DECLARACIONES, PROPUESTAS Y MARXISMO ROMO, ENQUILOSADO;...
la liberación social de la clase obrera es obra suya propia,...el tiempo ha demostrado que no cuadra ni se da de otra manera,...las dadas y realizadas, desde la soviética, pasando por la China,...eso a nuestro entender ha demostrado,...¡¡. Lo principal es que la revolución pendiente, no es en un país o en otro, es global-universal, de la humanidad: es la clase proletaria-popular,...¡¡.
Que lástima, que no tengamos capacidad para poder entrarle a las ideas centrales de los diversos autores o entidades,...¡¡.
la liberación social de la clase obrera es obra suya propia,...el tiempo ha demostrado que no cuadra ni se da de otra manera,...las dadas y realizadas, desde la soviética, pasando por la China,...eso a nuestro entender ha demostrado,...¡¡. Lo principal es que la revolución pendiente, no es en un país o en otro, es global-universal, de la humanidad: es la clase proletaria-popular,...¡¡.
Que lástima, que no tengamos capacidad para poder entrarle a las ideas centrales de los diversos autores o entidades,...¡¡.
A):
"" Sábado, 09 de Noviembre de 2013 07:55
Contribución del PCPE al 15 Encuentro internacional de Partidos Comunistas y Obreros
Texto presentado por el camarada Carmelo Suárez, Secretario General del PCPE, ante el plenario del Encuentro Internacional que se celebra durante este fin de semana en Lisboa.
El capitalismo en crisis golpea brutalmente a la clase obrera y a los sectores populares.
Estimados camaradas, en primer lugar quiero agradecer al PC Portugués la organización de este 15 Encuentro Internacional. Al mismo tiempo, saludo fraternalmente a todos los partidos presentes y envío un caluroso abrazo internacionalista y proletario a todos los que no han podido estar en esta edición del Encuentro Internacional.
Quiero comenzar mi intervención señalando dos elementos en los que creo que todos y cada uno de los partidos presentes estamos de acuerdo: el capitalismo se halla en una profundísima crisis que no tiene visos de superarse, mientras que los capitalistas intentan remontar su tasa de beneficio mediante el incremento de los niveles de explotación sobre la clase obrera.
Hablamos continuamente del recorte de derechos sociales y laborales, de cómo los servicios públicos se ven amenazados por el capital monopolista que pretende obtener así nuevos espacios para la reproducción pero, en lo concreto ¿esto qué significa? ¿en qué situación se halla la clase obrera en nuestros países y qué reflejo tiene esto en la política de nuestros Partidos?
En España las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera han empeorado brutalmente desde el estallido de la crisis, como consecuencia de la aplicación sistemática y acelerada de las políticas de ajuste que aplican los distintos gobiernos en beneficio, fundamentalmente, del gran capital monopolista. Estas políticas, que no son otra cosa que la expresión más brutal y directa de las que, hasta el año 2008, ya venían anunciando y aplicando los distintos organismos de gestión capitalista europeos y españoles, tienen una traducción muy directa y muy concreta en la vida de nuestra clase y de los sectores populares.
Como consecuencia de la destrucción de fuerzas productivas, el paro ha crecido exponencialmente, alcanzando los seis millones según las cifras oficiales. Esto ha tenido efecto no sólo en el incremento de los índices de pobreza, sino también en el número de desahucios, en el constante incremento de familias que no tienen prácticamente ningún ingreso para llegar a fin de mes o en el crecimiento de los índices de malnutrición infantil, por citar sólo algunos ejemplos. La desesperación ante la imposibilidad de alimentar a los hijos ha llevado ya a varias personas al suicidio. La ofensiva del capital se traduce con claridad en hambre, miseria, gente sin hogar y muerte.
Por otra parte, los trabajadores y trabajadoras que mantienen el puesto de trabajo, se ven sometidos a un niveles de terrorismo patronal desconocidos en los últimos años: el miedo real a perder la única fuente de ingresos de la que, en muchos casos, dependen familias enteras, conlleva la aceptación de las cada vez más esclavizantes condiciones laborales previstas en las sucesivas reformas laborales aprobadas por los gobiernos del Partido Socialista y el Partido Popular. La generalización del despido colectivo deja en la práctica sin derechos a amplios sectores de la clase obrera, al mismo tiempo que los derechos sindicales están en franco retroceso, todo ello ante la incapacidad de las cúpulas sindicales para plantear una lucha orientada directamente a su recuperación. La patronal tiene en la práctica la capacidad para vulnerar cualquier legislación laboral, puesto que es más barato que nunca despedir a los trabajadores y trabajadoras y no existen consecuencias legales de ningún tipo cuando eso ocurre. La ofensiva del capital se traduce con claridad en que nuestros derechos son papel mojado en manos de los capitalistas.
Las condiciones de seguridad en el trabajo empeoran, a pesar de los discursos oficiales. Muy recientemente, 6 mineros fallecieron en el norte de España en el peor accidente en los últimos veinte años en ese sector. Fue un accidente que se pudo haber evitado, había informaciones que revelaban días antes el peligro de escapes de gas, lo que causó finalmente la muerte de estos compañeros. ¿Habrá quien pague por ello? Lo dudamos. Pero sí hay quien paga con su vida para que el patrón siga obteniendo beneficios, no sólo en ese sector, sino en todo el resto de sectores de la producción donde cada vez lamentamos accidentes más graves. La ofensiva del capital se traduce con claridad en que nuestras vidas valen poco frente a la obtención de más beneficios.
Se habla mucho de los servicios públicos, pero su recorte y su privatización están suponiendo, por ejemplo, que esté muriendo gente a la puerta de los hospitales o que los tratamientos que hasta hace poco eran gratuitos o poco costosos para los enfermos, hoy sean cada vez más difíciles de obtener por las familias trabajadoras, o que plantas enteras de hospitales se hallen cerradas mientras se incrementan las listas de espera, obligando a quien puede pagar a acudir al sector privado. No son palabras, son hechos concretos que demuestran que la ofensiva del capital se traduce con claridad en que los servicios públicos se destruyen hasta convertirse en meras comparsas asistenciales de sistemas privados dominados por el gran capital.
La sociedad española está cada vez más polarizada. Y en el mundo eso también se ve. Cada vez es más evidente la brecha que separa a ricos y pobres, a burgueses y proletarios, y cada vez queda menor espacio para los pequeños propietarios, que se proletarizan a marchas forzadas por mucho que la ofensiva ideológica, al menos en España, se centre en pretender fomentar el espíritu emprendedor entre nuestros jóvenes.
En este clima, hay quien nos dice que los graves problemas que ahogan a la clase obrera y los sectores populares se resuelven con más democracia. SÓLO por más democracia. Ante una agudización brutal de las contradicciones en todos los campos, luchemos por más democracia, dicen. Claro que los comunistas tenemos que luchar por no perder derechos democráticos, es parte consustancial de nuestra lucha general contra el capitalismo, pero hablar de democracia en abstracto, sin vincularla a la cuestión de la propiedad de los medios de producción y de la clase en el poder lleva a que la clase obrera se vea atrapada en las normas y pactos de la democracia burguesa, donde los derechos son papel mojado para el capital cuando está en juego su tasa de beneficios.
Otros nos dicen que luchemos por mantener el Estado del Bienestar. Es decir, nos dicen que luchemos por un capitalismo más humano, menos agresivo. ¿Tanto daño puede hacer la participación en el juego parlamentario que lleva a algunos partidos comunistas a olvidar el horizonte del Socialismo? ¿No es quizás hora de reconocer que nuestro movimiento ha estado demasiados años paralizado por la excesiva importancia dada a la lucha parlamentaria en detrimento de la lucha de masas?
( EN GENERAL DESDE EL PRINCIPIO HASTA AQUÍ ES PURO SINDICALISMO, LO PODRÍA HABER DECLARADO INCLUSO EL SINDICATO USO,...¡¡- LUKYRH.-)
( EN GENERAL DESDE EL PRINCIPIO HASTA AQUÍ ES PURO SINDICALISMO, LO PODRÍA HABER DECLARADO INCLUSO EL SINDICATO USO,...¡¡- LUKYRH.-)
[ Otros nos dicen que pactemos con la burguesía nacional. ¿Qué burguesía nacional tiene hoy un papel progresista que jugar en el capitalismo imperialista? ¿Qué burguesía nacional es hoy de carácter nítidamente antimonopolista y qué burguesía nacional no está hoy jugando a ser monopolista?
- este párrafo es una tontería, que demuestran que están descolocados,...-lukyrh. ]
- este párrafo es una tontería, que demuestran que están descolocados,...-lukyrh. ]
Camaradas, las luchas parciales, las luchas de resistencia, no son un objetivo, son un medio y únicamente podemos entenderlas como tales. Son un medio para el desarrollo de la capacidad de lucha, pero no debemos caer en el error de absolutizarlas y que nos hagan perder el horizonte de la lucha por el derrocamiento del poder burgués y la construcción del Socialismo, que es el objetivo declarado de los comunistas. En esas luchas, enmarcadas en la lucha general por el Socialismo, tendremos que saber bien quiénes son nuestros aliados, que no son cualquiera, sino las capas que objetivamente se ven hoy amenazadas por el dominio del capital monopolista: la clase obrera, junto con los pequeños propietarios y los campesinos pobres debe forjar la alianza que llevará al derrocamiento del poder burgués. Muchas gracia "".
[ ( UN PARTIDO COMUNISTA QUE PLANTEA HACER REVOLUCIÓN SOCIALISTA,...TIENE LA OBLIGACIÓN DE HACER ANÁLISIS DE COYUNTURAS Y PROPUESTAS TÁCTICAS Y ESTRATÉGICAS MÁS COMPLEJAS Y MÁS MATERIALISTAS,...SE BASAN EN IDEALISMOS, SOFISMAS,.../...
// sofisma s. m. Argumentación falsa, pero de apariencia verdadera, con la que se pretende confundir a otra persona.
Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.
.sofisma
m. lóg. Silogismo vicioso o argumento capcioso con que se pretende hacer pasar lo falso por verdadero.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.//
.../...; - QUE EN REALIDAD NO SABEMOS SI SON O NO CONSCIENTES DEL ASUNTO,...Quizás el problema central sea el ser idealistas, mesiánicos, poco materialistas dialécticos,...llevan la verdad y hacen lo correcto,...como una inspiración divina, en este caso m-l.stal,...-// DE TANTO REPETIR SIEMPRE LO MISMO NO SE DAN CUENTA DE QUE LA LUCHA DE CLASES HA CAMBIADO, Y LAS RR.SS. DE PRODUCCIÓN SON UN ABISMO CON RESPECTO ( EN-A ) LAS QUE SE BASAN PARA SUS ORATORIAS, DISCURSOS,...ASÍ UN PARTIDO SE CONVIERTE EN UN SINDICATO DE REFORMAS, CAEN EN LO QUE NO QUIEREN EN ABSOLUTIZAR LAS LUCHAS PARCIALES, DE RESISTENCIA,...Y MÁS CUANDO HAN CREADO LA Central Unitaria de Trabajadores - CUT- ,...QUE ESTÁ BIEN CREADA, PERO DE AHÍ EN REALIDAD NO VALEN POLÍTICAMENTE,...EXCEPTO EN HACER LOS RIDÍCULOS VARIADOS PRESENTÁNDOSE A ELECCIONES DIVERSAS, TRAS ELECCIONES,...Y LO QUE ELLO COMPORTA DE CRETINISMO DEMOIMPERIALISTA,...DESAFORTUNADAMENTE EL PCPE, CASI NUNCA SERÁ UN PARTIDO REVOLUCIONARIO DE ALTURA Y MIRAS UNIVERSALISTAS,...-LUKYRH.-) ].
En cierto sentido, creemos que en la UML, PCUR,...LA UCCO, _ entidades españolas comunistas, hoy inexistentes- en realidad eran sindicalistas,...con pretensiones de hacer revolución,...pero sin prepararse para ello,...vagos intentos en algunas cuestiones,...sobre todo en la formación teórica, científica, materialista,...pero como la mayor parte eran unos negados para la formación,...y había mucho-bastante idealismo mesiánico,...casi debido a la procedencia política-ideológica-religiosa,...muchos eran militantes del cristianismo social, y de clase obrera,...
B:
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"" Entrada nueva en Revolución o barbarie |
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Empezar de cero
Revolución o barbarie pretende ser solo un espacio más que, desde la defensa inquebrantable de la causa revolucionaria del proletariado, trate de poner su granito de arena en la construcción del proyecto revolucionario de la clase explotada, del comunismo, proyecto que sigue siendo la única alternativa posible a la debacle del capitalismo.
Circunscrito a las particularidades de la composición de clases del Estado español y de la situación en que se halla la vanguardia teórica del proletariado (erosionada por la pérdida de horizonte revolucionario como consecuencia de una línea marcadamente revisionista, debilitada políticamente por prácticas parlamentaristas y economicistas de probado desgaste y fracaso, incapacitada para hacerse entender ante las grandes masas explotadas, etc.), este blog se propone como propósito fundamental, desde la óptica de un grupo de proletarios que apuesta por la reconstitución ideológica del comunismo como paso previo e indispensable para la reconstitución del Partido Comunista del Estado español, contribuir a la tarea colectiva de volver a ganar a los sectores de vanguardia para el comunismo, pues cada día se hace más evidente, tanto a nivel internacional como en España, que sin una vanguardia forjada en la lucha de líneas, por el comunismo y contra toda forma de oportunismo, es materialmente imposible construir el armazón teórico que pueda poner en pie el movimiento revolucionario como suma de la capacidad de combate de las grandes masas oprimidas y la vanguardia comunista.
Sin Partido revolucionario no puede haber Revolución, pero sin teoría revolucionaria tampoco puede articularse la vanguardia que, junto con el movimiento de la clase obrera, configure esa forma superior de organización social que es el Partido proletario. Quien no entienda esta verdad fundamental de nuestra época, quien siga todavía atado de pies y manos por esa obsesión mecanicista y acrítica de pretender “ganarse a las masas” sin haber reconstruido previamente la vanguardia comunista y las bases materiales de la reconstitución del Partido Comunista, seguirá, consciente o inconscientemente, haciendo un flaco favor al desarrollo del movimiento revolucionario de nuestra clase.
Desgraciadamente, no hay ningún destacamento en el Estado español que pueda arrogarse ningún tipo de triunfo, pues de hecho la situación en que se encuentra el movimiento que se reclama del comunismo en España es de coma inducido; un coma provocado por décadas de revisionismo estructural y por una práctica viciada por una línea errada de base. Sin embargo, no será este un lugar para repartir medallas a aquellos destacamentos que sí han visto la necesidad de reconstituir el comunismo como teoría de vanguardia, pues tampoco estos han sido capaces de ganar a la mayoría de la vanguardia para tan necesaria y magna tarea. Cualquier comunista consecuente debe partir del reconocimiento de este fracaso temporal, que es responsabilidad de todos los comunistas, sean de la organización que sean.
Por eso, este será un espacio que parta del reconocimiento de la derrota temporal del comunismo, de su necesario interregno histórico entre el fin del Ciclo de Octubre (como caracterizaran hace años los camaradas del MAI) y del inevitable balance histórico y con proyección de futuro que debe hacer cualquier comunista coherente con su clase y con los intereses revolucionarios de esta. No se trata de llorar por glorias pasadas, tampoco se trata de colgarse medallas porque poco a poco algunos se van “ganando a las masas” (como piensan quienes creen que su organización es ya el Partido): se trata de reconocer en qué situación nos encontramos los comunistas, y qué podemos hacer colectivamente para salir del atolladero e insuflar a nuestra clase la necesidad de la Revolución proletaria.
Por otro lado, Revolución o barbarie, que por supuesto está abierta a colaboraciones y críticas de cuantos camaradas y colectivos compartan también la necesidad de volver a formular las bases ideológicas y ontológicas del comunismo, nace con el objetivo de exponer lo que consideramos más positivo y avanzado de nuestra clase, tanto a nivel de vanguardia teórica como de luchas de masas que nuestra clase desarrolla en todo el mundo. En este sentido, trataremos no solo de realizar análisis propios sobre cuestiones de índole ideológica (o de difundir aquellos de otros camaradas que consideramos fundamentales para el desarrollo de la teoría revolucionaria), sino de contrastar nuestra visión ideológica con la realidad cotidiana del capitalismo y con las luchas que emprenda nuestra clase, sobre todo en el Estado español.
Si este espacio se desarrolla, gracias al debate y la aportación de camaradas de distintas organizaciones (uno de los objetivos de esta publicación es que pueda servir para generar nuevos debates y sumar a más compañeros de otros colectivos para la unificación ideológica y política de la vanguardia comunista), y al final termina pereciendo como consecuencia de su propia evolución, significará algo muy positivo, pues habrá desaparecido por haber dejado de tener necesidad de existir y haberse fundido en el reconstituido Partido que tanto necesita nuestra clase en España y en un mundo asolado por la barbarie del imperialismo. No tenemos más alternativa que la victoria, no cabe más civilización que la comunista.
Publicado en
Nota del MAI, creemos que son fundadores del blog Revolución o barbarie.org ; editado en Foro Comunista.org:
"ANTE LA CONVOCATORIA DE HUELGA GENERAL DEL 29 DE MARZO"
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A regañadientes los sindicatos mayoritarios han utilizado su gran baza en la contienda de clases para convocar una Huelga General el 29 de marzo. Son varios los elementos que distancian a esta convocatoria de la realizada en 2010 por los actores de la concertación social, aunque en términos generales el motor de esta jornada de movilización es el mismo, la lucha de la aristocracia obrera en el seno de la clase dominante. El proletariado vendrá a jugar un papel similar, el de ser utilizado como arma arrojadiza para la defensa de intereses que de uno u otro modo le mantendrán encadenado a la organización capitalista de la producción y al juego político marcado por las reglas del mundo burgués. Ello muy a pesar de los voceros del oportunismo que ven en esta nueva coreografía sindical el fundamento necesario para reactivar la lucha de clases revolucionaria entre proletariado y burguesía, repitiendo cómicamente los sainetes oportunistas que encorsetaron al proletariado en el callejón sin salida del espontaneísmo a lo largo del Ciclo de Octubre.
Del 29-S al 29-M; La aristocracia obrera y su desplazamiento en la lucha de clases
A estas alturas debería estar bastante claro el papel que ocupa la aristocracia obrera en el imperialismo. Esta fracción social no es, como ocurriera en la fase del capitalismo concurrencial, una escueta composición económico-política de elementos sobornados o comprados por la clase burguesa con el fin de romper el ascenso del movimiento obrero y la maduración de éste como movimiento de la clasepara sí. Definir a la aristocracia obrera pasa por analizar y comprender el papel que juega ésta en las sociedades imperialistas a través de sus órganos de representación, fundamentalmente el sindicato, y en todas sus vertientes político-parlamentarias, que van desde el comunismo revisionista, sin presencia institucional, y que involucra hasta al principal partido de la izquierda constitucional, el PSOE, que es a su vez el mayor garante de la actual correlación de fuerzas entre las fracciones de la clase dominante en el Estado español (por eso su hundimiento electoral es una señal inequívoca de la aguda crisis política por que atraviesa el Estado).
La aristocracia obrera concretada en el sindicato juega un papel fundamental en la sociedad imperialista, pues es su comunidad de intereses con la burguesía monopolista la que garantiza la explotación del proletariado y el expolio de los países oprimidos, conjugación económica que a su vez retroalimenta ese pacto político que desde finales del siglo XIX ha sido la base del ciclo vital de las metrópolis imperialistas y que, con el advenimiento de la I Guerra Mundial, la bancarrota de la socialdemocracia internacional y la consecución de la Gran Revolución Socialista de Octubre, tomó carta de naturaleza en la fase superior del capitalismo1.
Los sindicatos realizan el papel de capitalista colectivo como cogestor de la dictadura del capital a través de la legislación laboral, resuelta democráticamente entre éstos y la patronal mediante el convenio colectivo, cuyas tablas de subida o bajada retributiva están ligadas a los flujos de la economía capitalista de tal modo que sindicatos, patronos y gobiernos se corresponsabilizan en la planificación económica del Estado monopolista y en el nivel de explotación al que se va a someter al proletariado en cada momento, percibiendo por ello la aristocracia obrera su pertinente cuota salarial, por encima del valor medio de la fuerza de trabajo, incluido aquí el salario diferido que recibe, y a través de las subvenciones de su aparato burocrático sindical y partidario. Los sindicatos realizan además el papel de capitalista particular. Son dueños de numerosas fundaciones y empresas de formación cuyo funcionamiento está dispuesto para el beneficio económico, siendo también los sindicatos parte del accionariado de multitud de monopolios2. Es decir que al carácter parasitario que tiene esta clase por su convergencia política con el capital monopolista se une su parasitismo como propietaria directa de una parte del capital financiero y rentista.
Los sindicatos en cuanto a proyección de la dictadura burguesa sobre la clase proletaria tienen, por un lado, el papel ideológico de someter a las masas al bombardeo de las teorías estatalistas que encumbran al Estado a órgano conciliador entre los diversos intereses de clase que existen en la sociedad y, por otro, la labor política de encuadrar las luchas espontáneas, de corporativizar toda protesta y movimiento social. Trabajos en los que el sindicato es refrendado (aunque sea críticamente) entre las masas proletarias por el revisionismo como apoyo radical de los intereses de la aristocracia obrera.
Con todo esto podemos asumir, para escándalo del oportunista tipo, que la aristocracia obrera actúa como clase burguesa, se organiza junto a la clase burguesa y tiene los mismos intereses que la clase burguesa. Así que blanco y en botella: la aristocracia obrera es una fracción de la clase burguesa, escindida de las masas proletarias oprimidas y de las condiciones sociales, económicas y políticas que ésta sufre como clase subordinada al yugo capitalista. Por tanto toda movilización que esta fracción del bloque burgués dominante emprenda responde, no a los intereses del proletariado, sino a sus particulares intereses como clase acomodada bajo el sol del imperialismo que, en esta ocasión, ve gravemente afrentada su posición por la contrarreforma implementada tras el 20-N. De ahí su consigna “Quieren acabar con todo”.
Aquí es donde entran en escena los elementos que diferencian la Huelga General del 29-M con respecto a la del 29-S.
En 2010 el PSOE estaba en el gobierno, intentando conciliar las políticas de reestructuración económica del Estado con la correlación de fuerzas de clase que cristalizan en el mismo. En otras palabras, el ejecutivo socialista, a la vez que orientaba la política de Estado hacia el fortalecimiento de la burguesía financiera, recortando para ello partidas sociales clave en el equilibrio con la aristocracia obrera, intentaba mantener la paz social con los sindicatos, base indispensable de esa fracción obrera y socialista de la burguesía española. Los intentos del talantoso Rodríguez Zapatero no impidieron que ese sector finalmente se movilizase y convocase la Huelga General del 29 de Septiembre, en la cual los tiempos estuvieron completamente marcados por CC.OO. y UGT como bloque hegemónico del movimiento, a pesar del descrédito granjeado entre sus bases durante la última década y en especial desde 2008.
El panorama social de 2012 es distinto. En primer lugar el cambio de gobierno ha provocado que no sea el partido que unifica los intereses del monopolismo y la aristocracia obrera el que legisla y ejecuta. El monopolismo en el Estado español, a través de sus dos grandes muletas (PP y PSOE), se apoya y tiene múltiples vinculaciones con los estratos sociales inferiores. Si, como hemos visto, el PSOE garantiza el lazo del capital financiero con la aristocracia obrera, el PP está fuertemente comprometido con los intereses de la pequeña y mediana burguesía (con las pymes por bandera), clase que se perfila como la principal competidora en lo económico y lo político con la aristocracia obrera. Así es como engloba, estructura y concierta el todopoderoso tigre de papel financiero la sempiterna contradicción capitalista entre obreros y patronos. Precisamente es el bloque representado por el PP el que, ante la reestructuración económica y política del imperialismo español, mira menos los intereses de Estado y más sus intereses inmediatos. Es el sector burgués con menos recursos políticos y sociales para desviar al pacto con los sindicatos y dispuesto al desplazamiento por decreto de los mismos, como implican las grandes señas de la reforma laboral de Rajoy, que fortalece a las pymes al obsequiarles con la casi plena disposición sobre los ERE´s, así como con los convenios de empresa en detrimento de los sectoriales, provocando la disgregación de la fuerza negociadora de los sindicatos. Pues hay que resaltar que aunque no es incorrecto señalar que la reforma laboral de 2012 es un ataque contra el conjunto de la clase asalariada (no tanto en el sentido de que degrada más las condiciones de las masas hondas y profundas, sino más bien en que para estos sectores cierra las expectativas de promoción a través de la jerarquía del trabajo), es precisamente a la aristocracia obrera a quien más afecta pues va a destruir su actual posición mediadora en el antagonismo capital-trabajo, acelerando el proceso de proletarización de grandes sectores hasta hoy acomodados y que están siendo duramente atacados y desplazados de las relaciones democráticas en el arco parlamentarizado de las relaciones burguesas.
En segundo lugar tenemos que los compases de la movilización ya no están al completo marcados por las centrales sindicales mayoritarias. En 2011 la aparición del movimiento de los indignadosdesvió a sectores que representan parte de las bases sociales objetivas del sindicato hacia modelos distintos de organización. A ello se unen las contradicciones nacionales en el Estado, que hacen que haya sectores de la aristocracia obrera estructurados en torno a sindicatos nacionales que aprovechan la crisis de las organizaciones de ámbito estatal, demasiado apegadas al gobierno que inició el ataque “anti-social”.
Estos dos fenómenos unidos a que los sindicatos ya no tienen en el gobierno a un PSOE dispuesto a contemporizar, han obligado a UGT y CC.OO. a tapar sus vergüenzas plagiando la fecha de las huelgas convocadas mucho antes en Galiza y Hegoalde por las centrales gallegas y vascas respectivamente, intentando también reconducir movilizaciones como las estudiantiles, más cercanas al modelo asambleario que al de las mayorías sindicales, o como por ejemplo las luchas contra los desahucios y otras tantas en las que desde la primavera pasada los sindicatos ni están ni se les espera.
Ataque a la línea de flotación de la aristocracia obrera desde un gobierno que responde en gran parte a los intereses de la burguesía media y pérdida de la hegemonía prácticamente totalde que hicieron gala los sindicatos mayoritarios en las luchas espontáneas de las masas durante décadas. Estos son los dos ingredientes que particularizan esta convocatoria frente a la anterior. Y que además ponen en entredicho a uno de los elementos sociales que garantiza la estabilidad social y que evidencia la crisis del pacto fundamental en los estados imperialistas: el pacto histórico entre burguesía monopolista y aristocracia obrera, premisa política sin la cual no puede entenderse la historia del imperialismo europeo.
No dar tregua al enemigo de clase: La política comunista frente a la aristocracia obrera
La cascada de comunicados y llamamientos a la clase obrera derivados de la convocatoria de CC.OO. y UGT no suponen ninguna novedad en las tesis del sindicalismo comunista. Muy al contrario, punto por punto van encontrándose con el viejo esquema socialdemócrata de la lucha de clases en donde el papel fundamental en la revolución reside en el movimiento espontáneo de las masas y en donde el elemento consciente queda relegado a ser el principal director de dicho movimiento, aunque en la práctica la dirección comunista tampoco está ni se le espera. Esta visión, infinitamente perjudicial para la revolución, sustituye la problemática del movimiento revolucionario del proletariado, que es fundamentalmente de construcción desde la consciencia por parte de la vanguardia (si no, este concepto no tiene sentido ni semántica ni políticamente), no de dirección del movimiento espontáneo dado.
El revisionismo en su conjunto activa su propaganda cerrando filas ante la crisis de la aristocracia obrera, situando como eje vertebrador de las luchas la unidad, llegando a aseverar que el 29M se sustenta sobre “un grado de unidad sindical jamás visto en el Estado español”. Para no sonrojar más de la cuenta a los relatores de leyendas sindicales dejaremos de lado la rica historia del movimiento obrero español y las huelgas insurreccionales y unitarias protagonizadas, estas sí, por la clase obrera, tales como la de 1917. Sólo decir que ver “unidad sindical” en la coincidencia de fechas (más bien, en que los vendeobreros de CC.OO. y UGT hayan tenido que solapar su huelga a la de los sindicatos abertzales y la CIG), o que tras la llamada de Toxo y Méndez aparezcan en tropel los seguidistas de turno, desde anarcosindicalistas hasta intersindicalistas varios; es hacer uso del se non è vero, è ben trovato, “que no es verdad pero está bien pensado”. Porque siendo mentira lo que dicen, tanto por la cantidad (unidad) como por la calidad (de la clase obrera, pues se refiere fundamentalmente a sus menguantes estratos elevados) convocada, para los oportunistas ensambla a la perfección el discurso de la supuestaunidad sindical con el de la unidad comunista.
Por supuesto hay crítica por parte de los revisionistas para los convocantes, pero sólo para sus cabezas visibles o para aquellos que se han burocratizado. No cabe en las mentes pensantes del revisionismo exponer a la aristocracia obrera como una fracción de la clase dominante, con una amplia base de masas, y todo ese conjunto de relaciones en las que se imbrican los sindicatos se meten bajo la alfombra de la consigna unitaria y la perorata de la traición, que sirve para explicar el revisionismo soviético, el silencio de las armas en Euskal Herria y hasta el ingreso de Fidalgo en UPyD, porque para los oportunistas de toda laya siempre vale más una frase enérgicamente demagógica que un sincero análisis de clase.
El relato oportunista sobre la huelga se concreta del siguiente modo: la clase dominante (la oligarquía y el gobierno) ataca a la “clase obrera”, por lo que ésta debe unirse junto a los sindicatos para adquirir experiencia en la lucha económica, a través de la cual se irán acumulando fuerzas para la revolución que permitirán a la clase romper con el sindicalismo institucional, algo “impropio” del sindicato obrero según los oportunistas, y construir un verdadero sindicalismo de clase. De este modo la labor de los comunistas en el 29-M pasa por acudir a las masas para luchar por el reagrupamiento sindical y político para enfrentar al capital.
En el mejor de los casos esto nos devuelve a los combates entre el bolchevismo y el economicismo. Al período en donde se dilucidaba si el eje central de la Revolución Proletaria debía ser la actividad de vanguardia que garantizara la independencia del proletariado o las luchas espontáneas de las masas, situándose toda la ortodoxia revisionista comunista actual junto al dogmatismo de la II Internacional. El ejercicio de transustanciación al que evoca el oportunismo, separando el sindicalismo existente del “sindicalismo verdadero”, lleva al destierro de la dialéctica por cuanto observa en CC.OO. y UGT, no al modelo más elevado al que ha llegado el sindicalismo mediante su desarrollo histórico (instalando a un sector de la clase obrera en sí en el entramado del aparato estatal burgués), sino a los enajenadores de un supuesto sindicalismo puro en el cual encontraremos la esencia revolucionaria de la clase obrera, redentora de todos los vicios de los burócratas encandilados por la patronal (la apuesta por los CUO desarrollada por el PCPE significa a fin de cuentas que los comunistas lleven la batuta en la unificación de los sectores más “potables” del sindicalismo; significa la búsqueda, orientada por el revisionismo, de una salida a la crisis organizativa y política de la aristocracia obrera, basada en unos cánones que no superan el paradigma del viejo Ciclo revolucionario). Presentando nuevamente a las luchas espontáneas como precursoras de los mecanismos de lo consciente, axioma socialdemócrata (cuya asimilación dogmática y empirista por parte de los comunistas ha producido un inmenso daño a la causa de la Revolución) periclitado en la era de la Revolución Proletaria, tanto por la estructuración de las sociedades capitalistas (el elemento espontáneo tiende a ser corporativizado constantemente, integrándose de una manera u otra en el entramado del Estado burgués), como por las revoluciones proletarias triunfantes (el sujeto consciente construye y desarrolla él mismo los organismos de la Revolución)
Todo esto nos mueve indefectiblemente a señalar la importancia que atesora el Balance del Ciclo de Octubre en el proceso de reconstitución del comunismo, ya que las bases contra las que se reveló el bolchevismo (espontaneísmo y economicismo) se reprodujeron necesariamente durante el Ciclo en el seno de un MCI aún inmaduro por neonato, siendo ello lo que, a la larga, truncó el primer gran intento histórico de implantación del Comunismo, y no la mala práctica del ser humano, como coinciden en sermonear, desde toda la reacción imperialista hasta la más puritana ortodoxia sindicalista.
Para el revisionismo el Partido Comunista se reduce a ser el sector más elevado en las luchas espontáneas de las masas. Hasta cuando se reconoce la no existencia del Partido se pretende adelantar sus tareas y se suplanta la labor de reconstitución ideológica y política por el practicismo estrecho en torno a las demandas parciales de la sociedad (de este modo la tarea de reconstitución del Partido Comunista queda vaciada de contenido, limitándose a ser un agregado cuantitativo que se suma a una organización que, en el fondo, cualitativamente, ya se considera el Partido y pretende actuar como tal). Se prevé que los comunistas pueden acumular fuerzas para la revolución azuzando las luchas espontáneas de la clase, convirtiéndose en los directores políticos de las mismas (políticos no por la introducción de la conciencia revolucionaria frente al espontaneismo, sino porque las “guían” al marco de “la política” existente, esto es, parlamentaria), e incluso se llega a la desfachatez de plantear que estas luchas económicas coadyuvan a forjar al Partido de la revolución y a la vanguardia ideológica.
Aquí las premisas de partida están radicalmente enfrentadas. Se abre una brecha insalvable entre comunismo y revisionismo como concepciones de la lucha de clases. El revisionismo entiende el conjunto de luchas económicas como el frente en donde se une la vanguardia comunista para forjar el Partido y en donde éste comulga con las masas en el camino de la Revolución. Este viejo esquema interioriza la lucha espontánea como fundamento en la constitución del proletariado como clase revolucionaria, esto es, como Partido, y como clase dominante, como Estado de Dictadura del Proletariado (aunque, dicho sea paso, los revisionistas renieguen de esta formulación).
Pero el comunismo se va constituyendo desde el elemento consciente, de forma independiente a las luchas espontáneas de la clase, algo que no implica, como caricaturizan los enemigos del comunismo revolucionario, que los proletarios comunistas estén alejados de las masas ni de la calle. Las tareas políticas del comunismo estriban hoy en la reconstitución ideológica como lucha de clases entre la visión proletaria de la sociedad, anclada en el análisis de clase mediante el materialismo dialéctico e histórico, frente a las teorías burguesas y reaccionarias, y su manifestación en el seno de la vanguardia, como el economicismo y el anarcosindicalismo. Cuando esto esté resuelto y la vanguardia teórica se disponga a conquistar a la vanguardia práctica de la clase, como sector de masas más cercano a las problemáticas de la Revolución y como eslabón necesario para constituir el Partido Comunista, ésta irá extendiendo sus vínculos, de todo tipo y de distinto grado, mediante su línea política revolucionaria. Este momento no significará tampoco que la vanguardia deba diluirse en las luchas espontáneas de la clase, sino que deberá atraer a esas masas (los elementos prácticos más avanzados en este caso) hacia la construcción de un movimiento político revolucionario que irá tomando una fisionomía cada vez más compleja. Este movimiento político tendrá como labor, no dirigir las luchas espontáneas, sino dotar a la clase de ese movimiento consciente e independiente con respecto a lo espontáneo, que garantice la conciencia revolucionaria y la puesta en marcha del programa revolucionario a través del Nuevo Poder, que no surgirá de la conciencia económica y las luchas espontáneas, sino que será mediante la vanguardia proletaria tejiendo su unidad con las masas, como avanzada de la Guerra Popular, la que permita con su actividad el surgimiento del mismo.
Entonces con un movimiento político revolucionario, con la vanguardia revolucionaria conectada con la clase, con sus luchas y con sus intereses más inmediatos, entonces sí, el proletariado podrá activar los mecanismos de las luchas económicas de un modo revolucionario desarrollando la lucha económica clandestina, los piquetes y la huelga de masas armadas como elementos en la forja de la conciencia revolucionaria del proletariado, porque la clase organizada en Partido y dispuesta al enfrentamiento de clase contra clase y dictadura contra dictadura podrá elevar, en el sentido de dar una salida coherente hacia la emancipación, las luchas parciales de la clase obrera.
Esto que hoy no se puede realizar, debe ser el modo en que los comunistas observemos las luchas inmediatas de las masas, en donde sólo podremos incidir como comunistas revolucionarios, en vez de como muletillas del sindicalismo y la aristocracia obrera, avanzando en la reconstitución del comunismo tanto para ser vanguardia teórica como para poder constituir partido de nuevo tipo y Nuevo Poder.
En este sentido y ante la convocatoria del 29 de Marzo, la tarea de los comunistas está en la agitación política y en la propaganda comunista por la reconstitución. Lejos de desmovilizar a la clase llamando a no secundar la huelga (pues aunque la convocatoria se hace bajo la batuta de la aristocracia obrera, obviamente el proletariado no tiene nada que ganar con la nueva reforma laboral) o dando un apoyo crítico a los sindicatos vendeobreros, los comunistas tenemos que desarrollar una labor de denuncia del sindicalismo como línea política de la aristocracia obrera, que expresa unos intereses de clase ajenos al proletariado por cuanto se hayan anidados sobre las relaciones económicas imperialistas.
Ante la crisis de la aristocracia obrera (y junto a ella, la crisis del llamado Estado del bienestar) que subyace en esta convocatoria, desgastada por la crisis del imperialismo, los comunistas no tenemos que movilizarnos para apuntalar un modelo político que no es el de la Revolución Socialista, tenemos que desenmascarar al revisionismo y al oportunismo así como a su viejo modelo revolucionariosocialdemócrata, agudizando en la medida de nuestras posibilidades la crisis del enemigo de clase, que es sin duda el principal escollo al que se enfrenta hoy el proletariado revolucionario en la forja de sus órganos de combate y sobre el que se sostienen las infectas teorías anti-marxistas que plagan al movimiento comunista y le impiden sacudirse de los viejos modelos políticos y organizativos que le impone la sociedad burguesa en toda su amplitud.
La Huelga General no es un paso fundamental hacia la acumulación de fuerzas para la revolución como pregona el oportunismo y, dadas las actuales correlaciones de fuerza, tampoco es una herramienta mediante la cual el movimiento de resistencia de las masas pueda frenar la embestida de la clase dominante (claras son las experiencias de Grecia y el Estado francés donde movimientos sindicales con mayor base social han convocado numerosas huelgas y no han conseguido detener la degradación de las condiciones de vida de la población). Realidad que da al traste con el manido mientras tanto en el que históricamente se ha escudado el oportunismo para desatender las tareas políticas de la Revolución. En cambio, la Huelga General sí es una fecha ante la cual la vanguardia comunista tiene que movilizarse para luchar contra el oportunismo y dejar sentado ante los elementos más conscientes que sólo a través de la reconstitución comunista las luchas contra el capital tendrán un futuro alejado de los engranajes del imperialismo y que coloquen a las masas en la senda de la Dictadura del Proletariado y del Comunismo.
Movimiento Anti-Imperalista
Marzo de 2012
Marzo de 2012
Notas
1 Si ya antes de la IGM la socialdemocracia internacional, salvo el bolchevismo, mostró que su línea política basada en el espontaneísmo y el reformismo la encaminaba inequívocamente hacia su integración en el bloque dominante de los Estados imperialistas, tras la Gran Guerra y la Revolución de Octubre no se encuentra un solo ejemplo en que en la reestructuración de las dictaduras de la burguesía (salvo en los regímenes fascistas) no participase de manera fundamental la aristocracia obrera representada en los partidos obreros revisionistas: La República de Weimar con el SPD, la II República Española con el PSOE… y tras la II GM, con el inicio de la larga crisis del Movimiento Comunista Internacional (MCI) y la disolución de la Internacional Comunista (IC) como correlato de su VII Congreso, están los gobiernos de coalición nacional en Italia o Francia donde participaron las antiguas secciones de la IC, ya enfrascadas en el breve recorrido que va del frentepopulismo al eurocomunismo.
2CC.OO. Y UGT, por ejemplo, manejan millones de títulos en acciones en el BBVA, Seguros Atlantis, fondos privados de pensiones, etc.//.
Verano 2014:
Haciendo avances ... Hacia Revolución
16 de junio 2014 | Revolution Newspaper | revcom.us
Durante las próximas semanas estaremos reseñando los principales movimientos para el verano y en el otoño, todo diseñado para "preparar mentes y organizar fuerzas" para la revolución ... para acelerar el momento en que millones se pueden ganar a la revolución y llevaron a tomar el poder .
Pero, ¿cómo este conjunto de iniciativas concretamente avanzar las cosas hacia la revolución?¿Cómo están conectados en algo más grande que sólo un montón de cosas buenas que hacer? Este editorial expone el pensamiento estratégico global que tierra, y dar sentido y dirección a estas diferentes iniciativas. Permitirá a los que en los alrededores del movimiento para la revolución de comprender cómo lo que hacemos hoy en día puede hacer una diferencia real para llegar al punto en el que finalmente se pueda, a medida que cambian las condiciones y desarrollar, hacer un intento real en la toma del poder.
La semana pasada presentamos un nuevo lema:
Preparar el terreno, preparar a la gente, y preparar la vanguardia-se preparan para el momento en que millones pueden ser inducidos a ir para la revolución, sin cuartel, con posibilidades reales de ganar.
Vamos a empezar por ahí. Este lema resume " Una declaración del Partido Comunista Revolucionario: Sobre la estrategia para la revolución "en unas pocas palabras. Las diferentes partes de lo que hemos llamado "el conjunto de la obra revolucionaria" están, en su conjunto, sobre eso-de llevar adelante la estrategia de nuestro Partido. Mientras que hay todo un proceso involucrado en preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución, con este lema en mente, podemos ver el potencial de las diferentes cosas que el Partido está liderando y participando en servir a hacer la revolución, a la mayor brevedad posible.
¿Cómo es esto así?
Preparando el terreno y de la sociedad Impacto
Si hay una situación en la que BA en todas partes-la campaña para recaudar grandes cantidades de dinero para difundir la palabra sobre la visión y el liderazgo de Bob Avakian, el líder del Partido Comunista Revolucionario, EE.UU.-está llegando a millones con la palabra que hay una concepción y el liderazgo para un mundo nuevo ... si decenas de miles están siendo inspiradas y organizadas para soportar activamente en contra y resistir los atropellos flagrantes de la encarcelación en masa de los pueblos negros y latinos y que miles más están tomando medidas contra la esclavitud y la degradación de las mujeres y los diferentes términos se están estableciendo en torno a estos atropellos ... si Revolution / revcom.us está llegando a cientos de miles y luego millones ... si el propio partido se está haciendo conocido y visto como la fuerza principal en la vanguardia de la lucha por un mundo nuevo ... y todos estos se están mezclando y que engrana en las mentes de la gente, entonces este se incrementaría enormemente el potencial de cambiar la forma en literalmente millones de personas vean este mundo y lo que es deseable y posible.
Hacer esto-que afecta a la forma de pensar de millones, impulsándolos hacia la revolución-ES impacto social. Y eso es lo que tenemos que tener. Todo el mundo en nuestro movimiento debe constantemente se preguntan ¿cuál es la importancia del impacto en la sociedad? ¿Vamos a tener que? Y serán nuestros planes, de realizarse, darnos el impacto que necesitamos? Podemos noconstruir un movimiento revolucionario a un lado de lo que está pasando en la sociedad-que simplemente no se corte. Las revoluciones se construyen por entrar en el corazón de las más intensas contradicciones de la sociedad, lo que lleva a la gente a ponerse de pie y políticamente luchan contra eso ... poniendo que la resistencia en el contexto de una forma y una estrategia para cambiar el mundo entero a través de la revolución. .. y guiar a la gente para cambiar a sí mismos a medida que cambian el mundo.
Un Conjunto de Iniciativas, No es un revoltijo de Actividades
Cada una de las iniciativas más, el BA en Todas Partes campaña como el borde de ataque, y las iniciativas para detener la encarcelación en masa y poner fin a la pornografía y el patriarcado, la esclavitud y la degradación de las mujeres-son importantes estos en su propio derecho. Pero son aún más importantes y pueden tener un mayor impacto en las formas en las que trabajan juntos, interactúan, actúan en sinergia. Cada uno de ellos tiene que apuntar, por derecho propio, de movilizar a cientos y miles de personas y de llegar a millones ... pero son aún más potente y más eficaz en las formas en que se combinan para hacerlo. La segunda consigna de los 04 de julio picnics este año-"nos negamos a aceptar ninguna forma de esclavitud", proporciona un marco de gran alcance para muchas personas a entender los vínculos entre estos diferentes tipos de actividades. Estos picnics mismos deben ser ocasiones en que se cargan los enlaces y todo tipo de personas se están mezclando juntos-y no deben ser la única vez que ocurre, ya sea!
Pero esto no quiere decir que todos los que se activa o contribuye de alguna manera tiene que estar de acuerdo con o participar en todo lo que el Partido está haciendo.Es un proceso! En realidad, en proyectos como el Mes de la Resistencia para poner fin a la encarcelación en masa (fijada en octubre) o el paseo de la libertad el derecho al aborto en Texas (fijado para agosto y principios de septiembre), la inmensa mayoría, en el orden del 90 por ciento de los que toman acción o de otra manera apoyan estos esfuerzos, probablemente no estén de acuerdo en un principio con la necesidad de la revolución (a pesar de que sus acciones contribuyen objetivamente a la revolución y algunos realmente gravitan en esa dirección); y si el porcentaje es mucho menor que eso, significa que no hemos estado contactando de manera suficientemente amplia, y estas iniciativas se quedará corto de lo que se necesita.
Al mismo tiempo, mientras que estas iniciativas tienen su propia identidad e integridad, los partidarios y los revolucionarios dentro de estas iniciativas del partido se presentar sus puntos de vista en cuanto a la fuente del problema y el carácter de la solución y mostrar las conexiones con la dinámica fundamental del la sociedad en general y para otras cosas que suceden-en el mismo que otras personas dentro de estas luchas, que también va a presentar sus puntos de vista en cuanto al carácter del problema y la solución. No debe haber animado lucha entre todo tipo de puntos de vista sobre lo que es la realidad que enfrentamos ... cómo luchar contra ella ... y qué luchamos por;en otras palabras, el mundo nos enfrentamos ahora ... la lucha inmediata, con todas sus altas apuestas ... y el mundo que queremos llevar en última instancia a la existencia.
Cuando decimos BA en todas partes es el borde de ataque de este conjunto, que significa que el trabajo fundamental en este ámbito pone el conjunto-en su conjunto-en el contexto y un marco de lo que es el problema, y lo que es la solución a todos los horrores y atrocidades en el mundo de hoy, la cría de lugares para un mundo radicalmente diferente y mucho mejor, concentrada en la nueva síntesis de BA del comunismo. Los esfuerzos masivos de recaudación de fondos de múltiples facetas deben tratando de llegar e involucrar a todos los sectores de la sociedad para contribuir a conseguir BA en todas partes, que se caracteriza por todo el animado debate y la lucha real sobre estas cuestiones. Como elemento importante, se trata de proyectos creativos, como la corriente de 1.000 años de $ 1,000 iniciativa que moviliza a los presos y ex presos de llegar a todos los sectores de la sociedad. Todo esto crea un ambiente o la química determinada, y se presta toda la potencia y la dirección del conjunto de esta manera.
"Revolución en la Ciudad" Going to the People
El trabajo revolucionario debe continuar en todos los sectores de la sociedad. Pero debe tener una energía particular y la fuerza en los que viven el infierno más difícil cada día, y especialmente a los jóvenes. Estos jóvenes pueden y deben desempeñar un papel importante y único en dar la vuelta al pensamiento de decenas de millones de lo que es posible y deseable en la sociedad-esto ocurrió antes de la década de 1960, ha sucedido en otros países, y puede suceder aquí, hoy en día, en una escala mucho más significativo. Pero eso va a tomar el trabajo dedicado ... junto con audacia e imaginación.
Para que eso suceda, los revolucionarios tienen que desafiar a estos jóvenes para entrar en la revolución desafiando no les acaba de ponerse de pie, pero para llegar a lo que realmente vale la pena vivir y morir: Revolución ... nada menos! Esto no puede hacerse sin formas reales de ir en contra de los poderes fácticos ser ... pero también no se puede hacer sin BA en todas partes, y todo lo que esta visión, la línea, y el liderazgo representa, ya que el borde de ataque de la forma en que avanzamos a estos jóvenes. Si ellos han estado atrapados en la locura, o simplemente han desaparecido junto con él, que no puede-y no debemos querer a paso todo eso; y nosotros no necesitamos! Una vez más, impugnarla. Y BA, y lo que ha llevado adelante es un factor tremendamente poderoso en hacer eso-si nos manejamos con valentía y representan por ello de una manera consistente con lo que recibe la gente de BA, como personificada y se concentró en su mensaje de Año Nuevo .
En este trabajo de adelantar la juventud, y en su efecto de manera más amplia en la sociedad, el papel de los presos que tienen, de hecho, rompe con su vida anterior y se recoge la revolución es extremadamente importante y potencialmente muy poderosa.Apenas hemos arañado la superficie en hacer eso. También es fundamental en este que el paquete, incluyendo, en particular, la emancipación de la mujer y la lucha contra la esclavitud y la degradación de las mujeres-sean llevados ante estos jóvenes, tanto hombres como mujeres ENTERO.
En todo este trabajo ya través de todo este trabajo, no debe haber una sensación palpable de "Revolution in the City" este verano. Los revolucionarios y las personas que forman parte de este movimiento tienen que estar constantemente saliendo entre las masas ... dando a la gente formas fáciles de encontrar y de enchufe en la revolución ... conseguir revcom.us los materiales de publicidad y BA en todas partes y por todos lados .. . y justo en el meollo de las principales personas en contra de los atropellos de que este sistema genera constantemente entre estas masas.
Al mismo tiempo, existe una verdadera importancia a llegar tan lejos como podamos a los estudiantes ... a los intelectuales ... para la gente de clase media que no tienen preocupación y empatía por los de abajo y para el mundo como un su conjunto y que, de diferentes maneras están tratando de cambiar las cosas, o la búsqueda de respuestas sin descanso ... y otra vez, con todo el conjunto de este trabajo, y en sus diversas facetas.
Un punto muy importante para prepararse para este verano serán las manifestaciones masivas en todo el medio ambiente, establecidos ahora para Nueva York, a finales de septiembre. El movimiento para la revolución, con el partido en su esencia, debe estar llegando a grandes rasgos en los que participan en estos movimientos y manifestaciones, de muchas maneras diferentes ... con su programa completo ... con los elementos de su conjunto ... y también con el avance de los de entre la gente básicos que han contraído el fuego con la revolución durante el verano para ser parte de, e influir de manera positiva, lo que se perfila a ser una lucha muy importante en todo el medio ambiente.
Ha habido una gran cantidad de agitación en los campus de este año pasado, con los estudiantes empiezan a luchar mucho más activa de nuevo y plantear preguntas en diferentes frentes. Unir y la interacción con estas luchas, debatir las concepciones filosóficas y lo que hay que hacer, todo el conjunto de la revolución debe ser manifiesta en ciertas universidades este otoño, a partir de la divulgación generalizada de BA mensaje de Año Nuevo , Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian y la película deBA Habla REVOLUCIÓN-NADA MENOS!Bob Avakian en vivo, a proveer maneras para que los estudiantes organizan y luchan alrededor de la encarcelación en masa y la esclavitud y la degradación de la mujer. Al otro lado de los campus de todo el país, hay un enorme potencial y la base para el Mes de la Resistencia en octubre para ser un grannegocio. Lo que hacemos durante todo el verano debe sentar las bases para y nos ha puesto en una posición diferente para ir a los campus cuando se abren en el otoño. Esto debería incluir como aspecto fundamental, la preparación de la gente de la base de la sociedad para ir a los campus y viceversa.
Ready for Anything
Este conjunto ha sido concebido en un compromiso activo con la dinámica clave de cómo la sociedad está en desarrollo, y tiene que ser continuamente re-concebido en esa luz. Y esto significa que debe ajustarse si y como van las cosas a través de saltos.
A pesar de que esto se escribe, hay un cambio dramático pasando-y la posibilidad de un cambio mucho mayor. El nexo de Irak, Siria, e Irán está en crisis profunda ... Ucrania ... Egipto ... ¿quién puede decir lo que puede pasar? Los revolucionarios tienen que preparar a la gente, incluso ahora para distinguir los intereses de los pueblos del mundo de los de los imperialistas.
También es especialmente importante continuar para captar la extrema polarización dentro de los EE.UU. clase dominante, la polarización tan aguda como para recordar el período anterior a la Guerra Civil de los EE.UU. en 1861, de la que hemos escrito en otros lugares. (Ver La guerra civil que se perfila y la repolarización para la revolución en la época actual y Contradicciones todavía por resolver, fuerzas que impulsan la Revolución de Bob Avakian ", y el cierre, el arreglo de cuentas, y la urgente necesidad de repolarize ... para la revolución . ") Esta crisis , que a lo largo de simmers y luego periódicamente se reactiva, establece un telón de fondo de las cosas. Una aguda crisis entre los gobernantes sobre cómo gobernar puede crear aberturas para las personas a cuestionar las cosas más profundamente, así como una mayor disposición a resistir.Desde el extremo opuesto, aguda lucha de la gente puede aumentar las divisiones y dificultades entre los gobernantes. Esta dinámica puede entrar en juego, independientemente de lo que hagamos o, por ejemplo, en relación con la lucha se centró este verano en Texas sobre el derecho al aborto, donde los gobernantes son establecidos para privar efectivamente a millones y millones de mujeres de este derecho fundamental.
El punto es éste: Tenemos que estar vivo para el mundo, y listos para responder en un santiamén.
En todo esto, la importancia de la Revolución página web se destaca. Este sitio puede permitir a la gente a entender el significado más amplio de los acontecimientos más importantes en el mundo ... que puede exponer a las formas en que los poderes-que-ser están torciendo las cosas, o encubriendo la verdad real ... se puede renunciar a ellos un sentido vivo de cómo el movimiento para la revolución está luchando contra los poderes, y transformar al pueblo ... puede darles a conocer y profundizar su comprensión de los elementos clave de la línea de nuestro partido, con la obra de Bob Avakian en su fundación ... se puede dejar que la gente básicos, en particular, "ven a sí mismos" de habla a sus preguntas y les muestra el efecto que están teniendo ... y en todas estas maneras y más duro hacia adelante la revolución.
