PURO IDEALISMO, LO CONSEGUIDO HASTA AHORA EN EL CAMPO DEL COMUNISMO, AL MENOS OCCIDENTAL,...
Este trabajo será posiblemente reflexiones proletarias, cargadas de ideología y conocimientos comunistas, marxistas,...LAS REVOLUCIONES PROLETARIAS EN GENERAL HAN SIDO MUY DURAS, UNA VEZ TOMADO EL PODER PROLETARIO-POPULAR,...SIGUE SIENDO MUY DURA LA VIDA REVOLUCIONARIA DE LA SOCIEDAD, SOBRE TODO DE LA CLASE OBRERA,...NOS EXPLICAMOS,...NOS TENEMOS QUE EXPLICAR POR COJONES,...
NO SOMOS LA MOSCA COJONERA,...PERO SOMOS IDEALISTAS, HEMOS IDEALIZADO LA REVOLUCIÓN PROLETARIA,...HEMOS PARTICIPADO SOLO EN UN ASPECTO ALGO INSIGNIFICANTE EN ELLA,...
HEMOS LUCHADO CONTRA LA DICTADURA FRANQUISTA, Y CON ELLA EN ACCIÓN HEMOS LUCHADO POR INTERESES Y PROBLEMÁTICA CONCRETAS CONTRA LA MISMA, CONTRA SUS DIVERSOS APARATOS DE PODER DE ESTADO DICTATORIAL,...A LA VEZ DE LA LUCHA CONTRA EL CAPITAL ESPECÍFICO, POR CONVENIOS LABORALES, DESPIDOS MASIVOS, FALTAS GRAVES,...SUPEREXPLOTACIÓN, COMO NO PAGAR HORAS EXTRAS, PÉSIMAS CONDICIONES DE TRABAJO EN LOS CENTROS DE TRABAJO, DE PRODUCCIÓN,....EN LAS ESCUELAS FRANQUISTAS IGUAL POR IGUAL, DEFENSIVA Y CIERTAS OFENSIVAS CONTRA PROFESORES Y DIRECTORES FRANQUISTAS-FALANGISTAS,...
EN CIERTO SENTIDO LE ECHÁBAMOS COJONES A LA TAREA, YA QUE LA REPRESIÓN ERA ENORME,...Y LOS CONOCIMIENTOS DE LUCHA-BATALLA ERAN MUY LIMITADOS,...SOLO, CASI, LA ASTUCIA, LA GUERRA DE JUEGO,...LAS CARRERAS DEL PILLA-PILLA,...Y OTRAS COSAS DE JUEGO, PICAREZCA,...
A.1 SEGUIMOS CON EL IDEALISMO, Y MIREN QUE YA TENEMOS CANAS,...LOS JÓVENES LUCHADORES,...SIGUEN EN PLAN IDALISTAS,...ENTRE OTRAS COSAS PIDEN MÁS DEMOCRACIA,...Y REFERÉNDUM REPÚBLICA, VERSUS, MONARQUÍA. LA ACTUAL MONARQUÍA ESPAÑOLA ES DEMÓCRATA, CUMPLE LOS CÁNONES DE LA ONU Y DE DEMOCRACIAS EUROPEAS, POR EJEMPLO,...ESA NORMALIZACIÓN DEMOIMPERIALISTA ES LA QUE LLEVA A LA CREACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LA UNIÓN PANEUROPEA,...
A.2 AL MENOS SI SE PIDIERA LUCHA POR LA CONSTITUCIÓN Y SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA DEL 1.931, PUES ALGO DE VALOR SE LE PODRÍA DAR A ESTAS ACCIONES REPUBLICANAS,...SE PIDE REPÚBLICA Y CASI LOS MIMOS POSTULADOS DE LA PRESENTE CONSTITUCIÓN,...YA NO SE PIDE LUCHA Y CAMBIO REVOLUCIONARIO EN LA CONSTITUCIÓN EUROPEA Y SUS ESTRUCTURAS DE LOS MULTIESTADOS ASOCIADOS,...
A.3 ESTAMOS REESTUDIANDO LAS REVOLUCIONES POPULARES, PROLETARIAS, Y OTRAS COMO LA DE LA COMUNA DE PARÍS,...ENTRAREMOS EN LA DE CHINA,...EN LAS LATINAS, AFRICANAS,...Y OTROS CONTINENTES,...
TENEMOS QUE APRENDER MUCHO MÁS, BASTANTE MÁS,...PARA DAR CIERTAS EXPLICACIONES RACIONALES Y DEJAR POCO A POCO EL IDEALISMO,...DEBEMOS ENTRAR EN SER MÁS PROFESIONALES POLÍTICOS REVOLUCIONARIOS,...QUIZÁS NOS PEGAREMOS A CIERTOS MOVIMIENTOS, GRUPOS MÁS ACTIVOS, MÁS RESUELTOS,...-AUNQUE EL CUERPO Y LA CABEZA NO DA PARA MUCHO MÁS- PERO LA LUCHA ES LA LUCHA, SEÑOR NAPOLEÓN,...
Como proletarios tenemos ilusiones, osadía teníamos para combatir al poder franquista, al monárquico,...para combatir a poderes aunque no cercanos,...están sus tentáculos,...como el de los yanquees, el de los seudosoviéticos,...y muchos otros,...Pero no éramos muy peligrosos seguramente,...aún estamos vivos, cada vez con menos salud y energía, pero se está, ¡¡.PERO RELACIONES TODO ESTO CON ESCRITOS NUESTROS EDITADOS EN ESTE BLOG,...¡¡.
Comuna de
París
Destrucción de la Columna Vendôme durante la Comuna de París.
La Comuna
de París (en francés: La Commune de Paris)
fue un breve movimiento insurreccional que gobernó la ciudad de París del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, instaurando un proyecto político popular autogestionario que para algunos autores se asemejó al anarquismo o al comunismo.
Tras
la derrota y derrumbe del gobierno imperial de Napoleón III en la Guerra Franco-Prusiana (1870–71), París fue
sometida a un sitio de más de cuatro meses (19 de septiembre de
1870 – 28 de enero de 1871), que culminó con la entrada triunfal de los
prusianos -que se retiraron de inmediato- y la proclamación imperial de Guillermo I de Alemania en el Palacio de
Versalles.
Debido
a que París no aceptaba rendirse, la nueva Asamblea Nacional y el gobierno
provisional de la República, presidido por Adolphe Thiers, prefirieron instalarse en Versalles y desde ahí doblegar a la población rebelde. El vacío
de poder en París provocó que la milicia ciudadana, la Guardia Nacional Francesa, se hiciera de forma efectiva con el poder a fin de
asegurar la continuidad del funcionamiento de la administración de la ciudad.
Se beneficiaron del apoyo y de la participación activa de la población obrera
descontenta, del radicalismo político muy extendido en la capital que exigía
una república democrática, y de la oposición a la más que probable restauración de la Monarquía borbónica.
Al intentar el gobierno arrebatarles el control de las baterías de cañones que
habían sido compradas por los parisinos por suscripción popular para defender
la ciudad, estos se alzaron en armas. Ante esta rebelión, Thiers ordenó a los
empleados de la administración evacuar la capital, y la Guardia Nacional
convocó elecciones para el consejo municipal que fue copado por radicales
republicanos y socialistas.
La
Comuna (el término commune designaba y aún designa al ayuntamiento) gobernó
durante 60 días promulgando una serie de decretos revolucionarios, como la
autogestión de las fábricas abandonadas por sus dueños, la creación de
guarderías para los hijos de las obreras, la laicidad del Estado, la obligación
de las iglesias de acoger las asambleas de vecinos y de sumarse a las labores
sociales, la remisión de los alquileres impagados y la abolición de los
intereses de las deudas. Muchas de estas medidas respondían a la necesidad de
paliar la pobreza generalizada que había causado la guerra. Sometida casi de
inmediato al asedio del gobierno provisional, la Comuna fue reprimida con
extrema dureza. Tras un mes de combates, el asalto final al casco urbano
provocó una fiera lucha calle por calle, la llamada Semana Sangrienta (Semaine sanglante) del 21 al 28 de mayo. El
balance final fue de unos 30.000 muertos y el sometimiento de París a la ley marcial durante cinco años.
Ya
que los sucesos de la Comuna de París tuvieron lugar antes del cisma entre anarquistas y marxistas,
ambos movimientos políticos la consideran como propia y la celebran como la
primera toma de poder de las clases proletarias en la historia de Europa
occidental. Marx la describió como el primer ejemplo concreto de una
dictadura del proletariado en la que el Estado es tomado por el proletariado, a
lo que Bakunin respondió que –al no depender de una vanguardia
organizada y no haber arrebatado el poder al Estado francés o intentado crear
un estado revolucionario– la comuna parisina era anarquista.
Trasfondo
18 de marzo 1871: El pueblo
insurrecto se hace con los cañones del ejército situados en Montmartre(Recreación
actual).
La
revolución puso inesperadamente el poder en manos de la Guardia Nacional, que había
asegurado la defensa de la ciudad durante la guerra, mientras el Gobierno de
Defensa Nacional dirigido por Adolphe Thiers se encontraba refugiado enBurdeos.
La comuna fue posible gracias a un levantamiento popular de todas las tendencias
republicanas dentro de París después de que la Guerra Franco-prusiana terminase con Francia derrotada.1 La guerra con Prusia, comenzada porNapoleón III («Louis Napoleón
Bonaparte») en julio de 1870, se desarrolló desastrosamente para Francia, y en
septiembre del mismo año tras la derrota en la Batalla de Sedán, los diputados republicanos
derrocaron el Imperio y proclamaron la República.2 Días después París
quedó bajo el asedio del ejército enemigo.
La
escasez de comida, sumada al constante bombardeo prusiano, llevó a un
descontento general. Desde la revolución de 1848 la población se había
vuelto cada vez más receptiva a ideas republicanas más radicales. Una demanda
específica fue la de que París debía poseer un gobierno autónomo, con una
comuna elegida por la propia población, algo que ya disfrutaban la mayor parte
de las ciudades francesas, pero que era negado a París por un gobierno temeroso
de la indócil población de la capital. Un deseo más vago pero también
relacionado fue el de un sistema de gestión de la economía más justo, si no
necesariamente un sistema socialista, resumido en el grito popular de «la république
démocratique et sociale!».
En
enero de 1871, cuando ya habían transcurrido 4 meses de asedio, Louis-Adolphe Thiers, futuro jefe ejecutivo
(más tarde presidente) de la Tercera República Francesa,1 buscó un armisticio
que fue firmado el día 26 en el Palacio de Versalles, a la espera de que se
lograran acuerdos de paz definitivos.3 El Canciller Otto von
Bismarck, que se había instalado en Versalles, representaba al emperador de Alemania: exigió para
París la rendición de las plazas fuertes de las fortificaciones que rodeaban la
capital, el desarme de los soldados que aseguraban la defensa de la capital, la
posibilidad de entrar en París y el pago de un rescate de 200 millones de
francos.
Por
aquel tiempo más de 200.000 parisinos eran miembros armados de la «Guardia Nacional», una milicia de
ciudadanos dedicada al mantenimiento del orden público en tiempos de paz, pero
que desde septiembre de 1870 se había expandido mucho (de 60 a 254 batallones)
para ayudar a defender la ciudad. Los batallones elegían a sus propios
oficiales y poseían algunos cañones que habían sido fabricados en París y
pagados por suscripción pública. La ciudad y su Guardia Nacional habían
resistido el ataque de las tropas prusianas durante seis meses, por lo que la
población de París consideraba humillante tanto la rendición como la ocupación.
