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En enero de 1924, fallece Lenin. Esta circunstancia
coincidió con el fracaso de la última insurrección obrera
en Occidente (la
revolución búlgara de 1923) y con la plena toma de conciencia, por parte de
la dirección
del partido bolchevique, sobre la situación de aislamiento y de
cerco capitalista en que quedaba el poder
proletario en Rusia. En
consecuencia, se abrió una etapa de incertidumbre política y de debate
general
sobre el futuro de la revolución, y sobre qué camino tomar, una vez
que se había derrumbado uno de los
pilares estratégicos que habían soportado
la iniciativa bolchevique de conquistar el poder en 1917 desde
el punto de
vista de su consolidación política. Un sector del partido, encabezado por
Trotsky, Zinoviev y
Kamenev, se mostró vacilante ante la nueva situación,
mostró su desconfianza en las posibilidades de la
Unión Soviética para
mantenerse en el camino del socialismo sin la ayuda de la revolución exterior
y auguró
la degeneración contrarrevolucionaria del sistema político
soviético. Frente a ellos, se situó el sector,
encabezado por Stalin y
Bujarin, que planteaba la posibilidad real de dar continuidad a la revolución
socialista soviética sobre la base de sus propios medios, a condición de que
esos medios se organizasen
adecuadamente en virtud de un plan que partiera de
la adecuada configuración política de las fuerzas de clase,
con el fin de que
el proletariado mantuviese la hegemonía política. La base de este plan era
-tal
como Lenin lo había formulado- la alianza del proletariado y el
campesinado, principalmente el campesinado
medio, y la transformación del
conjunto de relaciones sociales sobre dos ejes: la industrialización de la
economía y la cooperación creciente de la masa de pequeños productores
independientes, como primera
paso hacia formas colectivas de organización de
la agricultura. Este plan, formulado principalmente por Stalin,
fue
denominado teoría del socialismo en un solo país .
La teoría del socialismo en un solo país es la
teoría de la continuidad de la revolución, es el marco ideológico
adecuado a
las condiciones prácticas, reales, de desarrollo de la Revolución Proletaria
Mundial, que se
habían presentado de improviso e inesperadamente ante el
partido bolchevique. Hasta ese momento,
este partido se guiaba por la visión
que la II Internacional tenía del mecanismo de desarrollo de la
revolución,
al que situaba, desde el primer momento, en un escenario internacional, más
allá del marco
de organización social y política del Estado-nación. Esta
visión se basaba en los preceptos establecidos
por Marx y Engels sobre la
cuestión, pero que eran reflejo de las condiciones que el capitalismo ofrecía
en su etapa de desarrollo premonopolista. Laortodoxia de la socialdemocracia europea
nunca cuestionó
las premisas que habían conducido a aquellos preceptos, y no
advirtió que las nuevas condiciones del
capitalismo maduro, las condiciones
del imperialismo, transformaban aquellas premisas y que, también,
podían
modificar los mecanismos de desarrollo de la Revolución Proletaria Mundial.
La teoría del socialismo
en un solo país es la respuesta que halló el
marxismo para explicar estas nuevas condiciones.
En otro sentido, la tesis estaliniana del socialismo
en un solo país es la expresión de la lucha ideológica
en el seno del
bolchevismo por superar las contradicciones que, cada vez más, imponían las
tesis revisionistas,
que iban ganando terreno en su discurso teórico. Esta
nueva teoría nace y se desarrolla, en primer lugar,
como contraposición a la
teoría de la revolución permanente de Trotsky. Ésta, era la forma
extrema, en su
versión izquierdista, de la tesis determinista de las fuerzas
productivas, piedra clave de la ideología de
la socialdemocracia europea.
Según la tesis de Trotsky, el nivel de desarrollo económico en Rusia hacía
imposible cualquier pretensión de implantar el socialismo sin la ayuda de la
revolución proletaria internacional.
En la práctica, negaba la idea del
periodo de transición al socialismo , que fue la forma que encontró
el
bolchevismo para resolver la contradicción entre su vieja concepción
economicista del desarrollo social y
las exigencias prácticas de la
instauración de la dictadura del proletariado. Aunque insuficiente desde el
punto de vista del marxismo, esa idea otorgaba un margen de maniobra a la
actividad consciente del
proletariado, en la medida que permitía que, desde
su acción política, pudiesen ser transformadas las
formaciones sociales
presentes para conducirlas hacia el socialismo . Trotsky niega, incluso, esta
posibilidad,
y entronca aún más con el postulado kautskiano de la necesaria madurez económica de las premisas del
socialismo.
Para formular su teoría, Stalin se remonta a los
elementos que, desde 1915, Lenin había ido deduciendo
como consecuencia de
una interpretación coherente de su teoría sobre el imperialismo. En primer
lugar,
la idea del desarrollo desigual del capitalismo monopolista y de la
ruptura de la cadena imperialista por
su eslabón más débil. Stalin sitúa que
la Revolución Proletaria Mundial sólo puede desenvolverse a través
de
rupturas sucesivas y no necesariamente continuadas de esos eslabones débiles,
rupturas que plantean
la cuestión de la posibilidad y de la necesidad de que
el socialismo comience a construirse desde cada uno
de esos eslabones (países
o regiones localizadas). Y a la pregunta de si esto es posible, Stalin
responde
afirmativamente, a condición de que el proletariado sepa organizar
su sistema político vinculándose con
el resto de las masas populares. En el
caso de Rusia, la posibilidad de construir el socialismo dependía
de que el
proletariado supiese atraerse a las masas campesinas, al mismo tiempo que
neutralizaba las
tendencias a la recuperación del capitalismo. Esto no era
óbice para continuar afirmando que estos
procesos revolucionarios,
aparentemente aislados entre sí, formasen parte de un mismo movimiento
internacional, la Revolución Proletaria Mundial. De esta manera, el carácter
internacionalista del movimiento
continuaba siendo considerado el aspecto
principal del proceso, a pesar de la forma nacional que éste adoptaba.
En sus primeras formulaciones, la teoría del
socialismo en un solo país mantenía el criterio internacionalista
consustancial
a la naturaleza de clase del proletariado. En una de sus muchas
caracterizaciones del trotskismo,
Stalin señala que:
“Una de dos: o vemos en nuestro país una base
de la revolución proletaria y tenemos, como dice Lenin,
todo lo
imprescindible para edificar la sociedad socialista completa, y entonces
podemos y debemos edificarla,
con vistas a la victoria completa sobre los
elementos capitalistas de nuestra economía nacional; o no vemos
en nuestro país una
base de la revolución, no tenemos lo imprescindible para edificar el
socialismo, no
podemos edificar la sociedad socialista, y entonces, si se
retrasa la victoria del socialismo en otros países,
debemos conformarnos con
que prevalezcan los elementos capitalistas de nuestra economía nacional, se
descomponga el Poder Soviético y degenere el Partido. (...).
Rasgo distintivo de este peligro es la falta de fe
en la revolución proletaria internacional; la falta de fe
en su victoria; el
escepticismo respecto al movimiento de liberación nacional de las colonias y
de los países
dependientes; la incomprensión de que, sin el apoyo del
movimiento revolucionario de los otros países,
nuestro país no podría
mantenerse contra el imperialismo mundial; la incomprensión de que la
victoria del
socialismo en un solo país no puede ser definitiva, pues no
puede estar a salvo de la intervención
mientras la revolución no haya vencido
en varios países, por lo menos; la incomprensión de ese requisito
elemental
del internacionalismo, en virtud del cual la victoria del socialismo en un
solo país no es un fin en sí,
sino un medio para desarrollar y apoyar la
revolución en los otros países.
Esa es la vía del nacionalismo y la degeneración,
una vía que conduce a la liquidación completa de la política
internacionalista del proletariado, pues la gente atacada de esa enfermedad
no ve en nuestro país una
parte del todo que se llama movimiento
revolucionario mundial, sino el principio y el fin de ese movimiento,
considerando que los intereses de todos los demás países deben ser
sacrificados a los intereses de nuestro país” .
Entre 1923 y 1925, Stalin ordena los elementos de su
teoría en consonancia con el internacionalismo proletario.
Pero, para finales
de 1925, cuando en el XIV Congreso del partido son derrotadas las posiciones
de la
oposición, y el partido hace suya oficialmente la tesis del socialismo
en un solo país, de los elementos
contradictorios sobre los que se levanta
esta teoría -el contenido de la revolución proletaria como movimiento
internacional y la forma de desenvolverse a través de revoluciones
nacionales-, Stalin ha pasado ya, de poner
el acento en el primero de ellos,
a incidir cada vez más en el segundo. Ya antes de dicho Congreso, había
manifestado que:
“Los camaradas, al hablar de las tareas de nuestro
Partido en el terreno del movimiento revolucionario
internacional, se limitan
habitualmente a las tres primeras tareas y se olvidan de la cuarta, se
olvidan
de que la lucha en nuestro país, la lucha por la victoria de los
elementos socialistas sobre los elementos
capitalistas en nuestro país,
nuestra lucha en la edificación, es también, por su significado, una lucha
internacional,
pues nuestro país es la base de la revolución internacional” .
De ser una base de apoyo de la Revolución
Proletaria Mundial, la Unión Soviética, en la perspectiva de Stalin,
pasa a
ser considerada la base de la revolución internacional. Esta tendencia
nacionalista se irá haciendo cada
vez más marcada, y, en el contexto
internacional de acoso al que se veía sometido el país, se irán añadiendo
ingredientes
que alejarán cada vez más el espíritu internacionalista originario de la
teoría del socialismo en un
solo país:
“no tengo necesidad de decir que, si atacan a
nuestro país, nosotros no permaneceremos con los brazos cruzados,
que
tomaremos todas las medidas para soltar al león revolucionario en todos los
países” .
O bien:
“(...) al prohijar a nuestro Estado y considerarlo
como algo propio, se compromete [la parte revolucionaria del
proletariado de
Europa] a defenderlo y a luchar por él en caso necesario. (...).
No repararemos en sacrificios, con tal de dar a la
clase obrera del Occidente la posibilidad de convencerse de
que nuestro país
es el único Estado obrero del mundo, por el que vale la pena que ellos luchen
en el Occidente
y al que vale la pena defender contra su propio capitalismo” .
La inclusión de consideraciones defensistas en la teoría del socialismo en
un solo país irá conduciendo al partido
bolchevique a contemplar la
Revolución Proletaria Mundial desde el estrecho punto de vista de los
intereses
de Estado del país soviético, y cada vez
más su desarrollo en función de las circunstancias políticas
interna-
cionales de la URSS. La Revolución Proletaria Mundial se considera
cada vez menos como un movimiento
independiente originado por la lucha de
clase internacional del proletariado, y cada vez más como un proceso
dependiente y subordinado a la conservación de la Unión Soviética como Estado
dentro del concierto interna-
cional. En estos términos, la instrumentalización de la clase obrera internacional
para los fines de la política
exterior soviética, reduciéndola a mero
apéndice de su diplomacia, es el último paso lógico de la degeneración
nacionalista de la teoría del socialismo en un solo país.
“Cada obrero, cada obrero organizado en los
sindicatos, debe preocuparse de defender contra la intervención
a la primera
República Soviética del mundo. Si en este asunto los sindicatos de nuestro
país son apoyados por
los sindicatos ingleses, aunque sean reformistas,
¿acaso no está claro que debemos aplaudirlo?” .
La obsesión defensista condicionó la política de
alianzas de los partidos de la Komintern, por encima de toda
contemplación de
las condiciones específicas en que debían aplicar su trabajo de masas y,
sobre todo, del
necesario deslindamiento, ante ellas, entre el campo de la
revolución y el de la contrarrevolución. Al parecer,
la mera existencia de la
URSS resolvía esta cuestión por sí sola y de una vez por todas. Para 1928, la
preocu-
pación por defender al Estado soviético se había convertido en un
deber:
“De esto se desprende, por lo menos, que nuestra
revolución es parte de la revolución mundial, base e instru-
mento del
movimiento revolucionario mundial.
Es indudable también que no sólo la revolución en la
URSS tiene y cumple sus deberes respecto a los proletarios
de todos los
países, sino que también los proletarios de todos los países tienen algunos
deberes bastante
serios respecto a la dictadura proletaria en la URSS” .
Como la Unión Soviética no sólo era ya la base de la revolución
internacional, sino también su instrumento ,
la subversión de los
elementos internacionalistas de la teoría del socialismo en un solo país se
completa
finalmente:
“no puede haber nada más chabacano, porque hasta los
menchevique rematadamente chabacanos comienzan
a comprender que la revolución
rusa no es un asunto privado de los rusos, que, por el contrario, es la causa
de
la clase obrera del mundo entero, la causa de la revolución proletaria
mundial” .
La Revolución Proletaria Mundial ya no es la causa
del proletariado, sino que la revolución soviética -o, mejor dicho,
el Estado
soviético- pasa a ser la causa de la Revolución Proletaria Mundial.
La degeneración socialchovinista de la teoría
marxista del socialismo en un solo país no halla ni puede hallar sus
causas
en los elementos conceptuales originarios de la propia teoría. Es,
precisamente, la influencia que sobre
ella ejercen esos otros principios
revisionistas que el bolchevismo ha ido adaptando desde 1917, con el fin de
superar las contradicciones que la situación del poder proletario en Rusia
había provocado en su planteamiento
de partida, lo que conducirá a la teoría
de Stalin, de la mano de su autor, por derroteros ajenos a los
intereses del
proletariado. La presión ideológica de esos principios revisionistas obliga a
Stalin a adecuar su
teoría en función de la coherencia interna de la línea
política bolchevique, cada vez más dependiente en su
desarrollo de premisas y
conceptos claramente obsoletos. Stalin no fue capaz de superarlos, como había
superado,
en el sentido marxista, las premisas y las consecuencias que se
colegían de las viejas tesis socialdemócratas
sobre la Revolución Proletaria
Mundial. Al contrario, a la larga, Stalin fue amoldando su innovadora teoría
a las
necesidades de las categorías no marxistas que articulaban paso a paso
la línea política bolchevique. El punto
de inflexión se sitúa en la primavera
de 1925, por la época de la XIV Conferencia del partido.
En el Balance de esta Conferencia, Stalin
indica que la URSS está sometida a dos tipos de contradicciones:
“Nuestro país nos muestra dos grupos de
contradicciones. Uno de ellos lo forman las contradicciones interiores,
entre
el proletariado y el campesinado. El otro, las contradicciones exteriores,
entre nuestro país, como país del
socialismo, y todos los demás países, como
países del capitalismo” .
La exclusión antidialéctica de estos dos “grupos de
contradicciones” permitirá a Stalin desarrollarlas
unilateralmente por
separado y, así, plantear tareas sin ninguna vinculación entre los dos
“grupos”,
para llegar a conclusiones, cuando menos, paradójicas. Según él, el
tratamiento correcto de las contradicciones
“interiores”, sobre todo la
salvaguarda de la alianza del proletariado con el campesinado, permitirá
edificar en
la URSS “la sociedad socialista completa”; mientras que si se
logra conjurar el peligro de intervención extranjera,
rechazándose por este
medio el peligro de restauración capitalista, en la URSS se podrá contar con
el “triunfo
definitivo del socialismo” .
Con el problema de la restauración , Stalin rompe el vínculo entre
la lucha de clases nacional e internacional
del proletariado. Diferir el
problema de la restauración como una amenaza exclusivamente de origen
externo,
termina de cerrar la posibilidad de detectar las bases
socioeconómicas de ese peligro que genera permanen-
temente la sociedad de
transición en su interior. Este planteamiento ponía a la teoría del
socialismo en un solo
país en plena concordancia con todo ese grupo de tesis
recientemente incorporadas, según las cuales en el
sistema soviético no
predominaba la forma económica del capitalismo de Estado, porque la propiedad
jurídica
de los medios de producción en manos del Estado de dictadura del
proletariado los convertía en elementos
socialistas; en consecuencia, no
existían contradicciones antagónicas en el régimen interno de esta forma
económica que pudieran favorecer el ascenso de la burguesía, ni que pudieran
incubar el peligro de la
restauración. Tesis que, por su parte, Stalin
compartía plenamente. Cuando, a partir de principios de los
años 30, con la
colectivización en masa, desaparezca el peligro kulak , la tesis del peligro exterior
como
única posibilidad aceptada de restauración quedará definitivamente
asentada, y, por esta vía, abiertos
los cauces para el libre desarrollo de
los elementos de la restauración capitalista desde el
interior de la
sociedad
soviética.
Por otro lado, aislar el problema de las
posibilidades del desarrollo social del país de la lucha de clases
internacional, permite a Stalin proyectar el desenvolvimiento de la formación
social soviética hasta
extremos inauditos. Edificar la “sociedad socialista
completa” significaba, en la práctica, llevar hasta su
punto culminante las
tesis de que la supresión de la propiedad privada significaba la supresión de
las
clases; de que, entonces, desaparecería la lucha de clases y la necesidad
de la dictadura del proletariado
-relegada, definitivamente, a
superestructura política sólo necesaria durante el periodo de transición al socialismo -;
de que, así las cosas, de lo
que se trataba era de implementar al máximo el desarrollo de
las fuerzas
productivas desde la técnica moderna (de ahí la obsesión por la
industrialización siguiendo
el modelo occidental), y, sobre la base de la
gran industria socialista , ir liquidando el resto de las
formas económicas.
Al final, la teoría del socialismo en un solo país
se convierte en el receptáculo donde se recogen y se
llevan a su extremo
último las formulaciones más revisionistas del bolchevismo, organizándose, en
un
discurso internamente coherente que difícilmente podía servir a los
intereses del proletariado. Muy al
contrario, al calor de esta línea política
la burguesía irá escalando posiciones hasta la completa
restauración
del capitalismo.
Una vez en el poder, los Kruschev, Breznev y demás cabecillas de la nueva
burguesía
en el poder no tendrán que esforzarse mucho para dar un sostén
teórico a su sistema de dominación:
únicamente tenían que llevar un poco más
allá las tesis articuladas por Stalin. La teoría de la emulación
pacífica entre socialismo y capitalismo es hija directa de la línea
defensista e instrumentalizadora de la
lucha internacional de la clase
obrera; la teoría del partido de todo el pueblo y del Estado de
todo el pueblo ,
de la tesis de la
supresión de las clases en el socialismo y de la innecesaria dictadura del
proletariado.
Y todo ello, en suma, de una teoría errónea del periodo de
transición.
* * *
En este somero
repaso de la experiencia del proletariado revolucionario durante el Ciclo de
Octubre,
nos hemos limitado a observarlo en el terreno teórico e ideológico
de su evolución. Naturalmente,
para una exposición completa de esa
experiencia y para un análisis ilustrativo que sirva completamente
a su
comprensión y a la asimilación de sus lecciones para preparar las bases del
próximo ciclo,
es preciso abordar el resto de las esferas sociales, en su
interrelación, así como la experiencia
de la revolución en todos los países
donde tuvo lugar. Sin embargo, la exposición que aquí hemos
ofrecido es
importante porque demuestra que la cuestión del carácter de las premisas
ideológicas
de las que partió del Ciclo de Octubre se sitúa en primer plano a
la hora de tratar sobre las
circunstancias y factores que abocaron finalmente
al fracaso del proletariado en ese primer ciclo y
a su clausura definitiva.
Por supuesto que la explicación teorética es unilateral y puede conducir
a
impresiones alejadas de la realidad acerca del papel desempeñado por ciertos
líderes en el
desarrollo de los acontecimientos. Probablemente, Stalin sea
uno de los más perjudicados en este
sentido. Una investigación multilateral
que incorpore los procesos políticos y económicos de cada
etapa de la lucha
de clases explicará mejor y de una manera más científica el porqué de
determinadas
posiciones políticas o formulaciones teóricas, posiblemente no
tan alejadas en la práctica de los
intereses del proletariado. Sin embargo,
este repaso general de los problemas de contenido ideológico
que se
suscitaron durante el Ciclo de Octubre sí nos da una orientación de partida
sobre el desarrollo
de los acontecimientos. Y lo que es más importante, nos
ilumina en la importancia del factor ideológico en la
revolución, y en la
necesidad de practicar la crítica sistemática y permanente, en coherencia con
el
marxismo, del carácter y de las posibles servidumbres de las premisas
teóricas de las que partimos,
heredadas o elaboradas, a la hora de hacer
frente a los quehaceres de la revolución. Si el presente
trabajo ha servido
para extraer aunque sólo sea esta lección de la experiencia del pasado ciclo
revolucionario,
habrá merecido la pena, incluso, equivocarse.
Stalin: Obras . Madrid, 1984. Tomo VII, págs.
171 y 172.
Ibídem , pág. 305.
Ibid ., pág. 102
Ibid ., págs. 293-295
Stalin: Op. cit ., t. VIII, pág. 197.
Stalin : Op. cit ., t. XI, págs. 158 y 159.
Stalin: Op. cit ., t. XIII, pág. 99.
Stalin : Op. cit ., t. VII, pág. 112.
Ibídem , págs. 112 y ss.
Colectivo
Fénix
Trotsky
y el Leninismo
Análisis
de la actuación ideológica y política de Trotsky durante los primeros años de
la
Revolución Rusa, en el marco del balance de la experiencia del pasado ciclo
revolucionario
emprendido por el Colectivo Fénix.
Índice
1.- La Primera
Revolución Rusa
2.- ¿Tres
tácticas?
3.- El método
4.- Trotsky y
los campesinos
5.- Dos
concepciones de la política
6.- Trotsky y la
Revolución Proletaria
7.- Lenin y la
Revolución Permanente
8.- El debate de
1924 en el seno del PC(b)R
Descarga el libro entero
[.pdf] | [.rtf]
Fieles a nuestros principios de difundir la teoría marxista-leninista y de apoyar
a grupos que
contribuyen a su análisis y crítica constructiva, os presentamos
este interesante texto
del Colectivo Fénix.
Capitulo 1
|
La
Primera Revolución Rusa
|
|
San Petersburgo, 22 de enero de 1905. Una multitud
silenciosa, encabezada por un pope ortodoxo, se acerca al Palacio de Invierno
del zar. Pretenden entregarle un pliego de peticiones y reivindicaciones cuya
aplicación haga más llevadera su desdichada existencia. No les atiende su
padrecito autócrata, sino una línea de fusileros; no reciben promesas, sino
balazos. Mueren más de 1.000 personas y unas 5.000 resultan heridas. Es
domingo.
El Domingo sangriento fue la chispa que encendió la
Primera Revolución rusa. Su prólogo estuvo repleto de episodios miserables
protagonizados por campesinos sometidos y arruinados por pagar el rescate de
su servidumbre, abolida a la medida de sus señores en 1861, y obreros con
salarios de hambre y jornadas de más de 12 horas diarias –pero que empezaban
ya a aprender a manejar el arma de la huelga. A esto se unió la desastrosa
guerra con Japón, iniciada en agosto de 1904, que todavía endureció más las
condiciones de vida del pueblo ruso, y el deseo, por parte de algunos
sectores de la burguesía, de una reforma del régimen autocrático y semifeudal
en la dirección de una mayor apertura hacia el desarrollo capitalista.
La revolución iniciada en 1905 fue un movimiento
ascendente que comenzó con huelgas económicas crecientes que se fueron
transformando o entrelazando con huelgas políticas, que fueron elevando su
magnitud hasta alcanzar la huelga general política –con la que aparecieron
los Soviets–, en el mes de octubre, y que culminó con la fracasada
insurrección armada en Moscú, en diciembre. A esto se sumaron las revueltas
campesinas, que se iniciaron a partir del otoño y que continuaron creciendo a
lo largo de 1906, cuando la revolución en las ciudades iba ya remitiendo.
Desde el verano de este año, con el movimiento en franco repliegue, las
fuerzas revolucionarias fueron encauzando su actividad a través de la Duma de
Estado que Nicolás II se había visto obligado a convocar entre el canto de
sirenas de las promesas constitucionales. Hasta que, en junio de 1907, el
Primer Ministro, Stolipin, disolvió la II Duma , cerrando, así, en falso, el
ciclo revolucionario.
La revolución de 1905-1907 movilizó a millones de
obreros y campesinos y se caracterizó por que fue la clase obrera quien jugó
el papel preponderante y hegemónico. El proletariado ruso actuó como
vanguardia de un proceso en el que las reivindicaciones pasaron en seguida a
adoptar contenidos políticos democráticos. Por el contrario, la burguesía
ejerció un rol secundario, fue a remolque de los acontecimientos y, más bien,
buscó la conciliación con la autocracia a través del seudoparlamento en forma
de Duma de Estado. De hecho, la revolución sirvió para la consagración
política de la burguesía liberal, que sólo en 1905 pudo constituir un partido
al estilo de los de la burguesía occidental (el Partido Demócrata
Constitucionalista, coloquialmente conocido como kadete ).
El posicionamiento de los partidos y de las clases
en la Rusia revolucionaria siguió, en líneas generales, el guión fundamental
que ya escribieran los marxistas en el Congreso de fundación de su partido,
el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), en 1898[1], y el análisis
realizado en 1906 por el dirigente socialista alemán K. Kautsky en relación
con el carácter social de la próxima revolución rusa, en general, y con el
papel que en ella jugaría la burguesía liberal, en particular[2].
Desde estos presupuestos teóricos, y desde su
confirmación por la experiencia práctica de la revolución, la
socialdemocracia rusa pudo concretar sus diferentes concepciones tácticas.
Ciertamente, una cosa eran las tareas de la revolución, y otra muy distinta
sus fuerzas motrices y qué clase social debía dirigirla. Esta cuestión
ahondaría aún más las diferencias políticas de las dos corrientes principales
del socialismo ruso –el bolchevismo y el menchevismo– que ya se habían
separado en el II Congreso del partido, celebrado en 1903.
Para los mencheviques, la naturaleza
democrático-burguesa de las tareas de la revolución rusa indicaban la
necesidad de que fuera la burguesía quien se pusiera a la cabeza del proceso,
a la vez que el proletariado se reservaba las funciones de oposición extrema,
aguardando su turno para ejercer el papel revolucionario que le ha
encomendado la historia, mientras el capitalismo va creando las condiciones
para la implementación de su lucha de clase en pos del socialismo. Para los
bolcheviques, en cambio, de la naturaleza social de la revolución no se debía
deducir necesariamente la naturaleza social de su sujeto dirigente. Para
Lenin y sus seguidores, la burguesía se encontraba incapacitada para conducir
de manera consecuente y hasta el final la revolución burguesa en Rusia: el
temor de la débil burguesía a verse sobrepasada por el proletariado y las
masas populares en el proceso, la retraían de su teórico papel dirigente.
Como decía el jefe de los bolcheviques:
“[Cuando el proletariado ha empezado a] tener
conciencia de constituir una clase aparte y a unirse en una organización de
clase, independiente, [cuando el proletariado, en tales condiciones], utiliza
cada paso de la libertad para reforzar su organización de clase contra la
burguesía. De ahí deriva inevitablemente la aspiración de la burguesía a
suavizar las aristas de la revolución, a no permitir que sea llevada a su
fin, a no dar al proletariado la posibilidad de realizar su lucha de clase
con toda libertad (…). Por eso, en el mejor de los casos, en las épocas de
mayor ascenso de la revolución, la burguesía constituye (…) un elemento que
vacila entre la revolución y la reacción. De manera que la burguesía no puede
ser el dirigente de nuestra revolución.”[3]
Además, la revolución rusa presentaba una
peculiaridad especial:
“(…) la agudeza del problema agrario, mucho más
exacerbado en Rusia de lo que fuera en cualquier otro país en condiciones
similares. La llamada reforma campesina de 1861 se llevó a cabo de modo tan
inconsecuente y antidemocrático que las bases fundamentales de la dominación
de los terratenientes bajo el régimen de servidumbre no fueron conmovidas.
Por eso, el problema agrario, o sea, la lucha de los campesinos contra los
terratenientes por la tierra, resultó ser una de las piedras de toque de la
actual revolución. Esta lucha por la tierra forzosamente impulsa a enormes
masas campesinas a la revolución democrática, pues sólo la democracia puede
darles la tierra, al darles predominio en el Estado. La condición para la
victoria del campesinado es el aniquilamiento total de la propiedad de los
terratenientes.
De esta correlación de fuerzas sociales surge la
inevitable conclusión de que la burguesía no puede ser el motor principal ni
el dirigente de la revolución. Sólo el proletariado está en condiciones de
llevarla hasta el fin, es decir, hasta la victoria completa. Pero esta
victoria puede lograrse únicamente a condición de que el proletariado consiga
llevar tras de sí a gran parte del campesinado. La victoria de la actual
revolución es posible en Rusia sólo como dictadura democrática revolucionaria
del proletariado y el campesinado.”[4]
Siguiendo estos lineamientos tácticos, la percepción
de las clases y de los partidos desde el punto de vista de la línea divisoria
entre la revolución y la contrarrevolución variaba grandemente para cada una
de las corrientes del socialismo ruso. Para los mencheviques, partidarios de
una revolución burguesa clásica , el principal cometido del partido
proletario consistía en apoyar al partido kadete , mientras establecían la
línea que separaba la revolución de la contrarrevolución entre éste y los
octubristas[5]. Por el contrario, para los bolcheviques, el papel dirigente
del proletariado y las tareas de la revolución exigían que la
socialdemocracia se atrajese a la pequeña burguesía democrática. La línea
divisoria, entonces, habría que situarla entre la democracia revolucionaria y
los kadetes . Cuando el desarrollo de la revolución, que implicaba una
polarización constante de las fuerzas políticas, llevó al liberalismo
constitucionalista a formar Gobierno, integrando el denominado gabinete
responsable , al precio de su renuncia a cuestionar la propiedad
terrateniente y al de su alejamiento de la consigna de Asamblea Constituyente
–para ir reconociendo, poco a poco, la legitimidad de la Duma del zar–, el
menchevismo se vio arrastrado hacia el campo contrarrevolucionario bajo la
consigna de “gobierno apoyado en la Duma ”, y, una vez que ésta fue disuelta,
con la idea de que fuese la Duma , y no un Gobierno Provisional
Revolucionario –como defendían los bolcheviques–, quien convocase la Asamblea
Constituyente ; todo lo cual significaba renunciar a la revolución
democrática a cambio de un compromiso reformista con la autocracia.
Por su
parte, mientras los mencheviques se alejaban de la vía revolucionaria y del
marxismo, los bolcheviques vieron cubiertas sus expectativas en el
deslindamiento político entre las clases provocado por la marcha de los
sucesos revolucionarios, cuando en la I Duma zarista se fue configurando el
denominado “Grupo del Trabajo” –los llamados trudoviques –, como expresión de
la democracia campesina revolucionaria y de la separación de ésta de la
burguesía liberal. A partir de aquí, se abría la posibilidad práctica de
realizar en el plano político la alianza de las clases revolucionarias que el
plan bolchevique había puesto en la base de la revolución rusa. El golpe de
Estado de Stolipin terminó con esta esperanza; pero, para 1907, los
bolcheviques habían visto confirmada su línea táctica con el respaldo de los
acontecimientos más importantes de la revolución, tanto en su fase
ascendente, hasta la insurrección de diciembre, como en su fase de repliegue.
La experiencia de 1905-07 no sólo había ratificado la posibilidad de que el
proletariado se pudiera poner a la cabeza de la revolución
democrático-burguesa en Rusia, sino también permitió corroborar la naturaleza
de clase del futuro poder revolucionario según la fórmula bolchevique que
Lenin hizo famosa en su libro dedicado a debatir estas cuestiones, Dos
tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática :
“ El proletariado debe llevar a su término la
revolución democrática, atrayéndose las masas campesinas, para aplastar por
la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la
burguesía. El proletariado debe llevar a cabo la revolución socialista,
atrayéndose la masa de elementos semiproletarios de la población, para romper
por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de
los campesinos y de la pequeña burguesía .”[6]
NOTAS
[1]En el Manifiesto de Minsk , en
plena época de colaboración entre marxistas legales y marxistas
revolucionarios, el propio P. Struve leyó ante el Congreso de fundación del
POSDR el reconocimiento explícito, por parte de una de las corrientes del
pensamiento liberal ruso, de la incapacidad de la burguesía para encabezar y
consumar la revolución burguesa ( Cfr ., CARR, E. H.: La Revolución
Bolchevique (1917-1923). Ed. Alianza. Madrid, 1972; tomo 1, pp. 25 y 29). Trotsky
también compartía la común perspectiva revolucionaria del marxismo ruso en
estos momentos incipientes: “Rusia avanzaba hacia la revolución burguesa. En
las filas de la socialdemocracia (…) nadie dudaba que la revolución que se
acercaba era precisamente burguesa ” (TROTSKY, L.: La revolución permanente .