Preparación de las Personas
Al mismo tiempo, tenemos que involucrar a la gente en todo lo que estamos haciendo, no sólo dándoles las maneras de ser activo (aunque esto es importante!), sino también las formas de transformar su manera de pensar. Esto nos lleva a la otra gran pregunta que deberíamos preguntarnos constantemente a medida que avanzamos este verano y otoño: ¿Estamos acumulando fuerzas para la revolución en todo lo que hacemos? Son cada vez más personas están realmenteorganizados para la revolución, para actuar colectivamente para impactar la sociedad?
En relación a esto, dijo BA en su reciente discurso sobre la estrategia, " El Enfoque Estratégico para la Revolución y su relación con cuestiones básicas de la epistemología y el método ":
Para decirlo de otra manera, estamos acumulando fuerzas para la revolución. Eso es muy importante. Esa es una de las principales varas de medir por el cual debemos medir lo que estamos haciendo. ¿Estamos realmente acumulando fuerzas? No sólo acumulando fuerzas para cualquier cosa, pero ¿estamos realmente, en este proceso global, no es que todos estamos involucrados con en cualquier lucha en particular o cualquier iniciativa de las masas en particular, no es que todas las personas o incluso tal vez la mayoría de la gente en un momento dado, incluso a favor de la revolución, pero ¿estamos realmente, a través de este proceso general, que he hablado en muchas dimensiones, somos a través de este proceso general de acumulación de fuerzas en realidad que son más y más conscientemente de ver la necesidad y la base para la revolución y trabajando activamente para acercarnos más y después de llevar a cabo esa revolución real, cuando llegue el momento y la situación es cualitativamente diferente: la derrota real y el desmantelamiento del viejo sistema y sus fuerzas de represión violenta y el logro de un sistema radicalmente diferente -estamos acumulando fuerzas que están en realidad más y más conscientemente trabajando para eso y son parte de ese proceso en el que están avanzando en una dirección revolucionaria, y dar el salto a unirse al Partido como parte de eso?
En esto, el elemento de la BA-lo que ha llevado adelante y el liderazgo que ofrece-es fundamental.Esto tiene que tomar un montón de formas, incluyendo, como se publicó en Revolución hace varias semanas, el uso de la película BA Habla REVOLUCIÓN-NADA MENOS! y, en particular, las proyecciones regulares en las librerías o en otros lugares.
Estas proyecciones deben servir para cohesionar la gente alrededor de las revolución-estos deben ser momentos en los que se reúnen en el torbellino de la actividad revolucionaria y obtener una base más profunda de lo que la revolución tiene que ser todo. Sí, ellos deben conseguir que a partir de todo lo que hacemos. Pero estas proyecciones, en otras palabras, se centran en ese aspecto de las cosas, y tienen gran importancia-que deberían dar toda una dimensión significativa de significado a la gente. Lo mismo puede decirse de una manera diferente para un uso muy amplio y en el terreno de mensaje de Año Nuevo de BA. Y desde el libro de citas de Bob Avakian y ensayos cortos,BAsico .
La lucha y aprender mejor cómo luchar, gente que aprende sobre el mundo diferente que es posible como lo hacen, cambiando su forma de pensar y de ellos mismos en el proceso de aprendizaje y la forma de vincular la teoría y la práctica, este proceso de Luchar contra el poder, y transformar al pueblo, para la revolución debe ser el núcleo dinámico del movimiento para la revolución, pulsando con energía.
Preparación de la Vanguard ...
Si va a haber una revolución, tiene que haber un partido revolucionario, una vanguardia. Tenemos una vanguardia como hoy, el Partido Comunista Revolucionario, EE.UU., con una línea revolucionaria, estrategia y liderazgo. Esto es precioso, pero el Partido tiene que ser construido y fortalecido a la altura de lo que de él exige.
En primer lugar, el Partido debe crecer en la gente nueva cantidad de dibujo en sus filas, aportando nuevos iniciadores de una nueva etapa del comunismo. El tiempo que tenemos ahora es un tiempo precioso para fortalecer nuestras filas, para capacitar a la gente, para enfocar nuestros esfuerzos como plena y eficazmente como sea posible en acelerar el desarrollo de una situación revolucionaria, y para desarrollar tanto la capacidad como sea posible entrar en una situación de este tipo. .. cuando y ya que finalmente emerge. Ayudar a la gente a clasificar a través de sus preguntas en el medio de este caldero burbujeante va a ser muy importante, y aquí, el reciente artículo " Lo que el mundo necesita ahora, más que otra cosa, ¿Es comunistas : Algunas Reflexiones sobre la pasión individual, el yo y el Proceso Revolucionario "es muy importante para la gente a participar.
En segundo lugar, dentro del Partido, la lucha para asumir plenamente la orientación, método y enfoque concentrado en la nueva síntesis de BA continúa en diferentes formas. Estas luchas y transformaciones se deben hacer no aparte de, pero en el fragor de la lucha, con todos los camaradas que alcanzan para las alturas y volar sin red de seguridad. Como parte de todo el proceso del e implementar la estrategia para hacer la revolución, la práctica debe ser informado por un sentido de cómo todos estos esfuerzos y luchas encajan en el objetivo más amplio, y no "sin perspectiva", y guiados por la dialéctica de la teoría-práctica-teoría (como se describe en la Constitución del Partido Comunista Revolucionario, EE.UU. ). Mientras todo el mundo está muy ocupado y "mil obras clamar por hacer," hay una necesidad de mantener continuamente el objetivo más amplio de la revolución en la mente y en perspectiva, lo que contribuirá a la vida del partido, lleno tanto de la gravedad de propósito y sin embargo la informalidad juguetón de personas dedicadas a científicamente tratar de comprender y transformar el mundo ... tratando de sacar a la humanidad de su "larga noche oscura" de la opresión, la explotación y el sufrimiento innecesario.
Un Proceso Integral ... Con un objetivo específico
Estos "3 prepara" no están separados unos de otros. Por ejemplo, usted no va a construir el Partido-no es un partido revolucionario, de todos modos, a un lado de la lucha para transformar el mundo, en sus mayores dimensiones. Y usted no va a tener realmente la sociedad-impactorevolucionario impacto en la sociedad, por lo menos, si usted no está construyendo y proyectando el hecho de que existe una vanguardia, y que la gente tenga que relacionarse con esta vanguardia y apoyarla. En cierta medida, la forma en que esta editorial ha tratado a cada uno a su vez es un poco artificial. No es como en la vida real, pero puede ayudar a ver las cosas en sus partes a veces antes-y para-los puso de nuevo juntos. Cada "preparar" las obras en relación con los demás, y si no estamos trabajando en todos ellos a la vez ... en todo el proceso ... las cosas van a salir y se derrocharon esfuerzo y sacrificio de la gente.
Y no es sólo eso. Todos ellos tienen un propósito. ¿Por qué? Para prepararse para "el momento en que millones pueden ser inducidos a ir para la revolución, sin cuartel, con posibilidades reales de ganar."
¿Estamos más cerca de que ? ¿Estamos avanzando en el "3 prepara"? Este es el criterio con el cual medir el trabajo que el movimiento para la revolución ya se está poniendo en marcha, y las iniciativas importantes que discutiremos en este sitio / en estas páginas en las próximas semanas. Si no lo estamos, ¿qué tenemos que hacer? Si lo estamos, ¿cómo podemos seguir adelante, con toda la urgencia que exigen los rostros situación humanidad terribles? Esas son las preguntas con las que este movimiento para la revolución, con el Partido como su núcleo dirigente, debe cerdas y de vibración, todo el verano y hasta el otoño ... y más allá.///.Verano 2014:
Haciendo avances ... Hacia Revolución
16 de junio 2014 | Revolution Newspaper | revcom.us
Durante las próximas semanas estaremos reseñando los
principales movimientos para el verano y en el otoño, todo diseñado para
"preparar mentes y organizar fuerzas" para la revolución ... para
acelerar el momento en que millones se pueden ganar a la revolución y llevaron
a tomar el poder .
Pero, ¿cómo este conjunto de iniciativas concretamente
avanzar las cosas hacia la revolución?¿Cómo están conectados en algo más grande
que sólo un montón de cosas buenas que hacer? Este editorial expone el
pensamiento estratégico global que tierra, y dar sentido y dirección a estas
diferentes iniciativas. Permitirá a los que en los alrededores del
movimiento para la revolución de comprender cómo lo que hacemos hoy en día
puede hacer una diferencia real para llegar al punto en el que
finalmente se pueda, a medida que cambian las condiciones y
desarrollar, hacer un intento real en la toma del poder.
La semana pasada presentamos un nuevo lema:
Preparar el terreno, preparar a la gente, y preparar
la vanguardia-se preparan para el momento en que millones pueden ser inducidos
a ir para la revolución, sin cuartel, con posibilidades reales de ganar.
Vamos a empezar por ahí. Este lema resume " Una declaración del Partido Comunista Revolucionario:
Sobre la estrategia para la revolución "en unas pocas
palabras. Las diferentes partes de lo que hemos llamado "el conjunto
de la obra revolucionaria" están, en su conjunto, sobre eso-de llevar
adelante la estrategia de nuestro Partido. Mientras que hay todo un
proceso involucrado en preparar mentes y organizar fuerzas para la revolución,
con este lema en mente, podemos ver el potencial de las diferentes cosas que el
Partido está liderando y participando en servir a hacer la revolución, a la
mayor brevedad posible.
¿Cómo es esto así?
Preparando el terreno y de la sociedad Impacto
Si hay una situación en la que BA en todas partes-la
campaña para recaudar grandes cantidades de dinero para difundir la palabra
sobre la visión y el liderazgo de Bob Avakian, el líder del Partido Comunista
Revolucionario, EE.UU.-está llegando a millones con la palabra que hay una
concepción y el liderazgo para un mundo nuevo ... si decenas de miles están
siendo inspiradas y organizadas para soportar activamente en contra y resistir
los atropellos flagrantes de la encarcelación en masa de los pueblos negros y
latinos y que miles más están tomando medidas contra la esclavitud y la
degradación de las mujeres y los diferentes términos se están estableciendo en
torno a estos atropellos ... si Revolution / revcom.us está
llegando a cientos de miles y luego millones ... si el propio partido se está
haciendo conocido y visto como la fuerza principal en la vanguardia de la lucha
por un mundo nuevo ... y todos estos se están mezclando y que engrana en las
mentes de la gente, entonces este se incrementaría enormemente el potencial de
cambiar la forma en literalmente millones de personas vean este mundo y lo que
es deseable y posible.
Hacer esto-que afecta a la forma de pensar de
millones, impulsándolos hacia la revolución-ES impacto social. Y eso es lo
que tenemos que tener. Todo el mundo en nuestro movimiento debe
constantemente se preguntan ¿cuál es la importancia del impacto en la sociedad? ¿Vamos
a tener que? Y serán nuestros planes, de realizarse, darnos el impacto que
necesitamos? Podemos noconstruir un movimiento revolucionario
a un lado de lo que está pasando en la sociedad-que simplemente no se corte. Las
revoluciones se construyen por entrar en el corazón de las más intensas
contradicciones de la sociedad, lo que lleva a la gente a ponerse de pie y
políticamente luchan contra eso ... poniendo que la resistencia en el contexto
de una forma y una estrategia para cambiar el mundo entero a través de la
revolución. .. y guiar a la gente para cambiar a sí mismos a medida que cambian
el mundo.
Un Conjunto de Iniciativas, No es un
revoltijo de Actividades
Cada una de las iniciativas más, el BA en Todas Partes
campaña como el borde de ataque, y las iniciativas para detener la
encarcelación en masa y poner fin a la pornografía y el patriarcado, la
esclavitud y la degradación de las mujeres-son importantes estos en su propio
derecho. Pero son aún más importantes y pueden tener un mayor impacto en
las formas en las que trabajan juntos, interactúan, actúan en sinergia. Cada
uno de ellos tiene que apuntar, por derecho propio, de movilizar a cientos y
miles de personas y de llegar a millones ... pero son aún más potente y más
eficaz en las formas en que se combinan para hacerlo. La segunda consigna
de los 04 de julio picnics este año-"nos negamos a aceptar ninguna forma
de esclavitud", proporciona un marco de gran alcance para muchas personas
a entender los vínculos entre estos diferentes tipos de actividades. Estos
picnics mismos deben ser ocasiones en que se cargan los enlaces y todo tipo de
personas se están mezclando juntos-y no deben ser la única vez que ocurre, ya
sea!
En el otoño de 2012, Bob Avakian dio una serie de
charlas en diferentes ciudades.Esta es una película de una de estas
conversaciones.
"Sí, esto es una película, pero eso no es su
esencia. Ésta es una ,
de fondo, de convocatoria científica audaz a la revolución. 6 + horas que puede cambiar la forma de ver el mundo y
lo que haces con el resto de su vida. "
-A partir de uno de los cineastas
© 2013 El Instituto de Bob Avakian.
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Pero esto no quiere decir que todos los que se activa
o contribuye de alguna manera tiene que estar de acuerdo con o participar en
todo lo que el Partido está haciendo.Es un proceso! En realidad, en
proyectos como el Mes de la Resistencia para poner fin a la encarcelación en
masa (fijada en octubre) o el paseo de la libertad el derecho al aborto en
Texas (fijado para agosto y principios de septiembre), la inmensa mayoría, en
el orden del 90 por ciento de los que toman acción o de otra manera apoyan
estos esfuerzos, probablemente no estén de acuerdo en un principio con la
necesidad de la revolución (a pesar de que sus acciones contribuyen
objetivamente a la revolución y algunos realmente gravitan en esa dirección); y
si el porcentaje es mucho menor que eso, significa que no hemos estado
contactando de manera suficientemente amplia, y estas iniciativas se quedará
corto de lo que se necesita.
Al mismo tiempo, mientras que estas iniciativas tienen
su propia identidad e integridad, los partidarios y los revolucionarios dentro
de estas iniciativas del partido se presentar sus puntos de vista en cuanto a
la fuente del problema y el carácter de la solución y mostrar las conexiones
con la dinámica fundamental del la sociedad en general y para otras cosas que
suceden-en el mismo que otras personas dentro de estas luchas, que también va a
presentar sus puntos de vista en cuanto al carácter del
problema y la solución. No debe haber animado lucha entre todo tipo de
puntos de vista sobre lo que es la realidad que enfrentamos ... cómo luchar
contra ella ... y qué luchamos por;en otras palabras, el mundo nos enfrentamos
ahora ... la lucha inmediata, con todas sus altas apuestas ... y el mundo que
queremos llevar en última instancia a la existencia.
Cuando decimos BA en todas partes es el borde de
ataque de este conjunto, que significa que el trabajo fundamental en este
ámbito pone el conjunto-en su conjunto-en el contexto y un marco de lo que es
el problema, y lo que es la solución a todos los horrores y atrocidades en el
mundo de hoy, la cría de lugares para un mundo radicalmente diferente y mucho
mejor, concentrada en la nueva síntesis de BA del comunismo. Los esfuerzos
masivos de recaudación de fondos de múltiples facetas deben tratando de llegar
e involucrar a todos los sectores de la sociedad para contribuir a conseguir BA
en todas partes, que se caracteriza por todo el animado debate y la lucha real
sobre estas cuestiones. Como elemento importante, se trata de proyectos
creativos, como la corriente de 1.000 años de $ 1,000 iniciativa que
moviliza a los presos y ex presos de llegar a todos los sectores de la
sociedad. Todo esto crea un ambiente o la química determinada, y se presta
toda la potencia y la dirección del conjunto de esta manera.
"Revolución en la Ciudad" Going to the
People
El trabajo revolucionario debe continuar en todos los
sectores de la sociedad. Pero debe tener una energía particular y la
fuerza en los que viven el infierno más difícil cada día, y especialmente a los
jóvenes. Estos jóvenes pueden y deben desempeñar un papel importante y único
en dar la vuelta al pensamiento de decenas de millones de lo que es posible y
deseable en la sociedad-esto ocurrió antes de la década de 1960, ha sucedido en
otros países, y puede suceder aquí, hoy en día, en una escala mucho más
significativo. Pero eso va a tomar el trabajo dedicado ... junto con
audacia e imaginación.
"Este es Bob Avakian,
presidente del
Partido Comunista Revolucionario,
con un Año Nuevo mensaje
presidente del
Partido Comunista Revolucionario,
con un Año Nuevo mensaje
Un llamado a la revolución ... "
Para que eso suceda, los revolucionarios tienen que desafiar
a estos jóvenes para entrar en la revolución desafiando no les acaba
de ponerse de pie, pero para llegar a lo que realmente vale la pena vivir y
morir: Revolución ... nada menos! Esto no puede hacerse sin formas reales
de ir en contra de los poderes fácticos ser ... pero también no se puede hacer
sin BA en todas partes, y todo lo que esta visión, la línea, y el liderazgo
representa, ya que el borde de ataque de la forma en que
avanzamos a estos jóvenes. Si ellos han estado atrapados en la locura, o
simplemente han desaparecido junto con él, que no puede-y no debemos querer a
paso todo eso; y nosotros no necesitamos! Una vez más, impugnarla. Y
BA, y lo que ha llevado adelante es un factor tremendamente poderoso en hacer
eso-si nos manejamos con valentía y representan por ello de una manera
consistente con lo que recibe la gente de BA, como personificada y se concentró
en su mensaje de Año Nuevo .
En este trabajo de adelantar la juventud, y en su
efecto de manera más amplia en la sociedad, el papel de los presos que tienen,
de hecho, rompe con su vida anterior y se recoge la revolución es
extremadamente importante y potencialmente muy poderosa.Apenas hemos arañado la
superficie en hacer eso. También es fundamental en este que el paquete,
incluyendo, en particular, la emancipación de la mujer y la lucha contra la
esclavitud y la degradación de las mujeres-sean llevados ante estos jóvenes,
tanto hombres como mujeres ENTERO.
En todo este trabajo ya través de todo este trabajo,
no debe haber una sensación palpable de "Revolution in the City" este
verano. Los revolucionarios y las personas que forman parte de este
movimiento tienen que estar constantemente saliendo entre las masas ... dando a
la gente formas fáciles de encontrar y de enchufe en la revolución ...
conseguir revcom.us los materiales de publicidad y BA en todas partes y por
todos lados .. . y justo en el meollo de las principales personas en contra de
los atropellos de que este sistema genera constantemente entre estas masas.
Al mismo tiempo, existe una verdadera importancia a
llegar tan lejos como podamos a los estudiantes ... a los intelectuales ...
para la gente de clase media que no tienen preocupación y empatía por los de
abajo y para el mundo como un su conjunto y que, de diferentes maneras están
tratando de cambiar las cosas, o la búsqueda de respuestas sin descanso ... y
otra vez, con todo el conjunto de este trabajo, y en sus diversas facetas.
Ha habido una gran cantidad de agitación en los campus de este año pasado, con los estudiantes empiezan a luchar mucho más activa de nuevo y plantear preguntas en diferentes frentes. Unir y la interacción con estas luchas, debatir las concepciones filosóficas y lo que hay que hacer, todo el conjunto de la revolución debe ser manifiesta en ciertas universidades este otoño, a partir de la divulgación generalizada de BA mensaje de Año Nuevo , Lo BAsico, de los discursos y escritos de Bob Avakian y la película de BA Habla REVOLUCIÓN-NADA MENOS!Bob Avakian en vivo, a proveer maneras para que los estudiantes organizan y luchan alrededor de la encarcelación en masa y la esclavitud y la degradación de la mujer. Al otro lado de los campus de todo el país, hay un enorme potencial y la base para el Mes de la Resistencia en octubre para ser un grannegocio. Lo que hacemos durante todo el verano debe sentar las bases para y nos ha puesto en una posición diferente para ir a los campus cuando se abren en el otoño. Esto debería incluir como aspecto fundamental, la preparación de la gente de la base de la sociedad para ir a los campus y viceversa.
Ready for Anything
Este conjunto ha sido concebido en un compromiso
activo con la dinámica clave de cómo la sociedad está en desarrollo, y tiene
que ser continuamente re-concebido en esa luz. Y esto significa que debe
ajustarse si y como van las cosas a través de saltos.
A pesar de que esto se escribe, hay un cambio
dramático pasando-y la posibilidad de un cambio mucho mayor. El nexo de
Irak, Siria, e Irán está en crisis profunda ... Ucrania ... Egipto ... ¿quién
puede decir lo que puede pasar? Los revolucionarios tienen que preparar a
la gente, incluso ahora para distinguir los intereses de los pueblos del mundo
de los de los imperialistas.
También es especialmente importante continuar para
captar la extrema polarización dentro de los EE.UU. clase dominante, la
polarización tan aguda como para recordar el período anterior a la Guerra Civil
de los EE.UU. en 1861, de la que hemos escrito en otros lugares. (Ver La guerra civil que se perfila y la repolarización para
la revolución en la época actual y Contradicciones
todavía por resolver, fuerzas que impulsan la Revolución de
Bob Avakian ", y el cierre, el arreglo de cuentas, y la urgente necesidad
de repolarize ... para la revolución . ") Esta crisis ,
que a lo largo de simmers y luego periódicamente se reactiva, establece un
telón de fondo de las cosas. Una aguda crisis entre los gobernantes sobre
cómo gobernar puede crear aberturas para las personas a cuestionar las cosas
más profundamente, así como una mayor disposición a resistir.Desde el extremo
opuesto, aguda lucha de la gente puede aumentar las divisiones y dificultades
entre los gobernantes. Esta dinámica puede entrar en juego,
independientemente de lo que hagamos o, por ejemplo, en relación con la lucha
se centró este verano en Texas sobre el derecho al aborto, donde los
gobernantes son establecidos para privar efectivamente a millones y millones de
mujeres de este derecho fundamental.
El punto es éste: Tenemos que estar vivo para el
mundo, y listos para responder en un santiamén.
En todo esto, la importancia de la Revolución página
web se destaca. Este sitio puede permitir a la gente a entender el
significado más amplio de los acontecimientos más importantes en el mundo ...
que puede exponer a las formas en que los poderes-que-ser están torciendo las
cosas, o encubriendo la verdad real ... se puede renunciar a ellos un sentido
vivo de cómo el movimiento para la revolución está luchando contra los poderes,
y transformar al pueblo ... puede darles a conocer y profundizar su comprensión
de los elementos clave de la línea de nuestro partido, con la obra de Bob
Avakian en su fundación ... se puede dejar que la gente básicos, en particular,
"ven a sí mismos" de habla a sus preguntas y les muestra el efecto
que están teniendo ... y en todas estas maneras y más duro hacia adelante la
revolución.
Preparación de las Personas
Al mismo tiempo, tenemos que involucrar a la
gente en todo lo que estamos haciendo, no sólo dándoles las maneras de
ser activo (aunque esto es importante!), sino también las formas de transformar
su manera de pensar. Esto nos lleva a la otra gran pregunta que deberíamos
preguntarnos constantemente a medida que avanzamos este verano y otoño:
¿Estamos acumulando fuerzas para la revolución en todo lo que hacemos? Son
cada vez más personas están realmenteorganizados para la
revolución, para actuar colectivamente para impactar la sociedad?
En relación a esto, dijo BA en su reciente discurso
sobre la estrategia, " El Enfoque Estratégico para la Revolución y su relación
con cuestiones básicas de la epistemología y el método ":
Para
decirlo de otra manera, estamos acumulando fuerzas para la revolución. Eso
es muy importante. Esa es una de las principales varas de medir por el
cual debemos medir lo que estamos haciendo. ¿Estamos realmente acumulando
fuerzas? No sólo acumulando fuerzas para cualquier cosa, pero ¿estamos
realmente, en este proceso global, no es que todos estamos involucrados con en
cualquier lucha en particular o cualquier iniciativa de las masas en
particular, no es que todas las personas o incluso tal vez la mayoría de la
gente en un momento dado, incluso a favor de la revolución, pero ¿estamos
realmente, a través de este proceso general, que he hablado en muchas
dimensiones, somos a través de este proceso general de acumulación de fuerzas
en realidad que son más y más conscientemente de ver la necesidad y la base
para la revolución y trabajando activamente para acercarnos más y después de
llevar a cabo esa revolución real, cuando llegue el momento y la situación es
cualitativamente diferente: la derrota real y el desmantelamiento del viejo
sistema y sus fuerzas de represión violenta y el logro de un sistema
radicalmente diferente -estamos acumulando fuerzas que están en realidad más y
más conscientemente trabajando para eso y son parte de ese proceso en el que
están avanzando en una dirección revolucionaria, y dar el salto a unirse al
Partido como parte de eso?
En esto, el elemento de la BA-lo que ha llevado
adelante y el liderazgo que ofrece-es fundamental.Esto tiene que tomar un
montón de formas, incluyendo, como se publicó en Revolución hace
varias semanas, el uso de la película BA Habla REVOLUCIÓN-NADA MENOS! y,
en particular, las proyecciones regulares en las librerías o en otros lugares.
Estas proyecciones deben servir para cohesionar la
gente alrededor de las revolución-estos deben ser momentos en los que se reúnen
en el torbellino de la actividad revolucionaria y obtener una base más profunda
de lo que la revolución tiene que ser todo. Sí, ellos deben conseguir que
a partir de todo lo que hacemos. Pero estas proyecciones, en otras
palabras, se centran en ese aspecto de las cosas, y tienen gran importancia-que
deberían dar toda una dimensión significativa de significado a la gente. Lo
mismo puede decirse de una manera diferente para un uso muy amplio y en el
terreno de mensaje de Año Nuevo de BA. Y desde el libro de citas de Bob
Avakian y ensayos cortos,BAsico .
La lucha y aprender mejor cómo luchar, gente que
aprende sobre el mundo diferente que es posible como lo hacen, cambiando su
forma de pensar y de ellos mismos en el proceso de aprendizaje y la forma de
vincular la teoría y la práctica, este proceso de Luchar contra el poder, y
transformar al pueblo, para la revolución debe ser el núcleo dinámico del
movimiento para la revolución, pulsando con energía.
Preparación de la Vanguard ...
Si va a haber una revolución, tiene que haber un
partido revolucionario, una vanguardia. Tenemos una vanguardia como hoy,
el Partido Comunista Revolucionario, EE.UU., con una línea revolucionaria,
estrategia y liderazgo. Esto es precioso, pero el Partido tiene que ser
construido y fortalecido a la altura de lo que de él exige.
En primer lugar, el Partido debe crecer en la gente
nueva cantidad de dibujo en sus filas, aportando nuevos iniciadores de una
nueva etapa del comunismo. El tiempo que tenemos ahora es un tiempo
precioso para fortalecer nuestras filas, para capacitar a la gente, para
enfocar nuestros esfuerzos como plena y eficazmente como sea posible en
acelerar el desarrollo de una situación revolucionaria, y para desarrollar
tanto la capacidad como sea posible entrar en una situación de este tipo. ..
cuando y ya que finalmente emerge. Ayudar a la gente a clasificar a través
de sus preguntas en el medio de este caldero burbujeante va a ser muy
importante, y aquí, el reciente artículo " Lo que el mundo necesita ahora, más que otra cosa, ¿Es comunistas : Algunas
Reflexiones sobre la pasión individual, el yo y el Proceso Revolucionario "es
muy importante para la gente a participar.
En segundo lugar, dentro del Partido, la lucha para
asumir plenamente la orientación, método y enfoque concentrado en la nueva
síntesis de BA continúa en diferentes formas. Estas luchas y
transformaciones se deben hacer no aparte de, pero en el fragor de la
lucha, con todos los camaradas que alcanzan para las alturas y
volar sin red de seguridad. Como parte de todo el proceso del e
implementar la estrategia para hacer la revolución, la práctica debe ser
informado por un sentido de cómo todos estos esfuerzos y luchas encajan en el
objetivo más amplio, y no "sin perspectiva", y guiados por la
dialéctica de la teoría-práctica-teoría (como se describe en laConstitución
del Partido Comunista Revolucionario, EE.UU. ). Mientras
todo el mundo está muy ocupado y "mil obras clamar por hacer," hay
una necesidad de mantener continuamente el objetivo más amplio de la revolución
en la mente y en perspectiva, lo que contribuirá a la vida del partido, lleno
tanto de la gravedad de propósito y sin embargo la informalidad juguetón de
personas dedicadas a científicamente tratar de comprender y transformar el
mundo ... tratando de sacar a la humanidad de su "larga noche oscura"
de la opresión, la explotación y el sufrimiento innecesario.
Un Proceso Integral ... Con un objetivo específico
Estos "3 prepara" no están separados unos de
otros. Por ejemplo, usted no va a construir el Partido-no es un partido
revolucionario, de todos modos, a un lado de la lucha para transformar el
mundo, en sus mayores dimensiones. Y usted no va a tener realmente la
sociedad-impactorevolucionario impacto en la sociedad, por lo
menos, si usted no está construyendo y proyectando el hecho de que existe una
vanguardia, y que la gente tenga que relacionarse con esta vanguardia y
apoyarla. En cierta medida, la forma en que esta editorial ha tratado a
cada uno a su vez es un poco artificial. No es como en la vida real, pero
puede ayudar a ver las cosas en sus partes a veces antes-y para-los puso de
nuevo juntos. Cada "preparar" las obras en relación con los
demás, y si no estamos trabajando en todos ellos a la vez ... en todo el
proceso ... las cosas van a salir y se derrocharon esfuerzo y sacrificio de la
gente.
Y no es sólo eso. Todos ellos tienen un
propósito. ¿Por qué? Para prepararse para "el momento en que
millones pueden ser inducidos a ir para la revolución, sin cuartel, con
posibilidades reales de ganar."
¿Estamos más cerca de que ? ¿Estamos
avanzando en el "3 prepara"? Este es el criterio con el cual
medir el trabajo que el movimiento para la revolución ya se está poniendo en
marcha, y las iniciativas importantes que discutiremos en este sitio / en estas
páginas en las próximas semanas. Si no lo estamos, ¿qué tenemos que hacer? Si
lo estamos, ¿cómo podemos seguir adelante, con toda la urgencia que exigen los
rostros situación humanidad terribles? Esas son las preguntas con las que
este movimiento para la revolución, con el Partido como su núcleo dirigente,
debe cerdas y de vibración, todo el verano y hasta el otoño ... y más allá.
Stalin y la futura revolución
¿A cuento de qué viene ahora recordar
y evaluar la figura de Iosif Vissariono Dzhugashvili “Stalin”? ¿Qué utilidad
práctica tiene esto cuando lo que preocupa a la gente es el paro, la carestía
de los alimentos frescos y de la vivienda, las desigualdades, la corrupción, la
guerra, la violencia, el terrorismo, la represión, …? Así es como ve las cosas incluso la mayoría de los sectores
políticamente más avanzados, la mayoría de los activistas de la izquierda. Esta
vanguardia práctica no ve más allá de aquellos problemas y, cuanto más se
encierra en su tratamiento inmediato, más se aleja de su solución. Hay, no
obstante, otra parte minoritaria de la vanguardia que sí estima importante el
análisis de la experiencia histórica de la Revolución Proletaria pero, también
entre esta vanguardia teórica, predominan aún quienes no lo consideran una necesidad
práctica inmediata, porque lo subordinan a su lucha por influir
sobre el movimiento espontáneo de masas. Pretenden simultanear ambas tareas y
de facto dedican todos sus esfuerzos a la última, conformándose en lo
ideológico con reafirmar las opiniones clásicas de la fracción del movimiento
comunista en la que se inscriben: así, unos atacarán a Stalin para ganar
audiencia entre las masas atiborradas de anticomunismo y los otros lo alabarán
para atraerse a los luchadores que, por instinto, se posicionan a
contracorriente. Todos ellos sacrifican la verdad a cambio de ventajas
momentáneas que, a la larga, no producen más que fracaso y frustración.
A la pregunta: ¿es posible avanzar
hacia la revolución sin resolver previamente la cuestión Stalin?, se le puede
responder hoy de la manera más concreta y tangible: lo que inhibe que las masas
se enrumben hacia la revolución es que la cuestión de Stalin se les presenta
resuelta, aunque en realidad sólo se trate de la interpretación que le conviene
a la burguesía. Así, las masas proletarias ven coartada su iniciativa por culpa
de la ideología anticomunista que han asumido, mientras que la vanguardia
teórica se encuentra a la defensiva, evitando el enfrentamiento directo con
este principal obstáculo y desperdiciando sus energías en paliativos y rodeos.
Y esto porque ella misma no tiene claro el problema de Stalin. Por supuesto que
el verdadero problema de Stalin no es otro que el de la experiencia práctica de
la Revolución Proletaria hasta nuestros días, porque toda la variedad que ésta
pueda presentar tiene como núcleo o referencia el modelo soviético de
socialismo y sus premisas. Lo trágico del asunto es que la reanudación de la
causa emancipatoria de la clase obrera es imposible sin el legado de Octubre,
pero tampoco es posible con él. En efecto, las revoluciones del siglo XX y la
doctrina marxista que las inspiró fueron lo más avanzado que se conoció y, por
consiguiente, la base imprescindible para continuar el camino; pero, al mismo
tiempo, resultan hoy globalmente insostenible por dos razones: 1) porque están
preñadas del fracaso en que concluyeron y 2) porque, en razón de este resultado
final, el proceso social de su desenvolvimiento fue el del paulatino y
contradictorio tránsito de la revolución a la contrarrevolución, revistiendo
ésta unas formas que, en ocasiones, fueron todavía más reaccionarias y
repugnantes que las prácticas ordinariamente visibles del capitalismo; y esto,
convenientemente instrumentalizado por la propaganda burguesa, viene apuntalar
la conciencia conservadora que prevalece en las masas fuera de los momentos
puntuales de crisis revolucionaria. Esto es tanto como sostener que debemos
tomar por base el Ciclo de Octubre, a la vez que debemos romper con él.
Lo que permitirá quitar este dogal
que oprime a las masas será el análisis verdaderamente científico de la
historia del socialismo, y esto implica el contraste del mismo con el curso de
la lucha de clases, principalmente de la lucha de dos líneas como expresión de
ésta que rige la construcción del sujeto revolucionario (la Reconstitución del
Partido Comunista). No se trata de la investigación histórica como fin en sí,
sino como medio de que se vale la lucha de clases del proletariado para el
cumplimiento de su misión histórica. Ésta es una de las grandes tareas en que
consiste la Reconstitución Ideológica del Comunismo que propugnamos. La otra es
la de responder a la pregunta de por qué la vanguardia teórica de nuestra clase
mantiene en este cometido un perfil tan bajo (cuantitativa y cualitativamente).
Aquí, con respecto a este sector que elabora su pensamiento con la mayor
independencia y soberanía frente a sus condiciones objetivas de existencia,
precisamente por eso, no cabe alegar a éstas últimas como causas determinantes
de su mediocridad intelectual. Pero es con este burdo objetivismo -caricatura
autocomplaciente del materialismo- con el que se pretende justificar tanto
filisteísmo. Y esto es un síntoma más de que el problema principal de la
vanguardia hoy radica en la concepción del mundo, de que en la larga y ardua
lucha que libran las dos clases en el plano ideológico desde que nació el
marxismo, la burguesía ha conseguido tener la última palabra, ha dado con un
sistema de reproducción cultural que desactiva y castra el espíritu crítico y
revolucionario de la vanguardia teórica. Poner al desnudo tal mecanismo y
destruirlo de raíz es el otro gran reto de la Reconstitución Ideológica del
Comunismo. Y quizás exista una identidad entre ambas tareas en un estrato más
profundo que todavía no alcanzamos a ver.
¿Acaso no está bastante claro que las
“condiciones objetivas” claman a gritos
por la revolución? Incluso las ultimísimas noticias que nos sirven los medios
de comunicación de la clase explotadora lo evidencia así. Vamos a comprobarlo
enseguida y, a continuación volveremos a lo realmente importante, al problema
que suscita la realidad social y práctica, pero no en sus más recientes
manifestaciones pobres, agónicas y patéticas propias de un ejército en
desbandada, sino el que se refiere al último capítulo de la lucha de clases
franca, el del más reciente intento del proletariado por cumplir su misión
histórica: el Ciclo de Octubre de la Revolución Proletaria Mundial.
Una sociedad que se pudre de madura
El Programa Mundial de Alimentos de
la ONU se encuentra actualmente frente al nivel más alto de emergencias de los
últimos 40 años, teniendo que nutrir a 110 millones de personas de un total de
800 millones de hambrientos. Un estudio reciente para la UNESCO recoge que 674
millones de niños se hallan en una situación de pobreza absoluta. Al día,
mueren 40.000 niños de hambre y enfermedades hoy curables, en un mundo en el
que las tres cuartas partes de la población son tratadas como bestias para que
el otro cuarto consiga una prosperidad ficticia que no es más que una vida sin
sentido y deshumanizante. Todo esto, con el agravante de haber alcanzado un
desarrollo económico y técnico más que suficiente para cubrir las necesidades
de todos, pero que es desaprovechado y despilfarrado sistemáticamente
(desempleo, reducción de la superficie de explotación agropecuaria,
expropiación de masas de campesinos, desmantelamiento de industrias,
destrucción de mercancías que, aun necesarias, no pueden ser absorbidas por el
mercado, crisis económicas, etc.). Sólo en el Estado español, según Caritas,
30.000 personas viven y duermen en la calle.
He aquí una pequeñísima muestra de
los “logros” económicos del capitalismo, que se resumen en la pauperización de
la mayoría de la humanidad bajo múltiples formas y la destrucción de su hábitat
natural, como consecuencia obligada de que toda la organización social está
gobernada por el principio de la acumulación de capital. Y, como ésta produce
la tendencia a que baje la tasa de ganancia, los intentos de los capitalistas
por contrarrestarla multiplicando los sufrimientos de los mismos ya sufrían.
Por ejemplo, la ONG Intermon denuncia
que los “países ricos” condicionan la ayuda que prestan a los “países pobres” a
que éstos les compren con esa ayuda mercancías que tal vez no necesiten,
devolviéndoles así su “generosa” ayuda con creces, mientras los países ayudados
se vuelven cada vez más dependientes, frágiles y miserables.
Otro método de abaratar una materia
prima estratégica como el petróleo, invadiendo Irak (y de paso controlar el
acceso a ella de sus competidores): ahí está el asombroso crecimiento de la
economía norteamericana del 8,2% en el tercer trimestre del año en curso,
mientras la de Europa se estanca, y el Viejo continente se ve constreñido a
moderar sus ambiciones y a avalar la resolución que proponía Estados Unidos al
Consejo de Seguridad de la ONU para legitimar su actuación unilateral.
Un tercer método es el que emplea el
capitalismo español (además de comer de la mano del yanqui y de hacer suyo todo
lo más reaccionario de aquél como la doctrina militar del ataque preventivo):
nos referimos a aumentar la explotación del proletariado. 1º) De los
inmigrantes que consiguen entra en España (más de cien se han ahogado en lo que
va de año en las aguas que nos separan de África), van para 100.000 los
repatriados -30% más que en 2002-, para que los demás que la Autoridad quiere
mantener fuera de la ley (ley que ha vuelto a endurecer) se dejen exprimir
silenciosamente por el capital. Sólo en Madrid, el 54% cobra menos del Salario
Mínimo Interprofesional Y el 80% vive hacinado hasta el punto de relatarse la
existencia de “camas calientes” que se alquilan por turnos. 2º) Según CC.OO.,
dos tercios de los accidentes laborales corresponden a contratos temporales, a esa
precariedad en el vínculo de la masa obrera con sus medios de vida que, sumada
al paro, afecta a más de la mitad del proletariado de este país. España
encabeza el ranking europeo de siniestralidad laboral: 12.000 muertos desde
1996 (¿dónde están sus viudas, sus huérfanos, las condolencias, los minutos de
silencio, los alzos azules, las manos blancas, el endurecimiento del régimen
penal para los culpables, su dispersión carcelaria, la ilegalización de la
patronal, etc.?). 3º) Buena parte de esos siniestros han sido un subproducto
del negocio inmobiliario, uno de los principales impulsores -con el consumo-
del crecimiento de la economía española, la cual se ve lastrada por la escasez
de las exportaciones y de las inversiones en bienes de equipo. ¡Eso es lo que
llaman una economía sana! Entre 1997 y 2003, el precio medio de la vivienda se
ha incrementado un 91% (más del doble en las grandes ciudades), quintuplicando
el Índice de Precios al Consumo. Esto ha supuesto que, según la Federación de
Cajas de Ahorros Confederadas, si en 1988 la financiación de una vivienda se
llevaba 2,6 salarios medios anuales, en 2002 eran ya 5,1 (que pueden ser hasta
8 ó 10 salarios anuales de un obrero medio). El 41,9% del presupuesto familiar
lo devora la hipoteca o el alquiler. Éste, que es una opción minoritaria
-aunque no tanto entre los más pobres-, ha aumentado casi el doble que el IPC
entre 1990 y 2002 (un 61,5% más que el IPC en el último año). Vemos cómo son
los inmigrantes, los obreros de la construcción accidentados y los proletarios
endeudados de por vida los “daños colaterales” del crecimiento económico del
que presumen los gobernantes. Éstos son los responsables por activa y por
pasiva de la llamada “burbuja inmobiliaria”, la cual sirve para que la gran
banca siga incrementando sus beneficios (11,81% en el último año) a pesar de la
crisis latinoamericana, para que no deje de acudir la inversión foránea (el 20%
de las compras de vivienda son efectuadas por extranjeros no residentes, según
el Instituto de Estudios Económicos) y también para su propio provecho y el de
los demás partidos parlamentarios a través de tramas de corrupción como la que
puso al descubierto la crisis política de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Por supuesto que la profunda miseria
que engendra el sistema económico capitalista, agravada por su propaganda y su
ejemplo moral depredador, provoca, de rechazo, las más variadas formas de
resistencia por parte de sus perjudicados. ¿Y cómo responde la supuesta
democracia y sus políticos a estas alteraciones del orden, de su orden?
Aquí intervienen también factores no directamente económicos como la forma en
que se ha configurado históricamente la clase dominante y su burocracia
estatal. Siempre que se vean presionados por el pueblo y mientras no afecte a
los fundamentos de su régimen, prefieren remedios y paliativos amables. De lo
contrario, que es la tendencia dominante hoy, recurren a la violencia, a la
guerra, a la represión,… En la arena internacional, el penúltimo episodio ha
sido su agresión y ocupación militar de Irak, en la que confiesan haber acabado
con la vida de 11.000 a 15.000 de sus habitantes -más de 4.000 eran civiles-,
con unas mínimas bajas entre las tropas imperialistas (poco más de un
centenar). Claro que, después de esa rápida y modélica campaña bélica, viene
ahora la guerra de guerrillas que parece la opción defensiva que tomo el Estado
iraquí ante la superioridad anglonorteamericana. Donde los medios oficiales
informaban fríamente de frentes, batallas, bombardeos y víctimas anónimas y
justificadas, ahora relatan con horror que ya han sido aniquilados casi el
doble de soldados invasores desde que Bush dio por finalizada la contienda, que
se enfrentan a una resistencia terrorista y que los ejércitos extranjeros no
pueden marcharse dejando el país sumido en el caos y a merced de los fanáticos.
Pretenden, como en Italia con sus carabinieri o como aquí con los espías del
Centro Nacional de Inteligencia, que lloremos a sus muertos. Pero, no son los
nuestros, pues sabían perfectamente que iban de matones contra nuestros
hermanos oprimidos, igual que actúan aquí contra nosotros, y sirviendo a los
mismos amos. Los proletarios revolucionarios, al contrario, nos alegramos de
los éxitos de la resistencia iraquí en su hostigamiento contra las tropas imperialistas
y reclamamos la solidaridad con su lucha libertadora de todos los explotados y
de todos los demócratas verdaderos que se desmarquen de los que no son sino
reaccionarios hipócritas.
¿Acaso puede caber alguna duda de que
esos burócratas que ahora gustan de presentarse como víctimas son realmente
opresores, también en sus propios países? Veamos, por ejemplo, cómo reaccionan
ante la “delincuencia” y la “inseguridad ciudadana”. Lejos de cuestionar su
origen, esto es, de cuestionarse a sí mismo, golpean a las víctimas,
acrecentando su sufrimiento: en EE.UU., ya hay más de 2 millones de personas
encarceladas y, en el Estado español, tienen el descaro de presentar como
solución el endurecimiento de la represión contra el terrorismo (incluyendo en
esta categoría a cualquier sospechoso de cuestionar el marco político
consensuado), así como los llamados “juicios rápidos” ideados para limpiar las
calles. La consecuencia inmediata ha sido que la población reclusa ha aumentado
un 20% en un año, hasta la cifra de 56.000 personas presas. Y continúan
reforzando las instituciones más opresivas y reaccionarias, como advertencia….
otros 46 millones de euros antes de fin de año para la policía y la guardia
civil, unos presupuestos estatales que asignan un 7,5% más al aparato judicial,
un 6% más a seguridad ciudadana y cárceles, un 7,3% más I+D (gasto militar
encubierto), un 4%más a la Casa Real (7,51 millones de euros que, sumados al
palacio y bodorrio principesco, y al conjunto de expresiones monárquicas en la
vida social, están para recordar al pueblo “lo que quedo atado y bien atado”:
el orden clasista impuesto a sangre y fuego por el franquismo).
La vigente constitución española, que
cumple 25 años, se nos presenta como fruto del consenso entre todos los
partidos políticos y clases sociales. Y eso es cierto en la medida en que los
partidos de izquierda y sus correas de trasmisión entre las masas oprimidas
(sindicatos, etc.) se pasaron con armas y bagajes la campo burgués; dichas
masas carecían de conciencia suficiente para comprender esta traición y, más
aun, el modo de contrarrestarla; y la burguesía imperialista (producto de la
restructuración fascista auspiciada por las clases reaccionarias) resultó tan
debilitada interior y exteriormente que se vio forzada a integrar un nuevo
bloque hegemónico con las burguesías de las nacionalidades oprimidas por el
Estado y la aristocracia obrera. Como fuerza con cierta entidad, únicamente el
movimiento popular vasco dirigido por la pequeña burguesía rechazó dicho
consenso y continuo la lucha por sus fines. Y este ejemplo de dignidad ha
proporcionado indirectamente una posición de fuerza a la burguesía nacional de
Euskadi y, algo menos, de Cataluña para conservar su posición en el poder.
Pero, entretanto, la burguesía imperialista española, que es la fuerza
principal y dirigente del bloque hegemónico, ha salido de sus apuros y
se siente en condiciones de reclamar su parte en el reparto del mundo. Para ello,
necesita estabilidad interna… y algo más importante aún: espíritu imperial,
orgullo nacional, incluso ciertas dosis de chovinismo y de racismo entre la
población (exigencia que viene influida, y no poco, por sus orígenes
reaccionarios y fascistas apenas disimulados). Quizás ese patriotismo sea lo
más necesario y su advenimiento exija romper el viejo modelo de estabilidad
interna consensuada, al menos con las burguesías nacionales que representan un
peligro o una molestia más inmediatas que la domesticada aristocracia
obrera y, además, distorsionan la identidad nacional (al fin y al cabo, el
viejo imperio español empezó con la llamada “reconquista” del interior
peninsular). Partiendo de aquí, el terrorismo de ETA, el 11-S y otros hechos
solo se utilizan como pretextos para implementar una nueva política: la
Constitución española cada vez se presentará menos como un amplio y generoso
marco de consenso, para pasar a esgrimirse como imposición de unidad (yugo) al
servicio de la ambición imperialista belicosa de nuestros amos (flechas).
El “Plan Ibarretxe”, el nuevo
Estatuto autonómico para Cataluña, el auge electoral del vasquismo y del
catalanismo (el españolismo también se refuerza: en los recientes comicios
autonómicos catalanes, el PP mejoró sus resultados un 30%) son respuestas
defensivas debilitadas por un contexto de conciencia social reaccionarizada por
la derrota del movimiento proletario revolucionario y desestructurada por la
subversión posmoderna de toda la superestructura cultural.
Frente a esta creciente marea de lodo
y sangre, se alzan las aisladas y silenciadas Guerras Populares de unos pocos
partidos maoístas en países poco relevantes de la cadena imperialista; también
el Irak resistente al invasor que no podrá ser un nuevo Vietnam, porque el
islamismo y el nacionalismo no tienen el potencial liberador de un partido
comunista, por mucho que el indochino estuviera infectado de revisionismo;
luego, están las revueltas populares de Argentina, Ecuador y la más reciente en
Bolivia que hacen caer presidentes pero no cambian el carácter de clase del
poder político, como lamenta incluso la nueva abogada del espontaneísmo en que
se ha erigido Marta Harnecker.
En los países opresores como España,
la resistencia es escasa y está muy canalizada hacia el mecanismo
electoral-parlamentario. El Tribunal de Cuentas ha dado a conocer que los
partidos políticos recibieron en 2001subvenciones públicas por valor de 150
millones de euros, sin contar lo que obtienen del Parlamento Europeo. El Estado
se asegura así la fidelidad de las burocracias partidarias y anula las
posibilidades de cualquier expresión política que surja desde abajo. Izquierda
Unida está comprometida en lo fundamental con la “democracia” actual, no tiene
intención de denunciarla y menos aún de trabajar por su derrocamiento. Además
de su dependencia de las ubres del Estado, tiene una deuda equivalente con la
banca (más de 9 millones de euros). Ni las elecciones ni la oferta política de
estos falsos comunistas despiertan ninguna esperanza entre los explotados con
una mínima conciencia de clase. Unos siguen acudiendo a las urnas para dar su
respaldo a lo que ya califican de antemano como mal menor -PSOE, IU; IC, ERC,
BNG; etc.- y otros se niegan a participar, constituyendo una franja importante
de la abstención, como ponen de manifiesto los lideres de “izquierda” cuando reclaman
un aumento de la participación para ganar a la derecha.
Con un cuadro de la realidad objetiva
tan desfavorable para el capitalismo, como el que no pueden por menos que
ofrecer incluso los más interesados en conservar el statu quo, y que
esbozamos más arriba, ¿cómo explicar la ausencia de un potente movimiento
revolucionario? La respuesta está indudablemente en la falta de una alternativa
creíble y seductora, fruto de la impresión negativa causada por la experiencia
de las revoluciones socialistas del siglo pasado. Las masas, exceptuando
situaciones breves, se mantuvieron cohibidas por los prejuicios anticomunistas
alimentados por la clase dominante. Pero la vanguardia oponía resistencia
frente a ellos y conseguía contrarrestarlos en parte. El punto de inflexión fue
el colapso de la URSS y de los regímenes de Europa Oriental, unido al creciente
recurso a métodos propios del capitalismo privado por parte de los países que
seguían denominándose socialistas (Cuba, China, Vietnam, …). La propaganda
burguesa sobre el fracaso del socialismo ganó credibilidad y la mayoría de la
vanguardia se quedó paralizada y sin argumentos. Esa propaganda apesta a
defensa interesada del capitalismo, pero “acertó” en anunciar la fragilidad y
la caída de los regímenes políticos de Europa Oriental. Y éste es un hecho
objetivo que reclama una explicación como condición inexcusable para que, en lo
sucesivo, el tránsito al Comunismo no se vea nuevamente truncado por los mismos
motivos (y, de ese modo, rearmar ideológica y moralmente a nuestra clase). Lo
que temen los reaccionarios es que emprendamos este camino, como expresó Aznar
al presidente brasileño Lula: “Los pobres no necesitan ideología, sino
oportunidades para prosperar”.
Acerca del análisis maoísta
Más interesante que este pronóstico
negativo del enemigo, resulta el que, desde la opción marxista-leninista,
formuló la fracción del Movimiento Comunista Internacional encabezada por los
PP.CC de China y Albania: tras la muerte de Stalin, la URSS y sus aliados
habían sufrido una contrarrevolución o “evolución pacífica” hacia un
capitalismo de corte burocrático, al imponerse en sus partidos dirigentes una
línea revisionista que renegaba de los más elementales principios marxistas
(necesidad de la revolución violenta y de la destrucción del Estado burgués
para que la clase obrera conquistase el Poder político; continuidad de la lucha
de clases y necesidad de la dictadura y del Partido del proletariado en todo el
período de transición al Comunismo; internacionalismo proletario como principio
rector de la política exterior de los Estados socialistas y coexistencia
pacífica con el imperialismo como táctica subordinada a aquél). Se trata de una
apreciación correcta pero insuficiente para disipar las dudas y despejar el
camino. En efecto, suscita, las siguientes preguntas: ¿Por qué no basto para
evitar qué Albania acabase restaurando un capitalismo liberal y China un
capitalismo burocrático? ¿Cómo es posible que, después de tantos años de
construir el socialismo en la URSS de Stalin -lo que equivale a destruir
capitalismo-, la burguesía resulte tan fuerte que es capaz de usurpar el poder
y con tan escasa oposición? En definitiva, ¿Cuáles son las raíces del
revisionismo, entendiendo por tales no las supuestas condiciones objetivas
“inalterables”, sino las formas embrionarias de ese revisionismo o, al menos,
los errores que le abren paso (que son las condiciones que podemos modificar
con nuestra acción consciente y
voluntaria)? Porque es un hecho probada que algunas expresiones del revisionismo
ya se habían incorporado a la línea oficial con anterioridad.
Desde el punto de vista
marxista-leninista, conocemos las críticas de Mao Tse-tung y sus seguidores
hacia la política del PCUS de Stalin y, a continuación, publicamos una
selección de las mismas. Pero, reiteramos que dichas críticas no debieron ser
suficientes o del todo correctas. Además, resulta chocante que, cuando los
dirigentes chinos más divergieron de la práctica soviética -durante la
Revolución Cultural, de 1966en adelante[1]- no profundizaran en el análisis
crítico del período de Stalin y los Guardias Rojos se limitaran a divulgar el
realizado por Mao a finales de los años 50 para el círculo restringido de los
cuadros del Partido. Todo parece apuntar a que la pretensión de éste era
corregir las desviaciones más graves de manera que el MCI conservara su fuerza
frente al imperialismo, a la vez que China pudiese mejorar el procedimiento
soviético en cuanto a construcción del socialismo. Sin embargo, constató pronto
que Jruschov y los nuevos dirigentes del PCUS querían deshacerse del aspecto
revolucionario y marxista-leninista de Stalin mientras llevaban las
desviaciones de éste hasta sus últimas consecuencias; en definitiva, empeoraban
la política de su predecesor, al que atacaban desde la ideología burguesa,
procediendo de hecho a restaurar el capitalismo. En aquel momento, los
comunistas chinos obraron de conformidad con la causa del proletariado
revolucionario al primar la defensa de Stalin y la lucha contra el revisionismo
jruschovista, a la vez que desarrollaban una nueva práctica que probara a
corregir los errores del modelo soviético: era la manera de salvar al entonces
poderoso MCI cuando, a la creciente agresividad que sufría por parte del
imperialismo (OTAN, cinturón de bases militares, chantaje nuclear, Corea,
Berlín, Hungría, Maccarthismo,…), se le venían a sumar los ataques al
marxismo-leninismo y su propia historia, ni más ni menos que por parte de los
dirigentes del pionero partido soviético, a quienes hacían coro los Tito, Nagy,
Togliatti, Carrillo, Ibarruri, etc. El movimiento político práctico nacido al
calor de la Revolución de Octubre todavía era fuerte y no se le podía dar por
perdido a priori: esperar la rectificación de su orientación dominante
como resultado de la lucha de dos líneas era perfectamente legítimo y realista.