En
el mes de febrero, 2000 delegados de la federación de los batallones de la
Guardia Nacional eligieron un «Comité Central» que votó nuevos estatutos para
reorganizar la Guardia y aprobó que no se dejarían desarmar por el gobierno,
llamando a las principales ciudades francesas a que les imitaran. Las tropas
prusianas tenían previsto entrar simbólicamente en París el 1 de marzo, dejando
a Thiers que se encargara de la rendición de la capital. La víspera, el 28 de
febrero, el comité de la Guardia Nacional mandó pegar en todo París el «Cartel
negro» (Affiche noire), un cartel bordeado de negro en señal de luto
recomendando a los parisinos que no salieran de sus casas y evitaran todo
altercado o manifestación. El día 1 de marzo el ejército prusiano desfiló en
una ciudad desierta, limitándose a los distritos XVI, XVII y VIII. La abandonaron el mismo día
sin ningún incidente.
Días
antes de que los prusianos entraran en París, la Guardia Nacional, ayudada por
civiles, había puesto los cañones (que consideraban de su propiedad) a salvo de
los prusianos y los había almacenado en distritos seguros situados en las
colinas de Montmartre y Belleville, en los límites
de la ciudad. El principal «parque de cañones» estaba en las alturas de
Montmartre.
Mientras
tanto las elecciones legislativas del 8 de
febrero, destinadas a sustituir el Gobierno de Defensa Nacional,
habían dado a la Asamblea Nacional una mayoría monárquica (dividida entre legitimistas y orleanistas)
seguida de los republicanos conservadores, todos partidarios de firmar la paz.
En París, el voto fue mayoritariamente republicano radical, encabezando las
listas de diputados Louis Blanc, Víctor Hugo, Léon
Gambetta y Giuseppe Garibaldi. Por el Pacto de Burdeos,
Thiers aseguró a la Asamblea que su gobierno se iba a dedicar a levantar el
país, y que de momento no se plantearía el tipo de régimen a adoptar para
Francia, dejando de lado la instauración de la República a petición de los
monárquicos, bonapartistas y representantes de la alta burguesía.4
El alzamiento y naturaleza de la Comuna[editar]
Guardias nacionales en una
barricada de Belleville, el 18 de marzo de 1871.
Instauración de la Comuna[editar]
Pero
París continuaba cercada mientras el problema de las indemnizaciones de la
guerra afectaba gravemente a la población. El 3 de marzo una asamblea de los
delegados de la Guardia Nacional eligió un Comité ejecutivo provisional de 32
miembros que prometió defender la República.5 El mismo día el
gobierno de Thiers nombró comandante jefe de la Guardia Nacional al general
monárquico Louis d'Aurelle de Paladines,
que había apoyado militarmente el golpe de Estado de Napoleón III del 2 de diciembre de
1852.6 Ante lo que se
interpretaba como una provocación, la prensa y el pueblo protestaron7 y el Comité Central
lo rechazó y lo ignoró.8 El 10 de marzo, la
Asamblea Legislativa y el gobierno se trasladaron de Burdeos a Versalles, pero
Thiers decidió residir en París.
Las
primeras medidas aprobadas por la nueva Asamblea confirmaron las inquietudes de
la población, recordándoles las medidas impopulares impulsadas por Thiers
durante la II República en 1848: el 10 de
marzo suprime la moratoria sobre letras de pago, alquileres y deudas que han de
pagarse casi inmediatamente, lo que aboca en París a 300.000 obreros, pequeños
talleres y tiendas a la quiebra.9 Suprime el salario de
los guardias nacionales, dejando a miles de familias sin recursos.10 El general Vinoy, recién nombrado comandante
jefe del ejército en París, prohíbe seis periódicos republicanos, de los que 4
tenían cada uno una tirada de más de 200.000 ejemplares11 y manda condenar a
muerte en ausencia a Gustave Flourens y Auguste
Blanqui por su participación en la revuelta de octubre de
1870.12
Al
mismo tiempo que el Comité Central de la Guardia Nacional estaba adoptando una
posición cada vez más radical y ganando firmemente autoridad, el gobierno no
podía permitirle indefinidamente tener 400 cañones y ametralladoras a su
disposición. Y así, como primer paso, al alba del 18 de marzo Thiers ordenó a
sus tropas tomar los cañones almacenados en los altos de Montmartre, Belleville y en el Parque des Buttes-Chaumont.13 En Belleville y en
Montmartre, los residentes avisados a toque de campana se precipitaron para
interponerse, mujeres a la cabeza: en vez de seguir las instrucciones, los
soldados fraternizaron con la Guardia Nacional y la población. En Montmartre,
cuando su general, Claude Martin Lecomte, les
ordenó disparar a una muchedumbre desarmada, le apearon de su caballo. En
contra de la opinión de los miembros del comité del distrito, fue fusilado en
el mismo barrio junto con el General Clément Thomas, un antiguo comandante de
la Guardia Nacional, responsable de la represión durante la rebelión popular en
junio de 1848.14 El 18 de marzo marca
oficialmente el inicio del gobierno de la Comuna.
Otras
unidades armadas se unieron a la rebelión, que se esparció tan rápidamente que
el Jefe del ejecutivo Thiers ordenó la evacuación inmediata de París de las
fuerzas regulares que aún le seguían siendo leales, tales como la policía y los
empleados de todas las administraciones públicas. Él mismo huyó, a la cabeza de
sus hombres, a Versalles.15 Según Thiers, 100.000
parisinos abandonaron la capital. En los días siguientes, la mayoría de los
habitantes de los barrios residenciales del oeste de París (el XVI y el XVII),
tradicionalmente conservadores, se refugiaron en Versalles. El Comité Central
de la guardia nacional era ahora el único gobierno efectivo en París: casi
inmediatamente renunció a su autoridad y organizó elecciones para una comuna,
propuestas para el 26 de marzo.16
La
Comuna de París fue constituida el 28 de marzo. Los 92 miembros del «Consejo
Comunal» incluían obreros, artesanos, pequeños comerciantes, profesionales
(tales como médicos y periodistas), y un gran número de políticos. Abarcaban
todas las tendencias republicanas: desde republicanos reformistas y moderados,
socialistas, anarquistas, proudhonianos, blanquistas e independientes,
hasta jacobinos que tendían a mirar nostálgicamente la Revolución francesa. El socialista Auguste Blanqui fue elegido
presidente del Consejo, pero esto ocurrió en su ausencia ya que había sido
arrestado el 17 de marzo y estuvo retenido en una prisión secreta durante la
vida de la Comuna.
Medidas adoptadas por la Comuna[editar]
Este artículo o sección
necesita referencias que
aparezcan en una publicación acreditada, como revistas especializadas, monografías, prensa
diaria o páginas de Internet fidedignas. Este aviso fue
puesto el 12 de diciembre de 2007.
Puedes añadirlas o avisar al autor principal del artículo en su página de discusión pegando: {{subst:Aviso referencias|Comuna de París}} ~~~~ |
La comuna regresa las
herramientas empeñadas a los trabajadores durante el asedio.
A
pesar de las diferencias internas, el Consejo tuvo un buen comienzo al mantener
los servicios públicos esenciales para una ciudad de dos millones de
habitantes; también fue capaz de alcanzar un consenso sobre ciertas políticas
que tendían hacia una democracia social progresista más que a una revolución
social. Debido a la falta de tiempo (la Comuna pudo reunirse menos de 60 días
en total) sólo unos pocos decretos fueron implementados. Estos incluían:
remisión de las rentas, que habían sido aumentadas considerablemente por
caseros, hasta que se terminase el asedio; la abolición del trabajo nocturno en
los cientos de panaderías de París; la abolición de la guillotina;
la concesión de pensiones para las viudas de los miembros de la Guardia
Nacional muertos en servicio, así también como para sus hijos; la devolución
gratuita de todas las herramientas de los trabajadores, a través de las casas
de empeño estatales; se pospusieron las obligaciones de deudas y se abolieron
los intereses en las deudas; y, alejándose de los estrictos principios
reformistas, el derecho de los empleados a tomar el control de una empresa si
fuese abandonada por su dueño.17 18
El
Consejo terminó con el alistamiento y reemplazó el
ejército convencional con una Guardia Nacional de todos los ciudadanos que
podían portar armas. La legislación propuesta separaba la iglesia del estado,
hacía que todas las propiedades de la iglesia pasaran a ser propiedad estatal,
y excluía la religión de las escuelas. Se les permitió a las iglesias seguir
con su actividad religiosa sólo si mantenían sus puertas abiertas al público
por la tarde para que se realizasen reuniones políticas. Esto hizo de las
iglesias el principal centro político participativo de la Comuna. Otra legislación
proyectada trataba de reformas educativas que permitirían que la educación y la
práctica técnica fueran disponibles para todo el mundo.
La
Comuna adoptó durante su breve existencia el anteriormente descartado Calendario de la I República Francesa,
así como la bandera roja en vez de la tricolor.
La
carga de trabajo fue facilitada por varios factores, aunque se esperaba de los
miembros del Consejo (que no eran «representantes» sino «delegados» y podían
ser inmediatamente cambiados por sus electores) que realizasen algunas
funciones ejecutivas aparte de las legislativas. Las numerosas organizaciones ad
hoc establecidas durante el asedio en los barrios
(«quartiers») para satisfacer las necesidades sociales (cantinas, estaciones de
primeros auxilios, etc.) continuaron creciendo y cooperando con la Comuna.
Al
mismo tiempo, estas asambleas locales perseguían sus propias metas, normalmente
bajo la dirección de trabajadores locales. A pesar del reformismo formal del
Consejo de la Comuna en su conjunto, la actuación comunal era mucho más
revolucionaria. Las tendencias revolucionarias predominantes incluían anarquistas, blanquistas, jacobinos e independientes. La
Comuna de París ha sido celebrada por anarquistas y socialistas marxistas continuamente hasta
la actualidad, en parte debido a la variedad de tendencias, el alto grado de
control por parte de los trabajadores y la notable cooperación entre los
diferentes bandos revolucionarios.
En
el IIIe arrondissement, por ejemplo, se proporcionó material escolar
gratuitamente, tres escuelas se transformaron en entidades laicas y se estableció un
orfanato. En el XXearrondissement, se proporcionó a los escolares ropa y comida
gratuita. Existieron muchos casos más de este tipo. Pero un ingrediente vital
en el relativo éxito de la Comuna en su etapa fue la iniciativa mostrada por
trabajadores sencillos en el dominio público, que se las arreglaron para tomar
las responsabilidades de los administradores y especialistas removidos por
Thiers.
Friedrich
Engels, el más cercano colaborador de Marx, mantendría después que la ausencia de un ejército fijo,
las políticas autónomas de los «quartiers» y otras características tuvieron
como consecuencia que la Comuna no fuese como un Estado en el sentido represivo del término: era una forma de
transición en dirección de la abolición del Estado como tal. Su posible
desarrollo futuro, sin embargo, seguiría siendo una pregunta teórica: después
de solo una semana fue atacada por elementos del nuevo ejército (que incluía
antiguos prisioneros de guerra liberados por los prusianos) creado rápidamente
en Versalles.
El asalto y la represión[editar]
La
Comuna fue asaltada desde el 2 de abril por las fuerzas del gobierno del ejército de Versalles y la ciudad fue
bombardeada constantemente. La ventaja del gobierno era tal que desde mediados
de abril negaron la posibilidad de negociaciones.