Ed. Fontamara. Barcelona, 1979; p. 46).
[2]Cfr ., LENIN, V. I.: Obras
completas [en adelante, O.C .]. Moscú, 1983. 5ª edición; tomo 14, pp.183-193.
[3]LENIN: O.C ., t. 15, pp. 350 y
351.
[4]Ibídem.
[5]Así se denominaba
coloquialmente a los seguidores de la Unión del 17 de octubre, el partido de
los terratenientes y los industriales, ala derecha de los kadetes , que, tras
el segundo manifiesto del zar, emitido en octubre de 1905 y en el que
prometía “libertades civiles” y una “Duma legislativa”, había considerado
suficientes esas concesiones de la autocracia y se había escindido de la vía
liberal-constitucionalista representada por sus colegas demoliberales.
[6]LENIN: O.C ., t. 11, p. 95.
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Capitulo 2
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¿Tres
Tácticas?
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Bolcheviques y mencheviques representaban las dos
principales líneas políticas que se enfrentaron dentro de la socialdemocracia
rusa en la época de la Primera Revolución ; pero pronto se unió a la pugna
León Trotsky, que abanderaba, prácticamente en solitario, una singular
interpretación de los recientes acontecimientos revolucionarios y su
consiguiente desarrollo táctico.
Trotsky había participado en el Congreso de 1903,
decantándose por los mencheviques, aunque desde finales de 1904 se separó de
ellos y se declaró “por encima y fuera de las fracciones”. A pesar de que en
las cuestiones políticas fundamentales se situaba más cerca de los
mencheviques, Trotsky trató de cultivar una imagen de independencia
organizativa y de erigirse en el centro aglutinador o, al menos, en el
símbolo de la unidad del POSDR. Pero lo que más ensalzó la figura individual
e “independiente de las fracciones” de Trotsky fue la propia revolución rusa.
En un proceso en el que ninguna de las fracciones socialdemócratas, ni el
partido en su conjunto, consiguió ponerse a la cabeza o siquiera inspirar el
movimiento de masas, Trotsky, desde su posición de dirigente práctico del
Soviet de San Petersburgo, se erigió en la figura carismática y en uno de los
referentes visibles de la socialdemocracia, lo cual le permitió disfrutar de
un peso dentro del partido impensable en circunstancias normales
–circunstancias que le impedirían en todo momento consolidar y encabezar una
corriente con algún peso dentro del POSDR. Fueron los acontecimientos de 1905
los que impactaron en Trotsky hasta el punto de hacerle girar 180 grados en
su perspectiva sobre el carácter de la revolución rusa. Si en 1903, en los
debates internos del partido, fiel al punto de vista generalizado y a la común
tradición de los marxistas rusos, se había mostrado incrédulo y contrario a
la posible implantación de la dictadura del proletariado en la Rusia
autocrática, su inmediata y personal experiencia revolucionaria le incitaron
a pasar súbitamente a la posición contraria:
“Fue precisamente en el intervalo comprendido entre
el 9 de enero [22 de enero, según el moderno calendario] y la huelga de
octubre de 1905 cuando el autor formó sus concepciones sobre el carácter del
desarrollo revolucionario de Rusia, conocidas bajo el nombre de teoría de la
revolución permanente. Esta denominación, un poco capciosa, expresaba la idea
de que la revolución rusa, si bien tenía planteados objetivos burgueses
inmediatos, no podría detenerse en los mismos. La revolución no podría
cumplir sus objetivos inmediatos burgueses más que llevando al proletariado
al Poder .”[7]
El proceso intelectual que preparó tan repentino
giro político no fue, sin embargo, tan brusco. Efectivamente, durante 1904
Trotsky había entablado una estrecha relación con G. Parvus, socialista
ruso-alemán que se había ganado un nombre en el SPD denunciando el
revisionismo de Bernstein. Parvus fue quien, realmente, estableció los
presupuestos teóricos de la futura tesis sobre la Revolución Permanente :
“Como es sabido, el radicalismo político en Europa
Occidental se apoyaba principalmente en la pequeña burguesía, formada por los
artesanos y, más en general, por toda esa parte de la burguesía golpeada por
el desarrollo de la industria y rechazada de la clase de los capitalistas
(…). Es cierto que con el advenimiento del régimen parlamentario, su potencia
hacía tiempo que se había agotado, pero la existencia de numerosas ciudades
en las cuales predominaba el tercer estado tuvo una indiscutible importancia
política. A medida que estas fuerzas sociales se disolvían en las
contradicciones capitalistas, a los partidos democráticos se les planteaba el
problema siguiente: unirse a los obreros y convertirse en socialistas, o
unirse con la burguesía capitalista y transformarse en reaccionarios. En
Rusia, en el período precapitalista, las ciudades se desarrollaban más bien a
la manera china que al modo europeo. Eran centros administrativos sin ninguna
importancia política y, desde el punto de vista económico, mercados para los campesinos
y los propietarios latifundistas del entorno. Su desarrollo era todavía
insignificante cuando el capitalismo lo detuvo, y comenzó a fundar grandes
ciudades, es decir ciudades industriales y centros de comercio mundial. Por
estas causas Rusia tiene una burguesía capitalista, pero no tiene esa
burguesía media de la cual ha salido y sobre la cual se ha mantenido la
democracia política de Europa occidental .
Los estratos medios de la
burguesía capitalista contemporánea en Rusia, así como en todo el resto de
Europa, comprenden las profesiones liberales (médicos, abogados, literatos,
etc.), los estratos sociales ajenos al proceso productivo y el personal
técnico de la industria y del comercio capitalista como asimismo ciertas
ramas de actividad conectadas con éstos, como las sociedades de seguros, los
bancos, etc. Estos elementos no pueden tener un programa propio de su clase;
dado que sus simpatías y antipatías oscilan incesantemente entre el
proletariado revolucionario y el conservadurismo capitalista. En Rusia hay
que agregar los resabios de las clases del período anterior a la abolición de
la servidumbre de la gleba, resabios que el capitalismo aún no ha tenido
tiempo de absorber.
Es sobre tal población urbana, que no ha pasado por
la escuela del medioevo europeo occidental, sin conexiones económicas, sin
tradiciones del pasado y sin ideales de futuro, que debe fundarse el
radicalismo político en Rusia. No tiene nada de extraño que éste se busque
también otras bases.”[8]
Bases que no son otras que las que le presta la
clase obrera.
Este tipo de consideraciones históricas como punto
de partida, unido al admirable papel jugado por el proletariado en 1905 del
que fue testigo la impresionable pupila de Trotsky, que adivinó la
inconmensurable capacidad creativa de las masas obreras, le condujeron a la
elaboración de una audaz teoría sobre la mecánica del proceso revolucionario
que habría de tener lugar en Rusia. Exponemos seguidamente su teoría de la
Revolución Permanente según una de sus formulaciones clásicas:
“Esta denominación un poco abstrusa, expresa la idea
que la revolución rusa, si bien tenía planteados algunos objetivos burgueses
inmediatos, no podría detenerse en los mismos. La revolución no podría
resolver los problemas de tipo burgués más importantes que tenía planteados
más que llevando al proletariado al poder. Y cuando este último se hubiera
adueñado del poder no habría podido limitarse al aspecto burgués de la
revolución. Al contrario, y precisamente para asegurarse la victoria
definitiva, la vanguardia proletaria, hubiera debido, desde los primeros días
de su poder, penetrar profundamente en los dominios prohibidos de la
propiedad, tanto burguesa como terrateniente. En tales condiciones la
vanguardia debía chocar contra demostraciones hostiles de parte de los grupos
burgueses que la habían sostenido al comienzo de su lucha revolucionaria, y
aún también de parte de la masa campesina cuyo apoyo la proyectó hacia el
poder. En un país en el cual la enorme mayoría de la población estaba
compuesta de campesinos, los intereses contrapuestos que dominaban la
situación de un gobierno obrero sólo podían conducir a una solución en el
plano internacional, en la arena de una revolución proletaria mundial.
Cuando, en virtud de la necesidad histórica, la revolución rusa hubiera
franqueado los estrechos límites de la democracia burguesa, el proletariado
triunfante iba a estar constreñido a franquear asimismo los límites de la
nacionalidad, es decir hubiera debido dirigir conscientemente sus esfuerzos
de manera tal que la revolución rusa se transformase en el prólogo de la
revolución mundial.”[9]
Como síntesis de la experiencia de la Primera
Revolución , el modelo táctico propuesto por Trotsky fue relegado a un lugar
marginal en el cosmos del pensamiento revolucionario ruso, incluso más allá
de la Revolución de Octubre. Aunque como tal teoría fue perfilada en todos
sus contornos fundamentales en una fecha tan temprana como 1906
(principalmente con el trabajo de Trotsky titulado Resultados y perspectivas
), nunca se convirtió en centro de ninguna de las numerosas disputas que
entre 1906 y 1917 enfrentaron a las dos corrientes principales del marxismo
ruso[10]. Ni siquiera en el Congreso de Estocolmo, celebrado en la primavera
de 1906 con el fin de reunificar la línea política de la socialdemocracia de
cara a un posible repunte del ánimo revolucionario de las masas, donde se
discutieron y se pusieron sobre el tapete las principales cuestiones tácticas
de la revolución rusa, tuvo la teoría de la Revolución Permanente la menor
mención de importancia. Tanto Trotsky, que asistió, como sus ideas al
respecto pasaron desapercibidas en Estocolmo. El hecho de que las
proposiciones de Trotsky, que respondían de manera original a los problemas
candentes de la revolución rusa, apenas fueran tenidas en cuenta en su
momento, es decir, en la larga etapa de pugna por el poder por parte de la
clase obrera, cuando todo lo relacionado con las cuestiones tácticas cobra la
mayor importancia, resulta si no curioso, sí elocuente. Más aún. La Revolución
Permanente , como concepción inspiradora de la línea general de la política
proletaria, tampoco jugó de manera patente ningún papel, ni para el partido y
el Estado soviéticos, ni para la Internacional Comunista , entre 1917 y 1923,
durante la primera etapa del poder proletario.
Una de las características de la peripecia de la
teoría política de Trotsky es que, siendo formulada en una fase preliminar de
la revolución rusa, no pasó a ocupar el centro del escenario de la lucha que
decidía el papel de la vanguardia en esa revolución hasta una etapa muy
tardía de la misma, cuando ya estaba relativamente consolidada, y sólo por un
brevísimo espacio de tiempo. Además, y de manera paradójica, una teoría que
había sido concebida en un momento de fervoroso ascenso revolucionario y que,
por ello, encerraba un ardoroso espíritu de ofensiva, ideal para inspirar al
proletariado en sus grandes embates históricos, sale a la palestra cuando la
revolución vive un periodo de repliegue y de asentamiento, no de expansión. Esto
explicará, en parte, su derrota política. Pero lo más significativo es esa
incapacidad para situarse en el centro de la pugna entre las ideas, para
aportar alguna orientación adecuada que pudiera servir de guía al partido
como dirigente revolucionario, para incitar una posición ideológica o
política decisiva en la lucha de dos líneas que se desenvolvía en el seno del
POSDR. En ningún momento, ni antes de 1917, ni después –hasta la muerte de
Lenin–, la socialdemocracia rusa, en general, ni el bolchevismo como
corriente política dentro de ella, en particular, deciden y definen su
política en función o en consideración a la teoría de la Revolución
Permanente de Trotsky. Esto, ya de principio, puede ilustrarnos sobre el
verdadero valor de esa teoría desde el punto de vista del desarrollo de la
revolución en Rusia, y puede ayudarnos a delimitar su real importancia,
restringida al debate contra una desviación izquierdista surgida en el
partido bolchevique en un momento dado del desenvolvimiento de sus tareas de
dirección revolucionaria. Desde luego, en el balance de la aportación del
trotskismo a la revolución soviética, el autor sale mejor parado que sus
ideas.
En relación con la influencia de su teoría en el
devenir de la revolución rusa, Trotsky argumentará que, para el período entre
1917 y 1923, sus posiciones y las de Lenin eran idénticas, por lo que
resultaría ocioso intentar sorprenderle defendiendo en esa época una línea
política diferente de la de aquél. Esto no es del todo cierto, como veremos.
Lo que sí es cierto, en cualquier caso, es que gran parte de su obra del
exilio está dedicada a convencer al mundo de que en el periodo previo a
Octubre (1905-1917) sus posiciones políticas y las de Lenin no eran
antagónicas, a pesar de lo encendido de algunos debates, y que estaban
destinadas a converger tras una natural evolución –sobre todo por parte de
Lenin– influida y guiada por los acontecimientos políticos de Rusia[11].
Veámoslo también.
NOTAS
[7] TROTSKY: Op. Cit ., p. 164. Sin
embargo, otra lectura de la actitud de Trotsky ante la cuestión de las
posibilidades de un poder obrero en la Rusia semifeudal nos inducen a pensar
que su cambio de opinión entre 1903 y 1905 no conllevó una modificación
paralela de sus premisas ideológicas básicas. Efectivamente, en el Congreso
de Bruselas, Trotsky rechaza la dictadura del proletariado por imposible en
Rusia hasta que la clase obrera represente la mayoría de la población. La
valoración esencialmente cuantitativa que utiliza Trotsky para sopesar las
posibilidades políticas del proletariado no es abandonada en 1905 y continúa
formando parte de los fundamentos teóricos de la Revolución Permanente.
[8] Cfr ., PROCACCI, G. (Selec.):
El gran debate (1924-1926), I. La revolución permanente . Ed. Siglo XXI.
Madrid, 1976; pp. 160 y 161. Para una valoración de primera mano de la
influencia de Parvus sobre Trotsky, cfr ., TROSKY, L.: La revolución de
octubre . Ed. Fontamara. Barcelona, 1977; pp. 235-237. Para una apreciación
de la contribución real de Parvus en la elaboración de la teoría de la
Revolución Permanente , cfr ., TROSKY: La revolución permanente , pp.
109-111, donde Trotsky señala que Parvus no llevó hasta sus últimas
consecuencias su análisis de las particulares circunstancias socioeconómicas
de Rusia, limitándose a encomendar al proletariado que constituyese un
gobierno obrero para cubrir los objetivos de la democracia, pero sin llegar a
plantear los problemas de la revolución socialista.
[9] Cfr ., PROCACCI: Op. cit ., pp.
181 y 182.
[10] El propio Trotsky reconoce años
después, camino ya del exilio, polemizando retrospectivamente sobre la
validez de su teoría, que Lenin apenas si la conoció de primera mano durante
el periodo de 1905 a 1919. Con ello, Trotsky trata de justificarse y de
insinuar que el jefe bolchevique no hubiera criticado sus planteamientos, ni
siquiera en los pocos momentos que les dedicó su atención, si los hubiera
conocido directamente desde los textos escritos por el autor o si sus
informadores no hubieran sido tan malintencionados. Fuera aparte las
suspicacias o cualquier otro tipo de consideración subjetiva, lo que sí es
cierto es que ese hecho sólo puede demostrar el escaso interés de Lenin por
las posiciones de Trotsky –aunque sólo fuera a título informativo– debido a
su escaso peso entre los miembros del POSDR ( Cfr ., TROTSKY: La revolución
permanente , p. 85).
[11] “Para reconocer en 1919 que mi
previsión era acertada, Lenin no tenía necesidad alguna de oponer mi posición
a la suya. Le bastaba tomar ambas posiciones en su desenvolvimiento histórico.”
( Ibídem , p. 86, nota). “Lo más que se puede decir hoy, después de la
comprobación histórica, acerca de las antiguas divergencias en torno a la
dictadura, es esto: mientras que Lenin, partiendo invariablemente del papel
directivo del proletariado, subraya y desarrolla la necesidad de la
colaboración revolucionario-democrática de los obreros y campesinos,
enseñándonos a todos nosotros en este sentido, yo, partiendo invariablemente
de esta colaboración, subrayo constantemente la necesidad de la dirección
proletaria no sólo en el bloque, sino en el Gobierno llamado a ponerse al
frente de dicho bloque. No se puede hallar otra diferencia.” ( Ibíd ., p.
124).
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Capitulo 3
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El
Método
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Hasta 1905, el marxismo revolucionario había
deslindado suficientemente los campos ideológico y político con el populismo,
el marxismo legal y el economicismo, corrientes del pensamiento político ruso
que tenían en común la negación del papel dirigente del proletariado en la
revolución. Para postergar igualmente al menchevismo, que también pecaba de
lo mismo, sería necesario más tiempo. Esta lucha, llevada a cabo por los
bolcheviques y dirigida por Lenin, duraría 12 años más, en los que ambas
fracciones protagonizarían todos los debates políticos importantes desde el
punto de vista de los intereses de la revolución. Ya hemos expuesto los
elementos fundamentales de sus distintas visiones políticas; también hemos
transcrito los de la de Trotsky. Esos elementos nos indican las fuerzas
motrices sociales sobre las que se sostiene cada una de esas líneas tácticas:
la burguesía, con el apoyo del proletariado, para los mencheviques; el
proletariado y el campesinado en estrecha alianza, para los bolcheviques, y
el proletariado internacional para Trotsky. Éste último también hablaba del
necesario apoyo del campesinado al proletariado ruso cuando esta clase
iniciase la revolución desde su país; pero la palabra apoyo referida al
campesinado, tiene para Trotsky el mismo sentido subsidiario que para los
mencheviques encerraba el apoyo del proletariado al gobierno burgués. Ambas
fuerzas son secundarias para esas dos corrientes de la socialdemocracia; la
construcción revolucionaria no depende de ellas en lo fundamental; como
mucho, juegan algún papel en el primer empuje del proceso: inmediatamente
después, pasan a la defensa de sus intereses de clase inmediatos (en su
sentido económico más puro). No existe, por tanto, como para Lenin –dada la
etapa histórica que atravesaba Rusia–, una comunidad de intereses mínimos
entre las clases sobre el que fundar y estabilizar el nuevo poder
revolucionario, un programa mínimo de construcción revolucionaria. Lenin, en
cambio, insistía en que ese programa era, precisamente, el programa mínimo
del POSDR, el programa de la república democrática. No en vano había luchado
denodadamente cuando se discutía el primer programa del partido (1903),
incluso contra Plejánov, por la introducción, en la parte democrática del
mismo ( programa mínimo ), del programa agrario como instrumento para la
futura construcción de la alianza del proletariado con las grandes masas del
campesinado[12]. La concepción estratégica de la revolución rusa se fue
forjando en Lenin desde muy temprano; el año 1905 abría la posibilidad
práctica de coronar el diseño arquitectónico de la táctica bolchevique con la
instalación en el poder de aquella alianza, dando forma de gobierno
provisional revolucionario y de república democrática a la dictadura
democrática del proletariado y el campesinado .
¿Cuál es la posición objetiva que ocupa Trotsky en
la lucha de dos líneas que enfrenta a la vanguardia del proletariado ruso en
la época de la Primera Revolución ? La clave para responder a esto está en la
metodología con la que cada una de las corrientes vincula el proceso
revolucionario con el papel que en él puede jugar la clase obrera. El
problema de la actitud hacia el poder nos permitirá mostrar las diferentes
limitaciones que cada una de ellas le impondrá y las consecuencias que de
ello se derivará.
“Martínov [dice] que si prosperaba la labor organizadora
de la revolución y si nuestro Partido dirigía la insurrección popular armada,
nos veríamos obligados a participar en el gobierno provisional
revolucionario. Y tal participación es una inadmisible ‘usurpación del poder'
(…).
Detengámonos en los razonamientos de quienes
comparten dicha opinión. Al entrar en el gobierno provisional, nos dicen, la
socialdemocracia tendrá el poder en sus manos; pero como partido del
proletariado, no puede tener el poder sin intentar cumplir muestro programa
máximo, es decir, sin intentar hacer la revolución socialista. Y en los
momentos actuales sufrirá inevitablemente una derrota en esa empresa y no
hará más que cubrirse de oprobio, hacer el juego a la reacción. Por eso,
según ellos, la participación de la socialdemocracia en el gobierno
provisional revolucionario es inadmisible.
Este razonamiento se basa en la confusión de la
revolución democrática con la revolución socialista, de la lucha por la
república (incluido en ello todo nuestro programa mínimo) con la lucha por el
socialismo. En efecto, la socialdemocracia no haría más que cubrirse de
oprobio si intentara plantearse la revolución socialista como objetivo
inmediato. Precisamente contra semejantes ideas confusas y oscuras de
nuestros “socialistas revolucionarios” ha luchado siempre la
socialdemocracia. Precisamente por eso ha hecho siempre hincapié en que la
futura revolución en Rusia presentará carácter burgués y exigido con energía
que el programa mínimo democrático vaya separado del programa máximo
socialista. Esto pueden olvidarlo durante la revolución algunos
socialdemócratas propensos a dejarse llevar por la espontaneidad, pero no el
Partido en su conjunto. Los adeptos de esta errónea opinión se dejan
arrastrar por la espontaneidad, creyendo que la marcha de las cosas obligará
en esa situación a la socialdemocracia a emprender contra su voluntad la
revolución socialista.”[13]
En esta cita, dirigida contra los mencheviques,
Lenin describe el error básico que puede provocar todo tipo de desviaciones
de la política correcta, tanto por la derecha, con el conservadurismo
menchevique que hace el juego a la reacción, como por la izquierda, con el
aventurerismo promovido por “ideas confusas y oscuras”. En este sentido,
Lenin señala a los socialistas revolucionarios (los eseristas ), los
herederos del viejo populismo ruso que quería construir el comunismo en Rusia
directamente desde la comuna rural ( obschina ), saltándose la etapa
capitalista; sin embargo, no cabe duda de que la teoría de Trotsky también
entra en este grupo que ve en el proletariado en el poder “la obligación” de
“hacer la revolución socialista”.[14]
El error que critica Lenin es el del espontaneísmo,
más complejo y sofisticado en el menchevismo, más burdo y elemental en
Trotsky; aunque finalmente ambos se dan la mano. Para los mencheviques, la
historia es una sucesión de fases socioeconómicas, cada una de las cuales
cumple su función en el desarrollo de las fuerzas productivas. Entienden la
idea expuesta por Marx de que ningún modo de producción puede ser superado
hasta que no agote en su seno la capacidad de impulsar las fuerzas
productivas de una manera tan dogmática que niegan cualquier posibilidad de
que en Rusia no domine por todo un periodo histórico el capital y la
burguesía industrial; niegan cualquier crédito a toda idea que pueda variar
en algo la sucesión clásica entre feudalismo-autocracia y
capitalismo-burguesía en Rusia. Esta visión dogmática y mecanicista del
materialismo histórico es una forma de economicismo (determinismo) y también
una forma –sofisticada, eso sí– de espontaneísmo, según la cual, el proceso
histórico sigue una mecánica predeterminada e inconsciente. Pero el
espontaneísmo filosófico se torna vulgar cuando se traduce en política: si el
proletariado tomara la iniciativa política, “se vería en la obligación de
hacer la revolución socialista”; y si esa iniciativa se diera en una fase de
la historia en que el protagonismo corresponde a la burguesía, entonces, “no
hará más que cubrirse de oprobio”. Es aquí donde Trotsky enlaza con el
menchevismo, en la metodología de la mecánica política. Él no es un filósofo
dogmático al modo de Martínov; en filosofía, Trotsky ocupa el banco opuesto:
no es un determinista, al contrario, es un voluntarista:
“(…) el día y la hora en que el Poder pase a las
manos de la clase obrera, depende directamente no del nivel de las fuerzas
productivas, sino de los factores de la lucha de clases, de la situación
internacional y, finalmente, de una serie de circunstancias objetivas:
tradiciones, iniciativas, espíritu combativo…”[15]
Y el poder en manos de la clase obrera le “obligará”
a cruzar el umbral de la revolución socialista. Una especie de lógica de las
cosas , de impersonal mecánica política, empuja –tanto desde el prisma
menchevique, como desde el de Trotsky– al proletariado en una especie de
frenética carrera hacia un destino imponente e ineludible. El espontaneísmo
consiste, aquí, en identificar el papel histórico-revolucionario de la clase
con su papel político en un determinado momento. El salto “espontáneo” es
notable.[16] Aunque Trotsky, a diferencia de Martínov y sus amigos, sí acepte
el reto del poder para el proletariado, aparentando, con ello, optar por una
línea diferente a la menchevique, más cercana a la de Lenin, en realidad, se
encuentra atrapado en el mismo microcosmos metodológico que aquéllos. Una
especie de fetichismo fatalista permite el dominio del político por la
política, del partido y de la clase obrera por el proceso histórico. No hay
margen para la creatividad revolucionaria, para la maniobra táctica
consciente, para la búsqueda de caminos nuevos. No hay autonomía para el
sujeto histórico: terminará siendo engullido por la historia. El método
menchevique sustituye la política por la filosofía vulgar, Trotsky también.
Ambos expresan dos formas de marxismo vulgar. Finalmente, el menchevismo
implica el desarme político del proletariado, porque prefiere la pasividad al
temor que le produciría el loco frenesí en el que lo envolvería la lógica de
su método si pretendiese acceder al poder. El trotskismo, en cambio, acepta
el reto, pero su carrera hacia el socialismo pronto le separará de su base
socioeconómica original. La búsqueda de una nueva base de apoyo que permita
continuar la carrera le “obligará” a reclamar la revolución proletaria internacional.
Si ésta no llega, perderá pie y la caída en el vacío será inevitable. Como
esta metáfora fue, efectivamente, la vida política de Trotsky y de su teoría
de la Revolución Permanente. Por fortuna, no arrastraron consigo, en su
caída, al proletariado de Rusia.
Metodológicamente, por tanto, por su concepción del
proceso revolucionario y de la relación de las clases con sus intereses
políticos, Trotsky representa una variante del menchevismo. En este sentido,
su posición política en el periodo que rodea a la Primera Revolución está más
cerca de la línea oportunista del POSDR que de la línea revolucionaria.
[17]Los elementos programáticos introducidos, ante
la insistencia de Lenin, por la socialdemocracia rusa en su II Congreso eran
del todo insuficientes: sólo hacían referencia a la demanda campesina de los
recortes de tierras (porciones robadas por la nobleza con la reforma de
1861). Sólo con la revolución, el ala bolchevique introdujo el principio de
confiscación de la propiedad terrateniente, aunque en el IV Congreso de
Estocolmo el impacto revolucionario del programa agrario del partido obrero
ruso fue rebajado con la aprobación por la mayoría menchevique del principio
de municipalización de la tierra. El error fue subsanado en 1917, cuando el
Gobierno bolchevique promulgó el programa agrario eserista (el partido
campesino) en forma de ukase , programa que, a la sazón, era lo más parecido
a los planteamientos que sobre el problema había defendido Lenin en Estocolmo
(la nacionalización). Como se ve, la cuestión campesina fue un permanente
caballo de batalla en el partido obrero ruso, debido, sobre todo, a la
persistencia de Lenin por que la mayoría del pueblo ruso no se quedara fuera
de la revolución.
NOTAS
[12] LENIN: O.C ., t. 10, pp. 25 y
26.
[13] Recordémoslo: “Y cuando este
último [el proletariado] se hubiera adueñado del poder no habría podido
limitarse al aspecto burgués de la revolución” ( Cfr ., supra , nota 9). ¿Por
qué no? Trotsky no lo dice.
[14] TROTSKY: La revolución
permanente , p. 102. Estaríamos plenamente de acuerdo con la idea que el
autor defiende en este pasaje y no lo hubiéramos traído aquí como ejemplo de
subjetivismo voluntarista, si hubiese introducido alguna frase que mostrase
que, para él, el hecho de que una clase se aúpe en el poder prematuramente no
significa que se desentienda del cumplimiento de las tareas que la historia
deja pendientes. Como no lo dice, y tratándose del promotor del salto de la
revolución por encima de la etapa burguesa y de las fronteras nacionales sin
mirar atrás, preferimos aconsejar cautela al lector cuando se enfrente a este
párrafo. Además, las “circunstancias objetivas” que aduce como coadyuvantes
para el triunfo de la lucha de clase proletaria, no nos parecen muy
“objetivas”: más bien pertenecen al campo de los elementos conscientes e
inconscientes (subjetivos) que acompañan la lucha proletaria. Hubiera sido
más correcto aludir a factores como las crisis económicas o políticas, las
guerras, etc. De esta manera, la tentación de imponer nuestra voluntad
subjetiva a la marcha de los acontecimientos no se cerniría como un peligro
sobre nuestras cabezas.
[15] “El proletariado [en el poder]
realiza los objetivos fundamentales de la democracia, y la lógica de su lucha
directa por la consolidación de la dominación política le plantea en un
momento determinado problemas puramente socialistas” ( Ibídem , p. 137. La
cursiva es nuestra). Como se ve en esta formulación ejemplar, el sometimiento
de las posibilidades tácticas de la política proletaria bajo el imperativo de
una supuesta “lógica” esencialista motivada por la naturaleza y el
cumplimiento inmediato de sus tareas históricas como clase revolucionaria (el
socialismo) es lo que mejor resume la intención de Lenin cuando califica de
“espontaneísmo” las tácticas del tipo de la Revolución Permanente.
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Capitulo 4
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Trotsky
y los campesinos
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Este
tipo de errores se debe, por supuesto, a la falta de un análisis
concreto de la situación concreta; pero, en 1905, Lenin lo
atribuía a la confusión que, para muchos –entre ellos Trotsky–, existía entre
revolución democrático-burguesa y revolución socialista. Ya vimos más arriba
cómo Lenin relacionaba este error con el “espontaneísmo” de
derecha y de
izquierda en
cuestiones de táctica; ahora veamos qué implica ese error desde el punto de
vista de los objetivos, para los intereses del proletariado, de la revolución
democrática:
“La
ausencia de unidad en los problemas del socialismo y en la lucha por el
socialismo no excluye la unidad de voluntad en las cuestiones de la
democracia y en la lucha por la república. Olvidar esto significa olvidar la
diferencia lógica e histórica que existe entre la revolución democrática y la
revolución socialista. Olvidar esto significaría olvidar el carácter popular de la revolución democrática:
si es ‘popular', esto significa que hay ‘unidad de voluntad'
precisamente en tanto en cuanto esa revolución satisface las necesidades y
las exigencias del pueblo en general.”
En
Trotsky, por el contrario, no existe esa “unidad de voluntad” entre el
proletariado y el campesinado. Enseguida, las contradicciones entre ambos se
ponen de manifiesto y es precisa la “mayoría” obrera en el gobierno, la
dictadura del proletariado, para dar continuidad a la revolución resolviendo
esa contradicción (¡ojo, entre el proletariado y la pequeña burguesía; aquí
ya no se trata de la contradicción entre proletariado y capital!) por el
único camino posible, según Trotsky, la senda del socialismo. Para Lenin, sin
embargo, sí hay un motivo de colaboración estable, una “unidad de voluntad”
entre esas dos clases: el desarrollo del capitalismo.
“Y de
estas tesis se deduce que es una idea reaccionaria buscar la salvación de la
clase obrera en algo que no sea un desarrollo mayor del capitalismo. En
países como Rusia, la clase obrera no sufre tanto a causa del capitalismo
como de la insuficiencia de desarrollo del capitalismo. Por eso, la clase
obrera está absolutamente interesada en el desarrollo más vasto,
más libre, más rápido del capitalismo. Es beneficiosa por completo para la clase
obrera la supresión de todas las reminiscencias del pasado que entorpecen el
desarrollo amplio, libre y rápido del capitalismo. La revolución burguesa es,
precisamente, la revolución que barre del modo más resuelto los restos de lo
antiguo, las supervivencias del feudalismo (a las cuales pertenecen no sólo
la autocracia, sino también la monarquía) y que garantizan por completo el
desarrollo más amplio, libre y rápido del capitalismo.
