jueves, 29 de mayo de 2014

Sostenibilidad de la humanidad y curva socio-económico



EN EL BLOG DE REINICIAR CHAMAN DE AGUSTÍN ANTUNEZ CORRALES APARECE ESTO:

jueves, 2 de mayo de 2013


contraportada


from: "Cuaderno de Sostenibilidad y Sociedad"
by 
Luciano Medianero Morales
y
Salvador Espada Hinojosa

2 comentarios:

  1. saludos desde Málaga:
    Entre otros, me imagino que el señor Agustin Antunez, leerá esta nota. Un tema que llevo investigando es sobre el próximo periodo de glaziación; la misma es más peligrosa para la vida, que el llamado cambio climático efecto invernadero.
    Por otra parte la crisis económica hace caer la hecatombe de deterioro medioambiental, pero no socialmente, por las guerras, la falta de seguridad, sanidad,...depresiones sociales,...guerras imperiales y destrucciones de países, armas químicas en acción,...
    A la vez a Agustin le pediría que al conectar con salvador, de mi parte le vuelva a insistir que necesito mis documentos archivados informáticamente; deseo saber sobre ellos; y si es posible que los publique, como Grupo Comunista Proletario Internacionalista, de Málaga, años 2.000-2.005, hoy en día autodisuelto. Los mismos los necesito para ligar ideas publicadas con las nuevas elaboradas y algunas que no fueron editadas, siendo algunas borradores. Este tema está relacionado con el enfoque de dar una teoría más general sobre las tesis de la revolución de la humanidad, el comunismo integral,...
    Esperando respuestas,...sabeis que mi c.el.:lukymlg@.gmail.com, está en servicio.
    ResponderEliminar
  2. Hola compa, oskey topalante,
    agus
    Respondersaludos del luky

    Luciano Medianero Morales lukymlg@gmail.com

    7:12 (hace 0 minutos)
    para antunez_a
    hola, agustin, soy el luky,...me llegue el martes 27 por tu casa a eso de las 20 horas,...no estabas,...una vecina de arriba,...me dijo que creía que te habías mudado,...
    Por lo tanto, esta mañana temprano he cogido la máquina y he preguntado a la misma para saber de tu situación,...En esta tarea he encontrado una respuesta-comentario a algo mí de mayo de 2.013,...tu reproduciste el cuadro de la curva de sostenibilidad,...algo que me alegro y que te doy las gracias,...sabes que ese cuadro es parte de todo con todo,...todos somos los protagonistas,...ya que solo aparecen dos nombres,...el del salva y el del que te escribe,...

    Como observará nosotros vamos despacio,...para qué correr tanto,...aunque lo nuestro,...y de todo el personal,...la telepatía es el mejor medio,...creo que casi el único,...

    Si me contesta algo,...quisiera que me dijera algo sobre el artículo sobre la vida,...
    editado en mi blog,...un abrazo, como de doscientas manos, al menos,...espero que te encuentres bien,...

    el luky de málaga,...

    Información general: COMO SE DIJO EN ESTE BLOG HACE POCO TEMPO, SE ESTÁ HACIENDO UN VIDEO,...SOBRE EL ESPACIO QUE TENEMOS EN MÁLAGA, ALGUNAS ZONAS DE LA COSTA,...Y DIRÉ ALGUNAS PALABRAS,...EN LAS IMÁGENES ENTRE OTRAS PERSONAS SALGO YO,...¡¡. MI IMAGEN SALE AL CONSIDERAR ACTUALMENTE QUE ES NECESARIO,...AUNQUE DIGO DE PRIMER ORDEN QUE LAS IDEAS Y TEORIAS EXPUESTAS SON DE LA HUMANIDAD,...AUNQUE EN GENERAL SEA YO EL AUTOR-REDACTOR,... HASTA PRONTO. luciano medianero morales, alias, luky.


    ISBN: 94-689-5228-1
    Resumen:
    La crisis y la reestructuración del capitalismo mundial durante 1970-80 llevó a algunos países a la superación de la onda depresiva, que empezó a principios de los años setenta. En Estados Unidos y en otros países de la OCDE se manifiesta una onda expansiva Kondrátiev, impulsada por la revolución tecnológica de la información y comunicación.






En esta página se muestra parte del texto pero sin formato, gráficas, fórmulas, tablas ni notas a pié de página.
Texto completo de la tesis en formato DOC
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La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial
José de Jesús Rodríguez Vargas


III LA NUEVA FASE DE DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL
 

CONDICIONES PARA EL SURGIMIENTO DE LA FASE EXPANSIVA


En la historia del capitalismo han existido cuatro ciclos largos Kondrátiev o tres revoluciones industriales. La onda recesiva actual cierra el último ciclo largo. Es lógico de acuerdo a Kondrátiev, que a partir de factores endógenos surja un nuevo ciclo con su primera fase expansiva. Opinión que no comparte Ernest Mandel, ya que considera que el paso de una onda recesiva a una expansiva es determinada fundamentalmente por factores extraeconómicos, que determinan un brusco ascenso de la tasa media de ganancia. 
El factor decisivo es la lucha de clases. “Nuestra conclusión general, decía Mandel en 1980, es que la posibilidad <técnica> de un nuevo y fuerte ascenso, a largo plazo, de la tasa de crecimiento capitalista dependerá de los resultados de las batallas cruciales entre el capital y el trabajo en Occidente, entre el capital y el trabajo en algunos de los países clave semiindustrializados del denominado Tercer Mundo, entre los movimientos de liberación nacional y el imperialismo y entre los países no capitalistas y el imperialismo, cuando no una serie de guerras internacionales y civiles” .
 
En ese tiempo (1980), el autor veía favorable la correlación de fuerzas en torno del proletariado, por las condiciones de la época y por su fe infinita en las capacidades de los trabajadores, creía improbable la recuperación a largo plazo del capitalismo, y vislumbraba al socialismo como la única salida “racional, decente y generosa”, lo contrario sería la barbarie. La clásica disyuntiva luxemburguista.
¿Es acaso el fin de la onda recesiva? Todo hace pensar que nos encontramos en el piso de esta fase, y, por ende, la teoría de Kondrátiev indica que continúa una recuperación de la economía capitalista. De acuerdo a las mismas condiciones que plantea Mandel como necesarias no hay duda que todas se han cumplido en los últimos veinte años. En primer lugar, la posibilidad “técnica”, el motor, de una onda expansiva ya está en marcha con la revolución tecnológica. El surgimiento de las revoluciones tecnológicas del pasado coincidió con las ondas recesivas de los periodos 1824-47, 1874-1893, 1914-39; y determinaron la aparición de la onda expansiva correspondiente a 1847-73, 1893-1914, 1940-73 .
 
De acuerdo a Kondrátiev las revoluciones industriales o tecnológicas son “antecedidas y acompañadas” por “una serie de invenciones técnicas significativas, más numerosas e importantes que en un periodo normal”, muchas de estas invenciones son nuevas, otras son perfeccionamientos considerables de algunas previas.
 
Plantea que es necesario diferenciar “el momento de la aparición y el momento de la aplicación en la práctica” de las invenciones técnicas; es distinto el surgimiento de las invenciones significativas y su aplicación amplia en los años siguientes, esto es lo que llama “una verdadera revolución industrial”, y corresponde a la onda ascendente del ciclo largo: “en el curso, aproximadamente, de dos decenios antes del inicio de una onda ascendente de un ciclo largo se observa una animación en las esferas de las invenciones técnicas”.
 
Antes y durante el mismo inicio de una ola ascendente, se observa una amplia aplicación de estas invenciones en la esfera de la práctica industrial, vinculada con la reorganización de las relaciones de producción. El comienzo de los ciclos largos habitualmente coincide con la ampliación de la órbita de las relaciones económicas mundiales” . Estamos en el momento de la aplicación de la revolución industrial aunque todavía no ampliamente. Las invenciones y los descubrimientos científicos y las condiciones sociales existentes muestran que sólo es cuestión de tiempo, y no demorará más de una década para su generalización y maduración. Por tanto, el motor de la fase expansiva del ciclo largo está calentándose.
 



Para citar esta tesis puede utilizar el siguiente formato:
Rodríguez Vargas, J.J. (2005) La Nueva Fase de Desarrollo Económico y Social del Capitalismo Mundial Tesis doctoral accesible a texto completo en http://www.eumed.net/tesis/jjrv/


Puede enviar sus comentarios directamente al autor:
José de Jesús Rodríguez Vargas
 rodvar@servidor.unam.mx

Ficha de la tesis
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ÍNDICE GENERAL

Índice. 
Cuadros y Gráficas
Jurado
Agradecimientos


I Neoliberalismo monetarista vs Keynesianismo
Introducción.
I.1 Eclecticismo y aceptación: década de los setenta.
I.2 Desarrollo y auge: década de los ochenta-noventa.
I.3 Marco poskeynesiano: la reacción
I.4 Cuestionamientos
I.5 Respuestas: método.
I.6 Keynesianismo disfuncional y reaccionario: realidad
I.7 Monetarismo neoliberal: moneda de uso común
I.8 El peor de los mundos posibles: la decisión.
I.9 Recapitulación y conclusiones,...

,... III.3.1.1 Friedrich A. Hayek
III.3.1.2 Nueva macroeconomía clásica
III.3.1.3 La economía del control de la oferta.
III.3.2 Coincidencias entre los monetaristas-liberales.

·  Ensombreciendo al sol publicitario | Ecologistas en Acción
www.ecologistasenaccion.org › ... › Nº 56 al 65 › Nº 62

Comisión de Consumo de Ecologistas en Acción de Madrid. ... No obstante, este programa parece responder al desarrollo de una nueva fase expansiva de las ... necesidad de la vida cotidiana, por eso es el motor del capitalismo global.
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31/3/2014 - ¿Cómo serán las siguientes crisis y sus inter-fases, y las fases inter-crisis? En definitiva ¿se ha agotado la fuerza expansiva del capitalismo y de ... los avances potenciales y reales del nuevo y dominante con respecto a los superados. ..... de la simultaneidad de la acción y de la teoría que debe basarse en ...
·  condiciones para el surgimiento de la fase expansiva
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III LA NUEVA FASE DE DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL ... En la historia del capitalismo han existido cuatro ciclos largos Kondrátiev o tres revoluciones ...
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4/4/2014 - ¿Cómo serán las siguientes crisis y sus inter-fases, y las fases inter-crisis? En definitiva ¿se ha agotado la fuerza expansiva del capitalismo y de ... los avances potenciales y reales del nuevo y dominante con respecto a los superados. ..... de la simultaneidad de la acción y de la teoría que debe basarse en ...
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9.    Elementos de la crítica antidesarrollista | Fundacion Solon

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9/1/2014 - El beneficiario de la mecanización no es simplemente el capitalista; es la ... por un nuevo tipo de actividad unitaria liberada de condicionantes. ... e ignorando la crítica social precedente, los ecologistas aspiraban a ... En una palabra: es hija de laacción, éste es su medio y no puede sobrevivir fuera de él.

10.  El ecosocialismo en diez rasgos - Izquierda Anticapitalista

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13/2/2013 - Más allá de la moral capitalista de poseer y consumir, más allá de ... La razón de fondo de tal incompatibilidad es el carácter expansivo inherente al capitalismo, ese avance espasmódico que combina fases de .... Biblioteca Nueva2012). ... CGT, Ecologistas en Acción y Entrepueblos critican el tratado de ...

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Respuestas de los jóvenes ante la precariedad - Fundación ...

fundacionbetiko.org/.../Respuestas-de-los-jóvenes-ante-la-precariedad.pd...
de JB Zubiri-Rey
capitalistas avanzados, enlazándolos con las respuestas que pueden emerger para ... de los marcos de acción sindical convencional, tratando de construir nuevos ... movimientos sociales feministas y ecologistas, incide en la mutación de las ... actividades de cuidados,[5] así como la nueva oleada de reconsideración del ...
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piva2011findelaclase - democracia socialista

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Descargar pdf - In.Ci.So

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Texto propuesto para el debate el próximo Lenin Eguna



Publicado en Lunes, 11 Noviembre 2013 07:52
Escrito por Boltxe kolektiboa
Como sabréis, el próximo día 16, en Otxarkoaga, celebraremos de nuevo el Lenin Eguna y como es costumbre, propondremos un texto para que las y los asistentes puedan debatirlo.

Este año nuestra propuesta es un texto de Petri Recabarren, cuyo título es ¿Qué puede aportarnos el ¿Qué hacer de Lenin?

Queda una semana para el debate y sin más publicamos dicho texto para quienes deseen leerlo y poder acudir a Otxarkoaga, con algún tipo de aportación.

Este texto se debatirá también en Gasteiz el día 6 de diciembre a las 10 de la mañana en la Asociación de Vecinos «Gasteiz txiki», Las Escuelas kalea 9 (Alde Zaharra). Y comentar que cualquier colectivo o personas que deseen que en su barrio o pueblo se haga el debate, también existiría esa posibilidad, para ello no tiene más que enviar un correo aboltxekolektiboa@gmail.com

Sin más os dejamos con el texto y os invitamos a leerlo, estudiarlo y acudir a Otxarkoaga a debatirlo o Gasteiz y si no..vamos a vuestro pueblo o barrio…

¿QUÉ PUEDE APORTARNOS EL ¿QUÉ HACER? DE LENIN?
1.     Lenin y el marxismo
2.     Reforma o revolución
3.     Reformismo abertzale
4.     Dispersión u organización
5.     Marketing o teoría
6.     Formación económico-social
7.     Nación e imperialismo
8.     Independencia socialista
9.     Resumen


1. Lenin y el marxismo

En 2013 se cumplen ciento diez años desde la publicación del ¿Qué hacer?, de Lenin, una de las obras marxistas menos estudiadas y más tergiversadas, pero tan actual y necesaria ahora como entonces, pese a las grandes diferencias temporales, culturales y geográfica que separan a nuestra Euskal Herria de aquella Rusia zarista. También ha evolucionado el capitalismo que en 1903 justo empezaba a adentrarse en la fase imperialista manteniendo aún determinantes componentes de la fase colonialista. No vamos a perder el tiempo señalando las diferencias que nos separan de 1903 ni las identidades que a pesar de ello se mantienen tras más de un siglo. Damos por supuesto que son obvias, que es conocido que las grandes aportaciones de Lenin al marxismo siguen siendo válidas.

Vamos a enumerar muy básicamente cuáles son esas aportaciones principales, sabiendo que hizo otras muchas parciales, menores, para problemas tácticos y del momento, pero que ahora vistas en su globalidad nos descubren el mismo método brillante que caracteriza a Lenin:

Una, la teoría de la formación económico-social y del capitalismo en Rusia, de 1899. Dos, la teoría del partido de vanguardia, que toma cuerpo en 1903 pero que fue luego retocada y adecuada varias veces. Tres, la teoría de la insurrección y de la violencia revolucionaria que toma cuerpo entre 1905-1906. Cuatro, la teoría marxista del conocimiento, del materialismo y de la dialéctica, que empieza a formarse en 1908 y da un salto significativo en 1914. Cinco, la teoría del derecho a la autodeterminación que existiendo como tal en 1900 avanza en 1913 para concretarse definitivamente a partir de 1917. Seis, la teoría de transformar la guerra mundial en guerra civil de 1914. Siete, la teoría del imperialismo de 1916. Ocho, la teoría de la hegemonía política de la clase obrera en alianza con el campesinado de 1917. Nueve, la teoría del Estado y del poder soviético, de 1917. Diez, la teoría de la transición al socialismo en un país empobrecido y en medio de un cerco imperialista, de 1921. Once, la teoría de la burocratización del partido, del Estado y de los sindicatos desde 1922. Y doce, la esencia de la teoría de la revolución cultural de esta misma época pero que no tuvo tiempo de desarrollar.

Lenin hizo otras muchas aportaciones parciales, pero nos hemos limitado a las más importantes a nuestro entender. La impronta de Lenin en el marxismo no debe medirse sólo como si se tratase de una simple suma o integración de cada una de sus aportaciones a las correspondientes teorías que ya existían o que se estaban desarrollando, sino como una mejora global que enriqueció el método marxista en sí mismo, precisamente cuando más falta hacía porque el desarrollo imperialista estaba demostrando que el mal llamado «marxismo socialdemócrata» estaba pudriéndose muy rápidamente y sobre su cadáver aparecía un reformismo inicial que más tarde se transformó en fuerza reaccionaria que salvó varias veces al sistema capitalista.

Los periódicos reverdecimientos y rejuvenecimientos del marxismo, por llamarlos de algún modo, se producen sólo y exclusivamente a partir de las situaciones críticas en las que se concentran y estallan todas las contradicciones de la sociedad burguesa, forzando que sea la práctica política organizada la que sintetice todas las luchas en aportaciones teóricas. Las condiciones sociales que permitieron que fuera la revolución bolchevique la que produjera ese salto rejuvenecedor en el marxismo ya se estaban formando antes de que naciera Lenin. De hecho, Marx y Engels ya eran conscientes en 1877 de que la revolución socialista estallaría no en Inglaterra ni en Alemania, en el centro del sistema, sino en Oriente, en Rusia, en Asia como sucedió. Las aportaciones enriquecedoras siempre se han producido en los contextos de crisis sistemáticas, estructurales, prolongadas y violentas, porque sólo estas vivencias extremas pueden romper el ciego y estático dogmatismo del llamado sentido común, tan reaccionario. Por el contrario, la cómoda parsimonia de la casta intelectual, incluso progresista y hasta marxista, a lo máximo que puede llegar es a realizar aportaciones muy parciales en el plano estrictamente teórico-abstracto en cuestiones secundarias o terciarias, y sin apenas radicalidad política.

Fue el devenir crecientemente áspero y duro del capitalismo en el imperio zarista, en Oriente, el que creó las contradicciones para que allí surgieran además de Lenin otras muchas y muchos revolucionarios sin los cuales, sin su militancia política y teórica, el primero no hubiera podido hacer tanto. Sin la lucha de masas espontánea y organizada sostenida desde hacía años, Lenin no habría podido estructurar tres constantes en esta prolongada creatividad teórico-política: una, las doce aportaciones se apoyan mutuamente, forman un conjunto que va enriqueciéndose en medio de la lucha, como parte de la lucha, aunque a ritmos diferentes según las prioridades de ésta: es la necesidad revolucionaria la que marca el desarrollo de las teorías parciales, pero siempre dentro de una coherencia que se sustenta en la vuelta a los textos clásicos marxistas anteriores en el momento de iniciar una nueva investigación. Lenin tenía un riguroso y exhaustivo método de estudio que, además de otras exigencias, se caracterizaba por empezar leyendo todo lo posible de lo escrito por los marxistas anteriores sobre esa cuestión.

Dos, aunque podemos decir de muchas de ellas que están «acabadas», en el sentido académico burgués de obra definitiva, en realidad ninguna está definitivamente concluida porque, siendo investigaciones marxistas, las doce aportaciones parciales como el conjunto que forman están en permanente evolución y cambio debido al cambio social permanente, a los acelerones y vaivenes de la lucha de clases, etc. En este sentido decisivo, las aportaciones de Lenin deben ser profundizadas por los marxistas posteriores.

Y tres, de algún modo en estas aportaciones aparecen siempre dos grandes cuestiones políticas inseparables de la teoría: el problema del poder y el problema de la organización, o sea, el Estado y el partido, es decir el problema de la revolución. Esto hace que la ideología burguesa y la casta académica e intelectual ni quieren ni pueden entender a Lenin, al que consideran un bicho raro y peligroso en extremo, incalificable para el pensamiento burgués. Todo el marxismo es incalificable e incomprensible para el capital, pero las aportaciones de Lenin todavía más, porque en ellas la cuestión del poder y la organización están presentes directa o indirectamente.

2. Reforma o revolución

Las dos primeras constantes no van a ser desarrolladas en este Lenin Eguna, pero sí la tercera.

Además, damos por demostrada ya, a esta altura del siglo XXI, la valía y corrección de las aportaciones de Lenin porque la lucha contra el imperialismo ha demostrado que el poder político revolucionario es una conquista imprescindible para asegurar el avance al socialismo y a la independencia nacional, y que este poder sólo puede conquistarse mediante una efectiva práctica organizada. Vamos a volcarnos en esta característica leninista para analizar nuestra situación y nuestras perspectivas. ¿Por qué procedemos así? Porque pensamos que es la mejor forma de comprobar la validez de Lenin en la Euskal Herria de 2013: mediante el criterio de la práctica como base del criterio de verdad.

Básicamente, dos líneas contrarias recorren la historia de la lucha socialista. Una, la que sostiene que al socialismo puede llegarse mediante la acumulación lenta o rápida de reformas alcanzables con la conjunción de las luchas de masas e ideológica con la institucional y parlamentaria, de modo que se vaya creando una mayoría ciudadana tan amplia y convincente que no le quede otro remedio a la burguesía que ir cediendo paulatinamente cotas de poder y de propiedad, hasta que llegue el día en que ya lo haya entregado todo al pueblo, algo así como ese dicho popular según el cual la primavera ha llegado pero nadie sabe cómo ha sido. Se trata de ir creando la hegemonía de la sociedad civil y democrática sobre la envejecida sociedad política, burguesa y reaccionaria. Lograda esta hegemonía civil, la clase política no podrá seguir manteniéndose en el poder y, más tarde o más temprano, tendrá que cederlo a la ciudadanía. Ésta procederá a democratizar la economía, a potenciar el sector público y estatal, y a repartir la riqueza y la propiedad según los principios de equidad y justicia social.

La otra sostiene que se puede y se debe avanzar limitada y parcialmente al socialismo mediante las reformas, mediante el parlamento y las instituciones, mediante la lucha de masas y el desarrollo de una hegemonía popular de clase que atraiga a la pequeña burguesía en peligro de proletarización, así como a otros sectores de la clase obrera en claro empobrecimiento como consecuencia de la crisis. Ahora bien, esta corriente sostiene que el simple aumento de las reformas llega a un límite insalvable a partir del cual se endurece al máximo la represión apareciendo el problema del poder de clase, y de nación oprimida, como el punto decisivo a conquistar. Cuando el aumento cuantitativo de las reformas llega al punto cualitativo de cuestionar radicalmente el poder burgués, y/o del Estado ocupante, y sobre todo la decisiva cuestión de la propiedad privada, entonces, se quiera o no admitir, la lucha por la reforma ha de transformarse en lucha por la revolución.

Históricamente y también ahora -al igual que seguirá ocurriendo mañana-, la primera corriente sostiene que la vía revolucionaria ha fracasado en todas partes, que la teoría revolucionaria que la sustentaba se ha demostrado errónea, superada; que no se pueden extraer lecciones válidas de la historia que avalen la vía que predice que tarde o temprano reaparece con su decisiva prioridad la cuestión de la propiedad y del poder y por tanto la cuestión de la violencia reaccionaria represiva y brutal, para la que hay que prepararse con antelación. Esta corriente sostiene que el capitalismo mundial ha tenido tales cambios que ahora ya es posible el tránsito si no totalmente pacífico al socialismo sí con una insignificante tensión social que no tiene por qué llegar a los niveles de violencia de las revoluciones y del fascismo. Esta corriente está convencida que incluso ya no es necesario recurrir a conceptos como clase trabajadora, explotación asalariada, lucha de clases, e incluso no emplea ya el de burguesía, sino que amalgama todo esto dentro del concepto de ciudadanía, o a lo máximo de multitud. Sostiene que, con la denominada desobediencia civil y con el ambiguo «derecho a la resistencia», se puede hacer la presión democrática y política, que separan de la presión violenta y pre-política, suficiente como para debilitar al poder y no espantar a las franjas indecisas, sino atraerlas mediante las buenas formas, el convencimiento dialogado de las ganancias socioeconómicas cotidianas, de calidad de vida, inherentes a la justicia social, y al soberanismo interclasista en los casos de opresión nacional.

Pero la otra corriente, afirma que para poder hablar de «derrotas» y «fracasos» revolucionarios y «victorias» capitalistas hay que estudiar este sistema como mundial, planetario, y no sólo en el Occidente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Hay que estudiarlo en su evolución y en comparación al optimismo triunfalista de la burguesía del siglo XVIII, triunfalismo que ha desaparecido para devenir en brutal retroceso autoritario y explotador. Además, en Occidente, el llamado «Estado del bienestar» (¿?) ha sido sólo un interludio muy fugaz motivado por el miedo burgués ante la derrota del nazifascismo a manos de la URSS y de las luchas obreras y populares, además de otras razones. Aprovechando la crisis de 2007 la burguesía occidental está terminando de destrozar este sistema, volviendo a las formas de explotación que necesita para mantener su hegemonía mundial. La crisis confirma la esencia del capitalismo, la realidad de la lucha de clases, la existencia de una masa de población muy mayoritaria que carece de todo y que sólo sobrevive aceptando ser explotada, etc. En el capitalismo occidental siempre que existe una fase expansiva o depresiva aparecen modas intelectuales obsesionadas por «demostrar» el definitivo «fracaso del marxismo», y sobre todo de Lenin, pero estas modas se esfuman conforme vuelven a agudizarse las contradicciones y las crisis tienden a reaparecer con más virulencia que antes.

Pero la crítica fundamental a la corriente reformista consiste en que el capitalismo ni es reformable en su naturaleza profunda, como se comprueba durante las grandes crisis, ni tampoco se desplomará mecánicamente, por sí mismo, sino sólo por la lucha revolucionaria sostenida en el tiempo, tesis confirmada por la historia y que además demuestra el error del reformismo: en efecto, éste no hace sino facilitar la pervivencia del capitalismo porque crea ilusiones irreales en las masas al hacerles creer que la explotación, la opresión y la dominación son superables con los medios del explotador, del opresor y del dominador.

3. Reformismo abertzale

Es innegable que en Euskal Herria fue creciendo la primera tesis, la reformista, dentro de las diversas formaciones políticas, sindicales, sociales, etc., en sucesivas fases: de entrada, venía ya alimentada en lo básico por la ideología del PSOE y de la UGT, y de sectores no democristianos duros del PNV y de ELA, así como en la ideología reformista e interclasista reforzada desde la segunda mitad de la década de 1970. Desde la primera mitad de los ochenta esta ideología fue reforzada por el llamado «desencanto político», por la acción del eurocomunismo y sobre todo por la degeneración de un sector de la izquierda abertzale, el surgido de EIA-EE, algunos de cuyos sectores fueron cooptados incluso por las fuerzas represivas del Estado ocupante y otros por las fuerzas sociopolíticas del imperialismo español y de la burguesía vasco-española, mediante la integración en el PNV, PSOE y PP.

La implantación creciente de esta ideología fue facilitada además por la debacle del dogmatismo sectario de la izquierda estatalista empecinada en supeditar la realidad vasca a sus diversas interpretaciones de los «libros sagrados» marxistas: si la realidad no coincidía con el dogma, peor para la realidad. A la vez, el deterioro creciente de la URSS y del socialismo realmente inexistente, más la guerra cultural imperialista y los cambios sociales provocados por la larga expansión de los «treinta gloriosos» del keynesianismo y Taylor-fordismo, todo esto propició la expansión de la versión reformista de la ideología dominante, que es la ideología de la clase dominante en sectores crecientes de la sociedad vasca. Pero en la medida en que la izquierda abertzale autoorganizada en forma-movimiento con una vertebración interna en la que actuaban determinadas organizaciones de vanguardia que cumplían el papel del partido leninista en aquellos contextos, en esta medida la izquierda abertzale pudo responder y contrarrestar el ascenso de la ideología reformista, logro sustentado en la dialéctica de la lucha de liberación nacional de clase, sucesivamente enriquecida con aportaciones antipatriarcales, antinucleares y ecologistas, etc.

Sostenemos la tesis de que una de las razones decisivas de la efectividad de la izquierda abertzale en aquellos años para luchar contra el reformismo fue la hondura consciente en el núcleo de la militancia independentista de las aportaciones de Lenin vistas al principio de este texto, unas más que otras, pero todas en su conjunto, en especial la simbiosis entre su teoría de la formación económico-social específica, de la organización, de la opresión nacional, de la violencia y del Estado, del imperialismo y del conocimiento. Iremos viendo cómo un sector del Movimiento de Liberación Nacional Vasco (MLNV) en concreto, y en menor medida el movimiento en su conjunto, aunque con intensidades internas diferentes, se han alejado de estas aportaciones fundamentales. No seguiremos el orden cronológico arriba visto, sino uno adecuado a nuestra investigación presente: empezaremos por la cuestión organizativa; seguiremos con la teoría del conocimiento; avanzaremos al concepto de formación económico-social; pasaremos a la cuestión nacional en la época imperialista; y concluiremos con el problema del Estado y de la violencia.

Cuando por razones, que luego veremos, se fue debilitando esta consistencia político-teórica se fue formando entre sectores de la militancia abertzale un reformismo específico, primero difuso y luego muy concreto que en un inicio se basó en buena medida en la ideología reformista general arriba expuesta, pero que ha sido más tarde debilitada y adecuada parcialmente a la creciente dureza de la opresión nacional de clase y patriarcal que sufre nuestro pueblo. Hoy es mucho más difícil, casi imposible, seguir sosteniendo ambigüedades y lugares vacíos como a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Hoy el reformismo debe buscar justificación bajo un radicalismo verbal mucho más acentuado que el necesario hace sólo tres o cuatro años cuando la crisis no había enseñado todavía la verdadera barbarie.

Desde mediados de los años noventa el capitalismo entró en una fase de expansión aparentemente definitiva, una expansión que se ha mostrado ficticia y hueca, pero que en su tiempo de duración sirvió para «demostrar» la certitud del reformismo arriba expuesto. En Euskal Herria esa fase fue unida a la nueva oleada represiva copiada de las doctrinas de contrainsurgencia en boga y a la irrupción de los cambios sociales formales causados por esa expansión. Éstas y otras novedades se vivieron sobre un cambio estructural más profundo: la transformación del capitalismo vasco al reducirse grandemente el componente industrial y aumentar el sector servicios, lo que alteraba mucho el sujeto de clase y popular del proceso de liberación, el pueblo trabajador. El ataque implacable al sujeto revolucionario desde comienzos de los ochenta, el desprestigio del socialismo burocrático desde finales de los ochenta, la euforia económica desde la segunda mitad de los noventa y la nueva doctrina represiva desde finales de los noventa, estos grandes cambios y otros menores actuaron sinérgicamente acelerando la deriva reformista de un sector de la izquierda abertzale hacia el posibilismo parlamentarista y electoralista.

El cierre de Egin en 1998 y de Euskaldunon Egunkaria en 2003, junto a otras muchas represiones, sirven de paradigma para ejemplarizar la transformación de dos instrumentos fundamentales de la lucha de liberación. Ciñéndonos al primero, a Egin, su sustituto, el diario Gara, es cualitativamente diferente a su predecesor. Con el tiempo, Gara se ha convertido en vocero de un reformismo de «vía vasca» sin apenas herencia alguna de Egin, que representaba e impulsaba una lucha de liberación nacional de clase que sólo aparece muy puntualmente en Gara. Pero 2003 no es importante sólo por el cierre de Euskaldunon Egunkaria sino también por los 60.000 votos abertzales «perdidos» o «devueltos», según se mire, a la coalición autonómico-estatalista dirigida por el saltimbanqui Ibarretxe. Además, exceptuando los Encuentros de Sokoa, en estos años se intensificó el paulatino abandono de cualquier reflexión teórica sobre el socialismo en general y especialmente sobre su conexión irrompible con la reivindicación nacional, de manera que la unidad «liberación nacional-lucha de clases» se escoró hacia el primer componente abriendo una brecha que todavía sigue sin cerrarse en una parte del movimiento de liberación, la formada por Sortu, Bildu y Amaiur.

Ahora bien, no puede haber liberación nacional si no hay liberación social, y uno de los riesgos más peligrosos del presente es que una parte de la izquierda abertzale ha dejado de hacer pedagogía práctica sobre esta decisiva necesidad, repitiendo el viejo error de la socialdemocracia del siglo XIX de que lo fundamental son la táctica y los medios, y no la estrategia y los fines, que se van diluyendo borrosamente en las franjas menos conscientes de las clases explotadas, mientras que otra parte de la izquierda abertzale intensifica sus esfuerzos de pedagogía política con el objeto de actualizar la liberación nacional de clase y antipatriarcal a las condiciones del imperialismo actual.

4. Dispersión u organización

Como se aprecia, permanentemente nos referimos a diferentes sectores de la izquierda abertzale, como un todo con sus partes. Desde la teoría organizativa de la forma-movimiento, en la que siempre es necesaria la existencia una organización de vanguardia, leninista, estas partes tienen una clara autonomía debido a las áreas específicas en las que luchan, y de las cuales extraen una serie de experiencias que sintetizadas sirven para el conjunto del movimiento en cuanto tal, sirven por su contenido esencial y necesario para la totalidad de las organizaciones, sindicatos, movimientos, colectivos, grupos, etc., que se sienten parte del movimiento en su unidad y que aportan y reciben, enseñan y aprenden. La teoría marxista del partido de vanguardia, perfeccionada por Lenin, explica por qué y cómo éste ha de centralizar lo esencial y común, a la vez que ha de respetar y potenciar lo autónomo y particular de cada sector del movimiento.

Uno de los objetivos prioritarios de Lenin en 1903 y en todas las mejoras introducidas por él, tras las correspondientes autocríticas al ver cómo la realidad siempre va por delante de la teoría envejecida, fue mantener esa dialéctica del todo y de sus partes a la vez que se contrarrestaba la enorme fuerza centrífuga que emana de las condiciones internas de la dominación política capitalista. Desde siempre, la burguesía ha buscado dos vías para vencer a las luchas revolucionarias, ambas complementarias: dividirlas y evitar su unidad, enfrentándolas entre ellas si es posible, y/o exterminarlas de un solo golpe represivo o mediante sucesivos golpes menores pero más efectivos a la larga para mantener la ficción democrática. Cualquier estrategia de contrainsurgencia aplica estos dos métodos que, además, son reforzados por la naturaleza disgregadora y pulverizadora del capitalismo. La tendencia a la disgregación de las organizaciones político-sindicales revolucionarias nace de la escisión entre la teoría y la práctica, entre el trabajo intelectual y el manual, también de los efectos políticos e ideológicos del individualismo metodológico burgués, del fetichismo de la legalidad burguesa y parlamentaria, así como de las obsesiones dirigistas de la mentalidad pequeño-burguesa tan arraigada en el reformismo.

Hay dos formas fundamentales de combatir las tendencias centrífugas y rompedoras: la permanente adaptación del partido leninista a las nuevas necesidades y la permanente formación y debate sobre las relaciones entre los objetivos históricos, la estrategia y las tácticas, sobre los fines y los medios, sobre el programa máximo y el programa mínimo. Los dos fueron progresivamente abandonados por la mayoría de la izquierda abertzale desde las fechas citadas, aunque no fue un abandono total pues sobrevivieron meritorios debates. Uno de los errores estratégicos de consecuencias fatales fue el hacer creer que ya no era necesaria la organización leninista, que la nueva forma organizativa «amplia, abierta y de masas» absorbería sus funciones en un marco más extenso y que, por tanto, concluía una larga y muy fructífera etapa histórica en la que el movimiento de liberación mantuvo mal que bien su centralidad de objetivos, de estrategia y de tácticas.

Mal que bien, decimos, porque ahora ni eso, ahora no existe en la práctica diaria un único MLNV sino dos, como mínimo, coordinados muy débilmente para el día a día. Desde un punto de vista marxista, no existe el MLNV como unidad de objetivos y de estrategia, sí existe como unidad de táctica coyuntural, nada más. Es muy significativo que sea la lucha por la amnistía la que siga aglutinando al MLNV, mientras que en el resto sea visible una clara diferencia que alcanza su expresión más clara en los programas concretos de las organizaciones y movimientos del MLNV comparados con las huecas vaciedades de Sortu que por ahora no tiene programa, no tiene eso que se denomina «bases ideológicas». Por ejemplo, el sindicalismo independentista sociopolítico tiene unas «bases ideológicas» que se mueven en otra realidad totalmente diferente a la de Sortu por el simple hecho de que esta organización no tiene programa oficial, como hemos dicho, excepto una breve declaración hecha para su congreso fundacional. Otro tanto debemos decir del internacionalismo abertzale que siempre ha sido radical y explícito, y se ha enriquecido todavía más en los últimos meses, a diferencia de Sortu. Por su parte, el movimiento popular, fuerza central del MLNV, se recompone por vías y con objetivos que chocan abiertamente con la ponencia oficial de Sortu, ponencia para el debate de cuyo resultado no se sabe todavía nada. Podríamos seguir con otros componentes del movimiento de liberación, pero basta decir que ya es corriente escuchar el comentario callejero sobre la creciente distancia que separa al grueso de la izquierda abertzale de Sortu.

5. Marketing o teoría

Por teoría del conocimiento en Lenin entendemos la permanente profundización en el desarrollo teórico marxista en su esencia irrenunciable: el método dialéctico-materialista de llegar a conocer el devenir de la unidad y lucha de contrarios antagónicos, la teoría de la contradicción como explicación del motor de la evolución de lo material, de la sociedad y del pensamiento. La casta intelectual y el reformismo han negado la teoría marxista del conocimiento desde su mismo origen, pero no podemos extendernos ahora en este debate que en sí mismo es inacabable mientras perviva el capitalismo.

Jamás en su historia la izquierda abertzale ha vivido esta especie de esquizofrenia política, y menos en medio de una crisis estructural de cambio de modelo de acumulación. La pérdida de la centralidad estratégica que empezó a darse en el período indicado ha acelerado tanto el empobrecimiento teórico pasmoso en amplios sectores independentistas, como la facilidad con la que se aceptan sin crítica algunas de las modas intelectuales de la progresía reformista, lo que es una deriva teórico-política hacia la nada cuando es urgente construir un modelo de futuro alternativo al que ya nos están imponiendo. A la vez, el abandono progresivo de toda reflexión sobre el socialismo ha facilitado la entrada de formas de organizar los pocos debates internos habidos, de manera que en sectores del MLNV se ha echado por la borda el método dialéctico-materialista y se ha acabado por aceptar y aplicar los métodos del marketing empresarial del sector servicios que aparecieron a comienzos del siglo XX con la primera «sociedad de consumo» y que se desarrollaron masivamente desde finales de la Segunda Guerra Mundial con la «sociedad del ocio», del «consumo de masas» y de la obsolescencia programada.

La forma de articular el debate interno habido recientemente en Sortu es un reflejo de este método empresarial, aunque tamizado por la muy reducida terminología de izquierda revolucionaria usada en la ponencia oficial. Hablamos de terminología, no de ideas y menos aún de conceptos de izquierda revolucionaria, prácticamente ausentes en la ponencia oficial. A pesar de las advertencias críticas muy abundantes hechas contra el método impuesto, éste fue aplicado rompiendo con toda la larga experiencia abertzale en concreto y marxista en general. Cuando se busca conocer una realidad en movimiento y en contradicción hay que ofrecer a los participantes en el debate al menos dos tesis diferentes, de modo que puedan contrastarse entre ellas. Sin choque de tesis diferentes y sobre todo opuestas, no hay avance teórico alguno.

Hace pocos años hubo, al menos, dos tesis enfrentadas pero una de ellas fue boicoteada y otra publicitada ampliamente a través de Gara, después se consensuó una intermedia, Zutik Euskal Herria, y por fin se hizo pública la ponencia oficial de Sortu que sorprendió muy desagradablemente por su ideología reformista de fondo oculta bajo una vaguedad conceptual disimulada por algunas ideas de izquierda revolucionaria perdidas entre las páginas. Además, el debate fue organizado para impedir el contraste entre dos opciones diferentes argumentadas con rigor. Existen métodos muy efectivos para, en una sola ponencia oficial, ofrecer dos o hasta tres posturas diversas sobre el mismo problema, métodos que esclarecen las divergencias facilitando su comprensión y con ello la toma de decisiones unitarias y su posterior síntesis oficial. No se empleó ninguno de estos métodos, sino una versión del marketing empresarial.

Sin extendernos en este lamentable y significativo episodio, lo cierto es que aún hoy, a casi un año de concluido oficialmente el debate y a casi diez meses de la presentación pública de Sortu, todavía se desconocen sus resultados. Actualmente, una parte muy importante del MLNV, la que tiene como objeto de su militancia el campo institucional y electoral dentro de una «alianza estratégica» con fuerzas socialdemócratas, exeurocomunistas y democrático-progresistas, como EA, Alternatiba y Aralar, así como con grupitos e independientes que hace poco no participaban en el MLNV y hasta lo criticaban con dureza en cuestiones decisivas, esta parte del MLNV, Sortu, actúa diariamente sin lo que se denominan «bases ideológicas» oficial y definitivamente consensuadas. Dicho radicalmente, camina a ciegas y sin rumbo si tenemos en cuenta el papel crucial de la definición de objetivos históricos y de la estrategia para conseguirlos. Las «bases ideológicas» son la brújula y el compás en la vieja terminología de una organización, o el GPS en la moderna y para entendernos.

Pero si semejante panorama es ya en sí muy grave, lo peor, desde una perspectiva de la capacidad de conocimiento de la realidad en la que se lucha y que se quiere transformar, son los efectos intelectualmente devastadores causados por esta forma empresarial de organizar debates decisivos. Una organización revolucionaria que lucha en el campo institucional y electoral ha de mantener un permanente estudio crítico de su área de militancia, y los debates programáticos son los que orientan y marcan también los objetivos prioritarios y secundarios de tales investigaciones. La militancia ha de conocerlos y aprobarlos, comprender su importancia y llevarlos a la práctica, pero si no se dice nada de eso su importancia se irá desvaneciendo entre las múltiples urgencias cotidianas.

La práctica de la teoría del conocimiento es imprescindible para mantener actualizada la teoría revolucionaria. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria, y menos cuando esta se supedita a la «alianza estratégica» con el reformismo duro.

6. Formación económico-social

La primera aportación significativa de Lenin al marxismo fue la de recuperar y adecuar a las condiciones del imperio zarista el decisivo concepto de formación económico-social, que se refiere a las condiciones sociohistóricas, económicas, culturales, nacionales e internacionales, etc., en las que se desarrolla una lucha de clases particular, en nuestro caso un proceso de liberación. Mientras que el concepto de modo de producción es abstracto, el de formación económico-social es concreto. Como lo indica la praxis, toda estrategia política triunfante ha empleado ambos conceptos, pero en sus respectivas áreas dentro de la elaboración estratégica. El estudio de Lenin sobre el desarrollo del capitalismo en el imperio zarista utilizó este método, y debe decirse que la revolución bolchevique nunca hubiera triunfado si ya en 1899 no hubiese quedado definitivamente esclarecido el contexto objetivo de la lucha, en especial el hecho de que el campesinado ya había dejado de ser el sujeto revolucionario, pese a su aplastante mayoría cuantitativa en la época, para pasar a serlo el todavía reducido proletariado, bastante más reducido en cantidad pero cualitativamente superior. Y unido a este avance, justo muy poco tiempo después, en 1900, Lenin salió abiertamente en defensa de la necesidad del pueblo chino a resistir a la invasión zarista para mantener su independencia nacional.

Si así han procedido las luchas triunfantes, al margen de su resultado último, las que nunca han triunfado ni siquiera durante un tiempo inicial, y peor aún las que fueron derrotadas antes de las crisis decisivas, todas estas luchas se han caracterizado por asentar su praxis en el conocimiento riguroso del contexto en el que luchan, de su clase propia y de la burguesía a la que se enfrentan, sobre todo de su nación oprimida. Hemos de reivindicar el decisivo acierto teórico y político de lo que entendemos como proceso del V Biltzar, aproximadamente desde inicios de 1964 hasta 1980, en la fijación del marco nacional de clase y socialista del independentismo vasco. Un logro comparable, salvando todas las distancias, al de Lenin a finales del siglo XIX, un logro que explica, que hasta finales de la década de 1990, el grueso del MLNV tuviera los pies en el suelo de las contradicciones a pesar de los profundos cambios que estaba sufriendo Euskal Herria como efecto de la reorganización imperialista iniciada a mitades de la década de los años setenta y acelerada a mitades de la de los ochenta.

Los factores expuestos arriba, desde la represión hasta las nuevas modas ideológicas, pasando por los cambios sociales acumulados, todo esto explica que en los años de euforia consumista y de tópicos sobre la «nueva economía», el poscapitalismo, etc., desapareciera prácticamente el estudio de los cambios en la estructura social vasca. Exceptuando muy contados eventos realizados por grupos y colectivos relacionados directa o indirectamente con el MLNV, la desidia teórica fue penetrando en amplios grupos del independentismo socialista y, peor aún, determinadas corrientes repitieron los errores de otros colectivos al volcarse en la casta intelectual académica, considerándola la única fuente de saber. El neopositivismo y las corrientes post eran mayoritarios en estos ámbitos.

Como hemos dicho, desde comienzos de la década de los ochenta el capitalismo español inició una feroz desindustrialización de Hego Euskal Herria, con el apoyo de la burguesía vasca, que supuso un debilitamiento cuantitativo considerable de la fracción industrial de la clase obrera, del «trabajador de mono azul», para entendernos. Fue esta fracción la que vertebró hasta entonces al pueblo trabajador vasco, la que inició las grandes huelgas insurreccionales de 1890-1934, la que sostuvo la resistencia de 1936-1937 y los largos años de plomo de la dictadura franquista, la que tras el impacto del Plan de Estabilización de 1957 logró integrar con mucha eficacia la oleada emigrante y dirigir la larga fase de lucha de liberación nacional de clase del tardo franquismo y del post franquismo. La denominada «batalla de Euskalduna» de 1984 marcó el final de una fase y el inicio de otra en la desestructuración del pueblo trabajador de la «Euskadi del hierro y el acero» y el intento de romper definitivamente su centralidad para aniquilar el sujeto colectivo de liberación. Esta ofensiva continúa en el presente con renovados bríos, para cuya explicación nos remitimos al texto de debate del Lenin Eguna de 2012 -Lenin, Txabi, Argala: sobre la actualidad del V Biltzar- que ha quedado validado en este año transcurrido.

Desde 2009, y también antes, el pueblo trabajador está sosteniendo una feroz lucha de clases contra la burguesía vasco-española, contra su Estado. En muy poco tiempo han habido seis huelgas generales e innumerables huelgas parciales en empresas concretas, en zonas y pueblos, así como otros muchos conflictos provocados por la sistemática ofensiva del capital. Durante estos combates tiende a aumentar la estrecha alianza entre la clase obrera y los movimientos populares dando forma, mediante la propia lucha, a un «nuevo» pueblo trabajador «diferente» en su forma pero idéntico en la esencia al «viejo», que empezó a agotarse a partir de 1984.

La formación de un «nuevo» sujeto colectivo de lucha, de un «nuevo» pueblo trabajador requiere tiempo, lecciones aprendidas en las luchas y en las derrotas, las nuevas formas no aparecen de inmediato sino que deben superar muchas barreras, entre ellas, además de las obsoletas formas de pensamiento ya periclitadas que se resisten a morir, también las mentalidades interclasistas y reformistas que han aparecido al calor del desasosiego, de la incertidumbre y del cáncer reformista que sigue a toda desestructuración impuesta por el poder opresor, especialmente en franjas de la antigua militancia que se ha adaptado a la lógica dominante, la del poder. Para contrarrestar estas tendencias ya presentes en su época, Lenin insistió en la necesidad del estudio permanente de la formación económico-social del propio país. Tarea que sólo podía realizarse mediante una organización revolucionaria de vanguardia.

La izquierda abertzale deberá realizar un considerable esfuerzo teórico para actualizar el logro del V Biltzar en respuesta a las necesidades creadas por el capitalismo de comienzos del siglo XXI, pero mucho nos tememos que su parte dedicada a la intervención parlamentaria no esté en condiciones de hacerlo, no vea esa necesidad. Llama la atención que no se haya podido concluir aún una definición común del bloque burgués dominante en Euskal Herria, y aunque existen aportaciones individuales no existe una doctrina teóricamente asentada que unifique al MLNV en esta cuestión decisiva. Vacío aún más lacerante en el caso de Sortu, que se supone debe torear a diario las diferencias existentes en las coaliciones Bildu y Amaiur, en las que existen grupos representantes de fracciones de la pequeña burguesía. Pero el problema es infinitamente más grave, ya que si no se define qué es la burguesía, no se puede definir qué es la clase obrera y por tanto qué es el pueblo trabajador. Y si no se define el sujeto activo y dirigente de la lucha de liberación nacional de clase: ¿a dónde vamos…?

7. Nación e imperialismo

Una necesidad tanto más imperiosa cuanto que los cambios en el imperialismo occidental, en respuesta a su crisis propia interna y a las presiones exteriores de otras potencias, están a su vez forzando ataques muy duros a sus clases trabajadoras y en especial a los pueblos que oprimen. Aquí, de nuevo, las aportaciones de Lenin son decisivas, y muy en concreto la de la cuestión nacional y la del imperialismo. A grandes rasgos, existen en Lenin dos grandes fases en su investigación sobre la opresión nacional, siendo el año de 1913 el que las separa. En la segunda, la cuestión nacional está más estrechamente unida a las contradicciones capitalistas mundiales, al imperialismo, que en la primera que es vista más en lectura estricta de derechos democráticos y políticos, mientras que en la segunda estos derechos nunca negados son complementados y enriquecidos a partir de una comprensión muy superior del papel del imperialismo en la opresión nacional.

A partir de 1917 y sobre todo en las elaboraciones de los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, esta dialéctica entre imperialismo y opresión nacional aparece magníficamente expuesta. Ninguna tesis burguesa, ni siquiera reformista dura, ha llegado nunca a semejante brillantez, ni remotamente. La ofensiva imperialista para recomponer su poder iniciada en la mitad de los setenta ha confirmado y agudizado, mediante el poder creciente del capital financiero-industrial y del capital ficticio, las tesis de Lenin sobre la dialéctica entre el imperialismo y la opresión nacional; la ha confirmado de tal modo, salvando críticas puntuales y necesarias, que ahora es totalmente actual.

Si analizamos el contexto vasco vemos que tanto el pacto entre PNV, PSOE y PP en Vascongadas como el apoyo básico del PSOE a UPN en Nafarroa aúnan, por un lado, sus intereses autonómico-regionalistas con los estatales y, por otro lado, con los del imperialismo occidental en este período. Lo mismo sucedió, en esencia, en los pactos estratégicos de 1975-1978, pero con la diferencia de que entonces el imperialismo occidental y el europeo, en concreto, se encontraban en otra fase. La dialéctica entre la opresión nacional y el imperialismo se ha fusionado del todo en este casi último medio siglo, pero sin embargo una parte del MLNV no presta la atención suficiente a esta realidad objetiva. Sin querer hacer leña del árbol caído, de la ponencia oficial de Sortu, y menos aún de la perspectiva internacional defendida por la ponencia publicada por Gara a finales de 2009, sí hay que decir que aquellas perspectivas han resultado totalmente erróneas.

Lo malo es que se crearon falsas expectativas en las franjas abertzales más débiles teórica y políticamente al sugerir la idea de que el imperialismo podía hacer la vista gorda ante una lucha de liberación nacional de clase, socialista, incluso dejándola avanzar si aceptaba el marco legal impuesto. El imperialismo sólo acepta autoderrotas de los autovencidos, excepto en aquellas luchas que logran victorias cualitativas, como la del IRA frente a Gran Bretaña con los Acuerdos del Viernes Santo de 1998. Ante la ausencia de tales victorias cualitativas de la izquierda independentista debe comprenderse el reforzamiento de la opción proestatalista de la burguesía autóctona en Hego Euskal Herria. PNV, UPN y PSOE, cada uno en su medida, representan al bloque de clases dominante en el Estado español y a su sucursal en la parte vasca bajo dominación española. El bloque burgués -PP, UPN, PSOE y PNV, y de manera especial el Estado- sabe que la línea impulsada por Sortu no se basa en victoria cualitativa alguna previa, como fue el caso del IRA provisional el 1998 -no entramos en valoraciones críticas internas al independentismo irlandés-, sino en una decisión «unilateral» sin base previa conquistada.

Y aquí surge de nuevo la inaceptable e insoportable figura de Lenin, y del marxismo en general, con sus referencias directas al pueblo trabajador como sujeto revolucionario. La elaboración de una estrategia adecuada a unos objetivos históricos no puede basarse en una ceguera del contexto mundial e interno, en la ignorancia de las tendencias fuertes de la evolución objetiva mundial, y por tanto vasca, en la creencia en que basándose en la «unilateralidad» y en la «presión internacional» se doblegará mediante acciones de masas «no violentas» y de «desobediencia civil» a Estados criminales y atroces como el español y el francés. La dialéctica entre opresión nacional e imperialismo imposibilita de raíz toda fantasiosa elucubración en este sentido, excepto, como hemos dicho, si se parte de una posición de absoluta debilidad, de aceptación del orden establecido.

La nación no es un ente químicamente puro, sin contradicciones clasistas, informe y nebuloso, sino una realidad sociohistórica preñada de tensiones que pueden saltar y estallar en duros conflictos internos apoyados por fuerzas externas. El imperialismo explica este devenir. Sin la teoría del imperialismo no comprenderíamos la historia del MLNV y menos aún las fuerzas reaccionarias que ahora mismo vuelven a conjurarse para sellar un futuro de sojuzgamiento de nuestro pueblo. Hemos de decir que si bien la mayoría de la izquierda independentista es muy consciente de la importancia práctica de dominar la teoría del imperialismo, sin embargo en determinados grupos de Sortu no se es consciente de ello. Podemos poner ejemplos que aparentemente no guardan relación entre sí pero que expresan lo que decimos: la muy peligrosa indefinición de Sortu ante el euroimperialismo; la tardanza de Sortu para posicionarse sobre la agresión a Siria, entre otras; la línea internacional de Gara, etc.

La desidia en comprender la objetividad del imperialismo tal cual actúa a comienzos del siglo XXI determina que sea imposible o muy difícil prever las tendencias fuertes del bloque de clases dominante en el capitalismo occidental, en los Estados español y francés y en Euskal Herria. Una de las razones que explican el ambiente de desasosiego, cansancio y hasta de indiferencia que ha cundido en las bases de Sortu es precisamente la de la descontextualización de la línea impuesta sin argumentación seria, la no referencia permanente a la realidad objetiva del imperialismo franco-español, del carácter reaccionario de la burguesía vasco-española y del imperialismo en cuanto tal.

8. Independencia socialista

La cuestión del poder y del Estado era central en Marx y Engels, pero el reformismo socialdemócrata la diluyó para abrir una brecha por la que colar la supremacía del parlamentarismo en detrimento de la lucha de clases, de la lucha de las masas en todos los espacios en los que existiera explotación, opresión y dominación. Fue la izquierda, y Lenin en especial, la que recuperó esta problemática, restituyéndola en su lugar prioritario. La conquista del poder político-estatal aparecía ya desde el Manifiesto del Partido Comunista de 1848 como un objetivo a lograr mediante la interacción del programa mínimo con el programa máximo, de la táctica con la estrategia y con los objetivos irrenunciables. Mantener la dialéctica entre el programa mínimo y el programa máximo, entre lo que ahora mismo se quiere conquistar como paso táctico que acelera y acerca la conquista de los objetivos históricos expresados en el programa máximo, es una constante revolucionaria, mientras que al contrario, romper esa dialéctica y priorizar lo inmediato, lo táctico a costa de debilitar, olvidar o renunciar a los objetivos y a la estrategia adecuada, es una constante reformista.

Tras la Segunda Guerra Mundial el problema del poder estatal fue supeditado de nuevo a los pactos interclasistas keynesianos y más tarde, cuando el keynesianismo fue abandonado por la burguesía que optaba cada vez más por el neoliberalismo, el reformismo eurocomunista fabricó la excusa de construir la «hegemonía de la sociedad civil» sin atacar al Estado, sino presionando desde fuera para llegar a la «democracia avanzada». Las fuerzas reformistas europeas abandonaron hace décadas la lucha cotidiana, diaria y en todos los problemas por la conquista del poder estatal, y la denominada «cultura progresista» siente pánico cuando se le pregunta por esta cuestión, lo mismo que lo siente cuando se le pregunta por la propiedad privada. Son tabúes cuyo sólo nombre espanta. En el Estado español, la vuelta al reformismo mediante un giro verbal había sido preparada desde 1956 cuando el PCE lanzó la consigna de la «reconciliación nacional» en la que el problema del poder político-estatal se esfumaba como conquista prioritaria. Después esta cuestión desapareció del todo en Izquierda Unida (IU).

En la izquierda abertzale fue un sector de EIA-EE el que primero abrió la puerta al abandono de los conceptos que explican las contradicciones irreconciliables que enfrentan a opresores y oprimidos, imaginando que la explotación desaparecería de la realidad simplemente dejando de hablar de ella. Una ideología mágica e idealista que cree que es el lenguaje el que crea la realidad: se adora al tótem de la democracia abstracta y al fetiche del parlamentarismo, y no se cita al tabú de la explotación. Con el tiempo, otro sector del MLNV «se olvidó» del socialismo, de la reivindicación permanente del Estado vasco independiente, empleando cada vez más expresiones ambiguas y polisémicas como «naciones sin Estado» en sustitución de naciones oprimidas o pueblos nacionalmente oprimidos, etc., hasta llegar en el presente a priorizar el concepto de soberanía sobre el de independencia, del mismo modo que el de Amnistía está desapareciendo del lenguaje oficial, por no citar al de lucha de clases, desconocido prácticamente en Sortu, pero cobrando vigencia en otros sectores del MLNV.

La reivindicación permanente del Estado vasco inserto en una República Socialista es una necesidad urgente para la supervivencia de Euskal Herria. Pero su reivindicación requiere de una pedagogía política diaria en la que las conquistas del programa mínimo estén siempre relacionadas con los objetivos históricos. El pueblo trabajador tiene que vivenciar en su experiencia cotidiana que la independencia socialista puede ser conquistada y que, en cierta medida, lo está siendo ya en algunos aspectos no cualitativos mediante los logros políticos, sean de lucha de masas, de movimientos populares y obreros, de victorias electorales e institucionales, etc. Una vez más, y ante la lentitud de Sortu también en esta cuestión, son otras partes del MLNV, como el movimiento obrero y el sindicalismo sociopolítico, además del movimiento popular, quienes asumen esa tarea. Por ejemplo, el texto colectivo sobre el Estado vasco coordinado por Ipar Hegoa busca avanzar en este camino, a la vez que muestra las grandes diferencias y hasta contradicciones existentes dentro del amplio mundo abertzale.

Pero en cada explicación pedagógica sobre la dialéctica entre conquistas tácticas actuales y objetivos irrenunciables a conquistar en el futuro, debe siempre insistirse en que la República Socialista Vasca es irreconciliable con el imperialismo, con la Unión Europea; que por mucha indefinición que se mantenga en Sortu sobre la Unión Europea, a pesar de ese silencio suicida no se extinguirá pacíficamente la contradicción antagónica entre el independentismo socialista y el imperialismo, sino que irá agudizándose más si cabe en la medida en que el pueblo trabajador se radicalice y se autoorganice fuera del sistema parlamentario franco-español y contra él, por lo que debemos ir preparándonos mental, política y materialmente para ello. Y nada de esto se hace. Al contrario, de mil modos se intenta asentar entre las bases la creencia de que se puede avanzar pacíficamente «gotita a gotita» hasta niveles altos de «democracia vasca» sin contenido de clase, indefinida en el aspecto crucial de la propiedad privada. Un sector del MLNV está cometiendo el mismo error del reformismo a finales del siglo XIX y tras la Segunda Guerra Mundial: abandonar la lucha por la conquista del poder estatal en su sentido fuerte, rompiendo la dialéctica entre el programa mínimo y el programa máximo, limitándose sólo al primero.

9. Resumen

En un momento del ¿Qué hacer? Lenin dice que hay que soñar, y que él mismo se ha asustado al escribir esas palabras, procediendo de inmediato a criticar la cerrazón de quienes rechazan el valor de la imaginación teórica. Aparte de que aquí Lenin hace una brillante defensa de la heurística marxista, también está destrozando con antelación todas las críticas que se le harán al libro sobre su supuesto carácter plomizo, autoritario, ultracentralizador y disciplinador, etc., cuando en realidad es todo lo contrario. El ¿Qué hacer? es un libro que exige al lector tanta imaginación creativa y crítica para seguir sus argumentos como la empleada por Lenin para escribirlo. Sin imaginación creativa no se entiende el ¿Qué hacer? en su pleno sentido, y por eso no se entiende tampoco la teoría marxista de la organización de vanguardia. Y es así porque esta teoría rompe la grisácea pesadez del sentido común y de la lógica formal.

La ideología burguesa es sencillamente monótona, reiterativa y simple, lo que la dota de una eficacia alienadora sorprendente. La ideología burguesa rechaza lo complejo, múltiple, variable y contradictorio, por eso es aceptada con docta ignorancia por la casta intelectual y por el reformismo. Frente a la teoría del partido de vanguardia inserto en la forma-movimiento, cuya comprensión requiere tanto de la experiencia práctica como del esfuerzo teórico, el reformismo ha optado siempre por el partido de masas «abierto y amplio», que no exige esfuerzo alguno ni de entendimiento ni de práctica militante.

En las condiciones actuales del MLNV el ¿Qué hacer? plantea tres reflexiones críticas duras pero necesarias. Primera, es urgente crear una organización militante de vanguardia que integre a las mejores personas, las más preparadas y conscientes en la acción política revolucionaria destinada a poner en primer lugar la lucha por la conquista del poder estatal vasco. Las mejores personas, las más capaces de convencer con su pedagogía del ejemplo teóricamente guiado, nunca de imponer por métodos burocráticos o de condicionar indirectamente con métodos sucios y a espaldas de los debates democráticos.

Segunda, es urgente demostrar argumentativamente que hay reivindicaciones en las que no se puede ceder abierta o solapadamente, porque son las que definen al MLNV como la amnistía, la euskaldunización, el independentismo socialista, el Estado vasco, el derecho a la revolución, el papel rector del programa máximo sobre el mínimo, el papel de la lucha obrera y popular autoorganizada en movimiento, el carácter secundario aunque importante del parlamentarismo, la democracia directa y el control obrero y popular, etc.; o dicho en el sentido contrario, debe activarse al máximo la lucha teórico-política contra las tesis que relativizan o niegan actualidad a estas y otras reivindicaciones esenciales.

Y tercera, es urgente concretar un programa mínimo que exprese lo común y básico que identifica al MLNV en su conjunto, al estilo de lo que fue la Alternativa Táctica de KAS, pero en las condiciones actuales de opresión nacional de clase y patriarcal. Un programa mínimo que marque tanto los objetivos inmediatos por los que lucha el independentismo socialista en su unidad esencial de objetivos históricos irrenunciables, como los puntos de no retroceso bajo ninguna presión o promesa del imperialismo franco-español.

En la medida en que se retrase la consecución de estas tres necesidades, en esa medida se ahondarán las crisis internas arriba analizadas.

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A politizar el desafío de la sustentabilidad
Es inquietante la paradoja que ocurre con la palabra sustentabilidad. Nunca antes en la Historia la humanidad tuvo tanta urgencia ante una crisis de continuidad intergeneracional. Lo inédito de la crisis es que, en simultáneo, nos afecta planetariamente y en todos los lugares. Ese es el desafío mayúsculo de la sustentabilidad. Pese a ello, la misma ha sido banalizada. No solo por los escépticos y ajenos, sino también en debates bizantinos, por ejemplo, cuando se confunde con esa suerte de oxímoron que es el “desarrollo sustentable”(que no problematiza lo insustentable del desarrollo económico ilimitado). E incluso por las malas prácticas de algunos que aquí, allá y acullá dicen actuar en pos de la continuidad.
Importa entonces situarla históricamente y reflexionar sobre algunas relevantes tensiones que el desafío conlleva al actual modo de vida. Es lo que haremos en este artículo. Primero, analizamos la emergencia histórica de la sustentabilidad y su expansión transversal a lo humano. Segundo, exploramos en la compleja tensión, en las sociedades y en los sujetos, entre crecimiento económico ilimitado y sustentabilidad. En el punto tres abordamos otra tensión que es expresión concreta de la contradicción precedente: en las empresas la tensión entre lucro y sustentabilidad.
Aclaro de inmediato que nuestras reflexiones no serán técnicas -abunda la literatura especializada y académica. Nos centraremos en la pertinencia de llevar el debate a la arena política, una tarea ineludible de los nuevos actores socio-políticos. Pues, lisa y llanamente, hoy la sustentabilidad es una “Res publica”(cosa pública), prioritaria en los asuntos de la Polis.
En Chile ha habido “desidia” institucional -no así en organizaciones ciudadanas-, mientras en paralelo avanzan los dramáticos efectos económicos, sociales y ambientales de la eco-crisis: la sequía y desertificación, la consecuente falta de agua, el shock de la pesca y la agricultura, la cuestión energética.
1) La idea-práctica sustentabilidad, activada por la crisis ecológica, es un emergente histórico que responde al actual desafío de conservar la continuidad en la relación entre cultura humana y ecosistemas.
El significado de las palabras sustentable y sostenible nos permitirá explicar su profundidad cultural. Dice la RAE de sustentable: que se puede sustentar, el acto de conservar algo en su ser o estado. Y de sostenible: un proceso que puede mantenerse a sí mismo. De esas bases surge la fuerza conceptual y práctica que conlleva la articulación del sentido de ambas palabras: para que un proceso-sistema (social) se auto-reproduzca, éste debe conservar algo.En esa potencia precisamente radica el por qué ahora la emergencia y relevancia de la sustentabilidad/sostenibilidad.
Hoy sabemos que el cambio climático, la perdida de biodiversidad, la contaminación de las aguas y océanos, la deforestación, podrían incidir en la auto-reproducción del sistema social. Así de asertivo fue el último informe científico de las Naciones Unidas (septiembre 2013), concluyendo que las causas de la crisis son antrópicas: una civilización basada en los combustibles fósiles y enfocada en el crecimiento económico ilimitado, en la maximización de la producción y en el consumismo. Si bien el modo de vida moderno es de larga data (siglos en occidente), los primeros síntomas agudos de la crisis ecológica se hicieron sentir en los años sesenta (informe científico del Club de Roma), hasta llegar a un presente, globalización mediante, con un diagnóstico socio-ambiental perturbador.
Es ahora entonces cuando adquiere todo su sentido que la condición para un acoplamiento estructural (1) sustentable entre cultura y biosfera supone conservar y auto-reproducir una relación no destructiva entre el modo de vida humano y los ecosistemas y la biodiversidad. Pues, la actual relación, destructiva, no da para más. Con nuestra enorme huella ecológica, la red que es la biosfera se ha saturado (volveremos sobre esto).
            La crisis ecológica esuna encrucijada histórica y cultural. En las últimas cinco décadas, los ecos de la idea-fuerza sustentabilidad han empezado a resonar en todos los ámbitos humanos.
En lo económico, ha inspirado algunas reformas hacia la sustentabilidad y también una crítica radical a la lógica del crecimiento económico ilimitado, del progreso y del desarrollo, del productivismo y consumismo. Crítica que ha animado una diversidad de reflexiones y acciones en pos de una neo-economía con criterios ecológicos: “PIB” Verde o cuentas verdes, economía del decrecimiento, economía ecológica, economía solidaria, retirada sostenible, crecimiento cero, entre otros conceptos provenientes de las ciencias sociales y del activismo contracultural.
En lo energético, ha puesto urgencia a la necesidad de una reconversión tecnológica hacia fuentes generadoras con mínimo impacto en los ecosistemas. En un par de décadas ha sido una constante la expansión de las ERNC y sorprendentes las innovaciones para hacer más eficiente el uso de la energía.
En lo socio-político, en el nivel planetario y local, las malas prácticas ecológicas (y su reverso que es la conciencia del desafío de la sustentabilidad), han traído una multiplicación de los conflictos socio-ambientales, nuevos movimientos ciudadanos y políticos críticos al actual modo de vida, nuevas formas de gobernanza y de diálogo social tripartito (gobiernos, sociedad civil, empresas). Un botón de muestra es el excelente mapa virtual de conflictos socio-ambientales (http://ejatlas.org/), preparado por académicos y activistas. En el vemos como los conflictos ocupan todo el planeta y la diversidad de actores: gobiernos, empresas, comunidades.
En nuestros hábitos cotidianos, la sustentabilidad ha inducido la emergencia de una cultura del manejo de los desechos, el reciclaje, la desmaterialización de la economía, nuevas prácticas de consumo responsable o un nuevo modo de vida en actitud de simplicidad voluntaria.
En la arquitectura y el diseño, en la construcción urbana e industrial, ha generado nuevas ideas y prácticas, por ejemplo, el uso de nuevos y viejos materiales y de formas eco-sustentables.
En el arte (literatura, plástica y cine), una pléyade de creadores han incorporado en sus obras el desafío de la sustentabilidad. Con sus luces, en metáfora optimista, han expresado la necesidad de un nuevo modo de vida o bien la revaloración de lo antiguo o imaginado. Con sus grises, han desnudado la complejidad humana y las dificultades para el cambio cultural. Con sus sombras, han marcado la eventual autodestrucción de la civilización, por ejemplo, en el cine, el caos final, ambiental y emocional, aparece una y otra vez en la pantalla en las últimas décadas.
Los gobiernos, a sus ritmos, han ido asumiendo el desafío a través de nuevas instituciones (ministerios de sustentabilidad y coordinaciones transnacionales), más leyes y regulaciones en el eje multinivel, desde lo global, pasando por lo regional-continental, hasta el estado-nación y lo local.
Las empresas, con su propia complejidad, han sido interpeladas socialmente por la sustentabilidad. De hecho, el modelo de gestión del triple Bottom Line (Elkington, 1997) o de Responsabilidad Social (RS), ha sido su singular respuesta adaptativa. En el modelo, junto a la tradicional variable del lucro/negocio, las empresas, en su gestión estratégica y en sus mediciones, han debido atender a una segunda y tercera variable. La variable ambiental para responder a las nuevas regulaciones y la fiscalización ciudadana y la variable relación horizontal con las comunidades, que hoy entregan una suerte de Licencia Social para operar (en el punto 3, por su relevancia en el conflicto socio-ambiental, nos explayamos en esta materia).
En las relaciones interpersonales, conceptos y valores como la Legitimidad del Otro (Maturana, 2005) y laConciencia empática (Rifkin, 2010) promueven un nuevo trato entre los seres humanos y con el entorno. Ellos nos han venido a recordar que el desafío de la continuidad intergeneracional, amén de la sustentabilidad socio-ambiental, también implica hacernos cargo de la Sustentabilidad emocional(Dinamarca, 2011).
Como se lee, en muy pocas décadas (considerando que se trata de un proceso de cambio histórico y cultural de larga duración), la sustentabilidad ha tendido a encarnarse transversalmente en las razones, emociones y conductas de los seres humanos; convirtiéndose así en una suerte de guía en construcción para una nueva relación entre cultura (que es naturaleza) y naturaleza (que es humanizada) o lo social/natural implicados, so riesgo de la continuidad intergeneracional.
2) Es extraordinaria la complejidad asociada al proceso de construcción histórica de una sociedad sustentable, pues vivimos en una cotidiana tensión, en los sujetos y en las sociedades, entre crecimiento económico ilimitado (productivismo, consumismo) versus sustentabilidad.
A la hora de hacer un breve balance sobre la deriva cultural de la idea-práctica sustentabilidad, en sus apenas cuatro décadas, la buena noticia es que en el imaginario y en las prácticas humanas se ha expandido de una manera que ni los más entusiastas de sus primeros constructores hubiesen imaginado. Vivir tal proceso ha sido la experiencia de una generación.
Basándonos en la taxonomía de un académico brasilero (Baldissera, 2010), distingamos cuatro tipos de sujetos en función de lo que la sustentabilidad les evoca y provoca:

Tabla comparativa sobre percepción de la sustentabilidad
1) Sujetos que viven integralmente, en conciencia y en sus prácticas, el desafío de la sustentabilidad
2) Sujetos que la asumen solo de manera pragmática y con objetivos tácticos (porque agrega valor).
3) Sujetos que la ven como una moda que solo implica gastos, luego, la cuestionan y la niegan.
4) Sujetos inmersos en una miseria material y cultural que ni siquiera le decodifican.
 Como toda taxonomía, esta solo clasifica y es un corte en el tiempo. Por ello, no alcanza a dar cuenta del hecho cualitativo que el tipo 1 y el tipo 2 (los sujetos a quienes evoca ya sea un valor central o un valor periférico), han ido adquiriendo cada vez más presencia en las sociedades. Mientras, el tipo 3 y 4 (a quienes los provoca o le ignoran), han tendido a disminuir su presencia. Entre las nuevas generaciones, además, el tipo 4 tiende a desaparecer y el tipo 1 y 2 son claramente expansivos. Tampoco la taxonomía da cuenta del desplazamiento en el tiempo de los sujetos del tipo 2 al tipo 1, activado ya sea por la educación en sustentabilidad y/o por la profundidad de la evidencia de la crisis socio-ambiental. Esa es la buena noticia.
La mala es que pese a las expansivas prácticas pro sustentabilidad, en la dura y compleja vida económica y social, así como en los pasillos de la avaricia, aún asistimos a muchas experiencias, personales y empresariales, abiertamente anti sustentabilidad. Solo repasemos el par de absurdos estructurales hoy más conocidos (e invitamos al lector a que evalúe sus propios bemoles cotidianos).
Las grandes potencias, sino todos los países, avanzan ciegos hacia el despeñadero, insistiendo en la locura autodestructiva de incrementar la energía que aportarían los nuevos hallazgos de combustibles fósiles (el gas share y las arenas bituminosas de petróleo están de moda y el carbón aún abunda en las matrices energéticas). Es decir, algo así como si la temperatura en los próximos años subirá X grados, cuya consecuencia ya sabemos será disruptiva para el actual modo de vida, entonces adelante y que suba X al cuadrado.
Además, todavía es hegemónico el modelo –que nació en Europa- del Planeta Americano (la expresión es del periodista Vicente Verdú). En la tardo-modernidad, chinos, indios, latinoamericanos y africanos, participan de una frenética carrera en pos del crecimiento material. Los centros de estudios que observan la huella ecológica de la actual civilización, han concluido que sí toda la humanidad se plegara a los excesivos estándares de producción y consumo (de USA y Europa), necesitaríamos 5 planetas para auto-reproducirnos. Hoy, con la actual “distribución” del despilfarro, necesitamos ya casi de 2 tierras (http://www.footprintnetwork.org/es/). Insostenible.
Con el precedente contrapunto de buenas y malas noticias, hemos querido marcar la extraordinaria complejidad asociada a la tensión entre el crecimiento económico ilimitado (como “sostenedor” de los actuales estándares de producción y consumo y, lo más relevante, como “sostenedor” del servicio de reproducción de lo laboral) versus el desafío de la sustentabilidad, que necesariamente conlleva una innovadora alteración del actual modo de vida.
Esa tensión involucra a toda la sociedad, pues, vivimos en un modo económico globalizado, cuya metáfora más sugerente podría ser la de un mega metabolismo social. En efecto, la red global económica, industrial, social, tecnológica y financiera creada por la modernidad, en su ocaso, es omnipresente. Nos envuelve y atenaza prácticamente a todos en la inercia inclusiva de una red de bienes y servicios. En ella, cada hombre y mujer, desde sus singularidades, aporta con su inteligencia y oficio, y también todos actuamos simultáneamente como productores y consumidores.
La tensión más acuciante de la actual civilización es que en caso de seguir creciendo económicamente profundizaremos nuestro desacoplamiento de la biosfera y los ecosistemas, ergo, con resultados catastróficos para el modo de vida de la civilización y para los seres humanos (insustentabilidad ambiental). Pero, en caso de una brusca ruptura del crecimiento económico podrían advenir efectos dramáticos en cuanto a cohesión y reproducción socio-laboral (insustentabilidad social). Sabemos que de parar la locomotora del crecimiento, tal como lo sugiere la razón analítica, podrían sobrevenir crisis y explosiones sociales.
Hoy es consenso académico que el cambio climático irá generando aún más amplias e inéditas crisis socio-ambientales y migraciones masivas con sus inminentes secuelas de conflictos sociales por recursos en diversas regiones del planeta. Ni siquiera podemos imaginar lo qué ocurriría en nuestro actual modo de vida, en cuanto a fuentes laborales, si acaso pudiéramos parar en pocos años la maquina energética de combustibles fósiles y el productivismo y consumismo desbocado, que es lo que la razón aconseja hacer con la mayor urgencia para alcanzar a mitigar y adaptarnos a la crisis de sustentabilidad en nuestra relación con los ecosistemas. ¡Qué tensión y desacoplamiento estructural entre la “maquina socio-económica mundo” y la biosfera!
Históricamente digamos que como humanidad asistimos a una contradicción entre el desorbitado crecimiento del ya antiguo modo de producción moderno (el sistema-mundo del que nos hablara Immanuel Wallerstein) y la imposibilidad del bio-sistema planetario de soportar el daño que aquel progresivamente le infiere.
Realicemos el ejercicio de complementar la descripción de esta nueva y vital tensión, trayendo libremente al presente una de las más sugerentes tesis del filósofo de la Historia y economista Carlos Marx:determinadas relaciones de producción de una época antigua se pueden convertir en una traba para la expansión de nuevas fuerzas productivas y de nuevas relaciones de producción (un nuevo modo de organizar el vivir económico).
Si observamos a las relaciones de producción en tres dominios. Uno, como relaciones de apropiación y distribución de la riqueza. Dos, como los motivos y valores que mueven a los seres humanos en la producción de bienes y servicios. Y tres, como las relaciones entre los sujetos (y clases o colectivos) en los mercados y en cualquier interacción económica. Entonces resulta inequívoco que las antiguas relaciones productivas modernas, hoy están trabando las nuevas relaciones de producción y el desarrollo de las nuevas fuerzas productivas ecológicas que la humanidad ya tiene a mano para superar la crisis de sustentabilidad.
Por ejemplo, hoy están operando nuevas fuerzas productivas eco-tecno-eficaces que son un expansivo núcleo duro o matriz de una potencial nueva economía postmoderna (y usamos el prefijo pos solo en el sentido de posterior, en este caso, a la economía moderna). Hoy existe el conocimiento y la capacidad para multiplicar la generación limpia de energía. Hoy se dispone de la tecnología para avanzar hacia la desmaterialización de la economía, mediante el reciclaje y la reorganización de la materia prima ya transformada que circula en el mundo.De hecho, desde el año 2000, en Hannover, Alemania (líder en eco-tecnología, gracias a las políticas del partido Verde), se realizan ferias planetarias con las grandes innovaciones tecnológicas en las nuevas fuerzas eco-productivas.
Sin embargo, esta emergente capacidad de producción eco-tecno-eficaz se ve frenada por relaciones de producción propias de una época ya antigua; relaciones todavía basadas en valores, principios y dogmas como la apropiación y la acumulación, la sobreproducción y el consumismo, la maximización del lucro (que no es lo mismo que obtener beneficios), el descriterio del costo-oportunidad en el corto plazo, la no redistribución y la unilateral competencia.
Si como sociedades, tanto en la gestión política y en lo personal, potenciamos pragmáticamente la emergente expansión-creatividad de las nuevas fuerzas eco-productivas. Si nos auto-educamos para poner en el centro a las emergentes relaciones de producción, entre otras, la revalorización de la colaboración, la profundización de la práctica de la redistribución y la equidad, los beneficios razonables –que no destruyen ni al otro ni al entorno- y la emoción del respeto y el vivir en una simplicidad voluntaria. Si así lo hacemos, tal como lo sugieren una diversidad de actores/agencias de la idea-fuerza sustentabilidad, entonces podríamos profundizar en un potencial de transformación capaz de conservar una nueva relación entre cultura y biósfera, permitiendo un buen vivir a las generaciones futuras.
Sin embargo, aún son hegemónicas las antiguas-modernas relaciones de producción que, en el mismo acto de frenar a las emergentes relaciones y fuerzas productivas de la sustentabilidad, ponen en cuestión la continuidad intergeneracional. En el cómo resolvamos esta vital encrucijada histórica se juega la manera en que accederán al futuro nuestros hijos.
Como hemos reiterado, las propuestas y acciones acerca del qué hacer se han venido co-construyendo desde los años 60. En las última décadas, ya evidentes los peores augurios del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad, estos movimientos contraculturales se han multiplicado en todo el mundo, así como los gobiernos y las empresas, a su manera, han intentado enfrentar la eco-crisis.
En el ámbito europeo, el Movimiento Zeitgeist (espíritu de la época), que es transversal académica y socio-políticamente, se ha venido masificando con su postulado de transitar desde una economía del lucro a unaeconomía de los recursos (Joseph, 2011). En América Latina, redes de académicos y activistas, multiculturales, han propuesto el nuevo paradigma pos-colonial y del post-desarrollo, coincidiendo con la mirada del Zeitgeist del norte en torno a la necesidad de un Buen Vivir basado en una economía colaborativa y de la sustentabilidad de los recursos. En India y China también asistimos a un activismo de la alteración cultural que cuestiona el proceso de modernización impulsado por sus gobiernos, producto de las dramáticas secuelas de daños ambientales y sociales.
Hemos usado una y otra vez la expresión una “tensión extraordinariamente compleja” (entre crecimiento económico y sustentabilidad) con el objetivo de relevar que el desafío de la sustentabilidad requiere de innovadoras miradas, de colaboración en el inevitable conflicto, de radicalidad y mesura.
En tal desafío no existen los “puros” y los “impuros”, tan solo hay prácticas sustentables y no sustentables. Tampoco existen los atajos ni son efectivos los grandilocuentes llamados maximalistas a cambios económicos y sociales inmediatos. No. En esto es imprescindible una gestión política que en un proceso sostenido avance en pos de un cambio cultural hacia la sustentabilidad en todos los asuntos de la Polis, cuyo resultado serán las ineludibles y paulatinas transformaciones económicas, sociales y emocionales.
Si queremos transitar con los menores traumas sociales y existenciales hacia una sociedad sustentable, necesariamente habrá que confrontarse, dialogar, consensuar y otra vez confrontarse, dialogar y consensuar. En el proceso, sin duda, es fundamental no soslayar ni esconder las profundas diferencias ideológicas y valóricas que forman parte constitutiva del tan humano conflicto de miradas. El devenir hacia la sustentabilidad conlleva y conllevará rupturas, sean sociales o inesperadas, causadas por eventos inmanejables, y reformas constantes al actual modo de vida aún hegemónico.
En ese contexto, tan desafiante, los actores políticos y sociales, académicos y activistas, están llamados a facilitar la sinergia entre las inteligencias individuales y la inteligencia colectiva de las organizaciones para su contribución innovadora en pos de la sustentabilidad. Están llamados a hacerlo por la responsabilidad con nosotros mismos, con el prójimo, con las generaciones que vendrán y con todos los seres vivos. Están llamados a hacerlo con urgencia. Hacerlo es condición y esperanza de superar las actuales tensiones y así avanzar en la co-construcción de una sociedad sustentable.
Ese es el crucial desafío de época. Desplegar esa voluntad, emoción e inteligencia es una acción y responsabilidad compartida entre gobiernos, partidos políticos, empresas y organizaciones ciudadanas. Así lo exige el hecho de vivir en un mundo interdependiente, donde ni solos ni separados podemos resolver estas tensiones.
3) Los expansivos conflictos socio-ambientales en la sociedad y la tensión entre lucro y sustentabilidad (RSE) en las empresas.
En el punto anterior sistematizamos las cuatro conductas de los sujetos ante la sustentabilidad: uno, quienes la convierten en un modo de vida; dos, los sujetos que la viven pragmáticamente; tres, los que la cuestionan; y cuatro, aquellos que la ignoran.
En la misma línea, la consultora y académica colombiana, María Emilia Correa, ha tipificado cuatro distintas etapas en las empresas ante la sustentabilidad: a) gerencias ajenas a la sustentabilidad, b) otras que la ignoran o cuestionan en privado y se maquillan en público (equivalente a los sujetos nivel 4-3 de Baldissera); c) las que están en la etapa de asimilación pragmática (equivalente al nivel 2), y d), las que intentan comportarse en coherencia con los ecosistemas y con las comunidades (equivalentes al nivel 1). Lo cualitativo es que la idea-fuerza sustentabilidad ha sido expansiva en los sujetos y en las empresas. (Dinamarca, 2013).
¿A qué viene este repaso de conceptos y afirmaciones? A nuestro interés en problematizar y discutir un asunto muy controversial en el país: nos referimos al modelo de gestión en Responsabilidad Social Empresarial (RS), que es la manera cómo arribó la sustentabilidad a las empresas, con sus incoherencias y potencialidades. En especial, discutir sobre la emergente y compleja tensión en las empresas entre lucro ilimitado y sustentabilidad.
Partamos por sistematizar otra taxonomía que da respuesta al cómo los sujetos y empresas perciben y actúan ante el hecho histórico RS. En la sociedad chilena observamos tres lógicas o miradas/acciones:

Tabla comparativa con los 3 tipos de lógicas/miradas
1) Las empresas-sujetosque viven la RS desde una lógica de la incoherencia e impostura.Aún animadas por el unilateral afán de lucro, son las empresas que suelen cargar sobre sus malas prácticas la responsabilidad en las mayores crisis socio-ambientales. Son las empresas hoy insustentables.
2) Los sujetos-organizaciones que viven y asumen la RSE desde lalógica de la desconfianza y la sospecha. Para quienes la RS es simplemente un artificio de las empresas para continuar “dominando el mundo”. La mirada de la sospecha niega a priori y en cualquier lugar el diálogo con las empresas en pos de la sustentabilidad.

3) Los sujetos-empresas-organizaciones que viven la RS desde una mirada histórica a las ineludibles brechas de gestión en su aplicación y observan autocríticamente sus propias y humanasinconsistencias (errores, falta de solidez) en sustentabilidad. Son las empresas que intentan aplicar con seriedad un modelo de gestión que incorpora el respeto a la normas socio-ambientales y un vínculo pro-activo con las comunidades en el desarrollo de sus proyectos productivos.
Fuente: elaboración propia

De inmediato aclaramos que la distinción entre empresa/sujetos de la incoherencia e impostura (tipo 1) y empresas/sujetos de las brechas e inconsistencias (tipo 3), en los hechos, es difícil de observar.
Si bien es marcada la diferencia en estilos y propósitos entre ambos tipos de empresas, la línea que las separa es tenue a la hora de advertirlas. Hay que aguzar el ojo para diferenciar una y otra conducta, más aún cuando distinguirlas con claridad tiene enormes consecuencias prácticas, en especial para el diálogo socio-político y la necesidad de mediación entre las empresas y comunidades en los conflictos socio-ambientales (ya volveremos sobre este último punto, muy importante).
Las empresas de la impostura son autoconscientes de la ausencia de conexión entre su decir y el hacer en sustentabilidad, pero ocultan sus incoherencias, por ejemplo, en los reportes a organismos fiscalizadores, porque sus directivos desdeñan o lisa y llanamente no creen en el modelo de gestión en RS. En cambio, los directivos y los equipos de trabajo de las empresas de las inconsistencias intentan aplicar el modelo de sustentabilidad, pero, en tanto moran en la humana ambigüedad, saben de brechas de gestión, a veces aciertan, otras se equivocan.
El lector ya habrá observado que en nuestro uso, sobre la base de la RAE, la incoherencia es ausencia de conexión, en este caso, entre lo que se dice y lo que se hace en sustentabilidad. Considerando que esa ausencia de conexión suele ser consciente, es impostura o insinceridad. Sus principales críticos, en la mirada de la sospecha y desconfianza, duramente las califican como empresas hipócritas. Por su parte, la inconsistencia es falta de consistencia. Es una inconsistencia la carencia de fundamentos sólidos al momento de argumentar o realizar una práctica. Desde esa perspectiva, la inconsistencia es un error que puede ser superado en un tránsito de aprendizaje. En ese sentido, un error en sustentabilidad en las empresas de la inconsistencia es una brecha.
La línea que separa las empresas de la incoherencia de las impresas de la inconsistencia, además, es traspasable. El cambio hacia la sustentabilidad o el traspaso de la línea divisoria suele ocurrir con posterioridad a sendas crisis de las empresas de la impostura. Tras las crisis, las empresas que las viven, intentan caminar al ritmo de una nueva mirada, incluso muchas veces mediante un cambio completo de directivos. En Chile, en la literatura especializada se suele ejemplificar con CELCO, que de contar con ejecutivos torpes y adalides de la incoherencia en sustentabilidad, tras su mega crisis el 2005, renovaron a su planta gerencial con profesionales conscientes de la relevancia del desafío. Otras empresas empiezan a transitar hacia la sustentabilidad precisamente luego de constatar los efectos devastadores de las crisis socio-ambientales entre sus pares.
En otra tecla, la experiencia indica que es el mismo quehacer de las empresas de la incoherencia y la impostura en RS (tipo 1), la que da pie a los argumentos de la mirada de la desconfianza y la sospecha ante la RS (tipo 2). Digámoslo con asertividad: los argumentos de los segundos, a veces iracundos e irreflexivos, encuentran un sustento en la impostura de las primeros. Unos y otros se realimentan.La empresa de la impostura ignora y a veces teme a la lógica de la sospecha, mientras la última habla desde centros ideológicos y sectores de la ciudadanía con legítima rabia ante las malas prácticas e incoherencias en RS de esas mismas empresas.
Los ideólogos de la sospecha afirman que las empresas transnacionales y el capitalismo, sin contrapeso social ni político tras la caída del Socialismo Real, habrían inventado la marca RS solo para expandir con mínima resistencia y hasta los últimos lugares del planeta el dolor social que genera el capitalismo. La RS, según esa lógica, sería apenas un conspirativo plan de las empresas para dar continuidad a su dominio en el mundo. En su desconfianza, los actores de la sospecha a priori se niegan a reconocer cualquier mejoría en sustentabilidad socio-ambiental y emocional en la gestión de aquellas empresas que si intentan aplicar el modelo.
Es claro que la mirada de la sospecha se apoya en antecedentes y en sólidos datos del presente. No pocas crisis ambientales y sociales, en especial en Chile, resultan de la mala gestión en empresas incoherentes en la aplicación del modelo de RS. Hay también suficiente evidencia histórica sobre los efectos del capitalismo y del socialismo en la destrucción ambiental y social. Ambas evidencias han dado vigor a innumerables y profundas críticas teóricas a los dos sistemas que, matices más menos, han competido y alternado en la administración de la modernidad realmente existente.
Dicho eso, sin embargo, aquello no otorga legitimidad al hecho de negarse a la pregunta pertinente en el dominio específico del tema: ¿si algunas empresas lo están haciendo mejor o peor ante el desafío de continuidad intergeneracional que nos evoca la idea-práctica sustentabilidad? Y menos valido aún es el gesto teórico y práctico de no realizar la distinción entre las empresas que se limitan a aparentar que aplican el modelo de RS versus otras empresas que, en el acto de intentar aplicar con seriedad el modelo, saben de brechas que pueden ser superadas.
Estas últimas hoy son por excelencia las llamadas empresas B y las empresas sociales, cuya génesis y misión en los últimos años ha sido inspirada por el paradigma de la sustentabilidad. Y también lo son antiguas empresas que, ya sea motivadas por razones de mercado, cada vez más regulado en estas materias, o por un cambio personal entre algunos directivos y trabajadores, dado el nuevo contexto histórico, que incorporan en su gestión mejores prácticas en sustentabilidad.
Algunas empresas, en tan solo una década, RS y regulaciones mediante, se han visto impelidas a incorporar nuevas prácticas socio-ambientales y en sus relaciones con el entorno. Afirmar esto no es sinónimo de decir algo así como “esta todo bien”, sino tan solo constatar que en comparación con lo que ocurría hace 20 o 30 años, en este dominio, han ocurrido cambios importantes. En unas empresas más que en otras, por supuesto.
Hoy en las gerencias serias es impensable no evaluar a priori la complejidad social y ambiental de los proyectos. A diferencia del ayer, el “sentido común” en la sociedad no aplaude cualquier iniciativa productiva. Hoy las comunidades, incluso a veces con exceso de celo debido a desinformación, están atentas a las implicancias sociales y ambientales de los proyectos productivos. Por ello, las empresas han venido aumentando las inversiones en tecnología amigable con el ambiente y creando nuevas formas orgánicas en el relacionamiento con la sociedad. Ambos procesos inequívocamente mejores si lo observamos desde el tamiz de la sustentabilidad.
La empresa de la impostura e incoherencia en RS y la lógica de la desconfianza y la sospecha, aunque contrapuestas, son en última instancia ajenas, ya sea por voluntad o desconocimiento, a la idea-fuerza de la sustentabilidad. La empresa de la incoherencia actúa interesada y preocupada por los obstáculos, límites y tensiones que la idea fuerza-sustentabilidad impone al lucro. La lógica de la sospecha actúa desde la desconfianza a priori por carecer de una históricamente situada comprensión del paradigma de la sustentabilidad, amén de persistir en una adscripción acrítica al antiguo paradigma moderno del conflicto social excluyente.
En nuestra mirada, es fundamental analizar estas materias en perspectiva histórica. La lógica de la empresa de la impostura e incoherencia es coincidente con el imaginario y “sentido común” (paradigma social) de la modernidad. Los mismos motivos y valores que desde la ya añosa génesis de la modernidad animaron a los seres humanos (y aún animan a muchos), son los que perduran en la misión de esas anacrónicas empresas; anacrónicas porque hoy se niegan a asumir el desafío histórico y la nueva mirada de la sustentabilidad, que era inexistente en los orígenes de la empresa moderna.
La construcción de la misión y mirada de las empresas y sujetos modernos fue un largo y complejo proceso histórico. Veamos.
El historiador Maurice Dobb en su clásico Estudio sobre el desarrollo del capitalismo (2005) repasa el origen del sistema económico en la época moderna. Dobb recuerda que el espíritu [paradigma social, diríamos hoy] que inspira los comportamientos humanos y la vida de una época es el que conduce a determinadas formas y relaciones económicas. En ese sentido, el espíritu o ánimo que emergió en los siglos XVI-XVII condujo a las formas y relaciones económicas características del mundo moderno. (Esas características fueron comunes al capitalismo y socialismo: importa apuntar que algunos autores, en especial Albert Ven Dicey, originalmente diferenciaron entre un capitalismo de los individuos, hasta 1870, y luego un capitalismo colectivista debido a la influencia que fue adquiriendo el pensamiento socialista moderno en todas sus variantes).
Según Dobb, aludiendo a historiadores del devenir económico como Sombert, antes que el hombre capitalista [que, reiteramos, emergió en los siglos XVI-XVII, según lo afirman la mayoría de los historiadores económicos] existió un hombre pre-capitalista: que era un hombre natural, que concebía la vida económica como la simple provisión de sus necesidades naturales. En la época pre-capitalista en el centro de todo esfuerzo y de todo cuidado estaba el hombre viviente: él era la medida de las cosas.
Lo anterior refiere al hombre viviente, concreto, como medida de las cosas, en oposición o marcando la diferencia con el mero cálculo cuantitativo para medir todas las cosas, que, como leeremos, será lo característico del sistema económico que emergió con la época moderna. Con el nacimiento del capitalismo, el ser humano empezó a hacer algo muy distinto a lo que antes hacia el hombre natural.
¿Qué hizo la nueva mirada moderna y el sistema económico que le concernía? El capitalismo desarraiga al hombre natural, trastorna todos los valores, ve en la acumulación de capital el motivo dominante de toda actividad económica y con fría racionalidad y métodos de cálculo cuantitativos subordina a este fin a todos los aspectos de la vida. Y Max Weber, también según Dobb, destaca lo mismo: cuando empieza a dominar el afán de lucro, la búsqueda de ganancias racional y sistemáticamente, y cuando aparecen las empresas [en competencia entre sí] para satisfacer las necesidades de un grupo humano, estamos en presencia de la época moderna y del capitalismo. (Dobb, 2005)
Como leemos, en la misma génesis histórica de la empresa moderna, en el centro de su misión (y del sujeto humano que la anima), se instaló un conjunto de valores y prácticas: el afán hegemónico y sistemático por maximizar las ganancias, la acumulación de capital a través de la competencia entre individuos o vía la planificación del Estado; todo de la mano de una fría racionalidad y métodos de cálculo cuantitativos ante los cuáles se subordinan los distintos dominios de la vida.
Ahí estaba el origen de lo que hasta hoy, exacerbado en la tardo-modernidad, ha sido la misión de las empresas modernas: maximizar la producción, el crecimiento y lucro ilimitado, evaluar los emprendimientos sobre la base del costo y la oportunidad en el corto plazo, la no consideración de la variable ambiental y del entorno social (eran externalidades), ya que en la ecuación solo entraban el trabajo, la técnica y la acumulación-rentabilidad del capital.
No podemos pasar por alto que en los orígenes de la modernidad descrita por Dobb, ya estaban presentes casi todos los valores propios de la misión de la empresa capitalista, salvo uno: el incentivo al consumismo. En rigor, en el proceso de acumulación inicial, el burgués, el capitalista, promovía el valor del ahorro.
Sin embargo, como la producción que se maximizaba debía necesariamente encontrar compradores, a principios del siglo XX se inventaría el ingenio financiero que son las tarjetas de crédito (en USA). El nuevo instrumento es el que permitirá la lógica imparable del consumismo. En su lado A aceleraría el “progreso material” y en su lado B conllevaría la “prisión existencial” de las deudas en las que empezó a vivir el hombre y la mujer común. Productivismo y consumismo unidos luego contribuirían con la locura mayor que es la industrial y sistemática obsolescencia programada de los productos (los electrónicos, por ejemplo) y el despilfarro (en la basura, por ejemplo).
Pero, y este pero tiene una enorme significación, en las últimas décadas el emergente paradigma/mirada y prácticas de la sustentabilidad, han venido a erosionar y tensionar la antigua y tradicional misión de las empresas, interpelándolas en sus propias prácticas, ya agotada su misión histórica. La sustentabilidad ha venido a poner límites estructurales y, en consecuencia, ha venido a realizar un cuestionamiento expansivo a los motivos tradicionales de la empresa moderna.
Tras una larga experiencia histórica, hoy sabemos que la contaminación de la biósfera conlleva riesgo de continuidad intergeneracional y que la Tierra y ecosistemas son finitos en espacio y en recursos. He ahí los límites ambientales al productivismo ilimitado, al consumismo que le acompaña y a la rentabilidad a cualquier costo. También ha puesto límites socio-culturales a relaciones de producción basadas en la competitividad y el egoísmo, en tanto, desde la mirada de la sustentabilidad emergen nuevos tratos entre la diversidad de culturas y entre los actores sociales. Por su parte, el emergente valor y las prácticas culturales del consumo responsable, implicado a la mirada de la sustentabilidad, también subvierte el consumismo y el productivismo tan asociado a la satisfacción de la añosa misión de las empresas modernas.
Unos y otros de esos nuevos límites empiezan a ser exigidos por comunidades cada vez más conscientes y empoderadas sobre la base de nuevas redes de interconexión e interdependencia. Tras la constatación de esos límites, la humanidad sabe que en el vivir económico hay que considerar las variables ambientales y sociales, ya no solo como simples externalidades.
“¿Es sustentable ambientalmente el crecimiento capitalista?”, se preguntaba el académico Antonio Elizalde (1996). Su respuesta era inequívoca: “hay rasgos inherentes del sistema [sentido de misión, decimos nosotros] que son incompatibles con la lógica de la sustentabilidad…. la existencia de límites naturales, soslayados durante los últimos decenios, a los que la tecnología no puede dar respuesta; la degradación de las bases naturales, económicas y culturales de las sociedades; la constante creación de necesidades artificiales para acelerar el consumo; la falta de consideración de las consecuencias a largo plazo de las actividades económicas”.
El autor concluía con una alerta sobre el riesgo de nuestra continuidad, en caso de no cambiar el sistema económico y el modo de vida. En esos años no era el único que alertaba con luces rojas.
En este contexto histórico, entonces, asistimos a la profunda tensión/paradoja que hoy viven las empresas en su complejo y resistido proceso de adaptación al desafío de la sustentabilidad. Si la RS no es asumida coherentemente, las empresas podrían terminar por desacoplarse, crisis de continuidad mediante, de la exigencia de sustentabilidad proveniente del sistema entorno/social (algunas empresas ya han colapsado). Y Contrario sensu, la asunción coherente de la RS/sustentabilidad podría significar un cambio en el sentido más profundo de la misión que las empresas tuvieron durante la modernidad. Es decir, asumir la sustentabilidad, conllevaría un “riesgo” para lo que ha sido su patrón valórico y conductual, en tanto necesariamente deberían transformarse cualitativamente.
O la misma paradoja, en clave positiva: para la conservación del acoplamiento estructural entre empresas y entorno es condición sine qua non activar y acelerar coherentemente la autotransformación adaptativa de las empresas, de manera de participar en el desafío de la continuidad generacional –sustentabilidad. Pero hacerlo supone asumir sinceramente que la autotransformación también implica una revisión y superación de lo que ha sido misión y las prácticas centrales de las empresas durante la modernidad.
O dicho en tono de tensión contracultural: las incipientes señales de un cambio cualitativo en nuestra manera de vivir (la sustentabilidad y el consumo responsable), en tanto tendencias, van a contracorriente del corazón de la misión de las empresas en la modernidad, que ha sido incentivar e incentivar, vía todo tipo de mecanismos, el productivismo para el consumismo y así lucrar vía las más altas rentabilidades, generalmente pensando en el corto plazo.
Por ello, es tan pertinente, desde la política, hacernos nuevas preguntas. ¿Cómo esos procesos y tensiones no van a generar complejidad cognitiva y emocional en las conciencias de quienes toman las decisiones en las empresas? Cuando un directivo busca con rigor un equilibrio en el largo plazo en lo que en las empresas llaman el triangulo de la sustentabilidad, cuando observa críticamente las tensiones entre los tres pies del triangulo (el negocio, lo ambiental y lo social), podrá él no reflexionar sobre ¿cuáles son los límites al lucro o al crecimiento económico ilimitado?
No pocos observadores de esta tensión, hacen preguntas ayer inéditas. Algunos, en búsqueda de un equilibrio en el triangulo de la sustentabilidad, se interrogan: ¿será posible una co-existencia racional de las tres variables? Otros, más profundos: ¿será posible una perspectiva que, colocando a la sustentabilidad en el centro y como misión, re-signifique el sentido cualitativo y cuantitativo de la rentabilidad?
Una tercera perspectiva, definitivamente alterativa, va más allá en su crítica y en sus preguntas. Por ejemplo, el Premio Nacional de Ciencias, Humberto Maturana, ante la afirmación de los tres pies del triángulo, contra-argumentaba algo más o menos así: no sé si son tres pies, o simplemente es la misma base de siempre, las ganancias del negocio, más dos nuevos instrumentos, lo ambiental y el diálogo con las comunidades, que solo están ahí para favorecer el lucro. El referente último sigue siendo el negocio. ¿En qué medida estas tres cosas son armónicas o dos de ellas son solo instrumentos de la otra? Sin duda, el proceso de la RS tiene potencialidades interesantes. Pero el gran tema, como ya lo dijo Jesús en su tiempo, es que no se puede servir a dos amos a la vez. En este caso: ¿se sirve al amo de la sustentabilidad o al amo del negocio? Pues el amo que se sirve, es el amo que se conserva. (Dinamarca, 2013)
Preguntas de esta radicalidad nacen de las tensiones que la sustentabilidad y el consumo responsable han significado en las empresas, llevándolas potencialmente (como posibilidad) hacia un proceso de autotransformación de su tradicional misión moderna. ¿La sustentabilidad, actuando como atractor, podría llevar a las empresas, en su deriva larga, a terminar por asumir en coherencia las nuevas conversaciones?
Estas preguntas y reflexiones no son una simple abstracción. Hoy, en el día a día operativo, las empresas viven tensionadas porque deben optar entre uno y otro de los tres pies del triangulo. Al respecto, el directivo Marcelo Esquivel, en una entrevista el año 2010 nos aportaba dos interesantes perspectivas. Primero, que la implementación efectiva del modelo en sustentabilidad pasa por la reorientación de los estímulos materiales a los ejecutivos: si los incentivos/bonos se continúan poniendo unilateralmente en metas de costos y rentabilidad, es una cosa; pero otra, muy distinta, es relacionar los incentivos materiales al cumplimiento de las nuevas variables socio-ambientales. En esto, es clave el equilibrio.
Segundo, agregaba el ejecutivo, lo que tú llamas hacerse cargo de las incoherencias es lo más complejo a nivel de empresa y como persona. Es el walk the talk (algo así como caminar tal como lo dices en la conversación). Si digo que vamos a actuar de esta manera, de verdad actuemos de esa manera. Eso es lo que más cuesta. Cuando debes tomar una decisión sobre hacer o no un proyecto, y por un lado constatas que habrá impacto socio-ambiental y por otro constatas los costos y la rentabilidad de la inversión; ahí, en esa tensión, optar por la decisión no voy a seguir con este proyecto u optar por decir lo voy a hacer, pero invertiré más debido a esta consideración socio-ambiental, minimizando las utilidades, eso es precisamente lo que todavía cuesta y bastante. Como hoy debemos mirar una serie de variables (relaciones con la comunidad, con el gobierno, ONG), hay que hacerse cargo de esa complejidad:probablemente la decisión X sea la mejor desde el punto de vista del negocio, pero mira lo social, mira lo ambiental, que hoy también inciden en buenas decisiones de negocios. (2)
Estas conversaciones y tensiones son las que potencialmente interpelan a la coherencia a algunos de sus actores. Este es un proceso histórico.
En la primera reunión planetaria y tripartita (gobiernos, sociedad civil y empresas) sobre sustentabilidad, en Río de Janeiro, 1992, se auto-convocaron muy pocos empresarios para reflexionar sobre su aporte en este dominio. En la conferencia también planetaria de Río+20, en junio del 2012, se incrementó sustantivamente la participación del sector empresarial. De esa manera, en una paulatina, compleja y conflictiva interacción con organizaciones de ciudadanos y gobiernos, se ha venido co-construyendo la experiencia de las empresas en tránsito de superación de las brechas (la norma ISO 26.000 en RS, sancionada internacionalmente el año 2010, ha sido una expresión más de tal proceso).
El sacerdote y ecologista Leonardo Boff (2012), en una lúcida columna en su blog, observó estas tensiones en la Conferencia Río+20:
“Los empresarios, actores importantes, están tomando conciencia de los límites de la Tierra, del aumento de la población y del calentamiento global. No esperan por los consensos casi imposibles de las reuniones de la ONU y de los gobiernos. Más de cien líderes empresariales se han reunido en Río antes del evento formal. Pretenden crear un G-0 en oposición al G-2, G-7 o G-20. Con cierto autoconvencimiento llegan a decir: «nosotros necesitamos asumir el comando»… Se dan cuenta de un problema insoluble dentro del actual modelo: cómo articular sostenibilidad y lucro. Los accionistas no quieren renunciar a su lucro en nombre de la sostenibilidad. Ésta acaba siendo tan frágil que casi se desvanece. Por lo menos, estos empresarios han visto el problema: o cambian o se hunden junto con los otros.”
Si a ese proceso adaptativo entre algunos empresarios y directivos, pocos aún, agregamos el rol fiscalizador de la ciudadanía y de los gobiernos y líderes democráticos, exigiendo con rigor una conducta coherente a las empresas de la impostura y colaborando críticamente con las empresas de las brechas en la superación de las mismas, entonces, en el largo plazo, podría profundizarse la autotransformación de éstas hacia la sustentabilidad. En este desafío político, sin soslayar las diferencias, resulta fundamental tender puentes entre todos en torno a la sustentabilidad.
Las comunidades asisten al desafío de empoderarse cada vez más en sus acciones de fiscalización (vía “observatorios ciudadanos”). En sus negociaciones y relaciones con las empresas y gobiernos, asisten al desafío de continuar privilegiando la sustentabilidad en los conflictos socio-ambientales. Y, hay que decirlo, también asisten al desafío de aislar a sujetos y prácticas que en el interior mismo de las comunidades a veces ponen por delante la lógica de la avaricia, a otra escala, por cierto; pero del mismo tenor que la que despliegan las empresas de la incoherencia.
Las empresas de la incoherencia y la impostura y los actores de la desconfianza y la sospecha, asisten al desafío de superar su ceguera cognitiva ante el cambio de época y la magnitud de la crisis de sustentabilidad. También al desafío de superar la añosa lógica totalitaria y excluyente, avanzando en modelos de relaciones empáticas que, sin evadir el conflicto, sitúen a este en una mirada ajena a la descalificación a priori, ajena a esa inconfesable “agenda oculta” que solo busca la derrota total del otro.
Las empresas, en general, tienen el desafío de abandonar el fácil e insostenible recurso de contratar asesores y consultoras estratégicas que, a veces, priorizan por la manipulación y la compra de las comunidades con el objeto de postergar la conflictividad socio-ambiental, a costa de la sustentabilidad. El desafío de avanzar hacia un dialogo respetuoso con las comunidades, en consistencia con la necesidad de una buena reputación y de una Licencia social para operar.
Los partidos políticos democráticos, los gobiernos y la ciudadanía organizada, críticos ante las brechas de gestión en las empresas, pero a la vez conscientes que es necesario dialogar con el objeto de regularlas en pos de la sustentabilidad, deben avanzar hacia una fase de incentivo de instancias mediadoras (empáticas), privadas e institucionalizadas, para anticipar, facilitar y acercar posiciones en las negociaciones en los expansivos conflictos socio-ambientales.
En el cierre, recuperamos lo dicho al inicio de estas reflexiones: el desafío de la sustentabilidad hoy debe discutirse políticamente en el corazón de la Polis, en tanto cosa pública. Si alguien aún cree que los desafíos de la sustentabilidad son un asunto de las élites o de allá lejos, es que lisa y llanamente no conecta ni un ápice con la principal cuestión de nuestro tiempo, que es transversal a lo humano, que tensiona el centro de nuestro modo de vida, y cuyas secuelas socio-ambientales son y serán de impacto masivo.

Notas:
 1) El concepto acoplamiento estructural, de Humberto Maturana y Francisco Varela en su teoría de la Autopoiesis, alude a la relación implicada entre organismo y medio. Aquí lo extrapolamos a la relación entre cultura y biosfera. La mayoría de las reflexiones en este artículo se encuentran en el libro: “¿Ser o Perecer?: sustentabilidad y comunicaciones en las organizaciones”, referenciado en la bibliografía.
2) La entrevista a Esquivel, así como la de otros actores de la sustentabilidad en las empresas, en el libro en la nota 1.

Bibliografía:
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