La
zona exterior de Courbevoie fue capturada, y un intento retrasado de las fuerzas
de la Comuna para marchar sobre Versalles fracasó ignominiosamente. La defensa
y la supervivencia se transformaron en las principales consideraciones. Las
mujeres de la clase trabajadora de París servían en la Guardia Nacional e
incluso formaron su propio batallón, con el que más tarde pelearon para
defender el Palacio Blanche, pieza
fundamental para Montmartre. (Es importante también señalar que incluso bajo el
gobierno de la Comuna las mujeres aún no tenían derecho a voto, ni tampoco
existían miembros femeninos en el Concilio.)
Una
gran ayuda también vino desde la comunidad extranjera de refugiados y exiliados
políticos en París: uno de ellos, el polaco ex-oficial y nacionalista Jaroslaw Dombrowski, se convirtió en general
destacado de la Comuna. El Concilio estaba influenciado por el
internacionalismo, por lo que la Columna
Vendôme, que celebraba las victorias de Napoleón Iy
era considerada por la Comuna como un monumento al chovinismo,
fue derribada.
En
el extranjero, había reuniones y mensajes de buena voluntad enviados por
sindicatos y organizaciones socialistas, incluyendo algunos en Alemania.
Pero las esperanzas de obtener ayuda concreta de otras ciudades de Francia
fueron pronto abandonadas. Thiers y sus ministros en Versalles se las
arreglaron para evitar que saliera de París casi toda la información; y en los
sectores provinciales y rurales de Francia había siempre existido una actitud
escéptica hacia las actividades de la metrópolis. Los movimientos en Narbonne, Limoges y Marsella fueron rápidamente
aplastados.
Mientras
la situación se deterioraba, una sección del Concilio ganó una votación (a la
que se oponía Eugène Varlin —un corresponsal de Carlos Marx— y otros moderados)
para crear un «Comité de Salvación Pública»,
modelado a imagen del órgano jacobino del mismo nombre formado en 1792. Sus poderes eran
extensos. Pero ya casi había pasado la hora en la que una autoridad central
fuerte podía haber ayudado.
Prisioneros de la comuna
marchando a Versalles (extraído de una revista moderna).
Miembros de la Comuna ejecutados.
El
21 de mayo una puerta en la parte occidental de las murallas de París fue
forzada y comenzó la reconquista de la ciudad por parte de las tropas de
Versalles, primero ocupando los prósperos distritos occidentales donde fueron
bien recibidos por los vecinos que no habían dejado París tras el armisticio.
Las
fuertes lealtades locales que habían sido una característica positiva de la
Comuna se convirtieron en una cierta desventaja: en lugar de una defensa
planeada globalmente, cada «quartier» luchó por su supervivencia y fue
derrotado cuando llegó su turno. Las redes de calles estrechas que hicieron
inexpugnables distritos enteros en revoluciones anteriores habían sido en gran
parte reemplazadas con anchos bulevares.2 Los de Versalles
disfrutaban de un mando central y disponían de artillería moderna.
La
resistencia más acérrima llegó en los distritos más de clase trabajadora del
este, donde la lucha continuó durante ocho días de combates callejeros (La
Semaine sanglante, la semana sangrienta). El 27 de mayo sólo quedaban unos
pocos focos de resistencia, los más notables los de los más pobres distritos
del este de Belleville y Ménilmontant.
Durante
el asalto, las tropas del gobierno fueron responsables de la matanza de
ciudadanos desarmados: se disparó a los prisioneros que estaban fuera de
control y las ejecuciones múltiples fueron algo común. El 27 de mayo, para
responder a las matanzas de parisinos por las tropas de Thiers,
los comuneros fusilaron a 52 rehenes, entre ellos el arzobispo de París.19
A
las cuatro de la tarde del día siguiente cayó la última barricada, en la rue
Ramponeau de Belleville, y el mariscal MacMahonlanzó una proclama: «A los
habitantes de París. El ejército francés ha venido a salvaros. ¡París está
liberada! A las cuatro en punto nuestros soldados tomaron la última posición
insurgente. Hoy se ha acabado la lucha. El orden, el trabajo y la seguridad
volverán a nacer».
Las
represalias comenzaron en serio. Se declaró un crimen haber apoyado a la Comuna
en cualquier modo, de lo que se podía acusar —y se acusó— a miles de personas.
Varios miles de comuneros fueron fusilados masivamente (de diez en diez) en lo
que ahora se llama «El Muro de los Comuneros» en el Cementerio de Père-Lachaise mientras que otros
miles de personas fueron llevados a Versalles u otras localidades en las
afueras de París, para ser juzgados. Pocos comuneros escaparon, principalmente
a través de las líneas prusianas hacia el norte. Durante días columnas de
hombres, mujeres y niños hicieron, escoltados por militares, un camino hacia
barrios o campos baldíos de Versalles convertidos en prisiones temporales o más
bien en campos de concentración. Quizás sean los primeros campos de
concentración que registra la Historia [cita requerida]. El gobierno arrestó a aproximadamente 40.000
personas y las persecuciones siguieron hasta 1874.19Más
tarde muchos fueron juzgados y varios condenados a muerte, aunque otros muchos
fueron ejecutados sumariamente; otros fueron condenados a trabajos
forzados o encarcelados en fortalezas penitenciarias en
territorio francés; otros más fueron deportados temporalmente o de por vida a
unos penales situados en islas francesas del Pacífico.
Nunca
se ha podido establecer de manera segura el número de muertos durante la Semaine
sanglante. Algunos testigos,
como Prosper-Olivier Lissagaray, autor
de una conocida obra sobre la Comuna, señalan que en realidad fueron dos
semanas de ejecuciones. Algunas estimaciones son de entre 20.000 y 30.000
parisinos muertos en los combates o ejecutados entre el 3 de abril y el 31 de
mayo,19 y muchos más heridos.
Según Lissagaray y otros testigos de la época los ejecutados durante las dos
semanas sangrientas que siguieron a la toma de París fueron 50.000, sin hacer
distinción de edad o sexo. Varios centenares de obreras parisienses, conocidas
como «petroleras», fueron también fusiladas en los muros del cementerio de Père
Lachaise. Unas 7.000 personas fueron deportadas a penales improvisados en Nueva
Caledonia,20 21 como fue el caso de
la maestra anarquista Louise Michel. Miles de personas tuvieron que
exiliarse.19 Para los presos (sólo
algunos centenares) hubo una amnistía general en 1889. En total, las pérdidas del gobierno rondaron los 1000
hombres.19
París
estuvo bajo la ley marcial durante cinco años.
Retrospectiva de la Comuna[editar]
Este artículo o
sección necesita referencias que
aparezcan en una publicación acreditada, como revistas especializadas, monografías, prensa
diaria o páginas de Internet fidedignas. Este aviso fue
puesto el 12 de diciembre de 2007.
Puedes añadirlas o avisar al autor principal del artículo en su página de discusión pegando: {{subst:Aviso referencias|Comuna de París}} ~~~~ |
Detalle del Mur
des fédérés (Muro de los federados, de los comuneros), placa en
honor a los muertos de la Comuna (cementerio de Père-Lachaise).
La
clase acomodada de París, y la mayoría de los antiguos historiadores de la
Comuna, vieron aquel hecho como un clásico ejemplo del «dominio de la
muchedumbre», terrorífico y al mismo tiempo inexplicable. La mayoría de los
actuales historiadores, incluso aquellos de derechas, han reconocido el valor de alguna de
las reformas de la Comuna y han deplorado el salvajismo con el que fue
reprimida. Sin embargo, han encontrado difícil de explicar el odio sin
precedentes que la Comuna despertó en las clases medias y altas de la sociedad.
Odio sin justificación contra un gobierno que además de ser grandemente pluralista,
no tomó nunca medidas enérgicas contra sus enemigos. Según Lissagaray, mientras
la Comuna estaba de fiesta y celebrando sus moderadas reformas, Versalles sólo
pensaba en «...desangrar a París».
Por
esa misma causa, en las izquierdas, hay quienes han criticado a la Comuna por mostrarse
demasiado moderada, especialmente dada la situación política y militar de cerco
en la que se encontraba. Carlos Marx encontró agravante que los miembros de la Comuna
«perdieran valiosísimos momentos» organizando elecciones democráticas en vez de
terminar de una vez por todas con Versalles. El banco nacional de Francia,
ubicado en París con la reserva de millones de francos,
fue dejado intacto y desprotegido por los miembros de la Comuna. Tímidamente
pidieron prestado dinero del banco (que, obviamente, obtuvieron sin ninguna
vacilación). Los miembros de la Comuna optaron por no coger los recursos del
banco por miedo a que el mundo entero los condenara. De esta manera, se
movieron grandes sumas de dinero desde París a Versalles, dinero que terminó
por financiar el ejército que dio fin a la Comuna. En el momento de retirada de
Thiers y sus generales y tropas, los comuneros y en particular los dirigentes
de la Comuna, permitieron que la técnica militar principal de París partiera
íntegra hacia Versalles en manos de la reacción, sin intervenirla. La
vacilación de tomar esas armas y entregárselas al pueblo fue fatal para la
Comuna. Según los socialistas radicales y comunistas, la Comuna tenía que
asegurarse la ciudad y el país antes de darle una vida tan idealmente
democrática.
Algunos comunistas, izquierdistas, anarquistas y otros simpatizantes han visto a la Comuna como un
modelo para, o como base de una sociedad liberal, con un sistema político
basado en la democracia
participativa como eje de la
administración. Marx y Engels, Bakunin y posteriormente Lenin y Trotsky intentaron sacar lecciones teóricas (en particular en
lo que concierne a «la marchitación del Estado») desde la limitada experiencia vivida por la Comuna.
El crítico Edmond de Goncourt obtuvo una lección
más pragmática: tres días después de La Semaine sanglante escribió «... El derramamiento de sangre ha sido
total, y un derramamiento de sangre como este, al asesinar la parte rebelde de
la población, solo pospone la siguiente revolución... La vieja sociedad tiene
por delante 20 años de paz...».
La
Comuna de París ha sido parte de las citas de muchos líderes comunistas. Mao se refería a ella con
bastante frecuencia. Lenin, junto a Marx, consideraban la Comuna un ejemplo
real de la dictadura del proletariado. En su funeral su cuerpo fue envuelto en los restos
de una bandera roja preservada desde la Comuna. La nave espacial Vosjod 1 portaba parte de un
estandarte de la Comuna de París. También, los Bolcheviques renombraron la nave de combate Sebastopol como «Parizhskaya Kommuna» en honor a la
Comuna.
¿Qué pide la Comuna?
El reconocimiento y
la consolidación de la República como única forma de gobierno compatible con
los derechos del pueblo y con el libre y constante desarrollo de la sociedad.
La autonomía absoluta de la Comuna, que ha de ser
válida para todas las localidades de Francia y que garantice a cada municipio
la inviolabilidad de sus derechos, así como a todos los franceses el pleno
ejercicio de sus facultades y capacidades como seres humanos, ciudadanos y
trabajadores.
La
autonomía de la Comuna no tendrá más límites que el derecho de autonomía igual
para todas las demás comunas adheridas al pacto, cuya alianza garantizará la
Unidad francesa.
Declaración
de la Comuna de París al Pueblo Francés, 19
de abril de 1871///.