Por eso,
la revolución burguesa es beneficiosa en extremo
para el proletariado .
La revolución burguesa es absolutamente necesaria para los intereses del
proletariado. Cuanto más profunda, decidida y consecuente sea la revolución
burguesa, tanto más garantizada se hallará la lucha del proletariado por el
socialismo contra la burguesía. Esta conclusión puede parecer nueva o
extraña, paradójica, únicamente a los que ignoran el abecé del socialismo
científico. Y de esta conclusión, dicho sea de paso, se desprende asimismo la
tesis de que, en cierto sentido , la revolución burguesa es
más beneficiosa para
el proletariado que para la burguesía. He aquí, justamente, en qué sentido es
indiscutible esta tesis: a la burguesía le conviene apoyarse en algunas
supervivencias del pasado contra el proletariado, por ejemplo, en la
monarquía, en el ejército permanente, etc. A la burguesía le conviene que la
revolución burguesa no barra con demasiada resolución todas las
supervivencias del pasado, sino que deje en pie algunas de ellas; es decir,
que esta revolución no sea del todo consecuente, que no se lleve hasta el
fin, que no sea decidida e implacable (…). A la burguesía le conviene más que
los cambios necesarios en un sentido democrático burgués se produzcan con
mayor lentitud, de manera más paulatina y cautelosa, de un modo menos
resuelto, mediante reformas y no mediante la revolución, que estos cambios
sean lo más prudentes posible con respecto a las ‘honorables' instituciones
de la época de la servidumbre (tales como la monarquía), que estos cambios
desarrollen lo menos posible la acción independiente, la iniciativa y la
energía revolucionarias del pueblo sencillo, es decir, de los campesinos y
principalmente de los obreros (…).
Temerosa
del progreso democrático, que amenaza con el fortalecimiento del
proletariado, la burguesía vuelve la vista atrás. El proletariado no tiene
nada que perder, más que sus cadenas; tiene, en cambio, un mundo que ganar
mediante la democracia. Por eso, cuanto más consecuente es la revolución
burguesa en sus transformaciones democráticas, menos se limita a lo que
beneficia exclusivamente a la burguesía. Cuanto más consecuente es la
revolución burguesa, tanto más garantiza las ventajas del proletariado y de
los campesinos en la revolución democrática.
El
marxismo no enseña al proletariado a quedarse al margen de la revolución
burguesa, a no participar en ella, a entregar su dirección a la burguesía;
por el contrario, le enseña a participar del modo más enérgico y a luchar con
la mayor decisión por la democracia proletaria consecuente, por llevar la revolución
hasta el fin. No podemos salirnos del marco democrático burgués de la
revolución rusa, pero podemos ensanchar en proporciones colosales dicho
marco, podemos y debemos, dentro de los límites del mismo, luchar por los
intereses del proletariado, por satisfacer sus necesidades inmediatas y por
crear las condiciones indispensables para la preparación de sus fuerzas para
la futura victoria completa. Hay democracia burguesa y democracia burguesa.
El monárquico del zemstvo, partidario de una cámara alta, que ‘reclama' el
sufragio universal y llega a la chita callando a un compromiso con el zarismo
para obtener una Constitución enteca es un demócrata burgués. El campesino
que se alza con las armas en la mano contra los terratenientes y los
funcionarios y, por ‘republicanismo ingenuo', propone ‘echar al zar', es
también un demócrata burgués. Hay regímenes democráticos burgueses como el de
Austria y como el de Inglaterra; como el de Austria y como el de Norteamérica
o el de Suiza. Bueno sería el marxista a quien se le escapara, en la época de
la revolución democrática, esta diferencia entre los grados de democracia y
entre el diferente carácter de tal o cual forma de la misma y se limitara a
‘discurrir con gran ingenio' a propósito de que, a pesar de todo, esto es una
‘revolución burguesa', fruto de una ‘revolución burguesa'.”
Para
Lenin, la “condición” de la participación del proletariado en la revolución
democrática y en su dirección consiste, no en obtener la mayoría
gubernamental, sino en garantizar que esa revolución burguesa sea lo más
profunda posible, en el sentido de permitir que el proletariado pueda
implementar con el mayor grado de libertad su lucha de clase por el
socialismo. Para Lenin:
“Más
allá de los límites de la democracia no se puede hablar siquiera de unidad de
voluntad entre el proletariado y la burguesía campesina. La lucha de clases
entre ellos es inevitable; pero en la república democrática, esta lucha será
la lucha popular más profunda y amplia por el socialismo . La dictadura democrática
revolucionaria del proletariado y los campesinos tiene, como todo el mundo,
su pasado y su porvenir. Su pasado es la autocracia, el régimen de
servidumbre, la monarquía, los privilegios. En la lucha contra este pasado,
en la lucha frente a la contrarrevolución, es posible la ‘unidad de voluntad'
del proletariado y los campesinos, pues hay unidad de intereses.
Su
porvenir es la lucha contra la propiedad privada, la lucha del obrero
asalariado contra el patrono, la lucha por el socialismo. Aquí la unidad de
voluntad es imposible. Aquí no nos hallamos ante el camino que va de la
autocracia a la república, sino del camino que conduce de la república
democrática pequeñoburguesa al socialismo.”
Finalmente,
para valorar las posibilidades que en 1905 existían en Rusia, desde el punto
de vista leninista, para pasar “ininterrumpidamente” desde la autocracia
hasta el socialismo, idea clave de la teoría de la Revolución Permanente,
recurramos, una vez más, a las afirmaciones categóricas de Lenin:
“Y como
respuesta a las objeciones anárquicas de que aplazamos la revolución
socialista, diremos: no la aplazamos, sino que damos el primer paso hacia la
misma por el único procedimiento posible, por la única senda certera, a
saber: por la senda de la república democrática. Quien quiera ir al
socialismo por otro camino que no sea el de la democracia política, llegará
infaliblemente a conclusiones absurdas y reaccionarias, tanto en el sentido
económico como en el político. Si en un momento determinado tales o cuales
obreros nos preguntan por qué no realizamos nuestro programa máximo, les
contestaremos indicándoles cuán ajenas son aún al socialismo las masas del
pueblo, impregnadas de espíritu democrático, cuán poco desarrolladas están
aún las contradicciones entre las clases, cuán desorganizados se hallan aún
los proletarios. ¡Organizad a centenares de miles de obreros en toda Rusia,
difundid entre millones la simpatía por vuestro programa! Probad a hacerlo,
sin limitaros a pronunciar estrepitosas pero hueras frases anárquicas, y
veréis inmediatamente que llevar a cabo esta organización, difundir esta
educación socialista depende de la realización más completa posible de las
transformaciones democráticas.”
En
resumen, en la Rusia de 1905 estaba pendiente la revolución burguesa. El
problema fundamental al que se enfrentaba el proletariado revolucionario era
qué tipo de Estado burgués sería implantado con la revolución , cuál era la
correlación de clases, dentro del atrasado y semifeudal imperio zarista, para
que el próximo capítulo que se abriría en la historia de Rusia dejase
desbrozado el terreno para el más amplio despliegue ulterior de la lucha del
proletariado por el socialismo. Por esta razón, Lenin impone una sola
condición para la implicación activa del proletariado en la revolución: que
el viejo régimen sea barrido por completo, que sea lograda una completa
victoria sobre la autocracia, y que en ese fértil campo yermo el proletariado
disfrute de toda la libertad para “defender sus intereses propios” de clase
(entiéndase, no sólo económicos, sino, también y sobre todo, políticos) y
cultivar la semilla de la revolución. Desde el punto de vista leninista, en
1905 el problema consistía en encontrar el modo de que la vanguardia
proletaria ganase las posiciones políticas necesarias para dirigir el proceso
revolucionario; era suficiente con que la actividad política de la vanguardia
favoreciese la inclinación de la balanza de la lucha de clases hacia el lado
más favorable para los intereses futuros de la clase obrera. En 1905 no existían
bases materiales en Rusia –ni objetivas ni subjetivas– para el socialismo.
Esto es algo irrefutable. Lenin jamás revisó su posición de Dos
táct icas en
este sentido; al contrario, su pensamiento acompañó la evolución de las
circunstancias sociales de su país . Para Lenin, la lucha de clases de la Rusia de 1905
nunca podría ser encauzada directamente hacia el socialismo sin que antes se
hubiera dado una profunda transformación de todas sus estructuras, económicas
y políticas. Pero si Rusia aún no albergaba en su seno el germen del
socialismo, sí existía el agrupamiento de fuerzas sociales capaz de acercarlo
lo más rápidamente posible. Toda la política bolchevique, entre 1905 y 1917,
consiste –además de la propaganda y la educación en las ideas socialistas de
los elementos más conscientes de las masas– en conseguir aquel agrupamiento.
Cuando éste tuvo lugar de forma imprevista, casi espontánea, debido a una
serie de circunstancias inusitadas (e imprevisibles en 1905, lo cual es muy
importante tener en cuenta), casi todas consecuencia directa de la guerra
imperialista, a partir de febrero de 1917, Lenin cambió de óptica y se
propuso –y propuso al partido en sus famosas Tesis
de Abril –
dar el siguiente paso, con el socialismo como meta inmediata.
Pero junto
al agrupamiento de fuerzas de clase buscado desde 1905 y conseguido en 1917,
también habían cambiado en Rusia otras cosas importantes. Ya hemos hablado de
la aceleración del desarrollo capitalista tanto en la ciudad como en el campo
desde la Primera Revolución, a lo que se sumaría el anudamiento de los
vínculos de la cada vez más poderosa burguesía financiera rusa con el
imperialismo internacional (lo que, además de imprimir un sesgo cada vez
capitalista a la economía rusa, constituiría un factor importante de crisis).
A esto irá vinculado un reseñable desarrollo cuantitativo del proletariado
industrial, acompañado también de su desarrollo político: desde 1911, pero
sobre todo a partir de la matanza perpetrada contra una manifestación de
obreros en huelga de los auríferos del Lena, en abril de 1912, tiene lugar en
Rusia el ascenso del movimiento obrero combativo, en un proceso en escalada
similar al del año cinco, con un crecimiento vertiginoso de las huelgas y un
porcentaje cada vez más alto de ellas con motivaciones políticas. Cuando la
dinámica de este movimiento ascendente –al que se le iba sumando un
incipiente movimiento democrático en forma de movilizaciones estudiantiles,
etc.– empezaba a convertirse en una amenaza seria para el régimen autocrático,
el estallido de la Primera Guerra Mundial lo paralizó y lo disolvió
bruscamente. Trotsky llegó a afirmar, con su habitual estilo hiperbólico, que
si no hubiera sido por la declaración de guerra de Alemania a Rusia del 1 de
agosto, la Revolución de Octubre se hubiera iniciado en 1914 . Lo que
debemos retener, sin embargo, es que, en este periodo y en el fragor de la
lucha de clases, un proletariado más numeroso había adquirido una mayor
madurez combativa para el caso de tener que afrontar la lucha en un plano
cualitativo más elevado si las circunstancias así lo requiriesen en una
crisis revolucionaria.
Finalmente,
el factor quizá más importante, si no para un Febrero, sí al menos para que
pudiera darse el triunfo de Octubre: el partido de vanguardia del proletariado
revolucionario. A partir de la Conferencia celebrada en Praga en 1912, la
fracción bolchevique rectifica su línea de construcción del partido e inicia
un proceso de reconstitución del partido obrero ruso. La primera consecuencia
de esta rectificación es la ruptura total, política y organizativa, con el
resto de las fracciones del POSDR, y principalmente con lo que por esas
fechas era el proyecto de Trotsky, el Bloque de Agosto , último intento de
reunificación de las corrientes oportunistas del partido. En Praga, el
bolchevismo rompió con la línea de unidad entre fracciones como base de
construcción partidaria; a partir de aquí, la organización se sometía a la
unidad político-ideológica y de dirección, reconquistando, de esta manera, el
proletariado revolucionario ruso su independencia política. El bolchevismo se
dispuso, entonces, a combatir políticamente al menchevismo y a conquistar sus
organizaciones en Rusia. La fragua de este tipo de organización significó
que, para 1917, el proletariado contaba con un organismo político dirigente
capaz y dispuesto a conducirlo en pos del cumplimiento de su papel
revolucionario .
Hacia
1917, en conclusión, estaban en sazón en Rusia las condiciones materiales
–tanto objetivas como, sobre todo, subjetivas– que permitían la formulación
de una táctica política que plantease como objetivo inmediato el socialismo,
sin que tal planteamiento supusiese una descabellada aventura. El pensamiento
de Lenin evoluciona desde 1905 a 1917 en consideración con esos elementos
cambiantes. El método de Lenin consiste, precisamente, en la acción
consciente sobre esos elementos, ya sean de naturaleza objetiva (por ejemplo,
la implantación del capitalismo cuando se hace necesaria la liquidación
completa de la servidumbre y la diferenciación clasista en el campo) o
subjetiva (por ejemplo, la búsqueda de la alianza con los elementos políticos
de la democracia pequeñoburguesa para sustraerlos a la influencia de la
burguesía liberal) con el fin de conducirlos en la dirección adecuada para
los intereses estratégicos del proletariado. En Lenin hay una dialéctica
estrecha entre la marcha del proceso histórico, con sus ingredientes
económicos, políticos, etc., y el desarrollo de la línea política y de la
táctica. La mutua transformación de ambos planos es lo que hace
característico al leninismo como concepción política. Por esta razón, las Tesis
de Abril no
pueden ni deben interpretarse como una ruptura con la política bolchevique
anterior, sino como un desarrollo de la misma en términos de rectificación en
función de un cambio en el plano del proceso histórico. Precisamente, esta
adecuación política sería lo que permitiría la transformación posterior de
ese proceso histórico rompiendo su línea de evolución normal , en el sentido de la desviación
del desarrollo de la revolución burguesa de Febrero hacia Octubre, a partir
de la acción desde el plano político. Lenin, partiendo de una realidad
concreta, se vale del marxismo como método de análisis y como doctrina
política para crear los instrumentos para la transformación de esa realidad.
La mayoría de las controversias en las que se sumergió desde 1905 buscaban
que la mayoría del partido comprendiera que el punto central de la acción
política consistía en desequilibrar el sistema de relaciones entre las clases
de la autocracia ganando al campesinado para la revolución. La alternativa
era confiar en la actividad de la burguesía liberal, como defendían los
mencheviques. Sin embargo, éstos también, aunque invitaban a la pasividad
revolucionaria, ofrecían una fórmula práctica concreta basada en la realidad
dada. Por eso, ambas corrientes, bolchevique y mencheviques, fueron quienes
protagonizaron la escena política en este periodo, porque, partiendo de un análisis
concreto de la situación concreta , ofrecieron sendas vías de
desarrollo revolucionario a partir de elementos objetivos realmente
existentes. Al contrario que Trotsky, para quien la política no encierra una
estrecha relación entre proceso histórico y línea táctica, sino que consiste
simplemente en la emisión de un pronóstico sobre los acontecimientos
futuros ,
lo cual le apartó del escenario central de la política y del debate político
del partido, al no ser capaz de ofrecer algún elemento concreto sobre el que
fundar la actividad política cotidiana del POSDR .
Ya hemos
señalado que la teoría de la Revolución Permanente acepta como punto de
partida el análisis de Parvus sobre la Rusia de principios del siglo XX. Como
recordaremos, Parvus destaca la falta de una clase social en Rusia cuya
radicalización política ofrezca una amplia base para la democratización del
país. De este modo, debe ser el proletariado quien cumpla ese papel. Trotsky,
de acuerdo con esto, da un paso más y dice que el cumplimiento de ese papel
le “obligará” inmediatamente a abordar problemas propios del socialismo.
Aquí, como se ve, no hay, prácticamente, una propuesta táctica. O, mejor
dicho, aquí la táctica se identifica con el proceso político general, se
convierte en pronóstico. El único elemento concreto inmediato sustentado
firmemente sobre la realidad objetiva de la sociedad rusa que contiene la
teoría de Trotsky –y que no se refiera a ella por omisión, como la supuesta
ausencia de un sector radicalizado de la pequeña burguesía– es la
potencialidad revolucionaria del proletariado ruso. Al negar toda capacidad
revolucionaria al resto de las clases sociales en Rusia, Trotsky preestablece
y fija de una forma definitiva, sin posibilidad de alteración, la correlación
de fuerzas entre las clases, sus agrupamientos políticos; y el poco numeroso
proletariado queda aislado en esta prefiguración. Finalmente, como carece de
aliados potenciales, no puede hacer nada, no puede elaborar una táctica y
realizar una acción política con el fin de modificar aquella correlación
entre las clases. La política proletaria, pues, se reduce a la espera de que
la crisis social, con los enemigos –las demás clases– debilitados o
neutralizados, permita al proletariado subirse en la cresta de la ola de la
revolución. Pasado el primer momento triunfal, si el enemigo –todas o
cualquiera de las demás clases– consigue recuperarse y contraatacar, o
simplemente revolverse contra él –que es lo más probable vistas así las cosas–, el
proletariado no podrá hallar apoyo más que en otros destacamentos nacionales
de su misma clase.
En esto
consiste la diferencia radical entre el método de Lenin y el método de
Trotsky: para éste, la política –el análisis político– es previsión,
anticipación del decurso de los acontecimientos; para Lenin, el análisis
político es sólo un instrumento para incidir o para contribuir en ese
devenir; para Trotsky, lo fundamental es la relación acierto-error de una
tesis política, en último caso, su conclusión, el resultado , “resultado” que debe ser lo
más acorde posible con los hechos finales ; para Lenin, lo principal es el
contenido de
esa tesis, el momento fijado por la misma y la actitud que subjetivamente
vamos a adoptar hacia ese momento captado por nuestro análisis,
precisamente para transformarlo en la dirección del objetivo deseado. Lenin
no sustituye el “resultado” de los acontecimientos reales por el “resultado”
del análisis. Ésta no es la cuestión: se trata de que este último permita
influir sobre los acontecimientos como tales. De hecho, para el marxismo lo
importante, desde el punto de vista de su utilidad como método científico, no
es “el resultado”, el desenlace final del curso de los hechos, el objetivo.
El marxismo ya determina de antemano el objetivo: la dictadura del
proletariado y el comunismo. No en vano, el marxismo, como teoría política,
es la síntesis intelectual de toda la evolución de la humanidad como entidad
social y de sus conquistas en todas las esferas de la vida social y del
saber. Por esta razón, las tendencias que genera en su marcha la historia
forman ya parte del acervo teórico del marxismo. No se trata, en
consecuencia, de “pronosticar” que el proletariado, en un momento dado,
tomará las riendas del poder e instaurará su dictadura de clase o que, de lo
contrario, no lo hará. Esta tautología forma implícitamente parte de las bases conceptuales de
la teoría de la Revolución Permanente. Trotsky cifra el valor de esta teoría
en que responde a la cuestión de que si el proletariado no se convierte en
clase dirigente, la revolución burguesa no será consumada; pero esto, como
hemos visto, lo había dicho ya Lenin en Dos tácticas . Lo importante, y lo que
diferencia a ambos, se sitúa en el terreno de las consecuencias políticas de
esta tesis. No se trata, por tanto, de informarnos de que sólo hay dos
alternativas: socialismo o barbarie ; de que si en algún momento
del proceso del desarrollo social el proletariado no se coloca en su
vanguardia, cualquier trastorno político o revolución “conservará su carácter
burgués, limitado” , es decir, mantendrá aquel proceso en el terreno y en
el recorrido del capitalismo. Se trata, pues, no de anticiparnos en la
historia, sino de orientar la actividad consciente de la vanguardia
proletaria hacia la transformación de los elementos objetivos y subjetivos
que permitan realizar la tendencia histórica de todo el desarrollo social
hacia el socialismo y el comunismo, como nos enseñó Marx. Trotsky decía que
la consigna de Lenin de “dictadura democrática del proletariado y los
campesinos” era:
“(...)
una fórmula algebraica que admitía, en el futuro, interpretaciones políticas
muy diversas.”
Y esa
“fórmula algebraica”, para Trotsky algo así como una descripción abstracta
ceñida a los aspectos fundamentales de la política:
“(...)
no quería expresar otra cosa que las relaciones, caracterizadas más arriba,
entre el proletariado, los campesinos y la burguesía liberal (...). Pero la
vieja fórmula de Lenin no resolvía de antemano cuáles serían las relaciones
políticas recíprocas del proletariado y de los campesinos en el interior del
bloque revolucionario.”
Trotsky
funda la superioridad de su teoría en que sí
“resuelve de antemano”, sí adelanta “el resultado” de esa correlación entre
esas dos últimas clases, pronosticándolo con 12 años de antelación. Pero lo
que Trotsky considera el lado fuerte de su teoría es, en realidad, lo que
pone de manifiesto su debilidad, porque la fórmula de Lenin va dirigida al
meollo del problema, señala la piedra clave sobre la que se sostiene todo el
sistema de relaciones entre las clases de Rusia en el trance de paso de la
autocracia a la revolución burguesa, orientando la labor política práctica,
inmediata, de la vanguardia proletaria. El contenido de esa fórmula es lo
principal; la forma que adopte, lo secundario. El
cometido del partido consiste en resolver esto, en encontrar la expresión
formal de esa fórmula en función de las circunstancias específicas y
particulares de cada momento histórico. La “anticipación” de Trotsky, sin
embargo, no ofrece al proletariado la orientación necesaria de cada momento,
le impide ser actor en las circunstancias concretas y le relega al estado de
impasse de quien espera su oportunidad sin saber buscarla. Lenin presta una
brújula al proletariado para que se oriente en la tormenta de la revolución;
Trotsky solo le “pronostica” que “después de la tormenta vendrá la calma”,
pero no le ayuda para que la nave llegue a buen puerto. Mientras éste
adelanta el posible “resultado” del proceso histórico, Lenin ilustra al
proletariado sobre los elementos necesarios para cubrir con éxito la travesía
de la autocracia al socialismo. Trotsky elude el fondo de la cuestión sobre
el verdadero sentido del análisis político y de la formulación de la línea
táctica marxistas para la vanguardia proletaria desviando el cometido de
ambos:
“Si se
examinan mis antiguas divergencias con Lenin, no valiéndose de citas tomadas
al vuelo, de tal año, mes y día, sino de perspectivas históricas justas, se
verá de un modo completamente claro que el debate estaba entablado, al menos
por lo que a mí se refiere, no precisamente en torno a la cuestión de saber
si para la realización de los objetivos democráticos era necesaria la alianza
del proletariado con los campesinos, sino acerca de la
forma de partido, política y estatal, que podía asumir la cooperación del
proletariado y de los campesinos y de las consecuencias que se
desprendían de ello para el desarrollo ulterior de la Revolución.”
Ya hemos
visto el significado que, para Trotsky, encierra la locución “alianza del
proletariado y el campesinado” . Ahora, pretende que el núcleo de sus diferencias con
Lenin estribaba en la definición de la forma que adoptaría aquella
alianza; lo cual es rotundamente falso, principalmente porque Lenin –como
bien termina por reconocer Trotsky – eludió esta cuestión, consciente de que debía encontrar
una respuesta práctica (no teórica, no anticipada) en función de las
circunstancias que rodeasen al acontecer político. De esta manera, tras el
fracaso de la insurrección de Moscú, Lenin buscó la realización del bloque
revolucionario obrero-campesino en el terreno de la lucha parlamentaria, en
la Duma de Estado; y, tras el periodo de reacción, la encontró ya
cristalizada, a principios de 1917, en forma de Soviets de Diputados Obreros
y Soldados (que no eran, estos últimos, sino campesinos uniformados) . Desde
1905, el centro de gravedad de la política bolchevique estaba situado en la
construcción de la alianza obrero-campesina, con el objetivo estratégico de
la revolución democrático-burguesa. La Segunda Revolución resuelve este
problema y el de la revolución pendiente de forma imprevisible (incluso para
Trotsky), en forma de dualidad de poderes . Todo el periodo de Febrero
a Octubre consiste en la búsqueda de las condiciones para romper ese
equilibrio de fuerzas; pero esto suponía superar el marco de la revolución
burguesa, tal y como se había dado en Rusia.
Efectivamente,
lo característico de Febrero –y lo que le otorgaba esa peculiaridad de
inusitada originalidad histórica– era que, como lo describió Lenin, junto al
poder de la burguesía se encontraba el poder del proletariado y del
campesinado en armas (Soviets), y que, entre Febrero y Octubre, este segundo
poder estaba sirviendo de apoyo al primero. Pero la otra característica de la
revolución burguesa rusa –menos original que la anterior pero más
sorprendente para los marxistas rusos que la primera, incluso para Trotsky,
siquiera hubiera intentado comprender la originalidad de la Segunda
Revolución respecto de la Primera– consistía en que la burguesía liberal no
se había limitado al papel apocado y conservador de 1905-1907. En Febrero,
había encabezado la caída del zar y ahora se apoyaba en el campesinado para
aplicar su programa de reformas. El bloque burguesía-campesinado, la
dictadura de la burguesía con el apoyo del campesinado, es lo que caracteriza
Febrero desde el punto de vista de las relaciones entre las clases en Rusia.
Algo que no vio Trotsky, pues tenía la mirada en otra parte, y que ni
siquiera posteriormente fue capaz de comprender:
“Insisto
en esto con toda firmeza. Si se reconoce que las contradicciones sociales
entre el proletariado y la masa campesina no permiten al primero ponerse al
frente de ésta; si el proletariado mismo no es lo bastante fuerte para
alcanzar la victoria, entonces no habrá más remedio que llegar, en términos generales,
a la conclusión de que nuestra revolución no está llamada a triunfar. En
estas condiciones, el final natural de la revolución debe ser el acuerdo de
la burguesía liberal con el antiguo régimen. Es ésta una hipótesis cuya
posibilidad no puede descartarse. Pero es evidente que se halla en el camino
de la derrota de la revolución, condicionada por su debilidad interna.”
En
Febrero, el campesinado no se puso del lado del proletariado, sino del de la
burguesía, pero esto no supuso la necesidad de concluir que la revolución “no
está llamada a triunfar”. Muy al contrario, triunfó, aunque siguiendo un
modelo más cercano al clásico europeo. He aquí el primer resbalón del Trotsky
adivino. Claro está, nos referimos al triunfo de la revolución burguesa. He aquí
otra consecuencia –la ofuscación que produce Febrero en Trotsky– de no saber
distinguir claramente entre revolución burguesa y revolución socialista. Por
otra parte, en Febrero –a diferencia de 1905– la burguesía liberal no buscó
un acuerdo “con el antiguo régimen” (aunque sí trató de “suavizar las aristas
de la revolución”, como anticipó Lenin), y la revolución, lejos de dirigirse
por el “camino de la derrota”, fue in crescendo hasta Octubre. He aquí el
segundo resbalón del oráculo de Trotsky. Fue aplicando el método de Lenin y
no la perspectiva trotskiana (¡ni siquiera 10 años después Trotsky fue capaz
de comprender la situación de las clases surgida de Febrero:
continuó
agarrado al esquema de 1905!) como se halló la forma de transformar la
correlación de fuerzas entre las clases a favor del proletariado: no llevando
al proletariado al poder directamente (recordemos la experiencia de las
jornadas de julio, cuando las masas plantearon la cuestión en estos términos
en una situación en la que los Soviets de mayoría pequeñoburguesa aún
apoyaban al gobierno provisional), como se deduciría de la fórmula de
Trotsky, sino disputando y ganando el apoyo del campesinado para el
proletariado, pugnando por que el centro de gravedad del sistema de clases de
Rusia, el campesinado ( antes de intentar tomar el poder, y
no después ,
desde donde “arrastrarlo” hacia sí), se desplazase hacia el campo del
proletariado revolucionario, aislando a la burguesía. Este fue el problema
central del periodo que abarca de Febrero a Octubre, problema que no supieron
ver al principio, por distintos motivos, ni Trotsky ni la dirección en el
interior del partido bolchevique: que en Rusia se había dado ya una de las
posibles vías de la revolución burguesa –la menos deseada de las previstas por
Lenin–, y que, a partir de entonces, la conquista de la correlación de clases
sociales perseguida desde 1905, en 1917 significaba la lucha por la
revolución socialista. Lo que en 1905 era un reagrupamiento de fuerzas
sociales contra la autocracia, se convertía,
en 1917, en un reagrupamiento contra la burguesía.
La revolución
burguesa se transformaba en socialista (entiéndase, en el sentido político , es decir, desde el punto de
vista de ese reagrupamiento de fuerzas, pero no, claro está, en el sentido económico de que se hubieran cumplido
todos los requisitos para el socialismo). Pero este hecho, lejos de traducir
el sentido de “revolución permanente” que le daba Trotsky, supone una actitud
revolucionaria consciente, una intervención subjetiva sobre el decurso de los
acontecimientos; en absoluto el fatalismo espontáneo que impone Trotsky al
proletariado. La revolución burguesa rusa de Febrero pudo perfectamente
consolidarse y desarrollarse, sin que por ello se debiera interpretar que “la
revolución” (¿qué revolución, la revolución en abstracto ?) había sido derrotada o que
caería irremisiblemente en los brazos del antiguo régimen, y su desarrollo no
hubiera conducido directamente al socialismo sin la lucha revolucionaria del
proletariado dirigida por el partido bolchevique y sin una
serie de circunstancias que hundieron a la Rusia de 1917 en una profunda
crisis política.
Trotsky
jamás comprendió esto. Nunca quiso incorporar la riqueza de la experiencia
revolucionaria a partir del Febrero ruso a su teoría de la Revolución
Permanente. Quizá porque no podía, pues Febrero más bien la refutaba.
Prefirió remitirse al “resultado”, a Octubre como criterio de valoración de
la misma, sin considerar que, tal vez, fue la casualidad histórica la que, en
un momento dado, depositó al mismo tiempo la teoría de la Revolución
Permanente de Trotsky y la revolución socialista en el suelo de Rusia.
Según el
esquema de 1905 descrito en Dos tácticas , después de la revolución
democrática, el centro de gravedad de la política bolchevique pasaría a ser
la organización del proletariado, en alianza con las masas semiproletarias,
para realizar la revolución socialista, mientras las masas del campesinado
pequeñoburgués eran neutralizadas. Entre 1918 y 1920 el partido bolchevique
intentó este cambio de escenario, pero hubo de retroceder. Si el “gobierno
obrero” duró tanto en Rusia fue gracias a los imperativos de la guerra civil.
Terminada ésta y tras un periodo de debate y rectificación (polémica sobre
los sindicatos, lucha contra la Oposición Obrera, discusión sobre la Nep...),
el PC(b)R retoma la alianza obrero-campesina como base de toda su política de
construcción del socialismo. En un contexto de crisis económica y de crisis
política nacional e internacional, la Revolución de Febrero no pudo asentarse
para crear las premisas necesarias –según el esquema de Dos
tácticas ,
en esto muy cercano al clásico del marxismo– para el socialismo. La
flexibilidad táctica del leninismo permitió formular un plan de abordaje del
socialismo sobre las premisas sociales de la revolución democrática (alianza
obrero-campesina) y con la conciencia de tener que cubrir el recorrido
económico necesario para generar sus premisas materiales (o sea, las premisas
que sólo puede crear el capitalismo). Un cuadro mucho más complejo, en
definitiva, que el esquema trotskista de “gobierno obrero” “obligado a”
cumplir inmediatamente el programa del socialismo.
La actitud vigilante de Lenin y de su
partido, quienes nunca se dejaron engatusar ni cegar por los espejismos de
las formas políticas que adoptaba la lucha de clases y que nunca perdieron de
vista el estado real y actual de las relaciones entre las clases –por debajo
de sus formas organizativas–, en la sociedad en general y en el campo de la
revolución en particular, fue lo que permitió la victoria de Octubre y la
posterior experiencia de edificación socialista en el País de los Soviets.