¿Defender o criticar?
Hoy, la situación es sustancialmente
diferente. Ese movimiento prácticamente ha resultado destruido, ha
desaparecido, si exceptuamos algunos rescoldos dignos del glorioso pasado
revolucionario (Nepal, Filipinas,…). Este hecho que calificamos de agotamiento
del Ciclo de Octubre de la revolución Proletaria Mundial trastoca por
completo las prioridades de los comunistas. La defensa de Stalin y, más
ampliamente, de la experiencia de dicho Ciclo frente a los ataque de la
burguesía y sus lacayos sigue cumpliendo un papel positivo y sigue siendo
necesaria, sobre todo para combatir el escepticismo, la resignación y la
misantropía que invaden a las masas y a la vanguardia práctica en estos días. Y
no se trata de ilusionarlos con la nostalgia de un pasado idealizado, sino de
defender la verdad, la cual incluye el hecho siguiente: las revoluciones del
siglo XX merecieron la pena, mostraron una mayor madurez política del
proletariado que fue capaz de derribar la dictadura de los explotadores y de
dirigir un proceso de transformación de las relaciones sociales que, aun
insuficiente, fue cualitativamente superior a todo lo realizado anteriormente.
Con él, se demostró que podíamos ir sustituyendo la explotación y la
competencia por la cooperación y la ayuda mutua, y que, en la medida en que lo
hacíamos, podíamos superar las realizaciones del capitalismo en cuanto a
desarrollo económico, cultural,… hasta vencerle en la mayor agresión militar de
la historia que fue la sufrida por la URSS en el marco de la Segunda Guerra
Mundial. Precisamente ahora que se cumple el 60º Aniversario de la
contraofensiva soviética, recordamos con un artículo ese significado de la
Batalla de Kursk, con sus luces y sus sombras, combatiendo la negación burguesa
de las primeras, a la vez que denunciamos las segundas, las cuales son tenidas
por acierto en la propaganda capitalista. Pero, es que incluso lo negativo de
la experiencia histórica del socialismo mereció la pena en cuanto que pone al
descubierto los escollos para que podamos despejar el camino de la próxima ola
de revoluciones proletarias.
Ahora bien, la necesaria defensa de
la faceta revolucionaria de Stalin y del Ciclo de Octubre ha dejado de ser la
prioridad para reanudar la RPM, sobre todo con relación al sector que
representa el eslabón principal, el centro de gravedad de su preparación: la
vanguardia teórica. Y esto porque ya no queda movimiento social práctico que
siga el impulso de Octubre y porque precisamente es la crítica radical y
científica de la experiencia y la consiguiente solución a sus contradicciones
lo que permitirá poner en pie otro, no ya de idénticas dimensiones sino
cualitativamente superior. La de Mao parece una importante contribución, con la
matización ya mencionada. Pero, además, hay que preguntarse por qué se incurrió
en tales desviaciones, de dónde procedían, cuáles fueron sus raíces; de otro
modo, no habremos superado o resuelto realmente los problemas legados por las
revoluciones del siglo XX, no estaremos en condiciones de reemprender la ofensiva
con las mínimas garantías y, por eso mismo, no tendremos capacidad para
movilizar a nuestra Clase.
Las críticas “izquierdistas”
De las críticas que se remontan más
atrás en el tiempo, se ha vuelto muy “popular” la de Trotski que carga las
culpas sobre el estalinismo. Sin embargo, en lo esencial, no sirve, por las
siguientes razones:
ü Su fuerte carga de resentimiento
maniqueo donde él encarna al mesías martirizado y Stalin al mal, como un
siniestro conspirador que repentinamente convierte una modélica revolución en
su contrario (por cierto que los dogmáticos defensores de Stalin copian esa
metafísica para explicar el papel de Jruschov). Su victimismo lastimero está
cortado por el mismo patrón que la crítica del hipócrita democratísimo burgués
contra la dictadura, hasta tal punto que ha servido directamente como arma de
propaganda anticomunista.
ü El carácter erróneo de su tesis
central sobre la “Revolución Permanente” y sus implicaciones domésticas
(relación entre las clases en la URSS por su desconfianza en el potencial
revolucionario del campesinado) e internacionales (contraposición de la
revolución mundial a la posibilidad de construir el socialismo en un solo
país).
ü Su oportunismo en la denuncia de la
opresión burocrática y de la violencia contra los correligionarios, ya que,
mientras participó en el Gobierno soviético, lejos de remediar estos hechos,
mostró propensión a lo primero y
participo en la aplicación del Terror Rojo que incluía la ejecución de “socialistas”
del tipo menchevique y eserista.
ü El enfoque no clasista del problema
de la burocracia, puesto de manifiesto en su convicción de que el poder de ésta
no podía alterar la naturaleza socialista de la economía soviética.
ü Su concepto de partido obrero que
prescinde del transcendental aporte de Lenin.
ü Si el bolchevismo arrastró
servidumbres en cuanto a los dogmas antimarxistas de la II Internacional, el
trotskismo no fue más que el reverso “izquierdista” de la misma moneda
socialdemócrata (economicismo, obrerismo, espontaneísmo, partido de masas, …).
En definitiva, el trotskismo empeora
no ya el leninismo, sino incluso el bolchevismo en su versión estaliniana. En
las páginas que siguen, reproducimos un artículo del joven Stalin que resulta
muy pertinente por tres razones: 1º) porque expresa el grado más alto de
conciencia que alcanzo el movimiento proletario al inicio de la época de la
Revolución Proletaria Mundial, el cual cristaliza en el Partido leninista de
Nuevo Tipo (frente a la constelación menchevique-socialdemócrata de la que
nunca consiguió desprenderse Trotski) y que posibilitó el ejercicio del Poder
político por nuestra Clase; 2º) porque resalta por contraste el retroceso
sufrido por la vanguardia actual en el ocaso de la ola revolucionaria,
delatando el oportunismo de quienes juran en nombre del marxismo-leninismo y
del camarada Stalin para luego arrastrarse tras el movimiento espontáneo de las
masas; 3º) porque evidencia la incapacidad del bolchevismo para superar del
todo las premisas no marxistas del socialismo de la II Internacional. Vamos a
referirnos brevemente a esta faceta del artículo. En él, se defiende el papel
activo y principal de la conciencia en la construcción del sujeto
revolucionario, la necesidad de que dicha conciencia se forme sobre la base de
sólidos conocimientos científicos obtenidos fuera del movimiento obrero para
inculcárselos y así poder conquistar el
socialismo. Sin embargo, al lado de esto, Stalin realiza una concesión al
materialismo vulgar muy influyente en la socialdemocracia de entonces, al
tildar de idealista la tesis de que, sin tal conciencia, la clase obrera no
podría alcanzar sus fines. Apoyándose en Kautsky y en Lenin, su razonamiento
parte de la inevitabilidad de la victoria del socialismo. DE ahí, deduce
que, aun sin ideología marxista, el proletariado podría conseguirlo, aunque más
tarde y más dolorosamente.
Aquí ya no puede encontrar confirmación en Lenin, puesto que éste sostiene algo sustancialmente distinto, a saber, que es la lucha de clases la que conduce inevitablemente a la revolución social, y tal afirmación es más correcta ya que la lucha de clases abarca también la lucha teórica, esto es, la acción de la conciencia marxista sobre el movimiento obrero. Stalin apuntala su punto de vista con una intervención de Gorin realizada en el II Congreso del POSDR -no rebatida por Lenin, ignoramos si por disciplina de fracción o por compartirla- quien equiparaba las revoluciones burguesas y proletaria en cuanto al papel de la conciencia y, por consiguiente, aseguraba que la clase obrera acabaría llevando a la práctica el socialismo por instinto, igual que la burguesía realizó el capitalismo. Tenemos que deshacernos de estos juicios falsos que conducen a los revolucionarios por derroteros contrarios a la concepción del mundo marxista-leninista. En primer lugar, esa creencia de que la revolución o el progreso social en general es inevitable se inscribe en el determinismo evolucionista, el cual sólo contempla la posibilidad de un movimiento ascendente de cada forma de la materia. Sin embargo, la ciencia confirma el punto de vista del materialismo dialéctico que reconoce la contradicción también en las tendencias y resultados posibles del desarrollo de las cosas. Engels habla de dos posibles destinos para el grano de cebada: germinar como planta (negación dialéctica) o ser molido (negación mecánica). El Manifiesto del Partido Comunista constata dos posibles desenlaces en la lucha entre dos clases sociales: la victoria de una o el hundimiento de ambas. Sin llegar tan lejos, Mao sostiene que, en el socialismo, nunca podría darse por seguro “quién vencerá a quién”. Lo que sí está determinado por la naturaleza de cada régimen social es la “tendencia histórica” de su desarrollo positivo o progresivo (la tendencia al Comunismo, en el caso del capitalismo). Pero eso no impide, ni mucho menos, que el proceso ascendente, de lo simple a lo complejo, se vea truncado en tal o cual forma concreta de la materia y, por ejemplo, extinguirse una determinada especie biológica o la propia sociedad humana. Por último, no son equiparables la revolución burguesa y la revolución proletaria en lo que atañe a la importancia de la conciencia. La primera es la sustitución de un régimen clasista, de explotación social, por otro, siguiendo el curso natural o espontáneo; la segunda, consiste en la destrucción de la forma social clasista y la reconstrucción de la sociedad con objeto de emancipar al ser humano, de convertirlo en dueño consciente de su existencia, de llevar el desarrollo de la materia hasta su estado autoconsciente. Por ello, no podrá triunfar la revolución proletaria sin la sucesiva conquista de la conciencia de las masas por parte de la ideología comunista. Todo movimiento obrero que no se guíe por la concepción del mundo marxista-leninista acabará alimentado la reproducción de las relaciones sociales burguesas, en lugar de conducir al socialismo.
Aquí ya no puede encontrar confirmación en Lenin, puesto que éste sostiene algo sustancialmente distinto, a saber, que es la lucha de clases la que conduce inevitablemente a la revolución social, y tal afirmación es más correcta ya que la lucha de clases abarca también la lucha teórica, esto es, la acción de la conciencia marxista sobre el movimiento obrero. Stalin apuntala su punto de vista con una intervención de Gorin realizada en el II Congreso del POSDR -no rebatida por Lenin, ignoramos si por disciplina de fracción o por compartirla- quien equiparaba las revoluciones burguesas y proletaria en cuanto al papel de la conciencia y, por consiguiente, aseguraba que la clase obrera acabaría llevando a la práctica el socialismo por instinto, igual que la burguesía realizó el capitalismo. Tenemos que deshacernos de estos juicios falsos que conducen a los revolucionarios por derroteros contrarios a la concepción del mundo marxista-leninista. En primer lugar, esa creencia de que la revolución o el progreso social en general es inevitable se inscribe en el determinismo evolucionista, el cual sólo contempla la posibilidad de un movimiento ascendente de cada forma de la materia. Sin embargo, la ciencia confirma el punto de vista del materialismo dialéctico que reconoce la contradicción también en las tendencias y resultados posibles del desarrollo de las cosas. Engels habla de dos posibles destinos para el grano de cebada: germinar como planta (negación dialéctica) o ser molido (negación mecánica). El Manifiesto del Partido Comunista constata dos posibles desenlaces en la lucha entre dos clases sociales: la victoria de una o el hundimiento de ambas. Sin llegar tan lejos, Mao sostiene que, en el socialismo, nunca podría darse por seguro “quién vencerá a quién”. Lo que sí está determinado por la naturaleza de cada régimen social es la “tendencia histórica” de su desarrollo positivo o progresivo (la tendencia al Comunismo, en el caso del capitalismo). Pero eso no impide, ni mucho menos, que el proceso ascendente, de lo simple a lo complejo, se vea truncado en tal o cual forma concreta de la materia y, por ejemplo, extinguirse una determinada especie biológica o la propia sociedad humana. Por último, no son equiparables la revolución burguesa y la revolución proletaria en lo que atañe a la importancia de la conciencia. La primera es la sustitución de un régimen clasista, de explotación social, por otro, siguiendo el curso natural o espontáneo; la segunda, consiste en la destrucción de la forma social clasista y la reconstrucción de la sociedad con objeto de emancipar al ser humano, de convertirlo en dueño consciente de su existencia, de llevar el desarrollo de la materia hasta su estado autoconsciente. Por ello, no podrá triunfar la revolución proletaria sin la sucesiva conquista de la conciencia de las masas por parte de la ideología comunista. Todo movimiento obrero que no se guíe por la concepción del mundo marxista-leninista acabará alimentado la reproducción de las relaciones sociales burguesas, en lugar de conducir al socialismo.
Regresamos a la valoración del
trotskismo. El rechazo de su contenido esencial no significa que se deba despreciar
toda su argumentación. Su oposición extrema a la política oficial del partido
soviético y de la Komintern lo situó en un lugar privilegiado para detectar
muchos de los aspectos negativos que iban desarrollándose (sobre todo las
manifestaciones superficiales de esto, ya que su dogmatismo socialdemócrata le
impedía ver más allá). Ahí tenemos un motivo positivo por el que debemos
estudiar la literatura de esta corriente. El otro motivo, el negativo, es la
necesidad de destruir su planteamiento medular como parte de la lucha contra la
influencia de la ideología burguesa y por la Reconstitución de la concepción
del mundo proletaria como hegemónica en el seno de la vanguardia proletaria.
Otras críticas interesantes, tal vez
más que la trotskista, hacia la línea política que inspiró el Ciclo de Octubre
desde sus inicios son las que provienen del anarcocomunismo y del “comunismo de
izquierda”. Es cierto que llevan hasta el extremo algunos errores de Trotski:
su obrerismo es tal que prescinden de la cuestión campesina y diseñan su
política como si no hubiera más relaciones sociales que las del trabajo
asalariado con el capital; también conciben la revolución internacional como un
acto único o, al menos, como una ofensiva continuada en un corto espacio de
tiempo; su espontaneísmo es tan exacerbado que contraponen mecánicamente la
vanguardia a las masas, privilegiando a éstas y algunos llegan a oponerse a
todo tipo de partido obrero organizado y centralizado, así como a negar la
utilidad de cualquier género de cultura que no provenga directamente de la
estrecha experiencia del movimiento obrero, generalmente del sindicalismo
asambleario. Pero, al lado de esto, han sido capaces de suscitar problemas
reales, aunque únicamente fuera de manera intuitiva y, por lo tanto, sin
resolverlos: el capitalismo de Estado, la revolucionarización de las relaciones
de producción, la supresión de la forma mercancía (valor), la línea de masas,
el realce del factor subjetivo,…
Algunos de éstos, así como ciertos
intelectuales no adscritos a ninguna corriente histórica del movimiento
comunista, se han remontado a los orígenes de nuestra teoría para encontrar la
explicación materialista de las posteriores equivocaciones. Sus conclusiones no
han sido cabalmente marxistas porque, en algunos casos, forzaron el análisis
para justificar sus posiciones apriorísticas y, en los demás casos, no pudieron
objetivamente llegar a más al carecer en su momento del “material enjuiciable”
suficiente. Es ahora, con la definitiva conclusión del Ciclo de Octubre, que
estamos en condiciones de hallar las soluciones a los problemas surgidos de la
práctica histórica revolucionaria.
Entre dos ciclos
Esta es la posición que adopta el
documento del Colectivo Fénix que publicamos en este número y que lo convierte
en un análisis cualitativamente superior a todos los realizados anteriormente,
abriendo el camino hacia la síntesis teórica de práctica histórica, hacia la
solución imprescindible para la reanudación de la Revolución Mundial.
Aunque algunos de sus argumentos se
hayan escuchado en el pasado, aquí ya no se pretende la idealización de unos y
la demonización de otras personalidades de la Historia del Comunismo. Se lleva
a cabo una crítica radical en el sentido de remontarse hasta las causas y
condicionantes primigenios de los errores, incluyendo al propio Marx. Éste,
junto con Engels, tienen algo de “culpa” de las desviaciones posteriores por la
forma que adoptó su actividad adecuada a las necesidades de su tiempo. Los
teóricos socialistas de entonces seguían la moda de imponer sus sistemas
ideológicos y filosóficos idealistas al movimiento obrero, obstaculizando así
su desarrollo. Los dos fundadores del socialismo científico arremetieron
entonces contra la “ideología” y la “filosofía” para liberar la iniciativa de las
masas, aunque, en la práctica, nunca dejaron de bregar por orientarlas de
conformidad con su cosmovisión. Pero lo primero dio pié a que se reconociera
como marxismo al espontaneísmo que corroe a la vanguardia hasta nuestros días.
El artículo del Fénix distingue el
marxismo, como concepción del mundo, de la teoría construida históricamente
bajo tal apelativo, lo que es tanto como indicarnos el camino hacia la
rectificación completa de errores anteriores, recuperando la coherencia de la
construcción teórica con la cosmovisión original. Como bien explica, el
bolchevismo fue vanguardia en la lucha contra el revisionismo de la II
Internacional, pero no fue capaz de romper del todo con él, de ir hasta el
fondo para erradicarlo y evitar su resurrección, como asó ocurrió. Por ejemplo,
el estrecho enfoque del Partido como mera organización del destacamento de
vanguardia que acabó asumiendo -contradiciendo sus formulaciones iniciales y su
práctica hasta los primeros años de la revolución-, ciertamente, fue una reacción
pendular, además en condiciones de persecución policíaca, contra la tendencia
de los economistas y luego de los mencheviques a fusionarse con las masas, pero
a la baja, en buena parte, fue un reflejo de autodefensa de la vanguardia.
Pero, lo que determinó definitivamente ese organizativismo fue el insuficiente
y tardío deslindamiento con el concepto de partido de masas característico de
la II Internacional y, en consecuencia, la tardanza en comprender la absoluta
necesidad de primarla denuncia del revisionismo que representaba y de preparar
la ruptura orgánica con la vieja organización. La vida de fracción inscrita
dentro de un partido de masas asfixia, a la vez, la conexión con el marxismo
genuino y la conexión con las masas. El bolchevismo obtuvo sus éxitos prácticos
porque se emancipó del corsé de la vieja estructura partidaria. Pero, hacerlo
tarde y apremiado por las necesidades inmediatas tuvo como consecuencias,
primero, que se sacrificara la fusión con las masas para apuntalar la
organización de la vanguardia y, segundo, que la renovación marxista de la
doctrina socialista heredada se circunscribiera a los imperativos políticos del
momento. Pasado ese momento, la tentación de echar mano del arsenal teórico
socialdemócrata se volvía muy poderosa. Y no se trata de reprochar nada a los
bolcheviques, sino de constatar que lo que, entonces, posiblemente no pudieron
resolver más que a medias, hoy, no nos queda más remedio que completarlo.
El Colectivo Fénix da en el clavo
cuando apunta a la teoría de las fuerzas productivas como concepción
pseudomarxista de la que deriva el revisionismo. El bolchevismo nunca se liberó
completamente de ella y acabó sacrificando por ella su veta revolucionario,
desatendiendo la elevación de la conciencia de las masas y recurriendo, a
cambio, a los viejos métodos burgueses para conseguir desarrollar las fuerzas
productivas. Claro que este desarrollo es importante, pero debe abordarse sin
convertir a las fuerzas productivas en un fetiche. Hay que restablecer su
unidad dialéctica con las relaciones de producción y comprender: 1) que no son
neutras; 2) que las fuerzas productivas de carácter social que necesita forjar
el proletariado de un país atrasado no tienen por qué coincidir con la forma
concreta con la que las ha desarrollado el capitalismo; 3) en una época de
revolución social, la principal fuerza productiva es la transformación de las
relaciones de producción, de las demás relaciones y de la conciencia.
El documento señala con acierto el
verdadero actor de la restauración capitalista -la burguesía burocrática- y
cómo se fortaleció a medida que el necesario recurso al capitalismo de Estado
se fue confundiendo e identificando con el socialismo, y a éste como una
sociedad sin contradicciones de clase. En la medida en que el socialismo es la
transición revolucionaria al comunismo, si el capitalismo de Estado ayuda a
ello, es también socialista, pero deja de ser una reminiscencia de la vieja
sociedad que debe ser sustituida por relaciones nuevas, comunistas (cosa
difícil cuando se ha dejado de reconocerlo como capitalismo).
A esto contribuyó la tergiversación
de la distinción que Marx establece entre socialismo y comunismo como dos fases
sucesivas de la revolución proletaria. Se interpretó que lo primero era el
problema de la propiedad y que el socialismo era la apropiación de los medios
de producción por el Estado proletario, dejando para la etapa comunista la
revolucionarización de las relaciones sociales, particularmente, la supresión
de la división social del trabajo. NO sólo la burguesía burocrática quedaba a
salvo de la crítica del proletariado revolucionario, sino que éste dejaba
intactas las condiciones sociales que permitían a aquélla recuperar desde el
Estado su dominación de clase y restaurar plenamente el capitalismo.
El trabajo del Colectivo Fénix
demuestra que la paulatina reducción de la sociedad soviética hacia el
capitalismo, por parte de Stalin, no es responsabilidad exclusiva suya. Es más,
posiblemente el aumento de la represión política desde mediados de los años 30
se deba a un intento desesperado por conjurar las fuerzas burguesas que él
mismo convocó a su pesar. Stalin heredó una línea ideológica y política con
desviaciones burguesas, no fue capaz de corregirlas, se dejó llevar por ellas y
acabó desarrollándolas hasta su final lógico. Él no participo en la elaboración
de las bases teóricas del marxismo en Rusia. Se incorporó al POSDR cuando ya
estaban establecidas, las estudió como un resultado y no a través de un proceso
de lucha de dos líneas. Fue además destinado a actividades prácticas. Estos
hechos mueven a cuestionarse el carácter de la formación de cuadros en el
partido bolchevique, para evitar en lo sucesivo la reproducción inconsciente de
lo erróneo.
A la muerte de Lenin, impulsó la
realización del programa del Partido, con lo que éste tenía de acertado y de
incorrecto, y le añadió equivocaciones de su propia cosecha. Debemos analizar
los aspectos negativos de su política y remontarnos hasta las raíces de los
mismos para Reconstituir el Comunismo sobre bases enteramente marxista,
proletarias.
La Comuna de París fue la primera
revolución proletaria, no se orientó por el marxismo y fracasó. El Ciclo de
Octubre de la Revolución Proletaria Mundial fue mucho más lejos porque sé basó
en el marxismo-leninismo, pero también fracasó porque el Partido Comunista
arrastró concepciones espurias, de matriz burguesa, de sus orígenes. Ahora,
estamos en condiciones de restablecer el marxismo-leninismo desde su concepción
del mundo, liberándolo de las viejas ataduras porque la práctica histórica las
puso al descubierto. Ya no tenemos derecho a fracasar.
El Comité Central, diciembre de 2003
Una Nueva Orientación
(Hoja distribuida por el PCR en la
Fiesta del PCE en septiembre de 2003)
Millones de personas
se han movilizado, aquí y en todo el planeta, contra la invasión de Irak,
contra la “globalización”, contra las agresiones a la naturaleza (marea negra
del Prestige, Plan Hidrológico Nacional,…), contra la creciente
represión y fascistización (Ley de Partidos, ilegalización de la izquierda abertzale,
brutalidad policial, medidas carcelarias de aislamiento y exterminio,…), contra
reaccionalización del ambiente cultural y del sistema educativo, contra el
acrecentamiento de la explotación capitalista, etc., etc. ¡Cuánta energía
social para tan parcos resultados!
Por supuesto que los
dirigentes de la “izquierda” burguesa -PSOE, PCE-IU, CC.OO., UGT;…- han
empleado todos los ingentes medios que les facilita su amo para reconducir a
esos movimientos hacia el redil del sistema: valga como ejemplo su cobarde
defensa de “nuestras” tropas de ocupación en Irak ante la advertencia de Aznar
contra el derrotismo revolucionario (que es la única actitud consecuentemente
anti-imperialista); o también su tratamiento del caso de transfuguismo y
corrupción en el parlamento de Madrid como simple aberración excepcional
cometida contra el sacrosanto “sistema democrático” y no como expresión
consustancial a la dictadura capitalista (que es la verdadera naturaleza oculta
de la falsa democracia vigente).
Precaria conciencia de la vanguardia
Pero, si la clase
poseedora y sus lacayos consiguen sus fines, es por la debilidad del sector que
encabeza efectivamente las luchas reivindicativas y esto, sobre todo, por el
enfoque generalmente equivocado de quienes abrazan la causa revolucionaria. La
mayoría de esta vanguardia teórica del proletariado lo subordina todo a su
vinculación con aquellas luchas; reduce la lucha de clases a sus expresiones
superficiales (empirismo)-principalmente las sindicales-, y se entrega así al
seguidismo de los movimientos espontáneas de las masas, hoy más que nunca
esclavos de la ideología y la política burguesas. Las diferencias entre las
corrientes de vanguardia que aplican tal línea de masas resultan, en los
hechos, simples barnices para justificar la existencia de unos chiringuitos que
convergen todos en el reformismo y el electoralismo. Coexisten sobre el mismo
terreno, repartiéndose respetuosamente la audiencia (liberalismo): no luchan
por la verdad como única guía legítima, porque han degenerado en el
agnosticismo, el relativismo y otras escuelas filosóficas anti-materialistas
actualmente de moda.
A tan patético final se
llega cuando se quiere ganar a las masas sin haber resuelto previamente, en el
plano teórico, los interrogantes fundamentales que plantea la transformación de
la clase obrera en sujeto revolucionario.
Reconstituir la ideología comunista
Esta solución siempre
ha exigido una ardua batalla por entronizar al marxismo como teoría
revolucionaria hegemónica y por construir sobre su base la línea política, el
programa y la organización necesarios. Pero, en el presente, ni siquiera esto
es suficiente: la derrota del proceso revolucionario inspirado en el modelo
soviético ha puesto de manifiesto la más profunda crisis jamás sufrida por la
teoría marxista, tras décadas de dogmatismo y de revisionismo, hasta el punto
de entrar en conflicto con la propia concepción del mundo de la que partió.
Desde los diferentes
acontecimientos sociales hasta cada uno de los descubrimientos científicos,
todo prueba de forma inapelable la veracidad del marxismo-leninismo como
concepción del mundo, su carácter de síntesis superadora del saber universal
acumulado por la sociedad dividida en clases y, por consiguiente, la única
realmente antagónica con relación a la ideología burguesa. Sin embargo, su
desnaturalización se produjo en las formas políticas con las que se concretó y
se vulgarizó, particularmente desde los primeros tiempos de la II Internacional
cuyas elaboraciones fueron “heredadas” sin cr´tica suficiente por el
bolchevismo y el Movimiento Comunista Internacional (p.ej., el economicismo).
Las masas y, sobre
todo, sus activistas se preguntan qué ocurrió, por qué se truncó la perspectiva
de la emancipación humana, cuál es la guía intelectual válida,…, y no hallan
más que un tremendo marasmo ideológico en la vanguardia teórica. Así, resulta
imposible forjar entre sus miembros una actitud, una voluntad y una disposición
capaces de impulsar la construcción de una verdadera fuerza organizada, que sea
ejemplo y autoridad reconocida para las masas, para ir elevando su conciencia y
su combatividad con rumbo a la revolución Socialista Proletaria.
Completar la ruptura con el
oportunismo
Hay que luchar por un cambio de orientación en el movimiento
revolucionario proletario:
1.
No
basta con esgrimir un discurso revolucionario, de principios, si al mismo
tiempo se reproduce la vieja práctica oportunista. La Línea de Masas no debe
tener por objeto inmediato los movimientos de resistencia, sino la propia
vanguardia teórica, desenvolviendo en su seno la Lucha de Dos Líneas necesaria
para resolver los problemas fundamentales que obstaculizan la reanudación de la
Revolución Proletaria Mundial.
2.
El
agotamiento del Ciclo de Octubre nos ha legado, en todos los campos, una
verdad fragmentada cuyos “trozos” debemos analizar críticamente para
integrarlos coherentemente con la cosmovisión marxista- leninista, la cual
hemos de estudiar y asimilar desde su exposición original (Reconstitución
ideológica del Comunismo).
3.
En
consecuencia, ninguna corriente política surgida al calor de la oleada
revolucionaria de Octubre tiene la solución cabal (ni la “izquierda comunista”,
ni el trotskismo, ni el “estalinismo”, ni el guevarismo, ni el maoísmo,…), si
bien la contribución positiva de las mismas no es equivalente. Es necesario
negarlas dialécticamente, superar la experiencia revolucionaria anterior, con
el fin de resolver ya efectivamente la problemática de la emancipación humana
que dio origen a nuestro movimiento. No basta pues con defender los episodios
gloriosos de nuestro pasado, ya que podemos y debemos elevar nuestra ambición
revolucionaria a un nivel cualitativamente superior a todo lo alcanzado hasta
el presente.
4.
Esta
labor tiene sentido únicamente con vistas a la Reconstitución del Partido Comunista, principal instrumento de
la praxis revolucionaria. Claro está que se trata de concebir al Partido
Comunista, no como mera organización del sector de vanguardia del proletariado,
sino como movimiento político de la clase obrera hacia el Comunismo (véase la Tesis
de Reconstitución).
Nuestra participación
en la lucha de clases así entendida -principalmente en la esfera de las
relaciones ideológicas y políticas de todas las clases sociales, y no en su
manifestación más empírica, como movimientos de resistencia parciales- es la
posición y la escuela desde la que podremos forjar la vanguardia necesaria.
Esta Nueva Orientación es el eslabón que le faltaba al comunismo
revolucionario para volver a emprender la marcha hacia la libertad.
¡Abajo
el revisionismo!
¡Viva
el marxismo-leninismo!
¡Pongamos
la ideología y la política al mando de nuestra práctica!
¡Únete
a la lucha del PCR por la
Reconstitución
del Partido Comunista!
¡Hacia
la Revolución Socialista, la Dictadura del Proletariado y el Comunismo!
Brevemente sobre las discrepancias en el Partido25
“La socialdemocracia es la fusión del
movimiento obrero con el socialismo”
Carlos Kautsky.
La “mayoría” y la “minoría” surgieron por primera vez en el
II Congreso del Partido (1903). Fue el Congreso en el que nuestras fuerzas
dispersas debían agruparse en un partido único y poderoso. Nosotros, los
activistas del Partido, ciframos grandes esperanzas en este Congreso. ¡Por fin
-exclamamos con alegría- llegaremos a la unificación en un solo partido y
podremos actuar con arreglo a un solo plan!... Naturalmente que ya actuábamos
antes, pero nuestras actividades eran dispersas y carecían de organización. Ya
antes habíamos intentado unificarnos; precisamente para ello convocamos el I
Congreso del Partido (1898), y hasta llegamos a “unificarnos” en apariencia,
pero esta unidad existía solo de palabra: el Partido continuaba fraccionado en
diferentes grupos, sus fuerzas todavía hallabanse dispersas y necesitaban la
unificación. Y el II Congreso del Partido debía agrupar las fuerzas diseminadas
y fundirlas en un todo. Debíamos crear un partido único.
Pero de hecho resultó que nuestras
esperanzas eran, hasta cierto punto, prematuras. El Congreso no pudo
darnos un partido único e indiviso; tan
sólo sentó los cimientos de tal partido. En cambio, el Congreso nos mostró
claramente que en el Partido existen dos tendencias: la tendencia de “Iskra”
(se trata de la vieja “Iskra”26) y la tendencia de sus adversarios.
De acuerdo con esto, el Congreso se dividió en dos partes: “mayoría” y
“minoría”. La primera se adhirió a la tendencia de “Iskra” y se agrupo en torno
a ella; en cuanto a la segunda, como adversaria de “Iskra”, ocupó la posición
opuesta.
Así, pues, “Iskra” se convirtió en la
bandera de la “mayoría” del Partido y la posición de “Iskra” pasó a ser la
posición de la “mayoría”.
¿Qué camino seguía “Iskra”, qué
defendía?
Para comprenderlo, es necesario
conocer las condiciones en que “Iskra” entró en la palestra de la historia.
“Iskra” comenzó a salir en diciembre
de 1900. Era la época en que se iniciaba la crisis en la industria rusa. El
florecimiento industrial, acompañado de diversas huelgas económicas (1896,
1898), se vio sustituido paulatinamente por la crisis. La crisis se fue
agravando de día en día y vino a obstaculizar las huelgas económicas. A pesar
de ello, el movimiento obrero se abría paso y avanzaba: los diferentes
arroyuelos fundíanse en un torrente, el movimiento adquiría un matiz de clase y
poco a poco emprendía el camino de la lucha política. El movimiento obrero
crecía con sorprendente rapidez…
Lo único que no se veía era el destacamento de vanguardia la socialdemocracia*, que introdujera en este movimiento la conciencia socialista, lo uniese con el socialismo y, de tal modo, imprimiera a la lucha del proletariado un carácter socialdemócrata.
Lo único que no se veía era el destacamento de vanguardia la socialdemocracia*, que introdujera en este movimiento la conciencia socialista, lo uniese con el socialismo y, de tal modo, imprimiera a la lucha del proletariado un carácter socialdemócrata.
¿Qué hacían, pues, los
“socialdemócratas” de entonces (se les llamaba “economistas”)? Incensaban el
movimiento espontáneo y repetían con toda despreocupación: la conciencia
socialista no es tan necesaria para el movimiento obrero, también sin ella éste
alcanzará felizmente su meta, lo esencial es el propio movimiento. El
movimiento lo es todo, y la conciencia, una nimiedad. Un movimiento sin
socialismo: a eso tendían.
¿En qué consiste, pues, en tal caso
la misión de la socialdemocracia de Rusia? Debe ser un instrumento dócil del
movimiento espontáneo -afirmaban-. No es asunto nuestro introducir la
conciencia socialista en el movimiento obrero, no es asunto nuestro ponernos al
frente de este movimiento: sería ejercer una violencia infructuosa;
*La socialdemocracia es el
destacamento de vanguardia del proletariado. En este destacamento entra todo
luchador socialdemócrata, sea obrero o intelectual.
nuestro deber consiste tan sólo en seguir con atención el
movimiento y señalar exactamente lo que ocurre en la vida social: nosotros
debemos ir a la zaga del movimiento espontáneo*. En una palabra, la socialdemocracia
era presentada como un lastre superfluo en el movimiento.
Quien no admite la socialdemocracia,
no debe admitir tampoco el Partido Socialdemócrata. Precisamente por eso, los
“economistas” afirmaban con tanta obstinación que la existencia de un partido
político del proletariado en Rusia es imposible. Que se ocupen de la lucha
política los liberales -decían-, esto es más propio de ellos. ¿Y qué haremos
nosotros, los socialdemócratas? Nosotros debemos seguir existiendo como hasta
ahora, en forma de círculos dispersos y actuar aisladamente, cada uno en su
rincón.
¡No el Partido, sino el círculo!, decían ellos.
Así, pues, de un lado, el movimiento
obrero crecía y necesitaba un destacamento dirigente de vanguardia, y de otro
lado, la “socialdemocracia”, representada por los “economistas”, en lugar de
encabezar el movimiento, se negaba a sí misma e iba a la zaga del movimiento.
Había que exponer públicamente la
idea de que el movimiento obrero espontáneo sin socialismo equivale a un vagar
en las tinieblas, que si conduce algún día al objetivo, nadie sabe cuándo será
ni a costa de qué sufrimientos, y que, por consiguiente, la conciencia
socialista tiene una importancia muy grande para el movimiento obrero.
Había que decir también que la
portadora de esta conciencia, la socialdemocracia, está obligada a introducir
la conciencia socialista en el movimiento obrero, a marchar siempre a la cabeza
del movimiento y no contemplar el movimiento obrero espontáneo al margen de él,
no ir a la zaga.
Había que expresar asimismo la idea
de que la obligación directa de la socialdemocracia de Rusia es reunir los
diferentes destacamentos avanzados del proletariado, agruparlos en un partido
único y poner fin así de una vez para siempre a la dispersión del Partido.
Y fue “Iskra” la que emprendió
precisamente el cumplimiento de estas tareas.
He aquí lo que dice en su artículo
programático (v. “Iskra”, núm. 1): “La socialdemocracia es la fusión del
movimiento obrero con el socialismo”29, es decir, el movimiento sin
socialismo o el socialismo al margen del movimiento es un fenómeno indeseable
contra el que debe luchar la socialdemocracia. Y como los “economistas” y los
partidarios de “Rabócheie Dielo” se prosternaban ante el movimiento espontáneo,
como rebajaban la importancia del socialismo, “Iskra” señalaba: “Separado de la
socialdemocracia, el movimiento obrero se empequeñece y necesariamente se
aburguesa”. De acuerdo con ello, es obligación de la socialdemocracia “señalar
a este movimiento su objetivo final, sus tareas políticas, salvaguardar su
independencia política e ideológica.
¿Qué obligaciones recaen sobre la
socialdemocracia de Rusia? “De aquí se desprende por sí misma -continua
“Iskra”- la tarea que está llamada a realizar la socialdemocracia rusa:
introducir en la masa del proletariado las ideas socialistas y la conciencia
política de sí mismo y organizar un partido revolucionario, indisolublemente
ligado al movimiento obrero espontáneo”; es decir, debe estar siempre a la cabeza
del movimiento y su obligación primordial es fundir en un solo partido las
fuerzas socialdemócratas del movimiento obrero.
Así fundamenta su programa la
redacción de “Iskra”*.
*Nuestro “Sotsial-Demokrat”27 se ha inflamado de
pasión por la “crítica” (v. el núm. 1, Mayoría o minoría”), pero yo debo
señalar que dicho periódico define erróneamente a los “economistas” y a los
partidarios de “Rabócheie Dielo” (se diferencian muy poco los unos de los
otros). La cuestión no reside en que “despreciaban las cuestiones políticas”,
sino en que iban a la zaga del movimiento y repetían lo que el movimiento les
sugería. Hubo un tiempo en que sólo se producían huelgas. Entonces ellos
propugnaban la lucha económica. Llegó el tiempo de las manifestaciones (1901),
se vertió sangre, soplaron vientos de decepción, y los obreros recurrieron al
terror, suponiendo que el terror les salvaría de los tiranos. Entonces los
“economistas” y los partidarios de “Rabócheie Dielo” se sumaron también al coro
general y declararon, dándose aires de gran importancia: es hora de recurrir al
terror, de asaltar las cárceles, de liberar a los camaradas, etc. (v. “Un viaje
histórico”, “Rabócheie Dielo”28). Como veis, eso no
significa en manera alguna “despreciar las cuestiones políticas”. El autor ha
tomado su “crítica” de Martínov, pero sería más útil que conociese la historia.
¿Realizo “Iskra” este excelente
programa?
De todos es sabida la abnegación con
que llevó a la práctica estas importantísimas ideas. Nos lo demostró claramente
el II Congreso del Partido, que por 35 votos reconoció a “Iskra como el órgano
central del Partido.
¿Después de esto, no resulta acaso
ridículo que ciertos marxistas de pacotilla se pongan a cubrir de improperios a
la vieja “Iskra”?
He aquí lo que escribió sobre “Iskra”
el menchevique “Sotsial-Demokrat”: Ella (“Iskra”) debía haber, hecho un
análisis de las ideas del “economismo”, impugnar las falsas concepciones,
aceptar las verdaderas y llevarlo a un nuevo cauce… Pero no ocurrió así.
La lucha contra el “economismo” originó otro extremismo: el menoscabo de la
lucha económica, una actitud despectiva hacia ella y el reconocimiento de la
importancia predominante a favor de la lucha política. Una política sin
economía: he aquí la nueva tendencia” (v. “Sotsial-Demokrat”, núm. 1,
“¿Mayoría o minoría?”).
Pero, ¿dónde, cuándo y en qué país ha
ocurrido todo esto, honorable “crítico”? ¿Qué hicieron Plejánov, Axelrod,
Zasúlich, Mártov, Starovier?, ¿por qué no encauzaron la “Iskra” por el camino
de la “verdad”, ya que constituían la mayoría en la redacción? ¿Y dónde se
hallaba usted mismo hasta ahora, respetabilísimo señor?, ¿por qué no puso en
guardia al II Congreso del Partido, que en tal caso no habría reconocido a
“Iskra” como órgano central?
Mas dejemos al “crítico”.
El caso es que “Iskra” señaló con
justeza las “cuestiones palpitantes”, siguió precisamente el camino de que yo
hablaba antes y aplicó de un modo abnegado su programa.
De manera aún más precisa y
convincente ha expresado la posición de “Iskra” Lenin en su admirable libro
“¿Qué hacer?”.
Detengámonos en este libro.
Los “economistas” se prosternaban
ante el movimiento obrero espontáneo, pero, ¿quién no sabe que el movimiento espontáneo
es un movimiento sin socialismo, “es tradeunionismo”* que no quiere ver nada
más allá de los límites del capitalismo? ¿Quién no sabe que el movimiento
obrero sin socialismo significa estancamiento en el marco del capitalismo, un
errar en torno a la propiedad privada, que si conduce algún día a la revolución
social, nadie sabe cuándo será ni a costa de qué sufrimientos? ¿Acaso para los
obreros es indiferente llegar a la “tierra de promisión” en un plazo próximo o
después de largo tiempo, por una vía fácil o por una vía difícil? Está claro
que todo el que exalte el movimiento espontáneo y se prosterne ante él,
independientemente de su voluntad abre un abismo entre el socialismo y el
movimiento obrero, rebaja la importancia de la ideología socialista, la
proscribe de la vida e independientemente de su voluntad somete a los obreros a
la ideología burguesa, pues no comprende que “la socialdemocracia es la
fusión del movimiento obrero con el
socialismo”**, que “todo lo que sea prosternarse ante la espontaneidad
del movimiento obrero, todo lo que sea rebajar el papel del “elemento
consciente”, el papel de la socialdemocracia, equivale -en absoluto
independiente de la voluntad de quien lo hace- a fortalecer la influencia de la
ideología burguesa sobre los obreros”***.
Expliquémonos más detenidamente. En
nuestro tiempo pueden existir sólo dos ideologías: la burguesa y la socialista.
La diferencia entre ellas consiste, entre otras cosas, en que la primera, es
decir, la ideología burguesa, es mucho más antigua, está más difundida y ha
arraigado más profundamente en la vida que la segunda; con las concepciones
burguesas tropezamos en todas partes y en todos los terrenos, en nuestro propio
ambiente y
* La redacción de “Iskra” se componía entonces de seis
miembros: Plejánov, Axelrod, Mártov, Zasúlich, Starovier30 y Lenin.
* Lenin, “¿Qué hacer?”, pág. 28.
**Kautsky, “El programa de Erfurt”, edición del Comité
Central, pág. 94.
*** Lenin, “¿Qué hacer?”, pág. 26.
en el extraño, mientras que la ideología socialista empieza a
dar los primeros pasos, no hace sino empezar a abrirse camino. Huelga señalar
que si se trata de la difusión de las ideas, la ideología burguesa, es decir,
la conciencia tradeunionista, se difunde con mucha más facilidad y abarca mucho
más ampliamente el movimiento obrero espontáneo que la ideología
socialista, que está dando tan sólo sus primeros pasos. Esto es tanto más
cierto cuanto que el movimiento espontáneo -el movimiento sin
socialismo- de todos modos “marcha precisamente hacia su subordinación a la
ideología burguesa”*. Y la subordinación a la ideología burguesa significa el
desplazamiento de la ideología socialista, por cuanto ambas se niegan
recíprocamente.
¿Cómo -se nos preguntará-, acaso la
clase obrera no tiende al socialismo? Sí, tienden al socialismo. De no ser
así, la actividad de la socialdemocracia sería infructuosa. Pero también es
cierto que a esta tendencia se opone, obstaculizándola, otra tendencia: la
tendencia a la ideología burguesa.
Acabo de decir que nuestra vida
social está impregnada de ideas burguesas, por lo que es mucho más fácil
difundir la ideología burguesa que la socialista. No debe olvidarse que, al
mismo tiempo, los ideólogos burgueses no se duermen, se presentan a su manera
bajo la cobertura socialista y, sin cesar, tratan de subordinar a la clase
obrera a la ideología burguesa. Y si además los socialdemócratas, a ejemplo de
los “economistas”, se tumban a la bartola y van a la zaga del movimiento
espontáneo (y el movimiento obrero es precisamente espontáneo cuando la
socialdemocracia se conduce así), cae por su peso que el movimiento obrero
espontáneo seguirá ese camino trillado y se subordinará a la ideología
burguesa, por supuesto hasta que largas búsquedas y sufrimientos le obliguen a
romper los vínculos que le unen a la ideología burguesa y a emprender la senda
de la revolución social.
Esto es precisamente lo que se llama
tendencia a la ideología burguesa.
He aquí lo que dice Lenin: “La clase
obrera tiende de un modo espontáneo al socialismo, pero la ideología burguesa,
la más difundida (y resucitada sin cesar en las formas más diversas), se
impone, sin embargo, espontáneamente más que nada al obrero”*. Precisamente por
eso el movimiento obrero espontáneo, mientras no se ha unido a la
conciencia socialista, se subordina a la ideología burguesa y tiende a esa
subordinación**. Si esto no fuese así, sería superflua la crítica
socialdemócrata, la propaganda socialdemócrata, sería superflua también la
“fusión del movimiento obrero con el socialismo”.
La socialdemocracia está obligada a luchar
contra esta tendencia a la ideología burguesa y prestar su concurso a la otra
tendencia: la tendencia al socialismo. Naturalmente, algún día, tras largas
búsquedas y penalidades el movimiento espontáneo alcanzará el objetivo sin
ayuda de la socialdemocracia, llegará al umbral de la revolución social, ya que
“la clase obrera tiende de un modo espontáneo al socialismo”***. Pero ¿y
hasta entonces, qué debemos hacer? ¿Cruzarnos de brazos, como los “economistas”
y, ceder el terreno a los Struve y los Zubátov? ¿Dar de lado a la
socialdemocracia y contribuir así al dominio de la ideología burguesa, de la
ideología tradeunionista? ¿Echar al olvido el marxismo y no “fundir el
socialismo con el movimiento obrero”?
¡No! La socialdemocracia es el
destacamento de vanguardia****, y su deber consiste en ir siempre al frente del
proletariado, su deber es “hacer que el movimiento obrero abandone esta
tendencia espontánea del tradeunionismo a cobijarse bajo el ala de la burguesía
y atraerlo hacia el ala de la socialdemocracia revolucionaria”*****. El deber
de la socialdemocracia es introducir la conciencia socialista en el movimiento
obrero espontáneo, fundir el movimiento obrero con el socialismo y dar así a la
lucha del proletariado un carácter socialdemócrata.
*Lenin “¿Qué hacer?”, pág. 28.
*Lenin, “¿Qué hacer?”, pág. 29.
**Ídem, pág. 28.
***Ídem, pág. 29.
****C. Marx, “Manifiesto”, pág. 15 31.
*****Lenin, ¿”Qué hacer?”, pág. 28.
Dicen que en algunos países la clase
obrera ha elaborado ella sola la ideología socialista (el socialismo
científico) y que ella sola la elaborará también en los países restantes, por
lo que es completamente superfluo la conciencia socialista en el movimiento
obrero desde fuera. Pero esto es un profundo error. Para elaborar el socialismo
científico, hay que ir a la vanguardia de la ciencia, hay que estar pertrechado
con los conocimientos científicos y saber investigar profundamente las leyes
del desarrollo histórico. Pero la clase obrera, no está en condiciones
de ponerse al frente de la ciencia, de hacerla avanzar y de investigar
científicamente las leyes históricas: carece de tiempo y de medios para ello.
El socialismo científico “puede surgir únicamente sobre la base de profundos
conocimientos científicos…” -dice C. Kautsky-. “…Pero el portador de la ciencia
no es el proletariado, sino la intelectuali-dad burguesa (subrayado por C.
Kautsky). Es del cerebro de algunos miembros de esta capa de donde ha
surgido el socialismo moderno, y han sido ellos quienes lo han transmitido a
los proletarios destacados por su desarrollo intelectual…”*
en relación con ello, Lenin dice:
todo el que se prosterna ante el movimiento obrero espontáneo y, cruzándose de
brazos, lo contempla desde el margen, el que disminuye constantemente la
importancia de la socialdemocracia y cede el terreno a los Struve y a los
Zubátov, se imagina que este movimiento elaborará por sí solo el socialismo
científico. “Pero esto es un profundo error”**.Algunos piensan que los obrero
de Petersburgo, en las huelgas de los años del 90, poseían una conciencia
socialdemócrata, pero eso también es un error. No tenían tal conciencia, “ni
podían tenerla. Esta (la conciencia socialdemócrata) sólo podía ser introducida
desde fuera. La historia de todos los países atestigua que la clase obrera,
exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar
una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario
agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la
promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc. En
cabio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas
y económicas, elaboradas por representantes instruidos de las clases
poseedoras, por los intelectuales. Los propios fundadores del socialismo
científico moderno, Marx y Engels, pertenecían por su posición social a los
intelectuales burgueses”*. Esto no significa, naturalmente, continúa Lenin, “que los obreros no participen en esta
elaboración. Pero no participan en calidad de obreros, sino en calidad de teóricos
del socialismo, como los Proudhon y los Weitling (ambos eran obreros); en otros
términos, sólo participan en el momento y en la medida en que logran, en mayor
o menor grado, dominar la ciencia de su siglo y hacerla avanzar”**.
Todo esto podemos representárnoslo,
más o menos, de la manera siguiente. Existe el régimen capitalista. Hay obreros
y hay patronos. Entre ellos se entabla la lucha. Todavía no se ve en parte
alguna el socialismo científico. No existía en parte alguna el socialismo
científico ni siquiera en la imaginación, cuando los obreros luchaban ya… Sí,
los obreros luchan, pero luchan dispersos contra sus patronos, chocan con sus
autoridades locales: allí organizan huelgas, aquí van a mítines y
manifestaciones, en un sitio exigen derechos a las autoridades, en otros
declaran el boicot, unos hablan de la lucha política, otros de la lucha
económica, etc. Pero esto por sí solo no quiere decir que los obreros tengan
conciencia socialdemócrata, esto por sí solo no quiere decir que el objetivo de
su movimiento sea la demolición del régimen capitalista, que estén tan seguros
del derrocamiento del capitalismo y de la implantación del régimen socialista
como están seguros de la salida del sol, que estiman la conquista de su dominio
político (dictadura del proletariado) como el instrumento indispensable para la
victoria del socialismo, etc.
Mientras tanto, se desarrolla la
ciencia. El movimiento obrero atrae paulatinamente su atención. La mayor parte
de los hombres de ciencia llegan a la idea de que el movimiento obrero es un
motín de revoltosos a los que no estaría mal entrar en razón a fustazo limpio.
Otros, en cambio, consideran que la obligación de los ricos es dar a los pobres
unas migajas, es decir, que el movimiento obrero es un movimiento de mendigos,
cuya finalidad estriba en recibir una limosna. Y entre mil hombres de ciencia
como éstos puede aparecer quizá uno que aborde científicamente el movimiento
obrero, investigue científicamente toda la vida social, siga de cerca la
colisión de las clases, preste oído atento a las sordas protestas de la clase
obrera y, en fin, demuestre
*Lenin, “¿Qué hacer?”, pág. 27, donde están
reproducidas estas líneas de Kautsky de su conocido artículo publicado en “Neue
Zeit”32, 1901-1902, núm. 3 pág. 79.
** Ídem, pág. 26.
*Lenin, págs. 20-21.
**Ídem, pág. 27.
científicamente que el régimen capitalista no es de ningún
modo algo eterno, que es tan pasajero como el feudalismo, que tras él debe
llegar con toda inevitabilidad el régimen socialista, que es su negación y que
sólo puede ser implantado por el proletariado mediante la revolución social. En
una palabra, se elabora el socialismo científico.
Naturalmente, si no hubiera
capitalismo ni lucha de clases, tampoco habría socialismo científico. Pero
asimismo es cierto que esos pocos hombres, por ejemplo, Marx y Engels, no
habrían elaborado el socialismo científico si no hubiesen poseído conocimientos
científicos.
¿Qué es el socialismo científico sin
movimiento obrero? Una brújula que al no ser utilizada, puede únicamente
cubrirse de herrumbre, y entonces habrá que arrojarla por la borda.
¿Qué es el movimiento obrero sin socialismo? Un barco
sin brújula, que aun así llegará a la otra costa pero que de tener brújula
alcanzaría la costa mucho antes y tropezaría con menos peligros.
Unid lo uno y lo otro y tendréis un
excelente barco, que a toda marcha se dirigirá derecho a la otra costa y
llegará incólume al puerto.
Unid el movimiento obrero con el
socialismo y tendréis un movimiento socialdemócrata que se dirigirá veloz por
el camino recto a la “tierra de promisión”.
Así, pues, el deber de la
socialdemocracia (y no sólo de los intelectuales socialdemócratas) es unir el
socialismo con el movimiento obrero, introducir en el movimiento la conciencia
socialista y dar así al movimiento obrero espontáneo un carácter
socialdemócrata.
Esto es lo que dice Lenin.
Algunos afirman que, en opinión de
Lenin y de la “mayoría”, el movimiento obrero, sí no está unido a la ideología
socialista, fracasará, no llegará a la revolución social. Pero eso es una
invención, de hombres ociosos, que en todo caso sólo podía ocurrírseles a
marxistas de pacotilla como An (v. “¿Qué es el Partido?”, núm. 6 de “Mogzauri”33).