CONSTITUCION WEB
BASE DE DATOS: CONSTITUCIONES -
JURISPRUDENCIA - DOCUMENTOS, VIDEOS Y DISCURSOS HISTÓRICOS - BIBLIOTECA VIRTUAL. abril 14, 2010
DECLARACION DE
LA COMUNA AL PUEBLO FRANCÉS
[1 de Abril de 1871]
“¿Qué pide París? […]
El reconocimiento y la consolidación de la República, única forma de gobierno
compatible con los derechos del pueblo y el desarrollo regular y libre de la
sociedad. La autonomía absoluta de la Comuna extendida a todas las localidades
de Francia, y asegurando a cada una la integridad de sus derechos, y a todo
francés el pleno ejercicio de sus facultades y aptitudes, como hombre,
ciudadano y trabajador…”
En el conflicto doloroso y terrible que
impone una vez más a París los horrores del sitio y del bombardeo que hace correr
la sangre francesa, que hace perecer a nuestros hermanos, nuestras mujeres,
nuestros hijos aplastados bajo los obuses y la metralla, es necesario que la
opinión pública no sea dividida, que la conciencia nacional no sea turbada.
Es necesario que París y el país todo
entero sepan cuál es la naturaleza, la razón, el fin de la Revolución que se
produce. Es necesario que la responsabilidad de los duelos, de los
sufrimientos, de las desdichas de los que somos víctimas recaigan sobre
aquellos que, después de haber traicionado a Francia y librado París al
extranjero persiguen con una ciega y cruel obstinación la ruina de la capital,
a fin de enterrar, en el desastre de la República y de la libertad el doble
testimonio de su traición y de su crimen.
La Comuna tiene el deber de afirmar y
determinar las aspiraciones y los deseos de la población de París, de precisar
el carácter del movimiento del 18 de marzo, incomprendido, desconocido y
calumniado por los hombres políticos que se reúnen en Versalles.
Esta vez nuevamente París trabaja y
sufre por la Francia entera, de la que él prepara por sus combates y
sacrificios, la regeneración intelectual, moral administrativa y económica, la
gloria y la prosperidad. ¿Qué pide París?
El reconocimiento y la consolidación de
la República, única forma de gobierno compatible con los derechos del pueblo y
el desarrollo regular y libre de la sociedad.
La autonomía absoluta de la Comuna
extendida a todas las localidades de Francia, y asegurando a cada una la
integridad de sus derechos, y a todo francés el pleno ejercicio de sus
facultades y aptitudes, como hombre, ciudadano y trabajador.
La autonomía de la Comuna no tendrá
otros límites que el derecho de autonomía igual para todas las obras comunes
adherentes al contrato, cuya asociación debe asegurar la unidad francesa.
Los derechos inherentes a la Comuna son:
El voto del presupuesto comunal, gastos
y recursos; la fijación y la repartición del impuesto; la dirección de los
servicios locales, la organización de su magistratura, de la policía interior y
de la enseñanza, la administración de los bienes pertenecientes a la Comuna.
La selección por elección o concurso, y
el derecho permanente de control y revocación de los magistrados y funcionarios
comunales de todo orden.
La garantía absoluta de la libertad
individual, de la libertad de conciencia y la libertad de trabajo.
La intervención permanente de los
ciudadanos en los asuntos comunales por la libre manifestación de sus ideas, la
libre defensa de sus intereses: garantías dadas a esas manifestaciones por la
Comuna, única encargada de vigilar y asegurar el libre y justo ejercicio del
derecho de reunión y de publicidad.
La organización de la Defensa urbana y
de la Guardia Nacional, que elige sus jefes y vela sola al mantenimiento del
orden en la ciudad. París no quiere nada más a título de garantías locales, a
condición bien entendida, de encontrar en la gran administración central,
delegación de las comunas federadas, la realización y la práctica de los mismos
principios.
Pero, a favor de su autonomía y
aprovechando su libertad de acción, París se reserva realizar como lo considere
mejor, las reformas administrativas y económicas que reclame su población:
crear instituciones aptas para desarrollar y propagar la instrucción, la
producción, el intercambio y el crédito; a universalizar el poder y la
propiedad, según las necesidades del momento, el deseo de los interesados y los
datos proporcionados por la experiencia.
Nuestros enemigos se equivocan o hacen
equivocar al país cuando acusan a París de querer imponer su voluntad o su
supremacía al resto de la nación y pretender una dictadura que sería un
verdadero atentado contra la independencia y soberanía de las otras comunas.
Se equivocan o hacen equivocar al país
cuando acusan a París de perseguir la destrucción de la unidad francesa,
constituida por la Revolución, con la aclamación de nuestros padres, que
concurrieron a la fiesta de la Federación desde todos los puntos de la vieja
Francia. La unidad, tal como nos ha sido impuesta hasta hoy por el imperio, la
monarquía y el parlamentarismo, no es más que la centralización despótica,
ininteligente, arbitraria u onerosa.
La unidad política, tal como la quiere
París, es la asociación voluntaria de todas las iniciativas locales, el concurso
espontáneo y libre de todas las energías individuales en vistas a un fin común,
el bienestar, la libertad y la seguridad de todos.
La Revolución comunal, comenzada por la
iniciativa popular del 18 de marzo, inaugura una era nueva de política experimental,
positiva, científica.
Este es el fin del viejo mundo
gubernamental y clerical, del militarismo, del funcionarismo, de la
explotación, de los monopolios, de los privilegios, a los que el proletariado
debe su servidumbre y la patria sus desdichas y sus desastres.
Que esta patria querida y grande,
engañada por las mentiras y las calumnias, se tranquilice entonces.
La lucha entablada entre París y
Versalles es de esas que no pueden terminar por compromisos ilusorios: la
salida no deberá ser dudosa. La victoria, perseguida con indomable energía por
la Guardia Nacional, pertenecerá a la idea y al derecho.
¡Llamamos a Francia!
¡Advertida de que París en armas posee
tanta calma como bravura, que sostiene el orden con tanta razón como heroísmo;
que no se armó más que por devoción a la libertad y la gloria de todos, que
Francia haga cesar este sangriento conflicto!
Corresponde a Francia desarmar a
Versalles por la manifestación solemne de su irresistible voluntad.
¡Llamada a aprovechar nuestras conquistas,
que se declare solidaria con nuestros esfuerzos; que sea nuestra aliada en este
combate que no puede terminar más que con el triunfo de la idea comunal o con
la ruina de París!
En cuanto a nosotros, ciudadanos de
París, tenemos la misión de realizar la revolución moderna, la más grande y la
más fecunda de todas aquellas que han iluminado la historia.
¡Tenemos el deber de luchar y de vencer!
París, 1 de abril de 1871.
LA COMUNA DE PARIS
[1] La derrota de Francia en la guerra iniciada en 1870 con Prusia lleva a la capitulación de París el 28 de enero de 1871. El pueblo se arma. La Guardia Nacional dirigida por un Comité Central funciona de hecho como poder. El 18 de marzo declara: “Los proletarios de París ante el fracaso y la traición de las clases gobernantes comprenden que ha llegado para ellos la hora de salvar la situación, haciéndose cargo de la dirección del poder público”. Thiers dos días antes había llegado a París a reprimir el movimiento, teniendo como primera medida desarmar el pueblo parisiense, lo que genera una espontánea explosión popular el 18 por el que se toma prisioneros y se fusila a los generales Lecomte y Clement Thomas. El 26 de marzo la Comuna de París fue elegida por el voto de 229.000 electores sobre 485.000 registrados. La declaración que publicamos se hace pública el 19 de abril. En abril Thiers lanza su ejército, engrosado por los prisioneros que Prusia liberó para que lucharan contra la comuna. La represión posterior, con matanzas en masa (se calcula que 20.000), 36.000 parisinos insurrectos en prisión, etc., acalló el París revolucionario durante una generación y Francia quedó sometida en adelante al régimen reaccionario de la Tercera República. Sin embargo, en los dos meses escasos que duró la Comuna sus miembros lograron sentar las bases del cambio social al que aspiraban, pese a las dificultades de la guerra civil desatada.
Publicado por Dres. Juan O. Pons y N. Florencia
Pons Belmonte
Etiquetas: Movimiento Obrero
MUCHOS DIRÁN,...HISTORIAS Y MÁS HISTORIAS,...PERO ESO ES LO QUE HAY,...¡¡.
revolucion sovietica:
1905, los soviets nacen en Rusia
Andreu Nin*
El primer soviet
Pluma 3- Verano 2006
El primer soviet surgió en
Ivánovo-Vosnesensk, el centro más importante de la industria textil rusa. El
movimiento obrero de dicha ciudad era uno de los más antiguos del país. La
influencia de las ideas socialistas era muy fuerte, pero el movimiento se
distinguía por una característica especial: la de que el papel directivo no lo
desempeñaba el agitador de fuera ni el intelectual, como ocurría a menudo, sino
elementos de la propia masa obrera de la localidad. La masa, sin embargo, era
generalmente inculta, como ocurre a menudo en los obreros de esa rama
industrial...
El 12 de mayo estalló la huelga de los
obreros textiles, que se transformó en huelga general y desempeñó un inmenso
papel en la historia del movimiento obrero ruso. El 13, en una asamblea de
huelguistas, a la cual asistieron 30.000 obreros, fue elegido un consejo o
soviet de 110 delegados, designados para llevar a cabo las negociaciones con
los patronos y las autoridades en nombre de todos y para la dirección de la
huelga. Ese comité no era un comité de huelga ordinario, tanto por su forma de
elección como por su carácter. Desde el primer momento se estableció un
estrecho contacto sobre el soviet y el partido socialdemócrata, cuyo comité
local inspiraba todas las resoluciones del nuevo organismo.
El soviet, bajo la influencia de los
acontecimientos que se desarrollaban en el país, adquirió rápidamente una
importancia extraordinaria y un carácter revolucionario definido. Su fuerza y
su prestigio eran inmensos. En realidad, durante ese período existió ya en
Ivánovo Vosnesensk el poder dual. No se podía imprimir nada en ninguna imprenta
sin la autorización del soviet. Este se negó, por ejemplo, a autorizar la
impresión de un documento en que un representante de la autoridad se dirigía al
nuevo organismo creado por los trabajadores. Mientras que el soviet sometía a
su control la publicación de todos los documentos que emanaban de la clase
enemiga, publicaba libremente todo lo que se le antojaba. La propaganda
socialdemócrata, por ejemplo, se efectuaba absolutamente sin ningún obstáculo.
El soviet utilizaba libremente los locales públicos, sin pedir permiso a nadie,
para sus asambleas y mítines. Este derecho se lo había conquistado por la
fuerza, y nadie ni nada pudo impedir que la clase obrera lo ejerciera, ni aun
la matanza organizada el 3 de julio por las autoridades zaristas. Era,
naturalmente, el soviet el que dirigía la huelga. No se admitía ninguna
negociación separada; nadie podía volver al trabajo si no era por acuerdo del
soviet. Éste organizó el servicio de protección de las fábricas y de los bienes
de la ciudad, y durante todo el período en que fue dueño absoluto de la población,
no se registró ni un solo acto de robo o de saqueo. Fue precisamente cuando se
disolvió el soviet, que empezaron los asaltos a las tiendas.
El soviet tomó decisiones de carácter
netamente político, que fueron transmitidas al ministro de la Gobernación en un
mensaje que firmaron todos los diputados al soviet, a cuya firma se añadió la
de millares de huelguistas. En dicho mensaje se reclamaba la libertad de
palabra, de reunión y de asociación y la convocatoria de una Asamblea
Constituyente. El soviet exigió la formación de un tribunal para juzgar a los
responsables de la represión de la fuerza pública contra los huelguistas el día
3 de julio, organizó comisiones para recolectar fondos para los desempleados,
destacamentos para proteger las fábricas tomadas, etc., etc. Inmediatamente
después de su constitución, se organizó una mesa, compuesta e cinco miembros,
que fue un organismo indudablemente análogo a los comités ejecutivos elegidos
en los soviets que surgieron posteriormente en distintos puntos del país.