LENIN: O.C ., t. 11, p. 77.
Ibídem , pp. 38-41.
En cuanto al problema de las necesarias premisas
económicas para el socialismo en Rusia, Lenin no altera en lo fundamental su
posición a lo largo de toda su carrera política. Si en 1905, como vemos,
recetaba capitalismo, al final de su vida, en sus penetrantes análisis en los
que disecciona los tipos económicos que cohabitaban en Rusia entre 1918 y
1921, insistía en que su país debía pasar irremediablemente por el peldaño del capitalismo de Estado
como antesala necesaria del socialismo
( Cfr ., LENIN: O.C ., t. 36, pp. 302-324, y t.
43, pp. 158-161).
LENIN: O.C., t. 11, pp . 77 y 78.
“En Rusia, se trata todavía sólo de crear un Estado burgués moderno,
que será similar a una monarquía junker (en caso de que el zarismo triunfe
sobre la democracia), o a una república campesina democrática burguesa (en
caso de que la democracia triunfe sobre el zarismo). Y la victoria de la
democracia en la Rusia contemporánea sólo es posible si las masas campesinas
siguen al proletariado revolucionario y no al liberalismo traidor (...). Las
revoluciones burguesas no están aún terminadas en Rusia y, dentro
de estos límites ,
es decir, dentro de los límites de la lucha por la
forma del
régimen burgués en Rusia, ‘el contenido político real' del trabajo de los
socialdemócratas rusos es menos ‘limitado' que en los países
donde no se lucha por la confiscación de las tierras de los terratenientes
por los campesinos, donde las revoluciones burguesas fueron terminadas hace
tiempo.”
(LENIN: O.C. , t. 19, pp. 380 y 381).
Incluso en abril de 1917, cuando Lenin abogaba por dar
el siguiente paso en la revolución, continuó cuestionando la idea de un poder
político sostenido únicamente sobre la clase obrera de Rusia sin tener en
cuenta los intereses políticos del campesinado:
“¿Pero
quizá corremos el peligro de caer en el subjetivismo, de querer ‘saltar por
encima' de la revolución de carácter democrático burgués, aún no terminada
–trabada todavía por el movimiento campesino-, a la revolución socialista?.
Si yo
hubiese dicho: ‘Sin zar, por un Gobierno obrero ', me amenazaría semejante
peligro. Pero yono he dicho eso, he dicho otra
cosa distinta.”
(LENIN: O.C ., t. 31, p. 145).
Evidentemente,
Lenin se refiere en esta cita, implícitamente, a Trotsky, lo cual pone en
duda la aseveración de éste según la cual Lenin se acercó a su posición de
1905 en 1917. Para evitar esta asociación de ideas, empero, Trotsky llegó a
negar que él hubiera formulado alguna vez tal consigna, reconociéndola
incluso como errónea e imputando a Parvus la autoría ( cfr ., TROTSKY: La
revolución permanente ,
pp. 149-152). Sin embargo, independientemente del autor material de tal
consigna, tomado individualmente, lo que está claro es que se corresponde,
describe y expresa perfectamente la posición política de una determinada
corriente de la socialdemocracia rusa, corriente con la que Trotsky se identifica
de manera coherente. Por lo tanto, si no autor material, debe considerarse a
Trotsky coautor espiritual, tal vez no de la consigna como tal, pero sí al
menos de la línea política sobre la que se sostiene y que está en
concordancia con ella.
Cfr .,
PROCACCI: Op. cit ., pp. 36 y 37.
En 1924,
todavía Trotsky llega a decir que “muchos indicios permiten suponer que, si
la revolución victoriosa se hubiese desarrollado en el sentido de los sucesos
de julio de 1914, con toda seguridad que la derrota del zarismo hubiese
significado el advenimiento inmediato al poder de los consejos obreros
revolucionarios”. Trotsky sigue anclado en el esquema de 1905. La revolución
de Febrero se desarrolló, ciertamente, “en el sentido de los sucesos de julio
de 1914”, es decir, agitación obrera y constitución de Soviets (aunque en esa
fecha no llegaron a aparecer en escena); pero quien accedió al poder fue la
burguesía. Ni siquiera en 1924 Trotsky es capaz de reconocer esto. Como
Febrero rompe su pronóstico sobre la revolución rusa, se niega a tenerlo en
cuenta en su balance histórico. De ahí el esperpéntico vaticinio de 1924: la
guerra impidió que Octubre llegase a Rusia directamente en el verano de 1914.
También es importante añadir, en lo concerniente a la
diferente situación de la vanguardia proletaria entre las distintas
revoluciones rusas, que sólo con las grandes movilizaciones
obreras que acompañaron a la revolución de 1905, los círculos marxistas
rusos, que hasta ese momento conformaban el POSDR, tuvieron verdaderamente
contacto orgánico y adquirieron experiencia de masas. Este requisito
indispensable para la construcción de un partido de vanguardia no existíaantes de 1905, pero sí antes de 1917.
“Con respecto a la revolución permanente, hablaba
únicamente de las ‘lagunas' de la teoría, con tanto mayor motivo inevitables
cuanto que se trataba de una previsión.” (TROTSKY: La
revolución permanente ,
p. 91).
En este sentido, el menchevismo, aunque sí se
diferencia de la concepción política de Trotsky en que ofrece la posibilidad
de una actividad inmediata para el proletariado (sindicalismo,
parlamentarismo), tiene de común con ella que se somete al pronóstico
histórico (contemplar el advenimiento de la revolución burguesa y dejar hacer
a la burguesía).
Trotsky habla de que el proletariado debe “apoyarse” en
el campesinado para ponerse a la cabeza de la revolución; pero desconocemos
el contenido de esta palabra cuando, una vez en el poder, el campesino no
verá saciada su hambre de tierra. A cambio, obtendrá la colectivización.
Trotsky, a cambio, obtendrá la guerra campesina contra el “gobierno obrero”.
“Un pronóstico político no puede pretender la misma
exactitud que un pronóstico astronómico. Resulta satisfactorio sólo con que
señale correctamente la línea general de desarrollo y permita orientarse en
la dirección del proceso real de los acontecimientos, cuya línea fundamental
habrá de desviarse inevitablemente a derecha o izquierda. En este sentido, no
es posible dejar de reconocer que la concepción de la revolución permanente
ha soportado con éxito la prueba de la historia.” (TROTSKY: La
revolución de octubre ,
p. 241). El fatalismo histórico de Trotsky vacía de todo contenido la
política entendida como actividad autónoma, y aplasta toda creatividad en esa
esfera de la actividad del proletariado como un alud arrasa con todo lo que
encuentra a su paso. En última instancia, desde la visión política de Trotsky
se cierra toda posibilidad a que el pensamiento político proletario pueda
encontrarse en algún momento con la idea leninista de partido
de nuevo tipo proletario .
El trasfondo del mensaje de Trotsky viene a decir que
si la revolución burguesa en Rusia no triunfa, entonces, fracasará; en
concreto, si la revolución no se transforma en revolución socialista con el
proletariado en el poder, será un fracaso. Al contrario que Lenin, quien
consideraba que la revolución en Rusia triunfaría irremisiblemente. De lo que
se trataba era de conseguir que esa victoria lo fuera también para el futuro
de la lucha de clase del proletariado.
TROTSKY : La revolución permanente , p. 105.
Ibíd ., pp.
121 y 122. La cursiva es nuestra.
La palabra alianza no tiene el mismo significado
para Lenin que para Trotsky. Para Lenin, significa “unidad de voluntad”, concesiones hacia la parte
correligionaria; para Trotsky, en cambio:
“El
campesino sigue al obrero o al burgués. Esto significa que la ‘dictadura
democrática del proletariado y de los campesinos' sólo es concebible como dictadura
del proletariado arrastrando detrás de sí a las masas campesinas .” ( Ibíd ., p. 216).
Por el
programa de colectivización forzosa que Trotsky tenía preparado para los
campesinos desde 1905, intuimos que la palabra arrastrar alcanzaría con el “gobierno
obrero” de Trotsky su sentido semántico más literal.
“Sí; Lenin en el transcurso de una serie de años, se
negó a prejuzgar cuál sería la organización política de partido y de Estado
de la dictadura democrática del proletariado y de los campesinos, colocando
en primer término la colaboración de estas dos clases en oposición a la
burguesía liberal.”
( Ibíd ., p. 114).
No olvidemos que, en este asunto, Lenin resume el
significado de los Soviets como organismos básicos del Estado de la dictadura
del proletariado sólo en el verano de 1917, en su obra El
Estado y la revolución .
Imposible adivinar que ésta sería la “forma estatal” que hallaría la
revolución en una fecha tan temprana como 1905. No era ésta, pues, la
cuestión. Si lo hubiera sido, Trotsky podía haber vaticinado con más tiempo
el significado histórico del organismo que llegó a dirigir. Sin embargo, se
limitó a una formulación abstracta del tipo “gobierno obrero”. Ahora bien,
cabe la posibilidad de interpretar que Trotsky ya se haya planteado esto y de
que lo haya resuelto en el sentido de que, para él, la “forma” superior de
poder proletario o de la expresión política del proletariado como clase
dirigente sea, igualmente, el “gobierno obrero”. Entonces, el retroceso
respecto al leninismo sería aún mayor, porque Trotsky reduciría el problema del
poder proletario, efectivamente, al de la forma de gobierno , eludiendo la problemática
marxista-leninista acerca deltipo
de Estado .
El mismo Trotsky reconoció que si Lenin no hubiese
desembarcado en Rusia en abril de 1917, Octubre nunca se hubiera producido.
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Capitulo 6
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Trotsky
y la Revolución Proletaria
|
Capitulo 7
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Lenin
y la Revolución Permanente
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El problema de la mecánica de la Revolución
Proletaria Mundial es uno de los grandes puntos de controversia entre el
trotskismo y el leninismo. La posición de Trotsky en este asunto está clara.
Repasémosla, de todas formas, con un resumen claro y conciso en palabras del
propio autor:
“La dictadura del proletariado, que sube al Poder en
calidad de caudillo de la revolución democrática, se encuentra inevitable y
repentinamente, al triunfar, ante objetivos relacionados con profundas
transformaciones del derecho de propiedad burguesa. La revolución democrática
se transforma directamente en socialista, convirtiéndose con ello en permanente . (...).
El triunfo de la revolución socialista es
inconcebible dentro de las fronteras nacionales de un país. Una de las causas
fundamentales de la crisis de la sociedad burguesa consiste en que las
fuerzas productivas creadas por ella no pueden conciliarse ya con los límites
del Estado nacional. De aquí se originan las guerras imperialistas, de una
parte, y la utopía burguesa de los Estados Unidos de Europa, de otra. La
revolución socialista empieza en la palestra nacional, se desarrolla en la
internacional y llega a su término y remate en la mundial. Por lo tanto, la
revolución socialista se convierte en permanente en un sentido nuevo y más
amplio de la palabra: en el sentido de que sólo se consuma con la victoria
definitiva de la nueva sociedad en todo el planeta.
El esquema de desarrollo de la revolución mundial,
tal como queda trazado, elimina el problema de la distinción entre países
‘maduros' y ‘no maduros' para el socialismo, en el sentido de la
clasificación muerta y pedante que establece el actual programa de la
Internacional Comunista. El capitalismo, al crear un mercado mundial, una
división mundial del trabajo y fuerzas productivas mundiales, se encarga por
sí sólo de preparar la economía mundial en su conjunto para la transformación
socialista.”
Por su parte, Lenin adopta como punto de arranque la
tesis marxista clásica, recogida por la tradición de la II Internacional y
que con tanta ortodoxia profundizó Trotsky, sobre la necesidad de
un escenario internacional para la revolución proletaria. Sin embargo,
durante la Primera Guerra Mundial, Lenin penetró aún más en el estudio
económico del capitalismo y alcanzó a comprender su transformación cualitativa
en capitalismo monopolista, en imperialismo. Sobre esta base conceptual
abordó algunas de las cuestiones políticas candentes en ese momento en el
marco de la política europea, como la consigna de moda de los “Estados Unidos
de Europa”, que, como bien señala Trotsky, fue una respuesta utópica de la
burguesía contra futuras guerras. En 1915, Lenin sometió a crítica, en el
contexto del debate sobre aquella consigna –a la que tachó de reaccionaria e
imperialista–, la idea de los “Estados Unidos del mundo”:
“Los Estados Unidos del mundo (y no de Europa)
constituyen la forma estatal de unificación y libertad de las naciones, forma
que nosotros relacionamos con el socialismo, mientras la victoria completa
del comunismo no traiga la desaparición definitiva de todo Estado, incluido
el Estado democrático. Sin embargo, como consigna independiente, la de los
Estados Unidos del mundo dudosamente sería justa, en primer lugar, porque se
funde con el socialismo y, en segundo lugar, porque podría conducir a la falsa
idea de la imposibilidad de la victoria del socialismo en un solo país y a
una interpretación errónea de las relaciones de este país con los demás.
La desigualdad del desarrollo económico y político
es una ley absoluta del capitalismo. De aquí se deduce que es posible que el
socialismo triunfe primeramente en unos cuantos países capitalistas, o
incluso en un solo país capitalista. El proletariado triunfante de este país,
después de expropiar a los capitalistas y de organizar la producción
socialista dentro de sus fronteras, se enfrentaría con el resto del mundo, con el
mundo capitalista, atrayendo a su lado a las clases oprimidas de los demás
países, levantando en ellos la insurrección contra los capitalistas,
empleando, en caso necesario, incluso la fuerza de las armas contra las
clases explotadoras y sus Estados.”
Este texto es importante porque, desde la crítica de
la hipótesis de una posible unidad mundial de Estados bajo las condiciones
del capitalismo, Lenin deduce la concepción científica de la mecánica del
desarrollo de la Revolución Proletaria Mundial en consideración a las
premisas económicas del desarrollo capitalista en su etapa imperialista. En
otras palabras: el desarrollo económico desigual del capitalismo puede
provocar que la cadena imperialista mundial se rompa por su eslabón más
débil, de modo que el socialismo triunfe en primer lugar en varios o en un
solo país, cuyo proletariado aplicará la política del internacionalismo
revolucionario para extender la revolución por todo el mundo. En definitiva,
Lenin vaticina en 1915 lo que terminaría por ocurrir a partir de Octubre.
Queda el interrogante de si en esta cita Lenin se
refiere a los países con un capitalismo relativamente avanzado o a cualquiera
de los países del orbe. Desde luego, la visión del imperialismo como una
cadena que atenaza a todas las naciones del mundo es la más adecuada a sus
presupuestos teóricos y a la idea del eslabón débil , por lo que habría que
considerar que cualquiera de los países oprimidos económicamente atrasados
podría ser ese “eslabón débil”. En cualquier caso, Lenin todavía no lo
formula en estos términos y lo cierto es que se refiere explícitamente a los
“países capitalistas” (¿entraría Rusia en esta definición?). Lo cierto
también es que, para 1917, Lenin abandona esta posición teórica:
“Rusia es un país campesino, uno de los países
europeos más atrasados. En ella no puede triunfar el socialismo inmediatamente,
de un modo directo .
Pero, sobre la base de la experiencia de 1905, el carácter campesino del país
–en el que se conserva un enorme fondo agrario de los terratenientes nobles– puede dar enorme impulso a la
revolución democrática burguesa en Rusia y hacer de nuestra revolución el
prólogo de la revolución
socialista universal, un peldaño hacia ella. (...).
En Rusia no puede triunfar el socialismo de manera
directa e inmediata. Pero la masa campesinapuede llevar la revolución agraria,
ineluctable y en sazón, hasta la confiscación de toda la inmensa propiedad
terrateniente. (...).
Semejante revolución, por sí sola, no sería todavía
socialista, ni mucho menos. Pero daría un impulso gigantesco al movimiento
obrero mundial. Reforzaría extraordinariamente las posiciones del
proletariado socialista en Rusia y su influencia entre los obreros agrícolas
y los campesinos pobres. Permitiría al proletariado urbano, apoyándose en
esta influencia, formar organizaciones revolucionarias como los ‘Soviets de
diputados obreros', sustituir con ellos los viejos instrumentos de opresión
de los Estados burgueses (el ejército, la policía y la burocracia) y aplicar
–bajo la presión de la guerra imperialista, insoportablemente dura, y de sus
consecuencias– una serie de medidas revolucionarias para controlar la producción y la distribución
de los productos.
El proletariado ruso no puede culminar victoriosamente la revolución
socialista sólo con sus propias fuerzas. Pero puede dar a la revolución rusa
tal envergadura, que cree las mejores condiciones para ella, que la empiece , en cierto sentido. Puede
aliviar la situación para que entre en las batallas decisivas su colaborador principal , más fiel y más seguro, el
proletariado socialista europeoy americano.(...).
Las condiciones objetivas de la guerra imperialista
son garantía de que la revolución no se limitaráa la primera
etapa de la revolución
rusa, de que la revolución no se limitará a Rusia.
El proletariado alemán es el
aliado más fiel y más seguro de la revolución proletaria rusa y mundial .”
Nos encontramos en plena vorágine revolucionaria en
Rusia, mientras que en Europa los contendientes en la guerra imperialista ya
dan síntomas de agotamiento. Sobre todo Alemania, que se siente acorralada y
se dispone a realizar su último pero decisivo esfuerzo bélico ante la
perspectiva de la inminente entrada de los Estados Unidos en la guerra. La
crisis social se adivina en el horizonte europeo. En estas circunstancias, el
plan estratégico de los revolucionarios rusos les inclinaba a considerar a
Rusia como un país secundario en la próxima revolución internacional, aunque
cumpliese el papel protagonista de ser la chispa iniciadora del incendio
revolucionario de Europa. Este era el criterio con que se manejaban Lenin y
los bolcheviques a partir de la primavera de 1917, y con este criterio y
aquella perspectiva de la revolución europea asaltaron el Palacio de Invierno
el 7 de noviembre. Sin embargo, tras el triunfo de Octubre y una vez asentada
la revolución, la valoración de la relación entre el factor nacional y el
internacional de la revolución fue obligando a Lenin a abandonar paulatina pero
indefectiblemente la posición teórica sobre la revolución proletaria clásica
de la socialdemocracia occidental a la que había retornado en 1917 . La propia experiencia de la
revolución soviética incitará en Lenin una reelaboración y el reinicio de la
evolución de su pensamiento en este terreno. Ya en el otoño de 1918, Lenin
parece haber asimilado la primera lección tras un año de experiencia
soviética:
“Si los explotadores son derrotados solamente
en un país –y este es,
naturalmente , el caso típico , pues la revolución simultánea
en varios países constituye una rara excepción–, seguirán siendo, no
obstante, más fuertes que los explotados, porque sus relaciones
internacionales son poderosas.”
Es decir, el proceso, la mecánica del movimiento de
la Revolución Proletaria Mundial no se asemeja para nada al “sentido nuevo y
más amplio” de la Revolución Permanente como proceso ininterrumpidamente
trasgresor de las fronteras nacionales que le da Trotsky. Parece claro,
entonces, que tras un año de experiencia revolucionaria, Lenin, antes incluso
de los fracasos de los asaltos revolucionarios de 1923, había perdido toda
esperanza en la revolución “europea y americana” y en la “revolución
proletaria mundial” y se disponía a aceptar, al menos tácitamente, la teoría
del triunfo aislado y paulatino de la revolución. Pero una cosa es el modo,
la forma del proceso y otra su contenido, su programa de construcción
económica y sobre qué clases se apoya.
En noviembre de 1920, con motivo de la celebración
del tercer aniversario de Octubre, Lenin volvía a recordar que, en las
jornadas de 1917, en su pensamiento estaba sólidamente arraigada la idea de
que:
“(...) nuestra victoria sólo sería firme cuando
triunfara nuestra causa en todo el mundo, ya que iniciamos nuestra obra
confiando exclusivamente en la revolución mundial.”
Sin embargo,
“Ahora, al cabo de tres años, resulta que somos
muchísimo más fuertes que antes, pero que la burguesía mundial es también muy
fuerte todavía y, a pesar de que es incomparablemente más fuerte que
nosotros, podemos afirmar que hemos triunfado. (...).
Cuando decimos esto tampoco debemos olvidar otro
aspecto: que sólo hemos triunfado a medias. Hemos triunfado porque hemos
sabido mantenernos frente a unos Estados más fuertes que nosotros y que,
además, se habían unido a nuestros explotadores emigrados: los terratenientes
y los capitalistas. Hemos sabido siempre –y no lo olvidaremos– que nuestra
causa es una causa internacional, y mientras no se realice la revolución en
todos los Estados –incluidos los más ricos y civilizados–, nuestro triunfo
representará únicamente la mitad de la victoria o quizá menos.”
Y este triunfo a medias de la revolución significa
que:
“(...) el peligro no ha desaparecido, existe y
seguirá existiendo hasta que triunfe la revolución en uno o en varios países
avanzados.”
Entonces, para que la victoria sea completa, la
abnegada labor de resistencia contra la reacción (guerra civil) y la agresión
imperialista (intervención militar) debe ser completada con una labor de
construcción y creación .
Hacia el otoño de 1920, en definitiva, Lenin ha roto
con la idea de revolución europea y centra toda su atención, a corto plazo,
en el problema del sostenimiento del poder revolucionario. En este sentido,
es el espíritu de Brest-Litovsk, de conservación a toda costa del partido
bolchevique en el poder, lo que continúa inspirando a Lenin. Desde luego, en
torno a los debates sobre la paz de Brest y en la polémica contra los
comunistas de izquierda, que querían continuar la guerra hasta el estallido
social en Alemania, Lenin establece claramente la jerarquía de prioridades
del poder soviético: defender y consolidar la revolución en Rusia, aunque sea
a costa de desvincularla orgánicamente de Europa . Sin embargo, desde el punto
de vista estratégico, el jefe bolchevique aún considera al proletariado
occidental como la reserva principal tanto de la Revolución Proletaria
Mundial como de la consolidación definitiva del poder soviético. Ganar tiempo
y recuperarse para aguantar hasta que el proletariado de los países
capitalistas desarrollados vayan en su ayuda . Estos son los parámetros con
los que se maneja la dirección bolchevique tres años después del Octubre.
En estos momentos –que son todavía los del Comunismo
de guerra –, Trotsky coincide,
básicamente, con estos lineamientos estratégicos de la revolución vista desde
la perspectiva soviética, a pesar de su posición ambigua hacia la firma de la
paz de Brest-Litovsk . Realmente, el discurso oficial de los dirigentes
soviéticos todavía se construía sobre los elementos políticos básicos de la
Revolución Permanente de Trotsky (proletariado internacional como reserva
estratégica principal de la revolución rusa, y política de repliegue y
recuperación acorde con un momento coyuntural de impasse de la revolución
internacional que continuaría extendiéndose hacia Occidente), mientras que
las declaraciones de Lenin y de otros dirigentes acerca de la posibilidad de
éxito relativo de la edificación socialista en un país aislado, que no
aparentaban ser formuladas con intenciones teóricas, bien podían ser
interpretadas como puro pragmatismo político para encarar la situación
creada. Sin embargo, lo que verdaderamente se estaba dando en el fuero más
interno del pensamiento leninista no tenía nada que ver con el pragmatismo
político. Ciertamente, en su constante esfuerzo por comprender los hechos a
la luz de la doctrina marxista, Lenin terminará poniendo en cuestión no sólo
la idea clásica sobre el mecanismo de desarrollo de la revolución proletaria,
sino también los viejos axiomas sobre el apoyo social de la misma y el
carácter de la construcción de la nueva economía. Y son las circunstancias
que acompañan a la adopción de la Nep por el X Congreso del PC(b)R,
en marzo de 1921, y el significado de este giro en la política de
construcción del socialismo en Rusia los que sirven de catalizador para la
transformación en Lenin de algunas de sus concepciones sobre la Revolución
Proletaria Mundial.
En diciembre de 1921, ante el IX Congreso de los
Soviets de Toda Rusia, dice:
“”Ahora bien, ¿cabe concebir que una república
socialista pueda subsistir en medio del cerco capitalista? Eso parecía
inconcebible lo mismo en el sentido político que en el militar. Que esto es
posible en los sentidos político y militar es ya cosa demostrada, ya es un
hecho.”
Las posibilidades de supervivencia de un solo país
socialista en medio del cerco capitalista no son, por tanto, coyunturales,
sino que este hecho es posible contemplarlo a largo plazo. Después de añadir
que también es posible la supervivencia de una república socialista aislada
en el sentido comercial, en relación con sus posibilidades de recabar
recursos en el mercado internacional, Lenin pasa a la cuestión crucial del
nuevo basamento sobre el que se sostiene la revolución:
“(…) la cuestión más esencial y más cardinal de toda
nuestra revolución y de todas las futuras revoluciones socialistas (tomadas a
escala universal). La cuestión más cardinal y más esencial es la actitud de
la clase obrera ante los campesinos, la alianza de la clase obrera con el
campesinado.”
Para Lenin, la necesaria alianza entre el
proletariado y el campesinado había adoptado una forma política y militar
durante el Comunismo de guerra . Ahora, en la posguerra y en
un periodo de estabilidad y de equilibrio de fuerzas a nivel internacional,
debía adoptar una forma económica . Este era el primigenio
significado de la Nep . Pero ésta tenía un calado mucho más profundo, de
alcance histórico, de “escala universal”:
“Sólo en el afianzamiento de la alianza
de los obreros y los campesinos reside la garantía de que toda la
humanidad ha de verse libre
de cosas como la reciente matanza imperialista, de las atroces
contradicciones que hoy vemos en el mundo capitalista , donde un pequeño número, un
puñado insignificante de las potencias más ricas se ahoga en su abundancia,
mientras la inmensa mayoría de la población del globo terrestre sufre
penalidades sin poder gozar de la cultura ni de los abundantes recursos
existentes, que no encuentran salida por falta de mercado.”
Lenin finaliza su discurso insistiendo en que la
unión de la clase obrera con los campesinos es una tarea “no sólo rusa, sino
universal” . De modo que, para el invierno de 1921-1922,
tenemos que Lenin se ha desembarazado del penúltimo requisito clásico de la
Revolución Proletaria Mundial, que versaba sobre una determinada disposición
de las fuerzas sociales de clase. Lenin ya no mira al proletariado
internacional en su conjunto, sino que pone el peso en la construcción de
sólidos vínculos entre sus destacamentos nacionales y el resto de los
sectores populares. Al final de su vida dará el definitivo espaldarazo a esta
nueva perspectiva cuando le otorgue carta de naturaleza al describir su
significado concreto a escala mundial:
“El desenlace de la lucha depende, en última
instancia, del hecho de que Rusia, la India, China, etc., constituyen la
mayoría gigantesca de la población. Y precisamente esta mayoría de la
población es la que se incorpora en los últimos años con inusitada rapidez a
la lucha por su liberación, de modo que, en este sentido, no puede haber ni
sombra de duda respecto al desenlace final de la lucha a escala mundial.
Pero lo que nos interesa no es esta inevitabilidad
de la victoria definitiva del socialismo. Lo que nos interesa es la táctica
que nosotros, el Partido Comunista de Rusia, que nosotros, el Poder soviético
de Rusia, debemos seguir para impedir que los Estados contrarrevolucionarios
de Europa Occidental nos aplasten. Para asegurar nuestra existencia hasta la
siguiente colisión militar entre el Occidente imperialista
contrarrevolucionario y el Oriente revolucionario y nacionalista, entre los
Estados más civilizados del mundo y los Estados atrasados al modo oriental,
los cuales, sin embargo, constituyen la mayoría, es preciso que esta mayoría
tenga tiempo de civilizarse.”
En otras palabras, en el epílogo de su carrera,
Lenin no sólo había trastocado la visión tradicional sobre las alianzas
estratégicas del proletariado revolucionario, sino que, llevando ese cambio
de perspectiva hasta sus últimas consecuencias, dejó indicado que el futuro
de la Revolución Proletaria Mundial debía de dejar de mirar hacia Occidente
para desviar su vista hacia Oriente, donde estaba en candelero la revolución
de liberación nacional.
Finalmente, y para resumir, Lenin consigue cerrar el
ciclo lógico de su cosmovisión política y termina, en el ámbito de la teoría
general de la revolución proletaria, justo en el mismo punto donde comenzó
cuando estableció la táctica y la línea general de la revolución rusa:
“Pero ¿y si lo peculiar de la situación llevó a
Rusia a la guerra imperialista mundial, en la que intervinieron todos los
países más o menos importantes de Europa Occidental, y puso su desarrollo al
borde de las revoluciones de Oriente que estaban comenzando y en parte habían
comenzado ya, en unas condiciones que nos permitían poner en práctica
precisamente esa alianza de la ‘guerra campesina' con el movimiento obrero,
de la que escribió como de una perspectiva probable en 1856 un ‘marxista' como
Marx, refiriéndose a Prusia?”
La alianza del
proletariado y el campesinado para la revolución rusa; la alianza del
movimiento obrero occidental y de la dictadura del proletariado con la guerra
campesina de Oriente como
motor de la Revolución Proletaria Mundial. En esto se resume la visión
política de Lenin en sus rasgos más fundamentales. Visión a todas luces
alejada de la de Trotsky y su Revolución Permanente.
Ibíd .., pp. 217 y 218. Aquí podemos
comprobar hasta dónde llegan el voluntarismo y el subjetivismo de Trotsky, y
hasta qué punto pueden llegar a ser “confusas y oscuras” determinadas ideas
sobre la revolución contra el capitalismo en el escenario de “la economía
mundial en su conjunto”. Indiquemos, también, que el programa de la
Internacional Comunista al que se refiere Trotsky es el aprobado en su VI
Congreso, celebrado en 1928, que declaró que “las Tesis
sobre los problemas nacional y colonial , redactadas por Lenin y
aprobadas por el II Congreso, siguen en vigor y deben servir de norte en la
labor ulterior de los partidos comunistas.” ( Cfr ., AA.VV.: La
Internacional Comunista . Moscú, s/f [1970]; p. 279).
LENIN: O.C ., t. 26, pp. 377 y 378.
LENIN: O.C ., t. 31, pp. 97-99.
Esta posición se refiere, naturalmente, a la idea
internacional o, por lo menos, europea que asociaba la II Internacional con
la revolución proletaria, pero también a la posibilidad, que había adelantado
Kautsky en 1902, de que fuera Rusia la que iniciase ese proceso.
LENIN: O.C ., t. 37, p. 271. La cursiva es
nuestra.
LENIN: O.C ., t. 42, p. 1.
Ibídem , pp. 1-3.
Ibíd ., p. 3.
“Eso es lo que hemos de resolver ahora. Debemos
recordar que es necesario aprovechar el presente estado de ánimo para
inyectarlo en forma prolongada a nuestro trabajo a fin de acabar con toda la
dispersión de nuestra vida económica. Es imposible ya volver al pasado. Al
derrocar el poder de los explotadores hemos realizado ya más de la mitad de
la obra. Ahora debemos agrupar estrechamente a todas las trabajadoras y
trabajadores y hacerles trabajar juntos.” ( Ibíd ., p. 5).