Lenin afirma terminantemente que “la
clase obrera tiende de un modo espontáneo al socialismo”*, y si no se detiene
más en ello es sólo porque considera superfluo demostrar lo que ya está
demostrado. Además, Lenin no se había planteado en modo alguno investigar el
movimiento espontáneo; sólo ha querido demostrar a los militantes
dedicados al trabajo práctico qué deben hacer conscientemente.
He aquí lo que dice Lenin en otro
lugar, donde polemiza con Mártov:
“ “Nuestro Partido es intérprete
consciente de un proceso inconsciente”. Exacto. Y precisamente por eso es un
error pretender que “todo huelguista” pueda adjudicarse el titulo de miembro
del Partido, porque si “toda huelga” no fuera sólo la expresión espontánea de
un poderoso instinto de clase y de una lucha de clases que conduce
inevitablemente a la revolución social, sino una expresión consciente de
ese proceso…, entonces nuestro Partido… acabaría de golpe con toda la sociedad
burguesa”**.
Como veis, en opinión de Lenin,
también la lucha de clases y los choques de las clases que no pueden ser
denominados socialdemócratas, conducen, sin embargo, inevitablemente a la clase
obrera a la revolución social.
Si os interesa igualmente la opinión
de otros representantes de la “mayoría”, escuchad. He aquí lo que dice en el II
Congreso del Partido uno de ellos, el camarada Gorin:
“¿Cuál sería la situación si el
proletariado fuera abandonado a su propia suerte? La situación sería análoga a
lo que ocurrió en vísperas de la revolución burguesa. Los revolucionarios
burgueses carecían de toda ideología científica. Y, no obstante, surgió el
régimen burgués. El proletariado sin ideólogos, naturalmente, al fin
*Lenin,” ¿Qué hacer?”, pág. 29.
**Lenin,”Un paso adelante, dos pasos atrás”, pág. 53.
y al cabo, actuaría en el sentido de la revolución social, pero por instinto… El proletariado llevaría a la práctica el socialismo también por instinto, pero no poseería la teoría socialista. Ahora bien, el proceso seria lento y más doloroso”*.
Las aclaraciones están de más.
Así, pues, el movimiento obrero espontáneo,
el movimiento obrero sin socialismo, inevitablemente se empequeñece y
adquiere un carácter tradeunionista: se somete a la ideología burguesa. ¿Puede
deducirse de aquí que el socialismo lo es todo y el movimiento obrero nada?
¡Naturalmente que no! Así hablan tan sólo los idealistas. Algún día, al cabo de
mucho tiempo, el desarrollo económico llevará inevitablemente a la clase obrera
a la revolución social y, por lo tanto, la obligará a romper toda clase de
vínculos con la ideología burguesa. La cosa estriba únicamente en que este
camino será muy largo y doloroso.
Por otra parte, el socialismo sin
movimiento obrero, cualquiera que sea la base científica sobre la que haya
surgido, no pasará, sin embargo, de ser una frase huera y perderá su
importancia. ¿Se puede deducir de aquí que el movimiento lo es todo y el socialismo
nada? ¡Naturalmente que no! Así piensan tan sólo los marxistas de pacotilla,
para quienes la conciencia no tiene importancia alguna, ya que es engendrada
por la propia vida social. El socialismo puede ser unido al movimiento obrero,
y convertido, por tanto, de frase huera en un arma afilada.
¿Conclusión?
La conclusión es la siguiente: el
movimiento obrero debe ser unido al socialismo, la actividad práctica y el
pensamiento teórico deben fundirse en un todo y dar así al movimiento obrero
espontáneo un carácter socialdemócrata, pues, “la socialdemocracia es la fusión
del movimiento obrero con el socialismo"*. Entonces el socialismo, unido
con el movimiento obrero, de frase vacía se convierte, en manos de los obreros,
en una fuerza grandiosa. Entonces el movimiento espontáneo, convertido en
movimiento socialdemócrata, marchará a pasos acelerados y por una senda segura
hacia el régimen socialista.
Así, pues, ¿cuál es la misión de la
socialdemocracia de Rusia? ¿Qué debemos hacer?
Nuestra obligación, la obligación de
la socialdemocracia, es hacer que el movimiento espontáneo de los obreros
abandone el camino tradeunionista y tome el camino socialdemócrata. Nuestra
obligación es introducir en este movimiento la conciencia socialista** y
agrupar a las fuerzas de vanguardia de la clase obrera en un partido
centralizado. Nuestro deber es ir siempre a la vanguardia del movimiento y
luchar infatigablemente contra todos los que estorben la realización de estas
tareas, sean enemigos o “amigos”.
Tal es, en líneas generales, la
posición de la “mayoría”.
A nuestra “minoría” no le gusta la
posición de la “mayoría”: ¡”no es marxista”, “está en contradicción radical”
con el marxismo! ¿Es así, respetabilísimos señores? ¿Dónde, cuándo, en qué
planeta es esto así? Leed nuestros artículos, dicen, y os convenceréis de que
tenemos razón. Bien, vamos a leerlos.
Tenemos ante nosotros el artículo
titulado “¿Qué es el Partido?” (v. “Mogzauri”, núm. 6). ¿De qué acusa el
“crítico” An a la “mayoría” del Partido? “Esta (la “mayoría”)… se proclama
cabeza del Partido… y exige la subordinación de los demás… y para justificar su
conducta, a menudo inventa hasta nuevas teorías, como por ejemplo: los obreros
no pueden asimilar (subrayado por mí) con sus propias fuerzas “los altos
ideales”, etc.”***.
Cabe ahora preguntar: ¿expone y ha
expuesto alguna vez la “mayoría” semejantes “teorías”? ¡En ninguna parte,
nunca! Por el contrario, el representante ideológico de la “mayoría”, el
camarada Lenin, dice con absoluta precisión que la clase obrera asimila muy
fácilmente el socialismo.
Escuchad:
Escuchad:
*Actas del II Congreso del Partido, pág. 129.
*”El programa de Erfurt”, ed. del C.C., pág. 94.
**Que elaboraron Marx y Engels.
***”Mogzauri”; núm. 6, pág. 71.
“Con frecuencia se oye decir: la
clase obrera tiende de un modo espontáneo al socialismo. Esto es por
entero justo en el sentido de que la teoría socialista determina, con más
profundidad y exactitud que ninguna otra, las causas de las calamidades que
padece la clase obrera, y precisamente por ello los obreros la asimilan con
tanta facilidad” *.
Como veis, en opinión de la
“mayoría”, los obreros asimilan fácilmente los “altos ideales” que llamamos
socialismo.
Entonces, ¿por qué sutiliza de esa
manera An, de dónde ha exhumado su extraño “descubrimiento”? El asunto,
lectores, estriba en que el “crítico” An se refería a otra cosa completamente
distinta. Se refería al lugar del libro “¿Qué hacer?” en el que Lenin habla de
la elaboración del socialismo, en el que Lenin afirma que la clase
obrera no puede elaborar con sus propias fuerzas el socialismo
científico**. Pero ¿cómo es esto? -diréis-. Una cosa es la elaboración
del socialismo y otra su asimilación. ¿Por qué ha olvidado An las
palabras de Lenin que tan claramente hablan de la asimilación de los
“altos ideales”? Tenéis razón, lectores, pero ¿Qué puede hacer An, si gusta
tanto ser “crítico”? Ved qué heroicidad: idear su propia “teoría”, atribuírsela
al adversario y después bombardear él mismo el fruto de su fantasía. ¡Así se
hace la crítica! En todo caso es indudable que An “no ha podido asimilar con
sus propias fuerzas” el libro de Lenin “¿Qué hacer?”.
Abramos ahora el llamado
“Sotsial-Demokrat” ¿Qué dice el autor del artículo titulado “¿Mayoría o
minoría?”? (v. “Sotsial-Demokrat”, núm. 1).
Muy envalentonado, arremete con gran
alboroto contra Lenin porque, en su opinión, “el desarrollo natural (debería
decir: “espontáneo”) del movimiento obrero no tiende al socialismo, sino a la
ideología burguesa”*. El autor, por lo visto, no comprende que el movimiento obrero
espontáneo es un movimiento sin socialismo (que el autor demuestre que
no es así), y tal movimiento se somete indefectiblemente a la ideología
burguesa tradeunionista, tiende a ella, pues en nuestro tiempo pueden existir
tan sólo dos ideologías: la socialista, y la burguesa, y donde no está la
primera, indefectiblemente aparece la segunda y ocupa el lugar de aquella
(¡demostrar lo contrario!). Sí, Lenin dice eso precisamente. Pero al propio
tiempo no olvida la otra tendencia inherente al movimiento obrero: la tendencia
al socialismo, que solamente hasta cierto momento es velada por la tendencia a
la ideología burguesa. Lenin dice explícitamente que “la clase obrera tiende de
un modo espontáneo al socialismo”**, y señala con toda justicia que la obligación
de la socialdemocracia es acelerar la victoria de esta tendencia, entre
otras cosas también mediante la lucha contra los “economistas”. ¿Por qué, pues,
usted, respetable “crítico”, no ha transcrito en su artículo estas palabras de
Lenin? ¿Es que no pertenecen al mismo Lenin? No le convenía a usted.
¿verdad?
“A juicio de Lenin… -continúa el
autor-, el obrero por su situación (subrayado por m) es más bien burgués
que socialista…”***. ¡Vaya una necedad, que yo no esperaba ni siquiera de este
autor! ¿Acaso Lenin habla de la situación del obrero, acaso afirma que
el obrero por su situación es burgués? ¿Qué necio puede decir que el
obrero es burgués por su situación, el obrero, que está privado de los
instrumentos de producción y vive de la venta de su fuerza de trabajo? ¡No!
Lenin dice algo completamente distinto. El asunto estriba en que yo puedo ser
proletario, y no burgués por mi situación, pero al mismo tiempo no tener
conciencia de mi situación y, en vista de ello, someterme a la ideología
burguesa. Precisamente así ocurre, en el caso presente, con la clase obrera. Y
esto es algo muy distinto.
*Lenin,” ¿Qué hacer?”, pág. 29.
**Ídem, págs. 20-21.
*”Sotsial-Demokrat”, núm. 1, pág. 14.
**Lenin, “¿Qué hacer?”, pág. 29.
***”Sotsial-Demokrat”, núm. 1, pág. 14.
En general, el autor gusta de emplear
palabras vacías, ¡de pronto las lanza sin pensarlo más! Por ejemplo, el autor
repite obstinadamente que “el leninismo está en contradicción radical con el
marxismo”*, y lo repite sin comprender a dónde le conduce esa “idea”.
Convengamos con él por un instante en que el leninismo, en efecto, “está en
contradicción radical con el marxismo”. ¿Y qué más? ¿Qué se desprende de ello?
Helo aquí. “El leninismo arrastró consigo” a “Iskra” (a la vieja “Iskra”) -esto
no lo niega tampoco el autor-; por consiguiente, también “Iskra” “está en
contradicción radical con el marxismo”. El II Congreso del Partido, por 35
votos, reconoció a “Iskra” como órgano central del Partido y dedicó elogios a
sus méritos**; por consiguiente, tanto este Congreso, como su programa, como su
táctica “están en contradicción radical con el marxismo”… Es ridículo, ¿verdad,
lectores?
El autor, no obstante, continúa: “En
opinión de Lenin, el movimiento obrero espontáneo va hacia la unión con la
burguesía…”. Sí, sí, el autor indudablemente va hacia la unión con la necedad,
y estaría bien que se apartara de ese camino.
Mas dejemos al “crítico”. Volvamos al
marxismo.
El respetable “crítico” repite
obstinadamente que la posición de la “mayoría” y de su representante, Lenin,
está en contradicción radical con el marxismo, pues tanto Kautsky como Marx y
Engels dicen, según él, ¡lo contrario de lo que sostiene Lenin! ¿Es así?
¡Veamos!
“C. Kautsky -nos informa el autor-
escribe en su “Programa de Erfurt”: “Los intereses del proletariado y de la
burguesía son hasta tal punto opuestos, que las aspiraciones de estas dos
clases no pueden coincidir durante un tiempo más o menos prolongado. En todo
país con modo capitalista de producción, la participación de la clase obrera en
la política tiene que llevarla tarde o temprano a separarse de los
partidos burgueses y formar un partido independiente, el partido obrero””.
Pero, ¿Qué se desprende de esto? Tan
sólo que los intereses de la burguesía y del proletariado están en mutua
contradicción, que “tarde o temprano” el proletariado se separará de la
burguesía formando un partido obrero independiente (tenedlo en cuenta: partido
obrero y no partido obrero socialdemócrata). ¡El autor supone que
Kautsky discrepa aquí de Lenin! Pero Lenin dice que el proletariado, tarde o
temprano, no sólo se separará de la burguesía, sino que llevará a cabo la
revolución social, es decir, derrocará a la burguesía*. La tarea de la
socialdemocracia -añade- es procurar que esto se lleve a cabo cuanto antes
y se lleve a cabo conscientemente. Sí, conscientemente, y no de
una manera espontánea, ya que Lenin trata precisamente de esta conciencia.
“…Allí donde las cosas han llegado
hasta la formación de un partido obrero independiente -continúa el “crítico”,
citando el libro de Kautsky-, este partido, tarde o temprano, debe por
necesidad natural asimilar las tendencias socialistas, si no está
inspirado en ellas desde el comienzo mismo; debe, en fin de cuentas,
convertirse en partido obrero socialista, es decir, en socialdemocracia”**.
¿Qué significa esto? Exclusivamente
que el partido obrero asimilará las tendencias socialistas. ¿Pero es que
Lenin lo niega? ¡De ningún modo! Lenin dice terminantemente que no sólo el
partido obrero, sino también toda la clase obrera asimila el socialismo***.
Entonces ¿qué tontería se le ocurre a sete “Sotsial-Demokrat” y su mentiroso
héroe? ¿A qué vienen con absurdos de todo género? Como se dice, han oído
campanas y no saben dónde. Precisamente esto es lo que ha ocurrido con nuestro
embrollado autor.
Según veis, Kautsky no disiente aquí
ni en un ápice de Lenin. Pero, en cambio, todo ello demuestra, con excepcional
claridad, la insensatez del autor.
*”Sotsial-Demokrat”. núm. 1, pág. 15.
**Véase las Actas del II Congreso del Partido, pág. 147. En
ese mismo lugar aparece la resolución en que “Iskra” es llamada auténtica
defensora de los principios de la socialdemocracia.
*Lenin, “Un paso adelante, dos pasos atrás”, pág. 53.
**”Sotsial-Demokrat”, núm. 1, pág. 15.
***Lenin, “¿Qué hacer?”, pág. 29.
“Muchos de nuestros críticos
revisionistas (seguidores de Bernstein) entienden que ha afirmado que el
desarrollo económico y la lucha de clases, además de crear las premisas para la
producción socialista, también engendran directamente la conciencia (subrayado
por C. Kautsky) de su necesidad. Y he aquí que esos críticos replican que
Inglaterra, el país de mayor desarrollo capitalista, es más ajeno que ningún
otro país a esta conciencia. A juzgar por el nuevo proyecto (austriaco), se
podría creer que esta concepción es compartida también por la comisión que
redactó el programa austriaco. El proyecto dice: “Cuanto más aumenta el
proletariado con el desarrollo del capitalismo, tanto más obligado se ve a
emprender la lucha contra el capitalismo y tanto más capacitado está para
emprenderla. El proletariado llega a adquirir la conciencia” de la
posibilidad y de la necesidad del socialismo. En este orden de ideas, la
conciencia socialista aparece como el resultado necesario y directo de la lucha
de clases del proletariado. Pero esto es falso… La conciencia socialista
moderna puede surgir únicamente sobre la base de profundos conocimientos
científicos… Pero el portador de la conciencia no es el proletariado, sino
la intelectualidad burguesa (subrayado por C. Kautsky). Es del cerebro
de algunos miembros de esta capa de donde ha surgido el socialismo
moderno, y han sido ellos quienes lo han transmitido (el socialismo científico)
a los proletarios destacados por su desarrollo intelectual, los cuales lo
introducen luego en la lucha de clase del proletariado… De modo que la
conciencia socialista es algo introducido desde fuera en la lucha de
clase del proletariado, y no algo que ha surgido espontáneamente dentro
de ella. De acuerdo con esto ya el viejo programa de Heinfeld34
decía con todo fundamento que es tarea de la socialdemocracia llevar
al proletariado la conciencia de su situación y de su misión…”*
¿No recordáis, lectores, análogas
ideas de Lenin sobre esta cuestión, no recordáis la conocida posición de la
“mayoría”? ¿Por qué el “Comité de Tiflis” y su “Sotsial-Demokrat” han ocultado
la verdad, por qué el respetable “crítico”, al hablar de Kautsky, no reprodujo
en su artículo estas palabras de Kautsky? ¿A quién engañan esos honorabilísimos
señores, por qué “mantienen una actitud tan despectiva” hacía el lector? ¿No
será porque… temen la verdad, se escoden de la verdad y piensan que también la
verdad puede ser escondida? ¡Se parecen al ave que esconde la cabeza bajo el
ala y se imagina que nadie la ve! Pero se equivocan, como se equivoca el ave.
Si la conciencia socialista fue
elaborada sobre una base científica, si esta conciencia es introducida gracias
a los esfuerzos de la socialdemocracia* en el movimiento obrero desde fuera, es
evidente que todo esto ocurre porque la clase obrera, mientras sigue siendo
clase obrera, no puede ponerse a la vanguardia de la ciencia y elaborar con sus
propias fuerzas el socialismo científico: carece de tiempo y de medios para
ello.
He aquí lo que dice C. Kautsky en su
“Programa de Erfurt”: “… El proletariado puede, en el mejor de los casos,
asimilar parte de los conocimientos elaborados por la erudición burguesa y
adaptarlos a sus fines y necesidades, pero mientras siga siendo proletario,
carece de tiempo libre y de medios para elaborar independientemente la ciencia
más allá de los límites alcanzados por los pensadores burgueses. Por eso
precisamente, el socialismo obrero original debía llevar todos los rasgos
esenciales del utopismo”** (utopismo: teoría falsa no científica).
El socialismo utópico de este género
adquiere con frecuencia un carácter
anárquico, continua Kautsky, pero “…como es sabido, en todas partes donde el
movimiento anarquista (comprendiendo por tal el utopismo proletario, C. Kautsky)
ha calado verdaderamente en las masas y
se ha convertido en un movimiento de clase, siempre, tarde o temprano, a pesar
de su aparente radicalismo, ha terminado transformándose en el movimiento
puramente gremial más estrecho”***.
En otros términos, si el movimiento
obrero no está unido al socialismo científico, se empequeñece inevitablemente,
adquiere un carácter “estrecho gremial” y, por lo tanto, se somete a la
ideología tradeunionista.
*”Neue Zeit”,
1901-1902, XX, núm. 3, pág. 79. Este notable artículo de Kautsky ha sido transcrito por Lenin en “¿Qué
hacer?”, v. pág. 27
*Y no solo de los intelectuales socialdemócratas.
**”El Programa de Erfurt”, ed. del C.C., pág. 93.
***”El Programa de Erfurt”, pág. 94.
“¡Esto es humillar a los obreros, esto es encumbrar a
los intelectuales”, claman nuestro “crítico” y su “Sotsial-Demokrat”… ¡Pobre
“critico”, lamentable “Sotsial-Demokrat”! ¡Ellos consideran al proletariado
como a una damisela caprichosa a la que no se puede decir la verdad y a la que
siempre hay que dirigir cumplidos para que no salga corriendo! ¡No, honorabilísimos señores!
Nosotros tenemos fe en que el proletariado manifestará más firmeza de lo que
vosotros pensáis. ¡Nosotros tenemos fe en que no se asustara de la verdad! Pero
vosotros… ¿Qué podemos deciros? también en este caso os habéis asustado de la
verdad y en vuestro artículo no habéis transmitido al lector las auténticas
ideas de Kautsky…
Por lo tanto, el socialismo
científico sin movimiento obrero son palabras vacías, siempre fáciles de
echar al viento.
Por otra parte, el movimiento obrero sin
socialismo es un errar tradeunionista, que algún día, naturalmente,
conducirá a la revolución social, pero a costa de largos sufrimientos y
dolores.
¿Conclusión?
“El movimiento obrero debe unirse con
el socialismo”: “la socialdemocracia es la fusión del movimiento obrero con el
socialismo”*.
Así habla Kautsky, teórico del
marxismo.
Hemos visto que lo mismo dicen
“Iskra” (la vieja) y la “mayoría”.
Hemos visto que en la misma posición
se mantiene el camarada Lenin.
Así, pues, la “mayoría” se mantiene
firmemente en las posiciones marxistas.
Está claro que “la actitud despectiva
hacia los obrero”, “el encumbramiento de los intelectuales”, “la posición no
marxista de la mayoría” demás perlas parecidas tan profusas en los “críticos”
mencheviques, no son otra cosa que palabras altisonantes, pura fantasía de los
“mencheviques” de Tiflís.
Por el contrario, veremos que en
realidad la propia “minoría” de Tiflís, el “Comité de Tiflís” y su
“Sotsial-Demokrat” están “en contradicción radical con el marxismo”. Pero de
esto hablaremos después. Por ahora dirijamos nuestra atención a lo siguiente.
En confirmación de sus juicios, el
autor del artículo “¿Mayoría o minoría?” aduce unas palabras de Marx (?): “el
teórico de una u otra clase llaga teóricamente a la conclusión hacia la que
la propia clase ha llegado ya en la práctica”**.
Una de dos. O el autor no sabe
georgiano o es una errata del cajista. Ni una sola persona letrada dirá “hacia
la que ha llegado ya”. Lo correcto sería decir: “a la que
ha llegado ya” o “hacia la que se dirige ya”. Si el autor
tiene en cuenta lo último (hacia la que se dirige ya), debo
advertir que transmite erró neamente las palabras de Marx; Marx no dijo nada
parecido. Y si el autor se refiere a la primera formulación, la frase
transcrita por él adquiere este giro: “el teórico de una u otra clase llega
teóricamente a la conclusión a la que ha llegado ya en la práctica la
propia clase”. Dicho de otra forma, si Marx y Engels llegaron teóricamente a la
conclusión de que el hundimiento del capitalismo y la edificación de socialismo
son inevitables, esto significa que el proletariado ¡ha rechazado ya el
capitalismo prácticamente, ha hundido ya el capitalismo y ha edificado
en su lugar la vida socialista!
¡Pobre Marx! ¡Quién sabe cuántos
disparates le atribuirán aún nuestros marxistas de pacotilla!
¿Dice realmente eso Marx? He aquí lo
que en verdad dice: los representantes teóricos de la pequeña burguesía “se
ven teóricamente impulsados a los mismos problemas y a las mismas soluciones a
que impulsan prácticamente a los pequeños burgueses el interés material y
la situación social. Tal es, en general, la relación que existe entre los
representantes
*”El programa de Erfurt”, pág. 94.
**”Sotsial-Demokrat”, núm. 1, pág. 15.
políticos y literarios
de una clase y la clase por ellos representada”*.
Como veis, Marx de ningún modo dice “ha
llegado ya”. Estas palabras “filosóficas” han sido inventadas por el
respetable “crítico”.
En este caso, las palabras de Marx
adquieren un sentido completamente distinto.
¿Qué idea desarrolla Marx en la tesis
que hemos transcrito? Sólo que el teórico de una u otra clase no puede crear
el ideal cuyos elementos no existen en la realidad, que no puede más que
captar los elementos del porvenir y sobre esta base crear
teóricamente el ideal al que una u otra clase llega en la práctica. La
diferencia está en que el teórico se adelanta a la clase y capta antes que ella
los gérmenes del futuro. Esto es, precisamente, lo que se llama “llegar a algo
teóricamente”.
He aquí lo que dicen Marx y Engels en
su “Manifiesto”:
“Prácticamente, los comunistas ( es
decir, los socialdemócratas) son, pues, el sector más resuelto de los partidos
obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante;
teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara
visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales
del movimiento proletario”.
Sí, los ideólogos “impulsan
adelante”, ven mucho más allá que “el resto del proletariado”, y en ello
está todo el quid. Los ideólogos impulsan adelante, y precisamente por ello la
idea, la conciencia socialista, tiene gran importancia para el movimiento.
¿Por eso precisamente ataca
usted a la “mayoría”, honorable “crítico”? Entonces despídase del marxismo y
sepa que la “mayoría” está orgullosa de su posición marxista.
La situación de la “mayoría” en el
caso presente recuerda mucho la situación de Engels en los años del 90.
La idea es la fuente de la vida
social, afirmaban los idealistas. A su juicio, la conciencia social es el
fundamento sobre el que se construye la vida de la sociedad. Por eso se les
llama idealistas.
Era preciso demostrar que las ideas
no caen del cielo, que son originadas por la vida misma.
En la palestra de la historia aparecieron
Marx y Engels, que cumplieron a maravilla este papel. Demostraron que la vida
social es la fuente de las ideas, por lo que la vida de la sociedad es el
fundamento sobre el que está edificada la conciencia social. Así cavaron la
fosa al idealismo y desbrozaron el camino al materialismo.
Algunos semimarxistas lo
comprendieron en el sentido de que la conciencia, las ideas tienen en la vida
una importancia insignificante.
Era preciso demostrar la gran
importancia de las ideas.
Entonces intervino Engels y en sus
cartas (1891-1894) subrayó que las ideas, ciertamente, no caen del cielo, sino
que son engendradas por la propia vida, pero, una vez surgidas, adquieren gran
importancia, unen a los hombres, los organizan e imponen su sello a la vida
social que las ha engendrado: las ideas tienen gran importancia en el
movimiento histórico.
“Eso no es marxismo, eso es una
traición al marxismo”, alborotaron Bernstein y sus semejantes. Los marxistas se
burlaron de estos gritos…
En Rusia ha habido semimarxistas: los
“economistas”. Afirmaban que como las ideas son engendradas por la vida social,
la conciencia socialista tiene una importancia insignificante para el
movimiento obrero.
*si no tenéis “El Dieciocho Brumario”35, ved las
Actas del II Congreso del Partido, pág. 111, donde se reproducen estas palabras
de Marx.
Era preciso demostrar que la
conciencia socialista tiene gran importancia para el movimiento obrero, que sin
ella el movimiento no es sino un errar tradeunionista, del que no se sabe
cuándo se librará el proletariado y cuándo llegará a la revolución social.
Y entonces apareció “Iskra”, que
cumplió magníficamente tal papel. Salió a la luz el libro “¿Qué hacer?”, en el
que Lenin subraya la gran importancia de la conciencia socialista. Se formó la
“mayoría” en el seno del Partido, que emprendió con firmeza este camino.
Mas entonces intervienen los pequeños
Bernsteines y comienzan a alborotar: ¡eso “está en contradicción radical con el
marxismo”!
¿Pero sabéis vosotros, pequeños
“economistas”, qué es el marxismo?
J. V. Stalin, (1905)
NOTAS:
25
El folleto de J. V. Stalin “Brevemente sobre las discrepancias en el Partido”
fue escrito a finales de 1905. Era la respuesta a los artículos de N. Zhordania
“¿Mayoría o minoría?”, aparecido en “Sotsial-Demokrat”, “¿Qué es el Partido?”,
publicado en “Mogzauri”, y otros. La aparición del folleto de J. V. Stalin
“Brevemente sobre las discrepancias en el Partido” no tardó en conocerse en el
centro bolchevique del extranjero. El 18 de julio de 1905, n. K. Krúpskaia, en
carta al Comité de la Unión del Cáucaso
del P.O.S.D.R., rogaba que el folleto fuese enviado al extranjero. El folleto
“Brevemente sobre las discrepancias en el Partido” adquirió vasta difusión en
las organizaciones bolcheviques de la Transcaucásia: por él los obreros
avanzados conocieron las discrepancias que existían en el Partido y la actitud
de V. I. Lenin, de los bolcheviques. El folleto fue editado en la imprenta
clandestina de Avlabar de la Unión del Cáucaso del P.O.S.D.R. en mayo de 1905,
en georgiano, y en junio, en ruso y armenio, con una tirada de 1500 a 2000
ejemplares en cada lengua.
26
“Iskra” (“La Chispa”): primer periódico clandestino marxista de toda Rusia
fundado en 1900 por V. I. Lenin. El primer número de la “Iskra” leninista
apareció el 11 (24) de diciembre de 1900 en Leipzig. Los números siguientes
salieron en Múnich, desde abril de 1902 en Londres y desde la primavera de 1903
en Ginebra. En diversas ciudades de Rusia (Petersburgo, Moscú y otras) se organizaron grupos y comités del
P.O.S.D.R. de orientación leninista- iskrista. En la Transcaucásia las ideas de
“Iskra” eran defendidas por el periódico clandestino “Brdzola” órgano de la
socialdemocracia revolucionaria georgiana. (Acerca de la importancia y del
papel de “Iskra”, v. la “Historia del P.C. (b) de la U.R.S.S.”, págs. 38-49,
ed. en español, Moscú, 1947).
27
“Sotsial-Demokrat” (“El socialdemócrata”): periódico clandestino de los
mencheviques caucasianos; se publicó en lengua georgiana en Tiflís desde abril
hasta noviembre de 1905. Dirigió el periódico N. Zhordania. El primer número de
“Sotsial-Demokrat” salió como “órgano del comité de Tiflís del P.O.S.D.R.”; en
lo sucesivo el periódico se denomino “órgano de las organizaciones obreras
socialdemócratas del Cáucaso”.
28
“Rabócheie Dielo” (“La Causa Obrera”): órgano no periódico de la Unión de
socialdemócratas rusos en el extranjero (“economistas”). La revista se editó en
Ginebra de 1899 a 1902.
29
Véase: V. I. Lenin, Obras, t. 4, pág. 343, 4ª ed. en ruso.
30
Starovier: seudónimo de A. N. Potrésov.
31
Véase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. I, pág. 34, ed.
español, Moscú, 1951.
32 “Die Neue Zeit” (“Tiempos Nuevos”): revista de la socialdemocracia
alemana, que se publicó en Stuttgart desde 1883 hasta 1923.
33 “Mogzauri” (“El Viajero”): revista histórico-arqueológica y
geográfico-etnográfica; apareció en Tiflís de 1901 a noviembre de 1905. En
enero de 1905 “Mogzauri” pasó a ser publicación semanal literario-política de
los socialdemócratas georgianos, bajo la dirección de F. Majaradze. En
“Mogzauri”, al lado de artículos de autores bolcheviques, aparecían también
artículos de mencheviques.
34 El programa de Heinfeld fue aprobado en el Congreso de constitución de la
socialdemocracia austríaca en 1888, en la ciudad de Heinfeld. Este programa, en
la exposición de principios, contenía diversas tesis que enfocaban
acertadamente el curso del desarrollo social y las tareas del proletariado y
del partido proletario, Más tarde, en el Congreso de Viena, celebrado en 1901,
el programa de Heinfeld fue sustituido por otro nuevo que contenía tesis
revisionistas.
35
Véase: C. Marx y F. Engels, Obras escogidas en dos tomos, t. I, pág. 250, ed.
en español, Moscú, 1951.
Stalin.
Del marxismo al revisionismo
Nuestra
época y nuestras tareas
Hace sólo unos años,
el mundo mostraba una faz política muy diferente de la actual. En poco tiempo
las cosas han cambiado vertiginosamente. Estructuras políticas, incluyendo en
ellas a determinadas formas de Estado, y escuelas de pensamiento que se
juzgaban definitivamente asentadas y cuyo lugar bajo el sol parecía
incuestionable, de la noche a la mañana; y otras, sin embargo, que se creía
pertenecientes ya por siempre al pasado, han renacido. En la mayoría de los
países, los partidos políticos y las elites intelectuales no barajan ya para
sus programas de acción ninguna de las consideraciones que se pudieran
relacionar con objetivos futuros que permitan o pudieran perseguir situar a la
humanidad en un estado ideal de bienestar universal. Nadie quiere ya pensar a
tan largo plazo. Ni tampoco se cree sinceramente en la posibilidad práctica de
un ideario emancipatorio. La utopía ha muerto, y con ella el espíritu humanista
que, desde el siglo XV, inició la larga guerra contra el oscurantismo medieval
y por sacar a la humanidad de las tinieblas de la sinrazón y de las garras de
la teocracia, con el fin de ponerla en el centro del interés de los propios
hombres. Al antropocentrismo de especie que inauguró el Renacimiento le ha
sustituido el antropocentrismo egoísta del capitalismo. Calvino se ha levantado
sobre el cadáver de Tomas Moro, y con él ha resucitado el viejo liberalismo
económico, que parecía enterrado por la sabiduría de la historia bajo los
escombros de la industrialización, olvidada por la revolución tecnológica, y
bajo las gigantescas necrópolis construidas en las guerras por el reparto de
los mercados mundiales; y resucitado, el ídolo del laissez faire y de la
iniciativa privada retorna incuestionado y campeando, ocultando sus decrépitos
jirones tras afeites y perfumes de última moda, mostrándose como el genuino
resultado de la última destilación de la razón e imponiendo su lógica
económica, política y cultural en todas las esferas de la vida, desde las
principales cancillerías y demás altas instancias del poder, hasta el más
elementar programa público de educación infantil. El pragmatismo y el
posibilismo domina la escena, los intereses individuales aplastan toda
perspectiva que pretenda abordar la realidad desde un criterio social, la
palabra socialismo se confunde con beneficencia y la solidaridad
no es más que una plataforma para la promoción personal o para limpiar la
propia conciencia. El antiquísimo ideal comunitario, que ha llegado hasta
nosotros en la forma de comunismo, se ha convertido en una palabra
maldita o, en el mejor de los casos, en un cliché estereotipado ante la
indiferencia de una época incrédula que ha dejado de tener esperanza. Y
esta desesperanza es una sarcástica
ironía porque en ningún otro tiempo como
el presente las mujeres y los hombres necesitaron creer tanto en algo más allá
que su mundo rutinario y de su vida alienante, cuando no miserable e
infrahumana si no se tiene la suerte de compartir las migajas que en
Occidente los poderosos se dignan desperdigar entre su vasallaje asalariado. El
siervo feudal tenía el consuelo de su dios y de un paraíso postrero; pero al
siervo de hoy, al proletariado, la burguesía le ha mostrado el árbol de la
ciencia y le ha arrebatado los consuelos del árbol de la vida, incluido ese
dios. Aquel campesino sujeto a la gleba podía recurrir a los bienes comunales,
en caso de penuria material, o a las ilusiones milenaristas del sectarismo
mesiánico que sembró de revueltas campesinas siglos de la historia europea, en
el caso de penuria espiritual; pero, al proletariado, la burguesía le despojó
de todo acceso al usufructo de medios de producción, y ahora también toda
esperanza de un futuro mejor, de modo que se halla completamente desnudo ante
su destino material y espiritual, destino que depende y que le dicta el índice
de la Bolsa de Wall Street.
La caída del Muro de
Berlín, la desaparición del denominado campo socialista y la
desintegración de la URSS, con todas las profundas implicaciones de índole
geopolítica que estos acontecimientos históricos trajeron consigo, crearon las
condiciones para una ofensiva del capital en toda la línea, en todos los
aspecto y en todas las esferas de la vida y a lo ancho de todo el planeta.
Pero, por extraño que parezca, las repercusiones de esta ofensiva no han sido
tan profundas en el plano económico o político y cultural como en el moral.
Ciertamente, en cuanto a la esencia de las cosas, no se puede decir que antes
de 1989 no imperasen de manera análoga los intereses del capital, tanto aquende
como allende el Muro, ni que no predominase en el plano diplomático los
intereses de gran potencia, tanto a un lado como al otro del telón de acero,
ni que las clases dirigentes hubiesen dejado de engañar a sus respectivos
pueblos, las unas con la monsergas demoliberal, con el revisionismo las otras.
Lo importante era que todo aquello eran los últimos restos de una situación que
había sido creada por la Revolución de Octubre, por la obra revolucionaria de
la clase proletaria. Las pocas conquistas que aún mantenía la clase obrera en
los distintos países, tanto de Oriente como de Occidente, y que había logrado
por el influjo y al calor de esa revolución, han sido sobre las que el capitalismo
ha querido ahora resarcirse. Pero su venganza ha sido mayor no porque de esta
manera esté en condiciones para aumentar su cuota de beneficios, sino porque ha
conseguido mostrar, con razón, que todos esos acontecimientos políticos
desencadenados de manera súbita en poquísimos años tienen un significado claro:
la derrota histórica del proletariado como clase revolucionaria. Es muy
probable que, tras una indagación minuciosa en busca de los elementos
revolucionarios de la obra que se inició en 1917 que pudieran haber sobrevivido
en las vísperas de la caída del Muro, nos encontrásemos con rastros muy pobres,
si no negativos. Y, sin embargo, de manera general, aquellos hechos fueron
interpretados, con euforia o a regañadientes, directamente como el fracaso de aquella
revolución, como el fracaso de transcendencia histórica del comunismo como
ideología y del proletariado como clase social con un proyecto político. Fue
aquí, en este aspecto realmente, cuando se perdió la última herencia que
todavía quedaba de la Revolución de Octubre: su valor moral, el mensaje vivo de
esperanza para los oprimidos y humillados de la Tierra. La idea de que su lucha
podía depararles algo mejor, la esperanza de que, después de todo, tal vez el
destino todavía estuviera en sus manos.
La burguesía y sus
acólitos, sus plumíferos orgánicos, los apóstatas y los renegados han
aprovechado, más que ninguna otra, esta faceta de la cuestión para extender al
máximo y hasta el último rincón su significado y sus implicaciones: “No
penséis, no os rebeléis, ¿para qué?, si ya vivimos en el mundo menos malo. ¿No
lo demuestra así vuestro fracaso?”: Como consecuencia, en la actualidad no
existe ningún movimiento político de importancia que plantee una crítica tan
radical de la sociedad ni una transformación de la misma tan a fondo y de tan
largo alcance como la que inspiro el pensamiento de Marx y sus discípulos al
movimiento revolucionario que preparó la Revolución de Octubre. Pasado este
capítulo y en el contexto reaccionario que continuó, lo que predominan son los
proyectos de corte corporativo y reformista (sindicalismo, ecologismo,
feminismo, indigenismo…) o nacionalista (FARC, zapatismo, islamismo radical…),
planteados a corto o medio plazo y ajenos completamente a toda visión
universalista del hombre1.En esto
radicó el gran triunfo de la burguesía y del capital en 1989-1991: en que,
independientemente del número de sus enemigos o de su importancia, nunca más se
verían colocados en una situación crítica tal que lo que se estuviera poniendo
en juego fueran nada menos que las bases de su sistema de dominación política y
económica. Ningún movimiento político de importancia cuestiona hoy en día esas
bases y, por esto mismo, tanto sus fracasos como sus posibles éxitos serán
siempre vehículos de la reproducción permanente de esas bases de dominación y,
por lo tanto, del apuntalamiento de sistema en su conjunto. Existen, no
obstante, honrosas excepciones; pero en todos los casos se trata de movimientos
políticos que reivindican el legado de Octubre y se consideran seguidores y
continuadores de la obra revolucionaria de la clase obrera. Sendas guerras
populares en Nepal y en Filipinas, encabezadas por partidos comunistas de
inspiración maoísta, son, tal vez, los más importantes. Estas experiencias, sin
embargo, se encuentran muy localizadas y en etapas de la revolución en las que
todavía no se han puesto en el orden del día los problemas del socialismo como
sociedad de transición hacia una nueva época, hacia una forma superior de
existencia de la humanidad, lo cual repercute negativamente en su posible
influjo en sociedades desarrolladas, en las que una crítica radical de lo
existente pondría a las masas precisamente ante la cuestión inmediata de cómo
transitar hacia esa forma superior de organización social. Lo importante, sin
embargo, es constatar que los sucesos acaecidos después de más de una década de
liquidación definitiva de la obra de Octubre y de la más perniciosa
reacción demuestran el hecho de que no existe ni puede existir ningún plan
emancipador verdadero que no esté -como ya lo estuvo- orientado y guiado por el
pensamiento marxista y que no implique a la masas trabajadoras, a la clase
proletaria como sujeto histórico o como agente protagonista de esa experiencia
de transformación revolucionaria.
De este modo,
recuperar la esperanza es recuperar el marxismo como doctrina de interpretación
y de comprensión del mundo, y como instrumento teórico para una nueva época de
praxis revolucionaria. En la actualidad, la primera tarea de la vanguardia, la
tarea más urgente, no consiste en dirigir su atención hacia las necesidades
inmediatas de las masas, ni en organizar sus luchas económicas, ni en tratar de
dar continuidad a sus movimientos espontáneos allá donde quiera que surjan; la
tarea de la vanguardia no es de naturaleza económica, ni siquiera ahora mismo
de naturaleza política: la tarea es ideológica, y consiste en derrotar
el espíritu de la época, el espíritu de la reacción burguesa que atenaza la
conciencia de los hombres, empezando por restaurar el legado moral de la
Revolución de Octubre, recuperando la idea de que la emancipación es posible,
de que los ideales de libertad, igualdad y fraternidad pueden ser de verdad los
pilares sólidos de una sociedad futura. La vanguardia debe luchar por recuperar
y extender la idea de que, en efecto, otro mundo es posible, pero sólo
si lo construye el proletariado revolucionario; debe recuperar y extender el
viejo espíritu de la Revolución de Octubre y fundamentarlo científicamente, en
definitiva, dar a la esperanza fundamento científico. En estos momentos,
el campo de batalla está situado en la esfera de la conciencia o, al menos, en
el terreno que pisa el sector social que es la expresión genuina y material de
esa conciencia, por lo que a las masas trabajadoras se refiere. La tarea más
urgente hoy, y por la que debe comenzar toda obra digna de considerarse
revolucionaria, consiste en rescatar el último valor revolucionario que quedaba
del legado de Octubre, perdido finalmente con la crisis del revisionismo
moderno y con el colapso del sistema político imperante en los llamados países
del Este, a saber, la revolución proletaria como referencia política.
La vanguardia debe, hoy, aglutinar a los sectores más avanzados y más
conscientes de la clase obrera en torno a este objetivo para construir los
instrumentos políticos necesarios para alcanzarlo.
El ciclo
revolucionario
Constituye un grave
error considerar o pretender que aquella debacle sólo afecta al revisionismo o
al estalinismo. Considerar que la crisis actual sólo afectaría a unas
determinadas corrientes del movimiento comunista internacional y que, por el
contrario, otras que se apartaron antes o después de la matriz de ese
movimiento situada bajo la égida de la Komintern, como el trotskismo, el
comunismo de izquierda, el eurocomunismo, etc., no se han resentido o, incluso,
se han fortalecido o están ahora en condiciones de hacerlo, supone no
comprender el carácter de nuestra época, época abierta precisamente por aquella
debacle. Y es que lo que está en crisis no es una corriente, un sector o una
determinada tradición dentro del movimiento comunista, lo que está en crisis es
el movimiento comunista en su conjunto. Esto es así porque el ciclo
revolucionario que inauguró la Revolución de Octubre está agotado,
ha sido clausurado definitivamente. Lo cual significa que casi todas las
premisas políticas y muchas de las premisas teóricas de las que partía el
movimiento revolucionario entre 1917 y 1990 han caducado: no sirven, no rigen
completamente la realidad o no están a la altura de las necesidades que imponen
las tareas revolucionarias en la actualidad. Y sería absurdo tratar de
cuestionar o matizar este argumento por parte de las corrientes comunistas supervivientes,
porque absolutamente todas comparten esas mismas premisas, y los resultados de
su fracaso, allí, o de su importancia, aquí, son ya demasiado patentes como
para eludir la reflexión crítica sobre todos estos hechos. Es preciso tomar
conciencia de que hay que comenzar de nuevo, de que hay que volver a construir
el edificio de la revolución desde sus mismos cimientos, de que hay que
reiniciarlo todo desde sus bases primordiales. Y este reconocer se inicia con
la autocrítica y el debate sobre el modo de cumplir con los requisitos
necesarios para iniciar un nuevo ciclo revolucionario.
La tesis del ciclo
revolucionario nos obliga a tomar conciencia de que nos hallamos en una etapa
histórica de transición entre dos ciclos de la Revolución Proletaria Mundial.
Esta clarividencia nos permite conocer el lugar en el que la historia nos ha
ubicado y, gracias a ello, comprender mejor las tareas preliminares de
preparación de la revolución (en sentido histórico, no político) que
nos toca, y, al mismo tiempo, alejarnos de la entelequia de la ya vieja idea de
la revolución en proceso de maduración o de la revolución inminente
que se nos aparece como un espectro cada vez que se produce una crisis
económica o se oye hablar de revueltas populares en tal o cual país (idea que,
por cierto, constituye uno de los axiomas compartidos por todas las corrientes
revolucionarias, independientemente de su confesión política, y que tiene su
origen en la comunidad teórica del pasado ciclo, pero, hoy, a todas luces
incorrecta por insuficiente).
La tesis del ciclo,
igualmente, nos previene contra la teoría de la fase superior de desarrollo
como punto de partida del próximo ciclo revolucionario. Según esta teoría, la
vanguardia debe asumir los desarrollos más avanzados de la ideología proletaria
como requisito único antes de abordar inmediatamente el problema de la
conquista de las masas y del poder. Como se sabe, esta posición es la defendida
por la corriente maoísta. A este respecto, es innegable que, en términos
relativos, esta corriente ha conseguido, al menos, demostrar desde varias
experiencias (Perú, Nepal, Filipinas) la capacidad del comunismo para encauzar
la potencialidad revolucionaria de las masas y, de esta manera, mantener viva
la vigencia del comunismo como teoría revolucionaria; si bien es cierto que con
poca repercusión internacional, debido a que se trata de experiencias en países
periféricos y más en el entorno campesino que en el obrero. Igualmente,
es innegable que la ideología proletaria, como toda realidad, no es estática y
experimenta un desarrollo. Pero el planteamiento de la tercera fase del
desarrollo de esta ideología (marxismo-leninismo-maoísmo) ofrece una
imagen lineal y en permanente ascenso del desarrollo y, lo que más pernicioso,
nos presenta el ciclo revolucionario de Octubre aún abierto. En consecuencia,
esta tesis niega, en la práctica, la necesidad de la reflexión crítica sobre el
carácter de las premisas ideológicas y políticas que nos han servido hasta
ahora de punto de partida revolucionario, y, por ende, se muestra estéril para
explicar las razones del fracaso de la revolución socialista, en general, y de
la revolución china, en particular.
Efectivamente, la
ideología proletaria se desarrolla en fases y crece en grado de complejidad,
pero si deseamos ser no sólo materialistas consecuentes, sino también aplicar
coherentemente la dialéctica, convendremos en que el desarrollo no es
unilateral, sino contradictorio, y se realiza, en muchos casos, a través de
retrocesos. El maoísmo actual aplica una lógica dialéctica circunscrita al ámbito
de la experiencia política de la ideología proletaria. Si se nos permite
resumir algo tan complejo, obviando todo tipo de matices a pesar de todo de la
mayor importancia, diríamos que, según esta tendencia, el marxismo
propiamente dicho sería la ideología del proletariado en la época del
capitalismo concurrencial y de la acumulación de fuerzas para la clase; que el leninismo
es la teoría y la táctica de la clase obrera en la fase imperialista del
capitalismo, época de paso a la ofensiva revolucionaria y de la dictadura del
proletariado (negación de las condiciones que encierra la anterior tesis),
y que el maoísmo sería la teoría y la práctica del proletariado para la
continuación de la revolución bajo las condiciones de la dictadura del
proletariado (negación de la negación). Todo esto es esencialmente
correcto y sirve para explicar el desarrollo de la conciencia proletaria a lo
largo del Ciclo de Octubre, pero no más allá de éste. Este planteamiento no
permite comprender el conjunto de contradicciones que abocaron finalmente al
repliegue del movimiento revolucionario, al subsiguiente paso de la
contraofensiva contrarrevolucionaria y, en definitiva, al fracaso político de
todos los procesos de transformación social en curso. Para alcanzar esta
posibilidad, se requiere un punto de vista que se sitúe fuera del proceso
mismo, que lo observe y estudie desde una perspectiva exterior, que lo
comprenda como ciclo terminado. Se requiere, pues, un punto de vista más
elevado, la perspectiva que permite situarnos en una lógica dialéctica
encumbrada hasta el plano histórico, según el cual el Ciclo de Octubre
debe ser considerado como un conjunto de experiencias ideológicas y políticas y
un conjunto de resultados en estrecha relación con unas determinadas
circunstancias de índole histórica en cuyo seno se engendraron y desarrollaron
las contradicciones que determinaron su fin. Este conjunto debe ser
considerado, una vez esclarecida la naturaleza de las premisas y
contradicciones que configuraron su nacimiento y desarrollo y una vez definido
su aporte al corpus ideológico del proletariado, como condición sine
qua non de la posibilidad del inicio de un nuevo ciclo revolucionario. Este
punto de vista histórico, entonces, nos obliga a interpretar el Ciclo de
Octubre como una fase del largo proceso -proceso que abarca toda una
época- de la constitución del proletariado en clase revolucionaria. El
Ciclo de Octubre ha sido una etapa de maduración, y su crisis final la
enfermedad infantil que, una vez superado el estado febril, permitirá el acceso
a una nueva etapa de crecimiento. El próximo ciclo, entonces, una vez
comprendidas las limitaciones que frenaron el ascenso del anterior, permitirá
reiniciar la ofensiva de la revolución proletaria desde una posición
cualitativamente más elevada.
En consecuencia, la
tarea más inmediata de la vanguardia consiste en realizar el balance del
Ciclo de Octubre. Sin comprender las carencias materiales y espirituales,
sin comprender el déficit ideológico y político con que el proletariado abordó,
a partir de 1917, la misión de emancipar a la humanidad de la sociedad
organizada en clases y de sus lacras resultará vana toda empresa futura que
persiga realizar ese reto histórico. El balance del Ciclo de Octubre es la
síntesis teórica de la experiencia revolucionaria del proletariado alcanzada
hasta el presente, es el necesario momento de aprehensión intelectual de toda
una praxis transformadora de la clase obrera. Por esta razón, insistimos en el
carácter más teórico que práctico, más ideológico que político, de las tareas
más candentes de la revolución. Negar esto en nombre de las masas, imponer las
necesidades prácticas del movimiento de masas, significa aplicar una línea
política, independientemente de sus matices, construida desde presupuestos teóricos
a todas luces insuficientes y con instrumentos políticos agotados.
Como resultado
práctico de la concepción cíclica del desarrollo de la revolución proletaria a
escala histórica, el balance abordará, naturalmente, todas las cuestiones y
todos los problemas, replanteará todas las polémicas que recorrió la lucha de
dos líneas en el seno de los partidos que dirigían procesos revolucionarios y
que decidieron las vías de actuación, los giros tácticos y estratégicos
decisivos, así como las escisiones y rupturas organizativas en el seno del
movimiento. Lo novedoso debe ser el punto de vista y el espíritu a la hora de
confrontar las ideas sobre todos estos temas y a la hora de valorar sus
resultados, tanto por lo que se refiere a la época en cuestión como a su influencia
posterior. Es importante partir de la idea de que, en la actualidad y en
primera instancia, ninguno de los posicionamientos determinados a priori
sobre cualquiera de las cuestiones alrededor de las que ha estado
litigando el movimiento comunista durante décadas decidirá ni marcará por sí el
límite entre el campo de la revolución y el de la contrarrevolución. Este
método era correcto y legítimo en el transcurso del ciclo, y necesario para el
deslindamiento ideológico y político del proletariado desde el punto de vista
de sus intereses de clase, y, tal vez, a lo largo del debate surjan también
motivos suficientes para el señalamiento de fronteras entre lo justo y lo
injusto en cuanto a las necesidades del establecimiento de las bases teóricas
del próximo ciclo revolucionario. Pero, por ahora, lo que sí es de obligado
reconocimiento es que, en el seno de la vanguardia proletaria, actualmente, hay
impuesto solamente un poste de separación entre la revolución y la
contrarrevolución, entre el reconocimiento de la necesidad del balance del
Ciclo de Octubre y de organizar con carácter prioritario políticamente su
realización abarcando al segmento más amplio posible de esa vanguardia, y
quienes niegan de palabra o de hecho esta tarea fundamental.
Uno de los numerosos
asuntos controvertidos que deberá acometer el balance será la denominada cuestión
de Stalin. Naturalmente, en este caso, como en todos los que encendieron y
encienden aún vivas polémicas, debe ser desterrada, de principio, la
perspectiva política o historiográfica burguesa. Es preciso denunciar todo
planteamiento subjetivista e idealista a la hora de investigar y valorar las
distintas facetas de nuestra historia revolucionaria, empezando por la de
situar a un personaje, por muy relevante que haya sido su figura, como eje
discursivo en torno al que se articule la narración o la explicación de los
hechos. Es imprescindible una aplicación rigurosa y coherente del método
marxista, del materialismo histórico. La lucha de clases no se explica por el carácter
o las ideas de los individuos: al contrario, éstas son fruto o expresión de
aquélla. La valoración de un personaje debe encuadrarse en el marco de la clase
y de los intereses de clase a los que representa, y éstos no se deducen desde
una interpretación psicologista del mismo, sino desde el contexto de las
contradicciones de las clases y entre las clases.
En este sentido,
aprovechar el 50 aniversario de la muerte de Stalin (1953-2003) no es más que
un motivo, una excusa, para plantear al conjunto de la vanguardia de la
clase el problema de fondo que está relacionado con el estudio de nuestro
pasado revolucionario, y, por otro lado, proponer por nuestra parte algunas
consideraciones y compartir algunas reflexiones encaminadas precisamente a
plantear interrogantes, sugerir hipótesis o líneas de investigación y adelantar
algunas conclusiones, a todas luces provisionales o parciales; todo ello con la
finalidad de iniciar la labor de esclarecimiento del estado ideológico y
político en que queda el proletariado tras el Ciclo de Octubre.
A continuación, el
lector no hallará ni un panegírico de Stalin, ni su reprobación. Nada parecido.