Las asambleas plenarias se celebraban
todas las mañanas a las nueve. Una vez terminada la sesión, empezaba la
asamblea general de los obreros, que examinaban todas las cuestiones
relacionadas con la huelga. Se informaba de la marcha de esta última, de las
negociaciones con los patronos y las autoridades, etc. Después de la discusión,
eran sometidas a la asamblea las proposiciones preparadas por el soviet. Luego,
los militantes del partido pronunciaban discursos de agitación sobre la
situación de la clase obrera, y el mitin continuaba hasta que el público se
cansaba. Entonces, la multitud entonaba himnos revolucionarios y la asamblea se
disolvía. Así se repetía todos los días.
Después de la matanzas del 3 de julio,
las asambleas se interrumpieron durante dos semanas, y, al reanudarse,
acudieron ya a la primera reunión hasta 40 mil obreros. A las asambleas
siguieron manifestaciones pacíficas y mítines en el centro de la ciudad. El 25
de julio, el soviet decidió dar por terminada la huelga en vista de que el hambre
empezaba a reinar en los hogares obreros y que los patrones habían hecho
concesiones considerables.
El día en que se dio por terminada la
huelga, el soviet de Ivánovo-Vosnesensk se disolvió espontáneamente, pero los
miembros del mismo siguieron desempeñando el papel de representantes de los
obreros. En todas las fábricas estos seguían considerándolos como sus
"diputados", y en todos los conflictos con la administración actuaban
como representantes de la masa obrera, y los patronos aceptaban este hecho.
II. El soviet de Petersburgo
Petersburgo era, no solamente la capital
del país, sino el centro del movimiento revolucionario. Era allí donde había el
proletariado más activo y dotado de un espíritu de combate más ardiente. De
allí partía la iniciativa, el pensamiento revolucionario. Petersburgo estaba
ligado por mil hilos con el resto del país, y esta circunstancia le ayudaba a
asimilarse la experiencia de los demás centros proletarios y los resultados
obtenidos, a elaborarlos en su laboratorio revolucionario, y dar, finalmente,
en octubre de 1905, la forma más perfecta de organización, el soviet de
diputados obreros, que ejerció una influencia enorme sobre el movimiento
revolucionario de todo el país.
El soviet surgió en el momento de la
lucha revolucionaria más aguda. La idea de su creación fue lanzada el 12 de
octubre de 1905 en una asamblea celebrada en el Instituto Tecnológico. Pero las
masas, en realidad, lo habían ido ya creando al desarrollar, desde los
comienzos de la revolución, las distintas formas de representación en fábricas
y talleres. El 13 de octubre, el soviet celebra su primera reunión plenaria.
Uno de los principales acuerdos adoptados es el de dirigir un manifiesto a
todos los obreros y obreras, en el cual, entre otras cosas, se dice: "No
se puede permitir que las huelgas surjan y se extingan de un modo esporádico.
Por esto hemos decidido concentrar la dirección del movimiento en manos de un
comité obrero común. Proponemos a cada fábrica, a cada taller y a cada
profesión que elija diputados a razón de cada uno por cada quinientos obreros.
Los diputados de cada fábrica o taller constituyen el comité de fábrica o de
taller. La reunión de los diputados de todas las fábricas y talleres
constituyen el comité obrero general de Petersburgo". Al principio, los
obreros, al elegir a sus diputados, los consideran como sus representantes en
el comité de huelga general, que se llama ahora "soviet obrero
general", pero ya desde el primer momento empieza a generalizarse el
término "soviet de diputados obreros", conocido ahora en todo el
mundo.
Los militantes más conscientes
comprendían perfectamente que no se trataba de un simple comité de huelga y que
su misión era la huelga política, no sólo para conseguir la jornada de trabajo
de ocho horas, sino para la lucha por la convocatoria de la Asamblea
Constituyente y la consecución de la libertad política.
A mediados de noviembre, el número de
diputados al soviet era de 562, delegados de 147 fábricas, 34 talleres y 16
sindicatos. En conjunto representaban a no menos de 250 mil obreros, esto es, a
la mayoría aplastante del proletariado de la capital. Al frente iban, como
siempre, los metalúrgicos, que constituyen la avanzada obligada del movimiento
revolucionario. El número de sus diputados ascendía a 351; les seguían los
obreros textiles, con 57 diputados, luego los tipógrafos, con 32; los
trabajadores de la madera, con 23, etc. Pero en el soviet estaban representados
asimismo los empleados, los funcionarios de Correos y Telégrafos y los partidos
revolucionarios, sin hablar ya de que muchos de los diputados eran miembros del
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolcheviques y mencheviques) y del Partido
Socialista Revolucionario. De los 50 miembros que componían el comité
ejecutivo, 28 representaban a fábricas y talleres, 13 a los sindicatos y 9 a
los partidos socialistas…
Petersburgo era en 1905 el centro de
todos los acontecimientos, y en la capital misma, el soviet era el centro de
todo el movimiento, y esto, ante todo, como ha dicho Trotsky, "porque esta
organización proletaria, puramente de clase, era una organización de la
revolución como tal. El soviet de diputados obreros -dice el que fue su
presidente- surgió como una respuesta a la necesidad objetiva, engendrada por
el curso de los acontecimientos, de una organización que fuera una autoridad,
agrupara a todas las masas dispersas de la capital, uniera a las tendencias
revolucionarias en el proletariado, fuera capaz de iniciativa, se controlara
automáticamente a sí misma y, sobre todo, que pudiera surgir de bajo tierra en
veinticuatro horas".
Ninguno de los partidos revolucionarios
existentes, ninguno de los sindicatos, poco numerosos por otra parte, que se
habían fundado, podía desempeñar este papel. A pesar de la enorme influencia
que ejercían entre la masa obrera, los bolcheviques y mencheviques agrupaban de
dos a tres mil miembros a fines de verano y de cinco a seis mil a fines de año.
Con ayuda del soviet, la socialdemocracia arrastraba a toda la masa. El soviet
era un centro que arrastraba a la organización y a la lucha, bajo la dirección
de la socialdemocracia no sólo al proletariado, sino también a los sectores
pequeñoburgueses de la población. […]
El programa político del soviet estaba
inspirado por la socialdemocracia. Sus consignas fundamentales eran el
derrumbamiento de la autocracia, la Asamblea Constituyente, la república
democrática y la jornada de ocho horas.
Dirigió tres huelgas, las generales de
octubre y noviembre y la de Correos y Telégrafos. Lanzó medio millón de
volantes, llevó a la práctica, por la vía revolucionaria, la jornada de ocho
horas en fábricas y talleres, proclamó la libertad de prensa y de reunión,
realizándola por medio de la confiscación de las imprentas y de los locales
públicos; organizó el auxilio a los obreros desempleados; se puso al frente del
movimiento que arrebató a la autocracia el Manifiesto de 17 de octubre, que
prometía la convocación de la Duma y una serie de libertades políticas, y, con
la huelga de noviembre, obligó al zarismo a levantar el estado de guerra en Polonia.
Durante algún tiempo, esto es, en el período de auge de la revolución, actuó
realmente como poder y fue de victoria en victoria. El soviet lanzó la consigna
" ¡Armaos!" y halló un eco ardiente entre el proletariado. En las
fábricas se organizaban grupos armados. El soviet adquiría armas por su cuenta,
formaba la milicia obrera, que guardaba la imprenta en que se tiraba el
periódico obrero Izvestia, luchaba contra las bandas reaccionarias, protegía
las asambleas, etc.
La autoridad del soviet era inmensa. Todo el mundo, todos los explotados, los que eran víctimas de atropellos, acudían a él en demanda de ayuda. En su último período eran cada día más frecuentes las visitas de delegaciones campesinas, y empezaba ya asimismo a entablar relaciones con los soldados. Los tribunales dejaban salir a los testigos, si eran diputados al soviet, para que pudieran cumplir con sus funciones. Si la policía detenía a alguno de ellos con motivo de algún desorden público, era puesto en libertad tan pronto presentaba su carnet. Las autoridades militares que guardaban la central eléctrica, dieron la corriente para la impresión de Izvestia, por orden del soviet, y comunicaron oficialmente a este último que la orden estaba cumplida. Los ferrocarriles y los telégrafos estaban enteramente a su disposición, mientras que el presidente del consejo de ministros no podía disponer de ellos cuando quería. Cuando empezaron los "pogroms", (matanzas de judíos y de trabajadores por gente cercana al gobierno), el soviet dio a los obreros la orden de que se armaran. Pero éstos no tenían medios de adquirir armas y empezaron a fabricar armas blancas en fábricas y talleres. Pero más tarde, como ya se ha dicho, se compraron armas. La milicia estaba compuesta de 6 mil obreros, la institución funcionaba normalmente y de un modo abierto, hasta tal punto, que los periódicos publicaban los números de los teléfonos de los puestos de la milicia a los cuales podía dirigirse la población en caso de necesidad urgente.
La autoridad del soviet era inmensa. Todo el mundo, todos los explotados, los que eran víctimas de atropellos, acudían a él en demanda de ayuda. En su último período eran cada día más frecuentes las visitas de delegaciones campesinas, y empezaba ya asimismo a entablar relaciones con los soldados. Los tribunales dejaban salir a los testigos, si eran diputados al soviet, para que pudieran cumplir con sus funciones. Si la policía detenía a alguno de ellos con motivo de algún desorden público, era puesto en libertad tan pronto presentaba su carnet. Las autoridades militares que guardaban la central eléctrica, dieron la corriente para la impresión de Izvestia, por orden del soviet, y comunicaron oficialmente a este último que la orden estaba cumplida. Los ferrocarriles y los telégrafos estaban enteramente a su disposición, mientras que el presidente del consejo de ministros no podía disponer de ellos cuando quería. Cuando empezaron los "pogroms", (matanzas de judíos y de trabajadores por gente cercana al gobierno), el soviet dio a los obreros la orden de que se armaran. Pero éstos no tenían medios de adquirir armas y empezaron a fabricar armas blancas en fábricas y talleres. Pero más tarde, como ya se ha dicho, se compraron armas. La milicia estaba compuesta de 6 mil obreros, la institución funcionaba normalmente y de un modo abierto, hasta tal punto, que los periódicos publicaban los números de los teléfonos de los puestos de la milicia a los cuales podía dirigirse la población en caso de necesidad urgente.
El 26 de noviembre fue detenido Jrustaliev,
primer presidente del soviet. Este contestó con el siguiente acuerdo: "El
presidente del soviet de diputados obreros ha sido hecho prisionero por el
gobierno. El soviet elige a otro presidente y sigue preparándose para la
insurrección." En efecto, fue elegido Trotsky. Pero la vida del soviet fue
ya de breve duración.
El 2 de diciembre el soviet dirigió un manifiesto al pueblo invitándole a retirar el dinero de las Cajas de Ahorros y del Banco del Estado, exigiendo el pago en oro. El llamamiento halló un gran eco en la población, lo cual representó un serio golpe para el gobierno.
El 2 de diciembre el soviet dirigió un manifiesto al pueblo invitándole a retirar el dinero de las Cajas de Ahorros y del Banco del Estado, exigiendo el pago en oro. El llamamiento halló un gran eco en la población, lo cual representó un serio golpe para el gobierno.