“(...) que el cambio radical consiste ahora en la
creación de la República de los Soviets de Rusia; que lo supremo tanto para
nosotros como desde el punto de vista socialista
internacional es preservar esta
República, que ha comenzado ya la revolución socialista; que, en el momento
dado, la consigna de guerra revolucionaria por parte de Rusia significaría o
bien una frase y un vacuo acto ostensivo, o equivaldría objetivamente a caer
en la trampa que nos tienden los imperialistas, los cuales quieren arrastrarnos a proseguir la guerra imperialista mientras somos débiles y derrotar por el procedimiento más barato
posible la joven República de los Soviets.” (LENIN: O.C ., t. 35, p. 264). A pesar de
las posiciones de defensa a ultranza de la revolución en una sola nación y su
incólume decisión de firmar la paz al alto precio que exigían los alemanes, y
aún a costa de poner en jaque la expansión de la revolución hacia Occidente,
Lenin nunca cae en el chovinismo revolucionario ni en el nacionalismo (lo que
Trotsky denominaba “mesianismo revolucionario”, que, efectivamente surge como
peligro objetivo dado el modo como se desenvuelve el proceso revolucionario
mundial), como posteriormente sí harán otros dirigentes soviéticos: “Si
creemos que el movimiento alemán puede desarrollarse inmediatamente en caso
de suspender las negociaciones de paz, lo que debemos hacer es sacrificarnos
nosotros, puesto que por su fuerza la revolución alemana será mucho mayor que
la nuestra. Pero lo esencial es que allí el movimiento no ha comenzado
todavía, mientras que en nuestro país tiene ya un recién nacido que da
grandes voces, y si en este momento no decimos claramente que queremos la
paz, estamos perdidos. Para nosotros es importante mantenernos hasta que
aparezca una revolución socialista general, y eso lo podemos conseguir sólo
firmando la paz.” ( Ibídem , pp. 267 y 268).
“Resulta un cierto equilibrio, claro que muy malo.
Pero, con todo, debemos tener en cuenta este hecho. No debemos perder de
vista este hecho si queremos subsistir. O victoria inmediata sobre la
burguesía, o pago de un tributo. (...). Pero ganaremos tiempo, y ganar tiempo
significa ganarlo todo, sobre todo en una época de equilibrio, cuando
nuestros camaradas del extranjero preparan a fondo su revolución. Y cuanto
más a fondo la preparen, más segura será la victoria. Pero, mientras tanto,
tendremos que pagar un tributo.” (LENIN: O.C ., t. 44, p. 48).
Trotsky era partidario de la consigna “Ni paz ni
guerra”, lo que suponía cesar la guerra desmovilizando al ejército, pero sin
firmar la paz. Trotsky era el jefe de la delegación encargada de firmar el
tratado de paz con Alemania, y contra las directivas aprobadas en Moscú
defendió su punto de vista suicida en Brest, lo que acarreó la ira alemana,
un nuevo desastre en el frente y mayores concesiones al kaiser. Desde luego,
la posición más coherente para Trotsky hubiera sido la de los comunistas
de izquierda , partidarios de
continuar la guerra como medio para la excitación de la revolución
internacional. Sin embargo, una de las características de la actitud de
Trotsky mientras vivió Lenin fue la de no decantarse nunca franca y
abiertamente por una línea determinada o por un grupo o fracción, sobre todo
si éstos se enfrentaban a Lenin, manteniendo casi siempre una postura
ecléctica y ambigua.
LENIN: O.C ., t. 44, p. 310.
Ibídem , p. 315.
Cfr ., ibíd ., p. 316.
Ibíd ., p. 315. La cursiva es
nuestra.
Cfr ., ibíd ., p. 339.
LENIN: O.C ., t. 45, p. 420. Es importante
llamar la atención sobre la afirmación que realiza Lenin en este artículo, el
último que publicó en vida, titulado Más vale poco y
bueno y que sí puede ser
considerado su verdadero testamento político, acerca de la idea
recurrente de aguantar hasta la próxima oportunidad
revolucionaria. Lo importante, esta vez, es que Lenin ya no espera la
revolución proletaria en Occidente en abstracto para que acuda en ayuda de
Rusia, sino que piensa en la revolución en Oriente como fruto de la colisión
concreta e inevitable entre el imperialismo y las luchas de liberación.
Ibídem , p. 396.
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Capitulo 8
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El debate de 1924 en
el seno del PC(b)R
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Los resultados de la evolución del pensamiento de
Lenin en el tema del modo en que debería tener lugar el proceso
revolucionario mundial nunca llegaron a ser expuestos de una forma
sistemática. Lenin cae enfermo en mayo de 1922 y no pudo reincorporarse al
trabajo hasta octubre. Pero en marzo de 1923 sufre una recaída que le
apartará definitivamente de la política. Morirá el 21 de enero de 1924. Sin
embargo, los elementos materiales que sirvieron de impulso al pensamiento
leninista estaban ahí, formando parte de la experiencia común del partido
bolchevique como colectivo. Las conclusiones a las que Lenin se había
acercado no tenían porqué ser patrimonio de un individuo. Es más, la
necesidad histórica iba a obligar a un sector de la dirección del PC(b)R a
recorrer el mismo camino que Lenin y a extraer las pertinentes consecuencias.
Efectivamente, en el verano y en el otoño de 1923, tuvieron lugar sendas
intentonas insurreccionales por parte del Partido Comunista de Bulgaria y del
Partido Comunista de Alemania que terminaron en derrota. A partir de aquí, el
empuje internacional de la revolución proletaria iniciada en 1917 se apaga
definitivamente. Cada vez más resulta evidente que la necesaria ayuda del proletariado
occidental para la supervivencia de la Rusia soviética no llegaría, al menos
bajo la forma de revoluciones proletarias; cada vez más se ponía en el orden
del día de la agenda política del Comité Central del PC(b)R el problema de
cómo afrontar la nueva situación de repliegue general de la Revolución
Proletaria Mundial. En esta tesitura, sólo era una cuestión de tiempo que la
historia y el partido bolchevique ajustaran cuentas con la teoría de Trotsky,
no sólo como instrumento para comprender el pasado, sino como punto de apoyo
para afrontar el futuro.
Es importante señalar el carácter objetivo y
prácticamente inevitable de este desenlace y denunciar la interpretación
conspirativa y maniquea sobre los enfrentamientos que tuvieron lugar en el
seno de la dirección del partido bolchevique tras el fallecimiento de Lenin,
interpretación muy en boga entre los intelectuales orgánicos y
filotrotskistas. Es importante resaltar que, bajo la apariencia de una lucha
por el poder –que expresaba sólo el aspecto secundario del hecho, aunque
tristemente sea el único aspecto que contempla la historiografía burguesa–,
el debate sobre la táctica y la teoría general de la Revolución Proletaria
Mundial que tuvo lugar en la dirección del partido a partir del otoño de 1924
– debate cuya altura intelectual rara vez ha sido igualada por ningún otro
grupo dirigente en el mundo– fue la legítima expresión ideológica y política
de la lucha de clases que se estaba desenvolviendo en la Rusia soviética
reflejada en el interior del partido comunista.
Sin embargo, por lo que se refiere al aspecto conspirativo de este episodio, también es
preciso advertir contra la versión oficial de la historiografía burguesa, por
cuanto presenta a Trotsky como la víctima propiciatoria de un contubernio
tramado contra su supuesta posición de favorito del partido (e, incluso, de
Lenin) por las fuerzas oscuras de la vieja guardia y del aparato del partido. La verdad de los
hechos, empero, es bien distinta. Independientemente de todo juicio de valor,
lo único cierto es que justamente en el momento en que se tomaba conciencia
de que sería prácticamente imposible la recuperación de Lenin y coincidiendo
con una importante crisis financiera y comercial (denominada crisis de
las tijeras ) de la economía
soviética, Trotsky envió una carta al Comité Central del PC(b)R, fechada el 8
de octubre de 1923, en la que criticaba la burocratización del partido, la
falta de democracia interna y en la que planteaba la necesidad de la planificación
como eje central de la organización y del desarrollo económico. Casi
simultáneamente, el 15 de octubre, sale a la luz pública lo que se conocería
como Plataforma
de los 46 , firmada por
antiguoscomunistas de izquierda y miembros del grupo
Centralismo Democrático, además de conocidos amigos y colaboradores de
Trotsky. El manifiesto de esta plataforma toca exactamente los mismos temas
que la carta de Trotsky y denuncia a la dirección del partido y del Estado,
reclamando su renovación en estrecha concordancia con un nuevo régimen
interno, más “democrático”, dentro del partido. En octubre, el Comité Central
aprobó una resolución condenando la actitud de Trotsky y de la oposición, y
en diciembre, otra Sobre la democracia interna del
Partido , aceptada por unanimidad
–incluyendo a Trotsky– y que significaba un intento de conciliación entre las
diferentes posiciones de la dirección del PC(b)R. Pero exactamente un día
después de la publicación de la resolución del Comité Central, Trotsky,
saltándose todo procedimiento orgánico interno y la autoridad del Comité
Central, violó el espíritu de la última resolución del máximo órgano del
partido y envió una nueva carta a las células reiterando sus denuncias contra
la posible degeneración de la vieja guardia y la burocratización del
aparato del partido, burocratización que, según él, alejaba a aquél de las
masas y de las nuevas generaciones de comunistas. La XIII Conferencia (enero
de 1924) y el XIII Congreso (mayo de 1924) condenaron nuevamente a la
oposición tildándola de pequeñoburguesa y no leninista.
Era como si de repente Trotsky quisiera dar un
vuelco en el partido tanto en el plano político como organizativo. La
desaparición de Lenin y la crisis de las tijeras , coincidiendo con los ataques
directos contra la dirección del partido y del Estado, no invitan a pensar
otra cosa que Trotsky seguía un plan de reforma dirigido a la destitución de
la actual directiva política y hacia un giro político probablemente en el
sentido de liquidar la Nep . Ciertamente, después del debate sobre los
sindicatos, del que salió derrotado, y con la adopción de la nueva política
económica ( Nep ), Trotsky pasa a un segundo plano en la vida
pública. De dirigir el Comisariado del transporte, de importancia estratégica
en la recuperación económica, es relegado al Comisariado de la Guerra,
negociado apartado de la ejecución de las grandes decisiones políticas y
económicas a partir de 1921. Esto, naturalmente, se correspondía con el paso
a un periodo pacífico y de repliegue de la revolución, y no es ninguna
casualidad que Trotsky, el comandante del Ejército Rojo y el gran teorizador
de la ofensiva revolucionaria, de la “revolución en estado permanente”, se
mantuviese relativamente alejado y en la sombra hasta que la crisis
económica, unida al problema de la continuidad política de la revolución
surgido con el fallecimiento de Lenin, prestasen a Trotsky el contexto
necesario para intentar un asalto a la cúpula del poder para readecuar la
política del Estado y del partido soviéticos a sus concepciones políticas. El
asunto de la incapacidad política de la vieja guardia y el de la burocratización del
aparato de la dictadura del proletariado le sirvieron para plantear y dirigir
su ataque (primero, tanteando el terreno, después, como veremos, más intensamente).
En esta nueva batalla política entre Trotsky y los epígonos de Lenin (como él gustaba
denominarlos peyorativamente), aquél parece nuevamente dejarse llevar por el
fatalismo formalista de su teoría, por aquella funesta y abstracta lógica de
las cosas que según él
“obliga” a la revolución a ser “permanente”. Así, el hecho de que la
revolución soviética no haya traspasado las fronteras nacionales después de
un lustro y que el proletariado ruso no haya conseguido apoyarse más que en
el campesinado, no puede acarrear, desde los presupuestos de la teoría de la
Revolución Permanente, más que síntomas de degeneración . Trotsky no aduce argumentos
novedosos, más que los que viene esgrimiendo tradicionalmente el partido
contra el reconocido problema del burocratismo y los que le proporciona la
reciente crisis económica. Pero ni Trotsky está exento de actitudes
coactivo-administrativas, muy alejadas de los métodos de la persuasión y de
la democracia, en su reciente pasado político (no olvidemos que la discusión
sobre los sindicatos puso de manifiesto que Trotsky fue uno de los últimos en
el partido en abandonar la mentalidad del periodo de Comunismo
de guerra ), ni es ajeno, en
política económica, a las concepciones centralizadoras y explotadoras del
campo que provocaron las tijeras del otoño de 1923. No hay, en
este momento, ningún elemento en la vida soviética lo suficientemente
novedoso que justifique una crítica y una reforma tan a fondo de la política
y de la organización del partido como proponían Trotsky y los
46 después de la
muerte de Lenin y no antes. Sólo la vacante de Lenin y un supuesto proceso
degenerativo del sistema político no sustentado sobre argumentos fundados en
la realidad, sino más bien en el “resultado” lógico que en la mente de
Trotsky debía producir invariablemente el incumplimiento de todas las
condiciones de su teoría política sobre el decurso de la revolución
proletaria. En consecuencia, podemos deducir que –movido por las conclusiones
a las que le conduciría su idealista y subjetivo método de análisis– era más
probable que fuera Trotsky quien, en 1923-1924, estaba ocupado en tramas
conspirativas inconfesables , necesarias para dar un giro a la situación de la
política soviética que permitiese reanudar la ofensiva revolucionaria del proletariado
ruso para superar su actual limitación nacional.
Este era el ambiente político que reinaba en el
partido cuando Trotsky escribe el prólogo al tercer volumen de la
recopilación de sus obras, publicado en noviembre de 1924. El prefacio
introductorio, titulado Lecciones de Octubre , era un ataque en toda regla
contra los cuadros dirigentes más veteranos del bolchevismo (la “vieja
guardia”, acepción recogida por Trotsky de la polémica de Lenin con sus
camaradas bolcheviques con motivo de las Tesis de Abril ). A diferencia de otros
escritos anteriores, Trotsky, en éste, señala con el dedo a la mayoría de la
dirección bolchevique acusándola de pusilánime y vacilante, recordando su
incredulidad y su oposición cuando en abril del 17 Lenin les propuso el
cambio de su vieja consigna de 1905 por la de “Todo el poder a los Soviets”.
Trotsky repasa los acontecimientos de 1917, entre Febrero y Octubre, para
demostrar que en toda revolución surge “como una ley infalible el hecho que
en el pasaje del trabajo preparatorio para la revolución a la lucha inmediata
por el poder, surge una crisis inevitable en el partido” , e identifica a la casi
totalidad de la dirección bolchevique (aunque sin dar nombres) que estaba en
Febrero en el interior de Rusia, con los portadores de esa crisis, al
oponerse a las nuevas directrices de Lenin en abril. Igualmente, recuerda la
oposición de un sector de la dirección cuando Lenin planteó, en el mes de
octubre, el problema de la insurrección como una cuestión práctica inmediata
(y aquí sí nombra personalmente a Kamenev). La intención expresa de Trotsky,
según él, no era la de abrir las viejas heridas, sino la de extraer las
lecciones pertinentes de la experiencia de la revolución rusa para que
sirvieran a los partidos comunistas en el futuro, habida cuenta de los
recientes fracasos en Alemania y Bulgaria, que notoriamente, al parecer, no
habían intentado asimilar el significado de Octubre antes de sus infructuosos
intentos insurreccionales. Sin embargo, lo que consiguió, naturalmente, fue
provocar y enfurecer al sector mayoritario de la dirección del PC(b)R, por un
lado, y, por otro, plantear la cuestión de la vigencia de la teoría de la
Revolución Permanente. Y esta última vindicación, que no aparecía sino de
manera implícita en el texto , fue lo que terminó centrando la parte medular del
debate que se abrió inmediatamente en el partido.
Nos limitaremos, aquí, a repasar de manera breve
únicamente el tema que está directamente relacionado con la cuestión de la
vigencia o validez, desde el punto de vista leninista, de la teoría de
Trotsky. En este sentido, quien se opone de manera más consecuente con la
teoría de la Revolución Permanente es Stalin, que ya en este primer debate
contra Trotsky adelanta su teoría del Socialismo en un solo País, aunque sólo
en esbozo, pues no será hasta la siguiente controversia en el seno de la
dirección del partido (que enfrentó a la Plataforma de los
4 con Stalin y
Bujarin) que Stalin desarrolle más su nueva tesis y la interponga formalmente
como síntesis de su línea política. Aunque Bujarin trató de profundizar más
en la crítica de los postulados de Trotsky llevándola hasta sus presupuestos
metodológicos , fue Stalin quien mejor tradujo políticamente la
crítica dirigida contra Trotsky, no sólo porque opone frente a éste una línea
política alternativa, sino también porque realiza el esfuerzo de síntesis del
pensamiento de Lenin (principalmente con su trabajo, producto de la polémica
con Trotsky de 1923, Los fundamentos del leninismo ), dándole el cuerpo y la
coherencia interna necesarias para servir de soporte ideológico a esa línea
política, e imprescindibles para que en el futuro pudiera formar el núcleo
sólido de una de las principales corrientes dentro del movimiento obrero
internacional.
La línea política que defiende Stalin perseguía la
continuidad de la Nep como etapa de reconstrucción y acumulación de
fuerzas para la revolución, desde una determinada correlación entre las
clases sociales fundada, principalmente, en la alianza del proletariado con
el campesinado medio. Stalin extrajo todas las consecuencias teóricas de esta
política –como ya había hecho Lenin– en lo tocante a la relación de la
revolución soviética con la Revolución Proletaria Mundial. Hasta tal punto
que el mismo Trotsky reconoció que la teoría del Socialismo en un solo País
era la única que se había enfrentado con coherencia a su teoría de la
Revolución Permanente.
En su primera intervención importante en el debate
del otoño de 1924 (un discurso en el Consejo Central de los Sindicatos, el 19
de noviembre, publicado luego bajo el título de ¿Trotskismo
o Leninismo? ), Stalin señala
que una de las particularidades del trotskismo –además de su desconfianza
hacia el principio bolchevique de partido y hacia los jefes del bolchevismo–
es su teoría de la Revolución Permanente. Para Stalin, el trotskismo es, en
sustancia, esa teoría, que no es otra cosa que “la revolución haciendo caso
omiso de los campesinos pobres como fuerza revolucionaria”. La teoría
política de Trotsky también significa “'saltar' por encima del movimiento
campesino, ‘jugar a la toma del Poder'”, y su aplicación conduciría al
“fracaso inevitable, porque apartaría del proletariado ruso a su aliado, es
decir, a los campesinos pobres”. Finalmente, Stalin indica que Trotsky consideró
desde 1905 al leninismo como una teoría con “rasgos antirrevolucionarios”
porque “el leninismo defendía y logró imponer en su tiempo la idea de la
dictadura del proletariado y del campesinado .”
Pero donde más profundiza Stalin su crítica a Trotsky,
no limitándose a adoptar una actitud negativa, sino ofreciendo positivamente
una alternativa, es en su trabajo intitulado La
Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos , publicado en enero de 1925.
Aquí, Stalin realiza una crítica más detallada de la teoría de Trotsky y
–como ya hemos dicho– amplía el tipo de argumentaciones más allá de la
cuestión campesina o de la valoración de los acontecimientos de 1917, que,
además del historial político de cada dirigente con sus errores bien resaltados,
fueron los principales motivos de controversia durante casi todo el debate
del otoño-invierno de 1924-1925. Stalin trata de llegar al fondo de las
diferencias ideológicas con Trotsky poniendo de manifiesto su divergencia
fundamental en cuanto a la concepción de la táctica general de la Revolución
Proletaria Mundial. De este modo –aunque sólo a modo de primer ensayo–
introduce la idea de Lenin de 1915 sobre la ley del desarrollo desigual del
capitalismo como determinante principal del modo en que se desenvuelve la
revolución proletaria a escala internacional:
“Ya durante la guerra, Lenin apoyándose en la ley
del desarrollo desigual de los Estados imperialistas, opone a los
oportunistas su teoría de la revolución proletaria, que afirma la posibilidad
de la victoria del socialismo en un solo país, aun cuando este país esté
menos desarrollado en el sentido capitalista.”
Sin embargo, en esta ocasión Stalin no va más allá
del planteamiento general de la teoría, sin extraer todas sus consecuencias . Enseguida, pasa al problema
de las posibilidades de supervivencia de un país socialista aislado sin el
“apoyo estatal directo del proletariado europeo”, tesis consustancial a la
teoría de Trotsky :
“¿Ha bastado hasta ahora con esa simpatía y con esa
ayuda, unidas al poderío de nuestro Ejército Rojo y a la disposición de los
obreros y campesinos de Rusia a defender con su pecho la patria socialista?
¿Ha bastado todo eso para repeler los ataques de los imperialistas y
conquistar las condiciones necesarias para una seria labor de edificación?
Sí, ha bastado. Y esa simpatía, ¿crece o disminuye? Indudablemente, crece.
¿Tenemos, pues, condiciones favorables, no sólo para llevar adelante la
organización de la economía socialista, sino también para prestar, a nuestra
vez, apoyo a los obreros de la Europa Occidental y a los pueblos oprimidos
del Oriente? Sí, tenemos esas condiciones. Los siete años de historia de la
dictadura proletaria en Rusia lo atestiguan elocuentemente (...).
¿Qué puede significar, después de todo eso, la
declaración de Trotski de que la Rusia revolucionaria no podría resistir ante
una Europa conservadora?
No puede significar más que una cosa: en primer
lugar, que Trotski no percibe la potencia interior de nuestra revolución; en
segundo lugar, que Trotski no comprende la importancia inapreciable del apoyo
moral que los obreros de Occidente y los campesinos del Oriente prestan a
nuestra revolución; en tercer lugar, que Trotski no percibe el mal interior
que corroe actualmente al imperialismo.”
Finalmente, Stalin sitúa las conclusiones
necesariamente pesimistas que, de manera inevitable, se extraen de la teoría
de la Revolución Permanente:
“Resulta que, por más vueltas que se le dé, no sólo
‘no hemos llegado', sino que ‘ni siquiera nos hemos acercado' a la creación
de la sociedad socialista (...), pues, por más vueltas que se le dé, ‘el
verdadero auge de la economía socialista' no se alcanzará mientras el
proletariado no haya vencido ‘en los países más importantes de Europa'.
Y como aun no se ha obtenido la victoria en el
Occidente, a la revolución de Rusia no le queda más que un 'dilema': o
pudrirse en vida o degenerar en un Estado burgués.
Por algo hace ya dos años que Trotski viene hablando
de la ‘degeneración' de nuestro Partido.
Por algo Trotski profetizaba el año pasado el
‘hundimiento' de nuestro país.”
Años después, Trotsky polemizará con Stalin en un
monólogo en el que repasará los argumentos de aquél:
“Lo que más insoportable se hace en estas cuestiones
es ver a Stalin ‘teorizando' con dos bultos que constituyen su único bagaje
teórico: la ‘ley del desarrollo desigual' y el ‘no saltarse por alto una
etapa'. Stalin no ha llegado todavía a comprender que el desarrollo
desigual consiste precisamente en saltarse por alto ciertas etapas . (O en permanecer un tiempo
excesivo en una de ellas.) Stalin opone con una seriedad inimitable a la
teoría de la revolución permanente... la ley del desarrollo desigual. Sin
embargo, la previsión de que la Rusia históricamente atrasada podía llegar a
la revolución proletaria antes que la Inglaterra avanzada, se hallaba
enteramente basada en la ley del desarrollo desigual.”
Efectivamente, a primera vista, la teoría de la
Revolución Permanente parece basarse, igualmente, en la comprensión de la ley
del desarrollo desigual del capitalismo. La posibilidad que un país tiene de
situar a la cabeza a la clase revolucionaria moderna en un contexto
revolucionario e independientemente del estado de desarrollo de las fuerzas
productivas, así lo parecen confirmar. Por eso es tan importante no
limitarnos a la simple exposición de aquella ley presentándola sólo como
factor determinante para la marcha de la Revolución Proletaria Mundial;
también es preciso dar el siguiente paso y formular todas las implicaciones
teóricas de la misma. No será preciso, sin embargo, prolongarnos hacia otros
debates dentro del partido comunista soviético en los que terminarían de
perfilarse todos los contornos –que el mismo Lenin ya había dejado esbozados–
de la teoría leninista de la Revolución Proletaria Mundial. El propio Trotsky
nos dará la pauta de hasta qué punto es posible la asimilación de la ley del
desarrollo desigual a su teoría de la Revolución Permanente:
“Un país puede ‘madurar' para la dictadura del
proletariado sin haber madurado, ni mucho menos, no sólo para una edificación
independiente del socialismo, sino ni aun para la aplicación de vastas
medidas de socialización. No hay que partir de la armonía predeterminada de
la evolución social. La ley del desarrollo desigual sigue viviendo, a pesar
de los tiernos abrazos teóricos de Stalin. Esta ley manifiesta su fuerza no
sólo en las relaciones entre los países, sino también las interrelaciones de
los distintos procesos en el interior de un mismo país. La conciliación de
los procesos desiguales de la economía y de la política se puede obtener
únicamente en el terreno mundial. Esto significa, en particular, que la
cuestión de la dictadura del proletariado en China no se puede examinar
únicamente dentro del marco de la economía y de la política chinas. Y aquí
llegamos de lleno a dos puntos de vista que se excluyen recíprocamente: la
teoría internacional revolucionaria de la revolución permanente y la teoría
nacional-reformista del socialismo en un solo país. No sólo la China
atrasada, sino, en general, ninguno de los países del mundo, podría edificar
el socialismo en su marco nacional: el elevado desarrollo de las fuerzas
productivas, que sobrepasan las fronteras nacionales, se opone a ello, así
como el insuficiente desarrollo para la nacionalización. La dictadura del
proletariado en Inglaterra, por ejemplo, chocaría con contradicciones y
dificultades de otro carácter, pero acaso no menores de las que se
plantearían a la dictadura del proletariado en China. En ambos casos, las
contradicciones pueden ser superadas únicamente en el terreno de la
revolución mundial.”
Efectivamente, la teoría de la Revolución Permanente
y la teoría del Socialismo en un solo País “se excluyen recíprocamente”
precisamente porque la primera excluye tácitamente la ley del desarrollo
desigual. En Trotsky, esta ley puede explicar o contribuir a explicar –igual
que en Lenin– la ruptura revolucionaria en un país atrasado, y en esto ambos
están de acuerdo, por ejemplo, frente al menchevismo. Pero Trotsky se detiene
aquí. A partir de este punto se remite al argumento economicista de que “la
conciliación de los procesos desiguales de la economía y de la política se
puede obtener únicamente en el terreno mundial”, es decir, desde las
posibilidades que da aprovecharse libremente de la división internacional del
trabajo (mercado mundial) y beneficiarse del máximo desarrollo de las fuerzas
productivas. En última instancia, pues, Trotsky busca paradójicamente la
neutralización de los efectos que aquella ley produce, imponer una línea de
compensación a la desigualdad del desarrollo capitalista. En este terreno, el
problema de las fuerzas productivas recupera la máxima importancia. Trotsky
ha vuelto al redil menchevique. Ni siquiera los países más avanzados
económicamente, como Inglaterra, pueden siquiera pensar en edificar el
socialismo en su marco nacional, porque ese tótem abstracto que es el
desarrollo mundialde las fuerzas productivas, “que sobrepasa las
fronteras nacionales, se opone a ello”. ¿En qué sentido? No queda nada claro;
sin embargo, Trotsky trata de explicarlo:
“La sociedad socialista ha de representar ya de por
sí, desde el punto de vista de la técnica de la producción, una etapa de
progreso respecto al capitalismo. Proponerse por fin la edificación de una
sociedad socialista nacional y cerrada, equivaldría, a pesar de todos los
éxitos temporales, a retrotraer las fuerzas productivas deteniendo incluso la
marcha del capitalismo. Intentar, a despecho de las condiciones geográficas,
culturales e históricas del desarrollo del país, que forma parte de la
colectividad mundial, realizar la proporcionalidad intrínseca de todas las
ramas de la economía en los mercados nacionales, equivaldría a perseguir una
utopía reaccionaria.”
¿Proporcionalidad intrínseca de todas las ramas de la
economía? ¿Qué significan estas frases “confusas y oscuras”? Sea lo que
fuere, lo que está claro es que Trotsky, en la época de las revoluciones
proletarias –cuando lo que se pone en el orden del día como asunto urgente es
la cuestión del poder–, se remite, en última instancia, al problema de las
fuerzas productivas, cuando, precisamente, la problemática política que
plantea la ley del desarrollo desigual nos obliga a dirigirnos en la
dirección de situar la cuestión de la lucha de clases como la cuestión
central de la política proletaria. Trotsky no comprende las consecuencias
teóricas de aquella ley. La utiliza de manera oportunista (en 1906 no estaba
expresa en su teoría) y termina reculando ante el camino que abre a sus pies,
muy movedizo para él, acostumbrado a desenvolverse en el terreno de los
procesos políticos abstractos. Trotsky no comprende que la ley del desarrollo
desigual significa que, en un determinado lugar, la obstaculización del
desarrollo económico, el bloqueo de todo paso hacia la civilización y, en
suma, el estrangulamiento del proceso social provocan una ebullición de la
lucha de clases y una reorganización de la disposición de las mismas tales
que el estallido revolucionario en ese lugar pone a sus clases
revolucionarias precisamente en la vanguardia del proceso social general
(incluso desde la perspectiva internacional). A partir de aquí, el problema
no es principalmente económico, no se trata de priorizar la atención sobre el
estado de las fuerzas productivas, sino de buscar constantemente un
progresivo desplazamiento de la correlación de fuerzas de clase, tanto en el
ámbito nacional como en el internacional, favorable al campo revolucionario.
En este sentido, cobra importancia decisiva no anteponer la problemática de
las fuerzas productivas a la problemática de la lucha de clases. La
superposición que realiza Trotsky de la cuestión de las fuerzas productivas
sobre cualquier otro asunto relacionado con la revolución impide
sistemáticamente la correcta valoración de los elementos principales que
debemos tener en cuenta a la hora de abordar las tareas revolucionarias.
En realidad, el problema del desarrollo económico
–tomado aisladamente– durante el periodo de transición del capitalismo al
comunismo, durante la época de las revoluciones proletarias, es secundario.
La cuestión no reside en si un solo Estado puede dar el máximo de bienestar a
su pueblo, no se trata todavía de que “corran a chorro lleno los manantiales
de la riqueza colectiva”, como decía Marx hablando del comunismo. Y es que
Trotsky confunde socialismo con comunismo , la fase inferior o de
transición entre el capitalismo y el comunismo, la etapa en la que aún
existen las clases, la división del trabajo y el derecho burgués, con la
etapa donde ha sido suprimida la organización en clases de la sociedad, con
todas sus lacras. Durante el socialismo, pues, no se trata de resolver los
problemas materiales de la humanidad, sino de que el proletariado, desde su
lucha de clases, esté en condiciones cada vez mejores de emancipar a la humanidad.
Los factores sociales extraeconómicos cobran, entonces, especial importancia
en la sociedad de transición, durante el socialismo. ¡Naturalmente que un
solo país no puede emanciparse de la sociedad de clases apartado del resto de
los pueblos del mundo! Nadie podrá alcanzar el comunismo aisladamente
mientras el resto de las naciones viven en el capitalismo. Si la teoría de
Trotsky limitara su significado a esta perspectiva, a explicar el sentido
histórico, no político, del proceso revolucionario de emancipación del
proletariado internacional a escala histórica, entonces sería válida y habría
que aceptarla al mismo tiempo que la depositábamos en el museo de las grandes
verdades, por inútil para la práctica política cotidiana del proletariado.
Pero esta no es la cuestión. La cuestión consiste en que el desarrollo
desigual del capitalismo permite en un lugar y en un momento dados (eslabón
débil) una concentración tal de fuerzas sociales y de potencia revolucionaria
capaz de iniciar y dar continuidad al proceso de transformación
revolucionaria del capitalismo en comunismo a nivel internacional. De esta
manera, algunas de las cosas que Trotsky nos presenta como variables
inmutables o como condicionantes incuestionables de la revolución, como la
del carácter internacional de la revolución “obligado” por el carácter
internacional de las fuerzas productivas, se trastocan o pasan a un plano
subsidiario. Así, el problema de la relación económica entre el poder
revolucionario y los países imperialistas que le someten a un cerco económico
y militar, que Trotsky contempla como una desventaja porque impide utilizar
todos los recursos de la economía mundial en provecho del proletariado
revolucionario , se troca en la necesidad de la independencia
económica respecto a ese cinturón militar; en otros términos, la necesidad de
construir una economía interior equilibrada y suficiente frente a la
exigencia trotskista de la necesaria integración mundial de la economía
proletaria bajo peligro de muerte. Y es que no se trata de construir de
manera inmediata una idílica isla paradisíaca en medio del depravado océano
capitalista, sino de crear un instrumento más al servicio de la lucha de
clases nacional e internacional del proletariado triunfante. La economía se
pone al servicio de la lucha de clases, no al revés. Cuando el proletariado
esté en condiciones de derrotar definitivamente al capital, tirará al cuarto
trastero de la historia, junto con el resto de sus instituciones, la división
internacional del trabajo imperialista y la organización de las fuerzas
productivas al modo capitalista, cuestión ésta que Trotsky, quien las
contempla embobado como ídolos que hay que adorar, ni siquiera se plantea.