Ni siquiera nuestro personaje es el protagonista. Apenas sale a escena. Sólo
para el desenlace del drama. La razón de este Stalin no es
conmemorativa, sino científica. Pretendemos indagar sobre las limitaciones de
las que, desde el punto de vista de las necesidades teóricas de proletariado
revolucionario, adolecieron los marxistas que se enfrentaron a las tareas
políticas del primer ciclo revolucionario, con el fin de explicar el contexto
ideológico que contribuyó a crear las condiciones para la liquidación de esa
teoría como guía para la acción de la clase obrera. Se trata de las premisas y
desarrollos teóricos del marxismo de la época, como reflejo del estado
económico y político de la clase obrera y de su lucha de clase, y como
instrumento para transformar ese estado de cosas. Nos limitaremos a la esfera
ideológico-teorética, dando por supuesto los acontecimientos en los planos económico
y político. Nuestra indagación no busca abarcar todos los aspectos de una
realidad compleja, al contrario, sólo pretende contribuir a la comprensión de
esa realidad, abordándola en una sola de sus múltiples facetas y ofreciendo una
interpretación de como este aspecto parcial se corresponde con la naturaleza de
los acontecimientos que transcurrían en las otras partes de ese complejo social
que era la Rusia de la revolución proletaria.
Límites de las premisas ideológicas del Ciclo de Octubre
El cuerpo ideológico
que guiaba la política del partido que encabezará y dirigirá la Revolución de
Octubre fue, por una parte, el marxismo, entendiendo como tal la interpretación
de la doctrina de Marx y Engels que había realizado la socialdemocracia europea
del último tercio del siglo XIX, o, lo que era lo mismo, la interpretación llevada a cabo por la dirección del Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD), el principal partido de la II Internacional, que
expresaba sólo una asimilación parcial de su cuerpo teórico. Por otra parte, se
incluían los matices y rectificaciones del ala izquierdista de la
Internacional, de manera que el partido bolchevique en 1917 se ubicaba dentro
de lo que se denominaba marxismo revolucionario. La diferencia entre
este marxismo revolucionario y el de la línea oficial de la socialdemocracia
internacional versaba, sobre todo, en cuestiones de táctica, en los pormenores
relacionados con los medios e instrumentos para alcanzar el objetivo final,
principalmente el de la vía, revolucionaria o reformista, que se en la
práctica, independientemente de las declaraciones oficiales, para la
consecución de ese objetivo común. Pero, en primera instancia, el trasfondo
gnoseológico y filosófico era compartido, en lo fundamental, por todas las
corrientes socialistas. Ese trasfondo dependía directamente de la asimilación
de la obra de Marx y Engels alcanzada por los principales dirigentes del
partido alemán, y, en particular, por parte de Karl Kautsky. En segundo lugar,
dependiendo de la constitución del partido mismo, en cuanto síntesis política
de corrientes de pensamiento de origen diverso y del modo y el grado en que
fueron incluidos en su discurso político los preceptos marxistas.
La concepción del
mundo marxiana es una ruptura radical con todas las escuelas de pensamiento
anteriores en cuanto al modo de abordar y de resolver los grandes problemas que
siempre se había planteado la humanidad, y, al mismo tiempo, es el continuador
genuino de todas ellas, en la medida que resuelve esos interrogantes o los sitúa
en una perspectiva nueva. En Marx, están llevados hasta su máxima coherencia y
hasta su última consecuencia todos los aspectos que sirvieron de leitmotiv
al pensamiento racional ilustrado, recogiéndose el espíritu científico de la
época a través de los economistas empiristas ingleses. Marx llega hasta la
nueva concepción revolucionaria del mundo, de manera inmediata, desde la
crítica que realiza, entre 1842 y 1846, de la filosofía idealista de Hegel y
del materialismo ingenuo de Feuerbach y sus seguidores jovenhegelianos, unida a
la observación de las profundas transformaciones socioeconómicas que estaba
provocando la revolución industrial en Europa. Hacia finales de los 40, Marx es
un prestigioso publicista que se había destacado por su crítica del proudhonismo
(en 1847, publica La miseria de la filosofía) y por su propaganda entre
los círculos intelectuales de exiliados revolucionarios vinculados con el
movimiento obrero europeo. Apoyándose en esta influencia, creó en 1847 la Liga
de los Comunistas y redactó su manifiesto constituyente, primera exposición
sistemática de la nueva concepción del mundo. Pero el desenlace de las
revoluciones europeas del año siguiente puso en claro el verdadero estado de la
correlación de fuerzas de clase en el continente, sacando a la luz la inmadurez
política del proletariado y su persistente dependencia del ala izquierda del
partido democrático burgués. Marx se retira, entonces, de la actividad
pública consciente de la importancia de dar mayor cimiento teórico al proyecto
revolucionario del proletariado (por lo que se sumerge en sus estudios sobre la
naturaleza del capitalismo) y de la necesidad de una etapa de acumulación de
fuerzas y de desarrollo organizativo de la clase obrera. Cuando esta necesidad
comienza a cristalizar a través de la constitución de la Asociación
Internacional de Trabajadores (AIT), en 1864, Marx, que había participado en
ella, redacta también su Manifiesto inaugural. Pero, en esta ocasión,
guiado por criterios tácticos, rebaja considerablemente el listón de los
principios en busca de un proyecto de consenso que pudiera integrar al
tradeunionismo inglés y al sindicalismo francés todavía muy influenciado por el
proudhonismo. No será hasta 1871, con motivo de la Comuna de París, que Marx
elabore un documento político de máximo alcance, en plena concordancia con la
potencia revolucionaria de su pensamiento (La guerra civil en Francia).
Sin embargo, un repaso
de su obra nos muéstrala evidencia de que, para la fecha de su muerte (1883),
no existe, desde el panorama de sus trabajos publicados, una exposición
sistemática del nuevo pensamiento revolucionario que pudiera ser asimilada
clara y directamente, en su totalidad, por el movimiento obrero, en general, y
por el partido socialista, en particular. La excepción es el Anti-Dühring
de Engels (1878), prueba inequívoca -junto con su llamamiento a estudiar el
marxismo como una ciencia- de la necesidad de ofrecer una perspectiva
global y de conjunto de la doctrina marxista. De hecho, Engels hubo de dedicar
el resto de su vida, tras la muerte de Marx, a la tarea principal de exponer,
desde distintos temas y con motivo de diversas exigencias puntuales, de forma
sistemática el materialismo dialéctico marxista. Pero para esta época ulterior,
el partido obrero alemán ya se había constituido, sus dirigentes estaban
formados intelectualmente hablando y la organización caminaba ya orientada por
los compromisos políticos adquiridos entre las corrientes que lo habían formado.
En la formación intelectual y política de los dirigentes
socialistas y del partido de la época no pudieron influir trabajos donde Marx
expone el discurrir de su pensamiento y del modo de comprender completamente su
fondo filosófico más profundo como cosmovisión. La obra publicada por Marx
contiene este trasfondo de manera más esotérica que explícita. Literalmente,
está dedicada a problemas políticos del momento o a investigaciones científicas
especializadas. Qué duda cabe que textos como El 18 Brumario de Luis
Bonaparte o El Capital son productos de la aplicación genial de la
concepción materialista y dialéctica del mundo y de la historia, pero es como
si Marx exigiese de sus lectores y de sus interlocutores una capacidad y un
esfuerzo inductivo extraordinarios para acceder por sí mismos a la verdad que
él ya había reconocido. Como método para incentivar la elevación teórica de los
círculos intelectuales puede resultar fructífero, pero de cara a la propaganda
entre las masas del partido, cada vez más amplias, y a su asimilación por ellas
tiene, desde luego, sus inconvenientes. En cualquier caso, Marx y su
correligionario intelectual, Engels, se acostumbraron a proceder de modo que se
reservaban los resultados de sus investigaciones en tanto que formulación
teórica y se dedicaban a aplicar esos resultados en función de las
exigencias de la coyuntura política o de las necesidades prácticas del
movimiento obrero, algo inusual en una época en la que los filósofos estaban
acostumbrados a presentar ante el público sistemas acabados de pensamiento. En
los hechos, todo esto se traslada, desde el punto de vista de la actividad
pública marxiana, como despreocupación por la extensión de la nueva
concepción del mundo como ideología y en su difusión como propaganda política
aprehensible para la intelligentsia burguesa adherida al movimiento,
pero sólo traducida a las masas como agitación política. El famoso comentario
de Marx en su Prologo a la Contribución a la crítica de la economía
política (1859), referido al trabajo que sería publicado póstumamente, en
fecha tan tardía como 1932, con el título de La ideología alemana
(elaborado en 1845-1846), anticipa lo que será costumbre habitual de los padres
del socialismo científico y da cuenta de hasta qué punto influía en ellos el
entorno elitista y la cultura de círculo entre cuyos bastidores se movían como
exiliados políticos:
“El manuscrito -dos
gruesos volúmenes en octavo- llevaba ya la mar de tiempo en Westfalia, en el
sitio en que había de editarse, cuando nos enteramos de que nuevas
circunstancias imprevisibles impedían su publicación. En vista de esto,
entregamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, muy de buen
grado, pues nuestro objetivo principal: esclarecer nuestras propias ideas,
estaba ya conseguido”2.
Lo mismo ocurría con
la síntesis de la concepción materialista de la sociedad burguesa -y que daba
las claves in extenso para comprender todas las formaciones sociales
anteriores- que Marx elabora después de una década de estudios sobre el
capitalismo y que preparó como presentación de su Contribución, pero
que, finalmente, sustituyo por el Prólogo -donde esa concepción aparece
quizá expuesta con un exceso de simplificación- para evitar dar resultados
desde el principio al lector las conclusiones hacia las que deseaba conducirle
a lo largo del libro3. También podemos recordar los manuscritos
preparatorios de El Capital, conocidos como Grundisse
(1857-1858), sometidos a la “Crítica roedora de los ratones” hasta 1939-1941,
donde no sólo se puede apreciar la riqueza del pensamiento marxiano, sino donde
se recogen también textos fundamentales para una apreciación correcta y
completa del materialismo histórico, como son los que conforman el capítulo
dedicado a las Formaciones económicas precapitalistas (Formen), o bien
la carta a Bracke, donde Marx realiza la Crítica del Programa de Gotha
(1875), fundamental para una apreciación científica de la proyección futura del
desarrollo social a partir del capitalismo desde el punto de vista del objetivo
del comunismo, pero que no vio la luz hasta 1891 (la dirección del SPD no
consintió su publicación hasta esta fecha) y de modo incompleto.
En definitiva, independientemente
de la voluntad de los autores, la dualidad científico-literaria de su obra,
compartida entre el esoterismo de las conclusiones teóricas globales y el
exoterismo de su aplicación política y literaria, determinará y permitirá de
manera muy marcada el carácter mixto y heterogéneo de las fuentes ideológicas
que irán conformando el pensamiento de los principales líderes del socialismo
alemán y, por extensión, el origen de los principios fundamentales de línea
política de su partido, casi siempre insuficiente desde el punto de vista de
las exigencias de principio del marxismo, como atestigua la renuncia de Marx y
Engels a participar en la fundación del SPD, en el Congreso de Gotha de 1875.
En cualquier caso, esa
actitud semi-inconsciente de los dos teutones -principalmente del de Tréveris
es también producto de una época, en el sentido de que se explica como subproducto
de su actitud hacia el movimiento de masas. Después de observar la experiencias
revolucionarias de 1848 y 1871, Marx y Engels confían en la capacidad
espontánea de las masas para iniciar el movimiento revolucionario de
manera relativamente autónoma de la influencia de los círculos de intelectuales
revolucionarios. Esto les conducía a adoptar hacia ese movimiento una actitud semijacobina
de espera oportunista de su puesta en marcha con motivo de crisis políticas o
económicas. Y es cierto que, en buena medida, esas expectativas se
correspondían con la realidad social y política de continente en aquella época.
Sin embargo, en gran parte, ese fenómeno se debía a la conciencia espontánea
que todavía se dejaba influir por los sectores más radicales de la burguesía en
una Europa con etapas de inestabilidad política y con conquistas democráticas
pendientes de alcanzar (el sufragio universal, el constitucionalismo
parlamentario, la unidad nacional de varios países, por ejemplo). En
consecuencia, el marxismo de la época no sólo no resolvió sino que tampoco
abordó correctamente el problema de la relación de la vanguardia revolucionaria
de los círculos intelectuales con el movimiento obrero, algo a cargar entre los
débitos de una teoría que promulgaba -como rezaba en el Manifiesto inaugural-
que la obra de emancipación de los obreros debe ser realizada por los
obreros mismos. Los partidos de la
II Internacional arrastrarán esta deficiencia, que no será superada hasta que
Lenin elabore su teoría del partido de nuevo tipo proletario. Aunque, en
honor a la verdad, siempre quedarán en el partido bolchevique residuos de la
vieja interpretación sobre las posibilidades revolucionarias de los mecanismos
espontáneos del movimiento obrero, como demostraron las permanentes
expectativas abiertas en la dirección bolchevique acerca de la inminente
insurrección obrera triunfante en Europa occidental entre 1917 y 1923. La vieja
interpretación irá recuperando protagonismo en el pathos bolchevique en
la misma medida que la teoría leninista vaya desequilibrándose hacia los
aspectos organizativos y vaya recuperándose el primitivo espíritu del cerrado
círculo de vanguardia, y en la misma medida que la relación vanguardia-masas
definida por Lenin como fusión orgánica vaya siendo reducida a una unión
formal, hasta su definitivo respaldo legal otorgado por la Komintern.
Uno de los
ingredientes que contribuyo en gran medida a configurar el microcosmos
intelectual del partido socialista alemán fue el lassallismo. Ferdinand
Lassalle fue un impetuoso activista que inició su carrera en el fragor de las
luchas de 1848, época en la que conoció a Marx y a Engels y desde la que se
declaró su discípulo. Sin embargo, Lassalle nuca fue marxista. Se alimentó de
Hegel y nunca supo superar el idealismo de su filosofía. Pero, como activista
socialista se le debe conceder el mérito de haber sido el incitador de la
organización del movimiento obrero alemán como movimiento político
independiente, arrancándolo de la influencia de la burguesía liberal. Para conseguirlo,
empero, y con el fin de aislar a su enemigo confeso, el partido progresista, no
dudó en ofrecer una alianza al Estado prusiano, encabezado por el jefe de los junkers,
el ministro presidente Leopold von Bismarck. Objetivamente, Lassalle representa
los intereses de clase de un sector de la pequeña burguesía alemana, y la
hegemonía del lassallismo en el movimiento obrero, la expresión de la inmadurez
política del proletariado alemán. El programa político del partido de Lassalle,
la Asociación General de Obreros Alemanes (ADAV), fundada en 1863, se basaba en
la conquista del sufragio universal como medio para el acceso al poder del
Estado, contemplado como el instrumento esencial de la transición hacia una
sociedad socialista, en cuya base se encontrarían las masas de la clase obrera
organizadas en asociaciones productivas financiadas por el Estado.
Lassalle rechazaba la lucha de sindical de los obreros por considerar que los
apartaba del verdadero objetivo de alcanzar el poder político, y también el constitucionalismo
parlamentario de la burguesía liberal por considerarlo como la expresión de las
correlaciones de fuerzas sociales, cuan el fin del Estado no era otro que la
hegeliana implantación de la idea. Su sistema de gobierno era un poder
central autoritario, una dictadura educativa de reafirmación
plebiscitaria, guiada por la dictadura de la intuición del liderazgo y
no por la dictadura de la clase obrera como tal clase. Objetivamente, pues, el
lassallismo constituye la instrumentalización política de la clase obrera por
parte de la pequeña burguesía en un proyecto cesarista al estilo del imperio
francés de Luis Napoleón, montado sobre la base del apoyo de la pequeña
burguesía rural francesa. Su rechazo equidistante de la lucha económica del
proletariado y del constitucionalismo político, junto a su idea del socialismo
de Estado, permitió a Lassalle considerar al Estado vigente como el
epicentro de la transformación social y como su instrumento adecuado
conquistado por medio del sufragio directo. La tesis del reformismo
estatalista, central en el pensamiento político lassalleano, penetrará
profundamente en el socialismo alemán, y pervivirá en lo fundamental -a pesar
de la progresiva extinción de su influencia en favor del marxismo- a través de
las siguientes generaciones de dirigentes del partido alemán -incluyendo a
Kautsky y sobre todo a Bernstein-, hasta que adquirió carta de naturaleza, a
pesar de las críticas de Marx y Engels, hasta promulgar su influjo más allá, a
través de la Internacional, abarcando incluso al bolchevismo, que, en la
práctica, no terminó nunca de superar la necesidad o la tentación de
utilizar al Estado vigente como instrumento político.
La ley de excepción
contra los socialistas, impuesta en vano por Bismark entre 1878 y 1890 con el
fin de frenar el auge del movimiento obrero alemán, supuso la bancarrota del
lassallismo. Ante el partido se mostraba entonces a la luz la verdadera
naturaleza del Estado como instrumento de dominación de clase, quedando
desterrada la ilusión hegeliana del Estado como expresión moral del espíritu
del pueblo, tan cara a Lassalle. En estas circunstancias, se crearon las
condiciones para que, a partir de la segunda mitad de la década de los 80, el
marxismo se abriera paso en el partido en busca de su hegemonía política.
La corriente desde la
que Marx pudo influir en la conformación política del socialismo alemán fue la
de los eisenachianos, que en 1869 habían fundado el Partido Obrero
Socialdemócrata Alemán, sobre la base de organizaciones obreras entre las que
destacaban las sociedades educativas, dirigidas por A. Bebel, y las secciones
adheridas a la AIT, bajo el ascendiente directo de Marx, además de un sector de
oposición de la ADAV. En 1875, este partido se une al de Lassalle (que había
fallecido en 1864) para construir el SPD, y a principios de los 80 nos
encontramos ya con la primera generación de dirigentes obreros que encarnaban
esa mixtura ideológica en la que entraba a formar parte integrante el marxismo.
Los W. Lebknecht, Bracke, Schramm y Bebel representan un socialismo ecléctico y
vacilante que recogían aportes de
distintas filosofías, proclive a la influencia del oportunismo demagógico (como
la que ejerció Dühring en determinado periodo) y a ofrecer resistencia al
marxismo como único fundamento teórico de la política del partido. Excepciones
como la de J. Dierzgen, quien demostró el mayor esfuerzo por asimilar el
marxismo como concepción global del mundo, sirvieron de puente para la
siguiente generación, la de Bernstein y Kautsky -y también Bebel-, que
ultimaron la conquista de la hegemonía política del marxismo, hegemonía
ratificada formalmente en el Congreso de Erfurt de 1891.
El principal
representante del partido obrero alemán como partido declaradamente marxista
fue Kautsky, el principal continuador de la misión engelsiana de divulgar y
defender el marxismo una vez que hubo fallecido el correligionario de Marx.
Kautsky popularizo el marxismo entre las masas obreras del SPD y fue el
principal inspirador de la línea política de la II Internacional. Con él, el
marxismo traspasó las barreras de los círculos intelectuales y se hizo
patrimonio del conjunto de la clase. Pero esta obra de divulgación se cobró un
precio: el marxismo de Kautsky también adolecía de serias limitaciones.
Kautsky llegó al
marxismo desde la teoría de la evolución darwinista vulgarizada por Häckel, y
asumió el marxismo en los términos expuestos en el Anti-Dühring. De esta
manera, la comprensión kautskiana del marxismo estuvo siempre marcada por un
fuerte determinismo evolucionista que dificultó, en gran medida, la aceptación
conceptual de la noción dialéctica de salto cualitativo, marginando en su
pensamiento la idea de revolución, que fue aceptada más en los términos
limitados -demasiado generales y demasiado poco comprometidos- de cambio de
estructuras económicas, que en los de conquista violenta del poder. Para él, el
determinismo económico ordenado por el grado de desarrollo de las fuerzas
productivas constituía la tesis nuclear del marxismo. En este sentido, su visión
de la transformación social se vio sometida cada vez más a un gradual ismo
progresivo según el cual las condiciones del socialismo iban madurando, en
función del desarrollo de las fuerzas productivas, cada vez más en el seno del
capitalismo, hasta el punto de identificar el objetivo final, el socialismo,
con la simple transformación jurídica de la propiedad privada capitalista en
propiedad social después de la toma del poder por el proletariado. Esta
concepción le llevó, por una parte, a defender la táctica del agotamiento,
del desgaste político de la burguesía como principal estrategia para facilitar
el advenimiento de la clase obrera al poder, pronunciándose a favor de la
utilización de métodos legales como normativa de la huelga de masas sólo
excepcionalmente en situaciones revolucionarias (Kautsky no aceptaba otros
métodos de lucha); y, por otra parte, le
condujo al exceso de celo en su vigilancia ante cualquier intento de
conquista del poder prematuro. En este orden, Kautsky participa de la
idea de la revolución como maduración de las premisas económicas
necesarias para el socialismo, más que como maduración de premisas políticas.
Por eso, llega a afirmar que el partido obrero no debe aprender a organizar la
revolución, sino a utilizarla. Al socaire de esta interpretación, en la actitud
de Kautsky hacia el Estado termina predominando una intención reformista.
Aunque aceptaba la tesis del Estado como instrumento clasista, nunca asimiló
completamente la necesidad de su destrucción. Como identificaba democracia con
parlamentarismo y estaba convencido de que el Estado como órgano de
representación no era inseparable de su función de instrumento de opresión de
clase, llegó a la conclusión de que el Estado en manos de la mayoría proletaria
podría convertirse en órgano del pueblo, en órgano plenamente democrático, por
lo que se mostró partidario de la utilización del Estado moderno como
instrumento de transformación social, y cada vez más favorable a la idea de la
integración política del proletariado en el Estado existente. Aunque Kautsky se
enfrentó a la revisión del marxismo que inicio Bernstein, en la práctica dejó
abonado el terreno para su triunfo final. Con Kautsky se decía del SPD que era un
partido revolucionario que no hacia la revolución, expresión de un estado
de frustración política producto de una línea de actuación que “prescribía una
práctica política de carácter reformista y persistía al mismo tiempo en la fe
en una autodestrucción del orden social capitalista y su sustitución por uno
socialista”4. Hasta qué punto fue limitado en su asunción el
marxismo de Kautsky lo demuestra el hecho de que se le puede aplicar
perfectamente la crítica que Marx realizó en 1879 al sector derechista del SPD (aunque Kautsky fuera el reconocido
representante del centro):
“Lo primero que debe
hacer es realizar una propaganda enérgica entre la burguesía; en vez de hacer
hincapié en objetivos de largo alcance, que asustan a la burguesía y que de
todos modos no han de ser conseguidos por nuestra generación, mejor será que concentre
todas sus fuerzas y todas sus energías en la aplicación de reformas remendonas
pequeñoburguesas, que habrán de convertirse en nuevos refuerzos del viejo
régimen social, con lo que, tal vez, la catástrofe final se transformará en un proceso de descomposición que se lleve
a cabo lentamente, a pedazos y, en la medida de lo posible, pacíficamente.”5
Desde el punto de
vista sociológico, el kautskismo era la expresión de la capa más culta y
acomodada de la clase obrera alemana, que había terminado adaptándose a las
reglas del juego reformista que le reportaban ciertos beneficios a corto plazo,
y que había conseguido adecuar la política del partido socialdemócrata a este
juego. Pero el colapso del kautskismo llega con la Primera Guerra Mundial,
cuando se acaban las prebendas para la aristocracia obrera y cuando la teoría
de la integración de Kautsky, que había llegado a prever la colusión
pacifica internacional de los intereses imperialistas de las grandes potencias
(ultraimperialismo), se desploma. El proletariado bascula, entonces,
hacia el ala izquierda de la socialdemocracia internacional, y deja a ésta en
disposición de iniciar de manera práctica la obra de la transformación social.
Es en la Rusia zarista donde se reúnen las condiciones para la ruptura de la
cadena imperialista por la revolución proletaria, y el partido bolchevique,
encabezado por Lenin se dispuso a no dejar pasar la ocasión.
Los
límites del bolchevismo
El bolchevismo, como
corriente del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, estaba adherido a la II
Internacional, compartiendo muchos de sus postulados políticos y de sus
presupuestos ideológicos, y, por consiguientes y a través de ella, de los
preceptos y premisas que guiaban a la socialdemocracia alemana. Sin embargo,
como corriente independiente del marxismo internacional, el bolchevismo nace y
termina configurándose entre 1903 y 1905, precisamente, en la lucha contra
algunos de esos presupuestos ideológicos. En primer lugar, contra el
evolucionismo determinista, según el cual, como en Rusia estaba pendiente la
revolución burguesa y un desarrollo en profundidad del capitalismo, el
proletariado debía limitarse a su organización económica como clase (economismo)
o dar su apoyo político a la burguesía revolucionaria (menchevismo). Lenin se
rebela contra este fatalismo economicista y apuesta por un papel activo del
proletariado como clase dirigente en la revolución rusa, lo cual le apartó de
la ortodoxia de la Internacional, que apoyaba al menchevismo con su
receta de esperar a que el capitalismo permitiera la maduración de las
condiciones económicas para el socialismo. Lenin rompe con la teoría
determinista de las fuerzas productivas a través de su teoría del partido de
nuevo tipo proletario y de su programa revolucionario de dictadura democrática
del proletariado y el campesinado como objetivo inmediato de la revolución
rusa. Sin embargo, la ruptura en este terreno sólo fue parcial.
Desde que inicia su
carrera política, a principios de los 90, Lenin se limita a aplicar el marxismo
canónico de la socialdemocracia internacional a las condiciones de Rusia.
Aunque había profundizado mucho más en el marxismo que el socialismo alemán, no
pretendió el desarrollo del marxismo en su vertiente teórica. Sólo cuando aquel
canon interfería en una aplicación consecuentemente revolucionaria del marxismo
procedía a su rectificación y a su adecuación con un marxismo más genuino. Pero
se planteo, antes de 1917, una revisión a fondo de los postulados dogmaticos de
la socialdemocracia internacional. En general, Lenin es un activista político,
un propagandista y un organizador. Su obra teórica se ciñe a las necesidades de
la revolución rusa, a la lucha por la hegemonía del marxismo entre la
vanguardia revolucionaria y a la lucha por que la participación activa del proletariado
en la revolución burguesa acelere las condiciones para la revolución
socialista, mientras que, en el terreno internacional, se circunscribe en la
ofensiva contra el revisionismo bernsteiniano que encabezaba Kautsky. Sólo
cuando el agregado teórico convencional del marxismo europeo resultaba
insuficiente ante problemas nuevos, Lenin se aventuraba a profundizar en el
campo teórico del marxismo. En este contexto deben entenderse obras como Materialismo
y empiriocriticismo (para cuya elaboración, el propio autor consideraba
poseer insuficientes conocimientos filosóficos), de 1911, o El imperialismo,
fase superior del capitalismo, de 1916. Todo esto, sin embargo, no
significa que, en su conjunto, la obra de Lenin no haya contribuido con aportes
valiosos y con desarrollos imprescindibles al cuerpo teórico del marxismo, y
que, incluso, lo haya elevado en términos cualitativos.
Cuando Lenin se
plantea seriamente una reflexión crítica y a fondo de toda la tradición
ideológica de la II Internacional es en vísperas de la Revolución de Octubre.
Hasta ese momento, y a pesar de que la dirección del socialismo internacional
se había pronunciado siempre del lado del menchevismo en todas y cada una de
las polémicas suscitadas con los bolcheviques, Lenin nunca estimó oportuno ni
iniciar un enfrentamiento político abierto, ni realizar un deslindamiento
ideológico de conjunto con el marxismo oficial. Pero la guerra había
supuesto la bancarrota de la Internacional, y la inminente revolución rusa
exigía una puesta al día de los preceptos válidos de la teoría revolucionaria
que sirviesen de guía para conducir al proletariado en la nueva etapa de
transformación social que le abría sus puertas.
En el verano de 1917,
Lenin redacta El Estado y la Revolución, que es un balance general de la
experiencia histórica del proletariado internacional y una actualización del
marxismo como teoría revolucionaria, depurada de muchas de las inconsistencias
que se le habían añadido a lo largo de décadas de práctica reformista. El
Estado y la Revolución es un retorno al marxismo originario y una
revivificación de su espíritu revolucionario. Sin embargo, inevitablemente,
registra también las hullas de la escuela en la que se educaron todos los
dirigentes socialistas de las dos generaciones anteriores al estallido de la
Revolución de Octubre.
Después de
caracterizar al Estado como instrumento de opresión de clase y de establecer la
necesidad de su destrucción por el proletariado y su sustitución por un
Estado-comuna, Lenin aborda en su libro la cuestión de las “bases económicas de
la extinción del Estado”. Al final de este capítulo, cuando se dedica a
esclarecer las peculiaridades de la “fase superior de la sociedad comunista”,
Lenin recurre a una cita de la Crítica del Programa de Gotha de Marx:
“…En la fase superior
de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación
esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y, con ella, el
contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo
no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con
el desarrollo de los individuos en todos sus aspecto, crezcan también las
fuerzas productivas y fluyan con todo su caudal los manantiales de la riqueza
colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del
derecho burgués, y la sociedad podrá escribir en su bandera: ‘De cada cual,
según sus capacidades; a cada cual, según sus necesidades’”6.
En este texto, Marx
plantea el problema de la superación del último obstáculo para alcanzar el
comunismo, la sociedad sin clases y sin las bases que puedan reproducir las
condiciones para un retorno a la organización social en clases: la división del
trabajo. Marx dice que, en la sociedad comunista, “cuando haya desaparecido” la
división del trabajo, podrá hablarse de verdadera igualdad entre los
individuos, porque “con el desarrollo de los individuos en todos los aspectos”
-lo cual presupone que esos individuos no están ya encuadrados por la división
social del trabajo- “crezcan también las fuerzas productivas”. Es decir, Marx
establece la emancipación del individuo de las cadenas de la división del
trabajo como condición para el desarrollo pleno y sin cortapisas de las fuerzas
productivas, e identifica la “fase superior de la sociedad comunista”, el
comunismo propiamente dicho, con la sociedad que ya no tiene por base la
división social del trabajo, que es propia, entonces, de la “fase inferior”, el
socialismo. En definitiva, el comunismo presupone la superación de la
división social del trabajo. ¿Cómo interpreta Lenin, en cambio este
parágrafo?
“En consecuencia, deja
de existir una de las fuentes más importantes de la desigualdad social
contemporánea, una fuente que en modo alguno puede ser suprimida de golpe por
el solo hecho de que los medios de producción pasen a ser propiedad social, por
la sola expropiación de los capitalistas.
Esta expropiación dará
la posibilidad de desarrollar las fuerzas productivas en proporciones
gigantescas. Y al ver cómo retrasa el capitalismo ya hoy, de modo
increíble, este desarrollo y cuánto podríamos avanzar sobre la base de la
técnica moderna ya lograda, tenemos derecho a decir con la mayor certidumbre
que la expropiación de los capitalistas originará inevitablemente un desarrollo
gigantesco de las fuerzas productivas de la sociedad humana. Lo que no sabemos ni
podemos saber es la rapidez con que avanzará este desarrollo, la rapidez
con que llegará a romper con la división del trabajo, al suprimir el contraste
entre el trabajo intelectual y el manual, a convertir el trabajo en ‘la primera
necesidad vital’”7.
Lenin supera a Kautsky
en la medida que comprende que es insuficiente, para terminar con la
desigualdad social, “el solo hecho de que los medios de producción pasen a ser propiedad
social, por la sola expropiación de los capitalistas”. Kautsky se había
detenido aquí, en la socialización de los medios de producción por el
Estado en manos del proletariado. En estas condiciones, para él la igualdad
social era lo mismo que la garantía de derechos jurídicos. Pero Lenin, aunque
va más allá, aunque recoge el verdadero planteamiento marxista del problema
advirtiendo sobre lo inadecuado de identificar y de reducir las relaciones
sociales de producción a las relaciones jurídicas de propiedad, y aunque dirige
su atención hacia la cuestión de la división social del trabajo como fundamento
último de esas relaciones sociales, comete el error de establecer un hiato, una
ruptura, entre un problema, el de la abolición de la propiedad privada sobre
los medios de producción, y el otro, el de la superación de la división del trabajo. A pesar de las advertencias de
Engels sobre la íntima relación entre la división social del trabajo y la
organización clasista de la socieda8, Lenin da a entender en el
texto que la “expropiación de los capitalistas” y, en general, de la propiedad
privada de la medios de producción, significará la supresión de las clases, por
lo que deja entrever, también, que se trata -éste de la abolición de la
propiedad privada- de un problema político que debe resolver la lucha de
clases, y que, por otra parte, la división del trabajo es un asunto económico
que resolverá el desarrollo de las fuerzas productivas. En la práctica, esto
supone limitar la vigencia de las clases y de la lucha de clases, incluso de la
dictadura del proletariado, al periodo de expropiación y de socialización
de los medios de producción, mientras, por sí mismas, las fuerzas
productivas permitirán, en su evolución, superar la división social del
trabajo. Entonces, no se trata ya de destruir las bases de la sociedad de
clases, ni de continuar la lucha de clases, sino sólo de conseguir “la
igualdad”, algo que puede confiarse al crecimiento cuantitativo de la riqueza
social desde el desarrollo en “proporciones gigantescas” de las fuerzas
productivas. Lenin termina, de esta manera, recayendo en una problemática de
corte kautskiano, según la cual, de lo que se trata después de la desaparición
de la propiedad privada es de la igualdad entre las personas: en este
caso, de la igualdad en el disfrute del derecho; para Lenin, de la igualdad en
el disfrute de la riqueza. La ruptura del vínculo entre división del trabajo y
sociedad de clases reduce el objeto de la lucha de clase proletaria a la
abolición de la propiedad privada, dejando expedito el camino para un retorno
de la asimilación kautskiana entre relaciones sociales y relaciones jurídicas.
Por otra parte, la independización de la superación de la división del trabajo
de la lucha revolucionaria del proletariado, unida al nuevo factor determinante
que Lenin introduce, la “técnica moderna” como principal motor del desarrollo
económico una vez abolida la propiedad privada, crea la base teórica para una
interpretación tecnocrática del desenvolvimiento futuro de la sociedad de
transición, y, en consecuencia, para el retorno del determinismo economicista
de corte kautskiano en forma de teoría de las fuerzas productivas.
La separación de las
tareas de la revolución en dos etapas cualitativamente diferentes por su
contenido socioeconómico entre en contradicción con el espíritu que domina El
Estado y la Revolución. Frente al reformismo claudicante de la
socialdemocracia, Lenin se esfuerza en demostrar que, para alcanzar el
comunismo, no es suficiente la conquista del poder y la inmediata expropiación
del capital (lo que, unido a la falsa ilusión de las posibilidades legales del
parlamentarismo para acceder al poder, condujo a la táctica socialdemócrata por
la vía del reformismo). Por el contrario, las tareas revolucionarias no se
limitan a esto, sino que se extienden a lo largo de todo un periodo de
transición en el que se liquidarían todas las premisas socioeconómicas de la
sociedad de clases. Este periodo, además, estaría presidido por el proletariado
organizado en clase dominante, por la dictadura del proletariado. Lenin
denomina a todo este periodo, socialismo, entendido como “fase
inferior” de la sociedad comunista, y que, a diferencia de ésta, aún no se “ha
desarrollado sobre su propia base, sino de una que acaba de salir precisamente
de la sociedad capitalista”9. Pero como la sociedad capitalista no
está solo fundada sobre la propiedad privada de los medios de producción, sino
que en su naturaleza íntima y en toda su complejidad es una sociedad de clase,
es la forma de la sociedad organizada en clases que se presenta en un momento
históricamente determinado, precisamente el momento en que la clase oprimida
está en condiciones de suprimir ese modo de organización social en todo su
significado y en todos sus niveles, precisamente por eso, a la dictadura del
proletariado le incumbe terminar con todas las bases de este modo de sociedad,
desde la propiedad privada hasta la división social del trabajo. Y en
tanto que ejecuta este cometido, sólo podemos hablar de sociedad de transición,
o sea, según Lenin, de socialismo. Sin embargo, lo que está en espíritu
en El Estado y la Revolución, su propio autor parece contradecirlo
cuando establece una cesura tajante entre dos problemáticas de la
transformación social. Esto supone, de hecho, subdividir el periodo de
transición en dos subperiodos con contenidos socioeconómicos diferentes.
En el Estado y la Revolución, Lenin parece inclinarse por identificar el
segundo periodo -el de la superación de la división del trabajo desde el
desarrollo “gigantesco” de las fuerzas productivas como su atributo esencial-
ya con el comunismo, con la fase superior de la nueva sociedad. Con lo cual, la
fase inferior, el socialismo propiamente dicho, tendría por objeto la
liquidación de la propiedad privada de los medios de producción. Esto tendrá, a
la larga, hondas repercusiones en la
visión del partido bolchevique del proceso de transformación social y en
su línea política cuando se inicie en la práctica ese proceso, y permitirá la
creación de las condiciones teóricas para la formulación de una serie de tesis
políticas que generarán contradicciones que debilitarán ideológicamente al
proletariado.
Cuando, una vez en el
poder el partido proletario y una vez iniciada la obra de edificación de la
nueva sociedad, Lenin pasa a aplicar su visión del periodo de la transición al
análisis de la formación social soviética, se reproduce el dualismo que de
facto divide ese periodo. Pero en el análisis que realiza en mayo de 1918,
al comienzo del denominado comunismo de guerra, el líder bolchevique ha
rectificado en parte los términos de lo que en El Estado y la Revolución
era una subdivisión teórica del periodo de transición. En la práctica, o al
menos para el caso del País de los Soviets en 1918, la primera subetapa
ya no es el socialismo:
“Ajuicio mío, no ha
habido una sola persona que, al ocuparse de la economía de Rusia, haya negado
el carácter transitorio de esa economía. Ningún comunista ha negado tampoco, a
mí parecer, que la expresión República Socialista Soviética significa la
decisión del Poder soviético de llevar a cabo la transición al socialismo; mas
en modo alguno el reconocimiento de que el nuevo régimen económico es
socialista”10.
Para Lenin, las
específicas condiciones económicas de atraso secular de la Rusia soviética,
agudizadas por los desastres de la Gran Guerra, exigían que el eje de
separación de los dos subperiodos fuera retrotraído más hacia atrás, con el fin
de abarcar un periodo anterior no recogido entre las “premisas económicas” del
comunismo que se establecían en El Estado y la Revolución: el periodo de
transición al socialismo (es decir, el periodo de transición ya
no es sólo del capitalismo al comunismo11). La principal
tarea de este periodo era el desarrollo de las
permitieran la maduración de las condiciones del socialismo.
Lenin no sólo tomaba como referencia para esas premisas a la Europa
capitalista, sino que había absolutizado la caracterización del socialismo
realizada por Marx en la Crítica del Programa de Gotha como una etapa
donde perdura el problema de la división social del trabajo y sobrevive el
derecho burgués, pero donde ha sido abolida la propiedad privada. En la Rusia
de 1918, en cambio, ni hablarse podía de prescindir de este último factor, pues
resultaba inimaginable la restauración económica sin la participación de la
masa de campesinos propietarios -que constituían la masa de la población- y
otras formas de economía de corte mercantil e, incluso, capitalista. Como en la
mente de Lenin -arraigada en este problema en la tradición de la
socialdemocracia europea- el socialismo no comienza hasta la expropiación de
los medios de producción en manos de capital, la lógica de su esquema debía
producir, consecuentemente, una etapa de preparación de las condiciones para
esa expropiación.
Sin embargo, el
régimen político se define como dictadura del proletariado. Lenin
reproduce, aquí, el dualismo que también presenta entre economía y política en El
Estado y la Revolución. En esta obra, Lenin asignaba a la dictadura del
proletariado el papel político de abolir la propiedad privada y dar paso al
socialismo, mientras que, bajo estas condiciones nuevas, la economía, por su
parte y en su desenvolvimiento espontáneo, conduciría a la sociedad hasta el
comunismo. Ahora, en cambio, la dictadura del proletariado es el régimen de
preparación de las condiciones para que las fuerzas productivas, siempre
observadas en su plano autónomo, puedan cumplir con su misión independiente
después de la abolición de la propiedad privada. Ésta, entonces, ya no es
consecuencia de un acto político de violencia revolucionaria de la clase
obrera, como se imaginaba Lenin en su libro de 1917, sino de un proceso
que requiere -según la lógica leniniana- todo un periodo de transición al
socialismo. La teoría del periodo de transición al socialismo es
resultado de la parte de la concepción del mundo que todavía Lenin comparte con
el determinismo económico kautskiano. ¿Por qué, si la abolición de la propiedad
privada ya no es un solo acto, sino todo un proceso político, requiere una
caracterización diferente en un nuevo periodo?, ¿qué diferencia hay entre acto
y proceso en este caso? Desde el punto de vista político de la lucha de clases
del proletariado, ninguna. Sólo la hay si se considera a las fuerzas
productivas el factor principal del desarrollo social.
Toda esta adecuación
práctica de la teoría leniniana del periodo de transición es coherente consigo
misma y no ofrece más limitaciones que las ya detectadas en su formulación
teórica primigenia. Tampoco reportaría ningún peligro si se considera que, una
vez superada la etapa de transición preparatoria del socialismo,
continúa rigiendo la forma política de dictadura del proletariado, ya con el
socialismo en curso, tal como visualiza Lenin el proceso en El Estado y la
Revolución. Pero esto es, precisamente, lo que comienza a ser cuestionado
por la dirección del partido bolchevique y, en algunas de sus formulaciones,
también por Lenin. A partir del VII Congreso del partido (marzo de 1918), se
empieza a hacer habitual la identificación del régimen propio del periodo de
transición al socialismo con la dictadura del proletariado, en tales términos
que parece darse a entender que esta dictadura ya no será necesaria cuando sea
superado este periodo de transición12. Lenin nunca hace
explícito este extremo, pero hay que pensar que, efectivamente, formaba parte
del subconsciente político del bolchevismo, porque en poco tiempo, después de
la desaparición de Lenin, se convertirá en tesis oficial del partido.
La unión de estas dos
tesis, la unión de la teoría del periodo de transición al socialismo y
la teoría de que la dictadura del proletariado ya no es la forma política del
socialismo contiene, en potencia, peligrosas consecuencias prácticas para el
proletariado, en el sentido de que ese nuevo discurso teórico prepara las bases
para la liquidación de su lucha de clase revolucionaria durante el socialismo.
Y en el socialismo, aunque la visión que tiene el bolchevismo no lo contemple
así -al reproducir fielmente la tesis kautskiana de que la supresión de la
propiedad privada supone la supresión de las clases-, permanecen las clases o
las tendencias de éstas a recomponerse, porque se mantiene lo que “subyace” en
ellas, la división social del trabajo13. La desaparición de la
dictadura de la clase revolucionaria entre los elementos de la línea política
que persigue superar este etapa del desarrollo social, otorgando el papel
principal de esta transformación al desenvolvimiento según el dictado de
factores nuevo como la “técnica moderna”, supone arrebatar la dirección
de ese proceso al proletariado como clase revolucionaria, única garantía de que
la dirección del mismo continúe orientada hacia el comunismo. A cambio,
resurgirán los elementos sociales que se benefician de la reproducción de las condiciones
económicas que respalda la vieja división del trabajo, y estos elementos
usurparán la dirección del proceso social invirtiéndolo con el fin restaurar el
capitalismo. Esta posibilidad práctica se hace más real cuando consideramos que
en el esquema leniniano-bolchevique se detecta un nuevo dualismo: el que
separa, esta vez, la división del trabajo de las fuerzas productivas,
interpretando, además, a éstas últimas como un factor neutro sin
contenido social (de clase). De ahí que el bolchevismo se permita otorgar tanta
importancia a la técnica. Sin embargo, la división del trabajo es también una
fuerza productiva. No considerarlo así, significa reducir las fuerzas
productivas al simple desarrollo tecnológico. En la producción social, sin
embargo, las fuerzas productivas son todo un conjunto de factores inseparables
entre sí del que forman parte tanto la división técnica y la división social
del trabajo como los modos de organización de las clases sociales en tanto que
clases productoras. Entonces, el libre desarrollo de las fuerzas
productivas supone directamente la reproducción de las condiciones de
desarrollo de esas fuerzas productivas y, por lo tanto, la reproducción de la
división del trabajo en las condiciones dadas,
que son las condiciones heredadas del viejo modo de producción. Sólo con
la revolucionarización consciente de esas fuerzas productivas dispuestas
en función de la organización de la sociedad en clases pueden suprimirse
definitivamente las bases de la misma y conjurarse el peligro de restauración.
Pero la liquidación política de la dictadura del proletariado, como principal
instrumento de esa revolucionarización, deja a la clase obrera desarmada
ideológicamente ante la recuperación de la burguesía. En la práctica, el
proletariado carecerá de los elementos teóricos adecuados para detectar esta
recuperación. Finalmente, será desbancado del poder casi sin haberse cerciorado
de ello.
Aun con todo, estas
derivaciones se circunscriben en el ámbito de la teoría y -aunque ésta siempre
es exponente fiel de una determinada práctica- pueden ser rectificadas a
tiempo. Es la lucha de clases real y la correlación de fuerzas entre las clases
lo que determinará, en última instancia, si esos desarrollos teóricos dirigidos
en la línea de revisión del marxismo serán rectificados y anulados para
retornar a una línea de fortalecimiento ideológico del proletariado o, por el
contrario, si la práctica de la lucha de clases permitirá que continúen
profundizándose. En este sentido, jugó un papel crucial la interpretación que
el partido bolchevique realizó de las clases y de la correlación de fuerzas
entre ellas después de la conquista del poder y como resultado de las primeras
medidas adoptadas por el Estado soviético. Aquí, encierra la mayor importancia
el modo cómo se representa en la conciencia bolchevique el capitalismo de
Estado y qué posición ocupa dentro de la formación social soviética.
En el mismo trabajo de
1918 en que Lenin había aplicado su visión del periodo de transición a las
condiciones de la Rusia revolucionaria (Acerca del infantilismo
“izquierdista” y del espíritu pequeñoburgués), con los resultados ya
expuestos, el jefe bolchevique realiza la descripción de aquella formación
social:
“(…) qué elementos de
los distintos tipos de economía social existen en Rusia. Y ahí está todo el
meollo de la cuestión.
Enumeremos esos
elementos.
1) economía campesina patriarcal, es
decir, natural en grado considerable;
2) pequeña producción mercantil (en ella
se incluye la mayoría de los campesinos que venden cereales);
3) capitalismo privado;
4) capitalismo de Estado;
5) socialismo”14.
¿Cuál es el “tipo de
economía social” que predomina, cuáles son las relaciones de producción
dominantes?
“está claro que en un
país de pequeños agricultores predomina,
y no puede menos de predominar, el elemento pequeñoburgués; la mayoría, la
inmensa mayoría de los agricultores son pequeños productores de mercancías”15.
Lenin continúa
añadiendo que la correlación de fuerzas, en estas circunstancias y desde el
punto de vista del avance hacia el socialismo, se caracterizaba porque:
“No es el capitalismo
de Estado el que lucha contra el socialismo, sino la pequeña burguesía más el
capitalismo privado los que luchan juntos, de común acuerdo, tanto contra el
capitalismo de Estado como contra el socialismo”16.
La táctica que propone
Lenin es utilizar el capitalismo de Estado para favorecer la creación de las
condiciones del socialismo. Para Lenin, el capitalismo de Estado es “la
antesala del socialismo”17. Pero, ¿qué era para Lenin el capitalismo
de Estado, en 1918?
“El capitalismo de
Estado significaría un gigantesco paso adelante incluso si pagáramos más que
ahora (…), pues merece la pena pagar ‘por aprender’, pues eso es útil para los
obreros, pues vencer el desorden, el desbarajuste y el relajamiento tiene más
importancia que nada, pues continuar la anarquía de la pequeña propiedad es el
peligro mayor y más temible, que nos hundirá sin duda alguna (si no lo
vencemos), en tanto que pagar un tributo mayor al capitalismo de Estado, lejos
de hundirnos, nos llevará por el camino más seguro hacia el socialismo. La
clase obrera, después de aprender a proteger el orden estatal frente a la
anarquía de la pequeña propiedad, después de aprender a organizar la producción
a gran escala, a escala de todo el país, basándola en el capitalismo de Estado,
tendrá entonces a mano -perdón por la expresión- todos los triunfos, y el
afianzamiento del socialismo estará asegurado.
El capitalismo de
Estado es incomparablemente superior, desde el punto de vista económico, a
nuestra economía actual. Eso primero
Y segundo, no tiene
nada de temible para el Poder soviético, pues el Estado soviético es un Estado
en el que está asegurado el poder de los obreros y de los campesinos pobres”18.
El capitalismo de
Estado es la organización moderna de la producción social; es la forma
económica sobre la que se tiene que apoyar el proletariado con el fin de
capacitarse para tomar posesión de los medios de producción. Dejando aparte que
en su análisis Lenin reincide en su punto de vista tecnocrático-economicista19,
es importante señalar que este análisis conserva vivo todo el espíritu del
marxismo, porque es un ejemplo de análisis de clase de la sociedad y de la
búsqueda certera de la correlación de fuerzas sociales que facilite el camino
de la consecución de los objetivos revolucionarios del proletariado.
Desde este punto de
vista, lo que hay que resaltar es que Lenin habla de utilización del
capitalismo de Estado por parte del poder soviético. Por lo tanto, no
identifica la naturaleza de esta forma económica (capitalismo) con la del
Estado (socialismo). Para Lenin, el capitalismo de Estado toma cuerpo bajo los
modos de “monopolio de los cereales, control sobre los patronos y comerciantes,
los cooperativistas burgeses”20, pero, sobre todo, bajo la forma de
dirección de las empresas estatales por los antiguos capitalistas. Lenin
propone aplicar:
“(…) los métodos de
compromiso o de indemnización a los capitalistas cultos, que aceptan el
‘capitalismo de Estado’, que pueden aplicarlo y que son útiles al proletariado
como organizadores inteligentes y expertos de grandísimas empresas que
cubran de verdad el abastecimiento de productos a decenas de millones de
personas”21.
En esta época, el
partido bolchevique decidió aplicar el método de dirección unipersonal de las
empresas del Estado. En estos términos, las funciones principales de dirección
y organización de la producción estatal pasaban a manos de los directores y
técnicos burgueses. Lenin planteaba la necesidad de esta medida, pero también
era consciente de sus peligros, por eso proponía, igualmente, una contramedida,
apoyada en que “está asegurado el poder de los obreros y de los campesinos
pobres”, para garantizar el desenvolvimiento correcto de aquella decisión: “la
contabilidad y control por todo el pueblo de la producción y distribución de
los productos”22.
Es importante indicar
que, en su análisis de 1918, cuando Lenin se refiere a los “elementos
socialistas” de la formación social rusa, no habla de formas económicas, sino
de la posición política del proletariado23. De aquí se
desprende que Lenin es consciente de que la dirección política de todo
ese entramado socioeconómico que describe es también un factor económico,
y, también, que es el factor principal, porque es el que decide la tendencia
hacia donde debe dirigirse la solución de las contradicciones de clase en esa
formación social. El segundo elemento fundamental, es que Lenin -insistimos en
ello- no identifica propiedad estatal de los medios de producción con propiedad
socialista. Su análisis se mantiene dentro del marxismo precisamente porque
manifiesta explícitamente estos dos elementos. De esta manera, a pesar de las
derivaciones incorrectas a que había desembocado con su teoría de la fase de transición, en su pensamiento
permanecen todavía los elementos ideológicos que permitirían la rectificación a
tiempo en el caso de una progresión degenerativa aún mayor de aquella teoría.
Desde el pensamiento
leniniano de 1918, entonces, todavía cabía la interpretación marxista de la
sociedad de transición (llámesela como quiera: dentro del marco del análisis de
clase correcto de la sociedad rusa, el nombre carecería de importancia),
comprendida como conjunto complejo de relaciones sociales de producción en el
que conviven lo viejo y lo nuevo: todas las formas económicas heredadas -desde
la economía natural, hasta el capitalismo de Estado-, junto con la posibilidad
y la capacidad del proletariado, desde su posición económica de clase
dominante, de revolucionarlas en la dirección del comunismo, en la dirección de
destruir las premisas que las convierten en relaciones de reproducción de la
sociedad de clases, con el fin de transformarlas, como conjunto, en la base
económica de la sociedad sin clases, del comunismo. Lo que define a la sociedad
de transición no es la forma económica dominante (tesis que poco después
pasará a ser doctrina en el partido bolchevique), sino la naturaleza de clase
de la tendencia dominante, el sentido político de la dirección hacia la
que se encamina en su desarrollo, en su transformación, el conjunto de formas
socioeconómicas. Quién dirige es, entonces, la cuestión fundamental. Por
esta razón, el plano político de la lucha de clases sigue siendo el principal
durante todo el periodo de transición. Renunciar a la lucha de clase
proletaria, a la dictadura del proletariado, en alguno de los momentos de ese
tránsito, resultaría catastrófico. Si la burguesía tomase el poder, ese
mismo conjunto de relaciones sociales, que antes podíamos considerar como
socialismo porque era encauzado hacia su fase superior, el comunismo, será
reorientado en su desenvolvimiento hacia el capitalismo abierto y la
apropiación privada: ese conjunto de relaciones sociales transitaría
hacia la dominación burguesa, sería, de hecho, una sociedad capitalista, porque
quien dirige es la burguesía.
Sin embargo, la
influencia en el pensamiento de Lenin de la problemática economicista de las
fuerzas productivas terminará por neutralizar la aportación marxista que realiza en el análisis de la formación social
rusa. En 1921, bajo circunstancias políticas nuevas, Lenin retoma la cuestión
del carácter de la sociedad soviética. Recupera su análisis de 1918 y señala
que, tres años después, las cosas siguen igual: las formas económicas son las
mismas y su peso relativo también. Sin embargo, el partido ha rectificado su
política, ha implantado la Nep y pone en primer plano la alianza del
proletariado con el campesinado, en particular, con esa “pequeña producción
mercantil” que antes era considerada el principal enemigo. Pero, en este giro
táctico, queda oscurecido el papel del capitalismo de Estado. Aunque Lenin
mantiene la necesidad de continuar utilizándolo, su análisis sobre él queda
relegado a un segundo plano -en favor de las formas económicas de alianza con
el campesinado, principalmente el impuesto en especie- y la descripción
incisiva sobre su papel y naturaleza también. De hecho, cuando en su nuevo
repaso de la situación describe el capitalismo de Estado, prescinde del punto
de vista marxista, central en 1918, que definía al capitalismo de Estado como
una relación social que en la Rusia soviética se caracterizaba por el
vínculo establecido entre la propiedad estatal de los medios de producción en
manos de la dictadura del proletariado y la gestión y organización de esos
medios al modo capitalista, vínculo que tomaba cuerpo desde la “contabilidad y
control” de éstos por aquélla. En 1921, por el contrario, en el análisis
leniniano no domina el punto de vista de las relaciones sociales, sino el que
se remite a las formas económicas. Y lo peor es que, cuando se enumeran
las formas concretas que están relacionadas con el capitalismo de Estado, no se
incluye a la industria estatal. Lenin habla de cuatro formas de capitalismo de
Estado (cooperativas, concesiones, franquicias comerciales y arrendo de
empresas24), pero no dice nada sobre la dirección unipersonal
desde arriba, ni de la gestión y organización capitalista de las empresas
nacionalizadas.