El soviet se había convertido en una
gran fuerza. Bajo su influencia se creaban organismos análogos en otras
poblaciones. Acercábase el momento en que debía unirse con los campesinos para
la acción decisiva, pero las corrientes políticas pequeño burguesas,
representada en el soviet, y los grupos de la oposición burguesa liberal, se
contentaron con la victoria de octubre y a espaldas del pueblo se entendieron
con el zar. Esto dio confianza y fuerza a la autocracia, la cual acabó por
vencer. El día 3 de diciembre la fuerza pública cercó el edificio en que se
hallaba reunido el comité ejecutivo del soviet y procedió a su detención. Sus
miembros fueron juzgados y condenados a la deportación a Siberia.
[…]
[…]
V. Estructura de los soviets
La fábrica era la ciudadela general de
los soviets. Las normas de elección variaban mucho según las poblaciones, pero
en todas partes participaban en la elección de los diputados absolutamente
todos los obreros. En Petersburgo y Moscú se elegía un diputado por cada 500
obreros; en Odesa, uno por cada 100; en Kostromá, uno por cada 25; en otros, no
había ninguna norma definida. En todo caso, los soviets representaban en todas
partes a la mayoría aplastante de la clase obrera, y en Petersburgo, Moscú y
Ekaterinburg a la casi totalidad. Su prestigio era tan grande, que en algunas
poblaciones pretendieron elegir soviets incluso los pequeños comerciantes.
¿Cómo se organizaron? En Petersburgo,
Rostov, Novorosisk y otras localidades se procedió a elegir inmediatamente
soviets generales; en Moscú, Odesa y otros puntos se elegían paralelamente
soviets de barriada: En Moscú, éstos mandaban representantes directos al soviet
general o central; en otras localidades se procedía primeramente a elegir los
soviets de barriada, cuya reunión formaba el soviet local.
Por regla general se designaba un comité
o comisión ejecutiva. El presidente, el secretario y otros cargos importantes
eran elegidos por la asamblea general del soviet.
Se creaban órganos auxiliares, tales como comisiones de ayuda a los desempleados, de organización de mítines, secciones de publicaciones y propaganda, de hacienda, etc. Y allí donde dirigían la insurrección o se convertían en órganos del poder, se creaban grupos armados o milicias y se procedía al nombramiento de los jefes de las instituciones que el soviet tomaba bajo su control (Correos, Telégrafos, Ferrocarriles). Algunos, tales como el soviet de Krasnoyarsk y de Chitá, en cuya constitución, como hemos visto, desempeñaron un papel tan importante los soldados que regresaban del frente, disponían de fuerzas armadas considerables.
Se creaban órganos auxiliares, tales como comisiones de ayuda a los desempleados, de organización de mítines, secciones de publicaciones y propaganda, de hacienda, etc. Y allí donde dirigían la insurrección o se convertían en órganos del poder, se creaban grupos armados o milicias y se procedía al nombramiento de los jefes de las instituciones que el soviet tomaba bajo su control (Correos, Telégrafos, Ferrocarriles). Algunos, tales como el soviet de Krasnoyarsk y de Chitá, en cuya constitución, como hemos visto, desempeñaron un papel tan importante los soldados que regresaban del frente, disponían de fuerzas armadas considerables.
No todos los soviets contaban con prensa
propia. Algunos utilizaban la prensa legal o la del partido. Izvestia
(Noticias) se imprimía -como hemos ya relatado- tomando posesión de las
imprentas. Todos los soviets lanzaban volantes y proclamas que ejercían una
extraordinaria influencia desde el punto de vista de la agitación.
En general, no había ninguna norma fija
de organización. Las formas de la misma, así como su carácter y funciones, se
iban concretando según las circunstancias.
1916-1919, la
Comuna de Morelos
México
México
Pluma 3- Verano 2006
En el
tumulto de acontecimientos que se sucedieron durante los años de la revolución
mexicana, resalta un episodio ignorado por los historiadores burgueses - y que
por supuesto no aparece en los libros de texto-, tal vez porque demostraría que
la sociedad mexicana estuvo más cerca del socialismo de lo que la gran familia
revolucionaria priista y la burguesía hubieran deseado.
Nos
referimos a la Comuna de Morelos, episodio registrado y analizado en el libro
La revolución interrumpida, de Adolfo Gilly. El autor refiere que durante 1915
la lucha revolucionaria se dividió en dos sectores, norte y sur. El carrancismo
entonces, se concentró en acabar con las fuerzas de Francisco Villa, dando un
respiro al ejército zapatista y permitiendo que se desarrollara en el estado de
Morelos la democracia campesina, a través de la interpretación que los campesinos
morelenses daban al Plan de Ayala, liquidando los latifundios
revolucionariamente, sin indemnizaciones.
Gilly
refiere: "Aplicaron la vieja concepción campesina precapitalista y
comunitaria, pero al traducirla sus dirigentes en leyes en la segunda década
del siglo XX, ella tomó una forma anticapitalista. Y la conclusión fue:
expropiar sin pago los ingenios y nacionalizarlos, poniéndolos bajo la
administración de los campesinos a través de sus jefes militares. Allí donde
los campesinos y los obreros agrícolas finalmente establecieron su gobierno
directo por un periodo, la revolución mexicana adquirió ese carácter
anticapitalista empírico. De ahí la conspiración del silencio de los escritores
de la burguesía y de los teóricos de la revolución por etapas acerca de este
episodio crucial de la revolución."
Desde
1914, Manuel Palafox, general zapatista, quedó al frente de la Secretaría de
Agricultura. Este personaje se caracterizaba por sus ideas socialistas, y por
la interpretación que a partir de éstas le daba al Plan de Ayala. A partir de
1915, Palafox dispuso que un grupo de jóvenes agrónomos voluntarios, viajaraon
a Morelos con el objetivo de hacer el deslinde de las tierras por repartir.
Estas comisiones funcionaron a la perfección: marcaron los límites de todos los
pueblos, asignándoles tierra de cultivos, bosque y agua.
La organización del pueblo ayudó a facilitar una tarea que se imaginaba casi imposible, debido a lo complicado que resultaba repartir tierras recién expropiadas y reclamadas por sus dueños ancestrales: "Buenas partes de estas tierras habían sido arrebatadas por las haciendas, y a veces al tratar de restituirlas aparecía que la hacienda las había alquilado a campesinos de otro pueblo desde muchos años atrás…La costumbre de discutir con los pueblos y de que éstos mismos resolvieran en definitiva el arreglo, impuesta por Zapata y sus jefes, hizo ganar autoridad a los comisionados y fue creciendo la colaboración de los campesinos con ellos." Este proceso permitió la participación de los campesinos, a través de sus formas tradicionales de organización.
En 1916
Carranza aumentó la presión sobre Morelos, en una ofensiva militar que no tenía
sólo por objetivo acabar con la organización militar del Ejército del sur, sino
también con la incipiente organización popular que ya se respiraba en ese
estado. Los saqueos, asesinatos y violaciones fueron el común denominador del
actuar del nuevo ejército burgués surgido de la revolución; pero "…después
de seis años en que se repartieron todas las tierras a los pueblos, liquidaron
los latifundios completamente y y convirtieron a los ingenios en fábricas
nacionales administradas por sus representantes en beneficio de la población,
es decir, después de haber establecido su comuna campesina, las masas de
Morelos se dispusieron a defender sus conquistas contra la ocupación militar
burguesa. Esas conquistas estaban arraigadas en las relaciones sociales
campesinas. Habían dado un nuevo sentido fraternal y colectivo a toda la vida
social, y esa relación se había convertido en la norma del Estado organizado
por los campesinos. Era imposible que una invasión, una acción puramente
militar, destruyera ese tejido social en unos pocos meses.
"Aunque
los hechos parecían demostrar que los carrancistas habían triunfado, muy pronto
la organización popular se impuso y combatió al ejercito burgués de manera
organizada, recurriendo incluso a la propaganda: los soldados
constitucionalistas sufrían el asedio político de la población, que los
influía, discutía con ellos, buscaba ganarlos para su causa…"
Para 1916,
Zapata planteó la necesidad de conformar una organización política de sus
fuerzas; el revolucionario se había percatado de que "...la organización
militar no era suficiente para mantener la cohesión de la población y que las
formas tradicionales de autoridades de los pueblos habían sido completamente
conmovidas o desintegradas por las deportaciones, las masacres, las migraciones
impuestas por la guerra." Para finales de ese año, se estableció en
Tlaltizapan el organismo propuesto por Zapata, denominado "Centro de
Consulta para la Propaganda y la Unificación Revolucionaria."
Gilly cita
la obra de John Womack Zapata y la revolución mexicana, en la que el
historiador norteamericano describe a detalle el funcionamiento de este organismo.
Entre las tareas de los consultores estaban las de ir a dar conferencias a cada
una de las comunidades, explicar las leyes y decretos emanados del cuartel y,
principalmente, organizar juntas subsidiarias en todos los pueblos que
estuvieran bajo control zapatista, que se denominarían "Asociaciones para
la Defensa de los Principios Revolucionarios."
Los
asociados emanaban de los pueblos y eran elegidos directamente por ellos,
carecían de autoridad oficial, pero en los hechos tenían gran influencia a
nivel local. Estos asociados funcionaban también como mediadores en los
conflictos que surgían en cada comunidad, los que se agravaban debido a las
migraciones; estos concejos lograron establecer acuerdos entre los gobiernos
municipales y los cuarteles generales, con el objetivo de establecer derechos y
obligaciones tanto de aldeanos como de guerrilleros.
Así mismo, esta organización emanada del pueblo logró organizar escuelas; se calculaba que "para los primeros meses de 1917 establecieron o reestablecieron escuelas primarias en unos quince o veinte pueblos, proeza no realizada por ningún régimen precedente... sus fines eran, según lo declaraban las Asociaciones, procurar que la propaganda llegue hasta el seno de las familias y que los jefes de éstas inculquen a sus hijos y demás familiares los buenos principios, hagan que éstos tomen interés por la revolución y comprendan que del triunfo de ella depende la felicidad de los hombres honrados y trabajadores...en algunos pueblos se fundaron también escuelas nocturnas para adultos." Dice Womack: "las lecciones que los alumnos de las escuelas zapatistas aprendían eran rudimentarias, pero valiosas no obstante. Además, para la gente del campo la experiencia de oír al maestro decir que la resistencia que proseguía era por la patria y la gente pobre y que los zapatistas eran héroes nacionales, tenía un valor inolvidable."
En fin,
que estas asociaciones funcionaban como comités campesinos, que intervenían en
problemáticas políticas y cotidianas de cada una de las poblaciones en las que
se establecieron.
Dice
Gilly: "Pero lo importante de estas Asociaciones no era la política que
formulaban -de hecho no formulaban ninguna y aceptaban la de la dirección de
Soto y Gama-, sino su vida en la base, el esfuerzo histórico del campesinado de
Morelos para darse sus propios organismos políticos y para constituir un
partido que, en su intención, debía ser una partido de ellos, de los campesinos
pobres; y que de hecho, a la escala de los problemas locales de los pueblos,
así lo era en efecto, aunque nacionalmente no tuviera futuro."
Así como
se crearon organizaciones locales, la manera en la que, durante este período se
dio la organización de los pueblos también fue fundamental. "Basándose en
las antiguas tradiciones campesinas de cooperación y de discusión colectiva de
los problemas de la comunidad agraria, los zapatistas establecieron formas de
organización y de gobierno similares a las creadas por las masas rusas en 1905,
los soviets, y que en ese mismo año, 1917, éstas estaban retomando al otro
extremo del mundo."