Más bien da a entender, por el contrario, que para él se trata de
instituciones neutras que el proletariado puede poner
tranquilamente a su servicio, sin pensar en revolucionarizarlas antes.
El caso es que la interpretación
tecnocrático-economicista del concepto de fuerzas
productivas , tan caro para
Trotsky como para los mencheviques, gracias a la correcta y a la coherente
aplicación de la teoría de la revolución proletaria a partir de la ley del
desarrollo desigual, se ve superada por el reencuentro con la interpretación
verdaderamente marxista que otorga al proletariado como clase el papel de
fuerza productiva principal del desarrollo social. Tenía razón Stalin, en
efecto, cuando reprochaba a Trotsky su falta de fe en el proletariado ruso . De la teoría del desarrollo
desigual deriva la constatación de que la posición política del proletariado
revolucionario, su potencial creativo y su capacidad táctica y estratégica
para afrontar los avatares de la lucha de clases nacional e internacional se
sitúan en el primer plano del proceso de construcción de la nueva sociedad,
mientras que pasa a segundo término todo planteamiento basado en la
problemática economicista de las fuerzas productivas al estilo trotskista.
* * * *
.
Así fue llamada una crisis provocada por la
sobrevaloración de los productos industriales frente a los agrícolas, que
colapsó el intercambio campo-ciudad. Esta política económica de transferencia
intensiva de valor del campo hacia la industria era, precisamente, la que
patrocinaba Trotsky con su política de centralización y planificación
económica).
Desde el punto de vista económico, Trotsky señala en
1930 lo que considera la contradicción fundamental de un país, como la URSS,
que pretende construir el socialismo de manera aislada: “la que existe entre
el carácter de concentración de la industria soviética, que abre los cauces a
un ritmo de desarrollo jamás conocido, y el aislamiento de esa economía, que
excluye la posibilidad de volver a aprovecharse como en condiciones normales
de las reservas de la economía mundial.” (TROTSKY: La
revolución permanente , p. 34). Arriba, en cambio, ya señalamos que Lenin
defendió la idea de que el país que está construyendo el socialismo puede
aprovecharse del mercado mundial (Cfr ., LENIN: O.C ., t. 44, pp. 310-314).
El elocuente silencio que recorre las páginas de las
memorias de Trotsky sobre la preparación, el contenido y el propio proceso de
los debates de este periodo no hacen más que arrojar sospechas sobre su
actividad, nada aclarada, en este periodo. ¡Y no digamos del modo
melodramático con que afirma reconocerse como el continuador de la obra de
Lenin!: “Ahora, me daba más clara cuenta de quiénes eran aquellos
‘discípulos' que seguían fielmente al maestro en los pequeños detalles, pero
no en lo que tenía de verdaderamente grande. Con el aire del mar que entraba
en mis pulmones, todo mi ser respiraba la certeza absoluta de que en aquella
campaña contra los epígonos, el derecho histórico estaba de mi lado...”
(TROTSKY: Mi vida . Ed. Akal. Madrid, 1979; p.
533).
PROCACCI: Op. cit ., p. 31.
Trotsky no hace mención a su teoría expresamente,
sino introduciendo sus elementos soslayadamente en la narración histórica:
“Ya en vísperas de la revolución de 1905, Lenin
indicó esta peculiaridad de la revolución rusa con la fórmula: ‘Dictadura
democrática del proletariado y de los campesinos'. Esta fórmula, en sí y de
por sí, sólo podía indicar una etapa del camino hacia la dictadura socialista
del proletariado, que se apoya en los campesinos, como lo ha demostrado todo
el desarrollo siguiente” ( Ibídem , p. 34). También, cfr ., ibíd ., pp. 38 y 39.
Cfr ., BUJARIN, N.: Acerca de
la teoría de la revolución permanente ; en PROCACCI: Op. cit ., pp. 99-106.
STALIN, J.: Obras . Ed. VOSA. Madrid, 1984; tomo
VI, p. 366. Trotsky decía en 1928, rememorando su actitud hacia la consigna
de Lenin de 1905:
“'Claro está [escribía en 1909] que la diferencia
que los separa ante este problema es muy considerable: mientras que los
aspectos antirrevolucionarios del menchevismo se manifiestan ya con toda su
fuerza en la actualidad, los rasgos antirrevolucionarios del bolchevismo sólo
significan un peligro inmenso en caso de triunfar la revolución'.
En enero de 1922, añadí la siguiente nota a este
pasaje del artículo, reproducido en la edición rusa de mi libro 1905 :
‘Esto, como es notorio, no sucedió, pues bajo la
dirección de Lenin el bolchevismo efectuó (no sin lucha interior) un reajuste
ideológico respecto a esta importantísima cuestión en la primavera de 1917,
esto es, antes de la conquista del Poder.'” (TROTSKY: La
revolución permanente , p. 165).
STALIN: Op. cit ., p. 390.
Faltan, por ejemplo, el concepto explícito de
eslabón débil de la cadena imperialista -vinculado estrechamente a la
problemática del desarrollo desigual, según el punto de vista leninista-, y
la ligazón completa entre estas condiciones objetivas de la Revolución
Proletaria Mundial y el factor subjetivo, la correlación política de las
fuerzas de clase revolucionarias.
“Pero que la presión internacional por sí sólo no
basta, lo demostró con excesiva claridad la guerra imperialista, la cual se
desencadenó a pesar de todas las ‘presiones'. Finalmente, y esto es lo
principal, si la presión del proletariado en los primeros y más críticos años
de la República Soviética resultó eficaz fue únicamente porque se trataba
entonces, para los obreros de Europa, no de presión, sino de lucha por el
Poder, lucha que además tomó más de una vez la forma de guerra civil.”
(TROTSKY : La revolución permanente , p. 201).
STALIN: Op. cit ., pp. 393 y 394.
Ibídem , p. 395.
TROTSKY: La revolución
permanente , p. 171.
Ibídem , p. 187.
Ibíd ., p. 24.
“Si admitimos por un momento la posibilidad de
llegar a realizar el socialismo, como sistema social definido, dentro de las
fronteras nacionales de la URSS, estaríamos ante el triunfo definitivo, pues,
¿qué intervención cabría después de esto? El régimen socialista presupone una
técnica, una cultura y una gran solidaridad por parte de la población. Como
hay que suponer que en la URSS, en el momento en que esté acabada la
edificación socialista, habrá por lo menos doscientos cincuenta millones de
habitantes, ¿qué país capitalista o qué coalición de países se atrevería a
arrostrar una intervención en condiciones semejantes?” ( Ibíd ., p. 29). ¡Qué duda cabe de
que inconscientemente Trotsky está suplantando el contenido de la sociedad de
transición (socialista) con el de la sociedad comunista! Alto desarrollo
técnico, alta cultura para todos y una solidaridad generalizada en el pueblo
–lo que supone la no existencia de clases-, son atributos no de la sociedad
de transición, sino del comunismo. Trotsky incurre en un error teórico del
que no era ajena la mayoría de los dirigentes bolcheviques –incluyendo en
algunas ocasiones también a Lenin. Gran parte de los debates que continuaron
teniendo lugar en el seno del bolchevismo tras la derrota de Trotsky en el
invierno de 1924-1925, fueron estériles por cuanto se basaban en problemas
nominalistas sin ningún contenido real, como el de diferenciar –tal como hace
Trotsky en esta cita– entre “triunfo del socialismo” y “triunfo definitivo del socialismo”, como si el
triunfo definitivo del socialismo, o sea, la culminación de la sociedad de
transición, fuera otra cosa diferente del comunismo. Observadas las cosas
desde este punto de vista, comprobamos que la teoría de la Revolución Permanente,
por cuanto consiste en la conquista inmediata de las fuerzas productivas en
posesión del capital a escala global –pues cuantas más sean las
interposiciones que sufra en este cometido, mayores serán las probabilidades
de derrota-, supone, en el fondo, la invitación al proletariado para que dé
un salto directo desde el capitalismo hasta el comunismo, lo cual la coloca
más cerca del anarquismo que del marxismo. El dominio de la problemática de
las fuerzas productivas en el pensamiento de Trotsky le lleva a identificar
el objetivo de la emancipación del proletariado con la apropiación de esas
fuerzas económicas, olvidándose de toda la compleja problemática sociológica
que plantea Marx en su Crítica del Programa de Gotha , donde concede a la
emancipación del proletariado el sentido del proceso de apropiación de sus condiciones de existencia, a diferencia del
economicismo trotskista que se remite a la apropiación de sus medios de existencia.
“La debilidad de la economía soviética, además del
atraso que heredó del pasado, reside en su aislamiento actual, esto es, en la
imposibilidad en que se halla de utilizar los recursos de la economía mundial
no ya sobre las bases socialistas, sino por medios capitalistas, en forma del
crédito internacional bajo las condiciones normales y de la ‘ayuda
financiera' en general, que desempeña un papel decisivo con respecto a los
países atrasados.” ( Ibíd ., p. 33).
Cfr ., STALIN: Op.
cit., p. 397.//.
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1941 - 1945: Del desastre a la víctoria http://www.geocities.com/gogoz666/ ... Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo ... Colectivo Odio de Clase, España
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25/1/2014 - Pero hoy vamos a hablar de un texto publicado en esa web ..... Este ha resultado ser el caso del colectivo Odio de Clase, que aún mantiene sus ..... Y esode que “ODC somos enemigos de los trotskistas” pero le bailo el agua ...
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Los señores del CR PCE, además de su oportunismo y trotskismo, tienen todas las..... El Colectivo de Odio de Clase, por su férrea identificación y defensa del ...
El Partido “Comunista” de Nepal reconoce el papel de León ...
rsamadrid.wordpress.com/.../el-partido-comunista-de-nepal-reconoce-el-...
24/7/2011 - Extraído de nuestros camaradas y compeañeros de Odio de Clase: ...Colectivo Odio de Clase. ... del Partido Comunista del Nepal publicó un artículo de Baburam Bhattarai, quien afirmaba que “el trotskismo es más relevante ...
Sobre el trotskismo abierto o encubierto en el tema de Venezuela
Actualmente abundan, como parte de la situación de gran confusión y dispersión que vive el Movimiento Comunista Internacional, toda clase de seudoizquierdistas (se dicen unos "maoístas", otros "hoxhistas", otros con otras etiquetas) que supuestamente son enemigos del trotskismo, que de palabra le repudian y maldicen, pero que en la practica actúan como los más trotskistas de los trotskistas haciendo el juego al imperialismo y la reacción e incluso actuando como auténticas quintas columnas de los mismos.
Es injustificable que en la situación actual en que el imperialismo yanqui está maniobrando para derrocar al gobierno de Venezuela, que esta conspirando para propiciar un golpe de Estado o directamente una agresión militar abierta o a través de otros países satélites estos seudoizquierdistas llamen al pueblo a la equidistancia, a la desmovilización frente a estas amenazas. Esto es sumamente grave.
Si hay un golpe de Estado militar del estilo del que se produjo en Chile contra el gobierno de Allende en 1973 ¿Quiénes se creen estos seudoizquierdistas que van a ser las victimas? ¿ que consecuencias tuvo el golpe de Estado en Chile en 1973? Si hay una intervención militar contra Venezuela ¿Quiénes van a morir y sufrir las consecuencias señores seudoizquierdistas?
Con su llamado a la equidistancia y a la no movilización frente a las amenazas que atraviesa Venezuela actualmente ¿a quienes se creen que están beneficiando señores seudoizquierdistas?
Venezuela no es un país socialista, todavía no ha roto con la democracia burguesa ni con el capitalismo. Su gobierno no ha modificado la naturaleza de clase del estado reaccionario, no ha derribado las viejas estructuras, sigue administrando y desarrollando un programa político-económico en servicio de la clase burguesa y los explotados siguen estando explotados. Todo eso no debe dejar de denunciarse pero el gobierno actual representa un cambio importante con respecto a los gobiernos de personajes como Carlos Andrés Pérez y un progreso en la situación de las clases populares así como mayor independencia y soberanía frente al Imperialismo. Es por así decirlo un gobierno «nacionalista-reformista-progresista» que ha mejorado las condiciones generales de los sectores populares y esto solo lo pueden negar los que viven en la luna y no pisan tierra o los que consciente o inconscientemente actúan como quinta columnas del Imperialismo.
¿Porque se creen estos seudoizquierdistas que el Imperialismo Yanki esta maniobrando para tumbar al gobierno de Venezuela?
En el tema de Venezuela se puede y se debe ser muy críticos con el proceso bolivariano y muy duros con el reformismo y revisionismo del llamado "socialismo del siglo XXI" pero bajo ninguna circunstancia se puede llamar a la equidistancia frente a las amenazas y maniobras del Imperialismo, ni equiparar al agresor (imperialismo yanqui y sus agentes en Venezuela) con el agredido ( el gobierno y el pueblo de Venezuela). Esto es intolerable y criminal, es favorecer al Imperialismo y sus maniobras, es desmovilizar al pueblo de Venezuela y el Mundo frente a estas amenazas, es actuar como auténticas quintas columnas del Imperialismo Yanki.
Por este tema actualmente las relaciones de ODC con algunas organizaciones con las que tuvimos relación en el pasado penden de un hilo, que en cualquier momento se puede romper. Esto no es una amenaza, es una constatación. Nosotros no amenazamos, nosotros actuamos.
Como en el tema de Venezuela estas organizaciones crucen la raya de lo que nosotros consideramos tolerable romperemos radicalmente toda relación con estas organizaciones.
ODC no estamos dispuestos a mantener relación con quien haga el juego o favorezca al Imperialismo yanqui con sus posturas. ODC no estamos dispuestos a que frente a las amenazas de golpe de Estado y agresión militar imperialista que enfrenta actualmente Venezuela se llame a la equidistancia o peor aun se cargue contra el país que enfrenta las amenazas. Esto es favorecer al imperialismo y actuar como quintas columnas del mismo y romperemos toda relación con quien actué así.
Frente a las amenazas imperialistas hay que cerrar filas con Venezuela y su pueblo, lo cual no quiere decir que apoyemos al reformismo pero si que apoyamos al país oprimido.
Trotskismo y seudo-izquierdismo: el brazo "izquierdo" del Imperialismo
En la actualidad el Imperialismo tiene un aliado fundamental para sus maniobras y crímenes: los trotskistas y toda clase de seudo-izquierdistas (con diferentes etiquetas), que unas veces directamente justifican sus acciones (ayuda "humanitaria" dicen) y otras veces indirectamente despejan el terreno para que los imperialistas puedan actuar al criminalizar al país agredido y sembrar confusión y división en el seno del pueblo.
Son un brazo "izquierdo" fundamental para el Imperialismo que actúa como quinta-columna del mismo en el seno del pueblo creando confusión, división y desmovilizando al pueblo frente a los crímenes del Imperialismo.
Estos elementos se presentan ante el pueblo con fraseología hiper-revolucionaria, altisonante e izquierdista. Se hacen pasar por más revolucionarios que nadie aunque en realidad detrás de su purismo trotskizante sus posturas ayudan objetivamente al Imperialismo.
Es fundamental combatir y denunciar a este brazo "izquierdo" del Imperialismo, conformado unas veces por oportunistas recalcitrantes y otras veces por agentes infiltrados del enemigo en el seno de organizaciones populares y de izquierdas a las cuales manipulan para servir a los intereses del Imperialismo y la Reacción.
Algunas características de este brazo "izquierdo" del Imperialismo son las siguientes:
Equiparar y poner al mismo nivel al agresor y al agredido. Igualan y ponen al mismo nivel al Imperialismo yanqui y sus peones reaccionarios que al gobierno de un país oprimido que lucha por defender su soberanía frente a la agresión imperialista.
Frente a la agresión imperialista de un país oprimido mantienen una postura equidistante entre el agresor y el agredido llevando a dejar al país agredido solo y despejando el terreno para que el agresor actué.
En vez de denunciar al agresor imperialista y apoyar al país agredido se dedican a condenar en abstracto y genéricamente la guerra imperialista, al mismo tiempo que atacan al país y gobierno que es victima de la agresión imperialista dando argumentos a la agresión imperialista.
En vez de llamar al pueblo a denunciar y movilizarse contra las guerras imperialistas condenan tanto al agredido como al agresor y llaman al pueblo a no tomar partido entre los dos "bandos".
Después de verse las consecuencias de estas posiciones en los casos de Libia y Siria donde estos "izquierdistas" adoptaron una postura equidistante y sin implicarse activamente en la denuncia de la agresión imperialista y la defensa del país agredido ya a nadie engañan y su postura ya no puede ser calificada de "izquierdismo inconsciente". Son auténticos trotskistas (a veces bajo otras etiquetas) y quinta-columnistas abiertos.
Esta pasando actualmente con las maniobras del imperialismo yanqui contra Venezuela y Ucrania.
En los casos de Libia y Siria la postura de estos "izquierdistas" facilito la no suficiente movilización y denuncia de la agresión imperialista y ello supuso miles de victimas inocentes a manos del imperialismo y sus mercenarios. En Libia el imperialismo provoco cientos de miles de muertos y dejo un país completamente destrozado con una situación actual inmensamente peor a la anterior a la agresión.
Aparte de los trotskistas destacan algunos grupos que etiquetándose "maoístas" o "hoxhistas" actúan igualito que los trotskistas y con posiciones calcadas a los mismos. En el caso concreto de los "maoístas trotskizantes" van contra el criterio de partidos maoístas como el Partido Comunista de la India (Maoísta) y el Partido Comunista de Filipinas, los cuales se han pronunciado de manera clara del lado de los países agredidos por el Imperialismo (Siria, Libia, etc.) así como en defensa de Venezuela frente a las maniobras del Imperialismo. Es decir estos oportunistas se presentan como "maoístas" actuando como trotskistas y encima contra la posición de partidos maoístas que encabezan guerras populares y luchas revolucionarias muy avanzadas en la India y Filipinas. Y encima no solo no se les cae la cara de vergüenza sino que acusan a otros de falsos maoístas.
Se puede ser muy críticos con el país agredido pero nunca jamás se puede llamar a la equidistancia y a la no movilización frente a una agresión imperialista. Los comunistas y revolucionarios siempre deben cerrar filas y posicionarse del lado del país oprimido que es agredido por el imperialismo.
En el caso concreto de Venezuela es injustificable que en la situación actual en que el imperialismo yanqui está maniobrando para derrocar al gobierno, que esta conspirando para propiciar un golpe de estado reaccionario o directamente una agresión militar estos seudoizquierdistas se dediquen a atacar de forma desproporcionada y similar a la derecha golpista a Venezuela y llamen al pueblo a la equidistancia, a la desmovilización frente a estas amenazas. Esto es sumamente grave.
Es importante comprender que el imperialismo no opera sólo con su brazo derecho, sino también con su brazo "izquierdo". En este caso, el brazo "izquierdo" lo constituyeron las organizaciones “trotskistas” o seudo-izquierdistas que por ejemplo en el caso de Libia acompañaron desde el inicio la ofensiva imperialista, agitando la consigna de “Abajo Gadafi”. Presentando a Gadafi como “tirano”, como “dictador”, como “genocida”, como amigo de sus enemigos, perseguían el propósito de prevenir una eventual simpatía que su lucha patriótica pudiera despertar entre las masas oprimidas, que saben por instinto quién es quién en la arena de la política mundial. ¡Y vaya que lo consiguieron!
La función objetiva de estos grupos fue evitar que se generara una corriente de opinión internacional que estorbara el desenvolvimiento de la agresión imperialista a Libia. Ahora están repitiendo lo mismo con Siria, Venezuela o Ucrania.
El "izquierdismo" trotskizante, el ninismo (ni con el agresor ni con el agredido) al final lleva a hacer el juego al Imperialismo y actuar como quintas columnas del mismo.
Desde ODC llamamos a combatir y denunciar a este trotskismo abierto o encubierto, brazo "izquierdo" del Imperialismo y quinta-columna del mismo en el seno del pueblo.
Nepal: ex-maoístas declaran "vamos a seguir" el camino del capitalismo para 'lograr' el comunismo
Introducción de ODC:
Siete años después de abandonar la Guerra Popular revolucionaria y el desmantelamiento del Ejército Popular de Liberación, los ex-maoístas liderados por Prachanda y Bhattarai ahora están quitandose cualquier mascara y defendiendo abiertamente el más miserable revisionismo.
Muchos recalcitrates oportunistas "mlm" apoyaron a estos traidores cuando cualquier ciego podía ver el camino hacia donde estaban transitando y al mismo tiempo descalificaban las críticas y denuncias de esta traición como ataques dogmáticos.
Hoy ha quedado demostrado lo viles e injustas que eran estas acusaciones de los recalcitrantes oportunistas "mlm" defensores de Prachanda. Actualmente estos oportunistas recalcitrantes "mlm" que ayer defendieron a muerte a Prachanda, hoy han pasado a defender a Kiran y sus secuaces los cuales representan una continuidad del oportunismo prachandista con mascara roja.
Estos falsos "maoístas" y en realidad revisionistas han celebrado recientemente su 7º Congreso y en él han contado como invitados de honor con una delegación del estado imperialista, capitalista y revisionista de China. ¡Que gran honor los revisionistas chinos como destacados invitados!
Mientras Prachanda y Battarai se venden al imperialismo de India y EE.UU los falsos maoístas liderados por Kiran buscan ponerse al servicio del imperialismo de China.
Desde ODC, también con nuestros errores pues no somos perfectos, hemos venido denunciando con firmeza e implacablemente a estos recalcitrantes oportunistas "mlm" que siguen apoyando a los traidores y revisionistas de Nepal.
De manera sorprendente hemos sido atacados con furia y manifiesta beligerancia por unos supuestos “maoístas rojos” llamados Comité de Reconstrucción del Partido Comunista del Ecuador (CR PCE), que en realidad nos atacan para auxiliar a los recalcitrantes oportunistas "mlm" que siguen apoyando la traición de Nepal.
Nosotros sostenemos que estos señores del CR PCE bajo la careta de maoístas en realidad son oportunistas trotskistas que al igual que hizo Trotsky, posan a la izquierda pero en realidad ayudan a la derecha. Y como buenos trotskistas son una especie de quinta columna aliada del revisionismo.
Poco a poco el trabajo del blog ODC ha ido llegando a mucha gente y cumpliendo una labor, cosa que modestamente si nos llena un poco de orgullo, pues hemos puesto muchas ganas y esfuerzos en ello. Indudablemente cometemos errores, nunca lo hemos negado, y cuando nos damos cuenta de los mismos los corregimos. Siempre hemos tratado de ser humildes y recibir con los brazos abiertos las críticas con buenas intenciones. Para nosotros tiene más merito el que reconoce que se equivoca en ocasiones y se autocrítica, que el que nunca reconoce errores, que se cree perfecto y se muestra arrogante y prepotente ante los demás.
Los señores del CR PCE, además de su oportunismo y trotskismo, tienen todas las características que nosotros odiamos y despreciamos: engreimiento, altivez, prepotencia, soberbia y despotismo.
Nos insultan a nosotros obreros de pequeño-burgueses (que duda cabe que como todos recibimos influencias de otras capas sociales) cuando los señores dirigentes del CR PCE son la reencarnación del intelectual engreído pequeño-burgués altivo y déspota. Tienen la misma actitud y comportamiento que tenia Trotsky y además actúan como él. En esencia, al igual que el MRI, rezuman pequeña-burguesía y oportunismo por todos sus poros.
Estos oportunistas déspotas y engreídos luchan por resucitar un MRI que es actualmente sinónimo de Revisionismo y Oportunismo, y totalmente desprestigiado ante las masas. En su último dardo venenoso nos descalifican como "liquidacionistas de izquierdas" y cargan también contra el Partido Comunista de Turquía/ Marxista-Leninista (TKP/ML).
Hoy oportunistas derechistas e izquierdistas se unen para intrigar y atacar a la izquierda proletaria MLM, intransigente con el oportunismo y revisionismo, que poco a poco se abre camino. Los señores seudo-intelectuales pequeño-burgueses engreídos del CR PCE se han situado donde les corresponde: junto a la derecha.
Nepal: ex-maoístas declaran "vamos a seguir" el camino del capitalismo para 'lograr' el comunismo.
En la imagen el perro traidor Prachanda lamiendo la bota del imperialismo
En un importante cambio de política, los ex-maoístas de Nepal van a decidir adoptar un nuevo camino hacia el socialismo a través del capitalismo y también van a renunciar a su postura anti-India en la próxima convención nacional del partido.
Unos 2.500 delegados del gobernante PCNU-Maoísta asistirán a la convención de seis días, que tendrá lugar después de un intervalo de más de 20 años, que comienza el sábado en el municipio central de Nepal Hetauda en un intento de reformar el partido y convertirlo en una corriente política acorde con su línea actual.
"Vamos a seguir" el camino del capitalismo, para la consecución del comunismo en lugar de perseguir "Nueva Democracia" tal como fue propuesto por el presidente Mao Zedong ", dijo Narayan Kaji Shrestha, vice-presidente del PCUN-maoísta y el vice primer ministro.
"La oposición a la India no puede ser la base de la política nacional", dijo Shrestha, haciendo alusión a un cambio en la lucha contra la India de los ex-maoístas.
"Las buenas relaciones con nuestros vecinos India y China podrían mantenerse sin comprometer la independencia nacional y la seguridad de nuestra autoridad para decidir nuestro destino por nosotros mismos", dijo.
Shrestha subrayó la necesidad de reorientar el rumbo ideológico y pasar del "socialismo a través de la nueva democracia", tal como fue propuesto por Mao en China para lograr el "socialismo a través del capitalismo".
"Hemos llegado a la conclusión de que no era posible alcanzar el socialismo a través del modelo de la nueva democracia en el actual contexto político global", dijo Shrestha.
A medida que la sociedad tiene el capitalismo el partido ha decidido cambiar de rumbo ideológico, dijo.
"Para lograr esta política nacional los programas deben enmarcarse y aplicarse de acuerdo con la manera socialdemócrata, manteniendo el espíritu del comunismo", dijo Shrestha.
"Tenemos que mantener el espíritu comunista, pero los programas deben ser socialdemócratas para que podamos alcanzar el socialismo por el capitalismo", dijo el vicepresidente.
PURO, VULGAR Y REPUGNANTE REVISIONISMO.
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Publicado por Odio de Clase en 02:56
sábado, 2 de febrero de 2013
Declaración Conjunta
¡LA UNIDAD INTERNACIONAL DE
LOS COMUNISTAS EXIGE LA DERROTA
DEL REVISIONISMO AVAKIANISTA, DEL
CENTRISMO Y TODAS LAS FORMAS
DE REVISIONISMO!
Hace un año, nueve partidos y organizaciones comunistas de varios países proclamaron en una Declaración Conjunta: ¡La Unidad Internacional de los Comunistas Exige la Derrota del Revisionismo y del Centrismo!.[1] Denunciaron una vez más la traición revisionista de la revolución en Nepal, reconocieron el colapso del Movimiento Revolucionario Internacionalista como centro dirigente, rechazando las teorías revisionistas del Partido Comunista de Nepal (maoísta) y del Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos PCR,EU, que condujeron ese movimiento a la bancarrota. Llamaron a los Marxistas Leninistas Maoístas a luchar por la unidad internacional de los comunistas, demoliendo las falsas teorías revisionistas y las posiciones eclécticas del centrismo, trazando un profundo deslinde entre el marxismo y el oportunismo en toda la línea general del Movimiento Comunista Internacional, como firme base de unidad para construir la nueva Internacional.
Siguiendo esa correcta línea, hoy en este nuevo aniversario del nacimiento del Presidente Mao Tse-tung, maestro en la lucha irreconciliable contra el oportunismo, denunciamos la llamadanueva síntesis de Avakian, adoptada desde el 2008 por el Partido Comunista Revolucionario, Estados Unidos PCR,EU, como una forma de revisionismo, peligro principal actual para la unidad del Movimiento Comunista Internacional.
Es una línea revisionista, más peligrosa aún que el revisionismo prachandista, por cuanto se presenta a sí misma como “una visión más radical del comunismo”. Según el PCR,EU: “En filosofía y método, la nueva síntesis, en un sentido importante, está refundamentando el marxismo de manera más global sobre sus raíces científicas”. En las propias palabras de Avakian, refiriéndose a toda la experiencia del Movimiento Comunista Internacional: “también he analizado a fondo los errores, así como los puntos débiles en cuanto a concepción y método que contribuyeron a esos errores. Sobre esa base, he forjado un marco teórico cohesionado, integral y global, o sea, una síntesis. Aunque sin duda alguna este avance surge de lo que ha venido antes y avanza a partir de ello, implica también, como elemento crucial, autentica ruptura con la concepción y la experiencia anterior, por lo cual la llamamos una nueva síntesis”.
Es una peligrosa teoría revisionista que abandona el método materialista dialéctico del marxismo, reniega de la experiencia histórica en la lucha del proletariado por el socialismo y el comunismo, y repudia la Dictadura del Proletariado, piedra de toque para diferenciar entre marxismo y oportunismo.
Es una peligrosa teoría revisionista por cuanto se presenta como una superación de los supuestos errores del marxismo y como continuadora suya, siendo en realidad una rupturacon el Marxismo Leninismo Maoísmo, una teoría post marxista leninista maoísta, nueva forma de revisionismo con el viejo y podrido contenido oportunista.
La “nueva síntesis” del PCR,EU ha abandonado el método científico de pensamiento del marxismo revolucionario, para abrazar el idealismo subjetivo, desconociendo el determinismo en el movimiento de la materia, donde el capitalismo en su fase agonizante, imperialista, está determinado históricamente a ser sustituido por el socialismo en todo el mundo. Rechaza el carácter determinante de las contradicciones internas de la sociedad y los procesos revolucionarios de los distintos países, lo cual conlleva a desconocer las fuerzas reales de la revolución, y a la impotencia para trazar una estrategia y una táctica revolucionarias.
El método idealista subjetivo de la “nueva síntesis” ha llevado a sus adeptos a despreciar la existencia objetiva del proletariado, única clase actual consecuentemente revolucionaria, reduciéndolo a un mero ideal, que en el mejor de los casos sería representado por la intelectualidad pequeño burguesa, la base social de interés para la “nueva síntesis”, para la cual el proletariado ha sido “reificado” por el marxismo desde el mismo Marx, y sobre todo por la Internacional Comunista. En consecuencia, la necesidad del Partido del Proletariado resulta una mera formalidad, siendo diluido en “un movimiento para la revolución” adoctrinado en los mandamientos de la “nueva síntesis”.
La “nueva síntesis” del PCR,EU es una peligrosa teoría revisionista que bajo el pretexto de no“aferrarse de manera religiosa a toda la experiencia anterior y a la teoría y el método asociados con ella”, renuncia a la rica experiencia de lucha del proletariado mundial, desechando el pasado glorioso de la Internacional Comunista y la construcción del socialismo en Rusia y China. Así renuncia a la teoría marxista leninista maoísta, puesto que “La teoría es la experiencia del movimiento obrero de todos los países, tomada en su aspecto general.”[2] De ahí, que el PCR,EU divida la historia del Movimiento Comunista Internacional en una primera etapa que comienza con el Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels y culmina con la derrota del proletariado en China en 1976; y una segunda etapa, correspondiente a la “nueva síntesis” y al “nuevo manifiesto” del PCR,EU, presentados como superiores al viejo Marxismo y al viejo Manifiesto, considerados caducos.[3]
No por casualidad el revisionismo prachandista y el revisionismo avakianista coinciden en declarar insuficiente el Marxismo Leninismo Maoísmo para resolver los problemas de la revolución en el Siglo 21, y por ende, declaran insubsistente la teoría leninista sobre el imperialismo, capitalismo en descomposición más allá del cual sólo sigue la Revolución Proletaria Mundial y el Socialismo. Contra el marxismo de la época del imperialismo, la “nueva síntesis” del PCR,EU revive y desempolva viejas teorías revisionistas emparentadas con elultraimperialismo kautskista; toma la palabrería burguesa de la “globalización”; se levanta sumisa contra el imperialismo yanqui ante cuya supuesta imbatibilidad, el proletariado y los pueblos del mundo solo pueden resistir.
Contra el inevitable desarrollo de la lucha de clases hacia la Dictadura del Proletariado, y contra la Gran Revolución Cultural Proletaria en China que enseñó en la teoría y en la práctica la necesidad de Continuar la Revolución bajo la Dictadura del Proletariado, afirmándola como la piedra angular del marxismo, la “nueva síntesis” del PCR,EU opone la teoría burguesa del“derecho a disentir”, tomada del reaccionario John Stuart Mill, y presentada en una versión refinada de la prachandista “democracia multipartidista”, para otorgar a la burguesía en el socialismo completa libertad, medios de propaganda y libre organización política. Para la “nueva síntesis” del PCR,EU, en el socialismo la Dictadura del Proletariado es apenas una “palabreja” como la llamó Kautsky, donde solo hay “personas” y no clases en lucha antagónica, y la continuación de la revolución queda reducida a las fantasías y ejercicios intelectuales de los pequeñoburgueses, mientras los obreros y campesinos seguirán siendo esclavos asalariados apéndices de las máquinas y la tierra.[4]
La “nueva síntesis” presentada ostentosamente por el PCR,EU como “el comunismo de la nueva etapa”, es en realidad una abjuración del marxismo revolucionario, una traición de la propia Declaración del MRI en 1993 ¡Viva el Marxismo Leninismo Maoísmo!; es revisionismo post marxista leninista maoísta, inservible para dirigir la lucha del proletariado revolucionario, y principal peligro de la unidad internacional de los auténticos marxistas leninistas maoístas, obligados a librar una lucha despiadada para destrozar sus argumentos, demostrar su carácter reaccionario, descubrir sus nexos con viejas ideas burguesas, y su identidad con las rancias teorías oportunistas.
Reafirmamos la vigencia del Marxismo Leninismo Maoísmo como ciencia de la Revolución Proletaria Mundial. Defendemos el legado de nuestros maestros Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao; la experiencia histórica del movimiento obrero internacional, aprendiendo de sus victorias y derrotas en las grandes batallas por construir la organización Internacional de los comunistas, por conducir a las masas al triunfo de la Revolución de Nueva Democracia y Socialista, y por construir el nuevo Estado de Dictadura del Proletariado. Reafirmamos nuestra decisión inquebrantable de luchar por la unidad en una nueva Internacional Comunista basada en el Marxismo Leninismo Maoísmo, absolutamente necesaria para dirigir la Revolución Proletaria Mundial al triunfo sobre el sistema imperialista.
¡CONTRA LA REVISIONISTA “NUEVA SÍNTESIS” DEL PCR,EU: VIVA EL MARXISMO LENINISMO MAOÍSMO!
¡POR UNA NUEVA INTERNACIONAL COMUNISTA BASADA EN EL MARXISMO LENINISMO MAOÍSMO: ADELANTE!
26 de Diciembre 2012
Communist Party Marxist-Leninist-Maoist [Bangladesh]
Afghanistan workers organization (MLM)
Arab Maoists
Centre Marxiste-Léniniste-Maoïste - Belgique
Colectivo Odio de Clase – Estado Español
Grupo Reconstrucción - PERUCRPM – Estado Español
Organización Comunista Bandera Roja – Estado Español
Partido Comunista de Ecuador – Sol Rojo
Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá
Partido Comunista de Perú – Comité Base Mantaro Rojo
Unión Obrera Comunista (MLM) – Colombia
[1] Ver El pensamiento crítico y la búsqueda de la verdad: hoy y en la sociedad socialista – Raymond Lotta.
[1] Declaración firmada por Arab Maoists, Colectivo Odio de Clase - Estado Español, Parti Communiste Marxiste-Léniniste-Maoïste – France, Partido Comunista del Ecuador Sol Rojo, Partido Comunista del Perú - Base Mantaro Rojo, Partido Comunista Popular Maoísta – Argentina, Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá, Proletarian Party of East Bengal (PBSP) (Maoist Unity Group)/Bangladesh, Unión Obrera Comunista (MLM) – Colombia.
[2] J, Stalin, Fundamentos del Leninismo.
[3] Ver “El Comunismo: El Comienzo de una nueva etapa”.
[4] Ver El pensamiento crítico y la búsqueda de la verdad: hoy y en la sociedad socialista – Raymond Lotta.
Comunicado del Comité Base Mantaro Rojo del Partido Comunista del Perú
¡ENARBOLAR, DEFENDER Y APLICAR EL MAOÍSMO Y EL PENSAMIENTO GONZALO!
COMITÉ BASE MANTARO ROJO DEL
PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ
03 DE DICIEMBRE DE 2012
Estimados camaradas, combatientes, milicianos y masas rojas:
¡Combatir y resistir por la unidad de los comunistas y lucha contra los imperialistas!, en el año en curso vemos que las masas en el mundo quieren transformación, cambiar, poner boca bajo el mundo en beneficio de los pueblos y los oprimidos, pero falta algo y es que se sigue insistiendo desde los 80 el Partido, es crear, reconstituir partidos comunistas militarizados que adopten el marxismo leninismo y maoísmo como guía ideológica, que la única forma de tomar el Poder es mediante la guerra popular sin conciliación de clase.
En el contexto internacional saludar a las masas rojas de la India que llevan adelante la guerra popular para tomar el Poder en beneficio de los oprimidos, bajo la dirección del Partido comunista de la India (maoísta) están derrotando la “Operación Cacería Verde” que busca aniquilar la esta guerra justa de los oprimidos Naxalitas, ante el genocidio artero de las genocidas fuerzas armadas del Estado fascista de la India, quienes también celebran el aniversario del Ejército Guerrillero Popular de Liberación (PLGA), que coincide con un aniversario más de Ejército Popular de Liberación (EPL) del PCP, así como también el setentaiocho aniversario del nacimiento del más grande marxista-leninista-maoísta viviente sobre la Tierra el Presidente Gonzalo. Augurando a la guerrilla maoísta de la India que está protagonizado diversas acciones de agitación y propaganda así como ataques guerrilleros. ¡Viva la guerra popular de los oprimidos del mundo!
Combatir a los genocidas sionistas del Estado Israelí con guerra popular, en estas semanas vemos con indignación del genocidio indiscriminado contra los palestinos por parte del Estado genocida de Israel y nadie dice nada, la ONU ni pio, solamente organizaciones revolucionarias se han pronunciado en favor del pueblo palestino; desde 1946 el Estado Palestino a 2012 ha perdido su territorio en un 99%, además de un exterminio cotidiano contra niños, mujeres, ancianos viviendo una vida de zozobra, penalidades continuas, tratando a estos hermanos nuestros como subhumanos por parte de los sionistas, ante esto que nos cabe la respuesta de crear un Partido de vanguardia revolucionaria al estilo marxista –leninista- maoísta que inicie una contundente guerra popular prolongada para aniquilar a estos genocidas fascistas sionistas de la faz de la Tierra. En palabras del escritor David Grossman - los gobernantes israelíes sí querían que sus soldados “mataran civiles a sangre fría”- esto demuestra que los imperialistas israelís desprecian la vida humana como los nazis fascistas.
No al genocidio contra el pueblo Sirio, nuevamente el Estado genocida de Siria al mando de Bashar al Assad en guerra contra los insurgente apoyados por la CIA de Norteamérica ya van más de 30 000 muertos, guerra injusta que también será repartija entre los imperialistas, cabe también señalar que este pueblo debe crear su Partido de vanguardia de estilo maoísta que inicie una guerra popular en su patria para derrotar a los genocidas fuerzas de Assad e imperialistas. En palabras de John McCain, un senador del Partido Republicano de los Estados Unidos, dijo: “la operación militar es una opción”, también ya pusieron la nariz los imperialistas rusos si hay una guerra imperialista están listos para el reparto de su territorio, como aves de rapiñas.
Combatir y dinamitar con odio de clase contra el revisionismo del Partido Comunista de Nepal Unificado (Maoísta) de Prachanda y sus acólitos. Malditos ratas revisionistas que usan el membrete de comunistas para traficar la revolución de los oprimidos llevándolos al cretinismo parlamentario de la democracia burguesa, avalando genocidios cometidos por la fuerza genocidas nepalí contra maoístas y masas, y hoy así por así vendida como mercancía para traicionar la guerra popular derramada por comunistas. Esta es la cara de los revisionistas que lloran por su asqueroso pellejo de dar la vida hoy, mañana y siempre por la revolución.
Combatir al falso comunismo de China, un país que lleva de rotulo de República Popular China es solo de membrete que engaña a su pueblo y demás pueblos del orbe con su falso socialismo, ¿qué es hoy china? Un país donde la desigualdad de clases se acrecienta, donde el obrero asalariado crece y demás males sociales, este miserable revisionista imperialista Xi Jinping Secretario general del Partido Comunista de China, no es más que los nuevos Emperadores de la Nueva Dinastía de perros revisionistas fascistas que trafican el real socialismo, así como en Nicaragua dice el revisionista armado de Daniel Ortega que hacen socialismo cuando vemos que las clase sociales y demás males sociales continúan acrecentándose bajo la bendición del papa Benedicto XVI y la tutela del imperialismo ruso, chino y norteamericano.
Sobre la DECLARACIÓN DE APOYO A LA GUERRA POPULAR EN LA INDIA, unidad importante para luchar contra la ofensiva imperialista, debemos aplicar del PCP, Base de Unidad Partidaria como Base de Unidad de Partidos Comunistas, ¿cómo? La BUP es la cohesión de comunistas después de la lucha de dos líneas en su seno y así sucesivamente, porque no existe 100% comunistas, entonces son pasos decisivos, para lograr el objetivo de un MCI que aglutina Partidos Comunistas maoístas. Y saludar por el apoyo a Colectivo Odio de Clase – Estado Español, por el apoyo desinteresado e incondicional al PCP.¡Dinamitar, aplastar y aniquilar con guerra popular mundial al imperialismo y sus lacayos!
¡Combatir y resistir por enarbolar, defender y aplicar el maoísmo y el Pensamiento Gonzalo!,
En el contexto nacional saludar a las masas rojas del Perú profundo por heroica lucha en Cajamarca, por defensa del agua y recursos hídricos, en defensa de su activada laboral los mineros de la Oroya, en Apurímac, Puno, Cuzco, Jauja y otros sectores de la actividad productiva del capitalismo burocrático peruano.
Combatir a las ratas electoreras del MOVADEF, falso representante del PCP, la genocida policía peruana está presentando a la fiscalía el “nexo entre MOVADEF y el camarada Artemio”, y el “nexo entre Artemio y Guzmán”, para no dejarse sorprender no nos importan el nexo entre Artemio y MOVADEF, entre ratas traidoras que hagan lo que quieran presentarse así como lo hacen a las elecciones burguesas que lo sigan haciendo, pero decir el nexo entre Artemio y Guzmán, como señala el diario fascista y reaccionario de El Comercio - asimismo, según muestra el informe periodístico, la policía sostiene que este movimiento estaría dirigido desde la cárcel por Abimael Guzmán, informado gracias a su abogado Carlos Ramiro Quispe, - payasadas que siguen difamando al Presidente Gonzalo que está incomunicado por más de veinte años y al Partido Comunista del Perú; los diferentes Comités y bases del PCP deslindamos rotundamente contra ratas traidoras del MOVADEF que hacen circo electoral y lo que quieren es hacer del PENSAMEINTO GONZALO un ícono inofensivo acorde del imperialismo la burguesía peruana. Hoy más que nunca el PCP en esta etapa de reconstitución no necesita de ratas traidoras, ni llorones, que se larguen y postulen al circo electoral y que le decimos que no sigan traficando con el PCP, la guerra popular no se terminó como señalan estos miserables ¿quiénes son para usurpar la palabra del PCP?, no son nadie nosotros que fuimos participes hasta ahora de tareas encomendadas del PCP, entonces ¿qué hicimos?, a las masas les decimos MOVADEF no es el PCP y que nuestra palabra y hechos nuevamente como las gotas de la lluvia que se juntan se formaran en un torrente caudaloso que arrasará con MOVADEF y ratas usurpadoras, estamos creciendo en el seno del pueblo peruano superando algunos errores del pasado propios de la guerra popular prolongada.
Combatir a la LOI, otra distorsión de revisionismo armado que intenta “superar” al Pensamiento Gonzalo, lanzando sandeces, y no aportando nada nuevo, ¿qué hacen? Asesinan policías se coluden con mafias, a las masa del VRAEM les decimos estamos con ustedes, pero no con sus líderes caudillos de guerrillas errantes lo que hacen es traficar también con la revolución peruana, distorsionando los principios del PCP, en sus documentos presentan guerra antiimperialista de revolución agraria y nos mezclan con el terrorismo de Estado que desde el 80 practican contra el pueblo y el Partido. Nos preguntaban las masas de la región centro ¿cuál será su final de “José” y camada?, no les cada otro camino que un triste final como su par de Artemio, hacer show con la reacción peruana e involucionar y acabar en brazos de las genocida fuerzas armadas y el capitalismo burocrático peruano.
Combatir a las ratas rastreras de PCP-patria roja, estos señores en su página web y una página “Deslindando con Sendero Luminoso” lanzan su ataque de que MOVADEF, la LOI, LA LOD son Sendero Luminoso, nosotros somos PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ que fue reconstituido por el Presidente Gonzalo heredero de del Amauta José Carlos Mariátegui y éstas ratas ecléticos que solo buscan confundir a la opinión pública y a los nuevos simpatizantes que se acercan pensando ser una buena opción de cambio, en síntesis solo hacen juego a la reacción fascista peruana y colidirse con los gobiernos de turno. Hablan chácharas y loan a Mariátegui terminando convirtiéndolo en un ícono inofensivo, pero camaradas del AND de Brasil los hacen recordar en una entrevista al Maestro en Historia Felipe Deveza de la Universidad Federal Fluminense, que disertó: “La Comunidad Indígena y la Indo-América — Mariátegui, APRA y Haya de La Torre en búsqueda de una identidad nacional”. Sintetizan los camaradas del ADN : El propio Mariátegui decía: "Acepto la Revolución con todos sus horrores, sin cualquier reserva cobardes". Y el catedrático Felipe Deveza responde:“Mariátegui no era un pacifista, él era a favor de una Revolución, que hasta por la propia palabra es una transformación radical de la sociedad, ella implica en violencia y quién es adepto de una concepción revolucionaria de transformación de la sociedad no puede creer que no va a haber violencia en eso, sino ahí usted no puede ser un revolucionario. Sendero es un movimiento que presenta una propuesta de sociedad legitimada por una parte de la población, que inclusive tomó las armas. Todo movimiento revolucionario antes de llegar al poder es tratado como terrorista y demoníaco. La Revolución Francesa cortó la cabeza del rey y fue tratada como la mayor violencia terrorista, con el perdón del anacronismo. Hoy es una referencia, el inicio de la Historia Contemporánea”. A los señores “comunistas” de patria roja quienes son los más grandes traficantes de la revolución peruana, les cae al dedo esta contundente respuesta de loa camaradas del ADN y del catedrático Felipe Deveza. Su Alberto Moreno y el secretario general de Patria Roja, Rolando Breña, señala – que Sendero Luminoso distorsionó el Marxismo- habla hasta de Marx y Mao que no necesariamente hay que hacer violencia para la toma del Poder y el Pensamiento Gonzalo es violencia, le daríamos si el Presidente Mao estaría vivo le daría sin duda un tiro de gracia por tal estupidez, es así como como los revisionistas opacan y loan a los grandes ideólogos del proletariado que son canonizados y convertidos en íconos inofensivos. Que hace hoy el MOVADEF, los reaccionarios, la LOD, la LOI y los imperialistas sobre el legado del Presidente Gonzalo convertirlo en un icono inofensivo. Hoy lo que vamos es reconstituir en función de la construcción concéntrica de los instrumentos de la revolución en medio de la guerra popular (2012-20120), que hoy lo estamos realizando, haciendo un llamamiento a las masas de los diferentes sectores unirnos bajo el M-L.-M y el P.G. en esta etapa de la guerra popular prolongada.
Combatir al capitalismo burocrático peruano con más guerra popular, el capitalismo burocrático es reimpulsado desde el 90 por el gobierno genocida –fascista de Fujimori-Montesinos a través de su golpe de Estado del 92 a sangre y fuego, vendiendo y privatizando todo lo que tenía el Perú hasta hoy que continúan sus pares del genocida Alan García y el descerebrado cachaco de Ollanta, las clases dominantes son cada vez más ricos y las masas de extrema pobreza van acrecentándose. El capitalismo burocrático peruano que está siendo demolido desde los 80 también sufre los zigzagueos de la guerra popular y como tal hoy el imperialismo y sus vasallos de gobierno de turno profundizan el capitalismo burocrático con nuevos terratenientes y nuevos dueños del Perú (posterior al estudio de Carlos Malpica, “Los dueños del Perú”); tenemos en nuestro medio un libro titulado “El Capitalismo Burocrático hacia una morfología del atraso” del señor David Huamani, quien sintetiza así “El capitalismo burocrático es un capitalismo anormal, que nunca ha tenido gestación, infancia y juventud, sino ha nacido viejo, senil y deforme, pues es hijo de la feudalidad y del imperialismo”. Libro que falta muchos datos al no hacer referencia al PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ, ni los aportes de del Presidente Gonzalo, del presidente Mao, del camarada José María Sison, de los camaradas del Partido Comunista del Ecuador-Comité Reconstrucción (Miguel Campos), ni pio o es por el miedo en el Perú de ser tildado de terrorista (Ley antiterrorista de la apología del Terrorismo), o por la nueva Ley del Negacionismo. En conclusión un aporte a medias tintas como queriendo no mencionarnos (o negando nuestro aporte). Bueno el miedo es Institucional del Estado fascista peruano donde se profundiza el capitalismo burocrático se continúa con la tesis de Mariátegui, desarrollado por el Presidente Gonzalo en su aplicación creadora aquí en el Perú. Para nuestra patria debemos seguir destruyendo el capitalismo burocrático peruano con más guerra popular y no viviendo de ellos y ayudándolo a reimpulsar y profundizarlo como lo hacen el MOVADEF, los revisionistas de toda ralea y la burguesía peruana.
Por la reconstitución del PCP, y la reconsrucción concéntrica de los instrumentos de la revolución. Era de venir dicho suceso por estar en zigzagueos e inflexiones continúas la guerra popular y la aparición de ratas traidoras que son voz de resonancia de los miserables revisionistas con anuencia de la prensa peruana. Esto es un deber moral como hoy lo hicieron los camaradas del PCP al mando del Presiente Gonzalo en 1975, en el documento: RETOMEMOS A MARIATEGUI Y RECONSTITUYAMOS SU PARTIDO. Que inicia señalando: “En el 80 Aniversario del nacimiento de José Carlos Mariátegui y a los 47 años de su fundación, el Partido Comunista rinde homenaje a su gran fundador y guía llamando a su militancia, a la clase obrera y al pueblo de nuestra patria a que, obedeciendo la voz de nuestro tiempo y preparándonos para ocupar nuestro puesto en la historia, ¡RETOMEMOS A MARIATEGUI Y RECONSTITUYAMOS SU PARTIDO!, objetivo que se plasmó para el inició de la guerra popular y hoy a los camaradas del PCP nos toca retomar dicho objetivo, bajo otras circunstancias del viejo Estado en medio de la guerra popular. En 1976 también el PCP subraya diciendo en el documento: SOBRE LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO, nos señala: “Tener en cuenta tres cuestiones: 1) La necesidad del Partido, que es el problema de la toma del Poder para la clase obrera; 2) La construcción del Partido, que es el problema de su construcción en un país semifeudal y semicolonial en el cual la clase obrera y sólo ella a través de su Partido puede dirigir la revolución democrático-nacional; y 3) La lucha interna, que es el problema de que el Partido se desenvuelve en medio de la lucha de dos líneas en su seno, lucha sobre la cual se sustenta la unidad y cohesión partidarias. Y estas tres cuestiones exigen tener en cuenta: en primer lugar el marxismo, esto es la teoría y la práctica, la experiencia del marxismo en el problema de la construcción partidaria, las grandes enseñanzas sistematizadas por Marx y Engels, Lenin y Stalin y el Presidente Mao Tsetung. En segundo lugar la construcción del Partido en nuestro propio país... Y, en tercer lugar la situación actual en que se desenvuelve la construcción del Partido de la clase obrera en nuestro país”. Además debemos agregar que el PCP (1988) en el documento de la LÍNEA DE CONSTRUCCIÓN DE LOS TRES INSTRUMENTOS DE LA REVOLUCIÓN, el PCP señala: “Que con el Presidente Mao la clase comprende la necesidad de construir los tres instrumentos de la revolución: Partido, Ejército y Frente Único interrelacionadamente. Así resuelve la construcción de los tres instrumentos en un país atrasado, semifeudal y semicolonial, a través de la guerra popular. En concreto resuelve la construcción del Partido en torno al fusil y que es el heroico combatiente que dirige su propia construcción, al Ejército y al Frente.
El presidente Gonzalo plantea la militarización de los Partidos Comunistas y la construcción concéntrica de los tres instrumentos. La militarización de los Partidos Comunistas es directriz política que tiene contenido estratégico, pues, es el conjunto de transformaciones, cambios y reajustes que necesita para dirigir la guerra popular como forma principal de lucha que genere el nuevo Estado, por tanto la militarización de los Partidos Comunistas es clave para la revolución democrática, la socialista y las culturales”. Por ello decimos y como también menciona los camaradas de la Asociación de Nueva Democracia, en síntesis: “¡POR LA REORGANIZACIÓN GENERAL DEL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ COMO PARTE DE DESARROLLAR LA GUERRA POPULAR PARA CONQUISTAR EL PODER EN TODO EL PAÍS!, ¡COGER EL PENSAMIENTO GONZALO PARA RESOLVER PROBLEMAS NUEVOS!”.
Enarbolar, defender y aplicar el maoísmo, diciembre mes de la entronización del maoísmo como tercer componente de la ideología del proletariado que en la teoría y práctica se desarrolló y generó en Pensamiento Gonzalo, para la revolución peruana. En la Declaración conjunta entre el PCP Y PCE de 1987 decimos: ¡ENARBOLAR, DEFENDER Y APLICAR EL MARXISMO-LENINISMO-MAOISMO, PRINCIPALMENTE EL MAOISMO!, que sintetiza el documento en: “La guerra popular nos plantea dos cuestiones: 1) la guerra popular tiene validez universal, esto implica que es aplicable a una revolución democrática tanto como a una de carácter socialista, teniendo en cuenta, claro está, el carácter propio de cada uno de estos tipos de revoluciones y más aún teniendo siempre presente las condiciones específicas de cada revolución concreta, en cada país; 2) la guerra popular de validez universal es la respuesta a la guerra mundial imperialista, implica en la actualidad y en perspectiva la transformación de la contrarrevolucionaria guerra imperialista en guerra revolucionaria, en guerra popular, en guerra por la conquista del Poder para el proletariado y el pueblo (ya sea Estado de Nueva Democracia o Dictadura del Proletariado); así para los Partidos Comunistas el problema no es centrar la atención en la guerra mundial imperialista sino en la guerra popular, pues, sólo de ella derivará el Poder dirigido por el proletariado”.
Lo principal en el Perú es el Pensamiento Gonzalo, pensamiento que es atacado por una colosal bazofia de cretinos parlamentarios, hasta ratas revisionistas, otros tratándolo como ícono inofensivo y claudicador. Pensamiento Gonzalo es, ¡transformación del mundo con guerra popular y no elecciones!, es ¡dictadura del proletariado!, es ¡guía de comunistas!, ¡resplandor de un mundo nuevo!, en donde quedan los Saturninos Paredes, los Del Prados, Alfredos Morenos, Rolandos Breñas, fujimoristas, alanista, toledistas, ollantistas en la colosal basura de la historia y ratas caudillistas y delincuentes de terno y corbata que son representantes el viejo Estado ni a los pies le llega del Pensamiento Gonzalo; usan los medios de comunicación masiva para tirar barro cada día del árbol caído. Entonces hoy decimos defender con la vida contra los ataques arteros de ratas fascistas, cumpliendo los planes del PCP y superando el zigzagueo de la guerra popular prolongada.
¡Viva el día el Ejército Popular de Libración y el 78 aniversario del natalicio del Presidente Gonzalo!, hoy con júbilo entre las masas pobres del Perú profundo celebramos el natalicio del más grande marxista-leninista-maoísta viviente sobre la faz de la Tierra el “El Presidente Gonzalo”, y el “EPL”, hoy atacado con todo de revisionistas, reaccionarios, imperialistas y seudo revolucionarios maoístas, su obra brilla a luz del sol como antorcha que resplandece ante el mundo como faro y guía de luz de comunistas y no escritorio sino de en la teoría y en la práctica, pero no pueden destruir su obra aquí estamos los camaradas, combatientes, milicianos y masas del PCP presentes y rendirte nuestra sujeción absoluta de dar hoy, mañana y siempre la vida por el Partido, la Revolución y la jefatura.
Agradecer el apoyo desinteresado e incondicional de organizaciones, partidos comunistas del orbe, como: Organización Comunista Bandera Roja – Estado Español, por coger los aportes del Presiente Gonzalo, sintetizando: “El culto a la personalidad se desarrolla cuando a ciertos revolucionarios se les convierten en iconos vacíos de todo contenido y sacados de contexto. El revisionismo al igual que prostituye la ideología revolucionaria, adoptándola de palabra para vaciarla de contenido, convierte a los líderes revolucionarios en personajes entrañables alejados de toda practica revolucionaria concreta”.
También está presente el Partido Comunista del Ecuador –Comité Reconstrucción con el libro “Puka Amauta” (de Miguel Campos), “Derrotero de la guerra popular en el Perú”. Y el documento: “¡EN DEFENSA DEL PCP, LA GUERRA POPULAR Y EL PRESIDENTE GONZALO!”, en una síntesis señalan:¡PRIMERO DEFENDER LOS APORTES DEL PCP Y LUEGO CRITICAR LOS ERRORES, PARA NO CAER EN LA TRAMPA DE LA REACCIÓN!, gracias. Desde esta trinchera de guerra del PCP -Comité Mantaro Rojo y sus bases (base Mantaro Rojo, base Huanta, base Tayacaja, base Marina, base Junín,….), suscribiéndonos en dar y ofrendar nuestras vidas por el proletariado y el campesinado, por los camaradas del Perú y el orbe. ¡Dinamitar, aplastar y aniquilar con guerra popular las difamaciones contra el Partido Comunista del Perú!
EN SÍNTESIS: enarbolar, defender y aplicar el maoísmo y principalmente el Pensamiento Gonzalo en la revolución peruana.
¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DEL PERÚ!
¡VIVA EL MARXISMO- LENINISMO- MAOÍSMO- PENSAMIENTO GONZALO!
¡CONSOLIDAR CON GUERRA POPULAR LA BASE DE UNIDAD PARTIDARIA DEL PCP!
¡RECONSTRUYEMOS EL PARTIDO, PARA DAR MAYORES SALTOS!
¡EL PARTIDO ES GUERRA POPULAR Y NO PAZ DE CEMENTERIOS!
¡EL PARTIDO ES DICTADURA DEL PROLETARIADO Y NO DICTADURA BURGUESA!
¡ENARBOLAR, DEFENDER Y APLICAR EL PENSAMIENTO GONZALO!
¡APLASTAR, ANIQUILAR Y DINAMITAR AL REVISIONISMO!
¡VIVA LA GUERRAS POPULARES DE LA INDIA, FILIPINAS Y TURQUÍA!
Con saludos maoístas
El Comité Base Mantaro Rojo del
Partido Comunista del Perú
Huanta, 03 de Diciembre de 2012
¡Proletarios de todos los países uníos!
CAMPAÑA DE DICIEMBRE: ¿POR QUE HOMENAJEAMOS AL PTE. GONZALO Y AL PTE. MAO?
Homenajeamos a estos camaradas en sus natalicios porque sus personas representan el movimiento revolucionario comunista en sus países (Perú y China) y sus obras han sido de gran trascendencia para el MCI en su conjunto.
No estamos celebrando una existencia humana en abstracto, estamos celebrando una vida y obra plasmada en la práctica revolucionaria.
Estamos en contra y detestamos el culto a la personalidad como enfermedad idealista que florece entre las filas del MCI. Lo que aquí estamos celebrando no tiene nada que ver con el idealismo burgués, lo que aquí estamos celebrando, es una actitud práctica revolucionaria continuada de dos camaradas que se erigen como jefaturas de ambas revoluciones, y en el caso de Mao Tse Tung cuya teoría y práctica revolucionaria ha sido precursora de una línea del comunismo internacional. El culto a la personalidad se desarrolla cuando a ciertos revolucionarios se les convierten en iconos vacíos de todo contenido y sacado de contexto. El revisionismo al igual que prostituye la ideología revolucionaria, adoptándola de palabra para vaciarla de contenido, convierte a los lideres revolucionarios en personajes entrañables alejados de toda practica revolucionaria concreta. Ellos dan a conocer a K. Marx, F. Engels o V. I. Lenin más bien por sus fotos que por sus aportaciones a la lucha.
El Pte. Gonzalo nació el 3 de Diciembre de 1934 y el Pte. Mao nació el 26 de Diciembre de 1893. Estas fechas tan significativas nos sirven para recordar activamente como se ha desarrollado la RPM, cuyo legado recogemos como continuadores de la lucha revolucionaria, celebrar su práctica revolucionaria y concretamente la practica revolucionaria de las clases oprimidas en las revoluciones del Perú y de China
Esto no es un ejercicio de “memoria histórica”. Aquí no se trata de levantar unas figuras, para enterrarlas en el lodo de la historia, tampoco se trata de rendir un homenaje a unas personas mientras se olvida arbitrariamente su práctica. No solo se trata de homenajear a los que lucharon, sino más bien tratar de comprender porque lo hicieron y porque lo debemos de hacer.
Por ello, nuestra mejor forma de homenajearlos es mediante una campaña que pretenda acercar al proletariado del Estado Español, la obra y la experiencia de las revoluciones del Perú y de China, aprovechando estas fechas. El cometido de ello es que nuestra clase pueda aprovechar todo lo aplicable a la revolución socialista en el Estado Español, de unas revoluciones consolidadas en la practica; terreno en el que debemos hallar el criterio de la verdad revolucionaria. Creemos que celebrar esta práctica hoy en día en el Estado Español, tiene una gran significación que pasa por recoger unas experiencias de gran utilidad para el proletariado en su lucha clasista contra el capitalismo.
ORGANIZACION COMUNISTA "REVOLUCIONPROLETARIA"
OCBR
DICIEMBRE DE 2012
DECLARACIÓN CONJUNTA
DECLARACIÓN DE APOYO
A LA GUERRA POPULAR EN LA INDIA
El imperialismo, fase superior y última del capitalismo, fase de agonía y descomposición del sistema capitalista mundial, ha sido y sigue siendo un parásito de la sociedad, una traba a su progreso, un devorador de hombres y un destructor de la naturaleza. Anhelar un nuevo modelo de capitalismo sin imperialismo, es un ensueño pequeño burgués. Pensar en vencer al imperialismo sin necesidad de la Revolución Proletaria Mundial, o pretender triunfar en ella sin derrotar al oportunismo, es antiimperialismo de palabra, apología imperialista de hecho. Más allá del imperialismo sólo sigue la Revolución Proletaria Mundial y la Sociedad Socialista bajo la Dictadura del Proletariado, que llevará a la Sociedad Comunista sin explotación del hombre por el hombre, sin diferencias de clase, sin guerras
Contra la Revolución Proletaria Mundial – la tendencia histórica principal en la época del capitalismo moribundo se alza la burguesía de todos los países imperialistas en asocio con las clases reaccionarias de todos los países oprimidos, pretendiendo evitar la sepultura del sistema imperialista mundial de opresión y explotación, por ser un sistema caduco e incompatible con la existencia de la sociedad, un sistema cuyo ropaje de igualdad, democracia y libertad, ha sido rasgado por la actual crisis económica, dejando al descubierto la colosal acumulación y concentración de capital y riqueza en la propiedad privada de los grupos parásitos monopolistas, en contraste con la miseria acumulada en la sociedad cuyo trabajo produce la riqueza. Ante tan dramática realidad ¡No basta resistir! ¡Es necesaria la revolución!
La India es un ejemplo material y gigantesco de esa situación. Es un hervidero de explotación, donde la esclavitud asalariada se refuerza con formas antiguas de explotación del trabajo, en un único proceso donde mil millones de personas producen para que unas minoritarias clases dominantes con sus amos y socios imperialistas, se apropien y concentren en sus manos toda la riqueza. La India es una cárcel subcontinental, donde bajo el emblema de la democracia se ejecuta la sanguinaria dictadura de la burguesía, los terratenientes y el imperialismo sobre las clases trabajadoras, con reaccionarias campañas militares como la llamada “Operación Cacería Verde” contra la justa rebelión de las masas trabajadoras más pobres del país.
En consecuencia, las agudas contradicciones sociales han convertido a la India, en un bastión y avanzada de la Revolución Proletaria Mundial, donde el Partido Comunista de la India (Maoísta) dirige la Guerra Popular de las masas oprimidas y explotadas alzadas en armas contra todo el poder político y económico de los opresores y explotadores, nacionales y extranjeros, dispuestas a derrocar y destruir el Estado reaccionario, y construir el poder de un nuevo Estado de obreros y campesinos, cuyos embriones ya surgen en diversas zonas donde el poder militar de los explotadores ha sido derrotado y en su lugar se instauran órganos de Gobierno del Pueblo respaldados en la Milicia Popular, a su vez embrión del armamento general del pueblo en el futuro Estado de Nueva Democracia, como una forma de la Dictadura del Proletariado.
La “Operación Cacería Verde” es un componente de la guerra injusta y reaccionaria contra el pueblo de la India, repudiada no sólo por los obreros, campesinos, tribus y pueblos, sino también por sectores democráticos y progresistas, dentro y fuera de la India.
La Guerra Popular es por el contrario, una guerra revolucionaria justa y la vía de la Revolución en la India, contra el Estado reaccionario protector de los privilegios de clase de todos los explotadores. Una guerra que merece y requiere el apoyo de los obreros y pueblos del mundo, como poco a poco ha ido calando en la celebración mundial del Primero de Mayo.
La Guerra Popular en la India, obliga al apoyo y solidaridad de los revolucionarios y especialmente de los comunistas marxistas leninistas maoístas del mundo, en correspondencia con el principio del Internacionalismo Proletario, radicalmente distinto al apoyo de los demócratas y progresistas, que no va más allá de exigir el respeto a los derechos humanos pregonados por la burguesía; de reivindicar las banderas burguesas de la igualdad, libertad, fraternidad y la democracia, que es democracia para los ricos y dictadura para los pobres; de manifestar una solidaridad que no sobrepasa los límites de la institucionalidad democrática del Estado burgués.
El Internacionalismo Proletario es diametralmente opuesto a la falsificación oportunista del internacionalismo, que se levanta contra el imperialismo norteamericano, pero se pliega y apoya a sus competidores imperialistas de Europa y Asia; que de palabra dice defender la Revolución Proletaria Mundial, pero en los hechos teme al imperialismo, traiciona y canjea la guerra popular por el establo parlamentario burgués; depone la lucha armada dirigida a destruir el Estado reaccionario para prosternarse ante la dictadura de la burguesía; renuncia a la revolución bajo la dirección del proletariado, para convertirse en apologista de la caduca revolución burguesa de viejo tipo. Ese ha sido el traidor, repugnante y revisionista papel jugado por el Partido Comunista de Nepal (maoísta) desde el año 2006.
El contenido esencial del Internacionalismo Proletario es el compromiso, apoyo y lucha por el triunfo de la Revolución Proletaria Mundial sobre el imperialismo, en la necesaria dirección histórica del triunfo mundial de la Dictadura del Proletariado. Y siendo un principio fundamental de la teoría leninista sobre el imperialismo, que sin derrotar al oportunismo la lucha contra el imperialismo es una frase vacía, toda conciliación con el oportunismo falsea y socava el verdadero Internacionalismo Proletario.
Está próxima a realizarse en Hamburgo, una Conferencia Internacional de Apoyo a la Guerra Popular en la India, promovida y encabezada por el Partido Comunista de Italia (maoísta) al cual se le criticó su conciliación con el revisionismo nepalés. Sin embargo, lejos de reconocerlo y corregir, negó su autocrítica, persistiendo en conciliar con la fracción revisionista de Kirán, jefe del llamado “nuevo” PCN(m), partidario de la teoría táctica del acuerdo de paz, defensor de los compromisos adquiridos en ese pacto de traición a la guerra popular, crédulo en la democracia burguesa y sumiso ante el imperialismo chino.
Levantar la bandera del apoyo a la Guerra Popular en la India de común acuerdo y conciliación con posiciones que han traicionado la Guerra Popular en Nepal, y presentarlo a nombre del comunismo y del Internacionalismo, es un despropósito y una falsificación del Internacionalismo Proletario, que tras la ventaja inmediata de la solidaridad internacional en el marco de la democracia burguesa, sacrifica el contenido revolucionario del Internacionalismo, pues lejos de unir, impide la unidad de los comunistas ante una causa justa y común como lo es la Guerra Popular en la India.
En abril del 2011, a pesar de las discusiones y críticas al centrismo complaciente con el revisionismo nepalés, algunos dimos apoyo teórico y práctico a la Semana de Solidaridad con la Guerra Popular en la India, también promovida por el Partido Comunista de Italia (m), el mismo que por esos días, con motivo del Primero de Mayo, impulsó una Declaración donde fue evidente la conciliación con el revisionismo, al eludir la traición en Nepal para poder firmarla en conjunto con el partido prachandista, y en la cual, además de otros partidos de conocida tendencia centrista, se involucró también el Partido Comunista de la India (Maoísta). Desde entonces, ese disimulado centrismo se guareció tras la mampara “antiprachandista” de Kirán & Cía., siendo denunciado, debatido y desenmascarado por distintas organizaciones marxistas leninistas maoístas, y especialmente combatido en las posiciones centristas de los maoístas de Galicia. Aún así, prosiguió la obstinada tendencia a conciliar con el revisionismo nepalés, y ahora como tendencia promotora de la Conferencia Internacional de Hamburgo, la convierte en una Conferencia “internacionalista” que desvirtúa el verdadero Internacionalismo Proletario, pues mientras se siga encubriendo la traición a la Guerra Popular en Nepal y tratando como camaradas a los traidores, su apoyo a la Guerra Popular en la India no irá más allá de marco solidario demócrata burgués, aceptable para el imperialismo y suficiente para el oportunismo, pero no para el comunismo revolucionario. Esta es una divergencia de principio respecto al Internacionalismo Proletario, que nos impide adherirnos a la Conferencia Internacional de Hamburgo.
Una divergencia de principio que no permite dejar en el olvido las palabras de Marx “La experiencia del pasado nos enseña cómo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes países y que deben incitarlos a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipación, es castigado con la derrota común de sus esfuerzos aislados”, obligando a reafirmar nuestro apoyo internacionalista a la justa Guerra Popular en la India, rechazar la insensatez política de condenarla como “revisionismo armado”, defender que su perspectiva – como parte de la poderosa Revolución Proletaria Mundial y no de una impotente revolución burguesa – estriba en que prevalezca la línea proletaria marxista leninista maoísta en la política que dirige al fusil, en el Partido Comunista de la India (Maoísta), a quien renovamos nuestra admiración, apoyo y respeto, sin renunciar a la crítica marxista entre camaradas.
Una divergencia de principio respecto al Internacionalismo Proletario que nos conmina a mantener firme el compromiso de la Declaración Conjunta del pasado 26 de diciembre ¡La unidad internacional de los comunistas exige la derrota del revisionismo y del centrismo!, renovando el llamado a los camaradas signatarios a luchar por una línea general de deslinde con todo tipo de oportunismo, cuya derrota, así cueste el sacrificio de algunas ventajas inmediatas, será la verdadera garantía de la victoria futura de la Revolución Proletaria Mundial sobre el imperialismo, y del triunfo mundial de la Dictadura del Proletariado, único rumbo del genuino Internacionalismo Proletario.
Noviembre 15 de 2012
Arab Maoists
Centre Marxiste-Léniniste-Maoïste - Belgique
Colectivo Odio de Clase – Estado Español
Grupo Reconstrucción - PERUCRPM – Estado Español
Organización Comunista Bandera Roja – Estado Español
Partido Comunista del Ecuador Sol Rojo
Partido Comunista del Perú - Comité Base Mantaro Rojo
Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá
Unión Obrera Comunista (MLM) – Colombia//.
- campaña en defensa del maoísmo principalmente y aquí en el Perú del más grande marxista-leninista –maoísta viviente sobre la tierra (hoy considerado el preso más importante del imperialismo por veinte años), es así que debemos unirnos los comunistas peruanos en torno de la Base de Unidad Partidaria e impulsar la reconstitución del PCP, algunos camaradas dicen ya está reconstituido efectivamente (lo realizó el Presidente Gonzalo), pero el recodo de la guerra popular peruana en estos veinte años, seguimos pasando zigzagueos, pensamos que lo superamos en el 2000, pero nuevamente continuamos en lo mismo (problemas de la guerra popular peruana), aparecieron sujetos que quieren “superar” al Presidente Gonzalo, como el representante de la LOD Artemio o el representante de la LOI José , munúsculos sujetos que apenas están en la interpretación de la Fábula de Esopo y van a dirigir está revolución, están muy lejos de ser el centro de la BUP; y no que decir de los arrepentidos de las cárceles que con su Comité Central siguen sembrando confusión a nivel nacional e internacional; ni que decir de las ratas del MOVADEF que usan y maltratan la ideología del proletariado que deviene en maoísmo y el Pensamiento Gonzalo con su grotesca incorporación a la vida electoral burguesa y que este abogaducho Crespo y compañía denigran el sagrado nombre del Partido Comunista del Perú al mezclarnos que son Sendero Luminoso (apodo que puso la prensa peruana), somos PCP y punto.
- www.socialismocientifico.com
La unidad popular en España sin Partido Comunista no es posible
9-6-2014
Con la abdicación del borbón heredero de Franco, una legítima esperanza de cambio ha arraigado en amplios sectores populares. La situación permanente de crisis económica que afecta al 99% de la población y que enriquece al 1% restante, es un factor estimulante para ello.
También lo es el resultado electoral de las elecciones europeas que confirma la pérdida de la mayoría absoluta entre los dos partidos actuales del poder fáctico, PP y PSOE.
Organizaciones políticas como el PCE que fueron fundamentales en su día para realizar la reforma del franquismo y la instauración de la monarquía borbónica, y que se autohibernaron para consolidarla durante largos decenios, ahora convocan a las masas en la calle exigiendo un referéndum para que los ciudadanos decidan entre monarquía y república y para abrir un proceso constituyente.
Es muy positivo que todos, quienes quieran que sean, se sumen a la lucha por la liquidación de este régimen neofranquista y su putrefacto aparato del estado, independientemente de su pasado y de las dobles intenciones que puedan existir en algunos de ellos. Todo aquello que suponga un avance de la lucha de clases debe ser aceptado e impulsado; y abrir un proceso constituyente en España hoy es desde luego mucho más avanzado que persistir en la "consolidación de la democracia" para imperialistas y monopolistas y en el acatamiento de la "sacrosanta" e "indivisible" unidad de la patria monopolista heredada del franquismo.
A fin de cuentas, otros partidos como el PCPE, teóricamente más a la "izquierda" del PCE, hoy permanecen impasibles no sólo ante la lucha democrática por la república, sino ante el derecho democrático de autodeterminación de los pueblos que sólo reivindican desde un plano estrictamente doctrinario cuando importantes sectores de las masas lo han hecho suyo en naciones como Catalunya, Euskadi, Galicia o Canarias. Con ello, esos partidos "vanguardia del proletariado" a la "izquierda del PCE", hacen un gran servicio a las clases burguesas de dichas naciones.
Pero el entusiasmo de las organizaciones políticas y ciudadanas que han firmado la declaración del "Ateneo" y están movilizando a las masas en 40 ciudades del estado, no puede obviar un hecho incontestable que ha determinado en múltiples ocasiones la historia de España:
La unidad popular necesaria para que un proceso constituyente suponga un avance de conquistas sociales y políticas para la clase obrera y el pueblo trabajador, es imposible sin la existencia de un verdadero partido comunista inserto en dicho proceso.
Resulta muy interesante la entrevista de Julio Anguita el 7-6-2014 en La Sexta noche. En ella Julio Anguita dijo (a partir del minuto 3'40" del video):
"Yo creo llegado el momento de que todos los ateneos republicanos, los colectivos republicanos, las asociaciones republicanas y personas que estén vinculados orgánicamente a ellos, se reúnan en lo que podíamos llamar unos estados generales de la República y vayan ahí diseñando el debate con el pueblo español de la clase de república que se quiere. Y por ejemplo, la república y la economía: ¿va a ser una república a la que se le diga desde fuera lo que tiene que hacer en la economía? Entonces ¿para qué la queremos?.... Esto es lo que yo he manifestado y vengo insistiendo desde hace muchos años."
Anguita siempre ha hablado de la república, aunque en su época de dirigente del PCE e IU más bien como advertencia política propagandística que como objetivo concreto de lucha. De 1988 a 1998, Anguita fue secretario general del PCE y de 1989 a 2000, coordinador general de IU, y en ningún momento ni trabajó para impulsar órganos de base de unidad popular, ni convocó acciones de las masas para luchar no ya por la república o el socialismo, sino ni siquiera para intentar revertir la situación de dependencia de la clase obrera respecto a los múltiples pactos políticos y sociales que garantizaron consolidar la liquidación de gran parte de la agricultura e industria española e iniciar el proceso progresivo de precariedad del mundo laboral.
A continuación, los principales pactos que fueron aceptados o acatados sin rechistar en la práctica de la lucha por el PCE y organizaciones cercanas a su influencia, bien por activa o por pasiva.
Divulgado por la FES (Federación Española de Sociología), y en base a datos oficiales, según el trabajo "Tendencias de consenso y conflicto laboral… ¿adiós al corporativismo competitivo en España?" de los sociólogos Sergio González Begega y David Luque Balbona, del Departamento de Sociología de la Universidad de Oviedo, estos son los datos que nos muestran tanto la febril actividad de la política de consenso de la que tanto se han ufanado los partidos de la izquierda oficial PSOE y PCE, como la progresiva disminución de la lucha de clases en las empresas, con el pequeño repunte de las dos huelgas generales de 2012.
Así pues, con tal trayectoria de una parte de la izquierda que ahora plantea la apertura de un proceso constituyente, no se puede evitar pensar la posibilidad de que las declaraciones y manifiestos actuales puedan ir por el mismo sentido, pues la suma en la lucha de varias organizaciones políticas y sociales, si no está sustentada en la unidad popular por abajo, tanto en las empresas como en los barrios, no puede acumular fuerzas y elude la cuestión principal:
Si se quiere, como dice Anguita, que es necesario determinar "qué clase de república quieren" los españoles, está claro que no son suficiente manifestaciones. Pero tampoco se hallará una unidad que rechace en los hechos la troika y la política financiera del BCE, lo cual supone abandonar la UE, sin organizar una correlación de fuerzas organizada entre las masas a nivel de base en cada barrio y en cada centro de trabajo. Y es aquí donde está el quid de la cuestión.
Solo un partido comunista con su actividad práctica con las masas puede dirigir esa tarea. No bastan las declaraciones de Anguita ni los debates televisivos de Pablo Iglesia de PODEMOS.
Desde luego siempre hay que aceptar que bajo determinadas circunstancias, determinados partidos puedan cambiar en positivo, aunque la experiencia del movimiento comunista internacional nos demuestra que para un partido ya viciado en multiples traiciones a la clase obrera, la regeneración solo es posible depurando a fondo la práctica política y organizativa.
Julio Anguita se hizo bastante famoso en los círculos mediáticos monopolistas en la época en que era secretario general del PCE por una frase lapidaria. "Dictadura, ni la del proletariado". Al parecer y según sus posiciones actuales sobre el "ciudadanismo", en la actualidad sigue pensando lo mismo. En realidad su política es muy similar con la política pro bolivariana de Pablo Iglesias y PODEMOS.
El afán por construir la nueva sociedad pretendiendo transformar desde la propia legalidad burguesa el dominio fáctico del capital monopolista español supone ya un certificado para el fracaso, dictado por nuestra propia historia. Y poner a Venezuela y otros países latinoamericanos como ejemplo de lo que aquí es posible, es desconocer tanto la sociedad española y su clase dominante como las de Venezuela o Ecuador.
¿Donde está en España (a diferencia de Venezuela) el sector militar progresista capaz de enfrentarse con las armas al sector militar proimperialista estadounidense (en España, a la cúpula completa del ejército)? ¿Dónde está en España el sector de la burguesía nacional en contradicción con el capital imperialista estadounidense (en España, europeo)?
Pero además, ¿no es precisamente el excesivo democratismo (un democratismo que siempre será atacado como "dictadura" por los imperialistas) del gobierno venezolano que permite la libertad de los medios reaccionarios, la libertad económica del capital proimperialista y sus continuas protestas y sabotajes, la causa de que el actual gobierno de Maduro esté sobre las cuerdas, con una inflación galopante, después de haber ganado por la mínima la elección presidencial?
Bajo el franquismo, sólo las ilegales comisiones obreras y las asociaciones de vecinos actuando en realidad como soviets, en la medida que jugaron un papel organizativo estable y lucharon diariamente por los problemas reales en cada lugar, posibilitaron el desarrollo de la lucha concreta de amplias masas y también de la actividad política contra el fascismo y con ello el desarrollo de las organizaciones comunistas y de la unidad antifascista. La creación por ejemplo de la Assemblea de Catalunya que unió a todas las organizaciones y personas antifascistas en Catalunya no habría podido realizarse sin el papel del PSUC, (que aún tenía tanto dentro de sus filas como fuera de ellas, la presión de muchos comunistas de base) y otras organizaciones comunistas revolucionarias.
Las actuales CCOO y la mayoría de AAVV es evidente que no tienen hoy el mismo carácter. Sin embargo ello no sucede así solo por la "maldad" de sus actuales dirigentes. Sino también por la actitud de la juventud revolucionaria que hasta ahora, crea organismos paralelos y se niega a tranformarlas con su actividad.
Ya vimos que durante la consolidación de la reforma del franquismo, es cierto que las actuales CCOO no firmaron algunos acuerdos, dejando en solitario a UGT, pero tampoco movilizaron con convicción a las masas en su contra. Eso es exactamente igual que ahora reclamar un contenido político a la república por la que se quiere luchar pero no concretar de qué estructura unitaria existente organizada desde la base, hay que partir.
La unidad política por arriba, y así se ha demostrado reiteradamente en nuestra historia, si ello no conlleva la unidad consciente de las masas por abajo, es simplemente un castillo de naipes que se lleva el viento de quien más fuerza tiene, en este caso hipotético, la burguesía.
Durante los últimos años, muchas veces, el recurso a una Huelga General solo ha servido como acto de propaganda de los conovocantes y válvula de seguridad del sistema, pues no ha servido para acumular fuerzas revolucionarias ni en los centros de trabajo ni en los barrios.
Todo lo anterior no significa en absoluto que no sea necesaria la unidad practica con partidos que se opongan con hechos a la actual situación, pero esa unidad solo tendrá sentido si al mismo tiempo se crea un partido comunista real, con principios marxistas leninistas y reconocimiento de los países socialistas, pero con una análisis concreto de la realidad concreta del estado español y que rechace aplicar la estrategia revolucionaria de otros países, sean socialistas o no, y que no espere a nada para comenzar a levantar los órganos de base de unidad popular en los barrios a partir de las Asociaciones de Vecinos depurándolas y transformándolas en órganos abiertos de lucha del poder popular y de representación electoral por sufragio universal en cada barrio y en donde pueda llegar a jugar un papel dirigente el movimiento obrero organizado.
Sin un verdadero partido comunista de estas características, los llamamientos a la unidad solo servirán para que las diferentes corrientes oportunistas, que temen más la dura lucha revolucionaria del proletariado que el poder de los monopolios que muchos de ellos han contribuido a consolidar, frustren una vez más la combatividad revolucionaria de las masas.
El dogmatismo, la otra cara
del oportunismo
"La crítica debe consistir en comparar y confrontar un hecho determinado, no con una idea, sino con otro hecho; lo importante es que los dos hechos sean en todo lo posible investigados con exactitud y que representen, uno con respecto al otro, distintos momentos del desarrollo." (Quiénes son los 'amigos del pueblo' y cómo luchan contra los socialdemócratas, pág. 52, V.I. Lenin, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Beijing, 1978).
Introducción
La desaparición de la URSS y los países socialistas en el este europeo y la influencia del"revisionismo", siguen siendo considerada por los comunistas en occidente como la causa principal de la crisis actual de las organizaciones comunistas.
En España, como en muchos países capitalistas occidentales, la muy grave y continuada crisis del sistema capitalista y la falta de alternativa comunista en la práctica, y, por tanto, la falta de conciencia política en el movimiento obrero, demuestran que después de más de 90 años de existencia, el movimiento comunista en occidente hoy es testimonial. En esas condiciones ¿es correcto el análisis que justifica el débil desarrollo actual por el derrumbe de los países socialistas y la influencia externa a los comunistas del "revisionismo"?
Como tema recurrente en todas las crisis del movimiento comunista de España y Europa en general, el factor exterior, convertido en influencia determinante, aparece como explicación de todos los males, trasladando nuestros errores a otros.
Para muchos, el comienzo de la década de los 90, con su inicio en noviembre de 1.989 de la caída del muro de Berlín, supuso la caída en la ciénaga de la restauración capitalista de los países socialistas y como tal se limitan a interpretar el hecho. Sin embargo, los dogmáticos reformistas no explican de forma consecuente en primer lugar las raíces históricas que posibilitaron acercarse al borde de tal ciénaga y en segundo lugar por qué la mayoría del movimiento comunista en España y Europa siguió y sigue atrapado en dicho pantano.
Ante la ausencia de autocríticas consecuentes, la única salida de muchos comunistas parece la reivindicación de los planteamientos políticos fundamentales que estuvieron vigentes en la URSS hasta 1.985 antes de la entrada en escena del gobierno dirigido por Gorbachov, por otra parte, también aclamado en su día, como nueva esperanza roja, por los mismos que hoy lo abominan.
Entender qué es socialismo y qué es comunismo es vital para un partido comunista. Desde la primera revolución socialista, el movimiento comunista ha pasado por múltiples experiencias posteriores a Marx y Lenin. Aprender de los hechos históricos para transformar la realidad es también un desarrollo del socialismo científico que en absoluto puede estar limitado a lo que escribieron e hicieron Marx y Lenin, pues ello sería la muerte del propio legado de Marx y Lenin.
El dogmatismo es la otra cara de la ideología burguesa en el movimiento comunista, además del llamado oportunismo, el reformismo. No se puede reducir la ideología burguesa en el movimiento comunista al reformismo, es necesario remarcar también la importancia del dogmatismo que ha hecho y está haciendo enorme daño al movimiento comunista.
En España, el dogmatismo se ha disfrazado de"izquierdismo", para, en definitiva, llevar a cabo o colaborar de hecho con políticas reformistas y, en nombre del leninismo, convertir las organizaciones comunistas en grupos de teóricos que se quedan en la abstracción o se dedican a dar clases de psicología de agente comercial, pero huyen de la práctica social en el movimiento real que es la base de la forja de los comunistas.
En la primera etapa del PCE, el dogmatismo impidió el desarrollo del partido, hasta que José Díaz rompió con el sectarismo. Incluso así, el PCE cayó en el error de dogmatizar todas las políticas de la Internacional y del PC de la URSS, dándole al Frente Popular un carácter fundamentalmente electoral y de gobierno, obviando la construcción del poder militar, garante del poder político, hasta que se produzco el alzamiento franquista, lo cual posibilitó que el fascismo ocupara un tercio de España en los primeros meses de la guerra civil, antes de que se crease el Ejercito Popular Republicano.
Posteriormente en la postguerra, ante la deriva del PCE que, a su vez, unió sus pasos al ataque de Kruschev contra Stalin y la defensa de la evolución pacífica desde el capitalismo, tuvieron lugar durante los años 50, 60, 70 y 80 diferentes escisiones, pero todas ellas dogmatizaron las posiciones de sus referentes paternos: la revolución cultural en China, Enver Hoxa de Albania, Brézhnev de la URSS, Ceaucescu de Rumanía. De esa manera huyeron de la realidad de España para intentar seguir el camino de los"centros de poder" de sus referentes extranjeros.
En el presente, el dogmatismo aliado con el reformismo continúa haciendo de las suyas en el movimiento comunista español. Incluso si unimos a todos los partidos que se reclaman del marxismo leninismo, la influencia de los comunistas en el movimiento obrero y popular en España es extraordinariamente pequeña después de más de 90 años de historia. Hay que recordar que el Partido Comunista de Grecia, el KKE, aunque en la actualidad su influencia es notablemente mayor lleva también 93 años sin poder materializar el estado socialista. El panorama en el resto de Europa es similar.
Encabezando las posiciones dogmáticas de limitar lo que ellos consideran socialismo científico a lo dicho y hecho por Marx, Lenin y Stalin, se encuentra hoy el KKE (Partido Comunista de Grecia), uno de los pocos partidos comunistas de Europa que tiene una cierta influencia entre las masas de su país y una muy notoria influencia en las demás organizaciones comunistas europeas. El KKE creado en 1.918, a diferencia de las organizaciones comunistas españolas actuales no fue fruto de una escisión, sino la continuidad orgánica del mismo proyecto aunque con cambios en posiciones estratégicas.
Ello explica también la importancia que en este trabajo le doy a los planteamientos de dicho partido expresados en su "Colección sobre temas actuales del movimiento comunista", Edición impresa de Templando el Acero, ®Cierzo Rojo, 2.011. A partir de dichos documentos realizo una crítica pormenorizada de sus planteamientos que considero esenciales, que se pueden considerar extensivas a los partidos españoles clásicamente "pro-soviéticos"como el PCPE, el PCOE y a otros que también se declaran "marxista-leninistas".
El presente trabajo no pretende calificar la lucha del KKE en Grecia. Juzgar eso es tarea de la clase obrera y el pueblo de Grecia. Lo que pretendo es realizar una crítica a las posiciones del KKE respecto a su concepción del socialismo y el comunismo, del papel que según ellos deben jugar los países socialistas, su concepción althusseriana del proceso del conocimiento (común a todos los partidos "prosoviéticos" actuales), el carácter de las contradicciones que operan a nivel internacional y a nivel nacional, su concepción del internacionalismo y su posición respecto a los países socialistas. Esa crítica irá también unida a determinadas experiencias de España y a recuperar determinadas partes de la historia de España y de los países socialistas tergiversadas por los dogmáticos reformistas. Especialmente recojo múltiples datos históricos en sus fuentes que muestran la gran diferencia en el punto de partida de los estados socialistas en la URSS y en China y que explican sus diferentes políticas, así como el auto-derrumbe de la URSS y el este europeo.
En España, la crítica al reformismo, oportunismo, o revisionismo de"derechas" por parte de los comunistas en el plano de la denuncia teórica es abundante, sin embargo no lo es tanto en el terreno de la práctica de la lucha de masas. En realidad, es una crítica unilateral pues no tiene en cuenta otro aspecto igualmente oportunista aunque con apariencia "izquierdista": el dogmatismo.
El dogmatismo aparentemente "izquierdista" no es menos dañino que el reformismo, pues en realidad, ambos forman complemento el uno del otro, van los dos de la mano, incluso en las mismas personas y los mismos partidos.
El dogmatismo es poco trabajador. La repetición de los conceptos más conocidos de los clásicos al margen de una realidad social objetiva que es tergiversada, no requiere el esfuerzo del análisis concreto de la realidad concreta, que Marx tanto exigía para transformar la realidad. El dogmatismo se ha convertido hoy en España en una coartada para justificar la inoperancia. No pretendo equiparar al KKE a dicha práctica social, (qué sí define a los comunistas españoles), en la medida que para conocer integralmente un país hay que participar en su transformación. Pero, el KKE tiene la grave responsabilidad de contribuir a ofrecer unas concepciones del socialismo científico desechadas por la historia, en torno a ese embrión de Internacional Comunista que promueve dicho partido en torno a los Encuentros de Partidos Obreros y su "Revista Comunista Internacional" de la cual extraigo una muestra del "leimotiv" repetido por activa y por pasiva por los dogmáticos reformistas, que guía todas sus posiciones:
"Ahora que la presión política del socialismo ha desaparecido, se ha vuelto casi imposible para el movimiento sindical obtener más progresos. En los Países Bajos, en la ocasión de la adopción de una ley sobre las enfermedades y la invalidez mucho más restrictiva que la de los años 90´s, el periódico NRC-Handelsblad (periódico burgués holandés), publicó este título revelador: 'Si Stalin viviera aún, o eventualmente Brézhnev, nuestra nueva legislación no habría pasado'". [1]
Consecuentemente con ello, la burguesía vendría a decir a "su clase obrera": "Como ya no tenéis ni a Stalin ni eventualmente a Brézhnev, dejaros explotar más pues no tenéis otra salida." Y el señor Herwig Lerouge lo repite dócilmente.
Hacer válida la opinión de la burguesía de dependencia del movimiento obrero de cada país respecto al exterior tanto para lo bueno como para lo malo, y promover la incapacidad total, "casi imposible", para combatir con las propias fuerzas a la burguesía de su país, impulsar los sueños de los obreros acerca de Stalin "o eventualmente Brézhnev". He ahí el punto de servilismo hacia las directrices ideológicas de la burguesía al que ha llegado la aristocracia obrera europea en declive, que se autodefine "marxista leninista", impregnada de nostalgia utópica, en vez de asumir sus propias responsabilidades esenciales en la actual situación.
La posición del KKE y de los comunistas españoles y en general europeos, respecto a la cuestión internacional merece una parte importante de este trabajo. Especialmente sobre determinados conceptos en la historia de la construcción del socialismo y el carácter de clase de China a quien el KKE (y PCOE y PCE (m-l) en España, entre otros) acusan abiertamente no sólo de capitalista sino de imperialista. Todas las auto-justificaciones, debilidades, comodidades y ausencias de autocríticas consecuentes en el plano interior de los comunistas europeos, se transforman en este caso en auténticas descalificaciones y "exigencias" intransigentes a China. Condescendientes con la propia inoperancia y comodidad e intransigentes con quienes construyen el socialismo. Al revés de como un comunista debe actuar.
El legado de la lucha de los comunistas en todo el mundo está escrito con sangre y sacrificio. Toda pretensión de no aplicar las ideas y la actividad política a esa realidad histórica universal y actuar en consecuencia, significa desvirtuar el socialismo científico para acomodarlo a la vida pequeñoburguesa de la aristocracia obrera, marginándose de la lucha de clases en nombre de una hipócrita "pureza revolucionaria".
[1] Herwig Lerouge, PTB, La contribución de la Revolución de Octubre y de la Unión Soviética al movimiento obrero en Europa Occidental y más particularmente en Bélgica, La prueba por la negativa, http://www.iccr.gr/site/es/issue2/how-the-october-revolution-and-the-soviet-union-contributed-to-the-labour-movement-in-western-europe-and-more-particularly-in-belgium.html
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Parte 1ª. "Colección sobre temas actuales del movimiento comunista"
I. Sobre el internacionalismo >>>
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