de
producción correspondientes, que son un eje de las economías modernas actuales,
se introdujeran en las sociedades formadas de pequeños grupos de
recolectores-cazadores a lo largo de grandes extensiones de territorio
(relativas al tamaño de su población), lo que fue el modo de vida de las
primeras sociedades comunales, la introducción de esta tecnología traería
cambios dramáticos en el carácter de esas sociedades: se trastocaría y se
cambiaría su modo de vida de maneras importantes. Ni, por ejemplo, se podría
utilizar de manera eficiente la tecnología moderna en la agricultura de
plantaciones que fue la columna vertebral del modo de vida del sur de Estados
Unidos durante la esclavitud y durante casi cien años después de que la guerra
de Secesión de los años 1860 abolió la esclavitud. El carácter de esa agricultura
de plantaciones suponía un nivel bajo de tecnología con un proceso productivo
intensivo en mano de obra, primero con grandes cantidades de esclavos y luego
de aparceros y jornaleros agrícolas: un trabajo rompe-lomo “de la madrugada al
anochecer”. De hecho, en el período después de la II Guerra Mundial en
particular, la introducción de nueva tecnología en la agricultura del sur
—sobre todo una cantidad cada vez mayor de tractores y máquinas de sembrar y
pizcar— socavó el viejo sistema de plantaciones y fue un importante factor que
generara la expulsión de muchos negros, quienes antes habían estado encadenados
a la tierra de una forma u otra, de la tierra hacia las ciudades del norte
así como del sur. Eso, a su vez, constituyó una parte importante de la base
material sobre la que se libró la lucha para poner fin a la segregación legal y
al terror abierto del Ku Klux Klan y otros supremacistas blancos — una lucha
que, por medio de enorme sacrificio y heroísmo, llevó a cabo cambios muy
importantes en la sociedad estadounidense, y en la posición del pueblo negro en
particular, aunque no puso fin, ni pudo poner fin, a la opresión del pueblo
negro, la cual ha sido y aún es un elemento integral y fundamental del sistema
capitalista imperialista de Estados Unidos2.
Esto ilustra otro hecho crucial que Marx sacó a la luz: sobre los
cimientos de las relaciones de producción existentes en un momento dado, se
levantará una superestructura de política e ideología —estructuras,
instituciones y procesos políticos, modos de pensar y cultura— que en un
sentido fundamental tiene que corresponder y corresponderá a las relaciones de
producción existentes y a su vez les servirá y las reforzará. Marx mostró
además que desde que los cambios en las fuerzas productivas generaron el
surgimiento de las relaciones de producción caracterizadas por la subyugación y
la dominación, se ha dividido la sociedad en diferentes clases,
cuya posición en la sociedad se desprende de su papel específico en el proceso
de producción. En una sociedad dividida en clases, será la clase que domina la
economía —ese grupo en la sociedad que monopoliza la propiedad y el control de
los grandes medios de producción (tecnología, tierras, materia prima, etc.)— la
que dominará también la superestructura de política e ideología. Esta clase que
domina la economía ejercerá un monopolio del poder político. Este monopolio del
poder político está concentrado en el estado —en particular los instrumentos de
represión política, tales como la policía y el ejército, el sistema jurídico y
las instituciones penales, así como el poder ejecutivo— y asume una expresión
concentrada en el monopolio de la fuerza armada “legítima”. Asimismo, los modos
de pensar dominantes en la sociedad, y sus expresiones en la cultura,
corresponderán al punto de vista y a los intereses de la clase dominante (como
Marx y Engels lo explicaron en el Manifiesto Comunista,
mientras que una sociedad esté dividida en clases, las ideas dominantes en
cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase dominante).
Bien, ¿qué es la base fundamental, y cuáles son las fuerzas
motrices subyacentes, del cambio en la sociedad? Marx analizó que, por
medio de la actividad y las innovaciones de los seres humanos, se desarrollan
constantemente las fuerzas productivas, y en cierto momento las nuevas fuerzas
productivas que se han desarrollado entrarán en antagonismo con las relaciones
de producción existentes (y la superestructura de política e ideología que
corresponde a esas relaciones de producción). En ese momento, como lo
caracterizó Marx, las relaciones de producción existentes han llegado a ser, en
un sentido global, trabas, una cadena sobre las fuerzas productivas; y cuando
surja tal situación, hay que llevar a cabo una revolución cuyo objetivo
fundamental sea revolucionar las relaciones de producción, hacer que
correspondan a las fuerzas productivas, a fin de generar una situación en que
las relaciones de producción sean una forma más adecuada para el desarrollo de
las fuerzas productivas, y no trabas a ese desarrollo. Las fuerzas que
representen a una clase que encarna el potencial para llevar a cabo esta transformación
de las relaciones de producción, para hacer que correspondan, en lo
fundamental, a la manera de que se han desarrollado las fuerzas productivas,
impulsan tal revolución. Pero esta revolución debe, y solamente puede, darse en
la superestructura —en la lucha por el poder político
sobre la sociedad, derrocando y desmantelando el viejo poder estatal y
estableciendo un nuevo poder estatal— lo que por tanto posibilita la
transformación de las relaciones de producción, así como la propia
superestructura, de acuerdo a los intereses de la nueva clase dominante y su
capacidad de desencadenar y utilizar de forma más plena las fuerzas
productivas.
Claro, la revolución es un proceso sumamente complejo en que
participan muchas personas y grupos, con muchos puntos de vista y objetivos, y
puede que aquellos que llevan a cabo tal revolución estén más o menos
conscientes de cuáles son las contradicciones subyacentes —entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción— cuyo desarrollo ha establecido la
necesidad de tal revolución y ha dado pie a la dinámica que la hace posible y
necesaria. Pero a la larga la influencia de estas contradicciones y esta
dinámica llevarán a primer plano a aquellos que pueden actuar y que sí actúan
básicamente según la necesidad de transformar las relaciones de producción de
modo que correspondan al desarrollo de las fuerzas productivas. Eso es lo que
pasó, por ejemplo, en la revolución francesa de finales del siglo 18 y
comienzos del 19, la más radical de todas las revoluciones burguesas: muchas
fuerzas de clase y grupos sociales diferentes participaron en esa revolución,
pero a fin de cuentas fueron las fuerzas políticas que se pusieron a establecer
el sistema capitalista, en lugar del viejo sistema feudal, las que pudieron
afianzarse en el poder, en lo fundamental porque esa transformación de la
economía, y de la sociedad en conjunto sobre esa base, representó el necesario
medio para hacer que las relaciones de producción correspondieran a la manera
en que las fuerzas productivas se habían desarrollado.
La guerra de Secesión estadounidense también ilustra los
principios y métodos básicos que Marx desarrolló y aplicó al desarrollo
histórico humano. Esta guerra de Secesión ocurrió en lo fundamental como
resultado del hecho de que dos distintos modos de producción —caracterizados
por distintos sistemas de relaciones de producción: el capitalismo y la
esclavitud— se habían entrado en un conflicto antagónico entre sí y ya no
podían coexistir en el mismo país. El resultado de esta guerra de Secesión fue
que, con el triunfo de la clase capitalista centrada en el Norte, se abolió el
sistema de esclavitud y llegó a dominar en todo el país el sistema capitalista
— aunque, sobre todo después de un corto período de Reconstrucción tras la
guerra de Secesión, la aristocracia terrateniente sureña y los nacientes
capitalistas en el Sur se vieron integrados de nuevo en la clase dominante del
país en conjunto, y de hecho han tenido una importante influencia en esa clase
dominante, mientras subyugaron de nuevo a los ex esclavos con formas de
explotación y opresión apenas menos duras que la esclavitud (y algunas formas
de esclavitud seguían existiendo, en particular en el Sur, por mucho tiempo
después de la abolición legal y formal de la esclavitud).
De estos ejemplos históricos, se puede ver cómo, en las
revoluciones que llevaron a cabo cambios cualitativos en la sociedad pero no
obstante solamente llevaron a establecer a una nueva clase explotadora en la
posición dominante, se ha repetido el mismo patrón en que las masas oprimidas
se sacrifiquen (o sean sacrificadas) en estas revoluciones (por ejemplo,
200.000 ex esclavos combatieron por el Norte en la guerra de Secesión, una vez
que se les permitiera hacerlo, y murieron con una tasa de mortalidad mucho más
alta que los otros soldados del ejército de la Unión) pero a fin de cuentas los
explotadores de las masas, nuevos o antiguos, se beneficiaron de ese
sacrificio. Así ha sido desde que las divisiones de clases y la dominación de
clases explotadoras han surgido y han caracterizado la sociedad humana. Eso fue
todo lo que era posible... hasta ahora.
La cosa más significativa, y liberadora, que Marx sacó a la luz es
que el desarrollo de la sociedad humana, como resultado de la dinámica que él
descubrió, ha llevado a una situación en que un mundo radicalmente diferente es
posible. Hemos llegado al momento en que, por medio del complejo desarrollo que
se ha esbozado solamente en términos muy básicos aquí, las fuerzas productivas
ya existen que hacen posible crear, y expandir de manera continua, una
abundancia que, en términos fundamentales, la humanidad en conjunto puede
compartir y utilizar para satisfacer las necesidades materiales de la gente en
todas partes, y a su vez proporcionar una vida intelectual y cultural cada vez
más enriquecida para todos. No solo se ha desarrollado la tecnología con que es
posible hacer todo eso en un sentido general sino que también es posible que
grandes grupos de personas que trabajan en común utilicen —y de hecho deberían
utilizar— esta tecnología. Marx descubrió la contradicción fundamental del
sistema capitalista que aún domina el mundo a un costo tan grande y con daños
tan grandes para la humanidad: la contradicción entre el modo socializado con
que se lleva a cabo la producción, y el hecho de que una pequeña cantidad de
capitalistas controla este proceso de producción y se apropia lo que produce.
Como recalca la Constitución de nuestro Partido:
[E]n el mundo de hoy grandes cantidades de personas —que trabajan
colectivamente y están organizadas en redes altamente coordinadas— llevan a
cabo la abrumadora mayoría de la producción de cosas y la distribución de
estas. En la base de todo este proceso está el proletariado,
una clase internacional que no es dueño de nada, sin embargo ha creado y
trabaja estas enormes fuerzas productivas socializadas. Estos gigantescos
poderes productivos podrían facilitar que la
humanidad no solo satisficiera las necesidades básicas de cada persona del
planeta, sino que construyera una nueva sociedad, con un conjunto completamente
diferente de relaciones y valores sociales… una sociedad en que todos verdadera
y plenamente pudiesen florecer3.
Lograr eso —resolver, por medios revolucionarios, la contradicción
fundamental del capitalismo y dejar atrás la división de los seres humanos en
explotadores y explotados, gobernantes y gobernados— es el objetivo de la
revolución comunista. Es una revolución que corresponde a los intereses fundamentales
del proletariado, que lleva a cabo, en las condiciones de dominación y
explotación capitalista, la producción socializada y que encarna el potencial
de hacer que las relaciones de producción correspondan a las fuerzas
productivas, y que desencadena más esas fuerzas productivas, entre ellas, el
propio pueblo. Pero, a diferencia de todas las clases anteriores que han
llevado a cabo revoluciones en beneficio de sus intereses, el proletariado
revolucionario no nada más aspira a colocar a sí mismo y a sus representantes
políticos en la posición dominante de la sociedad; aspira a dejar
atrás la
división de la sociedad en clases, arrancar de raíz todas las relaciones
opresivas y con ello eliminar todas las instituciones e instrumentos por medio
de los cuales una parte de la sociedad domine y suprima a las otras. Como Marx
resumió de manera sucinta, esta revolución tiene como objetivo —y se concluirá
únicamente cuando se haya logrado— lo que han llegado a llamarse las “4 todas”:
la abolición de todas las diferencias de clase, de todas las relaciones de
producción en que estas descansan, de todas las relaciones sociales que
corresponden a esas relaciones de producción y la revolucionarización de todas
las ideas que surgen de esas relaciones sociales. Marx también sintetizó de
manera sucinta y poderosa la esencia de eso recalcando que el proletariado solo
puede emanciparse a sí mismo emancipando a toda la humanidad.
Por todo eso, la revolución comunista representa la revolución más
radical y verdaderamente liberadora de la historia.
Al repasar la inmensa experiencia histórica que figuró en sus
conclusiones, Marx señaló el profundo concepto de que la gente efectivamente
hace la historia, pero no la hace de la manera que quiera. La hace de acuerdo a
las condiciones materiales —y en particular las condiciones y relaciones
económicas subyacentes— que ha heredado de generaciones anteriores, y los
potenciales caminos del cambio que se hallan en la naturaleza contradictoria de
estas condiciones. Como señaló Bob Avakian, presidente del Partido Comunista
Revolucionario, Estados Unidos, en “Hacer la revolución y emancipar a la
humanidad” (parte 1):
Aquí se puede trazar una analogía a la evolución en el mundo
natural. Una de las cosas que se recalca una y otra vez en el libro sobre la
evolución de Ardea Skybreak es que el proceso evolutivo solo puede efectuar
cambios a partir de lo que ya existe…. La evolución en el mundo natural solo se
da y solo se puede dar por medio de cambios que surgen a partir de la realidad
y las limitaciones que ya existen (o, para decirlo de otra manera, la necesidad
que existe), y en relación con ellas4.
Eso da la respuesta básica para aquellos que preguntan: ¿qué
derecho tienen ustedes los comunistas de decir cómo se pueda organizar la
sociedad, qué derecho tienen los comunistas de dictar qué cambio sea posible y
cómo deba darse? En esencia, estas preguntas están mal planteadas y representan
una mala interpretación básica de la dinámica del desarrollo histórico —y de
los posibles caminos del cambio— en la sociedad así como en el mundo material
en general. Es como preguntar por qué los pájaros no pueden dar a luz
cocodrilos —o por qué los seres humanos no pueden tener hijos capaces de volar
alrededor de la tierra por sí mismos en un instante, saltar sobre edificios
altos de un solo brinco y tener una vista de rayos X que traspasa objetos
sólidos— y pedir que se conteste: ¿qué derecho tienen ustedes de dictar qué
resulte de la reproducción, qué derecho tienen de decir que los vástagos
humanos tengan ciertas características y no otras? No se trata de “qué derecho
tienen” sino de qué es la realidad material, y qué posibilidades para el cambio
residen en el carácter —contradictorio— de esa realidad material. Se trata de
dos cosas:
Por primera vez en la historia de la humanidad, han surgido las
condiciones materiales que hacen que sea posible la abolición final de las
relaciones de dominación, opresión y explotación; y se ha desarrollado el marco
teórico para guiar la lucha hacia ese objetivo a partir de la realidad
material, y de su desarrollo histórico, que ha generado esta posibilidad.
Al mismo tiempo, esta transformación histórica mundial de las
relaciones sociales humanas solo puede darse a partir de las condiciones
materiales concretas, y las contradicciones que las caracterizan, que abren
esta posibilidad, pero que también contienen obstáculos a la realización de
esta transformación social radical; y requiere que se entienda y se trate de
manera científica esta dinámica contradictoria —y que dirija un grupo
organizado de personas sustentado en este método y enfoque científicos— para
llevar a cabo la lucha compleja y ardua por lograr esta transformación por
medio del avance hacia el comunismo en todo el mundo.
II.
La primera etapa de revolución comunista
La Comuna de París fue una primera gran tentativa de escalar las
alturas de la emancipación humana, y fue un precursor del futuro, pero no contó
con la dirección necesaria y no se guió por la necesaria orientación científica
para poder resistir los inevitables embates contrarrevolucionarios de las
fuerzas del viejo orden y después llevar a cabo una transformación omnímoda de
la sociedad, en todas las esferas: la económica, la social, la política, la
cultural y la ideológica. A algunas personas que ven la experiencia de la
Comuna con un método y punto de vista idealizados y no científicos, les gusta
señalar la ausencia de una dirección de vanguardia organizada, unificada sobre
la base de un punto de vista científico y marxista, como una de las virtudes de
la Comuna. Pero esa fue una de sus mayores debilidades y uno de los factores
principales que contribuyeron a su derrota, después de un tiempo muy corto. La
ausencia de tal dirección —y el intento de tomar medidas de inmediato para
eliminar en esencia toda dirección institucionalizada— es una razón importante
de por qué la Comuna no reprimió suficientemente a las fuerzas organizadas que
estaban decididas a eliminar la Comuna y asegurar que el espectro de la
revolución comunista —tan terrible desde el punto de vista de los explotadores
y opresores— nunca surgiera de nuevo. En particular, como señaló Marx, los
comuneros no marcharon de inmediato sobre la plaza fuerte de la
contrarrevolución, en la vecina ciudad de Versalles; y así la contrarrevolución
pudo movilizar fuerzas, marchar sobre París y dar el golpe de gracia a la
Comuna y así masacrar a miles de sus luchadores más decididos.
Pero más allá de las consecuencias inmediatas que surgieron, en
una medida importante, de las deficiencias y las limitaciones de la Comuna de
París, la realidad es la siguiente: si la Comuna hubiera derrotado los ataques
de la contrarrevolución y hubiera sobrevivido, hubiera tenido el reto aún mayor
de reorganizar y transformar a la sociedad entera, y no solamente la capital de
París, donde mantuvo el poder por un tiempo maravilloso pero demasiado corto.
Hubiera tenido que crear una economía radicalmente nueva y diferente, una
economía socialista, en un país en que la mayoría de la población todavía eran
campesinos o pequeños agricultores, y hubiera tenido que superar las
disparidades y la opresión profundas y arraigadas en las tradiciones, en
particular las cadenas que han atado a la mujer por milenios. Aquí de nuevo
sobresalen las debilidades y las limitaciones de la Comuna: las mujeres
tuvieron un papel vital y heroico en la creación de la Comuna y la lucha para
defenderla, pero se les mantuvo en una posición subordinada en la Comuna.
Menos de 50 años después de la derrota de la Comuna de París, en
medio de la I Guerra Mundial entre los imperialistas, se llevó a cabo una
transformación revolucionaria mucho más trascendental y profunda en lo que
había sido el imperio ruso. Esta revolución derrocó al zar (monarca ruso) que
fue el soberano hereditario de este imperio, y después derrocó a la clase
capitalista que trató de llenar el “vacío de poder” y tomarse el control de la
sociedad, una vez derrocado el zar. En esta revolución, dirigida por V. I.
Lenin, se estableció la Unión Soviética, como primer estado socialista del
mundo; y aunque Lenin murió en 1924, durante varias décadas después de su
muerte se llevó a cabo la transformación socialista ahí, mientras enfrentaban
incesantes amenazas y repetidos ataques de fuerzas contrarrevolucionarias, de
dentro y fuera del país, entre ellos la gran invasión de la Unión Soviética por
la Alemania nazi imperialista durante la II Guerra Mundial, que dejó más de 20
millones de ciudadanos soviéticos muertos y muchísima destrucción material.
Al dirigir esta revolución, en su primer gran paso de tomar y consolidar
el poder político y embarcarse en el camino de la transformación socialista,
Lenin partió de los grandes avances científicos que Marx desarrolló, y continuó
desarrollando esa ciencia viva del marxismo. Sacó lecciones importantes de la
Comuna de París, además de la experiencia histórica de la sociedad humana, y
del mundo natural, más ampliamente. De gran importancia, Lenin sistematizó el
análisis que dice que es una necesidad fundamental tener un partido comunista
de vanguardia para que las masas tengan la capacidad de librar una lucha cada
vez más consciente para derrocar el dominio de los capitalistas y luego llevar
a cabo la transformación radical de la sociedad hacia la meta final del
comunismo en todo el mundo.
Lenin también aplicó y desarrolló el análisis forjado por Marx, a
partir de sintetizar las duras lecciones de la Comuna de París, de que al
llevar a cabo la revolución comunista, no puede limitarse simplemente a tomar
posesión de la máquina del estado tal como está, que sirvió al sistema capitalista;
es necesario destrozar y desmantelar ese estado y sustituirlo con un estado
nuevo: en lugar de lo que es en realidad la dictadura de la clase capitalista
(la burguesía), es necesario establecer el dominio político de la naciente
clase revolucionaria, la dictadura del proletariado, como un tipo de estado
radicalmente diferente, que incorporará cada vez más a las masas populares para
llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad. Esta dictadura
revolucionaria es necesaria, enfatizó Lenin, por dos razones básicas:
1) Impedir que los explotadores —viejos y nuevos, en el país y en
otras partes del mundo— derroquen y ahoguen en sangre a la lucha de las masas
populares para forjar una sociedad, y un mundo, radicalmente nuevos, para
avanzar hacia la realización de las “4 todas”.
2) Garantizar los derechos del pueblo en cada momento, aun con las
desigualdades que queden, de varios grados, entre diferentes sectores de la
población durante las varias fases de la transición socialista hacia el comunismo,
al mismo tiempo que la meta de la dictadura del proletariado es seguir
arrancando de raíz y con el tiempo dejar atrás tales desigualdades sociales y
alcanzar el punto, en todo el mundo, en que las divisiones sociales opresivas
ya no puedan surgir de nuevo, y el estado, como instrumento institucionalizado
que hace cumplir leyes y derechos, ya no sea necesario, y al estado mismo lo
reemplace la autogestión del pueblo, sin diferencias de clase y sin
antagonismos sociales.
Para citar otra vez el “Preámbulo” de la Constitución de nuestro Partido:
Todos los estados anteriores han apoyado la extensión y la defensa
de las relaciones de explotación; han impuesto el dominio de las clases
explotadoras; y se han fortalecido para prevenir cualquier cambio fundamental de estas
relaciones. En contraste, la dictadura del proletariado pretende abolir con el
tiempo al propio estado, con la abolición de las diferencias de clase y todas
las relaciones sociales antagónicas que conducen a la explotación, opresión y
constante regeneración de los conflictos destructivos entre las personas. Para
seguir avanzando hacia ese objetivo, la dictadura del proletariado tiene que
atraer cada vez más a las masas populares, de muchos sectores sociales
diferentes, a jugar un papel importante en el proceso de manejar la sociedad y
continuar el avance hacia el objetivo final del comunismo en todo el mundo.
En los pocos años en que Lenin dirigió al nuevo estado soviético,
lo dirigió a emprender la transformación de la economía, y la sociedad en
general, y a dar orientación teórica y apoyo activo a la lucha revolucionaria
en todo el mundo. Pero, con la muerte de Lenin en 1924, les tocó a otros
miembros del Partido Comunista soviético, y en particular a José Stalin, quien
salió como dirigente del Partido Comunista soviético, hacer frente al reto de
dirigir este proceso hacia adelante, en un mundo hostil dominado por poderosos
países imperialistas y otros estados reaccionarios. Esta fue una experiencia
histórica sin precedente: durante unas décadas, se llevaron a cabo cambios
profundos en la economía así como en las relaciones sociales en general —entre
ellas las relaciones entre mujeres y hombres, así como entre las
nacionalidades— y en las instituciones políticas y la cultura de la sociedad y en
la concepción del mundo de las masas populares. El nivel de vida del pueblo
mejoró mucho, en todas las esferas, entre ellas los servicios de salud, la
vivienda, la educación y la alfabetización. Pero, más que eso, se empezó a
liberar a las masas populares de la carga de la explotación y el peso de las
añejas tradiciones. Se realizaron grandes logros en todas las esferas de la
vida y de la sociedad, pero como es lógico también había limitaciones,
deficiencias y errores muy reales — algunos de ellos se debieron a la situación
en que estaba la Unión Soviética, como único estado socialista del mundo
durante algunas décadas (hasta después de la II Guerra Mundial), y otros se
debieron a problemas en el punto de vista, enfoque y método de aquellos que
dirigían este proceso, en particular Stalin. Con la necesaria perspectiva
histórica y la aplicación de un enfoque y método científicos, materialistas y
dialécticos —y en oposición al aparentemente interminable chorro de
tergiversaciones y calumnias lanzadas en contra del socialismo y el comunismo—,
se puede, y se debe, sacar claramente la conclusión de que fue decididamente
positiva, aun con los innegables aspectos negativos, la experiencia histórica
del socialismo en la Unión Soviética (y aún más en China, después de establecer
el socialismo ahí) — de la que hay que sacar lecciones profundas5.
Fue Mao Tsetung quien dirigió la lucha revolucionaria en China
durante varias décadas, que culminó con la victoria de la primera etapa de esta
revolución y la fundación de la República Popular China en 1949. Para entender
la enorme importancia de eso, es necesario tener presente que la opinión común,
incluso en el movimiento comunista, decía que, en un país como China, no era
posible hacer una revolución que llegara al socialismo y llegara a ser parte de
la lucha mundial hacia el objetivo final del comunismo, de la manera en que se
realizó en los hechos con la dirección de Mao. China no solo era un país atrasado
con una población en su gran mayoría campesina (eso también fue cierto en
Rusia, en el momento de la revolución de 1917), sino que no era un país
capitalista, pues la dominaban otros países capitalistas imperialistas, y se
deformaban la economía y la sociedad en general de China en beneficio de los
imperativos de la dominación imperialista extranjera y la acumulación
capitalista al servicio de esos imperialistas. Además, la revolución que
dirigió Mao en China no tuvo por objetivo inmediato el socialismo, sino que
construyó un amplio frente unido contra el imperialismo y el feudalismo (y el
capital burocrático ligado al imperialismo y al feudalismo); y no se llevó a
cabo esta revolución centrándola en las ciudades, en la pequeña clase obrera
ahí, sino librando una guerra revolucionaria prolongada, basada en el
campesinado en el vasto campo, cercando las ciudades desde el campo y
finalmente derrotando a las fuerzas reaccionarias en sus plazas fuertes en las
ciudades y tomando el poder nacional, completando la primera etapa de esta
revolución y abriendo el camino hacia el socialismo.
Pero, como Mao mismo señaló, por importante e histórica que fuera
esa victoria, fue solamente el primer paso en una gran marcha. Había que hacer
frente de inmediato al reto de avanzar en el camino socialista, o si no, se
perderían incluso las victorias iniciales de la revolución — el país caería de
nuevo bajo la dominación de clases explotadoras y de potencias imperialistas
extranjeras. Pero había más: mientras que se emprendía el proceso de construir
una economía socialista y llevar a cabo los cambios respectivos en las otras
esferas de la sociedad, y mientras que Mao sintetizaba esta experiencia
inicial, venía tomando conciencia de que era necesario desarrollar un enfoque de
la transformación socialista distinto al “modelo” de lo que se había hecho en
la Unión Soviética. El enfoque de Mao le dio más iniciativa a la gente de los
niveles básicos y las localidades, y sobre todo no hizo hincapié tanto en la
tecnología —aunque Mao reconoció que el desarrollo de una tecnología más
avanzada era muy importante— sino, ante todo, en la iniciativa consciente de
las masas populares. Este enfoque se sintetizó en el lema empeñarse
en la revolución, promover la producción, que dio la pauta básica
para llevar a cabo la construcción económica de una manera que fortaleciera la
base para seguir avanzando en el camino socialista y se reforzara mutuamente
con la transformación revolucionaria de las relaciones de producción y la
superestructura política e ideológica.
Todo eso estuvo relacionado con la contribución más importante y
decisiva de Mao a la causa de la revolución comunista, y fue parte del proceso
del desarrollo de la misma: la teoría de continuar la revolución bajo la
dictadura del proletariado, hacia la meta final del comunismo, y la dirección
de Mao para transformar esta teoría en un poderoso movimiento revolucionario de
las masas populares, en el curso de la Revolución Cultural de China, durante
una década a partir de mediados de los años 60. Al romper de nuevo con la
“opinión común” del movimiento comunista, Mao hizo el análisis pionero de que a
lo largo del período socialista existían las condiciones materiales que
generarían el peligro de la derrota para la revolución socialista. Las contradicciones
en la base económica, en la superestructura y en la relación entre la base y la
superestructura de los propios países socialistas, así como la influencia, la
presión y los ataques abiertos de los estados imperialistas y reaccionarios que
quedarían en un momento dado, engendrarían diferencias de clase y la lucha de
clases en un país socialista; estas contradicciones generarían constantemente
la posibilidad de que se dirigiera la sociedad por el camino socialista o el camino capitalista, y que en
particular volvería a generar una y otra vez una clase aspirante a burguesía,
en la propia sociedad socialista, que tendría su expresión más concentrada en
aquellos dentro del Partido Comunista, y específicamente en los niveles más
altos, quienes adoptarían líneas y políticas revisionistas, que en nombre
del comunismo se acomodarían al imperialismo y dirigirían la situación de
regreso al capitalismo. Mao identificó a estos revisionistas como “los altos
dirigentes seguidores del camino capitalista” y ubicó a la lucha entre el
comunismo y el revisionismo como la expresión concentrada, en la
superestructura, de la contradicción y la lucha en la sociedad socialista entre
el camino socialista y el camino capitalista. Mao reconoció, y señaló, que
mientras que existan estas condiciones materiales y sus manifestaciones
ideológicas, no puede haber garantías contra la revocación de la revolución y
la restauración del capitalismo, no puede haber ningún medio sencillo y fácil
para prevenir eso ni ninguna solución salvo continuar la revolución para
restringir y al final, junto con el avance de la revolución en todo el mundo,
arrancar de raíz y eliminar las desigualdades sociales y otros vestigios del
capitalismo que dieron lugar a este peligro.
De nuevo, es importantísimo este análisis teórico de Mao — que
despejó mucha confusión acerca de si había un peligro de la restauración
capitalista en una sociedad socialista, y por qué, y que dio una orientación
fundamental para movilizar a las masas para avanzar en el camino socialista en
oposición a las fuerzas revisionistas cuya orientación y acciones llevaban
precisamente a tal restauración capitalista. La Revolución Cultural de China
fue la encarnación viva de tal movilización revolucionaria de masas, en que
decenas y cientos de millones de personas debatieron y lucharon sobre
cuestiones que afectaban de manera decisiva el rumbo de la sociedad y de la
revolución mundial. Durante diez años, este levantamiento de masas logró
refrenar, y poner a la defensiva, a las fuerzas de la restauración capitalista,
entre ellas los altos dirigentes en el Partido Comunista de China como Deng
Xiao-ping. Pero, poco después de la muerte de Mao en 1976, esas fuerzas
—dirigidas por un tiempo tras bambalinas y luego abiertamente por Deng
Xiao-ping— lograron dar un golpe de estado —echando mano del ejército y de
otros órganos del estado para reprimir a los revolucionarios, asesinar a
muchísimos miles y encarcelar a muchos más— y se pusieron a restaurar el
capitalismo en China. Desgraciadamente, esa fue una manifestación viva del
mismo peligro que Mao identificó con tanta claridad, y cuya base había
analizado de manera tan penetrante6.
III.
El fin de una etapa, y las conclusiones que deben sacarse y no deben sacarse de
esta experiencia histórica
Después del golpe de estado revisionista y la restauración del
capitalismo en China, tras el ascenso al poder de los revisionistas en la Unión
Soviética 20 años antes7, terminó la primera ola de revolución comunista. En el lenguaje
sencillo y básico de la Constitución de nuestro Partido: “ya han pasado
décadas desde que el proletariado tuvo el poder en un país; hoy, pese a lo que
se llamen, no hay países socialistas”.
Además, este revés del socialismo y de la causa del comunismo, y
el derrumbe de la Unión Soviética mucho después de que dejó de ser socialista,
han suscitado un tiburonesco frenesí en las fuerzas reaccionarias que siempre
han odiado, en la profundidad de su cruel ser, la revolución comunista y la
transformación radical de la sociedad que encarna, y que han buscado
constantemente, por los medios que sean, contribuir a la derrota y a la
destrucción de esta revolución. Han intensificado más sus esfuerzos de echar la
mayor cantidad de lodo posible sobre el comunismo y la transformación
liberadora de la sociedad que representa, tergiversando y calumniando esa
revolución mediante un implacable embate ideológico, a fin de ver que nunca
vuelva a surgir; proclamando el triunfo irrevocable del sistema capitalista;
tachando de pesadilla el sueño de un mundo radicalmente diferente y mejor y
específicamente la revolución comunista que aspira a ese mundo; y diciendo que
la verdadera y aparentemente interminable pesadilla del actual sistema es la
más excelsa encarnación de las posibilidades humanas.
Imagina una situación en que los creacionistas fundamentalistas
cristianos hayan tomado el poder, en las academias de ciencias y en la sociedad
en general, y que se hayan puesto a suprimir los conocimientos de la evolución.
Imagina que vayan a tales extremos de ejecutar y encarcelar a los científicos y
educadores más prominentes que habían insistido en enseñar la evolución y en
llevar los conocimientos de la misma a la población, y que desdeñen y echen por
tierra el hecho científico bien establecido de la evolución, denunciándola y
ridiculizándola como una teoría defectuosa y peligrosa que va contra la
conocida “verdad” de la historia bíblica de la creación y las ideas religiosas
de la “ley natural” y el “orden decretado por Dios”. Si continuamos con la
analogía, imagina que en esta situación muchas “autoridades” intelectuales, y
otra gente que sigue tras ellas, se suban al tren: “No solo fue ingenuo sino
criminal creer que la evolución fuera una teoría científica bien documentada e
imponer esa creencia en la sociedad”, dicen. “Ahora podemos ver que es de la
‘opinión común’ que nadie cuestiona (así que, ¿por qué debemos hacerlo
nosotros?), que la evolución encarna una concepción del mundo y lleva a
acciones que tendrán efectos desastrosos para los seres humanos. Nos embaucaron
con las arrogantes afirmaciones de aquellos que propagaban esta noción. Podemos
ver que todo lo que exista, o que haya existido, no pudo haber surgido sin la
mano-guía de un ‘diseñador inteligente’”. En conclusión, imagina que en esta
situación, incluso muchas personas que antes sí tenían mejor criterio, se
desorienten y se desmoralicen, calladas ante la intimidación cuando no se unan,
sumisa o firmemente, al coro de claudicación y denuncia.
La derrota temporal del socialismo y el fin de la primera etapa de
revolución comunista han tenido muchos rasgos y consecuencias que son análogos
a tal situación. Entre otras cosas, ha conducido a tener las miras bajas y los
sueños reducidos: aun entre muchas personas que antes sí tenían mejor criterio
y que habían aspirado a mayores cosas, a corto plazo ha suscitado la aceptación
de la idea de que, en realidad y al menos en un futuro inmediato, no puede
haber ninguna alternativa al mundo tal como es, bajo la dominación de los
imperialistas y otros explotadores. Que lo máximo que se puede esperar, y por
lo que se puede trabajar, son ajustes secundarios en el marco de acomodarse al
sistema. Que lo demás —sobre todo el intento de llevar a cabo una ruptura
revolucionaria con los confines de este sistema a fin de alcanzar un mundo comunista
radicalmente diferente— no es realista y va a traer el desastre.
Al mismo tiempo, en el “vacío” suscitado por la pérdida del
socialismo y los reveses acompañantes para el comunismo, y con las
depredaciones constantes y aún mayores del imperialismo —con los trastornos,
caos y opresión que todo eso trae para literalmente miles de millones de
personas en todo el mundo—, han crecido de manera importante el fundamentalismo
religioso y sus expresiones organizadas en muchas partes del mundo, inclusive
en los sectores sociales más oprimidos. Tanto los saqueadores y asesinos
múltiples imperialistas como los fundamentalistas religiosos fanáticos —siendo
más poderosos los primeros y quienes hacen más daño y quienes al hacer eso, dan
más impulso a los segundos— representan un velo oscuro, y cadenas muy reales,
de esclavización e ignorancia obligatoria, y se refuerzan aunque se oponen
mutuamente.
Pero todo eso no ha eliminado la realidad: ni la realidad de cómo
es el mundo bajo el dominio del sistema capitalista imperialista y el horror de
todos los días para la gran mayoría de la humanidad, ni la realidad de lo que
representa el comunismo para la humanidad y la posibilidad de hacer nuevos
avances en el camino de la revolución comunista.
Cuando examinamos, con un punto de vista y método científicos, la
rica experiencia de los primeros países socialistas y la primera etapa de
revolución comunista en general, podemos ver que el problema no es, tal como
nos han repetido constantemente, que la revolución comunista, en el proceso de
deshacerse del capitalismo, buscaba en vano eliminar una característica
inmutable que hace que la gente luche por fines egoístas como motivo
“fundamental”, y que tal egoísmo debe de ser el principio motriz y guía de la
sociedad, porque si no, violaría la “naturaleza humana” y por ende sumiría a la
sociedad en la catástrofe y sometería a la población a la tiranía. El problema
es que esta revolución, que ha llevado a cabo profundos cambios en las
circunstancias y en las personas como resultado de la iniciativa cada vez más
consciente de la gente que está asumiendo el punto de vista comunista, no se ha
dado en un vacío ni con la gente como “tabla rasa”, sino en condiciones y con
personas tales como han surgido de la vieja sociedad y con los “vestigios” de
esa sociedad (y de miles de años de tradiciones que encarnan y justifican las
relaciones opresivas entre los miembros de la sociedad). Y las nuevas
sociedades socialistas que estas revoluciones han generado, han existido en un
mundo donde aún domina el imperialismo, con su poder aún muy formidable en los
frentes económico, político y militar.
Tal como Marx y Lenin sabían en términos básicos, y tal como Mao
descubrió y explicó mucho más a fondo, el socialismo no es un fin en sí: aún no
es el comunismo sino la transición hacia el comunismo, que no se puede
lograr solito en este o aquel país sino solamente a escala mundial, con el
derrocamiento de todas las clases dominantes reaccionarias y la abolición de
todas las relaciones explotadoras y opresivas en todas partes. Durante toda la
transición socialista, debido a que los estados reaccionarios seguirán
existiendo y que por algún tiempo cercarán y amenazarán a los estados
socialistas que surjan; y debido a los vestigios de la vieja sociedad —en las
relaciones de producción, en las relaciones sociales y en la superestructura de
política, ideología y cultura— que aún existen en la propia sociedad
socialista, pese a que el avance por el camino socialista lleve a restringir
estos vestigios y a transformar importantes elementos de ellos hacia el
objetivo final del comunismo… debido a todo eso, aún existe la posibilidad de
que la influencia del pasado, que aún no ha muerto y que aún es poderosa, pueda
apoderarse de la sociedad y arrastrarla hacia atrás. En una palabra, por esas
razones, el peligro de la restauración capitalista sigue existiendo a lo largo
de la transición socialista y es posible combatirlo y vencerlo únicamente
continuando la revolución en el propio país socialista, y haciendo esto como
parte de la revolución comunista en todo el mundo y apoyando y promoviendo
activamente esta revolución comunista.
La revocación del socialismo y lo que es en los hechos la
restauración del capitalismo en la Unión Soviética y China no se trata de “la
revolución que se comió a sus propios hijos”… de “unos revolucionistas
comunistas conspiradores que se volvieron tiranos totalitarios” una vez en el
poder… de “dirigentes burocráticos eternamente atrincherados en el poder que
asfixian y sofocan la democracia (burguesa)”… no fue “el resultado inevitable
de perpetuar la organización jerárquica de la sociedad”… ni ninguna de las
otras nociones no científicas y erróneas en lo fundamental que se propagan de
manera tan incesante hoy en día al atacar el comunismo. Aquellos que provocaron
directamente la derrota de la revolución, en la Unión Soviética y China, en los
hechos fueron personas en altos puestos en el partido revolucionario y el
estado, pero no fueron un grupo de burócratas sin rostro por encima de las
clases, ávidos del poder para sí mismos. Tal como Mao los describió, fueron
altos dirigentes seguidores del camino capitalista,
representantes del capitalismo y no del comunismo, y en particular de los
vestigios del capitalismo que todavía no se habían arrancado de raíz y superado
en su totalidad, y que no se podrían eliminar a corto plazo y dentro de los
confines de uno u otro país socialista.
El hecho de que los revisionistas fueron altos dirigentes en el
partido y el aparato estatal no es una manifestación de un defecto fundamental
del comunismo ni de la revolución comunista y la sociedad socialista tales como
se han desarrollado hasta ahora. Tampoco indica que se necesite hallar otro
medio y modelo distintos para llegar a un mundo radicalmente diferente. Estos
reveses del socialismo tienen causas más profundas, y los explica un análisis
comunista científico de la sociedad y en particular del socialismo como una
transición del capitalismo al comunismo: residen en las contradicciones que, en
aspectos importantes, aún quedan de la antigua sociedad que se ha derrotado
pero cuyos rasgos e influencia aún no se han transformado completamente. Estas
contradicciones —entre ellas la existente entre el trabajo manual y el
intelectual, que tiene que ver con la división de la sociedad en clases y que
en sí ha constituido una división fundamental y profunda en todas las
sociedades gobernadas por clases explotadoras— generan a
la vez la necesidad
de un partido de vanguardia organizado para dirigir la revolución, no solamente
para derrocar al sistema capitalista sino luego para continuar la revolución en
la sociedad socialista, así como el peligro de que las personas
con posiciones dirigentes en la vanguardia traicionen la revolución y la
reviertan. Dado el actual desarrollo histórico de la sociedad humana y los
posibles caminos del cambio que eso ya ha generado (hay que recordar la
analogía con la evolución en el mundo natural y la concomitante relación entre
restricción y cambio), el problema —las alternativas concretas en el mundo real
si nos ponemos a cambiar el mundo de manera radical, de modo que arranque de
raíz y elimine la explotación y opresión— no es tener dirección o no, tener
democracia o no, tener dictadura o no; es el camino socialista o el camino
capitalista, una dirección que lleve la situación por uno u otro
camino, la democracia —y la dictadura— que están al servicio de una u otra
clase de sistema y lo promueven, hacia el fortalecimiento y la perpetuación de
la explotación y la opresión o hacia su eliminación final y con eso, la
eliminación por fin de la necesidad de un partido de vanguardia o un estado,
una vez que se hayan desarrollado las condiciones ideológicas y materiales para
que sea posible lograr eso, con el triunfo de la revolución comunista en todo
el mundo8.
Resumiendo, la primera etapa de revolución comunista avanzó
muchísimo y logró cosas increíblemente inspiradoras, en la lucha por eliminar
los obstáculos muy reales a los cuales hizo frente y por avanzar hacia un mundo
en que se eliminen por fin todas las relaciones de explotación y opresión y la
gente tenga una dimensión totalmente nueva de libertad y emprenda la
organización y transformación continua de la sociedad en todo el mundo con una
iniciativa voluntaria y consciente sin precedentes en la historia. Pero, como
es lógico, había deficiencias importantes y errores reales, a veces muy serios,
en las medidas prácticas que tomaron aquellos que dirigieron las revoluciones y
las nuevas sociedades que gestaron, así como en sus concepciones y métodos.
Estas deficiencias y errores no fueron la causa de la derrota de las tentativas
iniciales de revolución comunista, pero sí contribuyeron a esa derrota, si bien
de manera secundaria; y más allá de eso, hay que aprender de manera profunda y
cabal de la experiencia general de la primera etapa —tanto sus logros
verdaderamente inspiradores como sus errores y deficiencias muy reales, a veces
muy serios, si bien en general secundarios— a fin de llevar adelante la
revolución comunista en la nueva situación a la que hay que hacer frente y a
fin de hacerla mucho mejor esta vez.
IV.
Los nuevos retos, y la nueva síntesis
Cuando los revisionistas tomaron el poder en China en 1976 y se
pusieron a restaurar el capitalismo, por cierto tiempo no sólo se hacían pasar
por comunistas en un sentido general sino en particular se decían continuadores
de la línea y el legado revolucionarios de Mao. En esa situación, lo que los
comunistas del mundo necesitaban hacer fue mantener un espíritu y una
orientación críticos, hacer un análisis científico y objetivo de lo que pasó en
los hechos y por qué, y distinguir claramente entre el comunismo y el
capitalismo, entre el marxismo y el revisionismo, tal como todo eso se
manifestaba de manera concentrada en esas circunstancias concretas y complejas.
No fue fácil hacerlo en ese entonces, y la mayoría de los comunistas del mundo
que habían considerado a la China de Mao un modelo y faro revolucionarios no lo
lograron y por ende o siguieron a ciegas a la cola de los nuevos gobernantes
revisionistas de China y tomaron el camino al cenagal, o de otra manera
abandonaron el punto de vista y los objetivos de la revolución comunista.
Respondiendo a esa gran necesidad, rechazando el camino de aceptar lo que había
pasado en China meramente porque se hacía a nombre del comunismo y apropiándose
del gran prestigio con que la China revolucionaria y Mao con razón contaban
entre los revolucionarios y comunistas del mundo —y al costo de una importante
escisión en nuestro propio Partido—, Bob Avakian emprendió la tarea de hacer un
análisis científico de lo que pasó en China y por qué, y luchó por el análisis
de que efectivamente se habían dado un golpe de estado revisionista y la
restauración del capitalismo. Además, desarrolló una presentación sistemática
de cómo Mao había desarrollado la ciencia y la estrategia de la revolución
comunista9. En esos tiempos de gran desorientación, desmoralización y
confusión en las filas de los “maoístas” del mundo, la obra de Avakian tuvo un
papel crucial en el establecimiento de la base ideológica y política para el
reagrupamiento de los comunistas que quedaban tras la pérdida de China y sus
efectos devastadores sobre el movimiento comunista y revolucionario en todo el
mundo.
Pero en aquel momento se presentaban necesidades aún mayores. En
el proceso de dirigir en general a nuestro Partido, en los últimos 30 años Bob
Avakian ha seguido profundizando un análisis científico de la experiencia del
movimiento comunista internacional y la orientación estratégica para la
revolución comunista. De ese trabajo ha salido una nueva síntesis, un mayor
avance del marco teórico para hacer avanzar esta revolución.
Tal como señala la Constitución de nuestro Partido, la situación en el
mundo actual —incluida la derrota de la ola inicial de la revolución comunista—
“presenta, de nuevo, la gran necesidad para el comunismo”. Y:
Si bien no existen países socialistas en el mundo, existen la
experiencia de las revoluciones socialistas y el rico caudal de teoría
científica revolucionaria que se desarrolló mediante la primera ola de
revoluciones socialistas. Pero para hacer frente a los retos de la nueva
situación, hay que hacer avances en la teoría y en la práctica de la revolución
comunista, a fin de tratar de manera científica la experiencia general de la
primera ola de revoluciones socialistas y las implicaciones estratégicas de los
enormes cambios que se están operando en el mundo, y de sacarle las necesarias
lecciones.
Bob Avakian ha asumido esta responsabilidad y ha desarrollado una
obra, método y enfoque comunistas que responden a estas grandes necesidades y
retos.
En esta obra, método y enfoque, en la nueva síntesis desarrollada
por Bob Avakian, se halla una analogía a lo que hizo Marx al comienzo del
movimiento comunista: establecer en las nuevas condiciones que existen, después
del fin de la primera etapa de revolución comunista, un marco teórico para el
renovado avance de esa revolución. Pero hoy, con esta nueva síntesis, muy
categóricamente no se trata de “volver a empezar”, como
si lo que se necesita fuera echar por tierra tanto la experiencia histórica del
movimiento comunista y las sociedades socialistas que esta generó, como “el
rico caudal de teoría científica revolucionaria” que se desarrolló en el curso
de la primera ola. Eso sería un enfoque acientífico y de hecho, reaccionario.
Al contrario, lo que se requiere —y lo que Avakian ha emprendido— es avanzar
sobre la base de todo lo que ha pasado antes, en la teoría y en la práctica, sacarle
las lecciones positivas y negativas y elevarlo a un nivel superior y nuevo de
síntesis.
Otras presentaciones y publicaciones de nuestro Partido han
tratado de manera más extensa y sistemática esta nueva síntesis10. A continuación describiremos en pocas palabras unos elementos
principales.
» En filosofía y método, la nueva síntesis, en un
sentido importante, está refundamentando el marxismo más plenamente sobre sus
raíces científicas. También comprende aprender de la rica experiencia histórica
desde los tiempos de Marx, defendiendo los objetivos y los principios
fundamentales del comunismo, que se ha demostrado son correctos en lo
fundamental, criticando y descartando los elementos que se ha demostrado son
incorrectos o que ya no son aplicables, y estableciendo el comunismo aún más
plena y firmemente sobre una base científica.
En la concepción original del desarrollo histórico de la sociedad
hacia el comunismo, incluso en las formulaciones de Marx, había una tendencia
—si bien claramente muy secundaria— a tener una visión un tanto estrecha y lineal.
Por ejemplo, se manifiesta en el concepto de la “negación de la negación” (la
idea que las cosas se desarrollan de modo que a una cosa particular la niega
otra cosa, lo que a su vez lleva a otra negación y una síntesis que encierran
elementos de las cosas anteriores, pero a un nivel superior). Se tomó este
concepto del sistema filosófico de Hegel, cuya filosofía tuvo una importante
influencia en Marx (y Engels), aunque, en un sentido fundamental, estos
reconfiguraron y pusieron sobre una base materialista la concepción de Hegel
sobre la dialéctica, la que en sí se caracterizó por el idealismo filosófico
(la idea de que la historia consta en esencia del desarrollo de la Idea). Como
ha sostenido Bob Avakian, la “negación de la negación” puede tender hacia el
“inevitabilismo” — como si a una cosa la tuviera que negar otra cosa de una
manera específica, llevando a lo que es casi una síntesis predeterminada. La
tendencia hacia el reduccionismo con respecto al desarrollo histórico sumamente
complejo y variado de la sociedad humana, la tendencia hacia un “sistema
cerrado” y hacia el “inevitabilismo”, se vuelve más marcada y más problemática
cuando se aplica al panorama histórico de la sociedad, de modo que se aproxima
a ser una fórmula simplista — por ejemplo en la concepción: la sociedad de
clases negó la sociedad primitiva sin clases (comunal); a su vez el surgimiento
de otra sociedad sin clases negará esta sociedad de clases, pero sobre una base
superior con la realización del comunismo en todo el mundo.
Para repetir, eso fue una deficiencia secundaria del marxismo, en
sus cimientos (tal como Bob Avakian también ha sostenido: “El marxismo, el
comunismo científico, no encarna, sino que de hecho rechaza, cualquier idea
teleológica… de que la naturaleza o la historia están dotadas de una especie de
voluntad o propósito”11). Pero semejantes
tendencias se manifestaron más plenamente a medida que iba desarrollándose el
movimiento comunista y eran particularmente notables, y tuvieron un efecto
negativo en el pensamiento de Stalin, quien a su vez ejerció una influencia en
las ideas filosóficas de Mao, aunque este rechazó e hizo una ruptura de manera
importante con las tendencias de Stalin hacia la “rigidez” y al materialismo
mecánico y un tanto metafísico. La nueva síntesis de Bob Avakian conlleva una
continuación de las rupturas de Mao con Stalin pero en algunos aspectos
conlleva una ruptura más allá de las formas en que Mao mismo estuvo sujeto a la
influencia, si bien de manera secundaria, del modo de pensar que había llegado
a dominar en el movimiento comunista bajo la dirección de Stalin.
» El internacionalismo. A comienzos de los años
80, en la obra ¿Conquistar el mundo?12, Bob Avakian hizo una extensa crítica a las tendencias
erróneas en la historia del movimiento comunista y, en particular, a la
tendencia hacia el nacionalismo, hacia la separación entre la lucha revolucionaria
de un país específico y la lucha revolucionaria mundial general por el
comunismo, e incluso de elevar la primera por encima de la segunda. Examinó
cómo se había manifestado esta tendencia en la Unión Soviética y en China,
cuando eran socialistas, y la influencia que tuvo en el movimiento comunista en
general, incluyendo en las acciones a veces marcadas de subordinar la lucha
revolucionaria de otros países a las necesidades del estado socialista
existente (primero la Unión Soviética y luego China). Además, Avakian analizó
más la base material del internacionalismo: por qué, en un sentido fundamental
y general, la arena mundial es la más decisiva, incluso respecto a la
revolución en un país específico, sobre todo en esta época del imperialismo capitalista
en tanto sistema mundial de explotación, y cómo hay que incorporar esa
orientación en la manera de hacer la revolución en países específicos y a nivel
mundial.
Si bien el internacionalismo siempre ha sido un principio
fundamental desde que nació el comunismo, Avakian resumió cómo se ha transigido
este principio en la historia del movimiento comunista y fortaleció los
cimientos teóricos para llevar a cabo la lucha por eliminar tales desviaciones
del internacionalismo y hacer avanzar la revolución comunista de una manera más
plenamente internacionalista.
» Sobre el carácter de la dictadura del
proletariado y la sociedad socialista como transición al comunismo. Si bien ha
estudiado profundamente los grandes avances de Mao acerca de la naturaleza de
la sociedad socialista como transición al comunismo —y las contradicciones y
las luchas que caracterizan esta transición y cuya resolución, en una u otra
dirección, determinará si el avance continúa hacia el comunismo o que la
situación vuelve hacia atrás al capitalismo—, ha aprendido de esos avances, los
ha defendido firmemente y los ha propagado, Bob Avakian ha reconocido y
subrayado la necesidad en la sociedad socialista de tener un papel mayor para
el disentimiento, de promover más la efervescencia intelectual y de tener un
ámbito más amplio para la iniciativa y la creatividad en las artes. Ha
criticado la tendencia hacia la “reificación” del proletariado y otros grupos
explotados (o anteriormente explotados) de la sociedad — una tendencia que
considera que las personas específicas de estos grupos, como
individuos, representen los intereses generales del proletariado
como clase y, en el sentido más amplio, la lucha revolucionaria que corresponde
a los intereses fundamentales del proletariado. A menudo a esta tendencia la
han acompañado puntos de vista y enfoques positivistas, pragmáticos y
estrechos, que restringen lo que se considera pertinente o lo que se puede
determinar (o declarar) que es cierto, a lo que tiene que ver con las
experiencias y las luchas inmediatas en que las masas populares están
participando y a los objetivos inmediatos del estado socialista y el partido
dirigente en un momento dado. Eso, a su vez, ha acompañado tendencias —que
constituyeron un aspecto marcado en la Unión Soviética y también en China
cuando era socialista— hacia la noción de la “verdad de clase”, la cual de
hecho se opone a la orientación científica de que la verdad existe
objetivamente, no varía de acuerdo a los diferentes intereses de clase y no
depende del punto de vista de clase que uno tenga en la búsqueda de la verdad.
El punto de vista y método científico del comunismo —asumido y aplicado
correctamente como ciencia viva y no como dogma— en un sentido general da el
medio más global, sistemático y consecuente para llegar a la verdad, pero decir
eso no es
lo mismo que decir que la verdad en sí tiene carácter de clase ni que los
comunistas llegarán a conocer la verdad acerca de un fenómeno específico
mientras que las personas que no aplican o incluso se oponen al punto de vista
y método comunista no son capaces de llegar a conocer importantes verdades.
Tales concepciones de la “verdad de clase”, que han existido en diversas formas
y en diversos grados en el movimiento comunista, son expresiones del
reduccionismo y del materialismo vulgar y van en contra del punto de vista y el
método científicos delmaterialismo
dialéctico.
En otro aspecto relacionado de la nueva síntesis, Bob Avakian ha
criticado un punto de vista unilateral en el movimiento comunista acerca de los
intelectuales: de verlos solamente como un problema y no reconocer plenamente las formas
en que pueden contribuir al rico proceso mediante el cual los integrantes de la
sociedad en general llegarán a tener un conocimiento más profundo de la
realidad y una mayor capacidad de llevar a cabo una lucha cada vez más
consciente por transformar la realidad hacia el comunismo.
De nuevo, como explica la Constitución de nuestro Partido:
Esta nueva síntesis también conlleva una mayor valoración del
papel importante que juegan los intelectuales y los artistas en este proceso,
dedicándose a sus propias visiones así como contribuyendo sus ideas a esta
efervescencia más amplia — todo lo que, para repetir, es necesario para alentar
un proceso mucho más rico….
En esta nueva síntesis desarrollada por Bob Avakian, en resumen,
tiene que haber un núcleo sólido, con mucha elasticidad. Esto viene siendo,
ante todo, un método y un enfoque que tienen muy amplia aplicación…. Es
necesario tener un firme conocimiento de los dos aspectos [el núcleo sólido y
la elasticidad] y cómo se influyen mutuamente, para conocer y transformar todas
las esferas de la realidad y es de importancia fundamental para hacer las
transformaciones revolucionarias en la sociedad humana….
Aplicar a la sociedad socialista el enfoque del núcleo sólido con
mucha elasticidad abarca la necesidad de tener un núcleo dirigente que se vaya
expandiendo, que entienda claramente por qué se necesita la dictadura del
proletariado y el objetivo de continuar la revolución socialista como parte de
la lucha mundial por el comunismo, y que esté decidido a llevar a cabo esta
lucha a través de todos los vaivenes, curvas y giros. A su vez, necesariamente
habrá muchas diferentes personas y tendencias en la sociedad socialista que
influyen en muchas diferentes direcciones — y a la larga todo eso puede
contribuir al proceso de llegar a conocer la verdad y de llegar al comunismo.
En ciertos momentos, este proceso se pondrá intenso, y la dificultad de
abrazarlo todo —mientras que
se dirija en amplio sentido todo el proceso hacia el comunismo—
dará la sensación, como dice Avakian, de ir al borde de ser descuartizado, una
y otra vez. Todo eso es difícil pero necesario, y es un proceso a que darle la
bienvenida.
Un tema que unifica todo eso es la orientación de ser
“emancipadores de la humanidad” que ha señalado Avakian: la revolución que hay
que llevar a cabo, y en que las masas tienen que ser la fuerza motriz
consciente, no tiene por objeto tomar venganza ni cambiar de posición en un
marco estrecho (“los últimos serán los primeros, y los primeros, últimos”),
sino de transformar el mundo entero de modo que ya no haya personas que sean
“las primeras” ni otras que sean “las últimas”; el derrocamiento del actual sistema,
el establecimiento de la dictadura del proletariado y la continuación de la
revolución en esas condiciones tienen por objetivo y propósito abolir todas las
divisiones opresivas y relaciones explotadoras entre los seres humanos y
avanzar hacia una época completamente nueva de la historia humana.
» La orientación estratégica de la revolución. La
nueva síntesis de Avakian ha refundamentado el trabajo comunista y lo ha
enriquecido a partir del análisis básico de Lenin de que se necesita que las
masas populares desarrollen una conciencia comunista no exclusiva ni
principalmente por medio de su propia experiencia y luchas inmediatas sino
mediante amplias denuncias de la naturaleza y los rasgos del sistema
capitalista imperialista y una clara exposición de las convicciones, objetivos,
punto de vista y método del comunismo, una conciencia que un partido de
vanguardia organizado lleve a las masas de manera cabal y sistemática,
vinculando la lucha en cualquier momento dado con el objetivo revolucionario
estratégico y dirigiéndola hacia el mismo, y a su vez “planteando ante las
masas” los asuntos y problemas fundamentales de la revolución e integrándolas
en el desarrollo de los medios para solucionar estas contradicciones y hacer
avanzar la lucha revolucionaria. Con la dirección de Bob Avakian, se ha
desarrollado, y se está desarrollando más, la orientación estratégica básica
necesaria para llevar a cabo el trabajo revolucionario en un país imperialista,
de acelerar mientras que se aguarda el desarrollo de una situación
revolucionaria y el surgimiento de un pueblo revolucionario de millones y
millones y aprovechar tal situación cuando por fin se presente — y poder luchar
y ganar en esas circunstancias. (En esta conexión, ver Revolución
y comunismo: Fundamento y orientación estratégicos, un folleto de Revolución [Chicago: RCP Publications, 2008]).
Todo eso refuta de manera viva a aquellos que sostienen que la
revolución no es posible en los países imperialistas o que el trabajo práctico
y teórico de los comunistas ahí debe centrarse en la lucha por reformas y
“soluciones” a los problemas inmediatos de las masas, de modo que esa lucha
quede desvinculada de los objetivos revolucionarios y del punto de vista
comunista — y que, en los hechos, se alejará de todo eso y, en la medida que
tenga un efecto en las masas populares, las llevará a un callejón sin salida
desmoralizante y a la larga a acomodarse con el actual sistema de opresión.
Mientras que la nueva síntesis ha ido desarrollando la orientación
estratégica básica para hacer la revolución en los países imperialistas como
Estados Unidos, Avakian ha señalado los nuevos retos ante la lucha
revolucionaria y la necesidad de ir desarrollando la estrategia revolucionaria
en los países dominados por el imperialismo en vista de los grandes cambios que
en las últimas décadas se han operado en el mundo y al interior de esos países.
Con sus muchas dimensiones fundamentales (que solamente hemos
mencionado de paso aquí), esta nueva síntesis ha puesto a la revolución y al
comunismo sobre cimientos científicos más sólidos. Como el mismo Avakian ha
señalado:
[E]s muy importante no subestimar el significado y la fuerza
positiva potencial de esta nueva síntesis: criticar y romper con errores y
deficiencias importantes y defender y reconfigurar lo que ha sido positivo de la
experiencia histórica del movimiento comunista internacional y los países
socialistas que han existido hasta la fecha; en un sentido verdadero, revivir —sobre una base nueva y más avanzada—
la viabilidad y,
sí, la deseabilidad de un mundo totalmente nuevo y
radical, y hacerlo sobre una base aún más firme de materialismo y dialéctica….
Así que no debemos subestimar el potencial de esto como fuente de
esperanza y osadía sobre una base científica sólida13.
V.
El comunismo en una encrucijada: ¿Vanguardia del futuro o residuo del pasado?
Ante los constantes retos y dificultades del momento actual, el
reagrupamiento inicial de comunistas que se dio después de la derrota en China
y del fin de la primera etapa de revolución comunista hace poco se ha abierto
paso, en una medida importante, a divergencias fuertes: de un lado, nuestro
Partido, cuya línea básica está sintetizada en nuestra nueva Constitución,
junto con otras fuerzas que se están acercando a la nueva síntesis, y, de otro
lado, dos tendencias opuestas: o bien de aferrarse de manera religiosa a toda
la anterior experiencia y a la teoría y el método asociados con ella, o (en
esencia, si no de palabra) de abandonarlo todo.
En cierto sentido, cuando hace casi tres décadas salió ¿Conquistar
el mundo?, las reacciones a esta obra reflejaron con anticipación
esta situación. Por una parte, en el movimiento comunista internacional algunos
se molestaron muchísimo por lo que se decía en ¿Conquistar
el mundo? — diciendo
que reducía la experiencia del movimiento comunista a “una bandera andrajosa” (esta
respuesta en sí reflejaba una manera dogmática y quebradiza de ver lo que es el
comunismo, en lugar de considerarlo y esgrimirlo tal como es en verdad: una
ciencia revolucionaria viva, en desarrollo y crítica, uno de cuyos distintivos
es interrogarse a sí misma constantemente) y, por otra parte, además de
aquellos que acogieron a ¿Conquistar el mundo? por razones correctas, había personas
que lo acogieron pero lo hicieron desde el punto de vista y
con la esperanza de que representara una cuña para hacer abrir la puerta al
abandono y renuncia a la experiencia histórica global que examinaba
críticamente ¿Conquistar el mundo? desde un punto de vista
fundamentalmente diferente, de reconocer que objetivamente esa experiencia ha
sido principalmente positiva y abarcó avances sin precedentes históricos para
la humanidad que hay que defender firmemente, y también de reconocer que había
problemas, deficiencias y errores reales, algunos de ellos bastante dolorosos y
graves, que había que excavar más y examinar críticamente, y de los cuales
aprender. En ese entonces, estas reacciones contrarias a ¿Conquistar
el mundo? aún se
manifestaban de forma embrionaria y se dieron en un marco general de unidad
ampliamente definida. Únicamente con el mayor desenvolvimiento de la situación
en las siguientes décadas y con la experiencia de mayores dificultades —entre
ellas los retrocesos en las luchas que por un tiempo parecían estar desbrozando
nuevo terreno y encarnando una revitalización del movimiento comunista en el
mundo—, estos puntos de vista contrarios llegaron a ser más desarrollados y más
claros.
Hoy, de parte de aquellos que se niegan a examinar críticamente la
experiencia histórica del movimiento comunista, se da con frecuencia el
fenómeno de insistir en la “verdad de clase” y el fenómeno relacionado de la
reificación del proletariado, y en general un método de aplicar la teoría y los
principios comunistas como una especie de dogma, afín al catecismo religioso —
en esencia: “ya sabemos todo lo que necesitamos saber, tenemos todos los
elementos fundamentales que se requieren, solo se trata de aplicar el
conocimiento heredado”.
Con el polo contrario están aquellos cuyo conocimiento de la
experiencia histórica del movimiento comunista —y en particular de las causas
de sus dificultades, retrocesos y derrotas— es también superficial y mal
fundamentado, quienes ignoran o rechazan el análisis comunista científico de
las profundas contradicciones que han generado el peligro de la restauración
capitalista en la sociedad socialista y quienes tratan de reemplazar ese
análisis con una orientación basada en los principios y los criterios
democrático-burgueses y en las nociones democrático-burguesas de legitimidad —
que va de la mano con el proceso formal de elecciones con partidos políticos
contendientes, que es tan común en la sociedad capitalista y es tan compatible
con el ejercicio del poder político por la clase capitalista y que favorece
tanto ese ejercicio. Aquellos que sostienen estas posiciones, aunque siguen
adjudicándose el manto del comunismo, tienen ganas de descartar y distanciarse
del concepto y de la experiencia histórica de la dictadura del proletariado — y
en muchos casos de la expresión en sí. En efecto, ¡tales personas buscan
“librarse” de la experiencia más liberadora de la historia humana hasta ahora!
Dicen que quieren ir rápidamente hacia adelante para hacer frente a las nuevas
condiciones de los tiempos… pero tienen sus vehículos con la marcha equivocada,
pues van rápidamente en reversa — hacia atrás, a un paso acelerado
hacia la democracia burguesa y los estrechos horizontes del derecho burgués14, atravesando los siglos desde el siglo 21 hasta el 18.
Aunque en las tendencias erróneas que hemos identificado hay
verdaderas diferencias, en un sentido importante también son “reflejos
opuestos” que comparten importantes características. Cabe mencionar que en los
últimos años, ciertos grupos han “saltado” de un polo a otro — y en particular
han saltado del dogmatismo y las tendencias afines a abrazar la democracia
burguesa (aunque con una pantalla de comunismo). A continuación presentamos
algunos rasgos importantes que estas tendencias comparten.
» Jamás emprender —ni tomar en cuenta de manera
sistemática— un resumen científico de la anterior etapa del movimiento
comunista, y en particular el pionero análisis de Mao Tsetung sobre el peligro
y las raíces de la restauración capitalista en la sociedad socialista. Por
ende, aunque defienden —o quizá en el pasado defendieron— la Revolución
Cultural de China, no tienen ninguna concepción profunda o seria sobre por qué
se necesitaba la Revolución Cultural y por qué y con cuáles principios y
objetivos Mao la inició y la dirigió. En efecto reducen esta Revolución
Cultural a otro episodio más del ejercicio de la dictadura del proletariado — o
la reinterpretan como una especie de movimiento democrático-burgués “contra la
burocracia” que en esencia representa una negación de la necesidad de una
vanguardia comunista y su papel dirigente institucionalizado en la sociedad
socialista a lo largo de la transición hacia el comunismo.
» La conocida tendencia a reducir el
“maoísmo” a una mera receta para librar la guerra popular en un país del tercer
mundo, mientras que una vez más pasan por alto o le restan importancia a la
contribución más importante de Mao al comunismo: el desarrollo de la teoría y
la línea de continuar la revolución bajo la dictadura del proletariado y todo
el rico análisis y el método científico que fundamentaron e hicieron posible
que se desarrollaran esa teoría y línea.
4 El positivismo, el pragmatismo y el empirismo. Si bien, para
repetir, estos pueden asumir distintas expresiones de acuerdo con los diferentes
puntos de vista y enfoques erróneos, lo que tienen en común es vulgarizar y
degradar la teoría, reducirla a una exclusiva “guía para la práctica” en el
sentido más estrecho e inmediato, tratarla en esencia como un producto directo
de la práctica específica y tratar de poner en pie de igualdad la práctica
avanzada (que en sí, sobre todo de parte de estas personas, encierra un
elemento de valoración arbitraria y subjetiva) y la teoría supuestamente
avanzada. Un punto de vista dialéctico materialista y comunista científico
lleva a entender que la práctica es el punto de origen y de corroboración
fundamental de la teoría; pero, a diferencia de estas distorsiones empíricas y
estrechas, es importante ver que se trata de la práctica en el sentido amplio,
que abarca la amplia experiencia histórica y social y no simplemente la
experiencia directa de un individuo, grupo, partido o país específico. Eso lo
demuestran de manera poderosa el propio nacimiento y el posterior desarrollo de
la teoría comunista en sí: desde los tiempos de Marx, se ha forjado y
enriquecido esta teoría a partir de una amplia gama de experiencias, en una
amplia gama de campos y a lo largo de una larga trayectoria del desarrollo
histórico, en la sociedad y la naturaleza. Lo de la práctica como fuente de la
teoría y la máxima “la práctica es el criterio de la verdad” se pueden
convertir y se convertirán en una profunda falsedad si se interpretan y se aplican de
manera subjetiva, empírica y estrecha.
» De manera muy importante, lo que estas tendencias
“contrapuestas” erróneas tienen en común es que están enmarañadas en una u otra
clase de modelo del pasado (aunque varíen los modelos específicos) y se
guarecen en estos: o se aferran de manera dogmática a la anterior experiencia
de la primera etapa de revolución comunista —o, más bien, a un análisis
incompleto, parcial y fundamentalmente erróneo de ella— o se guarecen en la
anterior época de las revoluciones burguesas y sus principios: vuelven a lo que son
en esencia teorías de democracia (burguesa) del siglo 18, disfrazadas o a
nombre del “comunismo del siglo 21”, lo que en efecto equipara este “comunismo
del siglo 21” con una democracia que es supuestamente “pura” o está “por encima
de las clases” — una democracia que en realidad, mientras que existan las
clases, solo puede ser la democracia burguesa y la dictaduraburguesa15. Sostienen todo eso mientras que ignoran, tildan de obsoleto o
descartan por dogma (o consignan a la categoría sin sentido del “abecé del
comunismo” que se acepta como abstracción y que en seguida dejan a un lado por
no ser pertinente a la lucha práctica) la concepción comunista científica
fundamental, pagada en los hechos y repetidamente con la sangre de millones de
oprimidos, desde los tiempos de la Comuna de París, de que hay que destrozar y
desmantelar el viejo estado reaccionario y forjar un estado radicalmente nuevo
que represente los intereses revolucionarios de los anteriormente explotados de
transformar toda la sociedad y emancipar a toda la humanidad, o si no, se
echarán a perder y se destruirán los logros de la lucha revolucionaria y las
fuerzas revolucionarias quedarán diezmadas16.
Únicamente haciendo una ruptura con estas tendencias erróneas, y
abordando profundamente y fundamentándose firmemente en el punto de vista, los
métodos y los principios del comunismo, tal como se han desarrollado hasta
ahora (y que hay que seguir desarrollando constantemente), es posible que los
comunistas se pongan a la altura de la gran responsabilidad y reto de ser una
vanguardia del futuro, y no relegarse a seguir siendo un residuo del pasado o
degenerarse en eso, y al hacerlo, traicionar a las masas populares en todo el
mundo para las cuales la revolución comunista representa la única salida de la
locura y el horror del mundo actual y hacia un mundo verdaderamente digno de
habitar.
VI.
Una revolución cultural al interior del PCR
La influencia de líneas incorrectas e incluso abiertamente
revisionistas no es algo a que nuestro propio Partido ha sido inmune. De hecho,
las líneas y las tendencias que hemos criticado aquí no solo han existido en
nuestro Partido sino que durante varios años y hasta hace muy poco, han tenido
una poderosa influencia y han representado un peligro real de que nuestro
Partido dejara de ser una vanguardia comunista revolucionaria y, al contrario,
que se degenerara en otra colección abigarrada más de reformistas, aunque
conservara, al menos por un tiempo, el nombre de comunista.
Durante los años 80 y 90, se había desarrollado una situación en
nuestro Partido en que, en efecto, había dos partidos que representaban dos caminos
fundamentalmente opuestos. Por una parte, estaban la línea “oficial” del
Partido, y el desarrollo a continuo de esta línea, tal como se expresaba en
particular en la nueva síntesis que Bob Avakian había estado forjando y, en lo
principal, tal como se expresaba en el periódico del Partido (Obrero Revolucionario, ahora Revolución)
y otros documentos y publicaciones del Partido. Pero, al mismo tiempo, en mayor
oposición a la nueva síntesis y la línea comunista revolucionaria en general,
había puntos de vista y orientaciones revisionistas que, si bien no se
expresaban y no se planteaban en general de manera sistemática, se iban
volviendo predominantes en todos los niveles del Partido — algunos de cuyos
pormenores variaban pero lo que tenían en común, objetivamente, era que
representaban el abandono del punto de vista y los objetivos de la revolución
comunista, acomodándose al sistema del imperialismo y contentándose, como
máximo, con las reformas en el marco de este horroroso sistema.
¿Cuáles eran algunos elementos importantes de estas líneas
revisionistas, y los factores principales que llevaron a su surgimiento y
creciente influencia en el Partido?
» La derrota en China y el fin de la primera etapa
de revolución comunista —en combinación con décadas de relativa “estabilidad”
en el país imperialista más poderoso del mundo, después de esa derrota y el
reflujo concomitante del gran auge de lucha de los años 60 y comienzos de los
70, en Estados Unidos así como a nivel mundial— no solo tuvieron un efecto
desmoralizador y desorientador en grandes cantidades de personas que buscaban,
y luchaban, enérgicamente por un cambio radical en el mundo, así como en la
población en general, sino que también en las filas de los comunistas y en
nuestro Partido. Los partidos comunistas se componen de individuos que se unen
sobre la base de un análisis científico y avanzado de la necesidad y la
posibilidad de la revolución, apuntando a un futuro fundamentalmente diferente
y mucho mejor para la humanidad; pero viven y llevan a cabo su trabajo en el
actual sistema — no están separados, no pueden estar separados y no deben estar
separados, mucho menos aislados del resto del mundo y las condiciones que este
impone y a las influencias que ejerce.
Al mismo tiempo, durante las últimas décadas los defensores y
apologistas del viejo orden han aprovechado las derrotas y los reveses de la
revolución comunista para lanzar un implacable embate ideológico contra el
comunismo, y eso ha hecho aún más poderosa la presión a acomodarse al
imperialismo, sobre todo en un país como Estados Unidos.
Ante una importante reunión del Partido hace unos años —en que
hizo frente directamente a las líneas revisionistas en el Partido y las criticó
fuertemente—, Bob Avakian hizo las siguientes observaciones:
Veamos esto de nuevo, francamente. Señalé que aún estamos
padeciendo los efectos de la pérdida de China. No debemos subestimar esa
derrota y todo lo que ha suscitado, todo lo que los imperialistas han hecho
sobre esa base y lo que han hecho a partir de ella. Aún estamos luchando por
asimilar y aceptar, tanto en la realidad objetiva como en nuestro propio
pensamiento, lo que se perdió en China después de la Revolución Cultural y todo
lo que representaba para el proletariado internacional y para la revolución
proletaria mundial, después de que millones y millones de personas vivieron ese
levantamiento y, sí, después de un proceso importante de remodelar su
concepción del mundo.
Si uno agrega a eso el fenómeno general de la “muerte del
comunismo” y la incesante ofensiva de anticomunismo, las calumnias y diatribas
que echan desde todo ángulo y en toda forma contra la GRCP [Gran Revolución
Cultural Proletaria], contra la revolución china y el socialismo ahí, y de
hecho contra toda la experiencia de la sociedad socialista y la dictadura del
proletariado; si uno considera el efecto de todo eso y se es materialista y
aplica la dialéctica, cuesta mucho creer que somos inmunes a los efectos de
todo eso y que solo afecta a la gente de fuera del Partido. Aun en nuestro
pensamiento y nuestra alma, si se quiere usar esa expresión, en el mero corazón
de nuestro corazón, ¿no tenemos dudas sobre si nos equivocamos sobre todo eso?
¿Por qué perdimos? Si tuvimos tanta razón y si lo que defendemos es tan
correcto, ¿por qué terminó así? No creo que muchos camaradas puedan decir que
esas dudas no les hicieron preocuparse ni darle muchísimas vueltas en la
cabeza, probablemente más de una vez.
Tenemos una respuesta a esas cosas, pero hay que escarbar para
hallarla y seguir escarbando — y hay que aplicar la ciencia. Hay que recurrir
al materialismo y la dialéctica.
El problema fue que, si bien Bob Avakian y unos cuantos más del
Partido habían estado “escarbando” de esa manera, aplicando el punto de vista y
el método científicos del materialismo dialéctico, la mayoría de los miembros
del Partido, de todos los niveles, no lo estaban haciendo — y, al contrario, en
gran medida “se estaban dejando llevar” por las calumnias al comunismo y por lo
que Lenin identificó con tanta agudeza como los esfuerzos espontáneos por
cobijarse bajo el ala de la burguesía en lo ideológico y lo político: dar
marcha atrás a guarecerse dentro de los límites de la democracia burguesa y el
derecho burgués, seguir a la cola de las posiciones las cuales caracterizan los
movimientos reformistas —tales como la “política de identidad” y el relacionado
relativismo en la filosofía (la idea de que la verdad objetiva no existe o que
no se puede conocer la verdad objetiva con ningún grado de certeza, y que
solamente hay distintos grupos o individuos con diferentes “discursos”, de los
cuales todos son igualmente ciertos o no ciertos)— y reemplazar a la revolución
con la reforma como objetivo básico.
» El revisionismo en nuestro Partido se
caracterizó por los elementos de larga trayectoria del revisionismo en el
movimiento comunista que Lenin también desenmascaró — que están encarnados en
la noción de que “el movimiento lo es todo; el objetivo final, nada” y la
orientación determinista de que lo que es necesario es lo que es posible y lo
que es posible es lo que ya se está haciendo. Eso llevó a “echar raíces” entre
las masas en el sentido equivocado —sobre una base estrecha y con una
concepción estrecha de lucha, que deja de lado a la revolución y el comunismo o
a lo sumo los “añade” de una manera insignificante y sin sentido al trabajo
reformista y se les despoja de toda importancia y relación a la actividad
concreta del Partido— en efecto, enterró la revolución y el comunismo. En
muchas ocasiones, los militantes del Partido estaban muy ocupados — pero
ocupados, o preocupados, de todo menos la revolución y el comunismo.
En esencia todo eso fue una forma de “economismo”. En la historia
del movimiento comunista el economismo ha significado centrar la atención de la
clase obrera en sus propias condiciones y luchas inmediatas como el “medio más
ampliamente aplicable” para, en un momento futuro, ganarla al socialismo y al
comunismo — una posición que Lenin desenmascaró y refutó a fondo en su famosa
obra ¿Qué hacer?, en que mostró que esta posición
jamás llevará a la construcción de un movimiento revolucionario con el objetivo
del comunismo sino que solamente contribuirá a encerrar al movimiento y a las
masas participantes en el marco del capitalismo. En oposición a eso, Lenin
señaló que, si bien es importante que los comunistas participen y tengan
relación con importantes luchas de las masas, y que hasta buscan dirigir muchas
de ellas, tienen que hacerlo como comunistas, quienes se
dedican a poner al descubierto las características y la naturaleza del sistema
capitalista, mediante agitación y propaganda oportunas y convincentes, planteando
ante todos nuestras convicciones y metas comunistas y así,
vinculando las luchas y los movimientos de hoy con la meta de la revolución y
el comunismo, desviando estas luchas, y las masas populares, de los esfuerzos
espontáneos por cobijarse bajo el ala de la burguesía, y dirigiéndolo todo
hacia la meta revolucionaria. Desde los tiempos de Lenin, el economismo ha
llegado a abarcar más ampliamente la aplicación de la noción de “los medios más
ampliamente aplicables” no sólo a las luchas económicas de los trabajadores
sino en general a las luchas de diversas capas sociales — de hacer que el
centro fundamental del trabajo comunista sea el de organizar tales luchas y en
los hechos, si no de palabra, tratar la posibilidad de la revolución y el
comunismo como algo abstracto que pertenece a una esfera lejana en el futuro
incierto sin ningún vínculo vivo al presente y a los movimientos y luchas en un
momento dado.
En esencia, a diferencia de la orientación de hacer
trabajo revolucionario en una situación no revolucionaria, acelerar
mientras que se aguarda el desarrollo de una situación revolucionaria, la
receta economista sostiene: trabajo reformista en espera de la
revolución — una
revolución que jamás se dará y que jamás se preparará con esta orientación. Lo
que todas las manifestaciones del economismo tienen como elemento fundamental
es seguir a la cola de las masas en vez de actuar
como vanguardia para dirigir a las masas —aprender de ellas, eso
sí, pero dirigirlas mientras que se aprende de ellas— elevar sus miras a la
posibilidad y la necesidad de la revolución y trabajar y luchar con ellas para
ganarlas a asumir el punto de vista comunista y revolucionario y a luchar por
sus metas emancipadoras.
» En el economismo y el revisionismo generalizado
que venían caracterizando el trabajo, la vida y la cultura de nuestro Partido,
también eran notables las influencias del pragmatismo y del empirismo que han
sido tan comunes en el movimiento comunista (y que tratamos arriba), así como
el agnosticismo respecto a los principios bien establecidos del comunismo y
hasta la deseabilidad así como la posibilidad de la revolución y el comunismo.
No es que la mayoría de los miembros del Partido se opusiera frontalmente al
trabajo teórico en marcha y los verdaderos avances de la teoría comunista que
el presidente del Partido, Bob Avakian, desarrollaba, sino que en gran parte
hizo caso omiso de ello —o en algunos casos los recibió con un “vaya, qué
chingón” igualmente desinteresado y luego los colocó en un librero con el polvo—
porque tal trabajo teórico y los avances que produjo, si bien son cruciales en
cuanto a los objetivos de la revolución y el comunismo, no les tenían valor y
no les eran “útiles” a aquellos que estaban empantanados en una orientación
revisionista y economista.
» En relación a lo señalado, no tratar el
comunismo como una orientación revolucionaria real —que hay que aplicar
sistemáticamente para cambiar el mundo y que se puede y se debe ganar a las
masas populares a asumir de manera consciente y a luchar enérgicamente por
ella—, sino al contrario, reducir el comunismo a un “estilo de vida
alternativo”, fue otro elemento importante del “paquete revisionista” que cobró
tanto peso en nuestro Partido. Con este punto de vista, el Partido se volvía
meramente otro nicho de oposición auto-justificante, más o menos de moda. A
veces este “estilo de vida alternativo” quería decir que uno, y los demás, se
dedicaran afanosamente a correr de una a otra lucha inmediata; a veces tomaba
la forma de una autosatisfacción dogmática de (supuestamente) ser un comunista,
con su conocimiento especial de la historia y su sistema de ética (que nunca
iba a conectarse con nadie, aun cuando uno siguiera intentándolo); a veces no
más significaba marcar el paso, dejando el pensamiento crítico en el olvido.
Con mayor frecuencia, el trabajo del Partido se caracterizaba por darles a las
masas ideas simplistas y a la vez mantener, como coto especial de los
“conocedores”, lo que se ha descrito como “un templo de conocimientos secretos”
— convirtiendo el comunismo en un dogma sin vida y en esencia religioso.
En oposición a la obra de Bob Avakian y al periódico y otras
publicaciones y documentos oficiales del Partido, una buen parte del rostro
público del Partido —por ejemplo las librerías asociadas con él— tenían el
enmohecido hedor de reliquias del pasado o si no, el ambiente agitado de
“centros del movimiento” (no revolucionarios). Aunque todo eso tuviera muchas
manifestaciones variadas, tenía la misma fuente y el mismo resultado: el
revisionismo.
» Junto con todo eso había una clara aversión a
llevar a cabo lucha ideológica con las masas populares y un rechazo deliberado
de hacerlo, en particular acerca de concepciones y nociones religiosas así como
otros puntos de vista atrasados que de hecho, son grilletes, cadenas mentales,
sobre las masas populares. Eso llegó al extremo de abarcar una renuencia, o una
negativa, a combatir los prejuicios e ideas preconcebidas anticomunistas que
hoy se han generalizado tanto pero que a su vez son tan superficiales.
» En general y en lo fundamental, lo que el
“paquete revisionista” representaba era renunciar a la revolución: adoptar —si
bien sin decirlo explícitamente y de manera franca y honrada— la actitud de que
“ya hemos visto todo lo de la revolución que vamos a ver”. Cuando mucho, la
revolución era algo para el futuro lejano —o era para otros, de otra parte—,
quizá podría funcionar en el tercer mundo pero, según el punto de vista
revisionista, se consideraba que eso tenía muy poco que ver en un sentido vivo
y real a lo que nuestro Partido estaba haciendo o debía estar haciendo (aparte
de, tal vez, rebajarse a sí mismo a hueros “animadores” de las luchas
revolucionarias de otras partes). Respecto al Partido y su cultura, bajo la
influencia de este revisionismo se desbocaba el liberalismo y echaba raíces una
actitud general que en esencia decía: “Vamos, seamos realistas —¿qué esperas?—
no puedes tener un partido en este país que sea una verdadera vanguardia de la
revolución, que sea verdaderamente digno del nombre Partido
Comunista Revolucionario”.
La contradicción fundamentalmente antagónica y cada vez más aguda
entre estas dos líneas —el conjunto de la obra, método y enfoque que
desarrollaba Bob Avakian y la línea “oficial”, los documentos y las
publicaciones del Partido, por un lado, y por otro, el “paquete revisionista”
con diversos rasgos y el contenido básico que describimos arriba— llegó a un
punto crítico en los últimos años: estas líneas contrarias ya no podían
coexistir al interior del Partido, o esa “coexistencia” llevaría al triunfo del
revisionismo y al fin del Partido como vanguardia comunista revolucionaria
real.
El factor impulsor que llevó a una lucha abierta y profunda sobre
estas diferencias fundamentales surgió en el contexto en que el Partido se preparaba
para lanzar una campaña de desarrollar una cultura de aprecio, promoción y
popularización del papel de Bob Avakian como líder comunista, tal como está
concentrado en su obra, método y enfoque. Hoy, desarrollar esta cultura de
aprecio, promoción y popularización ha llegado a ser aceptado como una de las
dos piedras angulares del trabajo revolucionario general de nuestro Partido (la
otra piedra angular es empuñar la prensa del Partido — todo eso se trata en la
nueva Constitución de
nuestro Partido). Pero en ese entonces, hace solamente unos cuantos años, las
discusiones sobre esto en el Partido revelaron, con más claridad de lo que
había sido aparente antes, que al interior del Partido mismo había, tal como
señaló un reciente documento interno del Partido, “una pésima falta de aprecio
de lo que había sido el contenido principal de la obra del presidente — su
nueva concepción de la revolución y el comunismo, la nueva síntesis”. Tal como
agrega el documento interno:
Había estado en marcha la labor de esta nueva síntesis durante 25
años en ese momento; pero la línea revisionista le daba la espalda a esa labor,
primero sin entenderla y luego, mientras la situación desarrollaba, en
oposición objetiva.
Algo nuevo luchaba —y está luchando— por gestarse en el mundo;
está yendo cuesta arriba contra la opinión comúny el
dogmatismo, junto con el reformismo, de los comunistas. Pero o los camaradas se
oponían a eso…o si no, lo ignoraban, o como máximo lo trataban como algo
“interesante”. En casi todos los casos, no entendían el contenido (o se le
oponían de manera ecléctica). En la práctica, lo trataban como algo
intrascendente. En esencia, en las filas del Partido, no se cuestionó el
empirismo vulgar que dice que “la teoría no puede adelantarse a la práctica”….
Bob Avakian había estado haciendo frente y analizando profundamente
los problemas reales que habían llevado a que tanta gente no logró distinguir
entre el marxismo y el revisionismo después de diez años de la GRCP de China.
Muchos camaradas hicieron caso omiso de eso y algunos se volvieron muy
incómodos con ello. El que él había analizado profundamente todo eso y que
había comenzado a elaborar respuestas a estos problemas sumamente espinosos,
otra vez, fue objeto de oposición — abierta o por medio de hacerle caso omiso.
Esa [oposición revisionista] quería decir, objetivamente, “dejarse llevar” por
la “muerte del comunismo” — pues, reemplazó la dirección comunista viva y en
desarrollo que bregaba concretamente con los problemas muy difíciles de “por
qué perdimos a China” (y elaboraba respuestas a ellos), con la fe religiosa
dogmática y muerta.
En ese momento, la oposición entre la línea revisionista y la
línea comunista en nuestro Partido no solo había llegado a expresarse más
plenamente sino que se centraba clara y agudamente en la cuestión de asumir y
llevar con audacia a las masas populares lo que representa la dirección de Bob
Avakian y lo que está concentrado en la nueva síntesis que está desarrollando —
o al contrario, de rechazar todo eso y negarse a actuar sobre esa base. En esas
circunstancias, la primera posición representaba avanzar en el camino de la
revolución y el comunismo —porque el papel de Bob Avakian y su obra, método y
enfoque constan, ante todo, del desarrollo del comunismo, como ciencia viva y
orientación revolucionaria estratégica—, mientras que la oposición a eso en
nuestro Partido representaba, de manera concentrada, guarecerse en el
reformismo y la claudicación al imperialismo, aunque eso se hiciera mientras
que se conservaba el “comunismo” como una especie de catecismo religioso y/o un
“estilo de vida alternativo”.
Al reconocer en toda su extensión la seriedad de la situación, los
riesgos y lo que estaba en juego —y al estar en condiciones de contar en ese
momento con solamente un núcleo muy pequeño en la dirección del Partido—, Bob
Avakian lanzó con osadía un llamamiento a una Revolución Cultural al interior
del PCR. A la vez, insistió en que tenía que ser una Revolución Cultural en
medio de una Gran Marcha —señalando mediante esta metáfora que era necesario
llevar a cabo la transformación radical y la revitalización revolucionaria del
Partido, que era el propósito y objetivo de esta Revolución Cultural, en el
contexto y en lo fundamental al servicio de la transformación del mundo
objetivo mayor— la realización del trabajo del Partido que se guiaría en los
hechos por principios y objetivos comunistas y que construiría un movimiento
revolucionario, y no reformista. Por las razones que hemos tratado aquí, el
punto toral y el asunto cardinal de esta Revolución Cultural era si basarnos en
la nueva síntesis y en el conjunto de la obra, método y enfoque de Bob Avakian,
y el avance de la teoría y la estrategia comunistas que concentra y si llevarla
a cabo enérgicamente, o, al contrario, si darle la espalda y adoptar una u otra
variedad —o brebaje ecléctico— de revisionismo.
En una charla que dio anteriormente este año a un grupo de
miembros del Partido, Bob Avakian habló de su orientación al comienzo de esta
Revolución Cultural:
Tal como yo entendía y hacía frente a la situación de entonces,
hace más o menos cinco años, se presentaban tres opciones básicas cuando quedó
claro que, pese a que la línea “oficial” del Partido seguía teniendo un
carácter comunista revolucionario, en los hechos el Partido estaba “empapado” y
hasta se caracterizaba de revisionismo. He aquí las tres opciones:
aceptar a este Partido tal como estaba y en esencia darle la
espalda a lo que se supone que representaba el Partido;
renunciar y ponerse a formar un partido nuevo;
o lanzar la Revolución Cultural.
Entonces pensaba y aún pienso, por las razones que he señalado en
otras partes y anteriormente hoy, que el último camino fue el único
camino correcto y el camino necesario. Digo eso por razones que tienen que ver
con cuán valioso es un partido y cuán difícil sería formar un nuevo partido si
de hecho se abandonara este Partido de forma prematura e incorrecta. Pero, sí,
es cierto, un partido no tiene nada de sagrado, y si no va a ser una vanguardia
revolucionaria, pues ¡que se vaya al carajo! — que hagamos otra cosa y
consigamos otra cosa. Pero entonces yo consideraba, y considero hoy, que no
debemos abandonar a este Partido a menos que quede claro objetiva y
científicamente que no hay esperanzas de transformarlo en lo que se necesita
que sea.
Esta Revolución Cultural no fue una purga sino una lucha
ideológica, que no tuvo como propósito y método singularizar a individuos sino
comparar y contrastar la línea revolucionaria con la línea revisionista y así
profundizar los cimientos del Partido, y de los miembros, en torno a la línea
revolucionaria y a la vez desenmascarar, criticar y romper con la línea
revisionista — para revivir y darle aún más impulso a la orientación de los
miembros del Partido a todo nivel como revolucionarios y comunistas, para
fundamentar eso más firmemente en un método y enfoque comunista científico, y
rescatar y revitalizar el Partido en conjunto como una verdadera vanguardia
comunista revolucionaria capaz y decidida a asumir sus deberes como tal, y nada
menos. Esta Revolución Cultural, durante los cinco años y pico desde su inicio,
ha tenido un curso y naturaleza complejos y a veces intensos. Ha abarcado
varios vaivenes, curvas y giros y ha sido necesario librar repetidas y cada vez
más profundas luchas ideológicas para efectuar una ruptura básica, de parte de
los miembros del Partido y del Partido en conjunto, con el revisionismo y dar
un salto a ser —de nuevo y sobre una base más profunda— comunistas y la
vanguardia comunista que tenemos que ser y que ahora estamos decididos a ser.
Ha pasado por diferentes etapas, con un avance decisivo en sus etapas iniciales
cuando la dirección del Partido se unificó colectivamente en términos
fundamentales con la línea revolucionaria y la dirección de Bob Avakian al
desarrollar y luchar por esa línea y sobre esa base, profundizó su determinación
y capacidad de llevar a cabo esta Revolución Cultural para derrotar al
revisionismo y rescatar y revitalizar al Partido como una vanguardia comunista
revolucionaria.
Tal como debe esperarse en una lucha de esta magnitud y con lo que
estaba en juego, el proceso de la Revolución Cultural en nuestro Partido
implicaba un deslinde con aquellos que aceptaban hacer las paces con el
imperialismo y sus monstruosos crímenes, aunque a veces aún se llamaran
comunistas, o con quienes expresaban el deseo de que se gestara un mundo mejor
siempre y cuando no tuvieran que asumir la responsabilidad de la lucha y de
hacer los sacrificios que serían necesarios para que eso se plasmara en los
hechos. Algunas personas se negaron a romper con el revisionismo, o se encontraron
incapaces de hacer eso, y por ende presentaron su renuncia al Partido (o se
dejaron convencer que presentaran su renuncia). En su mayoría, con pocas
excepciones17, aquellos que dejaron el Partido lo
han hecho con el argumento de que no consideran que la revolución sea posible
—al menos no en este país, no en un plazo que importe—, y algunos incluso
admitieron que ya no consideraban deseables la revolución y el comunismo. En los
hechos, lo que eso quiere decir no es que la revolución no sea posible y el
comunismo no sea deseable, sino que la voluntad revolucionaria y la orientación
comunista de estas personas han degenerado y —a diferencia de aquellos que han
avanzado en el transcurso de la Revolución Cultural en nuestro Partido, y se
han vuelto a comprometerse sobre una base más profunda a la causa del
comunismo— aquellos que le han dado la espalda al Partido y a la revolución
reconocen que esta revolución y su meta del comunismo requerirán hacer, pero
ellos no están dispuestos a emprender, “el trabajo duro, el trabajo riesgoso,
el trabajo a veces impopular o que ‘va contra la corriente’, para hacer esto
una realidad”18. Ya no cumplen los
criterios básicos que delinea la Constitución de nuestro Partido (“Parte II.
Principios de organización”):
El Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, está
conformado de personas que se han reunido para contribuir a cumplir la más
grande necesidad ante la humanidad: hacer la revolución, como primer paso hacia
el comunismo. Han dedicado de lleno la vida a esto — con gran seriedad y con
gran amor; con gran determinación y con gran pasión19.
En su aspecto principal y en lo fundamental, la Revolución
Cultural en nuestro Partido ha producido una verdadera revitalización del punto
de vista, objetivos, espíritu y cultura comunistas y revolucionarios del
Partido — un Partido que con ciencia hace frente a las complejidades, las
dificultades y los peligros, así como la inspiración, de hacer todo lo que
pueda para trabajar por la revolución en este país, y de contribuir lo más que
pueda a la misma causa en todo el mundo, todo con el fin de llegar al objetivo
final del comunismo. Además, la lucha continúa, sobre una nueva base, al
interior del Partido, para seguir fortaleciendo y profundizando su carácter y
cimientos revolucionarios, en el marco de la realización creativa y vigorosa
del trabajo revolucionario, a partir de lo que es, de hecho, la línea comunista
revolucionaria de este Partido.
A lo largo de un período, nuestro Partido ha sufrido —mientras que
también han sufrido las masas populares que han buscado al Partido y las masas
populares en general cuyos intereses objetivos corresponden a la revolución
comunista— debido al revisionismo que cobraba cada vez más influencia en
nuestro Partido y que se alimentaba de la tendencia, que a su vez la reforzaba,
a adoptar un balance y enfoque incorrectos acerca de la situación en que
terminó la primera etapa de revolución comunista con la restauración del
capitalismo en China, mientras que los imperialistas tradicionales y emergentes
se afanaban tanto por aprovechar la situación a fin de saquear al mundo con aún
más vileza y librar una implacable guerra política e ideológica en plan de
arrasar con todo el respeto que quedaba por las grandes hazañas que se habían
llevado a cabo en la primera etapa del socialismo y de desacreditar la ciencia
revolucionaria del comunismo que sacó a la luz la posibilidad y dio dirección a
la lucha en el mundo real que hizo posibles esas grandes hazañas. En el
transcurso de la Revolución Cultural en nuestro Partido, hemos salido más
fuertes, y unificados a un nivel mucho más alto, en los frentes político e
ideológico así como organizativo, más firmemente fundamentados en la ciencia
del comunismo, tal como se ha desarrollado por medio de la nueva síntesis
forjada por Bob Avakian, y con la conciencia de que es una ciencia viva que
tenemos que seguir aplicando y desarrollando sobre la marcha y por medio de
lucha continua.
Hemos pagado un precio por aferrarnos a los principios y objetivos
comunistas y por negarnos a abandonar el camino de la revolución y a sumarnos
al gastado y trillado camino del reformismo —el que, se dice, es más “realista”
y que de alguna manera “funcionará”— mientras que la cruda experiencia ha
ilustrado, una y otra vez, que eso solamente puede “funcionar” de modo que
encierre a la gente en los mortales confines del dominio burgués y opresión
capitalista. Pero, al haber pagado ese precio, ahora estamos más preparados
para asumir las grandes responsabilidades que tenemos que emprender, más
decididos a ponernos a la altura de las grandes necesidades que se nos
presenten — a trabajar enérgicamente por la revolución aquí, a partir de la
nueva síntesis forjada por Bob Avakian, para hacer que todo lo que hacemos
contribuya de manera activa e importante a la meta revolucionaria, y luchar por
esa misma concepción y orientación en el movimiento comunista en el mundo en
general.
Con plena conciencia de los problemas y riesgos muy reales que
esto puede implicar, estamos dando a conocer nuestra experiencia —y lo que
hemos llegado a entender más profunda y firmemente mediante esta experiencia— a
los demás, en el movimiento comunista y en general, debido a sus profundas
lecciones y su gran importancia para nuestra causa en general. Nuestra
experiencia, en particular mediante la Revolución Cultural en nuestro Partido,
ha elevado mucho nuestro entendimiento de lo que significa para las masas
oprimidas en este país y en el mundo y para el futuro de la humanidad que tal
Partido no ha sido derrotado y destruido — que no solo ha perseverado sino que
se ha revitalizado y fortalecido en los frentes político e ideológico y en
términos de enfoque revolucionario estratégico y orientación comunista y la
determinación con una base científica de trabajar de manera incansable para
hacer de este entendimiento una poderosa y viva realidad de las masas populares
en lucha consciente por la revolución, eso sí, en esta, la más poderosa de
todas las potencias imperialistas, en unidad con los pueblos que están haciendo
lo mismo en todo el mundo. Como nuestro presidente, Bob Avakian, escribió hace
poco:
Así, sobre esta base científica y mediante la aplicación de este
método y enfoque científico, podemos, y debemos, tener un espíritu conquistador
—y una orientación de apasionada intensidad (tomo prestada una frase de un
poema de Yeats)— por la revolución y el comunismo20.
VII.
Conclusión: Un reto y un llamamiento
Lo que hemos dicho aquí lo decimos en serio, y lo que decimos en
la “Conclusión” de la Constitución de nuestro Partido lo decimos en
serio:
El Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos, ha asumido la
responsabilidad de dirigir la revolución en Estados Unidos, en las entrañas de
la bestia imperialista, como su participación principal en la revolución
mundial y el objetivo final del comunismo. Esta es una gran tarea histórica — y
todos aquellos que anhelan que esto pase, deben reunirse alrededor de esta
vanguardia y apoyarla, trabajando juntos con el Partido, movilizando apoyo para
él y, sobre la base de asumir la causa y el punto de vista del comunismo,
ingresando a él.
La emancipación de toda la humanidad: esa, y nada menos, es
nuestra meta. No existe ninguna causa mayor, ningún objetivo mayor a que
dedicarnos la vida21.
Todo lo que hemos mencionado aquí, y todo lo que hemos puesto al
descubierto, en términos directos y sin adornos, debe darle aún mayor
importancia y mayor énfasis al llamamiento a que aquellos que comparten, o
respetan, nuestra determinación de hacer surgir un mundo nuevo, sin explotación
y opresión, acudan en apoyo y ayuda a este Partido.
A los revolucionarios y a los comunistas de todas partes, a todos
aquellos que anhelan otro mundo radicalmente diferente y mucho mejor: no demos
marcha atrás ni volvamos a atrincherarnos en el pasado en la forma que sea — al
contrario, avancemos con osadía hacia la meta del comunismo y hacia la
emancipación de la humanidad de las milenarias cadenas de la tradición.
Notas
1. Marx a
Kugelmann, 1868, citado en America in Decline, An Analysis of the
Developments Toward War and Revolution, in the U.S. and Worldwide, in the 1980s,
t. 1 (Chicago: Banner Press, 1984), p. 10. [regresa]
2. Un análisis más amplio de la relación entre la opresión de los
negros y el desarrollo histórico del capitalismo y del imperialismo en Estados
Unidos se halla en Bob Avakian, El comunismo y la democracia
jeffersoniana (en
inglés) (Chicago: RCP Publications, 2008), y en línea en revcom.us. [regresa]
3. Constitución del Partido Comunista
Revolucionario, Estados Unidos (Chicago:
RCP Publications, 2008), “Preámbulo: Principios básicos del Partido Comunista
Revolucionario, Estados Unidos”, pp. 2-3, cursivas en el original. Esta Constitución se halla en revcom.us. [regresa]
4. “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad”, partes 1 y 2,
en revcom.us y en Revolución y comunismo: Fundamento y
orientación estratégicos, un folleto de Revolución,
1º de mayo de 2008. El citado libro de Ardea
Skybreak es The Science of Evolution and the Myth of
Creationism — Knowing What’s Real and Why It Matters (Chicago: Insight Press, 2006). La serie de Revolución,
“La ciencia de la evolución”, en que se basa el libro, se halla en español en revcom.us. [regresa]
5. En otros lugares, mediante el trabajo del presidente de nuestro
Partido, Bob Avakian, y mediante el trabajo de otras personas que se inspiran y
se guían por su obra, método y enfoque, se han resumido bastante —y se siguen
resumiendo— los logros muy reales y verdaderamente sin precedentes y las
deficiencias y errores secundarios si bien importantes, y en algunos aspectos
muy serios, de la Unión Soviética, así como de China, cuando eran socialistas.
Por ejemplo, ver Bob Avakian, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del
proletariado internacional, revista Revolución #50, enero de 1982 y “El fin de una
etapa — el comienzo de una nueva etapa”, revista Revolución #60, otoño de 1990; ver también thisiscommunism.org, el portal
en inglés del proyecto “Pongamos las cosas en claro”. [regresa]
6. Aparte de las otras fuentes a que nos hemos referido sobre la
experiencia de la revolución comunista y la sociedad socialista, se halla un
importante balance de las contribuciones de Marx, Lenin y Mao al desarrollo de
la ciencia del comunismo y a la estrategia de la revolución comunista en el
apéndice “El comunismo como una ciencia” de laConstitución del Partido Comunista Revolucionario, Estados
Unidos. [regresa]
7. El fin en sentido literal de la Unión Soviética, a comienzos de
los años 90, llegó más de tres décadas después del derrocamiento del socialismo
a mediados de los años 50 y la restauración del capitalismo en ese país. Desde
los años 50, la Unión Soviética se había vuelto social-imperialista,
tal como Mao Tsetung la describió, o sea, socialista de nombre pero capitalista
imperialista en los hechos y práctica, aunque fue una forma de imperialismo
capitalista en que el estado era el eje decisivo y elemento central de la
economía. Cuando se volvió capitalista, la Unión Soviética, como potencia
social-imperialista, siguió siendo un rival formidable de Estados Unidos y su
bloque imperialista; e, irónicamente, cuando la Unión Soviética y su imperio se
desenmarañaron en los años 90, los apologistas y “triunfalistas” del
imperialismo-capitalismo “occidental clásico” sacaron provecho declarándolo
otra derrota más del comunismo y “prueba” de que el socialismo es una
monstruosidad inviable y rígida. Un análisis de la verdadera experiencia de la
sociedad socialista en la Unión Soviética y China —las transformaciones
liberadoras sin precedentes históricos que se llevaron a cabo en esos países
cuando eran socialistas y los problemas, deficiencias y errores muy reales— se
halla en thisiscommunism.org, el portal del proyecto “Pongamos las cosas en
claro”. [regresa]
8. Aquellos que dicen que la experiencia del
movimiento comunista, y las sociedades socialistas a que ha dado origen,
muestran las limitaciones y de fondo la bancarrota de lo que llaman el
“paradigma estado-partido”, han sacado conclusiones en esencia erróneas y
engañosas, que hacen eco a la “opinión común” que propagan los capitalistas y
sus secuaces intelectuales y se enchufan a la cacofonía de panegíricos
anticomunistas (cuya fuerza y furia en lo fundamental no significan nada… ni
nada positivo). En los meses y años venideros —por ejemplo, mediante una
revista teórica electrónica, y el periódico de nuestro Partido, Revolución y otros mecanismos— analizaremos,
examinaremos detenidamente y refutaremos más a fondo esta y otras teorías
afines y el punto de vista y el método que encarnan. Permítanos dejar muy en
claro que sin este llamado “paradigma estado-partido” —sin el poder estatal
para los anteriormente explotados que apunte a abolir toda la explotación y a
arrancar de raíz todas las relaciones opresivas en todo el mundo y sin una
vanguardia para dirigir en ese proceso—, no se acercará para nada a tratar, ni
hablar de solucionar, las contradicciones profundas y complejas que hay que
tratar a fin de hacer surgir un mundo radicalmente diferente. Abandonar y
atacar a ese “paradigma” es, al menos objetivamente y pese a las declaradas
intenciones de uno, abandonar y socavar el objetivo, y la lucha por plasmar el
objetivo, de zafarse y al final liberarse del sistema que perpetúa horrores tan
reales que todos los días hieren y persiguen a la humanidad y que representan
una amenaza muy real a su futuro. Eso es lo que la experiencia del
movimiento comunista —y la experiencia histórica de la sociedad en general—
muestran, cuando se examinen y se sinteticen con un punto de vista y método
científicos. [regresa]
9. Véase, por ejemplo, Bob Avakian, La
pérdida en China y el legado revolucionario de Mao Tsetung, el texto
de un discurso dado por Bob Avakian en las Reuniones conmemorativas a Mao
Tsetung (Chicago: RCP Publications, 1978) y Las contribuciones inmortales de Mao
Tsetung (Chicago:
Liberation Distributors, 1991). [regresa]
10. Véase La nueva concepción de la revolución y el
comunismo: ¿Qué es la nueva síntesis de Bob Avakian?, en revcom.us. [regresa]
11. “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad” (parte 1) en revcom.us y en Revolución y comunismo: Fundamento y
orientación estratégicos, un folleto de Revolución,
p. 28. [regresa]
12. Bob Avakian, ¿Conquistar el mundo? Deber y destino del
proletariado mundial. Una presentación de los elementos básicos del
desarrollo que ha hecho Bob Avakian del contenido y la base científica del
internacionalismo comunista se halla en (aparte de ¿Conquistar
el mundo?) “Avanzar
el movimiento revolucionario mundial: Cuestiones de orientación estratégica”, Obrero Revolucionario (ahora Revolución), Nos.
316 y 317, 5 y 12 de agosto de 1985. [regresa]
13. “Hacer la revolución y emancipar a la humanidad” (parte 1) en revcom.us y en Revolución y comunismo: Fundamento y
orientación estratégicos, un folleto de Revolución,
p. 37. [regresa]
14. La Constitución de nuestro Partido, en el apéndice “El
comunismo como una ciencia”, explica que el derecho burgués se refiere a:
la forma en que las relaciones de mercancías y las disparidades
que aún quedan del capitalismo, justamente en la sociedad socialista, se
refuerzan mutuamente y se reflejan en la superestructura —en las instituciones
políticas y los modos de pensar, la cultura y demás— y la manera en que todo
eso presenta obstáculos a que continúe el avance revolucionario en el
socialismo, y lo cual hay que restringir y a la larga superar como parte
fundamental de la lucha por impedir la restauración capitalista y alcanzar el
objetivo final del comunismo. [regresa]
15. Un análisis conciso de las ilusiones de la democracia “pura” y
“por encima de las clases” y una explicación de la verdadera relación entre la
democracia y la dictadura —de tipos fundamentalmente diferentes— aparece en la
siguiente declaración de Bob Avakian:
En un mundo de profundas divisiones de clase y grandes
desigualdades sociales, hablar de la “democracia” sin señalar su carácter
de clase y a qué
clase beneficia no tiene sentido o tiene implicaciones peores. Mientras exista
la sociedad dividida en clases no puede haber “democracia para todos”: dominará
una clase u otra, y la clase que gobierna defenderá y promoverá el tipo de
democracia que concuerde con sus intereses y metas. Por eso, debemos preguntar:
¿qué clase dominará y si su gobierno, y sistema
de democracia, sirve para continuar las divisiones de clase, y las relaciones
de explotación, opresión y desigualdad que corresponden a ellas, o lleva a abolirlas?
(citado en la Constitución del Partido Comunista
Revolucionario, Estados Unidos, cursivas en el original, en revcom.us). [regresa]
16. En la actualidad, algunos comunistas, ex comunistas y
“compañeros de viaje” del comunismo han invocado un brebaje ecléctico de
escolasticismo, agnosticismo y relativismo, que se opone, en algunos casos de
manera consciente y explícita, a la nueva síntesis desarrollada por Bob Avakian,
y en todo caso al punto de vista, la metodología y los objetivos fundamentales
del comunismo. Aquellos que ofrecen este brebaje dicen que no hay un marco
teórico adecuado que explique, clarifique y saque las lecciones pertinentes de
la anterior experiencia del movimiento comunista y que guíe una práctica que
evitara los errores del pasado, tales como esta gente los (mal) interpretan.
Por ende, según este argumento, es necesario dedicar energía a lo que solamente
pueden constituir labores interminables y sin rumbo para descubrir, en una
esfera completamente divorciada de la práctica revolucionaria guiada por
principios comunistas, el necesario marco teórico. A eso lo acompañan con
frecuencia una defensa, si no una realización concreta, del trabajo práctico y
lucha sobre la base más estrecha y de la forma más reformista — otro
ingrediente del brebaje ecléctico. Todo eso, al menos objetivamente, representa
una justificación para abandonar, dar pasos atrás o simplemente mantenerse
apartado de la lucha revolucionaria concreta —la lucha guiada por
la teoría y los principios comunistas que se pueden desarrollar, se han
desarrollado y se están desarrollando en relación dialéctica con la práctica en
el sentido amplio, y no estrecho— la lucha con contenido revolucionario, y no
reformista.
Es lógico, sobre todo en un país imperialista altamente parásito
—un imperialismo que literalmente se ceba del mundo y de miles de millones de
sus habitantes—, que surjan tal orientación y enfoque escolásticos,
relativistas y agnósticos, aun cuando tengan una coloración más o menos
comunista y que tengan cierta acogida, en particular en las capas más
privilegiadas y específicamente en la intelectualidad. Pues, mientras que uno
puede seguir diciendo que hace falta un marco teórico adecuado, puede seguir
convenciéndose a sí mismo que no tiene nada de malo negarse a comprometerse con
la verdadera lucha por el comunismo, un compromiso y lucha que podrían hacer
que uno se salga de lo que es, después de todo, la vida no tan desagradable de
un académico en la ciudadela imperialista más poderosa y más rica del mundo. Lo
que se objeta aquí no es, desde luego, el papel que juega el intelectual
académico en sí, ni se objeta lo de bregar en la esfera de la abstracción
teórica, que puede constituir un área importante de trabajo y de hecho puede
constar de valiosas contribuciones, de diversas maneras, a la causa del
comunismo, aunque no trate directamente la esfera de la política y la filosofía
política. Al contrario, lo que se identifica y se critica fuertemente es el
fenómeno de convertir en un principio lo de abordar la teoría en abstracto,
separada de la práctica revolucionaria y en oposición a una concepción y
enfoque materialistas y dialécticos, comunistas científicos de la relación
entre la teoría y la práctica, tal como se ha señalado arriba. Nos parece
necesario expresar nuestra impaciencia con cierta clase de ideas huecas
francamente ininteligibles y conscientemente confusas que se hacen pasar y con
demasiada frecuencia pasan por pensamiento radical en círculos académicos y que
en ocasiones hasta se hacen pasar por el marxismo. [regresa]
17. Una excepción al patrón general de aquellos que han dejado el
Partido a partir de abandonar más o menos abiertamente la revolución, es un
abigarrado grupo que no se ha contentado meramente con claudicar ante el
imperialismo sino que se ha constituido en una mezquina camarilla de “críticos
parásitos” fuera del Partido, que busca confeccionar “grandes justificaciones”
por su claudicación lanzando ataques altamente inescrupulosos contra nuestro
Partido y su dirección —en particular contra nuestro presidente Bob Avakian—
mediante chismes e insinuaciones, calumnias y burdas tergiversaciones de la
línea y el trabajo de nuestro Partido, e incluso burdas venias al
anticomunismo, mientras que aún fingen, por ahora, defender la revolución y el
comunismo (si bien es muy probable que no tarden en abandonar esta pretensión).
Aunque objetivamente esto es un fenómeno menor, tiene algunos elementos que
caracterizan a estos “críticos” que pueden constituir útiles maestros por
ejemplo negativo.
Primero, las posiciones y los puntos de vista que esta gente está
defendiendo ahora tienen la virtud (si así se le puede llamar) de presentar de
una manera relativamente desarrollada, precisamente la clase de líneas
revisionistas identificadas, desenterradas, desacreditadas y derrotadas en el
curso de la Revolución Cultural en nuestro Partido — unas líneas cuyos rasgos
hemos descrito arriba en la discusión del “paquete revisionista” que surgió en
oposición a la línea revolucionaria en nuestro Partido.
Segundo, los hoy ex miembros del Partido quienes renunciaron y
formaron esta mezquina camarilla han representado un ejemplo clásico de la
naturaleza del oportunismo ideológico y político, tal como el hecho de que se
negaron a llevar a cabo una lucha de principios sobre sus diferencias mientras
que estaban en el Partido. Tal comportamiento
contradice y viola lo que es un principio básico de organización comunista, y
que desde el principio ha sido un claro principio de nuestro Partido, que dice
que los miembros del Partido no solo tienen el derecho sino la responsabilidad
de expresar sus diferencias con la línea y las políticas del Partido, de manera
franca y honrada, por medio de los canales indicados del Partido. Además,
durante la Revolución Cultural en nuestro Partido, en cierto momento se pidió
que todos los miembros meditaran seriamente su compromiso al Partido, a sus
principios y metas comunistas, y al contenido y los objetivos de la Revolución
Cultural en el Partido, y si tuvieran —pero únicamente si tuvieran— un
compromiso firme, se dedicaran de nuevo a él. Cabe mencionar que un tal Mike
Ely, quien ahora trata de hacerse pasar por una especie de “pez gordo” en este
pequeño charco estancado de “críticos parásitos”, efectivamente se dedicó de
nuevo al Partido en ese momento — una vez más sin siquiera plantear ninguna
objeción ni diferencia acerca de la línea del Partido y los objetivos y el
rumbo de la Revolución Cultural en el Partido.
Puesto que hoy ha quedado muy claro que él ha tenido desacuerdos
con la línea básica del Partido —no solamente en los últimos años durante el
tiempo en que se llevaba a cabo una Revolución Cultural en el Partido, sino
desde hace mucho antes—, es lógico preguntar: ¿por qué tal persona seguía en el
Partido todo ese tiempo, pero se negaba a expresar desacuerdos de peso con
importantes aspectos de la línea del Partido o librar una lucha franca y
honrada en torno a los mismos aspectos con que claramente tenía diferencias
básicas durante un buen tiempo? La obvia respuesta es que permaneció en el
Partido y a su vez ocultó importantes diferencias, a fin de
utilizar al Partido como vehículo para promover su propia línea oportunista. Al
parecer, como resultado de la fuerte influencia del revisionismo en nuestras
filas, durante muchos años le fue posible andar en su “estilo de vida
alternativo” al interior del Partido, fingiendo tener unidad y haciendo más o
menos lo que le diera la gana, dado el liberalismo generalizado que formaba
parte de la línea revisionista y la cultura que esta alentaba en nuestro
Partido. Únicamente a medida que se desarrollaba la Revolución Cultural y se
iba eliminando el terreno en que prosperaba el revisionismo, le costaba más y
más trabajo seguir llevando a cabo una línea opuesta y a la vez fingir estar de
acuerdo con el Partido. Así que, ¿qué hizo? Renunció abruptamente, buscó otros
caminos para expresar su oportunismo y lanzó ataques inescrupulosos contra el
Partido y su dirección. Antes de renunciar, ¿agotó —o trató de utilizar— los
cauces que existen en el Partido para expresar y luchar sobre diferencias de
acuerdo a los principios? Antes de renunciar, ¿escribió un texto que expresara
sus diferencias e hizo que se entregara, mediante los canales del Partido, a la
dirección del Partido? ¿Pidió reunirse con la dirección del Partido para
expresar y debatir estas diferencias? No. Al contrario, emprendió acciones que
violaron completamente los principios del comunismo, y de hecho lo hizo de una
manera opuesta a aquella de una persona con un sentido básico de integridad.
No sorprende esta clase de comportamiento de parte de tal persona,
porque debido a su línea política e ideológica oportunista en general así como
porque, sobre todo una vez que la Revolución Cultural arrancaba y cobraba
impulso en nuestro Partido y los miembros del Partido se elevaban las miras a
las cuestiones fundamentales de línea política e ideológica y luchaban con
ciencia y fundamento por distinguir estas líneas, si él, aún estando en el
Partido, hubiera intentado utilizar la clase de métodos “sensacionalistas” que
ha aplicado desde que renunció —insinuaciones, chismes, “revelaciones de
información interna” y demás—, pues, todo eso, no solo se hubiera reconocido de
inmediato, al interior del Partido, como una tergiversación burda y absurda y
una violación descarada de principios comunistas, sino que se hubiera
identificado como una parte de un oportunismo mayor, y él hubiera tenido que
abandonar esa clase de métodos inescrupulosos y debatir, en serio, las
cuestiones decisivas de línea que han estado en juego en esta Revolución
Cultural y defender, sobre la base de principios y argumentos de peso, las
líneas que obviamente sostenía en oposición a la línea revolucionaria del
Partido. Y él hubiera fracasado estrepitosamente, porque una vez más se hubiera
reconocido claramente que esas líneas representaban el mismo “paquete” que el
Partido, y sus miembros, iban identificando como revisionista y contra el cual
libraban lucha ideológica como tal.
Como hemos dicho, en el curso de una importante lucha de clases —y
eso es lo que ha sido esta Revolución Cultural en nuestro Partido: una lucha de
clases crítica en la esfera ideológica—, se deslindarán la situación y las
personas. Nuestro Partido, al haber llevado a cabo esta lucha sobre una base de
principios, al concentrar en los asuntos de línea política e ideológica y al
buscar ganarse a todos los que fuera posible a la línea revolucionaria, sin
ceder al revisionismo, ha fortalecido muchísimo su posición y orientación
comunistas y su capacidad de cumplir su deber revolucionario; y sobre esa base,
nos hemos liberado bien de los oportunistas como esta mezquina camarilla de
“críticos parásitos”. Si bien la línea de tales oportunistas está totalmente
carente de sustento científico, nuestro Partido, y el movimiento revolucionario
a que nos estamos dedicados a construir y dirigir, se fortalecerán a medida que
se comparen y contrasten la línea objetivamente contrarrevolucionaria de estos
oportunistas y el papel que están jugando, con la línea y el trabajo
revolucionarios comunistas de nuestro Partido.
(En esta conexión, ver, en inglés, “¿Atascado en el ‘horrible
presente capitalista’ o forjar un camino al futuro comunista? Una respuesta a
las Nueve cartas de Mike Ely”, de un grupo de escritores del PCR, en revcom.us.) [regresa]
18. Constitución del Partido Comunista
Revolucionario, Estados Unidos, “II. Principios de organización,
Artículo 1 — Miembros”, p. 18; también está en línea en revcom.us. [regresa]
19. Constitución del Partido Comunista
Revolucionario, Estados Unidos, “II. Principios de organización”,
p. 16; también está línea en revcom.us.
[regresa]
20. Bob Avakian, El comunismo y la democracia
jeffersoniana (en
inglés) (Chicago: RCP Publications, 2008), y en línea en revcom.us. [regresa]
21. Constitución del Partido Comunista
Revolucionario, Estados Unidos, “Conclusión”, p. 27; también está
en línea en revcom.us. [regresa]
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