"En
la ley sobre derechos y obligaciones de los pueblos y las fuerzas armadas del
Ejército Libertador del Sur, de marzo de 1917, se estableció la forma de
participación de la población en el gobierno de los pueblos. La ley fijaba un
funcionamiento regular de asambleas populares que permitirían la intervención
permanente de los habitantes de los pueblos en todos los asuntos políticos, su
discusión y su decisión. Los hombres debían reunirse en asamblea en cada pueblo
el día 15 de cada mes. Estas asambleas, luego de discutir y tomar acuerdos
sobre los problemas en debate, designaban a sus delegados. El día 20 debían
reunirse estos delegados de todos los pueblos en las cabeceras municipales, por
su parte, designaban sus delegados a las asambleas distritales que se reunirían
el día 1º de mes en la cabecera de distrito para decidir, con la intervención y
el voto de los delegados así designados, sobre los asuntos generales de todo el
distrito."
El impacto
de esta organización popular sobre la vida cotidiana de cada una de las
poblaciones de Morelos fue grande, ya que emanaba de sus pobladores mismos. Los
ejemplos de este ejercicio de poder popular a lo largo del capítulo que Gilly
consagra a La Comuna son varios, pero, consideramos que en estas páginas quedan
plasmadas las más significativas.
Sin embargo, más allá de los ejemplos, Adolfo Gilly afirma que la antigua comunidad agraria indígena "a pesar de todos los embates de las haciendas y del mercado capitalista, logró llegar hasta la revolución de 1910, encontró allí el punto de apoyo y la vía de salida para ligarse con el comienzo de la época de las revoluciones proletarias abierta por la revolución rusa en 1917, para ligarse con la lucha por el poder obrero y preservar en esta lucha, en sus organismos de tipo soviético, en el pueblo en armas organizado como ejército zapatista, sus costumbres y tradiciones de vida colectivas, de propiedad colectivas, de solidaridad y fraternidad comunal y campesina."
Acerca de este glorioso episodio de la historia de la lucha contra el capitalismo, el autor concluye: "La Comuna de Morelos, primer ensayo de poder obrero y campesino en América Latina, es la tradición más profunda y más hermosa, incorporada definitivamente a la conciencia de las masas, para la continuación de la revolución interrumpida hasta el gobierno obrero y campesino en México". (Angélica García)
Sin embargo, más allá de los ejemplos, Adolfo Gilly afirma que la antigua comunidad agraria indígena "a pesar de todos los embates de las haciendas y del mercado capitalista, logró llegar hasta la revolución de 1910, encontró allí el punto de apoyo y la vía de salida para ligarse con el comienzo de la época de las revoluciones proletarias abierta por la revolución rusa en 1917, para ligarse con la lucha por el poder obrero y preservar en esta lucha, en sus organismos de tipo soviético, en el pueblo en armas organizado como ejército zapatista, sus costumbres y tradiciones de vida colectivas, de propiedad colectivas, de solidaridad y fraternidad comunal y campesina."
Acerca de este glorioso episodio de la historia de la lucha contra el capitalismo, el autor concluye: "La Comuna de Morelos, primer ensayo de poder obrero y campesino en América Latina, es la tradición más profunda y más hermosa, incorporada definitivamente a la conciencia de las masas, para la continuación de la revolución interrumpida hasta el gobierno obrero y campesino en México". (Angélica García)
1917, la
victoria de Octubre
Pluma 3- Verano 2006
El día 25 de octubre de 1917, las fuerzas armadas del soviet de Petrogrado ocupan todos los edificios públicos, toman el Palacio de Invierno y detienen al gobierno provisional. La victoria se obtiene casi sin derramamiento de sangre. La lucha será más dura en Moscú, donde el combate se prolongará durante una semana. El congreso de los soviets declara depuesto al gobierno provisional y proclama la constitución de la república de los soviets.
Con este
acto se abre una nueva página en la historia de la humanidad. Los obreros y
campesinos rusos, al fundar la república soviética, ofrecen a las masas explotadas
de todo el mundo un nuevo tipo de organización del Estado -la dictadura del
proletariado- que es la realización más perfecta de la democracia, puesto que
el régimen soviético, contrariamente a lo que sucede en los demás países, es el
gobierno de la inmensa mayoría de la población. Los soviets son elegidos
directamente por los obreros de las fábricas, por los soldados de cada
regimiento, por los campesinos de cada aldea, y con este sentido son la
expresión perfecta de su voluntad y de sus aspiraciones. Los miembros de los
soviets, a diferencia de los representantes en los parlamentos burgueses, no
perciben retribución alguna por el ejercicio de sus funciones, y pueden ser
relevados en cualquier momento de su cargo si los que los han elegido consideran
que no representan ya sus aspiraciones ni son dignos de su confianza.
Como todo sistema de representación, el de los soviets tiene, naturalmente, sus defectos, pero, aun así, son incomparablemente inferiores a los de la democracia burguesa. La experiencia rusa ha demostrado que la dictadura del proletariado halla su expresión más perfecta precisamente en el régimen soviético, y, en este sentido, la idea de los soviets es patrimonio de todo el proletariado internacional. Es evidente que la revolución proletaria tendrá distintas modalidades en los demás países, pero está fuera de duda -la experiencia rusa lo demuestra de un modo irrefutable- que no podrá prescindir de organizaciones sustancialmente iguales a los soviets.
III. Los soviets de campesinos y la revolución de Octubre
Antes de
estudiar la estructura del nuevo régimen creado por la revolución de Octubre,
queremos dedicar unas palabras a los soviets de campesinos. Hasta aquí hemos
hablado exclusivamente de los soviets de diputados obreros y soldados. Hasta
después de la victoria de octubre no existieron soviets de campesinos
propiamente dichos. Esto no significa, ni mucho menos, que los campesinos no
tomaran parte en el movimiento soviético. Los soviets de soldados estaban
constituidos, en su aplastante mayoría, por campesinos. Por otra parte,
existían en las aldeas organizaciones, que aun sin llevar el nombre de soviets,
desempeñaban esencialmente el papel de los mismos. Nos referimos a los comités
agrarios. Dichos comités fueron designados por el gobierno provisional, con el
fin de que prepararan los materiales de estudio necesarios para la reforma
agraria, que había de llevar a cabo la Asamblea Constituyente. En un principio,
dichos comités estaban formados por los elementos de la intelectualidad rural
(médicos, empleados, agrimensores, etc.). Pero, bajo la influencia de los
acontecimientos revolucionarios fueron perdiendo rápidamente su carácter, y los
elementos "intelectuales" de ayer fueron sustituidos por
representantes directos de los campesinos. Y así, esos comités, a los cuales se
asignaban atribuciones tan modestas, se convirtieron en órganos de lucha de los
campesinos, que dictaban su ley a los propietarios y a menudo procedían por
iniciativa propia a la expropiación de las tierras u ordenaban a los campesinos
que suspendieran el pago de los arriendos a los terratenientes y depositaran el
importe de aquéllos en los comités.
Potencialmente, pues, los soviets existían ya en las aldeas antes de la revolución de Octubre. Después de ésta fueron creados en todo el país, y junto con los soviets de diputados obreros, constituyeron la base del nuevo régimen instituido por la revolución triunfante.
Potencialmente, pues, los soviets existían ya en las aldeas antes de la revolución de Octubre. Después de ésta fueron creados en todo el país, y junto con los soviets de diputados obreros, constituyeron la base del nuevo régimen instituido por la revolución triunfante.
V. La estructura de la república de los soviets
a) Los soviets rurales
Los
soviets rurales se eligen a razón de un diputado por cada cien habitantes y un
diputado por cada veinte el electores de los obreros de las fábricas, talleres,
haciendas agrarias del estado, unidades del ejército y de la armada, que se
hallan en el territorio. Los diputados se eligen en las asambleas generales de
los ciudadanos que gocen del derecho electoral.
Las
principales funciones de los soviets rurales son las siguientes:
a) llevar a la práctica. y controlar la ejecución de todas las resoluciones de los órganos superiores del poder;
b) ayudar a los representantes de estos últimos a cumplir con su misión en la aldea;
e) tomar medidas para elevar el nivel económico y cultural de la población;
d) garantizar la conservación del orden revolucionario y luchar contra la contrarrevolución y el bandolerismo;
e) utilizar a la población trabajadora para la conservación de los pozos, puentes, etc., y para la lucha contra las calamidades naturales;
f) contribuir a la conservación de los bosques, sembrados, ferrocarriles, teléfonos y telégrafos en el territorio del soviet;
g) asegurar el justo usufructo de las tierras;
h) efectuar el reparto de las tierras y organizar las reservas de semillas;
i) apoyar la cooperación agraria, las haciendas del estado, la organización de bibliotecas, etc.;
j) contribuir a la liquidación del analfabetismo y a la labor de cultura entre las minorías nacionales.
En general, con el fin de incorporar a la labor activa a todos los miembros del soviet, se organizan cerca del mismo comisiones especiales. Estas comisiones tienen el derecho, con autorización del soviet, de solicitar la colaboración de ciudadanos que no formen parte del soviet y gocen de los derechos electorales.
a) llevar a la práctica. y controlar la ejecución de todas las resoluciones de los órganos superiores del poder;
b) ayudar a los representantes de estos últimos a cumplir con su misión en la aldea;
e) tomar medidas para elevar el nivel económico y cultural de la población;
d) garantizar la conservación del orden revolucionario y luchar contra la contrarrevolución y el bandolerismo;
e) utilizar a la población trabajadora para la conservación de los pozos, puentes, etc., y para la lucha contra las calamidades naturales;
f) contribuir a la conservación de los bosques, sembrados, ferrocarriles, teléfonos y telégrafos en el territorio del soviet;
g) asegurar el justo usufructo de las tierras;
h) efectuar el reparto de las tierras y organizar las reservas de semillas;
i) apoyar la cooperación agraria, las haciendas del estado, la organización de bibliotecas, etc.;
j) contribuir a la liquidación del analfabetismo y a la labor de cultura entre las minorías nacionales.
En general, con el fin de incorporar a la labor activa a todos los miembros del soviet, se organizan cerca del mismo comisiones especiales. Estas comisiones tienen el derecho, con autorización del soviet, de solicitar la colaboración de ciudadanos que no formen parte del soviet y gocen de los derechos electorales.
b) Los soviets urbanos
Los
soviets urbanos son elegidos por los ciudadanos que se hallan en su territorio
y gozan de los derechos electorales a razón de un diputado por cada cien
electores de los obreros, del ejército rojo, de la escuadra y de la milicia y
de un diputado por cada trescientos electores de los empleados de las
instituciones estatales y privadas y de las demás categorías de electores.
Compete a los soviets urbanos solucionar todas las cuestiones locales y
discutir todos los problemas de interés general.
Dichos organismos tienen sus presupuestos, gracias a lo cual toman una participación activa en la reconstitución y transformación de la economía popular y de la vida social y cultural. Este presupuesto se halla constituido por la utilización de todos los bienes de significación local. De acuerdo con ello, tienen derecho a explotar la tierra, los establecimientos y otros bienes que se hallan bajo su jurisdicción, abrir nuevos establecimientos, arrendados, etc. Tienen, así mismo, el derecho de establecer impuestos locales, negociar empréstitos, controlar las instituciones y establecimientos que se hallan en su territorio, garantizar el orden, contribuir a la organización acertada del mecanismo judicial, de la labor normal de todos los órganos locales del poder estatal.
El órgano directivo del soviet es la reunión plenaria del mismo, que se convoca al menos una vez al mes. La reunión plenaria examina y resuelve todas las cuestiones fundamentales de su competencia y ratifica el presupuesto.