A pesar de todo, Lenin
introduce un elemento que da pie a pensar que, a pesar de todo, aún se
mantiene, globalmente, en la línea marxista de análisis:
“No. Es necesario
revisar y reformar todas las leyes sobre la especulación, declarando punible
(…) todo hurto y toda elusión, directa o indirecta, abierta o
encubierta, del control, de la vigilancia y de la contabilidad estatal.
Precisamente con semejante modo de plantear el problema (…) conseguiremos que
el desarrollo de capitalismo, en cierta medida inevitable e indispensable para
nosotros, vaya por el cauce de capitalismo de Estado”25.
La idea de “control,
vigilancia y contabilidad estatal” de todas las formas de producción económica
permite pensar que Lenin todavía mantiene el criterio de un poder político de
carácter proletario que se vincula con todas las formas económicas a través de
métodos de dirección y control, y no desde la competencia entre formas
económicas anteriores y formas socialistas (que será el modo de
plantearlo por el partido posteriormente). Así, el deseo expreso de que todo
desarrollo del capitalismo -incluida la pequeña producción- “vaya por el cauce
del capitalismo de Estado”, permite intuir que, implícitamente, Lenin piensa
también en las formas capitalistas de propiedad estatal, que aún situaría bajo
el rubro de capitalismo de Estado.
Pero lo que para 1921
era sólo un residuo del primigenio análisis marxista, en enero de 1923
desaparece por completo:
“Siempre que escrito
algo de la nueva política económica he citado mi artículo de 1918 sobre el
capitalismo de Estado. Eso hizo dudar en más de una ocasión a algunos camaradas
jóvenes (…)
Creían que no se podía
calificar de capitalismo de Estado a un régimen en el que los medios de
producción pertenecen a la clase obrera y en el que ésta es dueña del poder
estatal (…)
Tampoco hay duda de
que, en nuestra actual realidad económica, (…) al lado de empresas capitalistas
privadas (…) hay empresas de tipo socialista consecuente (cuando tanto los
medios de producción como el suelo en que se halla enclavada la empresa y toda
ella en su conjunto pertenecen al Estado)”26.
Al final de su carrera
y sin tiempo para rectificar (caería enfermo poco después y en el curso de un
año fallecerá), Lenin terminará cediendo a las presiones del sector del partido
que querría zanjar la cuestión del capitalismo de Estado en los términos de la
identificación de la propiedad estatal de los medios de producción con la propiedad
socialista de los mismos. Pero esta concesión supone el regreso a la
perspectiva kautskiana según la cual las relaciones sociales de producción se
reducen a las relaciones jurídicas de propiedad. De este modo, se desbroza del
todo el terreno para la germinación y crecimiento, en el discurso ideológico
bolchevique, de la tesis de la existencia de formas económicas que, por sí
mismas, son socialistas. El socialismo ya no se concebirá como un conjunto
contradictorio y complejo de relaciones de producción de distinto signo, con
las que se vincula la lucha de clase del proletariado para transformarlo en la
dirección del comunismo; el socialismo pasará a ser el conjunto de relaciones
jurídicas que persigue la estatalización de la economía social27. El
camino para la hegemonía de los sectores sociales vinculados con la producción
estatal y con el aparato administrativo de dirección, gestión y control de la
gran industria soviética quedaba abierto. A través de la nueva fórmula teórica
podrían encubrir su promoción social y política como clase capitalista, y
disimular la usurpación burguesa del poder del Estado proletario.
En este mismo sentido,
es preciso introducir otro elemento relacionado con el carácter del Estado
soviético. En el mismo artículo dedicado a las cooperativas en el que Lenin
renuncia a resolver en clave marxista la cuestión del capitalismo de Estado,
reconoce que el aparato administrativo soviético “no sirve para nada en
absoluto” y, sobre todo, reconoce que fue tomado “íntegramente de la época
anterior”28, es decir, de la época zarista. Lenin había advertido al
partido sobre este particular en muchas ocasiones. La interpretación, más bien
implícita, sobre este hecho entre los dirigentes bolcheviques consistía en que
ésta era una más de esas circunstancias -ésta en el terreno político- que
permitían hablar de la necesidad de una fase de transición al socialismo,
pues, como disquisiciones teóricas, la
verdad es que, en la práctica, en su funcionamiento ordinario, el aparato del
Estado no estaba en posesión directa del proletariado. Y estamos
hablando del resorte fundamental del que dispone esta clase para dirigir el
proceso de transformación social revolucionaria.
La convergencia
fáctica de todas estas circunstancias de índole ideológico y político a la
altura de 1923, nos puede ayudar a comprender mejor y a explicar la deriva
teórica hacia la que cada vez más iba conduciéndose el partido bolchevique, en
función de la presión que sobre él ejercía, sin duda, un determinado sector
social instalado en ese aparato burocrático estatal. La suma del peso del
aparato administrativo y de las posiciones que estaba conquistando el aparato
de dirección económica del Estado, puede ofrecernos una imagen cercana de cuál
era el estado de la correlación de
fuerzas de clase o de las tendencias que comenzaban a emerger en su seno, en
Rusia, en vísperas de la muerte de Lenin. Sin embargo, esto sólo indica una
tendencia, la del incipiente ascenso del capitalismo en la Rusia contemporánea,
precisamente por el frente que no esperaba la dirección bolchevique (que estaba
alerta únicamente contra el peligro de restauración que pudiera provenir del
elemento kulak, es decir, del capitalismo privado), cegada por la tesis del
socialismo como estatalización de los medios de producción; no significa que
esa nueva clase hegemonizara ya aquella correlación de fuerzas. El partido
bolchevique estaba muy arraigado entre el proletariado soviético. Este hecho,
unido a su posición dirigente en el aparato político del Estado, permitió que
la hegemonía proletaria no fuera liquidada de inmediato. Sin embargo, las
respuestas halladas por el partido para conducir y superar las contradicciones
de clase, cada vez más se fundaban en premisas ideológicas insuficientes,
progresivamente alejadas del marxismo, que iban entrando a formar parte del corpus
teórico del bolchevismo, lo cual constituyó un factor determinante en
última instancia para que se creasen las condiciones de la caída de la
dirección proletaria en el país soviético.
Stalin
En enero de 1924,
fallece Lenin. Esta circunstancia coincidió con el fracaso de la última
insurrección obrera en Occidente (la revolución búlgara de 1923) y con la plena
toma de conciencia, por parte de la dirección del partido bolchevique, sobre la
situación de aislamiento y de cerco capitalista en que quedaba el poder
proletario en Rusia. En consecuencia, se abrió una etapa de incertidumbre
política y de debate sobre el futuro de la revolución, y sobre qué camino
tomar, una vez que se había derrumbado uno de los pilares estratégicos que
habían soportado la iniciativa bolchevique de conquistar el poder en 1917 desde
el punto de vista de su consolidación política. Un sector del partido, encabezado por Trotsky, Zinoviev
y Kamenev, se mostró vacilante ante la nueva situación, mostró su desconfianza
en las posibilidades de la Unión Soviética para mantenerse en el camino del socialismo
sin la ayuda de la revolución exterior y auguro la degeneración
contrarrevolucionaria del sistema político soviético. Frente a ellos, se situó
el sector, encabezado por Stalin y Bujarin, que planteaba la posibilidad real
de dar continuidad a la revolución socialista soviética sobre la base de sus
propios medios, a condición de que esos medios se organizasen adecuadamente en
virtud de un plan que partiera de la adecuada configuración política de las
fuerzas de clase, con el fin de que el proletariado mantuviese la hegemonía
política. La base de este plan era -tal como Lenin lo había formulado- la
alianza del proletariado y el campesinado, principalmente el campesinado medio,
y la transformación del conjunto de relaciones sociales sobre dos ejes: la industrialización
de la economía y la cooperación creciente de la masa de pequeños productores
independientes, como primer paso hacia formas colectivas de organización de la
agricultura. Este plan, formulado principalmente por Stalin, fue denominado teoría
del socialismo en un solo país.
La teoría del
socialismo en un solo país es la teoría de la continuidad de la revolución, es
el marco ideológico adecuado a las condiciones prácticas, reales, de desarrollo
de la Revolución Proletaria Mundial, que se habían presentado de improviso e
inesperadamente ante el partido bolchevique. Hasta ese momento, este partido se
guiaba por la visión que la II Internacional tenía del desarrollo de la
revolución, al que situaba, desde el primer momento, en un escenario internacional,
más allá del marco de organización
social y política del Estado-nación. Esta visión se basaba en los
preceptos establecidos por Marx y Engels sobre la cuestión, pero que era
reflejo de las condiciones que el capitalismo ofrecía en su etapa de desarrollo
premonopolista. La ortodoxia de la socialdemocracia europea nunca
cuestionó las premisas que habían conducido a aquellos preceptos, y no advirtió
que las nuevas condiciones del capitalismo maduro, las condiciones del
imperialismo, transformaban aquellas premisas y que, también, podían modificar
los mecanismos de desarrollo de la Revolución Proletaria Mundial. La teoría del
socialismo en un solo país es la respuesta que halló el marxismo para explicar
estas nuevas condiciones.
En otro sentido, la
tesis estaliniana del socialismo en un solo país es la expresión de la lucha
ideológica en el seno del bolchevismo por superar las contradicciones que, cada
vez más, imponían las tesis revisionistas, que iban ganando terreno en su
discurso teórico. Esta nueva teoría nace y se desarrolla, en primer lugar, como
contraposición a la teoría de la revolución permanente de Trotsky. Ésta,
era la forma extrema, en su versión izquierdista, de la tesis determinista de
las fuerzas productivas, piedra clave de la ideología de la socialdemocracia
europea. Según la tesis de Trotsky, el nivel de desarrollo económico en Rusia
hacia imposible cualquier pretensión de implantar el socialismo sin la ayuda de
la revolución proletaria internacional. En la práctica, negaba la idea del periodo
de transición al socialismo, que fue la forma que encontró el
bolchevismo para resolver la contradicción entre su vieja concepción
economicista del desarrollo social y las exigencias prácticas de la
instauración de la dictadura del proletariado. Aunque insuficiente desde el
punto de vista del marxismo, esa idea otorgaba un margen de maniobra a la
actividad consciente del proletariado,
en la medida que permitía que, desde su acción política, pudiesen ser transformadas
las formaciones sociales presentes para conducirlas hacia el socialismo.
Trotsky niega, incluso, esta posibilidad, y entronca aún más con el postulado
kautskiano de la necesaria madurez económica de las premisas del
socialismo.
Para formular su
teoría, Stalin se remonta a los elementos que, desde 1915, Lenin había ido
deduciendo como consecuencia de una interpretación coherente de su teoría sobre
el imperialismo. En primer lugar, la idea del desarrollo desigual del
capitalismo monopolista y de la ruptura de la cadena imperialista por su eslabón
más débil. Stalin sitúa que la Revolución Proletaria Mundial sólo puede
desenvolverse a través de rupturas sucesivas y no necesariamente continuadas de
esos eslabones débiles, rupturas que plantean la cuestión de la posibilidad y
de la necesidad de que el socialismo comience a construirse desde cada uno de
esos eslabones (países o regiones localizadas). Y a la pregunta de si esto es
posible, Stalin responde afirmativamente, a condición de que el proletariado
sepa organizar su sistema político vinculándose con el resto de las masas
populares. En el caso de Rusia, la posibilidad de construir el socialismo
dependía de que el proletariado supiese atraerse a las masas campesinas, al
mismo tiempo que neutralizaba las tendencias a la recuperación del capitalismo.
Esto no era óbice para continuar afirmando que estos procesos revolucionarios,
aparentemente aislados entre sí, formasen parte de un mismo movimiento
internacional, la Revolución Proletaria Mundial. De esta manera, el carácter
internacionalista del movimiento continuaba siendo considerado el aspecto
principal del proceso, a pesar de la forma nacional que éste adoptaba.
En sus primeras
formulaciones, la teoría del socialismo en un solo país mantenía el criterio
internacionalista consustancial a la naturaleza de clase del proletariado. En
una de sus muchas caracterizaciones del trotskismo, Stalin señala que:
“Una de dos o vemos en
nuestro país una base de la revolución proletaria y tenemos, como dice Lenin,
todo lo imprescindible para edificar la sociedad socialista completa, y
entonces podemos y debemos edificarla, con vistas a la victoria completa sobre
los elementos capitalistas de nuestra economía nacional; o no vemos en nuestro
país una base de la revolución, no tenemos lo imprescindible para edificar el
socialismo, no podemos edificar la sociedad socialista, y entonces, si se
retrasa la victoria del socialismo en otros países, debemos conformarnos con
que prevalezcan los elementos capitalistas de nuestra economía nacional, se
descomponga el Poder Soviético y degenere el Partido. (…)
Rasgo distintivo de
este peligro es la falta de fe en la revolución proletaria internacional; la
falta de fe en su victoria el escepticismo respecto al movimiento de liberación
nacional de las colonias y de los países dependientes; la incomprensión de que,
sin el apoyo del movimiento revolucionario de los otros países, nuestro país no
podría mantenerse contra el imperialismo mundial; la incomprensión de que la
victoria del socialismo en un solo país no puede ser definitiva, pues no puede
estar a salvo de la intervención mientras la revolución no haya vencido en
varios países, por lo menos; la incomprensión de ese requisito elemental del
internacionalismo, en virtud del cual la victoria del socialismo en un solo
país no es un fin en sí, sino un medio para desarrollar y apoyar la revolución
en los ortos países.
Esa es la vía del
nacionalismo y la degeneración, una vía que conduce a la liquidación completa
de la política internacionalista del proletariado, pues la gente atacada de esa
enfermedad no ve en nuestro país una parte del todo que se llama movimiento
revolucionario mundial, sino el principio y el fin de ese movimiento,
considerando que los intereses de todos los demás países deben ser sacrificados
a los intereses de nuestro país”29.
Entre 1923 y 1925,
Stalin ordena los elementos de su teoría en consonancia con el
internacionalismo proletario. Pero, para finales de 1925, cuando en el XIV
Congreso del partido son derrotadas las posiciones de la oposición, y el
partido hace suya oficialmente la tesis del socialismo en un solo país, de los
elementos contradictorios sobre los que se levanta esta teoría -el contenido de
la revolución proletaria como movimiento internacional y la forma de
desenvolverse a través de revoluciones nacionales-, Stalin ha pasado ya, de
poner el acento en el primero de ellos, a incidir cada vez más en el segundo.
Ya antes de dicho Congreso, había manifestado que:
“Los camaradas, al
hablar de las tareas de nuestro Partido en el terreno del movimiento revolucionario
internacional, se limitan habitualmente a las tres primeras tareas y se olvidad
de la cuarta, se olvidad de que la lucha en nuestro país, la lucha por la
victoria de los elementos socialistas sobre los elementos capitalistas en
nuestro país, nuestra lucha en la edificación, es también, por su significado,
una lucha internacional, pues nuestro país es la base de la revolución
internacional”30.
De ser una base
de apoyo de la Revolución Proletaria Mundial, la Unión Soviética, en la
perspectiva de Stalin, pasa a ser considerada la base de la revolución
internacional. Esta tendencia nacionalista se irá haciendo cada vez más
marcada, y, en el contexto internacional de acoso al que se veía sometido el
país, se irán añadiendo ingredientes que alejarán cada vez más el espíritu
internacionalista originario de la teoría de socialismo en un solo país:
“no tengo necesidad de
decir que, si atacan a nuestro país, nosotros no permaneceremos con los brazos
cruzados, que tomaremos todas las medidas para soltar al león revolucionario en
todos los países”31.
O bien:
“(…) al prohijar a
nuestro Estado y considerarlo como algo propio, se compromete [la parte
revolucionaria del proletariado de Europa] a defenderlo y a luchar por él en
caso necesario. (…).
No repararemos en
sacrificios, con tal de dar a la clase obrera del Occidente la posibilidad de
convencerse de que nuestro país es el único Estado obrero del mundo, por el
vale la pena que ellos luchen en el Occidente y al que vale la pena defender
contra su propio capitalismo”32.
La inclusión de
consideraciones defensistas en la teoría del socialismo en un solo país
irá conduciendo al partido bolchevique a contemplar la Revolución Proletaria
Mundial desde el estrecho punto de vista de los intereses de Estado del
país soviético, y cada vez más su desarrollo en función de las
circunstancias políticas internacionales de la URSS. La Revolución Proletaria
Mundial se considera cada vez menos como un movimiento independiente originado
por la lucha de clase internacional del proletariado, y cada vez más como un
proceso dependiente y subordinado a la conservación de la Unión Soviética como
Estado dentro del concierto internacional. En estos términos, la instrumentalización
de la clase obrera internacional para los fines de la política exterior
soviética, reduciéndola a mero apéndice de su diplomacia, es el último paso
lógico de la degeneración nacionalista
de la teoría del socialismo en un solo país.
“Cada obrero, cada
obrero organizado en los sindicatos, debe preocuparse de defender contra la
intervención a la primera República Soviética del mundo. Si en este asunto los
sindicatos de nuestro país son apoyados por los sindicatos ingleses, aunque
sean reformistas, ¿acaso no está claro que debemos aplaudirlo?”33.
La obsesión defensista
condicionó la política de alianzas de los partidos de la Komintern, por encima
de toda contemplación de las condiciones específicas en que debían aplicar su
trabajo de masas y, sobre todo, del necesario deslindamiento, ante ellas, entre
el campo de la revolución y de la contrarrevolución. Al parecer, la mera
existencia de la URSS resolvía esta cuestión por sí sola y de una vez por
todas. Para 1928, la preocupación por defender al Estado soviético se había
convertido en un deber:
“De esto se desprende,
por lo menos, que nuestra revolución es parte de la revolución mundial, base e
instrumento del movimiento revolucionario mundial.
Es indudable también
que no sólo la revolución en la URSS tiene y cumple sus deberes respecto a los
proletarios de todos los países, sino que también los proletarios de todos los
países tienen algunos deberes bastante serios respecto a la dictadura
proletaria en la URSS”34.
Como la Unión
Soviética no sólo era ya la base de la revolución internacional, sino
también su instrumento, la subversión de los elementos
internacionalistas de la teoría del socialismo en un solo país se completa
finalmente:
“no puede haber nada
más chabacano, porque hasta los mencheviques rematadamente chabacanos comienzan
a comprender que la revolución rusa no es un asunto privado de los rusos, que,
por el contrario, es la causa de la clase obrera del mundo entero, la causa de
la revolución proletaria mundial”35.
La Revolución
Proletaria Mundial ya no es la causa del proletariado, sino que la revolución
soviética -o, mejor dicho, el Estado soviético- pasa a ser la causa de la
Revolución Proletaria Mundial.
La degeneración
socialchovinista de la teoría marxista
del socialismo en un solo país no haya ni puede hallar sus causas en los
elementos conceptuales originarios de la propia teoría. Es, precisamente, la
influencia que sobre ella ejercen esos otros principios revisionistas que el
bolchevismo ha ido adaptando desde 1917, con el fin de superar las
contradicciones que la situación del poder proletario en Rusia había provocado
en su planteamiento de partida, lo que conducirá a la teoría de Stalin, de la
mano de su autor, por derroteros ajenos a los intereses del proletariado. La
presión ideológica de esos principios revisionistas obliga a Stalin a adecuar
su teoría en función de la coherencia interna de la línea política bolchevique,
cada vez más dependiente en su desarrollo de premisas y conceptos claramente
obsoletos. Stalin no fue capaz de superarlos, como había superado, en el
sentido marxista, las premisas y las consecuencias que se colegían de las
viejas tesis socialdemócratas sobre la Revolución Proletaria Mundial, Al
contrario, a la larga, Stalin fue amoldando su innovadora teoría a las
necesidades de las categorías no marxistas que articulaban paso a paso la línea
política bolchevique. El punto de inflexión se sitúa en la primavera de 1925,
por la época de la XIV Conferencia del partido.
En el Balance
de esta Conferencia, Stalin indica que la URSS está sometida a dos tipos de
contradicciones:
“Nuestro país nos
muestra dos tipos de contradicciones. Uno de ellos lo forman las
contradicciones interiores, entre el proletariado y el campesinado. El otro,
las contradicciones exteriores, entre nuestro país, como país del socialismo, y
todos los demás países, como países del capitalismo”36.
La exclusión
antidialéctica de estos dos “grupos de contradicciones” permitirá a Stalin
desarrollarlas unilateralmente por separado y, así, plantear tareas sin ninguna
vinculación entre los dos “grupos”, para llagar a conclusiones, cuando menos,
paradójicas. Según él, el tratamiento correcto de las contradicciones
“interiores”, sobre todo la salvaguarda de la alianza del proletariado con el
campesinado, permitirá edificar en la URSS “la sociedad socialista completa”;
mientras que si se logra conjurar el peligro de intervención extranjera,
rechazándose por este medio el peligro de restauración capitalista, en la URSS
se podrá contar con el “triunfo definitivo del socialismo”37.
Con el problema de la restauración,
Stalin rompe el vínculo entre la lucha de clases nacional e internacional del
proletariado. Diferir el problema de la restauración como una amenaza
exclusivamente de origen externo, termina de cerrar la posibilidad de detectar
las bases socioeconómicas de ese peligro que genera permanentemente la sociedad
de transición en su interior. Este planteamiento ponía a la teoría del
socialismo en un solo país en plena concordancia con todo ese grupo de tesis
recientemente incorporadas, según las cuales en el sistema soviético no
predominaba la forma económica del capitalismo de Estado, porque la propiedad
jurídica de los medios de producción en manos del Estado de dictadura del
proletariado los convertía en elementos socialistas; en consecuencia, no existían
contradicciones antagónicas en el régimen interno de esta forma económica que
pudieran favorecer el ascenso de la burguesía, ni que pudieran incubar el
peligro de la restauración. Tesis que, por su parte, Stalin compartía
plenamente. Cuando, a partir de principios de los años 30, con la
colectivización en masa, desaparezca el peligro kulak, la tesis del
peligro exterior como única posibilidad aceptada de restauración quedará
definitivamente asentada, y, por esta vía, abiertos los cauces para el libre
desarrollo de los elementos de la restauración capitalista desde el interior
de la sociedad soviética.
Por otro lado, aislar
el problema de las posibilidades del desarrollo social del país de la lucha de
clases internacional, permite a Stalin proyectar el desenvolvimiento de la
formación social soviética hasta extremos inauditos. Edificar la “sociedad
socialista completa” significaba, en la práctica, llevar hasta su punto
culminante las tesis de que la supresión de la propiedad privada significaba la
supresión de las clases; de que, entonces, desaparecería la lucha de clases y
la necesidad de la dictadura del proletariado -relegada, definitivamente, a
superestructura política sólo necesaria durante el periodo de transición al
socialismo-; de que, así las cosas, de lo que se trataba era de implementar
al máximo el desarrollo de las fuerzas productivas desde la técnica moderna
(de ahí la obsesión por la industrialización siguiendo el modelo occidental),
y, sobre la base de la gran industria socialista, ir liquidando el resto
de las formas económicas.
Al final, la teoría
del socialismo en un solo país se convierte en el receptáculo donde se recogen
y se llevan a su extremo último las formulaciones más revisionistas del
bolchevismo, organizándose, en un discurso internamente coherente que
difícilmente podía servir a los intereses del proletariado. Muy al contrario,
al calor de esta línea política la burguesía irá escalando posiciones hasta la completa
restauración del capitalismo. Una vez en el poder, los Kruschev, Breznev y
demás cabecillas de la nueva burguesía en el poder no tendrán que esforzarse
mucho para dar un sostén teórico a su sistema de dominación: únicamente tenían
que llevar un poco más allá las tesis articuladas por Stalin. La teoría de la emulación
pacífica entre socialismo y capitalismo es hija de la línea defensista e
instrumentalizadora de la lucha internacional de la clase obrera; la teoría del
partido de todo el pueblo y del Estado de todo el pueblo, de la
tesis de la supresión de las clases en el socialismo y de la innecesaria
dictadura del proletariado. Y todo ello, en suma, de una teoría errónea de
periodo de transición.
En este somero repaso
de la experiencia del proletariado revolucionario durante el Ciclo de Octubre,
nos hemos limitado a observarlo en el terreno teórico e ideológico de su
evolución. Naturalmente, para la exposición completa de esa experiencia y para
un análisis ilustrativo que sirva completamente a su comprensión y a la
asimilación de sus lecciones para preparar las bases del próximo ciclo, es
preciso abordar el resto de las esferas sociales, en su interrelación, así como
la experiencia de la revolución en todos los países donde tuvo lugar. Sin
embargo, la exposición que aquí hemos ofrecido es importante porque demuestra
que la cuestión del carácter de las premisas ideológicas de las que partió del
Ciclo de Octubre se sitúa en primer plano a la hora de tratar sobre las
circunstancias y factores que abocaron finalmente al fracaso del proletariado
en ese primer ciclo y a su clausura definitiva. Por supuesto que la explicación
teorética es unilateral y puede conducir a impresiones alejadas de la realidad
acerca del papel desempeñado por ciertos líderes en el desarrollo de los
acontecimientos. Probablemente, Stalin sea uno de los más perjudicados en este
sentido. Una investigación multilateral que incorpore los procesos políticos y
económicos de cada etapa de la lucha de clases explicará mejor y de una manera
más científica el porqué de determinadas posiciones políticas o formulaciones teóricas,
posiblemente no tan alejadas en la práctica de los intereses del proletariado.
Sin embargo, este repaso general de los problemas de contenido ideológico que
se suscitaron durante el Ciclo de Octubre sí nos da una orientación de partida
sobre el desarrollo de los acontecimientos. Y lo que es más importante, nos
ilumina en la importancia del factor ideológico en la revolución, y en la
necesidad de practicar la crítica sistemática y permanente, en coherencia con
el marxismo, del carácter y de las posibles servidumbres de las premisas
teóricas de las que partimos, heredadas o elaboradas, a la hora de hacer frente
a los quehaceres de la revolución. Si el presente trabajo ha servido para
extraer aunque sólo sea esta lección de la experiencia del pasado ciclo
revolucionario, habrá merecido la pena, incluso, equivocarse.
Colectivo
Fénix (2003)
1 Lo más cercano a estas prerrogativas y también lo más
novedoso, pues no en vano es hijo igualmente de las consecuencias que para el mundo supuso la
caída del Muro de Berlín, es el movimiento contra la globalización, que nació
en Seattle en 1999. Sin embargo, como movimiento transformador, nació muerto.
Efectivamente, pretende ser universal y radical, pero en realidad, aunque no
tiene ni reconoce fronteras (como tampoco su reconocido enemigo), está
conformado por un conglomerado de intereses parciales de todo tipo y su
programa no recoge la acción sobre nada que se halle en la raíz del actual
sistema económico internacional, sino que se pronuncia únicamente sobre las formas
de la globalización. No es ninguna casualidad que el movimiento
antiglobalización, como movimiento cosmopolita, sólo tome cuerpo en ocasiones
puntuales que no son en realidad más que actos aislados de representación
escenográfica del capital global, a cuya función insisten en asistir su enemigo
antiglobalizador.
2 Marx, K. y Engels, F.: Obras Escogidas.
Madrid, 1975; tomo I, pág. 374. La no publicación de una versión sistematizada
y global de su pensamiento no fue, como vemos, siempre deseo premeditado de
Marx. Sin embargo, a efectos prácticos, ocurrió que casi siempre se interponía
alguna circunstancia que impedía el conocimiento por el público de una versión
integradora del pensamiento del autor.
3 Se trata de la Introducción general a la crítica
de la economía política (conocida como Einleitung), escrita en 1857
y que no fue publicada hasta 1903 (por Kautsky, en una edición defectuosa e
incompleta que no fue corregida a partir del manuscrito original hasta 1939).
4 Fetscher, I. (dir.): El Socialismo. De la Lucha de
Clases al Estado Providencia. Barcelona, 1971; pág. 140.
5 Cf. VV.AA.: El movimiento obrero internacional.
Historia y teoría. Moscú, 1982. Tomo 2, pág. 245.
6 Lenin, V. I.: Obras Completas. Moscú, 1986.
Tomo 33, pág. 97 y 98.
7 Ibídem, pág. 98.
8 Aunque se limita a dejarlo planteado sin desarrollo,
en el Anti-Dühring, Engels deja establecido que: “Lo que subyace a la
división en clases es la ley de la división del trabajo” (Engels, F.:
Anti-Dühring. Barcelona, 1977; pág. 292). Años más tarde, dedicara una obra, El origen de
la familia, la propiedad privada y el Estado, a demostrar cómo,
efectivamente, la división del trabajo “subyace” a la división de la sociedad
en clases, y de su lectura se puede colegir -aunque tampoco aquí Engels se
presta a ir más allá del momento en que se ha producido la expropiación de los
medios de producción que no es posible desterrar definitivamente las clases sin
superar la división social del trabajo. En cualquier caso, el esoterismo domina
también en esta parte de la doctrina de Marx y Engels. Se requiere un último
esfuerzo de interpretación coherente con esa doctrina para deducir que la
supresión de las formas sociales de clase requiere la liquidación de su base
socioeconómica en la división social del trabajo, y que no es suficiente con
deshacerse de su expresión jurídica. Llenar correctamente este vacío
teórico depende de las premisas ideológicas que guíen nuestro pensamiento.
Claramente, las que condujeron a la solución kautskiana de la cuestión no estaban
de acuerdo con el marxismo.
9 Ibíd. , pág. 94.
10 Lenin: O. C., t. 36, pág. 304.
11 En El Estado y la Revolución,
cuando Lenin trata la cuestión de la “transición del capitalismo al comunismo”,
que denomina “socialismo”, se sitúa completamente en el plano político,
refiriéndose a la dictadura del proletariado como el régimen propio de toda esa
etapa, y analizando la cuestión central de la extinción del Estado. Sin
embargo, a continuación pasa a analizar el desarrollo de este periodo separadamente
en su aspecto económico, donde, a la primera dualidad entre política y
economía, añade una segunda al diferenciar entre el problema de la propiedad
privada y el de la división del trabajo. Este dualismo metodológico es el que
le obliga a establecer para Rusia todo un periodo donde predomina la
cuestión de la separación de la propiedad privada (transición al socialismo) y
otro donde la dictadura del proletariado se enfrentará al de la división del
trabajo (socialismo, o sea, transición al comunismo).
12 “(…) consolidar y seguir
desarrollando la República Federativa de los Soviets como una forma de
democracia inconmensurablemente más alta y progresista que el parlamentarismo
burgués y como único tipo de Estado que corresponde, vista la experiencia
de la Comuna de París de 1871 y la experiencia de las revoluciones rusas de
1905 y 1917-1918, al periodo de transición del capitalismo al socialismo, es
decir, al periodo de la dictadura del proletariado” (Lenin: O. C., t. 36,
pág. 75. La negrita es nuestra -N. del A.). Ver también, ibíd., pág. 310.
13 En El Estado y la Revolución,
Lenin deja firmemente asentada la tesis marxista de que el Estado “es producto
y manifestación de la inconciliabilidad de las contracciones de clase”,
así como que “la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de
clase son inconciliables” (Lenin: O. C., t. 33, pág.7). Entonces, si se
reconoce que durante el socialismo, durante el periodo de transición al
comunismo, pervive el Estado bajo la forma de dictadura del
proletariado, no se comprende cómo, una vez desaparecidas las clases
propietarias, no se buscan las bases de ese antagonismo inconciliable -que
sólo puede tener carácter de clase- del que la pervivencia del Estado es la
prueba más palpable, ni se comprende que no se compruebe que es en la división
del trabajo donde reside todavía esas bases materiales de la sociedad dividida
en clases antagónicas.
14 Lenin: O. C., t. 36, pág. 304 y 305.
15 Ibídem, pág. 305.
16 Ibíd.
17 Ibíd., pág. 311.
18 Ibíd., pág. 307 y 308.
19 “El socialismo es inconcebible sin
la gran técnica capitalista basada en la última palabra de la ciencia moderna”
(Ibíd., pág. 309). Lo cual no es cierto, o sólo relativo, si
consideramos que el socialismo es el periodo de transición al comunismo sans
phrase, independientemente del punto de partida socioeconómico de dicho
periodo. Si, en cambio, insistimos en que el socialismo es una formación sin
propiedad privada y sin clases, donde la división del trabajo se extingue
por el desarrollo de las fuerzas productivas, entonces sí, el factor
tecnológico despertara el interés principal.
20 Ibíd., pág 305.
21 Ibíd., págs. 314 y 315.
22 Ibíd., pág. 310.
23 “Los obreros tienen en sus manos el
poder del Estado, tienen la absoluta posibilidad jurídica de ‘tomar’ todo el
millar, es decir, de no entregar un solo kopek que no esté destinado a fines
socialistas. Esta posibilidad jurídica, que se asienta en el paso efectivo del
poder a los obreros, es un elemento de socialismo” (Ibíd., pág.
307. La negrita es nuestra -N, del A.).
24 Lenin: O. C., t.43, págs. 226-229.
25 Ibídem, págs. 238 y 239.
26 Lenin: O. C., t. 45, págs.389 y 390.
27 La simplificación jurídico-formal de
la problemática de las relaciones sociales referida a la cuestión del
capitalismo de Estado y la obstaculización, de hecho, de su solución en
términos marxistas, desterró para siempre la posibilidad de comprender el
carácter de los métodos de organización de la producción a nivel de fábrica y
sus implicaciones sociales. En la Unión Soviética, desde los años 20, imperaba
un sistema de trabajo en las empresas ordenado en tres ejes. La dirección desde
arriba, con responsabilidad unipersonal para el director. Aunque se intentó
implantar el sistema de conferencias de producción para otorgar algún
papel a la clase obrera en la toma de decisiones de carácter general, apenas se
obtuvieron resultados. En cualquier caso, en esas conferencias, el obrero
participaba en tanto que obrero, desde su posición preestablecida en el proceso
de producción, y desde criterios ya establecidos previamente. De hecho, ese
sistema sólo servía para reproducir las condiciones que le mantenían en
suposición como pieza del engranaje productivo, sin posibilidad de
actuar sobre él como sujeto revolucionario. Es natural que las conferencias
fueran un fracaso. En segundo lugar, los objetivos de las empresas se
orientaban por la cuenta de resultados y por la productividad, lo que permitió
la implantación de la jornada modelo del capital, el trabajo a destajo.
Finalmente, todo el entramado económico funcionaba sobre la base del sistema de
trabajo asalariado, que, como se sabe desde Marx, es exponente de la existencia
de la relación social capitalista. Esta relación implica que los productores no
son dueños de sus medios de producción. En la URSS, nunca se superó este
sistema de distribución, pero la dirección del partido no se interrogó
seriamente sobre el significado y las implicaciones de este hecho. El espejismo
de que todo se transformaba en socialismo solo con que fuera tocado por la
varita mágica de las leyes de Estado proletario, así lo hacía necesario.
Sobre la valoración de Stalin
La Unión Soviética, aquellos que
anteriormente elevaron a Stalin a una altura de cien mil metros, ahora lo han
rebajado de un solo golpe a noventa mil metros por debajo del suelo. En nuestro
país, también hay quienes bailan al compás de ellos. El Comité Central considera
que Stalin tiene un 30 por ciento de errores y un 70 por ciento de méritos y
que, en su conjunto, es un gran marxista. Con base en esta apreciación fue como
escribimos “Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado”.
Es más o menos apropiada esta apreciación, que se fundamenta en la proporción
de 3 a 7. Stalin cometió algunos errores con relación a China. De él
provinieron tanto el aventurismo de “izquierda” de Wang Ming en la última fase
de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria como en su oportunismo de derecha en
la fase inicial de la Guerra de Resistencia contra el Japón, En período de la
Guerra de Liberación, Stalin comenzó por prohibirnos hacer la revolución
afirmando que si estallaba una guerra civil, la nación china se encontraría
bajo la amenaza de la ruina. Iniciada la guerra creyó solo a medias en nuestra
fuerza. Al triunfo de la guerra, tuvo la sospecha de que la nuestra era una
victoria al estilo Tito y ejerció, en los años 1949 y 1950, una presión muy
grande sobre nosotros. No obstante, consideramos que él tuvo un 30 por ciento
de errores y un 70 por ciento de méritos. Esta apreciación es justa.
En materia de ciencias sociales, de
marxismo- leninismo, debemos continuar estudiando con ahínco lo que hay de
correcto en Stalin. Lo que debemos estudiar es aquello que pertenece al dominio
de las verdades universales, y este estudio debe combinarse con la realidad
china. Si introdujéramos cada frase, aunque fuera de Marx, nos meteríamos en un
lío tremendo. Nuestra teoría es la integración de la verdad universal del
marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china. En un
tiempo, algunas personas de nuestro Partido practicaron el dogmatismo, que ya
criticamos en ese entonces. Sin embargo, ahora sigue existiendo el dogmatismo.
Existe tanto en los círculos académicos como en los económicos.
(De: “Sobre diez grandes relaciones”,
25 de abril de 1956,
Obras escogidas de Mao Tse-tung, tomo
V, págs 330/1)
¿Cómo hay que evaluar los errores que
cometió la Unión Soviética, los de Stalin por ejemplo? Son de carácter parcial
y temporal. Aunque se dice que algunas cosas vienen desde hace ya veinte años,
son, de todos modos, temporales, parciales y enmendables. Ha sido acertada la
corriente principal de la Unión Soviética, su aspecto principal, la mayor parte
de las cosas que ha hecho. Rusia dio nacimiento al leninismo y, con la
Revolución de Octubre, se convirtió en el primer país socialista. Construyó el
socialismo, venció al fascismo y se transformó en un poderoso país industrial.
Tiene muchas cosas que podemos aprender. Por supuesto, lo que debemos aprender
son sus experiencias avanzadas y no las atrasadas. Nuestra consigna siempre ha
sido la de asimilar las experiencias avanzadas de la Unión Soviética; ¿quién te
manda a ti aprender las atrasadas? Algunos han llegado a tal orfandad de
discernimiento que hasta los pedos de los soviéticos les huelen a perfume, lo
que también es subjetivismo. ¡Si hasta los mismos soviéticos dicen que sus
pedos son hediondos! De ahí la necesidad de analizar las cosas. Hemos dicho que
las fallas y méritos de Stalin deben valorarse en la proporción de 3 a 7. El
aspecto principal de la Unión Soviética, gran parte de lo que ha hecho, es
bueno y útil, mientras que una parte es equivocada.
(De: “Fortalecer la unidad del
Partido, continuar sus tradiciones”,
30 de agosto de 1956. Obras escogidas
de Mao Tse-tung, tomo V, págs 344/5)
Respecto al XX Congreso del PCUS,
quisiera decir algo. A mi juicio, existen dos “espadas”: una es Lenin y la
otra, Stalin. Ahora, una de esas espadas, Stalin, ha sido abandonada por los
rusos. Gomulka y algunos húngaros han echado mano de ella para caer sobre la
Unión Soviética y combatir el llamado stalinismo. Los Partidos Comunistas de
muchos países europeos también están criticando a la Unión Soviética, y es
Togliatti quien va a la cabeza. Los imperialistas, a su vez, hacen uso de esta
espada para matar a la gente. Dulles, por ejemplo, la blandió durante algún
tiempo. Lo ocurrido con esta espada no es que haya sido dada en préstamo, sino
simplemente botada. Los chinos no la hemos abandonado, Como primer punto,
defendemos a Stalin y, como segundo, criticamos sus errores; es por eso que
hemos escrito el articulo “Sobre la experiencia histórica de la dictadura del
proletariado”. A diferencia de aquellas gentes que denigran y liquidad a Stalin, nosotros lo tratamos conforme a la
realidad.
En cuanto a la otra espada, Lenin,
¿no habrá sido abandonada en cierta medida por algunos dirigentes soviéticos?
Me parece que lo ha sido en medida considerable. ¿Tiene aun validez la
Revolución de Octubre? ¿Puede todavía servir
de ejemplo para los demás países? En su informe ante el XX Congreso del
PCUS, Jruschov afirmó que era posible conquistar el Poder por la vía
parlamentaria, lo que quiere decir que para los demás países ya no es necesario
aprender de la Revolución de Octubre. Abierta esta compuerta, el leninismo ha
sido prácticamente abandonado.
La doctrina leninista es un
desarrollo del marxismo. ¿En qué aspecto lo es? Primero, en cuanto a la
concepción del mundo, es decir, el materialismo y la dialéctica; segundo, en
cuanto a la teoría y la táctica de la revolución y, sobre todo, en lo que se
refiere a la lucha de clases, la dictadura del proletariado y el partido
proletario. Lenin creó, además, la doctrina de la construcción socialista.
Desde la Revolución de Octubre de 1917, hubo construcción en medio de la
revolución, y al respeto Lenin tuvo siete años de práctica, la cual no tuvo
Marx. Lo que nosotros estudiamos es precisamente estos principios fundamentales
del marxismo-leninismo.
Tanto durante la revolución
democrática como durante la revolución socialista, hemos movilizado a las masas
populares para la lucha clases y las hemos educados en el curso de la lucha. De
la Revolución de Octubre aprendimos a desarrollar la lucha de clases. Durante
esta revolución, lo mismo en las ciudades que en el campo, se movilizó
plenamente a las masas para librar la lucha de clases. Esto lo han olvidado
muchos de aquellos a quienes la Unión Soviética envía ahora como expertos a
diversos países y que solo tenían más o menos diez años de edad cuando se
produjo la Revolución de Octubre. Camaradas de algunos países afirman que la
línea de masas de China no es correcta, y de muy buena gana hacen suya la mentalidad
de benefactor. Si ellos quieren hacerla suya, no hay manera de impedírselo. En
todo caso, nosotros nos atendremos a los
cinco principios de coexistencia pacífica, que incluyen la no intervención de
uno en los asuntos internos del otro y la no agresión. No intentamos dirigir a
ningún país; ejercemos nuestra dirección en un solo lugar, la República Popular
China.
El problema fundamental de algunos
países de Europa Oriental consiste precisamente en que no se ha concluido bien
la lucha de clases: no se ha eliminado a esa cantidad de contrarrevolucionarios
allí existente, ni se ha entrenado en la lucha de clases al proletariado para
que distinga al pueblo de sus enemigos, lo correcto de lo erróneo y el
materialismo del idealismo. Ahora ellos han recogido los frutos de su propia
siembra, y el fuego se ha extendido a sus propias barbas.
¿Cuánto capital tienen ustedes? Nada
más que un Lenin y un Stalin. Pero han abandonado a Stalin y, en cuanto a
Lenin, lo han abandonado casi por completo. A Lenin le han amputado los pies o
le han quitado todo, menos la cabeza, o de sus dos manos le han cortado una.
Nosotros, en cambio, insistimos en estudiar el marxismo-leninismo y aprender de
la Revolución de Octubre. ¡Cuántas cosas no escribieron Marx y Lenin! De ellos
es de quienes hemos aprendido a sustentarnos en las masas y a seguir la línea
de masas. Es muy peligroso no sustentarse en las masas para librar la lucha de
clases, ni hacer una clara distinción entre el pueblo y el enemigo.
(De: “Discurso pronunciado en la II Sesión
Plenaria del VIII Comité Central del Partido Comunista de China”,
15 de noviembre de 1956. Obras
escogidas de Mao Tse-tung, tomo V, págs. 371/3)
El XX Congreso del PCUS lanzó su
violento ataque a Stalin; posteriormente, los imperialistas levantaron dos
grandes tormentas anticomunistas y, en el movimiento comunista internacional,
también se desplegaron dos grandes y tempestuosas polémicas. Algunos Partidos
europeos y americanos salieron seriamente afectados de dichas tempestades y
sufrieron pérdidas considerables, en tanto que el impacto y las pérdidas en los
Partidos de los países de Oriente fueron relativamente pequeños. Bastó que el
XX Congreso del PCUS hiciera lo que hizo para que algunos de los que se habían
presentado como fervientes partidarios de Stalin pasaran a combatirlo con igual
fervor. En mi opinión, ellos han dejado de lado el marxismo-leninismo, no
tienen un enfoque analítico de los problemas y, en fin, carecen de moral
revolucionaria. El marxismo-leninismo conlleva entre otras cosas, la moral
revolucionaria del proletariado. Ya que ustedes fueron antes tan ardientes
partidarios de Stalin, ¿no tendrían que haber explicado de alguna manera su
actual viraje? Pero, sin brindar la menor explicación, han dado de repente un
viraje de 180 grados, como si estas Sus Señorías nunca jamás hubieran sido
partidarios de Stalin, no obstante haberse adherido a él, en el pasado, de
manera muy fervorosa. El problema de Stalin atañe al movimiento comunista
internacional en su conjunto y a los Partidos Comunistas de todos los países.
La aplastante mayoría de los cuadros
de nuestro Partido están descontentos con el XX Congreso del PCUS y consideran
que ha ido demasiado lejos al atacar a Stalin. Este es un estado de ánimo
natural, una reacción natural. Sin embargo, unos cuantos vacilaron. Cada vez
que se avecina un tifón anunciando un aguacero, las hormigas salen de sus
galerías, pues poseen un “olfato” muy fino y entienden de meteorología. Al
desatarse el tifón del XX Congreso del PCUS, también en China salieron de sus
galerías algunas hormigas. Se trata de
los elementos vacilantes de dentro del Partido, que cambian de posición cada
vez que se les presenta determinada coyuntura. Al oír decir que habían acabado
con Stalin de un mazazo, se frotaron las manos y se pasaron al otro lado,
gritando vivas y afirmando que Jruschov tenía razón en todo y que estas Sus
Señorías venían sosteniendo lo mismo desde hacía mucho. Pero más tarde, al
recibir unos cuantos garrotazos del imperialismo y otros tantos dentro del
movimiento comunista internacional, hasta el propio Jruschov se vio obligado a
cambiar un poco de tono, y entonces ellos volvieron, en su tambaleo, a este
lado. Es que, impelidos por la tendencia general, no podían hacer otra cosa.
Hierbas que crecen sobre la tapia se mecen con el viento. En su vacilación,
volver acá no es su sincero deseo, y si lo es, en cambio, pasarse al lado de
allá.
(De: “Discursos en una Conferencia de Secretarios de
comités provinciales, municipales y de región autónoma del Partido”, enero de
1957, “I. Discurso del 18 de enero”. Obras escogidas de Mao Tse-tung, tomo V,
págs. 385/86)
A propósito de la dialéctica, Lenin
dice: “En una palabra, la dialéctica puede ser definida como la doctrina acerca
de la unidad de los contrarios. Esto aprehende el núcleo de la dialéctica, pero
exige explicaciones y desarrollo”1 Explicaciones y desarrollo: he
aquí nuestra tarea. Se exigen explicaciones, pero nuestras explicaciones han
sido insuficientes. Se exige, además, desarrollo y, con el rico caudal de
experiencias que hemos acumulado en la revolución debemos desarrollar esta
doctrina. Lenin dice también: “La unidad (coincidencia, identidad,
equivalencia) de los contrarios es condicional, temporal, transitoria,
relativa. La lucha de los contrarios, mutuamente excluyentes, es absoluta, como
es absoluto el desarrollo, el movimiento”2. Ha sido precisamente con
base en esta concepción como hemos formulado la política de “Que se abran cien
flores y que compitan cien escuelas”.
La verdad existe en comparación con
la falsedad y se desarrolla en lucha contra ella. Lo hermoso existe en
comparación con lo feo y se desarrolla en lucha con ello. Lo mismo sucede con
lo bueno y lo malo: las cosas buenas y los hombres honestos existen en comparación
con las cosas malas y los hombres perversos y se desarrollan en lucha con
ellos. En fin, las flores fragantes existen en comparación con las hierbas
venenosas y se desarrollan en lucha con ellas. Es peligrosa la política de
prohibir a la gente entrar en contacto con lo falso, lo feo y lo hostil, con lo
idealista y lo metafísico, con las cosas de Confucio, Lao Tse y Chiang
Kai-shek. Tal política conduciría a la gente a la involución ideológica y al
simplismo mental y la dejaría incapacitada para enfrentar al mundo y encarar
coros opuestos.
En filosofía, materialismo e
idealismo forman una unidad de contrarios, son dos cosas que luchan entre sí.
Además de esta pareja, hay otra -dialéctica y metafísica-, con la cual sucede
lo mismo. Siempre que se habla de filosofía, no pueden faltar estas dos
parejas. En la Unión Soviética, ahora ya no se enfocan las cosas en términos de
pareja, sino de solitario, y ello con el argumento de que solo se debe
franquear el paso a las flores fragantes, cerrándolo a las hierbas venenosas,
con lo que se niega la existencia del idealismo y de la metafísica en los países socialistas. En realidad, en
todos los países se puede advertir la presencia de idealismo, de metafísica, de
hierbas venenosas. En la Unión Soviética, muchas hierbas venenosas hacen su
aparición bajo el manto de flores fragantes y muchos planteamientos peregrinos
salen con el rótulo de materialismo o realismo socialista. Nosotros, en cambio,
reconocemos abiertamente la lucha entre materialismo e idealismo, dialéctica y
metafísica, flores fragantes y hierbas venenosas. Esta lucha continuará por
siempre, dando un paso adelante en cada etapa.
Quisiera dar un consejo a los
camaradas aquí presentes. Si ustedes poseen conocimientos de materialismo y
dialéctica, deben estudiar, a modo de complemento, algo de sus contrarios, el
idealismo y la metafísica. Es preciso leer materiales negativos como libros de
Kant y Hegel, de Confucio y de Chiang Kai-shek. Si no conocen nada acerca del
idealismo y la metafísica ni han entrado en lucha con tales cosas negativas,
sus conocimientos de materialismo y dialéctica carecerán de solidez. Un defecto
de algunos de nuestros militantes e intelectuales del Partido reside
precisamente en su escasísimo conocimiento de las cosas negativas. Se limitan a
repetir lo que han aprendido en unos cuantos libros de Marx, y eso suena
bastante monótono. Sus discursos y artículos carecen de fuerza convincente. Si
uno no ha estudiado las cosas negativas, no puede refutarlas. Marx, Engels y
Lenin procedieron de otra manera. Estudiaron e investigaron con ahínco las más
variadas cosas de su tiempo y de la historia y, además, enseñaron a la gente a
obrar así.
Las tres partes integrantes del
marxismo nacieron en el proceso de estudio de teorías burguesas -la filosofía
clásica alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo utópico
francés- y de la lucha contra ellas. Stalin fue un poco débil en este sentido.
En su tiempo, la filosofía clásica de Alemania fue considerada como una
reacción de la nobleza alemana contra la revolución francesa. Con semejante
conclusión se la descalificó a toda ella en bloque. Stalin negó la ciencia
militar alemana al afirmar que, como los alemanes habían sido derrotados, ya no
tenía validez su ciencia militar y no había para qué leer los trabajos de
Clausewitz3.
En Stalin hubo mucho de metafísica;
además, él enseño a mucha gente a ponerla en práctica. En el Compendio de
Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, planteó que al método
dialéctico marxista lo caracterizaban cuatro rasgos fundamentales. Presentó
como el primero de ellos la conexión de los objetivos y fenómenos y lo hizo
como si todos ellos estuvieran vinculados sin más ni más. Pero, ¿qué es lo que
se haya vinculado? Los dos términos contrarios. Toda cosa supone la existencia
de dos términos contrarios. Al explicar el cuarto rasgo -las contradicciones
internas implícitas en los objetivos y fenómenos-, se limitó a hablar de la
lucha de los contrarios sin mencionar su unidad. De acuerdo con la ley de la
unidad de los contrarios -la ley fundamental de la dialéctica-, los contrarios
están en lucha pero al mismo tiempo conforman una unidad; se excluyen
mutuamente pero también están vinculados entre sí y, en determinadas
condiciones, se transforman el uno en el otro.
La cuarta edición del Diccionario
filosófico abreviado, redactado en la Unión Soviética, refleja en su definición
de la “identidad” este punto de vista de Stalin. El diccionario dice:
“Fenómenos tales como la guerra y la paz, la burguesía y el proletariado, la
vida y la muerte, no pueden ser idénticos, porque son radicalmente contrarios y
se excluyen mutuamente”. Esto quiere decir que tales fenómenos radicalmente
contrarios, en vez de tener una identidad marxista, solo se excluyen entre sí,
no están mutuamente vinculados ni pueden, en determinadas condiciones,
transformarse el uno en el otro. Tal afirmación es por completo errónea.
Según la opinión de ellos, la guerra
es la guerra y la paz, la paz, sin que entre una y otra haya conexión alguna
sino simple exclusión mutua; la guerra no puede transformarse en paz, ni
viceversa. Lenin citó una vez las siguientes palabras de Clausewitz: “La guerra
es la continuación de la política por otros medios”4. La lucha
en los tiempos de paz es política, y lo
es también la guerra, aunque valiéndose de medios especiales. La guerra y la
paz se excluyen mutuamente y al mismo tiempo están interconectadas; además, en
determinadas condiciones, la una se transforma en la otra. Si la guerra no se
incubara en los tiempos de paz, ¿cómo podría estallar de repente? Y, si durante
la guerra no se incubara la paz, ¿cómo podría ésta llagar súbitamente?
Si la vida y la muerte no pudieran
transformarse la una en la otra, cabría preguntar: ¿de dónde salieron entonces
los organismos vivos? En un principio, en la Tierra solo existía materia
inerte; la materia viva apareció más tarde, gracias a las transformaciones
operadas en la materia inerte, es decir, en la materia muerta. En todos los
organismos vivos tiene lugar el metabolismo, tiene lugar el crecimiento, la
reproducción y la muerte. En el proceso total de la existencia, vida y muerte
incesantemente luchan entre sí y se transforman la una en la otra.
Si la burguesía y el proletariado no
pudieran transformarse el uno en el otro, ¿cómo se explicaría que el
proletariado se transforme, por medio de la revolución, en clase dominante y la
burguesía pase a ser clase dominada? Por ejemplo, nosotros y el Kuomintang de
Chiang Kai-shek estábamos en posiciones diametralmente opuestas. Como resultado
de la lucha y la exclusión mutua de los contrarios, nosotros y Kuomintang
cambiamos de posición: éste pasó de dominante a dominado y nosotros, de
ominados a dominantes. De los kuomintanistas, solo un décimo huyó a Taiwán,
mientras que nueve décimas se quedaron en la parte continental. A éstos los
estamos remodelando, lo cual supone una nueva unidad de contrarios en nuevas
condiciones. En cuanto a ese décimo que está en Taiwán, sigue formando con
nosotros una unidad de contrarios y también lo transformaremos a través de la
lucha.
A Stalin se le escapó la conexión
existente entre la lucha y la unidad de contrarios. La mentalidad de ciertas
personas en la Unión Soviética es metafísica; es tan rígida que, para ellas,
esto es esto y lo otro es lo otro, sin que reconozcan la unidad de los
contrarios. De ahí sus errores en lo político. Nosotros, por nuestra parte, nos
atenemos firmemente al concepto de la unidad de los contrarios y adoptamos la
política de “Que se abran cien flores y compitan cien escuelas”. Cuando se
abren flores fragantes, es inevitable que aparezcan hierbas venenosas. Esto no
tiene nada de temible y hasta es provechoso en determinadas condiciones. (…)
La razón fundamental de que uno tenga
miedo a los desórdenes y, al mismo tiempo, los trate de manera simplista, es
que ideológicamente no reconoce que la sociedad socialista constituye una
unidad de contrarios y que en ella existen contradicciones, clases y lucha de
clases.
Durante largo tiempo, Stalin se
mantuvo sin reconocer que en el sistema socialista subsisten la contradicción
entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas y la contradicción
entre la superestructura y la base económica. No fue sino hasta su obra
“Problemas económicos del socialismo en la URSS”, escrito un año antes de su
fallecimiento, en la que se refirió, pero a medias palabras, a la contradicción
entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas en el sistema
socialista, afirmando que podrían surgir problemas si la política no era
correcta o si faltaba una regulación apropiada. Sin embargo, ni siquiera
entonces planteó como problema que afectase a todo el conjunto la contradicción
entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas y la contradicción
entre la superestructura y la base económica en el sistema socialista, ni llegó
a comprender que éstas son contradicciones fundamentales que impulsan hacia
adelante la sociedad socialista. Él estimaba que el Estado bajo su dirección
era ya estable y sólido. Por lo que a nosotros respecta, no debemos considerar
que el nuestro sea ya estable y sólido, pues simultáneamente es y no es así.
Según la dialéctica, del mismo modo
que el hombre tiene que morir tarde o temprano, también el sistema socialista,
como fenómeno histórico que es, ha de desaparecer un día, ha de ser negado por
el sistema comunista. Si uno afirmase que nunca desaparecerá el sistema
socialista, ni las relaciones de producción y la superestructura socialista,
¿en dónde habría dejado el marxismo? ¿No equivaldría esto a un dogma religioso,
a la teología, que predica la eternidad de Dios?
Cómo tratar las contradicciones entre
nosotros y el enemigo y las existentes en el seno del pueblo en la sociedad
socialista es una ciencia, una ciencia que merece ser estudiada
concienzudamente. En la condiciones de nuestro país, la actual lucha de clases
es, parcialmente, manifestación de las contradicciones entre nosotros y el
enemigo, pero, en la mayoría de los casos, manifestación de las contradicciones
en el seno del pueblo. (…)
A mi modo de ver, todo el Partido
debe estudiar la dialéctica y promover la práctica de obrar conforme a ella.
Todo el Partido debe prestar suficiente atención al trabajo ideológico y
teórico, forjar un contingente teórico marxista y reforzar el estudio y la
propaganda de la teoría marxista. Hay que aplicar la teoría marxista de la
unidad de los contrarios para observar y abordar los nuevos problemas relativos
a las contradicciones de clase y a la lucha de clases en la sociedad
socialista, así como los nuevos problemas que surjan en las luchas en el ámbito
internacional.
(De: Ídem, “II. Discurso del 27 de
enero”. Obras escogidas de Mao Tse-tung, tomo V, págs. 399/402, 411, 418.)
Después de la muerte de Lenin, Stalin
heredó y defendió la causa del leninismo, por la que luchó contra enemigos de
clase nacionales y extranjeros, al igual que contra los oportunistas de
“derecha” e “izquierda” del Partido. Condujo al pueblo soviético en continuo
avance a lo largo del camino socialista obtuvo grandes victorias. Durante la
segunda Guerra Mundial, el pueblo soviético, bajo el mando de Stalin, se
convirtió en la fuerza principal en la derrota de la agresión fascista e hizo
magnificas contribuciones que pervivirán eternamente en la historia de la
humanidad.
Las clases y la lucha de clases siguieron
existiendo en la Unión Soviética mucho después de la Revolución de Octubre,
pese a haber sido derrotada la burguesía. Stalin eliminó a una buena banda de
representantes contrarrevolucionarios de la burguesía que se habían infiltrado
en el Partido -Trotsky, Zinoviev, Kamenev, Radek, Bukharin, Rykov y otros
semejantes. Esto demuestra que la lucha de clases aguda había proseguido todo
el tiempo y que siempre existe el peligro de restauración del capitalismo.
Siendo el primer estado regido por la
dictadura del proletariado, la Unión Soviética carecía de la experiencia
necesaria para consolidarla y evitar la reinstauración del capitalismo. En
estas condiciones y tras la muerte de Stalin, Jruschov, un capitalista
infiltrado en el poder, oculto en el Partido Comunista Soviético, lanzó un
ataque por sorpresa con su “informe secreto”, en el que se calumniaba
ferozmente a Stalin, y con toda clase de tramposas maniobras, usurpó el poder
del Partido y el gobierno en la Unión
Soviética. Fue éste un golpe de estado contrarrevolucionario que transformo la
dictadura del proletariado en dictadura de la burguesía, derribó el socialismo
y reinstalo el capitalismo.
(De: “¿Leninismo o
social-imperialismo?”, Diario del Pueblo, 22 de abril de 1970)
Mao Tse-tung
1
V. I. Lenin: Resumen del libro de Hegel “Ciencia de la lógica”.
2
V. I. Lenin: Entorno a la cuestión dialéctica.
3
Karl von Clausewitz (1780-1831), célebre tratadista militar burgués de
Alemania. Su obra principal es “De la guerra”. En cuanto al comentario de
Stalin sobre Clausewitz, se halla en su “Respuesta a una carta del camarada
Razin”.
4
V. I. Lenin: La guerra y la revolución.
Acerca de los Problemas Económicos
del Socialismo en la URSS de Stalin
(…) En cuanto a los problemas de la
industria pesada, de la industria liviana y de la agricultura, la Unión
Soviética ha prestado escasa atención a los dos últimos. Por esto ha tenido que
sufrir las consecuencias. Además, las relaciones entre el interés inmediato y
el interés a largo plazo del pueblo están, entre los soviéticos, mal
establecidas; esencialmente caminan con una sola pierna.
(…) En fin, Stalin no destaca más que
tecnología y cuadros técnicos. Sólo quiere la técnica y los cuadros. Ignora la
política y las masas. También aquí camina con una sola pierna. En el dominio de
la industria pone el acento sobre la industria pesada y descuida la industria
liviana. De nuevo camina con una sola pierna. En lo que concierne a la mutua
relación entre los diferentes sectores de la industria pesada, Stalin no indica
tampoco el aspecto esencial de la contradicción. Pone el acento en la industria
pesada, diciendo que el acero es su base y las maquinas su corazón. En cuanto a
nosotros, creemos que en el dominio de la agricultura la producción de cereales
constituye el principio director; y que en el dominio de la industria es la
producción de acero la que constituye el principio director. Considerando el
acero como el principio director, procuramos la materia prima a nuestra
industria, y la industria mecánica se desarrolla en consecuencia. En el primer
capítulo de su libro, Stalin plantea el problema y habla de las leyes
objetivas. Pero no da respuesta satisfactoria este problema.
El segundo capítulo trata del
problema de las mercancías y el tercero de la ley del valor. Yo estoy bastante
de acuerdo con muchos de los puntos de vista que allí se expresan. Stalin
divide la producción en dos grandes categorías y afirma que los medios de
producción no son mercancías. Esto merece ser estudiado. En China, en el sector
de la agricultura, buen número de medios de producción deben considerarse aún
como mercancías. En mi opinión, la última de las tres cartas de Stalin,
colocadas como anexo de su libro expresa un punto de vista casi totalmente
erróneo1. Se descubre allí una gran desconfianza respecto a los
campesinos, así como la voluntad de no aflojar el control sobre las máquinas
agrícolas. De un lado, Stalin dice que los medios de producción pertenecen al
Estado, mientras de otro afirma que éstos son muy caros para los campesinos. En
realidad se engaña a sí mismo. El Estado ejerce un control asfixiante sobre los
campesinos y Stalin no ha encontrado el buen método y el camino correcto que
lleven del capitalismo al socialismo y del socialismo al comunismo. Para él
esto es una cosa sumamente embarazosa.
La forma mercancía es un legado del
capitalismo. Provisionalmente debemos conservarla. El cambio de mercancías y la
ley del valor no desempeñan un papel regulador en nuestra producción. En China,
los que ejercen una función reguladora son la planificación, el Gran Salto
adelante planificado y el principio de primacía de la política. Stalin no habla
más que de relaciones de producción. No habla ni de la superestructura ni de
las relaciones entre ésta y la base económica. Entre nosotros, los cuadros
participan en el trabajo manual y los obreros participan en la gestión de las
empresas. Enviamos los cuadros a trabajar en el campo o en las fábricas a fin
de formarlos. Abolimos las viejas reglas y los viejos sistemas. Todo esto tiene
que ver con la superestructura, es decir, con la ideología. Stalin habla
únicamente de economía; no aborda la política. Aunque mencione el trabajo
voluntario, en realidad en su país nadie quiere sacrificarse trabajando una
hora más. No habla del papel del hombre ni del de los trabajadores. Hay que
saber que sin movimiento comunista es difícil llegar al comunismo. La expresión
“todos para uno, uno para todos” no es
apropiada porque allí sigue estando el uno. Algunos dicen que Marx empleó esta
expresión. Aún si fuese cierto, no estamos obligados hacerle propaganda. “Todos
para uno” significa que todo el mundo trabaja para mí. “Uno para todos”: ¿a
cuántas personas podría servirles yo?
El poder legal de la burguesía se
manifiesta en la enseñanza jurídica burguesa. Debemos destruir una parte de la
ideología de este poder. Debemos resueltamente desembarazarnos de la actitud
arrogante, de los tres malos estilos, de
los cinco aires indeseables2 y del desprecio hacia los simples
trabajadores. Pero no hay que suprimir de un solo golpe la circulación de
mercancías, la forma mercancía y la ley del valor, aunque también ellas
pertenezcan a la burguesía. La tesis que preconiza su destrucción inmediata es
errónea. En un momento en que hacemos propaganda para eliminar totalmente la
ideología del poder legal de la burguesía, esta cuestión debe retener nuestra
atención.
En una sociedad socialista, una
minoría que comprende a los hacendados, los campesinos ricos, los elementos
derechistas, etc., quiere promover y restaurar el capitalismo. Pero la muy
grande mayoría del pueblo quiere progresar hacia el comunismo. Así como no se
puede alcanzar el cielo de un solo salto, al comunismo hay que llegar etapa por
etapa. (…)
(…) Hay que eliminar, cotidianamente,
las leyes y los poderes de la burguesía: el sistema de calificación del
trabajo, la jerarquía, la actitud negativa respecto a las ventajas del sistema
de la distribución gratuita… En 1953 substituimos el sistema de remuneraciones
al sistema de la distribución gratuita. Esta medida era esencialmente correcta,
pero era un retroceso absolutamente necesario. Cometimos, sin embargo, una
falta al ceder sobre el problema de la jerarquía. De allí resultó que, durante
un cierto período, la gente se esforzase por ascender en la escala de la
jerarquía. Sólo después de una campaña de rectificación se logró que este
fenómeno perdiese su importancia. El sistema de la jerarquía refleja las
relaciones entre padres e hijos, entre gatos y ratones. Hay que destruirlo día
tras día. Enviar a los cuadros al campo a trabajar en las granjas
experimentales es uno de los métodos para transformar el sistema de la
jerarquía. Sin la transformación de este sistema no hay Gran Salto adelante.
Los elementos de la burguesía pueden
ser aceptados como miembros en las comunas populares urbanas. Pero guardan
entonces su estatuto de clase.
¿Socialismo o comunismo? ¿En qué
momento se puede decir que se ha concluido la construcción del socialismo?
Hemos formulado dos criterios:
1. El logro de la construcción del
socialismo se manifiesta por la aplicación general del sistema socialista de la
propiedad de todo el pueblo.
2. Cuando el sistema de la propiedad de
todo el pueblo haya reemplazado al sistema de la propiedad colectiva de las
comunas populares.
Algunos camaradas no están de acuerdo
con que se haga una distinción entre estos dos sistemas de propiedad. Pretenden
que lo que existe en las comunas populares no es más que el sistema de
propiedad de todo el pueblo. En realidad hay dos sistemas: uno es el sistema de
la propiedad de todo el pueblo como en la “Acería de Anshan”3; otro
es el sistema de la propiedad de la gran colectividad de las comunas populares.
Si se ignora esto, ¿para qué sirve pues, todavía, la edificación socialista?
Stalin trazó una línea de demarcación entre los dos sistemas y preconizó tres
condiciones para pasar al comunismo. Estas tres condiciones fundamentales no
son malas.
Las dos primeras se pueden resumir
como sigue: 1) aumento de la producción social; 2) paso del sistema de la
propiedad colectiva al sistema de la propiedad de todo el pueblo, substitución
por un sistema de cambio de productos
del sistema de cambio de mercancías, paso de la etapa del valor de
cambio a la etapa del valor de uso. En China, estas dos condiciones significan:
primero, aumentar enérgicamente la producción y desarrollar
simultáneamente la industria y la agricultura manteniendo siempre el principio
del crecimiento preferencial de la industria pesada; segundo, llevar el sistema
de la propiedad de las pequeñas colectividades hasta el nivel de la propiedad
del pueblo entero. Están equivocados aquellos de entre nosotros que no quieren
trazar la línea de demarcación y que pretenden que ya hemos entrado a la era
del sistema de la propiedad de todo el pueblo.
La tercera condición fijada por
Stalin concierne a la cultura preconiza
un desarrollo de la educación física y de la educación de todo el pueblo. Para
alcanzar este objetivo Stalin propone cuatro medidas: 1) la jornada de trabajo
de seis horas; 2) la institución de una educación politécnica; 3) el
mejoramiento de las condiciones del hábitat; 4) el aumento de los salarios y la
diminución de los precios.
Las tres condiciones de Stalin son excelentes. Pero
entre ellas falta una condición político-ideológica.
Las condiciones que acabamos de citar
se orientan esencialmente a aumentar la producción. Una abundancia muy grande
de productos facilita en efecto el paso del sistema de la propiedad colectiva
al sistema de la propiedad de todo el pueblo. Pero para aumentar la producción
hay que producir más, más rápidamente, mejor, y de una manera más económica. Y
si se quiere lograr este resultado hay que colocar la política en el puesto de
mando y esforzarse por alcanzar simultáneamente los cuatro objetivos: cantidad,
rapidez, calidad, economía. Hay que lanzar también movimientos de rectificación
con el fin de destruir la ideología del poder legal de la burguesía. Agregar
una forma de estructura como la comuna popular a un país como la China, es hacer
aún más fácil la realización de los cuatro objetivos: cantidad, rapidez,
calidad, economía.
¿Cuál es el significado del sistema
general de la propiedad de todo el pueblo? Este sistema significa: 1) que los
medios de producción de la sociedad pertenezcan a todo el pueblo; 2) que los
productos de la sociedad pertenezcan a todo el pueblo.
¿Cuál es la naturaleza de la comuna
popular? Esta es la unidad de base de la estructura social china que reúne a
obreros, campesinos, soldados, intelectuales y comerciantes. Actualmente
constituye la organización administrativa de base. En cuanto a la milicia, está
destinada a hacer frente al extranjero, especialmente al imperialismo. La
comuna popular es la mejor forma de organización para la realización de los dos
pasos: el paso del socialismo de hoy al sistema general de la propiedad de todo
el pueblo, y el paso del sistema general de la propiedad de todo el pueblo al
comunismo. Después de estos pasos, la comuna popular constituirá la estructura
de base de la sociedad comunista.
Mao Tsé- tung (1959)
1
Se trata de una carta de Stalin fechada el 28 de septiembre de1952 y dirigida
a dos economistas soviéticos, A.V.
Sanina y V. G. Venger. Estos habían planteado a Stalin una propuesta
preconizando la venta a los koljoses de los principales instrumentos de
producción agrupados en las estaciones de máquinas y de tractores. En su
respuesta, Stalin afirmaba que esta medida haría sufrir a los koljoses perdidas
enormes, los arruinaría, comprometería la mecanización de la agricultura,
retardaría la cadencia de la producción koljosiana.
2
En la terminología maoísta, los tres malos estilos son los estilos:
burocrático, subjetivo y dogmático. Los cinco aires indeseables son los aires:
arrogante, orgulloso, suficiente, perezoso y apático.
3
Anshan es la mayor central siderúrgica de china, situada en la provincia de
Liaoning, en el nordeste.
Anotaciones a los problemas
Económicos del Socialismo en la URSS
Del comienzo al fin de su libro,
Stalin no habla en ninguna parte de la superestructura. No toma al hombre en
consideración. El ve las cosas pero no al hombre. Tendría que decir si el
sistema de la distribución gratuita es o no benéfico para el desarrollo económico.
¿Es bueno o no tener producción mercantil? Todo el mundo debe estudiar esta
cuestión. Los puntos de vista expresados por Stalin en su última carta1
son casi completamente erróneos. Su error fundamental proviene del hecho de que
él no tenía confianza en el campesinado.
Se encuentran cosas justas en los
tres primeros capítulos de este libro. Pero hay otras cosas que no son claras.
No se ahonda en él, por ejemplo, en la consideración de la economía
planificada. El ritmo de desarrollo económico no es suficientemente rápido en
la Unión Soviética, aunque sea más rápido que el constatado en los países
capitalistas. Las relaciones entre la industria y la agricultura y entre la
industria pesada y la industria liviana no se tratan, en este libro, de manera clara.
Los soviéticos no han desarrollado
suficientemente las relaciones entre los intereses a largo plazo y los
intereses inmediatos. Aparentemente han tenido que sufrir las consecuencias de
ello. Caminan con una sola pierna mientras nosotros, por nuestra parte,
caminamos con ambas piernas. Para ellos la técnica decide sobre todo, los
cuadros deciden sobra todo. Ponen el acento sobre el aspecto
<<experto>> y no sobre el aspecto <<rojo>>, sobre los
cuadros y no sobre las masas. También aquí caminan con una sola pierna. En el
dominio de la industria pesada no han encontrado cuáles son las principales
contradicciones a resolver (…).
El primer capítulo de este libro
trata del conocimiento de las leyes. Pero no se indica allí cómo dominar esas
leyes. En este capítulo se trata de la producción mercantil y de la ley del
valor. Con buena cantidad de los puntos de vista expresados allí estamos de
acuerdo. Pero también hay problemas. No es cierto que la producción mercantil
pueda limitarse únicamente a la producción de los medios de existencia. En
cuanto a la tercera carta, colocada como anexo al libro, su posición
fundamental es la desconfianza respecto a los campesinos. El problema esencial
de esta carta es que Stalin no ha encontrado la vía que permita el paso del sistema
de la propiedad colectiva al sistema de la propiedad de todo el pueblo. En lo
que a nosotros concierne, hemos conservado la producción mercantil y el cambio
de mercancías. En lo que respecta a la ley del valor propugnamos la
planificación y la pree-minencia de la política. Los soviéticos no se interesan
más que en las relaciones de producción. Ignoran la superestructura, la
política y el papel del pueblo. Si no hay movimiento comunista es imposible
pasar al comunismo.
<<…Confunden visiblemente las
leyes de la ciencia que reflejan los procesos objetivos de la naturaleza o de
la sociedad, que se operan independientemente de la voluntad humana con las
leyes dictadas por los gobiernos, creadas por la voluntad de los hombres y que
sólo tienen una fuerza jurídica. Pero no está en absoluto permitido
confundirlas>>.
El punto de vista fundamental de este
pasaje es correcto. Pero tiene dos defectos:
1. No pone suficientemente en claro el
activismo subjetivo del Partido y de las masas;
2. No es suficientemente completo. No
indica que si las leyes dictadas por los gobiernos son justas, no es solamente
porque estén conforme con la voluntad de la clase obrera, sino también porque
reflejan fielmente las necesidades de las leyes económicas objetivas.
<<…Si se hace abstracción de los procesos astronómicos,
geológicos y algunos otros análogos, en los que los hombres, aún si conocen las
leyes de su desarrollo, son verdaderamente impotentes para actuar sobre
ellos…>>
Este razonamiento es falso. La capacidad de los hombres para
conocer y transformar la naturaleza no tiene límites. Stalin no enfoca el
problema bajo el ángulo del desarrollo futuro. Lo que ahora no se es capaz de
realizar puede lograrse en el futuro.
<<Hay que decir otro tanto de las leyes del desarrollo
económico, de las leyes de la economía política, trátese del período del
capitalismo o del período del socialismo. Allí también, como en las ciencias de
la naturaleza, las leyes del desarrollo económico son leyes objetivas que
reflejan los procesos del desarrollo económico que se operan independientemente
de la voluntad de los hombres>>
¿Cómo organizar una economía planificada? No se pone
suficientemente el acento sobre la industria liviana y sobre la agricultura.
<<Es por lo que Engels dice allí que: ‘las leyes de su
propia práctica social, que, hasta aquí, se levantaban frente a ellos como
leyes naturales, exteriores y dominantes, son leyes aplicadas por los hombres
con pleno conocimiento de causa y por lo tanto dominadas’>>.
La libertad es la ley objetiva de la necesidad comprendida.
Es independiente y se opone al hombre. Una vez comprendida puede ser dominada
(…).
<< Se dice que la necesidad de un desarrollo armonioso
(proporcionado) de nuestra economía nacional permite al poder de los Soviets
abolir las leyes económicas existentes y crear unas nuevas. Esto es
absolutamente falso. No hay que confundir nuestros planes anuales y nuestros
planes quinquenales con la ley económica objetiva del desarrollo armonioso
proporcionado de la economía nacional>>.
Este párrafo es el centro del problema.
<<Es decir, que la ley del desarrollo armonioso de la
economía nacional ofrece a nuestro organismos de planificación la posibilidad
de planificar correctamente la producción social. Pero no se debe confundir
posibilidad y realidad. Son dos cosas diferentes. Para transformar este
posibilidad en realidad, hay que aprender a aplicarla con pleno conocimiento de
causa hay que preparar planes que reflejen plenamente las exigencias de esta
ley. No se podría decir que nuestros planes anuales y nuestros planes
quinquenales reflejen plenamente las exigencias de esta ley económica>>.
No confundir la ley objetiva de la economía planificada y
proporcionada y los planes económicos, he ahí el fondo del problema de este
capítulo. En el pasado, también nosotros hemos elaborado planes que a menudo
provocaban tempestades. Ora hacíamos demasiado ora bien no hacíamos lo
suficiente. Avanzábamos a ciegas sin saber qué era necesario hacer… (…).
(…) El éxito dependerá de la práctica objetiva. Durante ocho años
hemos tratado de desarrollar la industria, pero no sabíamos que era necesario
considerar el acero como el principio director. Ahora bien, el acero constituye
el aspecto principal de la contradicción en el dominio industrial. Se trata
allí también de monismo. En el desarrollo de las empresas grandes, medianas y
pequeñas, lo que debe considerarse como el principio director es el desarrollo
de las grandes empresas. Entre el poder central y las regiones, es al poder
central al que hay que tomar como el principio director. Toda contradicción
posee dos aspectos de los cuales uno es el principal. Los resultados que hemos
obtenido durante ocho años son evidentemente esenciales. Pero han sido
obtenidos por tanteo. No podemos pretender que hemos planificado de un modo
absolutamente correcto nuestra producción y que hemos reflejado perfectamente
las leyes objetivas. La planificación debe ser preocupación en todo el Partido,
en todos los niveles de organización, de todo el mundo y no sólo de la Comisión
del Plan o en la Comisión Económica. Teóricamente lo que dijo Stalin en este
párrafo es correcto. Pero no estudió el problema minuciosamente ni desarrollo
sus ideas con claridad. En la Unión Soviética no hay desarrollo simultáneo de
las grandes, de las medianas y de las pequeñas empresas, como tampoco hay
desarrollo simultáneo de las regiones y del poder central, ni de la industria y
de la agricultura. En todos estos campos los soviéticos no caminan con las dos
piernas. Sus reglamentos y sus sistemas son coactivos para el hombre. Nosotros
tampoco hemos estudiado suficientemente las leyes objetivas para dominarlas, y
nuestros planes no reflejan pues, tampoco perfectamente esas leyes.
<<Analicemos la formula de Engels. No se la puede
considerar como perfectamente clara y precisa, ya que no indica si se trata de
la toma de posesión, por la sociedad, de todos los medios de producción o de
una parte solamente, es decir si todos los medios de producción han sido
entregados a la posesión del pueblo o sólo una parte. Así pues, esta fórmula de
Engels puede comprenderse de dos maneras>>.
El análisis contenido en este párrafo es exacto. El problema
es dividir los medios de producción en dos categorías. La afirmación según la
cual los medios de producción no son mercancías merece estudiarse.
Comentario
del presidente Mao sobre el conjunto del segundo capítulo titulado
“De la
producción mercantil en el régimen socialista”
El segundo capítulo del libro no hace una exposición completa
acerca de las condiciones de la existencia de las mercancías. La existencia de
dos sistemas de propiedad constituye la principal premisa de la producción
mercantil. Pero al fin de cuentas esta última tiene también lazos con las
fuerzas productivas. Es por esto por lo que, incluso cuando en ciertas
regiones, el sistema socialista de la propiedad de todo el pueblo haya sido
íntegramente realizado, los cambios se harán aún por medio de las mercancías.
<<En consecuencia, Engels tiene en mente los países en
los que el capitalismo y la concentración de la producción están
suficientemente desarrollados, no sólo en la industria, sino también en la
agricultura, para hacer posible la expropiación de todos los medios de
producción del país, y convertirlos en propiedad de todo el pueblo. Engels
estima, pues, que en estos países, convendría, paralelamente a la
socialización de todos los medios de producción, eliminar la producción
mercantil. Es claro que esto es correcto>>.
El análisis de Stalin
de la formula de Engels es justo. Entre nosotros, actualmente, algunas
personas tienen la tentación de eliminar completamente la producción mercantil.
Se atormentan porque, para ellas, la producción mercantil es el capitalismo.
Pero, para asegurar nuestra alianza con centenares de millones de campesinos,
aún son necesarios un gran desarrollo de la producción mercantil y un
incremento de la masa monetaria. Se trata aquí de un problema ideológico que
interesa a centenares de miles de cuadros y un problema que concierne a nuestra
unión con 500 millones de campesinos. Actualmente no tenemos a nuestra
disposición sino una parte de los medios de producción. Pero hay ya gentes que
quieren proclamar sin tardanza la aplicación del sistema de propiedad de todo
el pueblo con el fin de expropiar a los pequeños productores sin siquiera
precisar si la propiedad pertenecerá a la comuna popular o al distrito. La
eliminación de las mercancías y de la producción mercantil y la aplicación del
sistema de la propiedad de todo el pueblo no conducirán en condiciones
semejantes más que a la expropiación de los campesinos.
A finales de 1955, la cantidad total de cereales que el
Estado se procuró por impuestos y por compras no alcanzó los 90 mil millones de
chin. En esta época, la situación era muy tensa. Todo el mundo hablaba
de abastecimiento y en todas las familias las conversaciones giraban alrededor
de la compra de los cereales por el Estado. Y se trataba entonces de compra y
no de tributación en especies. Fue sólo cuando el Estado decidió no procurarse
más de 83 mil millones de chin, cuando se calmó la situación. Pero no se
sabe por qué ahora ciertas personas han olvidado de pronto esta experiencia.
<<Hago abstracción aquí de la importancia que tiene
para Inglaterra el comercio exterior con su enrome participación en la economía
británica. Pienso que es sólo después de haber estudiado la cuestión cuando se
podrá decidir definitivamente acerca de la suerte de la producción mercantil en
Gran Bretaña con posterioridad a la toma del poder por el proletariado y la
nacionalización de todos los medios de producción>>.
Aquí la suerte es la elección entre la eliminación o la no
eliminación de la producción mercantil.
<<Pero la cuestión se plantea: ¿Qué deben hacer el
proletariado y su partido si en tal o cual país, y en particular en el nuestro,
las condiciones son favorables para la toma del poder por el proletariado y la
destrucción del capitalismo (…) …lanzaría por largo tiempo el campesinado al
campo de los enemigos del proletariado>>.
En resumen la ley de la producción mercantil no ha sido
comprendida. El marxismo-leninismo está presente por doquier en los libros de
los economistas chinos. Pero en la práctica económica, se adopta un marxismo-
leninismo rebajado. De allí una gran confusión en las ideas. Si cometemos
errores, arriesgamos a arrojar el campesinado al campo de los enemigos.
<<La respuesta de Lenin se refiere brevemente a esto:
a) No dejar escapar las condiciones
favorables a la toma del poder: el proletariado debe tomar el poder sin esperar
el momento en que el capitalismo haya llegado a arruinar los millones de
pequeños y medianos productores individuales>>;
El análisis contenido en este párrafo es correcto. China ha
hecho progresos en estos dominios. Los cinco puntos elaborados por Lenin son
justos.
<<b) Expropiar los medios de producción en la industria
y entregarlos a todo el pueblo>>;
En China, la política adoptada consiste en indemnizar la
burguesía nacional.
<<c) En lo que concierne a los pequeños y medianos
productores individuales, agruparlos progresivamente en cooperativas de
producción, es decir, en las grandes empresas agrícolas, los koljoses>>;
Las comunas populares chinas se desarrollan a una escala aún
mayor.
<<d) Desarrollar por todos los medios la industria y
dar a los koljoses una base técnica moderna, la de la gran producción; por
consiguiente, no expropiarlos sino, por el contrario, suministrarles
abundantemente tractores y otras máquinas de primer orden>>;
Esto estamos haciendo nosotros.
<<e) Para asegurar la alianza económica de la ciudad y
el campo, de la industria y la agricultura, mantener por un tiempo la
producción mercantil (cambio por medio de compra y venta) como la única
forma aceptable -para los campesinos- de las relaciones económicas con
la ciudad, y desarrollar a fondo el comercia soviético, el comercio del Estado
y el comercio cooperativo y koljosiano, eliminando del circuito comercial a
toda clase de de capitalistas.
La historia de nuestra edificación socialista muestra que
esta vía de desarrollo, trazada por Lenin, ha comprobado ser enteramente
correcta>>.
Algunos no quieren la producción mercantil. Están
equivocados. En lo que a este problema concierne, debemos aún referirnos a
Stalin quien, por su parte, se ha referido a Lenin. Este último dijo que era
necesario concentrar todos los esfuerzos en el desarrollo del comercio. En
cuanto a nosotros, decimos que hay que desarrollar con todas nuestras fuerzas
la industria, la agricultura y el comercio. El fondo del problema reside en el
campesinado. Algunos van hasta a considerar a los campesinos como superiores a
los obreros. Los cinco puntos mencionados aquí por Lenin o bien ya están
realizados o bien están a punto de estarlo en China. En algunos puntos, hemos
incluso ido más lejos. Por ejemplo: las comunas populares y el desarrollo
simultáneo de la industria y de la agricultura.
No hay duda de que para todos los países capitalistas que
poseen una clase más o menos numerosa de pequeños y medianos productores, esta
vía de desarrollo es la única posible y racional para la victoria del
socialismo>>. (…).
(…) <<En consecuencia, nuestra producción
mercantil no es una producción de mercancías ordinaria, es de un género particular,
es una producción de mercancías sin capitalistas, preocupándose en lo esencial
de las mercancías que pertenecen a productores socialistas asociados (Estado,
koljoses, cooperativas), y cuya esfera de acción está limitada a los artículos
de consumo personal, que evidentemente no puede transformarse de ninguna manera
en producción capitalista y que está destinada, con su economía monetaria, a
ayudar al desarrollo y a la consolidación de la producción socialista>>.
La esfera de acción de la producción de mercancías no está
limitada a los artículos de consumo personal. Algunos medios de producción
pertenecen también a la categoría de mercancías. Si se considera los productos
agrícolas como mercancías, pero no los productos industriales, ¿cómo pueden entonces
cambiarse los unos por los otros? (…).
Anotación del presidente Mao, escrita en la página 13
del libro en la edición china2
No hay que confundir la línea de demarcación entre el
socialismo y el comunismo con la línea que separa el sistema de la propiedad
colectiva y el sistema de la propiedad de todo el pueblo. Se trata de dos
problemas diferentes. El mantenimiento de la producción de mercancías legada
por el sistema de propiedad colectiva apunta a consolidar la alianza entre los
obreros y los campesinos y a desarrollar la producción. Algunos dicen ahora que
el movimiento experimenta un gran impulso entre los campesinos chinos. Después
de haber ido al campo una vez, estas gentes piensan que los campesinos son formidables,
que avanzan tan rápido que llegarán pronto al cielo, que son más fuertes que
los obreros. No han visto más que un fenómeno. Debemos tratar de saber si los
campesinos tienen verdaderamente el espíritu comunista y de conocer los
sistemas de la propiedad de las comunas populares, comprendido en ellos el
sistema según el cual los medios de producción y los medios de existencia
pertenecen colectivamente a la comuna popular. Hay que hacer como el secretario
del Partido del distrito de Hsiuwu en Honan. Debemos todavía desarrollar la
producción de mercancías. No debemos avanzar a ciegas.
<<Es más, pienso que hay que renunciar también a
ciertas nociones tomadas de El Capital, donde Marx se dedicaba al
análisis del capitalismo, -y artificialmente unidas a nuestras relaciones
socialistas… Se comprende que Marx usa
aquí conceptos (categorías) que corresponden perfectamente a las
relaciones capitalistas. Pero sería más que extraño servirse actualmente de
estos conceptos…”.
Si desarrollamos sensiblemente la producción mercantil no es
con miras a una ganancia sino en el interés del campesinado, de la alianza
entre los obreros y los campesinos, del desarrollo de la producción.
<<… mientras que la clase obrera, lejos de estar
privada del poder y de los medios de producción, mantiene por el contrario el
poder y posee los medios de
producción>>.
Particularmente los medios de producción de los sectores
industriales.
<<Las expresiones sobre la fuerza de trabajo como
mercancía y sobre el sistema ‘asalariado’ de los obreros parecen bastante
absurdas en nuestro régimen; como si la clase obrera, que posee los medios de
producción, se asalariase a sí misma y se vendiese a sí misma su fuerza de
trabajo>>.
Esto es particularmente cierto en China después de las
campañas de rectificación. Desde las campañas de rectificación contra los
derechistas, el trabajo no es ya una mercancía. No se trabaja ya para tener
dinero sino para servir al pueblo. Esto no es posible sino si el trabajo no es
ya una mercancía.
<<Se pregunta a veces sí la ley del valor existe y
actúa entre nosotros, en nuestro régimen socialista>>.
La ley del valor no desempeña un papel regulador. Este papel
lo desempeña la planificación y el principio que consiste en poner la política
en el puesto de mando.
<<… La ley del valor no puede en nuestro régimen,
desempeñar un papel regulador en la producción>>.
En la sociedad china, la ley del valor no desempeña un papel
regulador, es decir un papel decisivo… Lo que desempeña un papel decisivo en la
producción es la planificación. La producción de cerdos, de acero y de hierro,
por ejemplo, no está regulada por la ley del valor sino por la planificación.
Mao Tsé-Tung (1959)
1. Se trata de una carta dirigida por Stalin a A. V. Sanina y a V. G.
Venger y colocada como anexo en los Problemas económicos del socialismo en
la URSS.
2. Este pasaje corresponde a la página 108 en el libro Ultimo escritos
1950-1953 de Stalin, publicado por las Ediciones Sociales.
Notas de lectura acerca del
Manual de Economía Política
de la Unión Soviética (Fragmentos)
Las relaciones entre los dos
sistemas económicos mundiales
En la página 658, el Manual
habla de la <<competencia entre dos sistema mundiales>>. En sus Problemas
económicos del socialismo en la Unión Soviética, ya Stalin examinó el
problema de los dos mercados mundiales. En este aspecto, el Manual pone
el acento sobre la competencia pacífica de los dos sistemas mundiales
subrayando la importancia del establecimiento de relaciones económicas entre
estos dos sistemas, relaciones susceptibles de <<desarrollarse
pacíficamente>>. Transforma los dos mercados mundiales que existen
realmente en dos sistemas económicos en el interior de un mercado mundial
unificado. Se trata de un retroceso en relación al punto de vista de Stalin.
En realidad, entre los dos sistemas
económicos hay no sólo una competencia, sino también una lucha encarnizada de
una gran amplitud. El Manual elude hablar de esta lucha.
A propósito de las críticas
dirigidas a Stalin
En la página 680, se dice que el
libro de Stalin, Problemas económicos del socialismo en la Unión Soviética,
así como sus otras obras, contiene ciertos puntos de vista erróneos. En la
misma página el Manual lanza dos acusaciones contra Stalin. Estas no
resultan convincentes.
La primera acusación contra Stalin se
refiere al siguiente punto de vista adoptado por él: <<Parece que la
circulación de las mercancías ha llegado ya a ser un obstáculo para el
desarrollo de las fuerzas productivas. Las condiciones están ya perfectamente
reunidas para pasar progresivamente a los cambios directos de las mercancías
entre la industria y la agricultura; este paso es inevitable>>.
En su libro dice igualmente Stalin
que si hay dos sistemas de propiedad, hay forzosamente producción mercantil.
Dice también que, en las empresas koljosianas, aunque los medios de producción
(la tierra, las máquinas) pertenezcan al Estado, los productos obtenidos son
propiedad de cada koljós porque es a él al que pertenecen el trabajo y las
semillas. Los koljoses además disponen prácticamente de la tierra que se les ha
entregado en goce perpetuo como un bien propio. En estas condiciones,
<<no quieren alienar sus productos de manera distinta que bajo la forma
de mercancías, a cambio de las cuales quieren obtener las mercancías que
necesitan. Los koljoses no aceptan hoy otras relaciones económicas con las
ciudades, diferentes a las que intervienen en los cambios mediante compra y
venta de mercancías>>.
Stalin criticó el punto de vista que
prevalecía en la época en la Unión Soviética y que preconizaba la eliminación
de la producción mercantil. Estimaba que esta era una necesidad semejante a aquella que treinta años antes, hacía
proclamar a Lenin que la circulación de las mercancías debía desarrollarse al
máximo.
Según el Manual, Stalin
parecía preconizar la eliminación inmediata de las mercancías. Esta acusación
es muy difícil de establecer. En cuanto a los cambios de los productos, no
constituyen para Stalin más que una hipótesis. Escribía él además: <<Hay
que introducir este sistema sin apresuramiento particular, a medida que se
acumulan los productos fabricados por las ciudades>>.
La otra acusación dirigida contra
Stalin consiste en que subestimaba los efectos de la ley del valor en el campo
de la producción y especialmente en el de la producción de medios de
producción. <<E una sociedad socialista, la ley del valor no desempeña un
papel regulador en el campo de la producción. La acción reguladora la ejercen
en ella las leyes de desarrollo planificado y armónico así como los planes
económicos del Estado>>. Este punto de vista adoptado por el Manual
es de hecho el de Stalin. Aunque el Manual considere a los medios de
producción como mercancías, no pueden no admitir que, primo, en el
cuadro del sistema de propiedad de todo el pueblo, la venta y la compra de los
medios de producción no tienen ningún efecto sobre el derecho de propiedad, y
que, secundo, el papel desempeñado por la ley del valor en el campo de la
producción y en el proceso de circulación no es el mismo. Estos puntos de vista
son de hecho idénticos a los adoptados por Stalin. Existe una verdadera
diferencia entre Stalin y Kruschev: el primero se oponía a la venta a los
koljoses de los medios de producción, mientras que el segundo se los vendía.
Apoyarse en las masas
<<El socialismo está lleno de
vitalidad y es creativo; es la creación de las masas populares mismas>>.
Esta afirmación de Lenin es excelente. Nuestra línea de masas no es cosa
distinta. ¿Pero está conforme con el leninismo? Después de haber citado la
frase de Lenin, el Manual escribe: <<Cada vez más las amplias
masas de trabajadores participan directa y activamente en la administración de
la producción, en las actividades de las organizaciones del Estado y en la
dirección de todos los sectores de la vida social del país>>. Esta manera
de hablar es excelente. Pero una cosa es decir y otra distinta hacer. Y esto no
es fácil.
En una resolución adoptada en 1928
por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, se escribe:
<<Solamente cuando la movilización del Partido y de las masas obreras y
campesinas alcancen su nivel más elevado se podrá lograr alcanzar y sobrepasar
a los países capitalistas en los campos tecnológico económico>>. Esta
frase es igualmente excelente. Es lo que nosotros estamos en proceso de hacer.
En tiempos de Stalin no había allí nada diferente a las masas en que apoyarse.
Es por esto por lo que se pedía al Partido y a las masas obreras y campesinas
hacer un máximo de esfuerzo para movilizarse. Más tarde, cuando la Unión
Soviética llegó a poseer alguna cosa, sus dirigentes no se apoyaron ya tanto en
las masas.
Mao Tse-Tung (1960)
Sobre el problema Stalin
Comentario sobre la carta abierta del
CC del PCUS (II)
El problema de Stalin es un problema
de importancia mundial que ha tenido repercusión en todas las clases sociales
de los diversos países del mundo y sobre el cual todavía hoy continúa la
controversia. Las diversas clases, y los partidos o grupos políticos que las
representan, sostienen diferentes puntos de vista al respecto. A lo que parece,
no se podrá alcanzar en este siglo una conclusión definitiva sobre este
problema. Sin embargo, en el seno de la clase obrera internacional y de los
pueblos revolucionarios, la mayoría sostiene en realidad un criterio común;
desaprueba la total negación de Stalin y venera su memoria más y más. Lo mismo
ocurre incluso en la Unión Soviética. Nuestra controversia con los dirigentes del PCUS es una
controversia con un sector determinado. Esperamos persuadirlos, a fin de hacer
avanzar la causa revolucionaria. He aquí el objetivo que perseguimos al
escribir el presente artículo. (…)
La gran Unión Soviética fue el primer
Estado de dictadura del proletariado del mundo. Al comienzo, el dirigente
principal del Partido y del Gobierno de ese Estado fue Lenin, después de su
muerte, Stalin.
Después de la muerte de Lenin, Stalin
pasó a ser no sólo el dirigente del Partido y del Gobierno de la Unión
Soviética, sino también el jefe reconocido del movimiento comunista
internacional.
Hace sólo 46 años que la Revolución
de Octubre inició la historia del primer Estado socialista. Y durante cerca de
treinta años, Stalin fue el dirigente principal de ese Estado. Toda la
actuación de Stalin ocupa un lugar importantísimo tanto en la historia de la
dictadura del proletariado como en la del movimiento comunista internacional
El Partido Comunista de China siempre
ha sostenido que el problema de cómo apreciar y enfocar a Stalin no es
simplemente la evaluación del propio Stalin, sino, lo que es más importante,
cómo sintetizar la experiencia histórica de la dictadura del proletariado y del movimiento comunista
internacional a partir de la muerte de Lenin.
El Partido Comunista de China siempre
ha considerado que es necesario analizar de manera cabal, objetiva y científica
los méritos y errores de Stalin, empleando el método del materialismo histórico
y presentando la historia tal como es, y que no se debe emplear el método del
idealismo histórico, tergiversar y falsificar arbitrariamente la historia, ni
negar a Stalin en forma subjetiva, ruda y total.
El Partido Comunista de China siempre
ha considerado que Stalin cometió en efecto algunos errores. Estos tienen sus
raíces gnoseológicas y socio-históricas. Es necesario criticar, desde una
posición justa y con un método correcto, los errores efectivamente cometidos
por Stalin y no los que le imputan sin ningún fundamento. Pero siempre hemos
estado en contra de una crítica inadecuada de Stalin, hecha desde una posición
falsa y con métodos erróneos.
Aún en vida de Lenin, Stalin lucho
contra el zarismo y por la difusión del marxismo; después de haberse
incorporado a la dirección del Comité Central del partido bolchevique
encabezado por Lenin, luchó para preparar la Revolución de 1917, y tras la
Revolución de Octubre, luchó en defensa de las conquistas de la revolución
proletaria.
Fallecido Lenin, fue bajo la
dirección de Stalin que el PCUS y el pueblo soviético lucharon resueltamente
contra todos los enemigos internos y externos, defendieron y consolidaron el
primer Estado socialista del mundo.
Dirigidos por Stalin, el PCUS y el
pueblo soviético persistieron en la línea de la industrialización socialista y
de la colectivización de la agricultura del país y lograron grandes éxitos en
la transformación y edificación socialistas.
Dirigidos por Stalin, el PCUS, el
pueblo y el Ejército soviético libraron arduas batallas y obtuvieron la gran
victoria de la guerra antifascista.
En la lucha contra el oportunismo de
todo tipo, contra los enemigos del leninismo, los trotskistas, zinovievistas,
bujarinistas y demás agentes de la burguesía, Stalin defendió y desarrollo el
marxismo-leninismo.
Con sus obras teóricas, literatura
inmortal del marxismo-leninismo, Stalin hizo un aporte imborrable al movimiento
comunista internacional.
Dirigidos por Stalin, el PCUS y el
Gobierno soviético aplicaron una política exterior que en su conjunto,
correspondía al internacionalismo proletario, y prestaron gran ayuda a las
luchas revolucionarias de los pueblos de diversos países, incluida la del
pueblo chino.
Stalin se colocó al frente de la
corriente histórica, dirigiendo la lucha revolucionaria; fue enemigo
irreconciliable del imperialismo y de todos los reaccionarios.
La actuación de Stalin está
indisolublemente ligada a las luchas del gran PCUS y del gran pueblo soviético,
y es inseparable de las luchas revolucionarias de los pueblos del mundo entero.
La vida de Stalin fue la vida de un
gran marxista-leninista, de un gran revolucionario proletario.
Es verdad que mientras conseguía
grandes éxitos para el pueblo soviético y el movimiento comunista
internacional, Stalin, el gran marxista-leninista y revolucionario proletario,
cometió ciertos errores. Algunos fueron errores de principio y otros cometidos
en el trabajo práctico; algunos pudieron haberse evitado, otros eran difíciles
de evitar, en ausencia de un precedente que sirviera de ejemplo a la dictadura
del proletariado.
En ciertos problemas, Stalin se
apartó, en su manera de pensar, del materialismo dialéctico, cayó en la
metafísica y el subjetivismo y, como consecuencia de ello, perdió a veces el
contacto con la realidad objetiva y con las masas. En la lucha tanto dentro
como fuera del Partido, a veces y en algunos problemas, Stalin confundió dos
categorías de contradicciones de distinto carácter, esto es, contradicciones
entre los enemigos y nosotros y contradicciones en el seno del pueblo, y
confundió los métodos diferentes para resolverlas. En la labor de liquidar a
los contrarrevolucionarios, efectuada bajo la dirección de Stalin, se castigó
con justicia a un gran número de contrarrevolucionarios que se lo merecían;
pero, al mismo tiempo, se sentenció equivocadamente a algunos inocentes y se
cometió en 1937 y 1938 el error de ampliar el radio de la represión. En materia
de organización del Partido y del Estado, Stalin no aplicó plenamente, o violó
hasta cierto punto, el principio proletario del centralismo democrático. Al resolver los problemas en las relaciones con los
partidos y países hermanos, cometió ciertos errores. Además, dio algunos malos
consejos en el movimiento comunista
internacional. Estos errores causaron algunos daños a la Unión Soviética y al
movimiento comunista internacional.
Los méritos y errores en la vida de
Stalin son una realidad histórica. Comparados sus méritos y sus errores pesan más los primeros que los
últimos. Las acciones principales de su vida son acertadas, y sus errores son
de segundo orden. Todo comunista honrado que respete la historia, al hacer el
balance de las actividades teóricas y prácticas de Stalin en su conjunto, verá
primero, sin duda, lo que constituye el aspecto principal de su vida. Por lo
tanto, al apreciar, criticar y vencer con acierto los errores de Stalin,
debemos salvaguardar el aspecto principal de su vida, y salvaguardar el
marxismo-leninismo, que él defendió y desarrollo.
Sería beneficioso que los errores de
Stalin, que sólo son de orden secundario, se consideraran como lecciones
históricas que sirvieran de escarmiento a los comunistas de la Unión Soviética
y de otros países, con el objeto de que no se repitan los mismos errores o
cometan menos. Para todos los comunistas, las experiencias históricas tanto
positivas como negativas son beneficiosas, siempre que sean acertadamente
resumidas en conformidad con la realidad histórica y no tergiversándola.
Lenin señaló más de una vez que los
marxistas diferían totalmente de los revisionistas de la II Internacional en la
actitud que tomaban hacia personas como Bebel y Rosa Luxemburgo, quienes, a
pesar de sus errores, fueron grandes revolucionarios proletarios. Los marxistas
no encubrían los errores de Bebel, Rosa Luxemburgo, etc., sino que, en los
ejemplos de estos revolucionarios, aprendían <<la manera de evitarlos y
de satisfacer las exigencias más rigurosas del marxismo revolucionario>>1.
Por el contrario, los revisionistas <<se alegraron malévolamente>>
y <<se entusiasmaron>> con los errores de Bebel y Rosa Luxemburgo.
A este respecto, Lenin citó una fábula rusa para ridiculizar a los revisionistas:
<<Ocurre que las águilas descienden más bajo que las gallinas; pero éstas
nunca se elevan como aquellas. >> Bebel y Luxemburgo fueron
<<grandes comunistas>> y, a pesar de sus errores, siguie-ron siendo
<<águilas>>, mientras los revisionistas eran una par-vada de
<<gallinas>> <<en el traspatio del movimiento obrero, en
medio de un montón de estiércol>>2.
El papel que desempeñaron Bebel,
Luxemburgo y otros en la historia está lejos de ser comparable con el de
Stalin. Stalin fue un gran dirigente de la dictadura del proletariado y del
movimiento comunista internacional durante una época histórica; se debe ser más
prudente al apreciarlo.
Al defender a Stalin, el PCCh
defiende su aspecto correcto, defiende la gloriosa historia de lucha del primer
Estado de dictadura del proletariado del mundo nacido de la Revolución de
Octubre, defiende la gloriosa historia de lucha del Partido comunista de la
Unión Soviética, y defiende el prestigio del movimiento comunista internacional
entre todos los trabajadores del mundo. En una palabra defiende la teoría y la
práctica del marxismo-leninismo. No sólo proceden así los comunistas chinos,
sino también han procedido o proceden de la misma manera todos los comunistas
fieles al marxismo-leninismo todos los revolucionarios firmes y todos los
hombres honrados.
Al defender a Stalin, no defendemos
sus errores. Hace mucho los comunistas chinos experimentaron en carne propia
las consecuencias de algunos errores de Stalin. De los errores de las líneas
oportunistas de <<izquierda>> y de derecha cometidos en una u otra
ocasión en la historia del PCCh, en cuanto a sus causas internacionales,
algunos se produjeron bajo la influencia de ciertos errores de Stalin. A fines
de los años veinte, durante los años treinta, y luego, a principios y mediados
de los años cuarenta, los marxista-leninistas chinos, representados por los
camaradas Mao Tse-tung y Liu Shao-chi, opusieron resistencia a la influencia de
estos errores de Stalin, eliminaron gradualmente las erróneas líneas
oportunistas de <<izquierda>> y de derecha, y finalmente condujeron
la Revolución China a la victoria.
Sin embargo, en vista de que las
ideas erróneas planteadas por Stalin fueron aceptadas y puestas en práctica por
ciertos camaradas chinos y que los mismos chinos debimos asumir la
responsabilidad por ello, nuestro Partido, en la lucha contra el oportunismo de
<<izquierda>> y de derecha, siempre se limitó a criticar a nuestros
camaradas que habían cometido errores y nunca echó la culpa a Stalin. El
objetivo de nuestra crítica consistía en distinguir lo justo de lo erróneo,
sacar las lecciones correspondientes y hacer avanzar la causa de la revolución.
No exigimos sino que los camaradas que habían cometido errores los corrigiesen.
En caso de que no lo hiciesen, se podía esperar que los comprendiesen
gradualmente a través de sus experiencias prácticas, a condición de que no
organizasen grupos secretos ni realizasen actividades clandestinas de sabotaje.
El método que adoptamos fue el método normal, o sea, la crítica y autocrítica en
el seno del Partido: partir del deseo de la unidad y, mediante la crítica y la
lucha, alcanzar una nueva unidad sobre una base nueva. De este modo, logramos
buenos resultados. En nuestra opinión, como se trata de contradicciones en el
seno del pueblo y no contradicciones entre los enemigos y nosotros, se debe
adoptar este método para resolverlas. (…)
Cuando cometió errores, Stalin pudo
hacerse la autocrítica. Por ejemplo, dio algunos malos consejos respecto a la
revolución china. Después que ésta triunfó, reconoció sus errores. En el
informe pronunciado ante el XVIII Congreso del Partido Comunista (b) de la IRSS
en 1939, admitió también algunos errores cometidos en la depuración del
Partido. (…)
No es nada nuevo en la historia del
movimiento comunista internacional, sino una vil treta ya calada por la gente
hace mucho tiempo, que los enemigos del marxismo-leninismo utilicen expresiones
tales como la <<lucha contra el culto a la personalidad>> para
vilipendiar a los líderes del proletariado y menoscabar la causa de esté.
Durante el período de la I
Internacional, el intrigante Bakunin utilizó semejantes expresiones para
injuriar a Marx. Al principio, en su deseo de ganarse mañosamente la confianza
de Marx, le escribió: << Soy su discípulo, y me siento orgulloso de
ello.”3 Más tarde, al fracasar su tentativa de usurpar la dirección
de la I Internacional, injurió a Marx, diciendo que Marx, “como alemán y judío,
es de pies a cabeza un autoritario”4, un <<dictador>>5.
Durante el periodo de la II
Internacional, el renegado Kautsky utilizó similares expresiones para injuriar
a Lenin. Levantó calumnias contra Lenin, llamándolo <<el dios de los
monoteístas>>, y diciendo que había <<reducido el marxismo no sólo
a la condición de una religión de Estado, sino también a la de una superstición
medieval u oriental>>6.
Durante el período de la III
Internacional, el renegado Trotski también utilizó semejantes expresiones para
injuriar a Stalin. Dijo que Stalin era un <<déspota>>7 y
que <<Stalin, el burócrata, estableció el infame culto al jefe,
atribuyéndole santidad>>8.
La camarilla titoísta del
revisionismo contemporáneo también recurre a semejantes expresiones para
injuriar a Stalin, llamándolo <<dictador>> en un <<régimen de
absolutismo personal>>9.
Como se ve, la <<lucha contra
el culto a la personalidad>> que ha planteado la dirección del PCUS tiene
su origen en Bakunin, Kautsky, Trotski y Tito, y es utilizada por ellas para
oponerse a los líderes del proletariado y socavar el movimiento revolucionario
proletario.
Así como los oportunistas en el
movimiento comunista internacional no lograron negar a Marx, Engels ni Lenin
con sus difamaciones, tampoco Jruschov logrará negar a Stalin con las suyas.
Redacción del Renmin Ribao y
Redacción de la revista Hongqi
(13 de septiembre de 1963)
1.
Lenin,
“Prefacio al folleto de Voinov (A. V. Lunacharsky) Acerca de la actitud del
Partido hacia los Sindicatos”, Obras Completas, t. XIII.
2.
Lenin,
“Notas de un publicista”, Obras Completas, t. XXXIII
3.
M.A.
Bakunin, Carta a K. Marx, 22 de diciembre de 1868, Die Neue Zeit, Nº 1, 1900.
4.
Franz
Mehring, Karl Marx, la Historia de su Vida.
5.
Engels,
“Engels a A. Bebel”, 20 de junio de 1873, Obras Escogidas de Marx y Engels (en
dos tomos), t. II.
6.
Kautsky,
“La Socialdemocracia contra el Comunismo”.
7.
Trotski,
“Stalin, una Estimación del Hombre y su Influencia.
8.
Trotski,
“La Burocracia Stalinista y el Asesinato de Kírov”, 28 de diciembre de 1934.
9.
Kardelj,
“Cinco años más tarde”, Borba (Yugoslavia), 28 de junio de 1953.
Kursk:
La tumba de la Alemania hitleriana
Con cada efeméride de acontecimientos
que, aunque por poco que sea, tienen algo que ver con el marxismo o con el
socialismo, la burguesía lanza a sus ideólogos y apologistas a la labor de
manipular y tergiversar. La Segunda Guerra Mundial y la participación de la
Unión Soviética en ella son un terreno especialmente fértil en este aspecto.
Este verano se ha cumplido el 60
aniversario de la gigantesca Batalla de Kursk, la mayor batalla de la historia
y donde quedó sellado el resultado de la Segunda Guerra Mundial y la suerte del
III Reich.
En ciertos medios burgueses se han
hecho eco de este aniversario, vertiendo sobre él su habitual manto de
falsedad, a saber, que Kursk fue una derrota alemana y no una victoria
soviética, que donde realmente se ganó fue en las playas de Sicilia por la
providencial intervención de los anglo norteamericanos… y demás falacias.
Nuestro deber debe ser criticar
implacablemente los errores y desviaciones de los que nos antecedieron en la labor de la
transformación del mundo, pero también debemos defender y sentirnos orgullosos
de los gloriosos logros de nuestros predecesores: la victoria sobre el
nazifascismo en la Segunda Guerra Mundial es uno de ellos.
Antecedentes de la batalla
El segundo gran conflicto
imperialista de la historia se inició, abiertamente, ya que las maniobras de
posicionamiento de los imperialistas ya venían de largo y habían causado
enormes sufrimientos a los pueblos (entre ellos el español), en septiembre de
1939.
Los imperialistas alemanes, en una
serie de fulminantes campañas y en menos de dos años, conquistaron Polonia,
Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Yugoslavia y Grecia,
habían puesto pie en África y golpeado a sus contendientes imperialistas
británicos.
La táctica alemana, bautizada como Blitzkrieg
(guerra relámpago), consistente en el audaz uso de unidades acorazadas con
fuerte apoyo aéreo, que se internaban profundamente en la retaguardia enemiga,
colapsando sus comunicaciones y, finalmente, todo el aparato estatal; se ha
convertido, en sus líneas maestras, en la táctica imperialista por excelencia:
despliegue de enormes medios técnicos y rapidez para evitar que las consecuencias
de la guerra se hagan notar en la propia potencia imperialista (se pueden
observar los paralelismos con la reciente invasión imperialista de Irak).
La guerra tomó un cariz radicalmente
distinto a partir del 22 de junio de 1941 con la invasión alemana de la URSS.
La forzosa entrada en la guerra interimperialista del Estado Soviético,
ampliaba la dimensión del conflicto. Ya no era sólo una lucha entre los rapaces
imperialistas por repartirse el mundo, ahora se trataba también de aplastar al
país que con la toma del poder por parte del proletariado, la movilización de
las masas y sus planes quinquenales durante la década anterior habían empezado
a socavar los cimientos del orden capitalista. Las órdenes de Hitler para
eliminar físicamente a los comisarios políticos y a la intelectualidad
marxista, así como que se olvidara cualquier noción de camaradería militar,
sazonado todo esto con un brutal racismo antieslavo, son muestra plausible de
esta nueva dimensión y de la brutalidad genocida del imperialismo. El nombre de
la operación también era sintomático: Barbirroja, apodo del emperador germánico
Federico I que durante el siglo XII había ampliado las fronteras del Sacro
Imperio a costa de los eslavos.
En un principio, la campaña se
desarrolló muy bien para los alemanes, que parecían destinados a repetir los
éxitos de los dos últimos años. El Ejército Rojo sufrió millones de bajas en
estos primeros meses de guerra, incluido uno de los hijos de Stalin, capturado
prisionero. Sin embargo, en estos meses triunfantes, los alemanes ya advertían
detalles que avisaban del diferente carácter de esta guerra: las tropas
soviéticas cercadas, a diferencia de las occidentales en las anteriores
campañas, no se rendían y continuaban resistiendo denodadamente; los soldados
soviéticos aislados por el avance alemán no se desbandaban y lanzaban ataques y
emboscadas contra la retaguardia nazi, posteriormente en esta retaguardia se
organizaría un movimiento guerrillero de enormes dimensiones. Por último, y más
técnicamente, los alemanes descubrieron, para su sorpresa, ya que imbuidos por
la propaganda racista nazi consideraban a los eslavos seres inferiores, que
estos habían desarrollado carros de combate que superaban ampliamente sus
propios modelos: nos referimos al legendario T-34, el carro más extraordinario
de toda la Segunda Guerra Mundial.
Las pérdidas alemanas, en su avance,
también aumentaban de forma alarmante. Para octubre de 1941, los nazis habían
puesto sitio a Leningrado (ciudad que resistiría sin rendirse hasta su
liberación durante casi tres años, a pesar de las órdenes de Hitler de aplastar
a la ciudad que representaba la cuna de la Revolución de Octubre), y lanzaban
su gran ofensiva contra Moscú. Esta ofensiva avanzó muy lentamente o
simplemente se empantano ante la enconada defensa soviética. El freno del
avance alemán en octubre antes de la llegada de las nieves, por sí sólo, refuta
la propaganda burguesa de que quien realmente paró a la Wehrmacht (ejército de
tierra alemán) fue el invierno y no las armas del Ejército Rojo. En Moscú, se
organizaron milicias obreras, que heroicamente frenaron el avance de las
poderosas divisiones panzer (acorazadas). Stalin encabezó el valor generalizado
del pueblo soviético permaneciendo en la ciudad, a pesar de que a finales de
noviembre, los exploradores alemanes alcanzaban a avistar las torres del
Kremlin. En este momento, el Ejército Rojo lanzó su gran contraofensiva. Hitler
y los generales imperialistas quedaron atónitos, no entendían la enorme
capacidad de resistencia del pueblo soviético. En anteriores campañas, como por
ejemplo Francia, más que una aplastante derrota militar se había producido un
derrumbamiento político. La clase dominante francesa había preferido permitir
la ocupación alemana antes de arriesgarse a armar a las masas trabajadoras para
librar una consecuente guerra de resistencia, pues ya conocemos el terror que
siente la burguesía ante las masas armadas. Además, el proletariado francés ¿se
hubiera levantado masivamente para defender “su” orden burgués?
Hitler, cegado por su conciencia
ultrarreaccionaria (había descrito el socialismo soviético como “una barraca
podrida a la que bastará patear la puerta para que todo el edificio se
derrumbe”) no podía ver que eran las masas soviéticas las que se movilizaban
para defender lo que ellas habían construido en los lustros anteriores.
La contraofensiva soviética cayó como
un chaparrón sobre los alemanes, obligándoles retroceder cientos de kilómetros.
Al final de la batalla, en abril de 1942, las pérdidas alemanas superaban el millón
de hombres. Por primera vez, la Blitzkrieg había sido derrotada.
A pesar de la derrota, los alemanes
conservaban la iniciativa y su estrategia para 1942 era ofensiva. La ausencia
de un segundo frente importante (salvo en el ridículo frente norteafricano,
donde los alemanes tenían 4 divisiones, Alemania no tenía ningún compromiso
importante y podía desplegar más de 200 divisiones en la URSS) permitió al OKW
(Estado Mayor alemán) enviar nuevas reservas a Rusia.
La estrategia de los imperialistas
anglonorteamericanos continuaba siendo, como dijo Mao, “contemplar la pelea de
los tigres desde la cumbre”, es decir que alemanes y soviéticos continuaran
desgastándose mutuamente para intervenir luego y quedar como completos
vencedores y dueños del continente sin apenas pérdidas. Sólo la amenaza de una
Europa liberada por el Ejército Rojo hará que intervengan masivamente en 1944.
Al frente italiano nos referiremos posteriormente.
Volviendo a la URSS, el objetivo
alemán era ahora el control de los campos petrolíferos del Cáucaso. El hecho de
que los alemanes sólo pudieran concentrarse en la zona sur del enorme frente
ruso y no lanzar una ofensiva
generalizada, como en 1941, es una muestra más del desgaste sufrido por la
Wehrmacht a manos del Ejército Rojo.
La nueva ofensiva alemana se inició
en mayo de 1942. Las tropas nazis avanzaron rápidamente, pero esta vez no se
consiguieron grandes embolsamientos de tropas soviéticas. El fugaz avance
alemán era, más que un signo de fortaleza, un indicativo de la mayor experiencia
combativa del Ejército Rojo, que evitaba los intentos alemanes de cerco
mediante hábiles retiradas.
Sin embargo, los soviéticos se
encontraban muy presionados. Los alemanes avanzaban en dos frentes: uno se
internaba en el Cáucaso y otro, más al norte, avanzaba hacia el río Volga,
hacia una ciudad llamada Stalingrado.
Los nazis llegaron a los arrabales de
Stalingrado en agosto. Ya en julio se había cursado la famosa orden nº 227:”Ni
un paso atrás”. La batalla tomó un encarnizamiento cada vez mayor. En un
principio, el plan alemán sólo contemplaba el avance hacia la ciudad como
cobertura del avance principal hacia el sur, hacia el corazón del Cáucaso. No obstante, el Estado Mayor
alemán se obsesionó cada vez más con la toma de la ciudad, destinando a este
campo de batalla más y más recursos.
La estrategia soviética consistía en
mantener a los alemanes atados en los combates casa por casa en Stalingrado con
las mínimas tropas propias posibles para mantener sus posiciones en la ciudad
mientras concentraban tropas en los flancos de la posición alemana para, en una
maniobra de pinza, aislar la 6º ejército alemán que combatía en las ruinas de
la ciudad. Los soviéticos pasaron momentos de verdadero apuro con el peligro de
verse arrojados al Volga. Los soldados rojos que defendían Stalingrado acuñaron
un lema: “No hay tierra para nosotros más allá del Volga”.
La estrategia soviética tuvo éxito.
Una gran ofensiva desde los flancos en noviembre del 42 consiguió aislar a los
300.000 soldados del 6º ejército, que capituló a finales de enero de 1943.
Las subsiguientes ofensivas del
Ejército Rojo expulsaron a los alemanes del Cáucaso e hicieron retroceder a los
alemanes en Ucrania.
Cuando el frente se estabilizo a
finales de marzo de 1943, 26 divisiones habían sido borradas del orden de
batalla del ejército alemán, Las reservas humanas de los nazis sólo permitían
reemplazar la mitad de las bajas sufridas.
Mientras tanto, el oeste de Europa
permanecía tranquilo (salvo la actividad de los bombarderos
anglonorteamericanos) sin ningún tipo de operación terrestre a gran escala por
parte del bloque imperialista occidental.
La batalla de Kursk
Tas la desastrosa campaña de
Stalingrado, los imperialistas alemanes reconocieron que ya no era posible la
derrota militar de la Unión Soviética. Su esperanza era, mediante ataques
limitados, forzar a la URSS a algún tipo de acuerdo político.
El nuevo frente dibujaba un saliente,
de la mitad del tamaño de Inglaterra, en forma de puño que se proyectaba desde
las líneas soviéticas y con base en la
ciudad de Kursk. El plan alemán era destruirlo mediante un ataque en pinza
desde el norte y el sur. Este plan fue bautizado como “Ciudadela”. Los nazis
esperaban grandes resultados de esta operación: la destrucción de numerosas
unidades acorazadas soviéticas y la captura de gran número de prisioneros que
serían enviados a Alemania como trabajadores esclavos en la industria bélica
(muchos de los hombres usados para reponer las pérdidas de la campaña de
invierno habían sido sacados de las fábricas de armamento).
En un monumental esfuerzo, la
industria alemana proveyó a su ejército de más de 2000 tanques para sumarse a
los que ya estaban desplegados en el frente en preparación de la nueva
ofensiva. Entre estos se encontraban
nuevos modelos como los Panther o los Tiger, más blindados y con cañones de
mayor calibre que superaban a los carros soviéticos existentes. Con su habitual
fe ciega en la técnica, los generales imperialistas confiaban en que estas
nuevas armas les concederían la victoria. Para el ataque, los nazis
concentraron cerca de una cincuentena de divisiones con lo mejor de sus
unidades acorazadas, totalizando más de 2700 blindados.
Hitler aplazó varias veces la fecha
de la ofensiva hasta acumular el número suficiente de estas nuevas armas. Los
historiadores burgueses suelen achacar a este retraso una de las principales
causas de la derrota alemana. El especialista militar Mark Healy, poco
sospechoso de simpatías hacia la Unión Soviética, en su libro Kursk, es
bastante claro en este aspecto:
“El hecho de que no se lograra esta
rapidez (en atacar) - retraso tras retraso, hasta que la primavera paso a ser
pleno verano de 1943- se ha expuesto con demasiada frecuencia como el motivo
del fracaso de Hitler, suponiendo que él era el árbitro de los acontecimientos
que iban a producirse. Pero la realidad es que el fracaso de ‘Ciudadela’ estaba
asegurado a causa de las decisiones tomadas en Moscú muchos meses antes de que
los panzer rodaran por fin, cruzando sus líneas de partida en julio.”
Desde marzo el STAVKA
(Estado Mayor soviético) sospechaba que el saliente de Kursk fuera un objetivo
alemán.
Stalin y el STAVKA llegaron a la
conclusión de que era más ventajoso no anticiparse con una ofensiva propia y,
en lugar de ello, fortificar el saliente.
Las defensas construidas de abril a
junio de 1943 en el área de Kursk difícilmente puedan encontrar parangón en la
historia. El Partido Comunista movilizó a las masas (en junio estaban
trabajando en la construcción de defensas más de 300.000 personas) que
construyeron 8 líneas defensivas con la pasmosa profundidad de 150 kilómetros.
Las minas se tendieron (con una densidad en algunos puntos de 17.000 artefactos
por kilómetro cuadrado) de forma que canalizaran los ataques de las columnas
alemanas hacía “puntos de resistencia” con artillería, dispuestos en forma de
tablero de ajedrez. En total, el Ejército Rojo dispuso cerca de 27.000 piezas
de artillería. Además había concentraciones de tanques, desplegados
escalonadamente, para contraatacar los avances alemanes. Nunca, en los dos años
de campaña, la Unión Soviética había estado tan bien preparada para recibir una
ofensiva alemana.
El ataque alemán se inició con una
tremenda barrera de artillería (sólo en esta barrera, los alemanes dispararon
más proyectiles que en las campañas polaca y francesa juntas) la madrugada del
4 de julio de 1943. La táctica alemana consistía en aplastar las defensas
soviéticas con bombardeos artilleros y aéreos y después se lanzaba la
infantería para aniquilar a los supervivientes y despejar el paso a los
tanques. Sin embargo, la sorpresa de la infantería alemana al comprobar que las
defensas soviéticas habían resistido admirablemente el bombardeo, se convirtió
en terror cuando se encontraron fijados en campo abierto y centrados por el
fuego de la artillería y de los infantes soviéticos enterrados y atrincherados.
Los ataques de los tanques tuvieron poco más éxito. Los soldados rojos dejaban
que los poderosos panzer pasaran por encima de sus trincheras para luego salir
y arrojar granadas y cócteles molotov sobre las tapas de los motores. Otros
muchos carros fueron destruidos por las minas y la artillería. Salvo en zonas
puntuales, el ataque alemán quedó clavado en sus puntos de partida ese primer día.
El precio pagado por los alemanes por tan parcos éxitos fue de 300 tanques y
15.000 hombres.
Esta fue la tónica que marco la
batalla los días siguientes: cohortes de tanques alemanes cargaban contra las
trincheras y carros soviéticos, siendo rechazados varias veces, para al final
tomar la posición con espeluznantes pérdidas. Así, las divisiones panzer, el
arma favorita de los imperialistas alemanes y columna vertebral del ejército
nazi, iban fundiéndose en este gigantesco horno, académicamente llamado Batalla
de Kursk.
A la semana de batalla, el avance
alemán en el norte del saliente quedó completamente detenido a la altura del
pequeño pueblo de Ponyri. La toma de la escuela de este pueblo le costó a los
alemanes más muertos que conquistar
Dinamarca. En una semana, y sólo en el norte del saliente, los alemanes habían
perdido 400 carros y 50.000 hombres.
En el sur, el avance alemán proseguía
a paso de tortuga y con enormes pérdidas. La división nazi de elite
Grossdeutschland (Gran Alemania) perdió 230 de sus 300 blindados en una tarde
El día 10 de julio se produjo el
desembarco anglonorteamericano en Sicilia. Este acontecimiento es el principal
argumento de los especialistas burgueses, para, falazmente, intentar
desprestigiar las armas de Ejército Rojo y argüir que el resultado de la
gigantesca Batalla de Kursk se decidió en las escabrosas tierras de Sicilia al
obligar a Hitler a frenar la ofensiva en Rusia para enviar tropas a Italia.
Lo cierto es que el mero orden
cronológico de los acontecimientos refuta esta tesis. Si Hitler hubiera quedado
tan consternado por la invasión anglonorteamericana de Sicilia como defienden
los especialistas burgueses, se deduce que hubiera ordenado la detención de la
ofensiva y habría sacado inmediatamente tropas del frente del Este para
enviarlas a la isla mediterránea. Lo cierto es que la ofensiva no se detuvo y,
es más, alcanzó su punto culminante en los días siguientes a la fecha del
desembarco, el 10 de julio: el día 11los alemanes realizaron su último, y
también fracasado, intento de romper las defensas soviéticas al norte del
saliente. En el sur del mismo, el lento avance nazi proseguía culminando en el
mastodóntico encuentro acorazado en las inmediaciones del pueblo de
Prokhorovka, la mayor batalla de blindados de la historia.
Además, otro punto a tratar es la
importancia del frente italiano. Un número importante de divisiones que
presionaban en Rusia, no fueron retiradas hacia la Península Itálica, de hecho,
Sicilia fue defendida por menos de media docena de divisiones germánicas. En el
momento de mayor apogeo del frente italiano se encontraban comprometidas aquí
una veintena de unidades alemanas, menos, por ejemplo, de las que se encargaban
de mantener el cerco sobre Leningrado, zona secundaria dentro del propio frente
del Este.
A la luz de todo esto, se despeja la
niebla de sofistería y mentiras de la burguesía y se llega a una incontestable
conclusión: quien derrotó a la Alemania nazi fue la Unión Soviética.
Acabemos ahora con el relato de la
batalla. Con el avance en el norte totalmente detenido, los alemanes hicieron
en el sur su último intento de ganar la batalla. Los nazis tenían que
conquistar el pueblecito de Prokhorovka para partir en dos las defensas rojas
en la zona sur, dejarlas a sus espaldas y avanzar por terreno despejado hacia
Kursk. Para esta operación los nazis iban a usar a sus tropas escogidas: el
cuerpo panzer de las SS, con 600 blindados.
El Ejército Rojo envió al sur al 5º
ejército blindado de la Guardia, con 900 carros. Esta superioridad numérica de
los soviéticos estaba sobradamente compensada por el superior blindaje y
potencia de fuego de los tanques pesados nazis.
El 12 de julio estas dos enormes
falanges blindadas se enfrentaron en las cercanías de Prokhorovka. Los T-34
debían que acercarse lo más posible a
los pesados tanques nazis ya que a larga distancia eran estos las que tenían
las de ganar. Algunos carros soviéticos llegaron a embestir a sus oponentes,
estallando ambos blindados en enormes haces de llamas. Al final de la jornada,
300 tanques nazis ardían sobre el campo de batalla. A costa de enormes pérdidas
habían parado el avance alemán en el sur. El 14 de julio, después de haber
perdido 1500 tanques, Hitler dio orden de finalizar la ofensiva. Ese mismo día
se desencadenó la contraofensiva soviética que enseguida eliminó los escasos
éxitos obtenidos por los alemanes. A finales de año, el Ejército Rojo había
liberado la mayor parte de Ucrania. Las ofensivas soviéticas ya no pararían
hasta que la bandera roja de la victoria ondeó en Berlín sobre el Reichstag.
Estos son los dos hechos
fundamentales que convierten a Kursk en la batalla decisiva de la Segunda
Guerra Mundial: la destrucción de las divisiones blindadas, columna vertebral
del ejército imperialista alemán y la ganancia por parte de los soviéticos de
la iniciativa estratégica. Hay una máxima militar que viene a decir que el
ejército que pierde la iniciativa está condenado a esperar su destrucción. Esto
es lo que le sucedió a la máquina de guerra nazi.
Cambios en el Ejército Rojo
Por último, y aunque no sea el
cometido de este artículo, hemos querido dejar un pequeño espacio para señalar
los cambios en el Ejército Rojo y que, aunque ya venían de largo, se aceleraron
durante el año 1943. La crítica total, mucho más vasta y profunda, debe ser
realizada en el futuro. Estas modificaciones acercaban, cuando no colocaban
totalmente la concepción burguesa de la guerra en el Ejército Rojo.
El proletariado tiene una concepción
del mundo propia, totalmente diferente de la burguesa, por lo cual, es natural
que ambas clases tengan también concepciones diferentes de la forma de librar
la guerra, además de que la burguesía y el
proletariado hacen la guerra por metas diametralmente diferentes: El
proletariado la hace como medio para su propia liberación y para la
emancipación de la humanidad del yugo de la sociedad clasista. Esta verdad
fundamental cualquier revolucionario debe ponerla en primer plano.
Si la guerra es la política por otros
medios, una guerra de liberación o revolucionaria es la continuación por otros
medios de una política revolucionaria. El medio, el ejército, para librar esta
lucha no puede ser cualquier ejército, sus soldados tienen que tener una gran
conciencia política, ser luchadores conscientes y sabedores de la justeza de su
lucha. Es por ello necesario un trabajo político entre los soldados y para esto
es fundamental la presencia y dirección del partido revolucionario, del Partido
Comunista. Sin embargo, vemos que en el Ejército Rojo de este periodo, la
verdadera dirección y presencia del Partido (salvo testimonialmente) y el
trabajo político entre los soldados brillan por su ausencia. En el libro de
Healy, antes mencionado podemos leer:
“Se evitaron los eslóganes políticos,
ya que se consideraban sustitutivos del ‘arte de la guerra’. Ya no seguía
siendo el caso, sin duda, de que los alemanes describieran al Ejército rojo
como sencillamente una banda de paisanos uniformados.”
Estos y otros cambios (la total
pérdida de importancia del comisario político, la reintroducción de denominaciones
y uniformes de tipo zarista que denotan la invasión del chovinismo granruso…),
alabados por los especialistas burgueses, son una muestra de la concepción
burguesa de la guerra en el Ejército Rojo. La guerra se convierte cada vez más
en asunto de los militares, cuando ya incluso desde Clausewitz se ha dejado
sentado que la guerra es un acto social. Por lo tanto la guerra es un asunto de
la sociedad y está intrínsecamente unida, tanto en los objetivos como en la
manera de librarla, a la sociedad. En la sociedad burguesa, marcada por la
división social del trabajo, es normal que sean los militares quienes se
encarguen de la guerra, sin embargo, en una sociedad socialista esto no debería
ser así.
A pesar de estas desviaciones, no
queremos comparar al Ejército Rojo con las fuerzas armadas de los
imperialistas. La liberación de media Europa por él favoreció, aunque por breve
tiempo, procesos progresistas, mientras que en el oeste del continente,
simplemente se sustituyó una forma de dominación del capital por otra.
César Arnaiz.
[1] Los ideólogos burgueses suelen equiparar este período
con el “estalinismo” por el grado de violencia y porque la acción consciente
del Partido contrarió el curso natural de las cosas, el cual no puede ser más
que burgués cuando la revolución todavía no ha alcanzado a destruir las bases
que heredó: producción mercantil, división social del trabajo, vieja
superestructura cultural, etc. Sin embargo, la motivación principal no puede
ser más dispar: las ofensivas revolucionarias estalinianas ( industrialización,
colectivización campesina, planes quinquenales, purgas, etc.) van enfiladas a
remover lo que obstaculiza el libre desarrollo de las fuerzas productivas, el
cual se concibe como garante automático del avance hacia el Comunismo, mientras
que las ofensivas revolucionarias maoístas tienen por objetivo principal la
transformación de las relaciones de producción, de las relaciones sociales en
general y de la concepción del mundo de las masas como contenido del tránsito
al Comunismo. En ambos casos, la lucha de clases es el medio, pero, en el
primero, predominan como objetivo los intereses inmediatos de la clase obrera,
los cuales pueden coincidir y confundirse con los de alguna capa burguesa en
desarrollo, hasta llegar ésta a suplantar la dirección del proceso desviándolo
hacia sus propias metas como clase, en segundo caso, en cambio, prevalecen los
intereses finales o esenciales del proletariado como clase social
históricamente determinada, lo que equivale a concebirla en su existencia
concreta a la vez como sujeto y objeto de la revolución, y a concebir a ésta
precisamente como el proceso de autotransformación de la Clase hasta
emanciparse plenamente de la vieja concepción del mundo y forjarse una nueva. //.
Ideas eternas, geopolítica y “votocracia”
( Declaraciones aproximadas de un responsable de la asociación Cooperación, de Málaga Ciudad, en Calle ARA, calle donde algunas veces hacen reuniones el 22M -dignidad- : En los años del boom económico de estos últimos años, los colectivos sociales, las ong, han dado más de 400 mil puestos de trabajo,....han estado trabajando durante esos años, esa cantidad de gentes solidaria,...pero eso ya se ha acabado,..."¡¡.).
El ciclo de protestas que comienza tras la crisis económica tiene mucho de ideas eternas -desigualdad económica tolerable, demanda de más participación política y de un mayor reconocimiento ciudadano-, pero también de geopolítica, y de respuesta a la "votocracia";
José Saturnino Martínez García/17/06/2014 - 20:38
La gente no quiere esclavizarse por haber tenido mala suerte y no poder pagar sus deudas. La gente quiere que se tengan en cuenta sus intereses a la hora de tomar decisiones políticas. La gente está en contra de que la desigualdad sea tan grande que una persona pueda llegar a comprar la voluntad de otras, y que haya personas que se vean, por necesidad, obligadas a venderse. La gente que vive sin derechos de ciudadanía bajo un gobierno lucha por ser reconocida. La gente a la que me refiero es el pueblo de Roma y sus aliados, en la época republicana. En las protestas progresistas, que nos hacen avanzar hacia una sociedad en la que todos tengan el mismo derecho a vivir una vida digna y a un mínimo de recursos que así lo garanticen, independientemente de su condición, hay ideas que siempre están presentes. Son ideas eternas (que diría Badiou): desigualdad económica tolerable, más participación política y más reconocimiento como sujetos de pleno derecho ciudadano.
El ciclo de protestas que comienza tras la crisis económica, con el detonante de un joven tunecino que se inmola harto de la injusticia y la desesperación, tiene mucho de ideas eternas. ¿Pero las protestas en España, EE UU, Grecia, Bulgaria, Turquía, Rusia o Ucrania, Siria, son protestas aisladas o son parte de un mismo proceso de desarrollo de esas ideas eternas? Todas estas protestas tienen su propia lógica, y si algo las une, es, en todo caso, cierto efecto de contagio, y a veces un mínimo de intercambio de activistas. Pero no hay tras ellas una organización como la II o la III Internacional que las coordine, nacional e internacionalmente. En cada lugar, la ciudadanía ha salido a protestar por lo mismo: más inclusión económica, decisiones políticas más en consonancia con lo que quiere la mayoría y menos corrupción, pero cada protesta lo hace en un “ecosistema distinto”. Las tensiones políticas en las que se expresan no son las mismas. De la misma forma que una especie animal se desarrolla según el ecosistema, a las ideas eternas les sucede lo mismo.
Una clave para entender lo que está pasando es la geopolítica. No tanto en sentido estrictamente geográfico, sino como “contagio” y áreas de influencia política. Es imposible la historia contrafáctica (que hubiese pasado sí…), pero antes del 15 M hubo otras protestas en España. La relevancia mediática que se le dio al 15 M fue mayor tras la “primavera árabe”, una relevancia que retroalimentó el movimiento. Por otro lado, una diferencia muy importante entre las protestas es la violencia. En España ha estado muy controlada, sobre todo al principio, para evitar cualquier asimilación de las protestas al mundo etarra. La situación difiere considerablemente de la guerra civil en Siria, o de Ucrania.
Pero las demandas populares en todos los lugares son similares: que quienes tomen las decisiones políticas tengan más en cuenta lo que piensa la mayoría de la población, o quienes viven en un territorio de esa población desean que las instituciones reconozcan su identidad diferencial (caso ucraniano o catalán). También tienen en cuenta mayor inclusión económica, frente a una élite político-económica “extractiva” y corrupta.
Lo que difiere considerablemente entre todas ellas es la relevancia y ambigüedad geoestratégica de los países en los que se expresan las ideas populares eternas. Por conflictiva que sea la situación en Grecia, o lo llegue a ser en España o Portugal, ninguna potencia extranjera está apostando por nuestra salida de la OTAN o de la UE. ¿Se imaginan a los rusos financiando y dotando de recursos humanos las protestas del 15 M para que nos saliésemos del euro y de la OTAN?, ¿o potenciando el independentismo catalán? A todo esto cabe añadir la irresponsabilidad occidental de legitimar un golpe de Estado a unos meses de unas elecciones, después de que las anteriores fueran avaladas por organismos internacionales, como sucedió en Ucrania. O peor aún, hacer creer a quienes protestan que recibirán apoyo militar, por lo que acaban abandonando la lucha no violenta a favor de las armas, para luego desentenderse, como en el caso sirio. Caso que no es extraño que sea el más violento pues es donde se dirimen más fracturas geoestratégicas. Es (era) el único país digno de ser enemigo militar de Israel en la zona, pro-ruso y pro-iraní, con tensiones entre laicos y religiosos, y entre demócratas y no demócratas. Vamos, en el eje del mal, con un gobierno represivo, una sociedad fracturada y muchas potencias internacionales con intereses enfrentados sobre un mismo territorio.
Con ello quiero señalar que todas estas protestas tienen en común que surgen de demandas populares democratizadoras e igualadoras, pero que son distorsionadas por factores que van más allá de la voluntad popular de las que surgen. Cuando menos injerencias externas haya y más inclusivos sean los procesos de participación política, más estables serán los regímenes políticos y más se adecuaran a las preferencias generales de la ciudadanía.
España tiene la suerte de estar en un contexto de gran estabilidad geopolítica, pero no está tan claro si su sistema democrático es tan inclusivo como debiera. Eso se debe a la gran confusión de muchos liberales entre democracia y “votocracia”. La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, como dijo Lincoln, mientras que votar una vez cada cuatro años es uno de los medios posibles para garantizar el autogobierno del pueblo, pero no el único. Desde el comienzo de la crisis asistimos a decisiones gubernamentales que van en contra de los intereses de la mayoría. Si no queremos que esta tensión entre autogobierno popular frustrado y gobiernos impopulares tecnocráticos termine barriendo las democracias, como sucedió en los años 30, los cauces de participación política deben estar abiertos a más formas de control popular que el voto cada cuatro años.
Para que los gobiernos no deriven en tecnocracias rígidas e impopulares, que acaben siendo inestables y asaltadas por populismos peligrosos, deben ser más porosos a las demandas populares. No hay que tener miedo a realizar algún referéndum de vez en cuando, a las iniciativas legislativas populares tomadas en serio o incluso a la revocación de cargos electos bajo ciertas condiciones (como el procedimiento que intentó la oposición venezolana contra Chávez). Y lo más fundamental, la confusión entre democracia y “votocracia” ha hecho que mientras las cosas iban bien mucha gente se desentendiera de la política, y cuando han querido participar no sabían muy bien cómo hacerlo, pero están aprendiendo. Podemos o un PSOE regenerado pueden ser la prueba de que nuestra democracia sigue sana, abierta a las ideas eternas.
David Noriega | El Diario | 06/04/2014/: " El analista y periodista, Andrés Ortega, da las claves para ‘Recomponer la democracia´ ".
“Un castigo al bipartidismo puede acabar en un gobierno de coalición PP-PSOE”
El analista y periodista Andrés Ortega da las claves para ‘Recomponer la democracia’ (RBA)
“Estamos vaciando la democracia nacional sin reemplazarla por una democracia europea”
“El PP confía más en la marca y el tirón del presidente del Gobierno que en su candidato a las europeas”
David Noriega | El Diario | 06/04/2014
El periodista y escritor Andrés Ortega. / Marta Jara
Reformar las instituciones, repensar el Estado de las Autonomías, replantear el de bienestar, despolitizar y repolitizar la política y, sobre todo, reforzar el parlamento nacional en su quehacer europeo. Estos son los ingredientes que el escritor, analista y periodista Andrés Ortega pone sobre la mesa para ‘Recomponer la democracia’ (RBA).
En el libro parte de la hipótesis de que el país se encuentra en un proceso de post-democracia. ¿En qué consiste este proceso?
Es un proceso que empezó hace tiempo y que con la crisis se ha acelerado, pero no se da solo en España. En la post-democracia se mantienen las estructuras y las apariencias democráticas, pero se vacían de contenido. Son las élites quienes dominan, plantean la agenda y acaban convenciendo a mucha gente de votar lo que ellos quieren.
Para superar esta fase y avanzar hacia una democracia más participativa, ¿habría que superar el miedo a romper con la Transición?
La Transición es como un tabú. Cuando comenzó la democracia había que construir un sistema electoral y partidos políticos en un país que no estaba habituado a ellos. Se hizo bien, pero generó sus propias contradicciones y monstruos, que han ido apareciendo al cabo de los años, como el predominio de las cúpulas de los partidos sobre los militantes, los simpatizantes o los electores. No soy demasiado crítico con lo que ocurrió, sino con lo que no se hizo 20 años después. La democracia hay que ir mejorándola y alimentándola constantemente.
En el libro plantea fallos con los partidos, las instituciones, el estado de bienestar… ¿Sigue siendo Europa la solución?
Desgraciadamente, sí. En varios sentidos. En primer lugar, no podemos salir del euro. Dentro hace frío, pero fuera congela. En segundo lugar, este país es incapaz de hacer las reformas que tiene que hacer sin un reformador externo que le empuje. Y el reformador externo ha sido durante muchos años, y sigue siendo, Europa. La entrada en la Unión Europea nos obligó a hacer reformas, el mercado único nos obligó a hacer reformas y lo que está ocurriendo ahora nos obliga a hacer reformas. El problema que veo es la orientación de las reformas y el hecho de que estamos vaciando la democracia nacional sin reemplazarla por una democracia europea. Y eso tiene que tener soluciones europeas y españolas.
¿Es compatible una mayor democracia española con la cesión de soberanía a Europa?
La solución para España no es dar más poderes a Europa y al Parlamento Europeo, sino reforzar el parlamento nacional en su quehacer europeo, como ocurre en Dinamarca, Alemania o en Holanda, donde los parlamentos nacionales son muy fuertes en los temas europeos, obligan a los gobiernos y refuerzan sus posiciones negociadoras. Mientras, España, quizás por no tener detrás un parlamento crítico, se debilita.
Afirma que los ciudadanos son reticentes a la política española porque creen que las decisiones se toman fuera del marco del Estado. ¿Se refiere a Europa o a otras esferas a parte de las políticas?
Hay una sensación de que muchas decisiones vienen impuestas desde fuera, de que quien decide no son los elegidos por los ciudadanos españoles, sino los mercados, que imponen sus reglas y sus condiciones, Bruselas, que es una cosa cada vez más etérea, o en los últimos años, Alemania, con la señora Merkel, o Frankfurt y el Banco Central Europeo. Todo ello conforma una situación que en el caso de España se ha agravado al ser un país deudor. Cuando uno tiene dinero para arreglar sus bancos, como hizo Holanda, no le imponen condiciones tan duras como las que impusieron a España.
Habla de imposiciones. ¿Los países del sur tienen capacidad de decisión?
Han perdido capacidad de decisión individual y colectivamente por su rechazo a formar un frente común. Cuando Hollande, Rajoy y Monti se unieron, obligaron a Merkel a ceder y dar pasos significativo en la unión bancaria. Eso no había ocurrido antes. Recuerdo cuando Zapatero participó en una sesión con Papandreu en Davos y una parte de la prensa española fue muy crítica. Hubo otro momento en el que nos felicitamos porque la prima de riesgo italiana estaba justo por delante de la española. En realidad, somos bastante insolidarios con los demás países del sur mientras pedimos solidaridad al conjunto de Europa.
Las elecciones al Parlamento Europeo están a la vuelta de la esquina. Sin embargo, a pesar de la necesidad que señala de plantear unas políticas europeas, los partidos suelen enfocarlas en clave nacional. ¿Sabemos qué votamos cuando votamos en las europeas?
No. Los índices de participación han ido bajando con la importancia creciente del Parlamento Europeo, lo que es paradójico. Sin embargo, con la crisis y el avance en la integración económica, sobre todo en la zona euro, la gente se ha percatado de que Europa es importante para sus vidas, que cuenta. Se habla más que nunca de Europa, pero el Parlamento Europeo se ve como una cosa lejana, que tiene muchos poderes que la gente no conoce, con unas elecciones subsidiarias con las que los ciudadanos no se identifican. Y la propia estructura de la política europea, donde no hay un demos europeo, hace que las propias elecciones sean una suma de elecciones nacionales.
¿Que el Partido Popular aún no tenga candidato es una muestra de lo poco europeizados que están los partidos?
Sí, porque hace que confíen más en la marca y el tirón que pueda tener el propio presidente del Gobierno que en el candidato, o candidata, a las europeas. Creo que estas elecciones van a ser importantes no solo porque van a dar una fotografía de cómo está la situación en España, sino también de cómo están las fuerzas en algunas comunidades autónomas, como Cataluña, Madrid, Valencia o Castilla-La Mancha.
El periodista y escritor Andrés Ortega. / Marta Jara
Los responsables de tomar medidas contra la crisis del sistema político son los propios políticos. ¿Van a tomar decisiones que les perjudiquen?
Son los propios políticos y los ciudadanos. Los ciudadanos tiene que exigirlo, no vale que estén callados esperando un cambio. Si no hay una presión de los ciudadanos, los votantes y las organizaciones sociales para que se produzca un cambio en la manera de hacer política en este país, no se hará. Si hay movilización se obliga a realizar cambios, lo hemos visto con los desahucios. Pero, sobre todo, es importante el ejercicio del voto.
Las encuestas prevén un aumento de la abstención.
Sí, porque mucha gente no cree que el voto cambie nada. Consideran que los partidos deben dar un paso adelante. Y hay pasos positivos, como las primarias que se están dando en algunos casos en el PSOE. El hecho de que en Valencia votaran 50.000 simpatizantes frente a 17.000 militantes quiere decir que el poder de los simpatizantes puede ser mucho mayor que el de los militantes, aunque en este caso hayan votado al candidato del aparato. Eso puede cambiar las perspectivas de la relación entre partidos y ciudadanos. El problema de la política en España es que, en general, salvo el presidente del Gobierno, los políticos no dependen del elector, sino de su posición en el partido. Y eso hace que cuando hay problemas no dimitan, o que el ciudadano no se sienta representado porque si se tiene que dirigir a un diputado no sabe a cuál acudir.
Comenta que nadie dimite por corrupción, pero hay políticos salpicados por casos de corrupción que se presentan a las elecciones y ganan. ¿Para qué van a dimitir si se quedan y se les sigue votando?
Esa es una corrupción del sistema. Y por eso los ciudadanos tienen parte de responsabilidad. Cuando un ciudadano vota a un corrupto, está amparando la corrupción. Ahí es importante que haya una cultura y un interés por parte de los ciudadanos por sanear la vida pública. Lo que pasa es que mucha gente se beneficia de un sistema de corrupción generalizado y por eso votan. Pero ya veremos si esto va a cambiar o no. Yo creo que hay un cierto hartazgo de la gente, que en algunos casos se traduce en cierta ira abstencionista y, en otros, en una separación de los partidos políticos para irse a otro tipo de movimientos sociales. Pero hay un hartazgo con el tipo de sistema político que tenemos en España.
¿A qué dará lugar ese hartazgo?
Puede haber un castigo al bipartidismo que, paradójicamente, acabe en un gobierno de coalición PP-PSOE. No cabe excluirlo e, incluso, tal vez sea la única forma de sacar adelante una reforma de la Constitución, que es absolutamente necesaria. Eso dependerá del resultado de las elecciones. En Alemania ha habido una gran coalición porque se han visto forzados a ello. Allí están acostumbrados a que cuando se vota, los políticos deben gestionar el resultado y no recurrir al electorado para que vuelvan a votar. Si la única salida a un resultado electoral fuera un gobierno PP-PSOE o incluso más amplio, yo no lo excluyo.
¿Las crisis política y económica van de la mano?
En un anterior libro, ‘¿Qué nos ha pasado? El fallo de un país’, dejé claro que lo que había ocurrido ante la crisis económica, era un fallo del sistema. Un fallo multiorgánico, donde habían fallado muchas instituciones políticas, la ciudadanía, el Banco de España, el Gobierno, los bancos … Hubo un fallo en la política que no creó la crisis, pero si hizo que cuando llegó desde fuera reventase la burbuja inmobiliaria y de crédito de un día para otro. Y la crisis económica ha hecho que surgiera una crisis del sistema político. Esa crisis no se resolverá si hay una recuperación económica. Seguirá así y se agravará. Y no solo eso: si no se reforma bien la política no acabaremos de reformar bien la económica.
Si cambian los partidos, ¿cambiará automáticamente el funcionamiento de todo lo demás?
Hay que cambiar el funcionamiento de los partidos de forma que el votante participe más en la elección de la persona. Pero luego hay que cambiar las instituciones. Hace falta un Tribunal de Cuentas que funcione, que sea independiente. Hace falta un Parlamento que no esté sometido permanentemente al Ejecutivo. Hay reformar el Estado de las Autonomías, para que haya mucha más cooperación, coordinación y participación con el gobierno central, con un Senado decente y nuevo. El actual no sirve para nada, pero lo seguimos manteniendo ahí. Y, finalmente, hay que democratizar y controlar mucho más Europa desde las democracias nacionales.
¿Hay algo que funcione bien?
En estos momentos hay pocas instituciones políticas que se salven. Incluido el Tribunal Constitucional y la Corona. Hay que volver a encajar todas las piezas del puzle, que se han desencajado a lo largo de los años. Hay que volver a someterlo todo a consenso. Hubo un voto muy mayoritario por la Constitución, pero ahora una mayoría importante de la población no pudo votarla por cuestión de edad y demanda participación en este sentido. Es verdad que en otros países como Francia o Estados Unidos no se cuestiona todo el rato la Constitución, pero tenemos que ver de dónde veníamos nosotros. La Constitución del 78 se hizo con cierto aliento del sistema anterior, en parte coartados, con un equilibrio de fuerzas entre los demócratas y la resistencia del régimen Franquista.
¿Es este el mejor momento para buscar otro consenso como el de la Transición?
El momento no parece el más propicio porque existe una divergencia entre el partido del gobierno y muchos partidos de la oposición –no solo el PSOE–, que es problemática. Probablemente haga falta otro tipo de consenso que no sea un acuerdo sobre todo, sino varios acuerdos sobre varias cosas, que haga que pueda haber un acuerdo para reformar el sistema.
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¿Para qué sirve una ONG en España?
Mute es un esfuerzo
por demostrar que cuanto más ruido, menos ideas.
Mute es un proyecto
con el que Fundación Telefónica busca abrir un debate en la sociedad,
vital para todos los que apoyamos la generación de ideas.
vital para todos los que apoyamos la generación de ideas.
Esta entrada ha sido escrita por Lucila
Rodríguez-Alarcón (@lularoal).
Directores de Oxfam Intermon, Amnistia Internacional y
Greenpeace en presentando su decálogo
contra la crisis en febrero de 2013
El rol de las organizaciones no gubernamentales ha ido
con cambiando con el tiempo. En sus orígenes a principios del siglo pasado, la
mayoría de las organizaciones eran eminentemente asistencialistas.
Asistencialistas indica que el tipo de apoyo que las organizaciones brindan a
quienes lo necesitaba se limita a asistirles en problemas concretos, a
brindarles ayuda específica para resolver una necesidad inmediata; dar comida a
los que tienen hambre, cobijo a los que no tienen casa, ropa a los que no
tienen medios para comprarla.
Con el tiempo, algunas organizaciones empezaron ir más
allá; “no les des pescado, dales una caña y enséñales a usarla”. Pero muchas no
se detuvieron ahí sino que llevaron la reflexión un paso más adelante.
Empezaron a trabajar con las personas que lo necesitan en la identificación las
causas de su situación promoviendo que sean ellas mismas las que elijan como
quieren solucionar el problema, es decir, que decidan si quieren pescado o no y
que ellas mismas elijan como quieren conseguirlo si con caña, con red o
comprándolo en el mercado internacional.
Cuando las organizaciones trabajan muy centradas en
las causas de los problemas acaban ineludiblemente aterrizando en el entorno
político. Los derechos y las obligaciones primeras de los ciudadanos están
definidos por las leyes que ven su origen y gestión en las decisiones de los
gobiernos. Las organizaciones luchan porque esas leyes que fundamentan las
sociedades con las que trabajan sean justas, o por lo menos, lo más justas
posible. A estas organizaciones las acaban llamando “activistas de” – derechos
humanos, lucha contra el cambio climático, lucha contra la pobreza.
Los 80-90 fueron los años dorados del activismo de las
ONGs, de la movilización social con fines de incidencia política. Algunas
organizaciones fueron un verdadero contra poder, y el término “no
gubernamentales” está provisto de un halo de legitimidad.
Con la llegada de Internet llegó la desintermediación.
El boom de este fenómeno se da con la consolidación de las redes sociales que
cambian todo el panorama comunicativo. Este boom casi coincide en el tiempo con
la crisis económica. Ambos elementos combinados dan lugar a la enorme crisis de
confianza en la que nos encontramos ahora. Los ciudadanos confían cada vez
menos en las organizaciones, en los medios de comunicación, en los políticos y
de forma general en el llamado “sistema”. Lo positivo de esta situación es que
gracias a las nuevas herramientas comunicativas los ciudadanos se sienten
capaces de cambiar por si mismos lo que estiman que debe cambiar.
En estos momentos en España, un país muy tocado por la
crisis económica y con una enorme crisis sistémica, cohabitan los dos extremos
de enfoque en la ayuda a los más desfavorecidos. Por un lado las organizaciones
asistencialistas no dan abasto. El incremento de la pobreza nacional que ha
afectado principalmente a las clases más bajas está provocando situaciones
dramáticas. Los comedores sociales están abarrotados, se vuelven a ver acciones
de recogida de alimentos como en los años 80. Algunas organizaciones que solo
trabajaban en países en desarrollo empiezan a abrir programas en España.
A su lado, organizaciones que trabajan más en la
incidencia política intentan alzar su voz reclamando cambios urgentes. Las
políticas que se están diseñando en los últimos años han olvidado las causas de
los problemas que afectan a los más débiles. El desajuste toca todos los palos,
desde el medioambiental, pasando por los derechos más básicos como el de la
libertad de expresión. Es especialmente sángrate el caso de las políticas
económico-sociales que favorecen la creación de riqueza dónde ya la hay
incrementando la brecha entre ricos y pobres y desmantelando los servicios
sociales.
Es interesante ver que este panorama desolador las
organizaciones vuelven a tener un rol importante que jugar. El término contra
poder se encuentra de nuevo presente en la mayoría de su trabajo. Aquellas que
trabajan brindando ayuda inmediata están desvelando la cara oculta de un
problema que afecta a cientos de miles de personas. Las llamadas activistas
están trabajando en identificar y definir las causas de esos problemas y
proponer soluciones. Con estas herramientas los ciudadanos pueden decidir qué
hacer. Pueden organizarse solos, sumarse a esas organizaciones, exigir un
cambio sustancial en el entorno político.
La gran duda es si “el sistema” dejará a las
organizaciones ejercer ese contra-poder libremente o recaerán sobre ellas
presiones administrativas, judiciales o campañas de contra información. Si
estamos en una democracia tan consolidada como queremos creer, nada de lo
anterior sucederá. Pero por si acaso, aquí es donde la unión entre todos aquellos
que quieren el cambio se torna indispensable. No hay que olvidar que la lucha
contra la desigualdad y la injusticia siempre ha sido una cuestión de unión y
de tesón.
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Hay 1 Comentarios
Bueno si, aquí, a lo mejor se puede entregar ese
"papelito" en las Cortes; pero otra cosa es ver dónde termina
después. Y conociendo el pelaje de los de dentro, apuesto a que pocos tendrán
siquiera una fotocopia al alcance de su mano. Simplemente, de momento nos
soportan, de momento.
Publicado por: Carlos M | 17/06/2014 9:48:53//.
Paula Andrea Osorio ha compartido la foto de Fundación Telefónica.
52
min ·
Por
q el corazon es mudo y aunque quiera no puede hablar.
Fundación Telefónica
Nos gusta el silencio que nos
permite pensar #hazmute//.
COMUNICADOS
República socialista
- Detalles
- Publicado el Jueves, 10 Abril 2014 19:51
- Escrito por Iniciativa Comunista
El día 14 de Abril de 1931 la clase obrera y los sectores populares consiguieron conquistar a la clase dominante española la tan esperada república. Mediante la organización, la unidad y la lucha en las calles el pueblo trabajador consiguió expulsar a la monarquía corrupta y acabar con un régimen moribundo. Una organización y una unidad que fue determinante en la Revolución de octubre del 34 y en la defensa decidida de la República frente al fascismo en 1936.
Hoy en día, la monarquía corrupta, heredera y cómplice del fascismo, que se perpetuo en el poder gracias al intervencionismo extranjero y a la traición dentro del movimiento obrero, sirve complaciente a los intereses del capital. Es hora de derribar la constitución del 78 y el mito de la “modélica transición”, la misma que ampara a los fascistas de la Justicia, que perpetuo a la vieja oligarquía en el poder y que niega a los pueblos su legítimo derecho de autodeterminación. La monarquía corrupta al igual que el resto de las estructuras del estado tienen los días contados.
En la actual crisis estructural, la burguesía golpea como un martillo a los sectores populares, arrojando a millones de trabajadores y trabajadoras al paro, negando el futuro del estudiantado, desalojando a cientos de miles de familias de sus casas, atacando los derechos de las mujeres y arrasando con las conquistas del pueblo trabajador. A golpe de reformas laborales y ERE´s los burgueses siguen robando a los y las trabajadoras y de forma desvergonzada, protegidos por unos políticos-títere que sólo defienden sus beneficios.
No nos podemos dejar engañar por falsas promesas, ninguna república burguesa va a solucionar los problemas que azotan a la clase trabajadora, ni terminarán con su explotación. El único camino que tiene la clase obrera y los sectores populares para tomar las riendas de su destino pasa por la superación del capitalismo y la conquista de una República Socialista, donde se garantice el derecho de autodeterminación de los pueblos, fuera de las estructuras imperialistas de la Unión Europea y de la OTAN, y que fulmine la criminal alianza entre el capital y el patriarcado devolviendo a las mujeres sus derechos. Una república que no vendrá de la mano de empresarios, ni de reformas, solo con la acción decidida del pueblo trabajador mediante la organización y la unidad de la clase obrera.
Sin olvidarnos de todos y todas aquellos que dieron su vida en la lucha contra el fascismo, a todas y todos los torturados y encarcelados, a quienes han luchado por un futuro mejor y en especial a todos aquellos y aquellas militantes que hoy en día siguen represaliados, han cumplido condenas en la cárcel o aún permanecen en prisión por su lucha. Hoy más que nunca la lucha por la III República es necesaria, hoy más que nunca la lucha por el Socialismo es imprescindible.
¡Por la III República Socialista!
¡Organización, Revolución y Socialismo! ))).....
Lmm.
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