Las reuniones del soviet son públicas. Se admite en las mismas, con voz pero sin voto, a los representantes de los comités de fábrica, sindicatos, regimientos y otras organizaciones, excepto en aquellos casos en que se convocan sesiones secretas. Con el fin de establecer un contacto más estrecho con los trabajadores, el soviet, en la medida de lo posible, organiza sus sesiones en las fábricas, los clubs, etc. Las reuniones plenarias pueden celebrarse cuando asisten a las mismas no menos de la mitad de sus miembros.
Los diputados a los soviets urbanos se eligen por un año, esto es, hasta las nuevas elecciones. Los miembros del soviet no pueden ser detenidos sin advertir previamente a la mesa del soviet o al presidente del mismo.
En la actividad del soviet tienen una gran importancia sus secciones, que deben incorporar a la labor del mismo a toda la masa trabajadora. Dichas secciones son, generalmente, las siguientes: a) de administración municipal; b) financiera; e) de instrucción pública; d) de sanidad; e) comercial - cooperativa; f) de la inspección obrera y campesina. Por acuerdo del soviet las secciones mencionadas se pueden dividir en secciones independientes o se pueden crear otras nuevas (administrativa, jurídica, de la vivienda, del trabajo, de la industria, de seguros sociales, agrícola, etc., etc.).
Para
servir mejor los intereses de las masas trabajadoras desde el punto de vista
cultural y administrativo y ayudar a los soviets urbanos en la resolución de
los problemas fundamentales de la transformación socialista del país,
paralelamente con los soviets generales se organizan los de la barriada, que
están subordinados al soviet urbano, funcionan bajo su dirección y dan cuenta
al mismo de su labor.
c) Los congresos de los soviets y sus comités ejecutivos
Los
órganos supremos del régimen soviético son los congresos y sus comités
ejecutivos.
El congreso panruso de los soviets de obreros, campesinos, soldados rojos y cosacos se constituye a base de la siguiente representación:
a) de los soviets urbanos, a razón de un diputado por cada 25.000 electores;
b) de los congresos provinciales, .a razón de un diputado por cada 125.000 habitantes. El congreso de los soviets de la URSS se constituye de acuerdo con las mismas normas que el congreso panruso.
El congreso panruso de los soviets de obreros, campesinos, soldados rojos y cosacos se constituye a base de la siguiente representación:
a) de los soviets urbanos, a razón de un diputado por cada 25.000 electores;
b) de los congresos provinciales, .a razón de un diputado por cada 125.000 habitantes. El congreso de los soviets de la URSS se constituye de acuerdo con las mismas normas que el congreso panruso.
La diferencia entre los soviets y los congresos consiste en que los diputados a los primeros se eligen por un plazo determinado (un año), mientras que los delegados a los congresos se eligen sólo para cada uno de éstos, y al terminar sus tareas, pierden su título, dejando únicamente el comité ejecutivo elegido por ellos.
El congreso de distrito se reúne una vez al año y elige un comité ejecutivo de tres miembros. Se pueden convocar sesiones extraordinarias a propuesta del comité ejecutivo del cantón o a demanda de no menos de la tercera parte de la población del distrito. El congreso de cantón elige también un comité ejecutivo de once miembros y cinco suplentes. El comité ejecutivo del congreso provincial debe estar compuesto de no más de veinticinco miembros, con excepción de Leningrado y Moscú, donde asciende a cuarenta. Tal es, en líneas generales, la estructura del régimen soviético.
El comité ejecutivo tiene el derecho de pedir al órgano correspondiente de la república de los soviets la abolición o modificación de las resoluciones de los órganos centrales si considera perjudiciales estas últimas desde el punto de vista de las condiciones locales.
Las repúblicas autónomas forman parte de una república de la Unión, y tienen un comité ejecutivo y un consejo de comisarios del pueblo.
En las repúblicas de la Unión, el órgano supremo es el congreso de los soviets, al cual corresponde la totalidad del poder legislativo, ejecutivo y judicial. Los congresos de los soviets se reúnen regularmente cada dos años y extraordinariamente siempre que lo juzgue necesario el comité ejecutivo o lo exijan los soviets de las localidades que representen a no menos de una tercera parte de toda la población de la república. El consejo de comisarios del pueblo de cada república es el órgano ejecutivo del comité ejecutivo central.
Finalmente, el órgano supremo del régimen soviético es el congreso de los soviets de la URSS, constituida definitivamente el 30 de diciembre de 1922. Las funciones principales de dicho congreso son las siguientes:
a) elección del comité central ejecutivo, y, asimismo, ratificación de los miembros del consejo de las nacionalidades elegidos por las repúblicas y las regiones autónomas de la Unión;
b) aprobación y modificación de los principios fundamentales de la constitución de la URSS; c) solución de los desacuerdos en aquellos casos en que no fueron eliminados por las comisiones de conciliación y los órganos directivos;
d) modificación de las resoluciones del comité central ejecutivo de la URSS a propuesta de los delegados o de los congresos y comités ejecutivos de las repúblicas confederadas.
El comité central ejecutivo está compuesto del consejo de la Unión y del consejo de las nacionalidades. Esos dos organismos gozan de una igualdad completa de derechos. El consejo de comisarios del pueblo es el órgano ejecutivo del comité central. Los decretos y resoluciones de dicho consejo son obligatorias en todo el territorio de la Unión.
d) El derecho electoral
En la URSS
no existe el sufragio universal. El proletariado, al tomar el poder, en octubre
de 1917, no se dejó alucinar por el espejismo de la democracia formal, y
estableció su dictadura. Como consecuencia de ello, es lógico que se
establezcan ciertas limitaciones en el ejercicio del derecho electoral.
Según la constitución soviética, pueden elegir y ser elegidos todos los mayores de dieciocho años, de uno y otro sexo, que reúnan las siguientes condiciones: a) todos aquellos que obtengan sus medios de existencia mediante un trabajo útil o que realicen un trabajo casero; b) los soldados del ejército y de la armada rojos; e) los ciudadanos de la categoría enumerada en los dos puntos anteriores que hayan perdido la capacidad de trabajo; d) los extranjeros que vivan y trabajen en el territorio de la URSS.
No pueden elegir ni ser elegidos, aunque formen parte de una de las categorías mencionadas: a) los que recurren al trabajo asalariado con el fin de obtener un beneficio; b) las personas que vivan de ingresos no procedentes del trabajo; e) los comerciantes e intermediarios comerciales; d) los frailes y servidores del culto; e) los empleados y agentes de la antigua policía, así como los miembros de la casa reinante; f) las personas mentalmente anormales, así como las que se hallen bajo tutela; g) las personas condenadas por los tribunales.
El comité central ejecutivo de los soviets o el congreso de estos últimos tienen el derecho de abrogar estas limitaciones en general o con respecto a determinadas personas, aunque hacen uso de este derecho con extrema prudencia.
V. La democracia soviética
Hemos
descrito a grandes rasgos el origen y desarrollo de los soviets en el período
anterior a la revolución y la forma concreta tomada por el régimen soviético
después de la victoria proletaria de octubre de 1917. De este rápido estudio se
desprende una conclusión: que el régimen de los soviets no es una creación
artificial, sino la obra directa de las masas trabajadoras y la realización más
perfecta de la democracia. Es fácil prever la objeción de los tartufos de la
democracia burguesa: ¿se puede hablar de democracia cuando se limita el
ejercicio del derecho electoral y se priva de este derecho a una parte de
ciudadanos? En efecto, en la URSS no existe la democracia formal, forma
encubierta de la dictadura burguesa, sino la democracia obrera. Los liberales y
los socialdemócratas oponen a la dictadura del proletariado la democracia pura.
Pero mientras existan las clases -y por consiguiente la explotación y la
desigualdad social- no se puede hablar de democracia pura. Todo el mecanismo
del Estado, incluso en los países de régimen más democrático, está puesto al
servicio de la clase explotadora, que constituye una minoría insignificante. Es
más, en los países de democracia, la subordinación del poder a la banca y a la
bolsa es más directa que en ninguna parte. No hay ninguna constitución, por
liberal que sea, que no deje las manos libres al poder para anular las
garantías constitucionales y adoptar medidas de represión extralegal contra la
clase obrera si ésta amenaza el orden de cosas establecido. "El liberal
-dice Lenin- habla siempre de democracia en general. El marxista no se olvida
nunca de preguntar: ¿Para qué clase?
En ningún país capitalista civilizado existe la democracia en general; existe únicamente la dictadura de la burguesía. Entre la dictadura burguesa y la dictadura proletaria existen, sin embargo, diferencias esenciales. La primera, incluso en democracia, es el gobierno de una minoría sobre la mayoría; la segunda es el gobierno ejercido por la inmensa mayoría de la población..." "...Sin dictadura no se ha realizado en el mundo ninguna revolución profunda. Pero la diferencia entre la dictadura burguesa (aun en sus formas más democráticas) y la dictadura del proletariado estriba en que las primera consiste en el aplastamiento violento de la resistencia de la mayoría de la población, constituida por las masas trabajadoras de las ciudades y los campos; y la segunda, en el aplastamiento de la resistencia de los explotadores, los cuales constituyen una minoría evidente... Bajo el régimen de los soviets, la inmensa mayoría de la población -es decir, todos los ciudadanos que viven de su trabajo y no de la supervalía del trabajo ajeno-, tienen el derecho efectivo -y no el derecho nominal de las democracias burguesas- de participar directamente en la gestión pública, de ser electores y elegidos, de destituir en cualquier momento a los representantes que no se hayan mostrado dignos de la confianza otorgada, y el deber de velar por la conservación de estos derechos reduciendo violentamente a la impotencia a la clase enemiga. En resumen, siendo como es un régimen que se inspira en los intereses de la inmensa mayoría de la población, la cual ejerce directamente su poder con ayuda de vastas organizaciones populares como son los soviets, la dictadura proletaria o, para decirlo en otros términos, la democracia soviética, es un sistema de gobierno infinitamente más democrático que la república burguesa más libre."
En ningún país capitalista civilizado existe la democracia en general; existe únicamente la dictadura de la burguesía. Entre la dictadura burguesa y la dictadura proletaria existen, sin embargo, diferencias esenciales. La primera, incluso en democracia, es el gobierno de una minoría sobre la mayoría; la segunda es el gobierno ejercido por la inmensa mayoría de la población..." "...Sin dictadura no se ha realizado en el mundo ninguna revolución profunda. Pero la diferencia entre la dictadura burguesa (aun en sus formas más democráticas) y la dictadura del proletariado estriba en que las primera consiste en el aplastamiento violento de la resistencia de la mayoría de la población, constituida por las masas trabajadoras de las ciudades y los campos; y la segunda, en el aplastamiento de la resistencia de los explotadores, los cuales constituyen una minoría evidente... Bajo el régimen de los soviets, la inmensa mayoría de la población -es decir, todos los ciudadanos que viven de su trabajo y no de la supervalía del trabajo ajeno-, tienen el derecho efectivo -y no el derecho nominal de las democracias burguesas- de participar directamente en la gestión pública, de ser electores y elegidos, de destituir en cualquier momento a los representantes que no se hayan mostrado dignos de la confianza otorgada, y el deber de velar por la conservación de estos derechos reduciendo violentamente a la impotencia a la clase enemiga. En resumen, siendo como es un régimen que se inspira en los intereses de la inmensa mayoría de la población, la cual ejerce directamente su poder con ayuda de vastas organizaciones populares como son los soviets, la dictadura proletaria o, para decirlo en otros términos, la democracia soviética, es un sistema de gobierno infinitamente más democrático que la república burguesa más libre."
BUENO AHÍ DEJAMOS ESTO,...PUEDEN LEERLO,...Y SAQUEN SUS ENSEÑANZAS,...¡¡ -lukyrh.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario